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Manejo Anestésico del Paciente Oncológico http://www.fmca.org.mx/pacii/onco.php

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Manejo Anestésico del Paciente

Oncológico

http://www.fmca.org.mx/pacii/onco.php

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Índice

Capitulo Página

Introducción 3-4

Oncogénesis y estadificación del cáncer. 4-7

Anestesia en el paciente oncológico. 8-31

Técnicas de intubación difícil para cirugía de cabeza y cuello 32-43

Transfusiones y cáncer. 44- 48

Analgesia preventiva. 49- 57

Control de dolor postoperatorio en el paciente con cáncer 58- 64

Cuidados paliativos en el paciente oncológico. 65- 71

Estado inmunológico del paciente con cáncer 72- 82

Valoración Preanestésica del Paciente con Cáncer. 83- 90

Anestesia combinada en cirugía oncológica. 91- 96

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Introducción

Autor: Dr. José C. Álvarez Vega Publicado el 19 de julio de 2010

Dr. José C. Álvarez Vega

El paciente con cáncer ha sido un reto para el anestesiólogo, debido a la variada patología con que se

asocia, además de las anormalidades causadas por el mismo cáncer (alteraciones inmunes, de vías

aéreas, de hemostasia, etc.), así como por los efectos provocados por el tratamiento médico, como

quimioterapia o radioterapia y las complicaciones inherentes a manejos quirúrgicos radicales y

sumamente mutilantes.

Los anestesiólogos debemos adaptarnos y adecuarnos con las técnicas anestésicas que este grupo de

pacientes requieren; así como el manejo perioperatorio el cual ha sido impulsado por anestesiólogos

del Hospital Memorial Sloan Kettering Cancer Center, en Nueva York, desde 1950, cuando cirujanos

y anestesiólogos de ese Hospital se reunieron tratando de determinar mortalidad y riesgos inherentes

al acto anestésico-quirúrgico y dan inicio a metodologías que permitirán un mejor pronóstico de los

pacientes.

Por muchos años, la cirugía de cabeza y cuello fue realizada con anestesia local y fue la Dra. Olga

Schweizer quien utilizó por primera ocasión pentotal y óxido nitroso, en conjunto con cocaína tópica

al 5% y D - tubo curarina, para provocar relajación muscular para intubación endotraqueal. Así

mismo, estableció rutinas de traqueostomía en casos quirúrgicos como disección radical bilateral de

cuello, maxilectomías radicales y laringectomías parciales. En ese mismo Hospital el Dr. Paul

Boyand fue el primero que utilizó anestesia hipotensiva en los Estados Unidos, disminuyendo las

pérdidas hemáticas.

En 1956, se concluye que los pacientes de transfusión masiva y la hasta entonces intoxicación por

citrato, no ocurre; por lo que la administración de calcio en estos pacientes, no era necesaria y si

riesgosa.

En 1957, con este mismo grupo de pacientes oncológicos, se establecen metodologías de transfusión,

ya que se determinan los factores principales que se pierden durante las transfusiones masivas.

Así como estos aportes a la anestesiología, existen actualmente tendencias en el manejo anestésico

encaminadas a mejorar el tratamiento perioperatorio y por ende, el pronóstico del paciente

oncológico sometido a cirugía. Varias de las propuestas de este texto, están fundamentadas en la

preservación de la respuesta inmunológica vital en este grupo de pacientes.

Los autores participantes son médicos familiarizados y con muchos años de experiencia en los pocos

hospitales oncológicos que existen en México, donde se concentran el mayor número de pacientes

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con padecimientos oncológicos quirúrgicos o no quirúrgicos, siendo aún en nuestro medio estos

padecimientos, principales causas de mortalidad tanto en hombre como mujeres. El manejo de esta

entidad en el quirófano es importante se haga de acuerdo a las necesidades y requerimientos

específicos, ya que se sabe que el pronóstico no sólo depende de una intervención quirúrgica en un

estado clínico adecuado, sino que el manejo perianestésico de estos pacientes es fundamental para así

ofrecer una buena sobrevida en el postoperatorio inmediato y tardío.

Quiero dedicar la publicación de este número a la memoria del compañero y amigo anestesiólogo de

la Unidad de Oncología del Hospital General de México, quien formó parte fundamental de los

actuales conocimientos y experiencias que se han logrado dentro de la anestesia oncológica en

nuestro Hospital General de México, O.D. Dr. José Cruz Ramírez Hernández, quien falleciera

durante la elaboración de este volumen.

Referencia

1. Howland W. Origin of oncologic anesthetic techniques. Sem Surg Onco 1990;6:137-40

Oncogénesis y estadificación del cáncer.

Autor: Dr. Rogelio Martínez Macías Publicado el 19 de julio de 2010

Dr. Rogelio Martínez Macías

El cáncer es un proceso de diversos pasos en los cuales múltiples alteraciones genéticas deben

ocurrir generalmente por espacio de años.1

El cuerpo humano está constituido de aproximadamente cincuenta trillones de células individuales,

todas ellas funcionando normalmente en cercanía y de manera coordinada para que sus actividades

individuales satisfagan las necesidades del cuerpo como un todo. Por lo tanto, el comportamiento

de cada célula es cuidadosamente regulado para asegurar sus funciones como parte de una unidad

integrada, no como una entidad independiente, en la cual el interés de cada célula es subyugado a

la necesidad colectiva; el rompimiento de este sistema regulatorio crítico permite el crecimiento

incontrolado de una célula, dando como resultado eventualmente el desarrollo del cáncer.

El comportamiento de una célula normal es controlado por genes que regulan el crecimiento

celular y la diferenciación en unísono con las necesidades corporales. Estos genes son conocidos

como proto-oncogenes y sirven como un regulador de crecimiento positivo.2

Una variedad de proto-oncogenes están involucrados en los procesos críticos de crecimiento

celular y un cambio o mutación en la secuencia de ADN o en la cantidad de proteína produce

interferencia con la actividad normal de toda la regulación celular.

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La transformación neoplásica o crecimiento incontrolado de células puede finalmente resultar en la

formación de un tumor canceroso. La identificación de estos proto-oncogenes mutados, también

conocidos como oncogenes, representa un área de mayor progreso en la investigación del cáncer en

la última década.

El material genético de los oncogenes que lleva la capacidad de inducir cáncer, fue descubierto

inicialmente en ciertos retrovirus y fueron identificados como agentes causales de cáncer en

muchos animales. La investigación de estos oncogenes retrovirales en humanos permitió el

descubrimiento de la contraparte celular de oncogenes retrovirales, los proto-oncogenes.

Los oncogenes se identifican con abreviaturas de tres letras, tales como myc y ras.3 Si el oncogen

se localiza en el retrovirus se otorga el prefijo "v -". Así mismo, si el oncogen se encuentra en la

célula o cromosoma se da el prefijo "c -". Los prefijos, sufijos y sobrescritos permiten mayor

especificidad a cada oncogen. Los científicos han identificado aproximadamente sesenta

oncogenes humanos. Los dos oncogenes más estudiados son el myc y el ras, la familia de

oncogenes ras puede encontrarse en el 20% de todos los cánceres humanos3.

La transformación de proto-oncogenes en oncogenes puede ocurrir por varias vías: mutaciones

puntuales, translocaciones, amplificaciones, así como deleciones e inversiones.4 Todos estos

métodos involucran la pérdida de regulación celular. Una mutación puntual es la alteración de un

solo nucleótido en las pares de bases.4 La translocación ocurre cuando un segmento del cromosoma

se separa y se une a otro cromosoma.3 Si el segmento de cromosoma separado tiene al proto-

oncogen en su secuencia genética, cuando este segmento de cromosoma es removido el control

celular disminuye. El linfoma de Burkitt es el ejemplo mejor estudiado de translocación

involucrando al proto-oncogen myc.4

El tercer método involucra la amplificación en el número de copias del proto-oncogen, lo cual

puede resultar en la reducción de la regulación celular.3 El gen se amplifica y en otras palabras

sobrecopiado y sobrecopiado, estando representado por muchas copias en lugar de las dos copias

normales. La deleción se presenta cuando un segmento de un cromosoma se pierde como

resultado de dos rompimientos y finalmente la inversión se presenta cuando ocurren dos

rompimientos en el mismo cromosoma con rotación del segmento que interviene.

Los oncogenes codifican para proteínas que pueden transformar celulas5 y energizan una vía de

crecimiento - estimulatorio que ocasiona que las células proliferen excesivamente.6 La función

primaria de los oncogenes es la disrupción del sistema de control del crecimiento celular. Ellos

causan división continua por afección de productos del gen que participan en el control del

crecimiento: factores de crecimiento, receptores de factores de crecimiento, transductores de la

señal intracelular y factores de trascripción nuclear. Más adelante, las metástasis y la invasión

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contribuyen a la letalidad de las células cancerígenas. Mientras que las metástasis exitosas ocurren,

los oncogenes deben escapar a los controles que guardan las células normales: adhesión,

dependencia de anclaje, membrana basal, etc.

En contraparte a estos efectores positivos de transformación, existen los productos de genes

supresores de tumor que son reguladores de crecimiento negativo y la pérdida de su función

promueve la carcinogénesis.1 A lo largo de estos procesos se encuentran las diversas influencias

etiológicas como son los virus, factores químicos, factores físicos, factores hormonales, factores

epidemiológicos y el descuido inmunológico que permite la génesis y desarrollo de una neoplasia

Estadificación del cáncer

Una vez que se ha establecido la histopatología del tumor que permite conocer el tipo y

clasificación del cáncer así como el grado histológico, se procede a determinar la extensión de la

enfermedad o estadificación.

Las razones para estadificar la enfermedad son: primero definir la extensión de la misma en orden

de hacer decisiones de tratamiento, definir los objetivos de la terapia y determinar el pronóstico.

La segunda razón es medir y tener seguimiento de los resultados de la terapia y en tercer lugar

estandarizar la descripción de la extensión de la enfermedad para comparar con exactitud los

resultados de la terapia de investigación o estándar de diferentes tipos de tumor entre diferentes

instituciones.

Existen diferentes sistemas de estadificación; el empleado para la mayoría de tipos de cáncer es el

TNM ( Sistema de la American Joint Committee on Cancer: AJCC):

T = Características del tumor primario tales como localización, tamaño e involucro de tejido

adyacente (puede ser desde TX, TO, Tis, T1 hasta T4).

N = Involucro de ganglios linfáticos locorregionales con tumor (NO = sin involucro, N1, N2, N 3 =

varios grados de incremento en el involucro).

M = Presencia o ausencia de metástasis y su localización.

Los diferentes cánceres tienen distintas definiciones de T, N, M y una vez que éstas han sido

definidas para un cáncer individual las variantes del sistema se agrupan en una Etapa Clínica que

va de la I a la IV.

Existen otros sistemas de estadificación como el de la UICC (Union Internationale Contre le

Cancer); FIGO (International Federation of Gynecology and Obstetrics), para neoplasias de la

esfera ginecológica; Ann Arbor: para linfomas y enfermedad de Hodgkin. Y algunas otras que

buscan los mismos objetivos.7

Los métodos de estadificación inician con una historia clínica completa y cuidadosa y examen

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físico que se complementa con los diversos estudios de extensión solicitados de acuerdo al

comportamiento biológico de cada tumor y la localización de signos y síntomas

El sistema TNM incluye el factor C, o factor de certeza, que refleja la validez de la clasificación de

acuerdo con los métodos diagnósticos utilizados. Su uso es opcional y las definiciones son las

siguientes:

C1 - Datos obtenidos por medios diagnósticos estándar (p. ej: inspección, palpación y radiología

convencional, endoscopia intraluminal para tumores de ciertos órganos).

C2 - Datos obtenidos por medios diagnósticos especiales (p. Ej: radiografías en proyecciones

especiales, tomografía, tomografía computada, ecografía, linfografía, angiografía; gammagrafía,

resonancia magnética, endoscopia, biopsia y citología).

C3 - Datos obtenidos en la exploración quirúrgica, incluyendo la biopsia y la citología.

C4 - Datos sobre la extensión de la enfermedad después de la cirugía definitiva y el estudio

anatomopatológico de la muestra extirpada.

C5 - Datos de la autopsia.

De tal manera que un caso podría quedar clasificado como T3 C2, N2 C1, M0 C2. Por lo que la

clasificación clínica TNM equivale a C1, C2 y C3 en diversos grados de certeza, mientras que la

clasificación anatomopatológica p TNM generalmente equivale a C4.7

REFERENCIAS

1. de Vita VT. Cancer: principles and practice of oncology. Fifth ed. 1997:79-102.

2. Weaver, RF, Hedrick PW. Genetics. WM. C. Brown Publishers, 1992: 490-509.

3. Mathews CK, Van Holde KE. Biochemistry. The Benjamin/Cummings Publishing Co, Inc.,

1996: 942.

4. "Oncogenes" Encyclopedia Britannica, Inc. 1996.

5. Lodish H, et al. Molecular cell biology. 3rd ed. New York: Scientific American Books, 1995.

6. Weinberg, RA. How cancer arises. Scientific American. September 1996: 62-70.

7. Donnell JF. Oncology for the house officer. Coughlin C, le Marbre PJ, cap. 6, 1992:93.

8. Atlas TNM. UICC. Tercera edición. 2ª. Revisión.1992:2

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Anestesia en el paciente oncológico.

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Autor: Dr. Jorge Silva Hernández, Dra. María Elena Renodo Arroyo

Publicado el 19 de julio de 2010

Dr. Jorge Silva Hernández, Dra. María Elena Renodo Arroyo

Introducción

La incidencia de casos nuevos por cáncer va en aumento día con día. De los nueve millones que se

registran cada año, más de la mitad corresponden a países subdesarrollados, de los cuales, en forma

aproximada un 30 % serán sometidos a algún tipo de intervención quirúrgica. Se ha calculado, que la

mortalidad por cáncer continuará en aumento en la mayoría de los países del mundo, debido al

envejecimiento de las poblaciones y al alto aumento en el consumo de tabaco. En la actualidad, el

cáncer es un problema de salud mundial originado por el alto número de casos y el impacto económico

y su repercusión social. Por esto, en forma más frecuente se observa un aumento en el diagnóstico de

enfermedades neoplásicas, a partir de los 25 años y alcanzando su nivel máximo entre 40 y los 49 años

en mujeres (las variedades más frecuentes son el cáncer cervicouterino y el cáncer de mama), y en los

varones con edades que fluctúan entre los 50 y 70 años de edad (el cáncer broncogénico y cáncer de

próstata).

Desde el punto de vista epidemiológico, en los Estados Unidos de América es considerado como

segunda causa de muerte después de la enfermedad coronaria, la mortalidad por cáncer en México

ocupa entre el segundo y el quinto lugar.

Consideraciones generales

Para entender en forma clara el problema que enfrenta el anestesiólogo, frente al paciente con cáncer es

necesario valorarlo siempre en forma individual, ya que existen pacientes con neoplasias malignas

tempranas sin alteraciones importantes y pacientes con patologías avanzadas, las cuales originan severas

pérdidas electrolíticas y/o deformaciones anatómicas que repercuten en su fisiología y metabolismo.

El paciente con cáncer debe ser considerado de alto riesgo por su mal estado general, desnutrición y

anemia; presenta una disminución del sistema inmunológico, que lo hace más susceptible a infecciones

de tipo respiratorio, esto aunado a los efectos de la terapia antineoplásica con agentes quimioterápicos,

radiaciones ionizantes, antibióticos, esteroides, cirugía radical de larga duración y con grandes pérdidas

sanguíneas en la mayoría de los casos, que conllevan una exposición prolongada de agentes anestésicos,

alteraciones del equilibrio ácido-base y trastornos en los factores de la coagulación.

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Todo ello, enfrentará al anestesiólogo a duras pruebas de habilidad y conocimientos, para elegir la

técnica anestésica ideal para cada caso en particular y solventar las posibles complicaciones que se

presenten durante la inducción, intubación, mantenimiento, emersión de la anestesia y el control del

dolor postoperatorio. Para que el anestesiólogo prevenga las posibles complicaciones que ocurran en el

periodo transanestésico, deberá tener un conocimiento amplio de los tratamientos antineoplásicos

(quimioterapia, radioterapia, hormonoterapia, cirugía paliativa o curativa), los alcances terapéuticos, la

importancia que implica la interacción de los diversos tratamientos antineoplásicos con los agentes

anestésicos y sus efectos tóxicos que pueden ser inmediatos (náusea, vómito, trastornos

gastrointestinales), mediatos (mielosupresión, íleo paralítico) y tardíos (fibrosis pulmonar,

cardiomiopatía, nefropatía, entre otros).

En vista de la importancia que revisten todos estos factores y sus repercusiones en la práctica de la

anestesia, se analizará en forma detallada las diferentes modalidades terapéuticas a que son sometidos

los pacientes con enfermedad maligna.

Radioterapia

La radiación transfiere energía a las moléculas de las células de los tejidos. Como resultado de esta

interacción, las funciones de las células pueden deteriorarse de forma temporal o permanente y

ocasionar incluso la muerte de las mismas. La gravedad de la lesión depende del tipo de radiación, de la

dosis irradiada, la velocidad de absorción y la sensibilidad del tejido frente a ésta. Los efectos de la

radiación son los mismos, tanto si ésta procede del exterior, como si procede de un material radiactivo

situado en el interior del cuerpo.

Historia.

En 1895, Roentgen descubre los rayos x y en 1896 Becquerel descubre la radiactividad. Poco tiempo

después los esposos Curie utilizan el radium para tratar enfermedades.

Curie, Marie y Pierre (1867 - 1934) y (1859 - 1906), matrimonio de físicos franceses, distinguidos con

el Premio Nobel, descubrieron en conjunto los elementos químicos radio y polonio. El estudio del

matrimonio Curie de los elementos radiactivos contribuyó a la comprensión de los átomos en los que se

basa la física nuclear moderna. En un principio, la palabra inventada por Marie Curie designaba tanto la

emisión espontánea de radiación por una sustancia radiactiva, como también el estudio de sus

propiedades físicas y químicas. A raíz de las primeras investigaciones de Becquerel sobre el uranio en

1896 - 1897 y después del descubrimiento del radio y el polonio en 1898 por los Curie, los trabajos

sobre los radioelementos se intensificaron y el número de publicaciones sobre el tema aumentó.

La radiactividad llega a su cúspide en 1942, cuando Fermi logra poner en marcha la reacción nuclear en

cadena y el hombre logra producir por primera vez cuerpos radiactivos artificiales. En 1950 en Canadá

aparecen las primeras "bombas o unidades de cobalto". Más recientemente en las últimas tres décadas,

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se desarrollan los llamados aceleradores, con los cuales se logra acelerar electrones, protones y

neutrones.

En resumen, la radiación utilizada en medicina puede dividirse en dos grandes grupos: a) Radiación

ionizante electromagnética: aquella que no es materia sino que es producto de la transformación de la

energía cinética de partículas aceleradas en energía ionizante o los rayos gamma producto de los

cuerpos radiactivos. La radiación ionizante terapéutica es altamente eficiente en su impacto biológico.

Una dosis corporal de 400 cGy a seres humanos produciría la muerte de aproximadamente la mitad de

los individuos irradiados bajo esta forma de energía. b) Radiación corpuscular: todas aquellas partículas

producto de un material radiactivo natural o artificial, de un reactor nuclear (neutrones) y aquellos

acelerados por equipos llamados aceleradores.

Biología de la radiación

Cuando una radiación ionizante, ya sea electromagnética o de partículas incide en los tejidos, se inicia

una serie compleja de eventos que, si tienen éxito, conducen a la destrucción de las células tumorales y

a la erradicación final del tumor. El blanco celular crítico es el núcleo y su concentración de ADN.

La interacción de la radiación con la materia, se denomina efecto de Compton. Se presenta el llamado

efecto directo, cuando un electrón energizado producido por una reacción de Compton interactúa

directamente con el núcleo del blanco y se originan cambios químicos dentro de la sustancia del ADN.

Sucede el efecto indirecto, cuando el electrón de Compton reacciona con una molécula de agua dentro

de los tejidos y se produce un radical libre altamente reactivo. Este radical libre, por lo general una

molécula de hidroxilo, reacciona entonces con el ADN en el núcleo de una célula blanco, efectuando

rotura de enlaces químicos y estableciendo una acción cuyos cambios conducirán a la muerte celular.

La muerte celular por radiación, puede ser durante la etapa de interfase o muerte reproductora. La

muerte celular en la interfase se produce rápidamente y suele requerir dosis muy altas de exposición a

radiación. La inducción de muerte reproductora es el mecanismo principal, mediante el cual la radiación

ionizante tiene un impacto terapéutico en los tumores; la muerte reproductora sucede sólo en las células

que se encuentran activas durante la mitosis. Para que una célula individual tenga una muerte

reproductora, debe padecer un daño en la composición del ADN de sus cromosomas, tan intenso que no

pueda replicarse con éxito y no puedan generarse células hijas variables. Se dice que esas células ya no

son más clonógenas.

Efectos de la radiación en el organismo

Celular

Aun cuando una célula conserva funciones metabólicas después del impacto de la energía ionizante,

desde el punto de vista de radiobiología, se considera muerta cuando cesa su capacidad reproductiva.

Ciclo celular y radiosensibilidad

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11

Se han descrito cinco etapas o posiciones distintas de células dentro del ciclo celular: M representa

mitosis, S es la fase sintética de ADN, G1 es una fase de reposo entre M y S, G2 es otra fase de reposo

aparente entre S y M, y Go es también una fase de reposo. Las células pueden volver a fases activas

del ciclo celular a partir de Go. Varios investigadores han demostrado que las células son más sensibles

a daño por radiación en M y G2, y más resistentes en S tardía. Las células en G1 y S temprana tienen

radiosensibilidad intermedia.

Tisular

Se ha logrado demostrar que las células de mamíferos tienen aparentemente la misma radiosensibilidad.

Sin embargo, es evidente que aquellos tejidos con una intensa actividad mitótica (médula ósea, células

del intestino, gónadas), aun cuando tengan una sensibilidad similar a células que casi nunca se dividen

(SNC, músculo), manifestarán el daño de radiación más rápidamente pues al no poder reproducirse

mueren. Por otra parte, si la dosis es suficiente para que el daño sea irreparable, tanto en la célula

neoplásica como en la célula normal, se ponen en juego de inmediato mecanismos que hacen que el

tejido normal trate de reparar y "cicatrizar" aquella pérdida. El tejido neoplásico no está sujeto a estos

mecanismos y por consiguiente, no posee la misma potencialidad de cicatrización.

Orgánicos

Depende fundamentalmente del porcentaje de cuerpo irradiado. Si el segmento irradiado comprende

sólo un volumen tumoral relativamente discreto, se puede administrar una dosis cancericida sin que

exista ninguna repercusión sistémica; por el contrario, si se hace necesaria la irradiación de segmentos

corporales importantes, la acción de la radiación en tejidos que tienen una alta actividad mitótica

(médula ósea, intestino), determinará una serie de síntomas y signos, que dependiendo de la dosis

administrada serán desde náuseas, vómitos, diarrea intensa con despulimiento de la mucosa intestinal,

hasta convulsiones y trastornos graves del SNC cuando las dosis son masivas, como ha ocurrido en los

irradiados por las explosiones atómicas y por accidentes en laboratorio.

Genético

No existe explicación adecuada para las mutaciones espontáneas que ocurren en humanos y plantas.

Existen agentes que pueden aumentar el número de mutaciones, como son algunas sustancias químicas,

virus y radiaciones. Al parecer, la radiación al ionizar las bases nitrogenadas de las cadenas de ADN,

sobre todo durante la etapa de síntesis provoca "dislocaciones" que dan origen a mutaciones.

Radiosensibilidad

Desde los comienzos de la radioterapia, existió la ley de Bergonie y Tribondeau, estableciendo que un

tejido era más sensible a la radiación mientras más indiferenciado fuese y mayor su actividad

reproductiva. Hoy sabemos que aparentemente la respuesta de los tejidos a la radiación está en función

de numerosos factores, entre los cuales se señalan: 1) número de células en proliferación activa; 2)

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porcentajes de células diferenciadas y que no están en etapas mitótica; 3) tensión de oxígeno en los

tejidos; 4) capacidad del tejido u órgano de repoblar con tiempo suficiente y 5) tamaño tumoral.

La radiosensibilidad y la radiocurabilidad dependen, en cierta forma del tipo de tumor (Cuadros I y II).

Como regla general el ataque inicial es predominantemente quirúrgico y en la mayoría de las ocasiones

se combina con radiación para producir un resultado más efectivo. En el caso de las neoplasias radio

resistentes, el tratamiento quirúrgico es el de primera elección. Sólo en muy pocas y raras ocasiones la

radioterapia juega algún papel (sarcoma osteogénico y condrosarcoma; fibrosarcoma y tumores de los

tejidos blandos. (en esta última instancia, existe una revisión muy importante en la cual parece ser que

el tratamiento quirúrgico no radical combinado con radiación, da igual resultado que la cirugía clásica);

melanoma y adenocarcinoma del páncreas, del estómago y del colon.

Cuadro I. Neoplasias radiosensibles

Tumores sensitivos

Origen embrionario Seminoma, disgerminoma, tumor de Wilms

Retículo-endotelio Linfosarcoma, retículosarcoma,

enfermedad de Hodgkin.

Tumor de Ewing

Neurogénicos Neuroblastomas, meduloblastomas, retinoblastomas

Tumores moderadamente sensibles

Epitelioma de la piel, ano y pene

Epitelioma de la cavidad oral y orofaringe

Epitelioma de la laringe intrínseca

(tamaño limitado)

Epitelioma del esófago cervical

Epitelioma del cuello uterino y vagina

Epitelioma transicional de la vagina

Adenoma de la glándula pituitaria

Adenocarcinoma de la próstata

Tumores de la nasofaringe

Cuadro II. Tumores radiotratables

Cáncer de mama

Cáncer del pulmón

CACU

Cáncer del ovario

Cáncer de los senos paranasales

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Cáncer de la glándula salival

Cáncer del recto

Cáncer del riñón

Cáncer de la laringe y de la laringofaringe extensos

Cáncer de tiroides

Tumores del cuerpo carotídeo

Tumores testiculares del tipo no seminoma

Práctica de la radioterapia

La radioterapia podría clasificarse también en dos grandes grupos: 1) Radioterapia curativa. Se trata del

tipo de radioterapia radical que se usa no combinada con otros elementos terapéuticos, que es curativa

en un alto porcentaje de los casos y sobre todo los que se presentan precozmente. 2) Radioterapia

paliativa. El deber del médico no es sólo curar, sino realizar paliación con la radioterapia en aquellos

pacientes oncológicos con dolor de difícil control. Se puede disminuir o evitar por medio de radiaciones

en forma razonada: una hemorragia o secreciones fétidas o purulentas, obstrucción bronquial o de vías

aerodigestivas, aumento de la presión intracraneana, ulceraciones y otras manifestaciones del cáncer.

Formas de aplicar la radioterapia

Radioterapia ultrasuperficial.

Se trata de los llamados rayos Grenz, usados fundamentalmente en terapia dermatológica con

penetración de micrones dentro del tejido (energía 10-15 kv).

Radioterapia de contacto.

Utiliza un kilovoltaje de 30 a 50 aproximadamente y su penetración es muy baja.

Radioterapia superficial.

Generalmente con kilovoltajes entre 80 y 120 con filtración de 3 a 5 mm de aluminio. Es la que se usa

fundamentalmente para tratar afecciones de piel que tengan cierto espesor (0.5 a 1 cm

aproximadamente).

Radioterapia profunda u ortovoltaje.

Es la radioterapia utilizada en oncología desde la primera hasta la quinta década de este siglo. Se trata

de equipos que en su mayoría operan con 250 kv, aun cuando existan aparatos hasta de 400 kv.

Supervoltaje.

Se trata de equipos cuya energía está por encima de 1,000,000 de voltios (1 Mev). Aquí se incluyen los

equipos de cobalto y los aceleradores lineales hasta un rango aproximado de 6 mev.

Megavoltaje.

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14

Son equipos de más de 10,000,000 de voltios (10 mev). Además de radiación ionizante, permiten

tratamiento con partículas o electrones.

Radioterapia intracavitaria.

Es la que se practica colocando tubos de material radiactivo dentro de cavidades naturales afectadas por

cáncer. Se puede aplicar a cualquier cavidad corporal accesible, como por ejemplo bronquios, esófago,

útero o vagina. La aplicación más frecuente ha sido en el tratamiento de tumores ginecológicos, tales

como el cáncer de Cuello uterino y endometrial. La braquiterapia intracavitaria se combina a menudo

con radioterapia externa.

Intersticial.

Es cuando el material radiactivo es introducido directamente dentro de los tumores. El material más

utilizado es el iridio192

.

Anestesia en el paciente radiado

Los pacientes con radioterapia corresponden a dos grupos: los que han sufrido radiaciones de todo el

organismo y los que sólo las han padecido en regiones específicas.

La dosis de radiación es la cantidad de energía de radiación absorbida por unidad de masa de tejido

irradiado. La unidad actual de dosis de radiación es el gray (Gy), y es equivalente a un joule por

kilogramo. De ordinario las dosis se prescriben o informan en centigrays (cGy, 1/ 100 de un gray). Un

centigray es matemáticamente idéntico al rad, que es la unidad antigua. Un centigray (o rad) equivale a

un ergio por gramo de tejido. El Cuadro III, resume las enfermedades por radiación en el ser humano.

Cuadro III. Enfermedades por radiación en el ser humano. Presentación clínica en relación con

una dosis única de radiación corporal total.

200-400cGy. Insuficiencia hematopoyética e inmunológica

Pródomos de letargia y vómitos Linfocitopenia inmediata Intervalo asintomático de 2-4-

semanas Granulocitopenia máxima en 4-6 semanas Trombocitopenia máxima en 4 semanas.

Algunas muertes por infección o hemorragia

400-1000 cGy Disfunción gastrointestinal

Pródomos de letargia y vómitos Linfocitopenia inmediata Aparición precoz de náuseas,

vómitos y diarrea Deshidratación Desequilibrio electrolítico Anemia y trombocitopenia

graves a las 4 semanas muertes tardías por infección o hemorragia

3000 cGy o más Disfunción del SNC

Letargia y coma Ataxia, temblores y convulsiones Quemaduras eritematosas por radiación

Muerte a las 48 horas

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Efectos de la radiación sobre órganos específicos de importancia en la anestesia.

La administración de dosis altas de radiación a pequeños volúmenes de tejido, puede producir

alteraciones patológicas en órganos específicos que son importantes en la anestesia.

Laringe. La radiación de los tumores laríngeos o de los ganglios paratraqueales o cervicales, puede dar

lugar a edema y congestión de la mucosa de la epiglotis, glotis o cartílago cricoides y hacer vulnerable

la mucosa a la ulceración y a los traumatismos. Después de la radioterapia de alto voltaje, la mucosa

laríngea se vuelve eritematosa y edematosa, aparece un exudado fibrinoso en hipofaringe. Todos

estos daños pueden llegar a producir parálisis de las cuerdas o edema laríngeo importante que puede

llegar a la necrosis laríngea, en los cuales la mayoría de los pacientes requieren de traqueostomía

permanente.

La radioterapia en esta parte del cuerpo produce también tejidos fibrosos, "acartonados" y fácilmente

sangrantes que en su momento pueden dificultar las maniobras para la intubación del paciente.

Pulmón. Un número significativo de pacientes radiados por carcinoma de mama o enfermedad de

Hodgkin presentan neumonitis por radiación y fibrosis pulmonar progresiva. También se puede

observar que la neumonitis por radiación y la fibrosis de los vértices pulmonares se tolera bien y

produce síntomas menores, mientras que la radiación de las bases provoca a menudo un proceso clínico

más complejo. Además la inclusión del mediastino o del hilio pulmonar en el campo de tratamiento,

aumenta las probabilidades de producir una neumonitis por radiación sintomática, probablemente por

afección de los linfáticos pulmonares. Tal neumonitis se da también después de radioterapia por

tumores esofágicos.

La fase aguda de la neumonitis por radiación, aparece en el lapso de un mes; mientras que la tardía de

fibrosis pulmonar crónica, puede no observarse hasta transcurridos 18 meses. Se habla de la existencia

de dos mecanismos distintos que ocasionan daño pulmonar: a) Neumonitis por radiación clásica;

finalmente evoluciona a fibrosis pulmonar que es debida a la producción local y liberación de

citocininas proinflamatorias, inducidas por la radiación confinadas en el campo radiado. b) Neumonitis

por radiación, proceso mediado inmunológicamente que resulta en una alveolitis linfocítica de linfocitos

T, más tarde a medida que se desarrolla la fase de fibrosis crónica, el colágeno prolifera en los vasos

pulmonares y aparece una fibrosis subendotelial y perivascular. El cuadro clínico es variable, pueden

presentar tos, disnea y dolor torácico. La tos puede ser seca o convertirse en productiva de esputos

sanguinolentos. En los casos graves aparecen disnea importante y fiebre, y puede producirse la muerte

por insuficiencia respiratoria. Existen leucocitosis y aumento de la sedimentación eritrocitaria. Las

radiografías del tórax revelan opacidades diseminadas que se condensan y luego se aclaran, también

pueden verse broncogramas aéreos o un aspecto de vidrio esmerilado. A medida que se desarrolla la

fibrosis crónica, las opacidades iniciales son sustituidas por una trama fibrótica con atelectasias.

Naimark encontró que la alteración del surfactante pulmonar por la radioterapia causaba una

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disminución de la compliance pulmonar estática. Gross demostró que hay un aumento del peso del

pulmón radiado, indicativo de que puede haber un edema pulmonar crónico durante meses. A los dos

meses de la radiación se detectó una tendencia al aumento de la permeabilidad de los capilares

pulmonares, pero a los cuatro meses había aparecido un aumento significativo (p < 0.01) de la

permeabilidad capilar a la albúmina marcada.

El tratamiento con esteroides puede mejorar algo la neumonitis por radiación. Este tratamiento provoca

el aclaramiento de los infiltrados y mejora la tolerancia a los ejercicios.

Corazón y pericardio. La radiación del tórax puede provocar arritmias cardiacas, cambios del ST y de

la T en el electrocardiograma, esclerosis de la arteria coronaria conducente a angina o infarto de

miocardio, disminución de la función ventricular, pericarditis e insuficiencia cardiaca congestiva. Las

dosis muy altas de radiación han producido en el hombre bloqueo cardiaco completo. Se ha observado

hipotensión moderada en pacientes ambulatorios, durante la radioterapia en tórax o abdomen.

Se han informado algunos casos de pericarditis fibrinosa con taponamiento y de fibrosis miocárdica

secundaria a irradiación. La pericarditis aguda con derrame puede responder al tratamiento con

esteroides. Los derrames masivos pueden requerir drenaje. La presencia de fibrosis miocárdica

importante puede suponer un mal pronóstico.

Suprarrenales. Se encuentran disminuidos los niveles en la producción de corticosteroides en las

glándulas suprarrenales. Sommers y Carter encontraron fibrosis en la zona más interna de la corteza

suprarrenal en 17 pacientes a quienes se había radiado el abdomen, la pelvis o la región lumbar, con un

promedio de 5,000 cGy hasta 21 meses antes de la autopsia. Había fibrosis hialina en la zona reticular

de la corteza. La radiación había lesionado el plexo vascular de la zona y las células se habían atrofiado

aparentemente por isquemia. Estos autores destacan que las células de esta zona secretan principalmente

andrógenos, estrógenos y progesterona. Las capas de la corteza que producen aldosterona y

glucocorticoides parecían normales, y tampoco había indicios de lesión de la médula suprarrenal.

Riñón. Puede producirse nefritis por radiación, con dosis superiores a 2,000 cGy aplicada a los

ganglios retroperitoneales. Puede haber hipertensión en relación con niveles de renina en plasma y ser

necesaria la nefrectomía. Se produce esclerosis de la arteria interlobulillar y arqueadas, y pueden

necrosarse los glomérulos. El nitrógeno ureico y la creatinina pueden aumentar, aunque por lo general

no hay oliguria ni anuria a menos que se desarrolle una insuficiencia cardiaca congestiva. El control

anestésico de los pacientes con nefritis por radiación, es el mismo que el de cualquier paciente con

hipertensión e insuficiencia renal.

Hígado. Puede haber hepatitis por radiación si se somete al hígado a una radiación ionizante de 3,000

cGy. Durante la fase aguda de la hepatitis por radiación, se produce una disminución de la actividad de

al menos una enzima hepática que metaboliza los fármacos. A los tres meses de radiación se puede

presentar una degeneración grasa leve, acidofilia periportal y algún infiltrado inflamatorio en los

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tabiques interlobulillares. Los pacientes presentan distensión abdominal, hepatomegalia y dolor a la

palpación del hígado. Se puede elevar la fosfatasa alcalina sérica y la bilirrubina también presenta

ligeras elevaciones. En el control anestésico de estos pacientes hay que tener cuidado con todos los

agentes hepatotóxicos.

Tiroides. El hipotiroidismo se debe con frecuencia a la acción de la radioterapia sobre las neoplasias del

área de cabeza y cuello, a radiación de capa por enfermedad de Hodgkin o a tratamiento de

hipertiroidismo con yodo radioactivo; por lo que hay que medir la TSH cada seis meses con fines de

diagnóstico, ya que muchos pacientes que han sido tratados con yodo desarrollarán un cuadro de

hipotiroidismo algunos años después.

Arterias principales. Las dosis masivas de radiación producen ocasionalmente arterioesclerosis de las

arterias principales, también se han descrito estenosis de los vasos subclavios, iliacos y femorales.

Sistema nervioso central. La radioterapia puede producir un síndrome de anorexia, irritabilidad, letargia

y somnolencia inicial que pueden progresar y llegar a producir cuadros de amnesia, cefaleas y

convulsiones; en algunos pacientes informan hemiparesias y en la mayoría de ellos había demencia

grave a los dos años de radioterapia. Se han señalado algunos casos de mielopatía por radiación después

de grandes dosis en la columna cervical o dorsal. La aparición de esta mielopatía se produce al cabo de

cinco semanas o hasta de varios años posteriores a la radiación. También se ha informado de

neuropatías periféricas a consecuencia de radioterapia por cáncer de mama, la cual se produce por

desmielinización y fibrosis del plexo braquial. El anestesiólogo evitará el bloqueo subaracnoideo o

epidural, si cree que el paciente puede desarrollar síntomas neurológicos debido a la progresión de su

enfermedad neoplásica.

Enteritis por radiación. Los pacientes que reciben radiación abdominal o pélvica por CACU o del

mismo útero, pueden padecer lesiones que requieran intervención quirúrgica. Estas lesiones incluyen

obstrucción ureteral, cistitis o proctitis por radiación y estenosis del intestino delgado y del colon.

También puede haber ulceraciones de la mucosa, fístulas y perforaciones de los intestinos. Los cambios

en el intestino delgado coinciden con los de la enteritis regional, mientras que en el colon pueden

semejar una diverticulitis

Puede haber anemia y síndrome de malabsorción de glucosa, grasas y electrólitos. En la enteritis por

radiación pueden surgir pérdidas de proteínas y diarrea sanguinolenta. En estos casos el anestesiólogo se

enfrentará a pacientes desnutridos, anémicos y deshidratados, con importantes alteraciones en el

equilibrio ácido-base que deben de corregirse, de ser posible, antes de ser sometidos al procedimiento

anestésico. La hemoglobina debe de ser adecuada, pero no necesariamente normal. En los casos de

diátesis hemorrágica, puede ser necesaria la administración de plaquetas y sangre total durante el

procedimiento anestésico.

En conclusión, el anestesiólogo debe de asegurarse del estado funcional de cualquier órgano o sistema

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radiado y modificar en consecuencia la modalidad anestésica para proporcionar seguridad al paciente y

obtener buenos resultados.

Quimioterapia

La quimioterapia incluye el uso de productos farmacéuticos antineoplásicos con actividad citotóxica o

citocida. Como disciplina de la terapéutica anticancerosa, la quimioterapia desempeña una función

importante junto con la cirugía y la radioterapia como una forma primaria de tratamiento. Después de

más de 40 años de evolución, la quimioterapia surge como la herramienta sistémica más importante

contra el cáncer.

El propósito del tratamiento quimioterapéutico, es administrar la dosis más grande posible de

medicamento que será eficaz para destruir el mayor número de células cancerosas, incluyendo de

manera simultánea una toxicidad reversible y tolerante en el huésped. La amplitud teórica de este

margen se denomina índice terapéutico de un medicamento.

La forma en la que un agente antineoplásico produce la destrucción de las células tumorales sigue una

cinética de primer orden, es decir, la destrucción tumoral depende de la dosis del fármaco, y una dosis

del fármaco dada destruirá una proporción constante de células tumorales restantes. En consecuencia,

no se producirá la erradicación del tumor sino hasta que se haya administrado suficiente fármaco para

lograr la destrucción teórica de una "fracción" de la última célula restante.

Farmacocinética

La terapia antitumoral puede clasificarse ampliamente en dos grandes grupos: a) Específicos: fármacos

que ejercen su actividad antitumoral en ciertas fases del ciclo de la célula cancerosa en división. b) No

específicos, es decir fármacos que poseen actividad antitumoral en cualquier etapa de la división celular

o durante el estado de reposo.

Los antineoplásicos utilizados en la práctica clínica destruyen células tumorales debido a la cinética de

primer orden las variaciones ligeras en la dosificación pueden tener efectos importantes sobre la

eficacia de la destrucción celular. Existe un incremento o disminución lineal en la dosis del fármaco,

que puede producir un incremento logarítmico en la destrucción celular. Por ejemplo, si una dosis dada

de fármaco destruye 9% de las células en un tumor, la duplicación de la dosis destruirá 99% de las

células. En consecuencia, la dosis y los intervalos de administración del medicamento, deben intentar

alcanzar una exposición máxima del fármaco bajo un programa (frecuencia de dosis), enfocado a

obtener mejor tolerancia a la toxicidad por parte del huésped.

Quimioterapia combinada

En la actualidad, esta reconocido el hecho de que la combinación de agentes antineoplásicos puede

aumentar la potencia citotóxica de cada uno de los agentes por sí solos. Esto es particularmente

evidente en el tratamiento quimioterapéutico del cáncer de mama, linfoma, cáncer testicular, cáncer de

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vejiga, cáncer pulmonar de células pequeñas y leucemia aguda.

Antineoplásicos

Los usados con mayor frecuencia, caen en varios grupos cuyos fármacos integrantes comparten

mecanismos similares de acción. La característica común entre la mayor parte de los antineoplásicos es

la capacidad de inducir, ya sea directa o indirectamente, daño potencial y letal sobre el ADN de la

célula tumoral. Estos grupos se clasifican como:

Alcaloides vegetales

Durante siglos, alcaloides aislados de muchas especies de vegetales han proporcionado productos

naturales potentes y útiles para diversas enfermedades. Los más importantes son: alcaloides de la vinca

los cuales se fijan a la tubulina (proteína que forma el huso a lo largo del cual migran los cromosomas

durante la mitosis) y conducen a su disolución (Cuadro IV).

La neuropatía periférica causada por alcaloides de la vinca es dolorosa, con pérdida de reflejos, parálisis

nerviosas, atrofia muscular y parestesias que pueden llegar a cuadripléjia. La parálisis de los nervios

craneales (facial y oculomotor) se presenta en el 10% de los pacientes.

Cuadro IV. Alcaloides más comúnmente utilizados en la quimioterapia del cáncer

Agente Acción Toxicidades comunes

Etopósido (ve-Pesid) Inhibición de la síntesis del ADN Leucopenia, trombocitopenia,

náuseas, vómito, neuropatía

periférica leve

Taxol Estabiliza la polimerización de

tubulina

Leucopenia, alopecia, anafilaxia,

arritmias cardiacas, neuropatía

periférica, mucositis bucal

Vinblastina (Velban) Fijación de tubulina, paro mitótico Leucopenia, estreñimiento,

necrosis de la piel con

extravasación, alopecia, neuropatía

periférica, náusea, vómito.

Vincristina (Oncovín) Fijación de tubulina, paro mitótico Neuropatía periférica, leucopenia,

estreñimiento, alopecia, náusea,

vómito

Vindesina Fijación de tubulina, paro mitótico Neuropatía periférica leucopenia,

trombocitosis, alopecia, náusea,

vómit

Antibióticos

Son un grupo de fármacos derivados del género de hongos Streptomyces. Exhiben una amplia gama de

propiedades biológicas, pero parecen compartir características de intercalación de ADN y formación de

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radicales libres que, en formas individuales o juntas, inducen daño del ADN llevando a insuficiencia de

su replicación y transcripción o translación a ARN (Cuadro V).

Cuadro V. Toxicidad de los antibióticos utilizados en la terapia del cáncer

Agente Acción Toxicidades comunes

Bleomicina (Blenoxane) Rotura de tira de DNA Neumonitis, fibrosis pulmonar,

eritema, descamación e

hiperpigmentación cutánea,

hipertensión arterial, fiebre,

hipersensibilidad,

hiperbilirrubinemia

Dactinomicina (Cosmegen) Intercalación del DNA; rotura de

tiras

Mielosupresión, mucositis

gastrointestinal, alopecia, toxicidad

en la piel.

Daunorrubicina (Cerubidine) Mielosupresión, mucositis bucal,

alopecia, daño en piel con

extravasación, toxicidad cardiaca

(aguda y crónica)

Doxorrubicina (Adriamicina) Intercalación del DNA; rotura de

tiras de DNA

Mielosupresión, mucositis bucal.

Alopecia, daño en piel, toxicidad

cardiaca (aguda y crónica).

Mitomicina (Mutamycin) Alquilación del ADN y enlaces

entrecruzados inter e intratiras

Mielosupresión (acumulativa),

náuseas, vómito, necrosis cutánea,

alopecia, mucositis bucal,

exantema. Fibrosis pulmonar,

insuficiencia renal, anemia

hemolítica, cardiomiopatía

Mitoxantroma (Noavantrone) Acción no clara; puede causar

roturas de DNA

Mielosupresión, necrosis de piel,

náuseas, vómito, alopecia,

cariotoxicidad

Plicamicina (Mitracin) Inhibe síntesis de RNA dirigida

por DNA

Náuseas, vómito, trombocitopenia,

tiempo de protrombina prolongado,

hemorragia, toxicidad renal y

hepática, fiebre, mialgias

Una toxicidad específicamente notable de la bleomicina es la neumonitis. Este es un glucopéptido

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citotóxico aislado de la fermentación de Verticillus streptomycin. Carece de efectos de supresión

medular, pero provoca toxicidad pulmonar. De 5 a 10 % de los pacientes bajo tratamiento con

bleomicina, desarrollan complicaciones pulmonares caracterizadas por enfermedades pulmonares

restrictivas. Entre ellas se encuentra la neumonitis intersticial y fibrosis, los cuales son vistos después de

cuatro a diez semanas de tratamiento. Se ha visto una proliferación alveolar de macrófagos, que tienden

a producir edema pulmonar y daño difuso incapaz de ser reparado por los neumocitos tipo 2. Los

pulmones son afectados por este tipo de agentes en particular, porque la bleomicina es inactivada por la

hidrolasa bleomicina la cual es muy escasa en los tejidos de la piel y pulmones. Aquí también la edad

(mayores de 65 años), la dosis, y radioterapia concomitante son factores de alto riesgo.

Hay gran controversia en torno al uso de grandes concentraciones de oxígeno asociado con la

irreversible toxicidad pulmonar que induce la bleomicina. El mecanismo se basa en la presencia de

radicales libres de oxígeno y superóxidos que tienden a causar daño celular pulmonar y muerte por falla

respiratoria. Es aconsejable que en estos pacientes se utilicen bajas concentraciones de oxígeno en el

periodo trans y postoperatorio inmediato.

La cardiomiopatía puede ser causada por agentes como la doxorrubicina (adriamicina) y se presenta en

dos formas diferentes la primera de ellas se manifiesta en forma severa en 1.8% de los casos, el 59% de

ellos es de consecuencias fatales aún después de tres semanas de iniciado el tratamiento; los pacientes

fallecen en insuficiencia cardiaca refractaria a tratamiento. La segunda forma de cardiomiopatía no es

específica y se presenta en 10 % de los casos; a menudo se observan taquiarritmias supraventriculares,

QRS prematuro, contracciones supraventriculares anormales, anormalidades en la conducción,

desviación del eje a la izquierda y disminución del voltaje del QRS.

Los síntomas son debidos a la pérdida progresiva de células miocárdicas por aumento en el depósito

de calcio, los cuales causan una profunda falla biventricular. La ecocardiografía debe ser efectuada de

manera rutinaria durante el tratamiento, en donde observamos pérdida de la contractilidad cardiaca en

estadios tempranos. Si esto ocurre la quimioterapia debe ser discontinuada.

El tratamiento es similar a otras formas de insuficiencia cardiaca: reposo, administración de diuréticos y

vasodilatadores. La digoxina debe de utilizarse con precaución por la sensibilidad de los pacientes a

intoxicarse.

Una buena evaluación cardiaca preoperatoria es importante en estos pacientes, incluido el estudio de

ecocardiografía para determinar la función cardiaca y valorar el uso de monitorización invasiva en el

transanestésico.

Alquilantes

Constituyen un grupo grande de fármacos con utilidad clínica importante. Los alquilantes para uso en

humanos, se encuentran entre los primeros quimioterapéuticos que se estudiaron después de la segunda

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Guerra Mundial, y son la base del tratamiento eficaz en muchos padecimientos malignos. Aunque el

término alquilación, refleja el hecho de que muchos de estos medicamentos fijan ligando alquilo al

ADN de las células malignas, la aparición de fármacos adicionales con actividad similar a la alquilante,

ha demostrado que su capacidad citotóxica se logra por mecanismos heterogéneos (Cuadro VI).

Cuadro VI. Mecanismos de acción y citotoxicidad de los agentes alquilantes

Agente Acción Toxicidades comunes

Busulfán (Myleran) Alquilación del ADN Mielosupresión, fibrosis pulmonar,

estado Addisoniano (pigmentación

de la piel), debilidad.

Carboplatino (Paraplatin) Fijación del ADN Mielosupresión, náuseas, vómito

Clorambucil (Leukeran) Alquilación del ADN Mielosupresión, leucemia aguda

Cisplatino (platinol) Fijación del ADN Toxicidad renal, hipomagnesemia,

náuseas, vómitos, mielosupresión

(plaquetas y leucocitos), neuropatía

periférica, hipersensibilidad,

ototoxicidad

Ciclofosfamida (cytoxan,

Lytoxan)

Alquilación del ADN Mielosupresión náuseas, vómito,

alopecia, inmunosupresión,

esterilidad, cistitis hemorrágica,

leucemia aguda, fibrosis pulmonar,

necrosis miocárdica. Inhibición de

la colinesterasa plasmática

Citarabina (Cytosar) Alquilación del ADN Mielosupresión náuseas, vómito,

diarrea, mucositis gastrointestinal,

hepatotoxicidad, convulsiones con

uso intratecal

Dacarbazina (DTIC-ome) Alquilación del ADN Náuseas, vómito, mielosupresión,

síndrome de resfriado

Hexametilmelamina

(Hexastat)

Puede actuar por alquilación

del ADN

Náuseas, vómito, neurotoxicidad,

neuropatía periférica

Ifosfamida (Ifex) Alquila el ADN produce rotura

de tiras

Supresión de médula ósea, cistitis

hemorrágica, alopecia,

nefrotoxicidad, hepatotoxicidad,

náuseas, vómito

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Mecloretamina (Mustagen) Alquilación del ADN, ARN Mielosupresión, náuseas, vómito,

necrosis de la piel por

extravasación, alopecia, dermatitis,

esterilidad. Inhibición de la

colinesterasa plasmática

Melfalán (Alkerán) Alquilación del ADN Mielosupresión, náusea, vómito,

alopecia

Nitrosureas :

Carmustina (BiCNU)

Lomustina (CeeNu)

Semustina (Metil CCNU de

investigación

Alquilantes. Rotura y

entrecruzamiento de tiras de

ADN

Mielosupresión (tardía), alopecia,

náusea, vómito, mucositis bucal,

dolor con inyección intravenosas,

aplasia de médula ósea, leucemia

aguda, fibrosis pulmonar, toxicidad

renal (semustina), toxicidades del

sistema nervioso central y

periférico

Estreptozocina (Zanosar) Nitrosurea; inhibición de

síntesis del ADN; daño a la

célula B pancreática

Mielosupresión leve, toxicidad en

hígado, alteración del

metabolismo de glucosa, náusea,

vómito, nefrotoxicidad

(hipofosfatemia, defectos tubulares

renales)

Tiotepa Alquilación del ADN Mielosupresión, náuseas,

vómito, inhibición de la

colinesterasa plásmática

Procarbacina (Matulane) Radiomimético con capacidad

alquilante. Alquilación del

ADN

Mielosupresión (tardía), náuseas,

vómito, síndrome similar al

resfriado, letargia, mucositis bucal,

diarrea, neuropatía periférica,

dermatitis, sensibilizador de

radiación, inhibición de MAO e

interacciones con

medicamentos

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Antimetabolitos

Como los alquilantes, los antimetabolitos (Cuadro VII), son antineoplásicos clásicos. De hecho, muchos

de éstos han sido designados racionalmente basándose en blancos bioquímicos conocidos en las células

neoplásicas. Su representante más conocido es el metotrexato, el cual ejerce su acción inhibiendo la

dihidrofolato reductasa (enzima necesaria para mantener los niveles celulares de los folatos reducidos),

para la contribución de carbono simple en la síntesis de ciertos aminoácidos. La inhibición de estos

procesos finalmente es citotóxica para las células malignas (así como para las normales), en virtud de la

interferencia con la síntesis del ADN. Altas dosis del fármaco se utilizan en el tratamiento de leucemias

agudas, carcinoma de mama y sarcoma osteogénico. Bajas dosis de metotrexato, se utilizan en forma

común en la terapia de diversos trastornos no malignos como: psoriasis, asma, artritis reumatoide y

cirrosis biliar primaria. Dosis bajas y altas de metotrexato se han relacionado con la aparición de

toxicidad pulmonar.

Cuadro VII. Mecanismos de acción y citotoxicidad de los antimetabolitos

Agente Acción Toxicidades comunes

Azacitidina Substrato para la sintetasa de

ARN, incorporado al ARN

Mielosupresión, náuseas,

vómito, anormalidades en la

función hepática, fiebre

exantema y mialgias

Fluorouracilo Inhibición de la sintetasa de

timilidato y de la síntesis de

ADN

Ataxia cerebelosa, síndrome

de necrosis miocárdica,

conjuntivitis, estenosis del

conducto lagrimal, flebitis con

la infusión prolongada

dermatitis, mucositis bucal y

gastrointestinal,

mielosupresión (leve)

Hidroxiurea (hudrea) Inhibición de la nucleótida

reductasa y síntesis de ADN

Mielosupresión, náuseas,

vómito, mucositis bucal,

exantema, convulsiones

Mercaptopurina

(Purinethol)

Inhibición de la síntesis de

novo de purina, incorporación

al ADN

Mielosupresión,

hepatotoxicidad, mucositis

gastrointestinal, inhibición de

inmunidad celular, dermatitis,

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25

fiebre, síndrome de Budd-

Chiari

Metotrexato Inhibición de la formación de

tetrahidrofolato por la

dihidrofolato reductasa

Mielosupresión, mucositis

gastrointestinal, náuseas,

vómito, alopecia, dermatitis,

necrosis tubular, fibrosis

pulmonar, cirrosis,

osteoporosis, fiebre

Tioguanina Inhibición de la síntesis de

purina de novo, incorporación

al ADN

Mielosupresión, náuseas,

vómito, hepatotoxicidad,

inhibición de la inmunidad

celular

Se menciona que existe una reacción de hipersensibilidad aguda que origina lesión pulmonar inducida

por metotrexato, hay la presencia de alveolitis con linfocitos T auxiliares con formación de granuloma

en el líquido de lavado bronquialveolar; en las muestras de biopsia pulmonar; existe eosinofilia

periférica, que puede encontrarse hasta en 40% de pacientes con lesión pulmonar. La toxicidad

pulmonar causada por este agente se puede presentar posterior a su administración por la vía oral,

intravenosa, intratecal o intramuscular. Las características clínicas de la lesión pulmonar pueden

presentarse en forma aguda y/o crónica. Después de la administración oral e intratecal de este fármaco

se ha descrito un proceso agudo fulminante, debido en la mayoría de los casos a edema pulmonar no

cardiogénico con insuficiencia respiratoria y muerte. También se ha informado la presencia de pleuritis

aguda relacionada con dolor torácico y derrames pleurales. Con mayor frecuencia, los enfermos

presentan síntomas subagudos como disnea, tos seca, fatiga, fiebre y cefalalgia. Las radiografías del

tórax pueden ser normales, pero en una alta incidencia muestran infiltrados reticulares bilaterales

difusos y derrames unilaterales o bilaterales; se han descrito sombras acinares y nodulares con

linfadenopatía intratorácica.

El pronóstico general de la lesión pulmonar inducida por metotrexato es bueno. Es común la remisión

espontánea en caso de neumonitis, aún si se continúa el tratamiento; por lo tanto, se cuestiona la

utilización de corticosteroides en la terapia de lesión pulmonar provocada por metotrexato. Se han

informado tasas de mortalidad de 10 % en pacientes con enfermedad progresiva aguda.

Enzimas

El agente demostrativo es la L-asparaginasa (Elspar), que origina una depleción del aminoácido no

esencial L-aspargina, y efectúan una inhibición en la síntesis de proteínas. Sus toxicidades comunes

son: náuseas, vómito, fiebre, escalofríos, inhibición de la síntesis de proteínas (albúmina, insulina,

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factores de coagulación), desorientación, coma, convulsiones, anormalidades en la función hepática,

hipersensibilidad (urticaria, broncoespasmo, hipotensión) y pancreatitis. Es utilizado en el tratamiento

de las leucemias agudas en la infancia.

Terapéutica hormonal

Se informó por primera vez que había una respuesta de las neoplasias a la manipulación hormonal,

cuando se observó una regresión significativa del cáncer de mama después de la ooforectomía. No

obstante, 40 años después se descubrió la acción de los estrógenos, y se comprendió la lógica de fondo

en la regresión de las neoplasias después de dicha intervención quirúrgica. Desde entonces, el

tratamiento hormonal del cáncer ha progresado de manera espectacular debido al conocimiento en

cuanto a la síntesis y metabolismo endógeno de los esteroides, al desarrollo de nuevos agentes

hormonales sintéticos y al descubrimiento de receptores en las hormonas esteroides. El crecimiento

tumoral dependiente de hormonas, se inhibe cuando se suspende la producción de hormona endógena

por medio de la extirpación quirúrgica del tumor primario (por ejemplo, ovario, testículos,

suprarrenales). De manera similar, la administración de dosis farmacológicas de hormonas, o de sus

antagonistas, provocará la regresión del tumor en ciertos tipos de neoplasias malignas.

Estrógenos

El dietilestilbestrol (DES) es el estrógeno sintético que se usa con mayor frecuencia para tratamiento

paliativo del cáncer de próstata y mamario metastásico. En varones con cáncer de próstata, el DES

produce alivio sintómatico del dolor a nivel óseo, y además disminuye las concentraciones de fosfatasa

ácida en las metástasis óseas y en suero. Este mecanismo se piensa que es debido a una disminución en

los valores séricos de testosterona por inhibición de la liberación de hormona luteinizante hipofisiaria.

Los efectos adversos comunes que se relacionan con la terapéutica con DES se presentan en el cuadro

VIII.

La terapéutica con radiación a dosis bajas de las mamas, antes del tratamiento, puede prevenir el

desarrollo de ginecomastia dolorosa.

Cuadro VIII. Efectos adversos asociados con dietiletilbestrol

Efectos en hombres Efectos comunes Efectos en mujeres

Impotencia Náuseas y vómito Hiperplasia endometrial

Atrofia testicular Retención de líquidos Hemorragia vaginal

Ginecomastia Bochornos

Anorexia

Tromboembolia

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Disfunción hepática

Antiestrogénicos

Estos fármacos antagonizan los efectos de los estrógenos en las células tumorales, al utilizarse con

receptores de estrógenos que producen cambios de conformación y depleción o bien disminución en la

regulación del receptor.

El tamoxifén es el agente de este grupo utilizado con mayor frecuencia. Las indicaciones de tamoxifén

aprobadas por la FDA, incluyen el tratamiento de la enfermedad metastásica en mujeres

posmenopáusicas con tumores positivos a receptores hormonales, así como también en la terapéutica

coadyuvante para mujeres menopáusicas, independientemente si tienen enfermedad ganglionar linfática

positiva o negativa

El tamoxifén es eficaz en el tratamiento del cáncer metastásico de la mama en mujeres premenopáusicas

y posmenopáusicas. El índice de respuesta favorable es aproximadamente de 50 a 60 % en pacientes

positivas a receptores de estrógenos, y con una duración media de la respuesta de 12 a 18 meses. En la

actualidad la terapéutica con tamoxifén, debe continuarse por lo menos dos años y a largo plazo por

cinco años. Las pacientes con metástasis óseas pueden experimentar una activación de la enfermedad

(dolor óseo nociceptivo e hipercalcemia), lo que se resuelve por sí solo. Los efectos adversos más

comunes se incluyen en el Cuadro IX.

Cuadro IX. Efectos del tamoxifén

Toxicidad Incidencia (%)

Bochornos Náuseas Vómito Vaginitis Edema 10 a 30 10 a 25 10 a 25 10 5 a 10

Antiandrógenos

La flutamida y la ciproterona son antiandrógenos que han demostrado ser efectivos en el tratamiento del

cáncer de próstata. Estos fármacos actúan bloqueando la fijación de andrógenos a los receptores de

andrógenos situados en los tejidos. Los efectos adversos comunes que producen estos fármacos

incluyen ginecomastia, bochornos, disminución de la libido, disminución de espermatogénesis, atrofia

testicular, engrosamiento de la voz, alopecia, hirsutismo, acné facial y del tronco.

Glucocorticoides

La prednisona y la dexametasona son comúnmente usados para el tratamiento de leucemias y mieloma

múltiple en combinación con otros antineoplásicos. El efecto citotóxico de estos agentes se debe a su

afinidad con los receptores de glucocorticoides situados en linfocitos normales y en algunas poblaciones

de células tumorales.

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Los efectos adversos asociados con glucocorticoides dependen tanto de la dosis, como de la duración

en su administración.

Agentes biológicos

Los modificadores de la respuesta biológica (MRB), son un grupo grande de mediadores inmunitarios

que tienen la capacidad de modificar la respuesta biológica del huésped al tumor. Se han clasificado

históricamente como moduladores inmunitarios tanto específicos como inespecíficos. Los MRB

específicos reaccionan con antígenos tumorales específicos, se incluyen en este grupo a los anticuerpos

monoclonales, linfocitos estimulados in vivo y vacunas derivadas de tumores. Los MRB inespecíficos

crean una respuesta inmunitaria sin interactuar con un antígeno específico; entre ellos están las

citocinas, el bacilo de Calmette-Guérin (BCG) y vacunas no tumorales.

Interferón

Los interferones son un grupo de más de 20 proteínas y glucoproteínas producidas como respuesta a

infecciones vírales u otros inductores de interferón (por ejemplo, antígenos o mitógenos). Fueron

descubiertos en 1957 debido a su actividad antiviral. Pueden subdividirse en tres tipos: alfa, beta y

gamma. Los tres tipos celulares son en la actualidad fácilmente reproducibles.

Los interferones tienen una gama amplia de efectos biológicos que incluyen acciones antivirales,

antiproliferativas, citostáticas, inmunomoduladoras y de diferenciación. Los efectos antitumorales del

interferón son producidos directamente por citotoxicidad, o indirectamente por medio de modulación

de células efectoras inmunitarias. Los interferones inhiben directamente la proliferación de células tanto

normales como tumorales, alargando todas las etapas del ciclo celular. No obstante, las células en la

fase Go (fase de reposo) del ciclo celular muestran la mayor sensibilidad a los efectos antiproliferativos

del interferón.

Otro mecanismo de acción sugerido para el interferón, es la interferencia con la expresión de

oncogenes. Cuando actúan de manera apropiada, los oncogenes regulan la proliferación, crecimiento y

desarrollo celular. La administración de interferón suprime la actividad de oncogenes y da como

resultado disminución en la proliferación celular y grado de diferenciación.

Un tercer mecanismo mediante el cual es posible que actúe el interferón es a través de efectos

moduladores sobre el sistema inmunitario.

Las toxicidades asociadas con los interferones parecen aumentar en frecuencia e intensidad, debido a los

incrementos en la dosis y en la edad del paciente (Cuadro X).

Cuadro X. Toxicidad asociada con interferón

Agudas Crónicas

Síndrome similar a la influenza Efectos cardiovasculares (hipotensión,

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taquicardia, arritmias).

Toxicidades neurológicas Elevación de transaminasas hepáticas Náusea

y vómito

Anorexia Pérdida de peso Malestar general Fatiga Depresión, cambios de personalidad

Conclusión

El paciente con cáncer que requiere anestesia, necesita cuidados especiales. Dentro de la valoración

preoperatoria de estos pacientes, es de vital importancia obtener información de los antecedentes

médicos actuales y pasados del enfermo, realizar una exploración física completa, solicitar las pruebas

de laboratorio y estudios de gabinete apropiados para emitir un diagnóstico de riesgo anestésico,

adecuado para cada paciente en particular. Al mismo tiempo, el anestesiólogo debe de estar consciente

de los profundos efectos del diagnóstico de cáncer, en el estado psicológico y emocional del enfermo;

por todo esto es trascendente reducir la ansiedad y temores de la persona sobre la anestesia, los cuidados

perioperatorios y las opciones para controlar el dolor en el postoperatorio.

El cáncer se manifiesta con signos y síntomas relacionados con su localización, metástasis, los efectos

secundarios indeseables, la toxicidad de su tratamiento y por un grupo de síndromes paraneoplásicos

(producción de hormonas ectópicas con efectos clínicos), degeneración de la médula espinal o cerebelo,

síndrome de Eaton-Lambert (síndrome miasténico), síntomas dermatológicos (rubor, urticaria, prurito,

flebitis y púrpura), enfermedades de la colágena (lupus eritematoso y sistémico), dermatomiositis,

síndrome de Sjögren y reacciones policitémicas y leucemoides.

El síndrome miasténico de Eaton-Lamber, se relaciona sobre todo con cáncer pulmonar y en la clínica

se manifiesta con debilidad muscular secundaria a un trastorno de la transmisión neuromuscular. Estos

enfermos tienen mayor sensibilidad a relajantes musculares despolarizantes y no despolarizantes.

En cuanto a la toxicidad por tratamiento con agentes antineoplásicos, es conveniente puntualizar que la

cardiomiopatia causada por doxorrubicina (adriamicina), puede llevar a la muerte a los pacientes por

insuficiencia cardiaca. En los estudios de necropsia, se observaron pérdidas de células miocárdicas por

cambios fibróticos y aumento en los depósitos de Ca++

intracelular. Existen algunos reportes que

especifican que cuando se llega a utilizar altas dosis de anestésicos locales en el transoperatorio, puede

resultar un arma mortal ya que es muy difícil reanimar a los pacientes con cardiomiopatia existente, por

ejemplo con la bupivacaína o lidocaína. El empleo de agentes volátiles como el isofluorano y la

aplicación de ketamina, pueden producir un efecto de depresión cardiaca muy intenso en los pacientes

que han sido tratados con antineoplásicos cardiotóxicos.

Algunos agentes antineoplásicos como la ciclofosfamida, la tiotepa y el citoxano producen inhibición de

la colinesterasa plasmática; por lo que se hace necesario manejar cuidadosamente los relajantes

musculares que la requieren para su metabolismo.

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Al valorar la vía respiratoria, el anestesiólogo debe hacer una revisión de enfermedades sistémicas,

antecedentes de intubaciones previas y realizar una exploración física cuidadosa de la vía respiratoria,

con el fin de detectar posibles dificultades para la ventilación y la intubación del paciente. Un aspecto

importante del estudio de las vías respiratorias del paciente con cáncer, es averiguar los cambios en la

voz, si es áspera y rasposa sugiere tumor glótico; una voz apagada hace pensar en un tumor

supraglótico.

Las radiografías de tórax pueden orientar sobre posibles desviaciones de la tráquea ya sea por

tumoraciones del cuello o por masas mediastinales.

El anestesiólogo debe conocer la fisiopatología del cáncer y los tratamientos relacionados con el mismo.

La consideración y el conocimiento de las necesidades de anestesia del enfermo con tumores malignos,

darán lugar a su mejor atención y evolución.

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Técnicas de intubación difícil para cirugía de cabeza y cuello

Autor: Dr. José Emilio Mille Loera

Publicado el 19 de julio de 2010

Dr. José Emilio Mille Loera

Consideraciones especiales en cáncer de cabeza y cuello

El cáncer de cabeza y cuello es mucho más frecuente en pacientes cerca de la séptima década de la

vida. Este tipo de neoplasias suelen ser tratadas quirúrgicamente en forma inicial y posteriormente

se someten a tratamientos de consolidación, como radio o quimioterapia. No es raro que estos

pacientes tengan como antecedentes de importancia para el anestesiólogo, el ser fumadores o

consumidores de bebidas alcohólicas en forma crónica; estos antecedentes, más la edad en que

ocurren este tipo de tumores suelen dificultar el manejo anestésico debido a la presencia de

enfermedad sistémica concomitante, como bronquitis crónica, enfisema, insuficiencia coronaria,

hipertensión arterial, daño hepático, etc.1-5

La característica de este tipo de cáncer suele ser la dificultad para el manejo de la vía aérea.

Particularmente la ventilación con mascarilla y la intubación serán factores de riesgo a considerar.

Por otra parte, que el cirujano trabaje sobre la cara y/o el cuello del paciente deberá mantener al

anestesiólogo atento ante cualquier modificación de los patrones de ventilación iniciales al

procedimiento anestésico.

Al igual que en cualquier otro paciente, pero con más detalle en los tumores de cabeza y cuello, se

deberá realizar una valoración preoperatoria muy detallada; enfocándose particularmente a la vía

aérea superior (nariz, boca, faringe, laringe y tráquea) y al aparato respiratorio y cardiovascular. Si

durante el interrogatorio el paciente refiere haber recibido radioterapia a cabeza y cuello, disnea o

dificultad para respirar, intolerancia al ejercicio, cambios en la calidad de la voz o antecedentes de

dificultad en la intubación para otros procedimientos anestésicos, se deberá ser muy cuidadoso

antes de decidir una inducción anestésica.

Hay que recordar que para la Sociedad Americana de Anestesiólogos (ASA), se define como vía

aérea difícil, la situación clínica en que un anestesiólogo con experiencia tiene dificultad para

ventilar con mascarilla, para intubar o ambas; y se define como una intubación difícil, cuando se

han realizado más de tres intentos, con un laringoscopio convencional para lograr la intubación

traqueal en un lapso de diez minutos.6,7

Las características de los datos clínicos obtenidos durante la historia clínica del paciente pueden

orientar sobre la localización anatómica del tumor; por ejemplo: cambios en la calidad de la voz

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indicarán alteraciones sobre la laringe; el paciente con dificultad para respirar al estar acostado

puede tener una masa mediastinal o un tumor faríngeo o de cuello. Ante tal situación el enfermo

debe ser evaluado sistémicamente y con gran minuciosidad.8,9

No solo los factores propios del cáncer tendrán un significado en estos casos, las condiciones

congénitas y físicas del paciente como un cuello corto, dientes prominentes, apertura bucal

limitada o pequeña, lengua grande, limitación de la movilidad cervical, mandíbula retraída, etc.,

por si solos serán causas de dificultad en el manejo de la vía aérea.2

Si el tumor en cabeza o cuello ha interferido con la posibilidad de alimentarse y por lo tanto tener

una nutrición adecuada, se encontrará con pérdida de peso, malnutrición, deshidratación, anemia,

etc. No se debe dudar, en el caso que así se requiera, el solicitar exámenes de laboratorio y

gabinete que permitan decidir una conducta adecuada y segura.10

Una vez que se ha detectado la posibilidad de una vía aérea difícil, será muy importante comentar

estos hallazgos con el paciente, su familia y el cirujano responsable de la intervención quirúrgica,

de tal manera que se programe en conjunto la técnica de inducción a la anestesia y la intubación,

con especial énfasis en los riesgos por correr bajo las situaciones médicas del paciente.

La medicación preanestésica en estos casos es preferible que no se realice antes del monitoreo

básico en la sala de operaciones, debido a la posibilidad de depresión respiratoria y dificultad para

controlar adecuadamente la vía aérea. Pocas veces se cumplen las recomendaciones de la ASA

para mantener una vía aérea difícil en el paciente con cáncer de cabeza y cuello.

Si en el enfermo no se encuentran datos que sugieran dificultad a la ventilación, se podrá realizar

una inducción a la anestesia general en la forma acostumbrada, con la aplicación inmediata de

bloqueadores neuromusculares para facilitar la ventilación con mascarilla y la intubación. Si la

ventilación con mascarilla o la intubación es potencialmente difícil, se podrá aplicar anestesia

local en la vía aérea superior del enfermo y realizar una sedación ligera (sedación consciente), con

el objetivo de hacer una visualización con laringoscopio convencional de la laringe, estando el

paciente con ventilación espontánea.11

Si la visualización de las cuerdas vocales es suficiente, se

podrá realizar la inducción de la anestesia y el bloqueo neuromuscular;12

si las cuerdas vocales no

se visualizan, lo más conveniente será intentar alguna técnica de intubación con el paciente

despierto como la intubación con laringoscopio flexible de fibra óptica,13

ya sea por vía nasal u

oral de acuerdo a las condiciones del paciente y la cirugía,14

una traqueotomía con anestesia local

podrá ser una alternativa segura; técnicas como la intubación retrógrada podrán ser consideradas si

se cuenta con la experiencia suficiente.

Si se ha iniciado la inducción de la anestesia y se presenta una vía aérea difícil no esperada, pero se

controla la ventilación con mascarilla, algunas de las técnicas ya mencionadas podrán llevarse a

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cabo; si éste no fuera el caso, lo mejor será despertar al paciente y evaluar para una segunda

oportunidad la intubación con el paciente despierto. Hay que recordar que siempre será posible en

casos de extrema urgencia, colocar un catéter 14 G a través de la membrana cricotiroidea e iniciar

la ventilación jet.13,15

El mantenimiento de la anestesia podrá realizarse con las técnicas y agentes que elija el

anestesiólogo encargado del caso; el monitoreo se adecuará al tipo de intervención y su duración.

Las pérdidas sanguíneas suelen ser por lo general escasas y fácilmente controlables por el cirujano.

Uno de los aspectos más importantes a considerar después de la cirugía de cabeza y cuello en el

paciente con cáncer, será la extubación. En muchos casos habrá que considerar la posibilidad de

realizar una traqueotomía sobre la base de la severidad del edema y la afección anatómica que el

paciente haya sufrido por la intervención quirúrgica. Si estas alteraciones no son graves, la

permanencia del tubo endotraqueal con apoyo ventilatorio del paciente será lo más adecuado.

Otros pacientes podrán ser extubados en la sala de operaciones una vez que se encuentren

totalmente despiertos.

El momento de la extubación deberá ser un paso previamente planeado por el equipo quirúrgico;

hay que recordar que este momento suele tener al igual que la intubación muchos cambios

fisiológicos en el paciente. Existe la posibilidad de que una vez extubado el paciente no puedan ser

colocadas cánulas nasales u orales para controlar la ventilación, so pena de afectar la cirugía. Se

deberá contar en todo momento del proceso de extubación, con el armamentario necesario que nos

permita controlar la vía aérea del enfermo en caso de una complicación.16-18

En resumen el paciente con cáncer podrá tener dificultad de la vía aérea por: movilidad limitada de

la cabeza y/o el cuello; limitación de la apertura bucal; espacio limitado de la vía aérea en

cualquier nivel por edema, tumor o cirugía previa; alteración anatómica por el tumor o cirugía

previa y fijación de los tejidos de la cabeza y cuello, boca, faringe o laringe por el tumor, cirugía o

radioterapia.

Manejo de la vía aérea en el paciente con cáncer de cabeza y cuello

La necesidad de mantener la ventilación adecuada del paciente, y por tanto el aporte de oxígeno ha

permitido el desarrollo de las diversas técnicas de intubación. Se han desarrollado además

revisiones extensas de qué y cómo hacer para lograr el control sobre la ventilación6.

Lo más importante en estos casos será iniciar el procedimiento de intubación, con el

reconocimiento de la vía aérea difícil. Se hará por lo tanto indispensable el contar con algunos

minutos para valorar la vía aérea, poniendo principal cuidado en aspectos clínicos relevantes como

son la longitud de los dientes, la posición de las arcadas dentales, la forma del paladar, presencia

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de barba, obesidad o mamas grandes, estados patológicos como cáncer, infecciones, fracturas,

heridas o cicatrices previas, etc.

Si se logra reconocer antes de la inducción de la anestesia una vía aérea comprometida, lo obvio

será garantizar y asegurar la vía aérea a través de la intubación con el paciente despierto.

Preparación

Antes de ser sometido a este tipo de maniobras, el paciente deberá ser informado e instruido de

todos y cada uno de los procedimientos que vayan a ser realizados con él en la sala de operaciones;

deberá considerarse que todo esto será nuevo y diferente para el paciente, por lo que el apoyo

psicológico será fundamental. El contar en el quirófano con el monitoreo básico (ECG, oximetría

de pulso, capnografia, etc.), para estos casos y todos los recursos necesarios para controlar la vía

aérea del paciente (fuente de oxígeno, laringoscopios rígidos, fibrolaringoscopios, mascara

laríngea, etc.), deberán estar listos y a la mano antes de iniciar cualquier procedimiento por "fácil"

que éste se considere.

El uso de medicamentos que disminuyan las secreciones podrán estar indicados, así como una

sedación consciente que permita el contacto verbal constante con el paciente; el uso de

vasoconstrictores tópicos y anestésicos locales serán de gran utilidad, incluso antes del bloqueo

regional de la vía aérea.19

Las opciones técnicas que permitan un control adecuado de la vía aérea son variadas, desde los

procedimientos no quirúrgicos como la intubación a ciegas, fibrolaringoscopia, estilete iluminado,

mascara laríngea, técnica de intubación retrógrada, etc., a los procedimientos más sofisticados y de

urgencia como los accesos percutáneos (quirúrgicos) como la traqueostomia, cricotirotomía,

ventilación jet, etc.20

Estas posibilidades de manejo serán elegidas con base en tres

consideraciones: 1) conocimiento anatómico; 2) entrenamiento previo y 3) experiencia con la

técnica.

No se deberá esperar fallas de la intubación con el paciente despierto atribuibles a falta de

cooperación del paciente, falla del equipo o limitaciones técnicas del anestesiólogo. Ante la

presencia de un paciente extremadamente falto de cooperación debe preservarse la ventilación

espontánea, valorar estrictamente el uso y tipo de bloqueador neuromuscular, elevar previamente la

saturación arterial de oxígeno y realizar los intentos repetidos de intubación sin pérdida de

tiempo.21,22

En caso de falla de la intubación podrá optarse por alguna de las siguientes

opciones:23,24

a) cancelación de la cirugía; b) inducción de la anestesia (si la ventilación con

mascarilla es posible); c) realizar la Intubación con una técnica de anestesia regional (si es

posible), o d) permeabilizar la vía aérea por un acceso quirúrgico.

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En resumen, la ASA recomienda cuatro pasos en caso de dificultad de la vía aérea: 1. Si se

sospecha la vía aérea difícil, asegure la vía aérea con el paciente despierto; 2. Si puede ventilar

pero no intubar, despierte al paciente; 3. Si no puede ventilar y no puede intubar, ocupe una opción

de CV CI (CV: Can Not Ventilation, CI: Can Not Intubation) y 4. Siempre tenga un plan B, C

disponible, piense por adelantado. Situación CV CI: Si la posibilidad de ventilar con mascarilla se

pierde y realmente no es posible intubar al paciente, debe optarse por: a) colocación de máscara

laríngea; b) uso de combitubo; c) iniciar la ventilación Jet, o d) realizar el acceso quirúrgico de la

vía aérea de urgencia.

Por último, a estas consideraciones, deberá tenerse siempre en mente que la decisión de cambiar de

una técnica de anestesia general por una técnica de anestesia regional (epidural, subdural o mixta),

en el paciente con vía aérea difícil, puede no ser una buena opción, ya que el uso de anestesia

regional no resuelve el problema de la vía aérea difícil. Si la anestesia regional falla, se estará en

situación de desventaja.

Intubación con el paciente despierto

Son bien conocidas por todos los anestesiólogos las diversas técnicas de anestesia local por

infiltración o tópica, así como la anestesia regional, pero en muchas ocasiones se desconocen los

detalles técnicos y anatómicos para lograr inhibir la transmisión sensitiva de regiones específicas

del cuerpo. Este es el caso del bloqueo nervioso de las vías aéreas superiores, y en ocasiones a falta

de la experiencia y los conocimientos necesarios se corren riesgos inútiles con los pacientes, ya

que en lugar de elegir una adecuada técnica de anestesia regional, se opta por sedaciones o

anestesias generales que pudieran ser realmente peligrosas para ciertos pacientes y en ciertas

circunstancias especiales.25

La anestesia tópica se ha mantenido como una de las técnicas anestésicas de elección para la

laringoscopia directa y la broncoscopia. Esta técnica es muy simple: un anestésico local se coloca

sobre la mucosa de la orofaringe y de la hipofaringe seguida de un bloqueo transmucoso de la rama

interna del nervio laríngeo superior colocando un hisopo con anestésico local en el seno piriforme

de la laringe a través de visualización directa o indirecta.

Esta técnica es sencilla pero habitualmente consume más tiempo que si se optara por el bloqueo del

nervio laríngeo superior y la anestesia transtraqueal. Aún más, en ocasiones es difícil evaluar la

dosis total del agente anestésico local que se ha utilizado y así llegar a concentraciones tóxicas para

el paciente, particularmente cuando se utilizan aplicaciones en "spray" de lidocaína; esto suele

suceder en aras de lograr una relación entre comodidad del paciente y calidad anestésica.26

La comodidad del paciente durante la instrumentación de la vía aérea superior, puede ser mayor si

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se realiza un bloqueo bilateral del nervio laríngeo superior a través del abordaje subcutáneo

descrito por Hoffman en 1908. El usó este bloqueo para aliviar la disfagia dolorosa de la

tuberculosis laríngea antes del advenimiento del tratamiento con antibióticos.27

En combinación con la inyección transtraqueal y la aplicación tópica de un anestésico local, esta

técnica es también muy útil para lograr una intubación eficiente en fracturas mandibulares y

tumores de cara y boca; facilita la intubación con el paciente despierto; se utiliza también en

estudios de laringografia y broncografia, para la colocación de un transductor de ecocardiografía

transesofágica, así como también en situaciones de lavados bronquiales.28-30

El bloqueo del nervio glosofaríngeo por inyección transmuscosa permite disminuir o abatir el

reflejo del vómito que no se logra inhibir al realizar la anestesia regional de la laringe y tráquea;

bajo estas condiciones el paciente puede tolerar muy bien el paso de un tubo endotraqueal o de un

broncoscopio a través de las cuerdas vocales, pero no tolerar el paso de estos equipos a través del

paladar blando y la hipofaringe. Aunque con una adecuada técnica de anestesia tópica y una

sedación endovenosa ligera el paciente pudiera tolerar adecuadamente esta instrumentación sin

presentar "arqueo" que imposibilite e impida el objetivo deseado.26

Anatomía

El nervio laríngeo superior es rama del nervio vago, su ganglio desciende por detrás de la arteria

carótida interna, cerca de la faringe, es ahí donde se bifurca en una rama interna y otra externa. La

rama externa continúa anterior e internamente, terminando en la parte más alta del músculo

cricotiroideo, al cual le proporciona inervación motora.

Después de que el nervio laríngeo superior se bifurca, la rama interna pasa medialmente por debajo

de las astas mayores del hueso hioides, donde atraviesa y penetra la membrana tirohioidea, justo

encima de la arteria laríngea superior. El nervio se ramifica después de la membrana y emite ramas

sensitivas a la epiglotis, base de la lengua y a la mucosa de la laringe; conforme se dirige hacia

abajo inerva inferiormente a las cuerdas vocales. Aún más, el sitio de entrada del nervio a la

laringe está limitado por dos marcas fácilmente identificables, el hueso hioides y el cartílago

tiroides.

La presencia del componente motor de la rama interna del nervio laríngeo superior no está claro;

conforme el nervio penetra en el músculo interaritenoideo, la disección microscópica reveló que no

proporciona ninguna inervación motora. De tal manera que el bloqueo de este nervio produce

únicamente bloqueo sensorial, eliminando el riesgo de disfunción laríngea secundaria a parálisis de

la musculatura intrínseca de la laringe.

La arteria laríngea superior es el único vaso sanguíneo mayor que se encuentra en la proximidad

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del nervio, esto disminuye el riesgo de una posible inyección intravascular. Aún así, el nervio

laríngeo recurrente no se encuentra en la misma área en donde el bloqueo se realiza, por tal motivo

el posible riesgo de producir conjuntamente su bloqueo no existe.

La tráquea y la porción infraglótica de la laringe reciben inervación sensorial de la rama del nervio

laríngeo recurrente directamente a través del nervio vago. La anestesia de la mucosa traqueal puede

ser obtenida por anestesia tópica con anestésicos locales a través de la punción de la membrana

cricotiroidea en su línea media. Debido a que esta es una zona avascular, el riesgo de inyección

endovenosa del anestésico local no existe.26,31,32

El reflejo del vómito no puede ser fácilmente explicado debido a la falta de conocimientos sobre la

fisiología del noveno par craneal. Se sugiere que existen dos modos de estimulación periférica que

produce dicho reflejo, tacto y presión. Es bien conocido que los receptores al tacto pueden ser

fácilmente inhibidos con la aplicación tópica de anestésicos locales; de tal forma que el papel de

los receptores a la presión en la producción del reflejo del vómito han recibido un valor muy

pequeño. Aún más, ante el advenimiento del bloqueo del nervio glosofaríngeo, el arqueo producido

por presión ha sido refractario al control por la administración tópica de anestésicos locales.31,32

Técnica

Después de que el paciente se encuentra en decúbito dorsal y con las líneas de monitoreo de rutina

colocadas, se extiende el cuello del paciente y se realiza antisepsia de la región anterior con una

torunda con antiséptico por encima de la región en donde la aguja va a ser insertada. La membrana

tirohioidea se localiza anteriormente al palpar con un dedo el hueso hioides y el cartílago tiroides.

Con el movimiento lateral del dedo se identifica el asta mayor del cartílago tiroides.

Inmediatamente por debajo del dedo, se identifica la arteria carótida por su latido; la rama interna

del nervio laríngeo superior penetra a la membrana tirohioidea justo por encima del dedo que está

sobre el asta superior.

Con una aguja calibre 27 de unos tres centímetros de largo y lidocaína al 1% se penetra la piel en

un ángulo de 90º por encima del dedo que está sobre el asta mayor del cartílago tiroides; la aguja

se avanza hasta que se encuentra resistencia de la membrana tiroidea, usualmente a 1 ó 2

centímetros de profundidad; en este momento se aplican uno a dos mililitros de lidocaína al 1%.

Aún si la resistencia de la membrana tiroidea no puede ser vencida, la inyección en esta área puede

ser efectiva. El contacto directo con el nervio no es estrictamente necesario, porque con la difusión

del anestésico es suficiente para lograr su bloqueo, pero si el contacto ocurriera el paciente pudiera

experimentar una parestesia en el oído sobre el sitio que se ha bloqueado. La aplicación del

anestésico local debe repetirse de la misma forma en el otro lado.

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La palpación de los puntos de referencia mencionados puede ser muy difícil en los pacientes

obesos o en aquellos con cuellos cortos o muy robustos. En estos casos es mejor buscar otra vía de

acceso alternativa. La aguja número 27 se introduce a través de la piel hasta que haga contacto con

el cartílago tiroides, en este caso el cartílago actúa como un indicador de profundidad, de esta

forma la aguja se desplaza en dirección al borde posterosuperior del cartílago y luego dirigida

posterior y superiormente a través de la membrana tirohioidea, y la aplicación del anestésico local

se realiza como ya se describió.26,32,33

Para anestesiar la mucosa por debajo de las cuerdas vocales se realiza por una inyección

transtraqueal. La membrana cricotiroidea se identifica en la línea media y con una aguja calibre 22

de uno y medio centímetros se coloca a través de la membrana; en este momento, hay que realizar

una aspiración suave con el émbolo de la jeringa, con la finalidad de obtener aire, lo que

confirmará la colocación en la luz de la tráquea; en este momento se inyectan de 3 a 5 mililitros de

lidocaína al 2% en forma rápida. El paciente con toda seguridad toserá, lo que favorecerá la

dispersión del anestésico local hacia la laringe, la tráquea y el árbol bronquial, pero la inyección

deberá ser rápida con la finalidad de evitar durante este momento alguna lesión con la aguja que

está dentro de la tráquea.

Si se opta por el bloqueo del nervio glosofaríngeo, el paciente deberá colocarse en decúbito dorsal,

y con un abatelenguas se deprime a la lengua para exponer el repliegue palatofaríngeo (pilar

amigdalino); con la punta de una aguja para raquia calibre 22, se introduce en la línea media y

aproximadamente 0.5 centímetros por detrás del pilar amigdalino se punciona la mucosa; en este

momento la aguja se encuentra entre el constrictor medio y superior de la faringe, que está junto al

nervio glosofaríngeo. La aspiración de la jeringa se hace obligatoria para confirmar que la punta de

la aguja no está intravascular, y se pueden inyectar 2 mililitros de lidocaína al 1%. Una vez que el

bloqueo se ha realizado en forma bilateral el paciente referirá la imposibilidad de deglutir; este

signo representa el hecho de un bloqueo adecuado y una completa analgesia.33-35

En forma alternativa, la aplicación de anestesia local a la orofaringe y nasofaringe se puede

realizar, aunque su efecto será rápidamente pasajero. Un atomizador que contenga lidocaína al 4%

puede ser usado como parte del procedimiento. Después del que el paciente ha abierto la boca y

sacado la lengua, se puede aplicar el "spray" de lidocaína a la lengua, nasofaringe, orofaringe e

hipofaringe.

Muchos anestesiólogos prefieren el uso de una vía nasofaríngea para la intubación, ya que la

apertura glótica puede identificarse fácilmente. En estos casos la anestesia tópica de la mucosa

nasal y de la nasofaringe se puede anestesiar con una combinación de lidocaína al 2% y

neosinefrina al 0.01% con un hisopo. Esto proporciona una buena calidad anestésica y disminuye

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el riesgo de sangrado debido al vasoconstrictor. El aplicador se avanza cada 30 a 40 segundos, 2 a

3 centímetros, hasta lograr llegar a la pared de la nasofaringe a través de las coanas. Uno a dos

minutos después los aplicadores son removidos, y si es necesario, se puede repetir el proceso con

aplicadores más grandes.

Discusión

Las técnicas que han sido aquí descritas son seguras ya que el riesgo de una lesión vascular o

nerviosa, así como el alcanzar grandes concentraciones plasmáticas de anestésico local

prácticamente no existen. Si se opta por el bloqueo bilateral del nervio laríngeo superior, del nervio

glosofaringeo y además la instalación transtraqueal de lidocaína suele no rebasar los 12 mililitros

de lidocaína.

La dosis máxima de lidocaína para no tener efectos adversos es del orden de 4.5 mg/kg de peso por

inyección o de 10 mg/kg de peso por aplicación tópica. Por otra parte, la inyección transtraqueal de

un anestésico local ha demostrado ser un método seguro para anestesiar la mucosa

traqueobronquial. El uso de lidocaína al 2% ha demostrado ser tan efectiva por bloqueo nervioso

por infiltración o en aplicación tópica.

Deberá tenerse en cuenta que el riesgo de sobredosis del anestésico local siempre existe, o bien de

algunos de sus componentes; por lo que se deberán extremar precauciones en no exceder las dosis

recomendadas para cada tipo de anestésico local empleado.36,37

Complicaciones

Las posibles complicaciones en estos casos suelen observarse por una diversidad de causas como:

absorción; inyección intravascular; reacción alérgica; hematoma; mínimo efecto anestésico;

hipotensión; bradicardia; laringoespasmo; broncoespasmo; infección, etc.

Se ha pensado que algunos de estos eventos de hipotensión y bradicardia ocurren por una

inyección o estimulación directa sobre la raíz nerviosa por la aguja, ocasionando una reacción

vagal.38

En otras ocasiones los efectos de laringo o broncoespasmo pudieran ocurrir debido a la

presencia de secreciones como saliva y sangre en la boca y/o en la hipofaringe, pudieran

disminuirse estos riesgos con el uso de sustancias anticolinérgicas como atropina o escopolamina.

Realmente con estas técnicas no existe una contraindicación específica, aunque tal vez

contraindicaría este tipo de procedimientos la infección o la presencia de tumores en el sitio de

inyección. Obviamente el paciente con estómago lleno pudiera ser candidato para estas técnicas,

pero deberá ser valorado el riesgo/beneficio.39,40

Conclusión

Las técnicas de anestesia regional para lograr la instrumentación de la vía aérea superior con fines

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diagnósticos, pronósticos o terapéuticos deberán considerarse como herramientas usuales por el

anestesiólogo. Además el bloqueo de los nervios laríngeo superior y glosofaríngeo pueden ser

utilizados también en casos de laringoscopia y la facilitación de la intubación con

fibrolaringoscopio. Esto se logrará fácilmente con un pequeño entrenamiento de la técnica y un

buen conocimiento de la anatomía del cuello.

Estas técnicas proveen un método seguro, efectivo, menos traumático y que reduce el número de

accesos quirúrgicos. Permite además, tener a un paciente alerta y cooperador, con ventilación

espontánea, que deglute secreciones, que participa en la postura y que permite mantener la

inspiración y el reflejo de la tos en forma espontánea y como un reflejo de protección importantes.

Jamás deberá anteponerse la "comodidad" del paciente, cirujano o anestesiólogo en aras de la

seguridad del procedimiento anestésico.

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Transfusiones y cáncer.

......................................................................................................................................................

Autor: Dr. José C. Alvarez Vega, Dr. Edmundo Alvarado Sil

Publicado el 19 de julio de 2010

Dr. José C. Alvarez Vega, Dr. Edmundo Alvarado Sil

La administración de hemoderivados ha cobrado mayor importancia en la actualidad y esto ha sido

evidenciado por el esfuerzo de Asociaciones médicas como la ASA al proponer guías de

tratamiento para la terapia con componentes sanguíneos(1) intentando uniformar los criterios de

uso, con base en conceptos recientes como el transporte de oxígeno o la prevención de efectos

adversos.

Al ser el cáncer la entidad patológica que utiliza el 19 % del total de las transfusiones realizadas en

EE.UU., adquiere una relevancia capital, donde del total de pacientes tratados con cirugía, reciben

hasta en 65 % algún tipo de hemoderivado(2). En nuestro país, el estadio clínico con el cual se

presentan por primera vez los pacientes a los centros oncológicos es más avanzado, lo cual

repercute en el aumento de las cirugías radicales, obviamente con mayor extensión, sangrado y por

lo tanto consumo de sangre y derivados. Si a esto se le suma que la población que requiere

atención médica generalmente ostenta bajos niveles de nutrición, anemia de tipo primario, tallas y

pesos bajos y volúmenes sanguíneos relativos menores con relación a la de países desarrollados, el

manejo adecuado de las transfusiones se complica cada vez más.

Desde 1960 se tienen registros sobre hallazgos que no se pensaban relacionados con las

transfusiones: el tratar la anemia en pacientes con insuficiencia renal se volvió controversial

cuando se estableció que al hacerlo se producía un rechazo hiperagudo en los pacientes que

recibieron un trasplante de riñón debido a anticuerpos linfocitotóxicos provenientes de la

sensibilización causada por el Antígeno Mayor de Histocompatibilidad (HLA)(2). Pero

subsiguientes estudios cambiaron la forma de pensar, ya que en 1973, Opelz et al(3) demostraron

que la proporción de supervivencia de los trasplantes a un año era de 71 % en quienes recibieron

más transfusiones (paquetes globulares, sangre completa o sangre congelada). Esta asociación

continuó y Salvatierra et al(4) llegaron a la conclusión de que el efecto transfusional óptimo se

conseguía con tres o más hemoderivados antes de un trasplante, no pudiendo determinar cual es el

mecanismo por el cual aumenta la supervivencia de los injertos, resultado parecido y mayor si se

usaba ciclosporina A.

Los mecanismos propuestos coinciden en cambios de la respuesta inmune (inmunomodulación) en

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respuesta a tejidos alogénicos (en este caso la sangre) causando tanto alosensibilización como

inmunosupresión. En la mejora de la sobrevivencia de los trasplantes renales, la

inmunomodulación debida a transfusiones puede ser tanto por inhibición de los linfocitos T

efectores (auxiliares y citotóxicos), como por estimulación de los linfocitos T reguladores

(supresores). En el caso de supresión disminuye la producción de citocinas, disminuye la respuesta

a factores de crecimiento, disminución de linfocitos auxiliares (CD4), de los asesinos naturales

(NK, que aumentan su respuesta con la IL-2 y son la primera línea de defensa contra las células

infectadas por virus) y del número de linfocitos(2,5).

Ahora, el cómo se relaciona con la inmunomodulación de trasplantes no es claro. Se piensa que la

transfusión, en el receptor, producirá respuestas inespecíficas y específicas; en las primeras, una

hipótesis es la sobrecarga del sistema retículo endotelial por disminución en la producción de IL-

2 y el aumento de la prostaglandina E2 (PGE2) la cual inhibe la expresión del antígeno HLA clase

II del macrófago - presentador de antígeno - y los niveles de IL-2. La IL-2 es necesaria para la

activación y proliferación de linfocitos B, linfocitos T y para generar células citotóxicas; en

resumen, disminuye la producción de anticuerpos y se inhibe la actividad de los NK. El grado de

inmunomodulación se presenta desde el primer derivado administrado y se sabe que sus efectos

varían entre 30 días hasta 20 semanas, sin embargo es directamente proporcional al número de

transfusiones(2).

Los mecanismos específicos por antígenos fueron descubiertos por Terasaki(6) al promover su

teoría que enuncia que "la función de la transfusión fue inmunizar a los pacientes y no la de

inducir tolerancia"; sus estudios compararon los efectos de la transfusión (que produce aumento de

la respuesta supresora) y los producidos por la azatriopina (eliminando la formación de células de

defensa inducidas por el injerto) lo cual sugiere que la depleción de la respuesta por la

inmunomodulación y por la inmunosupresión resultan al eliminar o incapacitar a las células que

rechazan los injertos. Otro mecanismo (Jeme et al(7)), es la formación de anticuerpos antiidiotipo

en respuesta al injerto, debido a las transfusiones, que generan un nuevo antígeno y t ienen la

función de competir con los receptores del trasplante contra los posibles anticuerpos del receptor

bloqueando su acción.

Al extrapolar estos conocimientos a otros grupos de pacientes se encuentra que en el paciente con

cáncer, la inmunomodulación juega un papel diferente, ya que las transfusiones se han asociado

con recurrencia del tumor primario. En estudios meta-analíticos, se ha demostrado que la

recurrencia en pacientes quirúrgicos está asociada con transfusiones de hemoderivados y con la

etapa del padecimiento al inicio del tratamiento(2). Los pocos estudios que han fallado en

demostrar esta asociación fueron debido a pequeñas muestras. Los ejemplos de recurrencia

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abundan, y se enuncian a continuación.

Recurrencia en cáncer de Colon

Blumberg(8) y Foster(9) informaron recurrencia del cáncer de colon en pacientes quirúrgicos

potencialmente curables cuando se hemotransfundían perioperatoriamente; Blumberg(10) encontró

más tarde que con cuatro o más unidades se obtenía la mayor recurrencia.

Recurrencia en cáncer de mama

Herman et al(11) informaron en pacientes con cáncer de mama estadio I y II, grados de

supervivencia mayores a los cinco y diez años para pacientes operadas en las que no fueron

transfundidas y su análisis multivariados demostraron que los factores de riesgo para recurrencia

fueron las transfusiones, las metástasis a ganglios, grado histológico y el estadio.

Recurrencia en cáncer de cabeza y cuello

En cirugía de cabeza y cuello, Jackson(12) demostró mayor recurrencia a los 5 años en pacientes

laringectomizados que fueron transfundidos, y Johnson(13) lo mismo para pacientes con cáncer

oral o nasal.

Recurrencia en cáncer de pulmón

El análisis de multivariables demostró que el único factor de riesgo significativo para recurrencia a

cinco años fue la transfusión(2).

Recurrencia de cáncer en tejidos blandos

Rosenberg et al(14) concluyeron lo mismo para sarcomas de tejidos blandos a cinco años y el

análisis multivariado asoció la recidiva con transfusiones y tamaños del tumor primario.

Recurrencia de cáncer gástrico

Kampschoer et al(15) concluyeron en un estudio retrospectivo una supervivencia de 80.8% a cinco

años en pacientes postoperados no transfundidos, contra 57% al transfundir.

Recurrencia de cáncer prostático

McClinton(16) y Heal(17) encontraron en pacientes tratados con resección prostática transureteral

que la edad y las transfusiones se correlacionaban con recurrencia.

Otro de los factores que complican el manejo de sangre en oncología, es que al demostrarse la

inhibición de macrófagos y reducir la inmunidad celular, aumentan el número de infecciones en la

herida quirúrgica (en lesiones penetrantes de abdomen, en cirugía ortopédica, en puentes

coronarios y en histerectomías) y la proporción de sepsis, además que la hipovolemia y el choque

por sí solos causan inmunosupresión. También puede exacerbar infecciones no bacterianas como

las causadas por el VIH y el citomegalovirus, empeorando su sobrevida(2,18,19).

Por todo lo anterior es que en este tipo de pacientes se promueven la mayor cantidad de

alternativas en estudio para el uso de sangre, como son: a) la hemodilución con autotransfusión

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(normovolémica aguda), la cual se usó en el Hospital General de México S.S. sin dar adecuados

resultados ya que los pacientes tenían muy bajo peso ponderal y niveles muy reducidos de

hemoglobina, lo que resulta en bajo volumen circulante, obteniéndose muy poca cantidad de

sangre para el transoperatorio y se tenía que transfundir muy rápidamente; b) la hemodilución

hipervolémica aguda, la cual tiene las cualidades de realizarse en menor tiempo, con menor costo y

no tiene cambios hemodinámicos al medirse con ecocardiograma transesofágico, comparado con

la normovolémica;(20) c) la recuperación celular del lecho quirúrgico aún se encuentra en estudio

y tiene muchas controversias debido a la probabilidad de diseminación de células malignas;(21) d)

la sangre radiada y el uso de filtros celulares para la recuperación celular aún se encuentran en

estudio.

Otras alternativas útiles son la aprotinina y eritropoyetina, las cuales se tendrían que estudiar más

en el paciente con cáncer.

Debe valorarse muy bien la necesidad de transfundir hemoderivados con el concepto de mejorar un

deficiente aporte de oxígeno a las células y no sólo corregir un dato aislado; los datos a tomar en

cuenta son el estado hemodinámico del paciente, el sangrado máximo permisible, la determinación

rápida de microhematócritos o de hemoglobina por capilares, flujos urinarios, gasometría arterial y

cuando sea posible la determinación de presiones venosas centrales o del gasto cardiao.

Cuando se decida transfundir hay que preferir paquetes globulares, eritrocitos lavados y el uso de

filtros antes que usar sangre total o reconstituida. Por último, debemos ser más precisos y

restringir el uso de plasma fresco congelado a las patologías que de verdad lo ameriten.

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Analgesia preventiva.

......................................................................................................................................................

Autor: Dr. Rubén Velásquez Suárez, Dr. Ricardo Plancarte Sánchez

Publicado el 19 de julio de 2010

Dr. Rubén Velásquez Suárez, Dr. Ricardo Plancarte Sánchez

Introducción

El alivio del dolor postoperatorio, aunque ha sido mejor que en el pasado, aún es menos que

óptimo. El descubrimiento de que señales sensoriales generadas por daño tisular durante la cirugía

originan un prolongado y persistente estado de excitabilidad en las neuronas del sistema nervioso

central ("windup"), ha alentado a los investigadores a tratar de prevenir que este fenómeno

excitatorio ocurra [1] , [2] , [3]

. El concepto de "analgesia preventiva" fue oficialmente descrito por

Cirile a comienzos del siglo [4] . Los datos electrofisiológicos de estudios en animales durante la

década de los 80, demuestran que es posible prevenir el desarrollo del dolor posquirúrgico

suplementando la anestesia general con bloqueos analgésicos regionales o con opioides [5] . La

idea de suprimir el dolor posquirúrgico antes de que se inicie, es decir, analgesia preventiva, tiene

un gran interés actualmente. La analgesia preventiva tiene la idea de que el dolor postoperatorio

puede atenuarse significativamente con el uso de anestésicos locales u opioides como un

suplemento de la anestesia, previo a la incisión quirúrgica [6] .

Categorías del dolor

El dolor tiene tres dimensiones: sensitiva, evaluativa y afectiva [7] ; por lo tanto, puede describirse

en términos de su magnitud, cualidad y componentes psicológicos. De está forma algunas escalas

ej. el cuestionario de dolor de McGill evalúa las tres dimensiones, aunque posiblemente tengan

substratos neurales diferentes [8] . Por consiguiente, el dolor más que nocicepción es una

experiencia, donde existen numerosos factores que influencian la percepción y la experiencia del

mismo, los que a su vez determinan su categoría.

El dolor postoperatorio corresponde a una de las cinco categorías de dolor descritas por Peck, las

otras categorías corresponden al dolor agudo, terminal, crónico y neuropático [9] , pueden

distinguirse por su etiología, correlación neurofisiológica y factores psicológicos. Situaciones

fundamentales para explicarnos sus diferentes modalidades terapéuticas [10] .

Aspectos psicológicos del dolor postoperatorio

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Los factores psicológicos más importantes del dolor postoperatorio son el miedo y la ansiedad,

sobre todo cuando se relacionan con el temor a la muerte. La ansiedad puede desencadenar

diversas respuestas neuroendocrinas hipotalámicas, como la respuesta al estrés que por sí misma

puede ser de mayor intensidad que las respuestas causadas directamente por los impulsos nocivos.

La persistencia del dolor cierra el círculo vicioso de dolor, miedo, ansiedad, desesperanza, a los

que se agregan insomnio y depresión cuando el paciente se desmoraliza y pierde la confianza en

sus médicos incapaces para calmarle su dolor [11] .

Fuentes del dolor inducido quirúrgicamente

Las fuentes más importantes que influencian la presencia, severidad, calidad y duración del dolor

postoperatorio son: la operación, el paciente, dolor crónico persistente agudizado y algunas otras

no relacionadas al procedimiento anestésico o quirúrgico [12] .

La operación

La severidad del dolor esta con relación al sitio, naturaleza y duración de la intervención

quirúrgica; las severamente dolorosas son secundarias a cirugía intratorácica, seguidas por las de

abdomen superior y área renal. La razón de este dolor se explica por los inevitables movimientos

de la ventilación contribuyentes al aumento en la tensión de la incisión quirúrgica.

El paciente

El temor al procedimiento quirúrgico, la experiencia previa al dolor y el grado de ansiedad

influencian desfavorablemente el dolor postoperatorio. Hay una relación directa entre el grado de

ansiedad y el dolor postoperatorio [13] , una relación inadecuada médico - paciente se manifiesta

en más ansiedad, consecuentemente disminución en el umbral del dolor [14] .

Dolor Crónico agudizado

La presencia de dolor preexistente puede agravarse en el postoperatorio como consecuencia de una

mala posición transoperatoria o por los efectos psicológicos del procedimiento quirúrgico; en

ambos casos se requieren medidas adicionales de control1, [15]

.

Otros problemas no quirúrgicos o anestésicos

El dolor puede estar asociado a la cirugía o al procedimiento anestésico pero no directamente

causado por ellos; por ej., un paciente que se recupera de una intervención quirúrgica y cursa con

una herida abdominal totalmente indolora, puede estar extremadamente incomodo por la presencia

de una vejiga distendida, tubos nasogástricos etc., que si no se controlan adecuadamente se vuelven

intolerables1, [16]

.

Causas del control inadecuado del dolor postoperatorio

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El control del dolor postoperatorio es obstaculizado por diferentes factores: la naturaleza subjetiva

del mismo [17] , la falta de protocolos [18] , la dificultad para medirlo [19] , los efectos colaterales

bien identificados de la mayoría de los analgésicos potentes [20] , los mitos en el entorno de su

uso, la variabilidad de las respuestas del paciente a los analgésicos [21] , [22] , [23] , [24] , [25] , [26] , [27] ,

y

finalmente la falta de una clara comprensión de la historia natural del dolor postoperatorio [28] ,

El manejo del dolor postoperatorio no ha reflejado los avances realizados en otras áreas de la

medicina y evidentemente no ha habido cambios sustanciales en los últimos años [30] .

Fisiopatología de la hipersensibilidad dolorosa postlesión

El dolor que experimentamos a diario cuando nos exponemos a un estímulo nocivo, conocido

como dolor fisiológico, es cuantitativamente diferente del dolor clínico experimentado después de

una lesión tisular o nerviosa [31] .

Dolor fisiológico

El dolor fisiológico (o dolor mediado por nociceptores), tiene un umbral elevado, se presenta

solamente en respuesta a estímulos nocivos de elevada intensidad, es localizado y pasajero y tiene

una relación estímulo - respuesta similar a la de otras somatosensaciones [32] . Los estímulos

nocivos requeridos para producir el dolor son suficientemente diferentes del estímulo que produce

sensaciones inocuas por lo que podemos realmente predecir sí un estímulo dado es probable que

produzca dolor. Esto se debe a la especialización de las vías sensitivas periféricas: las grandes

fibras sensitivas primarias A ß promueven sensaciones inocuas, mientras que las fibras delgadas A

δ y C son para estímulos nocivos. El papel fundamental del dolor fisiológico es servir como un

sistema de protección que alerta el ponerse en contacto con estímulos potencialmente peligrosos.

Dolor clínico

El dolor clínico puede dividirse en inflamatorio y neuropático. El inflamatorio se asocia a lesión

tisular periférica, como el que se observa durante la cirugía, mientras que el dolor neuropático se

refiere a lesión del sistema nervioso. El dolor en estas circunstancias también es mediado por

receptores pero cambios en la sensibilidad permiten que el dolor se genere por estímulos

normalmente inocuos de baja intensidad. Lo más notable es que estímulos que normalmente nunca

producirían dolor, lo hacen (alodinia); hay una respuesta exagerada al estímulo nocivo

(hiperalgesia) y hay una expansión de la hipersensibilidad a los tejidos no lesionados (hiperalgesia

secundaría)31, [33]

. El dolor clínico no tiene ninguna función protectora.

El primer mecanismo del dolor clínico es el fenómeno de sensibilización periférica1. Dos

mecanismos operan para producir los cambios en la sensibilidad encontrada en el dolor clínico.

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Después de la lesión del tejido periférico, la reacción inflamatoria genera una sopa compleja de

mediadores inflamatorios y otros químicos que alteran las propiedades transductoras de los

nociceptores así que ahora ellos pueden ser activados por estímulos de baja intensidad. Este

fenómeno contribuye a cambios en la sensibilidad térmica que se presentan en la vecindad

inmediata de la lesión tisular [34] , [35]

. Se presume que la acción principal de los AINEs es la

prevención de la sensibilización periférica, al inhibir la producción de la enzima ciclooxigensa y

por tanto la producción de prostaglandinas en el sitio de la lesión [36] .

El segundo mecanismo del dolor clínico es el fenómeno de la sensibilización central. El impulso

nociceptivo a la médula espinal, dependiendo de su actividad, produce alteraciones en las

respuestas características de las neuronas del asta dorsal, que son de mayor duración a los

diferentes impulsos nociceptivos [37] . Esto permite a las neuronas del asta dorsal responder a

impulsos normales, incluyendo a los generados por mecanorreceptores A ß de umbral bajo,

normalmente inocuos en una forma anormal y exagerada [38] . La sensibilización central es

responsable de algunos de los cambios en la sensibilidad mecánica que se presenta en el sitio de la

lesión y de todos los cambios en la zona de la hiperalgesia secundaria por fuera de la lesión. Así

que la diferencia fundamental entre la sensibilización periférica y central es que la primera facilita

que estímulos de baja intensidad produzcan dolor, activando los nociceptores sensibilizados A δ y

C, mientras que la última es verdaderamente patológica ya que permite que impulsos normales de

los mecanorreceptores A ß de bajo umbral produzcan dolor como resultado de los cambios en el

proceso sensitivo de la médula espinal.

El primer estado es causado por potenciales sinápticos lentos generados por fibras A δ y C en

nervios del asta dorsal, los cuales duran hasta 20 segs32

, estos potenciales lentos resultan de la

liberación por los nociceptores de los axones terminales, en el asta dorsal medular, del aminoácido

neurotransmisor glutamato y de los neuropéptidos, substancia p y neurokinin A [39] . Estos

potenciales lentos de larga duración conducen a una sumación de potenciales durante los impulsos

nociceptivos repetidos de baja frecuencia, generando una despolarización de larga duración que

aumenta progresivamente, en las neuronas del asta dorsal. Subsecuentemente, un impulso de fibras

C de pocos segundos resulta en varios minutos de despolarización postsináptica. Esta

despolarización acumulativa resulta de la activación de los receptores del ácido N-metil-D-

aspartato (NMDA) por el glutamato [40] y posiblemente por la activación de receptores de

takininas por la substancia P y neurokinina A [41] . La activación de estos receptores cambia el

nivel del segundo mensajero en las neuronas espinales, como resultado de la entrada a través de los

canales iónicos y la activación del trifosfato de guanosina (GTP) unido a las proteínas. Este

segundo mensajero, a su vez, altera la actividad de la protein-kinasa, la cual puede alterar la

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función de los canales iónicos y las enzimas intracelulares por fosforilación de las proteínas. El

segundo mensajero también puede alterar indirectamente las proteínas cambiando el nivel de su

expresión [42] .

La relevancia específica de este escenario a la sensibilización central se ha demostrado por la

capacidad de los antagonistas de los receptores del NMDA y las takininas para evitar su desarrollo

[43] .

La identificación de la hiperalgesia secundaría, la sensibilización central y los mecanismos

incluidos pueden tener implicaciones importantes para el desarrollo de estrategias de analgesia

preventiva. Puede ser posible oponerse a la sensibilización central en la misma forma que los

AINEs se oponen a la sensibilización periférica [44] .

La demostración de que el receptor NMDA es importante en sostener la hiperexcitabilidad del

SNC ("windup"), dio lugar a la utilización de antagonistas de NMDA en modelos de investigación

clínica de analgesia preventiva. Estos antagonistas de los receptores NMDA son particularmente

efectivos en reducir la segunda fase de dolor que resulta de la sensibilización central.

Desafortunadamente, los bloqueadores de los receptores NMDA típicamente usados en estudios

animales no están disponibles para uso clínico [45] .

Estudios con animales han confirmado que el bloqueo aferente con anestésicos locales

administrados antes de la aplicación de un estímulo nocivo puede modificar la respuesta

conductual y la sensibilización de las neuronas del cordón posterior [46] . Sin embargo, en los

humanos varios estudios de infiltración de anestésicos locales previos a la cirugía como el bloqueo

de nervios periféricos produce resultados conflictivos [47] . En otros estudios, evaluando la

infiltración de las heridas previo a la cirugía, no se observan diferencias en el requerimiento de

analgésicos postoperatorios o en los escores de dolor [48] . El uso de bupivacaína intra articular

administrada antes de la incisión o después del cierre de la herida, no demuestra diferencia con

respecto al grado de dolor, y los pacientes que reciben inyección intra articular postoperatoria

requieren menos analgésicos en comparación al grupo preventivo [49] .

El bloqueo caudal preventivo con anestésicos locales no tiene una diferencia significativa en el

dolor o en el uso de analgésicos en comparación cuando el bloqueo se lleva a cabo al final del

procedimiento quirúrgico [50] . El uso de bupivacaína espinal preoperatoria, previo a histerectomía

abdominal no reduce los escores de dolor o la administración de analgésicos en el postoperatorio

en comparación con un grupo control [51] . La administración de anestésicos locales epidurales

antes o después de operaciones abdominales, previo a la administración de anestesia general

produce resultados conflictivos, algunos autores no encuentran beneficios [52] , en cambios otros

reportan una reducción significativa del dolor y de los requerimientos analgésicos cuando los

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comparan con grupos a los que se administra la misma droga epidural al final de la cirugía [53] .

La administración de 0.5 mg de morfina intratecal previa a la incisión quirúrgica de operaciones

intra abdominales, reduce hasta en un 50% la cantidad total de morfina postoperatoria en las

primeras 24 hs; lo que siguiere una ventaja significativa de la administración preventiva de la

morfina intratecal [54] .

La administración de morfina previa a la incisión intra abdominal, reduce el consumo de opioides

en el postoperatorio durante las primeras 24 hs, hasta en un 27%, presumiblemente al reducir el

establecimiento de la sensibilización central y la hiperalgesia secundaria [55] , sin embargo estas

ventajas no se han observado con otros opioides [56] .

Debido a que en la actualidad solamente la administración preventiva de opioides neuroaxiales,

particularmente la morfina, parecen ofrecer una ventaja clínicamente importante sobre la

administración postincisional y no así la aplicación de una sola intervención preoperatoria, por lo

que nuevos analgésicos pueden ser necesarios, tales drogas deberán ser dirigidas hacia la

prevención de la sensibilización periférica y a la sensibilización central. Actualmente los

antagonistas NMDA parecen ser los más promisorios para bloquear la sensibilización central y de

estos la ketamina es el único agente disponible clínicamente con actividad bloqueadora de los

receptores NMDA.

La ketamina potencia el efecto analgésico de la morfina epidural, especialmente cuando se

administra como preventiva en dosis subanestésicas [57] .

Otros agentes, como la adenosina y el óxido nítrico (NO), han mostrado modular el dolor y

disminuir los requerimientos postoperatorios de opioides. La adenosina parece actuar en el sistema

nervioso central, inhibiendo la liberación de transmisores excitatorios, de esta forma induciendo

efectos fisiológicos inhibitorios. Actualmente se está investigando la administración intratecal de

un análogo de la adenosina el R-phenylisopropyl adenosine (R-PIA), después del reporte de un

caso en que resultó efectivo, brindando un efecto de analgesia preventiva. Algunos gases

difusibles, como el óxido nítrico (NO) y CO, pueden tener funciones como neurotransmisores

envueltos en la transmisión del dolor (ej., sustancia P, histamina y bradikininas). Se piensa que

ellos incrementen los niveles celulares de CGMT en el SNC, activando la guanilil ciclasa. El NO

tiene importantes conexiones con los receptores de NNMA. Una variedad de drogas como los

opiáceos y los AINEs, además, interactúan con el NO como la morfina, incrementado su

producción mientras que otros la bloquean. [58]

Conclusión

La anestesia preventiva ciertamente parece razonable y simple en cualquier paciente en el que se

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espere tenga dolor postoperatorio significativo. Debido a que el impulso aferente puede provocar

alteraciones prolongadas dentro del SNC, el tratamiento óptimo del dolor agudo debería enfocarse

a evitar la sensibilización periférica y prevenir el establecimiento de la sensibilización central.

Puede ser posible que en muchas instancias, uno puede ya estar ejecutando una técnica de

analgesia preventiva sin esa clara misión. Esto puede no ser más complejo que lo anticipado en un

editorial por Bridenbaugh [59] que la premedicación opioide "clásica" dada 1-2 horas antes de la

operación planificada era analgesia preventiva. No obstante, muchos más estudios clínicos son

necesarios y estos necesitan ser rigurosamente controlados y los pacientes seguidos por un tiempo

suficiente, de manera que pueda obtenerse información confiable.

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57

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Control de dolor postoperatorio en el paciente con cáncer

Autor: Dr. Ricardo Plancarte Sanchez, Dr. Rubén Velásquez Suárez

Publicado el 19 de julio de 2010

Dr. Ricardo Plancarte Sanchez, Dr. Rubén Velásquez Suárez

Introducción

El tratamiento del dolor debe considerarse un reto constante en el ejercicio de la medicina. En

nuestro tiempo cuando los milagros médicos son rutinarios, es inaceptable que más de la mitad de

los pacientes sometidos a intervenciones quirúrgicas presenten dolor que podría haber sido aliviado

o por lo menos mitigado con el uso racional de los analgésicos. La Task Force de la Sociedad

Americana de Anestesiología en el Capítulo Manejo del Dolor, Sección Dolor Agudo, no ha dado

preferencia particular de definición o clasificación del dolor postoperatorio en el paciente con

cáncer. Para este comité el dolor agudo en una situación postoperatoria, definido como el dolor que

se presenta en el paciente quirúrgico debido a una enfermedad preexistente, al procedimiento

quirúrgico o a una combinación relacionada con la enfermedad y a fuentes asociadas al

procedimiento. De igual forma la Asociación para el Estudio y Tratamiento del Dolor en el capítulo

respectivo, tampoco hace una distinción al paciente con dolor postoperatorio y cáncer.

Los pacientes con cáncer pueden desarrollar una variedad de síndromes de dolor agudo y crónico en

el curso de su tratamiento quirúrgico por cáncer. El dolor agudo postoperatorio es común,

usualmente autolimitado, su manejo inadecuado puede desencadenar el dolor posquirúrgico crónico,

que aunque raro, cuando ocurre presenta un problema difícil de control. La preocupación del

paciente es que el dolor persistente es evidencia de enfermedad. La preocupación del médico, al

menos inicialmente, es comparable.

Este capítulo pretende una revisión actual de la literatura y sugerir algunas alternativas terapéuticas

útiles y prácticas en el manejo del dolor postoperatorio en el paciente con cáncer.

Beneficios clínicos del control del dolor postoperatorio

El manejo anticipado, oportuno y agresivo del dolor postoperatorio sobre todo en estos enfermos,

proporciona beneficios por demás evidentes, por Ej., confort postoperatorio, disminución de los

factores desencadenantes de la respuesta psicológica y neuroendocrina al estrés, reducción de la

incidencia de trombosis y complicaciones pulmonares. Estos beneficios contribuyen a una

recuperación y estancia hospitalaria más corta, disminuyendo la morbilidad y posiblemente la

mortalidad.

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Evaluación del dolor postoperatorio en el paciente con cáncer

El verdadero dolor postquirúrgico de una naturaleza crónica, se presenta en el momento de la

cirugía o lentamente se desarrolla y aumenta en intensidad desde el momento de la cirugía. Esto

contrasta al dolor agudo postoperatorio el cual es intenso inmediatamente después a la cirugía y

lentamente se disipa. Los síndromes de dolor postquirúrgico están caracterizados por dolor

persistente o recurrente después de que el dolor quirúrgico inicial se ha disipado. Seis síndromes

principales de dolor postquirúrgico se presentan en pacientes con cáncer que se someten a cirugía:

dolor postdisección radical de cuello, postmastectomía, postoracotomía, postnefrectomía,

postamputación de miembro y postabdominoperineal. Estos síndromes dolorosos son resultado de

cambios e imbalance en las estructuras músculo esquéleticas o lesión de plexos o nervios

periféricos.

Dolor postdisección radical del cuello

Se debe a la lesión quirúrgica o a la interrupción de los nervios cervicales; se caracteriza por una

sensación ardorosa severa en el área de la pérdida sensitiva. Las disestesias y el dolor por descarga

intermitente son frecuentes, se hace evidente cuando el dolor de la herida quirúrgica se desvanece y

se intensifica con el reconocimiento del área de la pérdida sensitiva. Puede estar presente también

un segundo tipo de dolor como resultado del imbalance músculo esquelético y los cambios

asociados en el hombro después de eliminación quirúrgica de los músculos del cuello. Este

síndrome músculo-esquelético semeja al síndrome del hombro colgado, síndrome de salida de

tórax, puede acompañarse de atrapamiento de nervio supraescapular.

Dolor postmastectomía

Es consecutivo a cualquier procedimiento quirúrgico radical de mama con disección axilar. Se debe

a la interrupción traumática del nervio intercostobraquial, una rama sensitiva cutánea de T1-T2.

Puede presentarse inmediatamente consecutivo a la cirugía o hasta seis meses después y se

manifiesta como un dolor ardoroso, constrictivo y severo en la parte posterior del brazo y la axila,

irradiado a la pared anterior del tórax. Debe hacerse el diagnóstico diferencial de la infiltración

tumoral del plexo braquial.

Dolor postoracotomía

Se presenta en la distribución de un nervio intercostal después de la interrupción quirúrgica o lesión.

La tracción o resección costales son las causas comunes de lesión nerviosa durante un

procedimiento quirúrgico torácico. Se caracteriza por dolor persistente en la distribución de la

incisión con pérdida sensitiva con o sin cambios autónomos. Hay frecuentemente puntos gatillo con

sitios de dolor exquisito.

Dolor postnefrectomía

Se debe a la incisión quirúrgica en el flanco, la técnica más común para la disección y nefrectomía

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retroperitoneal. Se debe a lesión de L1 y se caracteriza por una sensación de entumecimiento,

plenitud y pesantez en la parte anterior derecha del abdomen, a veces en la ingle. Las disestesias son

comunes.

Dolor postamputación

Se presenta después de la amputación quirúrgica de un miembro, es diferente de la sensación del

miembro fantasma que se presentan en todos los pacientes después de la amputación de un

miembro. Usualmente se presenta en pacientes con dolor en el mismo sitio previo a la amputación,

esta puede inicialmente magnificar el dolor disminuyendo lentamente a través del tiempo. El dolor

se caracteriza como una sensación disestésica, ardorosa, exacerbada por el movimiento y bloqueada

por la inyección de anestésicos locales.

Dolor postabdominoperineal

Se presenta como consecuencia de la amplia disección de la región abdomino perineal que involucra

la lesión de los nervios inguino crurales, del plexo lumbar y sacro, con participación importante del

sistema autónomo, se caracteriza por dolor ardoroso, continuo, sin respetar la línea media, con

sensación de llenura, ano fantasma.

Plan de tratamiento

Una meta importante de la anestesia moderna es asegurar que el paciente quirúrgico recupere la

conciencia con un buen control del dolor. Esto exige un plan de tratamiento que se inicia desde

antes de la inducción anestésica, incluyendo no solamente el analgésico adecuado sino también de la

vía de administración adecuada. Puede ser tan sencillo como unas simples medidas de prevención o

tan complejo como el uso de bloqueos nerviosos centrales que requieren de una monitorización

continua por personal capacitado.

Una propuesta práctica de tratamiento es una escalera de opciones con las siguientes alternativas:

a)Medidas terapéuticas muy simples.

b) Medidas terapéuticas simples.

c) Medidas terapéuticas complejas.

d) Medidas Terapéuticas muy complejas.

e) Medidas Terapéuticas especiales.

La elección del método considerará evaluar la habilidad del médico, el conocimiento farmacológico

de los analgésicos y la capacidad del personal que evalúa y monitorea al paciente. Conjuntamente

con el costo beneficio del uso de cualquiera opción.

Medidas terapéuticas muy simples:

Analgesia preventiva farmacológica y no farmacológica; Analgesia preventiva regional

La administración de substancias analgésicas antes de cualquier estimulo doloroso se conoce como

analgesia preventiva, su efecto se manifiesta cuando la analgesia se extiende más allá de la duración

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esperada de la droga administrada y se aplica con el fin de evitar el desarrollo de la

hiperexcitabilidad central, aun si ésta ocurre después de la cirugía.

Durante el transoperatorio el trauma quirúrgico origina impulsos nociceptivos aferentes desde el

sitio quirúrgico a la médula espinal, produciendo cambios medulares, electrofisiológicos y

morfológicos; se ha sugerido que estos eventos son mediados por los receptores N-Metil-D-

Aspartato (NMDA), considerados como los receptores de la memoria del dolor, porque mantienen

la neuroplasticidad y la hiperalgesia después de que el estímulo (quirúrgico) doloroso inicial ha

terminado,,,. Se ha sugerido que los eventos mediados por los receptores NMDA no son inhibidos

por la anestesia general o los bloqueos regionales,..

Analgesia preventiva no farmacológica

Se inicia durante la visita preoperatoria estableciendo una relación de confianza médico paciente,

informando la causa del dolor esperado en función del tipo de cirugía y exponiendo las alternativas

de control y alivio del mismo,. Esto se logra evaluando preoperatoriamente cada caso en particular y

reevaluando el dolor durante el postoperatorio inmediato,.

Analgesia preventiva farmacológica

Se basa en la hipótesis de que la administración de dosis pequeñas de analgésicos previos a la

cirugía, evita o disminuye los impulsos nociceptivos aferentes, reduciendo la hiperexcitabilidad

medular y consecuentemente el dolor postoperatorio,,,,

.

Analgesia preventiva regional

La analgesia regional de campo previa a la cirugía también evita o disminuye los impulsos

nociceptivos aferentes asociados al trauma quirúrgico, por tanto, previniendo el desarrollo de la

hiperexcitabilidad central inducida por la lesión,,.

Medidas terapéuticas simples.

Administración de analgésicos antiinflamatorios no esteroideos (AINEs), Administración de

opioides parenterales, Técnicas de analgesia regional

La vía oral, aunque es la más recomendada para el manejo del dolor crónico, en el manejo del dolor

postoperatorio del paciente con cáncer no ha demostrado su utilidad., La vía subcutánea se asocia a

la evidencia de ofrecer una excelente analgesia con menos efectos colaterales que la vía IM y puede

ser preferida por los pacientes a la ruta IV. La vía IM se asocia a la molestia de la inyección y a la

irritación tisular causada por el fármaco, además la absorción es impredecible y no uniforme., La vía

IV es la más aceptada, se usa para obtener y mantener un nivel plasmático estable del fármaco y una

óptima eficacia analgésica, sin embargo, se asocia a la dificultad de predecir la dosis óptima para

una analgesia efectiva sin el riesgo de sobredosificación.

Administración de analgésicos antiinflamatorios no esteroideos (AINEs)

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62

A menos que estén contraindicados, el manejo del dolor postoperatorio debe iniciarse con un

analgésico antiinflamatorio no esteroideo. Los AINEs constituyen un grupo heterogéneo de

compuestos, que comparten ciertas acciones farmacológicas y terapéuticas al inhibir la enzima

ciclooxigenasa responsable de la conversión del ácido araquidónico en prostaglandinas,

suprimiendo la síntesis y liberación de prostaglandinas en el sitio del trauma o inflamación,,

confiriéndoles propiedades analgésicas, antiinflamatorias, antipiréticas y antiplaquetarias,, sin

embargo, sus acciones no se limitan exclusivamente a la periferia, sino que también producen

analgesia por sus efectos en el SNC, inhibiendo las vías nociceptivas endógenas descendentes,

mecanismo independiente de la síntesis de prostaglandinas,,,. Además tienen acciones sobre el asta

dorsal que contribuyen a sus efectos analgésicos y anti inflamatorios,.

Los AINEs se diferencian de los analgésicos opioides en que no se unen a receptores opioides, por

lo que no producen dependencia psicológica. Tienen un efecto máximo, dosis más allá de las

convencionales no producen efectos analgésicos adicionales, si acaso, aumentan su duración de

acción pero a costa de un mayor número de efectos colaterales. El uso crónico de los AINEs se

asocia con numerosos efectos colaterales de origen central, hemostático, gastrointestinal, renal y

cardiovascular. No obstante, los efectos colaterales son muy raros después de su administración por

corto tiempo,,. Los grupos de riesgo más importantes para el uso de AINEs

47 se resumen en el

Cuadro I.

Cuadro I. Características asociadas con el aumento del riesgo de efectos colaterales por el uso

de AINEs47

Alcoholismo, condiciones alérgicas

Asma, aterosclerosis, edad avanzada

Trastornos de la coagulación, insuficiencia cardiaca

Interacción de drogas (anticoagulantes, litio)

Hipovolemia e hipotonía, enfermedad ácido-péptica

Pólipos nasales, insuficiencia renal

En general todos los AINEs tienen parámetros farmacocinéticos semejantes, se unen a proteínas

plasmáticas, su eliminación depende del metabolismo hepático y sus metabolitos inactivos (a

excepción del sulindac que se metaboliza a una forma activa) se eliminan por orina y heces (Cuadro

II).

Cuadro II. Parámetros farmacocinéticos de algunos AINEs usados más frecuentemente61

AINEs C. Mx. h Vida ½ h I.A. h D. h D.

mg/h D.Mx 24 h

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Acetaminofén 0.5 - 2 1 - 4 0.5 4 - 6 600 - 975/4 4000

Aspirina 0.25 - 2 3 - 12 0.5 4 - 6 600 - 975/4 4000

Diclofenaco 2 - 3 1 - 2 1 6 - 8 50 - 75/6 200

Diflunisal 2 - 3 8 - 12 1 8 -12 500/12 1500

Ibuprofén 1 - 2 2 - 3 0.5 4 - 6 200 - 600/8 3200

Indometacina 2 - 4 4 - 6 1 8 - 12 25 - 50/8 200

Ketorolac P 0.5 - 1 3 - 8 0.5 6 30 - 60/6 150

Ketorolac O 0.25 - 1 4 - 6 0.5 6 10/6 40

Ketoprofeno 1 -1.5 12 - 24 0.5 6 -8 100 -200-12/24 200

C Mx hs = concentración máxima en horas; Vida ½ = vida media en horas; I.A. h = inicio de

analgesia en horas; D. h = duración de la analgesia en horas; D. mg/h = dosis de mg en horas.

Los AINEs son efectivos en el manejo del dolor de ligero a moderado, la selección de uno de ellos

se basa en su perfil farmacocinético y el perfil de sus efectos colaterales. Es recomendable iniciar

siempre con una dosis de carga previa a la cirugía y continuar con las dosis terapéuticas para cada

fármaco en especial. Si por alguna razón se cambia un AINE por otro o se cambia la vía de

administración, usar siempre dosis equianalgésicas47,55,61

. Cuando el dolor postoperatorio es

moderado a intenso se aconseja usar AINEs con mayor potencia y calidad analgésica que

antiinflamatoria, ketoprofeno o el ketorolaco, particularmente se encuentran informes favorables en

paciente con cáncer. Combinados con opioides producen una acción sinérgica, obteniéndose una

analgesia de mejor calidad con dosis menores de ambos analgésicos y menos posibilidad de efectos

colaterales47,

.

Administración de opioides parenterales

Son los fármacos más importantes en el manejo del dolor postoperatorio en el paciente con cáncer

(ver Cuadro III), ofrecen una buena calidad de analgesia, permiten una tos más efectiva, una

ventilación más profunda y una deambulación más temprana,,. No obstante, su administración

adecuada exige seguir ciertas recomendaciones: conocer sus acciones farmacocinéticas y

farmacodinámicas, con el objeto de sustituir de manera racional un opioide por otro en la presencia

de efectos colaterales. Su duración de acción, desde las de duración ultra corta (alfentanil) hasta las

de duración ultra larga (metadona). Identificar la droga de elección, la dosis, la vía de

administración, el grado de dolor y el tipo de anestesia. Evaluar la historia del paciente tolerante,

conocido o sospechado de abusador de drogas,. Administrar siempre por horario de acuerdo al perfil

farmacológico del opioide elegido, evitar siempre la administración PRN; considerando siempre el

beneficio adicional de la dosis de rescate. Vigilar estrechamente la aplicación de las primeras dosis

del opioide y considerar la alternativa de un cambio de la vía de administración si se justifica, sin

olvidar que en este caso el concepto de equianalgesia será indispensable para el paso de una ruta a

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otra y la continuación de una analgesia sostenida. Considerar y anticipar el manejo de los efectos

colaterales (depresión respiratoria, sedación, constipación, náusea, prurito, retención urinaria),

incluyendo los factores predisponentes del paciente (prostatismo, enfermedad pulmonar crónica) y

terapia concomitante (anticolinérgicos, benzodiacepinas), así como la forma de evaluar y tratar estos

efectos,. Considerar el beneficio de las rutas alternas de los opioides, en comparación con las rutas

tradicionales para procedimientos y pacientes específicos59,, ,

. Creer en la queja del paciente y nunca

usar placebos,.

Cuadro III. Dolor postoperatorio. Opioides IV

Fármaco Dosis inicial (mg/kg) Incrementos en min

Morfina 0.08 - 0.12 0.03 mg/kg - 10

Meperidina 1 - 1.5 0.30 mg/kg - 10

Codeína 0.5 - 1 1/3 del total - 15

Nalbufina 0.08 -0.12 0.03 mg/kg - 10

Butorfanol 0.02 -0.04 0.01 mg/kg - 10

Buprenorfina 0.02 mcg.kg ¼ del total - 10

Tramadol 1 - 1.5 0.30 mg/kg - 10

Cuidados paliativos en el paciente oncológico.

Autor: Cuidados paliativos en el paciente oncológico.

Publicado el 19 de julio de 2010

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65

Dra. Yuliana I. Olivero Vásquez

" Curar a veces, mejorar a menudo, cuidar siempre "

Aún cuando se ha logrado mucho y las perspectivas futuras son esperanzadoras, en el campo de la

Oncología hay muchos pacientes que mueren a causa del cáncer y los que sobreviven demandan

mayor atención en cuanto a aspectos médicos y sanitarios.

La Oncología se plantea objetivos bien precisos: curar al paciente, aumentar la supervivencia,

aumentar los intervalos libres de enfermedad, mejorar la calidad de vida y aliviar los síntomas. Para

lograr estas metas es necesario el uso de técnicas complejas y sofisticadas, que en ocasiones trae

como consecuencias el deterioro en la calidad de vida del paciente.

Se calcula que en los países desarrollados el cáncer es curable en un 40 - 50%,1 no siendo así en los

países latinoamericanos, en los cuales el porcentaje es mucho menor, si consideramos que la

mayoría de las veces el diagnóstico de cáncer se hace en estadios avanzados lo que acorta la

posibilidad de curación. Paralela a esta situación hay una tendencia demográfica de envejecimiento

en nuestra población que la hace susceptible a sufrir enfermedades crónicas y degenerativas que

potencialmente van a demandar de asistencia especial por parte de los servicios de salud. En México

el cáncer es la segunda causa de muerte en edad productiva como postproductiva,2 lo que nos debería

hacer pensar que en los próximos años este sería un problema sanitario en el cual se tendría que

enfatizar la importancia de las unidades de cuidados paliativos.

En este sentido los cuidados paliativos se perfilan como una opción factible en nuestro medio que

fundamentalmente ofrecen una atención de calidad, centrada en la persona como unidad bio-psico-

social-espiritual y su familia, con posibilidades de involucrar a la comunidad en la atención del

paciente, optimizando los recursos institucionales, con gran impacto en la calidad de la atención, la

cobertura y costos de atención de estos pacientes.

Desarrollo de los cuidados paliativos

La primera unidad de cuidados paliativos de la que se tienen datos históricos fue en Roma en el año

474 D.C, fundada por Fabiola, la cual atendía a peregrinos procedentes de África. Posteriormente en

la edad media se crearon centros en los que se atendía a peregrinos y enfermos procedentes de las

cruzadas. Los cuidados paliativos modernos inician hace 25 años con la apertura del Hospice St.

Christopher's en Londres,3 que fue la base para el desarrollo mundial de los cuidados paliativos y

marca un cambio fundamental en el abordaje para enfermedades incurables y pacientes moribundos.

La medicina paliativa involucra el estudio y tratamiento del paciente con enfermedad muy avanzada

para quién el pronóstico de vida es limitado y el foco de la atención es la calidad de vida. La

medicina paliativa es una práctica exclusiva del médico y en muchas partes del mundo es

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66

considerada una nueva especialidad médica.

En lo que respecta al concepto de cuidados paliativos la OMS proporciona la siguiente definición: "

Los cuidados paliativos son los cuidados activos totales de los pacientes con enfermedad que no

responden a tratamiento curativo. Donde el control del dolor y de otros síntomas, problemas

espirituales, sociales y psicológicos son lo principal".

Los cuidados paliativos son de la competencia no sólo del médico sino que su abordaje es a través de

un equipo interdisciplinario en el que participan médicos, enfermeras, psicólogos, trabajadores

sociales, terapistas, guías espirituales y voluntarios. La meta de los cuidados paliativos es la

realización de una mejor calidad de vida para los pacientes y sus familiares; afirman la vida y

consideran la muerte como un proceso normal, no es prolongar la vida de los pacientes ni acelerar su

muerte, pero sí hacer lo que les queda de vida más confortable y significativo como sea posible y

ofrece un sistema de soporte para ayudar a la familia a enfrentar la enfermedad del paciente y su

duelo.

Los cuidados paliativos pueden ser aplicables a otras enfermedades crónicas como: SIDA,

enfermedad de neurona motora, desordenes neurológicos degenerativos, EPOC, enfermedades

cardiovasculares, etc, beneficiándose por este abordaje de salud pública usando los mismos métodos,

principios y políticas.4

El desarrollo de los cuidados paliativos ha estado ligado en muchos lugares del mundo a las clínicas

del dolor; es probable que esta relación se deba a que gran parte de la población que las clínicas del

dolor atienden son pacientes con enfermedad en fase terminal, en su mayoría oncológica. Sin

embargo puede ser factor de confusión en el sentido que muchas veces se habla indiscriminadamente

de clínicas del dolor y cuidados paliativos; si bien es cierto que ambas actividades se complementan

existen diferencias sustanciales (Cuadro I).

Cuadro I. Diferencias entre las Clínicas de Dolor y las Unidades de Cuidados Paliativos

Área de comparación Clínica del Dolor Cuidados Paliativos

Objetivo de la intervención Diagnóstico fisiopatológico y

tratamiento del dolor agudo o

crónico, benigno o maligno

Atención integral de pacientes

en fase terminal y su familia

Población Objeto Paciente con dolor de difícil

control y refractario, de

cualquier etiología y

evolución

Pacientes con enfermedad en

fase terminal.

Actividades Prescripción de medicamentos

antiálgicos, realización de

El ámbito de actividades es

muy amplio, incluye aspectos

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67

procedimientos invasivos para

el control del dolor

bio-psico-social-espiritual y

desarrolla sus actividades en

el hogar, hospital y otros

escenarios

Modalidad de trabajo Trabajo individual o en equipo

multidisciplinario

Trabajo en equipo

interdisciplinario

Meta Alivio del dolor Mantener y mejorar la calidad

de vida de los pacientes en

fase terminal y su familia

Objetivos de los cuidados paliativos

La Dra. Cecily Saunders resume en cinco objetivos básicos el que hacer de los cuidados paliativos:

1. Incrementar al máximo el potencial de cada paciente en forma individual y dentro del grupo

familiar. Este objetivo plantea la necesidad de mantener un sentido de dignidad en cada paciente

hasta su muerte, luchando por mantener su rol dentro del núcleo familiar.

2. Estimular la mejoría y el saneamiento de las relaciones del paciente.

3. Incrementar la comunicación en el paciente. Involucra el ser escuchado, aspecto que tal vez sea el

más prioritario para el paciente, el tener la posibilidad de expresar sus temores y miedos sin ser

censurado, el que se le aclaren sus dudas con respecto a su enfermedad y sus tratamientos, la

posibilidad de recibir respuestas honestas, el compartir su angustia.

4. Controlar el dolor y otros síntomas que acompañen la enfermedad.

5. Brindar soporte a la familia del paciente.

El principio de familia como unidad de manejo, no significa descargar en ésta la responsabilidad de

su familiar; la familia es una fuente extraordinaria de recursos para la atención de pacientes en fase

terminal, sin embargo es susceptible de enfermar si no se le apoya, se le acompaña en el proceso y

se le educa.

Equipo interdisciplinario

La composición del equipo interdisciplinario de los cuidados paliativos puede variar dependiendo del

estado del desarrollo del programa, los objetivos del programa y las necesidades del paciente, así

como con los recursos con que se cuenten. Muchos programas pueden incluir: médicos, enfermeras,

trabajadoras sociales, clero, psicólogos, terapistas físicos, tanatólogos, voluntarios, etc., otras

disciplinas incluyen en su programa según necesidad y pueden ser disponibles únicamente como

consulta.

Los escenarios de intervención son: Hospitales, Consulta externa, servicios domiciliarios y hospicios

esto depende del programa con que se cuente y de los recursos disponibles. La casa es el punto focal

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para los cuidados paliativos, el paciente oncológico siempre que se pueda debe permanecer fuera del

hospital por diferentes motivos: prevención de infecciones, razones psicológicas, sociales, culturales,

de confortabilidad y laborales.

Hay indicaciones muy precisas para la atención hospitalaria. La mayoría de los pacientes prefieren

morir en casa y no en la soledad de un hospital. El equipo de cuidados paliativos domiciliarios debe

tener la experiencia y habilidad para ofrecer soporte al paciente y su familia, capaces de mejorar

crisis de síntomas físicos y emocionales. Los cuidados terminales para el paciente con cáncer

pueden ser dados en casa, con un sistema integrado de cuidados en coordinación con el sector de

cuidado primario, el hospital y el hospicio.

Los equipos de cuidados paliativos deben estar en contacto y colaboración con el centro oncológico.

En la unidad de cuidados paliativos el trabajo en equipo es fundamental para conseguir el objetivo

común, el confort del paciente.

Criterios de ingreso a los programas de cuidados paliativos

Deberá tomarse en consideración la opinión del paciente y su familia, ya que estos pueden rechazar

la intervención del equipo; en tal situación deberá respetarse la decisión y mantener una posición de

apertura y flexibilidad por si en el futuro se acepta. Es importante que cada equipo establezca los

criterios de admisión de los pacientes a los programas de cuidado paliativo; estos criterios dependen

de: tipo y ubicación del equipo, recursos con los que se cuente, capacidad de oferta de servicios y

actividades definidas.

El equipo de cuidados paliativos no deberá asumir estudios de estadificación de enfermedades o

tratamientos curativos, esto significa que los pacientes para ser abordados por equipos de cuidados

paliativos deberán venir adecuadamente referidos por su médico tratante en donde se especifique la

condición de incurabilidad y el pronóstico reservado del padecimiento.

Prevalencia de síntomas en pacientes con cáncer avanzado

La presencia de síntomas pueden ser atribuidos al tumor, al tratamiento o a la inmovilidad5,6

. Los

cuidados continuos de los pacientes con enfermedad avanzada en colaboración con los hospitales

generales y equipos de cuidados domiciliarios ha llevado a disminuir el número de pacientes que

necesitan ser admitidos en un hospital al final de sus vidas. En las últimas semanas de vida los

pacientes y la familia tienen necesidades incrementadas, la importancia primaria es proveer

información y facilitar la comunicación con referencia a la aparición de probables síntomas (Cuadro

II), para reducir su impacto en la familia y el paciente.

Cuadro II. Prevalencia de síntomas en el paciente con cáncer avanzado

Astenia 76.7 (%)

Anorexia 68 (%)

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69

Dolor 51 (%)

Ansiedad 50.6 (%)

Constipación 49 - 23 (%)

Náusea/vómito 44 (%)

Pérdida de peso 39 (%)

Disturbios del sueño 34.7 (%)

Hay que recordar que se requiere evaluar periódicamente al paciente y siempre individualizar los

tratamientos de acuerdo a la sintomatología existente, cuál es la que en el momento de la evaluación

es más molesta para el paciente, si es necesario el uso de ansiolíticos, antieméticos, etc. En caso de

dolor hay que clasificarlo adecuadamente, para así poder instituir el tratamiento adecuado, como

sería opioides débiles o potentes de acuerdo a la intensidad o evaluar el uso de adyuvantes

(antidepresivos, anticonvulsivantes, AINEs, etc). El uso de sondas nasogástricas, infusiones IV,

antibióticos, resucitación cardiaca, respiración artificial u algunos procedimientos invasivos, no es

apropiado en pacientes cerca de la muerte y en el cual no se espera recuperar la salud.

Cuidados biopsicosociales

El cuidado del paciente paliativo se extiende más allá del manejo del dolor y de los síntomas;7 el

paciente se ajusta a la disminución de su habilidad física y el duelo anticipado de la pérdida de su

familia, amigos y todo lo que le es familiar. La familia así como ellos se ajustan al hecho que uno de

ellos está muriendo, aunque psicológicamente es demandante para los médicos, enfermeras y otros

cuidadores.

La ética de los cuidados paliativos es aquella de la medicina en general, los médicos tienen una

responsabilidad dual, es decir preservar la vida y aliviar el sufrimiento. Al final de la vida, el alivio

del sufrimiento es de mayor importancia que preservar la vida. Esto es que el paciente tiene derechos

que en ocasiones los médicos olvidamos, estos son: necesidad de ser tratado y reconocido como

persona, ser honestos con respecto a su enfermedad, recibir la información debida, discutir las

opciones de tratamiento con el paciente, aceptar la negativa del tratamiento, promoción de la

autonomía y la dignidad, así como la creación de un ambiente de respeto, confort, soporte y

comunicación que influirá de manera decisiva en el control de los síntomas.

Los cuidados paliativos deben ser incluidos como parte del cuidado total al momento del diagnóstico

de cáncer y no como una medida de último recurso; los médicos que esperan curar también deben de

ayudar a los pacientes a no sufrir y estar libres de dolor. No existe incompatibilidad entre la medicina

curativa y la medicina paliativa, si bien al inicio del diagnóstico de cáncer su participación es

mínima, ésta se va incrementando según avance la enfermedad.

CONCLUSIONES

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70

Ya que dos terceras partes de los pacientes con cáncer en el mundo son incurables, la OMS

proporciona programas y abordajes que responden a necesidades reales, estas políticas pueden ser

trasladadas de acuerdo a las necesidades y programas de cada país:8 educar a los profesionales de la

salud a cerca de la necesidad para el control del dolor y los cuidados paliativos; sensibilizar a los

pacientes y a sus familiares que el dolor y otros síntomas pueden ser controlados; establecer políticas

claras y asegurar la disponibilidad de medicamentos, particularmente la morfina; hacer ver a las

autoridades de salud pública de la necesidad de hacer a los cuidados paliativos una prioridad en sí o

como parte de un programa de control de cáncer a nivel nacional, ya que la mayoría de los recursos

económicos están destinados a la curación.

En México hay unidades de cuidados paliativos establecidas oficialmente en la Ciudad de México,

en el Instituto Nacional de Cancerología y el Nuevo Hospital Civil en Guadalajara, Jalisco.9

La implementación de programas de cuidados paliativos es difícil y a veces complejo, considerando

la diversidad de modelos de organización de servicios de salud, las limitaciones presupuestarias en

nuestro medio, las prioridades de las políticas de salud, inaccesibilidad a ciertos fármacos como los

opioides, falta de recursos humanos capacitados en esta área y aspectos culturales con relación al

enfermo terminal y la muerte, son algunos aspectos que podríamos mencionar como barreras que se

tienen que obviar para el desarrollo de los cuidados paliativos.

Incluso en la última etapa de la vida, cuando la medicina nada puede hacer por curar una enfermedad

irreversible, el paciente necesita sentir que no todo está perdido y que morirá acompañado y sin

dolor, en un ambiente familiar y rodeado de los seres queridos y no en la frialdad de un hospital. El

conocimiento de que la muerte es un proceso normal e inevitable a menudo es difícil para los

médicos y los pacientes, así como los médicos oncólogos el aceptar que la enfermedad ha ganado la

batalla y no caer en el encarnizamiento terapéutico sino tener la capacidad de aceptar que la

enfermedad ha avanzado y enviar a los pacientes a una unidad de cuidados paliativos a bien

morir.

Referencias

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2. Dirección General de Estadística e informática, Secretaría de Salud 1997.

3. Derek D, Hanks GW, MacDonald Nl. Introduccion. In: Oxford textbook of Palliative Medicine

1998:3-67.

4. Rousseau P. Palliative care in Managed Medicare: reasons for hope and for concern. Geriatrics

1998;53:59-63.

5. Conill C, Verger E, Henríquez I, Saiz N, Espier M, Lugo F, Garrigos A. Symptom prevalence in

the last week of life. J Pain Symptom Manage 1997:14:328-331.

6. Vainio A, Auvinen A. Prevalence of symptoms among patients with advanced cancer: An

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71

International Collaborative Study. J Pain Symptom Manage 1996:12:3-10.

7. Twycross R. Symptom management in advanced cancer 1997:1-11.

8. Stjernsward J, Colleau SM, Ventafrida V. The World Health Organization Cancer Pain and

Palliative Care Program. Past, present, and future. J Pain Symptom Manage 1996:12:65-72.

9. Allende S, Carvel CH. Mexico: Status of cancer pain and palliative care. J Pain Symptom

Manage 1996:12:121-123

Estado inmunológico del paciente con cáncer

Autor: Dr. Luis Padierna Olivos

Publicado el 21 de julio de 2010

Aparato inmunológico

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Antes de iniciar la descripción y mecanismos del sistema inmunológico, debemos ubicarlo en todo el

contexto biológico. Es bien conocido que el papel que se le atribuye fundamentalmente al sistema

inmunológico es el de protección y es de esta función de donde toma su nombre, inmune deriva del

latín inmunis (esto es, exento de cargos, impuestos, pagos). Por esto cuando nos referimos a la

inmunidad pensamos en la resistencia al posible ataque de agentes nocivos a nuestro organismo.

Nosotros debemos considerar que la función más importante que tiene el sistema inmune no es

necesariamente la de protegernos. Esto indudablemente rompe con nuestro esquema o concepto

acerca de la respuesta inmunológica; sin embargo se considera que la misión más importante que

cumple es contribuir a la homeostasis en el individuo. Esto significa que todos los mecanismos que se

describen como fenómenos de protección meramente son elementos participantes en una homeostasis

dinámica.1

Sin olvidar los conceptos antes señalados sobre la respuesta inmunológica podemos dividir los

mecanismos de protección en: a) inespecíficos o innatos y b) específicos o adquiridos.

a) Inespecíficos o innatos. Se considera a todos aquellos fenómenos de protección con los cuales el

sujeto nace, por lo tanto no se inducen. Dentro de estos mecanismos se encuentran barreras mecánicas

como la piel y la mucosa que con su sola presencia impiden la entrada a agentes patógenos; agentes

químicos como el ácido undecilínico, lisozima, pH gástrico, pH vaginal, pH urinario; elementos

mecánicos como el movimiento ciliar para la eliminación de bacterias por medio del moco; la

población de gérmenes no patógenos que evitan la presencia de gérmenes patógenos, etc. Dentro de

los mecanismos inespecíficos resalta la participación de las células fagocíticas en la eliminación y

destrucción de gérmenes que ingresan a la economía de nuestro organismo. Estas células derivadas de

la serie monocítica macrófago, son de diferentes tipos pero todas generadas en la medula ósea, aunque

tomen diferentes nombres como por ejemplo: células de Kupffer en hígado, macrófagos alveolares en

pulmón, osteoclastos en hueso, etc. En sangre periférica se encuentra a los polimorfonucleares (PMN)

y monocitos (MN).

Otro tipo de células de la resistencia natural son las células NK (natural killer - asesinas naturales), las

cuales tienen la capacidad de identificar y destruir células tumorales sin tener un reconocimiento

previo. Por lo que son consideradas como la primera línea de defensa contra tumores.

De primordial importancia son las proteínas consideradas de fase aguda como el sistema del

complemento, el cual está constituido por cerca de veinte diferentes proteínas, que tienen las

características de activarse en cadena hasta producir la lisis de bacterias o de células. Durante esta

activación se llevan a cabo diferentes actividades biológicas como la opsonización, la cual permite

una fácil fagocitosis por las células encargadas para este fin, llevándose a cabo así un fenómeno

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amplificador de la resistencia natural. Lo antes descrito se realiza por la fracción C3b del

complemento. Otro fenómeno de gran importancia es la liberación de moléculas con una gran

actividad biológica C3a y C5a las cuales tienen la capacidad de atraer células fagocíticas al sitio de

lesión, incremento del fluido sanguíneo y aumento de la permeabilidad vascular con la consecuente

salida de moléculas del plasma que participan en el fenómeno de protección.

Dentro de las moléculas que se consideran de resistencia natural se encuentran los interferones (INFs),

cuyo fenómeno fue descrito por Issacs y Lindenman en 1955 como protección para infecciones

vírales. En la actualidad se conocen tres tipos de interferones, alfa, beta y gamma, a las que no tan

solo se les ha atribuido una actividad antiviral sino una gran participación en los fenómenos de

inmunoregulación, de expresión de receptores de membranas e inhibición de la replicación celular, en

células normales y tumorales.2

b) Específicos o adquiridos. Para entender claramente los mecanismos específicos tendrán que

citarse en primer lugar las características de la respuesta inmune: especifica, inducible, memoria

y transferible. Dichas características y funciones de la respuesta inmunológica recaen en el aparato

inmunológico por lo que es necesario describirlo. El aparato inmunológico es una complicada red de

comunicaciones que incluye a los órganos linfoides y al tejido linfoide, el cual se encuentra en forma

difusa y llega a toda la economía del organismo. Se considera que los dos sistemas con mayor

penetración en la economía son el sistema nervioso y el sistema inmune, el cual aprovecha la red del

aparato circulatorio para la difusión y penetración de todos sus elementos. También al ser tan

importante utiliza su propia red de distribución, la circulación linfática.3

Los elementos que componen el sistema inmunológico son los órganos linfoides. En mamíferos se

presentan: timo, médula ósea, el bazo, las amígdalas, los ganglios linfáticos, el apéndice ileocecal. En

aves se reconoce además a la "bolsa de Fabricio".

De acuerdo a su función los órganos linfoides se clasifican en dos grandes grupos: los primarios o

centrales (médula ósea, timo en mamíferos y timo y bolsa de Fabricio en aves), y los secundarios o

periféricos (bazo, amígdalas, ganglios linfáticos, apéndice ileocecal, placas de Peyer y tejido difuso

asociado a diferentes estructuras del organismo). En los órganos linfoides primarios o centrales, las

células del sistema inmunológico llevan a cabo los procesos de maduración y diferenciación, por lo

que al salir de éstos emergen a la economía como células inmunocompetentes que tan sólo esperan el

contacto con el antígeno (Ag), para poderse activar. Puede considerarse al Ag como toda molécula

capaz de inducir una respuesta inmunológica. Esta posibilidad de entrar en contacto con el Ag en una

forma amplia la proporcionan los órganos linfoides secundarios o periféricos, en donde las células del

tejido linfoide hacen contacto con el antígeno, por lo que al llevarse esta interacción uno de los

primeros eventos es la proliferación de las células inmunocompetentes. En forma simultánea dichas

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células producen los efectores solubles que participan como mediadores y

comunicadores intercelulares de la respuesta inmunológica. Con lo que respecta a la respuesta celular

se encuentran las linfocinas e interleucinas y en cuanto a la respuesta humoral se encuentran los

anticuerpos (Ac).

Los elementos de la respuesta inmunológica que no se encuentran dentro de un órgano definido y

localizable son conocidos como elementos del tejido linfoide poli disperso. Este tejido se encuentra

asociado a piel y mucosas, principalmente en la región subepitelial. En el tejido linfoide

encapsulado y en menor grado en el poli disperso, las células linfoides se encuentran suspendidas por

el tejido de sostén formado por las células reticulares y fibras reticulares.

Las células que participan y que están presentes tanto en circulación como en los órganos secundarios,

clásicamente: linfocitos, monocitos, macrófagos y las llamadas células presentadoras de antígeno

(CPA) (osteoclastos, microglia, Kupffer, macrófagos alveolares, etc.), y a las tan discutidas células K

(asesinas) y NK (asesinas naturales), tienen características morfológicas de células linfoides

(linfocitos), aunque su función sea distinta. Dichas células participan en los fenómenos inmunológicos

ya sea como inductoras o efectoras, es claro que todas con igual importancia.

Los linfocitos, las células centrales de la respuesta inmunológica, son morfológicamente y

tintorialmente indistinguibles, sin embargo ahora se sabe que realmente estos son una población

heterogénea (prácticamente se puede considerar que existen tantos linfocitos diferentes, como

antígenos pueden ser reconocidos). Sin embargo, para fines didácticos se considera que existen dos

tipos fundamentales de linfocitos mediadores de la respuesta inmunológica: los linfocitos T, los cuales

se maduran y diferencian en el timo y son responsables de la respuesta inmune celular; y los linfocitos

B, los cuales se diferencian y maduran en la médula ósea (o en la bolsa de Fabricio en las aves).

Dentro de los linfocitos T se caracterizan dos subpoblaciones: los linfocitos T cooperadores (LcTh) y

los linfocitos T citotóxicos (LcTc). Actualmente se consideran, a su vez, dos subpoblaciones

importantes de los linfocitos Th los LcTh1 y LcTh2, de los cuales los primeros son responsables de la

respuesta inmune celular, y a los segundos se les considera como elementos cooperadores para la

respuesta inmune humoral, producción de anticuerpos (Ac).4,5

La interacciones de las células del sistema inmune son múltiples y muy complejas (Figura 1), donde

participan aparte de los receptores específicos para el Ag de la CPA y un linfocito T o B se requieren

moléculas de HLA (del inglés human leukocyte antigenos) clase I o II y diferentes moléculas de

adhesión según sea el caso.

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75

Figura 1. Presentación de Ag por la célula CPA y LcT

Biología de la célula tumoral

El conocimiento de los diferentes mecanismos de la génesis del proceso neoplásico nos da en forma

muy importante las limitaciones y alcances de la respuesta inmunológica en el control del cáncer. El

concepto de que el cáncer y las metástasis son la última expresión de la anarquía celular ya no está

vigente. Las metástasis son un proceso selectivo y controlado a nivel molecular. Entender la biología

celular del tumor es un requisito para el desarrollo de armas terapéuticas y diagnósticas. Las teorías

actuales enfocan un desbalance y desregulación derivados del huésped y de factores tumorales que

dan como resultado proliferación descontrolada, invasión y metástasis.

Las metástasis fisiológicamente siguen una secuencia de pasos a desarrollar. Las células tumorales

deben juntarse a las células del huésped y a la matriz extracelular, seguido de degradación enzimática

de barreras como la membrana basal que permita la extravasación en el sistema linfático o el

sanguíneo. El movimiento dentro del sistema hacia el órgano blanco, seguido de adhesión e inducción

de factores independientes de crecimiento de células tumorales.

También se sabe que los tumores contienen múltiples poblaciones celulares con heterogenicidad

biológica de parámetros incluyendo su habilidad de invadir y metastatizar. Como el sistema vascular

es un medio hostil para las células tumorales, las metástasis deben crecer de una subpoblación celular,

que es selecta en términos de supervivencia.6-8

La distribución celular de estos receptores puede ser amplia o estar restringida a cierta estirpe celular,

dependiendo del tipo y función de la célula de que se trate. Aunque en algunos casos la expresión de

las moléculas de adhesión es constitutiva, en otros casos su expresión está regulada por mediadores de

la inflamación como la I L-1, LPB o TNF.9

Los estudios de interacción de leucocitos con células endoteliales han mostrado que el fenómeno de

adherencia involucra a una serie de moléculas de adhesión, que actúan en una forma secuencial y

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temporal en donde cada par ligando-receptor ejerce una función única y necesaria para constituir el

proceso total de adhesión y migración a través del endotelio. Un fenómeno similar ocurre en la

embriogénesis, en donde la expresión diferencial de moléculas de adhesión regula la diferenciación,

crecimiento celular y formación de tejidos.10

La división que se hiciera de las moléculas de adhesión, en aquellas que se requieren para la adhesión

celular a moléculas de la matriz y las que se necesitan para el reconocimiento intercelular y la

adhesión, es mas bien tradicional, sin embargo hay muchas moléculas que están funcionalmente

asociadas principalmente con las interacciones entre células, a las cuales se les denominó moléculas

de adhesión célula - célula o CAMs.11

Estas moléculas de adhesión hemofílica actúan como receptor y ligando, y se dividen con base en su

estructura y requerimiento de calcio extracelular. En la actualidad se conocen cinco familias de

receptores de adhesión, entre éstas se incluyen las integrinas, caderinas, familia de inmunoglobulinas

supergen, selectinas y los CD44.

Integrinas. Son glucoproteínas transmembranales, expresadas como heterodímeros en asociación no

covalente. Estas moléculas tienen una expresión más importante en las células epiteliales que en otros

tipos celulares. Están compuestas por al menos 15 diferentes cadenas alfa y nueve cadenas beta. Las

integrinas se expresan en la densidad de la superficie celular, su actividad ha logrado dilucidarse a

través del uso de anticuerpos monoclonales.

Caderinas. Son glucoproteínas transmembranales que participan como mediadores entre la adhesión

de célula a célula, por vías en las cuales se utiliza calcio como interactor homotípico. Existen diversos

tipos entre las que se encuentran la E caderina epitelial, llamada LCAM, uvomorulin, arc-1 y el cell-

CAM 120/80, misma que ha sido mapeada en el cromosoma 16q22.1.

Gran parte del trabajo implícito en los procesos malignos, se ha relacionado con la actividad de la E

caderina. Se han realizado muchos estudios con relación a conocer la expresión de las caderinas en el

tejido histopatológico de tumores malignos humanos con resultados confusos. Algunos investigadores

han detectado incluso reducción de la E caderina en tumores y en sus metástasis, otros han detectado

reducción de la correlación del grado de diferenciación y la concentración de esta molécula.

Inmunoglobulinas de la familia supergene. Estas son moléculas que tienen en común una unidad

estructural homóloga de inmunoglobulina, la cual consiste en una porción de 70 a 110 aa.

Algunas están incluidas en familias de HLA, tales como las plaquetas derivadas de receptores de

factor de crecimiento, células T y factor 1 estimulante de colonias; otras moléculas importantes en

acciones de adhesión celular son de origen neural como NCAM, VCAM e ICAM1 y antígeno

carcinoembrionario. El antígeno carcinoembrionario se ha relacionado en forma importante con líneas

celulares de carcinoma colorrectal. La adhesión de células neurales se expresa en una variedad de

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tipos de origen neural y mesenquimatoso.

Selectinas. Son proteínas transmembranales con un N terminal y un número variable de complemento

en un dominio corto citoplasmático. Para su funcionamiento es necesaria la presencia de calcio; una

vez en contacto con éste el dominio de la lectina es fucosilado sialilada. Las selectinas modulan en

forma interactiva entre las células sanguíneas y las endoteliales durante la adhesión leucocitaria. Otra

molécula de adhesión de origen endotelial Lu ECAM-1, expresada en la vasculatura pulmonar puede

estar relacionada con el melanoma maligno y el cáncer de pulmón.

CD44. Son glucoproteínas importantes de la superficie celular, útiles en la activación de las células T,

adhesión de la hialuronidasa a la matriz proteínica. Su isoforma es de 85Kd y está presente en

fibroblastos, células hematopoiéticas, y tumores derivados de mesénquima o neuroectodermo.

Recientemente se ha visto que en carcinoma pancreático y sarcomas no metastásicos, al adquirir la

expresión de CD44 la enfermedad metastásica se hará evidente.12,13

La célula cancerosa expresa moléculas que actúan como antígeno en el huésped. Esto hace posible

que el sistema inmune reconozca y destruya a estas células anormales antes de que puedan dar origen

y crecimiento de tumores, o podría destruir los tumores una vez formado. Este importante evento

inmunológico es llamado vigilancia inmunológica, el cual fue originalmente propuesto por Paul

Ehrlich a principios de siglo y fue retomado y expandido por Mac Farlane Burnet y Lewis Thomas en

las décadas de 1950 -1960.

Antígenos tumorales

Para todos nosotros es bien conocido que para iniciar una respuesta inmunológica se requiere tener

como blanco un antígeno. El crecimiento tumoral es una intrincada red de procesos mutacionales,

expresión de genes virales y/o expresión desregulada de genes normales. Esta es una razón para que

las células tumorales expresen proteínas sobre su superficie que no se manifiestan normalmente o lo

hacen en bajas cantidades, éstas pueden ser reconocidas por el huésped e iniciar una respuesta

inmunológica.

Estos antígenos se pueden dividir con base en su respuesta inmune en dos grupos: los primeros son

aquellos que son reconocidos por LcT, por lo tanto provocan una respuesta mediada por células que

darán una respuesta de rechazo al tumor, por procesamiento y presentación del Ag por la CPA a las

células CD4+ y CD8+. Los segundos son los que son reconocidos por Ac.1

El estudio y búsqueda de los antígenos tumorales se remonta a los años de 1950 en tumores de

roedores, utilizando como modelo el uso de agentes carcinogénicos como el metilcolantreno, el cual

induce sarcomas. Tomando diferentes protocolos de inmunización se demuestra la capacidad de la

respuesta inmune de rechazar tumores. Sin embargo todos estos estudios del conocimiento de los Ag

tumor específico no han concluido ya que existe una gran cantidad de Ag tumorales dentro de los que

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78

se encuentran antígenos tumor específico de trasplantes, de éstos fundamentalmente, desconociéndose

su participación en los humanos

(Figura2).15

Figura 2. Inducción de la respuesta inmune a tumores

Los antígenos tumorales expresados in vitro de líneas de tumores mutados y algunos antígenos

tumorales expresados en tumores experimentales son proteínas celulares mutantes con un solo

aminoácido de sustitución. Dichos Ag pueden ser reconocidos por linfocitos T citotóxicos en cultivo

mixto de linfocitos y células tumorales. Expresión de Ag tumorales por genes celulares normales

apagados en tumores espontáneos. Muchos genes se expresan en tan solo una fase de la maduración y

diferenciación de las células, por lo que al presentarse en líneas tumorales estos pueden ser expresados

según su estadio. Antígenos tumorales derivados de oncogenes o genes oncosupresores que son el

resultado de mutaciones puntuales, translocaciones, amplificaciones y deleciones que darán una

mayor expresión de proteínas reguladoras del ciclo celular. Así también se encuentra la expresión de

genomas de virus oncogénicos, ya sea de ARN y ADN. Puede considerarse que todos estos Ag

tumorales son reconocidos por LcT y que generan una respuesta inmunológica adecuada con

capacidad de rechazo tumoral.16

Mecanismos efectores de la respuesta antitumoral

Hasta el momento se han revisado las características de la respuesta inmune y la célula tumoral.

Observando que dicha célula tiene todas las propiedades para inducir una respuesta inmunológica en

diferentes estadíos tanto in vivo como in vitro, se ha demostrado dicha respuesta. Así se deriva la

pregunta ¿Qué mecanismos de la respuesta inmunológica son implementados contra el tumor?

Si se analizan cada uno de estos se encontraría que desde los mecanismos de resistencia no específica

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como el complemento, interferón, TNF, fagocitosis, etc., tienen una participación activa para la

eliminación del tumor. Así también la respuesta específica expresada por la citotoxicidad celular

dependiente de Ac se efectúa por las células K, macrófagos y leucocitos PMN, citotoxicidad por

linfocitos T citotóxicos, células Nk y células LAK. Por lo anterior se considera que todos estos

mecanismos tienen la capacidad para poder mantener al huésped libre de tumores. Esto es la

vigilancia inmunológica, la cual es de primordial importancia a lo largo de la vida del huésped, ya que

el recambio de células es tan alto en el organismo que es esperado que un número importante de éstas

presenten características de células neoplásicas, que se detectan y destruyen por los mecanismos antes

descritos. Sin embargo, en los procesos avanzados la participación de esta vigilancia inmunológica es

rebasada por el proceso tumoral y llevan al paciente a la muerte. Esto no es tan solo por la falta de la

respuesta inmunológica, sino por la participación de diferentes mecanismos de evasión de

tumoral.16,17 Dichos mecanismos se resumen a continuación:

1) Baja expresión de Ag tumorales, por lo que no existirá el estímulo adecuado para inducir una

respuesta inmune.

2) Baja expresión de moléculas de HLA clase I, por lo que las células tumorales no serán reconocidas

por los mecanismos efectores para su destrucción.

3) Producción y liberación de productos para suprimir a células efectoras como el factor de

transformación del crecimiento "beta" (TGFB) que inhibe la actividad de LcTc y macrófagos.

4) No expresión de moléculas accesorias para el reconocimiento antigénico entre moléculas del HLA,

no dándose por esto la activación de las células efectoras, es ejemplo de estas moléculas B7.

5) Fenómenos de tolerancia inmunológica para la expresión de antígenos, a los cuales fue expuesto

antes el huésped como la infección intrauterina por el virus de la hepatitis B.

6) Liberación al medio de antígenos tumorales que tienen la capacidad de interaccionar con los Ac o

células citotóxicas específicas contra el tumor, impidiendo así el contacto directo con las células

tumorales.

7) Cambio constante del patrón antigénico de las células tumorales, que dan así un pobre

reconocimiento y estímulo para una respuesta inmunológica adecuada.

Inmunoterapia

El uso de elementos que modifican la respuesta inmunológica y productos de ésta se utilizan para el

diagnóstico y tratamiento del cáncer. Los avances en biología molecular e inmunología durante las

últimas décadas en cuanto al entendimiento de la fisiopatología de diversas enfermedades hace

posible el uso de elementos de inmunoterapia, ésta ha sido explorada en sus diversas modalidades,

desde la modificación de los mecanismos no específicos hasta los específicos, los cuales se pueden

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resumir en:

Anticuerpos. Estos desde su modalidad de anticuerpos policlonales hasta los anticuerpos

monoclonales, con una alta especificidad dirigida contra antígenos celulares dando efecto citotóxico,

bloqueando receptores específicos de las células, modulación de la función celular y opsonización de

las células. Así también su conjugación se hace con toxinas, drogas citotóxicas, marcas radioactivas,

Ac dirigidos contra receptores celulares que provocan estados de agonismo y antagonismo de sus

actividades según sea el caso de la célula y receptor blando. Ac dirigidos contra citocinas

promoviendo cambios en microambientes y así también modulación de la actividad celular.18

Citocinas. Éstas han sido utilizadas en diferentes neoplasias; en esta última década se ha tenido

acceso a este tipo de moléculas altamente purificadas gracias a metodología de biología molecular,

dando así un abastecimiento para su uso. De éstas la más utilizadas han sido IL-2, TNF, INF, factores

estimuladores de colonias, etc., con resultados alentadores como elementos adyuvantes a las terapias

convencionales.19

Inmunización. Inmunización con células tumorales autólogas inactivadas por irradiación, que utilizan

como adyuvantes a IL-2, INF. Así también el uso de antígenos tumorales purificados a partir de

células tumorales autólogas, uso de membranas de células tumorales modificadas químicamente para

incrementar su antigenicidad20.

Extractos bacterianos. La bacterioterapia es un recurso terapéutico que se ha utilizado desde

principios de siglo como un recurso terapéutico para el cáncer; dentro de estos recursos los más

utilizados han sido el BCG y Mycobacterium parvum.21

Conclusiones

La expresión de tumores depende del estado inmunológico del huésped, esto antes de ser probado por

estudios básicos en el laboratorio fue observado en la clínica. Es de todos conocido que la expresión

de esta patología aparece en los extremos de la vida, donde la respuesta inmune en el primer caso se

encuentra inmadura y en el segundo se dan efectos deletéreos biológicamente que la hacen

incompetente.

Si bien es cierto que en diferentes neoplasias, una vez expresadas con una gran carga tumoral, la

respuesta inmune es incapaz de contenerla llegando al deceso del paciente. También se han observado

remisiones espontáneas en diversos tipos de neoplasias, las más relevantes en melanomas malignos.

Mantener una respuesta inmunológica íntegra contribuirá junto con los tratamientos convencionales

como cirugía, radioterapia, quimioterapia, al control del proceso neoplásico, por lo que es importante

la utilización de elementos de inmunoterapia como adyuvantes en el tratamiento de estos pacientes.

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La utilización de recursos terapéuticos de inmunoterapia debe ir aunada a un conocimiento amplio y a

la reflexión del médico sobre los cambios fisiológicos que generan fenómenos de inmunosupresión,

durante los procedimientos habituales en el tratamiento de esta entidad, como es el caso de: las

transfusiones múltiples, procedimientos anestésicos, utilización de drogas inmunosupresoras, estrés

quirúrgico, dolor, etc., por lo que se debe procurar mantener una homeostasis en el sujeto.22,23

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Valoración Preanestésica del Paciente con Cáncer.

Autor: Dr. Juan Jorge Vargas Hernández¸

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Dr. José Cruz Ramírez Fernández

Publicado el 21 de julio de 2010

El cáncer es un padecimiento complejo y multifactorial, del cual diversos estudios y registros han

revelado su magnitud y gravedad, ubicándolo como uno de los principales problemas de salud

mundial. En 1997 en México, ocupó el segundo lugar como causa de mortalidad, siendo responsable

de 11.6% del total de muertes ocurridas en ese año (51,254). Se notificaron un total de 87,547 casos

nuevos con predominio del sexo femenino: 65%. Los cinco primeros lugares según topografía fueron:

cérvico uterino (22.9%); mama femenino (10.3); próstata (6%); ganglios linfáticos (4.7%); y

estómago (4.2%).1

El método de tratamiento del paciente oncológico es multidisciplinario, por lo tanto, anestesiólogos,

cardiólogos, cirujanos oncólogos, quimioterapeutas, radioterapeutas, oncólogos clínicos, patólogos

que participan en la atención de este tipo de pacientes, deben poner especial interés en la biología,

histopatología y fisiología básicas del cáncer, enfermedad que se perfila como el principal problema

de salud para el próximo milenio.

El anestesiólogo debe estar consciente de los efectos del diagnóstico de cáncer en el estado

psicológico y emocional del paciente. Antes de la cirugía, puede tener un alto grado de ansiedad y

nerviosismo, y formular diversas preguntas detalladas referentes al riesgo y pronóstico. Algunos

pacientes oncológicos se encuentran más apáticos o deprimidos y solicitan mínima información sobre

anestesia y cirugía. La reducción de la ansiedad y los temores del paciente mediante la explicación

sobre la anestesia y cirugía planeadas, la atención preoperatoria y las opciones para el control del

dolor en el postoperatorio inmediato son parte vital de la atención preanestésica.

La valoración preoperatoria del estadio y naturaleza de la enfermedad oncológica se complementa en

ocasiones con la valoración transoperatoria. Es posible que la cirugía mayor planeada se aborte

cuando se determina, en el momento de la cirugía, que la enfermedad que se consideró curable

inicialmente ha producido metástasis, haciendo que la resección sea inconveniente o imposible. A la

inversa, la intervención puede prolongarse de manera inesperada cuando los hallazgos

transoperatorios sugieren que la cirugía planeada presenta la posibilidad de un procedimiento

curativo.2

El paciente oncológico presenta un reto para el anestesiólogo por varias razones las cuales incluyen

los efectos del cáncer tales como: alteraciones de la coagulación, inmunodepresión; vías aéreas

comprometidas; efectos tóxicos de quimioterapia y radioterapia; cirugía radical; pérdida sanguínea

importante y anestesia prolongada entre otros

En 1950, el Departamento de Anestesiología del Hospital Memorial Sloan Kettering Cancer Center,

valoró la efectividad y práctica de la cirugía radical por cáncer; ésto, fue necesario para que el

anestesiólogo y el cirujano diferenciaran entre la mortalidad debida a la técnica quirúrgica, y la

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ocasionada por falla en las medidas necesarias para mantener las funciones vitales del paciente. El

anestesiólogo debe de estar consciente que el manejo oncológico es complejo y que las modalidades

de terapéutica cambian con frecuencia.3

Los pacientes con tumores malignos pueden acudir para anestesia o cirugía para diversos

procedimientos, desde cirugía radical hasta colocación de catéteres venosos o gástricos y aparentar un

buen estado de salud o presentar algunas de las siguientes afecciones en forma importante;

nutricionales, neurológicas, metabólicas, endocrinológicas, electrolíticas, cardiovasculares,

pulmonares, renales, hepáticas, hematológicas. Por lo tanto la valoración preanestésica del paciente

con cáncer requiere la consideración de los posibles efectos colaterales de esta enfermedad y también

provocados por los fármacos quimioterápicos, radioterapia y cirugía previa.

Las manifestaciones fisiopatológicas (Cuadro I), que acompañan al cáncer se caracterizan como

síndromes paraneoplásicos; varias de éstas se pueden manifestar como una urgencia médica en forma

aguda con peligro de vida.5

Cuadro I. Manifestaciones fisiopatológicas del cáncer

Fiebre

Anorexia

Pérdida de peso

Anemia

Trombocitopenia

Coagulopatías

Anormalidades neuromusculares

Producción ectópica de hormonas

Hipercalcemia

Hiperuricemia

Síndrome de lisis tumoral

Insuficiencia adrenal

Síndrome nefrótico

Obstrucción ureteral

Taponamiento pericárdico

Obstrucción de vena cava superior

Compresión de médula espinal

Metástasis cerebrales

Además de conocer la neoplasia en particular y su diseminación, el anestesiólogo debe comprender

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las modalidades terapéuticas utilizadas, sus dosis acumulativas y la duración del tratamiento. No

existen investigaciones específicas que estudien la interacción entre los anestésicos y las diferentes

modalidades de quimioterapia, pero el conocimiento de las complicaciones de la terapéutica

oncológica puede favorecer la atención anestésica de estos complejos pacientes.6 Las pruebas clínicas

de utilidad para detectar algún efecto colateral relacionado al tratamiento con drogas quimioterápicas

se ejemplifican en el Cuadro II.

Cuadro II. Pruebas clínicas de utilidad relacionada al tratamiento con drogas quimioterápicas

Hematocrito

Hemoglobina

Cuenta de plaquetas

Cuenta de leucocitos

Tiempo de protrombina

Electrolitos

Pruebas de función renal

Pruebas de función hepática

Glucemia

Gasometría arterial

Radiografía de tórax

Electrocardiograma

Pruebas de función respiratoria

El uso y la utilidad de estudios de diagnóstico preoperatorios se han convertido en un tema central en

la valoración de servicios de salud eficaces con relación al costo del paciente quirúrgico. Las pruebas

innecesarias son ineficientes, costosas y requieren recursos técnicos adicionales. Los estudios

inadecuados llevan a valorar anomalías de laboratorio limítrofes o falsas positivas. Esto puede dar

lugar a retrasos innecesarios en el quirófano, cancelaciones y riesgo para el paciente por pruebas

adicionales.7

La posible presencia de toxicidad pulmonar es una consideración en el paciente que ha sido tratado

con bleomicina, droga quimioterapéutica, la cual ha sido asociada con esta complicación, por lo cual

puede ser de utilidad la monitorización de gases arteriales, así como la saturación arterial de oxígeno y

la administración de líquidos intravasculares con precaución debido a que este paciente puede ser

vulnerable al edema pulmonar intersticial, presumiblemente debido al drenaje linfático dañado por

causa de la toxicidad producida por la bleomicina la cual tiene una incidencia de 2 - 40%. La fibrosis

pulmonar se presenta en el 10% siendo clínicamente importante en 5%.8 La ventilación pulmonar

mecánica durante el periodo postoperatorio es frecuente, particularmente después de cirugía radical o

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prolongada, o ambas, en el paciente con fibrosis pulmonar por quimioterapia. También, el efecto

depresor de las drogas anestésicas sobre la contractilidad miocárdica aumenta en el paciente con

toxicidad cardiaca por quimioterapia. En estos pacientes es frecuente que se presenten complicaciones

cardiacas en el periodo postoperatorio; a los pacientes con cáncer se les administran varias drogas

quimioterápicas que afectan al corazón, la adriamicina afecta la contractilidad miocárdica, la

mitoxantrona a una dosis total de 140 mg/m2 puede ocasionar insuficiencia cardiaca congestiva, la

valoración preoperatoria de pacientes que recibieron quimioterápicos cardiotóxicos o radioterapia en

el mediastino requieren de ecocardiograma bidimensional o bien estudios de medicina nuclear, que

permitan la medición precisa de la fracción de expulsión ventricular izquierda, y detección de

disfunción miocárdica regional y global. La presencia de toxicidad pulmonar y cardiaca puede

influenciar la conducta anestésica a seguir.4,9 Signos de depresión del sistema nervioso central,

disfunción del sistema nervioso autónomo y neuropatías periféricas deben ser buscados en la

valoración preoperatoria. La presencia de insuficiencia renal o hepática puede influenciar la elección

del anestésico y relajantes musculares, la posibilidad de una respuesta prolongada a la succinilcolina

debe considerarse en el paciente que ha sido tratado con drogas quimioterapéuticas alquilantes.10

Puede requerirse la corrección preoperatoria de deficiencias nutricionales, anemia, coagulopatía, y

desequilibrio hidroelectrolítico. La atención a una técnica aséptica es importante, debido a que la

inmunodepresión ocurre con la mayoría de las drogas quimioterapéuticas, así como la ocasionada por

la anestesia, cirugía y transfusión sanguínea durante el periodo perioperatorio pueden aumentar, aún

más, el efecto de ésta.

La toxicidad pulmonar ocasionada por radioterapia es un síndrome clínico de disnea, tos y fiebre que

se presenta en relación con infiltrado pulmonar impreciso e indistinto que puede progresar a

consolidación lobar; luego de tratamiento con radiación ionizante, la probabilidad se ve influenciada

por diversas condiciones, como dosis total, dosis fraccionada, volumen pulmonar radiado y

antecedentes de radiación o quimioterapia. Se ha informado que 5 - 15% de pacientes sometidos a

radioterapia presentan neumonitis; los síntomas pueden manifestarse uno a seis meses después de

concluir la radioterapia.11

Son diversos los factores que afectan la gravedad y la toxicidad de la radioterapia para el paciente,

incluido el número total de fracciones de tratamiento dadas, dosificación, y lapso entre cada

administración. A menudo, los pacientes oncológicos reciben radioterapia combinada con

quimioterapia, lo que genera toxicidad clínica adicional.12

La toxicidad de la terapia biológica y de la terapia inmunomoduladora está relacionada con los

cambios en la función inmune que estas ocasionan.6

La cirugía oncológica de cabeza y cuello presenta dificultad en el cuidado de las vías respiratorias.

Con frecuencia estos pacientes llegan al quirófano en condiciones en que la ventilación con mascarilla

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y la intubación orotraqueal pueden ser difíciles, o lo son, después de la inducción anestésica. La

valoración preoperatoria de las vías respiratorias por el anestesiólogo debe ser cuidadosa e incorporar

información pertinente de la anamnesis, la exploración física, los registros anestésicos previos, el plan

quirúrgico, los estudios de laboratorio y otros especiales. El clásico paciente con cáncer de cabeza y

cuello, quizá con el antecedente importante de alcoholismo y tabaquismo, tendrá síntomas de

enfermedad pulmonar obstructiva crónica, como bronquitis, hipertensión arterial, arteriopatía crónica

o síndrome de abstinencia de alcohol. Estos problemas sistémicos aumentan en forma importante la

complejidad de los requerimientos anestésicos y demandan especial atención durante la exploración e

intubación de la vía respiratoria, puede ser necesario proporcionar oxígeno complementario y evitar

incremento en la actividad del sistema nervioso simpático.13 Los tumores del cuello o de la vía aérea

modifican su anatomía y disminuye el espacio para la instrumentación y limita la movilidad; las

lesiones supraglóticas causan estridor inspiratorio, mientras, las lesiones subglóticas o intratorácicas

se asocian con estridor espiratorio. Como la intubación orotraqueal exige visualización de la entrada

glótica de la laringe durante la laringoscopia directa mediante desplazamiento de la base de la lengua

y alineación de los ejes bucal, faríngeo y laríngeo, el enfoque central de la valoración de la vía

respiratoria debe consistir en identificar los trastornos que impidan la visualización. El grado de

dificultad, real o esperado, varía según la extensión del problema anatómico, las variaciones

anatómicas o alteraciones patológicas. La revisión del paladar blando teniendo el paciente la boca

abierta, el arco en que puede extender el cuello, y la medición del espacio mandibular son métodos

útiles para valorar la posibilidad de dificultad para la intubación traqueal. Como no es posible desde el

punto de vista físico medir el tamaño de la parte posterior de la lengua en relación con la capacidad de

la cavidad orofaríngea el método de valoración de Mallampati proporciona un medio indirecto para

valorar su proporcionalidad relativa, es fácil identificar los signos clínicos de esta valoración, y así,

clasificar las vías respiratorias; esto no requiere mucho esfuerzo ni tiempo; para evitar una imagen

falsa positiva o falsa negativa, será importante repetir esta valoración.14 Cormack y Lehane

clasificaron la visión laringoscópica en cuatro grados; en el grado I se visualiza toda la glotis y no hay

dificultad en la intubación traqueal, en el grado II se visualiza solo la parte posterior de la glotis y la

presión ejercida en la laringe permitirá la identificación de los cartílagos aritenoides y tal vez las

cuerdas vocales, en este grado puede presentarse leve dificultad para la intubación traqueal; en la

visualización del grado III se identifica sólo la epiglotis y puede acompañarse de dificultad

moderadamente importante en la intubación traqueal, en el grado IV no se visualiza la epiglotis, y es

imposible la intubación sin el auxilio de técnicas especiales.15

Con lo mencionado, se puede intentar clasificar el estado, pronóstico y riesgo del paciente con cáncer;

ya que no existe una clasificación especifica para este fin, se deben utilizar otras clasificaciones para

su complemento. La clasificación más común utilizada es la de la American Society of

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Anesthesiologists, la cual, clasifica sólo el estado físico del paciente quirúrgico, y de ninguna forma al

riesgo anestésico y quirúrgico. Goldman y colaboradores16 diseñaron el índice Multifactorial de

Riesgo Cardiaco para identificar los factores preoperatorios que pueden afectar el desarrollo de

complicaciones cardiacas después de cirugía mayor no cardiaca, la cual también puede ser de utilidad

en el paciente quirúrgico con cáncer. La correlación entre la mortalidad en la Unidad de Cuidados

Intensivos y la Simplified Acute Physiology Score, SAPS17, en la cual la mortalidad se incrementa de

0 a 80% con incremento del SAPS puede ser extrapolada al paciente quirúrgico con cáncer; en la

Unidad de Oncología del Hospital General de México esta clasificación se utiliza desde 1990, la cual,

se modificó agregándole la puntuación por el tipo de cirugía programada (Cuadro III). Ya que se

producen émbolos tumorales en gran variedad de tamaños, de dimensión suficiente para ocluir una o

ambas arterias pulmonares o pequeños que sólo afecten a la microcirculación,18 también es necesario

calificar el riesgo tromboembólico en este tipo de pacientes.

Cuadro III. Escala de SAPS

versión PDF (10k)

Se considera que la conservación de una elevada calidad de vida constituye uno de los principales

objetivos en el tratamiento del paciente con cáncer, para lo cual, se emplea la valoración de la

capacidad de desempeño de Karnofsky19 (Cuadro IV).

Cuadro IV. Escala de Karnofsky

Estado Escala

Normal, sin quejas 100

Capaz de realizar actividades normales. Signos y síntomas menores de enfermedad 90

Actividad normal pero con esfuerzo 80

Capaz de cuidar de sí mismo pero incapaz de realizar actividades normales o trabajar

activamente

70

Requiere asistencia ocasional, pero puede hacerse cargo de casi todas sus necesidades 60

Requiere asistencia considerable y atención 50

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Incapacitado, requiere cuidados especiales y asistencia 40

Gravemente incapacitado, se indica hospitalización aunque la muerte no sea inminente 30

Muy enfermo, requiere hospitalización tratamiento de apoyo activo 20

Moribundo 10

Muerto 0

El tratamiento del cáncer y sus repercusiones en anestesiología han evolucionado bastante en la última

década, con regímenes terapéuticos en que a menudo se combinan altas dosis de radiación,

quimioterápicos, más potentes, operaciones avanzadas y nuevos tratamientos, como el trasplante de

médula ósea y ensayos con agentes recombinantes humanos, con lo cual, la supervivencia del paciente

con cáncer ha aumentado y es posible que éste requiera cirugía no oncológica, por lo tanto, la

valoración preoperatoria del paciente oncológico quirúrgico debe ser un análisis extenso y sistemático

realizado por el anestesiólogo para reducir la morbilidad y mortalidad perioperatoria y proporcionar el

mejor resultado posible.

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Anestesia combinada en cirugía oncológica.

Autor: Dra. Paulina González Navarro Publicado el 21 de julio de 2010

El paciente con cáncer es un reto para los anestesiólogos por una variedad de razones, incluyendo los

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efectos del cáncer (respuesta inmune deprimida, alteraciones de la hemostasia y compromiso de la vía

aérea), los efectos de la quimio y radioterapia (alteración al miocardio, pulmones, riñones, médula

ósea, disminución de colinesterasa plasmática y disminución de hormona antidiurética); así como,

efectos de la cirugía radical (pérdida hemática) y tiempo anestésico prolongado.1

Los procedimientos quirúrgicos mayores provocan una respuesta metabólica a través del trauma local,

por activación de terminaciones nerviosas aferentes somáticas y simpáticas. Esta respuesta al trauma

quirúrgico (RTQ) es mediada por incremento en la concentración sérica de hormonas neuroendocrinas

y citocinas relacionadas directamente a la extensión y duración del trauma quirúrgico.

La RTQ durante el periodo postoperatorio tiene mayores efectos sobre el sistema inmune, cardiaco y

coagulación, lo que se ha asociado con incremento en la morbilidad postoperatoria.2

El trauma tisular y la sepsis producen un tipo de inflamación no específica mediada

inmunológicamente donde el componente de reconocimiento es una vía patológica alterna del

complemento. Los tipos de células involucradas son neutrófilos y macrófagos, siendo su mediador el

complemento, el cual los activa generando liberación de mediadores citotóxicos.3

Citocinas relevantes en anestesia

La inducción quirúrgica de la liberación de citocinas del sitio de la incisión a los vasos sanguíneos

juegan un papel central en la respuesta inflamatoria aguda iniciada por el trauma tisular o infección.

La interleucina-1 (IL-1), el factor de necrosis tumoral (FNT-), la interleucina-6 (IL-6) y el interferón-

(IFN-) tienen efectos locales y sistémicos, los cuales limitan el daño y la velocidad de infección y

proporcionan un ambiente adecuado para aliviar y reparar el tejido. Los efectos locales incluyen

migración de neutrófilos, linfocitos y monocitos en el área de inflamación, como resultado del

aumento de la permeabilidad del endotelio, adhesión molecular y citocinas quimiotácticas. Los efectos

sistémicos incluyen neutrofilia, producción de fiebre, liberación de ACTH en la circulación y

producción de proteínas hepáticas en la fase aguda.

La IL-1 es un pirógeno endógeno e incrementa la síntesis de prostaglandina E2 (PGE2) en el sitio del

trauma; pero la sobreproducción de FNT- resulta dañina, produciendo caquexia y desórdenes

autoinmunes. Por lo que la IL-1 y el FNT- juegan un papel importante en la estimulación de los

linfocitos T y B.

La interleucina-2 (IL-2) es el mayor factor estimulante autocrino (actúa sobre la misma célula) y

paracrino (actúa sobre una célula cercana) para el linfocito T, a su vez, también estimula la

producción de otras citocinas derivadas de linfocitos T; pero existe baja regulación de IL-2 después

del daño tisular ya que la PGE2 es producida en exceso por monocitos inhibitorios.4

La inmunosupresión después de trauma quirúrgico mayor, resulta entonces de la disfunción de células

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T y se caracteriza por síntesis desequilibrada de IL-2 y de IFN- , que parece ser consecuencia directa

de la sobreproducción de PGE2 en la fase aguda. La inhabilidad para producir adecuada cantidad de

IL-2 causa incompleta proliferación de linfocitos T auxiliares (Ta), en respuesta a la estimulación de

un antígeno y una disminución de IFN- resultando en incapacidad de los monocitos para presentar al

antígeno y una apropiada respuesta de las células asesinas (NK), así como de linfocitos auxiliares-1

(Ta1). Las células NK son grandes linfocitos que destruyen células por contacto directo. Las células

NK y las células activadoras de linfocinas forman parte de la primera línea de defensa no específica.

Las células NK también liberan FNT e IFN-. Los linfocitos T auxiliares-2 (Ta2) producen otras

interleucinas que promueven la diferenciación de células B y secreción de IgE.3-5

Respuesta al trauma quirúrgico

Se conoce que la RTQ resulta en una actividad neuroendocrina bien característica que incluye

hipermetabolismo, catabolismo proteico, depresión inmunológica, y además, del eje hipotálamo -

hipófisis - corteza suprarrenal, que aumenta los niveles de ACTH y glucocorticoides que son

conocidos como inmunomoduladores (Figura 1).

Algunos mediadores endógenos que son parte de la respuesta neuroendocrina al trauma que deprime

al sistema inmune incluyen al cortisol. Éste se incrementa y se libera a la circulación inmediatamente

después del trauma quirúrgico y permanece secretándose por varios días a semanas. El cortisol

suprime además a las células NK citotóxicas y la proliferación de linfocitos y otros factores inmunes.6

La RTQ no puede ser prevenida completamente con anestesia general, ni con bloqueo epidural por sí

solos, y tampoco el alivio del dolor es el único mecanismo para inhibir la RTQ, ya que las citocinas

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son mediadores que activan directamente la respuesta al trauma y no son afectadas por los anestésicos

locales por vía epidural, además, se liberan en grandes cantidades después del trauma, principalmente

cuando este es por arriba de la cicatriz umbilical.7

Según informes en la literatura, la anestesia combinada: bloqueo epidural + anestesia general (BPD +

AG), ejerce una influencia importante en la recuperación postoperatoria del paciente, ya que la

aplicación de una variedad de medicamentos incluyendo anestésicos locales, opioides (como la

morfina) y agonistas -adrenérgicos (clonidina), en la región de la médula espinal, reduce la

transmisión aferente nociceptiva que estimula la activación de la vía eferente simpática durante la

cirugía y la RTQ, con la consecuente disminución de la liberación de catecolaminas, cortisol, ACTH,

activación del sistema renina - angiotensina - aldosterona, hormona antidiurética, así como liberación

de citocinas locales y la activación de una mayor degradación de las reservas de glucógeno y la

iniciación de un catabolismo importante. Existen otros estudios que demuestran que la anestesia

epidural torácica ( T4) parece ofrecer mayor beneficio sobre la anestesia epidural lumbar para

disminuir la RTQ.9

Efectos de los anestésicos sobre la respuesta inmune

Los medicamentos empleados para reducir la ansiedad, atenuar los reflejos autónomos e incrementar

el umbral al dolor, disminuyen también la proliferación de linfocitos T.10 Los opioides endógenos y

exógenos inducen inmunosupresión por sus efectos sobre las citocinas, ya que disminuyen el IFN- y

FNT-. y suprimen varias respuestas inmunes incluyendo la función de células NK. La morfina

administrada sistémicamente o intracerebral, suprime la citotoxicidad de las células NK con relación a

su dosis; así mismo, la administración de grandes dosis de fentanyl (75 a 100 µg/kg) o sufentanil.5

Se ha demostrado que después del proceso anestésico quirúrgico el óxido nitroso, halotano o

enfluorano, disminuyen la actividad de las células NK, por cambios en la circulación sanguínea de

linfocitos CD4 (auxiliares) y CD8 (asesinas).10

Estudios experimentales in vitro, demuestran que agentes anestésicos inhiben la función inmune y

pueden ser clínicamente importantes cuando se prolonga el tiempo de infusión. Los efectos del

propofol a concentración plasmática de 6 µg/mL y de tiopental a 40 µg/mL, producen disminución de

la quimiotaxis de neutrófilos en un 50 %8 pero el midazolam a dosis equipotente de 6 µg/mL no

produce estos efectos.11

En suma, la inmunosupresión asociada con la RTQ resulta de la combinación de los efectos del

trauma, cambios neuroendocrinos y agentes anestésicos empleados, especialmente cuando estos

últimos se administran a dosis elevadas por tiempo prolongado durante el periodo perioperatorio.5

Los pacientes con cáncer que van a ser sometidos a cirugía frecuentemente requieren de opioides para

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el control del dolor y el potencial para disminuir la inmunidad es impredecible, por lo que en estos

casos las opciones farmacológicas, especialmente el uso de analgesia epidural y administración

parenteral de AINES disminuyen la depresión inmune, así como la anestesia epidural seguida de

analgesia epidural postoperatoria con anestésicos locales se asocian con la preservación de la función

inmune celular y humoral, y paralelamente se mejora la actividad citotóxica de las células NK,

especialmente cuando la incisión es por debajo de la cicatriz umbilical.6,7

Aunque no existen aparentemente estudios que evalúen la influencia de la selección de la técnica

anestésica con el pronóstico del paciente con cáncer, podemos sugerir que la técnica anestésica que

combine el bloqueo epidural (BED) con anestésicos locales y la anestesia general con intubación y

bajas concentraciones de halogenados o hipnóticos, así como, derivados morfínicos puede ser una

gran alternativa como es el caso del paciente oncológico.

La asociación de anestésicos locales con opioides y agonistas -2 adrenérgicos bloquean más

completamente la RTQ. La respuesta inicial al daño tisular, también involucra la activación de

receptores del glutamato AMPA (-amino-3hidroxi-5-metil-4-isoxazolepropionato), en la sustancia

gelatinosa de la médula espinal, antagonizando en este sitio la acción del glutamato produciendo

analgesia. La acción analgésica espinal de agonistas opioides y agonistas -2 adrenérgicos en parte

involucra la neurotransmisión de aminoácidos excitadores. La inhibición de la liberación de glutamato

en las neuronas nociceptivas de las astas posteriores de la médula es consecuencia de ambos, opioides

y agonistas -2 adrenérgicos explicando su sinergismo analgésico en modelos animales de dolor.12

La administración epidural de morfina tiene una interacción sinergista entre sus sitios supraespinales y

espinales; la morfina actúa sobre todos los receptores opioides. Por esta vía se minimiza su dosis

(exclusivo de la morfina por ser el único opioide hidrosoluble), además, se disminuyen sus efectos

secundarios en comparación a la vía endovenosa, siendo los principales prurito, retención urinaria y

náusea. Por vía epidural, su latencia es de 20 a 35 minutos, su dosis va de 5 a 10 mg y cuando se

asocia a anestésicos locales es menor de 5 mg, Su duración es de 8 a 24 horas y no produce bloqueo

simpático.13

La clonidina es un agonista -2 adrenérgico que produce bloqueo de conducción de las fibras

nociceptivas A- y C, incrementa su conductancia al potasio, intensifica el bloqueo de conducción

cuando se asocia a anestésicos locales. Además produce vasoconstricción local disminuyendo la

movilización vascular de anestésico local alrededor de estructuras neurales. Los agonistas -2

adrenérgicos, potencializan la analgesia con opioides mediante la sinapsis con aferentes primarias en

la médula espinal. Su dosis epidural es de 150 a 300 µg/mL, su latencia es aproximadamente de una

hora y su duración es de cuatro a seis horas. Sus principales efectos secundarios son sedación,

hipotensión arterial y bradicardia. Cuando se combina con anestésicos locales se potencializa su

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efecto simpaticolítico.14

En conclusión, la anestesia combinada en el paciente con cáncer ofrece las siguientes ventajas:

1) disminuye la RTQ cuando la administración epidural de anestésicos locales se inicia antes de la

incisión quirúrgica y continúa con analgesia postoperatoria sobre todo cuando el bloqueo es superior a

T10 y se asocia con opioides y -2 adrenérgicos; 2) disminuye la depresión inmune celular y humoral,

favoreciendo la actividad de las células NK; 3) disminuye el riesgo de infección postoperatoria y de

recidivas de cáncer; 4) disminuye la dosis de opioides sistémicos, hipnóticos y relajantes musculares;

5) previene o reduce la incidencia de trombosis venosa profunda de miembros inferiores; 6) favorece

la actividad gastrointestinal por predominio del sistema nervioso parasimpático; 7) disminuye la

incidencia de neumonía, falla respiratoria y atelectasias en el postoperatorio y 8) acorta el tiempo de

recuperación postoperatoria.

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