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La Araucana poema épico sobre la conquista de Chile: El encuentro de dos culturas Miguel Angel González Chandía Beginning in the second half of the sixteenth century, the southern border of Chile underwent a series of transformations that modified it into a space of commercial and cultural exchanges between indigenous and Spanish people. It is in this context that the poet Alonso de Ercilla y Zuñiga observed and experienced the events portrayed in his epic La Araucana (1569). This analysis presents the epic genre as one form of elaboration of these historical events, a form that presupposes an extraordinary leap between the specific and the universal. The literary and structural function of the poem suggests that this epic is one narration among many of the great theme explored here: the encounter and interaction between two cultures that is the legacy of the Conquest and the Arauco War. The history of Chile, along with its social, cultural and political environment, has evolved through a reality of encounters, of struggles to accept, and of failures to reconcile, persisting even today. This article builds upon Miguel Angel Vega’s critical study La Araucana de Ercilla (1969), introducing his main points as a basis for better understanding the importance of dialogue among cultures in Chilean society today. Alonso de Ercilla: breve presentación de su vida Alonso de Ercilla y Zuñiga nació en Madrid, el 7 de agosto de 1533 y murió en la misma ciudad el 29 de noviembre de 1594. De

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Los Araucanos y La Conquista

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Page 1: Los Araucanos y La Conquista[6b]

La Araucana poema épico sobre la conquista de Chile:

El encuentro de dos culturas

Miguel Angel González Chandía

Beginning in the second half of the sixteenth century, the southern border of Chile underwent a series of transformations that modified it into a space of commercial and cultural exchanges between indigenous and Spanish people. It is in this context that the poet Alonso de Ercilla y Zuñiga observed and experienced the events portrayed in his epic La Araucana (1569). This analysis presents the epic genre as one form of elaboration of these historical events, a form that presupposes an extraordinary leap between the specific and the universal. The literary and structural function of the poem suggests that this epic is one narration among many of the great theme explored here: the encounter and interaction between two cultures that is the legacy of the Conquest and the Arauco War. The history of Chile, along with its social, cultural and political environment, has evolved through a reality of encounters, of struggles to accept, and of failures to reconcile, persisting even today. This article builds upon Miguel Angel Vega’s critical study La Araucana de Ercilla (1969), introducing his main points as a basis for better understanding the importance of dialogue among cultures in Chilean society today.

Alonso de Ercilla: breve presentación de su vida

Alonso de Ercilla y Zuñiga nació en Madrid, el 7 de agosto de 1533 y murió en la misma ciudad

el 29 de noviembre de 1594. De origen noble, paje del rey Felipe II de España gracias a las

influencias de su querida madre, quien a su vez ocupó el cargo de guardadamas de doña María,

infanta de España. En 1555 Alonso de Ercilla se embarcó1 rumbo a Alderete con el propósito de

participar en la lucha contra los Araucanos, posteriormente llegó a Chile en 1557. Es el propio

Alonso que escribe el hecho de ser el primero en llegar a las costas chilenas:

1Notas

? Alonso de Ercilla tuvo por parte de los viajes que llevó a cabo un caudal de información , que aumentaron sus conocimientos geográficos y náuticos, y que a su vez le permitieron un contacto con los hombres de los lugares que visitó, para de esta manera “calar en el fondo inestable y misterioso del alma humana.” Miguel Angel Vega menciona este elemento con un ejemplo de las odas del poeta, que en breves sentencias expresó su concepto de la vida y de los hombres. “El poeta no oculta en éllas su pesimismo, y su sombría manera de mirar a la realidad y a sus semejantes.” El ejemplo que sigue ilustra lo afirmado previamente, “El más seguro bien de la fortuna /es no haberla tenido vez alguna, / “nadie puede llamarse venturoso / hasta ver de la vida el fin incierto” (21).

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Pero yo por cumplir el apetito, que era poner el pie más adelante, fingiendo que marcaba aquel distrito, cosa al descubridor siempre importante, corrí una media milla, do un escrito quise dejar para señal bastante, y en el tronco que vi de más grandeza escribí con cuchillo en la corteza:

Aquí llegó, donde otro no ha llegado, don Alonso de Ercilla, que el primero en un pequeño barco deslastrado, con solo diez pasó el desaguadero el año de cincuenta y ocho entrado sobre mil y quinientos, por Hebrero, a las dos de la tarde, el postrer día, volviendo a la dejada compañía. (Cantos 666)

El joven Ercilla aprendió desde muy niño conocimientos básicos de latín, y junto a otras materias

fueron todas perfeccionadas en la Corte2 donde recibió lecciones de los maestros de los pajes de

don Felipe.3 Junto a estos maestros, hay que mencionar uno que no deja de ser importante, nos

referimos a la vida, la dura realidad, que el poeta palpó en sus múltiples viajes. Podemos

encontrar el testimonio de dicha realidad, en el relato que con gran fineza se narra en las últimas

octavas de La Araucana:

¡Cuántas tierras corrí, cuántas naciones hacia el helado norte atravesando, y en las bajas antárticas regiones el antípoda ignoto conquistando; climas pasé, mudé constelaciones golfos innavegables navegando, extendiendo, señor nuestra corona hasta casi la austral frígida zona. (Cantos 686)4

El genio de Alonso de Ercilla, se plasma en esta joya de la literatura universal La Araucana, que

2 Concha de Salamanca sostiene que Ercilla estudió las buenas letras con el propio príncipe y bajo los auspicios del mismo maestro, el profesor de la Universidad de Salamanca Juan Martínez Siliceo; ambos aprendieron a escribir el latín, estudiaron francés e italiano. “El trato de la Corte, la enseñanza de los mejores maestros y los numerosísimos viajes que efectuaría acompañando al príncipe por toda Europa, le acrecentaron el saber y le dieron de las mejores culturas de su época.” (15)

3 Miguel Angel Vega menciona al humanista Cristóbal Calvete de la Estrella a quien se nombra en el Canto IV de La Araucana, quién escribió, entre otras obras, el Felicisimo Viaje, Rebelión de Gonzalo Pizarro en el Perú, y vida de don Pedro Gasca (20). La mayoría de las citas del poema La Araucana, provienen de la edición, e introducción de Hugo Montes, Alonso de Ercilla: La Araucana, 1956. Esta edición sigue a la de 1589-1590, con las ediciones de 1597, cuyo texto fue publicado por José Toribio Medina entre 1920 y 1923. Las variantes que se señalan han sido tomadas de la Ilustración XIII del célebre investigador nacional. Se ha modernizado la puntuación.

4 Se puede afirmar también, los viajes aumentaron sus conocimientos geográficos y náuticos, asimismo, tuvo la oportunidad de calar hondo en el fondo inestable y misterioso del alma humana, por ejemplo a propósito de la variedad del clima del Perú (Cantos 686). En palabras de Vega “reveladora de la naturaleza inquisitiva de su alma: “¿Qué haya en Perú, no es caso soberano, /tanta mudanza en tres leguas de tierra /que cuando es en los llanos el verano /los montes el lluvioso invierno cierra?”

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como poema épico, expresa el heroísmo de las grandes hazañas llevadas a cabo por aventureros

españoles y grupos indígenas que lucharon a su vez por preservar su libertad y su cultura.

Podemos indicar, que Ercilla dedicó el poema al rey Felipe II, siguiendo la costumbre de la época,

y el trámite establecido por los Reyes Católicos.5 También hay que mencionar que La Araucana

revela el hecho de que Ercilla conoció a Lucano, Virgilio, Ariosto, Dante, Petrarca, Bocaccio,

entre otros que fueron escritores en boga en la Edad de Oro española, y que le fueron familiares,

entre ellos los poetas hispanos, Garcilaso y Boscán (Vega 20).

En este escrito nos centraremos en primer lugar en la presentación de la estructura de La

Araucana, el plan, su composición y métrica; el estilo, el paisaje, los caracteres, fuentes

literarias, e influencias del poeta en imitadores españoles y latinoamericanos. Finalmente, y a

modo de conclusión, vamos a mencionar varios aspectos críticos de esta obra, y su lectura en el

contexto del diálogo y encuentro de culturas.

1. La épica en la Edad de Oro6

Vega menciona que, “según Ludwig Pfandl, la poesía épica siguió en la Edad de Oro dos

direcciones bien contrastadas y definidas: la histórica y la fantástica” (Pfandl 558). 7 Se puede

afirmar, que el poema épico La Araucana forma parte de una visión “verista” (histórica),

descripción que lleva a cabo el eminente filólogo don Ramón Menéndez Pidal.8 En otras palabras,

los primeros poemas épicos del Renacimiento español serían una narración llamada “verista”

porque narran hechos históricos recientes, e incluso sus autores se jactan de ser testigos de ellos.

Es ejemplo elocuente de lo afirmado por Menéndez Pidal, La Araucana (1569) y Os Lusiadas

(1572). En relación a lo dicho previamente, afirma Miguel Angel Vega: “Por el contrario, a fines

del siglo XVI y comienzos del XVII aparecen poemas fantásticos o basados en hechos antiguos y

verosímilmente deformados debido al fuerte influjo de las ideas estéticas italianas 9 que habían ya

sacudido la sensibilidad de los artistas españoles. Ejemplo también elocuente de esta tendencia:

La Jerusalén Conquistada (1609) de Lope de Vega y el Bernardo de Valbuena (1624)” (16). Se

puede indicar que en el período existió un claro predominio, entre el amplio conjunto de obras

épicas, de la tendencia histórica o verista10 sobre la fantástica o verosimilista. Una posible

explicación, argumenta que existe una relación estrecha con el ambiente histórico de aquella

época. Por ejemplo, Miguel Angel Vega afirma: “En efecto, el reinado de los primeros Hasburgos,

esto es, de Carlos V y Felipe II, señaló el cenit del poderío político y militar de España en la

Europa del siglo XVI. Es así que el vasto imperio español puso a prueba el valor proverbial de

5 “Dicho trámite fue establecido por los Reyes Católicos en 1502 y por la pragmática de doña Juana en 1558, la cual fue sometida a aprobación para autorizar su publicación.” (González 148)

6 De acuerdo a George Ticknor, en el reinado de Felipe II se escribieron alrededor de veinte poemas pertenecientes, por sus características, al género literario de la épica (134). Por ejemplo, el romancero español de la edad de oro recibió elementos enriquecedores por parte de La Araucana de Ercilla. En Ramillete de flores se incluyeron romances inspirados del poeta: la prisión de Caupolicán, el desafío entre Rengo y Tucapel. En 1604 se publicó en Madrid, un nuevo libro llamado Romancero, que contiene seis poesías basadas en los amores entre Lautaro y Guacolda, que Ercilla relata en el Canto XIII de La Araucana.

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sus hijos en el continente y de manera especial en territorios tan lejanos, más allá de sus mares.

No cabe duda de que las hazañas de sus soldados y las temerarias empresas de sus capitanes

constituyeron un valioso material que la poesía aprovechó con apasionado interés” (17).

Finalmente, hay que agregar que no comprenderíamos en plenitud el poema La Araucana, si no

atendiéramos a las consideraciones histórico-literarias que anteceden, esto es, su deuda con el

genio realista secular de la raza hispánica y a la vez con las corrientes estéticas que pasaron a

España en el siglo XVI procentes de la tierra del Dante (Vega 18).

1.1 La estructura de La Araucana

Esta pieza de la literatura universal se publicó en su Primera parte en 1569 con los quince

primeros cantos, compuestos en el escenario de los hechos. Posteriormente en 1579 la Segunda y

en 1589 la Tercera aparecieron en la ciudad de Madrid. Según Vega: “El poema no parece

planeado en su integridad y es probable que Ercilla lo haya escrito siguiendo el curso de los

acontecimientos. Falta en él la unidad de acción indispensable en las obras de este género. La

primera Parte tiene mayor trabazón que la Segunda y la Tercera, esto es, una arquitectura

poemática más perfecta” (37). En el poema hay que notar que fuerzas antinómicas cruzan sus

caminos, entrelazando el espíritu épico de esta narración histórica, y el sentido lírico en muchas

de sus estrofas. Por ejemplo, nos indica Vega: “Al lado del hecho guerrero, núcleo del extenso

relato, aparecen los episodios idílicos, protagonizados generalmente por los indígenas. Si en

ocasiones son valientes los españoles, no lo son menos, en otras, los araucanos” (37). La opinión

que vierte Vega al final es que el poeta exaltó en su obra el valor de dos pueblos, el hispánico y el

araucano, con límpida y sincera emoción de artista: “Los unos, que no saben ser vencidos, los

otros a vencer acostumbrados.” En otro ejemplo, el poeta menciona y resalta la figura del

conquistador,

el valor, los hechos, las proezas de aquellos españoles esforzados, que a la cerviz de Arauco, no domada, pusieron duro yugo por la espada. (Cantos 29)

Y cuando hace referencia al araucano lo indica en los términos siguientes,

Son de gestos robustos, debarbados, bien formados los cuerpos crecidos, espaldas grandes, pechos levantados, recios miembros, de niervos bien fornidos; ágiles, desenvueltos, alentados, animosos, valientes, atrevidos, duros en el trabajo y sufridores de fríos mortales, hambres y calores. (Cantos 40)

En el poema heroico-histórico, se reconoce que una sexta parte del total de los versos (11.256, de

los 21.160), son auténticamente testimoniales.11 Este poema épico está compuesto en octavas

reales12 y dividido en un total de 37 cantos. La primera parte del poema consta de 15 cantos, y

narra lo que se ha dicho desde los comienzos de la conquista de Chile. 13 Hay que dejar en claro,

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que al autor le interesa afirmar el relato con su presencia en el hecho mismo de la conquista, por

esta razón, desde la estrofa 22 del canto 16 en adelante, el poeta ya parte de la lucha, se aferra a la

primera persona. “En la falda de un áspero recuesto /en formado escuadrón se representa, /y

nosotros, con ánimo dispuesto /a cualquiera peligro y grande afrenta, /arremetimos a las armas

presto.” De manera aún más concreta y evidente, Ercilla empieza a ser parte y testigo ocular de la

guerra, en la estrofa 20 del canto XVI:

La isleta es habitada de una gente esforzada, robusta y belicosa, la cual, viendo una nave solamente venida allí por suerte venturosa, gritando ‘¡guerra¡, ¡guerra¡,’ alegremente toma las fieras armas y furiosa, con gran rebato y priesa repentina corre en tropel confuso a la marina. (324)

Luego se retira del conflicto y lo podemos leer en la estrofa 37 del canto XXXVI:

Y en un grueso barcón, bajel de trato, que velas altas de partida estaba, salí de aquella tierra y reino ingrato que tanto afán y sangre me costaba; y sin contraste alguno ni rebato, con el austro que en popa nos soplaba, costa a costa y a veces engolfado llegué al Callao de Lima celebrado. (668)

Esta epopeya en su estructura también debe constar con elementos cultos, exaltadores de las

glorias nacionales, por ejemplo: la imitación de maneras italianas como la utilización del verso

endecasílabo. Este elemento se combinaba con diferentes estilos de estrofas como la octava real.

Un ejemplo lo podemos indicar del uso de la rima octava en la forma: AB: AB: ABCC (2+2+4).

Hemos de mencionar del Canto XV,

El buen Lasarte con la diestra airada en medio del furor se desenvuelve; pasa el pecho a Talcuén de una estocada y sobre Titagnan furioso vuelve; abrióle la cabeza desarmada mas el rabioso bárbaro revuelve y antes que la alma diese, le da un tajo que se tuvo al arzón con gran trabajo. (300)

O bien, en otro caso donde la mención de la descripción de Chile se lleva a cabo en la narración

de una estructura fija. Es así que se aseguró lo italiano en las letras hispanas. El ejemplo que

sigue, retrata la aspiración del poeta de expresar sus sentimientos, con una visión idealizadora de

la realidad,

Chile fértil provincia y señalada en la región antartica famosa, de remotas naciones respetada por fuerte principal y poderosa: la gente que produce es tan granada,

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tan soberbia, gallarda y belicosa, que no ha sido por rey jamás regida ni a extranjero sometida. (Cantos 30)

1.2 El estilo

Ercilla muestra una gran fuerza descriptiva en todo el poema, sobremanera el autor parece ser

gran ‘pintor de batallas.’ Por ejemplo, la batalla entre Rengo y Andrea, en palabras de Vega, “es

un cuadro insuperable por el movimiento y la vivacidad que sabe dar a estos personajes…” “Los

vemos en la lucha dueños de una recia contextura física, ágiles, jadeantes por el esfuerzo hecho,

sudorosos abrazados con ansias de muerte, envueltos en el polvo del terreno con los ojos echando

chispas y las armas tremolantes que brillan bajo el sol del cielo chileno.” (Vega 39)

El italiano en alto el medio escudo alzó, por recoger el golpe extraño; pero del todo resistir no pudo, aunque se reparó parte del daño: batióle la cabeza el golpe crudo, y cual si el morrión fuera de estaño y no de fuerte pasta bien templado, así de aquella vez quedó abollado. Dos o tres pasos dio desvanecido del golpe el italiano vacilando, perdida la memoria y el sentido, y anduvo por caer titubeando: la sangre por el uno y otro oído le reventó en gran flujo, como cuando revienta de abundancia alguna fuente; y en pie se tuvo bien difícilmente. (Cantos 297-298)

Otro ejemplo que podemos mencionar del ‘vigor’ con que sus versos describen la lucha, en el

canto XXII, se asemeja a la obra comparada a la de un pintor y gran poeta. Es el caso de Rengo

representado protegiendo, en medio del pantano, la retirada de los naturales:

Por la falda del monte levantado iban los fieros bárbaros saliendo: Rengo, todo sangriento y enlodado, los lleva en retaguardia recogiendo, como el celoso toro madrigado que la tarde vacada va siguiendo, volviendo acá y allá espaciosamente el duro serviguillo y alta frente. (430)

También podemos mencionar el ‘grandioso torneo’ que llevaron a cabo los indígenas para

designar al jefe supremo de sus huestes, que ocupa casi todo el canto II:

Salió la clara luna a ver la fiesta del tenebroso albergue húmido y frío, desocupando el campo y la floresta de un negro velo lóbrego y sombrío: (Cantos 59)

Vega dice: “La curiosidad de la Luna por seguir el desarrollo de la prueba virilísima, es la de

cualquiera hermosa mujer sensible al encanto que brota de la reciedumbre física” (44).

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La luna su salida provechosa por un espacio largo dilataba; al fin, turbia, encendida y perezosa, de rostro y luz escasa se mostraba; paróse al medio curso más hermosa a ver la extraña prueba en qué paraba… (Cantos 59).

Los medios estilísticos que el autor tiene en sus manos son de gran sobriedad y mesura, sin

embargo, son anuncio preclaro de una belleza que se trasmite a través de epítetos de color ‘que

sugieren sensaciones visuales precisas.’ Vega nos dice que al respecto la poesía de Ercilla

recuerda con insistencia a Garcilaso de la Vega (45):

Allí las limpias armas relucían más que el claro cristal del sol tocado, cubiertas de altas plumas las celadas verdes, azules, blancas, encarnadas (Cantos 189).

Y la sangre de todos derramada tornaba la agua tibia colorada (428).

Cubre la roja sangre todo el prado tornándole de verde, colorado (46).

La celada de claro y limpio acero y un mundo de Esmeralda por cimera (164).

La noche era tan lóbrega y oscura que divisar lo cierto no podía. (392)

Otro ejemplo interesante que describe el estilo especial de la obra es, la narración de ‘imágenes

auditivas bellas y sugerentes.’ El Canto XVIII lo expresa así: “Cerca de un claro arroyo

sonoroso.” Y luego continúa el Canto XX,

El agua clara en torno murmuraba, los árboles movidos por el viento hacían un movimiento y un ruido. Ora la agua que el prado atravesaba las varias pedrezuelas numerando, libre a mi parecer y muy segura de cuidado, de amor y desventura. (Cantos 395)

Vega menciona que “La pluma de Ercilla no esquivó el juego ágil y sencillo de los vocablos,

rindiendo de este modo tributo al gusto de la época.”14 En otras palabras, Ercilla también fue un

estilista amante de la palabra exacta por ruda que ésta parezca (Vega 47). Por ejemplo, algunas de

sus descripciones son de un atrevido corte naturalista,

Y a las tristes mujeres delicadas el debido respeto no guardaban, antes con más rigor por las espadas sin escuchar sus ruegos las pasaban; no tienen miramientos a las preñadas, más los golpes al vientre encaminaban, y aconteció salir por las heridas las tiernas pernezuelas no nacidas (Cantos 139)

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Vega expresa de una forma muy especial el carácter de Ercilla poeta, quien fue desde el punto de

vista del estilo un escritor claro, sencillo, sin desmedro de la belleza artística, y que a ratos elevó

su canto a regiones líricas muy depuradas (48).

1.3 El paisaje

En el caso de la naturaleza chilena, Ercilla no empleó tiempo para describirla con sus ‘colores y matices verdaderos.’ Es decir, parte de esta realidad de la cordillera nevada, ni el vergel que es el valle central, ni los ríos, fueron al parecer un tema que fuera motivo de asombro para el poeta. Alejandro de Humboldt juzgó La Araucana con gran severidad crítica, “Nada hace suponer que el poeta haya observado de cerca la naturaleza” (Scharztzman 166).15 Vega también lleva a cabo su propio juicio de esta realidad, cuando menciona que: “Podría afirmarse que el contorno chileno se le escapó al poeta de encima de sus ojos y que solo regodeó la mirada en los recios cuerpos de los guerreros de uno y otro bando en lucha secular” (49). Esta crítica si bien es cierta, manifiesta la falta de interés, por lo que sea de parte de Ercilla para describir la naturaleza. No es menos cierto que el autor dedica muchos versos del poema para expresar la realidad de los indígenas y de su

7 Pfandl indica que “la primera dirección consideró los hechos oriundos de la realidad como única material digna del canto heroico. La segunda, al contrario, sólo admitió como asunto propio del género lo irreal y libremente imaginado por el poeta.

8 Se puede encontrar mayor información en Pidal, De primitiva lírica española y antigua épica; asimismo del mismo autor, Historia general de las literaturas hispánicas.

9 Según Vega, “Es posible que don Alonso haya leído a los escritores latinos e italianos mencionados en sus respectivos idiomas, como también es posible que los haya leído en las notables traducciones de sus obras que circularon en la época.” El mismo autor menciona que “Virgilio fue traducido por Hernández de Velasco en 1557. Martín Laso de Oropesa tradujo ‘La Farsalia,’ de Lucano en 1541. ‘El Orlando Furioso’ de Ariosto fue traducido en 1547. Pedro Fernández de Villegas tradujo ‘El Infierno,’ de Dante en 1515. ‘La Arcadia,’ de Sannazzaro fue traducida por primera vez en 1549.” (20)

10 Vega al respecto menciona que en el amplio número de obras épicas que se publicaron en la época, se observa claramente una tendencia histórica o verista, en donde “El vasto imperio puso a prueba el valor proverbial de sus hijos en el continente y más allá de sus mares. No cabe duda de que las hazañas de sus soldados y las temerarias empresas de sus capitanes constituyeron un valioso material que la poesía aprovechó con apasionado interés.” (16-17)

11 Cf. http://html.rincondelvago.com/la-araucana_alonso-de-ercilla-y-zuniga_5.html. 2007/1/11, pp. 1-2.

12 “Este poema está escrito en octavas reales, combinación métrica de origen italiano, que consta de ocho versos endecasílabos distribuídos de la siguiente manera: ABABABCC. Hay que mencionar, que el ritmo de los endecasílabos se capta con cierto agrado, aun cuando hay en ellos algunas asperezas y trasposiciones” (Vega 38). Se cita además a Angel Valbuena Prat que se ha referido a la oriundez vasca de Ercilla para justificar lo duro del verso, que es característico en Unamuno y Ramón de Basterra, poetas originarios también de la región vizcaína y más cercanos, en el tiempo, a nosotros. Se puede confrontar lo que escribe este autor en (Historia de la literatura española t. 1, 1981).

13 La Araucana se divide en tres partes, del Canto I al Canto XV; del Canto XVI al Canto XXIX; y del Canto XXX al Canto XXXVII.

14 Es sorprendente indicar lo que sigue, rindiéndose lo mismo que el autor, a hermosas repeticiones, paranomasias, hipérbatos, gradaciones, etc, que aparecen “como pequeños oasis en el relato árido y extenso de hechos guerreros” (Vega 47). Sirva como ejemplo los siguientes versos:

Ninguno allí pretende otro reposo /que el último reposo de la muerte (Canto III); /que a decir tan gran cosa no me atrevo /si no es en Nuevo aliento, canto nuevo (Canto III); /pecho con pecho vienen a juntarse /lanza con lanza, espada con espada (Canto VI); /pues vemos que esta reina importunada /pudiéndose casar y no quemarse /antes quemarse quiso que casarse (Canto XXXIII); /Abren, desclavan, rompen, deshebillan, (Canto IV). /que ingrato al hospedaje del amigo /del deudo y deuda haciendo poca cura (Canto XXVIII).

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tierra, y lo hace de esta forma, como lo indica Vega, para de esta manera no caer en la visión retórica característica de su época (50). Por ejemplo se puede argumentar lo anteriormente dicho teniendo en cuenta que en el canto primero podemos encontrar una descripción geográfica y política de Arauco, y además el canto primero menciona aspectos característicos de la nacionalidad chilena. Podemos mencionar lo que sigue:

Pues en este distrito demarcado, por donde su grandeza es manifiesta, está a treinta y seis grados el Estado que tanta sangre ajena y propia cuesta: éste es el fiero pueblo no domado que tuvo a Chile en tal estrecho puesta, y aquel que por valor y pura guerra hace en torno temblar toda la tierra. (Cantos 31)

Asimismo Vega menciona que la presencia del huracán que muestra con furia su realidad esencial

(50), se describe en el Canto IV de la siguiente manera:

En esto una gran nube tenebrosa el aire y cielo súbito turbando, con una oscuridad triste y medrosa del sol la luz escasa fué ocupando: sálta Aquilón con furia procelosa los árboles y plantas inclinando, envuelto en raras gotas de agua gruesas que luego descargaron más espesas.

Como el diestro atambor que, apercibiendo al duro asalto y fiera batería, va con los tardos golpes previniendo la presta y animosa compañía, pero el punto y señal última oyendo suena la horrenda y áspera armonía, así el negro ñublado turbulento lanza un diluvio súbito y violento.

En oscura tiniebla el cielo vuelto, la furiosa tormenta se esforzaba; agua, piedras y rayos todo envuelto en espesos relámpagos lanzaba: el araucano ejército revuelto por acá y por allá se derramaba: crece la tempestad horrenda y tanto, que a los más esforzados puso espanto. (Cantos 107)

Otro ejemplo interesante en la misma línea de lo descrito previamente dice relación con los

bosques chilenos. Vega menciona que el canto XXXV muestra una forma particular de Ercilla de

penetrar en el corazón de la tierra chilena:

Admirónos la forma y la extrañeza de aquella gente bárbara notable, la gran selvatiquez y rustiqueza, el fiero aspecto y término intratable, la espesura de montes y aspereza, y el fruto de aquel suelo miserable:

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tierra yerma, desierta y despoblada, de trato y vecindad tan apartada.

Preguntámosle allí, si, prosiguiendo, la tierra era adelante montuosa; respondiónos el viejo sonriendo ser más aspera, dura y más fragosa, y que así la montaña iba creciendo que era imposible y temeraria cosa romper tanta maleza y espesura, puesta allí por secreto de natura.

Pasamos adelante, descubriendo siempre más arcabucos y breñales, la cerrada espesura y paso abriendo con hachas, con machetes y destrales; otros con picos y azadón rompiendo las peñas y arraigados y matorrales, do el caballo hostigado y receloso afirmase seguro el pie medroso.

Nunca con tanto estorbó á los humanos quiso impedir el paso la natura y que así de los cielos soberanos, los árboles midiesen el altura; ni entre tantos peñascos y pantanos mezcló tanta maleza y espesura, como en este camino defendido, de zarzas, breñas y árboles tegido.

Admirónos la forma y la extrañeza de aquella gente bárbara notable, la gran selvatiquez y rustiqueza, el fiero aspecto y término intratable, la espesura de montes y aspereza, y el fruto de aquel suelo miserable, tierra yerma, desierta y despoblada, de trato y vecindad tan apartada. (Cantos 652-653)

1.4 Los personajes

Se puede afirmar con cierta certeza, que Ercilla quiso resaltar con su obra el espíritu de la raza

aborigen. Es de esta manera que el historiador literario Angel Valbuena Prat lo indica en una de

sus tesis (759). En el caso de los mapuche, sobresalen según lo indica Vega, “personalidades

intensas, de severos perfiles psicológicos, lo es el caso de Caupolicán, Colo Colo, Lautaro,

Tucapel, Rengo, etc” (53).16 Hay que mencionar que Lautaro fue el líder de la primera gran

rebelión mapuche. Vega lo describe en los siguientes términos de su lectura de La Araucana:

Lautaro es uno de los héroes indígenas de contornos más seductores, además de ser el joven

caudillo de la revolución de su pueblo (54).

En palabras de Vega:

16 Miguel Angel Vega, La Araucana de Ercilla, p. 53.

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Sus actos se inspiran en el amor a la Patria y a la libertad. Es intrépido, atrevido, ágil, astuto, inteligente, hermoso en su esplendente juventud y en su fortaleza física. Sus compañeros de armas lo respetan, y acatan sus órdenes con devota sumisión. (54)

La historia de Chile lo describe de la siguiente manera: Lautaro17 fue hijo de un cacique mapuche

de la zona de las selvas de Carampangue y el Tirúa. La historia dice que Lautaro fue capturado

por las fuerzas españolas, y puesto al servicio de Pedro de Valdivia. Durante este tiempo, Lautaro

tuvo la suerte y la inteligencia para aprender las técnicas de guerra de los españoles. De esta

manera aprendió los modos de utilizar la caballería, el uso de las armas y, más importante aún, de

observar las debilidades tácticas de los propios españoles, de esta manera pudo Lautaro convencer

a los mapuche de la vulnerabilidad del conquistador eliminando la creencia de que éstos poseían

cualidades divinas.18

Ercilla tenía una alta estima de la figura de Lautaro, y es así que lleva a cabo una comparación de

éste con grandes figuras de la antigüedad. Vega argumenta que lo hace para “justificar sus

victorias, obtenidas a costa del prestigio bélico de los españoles” (54).19 Ahora bien, Ercilla

presenta al héroe aguerrido que se encuentra en constante lucha con las fuerzas españolas.

Lautaro, según el relato del autor, se muestra como “una sombra fatídica,” que amenaza la

seguridad de las aguerridas huestes españolas: “cualquier sombra Lautaro les parece, su rigurosa

voz cualquier ruido” (Vega 55). La imagen que nos queda de esta frase es la del hombre

endurecido y aguerrido, inflexible con sus enemigos. Sin embargo, Lautaro según la obra de

Ercilla, tenía breves espacios de tiempo de una personalidad distinta de lo que se menciona

previamente. Lautaro es en algunos momentos de su vida un hombre “suave y tierno,” es el

hombre herido de amor por la bella Guacolda. Viven su pasión y su amor, ajenos al estrépito del

conflicto bélico, y de los presentimientos que agitan el alma de Guacolda. Ella teme a cada

instante la muerte de su amado Lautaro. Vega menciona: “Esta amalgama exquisita de la fuerza

del soldado con la suavidad del amante sensible, evoca en nuestro espíritu la conmovedora escena

18 http://www.memoriachilena.cl/mchilena01/temas/index.asp?id_ut=lautaro(ca.1534-1557). 2007/3/2. “Lautaro apareció por primera vez junto al bando de su pueblo en la Batalla de Tucapel. Desde ese momento su ascendente sobre los guerreros mapuche fue cada vez mayor. Hábilmente, Lautaro aplicó el conocimiento adquirido durante el tiempo de su permanencia con los españoles: impuso el uso de lazos para botar al enemigo de sus caballos; en las tácticas de infantería ordenó la formación de las tropes dando una consistencia nunca antes vista en los ataques mapuche sobre los fuertes. La primera victoria importante para Lautaro fue la Batalla de Marigüeñu, en la cual demostró sus dotes de líder y de estratega. Poco a poco su figura se fue tiñiendo de aspectos míticos muy bien expresados en las descripciones que se hacen de él.” Luego de muchos combates y grandes Batallas donde Lautaro tuvo éxitos y fracasos, hay que mencionar que los abusos cometidos por Lautaro y sus hombres en contra de los indígenas de la zona del Valle Central de Chile—los promaucaes—, le valió la enemistad de varios caciques que se vengaron delatándolo. En un ataque sorpresa, los españoles cayeron sobre el campamento, dando muerte a Lautaro.

17 Guillermo Blest Gana, en su texto escrito sobre la figura de Lautaro, a quien le rinde un homenaje en forma de leyenda. (Ver pág, 22)

15 Sin embargo, el poeta describe Chile con gran agudeza y certeza, de lo que es en parte el territorio, y dice el Canto I: … Digo que norte sur corre la tierra, /y baña la del oeste la marina; /a la banda de leste va una sierra /que el mismo rumbo mil leguas camina; /en medio es donde el punto de la guerra /por uso y ejercicio más se afina: /Venus y Amón aquí no alcanzan parte, /sólo domina el iracundo Marte” (Cantos 31).

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del encuentro del Cid con Ximena y sus hijas en el célebre monasterio de Cerdeña, y el episodio

no menos delicado en que Héctor, el héroe troyano, convive breves horas con Andrómaca y su

pequeño hijo en las páginas de La Iliada” (56).

Lo opuesto a Lautaro es Tucapel, a quien el poeta describe como el hombre con carácter bélico a

toda prueba, fuerza bruta, coraje sin límite. Vega dice: “No solo disputa con los enemigos de su

patria, sino también con los caciques de su propia raza” (56). Es el guerrero seguro de sí mismo,

díscolo, que se siente seguro de su sola fuerza para conquistar él solo la tierra. Por ejemplo,

tenemos aquí una de sus arengas en las reuniones que llevaban a cabo los araucanos para tratar el

curso del conflicto:

diciendo: A mí la España no me espanta, y no quiero por hombre ser tenido si solo no arrüino a los cristianos, ahora sean divinos, ahora humanos.Pues lanzarlos de Chile y destruirlos no será para mí bastante guerra; que pienso, si me esperan, confundirlos en el profundo centro de la tierra; y si huyen, mi maza ha de seguirlos, que es la que deste mundo los destierra: por eso no nos ponga nadie miedo, que aun no haré en hacerlo lo que puedo.Y por mi diestro brazo os aseguro, si la maza dos años me sustenta, a despecho del cielo, a hierro puro, de dar desto descargo y buena cuenta y no dejar de España enhiesto muro; y aún el ánimo a más se me acrecienta, que después que allanare el ancho suelo, a guerra incitaré al supremo cielo. (Cantos 167-168)

El cacique Caupolicán es otro ejemplo de gallardía sin igual, él encarna en su persona al caudillo,

y fino estratega “digno por su sagacidad y fuerza hercúlea de dirigir al ejército araucano” (Vega

57). Fue elegido caudillo de los araucanos luego de caminar por tres días con el pesado tronco

sobre sus hombros. El poeta describe al futuro vencedor, en los siguientes matices épicos:

Ufano andaba el bárbaro contento de haberse más que todo señalado, cuando Caupolicán a aquel asiento, si gente, a la ligera, había llegado: tenía un ojo sin luz de nacimiento como un fino granate colorado, pero lo que en la vista le faltaba, en la fuerza y esfuerzo le sobraba. (Cantos 57)

Caupolicán después de caminar con el pesado tronco en sus hombros por tres días, lo lanzó lejos.

Demostrando su gran fuerza, que le llevó a ser proclamado el Toqui de la Guerra, dice: “Sobre tan

firmes hombros descargamos el peso y grande carga que tomamos.” Caupolicán tuvo una buena

relación con el toqui Lautaro y otros líderes mapuche, especialmente con aquellos caciques que se

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Page 13: Los Araucanos y La Conquista[6b]

enfrentaron en reyertas internas, y luchas de poder. Sin embargo, existieron momentos

complicados, por ejemplo, Ercilla menciona que Caupolicán se vio disminuido en su prestancia

de héroe, así de esta forma, lo menciona en su obra el poeta. Caupolicán en el momento que se

encuentra en prisión, colabora con el jefe de la guardia de apellido Reinoso, para entregarle,

sometida la patria araucana, y en que Fresia, su esposa, le arroja a los pies a la pequeña criatura

fruto de aquel matrimonio, porque no quiere ser “la madre del hijo infame del infame padre”

(Cantos 630). Sin embargo, Caupolicán más allá de este momento de flaqueza, demostró el valor

increíble en los momentos previos de su terrible suplicio. La narración de este hecho menciona:

“Con paso seguro, /con viril entereza /se dirigió al tablado donde /había de ser empalado y

asaetado. /Al darse cuenta de que la sentencia /sería cumplida por un negro africano /de

repudiable aspecto, /no pudo evitar la reacción de su orgullo herido /y envuelto en severa

dignidad, /dejó oír su voz /en aquellas horas postreras.” La narración de este hecho contempla lo

siguiente que puso por escrito Ercilla:

¿Cómo qué? ¿En cristiandad y pecho honrado cabe cosa tan fuera de medida que a un hombre como yo, tan señalado le dé muerte una mano así abatida? Basta, basta morir al más culpado, que al fin todo se paga con la vida; y es usar deste término conmigo inhumana venganza y no castigo. (Cantos 637)

Luego de estas palabras, Caupolicán propinó un tremendo puntapié sobre su verdugo que dejó a

éste malherido. Ercilla menciona que:

No el aguzado palo penetrantepor más que las entrañas le rompiese barrenándole el cuerpo, fue bastantea que al dolor intenso se rindiese: que con sereno término y semblantesin que labio ni ceja retorciese, sosegado quedó de la manera que si asentado en tálamo estuviera. (Cantos 638).

La noticia de la muerte de Caupolicán fue causa de una gran impresión y sorpresa. Algunos

dudaron de la veracidad de esta noticia, es por eso que muchos se acercaron al lugar del suplicio,

para cerciorarse de su muerte,

Era el número tanto que bajaba del contorno y distrito comarcano, que en ancha y apiñada rueda estaba siempre cubierto el espacioso llano: crédito allí a la vista no se daba si ya no le tocaban con la mano, y aún tocado, después les parecía que era cosa de sueño o fantasía. (Cantos 639-640)

Se pueden mencionar otros personajes que forman parte de la raza mapuche, por ejemplo, es el

caso del anciano Colo Colo, quien representa la prudencia y la sabiduría. Otro ejemplo de valor

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fue Galvarino, que sufrió el castigo de la amputación de sus dos manos, con un valor superlativo

superior al tormento y al martirio. Vega en su comentario al texto de La Araucana que presenta a

Colo Colo, expresa la citada arenga que pronunció este anciano sabio, en la Junta de Caciques,

con el objeto de evitar innecesarias violencias entre los jefes indios… “es hoy uno de los

emblemas de la libertad y del heroísmo del pueblo chileno” y Ercilla lo manifiesta de esta forma

en algunas de sus estrofas,

Caciques del Estado defensores: codicia de mandar no me convida a pesarme de veros pretensores de cosa que a mí tanto era debida; porque según mi edad, ya veís, señores, que estoy al otro mundo de partida; mas el amor que siempre os he mostrado, a bien aconsejaros me ha incitado.

¿Qué furor es el vuestro, ¡oh, araucanos! que a perdición os lleva sin sentillo? ¿Contra vuestras entrañas tenéis manos, y no contra el tirano en resistillo? ¿Teniendo tan a golpe a los cristianos, volvéis contra vosotros el cuchillo? Si gana de morir os ha movido, no sea en tan bajo estado y abatido.

Volved las armas y ánimo furioso a los pechos de aquellos que os han puesto en dura sujeción, con afrentoso partido, a todo el mundo manifiesto; lanzad de vos el yugo vergonzoso; mostrad vuestro valor y fuerza en esto: no derraméis la sangre del Estado que para redimirnos ha quedado.

No me pesa de ver la lozanía de vuestro corazón, antes me esfuerza: mas temo que esta vuestra valentía por mal gobierno el buen camino tuerza; que, vuelta entre nosotros la porfía, degollais vuestra patria con su fuerza; cortad, pues, si ha de ser desa manera, esta vieja garganta la primera. (Cantos 53-54)

Una breve mención se hace de las mujeres araucanas, estas heroínas aparecen descritas en su

sensibilidad y honestidad, y más allá del dolor y el sufrimiento que puedan reflejar sus almas

generosas, en palabras de Vega: “Una suave brisa impregnada de estoica serenidad estremece las

almas de esas mujeres” (63). Solamente Fresia es la antítesis de la dulzura con que estas mujeres

son descritas. Fresia, la esposa de Caupolicán, es una mujer “briosa, enérgica, espartana,” posee

un alto concepto del honor y dotada de un orgullo fuerte y tenaz.

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En el bando español, Ercilla menciona con menos fuerza a sus integrantes, y dice que son escasos

los héroes. Por ejemplo, el caso de don Pedro de Valdivia,20 el poeta lo traza con poca simpatía.

Según Vega, Ercilla lo describe como un capitán perezoso y negligente, ávido sólo de riquezas y

de gloria (63; ver en Cantos 68). Y luego Vega prosigue diciendo que: “No vió el poeta en el

valeroso capitan extremeño sus virtudes de oro macizo, sus condiciones de estratega, al padre de

seis ciudades y tres ‘fuertes’ y al primer organizador del país” (63).

Francisco de Villagra fue el capitán experimentado y sabio a la hora de dar consejos a sus

subalternos, además de impartir confianza en medio del ‘pánico y la derrota.’ Por ejemplo en el

relato se menciona,

Pero el buen Villagrán, haciendo fuerza se arroja y contrapone al paso airado, y con sabias razones los esfuerza, como de capitán escarmentado, diciendo: Caballeros, nadie tuerza de aquello que a su honor es obligado, no os entreguéis al miedo, que es, yo os digo, de todo nuestro bien gran enemigo.

Sacudidle de vos, y veréis luego la deshonra y afrenta manifiesta: mirad que el miedo infame, torpe y ciego más que el hierro enemigo aquí os molesta: no os turbéis, reportaos, tened sosiego, que en este solo punto tenéis puesta vuestra fama, el honor, vida y hacienda, y es cosa que después no tiene enmienda.

¿A dó volvéis sin order y sin tiento, que los pasos tenemos impedidos? ¿Con cuánto deshonor y abatimiento seremos de los nuestros acogidos? La vida y honra está en el vencimiento, la muerte y deshonor en ser vencidos: mirad esto, y veréis huyendo cierta vuestra deshonra, y más la vida incierta. (Cantos 128-129)21

Ercilla en el poema resalta la figura de Don García Hurtado de Mendoza, el jefe del ejército

conquistador, quien tiene en la obra un perfil heroico y agradable. El autor lo presenta “como un

personaje animoso, valiente, siempre en constante actividad…” Podemos mencionar parte de su

coraje y habilidad que se reconoce en el poema, en la batalla de Millarapue:

Don García de Mendoza no paraba antes como animoso y diligente,unas veces airado peleaba, otras iba esforzando allí la gente. (Cantos 493)

El poeta también resalta la figura de un simple soldado de nombre Andrea, que llegó a las Indias,

procedente de Génova, en busca del oro y la gloria. Una de sus hazañas es descrita de esta

manera,

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Yo vi, entre muchos jóvenes valientes sobre pruebas de fuerza porfiando trabar él una cuerda con los dientes, asiendo cuatro de ella; y estribando todos a un tiempo a partes diferentes, a pesar de llevarlos arrastrando, y de solos los dientes se valía, que las manos atrás presas tenía…

…y una cuerda en la boca, revolviendo al furioso raudal el duro pecho, los pies y fuertes brazos sacudiendo, rompía por la canal casi derecho remolcando la barca, y resistiendo el ímpetu del agua, del estrecho la sacaba a la orilla en salvamento, haciendo otras mil cosas que no cuento. (Cantos 295-296)

Ercilla describe la lucha de Andrea con el mapuche Rengo, y es un cuadro de rasgos enérgicos de

los pocos que se mencionan en el poema. Parece ser que el poeta escribe esta parte de la historia

teniendo en cuenta sus lecturas en su juventud del Orlando Furioso. Por ejemplo en algunas

estrofas de esta lucha menciona lo siguiente:

Y comienzan de nuevo el fiero asalto, como si descansaran todo el día: ora presto por bajo, ora por alto sin miedo el uno al otro acometía. Rengo, que de armadura estaba falto con tal destreza y maña se regía, que sostiene en un peso aquella guerra, no perdiendo una mínima de tierra.

Con presteza una vez tal golpe asienta al valiente cristiano por un lado, que toda la persona le atormenta según que fue de fuerza muy cargado; otra redobla, y otro, y a mi cuenta al cuarto, que bajaba más pesado, el astuto italiano se desvía, y de una punta al bárbaro hería.

El italiano en alto el medio escudo alzó, por recoger el golpe extraño; pero del todo resistir no pudo, aunque se reparó parte del daño: batióle la cabeza el golpe crudo, y cual si el morrión fuera de estaño y no de fuerte pasta bien templado, así de aquella vez quedó abollado. (Cantos 297)

Finalmente, debemos mencionar una palabra sobre el soldado Ercilla, a quien los comentaristas

en general ‘le han considerado uno de los héroes señeros del poema.’ Nosotros podemos afirmar

que desde los primeros versos del poema hasta sus últimas estrofas, es posible oír su ímpetu, su

claro acento, en definitiva, aquello que nos ofrece la presencia de su humanidad. Por ejemplo, un

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elemento que muestra las ‘aristas sensibles’ del poeta, manifiesta su amor al Rey de España,

Felipe II, al que a lo largo de la obra llama “gran Felipe.” Le invoca al “gran Felipe” en diversos

cantos, y como lo indica Vega, al salir de Lima con el ejército conquistador que comanda García

Hurtado de Mendoza, Ercilla le dirige las siguientes palabras,

Yo con ellos también, que en el servicio vuestro empecé y acabaré la vida, que estando en Inglaterra en el oficio que aún la espada no me era permitida, llegó allí la maldad en deservicio vuestro, por los de Arauco cometida, y la gran desvergüenza de la gente a la Real Corona inobediente. (Cantos 271-272)

Además de elemento positivo de su accionar en medio de diferentes actores, Ercilla muestra una

actitud benevolente, compasiva y de un espíritu de dulzura para con los llamados enemigos de los

conquistadores. Podemos mencionar el caso de Caupolicán y el suplicio que arranca ‘enérgicas

palabras condenatorias contra sus compañeros de armas.’ O por ejemplo, en el caso del Ercilla

que ayudó a las mujeres de los caciques. Es el caso de la Hermosa Guacolda, a quién prestó ayuda

para encontrar el cadáver de su marido muerto en un fiero combate. Vega menciona que: “Fue

noble, generoso, compasivo. Caballero de estirpe egregia, trató con respeto a las mujeres del

bando enemigo. Tegualda y Glaura recibieron finas atenciones de su parte” (69). Ercilla también

sufrió las penalidades de la guerra, al igual que sus compañeros soldados, y en medio de noches

sombrías y llenas de inquietudes escribe,

La negra noche a más andar cubriendo la tierra, que la luz desamparaba, se fue toda la gente recogiendo según y en el lugar que le tocaba; la guardia y centinelas repartiendo, que el tiempo estrecho a nadie reservaba, me cupo el cuarto de la prima en suerte en un bajo recuesto junto al fuerte; donde con el trabajo de aquel día y no me haber en quince desarmado, el importuno sueño me afligía, hallándome molido y quebrantado; mas con nuevo ejercicio resistía, paseándome deste y de aquel lado sin parar un momento; tal estaba que de mis propios pies no me fiaba.

No el manjar de sustancia vaporoso, ni vino muchas veces trasegado, ni el hábito y costumbre de reposo me habían el grave sueño acarreado; que bizcocho negrísimo y mohoso por medida de escasa mano dado y la agua llovediza desabrida era el mantenimiento de mi vida.

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Y a veces la ración se convertía en dos tasados puños de cebada, que cocida con yerbas nos servía por la falta de sal, la agua salada; la regalada cama en que dormía era la húmeda tierra empantanada, armado siempre y siempre en ordenanza, la pluma ora en la mano, ora la lanza. (Cantos 390-391)

1.5 Seguidores de Ercilla en España e Hispanoamérica

Podemos mencionar entre sus imitadores españoles al poeta Gabriel Lasso de la Vega, quien

encontró en La Araucana una fuente especial de riqueza en estímulos e incitaciones artísticas

creadoras (Vega 75). Este autor dedicó parte de sus creaciones a un poema histórico llamado

Cortés Valeroso, que publicó en 1588 y que volvió a reeditar en 1599 con el título La Mejicana

(Se pueden encontrar referencias de este texto en el autor José Toribio Medina en Ercilla, La

Araucana, edición del Centenario, Santiago de Chile, 1918, en la página 480). Menciona Vega

que “el influjo señalado es notorio.” Por ejemplo:

Estrofas enteras del poema ostentan el sello de la epopeya ercillesca. La descripción que hace Lasso de la Vega de las tierras mejicana, las arengas que pone en boca de sus héroes, los combates singulares que describe, algunos episodios idílicos del relato, en fin, revelan que el poeta conoció y leyó con provecho La Araucana. (76)

Se puede señalar el caso de Juan de Castellanos, en 1589 en su Elegías de varones ilustres de

Indias. Por ejemplo, es posible indicar el influjo de la epopeya hispánica, es el caso de las

descripciones, las luchas cuerpo a cuerpo, la idealización de los indígenas, la métrica, que siguen

muy de cerca la métrica del poema épico de Ercilla. Sin ir más lejos Castellanos cita de forma

elogiosa en dos oportunidades a Ercilla en su vasta narración histórica (Vega 76). En sus Elegías

en el Canto XIII llama a Ercilla “el ínclito poeta y admirable don Alonso de Ercilla” (Juan de

Castellanos 1962). Vega señala que algunas estrofas del poema, “las que describen el pánico que

se apoderó de los españoles y su fuga ante la arremetida de los piratas de Drake tienen un gran

parecido con las que escribió el vate español al describir el terror que experimento la población

española de Concepción ante la proximidad del ataque de las huestes araucanas” (77). Se puede

señalar el siguiente ejemplo de lo escrito por Castellanos,

Vieron luego peones y jinetes a las ocho banderas ordenadas, que siguen ochocientos coseletes , guarnidas las cabezas con celadas; vienen arcabuzeros y mosxquetes y picas y otras armas enastadas; vista la multitud y la pujanza, atrás se vuelve la jinete lanza. (qtd in Vega 77)

Más adelante Castellanos continúa,

Porque también huía la casada sin esperar chapín, toca ni manto; una descalza y otra destocada,

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pero ninguna de ellas sin espanto; va la recién parida y la preñada acompañándolas acerbo llanto, la voz supresa, por las espesuras. Sus galas, sus arreos, su decoro dentro de sus moradas se les queda; ropas con ricas bordaduras de oro; vajillas y gran suma de moneda; no dan las turbaciones deste lloro a mano cosa que sacarse pueda; que por huír de tan cruel canalla salía cada cual como se halla. (77)

En el texto de Ercilla se encuentra lo que sigue:

Ya la parlera fama pregonando torpes y rudas lenguas desataba, las cosas de Lautaro acrecentando, los enemigos ánimo menguaba, que ya cada Español casi temblando, dando fuerza a la Fama, levantaba al más flaco araucano hasta el cielo, derramando en los ánimos un hielo.

Levántase un rumor de retirarse, y la triste ciudad desamparalla; diciendo que no pueden sustentarse contra los enemigos en batalla: corrillos comenzaban a formarse, la voz común a prueba el despoblalla, algunos con razones importantes reprobaban las causas no bastantes. Dos varias partes eran admitidas del temor y el amor de la hacienda; la poca gente, muertes y heridas dicen que la ciudad no se defienda; las haciendas y rentas adquiridas al liberal temor cogen la rienda; mas luego se esforzó y creció de modo, que al fin se apoderó de todo en todo.

La gente principal claro pretende desamparar el pueblo propio y propio nido, el temeroso vulgo aun no lo entiende; mas tiende oreja atenta a aquel ruido; visto el público trato, mas no atiende, que súbito, alterado y removido de nuevo esfuerza el llanto y las querellas, poniendo un alarido en las estrellas.

Quién a su casa corre pregonando la venida del bárbaro guerrero; quién aguija a la silla procurando cincharla en el caballo más ligero: las encerradas vírgenes llorando por las calles, sin manto, ni escudero,

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atónitas de acá, y de allá perdidas a las madres buscaban desvalidas. (Cantos 147-148)

En el caso de un escritor de Latinoamérica, se puede señalar a Antonio de Saavedra, nacido en

México, quien en su publicación el Peregrino Indiano dedica en este poema a alabar las hazañas

de Cortés y de sus osados capitanes. Sin embargo, un imitador insigne de La Araucana fue Martín

del Barco Centenera, en su poema épico La Argentina y conquista del Río de la Plata (1602),

donde podemos apreciar con verdadera devoción la forma como se ciñó profundamente al poema

araucano. Es notable, en algunas arengas bélicas de los personajes de su escrito. Vega señala que

en el canto primero menciona Barco Centenera nombres de indios profusamente:

Mahomas, Epuaes, y Galchines, Timbres, Gherandies, y Beguaes, Agazes, y Nogoes, y Sanasines, Maures, Tecos, Sansones, Mogoznaes, El Paranna abaxo, y a los fines habitan los malditos Charrusaes, Naues, y Mepenes, Chiloaças a pesca todos son dados y caças. (qtd in Vega 81)

Encontramos una similitud con el Canto IX del poema de Ercilla:

Suénase que Purén allí venía, Tomé, Pillolco, Angol y Cayeguano, Tucapel que en orgullo y bizarría no le igualaba bárbaro araucano Ongolmo, Lemolemo y Lebopía Caniomangue, Elicura, Mareguano, Cayocupil, Lincoya, Lepomande, Chilcano, Leucotón y Mareande. (Cantos186-187)

Hay que mencionar al poeta don Diego de Santisteban Osorio nacido en la ciudad de León en

España, que es el autor de la Cuarta y Quinta parte de la Araucana. Dicho poema, publicado en

Salamanca en 1569, narra varios hechos que ocurren luego de la muerte de Caupolicán. Se hace

mención aquí a la figura de don García Hurtado de Mendoza y a la de Ercilla, quienes por esta

época se habían trasladado al Perú. Podemos indicar, que en el siguiente ejemplo de uno de sus

poemas, Santisteban deja claro que su intención no ha sido ni será la de rivalizar con Ercilla,

Y si alguno parece atrevimiento que su historia inmortal haya tomado prosiguiendo adelante y con el cuento, que indeciso quedaba y destroncado, respondo que no fue mi pensamiento, usurparle la fama que ha ganado sino acabar el punto de su historia siendo suyo el laurel, suya la gloria.Esta fue la ocasión que me ha movido, y si alguno pensó que por mostrarme, que no lo entienda, le suplico y pido, que es engañarse a sí y a mí agraviarme: nadie que fuese sabio y entendido piense de mí que pudo eso arrojarme, que yo sé bien mi poca suficiencia,

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y por mis pocos años la experiencia. (qtd in Vega 84)

Podemos mencionar por último otro texto interesante que es una imitación de La Araucana, y que

recibe de parte de don Juan de Mendoza Monteagudo el título de Las guerras de Chile. Este texto

fue publicado en 1660, y José Toribio Medina menciona que, con toda probabilidad, esta obra,

por su plan y ejecución, está más próxima a la epopeya, y es la que más se acerca al poema de

Ercilla. Un ejemplo de la cercanía de esta imitación de La Araucana lo podemos ver en el Canto

I, al llevar a cabo la ‘descripción narrativa’ de las provincias que contiene el Reino de Chile, y

que transcribe las mismas líneas que escribió Ercilla.

Veréis aquí su traza verdadera de la primera traza amplificado, que el celebrado Ercilla, si se advierte, le dió a Chile diciendo desta suerte:

Es Chile, norte sur de gran longura costa del Nuevo Mar del Sur llamado: Tendrá del éste a oeste de angostura cien millas por lo más ancho tomado;bajo del polo antártico en altura de veinte y siete grados prolongado por donde el mar océano y chileno. mezclan sus aguas por angosto seno. (Cantos 30)

Finalmente, podemos indicar que el genial dramaturgo español Lope de Vega escribió cuatro

obras basadas en la conquista de América: El Brasil restituído, El Nuevo mundo descubierto por

Colón, Arauco Domado y La Araucana. Por ejemplo, es interesante notar que en la obra Arauco

domado,22 según Vega, “trata de la expedición conquistadora al Reino de Chile de Don García

Hurtado de Mendoza. Su lectura deja en el espíritu una impresión mucho más grata que el poema

de Oña, pues Lope exalta la figura del araucano, otorgándole los mismos atributos de heroísmo

que a los españoles” (95).23

1.6 Influencia del poema en la literatura chilena

La influencia del poema en la literatura chilena ha sido importante. Por ejemplo, una huella

interesante está presente en la obra Arauco domado. Vega menciona que, “Los cronistas soldados

del período de la Conquista, como son, Alonso de Góngora Marmolejo y Pedro Mariño de

Lobera, bebieron en las robustas octavas del heroico canto araucano24 el dato preciso y la

información fidedigna” (109). Otros importantes escritores solamente los mencionamos: Alonso

de Ovalle, Diego de Rosales, Felipe Gómez de Vidaurre, y el abate Ignacio de Molina. Son

muchos los escritores, novelistas que mencionan la importancia del poema en distintas

narraciones, sin embargo, la figura de Pablo Neruda tiene una importancia especial. Por ejemplo,

Neruda el poeta ha “trazado vívidos retratos líricos” de Caupolicán y de Lautaro, a quienes el

poeta considera libertadores de su pueblo y forjadores de la libertad del pueblo chileno (Vega

113), en su obra Canto General encontramos lo siguiente respecto de Lautaro:

La sangre toca un corredor de cuarzo.

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La piedra crece donde cae la gota. Así nace Lautaro de la tierra.

Entró en la casa de Valdivia. Lo acompañó como la luz. Durmió cubierto de puñales. Vio su propia sangre vertida, sus propios ojos aplastados, y dormido en las pesebreras. Acumuló su poderío. No se movían sus cabellos examinando los tormentos: miraba más allá del aire hacia su raza desgranada.

Veló a los pies de Valdivia. Oyó su sueño carnicero crecer en la noche sombría como una columna implacable. Adivinó aquellos sueños. Pudo levantar la dorada barba del capitán dormido, cortar el sueño en la garganta, pero aprendió— velando sombras — la ley nocturna del horario.

Marchó de día acariciando los caballos de piel mojada que iban hundiéndose en su patria. Adivinó aquellos caballos. Marchó con los dioses cerrados. Adivinó las armaduras. Fue testigo de las batallas, mientras entraba paso a paso al fuego de la Araucanía. (Neruda 95-98)

Neruda a su vez, de una manera más alta y pura, se refiere a Lautaro el joven libertador en los

siguientes términos,

Se preparó como una larga lanza. Acostumbró los pies en las cascadas. Educó la cabeza en las espinas. Ejecutó las pruebas de guanaco. Vivió en las madrigueras de la nieve.Acechó la comida de las águilas. Arañó los secretos del peñasco. Entretuvo los pétalos de fuego. Se amamantó de primavera fría. Se quemó en las gargantas infernales. Fué cazador entre la aves crueles. Se tiñeron sus manos de victorias. Leyó las agresiones de la noche. Sostuvo los derrumbes del azufre.

Se hizo velocidad, luz repentina. Tomó las lentitudes de otoño.Trabajó en las guaridas invisibles.

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Durmió en las sábanas del ventisquero. Igualó la conducta de las flechas. Bebió la sangre agreste en los caminos. Arrebató el tesoro de las olas. Se hizo amenaza como un dios sombrío. Comió en cada cocina de su pueblo. Aprendió el alfabeto del rélampago. Olfateó las cenizas esparcidas. Envolvió el corazón con pieles negras.

Descifró el espiral hilo del humo. Se construyó de fibras taciturnas. Se aceitó como el alma de la oliva. Se hizo cristal de transparencia dura. Estudió para viento huracanado. Se combatió hasta apagar la sangre.

Sólo entonces fue digno de su pueblo. (96-97)

Otro poema del vate chileno presenta el suplicio terrible del cacique Caupolicán, en el Canto del

“empalado,” pertenecientes a la serie titulada “Los Libertadores” incluida en el Canto general:

Pero Caupolicán llegó al tormento.

Ensartado en la lanza del suplicio, entró en la muerte lenta de los árboles.

Arauco replegó su ataque verde, sintió en las sombras el escalofrío, clavó en la tierra la cabeza, se aagazapó con sus dolores. El Toqui dormía en la muerte. Un ruido de hierro llegaba del campamento, una corona de carcajadas extranjeras, y hacia los bosques enlutados sólo la noche palpitaba.

No era el dolor, la mordedura del volcán abierto en las vísceras, era sólo un sueño del bosque, el árbol que se desangraba.

En las entrañas de mi patria entraba la punta asesina hiriendo las tierras sagradas. La sangre quemante caía de silencio en silencio, abajo, hacia donde está la semilla esperando la primavera.Más hondo caía esta sangre. Hacia las raíces caía. Hacia los muertos caía. Hacia los que iban a nacer. (95-96)

Por último, podemos mencionar que el poema de Ercilla fue una fuente de inspiración para

23

Page 24: Los Araucanos y La Conquista[6b]

muchos escritores chilenos, por ejemplo, la generación de 1842. Al respecto, Vega afirma que tal

influjo es fácilmente perceptible en las leyendas de Salvador Sanfuentes sobre todo en Ricardo y

Lucía o la destrucción de la Imperial, escrita íntegra en octavas reales (110).25 Asimismo, Raúl

Silva Castro menciona a Eusebio Lillo, que exaltó el valor proverbial de la raza indígena en sus

célebres versos de la Canción Nacional:

Con su sangre el altivo araucano nos legó por herencia el valor y no tiembla la espada en la mano defendiendo de Chile el honor. (Silva 1964)

O bien el caso del poeta Guillermo Blest Gana, perteneciente a la generación de 1842, que

escribió una leyenda titulada “La muerte de Lautaro.” He aquí lo que el moribundo Lautaro

expresa:

No os rindáis, araucanos; una a una caigan nuestras cabezas defendiendo la libertad divina que en la cuna al nacer recibimos. No el estruendo del cañon intimide al araucano por la esperanza de salvar la vida: al yugo no se entregue del tirano vendiendo así la libertad querida. Amad la libertad, siempre por ella mil muertes arrostrad. No por dinero, infames, la vendáis i no por ella promesa, la entreguéis al extranjeroel peso grave que nada, soportándolo, consuela; sed libres como el aire i como el ave, como esta alma infeliz que libre vuela. (Vega 111-112)

2. Conclusión

Las fuentes literarias de crítica formal a esta obra mencionan personalidades de la talla de

Menéndez y Pelayo, José Toribio Medina y varios otros notables. Sus trabajos de gran

interpretación al texto original, denotan gran dedicación y estudio, además de una preocupación

constante de cada estrofa del poema épico y su relación con numerosas obras de la literatura

universal. Sin embargo, hay que mencionar que Ercilla no deja establecido ningún punto de

encuentro o contacto con la épica española del período anteclásico. Ercilla no se interesó por

conocer los viejos cantares o poemas de gestas medievales ni el romancero popular y anónimo en

la Edad de Oro. Su sensibilidad estética se plasmó en la lectura de los clásicos latinos y de los

escritores más representativos del Renacimiento italiano y español.

Más allá de entrar en elucubraciones intelectuales de interpretación y comentario al texto en

profundidad, realidad que merece mucho más espacio y tiempo para comentar la riqueza del

texto, nos interesa sobremanera mencionar algunos puntos de interés al tema del encuentro

cultural o diálogo de culturas.

Hasta hoy, sobre el tema del encuentro y diálogo de culturas se ha escrito mucho, pero aún sigue

24

Page 25: Los Araucanos y La Conquista[6b]

siendo elemento de controversia. Una razón fundamental se refiere al hecho de lo que

entendemos por diálogo. No resulta nada fácil esta empresa, debido a que hay distintas maneras

de entender el concepto de encuentro cultural y diálogo. Existen esfuerzos serios para llevar a la

práctica esta realidad de encuentro, sin embargo, los problemas existen, por ejemplo, en qué

contexto se da este diálogo, y qué función tienen sus intelocutores. Ercilla y su poema épico

mencionan dos realidades que se encuentran en el conflicto armado, los conquistadores, y el

pueblo mapuche. Los intentos de diálogo son mínimos en la Guerra de Arauco, en los momentos

de plena lucha; Ercilla pretende un encuentro de algunas realidades, que describen el paisaje, los

personajes, la realidad física y psicológica de éstos, entre otros temas. En definitiva, es un diálogo

formal, mucho más que de contenidos. No parece ser que al vate le interese profundizar en la

realidad de lo que entendemos por encuentro y diálogo de culturas. Es indudable que dicha

realidad se acentúa por el hecho de la guerra entre el conquistador y sus posibles súbditos, y la

manera de concebir el perfil humano y psicológico del mapuche por parte del conquistador

español.

2.1 Una obra sin límites

Podemos mencionar que el poema La Araucana, ha sido objeto de diversos análisis, y de

diferentes disciplinas, por ejemplo: Historia, Literatura, Antropología, etc. A propósito llega hasta

mis manos un escrito de Miguel Angel Auladell Pérez, bajo el título: De Caupolicán a Rubén

Darío, que menciona un soneto de Rubén Darío, llamado “Caupolicán.” El poeta con el soneto al

que menciona con el nombre “el Toqui,” pretende contar la historia del cacique Caupolicán, y su

episodio de vida, además contiene un ejercicio extraordinario de condensación y de

aprovechamiento intertextual. Varios autores recogen esta idea, y mencionan la importancia que

tiene la historia de La Araucana escrita por José Toribio Medina, asimismo la obra del poema La

Araucana de Alonso de Ercilla. Es así que Darío indica con palabras bizarras y exóticas, el tema

de su soneto, donde el cacique se enfrenta a varios otros en la prueba de sostener en tres jornadas

un pesado tronco de árbol para dilucidar según la fuerza empleada, la habilidad demostrada y la

capacidad de resistencia, quién acaudillaría a su pueblo frente a los invasores españoles

abanderados por el hijo del Virrey del Perú, don García Hurtado de Mendoza.26

Sin embargo, Darío critica el contexto de la vida y la sociedad chilena de su época (1890). Es

Santiago de Chile en aquel momento una ciudad emergente que ve (al igual que Buenos Aires),

constituirse una pequeña burguesía que va protagonizando la vida urbana, que asiste a un relativo

progreso económico y que le acerca más a la cotidianeidad de algunas urbes europeas que a los

inmensos territorios que la circundan. El soneto “Caupolicán” se nos presenta como un intento de

confirmar esta crítica a la sociedad chilena. Es decir, la posibilidad de alejamiento de lo

extranjero (la influencia de lo afrancesado, puede ser debido o incitado por las cartas de Juan

Valera, en dos de sus Cartas Americanas). Puede ser que el autor quiera mostrar con el soneto,

una reivindicación indígena, que parece ser que sigue la temática de otras obras de mucho más

fama, como es el caso de la “Salutación del optimista” o la oda “A Roosevelt.”

25

Page 26: Los Araucanos y La Conquista[6b]

Por último, hay que mencionar la obra inmensa del historiador chileno José Toribio Medina, con

sus nueve volúmenes de citaciones, y exégesis crítica a la obra La Araucana (1918). Se puede

indicar, que la obra de Medina (La Araucana, o bien Los Romances basados en La Araucana,

1918) sirve de apoyo a muchos escritores que dedican su tiempo al estudio del poema de Ercilla .

Nuestra breve presentación del poema, abre muchas interrogantes para continuar un estudio

exhaustivo del tema, como asimismo de la obra del historiador José Toribio Medina.

2.2 Puntos de encuentro

Ercilla menciona las hazañas bélicas que protagonizan los españoles y araucanos, exaltando la

bravura en la defensa de su tierra y su libertad, además es indudable que el autor quiere destacar

con enérgico relieve a los caudillos Lautaro, Colocolo, entre otros y especialmente a Caupolicán y

su muerte que inspiran a Ercilla admirables estrofas. Ahora bien, dentro de la complejidad de esta

obra, lo central del “heroismo de la conquista en la Araucana,” de manera ideológica expresa las

grandes hazañas de ambos grupos, pero se destaca particularmente en el texto, la idealización de

la raza mapuche. Sin lugar a dudas, este punto atrae a muchos críticos de esta obra, que ven en

sus estrofas una sobrevaloración de la raza indígena, que no es otra cosa que la valoración de la

conquista y de los conquistadores. Al respecto podemos señalar que esta problemática encierra

una paradoja, que no implica una definición o clarificación de esta inquietud. Por el contrario, es

una visión que indica el lugar privilegiado donde se ha ubicado a Alonso de Ercilla y su obra

dentro de la literatura universal. Roberto Castillo Sandoval señala que:

El gesto temprano de apoyarse en la imagen del araucano ficticio cobró fuerza en la historiografía y en la literatura chilena hasta convertirse en el mito fundacional por excelencia, el lugar de la imaginación donde se gesta la fusión de los dos componentes vitales de la nacionalidad que recién emerge.27

Sandoval continúa señalando que para Neruda el Ercilla “posee incluso el don de la clarividencia

histórica, que le permite discernir algo nuevo e insólito en la realidad que enfrenta durante su

fugaz paso por Arauco: Él solamente solo nos descubrió a nosotros: sólo este abundante palomo

se enmarañó en nosotros hasta ahora y nos dejo en su testamento un duradero amor

ensangrentado” (Roberto Castillo Sandoval, 1995:9-10). La contrapartida de esta visión, la

encontramos en el relato de Pedro de Oña (1570?- 1643?), que es reconocido como el primer

poeta nacido en el suelo patrio. En su Arauco domado, Oña halaga casi de manera servil al bando

español representado por la figura de García Hurtado de Mendoza, el gobernador español (1535-

1609, Marqués de Cañete y Virrey del Perú). A diferencia de Ercilla, que interpreta según algunos

críticos (Fernando Alegría, 1954 en particular): en este poema épico La Araucana, la lucha por la

libertad económica y política contra los imperialismos extranjeros ... “el poeta no es ya el mero

cronista, sino el activo militante que une su esfuerzo al del pueblo para hacer historia” (40-41).

Oña, por otra parte, es reconocido como el emblema de una mentalidad colonizada polarmente

opuesta a la de Ercilla, quien tiene la oportunidad de ser testigo ocular de la guerra de Arauco, en

pasajes que así lo demuestran. El criollo Oña escribe su Arauco domado en la corte de Lima

26

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careciendo de la autoridad que le había sido otorgada a su antecesor por su participación directa

en la guerra fronteriza (Sandoval 6). Oña suple esta falta, haciendo recuerdos de su niñez y

adolescencia en la ciudad-fuerte de Angol. Si en la obra de Ercilla, los araucanos aparecen como

una fuerza enemiga, de bárbaros portentosos e incontrolables, para Oña, éstos llegan a ser una

fuente de información y de legitimación del conocimiento del autor (Sandoval 6-7).

2.3 Encuentro y diálogo

Por otra parte, una dimensión importante a tener en cuenta para revalorizar el diálogo, es el

reencuentro con la raíces del pueblo mapuche. Es decir la lectura del poema puede despertar

reflexiones concretas sobre el respeto y lo esencial que es para la cultura de cualquier país, el

reconocimiento de las etnias y derechos indígenas. Es posible que estos elementos que forman

parte del encuentro y diálogo: el respeto por las diversas tradiciones, la tierra, la cultura, el idioma

y costumbres estén siempre puestas en un sitial de honor en nuestra sociedad contemporánea.

Más allá de interpretaciones ideológicas de un bando y otro que no persiguen un diálogo entre las

diferentes posiciones, sino que, en muchos casos existe o se da un deseo profundo de

revanchismo.

Una reflexión interesante surge a partir de la interpretación de varios factores descritos en el

poema de Ercilla. Por ejemplo, desde el punto de vista conceptual, enfrentarnos al mundo

indígena, con la siguiente pregunta, ¿en qué medida una sociedad moderna puede crear

equivalencia o relación entre derechos humanos y derechos étnicos? Es una realidad, las notables

diferencias socio-económicas de las que las poblaciones indígenas son víctimas, es el caso de

Chile, desde los tiempos descritos en La Araucana, los mapuche están ubicados en el área de la

extrema pobreza. Esto hace que se despoje el contenido de una real visión democrática liberal de

igualdad de derechos humanos y civiles para todos sobre una base individual, esto es real no sólo

porque el primer problema que preocupa al mapuche es la subsistencia, sino también porque este

problema debe ser resuelto a través de mecanismos en los cuales su debilidad socio económica y

su diferenciación cultural no le permiten funcionar en forma efectiva, a nivel individual. Por lo

tanto, la reacción natural sea la protesta colectiva, comunitaria, más adepta a sus moldes

culturales y más efectiva, ya que los modelos políticos occidentales reaccionan ante la protesta y

la crisis.

Esta aproximación al texto de La Araucana puede entregar varias luces relativas al contexto,

historia, sociedad, cultura, literatura, especialmente el encuentro de la cultura mapuche y la

cultura española. Incluso, podemos encontrar algunos estudios sobre la noción de Estado presente

en el poema épico, ahora bien, nos interesa continuar la investigación de la epopeya de Ercilla,

colocando nuestra mirada en las repercusiones de esta obra en la sociedad, literatura y cultura

chilena el día de hoy. Puede ser importante mantener la riqueza de este poema al descubierto, y la

pretensión viva de seguir escudriñando cada rincón del escrito para entregar razones valederas,

concretas y reales al diálogo fecundo de mundos culturales que se encuentran, y naturalmente se

oponen para una mayor convivencia y aceptación de las diferencias que existen en diferentes

27

Page 28: Los Araucanos y La Conquista[6b]

mundos.

Ercilla menciona en algún lugar la lengua del indígena, cuando describe la realidad comunicativa

existente. Ahora bien, consideramos esencial continuar investigando acerca de este tema. Sin

lugar a dudas que se abren a partir de la lectura del poema, diferentes preguntas relativas a la

hermenéutica de la lengua y el proceso comunicativo del diálogo y de la interpretación de la

realidad. Es un punto interesante para tener en cuenta en una futura investigación del tema

expuesto que se base en el poema de Ercilla, La Araucana y el proceso comunicativo a partir de

la narración del hecho histórico. Otro punto a tener en cuenta para el futuro es un estudio del

19 Vega menciona: “No los dos Publios Decios, que las vidas sacrificaron por la patria amada, ni Curcio, Horacio, Scévola y Leonidas dieron muestra de sí tan señalada: ni aquéllos que en la guerras más reñidas alcanzaron gran fama por la espada, Furio, Marcelo, Fulvio, Cincinato, Marco Sergio, Filón, Sceva y Dentato. Decidme: estos famosos ¿qué hicieron que al hecho de este bárbaro igual fuese? ¿qué empresa o qué batalla acometieron que a lo menos en duda no estuviese?; ¿a qué riesgo y peligro se pusieron que la sed del reinar no los moviese, y de intereses grandes insistidos que a los tímidos hacen atrevidos?

20 La última novela de Isabel Allende, Inés del alma mía, interpreta en razgos subjetivos y elementos históricos el semblante del héroe español. El relato menciona en parte el perfil psicológico y su lectura de la realidad chilena durante la conquista de Chile, y la guerra de Arauco. Indudablemente que la escritora chilena juega con la ficción, la leyenda y el dato de la historia, pero es una narración que se lee con facilidad e interés en la aparición de cada personaje, que como lo hemos mencionado lleva a cabo Ercilla en su poema épico (Allende 2006).

21 También se menciona a Galvarino, otro cacique mapuche, el que sufrió el suplicio de la amputación de sus dos manos, donde ningún gesto de debilidad aminoró el acero de su alma.

“Donde sobre una rama destroncada /puso la diestra mano, yo presente, /la cual de un golpe con rigor cortada, /sacó luego la izquierda alegremente, /que del tronco también saltó apartada, /sin torcer ceja ni arrugar la frente; /y con desdén y menosprecio dello, /alargó la cabeza y tendió el cuello, / diciendo así: “Segad esa garganta /siempre sedienta de la sangre vuestra, /que no temo la muerte ni me espanta / vuestra amenaza y rigurosa muestra, /y la importancia y pérdida no es tanta /que haga falta mi cortada diestra /pues quedan otras muchas esforzadas /que saben gobernar bien sus espadas. /Y si pensáis sacar algún provecho /de no llegar mi vida al fin postrero, /aquí, pues, moriré a vuestro despecho, /que si queréis que viva, yo no quiero; /y al fin iré algún tanto satisfecho /de que a vuestro pesar alegre muero, /que quiero con mi muerte desplaceros, /pues sólo en esto puedo yo ofenderos.” (Cantos 128-129)

22 Pedro de Oña escribió a imitación de La Araucana una obra que lleva por título Arauco domado. En dicha obra, el autor quiere vindicar el nombre y prestigio de Don García Hurtado de Mendoza, injustamente silenciado y preterido, a juicio suyo, en la epopeya de Ercilla. Se puede mencionar otra obra que imita a la mencionada (Arauco domado), titulada Purén Indómito, que según los studios de don Aniceto Almeyda se atribuye en verdad a Diego Arias de Saavedra; valga un ejemplo en una de sus octavas, a imitación al texto Arauco domado: No pasara tras de Oña la carrera, /en un rocín tan flaco como el mío. (Almeyda 1944)

23 Lope de Vega escribe:…La luz que ilumina los distritos de Arauco, /es Caupolicán, y yo soy quien la publico; /decir quiere

“el poderoso” en nuestra lengua, /y se ha visto esta verdad en el Santo Caupolicán /con prodigios y señales milagrosas.

24 Miguel Luis Amunátegui menciona: “El estímulo aludido provino, esencialmente, de La Araucana, fuente de amor a la libertad y a la justicia en que abrevó el pueblo chileno.” (487-502)

25 Otro ejemplo interesante de mencionar es que el autor del himno nacional de Chile, don Eusebio Lillo “exaltó, por su parte, el valor proverbial de la raza indígena en sus célebres versos de la Canción Nacional” (Raúl Silva Castro, 1964). Como muestra de dicha influencia en uno de los versos de la Canción Nacional citamos: Con su sangre el altivo araucano /nos legó por herencia el valor /y no tiembla la espada en la mano /defendiendo de Chile el honor.

El teatro chileno también ofrece una pieza dramática sobre Lautaro, por ejemplo, el autor Benjamín

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legado de Ercilla y una visión o interpretación posmoderna de la lectura del poema épico. Se

puede llevar a cabo finalmente un estudio o perfil sicológico que presenta esta obra cuando

describe la épica en la literatura de la conquista, por ejemplo el papel o rol que cumplieron los

protagonistas en esta parte de la historia.

Subercaseaux creó la obra en cinco actos: Pasión y epopeya de Halcón ligero. En esta obra el autor presenta una “novedosa reviviscencia artística del héroe araucano y de su época.” Podemos citar que el primer acto, en un diálogo entre Pedro de Valdivia y Fray Martín, se dice: “Las palabras del capitán extremeño exhalan una honda emoción humana y trasuntan a la vez el pensamiento novísimo de Subercaseaux sobre las relaciones espirituales entre el soldado y el joven libertador indígena” (Vega 115). Una mayor información sobre la pieza de teatro en (Subercaseaux 1957).

26 El texto dice: Es algo formidable /que vió la vieja raza: /robusto tronco de árbol /al hombro de un campeón /salvaje y aguerrido, /cuya fornida maza / blandiera el brazo de Hércules, /ó el brazo de Sansón. / Por casco sus cabellos, / su pecho de coraza, / pudiera tal guerrero, /de Aráuco en la región, /lancero de los bosques, /Nemrod que todo caza, / desjarretar un toro, /ó estrangular un león. /Anduvo, anduvo, anduvo. / Le vió la luz del día, /le vió la tarde pálida, / le vió la noche fría, /y siempre el tronco de árbol /á cuestas del titán. /“¡El Toqui, el Toqui!” /clama la conmovida casta. /Anduvo, anduvo, anduvo. / La Aurora dijo: “Basta.” /E irguióse la alta frente /del gran Caupolicán, en Rubén Darío “Caupolicán,” Azul…, precedida de un estudio sobre la obra por D. Juan Valera, Guatemala, Imp. “La Unión,” 1890, 2 ed. Aumentada, XXXIV, 237 págs. [Primera publicación en La Epoca (Santiago), 11 de noviembre de 1888, con el título “El Toqui”].

27 Roberto Castillo Sandoval menciona en: ¿Una misma cosa con la vuestra?: el legado de Ercilla y la apropiación postcolonial de la patria araucana en el Arauco domado. (Este artículo fue publicado en Revista Iberoamericana, vol. LXI, no. 170-171 (1995), pp. 231-247. Reproducción permitida citando la fuente y el autor en el internet: http://www.haverford.edu/span/spanish/Docs/domado.html. En la página 2 (1-10), de este artículo reproducido en el internet, el autor menciona la figura del poeta Pablo Neruda, que en su obra el Canto General lleva a cabo “una reelaboración poética… en el cual el legado poético de Ercilla es vertido plenamente dentro de un discurso de reivindicación americanista.” (2)_____________________________________________________

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Amunátegui, Miguel Luis. Los precursores de la independencia de Chile. Santiago de Chile:

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Castellanos de, Juan. Elegías de varones ilustres de las Indias, introducción y notas de Pardo, J.

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Cantos de Alonso de Ercilla. Introducción de Hugo Montes. Santiago de Chile: Editorial del Pacífico,

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Gana, Guillermo Blest. La muerte de Lautaro. Santiago de Chile: n.e., 1848.

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2007/3/2.

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2007/1/11.

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