lamuerte jamás narrada

47
LA MUERTE JAMÁS NARRADA Antología 1

Upload: juan-tena

Post on 24-Sep-2015

239 views

Category:

Documents


0 download

DESCRIPTION

Antología de relatos de misterio.

TRANSCRIPT

  • LA MUERTE JAMSNARRADA

    Antologa

    1

  • Reservados todos los derechos. La Ley es ley.

    PRIMERA EDICIN: ABRIL 2014

    De los textos: Los autores

    De las imgenes de portada: Anael Tena Fernndez

    De los prlogos: Mara Moreno

    De la edicin: CELYA

    Telf: 659 910 260

    www.editorialcelya.com

    e-mail: [email protected]

    ISBN: 978-84-15359-91-3

    Pep. Legal: to 246-2014

    Cualquier forma de reproduccin, distribucin, comunicacin pblica o transformacin deesta obra solo puede ser realizada con la autorizacin de sus titulares, salvo excepcinprevista por la ley. Dirjase a CEDRO (Centro Espaol de Derechos Reprogrficos,www.cedro.org) si necesita fotocopiar, escanear o hacer copias digitales de algnfragmento de esta obra.

    2

  • PRLOGOSobre la muerte recaen muchas historias: hay quienes

    dicen que huele a limn; que le gusta jugar al ajedrez o que si anse tienen cuentas pendientes cuando la ves aparecer, te har cargarcon una pesada losa de piedra durante toda la eternidad, como leocurri a Ssifo.

    Sin embargo, pese a los mitos, leyendas e historias en lasque la muerte es la protagonista, en realidad nadie la conoce.Enigmtica y poderosa, no podemos ver su rostro, pero spequeas huellas que deja tras su paso. Huellas que nos desvelanque slo ella es la autntica demcrata, pues nos hace ver quetodos somos iguales ante su presencia, sin importarle la raza, elsexo, la religin o condicin social, ya que, como deca Horaciogolpea con el mismo pie la choza de los pobres que los palaciosde los ricos.

    Acerca de la muerte se sabe que no podrs comprar sualma, pues no tiene. Tampoco podrs tratar de desafiarla: si lanombras no vendr; si tratas de huir, tal vez aparezca.

    Dado que queremos mantenerla alejada, y deseamostenerla apartada el mximo tiempo posible, hablemos de ella enestos relatos.

    Hablemos de la muerte.

    Mara Moreno

    3

  • Un espectro angelical

    Los rayos de luz entraban de forma oblicua a travs de laventana de la habitacin. Haba sido una larga noche sin dormir yel cansancio le venca. En ese duermevela, la mente conjuraimgenes, recuerdos, deseos y miedos sin solucin de continuidadque vagan sin control en las llanuras de la conciencia, quedebilitada, no ofrece resistencia.

    All apareca don Toms, el padre de Javi, mi amigo de lainfancia. Pareca tan hosco como siempre, los ojos lacerantes, elrictus torcido por el odio y una correa de cuero colgando de sumano. Ese ogro representaba el terror que vivi mi amigo y queme paralizaba haciendo incontrolables mis esfnteres. Cmoolvid a tan terrorfico seor? Supongo que fue por el efecto deltiempo, apartado por la memoria y sustituido por las pesadillasdel momento. Como las que me provoc el lder de los etas,acechndome sin piedad con su banda en mis aos de instituto.Terror que se apoder de m ser cuando esos zombis en banda meacorralaron en el bao y me obligaron a comer los excrementosde su amo y seor.

    Pero de eso haca demasiado tiempo, tanto que mi mente,cansada tambin, lo sepult cuando mximo era su nivel deconciencia, pero que ahora me haca temblar enlazando lossucesos de mi historia ms lamentables y terrorficos.

    Entonces un rostro se manifest ante m, burlndose,mostrando su desdentada mueca por boca y escupindomemientras una navaja recorra mi cuello. Aqul incidente me hizovivir tan de cerca el paso al otro lado, que mi estmago se cerr,provocndome molestias intestinales para siempre. Las imgenesde mi vida se proyectaron tan rpidamente ante mis ojos que nisiquiera sent dolor cuando el metal me recorra la garganta. Deaquello slo recuerdo que ca inerte y qued en medio de un

    4

  • charco de sangre. El ms all an no me estaba destinado porquemi vida continu. Aunque algo cambi en m.

    Quiz aquellos sucesos hicieron mella en mi percepcinimpidindome disfrutar de lo bueno que la vida me traa, yanestesindome ante las desgracias que an me aconteceran.Porque desde entonces mis peores fantasmas venan cuandomiraba a los ojos de mi beb, observaba a Rebeca, la mujer de mivida, o evocaba a mi madre y la ternura que me envolva cada vezque pensaba en ella.

    Entonces ocurri. Todas esas imgenes, terrorficas unasy queridas otras, se entremezclaban hacindose corpreas ante m.Expectantes y observndome. Unas con furia e intencionesdainas, y otras con ternura y compasin. Intent balbucear algo,pero me fue imposible. Rodeado por dos bandos me encontrabadesorientado, mientras un remolino se formaba en el centro de laestancia, recordndome que me hallaba en un hospital.

    Repentinamente, emergiendo de la turbulencia apareciuna mujer de largo cabello negro, rostro lvido, y ataviada con unlargo vestido que se cea al cuerpo en la cintura y en los codos.Cual espectro, volte hacia la cama en la que yaca una ancianaque vagamente me resultaba familiar..Claro, era mam!, erami madre! Cmo no recordaba eso?

    Aterrado extend mi brazo para ayudarle mientras a mialrededor los fantasmas se desvanecan. La mujer de negrovolte su cabeza sin rotar el cuello ni mover su cuerpo! - No lehagas dao!- grit, pero ningn sonido brot de mi garganta.

    Aquello ya no era una mujer, sino un terrorfico ente queojos en blanco lanz sobre m su aliento mortfero mientras suscabellos blancos se convertan en el limbo de una medusamitolgica para causarme un paro cardaco mortal.

    El momento haba llegado. Algo en mi cuerpo me lodeca. Paralizado por el terror, mi conciencia tom el control ylanz rauda todas las seales necesarias para ayudarme. Fuecuando vi sus ojos. Mam reclamaba un instante, posando susojos en los mos.

    5

  • Entonces, a pesar del terror, sonre y pude decir: - Marchatranquila, estamos contigo. Instante que el espectro aprovechpara recobrar su anterior apariencia y mientras tomaba entre susbrazos a mam, me lanz una mirada siniestra, despectiva y llenade odio.

    En la habitacin 313 del Hospital General una ancianasonrea a su hijo que le tomaba la mano en seal de despedida. Mientras una bella ninfa vestida de blanco y rubios cabellos letenda su mano y se la llevaba a un nuevo mundo.

    Juan Lirio Castro

    6

  • El Espejo

    Siempre me han atrado los espejos.Qu maravilla supone para m el speculum, lo que

    parcamente se define como superficie que refleja la luz, oinstrumento para mirarse.

    Una simple lmina de cristal, azogada en su parteposterior se convierte en reflejante. Y desde ese momento se poneen marcha la magia: todo aquello que est por delante duplica suimagen y la invierte. La fsica lo explica mediante leyes dereflexin y ngulos de incidencia, pero eso no me basta.

    Asomarme a un espejo es como inclinarme sobre lasaguas de un lago o de un pozo y sentir su profundidad y atraccin.Porque su accin no se detiene en lo fsico, el espejo reflejatambin el alma del reflejado y tal vez ms an.

    Por eso, aquella tarde en que andaba revolviendo cajonesbuscando unos lazos, me agrad reencontrar el tan familiar juegode plata labrada compuesto de cepillo de pelo y espejo de mano,que tantas veces haba visto sobre el tocador de la abuela. La platano brillaba como entonces, y el azogue estaba algo picado, peroall estaban ambos, como si fuesen una hoja del lbum de fotosfamiliar. Slo con verlos brotaban los recuerdos, metransportaban a otros tiempos, que tan impregnados estaban de vivencias compartidascon la querida ausente, de su aroma, hasta con algn cabelloenredado entre las cerdas, para siempre. . .

    Acarici el cepillo, empu el espejo y me mir. Cmo tantas veces hizo ella, y antes que ella su madre,

    sus hermanas, sus tas, las amigas, las primas, las vecinas cuando se reunan a conversar y a soar juntas en su cuarto, aarreglarse para una fiesta, a darse una ltima mirada antes de laesperada cita Tantas veces, en ese mismo espejo.

    Me mir. Me vi y mecnicamente me arregl una onda

    7

  • Pero entonces tambin las vi, a todas ellas: sonrientes,en silencio, expectantes, reunidas en el fondo del espejo,mirndome, mirndonos.

    All estaban, varias generaciones reunidas, luciendomodas de distintas pocas, pero no me inspiraban ningn temor,mostraban el rostro de entonces cuando se fueron. El tiempocristalizado.

    Lo saba. El espejo no slo muestra la imagen, tambinretiene, atrapa, almacena, agrupa, rene a quienes se asoman a sumercurio.

    Record que los aborgenes no quieren que les saquenfotos, porque les roban el alma. Llevan razn.

    Vinieron a mi memoria algunos trabajos esotricos en queconcentrndose en la imagen que devuelve el espejo llega unmomento en que esta se transforma en otro rostro, el que est trasla mscara social, el de otra vida.

    Entre volutas confusas, algo difuminadas, aqu estntodos mis antepasados, esperando a quien al reflejarse venga asumarse a ellas. Y juntas, esperar al siguiente

    Me esperan. Me queda algo de tiempo de este lado, peroterminar por reunirme con ellas, como en un gran panten. Losaben, y yo tambin lo s. Es inexorable.

    Ester Sananes Domnguez

    8

  • Halloween

    Ese barrio de clase media de Estados Unidos bulla dealegra y actividad. Robert, John y James, de nueve, diez y onceaos respectivamente ya tenan sus disfraces para La Noche deTodos los Santos: uno de fantasma para Robert, otro de zombipara John y otro de demonio para James. Lamentablemente lossusodichos disfraces eran un poco caros, por lo que estasadorables criaturas los haban tenido que comprar a crdito en latienda del Seor Smith, que haba aceptado de buen grado queellos terminaran de pagar su deuda despus de la fiesta deHalloween. Los chicos confiaban en que podran saldar ese compromisouna vez obtenidos los dlares necesarios despus de susactuaciones en ese da tan memorable, adems de un dinerilloextra para sus golosinas y las entretenciones propias de esasfechas. Tambin cada uno haba colocado en su jardn respectivouna calabaza hueca con una vela encendida en su interior y seprepararon as para su merecida diversin. Ay, qu criaturitas ms hacendosas! Sin embargo ms de un nubarrn enturbiaba su alegra. John reconoca preocupado que por la crisis econmica lamayora de los hogares slo les ofreceran caramelos ychucheras de las que ellos estaban hartos de comer en sus propiascasas. James, el mayor del grupo, los tranquiliz a todos diciendoque si daban unas actuaciones tan estupendas de canto y msica,ellos podran solicitar diplomticamente despus de cada una deellas, dinerillo contante y sonante con el fin de pagar su deuda. Qu nios ms previsores! Mientras estos acontecimientos afectaban a sus menudasexistencias, otra existencia ms desgraciada transcurra en suvecindario: la del seor Plumber, que con sus 75 aos, luchaba en

    9

  • muchos frentes: contra la pobreza, dada su esculida pensin;contra el desaseo y el desorden de su vivienda y su persona y porencima de todo, contra el abandono familiar y la enfermedad. Ajenos a estas circunstancias, nuestros decididos amiguitoscomprobaron al trmino de sus intervenciones que su recaudacinhaba sido ms bien escasa. El ltimo chalet que les quedaba era,justamente, el del seor Plumber, muy menospreciado en elbarrio por su carcter hosco e irascible. Como la necesidad tienecara de hereje, decidieron visitarle. Apenas tocar el timbre de su casa, una voz descompuesta ygruona los asalt desde el otro lado de la puerta: Quin es? James, el mayor de los tres, se atrevi con suvoz ms inocente: Somos Robert, John y James, seor Plumber. Entonces se oyeron unos pasos cansinos que se arrastraronhacia la puerta y luego se descorrieron los cerrojos. Los ojos delanciano, adormilados por el whisky observaron a los tres croscon sus flamantes trajes y una sonrisa estereotipada en sussemblantes. Que queris? pregunt. "Trick or treat"( 1 ) seor Plumber. Es la fiesta delHalloween Ignorando el peligro representado por la palabra trick, elseor Plumber respondi furioso: Me importa un comino que seaHalloween o Hallomierda Idos de aqu! Acto seguido dio un portazo que estremeci la casahasta sus cimientos. La avaricia del seor Plumber habaprevalecido sobre su prudencia. l solo quera ahuyentar a esosmocosos desaprensivos que solo queran despojarle de su dinero. Los nios quedaron profundamente decepcionados. El queese seor rompiera con las seculares tradiciones del da deHalloween, les frustraba por completo. Jams en sus cortasexistencias haban visto algo semejante. Decidieron, entonces, darun escarmiento al Seor Plumber, que no olvidara el resto de suvida. Seguidamente compraron unos petardos y volvieron a su

    10

  • casa, esta vez tocando el timbre con repetida insolencia. Con autntica furia y urgido por los fuertes timbrazos, elseor Plumber abri la puerta y cul no sera su asombro al ver aesos malditos muchachos, que burlescos le gritaron:

    Trick or Treat . Queremos verlo bailar, seorPlumber. Acto seguido lanzaron al suelo de su recibidor variospetardos encendidos, mientras el desventurado viejo hacacabriolas, tratando de evitarlos con sus pies artrticos. No fue muyafortunado, porque uno de ellos prendi en la pernera de supantaln cubrindola de llamas. Aunque no pudo preocuparse deeste detalle, porque cay fulminado por un ataque cardaco. Losmuchachos, asustados, rpidamente apagaron el fuego incipientedel pantaln y una vez borradas las huellas de los petardos,corrieron a pedir ayuda. El Da de Todos los Santos termin muy mal para el seorPlumber que falleci camino del hospital; pero no para Robert, Johny James, cuyas graciosas personitas fueron consideradas comohroes por su comunidad. El Fiscal del Distrito asegurpomposamente que esos menores haban tenido una conductaejemplar auxiliando a ese pobre anciano, despreciado por susvecinos. Por otra parte, el seor Smith, el tendero, se apresur aperdonar la deuda a los muchachos para premiar as su heroicocomportamiento. ____________________( trick or treat) expresin utilizada por los muchachos al visitara los vecinos en sus casas para cantarles y actuar ante ellos.Literalmente significa : truco o trato, pero en el fondo significa:si no me das golosinas o dinero ( treat ) te har una gamberrada( trick ).

    Victoria Isabel Fernndez Correas

    11

  • Muerte en tres actos

    ACTO PRIMERO

    Llanura de Tenochtitln durante la guerra florida

    Protegido por la oscuridad de la noche, el guerrero toltecacorra como una exhalacin para librarse de sus perseguidores.Buscaba desesperadamente ese cruce, ese atajo que lo conduciraa su escondite secreto, solo conocido por unos pocos que losalvara del sacrificio hasta que terminara la guerra florida. Deesta manera obtena ese plazo de salvacin que le permitiratrabajar en su pequeo huerto para mantener a su mujer y a suhijo pequeo hasta el advenimiento de la prxima guerra florida,en la que nuevamente fuera absolutamente necesario la caza devctimas con que inmolar a los dioses, esos dioses insaciables queslo podan ser aplacados con sacrificios humanos y muyespecialmente ese brillante sol, creador de vida y protector de lascosechas, que forzosamente tena que nutrirse de sangre humana afin de poder aparecer en el horizonte, cada maana en todo suesplendor.

    Despavorido escuch a lo lejos los gritos de alegra de losperseguidos junto a los alaridos de desesperacin de sus vctimas,seguido de los consabidos cantos rituales. Atento a lo que ocurra en lontananza no se percat de unleve chasquido a sus espaldas Una ramita quebrada tal vez? Ounos pasos quedos que aplastaban la hojarasca? Quiso seguir la senda tantas veces recreada, paradescubrir horrorizado que la haba perdido. Trat de moderar lavelocidad, pero antes de que pudiera modificar su ruta, unasmanos duras y recias cayeron sobre l; lo levantaron en vilo

    12

  • conminndolo a seguir maniatado la larga fila de prisioneros. El chisporroteo de las antorchas y su olor caracterstico loacompa en sus ltimos pensamientos dedicados a su familia.Con el habitual fatalismo de su raza se prepar para su muerteinevitable deseando que tanto su mujer como su hijo tuvieran laproteccin de la comunidad tribal a la que pertenecan.

    ACTO II La captura de los semidioses

    Juan Ruiz Daz del Castillo, lugarteniente deHernn Corts, comentaba con dos de sus compaeros de armasla conquista de ese nuevo territorio en nombre del rey de Espaa.Estaban deslumbrados ante la vista de este nuevo mundo y lagrandeza de su civilizacin. Esa bellsima llanura de Chapultepec,con sus templos y pirmides. En ninguna de sus expedicionesanteriores haban conocido una maravilla semejante: la riqueza yvistosidad de sus patios y jardines y la magnificencia de sustemplos y pirmides. La actividad de la urbe con su enjambrehumano que iba a trabajar en forma ordenada y obediente,acatando as los designios del Huey Tatloami (1): Montezuma,parece que se llamaba y sobre todo y eso era lo msimportante: oro y oro a raudales. Ese noble metal que exista aquen abundancia, pero que careca de todo valor mercantil paraellos y solo lo utilizaban como ornamento en los templos y enadornos y aderezos personales, lo que ofreca para los recinllegados una maravillosa oportunidad para negociar y lucrarse.Pardiez! Despus de esta expedicin volveran todos ricos aEspaa.

    Mientras se regodeaban con pensamientos tan halageosotros ms sombros minimizaron su regocijo: El primero serefera a la mirada de horror, furia y descontento que observaronen los sacerdotes y dignatarios cuando uno de sus templos habasido transformado en una iglesia llamada universal una vez quesus dioses paganos fueran destruidos, una vez despojados del oro

    13

  • ornamental que los cubra para ser fundido .Por cierto, una quintaparte de este oro fue reservado al Rey de Espaa (nuestro seor)

    El otro pensamiento no menos preocupante era elsalvajismo de los sacrificios humanos. Estos hombres, curtidos enmil batallas, no podan entender cmo esta sociedad, tan ordenaday moralista era capaz de sacrificar miles y miles de prisioneros, laflor de su juventud, en aras de sus dioses paganos. Parecaincreble y poda ser una exageracin, pero algunos cronistashablaban de hasta 80.000 prisioneros sacrificados.

    Pero entonces, cmo osaban los padres de la Iglesia aacusarlos de crueldad en la corte; incluso escriban en susinformes que los indios tenan alma, y como sbditos del Rey deEspaa, deban ser protegidos y respetados. Y el mismo rey (suseor) lo haba aceptado exigiendo en sus edictos reales un tratoms humano para ellos. Voto al Demonio Este era un mundo alrevs.

    Fue entonces cuando tres anianimes (2) con modalesinsinuantes, cara pintada y llamativos trajes atrajeron su atenciny quisieron divertirse con ellas. Despus de un agradablemomento pasado con estas cortesanas, tanto Juan Ruiz como suscompaeros se sintieron mal. Antes de caer en la inconscienciapens que la causa poda ser el brebaje ingerido. Lo ltimo quepercibi fue la huida repentina de las anianimes en medio dechillidos de susto. Sinti el peso y la dureza de una fuerzapoderosa que lo transportaba ya inconsciente hacia lodesconocido.

    ACTO TERCERO

    Sacrificio y muerte: Templo de Tenochnitln

    Con su cuerpo mortificado y sangrado por las espinas demaguey, el sumo sacerdote, as purificado se preparaba paraefectuar los sacrificios. Por todos los caminos y senderos de lospueblos vecinos, sus guerreros haban capturado ingentes

    14

  • cantidades de prisioneros conforme a los principios ya acordadosde la guerra florida. Ahora estos permanecan encerrados en lasmazmorras del templo, esperando su turno para ser sacrificados.

    El trabajo sera duro e intenso. La inmolacin de susenemigos durara muchos das. Haba que satisfacer aHuitzilopochtli y a Tlatc, dioses de la guerra y la lluviarespectivamente. Necesitaban su proteccin para enfrentarse aesos extranjeros invasores, esos barbudos de piel clara que tantodao haban hecho a su pueblo, traicionando tambin a su Hueytatloami Montecuhzoma.

    La profeca era clara y se haba cumplido. Ellos vendranen casas flotantes y eran semidiosesAl menos en un principiolo parecieron. Eran invencibles con esas armas que vomitaban unfuego letal y se protegan con una especie de coraza impenetrableque les cubra casi por completo. Creyeron que eran mitadhombres y mitad bestias por lo que causaron espanto y granmortandad entre las filas aztecas. Sin embargo, un aclito suyolos haba espiado y seguido, descubriendo as que no constituanuna sola criatura. De la bestia podan separarse. Lo que era muyimportante, ya que con el correr del tiempo los guerreros aztecas,debidamente adiestrados podan montar a esas bestias, derrotandoas a sus enemigos con sus propias armas.

    No obstante una preocupacin mayor nublaba su espritu.Al cumplirse un nuevo ciclo en el calendario, los dioses podanvolver a destruir el mundo castigando as los pecados de loshombres. Aunque la suya era una sociedad ejemplar que pretendaser la salvadora del mundo, nuevas infamias y traiciones sehaban unido a las ya habituales, justamente causadas por losextranjeros y que podan ofender a los dioses: La destruccin deun templo azteca para erigir en su lugar otro con un Dios extraoimpuesto por los invasores.

    Cmo aplacar la furia divina? Seguramente con mssacrificios, pero esta vez de los extranjeros con una variacin delritual acostumbrado. Ante la dificultad de cazar a estos enemigosla calidad del sacrificio sera mayor, incluso mejorara

    15

  • privndolos de la anestesia habitual con yauchtli o hachich.Seguramente el Huey tatloami no aprobara esto, ya que tenaacuerdos con ellos. Buscara entonces una forma de convencerlo.

    Al despuntar el alba del siguiente da empezaron lossacrificios segn el ritual establecido desde tiemposinmemoriales: Cada prisionero era colocado sobre la piedra delsacrificio o temalacatl sujetado por cuatro sacerdotes por cada unade sus extremidades. Luego el sumo sacerdote hunda condestreza su cuchillo de obsidiana en el pecho para extraer elcorazn que era alzado an palpitante al cielo, para ofrecerlo a lasdivinidades sin reparar en los ltimos estertores y temblores deldesdichado, cuyos restos seran lanzados por las escalerillas deltemplo como un mueco roto.

    Pero entonces algo increble ocurri, tan asombroso queel corazn aun tibio del guerrero casi resbala de las manostemblorosas del sacerdote: all, en lo ms alto del cielo, apareciel pjaro de fuego, ese pjaro de fuego, tan rpido y esquivo yamentado por las antiguas generaciones.

    Comprendi entonces que esto era un designio divino.Todas sus dudas se disiparon. Los extranjeros tenan que morir.Informara al Huey tatloami. A continuacin, la poblacin pudo observar, muyasombrada, algo ajeno a la normalidad del rito: tres soldadosextranjeros fueron sacrificados

    Juan Ruiz Daz del Castillo, muri segn el rito delsacrificio gladiatorio. Se le dieron armas falsas para luchar conguerreros expertos que s disponan de armas reales. Su agonafue lenta y muy dolorosa, puesto que todo su cuerpo era una llagadespus del ataque de sus enemigos. Sus dos compaeros murieron segn el ritualacostumbrado pero sin anestesia. Para optimizar el valor de susacrificio, el sumo sacerdote hundi el cuchillo lentamente en supecho, sacando el corazn poco a poco. Este se depositara en uncesto, para ser devorado despus por l y sus aclitos. Si alguien se hubiera acercado a los soldados despus del

    16

  • suplicio, habra visto en sus ojos despavoridos la huella de undolor inenarrable.

    (1) Gran orador o jefe de la Confederacin azteca. (2) Cortesana.

    Victoria Isabel Fernndez Correas

    17

  • Hasta que la muerte

    As que esto es estar muerto?, pues no me he enterado denada, ni siquiera del trnsito, si es que he pasado a alguna parte.De lo que no tengo dudas es de que estoy en mi funeral: ah estnlas coronas, estoy metido en el fretro y tengo una vistaprivilegiada de todos mis deudos. Qu moderno el tanatorio,oye!, incluso cristal panormico. Mi casino no es tan confortable,la verdad.

    Cunta gente! No saba que tuviese tanta conciencia, quedira mi abuela. Ah est la oronda ta Elvira, llorosa ycompungida, cunto me quera la pobre!, echar de menos suspastelitos de limn y su chocolate con churros. A la derecha veo ami to Cosme y al primo Ernesto, como dos pasmarotes, igual queen otras reuniones familiares, mirando ambos mi cadver como sino se creyeran que estoy muerto. Al otro extremo del cristal, loseternos rivales, Madrid y Bara, personalizados en los primosAugusto y Csar, que a pesar de la afinidad histrica, en lo que alos nombres se refiere, discuten de ftbol, como siempre. En elcentro de la imagen, mi suegra, que Dios confunda, con su eternamirada de sospecha. Otra que no cree lo de mi bito, pensar quees otra de mis tretas; no obstante detecto un rictus que puede seruna sonrisa en su faz de ofidio acechante. A su lado est mi mujer,Purificacin, viuda ya, haciendo su papel con maestra: rimelcorrido, mirada perdida y pauelo en mano. Todo fingido, claro,no le preocupo lo ms mnimo. No le reprocho su actitud, a fin decuentas me cas con ella por su dinero. Reconozco que supeadornar mi fachada con un tinte intelectual, bohemio, sin afeitar,como esos que salen en los anuncios. La cuestin es que yoconsegu su dinero y ella su capricho publicitario.

    Al fondo, en una esquina, medio escondido y serio, estGerardo, un amigo de la familia, en realidad el amante de mi

    18

  • mujer. Un idiota, vamos, aunque no lo suficiente como para nocomprender la situacin. Ser amante de mi mujer tiene ventajas(sexo y dinero) sin los inconvenientes propios de convivir conella y con mi suegraintuyo que desaparecer discretamente trasel funeral.

    La noche transcurre tranquila y silenciosa si exceptuamoslos ronquidos del to Cosme. Detecto adems que falta gente,estarn de tertulia en la sala del caf, seguro.

    A la maana todo est ms animado. Presido el oficioreligioso de rigor. Aqu hay bastante ms gente, incluidos amigosde jarana. Lo siento chicos, otra vez ser. El cura es rpido.Cuenta a todos, lo que todo el mundo sabe que es mentira: buenapersona; amigo de sus amigos; buen marido, en fin, todo esoyterminado el acto arreando para el cementerio, fila de cocheslarga detrs y en unos minutos todos a lo suyo, trmite resuelto.En unos das ni mi mofletuda ta se acordar de m.

    Cerrada la tapa, todo es oscuridad, pero yo sigo pensandoy hablando, de hecho es lo nico que se sepa, puedo hacer. Nirespiro, ni tengo hambre... Esto es un poco extrao, porque, nohay un comit de recepcin, ni luz al final de tnel, ni familiaresesperndome...

    Pasadas tres horas: Vamos que yo prisa no tengo, paranada, si hay que esperar se espera, total, ni ganas de hacer pis medan, pero si hubiese alguna seal lista de espera, negociado,qu se yo

    Pasados tres das: Digo, que a lo peor esto es elpurgatorio y debo penar aqu todas mis culpas. Como castigo noest mal, original incluso, pero un poco soso s es.

    Pasados tres meses: Me llevara una hondsimadecepcin si esto fuese el paraso, porque, entiendo que no hayani ngeles cantando, ni prados soleados, ni arco irispero yoesperaba algn tugurio apaao al menos, donde escuchar blues,fumar sin encender cigarrillos, del humo que hay, y al fondo unamesa con una chica fatal que parezca abandonada.

    Pasados tres aos: Aqu hay mala leche bblica, no

    19

  • tengo duda! Estoy hasta el ltimo pelo, si es que me quedaalguno. Lo peor de todo es que oigo en ocasiones rumor al fondo,son los enterrados en los nichos. Alguna ventaja tendra que tenerser pobre: pueden hablar entre ellos, tertulias. No como yo, en unpanten, ms solo que la unaperooigo rumor de pasos, otroentierro? y una vozesa vozoigo abrirse la puerta del panten.

    Vaya!, mi mujer, y grita como una endemoniada. Diceque la saquen del atad, que no est muerta, que debe haber unerror. S, s, error, eso crea yo y aqu andamos.

    Ella, mi queridsima Puri sigue a lo suyo, raja que raja,golpeando la tapa y chillando histrica. Debera contarle su nuevasituacinaunque casi mejor me callo y

    Te estoy escuchando idiota, y no me llames Puri megrita ya me ests contando qu demonios es todo esto

    Veras querida, te explico: en realidad ests ms muertaque los hroes de Cuba y en cuanto a tu pregunta, te aseguro quetena mis dudas, ahora est todo claro. Dante y su infierno? Unaficionado, en serio. Por cierto, Puri, no pensar enterrarse mamofidio en el panten familiar, verdad?

    No, no era una sugerenciapor qu no me morder lalengua?

    Luis Miguel Vergel Corcho

    20

  • Historia de un verano (a Borges)

    El calor es insoportable. En este mes de diciembre elmercurio alcanza los cuarenta grados, y varias han sido laspersonas fallecidas estos ltimos das por causa del vulturno.Los numerosos tenderetes, hasta hace poco tiempo en laexplanada de la Recoleta, han abandonado el espacio, ahoravaco, que antes ocupaban.

    Los gatos, mofletudos y siempre observando con miradaperezosa a las gentes que entran en el cementerio a visitar lascenizas de sus familiares o amigos, o las propias, tambin hanhuido en busca de frescas sombras al lado de algn recndito ydesierto panten, si exceptuamos a su legtimo y nico morador.En silencio y protegidos por la sombra de la arboleda, los pjarospasan el tiempo adormecidos y sin fuerzas para trinar o elevar elvuelo.

    Todo est quieto y oculto del radiante. En diciembre escuando la Recoleta tiene mayor aspecto de camposanto, donde laquietud es total y de la que no podemos sustraernos; losquerubines tampoco.

    Siempre que visito este lugar es para ver y estar untiempo con mi madre. Desde hace unos aos tambin me detengoen el panten de Bioy Casares; me coge de camino en mis largospaseos por calles y plazuelas. El de Casares se encuentra muycerca de la entrada, o de la salida, segn como quiera verse.

    En la amplia estancia de entrada a la Recoleta, sobre unenorme tablero apoyado en una tarima, hay una reproduccin, nototalmente exacta, pero s bastante aproximada, de la Recoleta enla que los panteones estn representados por diminutosrectngulos dibujados.

    En el ngulo inferior derecho de la madera hay una listade nombres con un dgito al lado. Cada uno de ellos tiene surplica en un punto de la reproduccin. Es la relacin de los

    21

  • prohombres de la patria. Basta con memorizar el nmero desepulcro y seguir las indicaciones para llegar hasta l sindificultad.Aun as, la Recoleta es un enorme laberinto al que muchos entran,y luego de demorarse y vagar sin rumbo fijo por calles,callejuelas, plazas y plazuelas idnticas deciden permanecer aqupara siempre.sta es la segunda vez que lo visito, la primera debi de ser haceya casi veinte aos, si mal no recuerdo. La prxima vez quevenga ir de nuevo a ver a mam, con quien pasar unos das, y aBioy: tenemos tantas cosas de las que hablar!

    Juan Tena

    22

  • Pan recin hecho

    La abuela, casi todos los domingos de invierno, nos hacapan casero en el horno de lea. Con sus manos desbarataba lalevadura en un poco de agua tibia, haca un volcn con la harina yverta la mezcla. Remova a fondo y amasaba con energa.Nosotros mirbamos absortos cada uno de sus movimientosintentando retener todo el proceso en nuestras retinas.

    Mientras la masa fermentaba la abuela rememoraba viejashistorias de difuntos y de cmo la muerte llegaba acompaada deun squito de nimas para llevarse al moribundo. Deca que,contrariamente a lo que otros nos haban contado, La Parca vestade blanco y ola a limones, pero que slo aquellos a quienes se ibaa llevar, y slo en ese instante, podan percibir primero su olor ydespus verla.

    A pesar de nuestra curiosidad, siempre en este puntointerrumpa su relato, se untaba las manos de aceite y con muchadelicadeza daba forma de hogaza a la masa, meta los bordeshacia adentro y volva a dejarlo reposar. Entonces retomaba lahistoria. Contaba que en ocasiones, algunas personasespecialmente sensibles podan percibir un ligero olor a limnsegundos antes de que una persona falleciera. La abuela era unade ellas. Es ms, la abuela afirmaba haber visto a La Parcacuando era joven y muri su hermano, algn tiempo despuscuando fallecieron sus padres y haca un ao cuando tambin sellev al abuelo.

    La abuela volva a guardar silencio. Con minucia hacaunos cortes con la punta de un cuchillo en la hogaza, la untaba deaceite y la espolvoreaba de harina. Despus la dejaba en el hornoy prosegua. Deca que no debamos temer a La Parca, que ellaslo vena para acompaar al alma que abandona al cuerpo yguiarla en su viaje hacia otra vida y otros mundos quedesconocamos.

    Atrados por el olor del pan recin horneado solan acudir

    23

  • nuestros padres. Pap se rea de las historias de la abuela, decaque aquellas no eran ms que antiguas leyendas para asustar a losnios. Mam le recriminaba por hacernos creer en viejassupersticiones, deca que La Parca no exista y que de la muerteslo saba el que mora.

    Quiz pap y mam estuvieran en lo cierto y aquello nofuesen nada ms que antiguos cuentos, pero a nosotros, ciertos ono, nos gustaba orselos contar a la abuela cada domingo. Encualquier caso, el sabor del pan recin hecho haca olvidarcualquier desacuerdo sobre la veracidad o no de aquellos relatos,y al pronto volvamos a mantener otras conversaciones mscotidianas.

    El ltimo domingo de marzo me despert temprano ydecid adelantarme al resto, camin los escasos doscientos metrosque nos separan de casa de la abuela y abr la puerta. Un tenuearoma a ctricos impregnaba todo el zagun. S, ola a limones.Entonces la vi cruzar, toda vestida de blanco seguida de sucomitiva.

    Tendra que volver a casa y decir a todos que la abuelahaba muerto.

    Rosa Quirs Querencias

    24

  • En el silencio

    Te escribo en el silencio de las noches en vela y mi maren dudas. Ests sufriendo y me duele en lo ms profundo. Cuandomis piernas flaquean se que t te me mueres por dentro cuandomi mente se enturbia se que te golpeo sin tregua.

    Clparme, si quieres, ests en tu derecho pero quiero quesepas que yo soy slo una vctima ms. Desde que apareci en mivida me siento un ttere en sus manos. Ni mis padres, ni misamigos, ni los estudios nada logra quitrmelo de la cabeza. Esms fuerte que yo, es ms fuerte que t. Su sombra enturbia todomi espacio, alerta mis sentidos y oscurece mis pensamientos.Todo se vuelve inerte cuando aparece, todo se torna gris.

    Mi entorno intenta aliviarme, distraerme, serenarmepero nada ni nadie lo consiguen. Me tiene obsesionada: memagnetiza, me hechiza, me deslumbra. Y, mientras tanto, t nodejas de llorar. Son lgrimas de desesperacin, de pena, de rabia.Quiero luchar contra eso que te hace tan desdichado pero elmiedo me atenaza. A veces, siento la tentacin de dejarme llevar ycaer en sus brazos. Estoy cansada de que la gente me diga que hede ser valiente, que siga luchando Qu sabrn ellos de estedolor tan particular? Tan tuyo y mo? Nada, nadie sabe nada.

    Vivo pendiente de un telfono, de una llamada que nollega. Mi incertidumbre es mi tortura ms letal.

    Noto que me voy consumiendo poco a poco. Me ahogo enmi mar de dudas y no logro salir a flote. Me falta el aire, mecome la amenaza, me faltas t. Me agobio, sufro, hago creer atodos que puedo con ello pero, irremediablemente, vuelvo a caer.

    Oigo revuelo en la casa. Por fin ha sonado el telfono. Porlo que puedo discernir han llamado del hospital. Mi queridocorazn, parece ser que te han encontrado un sustituto: msfuerte, ms gil, en mejor forma. Con un poco de suerte prontodejars de llorar y dibujars sonrisas en mi rostro. Si t estscontento, yo soy feliz, vamos juntos en esto.

    25

  • Aquella que nos amenaza tendr que esperar a quepeleemos esta batalla. No me cabe duda de que ahora s quesaldremos victoriosos. La muerte nos dejar tranquilos por fin. Lamuerte tendr que esperar. La muerte deber rendirse.

    Scate las lagrimas, corazn, vete ensayando la mejor detus sonrisas.

    Beatriz Gmez Pecci

    26

  • Vestida para matar.

    Antes de empezar mi perorata, he de confesar quesiempre fui algo iluso en lo que a las mujeres respecta. Por eso noes difcil que perdiera todo el entendimiento con aquella que sepresent ante m

    Pero bueno, mejor empiezo desde el principio.Yo me encontraba plcidamente sentado en el paseo que

    separa los cuatro carriles de la ancha avenida; un bulevar con suhilera de rboles perfectamente alineados y cada cierta distanciaun banco donde sentarse a ver cmo pasa la vida en constanteaceleracin.

    Era una agradable tarde de otoo, ms bien calurosa apesar de encontrarnos en las vsperas del Da de Todos los Santos.No era extrao pues, que de las cuatro mesas de la terraza queocupaban parte de la acera que haba frente a m, solo unaestuviese ocupada en ese momento, ya que el sol las daba de llenoa esas horas.

    No sabra decir qu me pareci ms extrao, si que esamujer aguantase estoicamente la crueldad con que el sol atacaba,o el hecho de que todo el tiempo fijase su mirada en m. Perobueno, ya os he dicho que siempre he sido un poco iluso yenseguida comenc a divagar

    La verdad es que la seora estaba de muerte. Vestaelegantemente marcando o resaltando su ropa cada atributo ydejando a la vista unas preciosas piernas que solo enseaba hastaese mismo punto donde uno empieza a imaginar. Si, se puededecir que la seora iba vestida para matar.

    Cuando se hubo asegurado de atraer toda mi atencin,despleg todo un repertorio de esas que se llaman armas demujer: guios, cruces de piernas, jugueteos con el pelovamos,todo un arsenal capaz de matar el entendimiento de cualquierhombre.

    27

  • El mo, mi entendimiento, llevaba un buen ratodesaparecido. Por una versin deformada de la ley de los vasoscomunicantes, mi sangre se haba vaciado totalmente de micabeza para concentrarse en otro punto, que ser mejor omitir,que uno puede ser un iluso, pero nunca mal educado ni grosero.

    Cuando la seora se puso en pie para abandonar aquelsitio, sent cmo el corazn se me desbocaba, y ms cuando conun gesto pareca invitarme a ir con ella. Sin pararme a pensar,principalmente porque a mi cerebro le faltaba sangre quelubricara mis neuronas, me dispuse a cruzar los dos carriles queme separaban de ella, sin molestarme siquiera en andar los pocosmetros que me separaban del paso de peatones. Me lanc a lacarrera justo en el momento en que una furgoneta de reparto sedispona a ocupar el mismo metro cuadrado de asfalto que yoasaltaba en ese momento. El golpe fue bestial. Mi cuerpo acabodesmadejado a los pies de aquella dama a la que pude mirar porltima vez antes de que su imagen se difuminara y desaparecieraentre carcajadas de victoria

    Ahora lo entiendo todo. Cmo pude ser tan iluso? Bueno, realmente ya lo era antes de aparecer ella

    Aquella mujer no estaba all por casualidad, iba a por m.Tambin comprendo ahora, porque iba vestida para matar- esto esun chiste fcil que se me ha ocurrido a m; de vez en cuando sedespierta mi ingenio, lo que no quita que siga siendo igual deiluso Como en este momento. A ver, qu pinto yo aqucontando todo esto si nadie podr escucharmeTodo el mundosabe que los muertos no hablan.

    Chema Elez.

    28

  • Rquiem por una gata

    Hoy enterr a Chus, mi gata de diecisiete aos, en uncampo cercano, humedecido por la lluvia reciente.

    La aoro, porque particip muchsimo en nuestra vidaazarosa: Desde su escondite favorito observ el brote psictico deEdgardo. En otra ocasin trat de impedir el bao forzado de suhijo Gabriel, maullando escandalizada y golpendome con suspatitas.

    Con tristeza infinita regres llorando y recordando elcontacto sedoso de su piel contra mi oreja cuando saltaba hasta mihombro recostndose contra l absorbiendo as el calor de micuerpo.

    Victoria Isabel Fernndez Correas

    29

  • La guerra de las causas perdidas

    La sangre estaba por todos lados; los cuerpos, inertes ydesmembrados, yacan esparcidos por toda la habitacin.

    Milagrosamente yo estaba ah, de pie, sin saber muy bienqu haba ocurrido. An ahora, no estoy seguro de lo queaconteci aquella madrugada.

    Sin saber por qu, sal del despacho sin ningn temor eintentando infundir tranquilidad y esperanza a quienes corranatemorizados por los pasillos buscando una direccin correcta quetomar; pero el terror, la dura realidad que rodeaba tan siniestraescena paralizaba los sentidos a aquella turba incontrolable.

    Yo era un guardia de seguridad normal en un edificionormal de una ciudad normal, dentro todo ello de un pas normal.Pero ellos no opinaban lo mismo y pensaban de nosotros igualque nosotros de ellos. El estallido de aquella cruel guerra igualabapases normales y anormales.

    Empezaron con crticas cruzadas en los medios decomunicacin, luego siguieron las calumnias e inventos de ambospara desestabilizar al ya enemigo... pero tras las amenazasvinieron los hechos, y los ciudadanos nos vimos en un fuegocruzado que ni nos interesaba ni sabamos muy bien su razn deser... pero ser habitantes de nuestra ciudad normal nos convertaen miembros de uno de los bandos.

    Por aquel entonces, meses atrs, mi nica preocupacinera tener algo de dinero a final de mes, despus de los saqueosque sufra por parte de mi pas normal, pero luego la cosa cambi,y nuestros compatriotas comenzaron a provocar al otro yviceversa; y, ah, todo el mundo tuvo miedo, ms grave ancuando comenzaron a caer las bombas.

    Tras el derrumbe de nuestro edificio, al ver su estadodesde el exterior, no entenda cmo tanta gente haba salido ilesay, ya en la calle, casi todo el mundo corra en la misma direccin,como si alguien los llamase, mientras un sol de cara debera de

    30

  • estar deslumbrandolos; salvo varios como yo, que parecamosperdidos, desubicados, sin saber muy bien hacia dnde huir.

    No poda hablar con nadie, pues nadie me escuchaba,hasta pude ver a una nia entre los escombros, que lloraba y memiraba, aunque no s muy bien en qu orden. Al tenderle la mano,la chica pronunci unas palabras que, an hoy, recuerdo: Graciaspor mostrarme la luz.

    Pero, qu quera decir? An no haba podido recapacitarcuando ella muri, aplastada por un enorme bloque de hormignque apenas dejaba espacio para que se inflaran sus menudospulmones.

    Decid volver a las ruinas del despacho, para comprobarque no quedase nadie con vida al que ayudar, pero ahora s queaquella no era la causa y que esa decisin no la tom yo.

    Llegu al solar en que se haba convertido el edificio y fuiconsciente de que era imposible subir a un lugar que ya no exista,as que me sent en lo alto de la montaa de escombros, sinmiedo, sin temor. Al mirar al suelo, pude ver un reloj que me eraconocido, tanto como que era idntico al mo, pero quin lollevaba puesto? Consegu levantar los trozos de ladrillo queocultaban la cara de aquel hombre y fue cuando entend que loque brillaba no era el sol, sino una luz que absorba las almas quecorriendo huan de aquel lugar, mientras, quienes tenamoscuentas pendientes, debamos quedarnos hasta saldarlas.

    Roberto Ramos Rodrguez

    31

  • Mare Nostrum

    Nuestro mar. Las aguas ms navegadas hace milenios,aquellas que laman las playas de las ms antiguas civilizacionesentre frica y Europa. Un da de otoo, la superficie oscura yencrespada no se parece en nada a los carteles de las agencias deviajes. En una barca desvencijada se hacinan un montn depersonas de oscura piel, hombres y mujeres jvenes, algn nio.Los rostros crispados por el miedo, los ojos mirando ansiosos alos cuatro puntos cardinales. Algunos intentan achicar agua contodas sus fuerzas en las viejas tablas del fondo. Uno de ellosmarca unos nmeros en un mvil por ver si alguien acude en suayuda. Nadie contesta, slo ruidos desesperantes. De pronto seven unas luces a lo lejos. La sbita esperanza pone en pie aalgunos, otros agitan una linterna, muchos gritan y a punto estde zozobrar la embarcacin medio hundida ya. Ms gritos ymaldiciones, hoy no hay suerte, la embarcacin atisbada se alejams y ms hasta perderse en el horizonte. Al otro lado del mundo, la selva del Amazonas. En lascopas de los rboles pequeos monos tamarinos y tites se afananpor alimentarse con frutos e insectos. Conseguir protenas esdifcil y se comparten esfuerzos. Hay vainas grandes yexquisitas difciles de abrir, pero los ms expertos lo consiguen ytodos comparten el festn. A veces bajan hasta las ramas msbajas y algunos ven entre la hojarasca del suelo comida enabundancia: es suficiente escarbar un poco para encontrarsuculentos y gordos bocados.

    Pero no hay que fiarse; los monitos son vulnerables en elsuelo y comida apetitosa para la serpiente sigilosa y astuta queaparece de repente. Menos mal que otros muchos ojos detamarinos y tites vigilan y avisan con gritos del peligro. Laagilidad con que trepan por el tronco del rbol es un armapoderosa para escurrirse de la amenaza. Aunque desde el cielopuede llegar la muerte poderosa y letal en forma de terrible

    32

  • rapaz. De momento, hoy ha habido suerte para ellos. En el Mare Nostrum de los antiguos latinos, no ha

    habido suerte. Una luz griscea de amanecer descubre a unospescadores italianos restos de tablones, cuerpos y ropas flotando,seales inequvocas de que un da ms el mar se ali con lamuerte para engullir un montn de vidas.

    La muerte para los jvenes es naufragio, para losviejos es llegar a puerto.

    Baltasar Gracin

    Carmina Pazos

    33

  • Me acuerdo de ti

    Aquella maana, la luz griscea que se colaba por la ventana de lahabitacin de la residencia de ancianos le descubri al octogenario seor Matasque tena un compaero nuevo. El seor Matas se haba acostumbrado ya adisfrutar de la soledad e independencia que le brindaba su habitacin, por eso,frunci el entrecejo cuando descubri al nuevo inquilino, el cual le mirabainexpresivamente desde la butaca al otro lado de la habitacin. El seor Matas,molesto, se incorpor en su cama y se dirigi al extrao:

    Te voy a decir algo. Yo soy muy directo. A mi edad nome queda tiempo para andarme con rodeos, as que te lo voy adecir: No me gustas. Te conozco, y siempre, donde te he visto hahabido problemas.

    El anciano se sent en el borde de la cama esperando unareaccin de su interlocutor, pero no la hubo.

    S, yo a ti te conozco continu el anciano . Claro ques. Te vi all por 1936 cuando empez la guerra. Ibas a la cabezade las tropas que entraron en el pueblo. Con tu elegante uniformenegro inmaculado. Todos te respetaban y teman, aunque finganno verte y evitaban pasar por donde t estabas. Fueron tiemposdifciles que se llevaron a muchos amigos y conocidos, tiemposde hambre, de venganzas y miserias, tiempos muy prsperos paragente como t. A pesar de las duras palabras, el otro permaneci callado con lamirada clavada en el anciano.

    - Si. Y te acuerdas del incendio de los grandes almacenesen el cincuenta y cuatro? T creste que entre tanto humo y tantojaleo nadie te iba a ver, pero yo te vi. Mientras todos ayudaban asacar a la gente atrapada, a socorrer a los heridos y a traer agua encubos y barreos t permaneciste de brazos cruzados mirando ysonriendo. Eso estuvo mal, muy mal. Aquel da muri muchagente, unos cincuenta, si no recuerdo mal. Despus convirtieronel campo de ftbol en una improvisado capilla ardiente donde lagente fue a mostrar su solidaridad, pero all ya no te vi. Eso ya note importaba.

    34

  • El anciano alarg sus temblorosas manos para beber unsorbo de agua. Tanto hablar le estaba secando la boca y le hacarespirar entrecortadamente. Su acompaante continuaba ensilencio, atento a los movimientos del anciano. Cuando ste sehubo serenado continu.

    Si, claro que me acuerdo de ti. Y te preguntars por qununca te he olvidado. Cuando mi querida Mari falleci t ya llevabasrondando por el hospital unos tres das, como un ave carroera. Tno te diste cuenta, pero te vigilaba con la mirada cada vez quepasabas por la puerta de su habitacin. A ella no le dije nada para nopreocuparla, pues alguna vez ya le haba hablado de ti. Preferguardar todas mis atenciones para sus ltimos momentos. Miquerida Mari! Cmo la he echado de menos todos estos aos. T laviste cuando ya estaba enferma, pero haba sido una mujer bellsima.Me enamor de ella la primera vez que la vi, en aquella verbena quese haca todos los aos el da quince de agosto en el pueblo, con suvestido blanco y sus rizos morenos. Pareca un ngel que se habaescapado del cielo.

    El anciano suspir mientras se perda en sus recuerdos.Luego, cuando se hubo repuesto, continu.

    Fui muy feliz con ella. Tuvimos tres hijos estupendos yvivimos una vida cmoda. Creo que, a rasgos generales,aprovechamos la vida bien. Tengo ahora ochenta y dos aos ypuedo mirar atrs y decir que he hecho casi todo lo que querahacer en esta vida. Creo que cuando al fin me vaya, podr hacerlotranquilo. Por cierto dijo dirigindose a su acompaante Cundo ser?

    El silencioso compaero se levant de la butaca que habaocupado y se le acerc. Con sus manos fras cogi las del ancianoy mirndole fijamente le dijo:

    No hagas planes para maana. A medianoche vendr apor ti.

    Jess Ybenes Montemayor

    35

  • Mentiras blancas

    Una nia de ocho aos corra, es decir, volaba, cogida dela mano de su padre mientras se dirigan al tanatorio de la ciudad.

    Qu bien! pensaba la nia pap va a llevarme a ver amam. Hace tanto tiempo que no la veo! Ya casi se me haolvidado su cara, menos mal que en casa tengo su foto... mereconocer ella? Podr cogerme en brazos y besarme? Soymayor y creo que he engordado pero espero que no le importe.Cuando tuvo el accidente de coche, me dijeron que se recuperarapronto y que, entonces, volvera a leerme cuentos y a darme elbeso de buenas noches. Pap tambin lo hace... pero no es lomismo. Ella terminaba hacindome cosquillas e incluso sequedaba un ratito hasta que me dorma. Sin embargo, con papsoy yo la que est despierta mientras l se duerme contndome lashistorias. Y luego, cuando le despierto, me besa y se va. Eso s,me da las gracias y me dice que suee con los angelitos. Yo no hevisto uno en toda mi vida pero dicen que el mo est muy ocupadoconmigo porque me meto en muchos los y l se encarga decuidarme para que no me pase nada. Mam no tendr uno? Ledir que si quiere le doy el mo y as ya no le ocurrir nada malo.Total, yo no le veo. Lo nico que conozco es su sombra. Siempreest a mi lado, a veces va delante, y otras se esconde detrs ypiensa que no lo s pero yo no le hago caso porque es un aburridoy nunca quiere jugar conmigo.

    Joln!, los mayores, cmo corren. Siempre tienen prisa:que te vistas deprisa, que comas ms rpido. Que vamos a llegartarde por lo lenta que eres... Estoy cansadsima pero cualquiera selo dice a pap. Est tan serio que asusta. Estar mam peor?Mejor no pregunto porque siempre que lo hago nunca mecontesta, solo me sonre y me dice que soy muy pequea paraentenderlo, que ms adelante me lo explicar. Pues que yo sepasoy la ms alta de mi clase. La tutora siempre me elige paraborrar la pizarra porque los otros todava no llegan tan alto como

    36

  • yo.Lo tengo decidido. Cuando vea a mam le voy a contar

    cmo me trata pap. No me gusta ser acusica pero es que estoyreventada (esta palabra la aprend ayer en la clase de lenguaje yme encanta. Re-ven-ta-da: palabra con cuatro slabas. Suena muybien y as es como me siento). Mira que intento frenar con lospies, pero l me agarra la mueca con ms fuerza todava ! y tirade m como si fuera un mueco de peluche. Ya me he tropezadocinco veces pero l ni siquiera me ha mirado. Me ha sujetado msfuerte y tira millas (esta expresin tambin la he aprendido enel cole. Me gusta el cole porque aprendes muchas cosas). Tengola mueca y los pies doloridos pero a l tambin le deben dolerporque cuando le miro, puedo ver lgrimas en sus ojos. Vaya, porfin andamos ms despacio! Debe haberme ledo el pensamiento.Pero, ... qu ocurre? Si est toda mi familia aqu! Ser elcumpleaos de alguien? Pues no hemos trado ningn regalo queyo sepa. A lo mejor, pap lo tiene escondido en uno de susbolsillos.

    Ah va! Estn llorando? Yo haba odo que a veces sellora de alegra pero no lo haba visto hasta ahora. A m no mesale, si estoy contenta, me ro y si estoy triste, lloro, pero no soycapaz de llorar de alegra. La verdad es que se les da muy bien.Supongo que algn da me lo ensearn en el cole porque comoall se aprende todo...

    Qu raros son los mayores! Me besan, me sonren yluego se enfadan con pap por haberme trado. Qu pasa que lafiesta solo es para los adultos? Tienen un morro que se lo pisan!Ellos siempre se van de fiesta y nosotros no podemosacompaarlos, y si la fiesta es en casa, te mandan a dormir. Qurollo!

    Ahora estn discutiendo si puedo o no puedo ver a mam.Pero qu se han credo: he venido hasta aqu sudando y ahora nome dejan verla? Pues como no me dejen me tiro al suelo y mearranco los pelos. Ya no me gusta hacer eso pero antes lo haca ydaba muy buenos resultados pues consegua todo lo que peda.

    37

  • And!, pap me est defendiendo. No es tan malo comoparece. Le perdono. Ya no se lo voy a decir a mam. Al fin y alcabo ya no me duelen los pies y la herida de la mueca se curarcon un beso de mam.

    Todos estn muy, muy serios. Pues qu rollo de fiesta,mejor no haber venido. Bueno, no todo es malo, se me olvidabaque voy a ver a mam. Eso es lo que ms me importa.

    Pap vuelve a cogerme de la mueca. Ojal me cogiera dela otra pues esta la tengo ya muy roja, pero en fin, mejor nodiscutir despus de haber conseguido meterme en el hospital(hasta ahora nunca le haban permitido traerme aqu para ver amam. Ser que como tengo ocho aos, ya tengo la estaturapermitida para entrar, como me ocurri este verano en el parquede atracciones, donde no me dejaban montar si mi estatura nollegaba a una raya dibujada en un palo).

    Miro a mi alrededor y no veo enfermeras ni mdicos conbatas blancas. Maana, cuando vuelva al cole, le pienso decir ami profe que el libro est equivocado porque en el hospital novisten de blanco, sino de negro, que lo he visto yo.

    Un seor le dice a pap que mam est en la habitacinde la derecha pero l me lleva a la izquierda. No habr ido alcole cuando era pequeito? La derecha es justo al contrario. Yointento girarme pero l me aprieta ms fuerte y vuelve aarrastrarme. Me lleva a los aseos. Pero yo no tengo ganas dehacer pis. Me sienta encima de los lavabos y llorando me dice quemam est en el cielo. Yo le digo que no, que el seor ha dichoque est en la habitacin de la derecha, que yo s cual es y puedollevarle. l insiste diciendo que mam se ha ido al cielo parasiempre. Le pregunto que cundo piensa volver y l me contestaque nunca pero que un da iremos all y estaremos juntos denuevo. Yo me echo a llorar. No es justo: he venido a verla y se haido. Y ahora quin me va a curar la mueca?

    Mara de los Reyes Borreguero Gmez

    38

  • La tristeza no es buena consejera

    "La tristeza no es buena consejera", se repeta una y otravez Amparo, mientras trataba de escabullirse hacindose un ovilloentre las sbanas. Sola hacerlo con frecuencia, siempre que laspesadillas acudan. Fantasmas del pasado que cada vez setornaban ms presentes. Recordaba infinidad de noches en las quese tapaba la cabeza con la almohada y de ese modo, solo as, sesenta segura. La almohada y sus sbanas eran su casita del rboldonde puedes esconderte cuando la situacin se complica.Ahora, tampoco contaba con las manos de su madre que servande escudo protector contra el monstruo que acechaba. Cuntoaoraba su presencia!; cunto veneno hubo de tragarse! Estepensamiento la entristeca ms aun. Amparo no lograba comprenderlo; no alcanzaba aentender cules eran las razones de aquel castigo vital. Tantodolor se haca insoportable. Por un instante crey que su coraznno podra aguantar ms y estallara de dolor. Imaginaba esaescena; la habitacin manchada de sangre, paredes salpicadas porla explosin y un fuerte olor a sangre densa y caliente. Un cuerpotendido en la cama con el pecho abierto y pedazos esparcidos pordoquier. Acudiran todos; mdicos forenses, policas, vecinos ycuriosos que movidos por el morbo quisieran presenciarsemejante carnicera. De repente volvi en s; ya era suficiente; no era precisofantasear con aquella tortura. Poco a poco logr extenderse en lacama, su respiracin iba disminuyendo en velocidad; la saliva yaera capaz de emprender camino por su garganta, sus prpados sedespegaban lentamente, dejando pasar la luz del alba queasomaba tmidamente por las escasas rendijas de la persiana. Sunariz dej de percibir el olor salado de las lgrimas paraimpregnarse del olor a tragedia que inundaba aquel ambiente. Deban ser poco ms de las siete de la maana. Aquella

    39

  • madrugada sumaba otra ms; pero se daba una sutil diferencia;con plena seguridad, sera la ltima. Se atrevi a tocarse; muy despacio, con mucha calma ytemor, llevando sus manos temblorosas al pecho; comprob queel corazn no iba a salir de su frgil cuerpo, debilitado por elforcejeo. No se atreva a dirigir la vista a otra parte que no fuerael techo de la habitacin. Contempl la vieja lmpara que pendadel agrietado techo, con la mirada perdida en un abismo infinito.Era consciente de que aquella estancia haba sido su guarida, sucrcel vital, y hoy, haba sido el escenario de su juicio libertador.All no hubo magistrado que impusiera la pena; lo que s hubo fueverdugo que la ejecutara. Este pensamiento la condujo a un estadode plenitud y de satisfaccin de un objetivo logrado. Tom airecon cierta ansia, como si aquella bocanada fuese la ltima; y fuesoltndolo con lentitud como si el tiempo se hubiera detenidopara ella. A lo lejos ya se perciban las sirenas que auguran ladesgracia. No se inmut, permaneciendo inmvil hasta que elsonido de las sirenas se intua bajo la ventana de su cuarto. Sinpremura alarg su brazo derecho hacia la mesita de noche; ya seoan pasos acelerados por la escalera. Asi con fuerza y sintitubeos la que haba sido la llave de su reciente libertad. Anestaba hmeda y caliente; al tocarla de nuevo se reactiv con msfuerza la furia que habitaba en lo ms profundo de su alma.Apret los dientes y cerr los ojos. Un fuerte estruendo inundaquel espacio al tiempo que apretaba el gatillo.

    Anglica Moreno

    40

  • Obsesin

    El tiempo ms feliz fue el que pas junto a mi padre. lera aficionado a las estrellas y me inculc su gusto porobservarlas.

    Mira hijo, ves lo redonda que est la luna? Est celosade sus vecinas y por eso a veces se pone su vestido de gala paraeclipsarlas.

    Es eso lo que le pasa a mam? Porque ayer estaba muyguapa y t no besaste a las dems invitadas como sueles hacer.

    Cmo sabes eso? Porque desde la ventana se ve todo y ayer solo te vi con

    mam. Pero t no deberas estar durmiendo? Anda pap, que yo tambin estoy enamorado y todas

    me besan. Todas? Bueno, solo tres pero no s cual de ellas es la luna. Pues yo te lo dir: aquella que tenga el corazn redondo,

    esa es. Y cmo lo sabr si no lo puedo ver? Mrales a los ojos y lo descubrirs.As fue cmo me obsesion con las miradas y perd a mis

    enamoradas.La poca ms difcil fue mi adolescencia cuando cre

    descubrir un corazn tan perfecto como la luna llena. Qu miras? Tengo algo en la cara? No, nada. Y por qu no dejas de atravesarme? Es que eres perfecta. Si lo fuera, miraras algo ms que mis ojos. No hace falta. Me ests poniendo de los nervios!

    41

  • Por qu? Acaso no te gusta ver que ignoro a lasdems porque solo tengo ojos para ti?

    S, pero mis amigas me han dicho que los obsesos secomportan as.

    Cmo? Como t. Antes te gustaba. S?, pues ya no me apetece. Bscate a otra. T las eclipsas a todas. A lo mejor, pero t no y Roberto me gusta. Ese? Si no te hace ni caso. Por eso, y ahora que est celoso me ha pedido salir y le

    he dicho que s.No lo poda creer, alguien me haba eclipsado. Mi

    corazn estaba roto y mi obsesin por este rgano me llev aestudiar medicina.

    El tiempo ms emocionante fue cuando decid jugar alDoctor Jekyll y Mister Hyde. Por el da era un cirujano quesalvaba vidas y por la noche sala en busca de lunas llenas. Sihay cuerpos anmalos, seguro que podr encontrar corazonesredondos, me deca a m mismo.

    As recorr medio mundo. Tantos pases como vidasarrebat persiguiendo mi sueo.

    El trabajo no era problema, siempre haba un hueco paraun cirujano como yo porque los superaba a todos.

    La polica buscaba a una persona muy habilidosa en elmanejo del bistur pero para cuando queran echarme el guante,yo ya haba volado.

    Mi sueo se cumpli con Sara: cabeza ovalada, ojoscomo platos, curvas sensuales y pechos perfectos para albergar uncorazn redondo.

    La noche que decid explorar mi nueva luna era ideal:estrellada, sin otra luz que pudiera eclipsarla.

    Nos tumbamos en el csped de su casa, tan cerca quepoda or el latido de su corazn alentndome a cogerlo entre mis

    42

  • manos y elevarlo como se levanta un trofeo largamente deseado. Crees en Dios? me solt de sopetn. Yo soy Dios le respond. Vaya, Don Perfecto habl! No, es verdad. Tengo el poder de dar vida o muerte a

    quien yo quiera. Y eso te hace feliz? No. Lo nico que me hara feliz sera encontrar un

    corazn redondo. Pues preprate para ser un desgraciado toda tu vida. Por qu? Porque Dios nos cre con un corazn redondo y se

    guard una porcin para que no pudiramos ser plenamentefelices hasta no estar con l.

    Quin te ha dicho eso? Me lo cont mi padre. Pues el mo me dijo que solamente un corazn redondo

    podra hacerme feliz. Y en realidad no te minti, pero para completarlo

    debemos morir.Estuvimos en silencio el resto de la noche. Visualic mi

    vida en fotogramas: el tiempo ms feliz fue el que pas junto a mipadre. l era aficionado a las estrellas ...

    Si para cumplir mi sueo tena que volver a matar, lohara y as fue: sacando el estilete, se lo clav a s mismo.

    Mara de los Reyes Borreguero Gmez

    43

  • Caminar

    Ella segua andando sin rumbo. Sus pies, descalzos, searrastraban por el asfalto, por la arena, por el csped con uncaminar homogneo y cansado. El fro le ascenda por los pies yle afectaba todo el cuerpo. Pese a que se frotaba sus miembroscon fuerza, la sensacin permaneca constante: un fro profundo,que se haca eco en su soledad, era la nica certeza de ese cuerpomenudo y plido.

    La joven segua andando, acompaada por ese fro y poruna niebla que, por ser tan espesa, tema que fuese fruto de susojos. Apenas poda ver un par de metros a su alrededor, as queandaba sin rumbo, escuchando todo tipo de ruidos extraos que,al no distinguir su origen, se hacan ms lejanos y confusos.

    De repente, como si sufriese un terror nocturno o unacrisis, la sensacin de desconcierto se apoder de esa joven, quegrit desconsolada en medio de esa niebla. Nadie la contest y,recuperada de esa extraa sensacin de prdida, sigui andandoerrticamente, olvidando ese pavor que se haba apoderado deella. Mientras andaba, una hierba hmeda se amoldaba a su andarmonocorde y los ruidos del entorno la seguan abrumando desdetodas direcciones.

    Dese correr, pero no se senta con fuerzas; quiso sentarseen el suelo, pero era como si la inercia de su caminar necesitasede un poderoso esfuerzo para refrenarse, una fuerza de voluntadde la que ella careca totalmente.

    Por un momento pens que tal vez soase, pero norecordaba sueos tan ntidos y a la vez inquietantes. Se concentren despertar y no sinti sino miedo y angustia, quiso gritar peroesta vez se supo muda, y al intentar acelerar el paso se rindi a susensacin de vaco y se resign a su errtico caminar.

    Ya nada le importaba, salvo andar, andar con ese rumboque su voluntad no llegaba a controlar. Una sensacin de prdida

    44

  • pareca flotar en torno a ella entre esa neblina que la rodeaba. Nole importaba nada, pareca haberse olvidado de la gente, y tena lasensacin de no haber visto a nadie desde haca una eternidad. Unabrazo tal vez le devolviese el calor, con suerte dara sentido a esasensacin fra de ausencia que la controlaba plenamente,convirtindola en ttere de la apata.

    Un golpe fren en seco su caminar frente a una tumba,que ella reconoca como la de sus padres. No era consciente dehaber llegado al cementerio, es ms, no saba dnde estabarealmente, pues slo reconoca, entre la cada vez ms espesaniebla, la lpida en la que sus padres estaban enterrados desde queella era una nia, la nica referencia clara en su abrumada mente.

    Se abraz a la enorme lpida, intentando encontrar uncalor que la piedra era incapaz de ofrecerle. Le gustara llorar,pero ya haba llorado la prdida de sus padres das enteros cuandoera una nia, y no le haba servido para nada. Acarici, comosiempre haca, las letras en relieve de la lpida. Primero las de supadre y luego las de su madre, de quienes slo quedaban ya esasinscripciones. Luego observ que alguien haba grabado debajootro nombre, y cuando lo ley le result vagamente familiar,como si se hubiera pasado toda su existencia oyndolo. Tarddemasiado en darse cuenta de que era su propio nombre y, en suapata creciente de ao en ao, se segua preguntando por qu nopoda entrar en calor, por qu, por mucho que caminase, tras sumuerte, no haba ido a ninguna parte.

    Se levant y volvi a andar, con sus pasos rtmicos depoco ms de medio metro, alejndose de esa tumba, nico faro desu alma perdida.

    Carlos Peinado

    45

  • NDICE

    La muerte jams narrada

    PrlogoUn aspecto angelicalEl espejoHalloweenMuerte en tres actosHasta que la muerteHistoria de un verano (a Borges)Pan recin hechoEn el silencioVestida para matarRquiem por una gataLa guerra de las causas perdidasMare NostrumMe acuerdo de tiMentiras blancasLa tristeza no es buena consejeraObsesinCaminar

    46

  • 47

    Mentiras blancas