la vida espiritual del nicolás de san josé, carmelita descalzola "vida espiritual" del...

17
NOTAS La "Vida espiritual" del p" Nicolás de San José, Carmelita Descalzo U NA copia del pre.sente tratadito del ,p. N1colás se encuentra en el , Me. 7004 de la Biblioteca Nacional de. Madrid (1). La copia fué hecha por el P. José de Santa Teresa, historiador general de la Re- forma, año 1702. Abarca desde la página 129 a la 187, ambas inclusive, formando el tratadn cuarto y ultimo de Reliquias del espiritu, título general bajo el C[ue recogió el P. José varios escritos espirituales. For- illaJl1el primer tratado los Coloquios entre el Esposo Cristo y el alma e,sposa, que el P. José atrlbThye. a San Juan de la. Cruz, y que horyr se le niega tal paternidad; el segundo In integran la.g Cautelas ry diver- SDS avisos de San Juan de la. Cruz, y ,el tercero Del estado relilgioso, de sus votos y otms virtudes monásticas. Compuesto ;por la muy V. e y santa Madre Ana de San BarloJomé, compañera ,de Nuestra será.fica. Madre Santa Teresa y fudadora en Francia y Flandes» (2). Conforme dice el P. José en una advertencia previa al tratado. cuar- to, .a sea, a Vida espiritual, éste fué por >el P. Nicolás de ,sa:n José, Carmelita Descalzo, para una religiosa hermooa suya, año de 1638. Por ser poco, o nada conocido ,este escrito del P. Nicolás, queremos dar -aquí una breve noticia de su contenido e.spiritual, observando y :comparando su IJensamiento en las cuestiones hory más di scutida.s. * * Las fuentes del tratado del P. Nicolás vienen en algun modo índi- cada.s ,en el subtítulo del mismo: Sacada de la doctrina de nuestra Ma- dre Santa Teresa y Pad?'e San Ju,an de la Cruz. Lleva la primacía Santa Teresa, que es' citada, sobre todo" al hablar de la oración vocal, de. la (1) El calificativo de Santo que se da a S. Juan de la Cruz, no oreo sea Óbice para la fecha que asignamos en texto, tanto al tratado como a la copia. El titulo completo de la copia dice asi: TRATADO [ClUARTO ! Intitulado VIDA ESPIRITUAL sacada de la ! Doctrina de N. Me S. Teresa y P. S. Juan de la Cruz ! color ario [sicl que es del' primero y que 11100 da ! mas hmnanada su doctrina. ! Por el muy Religioso y docto P. Fr. Nicolás de S. Josef ! Carmelita Descalzo. El manuscrito mide 214 x 150 miHmetros en el interior y 223 X 157 en la cubiérta; la caja de escritm'a del tratado c,uarto es de 182 X 114. El manuscrito está encuader- nado. Modernamente ha sido paginada Can lápiz por folios. Los cuatro tratados llevan d,esde antiguo numeración con tinta y 'por páginas, de donde tienen una doble numera- ción: la de lápiz p(){l' folios y la de tinta por páginas. Sin embargo no hay corre{l- pondencia relativa completa, pues la primera página responde al follo 91', debido a que la dedicatoria y el prÓlogo no llevan numeración antigua. El cuarto que es el que a nosotros nos interesa se encuentra entre las págs. 129-187 (fols, 69r-98v). Nosot.rO&" al citar, nos referimos a las ,páginas. El tratado está dividido en párrafos con nume- ración arábiga, nosotros al citar lo hacemos Con ntuneración romana. Existen además en el manuscrito páginas seguidas en blanco y otras dos copias de los Coloquios con documentes referentes a las mismas, Avisos a un ,religioso de S. Juan. ele la Cruz y la cuarteta «Olvido de lo criado»." T'odo ello posterior. Como no pretendemos dar una descripciÓn completa y detallada del manuscrito, no nos detendremos en dar más pormenores. Solamente diremos que el índice de los cuatro tratados, en el texto aludidos, se halla en los folios 99r-100r. En el fol. 1001', el cone.- pondiente al tratado cuarto. (2) Cfr. GERARDO DE SAN JUAN DE LA CRUZ, C, D.: Escritos de la Bema A11" de Scm' Bartol<nné,-«El Monte Carmelo», 20 (1917) 340-345.

Upload: others

Post on 30-Mar-2021

8 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Page 1: La Vida espiritual del Nicolás de San José, Carmelita DescalzoLa "Vida espiritual" del p" Nicolás de San José, Carmelita Descalzo U NA copia del pre.sente tratadito del ,p. N1colás

NOTAS

La "Vida espiritual" del p" Nicolás de San José, Carmelita Descalzo

U NA copia del pre.sente tratadito del ,p. N1colás se encuentra en el , Me. 7004 de la Biblioteca Nacional de. Madrid (1). La copia fué hecha por el P. José de Santa Teresa, historiador general de la Re­forma, año 1702. Abarca desde la página 129 a la 187, ambas inclusive, formando el tratadn cuarto y ultimo de Reliquias del espiritu, título general bajo el C[ue recogió el P. José varios escritos espirituales. For­illaJl1el primer tratado los Coloquios entre el Esposo Cristo y el alma ~u e,sposa, que el P. José atrlbThye. a San Juan de la. Cruz, y que horyr se le niega tal paternidad; el segundo In integran la.g Cautelas ry diver­SDS avisos de San Juan de la. Cruz, y ,el tercero Del estado relilgioso, de sus votos y otms virtudes monásticas. Compuesto ;por la muy V. e y santa Madre Ana de San BarloJomé, compañera ,de Nuestra será.fica. Madre Santa Teresa y fudadora en Francia y Flandes» (2).

Conforme dice el P. José en una advertencia previa al tratado. cuar­to, .a sea, a Vida espiritual, éste fué escr~to por >el P. Nicolás de ,sa:n José, Carmelita Descalzo, para una religiosa hermooa suya, año de 1638.

Por ser poco, o nada conocido ,este escrito del P. Nicolás, queremos dar -aquí una breve noticia de su contenido e.spiritual, observando y :comparando su IJensamiento en las cuestiones hory más di scutida.s.

~* * * Las fuentes del tratado del P. Nicolás vienen en algun modo índi­

cada.s ,en el subtítulo del mismo: Sacada de la doctrina de nuestra Ma­dre Santa Teresa y Pad?'e San Ju,an de la Cruz. Lleva la primacía Santa Teresa, que es' citada, sobre todo" al hablar de la oración vocal, de. la

(1) El calificativo de Santo que se da a S. Juan de la Cruz, no oreo sea Óbice para la fecha que asignamos en texto, tanto al tratado como a la copia. El titulo completo de la copia dice asi:

TRATADO [ClUARTO ! Intitulado VIDA ESPIRITUAL sacada de la ! Doctrina de N. Me S. Teresa y P. S. Juan de la Cruz ! color ario [sicl que es del' primero y que 11100 da ! mas hmnanada su doctrina. ! Por el muy Religioso y docto P. Fr. Nicolás de S. Josef ! Carmelita Descalzo.

El manuscrito mide 214 x 150 miHmetros en el interior y 223 X 157 en la cubiérta; la caja de escritm'a del tratado c,uarto es de 182 X 114. El manuscrito está encuader­nado. Modernamente ha sido paginada Can lápiz por folios. Los cuatro tratados llevan d,esde antiguo numeración con tinta y 'por páginas, de donde tienen una doble numera­ción: la de lápiz p(){l' folios y la de tinta por páginas. Sin embargo no hay corre{l­pondencia relativa completa, pues la primera página responde al follo 91', debido a que la dedicatoria y el prÓlogo no llevan numeración antigua. El cuarto que es el que a nosotros nos interesa se encuentra entre las págs. 129-187 (fols, 69r-98v). Nosot.rO&" al citar, nos referimos a las ,páginas. El tratado está dividido en párrafos con nume­ración arábiga, nosotros al citar lo hacemos Con ntuneración romana.

Existen además en el manuscrito páginas seguidas en blanco y otras dos copias de los Coloquios con documentes referentes a las mismas, Avisos a un ,religioso de S. Juan. ele la Cruz y la cuarteta «Olvido de lo criado»." T'odo ello posterior.

Como no pretendemos dar una descripciÓn completa y detallada del manuscrito, no nos detendremos en dar más pormenores. Solamente diremos que el índice de los cuatro tratados, en el texto aludidos, se halla en los folios 99r-100r. En el fol. 1001', el cone.­pondiente al tratado cuarto.

(2) Cfr. GERARDO DE SAN JUAN DE LA CRUZ, C, D.: Escritos de la Bema A11" de Scm' Bartol<nné,-«El Monte Carmelo», 20 (1917) 340-345.

Page 2: La Vida espiritual del Nicolás de San José, Carmelita DescalzoLa "Vida espiritual" del p" Nicolás de San José, Carmelita Descalzo U NA copia del pre.sente tratadito del ,p. N1colás

VIDA ESPIRITUAL DEL P. NICOLÁS DE SAN JOSÉ

meditación, de 111 unión de la humanidad ¡y de la divinidad de Cri.sto en la or,ación ¡y contempIaJCión, y transcribe ex.tensos párraios de ella al hablar de la acción de gracias después de la oomunión (3).

San Juan de la Cruz es citado al hablar de la meditación (al final de ese apart3ido se aducen también resumidas ,sus tre8 señales de la Su­bida del Monte CarmelopuestalS por el Santo «para saber cuándo es tiempo de pasar de meditaclón él cO!fltemrplación)), p. 147); se aduce también su doctrina al tratar de la contemplación y de la. unión. Se palpa también la influencia sanjuanista al hablar de la contemplación infusa, de la mortificación y de los trabajos de' las persona5espiritua­les, aunque no se haga mención 'explicita de él. Al habla.r' de la unión de la Divinidad: y humanidad de Cristo en la oración se trae a colación un texto apócrifo de San Juan de la Cruz (4).

Ni faltan otro,s autore.scitadoe, por' el P. Nicolás, como San Buena­ventura, San Bernardo, ,san Agustín, San Gregorio Magno, Santo To­más de Villanueva, Bartol()lJIlé de los Mártires, Taulero, Ricardo,Ge­l'ardo, Pseudo-Dionisio (5). Al hablar de los 1ibr08 espirituales, termina con esta recomendación, prueba de haberlos leido: Y procura tener l.os que rnejor enseñan y despiertan la devoción, como son los de nuestUt Madre Santa Teresa" nuestro Padre Sa,n Juan de la C1'UZ, ¡,as obras del

. venerable Maest1·ü Avila, las del venerabilísimo Padre Maestro F1"ay Luis de Granada, d Contemptus mundi, el A1'te de servÍ?' a DiJos, Lu­dovicOl Blosio y o/ros de este géneio (párrafo III, !pág. 137).

También hace r,eferencia a lOs «Maestros de espíritu)) (6), a «los teó­logos» (7), «al engaño de alguno.s mÍlSticos)) y «a.l sentimiento de otros doctores miStiOOSll (8), al hablar de la meditación, ele la8 diferencias de PJl1.0T ¡y de la ,contemplación infusa respectivament.e. A propósito de lolS diversos nombres que -se dan a la unión con Dios, menciona diéZ atri­tuyendo en general cada uno a maestros de 'espíritu (XI, 158).

Una buena p<¡.rte ha tenido también en el pensamiento del P. Nico­lás la Sagrada Escritura, aunque quizá más que como fuente haya sido,' hablando en general, como confirmación de su doctrina (9). En el pá­nafo dedicado a la lectu:m de .los libros espirituales', tiell€ cosas iher­lffiOsas aeerca de la Sagrada Escritura.

(3) Cita explicita y textualmente a Santa Teresa, IV, 137, 138 (tres veces), 139 (dos);. VII, 14S (dos), 147; lIX., 152; XI, 172-173; XX, 185, 186, 187. Expresa, pero no textual_ mente: III, 137; IX, 153.

(4) Cita explicita y textualmente a San Juan de la Cruz: VII, 145 (dos), VIl'I, 149. No textualmente: III, 137; VII, 147; vn~, 149; IX, 162 (-apócrifo, aparece pomo cita textual, pero no existe--); XI, 159.

(5) Cita a San Buenaventura textualmente: I, 129; V, 141. No textualmente: V, 141. A S. Bernardo textualmente: V, 141; XIII, 161; XIII, 165; XV, 170, 171 (-Gui­llermo dé S. IJ.'lhierry-). No textualmente: XII, 161. Textualmente también a Gerardo: IV, 137; al (pseudo)-Dionisio: XI, 160. No textualmente cita a S. Gregorio: XV, 170; a Santo Tomás: VIII. 149; a Santo Tomás de Villanueva: X, 156; a Bartolomé de los Mártires: VIl~, 1>50; a TauIero: XII, 162; a Ricardo: XIV, 167. Hasta Dlógenes: XVIII, 177.

Cuando hablamos de cita textual en esta como en otras notas no queremos decir que hayamos confrontado la cita, sino simplemente que a juzgar por el modo o subrayado de la letra u otro indicio aparéCe como textual.

(6) . VII, 147. (7) X, 155. (8) XII, 162-163. (9) Cita textualmente a la Sda. Escritura 82 veces. de ellas 28 del N. Testamento

(14 a S. Pablo, 1(l, a los SS. Evangelios, y 1 a Santiago) y 54 del A. T. (29 a los psalmo8. 1 al 'Génesis, 1 al Exodo, 1 a Tobías, 1 a Judit. 2 a Job, 1 a los Prover'bios, 7 al Cantar de los Cantares, 1 al Eclesiástico, 5 a Isaias. 3 a Jerémias, 1 a Oseas, 1 al libro l' de los Macabeos). No textualmente la cita 7 veces (cuatro a loo SS. 'Evangelios, una a :roo y otra al libro II de los Reyes). No creemos neeesario, ni de gran utilidad dar los Juga­!l'eB citados y en que se citan.

Page 3: La Vida espiritual del Nicolás de San José, Carmelita DescalzoLa "Vida espiritual" del p" Nicolás de San José, Carmelita Descalzo U NA copia del pre.sente tratadito del ,p. N1colás

ADOLFO DE LA MADRE DE DIOS, O. C. D.

El tl'at<tdo de que ven1mos hablando no es un tratado científico o 6speculativo, ·sino 'práJctico, dirigido CQIUO helll,os visto a una r·eligiosa. Es preferentemente ascético y pretende ser guía, de· 10& «que van apro­vechando en la virtud ya.spiran subir a lap·erfección» (1, 13G-131). Ese carácter práctico se nota hasta. en las mismas de.finiciones. Su estilo es sencillo, sin amaner¡;¡,mientOBlni ampulosidades, y sin digresiones inopor­tunas. Su pensamiento, en general, es claro.

A c<mtinuación damos el Índic·e de los pá'frafos con su página co­nespondiente.

l.-De las tres vías de la vida espiritual, 129-131. II.--De cómo se han de hacer las obras, 131-134.

IH.-De la lección de libros espirituales, 134-137. IV.-De la oración vocal, 137-139. V.-De los actos de las virtudes, 139~142.

VI.-De las oraciones jaculatorias, 142-144. VIL-De la meditación, 144-148.

VIIL-De la contemplación, 148-1'50. IX,-De la junta de la Divinidad y de la humanidad, 150-153. X.-Del amor de Dios, 154-157.

XI.-De la unión y medios con que se alcanza, 157-160. Xn.-De otro excelente modo de oración que nace de la unión y la fJ.\l.men­

ta, 160-164, XIII.-De la presencia de Dios, 164-166. XIV.-De la mortificación, 166-169. XV.-Del silencio, retiro y soledad, 169-172.

XVI.-De los trabajos de las personas espirituales, 172-175. XVII.-De la dirección de las obras y examen de conciencia, 175-177.

XVUI.--Del modo de confesarse, 177-180. XIX.-De la pl'epamción antes de comulgar, 180-182. XX.-Del hacimiento de gracias después de la comunión, 182-187.

~, * *

Comienz,a ·elautor dando la noción de las tres clásicas vías: purg'fl.­tiva, iluminativa y unitiva, aipOiyándooe en ,san Buenaventura. L~ pri­mera Bon&iste en llorar ~os rpecacLos y hacer penitencia de ellos; sus ajercicios ·son «conocimiento propio, examen de c-onciencia, confesión general, ayunos, limo6Jnas, vigilias, disciplinas, cilicios, cama dura, mor­tificación de sentid06, vicios Iy pasiones, meditación de las cuatro pos­trimeríasr ... ] y elección de un 'padre espiritual, docto y expelimentado, a quien \Se debe sujetar y obed,ecer en todo» (1, 129-13()).

La, vía iluminativa consiste en ejercitar virtudes. Sus ejerciciOS! plm­pios son la negación del propio' juicio, voluntad y amo·r desordenado de I:.í mismo, retÜ'o, soled3!d, abst,r,acción ,de criaturas, oración ry conside­ración atenta de la vida ry virtudes de Nuestro Redentor, especialmente las más difí,ciles de <conseguir, la.s oradones j.aculatorías y a.spiraciones amorosas a Dios NuestrO! 'Señor, 'escusar 1as culpas ajenas y pJ)ocurar 0n todo la pureza de cnrazón (1, 130).

Observamo·s que para el P. [Nicolás, .según de esto se despr·ende, no lorm,a .parte de los ejercicios ele la 'VÍa iluminatiV'~ la contemplación, ya sea adquirida rya sea infusa.

La vía unitiva es caminar ((por medio de <conocimiento amoroso de Dios Nuestro Señor y voluntad conforme con la suya, queriendo lo. que El quiere y aborreciendo lo que El .aborrece» (1, 1'30). Loo ej.erdcios de

Page 4: La Vida espiritual del Nicolás de San José, Carmelita DescalzoLa "Vida espiritual" del p" Nicolás de San José, Carmelita Descalzo U NA copia del pre.sente tratadito del ,p. N1colás

VlD.\ ESPIRITUAL DEL P. NICOLÁS DE SAN .JOSÉ 207

esta etapa son la contempladón perseverante, vivos deseos de unirse y transformase en Dioo, encendid08 deseos de la, conversión ,y salvación de las almas, aJyudando a esto en cuanto sea posible con oraciones, pa­labras y obras, buscar 'en todo la, gloria y agrado de Dios ,y «finalmente caminar siempre a él Ipor vía afectiva» (1, 130).

Esta división está hecha según los tres estados de principiantes, aprovecha,dos y perfectos; [,0 cual parece suponer flue para el P. Nkolás se cür·responden mutuamente.

En los siguientes apartados esperaría 'el lector ver tratadas cada una de estas vías en :particular y sus ejercicios respectivos; sin em­bargo, no ha, sido 'así. El P. Nicolás da por razón el que no sería 'po­sible ((en la breved'ad de' esta Resunta» (1, 130). Pror eso, se circunscribe no los eoj ercic~os más importantes, dividiéndo10s en exteriores e interio­res. Esto nos explica por qué no se tratan puntos que parece debieran tratarse.

Nosotros, para. exponer, aunque sea sOlueraluente, el pensamiento del P. Nicolás, prescindiremoa del orden de sus ,apartados,cOInenzando pQr el párrafo once, dond'e habla de la unión y de los medios con que se alcanzan. Después incluiremos' sus a'lJartados bajo ,cuatro títulos ge­nerales.

La unión con Dios .y sus m.edios

El nombre mismo de unión está diciendo 1.0 que signIDca, que es «ha­cerse de dos cosas una, como cu.ando dos luces, o dos aguas, o dos aires, o dos fuegos, ·se juntan uno con ·otl'O, quedan unidos entre sí Iy hecho& uno solo» (XI, 157). Esto trae a la memoria la comparación teresian'1 de las Séptim.as Moracla,s' (c. II) sobre la diferencia entre des­posorio ,y matrimonio espir.itual; hasta el texto de San Pablo (1 COl'., 6, 17), aducido por la Santa, es adu,cidopor el !P. Ni,colás. De manera se­mejante el alma se junta con Dios por semejanza de amor, se hace Ulla cosa oon él. No se trata de La asü"tellcia de Dios en el alma, por esen­cia, presencia y potencia, por la cual ·está, pr·esente a todas las cosa:s y 111o'ra hasta en .las almas más p'ecadoras. Se trata de «la unión del alma con Dios por amor, que es toda sobrenatural, y sól.o se hace' cuando está unida con él pO'l' car.idad» (XI, 157). Se la ll.ama unión por semejanza y tralllSformac1ón. «E.s ·cuando las voluntad·es de Dios y el alma están en uno ,c.onformes, no habiendo en la una cosa que repugne a la otra. De manera que ,es como un abrazo de Dios con el alma y una h ansformación del alma ·en iDios» (XI, 157).

No está claro si, :hablando en terminoIogía 'actual, habla de la unión activa o de la pasiva, o de .ambas juntamente. Si se toma en sí la de­finición, puede aplicarse a. la activa. No obstante, pare'ce l'e.ferirse .a la pasiva cuando dice que (Caun el que la tiene ,y goza no sabe cómo es ni la entiende, III la ,sabe explicar; sólo siente que el alma y sus ~}Q­tencias quedan como enajenadas de sí y engolfadas en Dios (XI, 157). El subrayado en nuestro. El ellÍlendimiento se suspende, ((ilutStrado CO~l rayos y resplandores de una inefable y extraordinaria luz de cosas tan altas ,y sobrenaturales» (XI, 158). La voluntad' es la m.ejor librada ·«ettl estos .secretos favores» (ibid.). Favorece también est.o mitSmo el t'ítul,Q que dia at párrafo 12: «De otro excelente modo de, oración que nace de l.a unión ry la aumenta», el cual 'se refiere a la: ,contemplación infusa. Sin embargo, al hablar de los medios de conseg'uir la unión con Dios, tratandü del ejercicio de las virtudes, tiene afirmaciones que parecen

Page 5: La Vida espiritual del Nicolás de San José, Carmelita DescalzoLa "Vida espiritual" del p" Nicolás de San José, Carmelita Descalzo U NA copia del pre.sente tratadito del ,p. N1colás

208 ADOLFO DE LA MADHE DE DroS, O. C. D.

referirse a la unión activa: "Visto habemos almas no con mucha ora­ción, ni con extraordinarios efectos de ella empleadas e<n obraE> santas de grande servicio de Dios, y 'por este medio han llegado a tener al­tísimo espíritu y una súberana unión, ·sin pasar por éxtasis ni muer­tes de amor ni cosas semejantes que suelen suceder a }os muy contem­plativos. Verdad es, que siempre han de tener oración, poca .()I mucha, vocal o mental, para que las obras valY'an bien enderezadas y ·el alma

. camine con !pureza» (XI, 158-159). En otro apartado, el P. NicoláJs dis­tingue, aunque en lenguaje impreciso, tres grados de amor: habitual, r..ctual y unitivo. Este último "consiste en que después de negada y aniquilada el alma, dejando ele obrar a su illodü, .aplique' la voluntad a Dios resignándose en él con amor, se'ncillez y humildad para que obre en ella lo· que fuere servido. Donde pa.rece que aquí el amor pier­de .9il nombre· Iy cobra el de unión, que es el fin ¡y para,dero del amor; como los ríos cuando entran en 'el mar pierden sus nombres, porque se unen e incorporan con él» (X, 155). Aquí más parece tratarse de una unión activa ·con cierta ,pasividad no mística en sentido estricto,pues lOse resignarse tiene carácter activo.

Como se ve, los textos no dirimen la cuestión claramente, si bien no deja de ser sintomático el que hable de Hmedios por donde esta unión ,se alca¡lZall (XI, 158), Y que la contemplación infusa, como ve­remos más adelante, no sea 'p-ara todos (XII, 161), aunque sea un medio muy útil para conseguir la unión con Dios. No teniendo las preocupa­ciones especulativas que hoy pudieran tenerse, no es extraño que no delimite los campos mezclando elementos de una y de otra.

Los medios !par.aconseguir esa unión 'son muchos, dice el autor; sin embargo, se reducirá a los más notorios ¡y fáciles de ejel'citar con la. divina gracia (XI, 158). Vienen a coincidir oon los enumeTados en los diversos p"árraf03. Para su exposición los agruparemos en cuatro sec­dones:

L-Ejercicio de mortificación. H.-Ejercicio de virtudes.

III.-Ejercicio de oración. IV.-Frecuencia de sacramentos.

1. Ejel'ci.cio de mortificación

La mortificación es uno de los medioiS más'~necesario,s para la divina unión. Es «el cuchillo qUf} enrta de raíz las culpas e imperfecciones que la impiden y planta en su lugar las virtudes que laa.yudan» (XIV, 166). Frutos de la morUficación son, entre út.ros, la pa.z y quietud en el alma, cal"Ídad fmterna IY ,conformidad grande con la voluntad de Dios (XIV, 167).

La mortificación ha el·e extenderse a los sentidos ext.eriores, al prü­pio juicio ¡y propia voluntad, y a las pasiones, desordenadas. Con la mortificación de los sentido-s exteriores se cierran llts puertas. principa­l,es del corazón, por donde entra la muerte a ~altear las almas. En esta, materia no conviene fiarse de sí, aunque tenga firme propósito de no ofender a Dios, !pues al fin prevalecería la. flaqueza (XIV, 168).

«El propio juicio- y voluntad son dos, lelJ-I'aS d,añosaeque nos, linficio­nano Propio juicio se dice cuando el hombre juzga de las ,cosas no por­que así lo dice Dios y enseñan los Santos y los sabios a quien se debe dar crédít0f ... ], sino porcfUe así le parec,e y cuadm a su ent,endimienf.ú)

Page 6: La Vida espiritual del Nicolás de San José, Carmelita DescalzoLa "Vida espiritual" del p" Nicolás de San José, Carmelita Descalzo U NA copia del pre.sente tratadito del ,p. N1colás

VIDA ESPIRITUAL DEL P. NICüLÁS DE SAN JOSÉ 209

(XIV, 168). Aquí, pUei3,se ha de ej ercitar la mortificación al igual que en la pro.pia voluntad. Esta es. «aquella con que queremos alguna ,cosa por nosotI10S mismos por nuestro gusto y c-olltento, telúéndonos a nos­otro,9 por fin, aunque seéLen cosas espirituales» (XIV, 168). plor 10s ejem­plos que 'aduce a continuación se illfiere que eng¡oba elni est.€ punto mortificación de los lSenUd-os extenlOS.

Finalmente ,se han de mortificar las rpasiolles uesol'clenadas del aLma, en que consiste la P<l~ interior ry la verdadera libertad del hombre. Esas pasiones son la.9 once conocidas de 106 escolástic-os. Se trata de 'rectificar ,el dei30rden de las mismas, no de .aniquilarlas. «El remedio que hay, dice, ,contra el desorden de le stas pasiones es usar de ellas para e~ fin que el Autor de la naturaleza las odió, que ,es para amarle a él y ::t las cosas celestiales, no :a ~os biEmes criados, honras ni ri_ quezas O deleites desordenadamente ; paTa abol'l'ecer 10 malo, que es la culpa ry todo lo que nos aparta de Dios, no al prójimo ni todo 10 que pertenece 'a nuestra salud espiritual; ,para desear alcanzar los bienes eternos y :huir de tod'o lo- que nos impide la consecuciól1 de ellos; para deleitarnos con 100 verdader.os bienes ,espirituales y entristecernos con su pérdida Iy con el pecado, que es causa de ella; para esperar ,en Dios que le habemos de gozar y nos ha de dar medios para, cOQ1-seguir este fin y de3confiar de nuestras fuerzas ry de lnedios humanos; para 'atre­vernos a iromper dificultades y emprender lo arduo que se ofr,ece en el camino espiritual; para airarnos contra el del1l0nio, mundo y carne, cuando 1)06 incitan a pecar, ry p,ara Ireprimir cualquie'r movimiento des­ordenado üOll el freno del temor de Dios. De esta suerte haremos de nuestras pas:ones escala para subir al cielo y no para bajar al i,n­fierno. (XIV, 168-169).

E.t alma ha de ir quitando de sí las culpas y faltas que impiden la divina uni<Jn, part.icularmente las volullta.rias hecha's de malicÍ¡.r ry más si son habituales, y Ib,a d-e mortifiüar 1.08 R!petitos y 3!ficiones de criatu­ras, ry negar gustos {fUe oscurecen e impid1en al alma para ser ilrustraela y poseída de Dios y para hacerse una cosa con él (XI, 159).

En el párrafo. 16, bajo el epígraf.e De los t1'ab.ajo's de las pe1'sonas espirituales, ,el P. Nicolás habla de 10 que en lenguaje de -SlaillJ Juan de la Cruz llamaríamos noches pasivaJS. 'Todos 10s escogidos participan de este bien de los trabajos, pero de maner,a especial 10.9 contemplativos. Consuelos al prlnclp'io de la vidaeSl)irit.ual para que aborrezcan las cosas terrenas y amen y se aficionen a las del cielo; sustracción ele ese consuelo, tinieblas y ,seque.¡klides, aflicciones interiores ry exterio­res, deIS-Consuelos, e.nfermedades, dolores. «Apenas puede d:ecir Jesús, ~' todo es a:hogo y reventar hasta dar la vida)) (XIV, 174). Sin embargo. afiad e, «esto Iy más padece ele voluntad Iporque fué elecciétn ,suya ir por aste ,camino, y no desea que le ,corte Dios el cordel, Iy la desahogue, por­que no quiere bajar -con vida de la CI:UZ, sino estar en ella hasta la muerte a imitación de su esposo» (1. c.).

'Cuando el alma está Iya «bien purgada de apetitos, afectos y lJa­-siones desordenaoo-s p'0r med10 de los trabajos que ha padecido, le vuel­ve Nuestro. Señora dar cOlllSuelos, l'egalos y favores ,indecibles, hasta unirla con!3.igo con víncul,o de matrimonio espiritual. M.as como ella sabe por experiencia las medras y ,ganancias que le han venido por haber padecido con tanta conformidad las tribulaciones que habemos dicho, ,sólo éstas elige y 'apetece Iy no desea sino estar colg,ada ry cru­cificada toda la vida hasta morir» (XVI, 175). De aquí procedía aquel o podecel' o mürir de Santa Teresa. Sin embargo, Dios la sigue rega-

Page 7: La Vida espiritual del Nicolás de San José, Carmelita DescalzoLa "Vida espiritual" del p" Nicolás de San José, Carmelita Descalzo U NA copia del pre.sente tratadito del ,p. N1colás

210 ADOLFO DE LA MADRE DE DIOS, O. C. D.

gaJ'ando y favoreciendo a mecli'cla de lo que ha padecido (1. c.). Por su parte el hombre mientras vive ha de querer per€evie,rar en la cI'uzhasta morir y de ,este modo mostrar se,r hijo de Dios e imitador de J esu­cristo, que con ser Hijo natural de Dios, convino que entrase en su gloria 1)(}1' medio cte su Pasión y muerte (XVI, 174-).

n. Ejercido (Le vil'f'ucles

Incluimos bajo esta sección los. párr.afos sobl'eel m'Odo de hacer las obrR>S (II), la dirección de las mismas y el 'examen de conciencia (XVII), los actos de Ia-s virtudes (V) y ·el amor de Dios (X).

Para que las ül)l'as sean vil'tuosa-s y de provecho han cte tener tl'es condiciones" que son: en Dios" por Dios ;y para Dios,» (U, 131). «Hacer las obra-s en Dios es cuando un'O obra conociendo que túda la -sabiduría, virtud, pocLer y bondad con que obm es de Dios» (II, 131). Hacer las obras «para Dios quier.e decir que hagamos las obras por su salnta vo­luntRld, la cual ·consis·te en tres cosas: sustancia, t,iempo y modo)) (II, 131). Es, pues, realizar 1R1s 'Obras que Dios quiere, en lel tiempo que quier.e Iy del modo que quiere. Hacer nuestras obras «para Dios quiere decir cfUe en todas nuestras obras teng'Rlmos a Dios por último ,fin Iy blanco[ ... ]. y no solamente 8.1 principio, o al fin de nuestras obras de­hemos tener est·a intención, sino también al üempo que las hacemos, estándolas ofreciendo (l. Dios actualmente. De suerte cfue las manos han de estar en J.a obra y el pensam1ento y afecto en nue6tro Señor, amándole cuando estuviéremos obrando,; de manera que más pa.rezca que estamos .am¡¡,ndo que ohl'.anclQ.» (U, 132). .

«Lo que de esta. suerte se hace es de. gran mérito, p-orque el ele nuest,ras obras princ,:ip.almente depende de la pureza de intemción y del amor y devoción cül1 que se hacen» (U, 132)'-

El gran luec1io p8.ra la unión con Dios, que con. 111ayOl' cuidado se debe procurar, es la pureza de conCiencia. Para ello im,porta en grau manera la dirección de las obras' por la mañana, porque todalS vayan encaminadas a Dios y He bagan ·con perfección ;y mérito. E.Jexamen (le conciencia. por la noche ayudará para .advertir y llorar la.s faltas ~c culpas de aquel (Ha (XVU, 175, 176). ,De este modo rp'odrá ir arrancando las raíces de los :pecados. El mejor medio els, 'consic1lerar cada vicio ele por sí (XVII, 17fl, 177).

La tarea del hombr'e ha de ser «andar' siempre con el escaidillo ele la mortificación en la mano, cultivando },a8 virtudes para que crezcan ry den frutü,como el jal'dinero anda, siempre cultivando las plantas para que florezcan y fructifiquen» (V, 139). E'ste ejerciciO' de las virtud·es se desdobl8. en dos suerteiS de actos: interior~8 y exteriol'e-s, ambos nece­sarios.

Los mteriores 60n los más. principales y se hacen produciendo con las potencias y háhitos sobrenaturales o con los auxilios, que nuestro Señor diere, muchos actos ele virtudes, pues sería culpáble y digno de repren,sión quien, teniendo en su aJ.mael hábito poderoso de la carid.ad, no ejercitase sus ·actos muchas vec·es al día, y que teniendo encerrada esta reina,' que lo es, de todas la.s virtudes, no las rija, mande ;y hagl'l, ejerüit'ar a cada una millares de actos fen'orosos. Obrando· de ·este mo­do, .al paso que creciere la caridad, hán en aumento las demás virh1-des que se .fraguan en lo interim' del alma y, ·corazón. Todos pueden ejercitar estos actos ly en todo tiempo y lugar y con t.odo el fervor que le g·ea dado, según el caudal de la divina gracia (V, 1-40).

Page 8: La Vida espiritual del Nicolás de San José, Carmelita DescalzoLa "Vida espiritual" del p" Nicolás de San José, Carmelita Descalzo U NA copia del pre.sente tratadito del ,p. N1colás

VIDA ESPIRITUAL DEL P. NICOLÁS DE SAN JOSÉ 211

Las 'obr,a,s e,xteriores, no todas 60n paora t'Odos, :ni todos pueden siem­pre ejeri3itarlas. Tienen cierta _ta,sa IY medida, de la que no se ha de pasar. Tales s'On penitenc-ias, a.yunos, 'Oraciones, vigili-aJS y otras obras exteriores que se deben toma,r ,con discreción, Cada uno debe e.jerdt.al'­se en ellas ·según su estado y fuerzas, procurando hacerlas por dar gusto a Dios (V, 141)., ,

Ello exige desterrar del alma la .floj.edad y tibie,za, y no perdonar t.rabajo ni diiHgenciaalgU!l1ia, pues el fin de la virtud! es el acto opera­tivo, y sin ese ej e,rcicio' el alma sería como árbol sin frufo. Con el ej er­cido de esos actos virtuosos, como por grados se sube a la perfec­ción (V, 141).

Facilitan el ejercicio de las virtude8 la oración y meditación, prin­cipalmente de la vida ry pasión de Nuestro Señal'. EJlas, SHn el riego con que crecen ry fructifican las plantas de las viTtudes (V, 141, 142),

L.a, primera de todas las virtudes es la caridad, madre y reina de toda,g las demás. El amor es elpes{) y medidru para pesar y nivelar el aprovechamiento en la vida espiritual (X, 154). No se trata del amor sensible, ni del amor racional (r,egulado 1J01' la luz natural de la ra­zón), sino del amor esencial o espiritual, ({movido del conocimiento de la fe y de la consideración de las cosas. div,inas» (X,¡ 154-1'55). Tam­bién ee llama apreciativo, fuerte, caritativo, ,eficaz y unitivo. ({E·stá en la voluntad¡ ,aplicacla a nios sobre t.odas, las cosas sin dependencias de gusto',3. y 'sentimientos del apetito sens.itivo» (X, 155).

Hay un amor hahitual, otro actual ~T un tercero unitivo. El p, Nico-1M los llama grados del amor, perO' como observamos ya, es un len­guaje inexactO'; el únicO' que podr~;a .en alguna manel'a c,alicficarse a,sí seria ·el unitivo. Amor habitual es el hábito de la caridad: que se en­cuentra ·en todos los justos; se pierde por el lJecado mnrtal ry se en­tibia por el venial. Amor -actual es «cuando la voluntad, a'yuda,da de este hábito o de ,algún auxilio e.ficaz sobrenatural, hace actlos de amor divino» (X, 155). Del amor unitivo ya dijim.os' lo suficiente. No nos de­tendremos tampoco ·en el amor de concupi-scencia y amor de amistad que recuerda el auto·r (X, 155-156). El 11fimero es imperfecto; el segun­flo,es amor de perfectos,

El amor ha de pedil'se cm} oraciones continuas y dilspon8rse para 1'e­ribirlo con pureza eTe coraz.órl1. Eost'a es la que más puede ayudar y ha­cer capaces de ese don ceIestial. «El medtO' para. conseguirle es la ,con­templación divina, que si es la cIue debe ser, viene a parar en aman) (X, 1-54).

IIl. EjeTcicio die oradón (& XV, lIT, XIII, VI, IV, V n, VIII, TX, XII)

Uno de los principales bienes que trae consig:o el silencio es el a;pro­vechar mucho para. Ia üración y ·como consecuenci a para el amor Iy unión del alma con' Dios. Es también importante la soledad ry el retiro ele cliatura,s p;arag-ozar de la dulce compaüía, trato y comunicación con Dios. (XV, 169-170). La que más interesa es la soledad interior, que consiste en «ten el' elc'Orazón limpio, despeg'add v libre de cuidados, desasos.iegos, pen81amiento.s y afedos el el sigfo y l:Íue'sto en D'osll (XV, 171). Es, gran ayuda para. la intel'ior la soledad exteriO'r, que «consiste en tener ·el cuerpo recogido ,en lugar retirado de criaturas» (1. c.). La soledad contribuye a la guarda ry pur,eza de corazón, donde Dios se comunica a las almas con abundancia de regalos ~7 lavo'res (XV, 170).

Antes de exponer lo recferente a la meditació\¡l y contemplación ex-

Page 9: La Vida espiritual del Nicolás de San José, Carmelita DescalzoLa "Vida espiritual" del p" Nicolás de San José, Carmelita Descalzo U NA copia del pre.sente tratadito del ,p. N1colás

212 ADOLFO DE LA MADRE DE DIOS, O. C. D.

pondre-mos lo tocante· a otros ejercicios que se r·elacionan ·con la vida de oración: lección de libros ·espirituales,presencia de Di{)iS', oraciones jaculatorias ry oración vocal.

Lectltra d.e Ub1'oS espi.rituales.~«Cuanto es dañosa la lección de li­bros pl'ofanos o inútiles [ ... ], tanto es provechosa la de los libros' sa­grados espirituales y devotos, que dan luz, elliSeñan y afervorizan a 108 que los leen con deseo de aprovecharse» (IlI, 134). Entre todos' ocupa elpri1ner lugar la Sagrada Escritura, dictada por el Espíritu Santo, cuyas páginas «tien,en fondo de infinitos misterios junto 00n viveza y eficacia para ilustrar los entendimientos y afervorizar las volunta­des» (1. c.). En los libl'OS . sagrados y eLevotos «habla Dios con el alma, y en la ,uración habla elahna cOn Dios» (IlI, 136). . La lectura ha de hacerse despacio, 00n atención, reverencia, de­

voción Iy deseo de aprovecharse de su doctrina. «No está el punto en leer mucho, ·si11ü poco y bien, ·consideradoen orden a despertar ·el en­tendimiento y aferv{)rizar la voluntad»; por eSO,«en sintiendo que el entendimiento gusta y la voluntad Se enciende en divino· amor, quédese considerando ry rumi.ando aquella verdad que ha leido Iy no pase ade­lante, sillocierre el libro y recójase interiormente tornO' el tiempo que le durare aquella noticia amorosa, trocandJo la lección :por la oración, que es el ,fin a que se ordena. Y cuando sintiere que las potencias se van entibiando, podrá volver a la lección buscando leña con que avivar el fuego iIlteri:or, !para que en el altar de su corazón ardan y duren sus brasas» (III, 136).

No solamente los libros inútiles, más ni todos los que tratan de es­píritu ha de tener, pues hay en ellos variedad y diversidad de doctri­nas. Ha de tene! sólo aquellos que son a propósito del ·camino por donde Dios le lleve (!II, 136-137). Y en general todos los que ensefian mejor y desp.iertan la dev.Qción, como Santa Te.resa, San Juan de la Cruz, Avila, Granada, Blosio, .etc.

Presencfa ele Dios.-Es medio importante para que la voluntad esté siempre unida COI! Dios. Por eso la ,sagrada illscritur.a e:xll!orta a andar en la presencia del Señor. De ella hay que entender las palabras d~ San Pablo, sine inte1'1ni.si-one omte (FUip. 5, 17); .pues presencia de Dios ordinaria «es como una oración continuada en que ordinariamente se ira·e el espíritu levantadü ry puesto en Dios, y la vüluntad anda unida con La de su Divina Majestad» (XIII, 1'64). La presencia d.e Dios es me­dio eficacísimo para aprovechar ,en la vid.a espiritual. Sus efectos son temor santo, humildad, necesidad de vivir justa y rectamente (XIII, 16fl).

Hruy cuatro maneras de pr.esencia. de Dios : sacramental, imaginaria, intelectual, unitiva. Sac1'amental,escuando .se tiene a Dios presente en el Santísimo Sacramento del Altar. Aquí no h.ary que formar imá­genes ni discursos, sirio .adorarle cün una santa sencillez y profunda reverencia. La imaginaria es cuando la imaginación fmma interior­mente alguna figura o imaegen de Nuestro Sefior Jesucristo. [¡a inte­lectual, cuando el entendim1ento, sin formar imagen alguna, valiéndo­se del conocimiento que tiene de Dios, advierte que ·está en todo .lugar por .esencia, pr.esencia y potencia, y qu'e le tiene dentro de '\u alma y la está mirando, conservando, gobernando, dando vida y movimiento. La, unitiva es la que se hace con la vO.luntad, no' contenta. ClOn traerle pre­sente en el .enendimiento; se está unienoo a aquel divino. ser con .afec­tos vivos de amor, amándole y transformándose en él. Esta !presencia. de Dios es la. máti pe.rfecta y el blanco donde van a parar las demás (xur, 165-1613)

Page 10: La Vida espiritual del Nicolás de San José, Carmelita DescalzoLa "Vida espiritual" del p" Nicolás de San José, Carmelita Descalzo U NA copia del pre.sente tratadito del ,p. N1colás

VIDA ESPIRITUAL DEL P. NICOLÁS DE SAN JOSÉ 213

El primer medio para alcanzar ~a presencia de Dios «e.s la morti­fkación de laspas1011es, apetitos ry aficiones deso-rdenadíls, que son como fuertes lazos que detienen al '3,lrrna para que no- pueda dJesemba­l'azadamente 3Jcudir .:;1. Dio-s».«El segundo, ,el ,examen de conciencia so­bre ,el particular, y el tercero, usar de .aLguna señal exterior que des­pierte y renueve esa divina presencia» (XIIIl 166).

01'aciones jacula,to1'ias.-«Las aspiraciones breves, vocales ü menta­les, se nantan oraciones jaculatlO-rias, porque con cada acto, como, con una aguda sa,eta, avivamos el 'corazón» (VI, 142). «E8tas aspiraciones son como unas llamaradas que salen del corazón envueltas en palabras ~ntel'iores o- exteriores» (1. c.). El fruto de estas oraciones jaculatorias es gr.ande. Con ellas enciende el Espiritu Santo un fuego con que se apagan los ,pecados, se enfrenan lae pasiones, las tentaci:ones se ven­cen Iy se alientan ry enfervorizan las virtudes para el ejercicio de sus actos (VI, 143).

Para cuatro clases de personas son apropiadas las oraciones jacu­latorias. Primeramente para ocupados, pues su oración, a ,causa de La atención y, ocupaciones exterior,es, no puede ser muy ·continua. En se­gundo lugar para enfe1'l1WS,CuandlQ' la fLaqueza de la eabeza o la en­fermedad no dan lugar para más. Porque tSi no es rpo-r merce,d; particu­lar de D10s no es posibLe que el enfermo- tenga oración de recogimiento y quietud, la cual r,equiere buen temple y disposkión de cuerpo. En tercer lugar es para at?'ibulados, pues 1100 parece pueden levantar el co­razón ,a oración ,continua, si nlO- son muy diestros en pelear y orar. En cuarto lugar es para inquietos d,e im:agimacv6n, que no pueden tener oración continua, ya sea por su natural dado a imaginaciones ,y qui­meras, ya por La mala costumbre y hábito 8Jdquirido (VI, 143-1;44). Tam­bién las ,personas aproOv,eehadas' ry de alta ry eontinua o-r.ación usan de elLas a veces, sobre todlo- en tiempo de ,sequedad interior o de grandes fervores de e'spíritu que necesita ese des,ahogo (VI, 144).

La oraci6n vocaL-La oración vocal ha de t!ener ,tres r,equisitos: lu­gar acomodado, atención a lo que se reza y ditS'creción para pedir y saber cómo y cuándo ,se iha de ej,el'citar (IV, 137). El lugar ha de ser solitario y retir.ado de ruidos, como enseña Santa Teresa (1. ,c.). Ha de ir acompañada de reverencia y devoción ;el entendimiento, advirtiendo a las palabr.a's, o al s enti'd o de 'ellas, o ,al ohjeto donde se encaminan, o a lo que por ellas se pide; ,la voluntad híl de acompañar al entendi­miento 00n afectos oCorré,spondientes de amor, alabanza, dolor, agrade­chniento, etc. (IV, 138). Lo tercero que pide la oración vocal elS discre­ción para pedir lo que 00 conforme a 1(1 voluntad de Dios ry su gLoria y no según nuestro amor ,propio y oComodid8Jd. También es necesaria La discreción para saber cuándo es cünveniente d·ejar la oración vocal pnr la mental, pues puede suceder que estando una persona rezando, vocal­mente con atención y reverencia, la levante el Señor ,a 'contemplación de cosas div,inas, ry que ahsorta ,en en·as ,el alma se haga grand'e vio­lencia para pasar adelante en ·el rezo. Entonc'es, a no ser de obligación o pudiendo rezarlo cómodamente en ot,ro tiempo, deje la v:Oc.al ry ejercí­tese en la mental, donde Dios la llama (IV, 138-139).

Sobre este particulal~ de la oración vocal, ,aduce en abundancia tes­timonilÜ's de Santa. T,eresa, Cam;i1/;o die Pe1'fe.cci6n.

La meditaciiÓn.-,Mleditar se dice 'cuando el entendimiento, bien ayu­dado de sus especies, bien de las repres'entaciones o figuras de ,láima­ginación, discurre a'cerca de alguna verdad' 'en orden .a prov'Ünerla a

6

Page 11: La Vida espiritual del Nicolás de San José, Carmelita DescalzoLa "Vida espiritual" del p" Nicolás de San José, Carmelita Descalzo U NA copia del pre.sente tratadito del ,p. N1colás

214 ADOLFO DE LA MADUE DE DIOS, O. C. D.

la voluntad 'Para CLue la ame y abrace. Este es el provecho que se pre­tende (VlI, 144).

A los principios- de la vida espiritual suele Dios comunicar favores y gustos sensibles. Con es.tOo Dios trae al alma y la afkiúna de sí y. la engolO'sina para que gus,te d.e meditar las cosas eternas. «Donde con los golpes de un discumo y otro venga. el entendimiento a hacer que Se' emprenda fuego en la vo.luntad hasta que arda ·en divino anm1'» (VII, 145).

NOo se ha de atar el alma en una meditación, sinOo variar en la que sintiere más provecho. S,e ha de e;vitar el 'engaño de' «fatigar mucho el entendimiento o la imaginación con la demasiada especulación o viveza de representaciór, de ·cosa,s meditables, por aviva,r m.ejo!" la voluntad o por ll1egar más v·resto al término c[uees la contemplación, porque po­drán ·caml,arse las p:otencia,s, de suerte que oSe inhabilit'en para. todo (VII, 145-146). Pues cuando. la eS'PBculaciónes dema-siada causa enfado y fatiga a las potencias.

Es menester adrvertiT que siestanc10 en meditación levantare el Señor al alma a eontemplación de aquello mismo o de otra cosa más ,levantada, se deje llevar y no .resi·sta a la voluntad del Señor. Está en el término; no quiera volver al anclar el camino (VII; 147).

Estecjerdcio de la meditación no sólües' para principiantes que n.o han lleg,ado .aestaclo .(Le cou.templa·ción, sinO' también para los con­templativos «en tiempo de sequec1ad y tinieblas' que qui·ere Nuestro Se­ñor humillarlos IY probarlos, quitándOles a tiempü la contemplación» (VII, 147). Estas últimas palabras quitan todo viso de incompatihili­dad 'con l,a doctrina sanjuanü:,ta de las nochesl pasivas. Si tampoco pu­dieren mec1itar, tengan padencia y ocúpens.e 'en lección santa y oraiCÍo­nes jaculatorias o en obraE>' de caridad ele prójimos. hasta que ·el Señor por su misericordia ,se sirva devolverles ·el don de la contemplación que antes les había negado» (1. c .. c.). De todo ello ha de sacar humildad el alma.

L8i meditaciór,. es solamente medio; el fin es la contemplación (VII, 145).

L'a contem.plación

((Contemplación es estar una persona mirando .con el entendi­miento la verdad que ¡ya tiene sa·cada ,en limplo flor la meditación o por .la fe o notici·a infusa que Dios Le ha Q.8}do» (VIII, 148-149).

De estas paLabras se desrprende claramente la doble forma de con­templación, adquirida e infusa . .sin embargü, él no ,se preocupa de re­calcar esa distinción, usando a veces el mismo lenguaje de San Juan de la Cruz. Pores'o .continúa:

«y así cuando Dios recoge a un alma con alguna noticia delicada, amorosa, serena, pacífica, solitaria y muy ajena del sentido que es como una luz caliente que ilustra el entendimiento y enciende la Voluntad (palabras son de N. P. San Juan de la Cruz) no pudiendo ya meditar ni gustar cosa de arriba, ni de abajo, por tenerla Dios ocupada en una unión [sic] solitaria inclinada a retiro yacio de cosas exteriores. Déjese llevar de nuestro Señor y no se ocupe en otra cosa que la pueda distraer, aunque 'sea hacer actos de otras virtudes. Porque mejor es un acto de contemplación amorosa continuado que muchos actos sueltos y cuando se ha llegado al término y fin donde se camina, no hay que volver a andar el camino que ya está andado, porque sería volver atrás» (VIII, 149).

«Considere, pues, el alma que tiene a nuestro Señor dentro y cerca de sí y

Page 12: La Vida espiritual del Nicolás de San José, Carmelita DescalzoLa "Vida espiritual" del p" Nicolás de San José, Carmelita Descalzo U NA copia del pre.sente tratadito del ,p. N1colás

VIDA ESPIRITUAL DEL P. NICOLÁS DE SAN JOSÉ 215

estésele mirando y amando con esta vista sencilla, amorosa y general de su divinidad y perfecciones en común que ha adquirida por medio de la medita­ción acompañada de la fe; sin considerar cosa particular de nuestro Señor; porque a muchos les hace comúnmente más devoción contemplar las divinas perfecciones todas juntas, como un piélago y abismo de ellas, .,si no es que les da Dios conocimiento de algunas en particular, que entonces mejor es mirar con atención cada una de por sí. Y por decil:'lo de una vez, aquel modo ¡;erá más conveniete al alma que más devoción le causare. Estése mirando y remi­rando en aquel divino espejo y admirándose de cosa tan perfecta con la vista sencilla y quieta que ya he dicho sin querer hacer actos de suyo ni discurrir acerca de aquella que contempla, sino recibiendo con quietud lo que Dios le comunica» (1. cJ.

Aunque el ,autor no lo dice, creemos que no es difícil averiguar que para él San Juan de la ¡Cruz enseña esa. contempla,ción adquirida. Esa. visia sencilla, amorosa ry gener,al es fruto de la medüación; se puede, por tanto,conside.rar como contrapuesta a la noticia infusa que Dios le da, o puede darle según la definición antes establecida. Conviene notar dos cosas ; La primer.a que esa mirada contemplativa; es frut!Q de la meditación «acompañada de la fe)), y segunda, efUe a· esa mirada contemplativa 'corresponde la c'OmunÍCación de parte de Dios. Por aquí se verá lo fundado de quien h9- insinuado que los d,efensores de la con­templación adquióda, d.espués de la condenación de Molinos, l)rocura­ron replegar velas, agarrándose a la contemplación adquirida por in­flujo> de los ,(l'ones, como si antes no admitieran influjo> de Dios en di­cha ,contemp·lación. El P. Nlco,lás ·es ,anterior a la condenación de Mo­linos' y habla de recibir 'el alma en la contemplación adquir1da lo que Dios le comunica. Claro que no habla de los dones, pero para el caso no interesa, pues el hecho es que ISlegún él se da comunicación de Dios.

El autor adcvierte con Sal1toTomás «que, aunque la contemplación esencialmente consiste en el entendimiento, su última l)erfección e,stá en el afecto de la voluntad Iy en el amor, y así el principal intento y fin de la contemplación ha ele ser las operaciones de la voluntad» (VIII, 149).

De ahí que e3 más dichoso aquel a quien Dios cierra la demasiada vena de la especula,ción y abre la ele la afición. Por eso se ha de pro­curar «que el deseo IY el afecto sean 10s más levantados IY espirituales que se pudiere, aunque el entendimiento y COI1sidración que los des­pertó sean comunes y aunque el entendhniento conozca con acto remiso, la voluntad ame con acto intenso)) (VIII, 150).

Las persol1as acomodadas para la vida contemplativa «comúnmente son alegres, amúrosas, g.encillas, compasivas IY cumpungidas de cora­zón)) (VIII, 149). Este natural es gran fundamento para ese género de vida, «s,i bien la gra,cia es la que dispone, obra y hace de naturales aviesos y repugnantes humildes, obedientes y acomodados a la divina operación)) (1. c.). Para ser buen cont.emplativo ,es necesario morir a sí mismo-, esto es., a ,guamor propio, p'l'opi.a .voluntad y pasiones; :se re­quiere, además,un continuo 'ejel'cicio de las virtud,es y un especial cui­dadro, de levantar el corazón a Dios, por cualcfUier manera que. sea o por cualquier modo que me}or se hallaI:e el alma (o por la humanidad de Cristo, o por su divinidad, o por ambas juntas). FInalmente se re­quiere soledad,r.hstracción Iy desasimiento de criaturas. Advierte aquí el P. N. que «por .haberpocos que de veras se sepan desembarazar de ellas y ele cllidados, haly el día de hOly tan raros contemplativos» (VIII, 119).

Page 13: La Vida espiritual del Nicolás de San José, Carmelita DescalzoLa "Vida espiritual" del p" Nicolás de San José, Carmelita Descalzo U NA copia del pre.sente tratadito del ,p. N1colás

216 ADOLFO D.E LA ~IADRE DE DIOS, O. C. D.

Vea.mo.s brevemente cuál ha ele ser la .actitud del alma contempla­tiva en relación con Cristo Señor Nuestro.

Comienza el auto'l' asentando este principio fundamental: «Toda la perfección de las almas les viene de Cris,to Nuestro Redentor, median­te el conocimie1u,to y amor que él les da de sí misnvo y de su eterno Padre)) '(IX, 150-151). Toda la felicidad del hombre consiste en la noti­cia amorosa de Dios trino y uno y del Vel'bo divino encarnado. Esa bienaventur·anza se c'omienza en esta vtda por conocimient.o de fe y se consuma en la otra por visión beatí,fica. Para llegar a ese conocimien­to divino, el ,camino y puerta e6 el Hijo de Di05 humanado. Eles ca­mino, vrrdad y vida. Según esto, para ser un alma perfecta y tener vtda espiritual ,y eterna,se ha de ej ercitar en la not: cia amorosa del Hij.o de IDios, . Cristo Señor Nuestro, Dios Iy hombre verdadero. Por aquí entrará lY subirá al conocimiento de la Trinidad, y el que no en­trare por aquí será ladrón. Pür él el alma halLará fácil entrada y sali­da al conocimient,o de Dios y de las cosas invisible5, y pa6to saluda­ble de ductrina, fe y sacramentos, y e.i el'cicio de virtudes y todo Jo que conduce a la verdadera perfección (IX, 151).

«Aunque otras c.osas visibles "y corpóreas se hayan de olvidar ,y es­torben, 110 ha de entrar en .este númerü el que se hizo hombre por lluestroQ remedio, ·el que ,es ,verdad, puerta, camino Iy guía ,para los bienes todos)) (IX, .152). Por eso en cualquier modo de oración,aunque sea levantada contemplación, no se han de .olvidar las me.lnor~as y representaciones de la vida ry pasión de Cristo, juntando su Divinidad con su Humanidad santísima (IX, 152-153). Sin embargo, si estando meditando o «·contemplando con 'Vista amor05a y sencilla» algún llaso de la vida de Cristo Nues.tro Señor le levantare Dios a puracmltem­plaóóll de ·su divinidad o de la S,antísirna Trinidad, coopere con Dios, dejándose llevar 'sin resistencia, pues a ese fin Be ordenan las memo­rias de la Sua. Humanidad. Mas no por esto ha de dejar de volver una y muchas vecee .a fijar la vü"ta interior en .Diü.& hombre, «pues por aquí subirá a lo más levantado de la unión" (IX, 153).

Terminaremos cün una norma prácticil ·en la que aparece de nuevo la contemlllación adquirida con un nlatiz teresiano, lo que parece in­clicar que también el P. N. cree que Sta. Teresa enseña esa contem­plación.

"Donde convi,ene mucho advertir que si el alLma está en estado de meditaci<Ó1~, '¡W de considerar los pasos de La vida y rnueTte de C1'isto Señor I\'ué S t1'O , cliscu:l'J'iendo p01' sus obras y' circunstancias de eLVas, 17a1'a saC(l1' motivl(Js ele amol' y afici01w1' La! voluntad a su i1ni~aci6n. Mas si ha llegado a estado de c011ternplac;i'ó,n, no se canse en discU1'1'ir, sino póngase a sus pies y estése allí con él araillado eL entendimiento m1JrándoU: y mirando qne le mira. ContempLe l[bs verdades que 1/a p01'

la meditación tiJenc sacad,as en Limpio 1/ polncl.e?·aclas; acO?npáií.ele, ám,ele, pícla¡e, lm.rnÍl/ese 1/ 1'egálese con él." (IX, 153).

La oraci6n pasiva o infusa

Entre los medios para conseguir la unian con Dios está la orac,on y vida contemplativa, '«particularmente la oración pasiva en que más excelentemente s.ee,jercita el amor" (XI, 158).

«Demás de las maner.alS de oración que están dichas, afirma el P. N. en el párrafoXU, haly otra eS'pecialísima y muy aventajada que nace de la unión con Dios y la aumenta; porque con ella se 'Va inflamando

Page 14: La Vida espiritual del Nicolás de San José, Carmelita DescalzoLa "Vida espiritual" del p" Nicolás de San José, Carmelita Descalzo U NA copia del pre.sente tratadito del ,p. N1colás

VIDA ESPIRITUAL DEL P. NICOLÁS DE SAN JOSÉ 217

más la voluntad :y adelantándose más en el amor, con que se une más con Dios. Esta es una oración sobrenaturalmente illfusa en que se re­cibe más que se hace» (p. 160).

El llamar a 'esta Ü>l',aJCÍón "infusa» y ,contraponerla a las "maneras de oración» ya dichas, da pie para sospechar que al tratar de la con­templaC'Íón, hablaba preferentemente de la contemplación adquirida. Por ,eso, quizá, no le dedique ningún apartado especial.

gsta ora,ción es "toda sobrenatural e infusa» y n'0 se puede declarar con ,palabras. iNadie sabe qué es, sino el que la tiene, ;y ni aun éste puede declararla. ni acaba de entender qué e& aquello. No da lugar a que el que ora se acuerde de sÍ, ni ,haga reflexión en lo que está ha­ciendo (XII, 1'60;. En esta perfecta oración se está tan absorto y em­bebido en Dios, que por mucho que dure le pare,ce al alma un soplo. "Obra por ,especies infusas independientes' de loS' sentidos exteriores admini,gtradas por virtud divina» (XII, 163).

De esta oración pone San Bernardo tres grudo.s: "El primero com­para al comer. con gusto. El segundo al beber, que se hace con más facilidad ;y suavidad. El tercero es la embriaguez en que está uno como anegado» (XII, HU).

Que.remos transcribirun largo párrafo 'íntegramente por su ,gabor san­juanista y por dejar entl'ever la interpretación de un texto discutido del Doctor Místico. En él se habla de la causa por qué pocos llegan a este feliz ,estado.

«La lástima es que hay pocos que lleguen a este estado felicísimo de oración pasiva de unión por no hallar Dios en nosotros capacidad para tan alta y su­bida obra. Que como nos prueba en lo menos y nos halla fIacos de suerte que luego huimos el trabajo no queriendo sUjetarnos al menor desconsuelo y mor­tificación, ni obrar con maciza paciencia, no va adelante en desvastarnos. y ))U­rificarnos y levantarnos del pOlvo de la tierra. Para lo cual es menester mayor fortaleza y constancia que en nosotros hay. Porque lo que Dios ha de sobrepo­ner en el alma no puede sentar bien, si el sentido y espíritu no están bien purgados y adelgazados, y porque nosotros huimos los trabajos y penitencias que son las que nos adelgazan y purifIcan. De aquí nace nuestro daño y el no obrar Dios en nosotros grandes cosas. Debe, pues, pasar un alma de buena gana pI' trabajos, tribulaciones, tentaciones, tinieblas, para llegar a la perfecta unión con Dios, así como pasan por el purgatorio los que en la otra vida le han de gozar, siendo primero atormentados más o menos según cada uno tiene que purgan> (XII, 161-162).

Cualquiera dería que es para tod()s la contempladón de que se trata y que si son pocos los que llegan no habría que atribuirlo,' más que a la falta de generosidad del alma. Sin embargo, acababa .de hacer poco antes esta categórica afirmación: "Esta oración no. es para todos, sino para aquellos que Dios q1de1"e ensaLzaT a este estado." Al tener delante la vista esta afirmación y el párrafo precedente vienen a la mem()ria el texto sanjuanista de la LLama de amO:F viva (II, 27) ;y la doctrina de la Noche OSCUTa (v. gr. II, IX, 9) en armoní:;t. conciliatDria. No todos lleva Dios a conLm1plación y son 'pocos los ,contemplativos porque Dios encuentra pocos vasos capaces de tan subido licor.

A veces da Dios esa altísima oración en pago de grandes servicios heohos por el alma y de lo mucho que se ha mortificado y padecido por su amor. Otras, sin con tar con méritos antecedentes porque es gra­cia liberalísima que ,comunica a quien quieTe según aquello. del Evan­geliú: Non Heet mihi quod volo facere? (Mi. 20, 19) (XII, 161), Diepo-

Page 15: La Vida espiritual del Nicolás de San José, Carmelita DescalzoLa "Vida espiritual" del p" Nicolás de San José, Carmelita Descalzo U NA copia del pre.sente tratadito del ,p. N1colás

218 ADOLFO. DE LA MADRE DE DIOS, O. C. D.

61C1011 para ella-además de lo.s trabajo.s, ·etc., de que se habla en el pár,rafo tl1anscrito.-es, sobre to.do., la resignación total del alma en la; divina voluntad, no tenifllldo. elección en co.sa alguna, tanto. de parte del entendimiento como. de parte de la voluntad (XH, 152).

Habla a contnmación el P. N, de «dos dificultades graves que se ofrecem). La primera es «el engaño de alguno.s místicos» que creen' que en esta oración el alma no. hace más que recibir de Dios, sin 'obrar con las potencias. Loc'ual, dice, no es aSÍ, :pues aunque co.n relación a lo que reciben sea po.co lo que o.bran, sin embargo, siempre están o.brando y concurriendo con él. Eol que le parezca al alma que no. obra es po.r cuatro razones: <Primera, po.r la gran faciliclacl que ha adqui­Tielo con los hábitos ele contemplar y amar a Nuestro. Señor, lo.s ·cuales se han convertido 'ya COlllO en otra naturaleza. Segunda, la suavidad qUe le caus'a esta noticia amo.rosa, «Con10 si a uno le pusiesen un man­jar clulclshnoen la boca,en un momento se lo hallaría ·comido. sin cos­tClrle trabajo. ni (lificultacl alguna». La tercera, porcple Di,os le infun­de este delicado conocimiento y amor SUlYo, sin estudio ni industria de ella. La cuartu, p'ODque como sÓ<loatiende al amado y no a la opera­dón de sus potencias, no le parece que o.bra con ellas. Pero si le dicen que advierta y haga r,e·flexión a lo que se ocupa, dirá que en. conocer y amar a .Nuestro Señor, luego o.bra aunque no lo advierta (XII, 162-163).

La s·egunda dificultad ha nacido. del sentir de otros doctores que afirman que la voluntacl puede amar Iy uniI'lSe con Dios sin que le haya precedido ni la 'acompañe alguna noticia del entendimiento. «Esto de ley ordinaria lo tengo pOol' impo.sible», pues Nihil volitum quin l)Taecog­lütum, conforme enseña Arilstóteles y la escuela de los filósofos. "Por­que, como la voluntad ,es potencia ciega, si el entendimiento no le sirve de paj e de hacha y le propone el obj eto co.mo· bueno y digno de ser arnaclo, 110 se aficionará a él ni le amará» (XII, 1<63).

Cuatro. l'azones haiy por las cuales parece que la voluntad ama sin que el ·entendimiento entienda: Primera, que al o.bra1'el entendimiento por medioO de especies infusas produce el ado con notable facilidad IY mansedumbre, como quien no hace nada y así casi no siente <su ora­ción, mas la voluntad cuanto más percibe que el objeto .propuesto me­Tece ser amado tantocün mayoOr impulso se abalanza a amarle, por eso al <ser muy perceptibles los actos de la voluntad y loOs delentendi­miento püco, o nada, haly quien dice que la voluntad obra sin que obre el entencUmiento. La seguuda', porque no pocas veces la voluntad .ama más que el entendimientoO entiende, noO extensiva, sino. intensivalllente. No que ame más ,objeto del que el entendiminto le propo.ne, sino que le ama con acto más ·intenso, proponiéndole el entendimiento con acto l>emiso. La tercera «porque puede haber precedido ado del entendi­mient'Ü y estando la voluntad amando el objeto que le ha .p1'opuesto la potenda intelectiva, divertirse en otro o.bjeto o cesar ele obrar, y la voluntad quedan3e continuando el acto de amor y estar amando sin que el entendimIento entienda actualmente, aunque no sin haber pre­cedido inteligencia, Como si a un horno le quitasen 'el fuego y quedase caldeado ,y caliente lJor mucho tiempo» (XII, 163-164). La cuarta, p01'­quecle potencia absoluta puede Dios hacer que ame la voluntad sin que ha,ya precedido ni le acornpañe acto alguno del entendimiento, supliemlr¡ la falta de esta potencia por el modo que fuere ,servido.. Pero

Page 16: La Vida espiritual del Nicolás de San José, Carmelita DescalzoLa "Vida espiritual" del p" Nicolás de San José, Carmelita Descalzo U NA copia del pre.sente tratadito del ,p. N1colás

VIDA ESPIRITUAL DEL P. NIC(}LÁS DE SAN JOSÉ 219

como los místicos diohos tratan de la potencia ordinaria, no tienen razón en lo que dicen (XII, 164).

Digamos ya antes de terminar, dos palabras sobre

La frecuell ci'(J) ele sac1'arnentos

Dedicale el P. N. tres artículos o párrafos, uno sobre el mod'Ü de confesarse (XVIII), y los otros, dos acerc.a de la preparadón para antes de comulgar (XIX) y la acción de gracias después de la misma (XX).

Queremos hacer resaH.ar la a,firmación general con que comienza 11

tratar de este asunto. La creemos de importancia, aunque sea cüsa de t(}cI!os sabida.

"Aunq'1¿e lJ1Lse, driice, en e~ ú~timo ~uga1' por 1neelio de ~a divina unión la frecup,ncia d.e los Salfl,tos SaC1'amentos, fue en O'rden a tTata1" dee'llos p01' corona de este traltado, si bien p01' su excelencia me1"edan el más emiJnen~e puesto, pues los i'nstituyól Cristo Sefío1' Nuesf.7'ol y 11Ooslos dejó por 1'emedJilOs elicac'ísimos paTa 1'econCilia1'1lOS y junta1'1l..o's con Dios" (XVIII, 177).

Al hablar en general de los medios para alcanzar la unión con DiO'S había dicho ya que ((\Lyuda sobremanel'a ·a la divina unión la frecuen­cia de los Santos Sacra;mentos que juntan al alma c'Ün Dios» (XI, 159).

S'e restringe .a hablar de laconf.esión y comunión por ser los que «de ordinario se 'pueden frecuentar» (XVIII, 177). La ,confesión ayudará para el conocimiento de .sí Wismo .. Para ell'O conviene que esté ador­nada de tres oondiciones: DiscJ1eclón, reverenda ,y pureza . .Discreción, haciendo diligente examen de 10 que ha de confesar. Después, devo­ción Iy reverencia inter10r y 'exterior. Finalmente, pureza, confesando ]0 que su conde,ncia le d1ctare sin escusa, ni a,cUlSar a nadie, y con pa1abras honesta,", claras y .sencillas (XVIII, 178-179). Aduce otras nor­mas prácticas qUé omitimos.

PTepa1'ación lJa1'a antes de comulga1'.-----,Después de haher hechoexa­Trleu y confesado los pecados mortales -o veniales (éstos, ,aunque no son muerte del alma, conviene confesarlos porque disminuyen '81 .fervor de la ca,ridad), considere la pureza que es necesaria para recibir en su pecho la misma pureza rpor esencia, Cristo Señor iNue stro-. Para que 11n manjar ,aproveche es menester que el estómago esté limpio de ma­los humores y comer otro manjar estando -otro indigesto, es dañoso, « ¿Qué provecho l)uede hacer el ;pan del óelo al cristiano que estuviere lleno de mal05 humores y crudezas de faltas y de pasiones?» (XIX, 181).

Conviene n-o olvidar que éstas, como las siguientes, son cons,idera­clones ascéticas para el que comulga. DespuéS' de hacer otr,as r·e:flexi'Ü­n8s, te-rminacon los Icuatro requisitos neces:arios ((para la digna SU1I1p­ción de este pan celesUa,l». El primero e.s devoción actual, ·d·eseando tener los afectos fervorosos· y encendtdos co-n que la Virgen Santisima y -otros Santos comulgaban. (El segundo hambre de este divino manj.ar considerando por una parte los infinitos. provechos que de él proceden Iy por otra la pwpia necesidad y pobreza» (XIX, 182). El te.mero, 111'e­moria actual de la pasión ry lImertc de Nuestro Redentor, que en aquel divinosac.ramento· se representa. El cuarto, l'ectitud de intención, co­mulgando para gloria de Dios y de toda la Iglesia mUitante, deseando­crecer cada día en perfección por medio ele este manjar soberano y esforzándose ,con él a trabffij.arcuanto pudiere para 10grar sus p-rove­eh Os' (XIX, 182). Obsérvese la afinidad de esto último con lo exigido ·en un a;·paríado por la Sda. Congregación para la comunión frecuente.

Page 17: La Vida espiritual del Nicolás de San José, Carmelita DescalzoLa "Vida espiritual" del p" Nicolás de San José, Carmelita Descalzo U NA copia del pre.sente tratadito del ,p. N1colás

220 ADOLFO DE LA MADRE DE DIOS, O. C. D,

<La Eucaristía hay que recibirla con humildad y temor, pero tam­b1én con amor ¡y alegría (XIX, 182). En el pál'rafo XX va dando nor­mas par.a ~a acción de gracias. Y'a dijimos en otra parte que aquí el autor' cita ·extensos párrafoos de Santa, Ter.esa. He aquí, por lo demás, una afirmación de colorido y metahdJad teresiana:

"El tiempo 7ndls acomodado paN::1 negocia7' con Dios es el que se si­gue despu.és de la sagTada comunión" (XX, 184).

El alma que dignamente recibe la EucariiStí'a hace cuenta que dej a de ser y {fUe. en su lug.ar entra Cristo Nuestro ,Señor que desde aquel m0111:ento ha de pelliS'ar, hablar y obrar en ella. De suerte que pueda decir con San P;ablo: vivo yo, ya no ¡yo, sino Oristo vive en mí (Ga1. 2, 20). Por eso se llama comunión, que es como unión del alma con su di­vino Esposo (XI, 159-160).

Con est,o dan1O.s por terminada la. expmslción del contenido doctri­nal de e6te pequeño tratado. Creemos haber cumplido nuestro cometido dándole a conocer a los armantes de la ciencia espiritual. Nos hemos restringido intencionadamente a ·este v·equeño tratado, sin añadir ni completar algunos puntos con Ja, ~octrina expuesta en ütras obras iSU­Iyas. Alguno quizá nos reproche de demasiado exterrliSoiS, pero lo hemos creído ·conveniente. Dentro de los escritores espirituales elel Carmelo reformado 110 ·es despreciable por su antigüedad y sobre todo lo apre­ciamos por ser en muchros puntos un remanso de la rica elüctrina tere­siana y sanjuanista. El P. José ele Santa Ter·esa, ca1ifica al P. Nicolás de «Heligioso noble, docto y espiritualn y «célebre 'predicador». Fué confesor del V. P. Miguel de l'0s Angeles, a quien dió el hábito San Juan ele la Cruz en lüs Mártires de 'Granada el, año 1587 ¡y que murió el 9 de febrero de 1613 (.10). EiS·cribió Jra vÍda del venemble, la cual se conserva en el ms. 4492 de la Biblioteca Nacional de M'adrid (11).

ADOLFO DE LA M, DE DIOS, O, C. D.

(lO) JosÉ DE SANTA TERESA: Refo1''l1W del Carmen, tomo III, lib. XIII, e, 29. n. 1, pág. 787; c. 32, n, 5, pág. 798.

(11) Según el P, Gerardo de San Juan de la Cruz, en su Bibliog,'afía carmelitana inédita, es autógrafo 11gnoramos en qué se apoya para afirmarlo.