la polÍtica de las comunidades mapuche del lleu lleu
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UNIVESIDAD DE CHILE
FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES
ESCUELA DE POSTGRADO
LA POLÍTICA DE LAS COMUNIDADES
MAPUCHE DEL LLEU LLEU
Movilización por la tierra y reconversión religiosa
Tesis para optar al grado de Magíster en Ciencias Sociales, Mención Sociología de la
Modernización.
Autor: Javier Alvarez Vandeputte
Profesor guía: Oscar aguilera Ruiz
Santiago, Marzo 2016
Índice
2
Índice
ÍNDICE DE TABLAS, FOTOGRAFÍAS, MATRICES Y FIGURAS 4
AGRADECIMIENTOS 5
INTRODUCCIÓN 7
1. Presentación del problema 7
2. Aproximaciones a la movilización por la tierra en una comunidad mapuche: de la
politización a la política cultural 8
3. Ingreso a una comunidad mapuche movilizada por la tierra 14
4. Estrategia metodológica 19 a. Enfoque 19 b. Comunidad anfitriona e informantes 21 c. Técnicas e instrumentos 22 d. Procedimientos de análisis 23
5. Estructura general del texto 24
CAPÍTULO 1. CONDICIONES ESTRUCTURALES 26
1. Ecología, economía y demografía. 26
2. Estructura de propiedad de la tierra 30
3. Características socioculturales de las comunidades mapuche en la zona del lago Lleu Lleu 36
4. Pobreza estructural 44
CAPÍTULO 2. LA “LUCHA” DE LAS COMUNIDADES MAPUCHE DEL LAGO LLEU LLEU 46
1. Expectativas ajustadas a la escasez de tierra 46
2. El “mensaje” de La CAM 51
3. Recuperación territorial en la zona del lago Lleu Lleu 53
4. Jornada de recuperación productiva en la comunidad anfitriona 57
5. Reacción a la movilización por la tierra en la zona del Lago Lleu Lleu 58
6. Consecuencias de la movilización por la tierra. 62 a. Transformaciones en la estructura de propiedad de la tierra. 62 b. Cultura de la lucha 64
7. Persistencia de la tendencia a la división de las comunidades 65
Índice
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CAPÍTULO 3. EXÉGESIS RELIGIOSA Y RECONSTITUCIÓN DE UNA COMUNIDAD CÚLTICA EN
LA ZONA DEL LAGO LLEU LLEU 67
1. Desintegración religiosa, pérdida de vitalidad lingüística y circuitos de resistencia cultural
67
2. Reconstitución política de una comunidad cúltica 72 a. Comunidad cúltica y eficacia simbólica: Mapuche-sagrado/Wingka-profan(ador) 75 b. Guillatún, comunidad y reciprocidad 78
3. El Dios que lucha 82
4. Sobre el peuma o del ensueño en la tierra recuperada 85
5. El mensaje de los abuelos 89
6. La palabra (dungu) de dios en la recuperación territorial 92
7. Producto religioso: Newen en la lucha 96
8. Precauciones sobre el alcance de la reconversión religiosa 97
DISCUSIÓN FINAL. POLÍTICA CULTURAL, RECONVERSIÓN RELIGIOSA Y RECONSTRUCCIÓN
DE LA IDENTIDAD MAPUCHE 99
1. Sumario. Movilización por la tierra y política cultural como proceso colectivo de exégesis
religiosa 99
2. Domingo a misa, lunes a la escuela, hablar castellano y cambiarse el apellido 103
3. Lucha y transformación del sistema interétnico 107
4. Operaciones religiosas para la construcción de la identidad mapuche 110
5. Palabras de cierre 112
ANEXOS 114
Consentimiento informado 114
Operacionalización conceptos, dimensiones e instrumentos 115
Network Atlas ti, Proceso y categorías centrales 117
Evaluación Profesor Miguel Urrutia Fernández 118
Evaluación Profesor Pablo Cottet Soto 120
Evaluación Profesor Oscar Aguilera Ruiz 125
BIBLIOGRAFÍA 128
Índice
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Índice de tablas, fotografías, matrices y figuras
Figura 1. Dimensiones y lógica de análisis………………………………………………………………………...19
Mapa 1. Cordillera de Nahuelbuta y Lago Lleu Lleu. Fuente: Google Earth…………….…..…...28
Mapa 2. Desplazamiento lof LLanquil…………………………………………...………………………………….33
Fotografía 1. Lleu Lleu liberado. Fuente Azquiduwe………………………………………………………….57
Mapa 3. Comunidades, forestales y predios identificados en el trabajo de campo…………..62
Matriz 1. La movilización por la tierra y sus efectos………………………………………………………..111
Agradecimientos
5
Agradecimientos
La deuda con nuestros hermanos (´peñis´) que nos permitieron ingresar a la
centenaria comunidad mapuche de Rucañanco, en la zona del lago Lleu Lleu es,
impagable.
En medio de la ya perene militarización de la zona, como los bosques de pinos y
eucalipto que la industria forestal introdujo masivamente, nos abrieron las puertas de sus
casas y nos invitaron a su mesa. Pusieron entre paréntesis su experiencia del racismo,
la cárcel y la represión que hacen del wingka (`chileno`) objeto de justas desconfianzas
para mostrarnos los caminos del LLeu Lleu, las laderas entre sus cerros, y hasta invitarnos
a pescar al lago. Nos hablaron de historia, de atropellos, de racismo y de esperanza. Nos
permitieron asomar el espíritu a esas figuras/seres enigmáticos y misteriosos que circulan
entra las comunidades del lago Lleu Lleu; representaciones y ritos religiosos -también la
lengua- que resisten la aculturación de la mano de machis y médicas para el bienestar de
sus descendientes y de su pueblo.
Lo impagable de esa experiencia tiene que ver con la contundencia de lo que ellos
nos entregaron. Por lo mismo, debemos honrar la costumbre mapuche y, aunque no
tengamos nada que se compare, devolver y restituir todo lo que recibimos.
Nuestro compromiso es que sea más que devolver lo mismo que nos
dieron, puesto en papel y adornado con decenas de páginas de análisis. Desde el primer
día les dijimos que poníamos nuestras herramientas, habilidades y contactos al servicio de
sus intereses y de las luchas que han iniciado. Ese proceso ya se inició y hemos podido
asistir a la comunidad en alguna de sus tareas urgentes. Lo ponemos por escrito para que
si un día faltamos a nuestro compromiso, la deshonra se haga pública y la vergüenza
merecida.
No seríamos justos si agradecemos las respuestas que recibimos en el trabajo de
campo sin al mismo tiempo reconocer a quién nos ayudó a formular las
preguntas. Nuestra gratitud con el Doctor en Antropología Oscar Aguilera Ruiz, nuestro
profesor guía, es inmensa. Su amplio conocimiento en teoría e investigación, su modo de
trabajar sintético, sus orientaciones justas y equilibradas han sido una luminaria invaluable
sin la cual esta investigación no podía haber llegado a puerto. De él, con justicia, nos
sentimos aprendices.
También agradecemos al historiador Fernando Pairican, no sólo por sus estudios,
que han dado vigor renovado a los procesos políticos y sociales que atraviesan las
comunidades mapuche movilizadas por la tierra: sin su confianza nunca habríamos
contactado con la comunidad que nos recibió en Rucañanco. A él, intelectual
comprometido con la causa de su pueblo, esperamos retribuir con las perspectivas y
análisis desarrollados en este trabajo.
Agradecimientos
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Al Magister en Ciencias Sociales, mención en Sociología de la Modernización de la
Universidad de Chile. Ahí encontramos los conocimientos y el espacio para desarrollar el
proyecto de tesis que aquí presentamos concluido. A sus profesores que nos entregaron
las herramientas para poder ejecutar y cumplir con lo anunciado en ese proyecto.
Nuestro especial agradecimiento al Departamento de Lingüística de la Universidad
de Chile, en particular al Profesor Cristian Lagos Fernández. Asistir a su seminario de
etnolingüística nos permitió acceder a discusiones fundamentales sobre el trabajo
etnográfico en el mundo indígena. Por su confianza al incorporarnos a su investigación
sobre vitalidad lingüística del chedungun en las comunidades mapuche del Alto Bío Bío.
Durante ese trabajo de campo pudimos ensayar y profundizar en la técnica etnográfica y
publicar, con esos resultados y los de nuestra tesis, un artículo científico en colaboración
con la lingüista Patricia Ojeda, a quién también extendemos nuestros agradecimientos.
Reconocemos el apoyo que nos otorgó el Centro Interdisciplinario de Estudios
Indígenas (ICIIS) del programa de Antropología de la Pontificia Universidad Católica, en
especial a los académicos Helene Rizor y Jaime Coquelet, que se interesaron por nuestra
investigación y que ayudaron a financiar las últimas etapas de trabajo etnográfico.
Finalmente muchos que aportaron con su amistad, cariño y apoyo en las tinieblas
del trabajo de escritura. A mi hermano Martín Álvarez y su disposición a escuchar todo lo
que se me ocurre. Mi hermana Michele que contagia pasión y energía por todo lo que
hace. A Rocío Salas por su inmensa ternura y palabras de apoyo. A Francisco Álvarez por
sacarme del encierro y sopor del trabajo remoto. Natalia Olmos, que siempre mostro
interés por lo que hacíamos.
Por supuesto a mis padres, por entregarme tanto a cambio de poco y que nos
repitieron hasta el cansancio: ¡termina la tesis de una buena vez!
De cada uno de ellos y los que hemos olvidado mencionar, este trabajo debe cada
uno de los aciertos y alcances obtenidos. De los errores y extravíos, sólo nosotros somos
responsables.
Introducción
7
Introducción
1. Presentación del problema
En términos generales, nuestro trabajo es un análisis multidimensional de las
comunidades mapuche que se movilizan (con distintos repertorios de acción) para obtener
tierra. Desde las Ciencias sociales y la Historia este objeto (la movilización por la tierra) se
ha analizado desde tres dimensiones: sociohistórica, relativa al origen reduccional de las
comunidades, su posición en las estructura de propiedad de la tierra, el proceso de
usurpación territorial y la precariedad económica de las comunidades (Bengoa, 1985;
Saavedra, 2006; Comsión Verdad Histórica y Nuevo Trato con los Pueblos Indígenas, 2008;
Correa, 2010). Otras perspectivas priorizan los factores políticos: Las estrategias y acciones
de las organizaciones políticas/militantes y los marcos institucionales donde operan
(Gavilan, 2003; Mariman, 2006; Donoso, 2010; Pairicán & Álvarez, 2011). Finalmente, otro
grupo de estudios enfatizan la dimensión cultural-simbólica de la protesta por la tierra.
Esta última revisa las especificidades lingüísticas, religiosas, artísticas e ideológicas
involucradas/desplegadas en la movlización. (Boccara & Seguel-Boccara, 1999; Bacigalupo,
2004; Tricot, 2008; Le bonniec, 2009).
Desde nuestra perspectiva, el análisis de las comunidades movilizadas exige un
trabajo de integración esas 3 dimensiones. Este es, justamente, el desafío que
emprendemos en este trabajo: un análisis multidimensional, teóricamente denso de una
comunidad mapuche movilizada por la tierra. Para conseguirlo hemos definido una
estrategia etnográfica: un caso bien construido y detallado de una comunidad de la zona
del lago Lleu Lleu que se moviliza por la tierra desde 1996 a la fecha. Desde su interior
rastreamos las sendas de significación y simbolización, los discursos e ideas a partir de los
cuales los sujetos experiencian la movilización por la tierra. Lo anterior puesto en
perspectiva de una reconstrucción sociohistórica de la comunidad: su radicación y
reducción, el proceso de despojo y usurpación de tierra de manos de colonos y forestales
así como los principales hitos de la movilización. Esto último conduce a la dimensión
política: la militancia de algunos, las ideas y aproximaciones al problema de la tierra que
circulan con ellos. Finalmente la dimensión cultural-simbólica: la investigación nos condujo
hacia una serie de prácticas religiosas (creencias y rituales) desde donde se puede rastrear
una semantización de la movilización por la tierra donde se atan símbolos, creencias y ritos
tradicionales a la situación política contemporánea.
Introducción
8
Nuestra lectura de esa imbricación de la política en la religión, y de la religión en la
política, es la constatación de la urgencia con la que las comunidades mapuche buscan
“pensarse en su propia verdad” (Bourdieu P. , 1971); es decir, dotarse de un marco
valórico-normativo del que deriva la legitimidad de sus acciones de “recuperación
territorial” y la afirmación de su especificidad cultural y política. Ese marco, como
mostraremos, resulta de la confluencia entre el discurso militante (ideológico) y la exegesis
precipitada de la religiosidad latente en las comunidades, cosmovisión, creencias y rituales
tradicionales. Será entonces, ese proceso el que examinaremos mediante un caso
etnográfico situado en la zona del Lago Lleu Lleu, espacio que la prensa nacional etiquetó
como “la otra zona roja del conflicto mapuche”.
2. Aproximaciones a la movilización por la tierra en una comunidad mapuche: de la
politización a la política cultural
Las secciones de este capítulo introductorio han sido articuladas como un relato de la
construcción del objeto de investigación. La idea es que el lector sepa cómo se condujo,
teórica y metodológicamente la investigación, es decir, como se produjo el dato
etnográfico y que enfoques teóricos fueron aplicados para el análisis.
Los trabajos académicos, las tesis especialmente, tienden a presentarse con rostro
sincrónico. Invisibilizan la navegación (y naufragios) que ha recorrido el investigador. Las
preguntas, objetivos y estrategias metodológicas se presentan como si nunca se hubieran
modificado. En realidad sucede todo lo contrario. Sería correcto anexar el proyecto original
para que el lector pudiera juzgar los extravíos y derroteros del autor. Pero siendo honestos
nadie quiere leer borradores, ni cosas a medias. Proponemos, para no eludir esta
problemática, una bitácora de la investigación, que exponga las rutas seguidas, los caminos
interrumpidos y acaso los errores cometidos en la preparación y ejecución de esta tesis. De
esta manera el lector podrá rastrear, en la deriva teórica y metodológica, el camino que
conduce a nuestro objeto/sujeto de estudio, la construcción de datos, su análisis y las
conclusiones de este trabajo. Para nosotros, cada reformulación lejos de ser un “partir de
cero” significó agregar nuevas capas teóricas y metodológicas para analizar a una
comunidad movilizada. El modelo multidimensional que proponemos es justamente el
resultado de esas decisiones y procesos investigativos.
Introducción
9
La primera versión del proyecto de investigación fue la presentada como informe
final del taller de tesis I, en Julio del 2012. En ella establecimos que nuestro objetivo era
explorar los “cambios sociales y culturales” que experimentan las comunidades mapuche
protagonistas del llamado “conflicto mapuche” es decir, aquellas que emprenden la
ocupación de predios forestales y particulares. A esa altura de la investigación en que no
contábamos con un sujeto de estudio definido dentro del basto y heterogéneo territorio
mapuche, el trabajo se focalizó en construir un marco teórico y metodológico para mirar
los cambios sociales y culturales que experimentan las comunidades movilizadas. El
resultado de aquello fue el descriptor teórico de politización para analizar a las
autodenominadas “comunidades en lucha”. Dicho concepto nos permitió reflexionar y
criticar la noción hegemónica de “conflicto mapuche” con la que se describe tanto en la
prensa como en alguna literatura especializada el proceso de movilización por la tierra.
Nos pareció que la misma noción de conflicto es parte de una estrategia comunicacional,
en la que el mapuche aparece como otro-interno, ajeno a la legalidad, que recurre a la
fuerza y el terrorismo para vehiculizar su interés por la tierra (Amolef, 2012). Ese otro-
interno es definido desde la construcción del conflicto, como un “activador de violencia”
que el Estado y la institucionalidad pública tiene que sofocar. De esta manera, la idea de
politización nos permitió escapar de la gubernamentalidad en la noción de conflicto para
entender la movilización por la tierra; por el contrario, la politización se centra en las
estructuras agénciales y organizacionales que hay tras las acciones de las comunidades.
Conforme a lo anterior, la primera tarea era revisar la evidencia existente de la
“política mapuche”. La primera constatación remite a la formación de orgánicas políticas
cuya novedad histórica es que, si bien formadas en centros urbanos, focalizan su acción en
las comunidades rurales. Tal es el caso del Consejo de todas las tierras, La Coordinadora
Arauco Malleco, Identidad Territorial Lafquenche y la Alianza Territorial Mapuche (Pairicán,
2002; Gavilan, 2003). El discurso de esas organizaciones apunta a legitimar la
“recuperación territorial¨ y el otorgamiento de autonomías políticas y administrativas a las
comunidades respecto del territorio en que se emplazan. La otra cara de esa politización
mapuche es la reacción de la institucionalidad chilena. Para el Estado se trata de
organizaciones radicales que menoscaban soberanía y jurisdicción sobre el territorio
nacional. Estas organizaciones no tienen lugar de enunciación de sus demandas (más allá
de la academia y los medios alternativos), frente a un sistema político clausurado en la
máxima de la unidad territorial-nacional chilena (Van Bebber Rios, 2002) y la doctrina del
orden y estabilidad nacional (Aguilera y Alvarez, 2016).
Introducción
10
Volvamos a la especificidad de las nuevas organizaciones mapuches y su factor en
el proceso de politización. Uno de sus más notables impactos ha sido sin duda poner a
circular una serie de significantes vacíos o flotantes1 en las comunidades: territorio
ancestral Mapuche, autonomía, recuperación territorial y cultural, anticapitalismo y
control territorial, que desafían la unidad nacional que soporta el Estado chileno2 y en
consecuencia también de la estructura de propiedad de la tierra ahí construida. Dicha
circulación de esas ideas y consignas es fruto de una acción-militante, cohesionada y
disciplinada que va tomando forma en el ideario de las nuevas organización políticas;
construcción de una nueva subjetividad política (Pairicán & Álvarez, 2011) traccionada en
el impacto y simbolismo que tienen las movilizaciones para recuperar territorio. Los
militantes serían la resucitación de los weichafes y conas (‘guerreros´), en esta última fase
de la centenaria “guerra de Arauco”. Más allá de las etiquetas, resulta indudable que de
un tiempo a esta parte se viene desarrollando una modalidad de comunidades politizadas
o comunidades militantes capaces de movilizarse por sus intereses (en principio aquellos
que se derivan de su posición en la estructura de propiedad de la tierra) y que en conjunto
constituyen el despliegue de un ciclo de movilizaciones por la tierra que dura hasta el día
de hoy.
Los antecedes hasta ahí reunidos constituían evidencia suficiente del proceso de
politización que atraviesan las comunidades mapuche. También resultaba evidente que la
dimensión política del análisis, en torno al eje militancia-ideología, era un terreno
suficientemente estudiado, sin mucho que agregar en ese campo. Faltaba entonces mover
un poco el foco para buscar un objeto específico sobre el cuál volcar nuestras indagatorias.
¿Qué capturó nuestra atención? Aquellos discursos en los que se aprecia una sutura, entre
pasado y presente, donde Lautaro y Catrileo quedaban son términos de la misma ecuación
histórica: la lucha del pueblo mapuche. La literatura especializada muestra también
1 Tomamos el concepto del trabajo de Ernesto Laclau (2005) para indicar los desplazamientos producidos en el “espacio ideológico y cultural” de las comunidades mapuche del Lleu Lleu a partir discursos de los “militantes”. Un “significante flotante” debe ser entendido en el horizonte de la construcción de hegemonía (o de su deconstrucción y crítica). Los significantes flotantes, en este caso conceptos como: territorio ancestral mapuche, autonomía, recuperación territorial y cultural, anticapitalismo y control territorial constituyen “sobredeterminaciones discursivas de la realidad”, es decir articulaciones (cadenas de significación) que buscan atar experiencias y significados, como la pobreza de las comunidades o su cultura tradicional “dominada” en torno a esos elementos/conceptos. Se trata por cierto de una disputa, una lucha ideológica cuyo éxito se mide en la capacidad totalizante que adquieren estos significantes para significar la experiencia de la realidad social, económica y cultural de las comunidades. En suma para reemplazar otros significantes, irradiados de los grupos dominantes de la sociedad chilena, como “integración”, “emprendimiento”, “diversificación productiva”, “agregación de valor”, etc . 2 Socaban aquello que Balibar (1991) denomina “ trabajo de traducción de las fronteras exteriores del Estado (el territorio soberano) en fronteras interiores” alojadas en el imaginario social como una proyección de la personalidad colectiva que permite habitar el tiempo y el espacio chileno en una lógica filial y familiar
Introducción
11
abundantes expresiones de esa sutura: territorial, donde las fronteras entre el espacio
mapuche y el wingka (´chileno´) constituyen un límite multidimensional que divide el norte
del sur, el antes y el ahora, el fracaso de la gloria. La emergencia de una “territorialidad
performativa” en el imaginario de las comunidades (Le bonniec, 2009). También religiosas,
por ejemplo, en el caso del “guillatún de guerra” en el que la machi invoca a los espíritus
para que protejan a los weichafes y los ayuden a derrotar a la empresa forestal que ocupa
sus tierras y al Estado que los reprime (Bacigalupo, 2004). Religión, territorio, también las
prácticas lingüísticas (Lagos, 2005; Alvarez y Ojeada, 2014) son marcadores culturales
llamados a cristalizarce en la movilizacion por la tierra. Como señala el sociólogo Tito Tricot
(2008), el movimiento mapuche por la tierra se habría transformado en “exegeta” de
prácticas culturales tradicionales, vivas y latentes, de modo tal que sus acciones
reivindicativas son parte de un proceso general de reconstrucción del mundo mapuche.
Esta primera conceptualización del problema y la propuesta de investigación que
se desprendía de ella fueron aprobadas por los profesores del taller al concluir el primer
Taller de tesis. No obstante, revelo algunos problemas: El concepto de politización requería
algunos ajustes teóricos y metodológicos para aplicarlo a este nuevo objeto cultural-
simbólico que empezamos a vislumbrar. La cuestión fundamental que se debía despejar
era: ¿política y cultura constituyen realmente dos esferas independientes que solo en
circunstancias de “politización” se miran, relacionan e influencian mutuamente?
Iniciado el taller de tesis II, durante el segundo semestre del 2012, aun no
contábamos con una comunidad con las características buscadas para realizar la
investigación. Decidimos, mientras tanto, ampliar la revisión hacia tópicos como las
relaciones coloniales desde las que se fundó la comunidad reduccional mapuche
(dimensión sociohistórica del problema). También incorporamos diferentes perspectivas
en torno a los pueblos indígenas y minorías étnicas en América Latina. En términos
teóricos, estudiamos los planteamientos de la Sociología de la cultura, la teoría
poscolonial-decolonial, y la teoría de la etnificación. El resultado de ello fue la
incorporación de nuevas categorías de análisis y una reformulación del objetivo de
investigación. A partir de ello pudimos escapar de la relación tautología entre cultura y
política, mediada por la politización. En realidad, la imbricación entre ambas esferas
sociales es permanente, siendo la politización un momento de resingificación radical da la
cultura. En esta linea argumentativa la propuesta de la Sociología de da cultura y los
Estudios Culturales resultó iluminadora (Williams, 1994; Wright, 1998; Hall, 2003;
Restrepo, 2012). En ambos enfoques, las prácticas culturales constituyen “prácticas
Introducción
12
significantes” a través de las cuales los colectivos se construyen, comunican, reproducen y
actualizan. Toda acción social puede ser descrita como una práctica cultural que activa
formas de compresión y apreciación, significados, valores y actitudes que otorgan sentido
al individuo en un determinado contexto. Las prácticas culturales3 cumplen una función
política ya que inscriben en el orden simbólico representaciones/significados acerca de la
realidad social. El quid del asunto, para nosotros, es cómo las prácticas culturales en la
movilización por la tierra traducen, simbólicamente, las dimensiones sociohistoricas y
políticas de las comunidades mapuche. Que función cumplen los significados desplegados
en esas prácticas culturales ¿legitiman la estructura de propiedad de la tierra que la
movilización quiere alterar o permiten legitimar esas acciones y escapar a los marcos
normativos e ideológicos del sistema legal que cautela los derechos de propiedad de
forestales, empresarios y descendientes de colonos? Según Williams (1994), ciertas
prácticas significantes, por factores específicos, (de manera parcialmente consciente)
permiten subvertir las representaciones y significados que legitiman el orden social. Otros,
se caracterizan en que el dominado es agente y gestor de su propia dominación, aquello
que Bourdieu llama violencia simbólica:
“Coerción por la adhesión que el dominado no puede evitar acordar al dominante
cuando se dispone para pensarlo, para pensarse a sí mismo y pensar su relación
con él, de los instrumentos de conocimiento que tiene consigo y que, al no ser
más que la forma incorporada de la estructura de dominación, hacer aparecer tal
relación como natural: o en otros términos, cuando los esquemas que pone en
funcionamiento para percibirse y apreciarse a los dominantes (alto/bajo,
masculino/femenino, blanco/negro, etc.) son el resultado de la incorporación de
clasificaciones así naturalizadas.” (Bourdieu, 2002, p.95).
3 Práctica cultural es una forma de conceptualizar la acción social remitiéndola a los significados y sentidos que son atribuidos por quienes la ejecutan. Se intenta así entender las distintas manifestaciones de lo social (económicas, políticas, religiosas, artísticas, etc.) operando un contextualismo radical que impida cualquier forma de reduccionismo, sobre todo economicista). Es poner en perspectiva una práctica concreta respecto del entramado de relaciones y articulaciones (de poder, económicas, ideológicas) que la constituyen. La cultura es más que una realidad epifenoménica; ella se constituye en una doble relación con el sujeto: constriñe y moldea al sujeto en sus comportamientos, acciones, pensamientos, disposiciones. Segundo, es a la vez objeto de modificación por la acción social, los procesos sociales, las instituciones políticas y económicas. El concepto de práctica cultural ha sido comúnmente utilizado para referir a prácticas desarrolladas en contextos relativos a minorías étnicas o grupos con organizaciones tradicionales. Posee un rendimiento analítico probado para analizar los impactos socioculturales de la expansión y consolidación del sistema mundo capitalista hacia las periferias y sus huellas respecto de las prácticas concretas que tradicionalmente ahí se han desarrollado. La práctica cultural y no los sujetos son, desde esta perspectiva, la unidad básica del sistema social (Restrepo, 2012).
Introducción
13
Esta tensión entre reproducción y subversión simbólica que comportan las
prácticas culturales es para Susan Wright la expresión de lo que llama politización of
culture (1998). Las crisis políticas, sobre todas aquellas provocadas por la movilización
social conducen a la re negociación de las identidades, la disputa de las definiciones y el
cuestionamiento de las representaciones con que significamos nuestra vida y posición en la
sociedad. La autora habla de una cultura politizada cuando los colectivos buscan evidenciar
la dimensión simbólica de los conflictos sociales, de clase, genero, étnica, etc. Para los
grupos subalternos implica descubrir nuevas circunstancias de dominación y pensar en la
recuperación de aquello que ha sido simbólicamente sometido. Desde los grupos
dominantes supone movilizar recursos económicos e institucionales para el mantenimiento
de su hegemonía y de nuevas formas de gobernabilidad. En síntesis, la movilización social
de los grupos subalternos es al mismo tiempo una movilización simbólica que interrumpe
la cadena significante que ata sus prácticas culturales (religiosas, lingüísticas, artísticas,
organizacionales) respecto del origen y legalidad del orden social. Usando estas categorías
para el análisis de los movimientos sociales en América Latina, el antropólogo colombiano
Arturo Escobar sostiene que sus luchas enfrentan lo que denomina cultura política
dominante: los significados, representaciones y conceptos sobre lo político (su carácter
formal, universal e igualitario, entre otros4) que se imponen en la base acciones políticas
sobre la cultura (de jerarquización, distinción y valoración de los grupos sociales y sus
prácticas culturales). La mayoría de los grupos sociales que se movilizan, obreros,
desempleados, minorías sexuales, mujeres, ambientalistas, indígenas y minorías étnicas
confrontan la cultura política dominante (no porque estos busquen dar una pelea
restringida al plano simbólico, sino porque toda lucha social realiza practicas significantes
en esa dirección) poniendo en marcha una política cultural. “elementos constitutivos de
los esfuerzos orientados hacia nuevas definiciones del significado y de los límites del
propio sistema político por parte de los movimientos sociales” (Escobar et al, 2001).
Esta idea de política cultural es la que nos permitió salir de la tautología que hay en la
relación entre politización y cultura. Las prácticas culturales de las comunidades
mapuche comportan significados y representaciones que atañen a su integración interna y
reproducción en el tiempo; igualmente esas prácticas informan sobre la posición de la
cultura (y sociedad) mapuche respecto de la cultura política nacional. Nuestro
4 En América Latina, la cultura política tiende a ser la expresión hegemónica de las oligarquías blancas que imponen, a través del control de los instrumentos de poder político y económico, un imaginario cargado de representaciones eurocentristas y racistas históricamente armada del arsenal teórico del universalismo ilustrado, la doctrina liberal y a partir de la segunda mitad del siglo XX la ideología neoliberal (Escobar & Pedro G, 1994)
Introducción
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convencimiento resultó en que solo incorporando esa definición “dinámica” de práctica
cultural podríamos explorar las relaciones/tensiones que ellas traducen en el contexto de
movilización por la tierra. La tarea era entonces encontrar un conjunto de prácticas
culturales, por ejemplo un guillatún (ritual) un trawun(asamblea), un mingaco (trabajo
comunitario) o un epew (relato oral protagonizado por un animal), a partir de las cuales
reconstruir las sendas de sentido y significado que traducen la movilización por la tierra.
Una vez que concluimos este marco conceptual, definimos que la siguiente etapa
investigativa era ingresar a una comunidad movilizada por la tierra y desde ella visibilizar
un grupo de prácticas culturales extendidas a nivel comunitario e intercomunitario. Luego,
a partir de ellas, dilucidar el momento histórico, político y cultural de la movlización por la
tierra.
3. Ingreso a una comunidad mapuche movilizada por la tierra
Luego de extenuantes gestiones, en junio del 2013 conseguimos la autorización para
ingresar a una comunidad5 mapuche emplazada en la zona del lago Lleu Lleu. Nuestro
contacto era Juan6, Werken (‘vocero´) de la comunidad quien se convirtió en nuestro
informante clave durante toda la investigación. Durante los 4 días que duró esa primera
jornada de trabajo etnográfico conversamos en extenso con él, lo acompañamos en los
circuitos y espacios, dentro y fuera de la comunidad en los se desenvuelve día a día.
Conocimos a su pareja, hijos, primos, hermanos. También a sus amigos, vecinos, los winkas
con los que interactúa. Participamos de una jornada de trabajo silvícola, compartimos
comidas, caminamos por la comunidad, conversamos con comuneros, comerciantes,
trabajadores forestales, dirigentes, entre otros7. Todas estas interacciones nos proveyeron
de un caudal de información etnográfica a partir de la cual logramos encontrar un
conjunto de prácticas culturales para el análisis. Por otro lado, en el extenso dialogo con
Juan este expuso una lectura del proceso, que ellos denominan “recuperación territorial”
basada en los “derechos ancestrales” de la comunidad sobre los terrenos disputados.
Derechos históricamente vulnerados por colonos y forestales amparados en la
5 El primer acercamiento se llevó a cabo con dirigentes de la comunidad de Temucuicui en Ercilla. Luego de llamadas telefónicas y entrevistas fue rechazada nuestra petición de ingresar a la comunidad debido a que habían decidido Cambiar la política de apertura de la comunidad hacia los wingkas. 6 Los nombres de los informantes han sido cambiados para cautelar la confidencialidad de sus testimonios. 7 En el apartado metodológico están detallados los instrumentos y técnicas que se utilizaron en el trabajo de Campo
Introducción
15
Institucionalidad publica que los protegía. Uno de los aspectos más relevantes que Juan
abordó en esa entrevista, para los fines de esta investigación, es la afirmación de que la
“recuperación territorial” era al mismo tiempo una “recuperación cultural”; que la tierra
era una parte, la más importante, de la resistencia de las comunidades ante el mundo
wingka. Su discurso iluminó la dimisión política de nuestro análisis: la experiencia de la
militancia política pone a flotar en la comunidad diferentes significantes con los que se
explica/justifica la recuperación territorial. La autonomía política, el capitalismo, el mundo
occidental, la ocupación colonial, entre otros. Todos estos conceptos derivaban de su
militancia en la Coordinadora Arauco Malleco que, como veremos, llegó a tener una
presencia masiva en la zona del Lleu Lleu. Nos pareció entonces, que la dimensión política
de nuestro análisis multidimensional conducía a los discursos, estrategias y acciones de la
CAM en la zona. No como una historia de la CAM en el territorio, cuestión que ya ha sido
parcialmente analizada (Pairicán & Álvarez, 2011); sino del proceso de circulación del
discurso de la CAM al interior de las comunidades. Su recepción, las resistencias y
negociaciones que las ideas de CAM suscitaban entre las distintas posiciones sociales al
interior de las comunidades, “los jóvenes”, “el sector evangélico”, “los comuneros” y
respecto de los “sectores tradicionales” vinculados a la cultura y religiosidad tradicional
mapuche.
Teníamos entonces definida nuestra variable política del análisis. Sabíamos
también cómo abordar la dimensión sociohistórica mediante la reconstrucción del origen
colonial/reduccional de las comunidades, el proceso de usurpación territorial posterior y la
constitución de una estructura de propiedad de la tierra desigual. Faltaba buscar el lugar
de la “política cultural”, una sutura entre historia, política y cultura.
Cuando regresamos a Santiago y revisamos el material producido en esos días,
pudimos, finalmente, definir con claridad nuestro objeto de estudio. Se trataba de un
conjunto de prácticas históricamente “nucleares” en la “semiosfera” de la comunidad
mapuche a la que ingresamos: prácticas religiosas, creencias, ritos, plegarias, rogativas que
son parte de la religiosidad tradicional mapuche, y que se practican, con variaciones, en
gran parte del territorio mapuche. Prácticas consideradas “relevantes” y muy conectadas
con “la identidad mapuche”, aun de parte de quienes se declaraban cristianos. Esa misma
constatación, paradójica, cristalizaba la relación entre cultura, política e historia en la que
queríamos indagar. Sabíamos, a partir de la revisión bibliográfica, que la religiosidad
tradicional, al igual que la lengua mapuche ha sido funcionalmente desplazadas en favor
del cristianismo y el castellano. Sin ser pura aculturación, más bien negociaciones,
Introducción
16
hibridaciones y resistencias de la cultura mapuche, las prácticas religiosas tradicionales
conviven, en nuestra comunidad anfitriona, con el culto católico y pentecostal. Subsisten,
en buena medida, del trabajo de quienes asumen roles religiosos y políticos tradicionales
(chamanes, médicos, autoridades, músicos, etc.), verdaderos productores culturales que
ponen a re circular en las comunidades las creencias, ritos y ceremonias religiosas. Para
nuestra investigación, seleccionamos aquellas que nos parecieron más extensivas
(colectivas, presentes en varias comunidades y fuera del Lleu Lleu), intensivas (son
frecuentes y recurrentes) y transversales (son practicadas por distintos grupos etarios, de
género, status, rol y función en la comunidad). El resultado fueron cuatro creencias
religiosas que se articulan entre sí a nivel cosmológico y ritual. Esas cuatro creencias nos
permitían acercarnos a la religiosidad mapuche y desde ahí rastrear una política cultural
que expresara la movilización por la tierra de esa zona.
Nos informamos de la primera de estas creencias en conversaciones y relatos de
distintas personas de la comunidad. Se trabada del “dios” central en el panteón mapuche
que en el Lleu Lleu se denomina “Chao Ngenechen” y se lo piensa como un Ser-donante8. A
él dirigían plegarias individuales, se le solicita fuerza, sabiduría, beneficios, etc. Esa
cualidad donante de Chao Dios, cómo también se lo nombra, se manifiesta con claridad en
los ritos de rogativas (‘guillatún´) donde se le pide y agradece por las cosechas y otras
actividades económicas fundamentales en las comunidades. Los más viejos nos dijeron que
las comunidades estuvieron mucho tiempo sin organizar las rogativas en su honor, que por
eso “debe estar molesto” y que la “pérdida de la tierra” que él obsequió al mapuche es
una profanación. Los más jóvenes, por otro lado, nos hablaros de que el Chao Dios apoya,
mediante operaciones misteriosas, más allá del entendimiento del wingka, el proceso de
recuperación territorial.
Encontramos la segunda creencia en los canales y vías por las que se comunica
Chao Ngenechen. Nos dijeron que su voluntad se manifiesta a las personas y en algunos
casos, cuando se trata de sujetos especiales, “conversa” (es decir que recibe mensajes) en
el espacio onírico o ensueño. Esa experiencia onírica, que no se limita a la intermediación
con el Dios creador-donante (otros seres aparecen ahí también), se denomina Peuma. La
cualidad sagrada del sueño conduce a una serie de prácticas religiosas que están más cerca
de la vida diaria, de la rutina que de los rituales y ceremonias. La gente siente la necesidad
8. Tradicionalmente los mapuche han organizado sus relaciones según el modelo de economías del don (Foerster, 1995). Cosmológicamente las relaciones de don se articulan entorno a la representación de un Dios creador-donante Abordaremos en este punto en profundidad en el capítulo 3. Por otro lado, Chao Ngnechen es hoy una figura sincrética que contiene diversos elementos de la figura del dios cristiano-
Introducción
17
de relatar sus sueños, compartirlos, se busca interpretarlos colectivamente, conectarlos
con eventos y con la contingencia. Nos dijeron que una médica de la comunidad vecina,
una mujer poderosa (portadora de newen) veía en sueños el futuro (oniromancia) y que
recibía instrucciones para hacer recetas para los enfermos (‘lawen´). Todos atribuyen a sus
sueños una cualidad intermediadora con lo sagrado. En el Peuma, encontramos otros
tantos puntos de sutura entre lo histórico-político y lo cultural-simbólico: Algunos, entre
los que han participado de las ocupaciones de predios, han experimentado sueños antes,
durante y después del evento. No se demoran en relatar sus sueños a los peñis
(‘hermanos’) que participan. Los sueños comportan señales, advertencias, muestras de
apoyo desde el wenumapu (‘mundo de los espíritus y seres sagrados’). También sucesos
enigmáticos que siembran la ansiedad.
Colocada nuestra atención en el espació onírico, aparecieron los “abuelos”,
ancestros directos que han fallecido y que se comunican con sus descendientes en el
peuma. Kuifiche como se los designa en lengua mapuche, palabra en desuso en el Lleu
Lleu, son intermediarios entre este mundo y el wenumapu. Su presencia en el sueño se
asocia a una serie de tópicos que se estructuran en base a los esquemas de reciprocidad
tradicionales de la sociedad mapuche: la importancia de la familia y de cuidarse
mutuamente, obedecer a los mayores, la relevancia de la tierra y protegerla. Los sueños
en que aparecen los abuelos son muy apreciados entre los mapuche del Lleu Lleu. Se les
presta atención y se los interpreta como actos de protección. Como nos dijo una de las
informantes luego de soñar con su padre, era momento de que ella fuera al cementerio,
visitará la tumba y pensará en él. Quién sigue esa pauta asegura grandes cuidados desde el
mundo de los muertos, que en la cosmología mapuche es un espacio intermedio entre
nuestro mundo, Wallmapu y el de los seres sobrenaturales, wenumapu.
Finalmente analizamos una práctica compleja, que es mismo tiempo religiosa y
lingüística. Llegamos a ella comparando los relatos de nuestros informantes sobre su
participación en rituales. En todos, la lengua mapuche, que en el Lleu Lleu recibe en
nombre de chedungun (‘lengua de la gente’), es fundamental para el desarrollo de la
liturgia y ejecución del ritual. Cuando entrevistamos a la médica que mencionamos
anteriormente, nos señaló que Dios simplemente, no escucha en wingkadungun
(‘castellano´). Para que ella o una machi pueda recibir el mensaje que Chao Ngenechen le
envía debe ser hablante de la lengua que él obsequio al mapuche y que él mismo habla.
La médica nos dijo que el mapuche deshonra a Dios hablando wingkadungun. La práctica
que analizamos es entonces esta representación religiosa sobre el origen sagrado y función
Introducción
18
ritual del chedungun. Nos pareció que está práctica expresaba la complejidad sociocultural
de la movilización por la tierra. Según nuestra indagación en terreno y a partir de los
estudios de vitalidad lingüística del mapudugun, no más de un 20% de la comunidad
anfitriona era hablante, entre las comunidades vecinas la vitalidad de la lengua era similar
y sin embargo todos identifican como parte central de su cultura el chedungun. Esa
relación nos condujo a dos preguntas que había que contestar con el trabajo etnográfico
¿La revaloración del chedungun hace más efectiva su función ritual?, y ¿Por qué, a pesar
de su desuso todos sienten que la lengua mapuche es algo que los identifica y define, algo
que es propio de los mapuche y que es muy valioso?
Estas cuatro creencias: Dios-donante (‘chao Ngenechen’), ensueño intermediador y
oniromancia (‘Peuma’), ancestros intermediarios (‘abuelos´), y la lengua sagrada
(´chedungun’), se convirtieron en nuestros objetivos específicos. En cada una de esas
cuatro prácticas religiosas fijamos una ruta a la complejidad sociocultural de las
comunidades mapuche movilizadas por la tierra.
El siguiente esquema resume las dimensiones y la lógica con que planteamos un
análisis multidimensional de una comunidad mapuche movilizada por la tierra. En el eje
vertical figuran las cuatro creencias religiosas que corresponden a la dimensión cultural-
simbólica del análisis. En el horizontal están puestas las variables sociohistoricas y políticas
que constituyen el contexto social en el que se producen y reproducen esas prácticas
religiosas. Nuestra lógica de análisis, en consecuencia, es desentrañar las estructuras de
significación que se atan entre ambos polos. Nuestra hipótesis es que ese proceso, de
significación y resignificación de las prácticas religiosas en contexto histórico y político de
movilización por la tierra corresponde, teóricamente, a la puesta en marcha de una
política cultural de las comunidades mapuche del Lleu Lleu movilizadas por la tierra.
Introducción
19
Figura 1. Dimensiones y lógica de análisis
Dimensión sociohistórica Dimensión política
Origen colonial de
la comunidad
Estructura de
propiedad de la tierra
Usurpación e
instalación del capital
forestal
Militancia en
organizaciones
mapuche
Acciones de ocupación de predios
Reacción de la
institucionalidad
Dim
ensi
ón
Cul
tura
l-si
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a
Prá
ctic
as r
elig
iosa
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Dios-donante (‘Chao Ngnechen’)
ensueño intermediador y oniromancia (‘Peuma’)
ancestros intermediarios (‘abuelos´)
lengua sagrada (´chedungun’)
4. Estrategia metodológica
a. Enfoque
El diseño metodológico experimento comparativamente, menos ajustes y reformulaciones
que el marco teórico. En la propuesta original habíamos planteamos la triangulación de
datos etnográficos y estadísticos (censos agropecuarios y encuesta CEP población
mapuche 2006). La parte estadística fue retirada al poco andar por la complejidad de un
procedimiento de triangulación. Replanteamos la metodología como un análisis
etnográfico de datos primarios y secundarios.
Una parte significativa de la estrategia metodológica fue realizar una definición
teórico-conceptual de etnografía que se ajustara a las características sociohistoricas,
políticas y cultural-simbólicas de la comunidad anfitriona. El resultado es la articulación de
tres objetos etnográficos. A) Desestructuración sociocultural B) militancia política C)
prácticas religiosas.
El primero de los objetos remite a la polifonía al interior de las comunidades. Estás
son unidades desiestructuradas en lo cultural, lingüístico, económico y político respecto
Introducción
20
del periodo reduccional9. En su interior circulan múltiples discursos, ideas, símbolos,
conceptos, etc. Se habla de Jesús, la virgen y los profetas bíblicos así como del Chao Dios,
el Ngen (espíritu) del agua y de los brujos; del futbol y del palín; el trabajo forestal y el
mingaco, etc. Para abordar este objeto tomamos la propuesta de etnográfica multilocal
(Marcus, 2001). Los discursos producidos en la comunidad remiten a distintas localidades:
domesticas, urbanas, electrónicas etc. Se yuxtaponen múltiples mundos de producción
cultural. Para abordarlos el etnografo debe seguir cadenas, sendas, transformaciones y
yuxtaposiciones de las diferentes localidades (como fuentes de producción de discursos).
Sumirse en circulación de signos, símbolos y metáforas que afectan los modos de
pensamiento y, la forma en que se generan los discursos en su interior. La idea de lo
multilocal es, al mismo tiempo, una restricción explicita a la etnografía funcionalista que
busca poner en relación, cada práctica cultural parcial en referencia sistema total
entrópico y autosuficiente (Burgois, 2012).
El objeto de la militancia fue conceptualizado a partir de la etnografía de la
imaginación política. Como señala el antropólogo Indio Arjun Appadurai (2001) los grupos
étnicos etiquetados de tradicionales en el tercer mundo interactúan, en el concierto
contemporáneo, con un flujo denso de símbolos, ideas y conceptos que les permiten
renegociar su identidad personal y colectiva. Aquello activa el trabajo de lo que Benedict
Anderson (2006) llama “comunidades imaginadas”. Es decir, el discurso militante, nutrido
de repertorio de ideas e ideologías sobre la identidad, la autonomía y la descolonización,
las convierte en significantes que desafían el proyecto hegemónico del Estado-nación
donde están inscritos. De ese modo el trabajo de imaginación política provoca la
articulación de interés y aspiraciones propios a la comunidad, alejados de aquellos que
promueve la sociedad chilena.
Finalmente, el análisis de un conjunto de prácticas religiosas conecta,
necesariamente, a una larga tradición etnográfica en ciencias sociales. El objeto religioso
ha sido analizado por Durkheim, Mauss, Bourdieu, Rapport, Foerster, entre otros. Muchas
de las categorías de análisis aportadas por ellos son aplicadas en nuestra investigación. Es,
sin embargo, Cliford Geertz10 y su idea de “descripción densa” la perspectiva desde la cual
concebimos el trabajo etnográfico sobre este objeto en particular. Las creencias religiosas,
9 Sociedad mapuche reduccional, periodo que va desde la reducción de la población mapuche desde la pacificación de la Araucanía, hasta la década de 1970 en las que las transformaciones dela gro nacional afectan y transforman la organización social y cultural de las comunidades mapuche 10 El trabajo del antropólogo Roelf Foerster sobre religiosidad mapuche, que fue en reiteradas ocasiones consultado durante esta investigación, se basa en la propuesta etnográfica de Geertz
Introducción
21
los sistemas cosmológicos que se actualizan en ritos y ceremonias, son una parte de las
tramas de significación (cultura) en las que el mapuche se encuentra inserto y que el
mismo ha construido. Estas representaciones sociales, enigmáticas y exóticas a nivel
superficial, deben ser puestas en relación a su campo social y alcance (comunitario,
intercomunitario, nacional y global) de modo que el analista pueda desentrañar las
estructuras de significación que ahí se atan.
.
b. Comunidad anfitriona e informantes
Mencionamos anteriormente las dificultades que atravesamos para conseguir una
comunidad que aceptara nuestra propuesta de investigación. A pesar de que nuestro único
requisito era que se tratara de una comunidad que mantuviera disputas territoriales, esa
condición marcaba una desconfianza casi infranqueable respecto del mundo wingka
(‘chileno´). Una vez que ingresamos a una comunidad ubicada al noreste del lago Lleu
Lleu11, pusimos en marcha un muestreo por bola de nieve ad hoc a nuestra metodología
etnográfica. Siguiendo los circuitos familiares, laborales, comerciales, religiosos y políticos
de Juan y su familia accedimos a tres comunidades aledañas. Accedimos también a los
espacios tradicionales de interacción entre mapuche y chilenos. Todo lo anterior se
concretó durante cuatro ingresos entre el 2013 y 2014. Cada ingreso tuvo una duración de
4 días.
En ese ir y venir por los caminos del Lleu Lleu, entre el fogón de las rucas y el
almacén de un wingka del poblado de Pichihuillinco. Entre las jornadas de trabajo
colaborativo al interior de la comunidad y los peñis (‘hermanos’) que retornan después de
una temporada de trabajo asalariado fuera de la comunidad, fuimos seleccionado a
algunos sujetos que se transformaron en informantes para nuestra investigación. Se trata
de personas que abarcan distintas posiciones al interior de las comunidades mapuche en el
Lleu Lleu: dirigentes políticos, militantes, figuras religiosas, comuneros, hablantes de la
lengua. Sujetos cuyos discursos, en función de sus posiciones, son relevantes pare
entender las dinámicas socioculturales, en particular las religiosas, que se activan con el
proceso de movilización por la tierra.
11 En el capítulo 1 se presenta una caracterización detallada de la comunidad anfitriona y de la zona del lago Lleu Lleu.
Introducción
22
c. Técnicas e instrumentos
Se utilizó la entrevista semi estructurada cómo técnica principal para la producción del
dato etnográfico. Las pautas12 se armaron entorno a unos tópicos centrales (locus) 13.
Todos los sujetos fueron consultados respecto de esos tópicos. Cada entrevista incluye una
ficha extensiva del rol/status del entrevistado en las comunidades: Sus datos
sociodemográficos, historia personal y participación en la movilización por la tierra. En
total se realizaron 7 entrevistas en profundidad, cinco de la comunidad anfitriona y dos en
comunidades aledañas. Los nombres de personas, lugares y algunas fechas han sido
cambiados donde nos ha sido posible. Si bien no se presentan datos comprometedores
desde el punto de vista penal, procedimos de esa manera para cautelar la identidad de
nuestros informantes. Así mismo el nombre de la comunidad “Rucañanco” no
corresponde a su nombre real sino que designa un sector del Lleu Lleu donde se emplazan
varias comunidades.
En segundo lugar se empleó el grupo de técnicas agrupadas en lo que se conoce
como notas de Campo. Trabajo de registro in situ y simultaneo de las conversaciones
informales, los diálogos, observaciones, reflexiones del trabajo de Campo. Fue muy
relevante la técnica de observación participante en distintas actividades productivas y
rituales: Jornadas de trabajo silvícola (tala de eucaliptos), agrícola y ganadero así como la
participación en un mingaco (forma tradicional de trabajo colectivo).
Finalmente, se analizaron fuentes secundarias de distinto tipo. Dos documentos
nativos, elaborados en la comunidad anfitriona y en una comunidad vecina muy vinculada
a la primera. Se trata de dos demandas territoriales presentadas en la CONADI para
justificar la ocupación de predios. Son textos muy interesantes que exponen ideas políticas
y jurídicas, conceptos como “derechos ancestrales” y “recuperación cultural”. A si mismo
contienen formulaciones sobre la “memoria” de las comunidades, los procesos de
reducción de las y las usurpaciones de tierra de manos colonos y forestales.
Adicionalmente se hizo un trabajo de revelamiento de los datos agrupados por el
Observatorio social de américa latina (OSAL) iniciativa CLASO presente en todo América
Latina. En chile OSAL ha recopilado, a partir del 2002, informes mensuales sobre conflicto
social en chile que se publican con el nombre de “Cronologías del conflicto social en
12 Las pautas fueron ajustadas a partir del primer ingreso para mejorar su capacidad heurística, y corregir un problema de dispersión en tópicos. 13 Ver anexo operacionalización de conceptos e instrumentos
Introducción
23
Chile”. Se sistematizaron todos los datos relativos a la zona del lago Lleu Lleu que
permitieron fechar los principales hitos de la movilización por la tierra.
d. Procedimientos de análisis
Los datos producidos en el trabajo etnográfico fueron analizados en dos etapas. En la
primera se usaron procedimientos de la teoría fundamentada. Luego, durante el trabajo de
escritura, se realizado un análisis comparado (de la evidencia presentada en trabajos
sobre la movilización en comunidades mapuche) y de interpretación teórica de los datos
producidos.
Los procedimientos de la teoría fundamentada que se ocuparon son:
fragmentación de los textos con el objeto de organizarlos temáticamente mediante
códigos, en tres etapas de codificación (abierta, axial y selectiva). La codificación selectiva
permitió agrupar los códigos en tres categorías centrales: condiciones estructurales
(causales, intervinientes y contextuales), el proceso (acciones/interacciones) y sus
consecuencias (transformaciones de las condiciones estructurales). Entre los primeros
identificamos elementos sociohistoricos y cultural simbólicos como la estructura de
propiedad de la tierra, ocupacional y productiva, así como como la integración de las
comunidades a la sociedad chilena y los niveles de aculturación respecto de sus formas
culturales tradicionales. En la segunda identificamos la variable política; militancia, acción
política y reacción estatal. En las consecuencias, analizamos las trasformaciones a la
estructura de propiedad de la tierra como resultado de la movilización de las comunidades
en el Lleu Lleu; como eso afecta el sistema interétnico que ahí se había erigido y en
consecuencia la propia construcción de la identidad mapuche.
Y al ministerio del hijo de él y el terrorismo de la
Los procesos de análisis se realizaron con asistencia del software de análisis de datos
cualitativos Atlas ti 5,1. Se aplicaron las herramientas de búsqueda y recuperación de
datos, codificación, creación de familias de códigos. Muy importante fue la creación de
redes de códigos (networks) que permitieron jerarquizarlos y definir los tipos de relación
entre códigos.
Introducción
24
5. Estructura general del texto
Los capítulos del texto se ordenan en dimensiones de análisis de la “complejidad
sociocultural” de las comunidades mapuche movilizadas por la tierra en la zona del lago
Lleu Lleu. Cada capítulo define un problema y un planteamiento que se articulan, a nivel
global, para dar cuenta de nuestro objeto de estudio. En el primer capítulo se aborda la
dimisión sociohistórica: El objetivo es contextualizar, en términos sociales a las
comunidades mapuche del Lleu Lleu. En virtud de ello se analizan los aspectos ecológicos,
económicos y demográficos. En segundo lugar nos preguntamos respecto de los procesos
históricos que conducen a esa configuración socioeconómica actual. Nuestro propuesta
consistió en reconstruir, a partir de los relatos de los informantes, documentación nativa y
evidencia comparada el proceso de radicación y reducción de la comunidad anfitriona así
como el proceso de usurpación territorial de manos de colonos y forestales durante el siglo
XX. Realizado aquello, nos propusimos ordenar ese proceso en términos del impulso
colonial que lo origina y de la extensión o prolongación de las relaciones coloniales
impuestas como factor explicativo de la estructura de propiedad de la tierra
extremadamente desigual y la situación de pobreza que define a las comunidades de esa
zona. Finalmente desarrollamos el concepto de “prolongación de la situación colonial”
para caracterizar la desestructuración, adaptación y resistencias de los sistemas culturales
y simbólicos de las comunidades mapuche hasta la actualidad.
En el segundo capítulo se analizan los factores políticos que inciden en la puesta en
marcha de la movilización por la tierra. En primer lugar nos preguntamos cuáles son las
“expectativas sociales” de los sujetos en las comunidades y cómo estás se ajustan a su
posición en la estructura de propiedad de la tierra. A partir de esa caracterización, de la
que resultan distintos “agregados simbólicos” o posiciones sociales al interior de las
comunidades nos enfocamos en uno en particular: “los militantes de la CAM” que arriban,
como mostraremos, portando un “mensaje de recuperación territorial”. El punto central
del capítulo es la justamente la difusión de ese mensaje; las sendas, circuitos y vías por las
que se va propagando ¿qué vías ocupan los militantes?, ¿Quiénes los escuchan? ¿Cuál es
el impacto de su mensaje? ¿Cómo articulan los militantes un ideario político sobre un
tejido social debilitado (en sus modos de socialización tradicional y contemporánea)? Una
vez que construimos un modelo de transmisión del mensaje de la CAM y de la actividad
militante buscamos reconstruir el proceso general de movilización por la tierra en todo el
Introducción
25
Lleu Lleu. También la instalación de un clima de violencia agudizada con tintes de
“conflicto étnico”.
En el tercer capítulo analizamos la dimensión cultural-simbólica a la luz de los
factores sociohistóricos y políticos previamente caracterizados. La pregunta aquí es cómo
la movilización por la tierra se relaciona con el proceso de “reconversión a la religiosidad
tradicional mapuche”. Para responderla analizamos los efectos de la actividad militante en
el tejido social intercomunitario de modo que este “transmuta” de una organización
política hacia una “comunidad de creyentes”. Este proceso es observado a partir de la
celebración del ritual de rogativa (guillatún) en el contexto de movilización por la tierra y
en específico en el análisis de cuatro creencias religiosas extendidas en la zona: Chao
Ngenechen (dios central), el ensueño (oniromancia), los ancestros (intermediadores con lo
sagrado) y la lengua sagrada (don de chao dios) . A partir de lo anterior exploramos los
efectos religiosos de la movilización por la tierra. Distinguimos dos efectos: la eficacia
simbólica (restitución de lo sagrado) y eficacia ritual (restitución de vínculos y solidaridades
entre los participantes)
En el capítulo final discutimos los alcances de la reconversión religiosa de las
comunidades mapuche del Lleu Lleu. Nuestra intención fue conectar esos hallazgos
respecto de la pregunta por la construcción de una identidad colectiva mapuche. En virtud
de ello constatamos algunos cambios en el sistema “interétnico” del Lleu Lleu a partir de
la movilización por la tierra y las transformaciones en la estructura de propiedad de la
tierra. Teniendo esos antecedentes, reelaboramos el proceso de reconversión religiosa en
términos de la construcción de una “ideología étnica”. De esa manera, exploramos como la
“identidad mapuche” marcada en un conjunto de prácticas religiosas y lingüísticas permite
al mapuche “pensarse en su propia verdad”, distanciarse de la “verdad wingka” y al mismo
tiempo configurar un “lugar de enunciación” de sus intereses económicos, culturales y
políticos.
Sabemos que hemos asumido un objeto complejo y difícil de abarcar. Este se ha ido
construyendo, como quisimos mostrar en esta introducción, a lo largo de toda la
investigación. Pedimos paciencia al lector mientras nos acompaña en esta ruta. Creemos
que en la medida que expongamos todas estas capas de teoría, conceptos y
procedimientos etnográficos podrá visibilizar la comunidad mapuche que hemos
reconstruido junto a los procesos socioculturales activados por la movilización por tierra.
Capítulo 1. Condiciones estructurales
26
Capítulo 1. Condiciones estructurales
“Todas las tesis sobre el problema indígena que ignoran o eluden a éste como problema
económico-social, son otros tantos estériles ejercicios teoréticos - y a veces verbales-
condenados a un absoluto descrédito” (José Mariátegui, 7 ensayos sobre la realidad Peruana)
1. Ecología, economía y demografía.
En una geografía definida por la cordillera de Nahuelbuta14, las comunidades mapuche de
la zona del lago Lleu Lleu se emplazan entre profundos valles, laderas, quebradas y
cuencas; territorios de difícil acceso y sumamente erosionados por las plantaciones de pino
y eucalipto instaladas hacia finales de 1970. Los mapuche habitan sectores aislados y
escarpados que contrastan con las planicies fértiles y aptas para la crianza de ganado del
borde costero del lago, cuyos propietarios son descendientes de colonos.
A pesar de no ocupar los mejores terrenos, la zona del lago Lleu Lleu15 es en términos
demográficos mayoritariamente mapuche: 2.626 personas que corresponden al 15% de la
población indígena de la provincia de Arauco (Ministerio de Planificación y Cooperación,
2001)16 y que están radicadas en 22 comunidades repartidas entre las comunas de Cañete,
Contulmo y Tirua, específicamente en las localidades de Carapaillaco, El Malo, Choque,
Miquihue, Lorcura, Ranquihue, Paillaco, Tranaquepe, San Ramón, Aillahuampi, Coihueco,
Chacras Buenas, Chanquin, Grano de Trigo, Huallepén, Huide, Huillinco, Licauquén,
Mahuilque, Melinchique, Pichihuillinco, Tricauco y Rucañanco. Esta última corresponde a
la locación de nuestra comunidad anfitriona17.
Para llegar a Rucañanco se toma el camino que une Contulmo con el lago Lleu Lleu.
Por ese vía, unos dos kilómetros antes de Rucañanco, se llega al valle de Huillinco, que se
14
La Cordillera de Nahuelbuta (“Jaguar Grande”) forma parte de la Cordillera de la Costa. Se extiende entre los ríos Biobío e imperial. Sus cumbres más altas alcanzan los 1.500 metros sobre el nivel del mar. En las zonas más altas predominan los bosques de araucarias, territorio que hoy conforma el Parque Nacional Nahuelbuta. El núcleo de la cordillera está formado por granito. Entre su fauna, destacan el zorro de Darwin y aves como el chucao y el carpintero. Los más viejos de lugar hablan de la presencia del “león” (puma), aunque se presume su extinción en la zona. 15 Su superficie abarca 670 km². 16 Este dato proviene del Decreto de declara a la zona del lago Lleu Lleu “Área de Desarrollo Indígena”. Desafortunadamente, a ese nivel de agregación, no hay otras fuentes que declaren la cantidad de población mapuche en el Lleu Lleu. 17 Hemos preferido referirnos a la comunidad anfitriona en referencia a su localidad para resguardar la identidad de nuestros informantes y porque esta investigación busca caracterizar a las comunidades del Lleu
Lleu en conjunto mediante la reconstrucción de un caso de estudio particular.
Capítulo 1. Condiciones estructurales
27
encuentra en la ladera occidental de la Cordillera de Nahuelbuta, ribera noreste del lago
Lleu Lleu.
Rucañanco es un lugar aislado. Se transita por una ruta sin pavimentar cuyo telón de
fondo son las laderas cordilleranas cubiertas de pino y eucalipto, plantaciones simétricas
que contrastan con una geografía nativa más bien accidentada. La omnipresencia de las
explotaciones forestales es una de las características del sistema ecológico que conforma la
zona del lago Lleu Lleu. El Censo Agropecuario y Forestal del año 200718 arrojó que en la
comuna de Contulmo -a la que pertenece Rucañanco- las plantaciones forestales tienen el
88,64% de la superficie apta para explotación agropecuaria (Ministerio de Agricultura,
2007). Los preciados
árboles nativos, en
cambio, se esconden en
las laderas, rodeados de
espinos y zarzamora y
ocupan una superficie
escasa.
A unos 4 kilómetros
al oeste de Rucañanco, en
el valle de Huillinco que
inicia en el rio
Pichihuillinco, se
encuentra el poblado
homónimo chileno más
cercano, habitado por
descendientes de
colonos, pequeños
comerciantes y empresarios turísticos.
Ahí se encuentra la posta médica más cercana y la escuela básica donde chilenos y
mapuche del sector envían a sus hijos. En la dirección opuesta, a dos kilómetros este de
distancia, se ubican las comunidades Huallepén Alto y Bajo y extensos predios de las
forestales Mininco y Volterra.
18 Último censo agropecuario realizado a la fecha
Mapa 1. Cordillera de Nahuelbuta y Lago Lleu Lleu. Fuente: Google Earth
Capítulo 1. Condiciones estructurales
28
El plano de la comunidad anfitriona en Rucañanco tiene una extensión de 125
hectáreas básicas, que aumentan a unas 300 si se consideran los predios que han sido
recuperados desde 1998. En ella viven 22 familias, a razón de 5,7 hectáreas por familia
aproximadamente (3 a 5 integrantes sin considerar población flotante). La geografía del
sector de Rucañanco se expresa en la distribución de las casas en las comunidades.
Acomodadas en las laderas de los cerros, en ocasiones a kilómetros de distancia,
responden a la lógica de una economía familiar campesina: se instalan cercanas a los
cultivos y lugares de trabajo. Predomina la pequeña propiedad, el derecho real de uso
sobre segmentos de campos de labranza. La antigua propiedad comunitaria como sistema
de solidaridad que la sostenía –mingaco - subsiste, pero en menor escala. El trabajo
agrícola resulta de la combinación de trabajo individual y trabajo cooperativo desarrollado
entre grupos residenciales de parentesco (primos, sobrinos, hijos, tíos).
Circunstancialmente se asocian personas no emparentadas que son miembros de la
comunidad. Muy ocasionalmente existe cooperación para labores agrícolas entre
miembros de distintas comunidades, entre familias emparentadas.
Entre la generación mayor de 50 años opera una división de roles de género para el
trabajo. Los hombres se encargan de la agricultura y ganadería mayor (trigo y vacas) y las
mujeres de labores domésticas, como el trabajo en huertas, cría de cerdos y aves de
corral. Entre las parejas más jóvenes esta división es más débil; el hombre es más
colaborativo en el hogar y las mujeres pueden realizar casi cualquier labor que ejerzan los
hombres fuera de la casa.
Las comunidades del Lleu Lleu cultivan principalmente papa y trigo y disponen
praderas para forraje animal. En el paisaje se ven huertas e invernaderos que algunas
familias han construido apoyados por el gobierno para la producción de hortalizas
destinadas al autoconsumo y venta de excedentes. La ganadería es menor; se observa
dispersa y en rebaños reducidos de ganado ovino, equino y bovino. Más significativa es la
presencia de ganado porcino y las aves de corral que se crían en las inmediaciones de las
viviendas, al punto que son parte del paisaje hogareño.
La agricultura y ganadería de las comunidades del Lleu Lleu se encuentra en algún
grado determinada por el clima19. Los altos índices de precipitación y los fuertes vientos,
19 El clima se define templado mesotermal inferior estenotérmico mediterráneo subhúmedo. El régimen térmico se caracteriza por temperaturas que varían, en promedio, entre una máxima en enero de 23,2°C y una mínima en julio de 6,0°C. El período libre de heladas es de 322 días, con un promedio de una helada por año. Registra anualmente 1209 días-grado y 683 horas de frío. El régimen hídrico observa una precipitación media
Capítulo 1. Condiciones estructurales
29
(que aumentan los riesgos de erosión) asociados al periodo invernal, así como los periodos
estivales secos, hacen de la economía no silvoagrepecuaría marcadamente estacional.
Según el clima lo permita y la estación disponga, hay un aprovechamiento intensivo de los
recursos del entorno: alimenticios, madera para leña y construcción, etc. En el Lleu Lleu se
practica la pesca ocasional y se extrae salmón, pejerrey y trucha. Algunas épocas del año
son propicias para la recolección de hongos silvestres y una gran variedad de yerbas y
plantas para fines alimenticios y medicinales. De las llamadas “vegas” o suelos con alta
irrigación hídrica se extrae el camarón de tierra.
Dada la sobreexplotación del recurso forestal en la zona del Lleu Lleu, la actividad
silvoagropecuaría se ha vuelto central para sus economías. Todas las familias lo explotan y
venden como metro-ruma de eucalipto a comerciantes especializados que la recogen en
camiones y luego la despachan a distintas empresas celulosas.
En Rucañanco, al igual que en otras comunidades, se explota el turismo. La
actividad, desarrollada en sus inicios por las familias chilenas de la zona, se ha ido
incorporando lentamente a las comunidades mapuche. La comunidad anfitriona posee un
área de camping con playa al que llegan turistas en el periodo estival. Para esa época se
organiza un almacén-quiosco donde distintas familias venden hortalizas, mermeladas y
artesanías producidas en la comunidad.
Otro rasgo característico de la economía de las comunidades del lago Lleu Lleu es su
relación clientelar respecto de los programas y planes asistencialistas del Estado. Gracias a
esos créditos y aportes, que parten en subsidios por 150 mil pesos, se obtienen ingresos
para los “meses malos”. Por lo general son programas de transferencia tecnológica y
productiva, subvenciones y créditos para la compra de tractores, maquinaria de riego,
infraestructura agrícola, etc. Todas las familias, en mayor o menor medida, requieren de la
intervención del Estado para poder capitalizar sus economías. Algunos programas como el
Programa de Desarrollo Territorial Indígena (PDTI) del INDAP favorecen la asociatividad
para ser ejecutados y aplicados en las comunidades. Otros son gestionados
individualmente por las familias. En ambos casos no operan sobre estructuras políticas y
organizacionales tradicionales de las comunidades; esto en parte porque sencillamente en
muchas no las hay. De ahí que los programas muchas veces provoquen conflictos y
divisiones internas. La CONADI, por ejemplo, para comprar y transferir legalmente predios
anual de 1437 mm, un déficit hídrico de 449 mm y un período seco de cinco meses. El efecto oceánico modera a las temperaturas extremas creando inviernos benignos. Los fondos de valle pueden presentar más riesgos de heladas que el promedio del distrito (Santibañez & Uribe, 1993).
Capítulo 1. Condiciones estructurales
30
a las comunidades constituye directivas sólo entre familias asociadas y demandantes de
tierra.
2. Estructura de propiedad de la tierra
La zona del lago Lleu Lleu fue declarada Área de Desarrollo Indígena (ADI) en 2001,
aduciendo la antigüedad de los asentamientos mapuche, la densidad de la población
indígena, la homogeneidad ecológica (la principal unidad de relieve es la Cordillera de
Nahuelbuta) y la pobreza de la población indígena (Ministerio de Planificación y
Cooperación, 2001). En esa declaración hay un reconocimiento a la especificidad cultural y
étnica de la zona. Sin embargo, no es un instrumento legal que empodere a las
comunidades política y económicamente. Hacerlo significaría reconocer las desigualdades
que se deben a su origen colonial/reduccional. La declaración tampoco reconoce la
relación entre la pobreza de las comunidades y la estructura social que se construyó
durante el siglo XX.
Un ejemplo: para explicar el poblamiento de los últimos cien años en la zona del Lleu
Lleu20, no resulta tan relevante el ser una zona con registros arqueológicos mapuche de
larga data. Los mapuche habían emplazado sus rehues (unidades políticas de linajes
extendidos densamente poblados) antes de la ocupación (época pre reduccional) en las
zonas ricas que hoy constituyen Contulmo, Tirúa y Cañete, manteniendo la Cordillera de
Nahuelbuta21 como una zona ceremonial y de paso. De hecho, la zona del Lleu Lleu no fue
afectada por el proceso de colonización espontánea ni tampoco fue un objetivo militar en
los comienzos de la ocupación de la Araucanía (Correa, 2010). Era un área que no gozaba
de las condiciones favorables para la agricultura, la ganadería y la pesca como la depresión
intermedia y la costa. La alta densidad actual se explica porque allá fue desplazada y luego
radicada población mapuche proveniente de distintas zonas del Wallmapu (territorio
histórico pre reduccional). Las reducciones mapuche instaladas en el Lleu Lleu fueron,
conforme a la política de radicación dictada por el gobierno chileno, repartidas y rodeadas
20 En adelante usaremos indistintamente zona del lago Lleu Lleu, zona del Lleu Lleu o Lleu LLeu para facilitar la redacción. 21 … “la población de preferencia ubicada en las áreas que tuvieran grandes recursos alimenticios, así los lugares más densamente poblado en la zona Arauco, la vertiente oriental del Nahuelbuta-Angol y Purén-como también el extremo sur de dicha cordillera-imperial-, punto en lo que hoy es Cañete, Lebu, Arauco, Contulmo y el lago Lanalhue, existía una población numerosa, sedentaria, establecida donde las habitaciones encontradas cercanas unas de otras (Comisión Verdad Histórica y Nuevo Trato con los Pueblos Indígenas, 2008, P. 323)”.
Capítulo 1. Condiciones estructurales
31
por colonos que ocuparon las escasas tierras aptas para la agricultura. Fue además un
proceso tardío en comparación con otras radicaciones; el último Título de Merced
entregado en el Lleu Lleu data de 1931 (Correa, 2010).
Lo que no expresa la declaración del Área de Desarrollo Indígena es justamente el
origen colonial de la estructura de propiedad de la tierra en la zona del lago Lleu Lleu.
Consideramos que este punto es fundamental: el origen de la estructura social en el Lleu
Lleu responde a la especificidad de toda operación colonial-moderna, a saber, desanclar22
una o varias comunidades de su territorio histórico y fracturar sus modos organización y
producción, transformando así el territorio en explotaciones agrícolas y a la población
sometida en fuerza de trabajo dispuesta para la creación de nuevos mercados integrados
al sistema productivo nacional23. Para evidenciar este punto resulta ilustrativo relatar la
historia de la reducción Rucañanco y del lof (‘linaje’ o ‘familia’) de Juan y su familia (lof
LLanquil). Según transmitieron sus fütakeche (Personas mayores, ancianos, antepasados),
los orígenes del lof datan de inicios del siglo XIX, al sur del Biobío, en el valle de Laraquete
(20 kilómetros al norte de ciudad de Arauco). Ya antes de la ocupación de la Araucanía, en
la década de 1830, en lo que se llamó la colonización espontánea, (invasión natural de
chilenos que buscó tierra para instalarse con sus familias) se crearon los primeros
asentamientos de colonos chilenos -los europeos vendrán luego de la pacificación- en esa
zona. Había ya desde ese momento una presión sobre sus territorios. Entre 1836 y 1837 el
ejército chileno realizó incursiones en territorio mapuche (‘malocas’, como las definían los
mapuche) para obtener recursos y para “reclutar” soldados para la guerra contra la
confederación Perú-Boliviana. Juan Ignacio, el Padre de Juan y cacique de su rehue, habría
sido secuestrado por el ejército para luchar en la guerra. Jamás regresaría y la
responsabilidad del lof recaería en su esposa, Juana Millahual. Durante la ocupación de la
Araucanía el lof LLanquil escapó al sur y se instaló en el sector de Tranaquepe (cerca de
22 Muy cerca del lago Lleu Lleu, a unos pocos kilómetros en dirección sur se encuentra Malleco, lugar densamente poblado por familias y “lof” mapuche que fueron desmantelados durante la guerra de ocupación y su población obligada a refugiarse más al sur y en la cordillera. Aquello significó la destrucción de asentamientos, rutas de pastoreo, sistemas productivos, sistemas de tenencia y de alianzas políticas construidas en los siglos anteriores. La Araucanía fue surcada por flujos de desplazados y refugiados a los que se unen relegados mapuche provenientes de Argentina (puelches que enfrentaban a la “Campaña del desierto” de parte del Estado argentino) haciendo más caótica y pronunciada la tendencia desintegradora provocada por el proceso de ocupación. (Comsión Verdad Histórica y Nuevo Trato con los Pueblos Indígenas, 2008)
23 Cornelio Saavedra, en una carta de 1871, escribe: “Como los salvajes araucanos, por la calidad de los campos que dominan, se hallan lejos del alcance de nuestros soldados, no queda a éstos otra acción que la peor y más repugnante en esta clase de guerra, es decir: quemar sus ranchos, tomarles sus familias, arrebatarles sus ganados i destruir en una palabra todo lo que no se les puede quitar. ¿Es posible acaso concluir con una guerra de esta manera, o reducir a los indios a una obediencia durable?” (citado en Comisión Verdad Histórica y Nuevo Trato con los Pueblos Indígenas, 2008).
Capítulo 1. Condiciones estructurales
32
Tirúa). La ley de 1875, que trasladó la frontera de prohibición de compraventa de las
tierras indígenas por particulares desde el río Paicavi hasta el rio Tirúa, sirvió para que el
diputado Francisco Javier Ovalle Olivares comenzara la formación de la hacienda
Tranaquepe. Durante los años 1876 - 1879 se edificó la hacienda que se emplazó desde el
lago Lleu-Lleu hasta el Océano Pacifico. Cinco años después las tierras que se adjudicó
Ovalle fueron vendidas a la familia Ebensperger. En este momento se inició la ocupación
efectiva de la zona y la expulsión o reducción de los indígenas que la habitaban (Correa,
2010). El lof de Juana Millahual es nuevamente desplazado, ahora por los colonos
instalados en el fértil Tranaquepe, hacia el interior de la cordillera de Nahuelbuta, en la
zona del lago Lleu Lleu, en lo que hoy se conoce como el sector de Rucañanco. En ese
periodo, el lof ocupaba un espacio comprendido por 10.000 hectáreas. Eso se interrumpió
en 1904 con la entrega del Título de Merced a Juana Millahual, cuando ese lof, junto a
otros que habían sido
desplazados hacia el Lleu
Lleu es reducido en una
superficie de 300
hectáreas. Durante este
periodo se instalan los
primeros colonos, chilenos
y europeos, a lo largo de
las 10.000 hectáreas que
los LLanquil comprendían
como suyas. Con el
fallecimiento de Juana
Millahual sus hijos Juan
Ignacio, Anton, Francisco y
María (abuelos de la actual
generación adulta) se
hicieron cargo de las
tierras. Durante ese
periodo hubo una prolongación de la situación colonial en términos de la violencia y la
impunidad con la que actuaban los colonos, proceso graficado en la usurpación de tierras.
En ese contexto, la comunidad perdió los territorios del fértil valle de Huillinco.
Lago Lleu LLeu
Mapa 2. Desplazamiento lof LLanquil
Capítulo 1. Condiciones estructurales
33
El procedimiento de usurpaciones, tolerado e incentivado por el Estado y los juzgados
de indios, consistía en el establecimiento de arreglos de mediaría con los colonos
asentados en la zona. Según señalan en la comunidad anfitriona, se hicieron concesiones
de mediería con José Mercado Garrido, Serafín Ortiz y Eugenio Ptari Otschulv. El caso más
patente fue el que resultó de la mediería con José Durán Lemus, quien se quedó con 180
hectáreas comprendidas en el Título de Merced de los LLanquil. Es decir, sobre la
propiedad establecida en mediería por arriendos de varios años, algunos colonos utilizaron
las corridas de cerco y transacciones fraudulentas.
Como resultado de ese proceso se fue generando una estructura de propiedad de la
tierra desigual, donde colonos y sus descendientes acaparan cada vez más y mejor tierra
en detrimento de las comunidades mapuche. Según el Censo Agropecuario de 2007, las
tres comunas a las que pertenecen distintos sectores del lago Lleu Lleu, Contulmo, Cañete
y Tirúa, tienen un total de 81.036 hectáreas de superficie para explotaciones
agropecuarias. La población mapuche rural de las tres comunidades, según el Censo del
2002, es de 9.335 personas24. El Censo Agropecuario indica que la superficie que poseen
productores comuneros (que trabajan en goce individual) y las comunidades (tierras
colectivas) es de 2.767 hectáreas (3,4% de la superficie total), porcentaje que sube a
17.194 hectáreas (21,2% de la superficie total) considerando a la población de ascendencia
indígena que vive en el entorno rural de esas comunas pero no son parte de las
comunidades. Es decir, a una razón de 1,8 personas por hectárea25.
Esta realidad construida en el Lleu Lleu era, oficialmente, contraria al plan del
gobierno chileno, que se proponía instalar en el territorio mapuche una agricultura
capitalista basada en explotaciones familiares según el modelo en boga en Europa
(Bengoa, 1996). Los malos resultados de los pequeños y medianos propietarios colonos
generaron una tendencia a la concentración de la tierra en manos de unos pocos. Con ello
la propiedad colonial se va latifundizando, integrando sus modos de explotación laboral y
agrícola. De ahí que, como señala el sociólogo Alejandro Saavedra (2006), las comunidades
mapuches se incorporan al complejo de relaciones económicas y políticas entre latifundio-
minifundio que caracterizan a todo el agro chileno. En el Lleu Lleu esto se expresa en el
establecimiento de relaciones de mediería: las comunidades aportaban mano de obra y el
colono fundamentalmente el predio agrícola y la maquinaria para la siembra de trigo,
24 Contulmo: 899, Tirúa: 3.994 y Cañete: 4.442 (Censo 2002) 25 Se utilizan los datos disponibles. Desafortunadamente no hay datos públicos actualizados.
Capítulo 1. Condiciones estructurales
34
estableciéndose un compromiso de repartición del usufructo generado26. Arreglos similares
se hacían en sentido contrario, es decir, estableciendo la mediería sobre propiedad
comunitaria. En ese marco, y con una fuerte presión demográfica sobre las comunidades
por la escasez de tierra, se crean las condiciones para la aparición del inquilinaje y peonaje,
que para la comunidad mapuche del Lleu Lleu significa “enfeudarse”, en palabras de
Mariátegui, a la propiedad colonial.
En ese acoplamiento entre propiedad colonial y comunidad mapuche están las
condiciones para la sobreexplotación de la mano de obra indígena que permiten la
acumulación de la primera y subyugan a la segunda27. Adicionalmente, durante todo el
siglo XX se promulgarán leyes que promueven la división de las comunidades como
solución final al problema indígena. Se buscaba transformar en campesinos (y en buena
medida se logró) a los mapuche en la lógica de las “termination policies” que el gobierno
de Estados Unidos había impulsado para integrar definitivamente a la población indígena
luego de la conquista del Oeste. Aquello afectó aún más la capacidad de reacción y
respuesta de las comunidades frente a los abusos que cometían los colonos.
Durante el trabajo de campo entrevistamos a una pareja de ancianos mapuche que
bordean los 80 años, Remigio Calbullanca y Margarita Nahuelqueo. Pertenecientes a una
comunidad en Coihueco -a 20 kilómetros de Rucañanco-, su historia grafica el proceso de
acaparamiento de tierras, inquilinaje y campesinización de las comunidades mapuche en el
Lleu Lleu. Recién casados, con poco más de 20 años ambos habían tenido que abandonar
la comunidad de Huallepén por escasez de tierra. En busca de oportunidades se
trasladaron al sector de Coihueco, donde fueron incorporados como inquilinos en una
propiedad de 80 hectáreas que pertenecía a una sucesión colonial. El arreglo al que
llegaron con los dueños del predio consistía en que, a cambio de un lugar de residencia y
de quedarse con una pequeña parte del usufructo de los cultivos de trigo y papa y de la
cría de ganado, debían entregar el excedente agrícola, lácteo y ganadero al patrón.
Durante más de 25 años la pareja y sus hijos se hicieron cargo del predio sin haber recibido
sueldo alguno, hasta que en 1998 los herederos del fundo vendieron el predio a la
empresa forestal Volterra. La pareja fue notificada del traspaso de la propiedad y se les
26 La mediería es un arreglo económico tradicional en el agro chileno que fue incorporado al código civil como acuerdo entre privados. Consiste en un acuerdo de asociación en el cual el propietario de un terreno rural (llamado concedente) y un agricultor (mediero), se dividen, generalmente en partes iguales, el producto y las utilidades de una finca agrícola. La dirección de la hacienda corresponde al concedente. El complejo latifundio-minifundio basó su estructura en relaciones de mediería entre agricultores y campesinos 27 Escuchamos relatos donde el pago por mediería (cuando era el agricultor quien aportaba la tierra) se acordaba en “litros de chicha de manzana”
Capítulo 1. Condiciones estructurales
35
solicitó su abandono. Como nunca se habían constituido en relación salarial, no había
obligación de parte de los descendientes de los dueños de pagar finiquito o compensación
por años de servicio.
Volveremos con la historio de Remigio y Margarita más adelante. Por ahora queremos
subrayar el procedimiento mediante el cual se produce la última oleada de usurpaciones
que afectan a las comunidades y que vuelven aún más desigual la estructura de propiedad
de la tierra en el Lleu Lleu. La introducción del capital forestal a finales de la década de
1970 se dio a través de la adquisición de sucesiones coloniales, muchas de las cuales
habían usurpado tierras de las comunidades y mantenían litigios con ellas al momento de
la venta. De ahí que en la actualidad sector forestal y comunidades se enfrenten por la
tierra. Al respecto, resulta ilustrativo el contenido de la demanda territorial presentada por
la comunidad anfitriona a la CONADI en 2012. En ella se relata el proceso de usurpación
que termina con la propiedad en manos de la forestal y que es una constante entre las
comunidades de la zona. En la carta se señala lo siguiente:
“En este proceso de usurpación del cual fue víctima nuestra comunidad, Juan
Ignacio L. inicia un juicio por el delito de usurpación de tierras en contra de los
colonos, juicio que se llevó a cabo en el Juzgado de Indio de la Ciudad de Victoria.
Este proceso judicial se presenta en el año 1931 en tribunales que estaban recién
entrando en funcionamiento. Aunque este caso, dura algunos años, los tribunales
fallaron a favor de la comunidad, si bien se ganó el juicio y hubo una sentencia,
esta nunca se llevó a cabo, producto de que los demandantes, no se preocuparon
más del litigio, lo que significó que los usurpadores siguieran en estas tierras. Ya en
el año 1987 se presenta una nueva acción legal ante los tribunales, en contra de
los usurpadores, que en este entonces era la familia Durán Lemus, dicha acción
legal tenía como fin la restitución de los predios usurpados, esta demanda, fue
presentada en Santiago, y los demandantes eran Sebastián LLanquil y Pablo
LLanquil quienes representaron a la comunidad x, esta acción legal fue ampliada ya
que el usurpador vendió el predio a una empresa forestal, cuyo nombre era
forestal Santa Ester, esta empresa al verse envuelta en un juicio vende a otra
empresa forestal Bio-Bio la cual posteriormente hace traspaso a la forestal
Mininco” (2012).
El fragmento citado muestra la lógica asimétrica en que comunidades mapuche y la
propiedad de origen colonial establecen sus relaciones. Lógica que nosotros definimos
Capítulo 1. Condiciones estructurales
36
como prolongación de la situación colonial en la zona del lago Lleu Lleu y que explica cómo
la estructura económica de esa zona cuenta con una institucionalidad legal desfavorable a
las comunidades; institucionalidad que avala su desintegración y anexión a lo que se
considera formas productivas en el sector. El viejo Remigio, inquilino que fue despojado de
su pedazo de tierra y de su hogar, se explica esa asimetría institucional en virtud de la
capacidad productiva que tienen los mapuche:
“el Estado no gana con uno porque uno sirve pa’ mantenerse no más trabajando.
Él no gana con uno, gana con las empresas, porque la empresa produce, eso es lo
que gana”.
Siendo Remigio espectador y víctima de las transformaciones que ha sufrido el Lleu
Lleu durante el siglo XX, no puede sino convencerse de que las instituciones del Estado
siempre buscaron acabar con los modos de vida y trabajo que operaban en las
comunidades. Y su mirada es, en ese punto, consistente con el diseño de las políticas
estatales para la zona que, con los decretos-Ley 701, de 1974 (sobre Fomento Forestal) y
2568/2750 de 1979 (división de tierras y la liquidación de la propiedad comunitaria),
generaron el marco jurídico para el traspaso de la propiedad de la tierra al capital forestal.
El Estado, a través del ministerio de Agricultura, CONAF y FOSIS, declaró al Lleu Lleu, por
su geografía, zona propicia para la actividad forestal en detrimento de la agricultura. En los
‘80 se asentó el capital forestal nacional y en los ’90 el internacional: Mininco, Volterra y
Arauco. Las consecuencias ecológicas implicaron el reemplazo del bosque higrófilo
templado mixto asociado a bosques esclerófilo siempre verde (lengas, robles, coihues,
hualles, canelos, araucarias y mañíos), por especies exógenas como el pino radiata y
eucalipto. El daño al ecosistema natural del Nahuelbuta es patente. Pesticidas y
fertilizantes son regados desde aviones sobre las plantaciones que se instalan sobre
vertientes y cauces de aguas, generando así que el lago también se contamine.
3. Características socioculturales de las comunidades mapuche en la zona del lago
Lleu Lleu
Desde la academia se ha identificado a los mapuche del Lleu Lleu como lafkenche,
remarcando su vinculo con las comunidades de la costa. Actualmente el che (‘persona’) del
Lleu Lleu se identifica como mapuche y en algunos casos se reivindica la Identidad
Capítulo 1. Condiciones estructurales
37
Territorial Nahuelbuta para señalar el origen común, así como las relaciones entre el
conjunto de comunidades emplazadas en el lago Lleu Lleu y más al norte en torno a la
ribera del lago Lanalhue. También se reivindica la identidad LleuLleuche, haciendo
referencia el subsistema mapuche que se emplaza en torno al lago, donde la declaración
de ADI es un elemento relevante.
Volveremos en la discusión final sobre la lógica que hay en esas identificaciones. Lo
relevante por ahora es que el comunero del Lleu Lleu, mapuche, lafkenche o LleuLleuche,
se piensa así mismo por su diferencia frente al chileno, el wingka, como se lo designa
comúnmente. En la alteridad wingka se fijan múltiples atributos: chileno, occidental,
gringo, campesino pobre, chileno latifundista, gringo forestal, etc. Lo que queremos
resaltar es que el Lleu Lleu se define por su carácter intercultural e interétnico. Chilenos y
mapuche entienden que comparten un lugar con un otro/alteridad que tiene una cultura
distinta. En algunos casos, dependiendo de las posiciones en ese “espacio social” las
diferencias se suavizan (cuando por ejemplo hay cooperación entre chilenos y mapuche
que trabajan en el sector turístico); en otros, las diferencias se acentúan, como pasa entre
mapuche y particulares que se ven envueltos en disputas por el territorio.
¿Cuál es esa cultura mapuche que existe como imagen especular/opuesta al
chileno wingka que habita en el Lleu Lleu?
En primer lugar hay que tratar el argumento que señala que la desintegración
sociocultural de la sociedad mapuche sería prácticamente absoluta (Saavedra, 2006). Es
decir, que la sociedad mapuche se habría aculturizado y que su integración a los estratos
campesinos y obreros de la estructura social chilena sería total. Desde nuestra perspectiva
este análisis es superficial, al menos para entender las comunidades mapuches de la zona
del Lleu Lleu, en tanto asume que el efecto de desestructuración sociocultural producido
por la prolongación de la situación colonial es un movimiento que va de arriba hacia abajo
y que no supone capacidad de adaptación, negociación y de resistencia de parte de la
cultura mapuche. A pesar de lo fútil, la tesis de la aculturación mapuche sirve para hacer la
pregunta contraria. ¿Por qué finalmente no terminaron por desintegrarse
socioculturalmente las comunidades del Lleu Lleu? ¿Por qué no se dividieron y sus
habitantes se convirtieron en campesinos individuales de acuerdo a lo que la política
estatal chilena incentivó para esa zona? ¿Por qué desde los asentamientos chilenos
instalados en la zona se piensa en las comunidades como mundo cultural distinto, extraño,
Capítulo 1. Condiciones estructurales
38
donde subsisten costumbres, expresiones religiosas y lingüísticas diferentes a las del
chileno?
Para responder a esa pregunta es pertinente revisar la hipótesis sostenida por el
antropólogo Luis Faron (1969), realizada a finales de la década del ‘50 y durante los ‘60 a
partir de trabajo etnográfico y fuentes secundarias, quien sostuvo que la cultura mapuche
no se desintegra con la ocupación y reducción de su población. Las reducciones comparten
el territorio con la propiedad colonial, pero al mismo tiempo coexisten con otras
comunidades cercanas, como sucede en el Lleu Lleu. Eso permitió que una estructura
social basada en linajes (‘lof’) pudiera adaptarse a la situación colonial, con ello facilitar los
contactos entre mapuches y así mantener, por ejemplo, su religión y lengua. En ese
contexto la cultura mapuche buscó normar estas relaciones entre comunidades, cuestión
que se tradujo en la preminencia de una estructura relacional intercomunitaria
matrilateral, donde las mujeres circulan entre las comunidades aledañas emparentando
linajes.
Es decir, que las arterias del tejido social mapuche en el periodo reduccional son
los linajes y segmentos de linajes que vinculan a grupos residenciales de parentesco entre
comunidades. Se tejería así una red de relaciones entre comunidades en un vasto espacio
geográfico. Al mismo tiempo, las comunidades se ordenan internamente en torno al
patrilinaje del cacique poseedor del Título de Merced. La consecuencia de esta integración
interna y externa entre comunidades -Faron utiliza la figura de “eslabonamiento
interreduccional”- mapuche fue incentivar la endogamia, las relaciones de parentesco
entre mapuche y mantener por esa vía un espacio de autonomía frente a la sociedad
chilena muy significativo. La expresión más clara de esa autonomía cultural es la
religiosidad mapuche, que el autor llama “congregacionismo ritual mapuche”, según el
cual el sistema de intercambios de esposas vehiculiza al mismo tiempo intercambios
económicos, laborales, solidarios y simultáneamente asegura la integración cultural
(moral) de las comunidades, al consagrar el vínculo religioso en la concurrencia a rituales
fundamentales: guillatun, we tripantu y awn.
“Dentro del contexto del orden moral la sociedad mapuche vive en mayor
aislamiento debido a su situación colonial y es respecto a los valores morales como
debe verse la integración continuada. La integridad estructural de la sociedad
mapuche es un compuesto de resistencia y adaptación” (Faron, 1969, p123).
Capítulo 1. Condiciones estructurales
39
A pesar del funcionalismo que hay en la hipótesis de Faron, ésta resulta útil para
pensar los mecanismos de interacción entre comunidades del Lleu Lleu que permitieron la
evolución de su cultura hasta el día de hoy. Por otro lado, queda clara la centralidad del
pensamiento religioso en la cultura mapuche. Ahora bien, a partir de la década de 1980, la
situación colonial de la que habla Faron presiona con mayor fuerza a la sociedad mapuche
y debilita su capacidad de resistencia y adaptación. Este contexto ha sido denominado pos-
reduccional (Aravena, 2002), para señalar el gran éxodo de la población mapuche rural y la
preminencia de su actual condición urbana. Este abandono de las comunidades ha
producido una aceleración de la desestructuración sociocultural en el Lleu Lleu que, sin
embargo, es menor que la registrada en otras zonas del territorio mapuche. Lo que
favorece la subsistencia de prácticas culturales mapuche en este lugar es la densidad de su
población, que se encuentra en una proporción similar a la chilena.
Durante el trabajo de campo pudimos comprobar que las comunidades del Lleu
Lleu mantienen profusas relaciones familiares, económicas y religiosas. También se puede
pensar al Lleu Lleu como un subsistema mapuche respecto de un sistema más amplio que
involucra a la zona Lafkenche al oeste; las comunidades en torno al lago Lanalhue por el
norte y las comunidades naqche o abajinos de la vertiente oriental de la Cordillera de
Nahuelbuta, zona de Malleco. En el caso de la comunidad anfitriona son amplias y
extendidas las relaciones familiares con otras comunidades del Lleu Lleu y de la zona de
Tirúa. Si bien la vía en que se emparentan ya no muestra una primacía del operador
matrilateral, (casamiento preferencial con la hija del hermano de la madre) hay que
recordar con Bourdieu (2006) que las reglas matrimoniales son en realidad estrategias,
habitus. No son fijas y son muy sensibles a los cambios en la estructura económica y social
que las soporta; sobre todo los inducidos por una acción colonial28.
Hay que recordar que con la instalación de las forestales el éxodo a las ciudades es
masivo. Hombres y mujeres abandonan sus comunidades de origen en busca de trabajo
asalariado en las ciudades. En consecuencia, la norma matrilateral y la organización de los
linajes (lof) ha sido reemplazada por una vinculación más libre entre las comunidades. Este
nuevo estilo de relación entre grupos familiares repartidos está graficada en el relato de
Domingo, miembro de la comunidad anfitriona aunque originario de la comunidad de
Huallepen. Ahí vivía con su madre, pero debió emigrar debido a la escasez de tierra en su
comunidad; sencillamente no había donde instalarse y armar una familia. Se instaló, de
28 Ver “unificación de mercado matrimonial” en la sociedad francesa rural como consecuencia de los procesos de modernización y urbanización en Bourdieu, “El baile de los solteros” (2004)
Capítulo 1. Condiciones estructurales
40
hecho, en la comunidad de su esposa. Pero lejos de perder vínculo con su comunidad
original, los ha mantenido cada vez que visita a su madre y familiares junto a su esposa e
hijas. Esta forma de vinculación entre comunidades se repite a lo largo de todo el Lleu Lleu.
Visitas, conversaciones, vínculos comerciales, linajes, mantienen la conexión y relación
intercomunitaria. Por supuesto, en menor medida respecto del periodo reduccional. Por
otro lado la relajación de la norma matrilateral no ha disminuido la sanción favorable a la
endogamia (la deseabilidad de establecer familia con miembros de otras comunidades del
sector). A pesar de que el mestizaje ha aumentado, sigue siendo opinión regular de un peñi
(‘hermano’, coloquial para referirse a un mapuche) pretender buscar una lamgen
(‘hermana’, coloquial para referirse a una mapuche) de una comunidad vecina para casarse
con ella. Conversando con una lawentuchefe (‘médica’), la pareja de Remigio que
nombramos anteriormente, me señaló que su gran dolor era ver a sus hijos casándose con
wingkas; para ella eso era símbolo de pérdida cultural y de corrupción de la sangre
mapuche.
La contracara del debilitamiento de los lazos intercomunitarios, es la consiguiente
pérdida de eficacia de la organización interna de las comunidades. El patrilinaje que hace
recaer el papel de lonko en descendientes masculinos (normalmente el primogénito) del
cacique que recibió el Título de Merced de la comunidad perdió toda capacidad de
centralización política y jurídica en la comunidad. En el periodo reduccional se lo llamó el
ad mapu (‘costumbre mapuche’) y designaba la capacidad del lonko para dirimir en
disputas entre miembros de la comunidad. El lonko además era el enlace con el mundo
wingka, quien centralizaba y dirimía sobre los intereses de la comunidad. Al conversar con
la gente más vieja es recurrente la nostalgia por la época en que los lonkos “tenían poder
en las comunidades”. Organizaban las rogativas, estimulaban los contactos con otras
comunidades, etc. Con la ley de disolución de comunidades de 1979 perdieron la fuente de
su poder. Muchas se dividieron. El Estado buscaba una relación directa con los comuneros,
sin intermediarios. Las migraciones y la política asistencialista del Estado en las últimas dos
décadas agudizaron esa tendencia. En palabras de un comunero: “antes, dice mi mamá
que eran muy respetados los lonkos. Los lonkos mandaban en la comunidad. El lonko decía,
si yo quiero hacer esto lo hago no más. Hoy no son tan respetados como antes”.
La prolongación de la situación colonial en el Lleu Lleu es una fuerza estructurante
en lo económico (propiedad de la tierra), político (marco legal que legitima la colonización)
y en lo cultural. El Estado definió un marco intercultural asimétrico, basado en la
superioridad de la cultura chileno-occidental y el carácter primitivo de la cultura mapuche.
Capítulo 1. Condiciones estructurales
41
De esta manera, la visión que tenía el Estado chileno sobre la cultura mapuche sirvió para
justificar el despojo territorial de la población mapuche bajo el argumento de que lo que
estos realmente necesitaban era “integrarse a la cultura nacional”. La piedra angular de
esa política de integración fue la promoción del castellano y del cristianismo, es decir, la
extirpación de dos aspectos centrales de la cultura tradicional: religión y lengua mapuche.
Los instrumentos principales de esa política fueron la iglesia (Bengoa, 1985) y la
escuela (Salas, 2006). La Iglesia Católica se propuso acabar con lo que consideraba el
paganismo mapuche. En la zona del Lleu Lleu las misiones católicas se instalaron a principio
del siglo XX y operaron en una lógica de sincretismo y reemplazo. Así, por ejemplo, en
muchas comunidades del Lleu Lleu la celebración tradicional del Año Nuevo mapuche – we
tripantu- ha sido reemplazada por la noche de San Juan, que se celebra en la misma fecha.
A partir de los años ´80, el pentecostalismo ha entrado con fuerza. Algunas comunidades
del Lleu Lleu están totalmente convertidas, con la figura del lonko-pastor como el gran
gestor de esa transformación. Respecto de la lengua, ha sido históricamente estigmatizada
por la escuela, que se instaló con fuerza en la zona hace unos 50 años. La escuela buscó
formalmente desincentivar el uso del chedungun e incentivar el aprendizaje del castellano,
propicio para la integración a la sociedad nacional. En ese sentido la escuela hace del
mapuche agente del desprecio de su cultura, eso que Bourdieu llama violencia simbólica y
que tiene una de sus manifestaciones más claras y dolorosas en la gran cantidad de
mapuche que en los últimos 30 años se cambiaron el apellido, buscando borrar los rastros
de su cultura.
A pesar de lo anterior, la cultura mapuche ha sobrevivido y resiste en el Lleu Lleu. A
diferencia de otras zonas del territorio, el mayor aislamiento de dichas comunidades
durante la mayor parte del siglo XX, y el mantenimiento de las relaciones
intercomunitarias, permitieron que religión y lengua hayan subsistido, aunque
subordinada y latente. A pesar de que no es percibido por ellos como una religión formal
muchos participan de distintas manifestaciones de religiosidad mapuche. En eso ha sido
fundamental la persistencia de roles religiosos (chamanes, médicos, sacerdotes, etc.),
todos los cuales tienden a heredarse por línea materna. Ellos son productores religiosos
que hacen circular creencias y organizan ritos que dan continuidad a las figuras sagradas
tradicionales como el Dios-donante (‘Chao Dios’), la naturaleza (‘ñuke mapu’) y los
espíritus que la habitan (‘ngen’). Los rituales chamánicos constituyen un efectivo
mecanismo de circulación religiosa entre comunidades en tanto: a) no todas las
comunidades poseen una o uno, y b) existen especialidades y habilidades diferenciadas
Capítulo 1. Condiciones estructurales
42
entre machis, razón que hace que se consulte a una u otra según la ocasión. Si bien los
mayores constantemente hablan de una disminución en la frecuencia y asistencia al
guillatún (‘rogativas’), we tripantu (‘año nuevo’) y en el juego del palin (‘chueca’) y de las
desgracias que esto acarrea, nunca han dejado de celebrarse y su frecuencia ha
aumentado con la emergencia del conflicto por la tierra.
Los funerales siguen siendo un evento de congregación intercomunitaria, aunque
el ritual mapuche (‘awn’) parece no ser practicado. Durante el trabajo de campo acudimos
a un funeral en una comunidad en el otro extremo del lago, en Cañete. Se viaja en familia a
rendir respectos a los deudos y se aprovecha de conversar, intercambiar información en
torno al trabajo, política, entre otros temas. Las comunidades entierran a sus muertos en
un cementerio indígena en la localidad de Huide; los chilenos en cambio entierran a los
suyos en Contulmo. La muerte como evento sigue siendo un momento de reforzamiento
de las diferencias culturales entre chilenos y mapuche del Lleu Lleu.
A través del tejido intercomunitario las creencias religiosas se mantienen vivas. El
comunero del Lleu Lleu se levanta por la mañana y le pide al Chao Ngnechen que le dé
fuerzas y lo ayude en la jornada, mientras su vecino probablemente haga lo mismo,
aunque dirija a Cristo sus plegarias. También en el espacio psíquico, en la “aparición” de
un abuelo de una antigua machi en el sueño; en la topografía del Lleu Lleu, abundante en
nombres que remiten a figuras sagradas y que le otorgan ese carácter al lugar; en la
costumbre familiar de transmitir relatos sobre espíritus benignos y malignos que se
aparecen “durante la noche entre los caminos del Lleu Lleu”. Relatos que atemorizan a
los niños y se graban en su memoria. Hablan de los wichale (enano de ojos claros, feo y
maligno enviado para atormentar). El chumalgen que aparece como una luz, espíritu que
crece en tamaño cuando se lo descubre. El huitranalhue, un hombre montando un caballo.
Todas estas apariciones se asocian a otra creencia, la brujería, extendida en el Lleu Lleu. Si
se aparece uno de ellos, dicen en el Lleu Lleu, hay que “insultarlo lindo”; decirle bastantes
e ingeniosos improperios y groserías.
En esta zona, al igual que en la zona pehuenche, se denomina chedungun a la
lengua vernácula. Si bien se observa un mayoritario desplazamiento funcional de ésta por
el español a lo largo de toda la cordillera de Nahuelbuta (Salas, 2006), entre la generación
mayor de 50 años el bilingüismo efectivo representa una proporción significativa de la
población. Entre los menores se observa bilingüismo pasivo -entienden pero no hablan- y
un gran porcentaje de monolingües en español. Aún entre ellos el préstamo lingüístico
Capítulo 1. Condiciones estructurales
43
desde el léxico del chedungun sobre la gramática castellana revela una valoración positiva
del vernáculo. Especialmente en los últimos años hay una revaloración de los hablantes en
las comunidades. Se los piensa como “tesoros culturales vivos”, cuestión que se refuerza
con las creencias religiosas asociadas al chedungun, lengua considerada un don de dios
para los mapuche. El chedungun, palabra (‘dungu’) de la persona (‘che’) es al mismo
tiempo la palabra de la tierra (‘mapudungun). Voz de la ñuke mapu y por lo tanto de todo
lo sagrado. De ahí que en las expresiones rituales subsistentes en el Lleu Lleu opere la
sanción de que los oficiantes deben ser hablantes. Esta relación entre lengua y religión ha
servido como mecanismo de resistencia ante la imposición del español en la escuela y
otras instituciones chilenas. Ahondaremos en esta significación en el Capítulo 3. Por ahora
señalaremos que el reconocimiento de los viejos -mayores de 50 años- que mantienen viva
la lengua y la religión los hace poseedores de un capital simbólico en las comunidades.
Estos viejos, los “mayores” de la comunidades, son verdaderos productores culturales que
mantienen en circulación religión y lengua en el Lleu Lleu. Se les llama kimches (‘kim’,
conocimiento, ‘che’, sabios). En adelante utilizaremos esta designación, kimches, para
referirnos a quienes ocupan esta posición: personas mayores sostenedoras de la religión y
la lengua vernácula. Se habla de ellos como “gente que está en la cultura”, conocedores
del saber ancestral.
Antes de finalizar este apartado sobre la situación de la cultura tradicional mapuche en
el Lleu Lleu resulta pertinente relatar el testimonio de Segundo LLanquil (comunero, 60
años), hermano mayor del informante que nos recibió en la comunidad. En su testimonio
se expresa el hibridaje religioso de las comunidades y la persistencia de las creencias
mapuche en el ámbito de la magia. Segundo se convirtió al pentecostalismo hace unos
cinco años. Su móvil no era el problema de alcohol, la anomía o la desesperanza que aflige
a decenas de sus peñis que se convierten a esa religión. Su acercamiento al culto
pentecostal tiene que ver con una experiencia de “brujería”. Segundo nos aseguró que
había sufrido el acoso de espíritus malignos en la forma de pájaros, sombras y presencias
malignas en su casa durante todo un año. Estaba convencido de que se trataba de brujería
porque sabía quiénes eran los responsables: unos “vecinos” de la comunidad que lo
culpaban de la muerte de un chivo y que además “estaban envidiosos” de los animales que
poseía. Sabía que su envidia podía transformarse fácilmente en brujería porque en esa
familia estaba el machi de la comunidad. Los mapuche piensan que los machi, al poseer el
don de comunicarse con los seres sagrados, tienen la desgracia de tener que interactuar
con el mal, por eso son susceptibles a enfermarse. En esa conexión con el mal está la
Capítulo 1. Condiciones estructurales
44
posibilidad de hacer el mal, en la forma de brujería. Desesperado, Segundo buscó auxilio
en la iglesia evangélica que hay en el sector. El pastor lo acogió y le señaló que Dios
“espanta a esos seres”; le indicó que por ningún motivo podía seguir asistiendo a los ritos
mapuche –“puro emborracharse”-. Desde ese momento Segundo vive tranquilo. Lo
interesante en su relato es que nunca pone en duda la existencia de estas fuerzas malignas
que habitan el espacio sagrado mapuche. No se trata del reemplazo de un sistema de
creencias por el otro, sino de su colocación en ámbitos diferentes. La figura sagrada de
Cristo, su poder protector expresado en los sermones del pastor y la lectura de la Biblia se
revelaban como escudos poderosos ante estos seres menores, manipulados por la
hechicería de un machi.
4. Pobreza estructural
El último punto del decreto que reconoce a la zona del Lago Lleu Lleu como Área de
Desarrollo Indígena señala:
“los integrantes de dichas comunidades viven en condiciones de extrema pobreza,
lo cual se expresa en insuficiencia de ingresos, graves deficiencias en materia de
agua potable y alcantarillado, salud, alimentación, vivienda, administración de
justicia, infraestructura vial y comunitaria, tecnología agrícola y obras de regadío…”
(Ministerio de Planificación y Cooperación, 2001, p.3).
Las causas de la pobreza generalizada que vive la población de las comunidades del
Lleu Lleu se resumen en lo que hemos llamado prolongación de la situación colonial, es
decir, una estructura de propiedad de la tierra extremadamente desigual, una relación
desfavorable con la institucionalidad chilena, aculturación forzada, migración por escasez
de tierra y desestructuración del tejido intercomunitario.
La posición doblemente dominada, económica y culturalmente, hace del sector
mapuche uno de las más pobres del país. Portadores de una cultura tradicional
sistemáticamente despreciada, se encuentran en mayor desventaja para acumular capital
cultural. Muy pocos estudian; en la comunidad que nos recibió no conocimos a ningún
estudiante: unos pocos con estudios técnicos, una persona con estudios universitarios
incompletos. Se percibe desesperanza en muchos; la idea de prosperar migrando a las
Capítulo 1. Condiciones estructurales
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ciudades resulta también desmotivadora. La ciudad no cierra el círculo de la pobreza
mapuche sino que lo amplía; produce en su mayoría trabajadores no calificados. De ahí
que muchos migrados no corten definitivamente sus vínculos con las comunidades y,
dependiendo de la distancia, regresen cada cierto tiempo a ellas. En ese sentimiento se
encuentra también la resistencia de abandonar la comunidad: la tierra, aunque escasa, es
lo más parecido a la seguridad que se conoce. Por eso, las expectativas y esperanzas de
prosperidad siguen mirando al Lleu Lleu, al territorio. Los que no se han ido creen o
quieren creer que sus hijos podrán seguir viviendo ahí como lo hicieron sus ancestros. Esos
deseos y expectativas constituyen la correa transportadora que explica el proceso de
movilización por la tierra que se ha experimentado la zona del Lleu Lleu. Un proceso que
abordaremos en extenso en el siguiente capítulo.
Capítulo 2. La “lucha” de las comunidades mapuche del lago Lleu Lleu
46
Capítulo 2. La “lucha” de las comunidades mapuche del lago Lleu Lleu
1. Expectativas ajustadas a la escasez de tierra
El mapuche en la zona del lago Lleu Lleu se crió escuchando relatos de un pasado donde la
tierra era abundante. En un texto escrito colectivamente en la comunidad anfitriona
señalan:
“Según la memoria de nuestros fütakeche29 de la comunidad estas familias se
asentaron en una superficie de 10 mil hectáreas, que comprendían desde el río
Huillinco hasta el río Mahuilke colindante con el territorio del Lonco Antonio
Paillao de Tirúa” (2011).
Evocaciones históricas de este tipo se multiplican en las comunidades de la zona. En
todas, los relatos conducen al proceso de usurpación de territorio. Así, en la memoria, el
despojo es el telón de fondo de la miseria y la pobreza actual. De ahí que en el
temperamento del mapuche del Lleu Lleu haya rastros de impotencia y frustración por no
haber sabido detener a los usurpadores. Los viejos hablan de un doble “encierro”: primero,
por parte de los colonos que los fueron empujando a los cerros, a las peores tierras; luego
a manos de las forestales que fueron “encerrando” a las comunidades con enormes
plantaciones de pino y eucalipto. Nuestra sensación como observadores es que el encierro
es parte de la psicología del mapuche del Lleu Lleu. Su propia vida familiar, cultural y social
se fue encerrando. Se fue aislando del resto de las familias y comunidades. La vida religiosa
y los espacios para hablar chedungun se fueron enclaustrando. La migración a las ciudades
los recluye, hace que su cultura se disimule para sobrevivir el racismo del wingka.
Este largo proceso, reducción-encierro-migración-racismo (prolongación de la situación
colonial), ha conducido a que la única expectativa de prosperidad, de mejorar las
condiciones de vida, sea la tierra. Es, por otro lado, una expectativa ajustada a su posición
en la estructura de propiedad de la tierra. Los kimche significan dicha expectativa en
términos religiosos: el wingka ha profanado la tierra, que es obsequio del Chao Ngnechen y
por lo tanto es sagrada. El culpable es el mapuche que al mismo tiempo ha abandonado
sus mayores tesoros, la lengua y la religión. Dios está enojado, dicen, y es posible que todo
29 Personas mayores, ancianos, antepasados
Capítulo 2. La “lucha” de las comunidades mapuche del lago Lleu Lleu
47
esto sea la condena del mapuche. Su esperanza es escatológica: llegará el día en que todo
se restituya, la tierra, la cultura, la religión y la lengua. Restitución del orden originario-
sagrado mapuche (Foerster, 1995). La devolución de la tierra; “eso lo quiere Dios”, nos dice
Margarita (70 años), esposa de Remigio, de quien hablamos en el capítulo anterior.
Para los comuneros más jóvenes, aquellos que han visto y sido protagonistas de la
desestructuración cultural, religiosa y lingüística, la reflexión es más terrenal: “nosotros
hemos estado viviendo en 5 hectáreas de tierra y somos 6 hermanos (……) pienso en mis
hijos”. Su expectativa por la tierra, que no deja de nutrirse de lo religioso, remite
mayormente a otras ideas, argumentos y conceptos que circulan en las comunidades.
Utilizan el lenguaje democrático del combate a la pobreza. Han importado conceptos y
valores de las ideologías contra-hegemónicas, del pensamiento indigenista y de los
procesos de descolonización global. Identifican sus causas en el despojo y a partir de eso
articulan sus argumentaciones utilizando un lenguaje jurídico: “derechos ancestrales”.
Lenguaje aprehendido de la experiencia en los tribunales chilenos. Durante buena parte
del siglo XX las comunidades del Lleu Lleu denunciaron las usurpaciones de los colonos
recurriendo a los tribunales de justicia. Primero en los juzgados de indios y luego los
tribunales civiles, su estrategia consistió en ampararse en el sistema legal para defender su
propiedad. Los dirigentes de la comunidad de Rucañanco denunciaron usurpaciones por
parte de colonos en dos ocasiones, 1931 y 1987. En la primera, ante la evidencia de
usurpación, se falló a favor de la comunidad. Sin embargo, la resolución quedó sin efecto.
En la segunda, el proceso se complejizó ya que la familia usurpadora vendió los terrenos a
una forestal chilena, la que a su vez traspasó la propiedad a la forestal Volterra unos años
más tarde. A los ojos de la comunidad, la institucionalidad legal chilena no resolvió el
problema de la tierra, al contrario, legitimó la impunidad con la que actuaban los colonos.
Para los actuales dirigentes de la comunidad, sus padres habían perdido las
esperanzas, estaban muy frustrados. Ellos, en cambio, habían decidido escapar de esas
lamentaciones yéndose a trabajar o realizar los estudios secundarios y técnicos a las
ciudades. Durante la década de 1990 cientos de jóvenes mapuche se reunieron en Temuco,
Concepción y Santiago. Provenientes de distintas comunidades, muchos del Lleu Lleu, se
encontraron en los “hogares de estudiantes mapuche”. Ahí se van generando espacios
donde la cultura y la identidad mapuche se reconstruían en el espacio urbano. La
expectativa por la tierra de sus comunidades de origen no se pierde, al contrario, es
significada a partir de nuevas categorías políticas, discursos, experiencias de otros pueblos
indígenas, luchas por autonomía, el zapatismo, etcétera. Están también las ONGs a favor
Capítulo 2. La “lucha” de las comunidades mapuche del lago Lleu Lleu
48
de los indígenas y se adquiere conocimiento de los instrumentos de reconocimiento
cultural amparados en el derecho internacional30, como el Convenio 169 de la OIT.
De esa confluencia de mapuches en las ciudades surgen las nuevas organizaciones de
los ‘90. Los jóvenes generan formas de expresión de sus demandas mediante
movilizaciones de estudiantes, las marchas del 12 de octubre, “día de la raza”, la oposición
a la construcción de la represa Ralco, etc. Hay también una radicalización en el Consejo de
Todas las Tierras (CTT), la más antigua de todas organizaciones políticas. La política del
“Consejo” fue relevante en la formación de los futuros dirigentes de comunidades porque
definió que la acción política debía centrarse en el espacio rural. Entre otras cosas, ellos
introducirán la demanda por autonomía (Pairican, 2002) en el discurso mapuche y
denunciarán el impacto de la Industria forestal en lo que ellos denominan “territorio
ancestral Mapuche”. En 1992 los principales medios informativos del país dan cuenta de
una serie de acciones de fuerza en fundos y predios forestales por parte de miembros de
comunidades mapuche. El CTT asume su vocería y es rápidamente blanco de la acción del
Estado y de los grupos económicos afectados por las aspiraciones mapuche. Estos sucesos
marcan un antes y un después en la expresión política mapuche.
En el espacio urbano posreduccional las nuevas organizaciones políticas se debaten
entre “irse a las comunidades” como lo hace el “Consejo” o en fortalecer una lucha
autonomista desde Temuco y Concepción, centrada en la disputa electoral y emulando el
modelo de las autonomías ibéricas. Tal es el caso de la organización Wallmapuwen y de
Meli Wixan Mapu, cuya preocupación es mantener la identidad de los mapuche que
emigraban. Para quienes provienen de las comunidades la primera estrategia es más
atractiva porque conecta con la expectativa por tierra que traen desde allá. Las
comunidades tienen una disputa real, clara. Para los comuneros la tierra es todo y el
migrante no olvida. Empiezan a multiplicarse las ocupaciones de predios forestales: Ercilla,
Traiguén, Antuco, Peillén.
El compromiso con las comunidades es lo que atrajo a una de las actuales
dirigentes de la comunidad anfitriona. Ángela, pareja de Juan, provenía de una comunidad
ubicada cerca de Temuco. Como muchos, partió a la ciudad en busca de trabajo y estudios.
Su acercamiento a las organizaciones políticas de la época se dio mediante las llamadas
“redes de apoyo” a los presos políticos mapuche: “se iba a la cárcel y, sin saber si se
30 Juan, Werken de la comunidad, viajó en dos ocasiones a Europa, se entrevistó con eurodiputados y habló en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU acerca de la citación del pueblo mapuche.
Capítulo 2. La “lucha” de las comunidades mapuche del lago Lleu Lleu
49
trataba de comuneros o militantes políticos, se prestaba ayuda”. Para ella, las experiencias
que relataban los presos contagiaban un espíritu de rebeldía y subversión. Entusiasmada,
organizó charlas y debates en el hogar mapuche del que era dirigenta, donde las distintas
organizaciones exponían sus puntos de vista. El debate es el mismo: si la centralidad está
en las comunidades o en la ciudad, si la vía es la ocupación de predios o la lucha electoral.
Por esos años se produce una incontrarrestable pérdida de legitimidad de CONADI como
mediadora en los asuntos mapuche, puesto que se revela como un aparato institucional
subordinada a los intereses empresariales y energéticos al interior del gobierno de
Eduardo Frei.
Para Ángela, hay un punto de inflexión en su experiencia política, cuando en 1997
un grupo de jóvenes encapuchados en Lumaco asaltó una caravana de camiones de la
Forestal Arauco. El grupo se identificó como la Coordinadora Arauco Malleco. Los camiones
fueron quemados, los choferes huyeron y al día siguiente El Mercurio publicó: “Investigan
acción extremista tras ataques de indígenas”. La CAM31 impactó por su discurso directo y
radical: son las comunidades mapuche las que deben liderar la resistencia mediante la
ocupación de predios de terratenientes y forestales. Ángela conoció a Juan en los
“trawunes” (“asambleas”) de la CAM. Convertidos en militantes, visitaron y se involucraron
en la oleada de ocupaciones dirigida por la CAM: Ercilla, Malleco y Arauco. Conocieron los
enfrentamientos con la policía, los allanamientos y la detentación y encarcelamiento de
compañeros. Se sienten “weichafes” y “conas” (“guerreros”). Entonces aparecieron las
diferencias derivadas del compromiso y la militancia. ¿Cuál es la estrategia correcta? ¿Qué
quiere el pueblo mapuche? Experiencias formadoras para lo que más adelante sucederá en
el Lleu Lleu. Va emergiendo de esta manera una épica del conflicto mapuche.
Para Ángela y Juan, curtidos por varios años de militancia, llegó el momento de
poner en práctica lo aprendido en sus propias comunidades. La actividad política ha dejado
poco tiempo para el trabajo. No hay dinero. Es también una decisión tomada por las
direcciones políticas: masificar las ocupaciones de predios en todo el Wallmapu. Ambos
regresaron en 2000 a la comunidad anfitriona, en el Lleu Lleu. Ahí ya se empezaba a
emular la estrategia de las ocupaciones. Cuatro años antes de su llegada en 1996, el
hermano mayor de Juan, Pedro, lideró una ocupación de un predio colindante de 220
hectáreas propiedad de la forestal Mininco. En ello participaron un puñado de personas de
la comunidad. Aunque hasta la fecha la forestal no ha validado el traspaso del predio, su
31 En adelante utilizaremos la sigla CAM para referirnos a la Coordinadora Arauco Malleco
Capítulo 2. La “lucha” de las comunidades mapuche del lago Lleu Lleu
50
incorporación efectiva a la comunidad trajo gran alegría. Se le dio un trato comunitario
(propiedad) y se repartieron goces familiares para actividades agrícolas y crianza de
animales. El predio fue simbólicamente incorporado mediante la asignación de un
gillatuwe (espacio para hacer guillatún) y un paliwe (lugar donde se practica el palin),
contribuyendo, en palabras de Juan, “al fortalecimiento cultural y religioso de la
comunidad”. Para la generación más vieja el hecho fue muy significativo; observadores de
su propia desaparición, criados en la desesperanza, la obtención de estas tierras era para
no creer.
La emoción del padre de Juan y Pedro se grafica en el siguiente relato:
“El viejo estaba feliz, porque en algún tiempo de la historia reciente, con todas
esas ganas de luchar que tenía el viejo, dimos el paso de rebelarnos también.
Sometidos, sometidos por la forestal, por las religiones, y dimos el paso y logramos
conquistar ese territorio. El vio y pudo sembrar trigo ahí. Después de tantos años
de ocupación vuelve a su tierra y va a sembrar, entonces el viejo estaba feliz”.
Luego de la llegada de Juan y Ángela a la comunidad, Pedro decidió ingresar a la
CAM. Sin embargo, con el paso de los años, esa primera ocupación irá perdiendo
significado. Se trataba de un predio de uso forestal, en el cerro, que luego de ser talado
perdió parte importante de su valor. Las familias de la comunidad empezaron a actuar de
forma individualista. Había disputas. La forestal decidió mantener la propiedad del predio y
dejar que lo utilizaran, esperando que las cosas se calmaran.
Para Pedro, Juan y Ángela era necesario plantear una nueva estrategia política que
convenciera y uniera a la comunidad, aunque plantear un cambio de ese tipo no es cosa
fácil. La mentalidad de sus coetáneos que no partieron a las ciudades es muy distinta y los
viejos tienen un temor endémico a cualquier acción que “afecte al rico”. Hay una polifonía
de voces e intereses que operan sobre un tejido social desintegrado. Los lonkos habían
dejado de existir y no había centralidad política; las autoridades religiosas habían perdido
su influencia por la propagación del pentecostalismo. Además, los pentecostales tienden a
inhibir la organización colectiva fuera del culto, para la vida mundana incentivan una ética
del trabajo personal y la preocupación por la familia. El mismo efecto produjo el
asistencialismo estatal, subsidios, programas de transferencia tecnológica, becas de
estudios, etc., que refuerzan el encierro de las familias en tanto operan en esa lógica:
Capítulo 2. La “lucha” de las comunidades mapuche del lago Lleu Lleu
51
asignación familiar. El miedo a perder esos aportes actúa como contención para
involucrarse en acciones de ocupación.
A pesar de todo lo anterior, la idea de ocupar no deja de ser atractiva para un
amplio sector de las comunidades en tanto entronca directamente con la expectativa de la
tierra. Sobre todo entre los más jóvenes, que rápidamente adoptan la postura y el lenguaje
que traen quienes han vuelto de las ciudades. Entre ellos es más fácil: “expresan orgullo de
ser mapuche, no se achican frente al wingka”.
Durante la década del 2000 el retorno de muchos militantes de la CAM a sus
comunidades de origen en el Lleu Lleu impulsará una oleada de ocupaciones, tomas,
enfrentamientos con la policía, ataques armados y encarcelamientos que se explican por el
mensaje de la CAM, que proyecta una ideología que cala entre distintos sectores de las
comunidades. A continuación expondremos los contenidos de ese mensaje y el modo en
que se propagó en la zona del lago Lleu Lleu.
2. El “mensaje” de La CAM
En esta sección y la siguiente proponemos una revisión del “discurso” que la CAM lleva a
las comunidades del Lleu Lleu. Consideramos tanto los aspectos ideológicos y políticos así
como el modo en que es recepcionado y significado por las distintas “agregaciones
simbólicas” identificadas al interior de las comunidades32. Nos interesa exponer los
fundamentos del punto que se abordará en el próximo capítulo, la conexión que se
establecen entre esos contenidos y las concepciones religiosas tradicionales que circulan
en las comunidades. Por eso nos referimos al “discurso militante” como un “mensaje” que
más allá de la política adquiere tintes “enigmáticos” y “trascendentales”. Como nos digiera
32 Hablamos de agregaciones simbólicas para indicar los “grupos” que hemos identificado a partir de ciertos atributos y características socioculturales. Consideramos importante señalar que se trata de identificaciones analíticas, que no existen “en-sí-mismas” en la realidad social (muchas no constituyen unidades orgánicas colectivamente organizadas). Hasta el momento hemos mencionado dos: los “kimche”, sujetos mayores, que ocupan posiciones religiosas y tradicionales (chamanes, loncos, artistas, médicos, etc) que son considerados y valorados como “sabios” en las comunidades. En este capítulo identificamos la agregación simbólica “militantes” para indicar tanto a los militantes de la CAM en la zona del Lleu Lleu así como los jóvenes que se forman a partir del mensaje y la acción de ellos y que hacen suyo una praxis política basada en cultural en la “recuperación territorial”, la “autodeterminación” la “identidad mapuche” y otros conceptos/ideas políticas que se exponen a continuación.
Capítulo 2. La “lucha” de las comunidades mapuche del lago Lleu Lleu
52
una médica sobre la estrategia de recuperación territorial impulsada por la CAM, “eso es
algo que quiere Dios”.
La CAM se fundó en 1997, a partir de la convergencia de comunidades y
organizaciones políticas mapuche en torno al conflicto de Traiguén. Inicialmente era parte
de la “Coordinadora Territorial Lafkenche”, de la que se escinde por diferencias tácticas e
ideológicas en torno al papel de la violencia política. La impronta “radical” de la CAM tiene
que ver con la propia experiencia política de sus fundadores, entre los cuales destaca
Héctor Llaitul, ex miembro del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, hoy preso por cargos
de terrorismo. Junto a otros dirigentes dotan de contenido “anticapitalista” el ideario de la
CAM.
En los relatos de nuestros informantes las ideas de la CAM se articulan como un
discurso que afecta simbólica y políticamente el imaginario de las comunidades. Recuperar
tierra significó reafirmar la psicología de los comuneros, “sacarlos del encierro”, devolver la
confianza en el futuro rescatando el pasado histórico y cultural del pueblo mapuche. Los
“militantes” exponían sus ideas utilizando el lenguaje de la descolonización: las
comunidades deben recuperar por sus propios medios la tierra que le fue quitada.
Proponían la “recuperación territorial”. El mensaje conectaba con la expectativa por
tierra y tocaba la fibra de las comunidades que, sumidas en la pobreza, requieren de
ingresos inmediatos. La segunda propuesta era ejercer “recuperaciones productivas”, es
decir, disponer rápida y eficazmente de los recursos disponibles en el predio recuperado
(agrícolas, ganaderos, silvoagropecuarios, maquinaria).
Juan y Ángela, de la comunidad anfitriona, hablan de un modus operandi en las
recuperaciones productivas: los militantes de la CAM organizaban un trawun o “asamblea”
en alguna comunidad que había manifestado sus “derechos ancestrales” sobre un terreno
o predio ocupado por un particular o una forestal. La novedad estaba en que los militantes
señalaban, “acá hay trigo plantado y eucalipto para metro ruma”. Les decían a los
asistentes a las asambleas -comuneros, jóvenes, evangelicos, kimche- que tenían el
derecho de disponer de inmediato de esos recursos, repartirlos entre las familias que
participan de la acción. Más aun, el suelo disponible debía ser rápidamente cultivado.
En tercer lugar, el mensaje de la CAM llamaba a ejercer control territorial. Controlar el
ingreso de personas a las comunidades, sobre todo de las policías y las instituciones del
Estado. Prepararse para la la autodefensa, convencer a las familias de que rechazaran los
programas asistencialistas del Estado, centrarse en la recuperación productiva, ”construir
Capítulo 2. La “lucha” de las comunidades mapuche del lago Lleu Lleu
53
soberanía alimentaria”. Para la dirección política de la CAM el control territorial era la
forma en las comunidades avanzar hacia la autonomía política. En este punto el mensaje
de la CAM va adquiriendo e incorporando categorías políticas más abstractas:
“autogobierno” y “autodeterminación”. Algunos comuneros que entrevistamos nos
señalaron que ese “mensaje” les explicó que las comunidades mapuche son parte de “un
pueblo ocupado por el Estado, las empresas forestales y el capitalismo” que quiere
sustraer todos los recursos de sus territorios. Ahí está el cuarto concepto del repertorio
ideológico de la CAM, el anticapitalismo: los militantes señalan que los modos de
producción tradicionales del mundo mapuche son comunitarios (como se hacía
mayoritariamente algunas décadas atrás) y por lo tanto las tierras recuperadas deben
trabajarse de manera comunitaria. El anticapitalismo tiene que ver además con identificar
al neoliberalismo como el responsable de la introducción de las forestales en el territorio
mapuche y de la contaminación del medio ambiente sagrado.
La CAM, nos dijo un informante, fue una “escuela política” para los comunidades.
Produjo una “nueva subjetividad política”, como asegura el historiador mapuche Fernando
Pairicán ( 2011). Su acción en las comunidades del Lleu Lleu hizo ingresar unos significantes
–recuperación territorial, recuperación productiva, control territorial y anticapitalismo- a
partir de los cuales se podía comprender la historia de los últimos cien años de un modo
totalmente distinto. Significantes que, como veremos en el siguiente apartado, serán el
gatillador de la más grande oleada de movilización por la tierra de su historia.
3. Recuperación territorial en la zona del lago Lleu Lleu
Juan y Ángela regresaron con el cambio de milenio al Lleu Lleu. Junto a ellos, una decena
de militantes retornaron a sus comunidades en todo el Nahuelbuta, también en la costa,
Tirúa y San Ramón. En la vertiente occidental de la cordillera, Malleco, lo habían hecho
unos años antes. Al Lleu Lleu regresa, por ejemplo, José Huenchunao, quien será vocero de
la CAM desde su comunidad Pascual Coña. De la mano de estos militantes de la CAM
ingresan las ideas de la recuperación territorial y productiva, control territorial y anti
capitalismo. A partir de los discursos de los militantes y la organización de las comunidades
Capítulo 2. La “lucha” de las comunidades mapuche del lago Lleu Lleu
54
se producirá, en la década del 2000, la mayor oleada de movilizaciones por tierra en la
historia del Lleu Lleu33.
Pero, ¿cómo se esparció el mensaje? No fue fácil. En las familias, sobre todo entre los
mayores, existe un marcado temor a la reacción del “rico” y de la policía. Los viejos no han
borrado la imagen de los colonos actuando con violencia sobre la población mapuche. “Los
wingka sentían que tenían el mundo”, nos señaló Margarita, de 80 años. ¿Cómo logró
vencer este miedo endémico el mensaje de la CAM? Los militantes hablan del efecto
“referente” que tienen las primeras movilizaciones. El éxito de las primeras comunidades
que llevaron a cabo ocupaciones de predios, recuperación productiva y control territorial
(Rucañanco, Pascual Coña, Minquihue), no pasa desapercibida para el resto en la zona.
Estas acciones satisfacían la expectativa por la tierra y atendían a la necesidad material
mediante la disposición de los bienes y recursos que ahí se encontraban. Se vencía el
miedo a la reacción porque se ejercía “control territorial”, es decir, se resistía los intentos
de desalojo de la policía y con eso se aseguraba la ocupación y la recuperación productiva.
Eso indica también que ellos, los militantes, como dirigentes de sus comunidades, se
transforman en referentes políticos, ocupando el vacío dejado por la decadencia de las
autoridades tradicionales.
Sin embargo, ser referente, la mímesis, no explica por sí sola la propagación del
mensaje de la CAM en el lago Lleu Lleu. Como vimos en el capítulo anterior, el contexto
pos reduccional implica que tanto la integración interna como externa de las comunidades
se encuentra debilitada y que por lo tanto no existen espacios centralizados donde la CAM
planteara su mensaje para que este se normara y socializara verticalmente. El trabajo de
los militantes fue justamente rehabilitar ese tejido social debilitado (familiar y ritual) así
como aprovechar las formas contemporáneas de vinculación familiares, laborales,
religiosas y asociativas, y utilizar las relaciones estrechas que los grupos residenciales de
parentesco (familia extendida) mantienen al interior de las comunidades y sus vínculos con
otros núcleos familiares repartidos en las demás comunidades del Lleu Lleu, para desde ahí
utilizar las lealtades y solidaridades, antiguas y nuevas, que operan intra e
intercomunitariamente. Las reuniones entre primos y hermanos; las visitas a las madres y
a las tías que enviudan o se quedan solas. Los funerales, guillatunes, los remedios de una
lawentuchefe de la comunidad vecina, en las compraventas de animales y hortalizas a un
productor vecino. En todas esas interacciones, el discurso militante y las noticias de una
33 La reforma agraria de Frei Montalva y la de Allende no fueron significativas en la zona del lago Lleu Lleu.
Capítulo 2. La “lucha” de las comunidades mapuche del lago Lleu Lleu
55
comunidad que se moviliza por la tierra encuentran interés y atención de parte de los
comuneros.
De esa manera, el mensaje se fue propagando. “¿De verdad la tierra ahora es de
ellos?”, “¿Qué si los animales y el eucalipto también?”, “¿Qué si llegaron los pacos y se
llevaron a algún peñi detenido?”. Los que enganchaban, dicen los militantes entrevistados,
rápidamente organizaban un trawun y los invitaban, junto a comuneros, jóvenes y
ancianos participantes. Abrían sus discursos en lengua mapuche, se ganaban a los kimche y
sorprendían a los adolescentes y jóvenes. Se exponía en un lenguaje frontal, que
impresionara. Ángela, de la comunidad anfitriona, dice que de esa manera enseñaban a los
peñis“ a cuestionar por qué el wingka tiene aquí las mejores tierras y el mapuche vive en
los puros cerros”.
Cuando la idea contaba ya con un número significativo de adherentes se planteaba la
posibilidad de ejecutarla. Se organizaba un nuevo trawun. Los viejos y los kimches
tomaban la palabra y recordaban que esos predios fueron alguna vez de la comunidad.
Siempre había gente que falta, que no piensa involucrarse. Se votaba para decidir la
ocupación. Si hay mayoría se hacía, quienes votaron en contra se restan de la acción. Entre
quienes dicen apoyar no llegan todos. Pero la ocupación se hace.
La masividad de la acción es la única manera de que se trate de una recuperación
legítima de la comunidad y no de un grupo de familias, lo que es importante ya que se va a
actuar transgrediendo la ley. Por otro lado, la acción de ocupación tiene que ser fuerte. La
táctica es la siguiente: entrar al predio, ubicar al cuidador o administrador y expulsarlo
junto a su familia. Luego, resistir el allanamiento y el intento de restitución de la propiedad
que la policía buscará en los próximos días. Los peñis, los militantes y sus familiares, la
gente que apoya de otras comunidades acompaña. Los kimche validan simbólicamente la
ocupación identificando lugares sagrados: “acá está el cerro tren tren (cumbre más alta a
la que se le asigna cualidades sobrenaturales vinculadas a la mitología), que nos habían
quitado, allá había un cementerio, acá se celebraban guillatunes y se jugaba al palín”. Si la
apropiación resiste, se empieza a ocupar productivamente el lugar. Se trasladan a las casas
que hay, normalmente la del cuidador. Revisan los recursos. Los predios forestales tienen
el eucalipto; se organiza su explotación. Se puede vender rápidamente a los camioneros o
comerciantes de madera. Cuando se trata de un predio agrícola se hacen de las cosechas.
La maquinaria y los animales normalmente son retirados por los dueños. Este es el modelo
Capítulo 2. La “lucha” de las comunidades mapuche del lago Lleu Lleu
56
de recuperación productiva que se trasmite por el tejido intercomunitario en el Lleu Lleu.
El efecto “referente” del que hablan los militantes se produce por esa vía.
Un buen indicador de la propagación de las ocupaciones y la articulación
intercomunitaria que le subyace se verifica en los Informes de Cronología del Conflicto
Social en Chile, generados por la OSAL (CLACSO). Se trata de una recopilación de informes
periodísticos aparecidos en medios de prensa escritos y cuya revisión permite ver la
expansión de las recuperaciones en el Lleu Lleu. Todo comenzó en 2002, cuando la
comunidad de Miquihue ocupó el Fundo Las Playas, propiedad de Bosques Arauco. En esa
ocasión comuneros de la comunidad anfitriona participaron en la ocupación apoyando. Ese
mismo año hubo una protesta en la que participaron miembros de varias comunidades en
contra del proyecto minero34 Jaime Troncoso en Rucañanco. El 2006 las comunidades
Pascual Coña, Caupolicán, Nicolás Calbullanca y Antiquina, ocuparon tierras propiedad de
la forestal Bosques Arauco y de
particulares. El 2007 la comunidad
Caupolicán ocupó un predio
particular cuyo propietario vive en
Cañete. El 2009 La comunidad José
María Calbul del sector El Malo,
con el apoyo de las comunidades
ribereñas al lago Lleu Lleu,
ocuparon un predio en El Guairao.
El 2008, familias de la Comunidad
Ayin Mapu junto a otras
comunidades ribereñas ingresaron
a un predio en el sector de
Huentelolén. Del 2010 al 2012 se
sucedieron varias protestas contra
exploraciones mineras llevadas a cabo en el Lleu LLeu. Ese año un contingente de
comuneros del Lleu Lleu acudieron en apoyo del lof Chechenqo en Ercilla para apoyar en
una acción de ocupación.
La apretada síntesis del proceso de movilización de las comunidades del Lleu Lleu que
acabamos de relatar muestra cómo la CAM fue articulando redes intercomunitarias de
34 El casco montañoso del Nahuelbuta es rico en hierro, razón por la que ha estado en el ojo de diversas mineras
Fotografía 1. Lleu Lleu liberado. Fuente Azquiduwe
Capítulo 2. La “lucha” de las comunidades mapuche del lago Lleu Lleu
57
militantes y simpatizantes con una lectura común acerca del problema de la tierra y la
manera de resolverlo. La seguidilla de ocupaciones y acciones de protesta es sólo una
parte del proceso. El ciclo movilizatorio tiene sus puntos de inflexión (en términos de
impacto mediático) en la praxis del “control territorial” como táctica de contención ante la
reacción de propietaris y del Estado.
Antes de mostrar la reacción a las ocupaciones queremos exponer un relato etnográfico
sobre una jornada de recuperación productiva en la que nos tocó participar. A partir de ella
se puede observar con claridad quienes participan, qué posiciones en las comunidades
representan y los significados que cada uno acarrea sobre el suceso. El relato constituye
una fotografía de los procesos de articulación intercomunitaria y la solidaridad que se
ponen en marcha.
4. Jornada de recuperación productiva en la comunidad anfitriona
En agosto del 2013, la comunidad anfitriona llevaba varios meses ocupando un predio
colindante de 100 hectáreas perteneciente a un empresario radicado en Contulmo. Según
nos relataron en la comunidad, el día de la ocupación se expulsó al cuidador de su casa,
donde rápidamente se radicaron Juan, Ángela y su hijo Mawlican. Inmediatamente se
explotó colectivamente el recurso forestal (eucalipto para metro ruma) con las familias que
participaron. Algunas casas y baños de camping que el antiguo dueño había instalado
fueron utilizadas durante la temporada estival, donde recibieron a decenas de turistas.
Ese mes realizamos nuestro tercer ingreso a la comunidad. Cuando llegamos, CONADI
no había legalizado el traspaso de la propiedad, las negociaciones seguían en curso. En la
comunidad estaban decididos a quedarse aunque la respuesta fuera negativa. El mismo día
que llegamos nos contaron que en los próximos días se realizaría una recuperación
productiva en un predio de unas 15 hectáreas, sucesión de un colono que ya no vivía en el
lugar. Había expectación y ánimo solidario. Muchas familias de la comunidad y otras
cercanas iban a ayudar. Venía también gente de una red de apoyo a las comunidades en
lucha que funciona en Concepción.
Dos días después de nuestra llegada se llevó a cabo la acción. Se dispuso que el trabajo
se realizara como una “pichanga”, también conocido como mingaco. El mingaco, práctica
Capítulo 2. La “lucha” de las comunidades mapuche del lago Lleu Lleu
58
muy común en el Lleu Lleu de hace treinta años, es una forma de trabajo colectivo en la
que participaban familias de distintas comunidades, tradicionalmente del mismo lof
(linaje). El mingaco se basa en relaciones de reciprocidad; quienes participan tienen el
derecho de solicitar una vuelta de mano al grupo ayudado. Por supuesto, como tantas
otras formas de organización tradicional devienen disfuncionales al mercado laboral y a las
instituciones del Estado que operan de acuerdo a lógicas impersonales no adsciptivas.
Muy pocos mingacos se organizaron en los últimos v años en el Lleu Lleu. Sin embargo,
durante la jornada de recuperación territorial resultó sumamente útil, económica y
simbólicamente. El trabajo se desarrolló de manera rápida toda vez que los participantes
sentían que participan de una forma primordial de la vida económica mapuche. La
siguiente nota de campo es una fotografía de ese momento, como lo vivimos y
participamos:
“Los hombres trabajan. Remigio, de 70 años, de la comunidad vecina Calbullanca-
Nahuelqueo, maneja el arado y dirige hábilmente la yunta de bueyes. Va diciendo “esto es
mingaco, me dijeron que es mingaco” mientras se ríe. Se está preparando una chacra para
plantar papas en un terreno que partenecía a una terrateniente de Contulmo. Los niños
juegan, corren alrededor de los bueyes y van a la playa. Las mujeres cocinan la comida que
la comunidad receptora ha dispuesto para la jornada. Se reparte chicha de manzana, los
perros corren por los huesos que deja la cazuela. Al final de la jornada todos están
satisfechos. Se ha trabajado y comido bien. Los Calbullanca-Nahuelqueo han cumplido con
su deber. Le han devuelto a la gente de la comunidad anfitriona el apoyo que recibieron
cuando realizaron su ocupación en Coihueco. Al final, Remigio y José conversan y se ponen
de acuerdo sobre nuevas jornada de apoyo mutuo en ambas comunidades”.
5. Reacción a la movilización por la tierra en la zona del Lago Lleu Lleu
La multiplicación de ocupaciones en la zona del Lleu Lleu ha significado la instalación de un
clima de violencia policial, política y étnica. La intensidad de los enfrentamientos, la
radicalización de algunos comuneros y la militarización de la zona le valió el epíteto de “la
otra zona roja del conflicto mapuche” (La Segunda, 2013). Lo central, desde nuestro punto
de vista, es la normalización de esa violencia. La gente se ha acostumbrado a ella y en
consecuencia la relación entre chilenos y mapuche se ha crispado. Un militante nos dice
Capítulo 2. La “lucha” de las comunidades mapuche del lago Lleu Lleu
59
que en esos días siempre había que andar con tralka (‘arma de fuego, de tralkatrun,
‘trueno’).
La internalización de la violencia tiene consecuencias culturales. Empieza a constituir
un modo legítimo de interacción entre chilenos y mapuche. En ambos lados, se llega a la
conclusión de que esa violencia sólo puede acabarse con más violencia; con la organización
masiva de las comunidades por un lado y a través de una contundente respuesta policial
desde el otro. Para entender cómo se llega a este clima resulta ilustrativo revisar las
acciones y reacciones que suscitan las ocupaciones así como de los principales hechos de
violencia. Se presentan a continuación los hechos relatados en las comunidades además de
un catastro de información de prensa.
Según los relatos de los entrevistados, la dinámica en la que se desarrollan las acciones
de ocupación en el Lleu Lleu es más o menos similar: 24 a 48 horas después de iniciada la
ocupación Carabineros y Fuerzas Especiales llegan para allanar y expulsar a los ocupantes.
En algunos casos, cuando las ocupaciones no son masivas, la policía consigue su objetivo -
hasta que se vuelva a intentar la ocupación. Pero en la mayoría, la cantidad de familias
comprometidas y en especial los jóvenes militantes procuran resistir la embestida policial
mediante cortes de camino, barricadas, utilizando piedras y palos y, en algunos casos,
armas. Eliseo (sobrino de Juán), un joven de 17 años que se crío en medio de la
movilización por la tierra, nos dice que en medio de los enfrentamientos se dan fuerzas
unos a otros: newen (‘fuerza’) y “control territorial peñi”, se gritan. Utilizan su
conocimiento de la zona, los senderos, los bosques y los atajos que se multiplican en la
geográfica accidentada del Nahuelbuta. Toman los wiños (palos con los que se juega el
palín), hacen un afafan35. Lanzan boleadoras y alguno realiza un disparo de tralka. La
policía responde aumentando la dotación policial y organizando allanamientos a la
vivienda de la familia del dirigente de la ocupación. Se resiste y aguanta la ocupación hasta
dos semanas hasta que finalmente, superados por el número y la insistencia de las familias,
los carabineros deciden abandonar el lugar.
Hacia mediados de la década del 2000 se había instalado el temor entre empresarios,
terratenientes, forestales, campesinos, cuidadores, obreros forestales. Las ocupaciones se
multiplicaron, la policía no las podía parar y CONADI las legitimó comprando las tierras a
sus propietarios y entregándosela a los ocupantes. Se organizaron comités de vigilancia
35 Ceremonia previa al juego del palin, se chocan los wiños (palos) y se grita para llenarse de newen (fuerza). En el capítulo 3 se analizan la dimensión ritual de esa ceremonia.
Capítulo 2. La “lucha” de las comunidades mapuche del lago Lleu Lleu
60
rural y las forestales armaron y prepararon a sus brigadas de combate de incendio forestal.
Desde las comunidades se respondió radicalizando la acción. En ese clima se realizaron
distintos hechos de violencia: desde el sabotaje y los ataques incendiarios, hasta los
allanamientos masivos, las golpizas a mujeres y niños y la judicialización y encarcelamiento
de dirigentes mapuche. Los informes de prensa recolectados en las Cronologías del
Conflicto Social en Chile de la OSAL dan cuenta de la violencia que se fue desarrollando y
normalizando en la zona del lago Lleu Lleu. Una rápida revisión de esos eventos permite
dar cuenta de ese contexto: el año 2001 un grupo de encapuchados realizó atentados
incendiarios en la hacienda Lleu Lleu, propiedad de la forestal Volterra. Al año siguiente, en
la misma hacienda, se quemaron camiones y maquinaria. Durante el 2004 se realizaron
ataques incendiarios sobre maquinaria de la misma empresa forestal en Huellepen alto
sector Rucañanco. El 2006 fueron quemadas dos cabañas particulares en Puerto Choque,
en la ribera suroriental del Lleu Lleu.
A primera vista es difícil entender qué buscan estás acciones confrontativas. Para
hacerlo, hay que realizar un distanciamiento cognitivo con los significados que ponen a
circular los medios de comunicación y el gobierno, que recogen acríticamente la etiqueta
de terrorismo con que los intereses afectados califican los hechos. También con aquella
mirada ingenua que ve en esos actos sólo “resistencia” en un escenario de guerra
declarada a las comunidades mapuche. Según los testimonios que recogimos en el trabajo
de campo, se trata sobre todo de acciones que buscan cambiar simbólicamente la
correlación de fuerzas a nivel local, es decir, dar cuenta de que las comunidades cuentan
con los medios de fuerza para defender sus intereses en las tierras ocupadas frente a la
reacción de las policías y de los cuidadores y guardias contratados por las forestales.
Las acciones confrontativas -disparos al aire, quema de camiones, cortes de ruta,
incendios forestales- buscan, según nos dijo un militante, “amedrentar y hostigar” a
propietarios y forestales. Hacerlos entender que se va a pelear por la tierra. Por supuesto,
los intereses afectados amparados en la institucionalidad pública no tardaron en plantear
una estrategia para enfrentar a los sectores radicales en las comunidades: inteligencia
policial y judicialización. A partir del 2000 el Estado identifica y responsabiliza a la CAM de
las acciones confrontativas desplegadas en el Lleu Lleu y otras zonas del conflicto
mapuche. La estrategia buscó desarticular a la organización y su influencia sobre las
comunidades. Para ello se realizaron allanamientos masivos en busca de militantes,
encarcelamientos masivos y aplicación de Ley Antiterrorista. Simultáneamente los
aparatos de seguridad e inteligencia de la Policía de Investigaciones y de Carabineros
Capítulo 2. La “lucha” de las comunidades mapuche del lago Lleu Lleu
61
tejieron redes de informantes que permitieran reunir evidencias para inculpar a militantes
que serían procesados. La CAM, consecuente con su discurso directo, preparó a sus
militantes para la clandestinidad. Los militantes clandestinos en el Lleu Lleu utilizaron el
tejido intercomunitario (redes familiares, simpatizantes de otras comunidades, entre
otros) para no ser atrapados y mantenerse ocultos en el territorio. Pese a esos esfuerzos,
la contundencia de la estrategia del Estado para desarticular a la CAM y encarcelar a sus
dirigentes apenas pudo ser resistida. Así, el 2002 fue detenido en la Comunidad de Pascual
Coña el werken
(“vocero”) de la
CAM José
Huenchunao y
procesado por Ley
Antiterrorista por
los hechos
ocurridos el año
anterior en la
hacienda Lleu Lleu.
En respuesta, un
grupo de
comuneros
destruyeron un
aeródromo y casas
de veraneo en la
ribera del lago. Ese
mismo año, un
contingente del GOPE de Carabineros detuvo luego de dos años de clandestinidad a
nuestro informante Juan, vocero de la comunidad de Rucañanco, quien fue procesado y
condenado a cuatro años de cárcel por incendio terrorista. El 2007 fueron atacados con
armas de fuego dos helicópteros de propiedad de la forestal Mininco. Ese año, los servicios
de inteligencia llevan a cabo la “Operación Paciencia” con el objetivo de descabezar a la
CAM, donde es detenido su líder histórico, Hector Llaitul, y procesado por su supuesta
participación en los sucesos de la hacienda Lleu Lleu el 2001. En agosto de 2007, más de
50 miembros del GOPE allanaron la comunidad anfitriona y detuvieron a Pedro, hermano
de Juan, lonko de la comunidad y miembro de la dirección política de la Coordinadora
Mapuche Arauco Malleco y a su hermana María. En el operativo la policía encontró un fusil
Mapa 3. Comunidades, forestales y predios identificados en el trabajo de campo. Fuente google earth
Capítulo 2. La “lucha” de las comunidades mapuche del lago Lleu Lleu
62
M-16 en su vivienda, lo que causó su encarcelamiento inmediato; en la comunidad
acusaron un montaje. Eliseo (17 años), hijo de María, tenía 13 años cuando la policía
allanó por primera vez su casa: “llegan a las 5 de la mañana tocándote la puerta,
agarrándote a patás la puerta para que te levantí y buscando a tus tíos”. El mismo año fue
allanada la comunidad Milquilhue, que ocupa el Fundo las Playas. Durante el 2008 un
grupo autodenominado Órganos de Resistencia de la Zona del Leu Lleu se atribuyó un
ataque armado a un piquete de carabineros que resguardaba un predio de la forestal
Mininco en el sector de Puerto Choque; hubo heridos. Un poco después se desarrolló un
ataque incendiario a una cabaña de veraneo en el sector de Coihueco. También un furgón
de carabineros fue emboscado y atacado con armas de fuego cuando abandonaba la
comunidad Venacio Ñeguey. Unos meses después fue emboscado el auto que trasladaba
al fiscal de la zona, Mario Elgueta. El 2011 grupos encapuchados quemaron bodegas y
amenazaro con armas a unos cuidadores en un predio de la forestal Mininco. El 2013 en
San Ramón, Tirúa, encapuchados quemaron una escuela. En Ranquilhue fueron quemadas
cabañas y sus cuidadores amedrentados con disparos.
Este ha sido el clima de violencia que se ha ido instalando en la zona del lago Lleu Lleu
con la puesta en marcha de un proceso de movilización por la tierra que involucra a
comunidades, sucesiones coloniales, predios forestales, campesinos y otros sectores que
se habían instalado en la zona durante los últimos treinta años. El “control territorial”
constituye el intento por organizar a las comunidades en la defensa de la recuperación
territorial y productiva. La militarización y la judicialización la respuesta de los intereses
afectados en alianza con el Estado. Los quince años en que se ha extendido ha tenido
importantes consecuencias que revisamos a continuación.
6. Consecuencias de la movilización por la tierra.
a. Transformaciones en la estructura de propiedad de la tierra.
El proceso de movilización que durante la década del 2000 tuvo su punto más álgido no se
ha detenido. La desarticulación de la CAM, la experiencia de la cárcel y la violencia no han
desincentivado a las comunidades en sus reclamaciones por tierra. Sin embargo, los niveles
de violencia han bajado, principalmente porque el Estado, a través de la CONADI, ha
legalizado las ocupaciones comprando los predios a sus dueños y traspasando su
Capítulo 2. La “lucha” de las comunidades mapuche del lago Lleu Lleu
63
propiedad legal a las comunidades. Desafortunadamente, CONADI no cuenta con los datos
de la cantidad de hectáreas traspasadas a las comunidades mapuche del Lleu Lleu. No
obstante, la tierra adquirida en la comunidad anfitriona así como en otras comunidades a
las que se accedió durante el trabajo de campo permiten hacer algunas estimaciones al
respecto. La comunidad contaba con 120 hectáreas hasta 1996, cuando ocuparon un
predio de 220 hectáreas de la forestal Mininco. Durante el 2013 CONADI legalizó el
traspaso de 28 de las 100 hectáreas del predio ocupado el 2012. Hay además 100
hectáreas ocupadas que están siendo negociadas por la CONADI y sus dueños para ser
traspasadas. La comunidad prácticamente ha cuadruplicado su extensión.
Esta situación se replica para varias comunidades del Lleu Lleu. De las 22 de la
zona, la información de prensa y la recolectada en el trabajo de campo dan cuenta de que
al menos la mitad de ellas se han movilizado por tierra. Con o sin legalización de la CONADI
un grupo significativo de las comunidades han recuperado territorio: tienen más y mejores
tierras. Poseen buenas praderas, más animales, plantaciones de pino y eucaliptus que
significan importantes ingresos en el corto y mediano plazo. La propiedad forestal sigue
siendo mayoritaria, a pesar de que ha sido muy afectada por las ocupaciones. Sin
embargo, el sector más perjudicado corresponde a las sucesiones coloniales, parcelas
individuales (campesinos) y parcelas de agrado. Este sector ya había perdido influencia en
el Lleu Lleu por la trasformaciones producidas con la introducción del capital forestal:
muchos vendieron sus predios a las forestales. La gran propiedad de características
latifundistas desapareció. En su lugar quedaron propietarios medianos, muchos de los
cuales se fueron a vivir a las ciudades. En conjunto, ese grupo ha disminuido
considerablemente su control sobre la tierra en relación a las comunidades. Ha menguado
con ello su control sobre la “cultura de contacto” (Cardoso de Oliveira, 2007) es decir, el
control sobre los “términos de intercambio cultural” donde religiosidad y lengua mapuche
quedaban relegados al espacio de lo primitivo, salvaje y reemplazable frente a la cultura
chileno-occidental cuyos contenidos debían ser adoptados por las comunidades. Ese marco
racista se ha trasformado como consecuencia de la lucha por la tierra y otros factores
como la globalización y el cuestionamiento de las identidades nacionales únicas (Castells,
1999). Hoy las comunidades rescatan y revalorizan su cultura tradicional a la vez que
cuestionan y relativizan los marcos culturales de la sociedad wingka. Prefieren, en cambio,
tomar otros referentes: los indígenas en américa y sus luchas por la tierra, autonomía y
reconocimiento cultural. El mundo asiático y africano que logró descolonizarse. Las
Capítulo 2. La “lucha” de las comunidades mapuche del lago Lleu Lleu
64
minorías en los países desarrollados, etcétera. Hay, entonces, una “cultura política” que se
ha trasformado y que analizamos a continuación.
b. Cultura de la lucha
Desde 1996 hasta el 2014 han transcurrido 18 años marcados por la movilización por la
tierra, la violencia policial, los enfrentamientos y la cárcel. Muchas comunidades del Lleu
Lleu han efectivamente recuperado territorio. En la comunidad anfitriona hay orgullo
entre quienes han participado activamente de las recuperaciones. Sus condiciones de vida
han cambiado: acceden a ingresos que antes no tenían. Hay, en virtud de lo anterior,
optimismo respecto del futuro de las comunidades. Hablan de los “logros de la lucha” que
han llevado a cabo militantes, simpatizantes y los núcleos familiares que han participado
de las movilizaciones. La lucha es un significante que ata una épica al proceso social y
político36. Un relato que hay que transmitir a los niños del presente. La lucha, para muchos
en el Lleu Lleu, no ha terminado.
En virtud de lo anterior el concepto tiene eficacia social, genera distinciones efectivas
entre los integrantes de las comunidades. Se está a favor o en contra de la lucha, están
quienes apoyan y los que no lo hacen. Hay quienes la entienden y otros que no. El conflicto
moviliza también consideraciones éticas: quien lucha asume una responsabilidad histórica.
Aquellos que lo hacen están honrando a los ancestros que fueron guerreros admirados por
su ferocidad en todo el mundo. La lucha es una causa, debe estar por encima de la
individualidad, de la necesidad o el interés puntual de esta o aquella familia. “Si yo no
peleo hoy día yo creo que mis hijos mañana no van a ser nada” (Domingo, comunero, 44
años). La disputa genera status, produce un tipo particular de capital simbólico político y
moral. Es por eso un ideal de comportamiento. “Un lonko siempre debería estar en la
lucha”, nos dice otro comunero. Se pelea contra un enemigo múltiple y que está en
diferentes niveles: el Estado,las policías, el sistema judicial y las escuelas. En el campo
económico, las forestales, los terratenientes, el neoliberalismo en general. En el ámbito
moral, la Iglesia católica y pentecostal. En la naturaleza, en los eucaliptus y los pinos que
han ido reemplazando a las especies nativas. Hay quienes plantean que es una lucha total
36 La antropóloga Argentina Laura Kropff en su análisis del movimiento mapuche argentino señala que éste se organiza en torno a la clave “la lucha" que aparece como “noción performativa” y “tropo condensador de heterogeneidades” (Kropff, 2011). Surge de la praxis política de los jóvenes, particularmente de los “militantes” que vinculan repertorios de acción del activismo de la década de 1990 (marchas y ocupaciones) y las “prácticas culturales tradicionales”, como parlamentos y ceremonias religiosas. De esta manera, la lucha construye un lenguaje y una estética para el movimiento político.
Capítulo 2. La “lucha” de las comunidades mapuche del lago Lleu Lleu
65
de todos los aspectos. Para los kimches la lucha traduce una cosmología religiosa
(cosmopolítica) que enfrenta el bien contra el mal (punto que veremos en el próximo
capítulo). Como escuhamos a un grupo de lamgenes, la lucha aparece en los más insólitos
diálogos: “cómo era posible que ese peñi engañara a su compañera siendo ella una mujer
de lucha”.
7. Persistencia de la tendencia a la división de las comunidades
Las comunidades están atravesadas por múltiples intereses yuxtapuestos y contradictorios.
Divisiones que se derivan en primer lugar de su origen reduccional; el Estado radicó
linajes distintos, desplazados por la guerra de ocupación bajo un mismo cacique y su linaje
poseedor del Título de Merced (Comsión Verdad Histórica y Nuevo Trato con los Pueblos
Indígenas, 2008). Luego la constante presión divisionista que se derivó de la promulgación
de distintas leyes durante el siglo XX. Esa tendencia se fue reforzando con la desaparición
de las autoridades tradicionales y la desestructuración de los linajes intercomunitarios, los
incentivos al individualismo en detrimento de las lógicas comunitarias e integrativas. Todos
esos factores, que en conjunto hemos llamado “prolongación de la situación colonial”,
introducen en las comunidades una fuerza atomizadora que las atraviesa y que es muy
difícil subvertir.
La literatura antropológica ha identificado esta fuerza atomizadora en las comunidades
mapuche en la figura (etic37) de la envidia, más bien en la acusación de envidia que “es
variada, pero siempre converge en lo que despierta a otros la prosperidad, la posesión de
bienes, la cualidad de trabajador” (Montesino citado en Foerster, 1995) La envidia se
expresa en la cultura religiosa mapuche como precipitante de la brujería (cuestión que
revisaremos en el próximo capítulo). Por ahora señalar que los éxitos de la lucha producen,
para quienes los han cosechado, “envidia” entre quienes se han mantenido al margen.
“Nosotros estamos por recuperar este espacio que esta acá (señalando la vega), otro
pedazo de acá, porque abajo son todos envidiosos. Aunque somos todos de la misma
sangre pero somos todos envidiosos. Porque ya es mucho, porque somos todos de la
misma sangre y pelean por unas migajas. Los mismos wingkas se dan cuenta. Estos que
viven acá pa allá se dan cuenta. Puta que son envidiosos, tienen harta tierra. Ahora toda la
37 Distinción emic/etic, provienen de fonemico y fonético. Refieren a los significantes que circulan en una comunidad analizada. La segunda representa el sentido de un concepto o palabra que se utiliza internamente. La primera es el sentido que el analista le da en virtud de el contexto sociocultural en que se la emplea y sus funciones (develadas) respecto de ese orden social.
Capítulo 2. La “lucha” de las comunidades mapuche del lago Lleu Lleu
66
tierra pa’ ellos. Por eso la envidia siempre va estar presente en nuestras comunidades”,
nos dice Eliseo, de 17 años. ¿Cómo pasarle tierra a quienes no han luchado por ella? “Nos
envidian por nuestra tierra, no quieren luchar, son traidores”. La recuperación desata la
ambición; “quieren el plato servido”, la tierra ganada sin derramar sangre ni arriesga
sangre.
El estatus de “luchador” implica potestad sobre la tierra obtenida en la ocupación.
La participación en la movilización entrega “derechos reales de uso” para explotación
familiar así como sobre el espacio comunitario definido en ella. Sin embargo, para quienes
no participaron, la recuperación territorial fue hecha en nombre de “toda la comunidad”,
por lo que con el tiempo reclaman sus derechos sobre la tierra obtenida. Ocurre entonces
que la movilización por la tierra no logra detener la “fuerza desintegradora” instalada en
las comunidades. Ésta encuentra nuevas formas de reproducirse y de poner en peligro la
unidad de las comunidades y la integración de las familias. En la comunidad anfitriona esta
situación ha llevado a que dos facciones estén hoy enfrentadas y que para muchos la única
solución sea que una de ellas se separe y forme una nueva comunidad. Al no contar con
con mecanismos para dirimir conflictos internos, lo que antiguamente se llamó el ad-mapu
o costumbre mapuche y que se basaba en la existencia del lonko y la integración religiosa
de las comunidades.
En el próximo capítulo veremos cómo las comunidades movilizadas por la tierra,
que recurren al tejido intercomunitario residual, así como a nuevos vínculos económicos y
políticos, buscan reconstruir una comunidad de creyentes que adquiere un sentido
particular en el contexto movilizatorio.
Capítulo 3. Exégesis religiosa y reconstitución de una comunidad cúltica en la zona del lago Lleu Lleu
67
Capítulo 3. Exégesis religiosa y reconstitución de una comunidad cúltica en la zona del
lago Lleu Lleu
1. Desintegración religiosa, pérdida de vitalidad lingüística y circuitos de resistencia
cultural.
En el primer capítulo argumentamos que la ocupación colonial de la zona del lago Lleu Lleu
generó una estructura de propiedad de la tierra desigual. Paralelamente en todo el
territorio mapuche se erigió una estructura institucional y cultural que legitimó esa
situación y que buscó profundizarla mediante la división de las comunidades, la usurpación
de territorio y la disgregación de la sociedad reduccional. Este factor de desarticulación se
aceleró a partir de la década de 1980 con la instalación del capital forestal y el aumento de
los flujos migratorios desde las comunidades a las ciudades. Así, “la prolongación de la
situación colonial” lleva a la emergencia de una sociedad mapuche pos-reduccional que en
el ámbito rural se caracteriza por una aculturación forzada la desestructuración del tejido
intercomunitario. La principal consecuencia de ese proceso es la pérdida de vitalidad
religiosa y lingüística debido a que los espacios funcionales de ambos se reducen y
encierran. La causa específica de lo anterior es que deja ser efectivo el sistema de linajes y
se pierden las principales instancias religiosas intercomunitarias. Las instancias para
celebrar los principales “ritos convocantes” (Foerster, 1995) dejan de existir, en tanto los
linajes familiares (repertidos entre las comunidades de la zona) dejan de reunirse. Cada
vez se celebran menos guillatunes, años nuevos y funerales. Mengua la sanción de
concurrir a ellos y en consecuencia se desestructura el “congregacionismo ritual mapuche”
(Faron, 1969), que en la transmisión de la religiosidad y lengua mantenía a las
comunidades moral y culturalmente integradas (ad-mapu o costumbre mapuche).
Se trata de un proceso lento e imperceptible que sucede con intensidades y
velocidades distintas en cada zona del territorio mapuche. Como dijimos, en el Lleu Lleu,
adquiere fuerza con la introducción del capital forestal, momento en que la disgregación
de las comunidades se hace prácticamente irreversible. La instalación de las forestales
significó mejores caminos y vías de acceso a los distintos sectores del Lleu Lleu. Grandes
contingentes de trabajadores forestales, técnicos y profesionales transitan entre las
ciudades y las plantaciones. Rápidamente se instaló el comercio de servicios. Ocurrió
entonces que el espacio económico del Lleu Lleu quedó completamente unificado al
mercado chileno (y en los ‘90 al mundo). Señalamos en el primer capítulo que el sentido de
Capítulo 3. Exégesis religiosa y reconstitución de una comunidad cúltica en la zona del lago Lleu Lleu
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la acción colonial sobre el territorio mapuche era crear nuevos mercados agrícolas y
laborales para su incorporación a la estructura productiva chilena. Aquello se cumple a
cabalidad en los ’80 con la introducción del capital forestal, es decir, en la refundación
neoliberal del capitalismo chileno. Es justamente el momento de la “unificación” cuando la
colonialidad despliega toda su fuerza. Pierre Bourdieu (2002) señala que es ahí donde el
poder colonial refuerza el dominio económico en las relaciones simbólicas que se
establecen entre colonizador y colonizado. De la misma manera que la tierra y la fuerza de
trabajo del Lleu Lleu es abierta violentamente al mercado nacional, la producción y
circulación de bienes culturales mapuche (religión, arte, valores, creencias, lengua), antes
dirigida a su propio mercado (autonomía parcial de la sociedad mapuche en el estadio
reduccional38), son forzados a una apertura al mercado cultural chileno. La “unificación del
mercado de bienes económicos” conduce a la “unificación del mercado de bienes
simbólicos”. Se reducen los espacios internos para que la religión y lengua mapuche se
produzcan y consuman. Más importante aún, se vuelven disfuncionales los mecanismos de
apreciación y reproducción de la religiosidad mapuche y el chedungun. El mercado
unificado de bienes simbólicos impone y generaliza sistemas de valoración cultural
(mecanismo formador de precios de bienes simbólicos) ajenos a la cultura mapuche que
son socializados en el sistema educacional, las instituciones gubernamentales, el mercado
laboral y los medios de acumulación. Es decir que en el mercado simbólico chileno hay un
mecanismo generalizado en todos los grupos sociales que conduce a la valoración del
capital cultural (de una cultura en particular con alto valor simbólico) en detrimento de
otros, como la cultura mapuche, que salvo en algunos ámbitos académicos se encuentra
siempre devaluada. El problema es que no se trata de la sociedad chilena que, por su peso
38 De ahí que en el periodo reduccional (hasta 1970 apróx.) la influencia del catolicismo en las comunidades del
Lleu Lleu operara como una reelaboración propia, sincrética, ajustada a la religiosidad existente. Algunas de
estas manifestaciones sincréticas son la celebración de la fiesta de San Juan en el año nuevo mapuche (We
Tripantu), la introducción del Dios cristiano en el sistema religioso y la liturgia. De esta manera en durante el
periodo reduccional no era extraño asistir a misa el domingo y también al guillatún y consultar a la machi. O
como nos dijo una lawentuchefe, el Chao Dios es Jesucristo, controla a los ngen (“espíritus”) y en su familia está
la Virgen María y las cuatro divinidades sagradas. Para Foester los sacramentos de conversión (bautismo,
primera comunión) tenían desde el inicio de la sociedad reduccional un carácter estratégico. Una fachada
desde la cual en privado se podía seguir en la religiosidad tradicional (Foester en Thumala, 2002). Lo central es
no considerar la cristianización mapuche como el reemplazo absoluto de un sistema religioso por otro. Las
religiones no son totalidades discretas, separadas y cerradas unas respectos de otras. Operó, como dijimos, en
la lógica del sincretismo, hibridación y resistencia religiosa.
Capítulo 3. Exégesis religiosa y reconstitución de una comunidad cúltica en la zona del lago Lleu Lleu
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demográfico, devalúa la cultura mapuche; es el propio mapuche que, colocado en un
mercado que le era ajeno debe, para “prosperar”, aceptar esa situación y esforzarse por
obtener ese capital cultural legítimo, con lo que refuerza la devaluación de su propia
cultura. Lo anterior implica la condena progresiva a la obsolescencia del habitus mapuche,
sus prácticas económicas y culturales junto con sus productos económicos y culturales
(lógicas de trabajo y acumulación, estrategias de intercambio matrimonial, organización
religiosa, arte, etc.). La unificación del mercado religioso y lingüístico introduce criterios de
evaluación y percepción de esos productos que devalúan su propia religión y lengua a la
vez que sobrevaloran el cristianismo y el castellano. Algo que se expresa en cada
interacción del mapuche con un actor chileno y que es parte de la lógica misma de esa
interacción (por las leyes del mercado unificado). Despojarse de la lengua y la religiosidad
deviene entonces una estrategia para sobrevivir en el mercado nacional.
El resultado del proceso descrito lleva a que la lengua vernácula, chedungun39, se
encuentre altamente constreñida en sus funciones sociolingüísticas para con su comunidad
de hablantes (Lagos, 2005). Así, la lengua mapuche se caracteriza por su posición
dominada, en tanto sus hablantes se ven en la obligación de usar la lengua dominante y
no la suya (Lagos, 2005) en un espacio interaccional dominado por el castellano40. Como
observamos en la comunidad anfitriona, la generación menor a 40 años es
mayoritariamente monolingüe en castellano. Entre ellos predomina una variante del
castellano rural campesino-mapuchizado. Su condición lingüística se deriva de su mayor
exposición al proceso de castellanización inducida por la escuela y una mayor frecuencia
de contacto con los espacios urbanos. Entre ellos, los menores de 30 años sobre todo, han
asistido a los “programas de educación intercultural bilingüe” que se implementaron en las
escuelas rurales donde la matricula indígena es elevada. Los efectos de estos programas no
han logrado revertir la perdida de vitalidad de la lengua (tanto en las comunidades como
39 En las comunidades emplazadas en la cordillera del Nahuelbuta se denomina así a la lengua vernácula. Dicha denominación es compartida por los hablantes pehuenches de la cordillera así como en el norte de la región de La Araucanía, provincia de Malleco
40 Se ha indicado (Salas, 2006) que la vitalidad del mapudungun en las comunidades de la Cordillera de Nahuelbuta es menor que en las del sector de la Araucanía. Esto porque la situación de contacto con los españoles tiene una antigüedad mucho mayor (400 años frente a un poco más de cien años en la zona central). Por otro lado esta constituyó uno de los sectores afectados por la colonización espontánea de chilenos que se aventuraban desde el norte; también fue la primera zona de invasión durante la pacificación de la Araucanía, la línea de Malleco. Un sector cuya población fue tempranamente desplazada y donde el proceso de radicación en reducciones se inició antes. A juicio de Salas (2006) sería una zona de pérdida del mapudungun donde había un conocimiento mínimo del vernáculo. Hay una preponderancia de las formas léxicas y pronunciaciones del castellano nativo rural común a los campesinos de la VIII región y también de castellano mapuchizado.
Capítulo 3. Exégesis religiosa y reconstitución de una comunidad cúltica en la zona del lago Lleu Lleu
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los lingüistas que han analizado los programas41 han mostrado objeciones respecto a su
diseño e impacto real en el reforzamiento del vernáculo), sin embargo, han contribuido al
proceso de revalorización de la lengua y de concientización respecto de la posibilidad de
que el chedungun se extinga. El bilingüismo tiene presencia en el grupo etario de más de
40 años (alrededor de un 50% son hablantes). Entre la generación de más de 60 años, la
tasa de bilingüismo aumenta. Corresponde a una generación que fue educada por padres
bilingües o monolingües del mapudungun (su incidencia en la matricula educacional
chilena fue reducida). Sin embargo, muchos de ellos, sujetos a discriminación,
desalentaron a sus hijos de mantener el vernáculo y hablaron su reemplazo por el
castellano en las escuelas.
Respecto de la religiosidad tradicional en el Lleu Lleu el proceso conduce a una
situación similar. Quienes se criaron ahí en la década de 1980 significan su vida espiritual
como un “vacío” dejado por la desarticulación de las instancias religiosas, los “ritos
convocantes” que vinculaban a las comunidades. Los relatos hablan de eso que Bourdieu
(2006) identificó en las comunidades argelinas sometidas al colonialismo francés:
sensación de vulnerabilidad, pérdida de la estabilidad psicológica que se cobijaba en la
organización religiosa de la vida en las comunidades.
“Nuestra propia religión, igual eso se fue perdiendo y se perdió mucho y en mi vida
personal y en la comunidad igual se iba perdiendo todo” (comunero, 50 años). Es
esa coyuntura psico-religiosa lo que explica la expansión del pentecostalismo en
todo el mundo rural mapuche (según datos de la encuesta CEP de 2006, 37% de la
población mapuche rural se declaró evangélica). “La mayoría de los mapuche
cuando abandonan su religión y se van a otra religión se va porque siente un vacío”
(Ángela, 35 años).
Para Foester (1995) la conversión al pentecostalismo se da en dos niveles: debido a
causas externas como la división de la comunidades, la pobreza, la desarticulación de la
estructura interna de poder, el predomino de la machi sobre el nguillatufe (oficiante del
guillatún) y el apoyo del Estado a determinadas iglesias evangélicas en su acción misionera.
En el plano interno, sin embargo, habría una serie de continuidades entre el culto mapuche
y el evangélico que permitirían justamente llenar el vacío que experimentan las
generaciones que nacen en el contexto pos reduccional. El atractivo del pentecostalismo
41 En conversaciones con algunas lingüistas nos hablaron del “propósito ideológico” de estos programas en tanto legitiman la pérdida de vitalidad de la lengua a pesar de los “intentos” del Estado por revertirlos.
Capítulo 3. Exégesis religiosa y reconstitución de una comunidad cúltica en la zona del lago Lleu Lleu
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estaría al igual que el catolicismo en la lógica del sincretismo. La presencia de la magia en
el ritual, la constitución de una comunidad cúltica y la doctrina de la lucha entre el bien y el
mal, que como veremos más adelante, es central en el pensamiento religioso mapuche
tradicional.
Nos interesa revisar el nivel interno de la conversión al pentecostalismo pues en él está
la clave para entender la subsistencia de la religiosidad y la lengua en un contexto externo
adverso. Desde ahí leer también al 51% de mapuche rurales que se declaran católicos
(catolicismo sincrético que viene del periodo reduccional) y en particular al 11% que se
declara en “Otra religión o credo” y “Ninguna, ateo, agnóstico” (Centro de Estudios
Públicos , 2006). “Yo no tengo religión, sólo creo en Chao Dios”, nos dijo un kimche de 80
años. Eliseo, de 17 años, nos afirmó: “soy ateo, solo creo en Chao Ngenechen”. La idea de
“religión” está para muchos asociada a una doctrina religiosa organizada, con templos,
sacerdotes y libros sagrados. Por unificación del mercado religioso, la propia religiosidad
mapuche aparece “no religiosa”, pagana, desorganizada, minoritaria, espontánea. Lo cierto
es que, detrás del velo ideológico de las religiones legítimas, la religiosidad mapuche se ha
mantenido en “núcleos familiares” y desde ahí ha sobrevivido. Los roles religiosos se
transmiten normalmente por vía materna en la sociedad mapuche (Foerster, 1995). De
esta manera la presencia de un chamán (‘machi’) o un médico (‘lawentuchefe’) en un
núcleo familiar permite que los conocimientos, representaciones y creencias religiosas
tengan un canal de transmisión y que además nuevas generaciones asuman esos roles. Por
otro lado, quienes encarnan esos roles (normalmente ancianos) son representados como
kimches dentro y fuera de esos núcleos familiares (portadores de un capital simbólico
valorado en las comunidades). Son “tesoros de la cultura”, productores culturales que
ponen en circulación no sólo la religiosidad tradicional sino también la lengua (que cumple
una función ritual importante). Estos kimches, hablantes de la lengua, permiten que el
punto de vista religioso, sin ser mayoritario ni hegemónico, continúe siendo un marco de
interpretación posible de los eventos mundanos en el Lleu Lleu. El reconocimiento de los
kimche y de la cultura religiosa y lingüística que ponen en circulación es transversal,
católicos y aún entre los evangélicos piensan en ellos en términos de sabiduría.
Un muy buen indicador de la actualidad de las representaciones religiosas se
encuentra en la imaginación de los niños. Escuchan de sus abuelos historias, mitos,
leyendas acerca de seres sagrados que recorren el territorio. Se hacen los valientes y salen
a recorrer en medio de la noche los caminos y senderos del Lleu Lleu. Los más pequeños se
atemorizan cada vez que alguno de sus compañeros cuenta que vio a tal o cual ser
Capítulo 3. Exégesis religiosa y reconstitución de una comunidad cúltica en la zona del lago Lleu Lleu
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maligno. Reconocen, por lo demás, que la brujería está cerca toda vez que alguno de esos
viejos kimche, por su condición, tiene el newen suficiente para conjurar y hacer hechicería.
En síntesis, religiosidad y lengua mapuche tienen una baja vitalidad respecto del
periodo reduccional pero subsisten en aquellos núcleos familiares donde se encuentran
roles religiosos y tradicionales. Su espacio de subsistencia se extiende por las redes que
conforman esos núcleos (familia extendida, relaciones laborales, amistad), cuestión que
permite, circunstancialmente, la celebración de rituales. Hay entonces un circuito
intercomunitario por el que circulan significantes religiosos que son positivamente
valorados en las comunidades debido a que “representan la cultura mapuche”.
Creencias, representaciones y rituales que sin una comunidad de creyentes estable
que los soporte aguardan (para no apagarse) ser resignificados. Significantes espectrales
que flotan (Comaroff & Comaroff, 2013) entre la oscuridad (de la que se encuentran cerca
los ancianos kimche) y las luces tenues de los discursos de los militantes y comuneros
movilizados por la tierra.
La “lucha por la tierra hace entrar en la cultura”, nos dijo Eliseo (17) en una
conversación. Transforma al mapuche en “exegeta” (Tricot, 2008) de sus prácticas
culturales latentes, particularmente las religiosas y lingüísticas. Se pone en marcha eso
que Arturo Escobar (1994) ha denominado “política cultural” de los sectores subalternos
en América Latina: “Lo que hay que entender es cómo los diversos actores sociales
populares reubican sus saberes y sus prácticas ante las contradicciones —posibilidades y
dominaciones— de la modernidad”
2. Reconstitución política de una comunidad cúltica42
Como vimos en el capítulo anterior, la arteria de la movilización por la tierra en el Lleu
Lleu es el tejido intercomunitario, familiar, económico y político. La movilización teje una
red de militantes, grupos residenciales de parentesco, linajes y grupos asociados. Las
42 Usamos el concepto de “comunidad cúltica” (Foerster, 1995) para indicar la “comunidad de creyentes” articulada en la religiosidad mapuche tradicional. El concepto da cuento de ciertos rasgos particulares de la religiosidad mapuche; sus principales hitos de transmisión y reproducción de creencias religiosas y normas morales son los rituales intercomunitarios, o ritos convocantes (Bengoa, 1996) como el guillatún (rogativas), awn (funerales) y el we-tripantu (año nuevo). Esta caractertisritica de la religiosidad mapuche es descrita también con el concepto de “congregacionismo ritual” (Faron, 1969)
Capítulo 3. Exégesis religiosa y reconstitución de una comunidad cúltica en la zona del lago Lleu Lleu
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ocupaciones de predio requieren “hacer número” para resistir los allanamientos e intentos
de desalojo. Lo mismo para la recuperación productiva, se necesita contar con
solidaridades amplias que permitan enfrentar esas jornadas de trabajo. De ahí el rescate
del mingaco y el palín, prácticas solidarias tradicionales que comportan un aspecto ritual
importante y que operan por lógicas de reciprocidad43.
Conversando con Ángela (35 años, militante) sobre la importancia de la religiosidad
mapuche en “la lucha” nos comentó que en todas las recuperaciones en las que ha
participado -de su comunidad, en el Lleu Lleu y otros lugares del territorio mapuche- al
poco tiempo de realizada la ocupación se organizan guillatunes. La razón, nos dijo, es
doble. Primero, para rogar a las “divinidades” para que lo sembrado en el territorio
recuperado dé buenas cosechas. Es decir, la estructura clásica de ese rito como rogativa en
que “aquello que se solicita en forma de contrapartida a las potencias divinas para
propiciar a las divinidades y antepasados para obtener los dones de la fertilidad, la salud, el
bienestar, etcétera” (Foerster, 1995). Segundo, para reforzar la ocupación; que las
divinidades otorguen fuerza para resistir los intentos de desalojo y represión. La
organización del guillatún previo o después de la ocupación pone en juego elementos
organizaciones y simbólicos. Para quienes concurren significa la reconstitución de una
comunidad cúltica44. Suerte de “hecho religioso total”, la actualización del rito en el
contexto de una recuperación territorial es valorada más allá de quienes participan
directamente en la acción. Entre los kimche es recurrente el discurso que asociada la
“pérdida de la cultura” con los padecimientos materiales y sociales de las comunidades.
Muchos de ellos, los que cumplen roles religiosos, son requeridos para oficiar el ritual. Su
presencia legitima la celebración del ritual; despiertan la atención de comuneros incluso
de algunos evangélicos, otros que van por el licor y la comida que el grupo anfitrión
sacrifica. En consecuencia, el guillatún celebrado cuenta por lo general con más personas
43 La idea de relaciones económicas basadas en la reciprocidad es parte de una larga tradición en la antropología económica. Nosotros tomamos el concepto del trabajo de Marcel Mauss (2009), en su ensayo sobre el “don”. Su análisis acerca de las sociedades indígenas de la Polinesia y de América del Norte le permitió caracterizar un modelo de economía presente, por razones ecológicas y culturales, en gran parte de las llamadas “sociedades simples o arcaicas”. El modelo de la reciprocidad económica sostiene que el intercambio de objetos entre los grupos articula y construye las relaciones entre ellos. Mauss señala que en ese esquema donar o regalar un objeto (don) genera status en el donante y crea una obligación inherente en el receptor por la que tiene que devolver el regalo. Se establece así un flujo de intercambios obligatorios, entre individuos y grupos, a partir de lo cual emergen las formas primarias de economía, lealtad y solidaridad social. Produce un “hecho social total”. En ese sentido el “don” genera vínculos de correspondencia, protección, hospitalidad y solidaridad. El trabajo de Roelf Foerter (1995) ha expuesto cómo la economía tradicional mapuche se basa justamente en las relaciones de reciprocidad. 44 El guillatún, rito convocante, constituye la piedra angular del congregacionismo ritual sobre el que se asentó la sociedad mapuche reduccional. En la concurrencia al rito se generaban las instancias de trasmisión religiosa, valórica (ad mapu), lingüística y económica. (Faron, 1969; Foerster, 1995)
Capítulo 3. Exégesis religiosa y reconstitución de una comunidad cúltica en la zona del lago Lleu Lleu
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que las que participaron en la ocupación. La red intercomunitaria de quienes se movilizan
por la tierra transmuta, por la celebración del ritual, en una comunidad de creyentes
amplia. En eso se juega también la legitimación de la reivindicación territorial. Las
expresiones religiosas, que antes de la movilización circulan como significantes espectrales,
adquieren sustancia en la lucha por la tierra. Como nos dijeron algunos militantes
entrevistados, la recuperación territorial es también una “recuperación cultural”, religiosa
y lingüística. La puesta en marcha de una política cultural en este caso es una política
religiosa: la lucha adquiere expresión esencialmente ritual. La transmutación de una red de
comuneros movilizados en una comunidad de creyentes permite superar el miedo y el
temor que despierta la lucha que se funda en lo que mencionamos más arriba: La
inestabilidad psicológica, vacío espiritual y moral, la anomía producida por la
desintegración religiosa.
La reconstitución de la comunidad cúltica en la celebración de sucesivos guillatunes
(antes, durante y después de las ocupaciones) tiene como consecuencia un
reposicionamiento de las figuras sagradas en el pensamiento de los comuneros del Lleu
Lleu. Divinidades, espíritus y seres sagrados de distinto orden son reactivados en ese
proceso; al mismo tiempo aumenta su eficacia ritual de la mano de una mayor valoración
de quienes asumen roles religiosos. Es decir, los vínculos que se generan entre quienes
participan en el ritual son más eficaces, más fuertes y duraderos. La rearticulación del
vínculo religioso es una manera de reactivar un vínculo esencialmente moral, que funda
pautas de elección y acción: en la religiosidad mapuche se trata de esquemas de
reciprocidad y solidaridad intercomunitaria, que en esta coyuntura quedan referidos al
respaldo de la lucha por la tierra.
Consideramos que el análisis de este proceso complejo, que va de la política a la
religión y de la religión a la política, debe ser realizado en detalle. Señalamos
anteriormente que son dos las dinámicas provocadas por la constitución de una
comunidad cúltica. Reposicionamiento de lo sagrado-mapuche en el imaginario de los
comuneros y una mayor eficacia ritual en términos de un fortalecimiento de los vínculos y
compromisos sustraídos por la participación del ritual. A continuación analizamos estos
dos elementos.
Capítulo 3. Exégesis religiosa y reconstitución de una comunidad cúltica en la zona del lago Lleu Lleu
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a. Comunidad cúltica y eficacia simbólica: Mapuche-sagrado/Wingka-profan(ador)
“Las cosas sagradas son aquellas que las prohibiciones protegen y
aíslan; las cosas profanas aquellas a las que se aplican estas
prohibiciones y que deben quedar a distancia de las primeras.”
(Durkheim, 1982)
La transformación de una articulación política intercomunitaria en una comunidad cúltica
expresada en la ejecución de ritos convocantes, el ngillatun, mingaco, palín, tiene como
efecto principal la restitución de las figuras sagradas de la religiosidad mapuche. Es decir,
produce “eficacia simbólica”45, impone significaciones religiosas para la interpretación de
lo real-social (en este caso la movilización por la tierra). Esto se logra, en buena medida,
porque al ritual en contexto de movilización concurren distintos agregados simbólicos, en
particular quienes detentan el capital religioso, los kimche. De hecho, unas de las primeras
tareas de la ocupación es restituir el espacio sagrado usurpado. Con la ayuda de los
kimche y los ancianos se ubican esos rehues (‘re=puro’, ‘hue=espacio’): un antiguo
guillatue (lugar donde se celebra el guillatún), un palihue (campo de juego), un
cementerio antiguo46. Se legitima la recuperación al reconstruir la historia de las
usurpaciones como profanación de lugares sagrados. En una de las caminatas por la
comunidad con Magdalena (40 años, hermana menor de Juan) nos indicó un cerro tren
tren (cumbre más alta a la que se le asigna cualidades sobrenaturales vinculadas a la
mitología) en un predio disputado. Nos dice que no pueden ir a ese cerro sagrado porque
es propiedad del wingka. Este redescubrimiento de espacios sagrados refiere a lo que
Mircea Eliade denomina “hierofanía”: “Todo espacio sagrado implica una hierofanía, una
irrupción de lo sagrado que tiene por efecto destacar un territorio del medio cósmico
circundante y el de hacerlo cualitativamente diferente” (1981). La hierofanía en la
45 El concepto de “eficacia simbólica” fue acuñado por Levi Strauss (1995). El autor parte de la premisa de que el universo no significa jamás lo bastante, tiene un excedente de significante. Lo real nunca termina por explicarse. De ahí que las prácticas religiosas, rituales y actividades mágico-sanadoras, operen sobre esa apertura de la realidad instalando el símbolo religioso, vinculando significantes y significados (cadenas de significación) para introducir marcos de referencia explicativos de la realidad (anudándolo). Para que haya eficacia simbólica deben cumplirse una serie de requisitos, que la creencia sea “fuerte” en la comunidad y que el vicario de esa creencia, el sacerdote, sea considerado legítimamente en cuento tal. Esto último es explorado por Bourdieu (1971) en sus estudios del campo religioso. El grupo sacerdotal debe detentar el monopolio sobre el lenguaje y técnicas religiosas, poseer “capital simbólico-religioso” para que en el conocimiento de la comunidad de su propio desconocimiento del lenguaje y artefactos religiosos legitime al representante, su carisma, su palabra y autoridad. Al cumplirse esas condiciones hay “eficacia simbólica” según Bourdieu.
46 En la comunidad anfitriona la comunidad recuperó un palitue y un guíllate que en la ocupación del predio de la Forestal Mininco, en 1996.
Capítulo 3. Exégesis religiosa y reconstitución de una comunidad cúltica en la zona del lago Lleu Lleu
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movilización por la tierra se trata de una manifestación de lo sagrado en espacios
profanos, en este caso en el espacio profanado.
Con la celebración del “guillatún de recuperación”, lo sagrado es traído a escena en
los aspectos discursivos de la liturgia: quien hace de sacerdote oficiante, el ngenpin
(‘dueño de la palabra’), también la machi y en ocasiones el lonko ruega a Chao Ngenechen
(divinidad central) para que traiga buenas cosechas. La liturgia del guillatún actualiza
multitud de creencias; la machi y su poder, los pulunkos (mensajeros de Chao Ngnechen).
También la creencia que el chedungun es el la palabra de la tierra, los seres espirituales y
de dios.
La identificación de espacios sagrados así como de seres espirituales y divinidades
que lo habitan y gobiernan implica la identificación de lo opuesto, lo profano. Este aspecto
es importante porque, como señala Durkheim (1982), la distinción litúrgica entre lo
sagrado y lo profano se internaliza en los participantes como un conjunto de normas y
prohibiciones para que el mapuche sea un reche (‘persona pura`). De esta manera, la
hierofanía en el redescubrimiento del ngillatue así como la indicación del carácter sagrado
del Chao Dios que tiene el poder de mandar buenas cosechas, revela el verdadero carácter
de quienes no participan de esos eventos. El chileno, el wingka, no sólo se ubica en el
espacio profano en su ausencia al guillatún, en esa condición están decenas de mapuche
que no han concurrido. Se revela, a nuestro juicio, o más bien se resignifica, al wingka
como un activo profanador. Distinción que por supuesto está constreñida por el contexto
de movilización por la tierra pero que sin embargo aparece como una interpretación
posible. De hecho, este desplazamiento del pensamiento religioso mapuche no es nuevo.
Durante el siglo XX se ha identificado, en clave religiosa, al wingka como el causante de
todos los males de la sociedad mapuche. Rolf Foester (1995) recoge relatos de la década
de 1960 en los que se afirma:
“sustraerse a todo tipo de relación con el huinca, de encerrar al mapuche en su
propio universo; y, por otro, que si el huinca simboliza lo impuro debe
necesariamente ser rechazado al interior de la cultura y de la vida del mapuche. El
a-huincamiento, el dejar de ser un RECHE (RE: puro; CHE: gente) es una ofensa a
NGENECHEN, quien la castigará. El mapuche debe entonces purificarse, expulsar
de sí al huinca, de allí también la exigencia de un comportamiento ritual adecuado
a esa necesidad: pureza en la vestimenta, en la bebida y en las ofrendas”.
Capítulo 3. Exégesis religiosa y reconstitución de una comunidad cúltica en la zona del lago Lleu Lleu
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Sucede entonces que aquello que venían diciendo los militantes en términos
políticos es traducido en el ritual “al lenguaje de la agencia humana, de las relaciones
interpersonales, de la moralidad y la pasión” (Comaroff & Comaroff, 2013). Las
plantaciones, la contaminación del lago, las usurpaciones, la pérdida de la religión y la
lengua simbolizan la profanación wingka. El wingka atenta contra el che (persona), roba el
mapu (`tierra`) daña a la ñuke mapu (‘madre tierra’), profana la creación del Chao
Ngenechen (‘Dios-donante`).
Enfrentado así el wingka con el mapuche, la disputa es interpretada míticamente
como la lucha entre el bien y el mal. Se trata de un principio cosmológico muy antiguo y
que pudimos observar está presente en el repertorio de muchos en el Lleu Lleu: el mundo
se rige por la oposición entre dos fuerzas (principio que como vimos, explica parte del
atractivo del pentecostalismo). Totalización que permite interpretar cualquier evento,
bendición o catástrofe, a partir de ese par antitético (Faron, 1969). “Todo fenómeno,
acontecimientos, cosas, objetos, etc., estarán contenidos dentro de una totalidad de
imágenes míticas del mundo” (Foerster, 1995). El mal tiene una manifestación clara en la
brujería según señalan nuestros entrevistados. En la envidia que nace en el mapuche al
awingkarse, volverse individualista y desear las riquezas del wingka.
“La brujería existe y en todos los pueblos existe. Existen como se le dice lo negativo
y lo positivo entre los mismos espíritus. Si se da entre los mapuche y entre los
wingka igual……Es parte de la vida en la tierra en la naturaleza existen espíritus
negativos. La machi sabe de eso” (Magdalena, 40 años) .
El wingka, en esta interpretación religiosa, está en el polo del mal. Es decir, en la
relación binaria nosotros/ellos adquiere características absolutas: es egoísta, contamina.
Magdalena señala que el wingka es “débil de espíritu”. Es vicioso, astuto, aprovechador,
individualista.
Creemos que esta elaboración religiosa debe leerse como un esfuerzo por sustraerse
del pensamiento wingka, de las categorías de percepción y apreciación del dominante que
la estructura colonial naturaliza. El mapuche, parafraseando a Bourdieu (1998), quiere
“pensarse en su propia verdad”, y para ello recurre a lo más propio e íntimo que tiene a
disposición: las distintas expresiones religiosas tradicionales que circulan en su territorio.
Esa reactivación de lo religioso, en el contexto de la movilización por la tierra, es a lo que
apunta la idea de una política cultural de las comunidades mapuche del Lleu Lleu.
Capítulo 3. Exégesis religiosa y reconstitución de una comunidad cúltica en la zona del lago Lleu Lleu
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b. Guillatún, comunidad y reciprocidad
Se juntan los indios en una corralón/con los instrumentos rompió una
canción/la machi repite la palabra sol/y el eco del campo le sube la
voz, le sube la voz. /El rey de los cielos muy bien escuchó/ remonta los
vientos para otra región/deshizo las nubes, después se acostó/Los
indios la cubren con una oración, con una oración. (Violeta Parra, El
Guillatún)
No se trata de que el presenciar la liturgia del guillatún, en la que se anuncia el poder-
donate de Chao Ngenechen, la capacidad de la machi para comunicarse con él y de un
sinnúmero de creencias conectadas, produce automáticamente la adhesión a la fe
tradicional mapuche. La internalización de la creencia es un proceso íntimo, subjetivo. Muy
probablemente entre los kimche la creencia, que es más antigua, sea más intensa. La
eficacia (religiosa) del guillatún no se basa únicamente en la actualización de la creencia
(simbolismo). Tiene que ver con la adhesión a ciertos principios morales que son ahí
consagrados y que por la lógica binaria participar/no participar del rito, produce que la
comunidad formada en torno al acepte y se imponga esos valores y normas. Entre antes y
después de la ejecución del guillatún se produce una diferencia en la realidad, un cambio
de status. Para Ángela, por ejemplo, el guillatún produce un instante de “reflexión”, de
“trabajo espiritual” y de conexión con la identidad. Los aspectos numinosos, inefables y
mágicos (la experiencia de revelación de lo sobrenatural) del guillatún no son tan
relevantes para ella como para la machi que se comunica con los pulunkos para conocer los
designios de Chao Ngenechen. Lo significativo para ella es que la participación en el
guillatún reafirma su compromiso con la comunidad de creyentes que es al mismo tiempo
una comunidad movilizada de modo que participar en ella es reafirmar el compromiso con
el proceso político que llevan a cabo.
Lo señalado en el último párrafo es para insistir en que no se trata de un retorno
de la creencia primordial. Si bien algunas entrevistas muestran que entre algunos -los
kimches por ejemplo- la creencia en los aspectos numinosos es intensa (que Chao Dios
manda a los pulunkos en el guillatún, que la machi recibe esa comunicación) la dimensión
actuante (eficaz) del guillatún no descansa en la conformidad intima, psíquica, de los
participantes respecto de la creencia.
Para el antropólogo Roy Rapport (en Thumala, 2007) el ritual es una “forma de
ejecución” que se caracteriza por una serie de afirmaciones y actos convencionales que
Capítulo 3. Exégesis religiosa y reconstitución de una comunidad cúltica en la zona del lago Lleu Lleu
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tiene un efecto performativo, transforma a quienes participan de él. Esta dimensión
actuante del ritual no depende de la proyección de estos actos sobre las mentes y
sentimientos, donde estaría la creencia de los participantes. En ese sentido Rapport señala
la distición entre creencia y aceptación: mientras la primera es subjetiva y determina la
aceptación de los aspectos numinosos del ritual, la aceptación tiene que ver con la
adhesión a los principios morales contenidos en la liturgia y que son discursivos, por
ejemplo: el mapuche ama a la ñuke mapu (‘madre naturaleza’) que es profanada por el
wingka. La aceptación no se juega en la conformidad mental con esos postulados, sino al
hecho de que al haber participado en el guillatún produce una conformalidad moral (y
política) a esos principios.
Esto es muy relevante para entender la relación entre religiosidad mapuche y
movilización por la tierra en el Lleu Lleu. No se trata de la afirmación ingenua que señala
que el mapuche se mueve en marcos de referencia centrados en su actividad espiritual, la
magia y su conección con la naturaleza. Aunque estos aspectos son fuertes en algunos, los
mapuche del presente son personas que ajustan, como todos, su acción a los marcos de
racionalidad instrumental. Su religiosodad, en cambio, se explica como un esfuerzo por
revitalizar religiosamente a una comunidad politica en función de un sistema de creencias
religiosas tradicionales. En ese sentindo, para el mapuche participante de un guillatun, la
experiencia produce liminalidad (Turner, 1988), reintegración del individuo en el espacio
colectivo, de la communitas. En la experiencia del ritual mapuche vemos la constitución de
tres espacios de communitas, en la caracaterización de Tuner. A) existencial o espontánea,
la experiencia personal y transitoria de unidad, de la que da cuenta el relato de Ángela
recién mencionado sobre el instante de reflección e identidad que produce el guillatun. B)
communitas normativa, que estructura una nivel moral y valórico permantente. Este nivel
se examina en lo que resta de este apartado, en la idea durkheimiana de las reglas de
comportamiento que intruduce la distintción entre sagrado/profano. Finalmente, c) una
communitas ideologica, que se organiza en torno a modelos sociales útopicos, donde el
pensamiento militante cumple una función primodial. Este último es analizado en el
capítulo final del texto.
En el apartado anterior vimos que los grupos intercomunitarios articulados en la
movilización por la tierra transmutan en una comunidad cúltica que reinstala,
simbólicamente, la distinción mapuche sagrado/wingka profanador. Vimos también que la
intensidad de estas creencias varía según las distintas agregaciones simbólicas al interior
de las comunidades mapuche. Por otro lado, los efectos religiosos no tienen que ver sólo
Capítulo 3. Exégesis religiosa y reconstitución de una comunidad cúltica en la zona del lago Lleu Lleu
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con la intensidad de la creencia sino con las consecuencias sociales de participar en los
rituales donde esas creencias se actualizan. En ese sentido, la distinción sagrado
mapuche/wingka-profanador adquiere una función particular en la comunidad cúltica
movilizada por la tierra en la dirección de lo que Turner llama communitas normativa. Para
Durkheim, la función principal del operador sagrado/profano es que reintroduce reglas de
comportamiento (de integración moral) para que el colectivo se coloque en el sendero de
lo sagrado y se aparte de lo profano. La obligación que sustrae el mapuche de propiciar al
Chao Dios para que asegure buenas cosechas en un predio recuperado no solo apunta a
restablecer el vínculo con lo divino sino a reforzar los vínculos entre la comunidad cúltica.
La articulación entre lo sagrado (Chao Dios) y el mapuche define unas relaciones de
prohibición y obediencia para propiciar a lo sagrado-mapuche y repeler lo profano-
wingka. Se activan clasificaciones acerca de la realidad, material y espiritual que son
reelaboradas en términos de pautas de conducta, de máximas y prohibiciones que
adquieren sentido preciso para el comunero en el contexto de la movilización por la tierra.
La expresión “la lucha es una defensa de la ñuke mapu”, que escuchamos en reiteradas
oportunidades en el trabajo de campo, es un ejemplo de aquello. La ñuke mapu es una
representación religiosa del espacio natural, es un don del Chao Dios. Quien participa en el
guillatún manifiesta la adhesión a esa máxima; es una responsabilidad contraída frente a
otros, que los vincula. En el polo opuesto se situa la expresión “El wingka discrimina a la
ñuke mapu” que nos señaló un informante cuando le preguntamos su opinión sobre las
forestales. Lo que caracteriza a ambas expresiones es la reconfiguración religiosa de la
distinción chileno/mapuche consecuencia de la puesta en marcha de un proceso de
recuperación territorial.
El guillatún en una recuperación territorial busca revitalizar la integración moral
(ad mapu) de las comunidades. La relación con lo sagrado en la religiosidad tradicional
mapuche se funda en esquemas de reciprocidad: Chao Dios o la ñuke mapu otorgan; el che
(‘persona’) tiene la obligación de propiciarlo por medio de sacrificios en el guillatún. “Las
contraprestaciones sacrificiales son deber moral y religioso para el mapuche (Foerster,
1995). El esquema de reciprocidad en el que se piensa la relación con lo sagrado constituye
al mismo tiempo una norma y obligación de comportamiento entre personas. La
hospitalidad, la obligación de dar comida, ayudar con trabajo (mingaco), dar alimento y
bebida a los jugadores de otra comunidad (palin), etc. Estas costumbres evidentemente se
debilitaron con la desarticulación del tejido intercomunitario en el contexto pos
reduccional. Justamente esto busca revertir el guillatún en una recuperación territorial, al
Capítulo 3. Exégesis religiosa y reconstitución de una comunidad cúltica en la zona del lago Lleu Lleu
81
restituir y fundar la alianza del mapuche con lo sagrado (y la obligación de propiciarlo), se
quiere sellar el pacto entre los miembros de la comunidad cúltica. Alianza que tiene un
sentido preciso en ese contexto: la solidaridad para resistir a la policía y para las jornadas
de recuperación productiva.
Al sentar la obligación religiosa de apoyar la lucha por la tierra, el guillatún señala
prohibiciones, comportamientos transgresores que se deben evitar. Justamente lo contario
a la solidaridad, aquello que se asocia a la impureza del wingka: el individualismo y la
envidia. En el contexto de la lucha esto se traducen en la prohibición de dejarse embaucar
por los proyectos del gobierno, de poner el interés wingka por sobre el interés del mapu y
el che. En la comunidad anfitriona la máxima expresión de esa transgresión es el
carabinero mapuche, el paco que es peñi. Para Eliseo representan la negación de la
identidad mapuche, una traición “…he conocido a hartos que son pacos, awingkados,
puta(sic), esos no conocen, no saben mapudungun, no saben lo que es un lonko, lo que es
el palín, no saben nada esos”. Eliseo nos dice que cualquier mapuche auténtico, puede y
tiene el deber de “retar a ese indio”, señalarle su amoralidad, de “actuar contra su
sangre”. Un caso similar que grafica la conducta transgresora desde el punto de vista de la
comunidad cúltica constituida en una recuperación territorial es el del lonko que no lucha.
“Porque hay lonko de una comunidad allá al lado que nunca ha tenido una experiencia de
lucha. Nunca. Entonces ese lonko, ¿qué piensa en su cabeza? ¿Pensará como mapuche?
Piensa como el sistema no más” (Eliseo).
Queremos presentar ahora un análisis detenido de cuatro creencias religiosas
tradicionales que cristalizan en marcha un proceso de exégesis colectiva donde se observa
eficacia simbólica (restitución de lo mapuche-sagrado y wingka profano) y construcción de
communitas (reforzamiento de los vínculos intercomunitarios en términos de los deberes y
prohibiciones que exige “la lucha”). Estas cuatro creencias son los “puntos de sutura” en
que la política y la religión se presentan imbricados y relacionados en términos de las
significaciones que atan a unas y otras.
Capítulo 3. Exégesis religiosa y reconstitución de una comunidad cúltica en la zona del lago Lleu Lleu
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3. El Dios que lucha
Un comunero nos dijo que cuando arriba el alba, piensa en el Chao Ngnechen y así obtiene
fuerza (newen) para enfrentar la jornada de trabajo. Como él, muchos en el Lleu Lleu
dedican sus pensamientos y plegarias a este ser que gobierna el Wenumapu47 junto a su
familia, compuesta por “cuatro divinidades” y también la Virgen María. Su poder se
extiende a la ñuke mapu (madre tierra) por medio de los ngen (‘espíritus de la naturaleza’)
y los pulunkos (sus mensajeros). Chao o Chau significa padre en chedungun, lo que para
algunos antropólogos indica el carácter sincrético de esta creencia. El Chao Dios, según
nos explican los kimches, es el mismo Jesucristo. A los militantes en cambio, esa
identificación con Cristo les molesta: en sus explicaciones el Chao Ngenechen está en todas
las expresiones de la ñuke mapu en una suerte de panteísmo. “No sólo en el cielo”, es una
divinidad omnipresente que se refleja y existe en todo el medio ambiente. En lo que todos
concuerdan es en que Chao Ngnechen48 es un ser donante del cual se esperan los
mayores y más importantes beneficios. A él se le reza íntimamente y se le piden favores
en diversas actividades (al modo del dios cristiano). Se cree en su poder de otorgar, ya que
el de él se recibió la tierra, el lago, el bosque nativo, los ríos, el cereal, la vestimenta,
nemel (‘palabra’), el idioma, el sueño revelador (peuma) el perimontun (visión
sobrenatural, relevadora). Según Margarita, lawentuchefe (‘médica’, 80 años), todo en la
vida ha sido otorgado por Chao Ngenechen, el “poder” que ella tiene (de recibir en el
sueño peuma y en visiones recetas herbáceas para sanar enfermedades, el lawen) es un
don que dios otorga a quienes honran el regalo, quienes “tienen creencia y cariño y
graban lo que dios dice”.
La figura de Chao Dios es central en el guillatún. En tanto ser donante sólo de él se
puede esperar que las cosechas sean buenas. Pedirle en el contexto de una recuperación
productiva que las cosechas sean buenas comporta una serie de significaciones
adicionales. De los relatos de los entrevistados, militantes, kimches, comuneros y
simpatizantes acerca de Chao Ngnechen y su manifestación en los guillatunes en
recuperaciones territoriales se observa que hay una multiplicidad de expectativas,
preocupaciones, discursos y creencias que se traslapan, yuxtaponen. Entre los kimches, por
47
“mundo ordenado, simétrico y equilibrado que conecta el mundo físico y el mundo sobrenatural donde habitan hombres, animales, espíritus y dioses” (Foerster, 1995) 48 Ngnechen es una divinidad muy antigua y central en todo el territorio mapuche. Entre las comunidades de la zona de los lagos (Villarrica, Calafquen), se lo llama Mapungnechen y a él se le dirigen las súplicas. Entre los Huilliches de San Juan de La Costa se le denomina Chao Dios; en el área e lago Ranco Chao Ngnechen. Entre los pehuenche del Alto Bio Bío los dioses a los que se dirigen las oraciones y se invoca en los ritos son una pareja compuesta por Chau (que significa padre) y ngenechen. Otras denominaciones son El Chen Chau, y ngenemapun Chau.
Capítulo 3. Exégesis religiosa y reconstitución de una comunidad cúltica en la zona del lago Lleu Lleu
83
ejemplo, hay incertidumbre: la gente del Lleu Lleu estuvo mucho tiempo sin hacer
ngillatun, Chao Ngenechen puede estar enojado. La recuperación puede no contar con su
protección ante los carabineros y los empresarios. Pero él puede terminar con la
incertidumbre. En su trance durante el guillatún, la machi logra comunicarse con los
pulunkos (‘mensajeros de Chao Ngenechen`); puede hacerlo porque la comunidad
reconoce que ella tienen newen, además es hablante de chedungun, que es la lengua que
utilizan los pulunkos. En los relatos de un comunero, Chao Ngenechen, por medio de sus
pulunkos, dice estar molesto, enojado; amenaza con irse de la ñuke mapu, “no le gustan
que le tengan tapado de eucaliptus”. Su mayor obsequio, la tierra, ha sido profanado por el
wingka. Los pulunkos se sienten mal , “están enfermos”, según recuerda Eliseo del último
guillatún. Se sienten mal porque las plantaciones, la contaminación, el wingka y sus
costumbres están secando los ngen (espíritus) de la ñuke mapu. La tierra se está muriendo
y los seres sagrados que ahí habitan también. El mapuche es responsable por no detener al
wingka y su profanación, al introducir su punto de vista, sus costumbres y su religión en la
ñuke mapu.
En otros relatos, el mensaje que traen los pulunkos es optimista pues se anuncia la
voluntad de Chao Dios: restituir la tierra tal y cual él la dejó, limpiarla. “Recuperar la
tierra”, significante de la lucha, es recuperar a Chao Ngenechen. En palabras de Margarita
(80 años) ese el deseo profundo de Dios: “porque ellos quieren su naturalidad en su tierra,
lo natural. Y por eso estamos haciendo lo que estamos haciendo, queremos recuperar
nuestro küpalme49 (…) que dios dejó po’, naturaleza en la tierra. Que se mantenga, porque
nosotros tenemos muchas cosas naturales en la tierra”. Que se la vuelva a utilizar como él
indicó, para plantar, cosechar, no para llenarla de plantaciones y contaminarla. Esta
posición escatológica de restitución del orden sagrado en la tierra, circula en las
comunidades y nutre de significado religioso la lucha por la tierra. Para algunos militantes
el mensaje de los pulunkos ha sido claro, directo, “hay que expandir nuestros territorios”.
El wingka no puede seguir pisoteándonos. El wingka no triunfará. No será capaz de
destruir al mapuche y a su tierra sagrada porque Chao Ngenechen defiende a sus “hijos
mapuche”.
Para Domingo, un comunero de 44 años que ha participado en la recuperación
territorial de su comunidad, es claro que han contado con la ayuda de Chao Ngenechen. Él
49 el küpalme es el nombre que muestra el origen y linaje de donde proviene la persona. Es lo que en la cultura occidental se llama apellido. También muestra el tuwün de la familia (territorio), su lugar de origen. De esa manera es posible saber de qué parte del Wallmapu o territorio mapuche proviene. Nuestro pueblo tiene muy claro de dónde viene y sabe de su pertenencia a la mapu. Nuestro nombre nos señala como hijos de esta tierra.
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manda el pillan y hace que el pillan suene. “Según mi mamá me ha dicho de que significa
de que afirma la ñuke mapu. O sea cuando hay pillan da newen a la tierra, a la ñuque
mapu”. Juan, werken de la comunidad y ex militante de la CAM, ha participado en muchos
“guillatunes de recuperación” y ha sido gestor de los que se han organizado en su propia
comunidad. De las machis que decodifican a los pulunkos ha escuchado la voluntad de
Dios: “se va a lograr recuperar la tierra”, “costará, van a haber muertos, pero ustedes lo
van a lograr”.
¿Qué significan estas apariciones del Chao Dios en el guillatún celebrado durante una
recuperación territorial?
La movilización por la tierra hace emerger una comunidad cúltica que restituye la
figura sagrada de Chao Ngenechen. Su figura, que se mantenía latente, silenciosa y
ofendida, según los kimche, es forzada a hacerse presente en la lucha por la tierra. De esta
manera, queda atada a la contingencia y a los discursos que circulan para explicarla. Se
busca entonces la consagración de “la lucha”, reconstruirla como un relato mítico, del
enfrentamiento del bien contra el mal. Dicen en las comunidades:
“Dios nos ayuda, hemos recuperado la tierra, resistido los allanamientos y la
violencia policial. Él quiere sus espacios sagrados y nosotros le rogamos en el
guillatún como él ordena. ¿Cómo podría el Chao Dios abandonar a su pueblo en
esta lucha para recuperar la ñuke mapu? No es sólo por nosotros, está lucha es de
él”.
Al mismo tiempo, como vimos, la lucha re-consagra el espacio50, las hierofanías del
Chao Dios en la ñuke mapu. Dios en la tierra corresponde a una multiplicidad de ngens
(espíritus) que se identifican con lugares específicos: una cascada, un cerro, un bosque, un
río. Antiguamente, dicen los entrevistados, el mapuche iba a esos lugares y
experimentaba la presencia de Dios. Con la instalación de las forestales, muchos de esos
lugares fueros destruidos, alterados y contaminados. El mapuche se había olvidado que ahí
50 El análisis de la relación entre “espacios” y movimientos sociales está cargada teóricamente y tiene una vasta tradición que se retrotrae a los estudios de Georges Lefebre. En América Latina destaca el análisis de Ulrich Oslender, quien en su estudio sobre las comunidades negras del Pacífico colombiano da cuenta de los “espacios de resistencia” que se “articulan sus espacios de representación, ricos en simbolismos, significados y conocimientos locales, y desafían a las representaciones del espacio dominantes, que han producido el Pacífico como un espacio legible homogéneo a través de una lógica de visualización hegemónica, expresada material y discursivamente en la implementación de los varios proyectos de desarrollo para la región.” (Oslender, 2002) Los espacios son muy importantes para los movimientos étnicos en tanto movilizan “estructuras de sentimientos” vinculadas al espacio/lugar que permiten reafirmar la identidad en oposición a la alteridad dominante.
Capítulo 3. Exégesis religiosa y reconstitución de una comunidad cúltica en la zona del lago Lleu Lleu
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estaba Dios, dicen los kimche. Esos espacios sagrados son reinstalados con la restitución de
Dios en el guillatún y en ese acto evidencian la profanación del espacio sagrado, de la
maldad del wingka. Están ubicados en las tierras wingkas y forestales. Otra razón, dicen,
para recuperarlos. Ángela señala sobre los ngen: “ellos tienen que estar con nosotros”.
Prueba de ello es que se ha recuperado tierra, “que los procesos se han ganado y se ha
llegado a buen fin”. En este ámbito su discurso militante (basado en la estrategia y la
acción política) da paso a un relato místico:
“los pulunkos tienen conexión con todos los mapuche y por ello quizás que se da
todo el levantamiento de aquí y allá y es como una necesidad de la tierra de
levantar esa gente yo creo. Porque en todos lados está ese despertar, yo creo que
la tierra está ya muy dañada, que quiere reaccionar de alguna manera y enviar su
gente po’, para hacerlo”.
De hecho, hay evidencia etnográfica de ese despertar de Chao Dios en distintas partes
del Wallmapu. La antropóloga Ana Bacigalupo describe los “guillatunes de guerra” que se
realizan en las recuperaciones territoriales como eventos en que la machi llama a los
espíritus y ancestros para que protejan a los nuevos guerreros-weichafes y los ayuden a
derrotar a los intereses oscuros y depredadores que hay detrás de las empresas forestales.
Durante el guillatún, las machi relatan historias cargadas de imágenes acerca de los
guerreros míticos mapuche y rezan para que los espíritus y ancestros puedan volver a
habitar por su territorio ancestral hoy profanado por el wingka protegido por el Estado.
“She resignified traditional rituals in political terms, gaining the support of ancient warriors
to battle the spirit of neoliberalism.” (Bacigalupo, 2004)
4. Sobre el peuma o del ensueño en la tierra recuperada
Margarita (80), hablante y lawentuchefe (‘médica`) sabe de muchos lugares en el Lleu Lleu
habitados por ngen. Lleva años lamentado su profanación por las forestales y el wingka.
Margarita interpreta la movilización por la tierra esencialmente como restitución del orden
natural entregado por Dios.
“Eso lo está pidiendo Chao Ngnechen. Porque uno, en sueño y así tiene contacto,
él pide, porque ‘tamos castigados por causa de las aguas que se están secando.
Tenemos nosotros en la tierra un Chao Ngenechen, que se le dice menoko
Capítulo 3. Exégesis religiosa y reconstitución de una comunidad cúltica en la zona del lago Lleu Lleu
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(‘espíritu del agua’), dueño de las aguas y eso. Ello no le gustan que le planten
eucaliptos que le planten pinos no le gusta. Porque ello quieren su naturalidad en
su tierra, lo natural”.
El destino de ese relato onírico, según la costumbre en el Lleu Lleu, es contarlo entre
los familiares, amigos y cercanos. Ella, un kimche, cargada de newen (‘poder’ o ‘fuerza`)
entrega su interpretación de su peuma y ésta es generalmente aceptada. Para quienes no
detentan el newen que ella posee, el peuma (´sueño´, ´visión´) contiene un excedente de
significante: quién aparece en el sueño, dónde, qué sucede, el tiempo en que sucede,
etcétera. No siempre son claros, por eso entre familiares y amigos se los relata e
interpreta; se comparten y colectivamente se buscan sus significados. Es un tópico
constante, en cualquier conversación. Resulta ilustrativa la siguiente nota de campo:
Juan mira a su hermana Magdalena y a su mujer Ángela. Están presentes su hijo
Mawulican y sus sobrinos veinteañeros. ‘Ayer me soñé con mi papá’. Lo dice sin
tener claro el significado, buscando que alguien ayude a interpretarlo
correctamente. Nadie tiene nada que decirle (12 de agosto, 2013).
El peuma es una experiencia religiosa personal, no requiere de un ritual intermediador.
Genera certeza religiosa a nivel cognitivo. Hay sueños que revelan el newen de las
personas: es el caso de los kimches, gente que sueña en chedungun y cuya experiencia
onírica es muy valorada. Los kimches interpretan los sueños como un evento mágico. El
sueño revela el futuro, predice (oniromancia). Para Foerster (1995) la creencia en el
peuma entre los mapuche es un hecho muy relevante. Se lo concibe como un don
otorgado por Dios que permite interpretar el sueño como instancia de comunicación con lo
sobrenatural, un portal a lo sagrado. La creencia en el peuma como evento sobrenatural
permite la actualización de creencias religiosas centrales. Se sueña con los ancestros,
aparece Chao Ngenechen y se puede visitar el Wenumapu. Para el autor eso evidenciaría
la estructuración de la religiosidad mapuche en su psiquis. El cristianismo, en cambio
estaría menos incorporado al pensamiento mapuche, sería más superficial. Aquello es
“expresión de la estructuración de lo psíquico en la cultura”.
No todos acceden a sueños con Chao Ngenechen o el Wenumapu. Algunos ni siquiera
sueñan con los abuelos; otros tantos no sueñan absolutamente nada. Quienes tienen esa
capacidad portan newen, tienen un “poder” otorgado directamente por Chao Dios. Es el
caso de chamanes y médicas (machis y lawentuchefes). Ambos roles son de hecho
Capítulo 3. Exégesis religiosa y reconstitución de una comunidad cúltica en la zona del lago Lleu Lleu
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iniciados ante la comunidad por la existencia de un sueño sobrenatural51. El peuma
rebosante de newen que valida a un o una joven para hacerse machi conduce a una
experiencia mística relacionada, el perimontun, una visión onírica, fantástica y
presagiadora que indica la vocación impuesta por lo sobrenatural. En el perimontún se
presentan los ngen (‘espiritus’), y se recibe un kimun (‘conocimiento’) que los hace
kimche.
Margarita nos contó que fue bendecida con una clase de sueños “de una belleza muy
grande”. Es un don que todos saben que tiene. “Yo más menos para que usted lo sepa, yo
tengo un poder, por haber sido hija de una machi, ese poder le queda a uno”. Estar
emparentado sanguíneamente con un machi es un indicador favorable de la posición del
don, de poder o newen. En sueños ella recibe el lawen: conocimiento etnobotánico que la
dota de experticia terapéutica con hierbas medicinales. Margarita cuenta que cuando
alguien cercano se enferma ella recibe en sus sueños a una “machi muy hermosa” que le
indica qué enfermedad tiene la persona, qué hierbas y materiales necesita y en qué
bosque, arbusto o vertiente se encuentran. Además le muestra cómo prepararlas y
emplearlas para sanar al enfermo. Mucho de ese conocimiento probablemente fue
transmitido en vida por su madre machi. Margarita interpreta ese conocimiento como un
regalo íntimo de dios: “este sueño no es pa todas las personas, dios elije una sola persona
para… No totales, porque hay personas que tenimos creencias y hay no”. De ahí que, por
ejemplo, no acceda a relatarme un sueño recurrente donde aparece la familia de Chao
Ngnechen. Hacerlo es profanar el sueño, lo que para ella significa enfermarse, tener
dolores muy fuertes. La enfermedad es prueba también de que el don y el newen recibido
implican la interrelación con el mal (de los espíritus malignos wekufes). Por eso un machi
puede eventualmente hacer el mal, como sucede en el relato de Eliseo. Margarita dice ser
muy enfermiza, como consecuencia del don que recibió; ejercer de machi para ella es
imposible, significaría exponerse a grandes padecimientos. Se siente cómoda en cambio
en su rol de lawentuchefe, atendiendo a sus cercanos y conocidos. Y para quienes la
conocen se trata de una mujer muy sabia, “con harto newen”. Es hablante del chedungun,
una mujer que dicen “está en la cultura” conoce la religión mapuche. Es un kimche.
Desde niña, Margarita experimentó la escasez de tierra en las comunidades. Junto a su
esposo se hicieron inquilinos en un predio que fue vendido a una forestal. Ellos conservan
51 La persona que tiene reiteradas veces estas experiencias oníricas debe visitar a un machi para que éste detecte sus poderes y decida si será o no su discípula; generalmente son personas muy enfermizas, sujetas a alucinaciones, con comportamientos diferentes desde la infancia. Nadie puede decidir por sí mismo ser machi.
Capítulo 3. Exégesis religiosa y reconstitución de una comunidad cúltica en la zona del lago Lleu Lleu
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cerca de 15 hectáreas donde junto a sus hijos, nietos y sobrinos formaron una comunidad
hace un par de años. Tuvieron que hacerlo para que la CONADI interviniera y no los
expulsaran del lugar en que vivieron los últimos 60 años. Para que la comunidad tuviera
un espacio donde cultivar hortalizas y criar animales, poco después ocuparon un predio
colindante, de unas 10 hectáreas, propiedad de la forestal. Antes y durante la ocupación
Margarita relató a sus cercanos y a los colaboradores distintos sueños. Primero, el menoko
avisaba que se “estaba yendo” a causa de las plantaciones de eucalipto. Cuando hicieron la
ocupación, ella le pidió a Chao Dios que “cooperara, que no lo deje botada”. Unos días
después tuvo un sueño premonitorio. En él se veía a sí misma en el predio que ocupan,
acompañada de gente: “yo ‘toy aquí tapada de gente. Pero todo venía de arriba la gente.
Entre mujeres y hombre. Pero puro mapuche. Y la malen (´mujer´) vestía todo como
corresponde”. El ensueño de Margarita, y el efecto de su relato entre su familia, contiene
al menos dos aspectos a considerar. En primer lugar, la interpretación de los kimche,
escatólogica¸ que vincula la recuperación territotiral con el restablecimiento del orden
natural y cultural primordial tal y como fue entregado por el Chao Dios. A eso refiere la
figura de “los hombres y mujeres que vienen de arriba” y la voluntad de los ngen de
restiuir “su naturalidad en la tierra”; finalmente el deseo de que el mapuche “vuelva a
vestir como corresponde”, a hablar su lengua y restituir su religiosidad. El segundo aspecto
es el efecto que el ensueño tiene entre todos quienes lo escuchan, en particular entre los
jóvenes y los militantes. El ensueño de María permite consagrar la movilización por la
tierra de modo que la acción política y la acción trascendente de los seres espirituales
quedan al mismo lado de la ecuación. Esa sutura entre el ámbito religioso y el político
tienen efectos al otro lado de la ecuación, en los atributos que refieren al wingka colocado
como figura de profanación. En el siguiente capítulo veremos como ese desplazamiento de
lo religioso a la político permite reconfiguar al winka como una alteridad absoluta, como
un enemigo político.
En el trabajo de campo escuchamos muchos relatos de oniromancia en el peuma.
Este tipo de sueños expresan que la relación entre religiosidad y política no está exenta de
tensiones y disputas. El sueño es misterioso y enigmático, sobre todo si se trata del de un
kimche o una machi. Muchas veces ambiguos, generan incertidumbre: no hay claridad en
el designio, no se logra aclarar la voluntad de lo divino respecto, por ejemplo, de una
acción de ocupación. Generan vacilación respecto a si participar o no en ella. Enfrentan,
generalmente, a los militantes y los kimche en sus esfuerzos por reclutar apoyos para la
ocupación.
Capítulo 3. Exégesis religiosa y reconstitución de una comunidad cúltica en la zona del lago Lleu Lleu
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Hay sueños que son antesala de una tragedia. Durante el tercer viaje a la comunidad
anfitriona, cuando llegamos a la casa de Juan y Ángela, todos comentaban la muerte de
Rodrigo Melinao. Relacionaban el hecho a los extraños sueños que ella había relatado días
antes y que le habían generado una fuerte sensación de angustia. De alguna manera
Ángela había sido advertida, pero no tenía cómo descubrir dónde, cuándo y quién se
enfrentaría a un desenlace fatal. En otro caso, cuando lo religioso parece alineado con la
política, circulan relatos de sueños premonitorios que hablan del éxito de una ocupación.
Aquellos donde los peñis aparecen trabajando la tierra y ocupando la casa del cuidador. En
ambos tipos de sueños premonitorios, no obstante, lo sagrado queda fortalecido, dado
que muestra su poder, misterio y determinación sobre los sucesos de la vida diaria.
Hay, finalmente, otro modo en que sueño y política se cruzan en los relatos del Lleu
Lleu. En el peuma se revela el verdadero rostro de las personas que el mapuche conoce,
sus intenciones ocultas, sobre todo de un wingka. Quien tiene la capacidad de hacerlo -
recuérdese que la capacidad de soñar sólo la tienen algunos- debe pensar en la persona
antes de dormirse. Durante el trabajo de campo me tocó ser escudriñado en el peuma en
dos ocasiones. La primera vez ocurrió tras solicitar a un joven comunero que intercediera
para entrevistar a su padre, quien es reconocido como un perfecto hablante del
chedungun. El hombre, quien no tiene buenas relaciones con la familia que nos recibe en la
comunidad, contestó que antes tenía que “soñarse conmigo para ver si aceptaba que lo
entreviste”. Desconozco si sucedió; finalmente fue persuadido por un dirigente rival de la
comunidad para que rechazara mi solitud. Yo era wingka, podía ser perfectamente un
“tira” (Policía de Investigaciones), aunque se trataba de mi tercer ingreso a la comunidad y
contaba de la plena confianza de la familia que me recibía. En la segunda ocasión fui
transportado al sueño de Ángela, quien durante un almuerzo junto a unos seis familiares y
amigos me dijo que me había visto en un sueño “vestido de milico”. Hubo silencio. Pude
zafar con un chiste que no recuerdo. Ángela consintió en no darle una interpretación
literal; confiaba en mí. El punto, a mi juicio, era que en el sueño quedaba clara mi identidad
wingka. Lo interpreté como una declaración de confianza condicionada: en tanto wingka
podía esperarse que eventualmente me comportará como tal.
5. El mensaje de los abuelos
Lo que hemos intentado mostrar hasta aquí es que la interpretación religiosa de los
eventos y sucesos es plausible para el mapuche del Lleu Lleu. Esto no quiere decir que la
totalidad de su acción remita a marcos de referencia “comunitarios”, “tradicionales” o
Capítulo 3. Exégesis religiosa y reconstitución de una comunidad cúltica en la zona del lago Lleu Lleu
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“mecánicos”. Lo religioso se yuxtapone a lo instrumental (moderno) en la psiquis de los
comuneros (como sucede también en la mayoría de las sociedades modernas); se recurre a
ambas formas de pensamiento constantemente. En particular algunos sucesos, como el
nacimiento y la muerte, los ciclos anuales y laborales, o la envidia, entre otros, constriñen
el pensamiento del comunero de modo que éste recurre a un marco de referencia religioso
para ordenarlos, integrarlos y explicarlos. En consecuencia, no es extraño que el evento
más significativo en la historia de los últimos 30 años de la zona del lago Lleu Lleu, a saber,
la movilización por la tierra, suscite una necesidad imperiosa por aprehenderlo sin
reproducir el punto de vista wingka (racional legalista). La movilización por la tierra recurre
al pensamiento militante, que es racional (estratégico) e ideológico; también al
pensamiento místico (religioso) de los kimche. Ambas explicaciones circulan entre
comuneros, simpatizantes y participantes de la movilización por la tierra. Constituyen
repertorios disponibles para involucrarse en la movilización. Empero, la virtud del punto de
vista religioso tiene que ver con sus efectos simbólicos: consagra la lucha al restituir lo
sagrado e integra a los participantes de la movilización al convertirlos en miembros de una
comunidad cúltica.
Vimos más arriba que la religiosidad mapuche subsiste en su estructuración en la
psiquis (e inconsciente) del comunero. El peuma es una prueba de ello; la experiencia
onírica, que comporta normalmente un excedente de significante, suscita la interpretación
religiosa. El sueño se opone a la vigilia; en el segundo el mapuche se debate entre la
necesidad, el cálculo, la subsistencia y lo religioso. En el sueño, en cambio, el mapuche se
sustrae de este mundo y se expone a las fuerzas ocultas que gobiernan el mundo: las
divinidades, los espíritus (‘ngen’), los brujos (‘wekufes’) y los muertos (‘kuifiches’).
En el Lleu Lleu hablan de los “abuelos” para referirse a los ancestros directos que han
fallecido, sobre los que se cree siguen existiendo en alguna parte entre este mundo (‘ñuke
mapu’) y el mundo de los seres divinos (‘Wenumapu’). Para Foerster (1995) el papel de los
ancestros en la religiosidad mapuche es la de mediadores, intercesores entre los hombres
y las divinidades. Junto a otros espíritus recorren la tierra para ayudar a sus descendientes.
Los vivos se relacionan con ellos en base a un esquema de reciprocidad: deben ser
propiciados para no caer en las redes de un wekufe (´brujo´). Hay formas rituales y otras
personales en la que se manifiestan los abuelos. La forma ritual de contacto es el
machitún: la machi pide su intersección en sus sanaciones, para luchar contra el mal que
causa la enfermedad. Desafortunadamente en el trabajo de campo no escuchamos relatos
acerca de machitunes en los que se invoque a los abuelos, por lo tanto no sabemos si es
Capítulo 3. Exégesis religiosa y reconstitución de una comunidad cúltica en la zona del lago Lleu Lleu
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una práctica religiosa presente en el Leu Lleu. Los relatos hablan de dos formas de
contacto “íntimo” con los abuelos. La primera se desarrolla como un diálogo interno, como
un rezo en el que se les solicita protección y ayuda en las cosechas, para el nacimiento de
un niño, en la enfermedad, etc. La segunda forma de contacto es el peuma. Quien es
“bendecido” con la visita de un abuelo en el sueño manifiesta un don. Su visita produce un
sentimiento de bienestar, de renovación de la creencia y de seguridad. El contacto con los
abuelos entrega newen. Como todo “don”, los mensajes y el newen que obtiene quien
recibe a sus “abuelos” en el sueño exige una contraprestación, ser devuelto. Propiciar a los
muertos comienza con la obligación de darles funeral y sepultura adecuada (que en el Lleu
Lleu tiene características de funeral cristiano, no encontramos evidencia de que se
practique el antiguo ritual del awn o rito funerario tradicional). En el relato de una
entrevistada (40), ella significaba el peuma con su padre fallecido como una deuda: debía
ir a visitar su tumba, hacerle ofrendas y pensar en él. No había podido hacerlo porque su
padre estaba enterrado en un cementerio cerca de Temuco y no disponía de los medios
para ir. De esa deuda se originaban los sucesivos sueños que tenía con su padre.
Queremos, a continuación, exponer y analizar los sueños de Eliseo con sus abuelos.
Sueños profusos y lucidos, que él recuerda en todos sus detalles y relata comúnmente a
sus cercanos. El peuma de Eliseo con sus abuelos muestra, a su corta edad, la
estructuración de los esquemas de reciprocidad en su pensamiento a la vez que una
lectura (en esa clave) del proceso de movilización por la tierra de su comunidad, donde él
ha sido un activo participante. Su capacidad de soñar, o la creencia que comparten él y sus
cercanos de esa capacidad, se nutre de la presencia entre sus ancestros, de un machi que
fue muy respetado y temido por sus coetáneos. Faron (1968) observó que la presencia de
los kuifiche (ancestros) en el peuma y el machitún, simboliza la mantención de las
tradiciones y la moral (ad mapu) que ellos transmitieron. Al mantener la costumbre
mapuche (lengua, religión, ritos, costumbres y valores) se propicia y honra (hay
reciprocidad) para con ellos. Por el contrario, alejarse de la costumbre produce que: “los
vínculos se rompen a causa de alguna infracción al código moral causada por herederos,
ellos peligran de ser atrapados por los brujos y forzados a realizar malos actos en la noche”
(ibid).
El peuma de Eliseo replica esa estructura. Sueña con sus abuelos, incluso con sus bis y
tatarabuelos, a quienes no conoció pero de los que ha escuchado relatos e historias. Se le
aparecen “jóvenes y consecuentes”, ocupando su tierra, trabajando, riendo, celebrando
ritos; aparecen como mapuches correctos y puros (reches). En sus sueños el territorio está
Capítulo 3. Exégesis religiosa y reconstitución de una comunidad cúltica en la zona del lago Lleu Lleu
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libre de wingkas; evoca un pasado mítico (el tiempo de antes de la pacificación). Sus
abuelos muestran orgullo y seguridad, ausencia de temor. El peuma con sus abuelos
involucra típicamente un mensaje, señal, advertencia y recordación del deber: preocúpate
por tu familia y tu tierra. “Te dicen no peliei’ con tu familia, aunque tengan diferencias
tienen que quererse siempre porque son de la misma sangre”; “no dejas botada la tierra,
trabájala, es lo más importante”; Le recuerdan su deber de respetar y escuchar a su madre
y a sus tíos mayores: “síguelos en lo que hacen”.
Ese mensaje adquiere un sentido específico en el contexto de la movilización por la
tierra. La obligación de seguir a sus tíos maternos, militantes y dirigentes de la comunidad
que han gestado la recuperación territorial y que han estado presos. Seguirlos a ellos, es
más importante que la ley wingka, nos dice. Para Eliseo es claro que sus abuelos le están
diciendo que seguir y respetar a sus mayores, así como “no dejar la tierra” significa “sigue
con tu pensamiento de lucha”. De esta manera, la disputa por la tierra queda colocada
como la “deuda”, la “contraprestación” que él debe cumplir para honrar y propiciar a sus
abuelos. Lo relevante es la estructura en que se manifiestan. Familia y tierra (elementos
centrales del ad mapu) aparecen y se atan simbólicamente a la “recuperación territorial”
en la experiencia religiosa del peuma con los abuelos. Más relevante aún, se refuerzan sus
vínculos para con sus tíos y la comunidad político-religiosa de la que forman parte. Todo lo
anterior produce el convencimiento de que la lucha por la tierra es también, en un orden
misterioso difícil de explicar, la lucha de los muertos.
6. La palabra (dungu) de dios en la recuperación territorial
El chedungun, nombre que recibe la lengua vernácula en la zona del Lleu Lleu, es uno
de los dones preciosos que el Chao Dios le entregó a la persona (‘che’). Es la lengua que él
mismo habla, con la que se comunica con los otros seres divinos del panteón y que algunos
animales, lugares y cosas, habitados por sus ngen, también utilizan. Como nos señaló
Margarita (80 años), hablar la lengua es honrar el don recibido. A ella le gusta hablar en
chedungun con sus amigos y familia porque “esa es la lengua que Dios nos dejó y que
hablarla es agrado en Dios”.
Capítulo 3. Exégesis religiosa y reconstitución de una comunidad cúltica en la zona del lago Lleu Lleu
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La pérdida de vitalidad de la lengua por la prolongación de la situación colonial y el
efecto de lo que Bourdieu llama “unificación del mercado lingüístico52” (Bourdieu P. , 2002)
lleva a que sólo un pequeño segmento en las comunidades (cercano al 20%) sea hablante
de la lengua. Entre quienes lo hacen, se trata sobre todo de las personas mayores,
pertenecientes a núcleos familiares que, vía materna, han transmito esos roles religiosos
(chamanes, médicos, sacerdotes) intergeneracionalmente. Incluso antes de la movilización
por la tierra ese grupo representaba “el último baluarte de la cultura” y en cuanto tales
eran valorados en las comunidades, incluso por los evangélicos, como sabios (‘kimche`). En
términos sociológicos, el status de hablante confiere capital simbólico. En un trabajo
etnográfico en el que comparamos representaciones religiosas en torno a la lengua de la
zona del Lleu Lleu y la zona Pehuenche del Alto Bío Bío (donde también se denomina
chedungun) un viejo pehuenche de 80 años, reconocido kimche de la zona, nos recitó en su
lengua un pasaje que se traduce de la siguiente manera: “chedungun les será entregado a
ustedes, así tendrán conocimiento de Chao Ngnechen, como han sido dejados, tendrán
acceso al conocimiento por el chedungun” (Alvarez & Ojeda, 2014)53 .
52 El sometimiento político, económico y cultural del territorio mapuche implica, en esta lógica, la unificación del mercado lingüístico y la imposición de unas relaciones de fuerza lingüística en su interior. Cada interacción lingüística expresa, desde este punto de vista, una posición en un sistema de relación de fuerzas lingüística. Una de las consecuencias de la anexión del territorio mapuche fue la anexión lingüística de población. Control sobre los medios de producción y reproducción lingüística por parte de la oligarquía blanca hispanohablante. El resultado es el desplazamiento funcional del mapudungun en tanto no participa de los mercados lingüísticos regulados por el Estado; la escuela, las instituciones estatales, fuerzas policiales, etc. En eso descansan las condiciones de dominación lingüística del castellano sobre el mapudungun. La legitimación de esa situación vía ideologías que naturalizan (ámbito de las ideologías lingüísticas), la relación castellano (origen europeo)-nación chilena. La acción ideológica de la escuela es fundamental en tanto impone el reconocimiento universal del castellano. Ahí se cautela el aprendizaje y uso de la lengua correcta mediante el sometimiento universal al examen y sanción lingüística. Más importante, el sistema escolar chileno logra legitimar la distribución desigual del conocimiento del castellano estándar y al mismo tiempo legitimar la distribución mucho más homogénea del reconocimiento de la legitimidad esa lengua. En dicha función la escuela contribuye a la legitimación del habitus lingüístico dominante mostrando que las competencias que domina, pronunciación, léxico, construcciones gramaticales, constituyen norma lingüística estándar. Que su acumulación constituye capital lingüístico. ¿Cómo afecta la posesión de ese capital lingüístico en la interacción lingüística, especialmente donde hay diferenciales significativos de capital lingüístico? Opera beneficiando al capitalista lingüístico toda vez que el hablante poseedor de capital lingüístico, de las competencias del castellano estándar, tiene un poder simbólico (eficacia) sobre la interacción lingüística; introduce el reconocimiento de su modo de comunicar y con ello refuerza el mensaje de su comunicación. Poder estructurante sobre las relaciones de fuerza lingüísticas. En el paroxismo de esta relación, en una interacción lingüística en un contexto oficial y formal (en una transacción económica o en presencia de un agente del Estado) más sometido está el habitus lingüístico mapuche a la ley de determinación de los precios lingüísticos. “La situación en que se ejercen situaciones de dominación lingüística, es decir, las situaciones oficiales (formales) son situaciones en las cuales las relaciones que se establecen realmente, las interacciones, son conformes a leyes objetivas del mercado” (Bourdieu, 2002) 53 Ver artículo en anexos. “Elementos para la construcción social del chedungun a partir del discurso en torno a la lengua de hablantes bilingües de la VIII Región” realizado en conjunto a la Lingüista Patricia Ojeda. En ese trabajo tomamos datos y análisis de nuestra tesis en el Lleu Lleu junto a los recopilados en las comunidades pehuenches del Alto Lleu Lleu. El artículo trata, entre otras cosas, el punto que analizamos en este apartado, a saber, las representaciones religiosas en torna a la le lengua mapuche.
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Ahora bien, no se trata sólo de una valoración de lo que ellos como grupo, guardianes
de la cultura, representan, sino de las representaciones religiosas del chedungun de las que
son vicarios. Tiene que ver con la “función ritual y simbólica” que juega la lengua mapuche
en un contexto generalizado de perdida de vitalidad de la lengua. Situación paradójica que
maximiza también el capital religioso de quienes son hablantes, sobre todo en la “política
cultural” que pone en marcha la movilización por la tierra en que los saberes tradicionales,
religión y lengua, son reubicados y revalorados como parte de una estrategia de
resistencia. Este contexto lleva a que se refuerce la idea de “lengua sagrada”: sólo el
chedungun sirve de instrumento de comunicación para con lo sagrado.
“De esta manera, la palabra (‘dungu’) es concebida dentro del orden cosmológico
como el hablar de la tierra (‘mapu dungu’) y hablar de la persona (‘che dungu’). El
orden cosmológico, como creación divina, es sagrado. La lengua, como parte de
ese orden, también es sagrada” (Alvarez & Ojeda, 2014).
El wingkadungun (‘palabra del wingka`) en cambio carece de potencial semiótico
para vincular al mapuche con los seres sagrados en los que cree. En los sueños de
Margarita (80), que mencionamos a propósito del peuma, con la “machi hermosa” que le
entrega el lawen (conocimiento etnobotánico); tanto el don (la medicina) como el newen
para contactarla (su poder) descansan en su calidad de hablante. Lo mismo en sentido
contrario; cuando le reza a Chao Ngnechen y sus espíritus en la tierra (ngen) ella tiene el
don de ser escuchada y eventualmente favorecida, porque sus plegarias son en chedungun.
“Chao Dios no lo recibe en wingkadungun”, nos dijo. De hecho, ella se negó a hablarnos en
chedungun porque éste se reserva para comunicarse con los seres sagrados: “(…) porque
mi poder mío no es bueno que le vaya entrenado por una y otra parte su mapudungun”.
Esta idea es llevada a su máxima en el paso de la experiencia religiosa íntima (el peuma) al
ritual colectivo, guillatún. De hecho, todos los roles ceremoniales en el guillatún se
representan por relaciones/dominios de la lengua sagrada54. Quien hace de sacerdote
oficiante (dirige la liturgia) es un ngenpin (‘dueño de la palabra’), normalmente un lonko o
un machi (en el Lleu Lleu es un lonko). La machi es quien, en su calidad de hablante, puede
comunicarse con los pulunkos (mensajeros de Dios). Alrededor de ella se encuentran los
dungu machife (traductora de la machi), que transmiten el mensaje divino recogido por la
54 El antropólogo escoses Magnus Course en el artículo “the birth of the Word” (2012) analiza las relaciones entre jerarquía social, representaciones de la lengua y ritual en una comunidad Lafquenche. Algunas de sus ideas fueron utilizadas en el artículo (Alvarez & Ojeda, 2014)
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machi al grupo de participantes que, en su mayoría, no es hablante. Toda la jerarquía en el
ritual queda constituida en el dominio de la palabra de Chao Ngnechen.
El reverso de esta disposición organizativa y las representaciones que comporta es que
una liturgia en castellano corre el riesgo de profanar las figuras sagradas llamadas a
presentarse en el rito. Nuevamente el wingka, en este caso su palabra (‘dungu’) se mueve
en lo impuro, profano y profanador. Para la comunidad cúltica que participa y no es
hablante, la actualización de la representación sagrada del chedungun en el rito tiene una
dimensión activa, que tiene efectos sobre su pensamiento y conducta. La liturgia en
chedungun aparece como un instrumento mágico que permite que Dios escuche las
rogativas, es decir, que asegure buenas cosechas y que proteja la ocupación. Así, el
momento numinoso -lo mágico e inefable- se produce cuando Chao Ngenechen envía los
pulunkos (‘mensajeros’) que se comunican con la machi y que el dungu machife traduce
para los asistentes.
Para los jóvenes como Eliseo, que son creyentes pero no hablantes, hay una
disposición mental para experimentar lo mágico. Él participa del rito asumiendo roles
ceremoniales menores, de kuriche (‘kuri’= negro, ‘che’=persona) especie de coro con
vestimenta negra que se ubica en los márgenes del rehue (lugar donde se efectúa el
guillatún) y siguen las instrucciones del ngenpin y de la machi. Él sabe que al no ser
hablante podría profanar a los pulunkos dirigiendo él las rogativas. Pero de esa certeza se
maximiza su creencia en los aspectos mágicos del chedungun y en consecuencia los efectos
simbólicos de su manipulación en el guillatún.
Sucede entonces que la defensa de una lengua que muy pocos hablan se aferra, como
en el caso del latín para liturgia católica, en las representaciones religiosas y rituales que
despliega. Se instala la idea de que perder la lengua significa perder los vasos
comunicantes con lo sagrado. Y el convencimiento de que las rogativas de quienes se
movilizan por la tierra, al respetar la liturgia en chedungun, permite consagrar la lucha y
colocarla en el horizonte de la restitución del orden natural que el Chao Dios instaló para
sus hijos.
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7. Producto religioso: Newen en la lucha
La restitución de lo sagrado (Chao Dios, el peuma, los abuelos y el chedungun mágico),
mediante la constitución de una comunidad cúltica que resulta de la dinámica
intercomunitaria que tracciona la movilización por la tierra tiene una serie de efectos. En el
ámbito de las creencias, fortalece la distinción mapuche-sagrado/ wingka-profano, que se
actualiza como wingka profanador del territorio sagrado que se debe recuperar para que
el mapuche vuelva a ser puro (reche). En el de la aceptación a los principios del rito,
(Rapport en Thumala, 1998) genera adhesión a los principios morales solidarios que se
espera del mapuche en la movilización por la tierra.
¿Cuáles son los alcances de la revitalización religiosa en las comunidades movilizadas
por la tierra?
La unidad religiosa aparece como un instrumento potente para contener,
parcialmente, la fuerza desintegradora que atraviesa a las comunidades. Si es una
estrategia exitosa a largo plazo, no es algo que podemos señalar a partir de los datos que
analizamos. De todas formas atenderemos este punto en la conclusión. Respecto del corto
plazo, la constitución de una comunidad cúltica que reconstruye míticamente la
movilización por la tierra permite, en los relatos de nuestra entrevistados, “poner newen
en la lucha”.
El newen es el “alimento que da vida al hombre, los antepasados y la naturaleza”
(Foerster, 1995). En la cosmología mapuche, el newen es un principio vital que deriva de la
potencia creadora de Chao Dios. En consecuencia, el contacto con los seres sagrados
genera newen; permite encarnarlo y acumularlo como sucede con machis y médicos.
Vimos cómo la experiencia personal-onírica con los abuelos y los seres mágicos lo produce,
cómo en el acto de comunicar utilizando la palabra de Dios el newen fluye. También la
experiencia ritual con Dios y sus mensajeros; de todo ello el mapuche obtiene el newen
necesario para sentirse e imaginarse como un weichafe, o cona, un ‘guerrero’ que lucha
por su pueblo. En el testimonio de Eliseo, cuando se resiste un allanamiento en un predio
recuperado, quienes van a “pelear” para mantener la ocupación se azuzan gritando
“newen peñi, newen para resistir”. La probabilidad de que el newen fluya aumenta cuando
se ha realizado un guillatún y las machi o los kimche (que concentran newen) han estado
presentes. Si no es así, se echa mano a rituales de guerra para que se haga presente.
Ángela nos habló del afafan: ceremonia de combate que se utiliza en el juego del palín.
Mientras la policía va llegando y formando sus unidades de choque y disponen los carros
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lanzaagua y muestran los escudos y sus armas disuasivas; los mapuche se reúnen, toman
palos, boleadoras, alguno lleva tralka (de ‘trueno’, denomina el arma de fuego), hacen
círculos, y golpean los palos gritando todos al mismo tiempo “yayayayaai”. Según Eliseo
ahí se experimenta fuerza y bravura, lo reconocen en las caras preocupadas de los
carabineros: “saben que los peñis van a dar la pelea hasta el final”. Llegado el
enfrentamiento, se espera que todos exhiban newen. Si toman a alguien detenido, le gritan
“resista peñi, newen peñi”. Cuando la arremetida policial termina y se logró mantener la
ocupación, quien exhibió fuerza, valentía y bravura se consagra como un weichafe: “ese
peñi saca newen”; la experiencia colectiva de la “fuerza” encarnada en los combatientes
aguerridos, fortalece la creencia en los elementos sagrado de la lucha. Dios, la ñuke mapu y
los abuelos están con nosotros, esta es su tierra, nuestra tierra y hay que rescatarla de la
profanación wingka.
8. Precauciones sobre el alcance de la reconversión religiosa
Antes de finalizar este capítulo queremos alertar, con un ejemplo, respecto de una
lectura ingenua del proceso de reconversión religiosa que hemos propuesto. Hay que
recordar siempre a la bestia monstruosa de la colonialidad, que acá hemos descrito como
“perduración de la situación colonial” y cuya expresión son las tensiones y disputas
intestinas que fuerzan a cada rato a la desintegración política y sociocultural a las
comunidades y la organización intercomunitaria. Fortalecer la religiosidad y restituir lo
sagrado sin duda es una forma de oponerse a esa fuerza. Pero aún lo religioso no está
exento de transmitir y reproducir las desconfianzas y disputas que la comunidad, por su
situación estructural, tiende a producir. El ejemplo que queremos sacar a colación es el
testimonio de Segundo que vimos en el capítulo 1.
Segundo, hermano de Juan, se hizo evangélico para exorcizarse de unas fuerzas
maléficas -demonios mapuches- que eran resultado, según él, de hechicería o embrujo de
algún machi. Para Eliseo, el embrujo que sufrió su tío era consecuencia de la “envidia” que
sentían algunos núcleos familiares de la comunidad respecto de la suya. Envidiaban la
tierra y los recursos que habían obtenido, que ellos no habían podido disponer “por ser
cobardes y serviles al rico”, según Eliseo. Era la envidia por las tierras, animales y
eucaliptos, lo que llevó al núcleo de los Nahuelqueo a conjurar contra la familia de Eliseo.
Vieron en Segundo, un hombre solitario, soltero y callado, el eslabón más débil donde
Capítulo 3. Exégesis religiosa y reconstitución de una comunidad cúltica en la zona del lago Lleu Lleu
98
atacar. Eliseo está convencido de que así fue porque el último machi de la comunidad, que
había muerto unos años atrás, pertenecía a los Nahuelqueo. Esa familia disponía del
conocimiento y el newen para conjurar y enviar los wekufes y wichales, que afectaron a
Segundo.
La reelaboración de Eliseo del embrujo de Segundo es expresión de los límites de la
reconstrucción religiosa para recuperar la organicidad de la sociedad mapuche rural
respecto de lo que fue la “sociedad reduccional” (Faron, 1969). Es necesario, tal vez, una
ampliación de su sentido, ir más allá de la movilización por la tierra, para aumentar su
efectividad. O tal vez mirar lo religioso no sólo en términos de restitución/reconversión a la
creencia, sino como proceso “identitario”, como construcción de una “comunidad
imaginada” (Anderson, 2006) que agrupa real y potencialmente a toda la población
mapuche. Esto es lo que examinamos en el capítulo final a modo de conclusión.
Discusión final. Política cultural, reconversión religiosa y reconstrucción de la identidad mapuche
99
Discusión final. Política cultural, reconversión religiosa y reconstrucción de la identidad
mapuche
“La combinación entre la identidad, condicional y relativa, y la lucha,
incondicional y absoluta, forma el movimiento de los contrarios de
todas las cosas” (Mao Zedong, sobre la contradicción)
1. Sumario. Movilización por la tierra y política cultural como proceso colectivo de
exégesis religiosa
Lo que hemos pretendido a lo largo de estas páginas es interpretar la multiplicidad de
acciones y estrategias desplegadas en la movilización por la tierra de las comunidades
mapuche de lago Lleu Lleu. Como vimos, las causas de la movilización se retrotraen al
origen colonial de las comunidades y en la prolongación de esa situación mediante
distintas formas de subordinación y subalternización (política anexionista,
institucionalidad racista, legitimación de las usurpaciones de territorio, unificación del
mercado de bienes simbólicos), que las coloca en una estructura de propiedad de la tierra
extremadamente desigual. A partir de los años ’80 la introducción del capital forestal
agudiza esa situación al aumentar la presión demográfica sobre las comunidades, forzando
la emigración de los comuneros y rompiendo los marcos socioculturales en que se había
asentado la sociedad mapuche reduccional.
En ese escenario, de aculturación por un lado y de expectativas
ajustadas a la escasez de tierra por el otro, aparece la Coordinadora Arauco Malleco, CAM,
con un mensaje radical que plantea la recuperación directa y productiva del territorio, así
como la propuesta de control territorial para lograr autonomía frente al Estado en el corto
plazo. Se pone en marcha entonces el mayor proceso de movilización por la tierra de la
zona del lago Lleu Lleu, que comienza en 1996 y se extiende hasta la actualidad, y en el que
se irán sumando prácticamente todas las comunidades de la zona. Ese proceso se va
gestando mediante la participación de distintos núcleos familiares, al interior de los cuales
la presencia de militantes de CAM es gatillante; éstos utilizan distintos canales del tejido
intercomunitario para lograr adhesión y apoyo para las acciones de ocupación y
recuperación territorial y productiva. Se echa mano de las relaciones laborales, amistades y
otros modos de asociatividad contemporáneos, así como formas latentes de integración
tradicional, a saber, las de familia extendida y lo que se llamó el “congregacionismo ritual”.
Discusión final. Política cultural, reconversión religiosa y reconstrucción de la identidad mapuche
100
Distintas “agregaciones simbólicas” al interior de las comunidades apoyan el proceso; aquí
hemos identificado a esos grupos como militantes, comuneros, jóvenes y los mayores-
sabios (‘kimche’).
La articulación política de estos “grupos”, mediante formas de
integración modernas y tradicionales, pone a circular discursos y significados diferenciados
acerca de la movilización por la tierra. Hay dos focos discursivos relevantes: por un lado los
“militantes” que hablan de “recuperación territorial”, “recuperación productiva”, “control
territorial” y “anticapitalismo”; por otro los kimche que significan la recuperación de
predios en términos escatológicos como “restitución del orden sagrado y natural del Chao
Ngenechen”. Sucede ahí una negociación entre política y tradición, ideología y religión que
conduce a la celebración del rito del guillatún (junto a otros ritos y ceremonias) antes,
durante y después de las ocupaciones de predios. Esto es posible porque la articulación
intercomunitaria provee el sustrato para la celebración de los “ritos convocantes”, como el
guillatún. La articulación entre núcleos familiares de distintas comunidades se convierte en
ese proceso en una comunidad cúltica activada por la movilización por la tierra.
La composición de esa comunidad cúltica, militantes, comuneros,
jóvenes y kimche (que soportan los roles religiosos) permiten que los ritos celebrados en el
contexto de la movilización por la tierra tengan eficacia simbólica en dos ámbitos
interrelacionados. Por un lado la restitución de lo sagrado, en el espacio (hierofanía) y en la
creencia personal (numinosa). Esto último nosotros lo observamos en las representaciones
asociadas a cuatro creencias tradicionales: Dios-donante, el sueño como intermediación
con lo sagrado, el mensaje de los abuelos (antepasados directos) y la lengua mágica. En la
actualización psíquica (peuma) y ritual (guillatún) de estas creencias se instala una
representación que vincula al mapuche, sus creencias, cultura y tierra, en el polo de lo
sagrado y al wingka (chileno) en el polo de lo impuro y la profanación. La segunda
dimensión eficaz de la recomposición de la comunidad cúltica tiene que ver con la
aceptación y conformidad de quienes participan en el rito respecto de reglas, valores y
normas para que el mapuche se encuentre con lo sagrado y repela lo impuro. De ese modo
ser un reche (‘persona pura’) se expresa en la recomposición de las relaciones de
reciprocidad y solidaridad entre los miembros de la comunidad cúltica que en el contexto
de la movilización por la tierra es asumida como el compromiso y participación para con el
proceso de “recuperación territorial”. En síntesis, la rearticulación de una comunidad
cúltica intercomunitaria, tiene ciertamente eficacia religiosa (simbólica) en el orden de
Discusión final. Política cultural, reconversión religiosa y reconstrucción de la identidad mapuche
101
consagrar la lucha por la tierra y reactivar solidaridades grupales puestas al servicio de
ella.
Esa confluencia de ideas, símbolos, representaciones y significados es lo que
Escobar et al (2001) llama una “política cultural de los movimientos indígenas”¸
reubicación de saberes y prácticas tradicionales como posibilidad ante las contradicciones
–dominaciones/posibilidades- de la modernidad. Nosotros hemos identificado esta política
cultural tomando la idea de exégesis (Tricot, 2008) de las práctica religiosas tradicionales
mapuche. Más allá de la intensidad y devoción que producen estás creencias -lo numinoso
se juega en el nivel íntimo de la creencia- pensamos que este proceso puede leerse
también como una forma en que el mapuche puede “pensarse en su propia verdad”, en
categorías que son originales y exclusivas de su cultura tradicional y que desafían la
racionalidad legalista del pensamiento wingka.
Esto es justamente lo que hemos observado entre los militantes y los
simpatizantes más jóvenes. Entre ellos hay un discurso común, reconvertirse a la
religiosidad mapuche: “la lucha nos ha hecho entrar en la cultura”. Identifican el ingreso a
la cultura fundamentalmente con la religiosidad, las creencias y prácticas rituales que
forman parte de ella. Al inverso, sus relatos expresan un esfuerzo por “descristianizarse”.
En sus infancias muchos fueron católicos, evangélicos; otros se debatieron en el “vacío” de
la anomia religiosa. Ángela, por ejemplo, asegura que el abandono del catolicismo tiene
que ver con: “….procesos de limpieza. Todo va decantando solo, es el mismo proceso de
que ¡no po’!, que eso no es válido y no es parte de tu pensamiento y uno lo va
abandonando solo”. Margarita lo vive como una “sensación de felicidad interna” por
“volver a creer”; “…todo pasa por creer e ir construyendo a la vez fuerza dentro de lo que
uno se propone. Si hoy día los guillatunes son importantes, los palines son muy
importantes. Porque a partir de eso uno refuerza lo espiritual”. El caso de Eliseo es muy
ilustrativo de este proceso de reconversión religiosa. Se crío en una familia evangélica que
después se comprometió en “la lucha”. Las categorías que utiliza hablan de la negociación
entre política y religión que mencionamos anteriormente. Señala:
“Cuando nací mi familia todavía no entraba en la cultura, mi familia era
evangélica…. y en ese tiempo todavía no existía la lucha y la gente vivía
reprimida…. la Iglesia siempre se ha metido con su cultura en nuestra comunidad.
Se ha perdido harta gente. La Iglesia se ha mentido en ese sentido con la
Discusión final. Política cultural, reconversión religiosa y reconstrucción de la identidad mapuche
102
mentalidad del wingka. En quitarle sus tierras a las comunidades pa’ que no se
recuperen tierras y no se vayan contra los grandes inversionistas y los grandes
forestales, la iglesias siempre no me han gustado en mi pensamiento”·
Finalmente, dice: “no me gustan las religiones, soy ateo, sólo creo en Chao
Ngenechen”.
Pareciera que para los militantes y jóvenes “descristianizarse” es tan importante
como “entrar en la cultura”. Para los kimche, en cambio, la descristianización no tiene la
urgencia que ellos plantean; su concepción de la religiosidad mapuche es altamente
sincrética (Margarita le reza a Chao Dios y a su “familia celestial”, a la que pertenecen
María y Jesús) sin que eso signifique un problema. En los relatos de Ángela y Magdalena,
en cambio, era muy importante que la religiosidad mapuche se desprendiera de toda
influencia del cristianismo, que la fiesta de San Juan volviera a llamarse we tripantu y que
Chao Dios no vive en el cielo ni es uno y trino, como el dios católico. ¿Por qué esta
diferencia? La generación más joven identifica el cristianismo como la religión del wingka,
un marcador de su identidad. Para ellos es importante que el pueblo mapuche se
identifique en su propia cultura, con su propia religión y lengua; tanto o más importante
que efectivamente experimente la creencia (lo numinoso) y que hable la lengua55.
Esta es la línea argumentativa que queremos explorar a modo de conclusión. Como
los dos efectos de la reconstitución de una comunidad cúltica que hemos detallado, a
saber, la restitución de lo sagrado y la construcción de solidaridades rituales son un modo
de “pensarse en su propia verdad religiosa” y al mismo tiempo “un modo de pensarse en la
diferencia radical con el wingka”. En ese sentido, las prácticas religiosas “etnifican al
mapuche” y lo distinguen de su alteridad wingka. Ese es el horizonte, según Escobar, de la
política cultural de los movimientos indígenas. La reafirmación de la identidad étnica, a
partir de esas prácticas, permite denunciar la depredación y la expoliación de la riqueza del
Lleu Lleu como un atributo de la identidad wingka. El mapuche, en cambio, cuya identidad
55 La antropóloga Argentina Laura Kroppf ha analizado los planteamientos de los jóvenes mapuche en ese país en términos de construcción de subjetividades en la interface entre clivajes étnicos y etarios. Ambas categorías son construcciones sociales “naturalizadas” que cobran sentido en el agenciamiento político de los distintos sectores al interior de la sociedad mapuche. Los “jóvenes” relacionan sus experiencias, prácticas políticas especialmente “la militancia” y “la lucha” (Kropff, 2011) para posicionarse en la “historia” del pueblo mapuche, darle continuidad y a la vez plantear una crítica a la praxis política de “los viejos”. Edad y aboriginalidad son, entonces “alternativamente resignificadas en un interjuego entre objetivación reflexiva y naturalización”. (Kropff, 2010).
Discusión final. Política cultural, reconversión religiosa y reconstrucción de la identidad mapuche
103
está dada religiosamente en el respeto a la ñuke mapu y el orden natural que Chao Dios le
entrego, es incapaz de hacerlo, y debe defender (recuperar) el territorio profanado. Su
política cultural, expresada en un proceso colectivo de exégesis religiosa, es una
reapropiación de sus prácticas religiosas que se conciben como ajenas al capitalismo
depredador y por lo tanto sustentables; y lo más relevante es que permiten imaginar, en el
sentido de Anderson (2006), su propia unidad política al margen de la sociedad chilena.
Lo que exploraremos a continuación es la evolución de la relación entre religiosidad e
identidad en la zona del lago Lleu Lleu. Mostraremos cómo la perduración de la situación
colonial llevó a la negación de la religiosidad (la lengua, los apellidos y otros marcadores
culturales) y a la construcción de una “identidad étnica alienada” (Cardoso de Oliveira,
2007). Finalmente veremos cómo “la lucha” por la tierra y la puesta en marcha de una
política cultural deshace esa alienación y abre la imaginación mapuche para el reencuentro
positivo y afirmativo entre religión e identidad.
2. Domingo a misa, lunes a la escuela, hablar castellano y cambiarse el apellido
No sabemos, a ciencia cierta, cómo el mapuche del periodo reduccional (que va desde
el fin de la ocupación hasta las transformaciones del agro en la década de 1970) construyó
su identidad étnica. Podemos asumir, siguiendo la tesis del “equilibrio estructural” (Faron,
1969), que existían los espacios físicos y simbólicos para que la religiosidad, la lengua, los
valores (‘ad mapu’) constituyeran los emblemas con los que las personas de las
comunidades se identificaban y diferenciaban del wingka. Fuera del espacio de las
comunidades, el racismo y la discriminación eran fuertes: el colono despreció la cultura
mapuche56 y el racismo era parte del discurso y de las instituciones del Estado: ejército,
municipios, juzgados de indios, medios de comunicación (periódicos y radio). Por eso el
mapuche persiste en encerrarse; en mantenerse, dentro de lo posible, circunscrito al
espacio reduccional. El tejido social intercomunitario permite la reproducción de una
56 Esta situación, cuyo trasfondo es una estructura de propiedad de la tierra desigual, muy posiblemente haya sido funcional para los colonos. La “acumulación originaria” que experimenta la clase colonial se basa en lo que Inmanuel Wallerstein (1991) denomina “etnificación de la fuerza de trabajo”. La producción de la identidad mapuche, desvalorizada por su alteridad wingka, permite la sobreexplotación de su fuerza de trabajo. El mapuche se piensa naturalizado en el fondo de la división de clases en la zona del Lleu Lleu. Socializan a sus descendientes para que puedan desempeñarse y asumir las funciones menos jerarquizadas (económicas y políticas) que le han sido impuestas. La etnificación de la fuerza de trabajo produce una justificación no meritocrática de las desigualdades sociales (Wallersteinn, 1991). El caso de Remigio, recién citado y que en el primer capítulo expusimos su relato de cómo se hiso inquilino de un colono en la década de 1960, sin pago, sometido a una carga de trabajo sobrehumana.
Discusión final. Política cultural, reconversión religiosa y reconstrucción de la identidad mapuche
104
identidad mapuche, que si bien minoritaria y hostilizada por el entorno, se afirma en la
religión, lengua y la tierra. Según nos relataron Remigio (80) y Margarita (80), entre las
comunidades del lago “se jugaba mucho palín”, se hacían “grandes rogativas”, las familias
“hablaban la lengua de ellos” y los “mapuche vivían entre ellos mismos”. Otra evidencia de
la identificación afirmativa de la cultura mapuche es el pensamiento milenarista que se
desarrolla en esa época (Foerster, 1995): había una sanción para quienes se alejaban de la
costumbre mapuche, que adoptaban la lengua, religión y vestimenta wingka. Estaba muy
fuertemente sancionada la endogamia (evitar los matrimonios con el wingka). Quienes
profanaban están prohibiciones dejaban de ser reches y ofendían profundamente al Chao
Dios; eran expulsados de las comunidades.
Como señalamos en el primer capítulo, la presión colonial sobre el Lleu Lleu va
debilitando el tejido social sobre el que se asienta la sociedad reduccional. Con la
introducción del capital forestal, las migraciones, el pentecostalismo, finalmente se va
unificando el espacio comunal, económica y simbólicamente, a la sociedad chilena. La
fuerza de desestructuración del tejido intercomunitario aumenta su velocidad. La tierra es
cada vez más escasa, grandes contingentes de comuneros se van a buscar trabajo a las
ciudades de Tirúa, Contulmo y Cañete. Algunos se aventuran, más lejos, hacia Temuco,
Concepción y Santiago. Las comunidades empiezan a ser habitadas por un porcentaje
significativo de población flotante.
En el momento pos-reduccional, las comunidades del LLeu LLeu, ahora volcadas hacia
afuera, unificadas al espacio chileno y expuestas al racismo, debilitan su capacidad de
sostener una frontera étnica57. Se hace difícil autoafirmarse como mapuche; la religiosidad
y la lengua se debilitan, pierden su condición de autorreferencia y aparecen ante la mirada
alterna, de la sociedad chilena, como estigmas. Se agudiza la “fricción interétnica”
(Cardoso de Oliveira, 2007), prolongación de la situación colonial en el ámbito de las
identificaciones étnicas en la zona del Lleu Lleu. En esas condiciones se reproduce una
“identidad étnica alienada”, que acepta e interioriza el racismo chileno. Esto se produce
por la “unificación del mercado de bienes simbólicos” (Bourdieu, 2008), que Cardoso de
Oliveira llama “control sobre la cultura de contacto”: las condiciones de fricción interétnica
suponen el control de la clase dirigente sobre la “cultura de contacto” (Cardoso de Oliveira,
57 En la teoría de la etnicidad (Barth, 1976) las identidades étnicas resultan del contacto entre grupos cuyas culturas difieren, como una forma de procesar esas diferencias. Informan sobre la organización social de las diferencias culturales. Los grupos étnicos no son un reflejo o la suma de las características culturales de un grupo; la identidad étnica se construye como una frontera, en la selección de rasgos culturales diacríticos (en una estructura de inclusión-exclusión). Los miembros de un grupo étnico se identifican con ciertos rasgos culturales que ellos consideran propios y buscan ser identificados por los otros grupos étnicos en virtud de ello.
Discusión final. Política cultural, reconversión religiosa y reconstrucción de la identidad mapuche
105
2007). La cultura chilena, occidental, corresponde a la civilización, el progreso y el
desarrollo. La cultura mapuche, a lo primitivo, atrasado y pagano. La sociedad chilena
irradia mediante sus distintos aparatos ideológicos: sistema educativo, iglesia, servicio
militar y los medios de comunicación, su proyecto de identidad nacional. La religión
mapuche, su lengua y costumbres son relegadas. Se los mira desde una epistemología
evolucionista que asume su desaparición. Se transforman así en marcadores culturales que
estigmatizan.
“Al privarla de la marca positiva del patrón de sus representaciones colectivas, lo
que se dio fue una inversión de tal patrón, dando forma a una ideología étnica
sumamente alienadora. El etnocentrismo aquí se caracteriza por la incapacidad
generalizada de la ideóloga étnica para relativizarse; dicho de otra manera, es la
virtual incapacidad de la identidad étnica para producir una visión o retrato de la
otra (identidad) que le es complementaria, sin valerse de criterios absolutos,
compatibles con sus representaciones y abrigados por su ideología étnica”
(Cardoso de Oliveira, 2007).
Es decir, las relaciones de fuerza desiguales que fundamentan la interacción étnica
comunidad-sociedad chilena, resultan avasalladoras al punto que las clasificaciones que
son movilizadas por el racismo chileno (mapuche alcohólico, flojo, primitivo, polígamo,
etc.) no pueden ser contrastadas y debatidas por el propio mapuche. Los relatos de
nuestros entrevistados, la experiencia que transmitieron sus padres, es reveladora en este
punto. Hubo un momento en que la posibilidad de prosperar, de conseguir un buen
empleo, pasaba por disimular los marcadores culturales mapuche. Des-etnificarse; que el
al mapuche sea agente de su aculturación. La primera estrategia para lograrlo eta adoptar
la lengua castellana y reemplazar el chedungun. Ángela nos comentó: “porque los abuelos
nuestros de repente no querían que sus hijos hablaran porque iban a ser discriminados,
iban a ser maltratados”. Cuenta sobre su madre:
“Te hicieron olvidarte de todo que lo que era tuyo. Porque la generación de
nuestros padres, que fue la primera en ir a la escuela, ellos sí la sufrieron por ser
mapuche, por ser mapuche hablantes”. El sistema educativo chileno se había
propuesto formalmente erradicar el chedungun, incluso el bilingüismo, y
castellanizar a la totalidad su población. “a alguna gente le pegaban porque
hablaban mapudungun, les golpeaban en las manos, les pegaban bofetadas,
entonces obligaban al mapuche a no hablar su idioma”.
Discusión final. Política cultural, reconversión religiosa y reconstrucción de la identidad mapuche
106
Para quienes migran a las ciudades desvincularse de la identidad mapuche es una
urgencia que genera múltiples estrategias. Una de ellas es, la más extrema quizás, el
cambio de apellido. En un estudio de Cristina LLanquileo titulado “La identidad cultural en
los procesos de modernización. Un análisis de los cambios de nombres en sujetos
mapuches, 1970-1990” (1996), la autora analiza las significaciones que hay en 2.000
solicitudes de cambio de nombre y apellido de sujetos mapuche. Al respecto señala: “si
entendemos la identidad cultural como una dialéctica entre memoria y olvido de los
códigos culturales, de las tradiciones, de la memoria histórica mapuche, el cambio de
nombre nos muestra la fuerza devastadora que dichos procesos pueden ejercer a favor del
olvido y del encubrimiento de la identidad”. Entre nuestros entrevistados, Magdalena
habla de esa experiencia dolorosa que sitúa en los años ’80. “incluso pensé en cambiarme
en el apellido. Si en esa edad de quince años me sentía mal, no quería ser mapuche, no
quería ser morena. Miraba a los wingka, sobre todo en esa edad que es compleja”. Las
expresiones de esta práctica de rehuir a la identificación étnica son profusas en los relatos
de los entrevistados. Se trata de renegar de la cultura, asumir que ésta tiene que
desaparecer. Para los kimche, nacidos en el Lleu Lleu reduccional, presenciar el
awingkamiento de sus hijos aparecía como un indicador claro de que la cultura mapuche
estaba desapareciendo: “ellos que nacieron acá se cambiaron de apellido por ser
discriminados. Pa’ poder vivir en esta tierra y ser igual que los chilenos entonces se
cambiaron el apellido”.
La conversión masiva al pentecostalismo también puede ser leída como estrategia
de des etnificación. El mapuche pentecostal quiere ser identificado, en sus contactos con la
sociedad chilena, como un hombre religioso, un cristiano evangélico. Las identidades son
siempre múltiples y estratégicas -ideológicas, como veremos más adelante. Ante un
potencial empleador puede afirmar que es evangélico y de esa manera ser identificado
como parte de un grupo religioso ascético que se opone al vicio y fomenta el trabajo. Es
decir, habría en el racismo chileno un potente incentivo a la conversión pentecostal.
Transformación que, sin embargo, no disuelve los fundamentos religiosos de la cultura
mapuche ni tampoco niega en términos absolutos la identidad mapuche. Lo que hace es
favorecer la identidad religiosa por sobre las demás como estrategia de integración y
adaptación.
En lo sucesivo de este capítulo demostraremos cómo la identidad mapuche ha
transitado desde una posición alienada, hacia una afirmativa y positiva. Cambio que se
Discusión final. Política cultural, reconversión religiosa y reconstrucción de la identidad mapuche
107
origina justamente en la movilización por la tierra y en el que proceso colectivo de exégesis
religiosa juega un papel fundamental.
3. Lucha y transformación del sistema interétnico
Mucho ha cambiado en la zona del lago Lleu Lleu en los últimos 30 años. En lo que se
refiere a la “cultura de contacto” o los “términos del intercambio cultural” entre
comunidades y sociedad chilena las transformaciones obedecen a razones externas e
internas. El racismo ha sido golpeado por ambas; entre los motivos externos, la
globalización neoliberal ha significado (poniendo entre paréntesis la transformación de sus
ecosistemas naturales de manos de la actividad industrial desregulada) que el Estado
chileno, como agente de esa globalización, ha perdido su legitimidad como soporte de la
identidad nacional unitaria. El traspaso de áreas de administración al mercado y la
propagación de tecnologías de la información permiten el repliegue de las identidades
culturales como fundamento de la comunidad política: “el poder de la identidad destruye
la legitimidad del Estado como fuente de sentido” (Castells, 1999). El escenario globalizado
introduce además la posibilidad del reconocimiento internacional, de las agencias
multilaterales como la ONU, OEA y OIT, entre otras. La gobernabilidad pasa de la identidad
unitaria a la gestión de los escenarios multiculturales.
Sin embargo, el principal motor de los cambios ha sido la movilización por la tierra. Sus
efectos son profusos, han transformado el modo en que mapuche y wingka se relacionan.
Perdura, por la violencia y la militarización, la fricción interétnica, pero en base a una
correlación de fuerzas beneficiosa para las comunidades. La posición social de las
comunidades se ha transformado en la medida que se ha transformado la correlación de
fuerzas entre los distintos grupos que conforman la estructura social del lago Lleu Lleu.
Mediante las ocupaciones de predios han obtenido tierras -CONADI ha traspasado tierras a
prácticamente todas las comunidades movilizadas- y con ello han transformado la
estructura de propiedad de la tierra. Sus ingresos y nivel de consumo han aumentado. La
antigua clase colonial, por otro lado, -lo que se llama sucesiones coloniales- ya no es
hegemónica; de hecho prácticamente han abandonado la zona del lago Lleu Lleu. Frente a
las comunidades se encuentra la gran propiedad forestal -que es una gran industria donde
no se “ve” al dueño-, los campesinos y parceleros, algunos comerciantes y pequeños
empresarios turísticos. La época de la violencia impune con que el colono “corría los cercos
Discusión final. Política cultural, reconversión religiosa y reconstrucción de la identidad mapuche
108
y empujaba al indio al cerro” y el miedo que producía ha quedado atrás. La autodefensa,
clandestinidad, la cárcel, los ataques incendiarios se han encargado, de manos de los
militantes, en cambiar el curso de la violencia. Ocurre entonces que la “gramática de las
identidades”58, los esquemas clasificatorios (binarios) que emergieron con el origen
colonial del sistema interétnico de la zona del lago Lleu Lleu, se transformar radicalmente.
Ya no es automática la identificación del mapuche como “sacador de papas”, “inquilino”,
“borracho” e “incivilizado”. Él por su acción y su “lucha” se identifica como un “indio
bravo”, “temible”, aquel que puede ir a un predio e incendiar la infraestructura y la
maquinaria si así lo quiere. Cómo señala Ángela: “yo creo que gran parte de los terrenos
que hoy se están negociando ha sido por el temor igual, porque ellos ven que esta es una
bolita de nieve que crece y crece y que se han visto forzados a abandonar y muchas veces
sin que nosotros intervengamos en eso”. El chileno percibe ahora la presencia del
mapuche como amenazante, como un sujeto empoderado. Se sienten en una “zona roja”.
Ángela nos relató desde su casa, antigua morada del cuidador del predio de recuperaron,
que el wingka siente por primera vez respecto por el mapuche, pero que en el fondo de
ese respeto está el temor de ser afectado en sus intereses. Para ella, debajo de ese temor
se encuentra el odio, el racismo del colono que a espaldas del mapuche sigue refiriéndose
en los mismos términos despectivos que lo hicieron sus padres y abuelos. Perciben que el
wingka, el campesino que aún vive en la zona, “les hace la pata”; les sonríe, pero porque
tienen miedo. Eliseo lo ve con sus ex compañeros de escuela, wingkas de la zona que
muchas veces fueron racistas con el: “y hoy en día lo veo por ahí y me saludó amable, ya
no me discrimina. Una vez me llegó a decir hermano y yo me rio no más”.
Este cambio en la “gramática de las identidades” se percibe en la imagen que hoy
tienen los chilenos de la zona sobre las comunidades. Durante el trabajo de campo
conversamos en varias ocasiones con campesinos, pequeños comerciantes y
58 Este concepto señala la lógica en que se construyen las identidades y como una situación colonial resulta determinante. Decimos que la identidad se constituye en un sistema gramático porque se estructura en un sistema oposiciones disponibles, en las que la identidad se define por oposición a una alteridad. Como la identidad es el resultado de una situación de contacto es imposible definirla sin indicar al mismo tiempo una diferencia con la alteridad. La gramaticalidad de la relación de identidad estará en la constitución de parejas de identidades combinadas (profesor-alumno, padre-hijo, marido-esposa, mapuche-chileno). (Goodenough citado en Cardoso de Oliveira, 2007) El acto de definir la identidad y la alteridad opera mediante esquemas clasificatorios cuya importancia radica no en los contenidos atribuidos a la Identidad/alteridad sino el modo en que esos contenidos son utilizados por ambas partes para producir una estructura de interacción. Configuran reglas que los agentes utilizan para procesar sus diferencias mutuas, cualesquiera que sean los contenidos concretos de tales diferencias. Las bases de ese sistema gramático están definidas por la cultura de contacto. De ahí que los marcadores culturales seleccionadas para definir la identidad étnica sean diacríticos (confiere un valor para indicar A en su diferencia con B). Resultan en estructuras binarias que definen el contenido semántico del nosotros (por los rasgos a, b y c) respecto del otro (por sus rasgos d, e y f). En síntesis, la identidad se constituye en un sistema gramático porque despliega esquemas clasificatorios (estructuras binarias) en el acto de definir la identidad y la alteridad (operaciones de contraste).
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109
microempresarios turísticos de Pichihuiilinco (el caserío chileno más próximo). Gente muy
amable y hospitalizaría, pero que en sus relatos dejan entrever rabia y miedo. Sienten que
el gobierno los ha abandonado, que la promoción de los derechos indígenas y la circulación
de la idea de una “deuda histórica” ha servido para que las comunidades actúen en la
impunidad ocupando predios y robando ganados. Todos conocen a alguien que le ha
pasado y sienten que en cualquier momento les puede pasar a ellos. La siguiente nota de
campo da cuenta de ello:
Mientras me invitaban unas cañas de chicha de manzana, y la lengua se iba
soltando, nos hablaron de los kuriches (antiguo término despectivo), del indio
que se agrandó. Hay miradas más optimistas, sobre todos entre quienes trabajan
el turismo. Ellos también se oponen a la contaminación de lo que ellos
promocionan como “el lago más limpio de toda América Latina”. En una ocasión
nos llevó hasta Contulmo Lautaro, chileno propietario de unas cabañas en
Pichihuillinco. Según él, tenía muy buenas relaciones con la gente de la
comunidad anfitriona. Identificaba a Juan como una persona preparada. Tenía
confianza en que junto a las comunidades podían potenciar el turismo. Para eso
faltaba ‘que los mapuche se civilicen un poco más (junio, 2013).
La siguiente matriz condicional/consecuencial59 permite ver una representación
esquemática de los cambios religiosos e identitarios provocados por la movilización por la
tierra en la zona del lago Lleu Lleu.
59 La matriz condicional/consecuencial (Strauss & Corbin, 1998) representa una interacción constante entre la acción/interacción [proceso] con las condiciones/consecuencias [estructura] y la naturaleza evolutiva y dinámica de los acontecimientos. La matriz está compuesta de una serie de círculos concéntricos que representan la intersección de condiciones/consecuencias y la cadena de acontecimientos resultantes. Las condiciones se mueven hacia la acción/interacción y la rodean para crear un contexto condicional.
Discusión final. Política cultural, reconversión religiosa y reconstrucción de la identidad mapuche
110
Matriz. La movilización por la tierra y sus efectos
4. Operaciones religiosas para la construcción de la identidad mapuche
Stuart Hall (2003) señala que la identidad es una práctica significante sujeta al juego de la
difference: siempre hay demasiada o muy poca, una sobredeterminación o una falta. La
historia reciente del Lleu Lleu es el tránsito de una falta -forzada por el racismo- a una
sobredeterminación. Lo que permite esa sobredeterminación es justamente el significante
religioso, que es excesivo, enigmático y misterioso. De ahí resulta que el comunero de la
zona del lago Lleu Lleu no sólo es mapuche, sino que quiere construir una identidad aún
más compleja: algunos plantean la identificación de Lleulleuche, otros la identidad
territorial Nahuelbuta, en base a la especificidad de sus prácticas culturales y religiosas.
Esta interrogación por la identidad se pone en marcha con movilización por la tierra y el
proceso colectivo de exégesis de esos significantes religiosos, del que resultan dos efectos
simbólicos: restitución de lo sagrado (consagración de la lucha y colocación del wingka en
el polo de la profanación) y reforzamiento de los esquemas de reciprocidad (vínculos de
lealtad y solidaridad) entre quienes participan de los ritos donde esas creencias se
actualizan. Para los kimche y las personas mayores en general, se experimenta como un
fortalecimiento de la creencia (lo numinoso); entre los militantes y jóvenes la creencia
transformación de sistema interétnico zona del lago Lleu
Lleu
Transformación de la estructura de propiedad
de la tierra
Reconstitución de una comunidad cúltica
Movilización por la tierra y mensaje de
la CAM
Desintegración sociocultural e
identidad étnica alienada
Estructura de propiedad de
la tierra
Discusión final. Política cultural, reconversión religiosa y reconstrucción de la identidad mapuche
111
también se fortalece, pero en tanto marca su identidad. Cuando las prácticas religiosas
son colectivamente resignificadas como marcador de la identidad, éstas se estabilizan
norman y rutinizan (Dietz, 1999). En su ejecución está en juego corresponder a una
identidad ancestral; siendo la realidad cultural mapuche heterogénea, la religiosidad
etnificada introduce una fuerza de homogenización que es leída como un retorno a la
pureza mapuche.
De hecho, los dos “efectos” que hemos reconocido de la exégesis colectiva de las
cuatro creencias analizadas tienen un correlato directo en las estrategias de construcción
de identidad mapuche. La identificación con lo sagrado y la hetero-identificación del
wingka en lo profano corresponde a la construcción de una ideología étnica (Cardoso de
Oliveira, 2007); los vínculos solidarios y de reciprocidad que resultan de la participación del
ritual conducen a la “imaginación” de un “parentesco ampliado” (Giménez, 2006) que
vincula a toda la población mapuche. Respecto del primero, religiosidad e identidad
operan en base a distinciones binarias: pertenece/no pertenece, participa/no participa
(hay que agregar, en el contexto de movilización por la tierra, lucha/no lucha). Ambas se
basan en la diferenciación entre “nosotros” y “ellos”; la necesidad de identificar ciertos
atributos de nosotros (mapuche) y a ellos (wingka) se nutre de la elaboración religiosa
mapuche-sagrado/ wingka-profanador (que se enuncia en la liturgia del guillatún y la
voluntad de Chao Dios que ahí se hace presente). Ese juego de contrastes despliega una
imagen esencialista y estática pero positiva de nosotros (mapuche) y una de las mismas
características pero negativa, del wingka. La identidad –religiosa- resulta en una ideología
debido a que esta “enmascara” la posición y los intereses de las comunidades que se
movilizan por la tierra. Discurso ideológico en que confluyen los interés políticos y
económicos (señalados por los militantes) de las comunidades y las creencias y prácticas
culturales que distinguen respecto del otro (Eriksen, 1991). De esta manera los contenidos
y representaciones sujetas a las creencias mapuche dan cuenta de una forma de ser y un
“pensamiento esencial” radicalmente distinto a los del wingka. “La ñuke mapu es para
nosotros sagrada, ¿cómo podríamos destruirla?”, nos dijeron en varias ocasiones. El
respeto al medio ambiente es parte de la identidad mapuche; su “pensamiento” ajeno al
capitalismo depredador y por lo tanto ecológicamente sustentable (de ahí las alianzas
entre ideologías indígenas y ambientalistas). Reelaboración de los contenidos religiosos
como “ideología de defensa de la naturaleza”, respeto por los animales, la familia y trabajo
comunitario, en contraste a la “ideología wingka” que es destructiva, contaminante y se
basa en el interés egoísta.
Discusión final. Política cultural, reconversión religiosa y reconstrucción de la identidad mapuche
112
“Significa mapuche, gente de la tierra. Eso es lo que somos y nunca vamos dejar de
serlo”: es la identidad mapuche la que quiere recuperar la tierra.
El “segundo efecto” de la recomposición de una comunidad cúltica tiene un correlato
en el plano de la identidad, dado que permite “imaginar” la “unidad primordial” de todo el
pensamiento mapuche. El culto al Chao Dios, el peuma, los ancestros, la lengua sagrada,
son parte de un sistema de creencias y representaciones que vinculan a todos los mapuche
(incluidos los cristianos) como ningún otro. Reinterpreta un pasado común, que los une y
liga a la vez que los distancia radicalmente del wingka. Las solidaridades intergrupales que
produce la participación en el rito se hacen imaginariamente extensivas. Todos los
mapuche provienen de la misma creación divina, la misma que creo su tierra, el mismo
espacio natural. Todos resultan en hermanos peñis y hermanas lamgenes. Trasladar las
lealtades y solidaridades que operan en la unidad familiar y ritual hacia toda la población
“Es el anclaje de la identidad étnica en un grupo de parentesco ampliado —no
importa que sea real o ficticio— lo que le confiere la fuerza coercitiva del deber
moral de solidaridad para con “los suyos” y la fuerza emocional que despierta el
simbolismo de los vínculos de sangre y de familia” (Giménez, 2006).
En palabras de Ángela “Cuando uno está en una ceremonia (…..) uno ahí se siente
diferente, se siente mapuche, y eso es lo que nosotros hemos querido inculcar en nuestros
niños, o sea el valor del ser mapuche”. La participación en el ritual “etnifica”; los vínculos
contraídos entre los participantes de la comunidad cúltica se proyectan imaginariamente
sobre toda la población mapuche: “cuando escuchas algo de los mapuche y participas de
una ceremonia, tú sientes que eres lo que eres”.
5. Palabras de cierre
Nuestro planteamiento ha consistido en que sólo es posible analizar una configuración
cultural-simbólica de un grupo determinado haciendo antes -más bien en todo momento-
una sociología que considere los aspectos sociohistóricos y políticos que ha experimentado
dicho grupo. En el caso de las comunidades mapuche del Lleu LLeu movilizadas por la tierra
y sus reconversión a la religiosidad tradicional, el proceso sólo se explica al integrar la
perspectiva de el origen y prolongación de la situación colonial, que llevan a una estructura
de propiedad de la tierra desigual y a unas expectativas sociales ajustadas a esa posición.
Discusión final. Política cultural, reconversión religiosa y reconstrucción de la identidad mapuche
113
En segundo lugar, considerando la aparición de una “praxis” militante que, en su
“mensaje”, acciones y estrategias dinamizan las relaciones intercomunitarias y permiten la
reemergencia de una comunidad religiosa. De esa manera cierta configuración cultural-
simbólica, que nosotros hemos observado en la creencia del Dios-donante, el ensueño
intermediador, los abuelos intermediadores y la lengua sagrada, transparenta sus
significaciones históricas y políticas revelando su real “sentido” y “función” en el contexto
de la movilización por la tierra. Este procedimiento ha querido también alertar en contra
de los análisis formalistas que ven en la “construcción identitaria” un juego libre de
selección de marcadores y emblemas culturales con los que identificarse y diferenciarse
del resto. En el caso de la religiosidad mapuche, ésta se transforma en marcador
identitario porque antes se produce la transmutación de “organización política” en
“comunidad cúltica” mediante la celebración de rituales convocantes (guillatún). Esa
comunidad religiosa que en su propia dinámica genera “eficacia simbólica” y “eficacia
ritual”, es decir que restituye lo sagrado por oposición a lo profano y restituye las
solidaridades y lealtades intergrupales (y produce la experiencia subjetiva de “reconversión
religiosa”), es lo que finalmente permite que se produzcan o refuercen las identificaciones
identitarias del mapuche en su cultura por oposición a la cultura wingka. Luego, colocando
esas identificaciones en la lógica de la movilización por la tierra, las transformaciones de la
estructura de propiedad de la tierra y del sistema interétnico, permite explicar esas
identificaciones como una “ideología étnica” para la defensa de sus intereses.
Anexos
114
Anexos
Consentimiento informado
A continuación Ud. está tomando conocimiento de colaboración como Entrevistado para la
investigación denominada: “Recuperación Territorial Y Política Cultural De Las
Comunidades Mapuche En Conflicto60.” a cargo del Investigador Responsable Javier Alvarez
Vandeputte, sociólogo y candidato a Magíster a Ciencias Sociales Mención Sociología de la
Modernización de la Universidad de Chile. El carácter de participación es voluntario, en
donde Ud. es libre de responder o no a las preguntas del investigador y puede retirarse del
proceso de entrevista cuando lo desee.
Los fines de esta pesquisa serán analizados apenas por el investigador a cargo y el director
de tesis de investigación, profesor y académico a cargo Óscar Aguilera Ruiz, dependiente
de la misma casa de estudio del investigador, y sólo con fines de revisión y seguimiento de
pesquisa. Esta investigación no persigue fines lucrativos y la información aquí tratada se
analizará sólo con fines académicos.
La confidencialidad de esta investigación está garantizada y si desea ser citado en
anonimato, será respetado tal acuerdo.
“He sido invitada(o) a participar en este estudio. Entiendo que mi participación consistirá
en ser entrevistado. He leído (o se me ha leído) la información del documento de
consentimiento. He tenido tiempo para hacer preguntas y se me ha contestado
claramente. No tengo ninguna duda sobre mi participación. Acepto voluntariamente
participar y sé que tengo el derecho a terminar mi participación en cualquier momento”.
Nombre:
Rut:
_________________________________________
Firma y número telefónico de contacto
Javier Alvarez Vandeputte. Contacto a [email protected]
60 nombre del proyecto de tesis
Anexos
115
Operacionalización conceptos, dimensiones e instrumentos
Concepto Definición Dimensión Definición Subdimensión Definición Instrumento/pregunta
Política Cultural
Proceso (re)significante
(articulaciones discursivas) que se
originan en un conjunto de prácticas
culturales ancladas en un sistema
social dominando. Indica los
desplazamientos en el imaginario
social colonizado hacia un nuevo lugar
de enunciación desde donde se lucha
contra las representaciones
predominantes acerca de la realidad
social. La política cultural expresa un
proceso social y político de los
movimientos sociales, étnicos,
feministas, etc., para la defensa y
continuidad de dichas prácticas
culturales frente a los efectos de la
modernización capitalista comandada
desde los centros políticos y
productivos. Su objetivo e
desestabilizar el proyecto dominante
(nacional) de construcción de
identidad y que se expresa en la
cultura política hegemónica.
Representaciones, significados y
conceptos desarrollados en la
interacción entre las comunidades,
movimientos, estado, sectores
políticos y académicos, medios de
comunicación, etc. Reaproapiación
politizada de las prácticas culturales
movilización política
Instancias de movilización por demandas
económicas, políticas, culturales y sociales.
Generación de proyectos políticas para la
transformación de las relaciones sociales en
que se encuentre inmersa las comunidades
mapuche. Formas de resistencia contra el
Estado, las empresas forestales y los
terratenientes.
Del conjunto de la sociedad
mapuche posreduccional
Movilizaciones políticas contemporáneas que son
consideradas referenciales en la comunidad
¿Qué eventos o sucesos de la política mapuche te
inspiraron para movilizarte?
De la comunidad Juana
Millahual
Movilizaciones políticas realizadas por la
comunidad
¿Cuál crees tú que son los hitos más importantes en la
historia de esta comunidad y como marcaron esos hitos a
los mayores y a su forma de pensar?
significaciones acerca
de la cultura política
dominante
Desafíos a la política formal/legal.
Resignificación del Estado y los partidos
políticos chilenos. Patada al tablero de
ajedrez.
Sobre el Imaginario
hegemónico Cuestionamiento de la identidad nacional chilena
¿Crees tú que el Estado chileno entiende y respeta la
identidad mapuche?
Sobre el Sistema político
Nuevas definiciones acerca del sistema político.
Lugar de la política mapuche en el sistema político
chileno
¿Cuál crees tu que debe ser la política mapuche?
etnificación
Construcciones de Identidad étnica=la
organización social de las diferencias
culturales. Continuidad de las fronteras
étnicas. La identidad étnica se construye
en la interacción con grupos sociales
estructurados en la relación inclusión-
exclusión, es decir definiendo criterios de
pertenencia al grupo
Construcción del nosotros
mapuche
diferencias culturales subjetivamente definidas y
seleccionadas como significativas para auto
identificarse y para ser así identificados en
situaciones de interacción
¿En qué crees que los mapuches se diferencias de los
chilenos?
¿Qué crees que los chilenos conocen de los mapuche y
cómo los ven?
¿Es importante para ti ser mapuche?
¿Qué implica para ti ser Mapuche?
Construcción del otro
wingka
diferencias culturales subjetivamente definidas y
seleccionadas como significativas para identificar
al otro y para ser así identificados en situaciones
de interacción
¿Crees que te pareces / tienes similitudes con los
chilenos, Cuáles?
¿Y tú qué opinas en general de los chilenos?
Transformación de las
relaciones sociales de
dominación.
Transformaciones económicas, políticas,
sociales y culturales obtenidos como
resultado de la práctica de movilización
política
x x
¿cuáles han sido los principales logros que se han
obtenido en esta comunidad como resultado de la
movilización y en qué se han transformado las vidas de
los miembros de esta comunidad a raíz de ello?
Anexos
116
Concepto Definición Dimensión Definición Subdimensión Definición Instrumento/pregunta
Prácticas culturales
Refiere a la dimensión significante de
toda acción e institución social en tanto
contribuye a la producción, reproducción
y comunicación de un determinado
sistema social. Toda práctica humana, sea
económica, cultural, política, religiosa,
etc., genera una serie de
representaciones/significados acerca de la
realidad social que se inscriben el orden
simbólico/cultural de un grupo. Así, la
realidad es entendida por los sujetos
inmersos en ella porque actualizan, de
manera inconsciente, una serie de
significados disueltos en ella, otorgándole
sentido y consistencia. Las prácticas
comportan significados en tanto están
estructuradas en un orden social y
económico determinando que es al
mismo tiempo estructurante sobre
categorías de percepción y apreciación de
ese orden social. Por otro lado,
determinadas prácticas pueden
comportar significados
alienados/dominados en tanto se
encuentran funcionando en estructuras
económicas dominadas y por la acción de
los aparatos ideológicos del Estado.
Significados disueltos en categorías
binarias Indio/blanco, flojo/trabajador,
borracho/sobrio. las prácticas culturales
pueden ser resignificada en la puesta en
marcha de una política cultural
Práctica de creencias
religiosas
Sistema simbólico. Creencias colectivas que
representan la distinción sagrado/profano.
Son actualizadas en el rito religioso. Su
función es la integración social
Peuma
Oniromancia. instancia de comunicación con lo
sobrenatural. Aparecen kuifiche, brujos “wekufe”, y chao
Ngenechen.En el sueño también se puede viajar al
wenumapu. dan origen a la carrera chamaninica ;la machi
lo utiliza para descubrir el porvenir o los sucesos acaecidos
en otro lugar y sus espíritus protectores le dan luces de cuál
es el mal y de cómo sanar a los enfermos
¿Frecuentemente, recuerdas lo que has soñado? ¿Qué
importancia tiene para ti el peuma? ¿con quién sueñas? Has
soñado con Chao Ngenechen? ¿Has soñado con tus
antepasados? ¿Le cuentas a otras personas tus sueños
frecuentemente? ¿a quiénes y por qué? ¿has soñado respecto
del momento político que vive la comunidad? ¿por qué es
importante que se mantenga esta costumbre entre los
mapuche?
Kuifiche (antepasado)
Antepasados por líneas de descendencia directa. Presentes
en awn y machitun. Mediadores, intercesores, entre los
hombres y las divinidades mayores. Recorren la tierra junto
a otras divinidades y espíritus para ayudar a sus
descendientes. Con ellos se establece una relación de
reciprocidad con ellos). El respeto por el admapu es
importante para que los antepasados sigan gozando de
“tranquilidad y beatitud eterna"
Son para ti importen tus antepasados? ¿Abuelos, bisabuelos
etc) Es importante para ti recordarlos? Cómo los recuerdas?
¿aquí en la comunidad la gente recuerda a sus antepasados?
¿es importante que en general el pueblo mapuche lo haga?
¿sueñas con tus antepasados? ¿te han dicho algo sobre las
ocupaciones territoriales que ustedes estan realizando?
Chao Ngnechen
Divinidad nuclear al interior del panteón mapuche. Figura
central en el Wenumapu: mundo ordenado, simétrico y
equilibrado que conecta el mundo físico y el mundo
sobrenatural. creador del mundo, sostenedor, alimentador,
protector, castigador, poderoso. Divinidad creadora del
cosmos, la naturaleza y del hombre. Relación de
reciprocidad, contraprestación sacrificial en ritos
importantes. Honrarlo en la actualización del ad mapu
¿crees tu en Chao Ngenechen? ¿le rezas? ¿qué signfica para ti
Chao Ngenechen? ¿sientes que en tu futuro, lo que te pase en
la vida depende de alguna manera con lo que Chao
Ngenechen quiera? ¿haces algo para honrarlo? ¿el está de
acuerdo con los procesos de recuperación territorial? ¿por
qué?
Chedungun Representaciones religiosas elaboradas en torno a la lengua
mapuche
Qué es para usted la lengua mapuche?
Es usted hablante?
En que situaciones hay que hablar?
Qué importancia tiene la lengua para lucha mapuche?
Anexos
117
Network Atlas ti, Proceso y categorías centrales
dimensión de
subdimensión
proceso:15años
proceso:15añosdimensión de
subdimensión
resignificación
politización
proceso:15años
proceso:15años
Miseria estructural
subdimensión
resignificación
significado flotante/circulante
proceso:15años
Precipitante
resignificación
escuela ideológica
subdimensión
dimensión de
proceso:15años
proceso:15añosproceso:15años
dimensión de
resignificación
Precipitante
Condiciones Históricas {0-4}
Condiciones Económicas {0-5}
Condiciones Ecológicas {0-3}EXPECTATIVAS {0-8}
MOVILIZACIÓN POR LA TIERRA {0-14}
Construcción social del
mapudungun./significaciones de la
práctica del mapudungun en la
comunidad {0-8}
CONDICIONES ESTRUCTURALES {0-6}
CREENCIAS RELIGIOSAS {0-14}
Creencia en Chao Ngnechen {1-7} Creencia en el Peuma {0-8}
Creencia en los Kuifiche {0-8}
Condiciones sociopolíticas {0-4}
Acciones de fuerza/Amedrentamiento
a terratenietes, forestales y
carabineros {0-5}
Allanamientos, detenciones y
judicialización {0-11}
Ocupación de predios {0-9}
Protestas, manifestaciones, cortes de
rutas y de claraciones públicas {0-6}
solidaridad entre
comunidades/articulación/acciones
conjuntas {0-10}
CAM {0-7}
Acercamiento y militancia {0-10}
Construcción ideológica {0-12}
Organizaciones y Comunidades
mapuche en resistencia {0-3}
Radicalidad/acción
directa/recuperación
productiva/inmediata {0-9}
Anexos
118
Evaluación Profesor Miguel Urrutia Fernández
Campus Juan Gómez Millas, 5 octubre de 2015.
Profesor Rodrigo Figueroa
Director Magíster en Ciencias Sociales
Departamento de Sociología
Universidad de Chile
PRESENTE
De mi consideración.
Tengo el agrado de informar a ud. mi evaluación de la tesis “La política de las
comunidades mapuche del Lleu lleu. Movilización por la tierra y reconversión
religiosa”, del estudiante Javier Álvarez Vandeputte.
Es un trabajo tremendamente original, particularmente si se considera el marco de
las sociologías de la modernización. La construcción del problema, la deriva metodológica,
y la narración conjunta de procesos y hallazgos, convierten a esta tesis en un producto de
real excelencia científica y académica. Solo sobre esta consideración general, me permito
hacer algunos alcances polémicos que sirvan para hacer del examen un diálogo a la altura
del escrito.
1. Justificar el paso de “la politización” a “la política cultural” por una cuestión de operacionalización, me parece no reflejar la decisión teórica allí implicada. De hecho, los cultural politics son ya un campo formalizado para el estudio de los movimientos sociales y la acción colectiva. Creemos necesario poner de relieve el carácter teórico de esta decisión para evaluarla precisamente en dicho mérito.
Anexos
119
2. Si bien las cuestiones identitarias quedan remitidas a una estructura compleja donde lo simbólico copa satisfactoriamente el campo de lo político, cabe discutir la especificidad de este último concepto, ya sea en los términos -también sacro-teológicos como los trabajados en esta tesis- de Schmitt, o en los más táctico-estratégicos del comunitarismo pachakutik (García Linera por ejemplo). En definitiva se trata de tensar posmarxismos como el laclauniano a partir de, por lo menos, una pregunta por la sobredeterminación de las textualidades desde las configuraciones materiales del antagonismo social (para este caso, fundamentalmente las orgánicas de lucha política)
3. Por último sugiero debatir en torno a un concepto de comunidad que conecte las luchas estudiadas, con los cuestionamientos más generales a la sociedad de mercado configurada en Chile. En tal sentido, y a modo de ejercicio intelectual posibilitado únicamente por la excelencia de esta tesis, sugiero tener en cuenta el principio de inmunitas que, según Esposito, atraviesa a todas las formas de vida-en-común contemporáneas.
Por los elementos aquí expuestos califico esta tesis con la nota 7 (siete). Sin otro
particular, le saluda fraternalmente,
Miguel Urrutia Fernández
Anexos
120
Evaluación Profesor Pablo Cottet Soto
Santiago, Agosto 31 de 2015
Prof. Rodrigo Figueroa
Coordinador
Magíster en Ciencias Sociales
PRESENTE
Estimado Coordinador
A continuación le comunico a Ud. mi evaluación de la tesis de grado de:
Javier Álvarez Vandeputte
Tesis denominada:
“La política de las comunidades mapuche del Lleu Lleu. Movilización
por la tierra y reconversión religiosa.”
Declaro que he corregido el documento de Tesis presentado bajo el
supuesto que está en condiciones de presentarse a una Revista de corriente
principal y que, por lo tanto, cumple estándares de nivel de postgrado.
Sobresaliente 7.0–6.5 Muy bueno 6.4–6.0 Bueno 5.9–5.0 Aceptable 4.9–4.0 Deficiente 3.9- 3.0
ITEM ASPECTOS A CONSIDERAR %
1 Valoración Trabajo de Investigación 7.0
1.1 Problematización
Planteamiento y contextualización explícita del problema
a investigar. Buen manejo de información antecedente y
conocimiento experto o aplicado.
10%
Anexos
121
1.2 Pertinencia y
Relevancia
Temática y énfasis en las materias centrales
comprendidas en el Programa (Antropología social
aplicada). Potencialidad de la investigación para
desarrollar publicaciones o nuevos proyectos de
investigación.
10%
1.3 Manejo Teórico Aplicación y dominio de los conceptos en el análisis y
discusión de los resultados de la investigación. 15%
1.4
Estrategia
Metodológica y
Resultados de
Investigación
Pertinencia y coherencia de la estrategia metodológica.
Entrega información empírica relevante y consistente. 15%
1.5 Desarrollo de
Conclusiones
Las conclusiones presentan un adecuado análisis de los
resultados de la investigación y se integran de modo
coherente al enfoque teórico.
10%
2 Valoración Aspectos Formales 7.0
2.1 Presentación Calidad de la redacción, ortografía, nitidez gráfica y
cumplimiento del formato reglamentario. 5%
2.2 Coherencia
Ilación de los contenidos, desarrollo claro y preciso. El
documento presentado cuenta con una estructura
coherente.
10%
2.3 Recursos
Bibliográficos
Atingentes al tema, actualizados y trabajados en las
asignaturas del Programa. Uso correcto de las citas y
referencias.
10%
3 Apreciación Global del Evaluador 15%
Para colocar las notas, hacer doble clic en la siguiente tabla (asegúrese de usar coma para los decimales, no use el punto).
1.1 7,0 0,7
1.2 7,0 0,7
1.3 7,0 1,05
1.4 6,0 0,9
1.5 7,0 0,7
2.1 5,0 0,25
2.2 7,0 0,7
2.3 7,0 0,7
3.0 7,0 1,05
Nota Final 6,75
Anexos
122
COMENTARIO EVALUATIVO Y SUGERENCIAS
(Este campo es obligatorio)
El documento da cuenta de un proceso de investigación consistente,
teóricamente actualizado, metodológicamente impreciso y
urgentemente relevante.
Según interpreto de su lectura, pues el documento no declara
explícitamente objetivo general y sus respectivos específicos, la
investigación se propuso conocer las relaciones entre dos
modalidades de recuperación, cultual y territorial, en el caso de las
22 familias que componen la Comunidad Mapuche de Rucañanco
(lago Lleu-Lleu).
El texto informa de un proceso de indagación y consolidación del
conocimiento elaborado por el autor, que luego se ilustra en
numerosos testimonios y análisis de fuentes secundarias. Este
proceso de indagación y consolidación de las proposiciones hechas
por el autor giran alrededor del núcleo que constituye el concepto de
“recuperación”, particularmente en su doble faz: cultual y territorial.
De modo adecuadamente informado y teóricamente situado, el
planteamiento consiste en reconocer un giro, o punto de inflexión, del
período reduccional (“que va desde el fin de la ocupación hasta las
transformaciones del agro en la década de 1970”, p.102) en el que se
habrían “prolongado las condiciones coloniales” para las comunidades
mapuche. Tal punto de inflexión, cronológicamente localizado a
mediados de la década del 90, admite las siguientes claves
concurrentes: cambio en la estructura de la propiedad de la tierra y
del sistema interétnico en la zona, asociado a la emergencia de una
organización política (CAM) que moviliza procesos de recuperación de
predios ancestrales movilizando la recuperación de códigos étnicos
devaluados largamente por la colonización.
El asunto decisivo en tal argumentación, la “eficacia simbólica”, está
dado por la articulación de sentidos cultuales/identitarios y
territoriales/productivos. Los procesos de recuperación de predios,
especialmente de propiedad de los capitales de la industria forestal,
Anexos
123
están movilizados por la recuperación de zonas sagradas para la
cosmogonía mapuche. Hay un procedimiento táctico de ocupar el
territorio y detectar los hitos sagrados, en una suerte de
emplazamiento militar de una teo-pografía. Este procedimiento
táctico, se inscribe en la clave estratégica de recuperar un pueblo, la
comunidad étnica, como comunidad cúltica que reconoce en, y por, la
tierra su condición de tal. Para ello el autor propone el
reconocimiento de cuatro “agregaciones simbólicas” (“militantes,
comuneros, jóvenes y mayores-sabios”) que concurren, con sus
diferencias, en este nuevo agente (comunidad cúltica y operativa)
capaz de ocupar predios y ejercer el control territorial.
La identificación de cuatro dimensiones cultuales (”creencias
tradicionales”), a saber: Dios Chao, peuma o sueño mediador,
kemchis antepasados y sabios-mayores, además de la lengua
chedungun, permiten reconocer la recomposición de una comunidad
cúltica, primer ámbito de la “eficacia simbólica”. El segundo ámbito
de tal eficacia queda expresado en la recomposición de las relaciones
de reciprocidad y solidaridad para la vida cotidiana (redes de apoyo).
Esta eficacia simbólica estaría en la base de los procesos de
transformación en la estructura de la propiedad de la tierra.
Enumero algunas preguntas a partir de esta comprensión del
argumento:
1. ¿Por qué se habla de “contexto de recuperación de tierras” si de fondo se propone que la recuperación cuenta con dos destinos,
cultual y territorial, sin que pueda separarse uno del otro? ¿Por qué se sitúa en el esquema causa-efecto a veces una faz
(recuperación cultual) y a veces otra (recuperación territorial)?
2. ¿Cómo se elaboran las diferencias entre las cuatro
“agregaciones simbólicas” respecto de sus inscripciones diferenciales en la articulación cultual-territorial?
3. Considerando la siguiente constatación: “Desafortunadamente
CONADI no cuenta con los datos de la cantidad de hectáreas
traspasadas a las comunidades mapuche del Lleu Lleu (…) La
comunidad contaba con 120 hectáreas hasta 1996, cundo ocupan un predio de 220 hectáreas de forestal Mininco. Durante
el 2013 CONADI legaliza el traspaso de 28 hectáreas de las 100
hectáreas del predio ocupado el 2012 (¿de propiedad de
quién?). Hay además 100 hectáreas ocupadas que están siendo negociadas por la CONADI y sus dueños para ser traspasadas.
La comunidad prácticamente ha cuadruplicado su extensión (…)
La propiedad forestal sigue siendo mayoritaria, a pesar de que
ha sido muy afectada de (sic) las ocupaciones.” (pp. 62-63).
Anexos
124
3.1 ¿Se puede afirmar un cambio en la propiedad de la tierra con la información detallada arriba? ¿Por qué?
3.2 ¿Qué papel juega la CONADI (Estado de Chile) en la
articulación basal de recuperación cultual-territorial?
Dos comentarios sobre insuficiencias que explican la no obtención de
la nota máxima:
a. Las definiciones metodológicas son poco precisas: no hay justificación de los criterios que definen la muestra, tampoco la
equivalencia entre los textos producidos en las “7 entrevistas
largas” (p.22) ¿Qué implica que sean ”largas”?, tampoco la
identificación de los “dos documentos nativos” (p.22), ni las relaciones establecidas entre ambas fuentes de información
(primarias y secundarias).
b. El texto está plagado de faltas de ortografía, especialmente
tildes, y, más grave, de redacción. El texto comunica ideas que deben contar con una mayor circulación, lo que exige su
publicación en diferentes modalidades. No obstante, requiere
de un arduo trabajo de corrección ortográfica y sintáctica.
CALIFICACIÓN: 6,8 (seis, ocho)
PABLO COTTET SOTO
Firma
Anexos
125
Evaluación Profesor Oscar Aguilera Ruiz
Santiago, (FECHA)
Prof. Rodrigo Figueroa
Coordinador
Magíster en Ciencias Sociales
PRESENTE
Estimado Coordinador
A continuación le comunico a Ud. mi evaluación de la tesis de posgrado de:
Javier Álvarez Vandeputte
Tesis denominada:
“ La política de las comunidades mapuche del Lleu Lleu. Movilización
por la tierra y reconversión religiosa ”
Declaro que he corregido el documento de Tesis presentado bajo el
supuesto que está en condiciones de presentarse a una Revista de corriente
principal y que, por lo tanto, cumple estándares de nivel de postgrado.
Sobresaliente 7.0–6.5 Muy bueno 6.4–6.0 Bueno 5.9–5.0 Aceptable 4.9–4.0 Deficiente 3.9- 3.0
ITEM ASPECTOS A CONSIDERAR %
1 Valoración Trabajo de Investigación
1.1 Problematizació
n
Planteamiento y contextualización explícita del
problema a investigar. Buen manejo de información
antecedente y conocimiento experto o aplicado.
10%
1.2 Pertinencia y
Relevancia
Temática y énfasis en las materias centrales
comprendidas en el Programa. Potencialidad de la
investigación para desarrollar publicaciones o nuevos
proyectos de investigación.
10%
1.3 Manejo Teórico Aplicación y dominio de los conceptos en el análisis y
discusión de los resultados de la investigación. 15%
Anexos
126
1.4
Estrategia
Metodológica y
Resultados de
Investigación
Pertinencia y coherencia de la estrategia
metodológica. Entrega información empírica relevante
y consistente.
15%
1.5 Desarrollo de
Conclusiones
Las conclusiones presentan un adecuado análisis de
los resultados de la investigación y se integran de
modo coherente al enfoque teórico.
10%
2 Valoración Aspectos Formales
2.1 Presentación Calidad de la redacción, ortografía, nitidez gráfica y
cumplimiento del formato reglamentario. 5%
2.2 Coherencia
Ilación de los contenidos, desarrollo claro y preciso. El
documento presentado cuenta con una estructura
coherente.
10%
2.3 Recursos
Bibliográficos
Atingentes al tema, actualizados y trabajados en las
asignaturas del Programa. Uso correcto de las citas y
referencias.
10%
3 Apreciación Global del Evaluador 15%
COMENTARIO EVALUATIVO Y SUGERENCIAS
(Este campo es obligatorio)
La Tesis presentada da cuenta de buena manera del proceso
investigativo realizado en el marco del Magister, está escrita de
manera fluida que invita a su lectura. Se cumple adecuadamente con
el tipo de investigación y objetivos propuestos. Es un trabajo de
investigación a la altura de un programa de Magister.
En lo específico, el trabajo de investigación desarrollado por el tesista
da muestra de un trabajo de investigación sistemático que combina
de buena manera la investigación con orientación etnográfica, el
tratamiento de fuentes secundarias y una exhaustiva bibliografía que
permite sustentar y acompañar el recorrido de la tesis.
Anexos
127
Asimismo, considero que el enfoque propuesto (observar
políticamente la cultura) rinde sus frutos al permitirnos comprender a
cabalidad el proceso, no exento de tensiones, de movilización y
activismo desarrollado por las comundades mapuche de la zona. La
rigurosidad metodológica, haciendo evidente el modo de trabajo
desplegado por el tesista, constituyen uno de los grandes aciertos de
esta tesis.
Por lo anteriormente expuesto, califico esta tesis con nota SIETE
(7,0).
Oscar Aguilera Ruiz
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