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La Letra Escarlata Por Nathaniel Hawthorne

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Page 1: La Letra Escarlata - COBACH · La Letra Escarlata Por Nathaniel Hawthorne. I LA PUERTA DE LA PRISIÓN ... Estatutos de la ciudad. Los magistrados que no han hecho caso de ella, tendrían

LaLetraEscarlata

Por

NathanielHawthorne

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I

LAPUERTADELAPRISIÓN

Una multitud de hombres barbudos, vestidos con trajes oscuros ysombrerosdecopaalta,casipuntiaguda,decolorgris,mezcladosconmujeresunasconcaperuzasyotrascon lacabezadescubierta, sehallabacongregadafrenteaunedificiodemaderacuyapesadapuertaderobleestaba tachonadaconpuntasdehierro.

Los fundadores de una nueva colonia, cualesquiera que hayan sido losensueños utópicos de virtud y felicidad que presidieran su proyecto, hanconsideradosiempre,entrelascosasmasnecesarias,dedicarauncementeriouna parte del terreno virgen, y otra parte a la erección de una cárcel. Deacuerdo con este principio, puede darse por sentado que los fundadores deBoston edificaron la primera cárcel en las cercanías de Cornhill, así comotrazaronelprimercementerioenellugarquedespuésllegóaserelnúcleodetodas lossepulcrosaglomeradosenelantiguocamposantode laCapilladelRey.Eslociertoquequinceoveinteañosdespuésdefundadalapoblación,yalacárcel,queerademadera,presentabatodaslasseñalesexterioresdehaberpasadoalgunosinviernosporella,loquedabaunaspectomassombríoqueelde suyo tenía. El orín que estaba cubriendo la pesada obra de hierro de supuerta, la dotaba de una apariencia demayor antigüedad que la de ningunaotracosaenelNuevoMundo.Comotodoloqueserelacionadeunmodouotroconelcrimen,parecíanohabergozadonuncadejuventud.Frenteaestefeoedificio,yentreélyloscarrilesorodadasdelacalle,habíaunaespeciedepradilloenquecrecíanenabundancialabardanayotrasmalashierbasporelestilo, que evidentemente encontraron terreno apropiado en un sitio que yahabíaproducidolanegraflorcomúnaunasociedadcivilizada,lacárcel.Peroaunladodelapuerta,casienelumbralseveíaunrosalsilvestrequeenestemes de junio estaba cubierto con las delicadas flores que pudiera decirseofrecíansufraganciayfrágilbellezaalosreosqueentrabanenlaprisión,yaloscriminalescondenadosquesalíanasufrirsupena,comosilanaturalezasecompadecieradeellos.

Laexistenciadeeste rosal,porunaextrañacasualidad, sehaconservadoenlahistoria;peronotrataremosdeaveriguarsifuesimplementeunarbustoque quedó de la antigua selva primitiva después que desaparecieron losgigantescos pinos y robles que le presentaron sombra, o si, como cuenta latradición,brotóbajolaspisadasdelasantaAnaHutchinsoncuandoentróenlacárcel.Seade ello loque fuere,puestoque lo encontramosenelumbraldenuestranarración,pordecirloasí,nopodemosmenosquearrancarunadesus

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floresyofrecérselaallector,esperandoquesimbolicealgunaapacibleleccióndemoral,yasedesprendadeestaspáginas,oyasirvaparamitigarelsombríodesenlacedeunahistoriadefragilidadhumanaydedolor.

II

LAPLAZADELMERCADO

El pradillo frente a la cárcel, del cual hemos hechomención, se hallabaocupado hace unos doscientos años, en unamañana de verano, por un grannúmerodehabitantesdeBoston,todosconlasmiradasdirigidasalapuertademadera de roble con puntas de hierro. En cualquiera otra población de laNuevaInglaterra,oenunperíodoposteriordesuhistoria,nadabuenohabríaauguradoelaspectosombríodeaquellosrostrosbarbudos;sehabríadichoqueanunciaba lapróximaejecucióndealgúncriminalnotable, contra el cualuntribunal de justicia había dictado una sentencia, que no venía a ser sino laconfirmación de la expresada por el sentimiento público. Pero dada laseveridadnaturaldelcarácterpuritanoenaquellos tiempos,nopodíasacarsesemejante deducción, fundándola sólo en el aspecto de las personas allíreunidas:talvezalgúnesclavoperezoso,oalgúnhijodesobedienteentregadoporsuspadresalaautoridadcivil,recibíanuncastigoenlapicota.Pudierasertambiénqueuncuákerouotroindividuopertenecienteaunasectaheterodoxa,ibaaexpulsarlode laciudadapuntade látigo;oacasoalgúnindioociosoyvagabundo, que alborotaba las calles en estado de completa embriaguez,gracias al aguardiente de los blancos, iba a ser arrojado a los bosques abastonazos; o tal vez alguna hechicera, como la anciana SeñoraHibbins, lamordaz viuda delmagistrado, iba amorir en el cadalso. Sea de ello lo quefuere, había en los espectadores aquel aire de gravedad que cuadrabaperfectamenteaunpuebloparaquienreligiónyleyerancosascasiidénticas,yen cuyo carácter se hallaban ambos sentimientos tan completamenteamalgamados,quecualquieractodejusticiapública,porbenignooseveroquefuese, asumía igualmente un aspecto de respetuosa solemnidad. Poca oninguna era la compasión que de semejantes espectadores podía esperar uncriminalenelpatíbulo.Peroporotraparte,uncastigoqueennuestrostiemposatraería cierto grado de infamia y hasta de ridículo sobre el culpable, serevestíaentoncesdeunadignidadtansombríacomolapenacapitalmisma.

Merece notarse que en la mañana de verano en que comienza nuestrahistoria, las mujeres que había mezcladas entre la multitud, parecían tenerespecial interés en presenciar el castigo cuya imposición se esperaba. Enaquellaépocalascostumbresnohabíanadquiridoesegradodepulimentoen

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quelaideadelasconsideracionessocialespudieraretraeralsexofemeninodeinvadirlasvíaspúblicas,ysilaoportunidadsepresentaba,deabrirpasoasurobustahumanidadentrelamuchedumbre,paraestarlomascercaposibledelcadalso,cuandose tratabadeunaejecución.Enaquellasmatronasy jóvenesdoncellas de antigua estirpe y educación inglesa había, tanto moral comofisicamente,algomastoscoyrudoqueensusbellasdescendientes,delasqueestabanseparadasporseisosietegeneraciones;porquepuededecirsequecadamadre,desdeentonces,haidotrasmitiendosucesivamenteasuproleuncolormenos encendido, una belleza mas delicada y menos duradera, unaconstitución fisica mas débil, y aun quizá un carácter de menos fuerza ysolidez. Las mujeres que estaban de pie cerca de la puerta de la cárcel enaquellahermosamañanadeverano,mostraban rollizasysonrosadomejillas,cuerpos robustos y bien desarrollados con anchas espaldas;mientras que ellenguajequeempleabanlasmatronasteníaunarotundidadydesenfadoqueennuestrostiemposnosllenaríadesorpresa,tantoporelvigordelasexpresionescuantoporelvolumendelavoz.

—Honradas esposas, —dijo una dama de cincuenta años, de faccionesduras—, voy a deciros lo que pienso. Redundaría en beneficio público sinosotras, lasmujeres de edadmadura, de buena reputación, ymiembros deunaiglesia, tomasemospornuestracuenta lamaneradetrataramalhechorascomolatalEsterPrynne.¿Quépensais,comadres?Siesabuenapiezatuvieraque ser juzgadapor nosotras, las cincoque estamos aquí, ¿saldría acaso tanbienlibradacomoahoraconunasentenciacualladictadaporlosvenerablesmagistrados?¡Noporcierto!

—Buenas gentes,—decía otra—, se corre por ahí que el Reverendo Sr.Dimmesdale, su piadoso pastor espiritual, se aflige profundamente de queescándalosemejantehayasucedidoensucongregación.

—Los magistrados son caballeros llenos de temor de Dios, pero enextremomisericordiosos,estoeslaverdad,—agregóunaterceramatrona,yaentradaenlamadurezdesuotoño—,almenosdeberíanhabermarcadoconunhierrohechoascualafrentedeEsterPrynne.YoosaseguroqueMadamaEsterhabríasabidoentoncesloqueerabueno.Peroqueleimportaaesazorraloquelehanpuestoenlacotilladesuvestido.Locubriráconsubroche,oconalgúnotrodelosadornospaganosenbogaylaveremospasearseporlascallestanfrescacomositalcosa.

—¡Ah!—Dijounamujerjoven,casada,queparecíadenaturalmassuaveyllevabaunniñodelamano.

—Dejadla que cubra esa marca como quiera; siempre la sentirá en sucorazón.

—¿Estamoshablandoaquídemarcasosellosinfamantes,yaenelcorpiño

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del traje,en lasespaldasoen la frente?—gritóotra, lamas feaasícomo lamásimplacabledeaquellasquesehabíanconstituidojuecesporsíyantesí—.Estamujernoshadeshonradoa todas,ydebemorir.¿Nohayacasouna leyparaello?Sí,porcierto: lahaytantoenlasSagradasEscriturascomoenlosEstatutos de la ciudad. Los magistrados que no han hecho caso de ella,tendríanqueculparseasípropios,sisusesposasohijassedesvíandelbuensendero.

—¡Elcieloseapiadedenosotros!Buenadueña,exclamóunhombre,¿nohayporventuramasvirtud en lamujer que la debida al temorde la horca?Nadapeorpodríadecirse.Silencioahora,vecinas,porquevanaabrirlapuertadelacárcelyahívieneenpersonaMadamaEster.

La puerta de la cárcel se abrió en efecto, y apareció en primer lugar, asemejanzade unanegra sombraque sale a la luz del día, la torvay terriblefiguradelalguacildelapoblación,conlaespadaalcintoyenlamanolavara,símbolodesuempleo.Elaspectodepersonaje representaba toda la sombríaseveridaddelCódigode leyespuritanas,queestaba llamadoahacercumplirhasta la última extremidad. Extendiendo la vara de su oficio con la manoizquierda,pusoladerechasobreelhombrodeunamujerjovenalaquehacíaavanzar,empujándola,hastaque,enelumbraldelaprisión,aquellalerepelióconunmovimientoqueindicabadignidadnaturalyfuerzadecarácter,ysalióalairelibrecomosilohicieraporsupropiavoluntad.Llevabaenlosbrazosaun tierno infantedeunos tresmesesde edad,que cerró losojosyvolvió lacaritaaun lado,esquivando lademasiadaclaridaddeldía,cosamuynaturalcomoquesuexistenciahastaentonces lahabíapasadoenlas tinieblasdeuncalabozo,oenotrahabitaciónsombríadelacárcel.

Cuando aquella mujer joven, madre de la tierna criatura, se halló enpresenciadelamultitud,fuesuprimerimpulsoestrecharalaniñitacontraelseno,notantoporunactodeafectomaternal,sinomasbiencomosiquisieradeesemodoocultarciertosignolabradoofijadoensuvestido.Sinembargo,juzgando,talvezcuerdamente,queunapruebadevergüenzanopodríaocultarotra, tomó lacriaturaenbrazos;ycon rostro llenodesonrojo,peroconunasonrisa altiva y ojos que no permitían ser humillados, dio unamirada a losvecinosquesehallabanentornosuyo.Sobreelcorpiñodesutraje,enunpañodeunrojobrillante,yrodeadadebordadoprimorosoyfantásticosadornosdehilosdeoro,sedestacabalaletraA.Estabahechatanartísticamente,ycontallujo de caprichosa fantasía, que producía el efecto de ser el ornato final yadecuadodesuvestido,queteníatodoelesplendorcompatibleconelgustodeaquellaépoca,excediendoenmuchoalopermitidoporlasleyessuntuariasdelacolonia.

Aquellamujer era de elevada estatura, perfectamente formada y esbelta.Suscabelloseranabundantesycasinegros,y tanlustrososquereverberaban

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los rayos del sol: su rostro, ademas de ser bello por la regularidad de susfacciones y la suavidad del color, tenía toda la fuerza de expresión quecomunicancejasbienmarcadasyojosintensamentenegros.Elaspectoeraeldeunadamacaracterizado,comoerausualenaquellostiempos,masbienporcierta dignidad en el porte, que no por la gracia delicada, evanescente eindescriptiblequeseaceptahoydíacomoindiciodeaquellacualidad.YjamastuvoEstermasaspectodeverdaderaseñora,segúnlaantiguasignificacióndeestapalabra,quecuandosaliódelacárcel.Losquelahabíanconocidoantesyesperabanverlaabatidayhumillada,sesorprendieron,casiseasombraronalcontemplar cómo brillaba su belleza, cual si le formaran una aureola elinfortunio e ignominia en que estaba envuelta. Cierto es que un observadordotado de sensibilidad habría percibido algo suavemente doloroso en susfacciones. Su traje, que seguramente fue hecho por ellamisma en la cárcelparaaqueldía,sirviéndoledemodelosupropiocapricho,parecíaexpresarelestadodesuespíritu,ladesesperadaindiferenciadesussentimientos,ajuzgarporsuextravaganteypintorescoaspecto.Peroloqueatrajotodaslasmiradas,yloquepuededecirsequetransfigurabaalamujerquelallevaba,detalmodoquelosquehabíanconocidofamiliarmenteaEsterPrynneexperimentabanlasensaciónqueahoralaveíanporvezprimera,eralaLETRAESCARLATAtanbordadaeiluminadaqueteníacosidaalcuerpodesuvestido.Erasuefectoelde un amuleto mágico, que separaba a aquella mujer del resto del génerohumanoylaponíaaparte,enunmundoqueleerapeculiar.

—Nopuedenegarsequetieneunaagujamuyhábil,—observóunadelasespectadoras—;perodudomuchoqueexistaotramujerquehayaideadounamanera tan descarada de hacer patente su habilidad. ¿A qué equivale esto,comadres,sinoaburlarsedenuestrospiadososmagistrados,yvanagloriarsedeloqueestosdignoscaballeroscreyeronqueseráuncastigo?

—Bueno fuera,—exclamó lamas cara avinagrada de aquellas viejas—,quedespojásemosaMadamaEsterdesuhermosotraje,yenvezdeesaletraroja tanprimorosamentebordada, le claváramosunahechadeunpedazodeestafranelaqueusoparamireumatismo.

—¡Oh!Basta,vecinas,basta,—murmurólamasjovendelascircundantes—,habladdemodoquenoosoiga.¡Nohayunasolapuntadaenelbordadodeesaletraquenolahayasentidoensucorazón!

Elsombríoalguacilhizoenestemomentounaseñalconsuvara.

—Buenagente,hacedplaza;¡hacedplazaennombredelRey!—Exclamó—.Abridlepaso, yosprometoqueMadamaEster se sentarádonde todo elmundo,hombre,mujeroniño,podrácontemplarperfectamenteyasusaborelhermosoadornodesdeahorahastalaunadelatarde.ElcielobendigalajustaColonia deMassachusetts, donde la iniquidad se ve obligada a comparecer

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antelaluzdelsol.VenidacáMadamaEster,ymostradvuestraletraescarlataenlaplazadelmercado.

Inmediatamente quedó un espacio franco a través de la turba deespectadores.

Precedidadelalguacil,yacompañadadeunacomitivadehombresdedurosemblanteydemujeresderostronadacompasivo,EsterPrynneseadelantóalsitiofijadoparasucastigo.Unamultituddechicosdeescuela,atraídosporlacuriosidad y que no comprendían de lo que se trataba, excepto que lesproporcionabamedio día de asueto, la precedía a todo correr, volviendo decuandoencuando lacabezayapara fijar lasmiradasenella,yaen la tiernacriaturita,oraenlaletraignominiosaquebrillabaenelsenodelamadre.Enaquellostiemposladistanciaquehabíadelapuertadelacárcelalaplazadelmercado no era grande; sin embargo,midiéndola por lo que experimentabaEster,debiódeparecerlemuylarga,porqueapesardelaaltivezdesuporte,cadapasoquedabaenmediodeaquellamuchedumbrehostileraparaellaundolorindecible.Sediríaquesucorazónhabíasidoarrojadoalacalleparaquela gente lo escarneciera y lo pisoteara. Pero hay en nuestra naturaleza algo,que participa de lomaravilloso y de lo compasivo, que nos impide conocertodalaintensidaddeloquepadecemos,mercedalefectomismodelatorturadelmomento,aunquemastardenosdemoscuentadeelloporeldolorquetrassídeja.Por lo tanto, concontinentecasi serenosufrióEsterestapartede sucastigo, y llegó a un pequeño tablado que se levantaba en la extremidadoccidentaldelaplazadelmercado,cercadelaiglesiamasantiguadeBoston,comosiformarapartedelamisma.

Enefecto,estecadalsoconstituíaunapartedelamaquinariapenaldeaqueltiempo,ysibiendesdehacedosotresgeneracionesessimplementehistóricoytradicionalentrenosotros,seconsiderabaentoncesunagentetaneficazparala conservación de las buenas costumbres de los ciudadanos, como seconsideró mas tarde la guillotina entre los terroristas de la Franciarevolucionaria.Era,suunapalabra,eltabladoenqueestabalapicota:sobreélse levantaba el armazón de aquel instrumento de disciplina, de tal modoconstruidoque,sujetandoenunagujerolacabezadeunapersona,laexponíaala vista del público. En aquel armazón de hierro y madera se hallabaencarnado el verdadero ideal de la ignominia; porque no creo que puedahacersemayorultrajealanaturalezahumana,cualesquieraqueseanlasfaltasdel individuo, como impedirle que oculte el rostro por un sentimiento devergüenza,haciendodeesaimposibilidadlaesenciadelcastigo.Conrespectoa Ester, sin embargo, como acontecía mas o menos frecuentemente, lasentencia ordenaba que estuviera de pie cierto tiempo en el tablado, sinintroducir el cuelloen la argollaocepoquedejabaexpuesta la cabezaa lasmiradasdelpúblico.Sabiendobienloqueteníaquehacer,subiólosescalones

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demadera, y permaneció a la vista de lamultitud que rodeaba el tablado ocadalso.

La escena aquella no carecía de esa cierta solemnidad pavorosa queproducirásiempreelespectáculodeculpaylavergüenzaenunodenuestrossemejantes,mientraslasociedadnosehayacorrompidolobastanteparaquelehagareírenvezdeestremecerse.

Los que presenciaban la deshonra deEster Prynne no se encontraban enesecaso.Eragenteseveraydura,hastaelextremoquehabríancontempladosu muerte, si tal hubiera sido la sentencia, sin un murmullo ni la menorprotesta;peronohabríanpodidohallarmateriaparachistesyjocosidadesenuna exhibición como esta que hablamos: y dado caso que hubiese habidoalguna disposición a convertir el castigo aquel en asunto de bromas, todatentativa de este género habría sido reprimida con solemne presencia depersonasdetantaimportanciaydignidadcomoelGobernadoryvariosdesusconsejeros: un juez, un general, y losministros de justicia de la población,todos los cuales estaban sentados o se hallaban de pie en un balcón de laiglesiaquedabaalaplataforma.Cuandopersonasdetantovisopodíanasistiratalespectáculosinarriesgarlamajestadolareverenciadebidaasujerarquíayempleo,erafácildeinferirsequelaaplicacióndeunasentencialegaldebíatener un significado tan serio cuanto eficaz; y por lo tanto, la multitudpermanecíasilenciosaygrave.Lainfelizculpableseportabalomejorqueleera dado a una mujer que sentía fijas en ella, y concentradas en la letraescarlatadesutraje,milmiradasimplacables.

Erauntormentoinsoportable.

HallándoseEsterdotadadeunanaturalezaimpetuosaydejándosellevardesu primer impulso, había resuelto arrostrar el desprecio público, poremponzoñados que fueran sus dardos y crueles sus insultos; pero en elsolemne silencio de aquella multitud había algo tan terrible, que hubierapreferido ver esos rostros rígidos y severos descompuestos por las burlas ysarcasmos de que ella hubiera sido el objeto; y si en medio de aquellamuchedumbre hubiera estallado una carcajada general, en que hombres,mujeres, y hasta los niños tomaran parte, Ester les habría respondido conamarga y desdeñosa sonrisa. Pero abrumada bajo el peso del castigo queestabacondenadaasufrir,pormomentossentíacomosituvieraquegritarcontoda la fuerzadesuspulmonesyarrojarsedesdeel tabladoal suelo,ode locontrariovolverseloca.

Había sin embargo intervalos en que toda la escena en que elladesempeñabaelpapelmasimportante,parecíadesvanecerseantesusojos,oalmenos, brillaba de una manera indistinta y vaga, como si los espectadoresfueran unamasa de imágenes imperfectamente bosquejadas o de apariencia

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espectral.Suespíritu,yespecialmentesumemoria, teníanunaactividadcasisobrenatural,ylallevabanalacontemplacióndealgomuydistintodeloquela rodeaba en aquellosmomentos, lejos de esapequeña ciudad, enotropaísdonde veía otros rostros muy diferentes de los que allí fijaban en ella susimplacablesmiradas.

Reminiscencias de la mas insignificante naturaleza, de sus juegosinfantiles,desusdíasescolares,desusriñaspueriles,delhogardoméstico,seagolpabanasumemoriamezcladasconlosrecuerdosdeloqueeramasgraveyserioenlosañossubsecuentes,uncuadrosiendotanvivoyanimadocomoelotro,comositodosfuerandeigualimportancia,otodosunsimplejuego.Talvez era aquello un recurso que instintivamente encontró su espíritu paralibrarse,pormediodelacontemplacióndeestasvisionesdesufantasía,delaabrumadorapesadumbredelarealidadpresente.

Pero sea de ello lo que fuere, el tablado de la picota era una especie demirador que revelaba a Ester todo el camino que había recorrido desde lostiemposdesufelizinfancia.

De pie en aquella triste altura, vio de nuevo su aldea nativa en la viejaInglaterraysuhogarpaterno:unacasasemiderruidadepiedraoscura,deunaspecto que revelaba pobreza, pero que conservaba aún sobre el portal, enseñaldeantiguahidalguía,unescudodearmasmedioborrado.Vioelrostrodesupadre,defrenteespaciosaycalvayvenerablebarbablancaquecaíasobrelaantiguavalonadeltiempodelareinaIsabeldeInglaterra.Viotambiénasumadre,conaquellamiradadeamor llenadeansiedadydecuidado, siemprepresenteensurecuerdoyque,aúndespuésdesumuerte,confrecuenciayamaneradesuavereproche,habíasidounaespeciedepreventivoenlasendadesuhija.

Viosupropiorostro,enelesplendordesubellezajuvenile iluminadoelopacoespejoenqueacostumbrabamirarse.Allícontemplóotrorostro,eldeunhombreyaentradoenaños,pálido,delgado,confisonomíadequiensehadedicado al estudio, ojos turbios y fatigados por la lámpara a cuya luz leyótantoponderosovolumenymeditósobreellos.

Sin embargo, esos mismos fatigados ojos tenían un poder extraño ypenetrantecuandoelquelosposeíadeseabaleerenlasconcienciashumanas.Esafiguraerauntantodeformada,conunhombroligeramentemasaltoqueelotro.Después vio surgir en la galería de cuadros que le iba presentando sumemoria, las intrincadas y estrechas calles, las altas y parduscas casas, lasenormes catedrales y los edificios públicos de antigua fecha y extrañaarquitectura de una ciudad europea, donde le esperaba una nueva vida,siempre relacionándose con el sabio ymal formado erudito. Finalmente, enlugardeestasescenasydeestaespeciedevariablepanorama,selepresentóla

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ruda plaza del mercado de una colonia puritana con todas las gentes de lapoblaciónreunidasallíydirigiendolasseverasmiradasaEsterPrynne,—sí,aellamisma—,queestabaeneltabladodelapicota,conunatiernaniñaenlosbrazos,ylaletraA,decolorescarlata,bordadaconhilodeoro,sobresuseno.

¿Seríaaquelloverdad?Estrechóalacriaturitacontalfuerzacontraelseno,quelehizodarungrito:bajóentonceslosojos,yfijólasmiradasenlaletraescarlata, y aún la palpó con los dedos para tener la seguridad que tanto laniñita como la vergüenza a que estaba expuesta eran reales. ¡Sí: eranrealidades,todolodemassehabíadesvanecido!

III

ELRECONOCIMIENTO

Deestaintensasensaciónyconvencimientodeserelobjetodelasmiradasseveras y escudriñadoras de todo elmundo, salió al fin lamujer de la letraescarlata al percibir, en las últimas filas de la multitud, una figura queirresistiblemente embargó sus pensamientos. Allí estaba en pie un indiovestido con el traje de su tribu; pero los hombres de piel cobriza no eranvisitastanrarasenlascoloniasinglesas,quelapresenciadeunopudieraatraerlaatencióndeEsterenaquellascircunstancias,ymuchomenosdistraerladelas ideasquepreocupabansuespíritu.Al ladodel indio,yevidentementeencompañía suya,habíaunhombreblanco,vestidoconunaextrañamezcladetrajesemicivilizadoysemisalvaje.

Eradepequeñaestatura,consemblantesurcadopornumerosasarrugasyque sin embargo no podía llamarse el de un anciano. En los rasgos de sufisonomía se revelaba una inteligencia notable, como la de quien hubieracultivado de tal modo sus facultadesmentales, que la parte física no podíamenos que amoldarse a ellas y revelarse por rasgos inequívocos. Aunquemercedaunaparentedesarreglodesuheterogéneavestimentahabíatratadodeocultarodisimularciertapeculiaridaddesufigura,paraEstereraevidentequeunodeloshombrosdeesteindividuoeramasaltoqueelotro.Nobienhubopercibido aquel rostro delgado y aquella ligera deformidad de la figura,estrechó a la niña contra el pecho, con tan convulsiva fuerza, que la pobrecriaturitadiootrogritodedolor.

Perolamadrenoparecióoírlo.

Desdeque llegóa laplazadelmercado,yalgún tiempoantesqueella lehubiera visto, aquel desconocido había fijado sus miradas en Ester. Alprincipio,deunamaneradescuidada,comohombreacostumbradoadirigirlas

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principalmentedentrodesímismo,yparaquienlascosasexternassonasuntode poca monta, a menos que no se relacionen con algo que preocupe suespíritu.Pronto,sinembargo,lasmiradassevolvieronfijasypenetrantes.Unaespeciedehorrorpuededecirsequeretorcióvisiblementesufisonomía,comoserpientequesedeslizaraligeramentesobrelasfacciones,haciendounaligerapausayverificando todas suscircunvolucionesa la luzdeldía.Su rostro seoscureció a impulsos de alguna poderosa emoción que pudo sin embargodominar instantáneamente, merced a un esfuerzo de su voluntad, y de talmodo, que excepto un rápido instante, la expresión de su rostro habríaparecido completamente tranquila. Después de un breve momento, laconvulsión fuecasi imperceptible,hastaqueal finsedesvaneció totalmente.CuandovioquelasmiradasdeEstersehabíanfijadoenlassuyas,ynotóqueparecíahaberle reconocido, levantó lentay tranquilamenteeldedo,hizoconunaseñalconenelaire,ylollevósuslabios.

Entonces, tocando en el hombro a una de las personas que estaban a sulado,ledirigiólapalabraconlamayorcortesía,diciéndole:

—LeruegoaUd.,buenseñor,sesirvadecirme¿quiénesesamujer,yporquélaexponendetalmodoalavergüenzapública?

—Ud.tienequeserunextranjeroreciénllegado,amigo,—lerespondióelhombre, dirigiendo al mismo tiempo una mirada curiosa al que hizo lapregunta a el y a su salvaje compañero—.De lo contrario habría Ud. oídohablardelaSeñoraEsterPrynneydesusfechorías.HasidomotivodeungranescándaloenlaiglesiadelsantovarónDimmesdale.

—Deveras,—replicóelotro—.Yo soyaquí forastero;ymuycontramivoluntadheestadorecorriendoelmundo,habiendopadecidocontratiemposdetodogéneropormarytierra.Hepermanecidoencautiverioentrelossalvajesmuchotiempo,yvengoahoraencompañíadeesteindiopararedimirme.Porlotanto¿quiereUd.tenerlabondaddereferirmelosdelitosdeEsterPrynne(creoqueasísellama),ydecirmequéesloquelahaconducidoaesetablado?

—Con mucho gusto, amigo mío, y me parece que se alegrará Ud. enextremo, después de todo lo que ha padecidoUd. entre los salvajes, dijo elnarrador,deencontrarseenfinenunatierradondelainiquidadsepersigueysecastigaenpresenciadelosgobernantesydelpueblo,comosepracticaaquí,ennuestrabuenaNuevaInglaterra.DebeUd.saber,señor,queesamujerfuelaesposa de un cierto sabio, inglés de nacimiento, pero que había habitadomuchotiempoenAmsterdam,dedondehaceañospensóvenirafijarsusuerteentre nosotros aquí en Massachusetts. Con este objeto envió primero a suesposa,quedándoseélenEuropamientrasarreglabaciertosasuntos.PeroenlosdosañosomasquelamujerharesididoenestaciudaddeBoston,ningunanoticia se ha recibido del sabio caballero Señor Prynne; y su joven esposa,

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habiendoquedadoasupropiaextraviadadirección...

—¡Ah! ¡Ah! Comprendo, —le interrumpió el extraño con una amargasonrisa—.UnhombretansabiocomoesedequienUd.habla,deberíadehaberaprendidotambiénesoensuslibros.Y¿quiénsedice,miexcelenteseñor,queeselpadredelacriaturita,queperececontartresocuatromesesdenacida,yquelaSra.Prynnetieneenlosbrazos?

—Enrealidadamigomío,eseasuntocontinúasiendounenigma,yestáporencontrarsequienlodescifre,respondióelinterlocutor.MadamaEsterrehusahablarenabsoluto,ylosmagistradossehanrotolacabezaenvano.Nadadeextraño tendría que el culpable estuviera presente contemplando este tristeespectáculo, desconocido a los hombres, pero olvidando que Dios le estáviendo.

—Elsabiomarido,—dijoelextranjeroconotrasonrisa—,deberíaveniradescifraresteenigma.

—Bienleestaríahacerlo,siaúnvive,—respondióelvecino—.SepaUd.,buenamigoquelosmagistradosdenuestroMassachusetts,teniendoecuentaqueestamujeresjovenybella,yquelatentaciónquelahizocaerfuesindudademasiadopoderosa,ypensandoquesumaridoyaceenelfondodelmar,noha tenido el valordehacerla sentir todo el rigordenuestras justas leyes.Elcastigodeesaofensaeslapenademuerte.Peromovidosapiedadyllenosdemisericordia, han condenado a Madama Ester a permanecer de pie en eltabladodelapicotasolamentetreshoras,ydespués,ydurantetodoeltiempodesuvidanatural,allevarunaseñaldeignominiaenelcuerpodesuvestido.

—Una sentencia muy sabia, —observó el extranjero inclinandogravemente la cabeza—.De estemodo será una especie de sermónvivientecontra el pecado, hasta que la letra ignominiosa se grabe en la losa de susepulcro. Me duele, sin embargo, que el compañero de su iniquidad noestuviera,porlomenos,asuladosobreesecadalso.¡Peroyasesabráquiénes!¡yasesabráquiénes!

Saludó cortésmente al comunicativo vecino, y diciendo en voz bajaalgunascuantaspalabrasasucompañeroelindio,seabrieronambospasopormedio de lamultitud.Mientras esto pasaba, Ester había permanecido en supedestal,conlamiradafijaenelextranjero;tanfijaeralamirada,queparecíaquetodoslosotrosobjetosdelmundovisiblehabíandesaparecido,quedandotansoloélyella.Esaentrevistasolitariaquizáhabríasidomasterribleaunqueverle,comosucedíaahora,conelardientesoldelmediodíaabrazándoleaellaelrostroeiluminandosuvergüenza;conlaletraescarlata,comoemblemadeignominia,enelpecho;conlaniña,nacidaenelpecado,enlosbrazos;conelpueblo entero, congregado allí como para una fiesta, fijando las miradasimplacables en un rostro, que debía haberse contemplado solo al suave

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resplandordelalumbredoméstica,alasombradeunhogarfeliz,bajoelvelodenoviaenlaiglesia.Peroporterriblequefuerasusituación,sabía,contodo,que la presencia misma de aquellos millares de testigos era para ella unaespeciedeamparoyabrigo.Preferibleeraestarasí,contantosytantosseresmediandoentreélyella,quenoversefazafazyasolas.Puededecirsequebuscóunrefugioensumismaexposiciónalavergüenzapública,yquetemíael momento en que esa protección le faltara. Embargada por tales ideas,apenasoyóunavozqueresonabadetrásdeellayquerepitiósunombrevariasvecesconacentotanvigorosoysolemne,quefueoídoportodalamultitud.

—¡Oyeme,EsterPrynne!—Dijolavoz.

Comosehadicho,directamenteencimadel tabladoenqueestabadepieEster,habíaunaespeciedebalconcilloogaleríaabierta,queeraellugardondeseproclamabanlosbandosyórdenescontodoelceremonialypompaqueenocasiones talesseusabanenaquellosdías.Aquí,como testigosde laescenaque estamos describiendo, se encontraba el Gobernador Bellingham, concuatrolancerosjuntoasusilla,armadosdesendasalabardas,queconstituíansu guardia de honor. Una pluma de oscuro color adornaba su sombrero, sucapa tenía las orillas bordadas, y bajo de ella llevaba un traje de terciopeloverde.Erauncaballeroyaentradoenaños,conarrugadorostroquerevelabamucha y muy amarga experiencia de la vida. Era hombre a propósito parahallarsealfrentedeunacomunidadquedebesuorigenyprogreso,ysuactualdesarrollo, no a los impulsos de la juventud, sino a la severa y templadaenergía de la edad viril y a la sombría sagacidad de la vejez; habiendorealizado tanto, precisamente porque imaginó y esperó tan poco. Las otraseminentes personas que rodeaban al Gobernador se distinguían por ciertadignidad de porte, propia de un período en que las formas de autoridadparecían revestidas de lo sagrado de una institución divina. Eranindudablemente hombres buenos, justos y cuerdos; pero difícilmente habríasidoposibleescoger,entretodalafamiliahumana,igualnúmerodehombressabios y virtuosos y al mismo tiempo menos capaces de comprender elcorazón de unamujer extraviada, y separar en él lo bueno de lomalo, queaquellaspersonascuerdasdeseverocontinenteaquienesEstervolvíaahoraelrostro. Puede decirse que la infeliz tenía la conciencia que si había algunacompasión hacia ella, debía de esperarla mas bien de la multitud, pues aldirigirlasmiradasalbalconcillo,todatemblóypalideció.

LavozquehabíallamadosuatencióneraladelreverendoyfamosoJuanWilson,elclérigodecanodeBoston,granerudito,comolamayorpartedesuscontemporáneos de la misma profesión, y con todo ese hombre afable ynatural. Estas últimas cualidades no habían tenido, sin embargo, undesenvolvimientoigualaldesusfacultadesintelectuales.

Allí estaba él con losmechones de sus cabellos, ya bastante canos, que

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salíanpordebajodelosbordesdesusombrero;mientraslosojosparduscos,acostumbradosalaluzveladadesuestudio,pestañeabancomolosdelaniñade Ester ante brillante claridad del sol. Se parecía a uno de esos retratossombríosquevemosgrabadosenlosantiguosvolúmenesdesermones;yparadecirlaverdad,contantaaptitudparatratardelasculpas,pasionesyangustiasdelcorazónhumano,comolatendríaunodeesosretratos.

—Ester Prynne, —dijo el clérigo—, he estado tratando con este jovenhermano cuyas enseñanzas has tenido el privilegio de gozar, y aquí el Sr.Wilsonpusolamanoenelhombrodeunjovenpálidoqueestabaasulado,heprocurado, repito, persuadir a este piadoso jovenpara que aquí, a la faz delcieloyanteestasrectasysabiasautoridadesyestepuebloaquícongregado,sedirijaatiytehabledelafealdadynegruradetupecado.Conociendomejorque yo el temple de tu espíritu, podría también, mejor que yo saber quérazonesemplearparavencertudurezayobstinación,demodoquenoocultespormastiempoelnombredelquetehatentadoaestadolorosacaída.Peroconla extremada blandura propia de su juventud, a pesar de la madurez de suespíritu,me replicaque será ir contra los innatos sentimientosdeunamujerforzarlaadescubrirlossecretosdesucorazónalaluzdeldía,yenpresenciadetanvastamultitud.Hetratadodeconvencerlequelavergüenzaconsisteencometerelpecadoynoenconfesarlo.¿Quédecides,hermanoDimmesdale?¿Quieresdirigirtealalmadeestapobrepecadora,odebohacerloyo?Seoyóunmurmulloentrelosencopetadosyreverendosocupantesdelbalconcillo;yelGobernadorBellinghamexpresóeldeseogeneral,alhablarconacentodeautoridad,aunqueconrespeto,aljovenclérigoaquiensedirigía.

—Mi buen Señor Dimmesdale, —dijo—, la responsabilidad de lasalvacióndelalmadeestamujerpesaengranpartesobrevos.Porlotanto,osperteneceexhortarlaalarrepentimientoyalaconfesión.

LodirectodeestaspalabrasatrajeronlasmiradasdetodalamultitudhaciaelReverendoSr.Dimmesdale, jovenclérigoquehabíavenidodeunade lasgrandes universidades inglesas, trayendo toda la ciencia de su tiempo anuestrasselvasytierrasincultas.Suelocuenciaysufervorreligiosolehabíanhechoeminenteensuprofesión.Erapersonadeaspectonotable,deblancayelevada frente, ojos garzos, grandes y melancólicos, boca cuyos labios, amenosdemantenerloscerradoscasiporlafuerza,teníanciertatendenciaalamovilidad, expresando al mismo tiempo que una sensibilidad nerviosa, ungrandominiode símismo.Apesar de susmuchosdonesnaturales yvastosconocimientos,habíaenelaspectodeeste jovenministroalgoquedenotabaunapersonaasustadiza;tímida,fácildealarmarse,comosifueraunserquesesintiesecompletamenteextraviadoenelcaminodelavidahumanaysinsaberqué rumbo tomar; sintiéndose tranquilo y satisfecho tan solo en un lugarapartado,escogidoporélmismo.

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Porlotanto,hastadondesusobligacionesselopermitían,suexistenciasedeslizaba, como si dijéramos, en la penumbra, habiendo conservado toda lasencillezycandordelainfancia;surgiendodeesaespeciedesombra,cuandosepresentabalaocasión,conunafrescura,fraganciaypurezadepensamientotales que, como afirmaban las gentes, hacían el efecto que produciría lapalabradeunángel.

Tal era el joven ministro hacia quien el Reverendo Sr. Wilson y elGobernadorhabíanllamadolaatencióndelpúblico,alpedirlequehablase,enpresencia de todos, delmisterio del alma de unamujer, tan sagrado aún enmediodesucaída.Lodificilypenosodelaposiciónqueasílecrearon,hizoagolpárselelasangrealasmejillasyvolviótrémulossuslabios.

—Háblaleaesamujer,hermano,—ledijoelSr.Wilson—.Esdelamayorimportancia para su alma, y por lo tanto, como dice un digno Gobernador,importante tambiéna la tuya, a cuyocargoestabadeesamujer.Exhórtala aquecontestelaverdad.

ElReverendo,Sr.Dimmesdaleinclinólacabezacomosiestuvieraorando,yluegoseadelantó.

—Ester Prynne, —dijo reclinándose sobre el balconcillo y fijando susmiradas en los ojos de aquella mujer—, ya has oído lo que ha dicho estehombre justo, y ves la responsabilidad que sobre mí pesa. Si crees queconvienealapazdetualma,yquetucastigoterrenalserádeesemodomaseficazparatusalvación,tepidoquereveleselnombredetucompañeroenlaculpa y en el sufrimiento. No te haga guardar silencio una mal entendidapiedad y compasión hacia él; porque, créeme, Ester, aunque tuviera quedescenderdeunaltopuesto,ycolocarseatulado,enesemismopedestaldevergüenza, será sin embargomuchomejorpara él que así sucediera, quenoocultardurantetodasuvidauncorazónculpable.¿Quépuedehacertusilencioenprodeesehombresino tentarlo, sí, compelerloaagregar lahipocresíaalpecado? El cielo te ha concedido una ignominia pública, para que de estemodopuedahaber.Mira loquehacesalnegarle,aquien talvezno tengaelvalor de tomarla por símismo, la amarga pero saludable copa que ahora tepresentanaloslabios.

Lavozdeljovenministro,alpronunciarestaspalabras,eratrémulamentedulce, rica, profunda y entrecortada. La emoción que tan evidentementemanifestaba, mas bien que la significación de las palabras, halló hondaresonancia en los corazones de todos los circunstantes, que se sintieronmovidosdeunmismosentimientodecompasión.HastalapobrecriaturitaqueEsterestrechabacontrasusenoparecíaafectadaporlamismainfluencia,puesdirigiólasmiradashaciaelSr.Dimmesdaleylevantósustiernosbracillosconunmurmullosemiplacenteroysemiquejumbroso.Tanvehementeencontróel

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pueblo la alocución del joven ministro, que todos creyeron que Esterpronunciaría el nombre del culpado, o que bien éste mismo, por elevada ohumildequefuerasuposición,sepresentaríamovidodeinternoeirresistibleimpulsoysubiríaaltabladodondeestabalainfelizmujer.

Estermoviólacabezaensentidonegativo.

—¡Mujer!Noabusesde laclemenciadelcielo,—exclamóelReverendoSr.Wilson con acentomas ásperoque antes—.Esa tiernaniña con sudébilvocecitahaapoyadoyconfirmadoel consejoquehasoídode los labiosdelReverendo Dimmesdale. ¡Pronuncia el nombre! Eso, y tu arrepentimiento,puedenservirparaquetelibrendelaletraescarlataquellevasenelvestido.

—¡Nunca!¡Jamas!—replicóEsterfijandolasmiradas,noenelSr.Wilson,sino en los profundos y turbados ojos del joven ministro—. Está grabadademasiado hondamente. No podéis arrancarla. ¡Y ojalá pudiera yo sufrir laagoníaqueélsufre,comosoportolamía!

—Habla,mujer,—dijootravoz,fríaysevera,queprocedíadelamultitudquerodeabaeltablado—.Habla;ydaleunpadreatuhija.

—Nohablaré,—replicóEstervolviéndosepálidacomounamuerta,perorespondiendo a aquella voz que ciertamente había reconocido—. Ymi hijabuscaráunpadrecelestial:jamasconoceráaunoterrestre.

—¡Noquierehablar!—MurmuróelSr.Dimmesdaleque,reclinadosobreel balconcillo, con la mano sobre el corazón, había estado esperando elresultadodesudiscurso—.¡Maravillosafuerzaygenerosidaddeuncorazónde mujer! ¡No quiere hablar!... Y se echó hacía atrás respirandoprofundamente.

Comprendiendoelestadodelespíritudelapobreculpable,elministrodemas edad, que se había preparado para el caso, dirigió a la multitud undiscurso acerca del pecado en todas sus ramificaciones, aludiendo confrecuenciaalaletraignominiosa.Contalvigorseespaciósobreestesímbolo,durante la hora o mas que duró su peroración, que llenó de terror laimaginacióndeloscircunstantesaquienesparecióquesubrillodelasllamasde losabismos infernales.EntretantoEsterpermaneciódepieensupedestalde vergüenza, con la mirada vaga y un aspecto general de fatigadaindiferencia. Había sufrido aquella mañana cuanto es dado soportar a lahumananaturaleza,ycomosutemperamentonoeradelosquepormediodeundesmayoselibrandeunpadecimientodemasiadointenso,suespíritupodíasolamentehallarciertodesahogobajo lacapadeunasensibilidadmarmórea,mientras sus fuerzas corporales permanecieran intactas. En condiciónsemejante, aunque la voz del orador tronaba implacablemente, los oídos deEsternadapercibían.Durantelaúltimapartedeldiscursolaniñallenóelaire

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consusgritosysusquejidos;lamadretratódeacallarla,mecánicamente,sinqueleafectara,alparecer,eldesasosiegodelacriaturita.Conlamismaduraindiferenciafueconducidadenuevoasuprisiónydesaparecióa lavistadelpúblicotraslapuertadehierro.Losquepudieronseguirlaconlavistadijeron,envozmuybaja,quelaletraescarlataibaesparciendounsiniestroresplandoralolargodeloscuropasadizoqueconducíaalinteriordelacárcel.

IV

LAENTREVISTA

DespuésdesuregresoalacárcelfuetalelestadodeagitaciónnerviosadeEster, que se hizo necesaria de la vigilancia mas asidua para impedir queintentase algo contra su persona, o que en unmomento de arrebato hicieraalgún daño a la pobre criaturita.Al acercarse la noche, y al ver que no eraposiblereducirlaalaobediencianipormediodereprensionesniamenazasdecastigo,elcarcelerocreyóconvenientehacerveniraunmédico,quecalificódehombremuyexpertoentodaslasartescristianasdecienciasfísicas,yqueal mismo tiempo estaba familiarizado con todo lo que los salvajes podíanenseñarenmateriadehierbasyraícesmedicinalesquecrecenenlosbosques.En realidad, no solamente Ester, sino mucho mas aún la tierna niña,necesitabanconurgencia losauxiliosdeunmédico; laniña,quederivabasusustento del seno maternal, parecía haber bebido toda la angustia,desesperación y agitación que llenaban el alma de su madre, y se retorcíaahoraenconvulsionesdedolor.Era,enpequeñaescala,unaimagenvivadelaagoníamoralporquehabíapasadoEsterdurantetantashoras.

Siguiendo de cerca al carcelero en aquella sombría morada, entró elindividuodeaspectosingularcuyapresenciaenlamultitudhabíacausadotanhondaimpresiónenlaportadoradelaletraescarlata.Lohabíanalojadoenlacárcel,noporqueselesospechasedealgúndelito,sinoporserlamaneramasconvenientey cómodadedisponerde élhastaque losmagistradoshubieranconferenciadocon los jefes indiosacercadel rescate.Sedijoquesunombreera Rogerio Chillingworth. El carcelero, después de introducirlo en lahabitación,permanecióallíunmomento,sorprendidodelacalmacomparativaquehabíacausadosuentrada,puesEstersehabíavueltoinmediatamentetantranquilacomolamuerte,aunquelacriaturitacontinuabaquejándose.

—Teruego,amigo,quemedejessoloconlaenferma,—dijoelmédico—.Créeme,buencarcelero,prontohabrápazenestamorada;yteprometoquelaSra.Prynne semostrará en adelantemas dócil a la autoridadymas tratablequehastaahora.

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—SiSu Señoría puede realizar eso,—contestó el carcelero—, os tendréporunhombreindudablementehábil.Enverdadqueestamujersehaportadocomo si estuviese poseída del enemigomalo; y poco faltó para decidirme aarrojardesucuerpoaSatanásyalatigazos.

El extranjero había entrado en la habitación con la tranquilidadcaracterísticadelaprofesiónaquesedecíapertenecer.Nitampococambiódeaspectocuandolaretiradadelcarceleroledejófazafazconlamujerquelehabía conocido en medio de la multitud, y cuya abstracción profunda alreconocerle indicaba mucha intimidad entre ambos. Su primer cuidado fueatender a la tierna criaturita, cuyos gritos, mientras se retorcía en su cama,hacíandeabsolutanecesidadposponer todootroasuntoa la tareadecalmarsusdolores.Laexaminócuidadosamenteyprocedióluegoaabrirunabolsadecuero, que llevaba bajo su traje, y parecía contener medicinas, una de lascualesmezclóconunpocodeaguaenunataza.

—Misantiguosestudiosenalquimia,—dijoporvíadeobservación—,ymi residencia de mas de un año entre un pueblo muy versado en laspropiedadesdelashierbas,hanhechodemiunmédicomejorquemuchosquesehangraduado.Oye,mujer,laniñaestuya,notienenadamío,nireconocerámi voz ni mi rostro como los de un padre. Adminístrale por lo tanto estapocióncontuspropiasmanos.

Esterrechazólamedicinaquelepresentaban,fijandoalmismotiempoconvisibletemorlasmiradasenelrostrodelhombre.

—¿Trataríasdevengarteenlainocentecriatura?—Dijoenvozbaja.

—¡Locamujer!—Respondióelmédicoconacentoentrefríoyblando—.¿Qué provecho me vendría a mí de hacer daño a esta pobre criatura? Lamedicinaesbuenayprovechosa;ysi fueramihija,mipropiahijaasícomotuya,nopodríahacernadamejorenbeneficiosuyo.

ComoEsteraunnohallándoserealmenteenaquellosmomentosensusanojuicio,elmédicotomóalaniñaenbrazosyélmismoleadministrólapoción,que pronto dejó sentir eficacia. Los quejidos de la pequeña paciente secalmaron, sus convulsiones fueron cesando gradualmente; y a los pocosmomentos,comoeslacostumbredelostiernosniñosdespuésdeverselibresdeldolor,quedósumergidaenunprofundosueño.Elmédico,puesasípuedellamársele con todo derecho, dirigió entonces su atención a la madre. Concalma y despacio la examinó, le tomó el pulso, dio unamirada a sus ojos;miradaqueleoprimióelcorazónylahizoestremecer,porserletanfamiliar,ysinembargotanextrañayfría,yfinalmente,satisfechodelosresultadosdesuinvestigación,procedióaprepararotrapoción.

—Nosédondehallarelleteonielnepentes,—dijo—,peroheaprendido

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muchosnuevossecretosentrelossalvajes;yestarecetaquemediounindioencambiodealgunasleccionesmías,tanantiguascomoParacelso,esunodeesos secretos. Bebe esto. Será sin embargo menos calmante que unaconciencialimpiaypura;peronopuedodarteeso.

Calmará a pesar de todo la agitación de tu pecho y lasmarejadas de tupasión, así como lo hace el aceite arrojado sobre las olas de un martempestuoso.

PresentólatazaaEster,quelarecibiómirándoleconfijezadeunamaneralentayseria;noprecisamenteconunamiradadetemor,sinollenadedudas,comointerrogándoleacercadeloquepodríansersuspropósitos,yalmismotiempodirigiótambiénunamiradaalaniñitadormida.

—Hepensadoenlamuerte,—dijo—,lahedeseado,hastahubierarogadopor ella, si pudiera rogar por algo.Sin embargo, si lamuerte se encierra enestataza,tepidoquereflexionesantesdequemeveasbeberla.Mira:yalahellevadoaloslabios.

—Bebe,pues,—replicóelmédicoconelmismoairedesosiegoyfrialdadde antes—. ¿Tan poco me conoces, Ester? ¿Podrían ser mis propósitos tanvanos? Aún en el caso que imaginara un medio de vengarme, ¿qué podríaservir mejor para mis fines que dejarte vivir, y darte estas medicina contratodo lo que pudiese poner en peligro tu vida, de modo que esa candenteignominiacontinúebrillandoentuseno?

Alhablar así, tocóconel índice la letra escarlata, queparecía abrasar elpechodeEstercomosihubierasidoenefectounhierrocandente.Elmédiconotósugestoinvoluntario,yconunasonrisadijo:

—Vive,sí,vive;yllevacontigoestesignoantelosojosdehombresydemujeres,antelosojosdeaquelaquienllamastetumarido,antelosojosdeesaniñita.Yparaquepuedasvivir,tomaestamedicina.

Sin decir una palabra, Ester apuró la taza y obedeciendo a una señal deaquelhombredeciencia,sesentóenlacamaenquedormíalaniñita,mientraséltomandolaúnicasillaquehabíaenlahabitación,sesentóasulado.Ellanopudo menos de temblar ante estos preparativos, pues comprendía que,habiendoyahechoéltodoloquelahumanidad,oeldeber,osisequiere,unarefinadacrueldad leobligabanahacerenaliviode susdolores físicos, ibaatratarlaahoracomohombreaquienhabíaofendidodelamaneramasprofundaeirreparable.

—Ester,—dijo—,nopregunto porquemotivos, ni cómohas caído en elabismo,mejordicho,hassubidoalpedestaldeinfamiaenquetehehallado.Larazónesfácildehallar.Hasidomi locuray tudebilidad.Yo,unhombredado al estudio, una verdadera polilla de biblioteca, un hombre ya en el

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declivedesusaños,queempleólosmejoresdesuvidaenalimentarsuafándevorador de saber, ¿qué tenía que ver con una belleza y juventud como latuya?Contrahechodesdequenací,¿cómopudeengañarmeconlaideadequelosdonesintelectualespodríanenlafantasíadeunajovendoncellaarrojarunvelo sobre las deformidades fisicas? Los hombres me llaman sabio. Si lossabiosfuerancuerdosenloquelesconcierne,yodeberíahaberprevistotodoesto. Yo debería haber sabido que, al dejar la vasta y tenebrosa selva paraentrar en esta población de cristianos, el primer objeto con que habían detropezarmismiradas,serástú,Ester,depie,comounaestatuadeignominia,expuestaalosojosdelpueblo.Sí,desdeelinstantequesalimosdelaiglesia,yaunidospor los lazosdelmatrimonio,deberíahabercontemplado la llamaardientedeesaletraescarlatabrillandoalaextremidaddenuestrosendero.

—Túsabes,—dijoEster—,quienapesardelestadodeabatimientoenqueseencontraba,nopudosufriresteúltimogolpequelerecordabasuvergüenza,túsabesquefuifrancacontigo.Nisentíamor,nifingítenerninguno.

—¡Esverdad,—replicóelmédico—:fueunalocuramía!Yalohedicho.Pero,hastaaquellaépocademivida,yohabíavividoenvano.¡Elmundomehabía parecido tan triste!Mi corazón era comounamorada bastante grandeparadarcabidaamuchoshuéspedes,perofríaysolitaria.Yodeseabatenerunhogar,experimentarsucalor.Apesardeloviejo,delocontrahechoysombríoque era, no me pareció un sueño extravagante la idea que yo podía gozartambién de esta simple felicidad, esparcida en todas partes, y que toda lahumanidadpuededisfrutar.Yporeso,Ester, tealberguéenlomasrecónditodemicorazón,y tratódeanimarel tuyoconaquella llamaque tupresenciahabíaencendidoenmipecho.

—Teheagraviadoenextremo,—murmuróEster.

—Noshemosagraviadomutuamente,—respondióelmédico—.Elprimererroryagraviofuemío,cuandohicequetuflorecientejuventudentraraenunarelaciónfalsa,ycontrariaalanaturaleza,conmidecadencia.Porconsiguiente,comohombrequenohapenadonifilosofadovanamente,nobuscovenganza,no abrigo ningún mal designio contra ti. Entre tú y yo la balanza estáperfectamente equilibrada. PeroEster el hombre que nos ha agraviado a losdosvive.¿Quiénes?

—Nomelopreguntes,—replicóEstermirándoloalrostroconfirmeza—.Esonuncalosabrás.

—¿Nunca, dices? —Replicó el médico con una sonrisa amarga deconfianzaensímismo—.¿Nuncalosabré?Créeme,Ester,haypocascosas,yaen el mundo exterior, o ya a cierta profundidad en la esfera invisible delpensamiento, hay pocas cosas, repito, que queden ocultas al hombre que sededica seriamente y sin descanso a la solución de un misterio. Tú puedes

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ocultartusecretoalasmiradasescudriñadorasdelamultitud.Puedesocultarlotambiénalasinvestigacionesdelosministrosymagistrados,comohicistehoycuandoprocuraronarrancaresenombreatúcorazónydarteuncompañeroentupedestal.Peroencuantoamíyomededicaréalainvestigaciónconsentidosqueellosnoposeen.Yobuscaréaestehombrecomohebuscadolaverdadenloslibros;comohebuscadooroenlaalquimia.Hayunasimpatíaocultaquemeloharáconocer.Leverétemblar.Yomismoalverle,mesentiréestremecerderepenteysinsaberporqué.Tardeotemprano,ytienequesermío.

Losojosdelmédico,fijosenelrostrodeEster,brillaroncontalintensidad,queéstasellevólasmanosalcorazóncomotemiendoquepudiesedescubrirallíelsecretoenaquelmomentomismo.

—¿Noquieresrevelarsunombre?Sinembargo,detodosmodoslosabré,—continuóelmédicounamirada llenade confianza—,cual si el destino lohubieradecretado así.No llevaninguna letra infamantebordada en su traje,comotú;peroyolaleeréensucorazón.

Peronotemasporél.Nocreasquememezclaréenlaclasederetribuciónqueadopteelcielo,oqueloentreguealasganasdelajusticiahumana.Niteimagines que intentaré algo contra su vida; no, ni contra su fama si, comojuzgo,esunhombrequegozadebuenareputación.Ledejarévivir:ledejaréenvolverseenelmantodesuhonraexterna,sipuede.

Sinembargo,serámío.

—Tus acciones parecen misericordiosas —dijo Ester desconcertada yaterrada—,perotuspalabrastehacenhorrible.

—Unacosaterecomendaré,ati,queerasmiesposa,—dijoelsabio—.Túhas guardado el secreto de tu cómplice: guarda también el mío. Nadie meconoce en esta tierra.No digas a ningún ser humano que en un tiempomellamaste tu esposo.Aquí, en esta franja de tierra plantarémi tienda; porquehabiendo sido donde quiera un peregrino, y habiendo vivido alejado de losintereses humanos, he encontrado aquí a una mujer, a un hombre, y a unatiernaniñaentre loscualesyyoexisten los lazosmasestrechosquepuedanimaginarse.Nadaimportaqueseandeamorodeodio,justosoinjustos.Túylostuyos,Ester,mepertenecéis.Mihogarestádondetúestésydondeélesté.¡Peronomevendas!

—¿Conquéobjeto lodeseas?—LepreguntóEster, negándose, sin saberpor qué, a aceptar este secreto convenio—. ¿Por qué no te anunciaspúblicamenteytedeshacesdemídeunavez?

—Pudieramoverme a ello,—replicó elmédico—,no querer arrostrar ladeshonra que mancha al marido de una mujer infiel. Pudieran movermetambién otras razones. Basta con que sepas que es mi objeto vivir ymorir

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desconocido.Por lo tanto, tumaridohade serparaelmundounhombreyamuerto,ydequienjamasserecibiránoticiaalguna.Nomereconozcasniporuna palabra, ni por un signo, ni por una mirada. No descubras a nadie tusecreto,sobretodoalhombrequesabes.Simefaltaresenesto...¡aydeti!Sufamaybuennombre,suposición,suvida,estaránenmismanos.¡Guardatedeello!

—Guardarétusecreto,comoguardoelsuyo,—dijoEster.

—Júralo,replicóelotro.

Yellaprestóeljuramento.

—Yahora,Ester,—dijoelancianoRogerioChillingworth,comohabíadellamarseenlosucesivo—,tedejosola:solacontuhijayconlaletraescarlata.¿Quéeseso,Ester?¿Teobligalasentenciaadormirconlaletra?¿Notienestemorqueteasaltenpesadillasysueñoshorribles?

—¿Porquémemirasytesonríesdeesemodo?—LepreguntóEstertodainquietaalverlaexpresióndesusojos—.¿EresacasocomoelhombreNegroque recorre las selvasquenos rodean?¿Mehas inducidoaaceptarunpactoquedarporresultadolaperdicióndemialma?

—Noladetualma,—respondióelmédicoconotrasonrisa—.¡No;noladetualma!

V

ESTERAGUJAENMANO

Terminado el período de encarcelamiento a que fue condenada Ester, seabrieron las puertas de la prisión y salió a la luz del sol que, brillando lomismoparatodos,leparecíasinembargoasumórbidaimaginaciónquehabíasidocreadoconelúnicoobjetoderevelarlaletraescarlataquellevabaenelsenodesuvestido.Quizápadeciómoralmentemascuando,habiendocruzadolosumbralesdelacárcel,empezóamoverselibreysola,quenoenmediodelamuchedumbreyespectáculoquequedandescriptos,dondesehizopúblicasu vergüenza y donde todos la señalaron con el dedo.En aquel entonces seencontraba sostenida por una tensión sobrenatural de los nervios y toda laenergíabatalladoradesucarácter,quelaayudabanaconvertiraquellaescenaenunaespeciede lóbrego triunfo.Fue,ademas,unacontecimientoaisladoysingularquesoloocurriríaunavezdurantesuvida;yparaarrostrarlotuvoquegastartodalafuerzavitalquehabríabastadoparamuchosañosdetranquilidadycalma.Lamismaleyquelacondenaba,lahabíasostenidodurantelaterrible

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pruebadesuignominia.Peroahora,fuerayadelaprisión,solaysincompañíaenelsenderodelavida,empezabaparaellaunanuevaexistencia,yteníaquesostenerse y proseguir adelante con los recursos que le proporcionara supropianaturaleza,odelocontrario,sucumbir.Nopodíacontarconloporvenirpara sobrellevar su dolor presente. El día de mañana aportaría su raciónpesadumbre, y lo mismo el siguiente y los sucesivos: cada uno traería supropiopesarque,enesencia,erasinembargoelmismoqueahoraleparecíataninmensamentedoloroso.

Losañosporvenirsesucederíanunosaotros,yellatendríaquecontinuarsobrellevandolamismacarga,sinpoder jamasarrojarla;pues lasucesióndedíasydeañosnoharíamasqueacumularmiseria sobre ignominia.Durantetodoesetiempo,despojándoseEstedesupropiaindividualidad,seconvertiríaen el ejemplo vivo que podrían servirse el moralista y el predicador paraencarecer sus imágenes de fragilidad femenina y de pasión pecaminosa. Lediríaalajovenyalapura,quecontemplasenlaletraescarlataquebrillabaensuseno,quesefijasenenesamujer, lahijadepadreshonrados, lamadredeunacriaturitaquemasadelanteserátambiénunamujer,querecordasenqueenun tiempo había sido inocente y que vieran ahora en ella la imagen, laencarnación,larealidaddepecado;ysobresutumba,lainfamiaquelahabíaacompañadoenvida,serátambiénsuúnicomonumento.

Parecerá sorprendente, que con el mundo abierto ante ella, sin ningunarestricción en su sentencia que la impidiera dejar aquella oscura y remotacolonia puritana y volver al lugar de su nacimiento, o a cualquier otro paíseuropeo,yocultarallísupersonaysuidentidad,bajounnuevoexterior,comosiempezaraporcompletootraexistencia,yteniendotambiénasualcancelosbosques sombríos y casi impenetrables, donde lo impetuoso de su serespiritualpodríaasimilarsealpueblocuyascostumbresyvidanadateníandecomúnconlaleyquelahabíacondenado;parecerásorprendente,repito,queestamujerpudieraaúndarelnombredehogaraaquelsitiodondehabíaellade ser el tipo de la ignominia. Pero hay una especie de fatalidad, unsentimientotanirresistibleeinevitable,quetienetodafuerzadeldestino,quecasiobligainvariablementeapermaneceryvagaramaneradeespectros,enellugar mismo en que un acontecimiento grande y notable ha influido en elcursodesuvida,yqueestantomasirresistiblecuantomassombríahasidosuinfluencia.Supecado, su ignominia, eran las raícesque la reteníanenaquelsuelo,quehabíallegadoaconvertirseenelhogarpermanenteyfinaldeEster.Todos los otros sitios del mundo, aun aquella aldea de Inglaterra dondecorrieronsuinfanciafelizysujuventudinmaculada,sehabíanconvertidoencosasextrañas.Loslazosquelaatabanaestenuevosueloestabanformadosdeeslabonesdehierroquepenetrabanenlomasíntimodesualma,sinquejamasllegaranaromperse.

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Pudierasertambién,ysindudaloeraaunqueseloocultabaasípropia,ypalidecía cuando luchaba por salir de su corazón como una serpiente de suagujero,pudierasertambiénqueotrosentimientolahicierapermanecerenellugarquetanfunestolehabíasido.

Allímoraba,allípasabasuexistenciaalguienaquienellaseconsiderabaunida con lazosque, si bienno reconocidos en la tierra, los llevarían juntosante el tribunal del juicio final, donde quedarían enlazados para un futurocomún de retribución inextinguible. El tentador del género humano habíapresentado repetidas veces esta idea a lamente deEster, y se reía del gozoapasionado, al mismo tiempo que lleno de desesperación, con que ella alprincipio la acogía, ydespués se esforzaba en rechazarla.Apenas acariciabasemejanteidea,cuandoyaqueríadestruirla.Loquealfinquisocreer, loqueellamismaconsiderólarazónsupremaparacontinuarviviendoenaquelsitio,eraenparteverdadyenparteunailusiónconquetratabadeengañarse.Aquí,sedecíaparasusadentros,cometímifaltayaquídebeefectuarsemicastigoterrenal;yquizádeestemodolastorturasdediariaignominiapurificarínalfinsualma,dotándoladeunanuevapurezaencambiode laquehabíaperdido,massagradapuestoqueseráelresultadodelmartirio.

DeconsiguienteEsternosemoviódeallí.En los lindesde lapoblación,aunque no en la vecindad inmediata de ningunamorada, había una choza ocabaña,construidaporunodelosprimeroscolonos,yabandonadaporquelatierra era demasiado estéril para el cultivo. Su aislamiento y distancia de lapoblación,laponíanfueradelcírculodelaactividadsocialqueyasenotabaenlascostumbresdeloscolonos.Aquellapequeñahabitaciónestabaaorillasdelmar,medioocultaporunbosquecillodeárbolesnomuycorpulentos;yeneselugarsolitario,conlospocosrecursosqueposeía,ygraciasalpermisodelosmagistradosqueaúnejercíanunaespeciedevigilanciainquisitorialsobreEster,seinstalóéstaconsuniñita.Inmediatamenteseasocióaaquellugarunavagaideadealgomisteriosoydesconocido.Losniños,demasiadotiernosparacomprender por qué aquella mujer se encontraba separada del resto de sussemejantes, se arrastraban lo mas cerca posible para verla ocupada con suaguja sentada a la ventana de su cabaña, de pie a la puerta de lamisma, otrabajando en el jardincito, paseándose en el sendero que conducía a lapoblación; y al contemplar la letra escarlata en el seno de su vestido,emprendíanlacarreraconuntemorextrañoycontagioso.

ApesardelosolitariodelasituacióndeEster,yaunquenoteníaunamigoen la tierra que se atreviese a visitarla, no corría sin embargo el riesgo depadecerescaseces.

Poseía un arte que bastaba para proporcionarle el sustento a ella, y a suhijita,aunenunpaísqueofrecíacomparativamentepocasoportunidadesparasu ejercicio. Arte que en aquella época, como hoy, era casi el único que

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estuvieraalalcancedelamujer,lacostura.

Llevabaenelseno,enlaletraprimorosamentebordada,unamuestradesuhabilidad delicada y de su inventiva, que se habrían alegrado las damasmismasdelaCortepoderaprovecharseparaagregarasusricastelasdesedayorolosadornosaunmaspreciadosdelartehumano.

Cierto es que, dada la sencillez del traje negro que caracterizaba en logeneral las modas puritanas de aquel tiempo, no se presentarían muchasocasiones en que pudiera desplegar Ester sus talentos con la aguja; sinembargo,elgustodelaépocaquesecomplacíaenloqueeracomplicadoenesta clase de trabajos, no pudo menos de ejercer su influencia en aquellosseverospuritanos,nuestrosantepasados,quesehabíandesprendidode tantascosas que hoy nos parecen muy dificiles de renunciar. Las ceremoniaspúblicas, tales como la instalación demagistrados y cuanto pudiera agregarmajestad almodo conqueunnuevogobernador se presentaba al pueblo, sedistrnguían por un ceremonial imponente y una sombría pero estudiadamagnificencia.Grandes cuellos o lechugillas, fajas de intrincadas labores, yguantes lujosamente bordados, eran de absoluta necesidad para los altosfuncionarios al hacerse cargo de las rienda del poder; y su uso se permitíatambién a los individuos distinguidos por su posición o riqueza aunque lasleyessuntuariasprohibíanestosyotroslujossemejantesalosplebeyos.Enlosfunerales, ya en el vestido del difunto, o ya para expresar por variedad designos emblemáticos de paño negro y linón blanco el dolor de lossobrevivientes,habíatambiénunademandafrecuentedelaclasedelaborqueEsterpodíasuministrar.Lospañalesyfaldellinesparaniños,puesenaquellaépoca los niños de tierna edad llevaban vestidos de gala, ofrecían tambiénocasiónparalaboresdelicadasdeaguja.

Pocoapoco,aunquenoconmuchalentitud,lostrabajosdeEstersefueronhaciendodemoda,comohoysedice,yaporcompasiónhaciaunamujercuyodestino había sido tan desgraciado, ya por lamórbida curiosidad que da unvalorficticioacosascomunesoqueno tienenninguno,yaporqueentonces,comoahora,seconcedieraaciertaspersonas,porcualquierrazón,loqueotrossolicitan en vano, o porque Eter llenara realmente un vacío que se dejabasentir; es lo cierto que halló frecuente empleo para su aguja, y bienremunerado.Talvezlavanidadescogió,comomediodemortificarse,llevaralas pompas y ceremonias del Estado los adornos labrados por sus manospecadoras. Veíase su labor en los cuellos del Gobernador; los militares lamostrabanensusbandasyfajas;elministrodelaltartambiéndejabaverlaensutrajesevero;adornabaelgorritodelosreciénnacidos,yhastalosataúdesde los que llevaban a enterrar. Pero no se recuerda un solo caso en que lahabilidaddeEstersesolicitaseparabordarelveloblancoquedebíadecubrirelrostropudorosodeunanoviaconducidaalaltar.Estaexcepciónindicabalo

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inextinguibledelrigorconquelasociedadreprobabasupecado.

Esternotratabadeadquirirmasallídelonecesario,parasusubsistencia,siendoéstadelanaturalezamassencillayascéticaquepuedadarseenloqueaellaserefería;yparasuniña,alimentosmuysencillossibienconabundancia.Losvestidosqueusaba eranhechosde las telasmasbastas y del colormassombrío,conunsoloadorno,laletraescarlata,queestabacondenadaallevarsiempre.Eltrajecitodelaniña,porelcontrario,sedistinguíaporciertocorteyadornos caprichosos, mejor dicho, fantásticos, que servían para realzar unaespecie de encanto aéreo que desde muy temprano empezó a notarse en lacriaturita, la que también daba muestras de una seriedad profunda. Yahablaremosdeestomasadelante.ExceptolapequeñasumaquededicabaEsteral adorno de su hija, el resto lo empleaba en obras de caridad, en infelicesmenosdesgraciadosqueellayqueconfrecuenciainsultabanlamanoquelossocorría.

Mucha parte del tiempo que hubiera podido aplicar a labores masproductivaslapasabahaciendovestidosdeestofasgroserasparalospobres.Esprobablequeaestaclasedeocupaciónasociaraellaunaideadepenitencia,yquealdedicartantashorasaesarudalabor,lasofrecieracomounaespeciedesacrificio de otros goces. En la naturaleza de Ester había algo de la rica yvoluptuosa naturaleza oriental, un gusto por todo lo que eraesplendorosamentebello,yque,exceptoenlasexquisitasproduccionesdeenaguja,noencontrabaenquepoderejercitarlo.

Las mujeres hallan en la delicada labor de la aguja un placerincomprensible para el sexo fuerte. Para Ester era quizá una manera deexpresarlapasióndesuvida,yporlotantodecalmarla.Asemejanzadetodoslos otros goces, rechazó esta pasión como un pecado. Semejante mórbidaintervención de la conciencia en cosas de poca monta pudiera muy bienconsiderarse indiciodeunapenitenciaquenoeragenuinani constante, sinomasbienalgodudoso,yqueenelfondonoeraloquedeberíaser.

De estemodoEster Prynne tuvo su parte que desempeñar en elmundo.Merced a la energía natural de su carácter, y a su rara inteligencia, no fueposiblesegregarlaporcompletodelasociedad,aunqueéstalahabíamarcadoconunaseñalmasintolerableparaelcorazóndeunamujerquelagrabadaenla frente de Caín. En todas sus relaciones con esa sociedad, no había sinembargo nada que la hiciera comprender que pertenecía a ella. Cada gesto,cadapalabra,yhastael silenciomismodeaquellosconquienes seponíaencontacto, implicaban y expresaban con frecuencia la idea de que estabadesterrada, y tan aislada como si habitase en otra esfera. Encontrábaseseparadadelosinteresesmoralesdesussemejantes,apesardeestartancercadeellos,amaneradeunespírituquevolvieseavisitarelhogardomésticosinpoder hacerse ver ni dejarse sentir; sin participar de sus alegrías, ni poder

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tomar parte en sus dolores; y que, caso que llegue a manifestar lossentimientos que le estaban vedados, habría sido para despertar solamenteterror y horrible repugnancia. Y en realidad esto, y el mas acerbo desdén,parecía que era lo único que había para ella en el corazón de susconciudadanos.Noeraaquellaunaépocadedelicadezayrefinamientoenlascostumbres;yaunqueEstersedieseexactacuentadesuposición,ynohubierapeligro de que la olvidara, con harta frecuencia se la hacían sentir de unamanera muy ruda, y cuando ella menos lo esperaba. Los pobres, como yahemos dicho, a quienes había hecho el objeto de sus bondades y de subeneficencia,amenudodeprimían lamanoqueseextendíaparasocorrerlos.Las damas de alto copete en cuyas moradas penetraba a desempeñar suslabores de costura, acostumbraban destilar gotas de acíbar en su corazón; aveces, merced a esa alquimia secreta y refinada con que la mujer puedeinfiltrar un veneno sutil extraído de las cosas mas baladíes; y en otrasocasiones, con una rudeza de expresión que caía en el pecho indefenso deaquella infeliz como un golpe asestado una herida ulcerada. Ester se habíaamaestradoporlargotiempoenelartedesufrirensilencio:jamásrespondíaaestos ataques, sino con el rubor que irresistiblemente enrojecía su pálidamejillaydespuésdesaparecíaenlasprofundidadesdesualma.Erapaciente,unaverdaderamártir;peroseabsteníade rezarpor susenemigos,por temorque,adespechodesusbuenasintenciones,laspalabrasconqueimploraselabendiciónparaellosseconvirtiesenirremediablementeenunamaldición.

Continuamente, y de mil maneras, experimentaba los innumerablestormentos que para ella había ideado la sentencia imperecedera del tribunalpuritano.Losministrosdelaltarsedeteníanenmediodelacalleparadirigirlepalabrasdeexhortación,queatraíanunamultitud implacablealrededorde lapobre pecadora. Si entraba en la iglesia los domingos, confiada en lamisericordiadelPadreUniversal,eraconfrecuencia,porsumalasuerte,paraverseconvertidaeneltemadelsermón.Llegóatenerunverdaderoterrordelosniños,quehabíanconcebido,graciasa lasconversacionesdesuspadres,una vaga idea que había algo horrible en esa triste mujer que se deslizabasilenciosaporlascallesdelapoblación,sinotracompañíaquesuúnicaniña.Por lo tanto, dejándola al principio pasar, la perseguían después a ciertadistanciaconagudoschillidospronunciandounapalabracuyosentidoexactonopodíanelloscomprender,peroquenoporesoeramenosterribleparaEster,por venir de labios que la emitían inconscientemente. Parecía indicar unadifusióntaldesuignominia,comosiestafueraconocidadetodalanaturaleza;ynolehabríacausadopesarmasprofundosihubieraoídoalashojasdelosárboles referirse entre sí la sombría historia de su caída, y a las brisas delveranocontarla entre susurros, o a los ábregosdel inviernoproclamarla consusvocestempestuosas.

Otra especie de tortura peculiar que experimentaba la pobre mujer era

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cuandoveíaunnuevorostro,cuandopersonasextrañasfijabanconcuriosidadlasmiradasenlaletraescarlata,loqueningunadejabadehaceryeraparaellacomo si le aplicasen un hierro candente al corazón. Entonces apenas podíacontener el impulsode cubrir el símbolo fatal con lasmanos, aunquenuncallegóahacerlo.Perolaspersonasacostumbradasacontemplaraquelsignodeignominia, podían hacerla sufrir también intensa agonía. Desde el primermomento en que la letra formó parte integrante de su vestido, Ester habíaexperimentadoel terrorsecretoqueunojohumanoestabasiemprefijoeneltriste emblema: su sensibilidadeneseparticular, lejosdedisminuirse coneltiempo,eracadavezmayor,mercedaltormentocotidianoquesufría.

Peroalgunaqueotravez,quizácon intervalodamuchosdíasoacasodevariosmeses, tenía lasensaciónqueunamirada—unamiradacompasiva—,se fijaba en la letra ignominiosa; y esto parecía proporcionarle un aliviomomentáneo, como si alguien compartiera la mitad de su agonía. Pero uninstante después se reduplicaba ésta con renovado dolor, porque en aquelbrevemomentohabíapecadonuevamente.¿HabíaEsterpecadosola?

Su imaginación estaba un tanto afectada, y a haber poseídomenos fibraintelectualymoral,sehabríaafectadoaunmuchomas,enconsecuenciadelasoledad y de la angustia continua en que vivía. Yendo al reducido mundoexterior con que estaba en relaciones y regresando a sumorada, y siempresolitariaenesospaseos,creyóEster,oseimaginócreer,quelaletraescarlatala había dotado de un nuevo sentido. Se estremecía al pensar, y no podíamenos de pensar así, que aquella le proporcionaba una especie deconocimiento intuitivode lasculpassecretasdeotraalmas.Lasrevelacionesque de estemodo se presentaron a sus ojos la llenaban de terror. ¿Y cuáleseran?¿Peroquépodían ser sino las insidiosas insinuacionesdel ángelmalo,quehabríadeseadopersuadiraaquellamujer,queestabaluchandoyerasolosu víctima amedias, que el aspecto exterior de pureza no eramas que unamentira,yquesilaverdadseconociera,laletrabrillaríaenmasdeunsenoynoúnicamenteeneldeEsterPrynne?¿Debíaellaacaso recibiresasoscurasinsinuacionescomosifueranunacosarealypositiva?Estaespeciedesentidosobrenatural que se creía dotada, era de lo mas terrible e insoportable quehubieseexperimentadoenelcursodesudesgraciadaexistencia.Lallenabadeperplejidad y demalestar, pues a veces aquellamarca roja de infamia en elpechodesuvestido,parecíacomosílatierayseagitasecuandoEsterpasabajunto a un venerable eclesiástico o magistrado, modelos de piedad y dejusticia,aquieneselmundocontemplabacomosí fueran loscompañerosdelosángeles.

—¿Quémalvadopasajuntoamí?—SedecíaEsterparasusadentros.

Ylevantandoconrepugnancialacabezaveíaqueenaquellosalrededoresnohabíamasserhumanoqueaquelhombrequetodosconsiderabanunsanto.

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Otrasvecescreíatenerasuladoaunahermanaenlaculpa,yallevantarlosojos tropezaba con la formadeunadevota y ásperamatrona, cuyo corazón,segúnlacreenciapública,habíasidounpedazodehielodurantetodasuvida.AquelhieloenelpechodelamatronaylacandenteignominiadeEster¿quétenían de común?Otras veces el estremecimiento eléctrico le daba la señal,comosiledijera:Ester,ahítienesunacompañera,yalalzarlosojos,veíaauna joven doncella que contemplaba la letra escarlata, a hurtadillas, y sealejabarápidamenteconunligeroruborenlasmejillas,comosisupurezasehubieraempañadoconaquellaojeadainstantánea.Semejantefaltadefeenlavirtuddelosdemás,esunadelasconsecuenciasmastristesdelpecado.Perounapruebaqueenestapobrevíctimadesupropiafragilidadydeladurezadelasleyesdelhombre,lacorrupciónnohabíahechomuchoprogreso,consistíaen la constante lucha de su espíritu para creer que ningún mortal era tanculpablecomoellamisma.

Elvulgo,queenaquellosrudostiemposañadíasiempreelelementodelogrotesco a todo lo que hiriera su imaginación, había inventado una historiaacercadelaletraescarlata,quefácilmentepodríamosconvertirenunaterribleleyenda.Afirmabanqueaquelsímbolonoerasimplementeunpañoescarlata,teñido con un color que era obra del hombre, sino que el rojo ardiente loproducía el fuego del infierno, y se le podía ver brillar con todo su fulgorcuandoEstersepaseabasola,juntoasumorada,durantelanoche.

VI

PERLA

Hasta ahora apenas hemos hablado de la niña; de la criaturita cuyainocentevidaparecíaunabellaeinmortalflorbrotadaenmediodelaexcesivalozaníadeunapasióncriminal.Cuánextrañasepresentabaesaniñaalosojosdelatristemujer,amedidaqueéstacontemplabaeldesarrolloylahermosura,cadavezmasbrillante,ylainteligenciaqueiluminabaconsustrémulosrayoslasdelicadasfaccionesdesuhija,¡desuPerla!TaleraelnombrequelehabíadadoEster,noporque tuvieseanalogíaalgunaconsuaspecto,puesno teníanadadelblanco,tranquiloyfríolustrequepodríaindicarlacomparación;sinoque la llamó Perla , por haberla obtenido a un gran precio, por haberlacomprado en realidad con todo lo que ella poseía, con lo que era su únicotesoro.¡Cuánsingulareratodoesto!Elhombrehabíahechopatentelafaltadeestamujerpormediodeunaletraescarlatadotadadetangrandeydesastrosaeficacia,queimpedíaqueaquellafueraobjetodelassimpatíashumanas,anoserdepersonasigualmenteculpables.Perolanaturaleza,encompensaciónde

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estafaltaqueelhombrehabíacastigado,ladotódeunaniñaencantadora,quereposabaenaquelmismosenoinfamadoporlaley,paraponerporsiemprealamadre en relación con la raza humana, y para que llegara al fin a ser unalmaescogidaenelcielo.Sinembargo,estasideasllenabanlamentedeEstercon sentimientos de temormas bien que de esperanza. Sabia que su acciónhabía sido mala, y por lo tanto no podía creer que sus resultados fueranbuenos. Con creciente sobresalto contemplaba el desarrollo de la criatura,temiendo siempre descubrir alguna peculiaridad sombría y extraña, queguardaracorrespondenciaconlaculpaaquedebióelser.

Defectofisiconohabíaningunoenlaniña:porsuformaperfecta,porsuvigor y la natural agilidad en el uso de sus tiernosmiembros, era digna dehaber nacido en el Edén; de haber sido dejada allí para que jugara con losángeles, después de la expulsión de nuestros primeros padres. Poseía unagraciaingénitaquenosiempreacompañaalabellezaperfecta:sutraje,apesardesusencillez,despertabaenelquelaveíalaideadequeeraprecisamenteelque mas le convenía. Pero la tierna Perlita convenía no estaba vestida consilvestres hierbas. Su madre, merced a cierta tendencia mórbida, que masadelante se comprenderá mejor, había comprado las telas mas ricas quepudieraprocurarseydabariendasueltaasufantasíacreadoraenelarregloyadornodelosvestidosdelaniña,cadavezqueéstasepresentabaenpúblico.Tanmagníficamentelucíaaquellacriaturitaataviadadeesasuerte,yeratalelesplendordelapropiabellezadePerla,brillandoatravésdelostrajesvistososquehabríanpodidoapagarunahermosuramuchomenosradianteyquepuededecirsequeentornosuyoseformabauncírculodefulgenteluzenelsuelodelaoscuracabaña.ElaspectodePerlateníaunencantodeinfinitavariedad:enaquella niña se compendiaban y resumían muchos niños, comprendiendodesde la belleza a manera de flor silvestre de un niño campesino, hasta lapompa, en escalamenor, de una princesita. En toda ella había sin embargoalgodeapasionado,unaciertaintensidaddecolorquenuncasedespojaba;ysienalgunodesuscambiosesecolorsehubieravueltomasdébilomaspálido,habríacesadodeserella,nohabríasidoPerla.

Estamovilidad externa indicaba y expresaba completamente las diversascondicionesdesuvidainterior.Parecíaqueensunaturalezalaprofundidadsehermanaba con la variedad; pero, a no ser que los temores de Ester laengañasen,diríamosque le faltaba la facultaddeadaptarsealmundoenquehabíanacido.Laniñanopodíasometerseareglasfijas.Aldarlelaexistencia,se había quebrantado una gran ley moral, y el resultado fue un ser cuyoselementos talvezeranbellosybrillantes,peroendesorden,o conunordenque les era peculiar, siendo dificil, o casi imposible, descubrir dondeempezaban o terminaban la variedad y el arreglo. Ester únicamente podíadarse cuenta del carácter de Perla, y eso de unamanera vaga e imperfecta,recordandoloqueellamismahabíasidoduranteaquelperíodocríticoenque

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el alma y el cuerpo de la niña se estaban formando. El estado de agitaciónapasionada en que se hallaba la madre había servido para transmitir a lacriaturita por nacer los rayos de su vida moral; y por claros y puros queprimitivamente, habían adquirido ciertos tintes ya vivos y brillantes, yaintensosysombríos.Perosobretodo,sehabíaperpetuadoenelalmadePerlaaquellaviolentaluchaquereinabaenelánimodeEster,quienpodíareconoceren su hija elmismo espíritu libre, inquieto, provocativo y desesperado, y lamismaligerezadesucarácter,yaúnalgodelmismoabatimientoquesehabíaapoderadodesucorazón.Ahoratodoesoestabailuminadoporlosrayosdelaaurora que doran el cielo de la infancia, pero mas entrado el día de laexistenciaterrenal,pudieraserfecundoentorbellinosytempestades.

Laeducacióndelafamiliaeraenaquellostiemposmuchomasseveraqueahora.Elentrecejo, lareprensiónásperaylaaplicacióndelacorreaodelasvarillas,noteníanporobjetocastigarsolamentefaltascometidas,sinoqueseempleaban como unmedio saludable para el desenvolvimiento de todas lasvirtudesinfantiles.Sinembargo,Ester,lamadresolitariadeestasuúnicahija,corríapocoriesgodepecarpordemasiadosevera.

Teniendoplenaconcienciadesuspropioserroresydesusinfortunios,tratódesde muy temprano de ejercer una estricta vigilancia sobre la tierna almacuyosdestinosestabanasucargo.Peroestatareaerasuperiorasusfuerzas,oasucapacidad.Despuésdeprobartantolasonrisacomoelentrecejo,yviendoque nada ejercía una influencia notable, decidió por fin dejar que la niñaobedeciera a sus propios impulsos. Por supuesto que la restricción o lacompulsiónproducíansuefectomientrasestabanvigentes;perotodaotraclasededisciplinamoral,yasedirigieseasuinteligenciaoasucorazón,dabaonodabaresultadossegúnfueraladisposicióncaprichosadesuánimoalasazón.CuandoPerlaeratodavíamuytierna,sumadrehabíaobservadoenellaciertaexpresiónpeculiar de la fisonomía, que era señal deque entonces cuanto sehiciera para que la niña obedeciese sus órdenes será en vano. Aquellaexpresiónerataninteligente,ysinembargotaninexplicable,tanperversa,yavecestanmaligna,aunqueenlogeneralacompañadadeunagranexuberanciadeextravagantehumor,queEsternopodíamenosdepreguntarsesiPerlaeraen realidad una criatura humana. Parecía mas bien un espíritu aéreo que,después de divertido con sus juegos fantásticos en el suelo de la cabaña,desaparecería en los aires con una sonrisa burlona. Siempre que sus ojosprofundamentenegrosybrillantestomabanesaexpresión,laniñasemejabaaunserintangibledeindefinibleextrañeza.Sediríaqueseestabacerniendoenel aire y que podría desvanecerse amanera de una luz que no sabemos dedóndevieneniadóndeirá.EntoncesEsterseveíaobligadaaarrojarsesobrelaniña, a perseguirla en la carrera que invariablemente emprendía el pequeñoduende,yaestrecharlacontraelsenocubriéndoladebesosycaricias,notantoporunactodeexcesivoamor,sinoparacerciorarsequeeralamismaPerlaen

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carneyhueso,ynouna formacompletamente ilusoria.Pero la risadePerlacuandoseveíaatrapada,bienquearmoniosayrebosandocontento,solodabaporresultadoaumentarlasdudasdesumadre.

Herida en él corazón por esta especie de misterio indescifrable ydesconcertador que con tanta frecuencia se interponía entre ella y su únicotesoro, tan caramente adquirido, y que era todo su universo,Ester rompía aveces en amargo llanto. Entonces, y sin saber por qué, Perla fruncía elentrecejo, cerraba el puño, y daba a su pequeño rostro una expresión dura,severa y de seco descontento; o bien prorrumpía de nuevo en una risamasruidosa que antes, como si fuera un ser incapaz de sentir y comprender elpesar humano; o acaso, aunquemuy raramente, experimentaba convulsionesdedolor,yenmediodesollozosypalabrasentrecortadasexpresabasuamorhacía su madre, y parecía que deseaba probar que tenía un corazónhaciéndoselopedazos.Sinembargo,Esternoconfiabamuchoenaquelexcesodeternura,quepasabacontantarapidezcomosehabíapresentado.

Pensando en todas estas cosas, lamadre se encontraba en la posicióndeuna persona que ha evocado un espíritu, como se lee en las historiasfantásticas,peroqueignoralapalabramágicaconquedebemantenerbajosusórdenes y dominar aquel poder misterioso. Sus únicas horas de completatranquilidaderancuandolaniñayacíaenelreposodelsueño.

Entoncesestabaplenamenteseguradelacriaturita,ygozabadedeliciosa,y apacible felicidad hasta que, acaso con aquella perversa expresión que seveíavislumbrarbajolosentreabiertospárpados,Perladespertaba.

¡Cuánpronto!¡Yrealmenteconcuantaextrañarapidez!AlcanzóPerlaunaedadenqueyaeracapazdeoíralgomasquelaspalabrascasisinsentidoconqueunamadrehablaasupequeñuela. ¡Yqué felicidadhabríasidoentoncespara Ester poder oír la voz clara y sonora de Perlamezclada al tumulto deotras voces infantiles, y distinguir y reconocer los sonidos que emitiera suadorado tesoro entre lamezcla confusa de la gritería de un grupo de niñosjuguetones!Perosemejantedichaleestabavedada.Perla,desdequenacióerauna proscrita del mundo infantil. Siendo un injerto del mal, emblema yproductodelpecado,noteníaderechoaestarentreniñosbautizados.Eramuynotable el instinto conque laniñita comprendía su soledady el destinoquehabíatrazadouncírculoinviolableenderredorsuyo;enunapalabra, todolopeculiar de su posición respecto a otros niños. Jamas, desde que salió de lacárcel había arrostrado Ester la presencia del público sin ir acompañada dePerla.Entodassusvisitasalapoblación,ibaPerlatambién:primero,cuandotierna niña, la llevaba en brazos; luegomas crecida, iba como una pequeñacompañeradesumadre,asidadeundedoydandosaltitos.Veíaalosniñosdelpueblo ora sobre la hierba que crecía en las aceras de las calles, ya en losumbralesdelaspuertasdesuscasas,jugandodelamaneraquelespermitíasu

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educaciónpuritana,estoes:jugandoairalaiglesia;oaarrancarcabellerasensimulacro de combates con los indios; o bien asustándose mutuamente conalgo en que trataban de imitar actos de hechicería o brujería. Perla lo veíatodo, lo contemplaba todo intensamente, pero jamas trató de trabarconocimientoconningunode losniños.Si lehablaban,no respondía.Si losniñoslarodeaban,comoacontecíaaveces,Perlasevolvíarealmenteterribleensucólerainfantilcogiendopiedrasparaarrojarlasaaquellos,acompañandola acción con gritos y exclamaciones incoherentes y penetrantes que hacíantemblarasumadre,porqueseasemejabanalosacentosdeunamaldiciónquepronunciaraunahechiceraenalgúnidiomadesconocido.

La verdad del caso era que aquellos puritanos en agraz, como dignosvástagosde la castamas intoleranteque jamashaya existido, abrigabanunavagaideadequehabíaalgoextraño,misteriosoyfueradelocomúnydiariotantoenlamadrecomoenlahija,yporlotantolasdespreciabanenloíntimode su corazón, y con frecuencia las insultaban de voz en cuello. Perla seresentíalaofensa,ysevengabacontodoelodioquepuedesuponersecapazunpechoinfantil.

Estasexplosionesdeuncarácterviolento,teníanalgúnvaloryaunservíande consuelo a lamadre, puesto que por lomenos revelaban cierta seriedadcomprensible en aquella manera de sentir, lo que no acontecía con loscaprichos fantásticos que tantas veces la llenaban de sorpresa y que noacertabaa explicarse en algunasmanifestacionesde suhija.Leaterraba, sinembargo,discerniraquíyallíunaespeciedereflejodelmalquehabíaexistidoen ellamisma.Todos estos sentimientos de enemistad y de cólera los habíaheredadoPerla de sumadre: en elmismo estado de exclusión de todo tratosocial, se encontraban lamadre y la hija; y en la naturaleza de esta últimaparecía que se perpetuaban todos aquellos elementos de inquietud que tantoagitaron a Ester antes del nacimiento de la niña, y que después habíancomenzadoacalmarsemercedalainfluenciabenéficadelamaternidad.

Al ladodesuMadre,enelhogardoméstico,Perlano teníanecesidaddemuchotratosocial.Suimaginaciónprestabalosatributosdelavidaamillaresde objetos inanimados, como una antorcha que enciende una llama dondequieraqueseleaplique:laramadeunárbol,unoscuantosharapos,unaflor,eran los juguetes enque se ejercitaba lamagia creadoradePerla; y sin queexperimentasenningúncambioexterior,seadaptabanatodaslasnecesidadesdesufantasía.Prestabasuvozinfantilamultituddeseresimaginarios,viejosy jóvenes, con quienes emprendía de ese modo animados diálogos. Losantiguospinos,negrosysolemnes,queemitíanunaespeciedegruñidoyotrosrumoresmelancólicoscuandolosagitaba labrisa,convertíansesindificultadenclérigospuritanosalosojosdePerla;lashierbasmasfeasdeljardín,eransus hijos; hierbas que la niña pisoteaba y arrancaba sin compasión. Era en

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realidad sorprendente la vasta variedad de formas en que se complacía suinteligencia, sin orden ni concierto, siempre en un estado de actividadsobrenatural, sucediéndoseunasaotrascomo lasemanacionesydesplieguescaprichososdelaauroraboreal.Enelmeroejerciciodelafantasíaylafestivadisposicióndeunamenteendesarrollo, talveznohubieramuchomasde loquesepodríaotrosniñosdefacultadesbrillantes,exceptoquePerla,porverseprivada de compañeros de juego, acudía, para reemplazarlos, a los recursosque le prestaba su imaginación. Lo singular del caso consistía en la actitudhostilquelaniñadesplegabahaciaesascriaturashijasdesufantasíaydesucorazón.Jamascreóunamigo,sinoquesiempre,aimitacióndelCadmodelafábula, parecía sembrar a derecha e izquierda los dientes del dragón, de losquebrotabanbatallonesdeenemigosarmadosaloscualeslaniñadeclarabaalpuntolaguerra.

Eraenextremotristeobservarenunsertantiernoestaideaconstantedeunmundo adverso, y el fiero despliegue de energía que la preparaba para lasluchas del mundo; y fácil es de suponer el dolor intenso que todo estoproduciría en sumadre, quehallaba en sumismocorazón la causade aquelfenómeno.

Contemplando a Perla, dejaba con frecuencia Ester caer la costura en elregazo,yrompíaallorarconunaaflicciónquehubieradeseadoocultar,yquesemanifestabaconsollozosypalabrasentrecortadasexclamando:¡OhPadrequeestásenloscielos!SiesqueeresaunmiPadre,¿quécriaturaesestaquehe traído almundo?YPerla, al oír esta exclamación, o al percibir aquellossollozosdeangustia,volvíahacíasumadre lavivaypreciosacarita,sonreíadulcementeycontinuabasujuego.

Nos resta hablar de una peculiaridad de esta niñita. La primer cosa quenotóensuvida,nofuelasonrisadelamadrerespondiendoaloque,comoenotros niños de tierna edad, puede tomarse por una sonrisa, mejor dicho,embrióndesonrisa.No:elprimerobjetoqueparecehaberllamadolaatencióndePerla, fue la letra escarlata enel senodeEster.Undía, al inclinarse éstasobrelacuna,lasmiradasdelaniñitasefijaronenelbrillodelbordadodeoroquecercabalaletra,yextendiendolasmanecillastratódeasirla,sonriendosinduda,aunqueconunaextrañaexpresiónquehizoqueenrostroparecieraeldeunniñodemuchamasedad.EntoncesEster,trémulayconvulsa,apretóconlamano el signo fatal, como si instintivamente quisiera arrancírselo del seno.¡Tanintensafuelatorturaquelecausólaaccióndeaquellacriaturita!Ycomosi la agonía que revelaba el rostro de la madre, no tuviera otro objeto quedivertirla, la niñita fijó las miradas en ella y se sonrió. Desde esa época,excepto cuando Perla estaba durmiendo, Ester jamas tuyo un instante deseguridad,niunmomentoenquegozaraconplenacalmadelacompañíadesuhija.Ciertoesqueavecestranscurríansemanasenterassinquelasmiradas

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de la criaturita se fijaran en la letra escarlata; pero también es cierto que locontrarioacontecíacuandomenosseesperaba,ysiempreconaquellasonrisapeculiaryextrañaexpresiónlosojosqueyasehahablado.

Unavez,mientrasEstercontemplabasupropia imagenen losojosdesuhija,comoescostumbreenlasmadres,brillóenellosesaexpresiónsingularyfantástica; y como las mujeres que viven solitarias y cuyo corazón estáinquietosehallansujetasainnumerablesilusiones,seimaginóderepentequeveíano supropia imagen enminiatura, sinootra fazque se reflejaba en losojosnegrosdePerla.Eraunrostroenemigo,llenodemalignassonrisas,peroquesinembargoteníagransemejanzaconfaccionesquehabíaconocidomuybien, aunque rara veces las animara una sonrisa y jamas una expresiónmalévola.Sediríaqueunespíritumalignosehabíaposesionadodelaniña,yse mostraba en sus ojos. Después de ese suceso, Ester se vio atormentadavariasvecesconlamismailusióndesussentidos,aunquenocontantafuerza.

En la tarde de cierto día de verano, cuando ya Perla había crecido lobastanteparapoderandarsola,sedivertíalaniñaenrecogerfloressilvestres,arrojándolas una a una al regazo de sumadre; y ejecutando una especie debaile cada vez que una de las flores acertaba a dar en la letra escarlata. ElprimermovimientodeEster fue cubrir la letra conambasmanospero fueseorgullooresignación,olaideadequelapenaaquehabíasidocondenadalasatisfaríamasprontopormediodeestedolorindecible,resistióelimpulsoyseirguióensuasiento,pálidacomolamuerte,mirandocontristezaprofundaaPerlacuyosojosbrillabandeinusitadomodo.Ysiguiólaniñalanzándolelasfloresqueinvariablementedabancontralaletra,llenandoelpechomaternaldeheridas para las que no podía hallar bálsamo en estemundo, ni sabía cómobuscarlo en el otro. Al fin, cuando concluyó de arrojar las flores, la niñapermanecióenpiemirandoaEsterprecisamentecomoaquellaimagenburlonadelenemigoquelamadrecreíaverenelabismoinsondabledelosojosnegrosdesuhija.

—Hijamía¿quiénerestú?—Exclamólamadre.

—¡Oh!YosoytupequeñaPerla.—Respondió.

Peromientras Perla decía esto, se echó a reír y empezó a bailar con lagesticulación petulante de un pequeño trasgo, cuyo próximo capricho seráescaparseporlachimenea.

—¿Erestúenrealidadmihija?—LepreguntóEster.Ynofueunapreguntaociosalaquehizo,sinoque,enaquelmomento,asílosentía,porqueeratallamaravillosainteligenciadePerla,quesumadrehastallegabaaimaginarsequelaniñaconocíalasecretahistoriadesuexistenciayselarevelaríaahora.

—Sí;yosoytupequeñaPerla.—Repitiólaniñacontinuandosuscabriolas.

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—¡Túnoeresmihija!¡TúnoeresmiPerla!—Dijolamadreconairesemirisueño, porque frecuentemente enmedio delmas profundo dolor le veníanimpulsosfestivos—.Dime,pues,quiéneresyquiéntehaenviadoaquí.

—Dímelo,madremía,—respondióPerlaconacentograve,acercándoseaEsteryabrazándoseasusrodillas—,dímelo,madre,dímelo.

—TuPadreCelestialteenvió,—respondióEster.

Perolodijoconunavacilaciónquenoescapóalavivainteligenciadelaniña; la cual, bien sea movida por su ordinaria petulancia, o porque unmaligno espíritu la inspirara, levantando el dedito índice y tocando la letraescarlata,exclamóconacentodeconvicción.

—No;élnomeenvió.YonotengoPadreCelestial.

—¡Silencio,Perla,silencio!Túnodebeshablarasí,—respondiólamadresuprimiendoun gemido—.ElPadreCelestial nos ha enviado a todos a estemundo.Hastamehaenviadoamí,tumadre;yconmuchamayorrazónati.Ysino¿dedóndehasvenidotú,niñasingularycaprichosa?

—Dímelo,dímelo,—repitióPerla,noyaconsucaritaseria,sinoriendoydandobrinquitosenelsuelo—.Túeresquiendebesdecírmelo.

PeroEsternopudo resolver lapregunta encontrándose ellamismaenunlaberintodedudas.Recordaba,entrerisueñayasustada,lacharladelasgentesdel Pueblo que, buscando en vano la paternidad de la niña, y observandoalgunasdesuspeculiaridades,habíandadoendecirquePerlaprocedíadeundemonio,comoyahabíaacontecidomasdeunavezenlatierra;nifuePerlalaúnica a quien los puritanos de la Nueva Inglaterra imputaron origen tanSiniestro.

VII

LASALADELGOBERNADOR

UndíafueEsteralamoradadelGobernadorBellingham,allevarleunpardeguantesquehabíaribeteadoybordadoporordensuya,yquedebíadeusarenciertaceremoniaoficial,porquesibiennodesempeñabayaelaltopuestodeantes,aunocupaundestinohonrosoinfluyenteenlamagistraturacolonial.

Pero algomas importanteque la entregadeunpardeguantesbordados,obligó a Ester entonces a solicitar una entrevista con un personaje de tantopoderytanactivoenlosnegociosdelacolonia.Habíallegadoasusoídoselrumor que algunos de los principales habitantes de la población trataban de

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despojarla de su niña, deseosos de que imperaranmas rígidos principios enmateriadereligiónydegobierno.Suponiendoestasbuenasgentes,comoyasehadicho,quePerlaeradeestirpediabólica,creyeronqueparamayorbeneficiodel alma de la madre, convenía quitarle ese obstáculo de su sendero;agregando, que si la niña era realmente capaz de una educación religiosa ymoral, y tenía en sí los elementos de su futura salvación, gozaríaindudablemente de todas estas ventajas si se la separase de su madre y seconfiara su educación a personamejor ymas cuerda. Se decía también queentrelospromovedoresdeestaidea,eraelGobernadorunodelosmasactivos.

Parecerásingular,yhasta ridículo,queunasuntodeestanaturalezahayasido cuestión públicamente discutida, en la que tomaron parte en pro y encontra varias personas eminentes del gobierno. Pero en aquella época deprístina sencillez, negocios de menor importancia pública, y de menortrascendencia que el bienestar de Ester y de su hija, tenían cabida en lasdeliberacionesdeloslegisladoresyenlosactosdelEstado;yhastaserefierequeunadisputarelativaalderechodepropiedaddeuncerdodiomargen,enunaépocaanterioralaenquepasanuestrahistoria,adebatesacaloradosenelcuerpolegislativodelacolonia,yocasionóimportantesmodificacionesenelmododeserdelaLegislatura.

Llena, pues, de temores, aunque con tan pleno convencimiento de suderecho,quenoleparecíadesiguallaluchaentreelpúblicodeunaparteyunamujer solitaria de la otra, Ester se puso en marcha saliendo de su cabañaacompañada, como era de esperarse, de Perla. Esta había alcanzado ya unaedad que la permitía correr al lado de sumadre, y como estaba siempre enconstantemovimientodesde lamañanahasta lanoche,hubierapodidohacerunajornadamuchomaslarga.Sinembargo,aveces,masporcaprichoquepornecesidad,pedíaquelallevaranenbrazos;peroalospocosmomentosqueríaqueladejasenandar,ycontinuabajuntoaEsterdandosaltitosytropezandoacadainstante.HemoshabladodelabellezasingulardePerla,bellezadetintesvivos y profundos, de tez brillante, ojos que poseían a la vez fulgor eintensidadmeditativa,yuncabellodecolorcastaño,lustroso,suaveyquemastardeseráncasinegros.Todaellaerafuegoyparecíaelfrutodeunmomentode pasión impremeditada. Lamadre, al idear el traje de su hija, había dadorienda suelta a las tendenciavistosasde su imaginación, y la vistió conunatúnicade terciopelocarmesí,deuncortepeculiar, abundantementeadornadacon caprichosos bordados y floreos de hilo de oro. Tal lujo de colores, quehabrían dado un pálido y macilento aspecto a mejillas menos brillantes, seadaptaba admirablemente a la belleza de Perla, y la convertían en la masrelucientellamaquejamassehayamovidosobrelatierra.

Pero era una particularidad notable de este traje, y en realidad de laaparienciageneraldelaniña,ladetraerirremediablementealamemoriadel

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quelacontemplabaelrecuerdodelsignoqueEsterestabacondenadaallevarensuvestido.Eralaletraescarlatabajootraforma:laletraescarlatadotadadevida. La madre misma, como si aquella ignominia roja se hubiera grabadoprofundamente en su cerebro de modo que todas sus ideas revistieran suaspecto, la madre misma había encontrado aquella semejanza, empleandomuchashorasdemórbidaingeniosidadenhallarunaanalogíaentreelobjetodesucariñoyelemblemadesufaltaydesutormento.PerocomoenrealidadPerla era al mismo tiempo una y otra cosa, pudo Ester imaginarseperfectamentequelaaparienciadelaniñaguardabacompletasemejanzaconlaletraescarlata.

Al llegar madre e hija a los linderos de la población, los niños de lospuritanos,enmediodesusjuegos,odeloquepasabaporjuegoentreaquellossombríoschicuelos,fijaronenellaslasmiradasydijeron:

—Ahívienelamujerdelaletraescarlata,yasuladovienesaltandoloquetambiénsepareceaunaletraescarlata.Vamosaarrojarlesfango.

PeroPerla,queeraunaniñaintrépida,despuésdefruncirelentrecejo,degolpear el suelo con el piececito y de apretar el puño con diversos gestosamenazadores,selanzóderepentecontraelgrupodesusenemigosylospusoa todos en fuga. Al mismo tiempo chilló y gritó con violencia tal, que elcorazón de los fugitivos tembló de espanto. Terminada su victoria, Perlaregresó tranquilamente al lado de su madre, a la que dirigió una risueñamirada.Sinotraaventura llegarona lamoradadelGobernador.Eraéstaunagrancasademadera,fabricadaalestilodelasqueaunsevenenlascallesdenuestrasciudadesmasantiguas;ahoracubiertasdemusgo,derrumbándose,yde aspecto melancólico, mudos testigos de las penas o alegrías que fueronteatrosusoscurashabitaciones.Entonces,sinembargo,habíaensuexteriorlafrescuradelajuventud,yensusventanas,iluminadasporelsol,parecíabrillaraquelcontentoquereinaenlasmoradashumanasenqueaunnohaentradolamuerte.LacasadelGobernadortenía,alaverdad,unaaparienciamuyalegre:las paredes estaban cubiertas con una especie de estuco con innumerablesfragmentosdevidrio,demodoquecuandoelsolalumbrabaoblicuamenteeledificio,brillabayfulgurabacomosisobreélsehubieranarrojadodiamantesamanosllenas,loquelehaciaparecermaspropioparaelpalaciodeAladino,queparamansióndeunviejoygravejefepuritano.Estabaademasadornadoconfigurasydiagramasextrañosyalparecercabalísticos,deacuerdoconelgustodelaépoca,quehabíansidodibujadosenelestucocuandoseacabódeponer,y sehabíanendurecidoconel tiempo, sindudaparaque sirvierandeadmiraciónalasedadesfuturas.

Perla, cuando contempló esta especie de casa maravillosa, comenzó apalmotear y a bailar y pidió con acento decidido que arrancaran todo aquelfrenteradiantedeledificio,yselodieranparajugarconél.

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—No,miqueridaPerlita,lodijosumadre.Túmismatienesqueprocurartetusrayosdesol;yonotengonadaquedarte.

SeacercaronalaPuerta,queteníalaformadeunarco,yestabaflanqueadaacadacostadoporunatorreestrechaoproyeccióndeledificio,conventanasde enrejado de alambre y postigos de madera. Levantando el aldabón dehierro,EsterdioungolpealquerespondióunodelossiervosdelGobernador,inglésdenacimientoy libre,peroquea la sazóneraesclavopor sieteaños.Durante eso tiempo tenía que ser la propiedad de su amo, lomismo que sifueraunbuey.Elsiervollevabaeltrajeazulqueeraelvestidoordinariodelossiervos de aquella época, como lo fue tambiénmucho antes en las antiguascasassolariegasdeInglaterra.

—¿EstáencasaSuSeñoríaelGobernadorBellingham?—PreguntóEster.

—Ciertamentequesi.—Respondióelsiervo,contemplandocon tamañosojoslaletraescarlata,pueshabiendollegadorecientementealpaís,nolahabíavisto todavía—. Sí, Su Señoría está en casa; pero con él hay un par depiadososministros,y almismo tiempounmédico:nocreoquepodáisverleahora.

—Entraré,sinembargo,—replicóEster.

Yelsiervo,juzgandotalvezporeltonodecisivoconquepronuncióestaspalabras, y el brillante símbolo que llevaba en el pecho, que era una granseñoradelpaís,noopusoresistenciaalguna.

Madreehijafueron,admitidasenelvestíbulo.ElGobernador,teniendoencuentalanaturalezadelosmaterialesdeconstruccióndisponibles,asícomoladiferenciadelclimaycostumbressocialesdelacolonia,habíatrazadoelplanodesunuevamoradaaimitacióndelasdeloscaballerosdemoderadosrecursosen su país natal. Había por lo tanto un ancho y elevado vestíbulo que seextendíahastaelfondodelacasayservíademediodecomunicaciónmasomenos directa con todas las otras piezas. En una extremidad se hallabaalumbradaestaespaciosahabitaciónporlasventanasdelasdostorres;yenlaotra, aunque protegida por una cortina, lo estaba por una gran ventanaabovedada, provista de un asiento de almohadones, en el que había unvolumenenfolio,probablementedelasCrónicasdeInglaterrauotraliteraturapor el estilo. El mueblaje consistía en algunas sillas macizas, en cuyosrespaldareshabíaesculpidasguirnaldasdefloresderoble;enelcentrohabíaunamesadelmismoestiloquelassillas,tododeltiempodelaReinaIsabeldeInglaterra,oquizáanterioraél,ytraídodelacasapaternadelGobernador.Yenlamesa,comopruebaquelaantiguahospitalidadnohabíamuerto,ungranjarrodepeltreenelfondodelcualelcuriosopodríahabervistolaespumadelacervezabebidarecientemente.

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Colgaba en la pared una hilera de retratos que representaban losantepasadosdellinajedeBellingham,algunosvestidosconpetosyarmadurasyotrosconcuellosalechugadosyropatalar.Comorasgocaracterístico,teníantodos aquella severidad y rigidez que invariablemente hay en los antiguosretratos,comosienvezdepinturasfueranlosespíritusdehombresilustres,yamuertos, que estuvieran contemplando con dureza e intolerancia,criticándolos,lasaccionesyplaceresdelosvivos.

Hacia el centro de los tableros de roble que cubrían las paredes delvestíbulohabíasuspendidaunacotademallaysusaccesorios,nounareliquiahereditaria, como los retratos, sino de fechamasmoderna, fabricada por unhábilarmerodeLondreselañomismoenqueelGobernadorBellinghamvinoalaNuevaInglaterra.Allíhabíaunyelmo,unacoraza,unagolaygrebas,conunpardemanoplas,ycolgandodebajounaespada; todo,yespecialmenteelyelmo y la coraza, tan perfectamente bruñido, que resplandecían con unblancoradiante,iluminandoelpavimento.Estabrillantepanoplianoservíadesimpleornato,sinoqueelGobernadorselahabíaendosadomasdeunavez,especialmentealacabezadeunregimientoenlaguerracontralosindios,puesaunqueporestudiosyprofesióneraunabogado,lasexigenciasdelnuevopaíshabíanhechodeélunsoldadoyunGobernante.

—Perlita, a quien agradó la resplandeciente armadura tanto como elbrillante frontispiciode lacasa,seentretuvoalgún tiempomirando lapulidasuperficiedelacorazaqueresplandecíacomosifueraunespejo.

—¡Madre!—Gritó—,madre,teveoaquí.¡Mira!¡Mira!

Ester, por complacer a su hijita, dio unamirada a la coraza, y vio que,debido al efecto peculiar de este espejo convexo, la letra escarlata parecíareproducidaenproporcionesexageradasygigantescas,detalmodoqueveníaaserlomasprominentedetodasupersona.Enrealidad,parecíacomosiEsterseocultaradetrásdelaletra.Perlalellamótambiénlaatenciónaotrafigurasemejanteenelyelmo,sonriendoasumadreconaquellaespeciedeexpresiónde duendecillo tan común a su inteligente rostro. Esta mirada de traviesaalegría se reflejó igualmente en el espejo, con tales proporciones y talintensidad de efecto, que Ester no creyó que pudiera ser la imagen de supropia hija, sino la de algún trasgo o duende que trataba de amoldarse a laformadePerla.

—Vamos, Perla,—dijo lamadre llevándosela consigo—.Ven a ver estehermosojardín.Quizáhayaenélfloresmashermosasquelasdelosbosques.

Perlasedirigióalaventanaabovedadaenelfondodelvestíbulo,ytendióla mirada a lo largo de las calles del jardín, alfombrado de hierba reciéncortada, y guarnecido con algunos arbustos, no muchos, como si el dueñohubieradesistidode su ideadeperpetuar eneste ladodelAtlánticoelgusto

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inglés en materia de jardines, las coles crecían a la simple vista y unacalabacera,plantadaaalgunadistancia,sehabíaextendidoatravésdelespaciointermediario, depositando uno de sus gigantescos productos directamentedebajo de la ventana indicada. Había, sin embargo, unos cuantos rosales, yciertonúmerodemanzanos,procedentesprobablementedelosplantadosporlosprimeroscolonos.Perla,alverlosrosales,empezóaclamarporunarosaencarnada,ynoquisoestarsetranquila.

—Cállate,niña,cállate,—dijolamadreencarecidamente—.Nollores,miqueridaPerla.Oigovoceseneljardín.ElGobernadorseacercaacompañadodevarioscaballeros.Cállate.

Enefecto,porlaavenidadeljardínseveíaciertonúmerodepersonascondirecciónhacialacasa.Perla,sinhacercasodelastentativasdesumadreparaaquietarla,dioungritoagudísimo,yguardóentoncessilencio;nodebidoaunsentimiento de obediencia, sino la viva ymóvil curiosidad de su naturalezaque hizo que todo su interés se concentrara en la aparición de estos nuevospersonajes.

VIII

LANIÑADUENDEYELMINISTRO

ElGobernadorBellingham,vestidoen trajedecasaqueconsistíaenunabata nomuy ajustada, y gorra, abría la comitiva y parecía ir mostrando supropiedad a los que le acompañaban, explicándoles las mejoras queproyectabaintroducir.Lavastacircunferenciadeuncuelloalechugado,hechoconmuchoesmero,queproyectabapordebajodesubarbagris,segúnlamodadeltiempoantiguo,contribuíaadarleasucabezaunparecidoaladeSanJuanBautista en la fuente. La impresión producida por su rígido y severosemblante,porelquehabíanpasadoalgunosotoños,noestabaenarmoníacontodoloqueallílerodeabayparecíadestinadoalgocedelascosasterrenales.Pero es un error suponer que nuestros graves abuelos, —aunqueacostumbradosahablardelaexistenciahumanaypensarenellacomosifueseunamerapruebayunaluchaconstante—,yaunquesehallabanpreparadosasacrificar bienes y vida cuando el deber lo requería, hicieran caso deconcienciarechazar todasaquellascomodidades,yaunregalo,queestabanasu alcance. Semejante doctrina no fue nunca enseñada, por ejemplo, por elvenerablepastordealmasJuanWilson,cuyabarba,blancacomolanieve,seveíapor sobreelhombrodelGobernadorBellingham,mientras ledecíaquelasperasylosmelocotonespodríanaclimatarseenlaNuevaInglaterra,yquelasuvasdecolordepúrpurapodríanflorecersiestuvieranprotegidasporlos

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murosdeljardínexpuestosmasdirectamentealsol.Elancianoministroteníaun gusto legítimo y de larga fecha por todas las cosas buenas y todas lascomodidades de la vida; y por severo que se mostrase en el púlpito en sureprobaciónpúblicadetransgresionescomolasdeEsterPrynne,sinembargo,labenevolenciaquedesplegabaen lavidaprivada lehabíagranjeadomayorcantidaddeafectoquelaconcedidaaningúnotrodesuscolegas.

DetrásdelGobernadorydelSr.Wilsonvenían,otrosdoshuéspedes:unoelReverendoArturoDimmesdale,aquienel lector recordará talvezporhaberdesempeñado, no voluntariamente, un corto papel en la escena del castigopúblico de Ester, y a su lado, como si fuera su compañero íntimo, el viejoRogerioChillingworth,personadegranhabilidadenlamedicina,yquehacíadosotresañoshabíafijadosuresidenciaenlacolonia.Sedecíaqueestesabioancianoeraalmismotiempoelmédicoyelamigodeljoveneclesiástico,cuyasalud sehabíadeterioradomuchoúltimamenteacausade suabnegación sinlímites y su consagración completa a los trabajos y deberes su sagradoministerio.

ElGobernador,adelantándoseasushuéspedes,subiódosotresescalones,yabriendounadelashojasdelaventanadelvestíbulo,seencontrócercadePerla.Lasombradelacortinaocultabaparcialmentealamadre.

—¿Quétenemosaquí?—DijoelGobernadormirandoalafiguritacolordeescarlataqueestabadelantedeél—.Confiesoquenohevistonadaparecidodesde los días de mis vanidades, allí en mis tiempos juveniles, cuandoconsideraba inestimable favor ser admitido en los bailes de disfraces de laCorte.Habíaentoncesunenjambredeestaspequeñasaparicionesenlosdíasdefiesta.¿Perocómohaentradoestehuéspedenmíantecámara?

—Sí, en efecto,—exclamó el buen anciano Sr.Wilson—, ¿qué pajaritocolor de escarlata podrá ser éste? Me parece haber visto algo semejantecuando el sol brilla a través de los cristales de una ventana de variedad decolores,ydibujaimágenesdoradasycarmesíesenelsuelo.Peroesoeraallíennuestraviejapatria.Dime,niña, ¿quiéneres, yquéhamovidoa tumadreaaderezarte de un modo tan extraño? ¿Eres una niña cristiana? ¿Sabes elcatecismo? ¿O eres acaso uno de esos petulantes duendes o trasgos quecreíamoshaberdejadoparasiempreenlaalegreInglaterra?

—Yo soy la hija de mi madre,—respondió la visión escarlata—, y minombreesPerla.

—¿Perla? Mas bien Rubí, o Coral, o Rosa encendida por lo menos, ajuzgar por tu color, —respondió el anciano ministro extendiendo la mano,inútilmente,paraacariciar lamejilladePerla—.¿Perodóndeestá tumadre?¡Ah!Ya comprendo,—agregó; y dirigiéndose alGobernador le dijo en vozbaja—:Esta es precisamente la niña de que hemos hablado; y ved ahí a su

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infelizmujer,aEsterPrynne,sumadre.

—¿Esodices?—ExclamóelGobernador—.Sí,deberíamoshaberpensadoque lamadre de tal niña tenía ser unamujer, escarlata, y un tipo digno deBabilonia. Pero a buen tiempo llega, y trataremos de este asuntoinmediatamente.

ElGobernadorentróenlaantecámaraseguidodesustreshuéspedes.

—Ester Prynne, —dijo clavando la mirada naturalmente severa en laportadora de la letra escarlata—, en estos días se ha hablado mucho de ti.Hemosdiscutidocon todacalmayseso, sinosotros,quesomospersonasdeautoridadeinfluencia,cumplimosconnuestrodeberconfiandoladirecciónyguía de un alma inmortal, como la de esta criatura, a quien ha tropezado ycaídoenmediodeloslazosyredesdelmundo.Habla,túqueereslamadredeesta niña. ¿No crees que serámejor, tanto para el bienestar temporal comopara la vida eterna de tu pequeñuela, que se te prive de su cuidado, y quevestida de unamaneramenos vistosa, se la eduque en la obediencia y se lainstruyaenlasverdadesdelcieloydelatierra?¿Quépuedeshacerenprodetuniñaenesteparticular?

—Yopuedoinstruiramihijasegúnlaenseñanzaqueherecibidodeesto,—respondióEstertocandoconeldedolaletraescarlata.

—Mujer, esaes tu insigniadevergüenza,—replicóel severomagistrado—.Precisamente en consecuencia de la falta que indica esa letra, deseamosquetuhijapasealcuidadodeotramanos.

—Sinembargo,—dijolamadretranquilamente,aunquevolviéndosecadavezmaspálida—,estainsigniamehadado,ymedadiariamente,yhastaenestemomento,leccionesqueharánamihijamascuerdaymejor,aunqueparamínoseanyadeprovecho.

—Ahora losabremos,—dijoelGobernador—,ydecidiremos loquehayquehacer.MibuenSeñorWilson,osruegoqueexaminéisaestaPerla,puestalessunombre,yveréissitienelainstruccióncristianaqueconviene,aunaniñadesuedad.

Elancianoeclesiásticosesentóenunsillónehizounesfuerzoparaatraera Perla entre sus rodillas. Pero la niña, acostumbrada solamente al tactofamiliardesumadreynoaldeotrapersona,seescapóporlaventanaabiertayse plantó en el escalón mas alto, pareciendo entonces un pájaro tropicalsilvestre,debrillanteplumaje,dispuestoaemprenderelvueloenlosespacios.ElSr.Wilson,nopocosorprendidodeesto,pueseraunaespeciedepatriarcafavoritodelosniños,tratósinembargodeprocederalexamen.

—Perla,—le dijo con gran solemnidad—, tienes que recibir instrucción

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paraque,asudebidotiempo,logresllevarentusenounaperladegranprecio.¿Puedesdecir,hijamía,quiéntehacreado?

Perlasabíaperfectamentequéresponder,porquesiendoEsterlahijadeunafamiliapiadosa,pocodespuésdelaconversaciónquehabíatenidoconsuniñaacercadesuPadreCelestial,habíacomenzadoahablarledeverdadesqueelespírituhumano,cualquieraqueseasuestadodedesarrollo,oyecon intensointerés.PorlotantoPerla,aunquesolocontabatresañosdeedad,podríahabersufrido con buen éxito un examen en algunas materias religiosas; pero laperversidadmas omenos común a todos los niños; y de la cual la chicuelateníaunabuenadosis,seapoderódeellaenelmomentomasinoportuno,ylehizo cerrar los labios o proferir palabras quenovenían al caso.Después dellevarseeldedoalaboca,ydemuchasnegativasderesponderalaspreguntasdelbuenSr.Wilson,laniñafinalmenteanuncióquenohabíasidocreadapornadie, sino que sumadre la había recogido en un rosal silvestre que crecíajuntoalapuertadelacárcel.

EstarespuestafantásticalefueprobablementesugeridaporlaproximidaddelosrosalesdelGobernador,queteníaalavista,yporelrecuerdodelrosalsilvestre lo la cárcel, junto al cual había pasado al venir a la morada deBellingham. El viejo Rogerio Chillingworth, con una sonrisa en los labios,murmuróunascuantaspalabrasaloídodeljoveneclesiástico.Esterdirigióunamiradaalhombredeciencia,yapesardequesudestinoestabacolgandodeunhilo,sequedósorprendidaalnotarelcambioverificadoenlasfaccionesdeRogerio,quesehabíavueltomuchomasfeo,sucutismasatezado,ysufigurapeorformadaqueenlostiemposenquelohabíaconocidomasfamiliarmente.Sus miradas se cruzaron un instante, pero inmediatamente tuvo que prestartodasuatenciónaloqueestabapasandorespectoasuhija.

—¡Esto es horrible!—Exclamó elGobernador volviendo lentamente delasombroque le había causado la respuesta dePerla—.He aquí unaniña detres años de edad, que no sabe quién la ha creado. No hay duda que en lamismaignoranciaseencuentrarespectoasualma,suactualperversidadysufuturo destino. Me parece caballeros, que no hay necesidad de proseguiradelante.

EstertomóentoncesaPerlaylaestrechóentresusbrazos,mirandoalviejomagistrado puritano casi con una feroz expresión en los ojos. Sola en elmundo,arrojadadeélcomofrutopodrido,yconesteúnicotesoroqueeraelconsuelo de su corazón, tenía la conciencia de que poseía derechosindestructibles contra las pretensiones del mundo, y se hallaba dispuesta adefenderlosatodotrance.

—Diosmehadadoaestaniña,—exclamó—.Melahadadoendesquitede todoaquellodequehesidodespojadaporvosotros.Esmi felicidad,yal

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mismo tiempomi tormento.Perlaesquienmesostienevivaenestemundo.Perla también me castiga. ¿No veis que ella es la letra escarlata, capazsolamentede ser amadaydotadadeunpoder infinitoda retribuciónpormifalta?Nomelaquitaréis:primeromoriré.

—Pobremujer,—dijoconciertabondadelancianoeclesiástico—,laniñaserámuybiencuidada,talvezmejorqueloquetúpuedeshacer.

—Dioslaconfióamicuidado,—repitióEsterreforzandolavoz—.Nolaentregaré.

Y entonces, como movida de impulso repentino se dirigió al joveneclesiástico, al Sr. Dimmesdale, a quien, hasta ese momento apenas habíamiradoyexclamó:

—¡Habla pormí! Tú erasmi pastor, y teníasmi alma a tu cargo, ymeconocesmejorqueestoshombres.Yonoquieroperderamihija.Hablapormí: tú sabes, porque estás dotado de la conmiseración de que carecen estoshombres,túsabesloquehayenmicorazón,ycuálessonlosderechosdeunamadre,yquesonmuchomaspoderososcuandoesamadretienesóloasuhijaylaletraescarlata.¡Mírala!Yonoquieroperderlaniña.¡Mírala!

Aestellamamientofrenéticoysingularqueindicabaquelaposiciónactualde Ester casi la había privado del juicio, el joven eclesiástico se adelantópálidoyllevándoselamanoalcorazón,comoerasucostumbresiemprequesunerviosotemperamentoleponíaenunestadodesumaagitación.Parecíaahoramas lleno de zozobra y mas extenuado que cuando lo descubrimos en laescenadelapúblicaignominiadeEster;ybienseaporloquebrantadodesusalud, o por otra causa cualquiera, sus grandes ojos negros revelaban unmundodedolorenlaexpresióninquietaymelancólicadesusmiradas.

—Hay mucha verdad en lo que esta mujer dice, —comenzó el Sr.Dimmesdaleconvozdulcey trémula,aunquevigorosa,queresonóen todoslos ámbitos del vestíbulo—; hay verdad en lo que Ester dice, y en lossentimientosque la inspiran.Dios lehadado laniña,yalmismo tiempounconocimiento instintivo de la naturaleza y las necesidades de ese tierno ser,que parecen muy peculiares, conocimiento que ningún otro mortal puedeposeer.Y,ademas,¿nohayalgoinmensamentesagradoentrelasrelacionesdeestamadreydeestaniña?

—¡Ah!¿Cómoeseso,buenSr.Dimmesdale?InterrumpióelGobernador,osruegoqueaclaréisestepunto.

—Asítienequeser,continuóeljoveneclesiástico,porque,sipensamosdeotromodo,¿noimplicaríaqueelPadreCelestial,elCreadordetodaslascosasdeestemundo,hatenidoenpocounaacciónpecaminosa,ynohadadomuchaimportanciaaladiferenciaqueexisteentreunamorpuroyunoimpuro?Esta

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hijadelaculpadelpadreylavergüenzadelamadrehavenido,enviadaporDios, a influir de varios modos en el corazón de la que ahora con tantavehemenciaycon talamargurareclamaelderechodeconservarlaasu lado.Fuecreadaparaunabendición,paralaúnicafelicidaddesuvida.Fuecreadasinduda,comolamadremismanoslohadicho,paraquefueratambiénunaretribución;untormentodetodaslashoras;undardo,unacongoja,unaagoníasiempre latente en medio de un gozo pasajero. ¿No ha expresado ella estepensamiento en el traje de la pobre niña, que de unamanera tan eficaz nosrecuerdaelsímbolorojoqueabrazasuseno?

—¡Biendicho,biendicho!—ExclamóelbuenSr.Wilson—.Yotemíaquelamujerpensabasoloenhacerdesuhijaunasaltimbanquis.

—¡Oh! No, no; —continuó Dimmesdale—. La madre, creédmelo,reconoce el solemne milagro que Dios ha operado en la existencia de esacriatura. Pueda también comprender, lo que es para mí una verdadindiscutible,queestedon,antetodo,tieneporobjetoconservarelalmadelamadreenestadodegraciaylibrarladelosabismosprofundosdelpecadoenquedeotromodoSatanáslahubierahundido.Porlotanto,esunbienparaestapobremujerpecadoratenerasucargounalmainfantil,unsercapazdeeternadichaodeeternapena,unserqueseaeducadoporellaenlossenderosdelajusticia,queacadainstantelerecuerdesucaída,peroquealmismotiempolehagatenerpresente,comosifueraunasagradapromesadelCreador,quesilamadreeducaalaniñaparaelcielo,laniñallevarátambiénallíasumadre.Yenesto,lamadrepecadoraesmasfelizqueelpadrepecador.Deconsiguiente,enbeneficiodeEsterPrynne,nomenosqueeneldelapobreniña,dejémoslascomolaProvidenciahaconsideradoconvenientesituarlas.

—Hablais,amigomío,conextrañavehemencia,—ledijoelviejoRogerioconunasonrisa.

—Y tiene gran peso lo que mi joven hermano ha dicho, —agregó elReverendo Sr. Wilson—. ¿Qué dice el muy digno Gobernador? ¿No hadefendidobienlosderechosdelapobremujer?

—Seguramente que sí,—respondió el magistrado—, y ha aducido talesrazones,quedejaremoselasuntocomoestá;porlomenos,mientraslamujernoseaobjetodeescándalo.Hemosde tener,sinembargo,cuidadodeque laniñaseinstruyacontigoenelcatecismo,buenSr.Wilson,oconelReverendoDimmesdale.Ademas,asudebidotiempoesprecisoocuparseenquevayaalaescuelayalaiglesia.

Cuandoeljovenministroacabódehablarsealejóunoscuantospasosdelgrupo, y permaneció con el rostro parcialmente oculto por los pesadosplieguesdelascortinasdelaventana,mientraslasombradesucuerpo,quelaluz del sol hacía proyectar sobre el suelo, estaba toda trémula con la

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vehemencia de su discurso. Perla con la viveza caprichosa que lacaracterizaba, se dirigió hacia él, y tomándole una de las manos entre lassuyas,apoyóenellasumejilla:cariciatantierna,yalaveztantierna,yalaveztannatural,queEster,alcontemplarla,sedijoparasusadentros:¿EsesamiPerla?Sabía, sin embargo, que el corazónde su hija era capaz de amor,aunqueésteserevelabacasisiempredeunamaneraapasionadayviolenta;yenel cursode suspocosañosapenas si sehabíamanifestadodosvecescontanta suavidad y ternura como ahora. El joven ministro, pues excepto lasmiradas de unamujer que se idolatra, no existe nada tan dulce como estasespontáneas caricias de un niño, que son indicio que hay en nosotros algoverdaderamentedignode ser amado, el jovenministro arrojóunamiradaentorno suyo, puso lamano en la cabeza de la niña, vaciló unmomento, y labesó en la frente. Aquel tierno capricho, tan poco común en el carácter dePerla,nodurómuchotiempo:seechóareír,ysefuealolargodelvestíbulosaltando tan ligeramente, que el anciano Sr. Wilson se preguntó si habíatocadoelpavimentoconlapuntadelospies.

—Este pequeño traste tiene en sí algo de hechicería, —le dijo aDimmesdale—:nonecesitadelpalodeescobadeunaviejaparavolar.

—¡Extrañaniña!—ObservóelancianoRogerio—.Esfácilverloquehayenelladesumadre.¿Creeréisporventura,señores,queestéfueradelalcancedeunfilósofoanalizarlanaturalezadelaniña,yporsuhechuraymododeseradivinarquiéneselpadre?

—No:entalasunto,serápecaminosoatenersealafilosofiaprofana,—dijoel Sr.Wilson—. Valemas entregarse al ayuno y a oración para resolver elproblema; y mucho mejor aún dejar el misterio como está, hasta que laProvidencia lo revele cuando lo tenga a bien. De consiguiente, todo buencristiano tieneelderechodemostrar labondaddeunpadrehaciaestapobreniñaabandonada.

ResueltoasíelnegociodeunamanerasatisfactoriaparaEster,éstapartióconsuhijaparasucabaña.Cuandodescendíanlasescaleras,secuentaqueseabrióelpostigodelaventanadeunodeloscuartos,asomándoseelrostrodelaSra.Hibbins,lairacundahermanadelGobernador,lamismaquealgunosañosdespuésfueejecutadaporbruja.¡Eh!Eh!Dijo,dejandoverunrostrodemalagüero que contrastaba con el aspecto alegre de la casa. ¿Quieres venir connosotros esta noche a la selva? Tendremos allí gentes muy alegres; y heprometidoalHombreNegroquéEsterPrynnetomaríaparteenlafiesta.

—Servíos discúlpame, —respondió Ester con una sonrisa de triunfo—.TengoqueregresaramicasaycuidardemiPerlita.Simelahubieranquitado,entonceshabríaidocongustoalaselvaentucompañía,firmandominombreenellibrodelHombreNegro,yesoconmipropiasangre.

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—Yatetendremosallíantesdemucho,—dijoladamabruja,frunciendoelentrecejoyretirándose.

Peroaquí,sisuponemosqueestediálogoentrelaSra.HibbinsyEsteresauténtico,ynounafábula,aquítenemosyaunapruebadelarazónquetuvoeljoveneclesiásticoenoponerseaquesecortaranloslazosqueunenunamadredelincuente al fruto de su fragilidad.Ya en esta ocasión el amor de la niñasalvóalamadredelasasechanzasdeSatanás.

IX

ELMÉDICO

Como el lector recordará, el nombre de Rogerio Chillingworth ocultabaotro nombre, cuyo antiguo poseedor había resuelto que no se mencionarajamas.YasehareferidoqueenmediodelamuchedumbrequepresenciabaelcastigoignominiosodeEster,unindividuodeedadprovecta,reciénllegadodelas ocupadas por los indios, contempló de repente, expuesta a los ojos delpúblico, como si fuerauna imagenvivientedelpecado, a lamujer enquienhabíaesperadohallarencarnadoslaalegríayelcalordelhogar.Lahonradesuesposalaveíapisoteadaportodosloscircunstantes.Suinfamiapalpitabaallíenlaplazapública.Silanoticiallegabaalgunavezaoídosdelosparientesyde las compañerasde infanciade aquellamujer, ¿quéotra cosa lesquedaríasinoel contagiode sudeshonra, tantomayorcuantomas íntimasy sagradashubieransidosusrelacionesdeparentesco?Yencuantoaél,cuyoslazosdeuniónconlamujerdelincuentehabíansidolosmasestrechosysagradosquepuedan darse, ¿por qué presentarse a reclamar una herencia tan pocoapetecible? Resolvió, por lo tanto, no dejarse exponer en la picota de lainfamiaalladodelaqueenuntiempofuesuesposa.Desconocidoparatodoelmundo, excepto para Ester, y poseyendo los medios de que ésta guardarasilencio, escogió borrar su nombre de la lista de los vivos, considerarcompletamente disueltos sus antiguos lazos e intereses, y, en una palabra,darse por segregado delmundo como si en realidad yaciera en el fondo delocéano,dondeelrumorpúblicohacemuchotiempolohabíaconsignado.Unavezrealizadoesteplan,surgiríaninmediatamentenuevosinteresesyalavezun nuevo objeto a que consagrar su energía, tenebrosa, es verdad, y acasocriminal, pero de incentivo bastante absorbente para que dedicara a surealizacióntodalafuerzadesusfacultades.

Para llevaracaboesteproyecto, fijó su residenciaen laciudadpuritana,bajo el nombre supuesto de Rogerio Chillingworth, sin otra recomendaciónque susconocimientoscientíficosy su inteligencia,queposeíauna sumano

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común.Comolosestudiosquehizoenotrostiemposlehabíanfamiliarizadocon la ciencia médica del día, se presentó como fisico, y como tal fuecordialmente recibido.En la colonia eranmuy raros los hombres hábiles enmedicinaocirugía.LasaluddelosvecinosdelabuenaciudaddeBoston,porlo menos en lo que se refiere a la medicina, había estado hasta entoncesconfiada a la tutela de un anciano diácono y farmacéutico, cuya piedad yrectituderantestimoniosmasconvincentesenfavorsuyo,quelosquepodríahaberpresentadobajolaformadeundiplomaenregla.Elúnicocirujanoeraun individuo que unía al ejercicio casual de esa noble profesión, elmanejodiarioyhabitualdelanavajadeafeitar.

Para semejante cuerpo facultativo fue Rogerio Chillingworth unaadquisición brillante. Pronto manifestó su familiaridad con la ponderosa eimponentemaquinariadelaantiguamedicina,enlaquecadaremedioconteníaunamultituddeextraordinariosyheterogéneosingredientes,compuestoscontantotrabajoyesmerocomosisetrataradeobtenerelElixirdeVida.Durantesucautiverioentrelosindios,habíaadquiridounnotableconocimientodelaspropiedades de las hierbas y raíces indígenas; ni ocultó a su pacientes queestas simples medicinas, que la sabia naturaleza había dado a conocer alincultosalvaje,merecíansuconfianzaenelmismogradoque la farmacopeadeloseuropeos,encuyaformaciónsehabíanempleadotantossiglosytantossabiosdoctores.

Eraesteeruditoextranjerounapersonaejemplar,porlomenosencuantoalas formasexternasde la religión,ypocodespuésdesu llegadaa lacoloniaescogió al Reverendo Sr. Dimmesdale como guía espiritual. El joveneclesiástico,quehabíahechosusestudiosenlaUniversidaddeOxford,dondese conservaba su memoria con respeto, era tenido por sus mas ardientesadmiradores casi como un apóstol consagrado por el cielo y destinado, sipodía trabajar y vivir el término ordinario de la existencia humana, a hacermuchoenbeneficiodelaIglesiadelaNuevaInglaterra.Enelperíodoenqueestamos de nuestra historia, su salud, sin embargo había empezadoevidentemente a decaer. Aquellos que estaban mas familiarizados con loshábitosycostumbresdeDimmesdale,creíanquelapalidezdesusmejillaseraelresultadodesucelointensoporelestudio,delescrupulosocumplimientodesusdeberesreligiosos,ymasquetododelosayunosyvigiliasquecontantafrecuencia practicaba para impedir que la materia terrenal oscureciera odisminuyeseelbrillodesulámparaespiritual.AlgunosdeclarabanquesielSr.Dimmesdaleestabarealmenteapuntodemorirtanjoven,consistíaenqueelmundonoeradignodeserholladoporsuspies.Porotraparte,élmismo,concaracterística humildad, decía que si la Providencia juzgaba convenientellevárselodeestemundo,seráacausadesupocoméritoparadesempeñarlamashumildemisiónenlatierra.Peroapesardeladivergenciadeopinionesenel particular, lo cierto era que su salud estaba muy quebrantada. Había

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adelgazado mucho; su voz, aunque todavía sonora y dulce, tenía ciertamelancólica expresión de decaimiento; con frecuencia se le veía, al menorruidooaccidentedepoca importancia, llevarse lamanoalcorazón,conunasúbitarubicundezdelrostro,seguidadepalidez,indiciodedolor.

TaleraelestadodeljovenDimmesdale,ytaninminenteelpeligroqueseextinguiera esa naciente luz del mundo, antes de tiempo, cuando RogerioChillingworth llegó a la ciudad. Su primera entrada en escena, sin que sesupiera de dónde venía, si era caído del cielo o si procedía de las regionesinferiores, le daba cierto aspectodemisterio, que fácilmente se convirtió enalgocasimilagroso.Sesabíaqueeraunhombrehábileinteligente;sehabíaobservado que recogía hierbas y flores silvestres, que arrancaba raíces, quecortabaramasde losárbolesdelbosque,comopersonafamiliarizadacon lasocultas virtudes de lo que no tenía ningún valor a los ojos del vulgo. Se lehabía oído hablar deSirKenelmDigbyy de otros hombres famosos, cuyosconocimientosenasuntoscientíficosseconsiderabancasisobrenaturales,conquienes sehabíaasociadoo tenidocorrespondencia. ¿Porqué,ocupando tanaltopuestoenelmundodelaciencia,habíavenidoalacolonia?¿Quépodríabuscarenunpaíssemisalvajeestehombrecuyaesferadeacciónestabaenlasgrandesciudades?Enrespuestaaestapregunta,empezóentoncesacircularunrumor,alque,porabsurdoquefuera,hastapersonassensatasledabancrédito.Sedecíaqueelcielohabíaoperadounverdaderomilagrotransportandoporelaire,desdeunaUniversidaddeAlemania,auneminenteDoctorenMedicina,depositándolo a la puerta del estudio del Sr. Dimmesdale. Personas muchomassensatasenmateriasdefe,yquesabíanqueelcieloalcanzasusfinessinlo que se llama intervención milagrosa, se hallaban inclinadas a ver algoprovidencialenlallegadatanoportunadeRogerioChillingworth.

Dabaconsistenciaaestaideaelgraninterésqueelfisico,comosedecíaenaquellos tiempos, manifestó desde el principio por el joven eclesiástico, aquienseapegocomounodesusfeligreses;yapesardelareservanaturaldeaquel,tratódeganarsesuamistadysuconfianza.Manifestógranalarmaporelestadodelasaluddesupastor,ytambiéngrandesdeseosdeprobarsipodíacurarle, ynodesesperabade conseguirlo si es emprendía laobra en tiempo.LosfuncionariosdelaiglesiadelSr.Dimmesdale,asícomolasdamascasadasy las jóvenes y bellas señoritas, sus feligreses, le instaron para que seaprovecharan de la habilidad del médico, que tan generosamente se habíaofrecidoaservirle.ElSr.Dimmesdale,rehusócondulzurasusinstancias.

—Nonecesitomedicina,—dijo.

Pero¿cómopodíahablarasíeljovenministro,cuandoconcadadomingoquepasaba susmejillas sevolvíanmaspálidas, su rostromasdelgado,y suvoz mas trémula; y cuando ya se había convertido en híbito constanteoprimirseelcorazónconlamano?¿Estabafatigadodesuslabores?¿Deseaba

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morir?EstaspreguntaslefueronsolemnementehechasalSr.DimmesdaleporlosministrosmasancianosdeBostonyporlosdignatariosdesumismaiglesiaquienes, para emplear su propio lenguaje, le amonestaron del pecado quecometía en rechazar el auxilio que la Providencia tan manifiestamente lepresentaba. Los oyó en silencio y finalmente prometió consultarse con elmédico.

—Si fuere la voluntad de Dios, —dijo el Reverendo Sr. Dimmesdalecuando en cumplimiento de su promesa pidió al anciano RogerioChillingworth los auxilios de su profesión—, estará contento con que mislabores, y mis penas, y mis pecados, terminaran pronto junto con miexistencia,yloqueenmiesterrenalseenterraseenmisepultura,yloqueesespiritual me acompañara a mi morada eterna, antes que poner a pruebavuestrahabilidadenbeneficiomío.

—¡Ah!—Replicó elmédico con aquella calma que, natural o impuesta,distinguía todas susmaneras, así es comoun joveneclesiásticohablapor locomún—.Lajuventud,porlomismoquenohaechadoaunraícesprofundas,confacilidadrenunciaalavida.YloshombresdevotosybuenosquesiguenenlatierralospreceptosdeDios,congustodejaríanestemundoparaestarasuladoenlaNuevaJerusalén.

—No, —replicó Dimmesdale llevándose la mano al corazón, con unarápidarubicundezenlafrenteyunacontraccióndedolorenelrostro—,siyofueramasdignodeirallí,tendríamassatisfacciónentrabajaraquí.

—Los hombres buenos siempre se forman de sí propios una ideademasiadomezquina,—dijoelmédico.

De esta manera el misterioso Rogerio Chillingworth se convirtió en elconsejero médico del Reverendo Sr. Dimmesdale. Como no solamente laenfermedad despertaba el interés del médico, sino también el carácter ycualidades de su paciente, estos dos hombres, tan diferentes en edad,gradualmentellegaronapasarmuchotiempojuntos.Enbeneficiodelasaluddel eclesiástico, y para facilitar al médico la mejor manera de recoger lasplantas con propiedades medicinales que le eran necesarias, daban largospaseosaorillasdelmaroporelbosque,mezclandosuvariadaconversaciónconel rumorycadenciade lasolas,yelsolemnemurmullodelvientoen lacopade los árboles.Con frecuencia también,unoera el huéspeddelotro;ypara el joven ministro había una especie de fascinación en la sociedad delhombredeciencia,enquienreconocíaundesenvolvimientointelectualdeunalcance y profundidad nada comunes, juntamente con una liberalidad yamplitud de ideas que en vano trataría de buscar en los miembros de suprofesión.Enrealidaddeverdad,sequedósorprendido,sinoescandalizado,aldescubrirestaúltimacualidadenelmédico.

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ElSr.Dimmesdaleeraunverdaderosacerdote,enlasignificaciónvastadeesta palabra: un hombre verdaderamente religioso, con el sentimiento de lareverencia muy desarrollado, y con un de género de inteligencia que leobligaba a no desviarse de los senderos estrechos de la fe, que cada día sevolvíaenélmasprofunda.Enningúnestadodelasociedadhabríasidoloquesellamahombredeideasliberales;siemprehubieranecesitado,paralapazdesu espíritu, sentir que la fe le rodeaba por todas partes, sosteniéndolo, almismotiempoqueestrechándoloenuncírculodehierro.Apesardeesto,sibiencon trémulogozo,experimentabaunaespeciededesahogo temporalenpodercontemplareluniversoatravésdeunainteligenciadeltododiferenteaaquellas con que habitualmente estaba en contacto. Era como si se hubiereabierto una ventana por donde penetrara un aire mas puro en la atmósferadensaysofocantedesuestudio,dondesuvidaseibaconsumiendoalaluzdela lámpara,o a los rayosdel solqueallí penetrabancondificultad,ydondeaspiraba solamente el olor enmohecido que se desprende de los libros. Peroaquelaireerademasiadosutilyfríoparaquepudieserespirarseconseguridadpor mucho tiempo; de consiguiente, el eclesiástico, así como el médico,volvieron a entrar en los límites que permite la iglesia para no caer en laherejía.

Deestemodoexaminóasupacienteconelmayoresmeroycuidado,nosolocomo leveíaensuvidadiaria, sindesviarsedel senderode las ideasysentimientos que le eran habituales, sino también como se le presentabacuando,enotromediodiferente tantomoralcomointelectual, lanovedaddeese medio hacía dar expresión a algo que era igualmente nuevo en sunaturaleza. Parece que consideraba esencial conocer al hombre antes deintentar curarle; porque donde quiera que existen combinados corazón einteligencia, tienen estos cierto influjo en las enfermedades del cuerpo. LaimaginaciónyelcerebroerantanactivosenArturoDimmesdale,ytanintensala sensibilidad,quesusmales fisicos teníanseguramenteorigenenaquellos.Por lo tanto,RogerioChillingworth, el hombre hábil, elmédico benévolo yamistoso, tratóde sondearprimeroel corazónde supaciente, rastreando susideasyprincipios,escudriñandosusrecuerdosytentándolotodoconcautelosamano,comoquienbuscauntesoroensombríacaverna.

Pocossecretospuedenescaparalinvestigadorquetienelaoportunidadylalicencia de dedicarse a semejante empresa, y posee la sagacidad de llevarlaadelante.Elhombrequesesienteabrumadobajoelpesodeungravesecreto,debeevitarespecialmentelaintimidaddesumédico;porquesiéstesehallaredotado de naturalidad y de cierto no sé qué, a manera de intuición; si nodemuestra vanidad importuna, ni cualidades características desagradables; sitienelafacultadinnatadeestablecertalafinidadentresuinteligenciayladesu paciente, que éste llegue a hablar, con llaneza y por descuido, lo que seimaginahaberpensadosolamente;sitalesrevelacionesserecibenensilencio,

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conunasimplemiradadesimpatía,oalomasconunaqueotrapalabraenquesedeaentenderquetodosehacomprendido;ysiaestascualidadesnecesariasa un confidente se unieren las ventajas que presta la circunstancia de sermédico, entonces, en unmomento inevitable, el alma del paciente se abrirádescubriendoalaluzdeldíasusmasocultosmisterios.

Rogerio Chillingworth poseía todas, o casi todas las condiciones arribaenumeradas.

El tiempo sin embargo transcurría; una especie de intimidad, como yahemos dicho, se había establecido entre estos dos hombres instruidos einteligentes;disentíantodoslostemasrelativosaasuntosmoralesoreligiosos,así como los negocios públicos o de carácter privado; cada uno hablabatambién mucho de materias que parecían puramente personales; y sinembargo, ningún secreto, como el médico imaginó que debía de existir, seescapódeloslabiosdeljovenministro.Tenía,noobstante,lasospechadequenisiquieralanaturalezaexactadelaenfermedadcorporaldelSr.Dimmesdalelehabíasidorevelada.¡Eraunaextrañareserva!

Alcabodealgúntiempo,debidoaunaindicacióndelmédico,losamigosdelSr.Dimmesdalearreglaronlascosasdemodoquelosdossealojaranbajounmismo techo,demaneraqueel facultativo tuviesemasoportunidadesdevelarporlasaluddeljoveneclesiástico.Granalegríacausóenlaciudadestearreglo.SecreíaqueeralomasacertadoparaelbienestardelSr.Dimmesdale;a menos que, como se lo habían aconsejado repetidas veces los que teníanautoridad para ello, se decidiera a escoger por esposa a una de lasmuchasseñoritas que espiritualmente le eran adictas. Pero por el presente no habíaesperanzas de que Arturo Dimmesdale se decidiera a hacerlo; habíarespondidoconunanegativaatodaslasindicacionesdeestanaturaleza,comosielcelibatosacerdotalfueraunodesusartículosdefe.Hallándoselascosasen tal estado, parecía que este anciano, sagaz, experimentado y benévolomédico,sobretodosíseteníaademasencuentaelamorpaternalyelrespetoqueprofesabaaljovenministro,eralaúnicapersonaylamasaptaparaestarconstantementeasuladoyalalcancedesuvoz.

Losdosamigosfijaronsunuevamoradaenlacasadeunapiadosaviuda,debuenaposiciónsocial,lacualasignóalSr.Dimmesdaleunahabitaciónquedabaalacalle,bañadaporelsol,peroconespesascortinasenlaventanaquesuavizaban la luz cuando así se deseaba. Las paredes estaban colgadas contapicesquesedecíaprovenirdelosGobelinos,yrepresentabanlahistoriadeDavidydeBetsabé,yladelprofetaNathan,comoserefiereenlaBiblia,concoloresaunvivosquedabanaspectodehorriblesprofetisasdedesgraciasalasbellas figuras femeninas del cuadro. Aquí depositó el pálido eclesiástico subiblioteca, rica en enormes libros en folio forrados en pergamino, quecontenían las obras de los Santos Padres, la ciencia de los Rabinos y la

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erudiciónde losmonjes,decuyosescritos seveíanobligadosa servirseconfrecuencia los clérigos protestantes por mas que los desdeñasen y hastavilipendiasen.Alfondodelacasaarreglósuestudioylaboratorioelancianomédico, no como un hombre científico moderno lo consideraríatolerablemente completo, sino provisto de un aparato de destilar y de losadminículosnecesariosparapreparardrogasysustanciasquímicas,dequeelprácticoalquimistasabíahacerbuenuso.Conunasituacióntancómoda,estasdossabiaspersonasse fijaroncadaunadeasientoensurespectivodominio,peropasandofamiliarmentedeunahabitaciónaotra,manifestandocadaunosumointerésenlosnegociosdelotrosinllegarsinembargoaloslimitesdelacuriosidad.

Los amigos mas sensatos del Reverendo Arturo Dimmesdale, como yahemos indicado, se imaginaban, muy fundadamente, que la mano de laProvidenciahabíahechotodoestoconelobjeto,demandadoentantaspreces,asípúblicascomoprivadas,de restaurar la saluddel jovenministro.Peroespreciso decir también que cierta parte de la comunidad había comenzadoúltimamente a considerar de un modo distinto las relaciones entre el Sr.Dimmesdaleyelmisteriosoyancianomédico.Cuandounamultitudignorantetrata de ver las cosas con sus propios ojos, o por su cuenta y riesgo, corregrave peligro de engañarse. Sin embargo, cuando forma su juicio, comoacontece comúnmente, guiada por las enseñanzas de un gran alma, lasconclusionesaquellegasonconfrecuenciatanprofundasytanexactas,quepuededecirsequeposeenelcarácterdeverdadesreveladassobrenaturalmente.El pueblo, en el caso que tratamos, no podía justificar su prevención contraRogerioChillingworth con razones ningunas dignas de refutarse. Es verdadqueunantiguoartesanoquehabíavividoenLondrestreintaañosantesdelossucesosquenarramos,afirmabahabervistoalmédico,aunqueconunnombredistinto,quenorecordaba,encompañíadelDoctorForman,elfamosoyviejomágico implicado en el asunto del asesinato de Sir Tomas Overbury, queocurrióporaquelentoncesycausóloquehoysellamagransensación.Dosotres individuos decían que el fisico, durante su cautiverio entre los indios,había aumentado sus conocimientos médicos tomando parte en losencantamientos o ceremonias mágicas de los sacerdotes salvajes; quienes,comosesabíadefijo,eranhechicerospoderososqueavecesrealizabancurascasimilagrosasmerceda supericia en laMagiaNegra.Ungrannúmerodeindividuos,ymuchosdeellosdotadosdesensatez,yobservadoresprácticos,cuyasopinionesenotrasmateriashubieransidomuyvaliosas,afirmabanqueelaspectoexternodeRogerioChillingworthhabíaexperimentadounnotablecambiodesdequesehabíafijadoenlapoblación,yespecialmentedesdequevivía bajo el mismo techo que Dimmesdale. La expresión de su rostrotranquila,meditativaydehombrededicadoalestudioquelecaracterizabaalprincipio,habíasidoreemplazadaporalgomalignoydesagradable,queantes

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no se notaba, pero cuya intensidad se iba aumentando a medida que se leobservabamasdecercayconmasfrecuencia.Segúnlaideavulgar,elfuego,que ardía en su laboratorio procedía del infierno, y estaba alimentado consustancias infernales; ypor lo tanto, comoerade esperarse, su rostro se ibatambiénennegreciendomasymasconelhumo.

Para resumir diremos, que tomó cuerpo la creencia que el ReverendoArturo Dimmesdale, a semejanza de otros muchos personajes de especialsantidad, en todas las épocas de la religión cristiana, se veía tentado porSatanás mismo, o por un emisario suyo en la persona del viejo RogerioChillingworth. Este diabólico agente tenía el permiso divino de gozar poralgún tiempode la intimidaddel joveneclesiástico,ydeconspirar contra lasalvación de su alma; aunque ningún hombre sensato podía dudar por unmomento, de qué lado quedaría la victoria. El pueblo esperaba, con feinquebrantable, ver al ministro salir de aquella lucha transfigurado con lagloria que le proporcionaría su triunfo inevitable. Entre tanto y era sinembargomuytristepensarenlamortalagoníaporqueteníaquepasarantesdesalirvencedor.

¡Ay!A juzgarpor la tristezay terrorquese revelabanen lasmiradasdelpobreeclesiástico, labatallaestabasiendomuy rudasinquepudieradecirsequelavictoriafuerasegura.

X

ELMÉDICOYSUPACIENTE

El anciano médico había sido durante toda su vida un hombre detemperamento tranquilo y benévolo, aunque no de afectosmuy calurosos, ysiemprepuroyhonradoentodossustratosconelmundo.Habíacomenzadoahoraunainvestigaciónconlaseveraeimparcialintegridaddeunjuez,comoélseimaginaba,deseosotansólodehallarlaverdad,comosisetratara,deunproblemageométrico,ynodelaspasioneshumanasydelasofensasqueéleravíctima. Pero a medida que procedía en su labor, una especie de terriblefascinación, una necesidad imperiosa e ineludible se apoderó del ancianoRogerio,ynoledejópaznireposomientrasnohubohechotodoloquecreíade sudeber.Sondeaba ahora el corazóndel pobreministro comounminerocavalatierraenbuscadeoro;ounsepulturerounafosaenbuscadeunajoyaenterradaconuncadáver,paraencontraralfinsolamentehuesosycorrupción.¡Ojaláque,parabeneficiodesualma,hubierasidoestoloqueChillingworthbuscaba!

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Aveces en losojosdelmédicobrillabaun fulgorominosoamaneradelreflejo de una hoguera infernal, como si el terreno en que trabajaba estesombríominero le hubiese dado indicios que le hicieran concebir fundadasesperanzasdehallaralgovalioso.

—Estehombre,—sedecíaentalesmomentosallíparasusadentros—,estehombre tanpuro como lo juzgan, queparece todoespíritu, haheredadounanaturalezaanimal,muyfuerte,desupadreodesumadre.Ahondemosunpocomas en esta dirección. Entonces, después de escudriñar minuciosamente elalma del joven clérigo, y de descubrir muchos materiales preciosos en laforma de elevadas aspiraciones por el bienestar de la raza humana, amorferviente de las almas, sentimientos puros, piedad natural fortalecida por lameditaciónyelestudio,iluminadaporlarevelación,todolocual,síbienorodemuchosquilates,noteníavalorningunoparaelescudriñadormédico,este,aunque desalentado, empezaba sus investigaciones en otra dirección. Sedeslizaba a hurtadillas, con pisadas tan cautelosas y aspecto tan precavidocomo un ladrón que penetra en una alcoba donde hay un hombre mediodormido, oquizá completamentedespierto, con el objetodehurtar el tesoromismoqueestehombreguardacomolaniñadesusojos.Apesardetodasusprecauciones y cuidado, el pavimento crujía de vez en cuando; sus vestidosformaban ligero ruido; la sombra de su figura, en una proximidad nopermitida, casi envolvía a su víctima. El Sr.Dimmesdale, cuya sensibilidadnerviosaerafrecuentementeparaélunaespeciedeintuiciónespiritual,teníaavecesunavagaideadequealgo,enemigodesupaz,sehabíapuestoenmediodesucamino.Peroelviejomédicoposeíatambiénpercepcionesqueerancasiintuitivas;ycuandoelministroledirigíaentoncesunamiradadeasombroelmédicosesentabatranquilamentesindecirpalabracomosuamigobenévolo,vigilanteyafectuoso,aunquenoimportuno.

Sinembargo,elSr.Dimmesdaleacasosehabríadadomasperfectacuentade carácter de este individuo si cierto sentimiento mórbido, a que estánexpuestaslasalmasenfermas,nolehubierahechoconcebirsospechasdetodoel género humano.No confiando en la amistad de hombre alguno, no pudoreconocer a un enemigo cuando éste realmente se presentó. Por lo tanto,continuaba manteniendo su trato familiar con el médico, recibiéndolediariamenteensuestudio,ovisitándoleensulaboratorio,y,porvíaderecreo,prestandoatenciónalosprocedimientospormediodeloscualesseconvertíanlahierbasendrogaspoderosas.

Undía,conlafrentereclinadaenlamano,yelcodoenelantepechodelaventanaquedabaauncercadelacasa,hablabaconelmédico,mientrasésteexaminabaunmanojodeplantasdefeacatadura.

—¿Dónde,—ledijo, contemplandode soslayo lasplantas, pues raravezmirabaahorafrenteafrenteningúnobjeto,yafuerahumanooinanimado—,

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donde,buendoctor,habéisrecogidoesashierbasdehojastannegrasylacias?

—En el cercano cementerio, —respondió el médico continuando en suocupación—.Sonnuevasparamí.Crecíansobreunafosasinlápidasepulcral,ni sinningúnotro signoque conserve lamemoriadelmuerto, excepto estasfeashierbas.Parecequebrotabandesucorazón,comosisimbolizaranalgúnhorriblesecretosepultadoconélyquehabríahechomuchomejorenconfesardurantesuvida.

—Quizá,—replicóelSr.Dimmesdale—,lodeseóardientemente,peronolefuedadohacerlo.

—Y¿porqué?—Dijoelmédico—,¿porquénohacerlo,cuandotodaslasfuerzasdelanaturalezademandandetalmaneralaconfesióndelaculpa,quehastaestashierbasnegrashansalidodesucorazónenterrado,paraquequedemanifiestouncrimenquenosereveló?

—Eso,buenseñor,nopasadeserunafantasíavuestra.Sinomeequivoco,solo el poderde laDivinidad alcanza a descubrir, yapormediodepalabrasproferidas,oporsigno,oemblema,lossecretosquepudieranestarsepultadosenuncorazónhumano.Elcorazónquesehacereodetalessecretos,tieneporfuerza que conservarlos, hasta el día en que todas las cosas ocultas serevelarán.NiheleídoniinterpretadolasSagradasEscriturasdemodoquemehagan comprender que el descubrimiento de los hechos o pensamientoshumanosqueentonceshadeverificarse,debaformarpartedelaretribución.Estoseráseguramenteunamaneramuysuperficialdeverlascosas.No;estasrevelaciones, a no ser que yo me equivoque muy mucho, sirven sólo paraaumentarlasatisfacciónintelectualdetodoslosseresracionalesqueenesedíaestarán esperando ver la explicación del sombrío problema de la vida. Paraque sea completa en todas sus partes la resolución de ese problema, seránecesariounacontecimientodelcorazónde loshombres.Yyocreo,ademasque los corazonesque encierran esos tristes secretos quehabláis, lo darán aconocer en ese día postrimero, no con repugnancia, sino con alegríainexplicable.

—Entonces¿porquénorevelarlosaquí?—Preguntóelmédicomirandodesoslayo y tranquilamente al ministro—, ¿por qué los culpables no seaprovechancuantoantesdeestegozoindecible?

—La mayor parte lo hacen, —dijo Dimmesdale llevándose la mano alpechocomosi fuerapresaderepentinodolor—.Masdeuna infelizalmahadepositadoenmísusecreto,nosoloenellechodemuerte,sinoenlaplenitudde la existenciaydel gocedeunabuena reputación.Y siempre, despuésdeuna confesión semejante, ¡oh! ¡qué aspecto de interna tranquilidad he vistoreflejarse en el rostro de esos hermanos que habían errado en la senda deldeber! Y ¿como podría ser de otro modo? ¿Porqué habría de preferir un

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hombreculpable,porejemplo,deasesinato,conservarelcadáverenterradoensupropiocorazón,masbienquearrojarlolejosdesídeunavezyporsiempre,paraqueelmundolotomeporsucuenta?

—Sinembargo,algunoshombresentierransussecretosdeestamanera,—observóeltranquilomédico.

—Sí,escierto;existensemejanteshombres,—contestóelSr.Dimmesdale—. Pero, por no presentar otras razones mas obvias, pudiera ser que nodesplieguen los labiosacausade laconstituciónmismadesunaturaleza.O,¿por qué no suponerlo? Por culpables que fueren, como todavía abriganverdadero celo por la gloria de Dios y el bienestar de sus semejantes, lesarredraacasolaideadepresentarsemanchadosyculpablesantelosojosdeloshombres,puestemenqueenlofuturonadabuenopodráesperarsedeellos,nipodrán redimir por medio de buenas obras el mal que hubieran hecho. Deconsiguiente, para su propio e indecible tormento, se mueven entre sussemejantes, al parecer puros como la nieve recién caída, mientras suscorazones están todo tiznados y manchados con iniquidad que no puedendeshacerse.

—Estos hombres se engañan a sí propios,—dijo el médico con algunavehemenciamas de la que le era natural, y haciendo un signo ligero con eldedo índice—, temen echarse sobre sí la ignominia que de derecho lespertenece.Suamoraloshombres,suceloenelserviciodeDios,todosestossantosimpulsos,puedenonoexistirensuscorazoneslapardelasiniquidadesqueasusfaltashandadocabida,yquenecesariamenteengendraránenellosproductosinfernales.PeronoelevenalcieloenmanosimpurassitratarendeglorificaraDios.Siquierenservirasussemejantes,háganlodejandoverdeunmodo patente el poder y realidad de la conciencia, humillándosevoluntariamenteyhaciendopenitencia.

—¿Querreís hacerme creer?, ¡oh sabio y piadoso amigo! ¿Qué un falsoexteriorpuedehacermasporlagloriadeDiosoelbienestardeloshombres,quelapuraysimpleverdad?Créeme,esoshombresseengañanasímismo.

—Tal vez sea así, —dijo el joven ministro con aire indiferente, comoesquivandounadiscusiónqueconsiderabapocodelcasoonomuyrazonable;puesposeíaenaltogradolafacultaddedesentendersedeuntemaqueagitarasutemperamentodemasiadonerviosoysensible—.Talvezseaasí,continuó,peroahoraquieropreguntaramihábilmédicosicreeenrealidadquemehasidodeprovechoelbondadosocuidadoqueviene teniendodeestamidébilmíquinahumana.

Antesqueelmédicopudiera responder,oyeron la risaclarayalocadadeun labio infantil en el cementerio contiguo.Mirando instintivamente por laventanaentreabierta,pueseraverano,eljovenministrovioaEsteryaPerlaen

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elsenderoqueatravesabaelrecintosepulcral.Perlalucíatanbellacomolaluzde la aurora, pero se encontraba precisamente en uno de esos accesos dealegríamaligna, que cuando sepresentaban,parece comoque la segregabanporcompletode todo loqueerahumano. Ibasaltandosin respetoalgunodesepulturaensepultura,hastaquellegóaunacubiertaconunagranlápidaenque había grabado un escudo de armas, y se puso a bailar sobre ella. Enrespuesta a las amonestaciones de sumadre, la niña se detuvo unmomentopara arrancar los espinosos capullos de una cardencha que crecía junto a latumba.Tomandounpuñadodecapullos,losfueprendiendoalolargodelaslineas de la letra escarlata que decoraba el pecho de sumadre, a la que sequedarontenazmenteadheridos.Esternoselosarrancó.

El médico que, entretanto, se había acercado a la ventana, dirigió unamiradaalcementerio,ysonrióamargamente.

—Enlanaturalezadeesaniña,—dijotantoparasícomodirigiéndoseasucompañero—,nohayniley,nireverenciaporlaautoridad,niconsideraciónalasopinionesycostumbresdelosdemas,seanbuenasomalas.DíaspasadoslavirociarconaguaalGobernadormismoenelbebederoparaganado.¿Quéesestaniña,enfin,ennombredelcielo?¿Esuntrasgocompletamenteperverso?¿Tieneafectosdealgunaclase?¿Tienealgúnprincipiopatente?

—Ninguno, excepto la libertadqueprovienedelquebrantamientodeunaley,— respondió el Sr. Dimmesdale con reposado acento, como si hubieraestadodiscutiendoesteasuntoconsigomismo—.Síescapazdealgobueno,nolosé.

Probablemente la niñaoyó la vozde estoshombres, porque alzando coninteligente y maliciosa sonrisa los ojos hacia la ventana, arrojó uno de loscapullosespinososalReverendoSr.Dimmesdale,quienconnerviosamanoycierto temor trató de esquivar el proyectil. Perla, notando su inquietud,palmoteóconlaalegríamasextravagante.Estertambiénhabíaalzadolosojosinvoluntariamente;ytodasestascuatropersonas,viejosyjóvenes,semiraronunosaotrosensilencio,hastaquelaniñaprorrumpióenunacarcajadaygritó:

—Vámonos,madre;vámonos,oeseviejoHombreNegroqueestáahí teatrapará.Ya se ha apoderado delministro.Vámonos,madre, vámonos, o teatraparátambién.PeronopuedeatraparaPerlita.

Ehizopartirasumadre,saltando,bailando,retozandoentrelostúmulosdelosmuertos, comocriaturaquenada tuviesede comúncon lasgeneracionesallí enterradas, ni aún el mas remoto parentesco con ellas. Parecía como sihubiera sido creada de nuevos elementos, debiendo por lo tanto vivirforzosamente una existencia aparte, con leyes propias y especiales, sin quepudieranconsiderarseuncrimensusexcentricidades.

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—Ahívaunamujer,prosiguióelmédicodespuésdeunapausa,queseancualesfuerensusfaltas,notienenadadeesamisteriosacorrupciónocultaquecreéisdebesertanduradellevar.¿PensáisacasoqueEsterPrynneesmenosinfelizacausadelaletraescarlataqueostentaenelseno?

—Así locreo,—replicóelministro—.Sinembargo,nopuedoresponderpor ella. Hay en su rostro una expresión de dolor, que hubiera deseado nohabervisto.Creo,noobstante,queesmuchomejorparaelpacientehallarseenlibertad de mostrar su dolor, como acontece con esta pobre Ester, que nollevarloocultoensucorazón.

Hubootrapausa;yelmédicoempezódenuevoaexaminaryaarreglarlasplantasquehabíarecogido.

—Mepreguntasteis,nohamucho,—dijo—,miopiniónacercadevuestrasalud.

—Así lo hice,—respondióDimmesdale—, yme alegrará conocerla. Osruegoquehabléisfrancamente,seacualfuerevuestrasentencia.

—Puesbien, con toda franquezay sin rodeos,—dijoelmédicoocupadoaun en el arreglo de sus hierbas, pero observando con circunspección al Sr.Dimmesdale—,laenfermedadesmuyextraña;notantoensímisma,oensumanerademanifestarseexteriormente,a lomenoshastadondepuedo juzgarporlossíntomasquemehasidodadoobservar.

—Viéndoos diariamente, mi buen señor, y habiendo estudiado durantemesesloscambiosdevuestrafisonomía,podríaquizáconsiderarosunhombrebastanteenfermo,aunquenotanenfermoqueunmédico,instruidoyvigilantenoabrigaralaesperanzadecurar.Pero,noséquédecir,laenfermedadparecesermeconocida,ysinembargonolaconozco.

—Estais hablando en enigmas,mi sabio señor,—dijo el pálidoministromirandoporlaventanahaciaafuera.

—Entonces, parahablar conmas claridad,—continuóelmédico—,yospidoperdón,siesnecesarioquesemeperdone lafranquezademi lenguaje,permitidmequeospregunte,comoamigovuestro,acuyocargohapuestolaProvidenciavuestravidaybienestar fisico, simehabéisexpuestoy referidocompletamentetodoslosefectosysíntomasdeestaenfermedad.

—¿Cómo podéis hacerme semejante pregunta?—Replicó el ministro—.Seríaciertamenteunjuegodeniñosllamaraunmédicoyocultarlallaga.

—Medais,pues,aentenderquelosétodo,—dijoRogerioChillingworthconacentodeliberadoyfijandoenelministrounamiradaperspicaz,llenadeintensayconcentradainteligencia—.Asíserá;peroaquelaquienseleexponesolamenteelmalfísicoyexterno,avecesnoconocesinolamitaddelmalpara

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cuyacuraciónselehallamado.Unaenfermedaddelcuerpo,queconsideramosuntodocompletoensímismo,puedoacasonosersinoelsíntomadealgunaperturbaciónpuramenteespiritual.Ospidodenuevoperdón,mibuenamigo,similenguajeosofendeenlomasmínimo;perodetodosloshombresqueheconocido,enninguno,comoenvos,lapartefisicasehallatancompletamenteamalgamada e identificada, si se me permite la expresión, con la parteespiritualdeaquellaeselmeroinstrumento.

—En ese caso no necesito haceros mas preguntas, —dijo el ministrolevantándoseuntantoprecipitadamentedesuasiento—.Nocreoquetengáisavuestrocargolacuradealmas.

—Esto hace, —continuó el médico sin alterar la voz, ni fijarse en lainterrupción,peroponiéndoseenpiefrentealextenuadoypálidoministro—,queunaenfermedad,queunlugarllagado,sipodemosllamarloasí,envuestroespíritu, tenga inmediatamente su manifestación adecuada en vuestra formacorpórea. ¿Quisierais que vuestromédico curara elmal físico? Pero, ¿cómopodráhacerlosinqueprimeroledejéisverlaheridaopesadumbredevuestraalma?

—¡No!¡Noati!¡Noaunmédicoterrenal!—ExclamóelSr.Dimmesdalecon lamayoragitaciónyfijandosusojosgrandementeabiertos,brillantes,yconunaespeciedefiereza,enelviejoRogerioChillingworth—.¡Noati!Perosifuereunaenfermedaddelalmalaquetengo,entoncesmepondréenmanosdelúnicoMédicodelalma;élpuedecuraropuedematar según juzguemasconveniente.Hagaconmigoensujusticiaysabiduríaloquecreabueno.Pero¿quién eres tú, que te mezclas en este asunto? ¿Tú, que te atreves ainterponerteentreelpacienteysuDios?

Yconademánfuriososalióatodaprisadelahabitación.

—Me alegro de haber dado este paso, —se dijo el médico para susadentros,siguiendoconlasmiradasalministroyconunagravesonrisa—.Nohaynadaperdido.

—Seremosamigosdenuevoypronto.¡Perovedcómolacóleraseapoderade este hombre y lo pone fuera de si! Y lo mismo que acontece con unsentimiento acontece con otro. Este piadoso Sr. Dimmesdale ha cometidoantesdeahoraunafalta,enunmomentodeardientearrebato.

Nofuedificilrestablecerlaintimidaddelosdoscompañeros,enelmismoestado y condición que antes. El joven ministro, después de unas horas desoledad,comprendióqueeldesordendesusnervioslehabíahechoincurrirenunaexplosióndeira,sinqueenlaspalabrasdelmédicohubierahabidoalgoquepudieradisculparle.Semaravillódelaviolenciaconquehabíatratadoalbondadoso anciano, cuando no hacía mas que emitir una opinión y dar un

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consejo que eran parte de su deber como médico, y que él mismo habíasolicitado expresamente. Lleno de estas ideas de arrepentimiento, no perdiótiempo en darle lamas completa satisfacción, y en suplicar a su amigo quecontinuase con su tarea y cuidados, que si no llegaban a restablecercompletamente su salud, habían sido indudablemente parte a prolongar sudébilexistenciahastaaquellahora.ElancianoRogerioaccediófácilmente,ycontinuó su vigilancia médica, haciendo cuanto podía en beneficio delministro, con lamayor buena fe, pero saliendo siempre de la habitación delpaciente, despuésdeuna entrevista facultativa, conuna sonrisamisteriosayextraña en los labios. Esta expresión era invisible en la presencia deDimmesdale,perosevolvíamasintensacuandoelmédicocruzabaelumbral.

¡Uncasoextraño!Murmuraba.Necesitoescudriñarlomasprofundamente.Aunquenofueramasqueenbeneficiodelaciencia,tengoqueinvestigaresteasunto a fondo.Poco tiempodespués de la escena arriba referida, acontecióqueelReverendoSr.Dimmesdale,almediodía,yenteramentedeimproviso,cayóenprofundísimosueñomientras,sentadoensusillón,estabaleyendounvolumenenfolioqueyacíaabiertosobrelamesa.Laintensidaddelreposodelministroeratantomasnotable,cuantoqueeraunadeesaspersonasdesueñopor lo común ligero, no continuado, y fácil de interrumpirse por la menorcausa.Perosuespíritunoestabatanhondamentealetargado,queleimpidieramoverse en el sillón cuando el anciano médico, sin ningunas precaucionesextraordinarias, entró en el cuarto. Chillingworth se dirigió sin vacilar a suenfermo amigo, y poniendo la mano en el seno de éste, echó a un lado elvestido que lo había mantenido cubierto siempre, aún a las miradas delfacultativo.

Entonces fue cuando el Sr.Dimmesdale se estremeció y hasta semovióligeramente.

Después de una breve pausa el médico se retiró. ¡Pero con qué ferozmirada de sorpresa, de alegría y de horror! ¡Con qué siniestro placer,demasiado intensoparaquepudierahallarplenaexpresiónen susmiradasyfacciones, y que por lo tanto se esparció por toda la fealdad de su rostro ycuerpo, manifestándose por medio de extravagantes gestos y ademanes, yalevantando los brazos hacia el cielo, ya golpeando el suelo con los pies! Sialguien hubiera podido ver en aquel momento de éxtasis al viejo RogerioChillingworth,notendríaquepreguntarsecomosecomportaSatanáscuandolograquesepierdaunalmapreciosaparaelcieloy laganaparael infierno.PeroloquedistinguíaeléxtasisdelmédicoqueexperimentaríaSatanás,eralaexpresióndeasombroqueloacompañaba.

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XI

ELINTERIORDEUNCORAZÓN

Despuésdelsucesoúltimamentereferido,lasrelacionesentreDimmesdaleyelmédico,aunqueenapariencialasmismas,eranenrealidaddeuncarácterdistinto al que habían tenido antes. El médico veía ahora una senda biensencillaqueseguir,aunquenoprecisamentelaqueélsehabíatrazado.Apesardelotranquilo,apacibleyfríoqueparecía,eradetemersequeexistieraenélun fondo de malignidad, hasta entonces latente, pero ahora activa, que leimpulsabaaimaginarunavenganzamasíntimaquelaqueningúnotromortalhubieratomadojamasdesuenemigo.Aspiróaconvertirseenelamigofielacuyo corazón se confiara todo el temor, el remordimiento, la agonía, elarrepentimientoinútil,larepetidainvasióndeideaspecaminosasqueenvanohabía querido rechazar. Todo aquel dolor culpable, oculto a lasmiradas delmundo y del que éste se habría compadecido y le habría perdonado, debíarevelársele a él, el Implacable, a él, que no perdonaría jamas. ¡Todo aqueltenebrososecretoteníaquemostrarseprecisamentealhombreaquienningunaotracosapodríacolmar,comoestaydeunamaneratancompleta,eldeseodevenganza!

Lanatural reservay esquivezdel jovenministrohabía sidounobstáculopara este plan. El médico, sin embargo, no estaba dispuesto a darse porsatisfecho con el aspecto que, casi providencialmente, tomó el asunto ensustitución a los negros planes que se trazara. Podía decir que se le habíahechounarevelación;ypocoleimportabaquesuprocedenciafueracelestialoinfernal. Gracias a esa inesperada revelación, en todas sus relacionessubsecuentes con elSr.Dimmesdale, parecía que lomas recóndito del almadel joven ministro estaba visible a los ojos del médico para que pudieseobservaryestudiarsusmas íntimasemociones.Desdeentoncesseconvirtió,nosóloenespectador,sinotambiénenactorprincipaldeloquepasabaenlomasrecónditodelpechodelpobreministro.Podíahacerdeélloquequisiera.Si se le antojaba despertarle con una sensación de agonía, ahí estaba suvíctimasobreelpotrodeltormento.Sólonecesitabamoverciertosresortesdesu alma,que elmédico conocíaperfectamente. ¿Quería estremecerle conunsúbito temor? Como si obedeciese a la varilla de un mágico prodigioso,surgían mil visiones de formas diferentes, que giraban en torno del infelizeclesiásticoconlosdedosapuntandoasupecho.

Todo esto lo ejecutaba con tan perfecta sutileza, que elministro, aunqueconstantementeconunavagapercepciónquealgomalignoleestabavigilando,nunca pudo darse cuenta exacta de su verdadera naturaleza. Es cierto quemiraba con duda y temor, y aun a veces con espanto e intensa aversión, alviejomédico. Sus gestos, susmovimientos, su barba gris, sus accionesmas

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insignificantes e indiferentes, hasta el corte y la moda de su traje, le eranodiosos:señaltododeunaantipatíaenelcorazóndelministromasprofundade lo que él se hallaba dispuesto a confesarse a sí mismo. Y como eraimposibleasignarunacausaataldesconfianzayaversión,elSr.Dimmesdale,conlaconcienciaquevenenodealgúnpuntomórbidoensuespírituleestabainficionando todo el corazón, atribuía a esto todos sus presentimientos. Seempeñó,pues,encurarsedesusantipatíashaciaelviejomédico,ysinpararmientes en lo que debía haber deducido de ellas, hizo cuanto pudo paraextirparlas.Siéndoleimposibleconseguirlo,continuósushábitosderelacionesfamiliares con el anciano, proporcionándole de este modo oportunidadesconstantesparaqueelvengativomédico,pobreymíseracriaturamasinfelizquesuvíctima,consiguieseelfinaquehabíadedicadotodasuenergía.

Mientraspadecía corporalmente, con el almacorroíday atormentadaporalgunacausatenebrosa,yentregadoporcompletoa lasmaquinacionesdesumasmortalenemigo,elReverendoSr.Dimmesdalehabíaidoalcanzandounabrillante popularidad en su sagrado misterio. En gran parte la obtuvoseguramentemercedasuspadecimientos.

Sus dotes intelectuales, sus percepciones morales, su facultad decomunicaraotros lasemocionesqueélmismoexperimentaba, lemanteníanenunestadodeactividadsobrenaturaldebidoalaangustiaeinquietuddesuvidadiaria.Sufama,aunquetodavíaenconstanteascenso,habíadejadoyaenlasombra las reputacionesmenosbrillantesdealgunosdesuscolegas,entrelos cuales se contaban hombres que habían empleado en adquirir susconocimientos teológicosmuchosmas añosque losque teníade edad elSr.Dimmesdaleyqueportantodeberíandehallarsemuchomasllenosdesólidacienciaquesujovencompañero.Habíaotrosdotadosdemastenazempeño,demayorpesoygravedad,cualidadesque,unidaaciertadosisdeconocimientosteológicos, constituye una variedad eficiente y altamente digna de respeto,aunque poco amable, de la especie clerical. Otros había, verdaderos SantosPadres, cuyas facultades se habían desenvuelto con el paciente, constante einfatigableestudiodeloslibros,ycuyapurezadevidapuededecirsequeloshabíapuestoencomunicaciónEspiritual conunmundosuperior.Pero todosestoshombrescarecíandeaqueldondivinoquedescendiósobrelosdiscípulosdelSeñorenlenguasdellamaseldíadePentecostés,simbolizando,nosololafacultaddehablaren idiomasextrañosydesconocidos,sino ladedirigirseatodoelgénerohumanoenelidiomapropiodelcorazón.Todosestosministros,por lodemasmuyapostólicos, carecíande esedondivinodeuna lenguadellamas.Vanamentehabríanprocurado,dadoelcasoquelointentaran,expresarlasverdadesmassublimespormediodevoceseimágenesfamiliares.

Probablemente que a esta clase pertenecía el Sr. Dimmesdale tanto portemperamentocomoporeducación.Sehabríaremontadoalaaltascimasdela

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fe y de la santidad, de no habérselo impedido el peso del crimen, de laangustia, o de lo que fuere, que le arrastraba hacia abajo. Este peso, noobstanteserélunhombredeetéreosatributoscuyavozhubieranescuchadotalvez los mismos ángeles, le mantenía al nivel de losmas humildes; pero almismotiempoleponíaenmasíntimarelaciónconlahumanidadpecadora,demodo que su corazón vibraba al unísono del de ésta, comprendiendo susdolores,yhaciendocompartir lossuyospropiosamillaresdecorazones,pormediodesuelocuenciamelancólicaypersuasiva,aunqueavecesterrible.Elpueblo culpable conocía el poder que de talmodo lo conmovía. Las gentespensabanqueeljovenministroeraunmilagrodesantidad:seimaginabanqueporsubocahablabaelcielo,yaparaconsolarlas,yapara reprobarlasobienparadecirlespalabrasdeamorodesabiduría.Asusojos,elterrenoquepisabaestabasantificado.Lasjóvenesdoncellasdesuiglesiasevolvíancadavezmaspálidas en torno suyo, víctimas de una pasión tan llena de sentimientoreligioso, que imaginaban ser todo solamente religión, y la ofrecíanpúblicamentealpiedelosaltarescomoelmasaceptabledelossacrificios.Losmiembros ancianos de su feligresía, contemplando la delicada constituciónfisicadelSr.Dimmesdale,ycomparándolaconelvigordelassuyas,apesarde la diferencia de edad, creían que les precedería en su viaje a la regióncelestial,yrecomendabanasushijosqueenterrasensusviejosrestosjuntoalasanta fosa del joven ministro. Y mientras tanto, cuando el infortunado Sr.Dimmesdale pensaba en su sepultura, se preguntaba si será posible que lahierba creciera sobre ella, puesto que allí había de enterrarse una cosamaldecida.

¡Esinconcebiblelaangustiaquelellenabaestaveneraciónpública!Adorarla verdad era en él un impulso genuino, así como considerar vacío, vano ycompletamentedesprovistodetodopesoyvalor, loquenoestabavivificadoporlaverdad.¿Quéeraél,pues?¿Algocorpóreo,olamasimpalpabledelassombras?Anhelaba,porlotanto,hablarunavezportodasdesdeloaltodesupúlpito,ydecirenaltavoz,antetodoelmundo,loqueélenrealidadera:Yo,aquien veis vestido con este negro traje del sacerdocio; yo, que asciendo alsagradopúlpitoy levantohaciaelcieloel rostropálido tratandodeponermeenrelación,ennombrevuestro,conelTodopoderoso;yo,encuyavidadiariacreéisdiscernirlasantidaddeEnoch;yo,cuyaspisadas,comosuponéis,dejanunahuella luminosaenmisendero terrenal,queserviráa losperegrinosquevengandespuésdemíparaguiarlosalaregióndelosbienaventurados;yo,quehepuestoelaguadelbautismosobre lacabezadevuestroshijos;yo,queherepetidolasúltimasprecesporlasalmasdelosquehanpartidoparasiempre;yo,vuestropastor,aquientantoreverenciaisyenquientantoconfiáis,yonosoymasqueunamentirayunaprofanación.

MasdeunavezelReverendoDimmesdalehabíasubidoalpúlpitoconelfirmepropósito denodescender hasta haber pronunciadopalabras como las

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anteriores. Mas de una vez se había limpiado la garganta, y tomado largo,profundoytrémuloalientoparalibrarsedeltenebrososecretodesualma.Masde una vez—no,mas de cien veces—, había realmente hablado. ¡Hablado!Pero ¿Cómo? Había dicho a sus oyentes que él era un ser completamenteabyecto, el mas abyecto entre los abyectos, el peor de los pecadores, unaabominación, una cosa de iniquidad increíble; y que lo único digno desorpresaeraquenoviesensumiserablecuerpocalcinarseensupresenciaporlaardientecóleradelTodopoderoso.¿Podíadarseunlenguajemasclaroqueéste?¿Noselevantaríanlosoyentesdesusasientos,porimpulsosimultáneo,yle harían descender del púlpito que estaba contaminando con su presencia?No;deningúnmodo.Todosoyeroneso,ytodoslereverenciaronmuchomas.Noteníanlamenorsospechadel terriblealcancedeestaspalabrasconqueélmismo se condenaba. El excelente joven se decían unos a otros. ¡El santosobre la tierra! ¡Ay! ¡sien lapurezadearmiñodesualmapuedeélpercibirsemejanteiniquidad,quéhorribleespectáculonoveráenlatuyaoenlamía!BiensabíaDimmesdale,—hipócritasutil,aunquellenoderemordimientos—,dequémodoseconsideraríaestavagaconfesión.Habíatratadodeforjarseunaespecie de ilusión, exponiendo al público el espectáculo de una concienciaculpable,peroconsiguiósolamenterecargarseconunnuevopecado,yagregaruna nueva vergüenza a la antigua, sin obtener siquiera el momentáneoconsuelo de engañarse a sí mismo. Había hablado la pura verdad,transformmndola sin embargo en la falsedad mas completa. Y no obstanteesto,porinstinto,poreducación,porprincipios,amabalaverdadyaborrecíalamentira como pocos hombres. Pero ante todas cosas, ymas que todo, sedetestabaasípropio.Susangustiasíntimaslehabíanllevadoadoptarprácticasmasenarmoníaconlasdelaiglesiacatólica,quenoconlasdelaprotestantequehabíanacidoysehabíaeducado.Encerrándoseensualcoba,bajollave,seentregaba al empleo de la disciplina en su enfermo cuerpo. Con frecuenciaeste ministro protestante y puritano se las había aplicado a las espaldas,riéndoseamargamentedesímismoalmismotiempo,yfustigándoseaunmasimplacablemente a causa de esta risa amarga.Como otrosmuchos piadosospuritanosteníaporcostumbreayunar;aunquenocomoellosparapurificarelcuerpo y hacerlomas digno de la inspiración celestial, sino de unamanerarigurosa, hasta que le temblaban las rodillas, y comoun acto de penitencia.Pasaba también en vela noche tras noche, algunas veces en completaoscuridad;otrasalumbradosólopor la luzvacilantedeuna lámpara;yotrascontemplándoseelrostroenunespejoiluminadoporlaluzmasfuertequeleeraposibleobtener, simbolizandodeestemodoelconstanteexamen interiorconquesetorturaba,peroconelcualnopodíapurificarse.

En estasprolongadasvigilias su cerebro se turbaba, y entonces creía vervisionesqueflotabanantesusojos;quizálaspercibíaconfusamentealadébilluzquedeellasirradiaba,enlapartemasremotayoscuradesuhabitación,o

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masdistintamente,yasulado,reflejándoseenelespejo.Yaeraunamanadadeformasdiabólicasquehacíanvisajesalpálidoministro,mofándosedeéleinvitiíndoleaseguirlas;yaungrupodebrillantesángelesqueseremontabanalcielo,llenosdedolor,tornmndosemasetéreosamedidaqueascendían.Oeranlosamigosdesujuventud,yamuertos,ysupadre,deblancabarba,frunciendopiadosamenteelentrecejo,ysumadre,quelevolvíaelrostroalpasarporsulado. ¡Espíritu de una madre! Creo que habría arrojado una mirada decompasiónasuhijo.Yluego,atravésdelahabitaciónquehacíantanhorribleestas visiones espectrales, se deslizó Ester Prynne, llevando de la mano aPerlita,ensutrajecolordeescarlata,yseñalandoconelíndice,primeramentelaletraquebrillabaensuseno,yluegoelpechodeljoveneclesiástico.

Ninguna de estas visiones le engañó jamas por completo. En cualquierinstante, con un esfuerzo de su voluntad, podía convencerse que no eransustanciascorpóreassinocreacionesdesuinquietaimaginación;peroapesarde todo,enciertosentido,eran lascosasmasverdaderasyrealesconqueelpobreministro teníaahoraquehacer.Enunavida tanfalsacomolasuya,eldolormasindecibleconsistíaenquelasrealidadesquenosrodean,destinadasporelcieloparasustentoyalegríadenuestroespíritu,seveíanprivadasdeloque constituye su propia vida y esencia. Para el hombre falso, el universoentero es falso, impalpable, y todo lo que palpa se convierte en nada. Y élmismo, mostrándose bajo un falso aspecto, se convierte en una sombra, oacaso cesa de existir. La única verdad que continuaba dando al Sr.Dimmesdaleunaexistenciarealenestemundo,eralaagoníalatenteenlomasrecóndito de su alma, y la no disfrazada expresión de lamisma en todo suaspectoexterior.Sihubierahalladounavezlafacultaddesonreír,ypresentarunrostroalegre,nohabríasidoelhombrequeera.

Enunadeesasterriblesnochesquehemostratadovanamentededescribir,elministroselevantósobresaltadodesuasiento.Unanuevaideaselehabíaocurrido. Podría haber un momento de paz en su alma. Vistiéndose con elmismo esmero que si fuera a desempeñar su sagrado ministerio, yprecisamente de la misma manera, descendió las escaleras sin hacer ruido,abriólapuertaysalióalacalle.

XII

LAVIGILIADELMINISTRO

Andandocomoenun sueño,yquizá realmentebajo la influenciadeunaespeciedesonambulismo,elSr.Dimmesdalellegóallugarenque,añosatrás,Ester había sufrido las primeras horas de su ignominia pública. El mismo

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tablado, negro y percudido por las lluvias, soles y tormentas de siete largosaños,conlosescalonesgastadosporlaspisadasdelosmuchosreosquedesdeaquellaépocaloshabíansubido,seelevabaallíbajoelbalcóndelaiglesiaocasadereunión.Elministroascendiólosescalones.Eraunaoscuranochedeprincipiosdemayo.Elcieloestabacubiertoentodasuextensiónconunmantoespeso de nubes. Si la misma multitud que presenció el castigo de EsterPrynne hubiera podido ser convocada ahora, no le habría sido posibledistinguirlasfaccionesderostroalgunoeneltablado,niapenasloscontornosdeuna formahumana en las profundas tinieblas de lamedia noche.Pero lapoblación todaestabaentregadaalsueño.Nohabíapeligroquepudieransusmoradoresdescubrirnada.Elministropodíapermanecerallídepie,siasí leagradabahastaquelamañanatiñeraderojoeloriente,sincorrerotroriesgosino el daño que el aire frío y húmedo de la noche pudiera ocasionar a suorganismo. Ningún ojo alcanzaría a verle, excepto Aquél, siempre alerta ydespierto, que le había visto cuando estaba encerrado en su alcoba retiradaazotándoseconlassangrientasdisciplinas.¿Porqué,pues,habíaidoallí?¿Eraaquelloacasounaparodiadepenitencia?Sí,unaparodia,peroen lacual sualma se engañaba a sí mismamientras los ángeles vertían triste llanto y elenemigodeloshombresseregocijaba.HabíaidoallíarrastradoaimpulsosdelRemordimiento,quedondequiera le acosaba,ycuyacompañeraeraaquellaCobardía que invariablemente le hacía retroceder en elmomentomismo enqueibaadesplegarloslabios.¡Pobre,infelizhombre!¿Quéderechoteníadeabrumarbajoelpesodeldelitohombrestanflacoscomolossuyos?Elcrimenera para los fuertes que o pueden soportarlo en silencio, o librarse de éldescargandodeunavezsuconcienciasiencuentranelpesodemasiadograve.Peroestaalmatanextremadamentedébilysensiblenopodíahacernilounonilootro,sinovacilarcontinuamenteentrelosdosextremos,enredándosecadavezmasenloslazosinextricablesdelaagoníadeuninútilarrepentimientoydeunocultodelito.

Yasí,mientrassehallabaenel tablado,ocupadoenla tareadeestavanamuestra de expiación, se vio Dimmesdale sobrecogido de un gran horror,comosieluniversoenteroestuvieracontemplandounamarcaescarlataensusenodesnudo,precisamenteencimadelaregióndelcorazón.Yenaquellugar,en verdad, estaba, y allí había estado desde hace largo tiempo, el roedor yemponzoñado diente del dolor fisico. Sin esfuerzo ninguno de su voluntadparaimpedirlo,ysinpoderdominarse, lanzóungritoagudo,penetrante,quefuerepercutiendodecasaencasa,yquedevolvieronlascolinaslejanas,comosi una comparsa de espíritus malignos, conociendo cuanto horror y miseriaencerraba aquel grito, se hubiera divertido en hacer rebotar el sonido de unladoaotro.

—¡Yanohayremedio!—Exclamóeleclesiásticocubriéndoseelrostroconlasmanos—,laciudadtodasedespertaráysaldráalacalleapresuradamentey

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mehallaráaquí.

Peronofueasí.Elgritoresonótalvezensusasustadosoídosconmayorfuerzadelaquerealmentetuvo.Lapoblaciónnosedespertó;osialgunossedespertaron,loatribuyeronaalgohorriblequepasóenunsueño,oalruidodelasbrujasohechicerascuyasvoces,enaquellaépoca,seoíanconfrecuenciaen los lugaressolitarioscuandocruzabanelaireencompañíadeSatanás.ElSr. Dimmesdale, por lo tanto, no oyendo nada que indicase una alarmageneral, separó las manos del rostro y miró en torno suyo. En una de lasventanasdelacasadelGobernador,queestabaaciertadistancia,violafiguradel anciano magistrado envuelta en una blanca bata de dormir, con unalámparaen lamanoyungorrodenocheen lacabeza.Parecíaunafantasmaevocada en mal hora. El grito evidentemente le había asustado. En otraventana de la misma casa apareció la vieja Señora Hibbins, hermana delGobernador, también con una lámpara que, aun a la distancia en que seencontraba,dejabaverlaexpresióndisplicenteyduradelrostrodelaseñora.Estaasomólacabezaporelpostigoymiróhaciaarribaconciertaansiedad.Seguramente la venerable hechicera había oído también el grito del Sr.Dimmesdale y creyó que era, con la multitud sus ecos y repercusiones, elclamordelosdemoniosydelasbrujasnocturnasconquienes,comoessabido,teníalacostumbredehacerexcursionesalaselva.

Al notar la luz de la lámpara del Gobernador, la anciana señora apagóprontamentelasuyaydesaparecióprobablementeentrelasnubes.Elministrolavolvióaver.Elmagistrado,despuésdeunaescrupulosaobservacióndelastinieblas, en las que por otra parte nada le habría sido posible distinguir, seretiródelaventana.

Elministroentoncessetranquilizóalgo.Prontodistinguió,sinembargo,elbrillodeunaluzlejanaqueseibaacercandogradualmente,yquelepermitíareconocerallíunobjeto,masacáotro, talescomolapuertaarqueadadeunacasa,conaldabóndehierro,unabombadeagua,etc.,quefijabansuatención,apesarqueestaba firmemente convencidoqueamedidaque se aproximabaaquellaluz,queprontodaríadellenoensurostro,seibatambiénacercandoelmomento en que su suerte quedaría decidida y revelado el funesto secretooculto por tanto tiempo.Cuando la luz estuvomas cerca, pudodistinguir lafiguradesuhermanoenreligión,oparahablarconmaspropiedad,desupadreespiritualalmismotiempoquemuyestimadoamigo,elReverendoSr.Wilsonquien,comoelSr.Dimmesdaleconjeturabaconrazón,habíaestadorezandoalacabeceradeunmoribundo.Elbuenoyancianoministroveníaprecisamentede la alcoba mortuoria del Gobernador Winthrop, que acababa de pasar amejormundo,ysedirigíaahoraasucasaalumbrándoseconunalinterna.Elbrillodeéstahabíahechoimaginar,alSr.DimmesdalequeveíaalbuenpadreWilsonrodeadodeunhaloocoronaradiantecomoladelossantosvaronesde

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otrostiempos,loqueledabaunaspectodegloriosabeatitudenmediodeestanochesombríadelpecado.Dimmesdalesesonrió,mejordicho,seechóareírante tales ideas sugeridaspor la luzde la linterna,y sepreguntó si sehabíavueltoloco.

CuandoelReverendoSr.Wilsonpasójuntoaltablado,envolviéndosemuybienenlosplieguesdesumantogenovésconunamano,mientrassosteníaconlaotralalinterna,elSr.Dimmesdaleapenaspudoreprimireldeseodehablar.

—Buenas noches, venerable padre Wilson; os ruego que subáis y quepaséisunratoenmicompañía.

—¡Cielos!¿HabíahabladorealmenteelSr.Dimmesdale?—Asílocreyóélmismo un instante; pero esas palabras fueron pronunciadas sólo en suimaginación. El venerable padre Wilson continuó lentamente su camino,teniendoelmayorcuidadoenevitarmancharseconel lododelacalle,ysinvolversiquieralacabezahaciaelfatídicotablado.

Cuandolaluzdesulinternasehubodesvanecidoalolejosporcompleto,eljovenministrosediocuenta,porlaespeciededesmayoquelosobrecogió,quelosúltimosmomentoshabíansidoparaélunacrisisdeterribleansiedad,aunquesuespírituhabíahechounesfuerzoinvoluntarioparasalirdeellaconlaespeciedeapóstrofesemijocosodirigidoalSr.Wilson.

Perodespués sedeslizónuevamenteenDimmesdaleel sentimientode logrotescoenmediodelassolemnesvisionesqueseforjabasucerebro.Creyóquelaspiernasseleibanponiendorígidasconelfríodelanoche,yempezóaimaginarsequenopodríadescender losescalonesdel tablado.Lamañanaseacercaba entre tanto y allí se encontraría él: los vecinos empezarían alevantarse.Elmasmadrugador,saliendoenlasemioscuridaddelcrepúsculo,percibiríaunavagafiguradepieenellugarconsagradoaexpiarloscrímenesydelitos;ycasifueradejuicio,movidodesustoydecuriosidad,iríallamandodepuertaenpuertaatodoelpuebloparaquevinieseacontemplarelespectro,puesasíselofiguraría,dealgúndifuntocriminal.Enesto,laluzdelamañanairíacreciendocadavezenintensidad:losancianospatriarcasdelapoblaciónseiríanlevantandoapresuradamente,cadaunoenvueltoensubatadefranela,ylasrespetablesmatronassindetenerseacambiarsutrajededormir.Todalacongregacióndepersonasdecentesydecorosas,que jamashastaentoncessehabíandejadoverconunsolocabellodespeinado,sepresentaríanahoraconlacabellerayelvestidoenelmayordesorden.ElviejoGobernadorBellinghamsaldría con severo rostro llevando sus cuellos de lechuguilla al revés, y laSeñora Hibbins, su hermana, vendría con algunos ramitos de la selvaprendidosasutraje,yconrostromasavinagradoquenunca,comoqueapenashabíapodidodormirunminutodespuésdesupaseonocturno;yelbuenpadreWilsonsepresentaríatambién,despuésdehaberpasadolamitaddelanoche

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juntoalacabeceradeunmoribundo,sinquelehubieraagradadomuchoquele turbaranel sueño tan temprano.Vendrían igualmente losdignatariosde laiglesiadelSr.Dimmesdaleylasjóvenesvírgenesqueidolatrabanasupastorespiritualylehabíanerigidounaltarensuspuroscorazones.

Todos llegaríanapresuradamente,dando tumbosy tropiezos,ydirigiendocon espanto y horror las miradas hacia el tablado fatídico. ¿Y a quiénpercibiríanallíalaluzrojizadelaaurora?¡Aquién,sinoalReverendoArturoDimmesdale,medio helado de frío abrumado de vergüenza, y de pie dondehabíaestadoEsterPrynne!

Movidoporelgrotescohorrordeestecuadro,elministro,olvidándosedesu inquietud y alarma infinitas, prorrumpió en una carcajada, que fuerespondidainmediatamenteporunarisaligera,aérea,infantil,enlaqueconunestremecimientodelcorazón,quenosabiasieradeintensodolor,odeplacerextremo,reconocióelacentodelapequeñaPerla.

—¡Perla!¡Perlita!—Exclamódespuésdeunmomentodepausa;yluego,convozmasbaja,agregó—:Ester,EsterPrynne,¿estáisahí?

—Sí;esEsterPrynne,—replicóellaconacentodesorpresa;yelministrooyósuspisadasqueseibanacercando—:SoyyoymipequeñaPerla.

—¿De dónde venís, Ester?—Preguntó elministro—. ¿Qué os ha traídoaquí?

—He estado velando a un moribundo, —respondió Ester—, he estadojunto al lecho demuerte del GobernadorWinthrop, he tomado lasmedidasparasutraje,yahoramedirijoamihabitación.

—Sube aquí, Ester; ven tú con Perlita, —dijo el Reverendo Sr.Dimmesdale—. Ambas habéis estado aquí antes de ahora, pero yo no mehallabaavuestrolado.Subidaquíunavezmas,ylostresestaremosjuntos.

Ester subió en silencio los escalones, ypermaneciódepie en el tablado,asiendoaPerladelamano.Elministrotomóentrelassuyaslaotramanodelaniña.Nobienlohizo,parececomosiunanuevavidahubierapenetradoensuser, invadiendo su corazón amanera de un torrente y esparciéndose por susvenas. Se diría que madre e hija estaban comunicando su calor vital a lanaturaleza medio congelada del joven eclesiástico. Los tres formaban unacadenaeléctrica.

—¡Ministro!—SusurrólapequeñaPerla.

—¿Quédeseasdecir,niña?—LepreguntóelSr.Dimmesdale.

—¿Quieres estar aquímañanaalmediodía conmimadrey conmigo?—PreguntóPerla.

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—No;noasí,Perlitamía,—respondióelministro—;porqueconlanuevaenergíaadquiridaenaquelinstante,seapoderódeéltodoelantiguotemorderevelaciónpúblicaqueportantotiempofuelaagoníadesuvida,yyaestabatemblando,aunqueconunamezcladeextrañaalegría,alfijarseenlasituaciónenqueseencontrabaenlaactualidad.No,noasí,niñamía,continuó.Estarédepiecontigoycontumadreotrodía;peronomañana.

Perla se rióe intentódesasir lamanoque le teníaasidaelministro,peroéstelasostuvofirme.

—Uninstantemas,niñamía,—dijo.

—Pero¿quieresprometermequemañanaalmediodíanos tomarásde lamanoamimadreyamí?—LepreguntóPerla.

—No,nomañana,Perla,—dijoelministro—,perootrodía.

—¿Quédía?—Persistiólaniña.

—EnelgrandíadelJuicioFinal,—murmuróeleclesiástico—,queseviocomoobligadoaresponderdeestemodoalaniñaensucaráctersagradodeministrodelaltar.Entonces,yallianteelJuezSupremo,continuó,tendremosquecomparecertumadre,túyyo,almismotiempo.Perolaluzdelsoldeestemundonohabrádevernosreunidos.

Perlaempezóareírdenuevo.

PeroantesqueelSr.Dimmesdalehubieraterminadodehablar,brillóunaluz en toda la extensión del oscuro horizonte. Fue sin duda uno de esosmeteorosque el observadornocturnopuedever amenudo, que se inflaman,brillanyseextinguenrápidamenteenlasregionesdelespacio.Tanintensofuesu esplendor, que iluminó por completo la densa masa de nubes entre elfirmamentoylatierra.Labóvedacelesteresplandeciódetalmodo,quedejóverlacallecomosiestuvieraalumbradaporlaluzdelmediodía,peroconlaextrañeza que siempre comunica a los objetos familiares una claridad noacostumbrada.

Las casas de madera, con sus pisos que sobresalian y sus curiososcaballetesrematadosenpunta;lasescalerasdelaspuertasylosquiciosconlasprimerashierbasdelaprimaveraqueempezabanabrotarenlascercanías;losbancos de tierra de los jardines que parecían negros con la tierra removidarecientemente; todo se volvió visible, pero con una singularidad de aspectoque parecía darle a los objetos una significación diferente de la que antestenían.Yallíestabaelministroconlamanopuestasobreelcorazón;yEsterPrynne,conlaletrabordadabrillandoensuseno;ylapequeñaPerlaqueeraen sí misma un símbolo y el lazo de unión entre aquellos dos seres. Allíestabandepiealfulgordeaquellaextrañaysolemneluz,comosiéstafuerala

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quehabíaderevelartodoslossecretos,yfueratambiénlaalboradaquehabíadereunirtodoslosquemutuamentesepertenecían.EnlosojosdePerlahabíacierta expresión misteriosa, y en su rostro, cuando lo alzó para mirar alministro,aquellasonrisamaliciosaquelahacíacompararauntrasgo.Retirósumanode ladelSr.Dimmesdale,y señalóalotro ladode lacalle.Peroélcruzólasmanossobreelpechoylevantólasmiradashaciaelcielo.

Nada era tan común en aquellos tiempos como interpretar todas lasapariciones meteóricas, y todos los otros fenómenos naturales, que ocurrenconmenosregularidadquelasalidaylapuestadelsolydelaluna,comootrastantasrevelacionesdeorigensobrenatural.Asíesqueunalanzabrillante,unaespadadellamas,unarco,ounhazdeflechas,pronosticabanunaguerraconlos indios.Era sabido que una lluvia de luz carmesí indicaba una epidemia.Dudamos mucho que haya acontecido algo notable en la Nueva Inglaterra,desdelosprimerosdíasdesucolonizaciónhastaeltiempodelaguerradelaIndependencia, de que los habitantes no hubieran tenido un previo avisomerced a un espectáculo de ésta naturaleza.Aveces había sido visto por lamultitud;peroconmuchamayorfrecuencia, todoreposabaenelmerodichodeunsolitarioespectadorquehabíacontempladoelmaravillosofenómenoatravés del trastornador vidrio de aumento de su imaginación, dándole mastardeuna formamasprecisa.Era sindudauna ideagrandiosapensarque eldestinodelasnacionesdebíarevelarseenestossorprendentesjeroglíficosenlabóvedaceleste.Entrenuestrosantepasadoseraunacreenciamuyextendida,indicando que su naciente comunidad estaba bajo la custodia especial delcielo.Pero¿quédiremoscuandounindividuodescubreunarevelaciónenesemismolibromisteriosodirigidaaélsolamente?Enesecaso,seráúnicamenteel síntoma de una alteración profunda del espíritu, si un hombre, enconsecuencia de un dolor prolongado, intenso y secreto, y de la costumbremórbida de estarse estudiando constantemente, ha llegado a asociar supersonalidad a la naturaleza entera, hasta el extremo que el firmamento novengaasersinounapáginaadecuadaparalahistoriadelfuturodestinodesualma.

Por lo tanto, a esta enfermedad de su espíritu atribuimos la idea que elministro, al dirigir sus miradas hacia el cielo, creyese contemplar en él lafiguradeunainmensaletra,—laletraA—,Dibujadaconcontornosdeluzdeunrojooscuro.Enaquel lugar,yardiendoopacamente,solosehabíadejadover unmeteoro a través de un velo de nubes; pero no con la forma que suculpable imaginación le prestaba, o al menos, de una manera tan pocodefinida,queotraconcienciadelincuentepodríahabervistoenélotrosímbolodistinto.

Había una circunstancia especial que caracterizaba el estado psicológicodelSr.Dimmesdaleenaquelmomento.Todoeltiempoqueestuvomirandoal

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zenit, tenía la plena conciencia que Perla estaba apuntando con el dedo endirección del viejo Rogerio Chillingworth, que se hallaba en pie no muydistantedel tablado.Elministroparecíaverle con lamismamirada conquediscernía la letramilagrosa.Así comoa los demasobjetos, la luzmeteóricacomunicabaunanuevaexpresióna las faccionesdelmédico;obienpudierasuceder que éste no se cuidaba en esta ocasión, como siempre lo hacia, deocultar la malevolencia con que miraba a su víctima. Ciertamente, si elmeteoroiluminóelespacioehizovisiblelatierraconunfulgorsolemnequeobligó a recordar al clérigo y a Ester el día del Juicio Final, en ese casoRogerioChillingworthdebióparecerleselgranenemigodelgénerohumano,que se presentaba allí con una sonrisa amenazadora reclamando lo que lepertenecía.Tanvivafueaquellaexpresión,otanintensalapercepciónquedeella tuvo elministro, que leparecióquepermanecíavisible en laoscuridad,aun después de desvanecida la luz del meteoro, como si la calle y todo lodemashubieradesaparecidoporcompleto.

—¿Quiénesesehombre,Ester?—PreguntóDimmesdaleconvoztrémula,sobrecogidodeterror.

—Meestremezcoalverlo.¿Conocesaesehombre?Leodio,Ester.

Ellarecordósujuramentoypermanecióensilencio.

—Te repito que mi alma se estremece en su presencia, —murmuró elministrodenuevo.

—¿Quiénes?¿Quiénes?¿Nopuedeshacernadapormí?Esehombremeinspiraunhorrorindecible.

—Ministro,—dijoPerlita—,yopuedodecirtequiénes.

—Pronto, niña pronto,—dijo el ministro inclinando el oído junto a loslabiosdePerla—.Pronto,ytanbajocomoteseaposible.

Perlamurmuróalgoasuoídoqueresonabaamaneradelenguajehumano,cuandonoeraenrealidadsinola jeringozaininteligibleysinsentidoalgunoque usan a veces los niños para divertirse cuando estaban juntos. De todosmodo,nolecomunicóningunanoticiasecretaacercadelviejofacultativo.Eraunidiomadesconocidoparaeleruditoclérigo,quesólosirvióparaaumentarlaconfusióndesuespíritu.Laniñaentoncesprorrumpióenunacarcajada.

—¿Teburlasdemíhora?—Dijoelministro.

—No has sido valiente, no has sido sincero,—respondió la niña—, noquisisteprometermequenostomaríasdelamanoamíyamimadremañanaalmediodía.

—¡Dignoseñor!—Exclamóelmédicoquesehabíaadelantadohastaelpiedel tablado—, piadoso Sr. Dimmesdale, ¿sois realmente vos? Sí, sí,

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seguramentequesí.¡Vaya!¡Vaya!Nosotros,hombresdeestudio,quetenemoslacabezametidaennuestros libros,necesitamosquesenosvigile.Soñamosdespiertos, y nos paseamos durmiendo.Venid, buen señor y amigo querido;dejadmequeosconduzcaavuestracasa.

—¿Cómosupistequeyoestabaaquí?—PreguntóDimmesdalecontemor.

—Enrealidaddeverdad,—respondióelmédico—,nosabíanadadeesto.Gran parte de la noche la he pasado a la cabecera del digno GobernadorWinthrop,haciendoensubeneficioloquemipocahabilidadmepermitía.Aunmundomejorhapartido,yyomedirigíaamimorada,cuandobrillóesaluzextraordinaria,Os ruego que vengáis, reverendo señor; de otromodo no oshallaréisenestadodecumplirvuestrosdeberesmañanadomingo.

—¡Ah!

—¡Ved cómo los libros perturban el cerebro! ¡Estos libros, estos libros!Debéis estudiarmenos, buen señor, y procuraros algún recreo, si no queréisqueestascosasserepitan.

—Iré con vos a mi casa, —dijo el Sr. Dimmesdale—. Completamenteabatido, con una sensación de frío, como el que despierta de una pesadilla,acompañóalmédico,ypartieronjuntos.

El día siguiente, domingo, predicó sin embargo un sermón que seconsideróelmejor,elmasvigorosoymas llenodeuncióncelestequehastaentonceshubieranpronunciadosulabios.Sedijoquemasdeunalmasesintióregenerada con la eficacia de aquel discurso, y que fueronmuchos los quejuraron gratitud al Sr. Dimmesdale por el bien que les había hecho. Pero,cuando bajó del púlpito, le detuvo el anciano sacristán presentándole unguantenegroqueelministroreconocióporsuyo.

—Seencontróestamañana,—dijoelsacristán—,eneltabladoenqueseexpone a los malhechores a la vergüenza pública. Satanás lo dejó caer allídeseandosindudajugarunamalapasadaasuReverencia.Perohaprocedidocon elmismodesacierto y ligereza de siempre.Unamano limpia y pura nonecesitaguantequelacubra.

—Gracias buen amigo, —dijo el ministro con gravedad—, pero muysobresaltado, pues tan confusos eran sus recuerdos, que casi creía que losacontecimientosdelanochepasadaeransolounsueño.Sí,agregó,parecequeesmiguante.

—Y puesto que Satanás ha creído conveniente robároslo, en adelanteVuestra Reverencia debe tratar a ese enemigo sin miramientos de ningunaclase.Duroconél;—dijoelancianosacristanconhorriblesonrisa—.Pero,¿haoídoVuestraReverenciahablardelportentoquesevioanoche?Sedice

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queaparecióenelcielounagranletraroja,laletraA,quehemosinterpretadosignificaAngel.YcomonuestrobuenGobernadorWinthropfalleciótambiénanoche, y fue convertido en angel, de seguro que se creyó convenientepublicarlanoticiadealgúnmodo.

—No;nadaheoídoacercadeeseparticular,—contestóelministro.

XIII

OTROMODODEJUZGARAESTER

EnsuúltimaysingularentrevistaconelSr.Dimmesdale,sequedóEstercompletamente sorprendida al ver el estado a que se hallaba reducido elministro.Susnerviosparecíandel todoarruinados:sufuerzamoralera ladeunniño:andabaarrastrandolospasos,auncuandosusfacultadesintelectualesconservabasuprístinafuerza,ohabíanadquiridoacaso,unamórbidaenergía,que solamente pudo haberles comunicado la enfermedad. Conociendo ellatodalacadenadecircunstanciasqueeranunprofundosecretoparalosotros,podía inferir que, ademas de la acción legítima de su propia conciencia, sehabía empleado, y se empleaba todavía contra el reposo y bienestar del Sr.Dimmesdale,unamaquinariaterribleymisteriosa.Conociendotambiénloquehabíasidoenotrostiemposestepobrehombre,ahoracaído,sualmasellenóde compasión al recordar el hondo sentimiento de terror con que le pidió aella, —la mujer despreciada—, que lo protegiese contra un enemigo queinstintivamentehabíadescubierto;ydecidióqueelministro teníaelderechodeesperardesupartetodoelauxilioposible.Pocoacostumbrada,ensulargoaislamiento y estado de segregación de la sociedad, amedir sus ideas de lojustoodeloinjustosegúnelraserocomún,Estervio,ocreyóver,quehabíaen ella una responsabilidad respecto a Dimmesdale, superior a la que teníaparaconelmundoentero.Los lazosqueaesteúltimo la ligaron,cualquieraque hubiese sido su naturaleza, estaban todos destruidos. Por el contrario,respectoalministroexistíael férreo lazodelcrimenmutuo,queniélniellapodían romper, y que, como todos los otros lazos, traía aparejadas consigoobligacionesineludibles.

Esternoocupabayaprecisamentelamismaposiciónqueenlosprimerostiemposdesuignominia.LosañossehabíanidosucediendoyPerlacontabayasietedeedad.Sumadreconlaletraescarlataenelpecho,brillandoconsufantástico bordado, era ahora una figura muy conocida en la población; ycomonosemezclabaenlosasuntospúblicosoprivadosdenadie,ennadaniparanada,sehabíaidoformandounaespeciedeconsideracióngeneralhaciaEster.Enhonrade la naturalezahumanapuededecirseque, excepto cuando

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interviene el egoísmo, está mas dispuesta a amar que a odiar. El odio, pormediodeunprocedimientosilenciosoygradual,sepuedetransformarhastaenamor,siemprequeaellonoseopongannuevascausaquemantenganvivoelsentimiento primero de hostilidad. En el caso de Ester Prynne, no habíaocurrido nada que lo agravase, porque jamas ella se declaró en contra delpúblico,sinoquesesometió,sinquejarse,atodoloqueéstequisohacer,sindemandarnadaenrecompensadesussufrimientos.Hayqueagregarlapurezainmaculada de su vida durante todos estos años en que se había vistosegregada del trato social y declarada infame, y esa circunstancia influyómuchoenfavorsuyo.Noteniendoahoranadaqueperderparaconelmundo,ysinesperanzas,yacasotampocosindeseosdeganaralgunacosa,suvueltaalasendaausteradeldebersólopodríaatribuirseaunverdaderoamordelavirtud.

SehabíanotadoigualmentequesibienEsterjamasreclamólamasmínimaparticipación en los bienes y beneficios delmundo, excepto respirar el airecomúnatodosyganarelsustentoparaPerlitayparaellamismaconlalaborde sus manos, sin embargo, siempre se hallaba dispuesta a servir a sussemejantes, cuando la ocasión se presentaba. No había nadie que con tantaprontitudybuenavoluntadcompartierasusescasasprovisionesconelpobre,aun cuando éste, en recompensa de los alimentos llevados con todaregularidad a supuerta, o de los vestidos trabajadospor aquellos dedosquehabríanpodidobordarelmantodeunmonarca,lepagaseconunsarcasmoouna palabra ofensiva. En tiempos de calamidad general, de epidemia, o deescasez, nadie había tan llena de abnegación como Ester: en los hogaresinvadidos por la desgracia, allí entraba ella, no como huésped intruso einoportuno,sinocomoquientieneplenoderechoahacerlo;cualsilassombrasqueesparceeldolorfueranelmediomasadecuadoparapodertratarconsussemejantes. Allí brillaba la letra escarlata a manera de luz que derramaconsueloybienestar: símbolodelpecadoen todaspartes,en lacabeceradelenfermo era emblema de caridad y conmiseración. En casos tales, lanaturaleza de Ester se mostraba con todo el calor que le era innato, y conaquellaternuraysuavidadquenuncadejabandeproducirelefectodeseadoenloafligidosqueaellaacudían.Suseno,conelsignodeignominiaqueenéllucía,puededecirsequeeraelregazodondepodíareposarencalmalacabezadel infortunado. Era una hermana de la caridad, ordenada por sí misma, omejordicho, ordenadapor la rudamanodelmundo, cuandoni éste, ni ella,podían prever semejante resultado. La letra escarlata fue el símbolo de suvocación.Estersevolviótanútil,desplegótalfacultaddehacerelbienydeidentificarseconlosdoloresajenos,quemuchaspersonassenegaronadaralaA escarlata su significado primitivo de Adúltera y decían que en realidadsignificaba Abnegación. Tales eran las virtudes manifestadas por EsterPrynne!

Sólolasmoradasenqueelinfortuniohabíaarrojadounvelosombrío,eran

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las quepodían retenerla; desde el instante enque comenzaban a iluminarlaslosrayosdelafelicidad,Esterdesaparecía.Elhuéspedcaritativoyservicialsealejaba,sindarsiquieraunamiradadedespedidaenquerecogereltributodegratitudqueleeradebido,siesqueexistíaalgunaenloscorazonesdeaquellosa quienes había servido con tanto celo. Al encontrarlos en la calle, jamaslevantaba la cabeza para recibir su saludo; y si alguno se dirigía a ellaresueltamente,entoncesindicabaensilenciolaletraescarlataconundedo,ycontinuaba su camino. Esto podría atribuirse a orgullo, pero se asemejabatanto a la humildad, que producía en el espíritu del público todo el afectoconciliador de esta virtud. El temperamento del público es en lo generaldespótico,ycapazdedegenerarlajusticiamasevidente,cuandosedemandacondemasiadaexigenciacomodederecho;peroconcedefrecuentementemasdeloquesepide,si,comosucedeconlosdéspotas,seapelaenteramenteasugenerosidad. Interpretando la conducta deEster comouna apelación de estanaturaleza, la sociedadsehallaba inclinadaa tratar a suantiguavíctimaconmayorbenignidaddelaqueellamismadeseabaotalvezmerecía.

Losgobernantesdeaquellacomunidadtardaronmastiempoqueelpuebloen reconocer la influencia de la buenas cualidades de Ester. Laspreocupacionesquecompartíanencomúnconaquel,adquiríanenellosmayorfuerzamercedaunaseriederazonamientosquedificultabaenextremolatareadedesentendersededichasprevenciones.Sinembargo,díatrasdía,susrostrosavinagradosyrígidossefuerondesarrugandoyadquiriendoalgoque,coneltranscursodelostiempos,sepodríatomarporunaexpresióndebenevolencia.Asíacontecíatambiénconloshombresdealtocopete,queseconsiderabanlosguardiasde lamoralidadpública.Los individuosprivadoshabíanperdonadoyacompletamenteaEsterPrynnesufragilidad;aúnmas,habíanempezadoaconsiderar la letra escarlata,nocomoel signoquedenunciabauna falta, tanlarga y duramente expiada, sino como el símbolo de sus muchas y buenasacciones. ¿Veis esamujer con la divisa bordada?Decían a los extraños. EsnuestraEster,laEsterdenuestrapoblación,tancompasivaconlospobres,tanservicial con los enfermos, tan consoladora para los afligidos.Cierto es queentonces la propensión de la naturaleza humana a referir lomalo cuando setratadeotro, les impelía tambiénacontarenvozbajael escándalodeotrostiempos.Y a pesar de todo, era unhecho real que a los ojos de lasmismaspersonasqueasíhablaban,laletraescarlataproducíaunefectoparecidoaldelacruzenelpechodeunamonja,comunicandoalaquelallevabaunaespeciede santidad, que le permitía atravesar con toda seguridad por en medio decualquierclasedepeligro.Sihubieracaídoentreladrones,lahabríaprotegido.Sedecía,ymuchoslocreían,queunindiodisparóunavezunaflechacontralaletra, y que, al tocarla, cayó la flecha al suelo hecha pedazos, sin haberlecausadoelmenordañoalaletra.

Elefectodeladivisa,omejordicho,delaposiciónqueéstaindicabacon

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respectoalasociedad,fuepoderosoypeculiarenelánimodeEster.Todalagraciayligerezadesuespírituhabíandesaparecidoainflujosdeestafunestaletra,dejandosolamentealgoostensiblementerudoytosco,quehabríapodidohasta ser repulsivo para sus amigas o compañeras, de haberlas tenido. Losatractivosfísicosdesupersonahabíanexperimentadouncambioigual;quizádebido en parte a la seriedad de su traje, y en parte a la sequedad de susmaneras. También fue una triste transformación la que experimentó suhermosa y espléndida cabellera que, o había sido cortada, o estaba tancompletamente oculta bajo su gorra, que ni siquiera se alcanzaba a ver unosolodesusrizos.Enconsecuenciadetodasestascausas,peroaunmuchomasdebidoaalgodesconocido,parecíaquenohabíayaenelrostrodeEsternadaque pudiera atraer lasmiradas del amor; nada en la figura deEster, aunquemajestuosaysemejanteaunaestatua,quedespertaraenlapasiónelanhelodeestrecharlaentresusbrazos;nadaenelcorazóndeEsterquepudierarespondera los latidos amorososde su corazón.Algohabía desaparecido en ella, algocompletamente femenino,comoacontececon frecuenciacuando lamujerhapasadoporpruebasdeunaseveridadpeculiar:porquesiellaes todaternura,estolecostarálavida;ysisobreviviereaestaspruebas,entoncesesaternuraotiene que extinguirse por completo, o reconcentrarse tan hondamente en elcorazón , que jamas se podrámostrar de nuevo.Tal vez esto último sea losmas exacto.Laqueunavez fueunaverdaderamujer, y ha cesadode serlo,puedeacadainstanterecobrarsusatributosfemeninos,sisolamentevieneeltoque mágico que efectúe la transfiguración. Ya veremos si Ester Prynnerecibiómastardeesetoquemágicoyquedótransfigurada.

MuchapartedelafrialdadmarmóreaqueparecíaestardotadaEster,debeatribuirsealacircunstanciaquesehabíaoperadoungrancambioensuvida,reinando ahora el pensamiento donde antes reinaban la pasión y lossentimientos. Estando sola en el mundo, sola en cuanto a depender de lasociedad, y con la pequeña Perla a quien guiar y proteger, sola y sinesperanzas demejorar su posición, aunque no hubiera desdeñado semejanteidea, arrojó lejosde sí los fragmentosdeuna cadenahechapedazos.La leyuniversal no era la ley de su espíritu.Vivía ademas en una época en que lainteligencia humana, recientemente emancipada, había desplegado mayoractividadyentradoenunaesferamasvastadeacciónqueloquehabíahechodurantemuchossiglos.Noblesy tronoshabíansidoderrocadosporhombresde la espada;y antiguaspreocupacioneshabían sidodestruidasporhombresaun mas atrevidos que aquellos. Ester se había penetrado de este espíritupuramentemoderno,adoptandounalibertaddeespeculación,comúnentoncesal otro lado delAtlántico, pero que, a haber tenido noticia de ello nuestrosantepasados, lo habrían juzgado un pecado mas mortal que el queestigmatizaronconlaletraescarlata.Ensucabañasolitaria,aorillasdelmar,lavisitabanideasypensamientostales,comonoeraposiblequeseatrevieran

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a penetrar en otramorada de laNueva Inglaterra: huéspedes invisibles, quehabríansidotanpeligrososparalosquelesdabanentradaensuespíritu,comosiseleshubieravistoentratofamiliarconelenemigodelgénerohumano.

Esdignodenotarseque laspersonasqueseentregana lasmasatrevidasespeculaciones mentales, son con frecuencia también las que mastranquilamente se conforman a las leyes externas de la sociedad. Elpensamientolesbasta,sinquetratendeconvertirloenacción.AsíparecequepasabaconEster.Sinembargo,sinohubieratenidoaPerla,lascosashabríansidomuydiferentes.Entonces talvez sunombrebrillaríahoyen laHistoriacomo la fundadora de una secta religiosa a par de Ana Hutchinson: quizahabríasidounaespeciedeprofetisa;peroprobablementelosseverostribunalesde la época la habrían condenado a muerte por intentar destruir losfundamentosenquedescansaba lacoloniapuritana.Peroen laeducacióndesuhija,laosadíadesupensamientoshabíaabatidoengranpartesuentusiastavuelo.Enlapersonadesuniñita,laProvidencialehabíaasignadoaEsterlatareadehacerquegerminaranyflorecieran,enmediodegrandesdificultades,losmas dignos atributos de lamujer.Todo estaba en contra de lamadre: elmundoleerahostil;lanaturalezamismadelaniñateníaalgoperversoensuesencia, que hacía recordar continuamente que en su nacimiento habíapresidido la culpa, el resultado de la pasión desordenada de la madre, yrepetidasvecessepreguntabaEsterconamargurasiestacriaturahabíavenidoalmundoparabienoparamal.

Verdadesque lamismapregunta sehacía respectoalgénerohumanoengeneral. ¿Valía la pena aceptar la existencia, aun a losmas felices entre losmortales? Por lo que a ella misma tocaba, tiempo hacía que la habíacontestadoporlanegativa,dandoelpuntoporcompletamenteterminado.Latendenciaalaespeculación,aunquepuedeverterlacalmaenelespíritudelamujer,comosucedeconelhombre,lavuelvesinembargotriste,puesacasoveante síuna tarea irrealizable.Primeramente, todoel edificio social tienequederribarse, y reconstruirse todo de nuevo; luego, la naturaleza del hombretiene que modificarse esencialmente antes de permitírsele a la mujer queocupe lo que parece ser una posición justa y adecuada; y, finalmente, aundespués de allanadas todas las otras dificultades, la mujer no podráaprovecharsedetodasestasreformaspreliminareshastaqueellamismahayaexperimentado un cambio radical, en el cual, quizá, la esencia etérea, queconstituye el alma verdaderamente femenina, se habría evaporado porcompleto. Una mujer nunca resuelve estos problemas con el mero uso depensamiento:sonirresolubles,osolamentepuedenresolversedeunamanera.Siporcasualidadpreponderaelcorazón,losproblemassedesvanecen.Ester,cuyo corazón, por decirlo así, había perdido su ritmo regular y saludable,vagabaerrante,sinluzquelaguiase,enelsombríolaberintodesuespíritu;yavecesseapoderabadeella ladudaterribledesinoserámejorenviarcuanto

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antesaPerlaalcielo,ypresentarseellatambiénaaceptareldestinoaquelaEterna Justicia la creyese acreedora. La letra escarlata no había llenado elobjetoaqueseladestinó.

Ahorasinembargo,suentrevistaconelReverendoSr.Dimmesdaleenlanoche de la vigilia de éste, le había proporcionado nueva materia dereflexiones, presentándole en perspectiva un objeto digno de toda clase deesfuerzosysacrificiosparaconseguirlo.Habíapresenciadoelsupliciointensobajo el cual luchaba el ministro, o, para hablar con mas propiedad, habíacesadodeluchar.Vioqueseencontrabaalbordedelalocura,siesqueyasurazónnosehabíahundido.Eraimposibledudarque,pormuchaquefueselaeficaciadolorosadeunpunzanteysecretoremordimiento,unvenenomuchomasmortífero le había sido administrado por lamismamano que pretendíacurarle.Bajolacapadeamigoyfavorecedormédico,habíaconstantementeasuladounsecretoenemigoqueseaprovechabadelasoportunidadesqueasísele presentasen para tocar, con malvada intención, todos los resortes de lanaturalezadelicadadeSr.Dimmesdale.Esternopodíamenosdepreguntarsesinofuedesdeprincipiounafaltadevalor,desinceridadydelealtaddepartesuya,permitirqueelministro seencontraraenuna situaciónde laquenadabueno, y sí mucho malo, podría esperarse. Su única justificación era laimposibilidadenquehabíaestadodehallarotromediodelibrarledeunaruinaaunmasterribledelaqueaellalehabíacaídoensuerte.LoúnicoposiblefueaccederalplandeldisfrazdeRogerioChillingworth.Movidadeestaidea,sedecidió,entonces,comoahoralocomprendía,porelpartidopeorquepudierahaber adoptado. Determinó, por lo tanto, remediar su error hasta donde lefuera posible. Fortalecida por años de rudas pruebas, ya no se sentía tanincapacitadapara lucharconRogeriocomo lanocheaquellaenque,abatidaporelpecado,ymediolocaporlaignominiaaqueacababadeserexpuesta,tuvoconéllaentrevistaenelcuartodelaprisión.Desdeentonces,suespíritusehabía ido remontando amayores alturas;mientrasque el ancianomédicohabía ido descendiendo al nivel de Ester, o quizá muy por debajo de ella,mercedalaideadevenganzadelaquesehallabaposeído.

Enunapalabra,Ester resolvió tener unanueva entrevista con su antiguomarido, y hacer cuanto estuviera en su poder para salvar a la víctima queevidentemente se había apoderado.La ocasión no tardó en presentarse.Unatarde,paseándoseconPerlaenunsitioretiradoenlascercaníasdesucabaña,vio al viejo médico con un cesto en una mano, y un bastón en la otra,buscandohierbasyraícesparaconfeccionarsusremediosymedicinas.

XIV

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ESTERYELMÉDICO

Ester ledijoaPerlaquecorreteasepor lariberadelmary jugaraconlasconchasylasalgasmarinas,mientrasellahablabaunratoconelhombrequeestaba recogiendo hierbas a cierta distancia; por consiguiente, la niña partiócomo un pájaro, y descalzándose los piececitos empezó a recorrer la orillahúmedadelmar.Aquíyallísedeteníajuntoauncharcodeaguadejadoporlamarea,yseponíaamirarseenélcomosifueraunespejo.Reflejábaseenelcharcolaimagendelaniñitaconbrillantesynegrosrizosylasonrisadeunduendecillo, a la que Perla, no teniendo otra compañera con quien jugar,invitabaaque la tomarade lamanoydieseunacarreraconella.La imagenrepetía lamisma señal como diciendo: Este es un lugarmejor: ven aquí; yPerla, entrando en el agua hasta las rodillas, contemplaba sus piececitosblancosenelfondomientras,aunmasprofundamente,veíaunavagasonrisaflotarenelaguaagitada.Entretantolamadresehabíaacercadoalmédico.

—Quisierahablarteunapalabra,—dijoEster—,unapalabraqueaambosnosinteresa.

—¡Hola! ¿Es la Sra. Ester la que desea hablar con el viejo RogerioChillingworth?—Respondióelmédico—,irguiéndoselentamente.Contodomicorazón,continuó;vamos,señora,oigosolamentebuenasnoticiasvuestrasen todas partes. Sin ir mas lejos, ayer por la tarde, un magistrado, hombresabio y temeroso de Dios, estaba discurriendo conmigo acerca de vuestrosasuntos,Sra.Ester,ymedijoquesehabíaestadodiscutiendoenelConsejosisepodríaquitar devuestropecho, sinquepadeciera la comunidad, esa letraescarlataqueostentáis.Osjuropormivida,Ester,queroguéencarecidamentealdignomagistradoquesehicieraesosinpérdidadetiempo.

—Nodependedelavoluntaddelosmagistradosquitarmeestainsignia,—respondiótranquilamenteEster—.Siyofueredignadevermelibredeella,yase habría caído por sí misma, o se habría transformado en algo de unasignificaciónmuydiferente.

—Llevadla,pues,siasíosplace,—replicóelmédico—.Unamujerdebeseguirsupropiocaprichoenloqueconciernealadornodesupersona.Laletraestábellamentebordada,ylucemuybienenvuestropecho.

Mientrasasíhablaban,Esterhabíaestadoobservandofijamentealancianomédico,ysequedósorprendidaalavezqueespantada,alnotarelcambioqueenélsehabíaoperadoenloúltimossieteaños;noporquehubieraenvejecido,puesaunqueeranvisibleslashuellasdelaedad,parecíareteneraunsuvigoryantigua viveza de espíritu; pero aquel aspecto de hombre intelectual yestudioso, tranquilo y apacible, que era lo que ella mejor recordaba, habíadesaparecido por completo, reemplazándole una expresión ansiosa,

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escudriñadora, casi feroz, aunque reservada. Parecía que su deseo y supropósitoeranocultaresaexpresiónbajounasonrisa,peroéstalevendía,puesvagabatanirrisoriamenteporsurostro,queelespectadorpodía,mercedaella,discernirmejor lanegacióndesualma.Devezencuandobrillabansusojosconsiniestrofulgor,comosielalmadelancianofuerapresadeunincendio,quesemanifestarasolodetardeentardeporunarápidaexplosióndecóleraymomentmnea llamarada. Esto lo reprimía elmédico tan pronto como le eraposible, y trataba entonces de parecer tan tranquilo como si nada hubierasucedido.Enunapalabra,elviejomédicoeraunejemplodelaextraordinariafacultad que tiene el hombre de transformarse en un demonio, si quiere porcierto tiempo desempeñar el oficio de éste. Transformación tal se habíaoperado en elmédico, por haberse dedicado durante siete años al constanteanálisis de un corazón lleno de agonía, hallando su placer en esa tarea, yañadiendo,pordecirloasí,combustiblealashorriblestorturasqueanalizabayencuyoanálisishallabatanintensoplacer.

LaletraescarlataabrasabaelsenodeEsterPrynne.Aquíhabíaotraruinaqueellaeraenparteresponsable.

—¿Quéveisenmirostro,quecontempláiscontalgravedaddeexpresión?—Preguntóelmédico.

—Algoquemeharía llorar, si para ello hubiese enmí lágrimasbastanteacerbas, respondió Ester; pero no hablemos de eso. De aquel infortunadohombreesdequienquisierahablar.

—Y¿quéhayconél?—Preguntóelmédicoconansiedad,comosieltemafueramuydesuagrado,ysealegraradehallarunaoportunidaddediscutirloconlaúnicapersonaconquienpudierahacerlo—.Paradecirverdad,miSra.Ester,precisamentemipensamientosestabanahoraocupadosenesecaballero:deconsiguiente,habladcontodalibertad,queosresponderé.

—Cuando nos hablamos la última vez, —dijo Ester—, hace unos sieteaños, os complacisteis en arrancarme la promesa que guardara el secretoacercadelasrelacionesqueenotrotiempoexistieronentrenosotros.Comolavidayelbuennombredelministroestabanenvuestrasmanos,nomequedóotracosaquehacersinopermanecerensilenciodeacuerdoconnuestrodeseo.Sin embargo, no sin graves presentimientos, me obligué a ello; porquehallándomedesligadade todaobligaciónparacon losdemássereshumanos,noloestabaparaconél;yalgohabíaquememurmurabaenlosoídosquealempeñarmi palabra de que obedecería vuestromandato, le estaba haciendotraición.Desdeentonces,nadiecomovossehallatancercadeél:seguíscadauno de sus pasos; estáis a su lado, despierto o dormido; escudriñáis suspensamientos;mináisyulceráissucorazón;suvidaestáenvuestrasgarras;leestáismatandoconunamuerte lenta,y todavíanoosconoce,nosabequién

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sois.Alpermitiryoesto,heprocedidoconfalsedadrespectoalúnicohombreconquienteníaeldeberdesersincera.

—¿Quéotrocaminoosquedaba?—Preguntóelmédico—.Siyohubieraseñaladoaestehombreconeldedo,habría sidoarrojadode supúlpitoauncalabozoydeallítalvezalcadalso.

—Habríasido,preferible,—dijoEster.

—¿Quémallehehechoaesehombre?—Preguntódenuevoelmédico—.Teaseguro,EsterPrynne,queconloshonorariosmascrecidosyvaliososqueunmonarca pudiera haber pagado a un facultativo no se habría conseguidotodoelesmeroylaatenciónqueheconsagradoaesteinfelizeclesiástico.Anoserpormí,suvidasehabríaextinguidoenmediodetormentosyagoníasenlosdosprimerosañosquesiguieronalaperpetracióndesucrimenyeltuyo.Porque tú sabes, Ester, que su alma carece de la fortaleza de la tuya parasobrellevar,comolohashecho,unpesosemejantealdetuletraescarlata.¡Oh!¡Yo podría revelar un secreto digno de ser conocido! Pero basta sobre estepunto. Lo que la ciencia puede hacer, lo he hecho en su beneficio. Si aunrespiraysearrastraenestemundo,amísolamentelodebe.

—Maslevalierahabermuertodeunavez,—dijoEster.

—Sí,mujer, tienesrazón,—exclamóelviejoRogeriohaciendobrillarenlosojostodoelfuegoinfernaldesucorazón—;maslevalierahabermuertodeuna vez. Jamasmortal alguno padeció lo que este hombre ha padecido...Ytodo,todo,alavistadesupeorenemigo.Hatenidounavagasospechaacercade mí: ha sentido que algo se cernía siempre sobre él a manera de unamaldición;conocía instintivamenteque lamanoquesondeabasucorazónnoeramanoamiga,yquehabíaunojoqueleobservaba,buscandosolamentelainiquidad,y lahaencontrado. ¡Peronosabíaqueesamanoyeseojo fueranmíos! Con la superstición común su clase, se imaginaba entregado a undemonio para que le atormentara con sueños espantosos, con pensamientosterribles,conelaguijóndelremordimiento,yconlacreencia,dequenoseráperdonado,todocomoanticipacióndeloqueleesperamasalládelatumba.Pero era la sombra constante demi presencia, la proximidad del hombre aquiénmasvilmentehabíaofendido,yquevivetansolomercedaestevenenoperpetuo del mas intenso deseo de venganza. ¡Sí; sí por cierto! No seequivocaba,teníaunenemigoimplacablejuntoasí.Unmortal,dotadoenotrotiempo de sentimientos humanos, se ha convertido en un demonio para sutormentoespecial.

El infortunadomédico, al pronunciar estas palabras, alzó los brazos conunamiradadehorror,comosihubieravistoalguna formaespantosa,quenopodía reconocer y estuviese usurpando el lugar de su propia imagen en unespejo.Eraunodeesosrarosmomentosenqueelaspectomoraldeunhombre

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se revela con toda fidelidad a los ojos de su alma. Probablemente jamas sehabíavistoasímismocomoseveíaahora.

—¿No lo has torturado ya bastante? —Le preguntó Ester notando laexpresióndelrostrodelanciano—.¿Notehapagadotodoconusura?

—¡No!¡No!Haaumentadosudeuda,—respondióelmédico,yamedidaque proseguía, su rostro fue perdiendo la expresión de fiereza, volviéndosemasymassombrío—.¿Teacuerdas,Ester,comoerayohacenueveaños?Aunentoncesmeencontrabaenelotoñodemisdías,ynoalprincipiodelotoño.Perotodamividahabíaconsistidoenañostranquilosdeestudioseveroydemeditación,consagradosaaumentarmisconocimientos,ytambién,fielmente,al progreso del bienestar del género humano. Ninguna vida había sido tanpacificaeinocentecomolamía:pocas,tanricasenbeneficiosconferidos.¿Norecuerdasloqueyoera?Aunquefríoenlaapariencia,¿noerayounhombreque pensaba en el bien de los demas, sin acordarse mucho de sí mismo;bondadoso, sincero, justo, y constante en sus afectos, si bien estos nomuyardientes?¿Noerayotodoesto?

—Todoesto,ymas,—dijoEster.

—¿Yquésoyahora?—Preguntóelanciano,mirándolafijamentealrostro,ydejandoquetodalaperversidaddesualmaseretrataseenlafisonomía—.¿Qué soy yo ahora?Ya te he dicho lo que soy: un enemigo implacable: undemonioenformahumana.¿Quiénmehahechoasí?

—Yohesido,—exclamóEsterestremeciéndose—.Yohesido,tantoomasqueél.¿Porquénotehasvengadodemí?

—Tehedejadoentregadaalaletraescarlata,—replicóRogerio—.Siesonomehavengado,nopuedohacermas.

Ypusoundedoenlaletra,conunasonrisa.

—¡Tehavengado!—ReplicóEster.

—Esloquecreía,—dijoelmédico—.Yahora¿quéesloquequieresdemírespectoaesehombre?

—Tengoque revelarleel secreto,—respondióEstercon firmeza—, tienequeverysaber loquerealmenteeres.Nosécuálesserán lasconsecuencias.Peroestadeudamíaparaconél,cuyaruinaytormentohesido,tienealfinquequedar satisfecha.En tusmanos esta la destrucción o la conservación de subuennombreyestadosocial,ytalvezhastasuvida.Nipuedoyo,aquienlaletraescarlatahahechocomprenderelvalordelaverdad,sibienhaciéndolapenetrarenelalmacomoconunhierrocandente,no,nipuedoyopercibirlaventajaqueélreportedevivirpormastiempoesavidademiseriaydehorror,pararebajarmeantetieimplorartecompasiónhaciatuvíctima.No;hazconél

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loquequieras.Nohaynadabuenoqueesperarparaél,niparamí,niparati,niaunsiquieraparamipequeñaPerla.Nohaysenderoalgunoquenossaquedeestetristeysombríolaberinto.

—Mujer, casi podría compadecerte, —dijo el médico a quien no fueposiblecontenerunmovimientodeadmiración,pueshabíaunaciertamajestaden la desesperación con que Ester se expresó—. Había en ti grandescualidades;ysihubierashalladoentusprimerosañosunamormasadecuadoqueelmío,nadadeestohabríaacontecido.Tecompadezcoportodolobuenoqueentisehaperdido.

—Yyoati,—contestóEster—,portodoelodioquehatransformadoenunmonstruo infernal a un hombre justo y sabio ¿Quieres despojarte de eseodioyvolverdenuevoaserunacriaturahumana?Sinoporél,alomenosporti.Perdona;ydeja suulteriorcastigoalPoderaquienpertenece.Dijeahorapocoquenadabuenopodíamosesperarél,nitú,niyo,queandamosvagandojuntosenestesombríolaberintodemaldad,tropezandoacadapasocontralaculpa que hemos esparcido en nuestra senda. No es así. Puede haber algobueno para ti; sí, para ti solo, porque tú eres el profundamente ofendido, ytienes el privilegio de poder perdonar. ¿Quieres abandonar ese únicoprivilegio?¿Quieresrechazaresaventajadeincomparablevalor?

—Basta,Ester, basta,—replicó el ancianomédico, con sombría entereza—.Nomeestáconcedidoperdonar.Nohayenmíesafacultaddequehablas.Miantiguafe,olvidadahacetiempo,seapoderadenuevodemíyexplicatodolo que hacemos y todo lo que padecemos. El primer paso errado que diste,sembróelgermendelmal;perodesdeaquelmomentohasidotodounafatalnecesidad.Vosotrosquede talmodomehabéis ofendido, no sois culpables,excepto en una especie de ilusión; ni soy yo el enemigo infernal que haarrebatadoalgranenemigodelgénerohumanosuoficio.Esnuestrodestino.Dejaquesedesenvuelvacomoquiera.Continúaentusendero,yhazloqueteparezcaconesehombre.

Hizounaseñalconlamanoysiguiórecogiendohierbasyraíces.

XV

ESTERYPERLA

DeestemodoRogerioChillingworth,viejo,deforme,yconunrostroquese quedaba grabado en la memoria de los hombres mas tiempo de lo quehubieranquerido,sedespidiódeEsterycontinuósucaminoenla tierra. Ibarecogiendoaquíunahierba,arrancabamasallaunaraíz,yloponíatodoenel

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cesto que llevaba al brazo. Su barba gris casi tocaba el suelo cuando,inclinado, proseguía hacia adelante. Ester le contempló un momento, concierta extraña curiosidad, para ver si las tiernas hierbas de la tempranaprimaveranosemarchitaríanbajosuspies,dejandounnegroysecorastroatravés del alegre verdor que cubría el suelo. Se preguntaba qué clase dehierbasseránesasqueelancianorecogíacontantocuidado.¿Noleofreceríalatierra,avivadaparaelmal,envirtuddelinflujodesumalignamirada,raícesy hierbas venenosas de especies hasta ahora desconocidas que brotarían alcontactodesusdedos?¿Onobastaríaesemismocontactoparaconvertirenalgodeletéreoymortíferolosproductosmassaludablesdelsenodelatierra?El sol,quecon tantoesplendorbrillabadondequiera, ¿derramaba realmentesobreélsusrayosbenéficos?¿Oacaso,comomasbienparecía,lerodeabauncírculodefatídicasombraquesemovíaapardeéldondequieraquedirigierasus pasos? ¿Y dónde iba ahora? ¿No se hundiría de repente en la tierra,dejandounjugarestérilycalcinadoqueconelcursodeltiemposecubriríademortífera yerbamora, beleño, cicuta, apócimo, y toda otra clase de hierbasnocivasqueelclimaprodujese,creciendoallíconhorribleabundancia?¿Otalvezextenderíaenormesalasdemurciélago,yechandoavolarenlosespacios,pareceríatantomasfeocuantomasascendierahaciaelcielo?

—Seaonounpecado,—dijoEsterconamargurayconlamiradafijaenelviejomédico—,¡odioaesehombre!Sereprendióasímismaacausadeesesentimiento,peronipudo sobreponerse a élnidisminuir su intensidad.Paraconseguirlo, pensó en aquellos días, ya muy lejanos, en que Rogerioacostumbraba dejar su cuarto de estudio a la caída de la tarde, y venía asentarsejuntoalalumbredelhogar,alosrayosdeluzdesusonrisanupcial.Decíaentoncesquenecesitabacalentarsealresplandordeaquellasonrisa,paraquedesaparecieradesucorazóndeeruditoelfríoproducidoportantashorassolitarias pasadas entre sus libros. Escenas semejantes le parecieron en otrotiempoinvestidasdeciertafelicidad;peroahora,contempladasatravésdelosacontecimientos posteriores, se habían convertido en sus recuerdos masamargos. Semaravillaba de que hubiera habido tales escenas; y sobre todo,que se hubiera dejado inducir a casarse con él. Consideraba eso el crimenmayordelcualtuvieraquearrepentirse,asícomohabercorrespondidoalafríapresióndeaquellamano,yhaberconsentidoquelasonrisadesuslabiosydesusojossemezclaraalasdeaquelhombre.Yleparecíaqueelviejomédico,al persuadirla, cuando su corazón inexperto nada sabía del mundo, alpersuadirlaqueseimaginasefelizasulado,habíacometidounaofensamayorquetodoloqueaélselehubierehecho.

—¡Sí,leodio!—RepitióEsterconmasintensorencorqueantes—.¡Mehaengañado! ¡Me hizo un mal mucho mayor que cuanto yo le he inferido!¡Tiembleelhombrequeconsiguelamanodeunamujer,sialmismotiempono obtiene por completo todo el amor de su corazón! De lo contrario, le

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aconteceráloqueaRogerioChillingworth,cuandounacentomaspoderosoyelocuentequeelsuyodespiertelasdormidaspasionesdelamujer;entoncesleecharán en cara hasta aquel apacible contento, aquella fría imagen de lafelicidadqueselahizocreereralacalurosarealidad.PeroEsterhacetiempoquedebíahabersedesentendidode esta injusticia. ¿Qué significaba? ¿Acasolossietelargosañosdetorturaconlaletraescarlatahabíanproducidodoloresindeciblessinqueensualmahubiesepenetradoelremordimiento?

Lasemocionesdeaquellosbreves instantes,enqueestuvocontemplandola figura contrahecha del viejo Rogerio, arrojaron una luz en el espíritu deEster, revelandomuchas cosas que, de otromodo, ellamisma no se habríadadocuenta.Unavezqueelmédicohubodesaparecido,llamóasuhijita.

—¡Perla!¡Perlita!¿Dóndeestás?

Perla, cuya actividad de espíritu jamas flaqueaba, no había carecido dedistracciones mientras su madre hablaba con el anciano herbolario. Alprincipio se divirtió contemplando su propia imagen en un charco de agua;luego hizo pequeñas embarcaciones de corteza de abedul y las cargó deconchasmarítimas,zozobrandolamayorparte;despuésseempeñóen tomarentresusdedoslablancaespumaquedejabanlasolasalretirarse,ylaesparcíaal viento; percibiendo luego una bandada de pajarillos ribereños, querevoloteaban a lo largo de la playa, la traviesa niña se llenó de pequeñosguijarroseldelantal,ydeslizándosede rocaen rocaenpersecucióndeestasavecillas,desplegóunadestrezanotableenapedrearlas.Unpajaritodepardocolorypechoblancofuealcanzadoporunguijarro,yse retiró revoloteandocon el ala quebrada. Pero entonces la niña cesó de jugar, porque le causomuchapenahaberhechodañoaaquellacriaturitatancaprichosacomolabrisadelmarocomolamismaPerla.

Su última ocupación fue reunir algasmarinas de varias clases, haciendoconellasunaespeciedebandaomantoyunadornoparalacabeza,loqueledabael aspectodeunapequeñasirena.Perlahabíaheredadode sumadre lafacultaddeideartrajesyadornos.

Comoúltimotoqueasuvestidodesirena,tornóalgunasalgasyselaspusoenelpechoimitando,lomejorquepudo,laletraAquebrillabaenelsenodesumadreycuyavistaleeratanfamiliar,conladiferenciadequeestaAeraverdeynoescarlata.Laniña inclinó lacabecitasobreelpechoycontemplóesteornatoconextraño interés, comosi laúnicacosaparaquehubiera sidoenviadaalmundofueseparadesentrañarsuocultasignificación.

—¿Quisierasabersimimadremepreguntaráquésignificaesto?—PensóPerla.

Precisamenteoyóentonceslavozdesumadre,ycorriendoconlamisma

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ligereza que revoloteaban los pajaritos ribereños, se presentó ante Ester,bailando,riendo,yseñalandoconeldedoeladornoquesehabíafijadoenelpecho.

—Mi Perlita,—dijo lamadre después de unmomento de silencio—, laletraverdeyentusenoinfantilnotieneobjeto.¿Perosabestú,hijamía,loquesignificalaletraquetumadretienequellevar?

—Sí,madre,dijolaniña,eslaAmayúscula.Túmelohasenseñadoenlacartilla.

—Esterlamirófijamente;peroaunqueenlosojosnegrosdelaniñahabíala singular expresión que tantas veces notara en ellos, no pudo descubrir siparaPerlateníarealmentealgunasignificaciónaquelsímbolo,yexperimentóunamórbidacuriosidaddeaveriguarlo.

—¿Sabesacaso,hijamía,porquétumadrellevaestaletra?

—Sílosé,—respondióPerlafijandosuinteligentemiradaenelrostrodelamadre—,porlamismacausaqueelministrosellevalamanoalcorazón.

—¿Ycuálesesacausa?—PreguntóEstermediosonriéndosealprincipioconlaabsurdarespuestadelaniña,peropalideciendounmomentodespués—.¿Quétienequeverlaletraconningúncorazón,exceptoelmío?

—Nada, madre; he dicho todo lo que sé,—respondió Perla con mayorseriedaddelaqueleerahabitual.

—Pregúntaleaeseviejoconquienhasestadohablando.

—Talvezéltelopuedadecir.Perodime,miqueridamadre,¿quésignificaesaletraescarlata?¿Yporquélallevastúenelpecho?¿Yporquéelministrosellevalamanoalcorazón?

Diciendoesto tomólamanodesumadreentre lasdossuyasyfijóensurostro las miradas con una expresión grave y reposada, poco común en suinquietoycaprichosocarácter.Se leocurrióaEster la ideadequetalvez laniñaestabatratandorealmentedeidentificarseconellaconinfantilconfianza,haciendo lo que podía y del modo mas inteligente que le era dable, paraestablecerentre lasdosun lazomasestrechodecariño.Perlase lemostrababajounaspectoquehastaentoncesnohabíavisto.Aunquelamadreamabaasuhijaconlaintensidaddeunafectoúnico,habíatratadodeconformarseconlaideadequenopodíaesperarencambiosinomuypoco:uncariñopasajero,vago,conarranquesdepasión,petulanteensusmejoreshoras,quenoshielaconmasfrecuenciaquenosacaricia,quésemuestrabesandolasmejillascondudosa ternura, o jugando con el pelo, o de otro modo semejante, paradesvanecerseelinstanteinmediatoycontinuarconsusjuegosdecostumbre.Yesto era lo que pensaba una madre acerca de su hijita, pues los extraños

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habríanvistotansolounoscuantosrasgospocoamables,haciéndolosapareceraunmasnegros.

PeroahoraseapoderódeEsterlaideaquePerla,consunotableprecocidady perspicacia, había llegado ya a la edad en que podía hacerse de ella unaamigayconfiarlemuchodeloquecausabaeldolordesucorazónmaternal,hastadondefueraposibleteniendoencuentalaconsideracióndebidaalaniñayalpadre.EnelpequeñocaosdelcarácterdePerlahabíasindudaenembriónun valor indomable, una voluntad tenaz, un orgullo altivo que podíaconvertirseenrespetodesímisma,yundespreciopormuchascosasque,bienexaminadas, se vería que estaban contaminadas de falsedad. Se hallabaigualmente dotada de afectos que, si bien poco tiernos, tenían todo el ricoaromadelosfrutosaunnomadurados.ContodasestasaltascualidadescreíaEsterqueestaniñasevolveríaunanobleyexcelentemujer,amenosque lapartemalaheredadadelamadrefuesegrandeendemasía.

La tendencia inevitable de Perla a ocuparse en el enigma de la letraescarlata, parecía una cualidad innata en la niña. Ester había pensado amenudoquelaProvidencia,aldotaraPerlaconestamarcadapropensión, lohizomovidadeunaideadejusticiayderetribución;peronunca,hastaahora,se le había ocurrido preguntarse si, enlazada a esta idea de justicia y deretribución; pero nunca, hasta ahora, se le había ocurrido preguntarse si,enlazadaaestaidea,nohabríatambiénladebenevolenciayperdón.SitrataraaPerlateniendoenellafeyconfianza,considerándolamensajeroespiritualalmismotiempoquecriaturaterrestre,¿noserásudestinosuavizaryfinalmentedesvanecer el dolor que había convertido el corazón de su madre en unatumba?¿Noserviría tambiénparaayudarlaavencer lapasión,enun tiempotanimpetuosa,yaunhoynimuertanidormidasinosóloaprisionadaenaquelsepulcrodesucorazón?

Tales fueron algunos de los pensamientos que bulleron en la mente deEster,contantavivezacomosienrealidadalgúnsermisteriososeloshubieramurmuradoaloído.YallíestabaPerlatodoestetiempoestrechandoentrelasmanecitas suyas la mano de su madre, con las miradas fijas en su rostro,mientrasrepetíaunayotravezlasmismaspreguntas.

—¿Quésignificalaletra,madremía?y¿porquélallevastú?¿yporquésellevaelministrolamanoalcorazón?

—¿Quélediré?—SepreguntóEsterasímisma—.¡No!Siestehadeserelpreciodelafectodemihija,nopuedocomprarloatalcosto.

Despuéshablóenvozalta.

—Tontuela,—le dijo—, ¿qué preguntas son esas?Haymuchas cosas enestemundoqueunaniñanodebepreguntar.¿Quéséyoacercadelcorazóndel

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ministro?Yencuantoalaletraescarlatalallevoporlobonitoquelucensushilosdeoro.

En todos los siete años ya transcurridos, jamas Ester había mostradofalsedadalgunarespectoalsímboloqueostentabasupecho,exceptoenaquelmomento,comosiapesardesuconstantevigilanciahubiesepenetradoensucorazón una nueva enfermedad moral, o alguna otra de antigua fecha nohubiera sido expulsada por completo. En cuanto a Perla, la seriedad de surostroyahabíadesaparecido.

Perolaniñanosedioporvencidaenelasuntodelaletraescarlata;ydosotresveces,mientrasregresabanasumorada,yotrastantasdurantelacena,ycuandosumadrelaestabaacostando,yaununavezdespuésqueparecíaestaryadurmiendo,Perlaconciertamalignidadenlasmiradasdesusnegrosojos,continuósupregunta:

—Madre,¿quésignificalaletraescarlata?

Ylamañanasiguiente,laprimeraseñalquediolaniñadeestardespiertafue levantar la cabecita de la almohada y hacer la otra pregunta que de tanextrañomodohabíaasociadolaletraescarlata:

—Madre, madre, ¿por qué tiene siempre el ministro la mano sobre elcorazón?

—Cállate,niñatraviesa,—respondiólamadreconunaasperezaquenuncahabía empleado hasta aquel momento—. No me mortifiques mas, o teencerraréenuncuartooscuro.

XVI

UNPASEOPORELBOSQUE

Ester permaneció firme en su propósito de hacer que el Reverendo Sr.Dimmesdale conociera el verdadero carácter del hombre que se habíaapoderado de su confianza, fuesen cuales fuesen las consecuencias de surevelación.Durantevariosdías,sinembargo,envanobuscólaoportunidaddehablarleenunodelospaseossolitariosqueelministroacostumbrabadar,todomeditabundo,a lolargodelacostaoenlascolinascubiertasdebosquesdelcampovecino.Nohabríahabidosindudanadadeescandalosonideparticular,ni peligro alguno para la buena reputación del ministro, si Ester le hubieravisitado en su propio estudio donde tanto penitente, antes de ahora, habíaconfesadoculpasquizáaunmasgravesque laqueacusaba la letraescarlata.Pero sea que ella temiese la intervención secreta o pública de Rogerio

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Chillingworth, o que su conciencia le hiciera temer que se concibiese unasospecha,queningúnotrohabríaimaginado,oquetantoelministrocomoellanecesitabandemasamplituddeespacioparapoderrespirarcontodalibertadmientrashablasenjuntos,oquizátodasestasrazonescombinadas,lociertoesqueEsternuncapensóenhablarleenotro lugarsinoa la fazdelcielo,ydeningúnmodoentrecuatroparedes.

Al fin, una noche que asistía a un enfermo, supo que el Reverendo Sr.Dimmesdale, a quienhabían ido a buscar para que le ayudase a bienmorir,había partido a visitar al apóstolEliot, allí en su residencia entre sus indiosconvertidos,yque regresaríaprobablementeeldía siguientealmediodía.Alacercarselahoraindicada,tomódelamanoaPerla,suconstantecompañera,ypartióenbuscadelSr.Dimmesdale.Elcaminonoeramasqueunsenderoquese perdía en el misterio de una selva virgen, tan espesa que apenas podíaentreverseelcieloatravésdelascopasdelosárboles.Esterlacomparóalasoledady laberintomoralenquehabíaestadoellavagando tanto tiempo.Eldía era frío y oscuro: cubrían el firmamento espesas y cenicientas nubesligeramentemovidasporlabrisa,loquepermitíaquédecuandoencuandosevislumbraraunrayodesolquejugueteabaenlaestrechasenda.Estatenueyvacilanteclaridad sepercibía siempreen la extremidadmas lejana,visibleatravésdelaselva,yparececomoquesedesvanecíaosealejabaamedidaquelos solitariosviajeros avanzabanen sudirección,dejandoaunmas sombríoslos lugares en que brillaba, por lo mismo que habían esperado hallarlosluminosos.

—Madre,—dijo Perla—, la luz del sol no te quiere. Corre y se oculta,porquetienemiedodealgoquehayentupecho.Miraahora:allíestájugando,a una buena distancia de nosotros.Quédate aquí y déjame correr amí paracogerla.Yosolamentesoyunaniña.Nohuirádemíporqueaunnollevonadasobremipecho.

—Yesperoquenuncalolleves,hijamía,—dijoEster.

—Y ¿porqué no, madre? —Preguntó Perla deteniéndose precisamentecuandoibaaemprenderlacarrera—.¿Novendráesoporsímismocuandoyoseaunamujergrande?

—Corre,hijamía,—respondiólamadre—,yatrapaelrayodelsol,puesprontoseirá.

Perlaemprendiólacarreraatodaprisayprontosehallóenmediodelaluzdel sol, riendo, toda iluminadapor suesplendor,ycon losojosbrillantesdealegría. Parecía como si el rayo solar se hubiera detenido en torno de lasolitaria niña regocijándose en jugar con ella, hasta que la madre llegóbastantecercaparapenetrarcasitambiénenelcírculomágico.

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—Ahoraseirá,—dijoPerlamoviendolacabeza.

—Mira, —dijo Ester sonriendo—, ahora yo puedo alargar la mano yatraparalgo.

Peroal intentarlo,elrayodesoldesapareció;o,a juzgarporlabrillantezconqueirradiabaelrostrodePerla,sumadrepodíahaberseimaginadoquelaniñalohabíaabsorbido,ylodevolveríaluegoiluminandolasendapordondeiban,cuandodenuevopenetrasenenparajessombríodelaselva.Ningunodelos atributos de su tierna hija le causaba a la madre tanta impresión comoaquella vivacidad constante de espíritu, reflejo quizá de la energía con queEsterhabíaluchadocombatiendosusíntimosdoloresantesdelnacimientodePerla.Era ciertamente un encanto dudoso, que comunicaba al carácter de laniña cierto brillo metálico y duro. Necesitaba un dolor profundo parahumanizarse y hacerse capaz de sentir compasión. Pero Perla tenía tiemposobradoparaello.

—Ven, hija mía, —dijo Ester—; vamos a sentamos en el bosque y adescansarunrato.

—Yonoestoycansada,madre,—replicólaniña—;perotúpuedessentartesiquieres,yentretantocontarmeuncuento.

—Uncuento,niña,—dijoEster—,y¿quéclasedecuento?

—¡Ah! algo acerca de la historia del Hombre Negro, —respondióasiéndola del vestido y mirándola con expresión entre seria y maliciosa—.Dime cómo recorre este bosque llevando bajo el brazo un libro grande,pesado, con broches de hierro; y como esteHombreNegro y feo ofrece sulibro y una pluma de hierro a todos los que le encuentran aquí entre losárboles,ycomotambiéntodostienenqueescribirsusnombresconsupropiasangre.Yentoncesleshaceunaseñalenelpecho.¿HasencontradoalgunavezalHombreNegro,madre?

—Y ¿quién te ha contado esta historia, Perla? —Preguntó la madrereconociendounasupersticiónmuycomúnenaquellaépoca.

—Aquella señora vieja que estaba sentada en un rincón junto a lachimeneaenlacasadondeestuvistevelandoanoche,—dijolaniña—.Ellamecreíadormidamientrasestabahablandodeeso.Dijoquemilymilpersonaslohabíanencontradoaquí,yhabíanescritoensulibro,yteníansumarcaenelpecho.Yunadelasquelohanvistoesesamujerdetanmalgenio,laancianaSeñoraHibbins.Y,madre,dijotambiénqueesaletraescarlataquetútienesesla señal que te puso el Hombre Negro, y que brilla como una llama rojacuando loves amedianoche, aquí, en estebosqueoscuro. ¿Esverdad, eso,madre?¿Yesverdadquetúvasaverledenoche?

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—¿Tehasdespertadoalgunavezsinquemehayasvisto juntoa ti?—LepreguntóEster.

—No lo recuerdo, —dijo la niña—. Si temes dejarme sola en nuestrachoza,debesllevarmecontigo.Muchomealegraráacompañarte.Pero,madre,dimeahora,¿existesemejanteHombreNegro?¿Ylohasvistoalgunavez?¿Yeséstasuseñal?

—¿Quieres dejarme en paz, si te lo digo de una vez?—Le preguntó sumadre.

—Sí,simelodicestodo,—respondióPerla.

—Pues bien, una vez en mi vida encontré al Hombre Negro,—dijo lamadre—.Estaletraescarlataessuseñal.

Conversando así, penetraron en el bosque lo bastante para ponerse acubiertodelasmiradasdealgúntranseúntecasual,ysesentaroneneltroncocarcomidodeunpinoqueenotrostiemposhabríasidounárbolgigantescoyahora era tan solo unamasa demusgo.El lugar en que se sentaron era unapequeña hondonada, atravesada por un arroyuelo que se deslizaba sobre unlechodehojasdeárboles.Lasramascaídasdeestosárbolesinterrumpíandetrechoen trecho lacorrientedelarroyuelo,queformabapequeñosremolinosaquíyallí,mientrasenotraspartessedeslizabaamaneradeuncanalsobreunlechodepiedrecitasyarena.Siguiendoconlavistaelcursodelaguaseveíaaveces en su superficie el reflejo de la luz del sol, pero pronto se perdía enmedio del laberinto de árboles y matorrales que crecían a lo largo de susorillas: aquíy allí tropezaba con algunagran roca cubiertade liquen.Todosestosárbolesyestasrocasdegranitoparecíandestinadosahacerunmisteriodel curso de este arroyuelo, temiendo quizá que su incesante locuacidadrevelaselashistoriasdelaantiguaselva.Constantemente,esverdad,mientrasel arroyuelo continuaba deslizándose hacia adelante, dejaba oír un suave,apacible y tranquilo murmullo, aunque lleno de dulce melancolía, como elacentodeunniñoquepasaralosprimerosañosdesuvidasincompañerosdesu edad con quienes poder jugar, y no supiese lo que fuera estar alegre porvivirentretristesparientesyaunmastristesacontecimientos.

—¡Oh arroyuelo! ¡Oh loco y fastidioso arroyuelo! —Exclamó Perladespuésdeprestaroídounratoasusmurmullos—.¿Porquéestástantriste?Cobraánimoynoestéstodoeltiemposuspirandoymurmurando!

Peroelarroyuelo,enelcursodesuexistenciaentrelosárbolesdelaselva,había pasado por una experiencia tan solemne que no podía menos sinoexpresarla con el rumor de sus ondas y parecía que no tenía otra que decir.Perlaseasemejabaalarroyuelo,encuantoaquelacorrientedesuvidahabíabrotadodeunafuentetambiénmisteriosa,yeshabíadeslizadoentreescenas

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harto sombrías. Pero, todo lo contrario del arroyuelo, la niña bailaba, y sedivertíaycharlabaamedidaquesuexistenciatranscurría.

—¿Quédiceestearroyuelotantriste,madre?—Preguntólaniña.

—Si tuvieras algún pesar que te abrumara, el arroyuelo te lo diría, —respondiólamadre—,asícomomehablaamídelmío.Peroahora,Perla,oigopasosenelcaminoyel ruidoque formaelapartar las ramasde losárboles;veteajugarydéjamequehableunratoconelhombrequevieneallíalolejos.

—¿EselHombreNegro?—PreguntóPerla.

—Veteajugar,repitiólamadre,peronoteinternesmuchoenelbosque,ytencuidadodevenirenelinstantequetellame.

—Sí,madre,respondióPerla,perosifuereelHombreNegro,¿noquierespermitirmequemequedeunratoparamirarloconsugranlibrobajoelbrazo?

—Vetea jugar, tontuela,—dijo lamadre impaciente—,noeselHombreNegro.Ahorapuedesverloporentrelosárboles.Eselministro.

—Sí,élesdijo laniña.Y tiene lamanosobreelcorazón,madre.Esoesporquecuandoelministroescribiósunombreenellibro,elHombreNegrolepusolaseñalenelpecho.Y¿porquénolallevacomotúfueradelpecho?

—Veajugarahora,niña,yatorméntameamídespuéscuantoquieras,—exclamóEster—.Peronotealejesmucho.Quédatedondepuedasoírlacharladel arroyuelo. La niña se alejó cantando a lo largo de la corriente delarroyuelo, tratandodemezclaralgunosacentosmasalegresa lamelancólicacadenciadesusaguas.Peroelarroyuelonoqueríaserconsoladoycontinuó,comoantes,refiriendosusecretoininteligibledealgomuytristeymisteriosoque había sucedido, o lamentándose proféticamente de algo que iba aacontecerenlasombríafloresta;peroPerlaqueteníahartasombraensubreveexistencia, se alejó del arroyuelo gemidor, y se puso a recoger violetas yanémonasy algunas florecillas color de escarlata que encontró creciendo enlosintersticiosdeunaaltaroca.

Cuando la niñahubopartido,Ester diounpar depasoshacia el senderoqueatravesabalaselva,aunquepermaneciendotodavíabajolaespesasombradelosárboles.Vióalministroqueavanzabasolitarioapoyándoseenunaramaquehabíacortadoenelcamino.

Suaspectoeraeldeunapersonamacilentaydébil,yserevelabaentodosuserunabatimiento,quenuncasehabíanotadoenélentantogrado,niensuspaseosporlapoblación,nienningunaotraoportunidadenquecreyeraquese le pudiese observar. Aquí, en la intensa soledad de la selva, erapenosamente visible. En sumodo de andar había una especie de cansancio,comosinovierarazónalgunaparadarunpasomas,niexperimentaseeldeseo

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dehacerlo,sinoqueconsumoplacer,siesquealgopudieracausarleplacer,habría preferido arrojarse al pie del árbol mas cercano y tenderse allí adescansar para siempre. Podrían cubrirle las hojas, y el terreno elevarsegradualmenteyformarunmontecillosobresucuerpo,sinimportarnadaqueésteestuvieraanimadoonopor lavida.Lamuerteeraunobjetodemasiadodefinidoparaquepudieseanhelarlaodeseaseevitarla.

Para Ester, a juzgar por lo que ella podía ver, el Reverendo ArturoDimmesdalenopresentabasíntomaningunovisibledeunpadecimientorealyprofundo, excepto que, como Perla ya había notado siempre se llevaba lamanoalcorazón.

XVII

ELPASTORDEALMASYSUFELIGRESA

Apesardelolentamentequecaminabaelministro,habíaéstepasadocaside largo, antes que Ester le hubiera sido posible hacerse oír y atraer suatención.Alfinloconsiguió.

—¡Arturo Dimmesdale!—Dijo al principio con voz apenas perceptible,peroquefuecreciendoenfuerza,aunqueuntantoronca,¡ArturoDimmesdale!

—¿Quiénmellama?—Respondióelministro—.Irguiéndoserápidamente,permanecióenesaposición,comounhombresorprendidoenunaactitudenquenoquisierahabersidovisto.Dirigiendolasmiradasconansiedadhaciaellugardedondeprocedíalavoz,percibióvagamentebajolosárbolesunaformavestida con traje tan oscuro, y que se destacaba tan poco en medio de lapenumbraquereinabaentreelespesofollaje,quecasinodabapagoa la luzdelmediodía,queapenaspudodistinguirsieraunasombraounamujer.

Seadelantóunpasohaciaellaydescubriólaletraescarlata.

—¡Ester!¡EsterPrynne!—Exclamó—,¿erestú?¿Estásviva?

—¡Sí,—respondió—, con la vida con que he vivido estos siete últimosaños!Ytú,ArturoDimmesdale,¿vivesaún?

No debe causar sorpresa que se preguntaran mútuamente si estabanrealmentevivos,yquehastadudasendesupropiaexistenciacorporal.Detanextrañamaneraseencontraronenelcrepúsculodeaquellaselva,queparecíacomo si fuese la primer entrevista que tuvieran mas allá del sepulcro dosespíritus que habían estado íntimamente asociados en su vida terrestre, peroque ahora se hallaban temblando, llenos de mutuo temor, sin habersefamiliarizadoaúnconsucondiciónpresente,niacostumbradoa lacompañía

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de almas desprovistas de sus cuerpos. Cada uno era un espíritu quecontemplaba,llenodeasombro,aotroespíritu.

Igualmenteexperimentabanrespectodesímismosunaextrañasensación,porqueenaquelmementoacadacualselerepresentó,deunamaneravivaeintensa,todasuíntimahistoriaytodalaamargaexperienciadelavida,comoacontecetansoloentalesinstantesenelcursodenuestraexistencia.Elalmase contempla en el espejo de aquel fugitivo momento. Con temor pues, ytrémulamente,cualsilohicieraimpulsadopornecesidadineludible,extendióArturoDimmesdalesumano,fríacomolamuerte,y tocólaheladamanodeEster Prynne. A pesar de lo frígido del contacto de aquellas manos, sesintieronalfinhabitantesdelamismaesfera,desapareciendoloquehabíadeextrañoymisteriosoenlaentrevista.

Sin hablar una sola palabra, sin que uno ni otro sirviera de guía a sucompañero, pero con silencioso y mutuo acuerdo, se deslizaron entre lassombras del bosquede dondehabía salidoEster, y se sentaron en elmismotroncodeárbolcubiertodemusgoenqueellayPerlahabíanestadosentadasantes.Cuando al fin pudieron hallar una voz con que hablarse, emitieron alprincipio solo las observaciones y preguntas que podrían haber hecho dosconocidos cualesquiera, acerca de lo sombrío del cielo, delmal tiempo queamenazaba,yluegodelasaluddecadauno.Procedierondespués,pordecirloasí, paso a paso, y con muchos rodeos, a tratar de los temas que masprofundamente les interesaban y mas a pecho tenían. Separados tan largotiempoporeldestinoylascircunstancias,necesitabanalgoligero,casual,casiindiferente en que ocuparse, antes de comenzar a dar salida a las ideas ypensamientos que realmente llenaban sus almas. Después de un rato, elministrofijólosojosenlosdeEster.

—Ester,—dijo—,¿hashalladolapazdelalma?

Ellasonriótristementedirigiéndoseunamiradaalpecho.

—¿Lahashalladotú?—Lepreguntóellaasuvez.

—No:no;solamentedesesperación,—contestóelministro—.¿Niquéotracosapodíaesperar,siendoloquesoy,yllevandounavidacomolaquellevo?Siyofueraateo,sifueraunhombredesprovistodeconciencia,unmiserableconinstintosgroserosybrutales,yahabríahalladolapazhacetiempo:mejordicho,nuncalahabríaperdido.Perotalcomoeselalmamía,cualquieraquefueselacapacidadqueoriginalmentepudieraexistirenmíparaelbien,todoslosdonesdeDios, losmas selectosy escogidos, se han convertido enotrostantosmotivosdetorturaespiritual.¡Ester,yosoyinmensamenteinfeliz!

—Elpueblotereverencia,—dijoEster—,yciertamenteproducenmuchobienentreelpueblotuspalabras.¿Noteproporcionaestoconsuelo?

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—¡Mas padecimientos, Ester, solo mas padecimientos! —ContestóDimmesdale con una amarga sonrisa—. En cuanto al bien que yo puedaaparentementehacer,notengofeenél.¿Quépuederealizarunalmaperdidacomolamía,enprodelaredencióndeotrasalmas?¿Niquépuedeunalmamanchadahacerenbeneficiodelapurificacióndeotrasalmas?Yencuantoalareverenciadelpueblo,¡ojaláqueseconvirtieraenodioydesprecio!¿Creestú,Ester,quepuedaservirmedeconsuelotenerquesubiramipúlpito,yallíexponerme a las miradas de tantos que dirigen a mí sus ojos, como siresplandeciera en mi rostro la luz del cielo? ¿O tener que contemplar mirebaño espiritual sediento de verdad y oyendomis palabras como si fueranvertidasporunodelosescogidosdelEterno,y luegocontemplarmeyoamímismoparanoversinolatristeynegrarealidadqueellosidolatran?¡Ah,mehereídoconintensaamargurayagoníadeespírituanteelcontrastequeexisteentreloqueparezcoyloquesoyverdaderamente!¡YSatanásseríetambién!

—Túeresinjustocontigomismoenesto,—dijoEstercondulzura—.Tútehasarrepentidoprofundayamargamente.Tufaltahaquedadorelegadaaunaépocaquehacetiempohapasadoparasiempre.Tuvidapresentenoesmenossanta,en realidaddeverdad,de loque leaparecea lavistade loshombres.¿Notieneporventurafuerzaalgunalapenitenciaaquehanpuestounselloyquedantestimoniotusbuenasobras?¿Yporquénohandetraer lapaza tuespíritu?

—¡No,Ester,no!—Replicóelministro—.Nohayrealidadenello:esfrío,inanimado y no puede producirme bien alguno. Padecimientos, he tenidomuchos; penitencia, ninguna. De lo contrario, hace tiempo que deberíahabermedespojadodeestetrajedeaparentesantidad,ypresentarmeanteloshombrescomomeveráneldiadeJuicioFinal. ¡Feliz tú,Ester,quellevas laletraescarlataaldescubiertosobreelpecho!¡Lamíameabrasaensecreto!Túnosabescuángranalivioes,despuésdeunfraudedesieteaños,mirarunosojosyquemeven talcomosoy.Si tuvierayounamigo,oaunquefuesemipeorenemigo,alque,cuandomesientoenfermoconloselogiosdetodoslosotroshombres,pudieraabrirmipechodiariamenteparaquemeviesecomoalmasvildelospecadores,creoqueconesorecobraríanuevasfuerzas.Aunesapartedeverdad,consertanpocamesalvaría...¡Peroahora,todoesmentira!todoesvanidad!¡todoesmuerte!

Esterledirigióunamirada,quisohablar,perovaciló.Sinembargo,aldarelministro rienda suelta a sus emociones largo tiempo reprimidas, y con lavehemencia que lo hizo, sus palabras ofrecieron a Ester la oportunidad dedeciraquelloparalocuallehabíabuscado.Venciósustemores,yhabló.

—Un amigo como el que ahora has deseado,—dijo—, con quien poderllorarsobretufalta,lotienesenmí,lacómplicedeesafalta.Vacilódenuevo,pero al fin pronunció con un gran esfuerzo estas palabras: en cuanto a un

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enemigo,largotiempolohastenido,yhasvividoconél,bajounmismotecho.

El ministro he puso en pie, buscando aire que respirar, y llevándose lamanoalcorazóncomosiquisieraarrancírselodelpecho.

—¡Cómo! ¿Qué dices?—Exclamó—. ¡Un enemigo! ¡Y bajo mi mismotecho!¿Quéquieresdecir,Ester?

EsterPrynnecomprendióahoraperfectamenteelmalinmensohechoaestehombredesgraciado,ydelqueeraellaresponsable,aldejarlepermanecerportantosaños,masaun,porunsolomomento,a lamerceddeunhombrecuyopropósitoyobjetonopodían ser sinoperversos.La solaproximidaddeesteenemigo,bajocualquiermascaraquequisieraocultarse,erayasuficienteparaperturbarunalmatandelicadamentesensiblecomoladeArturoDimmesdale.Hubo cierto tiempo en que Ester no se dio bastante cuenta de todo esto; oquizá, en la profunda contemplación de su propia desgracia, dejó que elministro soportara lo que ella podría imaginarse que era un destino mastolerable. Pero últimamente, desde la noche aquella de su vigilia, sintióprofunda compasión hacia él, pues podía leer ahora con mas acierto en sucorazón. No dudaba que la continua presencia de Rogerio Chillingworth,infectando con la ponzoña de su malignidad el aire que le rodeaba, y suintervenciónautorizada, comomédico, en lasdolencias fisicasy espiritualesdel ministro, no dudaba, no, que todas esas oportunidades las habíaaprovechado para fines aviesos. Sí, esas oportunidades le habían permitidomantenerlaconcienciadesupacienteenunestadodeirritaciónconstante,nopara curarle pormediodel dolor, sinopara desorganizar y corromper su serespiritual.Suresultadoenlatierraseráindudablementelalocura;ymasallídeestavida,aqueleternoalejamientodeDiosydelaVerdad,delquelalocuraesacasoeltipoterrestre.

Atalestadodeinfortunioymiseriahabíaellatraídoalhombrequeenotrotiempo, y, ¿por qué no decirlo? ¡que aun amaba apasionadamente! Estercomprendió que el sacrificio del buen nombre del eclesiástico y hasta lamuertemisma,comoselohabíadichoaRogerioChillingworth,habríansidoinfinitamente preferibles a la alternativa que ella se había visto obligada aescoger.Yahora,masbienquetenerqueconfesarestefunestoerror,hubieraqueridoarrojarsesobrelashojasdelaselvaymorirallía lospiesdeArturoDimmesdale.

—¡OhArturo!—exclamóEster, ¡perdóname!En todas las cosas de estemundohetratadodesersincerayatenermealaverdad.Laúnicavirtudaquepodía haberme aferrado, y a la que me aferré fuertemente hasta la últimaextremidad, ha sido la verdad; en todas las circunstancias lo hice, exceptocuandosetratódetubien,detuvida,detureputación;entoncesconsentíenelengaño.Perounamentiranuncaesbuena,auncuandolamuertenosamenace.

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¿No adivinas lo que voy a decir?... ¡Ese anciano, ese médico, ese a quienllamanRogerioChillingworth...fuemimarido!

ArturoDimmesdale lamiró un instante con toda aquella violenta pasiónque,entrelazadademasdeunmodoasuotrascualidadesmaselevadas,purasy serenas, era, en realidad la parte a que dirigía sus ataques el enemigo delgénerohumano,ypormediodelacualtratabadeganartodoelresto.Nuncahubo en su rostro una expresión de cólera tan sombría y feroz como la queentonces vio Ester. Durante el breve espacio de tiempo que duró, fueverdaderamenteunahorribletransformación.PeroelcarácterdeDimmesdaleentalmanerasehabíadebilitadoporelsufrimiento,queaunesosarranquesdeenergía de un grado inferior no podían durar sino un rápido momento. Searrojóalsueloysepultóelrostroentrelasmanos.

—¡Debía haberlo conocido!Murmuró. Sí: lo conocí. ¿Nome reveló esesecretolavozíntimademicorazóndesdelaprimeravezquelevi,ydespuéscuantas veces le he visto desde entonces? ¿Por qué no lo comprendí? ¡OhEster Prynne! ¡qué poco, qué poco conoces todo el horror de esto! ¡Y lavergüenza!.., ¡la vergüenza! ... ¡la horrible fealdad de exponer un corazónenfermo y culpado a las miradas del hombre que con ello tanto había deregocijarse!... ¡Mujer, mujer, tú eres responsable de esto!... ¡Yo, no puedoperdonarte!

—Sí,sí;tutienesqueperdonarme,—exclamóEsterarrojándosejuntoaélsobrelashojasdelsuelo—.¡CastíguemeDios,perotútienesqueperdonarme!

Yconunrápidoydesesperadoarranquedeternuralerodeóelcuelloconlosbrazosyleestrechólecabezacontrasuseno,sincuidarsedesilamejilladelministro reposaba sobre la letra escarlata.Dimmesdale, aunque envano,intentódesasirsedelosbrazosqueasíleestrechaban.Esternoquisosoltarlopor temor que fijase en ella una mirada severa. El mundo entero la habíarechazado, y durante siete largos años había mirado con ceño a esta pobremujersolitaria,yellalohabíasufridotodo,sindevolversiquieraalmundounamiradadesusojosfirmes,aunquetristes.Elcielotambiénlahabíamiradoconceño,y ellanohabía sucumbido sin embargo.Pero el ceño,de estehombrepálido,débil,pecador,aquienelpesarabatíadetalmodo,eraloqueEsternopodíasoportaryseguirviviendo.

—¿No me quieres perdonar? ¿No quieres perdonarme?—repetía una yotravez—.¡Nomerechaces!¿Mequieresperdonar?

—Sí, te perdono, Ester, —replicó el ministro al fin, con hondo acentosalidodeunabismodetristeza,perosincólera—.Teperdonoahoradetodocorazón. Así nos perdone Dios a entrambos. No somos los mas negrospecadoresdelmundo,Ester.¡Hayunoqueesaunpeorqueestecontaminadoministro del altar! La venganza de ese anciano ha sido mas negra que mi

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pecado.Asangrefríahavioladolasantidaddeuncorazónhumano.Nitúniyo,Ester,jamaslohicimos.

—No:nunca,jamas,—respondióellaenvozbaja—.Loquehicimosteníaen sí mismo su consagración, y así lo comprendimos. Nos lo dijimosmutuamente.¿Lohasolvidado?

—Silencio,Ester,silencio,—dijoArturoDimmesdalealzándosedelsuelo—;no:noloheolvidado.

Se sentaron de nuevo uno al lado del otro sobre el musgoso tronco delárbolcaído,con lasmanosmutuamenteentrelazadas.Horamassombríaqueéstajamasleshabíatraídolavidaenelcursodelosaños:eraelpuntoaquesussendassehabíanidoaproximandoportantotiempo,oscureciéndosecadavezmasymasamedidaqueavanzaban,ysinembargoteníatodoaquellounencantosingularqueleshacíadetenerseuninstante,yotro,ydespuésotro,yaun otromas. Tenebroso era el bosque que les rodeaba, y las ramas de losárboles crujían agitadas por ráfagas violentas,mientras un solemne y añosoárbolsequejabalastimosamentecomosirefirieseaotroárbollatristehistoriadelaparejaqueallísehabíasentado,oestuvieraanunciandomalesfuturos.Yallípermanecieronaunmastiempo.¡Cuánsombríolesparecíaelsenderoquellevabaalapoblación,dondeEsterPrynnecargaríadenuevoconelpesodesuignominiayelministroserevestiríaconlamascaradesubuennombre!Yasípermanecieronuninstantemas.Ningúnrayodeluz,pordoradoybrillantequefuera,habíasidojamastanpreciosocomolaoscuridaddeestaselvatenebrosa.Aquí,vistasolamenteporlosojosdeEster,elministroDimmesdale,falsoanteDiosyfalsoparaloshombres,podíasersincerounbrevemomento.

Dimmesdale se sobresaltó a la idea de un pensamiento que se le ocurriósúbitamente.

—¡Ester—exclamó—, he aquí un nuevo horror! Rogerio Chillingworthconocetupropósitoderevelarmesuverdaderocarkter.¿Continuaráentoncesguardando nuestro secreto? ¿Cuál será ahora la nueva faz que tome suvenganza?

—Hay en su naturaleza una extraña discreción, —replicó Esterpensativamente—,nacidatalvezdesusocultosmanejosdevenganza.Yonocreo que publique el secreto, sino que busque otros medios de saciar susombríapasión.

—¿Ycómopodréyovivirpormas tiempo respirandoelmismoairequerespira este mi mortal enemigo? —exclamó Dimmesdale, todo trémulo, yllevándosenerviosamentelamanoalcorazón,loqueyasehabíaconvertidoenélenactoinvoluntario—.Piensapormí,Ester;túeresfuerte.Resuelvepormí.

—Nodebeshabitarmastiempobajounmismotechoconesehombre,—

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dijoEster lentay resueltamente—.Tucorazónnodebepermanecerpormastiempoexpuestoalamalignidaddesusmiradas.

—Seríapeorquelamuerte,—replicóelministro—,¿perocómoevitarlo?¿Qué elección me queda? ¿Me tenderé de nuevo sobre estas hojas secas,dondemearrojécuandomedijistequienera?¿Deberéhundirmeaquíymorirdeunavez?

—¡Ah!¡dequéinfortunioeraspresa!—DijoEsterconlosojosanegadosenllanto—.¿Quieresmorirdepuradebilidaddeespíritu?Nohayotracausa.

—El juicio de Dios ha caído sobre mí, —dijo el eclesiástico cuyaconciencia estaba como herida de un rayo—. Es demasiado poderoso paralucharcontraél.

—¡Elcielotendrápiedaddeti!ExclamóEster.¡Ojalátuvieraslafuerzadeaprovechartedeella!

—Sé tú fuerte pormí, respondióDimmesdale. Aconséjame lo que debohacer.

—¿Es por ventura el mundo tan estrecho? —Exclamó Ester fijando suprofunda mirada en los ojos del ministro, y ejerciendo instintivamente unpodermagnéticosobreunespíritu tananiquiladoysumisoqueapenaspodíamantenerlo en pie—. ¿Se reduce el universo a los limites de esa población,que hace poco no era sino un desierto, tan solitario como esta selva en queestamos?¿Adóndeconduceesesendero?Denuevoalapoblación,dices.Sí:deeseladoaellaconduce;perodelladoopuesto,seinternamasymasenlasoledaddelosbosques,hastaqueaalgunasmillasdeaquílashojasamarillasnodejanyavervestigioalgunodelahuelladelhombre.¡Allíereslibre!Unajornada tan breve te levará de un mundo, donde has sido tan intensamentedesgraciado,aotroenqueaunpudierasserfeliz.¿NohayacasoentodaestaselvasinlimitesunlugardondetucorazónpuedaestarocultoalasmiradasdeRogerioChillingworth?

—Sí,Ester;perosólodebajodelashojascaídas,—replicóelministroconunatristesonrisa.

—Ahí está también el vasto sendero del mar,—continuó Ester—: él tetrajoaquí;sitúquieres,tellevarádenuevoatuhogar.Ennuestratierranativa,ya en alguna remota aldea, o en el vasto Londres, o, seguramente, enAlemania,enFrancia,enItalia,tehallaráslejosdelpoderyconocimientodeesehombre.¿Yquétienestúquevercontodosestoshombresdecorazóndehierro ni con sus opiniones? Ellos han mantenido en abyecta servidumbre,demasiadotiempo,loqueentihaydemejorydemasnoble.

—Nopuedeser,—respondióelministrocomosiselepidiesequerealizara

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conunsueño—.Notengolasfuerzasparair.Miserableypecadorcomosoy,nome ha animado otra idea que la de arrastrarmi existencia terrenal en laesfera en que la Providencia me ha colocado. A pesar que mi alma estáperdida,continuaréhaciendotodavíaloquepuedaenbeneficiodelasaluddeotras almas. No me atrevo a abandonar mi puesto, por mas que sea uncentinela poco fiel, cuya recompensa segura será la muerte y la deshonracuandohayaterminadosutristeguardia.

—Estos siete años de infortunio y de desgracia te han abrumado con supeso,— replicó Ester resuelta a infundirle ánimo con su propia energía—.Perotienesquedejartodoesodetrásdeti.Nohaderetardarpasossiescogeselsenderodelaselvayquieresalejartedelapoblación;nidebesecharsupesoenlanave,siprefieresatravesarelocéano.Dejaestosrestosdelnaufragioyestas ruinas aquí, en el lugar donde aconteció. Echa todo eso a un lado.Comiénzalotododenuevo.¿Hasagotadoporventuratodaslasposibilidadesdeacciónenel fracasodeunasolaprueba?Deningúnmodo.El futuroestáaunllenodeotraspruebas,yfinalmentedebuenéxito.¡Hayaunfelicidadquedisfrutar!¡Haymuchobienquehacer!Cambiaestavidafalsaquellevasporunade sinceridadydeverdad.Si tu espíritu te inclinaa esavocación, sé elmaestro y el apóstol de la raza indígena.O, pues acaso se adaptamas a tunaturaleza, séun sabioyuneruditoentre losmas sabiosy renombradosdelmundo de las letras. Predica: escribe: sé hombre de acción. Haz cualquiercosa, excepto echarte al suelo y dejarte morir. Despójate de tu nombre deArturoDimmesdale,ycréateunonuevo,unnombreexcelso,talcomopuedesllevarlosintemornivergüenza.¿Porquéhasdesoportarunsolodíamaslostormentosquedetalmodohandevoradotuexistencia,quetehanhechodébilpara lavoluntadypara laacción,yquehasta teprivaránde lasfuerzasparaarrepentirte?Animo;arriba,yadelante.

—¡Oh Ester! —Exclamó Arturo Dimmesdale cuyos ojos brillaron unmomento,paraperderelfulgorinmediatamente,ainflujosdelentusiasmodeaquella mujer—, ¡oh Ester! Estás hablando de emprender la carrera a unhombrecuyasrodillasvacilanytiemblan.¡Yotengoquemoriraquí!Notengoyanifuerzas,nivalor,nienergíaparalanzarmeaunmundoextraño,inmenso,erizadodedificultades,ylanzarmesolo.

Eraestalaúltimaexpresióndelabatimientodeunespírituquebrantado.Lefaltaba laenergíaparaaprovecharsede la fortunamas favorablequeparecíaestarasualcance.Repitiólapalabra.

—¡Solo,Ester!

—Túnoirássolo,—respondióEsterconprofundoacento.

Yconesto,todoquedódicho.

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XVIII

UNTORRENTEDELUZ

ArturoDimmesdalefijólosojosenEsterconmiradasenquelaesperanzaylaalegríabrillaban,seguramente,sibienmezcladasconciertomiedoyunaespecie de horror, ante la intrepidez con que ella había expresado lo que élvagamente indicóynoseatrevióadecir.PeroEsterPrynne,conunespíritullenodeinnatovaloryactividad,ypor largotiemponosólosegregada,sinodesterrada de la sociedad, se había acostumbrado a una libertad deespeculación completamente extraña a lamanerade ser del eclesiástico.Singuíaniregladeningunaclasehabíaestadovagandoenunaespeciededesiertoespiritual; tan vasto, tan intrincado, tan sombrío y selvático como aquelbosque en que estaban ahora sosteniendo un dialogo que iba a decidir deldestinodeambos.Elcorazónyla inteligenciadeEsterpuededecirsequesehallaban en su elemento en los lugares desiertos que ella recorría con tantalibertad como los indios salvajes sus bosques. Durante años habíacontempladolasinstitucioneshumanas,ytodoloestablecidoporlareligiónolasleyes,desdeunpuntodevidaqueleerapeculiar;criticándolotodocontanpocareverenciacomolaqueexperimentaríaelindiodelasselvasporlatogajudicial,lapicota,elcadalso,olaiglesia.

Tanto su destino como los acontecimientos de su vida habían tendido ahacer libre su espíritu. La letra escarlata era su pasaporte para entrar enregiones a que otras mujeres no osaban acercarse. La Vergüenza, laDesesperación, la Soledad: tales habían sido sus maestras; rudas y severasperoquelahabíanhechofuerte,aunqueinduciéndolaalerror.Elministro,porel contrario, nunca había pasado por una experiencia tal que le condujera aponerenteladejuiciolasleyesgeneralmenteaceptadas;bienqueenunasolaocasiónhubieraquebrantadounadelasmassagradas.Peroestohabíasidounpecado cometido por la pasión, no las consecuencias de principiosdeterminados, ni siquiera de un propósito. Desde aquella malhadada época,había observado conmórbido celo yminuciosidad, no sus acciones, porqueéstas eran fácilesde arreglar, sinocada emociónpor leveque fuera, yhastacadapensamiento.Hallándosealacabezadelsistemasocial,comoloestabaeleclesiástico en aquella época, se encontraba por esa misma causa masencadenado por sus reglas, sus principios y aún sus prevenciones injustas.Comoministrodelaltarqueera,elmecanismodelsistemadelainstituciónlocomprimíainevitablemente.

Comohombrequehabíacometidounafaltaunavez,peroqueconservabasuconcienciavivaypenosamente sensible,mercedal roceconstantedeuna

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heridaquenosehabíacicatrizado,podíasuponérselemasasalvodepecardenuevo que si nunca hubiese delinquido. Así nos parece observar que, encuantoaEster,lossieteañosdeignominiaydestierrosocialhabíansidosolounapreparaciónparaestahora.Pero,¿yArturoDimmesdale?Siestehombredelinquieradenuevo,¿quéexcusapodríapresentarseparaatenuarsucrimen?Ninguna, a menos que le valiera de algo decir que sus fuerzas estabanquebrantadas en virtud de largos e intensos padecimientos; que su espírituestabaoscurecidoyconfusoporelremordimientoquelocorroía;queentrelaalternativa de huir como un criminal confeso o permanecer siendo unhipócrita, será difícil hallar la decisiónmas justa; que está en la naturalezahumanaevitarelpeligrodemuerteeinfamiaylassutilesmaquinacionesdeunenemigo;y,finalmente,queestepobreperegrino,débil,enfermo,infeliz,viobrillar inesperadamente, en su senda desierta y sombría, un rayo de afectohumanoyde simpatía,unanuevavida, llenade sinceridad,encambiode latristeypesadavidadeexpiaciónqueestabaahorallevando.Ydígasetambiénlasiguienteyamargaverdad:labrechaqueeldelitohaabiertounavezenelalma humana, jamas queda completamente cerrada mientras conservamosnuestracondiciónmortal.Tienequevigilarseyguardarse,paraqueelenemigonopenetredenuevoenlafortaleza,yescojaquizáotrosmediosdeentrarquelos empleados antes. Pero siempre está allí elmuro abierto, y junto a él elenemigoartificiosoque,concautelayahurtadillas,tratadeobtenerdenuevounavictoriamascompleta.

La lucha, si hubo alguna, no es preciso describirla; baste decir queDimmesdaleresolvióemprenderlafuga,ynosolo.

—Sientodosestossieteañospasados,—pensó—,pudierayorecordarunsolomomentodepazodeesperanza,aún losoportaría todoconfiandoen laclemencia del Cielo; pero puesto que estoy irremediablemente condenado,¿porquénogozardelsolazconcedidoalsentenciadoantesdesuejecución?Osiestesendero,comoEstertratadepersuadirme,eselqueconduceaunavidamejor,¿porquénoseguirlo?NipuedovivirpormastiemposinlacompañíadeEster,cuyafuerzaparasostenermeestanvigorosa,asícomoloestambiénsupoderparacalmarlasangustiasdemialma.Ohtúaquiennomeatrevoalevantarlasmiradast¿Meperdonarás?

—Túpartirás,—dijoEsterconreposadoacentoalencontrarlasmiradasdeDimmesdale.

Una vez tomada la decisión, el brillo de una extraña alegría esparció suvacilante esplendor sobre el rostro inquieto del ministro. Fue el efectoanimadorqueexperimentaunprisionero,queprecisamenteacababadelibrarsedelcalabozodesupropiocorazón,alrespirarlalibreyborrascosaatmósferadeunaregiónselvática,sinleyesysinfrenodeningunaespecie.Suespírituseelevó, como de un golpe, a alturas mas excelsas de las que le fue dado

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alcanzardurantetodoslosañosqueel infortuniolehabíamantenidoclavadoenlatierra;ycomoeradeuntemperamentoenextremoreligioso,ensuactualanimaciónhabíainevitablementealgoespiritual.

—¿Sientodenuevolaalegría?—Sepreguntaba,sorprendidodesímismo—.Creíaqueelgermende todocontentohabíamuertoenmí. ¡OhEster, túeresmiángelbueno!Meparecequemearrojé,enfermo,contaminadoporlaculpa, abatido por el dolor, sobre estas hojas de la selva, y que me helevantado otro hombre completamente nuevo, y con nuevas fuerzas paraglorificaraAquelquehasidotanmisericordioso.Estaesyaunavidamejor.¿Porquénonoshemosencontradoantes?

—No miremos hacia atrás, —respondió Ester—, lo pasado es pasado:¿paraquédetenemos ahora en él? ¡Mira!Con este símbolodeshago todo lohechoyprocedocomosinuncahubieraexistido.

Ydiciendoesto,desabrochóloscorchetesqueasegurabanlaletraescarlata,yarrancándoladesupecholaarrojóaunagrandistanciaentrelashojassecas.El símbolomístico cayó en lamisma orilla del arroyuelo, y a pocomas lohabríahechoenelaguaquelehubieraarrastradoensumelancólicacorriente,agregandounnuevodolora lahistoriaqueconstantementeestaba refiriendoen susmurmullos.Pero allí quedó la letra bordadabrillando comouna joyaperdida que algún malhadado viajero podría recoger, para verse despuésperseguido, quizá por extraños sueños de crimen, abatimiento del corazón einfortuniosinigual.

Unavez arrojada la insignia fatal, dioEster un largoyprofundo suspirocon el que su espíritu se libro de la vergüenza y angustia que la habíanoprimido. ¡Oh exquisito alivio!No había conocido su verdadero peso hastaque se sintió libre de él. Movida de otro impulso, se quitó la gorra queaprisionaba sus cabellos, que cayeron sobre sus espaldas, ricos, negros, conunamezcladeluzysombraensuabundancia,comunicándolealrostrotodoelencantodeunasuaveexpresión.Jugueteabaenloslabiosybrillabaenlosojosuna tierna y radiante sonrisa, que parecía tener su origen en su femeninocorazón.Lasmejillas,tanpálidashastaentonces,seveíananimadasderosadocolor. Su sexo, su juventud, y toda la riqueza de su hermosura se diría quehabían surgido de nuevo de lo que se llama el pasado irrevocable, y seagrupaban en torno de ella con su esperanza virginal y una felicidad hastaentoncesdesconocida,ytododentrodelmágicocírculodeestahora.Ycomosi laoscuridady tristezade la tierraydel firmamento solohubieran sido elreflejodeloquepasabaenelcorazóndeestosdosmortales,sedesvanecierontambiénconsudolor.

Depronto,comoconrepentinasonrisadelcielo,elsolhizounaespeciedeirrupción en la tenebrosa selva, derramando un torrente de esplendor,

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alegrando cada hoja verde, convirtiendo las amarillentas en doradas, ybrillandoentrelosnegruzcostroncosdelossolemnesárboles.Losobjetos,quehasta entonces habían esparcido solamente sombras, eran ahora cuerposluminosos. El curso del arroyuelo podría trazarse, merced a su alegremurmullo,hastaallíalolejosenelmisteriosocentrodeaquellaselvaquesehabíaconvertidoentestigodeunaalegríaaúnmasmisteriosa.

TalfuelasimpatíadelaNaturalezaconlafelicidaddeestosdosespíritus.Elamor,yabroteporvezprimera,osurjadecenizascasiapagadas,siempretienequecrearunrayodesolquellenaelcorazóndeesplendorestales,queseesparcenentodoelmundointerior.Silaselvahubieraconservadoaunsutristeoscuridad,habríaparecidosinembargobrillantealosojosdeEster,ybrillanteigualmentealosdeArturoDimmesdale.Esterledirigióunamiradallenadelaluzdeunanuevaalegría.

—¡TienesqueconoceraPerla,—ledijo—,nuestraPerlita!Túlahasvisto,sí,yolosé,perolaverásahoraconotrosojos.Esunaniñasingular.Apenaslacomprendo.Perotúlaamarástiernamente,comoyo,ymeaconsejarísacercadelmododemanejarla.

—¿Crees que la niña se alegrará de conocerme?—Preguntó elministrovisiblemente inquieto—. Siempre me he alejado de los niños, porque confrecuencia demuestran cierta desconfianza, una especie de encogimiento enentrarenrelacionesfamiliaresconmigo.¡YohetemidosiempreaPerla!

—Esoeratriste,—respondiólamadre—,peroellateamarátiernamenteytú la amarás también. No se encuentra muy lejos. Voy a llamarla. ¡Perla!¡Perla!

—Desdeaquílaveo,—observóelministro—.Allíestá,enmediodelaluzdelsol,alotroladodelarroyuelo.¿Demodoquecreesquelaniñameamará?

EstersonrióyllamódenuevoaPerlaqueestabavisibleaciertadistancia,comoelministrohabíadicho,ysemejabaunabrillantevisión iluminadaporunrayodesolquecaíasobreellaatravésdelasramasdelosárboles.Elrayose agitaba de un lado a otro, haciendo que la niña pareciera mas o menosconfusa, ya comouna criatura humana, ora comouna especie de espíritu, amedidaqueelesplendordesaparecíayretomaba.Oyólavozdesumadre,ysedirigióaellacruzandolentamentelaselva.

Perlanohabíahalladolargonifastidiosoeltiempo,mientrassumadreyelministro estuvieron hablando. La gran selva, que tan sombría y severa sepresentabaalosqueallítraíanlaculpaylasangustiasdelmundo,seconvirtióencompañeradelosjuegosdeestasolitarianiña.Sediríaque,paradivertirla,habíaadoptado lasmanerasmascautivadorasyhalagüeñas: leofrecióbayasexquisitas de rojizo color, que la niña recogió, deleitándose con su agreste

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sabor. Los pequeños moradores de aquella soledad apenas se apartaban delcaminode la niña.Cierto es queunaperdiz, seguidade diez perdigones, seadelantóhaciaellaconaireamenazador,peroprontosearrepintiódesufierezay se volvió tranquila al lado de su tierna prole, como diciéndoles que notuvieran temor. Un pichón de paloma, que estaba solo en una rama baja,permitióaPerlaqueseleacercase,yemitióunsonidoquelomismopodíaserunsaludoqueungritodealarma.Unaardilla,desdeloaltodelárbolenqueteníasumorada,charlabaensondecóleraodealegría,porqueunaardillaesunanimalitotancoléricoycaprichosoqueesmuydificilsabersiestáiracundoo de buen humor, y le arrojó una nuez a la cabeza. Una zorra, a la quesobresaltó el ruido ligero de los pasos de la niña sobre las hojas,miró concuriosidad a Perla como dudando qué será mejor, sí alejarse de allí, ocontinuarsusiestacomoantes.Sedicequeunlobo,peroaquíyalahistoriahadegeneradoenloimprobable,seacercóaPerla,olfateóelvestidodelaniñaeinclinólaferozcabezaparaqueselaacariciaraconsumanecita.Sinembargo,loquepareceserlaverdadesquelaselva,ytodasestassilvestrescriaturasaque daba sustento, reconocieron en aquella niña un ser humano de unanaturalezatanlibrecomoladeellasmismas.

Tambiénlaniñadesplegabaaquíuncaráctermassuaveydulcequeenlascalles herbosas de la población, o en la morada de su madre. Las floresparecían conocerla, y en un susurro le iban diciendo cuando cerca de ellaspasaba:Adórnateconmigo,lindaniña,adórnateconmigo,yparadarlesgusto,Perlacogióvioletas,yanémonas,ycolombinas,yalgunosramosverdes,yseadornóloscabellos,yserodeólacintura,convirtiéndoseenunaninfainfantil,enunatiernadríada,oenalgoquearmonizabaconelantiguobosque.

Detalmanerasehabíaadornadocuandooyóvozdealamadreysedirigíaaellalentamente.

Lentamente,sí,porquehabíavistoalministro.

XIX

LANIÑAJUNTOALARROYUELO

—Tú la amarás tiernamente, —repitió Ester mientras en unión deDimmesdale contemplaban a Perla—. ¿No la encuentras bella? Ymira conqué arte tan natural ha convertido en adorno esas flores tan sencillas. Sihubiera recogido perlas, y diamantes, y rubíes en el bosque, no le sentaríanmejor.¡Esunniñaespléndida!Perobienséaquéfrenteseparecelasuya.

—¿Sabestú,Ester,—dijoArturoDimmesdaleconinquietasonrisa—,que

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estaqueridaniña,queva siempredando saltitos a tu lado,mehaproducidomasdeunaalarma?Meparecía...¡OhEster!...¡Quépensamientoesese,yquéterriblelaidea!...Meparecíaquelosrasgosdemisfaccionessereproducíanen parte en su rostro, y que todo el mundo podría reconocerlas. ¡Tal es susemejanza!¡Peromasquetodoestuimagen!

—No, no es así,—respondió lamadre con una tierna sonrisa—. Esperaalgúntiempo,nomucho,ynonecesitarásasustarteantelaideaqueseveadequieneshija. ¡Peroquésingularmentebellaparececonesas floressilvestresconquesehaadornadoelcabello!Sediríaqueunadelashadasquehemosdejado en nuestra querida Inglaterra la ha ataviado para que nos salga alencuentro.

Con un sentimiento que jamás hasta entonces ninguno de los dos habíaexperimentado,contemplabanla lentamarchadePerla.Enellaeravisibleellazoquelosunía.Enestossieteañosquehabíantranscurrido,fuelaniñaparaelmundounjeroglíficovivienteenqueserevelabaelsecretoqueellosdetalmodotratarondeocultar:enestesímboloestabatodoescrito,todopatentedeunmodo sencillo, de haber existido un profeta o un hábilmago capaces deinterpretar su caracteres de fuego. Sea cual fuere el mal pasado, ¿cómopodrían dudar que sus vidas terrenales y su futuros destinos estabanentrelazados, cuando veían ante sí tanto la unión material como la ideaespiritual en que ambos se confundían, y en que habían de morar juntosinmortalmente? Pensamientos de esta naturaleza, y quizá otros que no seconfesabanonodescribían,revistieronalaniñadeunaespeciedemisteriosasolemnidadamedidaqueseadelantaba.

—Que no vea nada extraño, nada apasionado, ni ansiedad alguna en tumaneraderecibirlaydirigirteaella,—ledijoEsteralministroenvozbaja—.Nuestra Perla es a veces como un duende fantástico y caprichoso.Especialmentenopuedetolerar lasfuertesemociones,cuandonocomprendeplenamente la causa ni el objeto de las mismas. Pero la niña es capaz deafectosintensos.Meamayteamará.

—Túnotienesunaidea,—dijoelministromirandodesoslayoaEster—,de loque temoesta entrevista, y almismo tiempocuánto la anhelo.Pero laverdades,comoyatehedicho,quenomeganofácilmentelavoluntaddelosniños.Nosemesubenalasrodillas,nomecharlanaloído,norespondenamisonrisa; sino que permanecen alejados de mí y me miran de una maneraextraña.Aunlosreciénnacidoslloranfuertementecuandolostomoenbrazos.Sin embargo,Perlaha sido cariñosapara conmigodosveces en suvida.Laprimeravez...¡biensabescuandofue!Laúltima,cuandolallevastecontigoalacasadelseveroyancianoGobernador.

—Y cuando tú abogaste tan valerosamente en favor de ella y mío, —

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respondió la madre—. Lo recuerdo perfectamente, y también deberárecordarloPerla.Notemasnada!Alprincipiopodráparecertesingularyhastahuraña,peroprontoaprenderáaamarte.

Ya Perla había llegado a la orilla del arroyuelo, y allí se quedócontemplandosilenciosamenteaEsteryalministro,quepermanecíansentadosjuntos en su tronco musgoso del viejo árbol, esperando que viniese.Precisamentedondelaniñasehabíadetenido,elarroyueloformabauncharcotan liso y tranquilo que reflejaba una imagenperfecta de su cuerpecito, contoda la pintoresca brillantez de su belleza, que su cualmanera en quePerlapermanecíaallí,mirándolesfijamenteatravésdelasemioscuridaddelaselva,erarealmenteextraña;iluminadaella,sinembargo,porunrayodesolatraídoallí por cierta oculta simpatía. Ester misma se sentía de un modo vago ymisteriosocomoalejadadesuhija;comosiésta,ensupaseosolitarioporlaselva, sehubieraapartadoporcompletodeesferaenque tantoellacomosumadre habitaban juntas, y estuviese ahora tratando de regresar, aunque envano,alperdidohogar.

Yenestasensaciónhabíaalavezverdadyerror:hijaymadresesentíanahoramutuamenteextrañas,peroporculpadeEster,nodePerla.Mientraslaniñasepaseabasolitariamente,otroserhabíasidoadmitidoenlaesferadelossentimientos de lamadre,modificando de talmodo el aspecto de las cosas,quePerla,al regresardesupaseo,nopudohallar suacostumbradopuestoyapenasreconocióasumadre.

—Unasingular ideasehaapoderadodemí,—dijoelenfermizoministro—.Semefiguraqueestearroyueloformaellimiteentredosmundos,yquenuncamashasdeencontraratuPerla.¿Oacasoesellaunaespeciededuendeo espíritu encantado a los que, como nos decían en los cuentos de nuestrainfancia, les está prohibido cruzar una corriente de agua? Te ruego que teapresures,porqueestademorayamehapuestolosnerviosenconmoción.

—Ven,queridaniña,—dijoEsteranimándolayextendiéndole losbrazoshaciaella—. ¡Ven:qué lentaeres!¿Cuándo,antesdeahora, tehasmostradotan floja? Aquí está un amigo mío que también quiere ser tu amigo. Enadelantetendrísdosvecestantoamorcomoelquetumadresolapuededarte.Saltasobreelarroyueloyvenhacianosotros.Túpuedessaltarcomouncorzo.

Perla, sin responder de ningún modo a estas melosas expresiones,permaneció al otro lado del arroyuelo, fijando los brillantes ojos ya en sumadre, ya en el ministro, o incluyendo a veces a entrambos en la mismamirada,comosiquisieradescubriryexplicarse loquehabíadecomúnentrelos dos.Debido a inexplicablemotivo, al sentirArturoDimmesdale que lasmiradasdelaniñaseclavabanenél,sellevólamanoalcorazónconelgestoqueleeratanhabitualyquesehabíaconvertidoenaccióninvoluntaria.Alfin,

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tomando cierto aspecto singular de autoridad, Perla extendió la manoseñalandoconeldedoíndiceevidentementeelpechodesumadre.Ydebajo,enelcristaldelarroyuelo,seveíalaimagenbrillanteyllenadefloresdePerla,señalandotambiénconsudedito.

—Niñasingular,¿porquénovienesdondeestoy?—ExclamóEster.

Perla teníaextendidoauneldedoíndice,yfruncióelentrecejo, loquelecomunicaba una significaciónmas notable, atendida las facciones infantilesque tal aspecto tomaban. Como su madre continuaba llamándola, lleno elrostrode inusitadassonrisas, laniñagolpeó la tierraconelpiecongestosymiradas aunmas imperiosos, que también reflejó el arroyuelo, así como eldedoextendidoyelgestoimperiosodelaniña.

—Apresúrate,Perla,omeincomodaré,—gritóEster,quien,acostumbradaa semejante modo den proceder de parte de su hija en otras ocasiones,deseaba, como era natural, un comportamiento algo mejor en lascircunstanciasactuales—.¡Saltaelarroyuelo,traviesaniña,ycorrehaciaaquí:delocontrarioyoiréadondetúestás!.

PeroPerlanohizocasode las amenazasde sumadre, comono lohabíahechode suspalabrasafectuosas, sinoque rompióenunarrebatodecólera,gesticulando violentamente y agitando su cuerpecito con las masextravagantes contorsiones, acompañando esta explosión de ira de agudosgritosquerepercutiólaselvaportodaspartes;demodoqueapesardelosolaque estaba en su infantil e incomprensible furor, parecía que una ocultamultitudlaacompañabayhastalaalentabaensusacciones.Yenelaguadelarroyuelo se reflejó una vez mas la colérica imagen de Perla, coronada deflores,golpeandoelsueloconelpie,gesticulandoviolentamenteyapuntandoconeldedoíndicealsenodeEster.

—Ya sé lo que quiere esta niña, —murmuró Ester al ministro, ypalideciendo, a pesar de un gran esfuerzo para ocultar su disgusto y sumortificación,dijo—:losniñosnopermitenelmaslevecambioenelaspectoacostumbrado de las cosas que tienen diariamente a la vista. Perla echa demenosalgoquesiempremehavistollevar.

—Sitienesalgúnmediodeapaciguaralaniña,—ledijoelministro—,teruegoquelohagasinmediatamente.Exceptoelfurordeunaviejahechicera,comolaSra.Hibbins,agregótratandodesonreír,nadahayquemeasustetantocomounarrebatodecóleracualésteenunniño.EnlatiernabellezadePerla,así como en las arrugas de la vieja hechicera, tiene ese arrebato algo desobrenatural.Apacíguala,simeamas.

Ester se dirigió de nuevo a Perla, con el rostro encendido, dando unamirada de soslayo al ministro, y exhalando luego un hondo suspiro; y aun

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antesdehabertenidotiempodehablar,elcolordesusmejillasseconvirtióenmortalpalidez.

—Perla,dijocontristeza,miraatuspies...Ahífrenteati...alotroladodelarroyuelo.

Laniñadirigió lasmiradasalpunto indicado,yallívio la letraescarlata,tancercadelaorilladelacorriente,queelbordadodeorosereflejabaenelagua.

—Tráelaaquí,—dijoEster.

—Ventúabuscarla,—respondióPerla.

—¡Jamassehabrávistoniñaigual!—observóEsterapartealministro—.¡Oh!Tetengoquedecirmuchoacercadeella.Peroalaverdad,enelasuntodeesteodiososímbolo, tienerazón.Debosufrireste tormento todavíaalgúntiempo, unos cuantos días mas, hasta que hayamos dejado esta región y lamiremoscomounpaís conquehemos soñado.La selvanopuedeocultarla.¡Elocéanorecibirálaletrademismanosylatragaráparasiempre!

Diciendo esto se adelantó a la margen del arroyuelo, recogió la letraescarlata y la fijó de nuevo en el pecho. Un momento antes, cuando Esterhablódearrojarlaalsenodelocéano,habíaenellaunsentimientodefundadaesperanza;alrecibirdenuevoestesímbolomortíferodelamanodeldestino,experimentó la sensación de una sentencia irrevocable que ella pesaba. Lahabíaarrojadoespacioinfinito,habíarespiradounahoraelairedelalibertad,ydenuevoestabaaquílaletraescarlatacontodosusuplicio,brillandoenellugaracostumbrado.Delamismamaneraunamalaacciónserevistesiempredel carácter de ineludible destino. Ester recogió inmediatamente las espesastrenzas de sus cabellos y las ocultó bajo su gorra. Y como si hubiera unmaleficio en la triste letra, desapareció su hermosura y todo lo que en ellahabíadefemenino,amaneraderayodesolquesedesvanece,ycomosiunasombrasehubieraextendidosobre todosuser.Efectuadoel terriblecambio,extendiólamanoaPerla.

—¿Conoces ahora a tu madre, niña? —Le preguntó con acento dereproche, aunque en un tono moderado—. ¿Quieres atravesar el arroyo, yveniradondeestá tumadre,ahoraquesehapuestodenuevosu ignominia,ahoraqueestátriste?

—Sí, ahora quiero, —respondió la niña atravesando el arroyuelo, yestrechandoasumadrecontrasupecho—.Ahoraeresrealmentemimadre,yyosoytuPerlita.

Yconunaternuraquenoeracomúnenella,atrajohaciasílacabezadesumadreylabesóenlafrenteyenlasmejillas.Peroentonces,porunaespecie

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de necesidad que siempre la impulsaba a mezclar en el contento queproporcionabaunapartededolor,Perlabesótambiénlaletraescarlata.

—Esonoesbueno,—dijoEster—,cuandomehasdemostradounpocodeamor,temofasdemí.

—¿Porquéestásentadoelministroallí?—PreguntóPerla.

—Teestáesperandoparasaludarte,—replicósumadre—.Veypídelesubendición.Elteama,Perlitamía,ytambiénamaatumadre.¿Noloamarástúigualmente?Ve:éldeseaacariciarte.

—¿Nosamarealmente?—DijoPerlamirandoasumadreconexpresióndevivainteligencia—.¿Iráconnosotros,dándonoslamano,yentraremoslostresjuntosenlapoblación?

—Ahorano,miqueridahija,—respondióEster—.Perodentrodealgunosdíasiremosjuntosdelamano,ytendremosunhogaryunacasanuestra,ytesentarás sobre sus rodillas, y te enseñará muchas cosas y te amará muytiernamente.Tútambiénloamarás,¿noesverdad?

—¿Yconservarásiemprelamanosobreelcorazón?

—¿Quépreguntaesesa, locuela?—exclamólamadre—:venypídelesubendición.

Peroseaqueinfluyeranenella loscelosquepareceninstintivosentodoslosniñosmimados,enpresenciadeunrivalpeligroso,oquefueseuncaprichode su naturaleza singular, Perla no quiso dar muestras de afecto alguno aArturo Dimmesdale. Solamente, y a la fuerza, la llevó su madre hacia elministro, y eso quedándose atrás y manifestando su mala gana con rarosvisajes,deloscuales,desdesumastiernainfancia,poseíanumerosavariedad,pudiendotransformarsumóvilfisonomíadediversasmaneras,ysiempreconunaexpresiónmasomenosperversa.Elministro,penosamentedesconcertado,peroconlaesperanzaqueunbesopodríaserunaespeciede talismánqueleganaralabuenavoluntaddelaniña,seinclinóhaciaellaylabesóenlafrente.InmediatamentePerla logródesasirsede lasmanosdesumadre,ycorriendohaciaelarroyuelo,sedetuvoenlaorillayselavólafrenteensusaguas,hastaque creyó borrado completamente el beso recibido de mala gana. DespuéspermanecióunladocontemplandoensilencioaEsteryalministro,mientraséstosconversabanjuntosyhacíanlosarreglossugeridosporsunuevaposiciónyporlospropósitosqueprontohabíanderealizar.

Y ahora esta fatídica entrevista quedó terminada. Aquel lugar donde seencontraban, permanecería abandonado en su soledad entre los sombríos yantiguos árboles de la selva que, con sus numerosas lenguas, susurraríanlargamenteloqueallíhabíapasado,sinqueningúnmortalfueraporesomas

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cuerdo. Y el melancólico arroyuelo agregaría esta nueva historia a losmisteriososcuentosqueyaconocía,ycontmuaríasuantiguomurmullo,noporciertomasalegredeloquehabíasidodurantesiglosysiglos.

XX

ELMINISTROPERDIDOENELLABERINTO

ArturoDimmesdalepartióelprimero,adelantándoseaEsteryaPerla,yyaaaciertadistanciadirigióunamiradahaciaatrás,comosiesperaradescubrirtan sólo algunos rasgos débiles o los contornos de la madre y de la niñadesvaneciéndoselentamenteenlasemioscuridaddelaselva.Acontecimientodetalimportanciaensuexistencia,nopodíaconcebirquefuesereal.PeroallíestabaEster,vestidaconsutrajedepardocolor,depietodavíajuntoaltroncodel árbol que algún viento tempestuoso derrumbó en tiempo inmemoriales,todo cubierto demusgo, para que esos dos seres predestinados, con el almaabrumadadepesar,pudieransentarseallijuntosyencontrarunasolahoradedescansoysolaz.Yalli tambiénestabaPerla,bailandoalegrementeaorillasdelarroyuelo,ahoraqueaquelextrañointrusosehabíaido,yladejabaocuparsuantiguopuestoal ladode sumadre.No:elministrono sehabíaquedadodormido,nihabíasoñado.

Paraconseguirquedesaparecierandesumentelavaguedadyconfusióndesusimpresiones,quelehacíanexperimentarunaextrañainquietud,sepusoarecordardeunamaneraprecisaydefinidalosplanesyproyectosqueélyEsterhabían bosquejado para su partida. Se había convenido entre los dos que elAntiguo Mundo, con sus ciudades populosas, les ofrecería mejor abrigo ymayor oportunidad, para pasar inadvertidos, que no las selvasmismas de laNueva Inglaterraode toda laAmérica, con sus alternativasdeunaqueotrachoza de indios o las pocas ciudades de europeos, escasamente pobladas,esparcidasaquíyallíalolargodelascostas.Todoestosinhablardelamalasalud delministro, que no se prestaba ciertamente a soportar los trabajos yprivacionesdelavidadelosbosques,cuandosusdonesnaturales,suculturayeldesenvolvimientodetodassusfacultadesleadaptabanparavivirtansóloenmediodepueblosdeadelantadacivilización.Paraquepudiesenllevaracaboloquehabíandeterminado,lacasualidadlesdeparóquehubieraenelpuertounbuque,unadeesasembarcacionesdedudosocarácter,cosamuycomúnenaquellos tiempos, que sin ser realmente piratas, recorrían sin embargo losmares con muy poco respeto a las leyes de propiedad. Este buque habíallegadorecientementedelMardelasAntillas,ydebíahacersealaveladentrode tres días con rumbo a Bristol en Inglaterra. Ester, cuya vocación para

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hermana de la Caridad la había puesto en contacto con el capitán y lostripulantesdelanave,seocuparíaenconseguirelpasajededosindividuosyunaniña,contodoelsecretoquelascircunstanciashacíanmasquenecesario.

ElministrohabíapreguntadoaEster,connopocointerés,lafechaprecisaenque el buquehabía de partir. Probablemente será dentro de cuatro días acontarde aquel enque estaban. ¡Feliz casualidad! sedijopara sus adentros.Por qué razón el Reverendo Arturo Dimmesdale lo consideró una felizcasualidad, vacilamos en revelarlo. Sin embargo, para que el lector lo sepatodo, diremos que dentro de tres días tenía que predicar el sermón de laelección;ycomosemejanteactoformabaunaépocahonrosaenlavidadeuneclesiástico de la Nueva Inglaterra, el Sr. Dimmesdale no podía haberescogido una oportunidad mas conveniente para terminar su carreraprofesional.Alomenos,dirándemí,pensóestehombreejemplar,quenohedejado por desempeñar ningún deber público, ni lo he desempeñado mal.¡Tristees, indudablemente,verqueunapersonaquepodíahacerunexamentanprofundoyminuciosodesímismo,seengañaraatalextremo!Yahemosdicho y aun nos quedan por decir, cosas peores de él; pero ninguna tanlastimosamentedébil;ningunaquedieraunapruebatanirrefragabledelasutilenfermedad que había, desde tiempo atrás, minado la verdadera base de sucarácter.Ningúnhombrepuedellevarpormuchotiempo,pordecirloasí,dosrostros:unoenpúblicoyotrofrenteafrentedesuconciencia,sinquealfinllegueanosabercuáleselverdadero.

La agitación que experimentó el Sr. Dimmesdale al regresar de suentrevista con Ester, le comunicó una energía fisica inusitada, y le hizocaminarhacialapoblaciónconrápidopaso.Elsenderoatravésdelosbosquesle pareció mas bravío, mas áspero con sus obstáculos naturales, y menoshollado por pies humanos, que cuando lo recorrió en sentido inverso. Perosaltaba sobre los lugares pantanosos, se introducía por entre el frondosoramaje, trepaba cuando encontraba cuestas que subir, o descendía a lashondonadas;enunapalabra,venciótodaslasdificultadesqueselepresentaronenelcamino,conunaactividadinfatigablequeaélmismolesorprendía.Nopudo menos de recordar cuán fatigosamente, y con cuántas paradas pararecobraraliento,habíarecorridoesemismocaminotansolodosdíasantes.Amedidaqueseacercabaalaciudadfuecreyendoquenotabauncambioenlosobjetosqueleeranmasfamiliares,comosidesdequesaliódelapoblaciónnohubierantranscurridosolamentedosotresdías,sinomuchosaños.

Ciertamentequelascallespresentabanelmismoaspectoqueantes,segúnlasrecordaba,ylascasasteníanlasmismaspeculiaridades,consumultituddealerosyunaveletaprecisamenteenellugarenquesumemoriaseloindicaba.Sin embargo, la idea de cambio le acosaba a cada instante, aconteciéndoleigual fenómenocon las personas conocidasqueveía, y con todas las que le

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eranfamiliaresenlapequeñapoblación.Nolashallabaahoranimasjóvenesnimasviejas;lasbarbasdelosancianosnoeranmasblancas,nielniñoqueandaba a gatas ayer podía moverse hoy haciendo uso de sus pies: eraimposibledecirenquédiferíandelaspersonasaquieneshabíavistoantesdepartir;ysinembargo,algointernoparecíasugerirlequesehabíaefectuadouncambio.Recibióunaimpresióndeestanaturaleza,delamaneramasnotable,alpasarjuntoalaiglesiaqueestabaasucargo.Eledificioselepresentóconunaspectoa lavez tanextrañoy tan familiarqueelSr.Dimmesdaleestuvovacilando,entreestasdosideas:oquehastaentonceslohabíavistosolamenteenunsueño,oqueahoraestabasimplementesoñando.

Este fenómeno, en las varias formas que iba tomando, no indicaba uncambioexterno, sinouncambio tan repentinoe importante enel espectadormismo, que el espacio de un solo día de intervalo había sido para élequivalente al transcurso de varios años. La voluntad del ministro y la deEster,yeldestinoquesobreellospesaba,habíanoperadoestatransformación.Era lamisma ciudadque antes; perono era elmismoministro el quehabíaregresadode laselva.Podríahaberdichoa losamigosque lesaludaban:Nosoyelhombreporquienmetomáis.Lohedejadoallíenlaselva,retiradoenun oculto vallecillo, junto a un tronco musgoso de árbol, no lejos de unmelancólico arroyuelo. Id: buscad a vuestro ministro, y ved si su cuerpoextenuado,susmejillasdescarnadas,ysupálidafrentesurcadadearrugasporeldolor,nohansidoarrojadosallícomovestidoqueunosedeshaceSindudaalguna sus amigos habrían insistido, diciéndole:Tú eres elmismohombre ;peroelerrorhubieraestadodepartedesusamigosynodelministro.

AntesqueelSr.Dimmesdalellegaraasumorada,suseríntimolediootraspruebasqueunarevoluciónsehabíaoperadoensumododepensarydesentir.Alaverdad,soloaunarevolucióndeesanaturaleza,completaytotal,podíanatribuirse los impulsosqueagitabanal infortunadoministro.Acadapaso sesentíamovidodeldeseodehaceralgoextraño,inusitado,violentooperverso,conlaconvicciónqueseráalavezinvoluntarioeintencionalyadespechodesí mismo, pero emanando de un sentimiento mas profundo que el que seoponía al impulso. Por ejemplo, se encontró con uno de los diáconos de suiglesia,buenancianoquelesaludóconelafectopaternalyelairepatriarcaaqueteníaderechoporsusaños,susvirtudesysuposición,yalmismotiempoconelprofundorespeto,casiveneración,queelcarácterpúblicoyprivadodelministro reclamaban. Nunca se vio un ejemplo mas hermoso de cómo lamajestadysabiduríadelosañospuedenhermanarsealaobedienciayrespetoqueunacategoríasocialeinteligenciainferioresdebenaunapersonasuperioren esas cualidades. Pues bien, durante una conversación de unos pocosmomentos entre el Reverendo Sr. Dimmesdale y este excelente y ancianodhícono, solo merced a la mas cuidadosa circunspección y casi haciéndoseviolencia, evitó el ministro proferir ciertas reflexiones heréticas que se le

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ocurrieronsobrevariospuntosreligiosos.Temblabaypalidecíatemiendoquesus labios, a despecho de sí mismo, emitiesen algunos de los horriblespensamientos que le cruzaban por la mente. Y sin embargo, aunque con elcorazón lleno de tal terror, no pudo menos de sonreírse al imaginar loestupefactoquesehabríaquedadoelsantovarónypatriarcaldiáconoantelaimpiedaddesuministro.

Referiremos otro incidente de igual naturaleza yendo a todo prisa por lacalle,elReverendoSr.Dimmesdaletropezódemanosabocaconunodelosmas antiguosmiembros de su iglesia, una anciana señora, lamas piadosa yejemplarquepuedadarse:pobre,viuda,sola,yconelcorazóntodollenodereminiscencias de su marido y de sus hijos, ya muertos, así como de susamigosfallecidostambiénhacíatiempo.Sinembargo, todoesto,quedeotromodo habría sido un dolor intenso, se había casi convertido para esta almapiadosaenungocesolemne,graciasalosconsuelosreligiososyalasverdadesde las Sagradas Escrituras, con que puede decirse que se había nutridocontinuamenteporespaciodemasdetreintaaños.DesdequeelReverendoSr.Dimmesdale la tomó a su cargo, el principal consuelo terrenal de la buenaseñoraconsistíaenvera supastor ritual,yadepropósitodeliberado,yaporcasualidad, y sentir confortada el alma con una palabra que respirase lasverdades consoladoras del Evangelio, y que saliendo de aquellos labiosreverenciados, penetrase en su pobre pero atento oído. Mas en la presenteocasión, al querer el Reverendo Sr. Dimmesdale abrir los labios, no le fueposiblerecordarunsolotextodelasSagradasEscrituras,yloúnicoquepudodecirfuealgobreve,enérgicoquesegúnleparecióaélmismoentonces,veníaa ser un argumento irrefutable contra la inmortalidad del alma. La simpleinsinuación de semejante idea habría hecho probablemente caer a tierra sinsentido a esta anciana señora, como por efecto de una infusión de venenointensamente mortífero. Lo que el ministro dijo en realidad, no pudorecordarlo nunca. Tal vez hubo en sus palabras una cierta oscuridad queimpidió a la buena viuda comprender exactamente la idea queDimmesdalequisoexpresar,oquizáella las interpretóalláasumanera.Lociertoes,quecuandoelministrovolvió lamiradahaciaatrás,notóenel rostrode lasantamujerunaexpresióndeéxtasisydivinagratitud,comosiestuvierailuminadoporlosresplandoresdelaciudaddivina.

Aun referiremos un tercer ejemplo. Después de separarse de la ancianaviuda, encontró a lamas joven de sus feligreses. Era una tierna doncella aquienelsermónpredicadoporelReverendoSr.Dimmesdale,eldíadespuésde la noche pasada en vela en el tablado, había hecho trocar los gocestransitoriosdelmundoporlaesperanzacelestialqueiríaganandobrillantezamedidaquelassombrasdelaexistenciafueranaumentando,yquefinalmenteconvertiríalastinieblaspotrerasenoleadasdeluzgloriosas.Eratanpuraytanbella como un lirio que hubiese florecido en el Paraíso. El ministro sabía

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perfectamentequesuimagensehallabaveneradaenelsantuarioinmaculadodelcorazóndeladoncella,quemezclabasuentusiasmoreligiosoconeldulcefuegodelamor,ycomunicabaalamortodalapurezadelareligión.Deseguroque el enemigo del género humano había apartado aquel día a la jovendoncella del lado de su madre, para ponerla al paso de este hombre quepodemos llamar perdido y desesperanzado. A medida que la joven se ibaacercando alministro, elmaligno espíritu lemurmuró a éste en el oídoquecondensaraenlaformamasbreve,yvertieraeneltiernocorazóndelavirgen,un germen demaldad que pronto produciría negras flores y frutos aúnmasnegros.Eratallaconviccióndesuinfluenciasobreestaalmavirginal,quedeestemodoaélseconfiaba,queelministrosabíamuybienqueleeradadosolamiradaperversa,ohacerleflorecerenvirtudesconunasolabuenapalabra.Deconsiguiente,despuésdesostenerconsigomismounaluchamasfuertequelasqueyahabíasostenido,secubrióelrostroconelcapoteyapresuróelpasosindarse por entendido que la había visto, dejando a la pobre muchacha queinterpretase su rudeza como quisiera. El escudriñó su conciencia, llena depequeñasaccionesinocentes,ylainfelizsereprochómilfaltasimaginarias,yal día siguiente estuvo desempeñando sus quehaceres domésticos todacabizbajayconojosllorosos.Antesqueelministrohubieratenidotiempodecelebrarsuvictoriasobreestaúltimatentación,experimentóotroimpulso,noyaridículo,sinocasihorrible.Era,nosavergonzamosdedecirlo,nadamenosquedetenerseenlacalleyenseñaralgunaspalabrotasmuymalsonantesaungrupodeniñospuritanos,queapenasempezabanahablar.Habiendoresistidoesteimpulsocomocompletamenteindignodeltrajequevestía,encontróaunmarinero borracho de la tripulación del buque del Mar de las Antillas quehemos hablado; y esta vez, después de haber rechazado tan valerosamentetodas las otras perversas tentaciones, el pobreSr.Dimmesdale deseó, al fin,darunapretóndemanosaestetunantealquitranado,yrecrearseconalgunodeesos chistes demala ley que tal acopio tienen losmarineros, sazonado todocon una andanada de ternos y juramentos capaces de estremecer el cielo.Detuviéronle no tanto sus buenos principios, como su pudor innato y lasdecorosascostumbresadquiridabajosutrajedeeclesiástico.

—¿Quéesloquemepersigueymetientadeestamanera?—Sepreguntóelministroasimismo,ydeteniéndoseenlacalleygolpeándoselafrente—.¿Estoy loco por ventura, o me hallo completamente en poder del enemigomalo?¿Hiceunpactoconélenlaselvaylofirméconmipropiasangre?¿Yme pide ahora que lo cumpla, sugiriéndome que lleve a cabo todas lasiniquidadesquepuedaconcebirsuperversaimaginación?

En losmomentos enqueelReverendoSr.Dimmesdale razonabade estemodo consigo mismo, y se golpeaba la frente con la mano, se dice que laancianaSra.Hibbins,ladamareputadaporhechicera,pasabaporallívestidaconricotrajedeterciopelo,fantásticamentepeinada,yconunhermosocuello

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de lechuguilla, todo lo cual le daba una apariencia de persona de muchascampanillas. Como si la hechicera hubiese leído los pensamientos delministro, sedetuvoante él, fijó lasmiradas astutamente en su rostro, sonrióconmalicia,y,aunquenomuydadaahablarcongentedelaiglesia,tuvoconelélsiguientedialogo:

—Demodo,ReverendoSeñor,quehabéishechounavisitaa laselva,—observó la hechicera inclinando su gran peinado hacia el ministro—. Lapróximavezquevayáis,osruegomeloaviséisentiempo,ymeconsiderarémuyhonradaenacompañaros.Sinquererexagerarmi importancia,creoqueuna palabra mía servirápara proporcionar a cualquier caballero extraño unaexcelenterecepcióndepartedeaquelpotentadoquesabéis.

—Os aseguro, señora, —respondió el ministro con respetuoso saludo,comodemandabalaaltajerarquíadeladama,ycomosubuenaeducaciónseloexigía—,osaseguro,bajomiconcienciayhonor,queestoycompletamentea oscuras acerca del sentido que entrañan vuestras palabras.No he ido a laselvaabuscaraningúnpotentado;niintentohacerallíunafuturavisitaconelfindeganarmelaprotecciónyfavordesemejantepersonaje.MiúnicoobjetofuesaludaramipiadosoamigoelapóstolEliot,yregocijarmeconélporlasmuchaspreciosasalmasquehaarrancadoalaidolatría.

—¡Ja! ¡Ja! ¡Ja!—Exclamó la anciana bruja, inclinando siempre su altopeinadohaciaelministro—.Bien,bien:nonecesitamoshablardeestoduranteeldía;peroamedianoche,yenlaselva,tendremosjuntosotraconversación.

Laviejahechiceracontinuósucaminoconsuacostumbradamajestad,perodecuandoencuandovolvíaatráslasmiradasysesonreía,exactamentecomoquienquisieradaraentenderqueexistíaentreellayelministrounasecretaymisteriosaintimidad.

—¿Me habré vendido yo mismo, se preguntó el ministro, al malignoespíritu a quien, si es verdad lo que se dice, esta vieja y amarillenta bruja,vestidadeterciopelo,haescogidoporenpríncipeyseñor?

¡Infelizministro!Habíahechounpactomuyparecidoaesequehablaba.Alucinado por un sueño de felicidad, había cedido, deliberadamente, comonuncalohizoantes,alatentacióndeloquesabíaqueeraunpecadomortal;yelvenenoinficionadordeesepecadosehabíadifundidorápidamenteentodosu sermoral; adormeciendo todos susbuenos impulsos, ydespertando en éltodos losmalosavidaanimadísima.Elodio,eldesprecio, lamalignidadsinprovocación alguna, el deseo gratuito de ser perverso, de ridiculizar todo lobueno y santo, se despertaron en él para tentarle al mismo tiempo que lellenaban de pavor.Y su encuentro con la vieja hechiceraHibbins, caso quehubiera acontecido realmente, sólo vino a mostrarle sus simpatías y sucompañerismoconmortalesperversosyconelmundodeperversosespíritus.

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Ya para este tiempo había llegado a sumorada, cerca del cementerio, ysubiendo apresuradamente las escaleras se refugió en su estudio.Mucho sealegróelministrodeversealfinenesteasilo,sinhabersevendidoélmismocometiendo una de esas extrañas y malignas excentricidades, a que habíaestadocontinuamenteexpuesto,mientrasatravesabalascallesdelapoblación.Entró en su cuarto, y dio una mirada alrededor examinando los libros, lasventanas, lachimeneaparael fuego,y los tapices,experimentandolamismasensacióndeextrañezaquelehabíaacosadoduranteeltrayectodesdelaselvaalaciudad.Enestahabitaciónhabíaestudiadoyescrito:aquíhabíaayunadoypasado las noches en vela, hasta quedar casi medio muerto de fatiga ydebilidad; aquí se había esforzado en orar; aquí había padecido mil y miltormentos y agonías.Allí estaba suBiblia, en el antiguo y rico hebreo, conMoisés y los Profetas que le hablaban constantemente, y resonando en todaellalavozdeDios.Allí,sobrelamesa,conlaplumaalladohabíaunsermónporterminar,conunafraseincompletatalcomoladejócuandosalióahacersu visita dos días antes. Sabía que él era el mismo, el ministro delgado depálidasmejillasquehabíahechoysufrido todasestascosas,y teníayamuyadelantado su sermón de la elección. Pero parecía como si estuviera apartecontemplando su antiguo ser con cierta curiosidad desdeñosa, compasiva ysemi envidiosa. Aquel antiguo ser había desaparecido, y otro hombre habíaregresadodelaselva:massabio,dotadodeunconocimientoocultosmisteriosque la sencillez del primero nunca pudo haber conseguido. ¡Amargoconocimientoporcierto!

Mientrassehallabaocupadoenestasreflexiones,resonóungolpecitoenlapuertadelestudio,yelministrodijo:Entradnosincierto temorquepudieraserunespíritumaligno.¡Yasífue!EraelancianoRogerioChillingworth.Elministro se puso de pie, pálido y mudo, con una mano en las SagradasEscriturasylaotrasobreelpecho.

—¡Bienvenido, Reverendo Señor!—Dijo el médico—. ¿Y cómo habéishalladoaesesantovarón,elapóstolEliot?Peromeparece,miqueridoseñor,que estáis pálido; como si el viaje a través de las selvas hubiera sidomuypenoso.¿Nonecesitáisdemiauxiliopara fortalecerosalgo,cosaquepodáispredicarelsermóndelaelección?

—No,creoqueno,—replicóelReverendoSr.Dimmesdale—.Miviaje,ylavistadelsantoapóstol,yelairelibreypuroqueallíherespirado,despuésde tan largoencierroenmiestudio,mehanhechomuchobien.Creoquenotendrémasnecesidaddevuestrasdrogas,mibenévolomédico,apesarde lobuenasquesonydeestaradministradasporunamanoamiga.

DurantetodoestetiempoelancianoRogeriohabíaestadocontemplandoalministroconlamiradagraveyfijadeunmédicoparaconsupaciente;peroapesar de estas apariencias, el ministro estaba casi convencido que

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Chillingworth sabía, o por lomenos sospechaba, su entrevista conEster. Elmédico conocía, pues, que para su enfermo él no era ya un amigo íntimoyleal, sino sumasencarnizadoenemigo;de consiguiente, eranaturalqueunaparte de esos sentimientos tomara forma visible.Es sin embargo singular elhechoqueavecestranscurratantotiempoantesdequeciertospensamientosse expresen por medio de palabras, y así vemos con cuanta seguridad dospersonas,quenodesean tratar el asuntoquemasapecho tienen, seacercanhastasusmismoslimitesyseretiransintocarlo.Porestarazón,elministronotemíaqueelmédicotrataradeunmodoclaroydistintolaposiciónverdaderaen que mutuamente se encontraban uno y otro. Sin embargo, el ancianoRogerio,consumaneratenebrosadecostumbre,seacercóconsiderablementealparticulardelsecreto.

—¿Noserámejor,dijo,queossirvieraisestanochedemipocahabilidad?Realmente,miqueridoseñor,tenemosqueesmeramosyhacertodoloposibleparaqueestéisfuerteyvigorosoeldíadelsermóndelaelección.Elpúblicoesperagrandescosasdevos,temiendoquealllegarotroañoyasupastorhayapartido.

—Sí, a otro mundo, —replicó el ministro con piadosa resignación—.Concédameelcieloqueseaaunmundomejor,porque,enverdad,apenascreoquepodrépermanecerentremisfeligreseslasrápidasestacionesdeotroaño.Y en cuanto a vuestras medicinas, buen señor, en el estado actual de micuerpo,nolesnecesito.

—Muchome alegro de oírlo,—respondió elmédico—. Pudiera ser quemis remedios,administrados tanto tiempoenvano,empezaranahoraa surtirefecto.Porfelizmetendríasiasífuere,puesmereceríalagratituddelaNuevaInglaterra,sipudieseefectuartalcura.

—Os doy las gracias con todo mi corazón, vigilante amigo, —dijo elReverendoSr.Dimmesdaleconunasolemnesonrisa—.Osdoylasgracias,ysólopodrépagarconmisoracionesvuestrosbuenosservicios.

—Las preces de un hombre bueno son la mas valiosa recompensa, —contestóelancianomédicoaldespedirse—.SonlasmonedasdeorocorrienteenlaNuevaJerusalén,conelbustodelReygrabadoenellas.

Cuandoestuvosolo,elministrollamóaunsirvientedelacasaylepidióalgodecomer, loque traídoque fue,puededecirsequedespachóconvorazapetito;yarrojandoalasllamasloqueyateníaescritodesusermón,empezóactocontinuoaescribirotro,contalafluenciadepensamientosydeemociónque se creyó verdaderamente inspirado, admirándose sólo de que el cieloquisiera transmitir la grande y solemne música de sus oráculos por unconductotanindignocomoélseconsideraba.Dejando,sinembargo,queesemisterio se resolviese por sí mismo, o permaneciera eternamente sin

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resolverse,continuósulaborconempeñoyentusiasmo.Yasísepasólanochehastaqueapareciólamañana,arrojandounrayodoradoenelestudio,dondesorprendió alministro, plumaenmano, con innumerablespáginas escritasyesparcidaspordondequiera.

XXI

ELDÍADEFIESTAENLANUEVAINGLATERRA

Muytemprano,enlamañanadeldíaenqueelnuevoGobernadorhabíadeserelegidoporelpueblo,fueronEsteryPerlaalaplazadelmercado,queyaestaba llena de artesanos y otros plebeyos habitantes de la ciudad en unnúmero considerable. Entre estos habíamuchos individuos de aspecto rudo,cuyosvestidos,hechosdepieldeciervo,dabanaconocerquepertenecíanaalgunosdelosestablecimientossituadosenlasselvasquerodeabanlapequeñametrópolidelacolonia.

En este día de fiesta, como en todas las demas ocasiones durante sieteúltimosaños,llevabaEsteruntrajedepañoburdodecolorgris,quenotantoporsucolorcomoporciertapeculiaridadindescriptibledesucorte,dabaporresultadorelegarsupersonaalaoscuridad,comosilahicieradesapareceralamiradasdetodos,mientraslaletraescarlata,porelcontrario,lahacíasurgirdeesta especie de crepúsculo o penumbra, presentándola al mundo bajo elaspectomoral de su propio brillo. Su rostro, por tanto tiempo familiar a lasgentesdelaciudad,dejabaverlacalmamarmóreaqueestabanacostumbradosa contemplar. Era una especie de mascara; o mejor dicho, era la calmacongeladadelasfaccionesdeunamujeryamuerta,yestatristesemejanzasedebía a la circunstancia que Ester estaba en realidad muerta, en loconcernienteapoderreclamaralgunasimpatíaoafecto,yaqueellasehabíasegregadoporcompletodelmundoconelcualparecíaqueaúnsemezclaba.

QuizáenestedíaespecialpudieradecirsequehabíaenelrostrodeEsterunaexpresiónnovistahastaentonces,aunqueenrealidadnotanmarcadaquepudiese notarse fácilmente, a no ser por un observador dotado de talesfacultadesdepenetraciónqueleyera,primero,loquépasabaenelcorazón,yluego hubiese buscado un reflejo correspondiente en el rostro y aspectogeneraldeesamujer.Semejanteobservador,omasbienadivino,podríahaberpensado que, después de haber sostenido Ester las miradas de la multituddurante siete largos y malhadados años soportándolas como una necesidad,unapenitencia,yunaespeciedeseverareligión,ahora,porlaúltimavez,lasafrontaba libre y voluntariamente para convertir también en una especie detriunfoloquehabíasidounaprolongadaagonía.¡Miradporúltimavezlaletra

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escarlataylaquelalleva!parecíadecirleslavíctimadelpueblo.Esperadunpocoymeverélibredevosotros.¡Unascuantashoras,nomas,yelmisteriosoyprofundoocéano recibirá en su seno, yocultará en él siempre, el símboloquehabéishechobrillarportantotiempoenmipecho!

Niseráincurrirenunainconsistenciademasiadogrande,sisupiéramosqueEsterexperimentabaciertosentimientodepesarenaquellosinstantesmismosen que estaba a punto de verse libre del dolor, que puede decirse se habíaencarnado profundamente en su ser. ¿No habría quizá en ella un deseoirresistiblede apurarporúltimavez,y agrandes tragos, la copadel amargoabsintio acíbar que había estado bebiendo durante casi todos los años de sujuventud?El licorqueen losucesivose llevaríaa los labios, tendríaqueserseguramente rico, delicioso, vivificante y en pulido vaso de oro; o de otromodoproduciríauna languidez inevitabley tediosa,viniendodespuésde lashecesdeamarguraquehastaentonceshabíaapuradoamaneradecordialdeintensapotencia.

Perlaestabaataviadaalegremente.Habríasidoimposibleadivinarqueestabrillanteyluminosaaparicióndebíasuexistenciaaaquellamujerdesombríotraje; o que la fantasía tan espléndida, y a la vez tan delicada, que ideó elvestidodelaniña,eralamismaquellevaseacabolatarea,quizámasdifícildedaralsencillotrajedeEsterelaspectopeculiartannotablequetenía.Detalmodo se adaptaba a Perlita su vestido, que éste parecía la emanación o eldesarrollo inevitabley lamanifestaciónexternadesucarácter, tan imposibledesepararsedeella,comoelaladeunamariposadesprendersedesubrillantezabigarrada, o a los pétalos de una espléndida flor despojarse de su radiantecolorido.Enestedíaextraordinario,habíasinembargounaciertainquietudyagitaciónsingularentodoelserdelaniña,parecidasalbrillodelosdiamantesque fulguran y centellean al compás de los latidos del pecho en que seostentan.Losniñosparticipansiempredelasagitacionesdeaquellaspersonasconquienesestáneníntimarelación;experimentansiempreelmalestardebidoa cualquier disgustoo trastorno inminente, de cualquier clase que sea, en elhogar doméstico; y por lo tantoPerla, que era entonces la joyadel inquietocorazóndelamadre,revelabaensumismavivacidadlasemocionesquenadiepodíadescubrirenlaimpasibilidadmarmóreadelafrentedeEster.

Esta efervescencia la hizomoverse comoun ave,mas bien que andar allado de su madre, prorrumpiendo continuamente en exclamacionesinarticuladas,agudas,penetrantes.Cuandollegaronalaplazadelmercado,sevolvió aún mas inquieta y febril al notar el bullicio y movimiento que allíreinaban, pues por lo común aquel lugar tenía en realidad el aspecto de unsolitario prado frente a la iglesia de una aldea, y no el del centro de losnegociosdeunapoblación.

—¿Qué significa esto, madre? —Gritó la niña—. ¿Por qué han

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abandonado todoshoy su trabajo?¿Esundíade fiestapara todoelmundo?Mira,ahíestáelherrero.Sehalavadosucarasuciaysehapuestolaropadelos domingos, y parece que quisiera estar contento y alegre, si hubiesesolamentequienleenseñaseelmododeestarlo.YaquíestáelSr.Brackett,elviejocarcelero,quesesonríeconmigoymesaluda.¿Porquélohace,madre?

—Seacuerdacuantotúerasmuychiquita,hijamía,—respondióEster—.Ese viejo horrible, negro y feo, no debe sonreírmeni saludarme, dijoPerla.¡Quelohagacontigosiquiere,porqueestásvestidadecoloroscuroyllevaslaletraescarlata.Peromira,madre,cuántasgentesextrañas,yentreellosindiosytambiénmarineros!¿Paraquéhanvenidotodosesoshombresalaplazadelmercado?

—Están esperando que la procesión pase para verla, —dijo Ester—,porqueelGobernadorylosmagistradoshandevenir,ylosministros,ytodaslas personas notables y buenas han demarchar conmúsica y soldados a lacabeza.

—¿Y estará allí el ministro? —preguntó Perla—, ¿y extenderá las dosmanos hacia mí, como hizo cuando tú me llevaste a su lado desde elarroyuelo?

—Síestará,—respondiósumadre—,peronotesaludaráhoy,nitampocodebestúsaludarle.

—¡Quéhombretantristeytanraroeselministro!—Dijolaniñacomosihablaraenparteasolasyconsigomisma—.Enmediodelanochenosllamayestrechatusmanosylasmías,comocuandoestuvimosjuntasconélsobreeltablado.Yenelbosque,dondesololosantiguosárbolespuedenoírauno,ydonde solo un pedacito de cielo puede vernos, se pone a hablar contigosentadoenuntroncodeárbol.Ymebesalafrentedemodoqueelarroyueloapenaspuedeborrarsubeso.Peroaquí,alaluzdelsol,yenmediodetodasestasgentes,nonos conoce,ninosotrosdebemosconocerle. ¡Sí, unhombreraroytristeconlamanosiempresobreelcorazón!

—No hablesmas, Perla,—le dijo sumadre—, tú no entiendes de estascosas.Nopiensesahoraenelministro,sinomiraloquepasaatualrededoryverás cuán alegre parece hoy todo el mundo. Los niños han venido de susescuelas, y las personas crecidas han dejado sus tiendas, sus talleres y loscamposconelobjetodedivertirse;porquehoyempiezaa regirlosunnuevoGobernador.

Como Ester decía, era mucho el contento y alegría que brillaban en elrostro de todos los presentes. En un día semejante, como sucedió despuésdurante lamayor parte de dos siglos, los puritanos se entregaban a todo elregocijo y alborozo público que consideraban permisibles a la fragilidad

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humana;disipandosoloenelespaciodeundíadefiesta,aquellanubesombríaenquesiempreestabanenvueltos,perodemaneratal,queapenassiaparecíanmenosgravesqueotrascomunidadesentiempodeduelogeneral.Perotalvezexageramos el aspecto sombrío que indudablemente caracterizaba lamaneradeserdeaqueltiempo.LaspersonasquesehallabanenlaplazadelmercadodeBostonnoerantodasherederasdeladustoytristecarácterpuritano.HabíaallíindividuosnaturalesdeInglaterra,cuyospadreshabíanvividoenlaépocade la Reina Isabel, cuando la vida social inglesa, considerada en conjunto,parecehabersidotanmagnífica,fastuosayalegrecomoelmundopuedahaberpresenciadojamas.Sihubieranseguidosugustohereditario,loscolonosdelaNueva Inglaterra habrían celebrado todos los acontecimientos de interéspúblicoconhogueras,banquetes,procesionescívicas,todocongranpompayesplendor. Ni habría sido dificil combinar, en majestuosas ceremonias, elrecreo alegre con la solemnidad, como si el gran traje de gala que en talesfiestasrevisteunanaciónestuvieseadornadodeunamanerabrillantealavezque grotesca.Algo parecido a esto había en elmodo de celebrar el día quedaba comienzo al año político de la colonia. El vago reflejo de unamagnificenciaquevivíaenelrecuerdo,unaimitaciónpálidaydébildeloquehabíanpresenciado en el viejoLondres, nodiremosde una coronación real,sino de las fiestas con que se inaugura el Lord Corregidor de aquella grancapital,podríatrazarseenlascostumbresqueobservabannuestrosantepasadosen la instalación anual de sus magistrados. Los padres y fundadores de laRepública,elhombredeEstado,elsacerdoteyelmilitar,creíandesudeberrevestirseenestaoportunidaddetodalapompayaparatomajestuosoque,deacuerdo con las antiguas tradiciones, se consideraba el adminículoindispensabledelaeminenciapúblicaosocial.Todosveníanaformarpartedelaprocesiónquehabíadedesfilarante lasmiradasdelpueblo,comunicandode este modo cierta dignidad a la sencilla estructura de un gobierno tanrecientementeconstituido.

Enocasionessemejantesselepermitíaalpueblo,yhastaseleanimaba,aque se solazara y dejase sus diversos trabajos e industrias, a que en todotiempoparecíaseaplicabaconlamismarigidezyseveridadqueasusausterasprácticasreligiosas.PordescontadoqueaquínopodíaesperarsenadaparecidoaloquesehubieravistoenlasfiestaspopularesdeInglaterraentiemposdelaReinaIsabel;nirudasrepresentacionesteatrales;niministrilesconsusarpasybaladaslegendarias;nimúsicosambulantesconunmonobailandoalsondelamúsica; ni jugadores de mano y titiriteros con sus suertes y artificios dehechicería;nipayasosysaltimbanquistratandodealegrarlamultitudconsuschistes, quizá de varios siglos de antigüedad, pero surtiendo siempre buenefecto,porquesedirigenalossentimientosuniversalesdispuestosalaalegríay buen humor. Toda esta clase de profesores de los diferentes ramos dediversiónyentretenimientohabíansidoseveramentesuprimidos,nosolopor

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larígidadisciplinadelaley,sinoporsancióngeneralqueesloqueconstituyelavitalidaddelasleyes.Sinembargo,aúncareciendodetodoesto,lahonraday buena cara del pueblo sonreía, quizá con cierta dureza, pero también aquijadabatiente.Nisedigaporesoquefaltabanjuegosyrecreosdelaclaseque los colonos habían presenciado muchos años atrás, en las feriascampestresdeInglaterra,enlosqueacasotomaronparte,yconsiderabanseráconvenienteconservarenestasnuevastierras;porejemplo,seveíanluchasabrazopartido,dediferentesclases,aquíyallíenlaplazadelmercado;enunaesquinahabíauncombateamistosoalgarrote;yloquemasquetodollamabalaatención,enel tabladodelapicotaaqueyasehahechoreferenciavaríasvecesenestaspáginas,dosmaestrosdearmascomenzabanadarunamuestradesushabilidadesconbroquelyespadón.Perocongranchascoydisgustodelosespectadores,esteentretenimientofuesuspendidomediantelaintervencióndelalguacildelaciudad,quenoqueríapermitirquelamajestaddelaleyseviolaseconsemejanteabusodeunodesuslugaresconsagrados.

Aunqueloscoloresdelcuadrodelavidahumanaquesedesplegabaenlaplazadelmercadofueranenlogeneralsombríos,noporesodejabandeestaranimadoscondiversidaddematices.Habíaunacuadrilladeindioscontrajesdepieldeciervocuriosamentebordados,cinturonesrojosyamarillos,plumasenlacabeza,yarmadosconarco,flechasy lanzasdepuntadepedernalquepermanecían aparte, como separados de todo el mundo, con rostros deinflexiblegravedad,queniaunladelospuritanospodíasuperar.Peroapesarde todo, no eran estos salvajes pintados de colores, los que pudieranpresentarse como tipode lomasviolentoo licenciosode lasgentesque allíestabancongregadas.Semejantehonorsienellolehay,podíanreclamarloconmas fundamento algunos de los marineros que formaban parte de latripulacióndelbuqueprocedentedelMarCaribe,quetambiénhabíanvenidoatierraadivertirseeldíadelaelección.Eranhombresquesehabíanechadoelalmaalasespaldas,derostrostostadosporelsolygrandesyespesasbarbas;sus pantalones, cortos y anchos, estaban sostenidos por un cinturón, que aveces cerraban placas o hebillas de oro, y del cual pendía siempre un grancuchillo, y en algunos casos un sable. Por debajo de las anchas alas de sussombreros de paja, se veían brillar ojos que, aun enmomentos de alegría ybuenhumor,teníanunaespeciedeferocidadinstintiva.Sintemorniescrúpulode ninguna especie, violaban las reglas de buen comportamiento a que sesometían todos los demas, fumando a lasmismas narices del alguacil de lapoblación, aunque cada bocanada de humo habría costado buena suma derealesporvíademulta,atodootrovecinodelaciudad,yapurandosinningúnreparo tragos de vino o de aguardiente en frascos que sacaban de susfaltriqueras, y que ofrecían liberalmente a la asombrada multitud que losrodeaba.Nada caracteriza tanto lamoralidad amedias de aquellos tiempos,que hoy calificamos de rígidos, como la licencia que se permitía a los

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marineros,nohablamossólodesuscalaveradascuandoestabanentierra,sinoaún mucho mas tratándose de sus actos de violencia y rapiña cuando sehallabanensupropioelemento.Elmarinerodeaquellaépocacorreríahoyelpeligroque se le acusaradepirata anteun tribunal.Por ejemplo, pocadadapodríaabrigarsequelostripulantesdelbuquequehemoshablado,aunquenode lo peor de su género, habían sido culpables de depredaciones contra elcomercio español, de tal naturaleza, que pondrían en riesgo sus vidas en unmodernotribunaldejusticia.

Pero en aquellos antiguos tiempos elmar se alborotaba, se henchía y serizaba, según su capricho, o estaba sujeto solamente a los vientostempestuosos, sin que apenas se hubiera intentado establecer código algunoqueregulaselasaccionesdelosquelosurcaban.Elbucaneropodíaabandonarsu profesión y convertirse, si así lo deseaba, en hombre honrado y piadoso,dejandolasolasyfijándoseentierra;yniaunenplenacarreradesuexistenciaborrascosase loconsiderabacomo individuoconquiennoeradecente tenertratosnirelaciónsocial,aunquefueracasualmente.Deconsiguiente,losviejospuritanosconsuscapasnegrasysombrerospuntiagudos,nopodíanmenosdesonreírse ante la manera bulliciosa y ruda de comportarse de estos alegresmarineros; sin que excitara sorpresa, ni diese lugar a críticas, ver que unepersona tan respetable como el ancianoRogerioChillingworth entrase en laplaza delmercado en íntima y amistosa plática con el capitán del buque dedudosa reputación. Puede afirmarse que entre toda aquella multitud allícongregadanohabía figurade aspecto tanvistosoybizarro, almenos en loquehaceal traje,comoladeaquelcapitán.Llevabaelvestidoprofusamentecubierto de cintas, galón de oro en el sombrero que rodeaba una cadenilla,tambiéndeoro,yadornadoademasconunapluma.Teníaespadaalcinto,yostentabaenlafrenteunacuchilladaque,mercedaciertoarregloespecialdelcabello,parecíamasdeseosodemostrarquedeesconder.Unciudadanoquenohubierasidomarino,apenassehabríaatrevidoallevaresetrajeymostraresacara,contaldesenfadoyarrogancia,sabiendoqueseexponíaasufrirunmero interrogatorio ante un magistrado, incurriendo probablemente, en unacrecida multa o en algunos cuantos días de cárcel: pero tratándose de uncapitán de buque, todo se consideraba perteneciente al oficio, así como lasescamassonpartedeunpez.

Después de separarse del médico, el capitán del buque con destino aBristol empezó a pasearse lentamente por la plaza del mercado, hasta que,acercándoseporcasualidadalsitioenqueestabaEster,parecióreconocerlaynovacilóendirigirlelapalabra.ComoacontecíaporlocomúndondequieraquesehallabaEster,entornosuyoseformabauncortoovacío,unaespeciedecírculomágicoenelque,aunqueelpuebloseestuvieracodeandoypisoteandoamuy corta distancia, nadie se aventuraba ni se sentía dispuesto a penetrar.Eraunejemplovivodelasoledadmoralaquelaletraescarlatacondenabaa

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su portadora, debido en parte a la reserva de Ester, y en parte al instintivoalejamiento de sus conciudadanos, a pesar que hacía ya tiempo que habíandejadodemostrarsepococaritativosparaconella.Ahora,masquenunca,lesirvióadmirablemente,puesleproporcionóelmododehablarconelmarinosinpeligroqueloscircunstantesseenterarandesuconversación;ytalcambiosehabíaoperadoenlareputaciónquegozabaEsteralosojosdelpúblico,quela matrona mas eminente de la colonia en punto a la rígida moralidad, nopodríahabersepermitidoaquellaentrevista,sindarmargenalescándalo.

—De modo, señora, —dijo el capitán—, que debo ordenar a mimayordomoqueprepareotrocamarote,ademasdelosqueUd.hacontratado.Lo que es en este viaje no habrá temor de escorbuto o tifus; porque con elcirujanodeabordo,yesteotromédico,nuestroúnicopeligroseránlaspildorasolasdrogasquenosadministren,puestengoenelbuqueunabuenaprovisióndemedicinasquecompréaunbuqueespañol.

—¿QuéestáUd.diciendo?—PreguntóEsterconmayoralarmadelaquequisierahabermostrado.

—¿TieneUd.otropasajero?

—¡Cómo!¿NosabeUd.,exclamóelcapitánbarco,queelmédicodeestaplaza,Chillingworthcomodicellamarse,estádispuestoacompartirmicámaracon Ud.? Sí, sí, Ud. debe saberlo, pues me ha dicho que es uno de lacompañía, y ademas íntimo amigo del caballero de quienUd. habló, de esequecorrepeligroaquíenmanosdeestosviejosyásperospuritanos.

—Sí, se conocen íntimamente, —replicó Ester con semblante sereno,aunque toda llena de la mas profunda consternación—, han vivido juntosmuchotiempo.

NadamaspasóentreelmarinoyEster.PeroenaquelmismoinstantevióéstaalviejoRogeriodepieenelángulomasremotodelaplazadelmercado,sonriéndole; sonrisa que, a través de aquel vasto espacio de terreno, y enmediodetantacharla,alegría,bullicioyanimación,ydetantadiversidaddeinteresesydesentimientos,encerrabaunasignificaciónsecretayterrible.

XXII

LAPROCESIÓN

AntesqueEsterhubierapodidodarsecuentadeloquepasaba,yconsiderarloquepodíahacerseenvistadeestenuevoeinesperadoaspectodelasunto,seoyeronlossonesdeunamúsicamilitarqueseacercabaporunadelascalles

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contiguas, indicando la marcha de la procesión de los magistrados yciudadanos en dirección de la iglesia, donde, de acuerdo con una antiguacostumbreadoptadaenlosprimerostiemposdelacolonia,elReverendoSeñorDimmesdaledebíapredicarelsermóndelaelección.

Pronto se dejó ver la cabeza de la procesión que, procediendo lenta ymajestuosamente, doblaba una esquina y se abría paso a través de lamuchedumbrequellenabalaplazadelmercado.Primeramenteveníalabandade música, compuesta de variedad de instrumentos, quizá imperfectamenteadaptadosunosaotros,ytocadossinmuchoarte;sinembargo,sealcanzabaelgranobjetoque la armoníade los tamboresydel claríndebeproducir en lamultitud;estoes,revestirdeunaspectomasheroicoyelevadolaescenaquese desarrollaba ante la vista. Perla, al principio, empezó a palmotear, peroluego,poruninstante,perdiólaagitaciónfebrilquelahabíamantenidoenunestadodecontinuaefervescencia todalamañana:contemplósilenciosamentelo que pasaba, y parecía como si los sonidos de la música, arrebatando suespíritu, lahicieran,amaneradeaveacuátil,cernersesobreaquellasoleadasdearmonía.Perovolvióasuantiguaagitaciónalverfulguraralosrayosdelsol las armas y brillantes arreos de los soldados quevenían inmediatamentedespués de la banda de música, y formaban la escolta de honor de laprocesión.Estecuerpomilitar,queaunsubsistecomoinstitución,ycontinúasuviejaexistenciaconantiguayhonrosa fama,nosecomponíadehombresasalariados, sino de caballeros que, animados de ardor marcial, deseabanestablecerunaespeciedeColegiodeArmasdonde,comoenunaAsociaciónde Caballeros Templarios, pudieran aprender la ciencia de la guerra y lasprácticas de lamisma, hasta donde lo permitieran sus ocupaciones pacíficashabituales.Laaltaestimaciónenqueseteníaalosmilitaresenaquellaépoca,podía verse en el porte majestuoso de cada uno de los individuos queformaban la compañía.Algunos, en realidaddeverdad,por sus servicios enlos Países Bajos y en otros campos de batalla, habían conquistadoperfectamenteelderechodeusarelnombredesoldadocontoda lapompayprosopopeya del oficio.Toda aquella columna vestida con petos de lucienteaceroybrillantesmorrionescoronadosdepenachosdeplumaspresentabaungolpe de vista cuyo esplendor ningún despliegue de tropasmodernas puedeigualar.

Y sin embargo, los hombres de eminencia en lo civil, que marchabaninmediatamente en seguida de la escoltamilitar, eran aunmas dignos de laobservacióndeunapersonapensadora.Suaspectoexteriorteníaciertosellodemajestad que hacía parecer vulgar, y hasta absurdo a su lado, el altivocontinentedel guerrero.Era aquelun siglo enque el talentomerecíamenosestimaciónque ahora, reservándose ésta enmayorgradopara las cualidadessólidasquedenotabanfirmezaydignidaddecarácter.Elpueblo,porherencia,era respetuoso y deferente; y los colonos ingleses que habían fijado sus

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moradasenestasásperascostas,dejandotrassí,rey,nobles,ytodalaescaladela jerarquía social, aunque con la idea de respeto y obediencia todavíamuyarraigada en ellos, la reservaban para las canas y las cabezas que los añoshacíanvenerables;paralaintegridadatodaprueba;paralasólidasabiduríayamarga experiencia de la vida; en fin, para todas aquellas cualidades queindican peso, madurez, y se comprenden bajo el calificativo general derespetabilidad.

Porlotanto,aquellosprimitivoshombresdeEstado,talescomoBradstreet,Endicott,Dudley,Bellinghamysuscompañeros,quefueronelevadosalpoderpor laelecciónpopular,noparecequepertenecieronaesaclasedehombresque hoy se llaman brillantes, sino que se distinguían como personas demadurez y de peso, mas bien que de inteligencias vivas y extraordinarias.Tenían fortaleza de ánimo y confianza en sus propias fuerzas, y en tiemposdifícilesopeligrosos,cuandosetratabadelbienestardelacosapública,erancomomuralladerocascontralosembatesdelastempestuosasolas.Losrasgosdecarácteraquí indicados semanifestabanperfectamenteensus rostroscasicuadradosyenelgrandesarrollofisicodelosnuevosmagistradoscoloniales;yenloqueconcierneaporteyautoridadnatural,lamadrepatrianosehabríaavergonzado de admitir a estos hombres en laCámara de los Pares o en elConsejodelSoberano.Despuésdelosmagistradosveníaeljovenyeminenteeclesiástico cuyos labios habían de pronunciar el discurso religioso encelebracióndelactosolemne.Enlaépocaquehablamos, laprofesiónqueélejercíaseprestabamuchomasque lapolíticaaldesplieguede lasfacultadesintelectuales.Losqueveían ahora alSr.Dimmesdale, observaronque jamasmostrótantaenergíaensuaspectoyhastaensumododeandar,comolaquedesplegaba en la procesión. Su pisada no era vacilante, como en otrasocasiones,sinofirme;noibaconelcuerpocasidoblado,nisellevabacomodecostumbre lamano al corazón. Sin embargo, bien considerado, su vigor noparecía corporal sino espiritual, como si se debiera a favor especial de losángeles;oquizáeralaanimaciónprocedentedeunainteligenciaabsorbidaporserios y profundos pensamientos; o acaso su temperamento sensible se veíavigorizadoporlossonidospenetrantesdelamúsicaque,ascendiendoalcielo,learrastrabanyhacíanmoverconinusitadavivacidad.Sinembargo,taleralaabstraccióndesumiradas,quepodíapensarsequeelSr.Dimmesdaleniaúnsiquieraoíalamúsica.Allíestabasucuerpomarchandoadelanteconvigornoacostumbrado.¿Perodóndeestabasuespíritu?Allíenlasprofundidadesdesuser, ocupado con actividad extraordinaria en coordinar la legión depensamientos majestuosos que pronto habían de verter sus labios; y deconsiguienteniveía,nioía,niteníaideadenadadeloquelerodeaba;perolaparte espiritual se apodera de aquella débil fábrica y la arrastró consigoadelante,inconscientemente,yconvertidatambiénenespíritu.Loshombresdeinteligenciapococomún,quehanllegadoaadquirirciertacondiciónmórbida,

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poseenavecesestafacultaddehacerunesfuerzopoderosoenelcualinviertenla fuerza vital de muchos días, para permanecer después como agotadosdurante mucho tiempo. $ Ester, con los ojos fijos en el ministro, se sentíadominada por tristes ideas, sin saber por qué ni de qué provenían. Se habíaimaginadoqueunamirada,siquierarápida,teníaquecambiarseentrelosdos.Recordabalaoscuraselvaconsupradillosolitario,yelamorylaangustiadelaquehabíasidotestigo;yeltroncomohosodelárboldonde,sentados,asidosde las manos, mezclaron sus tristes y apasionadas palabras al murmullomelancólicodelarroyuelo.¡Cuánprofundoconocimientoadquirieronentoncesdeloqueeranenrealidadunoyotro!¿Yeraésteelmismohombre?Apenasloconocíaahora.¿Eraacasoél,esehombrequepasabaaltivoalcompásdelahermosamúsica, en compañía de los venerables ymajestuososmagistrados,él,taninaccesibleensuposiciónsocial,yaúnmuchomascomoahoraleveíaallí, entregado a los poco simpáticos pensamientos que le preocupaban? ElcorazóndeEsterseentristecióalaideadequetodohabíasidounailusión,yqueporvívidoquehubierasidosusueño,nopodíaexistirunverdaderolazode unión entre ella y elministro.Y había en Ester tal suma de sentimientofemenino,queapenaspodíaperdonarle,ymenosquenuncaahoracuandocasiseoían,cadavezmaspróximas,laspisadasdelDestinoqueseacercabaatodaprisa, no, no podía perdonarle que de talmodo le fuera dado abstraerse delmundo que a los dos les era común,mientras ella, perdida en las tinieblas,extendíalasmanoscongeladasbuscándole,sinpoderhallarle.

Perla,ovioyrespondióalospensamientosíntimosdesumadre,osintióporsímismatambiénelalejamientodelministroycreyónotarlaespeciedebarrera inaccesible que los separaba. Mientras pasaba la procesión, la niñaestuvo inquieta, moviéndose y balanceándose como un ave a punto deemprender el vuelo; pero cuando todo hubo terminado, miró a Ester en elrostro,yledijo:

—Madre,¿eseseelmismoministroquemebesójuntoalarroyo?

—Callaahora,miqueridaPerla,—lecontestósumadreenvozbaja—,nodebemoshablarsiempreenlaplazadelmercadodeloquenosaconteceenlaselva.

—¡No puedo estar segura de que sea él, tan diferente me parece! —continuólaniña—;deotromodohabríacorridohaciaélylehubierapedidoque me besara ahora, delante de todo el mundo, como lo hizo allá, bajoaquellosárbolessombríos.¿Quéhabríadichoelministro,madre?¿Sehabríallevadolamanoalcorazón,riñéndomeyordenándomequemealejara?

—¿Quéotracosapodríahaberdicho,Perla,—respondiósumadre—,sinoquenoeraestalaocasióndebesaranadie,yquelosbesosnodebendarseenlaplazadelmercado?Perfectamentehiciste,locuela,ennohablarle.

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Hubo otra persona que expresó igualmente sus ideas acerca del Sr.Dimmesdale.EstapersonaeralaSra.Hibbins,cuyasexcentricidades,omejordicho, locura, la llevaban a hacer lo que pocos de la población se hubieranatrevidoarealizar,estoes:sostenerunaconversación,delantedelpúblico,conlaportadoradelaletraescarlata.Vestidacongranmagnificencia,conuntriplecuello alechugado, talle bordado, bata de rico terciopelo y apoyada en unbastón de puño de oro, había salido a ver la procesión cívica. Como estaanciana señora tenía la fama (que después le costó la vida) de ser parteprincipalen todos los trabajosdenigromancíaquecontinuamenteseestabanejecutando, lamultitud le abrió paso franco y se apartó de ella, pareciendotemer el contactode susvestidos, como si llevaran la pesteoculta entre susprimorosospliegues.VistaenunióndeEsterPrynne,apesardelsentimientodebenevolenciaconquemuchosmirabanaestaúltima,elterrorquedesuyoinspirabalaSra.Hibbinsseaumentóydiolugaraunalejamientogeneraldeaquelsitioenquereencontrabanlasdosmujeres.

—¿Qué imaginaciónmortal podría concebirlo?—Dijo la anciana envozbaja, confidencialmente, a Ester—. ¡Ese hombre religioso, ese santo en latierracomoelpueblolocreía,ycomorealmenteloparece!¿Quiénquelevioahora en la procesión podría pensar que no hace mucho que salió de suestudio,apostaríaquemurmurandoalgunasfrasesdelaBibliaenhebreo,adaruna vuelta por la selva? ¡Ah! Nosotras, Ester Prynne, sabemos lo que esosignifica.Pero,enrealidaddeverdad,nopuedoresolvermeacreerqueeseseael mismo hombre. He visto marchando detrás de la música a mas de uneclesiásticoquehabailadoconmigocuandoAlguien,quenoquieronombraraquí,tocabaelviolín,yquetalvezseaunhechiceroindioounbrujojaponésque nos saluda y estrecha las manos en otras ocasiones. Pero eso es unabicoca, para quien sabe lo que es el mundo. ¿Pero este ministro? ¿Podrásdecirmeconseguridad,Ester,sieselmismohombreaquienencontrasteenelsenderodelaselva?

—Señora, no sé de qué me estais hablando. —Respondió Ester,conociendo,comoconocía,que ladamaHibbinsno tenía todos sus sentidoscabales,perosorprendidaenextremo,yhastaamedrentada,aloírlaseguridadconqueafirmabalasrelacionespersonalesqueexistíanentretantosindividuos(entreellosEstermisma)yelenemigomalo.

—NomecorrespondeamíhablarconligerezadeunministrotanpiadosoysabiocomoelReverendoSr.Dimmesdale.

—¡Ja! ¡Ja! ¡mujer! —Exclamó la anciana señora alzando el dedo ymoviéndolodeunmodosignificativo—.¿Crees túquédespuésdehaber idoyo a la selva tantas veces, no me será dado conocer a los que han estadotambiénallí?Sí;aunquenohubieraquedadoensuscabellosningunahojitadelasguirnaldassilvestresconqueseadornaronlacabezamientrasbailaban.Yo

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te conozco, Ester; pues veo la señal que te distingue entre todas las demas.Todos podemos verla a la luz del sol; pero en las tinieblas brilla como unallamarojiza.Túlallevasalafazdelmundo;demodoquenohaynecesidaddepreguntarte nada acerca de este asunto. ¡Pero este Ministro!... ¡Déjamedecírtelo al oído! Cuando el Hombre Negro ve a alguno de su propiossirvientes,quetienelamarcayelsellosuyo,yquesemuestratancautelosoenno querer que se sepan los lazos que a él le ligan, como sucede con elReverendoSr.Dimmesdale,entoncestieneunmediodearreglarlascosasdemaneraquelamarcaseostentealaluzdeldíayseavisiblealosojosdetodoelmundo. ¿Qué es lo que elministro trata de ocultar con lamano siempresobreelcorazón?¡Ah!¡EsterPrynne!

—¿Quéesloqueoculta,buenaSra.Hibbins?—PreguntóconvehemenciaPerla—.¿Lohasvisto?

—Nada,queridaniña,—respondiólaSra.Hibbinshaciendounaprofundareverencia a Perla—. Tú misma lo verás algún día. Dicen, niña, quedesciendesdelPríncipedelAire.¿Quieresvenirconmigounanochequeseahermosa a visitar a tu padre? Entonces sabreis por qué elministro se llevasiemprelamanoalcorazón.

Y riendo tan estrepitosamente, que todos los que estaban en la plaza delmercadopudieronoírla,laancianahechiceraseseparódeEster.Mientrasestopasaba,sehabíahecholaplegariapreliminarenlaiglesia,yelReverendoSr.Dimmesdale había comenzado su discurso. Un sentimiento irresistiblemanteníaaEstercercadeltemplo.Comoelsagradoedificioestabatanllenoquenopodíadarcabidaaningunapersonamas,sesituójuntoaltabladodelapicota,hallándoselobastantecercadelaiglesiaparapoderoírtodoelsermóncomosifueraunmurmullovago,perovariado,lomismoqueeldébilacentode la voz peculiar delministro. El órgano vocal del Sr.Dimmesdale era desuyounricotesoro,demodoqueeloyente,aunquenocomprendieranadadelidiomaenqueeloradorhablaba,podíasinembargosentirsearrastradoporelsimplesonidoycadenciade laspalabras.Como todaotramúsica respirabanpasiónyvehemencia,ydespertabanemocionesyatiernas,yaelevadas,enunalengua que todos podían entender. A pesar de lo indistinto de los sonidos,Esterescuchabaconatencióntalycontanprofundasimpatía,queelsermóntuvo para ella una significación propia, completamente personal, y sinrelacionarse en manera alguna con las palabras; las cuales, si las hubierapodido oír mas claramente, sólo habrían sido un medio materializado quehubieraoscurecidosusentidoespiritual.Yaoíalasnotasbajasasemejanzadelvientoquesecalmacomoparareposarse;yaseelevabaconlossonidos,comosi diera por gradaciones progresivas, ora suaves, ya fuertes, hasta que elvolumendelavozparecíaenvolverlaenunaatmósferaderespetuosotemorysolemne grandeza. Y sin embargo, a pesar de lo imponente que a veces se

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volvíaaquellavoz, teníasiemprealgoesencialmentequejumbroso.Habíaenellaunaexpresióndeangustia,yaleve,yaaguda,elmurmullooelgrito,comoquieraconcebírsele,delahumanidadsufriente,quebrotabadeuncorazónquepadecíaeibaaherirlasensibilidaddelosdemascorazones.Avecesloúnicoque se percibía era esta expresión inarticulada de profundo sentimiento, amaneradeunsollozoqueseoyeraenmediodehondosilencio.Peroaúnenlos momentos en que la voz del ministro adquiría mas fuerza y vigor,ascendiendo de una manera irresistible, con mayor amplitud y volumen,llenandolaiglesiadetalmodoqueparecíaquererabrirsepasoatravésdelasparedes y difundirse en los espacios, aún entonces, si el oyente prestabacuidadosa atención, con ese objeto determinado, podía descubrir también elmismo grito de dolor. ¿Qué era eso? La queja de un corazón humano,abrumado de penas, quizá culpable, que revelaba su secreto, cualquiera queéstefuese,algrancorazóndelahumanidad,pidiendosusimpatíaosuperdón,a cada momento, en cada acento y nunca en vano. Esta nota profunda ydominante,eraloqueproporcionabagranpartedesupoderalministro.

DurantetodoestetiempoEsterpermaneció,comounaestatua,clavadaalpiedel tablado fatídico.Si lavozdelministrono lahubiesemantenidoallí,habríadetodosmodoshabidouninevitablemagnetismoenaquellugar,enquecomenzó la primera hora de su vida de ignominia.Reinaba enEster la ideavaga,confusa,aunquepesabagravementeensuespíritu,quetodalaórbitadesu vida, tanto antes como después de aquella fecha, estaba relacionada conaquelsitio,comosifueraelpuntoqueledieraunidadasuexistencia.

Perla, entretanto, se había apartado de sumadre y estaba jugando comomejorleparecíaenlaplazadelmercado,alegrandoaaquellasombríamultitudconsusmovimientosyvivacidad,amaneradeunavedebrillantesplumasqueilumina todo un árbol de follaje oscuro saltando de un lado a otro, mediovisible y medio oculta entre la sombra de las espesas hojas. Teníamovimientosondulantes,avecesirregularesqueindicabanlainquietuddesuespíritu,muchomayor en aquel día porque reflejaba la de sumadre.DondequieraquePerlaveía algoqueexcitaba sucuriosidad, siemprealerta, allí sedirigíarápidamente,pudiendodecirsequelaniñatomabaplenaposesióndeloquefuere,comosiloconsiderasesupropiedad.Lospuritanoslamirabanysesonreían;masnoporesosesentíanmenosinclinadosacreerquelaniñaeraelvástagodeunespíritumalo,ajuzgarporelencantoindescriptibledebellezayexcentricidad que brillaba en todo su cuerpecito y se manifestaba en suactividad.Sedirigióhaciaelindiosalvajeylemirófijamentealrostro,haqueel indio tuvo conciencia que se las había con un ser mas selvático que élmismo.De allí, con innata audacia, pero siempre con característica reserva,corrió al medio de un grupo de marineros de tostadas mejillas, aquellossalvajesdelocéano,comolosindiosloerandelatierra,losqueconsorpresayadmiracióncontemplaronaPerlacomoaunaespumadelmarhubiesetomado

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laformadeunaniñita,yestuvieradotadadeunalmaconesafosforescenciadelasolasqueseviobrillardenochebajolaproadelbuquequevacortandolasaguas.

Uno de estos marinos, el capitán seguramente, que había hablado conEster, se quedó tan prendado del aspecto de Perla, que intentó asirla parabesarla;peroviendoqueesoera tan imposiblecomoatraparuncolibríenelaire, tomó la cadena de oro que adornaba su sombrero, y se la arrojó a laniñita.Perla inmediatamente se lapusoal rededordel cuelloyde la cinturacontalhabilidadque,alverla,parecíaqueformabapartedeellayeradificilimaginarlasineseadorno.

—¿Estumadreaquellamujerqueestáallíconlaletraescarlata?—Dijoelcapitán—.¿Quieresllevarleunrecadomío?

—Sielrecadomeagrada,loharé,—dijoPerla.

—Entonces dile,—replicó el capitán—, que he hablado otra vez con elviejomédicoderostromoreno,yqueélsecomprometeatraerasuamigo,elcaballeroqueellasabe,abordodemibuque.Deconsiguiente,tumadresólotienequepensarenellayenti.¿Quieresdecirleesto,niñabrujita?

—LaSra.Hibbinsdicequemípadre es elPríncipedelAire,—exclamóPerlaconunamalignasonrisa—.Sívuelvesallamarmebruja,selodiréaella,yperseguirátubuqueconunatempestad.

Atravesando la plaza delmercado regresó la niña junto a sumadre y lecomunicóloqueelmarinolehabíadicho.Ester,apesardesuánimofuerte,tranquilo,resuelto,yconstanteenlaadversidad,estuvoapuntodedesmayarseal oír esta noticia precursora de inevitable desastre, precisamente en losmomentos en que parecía haberse abierto un camino para que ella y elministro pudieran salir del laberinto de dolor y de angustias en que estabanperdidos.

Abrumadosuespírituyllenadeterriblecomplejidadconlasnoticiasquele comunicaba el capitán del buque, se vio ademas sujeta en aquellosmomentosaotraclasedeprueba.Sehallabanallípresentesmuchosindividuosdeloslugarescircunvecinos,quehabíanoídohablarconfrecuenciadelaletraescarlata, y para quienes ésta se había convertido en algo terrífico por losmillares de historias falsas o exageradas que acerca de ella circulaban, peroquenunca lahabíanvistoconsuspropiosojos; loscuales,despuésdehaberagotadotodaotraclasededistracciones,seagolpabanentornodeEsterdeunamanerarudamenteindiscreta.

Peroapesardelopocoescrupulososqueeran,nopodíanllegarsinoaunascuantas varas de distancia de ella. Allí se detenían,merced a la especie defuerza repulsivade la repugnanciaque les inspirabaelmístico símbolo.Los

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marineros,observandolaaglomeracióndelosespectadores,yenteradosdeloquesignificabalaletraescarlata,vinieronconsusrostrosennegrecidosporelsol,ydehombresdealmaatravesada,aformartambiénpartedelcírculoquerodeabaaEster;yhastalosindiossevieroncontagiadosconlacuriosidaddelosblancos,ydeslizándoseatravésdelamultitud,fijaronsusojosnegros,amanera de serpiente, en el seno de la pobre mujer, creyendo acaso que elportador de este brillante emblema bordado tenía que ser persona de altacategoríaentrelossuyos.Finalmente,losvecinosdelapoblación,apesarquenoexperimentabanya interés algunoeneste asunto, sedirigieron tambiénaaquelsitioyatormentaronaEster,talvezmuchomasquetodoelrestodeloscircunstantes,conlafríaeindiferentemiradaquefijabanenlainsigniadesuvergüenza. Ester vio y reconoció los mismos rostros de aquel grupo dematronasquehabíanestadoesperandosusalidaenlapuertadelacárcelsieteañosantes;todasestabanallí,exceptolamasjovenylaúnicacompasivaentreellas; cuya veste funeraria hizo después de aquel acontecimiento. En aquelfinal,cuandocreíaqueprontoibaaarrojarparasiemprelaletracandente,sehabía ésta convertido singularmente en centro de la mayor atención ycuriosidad, abrasándole el seno mas dolorosamente que en ningún tiempodesdeelprimerdíaquelallevó.

Mientras Ester permanecía dentro de aquel círculomágico de ignominiadonde la crueldad de su sentencia parecía haberla fijado para siempre, eladmirableoradorcontemplabadesdesupúlpitounauditoriosubyugadoporelpoderdesupalabrahastalasfibrasmasíntimasdesumúltipleser.¡Elsantoministroenlaiglesia!¡Lamujerdelaletraescarlataenlaplazadelmercado!¿Qué imaginación podría hallarse tan falta de reverencia que hubierasospechadoqueambosestabanmarcadosconelmismocandenteestigma?

XXIII

LAREVELACIÓNDELALETRAESCARLATA

Laelocuentevozquehabíaarrebatadoelalmadelosoyentes,haciéndolesagitarsecomosisehallaranmecidosporlasolasdeturbulentoocéano,cesóalfinde resonar.Hubounmomentodesilencio,profundocomoelque tendríaque reinardespuésde laspalabrasdeunoráculo.Luegohubounmurmullo,seguido de una especie de ruido tumultuoso: se diría que los circunstantes,viéndose ya libres de la influencia del encanto mágico que los habíatransportado a las esferas en que se cernía el espíritu del orador, estabanvolviendo de nuevo en símismos aunque todavía llenos de la admiración yrespetoqueaquellesinfundiera.Unmomentodespués,lamultitudempezóa

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salir por las puertas de la iglesia; y como ahora todo había concluido,necesitaban respirar una atmósfera mas propia para la vida terrestre a quehabíandescendido,queaquellaaqueelpredicadorloselevóconsuspalabrasdefuego.

Una vez al aire libre, los oyentes expresaron su admiración de diversasmaneras:lacalleylaplazadelmercadoresonarondeextremoaextremoconlas alabanzas prodigadas alministro, y los circunstantes no hallaban reposohasta haber referido cada cual a su vecino lo que pensaba recordar o sabermejor que él. Según el testimonio universal, jamas hombre alguno habíahabladoconespíritutansabio,tanelevadoysantocomoelministroaqueldía;ni jamashubo labiosmortales tanevidentemente inspiradoscomo lossuyos.Podríadecirsequeesainspiracióndescendiósobreélyseapoderódesuser,elevándole constantemente sobre el discurso escrito queyacía ante sus ojos,llenándole con ideas que habían de parecerle a él mismo tan maravillosascomoasuauditorio.

Segúnsecoligeloquehablabalamultitud,elasuntodelsermónhabíasidola relación entre la Divinidad y las sociedades humanas, con referenciaespecial a la Nueva Inglaterra que ellos habían fundado en el desierto; y amedida que se fue acercando al final de su discurso, descendió sobre él unespíritu deprofecía, que le obligaba a continuar en su tema comoacontecíacon los antiguos profetas de Israel, con esta diferencia, sin embargo, quemientrasaquellosanunciabanlaruinaydesolacióndesupatria,Dimmesdalepredecíaungrandeygloriosodestinoalpuebloallícongregado.Peroentodosu discurso había cierta nota profunda, triste, dominante, que sólo podíainterpretarsecomoelsentimientonaturalymelancólicodeunoqueprontohade abandonar estemundo. Sí: suministro, a quien tanto amaban, y que losamaba tanto a todos ellos, que no podía partir hacia el cielo sin exhalar unsuspiro de dolor, tenía el presentimiento que una muerte prematura leesperaba, y que pronto los dejaría bañados en lágrimas. Esta idea de supermanencia transitoria en la tierra, dio el último toque al efecto que elpredicador había producido; diríase que un ángel, en su paso por elfirmamento, había sacudido un instante sus luminosas alas sobre el pueblo,produciendoalmismotiemposombrayesplendor,yderramandounalluviadeverdadessobreelauditorio.

DeestemodollegóparaelReverendoSr.Dimmesdale,comollegaparalamayoríadeloshombresensusvariasesferasdeacción,aunqueconfrecuenciademasiado tarde, una época de vida mas brillante y llena de triunfos queningunaotraenelcursodesuexistencia,oquejamaspudieraesperar.Yaquelmomento se encontraba en la cúspide de la altura a que los dones de lainteligencia, de la erudición, de la oratoria, y de un nombre de intachablepureza,podíanelevarauneclesiásticoen losprimeros tiemposde laNueva

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Inglaterra,cuandoyaunacarreradeesaclaseeraensímismaunaltopedestal.Taleralaposiciónqueelministroocupaba,cuandoinclinólacabezasobreelbordedepúlpitoalterminarsudiscurso.Entretanto,EsterPrynnepermanecíaalpiedeltabladodelapicotaconlaletraescarlataabrasandosucorazón.

Oyéronsedenuevolossonesdelamúsicayelpasomesuradodelaescoltamilitarquesalíapor lapuertade la iglesia.Laprocesióndebíadirigirsea lacasaconsistorial,dondeunsolemnebanqueteibaacompletarlasceremoniasdeldía.Porlotanto,denuevolacomitivadevenerablesymajestuosospadresde la ciudad empezó a moverse en el espacio libre que dejaba el pueblo,haciéndose respetuosamente a uno y otro lado, cuando elGobernador y losmagistrados,loshombresancianosycuerdos,lossantosministrosdelaltar,ytodoloqueeraeminenteyrenombradoenlapoblación,avanzabanpormediodelosespectadores.Cuandollegaronalaplazadelmercado,supresenciafuesaludada con una aclamación general; que si bien podía atribuirse alsentimientodelealtadqueenaquellaépocaexperimentabaelpueblohaciasusgobernantes, era también la explosión irresistible del entusiasmo que en elalmadelosoyenteshabíadespertadolaelevadaelocuenciaqueaunvibrabaensusoídos.Cadaunosintióelimpulsoensímismoycasiinstantáneamenteesteimpulsosehizounánime.

Dentro de la iglesia a duras penas pudo reprimirse; pero debajo de labóvedadelcielonofueposiblecontenersumanifestación,masgrandiosaquelosrugidosdelhuracán,deltruenodelmar,enaquellapotenteoleadadetantasvoces reunidas en una gran voz por el impulso universal que de muchoscorazones forma uno solo. Jamas en el suelo de la Nueva Inglaterra habíaresonadoantes igualclamoreo.Jamas,enel suelode laNueva Inglaterra, sehabíavistounhombrede talmodohonradopor susconciudadanoscomo loeraahoraelpredicador.

¿Y qué era de él? ¿No se veían por ventura en el aire las partículasbrillantes de una aureola al rededor de su cabeza? Habiéndose vuelto tanetéreo, habiendo sus admiradores hecho su apoteosis, ¿pisaban sus pies elpolvodelatierracuandoibamarchandoenlaprocesión?

Mientraslasfilasdeloshombresdelamiliciaydelosmagistradoscivilesavanzaban, todas las miradas se dirigían al lugar en que marchaba el Sr.Dimmesdale.La aclamación se iba convirtiendo enmurmullo amedida queunapartedelosespectadorestrasotralograbadivisarle.¡Cuánpálidoydébilparecía en medio de todo este triunfo suyo! La energía, o, mejor dicho, lainspiración que lo sostuvomientras pronunciaba el sagradomensaje que lecomunicó su propia fuerza, como venida del cielo, ya le había abandonadodespuésdehabercumplidotanfielmentesumisión.Elcolorqueantesparecíaabrasar sus mejillas, se había extinguido como llama que se apagairremediablementeentrelosúltimosrescoldos.Lamortalpalidezdesurostro

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era tal,queapenas semejabaésteeldeunhombrevivo;nielquemarchabacon pasos tan vacilantes como si fuera a desplomarse a cadamomento, sinhacerlosinembargo,apenaspodíatampocotomarseporunserviviente.

Unodesushermanoseclesiásticos,elvenerableJuanWilson,observandoel estado en que se hallaba el Sr. Dimmesdale después que pronunció sudiscurso, se adelantó apresuradamente para ofrecerle su apoyo; pero elministro,todotrémulo,aunquedeunamaneradecidida,alejóelbrazoquelepresentaba su anciano colega. Continuó andando, si es que puede llamarseandarloquemasbienparecíaelesfuerzovacilantedeunniñoalavistadelosbrazosdesumadre,extendidosparaanimarleaqueseadelante.Yahora,casiimperceptiblementeapesardelalentituddesusúltimospasos,seencontrabafrenteafrentedeaqueltablado,cuyorecuerdojamasseborródesumemoria,de aquel tablado donde, muchos años antes, Ester Prynne había tenido quesoportarlasmiradasignominiosasdelmundo.¡AllíestabaEsterteniendodelamano aPerla! ¡Y allí estaba la letra escarlata en supecho!Elministro hizoaquí alto, aunque la música continuaba tocando la majestuosa y animadamarchaalcompásdelacuallaprocesiónibadesfilando.¡Adelante!ledecíalamúsica,¡adelante,albanquete!Peroelministrosequedóallícomosiestuvieraclavado.

El Gobernador Bellingham, que durante los últimos momentos habíatenidofijasenelministrolasansiosasmiradas,abandonandoahorasupuestoenlaprocesión,seadelantóparaprestarleauxilio,creyendo,porelaspectodelSr.Dimmesdalequedelocontrariocaeríaalsuelo.Peroenlaexpresióndelasmiradasdelministrohabíaalgoquehizoretrocederalmagistrado,aunquenoera hombre que fácilmente cediese a las vagas intimaciones de otro. Entretanto la multitud contemplaba todo aquello con temor respetuoso yadmiración.Estedesmayoterrenalera,segúncreían,sólootrafazdelafuerzacelestial del ministro; ni se hubiera tenido por un milagro demasiadosorprendente contemplarle ascender en los espacios, ante sus miradas,volviéndose cada vez mas transparente y mas brillante, hasta verle por findesvanecerse en la claridadde los cielos.Elministro se acercó al tabladoyextendiólosbrazos.

—¡Ester!dijo,¡venaquí!¡Venaquítambién,Perla!

Lamiradaquelesdirigiófuelúgubre,perohabíaenellaalavezqueciertaternura, una extraña expresión de triunfo. La niña, con sus movimientosparecidos a los de un ave, que eran una de sus cualidades características,corrió hacia él y estrechó la rodillas delministro entre sus tiernos bracitos.Ester, como impelida por inevitable destino, y contra toda su voluntad, seacercótambiénaDimmesdale,sedetuvoantesdellegar.Enestemomentoelviejo Rogerio Chillingworth se abrió paso a través de la multitud, o, tansombría, maligna e inquieta era sumirada, que acaso surgió de una región

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infernalparaimpedirquesuvíctimarealizarasupropósito.Peroseadeelloloquesequiera,elancianomédicoseadelantórápidamentehaciaelministroyleasiódelbrazo.

—¡Insensato,detente!¿Quéintentashacer?Ledijoenvozbaja.¡Hazseñaaesamujerquesealeje!¡Hazqueseretiretambiénestaniña!¡Todoirábien!.¡Nomanchestubuennombre,nimuerasdeshonrado!Todavíapuedosalvarte!¿Quierescubrirdeignominiatusagradaprofesión?

—¡Ah, tentador! Me parece que vienes demasiado tarde, respondió elministro fijando las miradas en los ojos del médico, con temor, pero confirmeza. Tu poder no es el que antes era. Con la ayuda deDiosme libraréahoradetusgarras.

Yextendiódenuevolamanoalamujerdelaletraescarlata.

—Ester Prynne,—gritó con penetrante vehemencia—, en el nombre deaquel tan terrible y tan misericordioso, que en este último momento meconcede lagraciadehacer loque,congravepecadoyagonía infinitameheabstenidodehacerhacesieteaños,venaquíahorayayúdamecontusfuerzas.Préstametuauxilio,Ester,perodejaqueloguíelavoluntadqueDiosmehaconcedido. Este perverso y agraviado anciano se opone a ello con todo supoder, con todo su propio poder y el del enemigo malo. ¡Ven Ester, ven!Ayúdameasubiraesetablado.

En lamultitud reinaba lamayor confusión. Los hombres de categoría ydignidad que se hallaban mas inmediatos al ministro, se quedaron tansorprendidosyperplejos acercade loque significaba aquelloqueveían, tanincapacesdecomprenderlaexplicaciónquemasfácilmenteselespresentaba,o imaginar algunaotra, quepermanecieronmudosy tranquilos espectadoresdel juicio que la Providencia parecía iba a pronunciar. Veían al ministro,apoyado en el hombro de Ester y sostenido por el brazo con que ésta lerodeaba,acercarsealtabladoysubirsusgradas,teniendoentrelasmanoslasde aquella niñita nacida en el pecado. El viejo Rogerio Chillingworth leseguía, como persona íntimamente relacionada con el drama de culpa y dedolor en que todos ellos habían sido actores, y por lo tanto con derechobastanteahallarsepresenteenlaescenafinal.

—Sihubierasescudriñadotodalatierra,—dijomirandoconsombríosojosallugartansecreto—,nitanalto,nitanbajo,dondehubieraspodidolibrartedemí,comoestecadalsoenqueahoraestás.

—¡Gracias sean dadas a Aquel que me ha traído aquí! —Contestó elministro.

Temblabasinembargo,ysevolvióhaciaEsterconunaexpresióndedudayansiedadenlosojosquefácilmentepodíadistinguirse,porestaracompañada

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deunadébilsonrisaensuslabios.

—¿Noesestomejor,murmuró,queloqueimaginamosenlaselva?

—¡Nosé,nosé!—Respondióellarápidamente.

—¿Mejor?¡Sí:ojalápudiéramosmoriraquíambosyPerlitaconnosotros!

—¡RespectoatiyaPerla,sealoqueDiosordene!—dijoelministro—,yDiosesmisericordioso.DéjamehacerahoraloqueElhapuestoclaramentedemanifiestoantemisojos,porqueyomeestoymuriendo,Ester.Deja,pues,quemeapresureatomarsobremialmalapartedevergüenzaquemecorresponde.

EnpartesostenidoporEster,yteniendodelamanoaPerla,elReverendoSr. Dimmesdale se volvió a los dignos y venerables magistrados, a lossagradosministros que eran sus hermanos en el Señor, al pueblo cuya granalma estaba completamente consternada, aunque llena de simpatía dolorosa,como si supiera que un asunto vital y profundo, que si repleto de culpatambién lo estabade angustia yde arrepentimiento, se iba aponer ahorademanifiesto a la vista de todos. El sol, que había pasado ya su meridianoderramabasu luzsobreelministroyhacíadestacar su figuraperfectamente,como si se hubiera desprendido de la tierra para confesar su delito ante eltribunaldelaJusticiaEterna.

—¡Pueblo de laNueva Inglaterra!—Exclamó con una voz que se elevópor encima de todos los circunstantes, alta, solemne ymajestuosa, pero quecon todo era siempre algo trémula, y a veces semejaba un grito que surgíaluchando desde un abismo insondable de remordimiento y de dolor—,vosotros,—continuó—,quemehabéisamado,vosotros,quemehabéiscreídosanto,miradmeaquí,miradalmasgrandepecadordelmundo.Al fin, al finestoydepieenel lugarenquedebíahaberestadohacesieteaños:aquí,conestamujer,cuyobrazo,masquelapocafuerzaconquemehearrastradohastaaquí,mesostieneen terriblemomentoyme impidecaerdebrucesal suelo!Ved ahí la letra escarlata queEster lleva!Todos os habéis estremecido a suvista.Dondequieraquéestamujerhaido,dondequieraque,bajoelpesodetantadesgracia,hubierapodidotenerlaesperanzadehallarreposo,esaletrahaesparcidoentornosuyountristefulgorqueinspirabaespantoyrepugnancia.Peroenmediodevosotroshabíaunhombre,antecuyamarcadeinfamiaydepecadojamasoshabéisestremecido!

Alllegaraestepunto,parecióqueelministroteníaquedejarensilencioelrestodesusecreto;peroluchócontrasudebilidadcorporal,yaunmuchomascontralaflaquezadeánimoqueseesforzabaensubyugarle.Sedesembarazóentoncesdetodososténcorporal,ydiounpasohaciaadelanteresueltamente,dejandodetrásdesíalamujeryalaniña.

—¡Esamarcalateníaél!—Continuóconunaespeciedefieroarrebato—.

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¡Tandeterminadoestabaarevelarlotodo!¡ElojodeDioslaveía!¡Losángelesestaban siempre señalándola! ¡El enemigo malo la conocía muy bien y laestregaba constantemente con sus dedos candentes! Pero él la ocultaba conastucia a la mirada de los hombres, y se movía entre vosotros con rostroapesadumbrado,comoeldeunhombremuypuroenunmundotanpecador;ytriste, porque echaba de menos sus compañeros celestiales. Ahora, en losúltimos momentos de su vida, se presenta ante vosotros; os pide quecontempléis denuevo la letra escarlata deEster; y os diceque, con todo suhorrormisterioso,noessinolapálidasombradelaqueélllevaensupropiopecho;yqueaunestamarcarojaquetengoaquí,estamarcarojamía,essoloel reflejo de la que está abrasando lomas íntimo de su corazón. ¿Hay aquíquién pueda poner en duda el juicio de Dios sobre un pecador? ¡Mirad!Contempladuntestimonioterribledeesejuicio!

Conunmovimientoconvulsivodesgarrólabandaeclesiásticaquellevabaen el pecho. ¡Todo quedó revelado! Pero será irreverente describir aquellarevelación. Durante un momento las miradas de la multitud horrorizada seconcentraron en el lúgubremilagro,mientras elministro permanecía en pieconunaexpresióntriunfanteenelrostro,comoladeunhombrequeenmediodeunacrisisdelmasagudodolorhaconseguido,unavictoria.Despuéscayódesplomadosobreelcadalso.Esterlolevantóparcialmenteylehizoreclinarlacabeza sobre su seno.ElviejoRogerio searrodillóa su ladoconaspectosombrío,desconcertado,conunrostroenelcualparecíahaberseextinguidolavida.

—¡Has logrado escaparte de mí! Repetía con frecuencia. ¡Has logradoescapartedemí!

—¡Que Dios te perdone! Dijo el ministro. ¡Tú también has pecadogravemente!

Apartó sus miradas moribundas del anciano, y las fijó en la mujer y laniña.

—¡Mi pequeña Perla! —dijo débilmente, y una dulce y tierna sonrisailuminó su semblante, como el de un espíritu que va entrando en profundoreposo; mejor dicho, ahora que el peso que abrumaba su alma habíadesaparecido,parecíaquedeseabajugarconlaniña—,miqueridaPerla,¿mebesarásahora?¡Noloqueríashacerenlaselva!Peroahorasiloharás.

Perlalediounbesoenlaboca.Elencantosedeshizo.Lagranescenadedolorenquelaerráticaniñatuvosuparte,habíamaduradodeunaveztodossussentimientosyafectos;ylaslágrimasquederramabasobrelasmejillasdesu padre, eran una prenda de la que ella iría creciendo entre la pena y laalegría,noparaestarsiempreenluchacontraelmundo,sinoparaserenélunaverdadera mujer. También respecto de su madre la misión de Perla, como

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mensajeradedolor,sehabíacumplidoplenamente.

—¡Ester,dijoelministro,adiós!

—¿Nonosvolveremosaencontrar?—MurmuróEsterinclinandolacabezajuntoaladelministro—.¿Nopasaremosjuntosnuestravidainmortal?Sí,sí,contodoestedolornoshemosrescatadomutuamente.Túestásmirandomuylejos,allíenlaeternidad,contusbrillantesymoribundosojos.Dime,¿quéesloqueves?

—¡Silencio,Ester,silencio!—dijoelministrocontrémulasolemnidad—.La leyquequebrantamos, laculpa tan terriblemente revelada, sean tus solospensamientos. ¡Yo temo!... ¡Temo!... Quizá desde que olvidamos a nuestroDios, desde que violamos el respeto que debíamos a nuestras almas, fue yavano esperar el poder asociamos después de esta vida en una unión pura ysempiterna. Dios sólo lo sabe y El es misericordioso. Ha mostrado sucompasión, mas que nunca, en medio de mis aflicciones, con darme estacandente tortura que llevaba en el pecho; con enviarme a ese terrible ysombrío anciano, quemantenía siempre esa tortura cada vezmas viva; contraermeaquí,paraacabarmividaconestamuertedetriunfanteignominiaantelos ojos del pueblo. ¡Si alguno de estos tormentos me hubiera faltado, yoestaría perdido para siempre! ¡Loado sea su nombre! ¡Hágase su voluntad!¡Adiós!

Con la última palabra, el ministro exhaló también su último aliento. Lamultitud, silenciosa hasta entonces, prorrumpió en un murmullo extraño yprofundodetemorydesorpresaquenopudieronhallarotraexpresión,sinoenese murmullo que resonó tan gravemente después que aquella alma hubopartido.

XXIV

CONCLUSIÓN

Alcabodemuchosdías,cuandoelpueblopudocoordinarsusideasacercadelaescenaqueacabamosdereferir,hubomasdeunaversióndeloquehabíaocurridoeneltabladodelapicota.

Lamayorpartedelosespectadoresaseguróhabervistoimpresaenlacarnedel pecho del infelizministro una LETRAESCARLATA, que era la exactareproducción de la que tenía Ester en el vestido. Respecto a su origen sedieron varias explicaciones, todas las cuales fueron simplemente conjeturas.Algunos afirmaban que elReverendoSr.Dimmesdale, elmismodía en queEster Prynne llevó por vez primera vez su divisa ignominiosa, había

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comenzadounaseriedepenitencias,quedespuéscontinuódediversosmodos,imponiéndoseélmismounahorribletorturacorporal.Otrosasegurabanqueelestigma no se había producido sinomucho tiempo después, cuando el viejoRogerio Chillingworth, que era un poderoso nigromántico, la hizo aparecerconsusartesmágicasyvenenosasdrogas.Otroshabía,yestoseranlosmasapropósitoparaapreciarlasensibilidadexquisitadelministroylamaravillosainfluenciaqueejercíasuespíritusobresucuerpo,quepensabanqueelterriblesímboloeraelefectodelconstanteyroedorremordimientoquesealbergabaen lomas íntimodel corazón,manifestándose al fin el inexorable juicio delCielopor lapresenciavisiblede la letra.El lectorpuedeescogerentreestasteoríaslaquemasleagrade.

Es singular, sin embargo, quevarios individuos, que fueron espectadoresde toda la escena,y sosteníannohaber apartadoun instante lasmiradasdelReverendoSr.Dimmesdale,negaranabsolutamentequesehubiesevistoseñalalgunaensupecho.Ya juzgarpor loqueestasmismaspersonasdecían, lasúltimaspalabrasdelmoribundonoadmitieron,ni aunsiquiera remotamente,quehubierahabido,desuparte,lamasleverelaciónconlaculpaqueobligóaEsterallevarportantotiempolaletraescarlata.Segúnestostestigos,dignosdel mayor respeto y consideración, el ministro, que tenía conciencia queestabamoribundoy tambiénque la reverenciade lamultitud le colocabayaentreelnúmerode lossantosyde losángeles,había,deseado,exhalandoelúltimoalientoenlosbrazosdelamujercaída,expresarantelafazdelmundocuáncompletamentevanoeraloquesellamavirtudyperfeccióndelhombre.Despuésdehaberseacabadolavidaconsuesfuerzosenprodelbienespiritualde la humanidad, había convertido su manera de morir en una especie deparábolaviviente,conobjetode imprimiren lamentedesusadmiradores lapoderosa y triste enseñanza, que, comparados con la Infinita Pureza, todossomosigualmentepecadores;paraenseñarlestambiénqueelmasinmaculadoentrenosotros,sólohapodidoelevarsesobresussemejanteslonecesarioparadiscernir con mayor claridad la misericordia que nos contempla desde lasalturas, y repudiar mas absolutamente el fantasma del mérito humano quedirigesusmiradashaciaarriba.Sinquererdisputarlaverdaddeesteaserto,senos debe permitir que consideremos esta versión de la historia del Sr.Dimmesdale, tan solo como un ejemplo de la tenaz fidelidad con que losamigos de un hombre, y especialmente de un eclesiástico, defienden sureputación, aun cuando pruebas tan claras como la luz del sol al mediodíailuminando la letra escarlata, lo proclamen una criatura terrenal, falsa ymanchada con el pecado. La autoridad que hemos seguido principalmente,estoes,unmanuscritodefechamuyantigua,redactadoenvistadeltestimonioverbal de varias personas, algunas de las cuales habían conocido a EsterPrynne, mientras otras habían oído su historia de los labios de testigospresenciales, confirma plenamente la opinión adoptada en las páginas que

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preceden. Entre muchas conclusiones morales que se pueden deducir de laexperiencia dolorosa del pobreministro, y que se agolpan a nuestramente,escogemosesta:¡Sésincero!¡Sésincero!¡Sésincero!¡Muestraalmundo,sinambages,sinolopeordetunaturaleza,porlomenosalgúnrasgodelquesepuedainferirlopeor!

Nadahuboquellamaratantolaatencióncomoelcambioqueseoperócasiinmediatamente después de la muerte del Sr. Dimmesdale, en el aspecto ymododeserdelancianoconocidobajoelnombredeRogerioChillingworth.Todo su vigor y su energía, toda su fuerza vital e intelectual, parecieronabandonarle de una vez, hasta el extremo que realmente se consumió, searrugó, y hasta desapareció de la vista de los mortales, como una hierbaarrancadaderaízquesesecaalosrayosardientesdelsol.Estehombreinfelizhabíahechodelaprosecuciónyejerciciosistemáticodelavenganzaelobjetoprimordial de su existencia; y una vez obtenido el triunfomas completo, elprincipiomaléficoqueleanimabanotuvoyaenqueemplearse,ynohabiendotampocoenlatierraningunaobradiabólicaquerealizar,nolequedabaaaquelmortalinhumanootracosaquehacer,sinoiradondesuAmoloproporcionasetareasuficiente,ylerecompensaseconelsalariodebido.

Pero queremos ser clementes con todos esos seres impalpables que portanto tiempo han sido nuestros conocidos, lo mismo con RogerioChillingworthqueconsuscompañeros.Esasuntodignodeinvestigarsesaberhastaquépuntoelodioyelamorvienenaserenrealidadlamismacosa.Cadauno de estos sentimientos, en su mas completo desarrollo, presupone unprofundo e intimo conocimiento del corazón humano; también cada uno deestos sentimientos presupone que un individuo depende de otro para lasatisfacción de sus afectos y de su vida espiritual; cada una de esassensacionesdejaeneldesamparoy ladesolaciónal amanteapasionadooalaborrecedor no menos apasionado, desde el momento en que desaparece elobjetodelodioodelamor.Porlotanto,consideradosfilosóficamentelosdossentimientos que hablamos, vienen a ser en su esencia unomismo, exceptoqueelamorsecontemplaalaluzdeunesplendorcelestial,yelodioalreflejodesombríaylúgubrellamarada.Enelmundoespiritual,elancianomédicoyel joven ministro, habiendo sido ambos víctimas mutuas, quizá hayanencontradotodalasumadesuodioyantipatíaterrenaltransformadaenamor.

Pero dejando a un lado esta discusión, comunicaremos al lector algunasnoticias de otra naturaleza. Al fallecimiento del anciano RogerioChillingworth (queacontecióalcabodeunaño), sevioporsu testamentoyúltima voluntad, del cual fueron albaceas el Gobernador Bellingham y elReverendoSr.Wilson,quehabíalegadounaconsiderablefortuna,tantoenlaNuevaInglaterracomoenlamadrepatria,aPerlita,lahijadeEsterPrynne.

De consiguiente Perla, la niña duende, el vástago del demonio como

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algunas personas aún persistían en considerarla, se convirtió en la herederamasricadesuépocaenaquellapartedelNuevoMando;yprobablementeestacircunstanciaprodujouncambiomuynotableenlaestimaciónpública,ysilamadre y la hija hubieran permanecido en la población, la pequeña Perla, alllegaralaedaddepodercasarse,habríamezcladosusangreimpetuosaconladel linajedelosmasdevotospuritanosdelacolonia.Peronomuchotiempodespués del fallecimiento del médico, la portadora de la letra escarlatadesapareciódelaciudadyconellaPerla.

Durantemuchosaños,aunquedetardeentardesolíanllegaralgunosvagosrumoresatravésdelosmares,noserecibieronsinembargonoticiasauténticasde la madre y de la hija. La historia de la letra escarlata se convirtió enleyenda;lafascinaciónqueejercíasemantuvopoderosapormuchotiempo,ytantoeltabladofatídicocomolacabañajuntoalaorilladelmardondevivióEster,continuaronsiendoobjetodeciertorespetuosotemor.Variosniñosquejugaban una tarde cerca de la referida cabaña, vieron a unamujer alta, contrajedecoloroscuro,a lapuerta;éstanosehabíaabiertoniunasolavezenmuchos años; pero sea que lamujer la abriera, o que la puerta cediese a lapresión de su mano, por hallarse la madera y el hierro en estado dedescomposición, o sea que se deslizara como un fantasma a través decualquier obstáculo, lo cierto es que aquella mujer entró en la desierta yabandonadacabaña.

Sedetuvoenelumbral,ydirigióunamiradaentornosuyo,porquetalvezlaideadeentrarsola,ydespuésdetantoscambios,enaquellamoradaenquetambién había padecido tanto, fue algomas triste y horrible de lo que ellapodía soportar. Pero su vacilación, aunque no duró sino un instante, fue losuficienteparadejarverunaletraescarlataensupecho.

Ester Prynne había, pues, regresado y tomado de nuevo la divisa de suignominia,yalargotiempodadaalolvido.¿PerodóndeestabaPerlita?Siaúnvivíasehallabaindudablementeentodoelbrilloyflorescenciadesuprimerajuventud. Nadie sabía, ni se supo jamas a ciencia cierta, si la niña duendehabía descendido a una tumba prematura, o si su naturaleza tumultuosa yexuberantesehabíacalmadoysuavizado,haciéndolacapazdeexperimentarlaapacible felicidad propia de unamujer. Pero durante el resto de la vida deEster,huboindiciosdequelareclusadelaletraescarlataeraobjetodelamoreinterésdealgúnhabitantedeotras tierras.Serecibíancartasestampadasconun escudo de armas desconocidas en la heráldica inglesa. En la cabañaconsabidahabíaobjetosyartículosdediversaclase,hastadelujo,quenuncase ocurrió a Ester usar, pero que solamente una persona rica podría habercomprado, o en los que podría haber pensado sólo el afecto hacia ella. Seveíanallíbagatelas,adornos,dijes,bellospresentesqueindicabanunrecuerdoconstanteyquedebierondeserhechospordelicadosdedos,aimpulsosdeun

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tiernocorazón.UnavezsevioaEsterbordando,untrajecitodeniñodetiernaedad,contalprofusióndeoro,quecasihabríadadoorigenaunmotín,sienlascallesdeBostonsehubierapresentadountiernoinfanteconunvestidodetaljaez.

Enfin,lascomadresdeaqueltiempocreían,yeladministradordeaduanaSr.Pue,queinvestigóelasuntounsiglomastarde,creíaigualmente,yunodesurecientessucesoresenelmismoempleocreetambiénapuñocerrado,quePerla no solo vivía, sino que estaba casada, era feliz, y se acordaba de sumadre,yqueconelmayorcontentohabríatenidojuntoasíyfestejadoensuhogaraaquellatristeysolitariamujer.PerohabíaparaEsterPrynneunavidamas real en laNueva Inglaterra, que no en la región desconocida donde sehabíaestablecidoPerla.SuculpalacometióenlaNuevaInglaterra:aquífuedondepadeció;yaquídondeteníaaúnquehacerpenitencia.Porlotantohabíaregresado,yvolvióallevarenelpecho,porefectodesupropiavoluntad,puesnielmasseveromagistradodeaquelrígidoperíodoselohubieraimpuesto,elsímbolocuyasombríahistoriahemosreferido,sinquedespuésdejarajamásdelucirensuseno.

Peroconeltranscursodelosañosdetrabajos,demeditaciónydeobrasdecaridad que constituyeron la vida de Ester, la letra escarlata cesó de ser unestigmaqueatraíalamalevolenciayelsarcasmodelmundo,yseconvirtióenunemblemadealgoqueproducíatristeza,quesemirabaconciertoasombrotemeroso y sin embargo con reverencia. Y como Ester Prynne, no teníasentimientos egoístas, ni de ningúnmodo vivía pensando solo en su propiobienestarysatisfacciónpersonal,lasgentesibanaconfiarletodossusdoloresy tribulaciones y le pedían consejo, como a persona que había pasado porpruebas severísimas. Especialmente las mujeres, con la historia eterna dealmasheridasporafectosmalretribuidos,omalpuestos,onobienapreciados,oenconsecuenciadepasiónerradaoculpable,oabrumadasbajoelgravepesode un corazón inflexible, que de nadie fue solicitado ni estimado, estasmujereseranlasqueespecialmenteibanalacabañadeEsteraconsultarla,ypreguntarleporquésesentíantandesgraciadasycuáleraelremedioparasuspenas.Esterlasconsolabayaconsejabalomejorquepodía,dándolestambiénla seguridad de su creencia firmísima que algún día, cuando el mundo seencuentreenestadoderecibirla,serevelaráunanuevadoctrinaqueestablezcalas relaciones entre el hombre y lamujer sobre una basemás sólida ymassegura de mutua felicidad. En la primera época de su vida Ester se habíaimaginado, aunque envano, que ellamismapodría ser la profetisa escogidaporeldestinoparasemejanteobra;perodesdehacetiempohabíareconocidola imposibilidad que la misión de dar a conocer una verdad tan divina ymisteriosa,seconfiaraaunamujermanchadaconlaculpa,humilladaconlavergüenzadeesaculpa,oabrumadaconundolordetodalavida.Elángel,yal mismo tiempo el apóstol de la futura revelación, tiene que ser

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indudablemente una mujer, pero excelsa, pura y bella; y ademas sabia ycuerda, no como resultado del sombrío pesar, sino del suave calor de laalegría,demostrandocuánfelicesnospuedehacerelsantoamor,medianteelejemplodeunavidadedicadaaesefinconéxitocompleto.

AsídecíaEsterPrynnedirigiendosustristesmiradasalaletraescarlata.Ydespuésdemuchos,muchosaños,seabrióunanuevatumba,cercadeotrayavieja y hundida, en el cementerio de la ciudad, dejándose un espacio entreellas, como si el polvo de los dos dormidos no tuviera el derecho demezclarse; pero una misma lápida sepulcral servía para las dos tumbas.Alrededor se veían por todas partes monumentos en que había esculpidosescudosdearmas;yenestasencillalosa,comoelcuriosoinvestigadorpodráaúndiscernirlo,aunquesequedeconfusoacercadesusignificado,seveíaalgoa semejanza de un escudo de armas. Llevaba una divisa cuyos términosheráldicospodrían servirdeepígrafey sercomoel resumende la leyendaaquedamosfin:sombría,yaclaradasoloporunpuntoluminoso,avecesmastétricoquelamismasombra:

ENCAMPO,SABLE,LALETRAA,GULES

FIN

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