la geografia de los miedos
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Cisneros, José Luis
La geografía del miedo en la ciudad de México; el caso de dos colonias de la
Delegación Cuauhtémoc
El Cotidiano, núm. 152, noviembre-diciembre, 2008, pp. 59-72
Universidad Autónoma Metropolitana
Distrito Federal, México
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El Cotidiano
ISSN (Versión impresa): 0186-1840
Universidad Autónoma Metropolitana
México
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El Cotidiano 152 59
José Luis Cisneros*
Los constantes y crecientes índi-ces delictivos de los últimos años, asícomo las desagradables experienciasque vivimos los habitantes de la ciudade México, han logrado un efecto depre-dador en la dinámica de la vida cotidianade la ciudad. Dichos efectos, productode la inseguridad delictiva expresada enrobos, asaltos, secuestros, violaciones yhomicidios, han creado una fuerte sen-sación de inseguridad ciudadana que haobligado a reconfigurar el uso de los es-pacios públicos.
El aumento de la espiral de vio-lencia y los niveles delictivos de los úl-timos años, en los cuales se encuentraninvolucrados no sólo sujetos dedica-dos a este tipo de conductas ilícitas,sino también servidores públicos in-miscuidos en actividades ilegales comoel tráfico de drogas, robo a comercios,desmantelamiento de vehículos, redes
La geografía del miedo en laciudad de México; el casode dos colonias de laDelegación Cuauhtémoc
El análisis de las causas y los efectos que adquiere la delincuencia en la ciu-dad de México, se ha convertido en un campo de estudio en el quehacer de losacadémicos provenientes de las distintas disciplinas sociales. En este sentido, elpresente trabajo tiene como propósito abordar, en una primera aproximación,el conocimiento y descripción de la geografía del delito mediante la exposición deaquellas condiciones socio-espaciales que favorecen la conducta delictiva en doscolonias de la Delegación Cuauhtémoc, catalogadas como de más alta peligrosidadpor las autoridades de la Secretaría de Seguridad Pública de la ciudad de México.
de prostitución y tráfico de armas, seencuentran ligados al decrecimientoexponencial de las condiciones de bie-nestar social que en los últimos añoshan logrado la conformación y expan-sión de formas ilegales de superviven-cia, producto de una inseguridad socialy económica que acompañan esta es-piral de violencia y que forman partedel nuevo orden social.
Si bien es cierto que el fenómenode la delincuencia ha formado partede la dinámica de la estructura de todasociedad, la conducta delictiva adquiereformas de expresiones diferenciadas,sin que éstas rebasen los límites decontención que puedan alterar la vidasocial de toda sociedad; sin embargocuando esto ocurre y las institucionesencargadas de otorgar seguridad a losciudadanos, muestran sus dificultadespara establecer un nivel de contención,aparece un ambiente de pérdida decredibilidad y confianza que dificultaaún más la tarea de estas institucio-
nes, y junto a ello se construye tam-bién un imaginario social formado porespacios de tensión que suelen ser ex-presados por los ciudadanos comoespacios del terror y miedo, productode la inseguridad que se vive en la ciu-dad de México1.
El miedo en la ciudad, se narra yexpresa como una dimensión socialdesprendida del uso y práctica del es-pacio vivido, se trata digámoslo así, deun conjunto de operaciones produc-toras de miedo cuya imagen se expresaen un temor al otro. Pero cuando ha-blamos de espacios y sujetos, nos re-
* Departamento de Relaciones Sociales.Área de Investigación: Educación, Cultura yProcesos Sociales. UAM-Xochimilco.
1 El miedo, cuyo origen etimológico, provie-ne de la palabra metus, ha jugado un papel im-portante en la historia del hombre en sociedad;gracias a los miedos que el hombre ha tenido enel desarrollo de su evolución, logró desarrollarun arsenal de instrumentos para su defensa ybeneficio. En otros momentos el miedo ha sidoutilizado como instrumento de contención y do-minación entre los hombres. En este sentido sepuede advertir que el miedo ha jugado un papelordenador a lo largo de la vida en sociedad.
Estudio de caso60
ferimos a un conjunto de miedos acoplados a un imagina-rio social desplegado en estereotipos y comportamientossociales, adheridos a la memoria colectiva.
Así los imaginarios del miedo se adhieren a la circula-ción de narraciones simbólicas delimitadas por territorios,acciones, acontecimientos y sujetos denotados como ene-migos públicos. De ahí que la lectura de determinadas expe-riencias narradas, se encuentren mediadas por la experienciade la exclusión, la pobreza, la marginación y la violencia expli-cita o encubierta. Se trata de un conjunto de miedos expre-sados de modo metonímico en la inseguridad, en la libertad,en la esperanza. Todos estos miedos urbanos, en buena me-dida provienen de la incertidumbre laboral, asistencial, afecti-va, y de seguridad que vivimos los habitantes de la ciudad.
El miedo tiene diferentes perspectivas desde donde sele puede ubicar: la política, la economía, lo social y lo cultu-ral; desde esta última es donde nos interesa abordarlo enestas líneas, particularmente haciendo una reflexión de ladimensión social de los espacios del terror, de los espaciosproductores de miedo; por eso lo que nos interesa aquí espartir de un mirar del miedo pero no desde su base bioló-gica, sino desde su componente cultural. Sobre todo por-que el miedo, por decirlo así, a diferencia de los impulsos,posee características particulares, como es lo expresivo, locontagioso y lo aprendido2.
La construcción del espacio,exclusión y miedo
Un aspecto diferenciador del fenómeno social de la delin-cuencia en la ciudad de México, es el incremento constantede la participación de jóvenes o agrupaciones de adolescen-tes que se apoderan de las calles de la ciudad como parte desu hábitat natural, emergiendo de manera considerable encasi todas las zonas de la ciudad de México; se trata de gru-pos de jóvenes que forman una suerte de comunidad margi-nal con respecto a las posibilidades formales que la sociedadofrece para obtener canales adecuados de subsistencia.
Estos sectores de la sociedad, son el resultado de tresfenómenos específicos: El primero obedece de manera par-
ticularmente al incremento de la participación de jóvenes enactos ilícitos cada vez más violentos, como resultado de suincorporación a las filas del crimen organizado, o bien comoel resultado de una aventura aislada por la falta de oportuni-dades educativas o laborales. El segundo, se encuentra ancla-do a la importancia que adquiere el desarrollo urbano y suvinculación entre la ciudad y la delincuencia, en especial apartir de las innumerables manifestaciones de defensa deciertos espacios urbanos, en los que se articula tanto el dise-ño arquitectónico de determinados lugares como las altastasas de incidencia delictiva de áreas caracterizadas por vi-viendas populares, las cuales han favorecido la inclinaciónargumentativa que sostiene que el diseño urbano influye,promoviendo o alentando la criminalidad. El tercero, comoresultado de un conjunto de temores que moldean una per-cepción estereotipada de sujetos y espacios difundidos porlos medios de comunicación, los cuales divulgan de maneraespectacular los ilícitos cometidos por sujetos que habitandeterminadas colonias o barrios. En conjunto estos tres fe-nómenos crean un ambiente social de estigmatización, se-gregación y miedo al uso del espacio público en la ciudad deMéxico, lo que favorece la creación de espacios del terror.
En este sentido, el miedo en tanto comportamientopropio de las ciudades, es el resultado de un conjunto deimágenes que construyen un capital pensado, valorado ycompartido; es, digámoslo así, el resultado de un imaginariosocial. De esta manera, los miedos culturales invaden al in-dividuo y debilitan las colectividades, de modo que se cons-truye un miedo al otro. Un miedo que se muestra por lapérdida de control del espacio, por la gente desconocida,por la diferencia de costumbres, comportamientos, códi-gos y prácticas diferentes a nosotros3.
Para mostrar que los miedos no solo orbitan en lasinmediaciones de nuestras experiencias cotidianas, y quepor el contrario se alimentan de imaginarios sociales y mi-tos urbanos, trataremos de señalar mediante la evidenciaempírica de los datos obtenidos de dos colonias, que losaltos índices de delincuencia, y la estigmatización de deter-minados espacios, como espacios de terror o productoresde miedo, no son otra cosa que el resultado de una cre-ciente segregación socio-espacial producto de la margina-ción y exclusión de sus pobladores.
2 Lo expresivo del miedo se muestra en la modificación de compor-tamientos, y en la comunicación del sujeto, mientras que lo contagiosose muestra en la influencia para transmitir los miedos al otro, alimentan-do así un imaginario que se expresa en otros sujetos, aún cuando éstosno hayan tenido la experiencia directa. Por su parte, lo aprendido delmiedo, es siempre una manifestación cultural, cuya experiencia social vivi-da, se diferencia según la posición del sujeto dentro del grupo social. Sole-dad Niño Murcia, “Eco del miedo en Santa Fe de Bogotá e imaginarios desus ciudadanos” en Jean Deluaun, El miedo. Reflexión sobre su dimensiónsocial y cultural. Medellín, Colombia: Corporación Región, 2002, p. 192.
3 Como resultado de estos miedos culturales, bien podemos situarel racismo, la xenofobia, la misoginia y la homofobia, entre otros miedosculturales. María Teresa Uribe de H., “Las incidencias del miedo en lapolítica: una mirada desde Hobbes” en Jean Deluaun, El miedo. Reflexiónsobre su dimensión social y cultural. Medellín, Colmbia: Corporación Re-gión, 2002, p. 24.
El Cotidiano 152 61
Se trata de espacios productores de un miedo que seacompaña por la disminución de seguridad y aumento deviolencia, la cual es identificada como una situación de peli-gro, y el peligro es configurado como la causa próxima queproduce temor, y claro está que su opuesto perfecto es laseguridad. Por tanto, los miedos no sólo nos conducen a unestado de orfandad, sino también de exclusión.
En este contexto, las siguientes líneas se apoyan tantoen la observación directa como en el trabajo de campo, ydatos obtenidos por diferentes dependencias del gobierno
Imagen 1
Delegación Política: Cuauhtémoc
Región: Tlatelolco - Guerrero
Colonias: Atlampa y Sta. María la Ribera
Situación Socieconómica: Baja/Popular
Totales de Km: 3.8
Total de Manzanas: 155
Límites: Insurgentes Norte, Circuito interior,
Instituto Técnico y Ribera de San Cosme.
Población Total: 64,512
Ingresos: 1y 2 S.M., y 3 y 7 S.M.
Número de Viviendas: 13,902
Distrito electoral: X Federal 9 Local
Secciones electorales: 31
Poblemática: Seguridad Pública, Fauna
nociva, Mantenimiento de Infraestructura,
Recolección de Basura, Hacinamiento
Datos del Polígono:
Zona de Análisis
Fuente: creación propia con datos del GDF.
local, la Delegación Cuauhtémoc, y particularmente de lascolonias Atlampa y Santa María la Ribera (Imágenes 1 y 2),las cuales han sido señaladas por las autoridades de la SSP
del DDF, como colonias de alta peligrosidad, conflictividado criminalidad; sin embargo, dichas colonias, más allá de lastasas de incidencia delictiva, no son otra cosa que el resul-tado de la construcción de un complejo imaginario esboza-do tanto por las narraciones de las experiencias de miedocomo de la expresión de un espacio urbano cuya caracte-rística es la exclusión social.
Col. Atlampa
Sta. María la Ribera
Área deestudio
Colonia Criminógena
Colonia delictiva
Fundación: 1850Total de Hectáreas: 182.41 222 hab/HaNo. de manzanas: 110Nivel Socioeconómico: Media/Popular/BajoPoblación: 55,795 Ingreso promedio: 1 S.M. a 7 S.M.Total de Vivienda: 11,898Problemática de la Vivienda: Vecindades, HacinamientoDeterioro, Materiales precarios, Viviendas abandonadas.Hogares cuyo jefe es mujer: 150Equipamiento Urbano: Escuelas Preescolar: 4, primaria: 6Secundaria: 5Problemática Social: Seguridad Pública, Recolección deBasura, Vivienda, Mantenimiento, Infraestructura,Empleo.
Fundación: 1930 aprox.Total de Hectáreas: 113.58 78 hab/HaNo. de manzanas: 45Nivel Socioeconómico: Popular/BajoPoblación: 8,717 Ingreso promedio: 1 S.M. a 2 S.M.Total de Vivienda: 2004Problemática de la Vivienda: Vecindades, Hacinamiento,Asentamiento irregularHogares cuyo jefe es mujer: 250Equipamiento Urbano: Centro Comunitario AtlampaIlizarriturri 4, Callejón del Nopal, Escuela Alvaro Obregón,Cuartel de policía.Problemática Social: Seguridad Pública, Recolección deBasura, Empleo y Desintegración familiar.
Imagen 2
Fuente: creación propia con datos del GDF.
Estudio de caso62
La construcción de dichos espacios aparece como elresultado de la familiarización de mitos cotidianos, productode la información difundida por los medios de comunica-ción que los señalan como territorios aberrantes y peli-grosos que favorecen el comportamiento de grupos o bandasde sujetos que operan al margen de la ley, provocando te-rror y miedo en los vecinos y generando una imagen estig-matizada en general de estos espacios, cuyo deterioro materialobedece en buena medida a la carencia de equipamiento yservicios públicos básicos; dichas condiciones se conviertenen un factor ligado a las condiciones materiales de sus habi-tantes, que les impide contribuir a la manutención de unaimagen diferente a la que se muestra como resultado de suscondiciones materiales; hablamos de una imagen desorde-nada y caótica que contribuye a la construcción de unaimagen estigmatizadas del espacio (Imagen 3).
delincuente”, el terrorista, el pobre, el excluido, el enfermoque nos contagia, el contrario a nuestra ideología, etc. Ha-blamos del miedo al otro, a lo que el otro es capaz de haceren tanto todos tenemos las mismas pasiones y los mismosdeseos; se trata de un miedo al desorden, al caos, a la incer-tidumbre4.
Hablamos de la construcción de un miedo que sóloadquiere sentido en el aquí y el ahora, por eso le tenemosmiedo a nuestros semejantes, porque sabemos que no sondiferentes a nosotros y en consecuencia vivimos en unapermanente discordia con el otro.
La imagen del enemigo y la inseguridad
La inseguridad que se vive en la ciudad de México ha propi-ciado una imagen de desprotección y peligro constante,
Imagen 3
Fuente: creación propia con datos del GDF.
Alumbrado
Baches
Basura
GrafittisDesasolve
Asaltos
Drogadicción
Carros abandonados
Talleres en vía pública
Coladeras
Asentamientos irregulares
INSURG
ENTES N
ORTE
AV. RICARDO FLORES MAGON
RIO CONSULADO
INST
ITUT
O T
ECN
ICO
IND
USTR
IAL
Atlampa
Área de estudio
Problemática socialDelincuencia, drogadicción, insalubridad,hacinamiento, fauna nociva, desintegración familiar,violencia familiar, vecindades de alto riesgo,ambulantaje, desempleo.
Como podemos advertir, la ola de sentimientos de in-seguridad se encuentra constituida sobre un eje de miedoracional, que trae consigo un conjunto de estrategias pre-viamente diseñadas para conjurarlo y para domesticarlo; setrata de un sentimiento que va más allá del crecimiento deuna violencia objetiva, que ha roto todo límite de toleran-cia, produce un conjunto de imágenes y representacionescon los que se construyen mitos y enemigos presentes yfuturos. La imagen del nuevo enemigo público, “el joven
que en muchos casos es real y en otro tanto se encuentraconstituido por un horizonte de imaginarios sociales de ladelincuencia y la violencia. El mantenimiento de esta repre-sentación, es constituido por los medios de comunicaciónde masas, los cuales producen una dramatización de lasacciones, al difundir de manera espectacular los crímenesviolentos, los secuestros y los robos.
4 María Teresa Uribe de H., Op. cit., pp. 25.39.
El Cotidiano 152 63
Se trata de un ambiente urbano contenido por un efec-to mediático cuyos rasgos son considerablemente signifi-cativos, pues quienes habitamos en la ciudad de México,somos testigos recurrentes de testimonios personales, cu-yas experiencias directas o indirectas con la delincuencia yla violencia, tienden a constituirse en una imagen deterio-rada de ciertos espacios considerados como inseguros, loscuales provocan profundas transformaciones en las rela-ciones de convivencia e integración urbana.
Se trata de una ciudad cuya complejidad se encuentraconstituida no solo por sus grandes edificios, monumentos oriqueza histórica, también se constituye por un conjunto deimágenes de neón que flotan como nubes sobre las callesfétidas e hiperviolentas, infestadas por sujetos demandantesde derechos, que sus voces se confunden con aquella vozsomnolienta que día y noche nos da a conocer los anuncios deuna vida urbana postapocalíptica, en la que todos los citadinosluchamos por no perdernos en este laberinto que notoria-mente se expresa en la visión de un gigantismo urbano cons-tituido por un pastiche incoherente de paisajes imaginarios5.
En la ciudad la epidemia de inseguridad ciudadana, seve alimentada por una violencia desbordada y sin límites,consecuencia de una delincuencia que se expresa en diver-
sas dimensiones: asaltos a transeúntes, robos a casa-habita-ción, vehículos, bancos, comercios, secuestros, violaciones,y narcotráfico, todas ellas dimensiones que producen untemor generalizado en sus habitantes y los limita en susalida a la calle y su uso de los espacios públicos.
La delincuencia en la ciudad es sin duda un problemareal que va diluyendo paso a paso, el sentimiento de perte-nencia e identidad basada no sólo en términos de lo étnico,sino en términos del uso y la práctica cotidiana de los espa-cios públicos de la socialización. Espacios de relaciones so-ciales que fijan la normalidad y las relaciones entre lasdiferencias; sin embargo, estas diferencias de la anormali-dad, en definitiva adquieren dos dimensiones: la primera seencuentra orientada a la construcción de una diferenciacuya anormalidad es figurada en torno a una imagen deter-minada por lugares y sujetos con ciertas características. Lasegunda, es vista paradójicamente como una imagen de anor-malidad que forma parte de la normalidad de la vida coti-diana de las grandes urbes, donde el temor, la incertidumbre,el conflicto y la negociación se conforman en elementosconstitutivos tanto de la propia desigualdad de la distribu-ción de la riqueza, como de la compleja dinámica de lassociedades urbanas. (Imágenes 4 y 5)
5 Mike Davis, Urban control: The ecology of fear. New York, EU: S.L., 2001,p. 4.
Imagen 4
Fuente: creación propia con datos del GDF.
Col. SantaMaría laRibera
Col. Atlampa
Pino
Torr
es B
odet
Carpio
Alameda deSanta María la
Ribera
Zona Pasajeros
Zona Escolar
Zona de Esparcimiento
Zona Comercial
Av. Flores Magón
Santa María la Ribera
Zona de Bancos
Geografía delictivaEntronques peligrosos
Zonas y flujos
METROSAN COSME
Col. Atlampa
Av. Ricardo Flores Magón con Pino y Torres Bodet con CiprésENTRONQUES PELIGROSOS
Prepa Popular
Zona de Bancos
AV. FLORES MAGON
Col. Santa María la Ribera
AGEB´S de marginalidadmuy alta
Colonia AtlampaAltamente criminógena
Malla delictiva FLUJO DELICTIVO
HOTEL DE PASO
Torre
s Bod
et
Pino
Estudio de caso64
Un rasgo significativo del efecto dinámico que adquie-re la difusión de estas imágenes, radica en que los principa-les escenarios de las acciones violentas o delictivas,difundidas por los medios de comunicación, por lo general
ocurren en algunas zonas urbanas caracterizadas por lapobreza, la exclusión, y el desempleo, lo que presuponeentonces que la delincuencia y la violencia ocurren primor-dialmente entre los pobres de la ciudad (Imagen 6).
Imagen 5
Fuente: creación propia con datos del GDF.
Santa María la Ribera
Calle: Av. Ricardo Flores MagónColonia Sta. María la RiberaDelito: Asalto a transeúntesDenuncias diarias: 5Horario: 8:00 y 20:00 Hrs.Banda Identificada: Del Nopal y Limón
Modus Operantis: Dos o más personas ubicana la víctima antes y después de ingresar al banco,es amagado con arma blanca o pistola. Es comúnel asalto cerca de la Alameda.
Calle: Carpio y PinoColonia Sta. María la RiberaDelito: Robo de auto sin violenciaDenuncias diarias: 2Horario: 14:00 y 22:00 Hrs.Banda Identificada: Del Nopal
Modus Operantis: Dos o más personas ubicanel vehículo, uno ingresa (con gancho o rompenel cristal) y otros actúan de muro.
Calle: Toda las calles con comercioColonia Sta. María la RiberaDelito: Asalto a negocios o comercioDenuncias diarias: 3. Horario: 8:00 y 10 Hrs.Banda Identificada: Del Nopal Modus Operantis: Dos omás personas entra al establecimiento amagando al personal conarma blanca o pistola, mientras una tercera persona sirve de muro.
Ficha de identificación técnica del crimen
Imagen 6
Fuente: creación propia con datos del GDF.
Santa Mar ía la Ribera
No. de delitos cometidos denunciados enla colonia: 1,334
Ribera de San Cosme
Ficha de identíificación técnica del crimen
Av. Ricardo Flores Magón
Insurgentes Norte
Geografí a delictiva
Lugar que ocupa en incidenciadelictiva en el DF: 11
Lugar que ocupa en incidencia delictivadentro de la delegación: 4
Delitos predominantes:
Asalto a transeúntes: 45%
Asalto a negocios o comercio: 39%
Robo de auto sin violencia: 15%
Cifra negra: 9,338
Nivel delictivo: Muy alto
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La difusión de esta idea, formada entre las clases me-dias y los sectores adinerados trae tras de sí una concep-ción de la pobreza vista como una amenaza, quepotencialmente forma transgresores de la ley. Esta ideadesde luego es falsa, no obstante tenemos que admitir quelas clases medias, sobre todo con mayor énfasis en los años70 y 80, fueron los grupos que mayoritariamente se vieronpresas de la delincuencia; hoy quienes la padecen de mane-ra más directa son justamente los sectores más desprote-gidos, los pobres de la ciudad, quienes se convirtieron envíctimas y victimarios de sus propias acciones.
Nos referimos a aquellos sujetos que experimentanen carne propia la exclusión laboral, educativa y de salud,factores que favorecen la transgresión de la ley. Hablamosde citadinos que habitan las delegaciones más pobres y con-flictivas de la ciudad, lugares desarticulados y separados delos beneficios del desarrollo urbano y que suelen ser iden-tificados en el imaginario social de los pobladores de laciudad como territorios del terror.
Para ello entenderemos por territorio aquel espaciosocial de soporte de actividad simbólica y lugar de ins-cripción de excepciones culturales. En otras palabras, escualquier extensión de superficie terrestre habitada porun grupos de sujetos, o bien, si se quiere, también pode-mos entenderlo como un espacio apropiado y valoradosimbólica e instrumentalmente por los sujetos. En conse-cuencia, el espacio es entendido aquí como una combina-ción de dimensiones, en las que se incluyen tanto loscontenidos que las generan como los que las organizan apartir de un punto imaginario. En este sentido, el espaciocon respecto al territorio, se encuentra caracterizado porsu valor de uso y será el resultado de la apropiación yvalorización mediante la representación, trabajo y pro-ducción a partir del espacio inscrito en el campo delpoder6. En el caso de estas colonias, las imágenes estigma-tizadas que se construyen de este espacio, obedecen enbuena medida a los giros de impacto situados en la colo-nia (Imagen 7).
6 Giménez; 2000, 21-22.
Imagen 7
Fuente: creación propia con datos del GDF.
Santa María la Ribera
Video juegos/billares
Ribera de San Cosme
Av. Ricardo Flores Magón
Insurgentes Norte
Prostíbulos
Pulquerías
Salones de baile
Cabaret
Cervecerías
Cantinas
Giros de impacto socialUbicación espacial
Inst
. Téc
nico
Indu
stria
l
Centros nocturnos
Se ha privilegiado el asentamiento de distintosgiros de impacto, principalmente de cantinas, asícomo un importante número de billares y videojuegos
Situación de la colonia:
N
Estudio de caso66
El impacto de estos giros negros, desencadena un sen-timiento de inseguridad que se generaliza como resultadode la incertidumbre de la defensa de la integridad, de riesgoy agresiones de un futuro enemigo; es la representación deun miedo que se retroalimenta y multiplica por las imáge-nes hostiles de un enemigo que nos provoca inseguridad;son imágenes que representan un inminente peligro, el deperder la vida o el patrimonio7. Hablamos entonces de laconstrucción de un complejo imaginario caracterizado tantopor la probabilidad de la ocurrencia, como por el temor dela recurrencia de un acto violento aún sin haberlo vividodirectamente.
Observemos entonces cómo el miedo puede ser en-tendido como fundador de un orden social, en tanto que elmiedo nos mantiene sujetos al orden establecido de unaestructura determinada de mando y obediencia. Es pues elmiedo un acompañante del hombre y por eso en la vidacotidiana del sujeto, la seguridad, el orden, el control y lavigilancia adquieren importancia, en la medida que da senti-do a la vida del hombre en sociedad.
En este sentido, la violencia y el terror son realidadestangibles, ancladas a un sistema simbólico de reciclamiento
de imágenes, relatos y experiencias cotidianas que se inser-tan en diferentes dimensiones del ámbito urbano; la políti-ca, la economía informal, el narcotráfico, etc. Se trata derelatos alimentados y socializados por los medios de co-municación, los cuales dan un uso y sentido a esas narrati-vas, de modo tal que construyen un ambiente del miedo yel terror en la memoria social. Así, cuando esta memoriase comparte en grupo y se evocan imaginarios del miedo,muerte o terror, se crea un cierto control de la vida sociale incluso de las emociones individuales y colectivas, a tra-vés de la exageración, el rumor y la imaginación, dando comoconsecuencia la configuración del miedo como un modode vida rutinizado8.
Otro ejemplo de estos territorios, rutinizados y media-dos por el miedo y el terror, los encontramos en aquellascolonias cuyas características, principalmente como en el casode la Delegación Iztapalapa, muestran una de las mayoresincidencias delictivas, así como un desordenado desarrollourbano, una alta tasa de concentración de población, un bajoingreso percapital, altas tasas de desempleo y deserción es-colar. Otras delegaciones con estas características son laGustavo A. Madero y la Cuahutémoc (véase Cuadro 1).
7 María Teresa Uribe de H., Op. cit., pp. 39-40.
8 Pilar Riaño Alcalá, “Las rutas narrativas de los miedos: sujeto, cuer-pos y memorias” en Jean Deluaun, El miedo. Reflexión sobre su dimensiónsocial y cultural, Medellín, Colombia: Corporación Región, 2002, pp. 90-92.
LindavistaGuadalupe TepeyacIndustrialSan Felipe de JesúsSan Juan de Aragón 3era secciónVallejoSan Juan de AragónUH. San Juan de AragónIndustrial VallejoNueva AtzacoalcoAragónMartín CarreraEstrellaSanta Isabel TolaCasas AlemánLa ProvidenciaGertrudis Sánchez
Delegación / Colonia
Cuadro 1Las 100 colonias más peligrosas en el Distrito Federal
Gustavo A. Madero
123456789
1011121314151617
CentroRomaGuerreroDoctoresJuárezSanta María la RiberaCondesaObreraCuauhtémocSan RafaelNonoalco TlatelolcoPeralvilloRoma SurTabacaleraAtlampa
123456789
101112131415
Delegación / ColoniaCuauhtémoc
continúa
El Cotidiano 152 67
Delegación / Colonia
Cuadro 1Las 100 colonias más peligrosas en el Distrito Federal
IztapalapaDelegación / ColoniaMiguel Hidalgo
Central de AbastosJuan EscutiaSanta Martha AcatitlaLeyes de ReformaSanta Cruz MeyehualcoSanta María AzahuacanTepalcatesVicente GuerreroSan Lorenzo TezoncoLos ÁngelesConstitución de 1917Escuadrón 201
Jardín BalbuenaMorelosMoctezuma 2da SecciónMerced BalbuenaVeinte de NoviembrePeñón de los BañosMoctezumaFederalPensador MexicanoUH Candelaria de los PatosMagdalena Mixhuca
El CarmenCampestre ChurubuscoSanta Ursula CoapaLos GirasolesPedregal de Santo DomingoAlianza Popular RevolucionariaUnidad Obrero CTM Culhuacan IVPrado Churubusco
Agrícola OrientalPantitlánGranjas MéxicoGabriel Ramos Millán
123456789
101112
123456789
1011
12345678
1234
AnáhuacPolanco ChapultepecLomas de ChapultepecSan Miguel ChapultepecTacubayaTacubaCondesaEscandónSan Pedro de los PinosAnzuresPolanco ReformaPopotlaHipódromo Condesa
Del ValleNarvartePortalesNápolesSanta Cruz AtoyacAlamosMixcoacSan José InsurgentesNativitasLetrán Valle
San ÁngelLomas PlaterosJardines del PedregalTizapánJardines del Pedregal San Ángel
ClaveríaUnidad AzcapotzalcoNueva Santa María
Villa CoapaTlalpanAjusco
123456789
10111213
123456789
10
12345
123
123
Delegación / ColoniaVenustiano Carranza
Delegación / ColoniaBenito Juárez
Delegación / ColoniaCoyoacán
Delegación / ColoniaAlvaro Obregón
Delegación / ColoniaIztacalco
Delegación / ColoniaAzcapotzalco
Fuente: SSP 2000, Dirección de Normatividad y Sistemas,
Delegación / ColoniaTlalpan
Estudio de caso68
Se trata en muchos de los casos de colonias cuya per-cepción es el resultado de testimonios de violencia narra-da, que establecen una falsa dicotomía marcada, por un lado,por el encierro y la seguridad, y por el otro como un espa-cio abierto que en conjunto frente a las demás coloniasadquiere un sentido de negación que las identifica en lacategoría de inseguras y peligrosas, y es justamente su iden-tificación la que les permite construirse y diferenciarse enla realidad urbana.
Muchas de estas colonias o barrios se han convertido,como resultado de esta identidad estigmatizada, en un con-junto de espacios desarticulados, separados y segregados,provistos de dispositivos de encierro que a menudo sonagresivos, donde el transeúnte no puede pasar sin previaexhibición de credenciales. Son espacios relativamentemono funcionales y homogéneos que se convierten enconstelaciones discontinuas de fragmentos espaciales, depiezas funcionales y segmentos sociales9.
La desarticulación de estos espacios públicos produceuna crisis de reconocimiento y diferenciación que causaviolencia y marginación, así como un conjunto de redes derepresentación, dentro de las que entran la imagen cons-truida por los medios de comunicación de los aconteci-mientos ocurridos en la vida cotidiana de estos espacios,los cuales tienden a ser magnificados y a distorsionar larealidad de las redes de socialización del espacio público.Dicha imagen produce una representación cotidiana de lainseguridad en esas colonias.
Se trata de la construcción de la imagen de un espaciourbano dedicado cotidianamente al uso de la prácticadelictiva. Son espacios, por decirlo así, que forman partedel conjunto del paisaje urbano, aún cuando no son relati-vamente nuevos; lo que sí dibujan de manera reciente es lanotoria exclusión del espacio urbano expresado mediantela crónica de los asaltos a transeúntes, lo que facilita unvalor de autonomización cargado de representación delespacio que opera como un vehículo de identificación sim-bólica del terror.
Así en la formación de la imagen deteriorada de estosespacios en el contexto de la proximidad en la vida cotidia-na de la ciudad, la delincuencia logra un impacto particularen la ciudadanía, sin dejar de lado las políticas de seguridadpública, y la gestión de programas de prevención y conten-ción de la delincuencia, todos ellos factores que adquierenuna particular relevancia, no sólo por las consecuencias que
la delincuencia trae consigo en la vida de la ciudad, tambiénpor ser uno de los problemas centrales de cualquier ciu-dad, y por el consabido efecto que adquiere la delincuenciaen el medio urbano. Si a ello agregamos el resultado de ladisminución de las políticas de asistencia social y el efectode la creciente pérdida de empleos, la falta de oportunida-des, el acrecentamiento de la pobreza, la concentración dela riqueza, la marginación y la exclusión de grandes gruposde la sociedad a un mejor nivel de vida, lo que aparece es eldibujo de un mapa trazado por zonas concéntricas queluchan por la supervivencia de los más fuertes sobre losmás débiles. Se trata de una ecología humana organizadapor la obsesión habitual de la seguridad personal y el aisla-miento producto de la polarización social y el apartheidespacial10.
Los espacios del terror
Los espacios del terror son aquellas unidades geoespacialesde la ciudad reconocidas, tanto por la autoridades de segu-ridad pública como por los propios citadinos, como lugaresde alta peligrosidad o criminalidad; estos espacios se en-cuentran constituidos en gran medida por dos causas; laprimera como resultado de un complejo imaginario carac-terizado por la probabilidad de la ocurrencia, como por eltemor de la recurrencia de vivir un acto violento en sí, aúnsin haberlo experimentado. Son espacios producto de unaserie de consecutivos relatos del miedo al uso de determi-nados territorios en la ciudad, son producto de la narra-ción de las vivencias encarnadas en cifras oficiales.
Estos datos se comunican de primera mano como re-sultado de la experiencia con la violencia social cotidiana,imponiendo una imagen retransmitida de manera oral me-diante los testimonios.
En este sentido, la morfología de los espacios públicosy residenciales, así como las cuestiones relacionadas con elmobiliario y los equipamientos colectivos, suelen tener unpeso fundamental tanto en la construcción de un ordenimaginario como de un orden social y en consecuencia comofactores considerados para la seguridad o inseguridad desus habitantes. En muchos de los casos, dichos factores hancontribuido de forma determinante para definir los espa-cios del terror.
Sin embargo, más allá de reconocer la violencia y elterror como realidades tangibles, el miedo se encuentraanclado a un sistema simbólico de reciclamiento de imáge-
9 Angélica Giblia, Espacio público y espacios cerrados en la ciudad deMéxico, FLACSO-México: UAM-Iztapalapa, 2003, p. 2. 10 Mike Davis, Op. cit., pp. 6-7.
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nes, relatos y experiencias cotidianas, que se insertan endiferentes dimensiones del ámbito de lo urbano, de lo po-lítico, de la economía informal, del narcotráfico, etc. De suer-te tal que lo que podemos observar es el sentido ordenadory fundador del miedo.
En consecuencia, hablar de las relaciones entre la ciu-dad, miedo y delincuencia, presupone pensar el proceso dereordenamiento y la apropiación del espacio público comoelemento contenedor de la seguridad pública y no necesa-riamente tener como referente para la identificación de lazonas criminógenas o de alta incidencia delictiva productodel análisis de las cifras de las encuestas de victimización,las cuales, lejos de servir como indicadores para el desplie-gue de programas de prevención, suelen ser utilizadas comoindicadores para el etiquetamiento de determinados te-rritorios urbanos, sobre todo porque en estos estudiosadquieren un importante peso las características sociode-mográficas tanto de los victimarios como de las víctimas.En todo caso dichas estadísticas lo único que reflejan es lavisión de un reduccionismo que conduce de manera fre-cuente a la construcción de una idea simplista de la delin-cuencia, asociada siempre a un escenario considerado comopeligroso. Sin embargo, en realidad lo único que hace esseñalar las incómodas áreas grises y fortalecer la genera-ción y polarización de los espacios de la ciudad11.
Así las características físicas y morfológicas de los es-pacios y equipamientos públicos como factores facilitadoreso inhibidores de la incidencia delictiva o de la inseguridad,son elementos que se han considerado para la designaciónde los espacios del terror, del miedo y la delincuencia. Deahí que estos espacios no sean otra cosa que el resultadode la construcción social del miedo, y el impacto que traetras de sí el desorden, la carencia y deterioro de los servi-cios públicos y equipamientos que crean un sentimientode inseguridad; a ello tendríamos que agregar el efectosimbólico de la construcción de una imagen creada de lainseguridad, cuyo efecto impacta en la edificación de unsentimiento de vulnerabilidad y etiquetamiento colectivode ciertos espacios o colonias de la ciudad.
Se trata de la imagen de un miedo relatado, alimentadoy socializado por los medios de comunicación, los cualesdan un uso y sentido a esas narrativas, de modo tal queconstruyen un ambiente de miedo y terror en la memoriasocial. Así cuando esta memoria se comparte en grupo y seevocan imaginarios del miedo, muerte o terror, se crea de
manera paralela un cierto control de la vida social e inclusode las emociones individuales y colectivas; este control sepuede apreciar en rumor y exageración de un miedoritualizado como modo de vida12.
De ahí que la ciudad pueda ser considerada como unespacio en cuyo escenario se desarrolla y multiplica unaevolución de desigualdad marcada por la sucesión de acon-tecimientos y formas de vida urbana, que sobrepasan lafrontera de la ficción como respuesta del pavor a la cadavez más conflictiva vida urbana.
En el contexto de esta conflictividad urbana, el creci-miento de la delincuencia y la percepción del desorden quecausan en la ciudad, han provocado cuatro efectos socialesvisibles: A) La erosión de las redes de interacción social. B)La generación y aislamiento de las comunidades y de losgrupos. C) La búsqueda e identificación del origen de lainseguridad en otros sujetos, que por lo general lo hacenatribuyéndolo a sujetos cultural y económicamente másdébiles, de ahí que surjan voces identificando como delin-cuentes a los jóvenes, los indigentes, los inmigrantes, loshomosexuales, las prostitutas, o a cuanto sujeto parezcadiferente a lo normal. E) La identificación y estigmatizaciónde ciertos lugares catalogados como peligrosos13.
Mediante estos cuatro efectos la inseguridad ciudada-na actúa sometida a una doble dimensión que opera enrealidad como valores integradores. Por un lado una di-mensión objetiva que nos permite contemplar a los he-chos delictivos como algo real y cotidiano, y la dimensiónsubjetiva expresada en las vivencias y sentimientos perso-nales respecto a la inseguridad que se vive en la ciudad.Esta última adquiere un peso importante en la configura-ción del fenómeno de la percepción y construcción delimaginario de la inseguridad ciudadana y de su representa-ción expresada en arquetipo social14.
Observemos que hablamos de un arquetipo en el quese describe a enemigos públicos, e incluso se describenespacios donde los sujetos con características semejantesjuegan un papel central en el mantenimiento de una ima-gen descriptiva de una amenaza reflejada en el desorden,en el deterioro, en la suciedad, en la economía informal, enla clandestinidad del tráfico de drogas, y en la cotidianidadde la violencia intrafamiliar.
11 Ernesto Portillo López et.al., Violencia y medios. Seguridad pública,noticias y construcción del miedo, México: CIDE, 2004, p. 31.
12 Pilar Riaño Alcalá, Op. cit., pp. 90-92.13 J. Miguel Cruz, “Violencia, democracia y cultura política” en Nueva
Sociedad, núm. 167, Caracas, Venezuela, pp. 138-167.14 Rosa del Olmo, “Ciudades duras y violencia urbana” en Nueva
Sociedad, núm. 167, Caracas, Venezuela, p. 167.
Estudio de caso70
Es así como algunos barrios y colonias, sirven comopreámbulo para significar la figura de un enemigo, cuyasacciones violentas se recrea en el imaginario de un espa-cio temido. Son imágenes ancladas a la historia del barrio,y a sus lazos con la delincuencia, la prostitución, el alco-holismo, la drogadicción, la ilegalidad; se trata de un espa-cio cuya historia de transgresiones morales, se refleja enuna violencia que cuestiona la división entre víctima y vic-timario.
De ahí que estos barrios o colonias del terror, no sonotra cosa que una construcción cultural caracterizada porcontradictorios significados, todos atribuidos a prácticas detemor, que son narradas en historias orales de robos, atra-cos, violaciones, fraudes, homicidios, secuestros, etc., sonlugares que muestran una cartografía del peligro y cuyoterror se extiende como onda expansiva, más allá de loslímites del barrio, se trata de un espacio de disputa, de re-sistencia, de transgresión y de violencia15.
Ante este miedo al otro, percibido, vivido, socializa-do y valorado como inseguridad, el gobierno local y fede-ral han probado sin mucho éxito un sinfín de estrategiasde seguridad y contención que a la postre lo único quehan logrado es una segregación física entre sus habitan-tes y la estigmatización impuesta como hierro caliente,bien como marca de exclusión, bien como signo de eti-quetamiento y distinción, de aquellos que habitan endeterminadas zonas de la ciudad calificadas como de altapeligrosidad; ejemplo de este etiquetamiento es el mapade identificación de las 100 colonias más peligrosas de laciudad.
Esta construcción cotidiana de la imagen y significadoatribuido a determinadas zonas de la ciudad, es lo que for-ma la idea de una zona indeseable y de segregación, cuyavaloración sirve como parámetro para señalar por igual atodo aquel que habita en estas colonias.
Otro ejemplo de esta segregación es el amurallamien-to de los espacios habitacionales, rodeados por grandesmuros de hormigón que tienen como propósito la reorga-nización de las redes peatonales para poder controlar losaccesos y tratar de hacerlos cada vez más inaccesibles, for-mando verdaderos bunker; o bien tenemos el caso de losconjuntos habitación que asemejan complejos laberintosrodeados de cientos de metros de rejas y alambrados conpúas, que hablan más de la sociedad que las construyó quesobre la verdad o mentira de sus pobladores; se trata por
un lado de una búsqueda desenfrenada, de un refugio ima-ginario ante la ola de violencia objetiva, sin que los alam-bres puedan lograr su cometido. Por el otro, del resultadode las narraciones de las experiencias del miedo, todas ellasesbozadas por el recuerdo de múltiples conflictos violen-tos anclados en tiempos y espacios míticos de representa-ciones simbólicas, que hacen referencia a lo imaginativo y ala exageración.
Se trata de experiencias que al mismo tiempo se ins-criben en un círculo expansivo de rumores referentes demiedo y terror. Son imágenes mediadas por lo fantásticodel tipo de relato que incluso más allá del contenido narra-tivo, develan una construcción cultural de la otredad, unmiedo generalizado al otro. Que se refleja, de igual mane-ra, desde las calles secundarias hasta las principales aveni-das, donde se han tendido redes de vigilancia permanentecon sistema de video, principalmente en aquellas zonasconsideradas como de más alta conflictividad; un ejemplode estos espacios son los 118 puntos críticos de inseguri-dad (cruces de calles y parques públicos) identificados porla PGJDF.
Finalmente, lo que se puede apreciar del vínculo entrela ciudad y la delincuencia se encuentra recreado por unaserie de relaciones transparentes, que paradójicamente sehallan constituidas por una serie de círculos oscuros queopacan toda intención de sociabilidad y construyen imagi-nariamente una idea de ciudad insegura, que emerge coti-dianamente de la trama social expresada en lo inagotablede la violencia urbana. Se trata de una ciudad cuyos víncu-los se recrean, se traducen y se piensan como un verdade-ro apartheid urbano constituido por el rechazo social de laciudad hacia quienes son identificados como sospechosos,diferentes, o habitantes de colonias y barrios consideradoscomo inseguros y productoras de delincuentes.
Hablamos entonces de un miedo al otro16 visto comoagresor potencial, como delincuente, como destructorsocial, como una amenaza que alimenta el sentimientode inseguridad, agresión y odio17. Este sentimiento ter-mina diluyendo tanto el tejido social y la sociabilidad
15 Pilar Riano Alcala, Op. cit., p. 100.
16 Se pueden distinguir tres tipos de miedos: el miedo al otro, elmiedo a la exclusión económica y social, y el miedo al sinsentido. Léasea Zygmunt Bauman, Miedo líquido. La sociedad contemporánea y sus temo-res, Barcelona, España: Paidos, 2007. O bien a Jean Deluaun El miedo;reflexiones sobre su dimensión social y cultural, Medellín, Colombia, Cor-poración Región, 2002.
17 El sentimiento de inseguridad, más allá de su realidad material,tiene origen en la percepción, lo que implica que no puede ser sóloreducido a un problema de orden policial.
El Cotidiano 152 71
cotidiana, como la confianza en sus contextos habituales;la familia, la escuela, la religión, el trabajo, el barrio, loscuales han dejado de ser lugares de evidente integracióny junto con ello se ha dado paso a la erosión de la identi-dad colectiva18.
La geografía del terror, las coloniasAtlampa y Sta. María la Ribera
Como hemos podido advertir, el imaginario del miedo delque son objeto los habitantes de la ciudad de México, hasido identificado de manera directa con la asociación deciertos espacios como son las colonias Atlampa y Santa
Maria la Ribera, el cual tiene su origen en la discriminaciónde que son objeto dichas colonias, de suerte tal que elefecto que produce dicho espacio logra un impacto no sóloen las implicaciones de la definición morfológica del espa-cio ciudad, sino en la cohesión social del espacio mismo,como lo hemos mencionado.
Dichas implicaciones tienen que ver con el carácterpropio de las condiciones demográficas de las colonias,sus equipamientos, los giros de impacto y las organizacio-nes delictivas producto del comercio informal, organiza-das éstas en complejas redes y bandas que se delimitangeográficamente en función de su influencia y giro delictivo.(Imágenes 8 y 9)
18 Los nuevos espacios públicos de la ciudad, como las plazas, y cen-tros comerciales, ofrecen nuevos rituales y formas de agrupación que noforman lazos de cohesión social, e incluso favorecen el crecimiento denuevas tribus y agrupaciones urbanas móviles y flexibles que compartenemociones, símbolos e intereses, pero sin la autoridad necesaria paraofrecer normas y creencias estables. (Lechner: 2002, 139).
Imagen 8
Fuente: creación propia con datos del GDF.
PERALVILLO SAN SIMÓN TOLNÁHUAC EX-HIPÓDROMO PERALVILLO
AV. RICARDO FLORES MAGÓN
AV. RIO CONSULADO
STA MARIA LA RIBERAATLAMPA
Delegació n Cuauhtémoc
NUDO DELICTIVO
AV. REFO
RMA
RIBERA DE SAN COSME
INSURGENTES NORTE
EJE
CEN
TRAL
Estudio de caso72
19 Lechner: 2002, 141.
Imagen 9
Fuente: creación propia con datos del GDF.
Bandas de: Atlampa
Delegación Cuauhtémoc
Zona de Influencia
Ex-Hipódromo Peralvillo
PeralvilloSan Simón Tolnáhuac
Sta. María la RiberaColonia Banda Edad Modus
OperantisTipo dedelitos
Zona deinfluencia Día y hora
Sta. María laRibera
Sta. María laRibera yAtlampa
Sta. María laRibera yAtlampaSta. María laRibera yAtlampaSta. María laRibera yAtlampaSta. María laRibera yAtlampaSta. María laRibera yAtlampaSta. María laRibera yAtlampaSta. María laRibera yAtlampaSta. María laRibera yAtlampaSta. María laRibera yAtlampaSta. María laRibera yAtlampaSta. María laRibera yAtlampa Tolnáhuac
Los Grapas
Los Granaderos
Los Bikis
Los Activos
Sin nombre
Sin nombre
Los Guerreros
Los Mocos
Sin nombre
Sin nombre
Sin nombre
Del Nopal
14 a 29
20 a 30
18 a 25
12 a 15
12 a 15
14 a 17
15 a 18
16 a 25
16 a 22
Asalto acamiones
Traficantes
Atacandrogados
Taxi ecológico
Robo deautopartes
Asalto con arma
Asalto con arma
Asalto con arma
Venden hules
Asalto con arma
En grupo
En grupo y amano armada
Asalto con arma
Robo atranseúntesy comercio
Robo amicrobús ytranseúntes
Robo amicrobús ytranseúntes ycamión
Robo atranseúntesy comercio
Robo atranseúntes
Robo atranseúntesy comercio
Robo devehículosy autopartes
Robo atranseúntes
Robo deautopartes
Asalto atranseúntes
Asalto atranseúntes
Tráficos dedrogas
Asalto acamiónrepartidor
En lasinmediaciones
En las colonias
El Ranchito
Mariano Azuela
Inmediacionesde la colonia
Inmediacionesde la colonia
La Ronda
Centralcamionera
Peralvillo
Sobre Paseode la Reforma
Eje Central yFlores Magón
Calle de Chopin
San SimónTalnáhuac
Todos los días
6 a 24 hrs.
Todos los días
Todos los días
Todos los días
Fin de semana
Fin de semana
Diario en horasde la noche
Diario en horasde la noche
Días de pago yfines de semana
Todos los días
Todos los días
En este sentido, como se puede apreciar en los 9 cua-dros mostrados, hemos registrado las condiciones especí-ficas de las colonias, así como la incidencia y organizacióndelictiva; no obstante, se puede constatar un escenario demarginación en general, y ello no implica desde luego lajustificación de la conducta delictiva, pero sí se muestra larelación de exclusión y etiquetamiento asociada a la po-breza y junto con ello una criminalización de la pobreza.
A manera de conclusión
En la construcción de los espacios del terror, podemos adver-tir que estos son constituidos sobre la base de la experienciacon la territorialidad, y en consecuencia como fuente produc-tora de miedo que interviene en el uso y práctica del espaciopúblico, al diseñar un mapa imaginario de sensaciones y repre-sentaciones que nos señala las coordenadas geográficas y so-ciales del peligro; algo así como una geografía del terror, quenos indica mediante la percepción un conjunto de variablesfronterizas de una mirada de adentro y una mirada de afuera.
De ahí que en el caso de las colonias analizadas, lascuales poseen una mirada propia y una mirada del resto delos que la miran, las condiciones físicas y del paisaje urbano,tienen un efecto directo para designarlas como peligrosase inseguras. Sin embargo no es sólo cuestión de equipa-
miento urbano y ni de un miedo al otro, sino a uno mismo,a la precariedad, a la enfermedad, a la falta de recursos eco-nómicos, a las exigencias externas; hablamos de un miedoque bloquea los lazos de solidaridad y evita el encuentro,nos aísla y nos encierra frente al televisor19.
Así pues, el sentimiento de seguridad o inseguridad esalgo más que la ausencia o presencia de un simple registrode delitos o de los grupos que operan y hacen suyo un espa-cio para sus actividades ilícitas; por el contrario, es el resulta-do de una percepción y como tal una construcción social, deahí la importancia de destacar las diferencias y al mismo tiem-po relaciones entre miedo difuso y miedo concreto, identifi-cando al primero como aquel que se percibe con relación afenómenos de carácter general y que se relaciona con ries-gos indeterminados; y al segundo vinculado de manera di-recta o no con aquellas condiciones propias del medio urbano,o mejor dicho del espacio social cuyas limitaciones produc-to de las contradicciones propias de la desigualdad social seconvierte en lugares propicios para las actividades ilícitas.
Más aún, podemos decir que la ciudad es productorade miedo, en parte por los hechos violentos que se viven;pero también, como lo hemos dicho, como resultado de unimaginario creado y difundido tanto por el rumor comopor los medios de comunicación.