la duquesa del candilmanos, y salpica con ellas al gozoso cervatillo. la fábula se cumple: acteón,...

15
http://lazarzuela.webcindario.com/ La Duquesa del Candil Zarzuela en tres actos Texto original de GUILLERMO y RAFAEL FERNÁNDEZ SHAW Música de JESÚS GARCÍA LEOZ PERSONAJES Y REPARTO DUQUESITA ................................ JOSEFINA CANALES CELIA LANGA PACA ......................................... MATILDE VÁZQUEZ ANA MARÍA IRIARTE MARQUESITO .................................. MARIANO IBARS ESTEBAN LEOZ COLÁS ................................................... JESÚS GOIRI MANUEL AUSENSI DUQUE ................................................ MANUEL GAS MARQUÉS ....................................... ELADIO CUEVAS LA DESGARRONA ............................ LUISA ESPINOSA LA HUESUDA .............................. VICTORIA ARGOTA LA HIERBABUENA DIANA ...... MARIANELA DE MONTIJO GITANILLA DAMA 1.ª .................................... MARÍA VILLASECA DAMA 2.ª .......................................... MARÍA ARJONA DON GIL / DIMAS ................ FRANCISCO AMENGUAL DON JUAN .................................... ALEJO QUERALTÓ ACTEÓN / GITANO .................... ALBERTO PORTILLO ALGUACIL ............................................ GOYO REYES CABALLERO ..................................... JESÚS ROMERO GUARDIA 1.º ............................. GREGORIO PERALES GUARDIA 2.º ............................................ PEDRO GIL MOZO 1.º ............................................ ÁNGEL COBOS MOZO 2.º ....................................... ANTONIO MUÑOZ MONAGUILLO ............................... CÉSAR DEL COTO Estrenada el 17 de marzo de 1949 en el Teatro Madrid de Madrid.

Upload: others

Post on 30-Jun-2020

2 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Page 1: La Duquesa del Candilmanos, y salpica con ellas al gozoso cervatillo. La fábula se cumple: Acteón, vuelto a la gracia de Diana, recupera su figura de hombre; él mismo se arranca

http://lazarzuela.webcindario.com/

La Duquesa

del Candil

Zarzuela en tres actos

Texto original de GUILLERMO y RAFAEL FERNÁNDEZ SHAW

Música de JESÚS GARCÍA LEOZ

PERSONAJES Y REPARTO

DUQUESITA ................................ JOSEFINA CANALES

CELIA LANGA

PACA ......................................... MATILDE VÁZQUEZ

ANA MARÍA IRIARTE

MARQUESITO .................................. MARIANO IBARS

ESTEBAN LEOZ

COLÁS ................................................... JESÚS GOIRI

MANUEL AUSENSI

DUQUE ................................................ MANUEL GAS

MARQUÉS ....................................... ELADIO CUEVAS

LA DESGARRONA ............................ LUISA ESPINOSA

LA HUESUDA .............................. VICTORIA ARGOTA

LA HIERBABUENA

DIANA ...... MARIANELA DE MONTIJO

GITANILLA

DAMA 1.ª .................................... MARÍA VILLASECA

DAMA 2.ª .......................................... MARÍA ARJONA

DON GIL / DIMAS ................ FRANCISCO AMENGUAL

DON JUAN .................................... ALEJO QUERALTÓ

ACTEÓN / GITANO .................... ALBERTO PORTILLO

ALGUACIL ............................................ GOYO REYES

CABALLERO ..................................... JESÚS ROMERO

GUARDIA 1.º ............................. GREGORIO PERALES

GUARDIA 2.º ............................................ PEDRO GIL

MOZO 1.º ............................................ ÁNGEL COBOS

MOZO 2.º ....................................... ANTONIO MUÑOZ

MONAGUILLO ............................... CÉSAR DEL COTO .

Estrenada el 17 de marzo de 1949 en el Teatro Madrid de Madrid.

Page 2: La Duquesa del Candilmanos, y salpica con ellas al gozoso cervatillo. La fábula se cumple: Acteón, vuelto a la gracia de Diana, recupera su figura de hombre; él mismo se arranca

http://lazarzuela.webcindario.com/

2

ACTO PRIMERO Un rincón o plazoleta de los Jardines –recién inaugurados– del Real Sitio de La Granja

de San Ildefonso, viéndose en la lejanía la fachada del Palacio Real y una perspectiva de

las fuentes y el parque. La Corte celebra una de sus fiestas aristocráticas. Damas y

caballeros de la Corte han adoptado ya los aires y vestidos franceses importados por el

rey Felipe V, su familia y cortesanos: plumas, encajes, sombreros de anchos vuelos,

cintillas y alegres colores en las presumidas formas de sus vestidos. Cantan también estas

marquesitas pseudo-versallescas las ligeras canciones afrancesadas, los madrigales y

estrofas de amor. La Duquesita del Lirio Blanco y el Marquesito del Aire Bueno –jóvenes

y alegres– disfrutan desenfadadamente en este ambiente que ellos casi presiden: estuvieron

en París, y en La Granja muestran las canciones y bailes que aprendieron en aquella Corte

del Rey Sol. Sin embargo, el Duque y el Marqués –sus padres respectivos– futuros

consuegros según tienen concertado desde antaño, aún conservan las severas costumbres

de la Corte de la Casa de los Austrias.

BALLET DE DIANA Y ACTEÓN

Diana, envuelta en blanca túnica, recorre –como una

mariposa– una plazoleta, temerosa de los importunos

que la persiguen. Va de un lado a otro, sin acertar

dónde posarse. Llegan otras dos deidades –sus doncellas–

que, por su mandato, atisban por derecha e izquierda.

«No hay importunos» –vienen a decir– y acompañan a

Diana hasta el borde del estanque, ante el cual suspenden,

brazos en alto, la túnica de la diosa. Recórtase en ella la

silueta de Diana, colocada detrás del lienzo y de espaldas

a éste. Entra la deidad en el agua y sus doncellas retiran

la túnica, que queda como abandonada en la orilla del

estanque. Desde las claras ondas despide Diana con

besos a sus servidoras, que se retiran hasta que su

señora termina el baño. Pero he aquí que, cuando la

diosa ha desaparecido entre las aguas, surge entre los

árboles el gentil Acteón, tocado con montera de pastor,

semicubierto con pieles y con una correa en bandolera,

de la que pende su flauta de apacentar ganados. Acteón

viene en busca de su amada, la desdeñosa Diana y

pregunta por ella a sus asustadizas doncellas. Éstas

simulan no entender y él les describe –con elocuentes

gestos y ademanes– la belleza de su cuerpo, el óvalo

finísimo de su rostro, la coronita de rosas que sujeta

sus rubios cabellos y la asombrosa agilidad de sus

movimientos. Las doncellas no se dan por enteradas y

hasta fingen creer que el pastor se refiere a ellas, por

lo cual imitan posturas y ademanes de los descritos por

Acteón; pero éste niega, y las servidoras –desengañadas–

se retiran. Acteón va al estanque; mira y nada descubre;

bordea su margen y halla de pronto la túnica caída, que

Page 3: La Duquesa del Candilmanos, y salpica con ellas al gozoso cervatillo. La fábula se cumple: Acteón, vuelto a la gracia de Diana, recupera su figura de hombre; él mismo se arranca

http://lazarzuela.webcindario.com/

3

recoge amoroso, y cuyos aromas –que aspira con

deleite– le confirman en su creencia de que allí está

DIANA. Deja el lienzo donde lo encontró y piensa que

su salvación está en su caramillo. Él le arrancará

dulcísimas notas que enternezcan el corazón de la

ingrata. Se dirige entonces a un banco rústico –que

más parece una roca de monte que un asiento pulido–

y allí acomodado toca en la flauta, que ha descolgado

de su correa, una tonada digna del Dios Pan. No se ha

equivocado el pastor: la curiosidad fue siempre

condición femenina y es causa de que la divina Diana

quiera saber de dónde emana el cautivador sonido.

Primero, un brazo; luego, un lindo escote; después, la

cabeza... Diana sale del baño y, envuelta otra vez en su

túnica, teje una breve danza al son del caramillo

pastoril. Acteón se ha ocultado tras el grueso tronco

del árbol que se cobijaba y sigue su tocata hasta que,

en el momento oportuno –cuando ella inquiere el

origen del sonido– se presenta ante su adorada y, a sus

pies, se arrodilla suplicante. Pero la diosa se manifiesta

terriblemente ofendida; quiere huir y Acteón, más

rápido en sus saltos, la va cerrando todos los caminos.

Él suplica por una mirada, por una sonrisa, por algo

que calme su sed amorosa. Diana se repliega junto al

estanque y, cuando el pastor cree que le es propicia la

ocasión, ella toma con ligereza un poco de agua

mitológica entre sus manos y la arroja al rostro de su

galán, cuyos ojos se ciegan repentinamente. Con las

manos sobre sus muertas pupilas, y luego con los

brazos extendidos en demanda de humano auxilio,

Acteón desaparece mientras que Diana, arrepentida de

lo hecho, llora por su crueldad y besa el caramillo que

quedó caído en el suelo cuando el pastor se postró de

hinojos ante ella. La flauta, sin que nadie la toque,

suena tristemente entre las manos de la diosa; le dice

con claras reminiscencias toda la pureza del cariño de

su adorador y ella, escuchándola, la acaricia y acuna

como si tuviese un niño en los brazos. Despacito, con

leves brincos nervioso, llega de nuevo Acteón; pero no

hay quien le conozca porque ha sido transformado en

ciervo: un cervatillo joven, de plateada y bella

cornamenta. Cuando advierte los mimos que Diana

tiene para su caramillo, salta de júbilo y rodea a su

amada del mejor homenaje de su gratitud: lindas

cabrioladas y sutiles arrumacos con la testa y el hocico.

Diana acaricia al ciervo, pero al buscar sus miradas le

recuerdan las del pastor. Asústase y huye de él.

Entonces, el animalito se arrodilla ante ella. La diosa,

loca de alegría al comprobar que es su pretendiente,

vuelve rápida al estanque, sumerge en él ambas

Page 4: La Duquesa del Candilmanos, y salpica con ellas al gozoso cervatillo. La fábula se cumple: Acteón, vuelto a la gracia de Diana, recupera su figura de hombre; él mismo se arranca

http://lazarzuela.webcindario.com/

4

manos, y salpica con ellas al gozoso cervatillo. La

fábula se cumple: Acteón, vuelto a la gracia de Diana,

recupera su figura de hombre; él mismo se arranca sus

cuernos y su apuntado hocico; desnúdase los brazos

librándolos de la piel del ciervo, y toma en sus amantes

brazos a la ya rendida deidad. Mientras, alrededor de

ambos, forman una diadema en su loor, no sólo las

doncellas –que vuelven para recoger y acompañar a su

señora–, sino una porción de Ninfas y Faunos, que han

salido del estanque y a él vuelven cuando, terminada la

pantomima, Diana y Acteón hacen mutis precedidos

por sus servidores.

El Marqués ha empezado a transigir a instancias de su hijo el Marquesito, y lleva por

primera vez el traje afrancesado; por esta causa pelea con el Duque, que no traga con

estas novedades estridentes y conserva modos y modas de la desaparecida Casa de

Austria. Pelean entre sí; pelean siempre... y siempre acaban en la mejor de las armonías.

¡Buenos tunantes fueron y aún son a sus años! Inseparables desde la infancia, tampoco

ahora saben estar el uno sin el otro. En este ambiente y lugar es sorprendida una mujer

joven y guapa, una serrana humilde y típicamente vestida. Los guardias la traen presa y

el Marqués y el Duque acuden a ella, la interrogan, despiden a la guardia y admiran la

belleza de la arisca mujer. Ella explica que se extravió en el camino de Segovia y la

curiosidad la hizo entrar en los jardines del recinto real. Los viejos cortesanos –el

Duque y el Marqués– la coquetean y juegan con su ingenuidad; la hacen cantar y ella

dice sus letrillas serranas de agreste sabor.

PACA La moza, en la fuente,

miraba y miraba,

queriendo los ojos

mirarse en el agua;

más ¡ay! los espejos

saltaban, saltaban,

y nunca podían

copiarle la cara.

Llegó un caballero,

miró a la mozuela,

gustó de sus ojos,

le dijo quién era.

–«Soy moza que lava;

soy moza que espera»...

Y él dijo a la niña:

–«Yo llamo a tu puerta».

Olor a cantueso y olor a retama,

y olor a tomillo y olor a alhucema...

Page 5: La Duquesa del Candilmanos, y salpica con ellas al gozoso cervatillo. La fábula se cumple: Acteón, vuelto a la gracia de Diana, recupera su figura de hombre; él mismo se arranca

http://lazarzuela.webcindario.com/

5

¡Qué alegre la moza

saltaba y reía!

¡Ay, madre, mi madre,

lució mi estrellica!

Sus galas mejores

la niña lucía...

¡Qué dulce el coloquio

del mozo y la niña!

La moza, en la fuente,

lloraba y lloraba.

¡Qué tristes sus ojos

temblando en el agua!

Se fue el caballero;

con él se llevaba

su joya más rica...

¡Malhaya y malhaya!

Olor a tomillo y olor a alhucema,

y olor a cantueso y olor a retama.

Pero un serrano brusco y valentón viene en su favor con sorpresa y enfado de ella: es su

novio... aunque su vestimenta es más de chulapo madrileño de la Villa y Corte que de

hombre de la serranía del Guadarrama o de Gredos. Es Colás, que iba también de camino,

vio de lejos a la serrana, la persiguió y la apostrofa y zahiere. Los viejos, asustados por

el tono y violencia de la pelea –ya que ella se encrespa ante Colás–, llaman en su ayuda

a los cortesanos y a sus criados, pues llevan golpes allá donde buscaron caricias y halagos.

Acuden todos, con la Marquesita y el Marquesito a la cabeza. Éste reconoce en la serrana

a la Paca, la chula de rompe y rasga con la que alterna en los Bailes de Candil, cuando

de noche –embozado–, acude a ellos disimulando su personalidad aristocrática. La Paca

supo quién era él verdaderamente y cómo se hablaba de que iba a celebrar bodas con la

Duquesita del Lirio Blanco; y a verle de cerca en su propia salsa, y a cortarle la cara,

vino a la Granja. Pero el Colás, –su guitarrista, su hombre– celoso, la siguió adivinando

sus propósitos, y llegó también... y muy a punto. Quiere el Marquesito proteger a la

Paca y, a la vez, calmar las iras y desprecios de la Duquesita, que se ríe de él. El Colás,

al ver la realidad de su suposición, no halla mejor arma que la de la contra: hacerse con

la Duquesita frívola. Juego –por ende– con ella, a su manera, y ella se deja jugar. El

Marquesito, al verlo, manda arrojar de los jardines a la pareja entrometida y perturbadora.

Pero antes ha quedado secreta para los demás un cita del Marquesito con la Paca, otra

con la Duquesita con el Colás... y el afán de los dos viejos aristócratas por jaranear en el

baile de candil con la Paca y sus bullangueras amigas. Vuelve la aristocracia de la Corte

–con sus aires delicados importados de Francia– a dominar en el ambiente, mezclados

con los desplantes, risas y desafíos de la pareja de rompe y rasga que torna su viaje a

Madrid, dejando su aguijón clavado y cruzado con el de la Duquesita y el Marquesito.

Page 6: La Duquesa del Candilmanos, y salpica con ellas al gozoso cervatillo. La fábula se cumple: Acteón, vuelto a la gracia de Diana, recupera su figura de hombre; él mismo se arranca

http://lazarzuela.webcindario.com/

6

ACTO SEGUNDO Patio grande de un Baile de Candil, en el riñón de los barrios bajos de Madrid. Zambras

y boleros alumbran con su alegría la noche madrileña. A la greña discuten el Colás con

la Paca, mientras ésta canta y baila acompañada por el guitarrista de él.

PACA ¡Olé!, vaya un bolero,

¡olé!, que no se estila;

¡olé!, porque le falta,

¡olé!, la fantasía.

_____

Si le preguntas al aire

–¡bolero!–

la causa de mi desdén,

él te dirá que no es majo

–¡bolero!–

del barrio del Avapiés.

En una tarde de bulla

–¡bolero!–

te vi en la Calle Alcalá,

y hasta la Fuente del Prado

–¡bolero!–

requiebros te echó al pasar.

CORO Si le preguntas al aire

–¡bolero!–

la causa de su desdén,

él te dirá que no es majo

–¡bolero!–

del barrio del Avapiés.

En una tarde de bulla

–¡bolero!–

te vio en la Calle Alcalá.

y hasta la Fuente del Prado

–¡bolero!–

requiebros te echó al pasar.

PACA Y TODOS Que la mujer,

si es de Madrí,

al más barbián

da que sufrir.

¡Viva Madrid!

Page 7: La Duquesa del Candilmanos, y salpica con ellas al gozoso cervatillo. La fábula se cumple: Acteón, vuelto a la gracia de Diana, recupera su figura de hombre; él mismo se arranca

http://lazarzuela.webcindario.com/

7

La Desgarrona –madre de la Paca– y la Huesuda –madre del Colás– se arrancan el moño

y las tiras del pellejo al inmiscuirse en las discrepancias de sus hijos, sacando las navajas

de las ligas. Las dos son coreadas por la gente del lugar hasta que intervienen los hijos,

por quienes fue la bronca; al fin son separadas y se curan las heridas del amor propio

con buenos tientos de vino de Peralta. En el baile entra –medio encubierto con larga

capa y caído sombrero– el viejo Duque que, picarescamente, saluda a la Huesuda y la

pregunta con el mayor recato por las chicas que –casi a diario– le hacen alegremente la

tertulia. Y llega, en las mismas condiciones que el anterior, el viejo Marqués, que se

dirige a la Desgarrona –su antigua conocida– en el mismo plan que su amigo el Duque,

con el que se encuentra de improviso. Ambos se increpan y avergüenzan mutuamente

por verse donde se ven, pero terminan –entre abrazos y risas– organizando su diversión

conjuntamente y siendo juego de las bailaoras y cantaoras del cotarro. La Duquesita

llega –rebozada– a la cita del Colás, que por ella abandona jacarandoso a la Paca, que

quiere sacarles los ojos. Loco de entusiasmo llama con fuertes voces a toda la gente para

que venga a admirar a su Duquesa, que en traje de Corte no desdeña bajar con ellos al

patio ni alternar con todos. El entusiasmo popular corona a la Duquesita y la nombra

«Duquesa del Candil», reina del baile popular.

DUQUESITA ¿De veras te inquieto?

COLÁS ¡De veras! ¡Palabra!

DUQUESITA ¡Y yo, que traía

repleta mi alma

de alegres canciones

que sé que te chiflan!...

COLÁS Y yo que aguardaba

que fuera de noche...

¡para ver el día!...

DUQUESITA ¿Para ver... mis ojos?

COLÁS Para oír... tu voz.

Para que tu canto

traiga a mis oídos

el eco de aquella

popular canción:

«La canción del Bien Amado,

es de azúcar y de sal...»

DUQUESITA ¡Vaya!, puesto que lo quieres:

para ti sólo será.

_____

Era un Príncipe amado

por su audaz valentía

sus anhelos de gloria

y su fogosidad;

Page 8: La Duquesa del Candilmanos, y salpica con ellas al gozoso cervatillo. La fábula se cumple: Acteón, vuelto a la gracia de Diana, recupera su figura de hombre; él mismo se arranca

http://lazarzuela.webcindario.com/

8

pero más era amado

porque el pueblo sabía

la virtud soberana

de su gran caridad.

El amado tenía

resplandor de lucero;

y una noche estrellada

su fulgor se apagó.

Y el país, desde entonces,

con temblor lastimero,

dirigía a su amado

esta interrogación:

«¿Adónde? ¿Adónde

te fuiste tú?

¿Adónde? ¿Adónde

se fue tu luz?»

Y dicen, dicen

que él contestó:

–«Junto a vosotros

está mi amor.»

COLÁS La canción del Bien Amado

es de azúcar y de sal...

DUQUESITA La canción del Bien Amado,

que de boca en boca va!

LOS DOS ¡Vuela ya!

En medio de la bulla aparecen los viejos Duque y Marqués –ya alegres– que se sorprenden

al ver que el motivo de la bulla está motivado por lo que ven. El Marqués afea al Duque

la presencia de su hija –¡allí nada menos!– abochornándole, avergonzándole y rompiendo

en ese instante el compromiso con su hijo el Marquesito, prototipo de caballero. Pero el

Marquesito acude también a su cita respectiva, y se escandaliza al ver allí a su prometida.

MARQUESITO ¡Vino al jaco, hazme el favor!

¡Vino también al jinete

que está sediento de amor

y de risas de mujeres!

El ardor que traigo, quiere

que se mitigue enseguida.

Pero prefiero que este vino

mi princesa me lo sirva.

¡Paloma de mis madriles,

mis ojos beben sin tino

Page 9: La Duquesa del Candilmanos, y salpica con ellas al gozoso cervatillo. La fábula se cumple: Acteón, vuelto a la gracia de Diana, recupera su figura de hombre; él mismo se arranca

http://lazarzuela.webcindario.com/

9

en el vaso de tu amor,

que es donde está el dulce vino!

¡Aquí se viene a reír,

a gozar del placer jaranero

de decir un «¡te quiero!»

sin miedo a morir!

¡Alegría del buen amor!

¡El secreto de la vida

es el dejarse querer...

sin darle suelta a la brida!

Que el caballo y la mujer

son dos cosas parecidas:

con el rigor los encrespas

y los domas con caricias.

¡Paloma de mis madriles,

a ti también te lo digo:

si te desmandas un día,

te domará mi cariño!

¡Aquí se viene a reír,

a gozar del placer jaranero

de decir un «¡te quiero!»

sin miedo a morir!

¡Alegría del buen amor!

Con el vino y las mujeres

yo disfruto de la vida,

porque son los dos placeres

que mi ilusión nunca olvida.

PACA ¡Olé, mi vida, y olé!

¡Así te quiero escuchar!

MARQUESITO ¡Y le digo y repito,

y nada me vuelve atrás!

¡Alegría para querer!

¡Ese es el todo en la vida!

¡Y de ello nunca se olvida

el Marquesito del Avapiés!

Como una loca, la Paca, que estaba mordiéndose los puños de rabia al verse relegada a

un segundo término, acude a su reclamo de tantas noches atrás. «¿No está él también? –

dice la Paca– ¡Pues entonces!...» «¿No están aquí el Duque y el Marqués?... ¡Pues venga!»

Y al ir desenmascarando a la concurrencia, van apareciendo Grandes de la Corte,

cortesanos alegres y aristocráticos, etc. Al fin, allí están todos. Y, al fin también, todos

ríen sus travesuras y todos deciden que se lleve a buen puerto la tormenta desencadenada.

Page 10: La Duquesa del Candilmanos, y salpica con ellas al gozoso cervatillo. La fábula se cumple: Acteón, vuelto a la gracia de Diana, recupera su figura de hombre; él mismo se arranca

http://lazarzuela.webcindario.com/

¿Y en este ambiente de alegría y desenfado no va a haber arreglo entre todos los que bien

se quieren? Vaya cada oveja con su pareja. Los amores son los amores: la Paca con el

Marquesito y la Duquesita con el Colás.

PACA Y COLÁS ¡Tesoro mío!

DUQUESITA Y MARQ. ¡Mi único bien!

PACA Y COLÁS ¿Por qué viniste?

DUQUESITA Y MARQ. ¿Dudas por qué?

Porque, en mi anhelo

de libertad,

tú me atraías

como un imán.

¡Luz de mis ojos!

PACA Y COLÁS ¡Mágica luz!

DUQUESITA Y MARQ. ¿Tú me esperabas?

PACA Y COLÁS ¿Lo dudas tú?

Yo te aguardaba

con la ilusión

de quien espera

la luz del sol.

Pero comprendo...

DUQUESITA Y MARQ. Comprendes mal.

PACA Y COLÁS ...Que, por razones

muy poderosas,

jamás contigo

podré volar...

Subir a tus altas nubes

un día fue mi esperanza.

¡Aquello que más se quiere,

no es siempre lo que se alcanza!

Porque, en tu altura,

yo leo con pena

que, si a mí vienes,

vendrás con tristeza.

DUQUESITA Y MARQ. El agua baja del monte

riendo por las cascadas.

¡Qué alegre va cuesta abajo!

¡Qué grandes sus carcajadas!

No la detienen

peñascos ni ramas;

que el agua todo,

si quiere, lo arrasa.

Page 11: La Duquesa del Candilmanos, y salpica con ellas al gozoso cervatillo. La fábula se cumple: Acteón, vuelto a la gracia de Diana, recupera su figura de hombre; él mismo se arranca

http://lazarzuela.webcindario.com/

11

PACA Y COLÁS ¡Bendito/a seas!

DUQUESITA Y MARQ. ¡Mi único bien!

PACA Y COLÁS ¡Tesoro mío!

DUQUESITA Y MARQ. ¡Tuya/o seré!

Porque no existe

fuerza mayor

que la creada

por el amor.

PACA Y COLÁS Todas las fuerzas...

DUQUESITA Y MARQ. ...del vendaval...

PACA Y COLÁS ...contra nosotros...

DUQUESITA Y MARQ. ...nada podrán.

LOS CUATRO ¡Porque no existe

fuerza mayor

que la creada

por el amor!

PACA Y DUQUESITA ¡Eterna tiene que ser

la fuerza que da el amor!

COLÁS Y MARQUÉS ¡Ha de ser eterno

el poder del amor!

Los dos viejos quieren sacar de allí a su respectivos hijos. Decídese, entre vayas y chungas

de los altos y los bajos ya unidos en mancomunado desenfado, que se celebren en el

mismo día e iglesia las bodas de las unas con los otros. La zumba y el vino, el jolgorio y

las pasiones, han hecho su efecto. Bodas habrá por partida doble. Se casarán, el mismo

día y en la misma iglesia; al menos se guardarán las formas: se cruzarán la aristocracia y

el pueblo. ¡Menudo día se va a dar a Madrid! La juerga irá por derecho.

ACTO TERCERO En la Puerta del Sol de Madrid. En pleno día. La iglesia, al fondo, entre las calles de

Alcalá y la Carrera de San Jerónimo; la fuente de la Mariblanca a la derecha. La gente

inventa y comenta; se van a celebrar dos bodas de rumbo: un chulo con una Duquesa y

un Marqués con una chula. Llegan los cortejos, uno bajando por Carretas y otro por

Montera. En esta gente está representada toda la del Madrid de entonces: alta, media y

baja, con todos sus tipos populares de los sainetes de don Ramón de la Cruz y de las

comedias de costumbres de la época.

P A N T O M I M A

Un caballero saca ostentosamente el reloj de su bolsillo

del chaleco y mira la hora, presumiendo de alhaja y de

Page 12: La Duquesa del Candilmanos, y salpica con ellas al gozoso cervatillo. La fábula se cumple: Acteón, vuelto a la gracia de Diana, recupera su figura de hombre; él mismo se arranca

http://lazarzuela.webcindario.com/

12

cadena de oro. Un gitano con un burro, que contempla

el presuntuoso ademán –hecho para deslumbrar a las

damas– da un codazo a la gitanilla que le acompaña y le

hace reparar en la prenda que muestra el caballero. Los

chicos se dan cuenta del hecho y, con evidente burla, se

disponen a contemplar el suceso que esperan y –quizás–

a intervenir. La gitanilla da unas vueltas alrededor del

«pavo real» que semeja el caballero y, aprovechando un

descuido de éste, habilidosamente le birla el reloj con la

cadena de oro; rápidamente la esconde en el buche, da

unas vueltas con disimulo y va a escaparse. En ese

instante, el caballero se da cuenta del hurto de que ha

sido víctima y da un grito de horror señalando –acto

seguido, y pomposamente– a la ladronzuela. Ríen y

bailan los chiquillos, que salen corriendo alrededor de

la gitanilla para armar barullo. Desmáyanse las damas

en brazos de los caballeros. Acude con pasos de ave de

presa –de pájaro zancudo– un alguacil, y atiende las

quejas airadas del caballero, que le señala a la gitanilla.

Discretamente hace mutis el gitano con el burrillo. Se

entromete bulliciosa y rápidamente la gitanilla por

entre los grupos que pululan, ajenos a lo sucedido: va y

viene, torna y va; sube y baja, cruza y vuelve...

escapando de las garras del alguacil, que torpe aunque

cumplido, pretende alcanzarla. A veces se interponen

los chicos, que le impiden echarle mano. Cae sudoroso

el caballero en el pretil de la fuente, donde le dan agua –

en los pañuelos mojados– las vendedoras próximas.

Van enterándose poco a poco del altercado unos y otros

grupos, y paulatinamente se van incorporando a la

danza. Crece el bullicio y el ritmo. Aumenta el ademán

y la gesticulación de unos y otros. Al fin, todos

intervienen en el suceso; y cuando mayor es el jolgorio,

con risas o lamentaciones de unos y otros, el alguacil

consigue coger del cogote a la gitanilla, la cual se

arrodilla pidiendo perdón. El caballero llega presuroso

y quiere recoger con su mano la joya de donde ella la

guardaba, pero la gitanilla se opone por su rubor de

mujer. El alguacil le da la razón a ésta y obliga a que,

tanto ella como el caballero, le acompañen a donde más

alta autoridad imponga su justicia. Hace mutis el

alguacil con la gitanilla detenida y el sufrido caballero.

Los chicos, entonces, entonan un lamento en su honor y

respiran las gentes serias. Y, de repente, cruza

rápidamente la gitanilla, escapada de manos de la

justicia; tras ella el alguacil, enfadado y sudoroso;

después, casi llorando, el caballero. Y los chicos bailan

la chunga siguiendo tras ellos. Vuelve la calma a la

plaza, retratada en un suspiro de alivio y satisfacción de

todos los presentes.

Page 13: La Duquesa del Candilmanos, y salpica con ellas al gozoso cervatillo. La fábula se cumple: Acteón, vuelto a la gracia de Diana, recupera su figura de hombre; él mismo se arranca

http://lazarzuela.webcindario.com/

13

Hombres sensatos muestran su escándalo: «¿Cómo Su Majestad lo consiente? ¿A dónde

vamos a parar?» Asoma y llega el lucido cortejo, rodeado de gran algarabía que baja por

la calle de Carretas: el de la Paca y el Marquesito. El Marqués y la Desgarrona, de

padrinos. La sucia chiquillería y la golfería andante forma el acompañamiento, con

bailaoras y demás gente de los barrios bajos. Bailotean y cantan con chunga y bulla.

Pelean los novios y bufan los padrinos. Y como aún no ha llegado el otro cortejo, le

esperarán haciendo boca en la Botillería cercana.

DUQUESITA Duquesita del Candil...

¿Del Candil?...

¡Del Candil!

Has jugado con tu amor,

¡ay, de ti!...

¡Ay, de ti!...

¿De verdad tu corazón

es feliz?

Piensa bien qué vas a hacer,

Duquesita del Candil.

El áspid de la duda

corroe mis entrañas,

y en esta lucha extraña

no sé qué debo hacer.

Acaso fue locura

mi alegre decisión,

y es sólo devaneo

lo que creí pasión.

Duquesita del Candil,

¿del Candil?...

¡Del Candil!

Has jugado con tu amor,

¡ay, de ti!

¡Ay, de ti!

Piensa bien qué vas a hacer,

Duquesita del Candil.

¡Del Candil!

De Montera llega el otro cortejo: la Duquesita y el Colás, en espléndida litera de mano,

con la Huesuda y el Duque que los apadrinan. También riñen entre sí y jaranean los

invitados –en su mayoría cortesanos ricamente vestidos– y los chiquillos en su alrededor.

Page 14: La Duquesa del Candilmanos, y salpica con ellas al gozoso cervatillo. La fábula se cumple: Acteón, vuelto a la gracia de Diana, recupera su figura de hombre; él mismo se arranca

http://lazarzuela.webcindario.com/

14

CORO ¡Una maja muy maja

del Avapiés,

se va a casar

con un Marqués!

¡Viva el rumbo, señores,

de tales dos!

Y la gracia y salero

de la Puerta del Sol!

PACA ¡Viva la plaza

con más alegría,

salero y majeza

que el sol alumbró!

¡Ay, Marqués, marquesito!

MARQUESITO ¡Ay, mi Paca, mi Paca!

CORO ¡Ay, qué boda de rumbo

se nos prepara!

¡Un marqués y una maja!

¡Vaya que sí!

¡Ay, qué sal y pimienta

pone Madrid!

MARQUESITO ¡Viva la plaza

con más alegría

salero y majeza

que el sol alumbró!

¡Viva el sol de Madrid...

CORO ¡Vivan los novios!

MARQUESITO ...que con su alegre luz...

CORO ¡Y los padrinos!

MARQUESITO ...nos hace revivir!

¡Y que viva mi novia

cuarenta siglos!

CORO ¡Y que vivan y vivan

cuarenta siglos!

PACA Al «!Viva, viva, viva!»

de las manolas,

responde el «¡Viva, viva, viva!»

de los manolos.

¡Viva alegre el cortejo

del «¡Viva, viva!»,

que cada «¡Viva, viva!»

es un piropo!

MARQUESITO Al «!Viva, viva, viva!»

de las manolas,

Page 15: La Duquesa del Candilmanos, y salpica con ellas al gozoso cervatillo. La fábula se cumple: Acteón, vuelto a la gracia de Diana, recupera su figura de hombre; él mismo se arranca

http://lazarzuela.webcindario.com/

15

responde el «¡Viva, viva!»

de los manolos.

¡Viva alegre el cortejo

del «¡Viva, viva!»,

que dice en cada «¡Viva!»

que viva nuestro amor!

MUJERES ¡Olé ya!

HOMBRES ¡Viva tu salero!

CORO ¡Silencio!,

que esto empieza bien.

No se vio en Madrid

otra boda igual.

Si él es un Marqués,

ella es lo mejor

que se crió

en el Avapiés.

Al «!Viva, viva, viva!»

de las manolas...

PACA Y MARQUESITO ¡Que va por ti!

CORO ...responde el «¡Viva, viva, viva!»

de los manolos.

PACA Y MARQUESITO ¡Que va por mi!

No hay «viva» como el «¡Vivan,

y olé, los novios!»

porque es un «¡viva!» lleno

de amor.

CORO Cantemos siempre

el «¡Viva, viva!»...

TODOS ...del buen amor.

Salen de la Botillería la Paca y el Marquesito y se enzarzan los dos cortejos. Van las

pullas de unos a otros. Se enzarzan los dos cortejos. Lloran las mujeres, chillan los

chiquillos, se injurian los hombres... Tiran estos de sus armas blancas y se interponen

las mujeres. Acude la Duquesita al socorro del Marquesito, y la Paca al de Colás,

encontrándose cada una en brazos de cada cual: la Duquesita en los del Marquesito, la

Paca en los del Colás, el Marqués en los del Duque y la Desgarrona en los de la Huesuda.

«¡Cada oveja con su pareja!», grita enardecido el Duque. «Así sea y a gusto de todos,

como Dios manda y el buen sentido otorga», dicen las mujeres que van a matrimoniar.

Con la alegre algarabía de las campanas echadas a vuelo, el monaguillo trae recado

urgente del señor Cura –que les está esperando– para que no se hagan esperar más.