la compañera barquero

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  • L A COMPARERA

  • OBRAS DEL AUTOR

    La Piedra del Pueblo, Alfa (agotada) La ComparWa, Nascimento Enjambre, Zig-Zag El Pan del Hombre, Nascimento El Regseso, Ediciones Revista Atenea (agotada) Mutllu, Nascimento Poemus lnfantiles, Zig-Zag El Viento de 10s Reinos, Nascimento

    EN PRENSA

    Autobiogrufia, Universitaria, Colecci6n Presencia Viva Epifunias, Losada, Buenos Aires Antologia Poiticu, Nascimento

  • E F R A I N B A R Q U E R O

    LA COMPANERA

    Edicibn definitk

    N A S C I M E N T 0

  • N.* 3466

    Imprcso en 10s tallcrcs de la Editorial Nascimcnto, S. A.

    Arturo Prat 1428 - Santiago de Chile, 1969 -

  • Ya lo dijo el fildsofo jdnico: todo cambia, todo se renueva; hasta un sentimiento "inmutable" como el amor va inaugurando nuevos phalos, va cuhilndose de.nueijos brotes; el amor bajo la tienda azul de la no- clie del desierto, que planea sobre la arena ardiente de in Stclanzita, ya no es el mismo cuando Quevedo lo hwga v llega a tocarle 10s huesos del fondo, ni crcando Heine-lo hacc llorar entre 10s brazos de an esqueleto perfumado, ni cuando lo recubre Mallarmt de uello- nes y ph4millas. Hoy mismo, ayw mismo, Izace tan solo un instante, el poeta de Nicaragua encontraba gtplurd''

    7

  • su historia celeste y el hombre triste del sur lluvioso lo hacia tiritar bajo la noche estrellada, mientras el se- vero don Antonio de Espaiia se lo awancaba del pecho corn0 una espina para no sentir mhs el coraxon.

    Ahora se acerca a1 amor un poeta joven mris ape- gad0 a h , si cabe, a la cuotidiana maravilla, en In lzzi- mildad del barrio, junto a la aguja de coser, hnjo In sombra del ropero familiar, per0 lanzado de brtrces sobre un futuro en donde 10s hijos creceran como hzl- medas espigas de hombres poderosos.

    Efrain, nombre que gust6 el mana, endulna s u saliva para dirigirse a la Companera, ya no a la es- clava enjoyada ni a la marquesa del surtidor ni a1 pev- fil nebuloso ni a los dedos de marfil que sujetaban el paiiuelo de Holanda ni a la came s u p r e m o apetito de cisnes-, ni siquiera, si, ni siquiera a la estudinnie de ojos tristes como la noche inmensa.

    Todo cambia y todo se transforma v he aqui cy amor que de pronto lanxa su soplo mkgico y hace volar 10s volantines de colores en la pobre, irremediable PO- h e z a cosida con el hilo de plata de la esperanza. La Compdera estd alli, a su lado, y lo sigue en SMS

    8

  • suefios diuagantes, esos sueZos que construyen y edi- fican, esos sueiios que engrandecen y combaten.

    Ella tiene el regaxo lleno de semillas de hij0.i y tl la cabeza poblada de semillas de versos y asi, 10s dos solos, en la terrible soledad de la ciudad hostilizante, estrin mds cerca que nunca de 10s dcmds, de 10s que se besan en 10s parques, de 10s que se esperan a la salida del trabajo, de 10s que tienen que economixar para comprar otra almohada, de 10s que hacen 10s hijos con arcilla amasada, en muchas horas largas, bajo la hos- tilidad de las goteras.

    LA Compaiiera estd.al lado de uno y estd a in altura de uno, ni mLis aha ni mds baja, como uno, es decir, como todos. Ni el deseo que amengua ni ln pro- teccion que menoscaba ni la adulacion que empeque- Zece. Todo fresco, como recikn creado, con un olor a aserrin, un sabor ingenuo o cochayuyo, un ritmo de f t - lares saludables, y una fortaleza incorruptible.

    Y todo lanxado hacia adelante, siempre hacia nde- lante, corn9 Ins olns, como las olns, como Ins olas.

    Jozquin Gutierrez 1956

    9

  • P R I M E R 0

  • ante a esta mujer que me acompaiia hija, hermana y madre ella misma, tierra de donde me alzo a1 sol primer0 y despuis dulzura que llena mis frutos.

    Canto a esta mujer que esti en silencio con millares de hijos en el vientre, per0 que silenciosa viene y va mis liviana que un pijaro en el viento.

    13

  • Canto a esta mujer que est6 tejiendo, a esta otra que est6 amamantando, canto en ellas a la fertilidad y a la eternidad de mis huesos en la tierra.

    Canto a esta mujer que ahi me espera como una puerta en la inmensidad del mundo, a estos cabellos donde se enreda el viento que empuja nuestras banderas a1 combate.

    Canto a esta mujer de larga cabellera y a estos ojos de donde nace el agua, canto a su sex0 de donde volverC a nacer -y a su sangrc que me regar6 sin tQmino.

    Canto a esta mujer que me acompaiia con 10s senos henchidos por mi anhelo. Canto a esta mujer, a todas las mujeres, y dejo la esperanza perse-guida del hombre e n la timra sagrada de sus vientres.

    14

  • As[ es mi conzpafiera

    A si es mi compafiera. La he tomado de entre 10s rostros pobres con su pureza de madera sin pintar; sin preguntar por sus padres porque es joven, y la juventud cs eterna; sin averiguar donde vive porque es sana, y la salud es infinita como el agua; sin saber cud es su nombre porque es bella, y la belleza no ha sido bautizada.

    15

  • Es como las demis muchachas que se miran con apuro en el espejo trizado de la aurora antes de ir a sus faenas. Asi es, y yo no si si es mis bella o mis fea que las otras, si el vestido de fiesta le queda mal o la ternura equivoca a menudo sus palabras, yo no si, per0 s i que es laboriosa.

    Como 10s &boles, teje ella misma sus vestidos, y se 10s pone con la naturalid.ad del azahar, como si 10s hiciera de su propia sustancia, sin preguntarle a nadie, como la tierra, sin probirselos antes, como el sol, sin demorarse mucho, como el agua.

    Es una niiia del pueblo y se parece a su calle en un dia de trabajo, con sus caderas grandes como las artesas o las cunas;

    16

  • asi es, y es m5s dulce todavia, corn9 agregar miis pan a su estatura, m5s carb6n a sus ojos ardientes, mAs ui'a a su ruidosa alegria.

    17 2--La Compaiiera

  • Primero que la lux

    P rlmero que la luz del nuevo dia viene a mi coraz6n tu mano ciega. Antes que el agua, el fuego, el pensamienm, tG me despiertas en la tierra dormida.

    Yo siento que si no fuera por ti y por mis compaiieros que me esperan, me quedaria dormido para siempre.

    19

  • Per0 te oigo entre sueiios como ,todas las aves [del mundo,

    siento temblar la tierra bajo la mano del hom-

    siento caer a1 rio, vencido bajo un puente, te escucho a ti llamarme con mil voces, icon mil voces muertas, que podrian nacer!

    rbre,

    20

  • Tienles olor n pino zlolteado

    T ienes olor a pino volteado. Con este aroma yo tengo tantas cosas. Con tu olor en mi pelo, en mis manos, yo vivo como en un astillero. Yo vivo cantando y construyendo en tu olor como en un buque terminado.

    21

  • Yo que no tengo nada, sin0 tb. Yo que no tengo ahorros, sin0 enfermeda-

    [des. Yo que no tengo tiempo, sin0 mucho can-

    [ sancio, camino alrededor de tu aroma como de un castillo de madera.

    Me levanto fragante de tu lado con aserrin azul en mi camisa, con tu olor, que ya no es simple olor, sino que fuerza, materia hermosa, como una tabla fresca entre mis manos-

    Es como si mi amor te hubiera herido en el coraz6n como en un hbol, y este aroma fuera la esperanza.

    22

  • Decefta de 2a sal y e2 aceite

    D uefia de la sal y el aceite, puedes haca de cada hora un fruto redondo y espeso, como un &bo1 que floreciera a diario.

    Oh duefia de la ropa blanca, tu coraz6n es para mi como un vell6n que no se acaba.

    23

  • Puedes hacer la miel sin salir de ti misma. Puedes cantar una canci6n que no existe. Puedes llenar una casa con tu amor.

    Hasta miro de otra manera a 10s hombres desde que recogi tu miel silvestre.

    No quiero lastimar a nadie: siento que todos tienen como tii algo de nido salvaje.

    No quiero que me dejen atris 10s que luchan: ic6mo sabrin maiiana cuinto te he querido?

    Oh duefia de la casa blanca, t6 tienes algo de pastora para adivinar mi destino.

    24

  • Y o te beso a1 irme. Humedezco tus labios y tu pecho con mi palabra m6s profunda v m6s simple. T e digo algo con ella, que s610 tG comprendes. Algo de esperanza por cilmplir, que s610 til con-

    [fias.

    25

  • Yo te beso con un gesto r6pido y seguro como de morder el pan o coger las herramientas, Y te dig0 en un momento tantas cosas, tantas cosas, que s610 tG recuerdas.

    Yo te encierro con mis brazos a1 irme y te .tap0 10s ojos con mi boca para que no sientas mi ausencia cuando parto a defender el beso de otros dias.

    Porque nuestro beso no es un pitalo imposible ni es el golpe de un aroma multo: es el pan que compartimos cada dia, y deja en 10s labios el sabor heroic0 y en el rostro la alegria inmensa de haberlo conquistado juntos.

    26

  • MA sem?lta que el aqua

    M 5 s sencilla que el agua corriente, como el viento que sopla, como el fuego que arde, es nuestra alianza de mujer y hombre. Un rinc6n en la tierra, un pedazo de cielo, ipero la libertad de desear para maiiana un dia m5s ancho para nuestros hijos!

    27

  • Nos contentamos con un vas0 para beber el cielo. Nos basta una ventana para que sea nuestro el sol. Con una silla de paja y un ch taro de vino en un amigo acogeremos a la humanidad. Con s610 una herramienta podremos defendernos y llenar con el barro el sueiio que adoremos. Con s610 una camisa y un vestido azul podremos vestir el amor m6s glorioso.

    Nos basta con un beso para ser felices, nos basta una mirada para comprender el mundo, nos basta una palabra para expresarlo todo, que tG te escondas, en mi pecho, en la noche, para sentir hasta la ternura de las bestias, que 14 puedas vivir, que yo pueda vivir, no necesitamos mis para ser felices. jPero que no nos vayan a quitar el derecho de mirar hacia d6nde partirh nuestros hijos!

    28

  • E 3 ventana est5 a d . Euestro amor mira hacia afuera, y lkna 10s caminos. Vuela una bandada de palomas blancas como el fuego del amor.

    Nuestro amor no quisiera esconderse, no quisiera avergonzarse de su magnitud. En esta calle estrecha, junto a estos hombres tristes, no quisiera avergonzarse de brillar como el sol.

    29

  • Nuestro amor tiene el cuerpo de la tierra sembrada, la boca de agua pura, la cabellera de aromo. Y no quisiera escondcrse detr5s de tsta ventana, no quisiera avergonzarse de ser tan hermoso.

    Nuestro amor est5 vestido para ir a su fiesta. La cabellera de ella tiene estrellas. El coraz6n de tl

    [es como el sol.

  • Q ut herrnosa es la maiiana cuando a mediodia tu cocina ha hecho madurar 10s frutos.

    Que hermosa es la maiiana cuando me he esforzado y 61 me esperas en florida mesa.

    Q u i hermosa es la maiiana pensando en tu amor, si mis manos lo afirman con duke argamasa.

    31

  • Que hermosa es la manana cuando he construido y me lavo cantando en tus ojos puros.

    Que Iiermosa es la mafiana con gusto a sudor, si despuis me como tus palabras fracas.

    Qui hermosa es la mafiana con olor a pan, pero es m5s hermosa si te lleno el regazo.

    Qui hermosa es la mafiana con sus ojos claros, pero es m5s hermosa confiando en tus ojos.

    Que hermosa es la mafiana con rumor de agua, per0 es m b hermosa si canta en tu boa.

    Q u i hermosa es la mafiana con olor a tierra, pero es miis hermosa si la siembran mis manos.

    32

  • Que hermosa es la maiiana con fragor de mar, si me siento fuerte para defenderte.

    Que hermosa es la maiiana como la madera, si puedo partirla para hacerte una casa.

    Qut hermosa es la mafiana con fulgor de redes, si con ellas puedo estrellar tu noche.

    Que hermosa es la maiiana de espuma marina, si con ella puedo limpiar tu camino.

    Qut hermosa es la maiiana cuando a mediodia la jornada deja levantarte en mis brazos.

    Qui hermosa es la maiiana con mis compaiieros, si te llevo un poco de sus alegrias.

    Qut hermosa es la mafiana cuando a mediodia . . . i Q d hermosa eres como la maiiana!

    33 3-La Compafiera

  • El mar, el mar

    , E 1 mar, el mar terrible, junto a tus pies, como un caballo blanco arrodillado.

    El viento, el viento enorme, sobre tus hombros, como una cabellera de or0 acariciante.

    Mi sed, mi sed tan grande, lamiindote las manos, como si fueras una estrella del buen tiempo.

    35

  • No hay sombra entre nosotros tendidos en la xena.

    Una ola remota juega en tu sonrisa. Una rompiente eterna quiebra tus pa!abras.

    Y entramos desnudos en el mar para volver m b puros a la tierra.

    36

  • M i amada &a tejiendo

    M i amada est5 tejiendo en la ventana. Est5 tejiendo una inmensa mariposa. Me mira en silencio, y yo la miro, pensando en el hijo que volar5 sobre ella, sintiendo lo bello que es haber luchado juntos, tejiendo con nuestras manos una enredadera para qu2 suba aquel mQ alto que nosotros.

    37

  • Mi amada est5 tejiendo en la ventana. Toda la tierra est& tejiendo con ella la mariposa verdc de la primavera. Todo el mar est5 tejiendo con ella la ola blanca que limpiar5 10s cielos. Todos 10s hombres e s t h tejiendo con ella la palabra que aromar5 la vida.

    Mi amada est5 tejiendo en la ventana. Me mira en silencio, y yo la miro, contempl5ndonos 10s rostros tan queridos, examin5ndonos las manos laboriosas, pensando en las hojas que tiene en su regazo para abrigar ese fruto milagroso, pcnsando en las alas que tiene a medio hacer para que vuele el hijo como un p5jaro hacia donde nosotros no alcancemos.

    38

  • Corre, corre desnuda

    C orre, corrc desnuda por la costa como un velamen tembloroso y blanco. Y l l h a m e a lo lejos, que sed como si las aves errantes recordaran mi nombre.

    Cruzan las bandadas como interminables recuerdos, y te vuelvo a ver como entonces, como una garza herida. Y te vuelvo a ver como entonces, como una blanca nave, como el Gltimo sueiio de mi infancia.

    39

  • Ya no eres el humo de 10s barcos ni la garza herida. Ya no eres la canci6n lejana ni el cofre enterrado. Per0 eres aGn m6s hermosa como si las olas del tiemoo no se cansaran nunca de entregar nuevos tesoros, como si 10s pijaros tuvieran siempre un nuevo rumbo, como si hasta ti faltara siempre una playa.

    Y cuando me has llamado a lo lejos, no he sabido si es tu voz o son 10s pijaros viajeros, o son mis viejas palabras que te aman, que ahora se agitan con un nuevo temblor.

  • N idal de huevos azules, canasto con cachorros, asi es tu corazbn a veces: mis tierno que un ternero echado, mis tembloroso que una bandada, mis pur0 que la lengua de una bestia.

    Tal vez no seas mis que corazbn, por eso nunca te defiendes, como si fueras un nidal abierto.

    41

  • Tal vez no spas m6s que madre, entrafia, vellbn, seno, plumaje, y no vivas m;is que desgarrada por cada di3 quc nace.

    -4si te veo, como un inmenso nido blanco, como la cabellera preocupada de un sauce, como un sen0 ofrecido, como un Aguila dulce.

    Asi te veo, como la madre de mis hijos. iConio un ave que es garra y que es vuelo!

    42

  • be te echa de menos

    S e ts echa de menos. Este hombre fuerte y d u m h n mirado hacia la calk como un niiio solo.

    iQu< era para t i tu amor? TG siempre creiste que seria un objeto, algo que se usa y se olvida. Fero era m5s. Era ese mismo objeto, p r o dernasiado visible en su vida, como el Gnico orgullo, como lo Gnico bello, como una joya ahorrada en la casa de un pobre,

    43

  • Se te echa de menos. Este hombre taciturn0 que siempre tenia fierros duros en las manos, que siempre tenia palabras grandes en la boca, que tranqueaba con fuerza con sus zapatos enormes, rara vez pudo hablarte para decirte que te amaba. Rara vez pudo besarte sin que le molestara el tiempo como ropa estrecha. Rara vez pudo hablarte de 61 con el peso de la vida en sus brazos.

    Se te echa de menos. Este hombre hurafio acostumbrado a golpear, siempre a golpear, para no caer aplastado por el mundo, ha cruzado 10s brazos, como si alguien pudiera romper el diamante de su fuerza. Pero no ha sido asi, y lo que se ha roto es tu voz, que 61 oia como su Gnica caja de mbsica. Y lo que se ha trizado es tu mirada, que 61 cuidaba como su Gnico espejo. Y lo que se ha caido son t u s pasos, que 61 amaba como un reloj heredado.

    44

  • No ha sido nada mis, y su fuerza est5 intacta. Per0 te echa de menos, y es como si no hallara la puerta, Como un albatros que ha cruzado distancias enormes y que se pierde en una casa.

  • Contigo es todo arboladura

    C ontigo es todo arboladura, mazorca granhdose, espejo encantado. Y eres mis sencilla que un cintaro: se te puede querer profundamente.

    Y eres juguetona igual que una cabra, y espantas mi tristeza y mi perro, porque siempre les pisas la cola.

    47

  • Contigo la casa se ha ensanchado, el sol se ha puesto a tu servicio, el agua ha bajado del cielo, la espuma canta entre tus manos, todo lo envuelve una pompa de jab6n.

    Y no hay n i n g h misterio en esto, salvo alghn beso silencioso. Porque todo es sencillo como el dia, salvo tu gallina ponedora. Porque todo es natural como un hbol, salvo esta flor de mi camisa. Como si todo lo hubieras encantado con el poder sencillo de tu gracia.

    48

  • Con esta boca amarga

    C on esta boca amarga, yo te dig0 las palabras m L dukes. Con estas manos heridas, yo te limpio el rostro. Bajo la lluvia, y en el hueco de esta puerta que no es nuestra, yo te sonrio, que es mi manera de estar triste.

    Yo te sonrio, y te extiendo mis manos vacias, sin nada mis que mi calor, que es lo Gnico que tengo. Y mis cabellos y mis hombros te esconden de la lluvia, que a veces se desliza en tv rostro como un beso.

    49 &La Compiiera

  • Nada mis que un beso te llenari 10s ojos, ninguna gota mis te ensuciar6 las manos, ninguna palabra mis te hari sangrar 10s labios, aunque el cielo me ahogue y la tierra sea dura.

    Ninguna gota m6s que un beso cristalino caer6 en tu b o a y cantari en tu pecho.

    Ninguna gota mLs de la ciudad o del mar que esta resina dolorosa o este aceite fragante.

    Ninguna gota mLs que esta gota de lluvia que se entibia en mi frente y cae en tu rostro.

    N i n g h sonido mis que esta gotera dormida, ninguna gota mLs resbalari en tu sueiio, mientras yo me curve sobre ti bajo el mundo.

    50

  • Que? erea e n mis braxos

    Q UC eres en mis brazos, q u i soy en tus ojos. La parte de la tierra que nos pertenece.

    TG eres como una casa con tus senos y tu rostra donde puedo tenderme tranquilo. Yo soy como una puerta con mi pecho donde puedes sentirte segura.

    51

  • Tb eres el coraz6n que arde siempre donde puedo desentumecer mis manos. Yo soy el brazo que sostiene el dia para que no se derrumbe en tu encanto.

    Este podria ser el cuento de una casa que se encontraba en medio de un bosque, porque tu aroma de madera fresca yo lo distingo desde lejos.

    Esta era una casita hecha con un pino desde donde se podia ver el mar. Este era un caballo que siempre lo aguardaba a

    {il y esta era una gallina que siempre la aguarda-

    {ba a ella.

    Este era el amor, el mar, una colina, un bosque.

  • Te andan suefios en los ojos

    e andan suefios en 10s ojos y cachorros en [las piernas

    T y no puedes descansar: te llama el agua, te llamo yo para contarte tantas cosas, te llama llorando el desgarr6n de mi camisa, t e llama mi coraz6n aumentando el griterio.

    53

  • Para todo tienes tiempo, y para mi toda tu vida. Para las aves tienes grano, y para mi todo tu cuerpo- Para la casa tienes flores, y para mi todo tu encanto, Para 10s suefios tieiies hilo, y para mi todos tus

    [hijos,

    Nadie se queda con hambre: ni 10s animales, ni mi corazdn, ni mis invitados. Todos se Ilevan una hora tuya y yo me llevo cada vez tu vida.

    Me pregunto: que se llevaria la muerte ~i viniera ahora a buscarte. \!go, tal vez, pero no todo.

    54

  • M e ayudas a esperar un nuevo dia, y tu cabellera no se apaga como d fuego, y tu boca no se extingue como el agua, y tus ojos no se cierran como el cielo.

    Me ayudas con m6s fuerza que una estrella, y tu bandada no se ausenta ni se muere, y tu trigo se da por todo el aiio, y tu coraz6n permanece siempre verde, y tu mariposa nunca se deshace.

    55

  • Me ayudas, no con el him0 cambiante del mar o de la tierra, sin0 como la ola m6s pura o la cosecha sin sequia.

    Me ayudas, despierta o dormida. Me ayudas, con alegria o tristeza. Me ayudas, distante o cercana. Me ayudas solamente porque te he conocido.

    56

  • Sa' he de temer contigo z~n I@'O

    S i he de .tener contigo un hijo, que iste llegue cuando nuesm casa sea toda la tierra.

    Si hemos de dejar un heredero, que h e veiiga para mirar sin asco nuestro mundo.

    57

  • Si he de hacerte madre, que sea con amor y no con vergiienza de vivir y de ser hombre.

    Si hemos de traerlo, conquistemos para 61 :I Jerecho de ser libre p a que despub no nos maldiga.

    Coquistemos la tierra donde habri de crecer, para que despues no nos olvide a1 no encontrar nuestras rakes.

    Conquistsmos la paz en que liabri de construir, 7x2 que despuis no nos desprecie :1 impedirselo s a propios hermanos.

    Q-ic awsiro hijo rasgile en dos tu vida ;: t:; grito de do!or conmueva las estrellas; hirnda en dos mi canto, y For mi herida entre el sol a todas las conciencias.

    58

  • S E G U N D 0

  • La rnuchacha dormida

    M e recuerdo corriendo por la orilla del mar: ando explorando grutas y persiguiendo 10s p6jaros. De repente me asomo a una playa solitaria donde hay una blanca bandada detenida : son gaviotas nuevas, me digo, las m6s hermosas que

    [he visto. Y cuando corro hacia ellas para que emprendan el

    {vuelo, no pueden volar: es el cuerpo de una joven dormida.

    61

  • Hasta entonces las cosas mis gratas para mi eran las aves marinas que lloraban en la lluvia. Las sirenas de 10s barcos escuchadas en el alba. Alguna nave blanca cruzando el dia azul. Y la playa solitaria como recien creada donde me tendia con una voluptuosidad que me turbaba.

    Per0 ahora habia en la playa una muchacha dormida. Estaba desnuda como si las olas la hubieran arrojado. Sus senos eran dulces como dos gaviotas echadas. Su cuerpo palpitaba como la misma espuma. Y estaba de espaldas como una playa asombrada.

    Fue como si hubiera descubierto una estrella que no encontraba por ninguna parte. Fue como perderme en una playa conocida. Fue como encontrar un ave que no sabia volar.

    62

  • Sentia temor y dicha. Me parecia que de pronto iba a emprender el vuelo como cualquier bandada. Per0 ella dormia, dormia como un pez en la arena. Y era su sueiio imperceptible como una caracola.

    Dc repente senti que siempre habia estado ahi, y quise tocarla, per0 sus manos se movieron pausadas. Era simplemente una muchacha dormida. Pero yo, yo habia despertado.

    63

  • Aa mujer

    L a mujer es la sustancia misma, ciega y perezosa, per0 hallada. Mas el hombre es el silbido solitario, el ansioso de creer y el descreido.

    65 5-La Co.npa,?era

  • La tierra y el ocCano enlazados, la pasividad y el movimiento, juntos y dispares, porque el hombre busca en la mujer el hijo eterno.

    La vida es mds llena en la mujer y el xiempo esth siempre madurando. Per0 su compaiiero marcha inquieto, porque es dueiio de la muerte de ambos.

    66

  • E i b ti estd ahora

    n ti esti ahora la mujer, y en mi est5 el hom- E [bre. Como si hubiiramos vuelto de un viaje muy largo. Y mirhramos la ciudad, temblorosa y encendids. Y quisitramos hablar, pero nos sonritramos.

    67

  • En ti est6 ahora la mujer, la que h e niiia y amante. Y yo te miro con sorpresa como mirando un fruto. Porque eres como un ave que se hubiera transfor-

    {mado, de tanto perseguirla, en una niiia seria.

    En ti est5 ahora el secret0 de la lluvia y mdos mis secretos buscados por las calles. Ahora podriamos hablar, per0 nos reimos, como dos nifios ocultos en nosotros mismos.

    68

  • Y ella me dio la vida

    Y ella me dio la vida por segunda vez. Aquella joven sin ninguna experiencia un instante h e vieja, mL vieja que mi madre y

    [que la tierra. Y t w o ese rumor de las grutas profundas. Y cuando yo crecia y me hacia hombre de nuevo, ella volvi6 a ser niiia como si fuera mi hija.

    69

  • Y hi su padre por segunda vez. Yo que no tenia ninguna voluntad de vivir. Y hi su hermano mayor. Y hi toda su familia. Porque las mujeres olvidan su pais y su infancia.

    Y le mostri el mundo por segunda vez, que antes vi0 con sus ojos de niiia. Y despert6 la ciudad. Y se llenaron las calles. Era un dia cualquiera para amar o morir.

    70

  • a1 vez no seas la misma, y vagues por la [orina del rio.

    0 te quedaste para siempre con aquel peinado, con aquella sonrisa.

    o con la luz del mediodia, cuando te vi desnuda.

    T 0 te fundiste con la niebla

    71

  • 0 nos quedamos juntos bajo esas luces de fiesta. Y todavia no volvemos. Y ahora cae la lluvia.

    Al pertenecernos hicimos tantas cosas nuestras y olvidamos otras. Ahogamos y dimos vida. Y entre todo el estruendo de bocinas y de luces, fuimos d y yo, antes de morir para siempre.

    72

  • Sera esto el verdadero amor

    C S e r i i est0 el esta ternura vaga csta confianza en

    verdadero amor, despuis de poseerla, mi y en 10s que me rodean,

    csta manera de mirarla como a una niiia pe- [queiia ?

    73

  • Dzsncda en el placer era casi inhumana, como un pez o un ave, o un ser de otros cielos, .

    Per0 un dia vino y se sent6 a mi lado y hablamos largamente sin ninghn recelo. Y por primera vez fuimos como dos hermanos

    . capaces de apiadarnos mutuamente.

    74

  • Fuimos alados

    F uimos alados. Teniamos solamente ojos y despuis dos labios para nombrar el mar. Esdbamos desnudos y no existia nadie, sin0 tu cuerpo joven alumbrado por un rayo.

    En ese instante envejecieron nuestros padres. Y quedamos miis solos, como 10s hicos vivientes,

    75

  • D6nde estuvimos. En qui tierra de trigo. A la sombra de qui 6rbol habkibamos de amor. Porque s610 habia miel y leche y un sol carnoso y blando que nunca declinaba.

    Ahora aprendemos a vivir en una casa y parece que el mundo se hiciera m6s estrecho. Un momento volamos, y volvemos a la tierra a buscar otro poder que nos transforme.

    76

  • Vivz'amos sin pedir oira cosa

    V iviamos sin pedir otra cosa que nunca amaneciera, perdidos en un mar donde todo era origen y nostalgia.

    Quisimos destruirnos, y no hicimos mls que liberarnos a nosotros mismos.

    77

  • Nos lastimamos hasta la Gltima raiz, y h e amarnos m6s intensamente, porque comprendimos nuestra propia miseria.

    Como 10s dias somos. Como el mar. Nos parecemos y somos distintos. Y nos cuesta convivir, mucho mis que estar

    [lejos. Reunir en un beso la vida turbulenta y la oscura aspiracibn de dos vidas.

    78

  • Si no te mirara

    S i no te mirara diria que han crecido tus manos y tu rostro asi como las plantas del zapallo.

    Porque te siento abrir cajones en la oscuridad y verter gravemente un alimento.

    79

  • Me cuesta recordarte de niiia. Me parece que has vivido mil aiios y que has sido madre s610 por silencio y con-

    [fianza.

    TG eres ahora la unidad a1 derramarte, y has entrado para siempre en el pan y en eI

    [vino. El pequeiio amor de 10s hombres ha encontrado

    [en tus ojos una harina sin tiempo, un agua sin culpa.

    iY yo que fui, que soy, nada m5s que un viento entre 10s &boles, que una gota de sal en tu misterio?

    Mi plumaje dur6 lo que el placer. Mi orgullo se desvaneci6 como la niebla. Tb formaste la sagrada pasta. Y yo di, sin comprender, un poco del aceite.

  • U na rnujer y un hombre, eso Cramos. Y no teniamos casa ni padres ni familia. Veniamos del mar de donde vienen 10s desconccidos y 10s ausentes.

    Th me esperabas. 0 era alguien mL vicjo que nosotros, una cierta nostalgia de sol, de gaviotas, de colinas azules.

  • Porque estabas, entre mi madre y yo, como mi propia iuventud desconocida.

    Y hoy que soy el hombre y tb ercs la mujer, te aparto de cse largo abrazo. Y tc am0 con ese amor tan dcsvalido que cnvcjece o nos cambia por otros.

    82

  • I E R C E R 0

  • n la tierra, en la gran horcajadura, hallaris la arrodillada, y en su cuello hallaris el collar que ciiie a1 hombre, hecho de viejos sacrificios olvidados: c inturh devorador de 10s jinetes.

    85

  • Te parir6 de nuevo, cazador, tobre el mundo parecido a una garra. 'r' en el violento amanecer, la ahorcajada, la que en la noche fue apresada como loba UI la puerta la hallads: ya habr6 encendido el fuego, y a1 errante lo lavar6 ella misma, lo lavarl en su cuerpo, lo secar6 con tierra.

    Te mostrar6 la casa de 10s frutos la gran asentadora, cuyo rostro no veris, sino en el hambre y en la sed c en la envoltura terrible de tus hijos.

    Siempre estara cubierta, dividida en su granada. Y junto a ella amarb la desconocida y la ausente, la noche de larga cabellera.

    86

  • Estas son Ias que te amaron

    E stas son las que te amaron, las [mujeres

    que una a una te alcanzaron en la tierra: fueron como una casa o una nave, como una s6bana lentamente desgarrada.

    Una a una se parecian en su otoiio, eran un solo rostro en el desierto, una a una sus ojos se comian, se devoraban como hijas de la noche.

    87

  • Y antes que el kbol fuera, heron ellas las oscuras habitantes del silencio; y en el mar de sus cuerpos te baiiaste: una a una .te poblaron como el sueiio.

    Y en su larga y anudada cabellera ;I una amaste y a las otras olvidaste; de entre todas las hermanas escogiste la menor con su mtro tan remoto.

  • 80'10 puierm rescatar el cuerpo amado

    S 610 quieren rescatar el cuerpo amado y comer eternamente el pan del sacrificio: las desgarradas, en cuya sibana sangrienta el padre duerme, el hijo a h no ha despertado.

    Ellas son las quebrantadas por las armas de la [tierra,

    y en la boca de las minas, ellas duermen abra- [zadas;

    y a sus pies de alfarera envejecida ellas enjugan en su pasta la pirdida de1 mundo.

    89

  • Amasanderas son, y junto a1 viejo horno, cuecen el pan en la memoria de sus muertos; y en la piedra donde paren su abandon0 vuelven a moler la harina de sus canas.

    Porque desposeidas heron las que a1 &bo1 dieron vida, colgando sus entraiias de 10s ganchos; y en la puerta se anudaron, cuando el hombre no pudo ser ya m6s el cuchillo de su mesa.

    Tejieron y tejieron las grandes tejedoras, y en una noche entregaron el tejido, y en su rueda se quedaron esperando que el corder0 de la muerte sus huesos abrigara.

    Con un herido se acostaron en su lecho, con una soledad de mares y de cumbres. Viuon primero un hombre, y despuCs vieron la

    [vida; vieron primero un nifio, y despuks vieron la muerte.

    90

  • E n en un

    En tm diu fue nmtrda

    un dia h e amada, dia dej6 la ciudad y su infancia,

    y por una gota del licor sagrado entera se verti6: robada h e en la juventud, su lugar estari donde el errante viva, donde el herido en su pafio se desangre.

    91

  • Quisiera dormir alguna vez en un pais de azufre cuando el hombre y su ausencia no puedan ser ya mis salvaje hoguera, y duerma, y ella sin dormir como la sal lo cubra.

    Comi6 una vez, y de su cuerpo dividido hizo el ser, y la rotura de su alma: como no pudo amasar toda su sangre, como no pudo ser el vas0 y la boca de la muerte, h e la leona herida, hambrienta en su camada, fue el iguila enemiga, celosa de su sombra.

    A1 hombre dijo: mitame, y a1 hijo dijo: espC- [rame,.

    y CGII su amado muerto, que es el hombre des- { terrado,

    vivi6 en su desnudez de ave y de corola, extraiiamente hermosa como hija de las aguas.

    92

  • L a mujer a1 hombre se encomienda y tl vuela entonces junto a1 mar oscurecido: dormida la transporta en 10s corceles, dormida la oculta entre 10s lechos, y en la casa del amor, abastecida como nave, todos 10s frutos comen, todos 10s trajes visten junto a1 fuego, per0 desnudos se reconocen y se adoran.

    93

  • Y en la sombra es una la mujer de tantos rostros, un solo cuerpo largo; y el hombre es uno, despuis de tanta bGs-

    [queda : uno a otro se miran y se tocari.

    Extraiios son porque quisieran cerrar a h m6s 10s ojos en el beso, abrir a h m%s 10s brazos en su hallazgo, apagarse y encenderse con sus bocas.

    Y la dormida con t l corre, con 61 rie, con tl vacia 10s arcones: lo sigue por la playa, y 41 no sabe si es m6s bella cuanto m b desconocida.

    94

  • Semilla sera el hombre

    S emilla ser6 el hombre, y la mujer, vasija, y en el dia serin como dos caras, como la mano izquierda y la derecha, per0 en la noche serin la bestia inmemorial de dos cabezas, mitad de ave y de serpiente: el hombre y su mujer a la espalda.

    95

  • Seri 41 el arc0 tenso del o c h o ~ .el oscuro ceiiidor de 10s triples, y ella la esparcida cabellera, la redondez sin forma ni dureza; seri t l como el viento en la montaiia, despierto siempre, y ella la nocturna vestidura; como el resuelto pescador seri el var6n y la hembra como la noche y la ballena; como el hombre en la nave serin ambos reunidos en medio del espacio: 61 desnudo y perdido, y ella plena como una bodega y una casa, t l todo de sal, de sabor y de soplo, y ella de harina, condensadora del mundo.

    Porque el hombre vendr6 con el anuncio y la mujer con el hijo de la tierra, t l vendri con el cuchillo del fuego y ella con el agua habitadora;

    %

  • s610 en su gran serenidad todo revive. en la quietud de las frutas se perfuma, y en la tela incendiada trabaja, tejedora es la mujer, de fibra y orden, ruptura es el hombre, avance, comienzo,

    Y el hombre en ella nace, en su tejido: en la infancia es mLs pequeiio que su hermana y de madre en madre va creciendo hasta llegar a1 mar que lo madura. Y en la mafiana terrible de la luz es la mujer lo que descubre, y en el bosque arrasado de la tierra es la mujer quien lo sostiene, y en la noche que extravia a 10s hombres es ella quien lo guia a su casa.

    1354-1956

    97 7-La Cornpasera

  • I N D I C E Pigs .

    Prdogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7 Canto a esta mujer . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13 Asi es mi compafiera . . . . . . . . . . . . . . . . . . Primer0 que la luz . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Tienes olor a pino volteado . . . . . . . . . . . . . . . . . . 21 Dueiia de la sal y el aceite . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23 Yo te beso a1 irme 25 M i s sencilla que el agua . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 27 La ventana esti azul . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 29 Qui hermosa es la maiiana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 31 El mar, el mar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 35 Mi amada est5 tejiendo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 37 Corm, corre desnuda . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 39

    ...

    . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

    98

  • Nidal de huevoe azuh Se te echa de menos Contigo es todo arboladura Con esta boca amarga Qu6 eres en mis brazos Te andan sueiios en 10s ojos Me ayudas Si he de tener contigo un hijo La muchacha dormida La mujer En ti est5 ahora Y ella me dio la vida Tal vez no seas la misma Seri est0 el verdadero amor Fuimos alados Viviamos sin pedir otra cosa Si no te miara Una mujer y un hombre En la tierra Estas son las que tc amaron Sdo quieren rescatar el cuerpo amado En un dia fue amada La muiet a1 hombre se encomienda Semilla seri el hombre

    99

    . . . . . . .

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    41 43 47 49 51 43 45 57 61 65 67 69 71 7? 79 77 79 81 85 87 89 91 93 05