la admoniciÓn como profecÍa en elamadÍs de gaula

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MEDIEVALIA18(diciembre 1994) 27 LA ADMONICIÓN COMO PROFECÍA EN ELAMADÍS DE GAULA EL SISTEMA PROFÉTICO AMADISIANO El corpus profético del Amadís de Gaula consta de 53 vaticinios, que en el contexto de una investigación llevada a cabo para el Conse- jo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Argentina) hemos clasificado y ana- lizado en sus aspectos lingüísticos, retóricos, literarios e ideológicos. El presente trabajo, que se desprende de aquel estudio mayor a la vez que se inscribe en él, centrará su cometido en una de las clases proféticas discemidas en la investigación de marco: la profecía admonito- ria. Para una mejor caracterizacióny cabalcom- prensión de esta clase, sin embargo, convendrá consignarantes un sintéticoesquemade la clasi- ficacióngeneralde las profecías,encaradasobre la base de cuatro patrones organizadores. l. Según suformulación. f 1.1. Verbales. Son los discursos proféticos propiamentedichos, los más numerosos, aque- llos que se plasman lingüísticamente en forma organizada según ciertos rasgos de estilo que lessonpropios (verbos aseverativos, obscuritas retórica, yerba dicendi + subordinadas objeti- ~ Javier Roberto González Universidad Católica Argentina vas, bimembraciones, amplificatio verborum , alegorías, enigmas, reticencias, oxímoron). La profecía verbal consiste en conocimiento y comunicación de ese conocimiento mediante palabras. 1.1.1. Orales. Son las profecías verbales comu- nicadas mediante la palabra oral. El discurso profético oral puede ser 1.1.1.1. directo. Si es el pronunciado en prime- ra personal por el propio profeta, o bien 1.1.1.2. indirecto. Si es retransmitido indirec- tamente por otro personaje que repite lo a él revelado en privado por el profeta; este retransmisor puede hablar en 1.1.1.2.1. estilo directo. Si repite textualmente las palabras del profeta, respetando los deíticos correspondientes a éste, o bien 1.1.1.2.2. estilo indirecto. Si convierte el dis- curso del profeta en una proposición objetiva regida por un verbum dicendi en tercera perso- na singular, aplicando las leyes gramaticales de la correlación de los tiempos. 1.1.2. Escritas. Son las profecías verbales que se comunican mediante la palabra escrita. Este discurso profético escrito puede ser 1.1.2.1. epistolar. Si el profeta envía una carta para revelar algo a alguien o a muchos, o bien

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MEDIEVALIA18 (diciembre 1994) 27

LA ADMONICIÓN COMO PROFECÍA EN ELAMADÍS DEGAULA

EL SISTEMA PROFÉTICO AMADISIANO

El corpus profético del Amadís de Gaulaconsta de 53 vaticinios, que en el contexto deuna investigación llevada acabo para el Conse-jo Nacional de Investigaciones Científicas yTécnicas (Argentina) hemos clasificado y ana-lizado en sus aspectos lingüísticos, retóricos,literarios e ideológicos. El presente trabajo,que se desprende de aquel estudio mayor a lavez que se inscribe en él, centrará su cometidoen una de las clases proféticas discemidas en lainvestigación de marco: laprofecía admonito-ria.Parauna mejorcaracterizacióny cabalcom-prensiónde esta clase, sin embargo, convendráconsignarantesun sintéticoesquemade la clasi-ficacióngeneralde las profecías,encaradasobrela base de cuatro patrones organizadores.

l. Según suformulación.

f

1.1. Verbales. Son los discursos proféticospropiamentedichos, los más numerosos, aque-llos que se plasman lingüísticamente en formaorganizada según ciertos rasgos de estilo quelessonpropios (verbosaseverativos,obscuritasretórica,yerba dicendi + subordinadas objeti-

~

Javier Roberto GonzálezUniversidad Católica Argentina

vas, bimembraciones, amplificatio verborum ,alegorías, enigmas, reticencias, oxímoron). Laprofecía verbal consiste en conocimiento ycomunicación de ese conocimiento mediantepalabras.1.1.1. Orales. Son las profecías verbales comu-nicadas mediante la palabra oral. El discursoprofético oral puede ser1.1.1.1.directo. Si es el pronunciado en prime-ra personal por el propio profeta, o bien1.1.1.2. indirecto. Si es retransmitido indirec-

tamente por otro personaje que repite lo a élrevelado en privado por el profeta; esteretransmisor puede hablar en1.1.1.2.1. estilo directo. Si repite textualmentelas palabras del profeta, respetando los deíticoscorrespondientes a éste, o bien1.1.1.2.2. estilo indirecto. Si convierte el dis-

curso del profeta en una proposición objetivaregida por un verbum dicendi en tercera perso-na singular, aplicando las leyes gramaticales dela correlación de los tiempos.1.1.2. Escritas. Son las profecías verbales quese comunican mediante la palabra escrita. Estediscurso profético escrito puede ser1.1.2.1. epistolar. Si el profeta envía una cartapara revelar algo a alguien o a muchos, o bien

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1.1.2.2.grabado. Si elmensajeprofético apare-ce grabado en algún edificio, por ejemplo, lasinscripciones de las moradas de la Ínsula Fir-me, en el libro segundo, con lo cual los tiemposde enunciación y de recepción pueden estarseparados por siglos.1.2. Mentales. Son aquellas profecías no for-muladas o enunciadas verbalmente, sino habi-das en la mente. Es el puro conocimientoprofético, la revelación interior de una verdadpor inspiración, que prescinde toda comunica-ción verbal inmediata. Las profecías mentalespueden ser1.2.1. sueños. Si la revelación mental es habida

durante el sueño a través de imágenes o visio-nes propiamente oníricas; el profeta es natura-liter el soñador y artificialiter el intérprete quedescifra el significado profético del sueño. Elsoñador puede relatar y por tanto comunicar susueño,peroestaverbalizaciónnoformapartedelacto profético y debe tenerse por absolutamen-te contingente y lateral. Las profecías mentalestambiénpuedenser1.2.2.pensamientos.Silarevelacióneshabidadu-rantelavigiliaenun sujetoconsciente;esunpuroconocimientoporintuiciónovisiónintelectual.

2. Según su versificación.

Distinguimos, según el sitio de versificaciónfáctica ocumplimiento de los anunciosconteni-dosen laprofecía,entrevaticiniosintratextuales,extratextuales y combinados.2.1. Intratextuales. Son las profecías que severifican en hechos narrados dentro de la mis-

ma obra. Los vaticinios se cumplen dentro deltexto porque informan sobre acontecimientosque tocan a lospersonajes y a lascircunstancias

de la ficción novelesca contenida en él. Lasprofecías intertextuales pueden ser2.1.1.prospectivas. Si anuncian hechos futurosque se verifican más adelante en la obra, o bien2.1.2. actuales. Si ponen de manifiesto o acla-ran el significado de hechos presentes que ya seestán verificando en la obra, o bien2.1.3. retrospectivas. Si aclaran el significadoprofundo o revelan laexistencia hasta entoncesignorada de hechos pasados que se han verifi-cado más atrás en la obra.

2.2. Extratextuales. Son las profecías que severifican en hechos no narrados en la obra, seaporque éstos atañen a personajes y/o circuns-tancias ajenos a ella, sea porque el vaticinioinforma sobre hechos futuros que, aunque refe-ridos a personajes y circunstancias de la obra,remiten su verificación para más allá de sutérminonatural.Nosocupamosespecíficamentede esta clase profética delAmadís en un trabajorecientamente publicado. (González, "Profe-cías extratextuales", passim). Las profecíasextratextuales pueden ser2.2.1. intertextuales. Si anuncian hechos cuyaverificación ocurre en otro texto, ficcional o no,identificable, o bien2.2.2. atextuales. Si anuncian hechos cuya ve-rificación ocurre o puede ocurrir en la realidadhistórica posible y futurible, y por tanto nonarrada como cosa pasada en ningún texto.2.3. Combinadas. Son las profecías que inclu-yen anuncios intratextuales y extratextuales, oun anuncio birreferencial o multirreferencialque a la vez apunte a hechos verificables en eltexto y a hechos verificables fuera de él, o bienvaticinios que integren en un único discursoanuncios prospectivos y anuncios retrospecti-vos o actuales.

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3. Según su intención.

Es éste el patrón clasificador que más direc-tamente interesa para nuestro asunto específi-co. Las profecías pueden revelar distintos gra-dos o modos de intencionalidad en el profeta.Dinstinguimos entre vaticinios formales, mate-riales y admonitorios.3.1. Formales. Son las profecías enunciadaspor un profeta habitual y reconocido por losdemás ypor él mismo como tal, queposeeplenaconciencia de estar profetizando y acabadaintención de profetizar.3.2. Materiales. Son los hechos proféticos in-conscientes e involuntarios, la enunciaciónprofética realizada por personas no reconoci-das como profetas y que no tienen advertenciani intención de profetizar. Son palabras en quela verdad se manifiesta en forma autónoma; almargen del conocimiento y la voluntad dequien habla. (González, "Profecías materia-les", passim).3.3. Admonitorias. Son las profecías inferidasapartir de un consejo o una advertencia; se trata-como veremos en el transcurso de este artí-culo- de una interferencia de las modalidadespropias del discurso doctrinal dentro del dis-curso profético.

4. Según su contenido.

4.1. Totales. Son las profecías que informansobre la totalidad de los hechos a que se refie-ren,y donde el profeta conoce acabadamente laverdad que transmite.4.2. Parciales. Son las profecías que callanaspectosimportantes referidos a los hechos queanuncian, debido a que el profeta sólo conoce

L

imperfectamente y a medias la verdad quetransmite; son vaticinios incompletos dondelas limitaciones del profeta, que se muestraignorante e incapaz, se ponen de manifiesto.Hay conocimiento genérico sobre los hechosreferidos, pero no específico.

LA PRIMERAPROFEcíA ADMONITORIA.

Las profecías admonitorias del Amadís soncuatro; vamos a transcribir inmediatamente la

primera, para realizar sobre ella los análisiscorrespondientes:

...y [Urganda] miró al Rey [Lisuarte] ydíxole: -Señor, bien acompañado estáis, yno lo digo tanto por el valor destos cava-lleros como por el gran amor que os tienen,que ser los príncipes amados de los suyosfaze seguros sus estados. Por ende, sabedlosconservar, porque no parezca que vuestradiscreción ahún no está llena de aquella bue-na ventura que en ella caber podría. Guarda-dos de malos consejeros, que aquélla es laverdadera pon~oña que a los príncipes des-truye. (AnUldís,ed. Cacho Blecua, 11Ix851).

Nos enfrentamosaquíconun discursoque,enprincipio, sólo podríamos llamar profético latosensu .Se tratade una advertenciamás que de unanunciocierto,es una admonición,una exhorta-ción. Los característicosverbos futuros indicati-

vos del discursoproféticoceden su espacio aquíaverbosimperativosqueaconsejanyadvierten-sabedlos conservar, guardados-, y las frasesenunciativasno refieren ya hechos futuros pun-tuales sino que cuajan en fórmulas en presentegnómicode clara intenciónsapiensal ser lospríncipes amados de los suyosfaze seguros susestados; ...aquéllaes la verdaderaponfoña que

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a los príncipes destruye-, Todos estos rasgosconducen inevitablementea la consideracióndeestetextocomounejemplodediscursodoctrinal.

Sin embargo, detrás del consejo de UrgandaaLisuarte subyace una advertenciaque anuncialo que puede llegar a pasar si tal consejo no esacatado; hay, pues, una predicción velada, unarevelación oblicua del futuro. "Haz tal cosa",pide Urganda al rey, y deja implícita la causafinal de su pedido: "porque si no lo haces, tepasará tal otra". Estamos, por tanto, en presen-cia de una admonición que puede tranquila-mente entenderse como profética a la luz denuestro conocimiento de lectores sobre losacontecimientos posteriores de la historia.

Pero la admonición-profecía, oprofecía ad-monitoria ,como preferimosdenominarla,poseeciertos rasgos específicos que la diferencian dela profecías-tipo, canónicas. En primer térmi-no, porque su verificación en los hechos noresulta de cumplimiento necesario, sino condi-cional. Muchas profecías, delAmadís y de todala tradición escriturística, histórica y literaria,son condicionales; ello ocurre cuando la verifi-cación del vaticinio depende del cumplimientode una condición previa. Según esto, la profe-cía podrá cumplirse o no sin que, de sucederesto último, quepa considerarla falsa; el anun-cio no pierde veracidad ni eficacia por nocumplirse, ya que la cláusula condicional res-tringe ab initio la necesidad de su verificación,y si la condición no se cumple, el vaticiniotampoco lo hará sin que deje de haber sido porello plenamente veraz en su formulación. Mu-chas veces, la cláusula condicional apela a lalibertad del destinatario del mensaje profético,en cuyas manos queda obrar de modo tal que sesigaelcumplimiento obien el nocumplimiento

de laprofecía. Un ejemplo delAmadís lo ofrecela carta de la misma maga Urganda a donGalaor,antesde labatallacontra el reyCildadán:

A vos, don Galaor de Gaula, fuerte y es-for~ado,yo, Urganda,vos saludocomoaquelque prescio y amo, y quiero que por mísepáis aquello que en la dolorosa batalla, sien ellafuerdes, vos acaescerá: que despuésde grandescruezasy muertespor ti vistasenla postrimera priessa della, el tu valientecuerpo y duros miembros fallescerán al tufuerte y ardiente cora~ón; y al partir de labatalla, la tu cabe~aserá en poder de aquelque los tres golpes dará por donde ella serávencida (Amadís , II 1vii 814).

Urganda apela a la libertad de Galaor, y aellasubordina elcumplimiento de su destino, queseverificará según sus anuncios en la batalla sólo"si en ella fuerde", si Galaorconcurre alcomba-te. Por cierto,y admitidoqueel origen últimodetoda verdadera profecía es la prescencia divina,y que ésta conoce providencialmente cuál va aser lalibreeleccióndelsujeto,lacondicionalidaddel anuncio -de éste y de cualquiera de carac-terísticas análogas- viene a quedar limitada alplano de la expresión formal y de la recepciónpor parte de su destinatario.

Más allá delAmadís, los vaticinios condicio-nales menudean en la materia artúrica. Veamoséste de El baladro del sabio Merlín, que elegi-mos en razón de suparecido con el arriba citadode Urganda a Galaor:

Yo [Merlín] te digo que si a la batalla vas,que serás vencido tú [Lot], e los más de lostuyos muertos. (El baladro, II xxv 40; vid.también I xiii 118, I xiii 120, I xiv 127-128,I xxi 233, III xxxviii 80).

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También hay ejemplos en laDemanda castella-na (Demanda, cv 202a), y los testimonios delAntiguo Testamento son, por cierto, innume-rables (Ion. 3 y4, 7-8;Iud. 11,37-39; 2 Par 15,1-2).Santo Tomás define la profecía condicio-nal como una amonestación o amenazade Dios,verdadera comminatio que anuncia un castigodivino perfectamente evitable si media el arre-pentimiento del pecador (Sum. Teol., X, IIaIIae,q. 147,a. 1,508-510). La teología católicaposterior conserva esta categoría (Devine,"Prophecy", 474-475; Konig, "Prophecy[Hebrew]", 390; Michel, "Prophétie", 719-720, 732). En cuanto a la tradición clásica,Cicerón contempla en su De divinatione laexistencia de advertenciasque avisansobre unacalamidad con el objeto de poder evitarla, a lasque llama dirae (Cicerón, De la divination,30).

Pero volvamos ya a nuestra profecía admo-nitoria amadisiana, que difiere de las profecíasllanamente condicionales en dos importantesaspectos: primero, en que la condición para elcumplimiento del anuncio, y también este mis-mo, no se consignan expresamente en el textosino que ambos se infieren a partir del consejoo admonición; segundo, en que tanto la condi-cióncuanto el vaticinio implícitos no son ya deaplicaciónparticular para la concreta persona aquienva dirigido el mensaje, sino de aplicaciónuniversal para todos aquellos que acaten o nounconsejo que, a través del destinatario inme-diato,seendereza en verdada la totalidad de loshombres en situación similar. En este caso,Urgandaamonesta al rey Lisuarte que se guar-de de malos consejeros, pero a través de él sedirigea todos los reyes; en términos de la teoríade la recepción, diríamos que Lisuarte es sola-

mente el alocutario, en tanto la totalidad de losreyes y gobernantes del Amadís forman laverdadera audiencia del mensaje. La profecíaimplícita está clara: si Lisuarte, y con él todoslos que ocupan una posición análoga, no seguardan de los malos consejeros, les sobreven-drá un mal. Este mal, ciertamente, apenas seinsinúa y no se especifica, pero el lector advier-te que se relaciona con malos consejeros; así,cuando éstos aparezcan hacia fines del librosegundo y provoquen la enemistad de Lisuartecon Amadís, la admonición profética deUrganda no podrá sino actualizarse en la con-ciencia de todo lector atento.

De cuanto antecede surgen una serie deelementos quecon absoluta claridad nos permi-ten extender nuestros análisis del texto que nosocupa al resto de los dicursos admonitorios ydoctrinales de la obra, y postular en consecuen-cia que todo discurso doctrinal entraña unaimplícita profecía condicional de aplicaciónuniversal. El discurso doctrinal queda así defi-nido como una clase de discurso profético,como una especie dentro del género del discur-so profético. Hemos llegado con esto, nosparece, a una conlusión muy importante. ElAmadís abunda en discursos moralizantes,admonitorios, didácticos, gnómicos, queenglobamos nosotros bajo el rótulo común dedoctrinales. Generalmente, este estrato mora-lizante o doctrinal de laobra ha sido adjudicadoa la pluma de Garci Rodríguez de Montalvo,responsable, como se sabe, de la última refun-dición del Amadís y única versión completaconocida hasta hoy; no nos compete ahora niaquí discutir este punto, pero sí destacar lafrecuencia y el peso del discurso doctrinaldentro de la novela.

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La admonición de Urganda se inscribe ade-más en una larga tradición, tanto bíblica comoartúrica,que hace de los profetas consejerospolíticos de los reyes. En Israel los profetascumplenunaverdaderafuncióndeestado(León-Dufour, Vocabulari.o, 641; Mangenot,"Prophete", 718; Pizzi, "Profeti, profetisimo",380). Merlín aparece a lo largo de todas lasobras en que actúa como un constante conseje-ro, guía y a veces reprensor de reyes, general-mente de Arturo. Urganda actúa con Lisuartesegún estos mismos cánones; es su consejera yamonestadora, su guía política y humana en eltranscurso de lanarración. En este texto le avisasobre el peligro de los malos consejeros, y esepeligro se encarnará en hechos reales y concre-tos, como sabemos, hacia al final del librosegundo (Amadís, ed. Cacho Blecua, TI lxii886-902), cuando los dos mezc1adoresy maloscaballeros de la corte, Brocadán y Gandandel,maldispongan a Lisuarte con Amadís y provo-quen el injusto enojo del rey para con el héroe.Este distanciamiento desatado por la envidia-la ponroña- de los desleales consejeros esel que precipitará el resto de los acontecimien-tos que constituyen la materia de la novela:Amadís, echado de la corte por el influenciablerey, parte hacia tierras lejanas, donde cumplesus mayores hazañas --entre ellas el venci-miento y muerte del monstruoso Endriago- yanuda amistades y alianzas con reyes y prínci-pes --el emperador de Constantinopla, Grasin-da, el rey Tafinor de Bohemia-; ante la arbi-traria y antijurídica decisión de Lisuarte dedesheredar a su hija Oriana y casarla con elemperador Patín de Roma al margen de lavoluntad y los derechos de aquélla, Amadísacude en defensa de su amada-a quien lo une,

por otra parte, un matrimonio secreto-, learrebata a los romanos, y, erigiéndose en centrode una alianza de príncipes y caballeros ami-gos, combate contra las fuerzas del rey Lisuartey las derrota, tras lo cual auxilia al rey vencidocon magnanimidad, en ocasión del ataque delrey Arábigo, motivando así el arrepentimientode Lisuarte por sus injusticias y errores pasadosy el asentimiento real para la realización públi-ca de las bodas del héroe con Oriana. Vemos

entonces de qué manera el hecho veladamenteprofetizado en la admonición de Urganda -laacción de los malos consejeros- es el queprovoca la injusta ira regia de Lisuarte contraAmadís y los posteriores enfrentamientos deambos y derrota del rey, hechos que constitu-yen el acontecimiento básico de la obra toda,y que sirven para ilustrar el verdadero temacentral y el principal objetivo de la novela: lanecesidad de una correcta disciplina regum.Suele haber coincidencia en buena parte de lacrítica acerca de que el propósito del Amadísprimitivo -y la refundición de Montalvo quehoy leemos no desmiente tal propósito- eraadvertir a los reyes contra los malos consejeros,mentirosos y envidiosos, máximos peligrospara el trono y la salud del estado. Este era elgran objetivo del relato, según Place:

En suma, tal será el Amadís más primitivo, vis-to como novela simbólica y moralizante. Losdemás pormenores del Libro 11,aunque de al-gún interés intrínseco, quedan subordinados ala acción principal, la cual, en mi concepto, seplanteó para realizar tres objetivos: 1) pintar uncaballero perfecto a lo artúrico en lucha con losmales. de su época [...]; 2) alabar la proeza delos caballeros extranjeros que servían a los mo-narcas hispánicos; y 3) (de más importanciapara el autor) demostrar que en el "mezcla-

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miento" de los malos consejeros consiste el ma-yor peligro al trono y al bienestar del país. Estaacción moralizadora proveería al Amadís másprimitivo [...] una básica unidad... (Place, "Es-tudio literario, 931).

Para Pierce, el Amadís es una obra dedicadafundamentalmente a exaltar a la institución

monárquica (Pierce, Amadís de Gaula, 89), laque queda al cabo sana y salva tras una serie depruebas y peligros debidos principalmente a lasdebilidades del propio monarca:

Con esta ojeada al tema de lo monárquico, pordecido así, se puede llegar a apreciar hasta quépunto la novela constituye una alabanza a unainstitución que simbolizabael antiguo régimeneuropeo, y cómo estaba a prueba de todos losataques que se le hicieron. Montalvo nos pre-senta un mundo que sale ileso de todas suscrisis morales debido a la gran antigüedadde lamonarquía y al respeto de que siempre gozaba.Todo este material, claro está, se nos ofrecemediante los recursos de la novelística que en-tre otras cosas utiliza las verdades psicológicasde la naturaleza humana, y en este caso sobretodo la propensión del hombre a la envidia y alorgullo y aun más a la autodestrucción -he-mos visto arriba cómo la monarquía a vecestiene que enfrentarsecon su más peligrosoene-migo, el propio representante de la institu-ción-. (Pierce, "Unos aspectos", 683-684).

Cabe preguntamos ahora por qué Urgandaelige profetizar sobre cuestiones que afectan alos hechos capitales de la obra y que contribu-yen a la delimitación de su tema central, no atravésde un anuncio concreto y directo, de unapredicciónformal y abiertade lo que aLisuarte-y no a cualquier rey- le sucederá. Bienpodríahaber vaticinado la maga, aun admitien-

do que lo hiciera con lenguaje oscuro, elfuturoconcreto individual de Lisuarte, su debilidad ypermeabilidad ante los mezcladores y suposte-rior e injustificado enojo y enfrentamiento conAmadís; sin embargo, Urganda opta por unvaticinio universal enmascarado detrás de una

moralización. Infinidad-deprofeCÍasparticula-res aluden a numerosos hechos puntuales de laobra a lo largo de ésta, y cuando se trata dealudir a su nudo argumental y temático, serecurre a una admonición de aplicación univer-sal. Si bien se mira, la elección no sólo no escaprichosa, sino convenientísima, ya que laintenciónes, como se dijo, aconsejar a través deLisuarte a todos los reyes y de modo aún másamplio a todos los hombres. El caso de Lisuartees sólo una anécdota, y la anécdota opera comocaso testigo. La profecía admonitoria alude alcaso de Lisuarte, pero no solamente a él. Comoprecisamente se trata del núcleo argumental ytemático delAmadís , lo que se intenta es ponerde relieve la universalidad del tema tratado. Lo

que le pasó a Lisuarte les pasará a todos los queactúen como él en similares circunstancias, y elmal vaticinado implícita e indirectamente através de la admonición es genéricamente elmismo para Lisuarte y para todos los que esténen su misma situación. Dijimos líneas arribaque, entendiendo así las cosas, Lisuarte es s610el alocutario o destinatario inmediato de laprofecía admonitaria, en tanto los lectores delAmadís, incluyéndonos todos nosotros entreellos, somos la verdadera audiencia, los verda-deros y reales destinatarios de la advertencia.Hay un puente que salta de la ficción a larealidad y que involucra al lector en las instan-cias de la fábula, haciéndolo partícipe de undestino común que comparte con un personaje

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de ésta. Lisuarte y el lector se ven por unmomento comprometidos en una circunstanciasimilar, y a ambos va dirigido el anuncio.

Por cierto, y debido a los status diferentes deLisuarte -personaje- y del lector -personareal-, la referencia de la profecía será tambiéndistinta, para cada uno de ellos. En tanto dirigi-da primeramente a Lisuarte, la profecía admo-nitora es de referencia intratextual y comienzaa verificarse en un preciso lugar del texto, en elcapítulo 1xii del libro segundo, pero en tantodirigida real y últimamente a cada uno de lospotenciales lectores que circunstancialmentese encontrarán en una situación análoga a la deLisuarte, la admonición se convierte automá-ticamente en una profecía de referencia extra-textual y de verificación atextual y eventual.

Expliquémonos. En virtud de la universali-dad de su aplicación, la admonición rompe conlos límites del texto; Urganda no profetiza sólohechos pertenecientes al plano de lo narrado,sino que salta al plano de la realidad. La veri-ficación del vaticinio es absolutamente loca-

lizable dentro de un nivel textual, pero apenasnos salimos del texto descubrimos que la veri-ficación no puede ser localizada en ningún otrotexto. Hay en el libro primero de nuestra novela(Amadís , ed. Cacho Blecua, 1x 329-330) unaprofecía extratextual que refiere hechos de lamateria artúrica, más precisamente de Tristán;se trata, como en nuestro caso, de una referen-cia extratextual, pero elextratexto coincide conotro texto ficcional identificable, y por tanto sesalta fuera de un texto --el Amadís- pararemitir el cumplimiento de los hechos anuncia-dos a otro texto concreto -el Tristán-(González, "Profecías extratextuales", 126-135). En esta profecía admonitoria que nos

ocupa las cosas son distintas; la admonición deUrganda es de doble referencia, intratextual oextratextual, según se tomeen consideración sudestinatario inmediatoy ficcional-Lisuarte-o su destinatario último y real -el lector-oMas la referencia extratextual no apunta ya aotro texto, sino a la realidad histórica particulary distinta decada uno de los lectores delAmadís, nuestrarealidaddecarney hueso;se trata,portanto, de una referencia extra textual atextual .Pero además, y dado que hemos definido laadmonición como una profecía condicional deaplicación universal, su verificación en elextratexto será eventual, en virtud precisamen-te de su condicionalidad y de su universalidad,de modo tal que los hechos profetizados podráncumplirse o no, según cada uno de los indivi-duos destinatarios -cada uno de los lectores-

realice o no, previamente, la condición implí-cita en el consejo. Así, el vaticinio se cumpliráo no según los caso, y aun en los casos en quese cumpla lo hará de tales o cuales manerasconcretas distintassegún lascircunstancias par-ticulares que rodeen a cada uno de los lectoresque, juntos, integran la audiencia colectiva dela admonición y constituyen su final destino:por ello, la referencia extratextual atextual seconvierte en unamultirreferencia. Nuestra pro-fecía adquiere entonces un nivel referencialmáximo, el más indefinido y vago, pero tam-bién el más universal y potencial.

Antes de concluir conel análisis de este texto

queremos detenemos en dos aspectos concre-tos. En primer lugar, creemos oportuno señalarque subyace en esta admonición, más allá de lacensura de los malos consejeros, una sobreen-tendida autoalabanza de Urganda, que apareceaquí aconsejando bien y lealmente. Urgandaes

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la antítesisdelos felonesBrocadányGandandelcontra los que advierte a Lisuarte, y como talpreviene al rey; al ponerlo en guardia contra lapon~oña de los mezcladores, se autoproponecomo antídoto o como vacuna. El futuro de

Lisuarte dependerá a partir de ahora de su libreelección entre los malos consejos de los caba-lleros envidiosos y los buenos consejos de lamaga, que consisten precisamente en una ad-vertencia contra aquéllos. El reyes artífice,aquí, de su futuro y, como la propia Urgandadice expresamente, la buena ventura del mo-narca radica en su discreción: de cómo decidaobrar se seguirá qué tan bien le vaya, y estoconcuerda en todo con el modo de anunciar de

las profecías condicionales.En segundo lugar, llamamos la atención

sobreel tema del amor y su importancia crucialen este texto y en la obra toda. Dice Urganda alrey que está bien acompañado no tanto por elvalor sino por el gran amor que le tienen suscaballeros, y añade que ser lospríncipes ama-dos de los suyos faze seguros sus estados. Laprofetisaestájerarquizando dostérminos:amory valor, y coloca aquél por sobre éste. Nodebemosentender aquí valor como 'valentía' o'coraje', sino como 'valía' o como "la calidadque constituye una cosa digna de estimación uaprecio"(Diccionario deAutoridades) .Lo quela maga dice es que el amor de los súbditos esmás importante que todas sus demás cualida-des,porque éstas son consecuencia de aquél. Elamores labase de toda virtud, es el fundamentode toda valía, y los caballeros de Lisuarte noseríantan buenos si no amasen como aman a su

rey. Esto nos dice claramente que el poder deLisuartese funda en el amor de sus súbditos, yesta idea es absolutamente medular para el

.

Amadís: el amor, es el único sustento posiblepara un poder legítimo y eficaz.

Lisuarte aparece aquí y se ha mostrado a lolargo de la obra hasta este momento como unrey justo, amado por los suyos y amante él deéstos; sin embargo, veremos posteriormenteque su conducta cambia: se deja malaconsejar,yerra, cede ante presiones, se obstina en empre-sas absurdas, comete injusticia al desconfiar dela lealtad de Amadís, desoye asus súbditos másfieles, fuerza la voluntad de su hija Oriana alarreglar su boda con Patín e implícitamente ladeshereda.El otrora reyjusto, amado y amante,es ahora un caprichoso airado, influenciable delos malos y sordo a los buenos. Todas estasnuevas actitudes acarrearán su ruina, y paraevitarle tales consecuencias es que Urganda lecomunica esta admonición. Por eso, antes dedecir el consejo profético propiamente dicho-Guardados de malos consejeros-, la magaarranca con aquella introducción sobre el amorde los súbditos: es lo que el rey perderá -y lopierde- si desoye su advertencia.

Lisuarte realiza sólo parcial e imperfecta-mente, entonces, este ideal del poder basado enel amor; Amadís será quien lo realice perfectay plenamente. En efecto, el héroe se constituyeen el centro de una alianza universal de prínci-pes y princesas cristianos que halla su expre-sión simbólica en los nueve matrimonios de laÍnsula Firme del libro cuarto; esta alianza cuyocentro es Amadís se sustenta por tanto en elamor. El amor es la base espiritual del poder deAmadís, que es fundamentalmente, también,un poder espiritual, una verdadera auctoritasmoral. Este amor es amor de pareja, pero igual-mentees amor de vasallo, amor de amigo, amorde gobernante, amor honesto y desinteresado,

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el verdadero amor que a través de las criaturasbusca como su único objeto el Bien Supremo.Nos arriesgamos inclusive a hacer una lecturametafísica de este amor, tal como nos lo autori-za el carácter mítico del material novelado:

Amadís ejerce en grado sumo el amor total por-que es ese amor, es el principio ordenador detoda una realidad política y moral nueva y su-perior, que se engendra en él y se sustenta en él.Amadís es amor porque es la voluntad merceda la cual esa nueva realidad ha llegado a ser;Amadís quiere, es un héroe volitivo, y querien-do actúa, genera, crea, ordena, inaugura. Esl'amor che mouve il sole e le altre stelle, comoen el verso final de la Commedia dantesca, elprincipio metafísico encarnado, la causa efi-ciente y final de todo un mundo caballeresconuevo y mejor. En tanto héroe de sustratosmíticos, Amadís imita al dios del mito originaly fundante, el cosmogónico, y actúa como elprincipio ordenador bajo la figura delprínciperegenerador de la tradición profética medieval(Giemeno Casalduero, "La profecía medie-val",passim). Consu amorAmadísnosólocreaunarealidadquellegaaser,sinoquetambiénsos-tieney mantieneesa realidad,y reordenao rege-nera el caos anterior -la situación política deguerra, enemistad e injusticia- disponiéndoloen cosmos. (González, "La función literaria",passim ). LaidentificacióndelpersonajeAmadísconel significadoamor vieneautorizadano sólopor la forma del nombre propiomismo, sino porlas palabras de Urganda en su profecía generalsobre la trayectoria vital toda de nuestro héroe:éste será el cavallero del mundo que más leal-mente manterná amor y amará en tal lugarcualconvienea la su altaproeza. (Amadís,oo.CachoBlecua, 1ii 256).

Lisuarte, como queda dicho, intentará estemismo camino del amor, pero fracasará aldejarse influir por los malos consejeros y cederante los celos y la desconfianza hacia Amadís;éste, por el contrario, emprende y acaba perfec-tamente el camino del amor en todos sus nive-

les, tal como reza también su profecía general:éste comen~ará todas las cosas y acabará a suhonra en que los otros fallescieron. (Amadís,ed. Cacho Blecua, 1 ii 256). Entre todas lascosas en que otros fallan y que Amadís acaba,el logro de un poder basado en el amor es sinduda la más importante, y el fracaso del reyLisuarte a este respecto sirve a la vez paraexaltar aún más el triunfo de Amadís y paraamonestar a los lectores a través de su ejemplopara que no obren del mismo modo si noesperan la misma decepción. He aquí el carác-ter decididamente central de nuestra profecíaadmonitoria en relación con la obra y con sumensaje último.

OTRAS PROFEcíAS ADMONITORIAS DEL AMADIs

En el mismo capítulo 1x del libro segundo,Urganda profiere otros vaticinios, a la vez quecorrobora la verificación de dos profecías epis-tolares suyas anteriores. Antes de marcharse, lamaga repite al rey su advertencia contra losmalos consejeros, en una segunda profecíaadmonitoria que bien podría considerarse,estructuralmente, como una anáfora de la pre-cedente que analizamos:

Entonces [Urganda] dixo al rey [Lisuarte]:Señor, yo me quiero ir; acuérdeseos de loque ante vos dixe como quien vuestra honray servicio dessea. Cerrad las orejas a todos, y

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más aquellosen quienesmalasobras sintier-des. (Amadís, 11Ix 860).

Urganda retorna y ratifica lo dicho en suprofecía admonitoria anterior; ambas admoni-ciones proféticas, o mejor ambos momentos deunamisma yúnica admonición,enmarcan otrascuatro profecías más formales y específicas dela sabidora, que no nos toca comentar aquí.

Debemos saltar al libro tercero para encon-trar otros dos textos proféticos admonitorios.En nuestra clasificación, empero, no los agru-pamos con las dos admoniciones de Urganda avistas, sino dentro de la categoría de las profe-cías materiales, dado que su emisor, el condeArgamón,no es profeta habitual ni reconocido,y dice sus anuncios inconsciente e involunta-riamenteen lotocante asusalcancesproféticos,sin advertir que detrás de sus consejos hayprediccionesde verificación cierta en el futuro.Veamos los textos; el destinatario de estasadvertencias del conde Argamón es, como enlas de Urganda, el rey Lisuarte:

No sé qué engaño es éste, hombre tan cuer-do y que tan buenas venturas por el querer deDios ha avido y por el vuestro buen seso: enlugar de le dar gracias por ello queréisle tentary enojar. Catad que muy presto podría fazerque la fortuna su rueda rebolviese; y cuandoasí es enojado de aquellos que muchos bienesfizo, no con un a~ote solo, mas con muchosmuy crueles los castiga. Y como las cosasdeste mundo sean transitorias,perescederas,notura más la gloria, la fama dellas, de cuantoante los ojos andan; ni es juzgado cada unosinocomo al presente le veem, que todas aque-llas buenas venturas vuestras y grande altezaen que sois agora serían en olvido puestas,somidas so la tierra, si la fortuna os fuessecontraria...(Amadís, IIIlxxviii 1246).

Catad, señor,que fazéis gran crueza y pe-cado, y muy prestopodríadeshaver tal a~otedel Señor muy alto con que la vuestra granclaridad y gloria en mucha escuridad puestafuesse.(Amadís,III lxxx 1268).

El conde Argamón pronuncia estas observa-cionescuandoyaha ocurrido eldistanciamientodel rey y Amadís, y cuando incluso ambos hanenfrentado sus fuerzas en la defensa y toma dela Ínsula deMonga~a.Ahora, las admonicionesdel conde se enderezan a evitar que Lisuartecase a la fuerza a su hija Driana con el empera-dor romano Patín. Son, como dijimos, profe-cías admonitorias, pero también materiales,por inconscientes e involuntarias en susexactosalcances proféticos; el conde supone decir consus discursos lo que a simple vista se ve, unasmáximas en estilo netamente gnómico queentrañan consejos de aplicación universal ycondiciones implícitas que en caso de cumplir-sepodríanacarrearconsecuenciasparaLisuarte.Las calamidades anunciadas se ven como de

verificación eventual (podríafazer que lafor-tuna su rueda rebolviesse; podríades haver talafote del Señor) si se cumplen antes las condi-ciones implícitas, que aquí se reducen a una: lapersistencia del rey en su propósito de casar aDriana con Patín.

Más allá del carácter material de estas dos

profecías de Argamón en contraposición con elcarácter formal de las admoniciones de Urgan-da, nada diferencia a estos de aquellos vatici-nios: en tanto admoniciones, los cuatro debenentenderse como textos genéricamente profé-ticos y específicamente doctrinales; son vatici-nioscondicionales de aplicaciónuniversaly quemás allá de su referencia intratextual aplicabe aLisuarte se abren a una referencia extratextual-

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atextual-eventualaplicable atodos aquellosquepudieren obrar como Lisuarte en similares cir-cunstancias.

Se hace presente en el primer discurso deArgamón el topos de la rueda de la fortuna;esta fortuna aparece confundida, incluso gra-maticalmente, con un Dios personal que seenoja y disgusta con el pecador y lo castigao premia según faltas o méritos: "...hombretan cuerdo y que tantas buenas venturas porel querer de Dios ha avido [...]: en lugar dele dar gracias queréisle tentar y enojar. Catadque muy presto podría fazer que la fortunasu rueda rebolviesse; y cuando así enojadode aquellos que muchos bienes fizo, no conun a~ote solo, mas con muchos muy crueleslos castiga". Dios aparece, pues, manejandola rueda de la fortuna, que deviene así enProvidencia; el topos clásico se muestra cris-tianizado, y combinado además con otro tó-pico, el de la transitoriedad de las cosas, enespecial de las buenas: la gloria, la fama.

Dado que la condición implícita se cumpley el rey sigue adelante con la boda de su hija,la profecía ínsita en la admonición se verifi-ca: la rueda de la fortuna de Lisuarte se vuel-ve hacia abajo y comienza a depararle cala-midad tras calamidad. En primer término, laforzada novia es secuestrada por Amadís su-legítimo esposo, recordemos, en razón deun matrimonio secreto previo que hace deltodo nula la boda con Patín-; empeñado enuna guerra contra el secuestrador, el reyesderrotado en batalla por las fuerzas del héroe(Amadís, 1 V cx-cxi 1465-1474), e inmedia-tamente atacado y situado por el rey Arábigoy Arcaláus (Amadís, IV cxv-cxvi 1515-

1531). Hasta aquí el reyes castigado porDios a través de una mala fortuna en el planobélico, pero todas estas derrotas y humilla-ciones acarrean a su vez una angustia vital yun sentimiento de fracaso que se manifiestanen una progresiva decadencia anímica. Unainicial muestra de esta crisis espiritual prece-de al secuestro del rey, a fines del libro cuar-to:

... comen~ó a pensar en los tiempos passadosy en la gran cavallería de que su cortebaste~ida fue, y las grandes aventuras que lossus cavalleros passavan, de que a él redun-dava mucha honra y tan gran fama, que portodas las partes del mundo era nombrado yensal~ado su loor hasta el cielo. Y comoquie-ra que ya su edad reposo y sosiego ledemandasse, la voluntad criada y habituadaen lo contrario, de tanto tiempo envegescida,no lo consentía, de manera que, teniendo enla memoria la dul~ura de la gloria passada yel amargura de la no tener ni poder haver alpresente, le pusieron en tan gran estrecho depensamiento, que muchas vezes estava comofuera de todo juizio, no se pudiendo alegrarni consolar con ninguna cosa que viesse. Ylo que más a su espíritu agraviava era teneren su memoria cómo en las batallas y cosaspassadas con Amadís fue su honra tanto me-noscabada; y que en boz de todos más cos-treñido con necessidad que con virtud, diofin aquel gran debate. Pues con estos talespensamientos uvo la tristeza lugar de cargarsobre él de tal forma, que este que era un reytan poderoso, tan gracioso, y tan humano, ytan temido de todos, fue tomado triste, pen-sativo, retraído sin querer ver a persona algu-na como por la mayor parte acaesce aquellos

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que con las buenas venturassin recebircon-traste ni entrevallos que muchos les duelanpassan sus tiempos;y amollentadassus fuer-~as,no puedensufrirni sabenresistir los du-ros y crueles golpes de la adversa fortuna(Amadís,IV cxxxiii 1739-1740).

Lisuarte ha tomado conciencia de su caída

política y moral en toda la dimensión de loshechos; comprueba que la fortuna se le ha dadovuelta, y compara su menoscabo actual con lagloria pasada. Todo ello trae amargura y tris-teza. Este estado de ánimo preludia, comodijimos, otra deshonra para el abatido rey: susecuestro. Pasado éste, liberado Lisuarte por sunietoEsplandián y restituido en el trono -todolo cual, empero, no sucede ya en elAmadís sinoen su continuación escrita casi íntegramentepor Montalvo, Las sergas de Esplandián- ..lacrisis espiritual se agrava:

Como auéys oydo, estaua el rey Lisuarte enel castillo de Miraflores [...]; & comoquieraque todos ellos [sus caballeros] le fiziessenmucho plazer y seruicio, buscándole juegos& ca~as, ni por esso dexaua de sentir sucora~ón muy quebrantado, acordándose de laalte~a muy grande en que se viera en el actode la cauallería. E como ya aquella compaña& multitu de tan hermosos caualleros que enel mundo en su tiempo crió, & fueron en suseruicio, eran los vnos casados, queriendo re-poso, & los otros cansados de seguir las ar-mas, y enojados de buscar las auenturas, elos mancebos, que a la sazón comen~auan alas querer dessear, oyendo las estrañas cosasque Esplandián hazía, & cómo sus fuer~aseran empleadas contra los enemigos infieles,buscauan nauíos y aparejos para se yr a laMontaña Defendida a seruir a Dios, & ayudar

aquelcauallero,assí que no podía el rey Li-suarte tanto resistirque esto mucha congoxano le causasse.(Nasak,Las Sergas, 1xii342-343).

La congoxa de Lisuarte ya no se limita aquía un sentimiento de fracaso personal, sino quenace de todo un orden -qiejoque ha caducado;la crisis personal se ha ensanchado hasta refle-jar una crisis institucional: es el reino el queha visto ahora volverse la fortuna, yeso haocurrido en parte porque la vieja caballeríabretona, inclusive la superior de Amadís, hasido sustituida por la caballería cristiana deEsplandián (Amezcua, "La oposición", pas-sim; Avalle Arce, Amadís de Gaula, 335-415;Cacho Blecua, Amadís: heroísmo mítico, 327-346; Lida de Malkiel, "El desenlace", passim,Place, "Montalvo's outrageous recantation",passim, y "Montalvo y el Amadís", passim).Todo el mundo de Lisuarte agoniza en sucongoxa , todos sus códigos y valores, y estedesajuste entre un rey anacrónico y un contex-to modificado lo lleva a abdicar su trono enfavor de Amadís. Llegamos así al máximogrado de menoscabo y descenso en la honrade Lisuarte -a quien Montalvo deparará enlas Sergas, sin embargo, un fugaz instante degloria póstuma, al hacerlo morir batallandocontra los turcos infieles en la defensa de

Constantinopla (Nazak, Las Sergas, clxxii807-808)-; este proceso se ha ido encade-nando a partir de una causa detonante: lapermeabilidad real ante los malos consejerosBrocadán y Gandandel, y la impermeabilidadante los consejeros buenos y leales como laUrganda de las dos profecías admonitoriasformales o el conde Argamón de estas dos

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profecías admonitorias materiales. Aquí seconcentra, nos parece, la enseñanza básica delAmadís, concebido como una moralización ydisciplina para reyes.

CoNCLUSIÓN

Las 53 profecías del Amadís nos dicen acercade una Providencia divina que, mediatizada porlos circunstanciales vates, condesciende al diá-logo con los hombres, respetando su albedríohasta donde esto es pertinente, y manifestandosus designios mediante vaticinios que guían,afirman, confirman, desmienten, aconsejan,advierten y aún reprenden. De todas estas pro-fecías, las cuatro que analizamos, y en especiallas dos de Urganda, tocan a la médula temáticade la obra. En su momento calificamosla pro-fecía admonitoria como una forma de discurso

doctrinal,y más aún propusimosconsiderartododiscursodoctrinalcomounaprofecíaadmonitoriacondicional de aplicación universal y cumpli-miento eventual. El estudio pormenorizado delos estratos doctrinales de la obra, empero, estáaún por hacerse,y en tal sentidonos permitimosrecomendar como posible vía de análisis laconsideración del discurso doctrinal como una

especie dentro del género del dicurso profético.La médula temática de la novela indirecta-

mente aludida por las profecías admonitoriasse identifica con los acontecimientos queconfiguran el entero desarrollo argumental dela historia: el creciente proceso de degrada-ción y hybris real, que conlleva el tambiénprogresivo distanciamiento entre Lisuarte yAmadís, y culmina finalmente en la guerraentre ambos con la posterior reconciliación.El autor de Amadís ha querido, por tanto,aludir al tema central de su obra mediante un

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grupo de profecías que no son formales, queno son directamente enunciativas de un futu-ro intratextual unívoco y puntual, sino admo-nitoria, y que en consecuencia alcanzan unamultirreferencialidad que toca, extratextual yuniversalmente, a todos los receptores actua-les o potenciales, ficcionales o reales, delanuncio profético. Podemos concluir enton-ces, que la totalidad del Amadís, entendidocomo desarrollo de ese tema central aludidoen las admoniciones que analizamos, funcio-na como una gran profecía condicional ex-tratextual, de aplicación universal, multi-rreferencial y eventual.

En efecto, la obra entera entraña una finali-dad doctrinal y didáctica que las profecíasadmonitorias concentran y formulan explícita-mente; la obra es un regimiento de príncipes,una historia quepor vía del ejemplo concreto deLisuarte enseña a todos los reyes -y secunda-riamente a todos los hombres- qué convienehacer y qué no, cómo conviene obrar y cómono. Si el Amadís todo es, entonces, obra doc-trinal y didáctica, y afirmamos que el discursodoctrinal vale como especie dentro del géneroprofético, síguese que el Amadís todo es unaenorme profecía admonitoria, que dice a loslectores: "esto os pasará, si obráis comoLisuarte". La profecía-Amadís es condicional,pues sólo sucederá lo que a Lisuarte si se obracomo él obró, y esto cae dentro de las decisio-nes del albedrío humano. Es, además, extra-textual atextual, pues las malas consecuenciasanunciadas pueden afectar a la audiencia realde la novela, a nosotros mismos y a todos losque leyeren; en virtud de esta totalidad poten-cial de destinatarios, la profecía-Amadís esuniversal y multirreferencial, ya que las gené-ricas malas consecuencias anunciadas pueden

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ser específicamente distintas en cada caso.Finalmente, la profecía-Amadís es, en tantoextratextual, universal y multirreferencial, decumplimiento eventual.

Que la intención del autorha sido, apartir delcaso concreto de Lisuarte, dirigirse y amones-tar a todos, se advierte en el hecho de que nohaya echado mano de las más frecuentes ycanónicas profecías formales particulares eintratextuales para referir el peligro de losmalos consejeros y la hybris real y a través deello el tema central de la novela, la doctrinacuya enseñanza ha motivado la obra, sino quequeha recurrrido aprofecías admonitorias que,universales y extratextuales, involucran poten-cialmente a la totalidad de los lectores. Se pudovaticinar un futuro individual y necesario; sevaticinó en cambio un futuro universal y evep-tual.Pudoel vaticinioquedarancladoenLisuartey en el texto; saltó en cambio hasta nosotros yqueda anclado en nuestra realidad histórica.

Pero en todo caso, hay vaticinio. El temacentral, la enseñanza fundamental de la nove-la, quiso ser para el autor objeto profetizable.El Amadís es una gran advertencia de esaProvidencia dialoguista que apela a la libertaddel hombre para guiarla sin forzarla, para in-vitarla a obrar bien mediante un consejo, gol-peando la puerta antes de entrar y de manifes-tarse fácticamente en la historia, haciéndoseanunciary preceder por una gran admoniciónque se identifica con la obra toda, para queoiga quien quiera oír.

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