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R E S U M E N

D E

t o s E X T R A O R D IN A R IO S SUCESOS

D E E S P A Ñ A

EN ESTOS CINCO TJLTIMOS MESES^

Ó SEA

C O Í f V B R S A C l O J T T N S T R U C T I V A Y ^ f O R A L D E Ü 2 f P A D R E C O ¡ f S U H I J O A C E R C A

D E L A CONDUCTA D B S O C A P A R T E .

V A L E N C IA :EN LA IMPRENTA DE DON B5IÍITO MONFORT,

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¿ Q u é e s , p a c í r e mío , lo ¿fue t raxo so ­b r e lo s buenos y p a c í f i c o s e sp a ñ o l e s la p l a ­ga . d e s o la d o ra d e \\o. m il f o r a j i d o s baxo e l nombre d e f r a n c e s e s ?

L a frenética ambición , hi)0 mio , de ese corso llamado Bonaparte , el qual salido del polvo de la tierra , se levantó con la corona de F ranc ia , y por su soberbia no cabe y a ea el mundo ; y por otra parte la infame t r a y - clon del indiano español G odoy , que siendo de igual extracción que é l , fue también en­tre sus compatriotas un despreciable reme­do y un aliado horroroso de la codicia y tiranía de aquel monstruo.

¿ Cómo p u d o B on a pa r t e e s t a b l e c e r un imper io ab so lu to sob re unos f r a n c e s e s tan f u r i o s a m en t e r epub l i can os , que s e g ú n m e hizo V. l e e r en su s m anu scr i to s , habían d a d o m u e r t e d su R ey , habían ju r a d o t i g u a lm en t e que e l mismo B ona pa r t e , od io e t e rn o á lo s R ey e s , y habían so s ten id o d u ­r a n t e d i e z añ o s una g u e r r a a t r o z con tra t od o s lo s R ey e s d e E uropa , lo g r a n d o a l

J in v en c e r l o s y conqu is ta r su c a r a l ib e r ­t a d r epub l i cana ?

E l faltarles á los franceses la virtud y carácter que son necesarios para la organiza­ción y firmeza de una repú b lica , el hallarse extenuados y aburridos por los horrores de las guerras intestinas que acababan de arrui­narlos , y por último el auxilio de alp,unos egoístas poderosos, que baxo el imperio de

. un R e y vigoroso esperaban obtener tranqui­

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lamente los primeros em pleos, todo esto le abrió camino al trono de Francia á ese im­postor y t iran o , que solo fue republicano mientras no era R e y , y que debió particular­mente el serlo á la virtud del dignísimo ge­neral Moreau , que habia rehusado heroyca- mente la pr mer magistratura de la república.

¿ P o r q u é l lam a F . d B ona^ar te impos­tor y tirano?

Infinitos son los títu los por los quales se ha hecho acreedor á estos infames dictados, ciñéndome ahora únicamente á los que son mas de bulto y mas notorios. Todo el mundo sabe que en la bárbara y desgraciada expe­dición que comandó en E g ip to , para lograr imponer el yugo á los musulmanes, se dixo enviado de M ahom a, adorando públicamen­te á aquel falso p rofeta; que en Francia se declaró sin rubor el protector de los Jud ío s, oponiéndose, si posible fu e se , á la maldición que el mismo Dios fulminó contra aquel pue­blo proscrito de todas las naciones, que en todos tiempos ha afligido y ahora actualmen­te está persiguiendo con sus impías bayonetas á la santa Cabeza de la Ig le s ia , reducida y a al extremo ¿le tener que guarecerse en los montes ; en fin todos hemos sido testigos de quanto se complace en que sus exércitos sean ateístas, pues que ni los provee de capella­nes que les enseñen la re lig ión , ni ellos ob­servan un solo mandamiento de la Ig le s ia , ni siquiera los de la le y d iv in a , que no es mas que la le y n atu ra lj cometiendo a l contrario las inhumatuJades y sacrilegios mas horrett’-

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dos: y al mismo tiempo ese v il hipócrita tie­ne el descaro y osadía sacrilega de decirse ca­tólico apostólico rom ano, y titu larse á la faz de todo el mundo el r e s ta u ra d o r d e la R e ­l ig ión , Por otra p arte , para conseguir la co­rona de F ran c ia , despues que hubu obtenido la dignidad de primer C ó n su l, juró reynar solo por la l e y , y hacer feliz á su pueblo , dándole una paz permanente , baxo cu ya in­fluencia floreciese el com ercio, las a r te s , las ciencias y la edad de oro. Pero jusro Dios! ¿ Á qué se ha reducido tan prometida y tan suspirada felicidad? Un monarca déspota y c ru e l, baxo cu^o capricho están temblando y gimiendo en secreto sus infelices vasallos; unas guerras injustas é interm inables, que ha­ciendo el nombre francés execrable á todo el mundo, destruyen hasta las semillas de la prosperidad de la F ran c ia ; m illones, s í , mi­llones de franceses que han inundado con su sangre todos los reynos de E uropa, obje­to de la feroz ambición de su Emperador; estos han sido los frutos de las pérfidas p ro - mejias de Bonaparte y de la esperanza de su engañado pueblo. De modo que no solamen­te es un impostor y un tiran o ; es un ateísta mal disfrazado , es un perjuro púb lico , un usurpador , un inhumano , un monstruo que no acaba de saciarse de la sangre de los suyos y de los extraños.

P e r o ¿* no l e l lam an á B on a pa r t e e l Hé­roe del s ig lo , el' genio benéfico y extraor­dinario su p er io r á lo s hombres d e to d a s la s < d a d c s , un Y ice-D ios iiite p o r su sab idn -

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r í a y p o d e r dom ina la s con trad i c c i on e s y l o s e lem en tos?

Ah , hijo mío ! á ta l extremo llega la v il adulación , hija de la debilidad , y del interés personal de los hombres. Los tiranos son unas fieras espantosas y poderosas , que unos aca­rician porque no les dañen , y otros mas ma­los porque les hagan beneficios , mirando con indiferencia el bien común de sus hermanos. Todos los conquistadores , que en sustancia no han sido mas que unos grandes ladrones, unos devastadores in justos, unos azotes de las naciones , todos han sido llamados g r a n d e s hé ro e s : acuérdate que el mismo Nerón , ese monstruo de crueldad , recibió de su mismo pueblo oprimido los honores divinos. ¡ O corrupción de la naturaleza humana 1 Pero acuérdate también que acabó infelizmente y conforme acaban todos los tiranos é impíos, por caMigo ce la divina Justic ia , á la qual nadie puede escapar, * '

I Cómo , r i én d o s e e n c a ñ a d a la nación f r a n c e s a , s u f r e qua tro años ha ce e l du ro y u g o d e e s e in tru so E m perad o r?

Les ha sucedido á los franceses lo mis­mo que á las ranas de la fábula , que siendo independientes, pedian á Jú p ite r un rey , las quaies despues de haber hecho mofa de uno de palo que les dio » le pidieron otro que fuese mejor. Júp iter cansado de los caprichos c importunaciones de tan inquieta g rey , Íes envió por último un culebrón que acabó en pocos dias con todos sus infelices vasallos. U e l propio modo ha castigado Dios el c r í-

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men que la Francia , ansiosa de mudanzas de gobierno , cometió contra la persona de su K ey L u is , ordenando á este tin las causas que llamamos naturales. L a liga de adula­dores poderosos que rodean el trono de Bonaparte , y están interesados en la existen­cia de este Emperador , el engañoso fantas­ma de felicidad , con que este impostor ha te­nido hasta ahora encantado y pendiente á su pueblo , la gloria de sus armas que j aunque injustas y m uy caras de sangre francesa , no dexa de alucinar á la grosera plebe , y so­bre todo el horror que la Francia escarmen­tada tiene á toda idea de revolución ; estas son las causas que han concurrido á sostener hasta ahora el tiránico dominio de Bonapar- t i sobre los íranceses ; bien que no han d e - xado estos de tramar muchas ¿onspiracíones, las quales han sido frustradas por la v igilan­cia de los infinitos espías que el tirano tiene asalariados. Pqro es de esperar que la vista de iá inmensa sangre francesa que le ha costado á Bonaparte la infructuosa é iniqua invasion de la España , penetre el corazon de los fran­ceses , les presente este atentado co*n toda su deformidad , y les, abra finalmente los ojos so­bre la ambición infinita de aquel corso y sobre la crueldad dé su diabólico imperio. S í , este Coloso caerá , y caerán baxo sus rui­nas esos tronos injustos y sanguinarios que ha levantado baxo su sombra.

D ígam e V. a h o r a , Padre, m í o ; y e l trny- dur ù o d o y , que como V. dtxo a l principio^ ab r ió la s p u e r t a s y e l corazon d e E spañ a d

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snue s t r o s en em igo s , ¡ eoms p u d o l l e g a r d con s egu ir en e s t e R eyno una au to r id a d tan inmensa ?

La protección, que cerca del Trono de las Españas logró este miserable guardia , por el espacio de veinte años, con abuso de la benignidad del M onarca, y de la generosidad del pueblo español, fue lo que le elevó hasta á ser déspota absoluto de la nación y de la corona; robusteciéndose mas su despotismo, quanto mas iniquamente desangraba , opri­mía y hollaba todas las clases del Estado, quanto mas descaradamente insultaba la re­ligión y las costumbres públicas , quanto mas aniquilaba e l R eyno y minaba la ruina dcl trono , del qual dimanaba su monstruo­so poder , poder y tiranía de un privado que no tienen exemplar en la historia.

¿D e qu é modo c o n c e r t ó e l t r a y d o r G e- doy con e l t irano B ona pa r t e la e n t r e g a d e e s t e Reyno f

Estos dos aliados de iniquidad satisfacían igualmente cada u n o , sí posible fu ese , su infame codicia en la pérdida de E spaña, y esto solo bastaba para que tales malvados se conjurasen contra este malhadado R eyno , que para el uno era un aliado fidelísimo, que se había sacrificado sin cesar á sus intereses, y para el otro era una patria , á la qual debía su existencia , su elevación , sus inmensas ri­quezas , y una sumisión de que solo son dig­nas las virtudes y talentos píitriótícos de un soberano amante de su puebio. En efecto, entregando G odoy la España á Bpnapsr-

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t e , este usurpador ccíjaba eii ella su ambi­ción , y el vil Godoy por su parte podia pasar á América á coronarse Emperador de M éx ico , caso que B ona’iarte faltase , como es de temer de semejantos hombres, á la pro­mesa que le habia hecho de darle un reyuo en E uropa: pues nadie duda de que las miras ambiciosas del ex-G uardia estaban fixadas mucho tiempo habia en el trono. Para esto acordaron que pretextando ciertas expedicio­nes de común interés para España y Fran­cia , entrarían en este reyno y ocuparían sus principales fortalezas los exércitos fran­ceses ; y que así que se acercasen á M adrid, fingirla G odoy verse engañado por la mala fe de Bonaparre que baxo apariencias amis­tosas ocultaba designios pérfidos y hostiles contra la persona del R e y , y que á conse­cuencia no habia y a otro recurso que la fuga, con lo qual persuadiría con facilidad á toda la familia R ea l sobrecogida de temor á que se embarcase precipitadamente para México. A s í, al parecer del trayd o r , toda la España, abandonada de su R e y , quedaba sorprendida por las tropas francesas y esclava de Bonapar* te sin recurso , y aquel mismo tra j'd o r, que probablemente hubiera hecho nautraear á la familia R ea l en el tránsito á A m érica, podia sin estorbo consumar la obra de su infame é inaudita traición , ciñéndose la corona de aquellas regiones inmensas, como pariente de los desgraciados Borbones.

¿Cómo tío sfi Ticrifiió tan m a lvado in^ ten tó ?

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IODios , hijo mio , que ha protegido cons­

tantemente la perseguida inocencia de nues­tro dulce F e r n a n d o , sucesor Icgíumo de la corona de E spaña; D ios, que vela sobie su predilecto pueblo español; D ios, que ha ju ­rado que la maldad no quedará impune , y que detiene al malvado en medio de su car­rera orgullosa, es quien salvó la España y á nuestro F e r n a n d o en el memorable día de San Joseph. Él h izo , según su usada sabidu­ría , que la negra y atroz coi juracion reca­yere únicamente contra su mismo autor. La liel Guardia de Palacio , y el consternado pueblo se opusieron á la desatinada fu ga ; el autor de e lla vilmente escondido, fue sacado, apaleado y maltratado por el justo furor del pueblo , que le hubiera dado una muerte cruel , á no haber sido por la intervencioa del generoso F e r n a n d o , el qual apaciguan­do é l mismo en persona aquel tum uito , le puso en segura prisión -, y este inocente F e r ­m a n d o recibió de la mano de su augusto Pa­dre el cetro que no habla ped ido , en medio de las aclamaciones mas vivas y afectuosas de toda la España , que adoraba en este prodigio la mano visible de nuestro Dios.

iÍ^ué r e su l la s tuvo e s t a . s in gu la r r e ­vo lu c ión d e Aranjuez Ì

Las mas felices y gloriosas para la España, que vio el Coloso de la tiranía aterrado de repente á los pies de F e r n a n d o S é p t i m o , y este nuevo y adorado Monarca llevado en triunfo á Madrid por su mismo pueb lo , en me­dio de los V íc t o r e s , bendiciones, dcanostracio-

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nes las mas extraordinarias, y las mas dul­ces lágrimas de la inmensa multitud : de modo que jamás Monarca alguno de la tierra ha sido deseado, ni recibido con m ayor amor y mas universal entusiasmo de sus vasallos, «juedando atónitos los mismos exércitos fran­ceses , que fueron testigos de una fidelidad y amor al Soberano , de que no tenían Idea, con haber corrido todos los reynos de Kuro- pa. Los pueblos que no podían lograr el pla­cer de disfrutar d.í su amable vista , befaban á porfía su retrato , paseándole con palmas- por las calles y con los m ayores transportes de júbilo , llevando y vitoreando igualmen­te el retrato del R ey Padre , que tan es­pontánea é inesperadamente había hecho ta l abdicación en su buen Hijo. E ste , hijo mío, es el premio con que aun los mismos hom­bres recompensan la inocencia y la v irtud; premio infinitamente superior á los honores íicticíos y felicidad caduca , con que los tiranos y los malvados loaran por algún tiem ­po cubrir á los ojos del mundo los horrores de su 'n eg ra conciencia. Mientras que los pueblos se apresuraban todos con fervorosa competencia á rendir á los pies del nuevo* Monarca las más afectuosas relicitaciones, y los mas cordiales juramentos de verter su última gota de sangre en defensa de la Real persona de F e r n a n d o S é p t i m o , este virtuo­so Soberano empleaba los primeros J ias de su reynado en llamar de los destierros y pri­siones , en que estabai> oprimidos por la tira­nía p asad a , á lo i sabios y zelosos patricios

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capaces de salvar y Iiacer felîz la patria , en reparar los grandes niales del antiguo go­bierno , y en llenar las esperanzas lisongeras de toda la nación. En tin , todos nos tenía­mos por felices , y estábamos tanto mas ufa­nos , en quanto esta difícil y dichosa rcvo la- cion se habia obrado sin derramar una gota de sangre , y sin otra intervención que la ti- delidad universal de los Españoles.

I Y g t ié hizo B onapa r te en c i r cun s ­ta n c ia s tan in e sp e ra da s y tan con trar ia s 4 su iniijuo p la n ?

Era ciertamente grande el apuro en que le puso á Bonaparte la revolución de Aran- juez , por haber tenido unas consecuencias del todo contrarias á las que él habia intentado. 3Él esperaba la verificación de la fuga de las personas Reales , y esta fuga tuc impedida sin recurso : él contaba con el auxilio de su digno aliado Ciodoy -, y este miserable , y a preso , lejos de poderse valer aun á sí mis­mo , descubría la horrenda trama de los dos malvados con los infames papeles de corres­pondencia con Bonaparte, que en su casa con­fiscada debían hallarse : él estaba confiado en la indigna turba de traydores , preparada y a para la grande obra de este execrable atenta­do ; y esos hombres venales y cobardes no eran y a seguros, pues era natural que se desenga­ñasen con la caída de su corifeo , y que temie­sen la indignación del Justo pueblo que esta­ba tan poderosamente fermentado ; él estaba persuadido del descontento general de la na­ción, por la t iran ía del antiguo gobierno, des*

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contento que le facilitaba la proyectada mu­danza de la dinastía de E spaña, pero jamás la nación se ha visto fan entusiasmada como es­tuvo luego á favor de su nuevo R e y : en lin él estaba m uy cierto de la debilidad ( como que é l mismo U habia procurado por todos medios) del abatimiento , de la apatía y nuli­dad de la E spaña, á la qual llamaba indolente, v ie ja , enferma y cadavérica ; pero en virtud de esta crisis y nuevo impulso, se la vió re­cobrar en un instante todo el brillo de su ca­rá c te r , y aparecer lozana, robusta, enérgica y dispuesta para qualquicra empresa la mas àrdua. Tan prodigiosa mudanza debía con­fundir y aterrar á todo hombre menos orgu­lloso que Bonaparte, el qual acostumbrado á superar lus mayores obstáculos, ha llegado á creerse un D ij s omnipotente. ¡Soberbia sacrile­ga ! que en todos tiempos ha provocado la alta venganza del Dios verdadero, desde Luzbel hasta á Holofernes, y desde Nabuco y An­tioco hasta á Juliano ; valiéndose su sabia omnipotencia, para confundirla y mortificar­la mas , de los instrumentos que parecen mas débiles y despreciables á la soberbia humana. Pero Bonaparte confia en sus exércitos i n - Ví'ncibles , y sobre todo en el engaño , en aquella astucia infernal que le ha acompa­ñado siempre en todas sus empresas. Recon­centra toda su pérfida m alicu y todo el arti­ficio de la mas vil cobardía. No desespera aun del logro y a intentado en el E sco- l ia l y en Aranjuez , de desunir la familia R e a l , y con esto á los españoles , y sepa-

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rar á todos los Borbones de este R eyno . ¡Po­bres españoles, si llegaseis á caer en esta desunión que vuestro enemigo tanto desea y procura para triunfar de vosotros! Para con­seguir el maligno intento de introducir la guerra en la familia R eal y en la nación , y remover al mismo tiempo de España á los Borbones , maquina nuevos é indignos es­tratagemas. Finge que desea dar un tierno abrazo á nuestro F e r n a n d o , estrechar con el mas íntimo en la c e la alianza de las dos n.i- c »o n es ,y conferenciar con él acerca de la m ayor felicidad ambos estados ; y luego pretextando cautelosamente que los sucesos del Norte no le han permitido verilicar su prometido viage á la corte de España le in­sinúa del modo mas seductor, y en tin le ins­ta á que se llegue á la frontera en la Isla de la Conferencia para los fines mencionados. Qual la serpiente astuta del desierto encanta y atrae á s í , para trag ar le , al inocente paxari- l lo , á quien no puede alcanzar, así Bona­p a rte , en quien residen las propiedades todas de la mas fiera y artificiosa serpiente, iba atra­yendo á sus dominios al sencillo F e r n a n d o con las expresiones mas lisongeras é insi­d iosas, con las seguridades mas solemnes de su grande y generosa amistad hacia su Per­sona, y de la sinceridad de sus deseos de com-> f o n e r í o todo á su favor.

I Cómo a c c e d i ó e l nuevo R ey F rrsasdo d e s t a s p é r f id a s so l i c i ta c ion e s d e l s ed u c t o r B ona pa r t e Ì

Accedió por desgracia \ y aunque en los

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papeles de correspondencia de G odoy con íicnaparte habría hallado hartos motivos para no fiarse en la amistad de este detestable se­ductor , no pudo creer que la malignidad y descaro del que se llamaba e l g r a n d e H e - ro e d e l S i g l o , llegase al último extremo ; y por otra p a rte , enamorado de sus vasallos, no le perm itía seguramente su sensible co ra- zon el dar principio á su reynado con una guerra sangrienta que de negarse á tales ins­tancias se hubiera seguido.

qué modo continuo B on a pa r t e su d e - t e s ta b l e plan^ y cómo c o r r e sp on d ió a l can d o r y g e n e r o s i d a d d e nuestro jó v e j t M onar ca ?

Del modo mas ipdigoo y horroroso , de un modo que avergüenza á la misma huma­nidad , y que no tiene exemplo en la histo­ria de la perversidad humana. Luego que tuvo en su poder y realmente prisionero á esfuerzos de continuados engaños, no y a en la isla acordada , sino en Bayona de Francia, a l R e y idolatrado de sus españoles , creyó haber y a triutifando de la España. Despues de haber obtenido la importante entrega del preso G odoy , sacrificio tan caro para la N a­ción y el R ey , fragua en la Capital de Espa­ña , por medio de proclamas incendiarias, una contrarevolucion á favor de Cárlos IV . y contra F e rn a n d o , la qual abortó con el pron­to arresto de los agentes de aquellos impre­sos. No habiendo podido lograr el exécra- ble designio de encender una guerra intesti­na entre los fieles y unidos españoles, Uama a l mismo Bayona á los R eyes Padres y de­

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más Fam ilia R eal y principales magnates del R eyno , á quienes consideraba como rehe­nes , con el pretexto de celebrar un congre­so, para fallar luego (como si fuera árbitro de la corona de España) sobre la causa de Aran- juez , la qual suponía que los E x-R eyes des- pues de su abdicación tan notoriamente vo­luntaria , le habi<in comprometido ; y á todo esto condescendió el inocente Fernando fiado en la justicia de su causa. Bonaparte presenta protestas de parte de Carlos I V . contra la renuncia de la corona que habia hecho ea Aranjuez baxo el pretexto de haber sido ar­rancada por la violencia ; quando todo hom­bre instruido en Ja série de aquellos sucesos sabe que nunca se oyó ni se permitió otra voz , tanto en el pueblo como en ias tropas, que la de v iva e l R e y , mitera G o d o y , hasta que se anunció la abdicación de este R ey con gran pasmo de todos, que no acababan de creer o que ni aun habian imaginado. Con esta pueril protesta tuvo lo suficiente esto Q ran J u e z para decidir que era nula la re­nuncia á favor de F e r n a n d o , y declarar á Carlos nuevamente R e y de España. ¿ Pero para qué le declara á Carlos R e y de Espa­ña ? Para que este Carlos nombre inmedia­tamente su Lugar-Teniente del R eyno al iniquo M u ra t ,e lq u a l al frente de un exér- cito francés estaba amenazando con el fue­go la Cap ital de España, que estaba obser­vando religiosamente con ellos las leyes de la hospitalidad y de la amistad mas generosa ^ menos merecida. ¿ Para que declara á C ár-

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los R e y de España ? Para que este Carlos vuelva á abdicar la corona... ¿ á favor de qu ién? á favor de nuestro mismo enemigo; á favor de ese j u í z hu p a r c i.%1 de la causa de la corona , que quería componerlo todo ; á favor de ese péiiido a iíado , que habla en­viado sus tropas á España para el bien de su ín timo y f i e l Amigo y y que quería estrechar mas y mas la grande alianza. Aprende , h ijo , hasta dónde puede Ilesar la malicia del co - razon humano. Pero Bonaparte queria tam­bién que I ' E R N A N O , igualmente que toda la demas familia , renunciase los derechos im­prescriptibles que tiene á la corona. Las ame­nazas que F e r n a n d o despreció,los h a lago sy prome^as de reynos extraños que F e r n a n d o de 5 echó , !as imposturas de una suprema re­belión en España contra el mismo F e r n a n d o , las tramas mas diabólicas , los ardides mas detestables, todo lo puso en movimiento para obligarle á la deseada renuncia , que aunque este Monarca hubiese firmado , ni era válida para privar á su sucesión de los derechos le­gítimos que tiene á la corona de E spaña, ni aquella firma probaba otra cosa mas que la violencia del puñal aleve que se la habla ar­rancado. Mas Bonaparte imprime la renucia, y cree qua esto es suficiente para el que tiene á sus órdenes medio millón de bayonetas. C iego ! que no ve que el Dios de las batallas preside con su espada de fuego á los exér­citos católicos , que defienden en nombre de la Religión al que llaman al trono de Espa­ña la naturaleza , la constitución • el título

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jurado de Príncipe de A stu r ias , sus virtu­des y persecuciones, los nuevos juramentos de sus vasallos, el voto de todos sus corazones, y los prodigios del mismo cielo á su favor.

l Y la nac ión e sp añ o la cómo su f r ia tan inaud ito s a t rop e l lam ien to s ?

No los sufria con paciencia , que la san- g-re estaba hirviendo en las venas de los espa­ñoles , y enmedio del silencio de la indigna­ción no faltaba mas que un momento para la explosion general. Los nobles y leales madri­leños , á pesar de verse oprimidos por u a exército de 50© franceses , se preparaban para la venganza , quando estos , que lo te ­mieron , trataron de sorprehender á este pue­blo todavia desprevenido. Le conmovieron con la voz de que nos estaban arrebatando de nuestro seno el único individuo de los Borbones que nos quedaba, e l Infante Don Antonio (cosa que no executáron hasta e ld ia siguiente) y para apaciguar la conmocion, se despeñaron j>or las principales calles de Ma­drid con su caballería , in fan tería , y caño­nes , haciéndolas resonar con todo el estruen­do de estas armas. Ya sabes con qué arrojo inaudito , coa qué ferocidad y desesperación, digámoslo así , una porcion de pacíficos é in­defensos habitantes de M adrid , sin gefes, sin plan , sin ayu d a de tropas, opusiéron por el espacio de tres hora sus pechos descubier­tos , sus cuchillos y sus palos al torrente de batallones ordenados, de caballos , de sables y de balas enemigas ; impetuosidad de un pueblo leal y valeroso que sacrifica la vida

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á su fidelidad , y que prefiere la muerte á la v il esclavitud impetuosidad que dexó asom­brados y horrorizados á esos mismos vence­dores del N o rte , cuyas fieras caras y o vi en­tonces en M adrid cubiertas del terror y pali­dez de la m uerte. Pero también sabes con horror tu yo , que despues que los Generales franceses , junto con el Consejo de .Castilla habian salido por ias calles á publicar solem­nemente el perdón y á exhortar y proclamar Ja paz y sosiego , que se observó exacta­mente por parte de los españoles , los siem­pre pérfidos y cobardes Iranceses se aprove­charon de este armisticio y retirada del pue­blo para ir prendiendo por las mismas calles á los infelices inocentes , que baxo la garantía de la prometida seguridad iban pacíficamente á su s quehaceres precisos , y los conducían á unos c laustros, donde los asesinaban bárbara­mente solo para robarlos : sabes que á mu­chos otros solo con el pretexto de que lleva­ban una espada de su uso ¡ 6 una pequeña navaja , ó unas tixeras ( cosas que no ha­bian sido p roh ib idas) los guardaban presos, para arcabucearlos despues por las noches, en grandes partidas , con la frialdad y d e - le y te horroroso de unos bárbaros acostum­brados á cebarse cruelmente en la carne hu­mana. El risueño prado de Madrid , inundado con la sangre inocente de los padres , de los hijos , de los herm anos, de los m aridos, de los sacerdotes , se cubrió de un luto pavoro­so , y el terrib le grito de verganza, que esja sangie inocente levantaba al ciclo, no se aca -

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Haba con cien mU víctimas criminales. El íéroz enemigo enarboló orgulloso su bande­ra , que habla empapado en sangre española para causar mas terror a l pueblo oprimido. Pero el Dios de justicia d ispuso , según su sabia economía , que aquel horrible atenta­d o , cometido para aterrar á los españoles, sirviese únicamente para la ruina y destruc­ción de los mismos tranceses. Las fieles pro- ■vinclas de España , cuyo noble carácter se ir­r ita mas con la violencia y con la sangre, jura­ron vengar la que se habla derramado alevo­samente en M adrid en los dias 2 , 3 y 4 de M ayo , y se anunció una conmoclon gene­ral , que todas las proclamas las mas seduc­toras no pudieron contener.

¿ Se a m ed r en t ó B on a p a r t e con f s t a f e r ^ m en ta c ión y p r im e r o s movim ientos d e la s p r o v in c ia s ?

A lo menos disimuló el su sto , pues afec­tando la imperturbable serenidad y alto des­precio de un genio omnipotente, que se sien­te m uy superior á los dcbiles esfuerzos de to­dos los españoles , iba siguiendo con grave­dad la marcha de su grande empresa , que era la r e g en e ra c i ó n d e su nuevo Reyno. Regala generosamente la corona de las Espa- ñas y de las Indias á su hermano Joseph , que coronado ántes en Ñapóles á fuerza de b ayo ­netas y seducciones , no se hallarla bien en aquel trono. Le llama á Bayona para que autorice una junta , que Bonaparte llamó de d ipu tad o s d e E spañ a , pero que no fuéron mas que diputados de Bonaparte , ó sugetos

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vio lentados, los qnales debían meditar madu­ram ente, ventilar con zelo patrió tico , y for­m ar según sus luces y experiencia una nueva y sabia constitución para la España , y pre­sentarle á Bonaparte ; pero que Bonaparte les presentó á ellos, y que ellos tuvieron que fir­mar con los labios cerrados, por conservar sus v idas. Considera ahora , hijo mio , qué valor tendria una supuesta diputación n ac io n a l, 6 Cortes convocadas sin el voto de las ciuda­des , y sin Hinguna de las formalidades pres­critas y necesarias para la elección de los re­presentantes ; sin la autorización competen­te , la qual en ta l caso únicamente podía dar nuestro legítimo R e y F e r n a n d o V l .e n lin unas Cortes celebradas en un pais extran - gero y enemigo, enmedio de bayonetas ame­nazadoras. Y á parte de eso , ¿ qué contitu- cion fué la que resultó para nuestra patria de ese congreso teatral anunciado con tanto én­fasis? ¿de aquellas promesas magníficas de fe­lic idades, de glorias y de regeneraciones, con que senos tenia corrompidos ? Y a io h asv is to ; esta constitución sola pinta el carácter enga- ííoso y tirano del que la dictó. Pero la gran­de obra , ó por mejor decir , la gran comedia debia llevarse á cab o , debia terminarse con la proclam ación, aunque fuese puram entetea- tra , del re y de la farsa ; y á e 'te fin el te­merario Bonaparte fué osado de enviar á M adrid , con todos sus comparsas, a l llamado Don Joseph I . esperando alucinar y a terra rá los españoles con este golpe decidido de con­fianza.

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¿ Qué ha a d e la n ta d o B on a pa r t e con tan a t r e v id a s y a to lon d rada s g e s t i o n e s ?

Que despues de haber sido su hermano Joseph el objeto de la irrisión y desprecio de todo e l pueblo de M adrid , como lo habia sido en todo el territorio español que habia p isad o , tanto en su entrada muda y so litaria, como en su triste mansión ; ha tenido que fu­garse , á los diez d ias , vergonzosísima y preci­pitadamente por el mismo camino que se vino, con todo su exérclto de mas de 20©. hom­bres , y demás muchedumbre de sequaces franceses, abandonando pertrechos y equ i- p ages , y las fortificaciones pomposas que pa- ra su seguridad habian construido, aterrados con las noticias de las extraordinarias victo­rias de los defensores de la patria. Todo un M ariscal M oncey habia sido vigorosamente rechazado de las puertas de V alenc ia , y ahuyentado con gran pérdida ; hecho prisio­nero en Andalucía con todo su escogido y formidable cxército el in v en c ib le General D u po n t, y V e d e l, con la pérdida de Gobert y otros G enerales; el obstinadísimo sitio del General Lefebre resistido heroycamente por la indefensa é invencible C iudad de Z aragoza; estaba m uy mal parado el exérclto de Junot por las disposiciones de los bravos extreme­ños ; y en fin , los oprimidos pai*-anos de C a­taluña , levantados como rabio«as leonas á quien han robado sus hijuelos , estaNan desde el dia 6. de Junio , aunque ai'-lados y sin co - mttnicacion, destrozando Generales y divisio­nes , rechazando sitios form idables, y pre­

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parándose dignamente para asa ltar las gran­des fortalezas que les fueron pértidamente ar­rebatadas. De modo que esos exércitos i r ­r e s i s t i b l e s no han podido entrar con la fuer­za en ninguna cap ita l, ni pueb lo , donde hati hallado resistencia ; ninguna campaña le ha costado á Bonaparte tantos G enerales,y jamás sus águilas inv ic t í i s se han visto como en Es­p añ a , cubiertas de ignom inia, abatid as , des­pavoridas y fugitivas, en solo dos meses , y delante de unas q u ad r illa s , como él decia, de paisanos rebe ldes , sin xefes, sin objeto, sin d isc ip lin a , sin alm acenes, sin pertrechos y sin valor. Pero lo peor para Bonaparte es, que caido el prestigio que rodeaba y defendía á esos exércitos vencedores del mundo , ani­mados ios españoles tímidos , ufanos y con­fiados todos con la protección declarada del Dios de las v ictorias, organizados perfecta­mente numerosos exérc ito s, con xetes sabios y esforzados , con un plan vasto y combi­nado , con un gobierno vigoroso y exalta­do de patriotism o, con el nuevo entusiasmo que tan extraordinariam ente ha inflamado to­dos los corazones españoles, y sobre todo con la irresistible é indivisible unión que tan felizmente reyna en toda esta gran Mo­narquía ; estos tan c ob a rd e s y d e sp r e c ia b l e s españoles destrozarán quanros exércitos y quantas águilas se les presenten delan te, y no sentirán !a m uerte , sino en quanto no po­drán volver á morir en defensa de su R e y , de su p atria , de su re lig ión , de su honor y de su libertad . L a España será el sepulcro

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de la gloria y de la ambición de Bonapar­te » será la redención de la Europa oprimi­da , será la admiración del mundo entero, apareciendo entre todas las naciones indepen­diente y feliz , y como en otros tiempos U mas gloriosa.

M a d rid , Agosto de 1808.

F . R . O.

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