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DOMINGO 23 DE FEBRERO DE 2020 juventud rebelde INTERNACIONAL 06 por JOSÉ ÁNGEL PÉREZ GARCÍA, investigador del Centro de Investigaciones de la Economía Mundial LA dimensión política es una de las pocas áreas en las que Latinoaméri- ca y el Caribe presenta un comporta- miento no acoplado a las tendencias políticas globales. Esto no significa que nuestra re- gión esté al margen de la geopolítica global, sino que por sus singularida- des históricas, culturales, sociales y económicas encarna un nivel de re- beldía —muchas veces sincrónico— que no es común en otras regiones del mundo. Mientras que en los primeros lus- tros del presente siglo Europa fue escenario de una ofensiva de la de- recha con reiterados posicionamien- tos ideológicos neofascistas y en Estados Unidos la crisis política ter- minó expresándose en un gobierno supremacista, misógino y homofóbi- co (Donald Trump), Latinoamérica fue —y es— escenario de una protesta sincrónica de los Nuevos Movimien- tos Sociales (NMS) contra el modelo neoliberal de acumulación, en cuyo contexto ha tenido un alto protago- nismo el progresismo y la izquierda, más allá de sus límites, incoheren- cias y contradicciones. Si bien la Revolución Cubana (1959), tuvo que esperar 20 años para ver triunfar otra revolución popu- lar (la revolución popular sandinista en 1979), desde 1998 se abrió en La- tinoamérica un flujo político contesta- tario, heterogéneamente propositivo e ideológicamente plural, pero con un nivel de unidad funcional a los proce- sos electorales que devino gobiernos en varios países de Sudamérica, Cen- troamérica y el Caribe. Ese flujo lo abrió el Movimiento Bo- livariano Revolucionario 200 y su líder histórico, el Comandante Hugo Rafael Chávez Frías en 1998, y lo engrosaron rápidamente otros diez países en una primera oleada 1 , a la que en 2018 se incorporó México (Andrés Manuel López Obrador y su partido, Morena) cuando la ola perdía el empuje de los primeros años y también algunos de sus impulsores. Los costos sociales del modelo neoliberal de acumulación generaliza- do en toda la región con la única ex- cepción de Cuba desde el decenio de los años 90, junto a la acumulación de fuerza política de los NMS y otros agentes contestatarios que se opo- nían a ese modelo en varios países, y la crisis institucional del neoliberalis- mo en otros, explican sucesivos triun- fos electorales de fuerzas progresis- tas y de izquierda, que unido a Cuba llegaron a construir una correlación de fuerzas políticas, con hegemonía del progresismo, la izquierda y el socialis- mo, que llegó hasta 2015. Si bien ese ascenso del progresis- mo y la izquierda latinoamericana y caribeña a los Gobiernos centrales en varios países es heterogéneo —en lo ideológico, lo político, lo cultural, lo histórico, lo étnico— coincidieron al menos en siete áreas: enfrentar la salvajada neoliberal en lo social, com- batir la pobreza, distribuir de manera algo más justa e inclusiva el ingreso nacional y enfrentar la escandalosa desigualdad social, promover determi- nado desarrollo del mercado interno, rescatar la soberanía nacional, la paz, impulsar la concertación de política y la cooperación sin la presencia de Estados Unidos (Unasur y Celac), y avanzar hacia estructuras de integración alternativas (ALBA-TCP). Eso acabó con la hegemonía políti- ca del neoliberalismo, instalada en el decenio de los años 90, y construyó unidad dentro de la diversidad. Otro aspecto muy interesante es que to- dos alcanzaron buenos resultados en sus metas sociales —algunos muy buenos resultados como Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua—, y no faltó quien logró hasta el mejor expe- diente económico entre todos sus homólogos y de toda su historia, como Bolivia. En conjunto lograron sacar de la pobreza a algo más de 50 millo- nes de latinoamerica- nos en un corto lapso de tiempo, bajaron la desigualdad social de ingreso y algunos se ubicaron entre 2010 y 2014 entre los países más igualitarios de Latinoamérica, según la medición del indice de Gini 2 . Nueve de esos países clasifi can como de desarrollo hu- mano alto o muy alto, según la medición del Programa de Naciones Unidas para el Desa- rrollo y solo dos como de desarrollo humano medio; ninguno clasi- fi ca como país de de- sarrollo humano bajo. Alfabetizaron a no menos de 6 millones de iletrados (Método Yo sí Puedo y Yo sí puedo seguir); devolvieron la vista a alrede- dor de tres millones de ciegos y débiles vi- suales (Misión Milagro) y dieron seguridad energética a más de 20 países del Gran Caribe. Estos resultados son los que per- miten afirmar que entre 2004 y 2014 se asistió a una década ganada, pero eso cambió a partir de 2015. LA DISPUTA El desgaste que siempre signifi- ca gobernar, los errores, el deterio- ro económico debido al fin del ciclo de los superprecios de las materias primas, junto a los límites estructura- les capitalistas en que los procesos progresistas y de izquierda realizaron su agenda (democracia burguesa re- presentativa y economía de mercado neoliberal) condicionaron fracasos en algunos procesos y golpes de Es- tado en otros (Honduras en 2009, Paraguay en 2012, Brasil en 2016 y Bolivia en 2019), todo lo cual fertili- zó una ofensiva neoconservadora de la derecha que ya venía en marcha y está luchando por descabezar esos gobiernos y todos los esfuerzos de unidad, concertación política e inte- gración alternativa. Se trata de instalar la matriz me- diática de la derrota de los procesos progresistas y de izquierda y la victo- ria de la derecha, pero la realidad es mucho más compleja que una matriz mediática. Si bien han ocurrido fracasos y de- rrotas (Honduras, Paraguay, Argentina en 2015, Brasil desde 2016, Uruguay, Bolivia y El Salvador en 2019) y victo- rias coyunturales de la derecha, el esce- nario latinoamericano y caribeño de hoy es mucho más complejo que simples victorias de unos y derrotas de otros. Hay también resistencias en varios países como Venezuela y Nicaragua; México alimentó el progresismo des- de 2018 y en Argentina la fórmula Fer- nández-Fernández derrotó al macris- mo neoliberal en octubre de 2019. La Celac, que estaba en una especie de crisis existencial, está siendo forta- lecida y relanzada con la presidencia pro tempore de México desde enero de 2020, al tiempo que el ALBA cele- bró su aniversario 15 el 14 de diciem- bre de 2019. Los pueblos de Ecuador, Chile y Co- lombia protagonizaron encarnizadas protestas antineoliberales en 2019, las que continuarán en 2020 debido a que ninguna de sus demandas —en particular la escandalosa desigual- dad social— han sido atendidas. En Perú hay una crisis institucional que ha colocado al Gobierno neoliberal al borde del colapso. Entonces, no es equilibrado acuñar la tesis de la década perdida desde 2012, sino la de una década en disputa. NOTAS: 1 Venezuela, Brasil, Argentina, Bolivia, Honduras, Ecuador, Nicaragua, Paraguay, El Salvador, San Vicente y las Granadinas, y Dominica. 2 Venezuela, Uruguay, Argentina y Bo- livia. América Latina y el Caribe 2000-2019 Lo político: Década ganada, década en disputa

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DOMINGO 23 DE FEBRERO DE 2020 juventud rebeldeINTERNACIONAL06

por JOSÉ ÁNGEL PÉREZ GARCÍA, investigador del Centro de Investigaciones de la Economía Mundial

LA dimensión política es una de las pocas áreas en las que Latinoaméri-ca y el Caribe presenta un comporta-miento no acoplado a las tendencias políticas globales.

Esto no signifi ca que nuestra re-gión esté al margen de la geopolítica global, sino que por sus singularida-des históricas, culturales, sociales y económicas encarna un nivel de re-beldía —muchas veces sincrónico— que no es común en otras regiones del mundo.

Mientras que en los primeros lus-tros del presente siglo Europa fue escenario de una ofensiva de la de-recha con reiterados posicionamien-tos ideológicos neofascistas y en Estados Unidos la crisis política ter-minó expresándose en un gobierno supremacista, misógino y homofóbi-co (Donald Trump), Latinoamérica fue —y es— escenario de una protesta sincrónica de los Nuevos Movimien-tos Sociales (NMS) contra el modelo neoliberal de acumulación, en cuyo contexto ha tenido un alto protago-nismo el progresismo y la izquierda, más allá de sus límites, incoheren-cias y contradicciones.

Si bien la Revolución Cubana (1959), tuvo que esperar 20 años para ver triunfar otra revolución popu-lar (la revolución popular sandinista en 1979), desde 1998 se abrió en La-tinoamérica un fl ujo político contesta-tario, heterogéneamente propositivo e ideológicamente plural, pero con un nivel de unidad funcional a los proce-sos electorales que devino gobiernos en varios países de Sudamérica, Cen-troamérica y el Caribe.

Ese fl ujo lo abrió el Movimiento Bo-livariano Revolucionario 200 y su líder histórico, el Comandante Hugo Rafael Chávez Frías en 1998, y lo engrosaron rápidamente otros diez países en una primera oleada1, a la que en 2018 se incorporó México (Andrés Manuel López Obrador y su partido, Morena) cuando la ola perdía el empuje de los primeros años y también algunos de sus impulsores.

Los costos sociales del modelo neoliberal de acumulación generaliza-do en toda la región con la única ex-cepción de Cuba desde el decenio de los años 90, junto a la acumulación de fuerza política de los NMS y otros agentes contestatarios que se opo-nían a ese modelo en varios países, y la crisis institucional del neoliberalis-mo en otros, explican sucesivos triun-fos electorales de fuerzas progresis-tas y de izquierda, que unido a Cuba llegaron a construir una correlación de fuerzas políticas, con hegemonía del progresismo, la izquierda y el socialis-mo, que llegó hasta 2015.

Si bien ese ascenso del progresis-mo y la izquierda latinoamericana y caribeña a los Gobiernos centrales en varios países es heterogéneo —en lo ideológico, lo político, lo cultural, lo histórico, lo étnico— coincidieron al menos en siete áreas: enfrentar la

salvajada neoliberal en lo social, com-batir la pobreza, distribuir de manera algo más justa e inclusiva el ingreso nacional y enfrentar la escandalosa desigualdad social, promover determi-nado desarrollo del mercado interno, rescatar la soberanía nacional, la paz, impulsar la concertación de política y la cooperación sin la presencia de Estados Unidos (Unasur y Celac), y avanzar hacia

estructuras de integración alternativas (ALBA-TCP).

Eso acabó con la hegemonía políti-ca del neoliberalismo, instalada en el decenio de los años 90, y construyó unidad dentro de la diversidad. Otro aspecto muy interesante es que to-dos alcanzaron buenos resultados en sus metas sociales —algunos muy buenos resultados como Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua—, y no faltó quien logró hasta el mejor expe-

diente económico entre todos sus homólogos y de toda

su historia, como Bolivia.En conjunto lograron

sacar de la pobreza a algo más de 50 millo-nes de latinoamerica-nos en un corto lapso de tiempo, bajaron la desigualdad social de ingreso y algunos se ubicaron entre 2010 y 2014 entre los países más igualitarios de Latinoamérica, según la medición del indice de Gini2 . Nueve de esos países clasifi can como de desarrollo hu-mano alto o muy alto, según la medición del Programa de Naciones Unidas para el Desa-rrollo y solo dos como de desarrollo humano medio; ninguno clasi-fi ca como país de de-sarrollo humano bajo.

Alfabetizaron a no menos de 6 millones

de iletrados (Método Yo sí Puedo y Yo sí puedo seguir); devolvieron la vista a alrede-dor de tres millones de ciegos y débiles vi-suales (Misión Milagro) y dieron seguridad energética a más de 20 países del Gran Caribe.

Estos resultados son los que per-miten afi rmar que entre 2004 y 2014 se asistió a una década ganada, pero eso cambió a partir de 2015.

LA DISPUTAEl desgaste que siempre signifi -

ca gobernar, los errores, el deterio-ro económico debido al fi n del ciclo de los superprecios de las materias primas, junto a los límites estructura-les capitalistas en que los procesos progresistas y de izquierda realizaron su agenda (democracia burguesa re-presentativa y economía de mercado neoliberal) condicionaron fracasos en algunos procesos y golpes de Es-tado en otros (Honduras en 2009, Paraguay en 2012, Brasil en 2016 y Bolivia en 2019), todo lo cual fertili-zó una ofensiva neoconservadora de la derecha que ya venía en marcha y está luchando por descabezar esos gobiernos y todos los esfuerzos de unidad, concertación política e inte-gración alternativa.

Se trata de instalar la matriz me-diática de la derrota de los procesos progresistas y de izquierda y la victo-ria de la derecha, pero la realidad es mucho más compleja que una matriz mediática.

Si bien han ocurrido fracasos y de-rrotas (Honduras, Paraguay, Argentina en 2015, Brasil desde 2016, Uruguay, Bolivia y El Salvador en 2019) y victo-rias coyunturales de la derecha, el esce-nario latinoamericano y caribeño de hoy es mucho más complejo que simples victorias de unos y derrotas de otros.

Hay también resistencias en varios países como Venezuela y Nicaragua; México alimentó el progresismo des-de 2018 y en Argentina la fórmula Fer-nández-Fernández derrotó al macris-mo neoliberal en octubre de 2019. La Celac, que estaba en una especie de crisis existencial, está siendo forta-lecida y relanzada con la presidencia pro tempore de México desde enero de 2020, al tiempo que el ALBA cele-bró su aniversario 15 el 14 de diciem-bre de 2019.

Los pueblos de Ecuador, Chile y Co-lombia protagonizaron encarnizadas protestas antineoliberales en 2019, las que continuarán en 2020 debido a que ninguna de sus demandas —en particular la escandalosa desigual-dad social— han sido atendidas. En Perú hay una crisis institucional que ha colocado al Gobierno neoliberal al borde del colapso.

Entonces, no es equilibrado acuñar la tesis de la década perdida desde 2012, sino la de una década en disputa.

NOTAS:1 Venezuela, Brasil, Argentina, Bolivia,

Honduras, Ecuador, Nicaragua, Paraguay, El Salvador, San Vicente y las Granadinas, y Dominica.

2 Venezuela, Uruguay, Argentina y Bo-livia.

América Latina y el Caribe 2000-2019

Lo político: Década ganada, década en disputa

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juventud rebelde INTERNACIONAL 07DOMINGO 23 DE FEBRERO DE 2020

A cargo de J.C.M.

TRESDEL DOMINGO

PELANDO PIÑASSI usted ha pelado una piña en su vida, sabe cuán engorroso es y, por tanto, cuánto tiempo lleva, pero para el indio Syed Alavi, de Aanakkara, Kerala, pare-ce ser cosa de coser y cantar, pues aunque usted no lo crea acaba de imponer un récord Guinness al cor-tar con una espada 75 piñas en la cabeza de igual número de personas en tan solo 30 segundos.

AMOR AL NEGOCIOLa dieta se las traía, pero en aras de mostrar la

alta calidad de su producto, Mitch Felderhoff, direc-tor ejecutivo de Muenster Milling, estuvo durante 30 días ingiriendo solamente comida para perros hecha por su compañía, que también fabrica ali-mentos y golosinas para caballos y pollos. Sin em-bargo, reconoció lo difícil de la empresa, pues «la comida para perros no es fácil de comer. Sabe a olor», por lo que se vio obligado a acostumbrar su paladar, pero todo por el negocio, y pudo decir en un video publicitario: «No vamos a alimentar a tu perro con algo, a menos que lo hayamos probado primero».

por LEONEL [email protected]

EL asesinato del general iraní Qassem Soleimani persigue a Donald Trump como una pesadilla recurrente desde el mismo día que lo ordenó, a medida que se revelan las mentiras y falsos pretextos de su criminal acción.

Soleimani, comandante de las fuerzas especiales Al Quds de la Guardia Revolucio-naria Islámica, fue volado en pedazos por un misil lanzado desde un dron teleguiado el 3 de enero, al salir del aero-puerto de Bagdad junto al teniente iraquí Abu Mehdi al Muhandis.

Atenazado por el inminen-te juicio político que le venía encima y el fracaso de su «política de máxima presión» para doblegar a Irán, Trump recurrió a una imprudente acción militar a fi n de distraer la atención de sus electores.

Al día siguiente, justifi có su temeraria iniciativa —que de inmediato desató alarmas de una peligrosa escalada— con una breve declaración repleta de mentiras, desde su resort Mar-a-Lago en Palm Beach, Florida.

«Anoche —dijo— tomamos medidas para detener una guerra. No tomamos medi-das para iniciar una guerra», y añadió que «Soleimani es-taba tramando ataques in-minentes y siniestros contra diplomáticos y personal mili-tar estadounidenses, pero lo atrapamos en el acto y lo ter-minamos».

En un alarde de soberbia imperial, Trump describió la acción como un «ataque per-fecto y de precisión» y días más tarde —según relató CNN— se declaró encantado de eliminar «a dos por el precio de uno», refi riéndose a la muerte de Soleimani y Al Muhandis.

El pretexto para la temera-ria acción duró poco y reveló la peligrosidad de un manda-tario dispuesto a mentir y pro-vocar una guerra con tal de asegurarse cuatro años más en la Casa Blanca.

Obligada a rendir un infor-me ofi cial al Congreso sobre las razones del ataque que eliminó al general Soleimani,

la Casa Blanca elaboró un in-forme que no resistió el análi-sis de los legisladores.

Tras un examen detallado en el cuerpo legislativo, el pre-sidente del Comité de Asun-tos Exteriores de la Cámara de Representantes, Eliot En-gel, dijo en un comunicado el viernes 14 que «este infor-me ofi cial contradice direc-tamente la falsa afi rmación del presidente de que atacó a Irán para evitar un ataque inminente contra el personal y las embajadas de Estados Unidos».

«La explicación de la ad-ministración en este informe no menciona ninguna ame-naza inminente y muestra que la justifi cación que el Presidente ofreció al pueblo estadounidense era simple y llanamente falsa», subrayó el representante demócrata por Nueva York.

Según una versión atribui-da al Primer ministro de Iraq, acallada por la gran prensa estadounidense y los medios internacionales afi nes, Solei-mani era portador de un men-saje de Teherán para negocia-dores de un arreglo político con Arabia Saudita, país al

que Trump empuja a la gue-rra con Irán desde su llegada a la Casa Blanca y al que ha vendido miles de millones de dólares en armamento.

Soleimani, un héroe nacio-nal de la cruenta guerra libra-da entre Irán e Irak de 1980 a 1988, instigada por Washing-ton, que apoyó a Bagdad, fue despedido por millones de simpatizantes con los hono-res reservados a un mártir, y sepultado el 7 de enero, en medio de un reclamo de justi-cia y muerte a los agresores.

Al día siguiente, al menos 17 misiles iraníes impactaron la base militar de Ain al-Assad, en el oeste de Irak, una de las principales instalaciones utili-zada por Estados Unidos des-de la invasión y ocupación del país árabe, en 2003, mien-tras que otros cinco misiles cayeron en una base estadou-nidense cerca de Erbil, en la región kurda de Irak.

El Pentágono dijo que nin-gún efectivo militar resultó he-rido o muerto, en «un ataque con misiles de largo alcance con una precisión asombro-sa», según expertos.

La CNN dijo que diez misi-les de Irán lograron «destruir

sitios militares sensibles de Estados Unidos», entre los que enumeró un complejo de las fuerzas especiales, dos hangares y la unidad de vi-vienda de los operadores de drones estadounidenses.

La propia fuente dijo que las tropas y el personal de la base habían sido informa-dos de los planes de Irán de atacar la base varias horas antes de que ocurrieran los ataques, dando a las tropas tiempo para refugiarse.

Tras conocer los detalles, el presidente Trump se apre-suró a destacar que Estados Unidos no tuvo bajas.

Nada, no pasó nada, excla-mó con expresión confi ada. Pero analistas estadouniden-ses notaron un matiz «inusual-mente nervioso» en sus pala-bras al justifi car su decisión de retirarse de una nueva confrontación, dando un tono conciliador que enfatizó en la necesidad de todos «tra-bajar juntos para llegar a un acuerdo con Irán». Sabía que mentía, y le costaba ocultar la verdad.

Por su parte, el líder supre-mo iraní, el ayatolá Alí Khame-nei, afi rmó que el ataque fue

solo una «bofetada», en un plan más amplio de represalia por el asesinato de Soleimani.

Pocos días después, el Pen-tágono informó que una dece-na de militares de las bases atacadas había sido evacua-da a hospitales de bases nor-teamericanas en Alemania, para ser tratados de lesiones cerebrales.

De hecho, informes poste-riores a principios de febrero confi rmaron que más de un centenar de soldados de Es-tados Unidos quedaron fuera de combate tras el ataque de Irán con misiles el 8 de enero.

Tres semanas atrás, recor-dó El País, de España, que cuando el presidente esta-dounidense Donald Trump se encontraba en el Foro Econó-mico Mundial de Davos, se prununció sobre las lesiones cerebrales: «Escuché que te-nían dolores de cabeza y un par de cosas más», sostuvo. «Pero diría, y puedo informar, que no es muy grave».

Lo cierto es que desde me-diados de enero, cuando el Ejército reportó 11 soldados con «lesiones cerebrales», el Pentágono debió rectifi car cin-co veces la cifra, que supera el centenar.

Según el Departamento de Defensa, los síntomas de este tipo de lesiones incluyen dolo-res de cabeza, mareos, sensi-bilidad a la luz y náuseas.

Al restar importancia a esos efectos, que dejan fuera de combate por tiempo indefi -nido a los soldados, Trump se buscó otro dolor de cabeza.

Sus banales comentarios en el Foro de Davos provoca-ron críticas de un infl uyente grupo de veteranos de guerra, el VFW, que da igual relevancia a los invisibles daños cerebra-les y a las heridas corporales.

William Schmitz, presiden-te de la entidad, reclamó una disculpa del Presidente a «nues-tros hombres y mujeres de servicio por sus comentarios equivocados».

Mentiras y falsedades, re-petidos a diario, persiguen a Trump, quien cada vez resul-ta menos creíble hasta en su propio país, donde también se cumple el proverbio de que «más fácil se descubre a un mentiroso que a un cojo».

Los dolores de cabeza de Trump en Irán

LOS MÁS VENDIDOSEn tiempos de streaming y música digital, pu-

blicaciones especializadas han repasado la his-toria de los discos más vendidos (vinilo, casetes y compactos), y la lista de los 50 que encabezan ese registro musical está liderada por el famo-so Thriller, de Michael Jackson, que en 1982 vendió 65 800 000 unidades. Le sigue El lado oscuro de la Luna, de Pink Floyd, con 43 300 000 en 1973. Completan los cinco primeros The Body-guard, de Whitney Houston; la banda sonora de la película Grease (John Travolta y Olivia New-ton-John); y los Grandes Hits 1971-1975, por The Eagles.

Soldados de EE. UU. inspeccionan el lugar del ataque de Irán en la base aérea Al Asad, en Irak, el 13 de enero de 2020. Entonces dijeron que no habían tenido ninguna baja y ahora reconocen que hay más de un centenar con daños cerebrales. Foto: Reuters