giorgio antei, en busca del templo perdido

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MASSIMO LISTRI EN BUSCA DEL TEMPLO PERDIDO Con un ensayo de Giorgio Antei Franco Maria Ricci

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Un ensayo sobre las iglesias abandonadas de Nápoles, ilustrado con fotografías de Massimo Listri

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    MASSIMO LISTRI

    EN BUSCA DEL TEMPLO PERDIDO

    Con un ensayo de Giorgio Antei

    Franco Maria Ricci

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    Ho visto che nellelenco mandato per le didascalie, di chiese ce ne sono di pi di quelle scelte. Se ne potrebbe mettere una anche qui?

  • 5No hay vuelta que darle, observa John Ruskin, el que determinadas formas arquitectnicas lleguen a fascinarnos depende de nuestra simpata por las ideas de las cuales surgieron. Algo anlogo podra decirse de las fotos de Massimo Listri: para disfrutarlas a cabalidad hay que compartir el gusto por lo clsico que caracteriza al autor. Teniendo la misma formacin humanista y una igual admiracin por el arte renacentista, la belleza de sus tomas resulta an ms llamativa. Mientras que el equilibrio compositivo salta a la vista, el significado cultural de la simetra y la perspectiva, as como su importancia para el arte occidental, se aprehenden nicamente a partir de digamos un entendimiento compartido de la divina proporcin. Trtese de Listri o de otro artista, lo que eleva la percepcin sensorial a goce esttico es invariablemente la afinidad espiritual o simpata (para no hablar de connivencia) existente entre el emisor y el receptor. Los creadores de imgenes son ventrlocuos de primera: no solo hablan a travs de sus inventos sino que entonan a la vez varias voces. Sin embargo, como nos consta, sin la colaboracin de un pblico aficionado, semejante virtud no suscitara el efecto esperado. La simpata tampoco basta: para que el canto de las imgenes nos hechice hay que deshacerse de antemano de los tapones de cera y aprestarse a escuchar. La propensin anticuaria es uno de los rasgos distintivos de nuestro fotgrafo, tan peculiar como su percepcin

    atmosfrica del espacio (un enfoque pictrico que determina la atenuacin del rigor geomtrico de los encuadres). Hablando de factores de atraccin, hay que subrayar adems el poder de evocacin de sus imgenes. Por debajo del significado manifiesto, estas encubren tramas de alusiones y sugestiones, ora deliberadas ora casuales, que provocan una imprevisible dilatacin de los lmites semnticos convencionales. Ciertas conexiones (como por ejemplo las que remiten a los maestros de la perspectiva renacentista) son fcilmente reconocibles; otras, mucho menos. Ni la curiosidad ni el espritu de observacin bastan para detectarlas: para que las fotos de Listri ejerzan todo su atractivo, hay que dejarse enredar simpticamente por los hilos que las envuelven.

    En esta ptica, la serie En busca del templo perdido es sin duda una de las ms estimulantes... al menos juzgando por la variedad de asociaciones que despierta en m. El abandono, la desolacin, los destrozos, la luz espectral rasgos comunes a todas las fotos del ciclo se relacionan invariablemente con el olvido y la prdida. La sensacin de melancola es tan intensa que tiende a agotar el significado de las imgenes; sin embargo, acercndonos, intuimos que algo queda inexpresado, revuelto entre los pilares y los arcos, algo inalcanzable a la vista, asequible tan solo recurriendo a la simpata. Cada iglesia encierra un cuento, un drama, un

    EN BUSCA DEL TEMPLO PERDIDO

    PortadaIglesia de la Disciplina della Croce, siglos XIII-XVIIINpoles, 2012

    Portada interiorIglesia de Santa Maria del Popolo agli Incurabili, siglo XVIIINpoles, 2012

    PortadillaIglesia de San Giuseppe delle Scalze, siglo XVII Npoles, 2012

    Pgina al ladoIglesia de I Santi Cosma e Damiano ai Banchi Nuovi, siglo XVIINpoles, 2012

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    testimonio, un ejemplo: cmo extraarse de que quieran ser escuchadas? El inters por la arquitectura religiosa o la hagiografa no alcanza; para que hablen, hay que establecer con ellas una relacin partcipe: solamente as recibiremos sus confidencias. Hay que mostrar predileccin, inters verdadero, comprensin; hay que acercrsele confiadamente, sin prejuicios ni reservas, con mente fresca y corazn ardiente. Mxime tratndose de templos perdidos.

    Los templos se pierden por efecto de catstrofes naturales, destrozos histricos o fallas humanas. La catedral de St. Paul, en Londres, fue destruida por incendios accidentales en los aos 1087 y 1135; un siglo despus, fue arrasada por una ristra de vendavales; el Chantries Act llev a que, hacia 1548, fueran derribadas sus capillas, altares, claustros, criptas y lpidas; trece aos ms tarde, en 1561, fue devorada nuevamente por el fuego, esta vez a causa de un rayo o de la quema involuntaria de material combustible almacenado por un fontanero en el campanario de esbelto chapitel. Finalmente, cuando su difcil restauracin estaba a punto de ultimarse, el templo se perdi para siempre jams en el Great Fire, el incendio que en 1666 destruy buena parte de Londres. A Wenceslaus Hollar (1607-1677), quien acababa de representar el rescate de la catedral en una serie de bellos grabados, no le qued ms remedio que registrar su destruccin definitiva: Etiam periere Ruinae, desaparecieron hasta los escombros, reza la leyenda que encabeza la lmina reproducida arriba, fechada en 1666. Sin embargo, curiosamente, lo que vemos no son restos humeantes, sino el templo todava ntegro envuelto en llamas: el mismo edificio retratado por Hollar desde todos los ngulos diez aos antes (1656-1657). El artista bohemio era ducho en ruinas

    santas (basta pensar en dos de sus dibujos romanos, Sta. Cruz de Jerusaln y Templo de la Sibila Tiburtina), por qu, entonces, represent la quema de St. Paul de esa forma? Por la simple razn de que la escena es simblica: asistimos a un incendio divino, provocado por the purging force of Fire, no a cualquier fogata. La lmina es un exemplum, es decir, una imagen concebida para transmitir una enseanza moral: a fin de que el contenido didctico fuera claro, Hollar represent la iglesia envuelta en llamas, como si se tratara de un hertico en la hoguera. La fastuosidad alejaba las iglesias de la originaria funcin religiosa, convirtindolas en fbricas mundanales, en albergues corruptos abiertos al pecado. As que no era de extraar que Dios, con el objeto de impartir a los londinenses el merecido castigo, les hubiera enviado el peor de los incendios.

    Lo que vengo diciendo halla confirmacin en un libro annimo aparecido en Londres en 1667, un ao despus del Great Fire: The Causes of the Decay of Christian Piety. Vieron la luz dos ediciones con diferentes portadas, enriquecidas con dos distintos grabados de Hollar, mancomunados por el mismo sujeto: la fuerza purificadora del fuego. El uno representa el incendio de St. Paul reproducido a lado (ed. 1667), el otro la quema del Barco de la Cristiandad (ed. 1679). Hablando de decadencia moral, el autor anota: Our holy and beautiful houses where our fathers praised him [God] are burnt with fire, los bellos y santos edificios donde nuestros padres celebraban a Dios son devorados por el fuego. La consumacin de los lugares sagrados, agrega, es un triste testimonio de lo que comporta una religiosidad convertida en espectculo mundano (pageant-like piety). La corrupcin de la fe se propaga a las iglesias, contaminndolas hasta el punto en que deben ser purificadas con el FUEGO (rendred them so polluted as required no sligther purgation than that of FIRE). Hollar comparta plenamente esta opinin.

    Tanto es as que al pie de una de las vistas de St. Paul realizadas para festejar su completa recuperacin (1657) se lee esta proftica frase: Dabis Deo his quoque finem, o sea, Dios pondr fin tambin a esto (Virgilio, Eneidas). Total, la prdida de un templo puede ser determinada por Aquel Mismo en cuyo honor fuera edificado.

    La transformacin de los recintos sagrados en espacios profanos no poda sino desatar la ira de la divinidad. Fue la impiedad, entonces, la causa final de la prdida de la catedral londinense, cuyas naves no por nada conocidas como St. Paul Walk hospedaban de todo menos devocin religiosa. De hecho, en el cataclismo de 1666 no desapareci nicamente la iglesia, sino tambin una gran cantidad de mercancas almacenadas en su interior, circunstancia que no puede sino reforzar el significado expiatorio de las llamas, de acuerdo con estos versculos (Salmos, 18):

    La tierra fue conmovida y tembl; Se conmovieron los cimientos de los montes, Y se estremecieron, porque se indign l.

    Humo subi de su nariz, Y de su boca fuego consumidor; Carbones fueron por l encendidos.

    y de acuerdo tambin con la Epstola a los Hebreos, 12.29:

    Porque Jehov, tu Dios, es fuego consumidor, Dios celoso

    Por qu dos centenas de iglesias napolitanas han cado en ruinas, por qu sus altares han sido profanados, sus ornamentos hurtados? La elegancia y envergadura de las naves revela una noble raigambre arquitectnica (de matriz barroca), pero su dejadez es tal que la evocacin de lo que debieron ser es tan mortificante como un cilicio de pelo de cabra. Las posibles explicaciones de tamao desastre son muchas, pero ninguna convincente del todo. La causa no ha sido

    Wenceslaus Hollar (1607-1677) Etiam periere Ruinae, 1666Grabado sobre madera

    Arriba

    Wenceslaus Hollar (1607-1677) The Causes of the Decay of Christian Piety, ed. 1667 Pgina 8Iglesia de La Disciplina della Croce, siglos XIII-XVIII Npoles, 2012 Pgina 9Iglesia de Santa Maria del Popolo agli Incurabili, siglo XVI Npoles, 2012

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    una guerra: los estragos provocados por un conflicto difcilmente hacen tanto dao (parafraseando al autor de The Causes: este infortunio ha sido ms devastador que las peores secuelas de una guerra). Invocar la crisis de la religiosidad y el abandono del culto sirve de poco. Es cierto que, debido en particular a la hegemona de San Gennaro, mrtires como Sosso, Festo, Desiderio y Prcolo ya no reciben la atencin de otro tiempo; pero una cosa es descuidarlos, otra destruir sus altares. La negligencia del clero y el desinters de la administracin pblica tienen mucho que ver, mas no bastan tampoco para explicar el fenmeno. Observando las fotos de Listri parecera que las naves acabaran de ser expoliadas por una horda de brbaros sacrlegos o de luteranos iconoclastas. Sin embargo, este saqueo creo yo no tiene relevancia histrica: cabe apenas en la crnica de una ciudad, de un barrio, de una calle. Este estrago tiene races locales: es el resultado de un recelo idiosincrsico ante toda autoridad, civil y religiosa; es el reflejo de una postura descreda, ejemplificada por el dicho popular gabbare lo santo, timar al santo. En mi opinin, las iglesias de Npoles se caen a pedazos por efecto de una actitud tan peculiar como paradjica: la incredulidad agorera de los napolitanos. Intil buscar culpables a menos que no se quiera culpabilizar a un pueblo entero (Quin mat al gobernador? Fuenteovejuna, seor!).

    El lente de Listri congela las ruinas en una pose melanclica, amortajndolas con un velo blancuzco solo en apariencia sombro. De hecho, por debajo del sudario se perciben gritos, risas, impune irreverencia. Tambin los romanos descuidaban los templos, mas no impunemente. El abandono de los lugares sacros era un signo de decadencia religiosa y tica, por tanto doblemente condenable. Gabbare a los dioses era imposible; substraerse a su castigo, tambin: todos acababan por pagar el precio de la impiedad. As lo crea Horacio:

    Las culpas de tus ancestrosRecaern sobre ti, oh Romano,Hasta tanto los templos no sean restaurados,Hasta tanto no hayas recuperadoLos santuarios de los diosesY las estatuas negras de humo (Odas, III, 6)

    Hollar apuso estos versos a una de las lminas realizadas en 1657, concretamente la que muestra la catedral de St. Paul antes del incendio de 1561, cuando todava ostentaba una altsima aguja. Sin duda quera dar a entender que la maldicin sera retirada en breve: en cuanto el templo hubiese recuperado el antiguo esplendor, los malentendidos entre Dios y los londinenses terminaran. Apenas diez aos despus, el pobre de Hollar se enter de que reconstruir santuarios para luego profanarlos era un mtodo certero para provocar la ira del Cielo. Culpa de la reforma anglicana, que haba simplificado el culto y despejado los templos, pero sin acatar la admonicin de Jesucristo: Mi casa ha de llamarse casa de Dios, pero vosotros la estis convirtiendo en guarida de ladrones. De hecho, la supresin de los signos exteriores del catolicismo romano no correspondi a una verdadera purificacin de los lugares sacros. Junto al decorado desapareci tambin la solemnidad, de modo que las iglesias, ahora vacas, se convirtieron en espacios sociales, si no comerciales. A falta de azote de cuerdas, continu la invasin de vendedores de bueyes, ovejas y palomas y cambistas sentados. Tal como reconoce implcitamente el autor de The Causes of the Decay of Christian Piety, la Reforma ni detuvo la degradacin moral ni se interpuso al envilecimiento de los templos. No es de extraar, entonces, que, despus del incendio de St. Paul, tanto l como Hollar se persuadieran de que la prdida de la catedral haba sido causada por la negligencia y el irrespeto de cuantos lase la mayora de los ingleses anteponan los intereses materiales a los espirituales.

    Iglesia de Santa Maria di Vertecoeli, siglo XVIIINpoles, 2012

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    En la poca de Hollar, del otro lado de la Mancha, ms precisamente en las Provincias Unidas, habitaba un pueblo timorato, convencido de que los seres humanos eran depravados por naturaleza y por ende espiritualmente muertos. A menos que no estuviera predestinado, el individuo no tena la menor posibilidad de resucitar. Ni abstenerse del pecado ni erigir altares bastaba para salvarse; nicamente edificando templos los hombres de bien (lase la rica burguesa de Utrecht o Den Haag) podan expresar sumisin al podero celeste. La Casa de Dios deba elevarse por encima de las dems fbricas, no para gloria de los arquitectos, obviamente, sino para gloria del Creador; la altura de las columnas y techos tena que resaltar por contraste la corta estatura del gnero humano. Adems de imponentes y austeros, los templos deban estar vacos: cualquier adorno, cualquier imagen, cualquier reliquia habra turbado el ya precario equilibrio entre lo sobrenatural y lo terrenal, interponindose a la transmisin del nico axioma valedero, la reciprocidad entre la grandeza de Dios y el rigor de su Ley. En el respeto de esta misma correlacin, los arquitectos tenan que disear espacios ceremoniales que fueran a la vez umbrales del Ms All. Si la aceptacin de la propia depravacin y del propio destino era el pilar de la devocin de cada cual, entonces el cimiento litrgico del Templo no poda ser sino la celebracin de la muerte.

    Hacia la mitad del siglo XVII, todava en las Provincias Unidas, se desenvolvi un crculo de artistas mancomunados por una extraordinaria aficin a las naves abovedadas, los pisos empedrados y otros detalles arquitectnicos de las Iglesias gticas de su tierra. Podra pensarse en una mana tpicamente holandesa (como aquella de los tulipanes) o en una fascinacin exclusivamente esttica, pero no se trataba ni de lo uno ni de lo otro. Su inters obedeca a una cuestin de vida

    o muerte: pintaban iglesias para alabar a Dios y al mismo tiempo recordarle a sus correligionarios (en primer lugar patronos y clientes) la inminencia de la muerte: memento mori. Todos ellos estaban persuadidos de que las artes mimticas no pasaran de constituir un ftil ejercicio simiesco hasta tanto no desempearan un papel moralizador. El esquema simblico subyacente a gran parte de su obra obedece precisamente a esta conviccin (de la cual se transparenta el aspecto iconoclasta del credo calvinista, imperante en los Pases Bajos y en particular en la Guilda de San Lucas). Sin embargo, no era este el nico denominador comn: todos ellos, adems, eran maestros del escorzo y virtuosos de la perspectiva, talentos que haban aprendido y traducido al idioma holands a partir de la enseanza de los grandes pioneros del siglo XV, Fra Carnevale y Bramante.

    Hecha excepcin del manejo magistral de la perspectiva y la austeridad ambiental, entre las obras de tales artistas y las fotos de Listri no hay ningn lazo evidente; por el contrario, salta a la vista el contraste de fondo entre unos recintos perfectamente conservados y otros en ruinas. Sin embargo, observando atentamente, se vislumbra un lazo secreto, ambiguo, relacionado de alguna manera con el itinerario de las nimas. Para los calvinistas, el Purgatorio es un invento diablico, predispuesto para sembrar confusin en los creyentes; para los catlicos, por el contrario, es una iniciativa misericordiosa, destinada a la salvacin de los pecadores. Desde el primer punto de vista, con la muerte el cuerpo regresa al polvo y el alma a Dios; desde el segundo, las almas pueden vagar en pena por largo tiempo. Tanto las iglesias holandesas como las napolitanas hospedan osamentas y fantasmas, pero las diferencias doctrinarias respecto a la expiacin hacen que su significado vare profundamente. Al contrario de las nimas catlicas, los fantasmas calvinistas son puros simulacros, a lo sumo advertencias. Esto no quiere decir

    Iglesia de Santa Maria della Scorziata, siglo XVINpoles, 2012

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    o Sint Laurenskerk. Aunque las delicadas tonalidades de su paleta recuerden la crema pastelera, no dejan de disimular mensajes sombros, acordes a una visin del mundo opuesta al hedonismo. Para Saenredam y los pintores de Delft, las iglesias son lugares donde, ms que alabar a Dios, se renueva la ceremonia del adis; donde, por as decirlo, el almanaque contempla una sola efemride: el regreso al polvo. Impera en ellos a mood of morbidity, un clima lnguido, mortecino, en neto contraste con el ambiente inofensivo y almibarado descrito por el semilogo francs. En tanto que, por razones doctrinarias, ya no hospedan altares ni dems adminculos de la divinidad, los templos de Saenredam estn perdidos como los de Npoles; sin embargo, en tanto que albergan tumbas y ritos fnebres, no muestran signos de abandono, sino de muerte. Total, las iglesias barrocas de Npoles y las gticas de Haarlem o Alkmaar lloran llantos distintos.

    Basta un vistazo para percatarse de la rareza de esta obra (Sint Bavokerk, 1631). Debido a la vastedad y profundidad de la nave, acentuada por el encuadre simtrico y el bajo punto de fuga, los personajes parecen miniaturas extraviadas dentro de un gran fresco. A la desproporcin se agrega la falta de aquella compuncin que se esperara de unos feligreses piadosos: avanzan hacia nosotros ricamente ataviados, con ademanes afectados, como si estuvieran entrando a un saln de fiestas. Por ltimo, cmplice el colorido beige aterciopelado de las paredes, de la escena dimana algo irreal, causado por el contraste entre la solemnidad de la arquitectura y la liviandad de la atmsfera. Si no fuera por la corriente ominosa que circula por el aire, nos atreveramos a preguntar dnde est el vendedor de sorbetes de avellana. Pero no: empujados por la certeza de que nada en el cuadro es casual, nos inclinamos a creer que entre las columnas del templo se esconde no un heladero sino una advertencia cifrada que... se puede

    que los templos napolitanos sean lugares de purgacin: su estado de abandono es tal que incluso los espectros parecen haber migrado. Como sea, el lazo latente entre ambos conjuntos de imgenes est constituido por la yuxtaposicin de dos concepciones del bito: en cuanto trmino o en cuanto trnsito.

    El exponente ms destacado del crculo mencionado, aquel que represent con mayor originalidad la futilidad de las cosas, la brevedad de la existencia y el poder nivelador de la muerte, fue sin duda Peter Saenredam. Que sus iglesias hablen el idioma de la arquitectura, o sea, un idioma hecho de lneas, superficies y volmenes, es indudable; sin embargo, creer que se limitan a esto sera injusto, no solo hacia el artista, sino hacia la cultura iconogrfica del Siglo de Oro holands y la misma tica protestante. Para Saenredam sostiene Roland Barthes, lo nico importante es lintrieur dglises vides, el interior de iglesias vacas, rduites au velout beige et inoffensif dune glace la noisette, reducidas al aterciopelado beige e inofensivo de un helado de avellana (R. Barthes, Le monde-objet, en Essais critiques, 1964). Tales templos sont dpeuples sans recours, et cette ngation-l va autrement loin que la dvastation des idoles, son irremediablemente desiertos, y esa negacin va mucho ms all de la destruccin de los dolos. Jamais le nant na t si sr, jams la nada ha sido tan segura.

    Roland Barthes se equivoca. Saenredam hace ms que peindre avec amour des surfaces insignifiantes et ne peindre que cela: crea atmsferas alucinadas inspiradas en el miedo a la muerte, en los cinco puntos del credo calvinista y en una visin de Dios sin Amor. Diversamente de lo que opina Barthes, Saenredam, lejos de romper la tirana del significado, la lleva a extremos impensados, guarecindola en el interior de templos como Sint Bavokerk

    Peter Saenredam (1597-1665)Sint Bavokerk en Haarlem, 1631Philadelphia Museum of Arts

    Peter Saenredam (1597-1665) Cortejo funbre en la catedral de Alkmaar, Sint Laurenskerk, 1637Coleccin particular

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    descodificar as: adems de representar un edificio concreto la catedral de Sint Bavokerk en Haarlem, el cuadro conlleva un mensaje edificante que se vale del edificio mismo como de un smbolo o un pretexto. Saenredam no quera despertar el orgullo de sus conciudadanos como lo hizo Hollar con las vistas de St. Paul, sino amonestarlos, y es de creer que estos se dieron por aludidos. Sin duda entendieron que la diminuta comitiva en el centro de la escena estaba constituida por sus propios fantasmas. No podan ignorar que los que vemos avanzar hacia nosotros son los habitantes del subsuelo del templo; no podan ignorarlo, porque saban que el piso de la iglesia estaba constituido por una extensin ininterrumpida de lpidas. Memento mori, este es el significado cifrado del cuadro.

    Saenredam se encarga de validar dicha conjetura personalmente. En efecto, existe otra pintura suya que dirase concebida con el objeto de volver explcito el contenido latente de aquella en examen, y confirmar de paso su predileccin por las alegoras y un repertorio reducido en smbolos. Intil decir que el elemento arquitectnico predomina vistosamente en ambos cuadros (ya sabemos que, en la estela de Saenredam, artistas como Houckgeest, De Witte y Van Vliet elevaron la arquitectura eclesial a subgnero pictrico). Las dos obras parecen similares tambin en cuanto a ambientacin; pero acercndonos nos percatamos de notables discrepancias, comenzando por el diferente estado de conservacin de los templos (en el segundo caso se trata de la catedral de Alkmaar). La nave de Sint Laurenskerk contiene escombros y utensilios relacionados con una obra en curso oculta o casi; no se perciben signos de abandono, pero la presencia de un trabajador hace que el clima etreo, trasoado de Sint Bavokerk se pierda, y aumente en cambio la tensin narrativa. Este efecto de realidad nos convence de entrada de que algo est ocurriendo bajo

    nuestra mirada, algo ms significativo dirase que el simple paseo anterior. La mutacin de horizonte de espera halla ulteriores confirmaciones: el punto de fuga descentrado, la presencia de personajes heterogneos y objetos inesperados, la simultaneidad de situaciones contrastantes, la teatralidad todo contribuye a que la escena provoque una sensacin de desorden opuesta a la impresin de armona y rigor producida por el primer cuadro.

    El lienzo muestra la nave meridional de Sint Laurenskerk desde una perspectiva ladeada. El punto de fuga, tambin bajo, atrae la mirada hacia el fondo de la escena, ocupado por una procesin fnebre. En primer plano aparecen dos figuras masculinas separadas por la latitud de la galera: la una, de cara al pblico, ataviada con ricas prendas negras, la otra, de cara a la procesin, vestida de rojo. En segundo plano son visibles mujeres, nios y un perro. De las columnas cuelgan tres estandartes funerarios, mientras que abajo, en la esquina inferior derecha, se perciben instrumentos de albailera, una escoba, un martillo, un cmulo de tierra, una soga y un pedazo de madera. El personaje de rojo viste prendas de trabajo y se apoya en un badil; sumada a los elementos recin descritos y al funeral en curso, esta circunstancia lleva a concluir que se trata de un sepulturero. As las cosas, la historia encerrada en el cuadro resulta fcilmente comprensible: por debajo de las planchas ptreas del piso, Sint Laurenskerk (exactamente como Sint Bavokerk) cobija tumbas que los enterradores van cavando segn la necesidad. Pese a que las sepulturas estn reservadas a los burgueses adinerados (como atestiguan la figura de negro en primer plano y la pompa del cortejo fnebre), la muerte no distingue entre ricos y pobres, hombres y mujeres, adultos y menores, cristianos y bestias. Sin embargo, a la ceguera de la Guadaa se oponen el Sacrificio de Cristo (simbolizado por el martillo y la soga) y la Redencin

    Iglesia de SantAgostino alla Zecca, siglos XIII-XVIINpoles, 2012

    Pginas siguientesIglesia de la Immacolata a Pizzofalcone, siglo XVIIINpoles, 2012

    Iglesia de I Santi Severino e Sossio, siglo XVINpoles, 2012

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    de los Elegidos. Y hablando de elegidos, podramos preguntarnos: a quin encarna el mencionado personaje de negro, a un alma encaminada hacia Arriba o hacia Abajo? Ir a engrosar la comitiva de Sint Bavokerk o devendr brasa perpetua?

    Saenredam alcanza a inquietarnos con poco: dos tablas de roble unidas por lo largo hasta componer una superficie de un metro con setenta centmetros, una paleta pobre, unos interiores reiterados, unos personajes diminutos... pero sus pinceles logran retratar a la Muerte y su squito con una pregnancia inversamente proporcional a la parquedad de los medios expresivos.

    A lo largo y ancho de Sint Laurenskerk se mueve la entera sociedad holandesa, discriminada segn la sangre, la clase, el gnero y la edad. Vienen primero los aristcratas y los comerciantes, quienes unen a la riqueza material los mritos espirituales un emparejamiento bien visto por Calvino; siguen los trabajadores, humildes pero capaces de devocin; las mujeres y los nios, ignorantes pero obedientes, y... un perro, cuya especie, para decirlo con Byron, labors, fights, lives, breathes for him alone [su amo] / unhonored falls, unnoticed all his worth / denied in heaven the soul he held on earth. Descartando los canes, quines, entre todos, vern reafirmada en el cielo el alma que tuvieron en la tierra? Muy pocos, indudablemente.

    En su parsimonia, la tabla de Saenredam ofrece al ojo avizor un cuadro mucho ms que costumbrista del contexto neerlands de la poca. Mutatis mutandis, lo mismo puede decirse de las iglesias de Listri: si bien estn cerradas desde hace dcadas, no por esto han cesado de escenificar los males de la sociedad que las circunda. Con sus fachadas derruidas, siguen poniendo de manifiesto la difcil relacin de la Iglesia con una ciudad lacerada y sin certezas.

    Mientras que los templos de Saenredam expresan la caducidad de la vida, los de Listri reflejan la ilgica de la historia y la inadecuacin de la fe. Jamais le nant na t si sr, constata Roland Barthes acerca del pintor holands, pero la frase debera aplicarse ms bien a la actitud de Npoles hacia los santos de su devocin y... hacia la muerte.

    Pginas atrs he sugerido que las iglesias partenopeas comparten con las holandesas la alusin a la muerte y al recorrido post mortem; sin embargo, he cambiado de parecer. Los templos napolitanos parecen mausoleos inhabilitados, sepulcros desocupados. Ni siquiera la muerte se hospeda en ellos. Por ms que agucemos el odo, no captaremos ningn eco de sollozos. La verdadera tragedia de estas iglesias es que las nimas ya no pueblan sus naves. Responsable no es la luz que las inunda (eso, si acaso, funciona en los Crpatos), sino el hecho de que donde no hay tumbas tampoco hay muertos que se levanten de ellas. Timadas, las almas se dirigen en pena a otra parte y las iglesias, abandonadas, mueren: Les morts ne gouvernent plus les vivants. Et les vivants, oublieux, cessent de remplir les voeux des morts, los muertos ya no gobiernan a los vivos, y los vivos, desmemoriados, ya no cumplen los votos de los muertos (Proust, La Mort des Cathedrales, 1904).

    Para Juan Calvino, ninguna forma de idolatra es tan grotesca como aquella en la que un cura, a travs de murmullos mgicos, encarna a Cristo entre sus manos para luego ofrecerlo en sacrificio, mientras la gente mira embelesada. Para rescatar la verdadera funcin devocional de las iglesias, habra que prohibir la misa y suprimir los altares. Marcel Proust, por el contrario, pensaba que quand le sacrifice de la chair et du sang du Christ ne sera plus clbr dans les glises, il ny aura plus de vie en elles. De ser secularizadas, de abolirse los ritos de la

    Iglesia de SantAgostino alla Zecca,siglos XIII-XVIINpoles, 2012

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    fe, las catedrales moriran, se volveran simples pices de muse, glaces elles-mmes. Proust se refera al peligro de que, por razones polticas, se suspendieran las subvenciones estatales al clero, con el consiguiente abandono del culto. Volviendo sobre el tema aos ms tarde, compar las catedrales con grandes conchas enarenadas sobre la playa de la Historia:

    Quand je parlai de la mort des Cathdrales, je craignis que la France ft transforme en une grve o de gantes conques ciseles sembleraient choues, vides de la vie qui les habita et napportant mme plus loreille qui se pencherait sur elles la vague rumeur dautrefois... [Cuando habl de la muerte de las catedrales, tema que Francia fuera transformada en un arenal donde fueran a encallar grandes conchas cinceladas, vaciadas de la vida que las habit, sin siquiera evocar a la oreja que se inclinara sobre ellas el vago rumor de otro tiempo...]Para describir las iglesias de Massimo Listri no hay metfora ms hermosa que la de unas grandes conchas cinceladas sepultadas en la arena, desprovistas ya de su poder de evocacin. Sin embargo, este parangn es inapropiado: el ojo avizor capta seales, el odo destapado percibe murmullos, la mente despierta trenza hilos:

    La triste historia de este templo en ruinasTan solo un buscador de almejasPuede contarla

    Lo primero que se me ocurri al mirar estas iglesias, hace ms de un ao, fue aquel haiku de Basho en el que dice que nicamente un hurakami hori, un buscador de almejas debera ser llamado a contar la triste historia de un templo abandonado. Yo conoc uno. Todas las maanas, al retirarse la marea, recorra la playa de Baelo Claudia, trazando jeroglficos en la arena. En realidad, lo que haca era desenterrar moluscos hasta llenar el costal que cargaba al hombro. Su mirada era tan aguda

    que las presas quedaban al descubierto aunque fueran invisibles. Era como si entre las almejas y el buscador existiera un entendimiento de fondo, un pacto piadoso similar al que suele mediar entre vctimas y victimarios. Mientras iba llenndose, el costal vibraba de vidas interrumpidas, vidas sin cuenta que tan solo el hurakami hori habra podido relatar... o alguien como Basho que hubiese pisado sus huellas y comprendido su secreto. Una historia triste puede contarla nicamente quien conoce el mundo de los difuntos: es este el sentido del haiku? O es que sin muerte no hay historia? Al respecto, quin no recuerda el caso de Ming, aquella almeja que vivi en los mares de Islandia por cinco siglos seguidos, hasta que un bilogo la mat para averiguar su edad? Sacrificndola, pudo percatarse de que tena 507 aos y no, como se haba estimado, 470 y escribir una pgina de la historia de las ciencias naturales. De conocer su estado miserable, Proust habra definido los templos napolitanos como glises assassines, iglesias asesinadas y abandonadas sobre la playa del olvido. Tan solo Massimo Listri sin ser buscador de almejas ha podido hacer lo que hizo: liberarlas de la arena, descubrir su antigua belleza y contar su historia.

    Giorgio Antei

    Iglesia de SantAgostino alla Zecca, siglos XIII-XVIINpoles, 2012

    Pginas siguientesIglesia de Santa Maria della Sapienza, siglo XVIINpoles, 2012

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