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Dicen que hay tantas experiencias de cumbres como pares de zapatos posados sobre ellas. Y la del Lanín es para los aventureros de la Patagonia Norte la que más historias ha generado. Así es al menos para Andrés Holzmann, un guía de Junín de los Andes que organiza salidas semanales al volcán. “La experiencia de llegar, después del cansancio, después de la preparación, después de las ilusiones, es un sentimiento casi mágico -dice Andrés-. Creo que las cumbres son puntos de energía, y es eso lo que sentís: energía y calma. Y es excelente sentir que uno logra los objetivos, y encima el Lanín, ya que es una montaña muy exigente físicamente.”

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La cima del Lanin es un estímulo que nos acompaña desde el comienzo de la travesía.

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EL LANÍN ES, por natural atracción, uno de los objetivos de montaña más buscados de la Patagonia. Su silueta cónica y sus 3.776 msnm, que hace que las cimas de los cerros ve-cinos apenas alcancen la base del volcán, tornan irresistible la ascensión. La ruta clásica del Lanín es la Norte, que parte de la seccio-nal de guardaparques de Río Turbio, en el paso internacio-nal Tromen o Mamuil Malal. Es la vía más ascendida, y más accesible. Otra ruta es la cara Este, pero que en vez de tran-sitar la “espina de pescado” sobre una morena glaciaria bien delineada, dibuja un faldeo hacia lo que se conoce como “pan dulce” y asciende por el fi lo del glaciar Sur. La exigen-cia técnica y física aquí es mayor que en la vía normal.

Finalmente existe la cara Sur, posible sólo para montañistas con conocimiento en el uso de técnicas de escalada en hielo, ya que se sortean varias paredes de hielo de entre 60 y 80 grados de desnivel. “En la Sur hay que ir con compañero de cordada -afi rman los montañistas en Junín de los Andes- y saber lo que se está haciendo. No es para aprender, es para ir con conocimientos.”Durante todo el año, la cumbre del Lanín se presenta como un casquete helado, por-que se monta en la parte superior del glaciar de la pared Sur. Y quienes suben en uno de esos días diáfanos al Lanín no pueden creer que el océano Pacífi co se deje ver, como una línea azul en el horizonte. Aunque en lo inmediato sorprenden otras magnífi cas cumbres de los alrededores, como las chilenas Villarrica, Puntiagudo, Quetrupillán o Choshuenco, o la del Tronador hacia el sur.

Su silueta cónica y sus 3.776 msnm tornan irresistible la ascensión.

Charla técnica y preparativos antes de la salida.

“Recuerdo todo tipo de cumbres, cumbres con tanto viento que no podía pararme ni con todo el esfuerzo posible, o cumbres in-creíblemente apacibles, en las que hasta hemos prendido el ca-lentador para hacer unos mates, sin una gota de viento. Cumbres de amigos, abrazos y felicidad, y cumbres de clientes que lloran durante media hora… También –agrega Holzmann-, he visto a gente llegar a la cumbre sin mas energía, y tener que llevarlos de los hombros por no poder caminar al bajar, he visto cumbres multitudinarias y en soledad, de madrugada o al mediodía.”Sin embargo, la experiencia de cumbre no debe ser excluyen-te. Ni en el Lanín ni en ningún cerro, porque factores ajenos como el clima o el cuerpo que no responde correctamente pueden conducirnos en una segunda o tercera oportunidad. “A pesar de todo lo que dije, la cumbre sigue siendo el 2% de la montaña –aclara Andrés-. Nosotros tratamos de que los 3 días sean una experiencia inolvidable. La idea es que estén seguros y que puedan disfrutar cada paso. La cumbre es importante y eso intentamos, pero ¡no es fundamental!”

Un dato a tener en cuenta es que las principales salidas guiadas, de tres días, con-templan en promedio un sólo intento de cumbre por expedición, excepto un arre-glo previo distinto. Un hecho cultural interesante sobre el Lanín es que las creencias de los mapuches -pueblo originario disperso en todos los alrededores del volcán- son contrapuestas con la forma de ver de los montañistas. Y el signifi cado del término Lanín ayuda a comprender esa cosmovisión. Si bien la etimología más popularizada de Lanín es “muerto de un atracón”, la que veremos en folletos de promoción, etc; el célebre explorador salesiano Alberto M. De Agostini -que visitó la zona en 1949- recogió otro signifi cado para Lanín, muy curioso y poco difundido. Dijo: “… el nombre Lanín que hoy lleva, es la corrupción de la palabra araucana Lanlil, compuesta de lan (muerte) y lil (roca, peñasco), lo que signifi caría roca o peñasco de la muerte, pues, creían los indígenas que allí tuviese su morada algún espíritu maligno capaz de causar la muerte… no atreviéndose a acercar-se a su cumbre para no ser víctimas de algún acontecimiento funesto.”

Vista del refugio. Atrás, el lago Huechulafquen.

Para ciertos mapuches “antiguos”, en el Lanín habita el Pillán, espíritu del volcán, “que no deja que la gente vaya y se meta; entonces se enoja.” Dicen que es ca-paz de cualquier cosa, como temblar, arrojar piedras, o despedir un viento muy fuerte.

Mucho más que una cumbre.Si la cumbre del volcán ha sido esquiva, hay tiempo de disfrutar del bosque andino, o de pensar un progra-ma más relajado. Las posibilidades en el volcán no se limitan a una ascensión. La cara sur es la más rica en variantes de trekking, con recorridos maravillosos: se puede subir hasta la base bordeando el río Rucu Leu-fú, o bien trepar desde el lago Paimún para recorrer una lagunita, la Carilafquen, que el Lanín tiene en lo alto, escondida adentro del bosque.

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En la cima del Lanín sorprenden las magníficas cumbres de los alrededores, como las chilenas Villarrica, Puntiagudo, Quetrupillán o Choshuenco, o la del Tronador hacia el sur.

“Recuerdo todo tipo de cumbres, cumbres con tanto viento que no podía pararme ni con todo el esfuerzo posible, o cumbres increíblemente apacibles…Cumbres de amigos, abrazos y felicidad, y cumbres de clientes que lloran durante media hora… He visto cumbres multitudinarias y en soledad, de madrugada o al mediodía.”

Sumando un poco de exigencia, hay un as-censo a la base por el valle del Hueyeltué; y agregando complejidad, existe una travesía a campo traviesa uniendo Puerto Canoa, sobre el lago Huehulafquen al sur, con Paso Tro-men, cara norte del volcán. Aquí, y en toda la base del Lanín, lo más llamativo, sin dudas, serán las araucarias araucanas o pinos pehuén, que con sus troncos rugosos y su forma cilín-drica le dan un carácter único a la región.