entrevista con don manuel

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Nº 215 - Julio 2004 - Escenas Escenas - Nº 215 - Julio 2004 Don Manuel: "Hoy en día ser maestro se ha convertido en una profesión de alto riesgo" La Entrevista Representando una zarzuela con la Coral Levantina Santapolera 21 20 La Entrevista Manuel Martínez Monera ha puesto fin a su dilatada carrera como maestro después de casi cuatro décadas de profesión, anticipando un año su jubilación. Nacido en Redován, en el corazón de la Vega Baja, “Don Manuel” cumplirá 65 años en noviembre próximo y es un vivo ejemplo de integración en nuestra sociedad, de la que lleva disfrutando desde que llegara por primera vez a Santa Pola en el año 1.967 a impartir clases en el histórico Pósito. El Martínez Monera político Un hombre ligado a la cultura "Me he encontrado a gusto compartiendo los problemas de la gente, por eso me planteé que mi trabajo y mi vida estaban aquí" "En el Pósito la calle y la escuela iban unidas. Lo que es ahora el Ayuntamiento era el patio y las olas eran el límite de nuestro recreo" JOSÉ JUAN LÓPEZ Siempre es un placer conversar con Don Manuel, hombre moderado y con- ciliador, un libro abierto de experiencias y conocimiento profundo de la idiosin- crasia santapolera desde el punto de vista del que viene de fuera. Entrevistarle se hace fácil, casi no tengo que hacerle preguntas, más bien me veo obligado a frenarle cortésmente porque cuando se siente cómodo, su verbo fácil fluye con esa voz que Dios le ha dado. El joven Manuel estudió bachiller en Santo Domingo y magisterio en Murcia. Recién licenciado, aprobó las oposiciones en 1.965 y su primer destino provisional fue la ciudad de Ibi. En el curso 1966/67 tomó una decisión que le iba a ligar para el resto de sus días con su ciudad de adopción: eligió como destino una plaza que quedó vacante en la isla de Tabarca. -¿Qué le mueve a tomar la decisión de marcharse a Tabarca, teniendo en cuenta las enormes dificultades de comunicación que había en la isla en los años sesenta? -Yo sabía que lo de Tabarca era provisio- nal, me apetecía estar un año disfrutando de independencia y conociendo la vida del pescador, de la gente del mar, y Tabarca me ofrecía l a posibilidad de poder vivirlo. Fue un año maravilloso, me metí en la vida de la gente, gente muy sencilla, muy noble, me lo pasé muy bien e hice buenos amigos que he conservado toda la vida. -Aquella experiencia duró unos me- ses, pero ahí ya sembró una semilla que poco después daría sus frutos. -Sí, luego me mandaron a Bigastro, porque la plaza de Tabarca no era mía, y en el curso 67/68 ya me vine a Santa Pola a sustituir a Don Eugenio, y todos mis inicios pedagógicos y de profesor fueron en el Pósito, una escuela que per- tenecía al Instituto Social de la Marina y cuya gestión era responsabilidad de la Cofradía de Pescadores. Allí estuve con Don Rafael, Don Ángel, Doña Victoria, Doña Vicentina, D. Pascual Antonio, Dña. Ampa- ro y D. Garnero, que eran los maestros del pueblo de toda la vida. Trabajá- bamos como un pequeño equipo con doscientos alumnos como máximo, la calle y la escuela iban unidas. Lo que es ahora el Ayuntamiento era el patio y las olas eran el límite de nuestro recreo. A los ocho o nueve años falleció Rafael y tomé la dirección del Pósito. Por aquellos años compaginaba la actividad escolar con la enseñanza del ba- chillerato. Dado que en Santa Pola no había ningún centro oficial de Bachiller, junto con Garnero y los hermanos D. Francisco y D. Antonio, sacerdotes vicarios de la parroquia, fun- damos la Academia Virgen del Mar en los salones parroquiales. Allí preparamos a muchos estudiantes del pueblo que presentábamos como alumnos libres en los institutos de Almoradí y Alicante. Recordando aquel tiempo, me llena de alegría saber que muchos de los que pasaron por aquella academia hoy son buenos ciudadanos y ocupan cargos destacados en nuestra sociedad. -¿Cómo acabó la etapa en el Pósito? -Ahí estuvimos hasta que un Real Decreto eliminó este tipo de escuelas en el año 78 y de ahí pasamos todos a formar parte del claustro de un colegio nuevo que se llamó Cervantes. -Imagino que el cambio del Pósito al Cervantes debió ser muy importante dada la gran diferencia de dimensión y medios existente entre un centro y otro… -Cervantes era un colegio nuevo, mucho más grande, con un claustro inmenso, y yo siempre eché un poco de menos la familiaridad y el sistema de trabajo que teníamos en el Pósito. El cambio fue total, la cosa era mucho más formal e impersonal, éramos veintitantos profesores. Teníamos más posibilidades al contar con más medios, una cosa compensaba a la otra. También la forma de trabajar y hacer pedagogía era distinta, se quería infundir el concepto de trabajador de la enseñanza más que el de educador. El colegio tenía laborato- rio, campos de deportes, una biblioteca inmensa, una sala de talleres múltiples, videos, proyectores… Más tarde se introdujo el comedor, que era algo in- concebible tiempo atrás, pensábamos que era algo más propio de internados o colegios privados. -Y tras unos años en este centro, del que fue director, llegó la oportunidad del Portus. -Cervantes fue progresando, es uno de los colegios que ha creado estilo. Ahí estuvimos hasta que, al aumentar la po- blación escolar, se creó el Portus como desglose de Cervantes. Entonces los que habíamos estado en Orientación Maríti- ma, que teníamos el mono de trabajar en equipo, nos bajamos: Garnero, Victoria, Vicentina, Amparo… El único que queda en activo de ese grupo es Pepe Escalada, el resto ya estamos jubilados. Volvimos a revivir el ambiente de equipo y creamos un colegio Portus con estilo propio. -¿Después de casi cuarenta años de profesión, se siente plenamente satisfecho? -Lo dije el día de mi jubilación a mis compañeros: considero que he sido un hombre afortunado en la enseñanza, comprendo que otros no lo sientan igual porque no han encontrado equi- pos como con los que yo he contado, o no han tenido la suerte de encontrar familias como me pasó a mi, con las que he podido dialogar, que me han tratado estupendamente, incluso venían a pedirme consejo a nivel de amigo. -Eso debe ser una mezcla de suerte y de talante… -Yo no entro ahí, nadie puede ser juez en causa propia. Sí que diría que me he encontrado a gusto compartiendo los problemas de la gente, por eso me planteé que mi trabajo y mi vida estaban aquí, y ya formaba parte de la sociedad santapolera, sin renunciar a los lazos fa- miliares y de mi pueblo. Los que somos funcionarios, lo tenemos que aceptar con todas las consecuencias, porque si no, estás siempre entre dos aguas y no eres ni de aquí, ni de allí. -Con la perspectiva que da el paso de los años, ¿cómo recuerda la Santa Pola que conoció en aquellos tiempos? -Uffffff! Recuerdo desde ver la vaca sentado arriba de la muralla del Casti- llo, unas playas abiertas en las que el turismo empezaba a impresionarte, las costumbres nuevas que traían, la gente en bikini expuesta al sol, un top-less que parecía una cosa nórdica, hasta ser pioneros del turismo por nuestra parte. Y a nivel pedagógico también he vivido -Usted se ha distinguido por participar en la vida socio-cultural de Santa Pola. -Siempre me he sentido a gusto participando en actividades culturales. Con la gente joven creamos el Club Isomar, que dependía del Instituto Social de la Marina, y había muy buena gente que hoy forma parte im- portante de la sociedad santapolera, a los que enseñábamos a utilizar el tiempo libre y a repasar un poco el que tenía problemas escolares. De ahí surgieron varias obras de teatro y talle- res de tiempo libre. Luego pasamos a las actividades del pueblo: formé parte de la comisión de fiestas cuando es- trenamos el himno, intervine en varias obras de teatro, soy socio fundador de la Coral Levantina, he sido embajador moro varios años y también estoy con la Junta Mayor de Cofradías. La verdad es que me lo paso bien, siento que soy un privilegiado y tengo como premio lo que recibo de la gente, ese afecto especialmente en un momento de mi vida muy difícil que fue cuando mi hijo mayor tuvo un accidente gravísimo, se nota el estímulo y el calor de los que de verdad te quieren, incluso de gente que tú nunca pensabas que te iban a responder de esa forma. -Como contrapunto a esta satisfac- ción que le han dado tanto su profesión como el mundillo cultural, cuando ha- blamos del Manuel Martínez Monera político, ¿le deja cierto mal sabor de boca no haber llegado a conseguir sus objetivos? -Negar la evidencia es absurdo, ¿no? La política no ha sido todo lo gratificante que yo esperaba. En la primera etapa en el Partido Socialista, en la que formé parte de la lista como independiente, pude comprobar que en el grupo hay gente muy valiosa y he gozado de su amistad y de su sabiduría política. En la segunda, un grupo de gente vino a buscarme y me convenció de que sería de gran interés para el pueblo que yo encabezara la lista del PSOE. Luego me vi cuestionado e incluso apartado, entendí que no habían sido leales conmigo, y no todos, pero sí un grupo de personas que no fueron sinceras conmigo. -Y por último, la experiencia de Units Per Santa Pola por la que tanto había apostado no obtuvo la confianza del pueblo. -El esfuerzo que hicimos con Uni- dos Por Santa Pola, que fue una oferta de distintas sensibilidades, de distintas posiciones, tampoco fue entendido por el pueblo como se merecía. El resultado no satisfizo las expectativas que tenía- mos, y las ganas y los proyectos que proponíamos, porque analizando las listas, la de UPSP era la que presenta- ba gente más valiosa y capacitada para trabajar por el pueblo. Pero estamos en un juego democrático y, con pena, asu- mimos la realidad y a luchar desde el puesto que nos han dado. un cambio de mentalidad. Recuerdo al principio que ser maestro suponía una distinción que luego tenías que afrontar y ser consecuente con ella, había que guardar la imagen o responder a las ex- pectativas que la gente tenía de ti. Hoy día el maestro sabe que su lugar de trabajo está en la escuela, y fuera tiene derecho a hacer lo que le venga en gana, siempre respetando a los demás. La mentalidad de la sociedad también ha cambiado, an- tes lo que decía el maestro iba a misa. En estos tiempos, ha habido un fallo peda- gógico y es que se ha hablado mucho de los derechos del niño, pero nunca se ha hablado de las obligaciones, de respetar a sus compañeros, de respetar el trabajo de los profesores, de no dar escándalos y no maltratar a la comunidad en que vive. Yo creo que esto es una asignatura pendiente, se ha pasado del blanco al negro sin contar con el gris. Hoy en día ser maestro se ha convertido en una profesión de alto riesgo. -Lo que tenemos claro es que no será el jubilado al uso buscando alternativas de ocio para matar su tiempo libre. -Los ingleses, que en esto son más fríos que los latinos, únicamente tienen una palabra que es “retirado”, el que deja de trabajar se busca su jardín y se acabó. El español, más rico como lengua, tiene el “retirado” y el “jubilado”, el hombre que tiene júbilo, la alegría de haber cum- plido con su obligación y poder hacer muchas cosas. Yo no me siento retirado, ahora tengo un montón de posibilidades basadas en la cultura y la relación hu- mana. Incluso antes de jubilarme ya me matriculé en la escuela de idiomas, voy a estudiar italiano, y cuando termine este período de entrega al Ayuntamiento pien- so volver a la universidad a terminar parte de los estudios que tengo hechos, sobre todo en la parte literaria. Claustro de profesores del Pósito en 1.970: D. Rafael, Dña. Feliciana, Dña. Vicentina, Dña. Victoria, Dña. Inmaculada, D. Angel, D. Pedro y D. Manuel Don Manuel en su despacho del Portus (hoy C.P. José Garnero)

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Entrevista con Don Manuel Martínez Monera publicada en la revista Escenas en julio de 2004

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Page 1: Entrevista con Don Manuel

Nº 215 - Julio 2004 - Escenas Escenas - Nº 215 - Julio 2004

Don Manuel: "Hoy en día ser maestro se ha convertido en una profesión de alto riesgo"

La Entrevista

Representando una zarzuela con la Coral Levantina Santapolera

2120

La Entrevista

Manuel Martínez Monera ha puesto fin a su dilatada carrera como maestro después de casi cuatro décadas de profesión, anticipando un año su jubilación.

Nacido en Redován, en el corazón de la Vega Baja, “Don Manuel”

cumplirá 65 años en noviembre próximo y es un vivo ejemplo de integración en nuestra sociedad, de la que lleva disfrutando desde que llegara por primera vez a

Santa Pola en el año 1.967 a impartir clases en el histórico Pósito.

El Martínez Monera político

Un hombre ligado a la cultura

"Me he encontrado a gusto compartiendo los problemas de la gente, por eso me planteé que mi

trabajo y mi vida estaban aquí"

"En el Pósito la calle y la escuela iban unidas. Lo que es ahora el

Ayuntamiento era el patio y las olas eran el límite de nuestro recreo"

JOSÉ JUAN LÓPEZSiempre es un placer conversar con

Don Manuel, hombre moderado y con-ciliador, un libro abierto de experiencias y conocimiento profundo de la idiosin-crasia santapolera desde el punto de vista del que viene de fuera. Entrevistarle se hace fácil, casi no tengo que hacerle preguntas, más bien me veo obligado a frenarle cortésmente porque cuando se siente cómodo, su verbo fácil fluye con esa voz que Dios le ha dado.

El joven Manuel estudió bachiller en Santo Domingo y magisterio en Murcia. Recién licenciado, aprobó las oposiciones en 1.965 y su primer destino provisional fue la ciudad de Ibi. En el curso 1966/67 tomó una decisión que le iba a ligar para el resto de sus días con su ciudad de adopción: eligió como destino una plaza que quedó vacante en la isla de Tabarca.

-¿Qué le mueve a tomar la decisión de marcharse a Tabarca, teniendo en cuenta las enormes dificultades de comunicación que había en la isla en los años sesenta?

-Yo sabía que lo de Tabarca era provisio-nal, me apetecía estar un año disfrutando de independencia y conociendo la vida del pescador, de la gente del mar, y Tabarca me ofrecía l a

posibilidad de poder vivirlo. Fue un año maravilloso, me metí en la vida de la gente, gente muy sencilla, muy noble, me lo pasé muy bien e hice buenos amigos que he conservado toda la vida.

-Aquella experiencia duró unos me-ses, pero ahí ya sembró una semilla que poco después daría sus frutos.

-Sí, luego me mandaron a Bigastro, porque la plaza de Tabarca no era mía, y en el curso 67/68 ya me vine a Santa Pola a sustituir a Don Eugenio, y todos mis inicios pedagógicos y de profesor fueron en el Pósito, una escuela que per-tenecía al Instituto Social de la Marina y cuya gestión era responsabilidad de la Cofradía de Pescadores. Allí estuve con Don Rafael, Don Ángel, Doña Victoria,

Doña Vicentina, D. Pascual Antonio, Dña. Ampa-

ro y D. Garnero, que eran los

maestros del pueblo de toda la vida. Trabajá-b a m o s como un pequeño

equipo con doscientos a l u m n o s

como máximo, la calle y la escuela

iban unidas. Lo que es ahora el Ayuntamiento

era el patio y las olas eran el límite de nuestro recreo. A los ocho o nueve años falleció

Rafael y tomé la dirección del Pósito. Por aquellos

años compaginaba la actividad escolar con

la enseñanza del ba-chillerato. Dado

que en Santa Pola no había ningún centro o f ic ia l de

Bachiller, junto con Garnero y los hermanos D. Francisco y D. Antonio, sacerdotes vicarios de la parroquia, fun-damos la Academia Virgen del Mar en los salones parroquiales. Allí preparamos a muchos estudiantes del pueblo que presentábamos como alumnos libres en los institutos de Almoradí y Alicante.

Recordando aquel tiempo, me llena de alegría saber que muchos de los que pasaron por aquella academia hoy son buenos ciudadanos y ocupan cargos destacados en nuestra sociedad.

-¿Cómo acabó la etapa en el Pósito?

-Ahí estuvimos hasta que un Real Decreto eliminó este tipo de escuelas

en el año 78 y de ahí pasamos todos a formar parte del claustro de un colegio nuevo que se llamó Cervantes.

-Imagino que el cambio del Pósito al Cervantes debió ser muy importante dada la gran diferencia de dimensión y medios existente entre un centro y otro…

-Cervantes era un colegio nuevo, mucho más grande, con un claustro inmenso, y yo siempre eché un poco de menos la familiaridad y el sistema de trabajo que teníamos en el Pósito. El cambio fue total, la cosa era mucho más formal e impersonal, éramos veintitantos profesores. Teníamos más posibilidades al contar con más medios, una cosa compensaba a la otra. También la forma de trabajar y hacer pedagogía era distinta, se quería infundir el concepto de trabajador de la enseñanza más que el de educador. El colegio tenía laborato-rio, campos de deportes, una biblioteca inmensa, una sala de talleres múltiples,

videos, proyectores… Más tarde se introdujo el comedor, que era algo in-concebible tiempo atrás, pensábamos que era algo más propio de internados o colegios privados.

-Y tras unos años en este centro, del que fue director, llegó la oportunidad del Portus.

-Cervantes fue progresando, es uno de los colegios que ha creado estilo. Ahí estuvimos hasta que, al aumentar la po-blación escolar, se creó el Portus como desglose de Cervantes. Entonces los que habíamos estado en Orientación Maríti-ma, que teníamos el mono de trabajar en equipo, nos bajamos: Garnero, Victoria, Vicentina, Amparo… El único que queda en activo de ese grupo es Pepe Escalada, el resto ya estamos jubilados. Volvimos a revivir el ambiente de equipo y creamos un colegio Portus con estilo propio.

-¿Después de casi cuarenta años de profesión, se siente plenamente satisfecho?

-Lo dije el día de mi jubilación a mis compañeros: considero que he sido un hombre afortunado en la enseñanza, comprendo que otros no lo sientan igual porque no han encontrado equi-pos como con los que yo he contado, o no han tenido la suerte de encontrar familias como me pasó a mi, con las que he podido dialogar, que me han tratado estupendamente, incluso venían a pedirme consejo a nivel de amigo.

-Eso debe ser una mezcla de suerte y de talante…

-Yo no entro ahí, nadie puede ser juez en causa propia. Sí que diría que me he encontrado a gusto compartiendo los problemas de la gente, por eso me planteé que mi trabajo y mi vida estaban aquí, y ya formaba parte de la sociedad santapolera, sin renunciar a los lazos fa-miliares y de mi pueblo. Los que somos funcionarios, lo tenemos que aceptar con todas las consecuencias, porque si no, estás siempre entre dos aguas y no eres ni de aquí, ni de allí.

-Con la perspectiva que da el paso de los años, ¿cómo recuerda la Santa Pola que conoció en aquellos tiempos?

-Uffffff! Recuerdo desde ver la vaca sentado arriba de la muralla del Casti-llo, unas playas abiertas en las que el turismo empezaba a impresionarte, las costumbres nuevas que traían, la gente

en bikini expuesta al sol, un top-less que parecía una cosa nórdica, hasta ser pioneros del turismo por nuestra parte. Y a nivel pedagógico también he vivido

-Usted se ha distinguido por participar en la vida socio-cultural de Santa Pola.

-Siempre me he sentido a gusto participando en actividades culturales. Con la gente joven creamos el Club Isomar, que dependía del Instituto Social de la Marina, y había muy buena gente que hoy forma parte im-portante de la sociedad santapolera, a los que enseñábamos a utilizar el tiempo libre y a repasar un poco el que tenía problemas escolares. De ahí surgieron varias obras de teatro y talle-res de tiempo libre. Luego pasamos a las actividades del pueblo: formé parte

de la comisión de fiestas cuando es-trenamos el himno, intervine en varias obras de teatro, soy socio fundador de la Coral Levantina, he sido embajador moro varios años y también estoy con la Junta Mayor de Cofradías. La verdad es que me lo paso bien, siento que soy un privilegiado y tengo como premio lo que recibo de la gente, ese afecto especialmente en un momento de mi vida muy difícil que fue cuando mi hijo mayor tuvo un accidente gravísimo, se nota el estímulo y el calor de los que de verdad te quieren, incluso de gente que tú nunca pensabas que te iban a responder de esa forma.

-Como contrapunto a esta satisfac-ción que le han dado tanto su profesión como el mundillo cultural, cuando ha-blamos del Manuel Martínez Monera político, ¿le deja cierto mal sabor de boca no haber llegado a conseguir sus objetivos?

-Negar la evidencia es absurdo, ¿no? La política no ha sido todo lo gratificante que yo esperaba. En la primera etapa en el Partido Socialista, en la que formé parte de la lista como independiente, pude comprobar que en el grupo hay gente muy valiosa

y he gozado de su amistad y de su sabiduría política. En la segunda, un grupo de gente vino a buscarme y me convenció de que sería de gran interés para el pueblo que yo encabezara la lista del PSOE. Luego me vi cuestionado e incluso apartado, entendí que no habían sido leales conmigo, y no todos, pero sí un grupo de personas que no fueron sinceras conmigo.

-Y por último, la experiencia de Units Per Santa Pola por la que tanto había apostado no obtuvo la confianza del pueblo.

-El esfuerzo que hicimos con Uni-dos Por Santa Pola, que fue una oferta de distintas sensibilidades, de distintas posiciones, tampoco fue entendido por el pueblo como se merecía. El resultado no satisfizo las expectativas que tenía-mos, y las ganas y los proyectos que proponíamos, porque analizando las listas, la de UPSP era la que presenta-ba gente más valiosa y capacitada para trabajar por el pueblo. Pero estamos en un juego democrático y, con pena, asu-mimos la realidad y a luchar desde el puesto que nos han dado.

un cambio de mentalidad. Recuerdo al principio que ser maestro suponía una distinción que luego tenías que afrontar y ser consecuente con ella, había que

guardar la imagen o responder a las ex-pectativas que la gente tenía de ti. Hoy día el maestro sabe que su lugar de trabajo está en la escuela, y fuera tiene derecho a hacer lo que le venga en gana, siempre respetando a los demás. La mentalidad de la sociedad también ha cambiado, an-tes lo que decía el maestro iba a misa. En estos tiempos, ha habido un fallo peda-gógico y es que se ha hablado mucho de los derechos del niño, pero nunca se ha hablado de las obligaciones, de respetar a sus compañeros, de respetar el trabajo de los profesores, de no dar escándalos y no maltratar a la comunidad en que vive. Yo creo que esto es una asignatura pendiente, se ha pasado del blanco al negro sin contar con el gris. Hoy en día ser maestro se ha convertido en una profesión de alto riesgo.

-Lo que tenemos claro es que no será el jubilado al uso buscando alternativas de ocio para matar su tiempo libre.

-Los ingleses, que en esto son más fríos que los latinos, únicamente tienen una palabra que es “retirado”, el que deja de trabajar se busca su jardín y se acabó. El español, más rico como lengua, tiene el “retirado” y el “jubilado”, el hombre que tiene júbilo, la alegría de haber cum-plido con su obligación y poder hacer muchas cosas. Yo no me siento retirado, ahora tengo un montón de posibilidades basadas en la cultura y la relación hu-mana. Incluso antes de jubilarme ya me matriculé en la escuela de idiomas, voy a estudiar italiano, y cuando termine este período de entrega al Ayuntamiento pien-so volver a la universidad a terminar parte de los estudios que tengo hechos, sobre todo en la parte literaria.

Claustro de profesores del Pósito en 1.970: D. Rafael, Dña. Feliciana, Dña. Vicentina, Dña. Victoria, Dña. Inmaculada, D. Angel, D. Pedro y D. Manuel

Don Manuel en su despacho del Portus (hoy C.P. José Garnero)