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  • EL TEÓSOFO

    VOL. 137 NO.

    Editor: Sr. Tim Boyd

    NOTA: Los artículos para publicar en “The Theosophist” deben ser enviados a la Ofi cina Editorial (TPH Adyar)

    Tapa: Estatua de Gautama Buddha, cuyo día de nacimiento, iluminación y fallecimiento son celebrados como Buddha Purnims o Vaisakha Purnima, en relación de la Luna Llena del mes Indio de Vaisakha, este

    año ocurrido el 21 de Mayo.

    Órgano Ofi cial del Presidente, fundado por H. P. Blavatsky, 1879. La Sociedad Teosófi ca es responsable sólo por las noticias ofi ciales editadas en esta revista.

    201

    Auto ResponsabilidadTim Boyd

    3

    La Montaña y la Cumbre como el Sendero y su MetaWilliam Wilson Quinn

    8

    Percepción e Interpretación de la RealidadTrân-Thi-Kim-Diêu

    15

    “La Unión de los que Aman al Servicio de los que Sufren”Nancy Secrest

    20

    Plática a los PrisionerosC. Jinarajadasa

    23

  • El Teósofo2

    LA SOCIEDAD TEOSÓFICAFundada el 17 de Noviembre de 1875

    Presidente: Mr Tim Boyd Vice presidente: Dr Chittaranjan SatapathySecretary: Ms Marja Artamaa Tesorero: Mr T. S. Jambunathan

    Cuartel General: ADYAR, CHENNAI (MADRAS) 600 020, INDIAVice-President: [email protected]

    Secretary: [email protected]ía: [email protected]

    Biblioteca y Centro de Investigaciones Adyar: [email protected] de Publicaciones Teosófi cas (TPH): [email protected] - [email protected]

    Ofi cina Editorial: editorialoffi [email protected], Website: http://www.ts-adyar.org

    La Sociedad Teosófi ca está compuesta por estudiantes que pertenecen -o no- a cualquiera de las religiones existentes en el mundo. Están unidos por su aprobación a los objetivos de la Sociedad, por su deseo de deponer los antagonismos religiosos y congregar a los hombres de buena voluntad, cualquiera que sean sus opiniones religiosas y por su deseo de estudiar las verdades de las religiones y participar a los demás estudiantes los resultados de esos estudios. El vínculo que los une no es la profesión de una fe común, sino la común investigación y aspiración por la Verdad. Sostienen que la Verdad debe buscarse mediante el estudio, la refl exión, la pureza de vida, la devoción a elevados ideales. Consideran que el precio de la Verdad debe ser el resultado del esfuerzo para obtenerla y no un dogma impuesto por autoridad. Consideran que la fe debería ser el resultado del estudio o intuición interior y no su antecedente; que debe descansar sobre el conocimiento y no sobre una aseveración. Extienden su tolerancia hacia todos, aún a los intolerantes, no como privilegio que se abrogan, sino como deber que cumplen, esforzándose por disipar la ignorancia más bien que condenarla. En cada religión ven una expresión de la Sabiduría Divina, prefi riendo su estudio a su condenación y su práctica a su proselitismo. Su consigna es la Paz; su aspiración la Verdad.

    La teosofía es el cuerpo de verdades que constituye la base de todas las religiones y que no pretende posea exclusivamente una de ellas. Ofrece una fi losofía que hace la vida inteligible y demuestra que la justicia y el amor guían su evolución. Coloca a la muerte en su legítimo lugar, como un incidente que se repite en la vida sin fi n, abriendo el paso a una existencia más plena y radiante. La Teosofía restituye al mundo la Ciencia del Espíritu, enseñando al hombre que él mismo es un Espíritu y que la mente y el cuerpo son sus servidores. Ella ilumina las Escrituras y las doctrinas de las religiones, revelando su signifi cación oculta, justifi cándolas ante la razón, como siempre se han justifi cado ante los ojos de la intuición.

    Los miembros de la Sociedad Teosófi ca estudian estas verdades y los teósofos se fuerzan en vivirlas. Todo aquel que esté dispuesto a estudiar, a ser tolerante, a tener miras elevadas y a trabajar con perseverancia, será bienvenido como miembro y dependerá del mismo miembro llegar a ser un verdadero teósofo.

  • 3Junio 2016 El Teósofo

    Auto Responsabilidad

    enseñanzas de la literatura teosófi ca hablan de la responsabilidad individual que tenemos para desarrollarnos. Está expresado de una forma muy hermosa en el librito El Idilio del Loto Blanco, de Mabel Collins. Es una historia corta, de un rico signifi cado, al fi nal de la cual se describen las “Tres Verdades”. Una de estas Verdades tiene que ver con el principio de auto responsabilidad: “Cada persona es su legislador absoluto, el dispensador de gloria o desgracia para sí mismo, el que decide su vida, su recompensa y su castigo”. Está expresado con claridad y coloca la carga del esfuerzo sobre cada uno de nosotros. Pretende contrarrestar la idea de que, de alguna manera, las distintas cosas y acontecimientos que se nos presentan en la vida están determinados por alguna fuerza o algún poder, o ser, externo a nosotros. Esa idea nos debilita, incluso en nuestro acercamiento a la Divinidad.

    Cuando hablamos del principio de la Unicidad, la idea esencial es que no estamos desconectados ni separados del principio descrito como Dios, Lo Último, lo Divino, o cualquier término que prefi ramos utilizar por nuestro temperamento. El proceso que nos lleva a buscar mentalmente alguna otra cosa que determine el curso y la dirección de nuestra vida es una idea errónea. Cada uno de nosotros tiene su responsabilidad. Y es mucho más importante cuando llegamos a una etapa en la que realmente somos conscientes de nosotros mismos. En realidad es sólo en ese momento cuando somos capaces de escoger genuinamente. Antes de eso, simplemente estamos reaccionando a las circunstancias que nos rodean en la vida y en la Naturaleza. Con la llegada de la concienciación, podemos realmente escoger por primera vez. Es la etapa en la que todos nos encontramos a nosotros mismos.

    Uno de los hechos de nuestro ser es que encontramos en nuestro interior tendencias hacia la grandeza que surgen de la semilla divina plantada

    dentro de cada uno de nosotros. Tenemos esas tendencias, y cuando las vemos exhibidas en otros de nuestro entorno, respondemos a ellas. Cuando oímos las palabras, las enseñanzas y las historias de la vida de los Grandes Seres que han vivido entre nosotros, respondemos con todo el corazón. De forma similar, tenemos todas las tendencias “negativas” también en nuestro interior. Cuando miramos a alguien que tal vez no esté viviendo al máximo, se suele decir: “Si no fuera por la gracia de Dios, ahí estaría yo”. Necesitamos reconocer que cada uno de nosotros tiene tendencias y posibilidades de grandeza, pero al mismo tiempo tenemos tendencias que podrían alejarnos mucho de esa dirección.

    Cuando hacemos un jardín, deseamos obtener frutos maravillosos o fl ores hermosas. Por más cuidado que tengamos, siempre encontraremos la presencia de plantas que no deseamos, las malas hierbas que, si se descuidan, crecerán y asfi xiarán las plantas que deseamos recoger. Una parte importante del cultivo del jardín implica ir arrancando continuamente esas malas hierbas. Algunas personas se limitan a cortar la parte de la mala hierba que sobresale del suelo creyendo que la mala hierba ha desaparecido. Pero la raíz sigue allí debajo de la superfi cie. Claro que volverá a crecer y lo hará incluso con más fuerza. Algunas clases de malas hierbas se pueden arrancar de raíz, pero si queda el más pequeño fragmento de esa raíz en el suelo, esa planta volverá a salir. Dentro de nosotros hay un proceso de cultivo que es similar a la atención que se le presta al jardín, excepto que éste es el jardín de nuestro corazón y nuestra mente. Son muy pocas las personas que, a lo largo de sus numerosas vidas de auto disciplina y atención a estas cosas, estén totalmente fuera del alcance de las tentaciones que nos desvían del camino.

    Hay semillas plantadas en el desierto en un ambiente en el que las condiciones no les ofrecen

  • VOL. 137.94 El Teósofo

    ninguna posibilidad de crecer. Algunas de esas semillas seguirán latentes hasta que aparezca la combinación exacta de las condiciones adecuadas. Puede que pasen años, pero cuando llegue la combinación adecuada de sol, lluvia y humedad, de repente aquella tierra yerma y sin vida se llenará de fl ores, porque se habrán dado las condiciones que permiten el crecimiento de las semillas.

    En épocas anteriores, las condiciones que fomentaban todo tipo de conductas de distracción estaban reguladas por la infl uencia de las comunidades en las que vivíamos y las culturas que nos rodeaban. Cada cultura fomenta y desaprueba ciertos valores y comportamientos. A lo largo de la historia, esto ha llevado al fl orecimiento de un tipo de mente determinada en un lugar y de algo totalmente distinto en otro. Una de las condiciones de la vida de nuestro tiempo es que ahora estamos expuestos a toda una serie de infl uencias que habrían sido imposibles previamente. En las ciudades de todo el mundo se encuentran interactuando gente de culturas muy distintas, junto con sus tradiciones, costumbres e ideas, muchas veces de formas confl ictivas y confusas. Más allá de la atmósfera física, todos compartimos la atmósfera del pensamiento.

    Los pensamientos poderosos infl uyen sobre las personas allí donde se encuentren. Vemos ejemplos de ello en la historia de los inventos como el aeroplano. A los hermanos Wright en los Estados Unidos se les acredita ese invento porque el suyo fue el primer avión que despegó y permaneció en el aire. En los meses siguientes a ese hecho, en otras partes del mundo, los aviones empezaron a volar. Cuando yo estaba en el instituto, recuerdo haber leído sobre la teoría de que el cuerpo humano era incapaz de correr una milla en menos de cuatro minutos. Algunos atletas se habían acercado a los cuatro minutos, pero los mejores atletas del mundo no podían romper ese récord. Un día un hombre llamado Roger Bannister corrió la carrera de una milla en menos de cuatro minutos. Rompió una barrera que parecía imposible para la constitución humana. Al cabo de poco tiempo las millas en menos de cuatro minutos fueron lo normal para corredores de élite.

    Nosotros tenemos la difi cultad de que tendemos a no ser conscientes de nuestro entorno más amplio. Hay una expresión que dice: “Nadie sabe quién es el que descubrió por vez primera el

    agua. Lo que sí sabemos es que no fue un pez”. Estamos continuamente bañándonos en un océano de infl uencias mentales en todo momento. La idea de auto responsabilidad implica ser primero consciente y después responsable.

    En nuestra época estamos expuestos a infl uencias que eran imposibles en épocas pasadas. El fenómeno global de Internet es una poderosa infl uencia. Cada año todas las secciones de la Sociedad Teosófi ca (ST) envían a Adyar un informe de sus actividades. Hace unos años, al escribir el informe de la Sección americana, comenté la infl uencia que tiene Internet y la manera en la que se ha convertido en un interés importante de nuestros esfuerzos. Recuerdo que alguien me dijo: “Bueno, usted es americano, y en América todo el mundo puede comprarse un ordenador. Por eso puede que Internet sea importante para su país, pero esta idea general de Internet no es algo para todo el mundo”. Al año siguiente, al escribir el informe, me di cuenta de que ahora están usando Internet un billón más de personas que el año anterior, y la mayoría son de países considerados tercermundistas. Entonces, este entorno global de infl uencias que traen mucho distraimiento, o incluso son negativas, van entrando en las casa de pequeños pueblos de Méjico, de ciudades importantes del Brasil, de la India y de EEUU. Nos guste o no, todo el mundo está expuesto a ello.

    Las condiciones favorables para algunas de estas semillas que nos distraen de llevar una vida con propósito, se alimentan de formas variadas e invisibles y tal vez incluso contra nuestra voluntad. Una parte de auto responsabilidad es que hacemos elecciones sobre aquello a lo que estamos expuestos. Pero todo el mundo no funciona a ese nivel. Así que ahora vemos cosas horribles que están ocurriendo a nuestro alrededor.

    En el mundo periodístico de los Estados Unidos hay un dicho que afi rma “si sangra, atrae”. Es decir, si algo es sangriento y está relacionado con el sufrimiento, aparece en primera página, porque atrae la atención. La gente utilizará su dinero ganado con esfuerzo para comprar ese periódico y leerlo. Desarrollarán pensamientos e imágenes sobre esos sucesos trágicos y se enfadarán o tendrán miedo pensando en la mente de las personas que cometieron esos delitos. Los hechos positivos e inspiradores se retransmiten con menos frecuencia. Cuando se comete algún acto horrendo en algún país, un nuevo nivel de

    Auto Responsabilidad

  • 5Junio 2016 El Teósofo

    atrocidad que tal vez nadie había considerado previamente, al cabo de poco tiempo se repite lo mismo en otras partes del mundo. La exhibición que se está haciendo de un nivel muy bajo de pensamiento nos exige cierta responsabilidad cuando alimentamos nuestra mente. La expresión de que “eres lo que comes” no sólo se aplica a la comida, sino también a nuestros pensamientos y a los tipos de emociones que nos permitimos intensifi car. Estamos continuamente alimentándonos a todos los niveles, pero no necesariamente de forma consciente.

    Hacia el año 2050 se estima que un 80% de la población del planeta vivirá en ciudades. Claramente hay temas con los que tendremos que enfrentarnos a nivel material y también espiritual, respecto a ese tipo de concentración. En las Cartas de los Maestros leemos la expresión que dice que cada persona está continuamente “poblando (su) corriente en el espacio” con la progenie de sus pensamientos. En cada momento estamos mandando nuestra infl uencia al océano compartido del pensamiento. Podríamos preguntar ¿cuáles son las infl uencias que se están reforzando en esos crecientes centros urbanos?

    Probablemente la más importante de las Cartas de los Maestros sea la llamada “Carta del MahaChohan”. Una frase crucial de esa carta es la que dice que el esquema universal de la vida humana se ha convertido en “la lucha por la vida”. En todas partes la gente lucha por la vida que cree que debería estar viviendo. La calidad del pensamiento que fl uye de tantas personas está teñida de frustración, de ira, e incluso de desespero por estar tan lejos de las necesidades más básicas, además de muy potentes deseos consumistas. Ésta es la atmósfera del pensamiento que se está concentrando en esos lugares donde vive ahora la mayor parte de la población mundial.

    Esta característica de la vida contemporánea defi ne un trabajo y proporciona una oportunidad para quienes seamos lo sufi cientemente conscientes. Existe una infl uencia que debe ser contrarrestada. La auto responsabilidad, si se ejerce adecuadamente, empieza por decidir ponernos en contacto con ciertos pensamientos. La teosofía promociona una cierta cultura de la mente que conduce a la grandeza del pensar. Cuando eso se transmite al comportamiento real que exhibimos en nuestra vida, entonces tiene un mayor alcance. Lo superior siempre supera a lo inferior.

    Para muchos existe la idea predominante de que el verdadero cambio en el mundo es difícil o imposible. Incluso los practicantes espirituales pueden encontrarse paralizados y preguntar “¿Qué puedo hacer?”. Las fuerzas que están ahí fuera y que se oponen a estos cambios ascendentes son tan enormes, la ignorancia que nos rodea es tan profunda, ¿qué puedo hacer yo como una persona pequeñita en un grupo pequeñito? La Sociedad Teosófi ca mundial tiene unos 26.500 miembros. En un planeta con más de siete billones de personas, dicen que ése es un número muy pequeño. Por otra parte, J. Krishnamurti, un hombre que, a todos los efectos, había situado su conciencia a un nivel muy superior, comentó una vez que conque sólo hubiera diez personas en el mundo que compartieran su mismo nivel de conciencia, el mundo quedaría transformado. ¡Imaginad lo que podrían hacer 26.500!

    La razón de la insistencia en la aplicación de estos principios es que, por sí mismo, el conocimiento no es sufi ciente. Es solamente cuando estos principios se activan dentro de nosotros que la transformación a nivel personal, y la transformación de la humanidad, resulta posible. En una habitación oscura, el hecho de disipar la oscuridad no es algo que se consiga con un gran esfuerzo o con un acto de la voluntad, sino encendiendo una luz. En presencia de la luz no hace falta ningún esfuerzo para disipar la oscuridad. Nuestros esfuerzos tienen que ir dirigidos a eliminar las barreras internas contra esa luz.

    La iluminación que es posible a través de una concienciación que nos dirija hacia las opciones adecuadas para nuestro desarrollo es lo que se encuentra detrás del principio de auto responsabilidad. En nuestra vida personal decidimos opciones a cada momento. Elegimos aferrarnos y cobijar pensamientos de resentimiento hacia otros por cosas que nos han hecho. En algún momento de la vida a todo el mundo se le ha hecho algo, pero no todo el mundo lo conserva durante toda la vida.

    El hecho de que nos hayan herido, faltado al respeto o menospreciado no es algo que debería distraer nuestra mente ni mantenerla esclavizada. Hay una expresión sobre el perdón: “La falta de disposición para el perdón es como un veneno que tomamos nosotros esperando que perjudique a la otra persona”. Pero simplemente eso no funciona. Ésta es una parte de la concienciación

    Auto Responsabilidad

  • VOL. 137.96 El Teósofo

    que puede alentar un sentido más profundo de auto responsabilidad dentro de todos nosotros.

    Preguntas y Respuestas.1.P: Aunque hayamos seguido el proceso

    para liberarnos de los sentimientos de ofensa y hayamos perdonado a la otra persona, ¿cuál es el benefi cio si la otra persona no experimenta ningún cambio?

    1.R: Tal vez ésa no sea la pregunta correcta. El proceso del perdón no se hace por la otra persona. La idea es que cada sentimiento de resentimiento o de ofensa que llevamos con nosotros es como una piedra que nos ponemos en el bolsillo. Si llevamos las sufi cientes piedras, llegará el momento en que no podremos movernos. El perdón genuino es sobre nosotros mismos. Independientemente de lo que podemos tratar de hacer a los demás, yo no puedo controlar el estado interno de su mente. Hay grandes personas que han sido encarceladas, incluso torturadas durante años, en un intento por obligarlas a cambiar o a alejarse de sus convicciones internas. Muchos han muerto sin cambiar sus convicciones, independientemente del nivel de maltrato.

    No podemos forzar el comportamiento ni el pensamiento de otro; lo que podemos hacer es desaferrarnos de nuestro apego con algún incidente que nos haya causado dolor. Muchas veces creemos habernos liberado de un sentimiento de ofensa, pero cuando vemos a la otra persona y nos volvemos a sentir maltratados, surge el mismo sentimiento. Y nos hacemos la pregunta: “¿Por qué tengo que hacer el esfuerzo de perdonar cuando la otra persona va a seguir maltratándome?” Pero auto responsabilidad signifi ca que asumimos la responsabilidad de cultivar nuestro propio entorno interno. Igual que haría un buen jardinero, intentamos proteger nuestro jardín de las infl uencias dañinas. Y si hacemos eso, el jardín va creciendo.

    A medida que se refuerza nuestra práctica, vamos encontrando y conectando con otras personas que están implicadas en el mismo proceso. Una de las características de cualquier cambio importante en el mundo es que sólo se ha producido como resultado de unos cuantosindividuos interesados y comprometidos. El Movimiento Teosófi co de 1875 fue básicamente gracias a Blavatsky, Olcott y pocos más. Cuando somos capaces de conectarnos con los potenciales más profundos de nuestro ser, el poder generado

    desde esos niveles supera con mucho las fuerzas externas. Nuestro trabajo consiste en dejar el paso sufi cientemente claro para que esos potenciales se puedan expresar a través nuestro. El hecho de arrastrar resentimientos, iras, odios, temores etc., interfi ere con esa libre corriente.

    (Preguntas inaudibles a partir de este momento)

    2. R: Todo lo que hacemos alimenta la atmósfera común que compartimos. Queremos limitar nuestros efectos nocivos y aumentar nuestros efectos positivos, pero al mismo tiempo hemos de reconocer que en la condición subdesarrollada en la que nos encontramos la mayoría, nuestros pensamientos no tienen mucha fuerza. Los resentimientos mezquinos a los que nos aferramos se vierten en la atmósfera compartida y cambian muy ligeramente la consistencia de ese medio. A nivel puramente personal, nuestros pensamientos, frustraciones, irritaciones, gustos y aversiones afectan poco. Lo que es muy poderoso es cuando seis o siete billones de personas actúan de esa misma manera. Cada pequeña gota cargada de una emoción se une a las otras creando una inundación poderosa que nos afecta a todos. Y es aquí donde hemos de reconocer nuestra contribución y hacer lo que sea necesario para mejorarlo. No tendremos siempre un éxito inmediato. De hecho, el éxito raramente será inmediato -que es la razón por la que asumimos el principio de auto responsabilidad con una visión a largo plazo.

    Una de las cosas bellas que tienen las enseñanzas teosófi cas es que no están enfocadas solamente en el breve espacio de una vida. La perspectiva es que este ciclo de nacimiento, vida y muerte se ha repetido muchas veces y que en el curso de esas repeticiones nos ha permitido desarrollar ciertas capacidades. Así pues, si empezamos en este momento, en cuanto termine nuestra vida probablemente no estaremos iluminados, pero habremos tenido unas experiencias espirituales signifi cativas y habremos desarrollado cualidades sobre las que podremos construir en vidas futuras. Ningún acto que hagamos será insignifi cante. No hay ningún rumbo que nos fi jemos que no vaya a tener unos resultados defi nidos, o bien ahora o en alguna vida futura, pero tendrá resultados ahora porque, igual que la irritación penetra en la atmósfera compartida, también lo hace el positivismo.

    3.R: Una de las condiciones de la familia

    Auto Responsabilidad

  • 7Junio 2016 El Teósofo

    humana es que todos estamos funcionando a distintos niveles. Se parece mucho a una escuela en la que se encuentran múltiples niveles de actividad y comprensión. Unos pocos hacen de profesores de todos ellos. El interés de un estudiante universitario que hace un curso de astrofísica sería distinto al del niño que aprende a leer y escribir. En un momento dado ese niño ascenderá o incluso superará el estado del estudiante universitario, pero ahora mismo es un desarrollo desigual el que encontramos en la familia humana. No es realista esperar que nosotros, estudiantes jóvenes de la escuela de la vida, nos comportemos a los niveles superiores. Ciertos niveles de comprensión se hallan en un futuro que, para la mayoría de nosotros, se encuentra distante de este momento. Por esto, en parte, era tan urgente reintroducir las enseñanzas teosófi cas en el mundo.

    4.R: El que hizo la pregunta utilizó la analogía de un puente al hablar del “sendero”. Está en la naturaleza del ser humano que haya un puente, una conciencia unifi cadora, entre el mundo espiritual y el material. El problema para nosotros es que, para cruzar ese puente desde nuestra conciencia normal con un enfoque material hasta nuestras potenciales espirituales más profundas, hay que pagar un peaje. No vais a cruzar sólo porque queréis ir de picnic al otro lado. Algunas personas desean vagamente estar más centradas o ser espirituales, pero sienten que

    el peaje es demasiado alto; simplemente no están dispuestas a pagar el precio, o su necesidad no es sufi cientemente fuerte. Las experiencias del lado material todavía parecen sufi cientes. Antes o después le llega necesariamente a cada uno el momento en que las satisfacciones de la vida material ya no son sufi cientes. Cuando llega ese momento, necesitamos hacer el viaje. Siguiendo con la analogía del puente, es en ese momento cuando ahorramos nuestro dinero y nuestras energías y no las disipamos. Concentramos nuestras energías y ejercitamos nuestra voluntad para poder pagar el peaje.

    En la Biblia, muchas de las enseñanzas más profundas que nos dio Jesús se enseñaron en parábolas. Les decía a sus discípulos que las cosas que el enseñaba a los demás las daba en parábolas pero a los más cercanos les hablaba abiertamente. Una de las parábolas que dio era la del hombre que comerciaba con joyas. En un momento dado encontró una joya muy preciosa “una perla de gran precio”. Como tenía mucho entreno, era consciente del valor de lo que había encontrado. Y su respuesta fue coger todas las otras joyas que había acumulado y venderlas para poder comprar aquella joya tan valiosa, esa semilla divina que encontramos plantada dentro de nosotros. Cuando somos conscientes de ella y reconocemos su valor, entonces actuamos en consecuencia. Hasta entonces, habrá muchas otras cosas de menos valor que nos captarán la atención. ²

    Auto Responsabilidad

    El tema de esta Convención es el “Sendero Espiritual” por el cual el ser humano puede trascenderse a sí mismo y entrar en una dimensión superior y superhumana. Los tres Objetivos, fi jémonos, tienen esto como tendencia de fondo:

    • La Fraternidad Universal, insistiendo en la palabra “universal”, requiere quitar los condicionamientos de la mente; • El Segundo Objetivo nos dice que amemos la verdad y que la vivamos; y,• El Tercer Objetivo nos enseña a no contentarnos con las apariencias, sino a descubrir lo desconocido que hay en el universo y en nosotros mismos.

    Radha Burnier126º Convención Anual de la Sociedad Teosófi ca

    Adyar, 26 de Diciembre de 2001.

  • VOL. 137.98 El Teósofo

    La Montaña y la Cumbrecomo el Sendero y su Meta

    El Dr. William Wilson Quinn es miembro de la ST en América desde mucho tiempo, habiendo servido como su Editor de su revista y Editor Asociado de la TPH (Wheaton). Tiene título de Grado de Humanidades y Teología.

    “En realidad, en ninguna parte de la naturale-za física existe un abismo entre montañas tan desesperadamente infranqueable y obstructivo para el viajero, como este abismo espiritual que les mantiene lejos de mí".

    M. Morya citando a KH1

    La película Everest, estrenada en septiembre de 2015, es un drama aventura en gran escala que ha recibido merecidos aplausos de la crítica desde su estreno. Figuran estrellas internacionales del cine como Jake Gyllenhaal y Keira Knightley, en-tre otros, la película está basada en una historia verdadera y representa sucesos reales del desastre del Monte Everest en mayo de 1996. La historia se concentra en los intentos de dos grupos expe-dicionarios separados de escaladores, por sobre-vivir a una ventisca mortal. Varios de ellos esta-ban en lo alto de la montaña, cerca de la cumbre, cuando la ventisca los golpeó inesperadamente; sus vientos, con la fuerza de un vendaval, arro-jaron nieve y hielo contra los escaladores como escombros explosivos. Ocho escaladores, atrapa-dos en la ventisca, murieron en el Monte Everest durante ese trágico suceso. Hasta ese momento, no había habido un día tan mortífero en la historia del Monte Everest. Pero ese lamentable registro histórico del único día, fue seguidamente supera-do por la muerte de dieciséis escaladores (guías sherpas) en la avalancha de hielo del Monte Ever-est en 2014, y luego, por la fatalidad de veintidós escaladores ocurrida durante las múltiples avalan-chas causadas por el gran terremoto de abril de 2015 en Nepal.

    Películas y libros que relatan tales historias apuntan al hecho de que existe y siempre ha exis-

    tido, una fascinación en la psiquis colectiva de la humanidad, que pertenece a la difi cultad y riesgos asociados con el ascenso a la cumbre de una mon-taña y las recompensas que recibe el escalador exitoso. Esta relación natural entre (i) montaña/cumbre y (ii) ascenso, también sustenta la natu-ralidad con la cual el símil del arduo desafío de la ascensión a la cumbre de una montaña se com-para con otros esfuerzos humanos. Esta relación, afi rmada alternativamente, puede compararse con otros esfuerzos humanos por virtud de su absoluta claridad y simple comprensión. Uno de esos es-fuerzos humanos es hollar el sendero espiritual en general o en una parte de nuestra vida, y la difi cul-tad de alcanzar la cima – su cumbre -de la verdad espiritual. Uno puede, en realidad, crear un argu-mento persuasivo de que la difi cultad y dureza del trabajo de una persona que alcanza la cumbre del ascenso espiritual de la vida, efectivamente exce-den esas del ascenso a la cumbre del Everest, y requiere aún un mayor grado de valor, disciplina y constancia.

    La MetáforaPara todos, incluyendo al avezado montañista,

    el escalar la cumbre de una montaña es agotador, difícil y a menudo peligroso, como lo confi rman las múltiples muertes en el Monte Everest desde 1996. Las leyes de la gravedad explican por qué es más agotador que caminar a lo largo de un sen-dero plano o terreno gradual. Escarpados riscos, poderosos vientos y hielo, áspera topografía (y altitud, dependiendo de la montaña en cuestión) explican por qué es similarmente más difícil y pe-ligroso. Estos hechos irrefutables son sin duda el origen del repetido uso de la montaña y su cum-

  • 9Junio 2016 El Teósofo

    bre, como metáforas apropiadas para el desafío del viaje espiritual de una persona, particularmen-te donde el propósito y la meta de ese peregrinaje espiritual son comprendidos por el viajero. Una vez que se alcanza fi nalmente la cumbre, el esca-lador experimenta una visión clara y panorámi-ca completa y de todo lo de abajo, junto con una mayor cercanía a todos los cuerpos celestes más allá del campo de la Tierra y una visión libre de obstrucciones. Así no es demasiado difícil enten-der cómo esta hazaña de alcanzar la cumbre puede estar correlacionada, ya sea con la experiencia de haber recibido una iniciación regular como che-la de un adepto, o como, habiendo llegado a ser signifi cativamente, lo que en sánscrito es referido como un jivanmukta –aquél que, mientras vive, se ha liberado fi nalmente de la rueda de la muerte y del renacimiento. Pero uno no alcanza la cumbre sin primero escalar la montaña.

    El uso de ambos, metáfora y símil, en correla-ción con el ascenso de la montaña y la cumbre para nuestro viaje espiritual, por escritores de tratados teosófi cos y esotéricos, sigue una larga tradición. Esto está estrechamente relacionado al hecho de que el fenómeno de la montaña y la cumbre, in-cluyendo su ascenso, ocurre regularmente, y con elaborado detalle en algunos casos, en los grandes mitos cosmogónicos y cosmológicos del mundo, que son inmemorables. Aunque estos mitos difi e-ren en detalles específi cos, las representaciones de la montaña y la cumbre en ellos tienden a com-partir ciertas características en común, tales como las cumbres de las montañas como el ‘hogar de los dioses’, o como frecuentemente, la sagrada in-tersección entre el cielo y la tierra. La experiencia de Moisés ascendiendo la escarpada cumbre del Monte Sinaí, por ejemplo, y presenciando allí una manifestación divina trascendental, resultó en la revelación de los Diez Mandamientos como una guía moral y espiritual para la totalidad de la hu-manidad. Los motivos de la montaña y la cumbre que aparecen en muchos de los mitos cosmogóni-cos del mundo están, además, frecuentemente re-lacionados irresolublemente a las difi cultades del ascenso, a la subida hacia esas cumbres.

    Montaña y Cumbre en la mitologíaToda la mitología antigua o tradicional es sa-

    grada. Esto es especialmente verdadero en esos mitos que pueden ser clasifi cados como cosmo-gónicos y que describen la creación y emplaza-miento del universo, el fi rmamento y nuestro

    mundo, con todos sus lugares constituyentes. Esto es importante de observar porque donde aparecen montañas y cumbres de manera destacada en tales mitos, están imbuidos de lo sagrado, que como veremos, corresponde perfectamente con el uso de metáforas de montaña-cumbre en el peregri-naje espiritual de la vida. Debido a las limitacio-nes de espacio, solo dos de muchos otros posibles ejemplos de la mitología tradicional siguen aquí, para ilustrar este punto.

    En la mitología clásica hindú, ocurren varias diferencias en la historia de la creación que de-penden de si uno mira la tradición oral sruti del ritual y doctrina védicos o la tradición oral smrti que acentúa las acciones de dioses y reyes, am-bas posteriormente transcritas y constituyendo, en gran parte los, Puranas. Sin embargo, después que el mundo fue formado, un aspecto de él cobra mucha importancia en los mitos indos, que es el emplazamiento y ubicación del Monte Meru, que comúnmente se creía era la morada de Brahma. En los mitos, Meru es una montaña en el distante norte, en relación con el subcontinente indo, que es sagrada no solamente para los hindúes, sino para los jainos y budistas también. H. P. Blavats-ky se refi ere a su condición mitológica como ‘la morada de los dioses’ 2. Al Monte Meru, confor-me a su realidad mitológica, se lo considera como el centro de todo el universo físico y metafísico, y tiene así una dimensión espiritual primordial. En testimonio de esto, los templos hindúes, jai-nos y budistas fueron construidos en siglos pasa-dos como representaciones simbólicas del Monte Meru.

    De acuerdo a la gran epopeya hindú Maha-bharata, que también deberíamos observar que contiene dentro de ella al Bhagavadgita, los cinco hijos del Rey Pandu, conocidos como los Pandavas y su esposa Draupadi, intentaron ascen-der a la cumbre del Monte Meru para alcanzar el cielo. Pero durante el ascenso Draupadi y cuatro de los hermanos cayeron muertos debido a sus karmas pecaminosos. Sólo el quinto hermano, Yu-dhishthira, debido a su pureza espiritual, escaló exitosamente la cumbre de la montaña y alcan-zó así el sagrado santuario del cielo. Tales mitos tradicionales encierran bellamente tanto las ideas de la montaña/cumbre como del espacio sagrado, y los riesgos y difi cultades de alcanzar ese espa-cio formulado intentando ascender a esta sagrada cumbre.

    Este ejemplo oriental del Monte Meru corres-

    La Montaña y la Cumbre, como el Sendero y su Meta

  • VOL. 137.910 El Teósofo

    ponde de muchas maneras al ejemplo occiden-tal del Monte Olimpo, el lugar de residencia de Zeus, adalid de los dioses griegos. En la mitología griega el Monte Olimpo era el hogar de los doce dioses del Olimpo quienes, incluyendo a Zeus, regían el antiguo mundo griego. La ladera norte del Olimpo era, además, el lugar de nacimiento de las nueve Musas y hogar de algunas de ellas. El Monte Olimpo es el sitio en que se establecen muchos mitos griegos, y de cuya ‘cima más eleva-da’, como descrita por Homero en la Ilíada, Zeus dirige a los otros dioses. A diferencia del Monte Meru, el Olimpo tiene una contraparte geográfi -ca real, que es la montaña más elevada de Grecia en Tesalia. Pero, como el Monte Meru, el Olimpo está imbuido del mismo poder consagrado de lo alto, de la cercanía y participación en lo sagrado, y también comparte el mismo simbolismo espa-cial de la trascendencia, que incluye entre otras cosas, el principio del eje vertical. A diferencia del Monte Meru, ascender el Olimpo estaba prohibi-do a los mortales, que no se permitían allí. Sin embargo, cualquier mortal que desafi ando esta regla, triunfaba en conseguir el difícil ascenso a las cumbres del Olimpo, tales como Cástor y Pó-lux, llegaba a ser espiritualmente consagrado y/o alcanzaban la condición de dioses o semidioses, como los que escalaron el Monte Meru.

    En resumen, los grandes mitos cosmogóni-cos sagrados del mundo que muestran íconos de montaña y cumbre como representaciones de los principios de centro, trascendencia y jerarquía vertical o espiritual, son la base inmemorable para uso de escritores posteriores de la metáfo-ra que equipara el ascenso de estas cumbres con los desafíos de un peregrinaje espiritual en la vida de una persona. Así, cuáles son estos retos y sus grados de difi cultad y de sufrimiento, serán ahora nuestro punto central.

    El Difícil Ascenso a la Cumbre de la VerdadAntes de volver toda nuestra atención a la

    esencia de este debate, se le pide al lector que recuerde dos características signifi cativas en la plática del viaje espiritual, para proporcionar más claridad al examinar nuevamente la metáfora de ascender la cumbre de una montaña con escalar la cumbre de la verdad, de la realización espiritual, en nuestro peregrinaje espiritual a través de esta encarnación. La primera de estas características es el uso de la Persona Interna y la Persona Externa y la diferente entre ambas, principio que puede

    ser alternadamente referido como nuestro Yo Su-perior y Yo Inferior. Tales términos se usaron a través del tiempo para expresar este concepto en las sagradas escrituras y comentarios, y encontra-ron quizás su máxima expresión en el Occidente con Tomás de Aquino, quien observó ‘in homine duo sunt’3 (‘en el hombre hay dos’). La expresión de Aquino refl eja igualmente no solo la esencia de la doctrina Platónica, sino de las doctrinas bu-dista e hindú de los dos yoes, mortal e inmortal, que residen juntos en una persona. Como los que están familiarizados con el conjunto de las ense-ñanzas esotéricas que tratan con los vehículos o ‘envolturas’ humanas (en sánscrito: kosa-s) que comprenden el ‘cuaternario inferior’ y la ‘tríada superior’, deberían entender que la bifurcación de la Persona Externa e Interna es una reducción de la realidad múltiple y compleja de estas dos partes de una persona. Esta reducción es una herramien-ta muy útil de referencia al tratar los temas más amplios del desarrollo espiritual donde estos ve-hículos o envolturas no son el tema específi co del debate. Debería observarse aquí que HPB usó en sus escritos exactamente estos términos: Persona Interna y Externa, reiteradamente, por esta razón.

    La segunda característica que se le pide al lec-tor que recuerde o que observe, es lo que en la doctrina budista tradicional es llamado el ‘cami-no del Bodhisattva’, y como vimutti (‘liberación’ del samsara) y entrada al nirvana. Los narradores frecuentemente atribuyen estos diferentes énfasis o metas, respectivamente, a las escuelas o divi-siones del budismo, Mahayana (incluyendo Va-jrayana) y Theravada, pero de ninguna manera son absolutas. En la primera de estas, el ideal del Bodhisattva, uno cuya Persona Interna conquista al fi nal a la Externa y alcanza así el derecho de entrar al nirvana, sacrifi ca expresamente esa re-compensa para permanecer encarnado y ayudar a otros hasta que todos los seres conscientes hayan alcanzado la misma meta. En la segunda de estas, algunas veces referida como el ideal pratyeka-buddha, uno quien alcanza vimutti, y por lo tanto está libre de la rueda de muerte y renacimiento, entra al nirvâna y ya no tiene una presencia activa en el mundo material. Entre todas las tradiciones espirituales del mundo, las escrituras y doctrina budista proporcionan la más clara distinción entre estas dos opciones para quienes alcanzan la libe-ración de la rueda de la muerte y renacimiento.

    Volviendo ahora al tema central en cuestión, preguntamos: ¿Cómo y en qué medida la metáfo-

    La Montaña y la Cumbre, como el Sendero y su Meta

  • 11Junio 2016 El Teósofo

    ra de ascender a la cumbre de una verdadera mon-taña se correlaciona con el ascenso a la cumbre de la verdad espiritual y el riguroso sendero que debe hollarse para alcanzarla? Podemos también preguntar, ¿cómo se relaciona esta metáfora, es-pecífi camente, con las vidas diarias de quienes es-tán en este peregrinaje espiritual? Un buen lugar para comenzar a encontrar una respuesta a estas preguntas es citar a Annie Besant, segunda Presi-dente de la Sociedad Teosófi ca, en la que emplea esta metáfora de una manera única identifi cando dos caminos separados para alcanzar la cumbre. Ella escribe:

    Quien entra en el sendero probatorio se propone efectuar en un corto número de vidas lo que en centenares de ellas habrá de cumplir el hombre del mundo. Se parece a quien, anheloso de subir a la cima de una montaña, no sigue el largo camino que por su falda serpentea. Él dice: “Voy a subir direc-tamente por la ladera; no perderé tiempo en recorrer ese meandro larguísimo… Subiré a la cumbre, por muchos que sean los obstáculos. Si hay precipicios, los cruzaré; si peñascales, treparé por ellos…pero estoy resuelto a escalar la ladera” ¿Cuál será el re-sultado? Tropezará con millares de difi cultades en su camino y lo que gane en tiempo debe compen-sarlo con el esfuerzo necesario para salvarlas. Quien entra en el sendero probatorio es el hombre que es-coge el atajo para subir a la cima y desafía sobre sí todo su karma pretérito, del que debe liberarse antes de estar califi cado para la iniciación”4.

    En su versión de la metáfora de la cumbre y del ascenso de la montaña, Besant menciona una interesante y profunda diferencia entre dos enfo-ques diferentes en el ascenso a la cumbre. Aunque aquí nos sintamos tentados a hacer una compa-ración o correlación entre sus dos enfoques para ascender a la cumbre y nuestra anterior distinción entre el ideal del Bodhisattva y el ideal de pra-tyeka-buddha, los hechos no pueden apoyarlas. Hay demasiados budistas contemplativos, espiri-tualmente exaltados, en los centros de meditación de ‘la tradición del bosque’ y sanghas Theravada para permitir tal correlación, y por esta razón uno no debería deducir que esto es lo que quería decir Besant. Por consiguiente, en nuestra versión de esta metáfora, la que, cuando es completa, puede ser muy fácilmente considerada como una pará-bola, nos concentraremos únicamente en quienes toman el sendero del Bodhisattva, es decir, esos

    que desean ascender ‘directamente por la ladera de la montaña’, sin considerar sus afi liaciones re-ligiosas.

    Nuestro foco de atención en quienes siguen el camino del Bodhisattva destaca los inminentes y más grandes, o quizás ‘condensados’ rigores de quienes huellan ese sendero más corto a la cum-bre. Existe una estructura antigua y jerárquica que consta de esos pocos que de forma similar han recorrido antes este sendero más corto del Bod-hisattva y han alcanzado la cumbre de la verdad espiritual, y quienes luego, a menudo se convir-tieron en los maestros de esos actualmente com-prometidos en un ascenso directo a la cumbre. Porque ellos eligen trabajar después por la huma-nidad, y entonces necesitarán ciertas habilidades, después de sus iniciaciones iniciales y aceptación al chelado, estos escaladores se someten a un en-trenamiento considerable para dominar las fuer-zas de la Naturaleza, entre otras cosas, durante sus peregrinajes. En suma, como Besant sugiere, es-tos escaladores, a causa de su ascenso voluntaria-mente acelerado a la cima de la verdad, también deben experimentar una acelerada confrontación con su karma, cuyo resultado a menudo incluye gran sufrimiento y penurias. Quienes eligen es-calar directo hacia arriba de la montaña hasta la cumbre deben forjar sus propios caminos, y las consecuencias de las muchas decisiones difíciles que toman a lo largo de este camino desafi ante, son solamente suyas.

    Esos viajeros espirituales, metafóricamente es-caladores, quienes toman la opción de ir derecho hacia arriba de la montaña, para seguir el ideal del Bodhisattva, se enfrentan a cargas no enfrentadas por otros. Primero, el escalamiento derecho ha-cia arriba es mucho más difícil y agotador que un ascenso gradual y requiere por lo tanto un grado extraordinario de dedicación y determinación di-ferente al necesitado por otros. Segundo, el ries-go de dañarse o morir en este empinado ascenso es mucho mayor que el enfrentado por aquellos que emprenden un ascenso gradual. De hecho, un considerable sufrimiento condensado en la forma de daños metafóricos, si no la muerte, es prácti-camente ineludible en el ascenso hacia arriba de este empinado sendero. La ley de compensación (karma) dicta esta regla, porque en esta metáfo-ra solamente quienes han alcanzado un sufi ciente grado de pureza espiritual pueden tener éxito en alcanzar la cumbre. Y tal pureza espiritual ocurre por decisión y equilibrio de nuestro karma opues-

    La Montaña y la Cumbre, como el Sendero y su Meta

  • VOL. 137.912 El Teósofo

    to, al equiparar la victoria de la Persona Interna sobre la Persona Externa con una lucha agonizan-te, es decir, el ascenso directo.

    La tradición sostiene que no hay excepciones para esta ley. Esto está ilustrado con la experien-cia de Damodar Mavalankar de Bombay, quien fue uno de los colegas más queridos de HPB y H.S.Olcott, y acerca de quien pocos tuvieron algo que decir, excepto alabarlo por su lealtad y dedi-cación a estos fundadores y su misión. A comien-zos de 1885 Damodar dejó India como iniciado, para dirigirse al retiro de su maestro Koot Hoomi Lal Singh, en los Himalayas. No hubo palabras acerca del progreso de Damodar hasta que se reci-bió una nota de este adepto transcrita en una carta a Olcott en junio de 1886. La nota dice:

    El pobre muchacho (Damodar) tuvo su caída. Antes de poder estar en presencia de los ‘Maestros’ tuvo que someterse a las pruebas más severas, las que ningún neófi to haya podido jamás soportar, para re-parar todos los actos dudosos en los cuales había participado, por un celo excesivo, trayendo de este modo deshonor sobre la ciencia sagrada y sobre sus Adeptos. El sufrimiento mental y físico ha sido de-masiado grande para su débil cuerpo, cuya postra-ción es profunda, pero con el tiempo ya se repondrá. Que esto sea para todos vosotros una advertencia. Vosotros habéis creído de modo ‘más vivo que sa-bio’. Para abrir las puertas del misterio, es necesario no solamente practicar en vuestra vida una probidad absoluta, sino también aprender a distinguir lo ver-dadero de lo falso. Mucho habéis hablado del Kar-ma, pero no habéis aún comprendido bien el verda-dero signifi cado de esta doctrina”.5

    De esto podemos aprender cuan crítica es la decisión de comenzar un ascenso empinado y di-recto a la cumbre de la verdad, y por qué nunca deberíamos fracasar en estar plenamente cons-ciente de nuestro propio carácter o de hacer supo-siciones sin cuestionamientos, acerca de nuestra aptitud para avanzar. Se dice: ‘Pide y se te dará’, pero este pedido, que puede ser fácil y que inva-riablemente incita a una respuesta, siempre de-bería estar precedido por una evaluación seria y honesta de nuestra presteza para ‘recibir’ y nues-tras circunstancias actuales. Figurativamente ha-blando, la falla en evaluarnos honestamente antes de ‘pedir’ sería equivalente a empezar a escalar la cumbre del Everest sin ningún entrenamiento fí-sico o equipo necesario, una decisión con un pro-

    bable resultado trágico. Pero al mismo tiempo, no podemos permitirnos una duda excesiva o ansie-dad nerviosa para evitar la decisión de comenzar tal ascenso. Un valor fi rme es requisito absoluto para este ascenso. Y siempre y repetidamente los adeptos que se comunicaban con los jefes del mo-vimiento teosófi co de fi nes del siglo diecinueve los urgieron a intentar. Este consejo a menudo se encontraba en su correspondencia en todas las cartas con mayúsculas: INTÉNTELO.

    El éxito en completar el difícil ascenso espiri-tual y ascender a la cumbre de la verdad está, en un sentido fi gurativo, en sufrir la derrota, o ‘muer-te’, de la Persona Externa, que a menudo pelea con ferocidad para evitar este resultado. Aunque el cuerpo físico puede sobrevivir a esta muerte, el resto de la Persona Externa debe renacer com-pletamente de alguien con deseos y apegos perso-nales, con necesidades e inclinaciones emociona-les y mentales, a alguien cuyas motivaciones son completamente inegoístas y puras, y está sujeto a las directivas de la Persona Interna. Hay menos formas de ‘muerte’ que producen tal grado de su-frimiento. El difícil criterio estándar para lograr este resultado es:

    “El ayuno, la meditación, la pureza de pensamiento, palabra y obra; el silencio durante ciertos periodos de tiempo para dejar que la misma naturaleza le ha-ble al que se acerca a ella pidiendo información; el dominio de las pasiones y de los impulsos animales; al absoluto desinterés en la intención”6.

    Siguiendo estos requisitos, sufrir las acelera-das y duras vicisitudes del karma que se impo-nen al escalador espiritual que decide ascender el sendero recto de la montaña a la cumbre de la verdad no es sino otra forma de describir el pro-ceso de esta muerte de la Persona Externa. Este proceso ocurre típicamente durante el ascenso y generalmente debe completarse antes de alcanzar la cumbre.

    El escalador espiritual, al comienzo de su as-censo a la cumbre aparentemente indómita de la montaña, también debería darse cuenta de que no hay atajos fáciles a esa cumbre. Extendiendo la metáfora, uno no puede montar un animal o un ve-hículo o ser transportado en un palanquín o tomar un helicóptero. Ninguna cantidad de riqueza o in-fl uencia social o política pueden ayudar a este es-calador a alcanzar la cumbre, ni uno puede tomar el lugar de otro. Un escalador así debe usar sus

    La Montaña y la Cumbre, como el Sendero y su Meta

  • 13Junio 2016 El Teósofo

    propios pies, y hacer el difícil ascenso por sí mis-mo y solo. A lo largo del camino este escalador perderá el paso y a veces resbalará penosamente hacia atrás, cuesta abajo. Este escalador invaria-blemente sufrirá rasguños, magulladuras, huesos rotos, extremidades congeladas y gran fatiga. Pero a pesar de tales reveses y lesiones, el esca-lador debe sin embargo mantenerse ascendiendo si quiere alcanzar la meta. En el camino, los pies del escalador deben fi nalmente ser ‘lavados en la sangre del corazón’ que fl uye de una herida en el corazón hecha por la penetrante lanza del sacrifi -cio, el sacrifi cio del mundo de la Persona Externa a la Persona Interna más elevada y noble.

    Ciertos aspirantes pueden al menos haber llegado a un punto en sus largos peregrinajes espirituales donde es el momento de decidir em-prender tal ascenso extremo a la cumbre. En este punto ellos consideran escoger seguir el camino del Bodhisattva y de dedicar activamente el gran esfuerzo que acarrea esta opción con dedicación completa. Esta elección es la decisión de intentar. Al principio pueden luchar poderosamente con el peso de esta decisión, ya que las consecuencias involucradas son generalmente formidables. Para los escaladores que viven en la población en gene-ral, los efectos de esta decisión en sus vidas pue-den ser radicales y pueden, como un primer paso, incluir la entrada o reubicación en un monasterio, ashram u otras comunidades espirituales.

    Además, por su propia supervivencia, la Per-sona Externa trabaja vigorosamente en contra de la decisión de ascender. Aún con el desastre mun-dial que ocurre a intervalos más rápidos y la oscu-ridad espiritual implacable que empuja a cubrir a la humanidad, algunos aspirantes pueden sentirse cómodos dentro del ambiente de sus familias y comunidades, y quizás de sus trabajos. Esto co-loca a estos aspirantes en desventaja al enfrentar las consecuencias de esta decisión personal. Ha-llándose al borde mismo de esta decisión, algunos pueden incluso estar listos sin comprenderlo, pero actúan más bien para proteger sus senderos espi-rituales familiares y evitar así ciertos resultados incómodos que siguen a un compromiso total de ascender directamente a la cumbre de la verdad.

    Una decisión así nunca es fácil. Primero re-quiere una mirada sin parpadeos a las profundida-des de nuestros corazones para descubrir si tene-mos el valor y el vigor para seguir. Esta decisión, una vez tomada, puede resultar en alteraciones en las varias relaciones que tenemos, incluyendo

    aquellas con nuestras comunidades en general. Al tomar la decisión, nuestros motivos son algunas veces malentendidos y criticados, irónicamente, como egoístas o separados. Se dice que ‘quien atiende la opinión de la multitud nunca se re-montará por encima de la multitud’7. En algunos casos esta decisión puede signifi car un sacrifi cio de estas relaciones y ciertamente un sacrifi cio de nuestra comodidad, tranquilidad y sentido de se-guridad. Generalmente signifi ca una entrega de lo que creemos que es certeza en nuestro camino de la vida a la incertidumbre, y de una dirección claramente planeada a lo desconocido. Para aque-llos escaladores espirituales que ya residen en una comunidad espiritual, esta decisión, aun cuando libre de algunas difi cultades enfrentadas por quie-nes no son residentes de comunidades espiritua-les, no es menos difícil. En resumen, requiere una entrega a nuestra Persona Interna, que ocu-rre a través del proceso simultáneo de superar la Persona Externa, cuyos deseos, hábitos y apegos mundanos, a partir de este momento, se vuelven insignifi cantes.

    La extraordinaria difi cultad de esta decisión, de comenzar el ascenso directo a la cumbre de la verdad, y al lograrlo, dedicarse a la iluminación de la ‘huérfana’ humanidad, no es nueva. De he-cho, es antigua y ha dado origen a máximas de la verdad acerca de este peregrinaje espiritual como multivocati, electipauci (muchos son llamados, pocos escogidos) que encuentran expresión en la escritura cristiana en Mateo, 22:14. Y el temible peligro al escalar directo a la cumbre no es nuevo tampoco, expresado por Besant cuando el esca-lador convoca ‘para sí mismo todo su karma pa-sado’, emprendiendo el camino del Bodhisattva. Esta elección es inmemorable, aunque siempre presente.

    Desde el primer ascenso a la cumbre del Ever-est por Edmund Hillary en 1953, más de 250 es-caladores han muerto tratando de ascender a esa cima, y muchos más han quedado lesionados. Pero el ascenso directo a la cumbre de la verdad espiritual toma mucho más tiempo y a menudo es peligroso. La principal diferencia entre quie-nes han ascendido exitosamente a la cumbre del Everest, y quienes metafóricamente ascienden di-rectamente a la cumbre de la verdad espiritual, es de gran importancia. Aquellos que ascienden a la cumbre del Everest han alcanzado discutiblemen-te la más magnífi ca vista del mundo y una clara demostración de suprema disciplina y voluntad.

    La Montaña y la Cumbre, como el Sendero y su Meta

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    Pero aquellos que triunfaron en ascender direc-tamente a la cumbre de la verdad espiritual, con todo el deplorable sacrifi cio y sufrimiento de ese arduo ascenso, han alcanzado algo extraordinario como consecuencia de su elección de servir a la humanidad. Uno puede creer que la llegada de es-

    tos escaladores a la cumbre señala su entrada a un nuevo mundo prodigioso y mágico, donde están inmersos en un vasto depósito de amor incondi-cional, una condición en la que ellos y aquellos con quienes trabajan, permanecen mientras con-tinúa el servicio. ²

    La Montaña y la Cumbre, como el Sendero y su Meta

    Notas:

    1- Barker, A. Trevor, ed. Cartas de los Mahatmas a A. P. Sinnett, Segunda Edición, Londres: Rider & Company, 1962, Carta 29, párrafo 5.

    2- Blavatsky, H.P.,La Doctrina Secreta, Vol. I Londres. The Theosophical Publishing Company, 1888, p.127.

    3- Aquino, Tomás de, Summa Theologicae, II.2q.26, art. 4. Cambridge: Cambridge University Press, 1975. P. 128.

    4- Besant, Annie, El Sendero del Discipulado, Segunda Edición, Adyar: Theosophical Publishig House (TPH), 2015, página 83.

    5- C. Jinarajadasa, ed, Cartas de los Maestros de Sabiduría, Primera Serie, Adyar: TPH, 7ª Edición, 2011, Carta 29, p.70.

    6- Barker, A. Trevor, ed. Cartas de los Mahatmas a A. P, Sinnett, Segunda Edición, Londres: Rider & Company, 1962, Carta 49, párrafo 5.

    7- C. Jinarajadasa, ed. Cartas de los Maestros de Sabiduría, Segunda Serie, Adyar: TPH, 7ª. Edición, 2011, Carta 22, p. 46

    La fi losofía platónica es el más perfecto compendio de los abstrusos sistemas de la antigua India, y la única que puede ofrecernos terreno neutral. Aunque Platón murió hace veintidós siglos, los intelectuales todavía se ocupan de sus obras.

    Platón fue, en la plena acepción de la palabra, el intérprete del mundo, el fi lósofo más grande de la era precristiana, que refl ejó fi elmente en sus obras el espiritualismo y la metafísica de los fi lósofos védicos, que le precedieron millares de años. Vyasa, Jaimini, Kapila, Vrihaspati y Sumantu infl uyeron indeleblemente al través de los siglos en Platón y su escuela.

    Con esto probaremos que Platón y los sabios de la India tuvieron la misma revelación de la verdad. ¿No prueba su pujanza, contra las injurias del tiempo, que esta sabiduría es divina y eterna?

    HPB – Isis sin Velos I

  • 15Junio 2016 El Teósofo

    Percepción e Interpretación de la Realidad

    Trân-Thi-Kim-Diêu Presidenta de la Federación Teosófi ca Europea. Escribe y da conferencias extensamente sobre Teosofía.

    IntroducciónEn todas las épocas, los seres humanos están

    siempre ávidos de buscar, refl exionar y entender su entorno, a sus conciudadanos y a ellos mismos. El entorno, las relaciones en red y el yo, consti-tuyen los tres grandes objetos de observación y estudio. Cuando los dos últimos alcanzan cierto nivel, se logra la comprensión y puede conducir a un mejor entendimiento de lo observado. El entor-no puede ser el círculo social inmediato, las proxi-midades de la naturaleza o, a una vasta distancia, el universo, por ejemplo. La observación conduce a la percepción, y la percepción genera interpreta-ciones. Además de la avidez de una comprensión más completa, los seres humanos tienen otra ca-racterística: la capacidad de concebir el infi nito y de cuestionar la naturaleza de la existencia y de la Realidad. Una mente madura no puede evitar con-siderar estos temas. Antes de tratar de refl exionar sobre la Realidad, hay que abordar la siguiente pregunta: ¿qué es la percepción?

    Percepción e interpretaciónComo resultado del contacto de los órganos de

    los sentidos con los objetos, surgen la sensación y la percepción. La calidad de las dos depende pri-mero de la calidad de los órganos. Si uno no tiene una piel sensible, el contacto no le daría una sen-sación precisa; en consecuencia, la percepción es tergiversada. Del mismo modo, si los ojos no ven correctamente, la vista está distorsionada. Sucede el mismo proceso con el olfato, el gusto y el oído. Entretejida con la percepción, de alguna manera compleja e inevitable, la interpretación apunta a un cierto signifi cado de lo que se observa. Este signifi cado es importante, ya que defi nirá el tipo

    de acción, así como su objetivo.Con el fi n de afi nar los órganos de los senti-

    dos y sus sensaciones, se recomienda llevar una vida limpia. Del mismo modo, para agudizar la percepción, se recomienda atención. En lo que concierne a la interpretación, hay varios facto-res involucrados. Esto se basa principalmente en la percepción y depende de todo el condiciona-miento psico-mental de quien percibe. En el bien conocido ejemplo de una cuerda que se percibe como una serpiente, la oscuridad o luz insufi -ciente puede ser el factor externo; el factor psico-mental interno puede ser un miedo inconsciente, y/o estar fuera de control. En efecto, si el percep-tor no hubiera estado condicionado por el miedo, este quizás habría visto la cuerda o alguna otra cosa, pero no una serpiente. Se puede observar que el miedo sólo puede funcionar en ausencia de percepción. ¡Esta explicación no excluye el caso de un perceptor que ame las serpientes! Habría que decir que los factores internos, el resultado del condicionamiento psico-mental, incluyen la atracción-repulsión dual (râga-dvesha), el estado de desconocimiento o falta de conciencia de la Realidad (avidya), la sensación de «yo soy» o el egoísmo ( asmitâ), y el apego a la vida y el mie-do a la muerte (abhinivesa), estas son las cinco afl icciones (klesa-s) descritas por Patanjali en sus Yoga Sutras, como las cinco trabas fundamentales para los estudiantes de Yoga, y también para los discípulos de la teosofía.

    Otro ejemplo bien conocido, es la descripción de un elefante hecha por varios hombres ciegos, donde cada uno solo utiliza el sentido del tacto. El paquidermo es descrito como una escoba, por el ciego que toca su cola; como un pilar, por aquel

  • VOL. 137.916 El Teósofo

    que toca su pierna y como un ventilador por quien palpa su oreja. Ninguno de los ciegos puede per-cibir el elefante entero. El tocar de modo incom-pleto las diferentes partes no puede representar la totalidad. ¡Poner una escoba, un pilar y un venti-lador juntos no hace un elefante! Esta fábula alu-de a la situación humana, a la incapacidad de ver el todo, y al intento desesperado de poner partes juntas, percibidas erróneamente, para formar un todo. Obviamente, esto nunca puede funcionar. H. P. Blavatsky advirtió acertadamente a los es-tudiantes de Teosofía de no tratar de construir una imagen racional de lo que ella enseñaba, proba-blemente debido a su falta de sentido interno o intuición. Si lo hubieran intentado, probablemente habrían conseguido, en el mejor de los casos, un mosaico pobre que no representa la realidad del conjunto y, en el peor, una mente más confusa.

    De hecho, en el proceso de percepción todos los sentidos están implicados, aunque algunos de ellos están más comprometidos. Pero en la par-te superior del proceso, la mente coordina, mide, pesa, y llega a una conclusión, que es el resulta-do de todo el proceso de percibir. Por supuesto, 'asientos' o centros especiales localizados en el cerebro hacen el papel fi siológico de relevo, pero el actor es la mente. "La mente es el destructor de lo real”; distorsiona sensaciones, mide equivoca-damente y sopesa los alrededores, de modo que la percepción no es exacta y la interpretación se distorsiona. Comprender el modus operandi fi sio-lógico de estos centros en el cerebro no ayuda en lo más mínimo a mejorar la percepción.

    La mente tiene un papel clave en todo el proce-so de percepción/interpretación y durante el mis-mo. Un maestro budista Chan (Zen) se encontró con un grupo de monjes aprendices involucrados en una discusión apasionada. Preguntó sobre el asunto y uno de los jóvenes monjes resumió con entusiasmo la situación: había observado que una serpentina se movía con el viento, pero sus cole-gas objetaron y fi ngieron que la serpentina no se movía, dijeron que era el viento el que se estaba moviendo. El Maestro dijo: "Ni la serpentina ni el viento se mueven; tu mente se está moviendo.”

    Así la mente ve el movimiento, se deja captu-rar por la apariencia y, en su trampa de aislamien-to, no puede observar el movimiento en sí mismo. Por lo tanto, la pregunta aquí es cómo lograr una percepción que sea independiente del condiciona-miento y libre de fragmentación. Los dos, el con-dicionamiento y la fragmentación, son limitacio-

    nes. La conciencia es la acción de romper estas limitaciones, de manera que la consecuencia in-mediata es la visión del objeto de observación tal como es, es decir, en su totalidad y su desnudez; sin ninguna califi cación o atributo. Si se aplica esto a las relaciones, individuos y eventos deben ser vistos como son y no como aparecen. Aplican-do esto al espacio exterior, uno puede preguntar ¿qué hay detrás del universo, enmascarado por su apariencia? De hecho, las estrellas, las cons-telaciones, las galaxias, los cuerpos brillantes y la oscuridad circundante, todos forman parte del aspecto del universo. ¿Qué mora detrás del movi-miento del cosmos?

    Se dijo anteriormente que la interpretación es importante porque defi ne el tipo de acción, así como su objetivo. En el ejemplo de la cuerda/serpiente, si el perceptor le tiene miedo a las ser-pientes, saltará lejos para evitar el peligro de la serpiente; si es un amante de las serpientes, podría acercarse y tomar la cuerda como una serpien-te. En ambos casos, la serpiente ilusoria ha sido creada por la mente. Del mismo modo, la mala interpretación de un individuo y su acción con-fusa puede conducir a una nueva acción errónea. La mala interpretación del universo conduce a la comprensión errónea de su propio lugar en él, y, consecuentemente, confunde la propia percepción del destino (dharma). Sucede como una secuencia de "imágenes virtuales" en un orden lógico; pero los eventos, las personas y todos los involucrados son sólo imágenes virtuales, no son reales. Así son la serpiente, la escoba, el pilar, el ventilador, el movimiento de la serpentina, el movimiento del viento, son todos ilusorios, creados por la mente, por la inexactitud de los órganos de los sentidos, por la visión distorsionada por el condicionamien-to y, sobre todo, por falta de percepción. Todos ellos son irreales. Pero la cuerda, el elefante, la serpentina, el viento, son cosas que existen, con-cretas e innegables. No son ilusorias en su con-texto, pero sus percepciones e interpretaciones son ilusorias, por lo tanto, irreales. Ahora viene la cuestión de la realidad.

    Lo Irreal, lo Real – RealidadLa cuestión de la Realidad sigue siendo una

    de las preocupaciones esenciales de religiosos, científi cos, artistas y de los ocultistas, todos ellos forman la "cresta de la ola de la humanidad". El religioso asocia la Realidad con lo Supremo, los científi cos refl exionarían sobre esta como la Rea-

    Percepción e Interpretación de la Realidad

  • 17Junio 2016 El Teósofo

    lidad, los artistas la exaltan como la Belleza, y los ocultistas la buscan como la Verdad. Estos dife-rentes términos son equivalentes a pesar de los li-geros matices técnicos. Tentativamente, se puede decir que lo Supremo se expresa como la Realidad que es la encarnación de la Belleza, y que, como tal, es la Verdad. Detengámonos un momento en esta idea. Albert Einstein, en su ensayo “Mi visión del mundo” escribió que, si hay una Realidad, la expresión de esta realidad es el espacio. También se dice que, al mirar la simple y famosa ecuación E = mc2, afi rmó: '¡Es tan hermosa!'

    En La Doctrina Secreta, se habla del Espacio como eterno, inmutable, lo que "alguna vez fue, es y será". Varios de los Upanishads defi nen el Es-pacio como el nombre y la forma del Supremo. Todos los contenidos del Espacio son partes Su-yas. Explicado y discutido extensamente por los comentaristas de Brahma-Sutras, el Espacio se toma como el origen de todas las cosas existen-tes. Detrás del Espacio habita el Supremo, a veces identifi cado con el Yo, que es Ser. La Seidad, el estado del Yo, no es diferente a la Verdad.

    La Verdad (satya) se identifi ca con la Ley (dharma) u Orden Cósmico (rita). El Rig-veda describe rita como el orden supremo que subyace en todo el universo, ese orden desde el cual las co-sas y los sucesos proceden naturalmente. El Tao-te-Ching lo llama el Gran Tao del cual el cielo, la tierra y todas las criaturas se originan y proceden. El signifi cado de la palabra "Tao" o "el Camino", incluye la Verdad, la Ley y el Orden Cósmico. Así, se puede decir que "la Realidad es la expre-sión de lo que está escondido, lo que es eterna-mente incognoscible (el Supremo), y su estado es, como tal, la Verdad." Esta (Realidad) es innegable pero inalcanzable; innegable porque es «real» (de la raíz latina res que signifi ca «cosa», con existen-cia real), e inalcanzable porque es indivisible, lo que signifi ca que el estudiante-peregrino no pue-de alcanzarla, sino que sólo puede fusionarse con ella. Esta unión resulta en una fusión que genera el estado de conciencia donde no hay ni tú, ni yo, el estado de no-dualidad.

    El mundo, o manifestación, es un hecho inne-gable. Es real en su nivel, lo concreto, lo físico. Es nuestra percepción de este mundo lo que podría distorsionarse al menos en tres niveles: nuestro contacto, nuestra percepción y nuestra interpreta-ción. Dado que la percepción está bajo la infl uen-cia del condicionamiento, un individuo ambicioso puede ver este mundo como un terreno para el

    logro, donde permanece atrapado en esta inter-pretación. Mientras mantenga la misma visión, no puede alcanzar su signifi cado más profundo. Pero el mundo no es la Realidad. Por lo tanto, aunque es real en su nivel, permanece irreal en el nivel de la Verdad, porque en el nivel donde las cosas son como son, el mundo es irreal, porque es el campo de juego de la dualidad y no el estado indiviso de la Seidad.

    Usamos la palabra "nivel" para indicar los niveles de existencia y también los niveles de conciencia que están íntimamente ligados con la comprensión. Cualquier estudiante genuino tie-ne avidez por aprender y comprender. "La com-prensión es el movimiento serio de la conciencia que profundiza cada vez más en los niveles de la existencia." La visión del mundo cambia duran-te este viaje. El estudiante en algún momento se convierte en un discípulo cuya vida está dedicada a aprender con disciplina. Sus deseos y anhelos también se subliman durante el viaje: el mundo que solía ser el patio de recreo para obtener, apa-rece ahora bajo una luz diferente: ya no es vis-to como un medio para otra cosa, sino como un campo de experiencia para conocer y descubrir el signifi cado más profundo del universo, de las re-laciones y de sí mismo. Por eso, el Bhadāranyaka Upanishad dice:

    De lo irreal condúceme a lo Real, De la oscuridad condúceme a la Luz, De la muerte condúceme a la Inmortalidad

    Lo irreal se identifi ca con todos los vínculos sobre el estado desnudo de la Seidad. Lo "Real" signifi ca el estado de existencia real y efectiva; en el último nivel, lo Real es la Realidad. "De lo irreal condúceme a lo Real" testifi ca el movimien-to de la conciencia que aprende a crecer con dis-cernimiento y a salir del laberinto de la ilusión. Este movimiento también clarifi ca, de modo que la conciencia se mueve de la oscuridad de la ig-norancia, de no saber, de no ser consciente de la Realidad, a la Luz, que tiene un signifi cado que va más allá del valor alegórico. De hecho, esta Luz es el resultado efectivo de la auto-refulgencia de la Conciencia Única última.

    Por su poder de refulgencia, la consciencia “se infl ama a sí misma” espontáneamente e ilumina el espacio dentro de sí. Esta luz es la luz de la conciencia, de la vigilancia, del conocimiento in-terior. Se puede relacionar con el Dhammapada,

    Percepción e Interpretación de la Realidad

  • VOL. 137.918 El Teósofo

    que afi rma: "La negligencia es muerte la vigilan-cia es inmortalidad". Por lo tanto, "de la muerte condúceme a la inmortalidad" equivale a "sáca-me de la negligencia enseñándome consciencia". Este conocimiento interior exige claridad mental, simplicidad de acción e inocencia en el compor-tamiento.

    Uno puede preguntarse si el conocimiento es de alguna ayuda para percibir la Realidad y la Ver-dad.

    Autoconocimiento, Sabiduría yMeditación

    Hay varios tipos de conocimiento. Algunos se pueden adquirir objetivamente, algunos por la ex-periencia a lo largo de la vida y algunos tienen la naturaleza de la sabiduría. Un ser humano es califi cado como "conocedor" cuando posee cierta cantidad de conocimiento. Este es el caso de las disciplinas académicas, en las que el conocimien-to permanece en los límites del intelecto. La ex-periencia confi ere otro tipo de conocimiento que no es necesario que pertenezca a un alto orden intelectual, sin embargo, conduce al dominio de tratar con una variedad de asuntos, incluyendo el de vivir. Mientras que el conocimiento y la expe-riencia se convierten en habilidad, no conducen a la sabiduría. Un individuo hábil no es necesaria-mente sabio. El conocimiento que corona todo co-nocimiento es el auto-conocimiento. La sabiduría en esta etapa puede ser vista como la destilación del conocimiento y la esencia de la experiencia: la quintaesencia de ambos, libres de lo que ya no es útil para el crecimiento interior.

    Del conocimiento objetivo del mundo exte-rior, la mente humana puede dirigir su atención hacia el interior para conocer el espacio interior, sobre sí misma. Este conocimiento es exclusiva-mente del reino humano porque es específi co de la mente. En este espacio interior, la conciencia, en un movimiento de introspección, puede observar el fl uir del pensamiento, el acto de pensar, de re-fl ejar. El autoconocimiento no es tanto el conoci-miento psicológico de la personalidad sino el des-cubrimiento de una conciencia mayor, un espacio más amplio desde lo interno. El capítulo 13 del Bhagavad Gitâ asocia el espacio interior con «el Campo», identifi ca al Yo como «el Conocedor del Campo» y defi ne la Sabiduría real como el máxi-mo conocimiento del Campo y del Conocedor del Campo.

    En el proceso de conocer, están implicados tres

    elementos: el conocimiento, el objeto del conoci-miento y el conocedor. El conocimiento surge del fl uir de la conciencia del conocedor al objeto del conocimiento, de la investigación sobre la natu-raleza de este objeto y del contacto directo con su naturaleza. El fl uir de la conciencia hacia el objeto del conocimiento, permite a veces que la conciencia se mezcle con la naturaleza del objeto. La unión de los tres: conocimiento, conocedor y lo conocido, por la fusión, enriquece al conoce-dor con el conocimiento del objeto conocido, un proceso del cual el conocedor no es consciente. Todo el proceso se asemeja a un fl ujo constante de conciencia que va desde el conocedor hasta el objeto y vuelve, de modo que los constituyentes de esta corriente se modifi can constante y dinámi-camente, vivifi cados a través de la conciencia del aprendizaje. Cuando este proceso está bien regu-lado y alcanza un nivel sufi ciente de energía (o in-tensidad) se puede integrar con la concentración, el primer paso de la meditación (dhârana).

    La meditación, alimento del alma espiritual, constituye una forma de vida, contiene técnicas de autodisciplina mental, conduce al descubrimiento de la dinámica constante de las interacciones de la vida (que es la impermanencia), facilita la explo-ración en los niveles desconocidos de conciencia, y da la oportunidad de acercarse a la Realidad. Para la práctica de la meditación, el objeto puede ser una idea o un concepto, tal como lo aconseja HPB en su Diagrama de Meditación: "En primer lugar concebir la UNIDAD por la expansión en el espacio y el infi nito en el tiempo". Este ejemplo se toma por razones prácticas porque se refi ere al Espacio y al Tiempo, que se explorará más a fon-do. De lo contrario, uno también puede hacer uso de "Todas las cualidades, sin Amor nunca serían sufi cientes".

    El espacio, como se mencionó anteriormen-te, se considera como la expresión de la Reali-dad, indivisa. Al concebir la UNIDAD mediante la expansión en el Espacio, uno puede sentir el ensanchamiento del espacio interior. En realidad, la mente, esta adquisición específi ca del reino hu-mano, puede testimoniar otras habilidades huma-nas durante la meditación: la conciencia humana tiene la capacidad de concebir el infi nito, y el Es-pacio es infi nito en sí mismo, según la Carta del Mahatma No. 86 (cita de los Libros de Kiu-Te). Se puede suponer que, en condiciones óptimas de meditación, cuando el fl ujo de la conciencia se re-gula de un modo enérgico armonioso, a tal punto

    Percepción e Interpretación de la Realidad

  • 19Junio 2016 El Teósofo

    que el enlace fl uido con el objeto de meditación (Espacio) no se interrumpe en absoluto (dhyâ-na), la mente humana alcanza la mente univer-sal. Cuando esto sucede, la mente humana puede "compartir" las cualidades de la mente universal "por un breve momento", en una especie de fusión temporal, donde el conocedor (el meditador), el objeto (Espacio) y el conocimiento se fusionan en uno. Este estado se llama samâdhi, la culminación de todo el proceso de meditación (samyama).

    Curiosamente, el budismo Chan (Zen) afi rma que el fruto de samâdhi es prajñâ, la sabiduría. La culminación de la práctica de la meditación es sabiduría. La misma enseñanza también afi rma que esta sabiduría es una consecuencia natural de la vacuidad (sunyatâ) y que el Espacio ilimitado tiene la característica del Vacío. Como cuando un cubo sumergido en el océano contiene agua ma-rina, cuando se saca, la conciencia del conocedor que se ha fusionado en el espacio, que es sunyatâ, adquirirá la calidad del Espacio cuando salga de la meditación.

    En esta etapa, se puede decir que el Espacio tiene la calidad de la vacuidad y la duración del infi nito. También es apto ahora afi rmar que el Es-pacio es uno. El espacio exterior es sólo la conti-nuidad del espacio interior. Con la experiencia de

    conocer a través de la fusión, la conciencia se da cuenta de que alrededor, en el interior y más allá de sus límites, el espacio puede ser explorado en un movimiento de expansión que siempre crece porque es el infi nito. Este infi nito no es solamente ilimitado, incluye el tiempo. En realidad, el tiem-po no existe. Es simplemente una condición del espacio. El tiempo solamente es, citando a Platón, "la imagen en movimiento de la eternidad inmu-table".

    Más allá de la RealidadLa mente investigadora sigue con una pregun-

    ta: “¿Qué hay más allá del Espacio?” O mejor aún: “¿Qué hay detrás, oculto por el Espacio?”. Al aceptar la suposición de que el Espacio es la expresión de la Realidad, surge otra pregunta in-evitable y desafi ante: "¿Qué hay detrás de la Rea-lidad?". Lógicamente, el intelecto ansioso debe terminar con la noción de lo Supremo. Lo Abso-luto no nos permite ir más lejos.

    El gran Misterio permanece con lo Supremo. Incognoscible, inconcebible, "más sutil que el más sutil", inspira adoración. Uno no puede sino inclinarse con alegría en el corazón, con la felici-dad que el simple gozo por sí solo no puede ex-presar. ²

    La Ciencia de la Yoga, I. K. Taimni

    Madame Blavatsky sobre Cómo Estudiar Teosofía (Notas de Robert Bowen)

    El Abhidharma

    La Voz del Silencio, H. P. Blavatsky (HPB)

    Budismo Zen, D. T. Suzuki

    La Doctrina Secreta, HPB

    Mi Visión del Mundo, Albert Einstein

    El Rig-veda

    Los Upanishads

    El Tao-te-Ching

    El Brahma-Sutras

    El Dhammapada

    Aproximación a la Realidad, N. Sri Ram

    Las Cartas de los Maestros a A. P. Sinnett

    El Bhagavad Gitâ

    “Diagrama de meditación”, HPB

    A los Pies del Maestro, Alcyone (J. Krishnamurti)

    El Sutra del Diamante

    Bibliografía

    Percepción e Interpretación de la Realidad

  • VOL. 137.920 El Teósofo

    “La Unión de los que Amanal Servicio de los que Sufren”

    La Sra. Nancy Secrest es Secretaria internacional de la Orden Teosófi ca de Servicio. Charla dada en la Convención internacional, Adyar, 3 de enero 2016

    hablando con Joy Mills hace unos cuantos años y ella dijo que el punto central de nuestra existencia como seres humanos es la auto-realización, saber quiénes somos, quiénes somos realmente. Esto es lo que se supone que estamos haciendo aquí. Ella dijo que este es el punto cen-tral de Las Cartas de los Mahatmas.

    Cuando avanzamos a lo largo del sendero de la auto-realización, nosotros fi nalmente desper-tamos, o llegamos a ser conscientes de nuestra naturaleza buddhica. Con este despertar o cons-ciencia, la compasión basada en un sentido de responsabilidad por todos los seres se vuelve una fuerza impulsora en nuestras vidas y actuamos como actúa un bodhisattva, por el bien de todos. ‘En Teosofía el término “bodhisattva” se usa para denotar a un individuo quien ha alcanzado la ilu-minación y puede pasar más allá de la “rueda del renacimiento”, pero elige reencarnar por el bien de todos”. (Theosophical Encyclopedia, p. 110, TPH, Filipinas, 2006). En otras palabras, un bo-dhisattva sacrifi ca su recompensa de transición al nirvana para ayudar a otros seres conscientes has-ta que todos alcancen la iluminación.

    No me atrevo a decir que algunos de nosotros seamos ya bodhisattvas. Pero, ¿están ustedes fa-miliarizados con el término, “fi nge hasta que lo consigas”? Lo que esto signifi ca y lo que estoy diciendo es que todos nosotros podemos trabajar como si fuéramos bodhisattvas. Todos nosotros podemos ayudarnos mutuamente y a la humani-dad en general, ahora. Estas palabras de Annie Besant lo dicen todo.

    El hombre espiritual debe llevar una vida más ele-vada que la vida altruista. Debe llevar una vida de

    identifi cación de sí mismo con todo lo que vive y se mueve. No hay ‘otro’ en este mundo, todos somos uno. Cada uno es una forma separada, pero un solo Espíritu se mueve y vive en todo.

    Annie BesantLas Leyes de la Vida Superior

    (3 conferencias dadas en Vârânasi, India)

    La Orden Teosófi ca del Servicio (OTS) fue fundada por Annie Besant en 1908 como una forma de poner el primer objetivo de la Socie-dad Teosófi ca (ST) en acción, como una forma de demostrar y practicar la unidad de toda vida. La entrega de nuestro tiempo, talento, energía, dinero, apoyo activo, ayuda moral para aquellos que lo necesitan están basados en la compasión y en la aceptación de nuestra responsabilidad hacia aquellos con quienes somos uno. Nuestro lema de la OTS ‘la unión de los que aman al servicio de los que sufren’, nos recuerda nuestro compromiso con la Unidad de Toda Vida. Estas son hermosas y elevadas palabras acerca de la OTS aun cuando en la superfi cie pueda parecer como si estuviéramos haciendo simplemente ‘buenas obras’ como mu-chos otros grupos de servicio humanitario.

    ¿Qué hace a la OTS diferente? Nuestro actual Presidente, Tim Boyd, respondió la pregunta en una bella carta que envió en representación de la OTS en América en 2008, cuando él era su Pre-sidente. Tim dijo: “Hay numerosos grupos que prestan un valioso servicio al mundo… ¿Qué hace diferente a la OTS? Al ser guiada por la vi-sión teosófi ca del mundo diferencia el enfoque de nuestro servicio. Estamos motivados por un sen-timiento de que todos somos participantes de la Vida Una. El sufrimiento y la superación del su-

  • 21Junio 2016 El Teósofo

    frimiento no son aislados o regionales. Todos los compartimos”.

    Aún antes de que fuera formada la OTS, la So-ciedad Teosófi ca no era desconocida en la acción altruista, de trabajar por el benefi cio de otros y de guiar el camino hacia el mejoramiento de las vidas de las personas. En una conferencia dada en 2011, Diana Dunningham Chapotin, anterior Se-cretaria Internacional de la OTS, dijo esto acerca del trabajo de los primeros días de la Sociedad:

    No es necesario que pasemos mucho tiempo recor-dando la responsabilidad social de nuestros prime-ros líderes y miembros de la ST porque muchos de ustedes están bien conscientes de esta. Me refi ero no sólo a Annie Besant, sino a pioneros tales como el Coronel Olcott, William Quan Judge, Isabel Coo-per-Oakley y la Condesa Wachtmeister. Aunque, lo interesante es que en esos días la acción colectiva de los miembros y sus líderes, en realidad motiva-ron al público a asociar la Sociedad principalmen-te con la reforma social. Las primeras revistas de The Theosophist contienen comentarios severísimos sobre toda clase de abusos sociales, educacionales, políticos y religiosos de la época. Cuando apareció el Coronel Olcott en las tribunas de todo el mundo, no dio conferencias principalmente sobre metafísi-ca; mayormente trató con temas tales como libertad religiosa, educación para niñas, cremación y refor-ma agraria. Estos pueden parecernos inocuos ahora, pero en esa época eran muy controversiales.

    Otro hecho interesante es que mucho antes que An-nie Besant llegara a ser Presidente Internacional de la ST en 1907, todas las Ramas y Secciones de la ST estaban ya luchando en toda clase de campos de acción: voto femenino, esperanto, ‘socialismo su-perior’, reforma de la salud, vegetarianismo, anti-vivisección, el movimiento de jardines infantiles, la abolición del racismo, educación de los traba-jadores, relaciones industriales, conservación del medio ambiente, etc. Muchos programas de Rama en la década de 1890 incluían innovación en la edu-cación de los niños, clubes de debate, convenios, investigación científi ca y psicológica, recolección y distribución de ropa para los desamparados, ho-gares de veraneo para niños necesitados, visitas a prisiones y hospitales y en una rama inclusive había una agencia de trabajo! En Australia, a fi nes de 1920 y a principios de los 30, bajo el dinámico liderazgo de George Arundale, los teósofos hicieron circular una revista política mensual y una estación de radio.

    Hay otra cosa, interesante de señalar, acerca de todo esto. Para la Sra. Besant y sus compañeros pione-ros, la vida de la ST y la responsabilidad social eran parte de un todo indivisible. En 1913, cuando la Sra. Besant volvió a entrar en la política para luchar por la independencia de India, ella sintió que estaba actuando por instrucciones de los Maestros. … En 1908, también dicen algunos que la Sra. Besant creó la OTS para dar un enfoque organizacional indepen-diente a la participación comunitaria, pero, si este fue el caso, en la práctica se hizo poca diferencia entre el trabajo de la ST y de la OTS.

    En realidad, no ha cambiado mucho en este aspecto. Aún nuestros más recientes Presidentes Internacionales de la ST, Radha Burnier y N. Sri Ram, han adoptado valientemente una postura so-bre temas públicos controversiales en sus colum-nas de “Desde la Atalaya” de The Theosophist. Las columnas de “Desde la Atalaya” de la Sra. Burnier pueden encontrarse todas juntas en la pu-blicación de 2009, El Mundo a nuestro alrededor.

    Por mucho tiempo existieron dos considera-ciones acerca del trabajo teosófi co, ‘una estrecha y otra amplia’, como Annie Besant las llamó en su artículo de “Desde la Atalaya” de enero de 1915 en The Theosophist. En la primera consideración el teósofo quiere enseñar Teosofía sin aplicarla y piensa que este es el único trabajo adecuado de la Sociedad. La segunda consideración es sostenida por aquellos que quieren aplicar la Teosofía como también enseñarla. La Sra. Besant dijo: “La otra visión es que la Sabiduría Divina…existe en el mundo para ayudar al mundo, y que nada es ajeno a lo que sirve a la Humanidad’. En su artículo, la Sra. Besant continúa hablando acerca de ambas consideraciones diciendo que las dos son impor-tantes para el trabajo de la Sociedad y que cada una fue y es necesaria, en diferentes momentos. Durante su presidencia Besant impulsó la visión más amplia. Ella fundó la OTS y otros grupos para enfocar esta energía. Ella dijo: ‘Desde que fui elegida para la presidencia, me he esforzado por organizar las muchas actividades de quienes han estado de acuerdo conmigo en teosofi zar la vida pública, de modo que ninguna actividad debería comprometer la neutralidad de la ST, mientras que los miembros deberían permanecer perfecta-mente libres para trabajar en cualquiera de ellas”. Respecto a las dos visiones ella continúa dicien-do, “Son complementarias, no enemigas. Pero no menospreciemos a la otra, ni minimicemos su va-

    “La Unión de los que Aman al Servicio de los que Sufren”

  • VOL. 137.922 El Teósofo

    lor. Que cada una haga su trabajo y reconozca que la otra tiene también su lugar y su trabajo’.

    Cuanto más pasan los años, más comprendo que el equilibrio es la clave para el crecimiento es-piritual. La tríad