el sulfato de quinina oficinal

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SEMANARIO FARMACÉUTICO 346 EL SULFATO DE QUININA OFICINAL (Conclasión. Valiéndose de los medios indicados, y teniendo en cuenta la aproximación de que son susceptibles, Jungfleisch ha examinado los pi'oduetos de diferentes fábricas europeas, y, como M. Vrij, ha en- contrado generalmente el sulfato de quinina mezclado, en proporción grande, con el sulfato de cinconidina. Demuestran esos ensayos que la sal procedente de una misma fábrica varía en la mezcla, por de- cirlo asi, de un día á otro, debido á la misma variabilidad de com- posición inmediata de las cortezas empleadas en la fabricación; y resulta también que no seria justo acusar á una fábrica por el exa- men de una muestra aislada, causando así perjuicios á los indus- triales; y sobre todo se dem uestra—según el autor—que los produc- tos de las fábricas francesas no son inferiores á los de las fábricas extranjeras. Esta última es una conclusión contraria á la que han creído ver ciertas personas en el trabajo de M. Vrij. En realidad, las sales más cargadas de cinconidina que ha analizado Jungfleisch son d^ origen extranjero, y lo mismo les ha ocurrido á Vrij y á Koppes- chaar, que se ha ocupado recientemente de esta cuestión. M. Vrij dice, en efecto, que ha encontrado en productos de fábricas extran- jeras 18 por 100 de sulfato de cinconidina; M. Koppeschaar afirma haber encontrado 26 por 100. El autor asegura que esto no lo ha visto en productos de fabricantes franceses. Es evidente de todos modos que el sulfato de quinina en esas condiciones no puede utilizarse para los usos de la farmacia, segun- da cuestión indicada por M. Vrij. Resta, en efecto, señalar el limite que debe admitirse tocante al sulfato de cinconidina para que el sul- fato de quinina reúna las condiciones exigidas en las diversas Far- macopeas en general, y particularmente en la francesa. Ninguna Farmacopea de Europa exige el uso del sulfato de qui- nina absolutamente puro. En todos los países se guardan las cos- tumbres tocante á que el sulfato de quinina reputado como bueno sea ligero, y así efectivamente lo reconoce M. Vrij, que ha encon- trado sulfato de cinconidina aun en ejemplares auténticos. Todas las Farmacopeas se proponen únicamente fijar el límite en que puede tolerarse el sulfato de cinconidina, el cual, en ese límite, no produ- ce ningún perjuicio apreciable en terapéutica. En ciertos Estados, en Holanda, por ejemplo, patria de M. Vrij, el Codex os relativamente poco severo: admite, en efecto, que si los alcaloides precipitados de una parte de sulfato de quinina por 2 par- tes de amoniaco, son completamente solubles en 20 partes de éter, el sulfato de quinina es aceptable. Un ensayo como ese no permite reconocer la presencia de la cinconidina si esta base no se encuen- tra en preporción considerable en la mezcla. En Inglaterra el peso, de los alcaloides mezclados con la quinina en el sulfato no debe AGOSTO 1.° DE 1886.—AÑO XIV.—NÚM. 44. 44

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SEMANARIO FARMACÉUTICO 346

EL SULFATO DE QUININA OFICINAL

(Conclas ión.

Valiéndose de los medios indicados, y teniendo en cuenta la aproximación de que son susceptibles, Jungfleisch ha examinado los pi'oduetos de diferentes fábricas europeas, y, como M. Vr i j , ha en­contrado generalmente el sulfato de quinina mezclado, en proporción grande, con el sulfato de cinconidina. Demuestran esos ensayos que la sal procedente de una misma fábrica varía en la mezcla, por de­cirlo asi, de un día á otro, debido á la misma variabilidad de com­posición inmediata de las cortezas empleadas en la fabricación; y resulta también que no seria justo acusar á una fábrica por el exa­men de una muestra aislada, causando así perjuicios á los indus-triales; y sobre todo se dem uestra—según el autor—que los produc­tos de las fábricas francesas no son inferiores á los de las fábricas extranjeras. Esta última es una conclusión contraria á la que han creído ver ciertas personas en el trabajo de M. Vr i j . En realidad, las sales más cargadas de cinconidina que ha analizado Jungfleisch son d^ origen extranjero, y lo mismo les ha ocurrido á Vri j y á Koppes-chaar, que se ha ocupado recientemente de esta cuestión. M. Vri j dice, en efecto, que ha encontrado en productos de fábricas extran­jeras 18 por 100 de sulfato de cinconidina; M. Koppeschaar afirma haber encontrado 26 por 100. El autor asegura que esto no lo ha visto en productos de fabricantes franceses.

Es evidente de todos modos que el sulfato de quinina en esas condiciones no puede utilizarse para los usos de la farmacia, segun­da cuestión indicada por M. V r i j . Resta, en efecto, señalar el limite que debe admitirse tocante al sulfato de cinconidina para que el sul­fato de quinina reúna las condiciones exigidas en las diversas Far­macopeas en general, y particularmente en la francesa.

Ninguna Farmacopea de Europa exige el uso del sulfato de qui­nina absolutamente puro. En todos los países se guardan las cos­tumbres tocante á que el sulfato de quinina reputado como bueno sea ligero, y así efectivamente lo reconoce M. Vr i j , que ha encon­trado sulfato de cinconidina aun en ejemplares auténticos. Todas las Farmacopeas se proponen únicamente fijar el límite en que puede tolerarse el sulfato de cinconidina, el cual, en ese límite, no produ­ce ningún perjuicio apreciable en terapéutica.

En ciertos Estados, en Holanda, por ejemplo, patria de M. V r i j , el Codex os relativamente poco severo: admite, en efecto, que si los alcaloides precipitados de una parte de sulfato de quinina por 2 par­tes de amoniaco, son completamente solubles en 20 partes de éter, el sulfato de quinina es aceptable. Un ensayo como ese no permite reconocer la presencia de la cinconidina si esta base no se encuen­tra en preporción considerable en la mezcla. En Inglaterra el peso, de los alcaloides mezclados con la quinina en el sulfato no debe

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pasar cuando más de 5 por 100. La Farmacopea oficial alemana prescribe que se someta el sulfato de quinina á un ensayo particular que ha sido indicado por M. Kerner, y que permite una tolerancia variable, según las condiciones en que se practica; el Codex alemán está muy próximo en esta parte al Codex inglés.

La Farmacopea francesa es más severa. Entre otras pruebas para reconocer el sulfató de quinina, indica este mismo ensayo de Kerner que consigna la Farmacopea alemana, mas añade una circunstancia que permite aumentar notablemente su sensibilidad.

Se sabe que el procedimiento de ensayo en cuestión está basado en dos hechos diferentes: 1.°, el sulfato de quinina básico es menos soluble en el agua fna que los de otros alcaloides de la quina y particu­larmente que el sulfato de cinconidina; 2.°, la quinina es mucho más soluble en el amoniaco que los otros alcaloides, y particular­mente que la cinconidina. La Farmacopea alemana dispone que se tome un peso dado de sulfato de quinina y se ponga en contacto en frío con cierto volumen de agua; esta última se satura de sulfato de quinina y se carga de sulfato de cinconidina, que es poco soluble. El liquido separado á temperatura fija contiene un peso sensible constante de quinina y un peso de cinconidina que varía con la pu­reza de la sal. Si se adiciona á este liquido una solución de amonia­co de título determinado, empleando un volumen de reactivo exac­tamente suficiente para redisolver la quinina, la cinconidina queda en gran parte insoluble, denunciando su presencia el enturbiamien­to del liquido.

Se ve fácilmente que el examen será tanto más sensible cuanto el ensayo operatorio asegure mejor la solución del sulfato de cinco­nidina, y es ésta precisamente la dificultad: el sulfato de quinina y el de cinconidina tienen la propiedad de mezclarse en sus crista­les; el primero, que es casi insoluble en agua fría, protege al segun­do contra el disolvente. Para disolver la totalidad de la cinconidina es indispensable asimismo disolver la totalidad de la quinina. Guan­do se opera, pues, en frío, la mayor parte del sulfato de cinconidina escapa á la acción del agua, y el ensayo es relativamente poco sen­sible. Por esta razón el Codex francés prescribe que se opere en ca­liente el tratamiento por el agua, enfriando en seguida á 15°, Este código exige una pureza mayor que la aceptada por las demás Far­macopeas de Europa.

Sin duda es lamentable que el Codex francés no precise la tem­peratura á la cual ha de operarse en caliente; pero esta laguna pue­de llenarse fácilmente. Jungñeisch ha operado conforme indica el codex, efectuando la disolución durante una media hora en un baño de agua calentado á 60°. Ha demostrado que, en estas condiciones, un sulfato de quinina oficinal que contiene un poco más de dos cen-tésimos de sulfato de cinconidina, produce enturbiamiento por el amoniaco y debe considerarse como inaceptable.

El autor de este informe consigna luego el error cometido por M. Vri j al copiar un párrafo de la Farmacopea francesa relativo al ensayo de la quinina, y después da minuciosa noticia del examen prac­ticado por los profesores de la Escuela de Farmacia de París á poco

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tiempo de publicado el Codex de 1884, en el sulfato de quinina re­cogido en las oficinas de farmacia de aquella capital al hacer la YÍ-sita reglamentaria. Resultó de estos detenidos análisis que casi todos los ejemplares eran buenos, y sólo cinco ó seis contenían un poco de cinconidina. Lo propio se ha visto en los productos adquiridos pol­los hospitales civiles y militares de Francia.

Cierto es que en aquella época se empleaban en las fábricas las quinas de Remigia, más generalmente llamadas quinas cúpreas, las cuales apenas contienen cinconidina. Actualmente se usan las qui­nas de las Indias orientales, que son muy abundantes, y si los in­dustriales siguen siempre con el mismo procedimiento de fabrica­ción, se comprende que el sulfato de quinina del comercio tenga generalmente una cantidad excesiva de cinconidina.

Sin duda alguna los farmacéuticos, en vista de las observaciones muy atinadas de M. Vr i j , deben redoblar su vigilancia tocante al ensayo del sulfato de quinina comercial; y en cuanto á los fabrican­tes, quién sabe si esas mismas observaciones servirán para que mo­difiquen sus procedimientos de tar suerte, que en adelante entreguen al comercio esta preciosa sal pura. Los medios para conseguirlo son conocidos; falta sólamente aplicarlos.

(Journ. de Pharm. et Chim. y F . Española.)

A n ti f o s oientíficoi

CIMICIFU&A RACEMOSA.. El rizoma de la planta con cuyo nombre encabezamos este ar­

tículo, es uno de los materiales farmacéuticos que ha sido incluido en la Farmacopea británica, última edición, siendo lo probable que sea empleado por la clase médica de España, como lo han sido re­cientemente otras plantas del continente americano.

ORIOPN BOTÁNICO.—La Cimicifuga racemosa Elliott, Actoea race-mosa Linneo, Macrotis racemosa y Rotrophis serpentaria Rafenesque, es una planta de la familia de las Ranunculáceas, abundante en los bosques del Canadá y de los Estados-Unidos, conocida en América con los nombres vulgares de hierba sonajero, por el ruido que pro­ducen sus semillas en invierno; hierba ahuyenta chinches, por su olor desagradable en estado fresco, y el rizoma con el de raíz de culebra negra.

HISTORIA.—La Cimicifuga racemosa fué indicada por vez primera en 1696, por Plukenet, con el nombre de Chistophoriana canadensis racemosa. Linneo, en 1749, la menciona en su Materia médica con el nombre de Actaa racemis longissimis. El doctor Carden, en 1823, fué el que la introdujo en la práctica médica, y en 18S3 el doctor Paine publicó la patogenesia de dicha planta en el Nort American Journal, vol. I I I , pág. 200. Empezó á usarse en Inglaterra por el año 1860, y hoy se hallan ya consignadas dos preparaciones en la Farmacopea británica del año 188S.

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DESCRIPCIÓN DEL RIZOMA.—La parte medicinal de la Cimioifuga es el rizoma, cuyos caracteres son los siguientes: rizoma corto, nu­doso, ramificado, casi cilindrico; en la parte superior tiene restos de tallos aéreos, y por la inferior numerosas raicillas, muy quebra­dizas; éstas de 2 á 3 milímetros de espesor, y el rizoma de un centí­metro, poco más ó menos. El color es negro parduzco al exterior y blanco amarillento interiormente. De sabor amargo, acre y astrin­gente. La fractura de las raicillas es compacta, con la capa cortical oscura y un eje central blanquecino, constituido por 3 á 8 haces ñbro-vasculares (generalmente dispuestos en estrella ó en cruz.

COMPOSICIÓN QUÍMICA.—Tüghman, que analizó el rizoma en 1834, encontró goma, azúcar, almidón, ácido tánico y una resina. Conard halló en 1871 una sustancia cristalizable, neutra, de sabor acre muy pronunciado, soluble en el alcohol diluido, cloroformo y éter, inso-luble en la bencina, la esencia de trementina y el sulfuro de carbo­no. Este mismo químico ha demostrado que el rizoma, aun en esta­do fresco, no contiene ningún principio volátil.

En América se prepara con el rizoma, por igual procedimiento que el empleado para la extracción de la podofllina, una resina im­pura que denominan Cimicifugina ó Macrotina.

PROPIEDADES MÉDICAS.—La Cimicifuga ejerce una influencia in­dudable en el reumatismo articular de las extremidades, aun cuan­do los tejidos se encuentren aumentados en volumen, obtenien­do buenos efectos cuando ningún, resultado se ha obtenido con el ioduro potásico. Se ha recomendado en la pleurodinia reumática cuando existe dolor en los músculos del lado derecho del pecho, aumentado por el movimiento. También se ha empleado en la ce­falalgia mensual; pero donde es más eficaz es en el tratamiento de las enfermedades de las mujeres, en la amenorrea, disminorrea neu­rálgica y leucorrea, espasmo del útero con calambres en las extre­midades inferiores en el reumatismo del útero y en la neuralgia de la matriz. El doctor Simpson trató con éxito completo un caso de hi-pocondriasis puerperal con SO gotas de tintura. La Cimicifugina es un medicamento que sirve para aumentar el poder de contracción del útero, como la ergotina, aunque no es tan activa en sus efectos. En aquellos casos en que pudiera peligrar la vida del nuevo ser por la administración del cornezuelo de centeno, dicho medicamento puede ser administrado con feliz éxito.

Recientemente el doctor Snydan Knox leyó en la Sociedad de Obstetricia de Chicago un trabajo sobre } & influencia de la Cimicifuga racemosa en el parto, cuyas conclusiones son las siguientes:

1. a Como consecuencia del empleo de la Cimicifuga, la duración del primero y segundo período del parto se disminuye á la mitad, por lo menos.

2. a Posee una acción sedante real sobre los órganos de la mujer en la función del parto, calma la irritabilidad refleja, las náuseas, el prurito y el insomnio, desórdenes tan frecuentes durante las seis últimas semanas del embarazo; y no sólamente las amortigua, sino que algunas veces las hace desaparecer.

3. a Ejerce también una acción antiespasmódica evidente sobre

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la mujer en el momento del parto. Los calambres neurálgicos y los dolores irregulares del primer período se aminoran y á veces des­aparecen completamente.

4. a Relaja la fibra muscular uterina y las partes blandas del ca­nal por donde ha de pasar el feto, y por consecuencia, la irr i tabil i­dad muscular, facilitando el trabajo y disminuyendo los desgarra­mientos.

5. a Aumenta la energía y las graduaciones de los dolores del segundo período del parto.

6. a Lo mismo que la ergotina, la Oimicifuga asegura la contrac­ción uterina después del alumbramiento.

El citado autor administra del modo siguiente el medicamento: quince mínimas (0,885 centímetros cúbicos) de extracto fluido de cimicifuga en un poco de jarabe de zarzaparrilla, todas las noches, durante las cuatro semanas que preceden al parto {Peoría Méd., Monthly) ( i ) .

PREPARACIONES FARMACÉUTICAS.—Las que generalmente se em­plean en América y en Inglaterra son la tintura concentrada y el extracto fluido de cimicifuga, cuyas preparaciones están consigna­das en la última edición líie british Pharmacopc&ia, 188S, que son las siguientes, y ponemos á continuación de los pesos y medidas in­glesas su equivalencia al sistema métrico decimal

Tintura de cimicifuga.—Tintura de actce, recemosa

Cimicifuga en pol­vo núm. 40 2 Vj onzas=70,83 gramos.

Alcohol débil (S70 G. L.) 1 pinta = 0,o679 litro.

Macérese la cimicifuga durante cuarenta y ocho horas en 15 on­zas fluidas (0,42393 litro) de alcohol en un frasco tapado, agítese de cuando en cuando; transcurrido dicho tiempo, trasládese á un per­colador, y cuando el liquido cese de pasar, añádanse cinco onzas fluidas (0,14197 litro) de alcohol. Después se saca el contenido del percolador y se prensa; se reúnen los líquidos y se filtra, comple­tando con alcohol para obtener una pinta de líquido (0,5679 l i t ro) .— Dosis, 15 á 60 mínimas (0,885 á 3,540 centímetros cúbicos).

Extracto fluido de cimicifuga Cimicifuga en pol­

vo núm. 60 20 onzas=566,99 gramos. Alcohol rectificado

(89° G. L.) C.S. Mézclese la cimicifuga con dos pintas (1,13586 litro) de alcohol;

macérese en un frasco cerrado durante cuarenta y ocho horas; tras­ládese á un percolador, y cuando el líquido cese de pasar se añade nueva porción de alcohol, hasta obtener 15 pintas; se separa esta cantidad del recipiente y se guarda; añádase sobre el residuo más

(1) De Les Nouveaux lieniédes, año 1.°, p á g . 284,

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alcohol en varias porciones, hasta obtener todo lo soluble del rizo­ma. Reúnanse estos líquidos, evapórense al baño de maría, hasta consistencia de extracto blando; disuélvase éste en la porción re­servada y añádase alcohol del obtenido por la evaporación dé los líquidos, para completar 20 onzas fluidas (0,5679 litro).—Dosis, 3 á 30 mínimas (0,177 á 1,770 centímetros cúbicos).

Cimicifugina ó Macrotina

Rizoma de cimicifuga. Alcohol de 90° Agua destilada

1 partes 6 — 2 —

Pulverícese la cimicifuga y trátese el polvo con el alcohol, en diferentes voces, hasta obtener todo lo soluble; reúnanse los líqui­dos alcohólicos y destílese en baño de maría y en aparato destilato­rio para aprovechar el alcohol. Añádase sobre el extracto el agua fría, agítese y déjese después en reposo durante veinticuatro horas,

al cabo de las cuales decántese el líquido; lávese el residuo con más agua; deséquese, por últi­mo á un calor suave (30 á.350).

El polvo resultante es de co­lor castaño. Según Parrish, se obtiene un 3 por 100 de cimi­cifugina.

El pei'colador de que hacemos uso en la farmacia que regento de la señora viuda del Dr. So-molinos, está constituido de tres partes como representa el gra­bado: tapón, alargadera y re­cipiente que entran en el esme­r i l ; en las uniones existen ranu­ras perpendiculares, las cuales, haciéndolas coincidir, dan paso al líquido contenido en la par­te media.

En la parte inferior de la alargadera se encuentra una ranura circular, á la cual se adapta el lienzo, y sobre éste

se coloca la sustancia deque se!desea obtener, los principios solubles. El recipiente está graduado, y está provisto de una llave para

poder sacar el líquido sin necesidad de desmontar el aparato.

PizÁ. ROSSELLÓ

[La Farmacia Española.)

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DEL EMPLEO DEL SAUCILATO DE SOSA por el doctor Chalendray

De tantas medicaciones preconizadas contra el reumatismo arti­cular agudo y abandonadas después de corta boga, sólo una ha en­trado definitivamente en la práctica: la medicación salicilada. Aco­gida con entusiasmo hace algunos años, su uso es hoy universal.

Acción segura, cura rápida, son las ventajas unánimemente re­conocidas al salicitato de sosa contra el reumatismo articular agudo ó crónico y afecciones análogas. Poquísimos son los casos en que no ha tenido éxito, y considerable el número de sus.curas. Sus princi­pales eíéctos son: 1.° Cesación rápida de los dolores; 2.° Desapari­ción, al cabo de uno á tres días, pero nunca antes, del dolor, de la fluxión articular; desde el tercer día vuelven los movimientos libres y fáciles.

Los resultados obtenidos por M. Sée en el reumatismo crónico simple son muy satisfactorios; pasando lo mismo en las crisis agu­das que se manifiestan á veces en el reumatismo simple ó en la ar­tritis nudosa; los ataques dolorosos cesan tan rápidamente como en el reumatismo agudo.

Los resultados son notabilísimos en la gota aguda y crónica. En la primera, desaparecen en dos ó tres días los dolores, fluxión arti­cular, coloración de la piel y sensibilidad; en la segunda, es igual el éxito de la medicación salicilada.

Pero, sea cual fuere la afección contra contra la cual se admi­nistre el salicilato de sosa, debe uno asegurarse ante todo de la pu­reza del producto, y emplear una preparación bien dosada y de com­posición siempre uniforme, como por ejemplo la solución Clin, cu­yos efectos están probados, y que contiene exactamente 2 gramos de salicilato de sosa por cucharada grande y 50 centigramos por cu-charadita.

He aquí las preciosas indicaciones del profesor Hardy sobre el salicilato de sosa en la clínica del hospital de la Charité:

«El tratamiento del reumatismo debe abreviar lo más posible la enfermedad para evitar toda complicación. Ha variado mucho y no haré su histox'ia, limitándome á la medicación verdaderamente so­berana, empleada con tanto éxito hace dos auos: el salicilato de sosa. Siempre ha producido pronta sedación, rápida disminución del dolor, del hinchamiento, de la calentura y demás accidentes inflamatorios. El efecto se ha producido unas veces á las veinticuatro horas^ otras á las cuarenta y ocho, ó á los tres días máximum, quedando asi re­ducida á tres, cuatro ú ocho días una enfermedad que antes duraba seis semanas.

«Administro primero 4 gramos, ateniéndome á ellos si los resul­tados son buenos; de ser nulos ó insuficientes, llego hasta S ó 6 gra­mos. Este medicamento debe continuarse diez ó quince días, dismi­nuyendo progresivamente la dosis, y á pesar de la cura, para que se mantenga ésta. Llégase así á 2 gramos que se continúan unos diez días, pues el salicilato de sosa no corta el reumatismo como el

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sulfato de quinina corta las calenturas, y de cesarse su empleo dema­siado pronto, reaparecen los fenómenos reumáticos.»

En resumen: el salicilato de sosa puro es el producto más eficaz contra las afecciones reumáticas agudas ó crónicas, y la solución Clin reúne todas las cualidades para el empleo de este medicamento.

(Gazette des hospitaux, 8 de Abri l de 1886.)

^Xofcioias varias.

OBRAS RECIBIDAS.—-ieccicwes de clínica terapéutica, dadas en el hospital de San Antonio y en el de Cochin por el Dr. DujardÜKBeau-metz, médico del hospital Cochin, individuo de la Academia de Me­dicina, etc. etc., recogidas por el Dr. Eug. Carpentier-Mericourt y revisadas por el autor. Obra premiada por la Facultad de Medicina. Segunda edición, vertida al castellano por D. Gustavo Réboles y Campos.—Tomo IV.—De las nuevas medicaciones, cuaderno l.0Esta obra publicada, por el inteligente editor D. C. Bailly-Bailliere, goza ya reputación europea y no debe carecer de ella ningún profesor.

Tratado de Análisis química cuantitativa, por el Dr. C. Remigio Fresenius, traduciday adicionada por el Dr. D. V. Peset y Cervera, publicada por la casa Pascual Aguilar, de Valencia. Cuaderno 4.° Recomendamos nuevamente su adquisición á nuestros lectores.

Consideraciones generales acerca del cólera, por D. Antonio Es­pina y Capo (apéndice). Contiene datos interesantes acerca de tan temible enfermedad, por lo que se recomienda por si sola.

Damos las gracias á los que nos han favorecido con su remisión. Para sus condiciones editoriales véanse los correspondientes anun­cios.

PLATEADO DEL -VIDRIO.—Se ha dado cuenta á la xAcademia de Ciencias de París de un procedimiento inventado por M. A. Martín para platear el vidrio, con la ventaja de que la capa de plata pre­senta la misma lucidez por ambas superficies, lo cual no resulta con otros procedimientos para el mismo objeto.

Se preparan separadamente los tres líquidos siguientes: 1. ° Una solución de 40 gramos de nitrato de plata cristalizado

y 60 gramos de nitrato de amoniaco puo en un kilogramo de agua destilada.

2. ° Una solución de 10 gramos de potasa cáustica pura, bien exenta de carbonato y de cloruro, en 100 gramos de agua.

3. ° Se disuelven 2o gramos de azúcar en 2S0 gramos de agua, se añaden 3 gramos de ácido tartárico, se hace hervir diez minutos y se deja enfriar; se adicionan 50 centímetros cúbicos de alcohol y se diluye la mezcla con agua destilada hasta formar un volumen de 500 centímetros cúbicos.

Para practicar la operación del plateado se ponen en un vaso Ib centímetros cúbicos de la solución primera é igual volúmen de agua destilada; en otro vaso se ponen 15 centímetros del segundo lí­quido y la misma cantidad del tercero, mezclando luego el contenido de ambos vasos que se vierte sobre el vidrio.