el bandido artigas

Upload: marisa

Post on 07-Jul-2018

224 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

  • 8/19/2019 El Bandido Artigas

    1/38

    EL BANDIDO ARTIGAS

    Hugo Chumbita

    LO MEJOR DE

  • 8/19/2019 El Bandido Artigas

    2/38

  • 8/19/2019 El Bandido Artigas

    3/38

    Cuando Artigas desertó del sitio de Montevideo en 1814, el di-rector Gervasio Posadas suscribió un bando que lo declarabafuera de la ley, llamándolo “bandido” y “anarquista”, y ofrecía

    6000 pesos de recompensa a quien lo entregara vivo o muerto.1 Aqueltrato degradante, como a un vulgar delincuente, se explicita en el libe-lo que hizo publicar Pueyrredón en 1818, redactado por Sáinz de Ca-via, donde se describía su trayectoria de “capitán de bandidos, jefe dechangadores y contrabandistas”, luego “indultado de sus delitos”, de-

    sertor de las filas españolas por resentimiento y, en suma, un “nuevoAtila” de las comarcas que “protegía”.2El aludido se negó a desmentir este y otros ataques semejantes.

    Dicen que dijo: “Mi gente no sabe leer”. Sin embargo, hay testimoniosde que él mismo recurrió en forma sistemática a la propaganda panfle-taria. Tal vez prefería no enredarse en explicaciones sobre su pasado.

    Condena y revisión

    En el Facundo, Domingo F. Sarmiento retrató a Artigas comoarquetipo del caudillo bárbaro: habiendo sido un “contrabandistatemible”, fue investido comandante de campaña “por transacción”,para someterlo a la autoridad, y así llegó a conducir “las masas de acaballo” en un movimiento hostil a cualquier forma de civilización.

    EL BANDIDO ARTIGAS

    Hugo Chumbita

    La revolución de Independencia se propagó en la Banda Oriental conuna gran insurrección rural de consecuencias inesperadas: las monto-neras de José Gervasio Artigas. Éstas originaron la disidencia federalque desafió al gobierno central e impuso su disolución en 1820.Aque-

    llos hechos fueron determinantes en la constitución de los Estados delPlata, y signaron las luchas federales por más de medio siglo. Los pre-cursores de la historiografía rioplatense condenaron el alzamiento deArtigas y sus “hordas”como una especie de bandolerismo.Las revisio-nes posteriores rectificaron ese juicio, pero no aclararon los orígenesbandoleriles del caudillo, que es la cuestión que pretendemos develar.

    Publicado en Todo es Historia Nº 356, marzo de 1997.

  • 8/19/2019 El Bandido Artigas

    4/38

    En Conflictos y armonías afirmó que “era un salteador, nadamás, nada menos”; “treinta años de práctica asesinando o ro-

    bando” como jefe de bandoleros que mandaba “sobre el pai-sanaje de indiadas alborotadas por una revolución política”.3

    El joven Bartolomé Mitre, atraído por su imagen tal co-mo Sarmiento por Facundo, comenzó a escribir una biografíaque dejó inconclusa. En sus libros, durante mucho tiempo in-discutibles como versión de la historia de la Independencia, lollamó “jefe natural de la anarquía permanente”, “enemigo detodo gobierno general y de todo orden regular”, aunque tam-

    bién vio en él y en otros jefes gauchos la expresión de una “de-mocracia semibárbara” de las masas populares frente a los ex-travíos oligárquicos y monarquistas del grupo directorial.4

    Vicente Fidel López, refiriéndose a la “insurrección delas montoneras”, observaba que los gauchos fueron, a pesar detodo, un pueblo libre, que “introdujo una revolución social enel seno de la revolución política de Mayo, moviéndola en unsentido verdaderamente democrático”; pero fue absolutamentelapidario con Artigas, “bandido fuera de la ley común de las

    gentes” que “barbarizó la guerra”.5 Sólo las opiniones del últi-mo Juan Bautista Alberdi denunciaron “la leyenda creada por elodio de Buenos Aires”, reconociendo a Artigas el carácter de je-fe popular y a sus montoneras, el de una “guerra del pueblo”por la democracia y la independencia, en las condiciones deatraso propias de la realidad americana.6

    Después de las agrias polémicas que suscitó en 1883 la rei-vindicación oficial del caudillo en el Uruguay, todas las vertientes

    historiográficas contribuyeron a una interpretación más equili-brada de las luchas federales. Si Artigas había adquirido en supatria chica la estatura de prócer nacional, diversos enfoques re-visionistas lo reclamaron también como “héroe argentino”. Estosdiscursos reivindicatorios enfatizaron su imagen patricia confor-me a los cánones ejemplarizadores clásicos, y negaron las “leyen-das” sobre su pasado bandolero. En cuanto a las montoneras, ca-racterizadas desde distintas visiones como guerrillas gauchas,mesnadas indígenas o bandas de salteadores, el tema siguió sien-do polémico. La investigación académica ha esclarecido los con-flictos de la época revolucionaria profundizando el conocimientodel contexto socioeconómico, pero difícilmente ha podido sus-traerse a la tradición partidista al enfocar las contradicciones delsiglo XIX.7 La publicación del Archivo Artigas en Montevideoproporcionó nuevas evidencias de que el hombre actuó comocontrabandista, aunque los historiadores uruguayos no ahonda-ron el asunto. Algunos lo justificaron argumentando sobre la

    4 CONSTRUYENDO LA PATRIA

  • 8/19/2019 El Bandido Artigas

    5/38

    irracionalidad de la legislación española, opuesta a lo que era“ley social de la época”, y destacando que “casi nadie quedó fue-

    ra” del contrabando en la sociedad colonial.8El problema, sin embargo, excede largamente los juicios

    morales sobre el prócer y la constatación de la distancia entre laletra de la ley y las costumbres en la sociedad criolla. La etapa debandolero de Artigas –más allá de los argumentos prejuiciososde sus detractores– suscita interrogantes que no pueden ser sos-layados. Aquellas andanzas gauchescas, ¿fueron episodios in-trascendentes en la vida de un hijo de la clase patricia? ¿Fueron

    sólo una quijotada entre los aborígenes, o el fundamento de lacarrera del caudillo rural? ¿Hasta dónde rompió con ese pasadopara convertirse en soldado del rey? En la lucha de clases de larevolución, ¿se comportó como parte del grupo de los hacenda-dos, como un jefe militar populista o como adalid de los gau-chos? Y en cuanto a la guerra montonera, ¿fue una forma de su-peración o de regresión al bandidaje? Estas cuestiones requierenexaminar la prehistoria del “Protector de los Pueblos Libres” enrelación con los acontecimientos de la década revolucionaria.

    La teoría del bandolerismo

    Los estudios sobre el bandolerismo y la resistencia cam-pesina proponen otros puntos de vista. Eric J. Hobsbawn pre-sentó el fenómeno universalde los bandidos sociales,

    apoyados por poblacionescampesinas (también pasto-riles) que los reconocíancomo protectores frente a unpoder opresor. La solidari-dad activa y simbólica con elrebelde –el joven perseguidopor actos que las costumbresno consideran verdadera-mente delictivos, que se dis-tingue por “corregir los abu-sos” y “robar al rico para

    5EL BANDIDO ARTIGAS

    General José Gervasio Artigas,

    por Juan M. Blanes.

  • 8/19/2019 El Bandido Artigas

    6/38

    ayudar a los pobres”, empleando la violencia con ciertos lími-tes– expresaría una “forma primitiva de protesta” en sociedades

    agrarias precapitalistas en las que se quiebra el equilibrio tradi-cional, en la medida en que no existen otras formas de organiza-ción de los intereses campesinos. Según Hobsbawn, estos ban-didos legendarios –que con frecuencia eran contrabandistas odesertores– encarnan las demandas de justicia en el marco de lacultura tradicional. A veces, fracasados los intentos de supri-mirlos, las autoridades acordaban con ellos, incluso tomándo-los a su servicio, y a menudo se sumaban a los levantamientos

    rurales o a las revoluciones que movilizaban a las masas: sucontribución como líderes revolucionarios por lo general fueimportante en el plano militar, aunque su inserción en la com-plejidad de los procesos políticos resultaba más difícil.9

    Anton Blok y otros autores “revisaron” el modelo deHobsbawn en cuanto a la “solidaridad de clase” del bandidocon los campesinos, subrayando en ciertos casos su interdepen-dencia con los sostenedores del poder;10 observaron que nosiempre surge de un campesinado tradicional, sino también en

    6 CONSTRUYENDO LA PATRIA

    Uno de los más caracterizados lu-gartenientes montoneros de Artigas fue el Pardo Encarnación Benítez, un

    mestizo corpulento, cuya sola presen-cia imponía respeto o terror: cara an-cha y mal trazada,“vestido con el trajemás pintoresco que se pueda imaginar nadie, recolectado en muchos destinos,con botas de potro y dedos anchos deestribar descalzo”, según lo describenlas memorias de Ramón Cáceres.

    En 1815,el Cabildo de Montevideo

    denunció las incursiones de “el des-tructor Encarnación y los forajidos quelo acompañan”, aterrando a los veci-nos y repartiendo vacas y tierras,por loque pedía al Protector “sofocar de unavez la altivez voraz de este Vesubio, an-tes de que convierta en cenizas el pre-cioso vellocino de nuestra cara Provin-

    cia”. Artigas lo hizo comparecer a sucampamento pero, luego de indagar los hechos, consideró suficiente zanjar 

    la cuestión con una reprimenda.Poco después, en enero de 1816,Encarnación defendió a los paisanosque ocuparon las estancias de una fa-milia contrarrevolucionaria en Soria-no, ante la amenaza del desalojo orde-nado por el Cabildo, pidiendo por ellosal Protector en una carta donde resu-mía “el clamor general”: ¿Era posible

    que prevalecieran “los enemigos de-clarados del sistema” frente a los queperdieron cuanto tenían y expusieronsus vidas para defender la patria? Arti-gas creyó “más justo acceder al clamor de éstos”, ordenando al Alcalde Pro-vincial mantener la confiscación de lasestancias.

    El Pardo Encarnación

  • 8/19/2019 El Bandido Artigas

    7/38

    poblaciones rurales estratificadas o heterogéneas, y cuestiona-ron asimismo el carácter prepolítico o precapitalista del fenó-

    meno.11 Las investigaciones compiladas por Richard W. Slattasobre las variantes del bandolerismo en América latina ofrecenun panorama sugerente, cuyas conclusiones intentan refutar aHobsbawn y no encuentran al auténtico bandido social, aunquesí a otros que se le parecen. Acerca de la Argentina, lamentable-mente Slatta se limita a una visión esquemática de la pampa bo-naerense del siglo XIX.12

    En lo que afecta a nuestro tema, Slatta y Miguel Izard

    comparan las pampas con los llanos venezolanos al explicar lamatriz social de la marginalidad y la insurgencia de llaneros ygauchos en la revolución.13 Respecto de ellos, extendiendo elanálisis de Christon Archer sobre los bandoleros en las guerrasde la independencia mexicana,14 Slatta postula la categoría de“bandidos guerrilleros”: marginales que medraron en los con-flictos y el desorden, interesados más en el botín y el provechopropio que en la ideología política o el patriotismo, “cambiandode lado según su cálculo del mayor beneficio potencial”. Entra-

    rían en este rango las montoneras, que Slatta define en térmi-nos apenas diferentes que Sarmiento o López, como “levanta-mientos populistas” de los gauchos “siguiendo a los caudillosfederales del interior que les prometían el saqueo”.15

    Dejando de lado otras cuestiones metodológicas y defondo, que suscitaron los debates en torno a Hobsbawn y suscontradictores,16 así como las comparaciones de la historia lati-noamericana, que merecen ser ahondadas con mayor funda-

    7EL BANDIDO ARTIGAS

     A fines del siglo  XVIII adquirió importancia la riqueza ganadera.

    Cacería de ganado vacuno en el Uruguay, por William Toller, 1715.

  • 8/19/2019 El Bandido Artigas

    8/38

    mento, nos ceñimos aquí al caso de Artigas y sus montoneras,relacionando nuestros dilemas historiográficos con la teoría del

    bandolerismo.

    El joven bandolero

    Artigas provenía de una familia ligada al campo, de mo-desto linaje, que había adquirido cierta fortuna dentro de laprecaria economía rural de aquellos tiempos. El abuelo, José

    Antonio Artigas, era un soldado aragonés, iletrado, casado enBuenos Aires con la hermana de un compañero de armas, queintegró en 1724 el contingente enviado a fundar Montevideo, locual le permitió obtener la concesión gratuita de chacras y es-tancia; entre otros cargos ejercidos, fue cabildante y alcalde deHermandad (policía rural), cumpliendo un papel importante enlas relaciones con los indios. El más destacado de sus vástagos,Martín José, desempeñó funciones similares, dirigió estableci-mientos de la familia y participó del gremio de hacendados,

    aunque fue desplazado de la dirección por el grupo de los másricos. Casado con Francisca Pasqual Arnal, otra descendientede fundadores, el tercero de sus seis hijos fue José Gervasio, na-cido en 1764, según un dudoso registro bautismal donde seagregó la anotación falsificando la firma del cura.17

    El niño cursó las primeras letras en la escuela franciscanade Montevideo. El testimonio de su ex condiscípulo Nicolás deVedia dice que “era un muchacho travieso e inquieto, inobedien-

    te y propuesto a sólo usar de su voluntad”.18 Su abuelo maternotestó una capellanía para que siguiera la carrera de sacerdote,pero no recibió más que una instrucción elemental antes de in-clinarse por las tareas rurales, a que se dedicaban sus mayores.

    Sáinz de Cavia –quien siendo escribano en Montevideoconoció a los Artigas y registró incluso actas de la familia–, afir-ma en el texto antes citado que “difícilmente habría en aquellaciudad quien ignore la historia de Artigas en los primeros añosde su juventud”, y relata que “sustraído a la patria potestad pordar rienda suelta a sus pasiones, se precipitó muy temprano enla carrera del desenfreno”. Abandonó la casa paterna, se inter-nó en la campaña y se hizo famoso por “crímenes horribles”,encabezando bandas de changadores (vaqueros que hacían fae-nas clandestinas) y contrabandistas que cometían “todo génerode violencias”.19

    Vedia refiere que siendo apenas adolescente –como de14 años– se marchó de un establecimiento de la familia y “ya

    8 CONSTRUYENDO LA PATRIA

  • 8/19/2019 El Bandido Artigas

    9/38

    no paraba en sus estancias, sino una que otra vez ocultándosea la vista de sus padres”; su ocupación era “correr alegremente

    por los campos, changuear y comprar en éstos ganados mayo-res y caballadas para irlos a vender a Brasil, algunas veces con-trabandear en cueros secos, y siempre haciendo la primera fi-gura entre los muchos compañeros”. En el manuscrito de labiografía que nunca completó, Bartolomé Mitre siguió la na-rración de su suegro Vedia con variantes, basadas seguramenteen otras referencias: sería a los 14 cuando lo enviaron al cam-po, a los 18 dejó la casa “y se unió a una partida contrabandis-

    ta”. Dice que llegó a ejercer un “dominio patriarcal” en toda lacomarca, y narra varios incidentes con sus perseguidores: enuna de estas ocasiones hizo ultimar sus cabalgaduras agotadasy, parapetado con sus hombres tras ellas, resistieron a tiros a lapartida policial, hasta que lograron cambiar de monta y huir;este episodio había sido narrado también en las Memorias delgeneral Miller.20

    Otras descripciones legendarias dicen que Artigas dete-nía a los malvados con “el fuego de su mirada” y montaba “co-

    mo ninguno”, amansando los equinos al estilo indio. Se conta-ba que llegó a reunir unafuerza de hasta 200 hom-bres y se alió con los contra-bandistas de Rio Grande.21Antiguos testimonios indi-can también que estaba aso-ciado en las faenas clandes-

    tinas con un estanciero de lazona del río Queguay llama-do “Chatre” o “Chantre”.22

    El texto de Sáinz deCavia apunta que “en los ar-chivos de Montevideo seconservan muchos testimo-nios de las depredaciones,resistencia a la justicia, asesi-natos y maldades de toda es-pecie” de la gavilla de Arti-

    9EL BANDIDO ARTIGAS

    Las primeras actividades del joven 

     Artigas transcurrieron en tierras

    de charrúas y minuanes.

    Indio de Montevideo, por D. Pernetty.

  • 8/19/2019 El Bandido Artigas

    10/38

    gas.23 Sólo conocemos algunos de tales documentos, pero al-canzan para verificar lo esencial.

    Según los partes oficiales, en marzo de 1794, en las se-rranías donde nace el río Cuareim, una comisión dirigida por elcapitán Agustín de la Rosa, jefe de la guardia de Melo, sorpren-dió a varios changadores cuereando vacunos, y avanzó contraellos sin alcanzarlos. Cuatro días después, el campamento delos soldados fue atacado de noche, mataron a un centinela y lesrobaron la caballada. Dos detenidos declararon después que enaquel paraje se habían juntado varias cuadrillas, sumando alre-

    dedor de cincuenta hombres, una de ellas comandada por Arti-gas; los cabecillas del ataque al campamento, Artigas y un talBordón, se internaron luego hacia la frontera. Esta versióncoincide perfectamente con la que Mitre recogió seguramentede fuente oral –sin precisar fecha y sin mencionar la muerte delsoldado centinela–, relatando que el capitán regresó “todo ma-gullado” y fue objeto de burlas por sus colegas, lo cual desalen-tó las persecuciones contra Artigas.24 Las “leyendas” decíanque las tropas del Rey, escarmentadas, eludían encontrarse con

    él o se resistían a buscarlo.Otros documentos revelan que, a fines de 1795, el go-

    bernador Olaguer y Feliú de Montevideo instruyó al jefe de laguardia del Cuareim para interceptar dos grandes arreos, de4000 y 2000 animales, que iban, al parecer, hacia una estanciafronteriza de Batoví (donde Vedia contaba haber visto a Artigasdos años antes); uno era conducido por “Pepe Artigas, contra-bandista vecino de esta ciudad”. Una partida reforzada al man-

    do del subteniente Hernández logró acercarse a él, y según losdatos recogidos, encabezaba unos ochenta hombres armados,muchos de ellos brasileños. El 14 de enero divisaron un arreo, yel subteniente movilizó sus tropas por ambos lados del arroyoSarandí para atacarlos, pero una de las columnas se topó condoscientos charrúas, que no llevaban arreo alguno, y los acome-tieron causándoles dos muertos y tres heridos graves. Hernán-dez reagrupó fuerzas y parlamentó con los caciques, quienes ale-garon haberlos confundido con unos changadores que andabanpor allí despojándoles sus majadas. La poco creíble excusa nodisipó la presunción de las autoridades de que esos indios esta-ban colaborando con Artigas.25

    Es evidente que el joven Artigas era un bandido, es decir,un perseguido de la justicia por diversos delitos. ¿Cómo llegó aesa situación un hijo de estancieros? No porque lo empujara lamiseria o la ambición de riquezas. Debe haber otra explicaciónde su impulso de “echarse al monte”, descripto por Vedia como

    10 CONSTRUYENDO LA PATRIA

  • 8/19/2019 El Bandido Artigas

    11/38

    “dar rienda suelta a sus pasiones” y por Mitre como “sed deaventura”. Es posible que viviera algún conflicto con su familia.

    De cualquier modo, su experiencia fue semejante a la de tantos“mozos perdidos” de los asentamientos coloniales que engrosa-ron la clase de los gauchos, también llamados “hombres sueltos,por no estar vinculados a ningún patrón ni porción de tierra”.Entre estos descastados abundaban prófugos de la Justicia, es-clavos fugados y desertores, pero también europeos, criollos oindios que rechazaban las ataduras de su comunidad de origen.El sistema de control legal de las personas, si bien poco efectivo

    y sujeto a muchas arbitrariedades, los trataba en general comobandidos. Artigas se convirtió en uno de ellos, claro que siemprecomo líder o cabecilla, e hizo aquella vida durante no menos dequince años.

    La ley de la frontera

    Es una constante del bandolerismo su vinculación a cam-

    bios en la sociedad agraria, así como la localización periférica delfenómeno a áreas apartadas del centro pero no del radio de esecambio.26 Los hechos que referimos se ubican en el contexto detransición de la región del Plata a fines del siglo XVIII, cuando suscuantiosos recursos ganaderos se valoriza-ban en función de la apertura comercial,y Montevideo, surgida como fortifi-cación estratégica, adquiría cre-

    ciente importancia por su movi-miento portuario y mercantil.Si bien la Banda Orien-

    tal era un espacio “de fronte-ra” respecto del Imperio lu-so-brasileño, las aventurasdel joven Artigas transcu-rrieron en la franja cercanaal río Uruguay y en el espaciomás específicamente fronte-

    11EL BANDIDO ARTIGAS

    Después de perseguir al “bandido” Artigas,

    el gobernador lo indultó y reclutó para

    el flamante cuerpo de Blandengues.

     Antonio Olaguer y Feliú, gobernador

    de Montevideo.

  • 8/19/2019 El Bandido Artigas

    12/38

    rizo que se extendía entre el río Negro y el deslinde con el Bra-sil. En aquel llamado “lejano norte” de la provincia, con abun-

    dantes pastos y hacienda salvaje, la explotación económica es-taba poco organizada y la autoridad colonial era ineficaz. Losadministradores de las misiones guaraníticas reivindicaban su

     jurisdicción, y los portugueses también la pretendían e incur-sionaban desde Rio Grande do Sul. Era además el territorio delas tribus charrúas, minuanes y otras parcialidades, que se dedi-caban a cazar, criar y domesticar equinos y vacunos, rechazan-do las reducciones y la evangelización, pero manteniendo asi-

    duas relaciones con los asentamientos hispanocriollos.Las autoridades trataban de reprimir las vaquerías sin li-cencia y el tráfico con el Brasil, que extraía cueros y hacienda enpie respondiendo principalmente a la demanda de las zonas mi-neras, e introducía tabaco, alcoholes y otras mercaderías. Sibien los ejecutores eran gauchos criollos o brasileños e indios,el contrabando era impulsado por los comerciantes de RioGrande con la participación de estancieros, mercaderes e inclu-so funcionarios de la provincia oriental. Era una fuente de tra-

    bajo y de beneficios para mucha gente, y una necesidad para elabastecimiento de las poblaciones, más aún en el Norte.27

    Otro aspecto significativo del entorno es la condiciónde los gauchos y los indios “infieles”. Estos grupos marginalesa la sociedad colonial se habían originado de modo semejanteen las fronteras de la región del Plata, en base a la libertad pa-ra disponer de los ganados que tradicionalmente se considera-ban de propiedad común, y al extenderse el control del régi-

    men monopolista en la campaña fueron perseguidos conprogresivo rigor como malhechores. Esto ha sido explicadopor los estudios que trataron la represión a los gauchos, y elsentido de la aplicación de las ordenanzas de “vagos y mal en-tretenidos”. La resistencia indígena también fue catalogadacomo bandidaje para justificar las acciones punitivas, y pre-senta una esencial analogía con la rebeldía de los gauchos,más allá de obvias diferencias culturales. Son variantes delconflicto típico focalizado por los historiadores del bandole-rismo, en el cual la ley, al criminalizar lo que es parte de la cul-tura y la necesidad de vida de un grupo social, los conviertemasivamente en delincuentes.28

    Como en toda la historia americana, el avance inexorablede los propietarios y la autoridad estatal sobre los territorios defrontera tendió a desalojar o despojar de sus recursos a las po-blaciones autóctonas –criollos e indios, agricultores y pastores–a través de la “privatización” del ganado, la tierra y/o el agua.

    12 CONSTRUYENDO LA PATRIA

  • 8/19/2019 El Bandido Artigas

    13/38

    En el marco de la resistencia a ese proceso, era lógico que seatenuaran las diferencias entre aborígenes, gauchos y bandidos,

    lo cual explica las formas de solidaridad entre ellos tanto comola visión del poder que los engloba en la categoría de bandole-rismo. Sin embargo, sería aventurado reducir los conflictos aun antagonismo de clase entre estancieros y gauchos –como ha-ce Slatta para el caso de la provincia de Buenos Aires– sin ad-vertir que, especialmente en la situación periférica de la BandaOriental y en relación con la administración del monopolio y elcontrabando, existieron otras rivalidades en el seno de los sec-

    tores propietarios y también intereses comunes de algunos deéstos con las poblaciones rurales.

    El bandido justiciero

    El joven Artigas cimentó su prestigio demostrando lashabilidades y compartiendo las virtudes y vicios de los gauchos.Dentro de las formas de sociabilidad propias de aquel medio,

    aficionado al juego de naipes, ganó fama como bailarín, “galan-teador” y cantor de coplas con guitarra.29 Alrededor de 1790 serelacionó en la villa de Soriano con Isabel Velázquez, cuyo ma-rido estaba preso por homicidio, y tuvo de ella un hijo, José Ma-nuel, que lo acompañó luego en las luchas de la Independencia.

    13EL BANDIDO ARTIGAS

    El gaucho rioplatense tiene su origen en las tareas derivadas del aprovechamiento económico

    del ganado cimarrón. La patria vieja, por J. Zorrilla de San Martín.

  • 8/19/2019 El Bandido Artigas

    14/38

    Otro hijo suyo, Pedro Mónico, fruto de un amorío en Las Pie-dras en 1792, fue reconocido como tal y recibió un legado suce-

    sorio del abuelo.30Las vinculaciones de Artigas a los charrúas y su colabora-

    ción en el caso del arreo de contrabando del verano de 1795-1796 son resaltadas en un ensayo de Carlos Maggi, apoyando laconjetura de que Artigas habitó en sus tolderías, y tuvo entreellos mujer e hijo. Esto no puede considerarse demostrado,aunque hay abundantes indicios de una gran intimidad de Arti-gas con las tribus.31

    Si, como razona el historiador uruguayo WashingtonLockhart, aquel arreo clandestino de Artigas no era sino paraayudar a los charrúas, “corrigiendo agresiones y robos perpe-trados contra ellos”32, la definición coincide con la imagen po-pular del bandido descripto por Hobsbawn, que “corrige abu-sos” y “roba a los ricos para ayudar a los pobres”, actuando demanera solidaria con la comunidad tradicional que lo sustenta.Si ubicamos al personaje en la categoría de los “buenos bandi-dos” de todos los tiempos, hay que pensar que compartía los

    beneficios de sus actividades ilícitas con los paisanos, y espe-cialmente con los indios, asegurándose la cooperación de unared de informantes y encubridores a lo largo del terreno de susandanzas.

    Las conexiones de Artigas con los traficantes de RioGrande, e incluso con estancieros y comerciantes de Montevi-deo, que le podrían haber facilitado sus familiares –tema ésteque no ha sido suficientemente investigado–, aclararían mejor

    la amplitud de la red de intereses que anudaba el contrabando.Mitre afirma que hacía justicia y aplicaba castigos ejemplares,incluso “como árbitro en las cuestiones de los vecinos por cuyosdistritos pasaba”. Otros relatos legendarios sostienen que pena-ba a los malhechores, y aun agregan que imponía contribucio-nes”. He aquí otro rasgo del bandido social, que Hobsbawndestaca señalando su preocupación por administrar “una justi-cia más general de la que podía lograr mediante dádivas ocasio-nales”, de tal manera que algunos llegaron a ejercer funcionesde magistrado o de “gobierno paralelo”.33

    Las hazañas de Artigas burlando a la autoridad, su repu-tación de rebelde indomable, justiciero y amigo de los pobres,adquirían una dimensión heroica para los habitantes de lafrontera –aun más allá de los campos del Noroeste– que depen-dían de manera directa o indirecta del contrabando y rechaza-ban instintivamente la ley de la colonia. Gauchos, tribus in-dias, agricultores y criadores pequeños y medianos, peones y

    14 CONSTRUYENDO LA PATRIA

  • 8/19/2019 El Bandido Artigas

    15/38

    esclavos de las estancias, no constituían un campesinado ho-mogéneo sino un conjunto de grupos, estratos y comunidades

    dedicados a diversas labores, con cierta movilidad para adap-tarse a las variantes estacionales y cíclicas.34 Sin duda, com-partían el rechazo a la autoridad realista y los valores tradicio-nales que caracterizaron la cultura de las pampas. Las fuenteshistóricas y folclóricas muestran que estos paisanos practica-ban, anhelaban o admiraban el estilo de vida libre, alegre ybravío que personificaban en general los gauchos, y en particu-lar su máximo exponente, el bandolero Artigas.

    El pacto con el poder

    Uno de los desenlaces típicos en la carrera del bandido so-cial, según Hobsbawn, es que el rey lo perdone tomándolo a suservicio. Es lo que sucedió en 1797.A fines del año anterior, el virrey au-torizó constituir un Cuerpo de Blan-

    dengues en la provincia oriental, co-mo el que ya existía en Buenos Aires,para vigilar la frontera con el Brasil yperseguir el contrabando. Siguiendoel texto de Cavia, “el objeto era ex-purgar aquella campaña de los faci-nerosos que la infestaban” y “puedeafirmarse que la necesidad de escar-

    mentar a D. José Artigas y sus cama-radas tenía la mayor parte en el pro-yecto de organizar aquella fuerza”.En febrero de 1797, el gobernadorde Montevideo Olaguer y Feliú pu-blicó un bando para reclutar volun-tarios, ofreciendo indultar a cual-quier perseguido que no estuvieraacusado de homicidio o enfrenta-miento armado contra la autoridad.Aunque Artigas era por lo menossospechoso de tales delitos, en mar-

    15EL BANDIDO ARTIGAS

    Los abuelos de José G. Artigas formaron parte

    del grupo fundador de Montevideo.

    Español de Montevideo, por D. Pernetty, 1770.

  • 8/19/2019 El Bandido Artigas

    16/38

    zo se acogió al perdón, y durante las semanas siguientes reunióvarias decenas de gauchos –“facinerosos” los llama Vedia– que

    ingresaron con él en el servicio.35La “leyenda” recordaba que fue Artigas quien puso las

    condiciones de aquel indulto, incluso la admisión de los miem-bros de su banda en el nuevo cuerpo. El manuscrito de Mitreafirma que Olaguer y Feliú, “conociendo lo importante que se-ría tener en sus filas un hombre como Artigas, negoció con sufamilia su indulto”. Cavia refiere que don Martín José aprove-chó aquella ocasión e hizo valer todas sus conexiones, persua-

    diendo a las autoridades y lisonjeando a su hijo con la carreraque se le ofrecía.36Sarmiento señala, respecto de los comandantes de cam-

    paña, que “el gobierno echa mano de los hombres que más te-mor le inspiran para encomendarles este empleo, a fin de tener-los en su obediencia”. Hobsbawn observa que allí donde elEstado es remoto, ineficaz y débil se inclina a pactar con el po-der local al que no puede vencer. Pero la conversión del rebeldeen gendarme es siempre conflictiva. La autoridad corre el ries-

    go de conjurar un mal del presente que se acrecentará más tar-de, como discurre Sarmiento.37 Por otra parte, el rebelde puedetambién transformarse en un instrumento del poder contra sugente. ¿Cómo se desenvolvió Artigas en esta contradicción?

    Poco después del indulto, Olaguer y Feliú asumió comovirrey interino. Dio a Artigas desde el comienzo gran autono-mía y lo envió al Chuy, donde aquel invierno actuó al mando deuna “partida volante”. En octubre de 1797 lo nombró capitán

    de milicias de caballería del Regimiento de Montevideo, y enmarzo de 1798, ayudante mayor del Cuerpo de Blandengues,establecido en Maldonado.

    La actuación de Artigas en ese año, reprimiendo a con-trabandistas y ladrones, incluyó ataques a los indios, aunque alparecer no a los charrúas. Los partes de operaciones reflejan surenuencia a “hacerles daño” y ciertas desinteligencias con losoficiales de carrera.38

    A mediados de 1799, el comandante de Blandenguespropuso ascender a Artigas para ocupar una plaza de capitán,pero el nuevo virrey, el marqués de Avilés, lo rechazó observan-do el “origen que tuvo la entrada de Artigas en el servicio y elextraño medio con que se le proporcionó su rápido ascenso desoldado a ayudante mayor”.39 No habría más progresos en sucarrera hasta 1810.

    Un espía de Portugal, el teniente coronel Curado, queviajó al Río de la Plata en 1799 en misión diplomática, descri-

    16 CONSTRUYENDO LA PATRIA

  • 8/19/2019 El Bandido Artigas

    17/38

    bió en su informe el cuerpo oriental de Blandengues, cuestio-nando “una tropa cuyo primer establecimiento se formó con

    facinerosos, indios y malhechores”. Según le había dicho uncomandante, “los asesinatos, robos y deserciones son tan fre-cuentes que, lejos de aminorar el trabajo de la tropa veterana,para cuyo fin fueron creados, les han aumentado el servicioporque no se puede confiar nada en ellos”.40

    Sin embargo, Artigas apreciaba a esos hombres. No losdisciplinó de acuerdo con los cánones militares europeos, perolos convirtió en una tropa eficaz para las funciones y el estilo de

    mando que él ejercía.

    La escuela del Protector

    La política virreinal oscilaba entre la posición de los es-tancieros y militares que clamaban por el exterminio de “los in-fieles” y otras opiniones orientadas a mantener la paz. Los con-flictos se agravaron, y en 1798 y 1801 las expediciones que

    comandó el capitán Jorge Pacheco arrasaron a los rebeldes cha-rrúas en la frontera Norte.41 Sin duda Artigas no compartía esapolítica. Hacia 1799 trajo de las tribus a un indiecito adolescen-te y lo dejó en casa de un hacendado de Paysandú para que locriaran como cristiano: probablemente era el mismo “caciqui-llo” Manuel que lo acompañó luego, tratado como hijo y llevan-do su apellido.42

    En 1800 Félix de Azara pidió que Artigas lo acompañara

    en su expedición a la frontera para asentar a las familias que ha-

    17EL BANDIDO ARTIGAS

    No pocos estancieros favorecían el contrabando de cueros y ganados a través de la frontera

    con el Brasil. Estancia de San Pedro, en la Banda Oriental, por Emeric Essex Vidal, 1816.

  • 8/19/2019 El Bandido Artigas

    18/38

    bían venido de España con destino a la Patagonia. Así fundaronla población de Batoví, donde Artigas actuó expulsando a algu-

    nos ocupantes portugueses, participó en las asignaciones de tie-rras y seguramente tuvo oportunidad de discutir con Azara losproblemas socioeconómicos de la zona: era necesario poblar,organizar la crianza como alternativa a la ganadería destructivay regularizar la propiedad, pues el sistema de denuncia y com-pra a la Real Hacienda era inaccesible para los pobladores hu-mildes, a menudo desalojados por acaparadores que las mante-nían ociosas.

    Matizando la visión de que las ideas progresistas de Aza-ra influyeron en Artigas, algunos historiadores señalan que encuanto a la distribución de tierras fue a la inversa, ya que aquélrectificó propuestas anteriores en las que recomendaba dar pre-ferencias a “los más acomodados”. El informe que elevó Azara,

    18 CONSTRUYENDO LA PATRIA

    Pedro Campbell, el “gaucho de pelorojo”, fue uno de los desertores de lastropas que trajo Beresford en la Prime-ra Invasión Inglesa,que se había acrio-llado en las pampas del Litoral. Famo-so por sus duelos a facón, cuentan loshermanos Robertson que no se sabía

    que hubiera matado a nadie, pero mu-tiló o hirió a muchos, “de suerte quenadie se atrevía a pelear con él”.Temi-do, admirado y respetado por los pai-sanos, trabajó como peón curtidor decueros en Corrientes, y llegó a gozar dela confianza de Artigas, al que llamaba“Pepe”y del que fue un leal seguidor.

    Condujo montoneras de indios mi-

    sioneros y chaqueños, a caballo en labatalla de Cepeda, y embarcados enlos combates del Paraná. Comandóuna escuadrilla fluvial que tuvo en ja-que a los porteños, y actuó tambiéncontra los paraguayos.En 1918 contri-buyó a sofocar el golpe que depuso aMéndez en Corrientes, bloqueando el

    puerto y ocupando la ciudad, días an-tes de que llegara el ejército de An-dresito. Éste lo nombró “ComandanteGeneral de la Marina” por orden delProtector. Luego se batió reiterada-mente contra la flota de Buenos Aires,hasta que en 1820 fueron hundidas en

    el río sus últimas naves. Además de Campbell y otros queactuaron en el Paraná y el Uruguay, Ar-tigas otorgó patentes de corso a nume-rosos capitanes y buques norteameri-canos, que constituyeron un azote paralos portugueses y españoles en el Platay en toda la costa atlántica.Ante los re-clamos de ambas potencias, en 1817

    se sancionó la Ley de Neutralidad delos Estados Unidos en la “guerra civil”sudamericana, prohibiendo utilizar co-mo plazas de operaciones los puertosde aquel país, lo cual fue motivo de en-cendidas polémicas parlamentarias yperiodísticas que abonaron el terrenopara la doctrina Monroe.

    Campbell, gaucho y corsario

  • 8/19/2019 El Bandido Artigas

    19/38

    tras censurar el acaparamiento del suelo, el desperdicio de re-cursos y el mal manejo de las estancias, recomendaba dar liber-

    tad y posesiones a los indios cristianos y reducir a los infieles,redistribuir las tierras en favor de los auténticos pobladores ylos pobres, regularizar los títulos de dominio y construir igle-sias y escuelas. Al analizar las causas del contrabando, sosteníaque la única forma de evitarlo y asegurar la frontera era legali-zar y reglamentar el comercio con el Brasil.43

    Artigas desempeñó otras comisiones en la frontera, perovolvió a Montevideo y permaneció inactivo durante 1803, pi-

    diendo el retiro del servicio. Tenía 38 años, y un informe médi-co certificó que sufría cierta afección artrítica reumática, depronóstico alarmante si continuaba su “agitada vida”.44 Mien-tras la solicitud era elevada al Rey, Artigas aceptó en abril de1804 salir en misión contra “los indios rebeldes”, para lo cual elgobernador le daba, como de costumbre, amplia autonomía.Las divergencias de Artigas con el coronel Rocamora, que ha-bía establecido el campamento de sus fuerzas en Arerunguá,determinaron al virrey a desautorizar a ambos y enviar con ple-

    nos poderes al teniente coronel Francisco Javier de Viana, aquien Artigas guió atacando a unas bandas de faeneros e indiostapes. En los documentos de esa campaña, Maggi detecta nume-rosos indicios de que Artigas actuó para proteger a las tribus conlas que seguía vinculado, procurando que Rocamoraretirara su campamento del rincón de Are-runguá –un centro del hábitat charrúa–y enviando al caciquillo Manuel a ro-

    barle la caballada. Después, apro-vechando las facultades amplísi-mas de Viana, Artigas obtuvo deél, por acto documentado en sucampamento en febrero de1805, la concesión en propie-dad de 34 leguas cuadradasubicadas justamente en el re-ducto de Arerunguá.45

    Como habían denegadosu retiro, Artigas insistió in-fructuosamente con un nuevo

    19EL BANDIDO ARTIGAS

    Marqués de Avilés. Durante su gestión como 

    virrey, rechazó la proposición de ascender

    a Artigas a capitán de Blandengues.

  • 8/19/2019 El Bandido Artigas

    20/38

    certificado médico.46 En el invierno de 1805, de licencia enMontevideo, se casó con su prima Rosalía Villagrán. Es notable

    que, lejos de ser una boda conveniente para su ascenso social osu vinculación a la clase principal, fue explicada por él mismo alsolicitar la dispensa como el modo de rescatar de la pobreza auna parienta huérfana de padre.47

    Por otra parte, cabe presumir que el malestar o el desa-liento que lo afectaba no eran ajenos a sus contrariedades con laautoridad y a hechos que difícilmente podría aceptar sin cargode conciencia, como las masacres contra los indios. Entrando

    en la madurez, Artigas no podía ignorar la necesidad de impo-ner orden en la campaña, pero sus actitudes indican que lo con-cebía a través de una política de integración y no de exclusiónde los gauchos, los indios y los pobres.

    En diciembre de 1805 el virrey Sobremonte puso a sucargo sesenta y ocho presos para formar un escuadrón de vo-luntarios, a quienes se indultaba a condición de colaborar en ladefensa de Montevideo ante el peligro de invasión británica. Fi-guraban en la lista Venancio Benavídez y otros dos imputados

    por homicidio, varios cuatreros apresados por el mismo Arti-gas, numerosos desertores, peleadores, raptores de mujeres obígamos, y también un mozo José del Rosario Artigas, detenido

    por vagancia y “raterías”. Días después, en vir-tud de reparos legales, se revocó la gracia a

    algunos por la gravedad de sus delitos,asignando al resto a servir en el cuer-

    po de Blandengues. Cuando se le or-

    denó restituir a la Ciudadela a va-rios de aquellos hombres, Artigasprotestó, alegando que les habíadado la seguridad de su libera-ción, tratándolos como “ahija-dos”, y ofreció salir a la campañaa pesar de sus “crecidos acha-ques” para comandarlos un añoen tareas de vigilancia y garanti-zar su disciplinamiento. Enton-ces se optó por imponerles diez

    años de servicio militar, permitien-do a Artigas incorporarlos en su

    partida.48

    20 CONSTRUYENDO LA PATRIA

    José G. Artigas, por Juan M. Blanes.

  • 8/19/2019 El Bandido Artigas

    21/38

    Después de las Invasiones Inglesas, el gobernador Elíoencomendó a Artigas la vigilancia de la zona al norte del río Ne-

    gro, facultado para otorgar posesión legítima a ocupantes de te-rrenos realengos. Su prestigio crecía imponiendo autoridad yhaciendo justicia, pero recién en setiembre de 1810 fue ascen-dido a capitán y lo enviaron a Entre Ríos a reprimir los brotes

     juntistas.49

    El llamado a la revolución

    El incidente de Colonia del Sacramento (Uruguay), cuan-do Artigas tuvo un entredicho con el brigadier Muesas por la in-disciplina de sus hombres, precipitó su deserción de las filasrealistas. Sin embargo, otros antecedentes explican mejor esadeterminación. Algunos parientes suyos, como los Monterroso–familia de la que provenía su sobrino segundo, fray José Mon-terroso, quien luego fue su secretario y asesor–, conspirabanpara sumarse a los patriotas y contaban con él.50

    La insurrección rural en la Banda Oriental fue una estra-tegia deliberada del gobierno de Buenos Aires ante el pronun-ciamiento adverso de Montevideo. El “Plan de Operaciones”que Moreno elaboró en agosto de 1810 contemplaba aquel al-zamiento, cuyo fin era necesario atraer “por cualquier interés ypromesas” a dos hombres: el capitán de Dragones José Rondeauy el capitán de Blandengues José Artigas, por “sus conocimien-tos que nos consta son muy extensos en la campaña, como por

    sus talentos, opinión, concepto y respeto”. La idea era que el

    21EL BANDIDO ARTIGAS

    Vista de Montevideo, por Alcides D’Orbigny.

  • 8/19/2019 El Bandido Artigas

    22/38

    ejército patriota regular tuviera como avanzada algunos cuerposformados por gauchos, reclutando a desertores, delincuentes y

    “vagos”, de quienes habría que deshacerse luego de la consoli-dación del Estado.

    El texto incluía una lista de “sujetos”, entre ellos VenancioBenavídez, los hermanos y primos de Artigas y otros, los cuales“por lo conocido de sus vicios son capaces para todo, que es loque conviene en las circunstancias por los talentos y opinionespopulares que han adquirido por sus hechos temerarios”.51

    La información sobre los personajes de la campaña se ha

    atribuido a la colaboración en el documento de Manuel Belgra-no, quien había pasado largas temporadas en su estancia deMercedes. Lo cierto es que los patriotas tomaron contacto conlos dos capitanes, y Artigas se convirtió efectivamente en el lí-der del levantamiento. El Plan muestra que la Junta contabacon su ascendiente popular, aunque también trasluce la descon-fianza sobre el papel de aquellos gauchos en el desarrollo ulte-rior de la revolución.

    En febrero de 1811 Artigas viajó a Buenos Aires para po-

    nerse a las órdenes de la Junta y el primer foco insurgente fuepromovido en Mercedes, invocando su nombre, por Benavídez,

    el gaucho brasileño PedroViera y otros de los sujetosaludidos en el Plan de Opera-ciones. A partir de ahí, con laparticipación de un grupo deblandengues, se organizaron

    las primeras montoneras.Artigas volvió con elgrado de teniente coronel ysus fuerzas entraron en ac-ción, jugando un rol decisivolos miembros de su grupo fa-miliar. La toma de San Joséfue dirigida por su primoManuel Artigas, que murióen el combate. Su hermano

    22 CONSTRUYENDO LA PATRIA

    La adhesión del capitán de Dragones 

    José Rondeau al plan de los patriotas 

    era decisiva. José Rondeau,

    por Cayetano Gallino, 1838.

  • 8/19/2019 El Bandido Artigas

    23/38

    Manuel Francisco reclutó unos trecientos gauchos en la zonaeste, engrosando el millar de jinetes y soldados con los que de-

    rrotó a los españoles en Las Piedras. Si bien lo ascendieron a co-ronel por aquel triunfo, en el sitio a Montevideo quedó subordi-nado a Rondeau, jefe militar de mayor confianza para losporteños. Allí comenzaron las divergencias que terminaron porenfrentarlo al gobierno de Buenos Aires, cuando éste subordinóla lucha independentista a las negociaciones con los realistas,los portugueses y las potencias europeas.

    La guerra montonera

    La guerra montonera y el caudillaje de Artigas prolonga-ron algunos rasgos de su experiencia anterior como bandolero ygendarme rural. Él conocía a fondo la capacidad de lucha de losgauchos, su movilidad ecuestre y su habilidad con las armas defaena, y los empleó con éxito como partidas guerrilleras, ac-tuando en forma independiente o combinada con la moviliza-ción de los cuerpos de ejército.

    Convocar a los gauchos –“los vagos, impropietarios ymalvados”, según el libelo de Cavia– implicaba riesgos. Los do-cumentos muestran a Artigas empeñado en la organización mi-litar y actuando con mano dura para imponer disciplina. Du-rante el “éxodo” por la costa del Uruguay, seguido por miles depobladores, hizo juzgar y fusilar en el campamento del Quebra-cho a tres “malevos” convictos de robos y violencias, y el 1º dediciembre de 1811 dirigió un bando a sus fuerzas: “si aún que-

    23EL BANDIDO ARTIGAS

    Mate, bombilla y tabaquera de Artigas.

  • 8/19/2019 El Bandido Artigas

    24/38

    da alguno mezclado entre vosotros que no abrigue sentimientosde honor, patriotismo y humanidad, que huya lejos del ejército

    que deshonra y en el que será de hoy en más escrupulosamenteperseguido”.52

    A fines de 1811 Artigas convocó también a los “indiosbravos”, utilizando como emisario al caciquillo Manuel. Desdeentonces varias tribus charrúas acompañaron su ejército o ac-tuaron como aliados, permitiéndole controlar la campaña. Nosólo le sirvieron de espías y lo auxiliaron para obtener abasteci-mientos, sino que hostilizaron a los portugueses e incluso refor-

    zaron las formaciones de combate frontal, sufriendo gravespérdidas. A pesar del tratado que suspendía la guerra, en di-ciembre de 1811 Artigas deshizo una columna invasora en Be-lén, sorprendiéndolos con una fuerza mixta de 500 blanden-gues y 450 indios.53

    En la guerrilla montonera, Artigas mezclaba las astuciasdel baqueano y del bandolero con las técnicas políticas revolu-cionarias. Sus hostilidades con Sarratea durante el sitio deMontevideo, en 1812, comenzaron cortándole los auxilios de

    Buenos Aires, le hizo escasear los abastecimientos de las estan-cias y al fin aplicó su golpe infalible: le sustrajo en dos nochescerca de 4000 caballos y bueyes, dejándolo inmovilizado frentea la ciudad.54 Su antiguo superior, Viana, al servicio del Direc-torio porteño, aconsejaba al coronel Moldes precaverse de Arti-gas y le advertía cuál era su táctica: primero, hacer propagandacon “papeles” o panfletos; segundo, alejar las haciendas del lu-gar donde se sitúa el adversario; tercero, despojarlo de las caba-

    lladas.55La conducción de Artigas, basada en su autoridad caris-mática sobre los paisanos, se mantuvo localizada en el campo.Saint-Hilaire afirma que tenía “las mismas costumbres de losindios, cabalga tan bien como ellos, viviendo del mismo modo yvistiendo con extrema simplicidad”. Cavia señala “el aparentedesprendimiento de este hombre, la simplicidad de su vestido yla identidad de sentimientos, usos y modales con muchas gentesde las que le rodean” y observa que “siempre ha permanecidoen campaña”. Sarmiento apuntó también ese rasgo de su carác-ter: “no frecuentó ciudades nunca”. En 1815, la capital del Pro-tectorado que estableció Artigas en alianza con varios gobier-nos provinciales se situó a distancia de Montevideo y cercaArerunguá. Los visitantes se asombraban de la austeridad delcuartel general de “La Purificación”, donde imperaban las cos-tumbres de los gauchos.56

    Dada la escasez de recursos con que se desarrollaron

    24 CONSTRUYENDO LA PATRIA

  • 8/19/2019 El Bandido Artigas

    25/38

    aquellas campañas, era inevitable que las partidas irregulares degauchos cobraran su recompensa con el eventual botín, y segu-

    ramente hubo episodios de bandolerismo oportunista en mediodel desorden de la guerra. En 1815 se levantaron muchas pro-testas contra las “partidas sueltas” que avanzaban contra el ga-nado con y sin dueño para faenarlo, ante lo cual el Protector re-clamó orden, pero sobre todo mayores controles del comerciomontevideano de animales y cueros mal habidos. En realidad,los despojos y confiscaciones en el campo habían comenzadoen 1811, contra los patriotas desafectos al gobierno español,

    continuaron con la invasión portuguesa –incluso en perjuiciode hacendados realistas– y luego por las fuerzas de Buenos Ai-res, diezmando los ganados y destruyendo estancias y pobla-ciones.57

    El saqueo del enemigo y las exacciones para abastecerseeran práctica usual en la época por cualquier fuerza armada: nosólo en el caso de las explícitas patentes de corso, que premia-ban a los corsarios con las mercaderías de las “presas”, sinotambién por los ejércitos regulares, americanos o europeos.

    Hay innumerables testimonios sobre los hechos de rapiña queejecutaban los cuerpos militares, de manera espontánea y porexpresas órdenes de los jefes, en la Banda Oriental así como entodo el escenario de las guerras externas e internas.58

    Hobsbawn distingue una “forma superior” de bandole-rismo social, el de los haiduks, grandes grupos de jinetes saltea-dores que en Hungría y los Balcanes constituyeron focos per-

    25EL BANDIDO ARTIGAS

     Artigas en la Aduana de “La Purificación”, capital del protectorado establecido

    por el caudillo. Obra de José L. Zorrilla de San Martín.

  • 8/19/2019 El Bandido Artigas

    26/38

  • 8/19/2019 El Bandido Artigas

    27/38

    En 1818 el Protector envió a Andresito a sofocar el golpedisidente en Corrientes, que había depuesto al gobernador alia-

    do, Juan Bautista Méndez. Andresito marchó con un millar dehombres, aplastó a las tropas que lo enfrentaron, repuso a Mén-dez en el gobierno civil y desempeñó la gobernación militar du-rante siete meses. A pesar del escándalo que suponía esa intru-sión de las “hordas” de la periferia aborigen en los asuntospúblicos locales, que hasta entonces se habían resuelto en el se-no de la clase principal de la ciudad, el comportamiento de losocupantes no parece haber sido tan bárbaro como se temía, se-

    gún ilustran las crónicas del período.63El irlandés Pedro Campbell, que acompañó a Andresito aCorrientes y lo apoyó con su flotilla del Paraná, era otro perso-naje excepcional sumado a la revolución. Así como se había he-cho jinete y baqueano en las pampas, sirviendo a Artigas se con-virtió en navegante y corsario. A la par de otros aventureros dediverso origen, fue uno de los principales ejecutores de la estra-tegia de guerra fluvial contra porteños, españoles y portugue-ses. Las tripulaciones que comandó Campbell conformaban

    una suerte de montonera de gauchos e indios que se lanzaban alabordaje de las naves rivales, y ciertamente aquellas accionesrecompensadas con el botín tenían gran analogía con la luchade las partidas guerrilleras de jinetes.64

    27EL BANDIDO ARTIGAS

    Batalla de Las Piedras, rendición de Posadas, por Juan M. Blanes. Su triunfo en este combate

    le valió a Artigas el ascenso al grado de coronel.

  • 8/19/2019 El Bandido Artigas

    28/38

    La utopía igualitaria

    Una preocupación constante de Artigas en sus roles debandolero, gendarme y revolucionario fue impartir justicia conun sentido igualitario. “No hay que invertir el orden de la justi-cia; [hay que] mirar por los infelices y no desampararlos sinmás delito que su miseria –le recomendaba al gobernador deCorrientes, expresando su desdén por los privilegios aristocrá-ticos–; olvidemos esa maldita costumbre que los engrandeci-mientos nacen de la cuna.” Con relación a los pueblos indios,

    en sus instrucciones para que “se gobiernen por sí” eligiendosus propios administradores, le recordaba al gobernador “queellos tienen el principal derecho y que sería una degradaciónvergonzosa para nosotros” mantenerlos excluidos “por ser in-dianos”.65

    28 CONSTRUYENDO LA PATRIA

     A Andrés Guacurarí, el “Espartaco”de los indios misioneros, lo llamaban Andresito por su baja estatura, y cuen-tan que los portugueses le decían “Arti-guinhas”. Adoptó el apellido de su “pa-dre político”, y fue, por cierto, sudiscípulo dilecto. Oriundo de San Bor-

     ja, hacia 1811 se alistó en las fuerzasde Artigas como soldado,y ascendió enpocos años a capitán de Blandengues.Era buen jinete, sabía música, y se ha-bía instruido lo suficiente como paraescribir en tres idiomas: español, por-tugués y guaraní.

    En 1815, el Protector lo nombróComandante General de las Misiones,

    confiriéndole un liderazgo y un man-dato para organizar a su pueblo.Dentro de la estrategia de integracióncon que el Protector concebía la so-ciedad republicana, son notables lasinstrucciones que le impartió parapromover el autogobierno de los na-turales.

     Andresito demostró dotes de cau-dillo y de jefe militar. Se casó con la in-dia Melchora, que lo acompañó en suscampañas. Ante algunos desmanes co-metidos por sus tropas en Itatí y CaáCatí, se sintió “abochornado” y obliga-do a disculparse. No era fácil moderar 

    el comportamiento de su gente enfren-tando a cada paso las atrocidades de laguerra.

    En 1918, cuando fueron a restable-cer el gobierno correntino, aquellosguaraníes tradicionalmente sometidosse tomaron una revancha al rescatar asus cautivos. Camino a Corrientes, lashuestes misioneras recuperaron a unos

    200 muchachos indios de las casasdonde estaban sirviendo y apresaron unnúmero igual de hijos de las familiascorrentinas, reteniéndolos durante unasemana. Luego Guacurarí reunió a lasmadres que clamaban por ellos, y, antesde devolverlos, les hizo ver que las ma-dres guaraníes habían sufrido lo mismo.

    El ahijado guaraní 

  • 8/19/2019 El Bandido Artigas

    29/38

    Artigas asumió de manera integral los principios libera-les y republicanos de la emancipación, que las elites aceptaban

    con muchas reservas. En su modo de ver seguramente influíanlas costumbres de las pampas y las antiguas tradiciones mile-naristas, más que la lectura de Rousseau. El orgullo de hom-bres libres de los gauchos era congruente con la orientacióndemocrática de la revolución, como afirmaban Mitre y López.Escuchando a otros hombres más instruidos, interesándose porconocer el sistema federal norteamericano, Artigas expresó unasíntesis del sentido común popular con las doctrinas progresis-

    tas de su tiempo y reclamó fundar el poder político en los dere-chos de representación de los individuos y de las regiones, to-dos en pie de igualdad.

    Esto es notable en las acciones de gobierno que impulsó,y en particular en su famoso plan agrario. Las comunicacionesdel Protector con el Cabildo de Montevideo, al que él mismoasignó un rol eminente sabiendo que representaba al sector delos propietarios, reflejan su firme pero prudente relación con laelite y las reticencias de ésta ante las medidas más radicales.

    Dada la necesidad de repoblar y poner en producción los cam-pos asolados por la guerra, el Protector instó al Cabildo a em-plazar a los hacendados a hacerlo so pena de poner las tierrasen otras manos, ante lo cual, tras algunas dilaciones, aquél emi-tió un bando sin poner plazo y omitiendo las sanciones. Díasdespués Artigas dictó personalmente el Reglamento de Tierras

    29EL BANDIDO ARTIGAS

    Organizadas con criterios militares, las tropas de Artigas no eran muy distintas de los 

    cuerpos de milicias de la época. Bandera de Artigas.

  • 8/19/2019 El Bandido Artigas

    30/38

    de 1815. Si bien antes había otorgado posesiones a sus partida-rios y ocupado campos de los adversarios de la revolución, aho-

    ra se trataba de establecer un nuevo orden rural, recuperar laganadería, poblar y distribuir la propiedad con el criterio deque “los más infelices sean los más privilegiados”. Las tierrasno ocupadas y las confiscadas a “los malos europeos y peoresamericanos” debían repartirse en suertes de estancia a los soli-citantes, con carácter de donación, dando preferencia a los ne-gros libres, zambos, indios y criollos pobres.66

    En el mismo Reglamento se preveía la aprehensión de

    vagos para remitirlos al servicio de las armas, y la papeleta quelos patrones debían dar a sus peones. Ésta era la política habi-tual de control de los gauchos, pero en un marco diferente, enel que la obligación de trabajar iba aparejada con la posibilidadde adquirir la tierra. En circunstancias en que urgía regenerarla explotación del campo y se compelía a los estancieros a pro-ducir, era razonable exigir una ocupación regular a los proleta-rios rurales.

    La aplicación del Reglamento, resistida y demorada por el

    Cabildo, afectaba una enorme extensión territorial y fue por cier-to conflictiva. Estaban en juego los intereses de grandes latifun-distas, incluso porteños. La independencia, como todas las re-voluciones, había engendrado un alzamiento popular que setornaba amenazante para los viejos y nuevos grupos dirigentes,y el director Pueyrredón acordó consentir la invasión portugue-sa a la Banda Oriental para liquidar ese peligro.

    Debilitado en la relación de fuerzas, la inflexibilidad de

    Artigas lo perdió. La política de transacción no era lo suyo.Acudió por fin al asilo del dictador Francia, quien lo había lla-mado no menos que “caudillo de bandidos”, creyendo que po-drían coincidir contra el centralismo porteño o esperando talvez un cambio de gobierno. Al morir el Supremo en 1840, detu-vieron preventivamente “al bandido Artigas” pues algunos loquerían como sucesor, a pesar de su avanzada edad. Más tardeCarlos Antonio López le brindó una amplia reparación.67

    En definitiva, hay que aceptar que las diatribas de sus ad-versarios se fundaban en parte de la verdad: Artigas fue en su

     juventud un bandido. Pero no un delincuente común, sino unode los casos excepcionales que Hobsbawn caracteriza comobandoleros sociales. Desde esta perspectiva es posible entenderla profunda coherencia de su solidaridad con las clases pobresdel campo. En su primera época de rebelde se había marginadode la ley convirtiéndose en un héroe legendario entre los gau-chos, los indígenas y los demás paisanos que defendían su me-

    30 CONSTRUYENDO LA PATRIA

  • 8/19/2019 El Bandido Artigas

    31/38

    dio de vida tradicional, y el pacto con el soberano no implicóque mudara de bando. En realidad, adquirió así reconocimien-

    to formal como jefe de un cuerpo de ex forajidos, administradorde justicia y “regenerador” de indios y malvivientes, consoli-dando su ascendiente patriarcal en la campaña; lo cual chocabacon la ortodoxia militar y, más que una fractura, implicaba unacontinuidad en su rol de líder gaucho. Seguramente, además,aquella experiencia le permitió ver los problemas rurales desdeel punto de vista del orden general. Pero sólo la revolución leofreció, al fin, la oportunidad trascendente de dirigir a su pue-

    blo más allá de los objetivos reparadores tradicionales, con unavisión estratégica sobre los problemas de la fundación del Esta-do, la producción del campo y la integración de la nueva socie-dad emergente. En la guerra utilizó los recursos del arte militarque tuvo disponibles, los combinó con la agitación insurreccio-nal y aprovechó sus conocimientos de baqueano y conductor deaquellas partidas de jinetes para organizar la lucha guerrillera.

    El movimiento artiguista fue una expresión radical de larevolución, apoyada en la movilización de las montoneras. Si

    éstas, según vio Sarmiento, representaban la insumisión de lacampaña ante la ciudad, hay que advertir que en el siglo XIX elloequivalía al alzamiento de la mayoría de la población –los pro-ductores directos, los estratos subordinados y algunos gruposmás o menos marginales– frente al poder de las elites terrate-nientes y comerciales, que con demasiada frecuencia antepusie-ron sus intereses a los del proyecto revolucionario proclamadocomo causa común.

    Las montoneras surgieron en cierto modo de las bandasde gauchos y existe por lo tanto una vinculación con el bandole-rismo, pero resulta equívoco homologar ambos fenómenos. Lasguerrillas federales conte-nían un grado de dirección ymotivación políticas cualita-tivamente superior a lo quese entiende por bandoleris-mo. Las estrechas relacionesentre gauchos, bandidos ycaudillos que hemos subra-yado plantean cuestiones sig-

    31EL BANDIDO ARTIGAS

    Poco afecto a los lujos, Artigas pasaba 

    casi todo su tiempo en el ámbito rural.

    Escritorio de campaña de Artigas.

  • 8/19/2019 El Bandido Artigas

    32/38

    nificativas que deben ser aún profundizadas, pero no se puedenconfundir los términos según la dialéctica de batalla de Sar-

    miento. Hay que tener en cuenta que los caudillos gauchos, aun-que algunos hubieran sido bandoleros, fueron jefes políticos ymilitares; el federalismo era un proyecto de organización del Es-tado; y las montoneras, aunque reclutaran matreros, indios obandidos, fueron formas de rebelión y lucha social, orientadasbien o mal por sus líderes hacia aquella causa. De cualquier ma-nera, los sucesivos alzamientos montoneros configuran unasunto demasiado complejo como para generalizar las conclu-

    siones a hechos que exceden el foco de este artículo.En los estudios recientes sobre la historia latinoamericanaque reúne la compilación de Slatta, resulta notable que las tesissobre el bandolerismo reproduzcan dilemas análogos a los quedividieron aguas en la historiografía rioplatense del siglo XIX.Acerca de las reacciones u opciones violentas de los sectores

    32 CONSTRUYENDO LA PATRIA

    José Gervasio Artigas, autor anónimo.

  • 8/19/2019 El Bandido Artigas

    33/38

    populares, la visión hobsbawmiana se inclina a reconocerlesuna racionalidad social, mientras que los refutadores tienden a

    descalificarlas como pillaje. La misma cuestión atraviesa la pro-blemática historiográfica en nuestro país como materia de de-bate, y las visiones de clase de la época de las guerras civiles si-guen reflejándose en el terreno de la investigación al tratar elsentido de aquellos sucesos. Cabe pensar sin embargo que –almenos en ese plano– algo hemos progresado en estos dos siglos,y el caso de Artigas y las montoneras nos desafía a actualizar lainterpretación de la participación popular en la revolución

    americana.

    Notas

    1. Decreto del 11 de febrero 1814, facsímil en Archivo Artigas, Comisión

    Nacional Archivo Artigas, Montevideo, Monteverde, T. XIV, lámina 1.2. El protector nominal de los pueblos libres, D. José Artigas, clasificado

     por el Amigo del Orden, Buenos Aires, Imprenta de los Expósitos,1818; Pedro Feliciano Sáinz de Cavia era entonces funcionario de laSecretaría del Directorio.

    3. D. F. Sarmiento, Facundo [1845], cap. 4, y Conflicto y armonía de lasrazas en América [1883].

    4. B. Mitre, Historia de Belgrano, y de la independencia argentina[1859], cap. XXVI, e Historia de San Martín y de la emancipación su-damericana [1887-1890], cap. XXIII.

    5. V. F. López, “El año XX”, en Revista del Río de la Plata, 1873, T. V;Manual de Historia Argentina [1896]; Historia de la República Ar-

     gentina [1893-1913].6. J. B. Alberdi, Grandes y pequeños hombres del Plata [1912], cap. XIX.7. Véase Juan E. Pivel Devoto, De la leyenda negra al culto anarquista,

    Montevideo, 1950; en la Argentina, Emilio Ravignani rescató el fede-ralismo de Artigas en sus estudios de Historia constitucional [1926];entre otros revisionistas nacionalistas, René Orsi, Historia de la dis-

     gregación rioplatense, Buenos Aires, Peña Lillo, 1969.

    8. Véanse J. E. Pivel Devoto, prólogo al T. II del Archivo Artigas, pp. XX-XI-XXXIII; Arturo A. Bentancur, Contrabando y contrabandistas,Montevideo, Arca, 1988, p. 11; Alfonso Fernández Cabrelli, Artigas:el hombre frente al mito, Montevideo, 1991, T. I, pp. 205 y ss.

    9. E. J. Hobsbawn, Rebeldes primitivos, Barcelona, Ariel, 1968, cap. II, yBandidos, Barcelona, Ariel, 1976.

    10. Anton Blok, “The Peasant and the Brigand: Social Banditry Reconsi-dered”, Comparative Studies in Society and History, Vol. 14, Nº 4, se-tiembre de 1972.

    33EL BANDIDO ARTIGAS

  • 8/19/2019 El Bandido Artigas

    34/38

    11. Véanse Alan Knight, The Mexican Revolution, Cambridge, Cambrid-ge University Press, 1986; Gilbert M. Joseph, “On the Trail of LatinAmerican Bandits: A Reexamination of Peasant Resistance”,  Latin

     American Research Review, Vol. 25, Nº 3, University of New Mexico,1990.

    12. R. W. Slatta (ed.), Bandidos: The Varieties of Latin American Ban-ditry, Westport, Greenwood Press, 1987, donde el artículo de Slattasobre la Argentina y las conclusiones se apoyan en sus trabajos ante-riores, en particular Los gauchos y el ocaso de la frontera, Buenos Ai-res, Sudamericana, 1985.

    13. M. Izard y Slatta, “Banditry and Social Conflict on the Venezuelan Lla-nos”, y Slatta, “Images of Social Banditry on the Argentine Pampa”, en

    Slatta, Bandidos...14. Christon I. Archer, “Banditry and Revolution in New Spain, 1790-1821”, en Biblioteca Americana, Vol. I, Nº 2, noviembre de 1982; vertambién Paul J. Vanderwood, “Nineteenth-Century Mexico’s Profitee-ring Bandits”, en Slatta, Bandidos…

    15. Slatta, Bandidos…, pp. 193-194.16. Otro aspecto del debate sobre el bandolerismo (véanse artículos de

    Slatta, P. Singelmann, Ch. Birkbeck y G. Joseph en Latin American Re-search Review, Vol. 26 Nº 1, 1991) se refiere a la valoración relativade las “pruebas” de los documentos oficiales y las fuentes populares”,

    y en particular la correspondencia de relatos e imágenes tradicionalescon la realidad histórica. En el caso de Artigas, referencias legendariasa menudo desdeñadas resultaron verídicas.

    17. Véanse  Archivo Artigas, T. I, y José M. Traibel, “Artigas, antes de1811”, VI en Artigas: estudios publicados en El País en el centenariode su muerte, Montevideo, 1951, pp. 19-29. Juan A. Apolant, La parti-da bautismal de José Gervasio Artigas ¿auténtica o apócrifa?, Monte-video, Centro de Estudios del Pasado Uruguayo, 1966, constata la fal-sa anotación en el Libro de Bautismos, aunque no cuestiona la

    autenticidad de los datos.18. “Apuntes biográficos sobre don José Artigas por el general don Nico-lás de Vedia” [1841], en Mariano de Vedia y Mitre, El manuscrito deMitre sobre Artigas, Buenos Aires, La Facultad, 1937, p. 95.

    19. El protector nominal…, op. cit., p. 5.20. “Apuntes…” en Vedia y Mitre, El manuscrito…, p. 95; Manuscrito de

    B. Mitre, en Vedia y Mitre, El manuscrito…, pp. 58-62; J. Miller, Me-morias del general Guillermo Miller [1829], Madrid, Librería Suárez,1910, T. I, p. 48; alude al mismo hecho Francisco A. Berra, Bosquejohistórico de la República Oriental del Uruguay, Montevideo Ybarra,

    1895, p. 269, probablemente en base a datos que le facilitó Mitre.21. Lorenzo Barbagelata, Artigas antes de 1810, Montevideo, ImpresoraModerna, 1945, pp. 25-28, citando referencias de César Famin y

     Washburn; F. A. Berra, Bosquejo…, p. 269, menciona los 200 hom-bres.

    22. Véanse Pivel Devoto, prólogo al T. II del Archivo Artigas, pp. XXXI-XXXII, y Jesualdo, Artigas. Del vasallaje a la revolución, Buenos Ai-res, Losada, 1961, pp. 120-121.

    23. El protector nominal…, nota en p. 6.

    34 CONSTRUYENDO LA PATRIA

  • 8/19/2019 El Bandido Artigas

    35/38

    24. Archivo Artigas, T. IV, pp. 477-483; la referencia de Vedia, en Vedia yMitre, El manuscrito…, pp. 60-61. Sobre el apodo “Pepe” ver infra,nota 63.

    25. Archivo Artigas, T. IV, pp. 483-488, y T. II, pp. 1-3.26. Dretha M. Phillips, “Latin American Banditry an Criminological The-

    ory”, en Slatta, Bandidos…, que confirma al respecto las tesis de Hob-sbawn.

    27. Véanse Sergio Villalobos R., Comercio y contrabando en el Río de laPlata y Chile, Buenos Aires, Eudeba, 1986; Pivel Devoto, prólogo al T.II del Archivo Artigas.

    28. Véanse Ricardo Rodríguez Molas, Historia social del gaucho, BuenosAires, Marú, 1968; Gastón Gori, Vagos y mal entretenidos, Santa Fe,

    Colmegna, 1965; Slatta,  Los gauchos…, cap. 7; M. Izard, “Vagos,prófugos y cuatreros. Insurgencias antiexcedentarias en la Venezuelatardocolonial”, en Boletín Americanista Nº 41, Barcelona, 1991, pp.182-186.

    29. “Apuntes…” de N. de Vedia, en Vedia y Mitre, El manuscrito…, p. 95;Jesualdo, Artigas…, pp. 119-120.

    30. Véanse J. M. Traibel, “Artigas antes de…”, pp. 33-34, y A. FernándezCabrelli, Artigas…, T. I, pp. 22-23, donde cita investigaciones de JoséA. Gadea, W. Lockhart y M. Santos Pires y J. A. Apolant; WashingtonReyes Abadie, Artigas y el federalismo en el Río de la Plata, Montevi-

    deo, Ediciones de la Banda Oriental, 1992, p. 61.31. Carlos Maggi, Artigas y su hijo el Caciquillo, Montevideo, Fin de Si-

    glo, 1991, cap. V.32. Washington Lockhart, “Artigas, padre de charrúas”, en Brecha, Mon-

    tevideo, 10 de enero de 1992.33. Vedia y Mitre, El manuscrito…, p. 60; Miller, Memorias…, T. I, pp.

    48-49, cuenta que practicaba una justicia brutal y ordenaba “enchale-camientos”; Berra, Bosquejo…, pp. 270-271, sigue casi textualmentea Miller pero refiriéndose a Artigas como gendarme. Hobsbawn, en

    Rebeldes…, pp. 29 y 39, menciona el caso del napolitano “Angiolillo”Duca, “acaso el ejemplo más puro del bandolerismo social”.34. Slatta, en sus trabajos antes citados, descarta las redes de solidaridad

    campesina con el bandido suponiendo a las pampas sólo habitadas porgauchos errantes; esa imagen ha sido rectificada por las investigacio-nes que comenta Roberto Di Stéfano, “El mundo rioplatense colonial:una cuestión abierta”, en Boletín del Instituto de Historia Argentina y

     Americana Dr. E. Ravignani, 3ª serie, Nº 4, 2º semestre de 1991; so-bre la Banda Oriental, Jorge Gelman, “Producción campesina y estan-cias en el Río de la Plata colonial. La región de Colonia a fines del siglo

    XVIII”, Boletín… Nº 6, 2º semestre de 1992.35. Hobsbawn, Rebeldes…, p. 40; Archivo Artigas, T. II, bando en pp. 11-13; prólogo de Pivel Devoto, pp. XXIX y ss.; El Protector nominal…,p. 6; “Apuntes…”, en Vedia y Mitre, El manuscrito…, p. 96.

    36. Referencias coincidentes de Miller, Memorias…, y Berra, Bosquejo…;Vedia y Mitre, El manuscrito…, p. 62; El Protector nominal…, pp. 6-7;ver Pivel Devoto, prólogo al T. II del Archivo Artigas, pp. XXX y XX-XII-XXXIII.

    37. Sarmiento, Facundo (1845), cap. 3; y Hobsbawn, Bandidos, pp. 61-62.

    35EL BANDIDO ARTIGAS

  • 8/19/2019 El Bandido Artigas

    36/38

    38. Sobre la renuencia a atacar a los charrúas, ver Archivo Artigas, T. II,p. 64 y comentarios de Maggi, Artigas y su hijo…, pp. 82-87.

    39. Archivo Artigas, T. II, p. 123.40. “Informaçao do Coronel Joaquim Xavier Curado sobre a Povoaçao e

    Forjas dos Estabelecimentos Hespanhoes” [1800], manuscrito citadopor Pivel Devoto, prólogo al T. II del Archivo Artigas, pp. XXXIX-XL.

    41. Véanse C. Maggi, Artigas y su hijo…, cap. VI; Eduardo F. Acosta y La-ra, La guerra de los charrúas en la Banda Oriental , Montevideo, Li-nardi y Risso, 1989, T. I, pp. 167-207.

    42. Acosta y Lara, La guerra…, T. II, pp. 199 y ss.; Maggi, Artigas y su hi- jo…, pp. 63-68.

    43. Félix de Azara, Memoria del estado rural del Río de la Plata y otros in-

     formes, Buenos Aires, Bajel, 1943; ver Pivel Devoto, prólogo al T. II del Archivo Artigas, pp. XLVIII-L; Edmundo M. Narancio, “El Reglamentode 1815” en Artigas: estudios…, pp. 135-139; Carlos Machado, Histo-ria de los Orientales, Montevideo, Ediciones de la Banda Oriental,1992, T. I, pp. 85-86, donde cita a E. Petit Muñoz y Alberto Dutrenit.

    44. Solicitud y trámites en Archivo Artigas, T. II, pp. 258-265.45. Archivo Artigas, tomo II, pp. 267-408; Maggi, Artigas y su hijo…, pp.

    100-125; sobre la concesión de Arerunguá, Archivo Artigas, T. III, pp.404-409.

    46. Archivo Artigas, T. II, pp. 411-414.

    47. Archivo Artigas, T. III, pp. 1-40.48. Archivo Artigas, T. III, pp. 44-66.49. Sobre el ascenso, Archivo Artigas, T. III, p. 350.50. Ver Carlos Machado, Historia…, T. I, p. 51, citando antiguos testimo-

    nios recogidos por Justo M. Maeso.51. Copia del Archivo General de Indias, en A. Fernández Díaz, El su-

     puesto plan de Mariano moreno, Anuario del Instituto de Investiga-ciones Históricas, UNL, Rosario, Nº 4, 1960; sobre el origen del planver José M. Rosa, Historia Argentina, Buenos Aires, Oriente, 1964, T.

    II, pp. 204-209.52. Archivo Artigas, T.VI, pp. 49-52.53. Sobre el llamado a los indios, Archivo Artigas, T. VI, pp. 20-22 y 30-

    32; el combate en Belén, T. VI, pp. 195-207.54. Sobre los animales sustraídos del campamento, Archivo Artigas, T. IX,

    pp. 206, 256 y 263.55. Archivo Artigas, T. XIV, p. 204.56. Auguste de Saint-Hilaire, Voyage dans Rio Grande do Sul ; El Protec-

    tor nominal…, p. 29; Sarmiento, Conflicto y armonía…; sobre La Pu-rificación, ver Jesualdo, Artigas…, cap. 22.

    57. Ver Lucía Sala de Tourón, N. de la Torre y J. C. Rodríguez, Artigas y surevolución agraria, 1811-1820, México, Siglo XXI, 1979, pp. 98-111.

    58. José M. Paz alude a la reacción campesina ante las “gravosas exaccio-nes” de los ejércitos porteños (Memorias, cap. IX); Tulio HalperinDonghi, Revolución y guerra, Buenos Aires, Siglo XXI, 1972, citaejemplos (p. 324) y dice que “si las tropas artiguistas [...] podían sertemibles en el saqueo, las del gobierno central eran aún más adictas ala ferocidad y la rapiña, a las que las alentaba esporádicamente el go-bierno mismo” (p. 398).

    36 CONSTRUYENDO LA PATRIA

  • 8/19/2019 El Bandido Artigas

    37/38

    59. Hobsbawn, Bandidos, cap. 5.60. Véanse Sarmiento, El Chacho, último caudillo de la montonera de los

     Llanos [1867], cap. “La Travesía”, que explica las insurreccionesmontoneras por el resentimiento de los pueblos aborígenes despoja-dos; y José M. Paz, Memorias, cap. IX, donde explica las motivacionesdel “entusiasmo extraordinario” que caracterizaba a los montoneros.

    61. Véanse Jesualdo, Artigas…, p. 368; Sala de Tourón, Artigas y su revo-lución…, pp. 214, 220-221 y 231-233.

    62. Véanse Salvador Cabral, Andresito Artigas en la emancipación ameri-cana, Buenos Aires, Castañeda, 1980; Eugenio Petit Muñoz, “Artigasy los Indios”, en Artigas: estudios publicados en El País…, pp. 253-268. Correspondencia de Francia [1815] en el Archivo Nacional de

    Asunción, citada por Julio C. Chávez, El Supremo Dictador , BuenosAires, Ayacucho, 1946, p. 204.63. Véanse J. P. y G. P. Robertson, Cartas de Sud-América, Buenos Aires,

    Emecé, 1950, T. III, pp. 107-108; y Julio Sánchez Ratti, “Andrés Gua-curarí, el indio gobernador”, suplemento de Todo es Historia Nº 33,enero de 1970.

    64. Véanse J. P. y G. P. Robertson, Cartas…, T. I, pp. 73-88; Agustín Bera-za, “Las campañas navales de Artigas”, en Artigas: estudios publica-dos en El País…, pp. 183-199.

    65. Carta del 9 de abril 1815 en Archivo Artigas, T. XX, pp. 313-314; car-

    ta del 3 de mayo 1815, en Oscar H. Bruschera, Artigas, Montevideo,Biblioteca de Marcha, 1986, pp. 157-158.

    66. Comunicaciones con el Cabildo y Reglamento del 10 de setiembre1815, en Archivo Artigas, T. XXI, pp. 57-58, 84, 92 y 94-98.

    67. Ver C. Machado, Historia…, T. I, pp. 114-119.

    37EL BANDIDO ARTIGAS

  • 8/19/2019 El Bandido Artigas

    38/38

    © Todo es Historia, 2002

    ISBN: 950-511-77-52_08

    Diseño de interiores: Mercedes SacchiEdición iconográfica: Graciela García Romero

    Nota: la edición electrónica de este texto se hizo sobre la base de la edición en papel

    realizada por Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara S. A. para la colección “Lo mejor deTodo es Historia” dirigida por Félix Luna.