educar al sujeto moral según criterios de autonomía

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7/13/2019 Educar Al Sujeto Moral Según Criterios de Autonomía http://slidepdf.com/reader/full/educar-al-sujeto-moral-segun-criterios-de-autonomia 1/16 ¿EDUCAR AL SUJETO MORAL SEGÚN CRITERIOS DE AUTONOMÍA O DE HETERONOMÍA? Victoria Vázquez Verdera Universidad de Valencia [email protected] Resumen En esta comunicación queremos lanzar la pregunta sobre cuáles deberían ser los criterios para educar en competencias morales. Si es más pertinente educar según el modelo tico de un individuo racional que se da a sí mismo una ley con validez universal! o si los planteamientos de las morales "eterónomas resultan más valiosos para educar personas que sean capaces de conmoverse y actúen  para procurar el bienestar #ísico y emocional de los demás y de sí mismos. Se plantea así el debate entre autonomía y "eteronomía$ para realizar a una deliberación crítica que plantea ir más allá de la dicotomía y que prima el desarrollo del pensamiento crítico. Palabras la!e% autonomía! "eteronomía! educación moral. & Vázquez Verdera$ V.

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Artículo sobre la educación y la moral

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  • EDUCAR AL SUJETO MORAL SEGN CRITERIOS DE AUTONOMA O DE

    HETERONOMA?

    Victoria Vzquez VerderaUniversidad de [email protected]

    Resumen

    En esta comunicacin queremos lanzar la pregunta sobre cules deberan ser los criterios para

    educar en competencias morales. Si es ms pertinente educar segn el modelo tico de un individuo

    racional que se da a s mismo una ley con validez universal; o si los planteamientos de las morales

    heternomas resultan ms valiosos para educar personas que sean capaces de conmoverse y acten

    para procurar el bienestar fsico y emocional de los dems y de s mismos. Se plantea as el debate

    entre autonoma y heteronoma, para realizar a una deliberacin crtica que plantea ir ms all de la

    dicotoma y que prima el desarrollo del pensamiento crtico.

    Palabras clave: autonoma; heteronoma; educacin moral.

    1 Vzquez Verdera, V.

  • Abstract

    In this communication we want to raise the question about which should be the criteria to educate in

    moral competences. If it is more pertinent to educate following the ethical model of a rational

    individual who gives himself a law with universal validity; or whether heteronomous moral

    education approaches are more valuable in order to educate people who are capable of being

    touched and act to ensure the physical and emotional welfare in others and themselves. This sets out

    the debate between autonomy and heteronomy, in order to make a critical discussion that raises the

    need to go beyond the dichotomy and favors the development of critical thinking.

    Keywords: autonomy; heteronomy; moral education

    2 Vzquez Verdera, V.

  • 1. La democracia liberal occidental sigue el modelo de la tica deontolgica de Kant

    La democracia liberal occidental tiene entre sus valores ms apreciados el valor de la autonoma. La

    proteccin y promocin de la autonoma es el ncleo fundamental de la libertad y de los derechos

    de los individuos. Los y las intelectuales liberales se sirven del concepto de autonoma de Immanuel

    Kant porque les permite justificar de forma racional la moralidad, sin necesidad de recurrir a lo

    teolgico, lo legal o lo esttico. El pensamiento moderno reivindica la existencia de un espacio

    privado en el que cada uno dispone libremente, sin coacciones ni presiones externas, de una

    independencia para elegir como actuar. Esta autonoma le permite ejercer una libertad que slo se

    ver limitada por el espacio de libertad y privacidad de los otros.

    La moral deontolgica kantiana se fundamenta en la existencia de un sujeto racional que elige por s

    mismo las leyes que regularn su comportamiento. As versa el imperativo tico Kantiano: Obra

    segn mximas que al mismo tiempo puedan tenerse a s mismas por objetos como leyes

    universales de la naturaleza (Kant, 2002, 127). El imperativo categrico kantiano consiste en

    actuar de modo tal que nuestra accin se pudiera convertir en mxima universal. Para la filosofa

    kantiana la persona moral es aquella que tiene criterios propios y es coherente con ellos. Es decir,

    actuar moralmente es ser autnomo o tener la capacidad para determinar por s mismo (auto) las

    normas o criterios (nomos) que rigen en la propia vida.

    De esta manera, la autonoma se convierte en la condicin indispensable de la actuacin

    moral; y en contraposicin, se define el concepto de heteronoma o estado en que son los otros

    (heteros), o alguna instancia exterior a la propia voluntad, quienes rigen o determinan las normas de

    conducta de uno. Kant defiende que actuar como respuesta a inclinaciones, por un sentimiento de

    compasin o deseo de esparcir la felicidad, no constituye una actuacin moral porque es una accin

    realizada por mandato de la heteronoma:

    Cuando nos pensamos como libres, nos trasladamos al mundo inteligible como miembros

    de l y reconocemos la autonoma de la voluntad, junto con su corolario, que es la

    moralidad; pero cuando nos pensamos como sometidos al deber, nos consideramos como

    pertenecientes al mundo sensible y a la vez, sin embargo, como miembros del mundo

    3 Vzquez Verdera, V.

  • inteligible. () En cuanto simple miembro del mundo inteligible, todas mis acciones seran

    perfectamente conformes al principio de autonoma de la voluntad pura; como simple parte

    del mundo sensible, todas mis acciones tendran que ser tomadas como plenamente

    conformes a la ley natural de los apetitos y las inclinaciones, o sea, a la heteronoma de la

    voluntad. (Las primeras se basaran en el supremo principio de la moralidad, las segundas en

    el de la felicidad). (Kant, 2002, 149-150).

    Autonoma y heteronoma quedan definidas como condiciones antagnicas en las ticas liberales

    occidentales. Las teoras ticas tienden a interpretar la accin moral en funcin de si responde a una

    ley con validez universal que se da s mismo el sujeto (autonoma) o si responde a un sentimiento

    provocado por una situacin externa al sujeto moral (heteronoma). Esta escisin entre autonoma y

    heteronoma como conceptos opuestos e

    irreconciliables marcar las teoras ticas posteriores.

    2. Tendemos a entender autonoma y heteronoma como una dicotoma de elementos opuestos

    Las ticas que se construyen fuera del marco de la deontologa kantiana tienden a

    considerarse ticas heternomas. Los casos ms destacados son los propios de las ticas de la

    compasin, como pueden ser la tica de la alteridad de Levinas o de las ticas del cuidado

    feministas. En los modelos morales basados en la compasin, el sujeto moral es aquel que se

    conmueve ante la vulnerabilidad de lo otro (una persona vulnerable, el equilibrio ecolgico, un

    colectivo en situacin de riesgo, etc.) lo que le obliga a ponerse en su lugar y cargar con su miseria;

    en consecuencia, se considera que el sujeto moral deja de ser autnomo y se convierte en rehn de

    una realidad externa a su voluntad. Lo otro me apela, siento la responsabilidad moral de acometer

    las necesidades porque su vulnerabilidad muestra su dependencia para conmigo. Es decir, el sujeto

    moral se convierte en rehn porque est afectado hasta el extremo por la apelacin de lo otro.

    Para Levinas la relacin con el otro es siempre una relacin con el rostro desnudo y vulnerable del

    otro, lo que exige de m responsabilidad. La epifana (revelacin o aparicin) del rostro del otro me

    sobrecoge, me requiere imperativamente. El rostro del otro se me presenta como indefenso y

    vulnerable, imponindoseme sin que pueda ignorarlo, sin que pueda dejar de responsabilizarme de

    4 Vzquez Verdera, V.

  • su miseria. Ante la interpelacin del rostro del otro slo cabe una respuesta: heme aqu. Este

    heme aqu es en realidad la respuesta a una llamada que precede al yo y a la que nadie puede

    responder en su lugar. Esta experiencia tica no se explica como un acto de libertad, sino como un

    acontecimiento en el cual el yo no ha elegido esa responsabilidad para con el otro, sino que se ha

    visto sorprendido por ella y no se puede zafar. Es la experiencia tica de ayudar al otro porque no

    puedo elegir hacer odos sordos a su llamada.

    En el pensamiento de Nel Noddings, pensadora pionera en el mbito de la tica del cuidado, se

    expone una experiencia tica paralela a la expresada aqu por Levinas:

    The basic attitude, one captured by the response I am here, arises in the original

    condition. There we learn to feel secure or insecure, able to control events to a certain degree

    or unable to do so, willing to share both joys and burdens or selfishly protect our own future.

    Gradually, we gain (or fail to gain) the capacity to respond to others, I am here.

    (Noddings, 2002b, 231)

    3. La dicotoma autonoma vs heteronoma genera subordinacin.

    Expresadas las posturas ticas basadas en la autonoma y la heteronoma, nos surge la pregunta

    sobre qu hacer en educacin. La racionalidad pedaggica ha de concebir al sujeto moral como un

    ser autnomo o heternomo? Qu modelo terico generara mejores procesos educativos?

    Antes de dar respuesta a estas preguntas, queremos llamar la atencin sobre el hecho de que en nuestras sociedades

    androcntricas los seres humanos masculinos y femeninos nos desarrollamos en un contexto cultural afectado por la

    serie de dicotomas que polarizan la realidad. Una de las dicotomas de la larga serie de atributos que dividen el mundo

    en personalidades dependientes e independientes es la que presenta como pares opuestos la autonoma y la

    heteronoma. De manera que, la autonoma es considerada un rasgo masculino que permite la libertad de los individuos

    y la heteronoma un rasgo femenino que incapacita para ser el sujeto agente de las propias decisiones:

    La autonoma personal, la construccin de un sujeto capaz de decidir por s mismo y de enfrentarse a la

    realidad desde sus intereses y deseos, es considerado como una caracterstica estrictamente masculina; frente a

    ella, la caracterstica femenina era precisamente la falta de autonoma, la subordinacin, definida desde

    Rousseau como caracterstica intrnseca de la construccin de la personalidad de las nias (Subirats, 2001,

    5 Vzquez Verdera, V.

  • 31).

    El paradigma que mantiene la dicotoma entre autonoma y heteronoma como formas de actuacin

    contrarias es el mismo que genera y mantiene los mecanismos que sitan a

    la mujer y a lo femenino en una situacin de subordinacin. Los seres que carecen de la

    consideracin de seres autnomos aparecen en el discurso occidental liberal como menores de edad.

    stos -stas, en la mayora de los casos- son consideradas personas incapaces para la accin moral

    imparcial y la participacin poltica. As, lo expresaba la feminista Simone de Beuvoir: L

    humanit est mle et lhomme dfinit la femme non en soi mais relativement lui; elle nest pas

    considre commo un tre autonome. (Beauvoir, 1970, 15-16).

    La mujer y lo femenino se definen por contraposicin al patrn universal, tanto en el mbito de la

    filosofa poltica como en el imaginario social colectivo. Cuando la identidad de la mujer le viene

    concedida en cuanto se reconoce como lo que no es el varn: la otra o el segundo sexo se la

    considera un ser no autnomo. Y los seres considerados carentes de autonoma no son reconocidos

    como sujetos morales ya que se les niega la capacidad para el auto-gobierno; por considerarlos

    excesivamente emocionales.

    Carol Pateman plante que el desorden de las mujeres (1989) o labilidad emocional, considerado

    como peor que cualquier borrachera masculina, es el que justifica la incapacidad para la autonoma

    moral y el sentido de la justicia propio del mbito de lo cvico. Es decir, a partir de la construccin

    patriarcal de las diferencias entre lo masculino y lo femenino, las mujeres se definieron como

    carentes de la racionalidad objetiva para la vida poltica. En contraposicin, los varones se definen

    como poseedores de las capacidades necesarias para la accin moral y poltica, ellos s son capaces

    de usar su razn para sublimar sus pasiones, desarrollar el sentido de justicia, y as, mantener la ley

    civil. En definitiva, segn se desprende de los textos clsicos de la teora del contrato, quienes no

    pueden trascender su naturaleza corporal ni sus pasiones carecen de autonoma y no pueden

    desarrollar la moralidad poltica:

    In the patriarchal construction of the differences between masculinity and femininity,

    6 Vzquez Verdera, V.

  • women lack the capacities necessary for political life. The disorder of women means that

    they pose a threat to political order and so must be excluded from the public world. Men

    possess the capacities required for citizenship, in particular they are able to use their reason

    to sublimate their passions, develop a sense of justice and so uphold the universal, civil law.

    Women, we learn from the classic texts of contract theory, cannot transcend their bodily

    natures and sexual passions; women cannot develop such a political morality (Pateman,

    1989, 4).

    En definitiva, la no determinacin por s mismo de las normas o criterios que rigen en la propia vida

    implica, en el modelo liberal occidental, la incapacidad para erigirse como sujeto poltico y moral.

    Pero, si reflexionamos sobre las situaciones concretas en las personas de carne y hueso,

    advertiremos que la dicotoma autonoma vs heteronoma es difcilmente aplicable.

    4. Es posible la autonoma en condiciones de absoluto aislamiento?

    Desde la perspectiva del liberalismo occidental la autonoma, entendida como autosuficiencia, se

    ensalza de tal manera que se obvian las condiciones ontolgicas relacionadas con la necesidad del

    ser humano de establecer vnculos con otros. Ms an, el paradigma androcntrico considera que

    los seres humanos somos individuos autnomos que soportamos la convivencia como mal menor.

    Por eso, el estado de naturaleza sobre el que teoriz el influyente Rousseau presenta al ser humano

    como un ser solitario, autosuficiente y libre, que posteriormente y a causa de factores externos y

    fortuitos, se vio obligado a entrar en relacin con otros y vivir en sociedad.

    Pero si tenemos en cuenta que los sujetos morales vivimos como seres concretos y corporales,

    dependientes y vulnerables, inmersos en una red de relaciones con los otros, nos resultar difcil

    entender la autonoma como atributo que identifica a los individuos aislados. Hacemos esta

    afirmacin porque la construccin de la identidad personal es un proceso de individuacin que no es

    posible sin la participacin de las otras personas; ya que consiste en un dilogo entre el individuo y

    sus otros de referencia (Bernal, 2005).

    La nocin de autonoma como cualidad absoluta ha sido ampliamente criticada tanto por las

    filosofas de corte posmoderno, comunitarista o feminista. La identificacin del sujeto agente

    7 Vzquez Verdera, V.

  • autnomo con un sujeto autosuficiente que elige sin ningn tipo de determinismo ha sido criticada

    por considerarse un enunciado que solo puede existir en el formalismo terico, pero no en la

    experiencia vivida por las personas de carne y hueso:

    The social environment a person lives in, and the personal relationships she entertains, have

    without doubt an impact on her autonomy. Any account of personal autonomy that negates

    this fact is untenable on descriptive as well as on normative grounds. Neither are we self-

    made or self-sufficient beings who exist in complete isolation from others; nor is an

    understanding of personal autonomy as self-sufficient independence an ideal to be aspired at,

    or a value that deserves the centrality is given in modern Western societies (Baumann,

    2008, 445).

    Consideramos que la manera como se ha teorizado la autonoma moral contradice mucho de los

    hechos empricos con los que nos enfrentamos cada da. De manera que la autonoma entendida

    como autosuficiencia absoluta para elegir aquello que queremos ser y hacer resulta una ilusin, un

    mito, una fantasa. Las personas nos desarrollamos como tales en contextos culturales atravesados

    por relaciones interpersonales que determinan nuestras identidades y comportamientos morales. As

    lo expres Ortega y Gasset (1983, 322, tomo I): Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a

    ella, no me salvo yo.

    En este sentido decimos que la autonoma no se da sino en el seno de una realidad social y, por

    tanto, no podemos escindir al sujeto agente de los significados culturales y afectivos que estn

    incardinados en cada uno de nosotros y de nuestras narrativas vitales. Nuestras actuaciones morales

    se dan en determinadas condiciones, que no son ajenas a los vnculos afectivos que nos unen a los

    dems o las circunstancias sociales e histricas que vivimos. La capacidad para tomar nuestras

    propias decisiones no es una capacidad absolutamente libre o ajena a unas percepciones mediadas

    social y culturalmente y a una identidad moral construida gracias a las relaciones interpersonales.

    En consecuencia, defendemos que el concepto de autonoma kantiano ha de ser revisado para caer

    en la cuenta de la necesidad de incluir las dinmicas interpersonales, sociales, culturales, histricas

    y polticas como componentes de la autonoma. La autonoma en el sentido de reflexin personal y

    autocontrol no puede ser entendida desde el absoluto individualismo. De manera que la capacidad

    8 Vzquez Verdera, V.

  • de imaginar otras alternativas distintas a las dadas, de dar los pasos necesarios para cambiar

    determinadas situaciones, de adaptarse a entornos cambiantes, de distinguir aquellas expectativas

    legitimas de aquellas que no son, o de oponerse a las intenciones de los dems si es necesario ha de

    entenderse como una capacidad mediada social y culturalmente. Nuestra capacidad para

    emanciparnos y oponer resistencia no puede explicarse como algo separado de nuestro desarrollo

    como personas que viven en el seno de un entramado social, cultural y afectivo.

    5. La autonoma posible requiere de un contexto social, cultural y afectivo.

    Proponemos una nocin de autonoma ms alejada del hiperindividualismo de las teoras liberales

    occidentales (en el cual se sita el modelo deontolgico kantiano) y ms sensible a las relaciones de

    cuidado, interdependencia y apoyo mutuo. Esta forma de entender la autonoma suele denominarse

    bajo en amplio paraguas de autonoma relacional (Mackenzie & Stoljar, 2000):

    Relational autonomy is the label that has been given to an alternative conception of what it

    means to be a free, self-governing agent who is also socially constituted and who possibly

    defines her basic value commitments in terms of interpersonal relations and mutual

    dependencies (Christman, 2004, 143).

    Consideramos que la autonoma relacional supera el pensamiento dicotmico en torno a las

    nociones de autonoma y heteronoma kantianas. Se sita en un punto intermedio entre la necesidad

    de dirigir la propia vida segn aquello que nos merece a cada uno/a la pena y la necesidad que todos

    y todas tenemos de relacionarnos con otros seres humanos para crecer y desarrollarnos. La

    autonoma relacional tiene en cuenta las diferentes maneras en que los seres humanos estamos

    socialmente incardinados. Reconoce que nuestras identidades se construyen en relacin intima con

    otras personas, grupos, instituciones e historias. Esta forma de entender la autonoma reconoce que

    nos experimentamos a nosotros mismos y nuestros valores como parte de nuestras narraciones

    actuales y de las tradiciones de nuestras comunidades de pertenencia; las cuales estn motivadas por

    intereses y razones que solo se pueden explicar en relacin a otras personas.

    9 Vzquez Verdera, V.

  • Pensamos que si mantuvisemos la dicotoma entre autonoma y heteronoma no haramos ms que

    perpetuar los propios mecanismos que sitan fuera de lo humano todo lo relacionado con los

    vnculos emocionales, la vulnerabilidad, la interdependencia. Reproduciramos, as, el esquema

    androcntrico que genera la subordinacin de lo considerado femenino y el aislamiento insolidario

    entre los seres humanos.

    Adems, en el mbito de la educacin no tendra sentido hablar de una autonoma absoluta porque

    estaramos negando toda posibilidad de influencia externa y de cambio: Jams podremos aprender

    nada si estamos imbuidos o imbuidas en la soberbia y creemos ser autosuficientes. El ser humano

    necesita de un entramado relacional para aprender lo que necesita para sobrevivir (Garca,

    Gozalvez, Vzquez y Escmez, 2011).

    Por eso, defendemos que no es deseable que la educacin se construya sobre asunciones relativas a

    la absoluta autosuficiencia de los ciudadanos y las ciudadanas (Vzquez, 2010). Si reconocemos

    que el sujeto humano es un ser vinculado a otros, y la suerte de unos no es ajena a la de los otros; si

    reconocemos que necesitamos a otros no slo para llevar a cabo nuestros proyectos, sino tambin

    para que den significados a nuestras acciones y nuestros proyectos, nos vemos forzados a pensar en

    trminos de una autonoma relacional.

    6. La autonoma kantiana no puede ser el nico principio legitimizador de la accin moral

    En la deontologa de corte kantiano la autonoma moral identifica la actuacin tica. Es decir, el

    individuo que acta moralmente no se deja llevar por emociones irreflexivas sino que se da a s

    mismo unas leyes morales que coinciden con las leyes moralmente reconocidas. Llevar una vida

    moral consiste en usar la propia racionalidad para que, desde una conviccin interna, la voluntad me

    impulse a actuar con justicia, de un modo imparcial y universalizable: El principio de la autonoma

    es, en la teora kantiana, elegir de tal modo que las mximas de la propia eleccin estn

    comprendidas a la vez en el mismo querer como ley universal.

    As, la autonoma o capacidad de la propia persona para autolegislar es el principio legitimizador de

    la accin moral. El imperativo categrico kantiano se basa en la existencia de una serie de

    principios prescriptivos que el individuo racional utiliza como criterios morales propios. Sin

    10 Vzquez Verdera, V.

  • embargo, existen otras perspectivas filosficas que no comparten este principio.

    Por ejemplo, la teora de moral de Aristteles defiende que la actuacin moral depende ms de

    personas mejores, que de principios mejores. Es decir, la motivacin para actuar moralmente surge

    del sujeto agente y de sus relaciones (Macyntre, 1987). Aristteles defendi la necesidad de que la

    comunidad inculcara las virtudes a travs de la inmersin en actividades supervisadas y diseadas

    para aprender comportamientos relevantes para cada miembro de la sociedad. Desde esta

    perspectiva la actuacin moral, sobre todo en los primeros aos de juventud, se aprende a partir de

    los actos que va realizando y repitiendo (hbitos), y que acaban dejando huella. Aristteles afirma

    que aprendemos la honestidad practicando la honestidad; aprendemos la generosidad, siendo

    generosos, etc. En definitiva, la virtud moral no es tanto el producto del razonamiento como del

    ejercicio.

    En este mismo sentido, la perspectiva de tica del cuidado describe que la actuacin moral no

    responde a la argumentacin centrada en el establecimiento de ciertos principios y aquello que se

    puede derivar lgicamente de ellos; sino a la necesidad de vinculacin con el otro, en la cual surge

    la obligacin moral. Es en el propio encuentro con otro ser humano en el que aparece la necesidad

    del otro como demanda a ser atendido. Es lo que sucede cuando no podemos permanecer

    indiferentes ante el sufrimiento ajeno y nos decidimos a hacernos cargo, a cuidar a las personas que

    nos necesitan. El encuentro con otros seres humanos apela a nuestra responsabilidad respecto de

    ellos y ellas, nos insta a hacernos cargo de su destino y a responder a sus necesidades.

    La tica del cuidado no se fundamenta en la capacidad autolegisladora del individuo, sino en el

    hecho de que todas y cada una de las personas necesitan del cuidado para la supervivencia inicial y

    en todas las etapas de la vida. La prctica del cuidado surge del reconocimiento de la vulnerabilidad

    del otro, no de la obediencia a unos principios prescriptivos. No se trata de una tica basada en la

    aplicacin imparcial de ciertos principios formales, sino de una respuesta afectiva y no neutral ante

    la necesidad y la vulnerabilidad de otros seres humanos.

    I feel the moral I must when I recognize that my response will either enhance or diminish

    my ethical ideal. It will serve either to increase or decrease the likelihood of genuine caring.

    My response affects me as one-caring. In a given situation with someone I am not fond of, I

    11 Vzquez Verdera, V.

  • may be able to find all sorts of reasons why should not respond to his need. I may be too

    busy. He may be undiscerning. The matter may be, on objective analysis, unimportant. But,

    before I decide, I must turn away from this analytic chain of thought and back to the

    concrete situation. Here is this person with this perceived need to which is attached this

    importance. I must put justification aside temporarily. Shall I respond? How do I feel as a

    duality about the I who will not respond? (Noddings, 2003, 83-84).

    7. Educar al sujeto moral segn criterios de autonoma o de heteronoma?

    Todos estaramos de acuerdo en que la accin moral debe ensearse, pero lo que no parece tan

    claro, despus de la argumentacin presentada, es si nuestras prcticas educativas deben ensear a

    las personas a ser autnomas o a ser heternomas. Si nuestras prcticas educativas deben enfatizar

    la formacin de la racionalidad de los sujetos morales para que elijan aquello moralmente valioso o

    si deben enfatizar la empata y el deseo de cuidar de uno mismo, de los dems y del mundo.

    Cuando desarrollamos nuestra prctica educativa estamos convencidos de que debemos procurar el

    compromiso tico con las dems personas, hacernos cargo de su destino y procurarles el mayor

    bienestar posible. Por eso, la postura que defendemos en esta comunicacin es que la necesidad de

    ensear el apoyo mutuo y la creacin de lazos sociales nos obligan a responder a las necesidades de

    los dems. Y lo hacemos as, porque entendemos que los procesos de individuacin no son

    necesariamente incompatibles con el desarrollo de la solidaridad y el sentimiento de comunidad

    (Arnot, 2000).

    Defendemos una educacin moral que permita la posibilidad de resistencia y emancipacin frente a

    los poderes arbitrarios, que aliente a revisar las propias creencias y que estimule el compromiso y la

    cooperacin entre las personas. Por eso, argumentamos que mantener la dicotoma autonoma-

    heteronoma resulta infrtil; adems de mantener la subordinacin de lo considerado femenino y lo

    relacionado con el cuidado en el mbito comunitario, familiar y domstico.

    La valorizacin de la empata y el cuidado frente a enfoques puramente cognitivos y

    12 Vzquez Verdera, V.

  • procedimentales de la razn prctica manifiesta un paso hacia la superacin del dualismo

    razn-emocin y un elemento importante en la crtica a la constitucin de la identidad viril

    patriarcal como separacin y negacin de los valores del cuidado representados por la figura

    femenina materna. ( Puleo, A. 2008, 54).

    Admitimos el hecho de que nada podemos hacer ni ser en el puro aislamiento. No es posible

    despojarse de todo tipo de relaciones de dependencia o vnculos emocionales. Es preciso considerar

    al otro porque no es posible entender la libertad humana en el vaco social. Nuestra propia identidad

    necesita de un entramado afectivo y social para crecer y desarrollarse. Por eso, nuestra propuesta es

    la de dinamizar prcticas educativas que asuman que ni la autonoma ni la heteronoma absolutas

    permite al ser humano desarrollarse plenamente como sujeto moral.

    No se puede defender una educacin que provoque que las personas vivan segn los designios de

    otras. Tampoco que se dejen arrastrar por las opiniones ajenas o que abdiquen de la responsabilidad

    de tomar sus propias decisiones. Ninguna educacin moral puede tener como finalidad que los seres

    humanos vivan proyectos de existencia proyectados por otros; puesto que sera un atentado contra la

    dignidad humana. Estaramos defendiendo la esclavitud y la coaccin; de manera que ya no

    podramos hablar en trminos educativos, sino en trminos de adoctrinacin.

    La mayora de las teoras pedaggicas afirman que la educacin es algo valioso en cuanto permiten

    a los sujetos alcanzar la capacidad para regirse por el propio pensamiento y por las propias

    decisiones en los asuntos que a uno le conciernen. La capacidad de pensamiento propio es vital para

    el desarrollo de las personas:

    La autonoma o seoro sobre uno mismo se consigue cuando se tienen pensamientos propios, aquellos de los

    que se puede dar cuenta, tambin cuando se toman personalmente las decisiones que le afectan a uno segn los

    proyectos de su vida, porque considera que son las mejores para l, y tales decisiones no son tomadas por otras

    personas. La responsabilidad consiste, en una primera aproximacin, en la asuncin de la propia autonoma, es

    decir, en la aceptacin de que se es capaz de alcanzar pensamientos, que puede justificar y tomar decisiones de

    las que puede dar cuenta a los dems y a uno mismo. (Garca; Prez; Escmez, 2009, 104).

    13 Vzquez Verdera, V.

  • Desde nuestra posicin, consideramos que tanto las posturas que defienden la autonoma como las

    que defienden la heteronoma necesitan del pensamiento crtico para hacer posible que los seres

    humanos vivan a la altura de la dignidad humana. El pensamiento crtico nos alienta a deliberar

    sobre asuntos tomados como normales o naturales tras la socializacin en un determinado

    grupo o comunidad, ya que sin duda ste afecta a nuestra capacidad de autonoma. Interrogarse

    sobre el sentido y la justificacin de las maneras de pensar, sentir y actuar propias y ajenas evita que

    seamos objeto de imposiciones, coacciones o amenazas ms o menos sutiles. Proponemos una

    educacin que tiene como finalidad un sujeto moral que examina los propios valores y los de su

    sociedad, que es capaz de dar razones de las propias actuaciones. En definitiva, buscamos educar un

    sujeto moral que practique el pensamiento crtico:

    The self we are seeking here autonomous within a limited span- must be able to think, reflect, wonder, plan, reassess, feel, and see things with some clarity. In relations with others, the self should be reasonably competent in achieving empathic accuracy and comfortable in feeling and expressing sympathy. Such a competent self must be capable of both imagination and critical thinking, for questioning our own socialization is the main path to the limited autonomy we can hope to exercise (Noddings, 2010, 117-118).

    La postura que defendemos considera importante que cada persona reconozca y asuma de forma

    responsable y comprometida su capacidad de autonoma moral como individuo interdependiente.

    Somos conscientes de que las relaciones con los dems forman parte de nuestra propia ontologa

    como seres humanos e intervienen en la construccin de nuestras identidades; por eso, llamamos la

    atencin sobre la necesidad de practicar el pensamiento crtico y repensar la educacin para que

    dialogue con unas y otras teoras morales.

    14 Vzquez Verdera, V.

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    Notas

    1. La presente comunicacin se inscribe en el marco de trabajo del equipo de investigacin DER2009-13688

    (subprograma JURI) (financiado por la Secretara de Estado de Investigacin del Ministerio de Ciencia e Innovacin,

    2010-2012) que tiene como ttulo: Prevencin y erradicacin de la violencia de gnero. Su estudio transdisciplinar a

    travs de los medios de comunicacin, la educacin y la actuacin de los jueces.

    16 Vzquez Verdera, V.