culto a la delgadez
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Análisis de la actividad física como una promotora de la imagen corporal positiva y saludableTRANSCRIPT
ASESOR: FRANCISCO CAMILO SÁNCHEZ
CUERNAVACA, DICIEMBRE 2014
Proyecto de Investigación
Análisis de la actividad física como promotora de una imagen corporal saludable.
POR:
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ÍNDICE
Capítulo I
1.1 Interés investigativo 3
1.2 Descripción del objeto de estudio 3
1.3 Preguntas de investigación 5
1.4 Objetivos 5
1.5 Justificación 6
Capítulo II
2.1. Actividad Física 7
2.1.1. Conceptualización 7
2.1.2. Tipología 9a) Actividad física moderada e intensa. Características 9
2.1.3. Función de la actividad física en educación secundaria 11
2.1.4. Actividad física y autoestima 15a) Conceptualización de autoestima y su relación con la actividad física
15
b) Rasgos del desarrollo del sujeto con autoestima positiva 17
2.2. Imagen corporal positiva 19
2.2.1. Conceptualización 19
2.2.2. Trastornos de la imagen corporal 20a) Bulimia y Anorexia 21b) Características del sujeto con problemas de autoestima y distorsiones de la imagen corporal
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Bibliografía 23
3
CAPÍTULO I
1.1. Interés investigativo
Cómo afectan a la autoestima de los jóvenes los estándares de belleza actuales y de qué
manera la activación física puede disminuir sus efectos negativos y mejorar la imagen
corporal.
1.2. Descripción del objeto de estudio
Durante la década de los sesenta, la actividad física se hizo parte de una cultura colectiva
en donde la buena salud y el ejercicio (mayormente practicado en casa) se comenzó a
relacionar ampliamente con los conceptos de autoestima e imagen corporal, sin embargo,
hasta hoy en día aún no se han hecho conclusiones precisas sobre cuál es la verdadera
influencia de esa relación y si ésta es positiva o negativa. El estudio realizado por la
Facultad de Educación Física de la Universidad Estatal de Campinas en Sao Paulo, Brasil,
consideró una muestra de cuarenta y siete estudiantes que participaron en el Programa de
Actividad Física que desarrolló el Departamento de Educación Física de la Universidad de
Concepción y pudo determinar que los resultados obtenidos, mediante la aplicación de la
Escala de Tennessee, arrojaban que el nivel de autoestima del 66% de los participantes disminuyó,
mientras que sólo el 34% aumentó. (Aranguiz Aburto & Cuadra Montoya, 2000)
De esta forma podría pensarse que la actividad física influye de forma negativa en el
autoestima de los niños, pero esta sería una afirmación que no consideraría el contexto socio-cultural
del individuo evaluado, en donde la masificación del marketing y la publicidad desmedida
interactúan con las personas en partes incognoscibles de la psicología, bombardeando todos los días
con mensajes que gritan que lo que ellos son por sí mismos no es suficiente para satisfacer un mundo
voraz dispuesto a dejarlos atrás por apuestas más prometedoras, abarcando desde el ámbito de la
educación, la cultura y el dinero, pero más importante, la forma, color, y aspecto de sus cuerpos
físicos.
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Es importante en la actualidad, comprender la magnitud de las consecuencias, no sólo
fisiológicas, si no a nivel cultural y socio-ambiental, de las prácticas negativas de la salud.
Ahora más que antes se pueden observar los estragos de la mala alimentación, la falta de
actividad física y los recursos “milagrosos” a los que acuden las personas desesperadas
por obtener el cuerpo que ven en las revistas y la televisión.
Se estima que los trastornos alimentarios afectan en todo el mundo a siete de cada
1.000 mujeres y a uno de cada 1.000 hombres. En Argentina, según un estudio de la
Asociación de Lucha contra la Bulimia y la Anorexia (ALUBA), las consultas espontáneas
en el caso de los menores de 12 años se incrementaron entre un 30% y 40% en los últimos
10 años. En México más de cuatro millones de personas padecen bulimia o anorexia, de
acuerdo a cifras de la Fundación Ellen West, un centro para el tratamiento de trastornos de
la conducta alimentaria. Y aunque la edad promedio en que las personas empiezan a sufrir
trastornos alimentarios es 17 años, entre los 6 y 9 años el 50% de las niñas y el 30% de los
niños han modificado sus hábitos alimenticios para bajar de peso. Entre esos años las
niñas ya presentan algunas características como fobia a la obesidad (lipofobia),
insatisfacción con su propia imagen y sobrestimación de su peso. La Agencia para la
Investigación y Calidad en el Cuidado de la Salud de Estados Unidos (AHRQ, por sus
siglas en inglés) encontró que las hospitalizaciones por problemas causados por
desórdenes alimentarios crecieron un 18% entre 1999 y 2006, el mayor incremento se dio
en menores de 12 años: 119%. Pero también hubo aumentos entre las personas de entre
45 y 64 años (48%) y entre los hombres de todas las edades (37%). Una razón para el
incremento en niños podría ser, según los expertos, el mayor interés en controlar el peso,
en una sociedad con altas tasas de obesidad. (BBC, 2011)
Estas cifras, reflejan que la problemática es real y va en aumento. Es esencial seguir
una estrategia inteligente y sencilla, basada en la educación y la información, que
proponga un cambio de hábitos, de pensamiento y de actitud en la población que se tiene
al alcance. Iniciar la práctica de la actividad física a edades tempranas, en un ambiente
que propicie el desarrollo personal del individuo de una forma positiva y encaminada a la
aceptación y a la armonía de sí mismo, es uno de los pasos más importantes. De esta
forma se podría contrarrestar el impacto negativo de los estándares de belleza impuestos
5
en la actualidad, ya que no sólo se estaría desarrollando la salud física, si no la psicológica
y de esa forma el desenvolvimiento del individuo en una sociedad más sana y positiva con
respecto a sí mismos.
Encontrar el equilibrio entre los hábitos saludables de alimentación, actividad física y
convivencia con una sociedad que rinde culto a la delgadez es trabajo importante del
círculo interno del individuo, la familia y la escuela; es por eso que recae en los hombros
del docente de la Educación Física promover la cultura del bienestar general, influir de
forma positiva en los hábitos y actitudes de forma que el estudiante se forme un
pensamiento sano y preparado para hacer frente a las presiones sociales que lo instan a
recurrir a prácticas peligrosas para alcanzar un cuerpo irreal.
1.3. Preguntas de investigación
1. ¿Cómo afectan a la imagen corporal los estándares de belleza?
2. ¿Cuáles son los efectos negativos de los estándares de belleza actuales manifestados
en los escolares?
3. ¿De qué forma se relaciona la imagen corporal positiva o negativa con la actividad
física?
1.4. Objetivos
General.- Analizar el impacto que tienen los estándares de belleza en el concepto de
imagen corporal de los escolares.
Específico.- Revisar los efectos negativos sobre la imagen corporal manifestados por los
escolares y proponer una solución con base en la actividad física.
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1.5. Justificación
Actualmente los jóvenes manifiestan una afinidad a determinado estilo de vida y una
estética corporal impuesta por la sociedad contemporánea. Sin embargo, es claramente
observable que los hábitos de los escolares están sometidos a constantes modificaciones
que podrían estar afectando la calidad de vida de los mismos.
Esta investigación presenta un análisis profundo sobre las consecuencias de las
acciones que realizan los jóvenes en edad escolar para satisfacer las exigencias de una
sociedad acelerada y cada vez más superficial.
Este es un tema importante para los educadores físicos, docentes y personas
encargadas de construir un desarrollo integral de los estudiantes y las nuevas
generaciones, incentivando a formar una sociedad cada vez más libre de prejuicios y
abierta a la tolerancia y el respeto de sí mismos.
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Operacionalización de conceptos clave:
2.1. Actividad Física
2.1.1. Conceptualización
La actividad física, el deporte y la imagen corporal son una manifestación de la cultura de
todas las sociedades en las que se hace presente; forma parte de los individuos y de los
grupos en los que se desenvuelve, forma su carácter y promueve estilos de vida.
Establecer una relación entre la actividad física y la salud suele centrarse en
aspectos específicos, antiguamente, la condición de salud era reconocida solamente como
la ausencia de malestares o enfermedades, ya fueran visibles o invisibles. Sin embargo, el
concepto ha variado a medida que se percibían aspectos nuevos a considerar. En el año
de 1942 la Organización Mundial de la Salud (OMS) definió una conceptualización de la
salud que abarcara de una forma global un estado de bienestar total que pudiera asegurar
que un individuo se encontraba en las condiciones óptimas para actuar en cualquier
ambiente e interactuar de forma segura para él mismo y las personas que le rodearan. De
esa forma se entendió que la salud era “un estado completo de bienestar físico, mental y
social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”. (Organización Mundial de la
Salud, 1946) Donde se entiende que no es posible considerar a una persona saludable si hay
un aspecto personal que no le permita sentir bienestar en su ambiente, aún cuando no
tenga una enfermedad o si ya se ha curado de la misma (sea esta visible o incluso
psicológica). El aspecto social indica que la salud no puede alcanzarse de forma aislada,
sino que involucra factores comunitarios de convivencia e interacción.
Entonces, la actividad física establece una conexión esencial con el concepto de
salud, ya que abarca tres dimensiones: la biológica que hace referencia al movimiento y al
cuerpo directamente, la personal refiriendo a la práctica humana y la conexión con uno
mismo y la sociocultural a la interacción y la convivencia con sus semejantes y su
ambiente. De esta forma podemos citar a las tres dimensiones en un solo concepto de
actividad física, entendiéndola como “cualquier movimiento corporal intencional, realizado
8
con los músculos esqueléticos, que resulta en un gasto de energía y en una experiencia
personal, y nos permite interactuar con los seres y el ambiente que nos rodea”. (Devis, 2000)
Pero también la OMS nos recomienda no confundir la actividad física con el
ejercicio, ya que este es una variedad de la actividad física planificada, estructurada,
repetitiva y realizada con un objetivo relacionado con la mejora o mantenimiento de
componentes de las aptitudes físicas. Mientras que la actividad física abarca el ejercicio,
también involucra otras actividades con características adaptables para los diferentes
entornos de juego, trabajo, convivencia y recreación.
De esa forma, podemos numerar ciertas características para identificar la actividad
física enfocada en la salud:
Ser moderada (que pueda ejecutarse por un tiempo constante y largo).
Ser vigorosa (que exija una elevación del puso cardiaco, sudoración, etc.)
Constante y frecuente para que forme parte del estilo de vida.
Orientada a la práctica constante, más que al resultado o el rendimiento.
Satisfactoria personalmente.
Social, que permita interactuar con otras personas.
Con aspectos lúdicos.
Adaptable a las características personales de edad, preferencias, aptitudes.
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2.1.2. Tipología
a) Actividad física moderada e intensa. Características.
La OMS en su Estrategia Mundial sobre el Régimen Alimentario, Actividad Física y Salud
manifiesta que la intensidad de la actividad física se refleja la velocidad a la que se realiza,
o la magnitud del esfuerzo requerido para realizar un ejercicio o actividad. Se puede
estimar preguntándose cuánto tiene que esforzarse una persona para realizar esa
actividad. Queda bien establecido que la intensidad de diferentes formas de actividad física
varía de una persona a otra. La intensidad de la actividad física depende de lo ejercitado
que esté cada uno y de su forma física.
Para hacer las mediciones aproximadas, la OMS echa mano de los equivalentes
metabólicos (MET) para expresar la intensidad de las actividades físicas. Los MET son la
razón entre el metabolismo de una persona durante la realización de un trabajo y su
metabolismo basal. Un MET se define como el costo energético de estar sentado
tranquilamente y es equivalente a un consumo de 1 kcal/kg/h. Se calcula que, en
comparación con esta situación, el consumo calórico es unas 3 a 6 veces mayor (3-6 MET)
cuando se realiza una actividad de intensidad moderada, y más de 6 veces mayor (> 6
MET) cuando se realiza una actividad vigorosa.
Actividad física moderada (aproximadamente 3-6 MET)
Requiere un esfuerzo moderado, que acelera de forma perceptible el ritmo cardiaco.
Ejemplos de ejercicio moderado son los siguientes:
caminar a paso rápido;
bailar;
jardinería;
tareas domésticas;
caza y recolección tradicionales;
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participación activa en juegos y deportes con niños y paseos con animales
domésticos;
trabajos de construcción generales (p. ej., hacer tejados, pintar, etc.);
desplazamiento de cargas moderadas (< 20 kg).
Actividad física intensa (aproximadamente > 6 MET)
Requiere una gran cantidad de esfuerzo y provoca una respiración rápida y un aumento
sustancial de la frecuencia cardíaca.
Se consideran ejercicios vigorosos:
footing;
ascender a paso rápido o trepar por una ladera;
desplazamientos rápidos en bicicleta;
aerobic;
natación rápida;
deportes y juegos competitivos (p. ej., juegos tradicionales, fútbol, voleibol, hockey,
baloncesto);
trabajo intenso con pala o excavación de zanjas;
desplazamiento de cargas pesadas (> 20 kg).
(Organización Mundial de la Salud, 2004)
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2.1.3. Función de la actividad física en educación secundaria.
En la actualidad, los problemas y enfermedades generados por la falta de actividad física
han hecho a los expertos considerar la inactividad y el sedentarismo como factores de
riesgo para la población.
Es bien sabido que practicar actividades físicas constantemente tiene importantes
beneficios para la salud en general, desde acondicionar el cuerpo para tareas más
exigentes hasta facilitar los procesos de pensamiento abstracto y la resolución de
problemas. Pero ¿cuáles son los beneficios de iniciar el hábito de la actividad física en
edades tempranas?
Los jóvenes son el punto focal para promover los buenos hábitos y los estilos de vida
saludables que los mantendrán alejados del consumo de tóxicos, como alcohol, tabaco o
drogas, y de hábitos insanos como malas costumbres alimenticias, falta de sueño y
sedentarismo. Un hábito de vida físicamente activo durante las etapas de crecimiento del
cuerpo humano, contribuyen al desarrollo armónico y equilibrado del niño, alejándolo de la
enfermedad en ese momento de su vida, y en la futura vida adulta.
Una de las estrategias de la publicidad es separar la percepción del cuerpo como algo
que forma parte del individuo para convertirlo en un objeto, algo que puede ser admirado y
alcanzado si se utiliza el producto que promociona. Practicar actividad física proporciona
un lazo conectivo con el cuerpo, hace al individuo conciente de sí mismo y crea una
conexión emocional. Se puede compensar la despersonalización de los medios
promoviendo el cuidado de sí mismo.
De este modo, podemos hacer una clasificación de los beneficios que se obtienen al
practicar la actividad física desde edades tempranas:
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a) A nivel fisiológico, la actividad física practicada de manera
constante produce una serie de adaptaciones del cuerpo.
Durante la adolescencia se conoce la influencia de la actividad física sobre el
crecimiento cuando comprendemos que la acción muscular y la presión sobre el cartílago
estimulan el crecimiento longitudinal del hueso, promoviendo que los huesos alcancen un
desarrollo óptimo en cuanto a su tamaño. Favorece también la calcificación y la resistencia
de la estructura ósea; se refuerzan las articulaciones, previniendo problemas muy comunes
en la adultez, como rigidez, dolor, osteoporosis y artritis. Mejora la maduración del sistema
nervioso motor y aumenta las destrezas motrices, aumentando también el control del
cuerpo y la seguridad de movimiento en el entorno.
La oxigenación es un aporte esencial de la actividad física, ya que favorece la salud
y el buen funcionamiento de los órganos internos, principalmente el corazón, los pulmones
y el cerebro, los cuáles se ha comprobado trabajan de una forma óptima cuando reciben
suficiente cantidad de oxígeno producto de una actividad aeróbica. La buena oxigenación
de la sangre estimula al cerebro y refuerza las conexiones neuronales logrando que los
adolescentes que practican actividad física vigorosa tiendan a ser más alertas y ágiles de
pensamiento, favoreciendo la atención en clases, mejorando las calificaciones y
disminuyendo el estrés.
Aumentando la fuerza y optimizando el trabajo de los órganos se pueden prevenir
las enfermedades no transmisibles más mortales en este siglo, como las cardiovasculares
(angina de pecho, infarto al miocardio, hipertensión arterial, trombosis y embolias
cerebrales, problemas circulatorios, etc.); problemas metabólicos como la diabetes tipo
dos, sobrepeso y obesidad, dislipidemias, etc.; y diversos tipos de cáncer como el de
colon, estómago, mama, próstata, etc.
b) En un nivel psicológico, se producen importantes mejoras en el
ámbito del desarrollo personal.
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Se ha demostrado de la práctica de ejercicio físico contribuye al desarrollo integral
de la persona reduciendo el riego de depresión, ansiedad, y estrés gracias a la liberación
de hormonas relacionadas con el bienestar como la serotonina que es responsable de la
sensación de calma que acompaña terminar un ejercicio, sobre todo cuando éste es
practicado al aire libre; la dopamina que permite experimentar una sensación placentera y
que actúa como una droga que incita a volver a realizar la actividad, y las endorfinas que
provocan alegría y hasta euforia, acompañadas de una disminución del posible dolor tanto
físico como emocional que pudiera estar experimentando el individuo.
La mejora del ánimo es innegable, lo que regula los constantes cambios de humor
característicos de la adolescencia, promueve la buena autoestima y el sentimiento de estar
haciendo las cosas bien.
La práctica de actividades físicas, conectan al joven con su cuerpo, le ayudan a
conocer sus límites, capacidades, y formas, amarlas y aceptarlas, haciéndoles sentirse
orgullosos de sus logros y aptitudes. La sensación de fuerza y agilidad que llegan al
practicar un ejercicio, facilitan la buena actitud hacia uno mismo, el adolescente es más
propenso a sentir que su cuerpo es adecuado y se siente cómodo con el mismo.
c) A nivel social podemos observar la mejora de las relaciones
interpersonales y el desenvolvimiento en el ambiente.
El deporte y la actividad física son conductas aprendidas Los principales círculos en
los que se desenvuelven los adolescentes son la familia, el grupo de iguales y la escuela, y
estos deben ser promotores de actividad física y hábitos saludables.
Es importante recalcar las habilidades sociales que conllevan el hacer ejercicio.
Cuando se realiza actividad física en grupo, ya sea con familia, amigos o compañeros de
escuela, se establecen lazos de comunicación, se promueven las habilidades de liderazgo,
se combate la timidez y se refuerza la autoconfianza en uno mismo. Se ha visto que la
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autonomía y la integración social son más propensas a surgir en la adolescencia gracias a
la participación en actividades grupales.
Al realizar una actividad en grupo, por ejemplo en el contexto escolar, se promueve
la tolerancia y el respeto hacia el cuerpo de los demás, lo cual es sumamente importante
para la aceptación y el trabajo personal, eso podría incluso reducir el riesgo de bullying. Sin
embargo, la misma situación propicia a posibles burlas por parte de los demás al no poder
realizar una actividad, o al ser menos ágil que otros. Es aquí donde aparece la situación en
la que la actividad física no está promoviendo la buena autoestima. Es trabajo y
responsabilidad del profesor conducir las actividades y orientar a los alumnos a que tengan
una convivencia armoniosa basada en el respeto y la tolerancia.
La disminución de las actitudes antisociales y violentas también es una
consecuencia casi inmediata a la práctica física. Los adolescentes que practican deportes
presentan índices de consumo muy bajos de drogas, tabaco y alcohol en comparación con
los individuos sedentarios, lo que puede asociarse a niveles inferiores de delincuencia
juvenil, como participación en pandillas delictivas. Esto contribuye a la formación de
adultos sanos, responsables y exitosos, para lograr una sociedad más equilibrada.
Pero una de las principales ventajas de adquirir el hábito de la práctica de la
actividad física en la adolescencia (o antes, preferiblemente) es el aumento de la
posibilidad de seguir ejerciendo esta práctica en la edad adulta, disminuyendo los índices y
porcentajes de personas sedentarias que presenten enfermedades no transmisibles en el
futuro. Lo que principalmente contribuiría en la mejora de la salud poblacional,
disminuyendo costos al sector salud y permitiendo que más presupuesto se utilizara en
combatir otros problemas sociales, mejorando el entorno social y promoviendo una cultura
de la salud a niveles más altos.
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2.1.4. Actividad Física y autoestima
a) Conceptualización de autoestima y su relación con la actividad física.
Muchas alteraciones de la autoestima tienen origen en la infancia y muchas veces no
fueron detectadas o consideradas importantes por el círculo de allegados o por el individuo
en sí hasta que se manifestaron en años posteriores como problemas de tipo académico,
desarrollo emocional o en las relaciones interpersonales. La autoestima es una dimensión
fundamental del ser humano y está siempre presente en nuestra conducta cotidiana,
aunque a veces pase inadvertida para nosotros mismos. (Congreso Internacional de Teoría de la
Educación, 2011)
La autoestima se ha definido como “el concepto que tenemos de nuestra valía
personal, que involucra todos nuestros sentimientos, pensamientos, actitudes y
experiencias que sobre nosotros mismos hemos recogido en el trayecto de nuestra vida”.
(Mejía Estrada, Pastrana Chávez, & Mejía Sánchez, 2011). De esta forma, son las experiencias e
impresiones del individuo las que se correlacionan para formar un sentimiento positivo o
uno incómodo sobre las cosas que no se lograron.
Existe una amplia relación entre la actividad física y la autoestima. Es bien sabido
que tener hábitos saludables de alimentación y salud reflejan un autoconcepto igualmente
saludable de uno mismo como consecuencia de la imagen de un cuerpo saludable.
Sin embargo, durante la adolescencia, estos resultados son muy difíciles de
concientizar, dadas las características propias de esa etapa donde el proceso de
descubrimiento del cuerpo, sus adaptaciones y cambios para la adultez hacen aparecer las
diversas inseguridades físicas y la vergüenza colectiva y generacional.
Según el estudio realizado por Mendoza y col. en 1994, la autoestima física y la
autoconfianza de los chicos en edad escolar está destinada a disminuir conforme avanzan
en edad, ya que “el adolescente pasa del marco estable de la infancia a una edad en
donde se acentúan las diferencias individuales, que favorecen la disminución del
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autoconcepto”. Esta disminución tiene una marcada diferencia entre el sexo femenino y el
masculino, donde los chicos reflejarán una mayor autoestima que las chicas. El 75% de
los niños en edad escolar opinan que su forma física es buena o muy buena, mientras que
sólo el 20% de las adolescentes en de secundaria tienen esa misma opinión. (Mendoza,
Ságrera, & Batista, 1994)
El problema más grave de la mala percepción del estado de salud, es la adquisición
paulatina de hábitos perjudiciales para la salud, como disminución de la actividad física,
que deriva en sedentarismo, tabaquismo, alcoholismo, trastornos alimenticios y depresión.
Estas actitudes peligrosas en edades tempranas, como es la adolescencia, promueven un
desarrollo incompleto en el que el individuo disminuirá su rendimiento escolar y su
capacidad de integración social, que podría desencadenar comportamientos antisociales
como pandillerismo, delincuencia, etc.
En el contexto de la clase de Educación Física fomentar la autoestima es algo que
podría considerarse manifiesto, sin embargo, no siempre es así. Tradicionalmente se ha
enfocado a la Educación Física hacia el rendimiento, fomentando la competitividad entre
los alumnos y premiando a los mejores, lo que sutilmente provoca resultados adversos en
el resto de los alumnos, que se encuentran en una etapa en la que cualquier
desmotivación podría ser motivo para sentirse rechazados, lo que presenta un bajo nivel
de autoestima, debido a su incompetencia motriz, física o sólo por las circunstancias
sociales. (López, 2009)
Según Torre (1998), el adolescente y sobre todo las chicas se plantean los posibles
beneficios que tiene la actividad física durante las clases, debido al sentimiento de fracaso
o vergüenza, que podrían ser evitados utilizando otras estrategias didácticas, y así
haciendo posible que las chicas incorporaran la actividad física a su vida. La mejor forma
para evitar estas situaciones es desarrollando un nuevo tipo de clase de Educación Física
con un profesor capacitado, que tenga las herramientas y estrategias para planear y
presentar actividades que motiven a alumno a su realización. “Las actitudes hacia la
Educación Física son más positivas a medida que el alumno/a se siente más motivado y
consigue un logro durante las clases de educación física.” (López, 2009)
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b) Rasgos del desarrollo del sujeto con autoestima positiva
La autoestima es la apreciación que tiene cada persona sobre sí mismo, se forma a
lo largo de toda la vida e involucra situaciones del pasado, del presente y de las
aspiraciones a lo que se espera ser. Distinguir a un sujeto con una autoestima positiva
puede ser ambiguo, ya que no debe ser considerada como una capacidad, si no como un
rasgo, una actitud específica, y una manera de afrontar las situaciones.
Sin embargo, podemos identificar algunas características del autoestima baja y
autoestima elevada.
Autoestima elevada.
Si las experiencias e impresiones del sujeto ha sido favorables y ha satisfecho sus
necesidades adecuadamente, tanto físicas como emocionales, (de acuerdo a la Pirámide
de Jerarquías de las Necesidades de Maslow, 1954), se entiende por ello que se da un
valor y ha aprendido a valorarse por sí mismo; será entonces una persona con una
autoestima elevada ó alta, lo cual se reflejará en una actitud de autoconfianza, y valores,
elementos que le darán más posibilidades de lograr sus metas y objetivos sorteando las
dificultades y adversidades que se le presenten para alcanzarlas.
Este individuo se caracterizará por aceptarse siempre tal como es, siempre tratando de
superarse, y lo lleva a ser una persona asertiva, entendiendo por asertividad a la persona
que hará valer sus propios derechos de una manera clara y abierta con base a su
congruencia en el querer, pensar, sentir y actuar, siempre respetando la forma de pensar y
la valía de los demás. Es consciente de sus alcances pero también e sus limitaciones
aunque éstas últimas no serán un obstáculo sino un reto motivador para su desarrollo.
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Autoestima baja.
En este caso las necesidades del sujeto tanto físicas como emocionales no han sido
satisfechas en forma adecuada, es decir, sus “Dimensiones del Desarrollo” físicas,
afectivo-emocional-.social, intelectual ó cognitivas han quedado insatisfechas. Ni las
características intrínsecas ni las extrínsecas han estimulado un adecuado valor para su
desarrollo como persona y no ha aprendido a valorarse, por lo que se sentirá inadecuado,
inadaptado, incapaz, inseguro, indefenso y sin valor. Tratará de llenar ese vacío emocional
con tendencias autodestructivas.
El autoconcepto y autoestima juega un papel muy importante en la vida de las
personas; la satisfacción de uno mismo los éxitos y fracasos, el bienestar psíquico y el
conjunto de las relaciones sociales se ven afectados. Tener una autoestima positiva es de
la mayor importancia para la vida personal, profesional y social del sujeto. Esto favorece el
sentido de la propia identidad, constituye su marco de referencia, desde el cual interpreta
la realidad externa y las propias experiencias, influye su rendimiento personal, aumenta
sus expectativas, su motivación, contribuyendo así a su salud y equilibrio psíquico.
(Congreso Internacional de Teoría de la Educación, 2011)
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2.2. Imagen Corporal Positiva
2.2.1. Conceptualización
La imagen corporal es la representación mental del cuerpo, que se va gestando
durante la niñez, resultando trascendental en la adolescencia para el desarrollo psicosocial
del individuo. La imagen del cuerpo constituye una parte muy importante de la autoestima
de muchas personas, especialmente en la etapa de la adolescencia. (Rivarola, 2003)
En el marco de los trastornos alimentarios se define la imagen corporal como la
representación mental de diferentes aspectos de la apariencia física formada por tres
componentes, el perceptivo, el cognitivo- afectivo y el conductual; la alteración de la
imagen corporal supone un desequilibrio o perturbación en sus componentes (Thompson,
1990) y la alteración de la imagen corporal tiene una participación causal en los trastornos
alimentarios (Attie & Brooks-Gunn, 1989) (Baile, Guillen, & Garrido, 2002), aspecto más preocupante
todavía si tenemos en cuenta que durante la adolescencia se produce un incremento de la
insatisfacción corporal (Gralen, Levine, Smolak, & Murnen, 1990) (Koff & Rierdan, 1991) (Richard,
Casper, & Larson, 1990)
También se ha definido la imagen corporal como un constructo con una estructura
multidimensional que abarca autopercepciones, pensamientos, sentimientos y acciones
referentes al propio cuerpo, principalmente a la apariencia. Diversos estudios han
diferenciado dos dimensiones subyacentes en dicha estructura: la dimensión perceptiva y
la dimensión actitudinal. La primera hace referencia a los aspectos perceptivos de la
estimación del tamaño corporal. La segunda incluye las emociones o sensaciones que el
individuo tiene asociadas a su apariencia corporal, y las evaluaciones cognitivas que hace
de su propio cuerpo. (Gracia, Marcó, Fernández, & Juan, 1999)
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2.2.2. Trastornos de la imagen corporal
En los últimos años se ha hablado profusamente sobre las características de los
trastornos de la imagen corporal. Las enfermedades psicológicas de distorsión del cuerpo
ya son reconocidas por los sistemas de salud, pero hace veinte años, esto no era así.
Iniciando con una avalancha de elementos presuntamente aislados como
restricciones en la dieta, el deseo de estar delgado y la fobia a la obesidad, conjugada con
los estereotipos culturales ligados a los medios de comunicación, en la actualidad hay toda
una industria basada en la sobrevaloración de la delgadez, encabezada por una publicidad
que engaña prometiendo éxito y felicidad a través de la obtención de un cuerpo que no es
posible tener para la mayoría de la población, ofreciendo productos y métodos no siempre
eficaces para conseguirlo y muchas veces, perjudiciales, aunado a la estrategia de
minimizar, humillar y hacer sentir inferiores a las personas que no tienen el cuerpo o la
apariencia que ellos promocionan. (Rivarola, 2003)
El hecho de que la mayoría de los adolescentes (con o sin trastornos de la
alimentación) presenten una gran preocupación por la imagen corporal y una insatisfacción
hacia la forma de su cuerpo nos conduce a poner especial atención en las influencias
mediáticas y socio culturales. En la adolescencia la presencia de ciertos indicadores
conductuales, cognitivos y emocionales de patrones anómalos en el comer y la
insatisfacción con la imagen corporal, están relacionados con la etapa evolutiva de crisis –
el comienzo de la adolescencia- en el cual tienen lugar significativos cambios físicos y
psicológicos, factores interpersonales y familiares que influyen en la formación y
aceptación de la imagen corporal. (Rivarola, 2003)
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a) Bulimia y Anorexia
El Diagnostic and Stadisctics Manual of Mental Disorders (DSM-IV) de 1996
caracteriza a los trastornos alimentarios como alteraciones graves de la conducta
alimentaria, e incluye a dos trastornos específicos: anorexia y bulimia nerviosa.
La anorexia nerviosa es un trastorno psicológico que se caracteriza por la
realización de ayunos deliberados con la finalidad de perder peso debido a un intenso
temor a la obesidad. La bulimia nerviosa consiste en un patrón de alimentación anómalo,
con episodios de ingesta voraz seguidos por maniobras para eliminar las calorías
ingeridas. (Rivarola, 2003)
En ambos trastornos interactúan factores biológicos, relacionado con desórdenes
hormonales, etc.; psicológicos, relacionados con la personalidad; familiares, sociales y
culturales, establecidos por los estándares de belleza.
La incidencia de estas alteraciones va aumentando dramáticamente en las
sociedades occidentales, afectando a hombres y mujeres preocupados por su peso y por
su cuerpo. (Rivarola, 2003)
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b) Características del sujeto con problemas de autoestima y
distorsiones de la imagen corporal
Los pacientes con trastornos de la imagen corporal presentan características psicológicas
comunes, como dificultad para identificar y expresar emociones, estados afectivos,
sensaciones, etc. En ocasiones estás carencias de expresión se traspolan en sensaciones
de hambre-saciedad.
Es común que el individuo dude de su valor, comparándose constantemente con
estereotipos observados en medios de comunicación de forma compulsiva, para recibir
atención y aprobación de sus semejantes. Se someten constantemente a olas de moda y
actitudes en boga respecto a su aspecto corporal.
En el plano cognitivo, los pacientes piensan con insistencia en un tema en
específico, alguna situación o dificultad; son incapaces de tomar una decisión al respecto,
lo que les provoca fuertes avalanchas de ansiedad. Por ejemplo, temor a ganar peso,
errores de interpretación, pensamiento dicotómico, ideas catastróficas, abstracción
selectiva, magnificación, absolutismo, ideas de autorreferencia. Estos pensamientos a
menudo son automáticos. (Fairburn & Cooper, 1989)
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BIBLIOGRAFÍA
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