clase 3. virno. 2003. 11-65

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    PAOLO VIRNO

    G R A M Á T IC AD E lA M U L T I T U DP A R A U N A N Á LI S IS D E L A S F O R M A SD E VI D A C O N T E M P O R Á N E A S

    . - - - - - y - -. . -. . -. . -. . . . . . - -

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    Pref ac io

    ( P U E B LO   V5.   MULT I TUD :)H O B B E S   y  SP I NOZA

    Efltiendo que el concepto de "multitud", en OPOSi-

    /

    ción a aquel más familiar de "pueblo", es un instrumentodecisivo para toda reflexión que inÚ~nte abordar la esfera pública contemporánea. Es necesario tener presente quela alternativa "pueblo" / "multitud" estuvo en el centrode las controversias prácticas (fundación de los Estadoscentrales modernos, guerras de religión, etcétera) y teó-

    rico-filosóficas del siglo   XVII.   Estos dos conceptos enlucha, forjados en el fuego de contrastes agudísimos, ju~garon un papel de fundamental importancia en la defini-

    ción de las categorías político-sociales de la moderni-dad. Finalmente fue la noción de "pueblo" la que preva-leció. El término que se llevó la peor parte, el perdedor,ha sido el concep~o de "multitud", Para describir las for-mas de la vida en sociedad y el espíritu público de losgrandes Estados recién constituidos, ya no se habló másde multitud sino de pueblo. Resta preguntarse si hoy, alfinal de un largo ciclo, no se reabre aquella antigua dis- puta; si ahora, cuando la teoría política de la moderni-

    dad padece una crisis profunda, la noción que hasta hoy

    estaba derrotada no muestra una extraordinaria vitali-dad, tomándose así una clamorosa revancha.

    Las d~~-pQl~.!i.9_;J.d~~, __  pu~!JJo yrp.u}titud, tienen como pacrre;putativos a Hobbes ySpin_()z;.P~La,:$pliloz;';-eIm ñc e p t o d~-   ~~dtit~d"}~-4-i~a un_~_pl~~~( ic{ ad qu e p ~~ JiJ t.eé o ~;-ta re n   l a e s c e ~~ p ª~   I~ca'_~ _I1J~__ ~~ci~!1_f()   1e~tf\'aJ_eI1l? que respecta a los _queh~ceres comunes (comunita-rios), sin converger en un Uno, sin desvanecerse en un

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    Q~~.~i_n_1ie_n_t

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    e~ta_"traflsferencia" por su propio modo de s~r_(E()r _Sll

    Icarácter plural}y-de aCtuar. I::I0,~~e~!que eralln g ran

    " e,scr 

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    ,¡   fh,().d~SI}~Ja multItud sea a:ntJestatal y, por esto mIsmo, ..,, ,,=n~?Rular"Los ciudadanos, en tanto se rebelan ante el

    Estado, son la multitud contra el pueblo" (ibídem). Lacontraposici6n entre los dos conceptos es aquí llevada al

    extremo: si hay pueblo, ninguna multitud; si hay multi-tud, ningún pueblo. Para Hobbes   y  para los apologistasde la soberanía estatal del 1600, "multitud" es un con-cepto-límite, puramente negativo: coincide, por lo tan-to, con los peligros que gravitan sobre la estatalidad, esel detritus que cada tanto puede obstaculizar la marchade la "gran máquina'~ __ l!n concepto negativo, la multi-tud: aquello que no se avin'o a d-e~eni~ pueblo, aq~ello

    que contradi_ce virtualmente el monopolio estatal de ladecisión política. Es, en suma, una regurgitación del  "es-tado de naturaleza" en la sociedad civil.

    La p1u ra1idad E 'xorc izada:10 "privado"   y   lo " indiv idual"

    ¿Cómo ha sobrevivido la multitud a la creación delos Estados centrales? ¿En qué formas disimuladas y ra-quíticas ha dado señas de sí después de la plena afirma-ción de! moderno concepto de soberanía? ¿Dónde seadvierte su eco? Estilizando al extremo la cuestión, in-

    tentemos identificar los modos en los cuales han sidoconcebidos los muchos en tanto muchos en el pensa-miento liberal y en e! pensamiento social-demócrata (esdecir, en tradiciones políticas que han teniclo su indis-cutible punto de referencia en la unidad del pueblo).

    f',n _el pensamiento liberal, la inquietud provoclla por"Jos "rnuchos"esdomesticada mediante e! -Ú~ciirso

     _al par~úblico-pnvado. La multitud, quees la antípoda

    14

    del pueblo, toma el semblante un poco fantasmagóricoy,mortificante de lo así llamado privado. Es decir: in-clusive la díada público-privado, -antes de devenir ob-

    via, se ha forjado entre lágrimas y sangre en mil con-tiendas teóricas)' prácticas; lo cual ha producido unresultado complejo. ¿Algo hay más normal para noso-tros que hablar de experiencia pública y experiencia

     privada? Pero esta duplicidad, esta .bifurcación, no siem- pre se dio por descontada. Esa obviedad fallida nos in-teresa porque hoy, acaso, estamos en un nuevo sigloXVII, es decir en una época en la cual las viejas catego-

    rías explotan y es preciso acuñar otras nuevas. Muchosconceptos que parecían extravagantes e inusuales -lanoción de democracia no representativa, por ejemplo-ya tienden, quizás, a urdir un nuevo sentido común,aspirando a su vez a devenir ellas también "obvias".Pero volvamos al camino que habíamos empezado atrazar. '~Privado" no significa solamente algo personal,

    que tiene que ver con la interioridad de Fulano o Men-gap.o; privado significa ante todo "privo", desprovisto,desposeído: _privado de voz, privado de presencia pú-

     blica. En e! pensamiento liberal la multitud sobrevivecomo dimensión privada. Los muchos no tienen rostroy están lejos de la esfera   d~ los asuntos comunes.

    ,¿pónde es que encontramosun eco de la arcaica mul-titllii~ el pensarntento social-aemócrata? Tal vez en la

    .d~ pla colectlvo-mdIvIdual. O mejor, en el segundo térmi-no, en la dimensión indi;tdual. El pue~lo es lo colectivo; ---,

    la multitud está ensombreci4a por la presuntaimpoten-cia, cuando no por la incontrolable intranquilidad o agita-

    ción, de los individuos singulares. El individuo es aquelresto no influyente de divisiones  y  multiplicacion

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    es la rnultitud en la tradición social-demócrata.

    Conviene aquí anticipar una convicción, que ense-guida af]orará en mi discurso. Creo que en las actualesformas de vida, como también ~n la producción con-temporánea (a condición de que no se reduzca la pro-

    ducción -cargada como está de   ethos,   de cultura, de

    interacción linguística- al análisis econométrico, sino que

    se la entienda como experiencia in.rensa, profunda delmundo)   se Percibe de inmediato el hecho de q ue tanto la

    1, dupla p¿blico-privado como el par colectivo-individu':ilhan estallado, )'a no rigen más. Aquello que estaba rígi-damente subdividido, se confunde y se sobreimpone. Esdifícil decir dónde termina la experiencia colectiva   ydónde comienza la experiencia individual. Es difícil se-

     parar la experiencia pÚblica de la así llamada experiencia privada. En este enturbiamiento de las líneas de f~().I)tera

    , colapsan,'o al rÚenosdevienen poco fiables, las dos cate-

    $gorÍ:1;,í~'deI  ciudadano   y   la del productor,   tan importan-

    tes en Rousseau, Smith, Hegel   y   después, ya como blan-co de u~a polémica, en el propio Marx.

    La multitud conte~nea no está comeuesta n i1   por"é'ciudadanos" ni por "productores". Ocupa una re-~ giór~"'illtermea¡a entre To "individual"   y   lo "colectivo".

    Paraella no vaIede nIngÚn modo la d¡st1nciÓ-n-éfitfe-"público"   y   "privado". Y es justamente a causa de ladisolución de estas duplas durante tanto tiempo teni-das como obvias que no se puede hablar más de un

     pueblo   que converge en la unid~d estatal. Para   110  ento-nar canciones desafinadas de cuño posmoderno   (" lomúltiple es lo bueno; la unidad es la calamidad de la

    cual hay que cuidarse") '_~.p~eciso reconocer que lamultitud no se contrapone al Uno, sino que lo

    ~ . : ;; ~d ~~~U G i ~; : ~; r : ; U ;= J ; ; : I S e ;~~: ; i ; : : [ ~n a ~ ~~: _16

    ~s.ta_~nidad rano es e l   Estado sl"noel-lenguaje, inte-lecto, las facultades comunes del g'eriero 1Uman;:   ET

    .Uno no es más una  promesa,   SIno una  premISa.   auni-

    ~adno es más algo (el Estado, el soberano) hacialocuarco!1verger, como en el caso del pueblo, sino algoque se deja atrás, a las espaldas, como un fondo o un

    supuesto. L~~ m_u~s deben ser p~nsados como· indi~viduación de lo universal, de lo genérico, de lo comúncompartIdo. Así, s¡métncamente, cabe concebir un Uno'

    que,   le jó s   de ser algo conclusivo, sea la base que autori-za la diferenciación, aquello que consiente la existencia

     político-social de   to s   muchos   en tanto   muchos.   Digo esto

    sólo para subrayar que una reflexión actual sobre la cate--goría de multitud no sOporta simplificaciones extasiadasni resúmenes audaces, sine que ha de afrontar   proble-mas ásperos: sobre todo el problema lógico (a

    reformular, no a remover) de la relación Uno/ Muchos.

    Tres aproximaciones a 10s Muchos

    Las determinaciones concretas de   la   multitud con-tempo[ánea pueden ser enfocadas desarrollando tres

     b}i9~:~i_~.~IT1~tico~ ..•·•• €Lprimero._~$.m uy~hQb besia,no; .lacjialéctica entreI11~eªo y"-b-úsqueda de seguridad. Está

    claro que incluso el concepto de "pueblo" (en  sus   arti-culaciones propias del siglo XVII, o liberales, o social-demócratas) participa de una unidad con ciertas estra-

    tegias desarrolladas para conjurar el peligro y obtener  protección. Sostendré, sin embargo, en la exposición

    de hoy, que las formas del temor y los correspondientestipos de reparo a los   cuales   estaba conectada la nociónde "pueblo" están en retirada, tanto en el plano empíricoc.omo en el plano conceptual. Prevalece, en cambio, unadialéctica temor-reparo totalmente distinta: ella define

    algunos comportamientos característicos de la multitud

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    ¡)'~,,  ".,)

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    actual. Miedo-seguridad: he aquí un tornasol, una mo-neda de dos caras, filosófica   y   sociológicamente relevan-te, que demuestra que la figura de la multitud no es "un

     jardín de rosas";   y   ayuda a individualizar las espinas   y

    venenos específicos que anidan en ella. La multitud es~ _~ modo de ser, el modo d~ ser-que hoy'p-r~~alec-e: p~ro,

    corno todo modo de ser, es ambivalente, contiene   é11S( peligro   y   salvación, aquiescencia   y   conflicto, servilismo·

    }:Iibertad. El punto cruáil, sin embargo, es que estas posibilidades alternativas tienen una fisonomía peculiar,distinta de aquella con la cual aparecían en la constela-ción  pueblo / llolrmtadgeneral/Estado.. El siguiente terna, que t~ataré en la segunda jorna-

    d~, .es la relación entre el concepto de multitud   y   laCrISISde la antiquísima tripartición de la experiencia

    < . '   humana en Trabajo, Política   y   Pensamiento. Se trata de'\ una subdivisión propuesta por Aristóteles, retornada

    en el siglo XX sobre todo por Hannah Arendt, instala-

    da hasta ayer en el sentido común. Una subdivisiónque ahora, no obstante, se rompió en pedazos.

    El tercer bloque temático consiste en recorrer cier-tas categorías con el objeto de decir algunas cosas acer-ca de la subjetividad de la multitud. Examinaré sobretodo tres: el principio de individuación, las habladu-rías y la avidez de novedades. La primera es una auste-

    r~ cu.es~ión metafísica que en los últimos tiempos ha

    sIdo II1J~stamente dejada de lado: ¿qué es aquello quevuelve slI1gular a una singularidad? Las otras dos tienenque ver, en cambio, con la vida cotidiana. Ha sidor:eidegger quien confirió a las habladurías ya la curio-sIdad la dignidad de conceptos filosófi'cos. El modo enque yo hablaré de ellos, si bien se vale de cierras pági-nas de  El ser y  el tiempo,   es sustancialmente   sin   embar-go no-heideggeriano o anri-heideggeriano.

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    Capítulo   1

    ( T E M O R E S Y R E P A R O S)

    M ás a l lá d e l p a r m i edo /an gu st ia

    La dialéctica entre temor y reparo está en el centrode la "Analítica de lo sublime", una sección de la  Críti-

    ca del juicio   de Kant (Kant   1790:   Pa.rre  1 ,   Libro   11).Según Kant, cuando observo un terrible alud desde un

    lugar resguardado, me invade un placentero sentimien-to de seguridad que se mezcla, no obstante, con la per-cepción aguda de mi indefehsión.   Sublime   es, por lotanto, este sentimiento doble, parcialmente contradic-

    torio. Tomando como base la protección empírica queestoy usufructuando casualmente, mi situación me lle-va a preguntarme qué cosa podría garantizar a mi exis-tencia una protección absoluta y sistemática. Me pre-gunto qué cosa me puede salvaguardar, no ya de uno uotro peligro determinado, sino del riesgo inherente al propio estar en el mundo. ¿Dónde encontrar un reparoincondicionado? Kant responde: en el Yo moral, ya que

     justamente hay en él algo de no contingente, o inclusosupramundano. La ley moral trascendente protege de

    un modo   absoluto   a mi persona, ya que coloca al valor que a ella compete por encima de la existencia finita ysus   múltiples peligros.!l sentimiento de lo sublime (oal menos, una de sus formas) consiste en transformar elalivio por haber encorÚrado un refugio ocasional~nla

     búsqueda de la seguridad incondici()nada ques¿lo~lYo moral puede garantizar -.-.- .

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    He mencionado a Kanr por un motivo: porque é.L.,

    ofre~~un modelo muy nítido del modo en que ha sidoconcebida la dialéctica temorlreparo en los últimos dossiglos. Se presenta una neta división: por una parte, un-peligro particular (el alud, la mirada casi persecutoriadel Ministerio del Interior, la pérdida del puesto de tra-

     bajo, etcétera); por oua, en cambio, el peligro absoluto,

    conectado a nuestro propio estar en el mundo.   A   estasdos formas de riesgo   (y   de temor), corresponden dosformas de protección   (y   de seguridad). Frente a un peli-gro factual, hay remedios concretos (por ejemplo, el re-fugio de montaña cuando se viene un alud). El peligroabsoluto reclama, en cambio, una protección ... con res- pecto al mundo en cuanto tal. Es decir: el "mundo" delanimal humano no puede ser equiparado al ambientedel animal no humano, al hábitat circunscripto en el cual

    este último se orienta perfectamente sobre la base deinstintos especializados. El mundo tiene siempre algo deindeterminado,   está cargaJ;ae-ímpr~vist~~ ),d~-~~ipr~-s~s, es un contexto vital que jamá;do-~in~I11os~e u_na

    vez y para siempre. Por eso es fuente de una permanenteinseguridad. Mientras los peligros relativos tienen "nom- bre y apellido", la peligrosidad absoluta no tiene un ros-

    tro preciso ni un contenido unívoco.La distinción kantiana entre los dos tipos de riesgo

    y de seguridad se prolonga en laAistinción, trazada

     por Heidegger, entre   mÚ10'y angitstia.\EI    miedo estáreferido a un hecho bien preciso, al mismo -alud o a la

    desocupación; la angustia no tiene, en cambio, unacausa desencadenante precisa. En las páginas de  El  s er 

     y   el tiempo   de Heidegger (Heidegger 1927:   § 40), laangustia es provocada por la simple y pura exposiciónal mundo, por la incertidumbre y la indecisión quecaracterizan nuestra relación con él. El miedo es siem-

    20

     pre circunscripto y nombrabJe; la angustia esomniabarcativa, no está conectada a ninguna ocasión particular, puede sobrevenir en cualquier momento o por oleadas. Estas dos formas de temor (miedo y an-~~.stia, precisamente) y sus ·correspona¡entés"ani:fCrotossepresi:iri a un análisis-fíistor"i¿6-.:-socw.---------------·.-··.··.·

    l::_~ _~~Js.tii1'ci6.ñ~·eni:~e-'t~;¡~;~ir~~~;~ripto y temor  

    i~4.~~ _e:rf!1i.nado rige allí donde existen comunidades sus-t~nci.'ll~~,qu~.'??~ _sEituyen-~ p lech~~ _~~,:::~~.capaz decan~l~~~r la praxis y la experiencia colectiva.   U~lechoconstituido p rusos y:.s,ostumb18~~titivas y por eso

    ~:~

    ..

    ~r~~~~

    .

    : i.s~:~

    .

    ~

    .

    ~n c:~:n~~~~~l~:~~-:-;   I ~l r : :d ~e '~~: ¡ _L~e comu~r~;~i6~·.'t~   angu;tia  hace en cambio su apa-~ _~E:~9.~~llos que se alejan de la comunidad de pertenenciét, delo-~-hábito~. c:ofT1P~rtidos, del os "juegos

    linguísticos" sabidos por todos, internándose en el vas-

    t~::..~r=:f~ _@_f

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    I ~)

    Elyrimero es que ya no se puede habI.aEmás, razo~ ~nJ;T~·r.iÚ~ñte";decomunidades sustanciales. Ha)', cadaimpemosa mn6~~0 sacude forma~de vidas tradi-cionales y repetiÚvas, sino que interviene sobre indivi-duos ya habituados a no tener más costumbres   y   hábi-

    tos sólidos, acostumbrados a los cambios repentinos,expuestos a lo insólito y a lo imprevi~to. Seres que día

    a   día se tienen que enfrentar con una -realidad-en per-manente cambio   y   renovación. No es entonces posibleuna efectiva distinción entre un "adentro" estable   y   un"afuera" incierto   y   hostil. La permanente transforma-ción de las formas de vida, y el adiestramiento en afron-tar lo aleatorio sin ninguna forma de contención com-

     portan una relación directa y continua con el mundoen cuanto t~l, con el contexto indeterminado de nues-

    tra eXistenCia.

    ,-Nos en~~~t~lILQ~uasLconuno

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    . provienen de peligros circunscriptos. La multitud, encambio, se mancomuna -se pone en común- por elriesgo que deriva del "no sentirse en la propia casa", dela exposición absoluta al mundo.

    Jercera y última perspectiva crítica, quizá la másradical. Ella concierne a la propia dupla temor-reparo.Es errónea, desde este punto de vista, la idea según la

    cual  primero   sentimos un temor y sólo   después   nos lasarreglamos para buscar un reparo. Está totalmente fue-ra de lugar un esquema del tipo estímulo-respuesta, ocausa-efecto. Cabe considerar, en cambio, que la expe;-riencia originaria es la de procurarse los reparos. Antesque nada, nos protegemos; luego, mientras estamosi~mersos en esa protección, ponemos en la balanzacuiles son los peligros a los cuales nos tenemos queenfrentar. Arnold Gehlen decía que vivir es, para el

    animal humano, una tarea difícil, costosa, y que parahacerle f¡ente es preciso antes que nada mitigar la des-

    orientación provocada por el hecho de que no dispone-mos de un "ambiente" prefijado (Gehlen 1940: 60   ss.) .Es fundamental esta idea de manejarse a tientas en el.propio contexto vital. Mientras buscamos el modo deorientarnos, y así salvaguardar nuestras vidas, avista-mos también, a veces retrospectivamente, las diversasformas del peligro.

    J::!~YH~lg() más. ~o sól().el peligro se define. a partir , de la originaria b'úsqueda de' un rep-a:ro, SInO,

     y  aqur 

    v :iene   el punto verdaderamente crucial, eso se mani~fiesta mayormente como una forma específica de repa-ro. El peligro, bien mirado, consiste en una horripilan-te estrategia de salvación (si se piensaHén el culto de la,

    "pequeña patria" érnica, por ejemplo). La dialéctica entretemor. y reparo se resuelve, en último término, en ladialéctica entre formas alternativas de protección. A

    24

    los   t 

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    ro

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    s

    ..

    se oponen   reparos de segundo grado,

    ~

    capaces de actuar como antídoto frente al veneno de  Ilos primeros. Desde el punto de vista histórico y socio-lógico, no es difícil darse cuenta de que el mal se expre-sa propia y solamente como réplica horrible a la peli-

    grosidad del mundo, como riesgosa búsqueda de pro-

    tección: basta pensar en la tendencia a confiarse a unsoberano (fuerte o de opereta, poco importa), en el

    impulso arrasador por "hacer carrera", en la xenofo-

     bia. Se podría incluso decir que sólo es verdaderamen-te angustioso un cierto modo de enfrentar la angustia.Repito: es decisiva la elección que se hace entre diver-sas estrategias de reaseguración, la alternativa entre for-mas de reparo radicalmente opuestas. De allí que, di-cho sea de paso, resulta necio tanto desentenderse delté;ma de la  seguridad   como (incluso todavía peor) abor-

    darlo irreflexivamente, sin revisar en él, en algunas des~s declinaciones, el auténtico peligro.

    En esta alteración de la dialéctica temor-reparo ra- .:

    [  dica, en primerísimo lugar, la experiencia de la multi- ;. tud contemporánea (o, si se prefiere, postfordista). Los  t 

    muchos en tanto muchos son aquellos que comparten

    el "no sentirse en la propia casa", y que ponen esta   , < 1 : . )

    .

    . . • .experiencia en el centro de su praxis social y política.   \ . ! > 'En otras palabras, en el modo de ser de la multitud se

     puede observar una continua oscilación entre diversas

    estrategias -a veces diametralmen te opuestas- dereaseguración (oscilaciones que el "pueblo", al   encar-narse   en los Estados soberanos, no conoce).

    Lugares comunes   y   "general intellect"

    Para comprender mejor la noción contemporáneade multitud habría que analizar más a fondo cuáles son

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    los recursos esenciales con que se puede contar para protegerse de la peligrosidad del mundo. Propongo iden-tificar estos recursos mediante un concepto aristotélico,un concepto lingliístico (o mejor, atinente al arte de laretórica): los "lugares comunes", los   topoi koinoi.

    Cuando hoy hablamos de "lugares comunes", en-

    tendemos generalmente locuciones estereotipadas, casi privadas de todo significado, banalidades, metáforasmuertas ("tus ojos son dos luceros"), conversaciones

    trilladas. Y sin embargo, no era éste el significado ori-ginario de la expresión "lugares comunes". Para

    Aristóteles   (Retórica,!,   2, 1358a), los  topoi koinoi   sonlas formas lógicas y lingliísticas de valor general, comosi dijéramos la estructura ósea de cada uno de nuestros

    discursos, aquello que permite y ordena toda enuncia-ción particular. Esos "lugares" son   comunes   porque na-

    die (ni el orador refinado nr el borracho que murmura palabras sin sentido, ni el comerciante ni el político)

     puede dejados de lado. Aristóteles señala tres casos: larelación entre más y menos, la oposición entre contra-rios y la categoría de reciprocidad ("si yo soy su padre,

    él es mi hijo").g,~ _~a.:..sc~teg()ríasLcomQ,t9daestructura ósea, no apa-

    recen nunca ante la vista en cuanto tales. Son la tramade la "vida de la mente", pero eso indica precisamenteque son una trama invisible. ¿Qué es lo -que se da a

    conocer, lo que se ve, lo que aparece en nuestros dis-cursos? Los "lugares especiales", así los llama Aristóteles(topoi idioi).   Son los modos de decir -metáforas, jer-gas, alocuciones, etcétera- que pertenecen solamente auno u otro ámbito de la vida en sociedad. "Lugares

    especiales" son los modos de decir / pensar que resul-tan apropiados en una sede de partido político, o en laiglesia, o en un aula universitaria, o entre los hinchas

    26

    del lnter, y así. Es en la vida de ciudad donde el  ethos ,los hábitos compartidos se .articulan por "lugares espe-ciales", que son diversos y muchas   veces   inconciliables.Una cierta expresión funciona aquí pero no allí; un tipode argumentación sirve y convence a estos interlocutores

     pero no a aquéllos, etcétera.La transformación coflla cual nos enfrentamos aquí

     puece--res-umirse así: hoy los "lugares especiales'; deldiscurso   y   de la argumentación desaparéC:en· y   se di-

    suelven, mientras que los "lugares comunes", o sea, lasgenericas formas lógico-lingliísticas quehilvan~n todos •los discursos, adquieren una inmediata visibilidad. Esto

    Sigritfica que, para orientamos en el mundo   y  prot~ger-nos de suspeligros, no podemos contar con formas de

     pensamiento, de razonamiento, de discurso ancladasen uno u otro contexto particular. La barra de hinchasde fútbol, la comunidad religiosa, la agrupación parti-daria, el puesto de trabajo: todos estos "lugares" conti-

    núan desde ya subsistiendo, pero ninguno de ellos es losuficientemente caracterizado   y   caracterizan te como para ofrecer una "rosa de los vientos", un criterio de

    orientación, una brújula confiable, una comunidad dehábitos específicos, de específicos modos de decir/pen-

    sar. I;._n_t9~~l~ga~]._=~ c.ada ocasión, hab!am os/ pensa-mas del mismo modo, sobre la base   d~construccioneslógico-lingliísticas tan fUhdamentalesc:omÓgenerales.

    D~aEé1.rece así toda una topografía ético-retórica. Se'ponen en primer plano los "lugares comunes", esos prin-~cipios básicos de la "vIda de la mente": el vInculo entremás   y   menos, la oposición de contrarios, las relaciones

    de reciprocidad, etcétera. Son ellos,   y   solamente ellos,los que ofrecen un criterio de orientación   y,   por lo tan-to, un posible reparo en el curso del mundo.

    Ya no más invisibles, sino, por el contrario, bien

    27

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    visibles y en primer plano, los "lugares comunes" son elrecurso de la especie al que echa mano la multitud con-temporánea. Ellos af10ran en la superficie como unacaja de herramientas de inmediata utilidad. 'Qué otra

    ~?.s~,son los "lugares comunes" sino el núcl~-;--(~-~J~~

    T~.I2~al de la "vida de la mente", el epicentro de aquelanimal propiamente linguístico que es el ser humano?, ,~e podría decir entonces que la "vida del~ mente"

    deviene en sí misma   pública,   ya que, al no disponer $,más de códigos ético-comunicativos "especiales", sec-

    toriales, se recurre a categorías generales para mane- jarse en las más variadas situaciones. El "no sentirse enla propia casa" y   la preeminencia de los "lugares comu-nes" van de la mano. El intelecto como tal, el intelecto

     puro, deviene la brújula concreta allí donde desapare-cen las comunidades sustanciales y se está continua-

    mente expuesto al mundo. El intelecto, aun en sus fun-~i~I~ _es más rarificadas, Se f;esentacºITlQ'-~q~~U~~q~e(i~I1,~..~I~()   de   cormín y   visible. Los "lugares comunes" yano son un rr~sfondo "inad~ertido, ya no están oculr~sdetrás de los diversos "lugares especiales". Son un re-curso compartido al cual los "muchos" pueden echar mano en cualquier situación. La "vida de la mente" esel Uno que sostiene el modo de ser de la multitud. In-

    ~ ,sisto: el hecho de que el intelecto como tal se ponga en '/

    W   primer plano, que las estruc~uras linguísticas más gene- (

    rales y abstractas devengan Instrumentos para orientar la propia conducta es, según creo, una de las condicio-nes que definen a la multitud contemporánea.

    He hablado hace poco del "intelecto público". Perola expresión "intelecto público" contradice una largatradición según la cual el pensamiento sería una activi-dad apanada   y   solitaria, que separa a las personas desus prójimos, una actividad interior, privada de mani-

    28

    festaciones visibles, extraña al cuidado de los asuntos

    com unes ..Ren tro de esta larga tradición, según la cual

    .~ _::~.id~de ia ITl~I1te" es r~,fractaria a lo p~ b~ico, algunas páginas de Marx representan una ~xcepción, y'a que ponen al intelecto como algo exterior y colécti'vÓ,corh'o

    u.~ _.~i,~I1.'p~ bli~? ..§el, "Fragmento sobrel,ls m~sfui-

    ,nas", en   ~ru_~~ri:se(Marx   1939-1941: II,   398-411),@llU¿~arx h~ bIa ~e un mtelecto general, de un gener~llntellect: .¡J~-usa el mgles para dar fuerza a la expresión, como si  l

    quisiera ponerla en cursivas. La noción de "intelecto .~general" puede tener diversas derivaciones: quizás es

    una réplic.apolémica a la "voluntad general" de Rousseau(no la voluntad, sino el intelecto, es aquello que manco-muna a todos los productores, según Marx); o quizás el"intelecto general" es la reformulación materialista delconcepto aristotélico de   nous poietikos   (el intelecto pro-

    ductivo, poiético). Pero aquí no importa la filología.In

    .

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    ' pete a la activIdad Intelectual una vez que ella deviene, /~según Marx, el verdadero resorte de la producción de .•~la rique,za.

    A excepción de estas páginas de Marx, al intelectosiempre le' han sido atribuidas las característic:as~de-.·lareserva   y   de la ajenidad en relación a .la esf~ra p'¿'bJiS~""En un escrito juvenil dé Aristóteles   (Protreptico,  B43),la vida del pensador es parangonada a la vida del ex-

    tranjero. El pensador debe extrañarse de su comuni-dad, alejarse del bullicio de la multitud, poner en sordi-na el rumor del ágora. Con respecto a la vida pública, ala comunidad político social, tanto el pensador como elextranjero en sentido estricto no se sient~n en su pro-

     pia casa. Este es un buen punto de partida para enfocar la condición de la multitud contemporánea. Un buen

     punto de partida para extraer algunas otras conclusio-

    29

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    "

    nes de la analogía entre el extranjero y el pensador.,'-- El ser extranjero, es decir el "no sentirse en la pro-

     pia casa", es hoy una condición comÚn a muchos, unacondición ineludible   y   compartida. Y bien: aquellos queno   se   sienten como en su propia casa, para orientarse y

     protegerse deben recurrir a los lugares comunes, o sea,a las categorías generales del intelecto linguístico; en tal

    'sentido, los extranjeros son siempre pensadores. Como _":L~!~~~~~rto la dirección de la comparación: n-;'~';'-~l

    .P.~~.~~9gr qyie;l deviene extranjero al confrontarse 'con

    . su com u~.~~~.?.de P~.~.r.~ne.::c~~~ __ s.i.!~O1()~..~.~~ _a.EÚ~Iº.?Llªmultitud de los "sin casa", que adquieren a la fuerza el

    '~-~ _t-a_-t_úi~A~pénsadores·o

    Los "sin casa" no puede!:l.!TI3.Sque comportarse como pensadores: no porque sepan. i e   biología o de matemáticas, sino porque deben recu-rrlr-·;-I~~;~1i~-.~~el;ciales categorías del intelecto abs-

    trac_top~~a evitar los golpesdel caso, para repararse de

    la contingencia y del imprevisto.En Aristóteles, el pensador es extranjero, sí, pero

     provisoriamente: cuando termina de escribir la M etaflsi-ea   puede regresar a ocuparse de los asuntos comunes.Del mismo modo, aún el extranjero entendido en senti-do estricto, el espartano que llega a Atenas, es extranjero por un tiempo determinado: tarde o temprano podráretornar a casa. En cambio, para la multitud contempo-ránea la condición de "no se~tirse en la propia casa" es

     permanente e irreversible. La ausencia de una comuni-

    dad sustancial, y de los respectivos "lugares especia-les", hacen a lavida del extranjero; el "no sentirse en la

     propia casa", el   bias   x e n ik o s,   son experiencias inéludi- bles y duraderas. La multitlld de los "sin casa" se confíaal intelecto, a los "lugares comunes": es, a su manera,

    una multitud de pensadores (aunque hayan recibido sóloeducación primaria y no lean un libro ni bajo tortura).

    30

    Una observación al margen. Se habla mucho de la puerilidad   de los comportamientos metropolitanos. Sehabla de ellos con tono despectivo. Tiendo a pensar que tal desprecio es signo de necedad, y que valdría la pena preguntarse si hay algo de consistente, digamos

    un núcleo de verdad, en la conexión entre vida metro-

     politana e infancia. Quizá la infancia es la matriz

    ontogenética de cada sucesiva búsqueda de protecciónde los peligros del mundo circundante. Ejemplifica lanecesidad de vencer una indecisión constitutiva, una

    incertidumbre originaria (indecisión e incertidumbreque a veces dan lugar a la vergi.ienza, sentimiento des-conocido al cachorro no humano, que sabe bien pron-to cómo comportarse). El niño se protege a través de larepetición (una vez más el mismo cuento, el mismo

     juego, el mismo gesto). La repetición aparece allí comouna estrategia defensiva o de protección an.te la con-

    frontación con los shocks causados por lo nuevo y loimprevisto. Ahora bien, ¿no será que la experiencia delniño se ha transferido a la experiencia adulta, a los com- portamientos que prevale.cen 'al interior de los grandesconglomerados urbanos (comportamientos descriptos por Simmel, Benjamin y tantos otros)? La experiencia

    infantil de la repetición se prolonga inclusive en la edad   Iadult",dado q~e constit~yela pÚncipalfotmade tepa- tro allí donde faltan hábitos sólidos, comunidades sus-tanciales, un   ethos   [undante. En las sociedades tradic~

    r:\ales (si se QQiere:en la exp'eriencia del "p.ueblo"),   t~ _._r~ pai~ióri Úiñ'cara al niño dejaba lugar a fO'rmas de protección más complejas .}'articuladas: el  etho_s_,e_s_~:~"~l'~T~s'~sos y ~'osturiíbres; los h.i51tos que ~tituí~n la

    ll~ b~· 'de las comunidades sustanciales. Ahora, en

    er~ po de la multitud, esta sustitución ya ~o se r~a-liza más. La repetición, lejos de ser reemplazada, per-

    31

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    / 1 J D ). • ' "'.

    dura. Ha sido ,Walter Benjamin el primero que reparóen este aspecto. Él dedicó ~na gran atención a la infan-cia, al juego infantil, al amor que un niño tiene por larepetición; y al mismo tierí1po vio en la reproductibilidadtécnica de la obra de arte el ámbito en el cual se forjan

    nuevas formas de percepción (Benjamin   1936).  y  bien,es posible que haya un nexo entre ambos aspectos. En

    la reproductibilidad técnica revive potenciada la if1~'=_o."tancia infantil del "una vez más", es decir, af10ra nueva-

    mente la exigencia de la repetición como reparo. La publicidad de la mente, la visibilidad de los "lugarescomunes", el  general intellect   se manifiestan inclusivecomo repeticiones reaseguradoras. Es verdad, la multi-tud actual tiene algo de infantil: pero este algo es, cuan-

    . to menos, algo serio.

    P u bl ic id ad s in es fe ra p ú bl ic a

    Se ha dicho que la multitud se define por el "nosentirse en la propia casa", como también por la consi-guiente familiaridad con los "lugares comunes", con elintelecto abstracto.   E l   carácter público y compartidode la "vida de la mente" se tiñe de ambivalencia: alber-ga dentro de sí también posibilidades negativas, figurastemibles. ~l intelecto público es el tronco unitario delcual pueden brotar tanto formas de protec;ción horren-das, como formas de protección capaces de procurar 

    un bienestar real (en la medida en '1ue, como se dijo,~ososalvaguardan de las primer~s). El intelecto público,el que corresponde a la n1Ultitud, e~-'~rpunto de partIda'de desarrollos opuestos. El hecho de que las a titudes-

    fundamenta es e ser umano pensami'ento, lenguaje,atÍrorre'fIexlon;'capacldad de aprendizaje) pasen a un

     pnmer plano puede adquirir un aspecto inquietante y

    32

    opresivo, o.tambiéI1Pue~e 1ar lugar a uf.1ainé~i~~es~~~ _/,!ipública, a una   esfera pÚblica no estatal,  lejana de 10:'$miEos y de los ritos de la soberanía.

    .Mi tesis, en extrema síntesis, es la siguiente: si la publicidad   1   del intelecto no se articula en una esfera "

     pÓbTica, en un espacio político en el cual los muc

    .

    has

    ..

    44.'.

    '/ ) puedan ocuparse de los asuntos comunes, ella puede ..r ¡ > ! producir efectos terroríficos. Una publicidad sin esfera   ;< pública: he aquí la versión negativa -el mal, si se quie-re- en la experiencia de la multitud. Freud, en su ensa-

     yoLo   sir i/é str o   (Freud   1919: 292-3),   muestra de quémodo la potencia extrínseca del pensamiento puedeadquirir el rostro de la angustia. Según él, los enfermos

     para quienes los pensamientos tienen poderes exterio-res, prácticos, inmediatamente operativos, temen ser condicionados)' dominados por los otros. Es la mismasituación, por otra parte, de quien participa en una

    sesión espiritista, en la cual los participantes son lleva-dos a integrarse en una suerte de fusión que pareceanular todo rasgo individual. Y bien, la creencia en la"omnipotencia de los pensamien tos", estudiada por Freud, o la situación-límite de la sesión espiritista, pú-

     blica, ejemplifican muy bien la idea de~ _lic_i4_ad_sin_.esfera pública, la existencia de u~--"ínt~lecto general",

    uE..generaL intellect,   que no se articula en un eSE~~ _.~o, ,

     público ' . "'-.

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    .plica locamente las formas de umlslOnLPara aclarar '   Ieste punto pensemos en la producción contemporánea.   tEl compartir aptitudes linguísticas   y cognitivas es elelémento constitutivo del proceso laboral postfordista.Túdoslos trabaja.dores entran en la producción en cuan-

     _______ o'"~   '0., ••••.•

    to hablances-pensames. Nada que ver, digamos, con la

    33

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    "p~fesionalidad", o con....e.l antiguo ".ofic..io": habla.r / pen~;~';-;~aptitud~~ g;;~Úicas dd animal humano, lo

    contrario de cualquier especialización. Este compartir  preliminar, por un lado caracteriza a los "muchos encuanto muchos", la multitud; por otro, es la base mis-

    ma de la producción actual. El compartir 2,   en cuanto

    requisito técnico, se opone a la división del trabajo, lacontradice. Esto no significa, naturalmente, que los tra- bajos ya no estén divididos, parce!izados, etcétera; sig-nifica sobre todo que la segmentación de los trabajosya no responde a criterios objetivos, "técnicos", sinoque es explícitamente arbitraria, reversible, cambian-te..Para el capital, lo que verdaderamente cuenta es laoriginaria y compartida dote linguístico-cognitiva, dadoque ella garantiza adaptabilidad, una rápida aceptaciónde las innovaciones, etcétera. Ahora, es evidente que el

    hecho de compartir genéricas dotes cognitivas ylingiiísticas al interior del proceso de producción realno deviene esfera pública, ni deviene comunidad polí-tica, principio constitucional. ¿Qué ocurre, entonces?

    La publicidad del intelecto, es decir, su carácter decosa común, compartida, si bien por un lado eliminatoda rígida. división del trabajo, por el otro fomenta la

    .dependencia personal. General intellect, fin de la divisióndel trabajo, dependencia personal: los tres aspectos soncorrelativos. La publicidad del intelecto, allí donde no

    se articula enúna esfera publica, se ÚidÚée en una proliferación incontr;lada de jerarquías, tan infunda-,das como resistentes. La dependencia es personal enun doble sentido: en el trabajo, se depende de la perso~

    na Talo Cual, y no de reglas emanadas de un poder anónimo   y   coercitivo; por otro lado, lo que es someti-do es   la persona íntegra,   su más básica aptitudcomunicativa y cognitiva. Proliferación minuciosa y

    34

     personalizada de jerarquías: he aquí e! rostro negativode la publicidad del intelecto. La multitud, repetimos,   )¡ j 'es un modo de ser ambivalente.   ,.-

    ¿ C u á l U n o p a r a l o s M u c h o s ?

    El punto de partida del presente análisis ha sido la

    contraposición entre "pueblo"   y   "multitud". De todo loargumentado hasta aquí resulta claro que lárnultitud'"~esembaraza del Uno, es decir de lo universal de'

    . . • . . ....   )

    lo común / compartido, sino q((I;-'~'ed~termina-:~1 '-O-n-o-deTi'm'liT(ítudno~fieñe-y-a-n-~lc:r:q~e ver con el~--

    ¿oñ-s~tituia"opofe¡--'Estaclo;aquerGno hacia el cuai con-

    ~erge el pueblo.- El pueblo es"elresultado de un movimiento cent[1:-\

     peto: de los individuos atomizados a la unidad del "CUér- \ po político", a la soberanía. El Uno es el punto final de

    este movimiento centrípeto: La multitud, en cambio,es el punto final de un movimiento centrífugo; de! Unoa los Muchos. ¿Pero cuál es el Uno a partir del cual los ,muchos se diferencian y persisten como tales? N o pue-  !de ser ciertamente el Estado, debe tratarse de otra for-ma de unidad / universalidad. Podemos retomar, aho-

    ra, un asunto que adelantamos al comienzo.I.-~~nidad que la mult.itud ..tie.ne.a   .su~ _~~ p.ald~s es la

    constit~9I:p-c)-r los   " Iú g a i:e s   Co'nluñe~;; d~ f~"~ent~,- -'porE;   fa~ultadcs lingiiístico-comunicativas comunes.~a la especIe, por el  general intellect.   Se trata de una~ _i1Ta:adI-unlv~rsalidid visiblemen teheterogénea, dis-tinta de aquella estatal. Que quede claro: las apti'~~d~s

    linguístico-comunicativas de la especie no llegan a po-nerse en primer plano porque alguien decide hacerla,

    sino por necesidad, porque constituyen una forma de protección en una sociedad privada de comunidades

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    sustanciales (o sea, de "lugares especiales").El Uno de la multitud no es, entonces, el Uno del

    ['pueblo. La multitud no converge en una   volonté générale por un simple motivo: porque ya dispone de un  generalintellect.   El intelecto público, que en el postfordismo se

    - 1 ! 7 J )..   '1

    .

     presenta como mero recurso productivo, puede consti-~ tuir sin embargo un nuevo "principio constitucional",

     puede ocultar una esfera pública no estatal. Los mu-chos en cuanto muchos tienen como base desustentación, para bien y para mal, la publicidad delintelecto.

    Hay ciertamente una diferencia entre la multitudcontemporánea y la multitud estudiada por los filóso-fos políticos del siglo XVII.  En los albores de la moder-nidad, los "muchos" coincidían con los ciudadanos delas repúblicas comunales anteriores al nacimiento delos grandes Estados nacionales. Aquellos "muchos" se

    valían dd "derecho de resistencia", del  jus resistentiae.

    Ese derecho no significa, simplemente, legítima defen-sa: es algo más fino y complicado. El "derecho de resis-tencia" consiste en hacer valer las prerrogativas de unindividuo singular, o de una comunidad local, o de unacorporación, contra el poder central, salvaguardandoformas de vida ya afirmadas hace mucho tiempo, pro-tegiendo costumbres ya radicadas. Se trata, por lo tan-to, de defender algo positivo: es una violencia conser-vadora (en e! buen sentido, en e! sentido noble de! tér-

    mino). Quizás   f::..Ul}!.re!-i!!.~~!ia.e.!.-_o_seªelde[echo·.:J.-PXo-teger cu:ilqul"~ cosa que ya existe y que es digna de

     persistir, es aquello enlo que mas se aseñ-iejanl~.I?ulti-tud del siglo XVII   y la multitud 'Contemporánea. Tarn-

     poco en ésta se tra.ta de"tom;rerp'ode?';~aé consÍ:~uir 

    un nuevo Estado, un nuevo monopolio de la decisión política, sino de defender experiencias plurales, formas

    36

    de democracia no represenrativa, usos   Y   costuI?bresno estatales. En cuanto al resto, es difícil pasar por ~ltoEisdiferen¿lás~.la -multitud a~t.ual tiene como presu

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    "multitud": así es que el "pueblo" ha inspirado   yusufructuado un léxico vasto y conveniente. En cuanto ala multitud, en cambio, damos por descontado que escasi absoluta la falta de codificación, la ausencia de un

    vocabulario conceptual apropiado. Pero éste es un inte-

    resante desafío para filósofos y sociólogos, sobre todo para la investigación de campo. Se trata de trabajar   so-

     bre materiales concretos, examinándolos en detalle   y,   almismo tiempo, extrayendo de ellos categorías teóricas.Un doble movimiento, de las cosas a las palabras   y   de las

     palabras a las cosas: esto requiere la multitud postfordista.y  es, repito, una tarea para mí muy atractiva.

    Es muy cierto que "pueblo" y "multitud" son doscategorías que pertenecen más al pensamiento político(indican de hecho formas alternativas de existencia

     política) que a la sociología. Pero, en mi opinión, landción de multitud es extraordinariamente fértil para

    comprender los modos de ser del trabajo dependiente postfordista, sobre todo algunos de los comportamien-tos a que da lugar y que a primera vista parecen incom-

     prensibles. Como explicaré mejor en la próxima jorna-da, es precisamente una categoría del pensamiento po-lítico, en su momento desplazada del debate teórico,que representa hoy un precioso instrumento de análisisdel trabajo vivo en e! postfordismo. ,p~gamos que lamultitud es una categoría ambivalente: porun;"lado,11os.fíal)}Td~ la producción soC'iaTb"aSadaeñets-a:oer'Y

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    más bien al de la multitud, cambian muchas cosas:memalidid, formas de la organización y del conf1ict~.Todo se complica. Cuánto más fácil sería decimos quelo que se viene ahora es la multitud, y que ya no habrán :ás clase obrera ... Pero si lo que queremos es simpli-Cidad a toda costa, mejor nos sumergimos en una bote-lla de vino.

    Por otro lado, es posible leer inclusive en Marx quela clase obrera pierde el semblante del pueblo yadquie-re el de la multitud. Un solo ejemplo: piensen en las

     páginas del último capítulo de  El Capital,   donde Marxanaliza la situación de la clase obrera en los EstadosUnidos (Marx 1867: cap. XXV, "La moderna teoríade la colonización"). Hay allí grandes páginas sobre el

    Oeste americano, sobre el éxodo, sobre la iniciativaindividual de los "muchos". L~s obreros europeos, ex-

     pulsados de sus países por epidemias, carestías, crisis

    económicas, van a trabajár a la costa Este de los Esta-dos Unidos. Pero atencióI1: se quedan allí algunos años,sólo algunos años. Luego desertan de las fábricasadentrándose en el Oeste, hacia las tierras libres. Eltrabajo asalariado, si bien esclavizame, se presenta comoun episodio transitorio. Aunque sea por una veintenade años, los trabajadores tuvieron la posibilidad de sem-

     brar el desorden en las férreas leyes del mercado detrabajo: abandonando las condiciones originales de tra-

     bajo asalariado, determinaron la relativa escasez de lamano de obra, y así el incrememo de la paga. Marx,describiendo esta situación, ofrece un retrato bien ví-vido de una clase obrera que también es multitud.

    40

    C a pí tu l o 2

    (T R A B A J O . A C C I Ó N   E

    )I N T E L E C T O

    En la conferencia anterior intemé ilustrar el modo

    de ser de la multitud a partir de la dialéctica miedo/reparo. Hoy quisiera discutir la clásica división~d_e la,experien-cI-'a-h{¡~;na en tres ámbitos fundamentales:

    TrabaJo (o po~esis),   Acción política (o praxis)   e Intelecto(o vida de la mente). El objetivo es siempre el mismo:

    articular y profundizar la noción de multitud.Como recordarán, "multitud" es una categoría cen-

    trald-e-lpens~;i'~n'to' poIítico, y aquí la utilizaré para ex-

    PI~~r;:lgunas características relevantes del modo de pro-ducción postfordi~ta:. Esimport~nte aclarar que enten-

    demos como "modo de producció'n" no sólo una confi-guración económica parti~~lar sino un conjunto de for-mas de vida, una constelación social, antropológica yétíca (digo ética, no moral: relativa a las costumbres,usos   y hábitos, no al deber-ser}. ~ostengo que la multi-tud contemporánea tienec

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    emerge por oposición a los otros dos Únbitos.y  bien, esta antigua tripartición, todavía incluida

    en e! sentido común de la generación que debutó en laescena pública de los años 60, es exactamente lo quehoy se ha desmoronado. Se disolvieron los límites en-tre la pur~ actividad intel~ctuaCG-~c~r¿n política   y   e!

    trabajo. En particular, sostengo que el trabajo lIaÍnado

     postfordista absorbió muchas características típicas dela acción política. ,Y que esta fusión entre Política   yTrabajo constituye un rasgo,. fisonómico clave de la~ _.'- "'"   .. -'-'"-'-"~   ...  "'"   ,m ulti rudco ntemporánea.

    Yuxtaposición entre   poiesis   y   praxis

    El trabajo contemporáneo incorporó muchos ras

    l

    gas que antes distinguían a la experiencia política. Esdecir, la poiesis   incluyó en sí numerosos aspectos de la ..

     praxis.   Este es e! primer aspecto de! que quiero ocupar-me en relación con la hibridación general.

    Hannah Arendt también denuncia con insistenciala caída del límite entre e! trabajo y la política (allí don-de no se entienda por "política" la vida de una sesión partidaria sino la experiencia genéricamente humanade comenzar algo nuevo, la exposición a los ojos de losdemás, una relación íntima con la contingencia y loimprevisto):J:,apolítica, según Arendt, imita al traba-

     jo. La política dd siglo XX, a su juicio, se dedicó a

    fabricar objetos nuevos: e! Estado, el partido, lahisto-:ria, etcétera. Creo que las cosas sucedieron al revés delo que pensaba Arendt: no es la política la que tomó lasformas de! trabajo sino el trabajo que adquirió las con-notaciones tradicionales de la acción política. La míaes una argumentación opuesta   y simétrica a la de Arendt.Sostengo que en el trabajo contemporáneo se manifies-

    )¡tt   {\L( ' { ' " A   : ; ) j (   ,~·~t    tI ;}   'L~:I:; '\C \~ ,i

    ¡(,_    t   J

    43

    . .   '.'~..!','\.. . . : ~   .

    realista, casi incuestionable. Echó sólidas raíces en elsentido común, por lo cual no remite solamente a un 'tema filosófico, sino a un esquema ampliamente com-

     partido.   Do y   un ejemplo autobiográfico. Cuando co-mencé a ocuparme de política, en los años 60, aún

    creía en esta subdivisión, una división que me parecíatan irrefutable como una percepción táctil o visual. No

    era necesario haber leído la   Ética Nicomaquea   deAristóteles para saber que trabajo, acción política   y

    reflexión intelectual constituían tres esferas regidas por  principios y criterios heterogéneos. Obviamente, laheterogeneidad no excluía la intersección: la reflexiónintelectual podía aplicarse a   b.  política; a su vez, la ac-ción política se nutría a menudo   y   de buena gana detemas que se referían al ámbito de la producción, etcé-tera. Pero por numerosos que fueran estos cruces, Tra-

     bajo, Intelecto   y  Política permanecían como conceptos

    esencialmente distintos por motivos estructurales.El Trabajo es el intercambio orgánico con la natura-

    leza, la producción de objetos nuevos, en fin, un procesorepetitivo   y  previsible. El Inte!ecto puro tiene una índolesolitaria y poco llamativa: la meditación de! pensador escapa a la mirada de los otros, la reflexión teórica acallael mundo de las apariencias. Al contrario del trabajo,que manipula materiales naturales, la Acción políticainterviene en las relaciones sociales, tiene que ver con lo

     posible y también con lo imprevisto, no atesta el contex-to en e! que opera con un mar de objetos ulteriores sinoque modifica ese mismo contexto. Al revés de la activi-dad intelectual, la Acción política es pública, está arroja-

    da a la exterioridad, a la contingencia, al rumor de los"muchos"; para usar las palabras de Hannah Arendt,implica la "exposición a los ojos de los demás"   (ibídem,cap. V, "La acción"). El concepto de Acción política

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    ta la "exposición a los ojos de los otros", la relación conla presencia de los demás, el inicio de procesos inédi-tos, la constitutiva familiaridad con la contingencia, loimprevisto   y   lo posible. Sostengo que el trabajo

     postfordista, el trabajo que produce plusvalía, el traba-

     jo subordinado, emplea dotes   y   requisitos humanos que,según la tradición secular, correspondían más bien a laacción política.

    Esto explica, a mi parecer, la crisis de la política, eldesprecio que rodea hoya la praxis   política, el descré-dito en el cual se sumerge la acción. De hecho, la ac-ción política aparece fatalmente como una duplicación

    superflua de la experiencia laboral, )'a que esta última,aunque de manera deformada y despótica, asumió cier-tos caracteres estructurales de la primera. El ámbito de

    la política, en su sentido estricto, calca procedimientosy estilos que distinguen al tiempo de trabajo; pero, aten-

    ción, los imita ofreciendo una versión más tosca y sim- plista. La políti~a ofrece una red comunicativa y uncontenido cognoscitivo más pobres de los que se expe-rimentan en el actual proceso productivo. Menos com-

     pleja que el trabajo pero muy similar a él, la acción política aparece de todas maneras como algo poco de-seable.

    La inclusión de ciertos aspectos estructurales de la p ra .x iS po Iít ic a   en la producción }2tual nos ayuda--:i-e-p=te~der por ~é la multitud postfordista ~~~;;a-n-1u-Itit~d

    c!:!politizada.   Hay ya_~emasiada pol{i:T~;-en-e-l-ira§ajoas~l~~~(~~~ _~Ú _tGlb-ªjQ,asªIarl¡C[or~ paraque la

     p.~~~ic~ _~()_~o_t~ _~Pll~~a.g~~~.aúr~d~,una dignidad au-tónoma. , .. ' ...

    44

    El vir tuosismo

    D e A ri st óte le s a G 1 e nn G o u ld

    El hecho de que el proceso laboral subsuma aquelloque previamente garantizaba a la Acción pública su in-confundible perfil puede ser iluminado por una catego-ría antigua pero eficaz:.e   lJlrtuoslSmo.

    Considerando la acepclOn or inana, el "virtuosis-~   ---  "

    ~o" alude a las capacidades peculiares de un artista

    :jecutante. Es virtuoso, por ejemplo, el pianista que

    n~ta con una interpretación memorable deSchubert, el bailarín experimentado, el orador persua-sivo, el profesor que no aburre nunca, o el sacerdoteque da sermones sugestivos. Consideremos con aten-ción lo q'ue caracteriza la actividad de los virtuosos, esdecir, de los artistas ejecutantes. gn primer lugar, la deellos es  una actizlidad que se cumple (que tiene   el  propio

     fin) en sí misma,   sin objetivarse en una obra perdura- ble, sin depositarse en un "producto terminado", o seaun objeto que sobrevive a la interpretación. En segundolugar, es  una actividad que exige la presencia de los otros, :que existe sólo a condición de que haya un público. _~

    Actividad sin obra: la int~rpretación de un pianistao un bailarín no deja tras de sí un objeto determinado,un "resto" de la ejecución que persiste cuando esta con-

    clu~~ Un~.c;~fJiYidªdq~~ ~xige la presencia de los otros:

    \L~:¿:~~!t:.qr;?fJiene sentido s610si se puede ver o~scll-

    ~haL Intuitivamente, estas dos características son co-rrelativas: el virtuoso necesi ta de la presencia de un

     público justamente porque no produce una obra, unobjeto que se vaya de gira por el mundo cuando laactividad haya cesado. A falta de un producto específi-

    co  y   extrínseco, el virtuoso cuenta con los testimonios.La categoría del virtuosismo está presente en   Ética

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     Nhornaquea,   florece en el pensamiento político moder-

    no -aún en el siglo XX-   y   ocupa un pequeño lugar en la

    crí tica de la economía polít ica de Marx. En   Ética

     N/cornaquea,   Aristóteles distingue el trabajo,~¡esÚ,

    de la ~cción política, o  praxÚ,   utilizando precisamente

    la noción de virtuosismo: el trabajo está mar~;dop~~-·

    la producción de un objeto, un;:¡.obra separable de la

    acción;   y   la  pra:ás   está dada cuando la acción tiene el

     propio fin en sí misma. Aristóteles escribe:

    "El   fin de la producción es distinto de la producción

    misma, mientras que el fin de la acción no podría serio:

     porque la acción [entendida como conducta ética   y

    como acción política] tiene el fin en sí misma"   (Ética Nicomaqltca,   VI, 1139 b).

    Retomando implícitamente a Aristóteles, Hannah

    Arendt compara a los artistas intérpretes, los virtuosos,

    con los que se dedican a la acción política. Ella escribe:

    "Las artes que no realizan ninguna 'obra' tienen una

    gran afinidad con la política. Los artistas que las practi-

    can -bailarines, actores, músicos- necesitan de un pú-

     blico al que mostrar su virtuosismo, así como los hom-

     bres que actúan [políticamente] tienen necesidad de

    un espacio con estructura pública;   y en ambos casos, la

    ejecución depende de la presencia de los otros" (Arendt1961: 206).

    - .. - Se podría decir que toda acción política es   virtuosa.

    De Flecho, éS§_-

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    Sólo que Marx no se preocupa aquí por la acción políti-ca, sino que analiza dos figuras del trabajo. Él aplica ladistinción entre actividad-can-obra y actividad-sin-obraa diversos tipos de poiesis.   La segunda' clase de trabajointelectual (las actividades en las que "el producto es in-

    separable del acto de producir") comprende, según Marx,todos   los   trabajos que se resuelven en una ejecución vir-

    tuosa: pianistas, mayordomos, bailarines, profesores, ora-

    dores, médicos, curas, etcétera.Ahora bien, si el trabajo intelectual que produce

    una obra no nos presenta demasiados problemas, e!trabajo sin obra (cabalmente virtuoso) pone a Marx en

    un aprieto.   E l   primer tipo de trabajo intelectual se aco-moda sin duda a la definición de "trabajo productivo".¿y e l   segundo tipo? Por otro lado, para Marx, trabajo

     productivo no es trabajo subordinado, fatigante o hu-milde, sino solamente trabajo que produce plusvalía.Por supuesto que también las prestaciones virtuosas

     pueden producir plusvalía: la actividad   de l   bailarín,   de l pianista, etcétera, si está organizada en forma capitalis-ta, puede ser fuente de ganancias. Pero Marx está pre-ocupado por la gran similitud entre la actividad de! ar-tista ejecutante   y   las tareas   serviles   qtle, además de in-gratas y frustrantes, no producen plusvalía y, por lo tan-to, ingresan en   el   ámbito   de l   trabajo   improductivo.   Tra-

     bajo   servil   es aquel por   e l   cual no se invierte   capital,sino que se gasta un   rédito   (como en los servicios per-sonales de un mayordomo). Los trabajadores "virtuo-sos", según Marx, si pOi un lado representan una ex-cepción poco significativa desde   e l  punto de vista cuan-titativo, por   e l   otro, y esto es lo que más cuenta, con-

    vergen casi siempre en el trabajo servil/improductivo.Esta convergencia es ratificada justamente por   e l   he-cho de que su actividad no da lugar a una obra inde-

    48

     pendiente: allí donde falta un producto finito autóno-mo, no se realiza un trabajo productivo (de plusvalía).De hecho, Marx acepta la ecuación trabajo-sin-obra   =servicios personales. En conclusión, el trabajo virtuosoes, paraM

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     propia alma, lograr un equilibrio justo entre la ética dela convicción y la ética de la responsabilidad, dedicarseal objetivo, etcétera. Habría que releer este texto enrelación al toyotismo, al trabajo basado en el lenguaje,

    a la movilización productiva de las facultades cognitivas.

    La sabiduría de Weber nos habla de las dotes que re-quiere, hoy, la produc;ción material.

    E l   h a bl an te c o m o a r ti st a e je c u ta n te

    Cada uno de nosotros es, desde siempr¡:, un virtuo-so, un artista ejecutante. A veces mediocre o tímido,

    ,pero bajo toda circunstancia virtuoso. En efecto, elmodelo básico del virtuosismo, la expe~a que tuJ1::

    cra--etconcepto, es  laactwldad del hablante.   No la acti- ~-

    -~ad de un hablante sabio ¡elegante, sino de  cualquier hablante. El lenguaje verbal humano no es una pura

    herramienta o un complejo de señales instrumentales

    (características que son inherentes tal vez a los lengua- jes de los animales no humanos, por ejemplo el de lasabejas, que a través de señas coordinan la provisión dealimentos); e1lenguaje humano se cumple en sí mismo,

    ~o produce-no por regla, al menos- un "objeto" inde- pendIente de la misma enunciación.

    "-• El lengua e es "s;n obra". 'Lada enunciación es una

    •prestación virtuosa.   y es ta porque, obviamente, está

    c,~ada directa ~ indirectamente a la presencia de

    ~,os ot~o~ El lenguaje pres,upone e instituye siempre el -espacIO con estructura pública" del que habla Arendt. -

    Sería bueno leer los fragmentos de la Etica Nicomaquea

    que hablan de la diferencia de principio que existe en-tre   poiesis   (producción) y praxis   (política) en relacióncon la noción de parole   en Saussure (Saussure 1922:28-30) y, sobre todo, al análisis de Émile Benveniste

    50

    (Benveniste   1970)   sobre la enunciac~on (donde por  "enunciación" se entiende no el conteOldo de un enun-ciado, e! "qué se dice", sino el habla como tal, el hecho

    .   de  hablar). De este modo se constataría que losmismo   e _,aspectos diferenciales de la praxis   respecto de la pOle~lS ~oinciden con los aspectos diferenciales del lenguajeverbal respecto de la gestualidad o la comunicación no-

    verbal. .y  hay más. Sólo el hablante -a diferencia de! pia-

    nista del bailarín, del actor- puede prescindir de unguió~ o de una partitura. El suyo es un virtuosismo

    doble: no sólo no produce una obra que se distinga de

    la ejecución, sino que ni siquiera tiene una ob~a a susespaldas, una obra a la cual "actualizar" mediante lainterpretación. De hecho, el acto de parole   s~lamentese jacta de la potencialidad    de la I.engua, o mejor, de lafacultad genérica del lenguaje: no de un texto

     preestablecido en detalle. El virtuosi.smo ~e! ha~lantees el prototipo y el ápice de todo .~1[(UOSlsm.o, Justa-mente porque incluye en sí la :ela~lOn pote~cla / acto,allí donde e! virtuosismo ordmano, o denvado, pre-supone en cambio un acto determinado (las   Variaci~-nes Goldberg   de Bach, supongamos) al que hacer revI-

    ..   de nuevo   Pero sobre este   P unto volveréVlr SIempre .más adelante.

    Por ahora basta decir que la producción act~aldeviene "virtuosa" (y por lo tanto, política) porque .111-

    cluye en sí la experiencia linguística en cua~to tal. SI es,   h   Y q ue buscar la matriz de! postfordlsmo en losaSl, a .,   d

    sectores industriales donde se da la "produccIOn e

    comunicación como medio de comunicación".   Es   de-

    cir, en la industria cultural.

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    Indu5tria cultural: anticipación   yparadigma

    Con el nacimiento de la industria cultural, el vir-

    tu~sismo se convierte en trabajo masificado. Es ahí'-q-u-e-e~l-v-I-rt-u-o-s-o-c-o-mienzaa marcar su--tarj~-~-d-e--in-g-re-   n

    s?:-D~e-Fiecho;-eñta-iñCIustna curfUrar,-raactIVlCGd~m

    . o~~raactividad comunic~-tiv~- 'que se cumple

    ~-n-sí-mlsfna, es un -ele-m-en-to-centraIY-necesa-rI-o'~úS::--ra-m-e-n-tEpo¡'-e-St-e-motivo-es-enla'ii1diÍsIftrclilt-u-raTdoñ::

    de l=a=-e-0i~;~-J~~-b-a' o asal;;¡~d;-~~Úi~ _¡d_-i~5-~-n-Ú __  de la accIón política.

    En los-se"ctores en que se produce comunicación

    como medio de comunicación, las tareas y los roles

    son, conjuntamente, "virtuosos" y "políticos". Un gran

    escritor italiano, Luciano Bianciardi, en su novela   Lavita agra   cuenta los esplendores   y  miserias de la indus-tria cultural en la Milán de los años   50.   Una admirable

     página de este libro ilustra muy bien lo que distingue ala industria cultural de la industria tradicional   y   de la

    agricultura. El protagonista de  La vita agra l1ega a Miláncon la intención de vengar las recientes muertes labora-

    les ocurridas en su región y termina empleándose en la

    naciente industria cultural. Peró luego de un breve pe-

    ríodo, lo despiden. Transcribo un párrafo que hoy tie-

    ne un indudable valor teórico:

    "Y  me echaron, sólo por el hecho de que arrastro los

     pies cuando camino, porque me muevo despacio, miro

    alrededor aún cuando no es indispensable. En nuestra

    actividad, en cambio, hay que separar bien los pies de

    la tierra y golpeados estruendosamente contra eI"piso,

    hay que moverse, caminar, repiquetear, saltar, hacer 

     polvo, rnejor, una nube de polvo, y después esconder-

    se adentro. No es corno ser campesino u obrero. El

    52

    campesino se mueve lentamente, porque su t.ra~ajo

    sigue las estaciones: él no puede sembrar en JulIo y

    cosechar en febrero. El obrero se mueve ágilmente,

     pero si está en la cadena de montaje, porque ahí le.han

    contraído los tiempos de producción, y si no camIna a

    ese ritmo tiene problemas [...]. Pero el hecho es que el

    campesino forma parte de las actividades primarias   y el

    obrero de las secundarias. Uno produce de la nada, el

    otro transforma una cosa en otra. El medio de valora-ción de! obrero y e! campesino es fácil, cuantitativo: si

    la fábrica hornea tantas piezas por hora, si la finca rin-

    de. En nuestra actividad sucede de otra manera, no

    hay una evaluación cuantitativa. ¿Cómo se mi~e .la

     pericia de un cura, de un publicitario, de un especlalts-

    ta en relaciones públicas (RRPP)?  Ellos ni producen de

    la nada ni transforman.   No son primarios ni secunda-

    rios. Son terciarios y, osaría decir [...]. aun cuaternarios.

     No son instrumentos de producción y tampoco co-

    rreas de transmisión. Son lubricantes, son vaselina pura.'Cómo se puede evaluar a un cura, a un publicitario, a

    ~;RRPP?   ¿C6mo se hace para calcular la cantidad defe, de deseo de posesión, de simpatía que ellos s~rían

    capaces de generar? No, nO tenemos otro patron de

    medida que la capacidad de cada lino de perma~ecer a

    flote, de subir un poco más, es decir, de convertIrs~ en

    obispo. En otras palabras, ~uien elige u~a profesl~nterciaria o cuaternaria necesIta   dotes y  actItudes de tlP()

     político. La política, como todos saben, des~e hace tiem-

     po ha dejado de ser la ciencia del ~uen gobIerno y s~~aconvertido en el arte de la conqulstay la conservaClOn

    del poder. Así es que la bondad de un hombre político

    no se mide en relación con el bien que hace a los de-

    más sino sobre la base de la rapidez con que llega a la

    cim: y el tiempo que se mantiene. [...] Del. mis.mo

    modo, en las profesiones terciarias o cuaternanas, SIno

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    cierto espacio concedido a lo informal, a   /0   imprevis-to, al "fuera de programa") estaban cargados de futuro.

     No se trataba de residuos, sino de presagios antici- patorios. La informalidad de la acción comunicativa,la interacción cornpetitiva típica de una reunión, la brus-

    ca variación que puede animar un programa televisivo,

    en general todo lo que hubiera sido disfuncional regla-mentar más allá de cierto punto, ho)', en la época

     postfordista, se volvió un aspecto típico de   toda   pro-ducción social. Y no sólo de la actual industria cultural,

    sino también de la Fiat de MeJfi. Si Bianciardi hablabade un trabajo en el cual exi~te un nexo entre la activi-dad-sin-obra (virtuosa) )' las actitudes políticas como sifuera una extravagancia marginal, ahora se trata de unaregla. La trama entre virtuosismo, política y trabajo se

    .~xtiendepór todas par.tes. l¿lleda por preguntarse   9.1}~,rol específico puede esgrimir   h oy   la industria de la co-

    municación, ya qu~ todos los sectores industriales se.iñspiran en su modelo. Aqu~JJo que una vez anticip6'un giro de la historia hacia el postfordismo, ¿qué fun-ción cumple cuando el postfordismo se ha desplegado

     plenamente? Para responder a esto convendría detener-se un mornento en e! concepto de "espectáculo" y de"sociedad de! espectáculo".

    E11enguaje   en   escena

    Creo que la noción de "espectáculo", de por sí bas-tante equívoca, constituye un instrumenro idóneo para

    : descifrar algunos aspectos de la multitud postfordista (que

    'es una multitud de virtuosos, de trabajadores que, para,trabajar, recurren a cualidades genéricamente "políticas").

    El concepto de "espectáculo", acuñado en los añossesenta por los situacionistas, es un concepto específi-

    56

    camente teórico que no está muy alejado de la argu-mentación marxiana. Para Guy Debord (Debord 1967),el "espectáculo" es la comunicación humana devenidame'rcancía. Lo que se ofrece como espectáculo es pre-cisamente   1i facultad humana 'de c~municar, el lengua-

     je verbal en cuanto tal. Como se puede observar, no setrata de una queja rencorosa contra la sociedad de con-

    sumo (siempre un poco sospechosa, porque se corre elriesgo, como le sucede a Pasolini, de añorar el pasadosin tener en cuenta sus zonas poco felices, sus caren-cias, etcétera). La comunicación humana, en cuanto

    espectáculo, es una mercancía entre otras, desprovistade prerrogativas y cualidades especiales. Pero, por otrolado, es una mercadería que concierne ha)' a todos lossector~ ina~~-t~¡ales. Ahí está e! problema.

    Por un lado, e! especdculo es e! producto particular de una industria particular: la industria cultural. Por e!

    otro, en e! postfordismo, la comunicación humana es .también un ingrediente esencÍ"á.ldela cooperación pro-   í Jd'~¿tiva; es decir, es la reina de las fuerzas productivas,   r algo que supera al propio ámbito sectorial y afecta a laindustria en conjunto, a la poiesis  en su totalidad. En e!espectáculo se exhiben, en forma separada y fetichfzada,

    -las fuerzas productivas más relevantes de la sociedad,aquellas que necesariamente tiene que utilizar todo pro-ceso laboral contemporáneo: competencias linguísticas,saber," imaginación, etcétera. El espectáculo tierÚ~' en-

    tonces una doble naturaleza:   producto específico de unaindustria particular y, al mismo tiempo, quinta.esenci.adel mod6de producción en su conjunto. Deb?ra escfl-

     be que el espectáculo es '''la exposiciórigeneral de lar~cionalidad de! sistema"   (ibídem:   28).   Las que dan es-

     pectáculo, por así decido, son las mi.sm~s fuerzas pr~-ductivas de la sociedad en cuanto cOInCiden, en medl-

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    da siempre mayor, con las competencias linguístico-comunicativas }' con el general intelleet.

    La doble naturaleza del espectáculo nos recuerda un poco la doble naturaleza del dinero. Como ustedes sa- ben, el dinero es una mercancía entre otras, fabricada

     por la Casa de la Moneda del Estado, constituida por un cuerpecito metálico o un trozo de papel impreso.

    Pero también tiene una segunda naturaleza: es e! equi-valente, la unidad de medida, de todas las otras mer-

    cancías. El dinero es particular}' universal a la vez; y e!espectáculo también. La comparación, sin duda tenta-

    dora, no nos lleva muy lejos. A diferencia de! dinero,que mide el éxito de un proceso productivo ya conclui-do, e! e:pectáculo concierne más bien a un proceso

    • productivo   in fieri,   en su hacerse, en su potencialidad...,

    {

    1'••••.•Q El '1   'D b~ L; ..   ;\1   es~ectacu o, segun e ~rd, muestra   1 0  que hombres/ ' y mUjeres pueden   hacer. MIentras e! dinero refleja en sí

    '~ el.valor de las mercancías, es decir   1 0  que la sociedad   yaJ f '   hIzo, e! ~spectáculo pone en escena  1 0   que el conjuntode la socIedad  puede   ser y hacer. Si e! dinero es la "abs-tracción real" (para usar una clásica expresión marxis-ta). que remite a las obras concluidas, al pasado del tra-

     baJo, e! espectáculo es en cambio según Debord   la« ),abstracción real" que retrae el operar en sí mismo, el

     prese~te de! trabajo. Si e! dinero se encapricha con elcambIO, el espectáculo, comunicación humana devenidamercancía, privilegia la cooperación productiva. Pode-

    mos c~ncl~ir así que e! espectáculo, como capacidadcomumcatIva devenida mercancía, tiene una doble na-

    turale~a, .pero que es distinta de la del dinero. ¿Cuál es?

    MI~lp

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    decir, no consiste en dar lugar a un prod uctosemielaborado independiente).

    En Sus Grundrisse,   el mismo Marx bosqueja una~ituaci~n de este tipo cuando escribe que, con la granIndustrIa auromatizada   y   la aplicación intensiva   y   siste-

    máti~a de las ciencias de la naturaleza al proceso pro-ductIvo, la actividad laboral "ya no es el agente princi-

     pal, sino que se coloca junto   a l   proceso de producción

    inmediato" (Marx 1939-1941: II, 401). Este colocarse"junto" al proceso de producción inmediato significa,según Marx, que el trabajo coincide cada vez más conuna "actividad de vigilancia   y   coordinación". Dicho deotro modo, las tareas del obrero o empleado no consis-ten más en materializar un objetivo particular sino envariar e intensificar la cooperación social. Permítanme

    hacer un paréntesis. E} concepto de  cooperación social \ que en Marx es mú)r'C~~~d;-~

     pensado de dos maneras. En principio, hay una acep-

    ción "obj~t~ya": cada individuo hace cosas distintas, -:spec~ficas, que son relacionadas externamente por el1I1geI1leroo el dueño de la fábrica. En este caso, la co-operación trasciende   la   actividad de los individuos, noadquiere un relieve en su operar concreto. En segundo

    lugar, hay una noción "subjetiva" de cooperación: ésta

    ~o~a. cuerpo cuaiido'uifapahe sustancial del trabajoIndlVJdual consiste en desarrolJar, calibrar, intensificar la cooperación misma. En el postfordismó prevalece la

    segunda acepción de cooperación. Trataré de ser másclaro a través de una comparación. Desde siempre, uno

    de   los   recursos productivos de la empresa capitalistafue la "sustracción del saber de   los   obreros". Es decir,cuando   los   obreros encontraban un modo menos fati-goso de hacer el trabajo,   y   lograban así un tiempo dedescanso adicional, la jerarquía explotaba esta mínima

    60

    conquista cognoscitiva para modificar la organizacióndel trabajo. Pero me parece que ha)' un cambio rele-vante en la época contemporánea, porque la tarea delobrero o el empleado consiste justamente en encontrar atajos, "trucos", soluciones que mejoren la organiza-

    ción I~ bora!. Aquí el saber del obrero no se utiliza a. escondidas sino que se exige explícitamente, deviene

    uno de los deberes laborales. El mismo cambio se re-gistra a propósiro de la cooperación: una cosa es quelos trabajadores estén coordinados por un ingeniero   y

    otra muy distinta que se les pida inventar nuevos pro- _ cedimientos cooperativos. Más que formar parte deGesceñ·ografía, el accionar concertado, la interacciónlinguística, se colocan en primerísimo plano.

    Cuando la cooperación "subjetiva" se convierte enla principal fuerza productiva, las acciones laboralesexhiben una notable índole linguístico-comunicativa e

    implican la exposición a los ojos de los demás. Se~des-.morona entonces el carácter monológico del trabajo: la-;e!aclón con los otros es un elemento orIgmario, bási-co, no algo accesorio. Allí donde e! trabajo aparece

     junto   al proceso productivo inmediato, más que ser uncomponente, la cooperación productiva es un "espaciocon estructura pública". Este "espacio con e$tructura pública" -enclavado en e! proceso laboral- movilizaactitudes tradicionalmente políticas. La política (en sen-tido amplio) se convierte en fuerza productiva, en una

    "caja de herramientas". Aventuramos que el lema he-ráldico de! postfordismo podría ser, sarcásticamente,"política antes que nada". Además, ¿qué significa el dis-

    curso sobre la "calidad total" si no el reclamo de poner a disposición de la producción e! gusto por la acción, laactitud correcta para .afrontar lo posible   y   lo imprevis-to, la capacidad de comenzar algo nuevo?

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    Cuando el trabajo estandarizado convoca el gusto por la acción, la capacidad de vincularse, la exposicióna los ojos de los demás -todas cosas que la generaciónanterior experimentaba en una sesión de panido- po-demos decir que aspectos distintivos del animal huma-

    no, como su tener-lenguaje, son subsumidos en la pro-ducción capitalista. La inclusión de la misma

    !! .!..z .!! :0 p o g é n ~~en el mod'o dep~¿~cción es un h~~h';'e~ _~~emo. Orra que la cháchara hei~gg--crT;na sobre la--"er~ d~ la técnica" ... Este hecho no atenúa sino queradIca]¡za las antinomias de la formación económico-

    social cap~talista. Nadie es tan pobre como aquél queve la propIa relación con la ptesencia del otro, su facul-tad comunicativa, el propio tener-lenguaje, reducidosa trabajo asalariado.

    E l i n te le c to c o m o p a rt it ur a

    Si el. conjunto del trabajo postfordista es trabajo productivo (de plusvalía) justamente porque actúa enmodo político-virtuoso, la pregunta que deberíamosh.acernos es: ¿cuál es la partitura de los trabajadoresvIrtuosos? ¿Cuál es el guión de las performances lin-..,   .

    gUlStICO-com un icativas?

    El pianista interpreta un vals de Chopin, el actor esmás o menos fiel a una escenificación preliminar, elorador tiene siempre algún apunte al que remitirse:

    tod~s los artistas intérpretes pueden apoyarse en una partItura. Pero cuando el virtuosismo es inherente.aJatotalidad   d~1   trabajo social, ¿~~~Tesla partitu~~?Por mi

     part~, sostengQ sin dudar demasiado que la partituraseguIda por la multitud postfordista es el Intelecto, elin:electo en cuanto facultad humana genérica. En tér-mInOs de Marx, la parritura de los modernos vir'tuos~s

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    es el general i1}té.flect,el in~el~c~().general.de la sociedad,efpeOsamiento abstracto deY~}1icl0 pilar de lijpróduc-ción social. Volvemos entonces a un tema   (generali~tellect,   intelecto pÚblico, "lugares comunes", etcéte-ra) que hemos tratado en la primera conferencia.

    Cuando Marx habla de   general intellect   se refiere a

    la ~i~nCla, la concÍencIa en general, er saber del cualdepende la productividad social. El virtuosismo consis-te en modular, articular)' variar el  general intellect.   La

     politización del trabajo (o sea, la subsunción de lo quecorrespondía a la acción política al ámbito del trabajo) .sobreviene precisamente cuando el pensamiento se con- (vierte en el resorte principal de la producción de rique-za. El pensamiento deja de ser una actividad interior )'se transforma en algo exterior y público, ya que irrumpeen el proceso productivo. Se podría decir que sólo en-tonces, cuando tiene como centro de gravedad el inte-

    lecto lingi.iístico, la actividad laboral puede absorber muchos rasgos que pertenecían a la acción política.Hasta ahora discutimos la yuxtaposición entre Tra-

     bajo y Política. Ahora entra el tercer ámbito de la expe-riencia humana: el Intelecto. Esta es la partitura que

    siguen siempre los trabajadores-virtuosos. ~~~ _()_ q~e.lahibridación entre las diversas esferas (pensamiento puro,vicla política)' trabajo) comienza justamente cuando elI~telecto, en tanto principal fuerza productiva, deviene público. Sólo entOnces el rrabajo adquiere una sem-

     bla.nza virtuosa (o comunicativa) y por ende se tiñe detonalidades "políticas".

    En dos ocasiones Marx atribuye al pensamiento un

    carácter exterior, una índole pública. En principio, cuan-do utiliza la expresión -muy bella aÚn desde el puntode vista filosófico- de "abstracción real"; luego, cuan-do habla de   "general intellect".   Una abstracción real es,

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     por ejemplo, el dinero.   El!   el dinero de hecho_~ _~ _