cantos - friedrich holderlin

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Aunque Friedrich Hölderlin concibiótoda su obra poética, al modo de losrapsodas griegos, como un canto(Gesang), utilizó también esetérmino para designar unosdeterminados poemas tardíos: losque escribió entre mayo de 1801 ydiciembre de 1803. Pero la novedadque entrañan los cantos es más defondo que de forma. El «nuevoestilo» (neue Sangart), señalaAntonio Pau —autor de esta edición—, se caracteriza por tres rasgos:los poemas están impregnados deun tinte memorialístico, adoptan un

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tono elevado, abundan lasafirmaciones gnómicas o aforísticas.

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Friedrich Hölderlin

Cantos

ePub r1.0AlNoah 07.11.13

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Título original: CantosFriedrich Hölderlin, 1801Traducción: Antonio PauRetoque de portada: AlNoah

Editor digital: AlNoahEscaneo y ePub original: BlokePub base r1.0

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INTRODUCCIÓN

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POEMAS MAYORES,AISLADOS Y

LÍRICOS

Aunque Hölderlin concibió toda su obrapoética, al modo de los rapsodasgriegos, como un canto (Gesang), utilizótambién ese término para designar unosdeterminados poemas tardíos: los queescribió entre mayo de 1801 ydiciembre de 1803.

Las fechas son decisivas paraentender —quizá también, en algún

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punto, para no entender— los Cantos deHölderlin. En la primavera de 1801, elpoeta abandonó, sin causa aparente, supuesto de preceptor en el pueblo alpinode Hauptwil. Había estado allí dosmeses y medio. Como otras veces y enotros lugares, sintió una inquietudcreciente que le impulsó a alejarse.Después de hacer buena parte delcamino de regreso a pie, como era sucostumbre, el poeta llegó a la casafamiliar, en el pequeño pueblo suabo deNürtingen, a finales de abril. Volvía conun nuevo fracaso a sus espaldas, yvolvía a enfrentarse a la amenaza de queel Consistorio de la Iglesia luterana de

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Württemberg le enviara como coadjutora alguna parroquia rural.

El ambiente de la casa familiar, deagobiante pietismo, y la obsesión de lamadre de que su hijo ejerciera la carreraeclesiástica, hicieron que Hölderlinvolviese a acariciar su vieja ilusión deobtener un puesto docente en laUniversidad de Jena, para lo queescribió a dos de sus más ilustresprofesores: Friedrich Schiller eImmanuel Niethammer. Ninguno de losdos contestó. A pesar de sus repetidosfracasos como preceptor, Hölderlin hizoentonces angustiadas gestiones paraencontrar alguna familia que pudiera

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necesitar un educador para sus hijos. Y,muy lejos de allí, un alemán afincado enBurdeos y dedicado al comercio devinos le llamó. El poeta no esperó apasar la Navidad en familia. El 12 dediciembre emprendió una nueva marchaa pie —la más larga de las muchas quehizo en su vida—, a través de paisajesalemanes y franceses cubiertos de nieve.El 28 de enero de 1802 llegó a Burdeos.

Tan brusca como había sido lapartida de Hauptwil y de otros puestosanteriores fue su salida de Burdeos,donde sólo estuvo tres meses. Aprincipios de mayo inició el regreso —siempre a pie—, y aún tuvo ánimo para

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desviarse hasta París, donde visitó lasesculturas griegas y romanas del reciéncreado Musée des Antiques, antecedentedel Louvre. No parece que Hölderlin selimitara a pasear precipitadamentefrente a las estatuas. En una carta escritavarios meses después a Leo vonSeckendorf, le dice: «En París,particularmente los antiguos hansuscitado en mí un auténtico interés(haben besonders mir ein eigentlichesInteresse) por el arte».

En la última etapa del regreso sedesencadena el trastorno mental. A losincontables fracasos que Hölderlinhabía ido acumulando a lo largo de su

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vida se suma la noticia másdesgarradora: Susette Gontard hamuerto. La noticia le llega en Stuttgart,cuando sólo le faltaban unas horas demarcha para llegar a Nürtingen, despuésde haber caminado durante más de unmes, sin equipaje y sin más ropa que lapuesta. Quienes le vieron en esos díashan dejado testimonio de su estado deenajenación. En una carta del mes denoviembre dirigida a CasimirBöhlendorff, es el propio Hölderlinquien da testimonio de su locura:bastantes frases apenas se entienden.

Hay que volver hacia atrás. La obramadura de Hölderlin está escrita en un

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periodo de tiempo muy breve: los cincoaños que van de 1798 a 1803. Loanterior, por grandiosas que pudieranresultar algunas de las composiciones—como los Himnos de Tubinga— eransólo preámbulos. Lo posterior, pormucho que en tiempos recientes se hayaquerido colocar —con un cierto afán deoriginalidad— en lo más alto de suproducción poética, está arrasado por lalocura.

Ese breve periodo de madurez estádividido por una fecha imprecisa,situada en la última semana de junio de1802, en la que Hölderlin pierde elequilibrio mental —aunque algún

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episodio antiguo de «trastorno de larazón» (Verworrenheitdes Verstandes)hubo, y de él se habla en cartas deamigos— y el poeta entra en undesequilibrio creciente. Pero hay quehacer una precisión inmediata: quizáporque era su vocación más honda, másradical, la capacidad poética deHölderlin tiene una extraña aptitud parasobrevivir a la locura. Incluso algunosde sus poemas más tardíos, escritos porHölderlin cuando ya llevaba treinta añosencerrado en la torre de Tubinga —elparadigmático es «La vista» (DieAussicht), quizá su último poema—,tienen un raro rigor formal, incluso una

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cierta vibración lírica.El mes de junio de 1802 parte en dos

la etapa de los Cantos que, como se hadicho, se extiende de la primavera de1801 al invierno de 1803. Aunque estospoemas no han podido fecharse conprecisión, porque Hölderlin no indicabanunca el tiempo en que escribía suspoemas, y ese tiempo sólo se ha podidodeterminar con estudios grafológicos, elmás antiguo parece ser «A la madreTierra» —inmediatamente posterior a suregreso de Hauptwil—, y el último«Mnemosyne» —escrito en los últimosdías de 1803—. Sería muy simplistaafirmar que tras el derrumbamiento

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mental del poeta en esos días centralesde 1802, sus poemas se vuelven oscuroso incoherentes: en primer lugar, porquemuchos de los cantos son reelaboración—a veces sólo en detalles de poemasescritos varios años antes; en segundolugar, porque la oscuridad de muchos delos cantos es fruto, en gran parte, del«nuevo estilo» —el neue Sangart— delque Hölderlin habla, y no —o no sólo—del oscurecimiento de su mente. Perotampoco cabe negar toda influencia deldeclive mental de Hölderlin en suspoemas, como se hace con frecuencia. Afinales de junio de 1803, el poeta visitóa Schelling, recién casado, en

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Murrhardt: según el testimonio de éste,Hölderlin, ante cualquier tema deconversación, empezaba diciendoalgunas palabras «correctas yadecuadas, pero inmediatamentedespués perdía el hilo». No resultarazonable pensar que esa falta dehilación mental careciera de todo reflejoen los versos.

Qué entendía Hölderlin por cantos(Gesänge,) y en qué se diferenciabanesas nuevas composiciones de otrasanteriores a las que había dado nombresdistintos —himnos (Hymne), canciones(Lieder)…—, lo explica el poeta en unacarta de esos años: cantos son «poemas

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mayores, aislados y líricos» (einzelnelyrische größere Gedichte). Pero lanovedad que entrañan los cantos es másde fondo que de forma. El «nuevoestilo» —el neue Sangart— secaracteriza por tres rasgos: los poemasestán impregnados de un tintememorialístico —presente incluso enalgunos títulos, como «Recuerdo» o«Mnemosyne» (la musa de la memoria)—; los poemas adoptan un tono elevado,visionario —son frecuentes las ampliasperspectivas, los paisajes grandiosos,como en «La marcha» o «Patmos»—;por último, abundan las afirmacionesgnómicas o aforísticas: «Está cerca y es

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difícil captar al dios», «Donde haypeligro crece también lo que nos salva»,«Es un enigma lo que nace de una fuentepura», «Tal como naciste, así seguirássiendo», «Cada cosa florece a sumanera», «Grande es la bondad de losEspíritus», «Pero frente al destino esabsurdo el deseo», «Cada cual tiene sumedida», «Es difícil soportar ladesgracia, pero más pesada es todavíala dicha», «Lo que permanece lo fundanlos poetas»…

Pero la novedad de los cantos noradica en que sean grandes, aislados olíricos, sino en la transgresión: ni laracionalidad de los neoclásicos ni la

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pasión de los prerrománticos —las dosgeneraciones que convivían en esosaños—, sino algo nuevo, escandaloso,que haría de Hölderlin, durante muchosaños, un poeta maldito, de lectura pocorecomendable: un irracionalismovisionario con ecos de una religiosidadapocalíptica, que hace saltar todos losmoldes formales conocidos. Hölderlinconsigue ser, en esos años finales de suvida —de su vida útil—, lo que habíasoñado en su juventud: un nuevoPíndaro, un Píndaro de las nieblasnórdicas.

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LAS CARTAS AWILMANS

Las últimas cartas coherentes que seconservan de Hölderlin van dirigidas aleditor Friedrich Wilmans, de Frankfurt.Estas cartas tienen un valor excepcional,no sólo para entender esta etapa del«nuevo estilo» —el neue Sangart—,sino también para percibir la actitud quehabía tras los Cantos y los propósitosque tenía el poeta en sus traducciones delos clásicos griegos. Son cuatro cartas

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breves. En la de 8 de diciembre de1803, el poeta le habla de la traducciónque está haciendo de las tragedias deSófocles y de unos «pequeños poemas»que tiene ya compuestos y que «tal vezle gusten». Wilmans le había pedidoalguna colaboración para su Almanaquededicado al amor y la amistad(Taschenbuch der Uebe undFreundschaft gemtmei), que sepublicaba anualmente. En una cartaposterior —también de diciembre de1803, aunque Hölderlin no precisa eldía en el encabezamiento—, da unnombre común a esos poemas que leenvía: Cantos nocturnos

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(Nachtgesänge).Hölderlin había empleado la

expresión «canto nocturno» en un versode «El archipiélago»: «Su cantonocturno resuena de nuevo en el pechoamoroso» (Ihr Nachtgesang [tönt] imliebenden Busen dir wieder). «Cantonocturno» es también el subtítulo de unpoema de Goethe, «Ghasel», y un títulomuy semejante tenía un conjunto depoemas de Novalis que se habíapublicado muy poco tiempo atrás —en1800—: Himnos a la Noche. La obra deNovalis y la de Hölderlin no tienenabsolutamente nada en común. LosHimnos de Novalis hablan de la noche

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en el sentido en que lo hacen losmísticos, como un paso necesario parallegar a la Luz. La noche de Hölderlinno tiene dimensión trascendente, no tienemadrugada a la vista: es la tiniebla deuna vida torturada.

¿Por qué puso Hölderlin al frente deesos nueve poemas el título común deCantos nocturnos, cuando la noche sóloaparece nombrada en dos de ellos? En«Quirón» dice el poeta que «insensible /me arrastra siempre la noche poderosa»(herzlos / gieht die gewaltige Nachtmich immer), y en «Vulcano» dice que«la noche cubre los campos con lahelada» (über Nacht mit dem Brost das

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Band / befällt). El yo de los Cantos esun ser que se mueve fantasmalmenteentre sombras. No es un ambienteluminoso el de estos nueve poemas, sinoun ambiente de penumbra, de noche.Como ha escrito Hölderlin por estosmismos días en el poema «Recuerdo»,«dulce / sería dormir bajo las sombras»(süß / War unter Schatten derSchlummer). No aspira a más. LosCantos nocturnos son poemas desombría resignación. No es aventuradopensar que la «noche» es ese «tiempotan mezquino» que le mueve a hacer lafamosa pregunta: «¿para qué poetas…?»—wozu Dichter…?— en la que es,

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probablemente, su obra cumbre, el largopoema «Pan y vino» (Brot un Wein), de1801.

En uno de los párrafos siguientes alanuncio del envío de los Cantosnocturnos —en la misma carta al editorWilmans— Hölderlin hace unaclasificación de los poemas —refiriéndose a los que tenía entre manosesos días— entre «canciones amorosas»(Liebeslieder) y «cantos patrios»(vaterländische Gesänge). ¿Quiere esodecir que los Cantos nocturnos son«canciones amorosas»?

A simple vista, el tono de los Cantosnocturnos no es, desde luego, amoroso.

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Pero la caracterización que haceHölderlin de uno y otro tipo de poemaspuede llevar a una respuesta afirmativa.Dice el poeta que lo propio de los«cantos patrios» es «el júbilo alto ypuro» (das hohe und reine Frohlocken),mientras que lo que caracteriza las«canciones amorosas» es su «siemprecansado vuelo» (immer mude Flug).Desde la perspectiva biográfica, seentiende que Hölderlin considerara losCantos nocturnos como «cancionesamorosas»: el poeta, a esta altura de suvida, no podía escribir una poesíaamorosa con otros rasgos. No podíaesperarse de él una poesía amorosa

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cargada de ilusión. Su vida ha sido uncompleto fracaso, Susette ha muerto, y éles consciente de su desvarío. Sólo lequedan jirones de lo que amó en otrotiempo: el recuerdo de una mujer que nopudo ser suya, las islas y los diosesgriegos, algunos ríos y ciudades, lapoesía. Y esos sí son los temas de losCantos nocturnos.

Además, los Cantos nocturnos —salvo «Rincón del Hardt»— son poemasmarcadamente subjetivos, y por ellolíricos. El yo poético no es exultante,sino apagado, mate: el poeta pide ayudaa la poderosa corriente del río paraseguir luchando, evoca «encinas

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bellamente ordenadas»(Wohleingerichteten Fichen), los«bosques de columnas en llanurasdesiertas» (Säulenwälder in der Eb’neder Wüsté) que fueron en otro tiempo lascalles de Palmira, se queja del «aguijóndel dios» (der Stachel des Gottes) quele hiere día tras día, o llora elhundimiento de las antiguas islas griegasen el poema «Lágrimas» (Tränen).

Los Cantos nocturnos, queaparecieron en el Taschenbuch de 1805,no fueron apreciados al tiempo depublicarse. Görres, que había alabadocon entusiasmo el Hyperion en laprestigiosa revista Aurora, dedicó una

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reseña breve y compasiva a los Cantosen la misma revista: «En los poemas delAlmanaque, un águila batecompulsivamente sus alas rotas; losgamberros la maltratan en la calle, peroquien conoce sus circunstancias y tieneun corazón en el pecho sigue al ave conojos de tristeza, cuando la ve pasar,tratando de elevarse hasta el sol». Másdura fue la crítica —implícita— deSchwab, que al publicar las obras deHölderlin en 1846, situó los Cantosnocturnos —con la sola excepción de«A la esperanza» y «Vulcano»— bajo elepígrafe Poemas de los años de locura(Gedichte aus der Zeit des Irrsinns). Y

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ese mismo criterio se mantiene variasdécadas después: en la edición de lasobras de Hölderlin que hizo MarieJoachimi-Dege en 1909, los Cantosnocturnos aparecen bajo el epígrafe Deltiempo de demencia (Aus der Zeit derUmnachtungj).

Cuando dice el poeta —en una delas cartas al editor Wilmans— que lopropio de los «cantos patrios» es «eljúbilo alto y puro» (das hohe und reineFrohlocken), está expresando un idealpoético, quizá incluso un propósito.Pero no la realidad de los poemas queestá componiendo por esas fechas.

Al verdadero tono de los Cantos

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patrios se ajusta más la breve nota queHölderlin puso al frente de uno de losprimeros poemas, el que lleva por títuloFiesta de la paz. «Sólo pido que estahoja se lea con benevolencia […]. Sialguno encuentra que este lenguaje espoco convencional, tengo que darle larazón: no puedo hacerlo de otramanera.». Ich kann nicht anders, —resignación, de nuevo, como en losCantos nocturnos. Es difícil escribir ala vez dos tipos de poemas de tonoradicalmente distinto. El tono de unos yotros Cantos es igualmente sombrío. Porninguna parte se advierte ese «júbiloalto y puro» del que habla Hölderlin al

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editor Wilmans.El arranque de «Mnemosyne», en

una de las versiones desechadas, esdesolador:

Somos un signo sólo, y sin sentido.Estamos sin dolor y casihemos perdido el habla en tierra extraña.Cuando hay discusiones en el cielosobre el hombre, las lunas trazansu curso poderoso, el marsusurra, y las corrientes siguenrecorriendo sus cauces. Solo Unoes inmutable. Él puedecambiarlo todo. No necesitaleyes. Y entonces las hojas rumorean y las

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encinas tiemblanjunto a los ventisqueros. Porque los Celestesno lo pueden todo. Sí, los mortales llegan antesal borde del abismo.

En otro de los Cantos patriosinacabados —«El águila» (Der Adler)— vuelve a aparecer la palabra «signo»(Zeichen), referida ahora a algo externoque marque el rumbo del hombredesorientado:

Un signo es necesario,nada más, un signo simple y claro.

Uno de los más bellos Cantos

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fragmentarios es «Los titanes» (DieTitanen), donde la angustia del poetaqueda de manifiesto desde las primeraslíneas:

Pero no ha llegado aúnel tiempo. Y sin embargoestán libres de cadenas.Lo divino no alcanza a los herméticos.Podrán contar más tardecon Delfos. Entre tantodame horas de descanso en que puedacon calma pensar sobre los muertos.Porque han caído tantoscapitanes de otro tiempo,damas bellas, poetas,

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e incluso en nuestros díastantos hombres.Y yo estoy tan solo.

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LA RUPTURA DE LASFORMAS

Para valorar la ruptura de las formas —no sólo de las formas tradicionales, sinotambién de las formas que él mismohabía empleado en su obra anterior—,hay que tener presente un dato inicial:los Cantos nocturnos son un ciclocerrado, que Hölderlin envió a Wilmanspara su publicación, y que el poeta llegóa ver publicado en diciembre de 1804;los Cantos patrios no son sin embargo

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una obra unitaria, cerrada, porqueHölderlin acuñó la expresión sinconcretar qué poemas debían agruparsebajo esa rúbrica, y fue FriedrichBeißner, al preparar la extraordinariaGroße Stuttgarter Ausgabe quien, bienentrado ya el siglo XX, se aventuró adeterminarlo. El carácter fragmentario,incompleto, de los Cantos patrios,¿deriva de su carácter inacabado, o deuna aproximación de Hölderlin a laestética del fragmento avant la lettre?

De los nueve poemas que integranlos Cantos nocturnos, seis son odas, delas cuales cinco emplean la estrofaalcaica —«Quirón» (Chiron),

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«Lágrimas» (Tränen), «A la esperanza»(An die Hoffnung), «Vulcano» (Vulkan)y «Ganímedes» (Ganymed)— y una solaemplea la estrofa asclepiadea—«Inquietud» (Blödigkeit)—. Los otrostres poemas —«Mitad de la vida»(Hälfte des Lebens), «Edades»(Lebensalter) y «El rincón del Hardt»(Der Winkel von Hahrdt)—, que son lostres últimos —atendiendo al orden enque se publicaron, que no se sabe si lodeterminó el autor o el editor—, noadoptan ninguna forma estrófica, y estánescritos en verso libre. En lasrecopilaciones de la obra de Hölderlinsuelen agruparse bajo el epígrafe

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Pequeños poemas líricos (Kleinelyrische Gedichte).

El distanciamiento de las últimasodas hölderlinianas respecto de lasanteriores no se refiere tanto a laestructura estrófica como a laadecuación de frases y versos, frente ala ordenada adecuación que revelan lasodas anteriores a 1801, las posteriorespresentan un violento desajuste, quequeda de manifiesto en los continuosencabalgamientos. Los largos periodosprescinden, no ya de la extensión delverso, sino también de la extensión de laestrofa. Además, la influencia dePíndaro —presente ya en los Cantos

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nocturnos, aunque es más acentuada enlos Cantos patrios— hace que los dosrasgos del poeta griego —la «armoníaaustera» y la «sublimidad»— aparezcanen las odas como una conjunción —aveces violenta— de frases lapidarias ytorrentes verbales.

Los once himnos que integran losCantos patrios suponen una ruptura totalcon los himnos anteriores de Hölderlin.El entusiasmo y la exaltación queemanaban de los Himnos de Tubingahan desaparecido por completo, y los hasustituido un tono marcadamenteelegiaco. La forma se desintegra: frentea las rigurosas estrofas de ocho versos

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decasílabos de rima consonante y ritmoyámbico o trocaico, en que estabanescritos los Himnos de Tubinga, en losCantos patrios cae la medida de losversos, cae la rima, caen los ritmosclásicos, y cae —a veces— la máselemental armonía de expresión.También cae el riguroso desarrollo delpoema conforme al orden clásico —proemio, aretología, paraenesis,conclusión—, que tan fielmente habíaseguido Hölderlin en los Himnos deTubinga. El poeta agrupa ahora losversos libres en estrofas de extensiónvariable, que suelen oscilar entre los 12y los 16 versos. Hölderlin se ha

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liberado de todas las ataduras formales.Hay sí, vagas reminiscencias de las«triadas estróficas» —estrofa,antistrofa, epodo— que tanrigurosamente empleó Píndaro, y queaquí aparecen diluidas en himnos degran extensión. Y en algún caso —comoel himno «Germania» (Germanien)— nohay rastro de esa estructura triádica.

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LOS CANTOSNOCTURNOS

Los Cantos nocturnos[1] son, casi todosellos, reelaboración de poemasanteriores. «Tengo entre manos larevisión de algunos Cantos nocturnospara su Almanaque…», le diceHölderlin a Wilmans en una carta dediciembre de 1803. Durchsicht es quizáalgo menos que revisión: es examen,cotejo. Hölderlin reescribíainacabablemente los poemas, y muchas

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de las versiones se han perdido. En eldesdichado destino de los papeles deHölderlin influyeron muchos factores:los largos años de locura, el escasoaprecio que su obra suscitó mientrasvivía, la desidia de sus hermanosHeinrike y Karl… Eso hace que noresulte fácil determinar en qué consistióesa reelaboración que Hölderlin hizoinmediatamente antes del envío de losCantos nocturnos al editor Wilmans.Una cosa sí resulta clara: la versiónfinal es más áspera, más seca quecualquier versión anterior que se haconservado. El lirismo es menor y lasobriedad mayor. Hay menos vivencias

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y más reflexión. Muchos elementossensoriales han desaparecido, y en sulugar han aparecido conceptosabstractos.

«Quirón» (Chiron) procede delpoema «El cantor ciego» (Der blindeSänger). En casi todos los Cantosnocturnos se produce —respecto de lospoemas de que proceden— esatraslación mitológica, que queda demanifiesto en los propios títulos: «Lacorriente encadenada» (Das gefesselteStrom) pasó a ser «Ganímedes»(Ganymed), «El invierno» (Der Winter)pasó a ser «Vulcano» (Vulkan)… Elmito del centauro Quirón le sirve a

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Hölderlin para representar al hombre: lacondición de semidiós del centauro esun trasunto de la doble naturaleza,animal y racional, material y espiritual,del hombre; el castigo que impusoHeracles a Quirón simboliza elalejamiento, la «huida de Dios»; lainmortalidad del centauro viene asignificar la inacabable duración delcastigo… Se ha escrito (JochenSchmidt) que «Quirón» es un poemahistórico-filosófico que vadesarrollando la evolución del espírituhumano: hay una primera fase en que elhombre vive sumido en la naturaleza(tres primeras estrofas), una segunda

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fase de aprendizaje (cuarta estrofa), unatercera fase de autoconciencia ypensamiento creador (estrofas quinta ysexta), una cuarta fase caracterizada porla religiosidad (estrofas séptima yoctava) y una quinta fase en quepredomina el espíritu filosófico (novenaa decimosegunda). En la última estrofaaparece la fusión entre el pensamiento yla acción, entre el poeta y el héroe, quecaracteriza el ideal hölderliniano.

«Lágrimas», aunque es formalmenteuna oda, por el fondo es una elegía: elpoeta llora la muerte del mundo clásico,simbolizado en esas «islas que eldestino ha herido, / que sólo sois ceniza,

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ardientes, / desiertas y ademásabandonadas». Todo el poema estápresidido por la idea de la primitivacosmología estoica de la ecpírosis—. unfuego destructor pone siempre fin a unaetapa histórica y abre el paso a unanueva. A la ecpírosis sigue siempre unaapocatástasis, un resurgimiento.

Si el ambiente de «A la esperanza»resulta más luminoso que el de losdemás Cantos nocturnos, y su dicciónmás clara, es porque —de todo elconjunto— es el poema de menorreelaboración tardía: apenas se apartade una oda que escribió Hölderlindurante su primera estancia en Homburg,

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y a la que puso como título «Súplica»(Bitte). La bella expresión de las«estrellas floridas» se repite en variospoemas, como la metáfora de las florespara referirse a las estrellas. El Éter es,para Hölderlin, como para el panteísmopresocrático, la naturaleza en cuanto servivo, dotado de alma (Seele) o deespíritu (Geist), y dotado de fuerzas(Kräfte) o poderes (Mächte). No sehabla en este poema de la esperanzacomo estado psicológico, sino como«Hija del Éter»: como una de esasfuerzas o poderes.

«Vulcano», el temible dios del fuegoy de las fraguas, es aquí un dios

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doméstico, un «amable Espíritu delfuego», que «protege ese sosiego» delhogar. Es frecuente que Hölderlin, alreelaborar poemas antiguos en estasfechas tardías, sustituya la palabra dios(Gott) por la palabra espíritu (Geist).Vulcano es ahora el Feuergeist. El poetainvoca a Vulcano —«Ven ahora, amableEspíritu del fuego, envuelve…»—precisamente porque el dios no estápresente; quien está ahora presente esBóreas, el colérico Bóreas, que rompe,destroza, perturba… La contraposiciónBóreas-Vulcano tiene un clarosignificado en los versos de Hölderlin:es, en el fondo, la misma idea de la

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ecpírosis que está presente en «Quirón».Es necesaria una catástrofe para pasarde una etapa a otra. Tras la destrucciónprovocada por Bóreas vendrá elsosiego, traído por Vulcano.

El inexpresivo título «Inquietud» noayuda a entender el sentido del poema,pero todo lo contrario ocurre si se tieneen cuenta el título que figuraba en laversión primitiva: «Coraje del poeta»(Dichtermut). Las preguntas retóricas delos dos primeros versos van dirigidas alpoeta, y el resto del poema se refieretambién a él. La mayor diferencia entreel poema originario y éste de 1803reside en la función que se reconoce al

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poeta, más alta ahora que entonces. Lospoetas son, ahora, las «lenguas delpueblo», y mandan incluso sobre losdioses, puesto que «a los propios diosesles lleva / a su guarida el canto y el corode los príncipes». Muy bello es el final:lo que el poeta ofrece a los dioses no estanto su «arte» como sus «manosdecentes».

Algo semejante ocurre con el título«Ganímedes», menos expresivo yclarificador que el título que figuraba enversiones anteriores: «La corrienteencadenada» (Der gefesselte Strom).Porque, en efecto, lo que hace estepoema es describir la evolución del río:

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en las dos primeras estrofas se alude alprimer tramo, en que el río está«recostado sin ánimo, encogido, /pasando frío en la desierta orilla»; lasdos siguientes se refieren al tramomedio, en que el río, en toda su fuerza,«se libera con cólera / de las cadenas»;y las dos últimas estrofas se refieren altramo final, en que el río, después defecundar los campos, se adentra en elmar, «cada cosa florece a su manera. /Pero él está ya lejos». El río es siempre,en Hölderlin, la imagen del héroe.

En la dramática contraposición delas dos estrofas que forman «Mitad de lavida» está la mayor genialidad del

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poema. Si, como parece, este poema esde los días finales de 1803, es evidenteque el autor conservaba intacta sucapacidad poética, a pesar de losmuchos testimonios que ya había sobreel deterioro de su razón. La primeraestrofa es una exaltación de la armonía,de la conjunción de contrarios —peras yrosas silvestres, campo y lago, gracia yebriedad…—, y la segunda estrofa unaestampa de la disarmonía —muros quese alzan, veletas que chirrían…—.Algún autor ha considerado antecedentede este poema un esbozo antiguo —«Larosa» (Die Rose)—, con el que sólotiene en común el tono sombrío:

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¡Amable hermana! ¿Dónde iré, cuando llegue elinvierno,

a coger flores, para poder trenzarcoronas a los dioses?Quedaré despojado entonces del saber divino,la savia de la vida se alejará de mí.Cuando busque señales del amor de los dioses,flores, en las desnudas praderas desoladas,no podré encontrar ninguna para ti.

En «Edades» hay una nuevamanifestación de la ecpírosis: «el humoy el fuego de los dioses» ha arrebatado alas columnas sus coronas —suscapiteles—. De las antiguascivilizaciones —Mesopotamia

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(Eufrates), Siria (Palmira)— ya sóloquedan «bosques de columnas enllanuras desiertas». Pero este poemaresulta especialmente pesimista: no hayatisbo alguno de resurgimiento, deapocatástasis. Al propio poeta leresultan «extrañas y muertas las almasde los bienaventurados» —los grandessabios y poetas de la antigüedad.

El último de los Cantos nocturnospodía ser el primero de los Cantospatrios —al menos por el tema; nodesde luego por el tono, que no es niremotamente hímnico—. Muy cerca deNürtingen, el pueblo en que Hölderlinpasó su infancia, están los montes Hardt,

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y en ellos un rincón —o un ángulo, quees lo que propiamente quiere decirWinkel— que forman dos grandes rocas.En ese rincón se ocultó el duque Ulrichvon Württemberg, en el año 1519,cuando huía de las tropas de nuestrojoven emperador Carlos V, que le habíanarrebatado su territorio. Entre ambasrocas hay una piedra con algo queparecen huellas de unos pies: es laUlrichstein, la «piedra de Ulrich». Peroéste no es un poema anecdótico, sinopatriótico: Ulrich era, en tiempos deHölderlin, un símbolo de las esenciassuabas, y por tanto del resurgimiento deuna patria libre —y, naturalmente,

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republicana—. Pero este poema es unCanto nocturno: no revela entusiasmoalguno; el «gran destino», simplemente,«medita».

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LOS CANTOSPATRIOS

Bart Philipsen ha atribuido lacomplejidad de los Cantos patrios a sucontenido: se trata, según ese autor, deun «denso discurso polifónico» (dichter,polyphoner Interdiskurs), en que seentrelazan la voz poética, la voz mítico-religiosa y la voz filosófica. ParaNorbert von Hellingrath, que fue quienrescató gran parte de los Cantos de losmanuscritos dispersos y maltrechos, y

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los publicó a principios del siglo XX,esos poemas son «el corazón, el núcleoy la cumbre de la obra de Hölderlin, suauténtico legado». Puede que ambosjuicios sean compatibles con los huecosque quedan en blanco en algunos de losCantos—, puede que esos huecos seanla cumbre de un Hölderlin que quiereexpresar con ellos que «el último ygenuino momento poético» esprecisamente el de lo inefable, y que enla vida existe y se sucede una «necesariadicotomía del logro y el fracaso, loterminado y lo inacabado, lo que tienesentido y lo que carece de él», como haescrito Philipsen. Pero cabe también que

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esos espacios en blanco seanconsecuencia de un fracaso, de unaincapacidad, de un abandono —noquerido, sino sufrido— del poema.

Pero si Friedrich Beißner acertó ensu ordenación cronológica de losCantos nocturnos, esa última sospechano queda confirmada por la biografíadel poeta. Los dos primeros poemas—«A la madre Tierra» (Der MutterErde) y «En el manantial del Danubio»(Am Quell der Donau)—, que son losmás fragmentarios, corresponden a unade las etapas más lúcidas y fecundas dela vida de Hölderlin, como es lasegunda mitad de 1801. Y, por el

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contrario, los dos últimos —«El Ister»(Der Ister) y «Mnemosyne»—, que sonpoemas perfectamente acabados ycoherentes, corresponden a una época—la de los meses finales de 1803— enque Hölderlin sufre ya una perturbacióndiagnosticada por los médicos y actúacon la excentricidad que su madredescribe a Sinclair en las primerascartas que le envía.

El primer verso del primero de losCantos patrios es uno de los másreveladores del conjunto: «En nombrede la comunidad soy yo quien canta».Los himnos eran, en su origen —y asílos entiende Hölderlin—, cantos corales

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dirigidos a la divinidad. En los Cantospatrios faltan los dos sujetos propiosdel himno: no hay comunidad ni hayDios. Los Cantos son monólogos sindestinatario, o con destinatario ausente,«huido». Sólo en «Fiesta de la paz»están presentes ambos sujetos delhimno: la comunidad —«pero en elcántico cordialmente confundidos / en unmismo coro, los bienaventurados, / enalgún modo, se reúnen en númerosagrado»— y la divinidad —«He aquí,Fuerzas sagradas, / el signo del amor, eltestimonio / de que aún existís: el día defiesta».

«A la madre Tierra» es una sucesión

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de monólogos desesperanzados. No hayfuerza para exaltar a la comunidad, paraagruparla y arengarla a grandes hazañas,«se hunden / los brazos de loshombres», y eso que Dios no volverá sumirada a los hombres si no es lacomunidad quien le invoca, «si el cantono se alzara de un solo corazón que losagrupe». El último verso no es deesperanza, sino de simple espera: elpastor «contempla las cumbres» en lasque puede aparecer la divinidad.

El poema «En el manantial delDanubio» recoge la idea de loshistoriadores griegos, generalizada en laEdad Media, de la migración de la

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cultura. Aunque el Danubio discurre ensentido contrario, o como dice el poema,«en busca del Oriente», el río le sirve alpoeta para evocar el recorrido de lacultura. Al este, en la «Madre Asia»,nacieron «los patriarcas y los profetas»,y allí hablaron por primera vez loshombres «a solas con Dios». En Asia seexpresó Dios por primera vez —«llegóde Oriente la palabra a nosotros»—, yde allí llegó su voz a Grecia —«rocasdel Parnaso»—, a Roma —«irrumpe enel Capitolio»— y los territoriosalemanes —«baja bruscamente de losAlpes»—. La «extranjera» —o«extraña»; Fremdlingin puede significar

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las dos cosas— de que se habla acontinuación es precisamente la voz deDios, porque el poeta se refiere —conel cambio de estrofa— a la intervenciónde Dios en el mundo contemporáneo, unmundo que ha padecido una largaausencia de Dios.

El tratado de Luneville, que puso fin,en febrero de 1801, a la segunda Guerrade Coalición, hizo pensar a los europeosque se abría una larga etapa deconcordia entre los pueblos —penosoespejismo, porque la ambiciónterritorial de Napoleón no había hechomás que empezar—. La idea kantiana dela paz perpetua parecía cobrar realidad.

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Hölderlin participó de ese entusiasmocolectivo, y de él procede «Fiesta de lapaz», que se sale del tono sombrío delresto de los Cantos patrios. Elentusiasmo del poeta fue duradero,porque, al descubrirse en el año 1954 laversión definitiva del poema, se hapodido deducir, por la advertenciapreliminar, que es de finales de 1803:las ideas de esa advertencia coincidencon las de la carta a Wilmans de 8 dediciembre de 1803, y además la palabraSangart sólo la emplea Hölderlin en laadvertencia y en otra de las cartas aleditor.

La idea central del poema está en los

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versos 77 y 78: «El Espíritu / del mundoha venido a inclinarse sobre todos loshombres». Como se ha dicho, Hölderlinha sustituido en muchos pasajes de losCantos la palabra Dios —que figurabaen versiones anteriores— por la palabraEspíritu. Dios ha venido a celebrar lafiesta de la paz con los hombres. Él es el«Príncipe de la fiesta» —Fürst desFests— a que se refiere el poema. Elpoeta actúa de maestro de ceremonias:prepara «cálices llenos de frutosmaduros y coronas de oro», hace lasinvitaciones a la fiesta… Pero, sobretodo, cumple la función que Hölderlin—y también Novalis— atribuyen al

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poeta: anunciar la segunda Edad de Oro,la reconciliación definitiva de Dios conlos hombres. Porque «Fiesta de la paz»es, en definitiva, un canto al quiliasmo,esa etapa última de la historia en queCristo reinaría durante un milenio, y quelos teólogos protestantes del siglo XVIII—y un jesuita hispano-chileno delmismo siglo, Miguel de Lacunza, en Lavenida del Mesías en gloria y majestad— basaban en un pasaje del Apocalipsis(cap. 20, vers. 1 a 10).

El tema de «La marcha» estáemparentado con el de otro Cantopatrio, «En el manantial del Danubio».Pero, aunque en ambos se habla de un

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viaje, no se trata ahora del viaje omigración de la cultura, sino de un viajedel poeta. Éste se dirige a Asia—«quiero ir al Cáucaso»—, y sedetiene en Grecia. «Antaño nuestrospadres, nuestra raza alemana, / llevadospor las olas tranquilas del Danubio, / endías de verano, con los Hijos del Sol,que iban / en busca de la sombra, / y conellos llegaron al Mar Negro»: se refiereHölderlin a unos colonos suabos que en1770 se asentaron a orillas del MarNegro. Pero el poeta, usando unalicencia poética poco respetuosa con lahistoria, imagina una raza surgida de launión de esos colonos suabos con los

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griegos: «No deseaban / los padres,siendo amigos, otra cosa / a sus hijosque el júbilo nupcial. / Porque de esasalianzas sagradas / tan bellas surgió […]una raza». El poeta, sorprendentemente,no se queda en Grecia, sino que vuelve asu tierra alemana: «No tengo, sinembargo, la intención de quedarme». Einvita a las «Gracias de Grecia» a venira Suabia, con el propósito implícito deque griegas y suabos vuelvan a fundaruna raza que aúne los dos pueblos. Todoel poema es canto a la fusión de logriego y lo alemán.

Los ríos alemanes inspiraron aHölderlin sus mejores poemas, y los 221

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versos de «El Rin» están a la altura delos mejores versos que surgieron de supluma. El tema central de este Cantopatrio es el sometimiento al destino. Enel poema está también presente el sueñodel poeta de fusionar Oriente yOccidente. Cuando dice que el Rin«quiso caminar, / impaciente, haciaAsia», el poeta dice algo cierto, pero untanto forzado, aunque es verdad que«por exigencia del guión»: sólo unamínima parte de su curso inicial discurrehacia el este.

En «Germania» se produce el mismoretorno que en «La marcha». En esteúltimo poema, el poeta viajero no quiere

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permanecer en Grecia: «No tengo, sinembargo, la intención de quedarme». Lomismo sucede en «Germania», pero enel plano religioso: no quiere permanecercon los dioses griegos. En ambospoemas hay un regreso a lo alemán. Loque late tras «Germania» es la ilusiónpor la patria. No la ilusión exaltada einquieta que Hölderlin sintió en losprimeros momentos de la Revoluciónfrancesa, sino una ilusión más serena ypaciente. Hölderlin no cree ya en unaRevolución alemana —la historiareciente le ha demostrado que losalemanes han dado la espalda alejemplo francés—, y sólo cree en una

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lenta evolución de los pueblos. Esaevolución tiene que apoyarse, entiendeHölderlin, en dos fundamentosnacionales, los dioses propios y elpropio idioma, y a esos dos fundamentosdedica el poema.

«No a ellos, los Bienaventuradosque en otro tiempo aparecieron, / figurasdivinas en la antigua tierra, / a ellos nodebo invocarlos». En otras palabras: noa los dioses griegos. «Mi alma no debehuir hacia el pasado, / hacia vosotros,seres de otro tiempo que me sois tanqueridos». El poeta no puede renegar desu sincera fe en los dioses griegos, perotiene que conciliario con su fe en la

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patria. Religiosidad y patriotismo lleganen el poema a una difícil fusión. «Y eláguila, que ha llegado del Indo, /sobrevuela la cumbre nevada delParnaso, / los altares alzados en losmontes de Italia / […] lanza gritos dejúbilo mientras sobrevuela / finalmentelos Alpes, y contempla los variadospaíses». Hay aquí, pues, una terceramigración: en el poema «En el manantialdel Danubio» fue la cultura; en «Lamarcha» fue el poeta; en «Germania» esel águila. Con las tres migraciones sequiere expresar lo mismo: la fusión dela cultura oriental y occidental. CuandoHölderlin quiere referirse a los nuevos

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dioses, a los dioses de su patria, utilizauna extraña expresión, «dioses-hombres» (Göttermenschen), queriendocon ello acentuar su proximidad a loshombres, frente a la lejanía de losdioses griegos.

La segunda parte del poema sededica al idioma, al que Hölderlinllama, con curiosa metáfora —máseufónica en alemán que en español—,«flor de la boca» (Blume des Mundes).El don del idioma se hace con unencargo: «Nombra todo lo que está antetus ojos». Las últimas estrofas reflejanel «patriotismo lingüístico»(Sprachpatriotismus) que tan

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apasionadamente vivieron los alemanesde entresiglos, y que era, en definitiva,un aspecto de esa utopía —«utopíarealista», realistische Utopie, como sedijo entonces—, de una Alemania unida.

«El Único» es el más reelaboradode los Cantos patrios. La primeraversión la empezó Hölderlininmediatamente antes de su viaje aBurdeos —en la segunda mitad de 1801— y la terminó a su vuelta —en elverano o el otoño de 1802—. Estaprimera versión es la única que seconserva escrita continuadamente porHölderlin, que la estampó con cuidadacaligrafía en el llamado «Cuaderno de

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Homburgo» (Homburger Folioheß). Dela segunda versión sólo se conserva unfragmento, el llamado «Fragmento deWarthaus» (Warthäuser Fragment) —enuna hoja suelta—, que el poeta pretendíasituar como segunda parte del himno.

La tercera versión es en realidad unarecomposición hecha por FriedrichBeißner con estrofas y versos sueltosescritos por Hölderlin a lo largo de losúltimos meses de 1803. Dada lainseguridad que suscitan las dos últimasversiones, se ha optado por traducir laprimera. Esa primera versión tiene doslagunas: el quinto verso de la sextaestrofa se interrumpe, y puede que

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Hölderlin pretendiera —a la vista delespacio que dejó en blanco— añadirvarios versos; el siguiente verso que seconserva parece ser el primero de unaestrofa que no llegó a escribir.

A este poema, junto a otros dosCantos patrios —«Fiesta de la paz» y«Patmos»— se les ha llamado LosHimnos Cristológicos —DieChristushymnen—. Pero ese epígrafe esgrandilocuente e inadecuado, yprecisamente «El Único» es el quemejor revela lo impropio de esadenominación.

Hölderlin empieza llamando a Cristo«Uno», «Maestro», «Señor» y «Guía»,

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pero luego parece arrepentirse de esaunicidad, y habla de los «SeresCelestiales», que están celosos porqueel poeta ensalza a uno y no a los demás.A continuación dice que Cristo eshermano de Heracles y de Dionisos, y escuando —probablemente porque esecamino no le llevaba a ningún lado—,las dos estrofas siguientes quedan sinterminar. Vuelve luego a afirmar —yacentuándolo al subrayar la palabra—que «hacia Uno sólo / se orienta elamor». Pero a continuación consideraque «se ha excedido», y da un nuevogiro hacia el politeísmo. El poematermina con la inesperada moraleja

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según la cual «es necesario que tambiénlos poetas, / aunque espirituales, seandel mundo», que es probablemente elarranque de otros versos que quedaronsin hacer.

También es un error incluir«Patmos» entre esos pretendidos himnoscristológicos: al final del poema,Hölderlin llega a la conclusión de quehay que adorar a todos los dioses—«son ofrendas lo que los SeresCelestiales quieren»—, y por tantotambién a los dioses griegos. Ese finaldebió de sorprender al conde FriedrichV de Hessen-Homburg, hombre muypiadoso y fiel a su credo luterano, que le

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encargó el poema —aunque no debió deser ésa la única sorpresa que se llevarael buen conde al leer los versos—. Escierto que el propio conde cometió ungran error al darle el tema a Hölderlin,porque Patmos es una isla griega, y leponía en bandeja la ocasión dedesplegar el politeísmo a que el poetafue siempre tan proclive.

La primera estrofa, que empiezacomo otros poemas de Hölderlin con ladescripción de un paisaje grandioso,plantea ya la necesidad de conciliaciónde la religión griega y la religióncristiana: esas «cumbres del tiempo»esas «cimas separadas», entre las que

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hay «un abismo», son las dos religiones.Pero el poeta afirma que hay «puentesligeros que cruzan el abismo», y suplicaa la divinidad «alas» y «un aguainocente» —el agua, en la doctrinaesotérica, tanto en la órfica como en lahermética, es un símbolo de unidad—para pasar de una a otra religión, «parair más allá, y volver luego», es decir,para no quedarse anclado sólo en unareligión sino estar en ambas.

Lo anecdótico —aunque sin duda lode mayor valor poético— es el viajeque el poeta hace a Patmos, arrebatadopor un genio, y la descripción de la isla.La médula del poema es la

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contraposición entre la religión griega—exterior y basada en la belleza formal— y la religión cristiana —interior ybasada en la bondad—. Pero Hölderlin,en el fondo, es más pagano que místico,y sus versos brillan al aludir a temasmitológicos y se ensombrecen al tratartemas cristianos. Como esa conciliaciónque el poeta plantea al comienzo resultaimposible, los últimos versos son untanto caóticos: hay que hacer ofrendas alos «Seres Celestiales» y hay quecumplir la voluntad del «Padre». Lo máscoherente —y también lo másconmovedor— que recorre el poema deprincipio a fin, es la sensación que tuvo

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Hölderlin a lo largo de toda su vida deque Dios estaba ausente del mundo: loexpresa en los dos primeros versos deeste poema y lo repite en las dos últimasestrofas —«Callado está su signo».«Hace ya mucho, mucho tiempo / que lagloria celestial es invisible». «¡OhDioses huidos!», exclama el poeta, conpena, en otro de estos Cantos patrios.

No sólo Heidegger, sino otrosmuchos filósofos, filólogos y teóricos dela literatura han fijado su atención en elpoema «Recuerdo». La consecuencia esuna multitud de interpretaciones quenada tienen que ver entre sí, y que por sudiversidad no pudieron pasársele a

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Hölderlin por la cabeza. Sí resultaevidente que el título tiene relación conel último verso, tan repetido —«Pero loque permanece, lo fundan los poetas»—,que es una traducción casi literal deOvidio —«durat opus vatum»—. Demanera que el recuerdo del poeta —trasladado al poema— es lo quepermanece. El recuerdo aúna los dosgrandes temas que aparecen en el poema—el amor («días de amor») y la acción(los marinos «han partido a la India»,Inder; que es el nombre que se le dabaen el siglo XVIII)—. En la estrofa centralel poeta se refiere a sí mismo y a lospoetas en general. Empieza con un bello

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oxímoron —«luz oscura», el rojointenso del vino tinto bordelés— yafirma que el poeta debe estar entre losdemás: debe «conversar, decir / quésiente el corazón». Pero el poeta estásolo —«¿dónde están los amigos?»—, ydebe aceptar la soledad —«Ellos [lospoetas], / como pintores, juntan / lobello de la tierra, y no desdeñan / elcombate alado [combate con las olas:alas son velas], ni vivir solos, a lo largode años»—.

El valor del poema «Recuerdo»,como el de otro poema de las mismasfechas, «El Ister», no está en esasesotéricas elucubraciones que los

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exégetas atribuyen al poeta, sino en ladelicadeza de los versos, en el encantode su sonoridad leve, en la inesperadasucesión de imágenes. Ister es elnombre que los celtas dieron alDanubio, y este poema de Hölderlin estáestrechamente emparentado con otro delos Cantos patrios—. «En el manantialdel Danubio». Ambos tratan de lamigración de la cultura de Oriente aOccidente. Para que el símbolo fluvialse adecúe mejor al sentido en que seprodujo esa migración, el poeta tieneque decir que «el caudal parece / queavanzara hacia atrás, / y me hace pensarque debe / llegar desde el Oriente». En

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el poema «El Ister» se atisba ya elregreso de los dioses, la segunda Edadde Oro: «Ávidos estamos / decontemplar el día. / Y si hemossoportado / la prueba de rodillas, /podremos percibir el griterío delbosque» —el griterío de los pájaros queanuncia el nuevo día—, y eso explicaque su tono sea más elevado, más jovialque el de los otros Cantos.

La ecpírosis aparece de nuevo en«Mnemosine», pero ahora como temacentral del poema. Todo está «sumido enel fuego», y es «ley» —«leyprofética»— que nada quede sinconsumir en las llamas: incluso «los

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elementos» —los cuatro elementos— y«las viejas leyes de la Tierra» —lasleyes del cosmos que rigen el planeta—.Frente a los otros Cantos patrios quetratan también sobre la ecpírosis,«Mnemosine» desarrolla el aspectopsicológico, siguiendo la doctrinaplatónica: frente al «furor divino» quetodo lo consume en el fuego, reaccionael hombre con el «furor heroico».«Herida / está el alma por un rayoceleste», y sin embargo el hombre serevuelve («como el toro me crezco en elcastigo», diría Miguel Hernández) ycombate por su libertad. «… Un anhelosiempre / tiende a la libertad».

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En la segunda estrofa aparecen yamanifestaciones de la apocatástasis. lanieve que brilla, lirios del valle, verdespraderas… Y aparece también el poeta,que es ese caminante que habla«acaloradamente» (zornig quizá seaalgo más: con cólera, con furia; tambiénel poeta está dominado por el «furorheroico») con otro por un sendero de losAlpes. En la tercera y última estrofa seda respuesta a la pregunta con la queterminaba la segunda: «¿Qué es lo quesignifica?» Lo que significa es que hanmuerto los mayores héroes griegos —Aquiles, Áyax— y ha muerto inclusoMnemosine, y con ella toda la memoria

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de la Antigüedad: no cabe másdestrucción de una etapa de la historia.Ha culminado la ecpírosis. Quedaabierto el camino a un mundo nuevo. Elpoema acaba con otra manifestación del«furor divino».

Dos versos de este último poema —que es el último que escribió Hölderlinantes de que el mundo acabaraorillándole, primero en Homburg yluego en Tubinga, y antes de que sumente se adentrara en las nieblas másdensas— son una perfecta síntesis de suvida y de su obra: «Pero un anhelosiempre / tiende a la libertad. Y esmucho / lo que hay que retener». La

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libertad fue el norte de su vida. Lo queretuvo lo convirtió en su obra.

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CANTOSNOCTURNOS

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QUIRÓN

¿Dónde estás, oh pensativa? Tú que siempretienes

que apartarte a un lado, cuando llega la hora,¿dónde estás, oh luz?

Bien está despierto el corazón, pero la nocheme exalta y me sorprende siempre.

En otro tiempo iba a por hierbas al bosque yescuchaba

las tiernas fieras sobre las colinas, nunca envano.

Nunca engañado, ni una vez, por tus pájaros,

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pues siempre aparecías, dispuesta a cualquiercosa,

gozando con los potros y jardines,dando siempre consejo al corazón. ¿Dónde

estás, oh luz?Está despierto de nuevo el corazón, pero

insensibleme arrastra siempre la noche poderosa.

Sí, era yo mismo. Y del tomillo, del azafrán,de las espigas, me daba la tierra los primeros

ramos.Junto al frescor de las estrellas aprendía,pero sólo lo que puede nombrarse. Y a mi lado

deshaciendo el hechizo de los campos salvajes

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y sombríos,descendió el semidiós, siervo de Zeus, hombre

recto;y ahora estoy sentado, solo y en silencio, horatras hora, y las formas

de la tierra fresca y las nubes amorosas es mipensamiento

quien las crea, porque hay entre nosotros unveneno.

Y escucho los sonidos que llegan de lo lejospor si alguien amistosamente viene a

rescatarme.

Y oigo a menudo el carro del dios de lastormentas,

que al mediodía se acerca. Le reconocen todos

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cuando tiembla la casa, se purificael suelo, y la tortura se convierte en eco.

Luego en la noche oigo al salvador, le oigotraer la muerte, a él que libera. Y abajo,

rebosantede yerbas opulentas, como en una visión,miro la Tierra, un fuego poderoso.

Pero cambian los días, y si alguien loscontempla,

benignos unos y nefastos otros, siente dolorcuando unos y otros se entremezclan, y nadiepuede reconocer en ellos lo mejor.

Pero ahí está el aguijón del dios. Sin él nadiepodría amar la injusticia divina.

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Como en su casa está entonces el diosfrente a nosotros, y la Tierra es distinta.

¡Día, oh día! Ya respiráis de nuevo, ya bebéis,oh sauces, en los arroyos míos. Hay luz en la

mirada,huellas que avanzan con firmeza, y al igualque un monarca, calzadas las espuelas, en el

lugar

que es tuyo, apareces, astro errante del día,y tú, oh Tierra, cuna de paz,tú, morada de mis padres, que se fueronlejos de las ciudades, sobre nubes como fieras

salvajes.

Monta ahora un corcel, ciñe el arnés

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y toma la leve lanza, oh joven. La profecíano será desgarrada, ni vana la esperaa que aparezca el retorno de Heracles.

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LÁGRIMAS

¡Tierno, celeste amor! Si llegara a olvidarte,si llegara… Y vosotras, islas que el destino ha

herido,que sólo sois ceniza, ardientes,desiertas y además abandonadas,

islas que tanto quiero, pupilas de un mundoextraordinario,

ya sólo me importáis vosotras,las orillas donde el amor expía, frenteal cielo de dios, su idolatría.

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Pues en lejanos días, los santos y los héroesferoces

sirvieron con fervor excesivo a la belleza.Y árboles sin númeroy ciudades enteras se erigieron, a la vista de

todos,

semejantes a un hombre ensimismado. Ahoralos héroes están muertos, y las islas de amor,desfiguradas. Así, engañado,loco incluso, ha de estar el amor en todas

partes.

Vosotras, blandas lágrimas, no lleguéis a apagardel todo la luz ante mis ojos. Dejad al menos,ladronas y engañosas, que un recuerdo,para poder morir más noblemente, sobreviva.

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A LA ESPERANZA

¡Oh esperanza, propicia y complaciente!Tú que no desdeñas las casas de los tristesy, aun siendo noble, actúas con gustode mediadora entre mortales y celestes,

¿dónde estás? Poco he vivido; pero alientaya la noche fría. Y silencioso, como una

sombra,estoy aquí. Y ya sin cantosse adormece en mi pecho el corazón temblando.

El verde valle, allí, donde la fresca fuente

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mana día tras día en la montaña, y el amableazafrán florece para mí en los días de otoño,allí, en la calma, ¡oh propicia!, quiero

buscarte, o cuando en la medianochela vida invisible bulle en el bosquey sobre mí esas siempre alegresflores, las estrellas floridas, brillan,

¡oh, tú, Hija del Eter!, sal entoncesdel jardín de tu padre, y si no debeshacerte espíritu terrestre, de otro modohaz que mi corazón llegue a estremecerse.

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VULCANO

Ven ahora, amable Espíritu del fuego, envuelveen nubes el tierno corazón de las mujeres,en sueños de oro, protegeese sosiego en flor de la bondad infinita.

Deja al hombre sumido en ideas y negocios,a la luz de una vela, disfrutandodel día que transcurre, haz que no sea grandesu inquietud, las penas que le abruman.

Y ahora el colérico Bóreas, mi feroz enemigo,en la noche cubre los campos con la helada,

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y más tarde, en la hora del reposo,se burla de los hombres y entona su espantoso

canto,

y rompe las murallas de la ciudad y loscercados

que hemos alzado cuidadosamente, y destrozael bosque silencioso, y llega incluso,

devastador,a perturbar mi alma que se ha alzado en canto,

y bramando incansable agita sus negrosnubarrones

sobre el plácido río, y los extiende alrededordel valle,

y hace que como hojas secas caiganrocas de las colinas que ha reventado antes.

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Más piadoso sin duda que los demás vivienteses el hombre. Pero si percibe en su entorno la

cólera,se domina a sí mismo, y piensa y se serenaen su segura choza, porque ha nacido libre.

Y siempre habita un amistoso Geniojunto a él y le bendice, y cuandose encrespan las fuerzas desatadasa su lado está el Amor amándole.

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INQUIETUD

¿No te son acaso conocidos muchos seresvivientes?

¿No caminan tus pies sobre verdades comosobre alfombras?

¡Por eso, genio mío! ¡Entra puesdesnudo en la vida, y nada temas!

Lo que pueda ocurrir te será favorable.Tú mismo rimarás con la alegría. ¿Qué podríaofenderte, corazón mío, qué ocurrirte,si vas a donde debes?

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Pues los hombres al igual que los dioses sonpiezas

solitarias de caza, y a los propios dioses leslleva

a su guarida el canto y el coro de los príncipes,cada cual a su estilo, y a nosotros,

lenguas del pueblo, nos gusta estar entre losvivos,

allí donde muchos se reúnen, felices e igualestodos,

abiertos a todos, pues así esnuestro Padre, el Dios del Cielo,

que tanto a pobres como a ricos regala untiempo de pensar,

y que a nosotros, que a la vuelta del tiempo

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dormiremos,ahora erguidos, con andadores de oro,como a niños, nos sostiene.

Buenos somos, y hábiles en algo,cuando al llegar alzamos nuestro artea uno de los dioses. Aunque son nuestras manosdecentes lo que les ofrecemos.

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GANÍMEDES

¿Cómo? ¿Duermes, hijo del monte, recostadosin ánimo, encogido,

pasando frío en la desierta orilla, cargado depaciencia?

¿Te olvidas de la gracia con que antañocalmabas

la sed de los dioses, sentados a la mesa?

¿No reconoces, abajo, a los heraldos del Padre,el juego de los vientos silbando en el barranco?La palabra, llena del viejo espíritu,del hombre que tanto ha caminado, ¿acaso no te

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alcanza?

Ya resuena sin embargo en su pecho. De lohondo brota,

como entonces, cuando dormía arriba entre lasrocas,

un impulso en él. Se libera con cólerade las cadenas, y torpemente

se apresura. Se burla del grillete ahora,lo coge y lo quiebra, y lanza los pedazos,ebrio de rabia, como un juego, aquí y allá,a la orilla al acecho, y al oír

la rara voz de un extraño se alzan los rebaños,se estremecen los bosques, lejano el campooye el hondo espíritu del río, y estremeciéndose

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se alza de nuevo el Espíritu en el centro de laTierra.

La primavera llega. Y cada cosa florece a sumanera.

Pero él está ya lejos. No está junto a nosotros.Errante ha caminado. Grande es la bondadde los Espíritus. Ahora es el cielo el lugar de

sus coloquios.

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MITAD DE LA VIDA

Con peras amarillasy con rosas silvestresel campo se inclina sobre el lago.Oh cisnes rebosantes de gracia,que ebrios de besossumergís las cabezasen la sagrada lámina del agua.

Ay de mí, ¿dónde podré coger,cuando el invierno llegue,flores, y dóndeel rayo de sol y la sombra en la tierra?

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Se alzan los muros,silenciosos, helados, y en el vientochirrían las veletas.

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EDADES

¡Ciudades del Eufrates!¡Calles de Palmira!Bosques de columnas en llanuras desiertas,¿qué sois?Vuestras coronas,por haber transgredido los límitesde los seres vivientes,el humo y el fuego de los diosesos las arrebataron.Pero ahora estoy sentado debajo de las nubes

(cada cualencuentra el modo de su propio reposo), bajo

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encinas bellamente ordenadas, sobreun brezal de corzos, y extrañasy muertas me resultanlas almas de los bienaventurados.

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EL RINCÓN DELHARDT

El bosque se hunde en el abismoy como flores aún cerradas cuelganlas hojas hacia el interior. Y bajo ellasse dilata el vallesin guardar silencio:pues aquí estuvo Ulrich.A menudo, sobre su rastro,un gran destino medita, dispuesto,en un lugar al margen.

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CANTOSPATRIOS

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A LA MADRETIERRA

Canto de los hermanosOttmar, Hom y Tello

En nombre de la comunidad soy yo quien canta.Tocadas las cuerdas por manos jubilosas,como en tímido ensayo,desde el comienzo, vibran. Pero el maestroinclina con seriedad su rostro, sobre el arpay las notas, sumisas a él, se revisten de alas,y juntas resuenan bajo el toque

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de la mano que sabe despertarlas;como del mar en plenitud se elevan,y sin límite alzan los vientos las nubes

armoniosas.

Pero lo que vendrá será distintodel sonido del arpa:será un canto, el coro de los pueblos.Pues inefable y solitario,y vanamente oscuro sería el canto,y el sagrado Padre que en su poder disponede signos, de mareas, de llamas, de tormentas,no encontraría nada veraz entre los hombressi el canto no se alzara de un solo corazón que

los agrupe.

Pues así como la roca fue engendrada,

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y en talleres sombríos se forjaron los férreoscimientos de la tierra,

antes de que arroyos susurrantes bajaran de losmontes,

y bosques y ciudades florecieran junto a lascorrientes,

así Él, tronando,creó en el principio una ley puray fundó el sonido puro.

Entre tanto, oh Poderoso, cuidadel cantor solitario, y danos cantos suficientespara expresar como queremos

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el secreto de nuestra alma.Pues a menudo oíalos cantos de antiguos sacerdotes

se prepara mi alma también a darte gracias.

Pero en las salas de armas pasan,con las manos vendadas, sus ratos de ocio,los hombres, contemplan los arneses,gravemente, y alguno de ellos cuentacómo los padres tensaban los arcos, en lejanos

tiempos,seguros ante las dianas distantes,y todos le creen,pero nadie se atreve a intentarlo de nuevo.Como un dios se hunden

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los brazos de los hombres,porque un traje de fiesta no conviene usarlo

cada día.

Las columnas del templo están en pie,abandonadas en los días de angustia.El eco de tormentas del norteresuena hondamente en las naves,y la lluvia las limpiay crece el musgo y vuelven golondrinasen días de primavera, pero dentroestá el dios sin nombre, y la copa de gratitudy los vasos de ofrendas, los objetos sagrados,están bajo la tierra muda, al enemigo ocultas.

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¿Quién daría las gracias antes de recibir?¿Quién daría la respuesta antes de haber oído?Nunca mientras habla El Más Altodebe interrumpir su armonioso discurso.Tiene mucho que decir y otros derechos,y hay Uno que en horas no termina,y el tiempo que crea es comouna montaña, que se alzade mar a mary se extiende a lo ancho de la tierra.

Son muchos los viajeros que hablan de ello,bestias salvajes vagan por los abismosy rebaños se esparcen por los montes,

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pero en la sombra santade la verde ladera viveel pastor y contempla las cumbres.

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EN EL MANANTIALDEL DANUBIO

A ti, madre Asia, te saludo,a ti que lejos, a la sombra de tus viejos bosques,

descansasy recuerdas tus hazañas.Pues tú, oh tierra milenaria, llena del sagrado

fuego,alzaste un júbilo infinito,tan alto que aún resuena tu voz en nuestro oído,

oh milenaria.Pero ahora descansas, y esperas

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que el eco de un amor surgidode un pecho enardecido llegue a ti,y descienda de las cumbres sobre olas del

Danubio,en busca del Oriente, abriendo un cauce y

transportando naves.Traído por las violentas olas llego a ti,y te proclamo, antes de que eso ocurra, y digo:

Como el órgano en altos y grandiosos acordeslimpiamente brota de los inagotables tubosen la sagrada nave,así el preludio de la mañana empieza,

despertando,y todo alrededor, de ámbito en ámbito,fluye la melodiosa corriente y vierte su frescura,

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llenando de entusiasmolas frías sombras que se alzan en su curso.Todo despierta ahora y se remontahacia el festivo sol, y el corode la comunidad responde. Así llegóde Oriente la palabra a nosotros,y en las rocas del Parnaso y el Citerón oigo,oh Asia, el eco de tu voz, que irrumpeen el Capitolio y baja bruscamente de los

Alpes.

Una extranjera viene hacia nosotros,nos despierta del sueño,y es una voz que instruye a los humanos.El asombro hizo presa en las almasde todos los que oyeron, y la noche

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cayó sobre los ojos de los más avezados.Pues grande es el poder del hombreque a través del arte dominalas mareas, las rocas y las llamas,y el más fuerte no temela espada, pero cae derribadoante el poder divino,

y como la fiera casi,que empujada por dulcejuventud recorre sin tregua las montañas,siente su propia fuerzaal calor del mediodía.Pero cuando cae la luz sagrada,entre juegos de brisas, y con los tibios rayosel espíritu alegre se aproxima

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a la bendita Tierra, entoncescae vencida la fiera, deslumbradapor la belleza, y se adormece en sueño

vigilante,antes de haberse encendido las estrellas.Así somos nosotros. Pues a muchosla luz de la mirada se les ciega antes

de recibir los dones celestiales,los amistosos dones que de Jonia llegan,y también de Arabia. Y no fueron felicesquienes por dormir no oyeron la valiosa lección

y los amables cantos.Pero algunos velaron. Y anduvieron,contentos, en medio de vosotros —habitantes de

las bellas ciudades—,

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en los juegos en que el héroe invisiblese sentaba secretamente junto a los poetas,

miraba a los luchadores,y con una sonrisa celebraba —él, tan celebrado

— los graves juegos de los niños.Todo era —y es— un infinito amor.Y aunque separados, seguimos pensandolos unos en los otros, oh felices habitantes del

Istmo,del Ceifiso, del Taigeto.También pensamos en vosotros, oh valles del

Cáucaso,antiquísimos, lejanos paraísos,y en vuestros patriarcas, profetas

y hombres fuertes, ¡oh Asia! ¡oh Madre!,

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que sin temer los signos de este mundocargaron en sus hombros con el cielo y peso del

destino,arraigaron día tras día en las montañas,y fueron los primeros en entenderque cabe hablar a solascon Dios. Ahora descansan. Y si vosotros,hombres antiguos, no habéis dicho—como debíais— de dónde venís,nosotros te llamamos, por mandato divino, te

llamamos,¡oh, Naturaleza! Tuyos somos, y renovados,

como todolo que debe su ser a Dios, igual que si surgiera

de las aguas.

Page 136: Cantos - Friedrich Holderlin

Es verdad que andamos casi como huérfanos.Todo está como antes, es cierto, pero nadie lo

cuida.Los jóvenes sólo, que recuerdan su infancia,no se sienten extraños en la casa.Viven tres veces, como vivenlos primogénitos del cielo.Y no en vano se nos diola lealtad al alma.No sólo por nosotros, tambiénvela por lo vuestro,y por los santuarios, refugios de la palabra,que nos habéis dejado al iros,a nosotros, los más torpes, hijos del destino.

Pero estáis aquí vosotros, espíritus amables,

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y a menudo, cuando la nube sagrada envuelvea uno de nosotros, el asombro nos impide

conocer el sentido.Pero vosotros sazonáis con néctar nuestro

alientoy saltamos entonces de júbilo, o hacen presa en

nosotroslos ensueños. Pero aquel a quien amáis

especialmenteya no descansa hasta hacerse uno de vosotros.Por ello, oh, Bienhechores, cercadme levementey pueda yo quedarme y entonar canciones que

aún tengoque cantar.Ahora termina, sin embargo, mi canto, entre

lágrimas

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dulces, como un cuento de amor.En mí lo he percibido,ruborizado o pálido,crecer desde el principio. Así sucede todo.

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FIESTA DE LA PAZ

Sólo pido que esta hoja se lea conbenevolencia. Entonces no resultaráincomprensible y, menos aún,escandalosa. Si alguno encuentra queeste lenguaje es poco convencional,tengo que darle la razón: no puedohacerlo de otra manera. En un díahermoso, puede oírse toda clase decantos, y la naturaleza de la queproceden los refleja.

El autor tiene el propósito desometer al público toda una

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recopilación de hojas semejantes, de laque ésta no es más que una muestra.

De celestiales, resonantes,errabundos, sosegados tonosestá llena la sala, antigua y aireada,que habitan los bienaventurados; sobre verdes

tapices se expandela nube de la felicidad, y a lo lejos relucencálices llenos de frutos maduros y coronas de

oro,ordenados en suntuosas hileras,y al lado, aquí y allá, alzándosesobre el suelo allanado, las mesas.Porque, llegados de lejos,los amorosos comensales,

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aquí, a la hora del anochecer, se han citado.

Con la visión oscurecida por el crepúsculo,creo

verle, sonriente tras la dura jornada de trabajo,a Él, al Príncipe de la fiesta.Y aunque reniegues sin pesar de tu lejana tierra,y agotado de la larga ruta heroicahundas tu mirada, olvidadiza y levemente

sombría,y adoptes la apariencia de un Amigo, tú que

todo lo sabes,lo Alto te hace hincar la rodilla. De tisólo una cosa sé: no eres mortal.Un sabio me aclaró algunas cosas; pero dondeun Dios aparece

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hay una claridad distinta.

Pero hoy sin embargo, no; no permanece hoy sinproclamar.

Y aquel, que no teme ni mareas ni llamas,se asombra de la calma repentina, y no en vano,

ahoraque no ejercen su dominio los espíritus ni los

hombres.Es que oyen la obra,largamente preparada, de la mañana a la noche,

y sólo ahoraruge sin medida, perdiéndose en la hondura,el eco del trueno, tempestad milenaria,y se adormece, cubierto por los sonidos de la

paz.

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Pero vosotros, que os habéis hecho tanqueridos, oh días de inocencia,

vosotros traéis hoy también la fiesta, amados. Yflorece

alrededor, al caer la tarde, el espíritu, ensilencio.

Y yo debo advertiros, cuando es ya de un grisplata

el rizo del cabello, oh amigos míos:¡Preocuparse por coronas y ágapes, ahora, como

un joven perpetuo!

Y a algunos quisiera invitar, y a ti entre ellos,entregado a los hombres en amistad sincera,allí, bajo palmeras de Siria,cerca de la ciudad, junto al pozo que tanto te

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gustaba;el trigal susurraba en el entorno, y quedamentealentaba el frescor que con su sombra dabala montaña sagrada; y los buenos amigos, las

nubes tan leales,también te daban sombra, a fin de que tu santa

audacia, oh Joven,llegara, a través de los bosques, como un rayo

de luz, hasta los hombres.Pero, ay, más oscura la sombra de un destino

mortalse cernió sobre ti, con su horrible apariencia,

cuando estabas diciendo la Palabra.Así de fugazmente transitorio es todo lo celeste;

mas no en vano.

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Cuidando la medida siempre, con precauciónavisa,

sólo un instante, a las casas de los hombres,un Dios, inesperadamente, y nadie lo ha sabido.

¿Cuándo ha sido?La osadía puede ir por delante,la fiereza llegará al lugar sagrado,más allá del límite, la locura actuará toscamente

a tientas,y acabará encontrando un destino en ello, pero

la gratitudno sigue nunca a los dones regalados por Dios;es necesaria una atención profunda antes de

recibirlos.Y en cuanto a nosotros, si el Dador no ahorrara,nuestras cumbres y suelos arderían

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mucho antes de recibir la bendición del hogar.

De lo divino hemos recibido, sin embargo,nosotros

mucho ya. Se nos ha puesto la llamaentre las manos, la orilla y las mareas.Mucho más de lo que humanamente nos

correspondese nos han confiado las extrañas fuerzas.Los astros que están ante tus ojoste instruyen; pero nunca podrás hacerte igual a

ellos.Aquel que es todo vida, Aquel del que procedela felicidad y los cánticos,tiene un Hijo, sereno y poderoso,y ahora le reconocemos,

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ahora, sí, en que conocemos al Padre,para celebrar los días de fiesta,el alto, el Espíritudel mundo ha venido a inclinarse sobre todos

los hombres.

Desde hace mucho, el tiempo ha sido demasiadogrande

para el Señor, y hasta muy lejos alcanzaba suámbito.

¿Pero cuándo le ha agotado?Una vez pudo, sin embargo, un Dios elegir el

trabajo del día,como los mortales, y repartir el destino.La ley del destino es ésta: que cada uno se

descubra a sí mismo;

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que, cuando vuelva el silencio, haya tambiénuna lengua.

Sin embargo, donde actúa el Espíritu, allíestamos nosotros, y discutimos

sobre cuál es el bien más alto. Y me parece quelo mejor sucede

cuando el Maestro ha terminado y hacompletado su imagen,

sale de su taller, que él mismo ha iluminado,el silencioso Dios del tiempo, y rige sólola norma del amor, igualadora y bella, desde la

tierra al cielo.

Desde la mañana, muchas cosasha sabido el hombre, desde que hemos hablado

y nos hemos oído

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los unos a los otros; pero pronto seremos uncántico.

Y la imagen del tiempo, que el Espíritu inmensoha desplegado,

es un dibujo trazado ante nosotros,un vínculo entre él y las otras fuerzas.No sólo él, los Increados, los Eternosson reconocibles en el dibujo, igual que en las

plantasla Madre Tierra se reconoce, y la luz y el aire.Y finalmente, he aquí, Fuerzas sagradas,el signo del amor, el testimoniode que aún existís: el día de fiesta.

El que todo lo une, donde lo celestialno es visible en el milagro, y permanece

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invisible en la tempestad,pero en el cántico cordialmente confundidosen un mismo coro, los bienaventurados,en algún modo, se reúnen en número sagrado, y

lo que más quieren también,y de lo que dependen, no falta. Por esote he llamado al banquete, que está ya

preparado,a ti, oh Inolvidable, en la noche del tiempo,oh Joven, a la altura del Príncipe de la fiesta.Nadie de nuestro pueblo podrá dormirhasta que vosotros, los que habéis sido

anunciados,vosotros, inmortales,para hablarnos de vuestro cielo,vengáis a nuestra casa.

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Los vientos que han sido tenuemente exhaladosos pregonan,os pregona el humeante valley el suelo, que aún tiembla por la tormenta.Pero la esperanza hace enrojecer las mejillas,y ante la puerta de la casaestán sentados madre e hijo,y contemplan la paz.Y parece que son pocos los que mueren.Y un presentimiento inunda el alma.Enviada por una luz de oro,una promesa mantiene expectantes a los

hombres mayores.

Sí, en lo alto están dispuestoslos aromas de la vida, y también

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expulsadas las penas.Pues todo resulta ahora placentero,y lo que más,lo más simple —largo tiempo buscado—,el fruto de oro,caído de una ramaantiquísima por violentas tempestades,como bien más preciado, por el destino mismoenvuelto en armas tiernas,tiene la forma de las cosas celestes.

Igual que la leona te quejaste,oh Madre, el díaque perdiste a tus hijos, Naturaleza.Pues te los robó —a ti, que todo lo ama—tu enemigo, cuando tú lo acogiste

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a él casi como a uno de tus propios hijos,y asociaste los sátiros a los dioses.Así has construido algunas cosasy enterrado otras,pues te odia lo que, antes de tiempo,oh Todopoderosa, llevaste hacia la luz.Ahora le conoces, ahora te despides de él;pues ahora reposa, gustosamente impasible,hasta que llegue su maduración, abajo,

recelosamente ocupado.

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LA MARCHA

¡Suabia dichosa, Madre mía,y tú, la más radiante,hermana Lombardía, al otro lado,también por cientos de arroyos recorrida!Arboles florecidos, blancos, rojos,oscuros, silvestres, llenos de follaje verde

intenso,te dan sombra, y los Alpes suizos,tan cercanos; pues tú vivesjunto al fuego del hogar, y oyescómo dentro susurra, desde cuencos de plata,el manantial, vertido

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por unas manos limpias, cuando roza

los calientes rayosel hielo hecho cristales, y se funde,bajo el tacto ligero de la luz,la nieve de las cumbres, y riegala tierra con el agua más pura. Por esola lealtad es en ti virtud innata. Duroresulta abandonar el sitio que está junto al

origen,y tus hijas, ciudadesen la orilla del lago que atardece,entre sauces del Neckar, o a la orilla del Rin,todas saben que no habríaningún lugar mejor para vivir.

Pero quiero ir al Cáucaso.

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Pues hoy mismo he oídosusurrar a los vientosque allí son los poetas, como las golondrinas,

libres.Y también me dijeron,en tiempos ya lejanos,que antaño nuestros padres, nuestra raza

alemana,llevados por las olas tranquilas del Danubio,en días de verano, con los Hijos del Sol, que

ibanen busca de la sombra,y con ellos llegaron al Mar Negro,que no en vano llamaronEl que da cobijo.

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Pues apenas llegados,los otros se acercaron primero, y, curiosos,los nuestros se sentaron debajo del olivo.Pero cuando sus ropas se rozarony ninguno pudo comprenderlas palabras de los otros,la discordia pudo nacer si de las ramasno hubiera descendido el frescor,y esas sonrisas que a menudohace que surjan en los rostrosde los enfrentados. Y un rato en silenciose miraron y luego se tendieronlas manos amistosamente los unos a los otros. Y

pronto

se intercambiaron armas y todos

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los apreciados bienes de las casas.También se intercambiaron la palabra y no

deseabanlos padres, siendo amigos, otra cosaa sus hijos que el júbilo nupcial.Porque de esas alianzas sagradastan bellas surgió todolo que antes y después habría de llevar un

nombre humano:una raza. Pero ¿dónde,dónde vivís, parientes tan amados,que podamos celebrar allí nueva alianza,y recordar la memoria de la amada progenie?

Allí en la orilla, bajo los árbolesde Jonia, en las llanuras

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del Caístro, donde las grullas disfrutan en elÉter,

rodeadas por los montes que lejanos brillan,allí estabais vosotros, los más bellos, o acasocultivabais las islas, coronadas de viñas, llenasde los sones de un cántico. Y otros vivíanen el Taigeto, junto al monte Himeto, tan

famoso,y ellos florecieron los últimos. Y de la fuentedel Parnaso hasta Tmolos, arroyos de orosonaban en canción perpetua. En aquel tiempolos bosques susurrabanal tiempo que músicas de cuerdatocadas con dulzura celestial.

¡Tierra de Homero!

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Bajo el cerezo del color de la púrpurao en el viñedo, reverdecen —enviados por ti—melocotones jóvenes.Ruidosas golondrinas venidas desde lejos, en

mis muroshacen su casa, en días de mayo.Y bajo la estrellaspienso en ti, oh Jonia, ¡en ti! El hombre,sin embargo, ama lo presente. Y por esohe venido a vosotras, islas, para veros,para ver cómo fluyen en el mar los ríos, y los

templos de Tetis,y los bosques, y a vosotras, a vosotras, nubes

del Ida.

No tengo, sin embargo, la intención de

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quedarme.Poco amistosa y difícil de conquistares esa Madre Taciturna de la que me he alejado.De sus hijos uno, el Rin,quiso precipitarse violentamente sobre su

corazóny, rechazado, se ocultó, y nadie sabe dónde, muy

lejos.Y no quisiera haberme ido yo asíde ella, y sólo para invitaroshe venido a vosotras, Gracias de Grecia,hijas del cielo,y si el viaje no os resulta muy largo,venid hasta nosotros, oh propicias.

Cuando los vientos soplen con mayor dulzura,

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y las flechas de amor nos lancela mañana, a nosotros, llenos de paciencia,y las nubes ligeras florezcansobre nuestros ojos tímidos,entonces os diremos, ¿cómo venísvosotras, Gracias, a una tierra de bárbaros?Las sirvientas del cieloson, sin embargo, algo maravilloso,como todo lo que nace de dios.Se convierten en sueño si alguien quieresorprenderlas, y al que quiera igualarlasen poder, se le castiga;pero a menudo se hacen presentes de improvisoal que apenas ha pensado en ellas.

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EL RIN

A Isaak von Sinclair

Junto a la oscura yedra estaba yo sentado,a la entrada del bosque, cuando el mediodíade oro visitó la fuente, y descendióla escala de los montes alpinos,que es para mí divina arquitectura,castillo de los diosessegún se ha pensado desde antiguo.De allí siguen llegandomisteriosos decretos que afectan a los hombres.Y de allí recibí, inesperadamente,un destino, cuando apenas

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mi alma, enredada en sí mismay tendida bajo una sombra cálida,vagaba por Italia,y más allá, en las costas de Morea.

Pero ahora, en el valle,hundido bajo cimas plateadas,bajo el verdor feliz,contemplado por bosques temblorososy rocas que alzan sus cabezaslas unas sobre otras, día tras día,al fondo del abismo más helado oigoel lamento del joven que suplicaliberación a su madre la Tierray al Dios atronador que lo ha engendrado,inspirando a sus padres compasión.

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Y los mortales huyen del lugar,pues es terriblela ira que llegadel semidiós que a oscuras tuerce sus cadenas.

Era la voz del noble entre todos los ríos,el Rin nacido libre,al que guió la esperanza, cuando de sus

hermanosRódano y Tesinose separó en lo alto, y quiso caminar,impaciente, hacia Asia, su ánima señera.Pero frente al destinoes absurdo el deseo.Son sin embargo ciegoslos hijos de los dioses. Pues el hombre conoce

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su casa, y el animalel sitio donde debe instalarla; pero aquel tienea la vez un defecto: no sabea dónde ir con su alma inexperta.

Es un enigma lo que nace de una fuente pura.Apenas el canto puede revelarlo.Tal como naciste, así seguirás siendo.Aunque algo influyan la voluntad y las penas,casi todo lo hace

y ese rayo de luz que acaricia al nacido.¿Pero dónde hay algunoque pueda ser tan librea lo ancho de la vida,y cumpla sólo y siempre

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los deseos del corazón?En tan propicias cumbres, como las del Rin,en tan sagrado seno¿quién ha nacido, como él, tan felizmente?

Por eso su palabra es un grito de júbilo.No llora, como los otros niños,cuando está con pañales.Cuando la orilla llega,furtiva, hasta su lado,y sedienta circundaa ese ser inconsciente,pretendiendo atraerloy aferrado entre dientes,riéndose desgarrala serpiente, y se hace con la presa.

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Y si un ser poderoso no le cultivara,y dejase que creciera libre, entonces, como un

rayo,partiría la Tierra, y como en sortilegio, le

seguiríanlos bosques y se hundirían los montes.

Pero un Dios no sabríadejar abandonados a sus hijos a una vida fugaz,y ahora sonríe, al ver que impetuosaslas corrientes, aun retenidas por los Alpes

sagrados,braman contra él en las quebradas.En una fragua asíse forjan los metales más puros.Y es hermoso

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ver cómo más allá,dejando atrás las cumbres,avanza en silencio por tierras alemanas,y aplaca su pasión en cosas de provecho:cultivando los campos y nutriendo a sus hijosen las propias ciudades que ha fundado.

Pero nunca, nunca olvidará su infancia.Antes caerán las casas de los hombres,y sus leyes, y a la tiniebla volverála luz del día, antes de que el ríoolvide sus orígenesy la voz limpia de su juventud.¿Quién fue el primeroque corrompió los lazos del amore hizo con ellos sogas?

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Sucedió cuando segurosde sus propios derechos, y con furia del cielo,los rebeldes se burlaron con sorna, y

desdeñandolos caminos que siguen los mortales, eligieronun camino errado,y quisieron ser iguales a los dioses.

Pero están satisfechos los diosesen su propia inmortalidad, y si algo necesitanlos Seres Celestiales es una cosa: héroes,hombres, mortales. Porque ellos,los Bienaventurados, nada sienten por sí

mismos,y necesitan, si así puededecirse, que en nombre de los dioses

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sea otro quien participe y sienta. Pero es sutribunal

el que sentencia que la casa se arrase, que elamigo

se vuelva en enemigo, y que padres e hijos seentierren

bajo escombros, si algún hombre pretende serun dios,

y no soporta, orgulloso, su desigual estado.

Venturoso, por tanto, el que ha encontradoun destino ajustado a sus deseos,aquel a quien el dulcerecuerdo de marchas y afliccionesviene a susurrarle en una orilla firme,aquel que mira a uno y otro lado

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y lo hace con gusto porque acepta los límitesque el mismo Dios le impuso, al nacer, en el

mundo.Y por eso descansa, feliz,pues todo lo celestial que había deseadolo alcanza por sí mismo,sin esfuerzo, sonriendo,este audaz que logra su reposo.

En semidioses pienso, ahora,y reconozco su gran valor,porque a menudo su vidaconmueve mi pecho apasionado.Pero ¿a quién se ha dado, como a ti, Rousseau,un alma indomeñable,de tan firme entereza,

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sentidos tan seguros,y esos dulces donesde oír y hablar de modo que en plenitud

sagrada,igual que el dios del vino, en locura divinay sin medidas, regaló la lengua a los más purosy la hizo comprensible a los mejores,pero impone ceguera a los desaprensivos,justamente, a los siervos sacrílegos… A ese

desconocido¿cómo lo llamaría?

Los hijos de la Tierra son, como las madres,amantes de todo lo que existe. Y lo recibentodo sin lucha, felices.Por eso se sorprende y se espanta

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el hombre, ser mortal,cuando meditasobre el peso de la felicidadque el Cielo, con amorosos brazos,ha puesto en sus espaldas.Y entonces le parece a menudo que lo mejores estar por ahí, casi olvidado,donde el rayo no quema,en la sombra del bosque,junto al fresco verdor del lago Biel,como un despreocupado aprendiz de melodíasque toma lecciones de los ruiseñores.

Y es espléndido entonces resurgir de un sueñosagrado, y despertar en el frescordel bosque, y por la tarde

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andar hacia una luz más suave,cuando Aquel que levantó montañasy dibujó los cursos de los ríos,después de dirigir entre sonrisasla vida ajetreada de los hombres,de tan escaso aliento, igual que si soplaralas velas de los barcos con sus vientos,descansa, y el Maestrose inclina hacia su alumna, y encuentraque es más lo bueno que lo malo,igual que el día se inclina hacia la Tierra.

Luego celebran bodas los hombres y los dioses,lo festejan todos los vivientes,y entonces se equilibra por un rato el destino.Los fugitivos buscan un cobijo,

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y los valientes unos sueños dulces.Los amantes siguensiendo lo que fueron, ellosestán en casa, allí donde la flor se alegrade un fuego que no daña, y el Espíritu envuelvelos árboles oscuros. Hasta los enemigosse sienten transformados, se apresurana tenderse las manos,antes de que la amable luzse hunda, y la noche llegue.

Todo pasa para algunosde prisa; otrosconsiguen retenerlo más tiempo.Los eternos diosesestán llenos de vida en todo tiempo; hasta morir,

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el hombre puede guardar en la memorialo mejor, y sentir lo más alto.Cada cual tiene su medida.Es difícil soportarla desgracia, pero más pesada es todavía la

dicha.Un sabio consiguió, sin embargo,de mediodía a medianoche,y hasta el brillo de la madrugada,mantenerse lúcido en el banquete.

¡Que en la senda cálida y bajo los abetos,o en el oscuro bosque con encinas, revestidode acero, o entre nubes,se aparezca Dios, Sinclair amigo!Tú le conoces, porque conociste, de joven,

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el poder del bien, y no te ocultó nuncael Señor su sonrisade día, cuando lo vivienteparece febril y encadenado, o de noche,cuando todo se entremezcla sin orden, y retornaal caos originario.

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GERMANIA

No a ellos, los Bienaventurados que en otrotiempo aparecieron,

figuras divinas en la antigua tierra,a ellos no debo invocarlos, pero ahora,oh fuentes de mi patria, mi corazóneleva con vosotras su amorosa queja.¿Cuál es el deseo de este duelo sagrado?Toda esta tierra espera, y como en los días

cálidosal ponerse el sol, nos cubre hoy con su sombraun cielo cargado de presagios.Lleno está de promesas, y aun así resulta

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amenazante,pero quiero quedarme junto a él.Mi alma no debe huir hacia el pasado,hacia vosotros, seres de otro tiempo que me

sois tan queridos.Tememos ver vuestro rostro, tan bello como fue,y resulta mortal y no está permitidodespertar a los muertos.

¡Oh dioses huidos! Y también vosotros, los delpresente,

que fuisteis en otro tiempo más reales, ¡ya pasóvuestro tiempo!

No quiero negar nada ni suplicar nada.Pues cuando ha llegado el fin y se ha extinguido

el día,

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el sacerdote es el primer herido, pero el temploy la imagen y el rito le siguen con amorhacia la tierra oscura, donde nada reluce.Como fúnebres piras, se alza un humo dorado,una leyenda, y baña con su luz nuestras cabezas

—a nosotros, perplejos—,y nadie logra saber qué le sucede. Se percibenlas sombras de aquellos que existieron,de los dioses antiguos, que vuelven a visitar la

Tierra.Los que llegan nos fuerzan,y el sagrado cortejo de los dioses-hombresno retrasará su llegada por el cielo azul.

Ya verdea el campo, cultivado por ellos,y es como el preludio de un tiempo más severo.

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Está preparada la ofrenda al sacrificio, valles ytorrentes

se abren a lo lejos a las cimas proféticas,el hombre puede ya mirar hacia el Orienteporque muchos cambios le llegarán de allí.Pero del Éter bajala imagen verdadera, y los dictadosdivinos llueven, innumerables, de él, y trona el

interior del bosque.Y el águila, que ha llegado del Indo,sobrevuela la cumbre nevada del Parnaso,los altares alzados en los montes de Italia,y va en busca de una presa felizpara ofrecer al Padre. Más hábil en el vuelode cómo lo era antes, la madura rapazlanza gritos de júbilo mientras sobrevuela

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finalmente los Alpes, y contempla los variadospaíses.

A la sacerdotisa, la hija más callada de Dios,a ella, que con gusto y honda sencillez se sume

en el silencio,a ella, que con sus grandes ojos miracomo si lo ignorara todo, es a quien busca.Una tormenta resuena sobre su cabezay la amenaza de muerte.Anhelaba la niña un destino mejor,y un inmenso asombro se extendió por el cielo:alguien grande en la fe, como ella misma,consagrada, tiene en sí el poder las Alturas.Por eso enviaron hasta ella un mensajero, que al

reconocerla

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de inmediato, con una sonrisa, pensó para sí: Ati, la inquebrantable,

hay que probarte con palabras distintas. Y convoz muy alta

dijo entonces el joven, mirando haciaGermania:

«Tú eres la elegida,tú que amas a todos y a quien sufrirpor una suerte adversa ha hecho tan fuerte,

desde el tiempo en que, oculta en el bosque,escondida entre flores

de amapolas, ebria de un dulce sueño, meignorabas,

mucho antes de que mínimas criaturaspercibieran

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tu orgullo de virgen, y asombradas, sepreguntaran

¿quién es, de dónde viene?,cosas que ni tú sabías. Yo sí te conocía,y secretamente, porque tú soñabas, te dejé,cuando alumbraba el sol del mediodía, un signo

de amistad:la flor de la boca. Y entonces empezaste a

hablar a solas.Pero esa plenitud de doradas palabras, la

esparciste también¡oh feliz! por los ríos, que inagotables brotanpor todos los contornos. Y casi como aquellaque es la Madre sagrada de todo lo que existe,y a quien los hombres dan el nombre de Oculta,tu pecho está lleno de amores y de penas,

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lleno de presagiosy colmado de paz.

Oh, bebe los vientos que lleva la mañanahasta quedar abiertay nombra todo lo que está ante tus ojos.No deben seguir siendo un misteriolas cosas de las que no se ha hablado,cuando hace tanto tiempo que su velo ha caído.Es cierto que el pudor conviene a los mortales,y así hablan, casi siempre,prudentes, de los dioses.Pero donde el oro rebosa de las fuentes,y se agrava la cólera el Cielo,debe surgir,entre el día y la noche, de una vez, lo

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Verdadero.Le evocarás tres veces,y a pesar de todo, quedará sin decir, como está

ahora,y así, oh inocente, quedará.

Oh, nombra, hija de la sagrada Tierra,una vez a la Madre. Braman las aguas al pasar

por las rocas,y brama el temporal sobre los bosques. Cuando

digas su nombrevolverán a tronar los dioses de los tiempos

pasados.¡Pero qué distinto es todo! Venido desde lejos,

el futuroreluce y pronuncia palabras de júbilo.

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Pero en mitad del tiempovive tranquilo, junto con la Tierravirgen y sagrada, el Éter.Y les gusta, a ellos a quienes nada falta,en recuerdo de los tiempos pasados,ser huéspedes tuyos, Germania,en esos días de fiesta que lo tienen todo,y tú eres en ellos la sacerdotisaque da su consejo pacíficoa reyes y a pueblos.»

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EL ÚNICO

¿Qué es lo que me ataa estas antiguas y sagradas costas,y me mueve a amarlasmás que a mi propia patria?Como vendidoen celeste esclavitud,allí estoy yo, en un lugar en el que Apoloanduvo con figura de rey,y donde Zeus descendióhacia jóvenes llenos de inocencia, y por medios

divinosengendró hijos e hijas,

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El Alto entre los hombres.

Elevados pensamientosy numerosossurgieron de la cabeza del Padre,y grandes almas llegaronde él hacia los hombres.Y he oído hablarde la Elide y de Olimpiahe subido a lo alto del Parnasoy a los montes del Istmo,y, al otro lado, en Smirna, y descendiendo,he visitado Éfeso.

He visto muchas cosas bellasy he cantado la imagen de Diosque vive entre los hombres.

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Y sin embargo, oh dioses antiguos,y vosotros todos,hijos valientes de los dioses,hay Uno al que yo busco, que esel que más amo de vosotros.Es el vástago último de vuestra raza,la joya de la casa, que a mí,como a un huésped extraño, me ocultáis.

¡Maestro y Señor mío!¡Oh tú, mi Guía!¿Por qué has permanecidotan lejos? Y cuandopreguntaba a los ancianos,los héroesy los dioses, ¿por qué

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estabas ausente? Y ahora mi almaestá llena de penas,porque —como si vosotros, oh Seres

Celestiales, estuvierais celosos—cuando venero a uno, me hacéis padecer la falta

de otro.

Sin embargo sé que es míala culpa, porque demasiado¡oh Cristo! dependo de ti,aunque tú eres hermano de Heraclesy —con audacia lo digo— hermanotambién de Dionisos, que al carrounció tigres, y hasta el Indoinstauró un culto jubiloso,estableció viñedos

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y amansó la furia de los pueblos.

Pero el pudor me impide comparartecon los hombres del mundo.Aunque sé muy bienque aquel que te engendró, tu Padre,es el mismo - - - - -Pues nunca reina solo.

Pero hacia Uno sólose orienta el amor. Esta vezha brotado del corazón,en exceso, mi cántico.Pero remediaré mi faltacuando entone otros cantos.Nunca he encontrado, aunque lo he pretendido,mi medida. Pero un dios sabe

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cuándo llegará lo que siempre he deseado:lo mejor. Así estuvo el Maestro,que fue sobre la Tierra

un águila cautiva,y muchosde aquellos que le vieron, se asustaron,mientras el Padre, en un supremo esfuerzo,ejerció lo mejor de su poder entre los hombres,y el Hijo, muy consternado tambiénestuvo hasta la horaen que subió, con el viento, hasta los Cielos.Como la suya, cautiva está el alma de los

héroes.Es necesario que también los poetas,aunque espirituales, sean del mundo.

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PATMOS

Al conde soberano deHomburg

Está cercay es difícil captar al dios.Pero donde hay peligrocrece también lo que nos salva.En las tinieblasanidan las águilas, y sin temor caminanlos hijos de los Alpes, y sobre puentesligeros cruzan el abismo.Por eso, porque en torno se amontonanlas cumbres del tiempo, y los amantes

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viven cerca pero languidecenen la soledad de cimas separadas,danos agua inocente,oh, danos alas, y un sentido fielpara ir más allá, y volver luego.

Así hablaba yo cuando de pronto,más deprisa de lo que pude imaginary más lejos, un geniome arrebató, sacándome de casa.En el crepúsculo se iban ocultando,mientras me alejaba,los bosques sombríosy los anhelados arroyosde mi patria. Luego llegaron tierras ignoradas.Pero muy pronto, en un fresco fulgor,

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floreció misteriosa,en un humo dorado,creciendo de repentebajo el fulgor del sol,irradiando perfume en sus mil cimas,

Asia, y deslumbradobusqué algo conocido, porque me resultabanextrañas las amplias avenidaspor las que desciendedel Tmolo el río Páctolo, adornado de oro,y se alzan el Taurus y el Messogis,y están llenos de flores los jardines,como un fuego callado. Pero a la luzflorece, en las alturas, la nieve plateada.Testigo de la vida inmortal,

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sobre paredes apenas accesiblesuna yedra antiquísima crece,y soportados por columnas vivas, por cedros y

laureles,se alzan jubilososlos palacios construidos por los dioses.

Pero en torno de las puertas de Asiase despliegan las calles soleadasque por unos y otros ladosse adentran por el llano marino.Pero el marino conoce bien las islas.Y cuando oí de prontoque una de las islas más cercanasera Patmos,aumentó mi deseo

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de bajar y adentrarmeen la gruta oscura.Pues distinta de Chipre,de abundantes fuentes,y de las otras islases Patmos, que no vive con lujo,

aunque es acogedoraen sus viviendas pobres,y si acaso llegaraun extraño salvado de un naufragioo llorando a su patriao a un amigo perdido,lo escuchará con gusto,y sus hijospercibirán las voces de los cálidos bosques;

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y en aquellos lugares en los que cae la arenay se agrieta la corteza del campo,los rumores escuchan y amorososrepiten las quejas de los hombres.La isla en otro tiempocuidó al amado de Dios,al vidente, que en sus gozosos años juveniles

acompañó al Hijo del Altísimo,sin separarse de él,porque al Señor del trueno le gustabael candor del discípulo, un hombre que mirabacon atención el rostro de su Dios.Entonces, al celebrar el misterio de la vid,

juntosestuvieron sentados a la hora de la Cena,

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y presintiéndola ya en su alma grandeanunció el Señor su muerte con ánimo sereno,y su último amor, pues nunca tenía palabras

suficientespara hablarles del bien, ya que veíala cólera del mundo.Porque todo es bueno. Poco después murió.Mucho habría que decir de todo aquello. Y

luego vieronsus amigos, gozosos, cómo Él los miraba,

triunfante al fin.

Y sin embargo, al caer la tarde,se sintieron tristes, perplejos, pues llevabanaquellos hombres el inmenso sucesodentro de sus almas. Pero amaban

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la vida bajo el sol, y no queríanabandonar su patriani el rostro de su Dios. Lo llevaban tan dentrocomo el fuego en el hierro, y a su lado ibala sombra del Amado.Por eso Élles envió el Espíritu, y la casatembló visiblemente, y las tormentasde Dios rugieron,tronando desde lejossobre aquellas cabezas pensativas,sobre aquella reunión de héroes de la muerte,

en la que Él, después de separarse de ellos,se les apareció otra vez.Y entonces el día soleado se apagó.

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El regio sol quebrópor sí mismo el cetro que lanzaba rayos

afilados,con dolor divino, sabiendoque habría de volvera su debido tiempo. No habría sido buenointerrumpir más tarde y bruscamente,la obra del hombre, y era alegre vivirdesde entoncesen la noche amorosa, y guardaren la mirada limpia, inalterados,abismos de sabiduría. Y verdeanal fondo de los montes imágenes vivientes.

Pero es terrible cómo Dios dispersa,aquí y allá, infinitamente, la vida.

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También lo es dejar atrás el rostrode amigos muy queridos,cruzar solo las montañas lejanas,y estar allí donde el Espíritupor dos veces fue reconocidoy habló con una sola voz. Ninguna profecía les

había avisado,sino que de pronto, una súbita presenciahizo presa en sus rizos, y cuando Dios se iba,

veloz,de pronto se giró, les miró,y ellos, para retenerle, conjurando el malse tendieron sus manos extendidas,y se juraron que quedarían atadas para siempre,como en cuerdas de oro.

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Pero si luego muereel Ser en quien estabala belleza suprema,la figura que era una maravilla, realzadapor el Cielo, y sucede el misterio,los unos no pueden entender a los otros,aunque vivieran juntos unos mismos recuerdos,y no sea sólo las arenas, los sauces o los

temploslo que el tiempo arrebate; y si el honordel semidiós y de los suyosse esfuma, y desvía el Altísimo su rostro, y la

miradabusca en vano a un Inmortal en el cieloy en la verde tierra, esto, ¿qué es?

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Es el gesto del sembrador, cuando recogecon la pala el trigoy lo lanza hacia la luz y lo aventa en la era.A sus pies cae la cáscaray al final llega el grano.Y no es grave que una parte se pierda,que de la palabra el eco se extinga,pues la obra divina se asemeja a la nuestra:el Altísimo no quiere tener todo a la vez.Igual que en las minas hay hierroy lava encendida en el Etna,tengo yo riquezapara erigir una imagen fiely contemplar en ella a Cristo como fue.

Pero si alguien, tratando de esforzarse,

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estando de camino, con un tono tristeme hablase, y viéndome indefenso, me atacase,y pretendiese imitar, siendo siervo, la imagen de

Dios…Una vez vi que estaban airados los Señores del

Cielo,no para humillarme, sino para que aprendiera.Porque son bondadosos, y si hay algo que odian

sobre todas las cosas,cuando tienen poder, es lo falso,que hace perder a los hombres lo humano.Porque ellos no mandan; sólo quierenque mande el destino inmortal, que su obra se

hagaella sola, y ella misma camine veloz a su fin.Por eso, cuando suba el cortejo triunfal hacia el

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cielo,los fuertes diránque es lo mismo que un sol ese Hijo feliz del

Altísimo,

un signo; y aquí está la batutaque dirige el canto, señalando hacia abajo,porque nada es innoble. Despertará los muertos,que ya no estarán presos de la materia bruta.

Pero están esperandomuchos tímidos ojosa contemplar la luz. No quierenflorecer bajo los fuertes rayos,pues una brida de oro contiene su coraje.Y sin embargo, cuandocon las cejas fruncidas,

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olvidada el mundo,una fuerza silenciosa y clara llegue de la

Sagrada Escritura,podrán, alegres por la Gracia,ejercitar su mirada serena.

Y si los Celestialesahora, como creo, me aman,cuánto más a ti,pues sé una cosa:que la voluntaddel Padre eterno, muchovale para ti. Callado está su signoen el tronante Cielo. Y bajo él hay Uno,en pie, su vida entera. Pues Cristo vive aún.Y los héroes, sus hijos,

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han llegado todos, y las Escriturasdan testimonio de él; y las hazañasdel mundo, en carrera inacabable,atestiguan la Luz.Y Él está presente. Pues sus propias obras las

conoce de siempre.

Hace ya mucho, mucho tiempoque la gloria celestial es invisible.Casi tiene que guiar nuestras manosy es la fuerza, vergonzosamente,la que arrebata el corazón.Pues son ofrendas lo que los Seres Celestiales

quieren,y el que uno se olvidara de ellosólo ha traído males.

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Hemos servido a la Madre Tierra,y en otro tiempo a la luz del Sol,por ignorancia. Pero lo que el Padre,que manda sobre todo,quiere, es que la letra, en su firmeza,sea respetada, y también el sentidode lo que perdura. Y eso es lo que persigue la

poesía alemana.

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RECUERDO

Sopla el nordeste,el más querido de los vientospara mí, porque promete un espíritu ardientey buena travesía a los marinos.Ve, pues, ahora, y saludaal hermoso Garonay a los jardines de Burdeos,allí, donde en la abrupta orillabaja el sendero y en la corrienteprofunda cae el arroyo, y en lo altouna noble pareja de encina y chopo blancotodo lo contempla.

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Aún lo recuerdo bien, y cómoinclinan sus frondosas copaslos olmos en el bosque, hacia el molino,y en la casa de labor crece una higuera.En los días de fiesta van hacia allílas mujeres morenas,sobre el suelo sedoso.Y cuando llega marzo,y son iguales los días y las noches,sobre lentos senderossumidos en dorados ensueñossoplan tenues brisas.

Pero que alguien me acerquellena de luz oscurala olorosa copa.

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Que pueda descansar, pues dulcesería dormir bajo las sombras.No es buenotener el alma vacíade fugaces pensamientos. Sin embargo es buenoconversar, decirqué siente el corazón, y hablarde días de amor,de hechos que ocurrieron.

Pero, ¿dónde están los amigos? Belarminoy su compañero, ¿dónde están? Algunosno se atreven a acercarse a la fuente,y sin embargo, la riquezaempieza en el mar. Ellos,como pintores, juntan

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lo bello de la tierra, y no desdeñanel combate alado,ni vivir solos, a lo largo de años, bajoel mástil sin hojas, donde no brillan en la nochelos días de fiesta en la ciudad,ni músicas de cuerda, ni las danzas propias del

lugar.

Pero ahora los hombreshan partido a la India.Allí, en la cumbre con viento,junto a los viñedos, dondeinicia el Dordoña su descenso,y se une al grandiosoGarona, amplio como un mar,que entrega su corriente. Pero el mar

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quita y da memoria,y también el amor fija las atentas miradas.Pero lo que permanece, lo fundan los poetas.

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EL ISTER

¡Ven ahora, fuego!Ávidos estamosde contemplar el día.Y si hemos soportadola prueba de rodillas,podremos percibir el griterío del bosque.Llegados desde el Indo y el Alfeo,cantamos;largo tiempohemos estado acechando el destino:sin alas no se puedeacceder al futuro,

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sin alas no se puede llegar a la otra orilla.Pero queremos cavar en este sitio.Pues los ríos hacen cultivablela tierra. Si aquí las hierbas creceny pasarán por ellaal abrevar las fieras,también pasará el hombre.

A éste le llaman Ister.Vive hermosamente. Se agitan y ardensus columnas de hojas. Libresse alzan unas junto a otras; encima,con otra envergadura, avanzael tejado de rocas. No me asombraque haya invitadocomo huésped a Hércules,

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que, brillando a lo lejos, bajó desde el Olimpoen busca de la sombra,pasando por el Istmo caluroso.Allí nunca les faltó el coraje,pero también los espíritus quierenfrescor. Él prefirióbajar a la riberaamarilla donde manan las fuentes,que más arriba se hace negra y olorosapor los bosques de pinos, en cuya entrañael cazador pasea, feliz,al mediodía, y oye cómo crecenlos árboles, cargados de resina, de este valle

del Ister.

El caudal parece

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que avanzara hacia atrás,y me hace pensar que debellegar desde el Oriente.Cuántas cosassugiere ese origen. ¿Y por qué baja,a plomo, de las cumbres? El otro,el Rin, se alejadesde uno de los lados. Por algo van los ríoshacia las tierras áridas. Pero ¿cómo lo hacen?

Un signo,sólo un signo requieren, simple y claro,para llevar a un tiempo luna y sol en su alma,y avanzar, noche y día, con la cálida uniónen que viven los seres del Cielo—por eso dan ellosfelicidad al Altísimo—,

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¿Y Él cómo desciende? Verdescomo la Tierra son los hijos del Cielo. Y tan

plácidoel cielo, que aunque se contiene, parece sonreír.

Y cuando en su niñez despunta el díay comienza a crecer,ya hay otro desplegado en lo alto,y entonces, como un potro,muerde el frenoy los vientos recogen sus impulsos,aunque él sigue, satisfecho, avanzando.También la roca necesita el picoy la tierra el arado;sin ellos serían inhóspitas y no darían descanso.Pero lo que hace este río

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nadie lo sabe.

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MNEMOSINE

Maduros están, sumidos en el fuego, ardientes,los frutos que fueron en la tierra probados, y es

leyque todo en él se adentre, como las serpientes,proféticamente, soñandoen las cimas del cielo.Y hay que retenermucho, igual que se sostieneen la espalda la carga de leña.Pero son tortuosos los caminos. Y forzadoscomo rocines avanzan, cautivos,los elementos y las viejas leyes

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de la Tierra. Pero un anhelo siempretiende a la libertad. Y es mucholo que hay que retener. La lealtades necesaria. Pero no queremos mirarni delante ni atrás. Queremos dejar que nos

acunen,como una barca que oscila sobre el mar.

Pero, ¿y lo que amamos? Vemossobre el suelo un rayo de sol y polvo secoy sombríos los bosques de la patria. En los

tejadosflorece, mansamente, el humo, y subehacia las viejas coronas de las torres. Heridaestá el alma por un rayo celeste, y sin embargo,son buenas las señales del día:

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pues la nieve, como lirios del valle,noblemente, brillaen las verdes praderasde los Alpes, allí,por una carretera de lo alto,un caminante habla,acaloradamente, con otro,de una cruz que antañoal borde del caminopusieron para honrar a los muertos. ¿Qué es lo

que significa?

Bajo la higuera se me ha muertoAquiles, y Ayaxyace al lado de las grutas marinas,junto a los arroyos

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cercanos de Scamandros.En el rumor del sueñoel gran Ayax murió,según la firme y constante tradición de

Salamina,en tierra extraña.Patroclo estaba revestido con la coraza real.

Murieronotros muchos. En Citerea estáEleutera, ciudad de Mnemosine. Diosquitó el manto a la musa, y alguien luego, de

noche,desató sus rizos. Pues los Seres Celestesse enfurecen cuando alguno no puederetener su alma, como debe; si así sucedeno merece duelo.

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Notas

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[1] El original alemán de los poemas,tanto de los Cantos nocturnos como delos Cantos patrios, se ha transcrito delas Poesías completas e Hyperion(Sämtliche Gedichte und Hyperion[SG]), editadas por Jochen Schmidt(Insel, Frankfurt am Main, 1999). Seañade la referencia a esta edición acontinuación de cada poema, indicandola página. <<