blázquez, j.m. romanización o asimilación

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  • 7/29/2019 Blzquez, J.M. Romanizacin o asimilacin

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    Romanizacin o asimilacin?

    Jos Mara Blzquez Martnez

    Antigua: Historia y Arqueologa de las civilizaciones [Web]

    P gina mantenida por el Taller Digital

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    [Otras ediciones: Symbolae Ludovico Mitxelena Septuagenario oblatae, Vitoria 1985, 565-586(tambin en J.M. Blzquez,Nuevos estudios sobre la romanizacin, Madrid 1989, 99-145)].Versin digital por cortesa del autor, como parte de su Obra Completa, corregida de nuevo bajosu supervisin y con la paginacin original. Texto, Jos Mara Blzquez Martnez De la versin digital, Gabinete de Antigedades de la Real Academia de la Historia

    Romanizacin o asimilacin?

    Jos Mara Blzquez MartnezReal Academia de la Historia. Madrid.

    [-565]

    A PROPSITO DE LA ASIMILACIN DE LA CULTURA ROMANA POR LOS PUEBLOS DEL

    NORTE DE HISPANIACon el presente trabajo querernos rendir justo homenaje al Profesor Koldo Miche-

    lena, con el que me uni siempre, desde los lejanos tiempos, en que ambos fuimos pro-fesores de la Universidad de Salamanca, una estrecha amistad y del que hemos apren-dido tanto todos los que en Espaa nos dedicamos a la Historia Antigua.

    Frecuentemente hemos empleado los investigadores el trmino romanizacin al re-ferirnos a la asimilacin por parte de la poblacin indgena de la cultura romana. Basterecordar unos cuantos ttulos empezando por los nuestros:

    J. M. Blzquez, "Estado de la romanizacin de Espaa bajo Csar y Augusto", Emerita,1962, pp. 71 ss.

    , "Causas de la romanizacin de Hispania",Hispania 24, 1964, pp. 6 ss.,La Romanizacin I, II, Madrid 1974-1975.M. Benabou,La rsistance africaine la romanisation,Pars 1976.R. tienne, "Les dimensions sociales de la romanisation de la Pninsule Ibrique, des ori-

    gines la fin de l'Empire",Assimilation et rsistance la culture grco-romaine dansle monde ancien,Bucarest-Pars 1976, pp. 95 ss.

    E. Matilla, "Consideraciones sobre la romanizacin de frica",Homenaje al Prof. Garcay Bellido IV, 1979, pp. 87 ss.

    , "Sobre la romanizacin de Len",Estudios humansticos 3, pp. 95 ss. C. Snchez Al-bornoz, "Panorama general de la romanizacin de Espaa", Miscelnea de EstudiosHistricos,Len 1970, pp. 147 ss.

    . "Proceso de la romanizacin desde los Escipiones hasta Augusto", pp. 17 ss.

    J. M. Roldn, "El ejrcito romano y la romanizacin de la Pennsula Ibrica",HA 6, 1976,pp. 125 ss.M. Pastor, "Los Astures augustanos y su romanizacin", HA 6, pp. 267 ss. L. A. Garca

    Moreno, "La romanizacin del Valle del Duero y del Noroeste peninsular, siglos I-VIId.C.",HA 5, 1975, pp. 327 ss.

    F. Diego Santos,Romanizacin de Asturias a travs de la Epigrafa,Oviedo 1963.Varios autores,Indigenismo y romanizacin en el conventus Asturum,Madrid 1983.C. Fernndez Ochoa, "Aspectos del proceso romanizador de Asturias: La cermica ro-

    mana",II Seminario de Arqueologa del Noroeste,Madrid 1983, pp. 217 ss.A. Tranoy, "Romanisation et monde indigne dans la Galice antique: problmes et pers-

    pectives", Primera Reunin Gallega de Estudios Clsicos, Santiago de Compostela1981, pp. 105 ss.

    C. Belda,El proceso de romanizacin de la provincia de Murcia,Murcia 1975.

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    Los ttulos se podran multiplicar, tanto en lo referente a Hispania, como a otras re-giones del Imperio Romano. [-565566-]

    Hace ya bastantes aos que tres investigadores extranjeros fueron contrarios a utili-zar el trmino romanizacin, que arranca de las concepciones europeas sobre la coloni-

    zacin europea del siglo XIX.A. M. Rostovtzeff escribe en su famosa Historia econmica y social del ImperioRomano,Madrid 1937, p. 451: "Adems la romanizacin a fondo de las ciudades y delos campos no entraba en los intereses del gobierno romano, ya que haba privado alEstado de excelentes reclutas, tanto para las legiones como para las tropas auxiliares...Tampoco la poblacin de las ciudades lleg a estar acabadamente romanizada y muchomenos la de sus territorios. Por ltimo, muchas de las tribus no fueron nunca urbaniza-das, siendo lo que siempre haban sido y viviendo a la antigua usanza... Impresiones queconducen a considerar que el mundo rural vegetaba prisionero de costumbres seculares,impermeable a toda transformacin... Roma manifestaba su dominio, utilizando almximo la sensibilidad y las tradiciones indgenas...". Se refiere el gran investigador a

    Dalmacia, pero reflejan perfectamente sus palabras la poltica seguida por Roma en am-plias zonas del Imperio, como vamos a ver en este trabajo.

    Pflaum 1 por su parte escribe: "la romanisation en tant que elle procde d'uneidologie du XIXe. sicle, dont nous devons ne solement nous librer... lis appartient al're coloniale et meurt avec elle". Y parecido es el pensamiento de Broughton 2.

    Al estudiar la accin de Roma en las diferentes provincias hay que aplicar otrosconceptos como el de aculturacin y el de asimilacin.

    Plinio, que fue procurador de la provincia Tarraconense en poca flavia, recoge ensuNaturalis Historia (III 7), unos datos sobre elstatusjurdico de las poblaciones de laHispania Romana, despus de haber transcurrido casi trescientos aos del desembarcode los Escipiones en Ampurias el ao 218 a.C. a los comienzos de la Segunda GuerraPnica.

    En la Btica, que al decir del gegrafo Estrabn, contemporneo de Augusto, habaasimilado totalmente la cultura romana y elstatusjurdico romano, pues, escribe (III 2,15): "Los turdetanos, sobre todo los que viven en las riberas del Betis, han adquiridocompletamente la manera de vivir de los romanos, hasta olvidar su idioma propio.Adems, la mayora se han hecho latinos, han tomado colonos romanos y falta poco

    para que todos se hagan romanos", de 175 oppida,9 eran colonias; 10 municipios de

    1Africa Romaine, Scripta Varia I,Pars, pp. 375 ss. La bibliografa sobre los pueblos del Norte es abun-dante, puede verse recogida en A. Tranoy,La Galice romaine. Recherches sur le Nord-ouest de la P-

    ninsule Ibrique dans l'Antiquit,Pars 1981; VV.AA., Indigenismo y romanizacin en el conventusasturum;Idem, "Cntabros y astures",Lancia 1, 1983; G. Pereira et alii, Estudos de cultura castrea ede Historia Antigua de Galicia,Compostela 1983; J. M. Blzquez, "Los astures y Roma", Indigenismoy romanizacin en el conventus asturum,pp. 141 ss. En la nota 1 se recoge toda la numerosa bibliogra-fa; Idem, "Astures y cntabros bajo la administracin romana", Studia Historica 1, 1983, pp. 43 ss. Enla nota 1 toda la bibliografa menuda. M. Maanes,El Bierzo prerromano y romano,Len 1981.

    2The Romanization of Africa Proconsularis,Baltimore 1929,passim.H. G. Pflaum (op. cit.,p. 335) sea-la, refirindose al propio territorio de Cartago, que la colonizacin romana en su verdadero aspecto erala explotacin, y que se dej a las ciudades y tribus indgenas su modo de vida y sobre todo sus institucio-nes casi municipales, en el caso de Cartago, las diferentes interpretaciones propuestas sobre "la romaniza-cin" de frica en M. Benabou, "Quelques paradoxes sur l'Afrique romaine, son histoire et ses historiens",Actes du deuxime Congres International d'tudes des Cultures de la Mditerrane Occidentale,Arge-lia 1978, II, pp. 139 ss. El ms radical es A. Pemn, "Matriaux et rflexions pour servir une tude du

    dveloppement et du sous-dveloppement dans les provinces de l'Empire Romain", ANRWII 3, 1975,pp. 3 ss., quien defiende el subdesarrollo voluntario impuesto por Roma, lo que creemos excesivo

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    derecho romano; 27 de fuero latino antiguo; 6 libres, 3 federados y 120 estipendiarios.Seis ciudades se regan por sus propias leyes, por una concesin unilateral de Roma.Eran absolutamente independientes en su administracin y tenan derecho a percibirimpuestos y a acuar moneda. [-566567-]

    Las 3 ciudades federadas gozaban de un status similar al de los socios itlicos, sinposibilidad de adquirir la ciudadana por residencia, garantizado confoedus.Tenan ade-ms inmunidad en lo referente a la contribucin territorial, y se encontraban gobernadas

    por un gobernador. Disfrutaban del suelo a ttulo depossesio.Es decir, en poca flavia lamayora de las ciudades de la Btica no haban alcanzado elstatusjurdico romano 3.

    En otras provincias hispanas, la situacin era mucho peor. En la provincia Tarraco-nense, segn testimonio de Plinio (III 18), de 293 civitates, existan 12 colonias, 13oppida de derecho romano; 18 del viejo delLatium;1, federada, y 135 estipendiaras.

    En Lusitania haba 45 populi,de los que 5 eran colonias, 1 municipio de derechoromano; 3 con el antiguo del Latium y 37 estipendiarios (Plin. IV 117). Elstatus jur-dico romano, pues, haba avanzado muy poco.

    Roma explotaba 4, pero no tena inters en extender la cultura romana y sustatusju-rdico a las ciudades conquistadas, aunque fue muy generosa en conceder la ciudadana.

    La poltica de Roma desde el primer momento de la conquista respet las estructu-ras econmicas y sociales, polticas y la religin de los pueblos sometidos. Baste recor-dar unos cuantos datos. El historiador Polibio (XXI 12.3) defiende a los romanos de laacusacin de haber eliminado a los reyes extranjeros, alegando que no slo los mante-nan en sus puestos de gobierno, sino que les acrecentaba el poder. Cita como ejemplo aMassinisa de frica, a Indbil y a Culcas en Hispania. El caso de Indbil, que despusfue aliado de Escipin, con el cual se vincul con la devotio ibrica 5, es tanto mssignificativo, por haber sido un gran aliado de los cartagineses (Liv. XXV 34). Culcas,segn Livio (XXVIII 13.3), gobernaba 28 ciudades en el ao 206 a.C. Por causas des-conocidas en el ao 197 slo dominaba 17 (Liv. XXXIII 21.6). Otro rey, ahora levan-tado contra Roma, segn este testimonio de Livio, era Luxinio, que gobernaba a Carmoy Bardo, dos importantes ciudades de la Provincia Ulterior. Todava en plena guerracivil entre Csar y Pompeyo se menciona un rey de nombre Indo, que combati y murien la batalla de Munda (BH10, 3).

    Cuando Roma firma tratados con los indgenas no se estipul ninguna clusula re-ferente a cambios en la estructura econmica, social y poltica. As en el tratado entreRoma y los celtberos, que termin la primera guerra celtibrica, gestionado por TiberioSempronio Graco (App.Iber.44), se estipulaba la prohibicin de nuevas fortificaciones,el pago de tributos y la entrega de tropas, obligacin que despus de la partida de T.

    Sempronio Graco de Hispania, se les haba condonado a los celtberos. Idnticas debie-ron ser las condiciones impuestas por Tiberio Graco a Numancia, a las que alude Orosio(V, 8, 3), que segn este historiador estn en la base de la reforma de los Gracos del 133

    3 A. D'Ors,Epigrafa jurdica de la Espaa romana,Madrid 1953, pp. 140 ss.4 J. M. Blzquez, Historia social y econmica. La Espaa Romana (siglos III-V),Madrid 1975,passim;

    Idem, Economa de la Hispania romana,Bilbao 1978,passim; Idem,Historia econmica de la Hispa-nia romana, Madrid 1978, passim; Idem, Historia de Espaa. Espaa romana, Edic. Espasa-Calpe,Madrid 1982,passim;A. Balil,Indgenas y colonizadores. Historia econmica y social de Espaa I. LaAntigedad,Madrid 1973, pp. 113 ss.; J. Mangas,Hispania Romana 1. Introduccin, Primeras culturase Hispania romana,Madrid 1980, pp. 199 ss.; J. J. Sayas,El Bajo Imperio. Romanismo y germanismo.El despertar de los pueblos hispnicos,Madrid 1981, pp. 23 ss.

    5

    J. M. Blzquez, Imagen y mito. Estudios sobre religiones mediterrneas e ibricas,Madrid 1977, p.400.

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    a.C. Este tratado es al que quieren volver en el ao 132 a.C. los arvacos, los titos y losbelos (App. Iber.48; Pol. XXXV 2). Las condiciones impuestas por los gobernadoresromanos a los celtberos durante la guerra celtbera eran moderadas, pero no hay huellaninguna de querer Roma introducir cambio alguno en su constitucin poltica, ni en la

    estructura econmica y social. Se peda para firmar una alianza formal el entregar lasarmas (Flor. I 34, 3) a los numantinos, que haban acogido dentro de su ciudad a susaliados y consanguneos [-567568-], y a los de Segeda. Los numantinos no aceptaronesta ltima clusula. Se ha pensado que los celtberos tenan alguna vinculacin de ca-rcter religioso con sus armas, por lo que algunas veces aceptaban las clusulas de lostratados impuestos por Roma, pero no la entrega de las armas. As en el ao 140-139a.C., los numantinos se volvieron atrs de lo pactado con Pompeyo (Diod. XXXIII 16),cuando tenan que entregar las armas: "Pero cuando se lleg a la entrega de las armas,una noble lamentacin estall y el amor de la libertad se apoder de la multitud, unni-memente se lamentaban de que fueran despojados como mujeres de las armas". La pazno se firma entre Numancia y Escipin (App.Iber.95), porque el general romano exiga

    la entrega de las armas. Es importante recordar las dos frases que sobre el amor de losindgenas escriben los autores latinos. Justino (44, 2.6) afirm:plurimis militares equi etarma cariota,y Livio (34, 17):ferox genus, nullam vitam pati esse sine armis.

    En el ao 152 a.C. el cnsul M. Claudio Marcelo impuso a la ciudad de Ocilis,condiciones muy benignas, en el tratado de paz, que consistan en rehenes y en 30 ta-lentos de plata. A los de Nertobriga, que le haban enviado una embajada para pregun-tarle qu deban hacer para obtener la paz, les pidi 100 jinetes (App.Iber.48). La pazque hizo Marcelo con los celtberos (Estr. III, 162) estipulaba la entrega a Roma de 600talentos, unos 15.700 kilogramos de plata. Quizs sta fue la paz que Marcelo firm conel jefe de Numancia, de nombre Litennon (App.Iber.50).

    En el ao 151 a.C. Lculo estaba dispuesto a conceder la paz a los habitantes deCauca, que ofrecieron la sumisin, a cambio de 100 talentos y de caballera (App.Iber.52). Con los habitantes de Intercatia firm la paz el mismo Lculo, con la clusula deentrega de 50 rehenes y 10.000 capas (App. Iber.54). Las clusulas del tratado de pazen 140-139 a.C. (App. Iber.79) entre Pompeyo y Numancia estipulaban la entrega derehenes, de prisioneros, de trnsfugas y de 30 talentos.

    Un punto fundamental de la poltica seguida por Roma con los indgenas era la dis-tribucin de tierras para arrancar de raz la desastrosa situacin econmica y social en quese encontraban grandes masas de lusitanos y de celtberos, que les obligaba al bandidaje(Diod. V 34.6) por concentracin de la riqueza agrcola y ganadera en pocas manos. Re-

    particiones de tierras hizo ya Tiberio Sempronio Graco, quien despus de tomar Comple-

    ga, estableci all a los pobres, dividiendo las tierras entre ellos (App. Iber.43). En elao 151-150 a.C. Galba atrajo a los lusitanos en nmero de 30.000 con la promesa derepartir tierras (App.Iber.59). En el ao 139 a.C. el sucesor de Viriato, de nombre Tn-talo, pact con Cepin, que reparti tierras entre los lusitanos (App.Iber.72) 6 seguido-res de Viriato. Tampoco ahora Roma intentaba cambiar a las poblaciones hispanas.

    Los tratados de Sertorio con los pueblos hispanos comprendan los mismos puntosya enumerados. Livio (Frag.91) puntualiza que: 1) recibi rehenes; 2) exigi una suma

    6 J. M. Blzquez, Romanizacin I, pp. 191 ss.; A. Garca y Bellido, Bandas y guerrillas y su lucha conRoma,Madrid 1945. Dadas las continuas luchas de las tribus hispanas entre s, la poltica de Roma seapoy en unas tribus contra sus enemigos. Las ms civilizadas y ricas buscaron el apoyo de Roma,

    vase J. M. Blzquez, "La alianza en la Pennsula Ibrica y su repercusin en la progresiva conquistaromana,Revue Internationale des Droits de l'Antiquit 14, 1967, pp. 14 ss.

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    mdica de dinero; 3) les quit las armas; 4) mand que les entregasen vivos a los trns-fugas iberos y a los fugitivos.

    Sin embargo, Sertorio (Plut.14), en el ao 77-76, fue el primer general romano quetom una serie de disposiciones encaminadas a extender la cultura romana, como hara

    despus Agrcola en Britannia (Tac.Agri.XXI), cuando "reuni en Huesca, ciudad po-pulosa, a los hijos de los ms notables, ponindoles maestros de todas las ciencias yprofesiones, griegos y romanos... aparentemente los instruan para que alcanzando laedad varonil participasen en el gobierno y en la magistratura... pagaba por ellos loshonorarios, los examinaba por s muchas veces, les distribua premios y les regalaba loscollares llamados bulas por los romanos". [-568569-]

    Por vez primera los hispanos conocieron directamente el funcionamiento del Se-nado (Caes.BC I108. Plut. Sert.22).

    Si por romanizacin hay que entender explotacin, los datos sobre la explotacinromana de Hispania son bien elocuentes. Es suficiente recordar que en el ao 171 a.C.,se introdujo en Roma el tribunal jurado por los excesos en las provincias (Liv. XLIII 2),

    siendo patronos de los iberos, Catn, Escipin y Paulo, los tres haban dejado buennombre en Hispania por su actuacin moderada al frente del gobierno.

    Tampoco se conocen datos en las fuentes literarias de que Augusto, terminadas lasGuerras Cntabras, intentase cambiar la estructura econmica y social de los pueblosdel norte de Hispania, pues la medida de asentar a los indgenas en la llanura (Flor. II33, 59) iba encaminada a pacificar a las poblaciones. Esta medida ya haba sido tomadaotras veces, siglos antes. As, en el ao 98 a.C., el cnsul T. Didio oblig a los habitan-tes de Termantia a trasladar su ciudad al llano y a tenerla sin murallas (App. Iber.99).Csar en el ao 61-60 a.C. (Din Casio 37, 52) a los habitantes del Monte Herminio losasent en el llano, para que no se lanzasen al bandidaje desde los picachos.

    El resultado de la conquista cntabra, fue en gran parte el servicio militar de los in-dgenas en el ejrcito romano (Estr. III 156), exactamente como en los siglos anterioresal firmarse los tratados de paz, adems de abrirse las explotaciones mineras.

    Estrabn (III 157) se refiere en poca de Augusto a tres ciudades, las tres coloniasromanas, que muestran un cambio en la constitucin poltica. Estas ciudades eran Pax

    Augusta, Augusta Emerita y Caesaraugusta 7. Esta ltima era una ciudad edificada so-bre una ciudad indgena llamada (Plin. III 24) Salduba, la ciudad mixta ms importantede Hispania es Ampurias habitada por griegos, por iberos y por colonos establecidos porCsar, despus de la victoria sobre los hijos de Pompeyo (Liv. XXXIV 9), mezclandocostumbres brbaras y griegas y unindose en un mismo gobierno (Estr. III 160).

    EXPLOTACIN MINERA

    Existe una gran diferencia entre el sistema de explotacin de las minas en poca re-publicana y en poca imperial. En la etapa republicana la explotacin minera de SierraMorena y de las proximidades de Cartagena origin una gigantesca colonizacin degente del sur de Italia, llegada despus de la cada de Numancia en 133 a.C., venida paraexplotar las minas. Esta explotacin ha sido magnficamente descrita por Diodoro (V,35-38) y de ella hay confirmacin arqueolgica en los lingotes estudiados por Cl. Do-mergue 8. Esta fabulosa explotacin minera origin la asimilacin de la cultura romana,

    7 M. Beltrn,Los orgenes de Zaragoza y la poca de Augusto. Estado actual de los conocimientos,Zara-goza 1983; M. Beltrn et alii, Caesaraugusta,Madrid 1980.

    8

    J. M. Blzquez,Economa de la Hispania romana, pp. 253 ss., 409 ss.; Idem,Historia econmica de laHispania romana,pp. 21 ss.; Idem,Historia de Espaa. Espaa Romana,pp. 299 ss., 365 ss.; Idem,La

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    bien descrita por Estrabn en el prrafo citado referente a la Btica. Con Augusto cam-bi el sistema de trabajo en las minas. Las minas del NO. fueron explotadas directa-mente por el emperador a travs de sus agentes administrativos, de grandes masas deesclavos y del ejrcito, que mantena tranquilas a estas masas y que adems serva de

    ingenieros. En el NO. no se origin una colonizacin itlica como la descrita por Dio-doro. Las minas fueron explotadas segn sistemas helensticos introducidos por los ro-manos, que exigan una administracin fuerte y excelentemente organizada, que no po-dan tener los indgenas. Comenzaron a explotarse a gran escala a partir de los empera-dores Flavios, segn la documentada [-569570-] tesis de F. Snchez Palencia 9 y lo fue-ron hasta finales de la Dinasta de los Severos. Las minas hispanas no fueron trabajadasen el Bajo Imperio, como lo indica el hecho de que en laNotitia Dignitatum Occ.no semenciona ningn cargo administrativo de las minas en Hispania.

    F. Snchez Palencia y otros, como C. Fernndez Ochoa, indican que algunos cas-tros del norte fueron expresamente construidos en funcin de las explotaciones mineras,como los de El Pico de San Chuis y el Castro de Andia.

    Se documenta en el N. de Hispania un fenmeno de traslado de los ncleos de po-blacin indgena desde las montaas hasta la llanura, bien atestiguado, por ejemplo, enla Corona de Corporales (Len), pero que debi, en opinin de F. J. Snchez Palencia,ser vlido prcticamente para todas las zonas aurferas del NO. y un proceso inverso,que se fue produciendo progresivamente con posterioridad y a medida que las explota-ciones mineras iban avanzando por las cuencas fluviales, como lo demuestran en laValduerna los castros excavados por Domergue, El Caurel (Lugo) y en Asturias loscastros de la regin asturiana de Valledor y del ro Oro. De ello concluye F. J. SnchezPalencia que una buena parte de los castros utilizados, como poblados mineros, data depoca romana, aunque se mantenga la estructura de poca prerromana. Ello origin laconstruccin de verdaderos hacinamientos de castros, que indican una densidad de po-

    blacin grande concertada en funcin de las explotaciones mineras. En la cuenca delBoeza, afluente del Sil, F. J. Snchez Palencia, ha podido constatar la presencia de 37explotaciones mineras y de 61 castros. En regiones cubiertas por la nieve, como la Sie-rra de Teleno, los Montes Aquilianos (Len), la Sierra de los Ancares (Len-Lugo),Caudel, Valle de las Montaas, Sierra del Palo y Arroyo del Oro (Asturias), se produjouna ocupacin estacional durante el buen tiempo, en que se trabajaban las minas. Losmineros se desplazaran ahora a las minas.

    La administracin en la regin de los astures transmontanos y las vexillaciones seasentaron en castros semejantes a los de la poca prerromana.

    Este autor deduce de todo ello la perduracin de las estructuras sociales prerroma-

    nas, y el desplazamiento de las poblaciones dedicadas a las explotaciones mineras, loque debi ser un factor de inestabilidad en la regin y el no asentamiento de la pobla-cin en lugares fijos. "No es de extraar, por tanto, que la sociedad prerromana de laszonas aurferas apenas experimentase transformaciones notables, y no se integrase en elmundo romano".

    romanizacin II, pp. 150 ss.; M. A. Mezquriz, "Notas para el conocimiento de la minera romana enNavarra",Prncipe de Viana 35, 1974, pp. 59 ss.

    9 "Explotaciones aurferas en el conventus asturum", Indigenismo y romanizacin en el conventus astu-rum, pp. 67 ss.; F. J. Snchez Palencia, L. C. Prez Garca, "Las explotaciones aurferas y la ocupacin

    romana del noroeste de la Pennsula Ibrica", pp. 225 ss. En ambos trabajos se encuentra recogida todala numerosa bibliografa.

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    El Norte de Lusitania, Gallaecia, Asturias y Len, no obtuvieron ningn beneficiode las explotaciones mineras, ni stas contribuyeron a favorecer la asimilacin de lacultura romana, ni a levantar el nivel de vida.

    La opinin de F. Jord, buen conocedor de Asturias, es que los castros en Asturias

    son todos de poca romana y que la poltica de Roma, seguida en la Asturias transmon-tana, consista en agrupar en los castros a la poblacin dispersa por caseros. En los cas-tros no hay urbanismo de tipo romano, ni en los edificios, ni en la planta.

    En poca romana todo el Norte de Hispania, salvo ciudades comoAsturica Augusta10,Lucus Augusti11,Iuliobriga12yFlaviobriga13, era el mismo, que el descrito por Estrabn(III 155-156) [-570571-] para la poca de Augusto, como lo indica tambin la escasezde terra sigillata 14 y de moneda, que prueba la ausencia de una economa monetal y la

    pervivencia de la natural; y la ausencia de nforas, que demuestra la ausencia de un co-mercio de vino, aceite y de productos alimenticios.

    En el Norte la no asimilacin de la cultura romana, se observa tambin en la ausen-cia de edificios religiosos de tipo romano, de edificios de espectculos, como teatros,

    anfiteatros y circos, donde se celebraban rituales a la trada capitolina (Lex Urs.LXX-LXXI), de escultura y de bronces en nmero relativamente mediano.

    Este fenmeno de la baja aculturacin del N. se documenta tambin en otras zonasmineras del Imperio Romano. En ello ha insistido M. Rostovtzeff15. As escribe el gransabio ruso en general del campo de Occidente, pero ello es extensible a los pueblos del

    Norte y de la Meseta castellana, como despus se ver: "La poblacin campesina con-servaba tambin las formas tradicionales de su vida econmica y social, sus usos y cos-tumbres ms fuertes a veces que la legislacin imperial". De Cerdea, isla minera, es-cribe 16: "La vida urbana slo muy lentamente se desarrolla en ella, tanto en la erarepublicana, como en el perodo imperial. En el interior sigui prevaleciendo, aun du-rante el Imperio, la organizacin en tribus, sin progreso alguno de las mismas hacia lavida urbana". Ya M. Rostovtzeff17 en 1937 habla de la bajsima asimilacin de la cul-tura romana de amplias regiones de Hispania: "En las tierras altas de Lusitania y de la

    provincia citerior, especialmente en los distritos de los celtberos, los astures y los galai-cos, la romanizacin no rebas un nivel muy inferior. Estos distritos no posean atrac-tivo alguno para los colonizadores itlicos y conservaron as su fisonoma nacional y las

    peculiaridades de su sistema econmico y social.La romanizacin y la urbanizacin no pasaron de la superficie, y qued en pie la

    divisin en clanes y tribus... Los escasos datos que poseemos sobre la vida social y eco-nmica de las tierras altas demuestran que tambin despus de las reformas de Vespa-siano su condicin sigui siendo tan pobre y primitiva como en tiempos de Polibio y de

    Estrabn... el ncleo restante permaneca en el mismo estado que antes de la romaniza-cin total del pas".

    10 T. Maanes,Epigrafa y Numismtica de Astorga romana y su entorno,Salamanca 1982.11 A. de Abel Villa, Gua de las murallas de Lugo, Madrid 1975.12 J. M. Solana, C. Prez, C. Fernndez, "Relaciones entre tres importantes asentamientos del norte de

    Espaa: Pisoraca - Juliobriga - Flaviobriga", Arqueologa Espacial5, Teruel 1984, pp. 21 ss.; J. M.Solana,Los cntabros y la ciudad de Iuliobriga,Santander 1981.

    13 J. M. Solana,;Flaviobriga. Castro Urdiales.Valladolid 1977.14 C. Fernndez Ochoa, "Aspectos del proceso romanizador de Asturias. La cermica romana",II Seminario

    deArqueologa del Noroeste,pp. 217 ss.; Idem,Asturias en la poca romana,Madrid 1982, pp. 105 ss.15Op. cit.I, pp. 389 s.16

    Op. cit.I, p. 411.17Op. cit.I, pp. 414 ss.

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    En el Nrico, rico en minas de hierro y de plomo, de bosques, y de excelentes pas-tos, como todo el N. de Hispania "los habitantes del campo, labriegos y pastores, siguie-ron siendoperegrini y conservaron sin restriccin alguna sus usos y costumbres indge-nas, sobre todo en los rincones apartados del pas...". En Panonia y Mesia "conservaron

    los indgenas sus usos y costumbres originales"18

    . De especial inters para los pueblosdel Norte de Hispania es Tracia por sus riquezas mineras y bosques. M. Rostovtzeff 19escribe sobre la asimilacin de la cultura romana de los tracios: "Pero no eran verdade-ros centros de vida urbana (los pueblos), no tenemos noticia alguna de que en ellos sedesarrollara la industria o el comercio, con una cierta intensidad. Los habitantes de los

    pueblos eran agricultores, labradores, cazadores, pescadores y ganaderos. Su organiza-cin interna era la de la tribu"... "Los tracios... conservaron durante un siglo su organi-zacin antigua y su vida de tribu rural... 20. Para asegurar un contingente numeroso deestos soldados a las cohortes tracias, el gobierno romano dej intacta la organizacininterior del pas, tal como vena siendo desde el tiempo de sus reyes". Este prrafo delgran investigador ruso es de gran importancia, pues hoy somos de la opinin que a la

    poltica de Roma le convena que las [-571572-] poblaciones indgenas de amplias zo-nas de Hispania, y de otras regiones del Imperio, permanecieran sin asimilar la culturaromana para poder contar con grandes contingentes de tropa para el ejrcito. Ello ex-

    plica satisfactoriamente el gran nmero de tropas auxiliares y de legionarios que Hispa-nia proporcion a Roma, durante siglo y medio 21. Ya M. Rostovtzeff22 indica que lareforma de Vespasiano (Plin. 3, 30) persegua, asegurar a las legiones romanas, no re-clutadas ya en Italia, un contingente de buenos soldados 23.

    En cambio, el intento de Claudio (Snec.Apocol.3, 3) 24 de extender la ciudadanaa los griegos, galos, hispanos y britnicos, no creemos que sea motivado por el deseo detener soldados para los ejrcitos. La concesin del derecho de ciudadana a todos loshabitantes del Imperio no parece que tuviera ya ninguna repercusin en Hispania 25.

    En tiempos de Trajano cuando la guerra dacia, los astures seguan tan sin asimilar lacultura romana en gran escala como en poca anterior, como lo indica la participacin enel ejrcito romano de lossymmachiarii,que se reclutaban entre elementos no romanos.

    Algn autor ha bajado la cronologa de estas tropas hasta los tiempos de Cmodo.No respondan los symmachiarii en la organizacin a la utilizacin ordinaria de losauxilia generalmente encuadrados en alas y cohortes. En el plano jurdico el trminodesigna unstatusjurdico equivalente a las nationes.Los astures symmachiarii estabanunidos por un foedus real u honorfico, de carcter militar o fiscal, ms bien que a la

    18 M. Rostovtzeff, op. cit.I, p. 459.19

    Op. cit.I, p. 461.20 M. Rostovtzeff, op. cit.I, p. 462.21 J. M. Roldan,Hispania y el ejrcito romano. Contribucin a la Historia social de la Espaa Antigua,

    Salamanca 1974; P. Le Roux, L'arme romaine et l'organisation des provinces ibriques d'Auguste al'invasion de 409,Pars 1982.

    22Op. cit.I, p. 419.23 A. Montenegro, "Problemas y nuevas perspectivas en el estudio de la Hispania de Vespasiano", HA 5,

    1975, pp. 7 ss.; P. Le Roux, A. Tranoy, "Rome et les indignes dans le nord-ouest de la Pninsule Ib-rique. Problmes d'pigraphie et d'histoire", MCV9, 1973, pp. 178 ss.; R. K. McElderny, "VespasianReconstruction of Spain",JRS8, 1978, pp. 53 ss.; U. Espinosa, "Las ciudades de arvacos y pelendonesen el Alto Imperio. Su integracin jurdica", I Symposium de Arqueologa Soriana,Soria 1984, pp. 307ss., con buenas consideraciones sobre la importancia de la municipalidad.

    24 D. Nony, "Claude et les espagnols, sur un passage de l'Apocoloquintose",MCV4, 1968, pp. 51 ss.25

    A. D'Ors, "Estudios sobre la 'Constitutio' Antoniana I",Emerita 11, 1943, pp. 197 ss.;AHDE15, 1954,pp. 161 ss.; 17, 1956, pp. 586 ss.; Sefarad 6,1956, pp. 21 ss.;Emerita 24, 1956, pp. 1 ss.

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    condicin prxima a lasgentes africanas. Estaran estos astures prximos a las ciudadesfederadas galas de los Renos o de los Lingones.

    M. Rostovtzeff 26 insiste en esta poltica al referirse a Dalmacia, rica en minas dehierro, tesis que yo creo muy acertada: "La romanizacin a fondo de las ciudades y los

    campos no entraba en los intereses del gobierno romano, ya que haba privado al Estadode excelentes reclutas, tanto para las legiones como para las tropas auxiliares". Esto eslo que explica que en Dalmacia, "muchas de las tribus, no fueran nunca urbanizadas,siendo lo que siempre haban sido y viviendo a la antigua usanza".

    En algunas regiones de Asia Menor, la situacin era igual que en amplias regionesde Hispania 27. En Siria, segn este investigador: "Roma no tuvo tiempo, ni fuerza sufi-ciente para transformar radicalmente o modificar siquiera de un modo perceptible lavida del pas, y se limit a introducir ligeros cambios inesenciales". El urbanismo tam-

    poco hizo grandes progresos. La masa de la poblacin sigui fiel a las costumbres anti-guas, lo mismo sucedi en Egipto y en grandes zonas de frica.

    Todo ello tambin explica que la gran crisis del siglo III no afecte a estas regiones,

    ni tampoco la del Bajo Imperio.La poltica urbanstica de Roma, pues, se caracteriza por la tendencia a agrupar la

    poblacin dispersa por aldeas, en concentraciones humanas de ms entidad. Hecho quefue bien sealado [-572573-] por A. Garca y Bellido 28 en lo referente al noroeste, alreferirse a la aparicin de losfora.Indicaba este investigador "que los romanos directa oindirectamente favorecieron la formacin de ciudades concentrando la poblacin dis-

    persa por el campo en caseros o aldehuelas familiares, es decir, fomentando una pol-tica muy parecida en ciertos aspectos a lo que hoy llamaramos concentracin urbana.Esta poltica fue sumamente beneficiosa para la expansin cultural y la romanizacin.Los numerosos ncleos urbanos indgenas, creados por este medio, llevaron a regionesde vida esencialmente rural o campesina los beneficios de una vida urbana, ciudadana,civil. Estos beneficios se dejaron sentir sobremanera en el extenso cuadrante peninsulardel noroeste, que comprende el Norte de Portugal, Galicia y provincias circunvecinas.Es decir, justamente en la zona donde se desarroll la cultura, que hemos designadocomo castrea por tener expresin urbana acabada en los castres de casero redondo. Eraall donde la poblacin indgena, por lo dems muy densa, viva una vida ms atrasada,ms rural y por ende, ms dispersa y atomizada. No conocan en realidad la ciudad pro-

    piamente dicha, pues, sus concentraciones eran por lo comn pequeos 'aduaros', unacuantas casas encaramadas en oteros bien defendidos, y habitualmente enemigos entres. ste era el modo de vivir ms generalizado en esta rea cultural".

    Segn puntualiza A. Garca y Bellido, el ncleo de tales concentraciones, serva de

    mercadillo. As sucedi con losLimici,asentados en las fuentes del Limia, que a media-dos del siglo II formaban elForum Limicorum (Ptol. II, 6.43), hoy Ginzo de Limia en laprovincia de Orense.

    La tribu de los gigurri se agrup en Forum Gigurrorum (Ptol. II, 6.37), origen deValdeorras en la misma provincia. Los habitantes del ro Bubal, los bibali,dieron lugar

    26Op. cit.I, p. 454.27 M. Rostovtzeff, op. cit.II, pp. 9, 13, 24.28Urbanstica de las grandes ciudades del mundo antiguo,Madrid 1966, pp. 188 ss. Sobre el urbanismo

    en Hispania a comienzos del Imperio: A. Beltrn et alii, Symposium de ciudades augusteas,Zaragoza1976, y principalmente: J. M. Blzquez, "Ciudades hispanas de la poca de Augusto", pp. 79 ss. Tam-

    bin A. Tovar, Iberische Landeskunde, I, Baetica,Baden-Baden 1974, y el tomode Lusitania citado enla nota.

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    al Forum Bibalorum (Ptol. II, 6.42), al igual que los Narbasi al Forum Narbasorum(Ptol. II, 6.48) y los Lemavi (Plin. III 28) a otroforum,que dio nacimiento a Monfortede Lemos, todos en la actual provincia de Orense.

    Esta poltica urbanstica seguida por Roma no se circunscribi al ngulo noroeste

    de Hispania, pues, una inscripcin de final del siglo IV menciona a los aunigani,que seconcentraron en el Forum Auniganum, que dio nacimiento a la actual Ongayo, en laprovincia de Santander. Los ausetani se reunieron en el Vicus Ausetanorum,de dondesali Vich, en Catalua. Otras veces un forum fue el asiento de una colonia, como el

    Forum Augustanum,que fue el ncleo de la colonia de Albacete. Un caso similar debiser el del Forum Iulii (Plin. III 10), fundacin de Csar en Iliturgi en Jan. Entre losastures, cntabros y vascones no se aplic por parte de Roma, la concentracin de la

    poblacin enfora.Su equivalente eran seguramente los castella del noroeste. En Traciatambin los mercados tendieron a convertirse en verdaderas ciudades. Como afirma M.Rostovtzeff29, "por algn tiempo el gobierno romano se mantuvo relativamente pasivo,sin esforzarse mucho, por despertar en Tracia la vida urbana, sin intervenir tampoco en

    la evolucin de las escasas ciudades griegas antiguas del interior... La primera tentativaseria de propulsar la vida urbana la llev a cabo Trajano en conexin con sus operacio-nes militares en el Danubio y en Oriente...". Esta poltica urbanstica de Trajano fueseguida por sus inmediatos sucesores. Se pregunta M. Rostovtzeff, si ella llev al pas auna difusin de la vida urbana, y a la helenizacin, responde negativamente. Lo mismosucedi entre los astures.

    Algunos de estos mercados, como uno de las proximidades de Augusta Traiana yotro deLaodicea ad Lycum en Bitinia estaban fortificados. Los habitantes de estos mer-cados, no eran [-573574-] ciudadanos de una ciudad, pues, el mercado no era una polis,sino equivalente a los incolae.Los mercados de la zona oriental del Imperio eran com-

    parables a losfora, y a los conciliabula,de la Italia primitiva. Como seala M. Rostov-tzeff 30, la diferencia consista en que los "habitantes de los emporia,provinciales, no

    pertenecan al ncleo de ciudadanos romanos, y en que los nuevos establecimientos eranen su mayora creaciones artificiales, enderezadas a hacer surgir una nueva ciudad entorno a un mercado, que constitua el centro de una nueva feria peridica".

    CASTELLA

    Un gran acierto de M. L. Albertos 31 ha sido el caer en la cuenta que las de lasinscripciones significa castrum o castellum,en vez de centuria,como generalmente seadmita. Ha confeccionado un catlogo de ellos que es el siguiente:

    TOPNIMOS QUE SE MENCIONAN EN LAS INSCRIPCIONES CON LAS MENCIONES castellum, domus,uicus,etc., O CON EL SIGNO .

    a) Sin indicacin depopulus o ciuitas:C(astello)ACRIPIA, dos veces en Braga.C(astello)LETRIOBRI(ga?), Braga.C(astello)SERMA(n)CELE(n)S(i)(?), entre Tinhela y Argozelha, Chaves. Lectura insegura.

    Cf. top. Sernancelhe (Beira Alta).

    29Op. cit.I, pp. 462 ss.30Op. cit.I, pp. 469 s.31

    "Perduraciones indgenas en la Galicia Romana: los castros, las divinidades y las organizacionesgentilicias en la epigrafa",Actas del Coloquio Internacional sobreel Bimilenano de Lugo,pp. 17 ss.

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    C(astello)SAQVA. Texto inseguro. Antes parece leerse caladuma, acaso porCALADVNVM,topnimo de la zona. Petisqueira, Chaves.

    Ex C(astello)VLIAINCA... ex C(astello)FI... (?), Villa do Conde, Guidoes.Ex C(astello)...OC... ilegible. Asturias.C(astello)ELATIA. Por la antroponimia parece referido a un galaico. Utiel, Cuenca. Cf. tal

    vez,Laza (Orense), donde hay un castro y varios prximos.Castellani ARAOCELENSES, San Cosmado, Mangualde (Beira Alta). Cf. Band(ua)

    Araugel(ensis).C(astellani)QVELEDINI, San Andrs de Montejos, Ponferrada. Cf. el top. orensano, en el

    lmite de provincia con Len, entre Barco de Valdeorras y Toral de los Vados,Quereo que pudiera remontarse a un QVELEDIVM.

    C(astellani)AVILIOBRI(genses), S. Martn de Cores, Ponteceso, La Corua.Cf. tambin Vicani ATUCAUSENSES, Amarante (Domo Litoral); Vicani TONGOBRIGENSES,

    Brozas (Cceres); de uico BAEDORO, gentis PINTNUM (gentilidad o tnico?),Conimbriga. VICANIROUD(enses?),Casar de Cceres.

    b) con mencin depopulus o ciuitas:

    albiones: C(astello)CAVRIACA. Cf. los top. asturianos Coirs y los gallegos Coira, Cairo,Coiroa, Coiros, etc., de La Corua y Coirio de Lugo. Adems Caurium = Coria(Cceres).

    ?Ex C(astello)ERCORIOBRI(ga). Texto inseguro.ANCONDEI: Castello MEIDUNIO. Se suele relacionar con el castro de Rubias (Orense).ASTVR TRANSMONTANVS: Castello intercatia. Poblado distinto de Intercatia, ciudad de

    los Vacceos.AVRI(ensis?): Ex C(astello) SESM(aca). Texto inseguro. Y tambin Ala I Hispanorum

    AVRIANA.CABARCVS: C(astello) BERISO. Cf. Birizo (Lugo) yBeres (La Corua), ste con un castro.

    CELTICA SUPERTAMARICA: C(astello) BLANIOBRENSI. Lectura insegura. Cf. Bao-bre/Braobre en Lugo y La Corua.

    CILENUS: C(astello)BERISAMO: Cf.Beresmo (Orense), con un castro.CO[e/erni]o CO[pori]: C(astello)CIRCINE. Cf. varios topnimos como Cercio (Ponteve-

    dra), Circes (La Corua), etc.[-574575-]

    GROVIVS: C(astello)VERIO.INTERAMICVS: Ex C(astello) LOVCIOCELO (o LOVCI-OCELO?) (cf. arriba ARAOCELENSES,

    *Ara-ocelum?).La terminacin -ocelo, -ozelo, -oselle, y VARIANTES es muy frecuenteen la Bracarense y zonas prximas y quiz en algn caso remonte al topnimo antiguoOCEL(L)VM.

    Ex C(astello)(?) GA... El signo inseguro.LANCI(ensis) ?: C(astelo) domo VACOECI. El texto es claro pero raro. Quiz deba ms

    bien interpretarse as: LANCI(emi) C(astello), domo VACOECI, y ser este segundo el t-nico. El topnimo sera un Lancia, ms o menos conocido, quiz el castro astur dePico LANZA, en Oviedo.

    LIMIOCVS: C(astello) ARCVCE (o Arcuce(lo)?). Cf. Arcucelos (Orense) y una docena deArcozelos, Argozelho, Argozelha,etc., en la Bracarense y proximidades. Algunos soncastros o lugares prximos a castros. C(astello)TALABRICA. Una Talabriga distinta,en la zona de Aveiro.

    LOVGEI (o Lougi): Castellani TOLETENSES: Cf. Toledo (Orense) y Toedo (Pontevedra),castro.

    SEVRRVS: C(astello)NARELIA. Cf. Nadela (Lugo), aldea con un castro; adems roNarla,y tops.Nario, Narn,etc. Los Seurri habitaban en la margen izquierda del Mio.

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    SEVRRA TRANSMINIENSIS: Ex C(astello) SERANTE. Cf. numerosos Serantes en Asturias,Galicia y N. de Portugal. Algunos son castros; p. ej. Serantes en lazona de Melide, alSE de la prov. de La Corua, que ira muy bien a los Seurri Transminienses.

    SUSARRVS: C(astello)AIOBAIGIAECO.Domo CVRVNNIACE.

    TAMAC(anus) C(astello)NEM(...).ZOELAE: CVRVNDA.En una inscripcin de Talavera de la Reina que se cree de un individuo de la zona,

    aunque no es seguro, se lee:Ex cas(tello)CISELI[o?].

    TOPNIMOS CONOCIDOS MEDIANTE ADJETIVOS REFERIDOS A PERSONAS, GRUPOS ODIVINIDADES

    GIGVRRVS: CALVBRIGENSIS.AMBIMOGIDVS: ARCOBRIGENSES. Hay numerosos top. Arcos en Galicia y N. de Portugal

    y alguno podra serArcobriga.AVIOBRIGENSIS, AVOBRIGENSIS.

    ELAENEOBRIGENSIS, cf. Laobre (no localizado) y Nobrega (Minho). Como la inscrip-cin es de Braga, el segundo resulta ms verosmil.TALABRIGENSIS (cf. arriba c(astello) Talabrica).VALABRICENSISSAMBRVCOLEN(sis)MEIDVBRIGENSISALTERNIACINVSBANIENSIUMBOLGENSISCVSICELENSIBVS (??)LAQVINIENSISLONGOBRIGENSIVM (Longobriga):Cf.Longroiva (Beira Alta). Adems en Asturias, cerca

    de Luarca se documenta unLongebriga en la Edad Media.TIRIENSISAETOBRIGOA. BRIGOCAEILOBRIGOI (dat.) (Otra Caelobriga distinta de la de los Coelerni).EBEROBRIGAELOBRIGOLANSBRICAE. Cf. castro de San Cibrn das Las,antesLaans (Orense).MEOBRIGOETAMEOBRIGO. Referido a un top. a orillas del Tmega,cuyo primer elemento es igual.[...]RVBRICO (dos o tres letras iniciales dudosas).VEIGEBREAEGO, quiz referido a algn top. *Veigebriga?VE[leib?]RICAE, lectura muy insegura.

    [-575576-]Adems es probable que se relacionen con topnimos los siguientes eptetosNENEOECO. Cf.Nine en las proximidades del lugar de hallazgo.SEGIDIAECO. Debe tener como base un topnimo del tipo de Segeda.Cf. Segios mencio-

    nado en elParochiale Suevicum,en la dicesis lucense; y Segovia,parroquia en Lugoy trmino en el Bierzo leons.

    CARIOCIEGO. Cf. Quiroga y variantes.PARALIOMEGO. Cf. top.Baralla (Lugo),Baraliobre,etc.PARAMECO / PARAMAECO. Varios top. Pramo, Paramios,etc., algunos precisamente en

    Lugo.BARCIAECO. Cf. variosBarcia y en especial los castrosBarcena y Castillo de laBarca en

    el mismo municipio de Tineo (Oviedo) donde apareci el ara.

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    TABVDICO. Cf. top. Tahua (*Tabuda) cerca del lugar de hallazgo, y otros de la mismabase en Portugal; adems Tabuyo (Len).

    CIRCEIBAECO. Cf. lo dicho antes de c(astello)CIRCINE, que quiz proceda de zona pr-xima, si se refiere a unprinceps Coelernum.

    TARMVCENBAECIS. Cf. arriba c(astello)TARBU; ambas inscripciones proceden de Chaves.Un estudio ms detallado de la toponimia menor de Galicia, N. de Portugal, Asturias Occi-

    dental, el Bierzo y las comarcas zamoranas fronterizas, nos dara sin duda nuevas concor-dancias.

    Aceptando esta tesis, G. Pereira 32 ha profundizado bastante en este tema llegando aconclusiones de gran novedad, que resumimos brevemente.

    Los castellapermiten diferenciar los conventus deLucus yBracara del resto de losconventus vecinos, y en qu medida es posible hablar de la Hispania cltica como de unconjunto homogneo. Del estudio de G. Pereira se deduce: 1.) que la mencin de lase da siempre con onomstica indgena, y que son de las ms tempranas de todas; 2.)en un momento la mencin de desaparece en las inscripciones; 3.) a partir de estemomento la onomstica pierde su carcter indgena y el formulario es ms romano; 4.)con la frmula DMS o DM, la onomstica es ya ms claramente romana. Las caracte-rsticas indgenas han desaparecido; 5.) la indica el origen personal y tiene funcin

    propia, en poca en la que la romanizacin an es dbil. Cree este autor que el procesode municipalizacin, que supone una romanizacin superior, acompaa a la desapari-cin de la . La entidad organizativa referida por la , al parecer, es una forma de con-trol administrativo romano y nunca una forma de organizacin indgena, lo que nosotros

    ponemos en duda por las razones que se aducirn ms adelante; 6. ) el papel de la essimilar al que luego tendrn las tribus entre los ciudadanos romanos; 7.) aunque en un

    principio pens G. Pereira que la aparece en la zona minera, despus rectific, pues la

    inscripcin de Cores (La Corua), ni las halladas en territorio de los Grovios, de losclticos Supertamaricos, de los Cilenos o de los Cabarcos, ni las de los Albiones, perte-necen a la regin de minas. Tambin G. Pereira, ha descartado con posterioridad, quesea un control administrativo de la poblacin indgena. Igualmente ha corregido la ideaexpuesta de que la aparece siempre con onomstica indgena, pues aparece a vecescon nombres romanos, y de que la es siempre la expresin del origopersonal, ya quese documenta con comunidades. Se trata de una comunidad con carcter territorial se-mejante a los castros. G. Pereira deduce de la inscripcin de Villardevs que un caste-llum es una comunidad que tiene un territorio propio dentro del territorio de una civitas;

    por[-576577-] por lo tanto, es posible delimitar el confn entre el territorio de una civi-tas y de un castellum.El castellum tendra una cierta independencia administrativa y

    organizativa. Los castella no seran organizaciones gentilicias, ni comunidades indge-nas, diferentes a las que los romanos hallaron en otras partes del Imperio y que la ca-

    32 "Los castella y las comunidades de Gallaecia",II Seminario de Arqueologa del Noroeste,pp. 169 ss.;

    Idem, "Caeleo Cadroiolonis F. Cilenus Borisarno et Al: Centuria or Castellum? A Discussion",HA 8,1978, pp. 271 ss.; G. Pereira, J. Santos Yanguas, "Sobre la romanizacin del Noroeste de la PennsulaIbrica, las inscripciones con mencin del origo personal". Actas co Seminario de Arqueologa doNoroestepeninsular,Guimares, 1980, III, pp. 117 ss.; Idem, "Ensayo de sistematizacin de la epigra-fa romana de Asturias. Las unidades gentilicias", BIEA 105-106, 1982, pp. 87 ss. Este trabajo es im-

    portante por abordar el problema de lasgentili tates,los castella,la gens.Sealan estos autores que lazona de lasgentili tates es la mitad oriental de la provincia de Oviedo, y los castella corresponden a lagente de Asturias al oeste del ro Navia, territorio propiamente de Gallaecia. Vase tambin P. Le Roux,

    A. Tranoy, "' ', Le mot et la Chose. Contribution au dbat historiographique", Centro de estudioshumansticos, Oporto 1964, pp. 239 ss., Cf.AEspA 56, 1983, pp. 109 ss.

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    racterstica principal del castellum es estar fortificado. Los castella seran los castres. Alas comunidades de Gallaecia habra que llamarlas castella.Es posible que personas connombres romanos vayan acompaados de la palabra castellum.G. Pereira rechaza la

    posibilidad de equipararcastellum y tribu.

    La mencin de los castellapuede desaparecer, pero no la funcin de esas comuni-dades, que tendra que ser asegurada por otra forma de organizacin. Hacia finales delsiglo I desaparecen las menciones de castella.No debe haber sido un fenmeno repen-tino y uniforme. Si cambi la forma de expresar el origo,necesariamente ha cambiadola organizacin de las comunidades. "La expresin del origopor medio del castellum,como escribe G. Pereira, va acompaada de una referencia a la civitas,que rene a se ya otros castella,cuando el individuo muere fuera del territorio de la civitas.La relacinde los nativos con Roma se establece por su permanencia a la civitas.No slo no erasuficiente la mencin del castellum,fuera de la civitas,sino tambin la mencin de lacivitas.De todo ello deduce G. Pereira, la organizacin interna de lospopuli o civitates;dentro de ellos exista una serie de asentamientos, no grandes, que deben ser los castres

    conocidos. Cada uno era el asiento de una comunidad autnoma, respecto a otras comu-nidades hermanas. Todas ellas componen la civitas o populus.Piensa G. Pereira queesas pequeas comunidades carecen de entidad suficiente para definir el origen de las

    personas. Carecan, pues, de validez para el derecho pblico. Dentro de las civitates,esas comunidades eran la entidad bsica, a la que pertenece cada persona. De donde sededuce, segn este autor, que las civitates indgenas de Gallaecia tampoco constituanverdaderas comunidades integradas al modo de las romanas.

    La organizacin bsica ya no eran los castella,sino las civitates.Termina G. Pereira en su importante trabajo aludiendo a las repercusiones del ius

    Latii,al que nos hemos ya referido, en el mbito del Noroeste. Hay dos teoras enfren-tadas, la de H. Galsterer33 y la de P. Le Roux-Tranoy. El primero concluye que no huboen las zonas menos romanizadas donacin del ius Latii,y de ella no hay rastro en lasinscripciones. sta es la tesis de A. D'Ors 34, quien escribe: "De toda la evidenciaepigrfica de la Galicia romana el resultado ms importante es quiz este negativo de lainexistencia de organizacin municipal. No puede tratarse de una casualidad, pues elmaterial es excesivamente abundante para que no sorprenda, no slo la falta de todamencin de municipia,pues coloniae ya nadie se sorprendera de que faltaran en estaslatitudes, sino de ninguna institucin municipal: ni magistrados, ni flamines, ni los de-cretos decurionales, tan frecuentes donde existi el municipio. Claro est que esta au-sencia de municipios no se reduce a lo que hemos convencionalmente tomado comoGalicia romana, sino a una ms amplia zona del Noroeste hispnico. No es cuestin de

    volver a discutir aqu las aparentes excepciones, y basta recordar que la misma capitaldel conventus Lucensis,el centro de toda la regin galaica, Lucus Augusti, nunca fuemunicipio, es decir, nunca fue propiamente una 'ciudad'. Los dos investigadores galoshan intentado demostrar que los Flavios se propusieron transformar las condiciones devida de estas regiones del noroeste. Lo que no cabe duda es que prestaron atencin a laexplotacin minera, que empez ahora en gran escala. Tambin en la [-577578-] pro-vincia de Huelva, Vespasiano concedi el derecho de ciudadana a muchos hispanos, a

    33Untersuchungen zum rmischen Stadtewesen auf der iberischen Halbinsel,Berln 1971, p. 48.34 "La evidencia epigrfica de la Galicia romana", Primera Reunin Gallega de Estudios Clsicos,San-

    tiago de Compostela 1981, p. 128; M. C. Gonzlez, J. Santos Yanguas, "Arrinconamiento de poblacio-

    nes en poca prerromana y altoimperial", Actas de las II Jornadas de Metodologa y Didctica de laHistoria (Historia Antigua),Cceres 1984, pp. 47 ss.

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    ttulo personal, como se hizo en gran escala desde comienzos de la conquista, pero ellono indica que hubiera municipalidad en el noroeste.

    Pretender probar que hubo municipalizacin, y una urbanizacin selectiva, nosotrosestamos totalmente en contra de la tesis de R. Le Roux y de A. Tranoy, no slo de que

    no hubo municipalizacin, sino tambin de que la municipalizacin no estaba ligada enestas regiones al problema de la romanizacin. Creemos que muy acertadamente objetaG. Pereira que nada nos autoriza a pensar que la concesin del ius Latii haya originadonecesariamente la creacin de municipios, ni de ciudades ms o menos importantes.

    Para G. Pereira el ius Latii signific la reestructuracin de las civitates indgenas,para organizarse al modo romano, recibiendo la autonoma administrativa. Proceso queno fue ni repentino, ni uniforme. Si haba municipios en el Norte hispnico es imposibleque no quedara alguna huella de ellos en la epigrafa, como para Lusitania 35.

    Termina G. Pereira indicando que en Gallaecia no hay indicios de una organizacinsocial gentilicia. La estructura del poder poltico y de la propiedad tena que ser dife-rente, aunque no la conozcamos. Los castella desaparecieron, pero no lasgentilitates y

    gentes,que llegan hasta el Bajo Imperio. Gallaecia, por lo tanto, tena una organizacinsocial y poltica distinta de la del resto de la Pennsula Ibrica. Gallaecia asimil, mejorque el rea de lasgentilitates,el impacto romano. Roma respet durante su gobierno las

    peculiaridades regionales de la poca prerromana, lo que es un dato importante a sealarpara conocer la poltica administrativa de Roma.

    Se pueden aadir algunos datos ms sobre los castella en Hispania. Castella semencionan desde el primer momento de la conquista romana, esparcidos por toda His-

    pania; as en el ao 195 a.C. se presentaron al cnsul Catn tres legados de Bilistages,reyezuelo de los ilergetas, entre los que iba su propio hijo, a decirle "quejarse de que suscastella eran sitiados y no pensaban resistir, si los romanos no les enviaban refuerzos,3.000 hombres eran suficientes" (Liv. XXXIV 11): venerunt quaerentes castella suaoppugnari nec spem ullam esse resistendi.En este texto del historiador Livio el carctermilitar de la palabra castellum es claro; as como en otro referente al mismo ao (Liv.XXXIV 16.3): siete castella de la ciudad de los Bergistanos hicieron defeccin. Estemismo ao en la campaa de Catn contra los turdetanos se vuelven a citar los castella(Liv. XXXIV 19), como lugar de saqueos por parte de los romanos.

    En el ao 181 a.C., a principio de la primera guerra celtibrica, Livio (XL 33) men-ciona las aldeas y castillos como lugar de refugio de los celtberos. Estos castella tenanla misma finalidad que las torres de vigilancia, de las que afirma el mismo historiadorlatino (XXII 19) al narrar la victoria de Escipin en la desembocadura del Ebro: "EnHispania hay muchas torres situadas en las alturas empleadas como atalayas y defensas

    35 L. Garca Iglesias,Autenticidad de la Inscripcin de municipios que sufragaron el puente de Alcntara,Badajoz 1976; J. J. Sayas, "Municipalidad de la Historia romana. Ideologa y realidad",Revista de Ad-ministracin Local. Tomo monogrfico (trabajo fundamental); J. Alarcao, Portugal romano, Lisboa1974; R. Lpez Melero, "El territorio de Lusitania en sus aspectos jurdicos", Actas de las II Jornadasde Metodologa,pp. 785 ss.; J. J. Sayas, "Algunas consideraciones sobre la historia antigua de Extre-madura", pp. 179 ss. Sobre el urbanismo en Lusitania: A. Tovar,Iberische Landeskunde II. Lusitanien,Baden-Baden 1976. De gran importancia para conocer el funcionamiento de la poltica de Roma con losindgenas es el bronce de Alcntara, fechado en el ao 104 a.C.,bien estudiado por R. Lpez Melero, J.Salas, J. L. Snchez Abal y S. Garca Jimnez ("El bronce de Alcntara", Gerin 2, 1984,passim),en elque se indica que el imperator,Lucio Cesio, orden que quedaran como estaban los campos, los edifi-cios, las leyes, y todo lo que tenan hasta el da de la rendicin; se lo devolvi para que las usaranmientras quisiera el pueblo romano. Es muy significativo el hecho de que los indgenas pudieran seguir

    con sus propias leyes. Algunas veces se les prohiba algn punto especialmente prohibido para Roma,como los sacrificios humanos (Plut., quaest. Rom.83).

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    contra los piratas". Torres de este tipo son la torre [-578579-] donde se refugi heridoEscipin en el ao 211 a.C. (Liv. XXXVI 13), y la Torre Lascutana (CIL II 5041. Des-sau, ILS15) 36, a cuyos siervos de la ciudad de Hasta Paulo Emilio liber y les entregel campo y la ciudad. Probablemente el castellum es un trmino que indica una fortaleza

    de ms envergadura que la torre.Castella se citan en el cerco de Numancia llenos de saeteros y de honderos (App.Iber.91-92). Castella hubo tambin en el cerco de Ategua, segn las fotos areas, peroen ambos casos se trata de lugares de vigilancia de ataque.

    Castella mencionan como lugar de refugio las fuentes del Bajo Imperio, que refie-ren sucesos de la invasin brbara de comienzos del siglo V, concretamente el historia-dor de estos terribles aos, que l presenci, Hidacio (49, 91), refirindose a los aos411 y 430. Un castellum como heredad apareca en la reciente carta descubierta en lacorrespondencia de Agustn 37 referente al priscilianismo. Un castellum es la torre deVillaverde de Medina, en la provincia de Valladolid 38, en las proximidades de ua villa.Castella menciona San Isidoro (HW73) al narrar acontecimientos de los aos 410-428.

    En diferentes regiones del Imperio se documentan castella. Castella haba tambinen Mauritania y en Numidia. El territorio de Sicca en frica contaba con un gran n-mero de castella 39. Un castellum haba en Thiges. Los castella eran numerosos en elterritorio de Cartago, en Stif40, etc. Los castella de frica, equivalentes a los emporiade Tracia, deban suministrar al Imperio buenos soldados como deba suceder en Hispa-nia, como se deduce del veterano deIntercatia.

    M. Rostovtzeff identifica a emporia con castella yfora.

    GENTILITATES

    En amplias zonas de la Hispania cltica aparecen mencionadas en las inscripciones,

    las gentilitates o gentes, que aunque no conocemos bien su carcter y su funciona-miento, podemos afirmar que de ellas se sirvi la administracin romana. M. L. Alber-tos 41 cataloga 211, ms algunas otras de nueva aparicin, llegando en la actualidad a219. Se documentan en el centro de la Meseta. As en Guadalajara han aparecido 9; 19en Segovia; 15 en vila; 7 en Madrid; 13 en Toledo; 16 en Salamanca; 7 en Cuenca; 32

    36 A. D'Ors,Epigrafa jurdica de la Espaa romana,Madrid 1953, pp. 351 ss.37 M. Daz y Daz, "Consenso y los priscilianistas", Monografas de los Cuadernos del Norte,1981, pp.

    71 ss.38

    J. Mangas, "Villa romana en Villaverde de Medina(Medina del Campo, Valladolid)", Memorias deHistoria Antigua 4, 1980, pp. 213 ss.39 M. Rostovtzeff, op. cit.II, p. 162.40 J. Carcopino, "Los castella de la plaine de Stif", Revue Africaine 62, 1978, pp. 1 ss.; M. Benabou,La

    rsistance africaine la romanisation,pp. 186 ss. con la lis- ta de todos los castella de la llanura deStif. Se citan unos Castellani Perdices en Stif en el ao 227. Los colonos de diferentes saltus(Horreorum, Kalafacelenses y Pardalarienses)se renen para formar una ciudad administrativa nueva,a la que denominan castellum Aurelini Antoninaniense.En este caso se trata degentes,que trabajan enlos dominios imperiales. Benabou piensa que el castellum es una forma de hbitat mixto, a la vez agru-

    pado y disperso, donde el castellum desempeara el papel de fortaleza o refugio en caso de peligro, yde lugar de reserva de productos. Por otra parte, la presencia de murallas en los castres, no necesaria-mente es prueba de inseguridad (R. Rebuffat, "Enceintes urbaines et inscurit en Mauritanie Tingi-tane",MEFRA86, 1974, pp. 501 ss.).

    41

    Organizaciones suprafamiliares en la Hispania Antigua,Valladolid 1975; M. Salinas,La organizacintribal de los Vettones,Salamanca 1982, pp. 53 ss.

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    en Soria; 23 en Len. En el Norte hispano tambin se documentan: 14 en Asturias; 3 enSantander; 3 en Vizcaya y en Navarra; y 2 en lava.

    Es una institucin indoeuropea y organizacin intermedia entre la familia y el pue-blo o tribu, pero tambin se mencionangentes en reas no indoeuropeas, como en el sur

    de Mauritania [-579580-] Tingitana. La organizacin indoeuropea tripartita superior a lafamilia era lagentilitas,lagens y la tribu entre los Baquates 42.La presencia de esta institucin indoeuropea indica la inexistencia de constitucio-

    nes polticas de tipo romano. En el citado texto de Estrabn, el gegrafo griego habla decambio de la constitucin poltica, cuando se pasa a colonias, o a municipios. La pre-sencia de un nmero tan elevado de gentilitates prueba la no asimilacin por parte deamplias zonas de Hispania de la constitucin poltica, social y econmica de tipo ro-mano, y la pervivencia de instituciones indoeuropeas prerromanas.

    Para el estudio de lasgentilitates es muy importante la inscripcin de Asturica Au-gusta (CIL II 2633) 43 redactada en el ao 152. En ella se renueva un pacto de hospitali-dad del ao 27. El hospitium se establece entre dos gentilitates que pertenecen a la

    misma gens, de los Zoelas, la de los Desancos y la de los Tridiavos. El hospitium seextiende a los descendientes. La gens de los Zoelas est citada por Plinio (III 28). El

    pacto se hizo en una ciudad desconocida de nombre Curunda, en presencia de un ma-gistrado de los Zoelas, llamado Abieno, participando tres representantes de cada una delasgentilitates.Este pacto renueva uno ms antiguo. El viejo hospitium se ampla a fa-vor de unos particulares, que en 152 eran ciudadanos romanos o latinos, de otras gentesllamadas Avolgivores, Visaligores y Cabragenigores.

    Segn Hbner seran gentilitates de la misma gens de los Zoelas. Participan ahoraunos legati,que parecen romanos. El acto tuvo lugar enAsturica Augusta.En esta ins-cripcin quedan huellas de la estructura del Estado en esta zona, agrupacin de lagenti-litates en unagens,distinta de las de Turdetania a base de un oppidum con su territorio,una civitas,o un grupo de civitates,y diferente tambin de lo indicado en una inscrip-cin de Palencia del ao 2. En la llamada Hispania cltica, antes de la llegada de losromanos, la comunidad poltica, coincidi, como seal hace aos J. Ramos Loscertales44, con unpopulus o tribu, no con un oppidum.Roma no alter inmediatamente, al con-quistar este territorio en 133 a.C., esta situacin.

    Los populi se convirtieron en unidades administrativas, que eran organismos pri-marios de la administracin provincial romana, sin perder su antigua estructura, segnindica Plinio (III 26-28). En la inscripcin de Palencia (CIL II 5763) tambin apareceuna magistratura seguida de nombre popular. En ella, al menos uno de los oppida,el dePalencia, con el que pacta un habitante de Intercatia, perteneca al pueblo de los Elesi-

    42 J. Carcopino,Le Maroc Antique,Pars 1943,passim;E. Frzouls, "Les Baquates et la province romaine

    de Tingitane", BAM 2, 1957, pp. 65 ss.; P. Romanelli, "Le iscrizioni volubilitane dei Baquati e irapporti di Roma con le tribu indigene dell'Africa", Hommages Albert Grenier,1962, III, pp. 134 ss.Tambin se documentangentes entre los Quinquegentanei (L. Galand, "Les Quinquegentanei", BAA 4,1970, pp. 297 ss. y en las dos Mauritanias, vase G. Camps, "Aux origines de la Berberie, Massinissaou les dbuts de l'histoire", Libyca 7, 1960, pp. 3 ss. Debo estos ltimos datos al prof. F. Lpez Pardodel Departamento de Historia Antigua de la Universidad Complutense).

    43 A. D'Ors,Epigrafa jurdica de la Espaa Romana,pp. 374 ss.44 "Hospicio y clientela en la Espaa cltica", Emerita 10, 1942, pp. 308 ss. Sobre estos pactos vase A.

    Coelho, As tesserae hospitales do castro da senhora da Sade ou Monte Murado Pedroso, V. N. Gaia,Contributo para o estado das institues e povoamento de Hispania antiga ,Vila Nova de Gaia 1983.

    Se utiliza el latn en la redaccin, y la fecha por los cnsules; es decir, se comienza a asimilar la culturaromana.

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    cos, nombre que qued borrado por el de los vacceos. Ello plantea el problema de ladesaparicin del nombre de esta tribu; por adscripcin como pueblo con tributo o porincorporacin con los vacceos. Esta inscripcin prueba, que en los dos pueblos de losElesicos y Vacceos, parte del elemento humano, que los formaba, habit en oppida de

    caracterstica tpicamente rural. Los oppida posean dentro del populus,en que se in-tegraban, una personalidad autnoma en muchos rdenes, y gozaban de la capacidad decontratar con extraos. Esta estructura de Estado es diferente, pues, de la de los Zoelas.En Palencia, [-580581-] entre las comunidades de linaje y el pueblo se interpone eloppidum,segn seala J. M. Ramos Loscertales, a quien seguimos. Entre los Zoelas nose interpone entre el grupo social y la comunidad poltica ningn elemento local. Piensaeste autor que el centro de habitacin local, ya sea vicus o un castellum,no representdentro de la tribu, nada en la estructura popular. A principios del siglo I los pueblos delos Zoelas y de los Elesicos estaban gobernados por un magistrado popular, que servade enlace entre los oppida y lasgentilitates,y la administracin romana.

    Roma utiliz, segn se indic, para su administracin, los viejos sistemas de go-

    bierno indgena. Piensa J. M. Ramos Loscertales que el magistrado popular es una crea-cin romana, o una adaptacin de otras zonas peninsulares no celtizadas, ya que no hayhuellas durante la conquista de un poder personal. Aqu mencionan las fuentes, comoformas polticas de gobierno, las asambleas. As en el ao 154-153 a.C., la guerra celti-

    brica la decide la asamblea (Diod. XXXI 42). El magistrado popular en estas dos ins-cripciones intervena a travs de delegados, en los pactos. De todo ello se deduce quelos grupos de poblacin, gentilidades o locales, disfrutaban de personalidad autnoma, atravs de un magistrado popular, sin transcender al populus; y de la posibilidad deconstituir agrupaciones aisladas. En la Hispania de lasgentilitates lo importante era lacomunidad de linaje, no el vnculo familiar. En el caso de los oppida lo fundamental erala comunidad de habitacin.

    Hay que recalcar para el contenido de este trabajo, que, bajo Roma, seguan fun-cionando perfectamente las viejas estructuras indgenas varios siglos despus de la con-quista de estos territorios.

    Algunos otros datos importantes sobre el funcionamiento de las gentilitates cabeespigar en las fuentes. La inscripcin de Sasamn 45 datada en el ao 239. Se trata de uncolegio que dedica una tabla de honor a sus patronos, que son cinco personas, entre ellasuna mujer, formado por 15 hombres y 6 mujeres. Los cinco primeros varones son li-

    bertos pblicos, posiblemente de una gentilidad o gens,es decir, estas organizacionesindgenas de carcter tribal podan tener esclavos.

    El fundamento de algunas instituciones indgenas bajo Roma queda claro en la

    tessera hospitalis del ao 14, hallada en Herrera de Pisuerga. Al igual que la encontradaenAsturica Augusta,es doble. En el primer texto, la ciudad de los maggavienses otorgaaAmparamus la ciudadana, y concede a sus familiares los derechos de que gozaban losmaggavienses. En el segundo, Amparamus hace un pacto de hospitalidad con los mag-gavienses, en virtud del cual, Amparamus, los suyos y los descendientes, recibieron alos maggavienses en hospicio, fe y clientela, otorgndole los mismos derechos que dis-frutan l y los suyos. La civitas maggaviensium recibi asimismo, a su vez, a un parti-cular y ste acogi a sus componentes en hospicio, fe y clientela. Se da un hospitium,un

    patronatus y una adlectio in civitatem.

    45

    A. Garca y Bellido, "Tessera hospitalis del ao 14 de la era hallada en Herrera de Pisuerga", BRAH159, 1966, pp. 149 ss.

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    Amparamus era de condicin peregrina, y deba ser un personaje influyente. Elprimer documento menciona tres magistrados, Caraegius, Abuanus y Caelio,de partede Amparamus. Todos son peregrinos, y el documento es de tipo indgena, redactado

    bajo Roma, pero con frmulas romanas, como los aos de los cnsules.

    Esta tsera es parecida a las de Pamplona del ao 57, en la que figura tambin unhospitium,un patronato y una adlectio in civitatem.En la de Paralejos del siglo I se ci-tan unos vicani de Clunia, recibidos como ciudadanos de Termes. La civitas magga-viensium era peregrina y el senado deba ser la asamblea de los pueblos clticos. Enotras ciudades peregrinas se menciona alsenatus,como en la de Munigua, del 5 6, odel 27 y 40, donde aparece unsenatus [-581582-]populusque muniguensis,al igual queen la de Paralejos de los Escuderos del siglo I; en la de Grazalema, fechada en el ao 5,y en la de Bochoris. U. Espinosa me indica gentilmente que Termes era municipio, aligual que Munigua y que es de la opinin, lo que parece probable, que siempre que apa-rece la expresinsenatus populusque se da municipio.

    El magistrado, que cierra el pacto, se documenta en Palencia, en el primer pacto de

    los deAsturica Augusta y en Munigua, donde en una parte se citan los legati y en la otralos magistrados. En todas estas tseras se describe el funcionamiento de las institucionesindgenas, bajo Roma, exactamente como en la poca prerromana, lo que indica clara-mente la poltica seguida por Roma con los pueblos sometidos, que era dejarlos seguircon sus instituciones. Otros documentos confirman esta poltica.

    El bronce de Contrebia Belaisca 46, datado el ao 87 a.C., da a conocer un pleitoentre indgenas, desarrollado ante un tribunal indgena, sancionado por el poder deRoma. Aunque el texto es una interpretacin latina de las instituciones indgenas hispa-nas de esta zona del Ebro. En l se mencionan al imperator, un senatus Contrebiensis,unasgentilitates,un magistratus Contrebiensis,magistratura en singular, que contrastacon los magistratus contrebienses en plural. En este texto aparece bien claro la asimila-

    46 G. Fats, "El nuevo bronce latino de Contrebia", BRAH 176, 1979, pp. 421 ss.; Idem, Contrebia

    Belaisca (Botorrita), II. Tabula Contrebiensis,Zaragoza 1980; Idem, "El bronce de Contrebia Belaisca",CTEEHAR 15,1981, pp. 67 ss.; Idem, "The Tabula Contrebiensis", Antiquity 219, 1983, pp. 12 ss.; Idem,"Romanos y celtberos citeriores en el siglo I antes de Cristo", Caesaraugusta 53-54, pp. 195 ss. Muyacertadamente escribe este autor: "Como puede suponerse sobre todo, desde el conocimiento de esta'tabula' Roma no parece tener ningn inters especial en intervenir de manera directa en pleitos internosentre 'civitates' indgenas de la Hispania Citerior, que son entidades con amplio grado de autonoma encuanto respecta a su rgimen interior, segn se ve: probablemente, 'civitates liberae', lo que es casi seguro

    puesto que acuan, en estos mismos aos, moneda pro- pia con su nombre particular en cada caso, tanto

    Alaun cuanto Salduie y Contrebia Belaisca.Por tales causas no parecer demasiado extrao que no exista, por parte de Placeo, voluntad de diri-gir el proceso. En nuestro criterio ello hubiera sido, en primer lugar, dudosamente posible; y, en segundo,

    positivamente inconveniente". A. D'Ors, "Las frmulas procesales del bronce de Contrebia",AHDE1980,pp. 1 ss.; S. Mariner, "II bronzo di Contrebia: studio lingstico", CTEEHAR,pp. 67 ss.; A. Torrent,"Consideraciones jurdicas sobre el bronce de Contrebia", pp. 95 ss. Este autor es dela opinin que elgobernador romano autoriz el juicio, que aparentemente se realiz segn la costumbre romana, y conesquemas parecidos a los del procedimiento formulario. El juicio se celebr entre partes indgenas. ParaA. D'Ors, por el contrario, el gobernador autorizaba la competencia judicial contrebiense y la participa-cin del gobernador daba al litigio el carcter de un verdadero iudicium,cuya sentencia quedaba prote-gida por el poder del gobernador. Los trminos de este documento son muy parecidos a un juicio romano.A. D'Ors es de la opinin que hay en l una anticipacin del proceso formulario. Se tratara segn esteautor de un verdadero proceso bipartito, autorizado por el gobernador. Los litigantes nombran los jueces,

    y el gobernador le atribuye la competencia. L. Michelena, "Notas lingsticas del nuevo bronce de Con-trebia",Anuario del Seminario de Filologa Vasca,1980, pp. 89 ss.

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    cin por parte de los indgenas de la frmula jurdica romana y de la terminologa de lasmagistraturas.

    LOSPRINCIPES

    Dos inscripciones mencionan la existencia deprincipes entre los pueblos del Nortede Hispania. Una de ellas se hall en Pedreira, Vegadeo, Occidente de Asturias 47 y diceas:Nicer | Clutosi | C(astello) Cari|aca | Prnci|pis Al|bionu|m an| LXXV | hic s(itus)est.La segunda pertenece a los Copori (IRLugo 34).

    Unprinceps celtiberorum,de nombre Allucio, se menciona a los comienzos de laconquista romana, que se puso al servicio de Escipin por haberle entregado el generalromano a su prometida (Liv. XXV 50). La importancia del princeps era grande, puesDin Casio (frag.57, 52) califica a Allucio de "muy poderoso entre los celtberos".[-582583-]

    El ttulo de princeps no creemos que tenga nada que ver con una magistratura mi-

    litar del ejrcito romano.Principes aparecen citados muy frecuentemente en inscripcio-nes ilirias de Dalmacia y Dacia, con las que tanto se parece el N. de Hispania, comoinsiste M. Rostovtzeff varias veces. Se trata de una magistratura local indgena. Princi-

    pes se citan entre los nmidas. El papel de estosprincipes en frica 48 era idntico al delosprincipes en el Danubio. Estn relacionados con los praefecti militares,probable-mente en funcin de reclutamiento de tropas.

    Los prncipes gentis eran los jefes de las tribus o de las confederaciones, cuyaalianza buscaban los romanos. En el siglo III se firman acuerdos entre el procurador dela provincia y el princeps de la tribu de los Baquates 49. Se documenta la transformacindel princeps gentis en princeps civitatis,y a veces enprinceps castelli.

    El princeps aparece en inscripciones de Mauritania Tingitana, como princeps de

    una tribu, como Aurelianus Iulianus, princeps de la gens Zagrensis50

    . Se documentatambin el paso de unprinceps consitutus al rex51.La circunscripcin del princeps variaba segn los casos. A veces figura al frente de

    un grupo de tribus (Macenitas-Baquates, Bavaros-Baquates), otras veces al frente deuna fraccin de tribu (Suburberes Regiani) 52. Era a veces un intermediario entre la tribuy el poder. Los principes eran elegidos, probablemente, con el acuerdo de los romanos53.

    Unas veces designan un grupo social bien definido dentro de la ciudad. Otras vecesposeen un sentido ms preciso. Son numerosos en Mauritania Tingitana.Principes locise documentan en inscripciones de Synthia Minor54.

    47 A. Garca y Bellido, "Los Albiones del NO. de Espaa y una estela hallada en el Occidente de Astu-rias",Emerita 11, 1943, pp. 418 ss.

    48 M. Rostovtzeff, op. cit, II, p. 164; F. Decret - Mh. Fantar, L'Afrique du Nord dans l'Antiquit. Desorigines au Ve. sicle,Pars 1981, p. 198.

    49 M. Benabou,La rsistance africaine la romanisation,p. 469.50Ibidemp. 414. En pp. 457 ss., la lista de todos losprincipes de frica.51Ibidemp. 430.52Ibidempp. 462 ss.53 T. Kotula, "Lesprincipes gentis et lesprincipes civitatis en Afrique romaine",Eos 55, 1965, pp. 347 ss.54 E. Dorntiu-Boila,Inscriptiile din Synthia Minor, Bucarest 1980, pp. 25 ss., n. 4; pp. 101 ss. n. 77, con

    nombres romanos,M. Attius Firmus y C. Iulius Quadratus, loci princeps quinquennalis territorii Capi-

    davensis. En la pgina 104 se citan varias inscripciones delprinceps loci con carcter civil . Tambin enDacia (S. Pascu, Inscriptiile Daciei Romane,Bucarest 1975, I, p. 214).

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    VASCONIA

    En el Bajo Imperio los vascos 55 llegaban hasta el Ebro y ms abajo, por esoPrudencio (Pe.2, 537) escribe:Nos Vascos iliberus diuidit 56. El territorio vasco fue en

    el siglo I la zona de operaciones de Pompeyo contra Sertorio (Plut. Sert.21). Pompeyoasent a los vascos en la ciudad de [-583584-] Convenae, hoy Cominges (Isid.Etym.IV2, 107) y antes fund Pompaelo 57. Los vascos proporcionaron grandes contingentes detropas al ejrcito romano. Defendieron principalmente Britannia 58. A juzgar por laepigrafa los vascos situados en la parte inferior de Navarra haban asimilado bien lacultura romana 59. Tambin asimilaron los mitos de origen clsico 60 y las formas econ-micas tpicas del Imperio Romano como las villas 61 y los fundos 62, al igual que Astu-rias y el noroeste 63. Sin embargo, la parte ms alta de Vasconia debi escapar siempreal control de Roma. A ellos debe referirse el poeta Ausonio en su clebre carta a su dis-cpulo Paulino a los que califica de ladrones. Estos vascones son los que segn Orlandis64, J. J. Sayas Abengochea 65 son los bagaudas, que saquearon durante el segundo cuarto

    del siglo V parte del Ebro medio, a los que se refiere Salviano de Marsella, en su tratadoDe gubernatione Dei V, 22, 24-28, describiendo su catastrfica situacin econmica,

    55 J. M. Blzquez, "Los vascos y sus vecinos en las fuentes literarias griegas y romanas de la Antigedad",IV Symposium de Prehistoria Peninsular,Pamplona 1966, pp. 177 ss.; A. Rodrguez Colmenero, "Elhbitat en el Pas Vasco durante la poca romano-visigoda", El hbitat en Euskadi,Bilbao 1961, pp. 77ss.; A. Rodrguez Colmenero - M. C. Carreo, "Epigrafa vizcana. Revisin, nuevas aportaciones e in-terpretacin histrica",Kobie 11, 1981, pp. 81 ss.; J. M. Solana, Autrigonia romana. Zona de contactoCastilla-Vasconia ,Valladolid 1978.

    56 J. M. Ugartechea, "Etnologa prerromana del Pirineo occidental",EAA 4, 1970, pp. 79 ss. La poblacinde lava era indoeuropea: M. A. Mezquriz, "Estudio lingstico", EAA 4,pp. 107 ss.; J. C. Elorza,"Estelas romanas de la provincia de lava", EAA 4, pp. 235 ss.; J.C. Elorza, "Ensayo topogrfico deEpigrafa romana alavesa",EAA 2, 1967, pp. 169 ss.; Idem, "Un taller de escultura romana en la diviso-ria de lava y Navarra", CTEEHAR 13, 1969, pp. 53 ss.; Idem, "Dos nuevas estelas alavesas",EAA 5, 1972, pp. 133 ss.; J. M. Blzquez, "Estelas de Galdcano", EAA 6, 1974, pp. 237 ss. El arte deestas estelas es de lo ms infantil que puede darse, e indica una no asimilacin del arte romano. Otrasregiones de la meseta como vila (E. Rodrguez Almeida, vila romana,vila 1981), no haban asi-milado mejor la conquista romana; Calagurris vascona: U. Espinosa (Calagurris Iulia,Logroo 1984)con excelentes consideraciones sobre el impacto romano en la zona.

    57 M. A. Mezquriz,Pompaelo,Pamplona I, 1958; II, 1978.58 J. M. Roldn, op. cit.,p. 129 s., 145.59 L. Michelena, "Los nombres indgenas de la inscripcin hispano-romana de Lerga (Navarra)",Prncipe

    de Viana 22/61, pp. 65 ss.; B. Taracena, L. Vzquez de Parga, "Excavaciones en Navarra, V. Epigrafaromana en Navarra",Prncipe de Viana 7, 1946, pp. 440 ss.; I. Barandiarn, "Tres estelas del territoriode los vascones", Caesaraugusta 32, 1968, pp. 211 ss.

    60 J. Caro Baroja,Algunos mitos espaoles,Madrid 1974, pp. 33 ss.61 S. G. Gorges,Les villes hispano-romaines,Pars 1979. En este libro Navarra figura con 22 villas, lava

    con 7, Guipzcoa con ninguna, al igual que Vizcaya, Santander con 1, Asturias con 16, La Corua con5, Orense con 14, Vigo con ninguna y Pontevedra con 9. Vase tambin M. C. Fernndez Castro, Villasromanas en Espaa,Madrid 1982.

    62 J. Caro Baroja,Materiales para una historia de la lengua vasca en su relacin con la latina,Salamanca1946,passim.

    63 M. C. Bobes, "La toponimia romana en Asturias", Emerita 28, 1960, pp. 241 ss.; 29, 1961, pp. 1 ss.64 "Bagaudia hispana", Rev. de Historia del Derecho II, 2, 21, 1977, pp. 40 .ss.; Idem, Historia de Es-

    paa, Madrid 1977, pp. 38 ss.65

    J. J. Sayas, "Consideraciones histricas sobre Vasconia en poca imperial. La formacin de lava",Congreso de Estudios Histricos,pp. 48 ss.

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    que les obligaba al bandidaje. A. Barbero y M. Vigil 66 hace muchos aos ya defendie-ron la no asimilacin de la cultura romana por los pueblos del Norte de Hispania, y quelos pueblos del Norte en el Bajo Imperio tenan la misma estructura que cuando fueronconquistados. En lneas generales estamos totalmente de acuerdo con esta tesis, pero

    hoy nosotros matizaramos algunos detalles. De los mapas de G. Pereira, J.-P. Bost y J.Hiernard 67 se deduce que la tesaurizacin en el norte es escassima y mayor en el nor-oeste que en el resto de la Cordillera Cntabra.

    Los pueblos del N. asimilaron aspectos de la cultura romana, como la lengua, la es-critura, y las frmulas funerarias. Estrabn (III 151) habla al referirse a los celtberos dela asimilacin de la cultura romana en aspectos exteriores, como la toga. Conocieron lasformas tpicamente romanas de explotacin del suelo, como las villas y los fundos en elBajo Imperio (salvo las actuales provincias de Vizcaya y Guipzcoa) y la economamonetal, que no se generaliz a juzgar por el nmero de tesorillos, aunque en los castrosdel noroeste el nmero de monedas fechadas en el Bajo Imperio parece ser grande. Nosomos partidarios de emplear el trmino rechazo 68, pues no creemos [-584585-] que los

    indgenas rechazaran la cultura romana, sino que algunos elementos de la cultura ind-gena, como la religin, la simbologa funeraria, ciertas instituciones, la estructura pol-tica, la economa, el arte, etc., fueron ms resistentes a asimilar la cultura romana, que-dando zonas amplias del Norte sin apenas asimilar nada de Roma, que tampoco preten-di que los indgenas las asimilaran.

    En la religin, que es siempre ms resistente, poco a poco se dio un fenmeno desincretismo, o sea, de equiparacin de los dioses indgenas a los romanos 69. El sincre-tismo es el resultado de un fenmeno de aculturacin entre los romanos y los indgenas.Se debi a la lenta penetracin de elementos religiosos extensivos, a travs de la inte-gracin poltica y econmica.

    La asimilacin de la cultura romana en el N. continu por obra de la Iglesia a partirdel Bajo Imperio 70.

    66Sobre los orgenes sociales de la conquista,Barcelona 1974. Sobre los pueblos del Norte siguen siendofundamentales: J. Caro Baroja, Los pueblos del Norte de la Pennsula Ibrica, Madrid 1943; Idem,"Organizacin social de los pueblos del Norte de la Pennsula Ibrica en la Antigedad",Legio VII Ge-mina,Len 1970, pp. 7 ss.; Idem, Etnografa histrica de Navarra 1,Pamplona 1971, pp. 27 ss.; J. J.Sayas, Sistemas de poblamiento en territorio vascnico [en prensa]. Trabajo fundamental; J. L. Ona,"El poblamiento rural de poca romana en una zona de la ribera navarra", Arqueologa Espacial5, pp.71 ss.; M. J. Prez, "Asentamientos de poca romana en Navarra", pp. 57 ss.; J. M. Blzquez, "La cor-dillera cntabra-vascona y los Pirineos durante el Bajo Imperio", Actas III Congreso nacional de Estu-dios Clsicos,II, pp. 137 ss.

    67

    Fouilles de Conimbriga, III. Les Monnaies,Pars 1974, pp. 228, 232, 236, 272.68 Varios autores, Assimilation et rsistance la culture grco-romaine dans le monde ancien, Travauxdu VIe Congres International d'Etudes Classiques, Bucarest-Paris 1976. Ms concretamente, J. M.Blzquez, "Rechazo y asimilacin de la cultura romana en Hispania (Siglos IV y V)", pp. 63 ss.

    69 J. M. Blzquez, "Las religiones indgenas del rea noroeste de la Pennsula Ibrica en relacin conRoma", Legio VII Gemina,pp. 63 ss.; Idem, Imagen y mito,pp. 369 ss.; Idem, Primitivas religionesibricas II. Religiones prerromanas,Madrid 1983, pp. 303 ss.; A. Tranoy,Religion et socit BracaraAugusta au Haut-empire, Guimares 1980.

    70 J. M. Blzquez, "Die Rolle der Kirche in Hispanien im 4. und 5. Jahrhundert", Klio 63, 1981, pp. 649ss. En el NO. por obra de los priscilianistas penetr la Iglesia, vanse: VV.AA., IConcilio Caesarau-gustano, Zaragoza 1980; J. M. Blzquez, "Prisciliano el introductor del ascetismo en Hispania. Lasfuentes. Estudio de la investigacin moderna", pp. 65 ss. Con toda la reciente bibliografa VV.AA.,"Prisciliano y el priscilianismo", Monografas de los Cuadernos del Norte,1982. Sobre la Iglesia en el

    NO., vase Th. Hauschild, "Die Martyrer-Kirche den Marialba bei Len", Legio VII Gemina,pp. 511ss. Sobre el Cristianismo en el ngulo NO, vase M. Daz y Daz,La cristianizacin en Galicia,La Co-

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    En lneas generales estamos de acuerdo con lo escrito por M. Benabou 71: "Il noussemble en effet que l'on doit d'emble renoncer l'image d'une Afrique romaine retirederrire sa frontire face a une Afrique indigne hostile ou indiffrente. Les deux Afri-ques ne doivent pas apparatre comme deux ralits qui s'excluent, et les tudier spa-

    rment serait les mutiler l'une et l'autre. II faut les replacer toutes deux dans la structurequi les englobe, et tenter d'expliquer, par les variations des rapports de forces internes etexternes, les mutations qui s'y produisent. Ainsi donc, si l'Afrique n'est pas un tout ho-mogne, elle est nanmoins un cadre historique unique ou coexistent et s'influencent deslments en constante volution.

    A l'intrieur de ce cadre, rsistance et romanisation sont troitement imbriques: undosage, subtil et vari, d'acceptation et de refus car mme un haut niveau de partici-

    pation est compatible avec un certain recul, une hirarchie complexe d'institutions oude croyances, les unes empruntes, les autres modifes ou hrites, tels sont, nous al-lons de voir, les vritables lments de la vie africaine. Constamment, les divers syst-mes conomiques, sociaux et politiques [-585586-] que la situation coloniale met face

    face sont amens a se faire de mutuelles concessions. Certes, chacun des systmespossde, outre ses points de rigidit sur lesquels on ne transige pas. Fort heureusement,ces points sont rares, et ne se situent pas, pour les deux systmes, dans les mmes arti-culations, ce qui prserve la possibilit de combinaisons et d'quilibres inattendus ousurprenants. Ainsi, face aux innovations introduites par la prsence romaine, la socitindigne a fait preuve d'une incontestable permabilit, mais c'est une permabilit s-lective. Il nous appartiendra donc de voir sur quoi se fonde cette permabilit et com-ment elle se traduit concrtement" 72.

    rua 1976, pp. 105 ss.; Idem, "Orgenes cristianos de Lugo", Actas del Coloquio Internacional sobre elbimilenario de Lugo,Lugo 1977, pp. 237 ss.; A. Tranoy, "Les Chrtiens et le rle de l'vque en Galiceau Vme sicle", pp. 251 ss.; H. Schlunk, "Los monumentos paleocristianos en 'Gallaecia', especial-mente los de la provincia de Lugo", pp. 193 ss.; Idem, "Die frhchristlichen Denkmler aus dem Nord-westen der iberischen Halbinsel",Legio VII Gemina,pp. 475 ss.; A. Viayo, "Las tumbas del bside deltemplo paleo