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ÓSCAR ALEGRÍA L a luz se hizo en el caserío Bidegorrieta el año pasa- do. Hasta entonces, la fa- milia Marisko, los habi- tantes más perdidos de es- te pequeño Amazonas navarro, cono- cían lo que era cenar a luz de vela y centrifugar la ropa en el río. Tenían tres horas de camino hasta la civiliza- ción, entendida ésta como misa, mé- dico y colegio. Hace un año les llegó la corriente, pero sólo eso. El asfalto, entendido como brea firme, todavía se resiste. Así, una vez pasado el si- glo de las luces, en estos remotos va- lles, cada vez más deshabitados, no es difícil conjugar el verbo perderse en todas sus formas. Ellos se pier- den, nosotros nos perdemos. Despoblación y aventura se suce- den en Urritzate y Aritzakun, dos re- gatas en el rincón noroeste de Baz- tán. Están en suelo navarro, pero, co- mo el curso de sus aguas, sus pobla- dores hacen más vida hacia Francia. Estamos en lo que la publicidad tu- rística llama los valles tranquilos. Así es. Baztán suma 15 pequeñas po- blaciones donde la serenidad de una mañana puede quedar rota por el so- nido de una lejana sierra radial, pero nada más. El resto son trinos, campa- nazos de iglesia, un coche de vez en cuando, viento y silencio. Famoso por los aquelarres de Zu- garramurdi y situado junto a la selva de Bertiz, el valle de Baztán ofrece una montaña suave y vecina del mar. Se nota. No hay más que mirar los cielos finales de la tarde en gene- ral o las tonalidades que da el salitre en las crines de los caballos en par- ticular. Es zona también del amado País del Bidasoa de Baroja, en el que ya no quedan esos carabineros y frai- les que el escritor donostiarra pedía descartar de su ideal de república. Sólo las moscas han sobrevivido. Radares y lamias Para perderse por Urritzate y Arit- zakun hay que conseguir un buen mapa. En la oficina de turismo de Bertiz pueden proporcionarnos uno. Quede claro que con coche sólo se permite el asomo. Hablamos de lugares que hay que ganarse a pie. La circulación está restringida. Es la ley de la selva. Una primera opción es acceder en coche hasta el final del macizo Gorramendi (10 kilómetros) por el desvío en el puerto de Otsondo y des- de allí llegar a pie en suave ascenso (hora y media) hasta la cima del Irubelakaskoa (967 metros). Es el balcón privilegiado del lugar, una re- serva que alberga una extraña alise- da de ladera y que permite además tener una visión aérea de las dos re- gatas. Al oeste queda la más habita- da, Aritzakun, lugar de robles en euskera, con sus tres familias en ca- seríos diseminados. Al este, Urritza- te, zona de avellanos y territorio ex- clusivo de los Marisko. Pero hay más: enfrente se alzan las peñas de Itxusi, otra reserva natural poblada por aves pétreas de todos los colo- res, milanos negros, roqueros rojos, chovas piquigualdas y la mayor colo- nia de buitres leonados de la comu- nidad foral. Eso sí, en la roca, tam- bién los inquilinos se cuentan por abandonos. Con algo de suerte se pueden ver alimoches, y con mucha más fortuna, un quebrantahuesos. El macizo de Gorramendi, con sus seis crómlechs, cinco búnkeres, cuatro antenas y 20 palomeras, es donde el Pirineo alcanza sus prime- ros 1.000 metros y donde el ejército norteamericano construyó una base de vigilancia aérea en los años cin- cuenta. Hoy quedan sólo ruinas y un topónimo popular: Washington. Desde la falda occidental de este ma- cizo, desde el collado de Itzulegi (a siete kilómetros de Otsondo), tene- mos la opción de introducirnos sel- va adentro. De ahí parte una pista de circulación restringida por dos agentes: los baches y la ley. Descien- de por la regata de Aritzakun y per- mite llegar a pie en hora y media hasta el lugar donde el mundo se lla- ma Zelaia, cuatro casas abandona- das que concentran a la perfección los ingredientes mínimos para ser un casco baztanés, es decir, frontón, iglesia-escuela, una casa hecha con dinero de las indias, y otra, con el del contrabando. Muy cerca quedan los restos de una supuesta mina ro- mana y la fuente de Urreputzu, un manantial cuyo nombre rememora también pasados boyantes y que se dice era custodiado por las lamias, el representante fluvial en la mitología vasca de la universal sirena, con la que comparte, además de cabellos dorados, el objetivo de seducir al hombre antes de echarlo a perder. Y si algo baztanés le falta a Zelaia es el restaurante. Pero si seguimos caminando por la misma pista desti- no norte, llegaremos en media hora a las ventas de Lezeta y Burkaitz. Es- to es la pura muga. Sus habitantes son trilingües, ofrecen alcohol bara- to, buenas truchas con jamón, servi- cio en pucheros sobre hule de cua- dros, reliquias como colgaderos de pezuñas de jabalí, ceniceros triangu- lares de Ricard y sobremesas que re- cuerdan noches de tiros de carabine- ros y paso clandestino de ganado. Como dice el escritor y vecino bazta- nés Miguel Sánchez-Ostiz, “estas gentes no son ni francesas ni españo- las, son fronterizas”. Charla con los pastores La comida es también fronteriza, to- do casero, sin supermercados a la redonda. El cordero se remata con pastis, se hace el magret de pato a la sidra y se duda entre leche frita o gateau basque. Y el precio es decen- te, de bordas duty free. Eso sí, como de la parte de Francia hay carrete- ra, lo mejor es acudir un viernes, pa- ra compartir sala con la única con- versación de dos pastores, en vez de jugarse un estruendoso sábado de quads o la comunión de un niño francés en domingo. Y llegados a este punto, sólo queda desandar lo andado. La vuel- ta circular no se recomienda, es só- lo para aspirantes a náufragos. Conviene perderse, pero con mode- ración. Además, basta con volver sobre la misma regata para llevar- se la sensación de haberse extravia- do un poco. Lo justo como para sentir esa extraña magia de que en estos lugares, hasta tan sólo ayer, el tiempo se medía por lunas, y el espacio, en días a caballo. Gentes de frontera Urritzate y Aritzakun, dos reductos en el valle de Baztán Una lejana sierra radial puede romper la mañana, pero nada más. El resto son trinos, campanazos de iglesia, un coche de vez en cuando, viento y silencio Cómo llegar Desde Elizondo, tomar la N-121 dirección Francia por Dantxarinea, y en el puerto de Otsondo, coger el desvío a la derecha hacia el monte Gorramendi. En siete kilómetros se llega al collado de Itzulegi, de donde parte una pista a la izquierda hacia Aritzakun. Si se sigue por la carretera a Gorramendi, se llega en tres kilómetros más a un pequeño aparcamiento final junto a unas antenas. De ahí parte el camino a pie a Irubelakaskoa. Otra opción es remontar cualquiera de las dos regatas desde el punto en el que se unen, cerca del caserío Sumutsua, al que se accede en coche desde Bidarrai, en la parte francesa, por la carretera que acompaña al río Bastan (con s) y pasa el Infernuko zubia, puente del Infierno. Dónde comer Burkaitz (948 39 30 00). Venta enclavada en Arizkún, con buena trucha con jamón y becada flambeada al armanac. Menú: 18 euros. Albergue para 20 personas, a 10 euros la litera. Lezeta (948 39 30 01). Arizkún. Confit de pato, postres generosamente caseros. Alrededor de 18 o 20 euros. Dónde dormir Enekoneko Borda (948 45 34 19). Caserío tradicional aislado, a cuatro kilómetros del puerto de Otsondo, tiene 10 plazas. Fin de semana, 380 euros. Información Consorcio turístico de Bertiz: 948 59 23 23, www.consorciobertiz.org. GUÍA PRÁCTICA Rincones secretos del País del Bidasoa barojiano. Alisos y avellanos. Y en el aire, alimoches. Dos casi inaccesibles regatas que miran a Francia, con habitantes que se prestan a charlas sosegadas. AIRE LIBRE Un poni, con el monte Gorramendi al fondo, en la entrada al valle de Aitzakun. GONZALO AZUMENDI EL PAÍS, SÁBADO 17 DE NOVIEMBRE DE 2007 EXTRA / 7

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ÓSCAR ALEGRÍA

La luz se hizo en el caseríoBidegorrieta el año pasa-do. Hasta entonces, la fa-milia Marisko, los habi-tantes más perdidos de es-

te pequeño Amazonas navarro, cono-cían lo que era cenar a luz de vela ycentrifugar la ropa en el río. Teníantres horas de camino hasta la civiliza-ción, entendida ésta como misa, mé-dico y colegio. Hace un año les llególa corriente, pero sólo eso. El asfalto,entendido como brea firme, todavíase resiste. Así, una vez pasado el si-glo de las luces, en estos remotos va-lles, cada vez más deshabitados, noes difícil conjugar el verbo perderseen todas sus formas. Ellos se pier-den, nosotros nos perdemos.

Despoblación y aventura se suce-den en Urritzate y Aritzakun, dos re-gatas en el rincón noroeste de Baz-tán. Están en suelo navarro, pero, co-mo el curso de sus aguas, sus pobla-dores hacen más vida hacia Francia.Estamos en lo que la publicidad tu-rística llama los valles tranquilos.Así es. Baztán suma 15 pequeñas po-blaciones donde la serenidad de unamañana puede quedar rota por el so-nido de una lejana sierra radial, peronada más. El resto son trinos, campa-nazos de iglesia, un coche de vez encuando, viento y silencio.

Famoso por los aquelarres de Zu-garramurdi y situado junto a la selvade Bertiz, el valle de Baztán ofreceuna montaña suave y vecina delmar. Se nota. No hay más que mirarlos cielos finales de la tarde en gene-ral o las tonalidades que da el salitre

en las crines de los caballos en par-ticular. Es zona también del amadoPaís del Bidasoa de Baroja, en el queya no quedan esos carabineros y frai-les que el escritor donostiarra pedíadescartar de su ideal de república.Sólo las moscas han sobrevivido.

Radares y lamiasPara perderse por Urritzate y Arit-zakun hay que conseguir un buenmapa. En la oficina de turismo deBertiz pueden proporcionarnosuno. Quede claro que con coche sólose permite el asomo. Hablamos delugares que hay que ganarse a pie.La circulación está restringida. Es laley de la selva.

Una primera opción es accederen coche hasta el final del macizoGorramendi (10 kilómetros) por eldesvío en el puerto de Otsondo y des-de allí llegar a pie en suave ascenso(hora y media) hasta la cima delIrubelakaskoa (967 metros). Es elbalcón privilegiado del lugar, una re-serva que alberga una extraña alise-da de ladera y que permite ademástener una visión aérea de las dos re-gatas. Al oeste queda la más habita-da, Aritzakun, lugar de robles eneuskera, con sus tres familias en ca-seríos diseminados. Al este, Urritza-te, zona de avellanos y territorio ex-clusivo de los Marisko. Pero haymás: enfrente se alzan las peñas de

Itxusi, otra reserva natural pobladapor aves pétreas de todos los colo-res, milanos negros, roqueros rojos,chovas piquigualdas y la mayor colo-nia de buitres leonados de la comu-nidad foral. Eso sí, en la roca, tam-bién los inquilinos se cuentan porabandonos. Con algo de suerte sepueden ver alimoches, y con muchamás fortuna, un quebrantahuesos.

El macizo de Gorramendi, consus seis crómlechs, cinco búnkeres,cuatro antenas y 20 palomeras, esdonde el Pirineo alcanza sus prime-ros 1.000 metros y donde el ejércitonorteamericano construyó una basede vigilancia aérea en los años cin-cuenta. Hoy quedan sólo ruinas yun topónimo popular: Washington.Desde la falda occidental de este ma-cizo, desde el collado de Itzulegi (asiete kilómetros de Otsondo), tene-mos la opción de introducirnos sel-va adentro. De ahí parte una pistade circulación restringida por dosagentes: los baches y la ley. Descien-de por la regata de Aritzakun y per-mite llegar a pie en hora y mediahasta el lugar donde el mundo se lla-ma Zelaia, cuatro casas abandona-das que concentran a la perfecciónlos ingredientes mínimos para serun casco baztanés, es decir, frontón,iglesia-escuela, una casa hecha condinero de las indias, y otra, con eldel contrabando. Muy cerca quedan

los restos de una supuesta mina ro-mana y la fuente de Urreputzu, unmanantial cuyo nombre rememoratambién pasados boyantes y que sedice era custodiado por las lamias, elrepresentante fluvial en la mitologíavasca de la universal sirena, con laque comparte, además de cabellosdorados, el objetivo de seducir alhombre antes de echarlo a perder.

Y si algo baztanés le falta a Zelaiaes el restaurante. Pero si seguimoscaminando por la misma pista desti-no norte, llegaremos en media horaa las ventas de Lezeta y Burkaitz. Es-to es la pura muga. Sus habitantesson trilingües, ofrecen alcohol bara-to, buenas truchas con jamón, servi-cio en pucheros sobre hule de cua-dros, reliquias como colgaderos depezuñas de jabalí, ceniceros triangu-lares de Ricard y sobremesas que re-cuerdan noches de tiros de carabine-ros y paso clandestino de ganado.Como dice el escritor y vecino bazta-nés Miguel Sánchez-Ostiz, “estasgentes no son ni francesas ni españo-las, son fronterizas”.

Charla con los pastoresLa comida es también fronteriza, to-do casero, sin supermercados a laredonda. El cordero se remata conpastis, se hace el magret de pato ala sidra y se duda entre leche frita ogateau basque. Y el precio es decen-te, de bordas duty free. Eso sí, comode la parte de Francia hay carrete-ra, lo mejor es acudir un viernes, pa-ra compartir sala con la única con-versación de dos pastores, en vez dejugarse un estruendoso sábado dequads o la comunión de un niñofrancés en domingo.

Y llegados a este punto, sóloqueda desandar lo andado. La vuel-ta circular no se recomienda, es só-lo para aspirantes a náufragos.Conviene perderse, pero con mode-ración. Además, basta con volversobre la misma regata para llevar-se la sensación de haberse extravia-do un poco. Lo justo como parasentir esa extraña magia de que enestos lugares, hasta tan sólo ayer,el tiempo se medía por lunas, y elespacio, en días a caballo.

Gentes de fronteraUrritzate y Aritzakun, dos reductos en el valle de Baztán

Una lejanasierra radialpuede romperla mañana, peronada más. Elresto son trinos,campanazosde iglesia, uncoche de vezen cuando,viento y silencio

Cómo llegarDesde Elizondo, tomar la N-121dirección Francia por Dantxarinea,y en el puerto de Otsondo, coger eldesvío a la derecha hacia el monteGorramendi. En siete kilómetros sellega al collado de Itzulegi, dedonde parte una pista a la izquierdahacia Aritzakun. Si se sigue por lacarretera a Gorramendi, se llega entres kilómetros más a un pequeñoaparcamiento final junto a unasantenas. De ahí parte el camino apie a Irubelakaskoa. Otra opción esremontar cualquiera de las dos

regatas desde el punto en el que seunen, cerca del caserío Sumutsua,al que se accede en coche desdeBidarrai, en la parte francesa, por lacarretera que acompaña al ríoBastan (con s) y pasa el Infernukozubia, puente del Infierno.

Dónde comerL Burkaitz (948 39 30 00). Ventaenclavada en Arizkún, con buenatrucha con jamón y becadaflambeada al armanac. Menú: 18euros. Albergue para 20 personas,a 10 euros la litera.

L Lezeta (948 39 30 01). Arizkún.Confit de pato, postresgenerosamente caseros. Alrededorde 18 o 20 euros.

Dónde dormirL Enekoneko Borda (948 45 34 19).Caserío tradicional aislado,a cuatro kilómetros del puertode Otsondo, tiene 10 plazas. Finde semana, 380 euros.

InformaciónL Consorcio turístico de Bertiz: 94859 23 23, www.consorciobertiz.org.

GUÍA PRÁCTICARincones secretos del Paísdel Bidasoa barojiano. Alisosy avellanos. Y en el aire,alimoches. Dos casiinaccesibles regatas quemiran a Francia, conhabitantes que se prestana charlas sosegadas.

AIRE LIBRE

Un poni, con el monte Gorramendi al fondo, en la entrada al valle de Aitzakun. GONZALO AZUMENDI

EL PAÍS, SÁBADO 17 DE NOVIEMBRE DE 2007 EXTRA / 7