antaki y la estética de la mexicanidad monstruosa

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  • 8/19/2019 Antaki y la estética de la mexicanidad monstruosa

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    22/1/2016 Manuel Llanes García, Antaki y la estética de la mexicanidad monstruosa, El Catoblepas 158:3, 2015

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    Separata de la revista El Catoblepas • ISSN 1579-3974publicada por Nódulo Materialista • nodulo.orgimpresa el viernes 22 de enero de 2016 desde:http://www.nodulo.org/ec/2015/n158p03.htm

    El Catoblepas • número 158 • abril 2015 • página 3

    Antaki y la estética de la mexicanidad monstruosa

    Manuel Llanes García

    El autor argumenta a favor de la cercanía entre el ensayo de identidad nacional y el relato fantástico, medianteel análisis de una «novela antropológica» de Ikram Antaki.

    En el dilatado catálogo del pensamiento en torno de la mexicanidad, Ikram Antaki (Damasco, 1948- México, DF,2000) destaca con El pueblo que no quería crecer (1996), texto híbrido que, a decir de la misma autora, participa de lanovela y del ensayo para aglutinar un conjunto de reflexiones acerca del problema de México.

    Desde sus primeras páginas, en el prólogo escrito por su hijo, el también escritor Maruan Soto Antaki {1}, El pueblque no quería crecer apela a su condición de polémica, con una autora de origen extranjero avecindada en Méxicoempeñada en revelarle a los mexicanos nada menos que la verdad acerca de ellos mismos: «su palabra se tomaría

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    como un agravio en contra del pueblo que llegó a conocer incluso mejor que los nacidos en él, haciéndose másmexicana que ellos mismos» (Antaki 13), escribe Soto sin ambages. Más adelante, la misma Ikram Antaki, a través dela voz de su personaje de inspiración histórica, insistirá en que los mexicanos son refractarios ante la crítica, inmersoscomo están en un medio cifrado por la adulación y el inútil protocolo. De ahí que, como Soto nos explica, Antaki hayadecidido publicar esta obra precisamente bajo un pseudónimo, el del segundo Polibio de Arcadia, cuyo antecedente

    sería el historiador hiparco de la confederación aquea, tutor de Escipión, nacido en Megalópolis e hijo de Lycortas(102). Vamos a ver que el libro es un alegato escrito desde lo que aparenta ser el punto de vista de un historiador deotra tierra y otro tiempo («Yo nací entre los aqueos», 18), quien contrasta su idea de civilización con lo que ocurre en

    México, que sería un país incivilizado por excelencia en más de un sentido.

    Desde el principio hasta el fin, el alegato de Polibio de Arcadia apela a un choque cultural, pero en realidad(diríamos nosotros, desde el materialismo filosófico), estaríamos ante la patente manifestación de cómo lasinstituciones de la antigua Grecia que él reivindica (e identifica con la Razón) no resultarían compatibles con lasinstituciones que en México se defienden, además de forma fanática. En todo caso y a reserva de la veracidad o no deesa premisa, no habría choque de culturas ni mucho menos de civilizaciones, sino una incompatibilidad entre rasgosculturales (Bueno, Etnocentrismo ), algo que sí resulta evidente al menos en lo que respecta a la comparación que hacePolibio entre los dioses griegos y las divinidades prehispánicas, como se verá.

    En el prólogo, se nos dice que la autora invita al lector a reflexionar acerca de su pasado, un reto «a pensar si las

    culpas que tanto cargamos tienen realmente su origen en la conquista, contra la que hemos venido peleando losúltimos quinientos años, o en nuestra idiosincrasia que lucha contra los conceptos más elementales de la convivenciasocial» (14), un enfoque que de entrada resulta novedoso, en tanto que se aleja de las perspectivas negrolegendariasal uso, recurrentes entre nosotros al momento de pretender explicar las carencias de México: de España, ya se sabe,nuestro país habría heredado las peores taras. El pueblo que no quería crecer alude pronto a sus claves que, comohemos dicho, se centran entre el contraste entre la Grecia clásica y la vida en México; como declara Polibio:

    «supe que había que revisar la historia de las relaciones entre el derecho y la vida. Entre la época en que los hombresinmolaban a una víctima en sacrificio y el momento en que ocurre un proceso y un juicio, la razón había caminado, peroellos seguían viviendo en el tiempo de las víctimas» (18).

    En el ejemplo que Polibio proporciona hay una evidente incompatibilidad entre ambas instituciones, en este casoentre los sacrificios humanos del México prehispánico frente a la racionalidad del derecho. Efectivamente, elhistoriador insistirá acerca del supuesto imperialismo depredador de la Conquista («Este es su prejuicio») y trata deponerlo en perspectiva: «No fue lo peor que les ha sucedido» (20). Para Polibio, además, el país no se ha sometido por completo a una influencia extranjera: «no fueron españoles, ni franceses, ni norteamericanos. Lejos de la versióncristiana, del concepto agustiniano y del neoplatonismo, no queda aquí sustrato alguno, ni nada que se opusiera aaquello» (24); una afirmación que parece orientar el contenido del libro en los derroteros de la filosofía, aunque comoveremos luego esta perspectiva se adultera o bien se abandona.

    En este sentido es muy importante la filiación genérica del texto. En el prólogo, Soto Antaki, al referirse a pueblo que no quería crecer , habla de «un ensayo que bordee la novela antropológica y se nos acerque a través del

    pensamiento y no de los hechos. Por eso llega a molestar tanto» (15). Así, Ikram Antaki está más cerca de OctavioPaz que de un académico universitario al uso, por ejemplo, porque tiene en común con el autor de El laberinto de lasoledad no solo la prosa de ecos poéticos de ciertos pasajes, sino la capacidad para echar mano de variadasdisciplinas (Historia, Ciencia Política, Antropología…), sin el rigor que se exigiría en la academia universitaria a losexponentes de estas (Mondragón 128-29). Más adelante, el mismo Polibio aborda la cuestión, cuando dice que «ningún

    discurso sobre el mundo es física y matemática: es más bien novela; Leibniz {3} decía de las Meditaciones Descartes que eran una novela física. Esta pequeña obra es una novela antropológica» (Antaki 33).

    Sin embargo, hay una diferencia notable con el Paz ensayista, vinculada precisamente con los géneros literarios.Como se sabe, su ensayo Posdata (1970), que buscó precisar lo dicho en El laberinto de la soledad , causó unaimpresión muy negativa en ciertos sectores de la élite cultural, debido a que en él Paz llevó a cabo una interpretación

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    contradiga o discuta sus afirmaciones se vuelve su enemigo…» (74). O bien: «El recurso de la analogía con los demáspueblos daría resultados opuestos a los deseados, ya que la susceptibilidad nacional prohíbe severamente cualquier acercamiento analógico» (51-52). Vanidad, susceptibilidad, excesivo protocolo: «No son cortesía: aquí … ladescortesía es la regla y la ley» (44).

    Ahora, El pueblo que no quería crecer continuamente apela a la Razón, pero sin exponer una teoría encondiciones de la misma, salvo por la referencia a Aristóteles: «He buscado en el pensamiento mexicano lasdiferencias y los reencuentros, la demostración, la argumentación tal y como la hemos aprendido de Aristóteles; pero

    no la he encontrado» (45). Sin embargo, apenas una página después, para criticar la irracionalidad imperante en México Antaki sí encuentra de lleno la presencia de Aristóteles: «El discurso se pretende real porque sus partes son hechosreales: aquí estamos frente a un sistema de ideas donde nada es más que un pretexto. Es el “motor puro” del cualhablaba Aristóteles» (46). Es decir, la filosofía de Aristóteles se habría filtrado en la sociedad mexicana luego de ladiscriminación de algunas de sus partes: en el camino se habría perdido, casi nada, la capacidad de argumentar.

    Muy interesante resulta averiguar lo que dice Polibio de Arcadia acerca de los indígenas, al menos desde el sigloXIX, garante de la mexicanidad: «Aquí los más leales a su historia presentan el perfil atormentado de seres quepretenden ser fortalezas». Y luego: «Ni buenos ni malos, son más bien herméticos. Garantes de una pretendidaautenticidad…». Así, Polibio cuestiona su rol de iconos de la mexicanidad, al mismo tiempo que ofrece explicacionespara sus problemas: «La ilusión del pasado se encontraba en ellos tan sólida como la más contemporánea de lasrazones, y el resentimiento era el pan cotidiano de su oficio de pobres» (65-66). Unas carencias que para Antakitendrían que ser contrarrestadas por medio del fundamentalismo democrático, que quiere ver instrumentado entre losindígenas: «A pesar de todo lo que podría decir de él la opinión pública, este sistema que llamamos república es, delejos, el más avanzado de todos» (67).

    Sin embargo, es en sus reflexiones acerca de la estética donde el libro alcanzará su culmen. Para ello,Polibio/Antaki se ocupa de diseccionar cada uno de los baluartes del México nacionalista, entre ellos el muralismo:«Cuando algunos de sus pintores ampliaron sus realizaciones hasta cubrir los muros, creyeron ver en ellos la grandezaque les faltaba. No era más que la monstruosidad que conocían con creces» (94). Una monstruosidad que, para laautora, se remonta de nuevo al México prehispánico y sus deidades:

    «Todos los pueblos del mundo han embellecido a sus dioses, les han tratado de dar figuras y rostros perfectos, salvoaquí: la divinidad era fea, monstruosa, temible, jamás parecida a ellos. No ha sido nunca la madre a la cual podíanparecerse; no podía siquiera ser sus hijos; no podían amarla ni ser amados por ella; solo les mostraba el espejo de unacrueldad conocida y prometida. El culto del horror se volvió referencia divina; había que temer; había que ser temido»(94).

    De nuevo, como en su intento de aludir a la leyenda negra antiespañola y luego el indigenismo, así como laestética de los muralistas, Antaki se sitúa a contracorriente de la ideología del México del siglo XX y su imponenteMuseo de Antropología e Historia, consagrado a honrar a las deidades prehispánicas, reducidas en El pueblo que noquería crecer a su condición de monstruos. Su mención de los dioses prehispánicos refuerza más que otros de suselementos la intersección entre el ensayo y la narrativa de carácter sobrenatural, como explicaremos a continuación.

    La mexicanidad se confunde con lo fantástico

    A principios del siglo XX, la narrativa fantástica en México pasa por un período de transición, que ha sido dividido

    en dos tendencias: una es la tradicionalista; la segunda, la renovadora {4}. Así, en la primera de ellas destacará larecuperación de los temas del Virreinato, en una suerte de prolongación del siglo XIX. Además, aparece el asunto quenos interesa a propósito del México indígena:

    Un elemento que conviene señalar dentro de esta vertiente de acento nacionalista es la incorporación de asuntossobrenaturales que implican directa o indirectamente el pensamiento mágico indígena; Manuel Romero de Terreros, elDr. Atl y José Juan Tablada son los tres autores que mejor ejemplifican este filón temático (Corral 21).

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    Por medio de esos pasajes de su ensayo, Antaki se vincula con una tradición de gran calado en México y quenace de la relación entre lo fantástico y las deidades prehispánicas, un fenómeno que se remonta hasta 1922, con laaparición de «El papagayo de Huichilobos», del marqués de San Francisco, Manuel Romero de Terreros, atraviesa laobra de Carlos Fuentes (Morales, México ; Identidad ) y llega hasta autores como Pablo Soler Frost y Mauricio Molina(Corral 306-25), nacidos ya en la segunda mitad del siglo XX. Este tipo de relato fantástico ha sido llamado por LouisVax con el nombre de «horda de los monstruos adormecidos y de los dioses muertos»; para José Miguel Sardiñas,estamos ante «la horda de los dioses muertos» (apud Morales, México XXXIII).

    En mi opinión, el texto central de esta tendencia sería «La fiesta brava», de José Emilio Pacheco, escrito en laestela ideológica del El laberinto de la soledad . Y esa sería precisamente la cuestión central: la forma en la cual elensayo de identidad nacional, cuya pretensión es aludir a contenidos no ficcionales (nada menos que la identidadcultural de un país), se vale de los mismos mecanismos de la ficción fantástica hasta confundirse con ella, en suintentona de dar con una esencia nacional. Es decir, el uso de metáforas espaciales que representan fronteras entremundos, umbrales que al ser traspuestos dan lugar al problema de lo fantástico (Morales, Identidad 69). Ya lo dice unade las etimologías de «lo subime», categoría estética que se convierte en raíz de la novela gótica: «El término sublim—en griego hýpsous significa cima, altura— parece provenir etimológicamente de sublimis , alto, elevado; aunque otrosautores señalan su origen en sub-limen «bajo el umbral»» (González 30).

    En Posdata , la mexicanidad surge del inframundo, «bajo el umbral» (como los dioses prehispánicos queatormentan a los personajes de Fuentes y Pacheco), algo que tanto molestó a Monsiváis y su grupo. Con sudescripción de los dioses del pasado, que ella identifica con una mexicanidad primigenia cuya estética seríamonstruosa, Antaki participa también de ese fenómeno, como nos parece ilustra esta cita de su ensayo: «la capaarcaica, profunda, solidificada, que da sustento a su ser, resistió y rechazó la realidad del mundo» (102). En nuestropaís, aludir a ese México profundo es más que una simple metáfora.

    No obstante, Antaki aborda estos asuntos no sin contradecirse, como ocurre en esta cita de El pueblo que noquería crecer : «El pensamiento pagano hace y amplía su camino tejiendo una relación mágica entre la naturaleza y elespíritu. Cuando aquella mecánica introduce el arte, el resultado es hermoso. En la vida real, esto se vuelve unapesadilla» (47). ¿Y la mencionada monstruosidad del arte prehispánico? De hecho, si profundizamos en lo anterior,para Antaki México nunca ha asumido del todo la religión terciaria (Bueno, Animal ), exactamente por esa recurrenciade la religión secundaria:

    «Este pueblo jamás ha sido monoteísta. El cristianismo ha sido sumado a la cosecha pagana, y la aventurahomérica tampoco ha alcanzado estas tierras. La crueldad con la cual se tratan los unos a los otros recuerda una delas razones esenciales de su derrota ante los españoles: aquellos que alimentaban a sus hermanos de raza para luegosacrificarlos como animales, no podían esperar de esos mismos hermano ni lealtad ni solidaridad». (113)

    Claro que esa perspectiva entra en conflicto con afirmaciones previas de Antaki, como su referencia a lo que ellallama el «motor puro» de Aristóteles, cuya supuesta potencia en México no se entendería sin la referencia alcristianismo, con San Justino, Santo Tomás y San Agustín (Bueno, Fe ).

    El pueblo que no quería crecer busca en la sociología de ropajes filosóficos el medio idóneo para clasificar elproblema de la identidad nacional, aunque cuando es situado en la tradición del relato fantástico mexicano surge unade sus facetas más interesantes, ya no como sociologismo o psicologismo, sino como reparo estético. Estamos anteuna reflexión novelesca que plantea de nuevo un conflicto añejo, aunque con la posición novedosa de buscar al villanoentre las víctimas: la experiencia de atestiguar cómo renace el ídolo prehispánico, que se pensaba reducido aescombros; una divinidad cuya recurrencia tiene lugar por medio de la narración fantástica y el ensayo identitario.

    Obras citadas

    Antaki, Ikram. El pueblo que no quería crecer . México: Joaquín Mortiz, 2012. Impr.

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    Bartra, Roger. La jaula de la melancolía. Identidad y metamorfosis del mexicano . México: Grijalbo, 1986. Impr.

    Bueno, Gustavo. El animal divino: Ensayo de una filosofía materialista de la religión . Oviedo: Pentalfa, 1996. Impr.

    —. «Etnocentrismo cultural, relativismo cultural y pluralismo cultural». El Catoblepas 2 (2002): 3. Web. 07 jun2014.

    —. «La fe del ateo». Salón de Actos UEMC, Valladolid. 17 oct. 2007. Conferencia.

    Corral Rodríguez, Fortino. Senderos ocultos de la literatura mexicana: La narrativa fantástica del siglo XIX Madrid: Ed. Pliegos, 2011. Impr.

    González Moreno, Beatriz. Lo sublime, lo gótico y lo romántico: la experiencia estética en el romanticismo inglésCuenca: Ediciones de la Universidad de Castilla-La Mancha, 2007. Impr.

    Insua Rodríguez, Pedro. «España en Babia, un año después». El Catoblepas 38 (2005): 1. Web. 21 sep 2014.

    Krauze, Enrique. Redentores. Ideas y poder en América Latina . México: De Bolsillo, 2013. Impr.

    Llanes García, Manuel. «Idea de Hispanoamérica en la obra de Juan Villoro». El Catoblepas 139 (2013): 1. Web.21 sep. 2014.

    —. «Religión primaria y caza angular en un cuento de Vasconcelos». El Catoblepas 147 (2014): 3. Web. 22 dic.2014.

    Morales, Ana María, selecc. y pról. México fantástico: Antología del relato fantástico mexicano. El primer sigloMéxico: Oro de la noche eds.; CILF; Fonca; Conaculta, 2008. Impr.

    —. «Identidad y alteridad: del mito prehispánico al cuento fantástico». Hipertexto 7 (2008): 68-76. PDF.

    Mondragón Sánchez, Berenice Adriana. «Una reflexión en torno a la identidad del mexicano a través de ‘Ellaberinto de la soledad’». Tesis de maestría. UNAM, 2005. PDF.

    Notas

    {1} Cito por la edición de 2012 para Joaquín Mortiz, en el cual Maruan Soto Antaki describe las circunstancias en lascuales se publicó originalmente el ensayo de su madre, Ikram, en 1996: El pueblo que no quería crecer fue firmadopor prudencia, con un pseudónimo, Polibio de Arcadia. Hacia el final del ensayo, Soto explica que, de cualquier forma, el ensayo fue mal recibido: «A ella se le acusó de cobarde por criticar al país en el que hizo carrera, como sihacerlo significara una injusticia. Otros llegaron a tachar, de manera pontificia, al libro como una nula comprensión,alejada de nuestra realidad» (Antaki 16). Esperamos que no se considere este análisis nuestro en ninguna de lasopciones citadas.

    {2} Hay una edición de Las Historias de Polibio de Megalópolis (1970), publicada por la Universidad de Chile y AndrésBello, misma que incluye un texto biográfico: ahí se lee que Polibio (no se sabe con certeza) habría nacido enMegalópolis entre los años 210 y 206 a.C., así como aproximada es la fecha de su muerte, cerca de los años 129 y125 a.C.

    {3} Como puede apreciarse, el segundo Polibio de Arcadia puede hacer referencia a Leibniz y Descartes, anacronismoque se deriva de su condición de historiador de la Grecia clásica invocado por una ensayista del siglo XX por mediode una novela antropológica.

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    {4} En otra parte (Llanes, Religión ), hemos abordado más ampliamente esta tendencia, que se encuentra representadapor los escritores del Ateneo de la Juventud, de manera ejemplar con José Vasconcelos (Corral 325-28). Elfenómeno de la recurrencia del México prehispánico en pleno siglo XX va a ser detectado también por Vasconcelos,quien critica ese tipo de telurismo en varios de sus trabajos, entre ellos su novela Ulises criollo , así como en variosde los textos de su volumen misceláneo La sonata mágica .

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