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En defensa de la literatura1 julio, 2015
Maruan Soto Antaki
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Se lee como novela. Me dijo un tipo el otro da, al recomendarme un ensayo del que no tena el menorinters.Y qu novela ha ledo ltimamente? Le pregunt al hombre, muy amable, que se acerc a mi mesa enun restaurante que frecuento ltimamente.No, bueno, en realidad tengo poco tiempo para leer novelas. Me confirm segundos despus, tras unorgulloso titubeo que le sirvi para decir con una conviccin que supongo es envidiable: leo lo que es mstil.
Es casi habitual. He encontrado esa misma respuesta en ms de uno, muchos de ellos escritores, analistaspolticos, acadmicos, parte de la intelligentsia mexicana o bien, lectores comunes. Gente que uno suponeencontrar en el instrumento anlogo de la realidad una fuente de reflexin.
Parece que el asunto es de poca importancia. Leer novelas, por buenas que sean, no va a mejorar elamargo y translcido caf de una oficina en la maana, tampoco resolver el ms complicado conflictonacional, ni har que los fundamentalistas de la bicicleta logren un acuerdo con los psimos conductores enla ciudad que se antoje. Ya alguna vez en la presentacin de un libro le tuve que confesar a una mujer quelevant la mano, presumiendo un inters que sueo genuino, que leer una de mis novelas no le servirpara absolutamente nada de lo que ocupaba su vida o la de prcticamente cualquier otro.
Quitando el fraseo cursi y vaco que da las razones para leer en las infames campaas de promocin a lalectura, el rechazo a la literatura est disfrazado de una ausencia que no deja de parecer tremenda, la faltade reconocimiento a las mximas caractersticas de hominizacin de nuestra especie: el lenguaje y sihablamos slo de la ficcin, la cosa se pone ms grave; despreciamos la imaginacin, producto de esavirtud nica: la capacidad de pensar.
Si todos los que se quejan de que en este pas se lee poco, leyeran, no tendran tanto de qu quejarse. Enrealidad, la queja es floja. Si bien ser difcil que seamos una sociedad de lectores intervienen muchosfactores, al momento de espetar nadie toma en cuenta a cuntos lectores equivalen los porcentajes,tampoco los distintos mecanismos de lectura, desde la fotocopia universitaria, el librero de mercado o deviejo y el afortunado prstamo de ejemplares. Ese que hace pasar libros como si fueran cuna de recinnacido, cambiando de manos gracias a unos padres que al ver al hijo de su vecino cursar el mismo grado
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que termin el cro de la casa, no dudan en confiar unas pginas, suerte de estafeta con miras a mejorar.
En realidad el nmero de lectores oficiales me importa poco y no me llena de angustia. Esa fascinacin porlas cantidades ha mandado al traste temas que a m me resultan ms interesantes: cmo leemos?, qubuscamos?, por qu?, qu estamos haciendo como lectores con la literatura?
Se buscan las respuestas a nuestra falta de conocimiento sobre un hecho histrico, sobre un chisme polticoo una tragedia noticiosa en las novelas que ms se venden, esas que narran un momento preciso quepocos desconocen o, al menos, conocen en parte. Una aproximacin sencilla a la realidad que nunca haostentado una pizca de sencillez. La poesa, afortunadamente, no la veo muy afectada por esta mescolanzaaunque s por otra, la impostura ideolgica que, por forzada, cada vez funciona menos bien. En la ficcin,el mundo de adentro y afuera, ese equilibrio necesario para aspirar a la buena literatura que ninguno delos que escribimos sabemos si llegaremos a ella, se diluye con los basado en, la verdadera historia de,lo que usted quiso saber; aquello que vende lo que el lector desconoci hasta que alguien logrdescubrir con mentiras (porque el gnero es ficcin), las maraas tambin falsas de una historia reescritahasta la inverosimilitud.
Esa necesidad absurda de encontrar en la literatura respuestas fciles, justificaciones, para tomar a lanovela como un manual que nos rescate de la ignorancia. No me refiero al montn de publicaciones defrmula con sus distintas promesas culinarias o financieras, libros que sirven para mantener una industria yno compiten en la bsqueda de lectores literarios. Me ponen los pelos de punta las supuestas cualidadesque se encuentran en menoscabo de otros gneros en los que es difcil encontrar el equilibrio donde laficcin sirve para decir lo que no se puede decir de otra forma, como hace un par de aos me record mieditora, citando a alguien que ahora se escapa de mi memoria.En los meses de esa conversacin dentro de la editorial, un temor me incomodaba y lo sigue haciendo.Acababa de publicar Casa Damasco, una novela en el escenario de la guerra civil siria que me resultatormentosamente cercana. Mis dudas a su alrededor an no claudican. Cmo escribir al respecto sin queel entorno el mundo de afuera, la guerra, gane sobre los personajes que haba inventado? Supongoque pasar un tiempo para que me quite eso de la cabeza, si es que lo hago, y vea si llegaron a buen finmis esfuerzos por evitar una novela informativa o, peor, lo que se entiende como literatura comprometida,que tanto detesto. Es natural que un autor escriba de lo que lo rodea, acerca de las preocupaciones que seciernen sobre l todos los das; sin embargo, cuando en los intereses del autor y de un gran grupo delectores, lo que se dice sobrepasa el cmo se dice, se rompe la lnea que permite situar la historia en unentorno que se aventura en la ficcin. Al no arriesgarse en las trampas de la literatura, puede que estemosdestruyendo a la literatura misma.
Qu elementos de una novela se usan para conquistar lectores? Los que los lectores pedimos. Si de lanovela X dijramos que se trata de un hombre que quiere encontrarse con sus hijos, es posible que nogoce de muchos interesados pero, si mencionamos que ese hombre es el verdadero asesino de un dictadorfamoso y sus hijos huyeron a Sudamrica por la vergenza que les provocaban las labores de suprogenitor, un doble espa que colaboraba de igual manera con su gobierno que con el crculo cercano alPapa en el Vaticano, la cosa puede cambiar pasando por alto la prosa fantstica de la hipottica obra. Ahperdimos por completo el equilibrio que la salvar del olvido. Es este el escenario al que muchos textos seenfrentan en la bsqueda de un mayor nmero de lectores.
En qu momento una novela, para ser verosmil y atractiva, tiene que recurrir a situaciones cercanas oabsolutamente reales para poder construirse? En el que creemos que la novela tiene una funcin utilitaria,explicarnos de qu se tratan los entornos donde se desarrollan antes de mostrarnos a nosotros mismos.Cuando no le damos el valor suficiente a las convenciones de la ficcin, que permiten a unos personajestotalmente falsos, reflejar las preocupaciones, perversiones y cosas buenas de nosotros los reales.Convenciones que permearon lo ms profundo de nuestra existencia para convencernos por unos siglos dequ se trata el amor, la felicidad, de cmo se manifiesta el temor, la angustia y tantas otras pasiones.
Todo novelista puede caer en esta tentacin, ser de s lograr que su trabajo tenga ms que la narracincorrecta e investigacin meticulosa de un evento que como l, cualquiera con intenciones pudo descubrirentre libros e internet. La perversin tiene dos caminos, tambin recurrentes. El segundo perturba a ms deun editor. Si en el rechazo indiscriminado a los asideros de la realidad se elimina todo rastro de un mundo
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exterior, por soberbia, para dicha novela los anaqueles de librera pueden volverse sinuosos.
Pero de esta historia puedes hacer una novela! Como si las novelas trataran de eso, como la recurrenterecomendacin de la ta regordeta que en las cenas familiares insiste en contarle al narrador de la mesa laancdota que slo ella sabe, y asegura dar para escribir doscientas paginas. No, las novelas no se hacende eso. Personajes que evolucionan como nosotros las menos veces lo hacemos, contradicciones, ladosificacin de la informacin en pos de la creacin del suspenso y una prosa, dejo esttico, que obliga amuchas otras cosas ms que ricas. El uso del lenguaje, de los tiempos, de las figuras que hablan de lo queno est escrito, implcito; que separan al libro de la literatura. Tampoco puedo olvidar que la literatura estan grande que da para tanto donde se encuentran en la literalidad, ensayos, ya deca poesa, la cumbrems alta del lenguaje e incluso, algunos de los textos que leemos a diario en pginas de peridicos. Esteolvido por las posibilidades del lenguaje y del pensamiento que ha permitido el desprecio de la novela, lapoca importancia que se le da a la poesa y el desecho del ensayo literario, se hacen en la pobreza de laspalabras que nos hemos acostumbrado a leer.
Artculos y ensayos de revista se construyen a partir de citas, referencia tras referencia son consecuencia delo mismo que afecta a la novela. Todo lo dicho podr ser vlido desde lo escrito por otros; lo dijo tal,entonces es incuestionable y si an queda duda, tambin lo coment ese fulano de otros tiempos. Nopuedo estar equivocado si menciono tres fuentes que en su nombre sustentan alcurnia; da igual lo que yopiense y cmo lo escriba. A las ideas cada vez se les exige menos sostenerse por s mismas como por lareafirmacin desde ideas anteriores. La poca de las comillas ahorra el esfuerzo de pensar y evita eltodava ms intil trabajo esttico, ese que como todo arte viene del ocio y de nuestras dos grandesvirtudes, posiblemente las nicas que valen la pena en la especie: el lenguaje y la imaginacin. Pensar y lacapacidad de hacerlo, de expresarlo. Los dos elementos principales de la literatura, que est hecha de lomismo que nosotros.
Maruan Soto Antaki
2015 Julio, Ensayo.
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2 comentarios en En defensa de la literatura
1. Victor Romero1 julio, 2015, 2:25 pm
Est muy bien escrito pero me parece que es una opinin muy pasional de algo que se ha discutidoseriamente en otros medios (i.e. http://www.theguardian.com/books/2015/jun/26/is-there-a-crisis-in-high-calibre-non-fiction-publishing-sam-leith?CMP=share_btn_tw). Considero que confundes lectorescon consumidores, lamentablemente, no es lo mismo conseguir un lector que un comprador.Por otro lado siento que mezclas temas sin hacer una reflexin un poco ms profunda. Entiendo quehay una tirana de las citas y los nmeros, pero eso pasa por la relacin que suponemos entre larazn (Kant) y la verdad (me atrevera a decir que lo que est en crisis no es la literatura sino lapalabra crisis en s).Me parece que es un gran ensayo para contarnos cmo percibes (y haces, como lector y escritor)literatura, pero resulta muy flojo para explicar cul es el verdadero problema: el consumo que noscondena a perseguir el deseo que siempre est en otra parte. Si mezclaras tu experiencia (que se leeapasionante) con una reflexin mas sustancial sobre el verdadero enemigo, tendramos undiagnstico que reivindique a la literatura no desde los sntomas de un escritor, sino desde las causasproducto de una estructura.
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Maruan Soto Antaki1 julio, 2015, 3:25 pm
Precisamente, lo nico que busco es contar cmo percibo la literatura. Lo otro, si le interesa aalguien ms, que lo escriba. Reivindicar la literatura, a estas alturas? Saludos.
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