año 1 / nro 05 / agosto septiembre 2011

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Revista Bimestral de Arte Insurgente. Número 5, temática: Autoridad

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[11] Desarmados Cuerpos por Guillermo Villani y Ernesto Meyer

[8] Te Grito en Silencio por Matías De Brasi

[5] Posters del Amo por

Juan Buho

[9] Optiques por Marcos Torti Iermini y

Alejandro Sordi

[17] Por Luciana Villella

[16] Deconstrucción por Judit Veinberg

Hecho el depósito que marca la ley 11.723. Prohibida su reproducción parcial o total sin

mención de la fuente.

S umario

[14] Por Gastón

Paffumi

[13] Por Beti Zapata y Sofía Villani

Revista bimestral de arte insurgente

Agosto-Septiembre 2011 Número 05

Guillermo VillaniNahuel Romero

Diseño de cubiertaJulieta Vera

aL Jetaa

[email protected] http://revistalajeta.blogspot.com

Contacto

Dirección editorial y diseño interior

Arruinamos: Humeante de Roberto Aizenberg.

Contratapa

[7] Por Daniela de Diego

[6] Por Nahuel

Romero

[17] Por Nahuel Romero

y Sofía Villani

[4] Por Luciana

Villella

Dirección publicitariaCarmela Torti Iermini

[12] Por Fernando Liberona León

[15] Carne y Discurso por Guillermo Villani y Matías De Brasi

Editorial La infracción, por encima de la regla que se quebranta, se presenta no pocas veces con una seguridad desmedida. Empuña la injusticia encarnando sin quererlo la figu-ra de la autoridad. Toma su lógica desde el surgimiento en voz de una verdad del maltrato, o del dolor ignorado. Así la autoridad, como el asentamiento del deber, también encuentra lugar en la insurgencia. De ahí el esfuerzo por desmesurar aque-lla práctica, liberarla de la reproducción de la que ella desea escapar y pocas veces puede.

El arte, como reflejo desfigurado de lo que somos, teme también sumar a la imagen de la autoridad. Sin embargo, sostenemos con imprudente inseguridad que el arte puede deconstruir aquel cuerpo. Porque el arte es esquivo, indeciso, pero no por eso débil o inerte.

Desatar la pena generalizada, aquella que nos formula y nos modifica, que com-pone en nosotros signos, que infiere en nuestras pasiones y deseos, y condiciona nuestras prácticas, se vuelve en La Jeta un sentido íntimo. Sin embargo, el paso pre-vio, propio de un camino que comienza, tiene que ver con vislumbrar, comprender, esa pena. Materia propia de nuestro mundo y de las concepciones que lo forman, a las que nosotros respondemos como contracaras escurridizas. Desde aquel senti-do, volvemos al arte medio infractor de la lógica de la autoridad. ■

La verdad como algo

dado

inofensivoestático

accesible y reconocible:

no existe.

La verdad aprieta

señala lo insincero

te mantiene en tensión

para que puedas ver

el destello de la bisagrade esa puerta abriéndose.

► Palabras de Luciana Villella

[4]

Automático y procesado;el circuito que nos agita el goce, la masturbera conciencia. Colgamos en el cuarto de nuestros sueños los posters del amo.

Y el amo tiene tantas caras como lágrimas tiene la tristeza. El amo sonríe y nosotros también.El amo sabe de nuestros sueños. Sabe de nuestros miedos. Y nosotros, lauchitas blancas, damos vuelta en la calesita de su morbo.

Enfrascamos las cosas; exhibimos productos; compramos la sangre inocente. Arañamos la felicidad. Vendemos nuestra alegría, las lágrimas y la túmba de nuestro futuro.

Y lo peor, es que el amo sabe lo que nos gusta. Sabe nuestras bromas, cuenta el mismo chiste siempre. Y cada vez, reímos a carcajadas. Sin aire, caemos rendidos. Somos una migaja más en su gran asado. Achuras secas que nadie quiere probar.

POSTERSDEL AMO

► Palabras de Juan Buho

[5]

► Dibujo y palabras de Nahuel Romero

No los mires, no son tus hermanosÉsta es la suerte de los que triunfamos

[6]

Un silencio de vidrios rotos que ni siquiera corta.¿Cómo vas a vivir sin pájaros ni hojas?

Tiempos huecos. Guitarras en la hoguera que se consumen y funden en cuerpos desnudos, en bocas abiertas, salivando por heridas que se abren pero no sangran.

No hay que llorar si no sabés dormir.El viento no cambia su dirección y creés que no queda otra salida.

Remolinos, pensás.Las manos sucias te dan asco, a mí no.

Fijate en los que quedamos boca abajo, no hay cepillos. No hay banderas que izar.

► Palabras y fotografía de Daniela de Diego

[7]

► D

ibujo de Matías D

e BrasiTe grito en silencio

[8]

IDos hombres, de frescas túnicas y brillantes pelucas, avanzaban por el pasillo, tenuemente iluminado por el sol matutino, en dirección al pabellón de celdas. Re-corrían la galería con marcha firme y decidida, al tiem-po que eran escoltados por el guardia de la sección; sus pasos resonaban a lo largo del pasillo y sus figuras eran el único movimiento que interrumpía la calma del corredor.

El guardia, supo de inmediato que eran extranjeros; y una simple expresión como “Ce-llules” le hizo entender que, los señores recién llegados, eran franceses. En otro momen-to, le hubiera resultado extraño, sin embargo, debido a todo lo que estaba sucediendo en Europa alrededor de las nuevas ideas surgidas, se podía ver a personas de todo el con-tinente viajando entre Inglaterra y Francia; mientras que las visitas de señores franceses al Castillo de Oxford, ahora convertido en prisión, habían aumentado en la última época. Al cabo de un tiempo, entendió que los visitantes eran personas de ciencia, todos llega-ban con materiales de estudio que debían dejar en la entrada, a excepción de algunos artículos que, previo registro, eran permitidos para ser ingresados. En este caso, los dos hombres traían consigo el mismo libro, con cubiertas de cuero negro y el título en dorado en el frente. El analfabetismo del guardia le impidió saber de qué libro se trataba.

Caminaron por el pasillo pocos minutos, hasta que el guardia se paró frente a una de las puertas de metal del pabellón, donde se encontraban algunos de los prisioneros más peculiares de la época, según él tenía entendido. No tenía acceso a las celdas, solo debía acompañar a quien lo solicitara hasta la celda indicada y aguardar fuera de ella, en caso de que ocurriera algún improvisto; la llave se le otorgaba minutos antes de la llegada de los visitantes. Nunca entró a una, como tampoco pudo ver a ninguno de los prisioneros que se encontraban allí; y aunque esperara fuera de ésta, nunca llegó a escuchar nada de lo sucedido dentro, al contrario del resto de las celdas de la prisión. Siempre tuvo la idea de lo “especial” de estos prisioneros ya que, muchas de las reformas para refaccionar el castillo como prisión, se centraron en este pabellón por sobre los demás.

-Estamos aquí, esta es la celda.- El guardia gira sobre sí mismo, y les ofrece la llave de la celda a los señores, siguiendo los requerimientos en este caso de visitas, y se coloca a un lado de la puerta.

-Merci.- Respondieron los hombres cordialmente, uno de ello introdujo la llave en la cerradura y abrió la celda. La puerta, al abrirse, obstruye la visión del guardia, para evitar que pueda distinguir algo dentro. En silencio, los señores entraron en la celda. La puerta no hizo sonido alguno al cerrarse tras ellos. >

Optiques

[9]

IILa celda era iluminada por una pequeña rendija en el techo, la cual daba un aspecto de polaridad de la luz en su interior, con un sector de la celda sumida en la oscuridad y otro con una brillantez segadora. Las paredes, el techo y suelo estaban cubiertos de un mate-rial esponjoso de gran espesura brindando seguramente, el aislamiento auditivo esencial para el hermetismo requerido para las sesiones que ocurrían dentro. En medio de la celda, tirado sobre su espalda, con la mirada perdida, un hombre con el cuerpo atrapado dentro de una camisa de fuerza y un bozal sobre su boca, un animal.

Uno de los hombres se acercó al animal, mientras señalaba en dirección al sector más oscuro de la jaula. El otro se dirigió hasta el borde oscuro de la misma y levantó dos pe-queñas banquetas disponiéndolas una a cada lado del irracional que, con ayuda del pri-mero, se había incorporado y se encontraba inmóvil con sus extremidades cruzadas. Una vez sentados, abrieron sus respectivos libros y los apoyaron sobre sus regazos, sin prestar atención a los constantes gruñidos y chillidos que provenían del animal, que parecía co-brar vitalidad con cada segundo que pasaba. La jaula parecía expandirse, los límites de las paredes aparentaban desaparecer y el salón se iluminaba estrado a estrado, hombre a hombre, y las miradas del anfiteatro se posaban sobre el animal; los ojos penetrantes indagaban, en busca de respuestas. Cientos de hombres hablaban y aturdían al animal, el cual se sentía desorientado, acorralado, tenía miedo.

La instrucción de la bestia por parte de los señores de Francia, los hombres de cultura, ilustración, representantes del pensamiento racional, constituía la piedra angular del en-cierro de muchos seres que, al igual que el limitado, no adquirieron la capacidad nata de pensar de forma sistemática; que lejos de querer imponer una cosmovisión estructurada como base de las demás formas de ver el mundo, la realidad establecida de forma estricta e impenetrable racionalmente, solo se preocupaban por el bienestar del resto de la ma-nada, de cuidar de sus crías, de subsistir con el alimento de que les brindaba la naturaleza, de no explotar en busca de beneficios, de no creer en un sentido de vida ostentoso por un propósito final, no poseían imaginación ni memoria, eran nómadas de la razón.

IIIEl guardia comenzó a creer que no volvería a ver a los visitantes, varias horas habían trans-currido desde que entraron a la celda, pero no se extrañaba, común era la preocupación a causa de la incertidumbre de no saber que ocurría allí adentro. De un momento a otro, los hombres salieron, le devolvieron la llave de la celda y caminaron de vuelta hacia la entrada del pabellón. El guardia como tantas otras veces, solo se limitó a devolver las posesiones a los visitantes, despedirlos, y a esperar a los próximos hombres de ciencia. Lo último en lo que pensó el guardia antes de perderlos de vista, era en el nombre del libro, no lo enten-día pero recordada como se organizaban las letras: Encyclopédie. ■

► Palabras de Marcos Torti Iermini y pintura de Alejandro Sordi

[10]

El mármol y la gloria se desarman, los prestigiosos hombres que resuenan en el imaginario social se agrietan y caen, ni el monumento soporta el peso de quien representa. Expresión amarga de un pasado sangriento y un presente que no soporta su propia desgracia. Las conciencias no quieren más los nombres pin-torescos, de uniforme y respeto. Así queda solo la mediocridad.

Por las calles nace la satisfacción de los vencidos que le sacan la lengua a los vencedores. ■

Desarmados Cuerpos

► Palabras de Guillermo Villani y fotografía de Ernesto Meyer

[11]

Conflicto estudiantil en Santiago de Chile►

Fotografía de Fernando Liberona León

[12]

Seremos como el solque para alguien está naciendo,que para alquien está muriendo.Seremos un girador continuoagujas de un reloj que no lo sabeny todo dependerá del horizonteque cada uno juzgue.Seremos los únicos que no sabremos nada de [horizontes.

► Palabras de Beti Zapatay dibujo de Sofía Villani

[13]

► Dibujo de Gastón Paffumi

[14]

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[15]

► Pintura de Judit VeinbergDeconstrucción

[16]

Que seas mi herida

el rayoLa fatalidad desnuda

La oración oblicuaMi desconsuelo

que seas la certeza

porque Hoy,Claramente,

no dependo de mí

Bellalengua condenada

quiero que te rías conmigonecesito que te rías conmigo

ya que no hay más segundos

no hay más verdadesno hay más historiasno hay más sueños

compañera, amiga, amada

de noches sin oídosde horadados deseos

ambos sabemos

que una farsa occisayace a nuestro alrededor

► Palabras de Nahuel Romero y pintura de Sofía Villani

[17]

La Jeta no esconde su debilidad. Debemos sincerarnos, aceptar y decir que sus pasos limitan y juegan constantemente en el riesgo de la desaparición. Esto es porque La Jeta no pertenece a unos pocos. Para

mantenerse viva invita constantemente. Invita al debate y a la criticada, pero también invita a la participación. La Jeta solo seguirá andando en función del diálogo y la transformación de si misma. Por eso invita al

aporte de los lectores, a que no se haga de ella una revista que aparez-ca bimestralmente estática y unidireccional.

Para publicar y no flaquear las fuerzas de La Jeta, mandá un mail a: [email protected]

¡Salud!