ensayo: relación entre etica y economía
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UNIVERSIDAD CATÓLICA SANTO TORIBIO DE MOGROVEJO
FACULTAD DE CIENCIAS EMPRESARIALES
ESCUELA DE ECONOMÍA
Año de la inversión para el desarrollo rural y la seguridad alimentaria
Asignatura :
COMUNICACIÓN II
Docente :
CHIRINOS SANCHEZ, María Flor
Alumno :
RECALDE CARRANZA, Cristhian E.
CHICLAYO – PERU2013
RELACIÓN ENTRE ÉTICA Y ECONÓMICA
En los últimos años se ha acentuado el debate entre la ética y la economía. Son
temas difíciles y por ende importantes. Estos temas han sido desarrollados a partir
de un análisis de la realidad que nuestros profesionales de la ciencia económica
enfrentan en su vida diaria.
Pues bien, el considerar a la ética dentro de la economía ha sido una constante,
un suceso que, sin embargo, durante determinadas épocas se ha desdeñado, a tal
punto de descuidar la referencia ética, tanto individual como social.
En toda organización social, ya sea pública o privada, se procede a la elaboración
de normas fijas, concretas, que tratan de regular el comportamiento de la persona.
Durante décadas las organizaciones sociales han desarrollado un extenso campo
normativo que ha dejado espacios muy oprimidos, a la acción de la persona.
El incumplimiento, de estas normas ha constituido y sigue constituyendo la
referencia valorativa del comportamiento de la persona. Dejando superficialmente
un espacio muy reducido tanto a la ética social como a la ética individual.
A todo esto la ética se convierte en el componente básico de la coordinación de la
economía, frente a la incertidumbre del futuro, frente a la complejidad creciente de
los sistemas de la sociedad, frente a la desconfianza del hombre. Pues bien, la
ética se alza en sus valores, niveles y principio, como elemento básico de la
realidad económica de la sociedad
La ética económica debe crear certidumbre, debe simplificar los sistemas sociales,
debe generar confianza entre los hombres, basándose en los principios que los
rigen, deseando influir en el comportamiento del hombre, ya se profesional o no,
pues no es suficiente explicarles los diferentes niveles y principios éticos o
morales, más bien habrá que presentar estos principios y niveles de la ética
económica, de tal manera que los encuentren útiles para dar sentido a sus vidas.
En este sentido abordaremos un tema importante y difícil: La relación la ética y la
economía. Un tema actual y discutido, un tema angustiante, porque vamos hablar
de sufrimientos, de errores, de injusticias, etc. Pero también es un tema
esperanzador, si aclaramos algunas ideas (juicio de valor o meras opciones
emocionales) y contribuimos a cobrar una mayor responsabilidad social.
Introducirnos en el mundo de la economía, verla desde una faceta muy humana es
decir digna, es lograr edificar una nueva sociedad. Los expertos en economía
consideran que los expertos en ética deberían comenzar por estudiar economía,
antes de manifestarse sobre la misma; y lo mismo dicen los expertos en ética, los
cuales consideran que los expertos en economía, deberían estudiar ética antes de
justificar su modelo económico como ético.
Con el fin de precisar el tema nos ocuparemos en primer lugar, de proporcionar
una definición de la economía.
Esta, es una actividad con la que la persona cubre sus necesidades con bienes
materiales para su desarrollo. Aunque el objetivo de la actividad económica no es
solo la disposición de bienes materiales, la persona, en cada caso concreto
determina de forma libre su objetivo, sin embargo, por regla general y por su
propia naturaleza, el objetivo final (cubrir sus necesidades) se encuentra
predeterminado. Por lo tanto, tal como señala, García Echavarría, 2006.
“economía es el conjunto de todas aquellas actividades por las que la
persona dispone de los bienes materiales para cubrir sus necesidades
vitales y culturales”.
Hemos precisado líneas arriba la definición de la economía, pues bien en segundo
lugar nos ocuparemos de proporcionar una definición de la ética.
Muchas veces hablamos de “algo” precisamente porque nos hace falta o porque lo
echamos de menos. Nos acordamos del aire que respiramos cuando se vuelve
irrespirable, lo mismo pasa con la ética hoy en día.
La ética es actual, entre otros motivos porque sentimos que estamos viviendo una
crisis muy fuerte al ver tanta maldad, represión, inseguridad, violencia, corrupción
y entre otras tantas cosas preocupantes que el ser humano ha sembrado.
Todos los seres humanos en todos los tiempos han tenido que regular su
conducta conforme a lo que sentían de ser bueno o malo. El ser humano tiene
pues potencias y capacidades de evolución. Algunos afirman que solo
actualizamos el 10 por ciento de nuestras potencias. La educación es actualizar
las potencias que están escondidas en el niño, adolescente, joven, etc.
La ética es pues, la actualización más plena posible de las potencias que están
dentro del ser humano. La felicidad o satisfacción es la señal del buen proceso de
actualización. Por eso, la felicidad es la meta de la tarea humana y debe consistir
en la actualización de aquellas potencias que son más importantes.
Lo más importante del ser humano es su inteligencia que contempla la verdad.
Hay un ejercicio de la inteligencia que consiste en fabricar objetos; otro que
consiste en modelarse éticamente a sí mismo, pero lo importante es la teoría o
contemplación de la verdad.
En este sentido, la ética se hace humana cuando es vivida en la convivencia
social, como ciudadano. Compartiendo una tradición, siguiendo los ejemplos
morales de los mejores ciudadanos, practicando la amistad no solo por la utilidad y
goce, sino por su valor en sí misma.
En definitiva, terminamos discerniendo entre una ética mínima y una ética máxima:
La ética mínima, se refiere a lo universal del deber para todos los seres humanos;
la ética máxima, a la proposición de modelos de vida que nos llevan a la felicidad.
Allí está el desafío éticos para el Perú, América Latina y el mundo de hoy.
A la ética se le han presentado nuevos retos y problemas que no encuentran
respuesta en la moral tradicional. Retos que vienen por una parte, de las ciencias,
en particular de las ciencias económicas. Problemas que van desde la injusticia
hasta la discriminación social. Gobiernos con políticas pragmáticas, que utilizan
cualquier medio con tal de perpetuarse en el poder.
Hasta el momento hemos visto el significado de la ética y la economía. Muchas
personas piensan que la economía está al margen de la ética, suelen ser
personas con un nivel de educación por encima del promedio, que están muy bien
económicamente, y que se sienten felices de poder rechazar los argumentos y las
críticas contra ellos. Con frecuencia son ataques cargados de ignorancia de la
realidad y sesgados por ideologías muy cuestionables.
La economía no está al margen de la ética, pero para poder afirmar y probar esto,
debemos ser muy objetivos y precisos, conocer bien la realidad económica, y
tener claro los principios y las normas de la ética.
Es evidente que, en muchos de nosotros existe una lamentable confusión sobre el
significado y sobre las exigencias de la ética; existe sobre todo una ignorancia casi
abismal sobre lo que es economía, la realidad económica, como funciona la
economía, sus causa y efectos de la economía, que alternativas existen dentro de
la economía, etc.
Sufrimos la realidad económica, pero no la comprendemos, no sabemos explicarla
y nos sentimos incapaces de señalar las verdaderas soluciones.
La ética se ha venido elaborando desde muy antes (antiguo); ya las sociedades
primitivas tenían sus normas, sus códigos de ética; y más tarde, en occidente, con
los aportes de la filosofía griega, el derecho romano y el pensamiento cristiano, se
formó un cuerpo de doctrina responsable y valido en sus líneas esenciales, dentro
de la llamada filosofía perenne.
La realidad económica, por el contrario, es algo sumamente dinámico y cambiante,
que evoluciona de manera cada vez más acelerada. Lo que los grandes
pensadores de la antigüedad, y los mismos textos bíblicos, incluyendo hasta los
filósofos del siglo VIII, dijeron sobre el dinero, la pobreza, el trabajo, el producto,
los precios, etc. debe ser tomado con pinzas porque, aunque tiene alguna validez,
se refería a realidades económicas muy diferentes, a veces diametralmente
opuestas.
Durante centenares de milenios la humanidad apenas logró sobrevivir, en pobreza
absoluta y generalizada, hasta que sucedió la revolución, agrícola (hace unos
doce mil años), la cual permitió que se formaran los primeros asentamientos
humanos, las primeras civilizaciones; pero la pobreza seguía siendo casi absoluta
y general, porque solo había agricultura, algo de ganadería y artesanía. El
producto era muy limitado, y apenas podía aumentar.
La riqueza de una insignificante minoría se obtenía expoliando a otros. Esta
situación, en lo esencial, se mantuvo hasta fines del siglo XVIII de la era actual.
Solamente en los últimos doscientos años, con la revolución industrial y el avance
científico y tecnológico, cambia radicalmente la economía y cambian las
estructuras sociales y políticas.
En este sentido, durante los siglos XIX y XX la economía crece, las empresas se
multiplican y se desarrollan en un sistema de libre mercados (capitalismo),
aumentando la cantidad total y la calidad de los bienes y servicios, en un proceso
cada vez más acelerado y sorprendente. En las últimas décadas el crecimiento
económico ha sido mucho mayor que en los 150 años precedentes. En el mundo
globalizado actual, intercambiamos información, productos y capitales en una
cantidad y con una rapidez que los antiguos jamás pudieron sospechar.
Hay dos puntos fundamentales a rescatar: en primero lugar, es saber cómo está la
pobreza actual en comparación con la pobreza antigua, pues está ha disminuido.
El nivel de vida absoluto de los pobres ha mejorado, y la proporción de pobres
dentro de la población total es ahora menor, Pero el nivel de vida relativo de los
pobres ha bajado mucho, y es una pobreza indignante porque hoy no debería
existir. Y en segundo lugar, es saber cómo está la riqueza actual en comparación
con la riqueza del pasado. Pues esta es muy superior y está cada vez más
concentrada en sus niveles sociales más altos.
Por lo que Nunca ha tenido la sociedad un producto total tan elevado, y tantas
posibilidades de seguir aumentándola. Y al mismo tiempo tenemos absurdos tan
irracionales como estos: el gasto criminal en armas, el gasto criminal en drogas, el
daño a la ecología del planeta (agua, aire, energía, etc.), la producción de multitud
de bienes y servicios inútiles, y junto a la pobreza y el hambre de muchos millones
de seres humanos, en todo los países, pero sobre todo en el hemisferio sur.
Una realidad económica así, no es ética. Es injusta, deshumaniza a todos (ricos y
pobres). Todos reconocen que hay serios problemas, que la situación no debería
ser así. Según el artículo número uno de la constitución política del Perú, dice: “la
defensa de la persona humana y el respeto de su dignidad son el fin
supremo de la sociedad y del estado”, y algo muy similar dicen todos los países
del mundo. Las divergencias saltan cuando se analizan las causas de la situación
y cuando se señalan las soluciones.
De modo que Podemos distinguir dos planos o niveles: nivel micro o personal
(individual) y nivel macro o social (la economía en su conjunto). A nivel micro hay
toda una serie de experiencias de ética: normas de conducta de justicia
conmutativa (respeto, honradez, lealtad). Sin embargo, cometemos abusos y
atropellos como las estafas, los incumplimientos de contrato, las coimas, etc.
Por otra parte, mucho más serios y complejos son los problemas a nivel macro
puesto que aquí entran las ideologías. El sistema de mercado, (que respeta y
promueve la libertad de las personas, su iniciativa, su responsabilidad, su afán de
superación, etc.) responde a la naturaleza del ser humano y ha demostrado ser el
sistema más apto para lograr el desarrollo económico. Este, es el sistema
socialista de planificación central, que no reconoce la propiedad privada de los
medios de producción por lo cual pone demasiadas atribuciones en el estado. En
la práctica, no funciona. Sin embargo, el mercado no resuelve todos los
problemas: tiene limitaciones inherentes porque es incapaz de proveer bienes
públicos, de hacer frente a externalidades, de tener en cuenta el bien común y el
largo plazo. Además, y sobre todo, las ventajas del mercado solo son verdaderas
cuando se trata de un mercado libre, es decir, donde las personas tienen
capacidad de oferta y capacidad de demanda para poder actuar con libertad.
En una sociedad donde las condiciones iniciales son muy desiguales, el mercado
no es libre, y lejos de atenuar las desigualdades las acentúa. Entonces, por una
exigencia de la ética, es necesaria la intervención del estado, para asegurar
oportunidades equitativas de verdadera competitividad y verdadera solidaridad. El
neo liberalismo, reaccionando contra los excesos, errores y abusos de las
intervenciones estatales, cae en el extremo contrario de una idolatría del mercado,
enfatizando el individualismo a ultranza, el materialismo egoísta, en una forma que
juan pablo II califico de capitalismo salvaje.
La ética económica tiene, como toda la ética social, una lógica propia. Comienza
con las normas supremas, generales y los diferentes niveles que caracterizan a
toda acción económica. Discerniendo así tres tipos de niveles.
Un primer nivel, del cual puede compararse con la doctrina del valor; pero el
concepto de valor debe diferenciarse del concepto de la pura doctrina del valor, ya
que su sentido se encuentra en el fin último de la acción económica. Se trata de
las normas prescritas por la naturaleza del hombre. Este nivel supremo de la ética
económica puede definirse como la metafísica de la economía, metafísica
entendida aquí en el sentido aristotélico, esto es, en lo que afecta al fin global
previo a la configuración empírica, concreta, de la naturaleza humana. Este nivel
no se ocupa de la situación concreta de la naturaleza humana, por lo que no se
perciben los defectos que presenta, de forma concreta, la acción humana. El
principio del bien común está por encima del bien individual.
Un segundo nivel, de la ética económica es asumir las preferencias reales y los
comportamientos del hombre en relación con los bienes económicos. De esta
forma se deduce el conocimiento sobre cómo debe configurarse la acción
económica al momento de aplicar, al menos de forma aproximada, las normas
supremas de la justicia social. Es en este nivel donde se plantean los problemas
referentes al principio de la organización de la planificación económica con el fin
de lograr un comportamiento natural o casi natural de los miembros de la sociedad
a la hora de utilizar los recursos naturales en relación con el bienestar general.
Un tercer y último nivel, seda una vez aclaradas estas cuestiones previas, puede
analizarse los problemas concretos, tales como, por ejemplo, el papel del
trabajador y del propietario del capital en la economía, la configuración justa de los
precios, el sistema monetario, el sistema crediticio, etc. Todas estas cuestiones
concretas se plantean de distinta manera según como se realice la organización
de los procesos económicos, esto es según cual sea el orden o sistema
económico.
Quien no considere estos tres niveles están exigiendo a los empresarios un
comportamiento ético que puede restringir de manera significativa sus funciones.
El empresario, en una economía de mercado, no es responsable de los errores
que se cometen en la organización del sistema económico. Estos tres deferentes
niveles, deben mantenerse de forma diferenciada según la lógica de la ética
económica.
Todo lo dicho hasta aquí se ha situado en el plano de la ética económica. Para
resolver los graves problemas macroeconómicos y sociales en el umbral del siglo
XXI (tanto en el empleo, la distribución del ingreso, el logro de un desarrollo
sostenible, etc.) se requiere de la coordinación entre el sector privado y el sector
público (gestor del bien común). Pues bien, en este sentido ayuda avanzar hacia
una “economía social de mercado” y asimismo hacia una cultura de solidaridad.
La cultura de la solidaridad se está destruyendo y por ende el planeta; no nos
interesa pensar en las futuras generaciones: agotamos las materias primas,
talamos bosques, hacemos desaparecer especies de plantas y animales para
siempre; seguimos produciendo gases que perforan el manto protector del ozono
que nos protege de efectos nocivos de la luz solar; producimos un gradual
calentamiento del océano que está provocando, cada vez con más frecuencia y
violencia, huracanes y tormentas; se pronostica una elevación del nivel del mar
por lo que muchas playas van a desaparecer.
Una sabia frase expresada por Agustín Domingo en su libro “Ecología y
Solidaridad” menciona que “pasar de la ebriedad tecnológica a la sobriedad
tecnológica”, es estar emborrachados con el progreso técnico y como en toda
embriaguez, producimos efectos de los que no somos conscientes pero cuyas
cuenta será cara para las generaciones futuras. Es necesario decisiones firmes
para entrar en la sobriedad ecológica, es decir, mantener una estabilidad
económica, más difundida a todos los pueblos, más respetuosa de la tierra y de la
naturaleza. La ebriedad tecnológica tiene mucho que ver con el consumismo que
invade nuestra civilización. Con en el individualismo y las quiebras de
solidaridades con todos los grupos humanos.
Puesto que el ser humano ha pasado ya cierto umbral peligroso del crecimiento
económico actual y que en virtud de una productividad acelerada que golpea
capital y trabajo, estamos al borde del precipicio, y nos toca dar una vuelta de 180
grados para no ir a la catástrofe ecológica y social.
La utilización de los recursos renovables, sobre todo la ecología y el problema por
el cual se está pasando, tiene que guiarse por la preocupación de no traspasar los
límites de no renovación. El uso de los recursos energéticos no renovables tiene
que acompañarse por una limitación de su uso y con investigaciones para
alternativas. Por lo que no debemos producir irresponsablemente más desechos
que los podemos destruir.
En conclusión, la economía es una disciplina que ha alcanzado un desarrollo
analítico, permitiendo abordar simples y complejos problemas que existen en la
sociedad, utilizando el impresionante aparato del análisis económico moderno.
La Economía como disciplina y el profesional que la ejerce no pueden estar
separados o divorciados de las consideraciones o finalidades sociales, del análisis
humano y de los proyectos económicos, por tanto deben estar abiertos al mundo
de los valores éticos para poder entender, enjuiciar y orientar instituciones,
políticas y relaciones sociales en función de los fines básicos de la sociedad
humana.
A todo esto, la ética económica es un juicio de valor o meras opciones
emocionales. En este sentido, la ética nos recuerda que cada esfera es espacio de
juicio de valor y decisión; es el lugar de tomas de decisiones en vista a fines que
escogemos. Es así como se expresa el hecho que seamos juntos cuerpos
hablantes asignados unos a otros, y levantando juntos las significaciones de
instituciones en las cuales queremos vivir.
En definitiva, la exigencia más urgente es no poner en el centro de nuestras
preocupaciones lo económico y sus lógicas, sino al hombre y la convivencia
humana. La economía es para el hombre y no el hombre para la economía. El
orden económico no es más que uno en medio de los otros ordenes de la vida
humana como son lo político, lo jurídico, lo afectivo, lo moral, etc. No podemos
aceptar que se hagan ensayos y experimentaciones económicas financieras, que
reducen al ser humano a un mero recurso más o menos reciclable,
desconociendo incluso su estatuto de ciudadano.
“La Economía moderna se ha visto sustancialmente
empobrecida por la distancia creciente entre economía y
ética”.
Amartya Sen
“Cuando te veo vivir de modo contrario a la razón, cómo te llamaré,
hombre o bestia. Cuando te veo arrebatar las cosas de los demás,
cómo te llamaré, hombre o lobo. Cuando te veo engañar a los demás,
cómo te llamaré, hombre o serpiente. Cuando te veo obrar
neciamente, cómo te llamaré, hombre o asno. Cuando te veo
sumergido en la lujuria, cómo te llamaré, hombre o puerco. Peor
todavía. Porque cada bestia tiene un solo vicio: el lobo es ladrón, la
serpiente mentirosa, el puerco sucio; pero el hombre puede reunir los
vicios de todos los brutos.”
San Juan Crisóstomo
BIBLIOGRAFÍA
García Echavarría Santiago. “La Ética Económica”, la economía como
ciencia, (enero de 1998).
Gómez Pérez Rafael. “La Ética Empresarial”, el sentido de la ética, (2000)
Schmidt Eduardo. “Ética y Negocios para América Latina”, Ética y Economía
¿conflicto o armonía?
Arthur F. Utz. “La doctrina social católica y el orden económico”, (1993).
Salazar Barragán Diana Marcela y Serna Mendoza Ciro Alfonso. “Ética,
Medio Ambiente y Economía”, (2006)
Serna Mendoza Ciro Alfonso. “Economía y Medio Ambiente”, (2010)
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