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“La práctica profesional en el marco de la Reforma Integral de la Educación Básica, a
la luz de la política del Sistema Educativo Nacional”
2015
AuTOR: Armando Torres Ruiz
UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA NACIONAL. UPN 321. MAESTRÍA EN EDUCACIÓN BÁSICa quinta generación |
“LA PRÁCTICA PROFESIONAL EN EL MARCO DE LA REFORMA INTEGRAL DE LA EDUCACIÓN BÁSICA, A LA LUZ DE LA POLÍTICA DEL SISTEMA
EDUCATIVO NACIONAL.”
Un individuo que por su propio ímpetu recrea constantemente experiencias
en aras del progreso y la profesionalización no solamente reafirma sus decisiones
personales y su carácter, sino que es partícipe de un cúmulo de esfuerzos
colectivos que, si bien son encaminados, puedes representar una mejoría
considerable para las condiciones del trabajo que se desenvuelve, así como de los
resultados que del mismo se desglosen.
El presente escrito ha sido elaborado a partir de una tesis central, en la cual
se reconoce que una práctica profesional docente óptima debe de actuar en
mancuerna con la política educativa de sistema nacional, tomar en cuenta las
medidas internacionales y velar por la constante evaluación formativa para que en
conjunto, se logre la calidad que el sistema de educación nacional ocupa.
Se aborda primeramente una mirada rápida a lo que hasta ahora se ha
mirado como práctica docente, luego se tratará en segunda instancia el peso que
tienen (o deben tener) las políticas educativas nacionales e internacionales, así
como el marco normativo de la RIEB, para poder dar paso al constante dilema
entre calidad y evaluación. Por último se plantea la práctica docente que, en
prospectiva, se debe de tener al ser consciente de lo expuesto con anterioridad.
Práctica docente en retrospectivaEl término docente se ha empleado en el léxico de los maestros durante
mucho tiempo. Posiblemente más tiempo del que se necesita para olvidar la
connotación que tiene esa palabra y la carga ética y profesional que manifiesta; ya
que etimológicamente un docente es el que en sus hombros carga la labor de
ejercer la educación y el que asume los asuntos que a la práctica de su
enseñanza se refieren.
Es en este mismo tiempo y bajo el manejo del ese concepto que el
magisterio ha perdido algo de la rigurosidad y profesionalismo que le es exigido,
(explícita o implícitamente) dentro de su práctica educativa por el otro participante
del acto educativo: el discente.
El discente (o estudiante) es representado bajo un alumnado lleno de
necesidades cambiantes que se encarga de asumir el papel del otro receptor de la
comunicación educativa, de complementar el canal de acción por donde el primero
ejerce la labor que le concierne y que en cierta medida justifica la existencia del
mismo. Dicha relación simbiótica ha sido siempre un factor de revisión y
restructuración, de constantes disyuntivas y frecuentes retos.
Actualmente, es a través de la sofisticación de la tecnología, el avance
socio-político de México y las innovaciones pedagógicas que los organismos de
investigación educativa han establecido, cuando mejor se puede confrontar con
herramientas y dispositivos que ayuden a medir los alcances del esfuerzo y
dedicación. Es ahora, en el momento en que la RIEB nos reta día con día, que es
posible dejar de escatimar en esfuerzos y colocar la práctica docente bajo un lente
de constante crítica, pero a su vez, de permanente mejora.
Contextos: ¿Qué hay de las políticas educativas nacionales e internacionales?
Al asumir como imperiosa la necesidad de la transformación de la práctica
educativa de los docentes que laboran en el país, es necesario reconocer también
que como organismo educacional, se tiene que poner la mira en satisfacer las
demandas educativas internacionales; en alcanzar el estándar bajo el que el
desarrollo nacional se proyecta y que, se quiera o no, define en gran medida las
demostraciones tangibles de lo que se hace y se deja de hacer.
La UNESCO (United Nations Educational, Scientific and Cultural
Organization, por sus siglas en inglés), así como la OCDE (Organización para la
Cooperación y el Desarrollo Económicos) y el Banco Mundial han mostrado
durante años posturas que nutren la teoría de los paradigmas educativos actuales,
aportando diversos estudios y pruebas estandarizadas que buscan como prioridad
el analizar las raíces de las prácticas docentes y conocer los porqués implícitos
que den nota de los resultados insatisfactorios o bajos que siguen obteniendo los
discentes. A su vez, también son instituciones que hacen presión para que cada
nación, en su interior, ideé nuevos y mejores procedimientos que les permitan
alcanzar el nivel educativo, político y económico que sus similares de primer
mundo.
¿Qué hacen entonces estos organismos para garantizar que la práctica
profesional de los maestros mejore constantemente y no caiga en un círculo
vicioso de retracción? ¿Los paradigmas educativos actuales realmente
contemplan el reto que implica la mejoría constante de la práctica docente y la
sumisión inequívoca a una Reforma Integral de la Educación Básica o solamente
es un reducto de la dimensión de la práctica profesional a un mero discurso? Ni
toda la responsabilidad de uno ni de otro.
Marco normativo de la RIEBLas políticas educativas nacionales, bien por su propia cuenta o
influenciadas por costumbres asiáticas, anglosajonas o de cualquier país que no
sea el propio, han adoptado de manera inminente una postura de reivindicación
estructural en los planes y programas y de establecer bajo diversas medidas la
implementación de un proyecto nacional que cubra las exigencias modernas de la
educación: competencias para la vida, habilidades, destrezas, inclusión, iniciativa,
saber, saber ser y saber hacer, etc. ¿Se está pues, en una dinámica de adhesión
a las nuevas disposiciones locales, estatales y nacionales que marca la RIEB y
que exige la proyección internacional de la que se habla?
La respuesta puede ponerse a la luz al contrastar la práctica profesional con
las exigencias del marco normativo que nos propone a la RIEB, trabajando a la
sombra de los distintos textos que dan cuenta de su integración.
El acuerdo 592 enuncia detalladamente la Articulación de la Educación,
pues su objetivo es poder hacer la correcta vinculación didáctica y escolar de
todos los niveles de la educación básica; por lo que es allí donde se puede
desglosar debidamente los menesteres que tiene el actuar docente y la forma en
que la práctica profesional debe de ayudar a que el objetivo se cumpla.
Y no son sólo el acuerdo 592, los planes y programas, las circulares
educativas o el mismo compendio textual de la RIEB quienes han de señalizar las
conductas propicias para la mejora educativa, sino también la Constitución Política
Misma. El artículo tercero constitucional, después de ser modificado, da pauta
para establecer que el INEE (Instituto Nacional de Evaluación Educativa) sea el
organismo que garantice la calidad de la educación y el progreso adecuado en los
aprendizajes de los alumnos, esto mediante la evaluación a maestros como
método de certificar sus habilidades docentes y la competencia que muestran para
el trabajo de grupo y su práctica profesional. ¿La evaluación de la práctica
profesional será entonces entendida actualmente como garantía de la calidad
educativa?
Evaluación: ¿El camino a la calidad?Mucho se ha hablado sobre si la evaluación, o los tipos donde ésta se
ramifica, pueden ser considerados índices fieles de calidad educativa. Con el paso
del tiempo la praxis del maestro ha sido puesta en tela de juicio utilizando
opiniones disidentes que tratan de evidenciar un bajo nivel de calidad como
resultado de malos procesos evaluativos. En la actualidad dichos procesos
evaluativos, bajo el marco que exige la RIEB, deben de regirse bajo un enfoque
formativo constante, para que así sea plausible establecer una dinámica de trabajo
fiel a las bases que fundamentan esta profesión.
El enfoque de la evaluación formativa versa sobre cómo ayudar al alumno y
al maestro no fraccionando resultados ni clasificando, sino exaltando el trabajo
colaborativo sobre las carencias que se puedan tener para así lograr una mejora.
Mejora o logro que es tanto como del alumno como del maestro. El discente y el
docente unificando esfuerzos para elevar la calidad. Es así como entendemos que
“El término “evaluación formativa” se refiere al tipo de evaluación empleada por el
maestro con el fin de adaptar su acción pedagógica a los procesos y los
problemas de aprendizaje observados en los alumnos” (Linda Allal 1980)
Ya trazando de antemano las directrices del trabajo colaborativo/formativo
entre los actores escolares ¿Es posible mencionar que la práctica profesional ya
ha sido transformada y no lanzará más que buenos resultados ante el lente de la
RIEB? Bueno, la calidad educativa depende de algo más que solamente eso.
La calidad educativa
Antes de proseguir, hay que dar cuenta y asimilar que el concepto de
calidad es ya de por sí ambivalente y difícil de encasillar: lo que para algunos tiene
calidad para otros puede quedarse corto y viceversa, o a la vez se puede tener
distinta visión y perderse en el camino. Una cosa si debe quedar claro, la calidad,
al menos en el medio en el que el docente se desenvuelve, constantemente
abarca bienes educativos no tangibles o visibles; sin embargo, son estos bienes
los que realmente coadyuvan a concretizar una práctica docente eficaz y un
sistema educativo fuerte y preparado. Se refiere aquí a la cultura general, el
aprecio por la diversidad, la autorregulación, el auto emprendimiento el amor a la
patria, entre otros. ya que se considera que la calidad educativa se expresa, en
gran medida, en estrategias educativas exitosas generadas en la interacción entre
los maestros y sus alumnos. (Candela, 1999)
Para garantizar que todo un sistema educacional, desde sus cimientos y
epistemologías, esté arraigado a un proceso de calidad y constante mejora, es
necesario que los maestros asuman calidad en su profesión, y que no esperen
verla reflejada en todo un sistema cuando el engrane más pequeño de la
maquinaria (el mismo) presenta fallas al realizar su función. En otras palabras se
debe valorar y mostrar lo mejor del trabajo que los maestros realizan, ya que esto
puede servir de ejemplo a otros docentes y ayudar a elevar la calidad de nuestra
educación más que seguir modelos desarrollados en otras realidades o desde
contextos que no son los escolares(Candela, 1999)
Si los docentes, a pesar de las adversidades y el panorama nacional e
internacional que en ocasiones pueden proyectar las instituciones escolares,
adquieren el sentimiento de revisión y profesionalización constante de la práctica
educativa, no será necesario entonces el satanizar constantemente los resultados
de las evaluaciones nacionales e internacionales con afán de escarmentarlos, ni
tampoco el gestionar los recursos económicos o condicionar la paga según el
desempeño.
Práctica docente en prospectivaSi en un acto de honestidad y coherencia, se hace una reflexión interna y
externa a manera concienzuda de la práctica docente generalizada que ha tenido
el magisterio mexicano, podemos dar cuenta de muchos aciertos y muchos fallos
que, visto desde ahora, pudieron haber sido corregidos con base en diversos
cambios en la forma en que se conduce la labor educativa así como la forma en
que se trata de mejorarla. Accionar sin reflexionar antes o reflexionar la teoría sin
llegar a la acción puede no dar los mejores resultados, pues “la reflexión crítica
sobre la práctica se torna una exigencia de la relación teoría/práctica sin la cual la
teoría puede convertirse en palabrería y la práctica en activismo”. (Paulo Freire.
1997)
Es aquí cuando, como partícipes de un organismo educativo del siglo XXI,
se debe de asumir con toda responsabilidad y entereza los retos y exigencias que
la docencia plantea, y buscar de manera personal, un apego mutuo a la RIEB y a
las políticas educativas del sistema nacional. Es cierto que se exige calidad
educativa… Pero esta no se logra sin pasar primero por la calidad del docente y el
ejercicio libre y pleno de su trabajo en el aula.
Mirando a futuro, la educación del país en el que se trabaja deberá de
consolidarse como un mecanismo de crecimiento real y de avance profesional. No
será posible presentar una práctica docente descontextualizada y poco
estructurada ni tampoco se debatirá entre lo que se debe y no se debe hacer,
simplemente se deberán asumir las responsabilidades personales y globales para
trabajar con base en ellas. Es por eso que se retoma la tesis inicial al proclamar la
práctica profesional del maestro como un factor clave para desarrollarse
conjuntamente con las políticas nacionales e internacionales, sin eximirse de
responsabilidades y confrontando los retos diarioss para poder así configurar una
mejora en la acción que se refiere a la calidad, la evaluación y el desempeño.
Referencias:
Artículo 3° Constitucional
Acuerdo 592
“Prácticas discursivas en el aula y calidad educativa” Antonia
Candela, en Revista Mexicana de Investigación Educativa
“La evaluación educativa, aspectos de su problematización y
aportes”, de María Guadalupe Beltrán Medina y María del Carmen
Beltrán Medina.
“Internacionales, nuevas reglas y desafíos. Evaluar lo académico.
Organismos” de Ángel Díaz Barriga.
“Evaluación formativa en aula y evaluación a gran escala: hacia un
sistema más equilibrado” Revista Electrónica de Investigación
Educativa, Felipe Martínez Rizo.
Paulo Freire. (1997). Pedagogía de la autonomía: saberes
necesarios para la práctica educativa. Sao Pablo: Siglo XXI Editores.
Linda Allal. (1980). Infancia y Aprendizaje: Journal for the Study of
Education and Development. Estados Unidos: Reuters.