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I atologías actuales en la infancia
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Consultado: 18 de a b r i l de 20 09.
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pítulo
•
TR Z NDO
SURCOS
EL TR B JO
DE LA PARENTALIDAD
uisa
Wettengel
I N T R O D U C C I Ó N
Durante las últimas décadas fuimos
testigos
de
grandes
transformacio
nes en nuestro en torno social, cultural, ec onó mic o y natural. L o que aún
no ha tomado cuerpo en nosotros, como colectivo social, es el hecho de
que no solamente
asistimos
a
estos
fenóm eno s, sino que efectivamente
vivimos esta
experiencia, lo que nos ubica como
sujetos
de las mutacio
nes, tanto en nuestros mod os de subjeti vación com o tamb ién en lo que
puede
considerarse el efecto de los cambios
sobre
nuestro cuerpo c omo
entidad biológica.
mbién
hemos visto vacilar o
perderse
en el horizonte histórico a
muchos referentes simbó licos que cumplí an la función e
garantes gene
ralizados
(Kaes,
1998) en el inte rior de nuestra cult ura. Esta si tuac ión
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Patologías actuales en la infancia
nos ha llevado a enfrentarnos con enormes problemas referidos a la
reproducc ión general de las representaciones s im b ó l i c a s . Las fracturas en
los procesos de transmisiones p s í q u i c a s sociales y cultu rales ocasionadas
po r
las mutaciones que oc urre n en momentos críticos de la historia ins
tauran la incert idumb re sobre el devenir de los v í n c u l o s los saberes y los
valores.
E n esta línea de pensamie nto y ubic ánd ono s en la perspectiva de la
subjetividad
y los procesos p s i c o d i n á m i c o s lo que se percibe actualmen
te en nuestras sociedades occident ales es una tendencia al repli egue nar-
cisístico
como una de las formas de enfrentar las imprecisiones que aca
rrean
los camb ios. O qu iz á respo nda en su comple jid ad a expresiones
más
cercanas a la subj etivi dad de la
é p o c a .
Es una posic ión subjetiva en
la que no hay espacio suficiente para dar cabida a lo que entendemos por
la
falta,
ni para dar luga r al otr o co n el peso de su otredad. Sobre estas
problemáticas están abocadas las teorizaciones psicoanalíticas contempo
r á n e a s
que se centran mayorm ent e en las dificult ades de los procesos de
s i m b o l i z a c i ó n .
U n o de sus
ejes:
la decli nación del complej o edíp ico en el
funcionamiento
de los procesos p s í q u i c o s es el que permite interrogar
nos clínicamente acerca de manifestaciones no
n e u r ó t i c as
así como tam
bién
de fallas diversas en los procesos de estr uct ura ció n psí qui ca en la
i n f a n c i a . Algunas de estas dificultades pueden referirse a inscripciones
lábiles de estructurac ión que entre otras manifestaciones no dan lugar a
que la represión opere a favor de la orga niza ción psíqu ica quedando los
bordes de co nten ció n estructural mal resueltos. Otras cor responden a los
excesos que no encuentran modos adecuados de trami tació n.
Las mutaciones sociales que se han ido instalando a lo largo de las ú l t i -
mas tres déca das tambi én alcanzar on a la f am i l i a co mo institu ción. Las
crispaciones y dificultades se reflejan en el ejercicio de las funciones
parentales más allá de las condic ione s psí qui cas propias de cada
m i e m -
bro de la pareja paren tal. Así el desafio de v i v i r en una época de perma
nente cambio y desl iga zón social resulta demasiado costoso en térm inos
p s í q u i c o s
para muchas personas. E l cú mu lo de transformaciones acarrea
u n déficit en su
e l a b o r a c i ó n
vivenciado o no c omo al gún efecto de pér
dida por parte de los adultos o de quienes t endr ían que hacerse cargo de
las funciones parentales.
I 6
L Wettengel I
Trazando
surcos
Las pér did as no se refieren solament e a situaciones trau mát ica s ligadas
a la desaparición de personas amadas rup tur a de relaciones o a qu edarse
si n objetos o bienes materiales sino tamb ién a la des art icu lac ión de los
lugares ocup ados socia lmente a la falta de sosté n narcisista que salva
guarda la ide nti dad o quedar descol ocado ante toda fractura que repre
sente
insuficiencia de
a u x i l i o
y amparo.
Justamente
pensaba
en cómo me voy arreglar ahora , dice la madre de
dos niñ os que pe rd ió su bue n empleo po r cambios en la empresa e n la
que trabajaba y está ante la alternativa de tener que mudarse a casa de sus
padres para recompon er su situaci ón eco nómi ca porque siento que estoy
muy desorientada con respecto a cómo sucedieron las
cosas
en mi vida. Estoy
en un momento de grandes cambios internos. No me siento segura de mirar
hacia atrás y poder ordenar... por qué, cuándo, cómo,
ón e
fue que empe-
zaron a andar mal las cosas para terminar en semejante situación...x>.
U n a de las formas en que se manifiesta este fenómeno es que la transmi
sión de la nor mat ivi dad po r parte de las figuras parenta les se ha hech o
actualmente má s erráti ca c ompr omet ien do la asu nció n de sus roles y
f un -
ciones. La n orma tivi dad de la que aq uí se trata es la que se expresa en las
pautas con las que los padres dan a entender a sus hijos qué pueden o no
pueden hacer. Pero como p r i n c i p i o ordenador de carácter s im b ó l i c o tiene
además
efectos instituyentes sobre la cons tit ució n subjetiva de los n i ñ o s .
S i estas inscripciones resulta n fallidas queda afectada la const ruc ció n de
los recursos psí qui cos que el niño necesita para posicionarse y sostener los
interca mbios sociales con un índic e const ruct ivo de renunc ia puls iona l
E n estos térm inos -y siempre entendido desde la más amplia generali
dad- un rec onocim iento del límite y la diferencia precariamente sosteni
dos hace difícil el sosté n de las figuras de auto rida d en té rmi nos no coer
citivos Lle vad o a las funcione s parentales la asimetr ía en la que se
encuentran
estructu ralment e y sus lugares de representantes transmis o
res y
garantes
de la ley ante los hijos los coloca en posi ció n de auto rida d.
A u t o r i d a d que contiene protege organiza. Cua ndo esta posición se
torna inconsistente o desfallece en su func ión de cont enci ón organiza
dora termina impo nié ndos e por la fuerza o dejando las puertas abiertas
a la omnip otenc ia y la angustia
i n fant i l .
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Patologías actuales en la infancia
Estas cuestiones traen aparejadas, por una parte, una merma sobre las
capacidades de las figuras paren tales de tran smit ir valores y pautas de
interdicción
a sus hijos y, por otra, una reducción de la
función lim dor
del preconsciente p rent l
(Bleich mar, 200 8), que coloca a los niños en
u n
lugar de desvalimiento.
T R A B A J O DE P A R E N T A L I D A D
Cuando
pensamos
en la gestión social y culturalmentc inscripta de la
reproducción
de la especie y de la tran smi sión de la cultur a, nos i n t r o -
duci mos de lle no en el terre no de las transmisiones parentales. ¿D e qué
se trata
este
trasvasamiento entre una gen era ció n y otra?
Entendemos las transmisiones parentales como
legados
simbólicos y
afectivos q ue fo rm an parte de la real idad psí qui ca de cada uno de los
miembros de la pareja parental y que son
objetos
de elección consciente
y / o inco nscie nte. Las transmisiones anclan en conten idos, es decir, en
aquello que se supone poseer para poder dar: palabras, saberes, bienes,
valores, costumbres, linaje, instituciones. Pertenencias que
c i r c u l a n
más
llá
de la posibi lidad de registrarlas en form a conscien te. L a polisemia de
la
lengua incluso nos permite extender la idea de propiedad también
sobre
los rasgos propios que nos constituyen en tanto sujetos psíquicos
y
que trazan el p e r f i l de nuestro modo singular de ser en el mundo.
L a idea de trasvasami ento de significacion es y funci ones entre las
generaciones i m p l i c a un entramado muy complejo de elementos y n i v e -
les de enlace, que pue den ser abordados po r distintas discipl inas para su
comprens ión e integrac ión conceptual. E n la vida cotidiana, en c ambio,
algunos de
esos
contenidos, consolidados por los
usos
y las costu mbres,
ingresan a la circ ulaci ón en el imagi nari o social com o hech os que se
toman sin cuestionamientos
bajo
la supo sic ió n de que siempre fue ron
a s í . U n ejem plo para ilustrar esta temática es que una
supuesta
capaci-
dad poten cial de compo rtarse c om o madre, padre o simple ment e co mo
adulto se co rre spon der ía de manera directa co n un ejercici o adecuado
I 8
L Wettengel
1
Trazando surcos
de la fun ció n materna o paterna, asumida por la con cr eci ón de la pater-
nidad.
Esta manera de naturaliz ar en form a indisc rim inada la com pleji -
dad psíqu ic a, social y ant ro pol óg ic a presente en el ejerci cio de las f u n -
ciones parentales te rmi na pola riz ando las opinio nes. Así, co n la mism a
l i n e a l i d a d ló gic a, el argumen to de correspondenci a directa entre los
sujetos y lo que se
espera
de ellos puede convertirse en sanción social
para quienes,
desde esta
perspectiva, no queden dentro de sus categorí-
as clasificatorias.
E n este punto , podemos mirar más atentamente la
supuesta
sutura
entre la procr eació n en sentido bi oló gic o y la asunción de la función de
parentalidad como su efecto subjetivo esperable, dentro del marco jurí-
dico y valorativo definido históric amente por la modern idad. Esta con-
vergencia representacional ha
estado
presente en la or gan iz aci ón familiar
t r a d i c i o n a l de la cult ura occi dental y asumida c om o tal durante mu ch o
tiempo, por pertenecer al ideario de esa época.
U n a vía de ingreso que nos perm itir ía asomarnos a los aspectos estruc-
turales de la cue stió n de la parentalidad son las coordenadas temporales.
E s q u e m á t i c a m e n t e podemos ubicar en el eje diacró nico la repro ducc ión
humana en sentido ge neal ógi co, vinc ulando históricame nte las genera-
ciones co n sus ancestros e int rod uci end o el
sesgo
de la diferencia que
marca el orden de una temporalidad en sucesión para cada generación.
So n los escenarios de la per mu tac ió n sim bóli ca de los lugares gen eal ógi -
cos. E n el sentido si ncr óni co, ubic aría mos a la estructura fami liar en su
estatuto
c i v i l
y c on sus alianzas, víncu los, identificaciones, movimien tos
de filiación y pertene nci a, cun a psí qu ic a de los hijo s e ingr sode una
madre
y un padre en el orden de la significación habili tándolos
para
el
oficio
de padres.
¿ on
qu é nos enc ontram os en la actualidad con relac ión a dich a
habi-
litación?
Mientras que en los últimos cincuenta años se han producido
cambios en la atri buci ón jurí dica del lugar del padre, que p asó del
poder
paterno a la
utorid d
pate rna y, finalmente, a la
respons bilid d
pater-
n a actualmente el término de
p rent lid d
se adjudi ca a
ambos
miem-
bros de la pareja parental. Po r la conv ergenc ia de motiv os polí tic os, ide-
o l ó g i c o s jur ídi cos , educativos y por la mov il idad de las representaciones
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Patologías actuales en la infancia
sociales en general, la noción de parentalidad está tomando un lugar sig
n i f i c a t i v o
y su sentido difiere según el discurso disciplinario en el que esté
ubicado. Vemos, por ejemplo, como término específico del vocabulario
social en uso, que parentalidad se refiere ampli ament e a la fun ció n de
ser padres , entendida como aquella en la que se i n c l u y e n las responsa
bilidades jurídicas -tal co mo la legislación vigente las define-, las res
ponsabilidades morales -tal com o las impon e el discurso soc iocu ltur al- y
las respons abilida des ed ucativas -c om o lo exigen los criterio s de i n c l u -
sión
social para las nuevas generaciones-. C o n el térm ino de parentali-
dad se designa asimismo, y de mod o privi legiado, a las funciones paren
tales
en tanto soport e de la evolució n psicoafectiva del
n i ñ o
es decir que
l o esencial de las funciones es la presencia junto al niño desde los proce
sos prima rios de indivi dua ció n hasta la finalización de la reo rga niz aci ón
psíqui en la adolescencia.
Las significaciones que habilitan aspectos del ofic io de padres pue
de n
presentarse
en disti ntos mom ent os de la vid a y pro ven ir de fuentes
mu y
diversas. Es el caso de M , la madr e de un niñ o asistido po r d i f i -
cultades en el aprendizaje, que durante una de las habituales reuniones
de grupo de padres a las que asistí a, co nt ó su experienc ia.
¿ ómo eran mis
padres
conmigo con las
cosas
de la escuela si se
ocupa-
ban?
No o sea me decían: ¿tenes que estudiar? Bueno no o sí... Cuan-
do tenía que
estudiar
no es que me decían ¿a ver el cuaderno? Entonces
yo tenía una
amiga
que la madre los hacía con ella entonces yo iba a lo
de mi amiga entonces se sentaba la
madre
venía estábamos las
tres
y
estudiábamos.
Me gustó a mí el ejemplo de
madre. e gustaba
esa parte
de estar que me quieran. Entonces me
dije:
a mí me gustaría que mis
hijos se sientan acompañados por mí. Mi mamá a los 18 años... cuando
uno tiene una costumbre muy antigua es difícil... pero fui yo que
cam-
bié... mi mamá se quedó con el mismo
esquema
que
antes.
Pero
fui
yo que
empecé con otra manera viendo que hay
mamas
que se preocupan en el
estudio
que te ayudan que te bancan. IT cuando mis chicos me dicen
mamá qué hincha que sos y bueno que querés cuando me dicen así yo me
doy por
satisfecha.
v
4
L Wettengel I
Trazando
surcos
L a perspectiva psico diná mica oferta
otras
significaciones de h a b i l i t a -
i ón parental. E n el marco del psicoanál isis se define la constit ució n del
psiqui smo h uman o por acci ón y efecto de un otr o a cargo de la crianza
d e l n i ñ o . Ese acto fundan te, que instituye al vastago como
sujeto
y lo ins
cribe en una cultura, lo
sujeta
tanto a una norma tivi dad com o a una
gene logí y un a filiación. E n este entra mado de complejida des se
u b i -
can las funciones parentales. Fun ció n que tam bién
abre
a la vida en socie
dad, prop icia ndo una vía de subl imac ión que transforme la violenc ia pul-
sional
en valores socialmente reconocidos.
U n a con cep ció n acerca de las funciones simb ólicas parentales dentro
d e l
mis mo marco teór ico las describe como el trabajo
de la parentali-
dad (Kuras - May , 200 0), indic ando procesos, acciones y apuntala
miento
con acc ión espec ífica (Fre ud, 1895), descripta en el
Proyecto de
una psicología para neurólogos com o una interv ención externa adecuada
o con junt o de reacciones preformadas del organis mo que perm iten la
resolu ión
de la tensió n interna creada por una necesidad. E l trabajo de
la parentalidad está referid o al quehacer de los adultos inc lui dos en el
laz o gen ea ló gi co de filiación c on sus hijos , que to man a su cargo, co n
presencia efectiva y afectiva, la crianza y la trans mis ión de la cultura a la
descendencia. La puesta en marcha del trabajo de parentalidad, tanto
desde la perspectiva del deseo como desde la legiti mació n social a la que
está
referida, i m p l i c a un doble accionar: por una parte, las distintas accio
nes dirigidas a los hijos y, por otra, la resonancia que el trabajo de paren
talidad tiene
sobre
el mund o intern o de quienes ejercen esa función .
L a no ció n de trabajo psíqui co, que Freud comien za a u t i l i z a r en La
interpretación de los sueños (1900), permite pensar la complejidad del
ejercicio
de las funciones parentales desde esas características: una opera
i ón sobre conten idos psí quic os propio s, cuya tran sfor mació n da lugar a
u n producto representativo diferente, que puede
hacerse
manifiesto. En
este
sentido, la asunción de la parentalidad, tanto por parte de la madre
com o del padre, produc e necesariamente un mov imi ento psí quic o que
abre
a una nueva ubi caci ón en la posició n generacional, más allá de la
conyugalidad y de las reconstrucciones de las organizaciones familiares.
E l producto de este trabajo se expresa co n caract eríst icas de secu ndariza-
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ción
y / o se hace manifies to en la crian za de los hijos, lis decir que sus
efectos están al servicio de la repro duc ción psíquica de la descendencia,
junto
con la incorporación filiante del h i j o realizada desde su versión
parental de lo que rec ono ce co mo id ént ico y lo que esc ni ño le repre
senta en cuanto a su alteridad subjetiva.
¿Qué otr os recurso s ser ían los que darí an pie para llevar adelante este
trabajo de maner a satisfactoria para la vida? E n relació n co n la pro pia
organizac ión p síqui ca y con la capacidad de elaborar los embates pul-
sionales, sería la posi bili dad de registrar experiencias de la propi a v i d a
atemperadas p or repre sión y / o por due lo, sea cual fuere el conte xto
c u l
t u r a l y social que le aporte sentido. De estos procesos depende el modo
en que son perci bida s e interpr etadas las necesidades y demand as d el
n i ñ o . L a construc ción de respuestas, con relac ión a las demand as que el
trabaj o de la pare ntal ida d les soli cit e, no se refiere sola mente a calid ad
de info rmac ión o procesos ló gic os de pensamient o, sino que se entrela
za con el conju nto de la actividad psíq uica que i n v o l u c r a todos sus n i v e
les estructurales.
Este es el caso de R., madre de dos n i ñ o s que se h i z o cargo de su
sobrina a los pocos días de nacer. La madr e, cuñ ada de R., había f a l l e c i
do p or una comp lica ció n cardía ca des pué s del parto. E l padre, sin recur
sos psí qui co s para hacer frente a la situa ció n, entrega a la niña y se va al
i n t e r i o r perd iendo el contacto familiar. Claramen te posicionad a en el
ejercicio de la parentalidad para su sobrina, R. dice así.
To quiero ser la mamá y yo siento que el papel que hago es de la mamá,
pero cuando está en una reunión familiar, que todo el mundo sabe que es
tu sobrina y que te lo están diciendo: '¡qué linda está tu sobrina, qué
grande que está, cómo creció, mira vos'. 'y ahí decís '¿cómo sobrina?, si es
mi hija'. T sí. To pensé es mi hija porque yo la crié y después me digo
¿ ice
el ridículo o está bien V Porque en realidad la familia
sabe...
y ella
también...
se lo dijimos desde chiquita. Es muy distinto que a lo mejor
vamos a un lugar y yo hablo con ella... y es mi hija. To... para una per
sona de afuera, es mi hija ella, no hay forma de que
yo
lo entienda de otra
manera. *
I
4
L
Wett engel
o surcos
E l caso de G. es diferente. Se refiere a su actual marido del siguiente
modo.
No, el tema es que yo soy viuda y S. no conoció a su papá... al año y
medio, yo conocí a quien es actualmente mi marido y él ocupó un montón
de lugares, o sea es el que más está con los chicos, es el que venía a las reu-
niones
y>
.
Todos
estos
procesos puede n adscribirse a una conc epc ión más
t r a d i
c i o n a l de la f am i l i a y al lugar oto rga do a las funcio nes parentales co mo
elementos estructurales de esa o r g a n i z a c i ó n . A b r i r los márgene s de
estas
competencias simbó licas a la perspectiva del trabajo de parent alidad haría
má s
flexibles las cat ego ría s co n las que anal izan las dificulta des de los
niños y las de sus padres. Desde nuestro marco t e ó r i c o se otorga ría un
espectro má s amp lio de posi bili dade s para acercarnos a los cambios que
se han ido instalando hoy en las organizaciones de la f am i l i a y para aten
der la m u l t i p l i c id a d de demandas solicitadas a las intervenciones c l ín i c a s .
¿ e sd e dónde pueden observarse
estos
cambios? Por una parte, están
las reglas que
i n d i c a n
las formas en que se con stit uye, se desarr olla o se
disuelve un grupo familiar. Por otra , están los aspectos de la organización
de ese gr up o, referidas a la asi gna ció n de roles entre sus miem bro s. Las
categorías so cio -dem ogr áfic as, co mo familias ensambladas o familias
monoparent ales, d an lugar a otras reglas de fun ciona miento en el ejerci
c i o de la parentalidad, como por ejemplo la co-parentalidad o la p l u r i p a -
rentalidad, las que se diferencian social, jurí dica, c u l t u r a l y
p s í q u i c a m e n
te de los modelos de f am i l i a nuclear ú n i c a . E n la serie de los ca mbio s,
pode mos señalar ademá s las reivindicaciones sociales en cua nto a la
sexualidad, a la procreación y a la parentalidad , que d i v i d e n las aguas
t e ó
ricas en la compl ejida d de su com pre nsi ón sobre el reordena miento del
ord en pate rno y sus efectos To rt , M . 2008).
E n su l i b r o Metamorphose de la párente 2004), Mauric e Godeli er s eñ a
la que la parentalidad es un trabajo psíquico de creación y la obra que está
en curso es el niño , tanto desde lo imaginado, lo deseado, lo fantaseado,
como desde el hijo real que se ha tenid o. En té rmino s
p s í q u i c o s
éste es
e l trabajo que se despliega dent ro de un víncul o intersubjetivo sesgado
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Patologías actuales en la infancia
por la intrincación de la subjetividad de
cada
una de las figuras parenta
les. En esa re d, que bascula en los límit es mismos de lo i d é n t i c o y lo otro,
l o
más propio y lo más extraño a sí, se
sostiene
la relación entre el niño
y
los
padres.
I N G R E S O AL O R D E N SOCIAL
L a adscripción al orden social forma
parte
del devenir de nuestra exis
tencia y su forma de encadenamiento gene aló gic o nos eslabona, aun
antes de haber nacido. E l ingreso efectivo para
cada sujeto
es siempre a
partir
de la acc ión de quiene s ejerce n la func ión parental .
Desde
su lugar
de ot ro , la impli cancia y operativi dad que adquieren los
padres
en la
v i d a
psíquica del hijo los coloca en ese punto en que se anuda simultá
neamente la ubicación del niño como
sujeto
psíquico y como
sujeto
social.
E l
funcionamiento pulsional y los
nexos
con los
objetos
internos y
externos a la
psique
forman
parte
de la perspecti va re laci onal del i ngres o
al orden social.
Este
es un complejo
proceso
psíquico de regulación l i b i d i n a l que va
jalonan do: la consti tució n del Yo, los recorridos de catcc tizac ión de los
objetos
devenidos psí qui cos, la relación entre las exigencias de renuncia
impuestas
al
avance
pulsional en busca de satisfacción y las
ganancias
de
placer, compartido y ofrecido en sus
espacios
de vida con los otros. N o
hay una linealidad en
esto
ni la posibilidad de evitar que en alguna c i r -
cunstancia ocurran
efectos
regresivos, ya que, en
este
devenir, el conflic
to nunca queda excluido. Forma
parte
de la vida misma.
E n
la revisión que André Green realiza de algunos concep tos centrales
de la metapsicología freudiana, refiriéndose a la vida pulsional y a la f u n -
ción de l objeto externo, dice:
la vida pulsional se identifica en los primeros tiempos del
sujeto
con su
vitalidad
entera,
para
evolucionar,
luego,
en función de las vicisitudes
las exigencias de la vida social (Green, 1996, 36).
Wettenge/ Trazando surcos
L a
desc ripci ón citada de Gree n, que contempl a las restricciones para
que el
sujeto
pueda v i v i r sus movimientos pulsionales en forma social-
mente tolerable -para sí mismo y los otros-y, al mismo tiempo, encon
trar la continencia y
reaseguro
para su vitali dad, es claramente a plicable a
los cambios
observables
en los niños que ingresan al
sistema
educativo.
L a acción de los requerimientos sociales
sobre
la organización psíquica
t m ién
se produc e en otros mo men tos de la vida i n f a n t i l y adolescente,
exigiendo cierto n i v e l de renuncia para
acceder
a diferentes
espacios
sociales
y a formas cultural mente
consensuadas
de relacionarse con los
otros. La universalidad del
paso
por el
sistema
educativo facilita los ejem
plos de niños y
adolescentes
ubicados en la escuela. Ot ra de las formas
sociales
no universales ni obligatorias, como es la práctica deportiva, tam
ié n se ofrece com o escenario social para las vicisi tudes del accionar
p u l -
sional
y sus transformaciones apoyadas en los
objetos sociales
externos.
Desde este
pu nto de vista, es impor tan te conside rar el vecto r en el que
c o n f l u y e n
los cuidados
parentales
y las acciones de crianza.
Estos enlaces
e s t a r í a n
entre
otras
funciones, al servicio de ofrecer al niño
recursos
en
e l n i v e l psíquico que resulten
eficaces
para ligar los aspectos de des truc
t i v i d a d
siempre presentes en la actividad pulsional.
Todo lo que se refiere a
procesos
de interdicción incluidos en estos
movimientos va a tomar un sentido a favor de la vida. Su eficacia es la que
permitirá
contener y transformar la pulsió n ligá ndola a un
objeto
psíqui
co que
puede
ser investido de manera socializada. Se
abre
de
este
modo
e l
cami no de ingreso al orden social y a la cultura. En
casos
en los que
u n N O
seguro
no ha podido pronunciarse, por
parte
de uno o
ambos
padres,
para acotar alguna
descarga
pulsional de sus hijos, los niños no
logran
establecer
un orden normativo que les permita
aceptar reglas
pro
pias
de un inter cambio social, asegu ránd oles una ganancia de placer.
P .
padre de dos niño s, enviuda cuand o la hija menor tenía dos añ os.
Luego de muchas dificultades para
sostener
la crianza de sus hijos, cuan
do los niños ya
estaban
en la escuela, P se casa con T. El tema de los lími
tes se tran sfor mó en un proble ma familiar. Esto es lo que relata P :
Cuando surgía algún problema,
alguna macana
que ellos se
manda-
ban, ellos no la
dejaban
a T. ponerles límites, con el varón que está en
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8/18/2019 3. Wettengel_Caps 2 y 3
7/21
Patologías actuales en la infancia
sexto
y la nena también. Le hacían sentir que no era la
madre,
se lo decí-
an. To en un principio no le
daba
el lugar a ella porque es difícil aceptar
que otro te discipline tus
hijos,
no sé por qué motivos, pero es muy difícil...
que le den un hirlo y muchas
otras cosas
cuando empiezan a querer hacer
como se les da lagaña. T
bueno,
en un principio... no... y después me fui
acomodando, como dándome cuenta y veo en T. a una gran
mujer.
No
cualquiera se hace cargo de lo que ella se hizo cargo. Los chicos están
mucho mejor
H a sido Fre ud quien señal ó, en sus
trabajos
llamados an tropo lógi
cos , la importanc ia de la interdicción para la estru cturac ión psíq uica, la
continuidad de la
especie
y la produ cci ón de cultur a, junto c on la trans
misión
de valores y de prescripc iones inscrip tas en el ord en sim ból ico y
sostenidas
por las instituciones sociales.
Tenemos entonces que aquello que funda el lazo social y que le otor
ga sentido es un orden simbó lic o, portador de representaciones, que pre
cede
al i n d i v i d u o y que mar ca para cada un o su filiación, su perte nen cia
y su identidad . Este orde n fundado, s egún Piera Aulag nier (198 0), en y
por el lenguaje, tiene su punto de partida en la diferencia de los sexos y
de las generaciones y exige un lugar de referencia y gara ntí a que deno
minamos ampliamente en nuestra cultura función
paterna.
N o por ello
se cons tituye en sí mis mo com o un con jun to de normati vas generales
para resolver las tormentas edíp icas y el acceso a la cul tura , sino que es
ásic mente
el sostén del estatuto de la diferencia co mo c ond ició n de
posibilidad para el funci onamie nto psí quic o.
Entre
este
ordenam iento si mbóli co -que da sentido al lugar de cada
c u a l - y la cultura, en tanto proceso c i v i l i z a t o r i o se produce un m o v i
miento de inclus ión recípr oca que coloc a al sistema s imból ico com o por
tador de c ultura y a la cultura com o vector de tra nsmis ión. De
este
modo, los
efectos
psíq uicos del trabajo de la cultura tendrían la poten
cialidad
de establecer un lazo estructurante con el otro, dando lugar a la
operancia de la ligadura filiante en el más amplio sentido de inclusión
social.
I
6
L Wettengel
Trazando
surcos
I
P U N T O S DE
P A R T I D A
Y
P U N T O S
DE
L L E G A DA
L a
lín ea de las pro ble mát ica s diversas que plant ean los niño s y los ado
lescentes a sus mayo res , es decir , a sus
padres
y tambi én docentes, mues
tra
fracturas de co ntinu idad intergeneracional que deja mayormente a
todas las partes involucradas sin
saber
qué hacer ni entender por qué
pasan
las
cosas
que pasan. Frecuentemente, la c on f l i c t i v a se ubica alrede
dor de
pautas
normativas cuyos efectos or ganiz arían , por una parte, el
mun do inter no de los sujetos y, po r otra, las distintas formas de c o n v i
vencia social. El desvalimiento del niño en tiempos de cons tituc ión psí
quica exige del trabajo de parentalidad el apuntalamiento psíquico nece
sario y la acotación de los excesos y los peligros para la vida i n f a n t i l . Frá
g i l
ausente, desactualizada, vacilante, la percep ción del límite y la
v i n c u
l ción
con la operancia de la legalidad es un punto que cuestiona los
saberes en general y la clínica en particul ar. La tra ns for mac ión de las f un
ciones parentales no les garantiza a los jóvenes adultos un lugar determi
nado anticipadamente po r transmis ión generacional, para poder ocupar
sus posiciones como
padres
frente a sus hijos . A l tener que cons trui r,
inventar, crear ese espacio, ya en com pañ ía de sus hijos , los
padres
se
sienten sobrepasados en sus posibilidades y
desplazados
de sus funciones
de referentes.
C o m o
ha sucedido hi stór icam ente, los fen óme nos sociales se van pro
duc ien do con ritmo s errá tico s hasta que su presenci a se afirma . Antes o
después
se van aceptando, se les da reconoci mient o de opi nió n y, final
ment e, ingresan en el registro de la val idac ión científic a que busca cons
t r u i r nuevos conocimientos que permitan entender, conceptualizar y
ofertar recursos para eventuales intervenciones en pos de resolver los
problemas
Desde las instituciones de salud, la mirada comie nza a posarse
sobre
los
padres,
sobre
la f am i l i a
sobre
los modo s de condu cir la crianza de los
hijos,
c on el propó sit o de orientar acciones de p reven ción primaria y
ab r i r redes
para el sost enimi ento de las funcion es parentales.
Brun o
Ribes (2003) describe, en su trabajo
sobre
acompañamiento a
padres
pertenecientes a una poblac ión de
clase
media med ia y med ia baja,
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Patologías actuales en la infancia
u n p e r f i l generacional
sobre
los víncul os que rec orta n y desfavorecen la
capacidad para ser padres, hoy. Más que buscar las causas, insiste
sobre
los
efectos
que tiene para los adultos jóv enes , por ejemplo, la prolo nga
ción
de su permanencia en
casa
de sus padres, las relaciones en términos
de aventuras
amorosas
breves, las relaciones
sexuales
sin compromiso, las
parejas de procr eaci ón que no generan histori a. Algu nos varones se man
tienen en una s ituació n de responsabilidad insuficiente, expresión de una
crisis de la masculinidad que no aporta al fortalecimiento de los vínculos
de pareja. El conju nto se traduce en separaciones o di vor cio durant e los
primeros año s de vida en com ún . E n otros casos, las relaciones denomi
nadas
monogamias
sucesivas r e i v i n d i c a n
ampliamente las libertades para
los miembros de la pareja, pero restringen el espacio para alojar y soste
ner a los hijos, co n lo que se desolida rizan en su deveni r co mo padres.
O t r o grupo etario que Ribes describe se centra más en la
clase
media y
es el de los
padres
cercanos a la cuarente na o ya en e l l a , que afrontan otro
tipo de dificultades psicosociales. Se trata de los que llegan a la adultez
después
de una juventud de auto dete rmin aci ón sostenida y abundancia
de recursos, en un mo men to e n que se generaliza la crisis econó mic a. E l
efecto es el de una desv alo riz aci ón de su
pasado
y un estrechami ento de
su presente que les impide una proyec ción a futuro. U n desencanto
generalizado
sobre
sus posibilidades de intercam bio social, des emp eñ o
ec o n ó mi c o y particip ación política desarticula la pertenencia generacio
n a l
que les otorga identidad. Estos
padres
no pueden co mparti r con sus
pares etarios una co ncep ció n anticipada del tiempo po r
v e n i r
en el que
tenga n cabida los valores a transmit ir a sus descendient es. A sí, ante las
dificultades que expresan sus hijos, suelen sentir que como
la
escuela
es
la que
sabe,
el
aparato
jurídico es el que impone y el
sistema
sanitario el que
prescribe ^ ellos, madres y padres, qu eda n al marg en de la sit uac ión y co n
sus compet encias parentales d esvalorizadas.
H a y un cierto riesgo en esta nueva perspectiva del acomp aña mie nto y
es que se vuelque el accionar clínico
sobre
una posible t erapéut ica de la
parentalidad, dejando a un lado las
necesidades
y
malestares
de los niños.
Esta corriente se ha ido desarrollando a partir de leyes de protección de
la
infancia que tienen antecedentes médic o-leg ales de larga data, pero
comen zaro n a sancionarse durante las últimas década s del siglo X X , con
8
L Wettengel I Trazando surcos
distintas carac terís ticas de acuerd o c on el país del que se trate. U n o de
los caminos más frecuenteme nte propu estos es dar apoyo a los
padres
cuyos hijos atraviesan lo que se considera como situaciones críticas de
desadaptac ión
social.
L a c ues tió n a consid erar es que, a partir de las dificult ades que expre
san los hijos, desde el lugar del
saber
y la sanción social se podría produ
ci r un desplazamiento de todas las responsabili dades de la situ aci ón
sobre
los padres, dand o oc asión para impo ner un discurso sobre sus compe
tencias parentales y lo que se considera,
desde
esa posi ció n, com o las
buenas
prácticas de crianza .
Entre los avatares del trabajo de la parental idad y lo planteado acerca
de los órde nes de signifi caci ón que ha bilit an para el oficio de madre y
padre, se
abre
una temática que sesga la subjetividad parental, la cons
trucción de los ví ncu los y los procesos de rep rod ucc ión psíqu ica de las
nuevas generaciones: el pro ble ma de una
supuesta
relación natu raliza
da con la ley -ente ndid a en térm inos de ley sim ból ica - com o si fuera
algo ya dado y sin transformaciones, desde donde se puede ejercer accio
nes que pautan, prescriben y proscriben los límites para el
n i ñ o .
Los límites, considerados en relació n con los
procesos
psíquicos, pue
den nombrarse brevemente c omo formas de interdicci ón al goce. En su
expresión
para la vida cotidiana en general y en las acciones concretas del
trabajo de la parentalidad en particular, man ten ién don os en nuestra c u l -
tura,
podemos entenderlos como formas de diferenciar
espacios
(por
ejemplo, lo que es de los adultos - lo que es de los n i ñ o s , acotar exce
sos (por ejemplo, proh ibicion es - pautas de comportamiento), y lograr
a lgún
objeti vo o meta que requie ren ser satisfechos ( por ejem plo , accio
nes que necesitan organizarse según criterios de inclusión exclusión para
lograr algún fin).
Pareciera que la gran dific ult ad para habitar la asime tría responsable
entre adultos y niños no es solamente un tro pie zo serio en la puesta en
función de la ley edípica en la config uraci ón de los vínc ulos familiares.
Hace falta algo más. Y es que, para instalarse de tal manera, el punto de
part ida tend ría que tener la fuerza y el resguar do de la gara ntí a encarna
do en la Referencia del Tercero social. Es una instancia que funciona
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9/21
Patologías actuales en la infancia
como un tercer
personaje
en las relaciones sociales, según cita Pablo Baru
l l o (2005) en Meditaciones sobre Ortega y Gasset. Vale co mo referencia
compa rtida de reg ulac ión , const ruida con arreglo a valores y dotada de
sentido, a la que todos los que los comparten están subordinado s. Su
efecto resguarda de la imprevis ibilid ad constante, la arbitrariedad y la
omnipotencia.
Tamb ién de la impuni dad.
L a
lógi ca de la funció n terciaria necesita ser reintr oduci da para mejorar
las condic iones de pro duc ció n de subjetividad en el terreno del trabajo
de la parentalidad. L a subjet ivació n del infans y la cont inui dad de
este
proce so durant e la infanc ia apelan a las investiduras libi dinal es y narcisis-
tas de los padres, per o tam bi én a los elementos puestos en
juego
para
modular
las tensiones de la confi gurac ión edípica y de los int ercambios
sociales. Estos elementos son precisamente los que parecen haber sido
despojados
hoy de su valida ción en el
i n t e r i o r
y el exterior de la familia
o, simplemente, no se pueden sostener como punto de partida que ins
t i t u c i o n a l i z a
la normativa.
L a fra giliz ació n de los anclajes referenciales conf igur a para los
padres
una gran
d i f i c u l t a d ,
pero tam bié n una opor tun idad para construir un
camino de pautaciones que resulten psíq uic amen te operativas dentr o de
sus configuraciones familiares.
So n tantos y tan ráp ido s los cambio s en la for ma en que los
seres
huma
nos establecen y definen sus vínc ulos, organizan su convi vencia, aman,
tienen
hijos, los educan, que la pregunta
sobre
la cons truc ción de legali
dades resulta ine ludibl e. Y al igual que en
otras
situaciones de cambio
social, también es inevitable que las respuestas
sobre
el futuro de la fami
l ia se elaboren desde perspectivas y miradas que suelen ser difícilmente
conciliables. Segú n la opi nió n de M . Gode lier (2004), si bien es cierto
que la calid ad e inte nsid ad de las pertu rbaci ones s ociales que atraviesan
las sociedades occidentales son, en ese sentid o, inédit as, a lo que
estamos
asistiendo hace casi tres déc ada s no es a la desap ari ció n de la famil ia o los
lazos de parentalidad, sino a una enorme metamorf osis de los víncu los
familiares en su conjunto.
50
L
Wett engel
| Trazando
surcos
NOT
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I
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8/18/2019 3. Wettengel_Caps 2 y 3
10/21
Ca p í t u l o
DE LA INTEGRACIÓN A LA INCLUSIÓN
DE LA INCLUSIÓN A LA ESCUELA
PARA TODOS
r ciel
zyber
A l o largo de este c a p í t u l o propongo pensar a la escuela como u n l u g a r
para
todos l o s n i ñ o s
vale
d e c i r u n l u g a r q u e d é l a p o s i b i l i d a d d e estar
all í entre otros c o n otros d e n t r o d e u n sistema f o r m a l . Sistema que los
c o n t i e n e o d e b e r í a h a c e r l o
respetando
su s potencialidades y acompa-
ñ a n d o l o s diferentes modos d e aprender que t i ene cada sujeto 1.
L a i n s t i t u c i ó n escolar t i e n e p o r objeto br inda r a su s alumnos l a p o s i b i
l i d a d d e
aprender.
S i n embargo e n reiteradas
oportunidades esto
n o o c u
rre po r lo cua l se
produce
u n
fracaso
q u e n o c o n c i e r n e
exclusivamente
al
n iño a l a fa m i l i a o a l a escuela.
Podemos
dec i r que fracasamos todos
cuando l o s n i ñ o s n o pueden i n c l u i r s e d e n t r o d e l sistema e d u c a t i v o .
E n l o s ú l t i m o s a ñ o s s e p u b l i c a r o n numerosos a r t í c u l o s y l i b r o s e n r e l a
c i ó n c o n e l tema d e l a i n t e g r a c i ó n - i n c l u s i ó n d e l o s n i ñ o s e n l as
escuelas.
Discusiones
t e r m i n o l ó g i c a s y t e ó r i c o - p r á c ti c a s d a n
cuenta
de l a d ivers i -
5
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Patologías actuales en la infancia
dad de crit erios y miradas con respecto a
esta
temá tica , así com o también
revelan su complejidad.
L a propuesta de este texto es profundizar en algunas cuestiones relacio-
nadas con la comprensión de las problemátic s subjetivas que atraviesan al
alumno, al docent e y a la instit ució n escolar. El objetivo es buscar res-
puestas renovadas a viejos y nuevos problemas que se presentan en torno
al aprendizaje y al despliegue de la subjetividad de los niños en las aulas.
C o n
r elació n a
estas
p r o b l e m á t i c a s ,
Ignacio
L e w k o w i c z 2004)
plante-
aba, en su Pedagogía del aburrido:
La
escuela
ya no es lo que era. Sobre
esto
no hay
dudas.
Pero las
dudas
prosperan en cuanto se intenta
pensar,
ya no lo que era, sino lo que es .
Este autor propone en su texto un acercamiento a la naturaleza de las
instituciones y la subjet ivida d que se instit uye en nuestros tiemp os.
U n a mir ada de enfoques conve rgentes y divergent es, que dibuja n un
abanico escolar colmado de preguntas que no encuentran respuestas. L a
m yorí de dichos interrogantes apunta al redescubrimiento o r e d e f i n i -
ción
del rol del docente ante la inmediatez y celeridad exigidas para el
abordaje de las problem áti cas educativas actuales. Nuest ra temporal idad
resulta sumamente het ero géne a y difícil, por n o decir imposible , de pre-
ver.
Debido a eso, las estrategias educativas que proponen ubicar al ser
human o al amparo del transcurrir del tiempo termi nan, en la prácti ca,
resultando ineficaces.
L a i n m o v i l i d a d hacia el i n t e r i o r de la escuela se contrapone con un
tie mpo hist óri co social que se torna cada vez má s acelerado. La escuela
sostiene antiguas p r á c t i c a s , estrategias y acercamientos, tanto al c o n o c i
miento co mo a la infanc ia, que en numerosas ocasiones le d i f i c u l t a n
toma r en cuenta las necesidades de los niños de hoy.
Cuando las preguntas abordan estas
t e m á t i c a s ,
las discusiones toman,
cada vez más, un formato i d e o l ó g i c o . Paral elamente, presentan menos
capac idad de respuesta al sufr imie nto, al deven ir p s í q u i c o , a la falta de un
buen
luga r para la infancia. C om o correlato de esto, muchas
i n s t i t u c i o
nes se encuentran desprovistas de los fundamentos necesarios para c o n
tener, en sentido amplio, a los n i ñ o s .
54
G Szyber De la
integr ción
a la in c l u s ión
L a
falta de respuesta a esta nueva sit uación se traduce e n
v i o l e n c i a ,
que
se manifiesta en las aulas y que pe rci bimo s a trav és de las conver saciones
c o n
los docentes, que se cuestionan el modo en que se
l l e v a n
a cabo las
práctic s en nuestros tiempos y la forma de aco mpa ñar a los alumnos.
La herencia de la violencia se manifiesta en las relaciones interpersona-
les, en los sistemas de dominación
social,
en los
espacios
e instituciones en
que interactuamos y, por supuesto, en el espacio de la
escuela
y la familia.
se realimenta en las nuevas formas de violencia que van más allá de los
esporá i os estallidos en las aulas y las instituciones escolares Silvia
Bleichmar,
2008).
Pensar la instit ución a partir de
estas
miradas es intentar un tránsito
que vaya
desde
el concepto de galpón , como espacio con normas sin ley
que lo atraviese L e w k o w i c z , 2004), al de construcción de legalidades
Bleichmar, 2008) , don de la ley va fundand o borde y ampa ro, don de se
sabe con qué se cuenta, cuál es el l í m i t e , qu ié n conti ene y qué se puede
esperar, en este caso, de la escuela.
E l
t e r r i t o r i o
escolar, atravesado po r la anom ia, no permit e a
esta
i n s t i
tución producir ordenamientos
capaces
de alojar a sus integrantes. Las
subjetividades en jueg o de sus alum nos, direct ivos y docente s, que dan en
u n ter reno desamparante, que deja a los actores sin pos ibi lid ad de
encuentro. C ua ndo lo intersubjetivo ya no se pueda garantizar desde la
i n s t i t u c i ó n ,
la finalidad de este ámb ito como espacio social pierde su
r zón de ser. Por eso es necesario
revisitar
las prác tica s y tratar de enco n-
trar nuevas estrategias y nuevas conceptualizaciones. Es necesario fundar
nuevos sentidos que nos permi tan operar en
esta
contemporaneidad.
ubjetividades
e nsti tuciones educativas
Si
tomamos en
consider ción
el devenir subjetivo del
n i ñ o ,
el modo en
que se fueron estableciendo aquellos primeros tiempos fundamentales en
la co nfor maci ón y el armado de una trama que constituye subjetividad,
55 |
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Patologías actuales en la infancia
para luego dar cuenta del
sujeto
en contexto escolar, pod ría mos imagi
nar el siguiente recorrido.
E n
un p r i n c i p i o el pequeño
establece
una relación con su madre -o
c o n quie n ejerza dicha fu nci ón- que le brinda posibilidad a su existencia.
Este vínc ulo, que se va conf orma ndo e n un tiempo y un espacio,
abre
al
cachorro
humano el camino a ser-en-el-mundo. También marca las p r i
meras
huellas, inscripciones subjetivas del n i ñ o que dan base a cierto
modo de ser, de constituirse en un mundo con otros y entre otros.
E n esos tiempos primordiales se conforma un entramado inter-subjeti-
v o partien do de esa prof unda relac ión dual, para pasar al encuentro
i n t e r f am i l i a r y, desde allí, a la salida a lo exogámico social, a las i n s t i t u
ciones que lo componen y le brindan al
sujeto
nuevas formas de repre
sent ción
y
soportes
identificatorios. La subjetividad del niño sólo se
concibe en el
seno
de la intersubjetividad. Está puesto en el mundo por
má s
de un otro, dentro de una cadena generacional y de una cultura.
El
sujeto
en un primer lugar es un inter-sujeto...
El
grupo nos
precede,
nos sostiene en una matriz de investiduras,
cuidados,
nos asigna lugares,
presenta objetos,
señala límites, enuncia prohibiciones. Deviene
sujeto
hablante y hablado (Rene
Kaes, 1993).
E n
el momento de su encuentro con el ámbito social,
aparece
un inter-
juego
entre la realidad subjetiva del niño y lo que se va construyendo en
esa trama inter-subjetiva que
abre
una nueva posi bilid ad en la escuela,
una oportunidad subjetivante.
D i c h o juego
se presenta entre aquello que
se constituye a partir del encuentro con el otro, con los otros, y aquello
que se vuelve a enlazar a partir de sucesivos entram ados
Esta oportunidad subjetivante se genera, o no, dentro de un sistema
que alberga al i n d i v i d u o y le ofrece, le dona, nuevos modelos identifica-
torios,
renovados encuentros de interc ambio, posibili dad de compren
sión
de aquello que a ún no tenía significado, inéditas produc ciones sim
bolizantes. Esta nueva oportunidad es diferente a la ofrecida en su
mun do en do gá mi co , dond e las urdimbres se entrelazaron con estilos
propios. Las voces y miradas de
esta
nueva vinculació n aportan sentidos
previamente ignorados que permiten al niño un nuevo encuentro.
I
6
G Szyber | e la integ ració n a la
in c l u s ión
E n el tiempo del ingreso a la escuela, el niño y su familia son evalua
dos. P robablemente caerán ciertas idealizaciones, nuevas e inéditas m i r a
das se posarán sobre el niñ o en un entor no hasta ese mom en to extranje
r o con otros significantes. Estos cobran sentidos diferentes a los prima
rios
y se plasman en nuevas formas de valorar el mundo y traducir los
acontecimien tos. Diversos modelos identificatorios están a disposi ción
d e l
niñ o para ser tomados. E l , sin saberlo, comie nza a recorrer la r ea l i
dad de u n sistema en el que está inmerso y del cual for ma parte. Las
miradas de la escuela, que e scu dri ñan a la familia y al
n i ñ o
evalúan su his
t o r i a el trabajo que se reali zó y fund amen talm ente lo que f a l tó .
L o soc ial subjetivante y lo subjetivo social izad o imp ri me n las marcas de
la época
sobre
un
sujeto
que busca un amparo social para ser parte, es
decir, para quedar aden tro del sistema. Se presenta u n vín cul o entre el
niño y lo social, posible, necesario. E n este instante ocurre que el n i ñ o
como parte del entramado y
desde
el entramado social, busca las claves
de su tiempo para quedar i n c l u i d o . Nos preguntamos, entonces, cuáles
son las peculiaridades que marcan esta époc a, có mo nos atraviesa, cóm o
nos constituye.
Juan iba a ingresar a la escuela, iba lindo, peinado, su mamá le había
lustrado los
zapatos.
Estaban en un pueblo chico, nuevo para
Juan.
Él no
ono í las
verdades
del pueblo o qué era lo esperable para ese primer día.
Juan
se había dispuesto como Pablo, su hermano
mayor,
que había
asisti
do a la
escuela
en otro pueblo.
Allí,
el primer día se iba así, con los
zapa
tos lustrados y el guardapolvo muy blanco.
Cuando llegaron
Juan
miró a María, su mamá. Ambos supieron que
algo no era como habían creído, aquí era distinto.
Juan,
que había sali
do enorme de su casa, tan alto
casi
como Pablo, perdió altura,
estaba
muy
chiquito,
no encontraba donde pararse... o
taparse
(registro extraído
d e l
relato de una maestra rural).
sí como, desde cierto lugar, se fragmentan mun dos ideales , tam
bién
existe la posibili dad de armar nuevos mundos , productore s de opor
tunidades y de complejizaciones posibles, en el tiempo de ingreso a la
escolaridad. E l niño conf ronta el lenguaje de sus progenitores c on c i e n -
7
|
-
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atologías actuales
en la
infancia
tos de lenguajes nuevos, hay otras miradas, otras posibilidades i d e n t i f i c a -
torias, mundos diferentes para ser descubiertos, múltiples espacios aptos
para el desarr ollo de la curi osid ad.
Este
niño
ingresa con un bagaje, porta una h i s t o r i a es historia misma:
la de sus padres cuando fueron a la escuela, la de su abuela analfabeta, la
d e l primer encuentro con un
l i b r o
la de su f a m i l i a la de tantas caracte
rísticas propias que conforman el mundo subjetivo de cada alumno que
ingresa a la escuela y que el docente d esconoce. E l tendrá la oportunid ad
de a b r i r l o de presentarse al otro, decir heme aquí, éste
soy
yo , o
también
tendrá el derecho a su reserva, al no develamiento de lo propio, de lo
í n t i m o . Se abrirá tanto la posib ili dad de decir como la de callar. Nadie
sabe quién es el que está a l l í qué guarda, qué contiene.
L a escuela t r a t a r á en el mejor de los casos, de i n c l u i r a
este
niño para
así poder pensarse como una escuela democrática en la que todos los
alumnos pueden aprender. Los unos y los otros, en un interjuego de sub
jetividades, ligadas y ligadoras, darán lugar a pensar la otredad.
Diversos encuentros se producirán en esta a p r o x i m a c i ó n el encuentro
d e l niño
y la escuela, del
niño
y su maestra, de la f a m i l i a y la escuela, etc.,
diferentes relaciones que marcan un sistema complejo de
v i n c u l a c i ó n .
Estos puentes nuevos y las inéditas formas de constituir encuentros h a b i
l i t a n
las condiciones mínimas para acompañar la construcción de saberes.
Lo s vínculos transferenciales que se arman entre
estos
nuevos actores
conllevan la posibi lid ad de dejar huellas, registros que qued an inscriptos
a lo largo de la v i d a del sujeto.
Cada vez que la vida me plantea un des fío que no puedo afrontar,
cada vez que necesito pensar un nuevo camino, vuelvo a mi vieja escuela,
la que me dio las herramientas para pensarme y que nunca pude
reci ir
de mi casa relato de un docente, ex alumno de la escuela de la s e ñ o
r i t a Olga).
E l niño ingresa a la escuela con toda su potenc ial ida d, sus modal idades
para construir saberes, para decodificar, para
producir
sus marcas e
h i s
torias. Esta compleja trama dará cu enta de la manera particul ar de ingre
sar a esta institución social, partiendo de su subjetividad, de su mismi dad,
de lo que es y, t a m b i é n de lo que
no es como se
espera
que fuera.
I 8
G Szyber
| e la
integración
a lai n c l u s ión
Éste es el niño que i ngresa a la escuela, port a mi l lenguas que a ún no
conocemos. Este niño trae consigo experiencias de
v i d a
que marcarán su
modo peculiar de instalarse en el espacio escolar, que se abrirá como i n é
d i t o . Lo s niños que ll egan a las insti tucio nes, diferentes, variados, c omo
los docentes, como todos los actores escolares, ponen en juego, en cada
intento educativo, la posibilida d que tienen de constituirse en alumnos,
en
sujetos que aprenden.
Encontraremos
niños
que p ort an la pos ibi lid ad de ingresar a los apren
dizajes formales sin d i f i c u l t a d y aquellos que presentan fracasos, d é f i c i t
fallas... ¿ C ó m o denominamos dichas disparidades? Fracaso escolar,
d i f i
cultad
de aprendizaje, restricciones en sus modalidades cognitivas, fallas
en
la construcción s i m b ó l i c a i n h i b i c i ó n . . . o como podamos ir n o m
brando lo que hoy todavía nos cuesta trabajo acompañar, todas formas
de nomi nar la
d i f i c u l t a d
de acompañarlos en su diversidad.
S i n
embargo, más allá de las restricciones en sus modalidades de apren
dizaje, nuestro desafío es encontrar prácticas originales que descubran las
peculiaridades de estas heterogéneas formas. Ta mb ién consiste en acom
pañar a los niños en construcciones accesibles, partiendo de lo que sí
pueden, formando parte de la b ús qued a o de la co construcción de aque
l l o que, por momen tos , parece imposi ble de alcanzar.
Todos conocemos cuáles son los decires o términos que aparecen en las
aulas, en los c o r r i l l o s in stituc ional es, en las
salas
de maestros, los cuales,
q u i z á s
alguna vez también hemos pronunciado: Juan no es para esta
escuela,
quí
no hay lugar para él .
A n n y
Cordié 2000), en su
l i b r o
Los retrasados no existen, plantea cues
tiones interesantes en relación con el fracaso escolar. Destaca la idea del niño
que no sigue, acentuando el concepto de que se aprende siguiendo a un
docente, a una clase, a un grupo, a un determinado tiempo, con el énfasis
puesto en
no alejarse del rebaño,
lo c u a l
sería condición
para el
éxito
del
alumno.
To doy la clase -dice Laura, la maestra de 4 o grad o de una escuela de
gest ión privada de Capital-pero Federico no me sigue; sigo y sigo, pero él
está en la suya; tiene su tiempo, pero yo tengo que terminar mi programa.
Que lo ayude una maestra particular, yo me doy cuenta de que voy bien,
9 |
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atologías
actuales
en la
infancia
ya que la
m yorí
sí me
sigue Extraído de un relato durante la super-
visión con un equipo docente).
Frente a esta s i t u a c i ó n , la propuesta es ingresar por el camino de la
oportunidad.
Pensar la intervención como aquello que aparecerá en un
momento
crítico para la const i tución de un n i ñ o .
D i c h a
intervención
se plantea como una
vinculación
a tiempo con el
niño que sufre. Este tiempo tiene ciertas características relevantes, como
su destinatario: finalidad y oportun ida d. Se trata de un tiempo complejo
en el que se entrelazan el tiempo real y el tiempo subjetivo.
P o r un lado, es el tiempo en el que el sujeto vive su infancia y es n i ñ o ,
en
el que está en plena construcción p s í q u i c a ; por otra parte, es el t i em -
po de la f am i l i a , el de su madre, su padre, de la institución educativa que
l o con tiene y es capaz de tomar en cuenta, o no, su sufri mient o. Es tam-
bién el tiempo del terapeuta o m édi co que recibe a un niño que sufre.
D i c h o profe sion al puede , o no, tener la di sposición para comprenderlo,
entablar
un int erca mbio subjetivo que le permi ta tener noc i ón de lo que
ocurre y producir un verdadero encuentro con el otro que, a veces, pare-
ce no ser tan
fácil
de
hallar.
Cuando
se produce el fracaso escolar, afecta al sujeto en su totalidad.
Sufre por la subest imación que siente cuando no puede responder a las
demandas de sus padres y de sus maes tros.
El
fracaso escolar es una cuestión compleja cuyas causas son múltiples
y
diversas, unas vinculadas a la estructura propia del
sujeto,
otras son cir-
cunstanciales, el hecho de que se entrelacen y ctúen las unas sobre las
otras
facilita
la comprensión del
fenómeno.
El resultado es que cada uno
proyecta sus fantasmas e inventa los remedios
para esta
nueva peste social:
es por culpa de... el gobierno, la sociedad, la educación, los
padres
( A nn y
C o r d i é , 2000).
N o nos abocaremos en esta op ortunidad a desentrañar las múltiples
causas de fracaso. E n cambi o, trataremos de comen zar a pensar más en
profundidad acerca de qué hacemos y
c ó m o
resp ondemos en las escue-
las frente a las dificultades de estos n i ñ o s , lentos, d i f íc i l e s , con fracasos
que se reiteran.
6
G
zyber i
De la
integración
a la i n c l u s ión
I
L a complejidad de estas situaciones requiere ponerse a pensar en varie-
dad de recursos para arribar a respuestas posibles que, sin lugar a dudas,
no
serán sencillas.
scuelas inclusvas
E l conc epto de escuela
i n c l u s i v a
nos pone frente al hecho de pensar
a la institución en términos má s d em o c r á t i c o s . Todos los actores i n s t i t u -
cionales qued an implicados en este proceso. N o es la deci s ión de un
miembro ni la
l u c h a
contra los molinos de viento de la
d i r e c c i ó n ,
ni la
fachada que
dará
publicidad a la escuela. Es una puesta en marcha que da
cuenta de una posición frente al n i ñ o , a las familias, a la sociedad y al
lugar
que en e l l a ocupa la escuela.
Lo s sufrimientos, conocidos por quienes recibimos a padres en las
escuelas, expresados a través del relato parental de: estamos cansados de
golpear puertas , i n d i c a n que esta problemática está aún sin respuesta.
Los
niños
cuyas necesidades especiales deben ser
acom pañadas
en las
escuelas no tienen un espacio realmente hab ili tado en nuestro sistema.
Esta realidad nos habla, a su vez, de la sociedad misma, pues sabemos
que las sociedades también inscriben su historia a través del modo en que
enfrentan estas
difíciles
situaci ones, com o una forma de dar respuesta a
todos nosotros como sujetos sociales.
L a escuela i n c l u s i v a es heredera de los viejos valores de la escuela para
todos. Sin embargo, se plantea una
difícil
pregunta cuando nos i n t e r r o -
gamos acerca de quiénes somos to do s . Un a de las cuestiones que apa-
rece con frecuencia vinculada a este tema es la p reocupac i ón acerca del
modo
en que se podr í a sostener la excelencia, si ingresan todos los n i ñ o s .
E l siguiente es un ejemplo de lo
d i c h o .
Los padres de Ignacio, hijo menor de una familia, solicitan una entre-
vista en una escuela de
gestión
privada. El hermano, cuatro
ños
mayor,
concurre a otra escuela de la zona, que no recibe a Ignacio.
Cuando
se les pregunta a sus padres por qué eligen
esta
escuela, respon-
den, muy complacidos, que tiene un buen nombre, que les gusta el tipo de
61 I
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Patologías actuales en la infancia
ns ñ nz y el acompañamiento que brinda a sus alumnos. Comentan
que no se acercaron a la
escuela
de su otro hijo pues 'allí no integran,
tie
nen un muy buen nivel académico y no lo quieren bajar, es impensable esa
escuela'.
Impensable, no admite ser
pensada
como escuela que i n c l u y a a Igna
c i o , pero es buen a. ¿Se puede ser un a buen a escuel a sin pon er en cues
tión
a qui éne s se incl uye y a quiéne s se deja
afuera?
La tarea que se les
presenta a las instituciones es la de pensarse por dentro, ingresar a los
entretejidos inst itucionales que habilit an o no el
acceso.
O permitirse
direc tamen te el plant eo de que el acceso está denegado . Sentir clara
mente el o lug r de las escuelas es volver a transitar por los
senderos
sociales que nos actualizan quiénes están adentro, quiénes en la periferia
o en el borde, y quiénes no tienen lugar: los excluidos.
Ignacio había ingresado al establecimiento mencio nado , come nzan do
su escolaridad en
sala
de tres año s. No prod ujo mayores ruidos i n s t i t u -
cionales hasta que, transcurridos otros tres añ os , debí a ingresar a primer
grado. Repe ntinamen te estalló el caos. Cr isis, desequilib rio, falta de
acuerdo s. E l ni ño pasó a ser otro por arte de magia, la distancia con los
otros se constit uyó. To mó forma, cuerpo. La desigualdad cob ró un sen
t i d o , para algunos, insuperable.
NO...
a primer grado en esta escuela, no . N o era sinón imo de
e x c l u s i ó n ,
afuera, no te queremos. .. Alguna s voces decía n que Ignacio ya
era de la casa, prop io, que si con él podía n en el jard ín, entonces ta mbié n
podrí n en la escolaridad primaria.
Ignacio, mientras tanto, se iba desdibujando. Nadie hablaba de sus
logros , de su potencial idad, de sus aprendizajes, de sus modalidades cog-
nitivas, de sus formas de ingresar al
saber.
E l camin o recorrid o y la con
t i n u i d a d acad émic a quedaban velados
bajo
las
sombras
de l aquí no .
Los
padres
del niño buscar on otra escuela pri mari a, fue un camin o difí
c i l , dad o q ue en la provi nci a en la que vivían la oferta era
bastante
l i m i -
tada. Ignacio de jó de ser pensado, escuchado, mira do, para pasar a ser
objetalizado en discursos teóric os de actores que encub rían ,
tras
el manto
I
6
G zyber | De la integr ación a la inc lus ión
de una
supuesta
diversidad, permitida en la
etapa
de jard ín, la desigual
dad a partir de la escolaridad primaria.
Cada mo men to histór ico guarda consi go discursos propios de la époc a.
L a ed uca ci ón en ocasiones fo rma parte de esa retór ica incesante , que se
aleja de la acción y que sólo se queda en las palabras.
Somos
constructi-
vistas
era la pancarta de p rese ntac ión, dos déca das atrás, en las
escuelas.
Y si nos alejamos aún más hacia atrás en el tiem po, nos encon tramos con
tenemosgabinete psicopedagógico . ¿Son, és tos ,
datos
de supuesta exce
l e n c i a , indicadores de una buen a ped ago gía escolar? A h o r a
este
lugar lo
ocupa
somos
una escuela incl usiv a . Sin embargo, sería mejor afirmar
en una escuela en
estos
tiempos que El otro tiene lugar , o Todos somos
otro .
Sk l i a r
(2003) habla del
saber
pedagóg ico como un
saber
relacional .
Plant ea que una escuela inclusi va es aquella que pueda ejercer el arte
educativo, poniendo en
juego acciones .
Estas permitirán al niño transitar
por el camino de ser parte de ese todo, recrearlo, reformularlo en un
intercambio subjetivo y subjetivante que hace a cada otro parte de una
narrativa construida entre todos.
Retomando lo acontecido con Ignacio, la escuela
postergaba
el con
f l i c t o , el niño no había sido aceptado en su singularidad desde un
comi enzo, pero en el jardí n, cuand o era chiqu ito , no molestaba. Se ins
cri ió
en un espacio de tolerancia y no de acep taci ón, un porvenir que
no tenía inscripto ni un tiem po, ni un espacio en
esta
institución educa
t i v a .
Finalm ente, la familia enc ont ró otra escuela que consideraba que lo
c o m ú n era albergar a sus alumnos, una escuela que construyó atajos,
uscó reacomo daciones y se cons titu yó en un espacio que abr ió nuevas
oportunidades para
este
n i ñ o .
Queremos referir aquí al concept o de lo común, que trabajan Graci ela
Frigerio
y otros autores (2008) . N os asoc iamos a la idea de una mira da
alejada de una pos ici ón universalis ta en la que la escuela es siempre una
respuesta
en cualquier
caso.
Desde esa perspectiva, se entiende lo común
como aquellos rasgos
de identidad compartidos y no homogeneizantes'\
según lo plantean estos autores.
63 |
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Patologías
ctu les
en la
inf nci
L a
educación, entonces, es comprendida como sostén, en un
espacio
de ofrecimiento, de donación de los adultos, de apuntal amiento, de
lugar. Lo común es, también, lo compartido, a través de la coexistencia
de las
identidades
y las extranjerías, es la posibilidad de elaboración de
una vincularidad dentro de lo común que nos alberga. Así, se dan las
bases
para construir un territorio común para todos y propiciar el
des
pliegu e de la subjetividad co mo pro duc to del encue ntro co n el otro . E n
este espacio, todos somos
parte. Jean-Luc
Na n c y
2002)
refiere al mismo
concepto
cuando
plantea que, en una comunidad,
existe algo
en común
que identifica a sus miembros y esto mismo, a su vez, provoca un enfren-
tamiento con lo distinto.
E l criterio con el que realizamos nuestro
abordaje
es el de constituir
andamiajes escolares que permitan pensar en el devenir hacia el cual se
dirige la escuela inclusiva. Un devenir donde el otro tenga un lugar, sin
la
idea de que lo común es la completud; lo común, en este caso, no es
l o
igual, lo homogéneo, o lo que asiste a la calid ad de la dive rsida d igua
lada. Dentro de este ámbito común se hace evidente que el probl ema,
entonces, no es del niño, ni de la familia solamente, es de todos los acto
res
sociales.
S i n
embargo, ¡las práctic as se resisten
Las instituciones educativas distan mucho de ser un espacio que con
tiene hoy la diversida d, el concep to de homoge neid ad cont inúa
arraiga
do en la práctica como u n acompañ ante imposible de abandonar. L a
m u l t i p l i c i d a d
y la singularidad ceden su lugar a la ilusión de un todo
homogéneo que no abandona las aulas.
E l mosaico
que se forma es contradictorio y la subjetividad de los
acto
res implicados, marca las nuevas regularidades. Es necesaria una profun
da revisión de las implicancias de la inclusión y el i n i c i o de un
trabajo
que
nos proyectará interrogantes,
retos
y desafíos
para
explorar.
Podemos
decir que, a pesar de
esta
situación, ha habido inclusión en
algunos ámbitos escolares, donde parecía que nada se podía realizar y,
como dice Blanca Estela Zardel Jacobo 2008), au n
cuando
no se sabía
c ó m o trabajar con los niños. Se
trabajaba
clandestinamente... son minas
de oro encontradas .
I 6
zyber | De la integración a la inclusión I
L a autora
menc iona el concept o de concernimiento como motor y
posibilidad de modificación del curso de las prácticas. A partir de él, ya
no se trata tan sólo de integrar, sino de entrar en relación con el otro.
D i c h o concern imie nto impl ica retomar la dim ens ión de la subjet ividad,
de
ocuparse
con y del otro. Propone establecer una relación entre los
actores que permita enfrentar los múltiples rostros de las difere ncias,
inherentes a la cond ició n h umana.
D E LA I N T E G R A C I Ó N A LA I N C L U S I Ó N
U N A E S T R A T E G I A P A R A C A D A
N I Ñ O
Todo
esfuerzo
por difundir la, instrucción es
vano
cuando no se
acomoda
la enseñanza a las
necesida-
des,
naturaleza
y porvenir del que las
recibe.
José Martí
L a
escuela de gestión pública, en sus principios, se planteó como obje
t i v o
brindar una educación igualitaria para todos. Debido a ello, la
homogeneizac ión ha
sido
la
base
histórica de
nuestro
sistema educativo.
Per o homog enei zar impl ica objetivar, recortar las diferencias y pone r u n
mismo patrón o medida para todos.
E n
cambio, componer un todo no significa homogene izar, ya que ello
implicaría borrar las diferencias subjetivas. Por el contrario, se trata de
construir un
todo
respetando esas diferencias y enri que cié ndos e con
ellas. L o singular, lo diferente, es lo contrario a homo gen eida d, imp lica
la
búsqueda de lo propio de cada sujeto y,
desde
ese punto, su
acompa
ñamiento en la construcción de
aprendizajes.
La atención, en tal
caso,
estaría puesta en las posibilidades del sujeto qu e aprende y no en sus
l i m i -
taciones.
S i
se toma co mo eje la diversidad e n la pob lac ión escolar, se tenderá a
respetar su carácter singular, en relación con sus intereses, ritmos de
aprendizaje, sus
caracteres
étnicos, religiosos, lingüísticos, etcétera. La
6 |
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17/21
Patologías
actuales
en la
infancia
diversidad es lo más genuinamente natural del ser humano; la escuela
tendrí
que responder a
e l l a
con propues tas acordes c on las
p a r t i c u l a r i -
dades
de los alumnos.
E l
término inclusión es un concep to teóri co de la pe da go gí a que hace
referenci a al mo do e n que la escuela deb e dar respuesta a la dive rsid ad.
Surge en los '90 y viene a sustituir el concepto de i n t e g r a c i ó n . Su supues
to bás ico es que hay que modif icar el sistema para responder a todos los
alumnos, en vez de entender que son algunos alumnos quienes se tienen
que adaptar al sistema, inte grá ndo se a él.
L a i nclus ión es considerada así como parte de un a necesidad de la
escuela, que plantea el derecho de todos los alumnos a ser educados, sin
que sean seleccionados por sus condiciones familiares, culturales, socia
les, personales. Las tendencias inte rnacionales sustentan o remarcan el
deseo de imple menta r estructuras escolares que i n c l u y a n cada vez más a
todo el alumnado.
Educar
en la diversidad no es un añadido a la educación, sino que es
algo que está en las mis