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  • 8/18/2019 3. Wettengel_Caps 2 y 3

    1/21

    I  atologías actuales  en la infancia

    G o u l d S. J.  (1995),  Dientes de gallina y  dedos  de caballo,  Barcel ona, Crítica.

    G r e e n A .  (1986),  La madre muerta . En A. Green,  Narcisismo de vida, narcisismo de

    muerte,  Buenos Aires,  A m o r r o r t u .

    G r e e n A .  (1994),  De locuras  privadas,  Buenos Aires,

      A m o r r o r t u .

    H o r n s t e i n L.

      (2003),

      Intersubjet ividady Clínica,  Buenos Aires, Paidós.

    H o r n s t e i n

    L.   (2008),  Patol ogías del desvalimiento .

    E n

      h t tp : / /w w w .u c es . edu . a r / in s t i tu tos / ia ep c i s /desva l im ien to .p h p . C on su l ta do : 23

    de mayo, 2008.

    Kau f m an n ,

      P.

      (1996),

      Elementos

      para

      una enciclopedia del psicoanálisis. El aporte

      freu-

    diano,  Buenos Aires, Paidós.

    Le r n e r ,

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    bach,  Organizaciones fronterizas. Fronteras del Psicoanálisis,   ob. citada.

    Lerner ,

      H . , & Sternbach, S.  (2007),  Organizaciones fronterizas. Fronteras del Psicoaná

    lisis,  Buenos Aires, Lugar.

    M o r í n

    E .  (1994),  Introducción al pensamiento complejo,  Barc elona, Gedis a.

    R o d u l f o M . P.  (2006),  E l  A D D / A D H D  c o m o

      caso

      testigo de la pato log iza ció n de la

    diferencia ,

      conferencia dictada en SPS, Buen os Aire s, novie mbre 2006.

    R o d u l f o R., & Punta de Rodulfo , M .

      (1986),

      Clínica psicoanalítica en niños y  adoles

    centes,  Buenos Aires, Lugar.

    Roudinesco, E.  (2000),  ¿Por qué el psicoanálisis ?,  Buenos Are s, Paidós.

    Sternbach, S.

      (2007),

      Organizacione s fronterizas y

      tramas

      intersubjetivas . En H . Ler

    ner & S. Sternbach (comps.),  Organizaciones fronterizas. Fronteras del Psicoanálisis,

    ob. citada.

    U n t o i g l i c h G .

      (2008),

      Aspecto s histó rico-l ibidina les en niños y niñas con problemas en

    sus aprendizajes que manifiestan dificultades atencional es ,  tesis  doctoral,  U n i v e r s i -

    dad de Buenos Ai res , inédita .

    Wa l k e r

    E .  (2007),  E l maltr ato gener a camb ios fisiológicos en el cer ebr o .

    E n  h t tp : / /w w w .d ia r iop er f i l . c om .a r /ed im p /0204/a r t ic u lo .p h p ? a r t=3742&ed=0204 .

    Consultado: 18 de  a b r i l  de 20 09.

    | 4

    pítulo

      •

    TR Z NDO

     SURCOS

    EL TR B JO

      DE LA PARENTALIDAD

    uisa

     Wettengel

    I N T R O D U C C I Ó N

    Durante las últimas décadas fuimos

      testigos

      de

      grandes

      transformacio

    nes en nuestro en torno social, cultural, ec onó mic o y natural. L o que aún

    no ha tomado cuerpo en nosotros, como colectivo social, es el hecho de

    que no solamente

      asistimos

      a

      estos

      fenóm eno s, sino que efectivamente

    vivimos  esta

      experiencia, lo que nos ubica como

      sujetos

      de las mutacio

    nes, tanto en nuestros mod os de subjeti vación com o tamb ién en lo que

    puede

      considerarse el efecto de los cambios

      sobre

      nuestro cuerpo c omo

    entidad biológica.

    mbién

      hemos visto vacilar o

      perderse

      en el horizonte histórico a

    muchos referentes simbó licos que cumplí an la función  e

     garantes gene

    ralizados

      (Kaes,

      1998) en el inte rior de nuestra cult ura. Esta si tuac ión

    5 |

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    2/21

      Patologías actuales  en la  infancia

    nos ha llevado a enfrentarnos con enormes problemas referidos a la

    reproducc ión  general de las representaciones  s im b ó l i c a s .  Las fracturas en

    los procesos de transmisiones  p s í q u i c a s sociales y cultu rales ocasionadas

    po r

      las mutaciones que oc urre n en momentos críticos de la historia ins

    tauran la incert idumb re sobre el devenir de los  v í n c u l o s los  saberes y los

    valores.

    E n  esta  línea de pensamie nto y ubic ánd ono s en la perspectiva de la

    subjetividad

      y los procesos  p s i c o d i n á m i c o s lo que se percibe actualmen

    te en nuestras sociedades occident ales es una tendencia al repli egue nar-

    cisístico

      como una de las formas de enfrentar las imprecisiones que aca

    rrean

      los camb ios. O qu iz á respo nda en su comple jid ad a expresiones

    más

      cercanas a la subj etivi dad de la

      é p o c a .

      Es una posic ión subjetiva en

    la   que no hay espacio suficiente para dar cabida a lo que entendemos por

    la

      falta,

      ni para dar luga r al otr o co n el peso  de su otredad. Sobre  estas

    problemáticas  están abocadas  las teorizaciones  psicoanalíticas  contempo

    r á n e a s

    que se centran mayorm ent e en las dificult ades de los procesos de

    s i m b o l i z a c i ó n .

      U n o de sus

      ejes:

     la decli nación del complej o edíp ico en el

    funcionamiento

      de los procesos  p s í q u i c o s es el que permite interrogar

    nos clínicamente acerca de manifestaciones no

      n e u r ó t i c as

    así como tam

    bién

      de fallas diversas en los procesos de estr uct ura ció n psí qui ca en la

    i n f a n c i a .  Algunas de  estas  dificultades pueden referirse a inscripciones

    lábiles  de  estructurac ión  que entre otras manifestaciones no dan lugar a

    que la represión opere a favor de la orga niza ción psíqu ica quedando los

    bordes de co nten ció n estructural mal resueltos. Otras cor responden a los

    excesos  que no encuentran modos adecuados de trami tació n.

    Las mutaciones sociales que se han ido instalando a lo largo de las  ú l t i -

    mas tres déca das tambi én alcanzar on a la  f am i l i a  co mo institu ción. Las

    crispaciones y dificultades se reflejan en el ejercicio de las funciones

    parentales más allá de las condic ione s psí qui cas propias de cada

      m i e m -

    bro de la pareja paren tal. Así el desafio de  v i v i r  en una época de perma

    nente cambio y desl iga zón social resulta demasiado costoso en térm inos

    p s í q u i c o s

    para muchas personas. E l cú mu lo de transformaciones acarrea

    u n  déficit en su

      e l a b o r a c i ó n

    vivenciado o no c omo al gún efecto de pér

    dida  por parte de los adultos o de quienes t endr ían que hacerse cargo de

    las funciones parentales.

    I  6

    L Wettengel  I

      Trazando

     surcos

    Las pér did as no se refieren solament e a situaciones trau mát ica s ligadas

    a la desaparición de personas  amadas rup tur a de relaciones o a qu edarse

    si n  objetos o bienes materiales sino tamb ién a la des art icu lac ión de los

    lugares ocup ados socia lmente a la falta de sosté n narcisista que salva

    guarda la ide nti dad o quedar descol ocado ante toda fractura que repre

    sente

      insuficiencia de

      a u x i l i o

      y amparo.

    Justamente

      pensaba

      en cómo me voy arreglar ahora ,  dice la madre de

    dos niñ os que pe rd ió su bue n empleo po r cambios en la empresa e n la

    que trabajaba y está ante la alternativa de tener que mudarse a   casa de sus

    padres para recompon er su situaci ón eco nómi ca porque siento que estoy

    muy desorientada con respecto a cómo sucedieron las

      cosas

     en mi vida. Estoy

    en un momento de grandes  cambios internos. No me siento  segura  de mirar

    hacia atrás y poder ordenar... por qué, cuándo, cómo,

      ón e

      fue que empe-

    zaron a andar mal las  cosas para  terminar en semejante situación...x>.

    U n a  de las formas en que se manifiesta  este  fenómeno es que la transmi

    sión  de la nor mat ivi dad po r parte de las figuras parenta les se ha hech o

    actualmente má s erráti ca c ompr omet ien do la asu nció n de sus roles y

      f un -

    ciones. La n orma tivi dad de la que aq uí se trata es la que se expresa en las

    pautas  con las que los padres dan a entender a sus hijos qué pueden o no

    pueden hacer. Pero como  p r i n c i p i o ordenador de carácter s im b ó l i c o tiene

    además

      efectos instituyentes sobre la cons tit ució n subjetiva de los  n i ñ o s .

    S i  estas  inscripciones resulta n fallidas queda afectada la const ruc ció n de

    los recursos psí qui cos que el niño necesita para posicionarse y sostener los

    interca mbios sociales con un índic e const ruct ivo de renunc ia puls iona l

    E n  estos  térm inos -y siempre entendido  desde  la más amplia generali

    dad- un rec onocim iento del límite y la diferencia precariamente sosteni

    dos hace difícil el sosté n de las figuras de auto rida d en té rmi nos no coer

    citivos Lle vad o a las funcione s parentales la asimetr ía en la que se

    encuentran

      estructu ralment e y sus lugares de representantes transmis o

    res y

      garantes

      de la ley ante los hijos los coloca en posi ció n de auto rida d.

    A u t o r i d a d   que contiene protege organiza. Cua ndo  esta  posición se

    torna inconsistente o desfallece en su func ión de cont enci ón organiza

    dora termina impo nié ndos e por la fuerza o dejando las puertas abiertas

    a la omnip otenc ia y la angustia

      i n fant i l .

    7 |

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    3/21

      Patologías actuales  en la  infancia

    Estas  cuestiones traen  aparejadas,  por una parte, una merma  sobre  las

    capacidades de las figuras paren tales de tran smit ir valores y  pautas  de

    interdicción

      a sus hijos y, por otra, una reducción de la

     función lim dor

    del preconsciente p rent l

      (Bleich mar, 200 8), que coloca a los niños en

    u n

      lugar de desvalimiento.

    T R A B A J O   DE  P A R E N T A L I D A D

    Cuando

      pensamos

      en la gestión social y culturalmentc inscripta de la

    reproducción

      de la  especie  y de la tran smi sión de la cultur a, nos  i n t r o -

    duci mos de lle no en el terre no de las transmisiones parentales. ¿D e qué

    se trata

      este

      trasvasamiento entre una gen era ció n y otra?

    Entendemos las transmisiones parentales como

      legados

      simbólicos y

    afectivos q ue fo rm an parte de la real idad psí qui ca de cada uno de los

    miembros de la pareja parental y que son

      objetos

      de elección consciente

    y / o  inco nscie nte. Las transmisiones anclan en conten idos, es decir, en

    aquello que se supone poseer para poder dar: palabras,   saberes,  bienes,

    valores, costumbres, linaje, instituciones. Pertenencias que

      c i r c u l a n

      más

    llá

      de la posibi lidad de registrarlas en form a conscien te. L a polisemia de

    la

      lengua incluso nos permite extender la idea de propiedad también

    sobre

      los  rasgos  propios que nos constituyen en tanto  sujetos  psíquicos

    y

      que trazan el  p e r f i l  de nuestro modo singular de ser en el mundo.

    L a  idea de trasvasami ento de significacion es y funci ones entre las

    generaciones  i m p l i c a  un entramado muy complejo de elementos y  n i v e -

    les de enlace, que pue den ser abordados po r distintas discipl inas para su

    comprens ión  e integrac ión conceptual. E n la vida cotidiana, en c ambio,

    algunos de

      esos

      contenidos, consolidados por los

      usos

      y las costu mbres,

    ingresan a la circ ulaci ón en el imagi nari o social com o hech os que se

    toman sin cuestionamientos

      bajo

      la supo sic ió n de que siempre fue ron

    a s í .  U n ejem plo para ilustrar  esta  temática es que una

      supuesta

      capaci-

    dad poten cial de compo rtarse c om o madre, padre o simple ment e co mo

    adulto se co rre spon der ía de manera directa co n un ejercici o adecuado

    I  8

    L Wettengel

      1

     Trazando  surcos

    de la fun ció n materna o paterna, asumida por la con cr eci ón de la pater-

    nidad.

      Esta manera de naturaliz ar en form a indisc rim inada la com pleji -

    dad psíqu ic a, social y ant ro pol óg ic a presente en el ejerci cio de las  f u n -

    ciones parentales te rmi na pola riz ando las opinio nes. Así, co n la mism a

    l i n e a l i d a d  ló gic a, el argumen to de correspondenci a directa entre los

    sujetos  y lo que se

      espera

      de ellos puede convertirse en sanción social

    para quienes,

      desde esta

      perspectiva, no queden dentro de sus categorí-

    as clasificatorias.

    E n  este  punto , podemos mirar más atentamente la

      supuesta

      sutura

    entre la procr eació n en sentido bi oló gic o y la asunción de la función de

    parentalidad como su efecto subjetivo esperable, dentro del marco jurí-

    dico y valorativo definido históric amente por la modern idad. Esta con-

    vergencia representacional ha

      estado

      presente en la or gan iz aci ón familiar

    t r a d i c i o n a l  de la cult ura occi dental y asumida c om o tal durante mu ch o

    tiempo, por pertenecer al ideario de esa época.

    U n a  vía de ingreso que nos perm itir ía asomarnos a los  aspectos  estruc-

    turales de la cue stió n de la parentalidad son las coordenadas temporales.

    E s q u e m á t i c a m e n t e podemos ubicar en el eje diacró nico la repro ducc ión

    humana en sentido ge neal ógi co, vinc ulando históricame nte las genera-

    ciones co n sus ancestros e int rod uci end o el

      sesgo

      de la diferencia que

    marca el orden de una temporalidad en sucesión para cada generación.

    So n los escenarios de la per mu tac ió n sim bóli ca de los lugares gen eal ógi -

    cos. E n el sentido si ncr óni co, ubic aría mos a la estructura fami liar en su

    estatuto

      c i v i l

      y c on sus alianzas, víncu los, identificaciones, movimien tos

    de filiación y pertene nci a, cun a psí qu ic a de los hijo s e ingr sode una

    madre

     y un padre en el orden de la significación habili tándolos

     para

    el

     oficio

      de padres.

    ¿ on

      qu é nos enc ontram os en la actualidad con relac ión a dich a

     habi-

    litación?

      Mientras que en los últimos cincuenta años se han producido

    cambios en la atri buci ón jurí dica del lugar del padre, que p asó del

      poder

    paterno a la

      utorid d

      pate rna y, finalmente, a la

      respons bilid d

      pater-

    n a actualmente el término de

      p rent lid d

      se adjudi ca a

      ambos

      miem-

    bros de la pareja parental. Po r la conv ergenc ia de motiv os polí tic os, ide-

    o l ó g i c o s jur ídi cos , educativos y por la mov il idad de las representaciones

    |

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      Patologías actuales  en la  infancia

    sociales en general, la noción de parentalidad está tomando un lugar sig

    n i f i c a t i v o

      y su sentido difiere según el discurso disciplinario en el que esté

    ubicado. Vemos, por ejemplo, como término específico del vocabulario

    social en uso, que  parentalidad  se refiere ampli ament e a la fun ció n de

    ser padres , entendida como aquella en la que se  i n c l u y e n  las responsa

    bilidades jurídicas -tal co mo la legislación vigente las define-, las res

    ponsabilidades morales -tal com o las impon e el discurso soc iocu ltur al- y

    las respons abilida des ed ucativas -c om o lo exigen los criterio s de  i n c l u -

    sión

      social para las nuevas generaciones-. C o n el térm ino de  parentali-

    dad  se designa asimismo, y de mod o privi legiado, a las funciones paren

    tales

     en tanto soport e de la evolució n psicoafectiva del

      n i ñ o

    es decir que

    l o  esencial de las funciones es la presencia junto al niño desde  los proce

    sos prima rios de indivi dua ció n hasta la finalización de la reo rga niz aci ón

    psíqui en la adolescencia.

    Las significaciones que habilitan aspectos  del ofic io de padres pue

    de n

      presentarse

      en disti ntos mom ent os de la vid a y pro ven ir de fuentes

    mu y

      diversas. Es el  caso  de  M ,  la madr e de un niñ o asistido po r  d i f i -

    cultades en el aprendizaje, que durante una de las habituales reuniones

    de grupo de  padres  a las que asistí a, co nt ó su experienc ia.

    ¿ ómo  eran mis

      padres

      conmigo con las

      cosas

     de la  escuela si se

      ocupa-

    ban?

      No o sea me decían: ¿tenes que estudiar? Bueno no o sí... Cuan-

    do tenía que

      estudiar

    no es que me decían ¿a ver el cuaderno? Entonces

    yo tenía una

      amiga

      que la madre los hacía con ella entonces yo iba a lo

    de mi  amiga entonces se sentaba  la

      madre

    venía estábamos las

      tres

     y

    estudiábamos.

      Me gustó a mí el ejemplo de

      madre.  e gustaba

      esa parte

    de  estar que me quieran. Entonces me

      dije:

      a mí me gustaría que mis

    hijos se sientan acompañados por mí. Mi mamá a los 18 años... cuando

    uno tiene una costumbre muy antigua es difícil... pero fui yo que

      cam-

    bié...  mi mamá se quedó con el mismo

      esquema

      que

      antes.

     Pero

     fui

      yo que

    empecé  con otra manera viendo que hay

      mamas

      que se preocupan en el

    estudio

    que te ayudan que te bancan. IT cuando mis chicos me dicen

    mamá  qué hincha que sos y bueno que querés cuando me dicen así yo me

    doy por

      satisfecha.

    v

    4

    L Wettengel I

      Trazando

      surcos

    L a  perspectiva psico diná mica oferta

      otras

      significaciones de  h a b i l i t a -

     i ón  parental. E n el marco del psicoanál isis se define la constit ució n del

    psiqui smo h uman o por acci ón y efecto de un otr o a cargo de la crianza

    d e l n i ñ o .  Ese acto fundan te, que instituye al vastago como

      sujeto

     y lo ins

    cribe en una cultura, lo

      sujeta

      tanto a una norma tivi dad com o a una

    gene logí y un a filiación. E n  este  entra mado de complejida des se

      u b i -

    can las funciones parentales. Fun ció n que tam bién

     abre

     a la vida en socie

    dad, prop icia ndo una vía de subl imac ión que transforme la violenc ia pul-

    sional

      en valores socialmente reconocidos.

    U n a  con cep ció n acerca de las funciones simb ólicas parentales dentro

    d e l

      mis mo marco teór ico las describe como el  trabajo

     de la parentali-

    dad (Kuras - May , 200 0), indic ando procesos, acciones y apuntala

    miento

      con acc ión espec ífica (Fre ud, 1895), descripta en el

      Proyecto de

    una psicología  para  neurólogos  com o una interv ención externa adecuada

    o con junt o de reacciones preformadas del organis mo que perm iten la

    resolu ión

      de la tensió n interna creada por una necesidad. E l  trabajo de

    la parentalidad  está referid o al quehacer de los adultos inc lui dos en el

    laz o gen ea ló gi co de filiación c on sus hijos , que to man a su cargo, co n

    presencia efectiva y afectiva, la crianza y la trans mis ión de la cultura a la

    descendencia. La puesta en marcha del trabajo de parentalidad, tanto

    desde  la perspectiva del  deseo  como  desde  la legiti mació n social a la que

    está

      referida,  i m p l i c a  un doble accionar: por una parte, las distintas accio

    nes dirigidas a los hijos y, por otra, la resonancia que el trabajo de paren

    talidad tiene

      sobre

      el mund o intern o de quienes ejercen esa función .

    L a  no ció n de trabajo psíqui co, que Freud comien za a  u t i l i z a r  en  La

    interpretación  de los sueños  (1900), permite pensar la complejidad del

    ejercicio

      de las funciones parentales  desde esas  características: una opera

     i ón  sobre  conten idos psí quic os propio s, cuya tran sfor mació n da lugar a

    u n  producto representativo diferente, que puede

      hacerse

      manifiesto. En

    este

      sentido, la asunción de la parentalidad, tanto por parte de la madre

    com o del padre, produc e necesariamente un mov imi ento psí quic o que

    abre

      a una nueva ubi caci ón en la posició n generacional, más allá de la

    conyugalidad y de las reconstrucciones de las organizaciones familiares.

    E l  producto de  este  trabajo se expresa co n caract eríst icas de secu ndariza-

    41  I

  • 8/18/2019 3. Wettengel_Caps 2 y 3

    5/21

      atologías actuales  en la  infancia

    ción

      y / o se hace manifies to en la crian za de los hijos, lis decir que sus

    efectos están al servicio de la repro duc ción psíquica de la descendencia,

    junto

      con la incorporación filiante del  h i j o realizada  desde  su versión

    parental de lo que rec ono ce co mo id ént ico y lo que esc ni ño le repre

    senta en cuanto a su alteridad subjetiva.

    ¿Qué  otr os recurso s ser ían los que darí an pie para llevar adelante  este

    trabajo de maner a satisfactoria para la vida? E n relació n co n la pro pia

    organizac ión  p síqui ca y con la capacidad de elaborar los  embates  pul-

    sionales, sería la posi bili dad de registrar experiencias de la propi a  v i d a

    atemperadas p or repre sión y / o por due lo, sea cual fuere el conte xto

      c u l

    t u r a l  y social que le aporte sentido. De  estos  procesos depende el modo

    en que son perci bida s e interpr etadas las necesidades y demand as d el

    n i ñ o .  L a construc ción de  respuestas,  con relac ión a las demand as que el

    trabaj o de la pare ntal ida d les soli cit e, no se refiere sola mente a calid ad

    de info rmac ión o procesos ló gic os de pensamient o, sino que se entrela

    za con el conju nto de la actividad psíq uica que  i n v o l u c r a  todos sus  n i v e

    les estructurales.

    Este es el  caso  de R., madre de dos  n i ñ o s que se  h i z o  cargo de su

    sobrina a los pocos días de nacer. La madr e, cuñ ada de R., había  f a l l e c i

    do p or una comp lica ció n cardía ca des pué s del parto. E l padre, sin recur

    sos psí qui co s para hacer frente a la situa ció n, entrega a la niña y se va al

    i n t e r i o r perd iendo el contacto familiar. Claramen te posicionad a en el

    ejercicio de la parentalidad para su sobrina, R. dice así.

    To quiero ser la mamá y yo siento que el papel que hago es de la mamá,

    pero cuando está en una reunión familiar, que todo el mundo  sabe que es

    tu sobrina y que te lo están diciendo: '¡qué linda está tu sobrina, qué

    grande que está, cómo creció, mira vos'. 'y ahí decís '¿cómo  sobrina?,  si es

    mi  hija'. T sí. To pensé es mi hija porque yo la crié y después me digo

    ¿ ice

      el ridículo o está bien V Porque en realidad la familia

      sabe...

      y ella

    también...

      se lo dijimos  desde  chiquita. Es muy distinto que a lo mejor

    vamos a un lugar y yo hablo con ella... y es mi hija. To...  para  una  per

    sona  de afuera,  es mi hija ella, no hay forma de que

     yo

     lo entienda de otra

    manera. *

    I

     4

    L

    Wett engel

      o  surcos

    E l  caso  de G. es diferente. Se refiere a su actual marido del siguiente

    modo.

    No, el tema es que yo soy viuda y S. no conoció a su papá... al año y

    medio, yo conocí a quien es actualmente mi marido y él ocupó un montón

    de  lugares,  o sea es el que más está con los chicos, es el que venía a las reu-

    niones

    y>

    .

    Todos

      estos

      procesos puede n adscribirse a una conc epc ión más

      t r a d i

    c i o n a l  de la  f am i l i a  y al lugar oto rga do a las funcio nes parentales co mo

    elementos estructurales de esa  o r g a n i z a c i ó n .  A b r i r  los márgene s de

      estas

    competencias simbó licas a la perspectiva del trabajo de parent alidad haría

    má s

      flexibles las cat ego ría s co n las que anal izan las dificulta des de los

    niños  y las de sus padres. Desde nuestro marco  t e ó r i c o se otorga ría un

    espectro má s amp lio de posi bili dade s para acercarnos a los cambios que

    se han ido instalando hoy en las organizaciones de la   f am i l i a  y para aten

    der la m u l t i p l i c id a d  de demandas solicitadas a las intervenciones  c l ín i c a s .

    ¿ e sd e  dónde pueden observarse

      estos

      cambios? Por una parte, están

    las reglas que

      i n d i c a n

      las formas en que se con stit uye, se desarr olla o se

    disuelve un grupo familiar. Por otra , están los  aspectos  de la  organización

    de ese gr up o, referidas a la asi gna ció n de roles entre sus miem bro s. Las

    categorías  so cio -dem ogr áfic as, co mo familias ensambladas o familias

    monoparent ales, d an lugar a otras reglas de fun ciona miento en el ejerci

    c i o  de la parentalidad, como por ejemplo la co-parentalidad o la  p l u r i p a -

    rentalidad, las que se diferencian social, jurí dica,  c u l t u r a l  y

      p s í q u i c a m e n

    te de los modelos de  f am i l i a  nuclear  ú n i c a .  E n la serie de los ca mbio s,

    pode mos señalar ademá s las reivindicaciones sociales en cua nto a la

    sexualidad, a la procreación y a la parentalidad , que  d i v i d e n  las aguas

      t e ó

    ricas en la compl ejida d de su com pre nsi ón sobre el reordena miento del

    ord en pate rno y sus efectos To rt ,  M . 2008).

    E n  su  l i b r o  Metamorphose de la párente  2004), Mauric e Godeli er  s eñ a

    la   que la parentalidad  es un trabajo psíquico de creación y la obra que está

    en curso es el niño ,  tanto  desde  lo imaginado, lo deseado,  lo fantaseado,

    como  desde  el hijo real que se ha tenid o. En té rmino s

      p s í q u i c o s

    éste es

    e l  trabajo que se despliega dent ro de un víncul o intersubjetivo  sesgado

    43 |

  • 8/18/2019 3. Wettengel_Caps 2 y 3

    6/21

      Patologías actuales  en la infancia

    por la intrincación de la subjetividad de

      cada

      una de las figuras parenta

    les. En esa re d, que bascula en los límit es mismos de lo  i d é n t i c o  y lo otro,

    l o

      más propio y lo más extraño a sí, se

      sostiene

      la relación entre el niño

    y

      los

      padres.

    I N G R E S O  AL  O R D E N  SOCIAL

    L a  adscripción al orden social forma

      parte

      del devenir de nuestra exis

    tencia y su forma de encadenamiento gene aló gic o nos eslabona, aun

    antes  de haber nacido. E l ingreso efectivo para

      cada sujeto

      es siempre a

    partir

      de la acc ión de quiene s ejerce n la func ión parental .

      Desde

      su lugar

    de ot ro , la impli cancia y operativi dad que adquieren los

      padres

      en la

    v i d a

      psíquica del hijo los coloca en ese punto en que se anuda simultá

    neamente  la ubicación del niño como

      sujeto

      psíquico y como

      sujeto

    social.

    E l

      funcionamiento pulsional y los

      nexos

      con los

      objetos

      internos y

    externos a la

      psique

      forman

      parte

      de la perspecti va re laci onal del i ngres o

    al   orden social.

    Este

      es un complejo

      proceso

      psíquico de regulación  l i b i d i n a l  que va

    jalonan do: la consti tució n del Yo, los recorridos de catcc tizac ión de los

    objetos

      devenidos psí qui cos, la relación entre las exigencias de renuncia

    impuestas

      al

      avance

      pulsional en  busca  de satisfacción y las

      ganancias

      de

    placer, compartido y ofrecido en sus

      espacios

      de vida con los otros. N o

    hay una linealidad en

      esto

      ni la posibilidad de evitar que en alguna  c i r -

    cunstancia ocurran

      efectos

      regresivos, ya que, en

      este

     devenir, el conflic

    to nunca queda excluido. Forma

      parte

      de la vida misma.

    E n

      la revisión que André Green realiza de  algunos  concep tos centrales

    de la metapsicología freudiana, refiriéndose a la vida pulsional y a la   f u n -

    ción  de l  objeto  externo, dice:

    la vida pulsional se identifica en los primeros tiempos del

      sujeto

      con su

    vitalidad

      entera,

      para

      evolucionar,

      luego,

      en función de las vicisitudes

     

    las  exigencias  de la vida  social (Green, 1996, 36).

    Wettenge/  Trazando surcos

    L a

      desc ripci ón citada de Gree n, que contempl a las restricciones para

    que el

      sujeto

      pueda  v i v i r  sus movimientos pulsionales en forma social-

    mente tolerable -para sí mismo y los otros-y, al mismo tiempo, encon

    trar la continencia y

     reaseguro

      para su vitali dad, es claramente a plicable a

    los cambios

      observables

      en los niños que ingresan al

      sistema

      educativo.

    L a  acción de los requerimientos  sociales

      sobre

      la organización psíquica

    t m ién

      se produc e en otros mo men tos de la vida  i n f a n t i l  y adolescente,

    exigiendo cierto  n i v e l  de renuncia para

      acceder

      a diferentes

      espacios

    sociales

      y a formas cultural mente

      consensuadas

      de relacionarse con los

    otros. La universalidad del

     paso

      por el

      sistema

      educativo facilita los ejem

    plos de niños y

      adolescentes

      ubicados en la escuela. Ot ra de las formas

    sociales

      no universales ni obligatorias, como es la práctica deportiva, tam

      ié n  se ofrece com o escenario social para las vicisi tudes del accionar

      p u l -

    sional

      y sus transformaciones  apoyadas  en los

      objetos sociales

      externos.

    Desde  este

     pu nto de vista, es impor tan te conside rar el vecto r en el que

    c o n f l u y e n

      los cuidados

      parentales

      y las acciones de crianza.

      Estos enlaces

    e s t a r í a n

    entre

      otras

      funciones, al servicio de ofrecer al niño

      recursos

      en

    e l  n i v e l  psíquico que resulten

      eficaces

      para ligar los  aspectos  de des truc

    t i v i d a d

      siempre  presentes  en la actividad pulsional.

    Todo lo que se refiere a

      procesos

      de interdicción incluidos en  estos

    movimientos va a tomar un sentido a favor de la vida. Su eficacia es la que

    permitirá

      contener y transformar la pulsió n ligá ndola a un

      objeto

      psíqui

    co que

      puede

      ser investido de manera socializada. Se

      abre

      de

      este

      modo

    e l

      cami no de ingreso al orden social y a la cultura. En

      casos

      en los que

    u n   N O

    seguro

      no ha podido pronunciarse, por

      parte

      de uno o

      ambos

    padres,

      para acotar alguna

      descarga

      pulsional de sus hijos, los niños no

    logran

      establecer

      un orden normativo que les permita

     aceptar reglas

      pro

    pias

      de un inter cambio social, asegu ránd oles una ganancia de placer.

    P .

    padre  de dos niño s, enviuda cuand o la hija menor tenía dos añ os.

    Luego de muchas dificultades para

      sostener

      la crianza de sus hijos, cuan

    do los niños ya

      estaban

      en la escuela, P se  casa  con T. El tema de los lími

    tes se tran sfor mó en un proble ma familiar. Esto es lo que relata P :

    Cuando surgía algún problema,

      alguna macana

      que ellos se

      manda-

    ban, ellos no la

      dejaban

      a T. ponerles límites, con el varón que está en

    5 |

  • 8/18/2019 3. Wettengel_Caps 2 y 3

    7/21

      Patologías actuales  en la  infancia

    sexto

     y la nena también. Le hacían sentir que no era la

      madre,

      se lo decí-

    an. To en un principio no le

     daba

      el lugar a ella porque es difícil aceptar

    que otro te discipline tus

      hijos,

      no sé por qué motivos, pero es muy difícil...

    que le den un  hirlo  y muchas

      otras  cosas

     cuando empiezan a querer hacer

    como se les da lagaña. T

      bueno,

      en un principio... no... y después me  fui

    acomodando, como dándome cuenta y veo en T. a una gran

      mujer.

      No

    cualquiera se hace cargo de lo que ella se hizo  cargo.  Los chicos están

    mucho  mejor

    H a  sido Fre ud quien señal ó, en sus

      trabajos

      llamados an tropo lógi

    cos , la importanc ia de la interdicción para la estru cturac ión psíq uica, la

    continuidad  de la

      especie

      y la produ cci ón de cultur a, junto c on la trans

    misión

      de valores y de prescripc iones inscrip tas en el ord en sim ból ico y

    sostenidas

      por las instituciones sociales.

    Tenemos entonces que aquello que funda el lazo social y que le otor

    ga sentido es un orden simbó lic o, portador de representaciones, que pre

    cede

      al  i n d i v i d u o  y que mar ca para cada un o su filiación, su perte nen cia

    y  su identidad . Este orde n fundado, s egún Piera Aulag nier (198 0), en y

    por el lenguaje, tiene su punto de partida en la diferencia de los  sexos  y

    de las generaciones y exige un lugar de referencia y gara ntí a que deno

    minamos ampliamente en nuestra cultura función

      paterna.

      N o por ello

    se cons tituye en sí mis mo com o un con jun to de normati vas generales

    para resolver las tormentas edíp icas y el  acceso  a la cul tura , sino que es

    ásic mente

      el sostén del estatuto de la diferencia co mo c ond ició n de

    posibilidad  para el funci onamie nto psí quic o.

    Entre

      este

      ordenam iento si mbóli co -que da sentido al lugar de cada

    c u a l -  y la cultura, en tanto proceso  c i v i l i z a t o r i o se produce un  m o v i

    miento de inclus ión recípr oca que coloc a al sistema s imból ico com o por

    tador de c ultura y a la cultura com o vector de tra nsmis ión. De

      este

    modo, los

      efectos

      psíq uicos del trabajo de la cultura tendrían la poten

    cialidad

      de establecer un lazo estructurante con el otro, dando lugar a la

    operancia de la ligadura filiante en el más amplio sentido de inclusión

    social.

    I

      6

    L Wettengel 

    Trazando

     surcos

    I

    P U N T O S  DE

      P A R T I D A

      Y

      P U N T O S

      DE

      L L E G A DA

    L a

      lín ea de las pro ble mát ica s diversas que plant ean los niño s y los ado

    lescentes a sus mayo res , es decir , a sus

      padres

      y tambi én docentes, mues

    tra

      fracturas de co ntinu idad intergeneracional que deja mayormente a

    todas  las  partes  involucradas sin

      saber

      qué hacer ni entender por qué

    pasan

      las

      cosas

      que pasan. Frecuentemente, la  c on f l i c t i v a  se ubica alrede

    dor de

      pautas

      normativas cuyos  efectos  or ganiz arían , por una parte, el

    mun do inter no de los  sujetos  y, po r otra, las distintas formas de  c o n v i

    vencia social. El desvalimiento del niño en tiempos de cons tituc ión psí

    quica exige del trabajo de parentalidad el apuntalamiento psíquico nece

    sario y la acotación de los  excesos  y los peligros para la vida  i n f a n t i l .  Frá

    g i l

    ausente, desactualizada, vacilante, la percep ción del límite y la

      v i n c u

    l ción

      con la operancia de la legalidad es un punto que cuestiona los

    saberes  en general y la clínica en particul ar. La tra ns for mac ión de las  f un

    ciones parentales no les garantiza a los jóvenes adultos un lugar determi

    nado anticipadamente po r transmis ión generacional, para poder ocupar

    sus posiciones como

      padres

      frente a sus hijos . A l tener que cons trui r,

    inventar, crear ese espacio, ya en com pañ ía de sus hijos , los

      padres

      se

    sienten  sobrepasados  en sus posibilidades y

      desplazados

      de sus funciones

    de referentes.

    C o m o

      ha sucedido hi stór icam ente, los fen óme nos sociales se van pro

    duc ien do con ritmo s errá tico s hasta que su presenci a se afirma . Antes o

    después

      se van aceptando, se les da reconoci mient o de opi nió n y,  final

    ment e, ingresan en el registro de la val idac ión científic a que busca cons

    t r u i r  nuevos conocimientos que permitan entender, conceptualizar y

    ofertar recursos para eventuales intervenciones en pos de resolver los

    problemas

    Desde las instituciones de salud, la mirada comie nza a posarse

      sobre

      los

    padres,

      sobre

      la  f am i l i a

    sobre

      los modo s de condu cir la crianza de los

    hijos,

      c on el propó sit o de orientar acciones de p reven ción primaria y

    ab r i r  redes

      para el sost enimi ento de las funcion es parentales.

    Brun o

      Ribes  (2003)  describe, en su trabajo

      sobre

      acompañamiento a

    padres

     pertenecientes a una poblac ión de

      clase

      media med ia y med ia baja,

    7

      |

  • 8/18/2019 3. Wettengel_Caps 2 y 3

    8/21

      Patologías actuales  en la  infancia

    u n p e r f i l  generacional

      sobre

      los víncul os que rec orta n y desfavorecen la

    capacidad para ser padres, hoy. Más que buscar las  causas,  insiste

      sobre

    los

      efectos

      que tiene para los adultos jóv enes , por ejemplo, la prolo nga

    ción

      de su permanencia en

      casa

      de sus padres, las relaciones en términos

    de aventuras

      amorosas

      breves, las relaciones

      sexuales

      sin compromiso, las

    parejas  de procr eaci ón que no generan histori a. Algu nos varones se man

    tienen en una s ituació n de responsabilidad insuficiente, expresión de una

    crisis de la masculinidad que no aporta al fortalecimiento de los vínculos

    de pareja. El conju nto se traduce en separaciones o di vor cio durant e los

    primeros año s de vida en com ún . E n otros  casos,  las relaciones denomi

    nadas

      monogamias

      sucesivas  r e i v i n d i c a n

      ampliamente las libertades para

    los miembros de la pareja, pero restringen el espacio para alojar y   soste

    ner a los hijos, co n lo que se desolida rizan en su deveni r co mo padres.

    O t r o  grupo etario que Ribes describe se centra más en la

     clase

      media y

    es el de los

      padres

      cercanos a la cuarente na o ya en  e l l a ,  que afrontan otro

    tipo de dificultades psicosociales. Se trata de los que llegan a la adultez

    después

      de una juventud de auto dete rmin aci ón sostenida y abundancia

    de recursos, en un mo men to e n que se generaliza la crisis econó mic a. E l

    efecto es el de una desv alo riz aci ón de su

      pasado

      y un estrechami ento de

    su presente que les impide una proyec ción a futuro. U n desencanto

    generalizado

      sobre

      sus posibilidades de intercam bio social, des emp eñ o

    ec o n ó mi c o  y particip ación política desarticula la pertenencia generacio

    n a l

      que les otorga identidad. Estos

      padres

      no pueden co mparti r con sus

    pares  etarios una co ncep ció n anticipada del tiempo po r

      v e n i r

      en el que

    tenga n cabida los valores a transmit ir a sus descendient es. A sí, ante las

    dificultades que expresan sus hijos, suelen sentir que como

      la

      escuela

     es

    la que

     sabe,

     el

     aparato

      jurídico es el que impone y el

     sistema

      sanitario el que

    prescribe ^  ellos, madres y padres, qu eda n al marg en de la sit uac ión y co n

    sus compet encias parentales d esvalorizadas.

    H a y  un cierto riesgo en  esta  nueva perspectiva del acomp aña mie nto y

    es que se vuelque el accionar clínico

     sobre

      una posible t erapéut ica de la

    parentalidad, dejando a un lado las

      necesidades

     y

     malestares

      de los niños.

    Esta corriente se ha ido desarrollando a partir de leyes de protección de

    la

      infancia que tienen antecedentes médic o-leg ales de larga data, pero

    comen zaro n a sancionarse durante las últimas década s del siglo X X , con

    8

    L Wettengel I  Trazando surcos

    distintas carac terís ticas de acuerd o c on el país del que se trate. U n o de

    los caminos más frecuenteme nte propu estos es dar apoyo a los

      padres

    cuyos hijos atraviesan lo que se considera como situaciones críticas de

    desadaptac ión

      social.

    L a  c ues tió n a consid erar es que, a partir de las dificult ades que expre

    san los hijos, desde  el lugar del

      saber

     y la sanción social se podría produ

    ci r  un desplazamiento de  todas  las responsabili dades de la situ aci ón

     sobre

    los padres, dand o oc asión para impo ner un discurso  sobre  sus compe

    tencias parentales y lo que se considera,

      desde

      esa posi ció n, com o las

    buenas

      prácticas de crianza .

    Entre los  avatares  del trabajo de la parental idad y lo planteado acerca

    de los órde nes de signifi caci ón que ha bilit an para el oficio de madre y

    padre, se

      abre

      una temática que  sesga  la subjetividad parental, la cons

    trucción  de los ví ncu los y los  procesos  de rep rod ucc ión psíqu ica de las

    nuevas generaciones: el pro ble ma de una

      supuesta

      relación natu raliza

    da con la ley -ente ndid a en térm inos de ley sim ból ica - com o si fuera

    algo ya dado y sin transformaciones,  desde  donde se puede ejercer accio

    nes que pautan, prescriben y proscriben los límites para el

      n i ñ o .

    Los límites, considerados en relació n con los

      procesos

      psíquicos, pue

    den nombrarse brevemente c omo formas de interdicci ón al goce. En su

    expresión

      para la vida cotidiana en general y en las acciones concretas del

    trabajo de la parentalidad en particular, man ten ién don os en nuestra  c u l -

    tura,

      podemos entenderlos como formas de diferenciar

      espacios

      (por

    ejemplo, lo que es de los adultos - lo que es de los  n i ñ o s ,  acotar exce

    sos (por ejemplo, proh ibicion es -  pautas  de comportamiento), y lograr

    a lgún

      objeti vo o meta que requie ren ser satisfechos ( por ejem plo , accio

    nes que necesitan organizarse según criterios de  inclusión exclusión  para

    lograr algún fin).

    Pareciera que la gran dific ult ad para habitar la asime tría responsable

    entre adultos y niños no es solamente un tro pie zo serio en la puesta en

    función  de la ley edípica en la config uraci ón de los vínc ulos familiares.

    Hace falta algo más. Y es que, para instalarse de tal manera, el punto de

    part ida tend ría que tener la fuerza y el resguar do de la gara ntí a encarna

    do en la Referencia del Tercero social. Es una instancia que funciona

    9 |

  • 8/18/2019 3. Wettengel_Caps 2 y 3

    9/21

      Patologías  actuales  en la infancia

    como un  tercer

      personaje

      en  las relaciones sociales, según cita Pablo Baru

    l l o  (2005)  en  Meditaciones  sobre  Ortega y  Gasset.  Vale co mo referencia

    compa rtida de reg ulac ión , const ruida con arreglo a valores y dotada de

    sentido, a la que todos los que los comparten están subordinado s. Su

    efecto resguarda de la imprevis ibilid ad constante, la arbitrariedad y la

    omnipotencia.

      Tamb ién de la impuni dad.

    L a

      lógi ca de la funció n terciaria necesita ser reintr oduci da para mejorar

    las condic iones de pro duc ció n de subjetividad en el terreno del trabajo

    de la parentalidad. L a subjet ivació n del  infans  y la cont inui dad de

      este

    proce so durant e la infanc ia apelan a las investiduras libi dinal es y narcisis-

    tas de los padres, per o tam bi én a los elementos  puestos  en

      juego

      para

    modular

      las tensiones de la confi gurac ión edípica y de los int ercambios

    sociales. Estos elementos son precisamente los que parecen haber sido

    despojados

      hoy de su valida ción en el

      i n t e r i o r

      y el exterior de la familia

    o, simplemente, no se pueden sostener como punto de partida que ins

    t i t u c i o n a l i z a

      la normativa.

    L a  fra giliz ació n de los anclajes referenciales conf igur a para los

      padres

    una gran

      d i f i c u l t a d ,

      pero tam bié n una opor tun idad para construir un

    camino de pautaciones que resulten psíq uic amen te operativas dentr o de

    sus configuraciones familiares.

    So n tantos y tan ráp ido s los cambio s en la for ma en que los

      seres

      huma

    nos establecen y definen sus vínc ulos, organizan su convi vencia, aman,

    tienen

      hijos, los educan, que la pregunta

      sobre

      la cons truc ción de legali

    dades  resulta ine ludibl e. Y al igual que en

      otras

      situaciones de cambio

    social, también es inevitable que las  respuestas

      sobre

      el futuro de la fami

    l ia   se elaboren  desde  perspectivas y miradas que suelen ser difícilmente

    conciliables. Segú n la opi nió n de M . Gode lier (2004), si bien es cierto

    que la calid ad e inte nsid ad de las pertu rbaci ones s ociales que atraviesan

    las  sociedades occidentales son, en ese sentid o, inédit as, a lo que

      estamos

    asistiendo hace casi tres déc ada s no es a la desap ari ció n de la famil ia o los

    lazos de parentalidad, sino a una enorme metamorf osis de los víncu los

    familiares en su conjunto.

    50

    L

    Wett engel

      |  Trazando

      surcos

    NOT

    1. Bru no Ribes ,  L accompagnement des  parents.

    BIBLIOGR FÍ

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      A i r e s ,

      No v e duc .

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      B i b l i o t e -

    ca Nueva.

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      m e t a p s i c o l ó g i c a ,

    e n  Niñez - Símbolos en

     juego,

      revista  PdeB (Asociación Ps icoanal í tica de Buenos

    A i r e s )  N° 3, 2001 .

    Ribes , Bruno (2003),  L accompagnement des  parents,  P a r í s, D u n o d .

    I

  • 8/18/2019 3. Wettengel_Caps 2 y 3

    10/21

    Ca p í t u l o

    DE LA INTEGRACIÓN A LA INCLUSIÓN

    DE LA INCLUSIÓN A LA ESCUELA

    PARA TODOS

    r ciel

    zyber

    A   l o  largo  de   este  c a p í t u l o  propongo  pensar  a la  escuela  como  u n l u g a r

    para

      todos  l o s n i ñ o s

    vale

      d e c i r u n l u g a r q u e d é l a p o s i b i l i d a d d e   estar

    all í  entre otros c o n  otros d e n t r o d e u n   sistema  f o r m a l .  Sistema  que los

    c o n t i e n e o d e b e r í a h a c e r l o

    respetando

      su s  potencialidades  y  acompa-

    ñ a n d o l o s  diferentes  modos  d e  aprender  que t i ene  cada sujeto 1.

    L a  i n s t i t u c i ó n  escolar  t i e n e p o r  objeto  br inda r a su s  alumnos  l a p o s i b i

    l i d a d d e

      aprender.

      S i n  embargo e n  reiteradas

     oportunidades  esto

      n o o c u

    rre po r lo cua l se

      produce

      u n

      fracaso

    q u e n o c o n c i e r n e

      exclusivamente

    al

      n iño a l a fa m i l i a o a l a   escuela.

      Podemos

      dec i r que  fracasamos todos

    cuando  l o s n i ñ o s n o  pueden  i n c l u i r s e d e n t r o d e l  sistema  e d u c a t i v o .

    E n  l o s ú l t i m o s a ñ o s s e p u b l i c a r o n   numerosos  a r t í c u l o s y l i b r o s e n r e l a

    c i ó n c o n e l  tema  d e l a i n t e g r a c i ó n - i n c l u s i ó n d e l o s n i ñ o s e n l as

      escuelas.

    Discusiones

      t e r m i n o l ó g i c a s y t e ó r i c o - p r á c ti c a s d a n

      cuenta

      de l a d ivers i -

    5

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    11/21

      Patologías actuales  en la  infancia

    dad de crit erios y miradas con respecto a

     esta

      temá tica , así com o también

    revelan  su complejidad.

    L a  propuesta de  este  texto es profundizar en algunas cuestiones relacio-

    nadas con la comprensión  de las  problemátic s  subjetivas que atraviesan al

    alumno,  al docent e y a la instit ució n escolar. El objetivo es buscar res-

    puestas  renovadas a viejos y nuevos problemas que se presentan en torno

    al   aprendizaje y al despliegue de la subjetividad de los niños en las aulas.

    C o n

      r elació n a

     estas

      p r o b l e m á t i c a s ,

      Ignacio

      L e w k o w i c z  2004)

      plante-

    aba, en su  Pedagogía del aburrido:

    La

      escuela

      ya no es lo que era. Sobre

      esto

     no hay

      dudas.

      Pero las

      dudas

    prosperan en cuanto se intenta

      pensar,

      ya no lo que era, sino lo que es .

    Este autor propone en su texto un acercamiento a la naturaleza de las

    instituciones  y la subjet ivida d que se instit uye en nuestros tiemp os.

    U n a  mir ada de enfoques conve rgentes y divergent es, que dibuja n un

    abanico escolar colmado de preguntas que no encuentran  respuestas.  L a

    m yorí de dichos interrogantes apunta al redescubrimiento o  r e d e f i n i -

    ción

      del rol del docente ante la inmediatez y celeridad exigidas para el

    abordaje de las problem áti cas educativas actuales. Nuest ra temporal idad

    resulta sumamente het ero géne a y difícil, por n o decir imposible , de pre-

    ver.

      Debido a eso, las  estrategias  educativas que proponen ubicar al ser

    human o al amparo del transcurrir del tiempo termi nan, en la prácti ca,

    resultando ineficaces.

    L a i n m o v i l i d a d  hacia el  i n t e r i o r  de la escuela se contrapone con un

    tie mpo hist óri co social que se torna cada vez má s acelerado. La escuela

    sostiene antiguas  p r á c t i c a s ,  estrategias  y acercamientos, tanto al  c o n o c i

    miento  co mo a la infanc ia, que en numerosas ocasiones le  d i f i c u l t a n

    toma r en cuenta las necesidades de los niños de hoy.

    Cuando las preguntas abordan  estas

      t e m á t i c a s ,

      las discusiones toman,

    cada vez más, un formato  i d e o l ó g i c o .  Paral elamente, presentan menos

    capac idad de respuesta al sufr imie nto, al deven ir p s í q u i c o ,  a la falta de un

    buen

      luga r para la infancia. C om o correlato de esto, muchas

      i n s t i t u c i o

    nes se encuentran desprovistas de los fundamentos necesarios para  c o n

    tener, en sentido amplio, a los  n i ñ o s .

    54

    G Szyber  De la

      integr ción

      a la  in c l u s ión

    L a

      falta de respuesta a esta nueva sit uación se traduce e n

      v i o l e n c i a ,

      que

    se manifiesta en las  aulas  y que pe rci bimo s a trav és de las conver saciones

    c o n

      los docentes, que se cuestionan el modo en que se

      l l e v a n

      a cabo las

    práctic s  en nuestros tiempos y la forma de aco mpa ñar a los alumnos.

    La herencia de la violencia se manifiesta en las relaciones interpersona-

    les, en los sistemas  de dominación

      social,

      en los

     espacios

      e instituciones en

    que interactuamos  y, por  supuesto,  en el espacio de la

      escuela

     y la familia.

    se realimenta en las nuevas formas de violencia que van más allá de los

    esporá i os  estallidos en las  aulas  y las instituciones  escolares Silvia

    Bleichmar,

      2008).

    Pensar la instit ución a partir de

      estas

      miradas es intentar un tránsito

    que vaya

      desde

     el concepto de  galpón ,  como  espacio con normas sin ley

    que lo atraviese  L e w k o w i c z ,  2004), al de  construcción de  legalidades

    Bleichmar,  2008) , don de la ley va fundand o borde y ampa ro, don de se

    sabe  con qué se cuenta, cuál es el  l í m i t e ,  qu ié n conti ene y qué se puede

    esperar, en  este  caso,  de la escuela.

    E l

      t e r r i t o r i o

      escolar, atravesado po r la anom ia, no permit e a

      esta

      i n s t i

    tución  producir ordenamientos

      capaces

      de alojar a sus integrantes. Las

    subjetividades en jueg o de sus alum nos, direct ivos y docente s, que dan en

    u n  ter reno desamparante, que deja a los actores sin pos ibi lid ad de

    encuentro. C ua ndo lo intersubjetivo ya no se pueda garantizar  desde  la

    i n s t i t u c i ó n ,

      la finalidad de  este  ámb ito como espacio social pierde su

    r zón  de ser. Por eso es necesario

      revisitar

      las prác tica s y tratar de enco n-

    trar  nuevas  estrategias  y nuevas conceptualizaciones. Es necesario fundar

    nuevos sentidos que nos permi tan operar en

      esta

      contemporaneidad.

    ubjetividades

     e nsti tuciones educativas

    Si

      tomamos en

      consider ción

      el devenir subjetivo del

      n i ñ o ,

      el modo en

    que se fueron estableciendo aquellos primeros tiempos fundamentales en

    la   co nfor maci ón y el armado de una trama que constituye subjetividad,

    55 |

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    12/21

      Patologías actuales  en la  infancia

    para luego dar cuenta del

      sujeto

      en contexto escolar, pod ría mos imagi

    nar el siguiente recorrido.

    E n

      un  p r i n c i p i o el pequeño

      establece

      una relación con su madre -o

    c o n   quie n ejerza dicha fu nci ón- que le brinda posibilidad a su existencia.

    Este vínc ulo, que se va conf orma ndo e n un tiempo y un espacio,

      abre

      al

    cachorro

      humano el camino a ser-en-el-mundo. También marca las  p r i

    meras

      huellas, inscripciones subjetivas del  n i ñ o que dan  base  a cierto

    modo de ser, de constituirse en un mundo con otros y entre otros.

    E n  esos  tiempos primordiales se conforma un entramado inter-subjeti-

    v o partien do de esa prof unda relac ión dual, para  pasar  al encuentro

    i n t e r f am i l i a r  y,  desde  allí, a la salida a lo exogámico social, a las  i n s t i t u

    ciones que lo componen y le brindan al

      sujeto

      nuevas formas de repre

    sent ción

      y

      soportes

      identificatorios. La subjetividad del niño sólo se

    concibe en el

      seno

      de la intersubjetividad. Está puesto en el mundo por

    má s

      de un otro, dentro de una cadena generacional y de una cultura.

    El

      sujeto

      en un primer lugar es un inter-sujeto...

      El

     grupo nos

     precede,

    nos sostiene en una matriz de investiduras,

      cuidados,

      nos asigna lugares,

    presenta  objetos,

      señala límites, enuncia prohibiciones. Deviene

      sujeto

    hablante y hablado (Rene

      Kaes, 1993).

    E n

      el momento de su encuentro con el ámbito social,

     aparece

     un inter-

    juego

      entre la realidad subjetiva del niño y lo que se va construyendo en

    esa trama inter-subjetiva que

      abre

      una nueva posi bilid ad en la escuela,

    una oportunidad subjetivante.

      D i c h o  juego

      se presenta entre aquello que

    se constituye a partir del encuentro con el otro, con los otros, y aquello

    que se vuelve a enlazar a partir de sucesivos entram ados

    Esta oportunidad subjetivante se genera, o no, dentro de un sistema

    que alberga al  i n d i v i d u o  y le ofrece, le dona, nuevos modelos identifica-

    torios,

      renovados encuentros de interc ambio, posibili dad de compren

    sión

      de aquello que a ún no tenía significado, inéditas produc ciones sim

    bolizantes. Esta nueva oportunidad es diferente a la ofrecida en su

    mun do en do gá mi co , dond e las urdimbres se entrelazaron con estilos

    propios. Las voces y miradas de

      esta

      nueva vinculació n aportan sentidos

    previamente ignorados que permiten al niño un nuevo encuentro.

    I

      6

    G Szyber  | e la integ ració n a la

      in c l u s ión

    E n  el tiempo del ingreso a la escuela, el niño y su familia son evalua

    dos. P robablemente caerán ciertas idealizaciones, nuevas e inéditas   m i r a

    das se posarán sobre  el niñ o en un entor no hasta ese mom en to extranje

    r o con otros significantes. Estos cobran sentidos diferentes a los prima

    rios

      y se plasman en nuevas formas de valorar el mundo y traducir los

    acontecimien tos. Diversos modelos identificatorios están a disposi ción

    d e l

      niñ o para ser tomados. E l , sin saberlo, comie nza a recorrer la  r ea l i

    dad de u n sistema en el que está inmerso y del cual for ma parte. Las

    miradas de la escuela, que e scu dri ñan a la familia y al

     n i ñ o

    evalúan su his

    t o r i a el trabajo que se reali zó y fund amen talm ente lo que  f a l tó .

    L o  soc ial subjetivante y lo subjetivo social izad o imp ri me n las marcas de

    la   época

      sobre

      un

      sujeto

      que busca un amparo social para ser parte, es

    decir, para quedar aden tro del sistema. Se presenta u n vín cul o entre el

    niño  y lo social, posible, necesario. E n  este  instante ocurre que el  n i ñ o

    como parte del entramado y

      desde

      el entramado social, busca las claves

    de su tiempo para quedar  i n c l u i d o .  Nos preguntamos, entonces, cuáles

    son las peculiaridades que marcan  esta  époc a, có mo nos atraviesa, cóm o

    nos constituye.

    Juan  iba a ingresar a la  escuela,  iba lindo, peinado, su mamá le había

    lustrado los

     zapatos.

      Estaban en un pueblo chico, nuevo  para

      Juan.

      Él no

    ono í las

      verdades

      del pueblo o qué era lo esperable  para  ese primer día.

    Juan

      se había dispuesto como Pablo, su hermano

      mayor,

      que había

      asisti

    do a la

      escuela

      en otro pueblo.

      Allí,

      el primer día se iba así, con los

      zapa

    tos lustrados y el guardapolvo muy blanco.

    Cuando llegaron

      Juan

      miró a María, su mamá. Ambos supieron que

    algo no era como habían creído, aquí era distinto.

      Juan,

      que había  sali

    do enorme de su  casa,  tan alto

      casi

      como Pablo, perdió altura,

      estaba

      muy

    chiquito,

      no encontraba donde  pararse...  o

      taparse

    (registro extraído

    d e l

      relato de una maestra rural).

    sí  como,  desde  cierto lugar, se fragmentan mun dos ideales , tam

    bién

      existe la posibili dad de armar nuevos mundos , productore s de opor

    tunidades y de complejizaciones posibles, en el tiempo de ingreso a la

    escolaridad. E l niño conf ronta el lenguaje de sus progenitores c on  c i e n -

      7

      |

  • 8/18/2019 3. Wettengel_Caps 2 y 3

    13/21

      atologías actuales

      en la

     infancia

    tos de lenguajes nuevos, hay otras miradas, otras posibilidades  i d e n t i f i c a -

    torias,  mundos diferentes para ser descubiertos,  múltiples  espacios aptos

    para el desarr ollo de la curi osid ad.

    Este

      niño

      ingresa con un bagaje,  porta una  h i s t o r i a es  historia  misma:

    la   de sus padres cuando fueron a la escuela, la de su abuela analfabeta, la

    d e l  primer  encuentro con un

      l i b r o

    la de su  f a m i l i a la de tantas caracte

    rísticas  propias que conforman el mundo subjetivo de cada alumno que

    ingresa a la escuela y que el docente d esconoce. E l  tendrá  la oportunid ad

    de  a b r i r l o de presentarse al otro, decir  heme aquí,  éste

     soy

     yo ,  o

      también

    tendrá  el derecho a su reserva, al no develamiento de lo propio, de lo

    í n t i m o .  Se  abrirá  tanto la posib ili dad de decir como la de callar. Nadie

    sabe  quién  es el que  está  a l l í qué guarda, qué contiene.

    L a  escuela  t r a t a r á en el mejor de los  casos,  de  i n c l u i r  a

      este

      niño  para

    así  poder  pensarse  como una escuela  democrática  en la que todos los

    alumnos  pueden aprender. Los unos y los otros, en un interjuego de sub

    jetividades,  ligadas y ligadoras,  darán  lugar a pensar la  otredad.

    Diversos  encuentros se  producirán  en  esta  a p r o x i m a c i ó n el encuentro

    d e l  niño

     y la escuela, del

     niño

      y su maestra, de la  f a m i l i a  y la escuela, etc.,

    diferentes relaciones que marcan un sistema complejo de

      v i n c u l a c i ó n .

    Estos puentes nuevos y las  inéditas  formas de  constituir  encuentros  h a b i

    l i t a n

      las condiciones mínimas  para  acompañar  la construcción  de  saberes.

    Lo s  vínculos  transferenciales que se arman entre

      estos

      nuevos actores

    conllevan  la posibi lid ad de dejar huellas, registros que qued an inscriptos

    a lo largo de la  v i d a  del sujeto.

    Cada vez que la vida me plantea un  des fío  que no puedo afrontar,

    cada  vez que necesito pensar un nuevo camino, vuelvo a mi vieja  escuela,

    la que me dio las herramientas  para  pensarme y que nunca pude

      reci ir

    de mi  casa relato de un docente, ex alumno de la escuela de la  s e ñ o

    r i t a  Olga).

    E l  niño  ingresa a la escuela con toda su potenc ial ida d, sus modal idades

    para construir saberes,  para decodificar, para

      producir

      sus marcas e

      h i s

    torias. Esta compleja trama  dará  cu enta de la manera particul ar de ingre

    sar a esta  institución  social, partiendo de su subjetividad, de su mismi dad,

    de lo que es y, t a m b i é n de lo que

      no es como se

     espera

      que fuera.

    I  8

    G Szyber

      | e la

      integración

      a lai n c l u s ión

    Éste  es el  niño  que i ngresa a la escuela, port a mi l lenguas que a ún no

    conocemos. Este  niño  trae consigo experiencias de

      v i d a

      que  marcarán  su

    modo  peculiar de instalarse en el espacio escolar, que se  abrirá  como  i n é

    d i t o .  Lo s  niños  que ll egan a las insti tucio nes, diferentes, variados, c omo

    los docentes, como todos los actores escolares, ponen en juego, en cada

    intento  educativo, la posibilida d que tienen de constituirse en alumnos,

    en

      sujetos  que aprenden.

    Encontraremos

      niños

     que p ort an la pos ibi lid ad de ingresar a los apren

    dizajes formales sin  d i f i c u l t a d  y aquellos que presentan fracasos,  d é f i c i t

    fallas...  ¿ C ó m o  denominamos dichas disparidades? Fracaso escolar,

      d i f i

    cultad

      de aprendizaje, restricciones en sus modalidades cognitivas, fallas

    en

      la  construcción  s i m b ó l i c a i n h i b i c i ó n . . .   o como podamos ir  n o m

    brando  lo que hoy  todavía  nos cuesta trabajo  acompañar,  todas formas

    de nomi nar la

      d i f i c u l t a d

      de  acompañarlos  en su diversidad.

    S i n

      embargo, más  allá de las restricciones en sus modalidades de apren

    dizaje, nuestro  desafío  es encontrar prácticas  originales que descubran las

    peculiaridades  de  estas  heterogéneas  formas.  Ta mb ién  consiste en acom

    pañar  a los  niños  en construcciones accesibles, partiendo de lo que sí

    pueden,  formando parte de la b ús qued a  o de la  co construcción  de aque

    l l o  que, por momen tos , parece imposi ble de alcanzar.

    Todos conocemos  cuáles  son los decires o  términos  que aparecen en las

    aulas, en los  c o r r i l l o s  in stituc ional es, en las

      salas

      de maestros, los cuales,

    q u i z á s

    alguna vez  también  hemos pronunciado:  Juan no es para  esta

    escuela,

      quí

      no hay lugar  para  él .

    A n n y

      Cordié  2000), en su

      l i b r o

      Los retrasados no existen,  plantea cues

    tiones interesantes en relación con el fracaso escolar. Destaca la idea del niño

    que  no sigue,  acentuando el concepto de que se aprende siguiendo a un

    docente,  a una clase, a un grupo, a un determinado tiempo, con el  énfasis

    puesto en

      no alejarse del rebaño,

      lo  c u a l

      sería condición

      para el

      éxito

      del

    alumno.

    To doy la clase  -dice Laura, la maestra de 4 o  grad o de una escuela de

    gest ión  privada de Capital-pero Federico no me sigue; sigo y sigo, pero él

    está  en la  suya;  tiene su tiempo, pero yo tengo que terminar mi programa.

    Que lo ayude una maestra particular, yo me doy cuenta de que voy bien,

    9 |

  • 8/18/2019 3. Wettengel_Caps 2 y 3

    14/21

     

    atologías

      actuales

      en la

     infancia

    ya que la

      m yorí

    sí me

      sigue Extraído  de un relato durante la super-

    visión  con un equipo docente).

    Frente  a  esta  s i t u a c i ó n ,  la propuesta es ingresar por el camino de la

    oportunidad.

      Pensar la  intervención  como aquello que  aparecerá  en un

    momento

      crítico  para la  const i tución  de un  n i ñ o .

    D i c h a

      intervención

      se plantea como una

      vinculación

      a tiempo  con el

    niño  que sufre. Este tiempo tiene ciertas  características  relevantes, como

    su destinatario:  finalidad  y oportun ida d. Se trata de un tiempo complejo

    en  el que se entrelazan el tiempo real y el tiempo subjetivo.

    P o r  un lado, es el tiempo en el que el sujeto  vive  su  infancia  y es  n i ñ o ,

    en

      el que  está  en plena  construcción  p s í q u i c a ;  por otra parte, es el  t i em -

    po de la  f am i l i a ,  el de su madre, su padre, de la  institución  educativa que

    l o  con tiene y es capaz de tomar en cuenta, o no, su sufri mient o. Es tam-

    bién  el tiempo del terapeuta o  m édi co  que recibe a un  niño  que sufre.

    D i c h o  profe sion al puede , o no, tener la  di sposición  para comprenderlo,

    entablar

      un int erca mbio subjetivo que le permi ta tener  noc i ón  de lo que

    ocurre  y producir un verdadero encuentro con el otro que, a veces, pare-

    ce no ser tan

      fácil

      de

      hallar.

    Cuando

      se produce el fracaso escolar, afecta al sujeto en su totalidad.

    Sufre por la  subest imación  que siente cuando no puede responder a las

    demandas de sus padres y de sus maes tros.

    El

      fracaso escolar es una  cuestión  compleja cuyas  causas  son  múltiples

      y

    diversas,  unas vinculadas a la estructura propia del

     sujeto,

      otras son cir-

    cunstanciales, el hecho de que se entrelacen y  ctúen  las unas sobre las

    otras

     facilita

      la  comprensión  del

     fenómeno.

      El resultado es que  cada  uno

    proyecta sus fantasmas e inventa los remedios

      para  esta

     nueva  peste social:

    es por culpa de... el gobierno, la  sociedad,  la educación, los

     padres

    ( A nn y

    C o r d i é ,  2000).

    N o  nos abocaremos en  esta  op ortunidad a  desentrañar  las  múltiples

    causas  de fracaso. E n cambi o, trataremos de comen zar a pensar más en

    profundidad  acerca de qué hacemos y

      c ó m o

      resp ondemos en las escue-

    las frente a las dificultades de  estos  n i ñ o s ,  lentos,  d i f íc i l e s ,  con fracasos

    que se reiteran.

    6

    G

    zyber  i

      De la

      integración

      a la i n c l u s ión

    I

    L a  complejidad de  estas situaciones requiere ponerse a pensar en varie-

    dad de recursos para arribar a respuestas  posibles que, sin lugar a dudas,

    no

      serán  sencillas.

    scuelas inclusvas

    E l  conc epto de escuela

      i n c l u s i v a

    nos pone frente al hecho de pensar

    a la  institución  en  términos  má s  d em o c r á t i c o s .  Todos los actores  i n s t i t u -

    cionales  qued an implicados en  este  proceso. N o es la  deci s ión  de un

    miembro  ni la

      l u c h a

      contra los molinos de viento de la

      d i r e c c i ó n ,

      ni la

    fachada que

      dará

      publicidad a la escuela. Es una puesta en marcha que da

    cuenta  de una  posición  frente al  n i ñ o ,  a las familias, a la sociedad y al

    lugar

      que en  e l l a  ocupa la escuela.

    Lo s  sufrimientos, conocidos por quienes recibimos a padres en las

    escuelas, expresados a  través  del relato parental de:  estamos cansados  de

    golpear  puertas ,  i n d i c a n  que  esta  problemática está  aún sin respuesta.

    Los

      niños

      cuyas necesidades especiales deben ser

      acom pañadas

      en las

    escuelas no tienen un espacio realmente hab ili tado en nuestro sistema.

    Esta realidad nos habla, a su vez, de la sociedad misma, pues  sabemos

    que las sociedades  también  inscriben  su historia  a  través  del modo en que

    enfrentan  estas

      difíciles

      situaci ones, com o una forma de dar respuesta a

    todos nosotros como  sujetos  sociales.

    L a  escuela  i n c l u s i v a  es heredera de los viejos valores de la escuela para

    todos. Sin embargo, se plantea una

      difícil

      pregunta cuando nos  i n t e r r o -

    gamos  acerca de  quiénes  somos to do s . Un a de las cuestiones que apa-

    rece con frecuencia vinculada a  este  tema es la  p reocupac i ón  acerca del

    modo

      en que se  podr í a  sostener la excelencia, si ingresan todos los  n i ñ o s .

    E l  siguiente es un ejemplo de lo

      d i c h o .

    Los padres de Ignacio, hijo menor de una familia, solicitan una entre-

    vista en una escuela de

     gestión

      privada. El hermano, cuatro

      ños

      mayor,

    concurre a otra escuela de la zona, que no recibe a Ignacio.

    Cuando

      se les pregunta a sus padres por qué eligen

      esta

      escuela,  respon-

    den, muy complacidos, que tiene un buen nombre, que les gusta  el tipo de

    61  I

  • 8/18/2019 3. Wettengel_Caps 2 y 3

    15/21

      Patologías actuales  en la  infancia

    ns ñ nz y el acompañamiento que brinda a sus alumnos. Comentan

    que no se acercaron a la

      escuela

      de su otro hijo pues  'allí no integran,

      tie

    nen un muy buen nivel académico y no lo quieren  bajar,  es impensable esa

    escuela'.

    Impensable, no admite ser

      pensada

      como escuela que  i n c l u y a  a Igna

    c i o ,  pero es buen a. ¿Se puede ser un a buen a escuel a sin pon er en cues

    tión

      a qui éne s se incl uye y a quiéne s se deja

      afuera?

      La tarea que se les

    presenta a las instituciones es la de  pensarse  por dentro, ingresar a los

    entretejidos inst itucionales que habilit an o no el

      acceso.

      O permitirse

    direc tamen te el plant eo de que el  acceso  está denegado . Sentir clara

    mente el  o lug r  de las  escuelas  es volver a transitar por los

      senderos

    sociales que nos actualizan quiénes están adentro, quiénes en la periferia

    o en el borde, y quiénes no tienen lugar: los excluidos.

    Ignacio había ingresado al establecimiento mencio nado , come nzan do

    su escolaridad en

      sala

      de tres año s. No prod ujo mayores ruidos  i n s t i t u -

    cionales hasta que, transcurridos otros tres añ os , debí a ingresar a primer

    grado. Repe ntinamen te estalló el  caos.  Cr isis, desequilib rio, falta de

    acuerdo s. E l ni ño pasó a ser otro por arte de magia, la distancia con los

    otros se constit uyó. To mó forma, cuerpo. La desigualdad cob ró un sen

    t i d o ,  para algunos, insuperable.

    NO...

      a primer grado en  esta  escuela,  no .  N o era sinón imo de

    e x c l u s i ó n ,

      afuera, no te queremos. .. Alguna s voces decía n que Ignacio ya

    era de la casa, prop io, que si con él podía n en el jard ín, entonces ta mbié n

    podrí n  en la escolaridad primaria.

    Ignacio, mientras tanto, se iba desdibujando. Nadie hablaba de sus

    logros , de su potencial idad, de sus aprendizajes, de sus modalidades cog-

    nitivas,  de sus formas de ingresar al

      saber.

      E l camin o recorrid o y la con

    t i n u i d a d  acad émic a quedaban velados

      bajo

      las

      sombras

      de l  aquí no .

    Los

      padres

      del niño buscar on otra escuela pri mari a, fue un camin o difí

    c i l ,  dad o q ue en la provi nci a en la que vivían la oferta era

      bastante

      l i m i -

    tada. Ignacio de jó de ser pensado, escuchado, mira do, para  pasar  a ser

    objetalizado en discursos teóric os de actores que encub rían ,

     tras

      el manto

    I

      6

    G zyber  | De la integr ación a la  inc lus ión

    de una

      supuesta

      diversidad, permitida en la

      etapa

      de jard ín, la desigual

    dad a partir de la escolaridad primaria.

    Cada mo men to histór ico guarda consi go discursos propios de la époc a.

    L a  ed uca ci ón en ocasiones fo rma parte de esa retór ica incesante , que se

    aleja de la acción y que sólo se queda en las palabras.

      Somos

      constructi-

    vistas

    era la pancarta de p rese ntac ión, dos déca das atrás, en las

      escuelas.

    Y  si nos  alejamos  aún más hacia atrás en el tiem po, nos encon tramos con

    tenemosgabinete psicopedagógico .  ¿Son, és tos ,

      datos

      de  supuesta  exce

    l e n c i a ,  indicadores de una buen a ped ago gía escolar?  A h o r a

      este

      lugar lo

    ocupa

      somos

      una escuela incl usiv a . Sin embargo, sería mejor afirmar

    en una escuela en

      estos

      tiempos que  El otro tiene  lugar ,  o  Todos somos

    otro .

    Sk l i a r

      (2003)  habla del

      saber

      pedagóg ico como un

      saber

      relacional .

    Plant ea que una escuela inclusi va es aquella que pueda ejercer el  arte

    educativo, poniendo en

     juego acciones .

      Estas  permitirán al niño transitar

    por el camino de ser parte de ese todo, recrearlo, reformularlo en un

    intercambio subjetivo y subjetivante que hace a cada otro parte de una

    narrativa construida entre todos.

    Retomando lo acontecido con Ignacio, la escuela

      postergaba

      el con

    f l i c t o ,  el niño no había sido aceptado en su singularidad  desde  un

    comi enzo, pero en el jardí n, cuand o era chiqu ito , no molestaba. Se ins

    cri ió

      en un espacio de  tolerancia  y no de acep taci ón, un porvenir que

    no tenía inscripto ni un tiem po, ni un espacio en

      esta

      institución educa

    t i v a .

      Finalm ente, la familia enc ont ró otra escuela que consideraba que lo

    c o m ú n era albergar a sus alumnos, una escuela que construyó  atajos,

    uscó  reacomo daciones y se cons titu yó en un espacio que abr ió nuevas

    oportunidades para

      este

      n i ñ o .

    Queremos referir aquí al concept o de lo  común,  que trabajan Graci ela

    Frigerio

      y otros autores (2008) . N os asoc iamos a la idea de una mira da

    alejada de una pos ici ón universalis ta en la que la escuela es siempre una

    respuesta

      en cualquier

     caso.

      Desde esa perspectiva, se entiende lo común

    como aquellos  rasgos

      de identidad compartidos y no homogeneizantes'\

    según  lo plantean  estos  autores.

    63 |

  • 8/18/2019 3. Wettengel_Caps 2 y 3

    16/21

     

    Patologías

      ctu les

      en la

      inf nci

    L a

      educación,  entonces,  es comprendida como sostén, en un

      espacio

    de ofrecimiento, de donación de los  adultos,  de apuntal amiento, de

    lugar. Lo común es, también, lo compartido, a través de la coexistencia

    de las

      identidades

      y las extranjerías, es la posibilidad de elaboración de

    una vincularidad dentro de lo común que nos  alberga.  Así, se dan las

    bases

      para  construir un territorio común  para todos  y propiciar el

      des

    pliegu e de la subjetividad co mo pro duc to del encue ntro co n el otro . E n

    este espacio, todos somos

     parte. Jean-Luc

      Na n c y

      2002)

      refiere al mismo

    concepto

      cuando

      plantea que, en una comunidad,

      existe algo

      en común

    que identifica a sus miembros y  esto  mismo, a su vez, provoca un enfren-

    tamiento con lo distinto.

    E l  criterio con el que realizamos  nuestro

      abordaje

      es el de constituir

    andamiajes escolares  que permitan  pensar  en el devenir hacia el cual se

    dirige la  escuela  inclusiva. Un devenir  donde  el otro  tenga  un lugar, sin

    la

      idea de que lo común es la completud; lo común, en   este  caso,  no es

    l o

      igual, lo homogéneo, o lo que  asiste  a la calid ad de la dive rsida d igua

    lada. Dentro de  este  ámbito común se  hace  evidente que el probl ema,

    entonces,  no es del niño, ni de la familia  solamente,  es de  todos  los  acto

    res

      sociales.

    S i n

      embargo,  ¡las práctic as se resisten

    Las instituciones  educativas  distan mucho de ser un  espacio  que con

    tiene hoy la diversida d, el concep to de homoge neid ad cont inúa

      arraiga

    do en la práctica como u n acompañ ante imposible de  abandonar.  L a

    m u l t i p l i c i d a d

      y la singularidad ceden su lugar a la ilusión de un   todo

    homogéneo que no  abandona  las  aulas.

    E l  mosaico

      que se forma es contradictorio y la subjetividad de los

      acto

    res implicados, marca las  nuevas regularidades.  Es  necesaria  una profun

    da revisión de las implicancias de la inclusión y el   i n i c i o   de un

      trabajo

      que

    nos proyectará interrogantes,

      retos

      y desafíos

      para

      explorar.

    Podemos

      decir que, a  pesar  de

      esta

      situación, ha habido inclusión en

    algunos  ámbitos  escolares, donde  parecía que  nada  se podía realizar y,

    como dice Blanca Estela Zardel  Jacobo 2008),  au n

      cuando

      no se sabía

    c ó m o  trabajar  con los niños.  Se

      trabajaba

      clandestinamente...  son  minas

    de oro  encontradas .

    I  6

    zyber  | De la integración a la inclusión I

    L a  autora

      menc iona el concept o de  concernimiento como motor y

    posibilidad de modificación del  curso  de las prácticas. A partir de él, ya

    no se trata tan sólo de integrar, sino de entrar en relación con el otro.

    D i c h o   concern imie nto impl ica retomar la dim ens ión de la subjet ividad,

    de

      ocuparse

      con  y  del  otro. Propone  establecer  una relación  entre  los

    actores  que permita enfrentar los múltiples  rostros  de las difere ncias,

    inherentes a la cond ició n h umana.

    D E   LA I N T E G R A C I Ó N   A LA   I N C L U S I Ó N

    U N A   E S T R A T E G I A   P A R A C A D A

      N I Ñ O

    Todo

      esfuerzo

     por difundir la, instrucción es

     vano

    cuando  no se

     acomoda

      la enseñanza a las

     necesida-

    des,

     naturaleza

      y porvenir del que las

     recibe.

    José Martí

    L a

      escuela  de gestión pública, en sus principios, se planteó como  obje

    t i v o

      brindar una educación igualitaria  para todos.  Debido a ello, la

    homogeneizac ión ha

      sido

      la

      base

      histórica de

      nuestro

      sistema  educativo.

    Per o homog enei zar impl ica objetivar, recortar las diferencias y pone r u n

    mismo patrón o medida  para todos.

    E n

      cambio, componer un  todo  no significa homogene izar, ya que ello

    implicaría borrar las diferencias  subjetivas.  Por el contrario, se trata de

    construir un

      todo

      respetando  esas  diferencias y enri que cié ndos e con

    ellas.  L o singular, lo diferente, es lo contrario a homo gen eida d, imp lica

    la

      búsqueda de lo propio de  cada sujeto  y,

      desde

      ese punto, su

      acompa

    ñamiento en la construcción de

      aprendizajes.

      La atención, en tal

      caso,

    estaría  puesta  en las posibilidades del sujeto  qu e  aprende  y no en sus

      l i m i -

    taciones.

    S i

      se toma co mo eje la diversidad e n la pob lac ión  escolar,  se tenderá a

    respetar  su carácter singular, en relación con sus  intereses,  ritmos de

    aprendizaje, sus

      caracteres

      étnicos, religiosos, lingüísticos, etcétera. La

    6 |

  • 8/18/2019 3. Wettengel_Caps 2 y 3

    17/21

     

    Patologías

     actuales

      en la

      infancia

    diversidad es lo más genuinamente natural del ser humano; la escuela

    tendrí

    que responder a

      e l l a

      con propues tas acordes c on las

      p a r t i c u l a r i -

    dades

      de los alumnos.

    E l

      término  inclusión  es un concep to teóri co de la pe da go gí a que hace

    referenci a al mo do e n que la escuela deb e dar respuesta a la dive rsid ad.

    Surge en los '90 y viene a sustituir el concepto de  i n t e g r a c i ó n .  Su supues

    to bás ico es que hay que modif icar el sistema para responder a todos los

    alumnos, en vez de entender que son algunos alumnos quienes se tienen

    que adaptar al sistema, inte grá ndo se a él.

    L a  i nclus ión es considerada así como parte de un a necesidad de la

    escuela, que plantea el derecho de todos los alumnos a ser educados, sin

    que sean seleccionados por sus condiciones familiares, culturales, socia

    les, personales. Las tendencias inte rnacionales sustentan o remarcan el

    deseo  de imple menta r estructuras escolares que  i n c l u y a n  cada vez más a

    todo el alumnado.

    Educar

      en la diversidad no es un añadido a la educación, sino que es

    algo que está en las mis