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VOLUMEN
M E XI C 0,
XI _ N
ENERO
EJEMPL
UMERO S
DE 1957
A R : $1.00
PUBLICADA POR LA UNIVERSIDAD NACIONAL AUTONOMA DE MEXICO
LOS CUIDADOS DEL· CUERPO*Por Johal1l1es BÜHLER
EL HOMBRE MEDIEYAL era aficionadoa C01'!'Lcr y beber bien y, sobre tQdo,a comer y beber mucho. Es signifi
cativo que en la imaginación popular deesta época el símil bíblico del "banquetecelestial" cobre no pocas vece un relieveparecido al que presentan entre los mahometanos otros placeres materiales. Lospoeta y croni tas de la baja Edad Mediadetiénense a describir con especial delec-
* JOHA I ES BÜHLER: '-ida}' cultura en laEdad Media, próximo a aparecer en la serie deGrandes Obra de Historia que edita el Fondode Cultura Económica.
tación las comilonas y francachelas quesolían celebrarse con los más diversos motivos, en las nume;·osas fiestas de la iglesia, en los bautizos, las bodas, los entieITaS, etc. La alegría de la gente era másgrande cuanto más duraban las fiestas ymayor muchedumbre de gente se reunía acelebrarlas. En las famosas bodas de J01'
ge el Rico, duque de \Vittelsbach, celebradas en Baviera en el año 1475, reuniéronse el padre de la no,·ia con el novio y tresmil caballos, el cortejo de la novia consetecientos, el emperador con otros tantos,el margraye de Brandeburgo con mil cna-
trocientos, y así sucesivamente: en total,la corte de Baviera tuv.Q que dar de comera más de nueve mil caballos. Las personasno pudieron contarse, pues aparte de losinvitados y de su séquito, todos los vecinos de la ciudad en que se celebraron lasbodas y ct)antos se hallaban de paso porella comieron y bebieron durante ochodías a la salud de los novios; mientrasduraron las fiestas nupciales se prohibióla venta de víveres dentro de la ciudad,pues a todos proveían las cocinas ducales,y en medio de la plaza había dos grandesbarricas, una de vino blanco y otra de vino
- Eduard"las comilol1as }' fmncachelas que solían cl'lebrarse con los más divel·sos 1IL0tivos"
S MA RTO: Los cuidados del cuerpo, por Johannes Bühler e La feria de los días o J1i peqllciiu collstelul'iótl jaliscience, por Ellll11anuel Car!Ja-110 _ La defunción de la rosa, por José Cárdenas Peña _ Primera dama, por Augusto Monte;Toso _ Psicología ferrovwna, por Carla: V~!.-dés _ Tres poetas mexicanos, por F. Charry Lara _ Breve 110ta a GÓI1,gora, por Manuel Pedroso - El fes/lval de Shake.spea·re, por MalgantaQuijano Terán _ Historia documental de 1I1Ü libros, por Alfomo Reyes l!l El pl"incitl' J.o;;:s de Broglie, por Elena POl1!atO\'¡sb _ o. NU~Jasobras de Cmllus, por To:nás Se:::ovia f) Artes Plást;·cas, por Pau! vVesthcim l!l El teatro, ror r:rancisco Monterde 8 LIbros, por Ennque on-
, 7-ález Rojo o Dibujos de Andrée Burg, Juan Soriano >' Ricardo Marlím;z
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Las gentes de aquel tiempo daban másimportancia que las de nuestros días alacicalamiento en el vestido; hombres vmujeres rivalizan en presentarse lujosámente ataviados cuando tienen que aparecer entre los demás. El consumo detelas caras)' de colores abigarrados esrelativamente grande. en esta época.Este afán de llamar la atención v de\'estirse con más lujo del que la situación económica de cada cual consienteestá en contradicción con la tendenciade la Edad Media a caracterizar la profesién y el valer social de cada personapor el traje que viste. Del mismo modoque el siervo, ei judío, el clérigo debendarse a conocer por su traje, el príncipe. el caballero, el mercader quieren tener privilegios en el vesti r para ellos ysus esposas, y las demás clases sociales,imitándolos, pugnan incesantemente porque les sea concedido el mismo honor.De aCJuí arrancan las ordenanzas sobreel vestido, que llegan hasta la Revolución francesa. 4
vino se adobase fuertemente con ciertasespecias, costumbre que no obedecía solamente a los gustos reinantes en la época,sino también, con toda seguridad, a la calidad de los vinos criados en las tierrasdel Isar, del Elba y del Oder o adulterados por el largo transporte. Los más diversos testimonios concuerdan en que durante la baja Edad Media imperaban entodo el Occidente y principalmente enAlemania las peores costumbres en lo tocante al beber y en que todas las 'clasessociales gastaban muchísimo en vino yotras bebidas alcohólicas.
Del vestido podría decirse. con ligerasvariantes, 10 que hace un momento decíamos al hablar de la actitud del hombremedieval ante la comida. También en Joreferente al vestido era aficionado sobretodo a la ostentación, pero el espectáculode la vida cotidiana, de la que las fuenteshablan muy poco y sólo de pasada, di feríamucho del que ofrecían los días de fiestay las grandes solemnidades. 3 En los primeros siglos de la Edad Meclia, el campesino casi nunca llevaba pantalones y secubría todo el cuerpo con una especie delevitón que le llegah'l hasta los tobil1os;más tarde, se extendió el uso del pantalón,acortándose aquella prenda, hasta convertirse en una chaqueta, con las mangas muyceñidas. Para trabaiar en las faenas delcampo, los hombres 'se aligeraban de roDa,hasta quedar casi desnudos. En los domingos y días de fiesta y en las ocasiones solemnes. todas ¡as clases sociales procuraban acicalarse y vestirse con el mayor lujoque sus medios les permitían. Como siempre. eran los de arriba los que daban eltono en las modas, siendo imitados luegoDar los ele abajo; el vestielo del pueblo, enla Edad Media, era también, casi siempre,la moela de los señores adaptada a las posibilidades y a los gustos de los campesinos y ele las gentes de las ciudades.
Gustavo Freytag ha caracterizaelo enpalabras certeras el motivo moral más importante elel lujo medieval en el vestrr:
A este afán de ganar prestigio y consideración social por medio del vestido seunía el de hacer resaltar los encantos sexuales; incluso entre los hombres surgíanconstantemente, en la Edad Media, 1110-
(Pasa a la pág. 9)
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se utilizaba en· la cocina y p:1ra servir. Loslibros de urbanidad, los sermO:1es y lasobras satí ricas se quejan y se burlan constantemente de las costumbres culinarias dela época, muchas de las cuales, a juzgarpor el modo como se las deSCrIbe, n.o habrían abierto precisamente el apetIto alhombre de hov.
En el caml;o, la gente bebía casi siempre, hasta muy entrado el siglo :<:III, agu~y leche. En el norte de Ale::1anla alcanzoluego gran predicamento la c~er~'eza, y algunas ciudades, sob:e todo Erturt, encarecían la buena ca]¡dad de ·la fabncadadentro de sus dominios. Esta bebida se extendió más tarde al sur de Alemania y aBaviera, donde hasta entonces habían pre('o:'úndo el vino de la tierra y el mosto.La viticultura fue extendiéndose cada vezuás. En algunos gremios de artesan.os,. hs'ordenanzas prescribían que s~ slrvl~rd
normalmente incluso a los ofICIales, Vll10o cerveza en' la comida de mediodía. Loscrrandes señores y los altos jerarcas de lai:o'lesia mandaban traer el vino de Italia yle los demás países vinícolas, pel:o. casipuede asegurarse, dadas las condICIonesde transporte de la época, que. las remesasno serían grandes. Era corrIente que el
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tinto, llenando continuamente los cántarosde los que se escansiaba a los bebedores. 1
Las crentes de las ciudades no iban enesto, en
bla medida de sus yosibilidades, a
la zaga de los grandes senores; los InVItados a los bautizos y otras fIestas por tiestilo solían formar muchedumbre, puesno concurría a ella solamente l~ parenteb,muy numerosa. sino el gremIo ent~ro aque pertenecía el padre de la cnatuI~, elnovio, el padre de la nov.la, etc., sucon~en
do que se tratase .. por ejemplo, del maestro de un gremIo de artesan~s .. Se hanconservado algunos datos estacbstlcos b~~
tante minuciosos de las bodas de la hIJade un maestro panadero de Augsbur.g?,celebradas en el año 1496; fueron sacn f.lcados para dar de comer a la concurre~lcla
veinte bueyes, cuarenta y nueve ca~nto.s,
quinientas.aves. de distintas clases, n~ll. sel:cransos VeIntlCl11CO pavos reales, cual entd~ seis 'terneras, noventa y sei.s, cerdos deceba y quince pavos. Cor~10 es loglco, est~s
comilonas resultaban rUIno~as has~a pal:Ilos burcrueses y los campeSl110S 111a.s acornodadobs, y los príncipes y la~ autorIdadesurbanas no se cansaban de dIctar normasminuciosísimas para poner coto a estos catastróficos excesos, prescribi,endo el. ní~mero de comensales que podlan ser l.nvItados por una familia>: la clase. y cantIdadde rnan iares que podlan servirse en lasfiestas. ·Había. a veces, platos reservadoscon carácter de exclusivo a la nobleza; enGénova, por ejemplo, la carne de corderosólo podía servirse en las mesas de losnobles.
Sin embargo, la vida normal y cor.riente no era, ni mucho menos, tan oplparacomo pudiera creerse a juzgar por lasfiestas los relatos de los poetas y los cronistas,' las ordenanzas y prohibiciones .elelas autoridades y las interminables quelasv amonestaciones ele los predicadores. Las'fiestas de la iglesia eran 111uchas, ciertamente. pero aún el-an más los días d~ ayuno y de vigilia. en los que no se pocha comú carne y había que contentarse .conuna sobria colación. Además, la sencIlleze incluso la pobreza de las condiciones ,enque vivía la gran mayoría ele la poblaClon.lo mismo' en la ciudad que en el campo,no le permitían, por regla general. darseuna vida regalada ni siquiera placen teta.De nada serviría entra'r a dar detalles enapoyo de esta afirn1ación, y~ que se advierten di ferencias muy consIderables según las regiones y los recursos que cadafamilia podía invel-tir en comer.
Hacíanse, generalmente, tres comidas aldía, que correspondían, sobre poco más omenos, a las que suelen hacer hoy los campesinos. Por lo mañana, una sopa; a mediodía. gachas, o platos ~ base de harmarara vez, 2 y con frecuencIa otra sopa, carne y legumbres: la cena solía ser, a lo CJueparece, muy simple. lVfuchas vec~s se haintentado calcular el consumo (bariO decarne de distintas ciudades, pero sin haber podido llegar nunca a resultados sef'uros. El consumo de pescado, aun en el'¡;lterior del país y fuera de los dias de vigilia, era relativamente grande, más ql~e
en nuestros días, hallándose muy extenchdo el empleo del pescado de mar y de río,salado y seco. En generaL la gente de laEdad Media era muy aficionada a las comidas fuertemente sazonadas; si los medios lo permitían. empleábanse para ellolas especies extranjeras, especialmente lapimienta. El cubierto pI)ncipal empleado.par;¡ comer era la cuchara; el tenedor sólo
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CUIDADOS
- Sinopsis
"cansas ajenas al conocimiento del hombre"
Eduard Fuchs. Illustrier Sittengeschichte
"no iban. a la zaga de los g1'Gndes selíores"
corresponden más al mundo de ideas delsiglo XVI. Los esfuerzos arquitectónicosde la Edad Media se encaminan, fundamentalmente, al servicio público: la feviva de esta época y la absorción del individuo por la corporación de qu~ formaparte ayudan a reunir abundantes recursos para construcciones puramente eclesiásticas, caritativas y profanas. Las mismas murallas protectoras de la ciudad, consus numerosas puertas y torres, muestranno pocas veces una gran belleza arquitectónica; al lado de la catedral, surgen importantes iglesias, destinadas a las parroquias y a las órdenes monásticas, quegustan de establecerse en las ciudades. Selevantan hospitales, asilos y hospicios, dotados abundantemente por las fundaciones. Los consistorios, que se han conservado en gran parte, y las casas de losgremios, de las que aún quedan en piealgunas, atestiguan el orgullo y el espíritude sacrificio de los vecinos de las ciudades. Las lonjas y los mercados de granos,para citar sólo éstos, eran también construcciones de utilidad común. Los distintos grupos de asalariados que, en comparación con los exiguos ingresos de la mayor parte de los vecinos de la ciudad, 1;0
puede decirse que ganasen poco, podíanpermitirse de vez en cuando sus expansiones en las tabernas y en las diversionesde las fiestas púbHcas. 7
Las residencias de la nobleza <.:n el caI'npo ofrecen, según la fortuna de su poseedor y la situación y finalidad de la residencia, tüda la escala de matices que vadesde la gran casa rústica hasta el castillo palaciego. El pasaje que citábamos másar"riba, tomado de una carta de Ulrico deHutten, refleja probablemente las "condiciones de vida existentes en la mayoría delos castillos, que abundaban mucho, poraquel entonces. Las cortes señoriales delprimer período, el período aristocráticode la Edad Media, eran conjuntos de sencillos edificios, adaptados a las necesidades de la vida agrícola, y las mismas residencias de los grandes eclesiásticos y seculares en la ciudad revelan al principio elmismo carácter, aunque ya desde muypronto se ven descollar dentro de las murallas urbanas, sobre todo en Italia, pero
'también en el norte, las torres de las casas-fortalezas. A partir de la época de losemperadores sálicos, algunas de las residencias imperiales se transforman paraconvertirse en grandiosos castillos o palacios, como ocurre con el de Goslar (reconstruido hacia el año 1040) y Jos delperíodo de los Hohenstaufen; además, seamplían considerablemente :llgunas fortalezas antiguas y se restauran los viejospalacios. Los príncipes no tardan en seguir el ejemplo de los reyes y emperadores; algunos de sus castillos rivalizan en
CUERPODEL'
se advierte, a comienzos de! siglo XlV.,
una gran pobreza en cuanto a la instalación de la vivienda, e! mobiliario y e!menaje domésticos; paredes desnudas,habitaciones inhóspitas y desoladas, casi sin muebles, en que la gente viveapretujada. Apenas ahora (a Cümienzosde este siglo) empiezan a instalarse unpoco mejor los comerciantes, sobre todoaquellos que tienen tratos con las ciudades -más confortables del sur. La pequeña estufa, raro aditamento de la antigua casa burguesa, que en los viejostiempos aparecía cubierta, donde la había, de ladrillos o azulejos negruzcos yconstruída sin la menor pretensión artística, en forma de cúpula, va aumentando de tamaño en las casas pudientes,cobra colores más alegres y apareceflanqueada por bancos para los visitantes distinguidos. La estufa y los rombosde cristal de colores chillones emplomados en las ventanas, reproduciendo primero dibujos de tapices y más tarde escudos heráldicos bellamente ejecutados,constituyen ahora los principales adornos de una casa opulenta. Hacia finaldel siglo, las habitaciones empiezan aencolarse ya en distintos colores; losmuebles son todavía muy sencillos, mesas, sillas de madera, bancas, los armarios escasean más que las arcas y loscajones, la' vaj illa es de barro esmaltadoy graciosamente pintado o de latón. Enel piso bajo está el taller o el cuarto detrabajo, un dormitorio y una sala paralas mujeres y para las reuniones de familia; es también, en las casas pudientes, e! salón en que se recibe a las visitas. Los almacenes y las bodegas ocupangran parte de la casa.
de usar almohadas, edredones, mantas ycolchas: los demás, cubríanse por las noches con ropa o sacos.
Las murallas defensivas que ceñían lasciuda?es, al reducir el espacio habitable,contnbuían en buena parte al hacinamiento en que vivía la población urbana. A suvez, el hecho de que la mayor parte de losvecinos de las ciudades sólo contasen conmedios económicos muy limitados y unaparte bastante considerable de ellos conninguno en absoluto, repercutía tambiéndesfavorablemente entre los habitantes delas aldeas. La idea que hoy nos formamosde lo que eran las ciudades medievales responde casi siempre a l~ realidad de lasciudades importantes en su plaza centraly en las calles adyacentes a ella, pues enel resto de la ciudad apenas se veían másque casuchas misérrimas y casi siempreruinosas, y no pocas veces había dentrodel recinto amurallado, ya muy reducidode por sí, grandes terre,nos baldíos y sinedificar. Y la pobreza de la instalacióninterior correspondía en la mayor partede los casos al mísero aspecto de sus fachadas. Hasta en las casas de la gentemás acomodada
A partir del siglo xv, las familias másdistinguidas de las ciudades emplean unaparte de su riqueza en decora"r ostentosamente el exterior y el interior de sus viviendas.
Las fastuosas residencias privadas, aunque sigan construyéndose en estilo gótico,
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LOS(Viene de la pág. '2)
das de una· desvergüenza asombrosa. Ylas autoridades seculares y eclesiásticascreíanse obligadas a intervenir para ponercoto a estos abusos, no sólo por prejuiciosde clase y las consideraciones de tipo económico, sino también por motivos de carácter moral. 5
El lento, pero constante progreso de lacultura material y, al mismo tiempo, elabismo escandaloso entre el puñado de lospoderosos y las enormes masas del pueblo, se revelan también en lo tocante a lavivienda medieval, más claramente todavía y con mayor fuerza que en 10 referente a la comida y al vestido. Un autor,Grupp, señala con razón que las cabañasde los vaqueros y los carboneros de las regiones de los bosques y las chozas de barro de las regiones del este, en nuestrosdías, sólo nos permiten formarnos unaidea remota de cómo vivían en la EdadMedia los campesinos pobres, es decir, lagran mayoría de la población. Durante toda la Edad Media, ap~nas se conocieronen el campo más que las casuchas primitivas de madera, aunque en algunas aldeasse veían algunas construcciones a base detabiques combinados de madera y piedra,que consentían levantar segundos pisos. 6
Es cierto que en los países latinos abundaban más las casas de piedra, pero su interior presentaba, sobre poco más o menos, el mismo aspecto de pobreza que e!de las casas de madera de los países germán icos. Generalmente, las casas no tenían ventanas ni aberturas para la ventilación, hornos ni camas. La cocina, con elfuego al descubierto, era por lo generalmuy espaciosa y toda la familia se tendíaa dormir en ella, por la noche. Debajo dela cocina solía estar el corral de las aves.Como es natural, las casas estaban plagadas ,de bichos e insectos. Un paso considerable de avance se dio cuando se empezó a cubrir con sacos de paja, para dormir,los bancos, los arcones y cuando se introdujeron los camastros de tablas. Sólo loscampesinos ricos podían permitirse el lujo
10
grandiosidad y en esplendor con los deéstos. Y toman también gran incrementolas actividades arquitectónicas de la nobleza y de las ciudades en tod~s !os J?aíses con las variantes y caractenstlcas 1mpu~stas, como es lógic?, p~r el clima, elcarácter nacional y la hlstona de cada unode ellos.
En el campo de la higiene y la medic~na,
la Edad Media ofrece una mezcla cunosade las más burdas anomalías y las ideasmás necias y disparatadas con costU1~bresmuy racionales y prácticas. La SUCiedady la superstición eran, en este terr~n?, losgrandes azotes de la época. La vIviendade las gentes humildes de la ciudad y delcampo, tal como la dejamos esboz~da, nose prestaba precisamente para arralga.r ensus moradores el hábito de la limpieza.Las calles de las ciudades eran verdaderos"pozos de basura" ; 8 hasta el siglo xv nose empezó a pavimentar, en alguna queotra ciudad, "las calles más céntricas ydistinguidas", "cosa que respondía, indudablemente, a una gran necesidad, pues laciudad estaba llena de barro por todas partes y en todas las épocas del año habíaque atravesar las calles pisando sobre tablones y defender las casas con diques depiedra, y las rodadas se enterraban de talmodo en el barro del arroyo que, por ancha que fuese la calle, los carros apenaspodían salirse de ellas para dejar paso alque viniese en dirección contra~ia". 9 V!vían en las ciudades muchos vecmos dedIcados a la labranza o que poseían y trabajaban fuera de la ciudad, como ocupaciónaccesoria, una parcela más o menos grande; el estiércol se depositaba sin miramiento alguno en la calle, ni más ni menosque las demás basuras. Cómo estaban lascosas en Nuremberg, todavía en la segunda mitad del siglo xv -yeso que se trataba, tal vez, de una de las ciudades máslimpias de todo el Occidente-, podemosinferirlo de los siguientes preceptos tomados de las ordenanzas sobre la limpiezade las calles:
La víspera de Santa Catalina (23 denoviembre), el maestro de obras de laciudad debe ordenar que se barra y seretire el lodo y la basura del puente deSanta Catalina, de la puerta que se abredelante de las caballerizas y de la fuente y también de la otra puerta, dondeestá el lazo (de los pescadores de laciudad), para que la gente no se incomode si ve que no se ha barrido, a menos que esté todo helado. Asimismo deberá velar el maestro de obras de la ciudad porque, por navidades, carnavales,cuando se exhiban las reliquias, en pascuas, en pentescostés, el día de San Sebaldo, cuando vengan muchos señoresy en cualquier época de! año en quefuere menester, se barra y se limpie e!lodo, y la basura desde la botica quehay junto a los Predicadores hasta elconsistorio y la Fuente Bonita, así comoen las artesas que están deiante de losvertederos del canal, sin que tenga porqué preocuparse de los demás sitios ...En la plaza no necesita hacer nada, pueses obligación del nuevo hospital tenerlalimpia ... , evitando que se amontoneallí la basura de un año para otro. Perosi no retirase la basura de vez en cuando, amontonándola para que la retirenlos carros, como es debido, el maestrode obras de la ciudad deberá hablar cond maestro de! hospital. 10
},,~uard rusch. l11ustner Sittengeschichte
"las más burdas a·no11'lalías"
El hacinamiento en que vivía la genteen las ciudades y la suciedad de éstas traíaconsigo espantosas 'consecuencias cuandoestallaba una epidemia. Las pestes erancasi constantes y azotaban tan pronto enunas partes como en otras del Occiden.te;la más furiosa de todas fue la conocida
. con e! nombre de la "Muerte negra", queen los años de 1346 a 1350 se extendiódesde Sieilia y algunos puntos de Italiapor Marsella, el sur de Francia, e! nortede Italia, España, Inglaterra y Alemania,hasta Rusia, 11 devorando innumerablesvidas. Pocos años después, Europa volvióa ser azotada por nuevas oleadas de pestey, tras un período de relativa calma, elazote descargó de nuevo, con redobladafuria, a partir de mediados del siglo xv.No es posible aclarar ya con entera seguridad cuáles fueron los orígenes y la verdadera naturaleza de aquellas epidemiasconocidas con los nombres de "Muerte negra", la peste, etc.
Contribuía a aumentar la conmociónque estas espantosas catástrofes producíanen el alma del hombre occidental el hechode que se sintiera punto menos ql~e. impotente ante ellas, sin acertar a expltcarselasmás que como el azote de la cólera divina,como consecuencia de ciertos fenómenoscósmicos monstruosos o como resultado deotras causas sobrehumanas o ajenas al conocimiento del hombre. Los horrores vividos en los períodos de peste 12 y el peligro pestilencial que pendía a todas horassobre las cabezas de aquellos hombresprovocó aquel pesimismo, ambiente que serefleja en las "danzas macabras" de laépoca y que hoy se propende en dema~ía
a considerar como una de las caractensticas de la baja Edad Media. 13 Las "danzas de la muerte" son, como la mismapeste, el más patético memento mori ypertenecen al mundo religioso, aunql;le revelen también, de vez en cuando, Ciertostintes de crítica social.
Pero estas pinturas ponen al descubierto otro rasgo de la época, no menos acusado y característico: un desenfreno moral sin precedente. Eran incontables lasgentes de aquellos tiempos que queríanalejar, danzando y divirtiéndose, la muerte y la idea de la muerte, y se entregabansin freno a todos los placeres, sin retroceder ante las mayores violencias. "La corrupción del alma -dice un escritor de laépoca- era mayor que la del cuerpo.Apenas los horrores de la peste negra habían descargado su furia sobre los aterrados pueblos, desencadenábanse todas lasbajas pasiones con tanto más frenesí cuanto mayor era el pasto de satisfacción queencontraban en el botín de las víctimasde la peste, cuyo recuerdo se desvaneda
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pronto. Parecía como si la espantosa proximidad de la muerte no hiciese más queexacerbar el gusto de vivir y de gozar ...El crimen levantaba insolentemente la cabeza, dándose cuenta de que no había nadie para cerrarle el paso con la ley ... yni siquiera el peligro manifiesto de muerteaplacaba la furia de la codicia desenfrenada. ávida de apoderarse de los bienes delos muertos, que nadie se cuidaba de vigilar". Dábanse incluso.casos de fraile' quese trasladaban a la ciudad para comer ybeber a sus anchas, ahora que el patrimonio del monasterio enriquecía con sus rentas a los pocos supervivientes.
Como es lógico, el hombre no se cruzaba de brazos ante el azote de las epidemiasni; en general, ante las enfermedades. Había una ciencia médica y muchos que sededicaban a ejercer la profesión de la medicina. Habíanse adquirido valiosos conocimientos mediante el estudio de las obrasmédicas de la antigüedad y la experienciade la práctica, pero las gentes de la épocaabrigaban, no pocas veces, las ideas másdisparatadas acerca de las virtudes curativas de las piedras preciosas y de muchasplantas y acerca de las causas de las enfermedades. Las panaceas eran fuentesde considerables daños; a la sangría, principalmente, se le atribuían virtudes mágicas para todos los males habidos y por haber. Y lo peor de todo era que el pueblo,en general, no se dirigía a los médicos,sino a los brujos y a los charlatanes, enlos que tenía una fe ciega. Reinaba unalibertad absoluta en el ejercicio de la medicina y de la curandería. En la práctica,no siempre era fácil distinguir la fe quese ponía en las reliquias de la que se depositaba en los amuletos y en las brujerías sobre todo porque se tendía a creerque' las enfermedades cuya curación. St'
hallaba especialmente encomendada a Ciertos santos habían sido enviadas precísamente por ellos para castigar los pecadosdel enfermo o por despecho, por no habersido lo bastante devoto para con ello. Y,como es natural, las ceremonias religiosas, las peregrinaciones de desagravio ylas procesiones con que la iglesia pretendía combatir las pestes no hacían más queaumentar, con la di fusión del contagio entre tanta gente reunida, el peligro de quelas enfermedades se propagasen.
El baño fue durante' toda la Edad Media una práctica muy extendida; sobretodo desde la época de las Cruzadas. Sinembargo, veíase en él, sobre todo en elbaño caliente, que era el más gustado, tanto un motivo de placer como una prácticasanitaria e higiénica, aunque se tenían engran estima, en cuanto a su eficacia, losbaños medicinales y las aguas cu rativas.Es cierto que se habían dejado derrumbarse y habían caído en el olvido las grandiosas termas romanas; en las míseras"casas de baños" de la Edad Media casino se veían más que grandes tinas, en lasque se metían juntos, no pocas veces, elhombre y la mujer; la gente jugaba enel bario, comía, bebía y cantaba. La EdadMedia tomó, además, de los eslavos losbaños de vapor. A fines de la era medieval había tomado gran incremento la institución del baño y los placeres con ellarelacionados -había casas de baño incluso en muchas aldeas-, hasta que, aconsecu~ncia de la sífilis, que las casas debaño contribuyeron a propagar en grandes proporciones, y del excesivo consumode leña que llevaban aparejado; sobrevinoun súbito retroceso. Mucha gente se en-
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-Breughel. Editions d'histoire et d'art"en el campo, no le penllúí'an darse IIna vida 1'egllJl1da ni siquiera placentera" .
5 Acerca de las modas en el vestir ofreceabundantes datos, aparte de las historiás usualesdel vestido, la de H. Weis y A. Schultz, op. cit.,pp. 284-395.
6 Lo más importante acerca de los tipos deconstrucción de la vivienda en la alta y la bajaAlemania, durante la Edad Media, aparece recogido en J. Bühler, Ba¡lern, Bilrger und Hansa,p. 22.
-Sinopsis Foto
"lIab·ia ¡-tna ciencia médica"
7 Detalles más precisos en Janssen, op. cit.,tomo r, p. 427.
8 CL el informe sobre el estado de las callesde Nuremberg, en el año 1368, en· J. Bühler,Bauern, Bilrger und Hansa, pp. 153 ss.
9 Informe de Ausburgo, de 1416, op. cit.,p. 211.
10 J. Buhler, op. cit., p. 409.
11 Esta fue la trayectoria seguida por lapeste dentro de Europa, pero hay además informes de los que se deduce que llegó hasta TierraSanta.
12 "El enfermo quedaba tirado en su casa.sin que nadie le atendiese. Ningún pariente séatrevía a acercarse a él, ningún médico osabapisar su casa; hasta el mismo sacerdote le alargaba con repugnancia y haciendo un gran esfuerzo, los santos sacramentos. Los niños imploraban la ayuda de sus padres, los padres ylas madres las de sus hijos e hijas, un esposo ladel otro con súplicas desgarradoras. Era en vano. Y si la gente se atrevía a tocar los cadáveres de los suyos para enterrarlos, era porque nose enc,ontraba nadie que se prestase a cumplirpor dinero el último deber hacia los dituntos.Ni la voz del pregonero, ni los trompetazos de lacorneta fúnebre, ni las campanas repicando amuerte, ni los oficios mortuorios congregaban alos amigos y parientes de los difuntos en su entierro. Los cádaveres de las gentes más noblesy distinguidas eran llevados a la tumba por loshombres más humildes y más viles, pues un pánico indecible hacia que todos sus amigos y compañeros de clase se alejasen de su ataúd": estaslíneas están tomadas de un relato de la época,citado por Haeser, Geschichte del' Medizin, tomoIII, p. 143.
13 No queremos decir que la "danza macabra" sea un producto de estas experiencias vividas y de este ambiente, los cuales sólo explicanla gran difusión que esas estampas llegaron aadquirir. Sobre la historia de la "danza de lamuerte", d. Huizinga, Herbst des Mittelaters,pp. 203 ss.
14 La "Ordenanza sobre las Casas de Mujeres" de la ciudad de Nordlingen (1472) comienza así: "Ya que la madre de la santa cristiandad [es decir, la igiesia] tolera, para evitar males mayorés, que e~ista en el municipio una casade mujeres y que haya en ella muchachas de vidalibre ..." Citado por Kriegk, op. cit., tomo n,p. 293.
15 Frases como la que dice que los venerables no deberán hacerlo para su placer, sino simplemente para eliminar los humores sobrantes(citada por Haqer, op. cit., p. 225) no est~ninspiradas siempre en el deseo de hacer un chISte de mal gusto, ~sino que envuelven, como d.emuestra, por ejemplo, el texto Citado por G. Rltter en sus Stlldienzur Spiitscholastik, tomo III,pp. 81 ss., un problema seriam~nte debatido porlos teólogos morales de aquel ttempo.
. 16 Hay, por ejemplo,. documentos de la época en que se fij a la cantldad que el prestamIstadebe gastar en suministrar rameras al deudormoroso constituído en prisión para responder desu deuda. Haeser, op. cit., p. 225.
NOTAS
En estas condiciones, no tiene nada deextraño que toda la Edad Media estuviese plagada de las enfermedades que vansiempre aparejadas a esta vida licenciosay que, a fines del siglo xv, hiciese verdaderos estragos la sí filis.
El señor Wilwolt organizó un banquete, al que invitó al primer capitáninglés, a los mejores hombres de su nobleza y a muchos otros grandes señoresy gente poderosa... Para ello, habíamandado que le enviasen de Brujas yde Flandes a las muchachas más bonitas que allí pudieran encontrarse y a105 mejores músicos. Todo el mundp sepuso a bailar y estaba contentísimo, ypor la noche obsequió a cada uno de losseñores invitados con una de aquellashermosas mujeres para que durmiesecon eli.a, con arreglo a las costumbresdel país. A la mañana siguiente, le fueron devueltas todas en la mejor de lasformas, por lo que él dio las graciasmás rendidas. Le hizo un espléndido regalo a cada una de ellas y las mandó asus casas, con todos los honores.
cumplir bien y para amenizar las grandesfiestas populares, las asambleas, los concilios y otras reuniones por el estilo. 16 Nodebió de ser nada excepcional, en aquellostiempos, el sucedido que se relata en unabiografía de Wilwolt de Schaumburgo, unrico burgués de Gante:
1 El relato de estas bodas se reproduce en J.Buhler, Fürsten und Ritter, pp. 155 ss.
2 En las comidas solemnes solían presentarsediversos platos de repostería, aderezados muchasveces con almendras.
3 Las fuentes casi no hablan más que delvestido de los días de fiesta 'y. por tanto, de lasgentes que podían permitirse el lujo de tenerlo,y ·las diversas historias de la cultura se refierentambién casi exclusivamente a esta clase de vestidos; esto hace que las conclusiones que se sacan sobre el modo como vestían realmente lasgentes de la Edad Media sean casi siemprefalsas.
4 G. Freytag, op. cit., tomo r, p. 655.
tregó ahora a los baños de aguas minerales en los manantiales vivos, a los que seatribuían sobre todo virtudes medicinales,aunque se quería seguir encontrando enellos, muchas veces, los mismos placeresque antes se gozaban en las casas debaños.
Ya en páginas anteriores hubimos dereferirnos a la libertad verdaderamentepasmosa con que en grandes capas de lasociedad medieval se contemplaban las re-olaciones sexuales. Estas ideas, al igual quemuchas de las costumbres licenciosas queiban asociadas al baño, la naturalidad conque las autoridades eclesiásticas -sinperjuicio de lamentar de vez en cuando delas flaquezas de la carne- se avenían alfuncionamiento de una o varias "casas demujeres" en cada ciudad importante 14 ysu falta de escrúpulos para percibir incluso tributos sobre ellas, se explican enbuena parte por aquella "patología arábiga de los humores", según la cual la abstinencia sexual provocaba en el hombreuna corrupción infalible de los jugos vitales, que conducía a la muerte. Por esonos encontramos constantemente con elconsejo de que ni los clérigos ni los seglares deben abusar de su castidad, y estoexplica también por qué, en las biografíasde santos o de sacerdotes piadosos, sepresenta la castidad, que en ellos no eramás que ei cumplimiento de un deber,como una especie de heroísmo inconcebible, ensalzado con pasmo y admiración. ]5
La excesiva proporción numérica delsexo femenino con respecto al masculinoy la pobreza de las capas humildes de lapoblación hacían que no escaseasen lasmujeres explotadas con estos fines. Además, "no era raro el caso de que los padres entregasen a sus hijas, y los maridosa sus esposas, por dinero, a un tratante enmujeres". Había, por otra parte, legionesde mujeres que erraban, libres, de unoslugares a otros. Y así, vemos cómo en lacristianísima Edad Media, al igual o demodo semejante que en los pueblos primitivos, estaba a la orden del día el suministro de mujeres de vida alegre para distraera los huéspedes con quienes se quería
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