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VOLUMEN
MEXICO.
XI e NUMERO 12
AGOSTO DE 1957
E J E M P LAR: $ 2.00
• •exlCO
.P-U'BL-I CA DA POR LA UNIVERSIDAD NACIONAL AUTONOMA DE MEXICO
MUNDOELyhasta la entraña misma de nuestro vivir.Y no hay más remedio que escuchar. Como a regañadientes el público se sienteatraído hacía el escritor. Empieza poraprenderse su nombre, pues por todaspartes le aseguran que 'se trata de unautor de verdadero mérito. Después lellegan como por casualidad noticias desegunda o tercera mano sobre algunasde las ideas de !nuestro escritor. Porcapilaridad esas ideas se filtran haciaabajo y van afectando a grupos cadavez más amplios.
A ese grupo de ensayistas que interpretan el vivir de nuestros pueblos pertenecen, por ejemplo, Ezequ~el Martínez Estrada, que en su Radiografía de ia
Por Manuel DURAN
Ya Francisco Ayala ha expuesto la durarealidad de la situación del escritor ennuestros países en una serie de brillantesy amargos ensayos. Lo que nos interesasubraya.r hoy no es la regla sino suexcepción.. De vez en cuando aparece
. un libro de ensayos -ensayos de interpretación histórica, filosófica o sociológica de la vida en uno de estos paísesque parece penetrar con certero golp"
,
AME~I.CO CASTRO,- .
H .1 S P- A N 1 e o"'ESCR~BIR :en .París 'es vivir; escri- bir en Madrid -afirmaba Larra. '. a principios del sigl~ pasado, y
h.oy, agregaria sin duda 'y en Mé~ico'
es mo¡:i"r." '¡':1'esCritor serio, el· es<;rit9r'que trata temas científicos, sociológicos,históricos, el ensayista no periodístico, elnovelista y el poeta viven en nuestrospaíses de lengua española -o portuguesa- de milagro; actúan sobre Un públicoínfimo,. les es n,egada casi siempre lasatisfacción de poder vivir de' sus escritos, y si ;1lgup.~ vez. les arrastra la ilusión a creer que pueden -influir en formadefinitiva o' inmediata en' la sociedadde masq~ ,del nlundq contemporáneo' notardan; .Pt:9nto, ~n _q~edar deseng~ñados.
"La teorta parece' aplicable a otros pueblos de lengua espafíolo"
. . ., M ID' L" d 1 días e Biblioteca americana, por Ern-::stoSUMARIO: To)'nbee, América Castro y el mundo hlspamco, por. al}ue uran ~ a te.r1a e ¡¡s . d ntal de mis libros por AlfonsoMejía Sánehéz e Dos poemas de Jaime Torres Bodet e El baleon, ~r FranClsel? Tano e Islario. oeume r Ildefonso Per~da Valdés eReyes e El n/ur smtido v el sentido del mar, por M. P. e De un caP1tUi'0 del Qltl}ote al teatro de Cervantes, po Nieholsoll e Música porMarsias y Grfeo, por Tomis Segovia e Confesión p?éti~a, ppor Johalllly.f;' ~eeheT e. Csrta ~e Iyn~f~:;;:'l~~Ji:J~Uño e Dibujos (le AI;dréeLuis Sandi v Jesús Ea! y Gay e Teatro, por Juan (,arela onee e I 10J, p.or omas ego~ la
. . Burg y Juan Sonano.
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Doctor Nabar Carrillo.
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toriador de hoy no tiene más remedioque forjarse y pulirse su propio instrumento de óptica que, -permitiéndOle verli1ás allá de sus propias narices, le muestre la nariz de C1eopatra. Un instrumento, desde luego, _con potentes filtros 'quedejen pasar' ciertos hechos y: no otros.Las teorías históricas son. ante todo criterio de sel~ción y, hechos y' valores.La historia económica, más o menos -teñida de materialismo histórico, como enPirenne, y sobre todo en Mare B,Ioch,es uno de tales instrumentos. Las teorías~íclicas de Toynbee, con su reto y elcontragolpe de la reacción, sus estadosuniversales y sus iglesias-crisálidas, ,hanayudado al historiador inglés a eliminarel caos a su manera. La de Castro, quenudiéramos sintetizar como un estudiode los íntimos conflictos de valores enel alma de un pueblo en formación, haayudado sobremanera a reinterpretar toda la historia medieval española, y parece aplicable -a la de los otros paísesde lengua española.
Como ha escrito Edmundo D'Gorman,(véase su artículo '~Historia y vida", publicado en Dianoia), la historia. no puedeser una ciencia acumulativa porque a cada generación cambian sus postulados.,Con los montones de ladrillos acarreados pacientemente por las generacionesanteriores no podemos hacernos la casade hoy; nuestro gusto en materia de ladrillos ha cambiado. "La historia -señala Castro- -es, ante todo, la conexiónde valores en que un pueblo articula suexistencia; su realidad se hace presente enla expresión temporal y geográfica desus dimensiones valiosas." ("]:<:n el umbral de la historia", NRFH, VII). Vemos lo que nuestra constelación de valo~res nos permite ver, y actuamos a suluz. Más que los hed;os históricos, in-'teresan a Castro las posturas vitales quepermitían a los hombres de! pasado articular y valorar los hecho.s y valoresque se dibujaban en el honzonte de laépoca. Y también le interesa lo que nose hiz.o. lo que no se pudo hacer. (Yengran parté lo que no se pudo hacer enEspaña, o se hizo muy parcial y marginalmente, es la ciencia, el racionalismo, e!confort). "He tenido así -nos dice- queconstruir una figura historiable en la cualcupiesen tanto las posibilidades de losdesarrollos como sus opuestos. He tomadocomo centro y agente de esta historia eltaller de vida en que la historia ha idof raguándose, y no parciales rasgos psicológicos, siempre genéricos e i~conexos. ~ohe pensado tampoco que la~ cIrcunstancIasexteriores fueran aislables del curso mismo de la vicia, como si ésta fuese unarealidad ya previamente dada sobre lacual cayeran causas o motivos, La vidahistórica consiste en un curso o procesointerior a ella misma, dentro del cual lasmotivaciones exteriores adquieren fOT
ma y realiclad, es decir, se convierten enhechos y- acontecimientos dotados de sentido, Estos últimos dibujan la peculiarfisonomía de un pueblo, y hacen patenteel 'dentro' de su vida, nunca igual al. deotras comunidades' Hitiúarias." ,
(Señalemos desde ahora, y a riesgo dedistraernos en una digresión, que Toynbee, en su afán de trazar grandes líneasg-enerales, no habla más que de una solacultura occidental; para Castro -aunQue hasta ahora no se haya ocupado afondo más que de lo hispánico- lasituación resulta mucho lúás compleja y
(Pasa a /a pág. 7)
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"importada" funciona en el hispáni!:oCastro como instrumento al servicio deúna angustiadora pregunta. No se tratade averiguar aué es "lo eterno español"como si Séneca y Lucano (o incluso losvisigodos) hubieran ya sido españole~,
como si lo español fuera una esencIaplatónica llovida de un misterioso cielo.Para precisar cómo nace España hay querechazar un supuesto "carácter nacional"eterno y fijo. Pero evitando también elver lo histórico como una fluidez constante y completa, siempre al mismo ritmo, sin polarizaciones, sin crisis; sinpuntos culminantes. "En todo caso -declara Castro- el caos confuso de hechosy acontecimientos fragmentados que elhistoriador del pasado ,o del presente sacaa luz, no es por sí solo historia." (Toynbee critica también duramente este tipo dehistoria cuando afirma que en eIla elhistoriador nos ofrece 'one damned thingafter another', un hecho tras otro sinton ni son, sin orden, conexión ni estructura) .
La reconstrucción integral d~l pasado,a base d{. un número infinito de datos,es una utopía positivista en la que soñaba el Mommsen joven pero a la que,a la postre, tuvo que renunciar. El his-
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pampa nos da una vblón desolada delgaucho en conflicto con un paisaje quele impide arraigar en parte alguna, conun proyecto de vida que suprime todaestabilidad y en relación de desamor conla tierra misma que lo sustenta. Y Octavio Paz, cuyo Laberinto de la soledades quizá hoy todavia, (por encima delas obras de interpretación sociológicay filosófica del grupo Hiperión, más -ricas algunas en detalles, pero derivadascon frecuencia de su ejemplo y llevadaspor una similar tendencia). la máximainterpretaci6n dcl 'vivir de! ,mexicano.Vivir en conflicto, conflicto frente allaberinto de espejos de la propia soledad y a-l laberinto de tendencias que seentrecruzan de la historia. El mexicanose busca en la maldición, se exalta enla imprecación o se desgarra en la cólera, se eleva en vilo '¡en la emocióncolectiva de la fiesta, buscando salida asu soledad; se transforma a veces, fuera del país, en pachuco, como protestacontra una sociedad demasiado diferente; se aferra a su propio yo en su ambivalente actitud frente a la mujer o a lamadre; crea y es destruido en el respirar inmenso e ininterrumpido del presente histórico. Angustia y búsqueda queno son ya puramente las del mexicanosino las de todo hombre moderno delmundo occidental que se haya quedadosin las dos defensas tradicionales frentea la 'muerte:- una rteligión vitalmentesatisfactoria o una posición racionalistad.e confianza en e! progreso y en la ciencIa.
"¡ Que inventen ellos!" clamaba otrobuscador angustiado, Unamuno, sin abandonar el proyecto de "españolizar a Europa". Los mismos "inventos" extranjeros toman a veces en el mundo hisDánicouna direccióI~ algo distinta de la original.América Castro, nutrido de filología(un "invento" alemán-suiza-francés) yde historicismo y existencialismo germanos, experto en las técnicas históricas delos medievalistas franceses, nos da unejemplo, con sus ensayos de interpretación histórica del vivir hispánico a partir de España en su histor·ia, de cómo lafilología- y el análisis de textos, técnicasrelativamente "objetivas", científicas yabstractas. pueden, al aplicarse a lo hisoánico, adquirir matices de insospechado
, interés vital, de dramatismo, de creaciónartística, de obsesionante inmediatez ('nsus contactos con el pasado. "Como resultado de ser como es la vida histórica(nos aclará el propio Castro), las actividades y cualidades val·iosas de un PllP
blo no siempre se incorporan auténticamente, y en el mismo modo, en lavida de otro. Los valores de cada "morada" ry por "morada" entiende Castroel vivir dentro de cierto horizonte deposi,bilidades o preferencias y de imposibilidades1 arraigan únicamente en otrasde parecida disposición, y, aun así. ufunción y sus resultados son muy diferentes. Descartes no ha funcionado enAlemania como en Francia, ni Hegel enFrancia como en Alemania. Incluso observamos cómo dentro de un mismo paísciertos fenómenos valiosos quedan aislados o con escaso cultivo, cuando sonexcepcionales o inesperados respecto delos hábitos y preferencias dominantes:'las ciencias en España, la filosofía en los
, Estados Unidos,ia música en los pueblos anglosajones, tendencias místicas y:pascalianas eil Francia, la literatura heroic2 en Italia." La técnica filológica
UNIVERSIDAD DE MEXICO7
CASTROHISPANICO
pieron a llorar. La mayor parte del díalloraron, sin saber aproximadamente porqué. Recorrían la casa llorando. Visitaron toda la casa y el patio, sin dejar niun instante de llorar. Todo a la vez losconmovía y todo los inundaba de gozo.Todo era leve y claro y nuevo para ellos,como en una clara dicha.
Por la tarde, alrededor de las tres,abrieron de par en par el balcón y se sentaron en él, como de costumbre. Era elúltimo día del verano y se podían contaruno a uno los árboles en el bosque. Preguntó ella:
-Dime, ¿ soñaste algo?
Pero eran ya perfectamente invisibles,y la casa entera, desde hacía muchos años,permanecía cerrada, incluyendo el balcón.Ningún vecino en el pueblo recordaba yaquién habría podido habitar en otro tiempo la casa.
definitiva, a los "lujos": poesía lírica,confort, actitudes racionalistas. Todo ellollegará a España más tarde que a otrospaíses. El racionalismo, sobre todo, supone cierta objetivización de q u e elespañol, sumido en sus conflictos íntimos, se siente incapaz. A nadie se lepuede exigir que piense con claridad sobre problemas externos mientras se siente agobiado por hondas crisis interiores.En lo que el racionalismo tenía de elemento perturbador del orden religiosoy teológico, era también grave amenazapara la conciencia española, que se había impuesto frente a la superior culturaárabe ayudada en gran parte por lacreencia en la superioridad de sus valores religiosos.
Naturalmente habría que distinguiraquí por una parte la aplicación de lasteorías históricas de Castro a la historiade España, y por otra el cuerpo teóricomismo. La interpretación que da Castroa la historia de España ha sido criticadaen algún punto concreto por varios especialistas, rechazada en su totalidadpor otros. Parece más útil en su carácterde hipótesis de formación del pueblo español Ique p~ra explicar las sucesivasvicisitudes de este pueblo en siglos posteriores, tales como el XVIII y el XIX, enque los factores racionalistas y europeizantes pesan más. Jean Sarrailh, enL'Espagne éc!airée dans la 2ft moitié duXVII/e. siecle, muestra cuán intensa esla corriente racionalista en España enaquella época; Campomanes hace deHobbes (más que el del Leviatán,el Hobbes del De Cive) la clave del pensamiento político español de ciertos grupos. Vicente L10rens ha analizado sociológ-icamente con gran finura las posibilidades de adaptación y desarrollo deciertas ideas dieciochescas en los g-ruposde españoles desterrados en Inglaterraen la época romántica. El libro de Batai1I0n sobre Erasmo indica un poderosoinflujo "moderado" en la España renacentista. Toda interpretación "liberal" o"progresista" de la historia de Españasubraya la presencia de valores racionalistas en España. Finalmente, la obrade Menéndez Pelayo sobre la ciencia es-
Le pareclO· comoque se dormía, peropor una eternidad deaños.
"D e b o s e g u i r-admitió-o He deregresar a casa cuanto antes". Y luego:"No me dejaré embaucar; no debo. Esprobable que él meespere, pues va siendo hora del desayuno".
TOYNBEE, AMERICOy EL MUNDO
y así lo hizo, sacudiendo de sus faldas hasta la últimahoja. Allá iba.
y he aquí que cuando llegó a su casa,ya muy entrada la mañana, se encontrócon que su hijo sí estaba allí, como suponía. Acababa de levantarse y los dos rom-
(Viene de la pág. 2)
matizada, y le interesa diferenciar a lospueblos occidentales entre sí).
"Parto de la creencia -afirma- dehaber realizado el pueblo hispano obrasde alto valor, en enlace casi siempre consituaciones muy apretadas y desapacibles."Esas situaciones quedan ya definidas enEspaña en su. historia, y los estudios subsiguientes no han modificado en esenciala trayectqria Ide Cmstro,. "Un pueblomantiene sus preferidas (y por tanto posibles) maneras de actividad valiosa,mientras le dura el ímpetu vital, o hastaque es modificado interiormente porotras gentes que vengan a mezclarse conél, o es aniquilado por algún cataclismo.Las invasiones germánicas acabaron pormodificar la vividura [es decir, el. modocomo los hombres viven dentro de lamorada de la vida y reaccionan frentea su horizonte vital] del pueblo romano;los franconormandos cambiaron la estructura de los britániC'Os; gentes delNorte de la Península Ibé Ica, entrelazadas con la acción secular de moros yjudíos, forjaron la especial disposiciónde vida de los es.pañoles." España nacecomo drama como conflicto, en las vivencias de esas gentes del Narte en contacto agobiador con otros grupos -moros, judíos- más poderosos, ricos, hábiles o pacientes que ellos, frente a losque había que imponerse por un ·~s
fuerzo de cordial y apasionada autoafirmación. El mito de Santiago, hermanode .Tesucristo, ayuda a los primitivos españoles a sobreponerse a sus terrores.Sólo una constante vigilancia -que noexcluye la insidiosa asimilación de elementos, materiales y actitudes ele moros y judíos en la estructura del idiomaesnañol yen la vida íntima de los españoles, permite a los hombres del Nortesobrevivir y, finalmente, imponerse. habiendo sido previamente moldeados porel conflicto interior que su convivenciacon árabes y judíos les imponía. La situación de crisis permanente que Castrove en la formación de los españoles en laEdad Media impone, claro está, ciertaslimitaciones. Hay que renunciar, de mOmento, y quizá en algún caso en forma
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perdido. Lo presentía ahora sobre el pueblo. Aquí o allá, pero sobre el pueblo, amerced del aire y a oscuras. Aquella inicua oscuridad del cielo la cegaba. No ladejaba mirar, buscarlo.
Ya iba camino del bosque, sin saberlo,revolviendo con los pies las hojas, levantando torbellinos de hojas, asustando depaso a los pájaros. Sin saberlo, iba yaformando parte de aquella presurosa noche que le encogía el ánimo. ¿ Qué tiempollevaría el niño caminando, llamándola sincesar por entre los árboles, tropezándosey enredándose en las ramas, tratando devolver a casa? Echó cuentas del tiempo:qué mortal consancio. Aunque pudiera serque el niño durmiera. Para aquella horassiempre estaba dormido. Entonces recordó un sueño, la primera noche que llamóal doctor. El niño, en su sueño, dormía,mas en tanto su cabeza crecía, crecía y estallaba de improviso. Simultáneamente elcuarto se llenaba de mariposas. Mas eldoctor había dicho que ni aun en sueñosocurren semejantes cosas y que hacía malen imaginárselo de esa manera.
Ya estaba haciéndose de día, una esplendorosa mañana, y el bosque iba quedandoatrás, cubierto de hojas. De no haber llevado tamaña prisa le habría agradado detenerse y escuchar durante un buen ratoel raro rumor de las hojas. Quizás, a pesar de todo, se sentara. ¿ Hacía mal en escucharlo? ¿ Qué mal podría haber en queuna mujer, a quien su hijo se le ha perdido, se siente un momento en el bosquey se ponga a escuchar esa música? ; Quéotra música mejor y más suave que la deesas limpias hojas que nacen y mueren enel árbol y que después caen y vuelven avivir de nuevo, tan pronto empieza a soplar un poco de viento? Se sentaría allí,desde luego, aunque después siguiera buscando a su hijo.
Pensaba ahora en el balcón. Yen cuando era joven. No recordaba, por cierto,haber sido niña alguna vez. Aquel día enque se casó todo el firmamento estabaazul y su balcón cubierto de flores. Teníapresente su rostro como si se mirara a unespejo. Cuán lejos se hallaba aquel díade imaginar que su marido moriría tanpronto. La última vez de todas lo vio vestido de soldado. Adiós, adiós, le decía. Desoldado su marido. ¿ Y para qué? Se echóa reir, sin quererlo. Mas tanto y tantopensaba, tal era el ruido de sus pensamientos que había dejado de prestar atención al raro ruido de las hojas. La vida lepareció extraña, hermosa, triste y largacomo un monótono sueño. Sintió ganasde llorar y después de reir alocadamentey por fin, de cubrirse todo el cuerpo conaquellas hojas.
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pañola fue un intento, en gran partef~ustrado, encaminado a mostrar que enEspaña había ciencia "como en cualquierotra parte".
Pero no basta mostrar que en Españahaya habido ciencia, racionalismo, ateísmo, erasmismo, etc., pues lo que Castropostula no es la exclusión de tales ideasy valores de la historia de España, sinosu carácter marginal, y, a la postre, inoperante. El estudio de Castro sobre elerasmismo en España muestra, por ejemplo, cómo las tendencias utópicas y conciliadoras difundidas por España en laprimera mitad del siglo XVI se desvanecen a la primera dificultad sin dejar rastro en la política española o en la actitud vital del pueblo. El trabajo de EarlHamilton sobre la política económica delos Austrias, War and Prices in Spain :1500-1750, permite observar una vez másla imposibilidad de objetivar valores (eneste caso los económicos) característicade un pueblo no racionalista: los Austrias (e incluso los primeros Barbones,antes de que se impongan las nuevasteorías económicas) se preocupan antétodo de la justicia social, muy poco dela economía como tal. Hamilton estudiala curva de los salarios obreros y la delos precios y observa que la primerasiempre se sitúa por encima de la segunda. Se produce, pues, la crisis de la industria española en gran parte porquelos precios que el gobierno obliga a mantener bajos no dejan margen de beneficios suficiente para hacer frente a unacrisis o para ampliar las empresas. EnInglaterra ocurre todo 10 contrario.
EL siglo XVIII, que señala el apogeo delas ideas racionalistas, es tambi¿n el deltriunfo de 10 popular. El Gaya que analiza Ortega y Gasset (en Papeles sobreVelázquez y GO'\Kl) es el ejemplo máximo de fusión de estas dos tendencias:el hombre del pueblo se convierte a lasideas progresistas, las incorpora a suobra, y hace que sus imágenes -violentas, chillonas, sombrías, desesperadasse pongan con frecuencia al servicio delas ideas liberales. Pero esta síntesis serepite pocas veces a 10 largo de la historia de España.
y cuando la síntesis no se produce, 10raCIOnal queda en posición marginal. Curiosidad, novedad, instrumento para alcanzar fines muy concretos; no formade vida. Y, al mismo tiempo, lo hispánico penetra en la conciencia de otrospueblos más racionales y objetivos como curiosidad y también con caráctermarginal. Quienes no sientan previasimpatía por las acciones v creaciones deun pueblo -señala Castró~ no las aceptarán por valiosas por mucho que lasencarezcamos. Sin una adecuada receptividad para cierta clase de valores, éstos pueden resbalar sobre la sensibilidaddel lector; así aconteció al teatro de Shakespeare en el siglo XVIII, v lo mismoocurre hoy con grandes valores de lahistoria asiática, o ignorados o incolllprendidos." "Todos los pueblos poseenuna morada vital y a veces hay entreellas aparentes analogías, e incluso unanálogo mobiliario humano rferrocarriles, carreteras, hoteles, etc.] Piénsase entonces que el mundo de los hombres esuno, y que llegará a serlo del todo cuande los beneficios de la civilización seextíendan aún más. Obsérvese, no obstante, que mucho de lo visible en dicho 'mobiliario' vital no deriva auténticamente de las posibilidades de la pro-
pia vividura." La existencia en el mundohispánico de instituciones consagradas ala ciencia y al racionalismo, y la presencia, incluso abundancia a veces, deciertas manifestaciones exteriores deciencia y técnica -ferrocarriles, automóviles, incluso centros de energía atómica, como pronto los habrá- no significaque dichas instituciones y tales productos de la ciencia y la técnica ocupen enel mundo hispánico el mismo lugar queen otras partes. El mundo hispánicoacepta los varares técnicos "objetivos",pero colocándolos al servicio de la glorificación de la persona, de la exaltaciónde los valores humanos tales como elvoluntarismo, el personalismo, el caudillismo. Lo abstracto y general se haceconcreto y apasionado, personal, violento, arrebatado. Un ejemnlo literario ayuda a precisar estas diferencias: pensemos en los sutiles matices que separanel Don Juan español de Tirso, vendaval
Toynbee- "es también dialéctico"
de pasiones, en que e! desbordamiento dela voluntad de vivir v triunfar desemboca en problemas Ú~ológicos frente aun Dios personal, y e! Don Juan reflejado en la cultura francesa por obra ygracia de Moliere. El Don Juan españoles arrebatado y violento; el francésmás refinado y razonador, trata' de in~d~cir a que blasfeme a un pobre mendwo que le pide limosna por amor delCielo, yac ab a socorriéndolo "pourI'amour de l'~~manité". Mientras Quevedo y GraClan transforman el estiloliterario en la más personal de las armasofensivas y defensivas, Descartes 10 desnuda y simplifica para llegar a "ideasclaras y distintas" y abrir paso a todoel racionalisnlo moderno. La línea que".a de De~cartes, el que creía que el sentIdo comun era la cosa mejor repartidadel mundo, a la Revolución Francesa,con su culto a la Diosa Razón a la Humanidad, al Progreso, ha sido' exploradanumero.sas veces. Baste señalar que noes pOSIble trazar línea análoga en e!mundo de lengua española: las influencias visibles de la Revolución Francesay su culto al racionalismo en las Constituciones de los países de lengua española hacen más patentes las diferencias(me separan ambos mundos. Bien sabidoes que las Constituciones de dichos países encubren con frecuencia el más desnudo personalismo y caudillismo. Los"factores reales de poder" se concentrancon frecuencia en estos países en manosde un "condottiere", tirano, cacique, o
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dictador, que gobierna con frecuenciaamparándose en la Constitución violada y pretendie~do salvaguardar los principios democráticos y racionalistas enella inscritos. Se nos dirá que las Constituciones no se cumplen a la letra -tanto si son racionalistas y democráticas como si no lo son- en ningún país delmundo. También en este caso se tratade una cuestión de matiz. Es cierto queno se cumplen. exactamente en otrospaíses; pero las diferencias entre la teoría y la práctica son menos descaradase irritantes en otras partes. Los recientes estudios sobre la Constituciónmexicana de 1857 vienen a confirmareste carácter efímero, artificial y marginal de las grandes ref~)fmas. li~e:alesy progresistas en los paIses hIS~a11lCos.
Las reformas impuestas desde arnb~ porminorías "europeizantes" y progresI.stas,bien intencionadas, y con frecuencia llevadas a cabo por hombres de intelirenciay heroísrrio jamás bastante alabados, sehallan siempre en peligro al no ser aceptadas sino a regañadientes por la m~sa
de la población. Tal cosa ha ocurndocon el erasmismo en el siglo XVI, con laConstitución de 1812 en la España ochocentista, con 'la Reforma en el .Méxicoporfirista. No es extraño que SI sumamos tantos matices diferenciales, si añadimos uno a otro todos los rasgos queseparan el mundo. hispánico de las otraszonas de la civilización occidental. v nrocedemos con un criterio no lJIistó¡'¡co\,basado simplemente en la situación ?ctual del mundo v no en herencias cll1turales comunes. llegaremos a conclusiones tan imprevistas como irritantes: ellector de la reciente obra de Vera Mirheles Dean, The Structure of the NonT;jIestern W orld, se da cuenta con indignada sorpresa de que la obra contieneun largo capítulo consag-rado a la América Latina considerada como parte delmundo en ~ue impera un modo de vidanI) occidental. Si definimos lo occidentalsimple y puramente en términos de d~mocracia. tecnología y racionalismo, el lIbro de Vera Micheles Dean tiene razón,dentro, claro está, de un esquematismoalgo forzado, dentro de una visión enblanco y negro que desdeña matices yobliga a la autora a clasificar a todoslos países, a todas las zonas, en dos únicas casillas, la del mundo occidental vla de! mundo no occidental. Y claro estállue en ese Laso forzoso es reclamar también .para España el "privilegio" de pertenecer al mundo no occidental. La cosaes mucho más compleja, y no cabedefinir al mundo occidental de maneratan somera. Si subravamos su aspectoracional. saltan a la vista, en pleno corazón histórico de este mundo -o de lacivilización precedente, afiliada a la presente con relación de parentesco, comoquiere Toynbee- una serie de posturasirracionales en el mundo gTie¡;o: el 01'
fismo, el misticismo neoplatónico (y varios aspectos de la obra del propio Platón, etc.). Sin hablar del irracionalismomedieval, de las invasiones de demoniosen el siglo XIV y xv, de los delirios colectivos que con frecuencia sacuden aEuropa y culminan en el nazismo. Siqueremos definir lo occidental por unacendrado amor a la cultura, por la paideia de que largamente habla \VernerJaeger, los monasterios medievales, loshumanistas del Renacimiento y los enciclopedistas dieciochescos, no nos pareceque en el mundo hispánico sea la cultura
Leviatán- "C!a1 le del rmsamiento rspmio/"
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menos apreciada que en otros sectores.Un poeta ilustre es más apreciado y escuchado en México, España o la Argentina que en el Canadá o en Estados Unidos. Pasión y razón, aventura y orden,entusiasmo y contención se mezclan enproporciones diversas en las diversas regiones del mundo occidental; la razónpura y desnuda es una abstracción. dela que la filosofía europea moderna vieneabjurando desde Kierkegaard y Nietzsche, desde Bergson y Unamuno. (Observemos de paso cómo el mundo hispánicosólo ha producido filósofos de ",alla enel siglo veinte, en la bajamar del racionalismo) .
Si, en cambio, definimos 10 occidentalcomo una zona de inquietud, de dinamismo, de inestabilidad, no tendremos yaescrúpulo alguno en incluir en ~l al m~ndo hispánico. Inquietud, dinamismo e mestabilidad que no excluyen cierta actituddefensiva, e incluso· cierta absorción deelementos no occidentales allí donde eloccidente (y el mundo hispánic.o) quedaadyacente a culturas no oCClder:tal~:;:absorción de elementos moros y JUdlOSen España, de elementos precortesiano:'(o en algunos puntos de r.estos de cu~
turas africanas) en el contmente amencano. Esto obliga al mundo occidental aentablar un diálogo con culturas no occidentales. El diálogo no ha concluído.y tales diálogos, aunque sean incómodos,aunque nos estorben en nuestro afán clasificador, aunque nos impongan nuevosproblemas y matices nuevos, suelen serhistóricamente fecundos.
Ahora bien: la técnica del diálogo tieneotro nombre: se llama dialéctica. La dialéctica aplicada a la historia cuenta conraíces no occidentales: la tensión armónica entre Ying y Yang, la lucha entreun mundo de luz y un mundo de tinieblas entre los primitivos persas (cuyo ecose ha observado recientemente en unode los textos del Mar Muerto), el maniqueísmo del joven San Agustín. En elmundo occidental, la dialéctica -Heráclito, Sócrates, Proclo, Schleiermacher,Hegel, Marx- es un intento por organizar la naturaleza y la historia segúnciertos ritmos, y hacer que de las oposiciones v contrastes surja una posibilidad de ~lOvimiento, cambio y progreso.(Para el griego, más interesado en lanaturaleza que en la historia, la dialéc-
tica es un método para investilTar la realidad y ~legar a. definir las bideas quesustentan tal realidad.) A partir del sigloXIX la historia ocupa en el mundo occidental, obsesionado con la evolución elcambio, el progreso, un lugar central '; yla dialéctica, en Hegel o Marx, es elpunto, que sin cesar se desplaza y progresa, en que historia y filosofia se unenen apretada conexión. Para Hegel, segúnfrase de Ferrater Mora, "los momento;;dialécticos de la tesis, la antítesis y lasíntesis son los momenots del desenvolvimiento de lo que es en sí hasta llegar,a través de su ser en otro, al ser en ypara sí mismo". Es éste el gran descubrimiento del romanticismo alemán explícito ya en Fichte, implícito en la' viday la obra de Holderlin, Novalis, y otrospoetas románticos: para llegar al ser hayque perderse en la otredad; sólo dejandode ser nosotros mismos podemos volver,enriquecidos, a nuestro propio centro;nos conocemos y nos definimos, no mediante el aferrarnos a nuestro propio ser,sino en la entrega, el abandono, el diá\ogo; como dirá en nuestro tiempo Breton, la véritable existence est ailleurs. Elyo necesita del no-yo para definirse yprecisarse; el hombre necesita del amor,que lo exalte y lo saque fuera de sí, parano perderse en un estéril narcisismo. Elser de Hegel vuelve a sí mismo tras unalarga marcha por la naturaleza y la historia. Todo diálogo -toda dialécticaimplica un salirse fuera de uno mismo,un escuchar que nos convierte por unmomento en nuestro interlocutor. Marxaplica el diálogo a un plano estrictamentehistórico, halla en la oposición entre lasclases sociales las fuentes más activasdel cambio histórico y del progreso, yapunta hacia el día en que cese el diálogoporque ya haya llegado el hombre a laplenitud de su ser histórico, a la armonía
. de sus ímpetus, y pueda dedicarse a latarea de ser, no a la de luchar por llegaral ser.
En una u otra forma son también dialécticas las grandes obras sobre el ser delos pueblos hispánicos de que hablábamosen la primera parte de este capítulo, ylo es también el libro, más amplio y general, puesto que abarca todas las civi-
,!izaciones y todos lus períodos históricos,/1 Study 01 History, de Toynbee. Nosinteresa ahora aclarar en qué sentido secomplementan tales visiones dialécticas dela historia.
Para Martínez Estrada lo esencial es 'el diálogo -diálogo desolado y desolador- entre el gaucho y la pampa. ParaPaz, el laberinto de la soledad de queel mexicano trata de escapar es la vidacompleja e incompleta en que un pueblotrata de interiorizar su proceso históricoy poner paz en los hondos problemas internos que lo desgarran. Para AméricaCastro el diálogo entre cristianos, morosy judíos crea la España moderna y también la lastra con una serie de actitudespeculiares y problemas insolubles que hayque ir llevando a cuestas. Si consideramosal paisaje como creación humana -encontraposición a la naturaleza o la geografía, ajenas al hombre, el paisaje essiempre, como quería Amiel, un estadode alma- se trata en todos estos casosde problemas internos, de "vivir desviviéndose". y la en fermedad propia de lospueblos hispánicos será un desgarramiento íntimo a duras penas superado. Frentea esta dialéctica interna, la dialéctica quepropugnan o t r a s tendencias históricas(con excepción, quizá, de algunas páginasde Dilthey) es al mismo tiempo másabstracta y más exterior. No nos reconocemos a nosotros mismos, con nuestrosproblemas y nuestras esperanzas, en lastríadas de Hegel. Marx es ya más terreti terre, y la indígnación de sus mejoresmomentos tiene un sabor más humanoque la espléndida serenidad sideral deHegel. Pero en los pensadores hispánicosa que nos hemos referido hay una recrea:ión artística de las esencias históricas quepresta a los conflictos íntimos que describen toda la grandeza trágica y atormentada de un héroe de novela dostoyevskiana y una complicación psicológicasin la cual personas y momentos históricos nos parecen hoy desdibujados y como de cartón. Hegel nos dice que lo concreto puede hacerse espíritu. Castro, Estrada o Paz nos muestran el rítmico fluirde lo concreto espiritualizado, del espírituconcretizado, en el inquieto discurrir interno, en la dialéctica subjetiva de lospueblos hispánicos.
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Frente a estos tres pensadores la obrade Toynbee es a la vez más y menos.Más, porque es de una ambición y unacomplicación casi ilimitadas, superadastan sólo por las más completas sumasmedievales y por la obra de Hegel. Menos, porque en su afán de trazar grandeslíneas generales Toynbee nos lleva a unplano menos vivo, concreto e inmediato;le interesan demasiado el nacimiento y lamuerte de las culturas (o su conservación y supervivencia en las iglesias-crisálidas) para prestar minuciosa atencióna las situaciones de conflicto en que lasculturas se debaten y tratan de tomarconciencia de sí mismas. La obra. comenzada en 1921 y terminada en 1954, se hamodificado sensiblemente durante el curso de su elaboración: la creciente importancia dada a las religiones crea unafalta de equilibrio entre el final de laobra y sus primeros volúmenes. Pero elhecho esencial que nos interesa destacarahora es que Toynbee da cabida en suidea de la historia a varios tipos de dialéctica, algunos de los cuales se acercanmucho a ·los de las obras hispánicas citadas. La dialéctica de "reto y reacción"es, de todas, quizá la más mecánica, aunque, aplicada a pueblos tan dispares comolos egipcios y los esquimales, produzcar e s u 1t ados sumamente interesantes. Avaincre sans péril on triomphe sans gloiresegún el clásico verso de Corneill'e: lo~egipcios triunfan no porque la vida seafácil y abundante en el valle del Nilosino por todo lo contrario: porque eÍtrabaj~ de cultivo, arduo y complicado,les obhga a coo.rdinar esfuerzos y voluntades. Los esqUImales quedan paralizadosporque el ambiente exterior, duro en demasía,. polariza todas sus energías y noles deja un sobrante de esfuerzo sin elcual, por mínimo que sea, toda empresade progreso y civilización resulta imposible. La dificultad debe, pues, ser grande, pero no excesiva. Ya fundada unacultura, ésta se vitaliza con frecuencian:e.~iante un proceso de dialéctica y opoSIClOn frente a culturas vecinas: al diálogo, frecuentemente áspero, con el mundo ext~rior, sigue el diálogo con las culturas cIrcundantes: los egipcios, por ejemplo, fueron galvanizados por los sucesivos1J:1pactos de los Hyksos, los "pueblos m:lnnos", los asirios. persas y mecedonios.lo cual les permitió prolongar la vida desu cultura en forma casi increíble. Y,finalmente, en las partes IX y x de suobra trata Toynbee de los contactos dialécticos y de "colisión" entre civililiaciones contemporáneas, y de la dialéctica enel tiempo, o sea de los contactos entreuna civilización viva y otra muerta, quetodo renacimiento. presupone. Estamos yaen terreno conOCIdo: el de un conflictode valores. El conflicto se desarrolla enla intimidad de los pueblos -o de susdirigentes- y culmina con decisiones tendientes a aceptar o rechazar los nuevosvalores. Se analiza así en forma sistemática el conflicto con "la otredad". Si "losotros" no son "el infierno", como quiereSartre, poco les falta: son un eterno vturbador problema. Lo más cómodo essin duda, la postura de los fanáticos que: .,como el yemenita de que habla Toynbee,rechazan en bloque todo lo extranjero,por temor de que si aceptan una parte,111cluso en apariencia insignificante tengan después que ir aceptando otras.' Pueslas culturas son un todo unitario, y elfra~mento que aceptamos retoñará y acahara por reproducir la totalidaci. Cabe,
"Jil mito dr Sontia.!Jo se sobrepone al terror"
también, la postura opuesta: la tensiónculmina en un intento de reforma totalen que una cultura vuelve a moldearse aimagen y semejanza de otra, con éxitomás o menos completo. En todo caso, elcontacto entre dos culturas determina unacrisis. La invasión total de que el mundooccidental ha hecho víctima a los demáspaíses les ha obligado a una revisión devalores en que todavía se debaten. A su
EL MAR SENTIDO Y
QUIEN podría vivir en la tierraSi no fuera por e! mar.
Cernuda.-j Oh cuánto yerra
Delfín que sigue en agua corza en tierra!GÓngora.
Porque están las dos Osasele bañarse en el mar siempre medrosas.
Fmy Luis de León.Escollo de cristal, meta del mundo.
El Padre de las aguas coronadode blancas olas y de espuma verde,l~esiste obediente y tierra pierde.
Si hay ondas mudas y si hay tierra leve.Vencida al fin la cumbre-del mar siempre sonante.La selva se confunde, el Mar se altera,Rompe Tritón su caracol torcido,Sordo huye -e! bajel a vela y remo.
GÓngora.y para los gentiles carros de alas de linoen relevos constantes hay corceles de
(viento.Ramón Pérez de Ayala.
Derramado y sonoro el Océano.Quevedo.
No es agua ni arenala orilla del mar.El agua sonora,La espuma sencilla.El agua no puedeformarse la orilla.
José Gorostiza.Voluta ancha 'de acero quedaríaele súbito fraguada si el instantesiguiente no derribase la alta fábrica
. . . .Bajo cielos altísimos y negros111uge -c1amor- la honda
UNIVERSIDAD DE MEXICO
vez, el ·mundo occidental está recibiendoel impacto de otras culturas, y su inseguridad frente a sus propios valoree;; crecepor momentos. Infierno o espejo, abismoo tierra firme, la otredad, lo extraño, lono occidental, lo no europeo es ahora unindispensable interlocutor. N o 11ay cuadrosin marco que lo encierre, que lo limitey lo niegue.
Pensemos que en,. el mundo hispánicoeste proceso dialéctico viene produciéndose desde hace ya muchos sigl?s y queello ha producido nuevos y ricos modosde vida. Ello ayudará a no d~sesperar alos epígonos de "la decadencia de occidente". El propio Toynbee cree en unsincretismo religioso y cultural. Tales intercambios no son cosa fácil ni placentera.No se trata de intercambiar pacíficamenteunos cuantos dioses, unas cuantas costumbres, unas cuantas instituciones; se tratade que formas de vida parecidas, quizá,a las del mundo hispánico, con su sentimiento trágico de la vida y de la historiaproducido por incesantes conflictos devalores occidentales y [10 occidentales,pueden -y quizá deben- generalizarsepronto en el resto del mundo. SegúnTovnbee la combinación de' culturas esya 'inevitable. Y también lo serán, portanto, los conflictos y el "vivir desviviéndose" que tal combinación forzosamenteacarrea: el mundo hispánico, con sus esplendores y sus miserias, puede habersido una especie de ensayo general delsincretismo anunciado por Toynbee.
EL SENTIDO DEL MAR
boca, y pide nocheBoca -mar- toda ella, pide noche:N oche extensa, bien prieta y grandepara sus fauces hórridas, y enseñatodos sus blancos dientes de espuma.
Vicente Aleixandre.Castellanos de CastillaN unca habéis visto ·la mar.Alerta que en estos ojosdel Sur os traigo toda la mar.
Pronto el verde de la marla escama azul del pescadoy el remo para remar.
Alberti.... Siente la inmensidaddé lo breve y humilde en ritmo diversoque palpita en el alma de su pobre uni-
(V:ersoy ante lo ignoto siente un ansia de llorar..
Y yo pienso que RosaNo ha visto nunca e! mar.
Enrique González Martínez.En Córdoba, la serrana,En Sevilla, marineray labradora, que tienehinchada hacia el mar la vela.
Antonio Machado.¡Hola! que me lleva la ola.¡hola! que me lleva la mar.N o hay tiempo para mi faltarme el tiem
(poYa son de! mar las olas mis cuidadosLa que se acaba crece con la que viene.
Lope de Vega.La sal del mar en los labios¡Ay de mí!La sal del mar en las venasY en los labios recogí.
José Gorostiza.