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    CAPITALISMO Y PORNOLOGÍA LA PRODUCCIÓN DE LOS CUERPOS SEXUADOS

     JORGE PAVEZ / LILITH KRAUSHAAR

    EDITORES

    QILLQAUNIVERSIDAD CATÓLICA DEL NORTE

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    CAPITALISMO Y PORNOLOGÍA

    LA PRODUCCIÓN DE LOS CUERPOS SEXUADOS

     JORGE PAVEZ / LILITH KRAUSHAAR (EDS.)

    © Universidad Católica del NortePrimera edición de 500 ejemplares: mayo de 2011Inscripción en el Registro de Propiedad Intelectual Nº 203.787ISBN 978-956-287-327-7

    QILLQAInstituto de Investigaciones Arqueológicas y Museo R. P. Gustavo Le Paige s. j.Email: [email protected] - San Pedro de AtacamaCasilla 17, Correo San Pedro de AtacamaRegión de Antofagasta - ChileTel.: (56 55) 851066Fax: (56 55) 851002

    Esta publicación y el seminario que le da origen fueron auspiciados por:el Programa de Posgrado en Antropología del Instituto de Investigaciones Antropológicas y Museo R.P.Gustavo Le Paige S.J. (Universidad Católica del Norte);el Proyecto MECESUP UCN 07703 “Fortalecimiento e internacionalización de los estudios de posgradocon excelencia académica en ciencias antropológicas”;el Proyecto de investigación FONDECYT 11080269 “Trabajo minero y trabajo sexual: configuracionesmateriales y discursivas de las relaciones de sexo/género en las ciudades mineras del norte de Chile”.

    La publicación y el seminario fueron también patrocinados por:el Departamento de Filosofía de la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación, yel Laboratorio de Desclasificación Comparada.

    Ocho Libros Editores Ltda.Providencia 2608, oficina 63Providencia

    www.ocholibros.clEmail: [email protected]: (56 2) 3351767

    Diseño: Ocho Libros EditoresImagen de portada: Colotipo de Eadweard Muybridge, “Woman Getting into Bed”, de la ser ie AnimalLocomotion, 1887.

    Impreso en Chile por Imprenta Salesianos S.A.Hecho en Chile / Printed in Chile

    Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida o transmitida, mediantecualquier sistema, sin la expresa autorización de los propietarios del copyright.

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    Introducción .................................................................................................. 11

     Jorge Pavez & Lilith Kraushaar 

    I. UTOPÍA, MÁQUINAS  Y PROPIEDAD  Feminismos del segundo sexo ...................................................................21

       Alejandra Castillo

      En mi propio cuerpo. Hospitalidad / Propiedad / Soberanía ....................26

     

     Alejandro Madrid Z.

      Para leer el Cautiverio feliz ..........................................................................41

      Rodrigo Naranjo

      A partir de una utopía lévi-straussiana

      Cuerpos, máquinas, pornografía ...............................................................64

       André Menard 

      Jenny .........................................................................................................84

      Willy Thayer 

    II. HISTORIA, TRABAJO  Y CAPITALISMO  Comunidad e inmunidad sexual. A propósito del intercambio

    económico-sexual en una historia social de Chile (siglos XIX-XX) ....... 105

       Jorge Pavez Ojeda

      De la trasgresión a la criminalización.

      Los cuerpos de la cordura en la época colonial ........................................155

     

    Margarita Iglesias Saldaña  Antes de la ley. Salvajismo y comercio sexual en

    Tierra del Fuego y Patagonia austral, 1884-1920 .....................................180

       Joaquín Bascopé Julio

      Nombrar, usar y abusar del cuerpo en las faenas del nitrato

    antes de la gran crisis de 1930 ................................................................. 217

      Sergio González Miranda

      La transformación de la conciencia obrera minera en la fase de

    transnacionalización del mercado interno .................................................241

      Francisco Zapata S.

    ÍNDICE

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     JENNY1

    Willy Thayer

    Si se ha podido ficcionar que en un comienzo fue la

    mano natural   lo que condujo a la creación de la  Jenny 

    como interfaz; y que en un segundo momento, la

    interfaz creada, fue desarrollándose hasta disponerse

    como campo ilimitadamente expandido, esta ilimitación

    termina incluyendo, como posibilidad suya, la “supuesta

    mano natural” que flota, ahora, como una terminal más

    entre las virtualidades de la  Jenny, en su inmanencia y

    multiplicidad abstracta.

    MARX, Grundisse II 

    I

    La lectura que les voy a proponer de la spinning Jenny de Marx fue elaborada para

    una ocasión diferente de esta. Lo que intenté sugerir, en aquella ocasión, fue que

    cuando Walter Benjamin, en el texto La obra de arte en la era de su reproductibilidad téc-

    nica, sindicaba a la fotografía como epítome o resumen de la Revolución Industrial,

    lo que hacía, en realidad, era traducir a la Jenny. En ese contexto en que intentaba

    analogar la fotografía de Benjamin con la Jenny de Marx, sobre todo la matriz barroca

    que operaba en ambas, la potencia de plegar bajo (y de plegarse a) sus respectivas

    performances las potencias de vida, fue que conversé de estas maquinitas con Jorge

    Pavez. Y entonces surgió la idea de que expusiera sobre la Jenny en algún encuentro

    próximo, encuentro que resultó ser este mismo.

    Hace un mes más o menos, cuando recibí el programa general de este seminario,advertí que el breve texto sobre la Jenny que había escrito en relación a la cámara

    fotográfica de Benjamin, exigía un añadido, un elemento que lo readecuara para

    1 En 1764, el mecánico James Hargreaves inventa la spinning Jenny (o simplemente Jenny).

    Hargreaves bautizó esta máquina con el nombre de una de sus hijas (no la iba a llamar con

    el nombre de uno de sus varoncitos). La trayectoria sucesiva de la Jenny, tal como se expone

    en la secuencia Wikipedia, desde un estadio primitivo hasta uno desarrollado, proponién-

    donos la evolución cronológica de una máquina monolateral, especial izada en la hilande-

    ría, y en un esquema principio medio fin, choca con el devenir de la Jenny tal como nos

    lo propone Marx en El Capital . No encontramos en El Capital, el relato evolutivo de unamáquina especializada bajo el esquema principio  medio fin; sino la sugerencia de un

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    Willy Thayer 

    este seminario. Me propuse entonces adosarle un marco, un parerga, una especie de

     passepartout  poroso, que reorientara su escucha adecuándola hacia las posibles discu-

    siones más específicas de este coloquio.El marco en cuestión tendría que posibilitar una lectura de la  Jenny como es-

    quema comprensivo, a la vez crítico o deconstructivo, de las llamadas Instituciones

    Totales. Esta expresión, Instituciones Totales, alude inmediatamente, como se sabe, a

    las instituciones de encierro contemporáneas, cárceles de alta seguridad, a las celdas

    de incomunicación, a zonas de detención como la de Abu-Graib, campos de con-

    centración o de refugiados, a los manicomios de los llamados enfermos crónicos,

    a los encierros de los condenados a cadena perpetua. Por extensión, a la ciudad, la

    cotidianeidad, los hábitos y sobreentendidos. Pero también, y sobre todo, a micro

    instituciones totales cotidianas, que a diario experimentamos como mortificación,

    aunque sea por breves instantes; aunque la experiencia del tiempo en ellas, en su

    1. Modelo de la spinning Jenny en un museo de Wuppertal. 2. La spinning Jenny mejorada

    usada en fábricas textiles. 3. Lamule Jenny

     automática de Robert. 4. Máquinaspinning 

     auto-mática de 1889, Alemania. 5. La spinning Manchester  de 1892. 6. Una mule spinning  de 1962.

    1

    4

    2

    56

    3

      devenir inespecífico, abstracto, transgenérico, de una máquina que se expande espacial,

    cuantitativa y funcionalmente de modo multidireccional y simultáneo; disyuncional. En

    su devenir inespecífico, la Jenny de Marx se va plegando y ensamblando según indefinidas

    terminales, de la más diversa índole o especie, a medida que se expande planetariamente.

    Su movimiento no se reduce simplemente a un proceso de desarrollo dialéctico que supera,

    incorpora y suma más y más funciones de modo sistemático en un cuerpo interdisciplinariototal organizado polifuncional. Mas como la vida, la Jenny de Marx se abre caminos erosio-

    nando especificidades, sistemas, identidades, en un devenir simultáneo que crece por el medio, 

    cargado de pulsiones segmentarias, sin ninguna pulsión o sentido general.

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     Jenny

    pasaje, pueda devolvernos a la eternidad o, en cualquier caso, a un tiempo que no

    parece hospitalario con la experiencia.

    Hace dos semanas tuve la oportunidad de escuchar, en un seminario parecido aeste, en cuanto a su circulación de afectos digo a Renato Curcio, quien había termi-

    nado de cumplir una condena de 20 años en una cárcel de alta seguridad en Italia.2 

    En su exposición nos decía que a partir de un determinado momento, durante su

    encierro, había hecho suya, junto con otros internos, la hipótesis que muchos especia-

    listas, a mediados de los setenta, sostenían a propósito de las Instituciones Totales. La

    hipótesis en cuestión afirmaba que estas instituciones lo eran esencialmente de mor-

    tificación. De mortificación en sentido fuerte, es decir, instituciones que producen,

    que obran, la muerte, que fabrican cadáveres, cadáveres en un número significativo

    de suicidas, cadáveres por golpizas, por enfermedades, por demencia. Por lo tanto que

    no se trataba en ellas de ejercer mortificaciones disciplinarias, en el sentido que indu-

     jeran el fomento de una subjetividad productiva en la cohesión social.3 No se trataba

    en ellas de una farmacopea que fomentara la vida quitándola mediante mortificaciones.

    Tales instituciones lo eran, según la hipótesis de aquellos especialistas, técnica, esen-

    cial y directamente de mortificación; en el sentido del bloqueo hasta la asfixia de las

    potencias de vida, en cualquier parte que ellas se manifestaran, mediante el estrés y la

    depresión anímica de la incomunicación, la privación de sensaciones; y más especí-

    ficamente, mediante una técnica de daño neurofisiológico intenso e irreversible, detraumatismos múltiples y violaciones. Si es efectivo que “contemplada desde el lado

    de la muerte la vida consiste en la producción del cadáver”,4 estas instituciones con-

    templaban al viviente que entraba en ellas, solo desde el lado de la muerte, de lo que

    ellas debían producir, desde su obra: el cadáver.

    Fue la apropiación de esta hipótesis la que habría estimulado a Curcio a investi-

    gar sobre qué tipo de actividades, dentro de la institución mortificadora, pudieran,

    en mortificación, potenciar la vida, de-potenciar la mortificación. Qué tipo de ac-

    tividades inmanentes a las potencias y agencias mortificadoras, y apoyadas en ellas,

    podrían potenciar la vida, sin perseguir con ello un fin disciplinario, terapéutico, nifinalidad alguna, más allá de la simple afirmación de la vida.

    2 Jornadas Umbrales, 2-6 de noviembre 2009, Universidad Internacional de Andalucía.

    3 No se trataba de castigos como ese proceso de golpes dolorosos/placenteros que, en el

    Gorgias Platón denominaba la kolakeia, un mecanismo pedagógico para hacer surgir el

    alma (la orthotes), la cohesión, el organismo, ahí donde solamente había un agregatum de

    pasiones y elementos descompuestos.

    4 Walter Benjamin, Ursprung des deutschen Trauerspiels, Frankfurt am Main, 1989 (El origendel drama barroco alemán. Madrid, 1990. Traducción de José Muñoz Millanes).

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    Willy Thayer 

    En la apuesta de Curcio resonaban, consciente o inconscientemente, muchos

    enunciados o sintagmas que circulan en los debates contemporáneos sobre la guber-

    namentalidad, la pena de muerte, las instituciones de encierro, la soberanía. Enuncia-dos como el de Bichat (1771-1802), según el cual, la vida sería “el conjunto de las

    funciones que resisten a la muerte”, como si las potencias de vida se desarrollaran

    exactamente en el mismo espacio que la mortificación, como si mortificación y

    vida fueran la doble faz, el rostro jánico, espectral, de una misma realidad. Resona-

    ban también sintagmas de Michel Foucault, sintagmas tales como, y cito: “las fuerzas

    que resisten al biopoder se apoyan sobre aquello mismo que el biopoder subsume,

    es decir, se apoyan sobre la vida y sobre el hombre en tanto que es viviente; se apo-

     yan en la vida que, siendo objeto de poder, se dirige contra el dispositivo de poder

    que se propone controlarla”.5 Resonaban enunciados como este de Deleuze, cito:

    “La vida se convierte en resistencia al poder cuando el poder asume como objeto

    la vida... las dos operaciones pertenecen al mismo horizonte”.6 Como si lo agente

    de la vida fuera al mismo tiempo lo paciente de la mortificación; y lo agente de la

    mortificación lo paciente de la vida, en donde agente y paciente de mortificación,

    agente y paciente de vida, entraran en un umbral de espectral indistinción.

    Agamben, que ha referido alguno de los enunciados que recién les citaba, remite

    también a Spinoza, a los estoicos. Estos últimos, nos dice Agamben, se habrían ser-

    vido del verbo “pasearse” para tematizar la vacilación infinita entre agente y paciente.En el paseo, la causa agente del paseo es inmanente al efecto paciente del paseo

    mismo. En la comunicación de Curcio, en la propuesta de indagación sobre qué

    tipo de actividades inmanentes a las potencias y agencias mortificadoras, y apoyadas en ellas,

     podrían potenciar la vida, sin perseguir con ello un fin terapéutico, resonaba la vacilación

    infinita entre el agente y el paciente de mortificación y de vida; vacilación infinita

    entre agente y paciente que ya no podía atribuirse simplemente a un sujeto, a un

    principio intencional. Probablemente el paseo en el patio de la cárcel, o en la celda,

    el paseo de la preocupación en cualquier parte, el peripatetismo del estrés, sea la

    mejor expresión de ese instante indecidible entre agente y paciente de mortifica-ción y de potenciación de la vida, instante indecidible que ya no pertenece a sujeto

    ni máquina decisional alguna, aunque sea inmanente a ellos.

    El  paseo  de que hablaban Spinoza o los estoicos, había sido traducido por

    Curcio en la actividad de la conversación, entendiendo la conversación como un

    salir de paseo en el lenguaje . Un poco como Benjamin comprendía la conversación

    5 Cit. en Giorgio Agamben, “L’immanenza assoluta”, La potenza del pensiero, Vicenza,

    2005 (“La inmanencia absoluta”, La potencia del pensamiento, Buenos Aires, 2007).6 Cit. en ibíd .

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     Jenny

    en su ensayo El Narrador . Y Curcio remitía explícitamente a ese ensayo. Porque

    en ese ensayo de Walter Benjamin, en la conversación, en las istorías (sin h) que,

    nos dice Benjamin, surgían entre los laburantes en el taller del artesano, en losrelatos como hebras sueltas, sin articulación general, sin juicio o tribunal, como

    “citas a la orden del día”, la vida afirmaba sus potencias en medio de la mortifi-

    cación del trabajo.

    La conversación es inmanente a esa institución total que es el lenguaje, institu-

    ción total del lenguaje; lenguaje como institución total que Nietzsche, que Artaud,

    pero más contemporáneamente Blanchot y otros, en diversos momentos, denun-

    ciaron como lugar en el cual las legiones del poder hacen su primavera. Porque el

    lenguaje consiste en una legislación que obliga a decir según una sintaxis férrea,

    según géneros y especies, sujetos y predicados, cuando parece dejarte hablar como

    en una llanura por la que caminas sin sorpresas.

    No se trataba para Curcio, ni tampoco para Benjamin, creo, de comprender la

    conversación, y los relatos que sueltamente van apareciendo y disolviéndose en

    ella, como una actividad crítica parecida a la que Barthes o Valéry proponen, en el

    sentido de activar en el lenguaje con el lenguaje, a contrapelo del lenguaje, una zan-

    cadilla a la lengua, hablando de la lengua, visibilizando su tiranía, mientras hablas en

    ella. No se trataba de esa “revolución” en el lenguaje que Barthes designaba como

    literatura en el sentido de Mallarmé, de Kafka, de Joyce. Se trataba de algo aparente-mente más simple y posible en los espacios de mortificación carcelaria. De lo que

    se trataba era que en la conversación saliera a respirar la experiencia, la vida como

    experiencia, es decir: la vida como aquello que te pasa, y que pasándote, te libera, te

    potencia, sin que tú puedas simplemente articularte en ello; y sin que, al mismo

    tiempo, termine por dislocarte completamente. La vida como experiencia, es decir,

    como aquel acontecimiento que desbloquea, erosiona, imprimiendo en ella una

    marca indeleble; sin que esos acontecimientos aniquilen la posibilidad misma de la

    experiencia, y sin que puedan simplemente ser re-articuladas en los dispositivos de

    hábito. La conversación como zona de respiración, como suelta articulación, comosalir de paseo con el fantasma, pero en donde esa respiración, ese paseo, no es puesto

    a trabajar en el sentido terapéutico del duelo, del triunfo, del progreso, y más bien

    persevera en la interrupción desobrante o proliferante.

    William Blake y Federico Nietzsche escribían que la vida era una efímera y fan-

    tasmal interrupción de la muerte . Marx en la Ideología Alemana, escribía que la vida era,

    antes que todo, producción y reproducción de la vida en un horizonte de necesidades

     y escasez, presuponiendo como escenario una lógica del hambre que atrapaba a la

    vida en la esclavitud teleológica de su autoproducción y reproducción, escogiendo la

    esclavitud del trabajo como si se tratara de su salvación (Spinoza).

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    Willy Thayer 

    Resonaban en las palabras de Curcio, estas otras palabras de Benjamin, cuando

    sugería que la revolución, la irrupción del Mesías (y hemos de entender esto aquí,

    como brote de vida o deseo) no era un magno acontecimiento, como el de las To-rres Gemelas,7 sino una operación minoritaria, inmanente a la más inaparente ruti-

    nariedad de los días, a saber: la cotidiana e inaparente declaración del verdadero estado

    de excepción; esto es, una excepción que no funda, que no instituye, que suspende la

    institución, que no conserva reglas.8 Una respiración que, en los contratos judicia-

    les, en el marasmo de las máquinas cotidianas que estetizan la vida en estereotipos

    seriales, había de activarse, abasteciendo tales máquinas e interrumpiéndolas a la vez,

    en la medida de lo posible: cito a Benjamin, “cada segundo es una pequeña puerta

    por la que puede entrar el Mesías”; “a nosotros, como a cada generación que vivió

    antes que nosotros, nos ha sido dada una débil fuerza mesiánica”.9 Esa vida, esa respiración o desbloqueo, ese verdadero estado de excepción, no

    sería algo determinable, capitalizable, apropiable, porque es justamente la capitaliza-

    ción aquello que interrumpe. Ese verdadero estado de excepción se parece mucho a lo

    que Deleuze llama vida abstracta, en el sentido de pura indeterminación virtual .

    Mediante la activación del paseo cotidiano y de la conversación como un “salir

    de paseo por el lenguaje”, se introduce un correctivo mínimo, aunque absoluto,

    en la hipótesis primera asumida por Curcio. Si las instituciones totales lo eran de

    mortificación en sentido fuerte, es decir, de mortificación como unos procesos uni-laterales de fabricación de cadáveres, de “hacer morir sin dejar vivir”, o de “hacer

    vivir sin dejar morir” (como en la tortura), en ellas mismas, en ese entendido, en

    la materialidad, en la inmanencia misma de sus soportes, podían activarse desobra-

    mientos, erosiones que potenciaban la vida.

    De este modo, en el nombre Institución Total, en que resuena ese otro de obra

    de arte total (Obra de arte total Stalin, por ejemplo, título del relativamente reciente

    libro de Boris Groys10), la palabra institución no quiere decir solo cosa establecida,

    fundada, canonizada. La palabra institución significa también, como para Guattari,

    para Deleuze, la acción de instituir, la potencia instituyente, lo cual abre una espec-tralidad en el propio nombre Institución; desata una espectralidad, una virtualidad en

    7 Jacques Derrida, Le Concept du 11 septembre , Paris, 2004. (“Autoinmunidad: suicidiossimbólicos y reales. Diálogo con Jacques Derrida”, en La filosofía en una época de terror ,Buenos Aires, 2004).

    8 Walter Benjamin, “Zur Kritik der Gewalt”, Gesammelte Schriften  II/1, Frankfurt/M,1989 (“Para una crítica de la v iolencia”, Archivos de filosofía 2/3, Santiago, 2010).

    9 Walter Benjamin, “Über den Begri ff der Geschichte”, Gesammelte Schriften  I/2,

    Frankfurt/M, 1989 (Dialéctica en suspenso, Santiago, 1995).10 Boris Groys [1990], Obra de arte total Stalin, Madrid, 2008.

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     Jenny

    el nombre propio: Institución Total , nombre propio en cuya traza la vida mortificada,

    lo viviente o la vida en estado de mortificación, puede una política, en el sentido de lo

    que “puede un cuerpo”, en el sentido de la pregunta ¿qué puede un cuerpo?

    II 

    La circulación ampliada del capital , en su despliegue planetario, es figurada por

    Marx en el devenir de la spinning  Jenny,máquina herramienta compleja,11 epítome de la

    Revolución Industrial, cuya performance se expone en El  Capital 12 y en los Grun-

    drisse .13 ¿Cuál sería la potencia de la Jenny, más allá de ser homónima de la esposa de

    Marx, para que este le otorgue el rango de acontecimiento, del acontecimiento que

    se revelará, póstumamente, como traza de la Revolución Industrial, traza que recién

    ahora, no hace mucho, post-industrialmente, ingresa en el campo de visibilidad?

    ¿En que consiste la Jenny, el devenir de su nombre propio, la cifra de su devenir?

    La máquina-herramienta-compleja  es un mecanismo que ejecuta funciones aná-

    logas a las que realiza una fuerza de trabajo artesanal con herramientas similares. 14 

    Sólo que el número de terminales-herramientas que la fuerza de trabajo artesanal

    puede manipular simultáneamente, está limitado a la potencia y el talento aurático

    particular de la fuerza de trabajo manufacturera del caso. La Jenny “que hiló en su

    inicio con 12, 18 y hasta con 100 husos simultáneamente”, hace saltar ese límiteimpuesto por el modo de producción artesanal de un cuerpo-máquina de trabajo

    con terminales fijas, endógenas, especializadas, liberando dichos límites, cuantitati-

    vamente primero y cualitativamente después, hacia la vertiginosa agencia de una

    máquina-cuerpo de trabajo inespecífica, abstracta, anorgánica, politécnica, transdi-

    ciplinaria, dispuesta en un devenir proteico, un régimen de virtualización ilimitada

    de su usuariedad.

    11 El paso de la herramienta simple a la máquina herramienta compleja, no reside en el des-

    plazamiento del motor desde la fuerza motriz humana a una fuerza motriz externa, seael agua, el viento, o el buey. Si esto fuera así, habrían máquinas herramientas complejas

    desde que Adán y Eva araban con bueyes el paraíso. La máquina herramienta compleja se

    diferencia de la mera herramienta, no por el quién de su fuerza motriz, si el caballo o el

    hombre, sino porque el número de terminales que puede manipular simultáneamente la

    máquina herramienta, excede absolutamente las posibilidades de manipulación directa

    del cuerpo humano. Esta diferencia introduce transformaciones, antes que físicas, his-

    tóricas. Lo que cambiará con la Jenny es la comprensión histórica de la virtualidad del

    cuerpo y del trabajo.

    12 Karl Marx, Das Kapital , Berlín, 1966 (El Capital , México, 1989).

    13 Karl Marx [1857-1858], Grundrisse II , Grundrisse der Kritik der Politischen ökonomie (Ro-

    hentwurf), Berlin, 1953.14 Marx, Das Kapital .

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    Willy Thayer 

    La Jenny, como cuerpo mecánico, ya había sido ensoñada en el siglo XVII por

    Descartes, en su Tratado del mundo, uno de cuyos capítulos está dedicado al Tratado

    del hombre fingido. Descartes no solo indagó la posibilidad médica de un cuerpo-máquina inmortal, a través del trasplante de piezas. Teorizó la posibilidad de un

    cuerpo-máquina-mathesis de composición, descomposición y recomposición in-

    finita, no solo de sus piezas y su mecánica sino, sobre todo, de sus elementos y

    principios. Una máquina-soberana, máquina-genio-maligno desprendida, en pri-

    mer lugar, del arte:

    porque el arte requiere de un ejercicio y disposición habitual

    del cuerpo que impide que diversas artes puedan ser aprendidas

     y ejecutadas todas a la vez, por un mismo hombre; ya que las

    mismas manos no pueden adaptarse a cultivar los campos y tañer

    la cítara, o a varios oficios diferentes, con tanta facilidad como a

    uno solo, de modo que su ejercitación excelente exige dedicación

    exclusiva.15 

     Y desprendida también, en segundo lugar, y antes que todo, de los principios del

    arte, de todo arte en general, de los principios y elementos de composición. Más

    que interesarle el variado universo de las composiciones, a Descartes lo que le atrae

    es el orden de los elementos, de los principios y las mater ias a partir de los cuales lacomposición se compone. Le atrae el orden de los elementos, porque en tales ele-

    mentos reside el poder, la posibilidad de la composición y, a la vez, la composición,

    la posibilidad del poder. Quien gobierna los principios y elementos de composición

    de los mundos, gobierna no solo los mundos, sino la posibilidad misma de estos.16

    15 René Descartes, Regulae, Œuvres et lettres, Paris, 1953 (Obras escogidas, Buenos Aires, 1967).

    16 El régimen de la composición está, para Descartes, de punta a cabo gobernado por la

    imaginación como poder compositivo de paisajes de diverso orden: físicos y astrofísicos,

    biológicos y anatómicos, urbanos y campesinos, costumbristas de distinto tipo y compleji-dad; retratos, pinturas anecdóticas o abstractas, más o menos coloridas ; ilusiones, recuerdos,

    evocaciones con tintes de ánimo y pasiones de intensidad variopinta; ecos, espectros, más

    o menos plausibles del sueño, el ensueño y el artificio, etc. Según su quehacer lo sugiere,

    la imaginación como facultad de componer paisajes, constituye un poder finito de com-

    posición infinita. Hace a partir de lo que ella no hace, y que le ha sido dado. Requiere

    de materiales y de principios de composición. Se trata pues, en un primer movimiento,

    de suspender el universo de las composiciones o imaginaciones para desentrañar, en ellas

    mismas, los elementos y mecanismos a partir de los cuales están hechas y funcionan. La

    estrategia para su desentrañamiento consistirá en buscar, en ellas mismas, aquello que sin

    ser compuesto, constituye la base de su composición: los principios y materiales a partir

    de los cuales la imaginación los compuso. Principios y materiales que condicionan el po-der de la imaginación como posibilidad constructora de mundos. Una vez despejados los

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     Jenny

    Reiteramos: la actividad liberada por la incontinencia de la Jenny, erosionará loscontratos en que el talento yace confinado a una interfaz feudal. Con la spinning  

    principios y elementos de la imaginación, en una analítica que va de lo compuesto a lo nocompuesto en lo compuesto, queda a la vista, por decirlo así, la escena de las condicionesde la imaginación; condiciones las cuales no serían producto de la imaginación, sino, por elcontrario, su ley, su límite, la prescripción a partir de la cual ella es libre de producir cuantascomposiciones quiera, infinitas probablemente, pero siempre sujetas a los principios que lagobiernan, sin poder gobernarlos ella. La libertad de la imaginación carece, entonces, desoberanía. No tendría la posibilidad de declarar el estado de excepción de los principios quela prescriben; no podría, por lo mismo, decidir sus principios. No es ella su propio poderconstituyente. Resulta más bien ser un principio constituyente a partir de principios cons-tituidos, una especie de cónsul comisarial .

      A esos principios que la condicionan se los denomina comúnmente, principios del enten-dimiento. Tales principios, por constituir las condiciones de la imaginación, decíamos,no pueden ser imaginados ni compuestos por ella, toda vez que ella imagina y componedesde ahí. La imaginación encuentra su límite en el entendimiento. Y el entendimiento,¿es el entendimiento soberano respecto de sus categorías y principios? ¿Puede este declararla excepción de sus principios? ¿Es el poder constituyente de los principios que lo consti-tuyen? Esta, creo, es la turbulencia donde hay que centrar la cuestión de la soberanía delprincipio, del príncipe, de la máquina-genio-maligno, del sujeto, como sujeto sin sujeciónde la sujeción. La pregunta por la soberanía de los principios del entendimiento abre, en eltexto cartesiano, la turbulencia hiperbólica de la soberanía, de la posibilidad de un prin-

    cipio compositivo o de una imaginación que, por sobre el entendimiento o por sobre losprincipios, sea la que, como estado de excepción, decida sin principio los principios; una ima-ginación que sin regla, sin motivo, sin preocupación, sin condición, con total indiferencia ycomo fiat  puro, incondicionado, pueda crear, entre otras cosas, los principios y condicionesdel entendimiento como límites de una imaginación no soberana, sujeta a otra soberanía.“Las verdades matemáticas, que usted llama eternas, han sido establecidas por Dios y de-penden enteramente de Él, lo mismo que todo el resto de las criaturas [...] decir que estasverdades son independientes de él, es hablar de Dios como un Júpiter o Saturno. De ningúnmodo tema para publicar en todas partes que es Dios quien ha establecido estas leyes [...]como un rey establece las leyes en su reino [...] Le dirán a usted que si Dios ha establecidoesas verdades, las podría cambiar como un rey hace con sus leyes; a lo que hay que respon-

    der que sí, si su voluntad puede cambiar. Pero yo las comprendo como eternas e inmutables. Y pienso lo mismo de Dios. Pero su voluntad es libre [...] y su poder es incomprensible; ygeneralmente podemos asegurar que Dios puede hacer todo lo que podemos comprender;pero no que no puede hacer lo que no podemos comprender; pues sería temerario pensarque nuestra imaginación tiene tanta extensión como su poder [...] Él ha sido tan libre dehacer que no fuera verdadero que todas las líneas tiradas del centro de la circunferenciafuesen iguales como de no crear el mundo [...] Pero no me parece que deba decirse jamásde ninguna cosa que no pueda ser hecha por Dios; puesto que toda razón de lo verdadero

     y de lo bueno depende de su omnipotencia, ni siquiera me atrevería a decir que Dios nopuede hacer que exista una montaña sin val le o que uno y dos no sean tres; sino solamentedigo que Él me dio una mente tal que no puedo concebir la montaña sin valle o una adi-

    ción de dos y uno que no sea tres, etc., y que tales cosas implican contradicción solo en miconcepto”. René Descartes, “Correspondencia”, Oeuvres et Lettres, París, 1953.

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    Willy Thayer 

     Jenny, la virtualidad de las fuerzas productivas será liberada en una proliferación

    inespecífica, politécnica, cada vez más ilimitada, según terminales en devenir. La

    virtualidad productiva, hasta entonces sujeta a las relaciones sociales manufactureras,condicionada por el valor uso trabajo de una manualidad artesanalmente disciplinada,

    entrará en contacto con el torbellino, el  genio maligno de la Jenny, que ensamblará

    los hábitos artesanos en relaciones de producción abiertas a la ilimitación del valor

    de cambio, ilimitación en cuyo proceso sin teleología, todo valor uso especializado de

    trabajo, devendrá valor de uso abstracto de trabajo, valor uso de valor . Los cuerpos, usos,

    gustos y relaciones feudales se verán rápidamente dispuestos como accesorios en

    una “cooperación” de máquinas, cada vez más inespecíficas, que “añaden a los cuer-

    pos y terminales más y más funciones, exigidas directamente, por la virtualidad del

    valor de cambio, a transmutarse en trabajo abstracto, en valor uso de valor”.17

    En la Jenny, sin embargo, el devenir abstracto de la mano, del trabajo, del valor uso,

    será a la vez necesariamente compatible con la máxima especialización y bloqueo

    del cuerpo en terminales y poses de trabajo disciplinario, específico; siempre, sí,

    como trabajo específico de capital, valor uso específico de valor , como fetichización

    o estetización de la virtualidad del valor de cambio en proceso.

    Al igual que muchas herramientas constituyen los órganos de una máquina

    herramienta, muchas máquinas-herramientas  constituyen los órganos de un motor

    17 “El valor pasa constantemente de una forma a otra, sin perderse en estos tránsitos y

    convirtiéndose así en sujeto automático. Si plasmamos las formas o manifestaciones es-

    pecíficas que el valor que se valoriza reviste sucesivamente a lo largo del ciclo de su vida,

    llegaremos a las siguientes definiciones: capital es dinero; capital es mercancía. En realidad,

    el valor se erige aquí en sujeto de un proceso en el que, bajo el cambio constante de las for-

    mas de dinero y mercancía, su magnitud varía automáticamente, desprendiéndose como

    plusvalía de sí mismo como valor originario, o lo que tanto vale, valorizándose a sí mismo.

    En efecto, el proceso en que engendra plusval ía es su propio proceso, y, por lo tanto, su

    valorización la valorización de sí mismo. Ha obtenido la virtud oculta y misteriosa de en-

    gendrar valor por el hecho de ser valor. Lanza al mundo crías vivientes, o al menos ponehuevos de oro [...] En la circulación simple, el valor de las mercancías reviste, a lo sumo,

    frente a su valor de uso, la forma autónoma del dinero: en cambio, aquí se nos presenta

    súbitamente como una sustancia progresiva, con movimientos propios, de que la mer-

    cancía y el dinero no son más que simples formas. Aún hay más. En vez de repre sentar

    relaciones entre mercancías, el valor aparece revistiendo, como si dijéramos, una relación

     privada consigo mismo. Considerado como valor originario se distingue de sí mismo en

    cuanto plusvalía, a la manera como el Dios Padre se distingue del Dios Hijo, aunque

    ambos tengan la misma edad y formen de hecho una sola persona, pues la plusvalía de

    10 libras esterlinas es lo que convierte a las 100 libras esterlinas en capital, y tan pronto

    como esto ocurre, tan pronto como el Hijo, y a través de él el Padre, es engendrado, se

    borran de nuevo sus diferencias, y ambos se reducen a una unidad, a 110 libras esterli-nas”. Marx, Das Kapital. 

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     Jenny

    colectivo. Una máquina-herramienta como la  Jenny, opera simultáneamente mu-

    chas y diversas herramientas, potencialmente infinitas herramientas. Un motor co-

    lectivo operará muchas máquinas herramientas, potencialmente infinitas máquinasherramientas. La máquina combinada de muchas, potencialmente infinitas máquinas

    herramientas, constituye paulatinamente un devenir simultáneo y heterocrónico

    compuesto por diversas clases de máquinas y grupos de máquinas. Ese devenir es

    tanto más perfecto cuanto menos segmentado, más continuo y fluido, más abstracto,

    sea su movimiento general y el de sus partes.

    Más o menos súbitamente, el obrero y su herramienta, la máquina individual , será

    redistribuido en la inmanencia de la Jenny, ensamblado primero, en un monstruo

    mecánico cuyo cuerpo llenará galpones enteros, y cuya fuerza demoniaca encu-

    bierta por el movimiento solemnemente acompasado de sus miembros gigantescos,

    estallará en la danza locamente febril y vertiginosa de innumerables órganos medios

     y terminales. Luego la Jenny proliferará en redes de máquinas combinadas (entre las

    cuales muchas de ellas constituyen máquinas que producen máquinas), y en redes de

    redes que irán configurando una superficie politécnica y policrónica de cooperación

    abstracta. Así la hilandería mecánica devino tejeduría mecánica, y entre ambas revo-

    lucionaron la quimiomecánica en el blanqueado y el estampado y la tintorería. Así

    también la revolución de la hilandería proliferó en la Gin, la máquina desmontadora

    para separar las fibras de la semilla, provocando una revolución de la agr icultura quedesbloqueó, a su vez, las condiciones generales del proceso de producción social,

    lanzando a la circulación masas de capital y de obreros, ejércitos de cesantes y de

    lumpen (lumpfen18), en diversos estratos o agenciamientos de producción. La Jenny

    velozmente devino intercambio mundial , redes de vapores fluviales y transoceánicos,

    ferrocarriles y telégrafos, en la celeridad febril de la producción a gran escala.19 El

    mercado mundial ensamblará planetariamente historias, literaturas, y terminará por

    ensamblar los mundos cotidianos de vida, sus quehaceres y enseres a toda escala.

    Con la madurez de la Jenny se hizo presente el modo de producción específica-

    mente capitalista: una invaginación abstracta de mundos de vida. Es esta invaginaciónla que se convierte en el agente real del talento, la virtualidad, el devenir abstracto

    de la producción en la que participan indefinidas fetichizaciones de trabajo abs-

    tracto, como trabajo usuario, los que cooperan y forman la máquina abstracta del

    valor en proceso.20 La naturaleza, escribió Marx, no construye ni máquinas de tejer

    18 Técnicamente para Marx, el lumpfen es lo que prolifera como “resto” entre modos de

    producción. En gran medida el lumpfen es una figuración precisa del devenir, del entre,

    del medio, del choque entre modos de producción.

    19 Todas las referencias anteriores han sido tomadas de Marx, Das Kapital .20 La forma revestida, el fetiche adoptado por el instrumento de trabajo inmediato en el

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    automáticas, ni locomotoras, ni ferrocarriles, ni telégrafos eléctricos.21 Estos son

    productos del potencial de fantasía, del talento (en devenir) de la mano (en devenir);

    de la mano como talento y virtualidad en devenir; del talento y la virtualidad endevenir, como mano.

    “Si se ha podido ficcionar que en un comienzo fue la mano natural  lo que con-

    dujo a la creación de la  Jenny como interfaz; y que en un segundo momento, la

    interfaz creada fue desarrollándose hasta disponerse como campo ilimitadamente

    expandido, esta ilimitación termina incluyendo, como posibilidad suya, la ‘supuesta

    mano natural’ que flota, ahora, como una terminal más entre las virtualidades de la

     Jenny, en su inmanencia y multiplicidad abstracta”.22 

    Si en un comienzo esta metamorfosis pareció avanzar según eslabones disci-

    plinarios, saltando de un campo de la división técnica del trabajo a otro, de una

    fase a otra, según estaciones o estadios técnicos, a poco andar esta metamorfosis se

    comportará barrocamente como el herpes o los arroyos que, como paréntesis in-

    vertidos —)(—, crecen por el medio socavando los bordes, los lechos, desgastando

    los contratos, las contenciones, excediéndolos, excediéndose, afirmando derivas y

    calveros sin detenerse ni identificarse en ninguna, hoyando las estructuras de reco-

    nocimiento en un flujo abstracto, soltando virtualidades sin posarse nunca en un

    inicio, en un medio, en un final, deviniendo sin fábula (principio-medio-fin) ni

    teleología, en turbulencias tópicas.Si el despliegue de la  Jenny  se expone representacional, pedagógicamente, a

    ratos, en el texto de Marx, en un via crucis discontinuo según eslabones y acopla-

    mientos, su devenir abandonará la sintaxis discreta en un flujo continuo, sin em-

    palmes ni estaciones. Del mismo modo en que el aerolito solo persevera mientras

    hiende la atmósfera, y el valor de cambio lo hace solo mientras crece y se valoriza

    sin congelarse en ninguna cantidad, la Jenny muere si para de erosionar, de erosio-

    narse, si se establece, si deja de alterar y de alterarse, si se identifica, aunque sea por

    un instante. Al contrario del anánké sténai (es necesario detenerse) de Aristóteles,

    la Jenny y el valor de cambio, se abisman en un devenir sin principio, sin medio, sinfin, aconteciendo solo como plus o exceso. Y no se trata de un exceso de  esto o de  

    aquello, que crece por superación de un estado anterior, sino de un exceso puro,

    que una fuerza de trabajo es cogida por algún ángulo especial de su virtualidad, y puesta

    a desgastarse en el devenir productivo, es abolida: en adelante es según el capital mismo,

    en un crecimiento a-telos, que las indefinidas actividades se exponen como fetiches de un

    único acto abstracto en que las actividades usuarias (las terminales específicas) se revelan

    como pura abstracción: valor en crecimiento, valor uso de valor en crecimiento.

    21 Marx, Grundrisse II .22 Ibíd. 

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     Jenny

    nunca exceso de, sin lugar (topos), sin presencia. Exceso menos presencia, inminencia

    más virtualidad.

    Si técnicamente para Marx, lumpfen es lo que prolifera como “resto”, comovirtualidad no subsumible en el choque de máquinas heterocrónicas en devenir, el

    lumpen, lo lumpérico, podría figurar como nombre para esa virtualidad que, siendo

    inmanente a las máquinas, no pertenece a ninguna, y más bien crece entre ellas,

    erosionándolas, sin que lo lumpérico se deje de subsumir a una máquina, clase o

    subjetividad alguna. En este sentido la Jenny es lumpérica.

    En el proceso transformista de la Jenny, así como en el proceso ampliado de valori-

    zación del capital , hay menos devenir que proceso, según el texto de Marx. Si enfoca-

    mos el proceso más que el devenir, la abstracción de la Jenny, su politecnia, deviene

    subsunción trascendental fáctica de las singularidades, nihil homogéneo, igualación

    de lo desigual; y no erosión y desbloqueo inmanente de los trascendentales, como

    devenir puro, sin punto de partida ni punto de llegada; devenir abstracto que no me-

    taforiza, que carece de eslabones, como un flujo sin cauce, sin marco, sin borde, sin

    reconocimientos, en medio de la inmanencia proliferando singularidades múltiples.

    Esto indica, grosso modo, un diferendo entre el Deleuze que hay en Marx y el Marx

    que hay en Deleuze.

    Preguntas y comentarios

     JORGE PAVEZ

    Sobre la máquina Jenny, me gustaría saber si podemos aterrizar tu lectura: si la apa-

    rición de la máquina Jenny para hilar deja a muchas mujeres desempleadas, ¿sería este

    el momento en que se constituye el ejército de reserva femenino, y más específica-

    mente prostitucional? Es decir, ¿todas estas mujeres que eran hilanderas y que quedan

    evacuadas del ejército de producción, quedan todas estas mujeres como ejército de

    reserva… para la prostitución? Y luego, respecto al estatus de esta máquina, ¿cons-tituye esta un fetiche en el proceso capitalista, o produce fetiches?, ¿o es un fetiche

    que produce fetiche? No sé bien dónde ubicar esta máquina… me gusta esa idea de

    cuerpos fijos como terminales de esta máquina… y el lugar central que tú le das a la

    mano: la mano tiene un lugar importante en la historia del trabajo femenino; las masas

    de mujeres digitadoras a mediados del siglo XX por ejemplo, eran antes costureras,

    hilanderas, si vamos yendo hacia atrás, y hoy en día esta incorporación, tan frenada

    como promovida, de introducción de mano de obra femenina en la minería. Enton-

    ces hoy, la tecnología opera con máquinas para escribir y los joystic, y se produce una

    construcción de la mujer como la que mejor maneja su motricidad manual.

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    Willy Thayer 

    CLAUDIA LAGOS

    ¿Cómo aprehender el fenómeno del capitalismo financiero en el contexto de

    la globalización, de la volatilización de los mercados, de la volatilización de los ca-pitales, a partir de la lectura que tú propones, que a mí me resuena mucho más al

    capitalismo clásico que a este, que es mucho más intangible?

    WILLY THAYER

    A propósito de las hilanderas, a propósito de los restos de un modo de

    producción al chocar con otro modo de producción: técnicamente hablando,

    para Marx, los choques de producción producen algo que se llaman lumpfen. Al

    menos desde mi lectura el lumpen sería esa virtualidad no subsumible, que es

    inmanente a los modos de producción, pero no es reducible a estos, y por ello

    podría operar ese espacio de la conversación del que hablaba Curcio. Ahora, el

    problema que tiene ese enfoque es que desubjetiva absolutamente a la noción

    de lumpen, ese instante no pertenece a ningún sujeto, a ninguna clase, no per-

    tenece, sino que desaparece ahí, en la medida que lo metemos a una clase, en

    algún género, ya lo posamos en las estructuras de las identidades de las máquinas

    que están jugando en la Jenny.

    Respecto al campo de lectura de la industria del salitre como campo, podría tocar

    o rozar la última pregunta a propósito del capital financiero. Yo creo que la  Jenny, lametáfora de la Jenny, que tiene que ver también con la pregunta respecto a la mano,

    porque la mano finalmente es la mano natural, que deviene máquina y que deviene

    una mano múltiple… Pero en realidad para Marx esa cuestión está vinculada a la no-

    ción de talento, la mano es el principio del talento y obviamente el talento está ligado

    con el principio de la producción. El problema es que el talento siempre está ligado o

    atrapado en manos que tienen determinadas fijaciones, trataciones que pueden ser lla-

    mados modos de producción generales o contextos, entonces la figura de la Jenny, de

    lo que está hablando, leída muy deleuzianamente (nunca Marx habla de devenir, habla

    de proceso en un sentido muy hegeliano, pero hay un Marx en Deleuze y un Deleuzeen Marx), leyéndolo muy deleuzianamente el devenir de esa mano es la virtualización

    de los modos de producción, lo cual significa que en la coexistencia o en la sincronía

    de modos de producción, de memorias o de materialidades, en esa sincronía y en ese

    choque, se producen instantes de virtualidad que no pertenecen a ningún modo de

    producción o que no son simplemente identificables en un modo de producción,

    porque son inmanentes a ella. Entonces, yo no creo que el capitalismo financiero sea

    simplemente separable, como una etapa distinta del capitalismo industrial moderno,

    sino que estos coexisten, hay formas de coexistencias más allá de que uno pueda fijar

    más hegemonías o menos hegemonías.

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      Jenny

    Si uno cae en un lugar y dice “Bueno, ¿cómo es la cosa aquí?”, entras en un

     juego más o menos infinito respecto a tal o cual maquinaria, pero siempre hay co-

    existencias de tecnologías y en la medida que hay coexistencias, están esos espaciosde virtualización o de lumpenización, que no necesariamente funcionan como

    aquello que es tirado fuera, o sea, es tirado fuera pero también es una afirmación

    que puede operar como principio destructivo —por decirlo así—, como principio

    erosionador. Entonces con el concepto de mano, obviamente que no me estoy

    refiriendo a ninguna tecnología en especial, ni siquiera a la mano “natural” porque

    eso también es una tecnología, es una tecnología que pasa como si no fuera una

    tecnología, esa es su gracia, una tecnología que juega a la ideología de que no es una

    tecnología, lo mismo que la idea de un cuerpo aurático, natural, fijo en determi-

    nadas funciones orgánicas que no puede sobrepasar. Eso también es una tecnología

    que está ensamblada con otras tecnologías, por ello la  Jenny no habría que leerla en

    un sentido apocalíptico, como una especie de meta técnica que lo carcome todo,

    lo subsume todo y lo homogeniza todo, sino más bien como un aparato altamente

    diferencial. Lo cual complica las cosas, porque esta figura de la  Jenny puede ser leída

    muy similarmente a las operaciones del capitalismo, se parece mucho a la polimor-

    fia, al polimorfismo, al policronismo y a la versatilidad del capitalismo.

    Respecto de la ficha valor uso y valor cambio, yo retomaría un poco esa misma

    figura. La pregunta que yo haría ahí es cómo funciona la coexistencia de modosde producción que uno podría denominar algunos más atrasados y otros más de-

    sarrollados, unos menos modernos, otros más modernos. No obstante llamarlos así

    significa ya instalar una organización del tiempo, una diacronía de un antes y un

    después; pero los modos de producción son simultáneamente obsolescentes unos

    respecto de los otros, no se pueden organizar con arreglo a una temporalidad gene-

    ral. A menos de que uno asuma algo así como una metafísica del tiempo global, en

    donde ocurren las cosas y van ocurriendo en un cierto orden. No sé si va por ahí

    pero yo me engancharía con eso que tú decías en el sentido de la memoria, también

    de la temporalidad y de la espacialidad. El espacio y el tiempo son predicados delos objetos. Por ejemplo este micrófono tiene una temporalidad y una espacialidad

    que está en su fibra, en su materialidad, que es distinta a la de la mesa. Esta mesa

    que está aquí no está en ningún tiempo, hay un heterocronismo completo en la

    materialidad de los objetos, que opera como una instalación. Freud hablaba de un

    aparato psíquico, la temporalidad de un aparato psíquico, ¿cuál es la temporalidad de

    Roma? —decía—, es un mismo aparato psíquico en el que coexisten, en una mis-

    ma actualidad, cuestiones de la infancia, cuestiones de la ancianidad (a menos que

    estemos —como dice Deleuze— en un momento en donde la sinapsis no funciona

     y eso hace que ya nada funcione con nada…).

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    Willy Thayer 

    Respecto de la pregunta por el cuerpo yo invertiría la figura del cuerpo, no

    quiero decir que la invertiría esencialmente, diría que solo hay cuerpo ahí donde

    hay interrupción de las máquinas… para utilizar de nuevo la figura del lumpen ode ese residuo, esa residualidad, que no es trascendente a la máquina sino que es

    inmanente, es inmanente a las fricciones. Ese residuo, a eso yo lo llamaría cuerpo,

    todo lo otro es algo así como un cuerpo poseído…

     Yo recuerdo, para poner un ejemplo muy simple, que Renato Curcio estuvo

    seis años en reclusión, incomunicación, aislamiento. Entonces claro, ¿cómo se

    podía ejercer ahí algo así como una erosión? Y él decía “Aprendí un truco de

    respiración” —a mí eso no deja de juntárseme con lo que dice Marcel Du-

    champ—. Ahora, ¿qué hacemos con eso? Yo no sé mucho… Creo que hay que

    tener una mano derecha muy representacional, de política representacional, en

    donde hay que batallar ahí también. El problema es que eso es pura reapropia-

    ción. Tampoco creo que esos espacios de virtualización estén asegurados, que

    no sean reapropiables, pero trabajan en un sentido de desapropiación. Y sobre

    el tema de la conversación en espacios en donde justamente todo eso está

    prohibido, es muy difícil juntarse, es muy difícil conversar e incluso es muy

    difícil pasear o caminar en un espacio carcelario… Pero también es muy difícil

    conversar en todos los espacios, entonces yo no sé si la pregunta tuya apunta

    a una cosa más de fondo, de si sigue habiendo una cosa así como un espaciopara la experiencia por ejemplo, o un espacio para la conversación. ¿Hasta qué

    punto todas las conversaciones que uno arma o tiene son conversaciones que

    están completamente estereotipadas y no es uno el que habla? Como el gigoló

    de [la película] Inteligencia artificial , no sé si recuerdan a ese robot que era todo

    Hollywood y que podía armar cualquier tipo de conversación según la ocasión,

    tenía todas las conversaciones grabadas como en un  pendrive . Ahí no hay más

    que la caricatura de un contexto de materialidades y de fibras materiales que

    coexisten. Entonces mientras haya toda esa coexistencia, porque no hay como

    no tener esa parte artesanal en el cuerpo, esa parte manufacturera (vamos porlo menos una vez al baño en el día y esa es una dimensión aurática del cuerpo

    que coexiste con muchas otras cosas). Mientras haya esa coexistencia uno puede

    pensar que hay dimensiones de experiencia o dimensiones lumpéricas —para

    usar el título de Diamela Eltit…

    ANDRÉ MENARD

    Respecto a toda esa dimensión orgánica, la caca, el sexo… ¿hasta qué punto el

    goce no es ya la dimensión en la que uno se aliena?, ¿no es justamente el capitalis-

    mo y la máquina Jenny que se enchufan con esa especie de maquinismo primario?

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     Jenny

    WILLY THAYER

    Claro, y para poner la pregunta desde otro lado, si es que no leemos maquínica-

    mente como inmanencia y multiplicidad, para decirlo en esos términos, ¿pensamosla inmanencia como multiplicidad o pensamos la inmanencia como homogenei-

    dad? O instalamos un modo de producción único, homogéneo y planetario que

    todo lo subsume, y ahí tenemos un tipo de institución total o de campo total. O

    bien instalamos esta otra figura más “deleuziana”, que tiene más respiraciones, in-

    manencia y multiplicidad, pero tampoco resolvemos el problema… Entonces, yo

    tengo la impresión que, al menos en los lugares en que yo habito, en los lugares en

    que a mí me toca jugármelas por algo, me queda más o menos claro como lo voy

    a hacer. Son siempre políticas muy singulares, muy atenidas al lugar… Pensar en

    una política asociada a revoluciones totales no tiene mucho sentido. Porque no sési está para una institución total, en un sentido heideggeriano, nihilista, homogéneo,

    o también marxiano. Porque la lectura más común de Marx, o por lo menos, la

    del valor, es que, si bien el valor se expresa en la multiplicidad infinita de fetiches,

    el valor uso se acabó… Ni siquiera en el paraíso había valor uso, la ley del valor

    retroactivamente convierte en cambio toda usuariedad, como la muerte del aura

    benjaminiana… Ahora bien, si nos vamos por esa vía totalmente apocalíptica no

    hay nada, no hay experiencia…

    Bibliografía

    Agamben, Giorgio, 2005. “L’immanenza assoluta”, La potenza del pensiero, Vicenza, Neri Pozaeditore [Trad. español: “La inmanencia absoluta”, La potencia del pensamiento, traducciónde Flavia Costa y Edgardo Castro. Buenos Aires, Adriana Hidalgo editora, 2007].

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  • 8/18/2019 Willy Thayer - Jenny

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