william ian miller - la vida moral del asco

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    slo por esa razn (3). Los autores suelen recurrir a menudo a esta capacidadmoralizadora que tiene el asco, cuando dirigen nuestro juicio moral contra rdenessociales en su conjunto, a travs de la descripcin circunstancial de las cloacas deuna ciudad, la fetidez de un ro y la inmundicia y suciedad de un internado:"Londres, eres el Jardn sembrado de pecado, el mar donde vierten sus aguas todoslos sucios canales del Reino" (4). Lo que exaspera a Johnson es que el asco no se

    genera tan fcilmente como l deseara ante cosas que considera depravadas; elvicio suele ser demasiado atractivo; si no fuera as, no constituira una tentacin yuna amenaza para el orden social y moral. Sin embargo, en mi opinin, Johnsonpide demasiado, porque, si bien es cierto que el asco tiene un gran poder parahacer frente a algunos vicios, no es as en todos los casos.Los modismos del asco, como son tan viscerales, poseen algunas virtudes a la horade expresar tesis morales. Indican seriedad, compromiso, irrefutabilidad, presenciay realidad. Hacen que la moral baje de las nubes donde suele encontrarse amenudo, se la arrebatan a los filsofos y telogos y nos la devuelven con unavenganza. El meollo cotidiano de la decisin moral, el control moral, la educacinmoral y el discurso sobre la moralidad es ms fcil que haga referencia a loasqueroso que a lo bueno y lo que est bien. Nuestro discurso moral indica que nos

    sentimos ms seguros de nuestros juicios cuando reconocemos lo que est mal y lofeo que cuando se trata de lo bueno y lo bello. Y esto se debe, en parte, a que elasco (que es el medio por el cual solemos experimentar lo malo y lo feo) tiene visosde verosimilitud. Es algo inferior y sin pretensiones y, por eso, lo consideramosdigno de confianza, aunque sabemos que incluye cosas que nos deberan dar quepensar. Los modismos del asco permiten que nuestro cuerpo se escude trasnuestras palabras, le ponen a salvo para hacer que stas sean algo ms que meraspalabras.Quiero examinar tres importantes cuestiones en este captulo. En primer lugar,existen vicios y defectos morales determinados que susciten asco de maneracotidiana y adecuada? Y, si es as, qu supone esto para esos vicios determinados?Nos vamos a centrar en la estupidez y la hipocresa, sobre todo, porque la segunda

    figura entre los tipos de males necesarios y compromisos morales que suelenconsiderarse como aquello que otorga a las profesiones de la abogaca y la polticasu carcter moral un tanto desagradable. La segunda cuestin nos introduce en unintento de distinguir los mecanismos por medio de los cuales el asco realiza sulabor moral. Contando con Adam Smith como gua, nos centraremos en lapredisposicin a experimentar el asco vicariamente y por simpata. En tercer lugar,nos ocuparemos de los defectos morales del asco entendidos como sentimientomoral. El asco tiende a realizar su labor moral con demasiado celo. El pretendeincluir cosas en el mbito moral que a nosotros nos parece, y con razn, quedeberan quedar fuera. En lo que a esto se refiere, el anlisis se centrar en eldeber moral, al estilo de Goffman, de mantenerse al margen o pasar desapercibido

    en ciertas ordenaciones morales.

    Vicios asquerosos

    Qu tipo de vicios tienden a suscitar asco enlugar de indignacin o, al menos, provocanasco adems de ultraje? En algunos casos nonecesitamos nombrar un vicio, sino queindicamos el papel u oficio que sirve paraidentificar vicios concretos: de ah lo delabogado y el poltico. Hay rasgos de lapersonalidad que tienden a provocar asco (5).Hume considera "asqueroso y despreciable" el

    carcter abyecto en general. Continadescribiendo a esta persona ms

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    concretamente como aquella que "hace reverencias a sus superiores" y se muestra"insolente con sus inferiores" (6). Se muestra servil con los que estn por encimade ella y cruel con los que estn por debajo; este defecto de carcter esseguramente uno de los ms asquerosos entre los que Judith Shklar denominvicios ordinarios. Por desgracia, tambin se trata del tipo de defecto que no sueleser raro y todos hemos tenido ocasin de aguantar la presencia de gente como sta

    o de odiarnos a nosotros mismos por haber dada muestras de l. Existe, porsupuesto, el tpico patn, pero hay quien considerara tambin asquerosa a lapersona excesivamente remilgada (7), quiz porque llama la atencin sobre loasqueroso mostrando tanto empeo en evitarlo. El objetivo de los modelos deurbanidad es reprimir lo asqueroso, sacarlo de la mente, al menos en los espaciospblicos. Esto exige calibrar cuidadosamente los comportamientos. La personaremilgada atrae la atencin sobre s misma precisamente en lo que respecta aaquellas facetas de la vida que, por decoro, debemos hacer, en pblico, como si noexistieran.Muchos de los vicios ordinarios en el sentido de Shklar y Montaigne provocan asco:la crueldad, la traicin, la hipocresa, la gula o la lujuria. Hume incluira tambin elvicio ordinario de la insensatez y la estupidez agresiva:

    Los negocios, los libros, la conversacin; un estpido est completamenteincapacitado para todo esto y, salvo que se le condene por su condicin social a lams burda monotona, sigue siendo una carga intil sobre la tierra ... Salvo elafecto de los padres, que es el lazo ms fuerte y ms indisoluble de la naturaleza,no existe otra relacin que tenga la fuerza suficiente para soportar el asco queprovoca este carcter. Incluso el amor, que puede sobrevivir a la traicin, laingratitud, la maldad y la infidelidad, se extingue ante ese carcter cuando sepercibe y se reconoce; ni siquiera la deformidad y la vejez resultan tan fatales en elmbito de esa pasin (8).El asco de Hume se reserva para aquellos que suponen una compaa aburrida ocuya ineptitud destruye las bases de una buena conversacin. Segn dice, no haynada que desagrade ms que un estpido (9). Asegura que la gente prefiere que se

    le considere injusta o con defectos morales terribles a que se le considere tonta. Elamor de los padres, sustentado por naturaleza, es el nico que puede sobrevivir alasco tan profundo que suscita el estpido.Ya he sealado en el captulo 6 que Hume es un tanto exagerado; sin embargo,identifica correctamente cunto trabajo le cuesta al autoengao, las ilusiones yotras formas de ceguera superar la incompatibilidad mutua entre el amor y el ascoque genera un estpido. El tipo de asco que alimenta la estupidez destruye el deseo(10)y anula la reivindicacin de virtud que plantea la persona estpida: " Quiniba a decir, salvo irnicamente, que ese hombre tan virtuoso era un notoriomentecato?" (11)Hume hace aparecer la estupidez como algo despreciable no sloen un sentido humorstico. Cuando definimos la virtud y el mrito personal, comohace Hume, como tiles o agradables, la estupidez tiene que ser un vicio. Tengo laimpresin de que se distingue de otros vicios porque atenta tambin contra unconcepto de gusto muy determinado en cuestiones de ingenio y conversacin, peroesto no quiere decir que la estupidez no sea, para Hume, una cuestin moralpropiamente dicha.El asco de este filsofo nos parece excesivo (12). Parece ser una manerahiperblica de reunir en un solo trmino la exasperacin, turbacin y frustracionesa corto plazo que suscita el estpido (y quiz la persona remilgada). Esto es algomuy distinto de ese ataque directo a nuestra sensibilidad al asco que supona que elPobre Tom se bebiera el verdn del estanque o santa Catalina se tomase una copade pus. Solemos decir que nos dan asco cosas sin importancia, el aspecto dealgunas personas o comportamientos insignificantes que simplemente "nosrepelen". Para algunos se incluiran entre ellas los miembros de las hermandadesuniversitarias o la falta de consideracin hacia los dems que hace que alguien

    extienda un cheque para pagar compras por valor de 500 pesos en la caja rpidade un supermercado. En casos como stos creemos que los modismos del asco se

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    usan conscientemente de manera metafrica, es decir, para exagerar. Hay unaespecie de comedia deliberada, una especie de burla de uno mismo, que acompaaa la asimilacin de tales motivos de enfado, que se suelen denominar "manas" enla terminologa del asco. Se las suele calificar de triviales; se trata de laexasperacin e irritacin que refuerzan los tipos habituales de desprecio queimpregnan tanto la existencia social. Este desprecio ayuda a definir nuestro

    carcter, configura nuestra poltica personal de cada da y hace posible quereivindicaciones de poca importancia adquieran una superioridad moral relativa ymomentnea. Estas reivindicaciones suelen estar impregnadas de asco, salvocuando est presente cierta vena irnica, cuyo carcter nos sita ms directamenteen el mundo del desprecio, que suele adoptar un registro irnico para expresarse:gestos como poner los ojos en blanco para mostrar impaciencia y exasperacin, el"tch-tch" que indica desaprobacin o sonrer de lado captan el estilo irnico quesuele caracterizar a ciertas manifestaciones de desprecio.Sin embargo, estas clasificaciones cmicas forman parte de la ordenacin moral yesto es lo que los modismos del asco pretenden lograr; estamos juzgando cmo esalguien y, en funcin de ello, le asignamos una posicin inferior en el orden social ymoral. Aun as, a pesar del uso que hace Hume y nosotros hacemos de los

    modismos del asco para dejar constancia de lo que opinamos de los estpidos,somos ms tolerantes con ellos que este filsofo. Hume apenas distingue entregranujas y estpidos, porque ambos le merecen una enorme desaprobacin enforma de asco. La mayora de nosotros distinguimos entre granujas, como losabogados y los polticos, por un lado, y los estpidos, por otro; los primeros nosproducen indignacin, miedo, recelo, asco y aborrecimiento; los segundos nosmerecen un desprecio que oscila entre la critica acerba y la diversin indulgente.No obstante, la insensatez y la estupidez humanas pueden volver tan loco almoralista como la granujera humana. Algunas formas de estupidez contribuyen aperpetrar crueldades y atrocidades. Somos perfectamente capaces de distinguirentre el desprecio que nos inspira un estpido pomposo y la repugnancia quesentimos ante el ser bestial y torpe que transgrede las normas, a pesar de los

    intentos acadmicos postmodernos de valorar las crueldades de este ser como unacelebracin carnavalesca y la "conquista del poder" por parte de los oprimidos (13).De poco consuelo les puede servir a los judos asesinados durante el carnaval, a lasmujeres violadas y a los animales quemados y torturados que los eruditos de finesdel siglo XX puedan encontrar razones para admirar esos "ritos autnticos", "puntosde resistencia" o "costumbres contra-hegemnicas". Un abismo separa a laestupidez del Polonio pomposo y servil de la estupidez depravada del campesinoborracho que tortura a su caballo hasta matarlo en la pesadilla de Raskolnikov.No hay que olvidar que un nmero considerable de los vicios que provocan asco -crueldad, hipocresa, traicin- tambin tienden a estar institucionalizados poltica ysocialmente. Pensemos en los verdugos, los abogados y los polticos, por poner unejemplo. Todos constituyen lo que podra llamarse males necesarios. Si no fuerapor los verdugos y los abogados, el sistema judicial no podra llevar a cabo sumisin; sin polticos, el orden pblico sera absolutamente imposible y sloimaginable como una fantasa utpica. Denomino a esta gente servidores morales(14); desempean funciones en el orden moral similares a las que realizan losbasureros y los carniceros en el sistema de abastecimiento, los peones de albail enla construccin o los animales carroeros y que se alimentan de los restos quedejan los dems en distintos ecosistemas (15). Los servidores morales tratan con lasuciedad moral o tienen que ensuciarse moralmente para hacer lo que el sistemade gobierno necesita que hagan. Y a pesar de que precisamos atraer gente paraque se dedique a esta labor, les consideramos sospechosos por sentirse tanatrados. A nadie se le obliga a ser un servidor moral, sino que se sienten seducidospor los beneficios que esta condicin reporta y, por ello, eligen dedicarse a estaslabores. Sin embargo, no es esta eleccin lo que da asco; esta eleccin slo se

    menciona como justificacin parcial para culparles por darnos asco por otrosmotivos (16).

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    polister del vendedor de caches usados por un atuendo ms respetable en el quela virtud aparente no se puede distinguir de la virtud propiamente dicha. Lahipocresa sofisticada imita perfectamente el estilo de la virtud. Resulta incluso mspernicioso, como seala Shklar, que la hipocresa haya evolucionado de tal modoque no precisa asumir todo el ceremonial de la sinceridad como pose, porque sueleconstituir la sinceridad propiamente dicha (20). El hipcrita calculador se ha visto

    reemplazado por un modelo ms nuevo que cree sinceramente que es virtuoso yest convencido de las opiniones que expresa: hay muchos aduladores servicialesque creen realmente que su objeto es loable. Esta hipocresa sin fisuras produce elmismo asco que Uriah Heep por la misma razn? O el asco slo responde cuandohay seales de hipocresa vulgar? Es decir, nos repugna ms la vulgaridad y laineptitud que la hipocresa? El mecanismo de nuestra repugnancia moral, denuestro asco moral, es tan superficial? (21).Uno de los verdaderos precios que hay que pagar por la hipocresa del tipo que sea,y especialmente cuando se trata de la modalidad del autoengao sincero, noconsiste slo en que los hipcritas nos estn dando gato por liebre, nos tomen elpelo y se burlen de principios que deberan, en nuestra opinin, gozar de mayorconsideracin; se trata ms bien de que nos impone vicios: desconfianza, cinismo y

    paranoia. Hace que encontremos todas las virtudes sospechosas; nos hace creerque ninguna apariencia de virtud es virtuosa. Estos hipcritas son parsitos delorden moral y socavan las fuerzas del organismo del que se alimentan. Pero comosucede con cualquier parsito, precisan la viabilidad y virtud a largo plazo delorganismo anfitrin. Desde un punto de vista retorcido, el hipcrita tiene ms queperder, si no vence la virtud, que la persona virtuosa, puesto que el hipcritadepende completamente de que la mayora de la gente valore la virtud, mientrasque la persona virtuosa seguir comprometida con la causa aunque habite entre lovirtuoso o lo depravado.La virtud sana tambin se hace sospechosa porque permite, aunque seainocentemente, la hipocresa. Al fin y al cabo, la hipocresa debe su existencia a lavirtud en general (22), a la idea misma, a la supuesta posibilidad y al atractivo de

    la virtud y ningn otro vicio (salvo quiz el carcter quisquilloso nico delpuritanismo de un modo especialmente retorcido) puede presumir de esto. Y estoayuda a explicar por qu asquea la hipocresa. Del mismo modo que muchas otrascosas del campo de lo asqueroso, nos hace preguntarnos si lo hermoso esasqueroso; confunde los lmites de tal modo que no hay un criterio firme del quenos podamos fiar y nos recuerda que las cosas mejores conllevan un precio que hayque pagar en forma de malestar. No hay nada que sea simplemente puro? Porqu el placer se tiene que transformar en asco? Por qu la virtud tiene que hacerposible el vicio? La mera traicin a los principios, el mero engao nos indignara.Pero la hipocresa traiciona los principios de un modo que nos hace sentirnosinseguros a la hora de reconocer ese principio en otra ocasin o incluso a la hora dereconocer la traicin; nos obliga a ser conscientes de que hay que pagar un preciomucho mayor por la virtud que el meramente personal, que se mide por lo difcilque resulta alcanzarla. La virtud impone el costo social de la hipocresa.La hipocresa nos hace darnos cuenta de que puede que no haya un mundo mejor.La virtud necesita dar pie a la hipocresa. Y aunque no todos los servidores moralestienen por qu ser hipcritas, nos recuerdan que, incluso el segundo mejor mundoseguir considerndola necesaria para conseguir que haya gente que asuma ciertospapeles, que el perfeccionista que hay en nosotros considera censurables. Todaesta imperfeccin, todo este compromiso y toda esa capacidad de imperfeccin y lacontaminacin desconcertantes del orden moral cuentan con un verdadero poderpara provocar asco, puesto que todas estas cosas implican reconocer lacontaminacin inevitable de lo puro. Sin embargo, se impone una importantesalvedad. El carcter depravado de la hipocresa no es ajeno al orden moral ypoltico en el que tiene lugar. Pensemos, por ejemplo, en un rgimen tan represivo,

    corrupto e injustificable que la hipocresa cumpla la funcin de proporcionar unabarrera tras la cual pueda sustentarse una virtud acosada y casi inexistente,

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    aunque sea precariamente. Resulta tentador asegurar que la perversidaddemostrable de tales regmenes consiste en que se las apaan para hacer que lahipocresa pase de ser un vicio asqueroso al ltimo bastin de la virtud. Noobstante, en un rgimen semejante, la hipocresa, aunque se haya captado para lacausa de la virtud, sigue sin ser absolutamente virtuosa. Como siempre, sigueestando al servicio de algo.

    El asco y el espectador imparcial de

    Smith

    Me gustara cambiar ahora de registro yrecurrir a Adam Smith para ofrecer unpanorama ms completo del funcionamientodel asco en el mbito moral. En la obra deSmith "Teora de los sentimientos morales", elasco forma parte del arsenal emocional delespectador imparcial. Este espectador es el

    que determina el decoro social y moral que,segn el modelo de Smith, no se trata slo de una cuestin de comportarsecorrectamente, sino de hacerlo debido a las pasiones adecuadas exhibidascorrectamente. El juicio del espectador no es tanto una valoracin racional comouna interpretacin de cmo progresa su capacidad de sentir lo mismo que losdems. El observador imparcial sabe que los sentimientos y acciones del actor soncorrectos cuando "puede penetrar en ellos" porque los comprende. Si el observadorno consigue simpatizar con ellos emite un juicio adverso acerca del decoro delcomportamiento observado. Y esta incapacidad a la hora de sentir simpata, segnen qu consista exactamente la falta de decoro, puede convertirse en asco. Losactores sociales que tienen xito son los que desempean el papel de observadoresimparciales ante sus propias acciones, de modo que regulan sus pasiones, de tal

    modo que no turben o asqueen al observador es decir, no impedirn que puedasentirse simpata-. Segn cul sea la forma en que se haya atentado contra eldecoro, el espectador sentir asco, desprecio, ira, odio u otras pasiones menosdefinidas de desaprobacin (23).El observador imparcial de Smith es un individuo bastante remilgado; no le gustanlas cosas indecorosas; enseguida sospecha de la ira, hasta que se asegura de queest justificada e incluso entonces se mantiene a la expectativa; se trata de unapersona de sensibilidad refinada, muy reservada y poco propensa a dar grandesmuestras de pasin (casi es como una parodia de la idea que los americanos tienende los britnicos); se trata de un hombre de gusto, que es capaz de sentir lstima,pero que preferira que las situaciones que inspiran esta emocin fueran pocofrecuentes. El observador imparcial, tanto encarnado en otra persona como ennosotros mismos, como capacidad de autocontrol social, hace que el mundo moralde Smith se centre fundamentalmente en la vergenza, el asco y los demssentimientos morales de amplio alcance, ms que en la culpabilidad y la ira. En suorden moral y social, que nos consideren despreciables y ser conscientes de quesuscitamos juicios aversivos en espectadores imparciales es lo peor que nos puedepasar; y por contra, no hay nada mejor que conseguir la aprobacin de los dems.Sabemos cmo desempear el papel, de observador imparcial ante nosotrosmismos precisamente porque lo desempeamos ante los dems. De este modo,sabemos que lo peor que nos puede pasar es que se nos vea como de hecho vemosa los dems cuando se comportan de manera estpida, inepta o asquerosa .Cuando contemplamos a los dems de esta forma puede haberuna Schadenfreudecompensatoria que ayuda a saborear la sensacin desagradablede observar los fallos de los dems (24). Pero no experimentamos ese oscuro

    placer cuando somos conscientes de nuestros propios fallos. Cuando nosconvertimos en objetos de asco, desprecio o escarnio, la desaprobacin no es lo

    http://www.vivilibros.com/excesos/06-a-01.htm#23http://www.vivilibros.com/excesos/06-a-01.htm#23http://www.vivilibros.com/excesos/06-a-01.htm#23http://www.vivilibros.com/excesos/06-a-01.htm#24http://www.vivilibros.com/excesos/06-a-01.htm#24http://www.vivilibros.com/excesos/06-a-01.htm#24http://www.vivilibros.com/excesos/06-a-01.htm#24http://www.vivilibros.com/excesos/06-a-01.htm#23
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    nico que nos duele, sino ese pequeo placer que sospechamos que proporcionanuestra turbacin a la persona que nos desaprueba; y a la inversa, el placer queobtenemos, cuando los dems nos muestran su aprobacin, aumenta cuandosospechamos que stos sienten por ello cierta envidia, lo cual nos indica que suaprobacin es sincera.Smith es consciente de que el observador que nos mortifica no tiene por qu ser

    siempre imparcial. De hecho, la envidia y la Schadenfreudesiempre amenazan consocavar la imparcialidad (25), como lo hacen la categora y la clase social. Cuandofracasa la imparcialidad es an ms probable que el observador sienta asco.Pensemos, por ejemplo, cmo ven los ricos a los pobres. Los pobres estnsometidos a una doble mortificacin: o son invisibles, porque resultan despreciables, o visibles, porque son asquerosos: "Las personas afortunadas y orgullosas sesorprenden de la insolencia de la desdicha humana, de que se atreva amanifestarse ante ellas y de que se atreva a perturbar la serenidad de su felicidadcon los aspectos repugnantes de su miseria" (51) .El decoro de las pasiones depende de su adecuacin a las condiciones que lassuscitan y, lo que es tan importante como esto, de la moderacin y decoro de suexhibicin. El actor protagonista debe regular la manifestacin de sus pasiones para

    encontrar ese punto justo en el que se consigue la simpata del observador,teniendo en cuenta que, por definicin, ste no puede simpatizar conmanifestaciones excesivas o insuficientes. Sin embargo, slo algunasmanifestaciones reguladas correctamente son las que provocan asco; otrassuscitarn ms bien lstima, o ese desprecio carioso que se manifiesta cuando seconsidera que el otro es mono o encantador.Smith divide las pasiones en distintos grupos, cada uno de los cuales afecta dedistinta manera al rumbo que toma la simpata y, por tanto, a la forma que adopteel decoro. Por ejemplo, las pasiones "que tienen su origen en el cuerpo" suscitanpoca simpata (26). Las expresiones acentuadas de sed, hambre y deseo sexual"son repugnantes y desagradables". No se trata de que no podamos comprender laafliccin de los hambrientos, sino de que no sentimos su hambre (27). El concepto

    de simpata de Smith no se limita exclusivamente a la lstima y la compasin, sinoque engloba la experiencia de imaginar la experiencia general del otro; consiste enla posibilidad de tener una sensacin indirecta, de experimentar algo como loexperimenta el otro o como debera hacerlo: "La verdadera causa de ese ascopeculiar que concebimos hacia los apetitos corporales, cuando los contemplamos enotros hombres, es que no podemos meternos dentro de ellos". Incluso el actorprotagonista, que experimenta ese vivo deseo, se da cuenta de que, despus deque lo ha satisfecho, casi no es capaz de comprenderlo: "El objeto que le excitabaya no le resulta agradable".Lo mismo que sucede con la comida ocurre con el sexo: "Despus de haber comido,pedimos que se quite la mesa; y deberamos tratar del mismo modo a lo que esobjeto de los deseos ms ardientes y apasionados, si slo fueran objetos depasiones que tienen su origen en el cuerpo" (28). Una vez que hemos saciadonuestros apetitos corporales no queremos recordar los impulsos incontroladosanteriores. Pueden dar pie a la turbacin, la vergenza y el asco. Y el espectadorimparcial se nos adelanta simpatizando con la vergenza o el asco que han dellegar, no con el impulso incontenible del momento. La observacin de Smithresulta convincente, aunque el fantasma de la pornografa constituye una pruebaen su contra. La pornografa no funciona a travs de una emocin indirecta, sinoinfundiendo una pasin de primer orden. Esas pasiones que dependen totalmentede las sensaciones corporales de otras personas nos resultan embarazosas y nosdan asco, y suele considerarse que lo mejor es mantenerlas en la intimidad odisimularlas decorosamente. Y como indica Smith, aunque se mantengan en laintimidad, enseguida nos deshacemos de los objetos de nuestra pasin sexual, unavez que se han satisfecho, a no ser que sean tambin objetos de nuestro amor.

    El asco tambin est presente en la forma en que reaccionamos ante las "pasionesinsociables". Se trata de pasiones como la ira, el resentimiento o el odio, que

    http://www.vivilibros.com/excesos/06-a-01.htm#25http://www.vivilibros.com/excesos/06-a-01.htm#25http://www.vivilibros.com/excesos/06-a-01.htm#25http://www.vivilibros.com/excesos/06-a-01.htm#26http://www.vivilibros.com/excesos/06-a-01.htm#26http://www.vivilibros.com/excesos/06-a-01.htm#26http://www.vivilibros.com/excesos/06-a-01.htm#27http://www.vivilibros.com/excesos/06-a-01.htm#27http://www.vivilibros.com/excesos/06-a-01.htm#27http://www.vivilibros.com/excesos/06-a-01.htm#28http://www.vivilibros.com/excesos/06-a-01.htm#28http://www.vivilibros.com/excesos/06-a-01.htm#28http://www.vivilibros.com/excesos/06-a-01.htm#27http://www.vivilibros.com/excesos/06-a-01.htm#26http://www.vivilibros.com/excesos/06-a-01.htm#25
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    acompaan a la polmica y la controversia, pero que tambin son necesarias paramotivar y hacer justicia. Estas pasiones "estarn ms bien al servicio del asco", yde este modo no dejarn que sea posible la simpata, a no ser que vayanacompaadas por el relato de las circunstancias que las provocaron. Necesitan unaexplicacin que las justifique para superar el asco que suscitan de manera natural(11). El observador de Smith se mantiene cauto ante las pasiones insociables,

    aunque "tengan una causa justificada: siguen teniendo algo que nos asquea" (36).Segn explica, esta es la razn por la que admiramos el autocontrol de la personaque reprime y regula su ira para no hacer una escena. Teniendo en cuenta elcarcter de las situaciones en las que surgen estas pasiones insociables, elobservador se encuentra ante simpatas enfrentadas. Si el odio y la ira no seregularan adecuadamente, la simpata pasara a estar de parte de las pasionesinsociables, al reconocer que su condicin responde a una "situacin difcil". Demodo que pasamos a simpatizar con lo odiado en la medida en que el exceso de lapersona que expresa su odio nos inhiba de sentir simpata por su causa.La incapacidad de sentir simpata, segn la teora de Smith, no deja al observadorcon una emocin nula en la que la simpata se bloquea simplemente. Para Smith,esa incapacidad de sentir simpata implica desaprobacin, la cual suele presentarse

    unida a sentimientos morales insociables, similares a aquellos con los que elobservador imparcial se considera incapaz de simpatizar cuando estn presentes enotra persona: el odio, el asco y el desprecio, entre otros. Sin embargo, elobservador es un alma decorosa y siempre regula su desaprobacinadecuadamente. Es capaz de hacerlo debido a su imparcialidad inicial, que le hacecorrectamente apasionado y no framente desapasionado. La simpata no puedeactuar de una manera desapasionada; est teida de las emociones con las quesimpatiza y tambin le afectan sus propios lmites. Aquello con lo que no se puedesimpatizar tiene que haber suscitado ya algn tipo de respuesta aversiva, algunaemocin negativa, que impidiera esa simpata. Juzgar algo como indecoroso es algoque se siente (28).Es evidente que lo que cuenta Smith no involucra al observador imparcial en deseos

    ocultos de recrearse en las faltas de decoro que le asquean. Podra argir quequienes consideran asquerosos a esos patanes tan joviales que aparecen en losanuncios de cerveza no albergan deseo alguno de ser como ellos. Segn laexplicacin que ofrece Smith, no poseen ningn atractivo, ni siquiera en losrecovecos ms ocultos del inconsciente del observador. La incapacidad parasimpatizar con sus manifestaciones emocionales y sus posturas motivacionalesimplica, por tanto, negarse de manera nada ambivalente a dejarse ver de esemodo.Sin embargo, cmo puede el observador de Smith llegar a formular ese juicio defalta de decoro a no ser que realmente se imagine a si mismo actuando de esaforma? La idea de que se le considerara del mismo modo que l consideraba esecomportamiento hace que sea cual sea la fantasa que elaborare acerca decomportarse as le resulte tan desagradable que la abandone porque le da asco. Demodo que la simpata no queda excluida como algo absoluto de esas pasiones hastael punto de que no se pueda sentir. El observador prueba imaginariamente el aguay se ve a si mismo como le veran otros que tienen sus mismas normas deconducta. No obstante, probar el agua tiene sus riesgos, como el de sentir asco (oincluso fascinacin?) por pasiones indecorosas. Mientras que el espectador observeacciones adecuadamente motivadas y manifestadas no se encuentra sujeto atentaciones o malos pensamientos, pero, en el momento en que contempla algoindecoroso, se ve comprometido por los pensamientos que debe asumir para poderdesaprobarlo.Smith no nos introduce en las tentaciones o represiones que pueden acechar enesos juicios negativos. Su espectador se salva de tener un lado oscuro por suimparcialidad necesaria y por el hecho de que su papel es ms pblico y social que

    privado y psicolgico. El espectador imparcial hace que la moralidad de Smith separezca a una moralidad de la vergenza, en la que uno siempre est a la vista de

    http://www.vivilibros.com/excesos/06-a-01.htm#11http://www.vivilibros.com/excesos/06-a-01.htm#11http://www.vivilibros.com/excesos/06-a-01.htm#11http://www.vivilibros.com/excesos/06-a-01.htm#36http://www.vivilibros.com/excesos/06-a-01.htm#36http://www.vivilibros.com/excesos/06-a-01.htm#28http://www.vivilibros.com/excesos/06-a-01.htm#28http://www.vivilibros.com/excesos/06-a-01.htm#28http://www.vivilibros.com/excesos/06-a-01.htm#28http://www.vivilibros.com/excesos/06-a-01.htm#36http://www.vivilibros.com/excesos/06-a-01.htm#11
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    los observadores, imparciales o de otro tipo, en una especie de visin panptica enla que no se puede esconder nada al juicio del espectador. Smith ha socializadotanto la moralidad de la motivacin que las incorrecciones e ineptitudessituacionales casi siempre tienen un carcter moralmente reprensible. Exigen algntipo de explicacin que las justifique o excuse (29).Segn Smith, los excesos de las "pasiones sociales"-generosidad, amabilidad,

    compasin-, a diferencia de los que se dan en las pasiones insociables, no producenasco. El comportamiento de la "madre demasiado tierna, del padre demasiadoindulgente, del amigo demasiado generoso y afectuoso" se puede considerar como"una especie de lstima en la que, sin embargo, hay un componente de amor". Setrata de la desaprobacin ms suave y la reaccin del espectador casi imita a lospadres demasiado indulgentes y tiernos a los que observa. El hecho de que talcomportamiento excesivo e indulgente tuviera que provocar asco u "odio yaversin" tipificara a la persona que sintiera eso como "la ms brutal ydespreciable de la humanidad" (40). Como vemos, Smith, a pesar de sus reservas,comparte algo del gusto del "hombre sensible" del siglo XVI por escenassentimentales de ese tipo.Tambin da la impresin de que Smith se queja demasiado de aquellos a quienes

    tales escenas les puedan parecer despreciables o asquerosas. No hay duda de queuna manifestacin excesiva de emociones positivas puede generar asco en unobservador imparcial (30); sin embargo, este asco no est mezclado con miedo yaversin, como sucede con las pasiones insociables, sino con sentimientos msbenvolos . Siguiendo la teora que he ido articulando, el asco que produce laprofusin de las pasiones amables pertenece al asco del exceso. Como sucede conla atraccin que ejercen los dulces y las comidas exquisitas, la contemplacin inicialde estos sentimientos suscita aprobacin, pero su abuso alimenta el asco.Detestar los vicios y la falta de decoro nos lleva a tipos de desaprobacin que enalgunos contextos suponen que el asco nos invade. Puesto que lo moral incluyecuestiones de pureza y contaminacin, tambin implica en general asco (31).solemos pensar que un rgimen moral dominado por el asco es primitivo y se

    caracteriza por los ttems y los tabes (32). Pero, como hemos visto, el lenguajecristiano del pecado entiende el asco como una venganza, como lo hacan de unaforma ms moderada las filosofas morales de Hume y Smith. El asco de losfilsofos escoceses tiene unos fundamentos diferentes del de los cristianos. Laforma que adopta para ellos, como hemos explicado en el captulo 7, vantimamente unida al concepto que acababa de emerger de buen y mal gusto. Suasco haca una cuestin social de la vulgaridad y un marxista podra asegurar queestas filosofas apoyaban simplemente un nuevo orden social basado en las clasesal elevar los gustos sociales burgueses al rango de cuestiones morales. En cambio,el asco de Jonathan Swift segua manteniendo, sobre todo, el antiguo estilo querenegaba del cuerpo y el sexo, tpico del ascetismo cristiano; pero posea unaintensidad aadida que iba aparejada a la expansin del asco, que implica elproceso de civilizacin, ms all del mbito sexual hasta alcanzar otras cuestionescorporales. El proceso de civilizacin tambin cambi el valor moral de la pobreza.En la ordenacin cristiana primitiva la pobreza poda considerarse como una virtudo, al menos, como algo que haca posible la virtud; el asco del nuevo orden cambiesta situacin y empez a convertir la pobreza en un vicio o aquello quefundamentalmente lo haca posible (33).El asco no es slo lo que motiva buen gusto; tambin plantea cuestiones moralescon las que puede que no estemos de acuerdo. El asco indica que estamosconsternados y no slo de boquilla; su presencia nos permite darnos cuenta de quela norma, cuya violacin presenciamos o imaginamos, nos domina realmente.Expresar nuestro asco consiste en algo ms que manifestar una preferencia orevelar simplemente una sensacin que experimenta nuestro cuerpo. Aunque sloestuviramos utilizando los modismos del asco como una forma de hablar, es decir,

    independientemente del sentimiento que expresan, seguimos manifestando con elmayor nfasis la creencia en que las normas a las que nos referimos con nuestra

    http://www.vivilibros.com/excesos/06-a-01.htm#29http://www.vivilibros.com/excesos/06-a-01.htm#29http://www.vivilibros.com/excesos/06-a-01.htm#29http://www.vivilibros.com/excesos/06-a-01.htm#40http://www.vivilibros.com/excesos/06-a-01.htm#40http://www.vivilibros.com/excesos/06-a-01.htm#30http://www.vivilibros.com/excesos/06-a-01.htm#30http://www.vivilibros.com/excesos/06-a-01.htm#30http://www.vivilibros.com/excesos/06-a-01.htm#31http://www.vivilibros.com/excesos/06-a-01.htm#31http://www.vivilibros.com/excesos/06-a-01.htm#32http://www.vivilibros.com/excesos/06-a-01.htm#32http://www.vivilibros.com/excesos/06-a-01.htm#32http://www.vivilibros.com/excesos/06-a-01.htm#33http://www.vivilibros.com/excesos/06-a-01.htm#33http://www.vivilibros.com/excesos/06-a-01.htm#33http://www.vivilibros.com/excesos/06-a-01.htm#32http://www.vivilibros.com/excesos/06-a-01.htm#31http://www.vivilibros.com/excesos/06-a-01.htm#30http://www.vivilibros.com/excesos/06-a-01.htm#40http://www.vivilibros.com/excesos/06-a-01.htm#29
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    expresin de asco debera ser del tipo de las que nos dominan.Voy a recurrir una vez ms a Hume, segn el cual, cuando una persona dice queotra es su enemiga est utilizando el lenguaje del egosmo y se considera que"expresa sentimientos, propios de l, y que surgen de sus circunstancias y situacindeterminadas"; sin embargo, cuando dice que alguien es vicioso, odioso odepravado, "est empleando otro lenguaje y expresa sentimientos que, en su

    opinin, toda la audiencia debera compartir con l" (34). El reconocimiento delasco supone que los dems coincidan en l. Conlleva la idea de que es algoindiscutible y que parte de este carcter se debe al hecho de que el asco se elaborade manera tan especial a travs de la ofensa a los sentidos. Aboga por lavisibilidad, la palpabilidad, la solidez y la pura obviedad de esta tesis. El asco esquiz la emocin que plantea menos problemas a la intersubjetividad. Cuando dicesque amas o que lamentas algo, nunca estoy seguro de cul es tu estado interior, encambio s lo estoy cuando dices que sientes asco. Los sentimientos de amor y pesarno se pueden definir tan fcilmente como los sentimientos de asco. Cuando a losdems se les ponen los pelos de punta o se sienten mancillados, sabemos cmo sesienten por dentro. De modo que el asco se comunica mejor que la mayora de lasemociones.

    El asco posee otras capacidades importantes de comunin y resulta especialmentetil y necesario para construir una comunidad moral y social. Es evidente querealiza esta funcin ayudando a definir y situar los lmites que separan nuestrogrupo de otros grupos, la pureza de la contaminacin, lo violable de lo inviolable.Tambin lo hace como consecuencia de su capacidad para experimentarseindirectamente con facilidad. El asco, como la indignacin, es algo queexperimentamos tanto oyendo y presenciando ofensas que atentan contra losdems como ofensas que atentan contra nosotros (35). Estas dos emocionesparecen imponernos lo que se suele caracterizar como la posicin de vctima. Estacapacidad del asco para contactar no depende de que la parte ofendida tambinexperimente asco o indignacin; no "sacamos" nuestro asco de la vctima.Desempeamos el papel del espectador imparcial de Smith y sentimos lo que

    sentiramos si estuviramos en el lugar del otro; es decir, segn el modelo deSmith, experimentamos lo que creemos que debera estar sintiendo la personaagraviada. El asco y la indignacin unen el mundo de los espectadores imparcialespara formar una comunidad moral, como personas que comparten los mismossentimientos y como guardianes del decoro y la pureza. Estos sentimientosproporcionan el motivo para castigar cierto tipo de ofensas.Yo dira que la razn por la que, desgraciadamente, el amor no ha triunfadohistricamente como el sentimiento sobre el que podra erigirse una comunidadmoral es que no puede ser compartido por terceras personas. Por ejemplo, siemprepodemos experimentar asco ponindonos en el lugar de alguien porque se le hayamancillado, o indignacin, porque haya sido agraviado o le hayan perjudicado, perono somos capaces de sentir el amor y los celos que disfruta o sufre otra persona;se trata de sentimientos que siempre son personales, sui gneris, y de algn modoimposibles de transmitir. Podemos comprender lo que sienten los amantes, pero nopodemos sentir lo que ellos sienten. Sin embargo, si vemos que no se muestra lagratitud o el amor que merece alguien, enseguida sentimos indignacin o asco poresa ingratitud como si furamos la parte ofendida. De modo que puede que lahumanidad no est tan predispuesta a la vileza como aseguraran los moralistasmisantrpicos, sino que tenemos que apechugar con las estructuras de lasemociones tal y como nos han sido dadas. El amor, como el orgullo, se estructuracomo una emocin ntima que nos puede proporcionar placer y diversin, si vemosa otros sumidos en l, pero no se trata de un placer vicario; no se trata de unareconstruccin imaginaria de los sentimientos de otra persona o de los nuestros,como creeramos que seran si estuviramos en el puesto de esa otra persona.Las identificaciones por simpata que conlleva el asco no siempre clarifican por si

    mismas el orden moral. Pensemos, por ejemplo, en la relacin del asco con el viciode la crueldad. La crueldad genera asco por partida doble en el espectador

    http://www.vivilibros.com/excesos/06-a-01.htm#34http://www.vivilibros.com/excesos/06-a-01.htm#34http://www.vivilibros.com/excesos/06-a-01.htm#34http://www.vivilibros.com/excesos/06-a-01.htm#35http://www.vivilibros.com/excesos/06-a-01.htm#35http://www.vivilibros.com/excesos/06-a-01.htm#35http://www.vivilibros.com/excesos/06-a-01.htm#35http://www.vivilibros.com/excesos/06-a-01.htm#34
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    imparcial, es decir, una vez que hemos conseguido recuperarnos del impacto quepuede provocar (36). En primer lugar, la persona que lo ha provocado es vista conmiedo y aversin, con la forma ms intensa de asco y horror. A continuacin, unsegundo asco se centra en la vctima degradada, bien sea porque estensangrentada y desfigurada o bien hundida moralmente en la desgracia de habersufrido tales abusos. La lstima y el deseo que sentimos de aliviar el sufrimiento de

    la vctima se ven inhibidos por esa misma emocin que nos empuja a maldecir a lapersona responsable de la situacin. As es como la crueldad pone en uncompromiso al observador imparcial, que se ve inmerso en tal exceso de asco quese siente paralizado. El observador tiene que sentir plenamente su propiainadecuacin ante ese mal. El asco que se siente hacia el violador viene dadaexclusivamente por lo que consideraramos como fracaso moral; sin embargo, elasco que se siente hacia la vctima le atribuye fracaso moral como consecuencia dehaberse vuelto fea, deforme, haber perdido su dignidad y resultar asquerosa por sucarcter de vctima. La vctima necesita alguna explicacin moral que d cuenta desu degradacin, a no ser que cuente con el estatus especial que asignamos a losbebs y los nios, a quienes no se les exige normas de dignidad. Este es parte delprecio que hay que pagar por la asociacin que el asco mantiene con la vergenza.

    Presenciar la vergenza de otra persona es algo que nos asquea. Pero sta es larazn por la cual la vergenza es una sancin tan poderosa: supone lainteriorizacin del asco y el desprecio del espectador.Si el asco se repliega sobre si mismo ante la crueldad, la indignacin vuelve aponerle en el buen camino. Cuando el asco opera al mismo tiempo que laindignacin, ayuda a crear una especie de indignacin sobrecargada que puedemanifestarse a travs del ultraje o algo parecido al horror. La indignacin obliga aque el asco colabore con la justicia, dando pie a acciones contra el ofensor; cuandono est presente la indignacin, el asco retrocede o aparta la mirada para noencontrarse con el doble aprieto que describa en el prrafo anterior. Sin embargo,el peligro que conlleva el ultraje es que pierda el sentido de la proporcin e impulsoal observador imparcial de Smith a sentir asco por sus propios excesos. No

    obstante, las crueldades sin sentido no dejan en suspenso las normas de laproporcin? O se trata ms bien de que las crueldades sin sentido, al ser ellasmismas tan desproporcionadas, nunca se pueden castigar o expiar totalmente? Nisiquiera la alianza entre el asco y la indignacin sirve para esta tarea. La presenciaimposible de erradicar de la crueldad nos suma en la desesperacin y la frustraciny amenaza con relegarnos por fin a una misantropa desgraciada y resentida.

    Los defectos morales del asco

    Hemos supuesto que el asco es el sentimientomoral que cumple la funcin de desaprobar losvicios de la hipocresa, la crueldad, la traiciny la untuosidad en todas sus formas:obsequiosidad, adulacin y servilismo rastrero.Tambin controla aquellas actividades que hedescrito como los males necesarios de laservidumbre moral y otras cuestiones moralesde menor trascendencia: del tipo queproducen defectos de carcter que molestande manera previsible como ser quisquilloso,remilgado, zafio o estpido, entre otras cosas,pero tambin fsicamente deforme. Se tratade cuestiones morales propiamente dichas? Elasco tiene un vicio; se trata de un sentimiento

    moral con una capacidad de inclusinextraordinaria, que no se limita a registrar una

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    simple aversin hacia los objetos en los que se centra, sino que los degradamoralmente. Con tal de que el asco se limite a combatir la crueldad y la hipocresa,nos sentimos encantados de que se una a nuestra causa, pero cuando combatecontra lo impertinentemente exasperante e indiscreto o lo deforme y lo feo, puedeentrar en conflicto con otros sentimientos morales como la culpabilidad y labenevolencia, que nos llevan en otra direccin.

    "Moral" es uno de esos trminos frustrantes que nos resulta difcil definir, aunquecreamos que sabemos lo que queremos decir con l cuando lo usamos. Podemosconsiderar lo moral desde distintos puntos de vista, algunos restrictivos y otrosamplios. Hay quien pretende reducir el trmino a afirmaciones simples del tipo: lavirtud del amor y el vicio del odio. Otros articulan el mbito de lo moral haciendoreferencia a emociones o sentimientos morales especficos (37). De este modo,algunos pueden centrar la moralidad en cualquier sentimiento: benevolencia,respeto, culpabilidad, vergenza o un sentido moral independiente especialmenteconstituido (38).Pensemos, por ejemplo, en el intento de Allan Gibbard por construir una teora dela moralidad , reconocidamente limitada, en la que se otorga un papel protagonistaa la ira y la culpabilidad: "La moralidad se ocupa del tipo de actos por los cuales se

    puede culpar a una persona. Se le censura a alguien por un acto si tiene sentidoque otras personas se enfaden con ella . . . y si tiene sentido que esta persona sesienta culpable por lo que ha hecho" (39). Otorgar a la culpabilidad un carcterfundamental restringe el alcance de lo moral (40). Este carcter restrictivo de laculpabilidad se deriva de su vinculo con la voluntariedad. Hablar de culpabilidadtiene sentido en el caso de las (malas) acciones que decidimos realizar, quepretendemos hacer y que podemos elegir no llevar a cabo. La culpabilidad otorgaun tinte legal a lo moral con todas las restricciones que comporta la idea de mensrea. De este modo, la culpabilidad admite que se castiguen las acciones culpables(y las omisiones especificas) ms que los defectos generales de carcter. Laculpabilidad requiere expiacin, que puede producirse, en parte, con unamanifestacin adecuada de conciencia culpable. La expiacin debera bastar para

    disipar la ira justificada que ha provocado la ofensa.Gibbard considera que esta limitacin a los malos intencionados es eficaz. Laculpabilidad no pretende que la persona se reforme totalmente, como hace lavergenza, y podra hacer el asco, sino slo que cambien las acciones que elpecador puede controlar voluntariamente. Para Gibbard, otros sentimientosevidentemente morales, como la vergenza, la humillacin o el asco, son menosdiscriminantes. Piden demasiado a la persona que comete la ofensa, a veces quetransforme completamente su carcter o, incluso, que transforme rasgos fsicoscomo el color de la piel, el gnero, el aspecto corporal, la edad y el estado de salud,cosas por las que la moralidad de la culpabilidad seala que no podemos serculpados justamente, puesto que no son realmente cuestiones sobre las quepodamos elegir.Sin embargo, una moralidad que se basara nicamente en el mecanismo deculpabilidad/ira no dara cuenta de toda la culpabilidad que atribuimos ni de todaslas acciones y estados por los que pedimos explicaciones a la gente. La ira noes el nico medio, ni siquiera el principal, para expresar desaprobacin o manifestaropiniones morales contra aquellos que cometen la ofensa. No tenemos que recurrira culturas primitivas, basadas en la vergenza, para garantizar un mbito moralms amplio, en el que el asco, el desprecio y el escarnio tengan un papelprotagonista. Nuestros propios sentimientos y nuestras interacciones sociales nosproporcionan multitud de ejemplos. Erving Goffman describi en detalle de qumodo lo corriente, lo rutinario y lo normal producen previsiones sociales quetransformamos en "expectativas normativas, en exigencias presentadas

    justamente", es decir, en la reivindicacin moral de que los dems no perturbenesa rutina que funciona tan bien y a la que consideramos que tenemos derecho.

    La moralidad se convierte en este contexto no tanto en una cuestin de culpabilidady conciencia como en una cuestin de qu impresin causamos a la gente que nos

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    observa, suponiendo que sus exigencias sean ampliamente justificables. Estamoralidad es, sobre todo, una moralidad de la vergenza, en la que nuestro buenprestigio depende de conseguir y mantener la competencia en todo el conjunto decriterios que sirven para juzgar el carcter. La moralidad de la vergenza tienemayor alcance que la moralidad de la culpabilidad; se preocupa tanto por lo queeres como por lo que haces; tiene en cuenta tanto lo que no haces como lo que no

    puedes hacer. Con ella hay ms cosas que se pueden censurar y, por tanto,tambin hay ms cosas que se convierten en cuestin de honor y orgullo. Lamoralidad de la vergenza no tiene por que ser necesariamente algo malo. Voy aextenderme un poco ms en estas cuestiones antes de volver al tema del asco.Segn el modelo de Goffman, estar en presencia de los dems requiere que losactores respeten el contexto, la reunin en la que se hallan. Tienen que procurar noperturbar el consenso vigente del que dependen esas interacciones para quefuncionen sin problemas, salvo en los casos ms extremos, y slo de un modo quelos dems consideren justificado. La exigencia mnima que impone la copresenciaconsiste en no apelar indebidamente al miedo de la gente o provocar su turbacin oasco. No tenemos que provocar alarma o preocupacin indebidamente, lo quesignifica que en las actividades rutinarias, como caminar par la calle o esperar el

    autobs, nos tenemos que comportar de modo que pasemos desapercibidos. Enuna reunin informal no debemos ponernos de rodillas y pedir a los dems que sepongan a rezar. Esta es la exigencia moral mnima del orden de Goffman: noprestar atencin a los dems de una manera corts y comportarse de tal modo quese pase desapercibido, tambin por cortesa, ante los dems.Sin embargo, esa exigencia mnima de pasar desapercibido por cortesa resultamuy difcil para algunos. Pensemos, por ejemplo, en las personas hermosas: no lasculpamos porque no pasen desapercibidas, puesto que no nos llaman la atencinsuscitando asco o alarma. No obstante, plantean requerimientos adicionales anuestra compostura y facto, a nuestra habilidad para mantener el decoro. Es muypoco lo que separa las miradas de admiracin que estas personas han aprendido aesperar como algo merecido y las miradas boquiabiertas insistentes. En el otro

    extremo se encuentran los estigmatizados: los obesos, discapacitados, deformes yenfermos mentales, los grotescamente feos, los criminales o aquellos que norenen las condiciones para entrar dentro de la generosa categora de los"normales". El estigma trastorna las condiciones necesarias para conseguir pasardesapercibido sin incidentes. Las personas estigmatizadas suelen generar alarma,asco, desprecio, turbacin, preocupacin, lstima o miedo. Estas emociones,confirman, a su vez, que esas personas estn correctamente estigmatizadas. (Nohay que olvidar que tanto mi proyecto como el de Goffman se limitan a describircmo ordenamos la moralidad de la copresencia y no pretende afirmar quedebamos hacerlo de este modo).Aunque resulte extrao, uno de los indicadores ms eficaces de nuestroreconocimiento del estigma ha llegado a ser la culpabilidad que sentimos porhaberlo reconocido. Las personas estigmatizadas nos hacen sentir que no lesdejamos pasar desapercibidas, como marcan las reglas de urbanidad, porque nuncasabemos a ciencia cierta cmo tenemos que comportarnos en su presencia.Suponemos que debemos comportarnos con naturalidad, pero qu quiere deciresto cuando se trata de personas estigmatizadas? Mirar a otra parte? Prestarlesayuda? Pretender que no sucede nada fuera de lo normal? Consideramos que laspersonas estigmatizadas perturban ese orden social que funciona tan bien y que laspersonas normales reclaman cargadas de razn.En tiempos ms duros el observador experimentara poca o ninguna culpa por lasemociones que suscita la persona estigmatizada, pero en los nuestros si. Primeroaprendemos a sentirnos culpables por burlarnos de los dems. Segn vamoshacindonos ms civilizados, la culpabilidad se ala con ese miedo insistente aburlarnos o escarnecer involuntariamente a alguien. Poco a poco, nuestra

    culpabilidad se ve reducida a algo que permanece latente, aunque tratemosdecentemente a la persona estigmatizada. O bien censuramos nuestras buenas

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    obras porque tienen su origen ms en la culpabilidad que en sentimientos msnobles como el respeto a las personas; o bien la culpabilidad mina por fin esasatisfaccin de s mismo en la que nos recreamos cuando tratamos decentemente alas personas estigmatizadas, aunque sigamos creyendo, en cierto modo, que estetrato va ms all del cumplimiento del deber: "Mire qu buen tipo soy que mesiento lo bastante seguro de mi mismo para que me vean comiendo con el obeso de

    Fulanito".El asco convierte a la belleza y la fealdad en cuestiones morales. Y parte de laturbacin que sentimos ante este desafortunado panorama adopta la forma deasegurar que la belleza es, en realidad, objeto de la esttica, no de la tica ni lamoral, dejando claro que los defectos estticos no deben comportar la gravedadque pueden tener los defectos en el mbito moral. El intento de constituir unmbito esttico independiente, al margen del moral, podra entenderserazonablemente como una reivindicacin moral de cul debe ser el contenidoadecuado de lo moral. Es un intento de encapsular, por medio de una clasificacinautorizada. Las insistentes tendencias psicolgicas y sociales que manifestamospara dotar de significado moral a la belleza y la fealdad y dejar de distinguircoherentemente lo bueno de lo bello. Hemos aceptado el discurso, respaldado por

    sanciones de culpabilidad, de la distincin entre lo esttico y lo moral; sin embargo,nos siguen dominando otros sentimientos que continan manifestndose cuandoconsideramos como una traicin que una persona bella tenga un carcter mezquinoo cuando finalmente reconocemos de mala gana la belleza interior de una personafea porque estamos seguros de no equivocarnos.Por tanto, nuestro mundo moral se encuentra enfrentado a si mismo. Pero no esuna cuestin de oponer la moralidad a la inmoralidad o la falta de moralidad.Tampoco se trata de la desesperacin del relativismo. Se trata de diferentessentimientos morales de distinto alcance e intensidad que generan inconsistenciasimportantes en el orden moral. Gibbard plantea una interesante distincin, a la queacabo de aludir en el prrafo anterior, entre el hecho de aceptar normas y estardominados por ellas; Las normas que aceptamos se mantienen hablando y

    discutiendo, a travs de distintas prcticas discursivas, mientras que las que nosdominan simplemente se imponen a nuestra voluntad. En lo que se refiere a laspersonas estigmatizadas. Las normas que gobiernan el respeto a las personas yque aceptamos se ven socavadas por las normas que nos dominan y cuya violacinengendra asco.La diferencia entre "aceptar" y "estar dominado" por algo suele reducirse a culesson los sentimientos que sustentan la norma. Cuando una norma cuenta con elrespaldo del asco es que nos domina; mientras que la culpabilidad puede aparecersi no somos capaces de acatar una norma que aceptamos. El dominio que ejercensobre nosotros las normas que respaldan el asco se debera atenuar con unapequea dosis de realidad: el placer que sentimos al mostrar las paradojas del ascoen las que lo asqueroso es tambin lo fascinante, lo que genera inters e, incluso,el objeto del deseo. Puede que esto sea as en ciertas circunstancias, pero no haynada que rinda mayor tributo al dominio que ejerce una norma que ponerseliteralmente enfermo ante la sola idea de transgredirla. Pocos seran losreformadores morales que no preferiran que el asco sustentara las normas delrespeto a las personas o el compromiso con la idea fundamental de la igualdad detodos los hombres, a pesar de las paradojas que conlleva, a que lo hagan lossentimientos morales ms endebles que respaldan la aceptacin de las normas enel discurso.El orden pblico de Goffman se corresponde ms o menos con las exigencias queplantean las culturas basadas en la vergenza. La culpabilidad y la ira siguenteniendo papeles que cumplir en este orden, pero son lujos slo al alcance deaquellos que han preservado su respetabilidad al ser moralmente aceptables en elorden ms amplio de la vergenza, el escarnio, el desprecio y el asco. Y no nos

    suele preocupar tanto provocar ira como desprecio, burla o asco. Ser capaz dehacer enfadar a una persona es como conseguir cierta igualdad, incluso

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    superioridad; pero ser objeto de desprecio, escarnio o asco nos degrada conrespecto a los dems.Conseguimos esa respetabilidad mnima, que implica pasar desapercibidos desde elpunto de vista de las reglas de urbanidad, mostrando respeto por las normassociales y morales que rigen la presentacin del yo. Se trata de una respetablidadque hay que ganarse; no es algo inherente al hecho de ser humano, sino que

    aparece como consecuencia de haberse comprometido a seguir, y haberlo hecho,las reglas del decoro, que subsumen lo social y lo esttico dentro de un orden moralms amplio. El respeto es el tributo que rendimos al orden propiamente dicho, msque a los individuos. La primera condicin que hay que cumplir para tener un ordensocial que funcione bien es respetarlo.Este tipo de ordenacin moral presenta cierta severidad que puede inquietarnos.Como hemos visto, Gibbard captaba parte del problema cuando mostraba supreocupacin por la falta de discriminacin en los sentimientos morales de asco,vergenza, miedo y turbacin. Es fcil darse cuenta del precio que hay que pagarpor permitir que el asco y el desprecio ordenen nuestras vidas morales y socialessin que stas tengan que estar subordinadas o limitadas por sentimientos yprincipios compensatorios. Terminamos por castigar a la persona estigmatizada,

    que no tiene por qu sentirse culpable por ese estigma, aunque estas personassuelen interiorizar los juicios sociales de su estigmatizacin como vergenza, odio,asco y desprecio a uno mismo (45). Tememos que el asco y el desprecio puedanviolar las normas de la equidad y la justicia, del respeto liberal a las personas ypuedan sustentar regmenes brutales e injustificables.Existen varias razones para que no otorguemos, ni debamos otorgar, a unsentimiento moral el poder de regir todas las situaciones en las que puedeaparecer. Parafraseando a Judith Shklar, no podemos dar el papel protagonista alasco o la vergenza; pero si, como ella propone, consideramos la crueldad como elvicio principal, no podramos o no desearamos evitar otorgar al asco un papelimportante en nuestro rgimen moral (41). Lo que necesitamos es un modo desaber cundo nos podemos fiar del asco y el desprecio. Pero a pesar de sus

    importantes defectos, el desprecio y el asco realizan una labor moral adecuada y, loque es ms importante, incluso sus defectos son morales; lo que sucede es que hayotros criterios que nos desaconsejan constituir una moralidad oficial de este modo.El desprecio, el asco y la vergenza nos clasifican y ordenan segn jerarquas;estas emociones proporcionan la base para atribuir honor y respeto, as como todolo contrario.La idea de que las emociones morales, como el asco y el desprecio, son malesnecesarios no les hace justicia; realizan una labor muy beneficiosa, si inhibimos susexcesos. Y esto es algo que hacemos habitualmente, cuando limitamos el alcancede su legitimidad recurriendo a otras normas que aceptamos. Tambin cortamos lasalas al asco, haciendo que prudentemente todo el rgimen moral se someta aciertos constreimientos polticos y legales, que circunscriben severamente lasacciones que pueden emprenderse justificadamente como consecuencia del juiciomoral. Incluso en el mbito regulado informalmente que nos concede la ley y lopoltico para que lo ordenemos nosotros mismos, nos encontramos con seriasrestricciones en lo que se refiere a las sanciones que podemos infligir a aquellosque nos causan asco. De modo que la burla descarada o, incluso, formas menosmalvolas de rechazo se consideran injustificables o ilegales. Lo nico que nosqueda es la experiencia ntima del asco que sentimos y ese placer sospechoso deldesprecio que tie nuestro sentido de la satisfaccin de uno mismo por comportarsemucho mejor que esos dioses del Olimpo que se burlaban de la deformidad.Probablemente, el mayor tributo que rendimos a la ansiedad que sentimos, a lahora de condenar a quienes nos producen asco, sea las historias que inventamospara culpabilizar a las personas estigmatizadas en ese sentido restringido que exigela culpabilidad. Como ya mencionamos en el captulo 4, atribuimos a lo asqueroso

    la intencin de molestar. As, la persona obesa est gorda porque no quiereevitarlo. Incluso atribuimos a la persona estigmatizada parte de la razn de ser de

    http://www.vivilibros.com/excesos/06-a-01.htm#45http://www.vivilibros.com/excesos/06-a-01.htm#45http://www.vivilibros.com/excesos/06-a-01.htm#45http://www.vivilibros.com/excesos/06-a-01.htm#41http://www.vivilibros.com/excesos/06-a-01.htm#41http://www.vivilibros.com/excesos/06-a-01.htm#41http://www.vivilibros.com/excesos/06-a-01.htm#41http://www.vivilibros.com/excesos/06-a-01.htm#45
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    esos estigmas que sabemos, desde un punto de vista oficial, que no puedencambiar. Si no podemos echar la culpa al ciego por su ceguera, damos un rodeo yle culpamos por no ser invisible, por no pasar desapercibido, sobre todo cuandocreemos que llama la atencin para pedirnos algo. Nos gustara que estas personasestuvieran encantadas, de modo que un beso las convirtiera en prncipes yprincesas; y cuando el hechizo resulta ser demasiado duradero, les culpamos por

    desear que el antdoto mgico sea ineficaz.Culpamos a los enfermos de su enfermedad, aunque, paradjicamente, intentemosdisculpar a los culpables diciendo que estn enfermos, lo que, a su vez, les harculpables por estar tan infectados. Los reformadores confusos, que intentanconvertir el crimen en una cuestin de enfermedad ms que en intencin culpable,no se dan cuenta de que no dejamos de echar la culpa a alguien slo porque estenfermo (42). Creemos que la enfermedad es una ofensa punible. El sida resultatan censurable como antes lo fue la lepra. Incluso culpamos a la gente por tenerenfermedades prosaicas, porque las consideramos, si no como consecuencias delpecado, s como la incapacidad de cuidar correctamente de uno mismo.De este modo, intentamos acallar la voz de nuestras conciencias inseguras acercade la amplitud de sentimientos morales como la vergenza y el asco, aumentando

    el alcance de la culpabilidad. La moralidad ms estrecha y limitada del sindrome deculpabilidad/ira de Gibbard resulta no ser tan estrecha una vez que ampliamos lacategora de lo voluntario para que incluya lo que se es adems de lo que se hace.Y aunque encontremos demasiada resistencia a la hora de incluir lo vergonzoso yasqueroso en el mbito de la culpabilidad, seguimos sin mostrarnos tan reticentesante la idea de castigar basndonos slo en el asco. Y cuando castigamos a los quenos producen asco, el orden pblico de Goffman es quien nos proporciona nuestra"orden de arresto": pasar desapercibido es una virtud y no hacerlo es un vicio delque te pueden considerar culpable.El asco no slo culpa un tanto indiscriminadamente y hace que la categora de lomoral sea ms amplia de lo debido segn los principios antagnicos de justicia,benevolencia, lstima y equidad; sino que tambin presenta un estilo negativo,

    deprimido y deprimente que nos hace sentirnos incmodos. Comparemos laindignacin vehemente con el asco adusto y flemtico (43). Como se ha indicado encaptulos anteriores, el asco es muy ambivalente en lo que se refiere a la vidapropiamente dicha, especialmente la vida humana. El caldo de cultivo, el caldo decultivo humano, constituye el ncleo de lo asqueroso. Y esto hace que el asco tengaun carcter inevitablemente misantrpico. El asco retrocede ante lo que somos y loque hacemos, tanto lo voluntario como lo involuntario. La indignacin, a pesar desu furia vengadora, no condena a la humanidad tan tajantemente. Una vez que seha producido la venganza o que se ha hecho justicia, el mundo vuelve a estar enorden y este orden puede resultar excitante, lleno de vida y posibilidades. Laindignacin nos ofrece razones para vivir, mientras que el asco nos da razones parabatirnos en retirada. El asco cumple su funcin moral pero nos deja con elsentimiento de que nos hemos contaminado en el proceso.El asco supone reconocer el peligro que corre nuestra pureza. Pero tambin es algoms. Su mera sensacin tambin implica admitir que no podemos escapar a lacontaminacin. Dicho de otro modo, experimentar asco no nos purifica como lohace sentir ira o indignacin. El asco indica la necesidad de emprenderposteriormente labores de purificacin. De modo que no cumple su funcin moralpara permitir que disfrutemos del placer carente de ambivalencia que nosproporcionara nuestra relativa superioridad moral frente a lo asqueroso. El ascoreconoce nuestra propia vulnerabilidad y compromiso, aunque constituya unadeclaracin de superioridad. El sentimiento de desprecio, por el contrario, es mspuro y agradable. Podramos considerarlo como una de las virtudes morales delasco. ste no nos hace condenar algo por puro placer, porque siempre nos hacepagar algo a cambio de esa condena. El asco nunca nos deja que escapemos sin

    tacha. Sustenta el sentido de desesperacin, segn el cual la impureza y el mal soncontagiosos, perdurables y arrastran con ellos todo lo que tocan.

    http://www.vivilibros.com/excesos/06-a-01.htm#42http://www.vivilibros.com/excesos/06-a-01.htm#42http://www.vivilibros.com/excesos/06-a-01.htm#42http://www.vivilibros.com/excesos/06-a-01.htm#43http://www.vivilibros.com/excesos/06-a-01.htm#43http://www.vivilibros.com/excesos/06-a-01.htm#43http://www.vivilibros.com/excesos/06-a-01.htm#43http://www.vivilibros.com/excesos/06-a-01.htm#42
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    El asco tiende a centrar su labor moral en cuestiones morales en las que participa elcuerpo. Es evidente que el sexo atrae su atencin, pero tambin lo hacen losdefectos corporales que muestran una preocupacin insuficiente por el deber deconseguir que el orden social sea lo ms tranquilo posible. Tambin resultaevidente que el asco es el principal sentimiento de desaprobacin de aquellos viciosque se expresan tan bien a travs de los modismos del asco. Nos encontramos ante

    un problema de prioridades. Lo untuoso es ms adulador, baboso, zalamero opelotillero porque provoca asco; o provoca asco porque este comportamiento nopodra describirse correctamente de otra manera? Sea como sea, existen vicios yofensas a las que se aplican fcilmente los conceptos de fealdad, hediondez ybabosidad y otros a los que no. La hipocresa, la traicin o la crueldad nos sumenen la cinaga de lo asqueroso y no parece que exista otro sentimiento moral mejordotado que ste para expresar nuestra desaprobacin.

    Notas:

    1. Works, 3:24.2. Johnson no era estrechamente monjil acerca de lo que constitua el vicio.Defenda, como Mandeville, Los beneficios del lujo. Para lo que dice Johnson acercade Mandeville ver Life of Johnson, 15 de abril de 1778, Chapman ed., 947-948.3. No pretendo defender la postura emotivista que en general no acepto. Sloquiero sealar que, en tanto que cuestin social, se suele considerar que lasemociones que tienden a realizar una labor moral implican un juicio moral siempreque entran en funcionamiento. Aunque los sentimientos morales no seanexactamente congruentes con lo que llamaramos juicios morales, no resulta claroque nadie pueda mantener esta distincin, a no ser los filsofos analticos.Conviene darse cuenta de que sentimientos morales como el asco nos permitirncensurar cosas aunque nuestro juicio moral nos indique que no debemos hacerlo yque, a la inversa, hay momentos en que nuestro juicio moral nos dice quedeberamos desaprobar cosas que parecen suscitar muy poca aversin ennosotros.4. Nashe, Christs Teares overJcrusakm, 83r. Recuerda entre otras obras a LesMiserables, Our Mutual Friendy Such, such were the Joys, de Orwell.5 Los vicios (y las virtudes) se suelen tratar como si fueran rasgos del carcter y yoestoy solapando rasgos y vicios, pero no pretendo asegurar que son sinnimos.6. Enquiry, 90 ml.7. La persona remilgada asquea por su hipersensibilidad hacia lo asqueroso, lapersona zafia por su falta de sensibilidad hacia ello, pero ambas poseen la

    capacidad de asquear porque traen a colacin lo asqueroso en situaciones dondeuna sensibilidad ms precisa habra evitado entrar en contacto con ello.8. Hume, En airy, 75-76. No deseo que mis tesis dependan de la presencia de lapalabra asco. Me he centrado en citas en las que se usa pero no exclusivamente enellas. Resulta difcil explicar con precisin el asco en estas citas. Se trata, desdeluego, de un trmino ms fuerte que desaprobacin o aversin; pero, segn culsea el contexto, puede indicar distintas intensidades de aversin que van desde elmero desagrado al desprecio, el odio, la aversin y la repugnancia.9. Comprese con Montaigne en lo que se refiere a la estupidez: "La estupidez esuna mala cualidad; pero no ser capaz de soportarla, irritarse o exasperarse por ella,como me ocurre a m, es otra clase de mal que apenas resulta menos problemticoque la estupidez; "On the Art of Discussion, Essays, 704.

    10. La misoginia que convierte a la tpica rubia tonta en objeto de deseo sexual nosintroduce ms en las formas predominantes de degradacin de la vida ertica y las

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    complejas interpenetraciones del asco y el sexo a las que nos referamos en elcaptulo 6.11. Enquiry, apndice iv, 157. Sus pensamientos se expresan de una manera msmoderada "Si un hombre alberga las mejores intenciones del mundo y evita todo loque puede la injusticia y la violencia, nunca ser capaz de hacer que le tengan endemasiada consideracin sin una parte moderada, al menos, de talento y

    comprensin". Hume crey conveniente reproducir este mismo pasaje en Enquirycomo parte de un apndice. Conviene sealar que lo que asquea a Hume no es lamera falta de inteligencia, sino la estupidez que aparece unida a la falta deconocimiento de uno mismo en lo que respecta a los propios lmites. Es elinsensato, la persona que te impone su estupidez quien le provoca asco. Acerca dela teora de la virtud de Hume.12. La falta de tolerancia que Hume demuestra aqu turb a Baler, uno de susadmiradores crticos ms importantes; Baler, "Moralism and Cruelty".13. Casos que vienen a cuento son los de la exaltacin acadmica del carnaval, lacanonizacin del Rabelais de Bajtin y la superacin de la oscuridad de GeorgesBataille.14. Tambin podramos incluir deicidas, prostitutas y prestamistas en nuestra lista

    de servidores morales, pero cada uno de ellos supone una serie de problemasespeciales que nos llevaran demasiado lejos. A los judos se les asigna el doblepapel de servidores morales que trafican con un mal necesario, no slo comoasesinos de Cristo, sino tambin como prestamistas. En tanto que deicidas, realizanesa funcin necesaria que da comienzo al cristianismo, de modo que, segn loscristianos, la expulsin del Edn fue una suerte. En tanto que prestamistascontribuyen a la formacin de capital y evitan que la economa se detenga. Pero lacomplicada historia del antisemitismo plantea difciles problemas inextricables quetienen poco que ver con las breves cuestiones que deseo sealar acerca de laservidumbre moral.En lo que se refiere a la prostitucin, hemos llegado a creer que es un mal, pero nonecesario. En el siglo XIX se sostena que la prostitucin era necesaria para

    mantener el matrimonio y la virtud de las mujeres como Dios manda,proporcionando a los hombres "decentes" una clase de mujeres a las que tenanque limitar sus conquistas. En lo que a esto se refiere, nuestro puritanismo es, encierto modo, ms riguroso que la modalidad del siglo XIX, lo cual seguramente esalgo bueno. A diferencia de los abogados y los polticos, las prostitutas suscitanlstima adems de asco. Se benefician de las malas expectativas que la misoginia ylos prejuicios sexistas tienen para la posibilidad moral de las mujeres en general.Conviene sealar tambin que, si bien el verdugo es obviamente un servidor moral,los soldados y los policas suelen conseguir evitar caer dentro de esta categora. Lasatrocidades y brutalidades que cometen de vez en cuando se suelen considerarfuera de lo normal en lugar de algo rutinario, mientras que la perfidia de abogadosy polticos se considera como algo habitual.15. Los filsofos morales se han sentido atrados hacia los problemas que plantea ladivergencia de la denominada tica profesional y la tica comn. Puesto que estostemas afectan a los polticos.16. Comprese con la persona desempleada a quien tambin se le censura porelegir su condicin, si bien el propio curso de la economa precisa entre un 3 porciento y un 6 por ciento de desempleo . Aunque los desempleados puedan versecomo males necesarios no se consideran como servidores morales. Existe unaresistencia general e insistente a creer que el desempleo sea tan necesario einevitable como los polticos y los abogados; adems, somos incapaces de concebirla falta de empleo de los parados como una labor, por mucho carcter de servidormoral que pueda tener esta condicin. Atenuamos la censura que atribuimos alabogado y al poltico porque creemos realmente que son necesarios y podemosconsiderar que estn "realizando una labor". Los abogados y los polticos estn

    cumpliendo una funcin moral, aunque sea desagradable y servil; los desempleadosse perciben como eso, desempleados, que no realizan ningn tipo de trabajo, ni

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    siquiera un trabajo de servidores morales, aunque los expertos sepan que no dejande ser tan necesarios como los abogados. No se trata de que los beneficios pblicosque se derivan de vicios como la gula y pereza no se hayan ensalzado, pero estodepende de que quienes los practican sean lo suficientemente ricos como paratener los medios con los que proporcionar empleo a los dems para quecontribuyan a su lujo. Los desempleados de las rdenes sociales inferiores todava

    no han encontrado a su Mandeville; acerca de la historia de la idea de que los viciosproporcionan beneficios pblicos.17. El vendedor de caches usados juega con el hecho de que su estilo es tancargante que la gente cerrar el trato para poder escapar de l.18. Una vez ms, el anlisis que hace Sartre de la viscosidad:19. Es posible que alguien elogie a un superior sin que este elogio adopte todas lascaractersticas de la adulacin? Debe limitarse a elogiar al superior slo anteterceras personas y sin que el elogiado lo oiga? Incluso el superior que elogia alinferior puede estar buscando halagos. Elogiar sin que se adopte la apariencia deuntuosidad en el trato, falsas apariencias o adulacin no siempre es fcil.20. Shklar, Ordinal y Vices: "El hipcrita ingenuo oculta actos y creencias que sabeque estn mal. Puede que incluso su conciencia le moleste. Esta es la razn por la

    que recurre al subterfugio para acallar su propia culpa, al mismo tiempo que escapaa ser censurado por los dems. El nuevo hipcrita se limita a amoldar su concienciaasignando a todo su comportamiento intenciones nobles, desinteresadas yaltruistas. Es el nico instructor de su conciencia".21. Prefiero dejar estas cuestiones abiertas, pero deseo sealar que la hipocresaque viene acompaada de todos los signos de la zalamera y la sordidez asqueardel mismo modo que lo hacen las cosas viles y asquerosas; el hipcrita, cuyoexterior no es asqueroso, que posee un estilo encantador o cuya hipocresa se basaen una sinceridad que se engaa a s misma, seguir suscitando asco con todas lassensaciones desagradables que esto conlleva en el primer momento en que sedescubra su defecto, cuando se presentar unido a un sentimiento de traicin.Puede que estemos ms dispuestos a perdonar al hipcrita que evita los indicadores

    obvios de un carcter calculador o vulgar, pero tambin podemos temer supresencia. Podemos reinterpretar su encanto como falso y acabar considerndolotan repugnante como si se hubiera presentado con toda la parafernalia del obviocarcter calculador y vulgar.22. La Rochefoucauld, mxima 218: "Una hipocresa es el tributo que el vicio rindea la virtud".23. Smith dice claramente que la desaprobacin se experimenta de muchas formasdiferentes segn cul sea la violacin concreta del decoro.24. Mi anlisis en Humilation,"acerca de las molestias que ocasiona contemplar laincapacidad y la ineptitud y su estrecha relacin con la comedia, la diversin y elentretenimiento".25. Smith se siente turbado por su obstruccin psicolgica a la imparcialidad."Cuando la envidia no est presente" es casi un estribillo en su exposicin. Tambinse siente un tanto turbado por la "maldad del gnero humano que considera laspequeas desazones de los dems fuente de diversin. Mi propia idea deSchadenfreude consiste en que esta "maldad" es permisible, si no admirable, slocon respecto a las pequeas desgracias de los dems y que usamos eltrmino Schadenfreudepara indicar especficamente el placer que las desgraciasmenores de los dems nos producen. Sentir placer por las desgracias ajenas demayor entidad es realmente malvolo y odioso.26. Smith divide las pasiones en cinco grupos. No voy a dedicar mucho espacio aver esto en profundidad, sino que me voy a limitar a sealar unas cuantascuestiones que plantea Smith, muy relevantes para nuestros temas.27. Conviene recordar que uno de los modos en que llegamos a simpatizar con laangustia de las personas desesperadamente hambrientas consiste en dejar

    parcialmente en suspenso nuestro asco y sustituirlo por sobrecogimiento, cuandoomos que hay gente que en circunstancias extremas tuvo que recurrir a comer

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    insectos, beber orina o a alimentarse de sus compaeros muertos. Sin embargo, laverdad es que nuestro asco no se elimina totalmente, puesto que nuestra simpatapor su terrible situacin depende de que reconozcamos el asco superado para beberorina y comer insectos o a sus compaeros muertos. La terrible situacin con la quesimpatizamos no es el hambre, sino que hayan tenido que comer esas cosas acausa del hambre.

    28. Las emociones que impiden sentir simpata siempre sern negativas y tendrndistintos grados de intensidad y peligrosidad . A veces la incapacidad de sentirsimpata es un defecto moral del observador. Cuando la simpata no es capaz decoincidir con alegras con las que el observador debera simpatizar, le deja"avergonzado de [su] propia envidia" .29. Goffman sigue a Smith en lo que a esto se refiere. La falta de decoro interactivosiempre requiere en Goffman una explicacin a modo de intento de justificacin o amodo de disculpa. La explicacin de Goffman, aunque sea muy rica, carece de laelegancia que Smith es capaz de proporcionar a travs de la simpata delespectador imparcial.30. El sentimentalismo de Smith no llega a abarcar las manifestaciones excesivasde las pasiones egostas, pena y alegra: "Nos asquea esa pena clamorosa que, sin

    mostrar delicadeza alguna, apela a nuestra compasin con suspiros, lgrimas ylamentos insistentes". Reserva una furia especial para las manifestacionesindecorosas de alegra. Cualquiera que haya experimentado la penosa turbacin depresenciar por televisin las celebraciones en los vestuarios tpicamente masculinoso los hinchas que festejan haber ganado un campeonato simpatizarn con Smith:"EI hombre que brinca y baila con esa alegra desaforada y sin sentido, que no nospermite unirnos a l, es objeto de nuestro desprecio e indignacin". Elsentimentalismo de Smith se reserva para aquellas manifestaciones didicas deamor y generosidad en las que la manifestacin excesiva de la persona observadano se refiere a s misma.31. Desde luego la pureza no es completamente congruente con la moral; la purezapretende no admitir compromisos, mientras que la moralidad en funcionamiento no

    puede albergar tales pretensiones. No obstante, comparten lo suficiente como paraque el asco deba ineludiblemente unirse a la moral.32. Gibbard.33. Estudios psicolgicos recientes han mostrado que el asco suele ser un indicadorfrecuente de afirmaciones morales en un amplio abanico de culturas Haidt y suscolegas observan que, si bien existen diferencias entre distintos idiomas en losmbitos semnticos, en lo que respecta a las palabras del asco, sigue siendo muyevidente que el asco socio-moral no es una peculiaridad del idioma ingls.34. Enquir35. Hobbes va ms all y define la indignacin como "la ira que se siente ante ungran dao que se hace a otro"36. La crueldad puede ser tan increblemente atroz que el asco puede quedarpostergado hasta que recuperemos nuestra capacidad para juzgar. Lo cualdemuestra que, si bien el asco es visceral, sigue dependiendo mucho delpensamiento . La impresin es caractersticamente ms inmensa, tenemos quehusmear demasiado una vez que lo expa, tenemos que olvidar que alguna vezcometi ese acto37. Existen, por supuesto, formas de definir la moral en las que no participandirectamente los sentimientos morales. Algunos filsofos consideran la moralidadcomo el lugar donde se resuelven las disputas y los conflictos, una cuestin dederechos.38. Hutcheson, "An Inquiry Concerning Moral Good ..."39. Gibbard, La extensa crtica de D'Arms y Jacobson del planteamiento de Gibbard.Preguntan lo siguiente: qu sucede con esas situaciones en las que tiene sentidosentirse culpable aunque pienses que no has hecho nada malo o cuando no estara

    justificado que se fuera objeto de la ira de otros?40. Comprese con el planteamiento similar de Baler que implica nfasis

  • 8/11/2019 William Ian Miller - La Vida Moral Del Asco

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    ligeramente distintos: "La moralidad es el arte culturalmente adquirido deseleccionar qu duele y preocupa al percibirse, y donde la preocupacin adopta laforma de mala conciencia o resentimiento"; a pesar de los esfuerzos legales yfilosfico morales por limitar la realidad del honor/vergenza y las emociones quesustentan esa economa moral siguen gobernando ambos para eludir la dificultadque conlleva la distincin vergenza-culpabilidad emparejando a cada una con la

    emocin que aparece en la segunda persona como respuesta. De este modo, lavergenza es la respuesta al escarnio y el desprecio, la culpabilidad es la respuestaa la ira y, puesto que la ira y el desprecio se distinguen fcilmente,la distincinvergenza/culpabilidad puede apoyarse sobre el carcter fcilmente distinguible dela ira y el desprecio.La distincin vergenza/culpa entre culturas de la vergenza y de la culpabilidadsigue teniendo un valor heurstico rudimentario.41. Shklar, Ordina42. La explicacin clsica de Samuel Butler de la enfermedad censurable enErewhon.43. Conviene apreciar cmo los antiguos humores de Galeno captan la diferente"sensacin" que producen los distintos sentimientos morales.

    44. Uriah Heep es un personaje de la obra de Charles Dickens David Copperfield.(N. de la T.)45. Conviene sealar que incluso la moralidad de la vergenza permite en laprctica que ciertas personas estigmatizadas sean aceptadas con privilegioslimitados, si estn dispuestas a adoptar ciertos papeles reservados a ellas. Losciegos son aceptados y reconocidos como msicos, los gordos como gente con buenhumor, los judos como mdicos y cientficos, los negros como atletas y artistas deespectculos.