vikingos míticos

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LOS MITOS Y LOS HECHOS. No es del todo seguro que caudillos vikingos del siglo IX como Ragnar o su hijo Ivar, consagrados por la literatura popular, sean persona- jes históricos, pero es indudable que Francia sufrió en esos años innumerables ataques de los nór- dicos, como en París en 845 o en la batalla de Saucourt-en-Vimeu de 881 que ilustra este cuadro.

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Mitología

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Page 1: vikingos míticos

LOS MITOS Y LOS HECHOS. No

es del todo seguro que caudillos

vikingos del siglo IX como Ragnar

o su hijo Ivar, consagrados por la

literatura popular, sean persona-

jes históricos, pero es indudable

que Francia sufrió en esos años

innumerables ataques de los nór-

dicos, como en París en 845 o en

la batalla de Saucourt-en-Vimeu

de 881 que ilustra este cuadro.

Page 2: vikingos míticos

LOS PIRATAS DEL NORTE COMENZARON A

ASOLAR EUROPA A FINES DEL SIGLO VIII Y

PRONTO OBTUVIERON FAMA A TRAVÉS DE

RELATOS ORALES DE VERACIDAD CUESTIO-

NABLE, QUE LUEGO SE TRANSCRIBIERON

COMO SAGAS. CON LOS SIGLOS, MUCHOS

DEVENDRÍAN PODEROSOS REYES QUE

MARCARON LA HISTORIA DE EUROPA.Por Juan Carlos Losada, escritor

Ragnar Lothbrok es el primer nombre pro-pio que aparece en escena: hoy en día es famoso gracias a la serie televisiva Vikin-gos. Su historicidad no está confirmada y todo lo que sabemos de su biografía pro-cede de las sagas, escritas mucho tiempo

después a partir de la tradición oral. Así, no se co-noce exactamente la fecha de su nacimiento, aunque su muerte se establece hacia el año 865 por lo que, de ser ciertos los relatos, habría protagonizado sus correrías a mediados del siglo IX. Tampoco se cuen-ta dónde nació, aunque sí que aglutinó sus dominios en la actual Dinamarca y el sur de Noruega y Sue-cia. Sí se dice que su religión era la vikinga, con Odín como máxima divinidad, y que al final de su vida se llegó a proclamar descendiente de los dioses. Según las leyendas era hijo del rey sueco Sigurd Ring, que en el siglo VIII habría conquistado Dinamarca. Están documentadas innumerables expediciones de asalto probablemente encabezadas por Ragnar en las cos-tas norteñas de Europa, tanto del mar Báltico como del mar del Norte. Especialmente duro habría sido el ataque que lanzó contra París en el año 845, en-cabezando una fuerza de unos 120 drakkars y 5.000 hombres. Tras remontar parcialmente el Sena, aso-ló todo el norte de Francia y asedió la capital, reti-rándose sólo tras obtener una indemnización en oro y plata del rey franco Carlos II el Calvo. Muchos le atribuyen haber sido el primero en saquear las costas inglesas en repetidas ocasiones, hasta que en la últi-ma razia que dirigió en persona, en el año 865, fue prendido y ejecutado por el rey Aelle de Northum-bria, en el noreste de Inglaterra.

LA VENGANZA DE IVAR. Uno de los muchos hi-jos de Ragnar, según estas mismas sagas, fue Ivar el Deshuesado, que también adquiriría terrible fama. Su apodo ha dado lugar a especulaciones sobre si habría tenido algún tipo de malformación en los huesos o de discapacidad, aunque la costumbre vikinga de acabar con la vida de los niños débiles hace poco probable esta conjetura. Junto con sus hermanos siguió la tra-dición de su padre y, decidido a vengarlo, volvió a

DE LAS SAGAS AL CINE Y LA TELEVI-SIÓN. El semihistóri-

co Ragnar ya apare-

ció en Los vikingos

(1958, Richard Fleis-

cher) y ahora lo en-

carna Travis Fimmel

(dcha.) en la exitosa

serie Vikingos.

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asaltar el este de Inglaterra. Según la tradición, lo hizo a los pocos meses de la muerte de su progenitor y, en esta ocasión, sus 3.000 vikingos no se limita-ron a saquear y replegarse, sino que conquistaron la ciudad de York por espacio de casi un siglo: Ivar de-jó a sus seguidores allí instalados hasta 954, aprove-chando el clima de división política y guerra civil que existía en Inglaterra. En el año 867, mató tras some-terlo a tormento al rey Aelle; dos años después, a otro rey de la región, Edmond. El hecho de que este monarca inglés fuese cristiano e Ivar paga-no hizo que la Iglesia proclamase mártir al rey muerto, pues al parecer expiró sin abjurar de su fe y por ello cruelmente torturado. Al año si-guiente, Ivar y sus hermanos viajaron hasta las costas irlandesas y saquearon Dublín y otros puntos de las Islas Británicas; de este modo, Ivar habría muerto hacia el año 875 en Inglaterra. Cuenta la leyenda que dejó ordenado que lo enterraran cerca de la costa, en la creencia de que mientras sus huesos reposasen allí nadie más podría invadir la isla. Por ello Guillermo el Conquis-tador, nada más poner el pie en tierra siglos después, destrozó la tumba y el cuerpo antes de emprender la conquista.

RÚRIK, EL FUNDADOR. Al mismo tiempo, desde principios del siglo IX, otros vikingos suecos viaja-ron hacia el este del Báltico y penetraron en la actual Rusia (ruso significa en sueco “remero”), cuyos nu-merosos ríos y lagos eran una autopista comercial (y de saqueo) hacia los ricos mundos bizantinos y mu-sulmanes del sur. El pionero de esta empresa fue Rú-rik, nacido hacia el 825, quien en 862 dominó el lago Ladoga fundando Nóvgorod y luego, descendiendo por el Dniéper, extendió su poder hasta conquistar Kiev. Al asentarse en las amplias y fértiles estepas,

fue incorporando la agricultura y la ganadería a sus actividades comerciales y de saqueo, en-

trando en un proceso de sedentarización y fusionándose con la mayoritaria población

eslava. Es posible que también se con-virtiese al cristianismo de la mano de

misioneros bizantinos, con quie-nes estrechó lazos mercantiles y

hasta militares pues sus empe-radores llegaron a contar, años

después, con la Guardia Varega, de origen vikingo, como escolta personal. De esta manera, y en pocos años, Rúrik

pasó de ser un vikingo saqueador nómada a ser el primer monarca de Rusia, que impuso su poder sobre unos territorios estables que se extendían aproximadamente desde el Báltico oriental hasta el mar Negro. Cuando murió en el año 879, Rúrik ya había dejado la primera piedra sobre la que Rusia entraría en la historia medieval. Sus hijos trasladarían la capital des-de Nóvgorod a Kiev, proclamándose príncipes

y diluyendo cada vez más sus orígenes vikin-gos en la cultura eslava.

ERIK EL ROJO Y LA TIERRA VERDE. Erik

Thorvaldsson, conocido como Erik el Rojo, fue otro vikingo que cobró fama, pero como explorador. Na-cido hacia el año 950 en las costas del sur de Norue-ga, se le atribuye el descubrimiento de Groenlandia (“Tierra Verde”, como él la bautizó), así como el es-tablecimiento de la primera colonia europea en el sur de la isla. Es posible que algún otro vikingo la hubie-se avistado antes, pero él fue quien dirigió el primer asentamiento estable hacia el 982. Los motivos de sus ansias viajeras cabe buscarlos en la persecución de la justicia: primero fue deportado a Islandia, al ha-ber sido acusada su familia de haber participado en

Las primeras ciudades vikingas

Las partidas de vikingos precisaban de puertos de atraque en los que poder car-gar y descargar el botín, la pesca y los úti-

les para el comercio, y para ello elegían siempre puntos que estuvieran al abrigo de los vientos, por lo que los fiordos, estuarios y rías eran sus emplazamientos preferidos. Una vez elegido el lugar, se delimitaba con un muro defensivo y se dividía el terreno en lotes rodeados de calles perpendiculares, reforzando el pavimento con arena y maderas. En cada uno de estos lotes los

artesanos y los mercaderes ejercían sus activi-dades, y la extensión total de la ciudad podía al-canzar los dos mil metros cuadrados. Las cons-trucciones eran de madera, aunque progresiva-mente se fue incorporando la piedra como ma-terial para los edificios más importantes.

EXPANSIÓN Y CRECIMIENTO. Así, en el siglo VIII surgieron las primeras ciudades vi-kingas: Ribe y Hedeby en Dinamarca, Kupang en Noruega y Birka en Suecia, con varios mi-

les de habitantes, aunque su población podía fluctuar mucho y se daban, incluso, épocas de casi abandono. No fue hasta la aparición de las grandes monarquías vikingas cuando se fundaron las capitales de Oslo, Copenhague, Berger, Malmö, etc., en las que los reyes y los obispos instalaron sus sedes, reforzando su importancia económica con el poder político. Por ello fueron dotadas de murallas y casti-llos de defensa mucho más sólidos, y en esas grandes urbes ya se comenzó a acuñar mone-da como muestra de poder. A grandes reyes, grandes capitales.

Recreación de casas vikingas con techo de paja en Hedeby (Dinamar-

ca), que fue uno de los más importantes asentamientos de esta cultura.

GUILLERMO I EL CONQUISTADOR. Nacido hacia 1028 y

muerto en 1087, fue el

primer rey de Inglate-

rra de origen norman-

do y, por lo tanto, des-

cendiente de vikingos.

Arriba, en un grabado

coloreado.

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un asesinato, y luego, al estar involucrado en nuevas muertes violentas, sería de nuevo desterrado de esta isla, motivo por el que acabó viajando hacia el Oeste. Tras encontrar tierras fértiles al sur de Groenlandia, tres años después regresó a Islandia para llevar con-sigo a colonos hacia las nuevas tierras. Al parecer, logró reunir unas 25 naves con cerca de un millar de viajeros, aunque sólo llegó la mitad de los barcos. Ya en Groenlandia, y tras haber explorado las costas, es-tableció dos poblados permanentes que subsistieron gracias a la agricultura de verano, la pesca y el comer-cio de pieles y del marfil de las focas, llegando de este modo a albergar a unos 4.000 habitantes. Erik murió hacia 1005, pero los colonos siguieron viviendo allí unos trescientos años más, hasta que las enferme-dades, el enfriamiento del clima y los constantes en-frentamientos con los nativos inuit les hicieron aban-donar definitivamente la isla.

LEIF ERIKSSON EN AMÉRICA. Leif Eriksson, hi-jo del anterior, nacido hacia el año 970 y muerto en torno al 1020, también pasó a la Historia de los des-cubrimientos por ser quien puso pie en América por vez primera. Aunque nacido en Groenlandia, su padre lo llevó a Islandia para que se criara y fuese educado allí. Pero, a diferencia de él, Leif se llevó bien con las autoridades, lo que le permitió visitar Noruega, con cuyo rey Olaf mantuvo buenas relaciones y en donde se convirtió al cristianismo. Poco después, y tras es-cuchar relatos de viajeros, decidió viajar más al Oeste y hacia el año 1000 llegó a Terranova, en el actual Ca-nadá, región a la que él llamó Vinland (tierra de viñe-dos) en un probable gesto de propaganda –era impo-sible cultivar vides en aquellas latitudes– destinado a exaltar la benignidad del clima para lograr atraer co-lonos. Allí logró pasar un primer invierno, siendo así

el primer europeo que se asentó en el continente por un plazo de tiempo prolongado. Ello le llevó a contac-tar con los nativos, que se mostraron hostiles; al pare-cer, su hermano murió víctima de un enfrentamiento con ellos. Precisamente el rechazo de los indígenas, el duro clima y los escasos pobladores –tan sólo unos cien– que pudo reunir en la colonia para defenderla hicieron inevitable que, al cabo de unos pocos años, se abandonase el emplazamiento sin casi dejar rastro, lo que contribuyó a que su expedición permaneciese prácticamente desconocida durante siglos.

GUERRAS INTESTINAS Y REYES SANGUINA-RIOS. Mientras que en el Oeste se exploraba, a prin-cipios del siglo X los vikingos escandinavos gene-ralmente luchaban entre sí tras la muerte de un rey para hacerse con el poder, ajenos a la voluntad de los reyes difuntos. Erik Hacha Sangrienta, nacido a fi-nales del siglo anterior, fue uno de los monarcas más famosos y crueles y, tras casarse con la hija del rey de Dinamarca, se hizo con la corona noruega hacia el año 930 tras matar a todos sus hermanos menos uno. El régimen de terror que instauró sobre sus súbdi-tos propició que los nobles llamasen al hermano que quedaba con vida y que había escapado a Inglate-rra, Haakon, para que volviese cuatro años después e intentase deponerle del trono. Erik fue expulsado y, tras fracasar en la reconquista del reino noruego, marchó al este de Inglaterra, a las posesiones vikin-gas de York, en las que fue elegido como gobernante. Allí entró en guerra con los jefes vecinos y aumen-

MIENTRAS QUE EN EL OESTE LOS VIKINGOS EXPLORABAN NUEVAS TIERRAS, EN ESCANDINAVIA SE EN-FRENTABAN EN GUERRAS CIVILES

EL MARTIRIO DE SAN EDMUNDO. Así fue rebautizado por la Iglesia católica el rey

anglosajón Edmond, torturado y ajusticiado en 869 por el vikingo y pagano Ivar el

Deshuesado, al parecer sin abjurar de su fe. Y así representa el tormento una miniatura.

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EN TORNO AL LA-DOGA. La ciudad de

Nóvgorod, primera

capital de la Rus (el

reino vikingo que fue

precedente de Ru-

sia), fue fundada por

Rúrik a orillas de este

lago, como puede

verse en la ilustración

sobre estas líneas.

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Page 5: vikingos míticos

gró zafarse y fue él quien mató a un hijo del monarca noruego. Años después, cuando Hacha Sangrienta reinaba en York, Egil naufragó en las costas cercanas y fue llevado ante el rey, que lo condenó a muerte. Pero cuenta la leyenda que el guerrero-poeta le de-dicó una pieza tan elogiosa que obligó al monarca a liberarlo y, tras salvar así su vida, se alió con los ingleses, participando en la batalla en la que murió el rey. De vuelta a Islandia formó parte de su élite gobernante, mientras seguía cultivando la poesía y la magia rúnica. Murió hacia el año 990; antes or-denó enterrar un tesoro junto a su tumba y mató al sirviente que lo ayudó en la preparación de la sepul-tura, para evitar su expolio.

CANUTO EL GRANDE Y SU IMPERIO. Mien-tras tanto, seguía el proceso de consolidación de las monarquías escandinavas, ya plenamente cris-tianizadas, lo que se reflejaba, por ejemplo, en el crecimiento de sus ciudades. A principios del siglo

tó su poder aunque, por fin, una coalición de los vecinos ingleses lo venció en la batalla de Stainmore, en el año 954, contienda en la que resultó muerto, lo que puso fin al reino vikingo de York.

A lo largo del siglo, los jefes vikingos que perma-necían en Escandinavia consolidaron su poder, por lo que pudieron ir dejando sus reinos en herencia a sus hijos, en vez de sumergirse en interminables guerras civiles. El primero que logró recibir el trono de forma pacífica de su padre fue Harald Diente Azul, que he-redó hacia el año 960 el reino de Dinamarca, al que diez años más tarde incorporó el de Noruega. Como medida de cohesión adoptó la nueva religión cristiana y obligó a sus súbditos a desterrar los viejos dioses, aunque no sin resistencia. Fruto de la violación de una campesina tuvo a un hijo bastardo, Svend, a quien se negó a reconocer y al que siempre rechazó. El joven, apoyado por nobles germanos y daneses cansados del poder despótico de Harald, fue puesto al frente de la oposición armada, que se lanzó a una rebelión abierta que acabaría triunfando. El rey Harald fue muerto en la batalla de Sealand en el año 986, posiblemente por orden de su propio hijo, quien asumió el trono.

EGIL, EL SOLDADO POETA. En medio de este mar confuso de reyes y caudillos sanguinarios, lla-ma mucho la atención la singular figura del vikingo islandés Egil Skallagrimsson. Nació a comienzos del siglo X y desde muy joven destacó por su habilidad para componer poemas y canciones, dedicándose también a estudiar la magia y los poderes esotéricos que, según los vikingos, se derivaban de la escritura rúnica. Pero, al mismo tiempo, se dedicó al entrena-miento militar de un modo intensivo, llegando a ser un guerrero de élite. El hecho de sufrir una deforma-ción ósea en la cara que lo afeaba considerablemente puede explicar sus intensos deseos combativos, que lo llevaron a protagonizar famosas y sangrientas lu-chas, de las que siempre salió victorioso. Enemista-do radicalmente con Erik Hacha Sangrienta, el rey fratricida ordenó su captura y muerte, pero Egil lo-

LA MAGIA DE LAS RUNAS. Egil

Skallagrimsson, guerrero, poeta y

aficionado a lo esotérico, creía en

los poderes ocultos de esta es-

critura. Izda., runas del siglo XI

a la entrada del castillo de

Gripsholm, en Suecia.

PONER PIE EN TIE-RRA. El grabado retrata

a Rúrik arribando a la

costa báltica. Fue el pio-

nero, en el siglo IX, de la

expansión vikinga por

la actual Rusia y exten-

dió su poder desde el

Báltico oriental hasta el

mar Negro. Asimismo,

se cree que fue conver-

tido al cristianismo por

misioneros bizantinos.

EL PRIMER MONARCA VIKINGO QUE HEREDÓ EL TRONO DE SU PADRE DE FORMA PACÍFICA FUE HARALD DIENTE AZUL, HACIA EL AÑO 960

CO

RB

IS

El mundo de los vi-kingos, Richard Hall.

Editorial Akal, 2008.

Una obra de referen-

cia sobre la Historia y

la cultura vikingas,

con 330 ilustraciones

y una cronología en

la que se destaca a

los personajes más

emblemáticos.

LIBRO

CO

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IS

Page 6: vikingos míticos

XI, subió al poder posiblemente el monarca vikingo más poderoso: Canuto el Grande. Hijo de Svend (y nieto por tanto de Diente Azul), había acompañado en su victoriosa invasión de Inglaterra a su padre y, al morir éste, fue proclamado rey en el año 1014, aunque no acabó de consolidar su puesto hasta 1017, tras sofocar las últimas resistencias inglesas mien-tras pactaba con la nobleza y la iglesia locales. Al año siguiente murió su hermano mayor, que había heredado el trono danés, por lo que también asumió su corona, pero dejando a un cuñado como regente. Aprovechando el vacío de poder, el rey de Noruega, apoyado por varios nobles, quiso hacerse con el tro-no de Dinamarca, lo que precipitó la vuelta de Canu-to desde Inglaterra. En 1026, derrotó a los invasores y ejecutó a su pariente, a quien acusó de haber sido cómplice de la usurpación. Decidido a vengarse del rey noruego Olaf, invadió su reino con fuerzas da-nesas e inglesas en 1028 y, tras vencerlo, lo obligó a exiliarse en Nóvgorod; el vencido murió dos años después, cuando trataba de reconquistar el trono. De esta manera, Canuto construyó el reino vikingo más grande nunca conocido, pues comprendía No-ruega (con parte de Suecia), Dinamarca e Inglaterra. Además, al casar a su hija con el heredero del em-perador alemán Conrado II, obtuvo zonas fronteri-zas del norte de Alemania, con lo que aumentó aún más la extensión de su imperio. No obstante, tras su muerte en el año 1035, a la temprana edad de 40 años, los tres reinos volvieron a dividirse.

EL ÚLTIMO VIKINGO. Muy poco después, sur-gió el que podemos considerar como el último gran rey propiamente vikingo de la Historia, Harald III el Despiadado. Había nacido en 1015 y luchado junto a su hermanastro el rey Olaf de Noruega en defensa del trono ante la invasión de Canuto.

Tras la derrota también se exilió a Rusia, pero él, al contrario que su hermanastro, descendió hasta Constantinopla, en donde entró al servicio de la ca-sa imperial para formar parte, con sólo veinte años, de la selecta Guardia Varega, de la que llegaría a ser comandante supremo. Al servicio de los bizantinos, luchó por todo el Mediterráneo y Oriente Próximo contra los invasores búlgaros y árabes, logrando

acumular importantes riquezas y ganarse una terrible fama como guerrero. Sin embargo, el recién nombrado emperador Miguel V lo acusó de apropiarse de tesoros y lo encarceló, aunque, aprovechando una revuelta popular contra el soberano, Harald se liberó, le sacó los ojos a Miguel (una práctica muy habitual entre los bizantinos) y volvió a su tierra en verano de 1042 con todos los tesoros acumulados. Tras llegar a Noruega, en 1046 reclamó el trono que, en ese momento, ostenta-ba su sobrino. En un principio se lo repartieron pero, tras la muerte de éste al año siguiente, Harald asumió en solitario la corona y fundó Oslo en 1048. Tras ello se lanzó a una política expansiva que lo llevó a ampliar fronteras y a dominar las islas Orcadas, las Hébridas y las Shetland, así como a invadir Inglaterra aprove-chando la muerte del rey Eduardo el Confesor sin des-cendencia directa. Precisamente allí, Harald perdió la vida en el año 1066, en la batalla de Stamford Bridge. Semanas después, los desgastados ingleses ya no pu-dieron frenar la invasión de los normandos, vikingos que se habían asentado en las costas del norte de Fran-cia desde los inicios del siglo X y que, capitaneados por Guillermo el Conquistador, se hicieron definitivamen-te con la isla. A partir de ese momento, los vikingos es-candinavos se aglutinaron en reinos fuertes y estables, cuyos ejércitos profesionales reemplazaron a las ban-das de piratas y aventureros.

Los feroces guerreros berserker

STAMFORD BRIDGE. El 25 de septiembre de

1066, el último gran

rey vikingo, Harald III,

murió en esta batalla

contra los anglosajo-

nes, herido por una

flecha en la garganta

(como recoge este

óleo de P. Arbo, 1870).

En los ejércitos vikingos había un grupo selecto de guerreros llamados berserker que eran fa-

mosos por su suicida acometividad. Iban cubiertos de pieles de lobo u oso –animales que consideraban sagrados y con los que se identificaban– y, al pa-recer, entraban en trance antes de los combates debido al consumo de hon-gos o sustancias alucinógenas, lo cual les hacía aullar, comportarse como fie-ras y ser insensibles al dolor.

DOCE POR EJÉRCITO. Muchos creían que, sumergidos en el paroxis-mo del combate, se convertían en esas bestias feroces a las que emulaban, lo que prácticamente los volvía in-destructibles. Una vez en el fragor de la lucha no conocían reglas y no cesaban de matar hasta que no caían rendidos de agotamiento o morían ellos. Según sus creencias, si llegaban a morir en la lucha –lo que era considerado como el final

más glorioso–, Odín les tenía reservado un puesto de privilegio en el Valhalla. Obviamente, su sola aparición aterro-rizaba al enemigo, lo que confería a los ejércitos vikingos una gran ventaja psi-cológica, sobre todo cuando se lanza-ban al saqueo sobre la población civil que, rápidamente, emprendía la huida con tal de salvar la vida. Parece que Egil Skallagrimmson habría cultivado esta práctica guerrera, al menos durante una parte de su vida, y las hazañas de estos combatientes fueron asimismo recogi-das en varias sagas vikingas que tam-bién indicaban que doce era el número de estos soldados de élite que debían formar parte de cada ejército.

Dcha., figuras de dos berserker,

uno con máscara de lobo y otro

con cuernos (matriz para elabo-

rar un casco vikingo, siglo VI).

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