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21 de Mayo Desembarco masivo: Quedan fuera de combate tres fragatas, otra averiada y la Fragata Ardent es hundida. Tres aviones Harriers son destruidos, tres helicópteros derribados. Los británicos logran establecer una cabecera de playa, en Puerto San Carlos. Se produce también una mínima resistencia argentina, encabezada por el teniente primero Esteban. El saldo del desembarco inglés es de más de cincuenta muertos. Argentina pierde 16 aeronaves (Miragge, Pucará, Skyhawk, Puma, Chinook) Los combates aeronavales tuvieron una gran violencia, reconociéndose en esa batalla el valor de los aviadores. 02,30 hs se produce bombardeo de artillería naval en la zona del Ec Güemes, este cañoneo se prolonga por más de tres horas en forma discontinua. Con las primeras luces se divisa en la entrada del estrecho, un gran buque blanco seguido por tres fragatas. Cerca de las 08:20 se observan los primeros lanchones de desembarco que se dirigen hacia la costa hasta alcanzar la playa desde donde los efectivos se despliegan hacia el Este, simultáneamente efectivos del Ec Güemes abren fuego contra los ingleses. Los efectivos argentinos son atacados por un helicóptero "Sea King", respondiendo el fuego, y averiando la máquina. Conjuntamente los ingleses abren fuego con morteros y ametralladoras sin lograr batir la posición argentina. Un helicóptero "Gazelle", se aproximó para hacer fuego con sus cohetes a las posiciones del Ec Güemes pero es recibido con fuego cerrado, precipitándose al mar. El fuego de morteros continuaba y se podía observar a los pobladores indicando a las tropas británicas las posiciones de repliegue argentinas. Otro helicóptero

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Page 1:  · Web viewSin embargo, la realidad difiere bastante con esa leyenda del "paseo bajo la luz de la luna". Es que el Teniente 1º Carlos Daniel Esteban, al frente del equipo de combate

21 de Mayo

Desembarco masivo: Quedan fuera de combate tres fragatas, otra averiada y la Fragata Ardent es hundida. Tres aviones Harriers son destruidos, tres helicópteros derribados. Los británicos logran establecer una cabecera de playa, en Puerto San Carlos. Se produce también una mínima resistencia argentina, encabezada por el teniente primero Esteban. El saldo del desembarco inglés es de más de cincuenta muertos. Argentina pierde 16 aeronaves (Miragge, Pucará, Skyhawk, Puma, Chinook) Los combates aeronavales tuvieron una gran violencia, reconociéndose en esa batalla el valor de los aviadores.

02,30 hs se produce bombardeo de artillería naval en la zona del Ec Güemes, este cañoneo se prolonga por más de tres horas en forma discontinua.

Con las primeras luces se divisa en la entrada del estrecho, un gran buque blanco seguido por tres fragatas. Cerca de las 08:20 se observan los primeros lanchones de desembarco que se dirigen hacia la costa hasta alcanzar la playa desde donde los efectivos se despliegan hacia el Este, simultáneamente efectivos del Ec Güemes abren fuego contra los ingleses. Los efectivos argentinos son atacados por un helicóptero "Sea King", respondiendo el fuego, y averiando la máquina.

Conjuntamente los ingleses abren fuego con morteros y ametralladoras sin lograr batir la posición argentina. Un helicóptero "Gazelle", se aproximó para hacer fuego con sus cohetes a las posiciones del Ec Güemes pero es recibido con fuego cerrado, precipitándose al mar.

El fuego de morteros continuaba y se podía observar a los pobladores indicando a las tropas británicas las posiciones de repliegue argentinas. Otro helicóptero "Gazelle" intenta nuevamente batir las posiciones argentinas, con idéntico resultado que el anterior, cayendo incendiado a tierra.

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Un tercer "Gazelle" logra fijar las posiciones argentinas para dirigir el fuego naval, que se inicia intensamente sobre los efectivos argentinos. El fuego de morteros también continúa, los ingleses no demuestran intención de tomar la posición argentina, solo se limitan a hostigarla.

Hasta las 13,00 hs. la sección argentina mantiene su posición en espera del repliegue de la sección apoyo desde la altura 234. La acción de los hombres del Teniente 1º Esteban en San Carlos, contra un enemigo marcadamente superior, da por resultado una decena de paracaidistas muertos o heridos, 2 "Gazelle" derribados y dos averiados al igual que un "Sea King", los que quedaron seguramente inoperables.

EI repliegue se efectúa de noche y de día a campo traviesa, hostigados por el enemigo que trata de ubicarlos, tras tres días de marcha, llegan a Douglas Paddock donde se establece contacto con Puerto Argentino el 21 de mayo, los hombres son recogidos y trasladados en 4 helicópteros del Ejército el día 26 de Mayo.

La sección de apoyo cumplió también una labor destacada, el 21 de mayo a las 01,30 hs detecta la entrada de varios buques por el estrecho, imposibilitados de localizarlos fehacientemente, inician fuego con los cañones s/r al centro del estrecho, con lo que descubren su posición al enemigo, que inmediatamente intenta batirlos con mortero y fuego naval, que cae cercano al equipo de comunicaciones por lo que el jefe de sección subteniente Oscar R. Reyes, ordena silencio de radio. A las 03,30 horas agotan su munición por lo que inician el repliegue al Este, pero su avance es detenido por fuego de ametralladoras que hieren a dos soldados. El jefe de sección realiza un acercamiento a las posiciones enemigas y logra ponerlas momentáneamente fuera de combate con lo que la sección puede continuar.

Durante el resto del día se permanece en posiciones comprobando la magnitud de la operación enemiga.

Imposibilitado de transmitir información o de reunirse con su Jefe de EC, decide el repliegue hacia el Este atravesando las líneas del enemigo.

Una larga y penosa marcha continuará hasta el 11 de junio por el Norte de la isla Soledad, ocultándose por el día y marchando de noche, eludiendo el contacto con pobladores, el 14 de junio son capturados por efectivos ingleses.

En la zona de Puerto Argentino, con las primeras luces del 21 de mayo se producen ataques aéreos, uno de los cuales es llevado sobre Monte Kent, donde se destruye un Chinook, un Puma y un Bell UH-1H.

Pese a los ataques aéreos realizados por la aviación argentina, los británicos logran consolidar la cabecera de playa en San Carlos, ante esa situación el Comando Conjunto Malvinas estudió la posibilidad de realizar un ataque lo suficientemente potente y rápido como para arrojar a los ingleses al mar; pero existía la duda de si ese fuera el único desembarco o se producirían otros posteriores y este tenía la sola intención de atraer fuerzas para desguarnecer

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otros puntos. Este actitud pasiva por parte del Comando Conjunto, sería determinante en el desarrollo posterior de la guerra.

Finalmente se decide lanzar patrullas de exploración y comandos, para infiltrar el dispositivo británico, controlarlos y hostigarlos y sobre todo tratar de realizar golpes de mano en su retaguardia.

Luego de que se desatara esta intensa batalla aeronaval en la Bahía San Carlos, con un alto costo en materiales y vidas humanas para ambas partes; los británicos no habían logrado el factor sorpresa y consecuentemente con las pérdidas sufridas se vieron obligados a replantear las futuras acciones.

De este análisis surgieron dos posibilidades, continuar la marcha en dirección a Puerto Argentino o bien buscar mediante la ejecución de una “rápida” operación militar sobre Darwin- Pradera del Ganso, una victoria que sirviera para estimular la opinión pública y asimismo le permitiera fortalecer la moral de las tropas británicas.

Dia “D”. El desembarco en San Carlos

El 17 de mayo de 1982 el Sea Harrier matrícula XZ438 del Escuadrón Aeronaval 899, se estrelló en la base aérea de Yeovilton, durante un vuelo de prueba. Su piloto, el teniente David Poole, que estaba a punto de ser despachado hacia el sur, salvó su vida al eyectarse. El mismo día, en Prado del Ganso, una bomba impactó muy cerca de una vivienda, dañando su estructura con las esquirlas, hecho que la Argentina intentó utilizar para demostrar al mundo el “poco interés” que mostraba el Reino Unido por la población kelper. Vale recordar que el 4 de mayo, un cable de la agencia TELAM había dado cuenta que en Prado del Ganso, once civiles malvinenses habían perecido y diecisiete más resultaron heridos cuando el edificio en el que se hallaban concentrados fue alcanzado por un proyectil británico durante los bombardeos del 1 de mayo.

Ese día (17 de mayo) fue creado el Centro de Operaciones Conjuntas (CEOPECON), en reemplazo del TOAS, que quedó constituido por el general Osvaldo García, el vicealmirante Juan José Lombardo y el comodoro Hellmuth Conrado Weber, quienes establecieron su base de operaciones en Comodoro Rivadavia.

El asedio que estaba soportando la guarnición Malvinas, la rigurosidad del bloqueo impuesto por los británicos y las dificultades que ofrecía el transporte de provisiones hacia las posiciones más alejadas, fueron las causas por las que el alto mando argentino adoptó esa decisión. De todas maneras, el nuevo organismo solo funcionó a modo de ente coordinador y su función fue relativa.

Durante toda aquella jornada, el hostigamiento aeronaval del enemigo se hizo sentir con la misma intensidad de siempre. A las 00.19 hs (03.19Z) fue bombardeado Puerto Enriqueta (Port Harriet) y en Fitz Roy un helicóptero que arrojaba bengalas luminosas en apoyo de comandos del SAS y el SBS, debió ser rechazado con fuego de artillería.

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Los Sea Harrier sobrevolaron las islas durante todo el día, realizando bombardeos bastante imprecisos, como el de las 08.25 hs, cuando sus cargas explosivas cayeron en zonas descampadas y en aguas del mar. Como venía siendo una constante desde el 1 de mayo, la Task Force se mantuvo a distancia, sin comprometer demasiado sus unidades, cada vez más temerosas de los ataques del continente.

Por el lado argentino, otras tres aeronaves rompieron el bloqueo, la primera de ellas un Fellowship F-28 que aterrizó en la capital de las islas a las 14.33 hs, y dos Hércules C-130 piloteados por el capitán Rubén H. Martel y el vicecomodoro José A. Demarco, (indicativos “Pampa” y “Caimán”), que hicieron lo propio a las 15.58 y a las 17.30 transportando armamento, víveres y municiones de distinto tipo y calibre1.

A las 20.00 hs tropas argentinas en Puerto Howard intercambiaron disparos con comandos del SAS y el SBS infiltrados el día anterior. Mientras se desarrollaba ese enfrentamiento, la artillería emplazaba cañones de 155 mm en las rocas Lookout, al sur de Puerto Argentino y los Pucará efectuaban continuos vuelos de patrullaje.

Lejos de allí, en pleno océano, el Boeing 707 del vicecomodoro Eduardo Fontaine, llevó a cabo un nuevo vuelo de exploración y reconocimiento lejano2 en tanto el Learjet LR-35 del primer teniente Eduardo E. Bianco y el teniente Eduardo Cercedo, llevaba a cabo una maniobra de diversión, a efectos de desorientar los radares enemigos.

Por la noche, el capitán de corbeta Tim Gedge, comandante del flamante Escuadrón 809, despegó de la plataforma del “Atlantic Conveyor” y aterrizó en el “Invencible” a piloteando su Sea Harrier matrícula ZA190, un día antes de que lo hiciera el resto de la unidad.

El 18 de mayo los Sea Harrier volvieron a bombardear las posiciones del Regimiento de Infantería 25 en el aeropuerto y Punta Celebroña así como también las del Regimiento de Infantería 7 en Monte Longdon, (entre las 1.30 y las 17.00), después que los aparatos matrícula XZ498 y XZ495 de los tenientes Nigel Ward (apodado “Sharkey”) y Ian Mortimer, arrojasen bengalas de diversión sobre ambos sectores. Los pilotos habían despegado del “Invencible” a las 08.02Z (05.02 hora argentina) y estuvieron sobre sus objetivos a las 09.19Z (06.19).

También bombardearon Monte Kent donde habían detectado la presencia de helicópteros argentinos transportando elementos del Grupo de Artillería Antiaérea 601, misión, que concretaron Ward y Mortimer a las 12.14Z (09.14) pero en los aviones matrícula ZA175 y XZ498, seguidos por los tenientes Robin Kent y Paul Barton en los matrícula XZ495 y XZ451, respectivamente.

La misión se había programado para más temprano pero a causa del mal tiempo debió postergarse, obligando a los mandos a modificar el tipo de armamento. Las bombas de 1000 libras que se pensaban utilizar no eran aptas para bombardeos a gran altura y por esa razón, debieron ser reemplazadas por detonadores de tiempo regulable.

El bombardeo fue sumamente impreciso porque ninguno de los helicópteros fue alcanzado. Los pilotos involucrados, comodoro Dave Braithwhite, al comando del Sea Harrier matrícula XZ458 y los tenientes Dave Austin (avión matrícula XZ491) y Alistair Craig (avión matrícula ZA174), jugarían un papel decisivo en las acciones futuras pero en aquella ocasión, se alejaron sin lograr

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su cometido (13.18Z), en el preciso momento que en alta mar finalizaba el traspaso del Escuadrón 809 desde el “Atlantic Conveyor” al “Hermes”, operación que había dado comienzo a las 12.00Z (10.00).

Ese mismo día, un barco cisterna estadounidense llegó a la isla Ascensión transportando combustible para buques y aeronaves. Era la tercera embarcación de esas características que Washington despachaba hacia el escenario de guerra y sería seguida por otras de similares características.

El 19 de mayo, los argentinos llevaron a cabo una misión de reabastecimiento aéreo para reemplazar las raciones alimenticias en mal estado de las unidades más alejadas, dejando caer sobre diferentes posiciones ocho contenedores con provisiones.

La imposibilidad de efectuar el traslado en helicópteros o en las pequeñas embarcaciones confiscadas a la flotilla isleña, llevó al comando de la FAS a encarar ese tipo de operaciones que, además, evitaban el traspaso de carga en Puerto Argentino, acelerando los tiempos y disminuyendo los riesgos.

A las 13.17 (16.17Z), partió desde Comodoro Rivadavia el Hércules C-130 matrícula TC-68 (indicativo “Tronco”), al mando del comodoro Jorge Martínez, quien llevaba como copiloto al mayor Rubén O. Palazzi y como tripulantes a los vicecomodoros Julio C. Sanchotena y Roberto C. Tribiani, a los cabos principales Juan C. Romero y Juan Torres y a los suboficiales Américo Arévalo y Carlos Sánchez.

El día anterior, la misma tripulación (a excepción del comodoro Martínez) había efectuado un cruce a bordo del Hércules matrícula TC-65, bajo el indicativo “Libra”.

El TC-68 voló sobre el litoral patagónico y al llegar a Puerto Santa Cruz viró hacia el sudeste para alcanzar la Gran Malvina a las 16.00 hs (19.00Z), desplazándose a 100 pies de altura bajo un techo de nubes en el que abundaban lluvias y bancos de niebla.

Antes de alcanzar el istmo de Darwin, el avión trepó hasta los 600 pies y a las 16.17 hs (19.17Z), aprovechando un momento de buena visibilidad, arrojó los ocho contenedores A22 con una tonelada de provisiones cada uno e inició el viraje hacia el noroeste, para retirarse.

El cargamento descendió lentamente, frenado por sus paracaídas y se posó sobre la turba, a la vista de los soldados y los pobladores de Puerto Darwin que seguían la maniobra con curiosidad. Lo que ignoraban en tierra, era que uno de los tripulantes estuvo a punto de caer al tropezar con una caja durante el lanzamiento.

El Hércules C-130 matrícula TC-63 bajo el indicativo “Pato” intentó un segundo cruce para llevar a cabo una misión similar, pero las malas condiciones climáticas se lo impidieron.

El aparato decoló al mando del vicecomodoro Roberto J. Noe, llevando al mayor Roberto Briend como copiloto, al capitán Osvaldo H. Bilmezis como navegante y a los suboficiales Carlos Golier, Juan C. Cufré, Juan E. Marnoni y Julio Lastra, como tripulantes, pero durante el cruce, su comandante optó por emprender el regreso ignorando que un PAC de Harrier se hallaba en las inmediaciones y lo había detectado.

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Los cazas británicos se lanzaron decididos sobre la pesada aeronave dispuestos a derribarla pero los argentinos advirtieron su cercanía y efectuaron una arriesgada maniobra efectuando un pronunciado giro de 90º mientras descendían hasta pegarse al mar. De ese modo, lograron escapar sin darse cuenta que se estaban introduciendo entre las fuerzas anfibias que en ese momento se aprestaban a dar comienzo a la Operación “Sutton”.

El Hércules debió hacer otro brusco cambio de rumbo y eso lo puso en ruta directa a Comodoro Rivadavia, donde aterrizó tres horas después, sin mayores problemas pese a los sobresaltos.

Al día siguiente, el FAS lanzó la tercera misión de reabastecimiento por medio de paracaídas, esta vez sobre Bahía Fox.

La tripulación del Hércules C-130 matrícula TC-64 (indicativo “Pato”) escogida para llevar a cabo la misión estaba al mando del vicecomodoro Alfredo Abelardo Cano y estaba formada por su copiloto, el capitán Juan Carlos Hrubik, el mayor Carlos Alberto Torielli, los suboficiales mayores Salvador Giliberto y Guillermo Aguirre, el suboficial auxiliar Eduardo Fattore y el suboficial ayudante Néstor Molina.

El avión tomó la misma ruta que el TC-65 y en esas condiciones alcanzó las posiciones del Regimiento de Infantería 8 sobre las que dejó caer 9500 kilogramos de provisiones. Como en Puerto Darwin y Prado del Ganso, las cargas descendieron lentamente, frenadas por sus paracaídas y se posaron sobre la turba, de donde fueron retiradas por personal de la unidad militar.

El Hércules se vio obligado a realizar un pronunciado giro hacia el sudoeste porque las piezas de artillería antiaérea que conformaban el perímetro defensivo del regimiento lo confundieron con un avión enemigo y abrieron fuego.

La guerra se desarrollaba en todo su dramatismo en el Teatro de Operaciones, mientras en Europa el canciller de Perú, Dr. Manuel Ulloa, expresaba a los periodistas que lo entrevistaron al llegar a Madrid proveniente de Helsinski y Bruselas, que su país iba a prestar a la Argentina toda la ayuda que esta requiriese, eso después que Javier Pérez de Cuellar reconociera el fracaso de sus gestiones en favor de la paz.

No fueron solo palabras.

El 27 de mayo, los obreros del puerto de El Callao, iniciaron un boicot a naves de procedencia británica que luego harían extensivo a todas las de bandera norteamericana, negándose a descargar sus bodegas. En esa oportunidad, el secretario general del gremio manifestó actuar en forma conjunta con sus colegas de Venezuela, México e incluso Colombia, medida a la que adhirieron 24 horas después los empleados de los aeropuertos peruanos.

Mientras tanto, en la zona de guerra, a las 20.15 (23.15Z), comandos ingleses intentaron infiltrarse en Puerto Enriqueta (Harriet) siendo rechazados por fuego del Regimiento de Infantería 3 desde Sapper Hill.

A las 21.30 (24.30Z) se inició el fuego naval sobre la Península de San Luis y a las 23.00 (02.00Z), el enemigo comenzó a hacer contramedidas electrónicas simulando un desembarco en el istmo de Darwin. Eran las vísperas de la guerra terrestre y había que sembrar la mayor confusión posible en la guarnición argentina.

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El mundo estaba a punto de presenciar un combate aeronaval de envergadura, como no se veía desde la Segunda Guerra Mundial.

Eran cerca de las 10,00 horas del sábado 15 de mayo, cuando dos helicópteros argentinos aterrizaron en Puerto San Carlos, en el límite noroccidental de la isla Soledad.

Se trataba de un Sea King del Ejército y un Chinook de la Fuerza Aérea que transportaban desde Puerto Darwin y Prado del Ganso, cerca de un centenar de hombres del Regimiento de Infantería 25, a las órdenes del teniente primero Carlos Daniel Esteban, de 27 años de edad, oficial valeroso y decidido que en poco tiempo, habría de ganarse el apodo de “Héroe de San Carlos” y “Leónidas argentino”.

Las tropas de Esteban venían a relevar a efectivos de la Compañía de Comandos 601 que desde el 13 de mayo se hallaban acantonados en el lugar al mando del teniente primero Daniel González Deibe, como parte de una avanzada del Ejército para reconocer el lugar y dar la alerta temprana sobre un posible desembarco inglés.

Los hombres de Seineldín descendieron de los helicópteros y se encaminaron hacia el cercano poblado en donde sus pares de la 601 los estaban esperando.

Los dos jefes, Esteban y González Deibe, se confundieron en un abrazo y acto seguido, el segundo procedió a explicar la situación imperante, especialmente en lo referente a accidentes geográficos, clima, actitud de los civiles y ausencia de tropas enemigas.

Cuando los comandos abordaron las aeronaves, estas se elevaron y se dirigieron a Puerto Argentino en tanto Esteban ordenaba un reconocimiento de la zona y procedía a ubicar a sus hombres en posiciones de observación y defensa.

Una sección de tiradores al mando del subteniente Roberto Reyes, fue situada en Fanning Head, un promontorio de 234 metros de altura (Altura 234), reforzada posteriormente, por una sección de apoyo del Regimiento de Infantería 12.

Se montaron dos morteros de 81 mm y dos cañones sin retroceso de 105 mm, con sus correspondientes municiones, escasas por cierto y se apostaron observadores en los lugares más elevados, a efectos de obtener un amplio control de la gran bahía que se extendía hacia el oeste.

La misión de aquel grupo de hombres era observar el pasaje de los buques que intentasen penetrar al estrecho y dar la alerta temprana en caso de producirse un desembarco.

El grueso del Equipo de Combate “Güemes”, tal el nombre del destacamento, mantendría bajo control la población y sus adyacencias, incluyendo el Establecimiento San Carlos, una localidad algo más grande ubicada unos diez kilómetros al sudoeste, sobre el brazo sur de la entrada de agua, frente a Bahía Ajax.

El armamento pesado de la compañía no era el ideal para enfrentar a una fuerza como la que se esperaba ya que su alcance (4000 metros) apenas podía cubrir el ancho de la bahía, lo que hacía extremadamente difícil batir con eficacia cualquier intento de asalto.

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Dos horas después un segundo Chinook se posó al norte del promontorio 234, transportando a la sección de apoyo del Regimiento de Infantería 12 al mando del subteniente José Alberto Vázquez, de 25 años de edad, casado y como su superior, Esteban, padre primerizo.

Ante el peligro que representaban las patrullas de Sea Harrier, los hombres de Vázquez desembarcaron rápidamente y procedieron a descargar el armamento mientras su jefe le preguntaba al piloto sobre el paradero de Esteban. La respuesta no fue demasiado alentadora; el oficial se hallaba al otro lado de la altura y eso significaba un serio inconveniente porque al helicóptero le resultaba imposible llevarlo hasta allí.

Anochecía cuando el Chinook levantó vuelo y se alejó, dejando a la sección en medio de la nada, en el más completo y agobiante silencio, con un viento helado soplando desde el sudeste y un techo de nubes grises cubriendo el cielo.

Vázquez dejó a su pelotón a cargo del sargento José F. Rodríguez y junto al cabo Daniel Mansilla y el soldado Alberto Espinosa, partió en busca de Esteban, llevando solamente el armamento personal y una bolsa de rancho.

Caminaron cerca de cuatro horas rodeando la Altura 234 por el este, dejando a un lado una amplia extensión de agua que se adentraba como una cuña en el terreno, orientándose a través de un lejano destello que apenas se percibía al otro lado del estrecho.

Así llegaron a Puerto San Carlos, donde las luces tenues que emergían por las ventanas de las viviendas sirvieron para guiarlos. Vázquez y su gente se acercaron a la más próxima, distante a unos 100 metros, atentos a cualquier sonido pues era sabido que patrullas del SAS y el SBS se habían infiltrado en las inmediaciones.

Vázquez ordenó a Mansilla y Espinosa permanecer allí y lo cubrieran mientras él avanzaba solo, muy lentamente, tomando los recaudos necesarios para no llamar la atención.

Así llegó hasta la casa donde, a través de una ventana, pudo observar a un hombre y su esposa sentados en la mesa, cenando.

El subteniente Vázquez hizo una seña a sus hombres y estos se adelantaron.

Terrible fue el susto que se llevaron aquellos malvinenses cuando los argentinos irrumpieron en el interior, apuntándoles con sus armas. Los kelpers se incorporaron temblando y la mujer comenzó a sollozar, más cuando el subteniente Vázquez tomó con fuerza a su marido y colocándole la punta de su pistola a 10 centímetros de la cabeza, lo obligó a conducirlo hasta el campamento de Esteban, dejando al cabo Mansilla a cargo de la vivienda.

Caminaron en medio de la noche por lo menos 300 metros hasta que una voz de “alto quien vive”, los hizo detener. El subteniente Vázquez sintió que le volvía el alma al cuerpo y el malvinense lanzó un suspiro de alivio y volvió a respirar.

Esteban y Vázquez se saludaron y tras un breve intercambio de palabras, el primero puso al tanto de la situación al recién llegado. En caso de desembarco, era imperioso dar el alerta temprana y defender la posición y para ello, se había tomado el poblado como base y montado un puesto de avanzada en la

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Altura 234, además de varios puntos de observación en las elevaciones próximas.

El equipo de combate se dividiría en tres grupos de 20 hombres, dos de los cuales, al mando de los subtenientes Reyes y Vázquez, deberían relevarse cada 2 días a efectos de no minar el temple de sus hombres.

Se decidió que el primer turno estuviese a cargo del recién llegado y de esa manera, las tropas de Vázquez, con su sección de apoyo, quedaron separadas del resto de la compañía por aproximadamente 8 kilómetros de distancia en medio de un terreno desolado y un clima rígido. Eso obligó al teniente primero Esteban a aplicar el mencionado método de rotar a los hombres cada 48 horas a efectos de no someterlos a desgaste físico y mental y a montar un dispositivo de relevos cada 48 a 72 horas.

Esa noche, con un reconfortante guiso de por medio, los tres oficiales (Esteban, Vázquez y Reyes) permanecieron despiertos hasta tarde, hablando de sus familias y sus vivencias.

Con las primeras luces del día, Vázquez inició la marcha hacia la altura, acompañado por el mismo Esteban y los 20 hombres de su sección. Llegaron al cabo de dos horas y una vez organizada la defensa, el jefe del equipo y sus efectivos, se retiraron, no sin antes impartir un par de directivas.

Al día siguiente (16 de mayo), Vázquez cumplía su primer aniversario de casado y por esa razón, dos de sus hombres salieron de recorrida y regresaron con un cordero que estaquearon y asaron, utilizando los postes de un alambrado cercano que habían roto.

A las 10.30 del día 17 llegó el subteniente Reyes para hacer el primer relevo. La gente de Vázquez bajó a Puerto San Carlos dejando a sus espaldas a aquellos valientes, prácticamente aislados y escasamente pertrechados, sabiendo que tendrían que enfrentar solos un desembarco de miles de hombres3.

A diferencia de lo que acontecía en Puerto Darwin y Prado del Ganso, donde los argentinos habían concentrado a toda la población en un punto determinado, el teniente primero Esteban, hombre sumamente ilustrado, que había estudiado Ciencias Políticas en forma paralela a su carrera militar, permitió a los civiles seguir viviendo en sus casas, decisión que confundió a los británicos, haciéndoles creer que la vida en la población se desarrollaba normalmente y que el sector estaba libre de tropas enemigas.

Al ver a la gente ir y venir y a las chimeneas despidiendo humo, los SBS que observaban desde hacía días el sector de San Carlos, cayeron en la trampa. Creyeron que los helicópteros habían ido a inspeccionar el lugar y que se habían retirado sin dejar tropas y eso fue lo que informaron a la flota firmando, sin proponérselo, la sentencia de muerte de varios compañeros de armas.

Esteban mandó colocar la radio YAESU BLU 500 requisada a los kelpers en Prado del Ganso, conectando su antena de línea fija a un generador eléctrico de 110 voltios, lo que le permitió establecer contacto con el resto de la isla y pasar los primeros reportes.

A esa altura, la red de observadores se hallaba desplegada, lo mismo una guardia sumamente estricta en el pueblo, debido a que allí funcionaría el

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puesto de mando y que la Compañía de Comandos 601 había tenido algunos inconvenientes con los civiles.

En la tarde del 20 de mayo, once buques de la fuerza de desembarco iniciaron su aproximación a las islas. Había mucha inquietud a bordo debido a los informes sobre la actividad aérea argentina, razón por la cual, Jeremy Larken, el capitán del HMS “Fearless”, solicitó a Dennos Scott-Masson, su par del “Canberra”, que evitase arrojar los desperdicios al agua ya que podían ser detectados por el enemigo, especialmente por sus aeronaves de reconocimiento.

Las cubiertas de los buques se hallaban atestadas de hombres, casi todos infantes de marina que se preparaban a pasar a los lanchones de desembarco mientras predisponían sus mentes para el tenso momento que iban a enfrentar. Muchos de ellos intentaban descansar en los camarotes, en los depósitos e incluso, en las escalerillas de las naves, pero les resultó prácticamente imposible hacerlo.

Desde hacía varios días, miembros del Grupo R del SBS que se habían mimetizados en una zona conocida como Inner Veredes, a 10 millas de Puerto San Carlos, patrullaban la zona reconociendo los accidentes geográficos y tratando de detectar presencia enemiga. No habían encontrado nada que les llamase la atención y eso llevó al comando de la flota a suponer que efectivamente, los helicópteros que habían aterrizado el 15 de mayo solo habían hecho exploración y se habían retirado. La sensación, tanto a bordo de las unidades como en Northwood fue que al momento del desembarco, las tropas no encontrarían oposición.

Pese a esa suposición, había mucho nerviosismo en las embarcaciones, especialmente en el “Fearless” donde el general Julian Thompson y su plana mayor habían montado su cuartel general.

El 15 de mayo, los civiles a bordo del “Canberra” (tripulantes, corresponsales de prensa y enfermeras), fueron informados que, a partir de ese momento, quedaban sujetos a la ley y la disciplina militar y que, por esa razón, debían estar atentos a todas las directivas. Fue el mismo día en que el enorme buque, conocido como “la gran ballena blanca” probó los cañones que le habían instalado provisoriamente y una alerta aérea generó conmoción forzando a interrumpir un oficio religioso que en esos momentos se transmitía por los parlantes desde la sala de cine.

El lunes 17, el capitán David Nichols, jefe de prensa, se trasladó en helicóptero desde el “Fearless” al “Canberra”, para informar a los periodistas acerca del desembarco y notificarles que el almirante Woodward hacía saber que en las siguientes 24 horas no habría suficiente cobertura aérea por lo que, todo el mundo a bordo iba a correr bastante riesgo. El oficial cerró sus palabras diciendo que pasase lo que pasase, quedaba terminantemente prohibido establecer contacto con sus respectivas agencias y acto seguido, se marchó.

Al día siguiente, las unidades militares recibieron los planes de desembarco. Entre los efectivos que se preparaban para entrar en acción se encontraba el veterano Mike Norman, jefe de la guarnición militar malvinense cuando se produjo la invasión argentina, quien arengó a sus hombres con electrizantes palabras. Lo mismo hizo el capitán Peter Babbington, jefe de la Compañía K del Comando 42, quien instó a sus soldados a abatir preferentemente a los oficiales enemigos.

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A las 20.00Z (17.00 hora argentina) se le sirvió a los infantes de marina una suculenta ración y una vez consumida, se les ordenó vestir sus uniformes de camuflaje y ennegrecer sus rostros.

Las naves de desembarco, enfilaron hacia Puerto Argentino en una maniobra que tenía por finalidad confundir al enemigo; luego cambiaron de dirección y volteando hacia el sudoeste, se dirigieron hacia San Carlos seguidas por sus escoltas. Aquella iba a ser la última noche a bordo para los marines ya que a la mañana siguiente, después de echar pie en las playas, iniciarían su arrolladora campaña terrestre.

A las 22,00 hs del 20 de mayo (19.00 hora argentina), las fuerzas anfibias fueron sobrevoladas por un Hércules C-130 de la Fuerza Aérea Argentina.

Los británicos creyeron que se trataba de un bombardero Canberra e hicieron sonar las alarmas, seguros de que el avión había dado aviso a Puerto Argentino. Poco después, efectivos del SBS a bordo del HMS “Antrim” comenzaron a ser helitransportados a tierra, operación que se hizo con una hora de retraso, más que por cuestiones climáticas, por problemas de organización. Al mismo tiempo, integrantes del SAS y el SBS junto a los componentes de los regimientos 2 y 3 de Paracaidistas (Para 2 y Para 3) y las diferentes compañías de los comandos 40 y 45, comenzaron a abordar las LCU (lanchas de desembarco) y los helicópteros alistados.

A bordo del “Canberra”, el coronel Nick Vaux, jefe del Comando 42 de los Royal Marines, informó a sus hombres que aquella maniobra no iba a semejarse a ninguna de las efectuadas hasta entonces por las fuerzas armadas del Reino Unido, ni siquiera las que se llevaron a cabo en Irlanda del Norte. Su igual en el rango, Malcolm Hunt, jefe del Comando 40 en el “Fearless”, hizo algo similar en momentos en que los altos oficiales mantenían una reunión paralela junto a los comandantes del Grupo R, general Julian Thompson y el experto en geografía malvinense, Ewen Southby-Tailyour.

El plan consistía en desembarcar en primer lugar al Comando 40 y al Regimiento 2 de Paracaidistas (Para 2), depositándolos en dos sectores de la costa denominados “Playa Azul 1” y “Playa Azul 2”, a ambos lados de Establecimiento San Carlos. A continuación, harían lo propio con el Comando 45 en “Playa Roja 1”, muy cerca de Bahía Ajax y el Regimiento 3 de Paracaidistas (Para 3) en “Playa Verde 1”, al este de Puerto San Carlos, un total de 3000 hombres a bordo de once unidades de superficie que transportaban miles de toneladas en equipos.

La flota entró en el estrecho aproximadamente a las 02.00Z (23.00 hora argentina), navegando lentamente sobre un mar calmo, bajo un cielo estrellado y sin luna.

Una serie de contratiempos tuvieron lugar en ese momento, uno de ellos a bordo del “Fearless”, cuando la dársena de embarque del buque no se pudo llenar porque se había roto su sistema de apertura. Eso obligó al capitán Jeremy Larken a realizar una arriesgada maniobra que le permitió finalmente abrir la compuerta del dique y facilitar el ingreso del agua.

En el MV “Norland”, los hombres del Para 2 comenzaban a abordar los LCU cuando uno de ellos trastabilló y cayó al mar, fracturándose una pierna. Estuvo muy cerca de ser aplastado entre el casco de la embarcación y el lanchón de desembarco pero lograron sacarlo a tiempo para conducirlo inmediatamente a la enfermería, donde quedó internado con graves lesiones.

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Cuando los LCU del “Fearless” comenzaron a deslizarse, lo hicieron en la dirección equivocada, detalle del que se percató en seguida el mayor Southby-Tailyour, corrigiendo el rumbo inmediatamente. A bordo del lanchón, el total de los efectivos se mantenía en silencio, atentos al menor detalle, mientras aferraban sus armas con fuerza.

Las embarcaciones que transportaban al Comando 40 llegaron a una playa sumamente rocosa, en la que destacaban grandes protuberancias que impedían el desembarco de los pequeños tanques Scorpion y Scimitar que viajaban en la parte delantera. Las tropas debieron pasar de a uno, por los costados y luego vadear las aguas, peligrosas y profundas según el relato de los periodistas del “The Sunday Times”, Eddy, Linklater y Gillman.

No debe haber sido nada fácil deslizarse con el agua helada a altura de la cintura, cargando varios kilos de equipo y portando el armamento en una noche gélida y con la posibilidad de ser atacados en cualquier momento.

El Para 2 fue el primero en alcanzar tierra, después de cubrir los 30 metros que separaban los lanchones de Plaza Azul. La segunda oleada arribó al amanecer, un amanecer que presagiaba una jornada soleada y plácida, tal como lo habían presagiado los más optimistas.

Los helicópteros iban y venían desde los buques transportando hombres, armamento y equipo mientras en tierra firme, los marines cavaban febrilmente trincheras e iniciaban las primeras obras de fortificación.

Mil doscientos hombres con sus armas y equipo llegaron a la costa a bordo de numerosos lanchones de desembarco y embarcaciones menores, provenientes del HMS “Intrepid” y el HMS “Fearless”. En tierra, los aguardaban, sucios y andrajosos, los comandos del SBS que infiltrados días atrás, habían efectuando misiones de patrulla y observación en las inmediaciones.

Una vez en tierra, los hombres del Para 2 tomaron rumbo sur, trepando con bastante dificultad los 900 metros de altura del monte Sussex, donde comenzaron a preparar sus defensas, especialmente sobre la ladera opuesta, a los efectos de evitar ataques provenientes de Prado del Ganso y Darwin, distantes a 38 kilómetros hacia el sudeste.

Las compañías del Comando 40 se encaminaron en esa dirección para escalar y ocupar los Montes Verdes, situando sus posiciones en la ladera opuesta, como los Para 2 en Sussex, completando de ese modo una línea defensiva que aseguraba las playas y permitía el desplazamiento de las tropas que venían detrás. Por su parte el Comando 45, al mando del teniente coronel Andrew Whitehead, se atrincheró en Bahía Ajax, con instrucciones de defenderla de un eventual ataque por mar proveniente del oeste y la Compañía B del Para 3 desembarcó en “Playa Verde 1”, no sin antes toparse con un banco de arena que también obligó a sus hombres a saltar al agua y cubrir el resto del trayecto a pie.

La Compañía A, que avanzaba detrás, se salvó de tan desagradable experiencia porque al encallar en ese mismo banco, fue transbordada hasta la costa en helicóptero. Por su parte, la Compañía C tocó tierra a un kilómetro de allí, sin mayores problemas, evitando el chapuzón, cosa que agrado mucho a sus hombre, en especial a su jefe, el mayor Martin Osborne.

Pese al retraso, la Operación “Sutton” se estaba desarrollando de acuerdo a lo planeado y al parecer, sin ningún tipo de oposición.

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Eran cerca de la 01.30 (04.30Z) del 21 de mayo cuando los efectivos del Equipo de Combate “Güemes” acantonados en Puerto San Carlos, escucharon una fuerte detonación proveniente de Fanning Head. La misma sobresaltó a los pobladores y puso en alerta a los argentinos quienes, sin pérdida de tiempo, tomaron sus armas y ganaron el exterior.

Una vez fuera, nuevas explosiones estremecieron la región iluminando con sus resplandores la obscuridad de la noche. Esteban impartió algunas directivas y mandó preguntar a los hombres que hacían vigilancia si habían visto algo. Los kelpers, dentro de sus casas, se asomaban tímidamente por las ventanas, sin atreverse a más. En esos momentos, un nuevo estallido iluminó el cielo.

¿Qué estaba ocurriendo?

Desde su posición, en la Altura 234, el subteniente Reyes y sus hombres observaban la inmensidad de la bahía cuando uno de ellos creyó distinguir algo en la obscuridad que parecía ser la silueta de un barco penetrando lentamente en la ría. Reyes comprendió que se trataba de una nave enemiga y sin pensarlo dos veces, mandó a su gente tomar posiciones y ordenó abrir fuego.

Sus piezas de 105 mm dispararon, retumbando con fuerza en la noche. Cuando los argentinos se aprestaban a efectuar una segunda descarga, el buque apuntó sus cañones y los accionó. Pareció que la tierra volaría en pedazos.

Reyes ordenaba un nuevo cambio de posiciones para volver a hacer fuego cuando los británicos volvieron a disparar. En ese mismo momento, comandos del SBS llegaban a la costa e iniciaban su avance hacia la altura con la intención de capturarla. Reyes hizo un nuevo disparo con sus cañones y su sección se trabó en combate abriendo fuego contra los hombres que trepaban las pendientes.

El tiroteo fue creciendo en intensidad a medida que transcurrían los minutos con los SBS estrechando el cerco sobre la altura y los argentinos aferrados a sus posiciones, intentando repelerlos.

Al cabo de un tiempo, con su munición casi agotada, Reyes comprendió que su gente iba a quedar rodeada y decidido a no caer prisionero, se dispuso a evacuar el sector, inutilizando primero sus cañones y morteros para evitar su captura por el enemigo.

De acuerdo con los planes de Esteban, esa misma noche Reyes debió haber recibido el equipo de transmisiones Thompson para dar la alerta temprana en caso de desembarco y luego replegarse hacia Puerto San Carlos para reforzar su línea defensiva en las alturas ubicadas a sus espaldas, pero, lamentablemente, todo se desbarató cuando los hechos se precipitaron.

En el intercambio de disparos, algunos argentinos cayeron heridos en tanto otros perdieron el rumbo y se extraviaron. Pese a ello, el grueso de la sección se mantuvo unida y siguió disparando insistentemente intentando contener el ataque.

Reyes comprendió que reunirse con Esteban iba a resultar imposible porque el enemigo había cortado el camino que conducía a Puerto San Carlos y eso no le dejó otra alternativa que iniciar el repliegue.

Pese a que los SBS trataron de cerrarle el paso, la sección de Reyes logró contenerlos y mantener abierta una brecha a través de la cual logró evadirse.

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A partir de ese momento, comenzaba una odisea realmente épica que lo llevaría a deambular por el norte de la isla Soledad hasta el final de la guerra, comiendo muy espaciadamente, cuando se podía, escondiéndose de día y avanzando durante la noche.

Junto con Reyes salieron del cerco un cabo primero y nueve soldados, cuatro de los cuales, debieron sufrir amputaciones de pies a causa del congelamiento y las cangrenas (a uno de ellos en mismo Reyes le tuvo que cortar el pie derecho con un cortaplumas).

Los cuatro heridos en el combate fueron recogidos por los británicos y atendidos cuidadosamente por sus médicos en tanto los efectivos extraviados, pertenecientes todos al Regimiento de Infantería 12, acabaron por ser capturados y conducidos tras las líneas enemigas4.

El combate entre la sección del subteniente Reyes y los efectivos del SBS había finalizado cuando el teniente primero Esteban, ignorando todavía lo que ocurría, fue alertado por uno de los observadores ubicados en las alturas cercanas, de que algo anormal sucedía en la bahía.

Amanecía cuando el jefe del Equipo de Combate “Güemes” cubrió los 150 metros de pendiente que lo separaban del puesto de observación y pudo ver el desembarco en toda su magnitud. Como apuntó el subteniente Vázquez en el “desaparecido” libro histórico del Regimiento de Infantería 12, el espectáculo era realmente impresionante.

Sobre las tranquilas aguas de la ría, en el mismo lugar donde hasta la tarde del día anterior revoloteaban las gaviotas, cinco buques de guerra navegaban junto a un barco blanco de proporciones colosales. Había helicópteros en el aire y numerosos lanchones de desembarco se desprendían de las naves y navegaban hacia la costa.

El reloj daba las 08.05 (11.05Z) cuando Esteban regresó a su puesto de comando para pasar la novedad al general Parada en Puerto Argentino.

-¡¡Reúna a toda la gente y forme dos grupos –le ordenó al subteniente Vázquez al llegar- el de la izquierda a su mando y el de la derecha al mío!!

El subteniente procedió a cumplir la directiva llevando a sus hombres hacia las alturas del noreste. Los soldados lo miraban con los rostros tensos y la respiración agitada mientras escuchaban las órdenes y fue entonces, al ver esos rostros, que recordó el telegrama que su padre le había enviado unos días antes: “Tu mujer, ejemplo de fortaleza. Tu hijo sano y fuerte. Sé un ejemplo para tus soldados”.

Con esas palabras en su cabeza, Vázquez se percató de que su corazón le latía con fuerza, como si estuviera a punto de estallar y casi enseguida comprendió que tenía miedo. Aun así, sin saber cómo, continuó impartiendo indicaciones con gran entereza, intentando disimular sus emociones.

Desde Puerto Argentino, el general Parada, comandante de la Brigada III, se mostró escéptico al escuchar lo que Esteban le decía, de ahí que aquel volviese a insistir, solicitando apoyo aéreo.

-¡¡Decenas de helicópteros, lanchas de desembarco y buques se desprenden en esta dirección!! – gritó sumamente agitado.

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En ese mismo momento, otro de los observadores alertó que a 600 metros de distancia el enemigo avanzaba en gran número hacia el pueblo.

Esteban no se detuvo siquiera a pensarlo y con voz firme ordenó destruir la documentación codificada, inutilizar las radios y evacuar la población inmediatamente. Un combate desigual estaba a punto de dar comienzo.

Los argentinos evacuaron Puerto San Carlos en el preciso momento en que el enemigo entraba por el lado opuesto.

De haberse aferrado a esa posición, se habría producido una masacre porque las que se les venían encima eran fuerzas mucho más numerosas y mejor pertrechadas, que los hubieran inmovilizado con su avanzada y sobrepasado con sus helicópteros.

Lejos de retirarse, los argentinos se encaminaron hacia las elevaciones que se extendían detrás y tomaron posiciones para entablar combate.

Fue en ese momento que las avanzadas del Para 3 los detectaron y su jefe, Hew Pike, ordenó abrir fuego con sus morteros y ametralladoras.

Dos helicópteros Gazelle de la Escuadrilla A que se hallaban en vuelo sobre las posiciones del SBS en Fanning Head, hacían exploración en busca de presencia enemiga mientras brindaban apoyo a los Sea King y las tropas desembarcadas. A las 08.00 (11.00Z), dos aparatos similares pertenecientes a la Escuadrilla C del Escuadrón 846 despegaron del “Sir Galahad”, provisto cada uno de ametralladoras y cohetes SNEB.

El XX411, piloteado por los sargentos Andy P. Evans y Ed R. Candlish, se unió al Sea King HC4 matrícula ZA296 que había partido del “Canberra” llevando colgada una carga de municiones para morteros.

Cuando la formación sobrevolaba el Hospital Point y la vanguardia del Para 3 enfilaba hacia Punta Cameron, la gente de Esteban buscó cobertura y esperó.

Los Para 3 equivocaron el camino por lo que, al percatarse del error, efectuaron un giro de 180º hacia el oeste para alcanzar el camino de acceso a San Carlos. Mientras lo hacían, convergían sobre la localidad cientos de soldados y helicópteros además del Regimiento “Azul” de tanques Scorpion y Scimitar, en un movimiento que a esa altura tenía involucrados a 4200 efectivos.

Eran las 08.41 (11.41Z) cuando Esteban vio venir al Sea King ZA296 volando a una altura no mayor a los 5 o 6 metros. Comprendió enseguida que se había producido una descoordinación entre la infantería británica y sus helicópteros porque estos últimos estaban llegando por la retaguardia antes de que las tropas los aferrasen por el frente y fue entonces que ordenó abrir fuego. La respuesta no se hizo esperar.

El primero en disparar fue el mismo Esteban, seguido por el resto de la sección. El aparato que avanzaba en primer lugar recibió sobre su estructura todo el poder del fuego reunido de armas automáticas y eso pareció detenerlo en el aire. Desesperado, el piloto efectuó una serie de movimientos y giros para evadir los disparos y se alejó humeando hacia el oeste, desprendiéndosele en el camino la carga que pendía bajo el fuselaje.

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Al ver eso, la infantería enemiga se aplastó sobre el terreno y comenzó a disparar sus morteros con explosivos incendiarios de tipo fósforo, uno de los cuales, impactó a 200 metros a la derecha del último hombre.

Esteban comprendió que dos disparos más y los ingleses los alcanzarían y por esa razón decidió efectuar un cambio de posición, desplazándose unos 300 metros hacia el este. Vázquez lo vio y lo siguió a través de un terreno de cuchillas bajas, de 70 a 100 metros de altura con pendiente general hacia el río, desplazándose ambos en sentido paralelo a la vía acuática y perpendicular a las elevaciones, siempre en dirección general oeste-este, subiendo y bajando por las lomas.

En esas estaban, trepando una de aquellas pendientes, cuando menos de un minuto después, el Gazelle que reglaba el tiro de las naves apostadas en la bahía (el mismo que había escoltado al Sea King), se aproximó amenazadoramente dispuesto a utilizar sus cohetes y ametralladoras.

A esa altura, pese a que la niebla se había disipado y había buena visibilidad, el desplazamiento ordenado por Esteban desorientó a los pilotos quienes, sin darse cuenta, quedaron ubicados de frente a su nueva posición.

En esos momentos, las dos columnas (la de Esteban y la de Vázquez) se hallaban paralelas al río, separadas entre sí por unos 60 a 70 metros, con la de Vázquez más alejada, a aproximadamente 100 metros de la costa, situación que Esteban aprovechó para ordenar nuevamente fuego. Los 80 hombres dispararon al mismo tiempo alcanzando con sus descargas el rotor de cola, el motor y el parabrisas del helicóptero británico. Con su piloto gravemente herido, la aeronave comenzó a caer y se estrelló pesadamente en el río, donde comenzó a hundirse.

Vázquez comprendió que la táctica de fuego reunido para blancos aéreos que su instructor de primer año, el teniente primero Hugo Reinaldo Abete5, les había enseñado en el Colegio Militar de la Nación, era efectiva y estaba dando buenos resultados.

Mientras tanto, los soldados seguían disparando al tiempo que desahogaban la tensión gritando y lanzando toda clase de epítetos.

El sargento Evans, alcanzado en el pecho, logró maniobrar sus comandos pero no pudo evitar caer pesadamente en medio de la corriente y como los sistemas de flotación del aparato habían sido retirados para montar la ametralladora, el malogrado Gazelle se empezó a hundir.

Los hombres de Esteban abrieron fuego sobre los restos del helicóptero, hiriendo gravemente a sus tripulantes. Ed Candlish emergió de entre los hierros retorcidos y se alejó flotando en tanto Evans, con un hilo de vida, alcanzó a nadar hasta una boya cercana para aferrarse a ella con las pocas fuerzas que le quedaban.

Hew Pike y los hombres el Para 3 fueron testigos impotentes de aquel drama y presas de la furia, comenzaron a maldecir cuando vieron a los argentinos disparar indiscriminadamente sobre los pilotos. Esteban no pudo contener a sus hombres que enardecidos por el combate, disparaban y aullaban como poseídos.

En Puerto San Carlos, los kelpers gritaban desesperados intentando señalar a los paracaidistas más retrasados el lugar donde se encontraban los argentinos.

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Desde ahí vieron a Candlish nadar hasta su compañero e inflarle el chaleco salvavidas mientras los hombres de Esteban iniciaban un nuevo desplazamiento costeando el río.

Candlish comenzó a arrastrar al moribundo hacia la costa, distante a unos 500 metros al tiempo que desde San Carlos, kelpers y paracaidistas, faltos de botes e imposibilitados de brindar ayuda por temor a los disparos y al pronunciado declive de la playa, gritaban y gesticulaban, animándolo a seguir.

Completamente rodeado, con la infantería de frente y los helicópteros apareciendo por detrás, sin contar los buques en la bahía y los lanchones de desembarco en la playa, Esteban efectuó un nuevo cambio de posiciones desplazando a su gente un tanto hacia el nordeste para ponerla a cubierto.

A las 08.46 (11.46Z) llegó por detrás el Gazelle matrícula XX402 tripulado por el teniente K. Francis y el cabo primero B. Griffin, quienes se ubicaron a unos 500 metros de donde había caído el otro aparato, de frente a la sección argentina que para entonces realizaba un nuevo giro de 360º.

Desde esa ubicación, los hombres de Esteban volvieron a abrir fuego y lo alcanzaron de lleno, perforando su fuselaje en varios sectores, incluyendo los tanques de combustible.

El aparato se estrelló en las colinas próximas a Clam Check, a unos 15 metros de donde se encontraba ubicado el subteniente Vázquez, cerca del río San Carlos6 y comenzó a emanar una densa columna de humo que se veía a varios kilómetros a la redonda.

Los argentinos festejaron el derribo con gritos y vivas y cuando Candlish y el moribundo Evans, alcanzaban la orilla, procedieron a efectuar un nuevo cambio de posiciones, sin pensar siquiera en retirarse.

Evans murió ahí mismo, asistido por soldados y malvinenses, la mayoría con lágrimas en los ojos, en tanto Candlish, gravemente herido, fue conducido hasta una vivienda del poblado para recibir las primeras curaciones.

El fuego de morteros continuaba, pero era evidente que los ingleses habían perdido la ubicación de sus oponentes, porque tiraban sobre la posición anterior.

Viendo al segundo Gazelle envuelto en llamas y los cadáveres de sus ocupantes en el interior, el cabo primero Ubaldo Ferreyra se acercó al subteniente Vázquez para pedirle algo irracional, que desconcertó al joven oficial.

-¡Mi subteniente, ¿me autoriza a cortarles una oreja?!

Vázquez miró absorto a su subalterno y movido por la indignación que le generaba semejante disparate, le gritó:

-¡Déjese de joder, cabo, que esto puede explotar en cualquier momento!

-¡Es que le prometí a mi hermano llevarle la oreja del primer inglés que matara! –insistió Ferreyra.

-¡Cállese la boca y vuelva a su puesto! -volvió a gritar el oficial ordenándole a su sección avanzar eludiendo los restos del helicóptero.

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Los argentinos se desplazaron por la orilla unos 350 metros, con el evidente propósito de desprenderse del enemigo y cruzar una importante elevación que se adentraba en el río pero se toparon con un acantilado de 10 ó 15 metros de alto que los obligó a descender dificultosamente.

Cuando se posicionaban entre las piedras, muy cerca de la costa, llegó volando un tercer Gazelle, el matrícula XX412, piloteado por el capitán R. J. Makeig Jones y el cabo R. Flemming de la Escuadrilla C, quienes abrieron fuego con su ametralladora inutilizando uno de los cañones sin retroceso de la sección. Sin amilanarse, los argentinos devolvieron los disparos, perforando la estructura del helicóptero y volándole el parabrisas.

El aparato no cayó pero sufrió considerables averías y eso obligó a sus pilotos a efectuar desesperadas maniobras para estabilizarlo y alejarse del lugar, en dirección a su buque, desprendiendo en el camino piezas metálicas y una larga estela de humo.

La infantería británica no persiguió a sus oponentes; prefirió mantenerse aplastada sobre el terreno y solo se limitó a hacer fuego con sus morteros.

Fue entonces que Esteban, viendo la crítica situación en la que se encontraba su sección y convencido de que la misión que se le había encomendado había sido cumplida, se desplazó hasta una hondonada situada 1500 metros a retaguardia, y allí se detuvo en espera de la fracción de observadores adelantados que había situado poco antes del desembarco, al norte del estrecho.

El oficial y su gente se encontraban allí cuando escucharon el motor de un avión que pasó sobre sus cabezas a gran velocidad, volando bajo hacia las posiciones del enemigo.

Al verlo, el subteniente Vázquez pensó aliviado “ahora les tiramos toda la aviación encima y en cinco horas tenemos un contraataque de nuestros comandos y de la Compañía B de Regimiento de Infantería 12 que está de reserva en Puerto Argentino”. Pero fue solo un pensamiento; una simple expresión de deseo porque el alto mando, en la capital malvinense, no atinó a hacer nada.

Los hombres de Esteban esperaron cerca de tres horas y media y fueron testigos del ataque que la Fuerza Aérea llevó a cabo sobre la cabecera de playa a las 09.30 de la mañana.

En otro punto, no muy lejos de allí, más precisamente en Puerto San Carlos, llegó a bordo de un Wessex el médico Rick Jolly a quien condujeron a toda prisa hasta el lugar donde suponía esperaban los tripulantes de los helicópteros abatidos para ser evacuados. Al llegar se encontró un cuadro estremecedor: tres cadáveres y un hombre en grave estado que requería urgente atención. Por esa razón, aunque estaba terminantemente prohibido llevar a los muertos a bordo de los barcos, los hizo cargar en el helicóptero y los condujo hasta el “Canberra”, sin importarle las consecuencias.

En la “gran ballena blanca” había reinado hasta ese momento, un clima de especial optimismo, en el que más de un tripulante apostaba que nada iba a ocurrir durante el desembarco. La vista de aquellos cuerpos trajo a todos a la realidad, sumiéndolos en un estado sombrío y preocupante. Pocas horas después el SAS ofició en el “Sir Galahad”, un servicio religioso en memoria de los caídos, encabezado por su comandante, Peter Cameron.

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El teniente primero Esteban reconocería tiempo después, que su sección había cometido un crimen de guerra al disparar sobre los hombres del primer Gazelle, pero explicó que ello se debió, principalmente, al descontrol que en esos momentos experimentaron algunos de sus cuadros, a los que les resultó imposible contener. Además, aquella decisión no habría sido oportuna en el fragor del combate y tampoco era lógico que estuviera corriendo de un lado a otro explicando que cosa estaba bien y que cosa mal. Sus palabras son más que sensatas y lo más importante es que supo reconocer su error. Ya veremos, más adelante, como los británicos también cometieron actos de ese tipo y como sus cronistas e historiadores hacen apología de ello.

Mientras la sección de Esteban se alejaba de la zona de combate en dirección al este, el Para 3 comenzó a dispararle con sus morteros de 60 mm, y solicitó el envío de un cuarto Gazelle para que fuera en su persecución. El helicóptero llegó volando paralelo al río San Carlos y al ver a los argentinos formar en 360º, es decir, en la posición apta para ese tipo de combate, viró bruscamente y se retiró a toda prisa.

Fue en ese momento que el Equipo de Combate “Güemes” cambió otra vez de dirección y logró escabullirse. Del subteniente Reyes, en tanto, no se tenía ninguna noticia.

El 24 de mayo, Esteban y sus hombres llegaron a Douglas Paddock, desde donde establecieron contacto con Puerto Argentino. Al día siguiente, el bravo oficial ordenó una formación de homenaje en honor del Día de la Patria y tras entonar el Himno Nacional, racionaron y esperaron varias horas hasta que aparecieron dos helicópteros del Ejército que los recuperaron y los condujeron a Puerto Argentino.

Una vez en la capital de las islas los efectivos, orgullosos, procedieron a relatar sus vivencias y la gran emoción que experimentaron al ver caer a los helicópteros. Según sus palabras, aquello les inspiró confianza y les hizo perder el miedo inicial, ese miedo que todo combatiente experimenta en situaciones tan críticas como las que habían vivido.

Vázquez, por su parte, explicó que ver venir a las aeronaves con sus apuntadores haciendo fuego sobre su posición y después verlos caer, hizo que su gente tomase confianza, olvidando el temor y las dudas. Según su opinión, resultaba evidente que los ingleses habían subestimado la capacidad combativa de los argentinos porque no tomaron en cuenta la posibilidad de que podían pelear con semejante espíritu de lucha y rapidez de movimientos. Sin embargo, las mejores palabras fueron las del propio teniente primero Esteban, cuando un periodista le preguntó sobre la sensación que había experimentado en aquellos momentos. Su respuesta fue contundente. Desde el punto de vista militar, sentía una gran alegría por haber reducido el poder de combate del enemigo y haberle provocado daños y bajas pero desde el humano, sentía una profunda tristeza por las vidas que se habían perdido.

Un soldado de San Rafael, Mendoza, contó que lo que más le sorprendió durante la batalla fueron los “sapucais” que lanzaban los combatientes correntinos en momentos que los helicópteros caían o se retiraban ya que, por provenir de una región tan distante como la cuyana, nunca los había escuchado.

Después de 36 horas de merecido descanso, el teniente primero Esteban solicitó regresar al frente y de ese modo, el 27 de mayo su sección abordó dos

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helicópteros del Ejército y regresó al istmo de Darwin en momentos en que arreciaban las acciones.

Hatsings y Jenkins, autores de La batalla de las Malvinas, cierran el capítulo del desembarco diciendo que al abatir a aquellas aeronaves y dar muerte a sus tripulantes, los argentinos supieron sacar provecho de su retirada.

Fuente: http://guerraaltlanticosur.blogspot.com.ar/2015/02/dia-d-el-desembarco-en-san-carlos.html

Guerra de Malvinas Regimiento de Infanteria 25

Repeliendo el desembarco

Contra el desembarco que lanzaron los británicos el 21 de mayo. Una fracción de apenas poco más de sesenta soldados argentinos los primeros en advertir la acción Enemiga, se hallaba en el lugar e hizo pie firme contra la formidable máquina bélica que empezaba a desplegarse. Esta es la historia de aquellos valientes.

A las 8. 10 de la mañana del 21 de mayo de 1982, cuando las primeras luces del alba pugnaban por vencer a las tinieblas del invierno austral, un atribulado soldadito cordobés anunció en el puesto de comando "Águila", que "un barco grande, blanco, que no parecía de guerra" entraba en el canal de Puerto San Carlos.

Esta fue la confirmación del tan augurado, temido, esperado desembarco británico en la isla Soledad, precisamente en su extremo occidental.

Los relatos posteriores dieron la impresión de que el acceso de las tropas británicas a territorio malvinense no fue "un paseo", que no hubo oposición, ya que el comando argentino no había previsto que allí iba a producirse la cabeza de playa.

Sin embargo, la realidad difiere bastante con esa leyenda del "paseo bajo la luz de la luna". Es que el Teniente 1º Carlos Daniel Esteban, al frente del equipo de combate "Güemes", compuesto por un total de sesenta y dos hombres, y cuarenta y uno en establecimiento San Carlos y veintiuno en la altura 234, a 9 kilómetros al norte, se cuidó de que las cosas no fueran tan fáciles.

El desembarco en sí mismo había sido precedido por tres largas horas de intenso cañoneo naval, que no estuvo dirigido a ningún blanco terrestre, por lo menos en poder de los argentinos. Fue un clásico "fuego de distracción" que puso a prueba las comunicaciones entre San Carlos y la 2340.

A las 3.00 desde esa altura que domina el estrecho, el subteniente Reyes abre fuego con sus cañones de 105 mm contra fragatas británicas que, con su respuesta "borran" las posiciones de la sección "Gato", causándole cuatro heridos '

Dicha sección deambuló luego durante veintiún días por la cabeza de playa británica, al borde de la inanición, hasta que sus componentes lograron ponerse a salvo.

En San Carlos

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El parte confeccionado por el teniente 1' Esteban sobre los acontecimientos de ese día es lo suficientemente elocuente pese a la extrema sobriedad del lenguaje militar utilizado.

Inmediatamente de haber sido advertido de la presencia del buque "Canberra" por la descripción del soldado, Estévez ("Águila" en código) corrió a cerciorarse desde un puesto de observador adelantado.

A las 8.15, a medida que aumentaba la luz del día se pudo ver a tres fragatas y a las 8.20 una serie de lanchones de desembarco se desprendieron de los buques dirigiéndose a San Carlos. Dos minutos después las lanchas recorrían la bahía "en todas direcciones", sobrevoladas por numerosos helicópteros según el relato del oficial.

Aproximadamente a las 8.30 "Águila" recibe el aviso de que la infantería

británica, que había desembarcado, comenzaba a avanzar hacia el pueblo desde el oeste. Inmediatamente se advierte por radio a Puerto Argentino de lo que está sucediendo y se ordena luego un desplazamiento de las posiciones hacia el este, para evitar quedar cercados por un descenso helitransportado.

A las 8.40 dos compañías británicas llegan al pueblo (vacío), mientras que un helicóptero Sea King intentaba posarse con su carga de soldados, desde el este, para cerrar el cerco.

El jefe argentino ordena abrir fuego contra la máquina enemiga y ésta, muy averiada, no se decide a descender, escapa humeando y finalmente cae al agua.

"Evidentemente tenían dudas sobre nuestra presencia, porque si no, no hubiesen enviado a ese gran helicóptero de transporte, que llevaba además colgando una especie de 'chinguillo' con municiones", memora Esteban.

"En primer lugar, deberían haber enviado un helicóptero de ataque, no de transporte. Quiere decir que ahí venía un grupo de tiradores que, en vez de bajarse a cierta distancia del pueblo para completar el cerco, descendió directamente en el centro del villorrio. Le debemos haber pegado con unos 2000 o 2500 proyectiles, porque éramos cuarenta y dos hombres que nos bajamos casi un cargador por helicóptero, así que eliminamos totalmente al grupo de tiradores que iba dentro de la máquina y el aparato quedó destruido."

Mientras tanto la infantería inglesa disparaba contra las posiciones de "Águila" sin hacer blanco, así que dos minutos después enviaron otro helicóptero, pero esta vez un Gazelle de ataque, para que disparase sus cohetes contra los defensores.

"Le efectuamos fuego reunido con todas las armas y el aparato se precipitó a las aguas del río San Carlos. La máquina se hundió inmediatamente, un cuerpo salió flotando, mientras que otro tripulante se asió de una boya.

Una lancha tripulada por dos "kelper " se precipitó en auxilio de los aviadores y ordené que no se les disparase", señala "Águila".

"El helicóptero derribado había marcado la posición y los infantes enemigos hicieron fuego de mortero sin dar en el blanco. Entonces se ordenó un nuevo cambio de posición, más hacia el este, para eludir los disparos de los británicos".

Page 22:  · Web viewSin embargo, la realidad difiere bastante con esa leyenda del "paseo bajo la luz de la luna". Es que el Teniente 1º Carlos Daniel Esteban, al frente del equipo de combate

"Sobre la nueva posición apareció otro Gazelle que comenzó a atacarla con ametralladora, al tiempo que el piloto intentaba dar inclinación a la máquina para alcanzamos con sus cohetes. Otra vez se hizo fuego reunido y el aparato se precipitó a tierra incendiado, a diez metros de nuestras posiciones, lo que nos permitió comprobar la muerte de todos sus tripulantes."

"Era evidente que los helicópteros tenían la misión de dirigir el fuego, - dice Esteban - pero debido a que los derribamos los disparos de mortero y artillería naval nunca se nos aproximaron a más de 500 600 metros.

Los argentinos efectúan un nuevo desplazamiento cuando llegó otro Gazelle, aparentemente para dirigir el fuego naval y lo atacaron con todas sus armas. El piloto alcanzó a retirarse con su máquina humeando, que luego aterriza en llamas. "

"Al tiempo que se libraba el combate con los helicópteros, estimábamos que unos 200 infantes ingleses se encontraban en Puerto San Carlos y que más o menos el doble estaba dirigiéndose hacia el establecimiento", señala "Águila"'

Después de un nuevo cambio de posición, los defensores vieron entre las 9.30 el primer ataque aéreo argentino contra la flota de desembarco, protagonizado por un Aermacchi de la ' aviación naval.

"Los infantes ingleses en ningún momento trataron de acercarse a las posiciones, el fuego de sus fusiles fue casi nulo y los morteros efectuaban muchos disparos sin conseguir blanco. "

"Águila" Y sus cuarenta hombres esperaron durante dos horas el repliegue de "'Gato" desde la altura 234, pero el comandante enemigo que había perdido tres helicópteros de ataque y no sabía lo que tenía por delante, prefirió no correr ningún riesgo. Sin sentido.' Durante los ataques los defensores no sufrieron ninguna baja y solamente abandonaron algún material pesado y un lanzacohetes averiado.

Y los "daños probados" sobre el enemigo fuero los siguientes: una decena de paracaidistas muertos heridos que iban a bordo del primer helicóptero.

Tres Gazelle destruidos, un sea King seriamente dañado y sus tripulaciones muertas o heridas. La pequeña tropa argentina, dos oficiales, nueve suboficiales y treinta y un soldados emprendieron el regreso a pie a Puerto Argentino adonde llegaron el 26 de mayo, dándose incluso el gusto de festejar la fecha patria en Douglas Paddock con una formación especial.

El 28 estaban de vuelta en Darwin para participar en los combates de Goose Green, pero... esa es otra historia...

Tte. 1º Esteban, Tte. Estévez, Subteniente Gómez Centurión y Subteniente Reyes

Hemos cumplido con nuestra misión de alertar!

La Sección de tiradores Especiales del subteniente Reyes -de destacada acción durante el desembarco del 2 de abril-, formaba parte del Equipo de Combate del Teniente Primero Esteban; el 21 de mayo se encontraba en la "boca" del Estrecho de San Carlos, con la Misión Principal de dar la alarma temprana, ante

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un desembarco y Secundaría, de emboscar al enemigo inglés para demorar dificultar su accionar.

Mi subteniente se escuchan ruidos, propios del movimiento de tropas, desde la "boca -informa el cabo Godoy, jefe de Grupo.

-¿Qué hora es?

-Ana y tierna-

Rápidamente se dirige hacia el Puesto de Observación entre; con los prismáticos se los puede observar la escena: "se parecen a siluetas de buques... tres... cuatro... cinco.

¡Se concretó el desembarco!"

-Asoldado Feriares, informe de forma urgente al Teniente Primero Esteban, que en la "boca" del Estrecho de San Carlos se ha reunido una importante cantidad de buques, no deja dudas de que se trata del esperado desembarco inglés.

-Argento Calque, alisté los dos cañones sin retroceso 105 mm y los dos morteros 81 mm para abrir el fuego cuando yo le ordene.

Imparte las órdenes con energía y seguridad, pero sabe que sus armas resultarán ineficaces para este tipo de blanco.

-Mi Subteniente, si bien escucho la voz del Teniente Primero Esteban, él no me escucha a mí.

-Insista.

Aunque sabía de la poca reserva de las baterías y de la distancia en que se encontraba el Puesto de Comando, ordenó, a continuación, al Operador que cambiara su posición. La difícil situación que se le presentó le imponía tomar su primera gran decisión, a pesar de su baja jerarquía militar.

-"Continúan ingresando más buques en el Estrecho, informó nuevamente el

Soldado Mazzel.

Sin vacilar y haciendo gala de sus condiciones de soldado profesional, ya demostradas durante su bautismo de fuego, aquel glorioso 2 de abril, ordenó con firmeza:

-Sobre los blancos observados, ¡fuego libre! Hasta agotar las municiones.

Su sector de vigilancia se iluminó por el resplandor que provocó la salida sucesiva de los proyectiles. La gran distancia hasta los buques, más la oscuridad, no le permitieron hacer una correcta puntería, ni evaluar los daños. No obstante, la cadencia de tiro no disminuía.

Cada resplandor dibujaba, por instantes, la firmeza en el rostro de los soldados operadores de las armas. El adelantamiento del desembarco, por el fuego recibido, provocó que algunas barcazas chocaran contra los acantilados, originando las primeras bajas al enemigo.

Los ingleses, por esa luminosidad, ubicaron las posiciones argentinas y les respondieron con una nutrida concentración de fuego naval.

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-Soldados, ¡Viva la Patria!

¡Fuego a discreción - es la réplica de Reyes, de pie y en el medio de sus recalentadas y humeantes armas pesadas. Pronto fueron rodeados por grupos SBS, que abren fuego a sus espaldas. Se produce, así, un combate terrestre con fuerzas superiores; el que se logra eludir luego de un repliegue.

-Estoy herido -grita, en medio del fragor del combate, el Soldado Pérez. Además, otros gritos de dolor se escuchan a su izquierda. La artillería naval comienza a hacerse sentir.

Sección, abandonen las armas pesadas; prepárense para cambiar de posición hacia las alturas de la retaguardia.

Eran las tres y treinta; había agotado la dotación de y ya contaba con varios heridos, entre ellos tres de gravedad. Había llegado al límite de sus posibilidades.

Eludiendo el fuego de los barcos ingleses, logra reunir a sus hombres detrás de una altura. Luego de hacer a comprobación de los heridos, les dijo:

-"Soldados, estoy orgulloso de ustedes, tengan la seguridad de que hemos cumplido con nuestra misión de alertar. Además, combatimos con todo lo que teníamos. "

Los ruidos de combate, en todas direcciones, y la pérdida de enlace con su Jefe lo obligan a adoptar urgentes resoluciones.

Soldados, ante esta confusa situación, he decidido marchar en dirección a Puerto Argentino. Debemos transportar a tres heridos graves; nuestras raciones son escasas. No duden que los ingleses nos buscarán. Antes de caer prisionero, prefiero reintegrarme al Regimiento 25 y continuar la lucha.

Iniciaron la dura marcha; cansados por el esfuerzo y las tensiones del combate; cargando a sus heridos graves y escasos de alimentos.

El 14 junio, en vísperas del fin de la Batalla de Puerto Argentino, el Subteniente Reyes llegó con su fracción en estado deplorable; además de las penurias de la marcha, se agregó la dolorosa circunstancia de haber dejado

atrás a dos de sus soldados para que recibieran atención médica por parte de los ingleses, y a dos mejores Suboficiales, el Cabo Godoy, quien sufrió congelamiento en sus piernas.

Al caer prisioneros, logran convencer a quienes los capturaron de que busquen al Cabo Godoy; éste fue encontrado con vida. Como consecuencia del alto grado de congelamiento, sus piernas debieron serle amputadas. Cruel final para un valiente.

El Desembarco en San Carlos

El 21 de mayo, los británicos comenzarán la ejecución de su plan que preveía desembarcar 3.000 hombres, desde una flota de 11 barcos, en un lapso de seis horas. De acuerdo con lo planeado, el desembarco comenzó a las 0130 horas y demoró muy poco más del lapso previsto.

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La elección de San Carlos para efectuar el desembarco, según autores británicos, fue decidida el 10 de mayo y contó con el acuerdo de los comandantes y jefes de unidades. Sin duda que, pese a algunos riesgos que corría la flota de desembarco, de que fuera atacada por la Aviación

Argentina desde sus bases en el Continente, tenía la enorme ventaja de tomar por la retaguardia a la organización defensiva de Puerto Argentino. Puede aceptarse que se trató de la típica aplicación de la "estrategia de

aproximación indirecta", que magistralmente explícito, hace casi sesenta años, un historiador y estratega británico:

Basil Liddell Hart. Pero no puede desatenderse una realidad: los británicos, como ya se ha expuesto, disponían de información, proveniente de fuentes de máxima valorización, sobre las características de la organización defensiva de las Malvinas y del material disponible.

Sin embargo, tuvieron una sorpresa. Tiempo antes, personal del Escuadrón Especial de Bote SBS había informado sobre la inexistencia de efectivos argentinos en la zona. El día anterior al desembarco, descubrieron que elementos argentinos se encontraban en el promontorio denominado Fanning Head. Efectivos de los SBS recibieron la misión de aniquilar a la tropa argentina.

Las dos secciones del Regimiento de Infantería 12, se encontraban en San Carlos, al mando del teniente primero Carlos Esteban, con la misión de seguridad y de proporcionar una alerta temprana en caso de intento de

desembarco. Estos efectivos resistieron a los SBS y a los que desembarcaban, pero muy pronto -pese a haberles provocado numerosas bajas- se hizo sentir la abrumadora superioridad numérica de los británicos y debieron replegarse.

El Capitán de Corbeta Owen Crippa fue el primer piloto que llegó a la zona y visualizó la magnitud de la operación. Aunque su misión era de exploración y que su Aeromacchi no podía intentar un enfrentamiento con algún avión británico, atacó a la flota descargando todo el poder de fuego de su aparato, logrando averiar seriamente a una fragata británica.

La heroicidad de los pilotos de la Fuerza Aérea y de la Aviación Naval significó un peligro muy grande para la flota británica en el estrecho y, de hecho, los pilotos argentinos hicieron pagar un alto precio a la fuerza de invasión británica; pero lo que no pudieron fue contener el desembarco o destruir la cabeza de playa.

El día 25 de mayo, la cabeza de playa, en una extensión de 25 km. De frente por 15 de profundidad, se había consolidado, haciendo así posible la ulterior operación ofensiva de las fuerzas terrestres británicas.

Se han tejido muchos comentarios y producido innumerables apreciaciones, la mayor parte de ellas referidas a la denominada "pasividad" del Ejército Argentino, contra la operación británica en San Carlos y su proyección hacia el interior de la Isla Soledad. Algunas de las razones que impidieron llevar a cabo una potente acción ofensiva, se desprenden de los análisis ya efectuados sobre las características del medio geográfico, los medios de movilidad disponible y, fundamentalmente, la falta de superioridad local.

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Si bien por la envergadura de los medios empleadas, la acción británica referida, constituía una operación importante, existían, fundadas dudas entre los conductores de la estrategia militar y operacional y entre los tácticos, de que fuera la principal o la única. Era evidente de que aún se

mantenían importantes efectivos embarcados y que otros de gran magnitud se esperaban en los próximos días: la masa de la Br I V.

Pese a los profundos estudios realizados al adoptar el dispositivo y previsiones iniciales para la defensa de las islas (conocidos por los tres Comandantes en Jefe), se realizó una nueva apreciación sobre la viabilidad de un ataque, lo suficientemente rápido y potente que arrojara al enemigo al mar, llegándose. en el Comando Conjunto Malvinas, a las siguientes conclusiones:

-Debía desguarnecerse hasta en un 70% la posición de Puerto Argentino.

-Se ejecutaría una aproximación terrestre, a campo traviesa, sin medios de movilidad siquiera mínimos, sumamente dificultosa, con abastecimientos reducidísimos, bajo la constante acción de la aviación enemiga, en un terreno que no ofrecía ninguna cubierta. leña, agua potable ni elemento alguno de subsistencia.

De esta forma no se llegaría antes de ocho días. como mínimo, a la zona con una tropa desgastada por los sufrimientos y las privaciones. De inmediato habría que combatir a un enemigo instalado en el terreno y apoyado en elementos de fortificación de campaña.

-El empleo complementario de efectivos aerotransportados sobre la base británica, imponía contar con la superioridad aérea y naval, además de los requerimientos propios de la marcha terrestre ya analizada. lo que exigirla emplear a la Fuerza Aérea y a la Armada en el máximo de su capacidad operativa, con el riesgo de agotarías prematuramente y no contar con esos medios cuando desembarcaran los restantes efectivos británicos terrestres.

Estos argumentos. fueron los principales que llevaron a desechar esta operación, aduciendo que:

- No se daban las condiciones, y, por ende. las probabilidades mínimas para el éxito.

- Se favorecía la maniobra británica que. probablemente, intentaba atraer las fuerzas propias sobre San Carlos, destruyéndolas durante la aproximación y el combate posterior, para en el ínterin atacar y ocupar Puerto Argentino y producir un cerco que precipitarla una desastrosa derrota para las tropas argentinas.

- Era inaceptable arriesgar fríamente la vida de miles de soldados argentinos (oficiales, suboficiales y conscriptos), en una operación de resultado totalmente incierto.

Finalmente se decidió, tal como estaba previsto de antemano y conocido por la Junta Militar:

- Lanzar patrullas de exploración sobre el enemigo para controlar sus movimientos y hostigarlo.

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- Adelantar elementos de comandos para infiltrarlos en el dispositivo británico a fin de realizar golpe 5 de mano en su retaguardia.

- Alistar al Regimiento de Infantería 12 para hostigar y vigilar el perímetro sobre el sector S de su cabeza de playa, sobre los Montes Sussex, y su empleo sobre las líneas de comunicaciones del enemigo para el caso que éste avanzara hacia Puerto Argentino.

- Reforzar el flanco Oeste de la posición Puerto Argentino.

- Reforzar la zona de Darwin-Goose Green, para lo que se solicitó el lanzamiento de una Fuerza de Tarea Aerotransportada en proximidades, al SE; pero la operación no pudo realizarse por el alto grado de riesgo que significa la cercanía a San Carlos y la intensidad de la acción aérea del enemigo.

Mientras las fuerzas terrestres británicas se alistaban, aumentaron los ataques aéreos y los bombardeos navales sobre Puerto Argentino y Darwin especialmente, y también sobre Howard y Bahía Fox, pese a la pérdida de aviones que experimentaba como consecuencia del eficaz fuego de nuestra defensa aérea.

Fuente: http://www.laperlaaustral.com.ar/malvinas/index.php/ejercito-argentino/otras-operaciones-2/4-repeliendo-el-desembarco

Los caminos a San Carlos

Por el Teniente Coronel de Infantería Carlos Daniel Esteban

Una orden de operaciones con compromiso de secreto, 2 días de preparación, una marcha automotor hasta Comodoro Rivadavia, un vuelo a Puerto Belgrano, una navegación en el Comandante Irizar y el Cabo San Antonio y, ya estaba la gloriosa Compañía de Infantería "C" del Regimiento de Infantería 25 rumbo a las queridas Malvinas.

¡Qué emoción, cuanto suspenso, intriga y nerviosismo!. Un orgullo indescriptible llenaba nuestros corazones. Me tocaba ser el Jefe de la primera Compañía del Ejército, que conjuntamente con la Infantería de Marina desembarcaría y reconquistaría las Islas.

Una fuerte tormenta, el helicóptero del Comandante Irizar destruido, pero allí estábamos en la madrugada del 2 de Abril, con una densa niebla y las costas frente a nuestros ojos brillosos.

La incruenta, planificada y perfectamente coordinada Operación Rosario nos permitió colocamos de pie frente a la gran potencia, que se asombraba por nuestra osadía.

Recuerdo con gran cariño a los Subtenientes Estevez, Gomez Centurion, Reyes, Vazquez y Coluonati. ¡Qué oficiales!. Fue un orgullo ser su Jefe.

Esa Compañía, mis valiente y brava Clase 62, la historia ya los recompensará por su enorme testimonio.

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Partida hacia Darwin - Goose Green, en helicóptero y el buque Isla de los Estados, nos sentíamos dueños de esas tierras. Ya extrañábamos a nuestros familiares; tenía una foto de mi hijo y mi esposa en el bolsillo del pantalón. ¿Podría volver a verlos?. Era mi eterna pregunta. Sabía que sólo Dios tenía la repuesta y rezaba.

Siempre a mi lado, el Soldado Aime, un temerario pero entrañable amigo.

Con mucha facilidad rodeamos y tomamos los pueblos, la población inteligentemente dócil, requisamos armas, radios, munición y vehículos. En una casa encontré una foto de mi esposa. Tuve que pensar si estaba soñando. Era ella con una amiga Kelper hija del señor Hardcastle, que había estudiado en La Cumbre (Córdoba).

A los dos pueblos los rebautizamos con el nombre de Puerto Santiago, la vida del Santo siempre me apasionó desde que visité Compostela, pero además era el nombre de mi hijo, tenía seis meses. ¿Volvería a verlo? Sabía que me lo tenía que ganar. Pero además quería que esté orgulloso de lo que su papá hizo.

¡Cómo extrañaba a mi familia!. A veces lloraba solo, alejado de la tropa. Tomaba coraje y regresaba con una arenga para alentar a mis jóvenes y bravos patriotas. Los chicos habían quedado en el continente, ellos eran hombres en defensa de su tierra.

Ya habían pasados cuarenta días, y Puerto Santiago estaba de pie Habíamos jurado la bandera, recibido a la Fuerza Aérea y nos agregaron a 1<' Fuerza de Tarea "Mercedes".

El 1 de Mayo la Inteligencia nos previno de un ataque aéreo, refugiamos a la tropa en los acantilados de las costas. No había posibilidad de ataque terrestre. Salimos ilesos de aquella lluvia mortal de las 08:00 hs, pero los 11 muertos de la Fuerza Aérea nos obligaron a tomar conciencia que la guerra había empezado.

"Con el cuerpo confiado en la tela, puesta el alma en las manos de Dios", mi viejo lema paracaidista me daba fuerza. Quería cumplir mi misión, quería conducir bien a mi Compañía, pero quería volver a ver a mi hijo.

Hundieron el Isla de los Estados. El 10 de Mayo los ingleses recorrían el Canal. La zona Sur estaba controlada, pero la Norte no, y esa fue la misión de la querida Compañía "C": marchar a San Carlos.

Dos Secciones y el Puesto Comando, dos morteros y dos cañones antitanques, todo era muy poco, 62 hombres que debían impedir el pasaje de los buques, controlar la población de San Carlos y dar la alerta temprana en caso de desembarco.

Vuelo en helicóptero y el 16 de Mayo llegamos, Fannino Head, altura 234, San Carlos. Todavía recuerdo la cara del Teniente Primero Gonzalez Deibe que con un grupo de Comandos regresaba en nuestro helicóptero, me deseaba suerte y me decía terreno limpio de enemigo, claro que hasta ese día. A partir del 21 de Mayo todo sería distinto.

Solos, a 100 km de nuestras líneas, la Inteligencia ya apreciaba que para obligar a cambiar el frente de la defensa, proteger a sus buques de los Exocet, proporcionar escaso tiempo para la puntería de los aviones y tener buenas

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alturas para instalar las armas antiaéreas, ese podía ser un lugar para el desembarco enemigo.

Requisamos armas y radios, permitimos una vida normal de los habitantes, con chimeneas funcionando para dar imagen de cotideaneidad Conectamos una Yaesu que nos integró con la red principal. Capanga era el indicativo de nuestro Jefe y estaba en Puerto Argentino.

Colocamos las armas pesadas y una Sección en la altura 234, el Puesto Comando y la Reserva en San Carlos, a 8 km, pero con 110 volts para que funcione la radio.

El clima en la altura 234 era muy riguroso, ya habíamos hecho una rotación, las armas controlaban el estrecho, una radio portátil mantenía el enlace con el Puesto Comando.

Reyes y su Sección en Fannino Head, Vazquez y el Puesto Comando de Compañía en San Carlos.

5 días de vigilia, tensa espera. Preparábamos posiciones y planes de alternativas, intuíamos que algo importante podía pasar. El dejar sin radios a la población beneficiaba el secreto Nos sentíamos muy solos, pero orgullosos de nuestra misión. El nombre San Carlos nos gustaba y lo dejamos, quizás porque era el nombre de mi padre y el mío.

Alguien tenía que protegernos.

Instalamos observadores aéreos en las alturas, y había transcurrido la noche del 20 y 21 de Mayo escuchando importante fuego de Artillería Naval. No estaba dirigido hacia nosotros y como comprobamos, tampoco hacia ninguno de los corresponsales de la Red Tero, que mantenía el enlace entre los principales Comandos.

A las 08:02 hs del aquel histórico 21 de Mayo, uno de los Soldados Observadores Aéreos, baja corriendo y me señala con siglas la presencia de una Fragata enemiga en el estrecho, le pregunto cómo conocía tanto detalle y me muestra una caja de fósforos "Fragata" que recibían los fumadores, con una silueta en su parte posterior, diciéndome:

"Es igual a esta mi Teniente Primero".

Tome los binoculares y me desplacé rápidamente hacia su Puesto Observatorio. Quedé atónito. Media flota estaba en la boca norte. Silenciosamente habían entrado, atacaron nuestra gente y la dejaron sin comunicación. Era un desembarco masivo del enemigo. Había fragatas, destructores, decenas de helicópteros sobrevolaban la zona y lanchones que se desprendían en todas las direcciones. En el centro la figura majestuosa del Canberra.

Estaba seguro que mi día había llegado. Tenía 41 hombres, frente a un desembarco de 5.000, no saldríamos con vida, tampoco habría rendición. Comenzaba el combate de San Carlos. Ya no volvería a ver a mi hijo, pero seguía rogando por ello.

Llegue al Puesto Comando, me comunique con Capanga y le describí el desembarco, dándole las coordenadas y las características del mismo. Le pedí apoyo de la Fuerza Aérea, corté las comunicaciones e informé que

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procedíamos a defender el lugar. Aquello para lo cual nos habíamos preparado toda la vida estaba por suceder.

No había habido exploración enemiga. Eso nos posibilitó dar la alarma oportuna. Los infantes ingleses ya estaban cerca, escuchábamos los helicópteros y veíamos los lanchones. Ocupamos las posiciones, tenía que mandar y hacerlo bien, tenía que cumplir la misión, tenía que salvar a mi gente y tenía que volver a ver a mi hijo. Durante toda la comunicación con Capanga, no había podido controlar mi pierna derecha que temblaba sin cesar. Al llegar a la posición me había calmado, siempre el Soldado Aime a mi lado. Vazquez atento a las órdenes de su Jefe de Compañía.

Nunca había soñado un bautismo de fuego con tanta diferencia, sólo Dios nos podía ayudar, y así lo hizo o fue San Carlos pero alguien lo hizo. Comenzó el combate.

El primero en aproximarse fue un helicóptero Sea King con tropa y un chinguillo de munición. Abrimos el fuego y lo incendiamos, saltaron chapas por doquier, había heridos, el piloto pudo apoyar la máquina sin destruirla. Comienzan a tirarnos con artillería y morteros, los infantes ya estaban muy cerca.

De inmediato un helicóptero de ataque Gazelle se dirigió a nuestra posiciones, fuego reunido y lo derribamos, se hundió en las aguas del Río San Carlos. Los soldados tomaban coraje.

Otro Gazelle directamente hacia nosotros, concentración de fuego, se desploma totalmente incendiado, muriendo toda la tripulación.

Nos replegamos ganando altura y ocupamos nuevamente posiciones.

Aparece un tercer Gazelle abriendo fuego. Los Soldados se sentían invulnerables. Era un blanco perfecto, cientos de proyectiles impactan sobre él. Se incendia y el piloto puede protegerlo detrás de una altura.

Comenzó una tensa calma. Solamente fuego de artillería mal dirigido, pues ya no estaban los helicópteros para hacerlo.

Los infantes detuvieron su avance y en la cabeza de playa continuaban introduciéndose los lanchones.

El comandante enemigo, desconociendo la magnitud de lo que enfrentaba, decidió frenar el avance. Esto nos daba tiempo. ¿Vendría la Fuerza Aérea?, Mejoramos nuestras posiciones y esperamos unos minutos. El tiempo había transcurrido muy velozmente.

Todos estábamos vivos y con mucho deseo de seguir estándolo. Yo quería ver a Santiago aunque sea por última vez.

Alguien me tenía que ayudar, sentía que solo no podía.

Iniciamos un sigiloso repliegue para alejamos del enemigo. Ya nada podíamos hacer. Llevábamos en la mente todo lo que habíamos visto para poderlo informar.

A menos de 2 horas, escuchamos a nuestra aviación. ¡Que misión dura tenían!. Atacar la flota, con la protección natural del estrecho, y la enorme defensa

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aérea de los barcos y la instalada en tierra. Todo se tornó en un infierno. La cabeza de playa era atacada, frenarían su avance y también muchos heroicos pilotos perderían sus vidas.

Continuamos nuestra marcha hacia Puerto Argentino. Tres días y tres noches, sin parar, rumbo 81 grados. El enemigo nos buscaba con helicópteros, pero no nos pudieron localizar.

El 25 de Mayo llegamos a Duoglas Padock. Hicimos una formación y recordamos el primer gobierno patrio. Los Kelpers miraban extrañados.

Habíamos mandado 2 estafetas con un parte y ordené prender las radios. Informamos nuestra ubicación y nos vinieron a recoger en helicópteros, rumbo a Puerto Argentino. El Soldado AIME siempre a mi lado. Comentábamos la caída de los helicópteros enemigos, y cuando él, frente a ellos se había parado y gritado: ¡Viva la Patria!, como si el recluta estuviera en el polígono de tiro.

En Puerto Argentino pedimos regresar a Puerto Santiago. Allí había quedado el resto de nuestra Compañía y habiendo visto la formación de la cabeza de playa, sabíamos que el primer ataque se dirigiría hacia nuestra vieja defensa.

El 28 de Mayo volamos a Puerto Santiago. Ya habían comenzado los ataques. Estevez, varios Suboficiales y Soldados ya estaban fallecidos.

Un contraataque de la compañía, la valentía de Gomez Centurion, la muerte de 12 bravos del 25, pero esto ya es otra parte de la historia.

Cuando el Teniente Coronel Piagoi, ordena el cese del fuego para la Fuerza de Tarea "Mercedes", cae con ella la inolvidable Compañía de Infantería "C", fuimos prisioneros. El 13 de Junio llegamos a Uruguay y el 14 me encontré nuevamente con Santiago, alguien me había escuchado.

Por la ventana de mi oficina veo el Monumento a los Caídos de la Compañía de Infantería "C", los 12 Bravos del 25.

Ellos son los verdaderos Jefes del Regimiento. Yo solamente los represento.

21 de mayo de 1982 : ¨El Callejón de las Bombas¨ : Los ataques aéreos argentinos a la flota británica en el estrecho de San Carlos

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El 21 de mayo de 1982 fueron los primeros ataques aéreos a la flota británica en el estrecho de San Carlos, lo que hizo que los británicos llamaran a ese día “El Callejón de las Bombas”

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El desembarco británico en el estrecho de San Carlos

El 21 de mayo de 1982 los británicos decidieron desembarcar a sus tropas en la profunda bahía del estrecho de San Carlos, después de sopesar cuidadosamente riesgos y ventajas los británicos: se vieron libres de la amenaza de los submarinos argentinos; y pensaban que no iban a ser sorprendidos por ataques aéreo de misiles Exocet pero corrieron el riesgo de desembarcar cerca de las bases aéreas argentinas en el continente, que se ubicaban casi en línea recta con las islas.

Cinco días antes del desembarco, el buque inglés Alacrity recorrió el estrecho de San Carlos y no descubrió indicios de que estuviera minado. Más que a un eventual despliegue naval argentino, las fuerzas británicas temían las incursiones de la Fuerza Aérea:

Entre el 15 y el 19 de mayo los británicos llegaron a introducir en los alrededores de San Carlos varias patrullas de "adelantados" que desembarcaron de lanchas SBS (Special Boat Service) e incluso en dos helicópteros Sea King. Además, elaboraron un plan de engaño al que bautizaron "Tornado" para crear la sensación de que el desembarco sería cerca de Puerto Argentino: hubo bombardeos de hostigamiento en esa zona y comunicaciones y actividad aérea falsas.

Sin embargo todo ese engaño estuvo a punto de frustrarse. En el juicio a los responsables de la guerra hecho por la Cámara Federal en 1988, quedó establecido que un oficial del Ejército aconsejó enviar tropas a la Bahía de San Carlos porque pese a los "pocos datos disponibles" tenía la certeza de que allí se produciría el desembarco inglés. "Se me ordenó que no siguiera con esa proposición, pese a mi insistencia", dijo entonces el general Isidro Cáceres, que había integrado el Estado Mayor Conjunto de las islas.

El heroico vuelo de reconocimiento del teniente de navio Owen Crippa

Con las primeras luces del 21 de mayo, el comando del Componente Naval de Malvinas ordenó despegar, en misión de reconocimiento, a un Macchi 326 piloteado por el Teniente de Navío Owen G. Crippa.

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El aviador naval se aproximó rasante desde el interior de la isla y, al desembocar sobre la bahía, se halló en medio de la flota, alcanzando a disparar sus coheteras Zunni. Al aterrizar, confirmó la magnitud del desembarco.

El Callejón de las Bombas (Bomb Alley)

Las primeras informaciones sobre el desembarco, llegaron a la FAS, vía Componente Aéreo de Malvinas, alrededor de las 09:00 hs. Previamente, se habían alertado las unidades y, a partir de dicha hora, se emitieron las órdenes de ataque que darían lugar a una de las batallas aeronavales más intensas y encarnizadas desde la II Guerra Mundial.

Al respecto, conviene destacar que las formaciones aéreas argentinas actuaron sobre San Carlos por sus propios medios, fuera de la cobertura del radar del CIC Malvinas que, tapado por la cadena central de la Isla Soledad, no tuvo ninguna posibilidad de brindarles ningún tipo de apoyo (seguramente, este fue un motivo más que ayudó a los británicos a elegir este lugar).

Page 35:  · Web viewSin embargo, la realidad difiere bastante con esa leyenda del "paseo bajo la luz de la luna". Es que el Teniente 1º Carlos Daniel Esteban, al frente del equipo de combate

Esta forma de operar sin protección, impensable para aviones cazabombarderos que carecen de equipamiento para penetrar las defensas por su cuenta, como los aviones de bombardeo, exalta más el arrojo y decisión de los pilotos argentinos que, no sólo cruzaron el mar con monomotores, sino que realizaron ataques eficaces en un estrecho erizado de buques, radares y misiles. Estrecho que ya entró en la historia como “El Callejón de las Bombas”.

El Callejón de las Bombas: primera ataque

Tres M-5 Dagger, indicativo "Ñandú", armados con una bomba MK-17. Tripulación 1: Capitán Carlos Rohde (C-409); 2: Ten Pedro Bean (C-428); 3: Capitán Roberto Jannet (C-436). Despegaron de Río Grande a las 09:44 hs.

A las 10:32 hs atacaron los buques Broadsword, Argonaut y Plymouth, en el estrecho de San Carlos. El teniente Bean fue derribado por un misil Sea Wolf, lanzado desde la Broadsword. Se eyectó, pero no fue recuperado. Constituyó la primera baja argentina en la batalla de San Carlos. Los restantes regresaron a Río Grande a las 11:45 hs, tras lanzar sus bombas.

La Broadsword fue averiada con más de cuarenta impactos de cañón. El numeral 3 vio eyectarse al teniente Bean.

Tres M-5 Dagger, indicativo "Perro", armados con 2 bombas BRP de 250 kg. Tripulación: Capitán Carlos Moreno (C-437), Ten Héctor Volponi (C-418) y Mayor Carlos Martínez (C-435). Despegaron de Río Grande a las 09:45 hs.

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Hms Antrim

Dos M-5 Dagger, indicativo "León", armados con 2 bombas BRP de 250 kg. Tripulación: Capitán Norberto Dimeglio (C-404) y Teniente Carlos Castillo (C-407). Despegaron de San Julián a las 09:55 hs.

Llegaron al estrecho a las 10:40 hs y atacaron nuevamente con bombas a la Antrim, lograron un impacto en la fragata y se alejaron. Aterrizaron en San Julián a las 12:30 hs. Compartieron el honor, junto a los "Perro", de haber sacado de servicio operativo a esta unidad.

Tres M-5 Dagger, indicativo "Zorro", armados con dos bombas BRP de 250 kg. Tripulación: Capitán Raúl Díaz (C-412), Teniente Gustavo Aguirre Faget (C-415) y Capitán Jorge Dellepiane (C-434). Despegaron de San Julián a las 08:00. Regresaron a San Julián a las 10:40 hs.

Llegaron al objetivo material, la fragata Brilliant. Falló el mecanismo de lanzamiento de las bombas y sólo atacaron con cañones, haciendo impacto con daños mínimos.

HMS Brilliant impactada por cañones DEFA 30mm de los IAI Dagger de la Fuerza Aérea Argentina

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Dos Mirage III, indicativo "Aguila", armados con misiles Magic. Tripulación: Ten Jorge Huck y 1er Teniente Carlos Selles. Despegaron de Río Gallegos a las 09:56 hs, en salida de cobertura. Arribaron a Malvinas, a nivel de vuelo 350 / 400 pero no lograron enlazar con el CIC Malvinas; y regresaron a las 11:30 hs.

Cineametralladora de los IAI Dagger disparando sus cañones a los buques británicos sobre San Carlos

Había finalizado la primera oleada: once salidas de ataque y cuatro de cobertura, con un avión perdido. Con duros resultados para el enemigo: dos fragatas averiadas seriamente: la Broadsword y la Antrim. El Callejón de las Bombas (Bomb Alley), tal como los británicos rebautizaron al estrecho de San Carlos, había surgido a la consideración mundial.

El Callejón de las Bombas: segundo ataque

Ya a las 06:36 hs había despegado de El Palomar un Hercules KC-130, el TC-69, indicativo "Tigre", y para las 11:00 hs se encontraba orbitando en su punto de reabastecimiento listo para aprovisionar a los A-4 Skyhawk. El otro Hercules, TC-70 despegó de Río Gallegos a las 14:02 hs, y reabasteció a A-4 Skyhawk, al regreso del estrecho de San Carlos. También se encontraba en el aire, desde la primera oleada (09:30 hs), el avión HS-125 indicativo "Rayo", que controlaba la segunda oleada, lanzada desde San Julián, cuando estaba regresando la primera.

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Tres A-4C Skyhawk, indicativo "Pato", armados con una bomba MK-17. Despegaron de San Julián a las 11:25 hs. Tripulación: Capitán Eduardo Almoño, Teniente Néstor López y 1er Teniente Daniel Manzotti, pero se agregó a esta sección un nuevo integrante, el guía de la sección posterior, "Rondó", Capitán Jorge García (C-304), que había despegado solo pues a su numeral, Alférez Gerardo Issac, le había fallado la puesta en marcha. La escuadrilla, luego del reabastecerse, quedó integrada así: Capitán Eduardo Almoño (C-310); Teniente Néstor López, (C-309); Capitán Jorge García y 1er Teniente Daniel Manzotti (C-325). Abandonaron el reabastecedor a las 12:54 hs, ya estaban próximos al Punto 1 (51º 00' S / 60º 00' O), en ruta correcta al objetivo material.

Sobrevolaron la Gran Malvina y, próximos al poblado Chartres, fueron interceptados por una PAC de Sea Harrier, del 800 Sqdn, del Hermes. Los A-4C Skyhawk debieron desprenderse de las bombas y escapar, interceptados eficazmente por el radar de la fragata Brilliant, que cumplía de centro de información y control. Los Sea Harrier lanzaron los Sidewinders, que impactaron en los Skyhawk de Manzotti y López. Se visualizó una eyección propia y otra de un piloto inglés el que, aparentemente, en el combate aéreo, perdió el control del avión y se eyectó un instante antes que impacte contra el suelo.

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Cuatro A4-B Skyhawk, indicativo "Mula", armados con una bomba MK-17. Despegaron de Río Gallegos a las 11:30 hs. Inicialmente fue integrada por el Capitán Pablo Carballo (C-204), el Teniente Carlos Rinke (C-231), el 1er Teniente Carlos Cachón (C-250) y el Alférez Carlos Carmona (C-214). El 1er Teniente Cachón regresó por fallas en el reabastecimiento y continuaron sólo tres aviones.

Efectuaron el cruce. Ya sobre la Gran Malvina, Rinke tuvo falla de transferencia de combustible y se le ordenó regresar. En el estrecho de San Carlos encontraron un buque de gran tamaño (algunas publicaciones lo dan como el Río Carcarañá, argentino). Esto no fue así, ya que los pilotos conocían su posición en Bahía Rey y, evidentemente, el buque atacado fue un transporte inglés.

No obstante, ante la duda, Carballo ordenó no atacar. La indicación llegó un instante tarde pues Carmona había ya lanzado su bomba por lo cual se le ordenó regresar a su base. Quedó sólo el Capitán Carballo para proseguir el raid hacia el norte, por la costa este del estrecho donde encontraría, en la Bahía Ruiz Puente, a la fragata Ardent. Le arrojó su bomba MK-17 de 1.000 lbs y escapó, perseguido por los cañonazos de aquella. Por la cantidad de humo que salía del buque, y los restos de material en el aire, presumieron que el impacto había sido en la cubierta. Los "Mula" regresaron a Río Gallegos a las 14:30 hs.

Este ataque y los posteriores a la fragata Ardent, fueron observados por el Alférez Egurza y el Soldado Coronel, desde Punta Cantera, quienes fueron testigos del hundimiento.

HMS Ardent luego de los ataques de los cazabombarderos de Fuerza Aérea y la Aviación Naval Argentina

Finalizaba así la segunda oleada, la de los A-4 Skyhawk que, entre las 11:17 hs y las 14:05 hs, había herido de muerta a la fragata Ardent. Allí, quedaron para siempre otros dos gloriosos Halcones.

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El Callejón de las Bombas: tercer ataque

Se integró con el segundo empleo de los M-5 Dagger, Mirage III y A-4 Skyhawk.

Tres A-4B Skyhawk, indicativo "Orión", armados con una bomba MK-17. Tripulación 1er Teniente Mariano Velasco (C-225), Ten Carlos Osses (C-239) y Ten Fernando Robledo (C-222). Despegaron de Río Gallegos a las 13:33 hs.

Tres A-4B Skyhawk, indicativo "Leo", armados igual que los anteriores. Tripulación: 1er Teniente Alberto Filippini (C-215), Alférez Rubén Vottero (C-224) y Teniente Vicente Autiero (C-240). Despegaron de Río Gallegos a las 12:30 hs.

Por fallas del "Orión 1", los "Orión 2" y "Orión 3" se sumaron a la escuadrilla "Leo", que quedó formada por cinco aviones, al mando del primer teniente Filippini. Volaron directamente a Malvinas sin reabastecerse.

Arribaron al estrecho. Mientras se dirigían en vuelo rasante hacia puerto de San Carlos, divisaron la fragata Argonaut, que trató de refugiarse en la sombra de un acantilado. Los cinco aviones, en escalonado táctico a la izquierda, la atacaron con cañones y bombas, en intervalos mínimos, arrojándole dos bombas que no explotaron.

Fragata Hms Argonaut navegando sobre el estrecho de San Carlos

El 1er Teniente Filippini rozó la antena de la fragata con el tanque suplementario de combustible de su avión, perdiendo el cono de cola, mientras la antena de aquélla quedaba doblada.

Eran, aproximadamente, las 14:37 hs. La escuadrilla regresó a Río Gallegos a las 15:30 hs.

Como consecuencia de este ataque, la Argonaut cumpliría sólo funciones de CIC y defensa aérea por algunos días más y luego fue retirada a Gran Bretaña.

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Bomba argentina de 1000 libras que perforó el casco de la fragata HMS Argonaut

Por tanto, se les agregó el único "Libra" - 1er Teniente Luna - que formó como N° 3.

Quedaron formadas así:

"Cueca": Nº 1 Capitán Mir González, Nº 2 Teniente Bernhardt.

"Libra": Nº 1 Capitán Robles (C-429), Nº 2 1er Teniente Luna.

Al arribar a la Gran Malvina, encontraron una capa de nubes, sin claros, cuyo techo no superaba los cincuenta metros por lo que debieron descender a rasante. Detectados por la Brilliant, de inmediato, les envió la PAC de Frederiksen y A. George. Cuando salían de las nubes, los Libra se encontraron en un desfiladero. El 1er Teniente Luna fue interceptado y derribado por un Sidewinder de Frederiksen, sin ser advertido por los demás miembros de la formación. En realidad, según declararon al regreso, les pareció que Luna se había estrellado contra un cerro. Afortunadamente no fue así: el piloto se eyectó y fue posteriormente recuperado.

Los restantes continuaron hacia su objetivo material. Los Sea Harrier que los perseguían, al entrar en la zona de protección antiaérea de los buques, se alejaron. Los M-5 Dagger entraron de sur a norte al estrecho de San Carlos, y atacaron con cañones y bombas la fragata Ardent, alcanzándola. Luego de esquivar los misiles que aún lanzaba la maltrecha nave, regresaron a Río Grande a las 15:55 hs.

Tres M-5 Dagger, indicativo "Ratón", armados con una bomba BRP. 250 kg. Tripulación: Capitán Guillermo Donadille (C-403), Mayor Gustavo Piuma (C-404) y 1er Teniente Jorge Senn (C-407). Despegaron de San Julián a las 14:00 hs.

Relato del Capitán Guillermo Donadille

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Aproximadamente a un minuto de vuelo del estrecho, y con la escuadrilla formada en línea, con una separación entre aviones de unos 200/300 metros, el Nº 3, que estaba formado a la derecha, informó: "atento, tenemos un avión a la derecha'". El suscripto, que se desempeñaba como Nº 1, miró hacia la dirección indicada viendo a otro avión, a unos 1.000 m del Nº 3 y volando en el mismo sentido, unos 300 m más alto.

En un principio me pareció el perfil de un A-4B. Un hecho que me llamó la atención fue que esta aeronave iba alcanzando la línea de frente formada por la escuadrilla, por lo cual se deducía que llevaba una velocidad mayor a los 520 nudos que mantenían nuestros M 5 Dagger. En ese mismo instante, el piloto inglés divisó al "Ratón 3", iniciando un brusco viraje hacia éste. Esa acción me permitió identificar al avión como un Harrier.

Inmediatamente, ordené eyectar las cargas externas y enfrentar al enemigo; el numeral tres tardó en reaccionar, de modo que reiteré la orden; posteriormente, éste (que era el 1er Teniente Senn) me dijo que el avión que él había visto era otro, que venía en una trayectoria a 90º de la nuestra, razón por la cual había demorado el viraje.

Ante lo difícil de la situación, comencé a hacer fuego con mis cañones tratando de distraer su atención, cuando lo tenía a unos 700 m. Esto hizo que el inglés abandonara al Nº 3 y tratara de pasar por debajo y un poco adelante mío. Inmediatamente piqué mi avión, apuntando con la nariz a un punto por el cual debería pasar el avión de mi oponente, y mantuve apretado el disparador, mientras nos cruzábamos.

No pude advertir la trayectoria de los disparos por no tener munición trazante. Tampoco pude advertir impactos en el oponente, pues el cruce fue muy fugaz, debido a las velocidades sumadas de los dos aviones, al estar de frente, a lo que se sumó la proximidad del suelo, que requirió de toda mi atención. Logré salir de la maniobra con mínima altura, 30/40 m. Al salir en viraje hacia la derecha, casi tuve que invertir mi avión, pues me crucé muy cerca con mi numeral tres, que había iniciado un viraje hacia el mismo lado que yo. Una vez finalizada esta maniobra, recibí el impacto de un misil inglés que dejó a mi avión totalmente fuera de control, logrando eyectarme un instante antes de que éste colisione contra el suelo.

Durante el combate no pude ver la suerte que había corrido mi numeral dos (Mayor Piuma).

Luego del descenso en paracaídas, si bien tenía ciertos trastornos de visión debido a la alta velocidad con que se había eyectado, pude caminar unos 25 Km hasta llegar hasta puerto Howard, luego de haber pasado una noche al aire libre.

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Ataque de la Aviación Naval Argentina

Seis A-4Q de la 3.er Escuadrilla Aeronaval Caza y Ataque, de la Armada Argentina, (Capitán de Corbeta Alberto Jorge Philippi, Teniente de Fragata Marcelo Gustavo Márquez, Teniente de Navío José César Arca, Teniente de Navío Benito Italo Rótolo, Teniente de Navío Carlos Alberto Lecour y Teniente de Navío Roberto Gerardo Sylvester ) impactaron de dos a cuatro bombas en la Ardent que explotaron en la aleta de babor, mientras que un número indeterminado de bombas penetraron pero no explotaron en la nave. El comedor estaba destrozado, las comunicaciones entre el puente y el centro de control de la nave fueron cortadas, y la nave perdiero el rumbo. Este ataque causó numerosas víctimas entre los equipos de control de daños que trabajan en el hangar. Con los incendios en la popa ahora fuera de control, el Capitán del navío, Comandante Alan West, decidió dar la orden de abandonar el barco.

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Los sobrevivientes fueron trasladó a SS Canberra. En ese momento supo que 22 hombres habían perdido la vida durante los ataques. Durante el viaje de regreso al continente, tres pilotos fueron derribados por Sea Harriers, el Capitán de Corbeta Alberto Jorge Philippi (pudo eyectarse y paso la noche en la granja Tony Blake7 luego caminó hasta las líneas argentinas), Teniente de Navío José César Arca (intento aterrizar infractuosamente en Puerto Argentino y luego tuvo que eyectarse luego fue rescatado por el Capitán del Ejército Argentino, Alberto Alfredo Svendsen, en un Bell UH-1 Iroquois ) en tanto que el Teniente de Fragata Marcelo Gustavo Márquez perdió la vida al estallar su avión.

El Callejón de las Bombas: cuarto ataque

Doce minutos más tarde se lanzó la cuarta y última oleada del día; ahora con los A-4B y A-4C Skyhawk.

Tres A-4C Skyhawk, indicativo "Raspón". Tripulación: Capitán Jorge Caffarattl (C-305) Teniente Ricardo Lucero (C-310), el tercer avión no despegó por fallas técnicas; armados con una bomba MK-17 y cañones. Despegaron de San Julián a las 15:45 hs. Su objetivo era el mismo que el de la escuadrilla "Choclo", cumplieron la navegación un minuto detrás de la misma. Sin detectar buque alguno, regresaron a las 17:45 hs.

Tres A-4C Skyhawk, indicativo "Choclo", tripulación: Capitán Jorge Pierini (C-318), 1er Teniente Ernesto Ureta (C-304) y Ten Daniel Méndez (C-301); armados con una bomba MK-17 y cañones. Despegaron de San Julián a las 16:00 hs. Su objetivo: buques en el canal Coton (52º 61' O). Volaron el lugar sin detectar blancos. Arribaron a las 18:00 hs.

Cuatro A-4B Skyhawk, indicativo "Mate". Tripulación: Capitán Carlos Varela (C-207), Teniente Mario Roca (C-214), Teniente Sergio Mayor (C-242) y Alférez Marcelo Moroni (C-212). Despegaron de Río Gallegos a las 16:30 hs, armados con una bomba MK-17 y cañones. Se dirigieron al estrecho de San Carlos y entraron por punta Correntada. Con el crepúsculo y mala visibilidad, regresaron sin avistar ningún buque. Arribaron a Río Gallegos a las 19:00 hs.

Viernes 21 de mayo (Página oficial de la FAA)

El parte meteorológico

En la noche del 20 de mayo, en las islas y adyacencias, el cielo se presentaba cubierto; techos bajos, nieblas y lloviznas. A las 08:30 hs del día siguiente, desde el oeste entró un anticiclón que a despejó el cielo y, rápidamente, aumentó la visibilidad. Mientras tanto, en el continente, un centro de baja, en el sudeste de Tierra del Fuego armaba un frente frío con precipitaciones y nubosidad.

La operación Sutton

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El grupo compuesto por el transatlántico Canberra, los buques de asalto Fearless e Intrepid; los de desembarco Sir Percival, Sir Tristram, Sir Geraint, Sir Galahad y Sir Lancelot; los de apoyo logístico Europic Ferry, Norland, Fort Austin y Stromness; escoltados por el destructor Antrim y las fragatas Ardent, Argonaut, Brilliant, Broadsword, Yarmouth y Antelope cerca de la 01:00 del 21 de mayo, llegaron a la Bahía de San Carlos, y comenzó a desembarcar.

Para el amanecer, (08:30 hs) había logrado establecer la cabecera de playa en tres posiciones: establecimiento San Carlos, ambas márgenes, y Puerto San Carlos. La operación chocó con la férrea oposición de un reducido destacamento del Ejército Argentino comandado por el teniente primero Esteban que abatió dos helicópteros Gazelle del Escuadrón Aéreo de la Br Cdo 3 RM.

Ataques de diversión

Simultáneamente, con el asalto anfibio, el grupo de batalla desarrollaba las siguientes actividades de protección y diversión:

06:00 hs a 09:00 hs, bombardeo naval a la BAM Cóndor en Goose Green y Darwin, por la fragata Ardent). Ataque aéreo a Howard. Un Harrier GR.3, sobrevoló las posiciones argentinas, sin localizar blancos y, en el segundo pasaje, fue derribado por un Blow Pipe del Ejército Argentino. El piloto (Fl Lt J Glover) se eyectó y fue capturado.

A partir de las 05:00 hs, aproximadamente, patrullas de Harrier volaron en cobertura previendo un ataque aéreo argentino.

Ataque al helipuerto en Monte Kent con Harrier GR.3. Fueron destruidos tres helicópteros del Ejército Argentino: un Chinook CH-47, un Puma y un Bell-212.

Antes del alba, ataque terrestre, con tropas comandos, a Darwin y posiciones de FAA en Goose Green.

Con las primeras luces del 21 de mayo, el comando del Componente Naval de Malvinas ordenó despegar, en misión de reconocimiento, a un Macchi 326 piloteado por el Teniente de Navío Owen G. Crippa.

El aviador naval se aproximó rasante desde el interior de la isla y, al desembocar sobre la bahía, se halló en medio de la flota, alcanzando a disparar sus coheteras Zunni. Al aterrizar, confirmó la magnitud del desembarco.

La reacción aérea en Malvinas

El Componente Aéreo en Malvinas, al enterarse del desembarco en San Carlos y las operaciones aeronavales contra nuestras posiciones, en especial a la BAM Cóndor, alertó a la FAS y ordenó la evacuación del Escuadrón Pucará a la BAM Malvinas para preservar la única unidad aérea de combate que poseía.

La BAM Malvinas, ahora sin mayores ataques dado que el enemigo había concentrado sus fuerzas en el estrecho de San Carlos, recibió a los IA-58 Pucará de la BAM Cóndor y continuó siendo el único camino hacia el continente.

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El Callejón de las Bombas (Bomb Alley)

Las primeras informaciones sobre el desembarco, llegaron a la FAS, vía Componente Aéreo de Malvinas, alrededor de las 09:00 hs. Previamente, se habían alertado las unidades y, a partir de dicha hora, se emitieron las órdenes de ataque que darían lugar a una de las batallas aeronavales más intensas y encarnizadas desde la II Guerra Mundial.

Al respecto, conviene destacar que las formaciones aéreas argentinas actuaron sobre San Carlos por sus propios medios, fuera de la cobertura del radar del CIC Malvinas que, tapado por la cadena central de la Isla Soledad, no tuvo ninguna posibilidad de brindarles ningún tipo de apoyo (seguramente, este fue un motivo más que ayudó a los británicos a elegir este lugar).

Esta forma de operar sin protección, impensable para aviones cazabombarderos que carecen de equipamiento para penetrar las defensas por su cuenta, como los aviones de bombardeo, exalta más el arrojo y decisión de los pilotos argentinos que, no sólo cruzaron el mar con monomotores, sino que realizaron ataques eficaces en un estrecho erizado de buques, radares y misiles. Estrecho que ya entró en la historia como “El Callejón de las Bombas”.

Primera oleada

Segunda oleada

Tercera oleada

Cuarta oleada

Principales ataques del día 21 de mayo en el Estrecho de San Carlos

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Balance del día

33 salidas de exploración, reconocimiento, diversión y retransmisor.

22 salidas de Mirage-5: cinco M-5 derribados. Un piloto, fallecido; cuatro, recuperados.

12 salidas de A-4C. Tres, regresan por inconvenientes en el reabastecimiento; dos aviones son derribados, sus pilotos fallecen.

18 salidas de A-4B. Dos regresan por inconvenientes en el reabastecimiento. Dos aviones regresan por fallas técnicas.

4 salidas de aviones KC-130 para reabastecimiento.

Un avión IA-58 destruido en tierra por fuego naval.

Daños estimados al enemigo

La evaluación, que a esta altura de los acontecimientos se hacía en base a la información disponible era:

Un Sea Harrier derribado (piloto prisionero).

Un Sea Harrier derribado por la artillería antiaérea, piloto recuperado. Confirmado parcialmente por Gran Bretaña.

Una fragata Ardent, luego de arder en la tarde y noche, se hundiría al día siguiente.

Las Fragatas tipo 21, Argonaut, Antrim y Brilliant averiadas de consideración.

Las fragatas Broadsword y Alacrity, levemente averiadas.

En este día ofrendaron su vida al servicio de la patria:

- Primer Teniente D. Daniel Fernando Manzotti- Teniente D. Pedro Ignacio Bean- Teniente D. Néstor Edgardo López

Fuente: https://www.faa.mil.ar/conflicto/dias/may21.html

Ataque a la HMS Antrim

Cuando las primeras escuadrillas se encontraban ya en vuelo, llegó la confirmación: Un avión destacado desde las islas había avistado alrededor de doce naves británicas en el estrecho.

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En San Julián, las escuadrillas de Dagger, habían despegado pocos minutos después de recibir la orden. Cuando le llegó el turno, una sección de dos Dagger formada por el capitán Di Meglio y el Teniente Castillo, despegó llevando en cada una de sus máquinas 2 bombas de 250 kg y los tanques auxiliares de combustible, de 1300 litros. su indicativo de llamada era "Cuña".

Con un tiempo bueno, efectuaron el cruce sobre el mar a gran altura y descendieron al ras del agua cuando estaban cerca de las islas. Después de unos minutos saltaron una de las

montañas que flanquean las costas noroccidentales del Estrecho de San Carlos y se presentó ante su vista un espectáculo inolvidable: las aguas del estrecho estaban ocupadas por no menos de ocho buques enemigos. La velocidad de los Dagger, la corta distancia hasta las naves y la necesidad de aprovechar la sorpresa no admitián pérdidas de tiempo en la selección del blanco.

La elección fue instantanea. A menos de 2000 metros y directamente de frente, vieron un barco separado de los demás. La sorpresa había sido lograda y total. El buque atacado no abrió fuego de artillería antiaérea ni alcanzo a lanzarles misiles. Los dos pilotos dispararon sus cañones de 30 mm y lanzaron sus bombas sobre el blanco. Pudieron observar los impactos de los proyectiles en la superestructura de la nave.

Las cámaras filmadoras automáticas montadas en los aviones permitieron comprobar el ataque. el análisis posterior de la película demostró que se trataba de un crucero de la clase County. La escuadrilla cuña había causado serias averías a esa nave, dejándola seguramente fuera de combate.

Hundimiento de la fragata "Ardent"

La primera misión de la 2º división del Grupo 3 de Ataque del CANA fue comandada por el capitán de corbeta Alberto Phillippi y sus numerales eran el teniente de navío José Arca y el teniente de fragata Marcelo Marquez.

Cada Skyhawk llevaba 4 bombas "Snakeye" de 500 libras, cargadas debajo del fuselaje, mientras que en los extremos de las alas se ubicaron tanques suplementarios de combustible. El CANA no utilizó a los KC-130 de la Fuerza Aérea el 21 de Mayo, así que había poco margen para errores de navegación u otro tipo de dificultades en el camino. Una fragata que se creía que actuaba como parte de un piquete de radar en el Estrecho de San Carlos fue asignada como blanco de la 2º división y aparentemente se encontraba aislada, al sur de la fuerza principal de desembarco.

La sección de Phillippi despegó y tenían las directivas de que si no encontraban el blanco asignado debían atacar a cualquier otro barco. El cruce hacia las islas

Ataque a la fragata HMS Antrim

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se efectuó a 30.000 pies y Phillippi descendió al nivel del mar para su aproximación final desde el sur.

El tiempo era malo, con las acostumbradas nubes bajas y chaparrones, pero los Skyhawks pudieron pasar facilmente del Estrecho de San Carlos al de Grantham. Alli efectuaron un suave giro a la derecha y luego se lanzaron hacia el oeste para atacar a una fragata que se encontraba en San Carlos. La "Ardent" ya había sufrido esa tarde la acción de los aviones de la Fuerza Aérea y no estaba en condiciones de soportar otro ataque de cazabombarderos argentinos.

Phillippi había tenido primero la intención de usar sus cañoes de 20 mm contra la nave, pero como sucede a menudo, estos se trabaron así que lanzó directamente el ataque con bombas. Junto con Arca efectuaron con éxito varias pasadas desde popa y los dos alcanzaron a la "Ardent" con sus proyectiles. Parece que Marquez tuvo menos éxito, pero esto no importó porque la "Ardent" se encontraba ya mortalmente herida por el jefe de sección y su numeral. El barco ardiente fue pronto abandonado y se hundió al atardecer del día siguiente.

El ataque a la Fragata HMS Ardent

El HMS Ardent soportó el peso de los ataques de la aviación argentina el día 21 de mayo. Fue objeto de las incursión de una oleada de cuatro Skyhawk del Grupo 5, otra de tres Dagger del Grupo 6 y tres Skyhawk de la Armada Argentina. También se hicieron presentes dos Pucará que realizaron un intento infructuoso contra el buque.

12,55 hs: Un Skyhawk del Grupo 5 ataca al HMS Ardent, pero su bomba falla.

14,40 hs: Tres Dagger del Grupo 6 atacan al HMS Ardent, destruyen el hangar de su helicóptero y el lanzador de misiles Sea Cat, e inutilizan su cañón de 114 mm. Una segunda oleada no logra atacar: un avión es abatido por un Sea Harrier y los otros se retiran.

15,10 hs: Tres Skyhawk navales atacan las Ardent con bombas retardadas "Snakeye". Dos son derribados por los Sea Harrier y el otro resulta con daños de importancia. El Ardent queda herido de muerte.

Ataque a la fragata HMS Ardent

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Fragata HMS Ardent incendiándose

Fragata HMS Ardent hundiéndose

Fragata HMS Ardent hundiéndose

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Fragata HMS Ardent hundiéndose

El mapa que se reproduce fue realizado, por el periódico LA NACIÓN el 22 de mayo de 1982, sobre la base de las informaciones emanadas del Estado Mayor Conjunto, de datos obtenidos en fuentes navales y

de la Fuerza Aérea y del relato de la agencia Telam, efectuado desde Puerto Argentino. En las primeras horas de la madrugada se produjo un ataque aéreo contra Puerto Argentino (1), el que fue rechazado. Posteriormente, efectivos británicos intentaron establecer una cabecera de puente en la bahía de San Carlos (2), donde durante el resto del día se desarrollaron las acciones de mayor envergadura, en las

cuales la aviación argentina produjo serios daños a ocho buques de la flota invasora (3). Simultáneamente, naves británicas cañonearon la zona de bahía Zorro (4) y las inmediaciones de Puerto Darwin (5). A su vez, en Pto. Howard (6) comandos argentinos destruyeron un avión Sea Harrier y, con

posterioridad, otros fueron derribados en el extremo sur por aviones Mirage argentinos.

HMS Ardent: La estocada final

(Por el Vicealmirante RE Benito Rotolo)

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Vicelamirante (RE) Benito Italo Rotolo.Aviador naval de la Guerra de Malvinas

Entrevista

Entrevista al Vicealmirante (RE) Benito Italo Rotolo, líder de la escuadrilla naval que mandó a pique la fragata inglesa “Ardent” en Estrecho San Carlos, durante el conflicto de Malvinas de 1982.

Agradecemos al Vicealmirante su defensa de la Patria y el tetimonio que nos brinda.

Prevuelo

“El 21 de mayo estábamos en la Base Aeronaval Río Grande con la escuadrilla de aviones A-4Q del portaviones ARA “25 de Mayo”. Fuimos informados que los

ingleses había iniciado esa madrugada el desembarco, de tal manera que ordenaron dos misiones: la primera de ellas por la mañana al mando del Comandante de la escuadrilla Capitán Castro Fox, la cual no logró llegar al blanco porque había mucha niebla sobre las islas y la restante, la nuestra, a primera hora de la tarde.

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Cuando esa misión fue asignada a los aviones A-4Q se les completó la carga de combustible y armamento para partir alrededor de las 14 hs., teniendo premura por las escasas horas de luz en esa época del año.

Al iniciar el prevuelo de la misión en la sala de pilotos listos, se nos informó que había un blanco que aparentemente era un buque carguero averiado que estaba en el sur del canas del Estrecho de San Carlos. Había que llegar, atacarlo tratando de hundirlo, y si había otros buques hacer lo propio.

Minutos más tarde mientras nos colocábamos el resto del equipo de vuelo nos informaron ue en realidad el carguero no estaba solo y que aparentemente tenía dos o tres unidades de escolta.

Luego, mientras realizábamos la inspección de prevuelo de los aviones, nos llegó la información final: no había carguero; lo que encontraríamos en cambio era una cantidad importante de unidades navales de la flota inglesa apoyando el desembarco de sus marines y debíamos atacar a la primera que encontráramos al llegar a la zona de operaciones.

Se suponía que la Sección 2 Tracker operando como explorador nos guiaría al blanco, teóricamente estaba volando en las inmediaciones al sur del estrecho.

No tuvimos tiempo de programar reaprosionamiento en vuelo, por lo tanto era una misión marginal. Sin embargo, las circunstancias apremiaban, ya que, en ese día 21 los buques estaban dentro del Estrecho efectuando de desembarco, y por lo tanto debíamos atacar lo antes posible.

La curiosidad que puedo marcar del despegue para esta misión, es que la primera Sección (tres aviones) con el capitán Philippi, el teniente Márquez y el teniente Arca, despegaron unos minutos antes. La segunda iba a mi mando con el teniente Lecour y el teniente Sylvester.

Hubo una demora en el alistamiento de nuestros aviones y el capitán Philipp, sabiendo que nuestros A-4Q tenía VLF OMEGA –equipo de apoyo para posicionamiento y navegación- dijo:”Bueno listo, nosotros nos largamos, ustedes nos pueden alcanzar”.

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El ataque a la Ardent

El despegue fue normal dadas las condiciones de la pista de Río Grande. Sin embargo para salir con carga completa de combustible solo podíamos llevar 4 de la 6 bombas MK 82 – de 500 libras de peso unitario – previstas por cada avión para realizar este tipo de ataque a buques navales, con posibilidad de lograr algún impacto. La idea era navegar bien alto para ahorrar combustible y 100 millas antes de Malvinas descender y hacer entrada en el extremo Sur del Estrecho, volando rasante, hasta encontrar el o los blancos que nos pudieran asignar durante la navegación.

Todo funcionó bien. Volamos separados unos 10 minutos de los primeros tres aviones. No podíamos acelerar demasiado para alcanzarlos porque había que cuidar el combustible ya que la reserva para el regreso era escasa y siempre se pensaba en la alternativa de una avería, por impacto de munición enemiga de calibre 20 o 30 mm, ya que podía perforar algún tanque, de manera que no era sencillo penar en un regreso seguro.

Como el avión Tracker operaba desde un aeródromo distinto al nuestro no coincidimos en los tiempos de aproximación al blanco y no tuvimos contacto con el mismo antes del ataque.

Cuando estuvimos muy cerca del descenso, es decir de alcanzar el punto de las 100 millas previas – vendríamos volando a unos 30.000 pies – escuchamos algunas comunicaciones de al otra sección que estaba remontando el Estrecho. Una novedad que nos pasan es que los islotes que habíamos visto en la carta, porque no conocíamos Malvinas, eran islotes muy planos, muy chatos, no servían para esconderse de la emisión de radar y que el buque que finalmente tenía que estar en el extramo sur del Estracho San Carlos, no se encontraba allí.

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Comenzábamos a descender cuando el teniente Márquez de la 1ª Sección señala el blanco que encuentra, un destructor en el medio del canal. El capitán Philippi que dice “ataqímoslo”. Lo atacan, algo se oye, hasta que finalmente a Marquez que dice “Harrier-Harrier” y luego una vos que creo fue del capitán Philippi que dice “me eyecto”, con lo cual nos dimos cuenta que los Harrier estaban allí.

Teníamos otra opciones, pero cumplimos la orden de hacer lo mismo, con la diferencia que cuando y estábamos rasante y cruzábamos el Estrecho y, tenienndo en cuenta la novedad que los islotes no servían para ocultarse, le indiqué a los numerales que continuaríamos la misión a pesar de las novedades y que me cruzaba a la costa opuesta, para volar sobre la Isla Soledad y evitar la detección. Mediante una comunicación muy breve les pregunté a mis numerales se estaban conmigo me contestaron afirmativamente.

Finalmente llegamos a la altura de Bahía Ruiz Puente y viramos hacia el Estrecho. En ese lugar las costa se adentra en la isla y observamos varios buques, uno en el centro de canal que para nosotros era una fragata Tipo 21. A ella le apuntamos directamente, de lo contrario, no hubiéramos tenido tiempo de virar. Un viaje, con un avión cargado con 2.000 libras de bombas, mas el combustible y a esa velocidad, hubiera implicado un radio de giro de cuatro millas.

En ese momento comenzamos el ataque. Nos dimos cuenta que ya superada la línea costera, metidos en el canal, había buques recostados sobre la sombra de la costa. Era un día en el que había chubascos, sol, lluvia, con claros en el cielo y esos buques nos empezaron a disparar fuego cruzado sobre nuestro avance, que era perpendicular hacia el buque que estaba en el centro del canal.

La Tipo 21 empezó a tirarnos con ametralladoras, y también las otras unidades. Veíamos todos los impactos en el agua.

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Realizamos el clásico zigzagueo que evitaba determinar el punto predicho de los sistemas de armas, una defensa no muy efectiva, pero bueno, es lo único que podíamos hacer dadas las circunstancias.

Hay que suponer que el enemigo cuando está disparando también se encuentra bajo estado de shock y de hecho nos sirvió porque no fuimos impactados. Además, esperábamos los misiles Sea Cat pero no nos los lanzaron.

Estábamos entrando al blanco muy pegados al agua y con poca separación entre nosotros ya que no había habido tiempo de establecer los 20 segundos de espaciamiento entre nuestros aviones, cosa que se hace al fin de evitar a cada uno de los numerales los daños producidos por las esquirlas de las explosiones del avión precedente.

Como parte de nuestro adiestramiento como pilotos de caza y ataque, en operaciones aéreas navales operando desde portaviones y desde tierra habíamos practicado vuelo rasante sobre el mar desde guardiamarinas.

En la fecha del ataque en cuestión yo tenía 32 años, mis numerales 29 y 30 respectivamente. Era teniente de navío y ellos también. Teníamos una gran habilidad en ese momento y una buena preparación en técnicas y tácticas contra blancos navales, así que cuando voy a cruzar sobre la nave trepo a 200 pies (60 metros) altura que daba tiempo al armado de las espoletas de las bombas una vez lanzadas. Esa era la altura mínima para que pudiera armar, no obstante me pareció tan alto que una vez que lancé las bombas invertí el avión para bajar, - algo que uno hace normalmente a 10.000 pies – y recuperé a ras del agua.

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Luego hice un giro brusco hacia la izquierda como para volver hacia el sur del canal y ahí me topé con un crucero clase Country de frente que abrió fuego con todas sus armas. Ordené a mis numerales: “girar nuevamente sobre mi eje para la derecha”, como atravesando el canal. Mientras daba esa alarma, Sylvester y Lecour estaban lanzando sus bombas y alcance a observar algunas, sin embargo interpretaron mi mensaje y salimos todos volando rasante, casi rozando el agua, hasta el morro de la costa contraria, allí trepamos y nos ocultamos tras él. Mientras volaba entre unos cañadones pregunte si

estábamos a la vista; Lecour me seguía de cerca pero Sylvester había quedado separado más atrás. En ese momento la voz del piloto del Tracker que nos informaba que estaba listo para guiarnos, pensando que recién ingresábamos a la zona de operaciones.

El ataque había sido muy efectivo. No podíamos hablar para no delatar nuestra posición y faltaba la mejor parte. Para el escape estábamos obligados a trepar muy pronto para disminuir el consumo de combustible y temíamos que por allí hubiera algún destructor clase Shefield que con los misiles Sea Dart nus pudiera derribar. Trepamos entre los cañadones y pasando las islas habíamos alcanzado 28 a 29.000 pies. Una vez con el avión liviano pudimos alcanzar 40.000 pies sin problemas, que es el límite de los Sea Dart. Sin hablar, con señas, nos reunimos y ese fue un momento muy duro. Muy duro porque tomamos conciencia de lo que habíamos hecho.

Los movimientos que uno realiza pueden ser violentos y eso produce un poco de dolor en la espalda. Creo que eso se debe a la adrenalina producida cuando a uno le están tirando y piensa, aunque sea fugazmente, en que algo lo pude impactar convirtiéndolo en astillas. En el momento que pudimos relajarnos y pensar, lógicamente recordamos con pesar a los tres camaradas que no pudieron zafar del enemigo.

Desde el momento que apuntamos al canal para hacer el ataque hasta que empezamos a trepar, deben haber transcurridos unos cinco minutos. Fueron minutos bajo una tensión muy grande, aunque la corrida no fue muy distinta a loa que practicábamos cuando solíamos entrenar, a excepción de la poca separación entre aviones, teníamos el ingrediente adicional del efecto psíquico resultante de que a uno le tiren… sin embargo, hay un dicho en la aviación que

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indica que “mientras se vean los misiles o la ráfaga de proyectiles, no es a uno al que le están tirando”.

Regreso a la base

Cierto es que tuvimos un poco de fortuna, ya que los ingleses no habían puesto un buque entre las islas y el continente para atacar a las unidades durante el regreso.

Cuando estábamos a 150 millas de Río Grande, enlazamos informando nuestro retorno a la base y preguntamos por los pilotos de la primera sección. Nos dijeron que no habían regresado. Por el tiempo que había transcurrido no tendrían combustible, así que obviamente confirmamos que habían sido derribados.

En cuanto a nuestro ataque, el teniente Lecour y el teniente Sylvester quien fue el último en la corrida, pudieron observar que mis lanzamientos habían horquillado el blanco – dos bombas antes y dos bombas después del mismo – y que Lecour con sus lanzamientos habia dejado la fragata inglesa envuelta en una nube espesa de humo y fuego. Esto obligó a Sylvester a lanzar sus propias bombas mientras cruzab una columna de humo y esquirlas producidas por el lanzamiento anterior.

A la Ardent se le arrojaron unas 20 bombas MK 82 de 500 libras, con cola de retardo de caída. Una de estas bombas lanzadas por nosotros con espoleta de retardo y cola frenada – snakeye –neran suficientes para hundirla, porque una fragata no es un buque muy resistente.

Finalmente llegamos a Río Grande, con un nivel de combustible remanente tan bajo que no hubiera alcanzado para dar siquiera una vuelta más a aeropuerto. Ese día, recién en tierra, tomamos conciencia de lo que habíamos hecho. Fue nuestro bautismo de fuego, habíamos perdido tres camaradas y tres aviones.

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Además los aviones de Sylvester y Lecour registraban varios impactos cada uno.

El ataque había dado el resultado ya programado muchas veces por nuestros sistemas de análisis operativos. El mismo era un 50% de bajas al atacar a un destructor con este tipo de aviones, que al no tener armas llamadas inteligentes, obligaba a los pilotos a ingresar a la zona caliente de tiro y exponerse sobremanera pasándole por encima al blanco elegido, a muy baja altura y muy corta distancia directa. Esta era la única manera de atacar teniendo una probabilidad aceptable de impactar el blanco. Se había cumplido esa probabilidad y teníamos la esperanza de que el ataque, al menos, hubiera sido dañado seriamente.

En cuanto a los pilotos derribados, el capitán Philippi se eyectó, sobrevivió. Convivió una noche coan un grajero y su familia y lo fueron a rescatar al día siguiente. El teniente Arca, con su avión perforado, se eyectó sobre Puerto Argentino y fue rescatado por un helicóptero del Ejercito. El teniente Marquez no pudo eyectarse luego de haber sido atacado por el Harrier y falleció.

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En la post guerra

En la post guerra, el vicealmirante Benito Rótolo fue subjefe de la Armada. Veinticinco años atrás era un joven oficial de 32 años

Piloto naval de combate, fue uno de los que hundió la fragata británica Ardent el 21 de mayo de 1982. El tiempo y los cargos por los que pasó en su carrera militar le permitieron tener una visión más completa del conflicto. La de un combate "sin odios", como dice al destacar la relación de mutuo respeto que construyó en estos años con el comandante del Invincible, Jeremy Black, y con Alan West, el hombre que estuvo al comando de la fragata Ardent durante la guerra y que hace pocos meses se retiró como jefe de la armada británica.

En el momento del conflicto, Rótolo era un combatiente. Las decisiones estratégicas pasaban lejos de él. Luego ocupó una de las oficinas en las que, llegado el caso, se tomarían ese tipo de determinanciones. Y dió su opinión: "En la posición en que estoy ahora jamás aconsejaría al poder político utilizar una guerra para resolver un conflicto".

"En 1982 quedamos presos de ese error de la conducción político-militar -explica a LA NACION- que fue el cambio del objetivo estratégico. Yo no sé cuáles fueron las razones por las que había que interrumpir 170 años de reclamos diplomáticos para hacer una recuperación incruenta, una forma de tocar una campana, y darle un catalizador a la negociación. Pero sí puedo decir que la gente que planificó y ejecutó la operación Rosario estaba convencida de que iba a provocar un beneficio en la recuperación de las islas. Después no se negoció y se fue al paso siguiente: nos quedamos en las islas, a defenderlas a cualquier precio. Eso es modificar el objetivo estratégico. ¿Había un plan para eso? ¿Estábamos preparados? ¿Había tiempo para preparar el cambio de objetivo? Eso es lo que después analiza el informe Rattenbach y lleva a la junta a juicio. Lo que se juzga es la responsabilidad por la escalada bélica, porque al hacerlo invitamos al contrincante a que lo hiciera también", resume.

Claro que él no estaba en la conducción en 1982, sino en la línea de combate. El 2 de abril lo sorprendió, como a millones de argentinos. Estaba asignado a los nuevos aviones Super Etendard, pero en la urgencia fue requerido nuevamente en el

portaaviones 25 de mayo. Los cazabombarderos A4Q estaban desensamblados en los talleres de Puerto Belgrano, para inspeciones técnicas. Fueron rearmados rápidamente y colocados otra vez en el portaaviones. Allí estuvo Rótolo. Preparándose para una inminente batalla aeronaval en el Atlántico Sur.

"Se juzgó mucho el desempeño de la flota de mar: si podía haber combatido o no. Estuvo tres días en contacto con la flota británica, a punto de combatir, pero hubo

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vicisitudes en el plano político del manejo del conflicto que hicieron que se dudara de ese ataque. Quiero destacar lo que vivió esa gente, porque ahí teníamos entre 3500 y 4000 argentinos embarcados que sintieron intensamente ese período. Estábamos muy bien adiestrados, muy preparados para ese combate. Eso no quiere decir que fuéramos probélicos, sino que no nos creíamos en condiciones inferiores a la flota británica. Estamos hablando, ese 1° de mayo, de una flota británica que se aproxima al norte de Malvinas con un núcleo de buques que no era diferente del que teníamos nosotros. Estábamos en condiciones de entablar esa batalla naval y de detener a ese grupo. Estoy seguro de que de haberse producido el combate no hubiera ocurrido el desembarco. Claro que eso no significa que dos meses después de una batalla decisiva, como podía ser ésa, Gran Bretaña no hubiera podido volver con reservas, y nosotros ya no tendríamos nada".

Los dos grupos de ataque de la Armada se acercaron por el norte y por el sur de las islas Malvinas. Los aviones navales de exploración entregaban la posición de cada buque británico. En la noche del 1° de mayo, la flota argentina llegó a 150 millas de la británica. Esa madrugada, Rótolo y sus compañeros debían despegar como punta de lanza del ataque. "La decisión era atacar al amanecer, pero entonces se decidió esperar por más viento, para poder despegar con toda la carga de bombas. La iniciativa era nuestra, pero después de esa cancelación vinieron otras, hasta que llegó la noticia del hundimiento del Belgrano. Pensamos que ése era el momento de atacar, porque una vez en esa situación entendíamos que peleábamos ahí o nos hundían sin pelear. Al otro día nos hicieron alejarnos a 250 millas de la flota británica y el 3 de mayo se dio la orden de repliegue. Fueron días muy intensos, lo único que faltó fue la gran batalla, lo demás se hizo todo", cuenta Rótolo.

Reflexiones

"Siempre nos preguntamos por qué no se dio la orden de ataque. Creo que se evaluó el efecto psicológico que sobre las fuerzas que combatían y la sociedad argentina tendría el hundimiento total de la flota, más allá del daño que le provocásemos a la otra parte. Esto me lo dijo luego Black. El sabía que después del Belgrano iba a ser difícil para la conducción política y militar ordenar el ataque. " Rótolo habla sobre el trabajo de cada unidad de la Armada. Mira "el vaso medio lleno" del trabajo conjunto con los hombres del Ejército y de la Fuerza Aérea. "Tuvimos sólo un mes de preparación y cada uno hizo lo mejor que pudo para ayudar al otro", señala.

El 21 de mayo, Rótolo entró en combate. Seis aviones A4Q despegaron desde Río Grande hacia el estrecho de San Carlos, donde las fuerzas británicas iniciaban el desembarco. "Con el teniente Lecour y el teniente Sylvester estábamos siete minutos detrás de la división del capitán Philippi, el teniente Arca y el teniente Márquez. Cuando inicié el descenso escuché por la radio que estaban combatiendo con un buque, que tenían Harriers encima y que los estaban derribando. Fuimos a ese lugar y vimos el buque al que le había lanzado las bombas la división anterior; enfrentamos una defensa pobre del buque, sólo notamos disparos de cañones que pegaban en el agua. Nosotros atacábamos rasante y zigzagueando. Del lado de los morros del canal había buques británicos que nos tiraban. Nos cruzó algún misil, nos cruzaron tiros, pero en el avión es así: a uno lo tocan y se acabó el combate, o uno sigue. Como los Harriers habían agotado el combustible en el combate anterior, cuando entramos nosotros se estaban alejando; sí tuvimos a un crucero que nos tiró muy mal cuando salíamos. En ese ataque falleció el teniente Márquez. Cuando el almirante West

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vino a la Argentina nos encontramos con él y conversamos sobre ese día. La relación con los británicos es buena".

Ayer bajo fuego, luego subjefe de la Armada, Rótolo afirma: "El grupo de argentinos que combatió en las islas Malvinas lo hizo con coraje. Esa gente merece un reconocimiento. Los combatientes no son víctimas y no quieren que los hagan sentir así. Los que dieron su vida lo hicieron como héroes."

Fuentes:

- Testimonio del Vicealmirante (RE) Benito Rotolo

- www.lagazeta.com.ar

Los Aermacchi entran en acción

Aermacchi MB-339

El día anterior se habia planeado una misión de 2 aviones, que debían despegar al alba del 21 de Mayo para efectuar un reconocimiento de la margen oriental del Estrecho de San Carlos. La misión se retrasó, porque comenzaban a llegar informes respecto del desembarco que debían ser evaluados y otra vez

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porque el aparato del Teniente de Navío Horacio Talarico tuvo una falla cuando carreteaba hacia la pista.

La misión era considerada tan importante que se ordenó al Teniente de Navío Guillermo Owen Crippa efectuarla solo.

Cuando llego al Estrecho de San Carlos la niebla y los reflejos del sol hicieron que el piloto cambiase de idea y su rumbo original, se dirigió hacia el norte, pués prefirió efectuar el reconocimiento con el sol detrás.

Crippa esperaba encontrar a la flota británica en un punto más septentrional, pero rápidamente divisó a los buques escolta.

Continuó su vuelo hacia San Carlos a unos 200 m de altura y estaba por atacar con sus cañones a un desprevenido Lynx, cuando vio una fragata detrás del helicóptero, directamente en su rumbo.

Crippa atacó entonces apresuradamente con sus cañones y cohetes, produciendo a la "Argonaut" averías y algunos heridos entre la tripulación.

Para entonces el avión estaba siendo blanco de varias naves de guerra y se vio obligado a efectuar un zigzag a baja altura.

La objetiva evaluación que hizo Crippa del poderío naval británico en San Carlos fue de fundamental importancia para la Argentina, lo que le valió ser condecorado por esta misión.

- Buenos Aires: Fuerzas argentinas combatieron hoy duramente para rechazar la más importante acción de desembarco que los mandos británicos lanzaron desde que se inició el conflicto por las islas Malvinas. El ataque tuvo como epicentro la bahía del puerto San Carlos, en la isla Soledad, al norte del estrecho que separa las dos islas principales, pero también se luchó encarnizadamente en otros frentes como Puerto Argentino y Puerto Darwin. Los efectivos enemigos que lograron desembarcar fueron atacados por unidades del Ejército con el apoyo de aeronaves de las tres fuerzas.

- Naciones Unidas: El Consejo de Seguridad clausuró esta noche su primera reunión de emergencia de este mes sobre la cuestión de las islas Malvinas, con un llamado de Irlanda para que se ordene de inmediato la cesación del fuego y se le otorgue un pleno mandato al secretario general, Javier Pérez de Cuellar, para que continúe sus esfuerzos en la búsqueda de una solución pacifica al conflicto armado que se ha desatado en el Atlántico Sur, entre la Argentina y el Reno Unido. El presidente del Consejo, Ling Qing, de China, después de la detallada exposición de Pérez de Cuellar sobre sus esfuerzos de paz levantó la sesión hasta mañana. Se anticipa la participación en la reunión de mañana de los cancilleres de Venezuela, José Alberto Zambrano Velasco; de Panamá, Jorge Illueca, de la Argentina, Nicanor Costa Méndez y del Perú, Javier Arias Stella. Correa da Costa dijo que Brasil estaba profundamente preocupado por la situación planteada en el Atlántico Sur y el resultante derramamiento de sangre.

- Buenos Aires: Una calificada fuente naval señaló esta noche que la decisión británica de iniciar su nueva escalada contra las Malvinas encerrando sus fragatas en el estrecho de San Carlos contraría todas las reglas de ese tipo de

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operaciones. "Ingresar en un estrecho como el que separa a las dos islas mayores sin una buena defensa antiaérea es más que imprudente", expresó.

"Puede haber existido una subestimación de la capacidad de respuesta aérea -añadió- o una estimación errónea de la protección que podían brindar las condiciones meteorológicas".

El responsable de la operación podría haber calculado que las nubes, por ejemplo, le permitirían entrar al estrecho con las fragatas, atacar con fuego de artillería y cubrir el desembarco antes de que aparecieran los aviones argentinos. "De todas maneras -expresó el jefe naval- ingresar con esos buques en el estrecho no es lo más indicado".

La fuente dijo que no podía confirmar las versiones según las cuales las naves del Reino Unido habían sido atacadas por 4 Aermacchi de la Aviación Naval y 11 Mirage de la Fuerza Aérea. Señaló, no obstante, las reconocidas cualidades de los Mirage y opinó que los ataques de los Aermacchi deben haber tomado por sorpresa a los buques ingleses. Los Aermacchi son aparatos italianos biplazas concebidos originalmente para entrenamiento y observación, pero que son muy dúctiles y pueden ser debidamente dotados para operaciones de ataque. Pueden estar armados con baterías de 8 cohetes de 80 mm cada uno, o de 19 cohetes de menor calibre. Por supuesto, este tipo de proyectiles tiene menos poder destructivo que un misil como los que pueden llevar aviones mayores.

Información de interés

Fuego de ataque aéreo: De 0800hs a 08,30 hs - total: 30min.

Temperatura 2/6 grados, velocidad del viento de 5/15 km. Lluvioso con 15/30 km de visibilidad y con neblina.

Comunicados de la Junta Militar

COMUNICADO N° 68El Estado Mayor Conjunto comunica que, en la fecha, 21 de mayo de 1982, a las 08:45 se detectaron tres buques en la bahía del Pto. San Carlos y uno que al Norte de la boca del estrecho San Carlos, a las 08:50 comenzó un desembarco que es resistido por fuerzas propias.

COMUNICADO N° 69El Estado Mayor Conjunto comunica que en las acciones que se desarrollan en la fecha, 21 de mayo de 1982, en el Canal San Carlos, Islas Malvinas, fue derribado un avión Harrier enemigo, manteniendo las fuerzas argentinas el control de la situación.

COMUNICADO N° 70El Estado Mayor Conjunto comunica que, aviones de la Fuerza Aérea y de la Armada argentina han atacado las naves inglesas que operan en el estrecho de San Carlos. Los resultados del ataque, están siendo evaluados.

COMUNICADO N° 71El Estado Mayor Conjunto comunica que durante el ataque llevado a cabo en la fecha, 21 de

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mayo de 1982, entre 10:30 y 11:00 horas, por acciones de la Fuerza Aérea y de la Armada argentina se ha podido apreciar los siguientes resultados:- Una Fragata recibe impacto de 14 cohetes sin apreciarse daños recibidos.- Una fragata incendiada y hundiéndose.- Tres fragatas argentinas en la zona operan de acuerdo con los planes previstos.

COMUNICADO N° 72El Estado Mayor Conjunto informa que en lo sucesivo, los comunicados que emita referidos a las acciones bélicas, tendrán como finalidad ordenar y esclarecer los acontecimientos.

COMUNICADO N° 73El Estado Mayor Conjunto comunica que, en las acciones bélicas desarrolladas hasta las 16:00 horas del día de la fecha, 21 de mayo de 1982, se han registrado las siguientes novedades materiales:Fuerzas Enemigas:- Cinco Fragatas con impactos Directos: Dos gravemente averiadas y Tres con averías diversas.- Un avión Sea Harrier abatido.- Un helicóptero abatido.Fuerzas argentinas:- Tres aviones abatidos.- Tres helicópteros averiados.- Continúan las operaciones en el área.

COMUNICADO N° 74El Estado Mayor Conjunto comunica que como consecuencia de los sucesivos ataques realizados por aviones de la Fuerza Aérea y de la Armada Argentina, durante las acciones que en el día de la fecha, 21 de mayo de 1982, se realizaron en el Estrecho de San Carlos, Islas Malvinas, el enemigo ha sufrido las siguientes pérdidas:Tres Aviones SEA-HARRIER y dos helicópteros abatidos por la defensa antiaérea.Cuatro fragatas con averías de gran magnitud, de las cuales una Fragata tipo 42 y otra no identificada, se habrían hundido.Cuatro fragatas con averías cuya magnitud no ha podido aún ser evaluada.Es decir que aproximadamente el 70 por ciento de las unidades navales enemigas intervinientes en este combate han quedado fuera de acción.Las fuerzas enemigas que han logrado desembarcar están siendo atacadas por unidades del Ejército Argentino, con el apoyo de las aeronaves de las fuerzas con asiento en la Isla.

COMUNICADO N° 75El Estado Mayor Conjunto comunica que las acciones llevadas a cabo por las fuerzas enemigas han puesto claramente de manifiesto la actitud agresiva e intransigente con que Gran Bretaña encara el diferendo con la República Argentina.En efecto, Inglaterra ha respondido a la real posibilidad de continuar con las negociaciones, con la iniciación de un ataque a las islas, cuyas derivaciones son impredecibles, aunque sin duda sumamente cruentas, Argentina se ha visto obligada a responder con firmeza y continuará haciéndolo en tanto sea agredida. Aún luchando con determinación, los argentinos tenemos plena conciencia que el camino es el de la convivencia y que en el orden internacional la única actitud es la que permite vivir con dignidad. «Buscamos la Paz, pero una Paz que sea justa y honorable.

Comunicados de Gran Bretaña

INGLATERRA, Mayo 21,N° 70La Fuerza de Tareas desembarcó anoche cierto número de grupos operativos en las islas Falkland. Estas incursiones todavía están en desarrollo. Las primeras indicaciones son de que

Page 66:  · Web viewSin embargo, la realidad difiere bastante con esa leyenda del "paseo bajo la luz de la luna". Es que el Teniente 1º Carlos Daniel Esteban, al frente del equipo de combate

estaban alcanzando sus objetivos. Los bombardeos desde naves de la Fuerza de Tareas continuaron en las vecindades de Puerto Stanley y otras áreas de East Falkland.Harrier de la Fuerza de Tareas montaron ataques en el área de Fox Bay.Todas estas actividades estuvieron dirigidas a blancos militares argentinos, incluyendo depósitos de combustibles y municiones, así como almacenes de provisiones.Lamentablemente, cuando se transfería personal entre naves destacadas para esta misión, un helicóptero de la Marina Real con 30 hombres a bordo se accidentó y se precipitó al mar. Se rescató a nueve de las personas embarcadas. También fue recuperado un cadáver. Veinte están desaparecidos y se los presume muertos. Los parientes cercanos han sido informados.

INGLATERRA, Mayo 21,N° 71: (Del ministro de Defensa)Luego de las incursiones que anunciamos anteriormente, fuerzas británicas han establecido ahora una firme cabecera de puente en las islas Falkland.Comandos de la Marina Real y del Regimiento de Paracaidistas han desembarcado en número considerable, con artillería, armamento antiaéreo y otros equipos pesados. Estos desembarcados no encontraron oposición. Se está consolidando una firme posición en tierra firme.Durante la noche, varios desembarcos e incursiones fueron realizados por nuestras fuerzas en diferentes partes de las islas Falkland. Algunas de estas fuerzas permanecieron en tierra. Las fuerzas argentinas sufrieron bajas y se tomó algunos prisioneros. Estas operaciones continúan.Tal como lo esperábamos, nuestras naves experimentaron fuertes ataques aéreos: cinco de ellas fueron dañadas, dos en forma seria. Hay bajas británicas, pero no tenemos detalles. Nuestros Harrier y misiles han destruido 7 Mirage, 5 Skyhawk y 2 Pucará, 2 helicópteros argentinos, un Chinook y un Puma, fueron destruidos en tierra.Nosotros hemos perdido dos de nuestros helicópteros ligeros.Siete semanas después de la agresión argentina, fuerzas británicas están esta noche firmemente establecidas, de regreso en las islas Falkland.Mañana haré una nueva declaración, y entonces contestaré preguntas.

INGLATERRA, Mayo 21,N° 72Hemos recibido nuevos despachos desde que el señor Nott hizo su declaración, más temprano. Se ha perdido uno de los Harrier de la Fuerza de Tareas que apoyaba a nuestras fuerzas en tierra.Además de las pérdidas de aviones experimentadas por los argentinos, anunciadas por el señor Nott, han sido derribados 2 Mirage y un Pucará. También se dañó en combate a un Mirage. Esto significa que el total de las pérdidas actuales de la Fuerza Aérea Argentina, son: 9 Mirage, 5 Skyhawk y 3 Pucará, así como un Mirage averiado en acción.