vida, tiempo de dudas

8
bak etik Revista de ideas éticas del Centro por la paz de Arantzazu Noviembre de 2010 Vida, tiempo de dudas Charla ofrecida por Anjel Lertxundi 18 de septiembre de 2010 112

Upload: baketik

Post on 30-Mar-2016

214 views

Category:

Documents


0 download

DESCRIPTION

Charla ofrecida por Anjel Lertxundi 18 de septiembre de 2010

TRANSCRIPT

Page 1: Vida, tiempo de dudas

baketikRevista de ideas éticas del Centro por la paz de Arantzazu

Nov

iem

bre

de

2010

Vida,tiempo de dudas

Charla ofrecida por Anjel Lertxundi18 de septiembre de 2010

112€

Page 2: Vida, tiempo de dudas

Baketik 11Edita: Baketik (Gandiaga Topagunea - Arantzazu - 20567 Oñati)Impresión: Antza (Industrialdea 2. pab. - 20160 Lasarte)Depósito Legal: SS-789-2007noviembre de 2010

Institución colaboradora:

Esta publicación ha recibido subvención de:

Page 3: Vida, tiempo de dudas

3

baketikRevista de ideas éticas del Centro por la paz de Arantzazu

Nov

iem

bre

de

2010

11

Vida, tiempo de dudas

Este monográfico recoge la conferencia titu-lada «Vida, tiempo de dudas» impartida porAnjel Lertxundi en el acto de inauguracióndel curso 2010-11 de Baketik celebrado enArantzazu el 18 de septiembre de 2010.

«Yo soy un poeta triste que quiere encontrar las fuenteslimpias de los sucios ríos», dice una conocida canción. Si loque el cantauor Xabier Lete dice es verdad, es extraño elquehacer de los escritores. No somos políticos, no somoshistoriadores, no somos sociólogos, no somos filósofos, nosomos especialistas en nada, pero nuestro trabajo consis-te en tratar de encontrar las fuentes limpias de los ríossucios.Y eso solo se logra dando forma a nuestras dudas.Todos los pueblos de Europa tenían sus propias medidashasta la Revolución Francesa. He aquí algunas de las medi-das vascas: arrobas y medias canas, pies y celemines,pintas y cuartillos, libras y onzas, arados y palmos… Sonmuchas las medidas, pero es la lengua lo que calibra laidentidad vasca, su principal medida. Pero la Asamblea

Nacional Francesa decidió unificar todas las medidas,porque consideró que la abundancia era perniciosa para elobjetivo de que todos los territorios y todos los ciudada-nos tuvieran las mismas medidas —y también la mismalengua. Pero como es imposible que el mundo quepa enuna sola medida, y tampoco se explica con una sola pala-bra, Gabriel Aresti escribió, no sin ironía:«Escribo sobre mi mundo, porque yo soy la medida delmundo».Creo que por eso estoy aquí, para dar la medida de lasdudas que tengo del mundo y de la vida; pienso que mehabéis invitado para cumplir con el papel del triste poetaque trata de encontrar las fuentes limpias de los sucios ríos.Amigos de Baketik: ¿Cómo agradeceros suficientementeesta hermosa oportunidad?

Page 4: Vida, tiempo de dudas

Anj

elLe

rtxu

ndi

4 baketik 11

NO ME CABE LA MENOR DUDA de quevienen tiempos interesantes, importantes para nuestropaís. Difíciles y, a la vez, ilusionantes. Tendremos que sergenerosos. También perspicaces. Y, sobre todo, tendre-mos que mirar al futuro no solo con ojos políticos. Recurroa un hermoso texto de José Saramago, fallecido reciente-mente. Fue amigo, colaborador y consejero de Baketik.Antes lo fue de Elkarri. En una de sus habituales colabora-ciones con el movimiento pacifista, escribió esta glosapara un grabado del pintor Tàpies.

«Es cierto que existe una terrible desigualdad entre lasfuerzas materiales que proclaman la necesidad de laguerra y las fuerzas morales que defienden el derecho a lapaz, pero también es cierto que, a lo largo de la Historia,solo con la voluntad de los hombres la voluntad de otroshombres ha podido ser vencida. No tenemos queconfrontarnos con fuerzas trascendentales, sino, y soloeso, con otros hombres. Se trata, por tanto, de hacer másfuerte la voluntad de paz que la voluntad de guerra. Setrata de participar en la movilización general de lucha porla paz: es la vida de la Humanidad la que estamos defen-diendo, ésta de hoy y la de mañana, que quizás se pierdasi no la defendemos ahora mismo. La humanidad no esuna abstracción retórica, es carne sufriente y espíritu enansia, y es también una inagotable esperanza. La paz esposible si nos movilizamos para conseguirla. En lasconciencias y en las calles».

ESTAMOS GESTIONANDO MAL el mundo,porque no es un lugar para la igualdad. Estamos gestio-nando mal el mundo, porque no es campo de justicia.Estamos gestionando mal el mundo, porque no somoslibres. Y ya que vemos que el mundo está mal hecho, loquisiéramos mejorar y cambiar. Pero la justicia, la igualdady la libertad es imposible conseguirlas recurriendo a lainjusticia. No se puede crear un mundo nuevo sobre lasinjusticias del viejo, no se puede construir un mundonuevo sobre la reiterada práctica de viejas injusticias.

Dicen que la historia es un espejo. Dicen que reflejanuestros fracasos y victorias, nuestras ilusiones y frustracio-nes. Por eso, dicen, mirar en la historia es una buena ense-ñanza para arrinconar las injusticias y marcar rutas justas.¿Pero cómo saber cuándo algo es injusto, cuáles son nues-tros criterios para juzgar que algo es recto, que algo esinjusto? ¿Cómo sabremos dónde debemos estar en cadamomento, cómo actuar, por dónde caminar?

La historia es un espejo, sí, pero el conocimiento de lahistoria no nos garantiza el futuro, porque la historia notiene conciencia ni tiene estructura moral. Somos nosotrosquienes tenemos conciencia, no la historia. Somosnosotros quienes, siendo entes morales, interpretamos lahistoria de un modo u otro; somos nosotros quienes forja-remos el futuro de un modo u otro.

Nuestro ser histórico conlleva también la concienciaética y, por ello, tiene capital importancia educar y trabajarnuestro ser ético, si queremos al menos que nuestro futu-ro —tanto el vasco como el de la humanidad— se asienteen la justicia.

LA NORMALIDAD que los vascos quisiéramosconquistar carece de espejo. No tenemos dónde mirarnos.Vamos recorriendo un camino sin modelo conocido, nopodemos definir en qué puede consistir esa normalidad. Sinembargo, si el pasado nos ofrece poca luz, y si hoy pedimosnormalidad (señal de que vivimos en una situación anóma-la), la conclusión es clara: el porvenir no está en el pasado,sino en el presente. Es en nuestro presente donde debemoshurgar para buscar cómo queremos que sea nuestra norma-lidad futura. La normalidad no es una vuelta atrás, perotampoco un futuro necesariamente incierto.

Definir los parámetros de la normalidad. Fijar las basesde la normalidad política, social, lingüística, cultural. No estarea sencilla: habremos de construirla sobre pilares queno nos han sido dados a conocer desde donde nuestramemoria alcanza hasta hoy. Y lo deberemos de hacer conel beneplácito de la mayoría de los vascos. Somos losciudadanos quienes debemos de definir cómo queremosque sea nuestra normalidad, nuestro futuro. Es la ciudada-nía el pilar imprescindible para consensuar un presenteque nos ayude a proyectar un futuro común y lo más soli-dario posible.

Como nos anima a hacer Saramago, se trata de fortale-cer entre nosotros la voluntad de paz frente a la voluntadde guerra.

VIVIMOS DESPREOCUPADOS por la falta devalores, vivimos sin que los valores sean el norte de nues-tras vidas.

Sin un sistema de normas que guíe las relacioneshumanas, somos marionetas en las redes del consumo ydel mercado; en las de la información y las nuevas tecno-logías. En nuestro mundo actual, los criterios éticos y losvalores parecen estar enfrentados al progreso. Se nosquiere hacer creer que, como el dinero, también elmercado y el progreso son autónomos, abstractos, fenó-menos que caminan por su cuenta. Parecerían casi unosentes fantasmagóricos, sin responsabilidad alguna antela sociedad y la historia.

Pero es precisamente ahí donde reside el meollo delengaño: tan evaluables y enjuiciables son los resultadoscomo los puntos de partida y los métodos de toda activi-dad humana. Es la filosofía que subyace en la gestión polí-tica, social, económica o cultural lo que hemos de juzgar.Si no, si nos limitamos a esperar los resultados, siempreserá tarde para tomar ninguna medida correctora.

Por todo ello, necesitamos tejer una red ética de nues-tras relaciones, para saber cómo debemos juzgar losnuevos procedimientos que, a buen seguro, nos traeránlos nuevos tiempos. Occidente necesita urgentemente unacultura ética y no hay ciencia que nos la garantice.

EINSTEIN DECÍA: «Creo que una educación inte-lectual que tiene como objetivos solo la practicidad y laeficacia ha traido el debilitamiento de los valores éticos».Y el científico añadió: «Sin cultura ética, la humanidad notiene salvación».

Page 5: Vida, tiempo de dudas

5

miento, volvemos la cabeza a otro lado y cerramos los ojos:practicamos con la muerte y su imperio, el dolor, una suer-te de exorcismo de la marginación, de la ocultación.

Lo que no se nombra —aquello a lo que no se mira—no existe.

Pero desengañémonos: el dolor es un componente denuestro ser limitado. La vida es un crisol; el amor, unaconquista; la igualdad, un elemento esencial de nuestranaturaleza.

HIJOS DE NUESTRO TIEMPO, hijos de unacasualidad llamada vida, pronto dejaremos atrás la épocaque nos ha tocado vivir. Le llamamos historia, nosotrostambién dejaremos historia tras nuestros pasos. No esposible saber si esa historia que dejemos será más tene-brosa que las precedentes o más luminosa que las quevendrán. Lo único que realmente importa es qué he hechoyo para que mi época sea más luminosa que las preceden-tes, qué he hecho yo para que las que vendrán no seanmás tenebrosas que la mía.

En lo que a mí respecta, sé que el tribunal, inapelable,ratificará su sentencia: siempre podría hacer mucho más delo que hago.

EN MI JUVENTUD, casi en la adolescencia, se mequedó grabada una frase de Albert Camus: «En el hombrehay más cosas dignas de admiración que de desprecio». Esuna frase terriblemente exigente, puesto que es precisoconceder gran crédito a la vida para poner lo bueno delhombre por encima de lo malo.

La frase tiene todo el aspecto de la típica sentencia cris-tiana. Pero Camus era ateo. ¿De dónde provienen la luz yfuerza de semejante fe en el ser humano?

Lo dijo antes del holocausto. Lo dijo también antes de lamasacre de Hiroshima.

¿Pero cuáles son esos valores éticos, cómo coincidir enlos contenidos y características de la cultura ética? Másallá de nuestro lugar de nacimiento, de nuestra idiosin-cracia, más allá de nuestra identidad cultural, hay unadimensión que nos iguala a todos, hay una dimensióncomún más allá de nuestra procedencia, de nuestro sexo,de nuestro color. El humanismo griego, el regalo máspreciado que Europa ha hecho al mundo, encontró enesa dimensión los motivos para el respeto y la solidaridadentre iguales, y es en esa dimensión donde la humani-dad, hace sesenta años, logró un extraordinario consen-so al fijar con nitidez la Declaración Universal de los Dere-chos Humanos.

La libertad cabe en una humilde mano hospitalaria,decía el poeta Claudio Rodríguez, pero ¿dónde encontra-remos motivos para tender la mano hospitalaria y buscar lalibertad, si no es en esa dimensión que nos hace iguales atodos? Efectivamente, hay en nosotros una dimensión que,más allá de diferencias o pertenencias, nos hace a todosiguales. Es ahí donde habita, de habitar en algún lado, laverdad de nuestra condición humana. La perspectiva denuestras posiciones sociales varía radicalmente cuandoobservamos el mundo y las contingencias históricas desdeel prisma de lo que nos iguala y cuando lo hacemos desdelo que nos diferencia.

LA MUERTE NOS RESULTA INCÓMODA—como, en general, todo lo que conlleva dolor. Los difun-tos, en tanatorios; los enfermos, en hospitales; los ancianos,en residencias. Queremos alejar el sufrimiento, y en ello nosesforzamos desde hace mucho. No cejamos hasta excluir eldolor de la vida cotidiana. Ante la presencia del padeci-

Vida, tiempo de dudas

Page 6: Vida, tiempo de dudas

Anj

elLe

rtxu

ndi

6 baketik 11

«Sé estricto contigo mismo y condescendiente con losdemás». He ahí otra frase en extremo exigente. La apren-dí en la misma época en que se me grabó la de Camusacerca de la bondad y maldad del ser humano. Podría serde Camus, pero no lo es. Ambas han permanecido siem-pre juntas en mi espíritu.

La cuestión es que yo trataba de fijar poco a pocoseñales que me evitaran el extravío en mi camino perso-nal. No era una tarea sencilla, y tampoco hoy lo es. Sépor experiencia que la dignidad es una conquista quejamás puede ser plenamente alcanzada. Un continuofracaso, por tanto.

LA SOCIEDAD MODERNA ha hecho suya unaidea que considera la libertad como un acto de radical afir-mación del yo frente al mundo y frente a los otros. Eseconcepto de libertad individual a ultranza alimenta el éxitopersonal y el dinero, y arrincona la solidaridad; desconfíade la búsqueda conjunta de un mundo mejor; no cree enla igualdad. El mundo no está bien hecho, y ya que laconstrucción de un mundo nuevo es, a tenor de lo ya visto,totalmente imposible, aprovechemos del orden existentelo poco bueno que nos pueda procurar.

Así, el arte de vivir busca tener más en detrimento de sermejor; la dulce brisa del éxito y la gozosa contemplaciónde la riqueza exaltan lo anecdótico, lo secundario, lo fugazy fungible, y lo sustantivo —ser, en lugar de tener— esconsiderado como socialmente impertinente: la felicidadnos viene dada por la posesión de objetos tangibles y porel disfrute de los placeres que dichos objetos nos puedandeparar; por el contrario, la felicidad se diluye en cuantome cuestiono y cuestiono mis actos, en cuanto afirmo quetodo lo que poseo es lo que me queda por vivir, en cuan-to me pregunto por el sentido de la vida.

Ser incomoda más que tener.Pero si arrinconamos el problema del sentido («Si nada

tiene sentido, todo está permitido», se jactaba el Calígulade Camus) y si escamoteamos el debate sobre los valores,la humanidad pierde el norte y la alienación nos anulacomo el muérdago malogra los árboles de los que senutre. Sin criterios ni fuerzas para discernir lo que ocurre anuestro alrededor, todo se convierte en intercambiable: lossentimientos y afectos, hasta los individuos, pueden sercanjeados por objetos, y así el dinero se convierte en guíamáxima, casi única, de nuestro actos. Ciertamente: si nadamás que la acumulación de dinero tiene sentido, todo,hasta lo más íntimo, queda sujeto a su ley, a su despiada-da dictadura.

Hoy es difícil, quizá más difícil que nunca, sostener quenunca logrará el individuo la libertad, si no es en compa-ñía de otros también libres para hacerlo: carecemos de unsistema de pensamiento que dé sentido y coherencia almundo; carecemos de un sistema estructurado que,además de explicar el mundo, nos procure más satisfac-ción por defender la libertad del otro que incomodidadpor sobrellevar su existencia y, sobre todo, su diferencia.Pasaron los tiempos en los que, por efectos de un mode-lo social cerrado, cada ciudadano sabía cuál era su lugar

en el mundo y cada circunstancia estaba perfectamentelocalizada, cada actuación normativizada, cada sentimien-to domesticado. Hoy el individuo está desnortado, se sien-te figurante de una pieza teatral confusa.

Es intelectualmente complejo encontrar razones para seroptimista ante el futuro o para mantener una actitud quesubraye las ventajas sobre los inconvenientes que conllevanla libertad, la justicia o la solidaridad. No soy filósofo ni ségran cosa sobre cuestiones morales, pero tengo la impre-sión de que conjugar felicidad y compromiso o bienestar ysolidaridad obliga a dar un salto teórico en el vacío o aarriesgar una pirueta en el discurso: defender valores sinsaber dónde se deben sustentar las razones que los hacenestimables no avala dichos valores ni deja en buen lugar sudefensa. Y, sin embargo, supongo que a los filósofos lessucede, en último término, lo que a todos nosotros: porrazones que la razón no entiende, algo en nuestro interiornos recuerda que la libertad cabe en una humilde manohospitalaria. Aunque no sepamos muy bien por qué, siem-pre surgen en la sociedad voces y actitudes que, más acáde la teoría y más allá de la fe en el desencanto, luchanpara que la ilusión por un mundo más justo no se extinga.

AUNQUE LA POLÍTICA Y LA ÉTICA sean acti-vidades que no pertenecen a un mismo ámbito, valorescomo la justicia o la solidaridad deben de estar en la basedel quehacer político. La justicia y la solidaridad no son soloobjetivos de la actividad política. Deben de ser tambiénpunto de partida y motor de la gestión. Y si los principios enel punto de partida son nítidos, si están bien asentados, serámás difícil que la acción política desbarre, que la corrupcióncampe por sus respetos, que la conveniencia particularprevalezca sobre el interés general. Donde los principiosson claros, el camino es más difícil pero más justo. La renta-bilidad cortoplacista no hipotecaría los objetivos a largoplazo, y la transparencia, esa virtud tan arrinconada por lagestión pública, sería clave para el devenir social.

Tenemos en nuestro país una cierta pluralidad de idealesque interpretan de diversa forma nuestro pasado, viven deforma diversa el presente y proyectan diversos modos dedesear el futuro. Cada uno de esos ideales tienen que ver, nosolo con un determinado sentimiento de pertenencia, sinotambién con una determinada visión del hombre y de undeterminado sentido social. A todo ello hay que añadir unacircunstancia que conviene tener muy presente: hemoscomenzado a recibir flujos de emigración procedentes, enmuchos casos, de países muy lejanos al nuestro. Lo estamoshaciendo con cierto paternalismo. No nos incomodan porahora, porque ocupan trabajos, cuando los ocupan, quenosotros desechamos. Pero muy pronto, cuando los hijos deestos se integren y avancen en la escala social y muchos delos hijos de los que estamos hoy aquí reunidos tengan queemigrar, es muy probable que surja, como ha surgido en lospaíses que nos rodean, la xenofobia en su versión más extre-ma. Nuestra pluralidad presente y nuestro próximo futuroaún más heterogéneo demanda activar desde ahora meca-nismos educativos que, con una pedagogía ética sobre elprogreso y los avances tecnológicos, nos enseñen a ver en el

Page 7: Vida, tiempo de dudas

7

Vida, tiempo de dudas

Si el ex-guardián no la hubiera reconocido, no habríasucedido nada. Pero la mujer considera más lamentable lainconsciencia —la falta de memoria, la omisión— que elgrave dilema moral que su sola presencia planteará, abuen seguro, al ex-guardián.

FREUD SOSTENÍA que el proceso de restar impor-tancia a los hechos comienza cuando se empieza a restár-sela a las palabras.

La lengua no es solo un instrumento o intermediario quenos ayuda a interpretar la realidad: es una parte de la reali-dad. La realidad, para ser comprendida y explicada, tienesu correspondencia con la lengua. Y debido a la existenciade tal correspondencia, si dejamos que la lengua secorrompa, ella nos corromperá. Si la dignificamos, nosdevolverá, en pago, dignidad.

ESCRIBE ERIKA MANN en los primeros años delnacismo:

«Mi visión de los temas decisivos de la sociedad moder-na es más emocional que intelectual: no dogmática, sinohumana. No soy una partisana, y tampoco serviría comocruzada. Mis ideas y actuaciones políticas siempre hanestado más condicionadas por mis experiencias e impulsospersonales que por principios abstractos. El único ‘princi-pio’ al que me atengo es mi obstinada fe en ciertos idea-les morales básicos: verdad, honor, honradez, libertad,tolerancia».

FULANO CREE EN LA DEMOCRACIA, essincero cuando dice que la democracia es, en su imperfec-ción, el sistema político más justo. Y quiere creer que es

otro, cualquiera que este sea, los elementos iguales a lospropios así como los extraños, jerarquizados todos segúnsean nucleares o pertenezcan a la periferia de la condiciónhumana (Necesitamos empeños como el de Baketik para irtejiendo una red ética del comportamiento civil).

A pesar de la razón que asiste a los lamentos sobre nues-tra condición de periféricos ignorados por las proyeccioneseuropeístas, deberíamos de reflexionar sobre las periferiassociales que pro domo producimos. Si nuestra humildehistoria generó ayer agotes y negreros, nada hace pensarque hoy estemos inmunizados contra la barbarie.

Decimos querer la democracia. Pero es imposible garan-tizar la democracia sin trabajar la cultura democrática. Lasestrategias políticas no pueden empañar el orden moral ytampoco posponerla: no hay pueblo que avance sin unmínimo consenso moral.

EL POETA SALBATORE MITXELENA confe-saba que, cuando se hizo vascófilo, su modelo fue, entreotros, la solidez moral de los vascos.

No sé qué diría hoy.Mirar hacia nuestro interior, analizar qué futuro estamos

construyendo: he ahí la mejor manera da que nuestramoral se ponga ante el espejo de nuestra realidad.

En Rompecabezas, una estupenda novela de KarlRotluff, la superviviente de un campo de concentraciónreconoce, después de años de haber abandonado la reclu-sión, a su ex-guardián. Ella le pide fuego y le da las gracias.El ex-guardián, que ha reconocido a la superviviente cuan-do las llamas del mechero han iluminado los ojos de lamujer hundidos en las órbitas, comienza a balbucear excu-sas. La mujer le interrumpe:

—¡Pobre, qué habría sido de usted si no me hubierareconocido!

Page 8: Vida, tiempo de dudas

Anj

elLe

rtxu

ndi

8 baketik 11

afortunado: dicen todos que vive en un sistema democrá-tico. Pero hace tiempo que está viviendo la misma sensa-ción que muchos conciudadanos occidentales:

—si está contra la censura y a favor de la libertad deexpresión.

—si condena los asesinatos, pero también la tortura y losexcesos del poder.

—si dice que los derechos humanos son un paquete yque no se pueden defender hoy unos derechos ymañana otros, según convenga.

—si lucha contra el autoritarismo.—si critica que las leyes obedezcan a intereses del

momento.—si se manifiesta contra el hecho de que la justicia se

parezca a un gallinero.—si censura que el gobierno de unos pocos se convierta

en desgobierno…

…si practica todo eso, es posible que le tomen por enemigode la democracia.

Fulano quiere seguir siendo demócrata, pero le resultacada vez más imposible. Se siente clandestino. Un demó-crata clandestino, dentro de una democracia cada vez másalienada.

EL TALMUD DA, a mi juicio, una versión más bellaque la que da la Biblia al mito de la creación.

Dice el Talmud:«La humanidad es una gran familia, una amplia y gran

familia nacida de Adán y Eva. Dios sopló sobre un puñadode arcilla, y nació primero Adán. Después creó a Eva, conuna costilla de Adán. Dios recogió aquella arcilla demuchos lugares del mundo, de manera que todos los sereshumanos nos sintamos como en casa en cualquier lugardel mundo y sea este nuestra posada.»