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LA BIBLIA JUDIA Y LA BIBLIA CRISTIANA INTRODUCCIÓN A LA HISTORIA DE LA BIBLIA JULIO TREBOLLE BARRERA

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BIBLIA JUDIA Y LA B I B L I A CRISTIANAINTRODUCCIN A LA H I S T O R I A DE LA BIBLIA

LA

JULIO

TREBOLLE

BARRERA

Los descubrimientos de Qumrn en el Mar Muerto han aportado numerosos datos nuevos sobre la historia de la Biblia en los siglos del nacimiento y desarrollo del judaismo y del cristianismo. Este libro rene los conocimientos cientficos actuales sobre la historia de la Biblia en tres grandes captulos: la formacin de las colecciones de libros cannicos y apcrifos, la transmisin y traduccin del texto de la Biblia y la interpretacin de la Biblia en el judaismo y en el cristianismo. Asimismo establece puentes continuos entre campos y tendencias muy diferentes: literatura cannica y apcrifa, lo escrito y lo oral, literatura bblica y entorno social (grupos de fariseos, saduceos, esenios, judeocristianos, etc.), tradicin e innovacin, lo judo y lo cristiano, tradicin bblica y tradicin clsica grecorromana, exgesis de rabinos y escritores cristianos y exgesis crtica moderna, fillogos e historiadores, hebrastas y helenistas, literalistas y alegoristas, hermenutica de la Ilustracin y de la posmodernidad, etc. Las introducciones a la Biblia suelen presentar los datos relativos a la gnesis, estructura y significado originales de los libros bblicos en una mirada que va del hoy al ayer ms remoto. Esta introduccin invierte el punto de vista y mira al desarrollo literario posterior y a la efectividad histrica (Wirkungsgeschichte) que la Biblia ha tenido en el judaismo y en el cristianismo en relacin con el mundo helenstico y romano y con el Renacimiento y la Ilustracin de la poca moderna. El lector encontrar a la vez una informacin general y una discusin detallada sobre numerosas cuestiones debatidas en la investigacin actual: la fluidez del canon y del texto bblico, las reediciones de libros bblicos, los textos bblicos marginales de Qumrn, el trasfondo judo de la exgesis cristiana, el influjo de lo semtico y / o de lo helnico en el cristianismo, etc.

La Biblia juda y la Biblia cristiana

La Biblia juda y la Biblia cristiana Introduccin a la historia de la Biblia Julio Trebolle Barrera

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CONTENIDO

C O L E C C I N ESTRUCTURAS Y Serie R e l i g i n

PROCESOS

Prlogo Introduccin. Cuestiones y planteamientos actuales I. La 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. Biblia y el libro en la antigedad Las lenguas de la Biblia La escritura en la antigedad y en la Biblia La transmisin escrita y la transmisin oral Escuelas y escribas La traduccin en la antigedad y la traduccin de la Biblia .... El libro sagrado La escuela y filologa alejandrina

9 31. 59 l 85 101 119 133 141 151 157 159 215 247 271 273 277 315 341 351 367 387 389 429 443

Primera edicin, 1993 Segunda edicin, 1 993 Julio Trebolle Barrera, 1993 Editorial Trotta, S.A., 1993 Altamirano, 34. 28008 Madrid Telfono: 549 14 43 Fax: 549 16 15 Diseo Joaqun Gallego ISBN: 84 - 87699 - 55 - 3 Depsito Legal: V A - 3 8 9 / 9 3 Impresin Simancas Ediciones, S.A. Pol. Ind. San Cristbal C/ Estao, parcela 152 47012 Valladolid

II.

Colecciones de libros bblicos. Libros cannicos y libros no cannicos 1. Historia literaria del canon de libros bblicos 2. Historia social del canon de los libros bblicos 3. Literatura cristiana primitiva: colecciones de libros cannicos y apcrifos Historia del texto y de las versiones del Antiguo y del Nuevo Testamento 1. Introduccin 2. El texto hebreo del Antiguo Testamento 3. La versin griega de los setenta (LXX) 4. Versiones arameas del Antiguo Testamento. Los Targumim ... 5. El texto griego del Nuevo Testamento 6. Versiones antiguas de la Biblia: Antiguo y Nuevo Testamento Crtica textual del Antiguo y del Nuevo Testamento 1. Crtica textual del Antiguo Testamento 2. Crtica textual del Nuevo Testamento 3. Crtica desde el canon. Texto y canon

m.

IV.

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CONTENIDO

V.

Hermenutica. Textos e interpretaciones 451 1. El Antiguo Testamento intrprete de s mismo 455 2. Interpretacin del Antiguo Testamento en la versin griega de los setenta 463 3. Interpretacin del Antiguo Testamento en las versiones arameas o targumim 467 4. Interpretacin del Antiguo Testamento en la literatura apcrifa. Carcter exegtico de la literatura apocalptica 473 5. Interpretacin del Antiguo Testamento en los escritos de Qumrn 481 6. Interpretacin del Antiguo Testamento en la literatura judeohelenstica. Filn de Alejandra y Flavio Josefo 491 7. Hermenutica rabnica 501 8. Hermenutica cristiana 527 9. Hermenutica moderna 593 613 619 621 623 629 633 645 649 661

PROLOGO

Glosario Libros del Antiguo Testamento Libros del Nuevo Testamento Siglas ndice de citas bblicas ndice de autores ndice temtico Ilustraciones ndice general

Tras haber escrito casi exclusivamente trabajos de investigacin, que no podan alcanzar ms que a un pblico muy restringido, he sentido la necesidad, y he tenido sobre todo el gran placer de escribir un libro que pretende responder al carcter de libro de texto o de referencia y, en gran medida tambin, al de un libro de alta divulgacin, destinado a un pblico, ms general. Esta obra surge de aquel trabajo de investigacin, que ofreca numerosas ramificaciones aqu desarrolladas. He desatendido el consejo de un amigo y colega, que me advirti: No escribas un libro as, y menos para estudiantes. En los ltimos aos y especialmente en las universidades de Estados Unidos, la docencia universitaria y la alta divulgacin han sido postergadas en aras de la investigacin pura, que da ms prestigio al profesor, y le permite un mayor acceso a las fuentes de financiacin necesarias para asegurar la continuidad del trabajo cientfico. Escribir libros para estudiantes o para el pblico en general es, desde esta perspectiva, tiempo perdido o, al menos, tiempo robado a la investigacin. El profesor ha dejado con frecuencia de ser tal. Se convierte en un investigador, que a lo sumo comunica a los alumnos de doctorado los mtodos y resultados de su investigacin. Si, por imperativo administrativo, tiene que impartir cursos ms generales, concentra su atencin en cuestiones muy especficas, dejando que el estudiante adquiera por s mismo la informacin general que pueda encontrar en los libros de Introduccin al uso y en las monografas existentes. Ello ha trado como consecuencia el progresivo abandono de la formacin bsica del estudiante universitario de nivel medio. Algunas universidades americanas han advertido este error y tratan ahora de ponerle remedio rehabilitando la figura del profesor enseante. La visin que el investigador tiene de la Biblia y de los textos bblicos puede ser enormemente parcial. El profesor Goshen-Gottstein, de la Universidad Hebrea de Jerusaln, fallecido el pasado ao de 1991, ha dejado escrita una dura crtica sobre la situacin actual de los estu9

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dios bblicos en la que fue su primera intervencin pblica tras haber superado unos aos antes un coma profundo de varios meses. GoshenGottstein criticaba la fragmentacin en la que han cado los estudios bblicos, divididos en numerosas disciplinas o especialidades, sin comunicacin posible o prevista entre los especialistas y entre las asociaciones y rganos de publicacin de cada especialidad: texto masortico, versin griega, versiones antiguas, libros apcrifos o pseudoepgrafos, textos de Qumrn, textos targmicos, epigrficos, ugarticos, etc. x. El estudio de los libros bblicos, tanto del AT como del NT, procede tambin por vas muy dispares e inconexas, segn sea el mtodo y la perspectiva del anlisis: crtica textual, crtica de fuentes, tradiciones y redacciones, filologa y literatura comparadas, estudio histrico y sociolgico, historia de la religin y de la exgesis, teologa bblica, etc. Las mismas corrientes que pretenden representar una perspectiva global y holstica, centrada, p. ej., en el anlisis estilstico y estructural de los libros bblicos o en el estudio de la Biblia desde la totalidad del canon, acaban creando nuevas escuelas y especialidades bajo la gua de nuevas auctoritates. Viniendo al panorama espaol, la bibliografa existente en nuestro pas sobre los temas tratados en este libro es muy escasa. El estudiante y el lector no dejarn de agradecer que se ofrezcan aqu numerosos materiales y resultados de la investigacin actual, dispersos en monografas y revistas de difcil acceso. La experiencia docente ensea, por otra parte, que el estudiante y el lector no alcanzan casi nunca una visin sistemtica y global de los mltiples aspectos que ofrece el estudio de la literatura bblica. Este libro pretende echar puentes entre campos de estudio que, en los inicios de la crtica moderna, estaban todava unidos, pero que ls\ exigencias de especializacin han separado progresivamente. No dejar' de resultar extrao y llamativo que un mismo libro trate a un tiempo cuestiones de la crtica textual ms positiva y planteamientos de la hermenutica ms terica. El estudio de la Biblia precisa del concurso de epigrafistas y palegrafos por un extremo y de historiadores de la religin bblica y del pensamiento judo y cristiano por otro. Son muchas las cuestiones que necesitan hoy un tratamiento interdisciplinar. A lo largo de todo este libro y en aras de la objetividad, se evita por lo general todo juicio personal sobre los datos, argumentos y conclusiones de la investigacin actual. Sin embargo, la perspectiva general del libro y la seleccin de los materiales ofrecidos, as como de las opiniones discutidas, no dejan de responder a una visin personal del conjunto de las cuestiones tratadas y a un serio propsito de ofrecer una nueva visin de los estudios de Literatura bblica. Este Prlogo y el captulo de Introduccin son los lugares adecuados para manifestar las1. M. H. Goshen-Gottstein, The Hebrew Bible in the Light of the Qumran Scrolls and the Hebrew University Bible, Congress Volume-Jerusalem 1985, Leiden 1988, 42-53.

preferencias del autor y la perspectiva en la que se sita ante las cuestiones debatidas a lo largo del libro. 1. En el terreno de lo lingstico, la Biblia trilinge exige un nuevo dilogo, y no el viejo distanciamiento entre hebrastas, helenistas y latinistas. El trilingismo hebreo-arameo-rabe, en el que se movan ios masoretas, gramticos y exegetas judos del Oriente rabe y de la Espaa musulmana, exige no olvidar el concurso de la lengua rabe para comprender la tradicin gramatical y exegtica que acompaa a la transmisin del texto bblico hebreo. El descubrimiento en los tiempos modernos de las lenguas semticas del Oriente Antiguo ha dado origen a un nuevo trilingismo, representado por la trada de lenguas hebreo/ arameo-ugartico-acdico, que contribuye a explicar muchas cuestiones mal planteadas o errneamente resueltas en el pasado con el solo concurso de la crtica textual o del testimonio de las versiones, y permite situar, por otra parte, la literatura y la religin bblica en el contexto cultural en el que tuvo origen. 2. En el campo de lo literario, el presente libro trata sobre todo de relacionar dos campos, que la crtica bblica moderna ha ido separando progresivamente: el estudio de la formacin y redaccin literaria de los libros bblicos y el estudio de la transmisin e interpretacin del texto de los mismos Hbros. La crtica histrico-literaria se ha reservado el primer campo, dedicando atencin preferente al estudio de los orgenes de las tradiciones y de los textos bblicos, en relacin con la arqueologa, la historia, las literaturas y las religiones del Antiguo Oriente. El segundo campo qued adjudicado a ciencias consideradas auxiliares, como la crtica textual, o a la historia de la interpretacin juda y cristiana de la Biblia, con una proyeccin particular hacia la historia de la teologa. Este libro presta especial importancia a un terreno que linda con aquellos dos campos: el representado por la historia de la transmisin del texto y por la crtica textual del AT y del NT. El largo proceso de formacin de la Biblia y de la religin de Israel cristaliz en los distintos textos del AT, los cuales generaron un proceso de interpretacin, que a su vez cristaliz en los nuevos textos de la religin cristiana, el NT, y de la religin juda, la Misnah y el Talmud. El primero de estos dos procesos, la formacin literaria de la Biblia, queda fuera del horizonte de este libro. El estudio de las fuentes, tradiciones, redacciones, gneros, etc., de los distintos libros bblicos es objeto de consideracin preferente en los numerosos libros existentes de Introduccin a la Biblia y tambin en las series de comentarios exegticos sobre los distintos libros bblicos. Estas cuestiones seguirn configurando el programa de una asignatura de Literatura bblica y continuarn exigiendo tambin una parte muy considerable de los esfuerzos de investigacin sobre la Biblia. Este libro reclama, sin em11

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bargo, ms amplio espacio para el tratamiento de otra serie de cuestiones, algunas bastante olvidadas y otras aparentemente marginales o manifiestamente marginadas. Ello exige dar un nuevo enfoque al conjunto de la asignatura, que a su vez viene exigido por una nueva orientacin de los estudios bblicos en general. La visin de la Biblia ofrecida en las clsicas Introducciones a la Biblia, venidas sobre todo de Alemania y utilizadas habitualmente en la enseanza en las Facultades, es en gran medida parcial, pues deja de lado o trata muy marginalmente aspectos de todo punto imprescindibles para la comprensin de la Biblia,, y que no cabe considerar como cuestiones puramente introductorias* o como meros desarrollos postbblicos. Se trata del vasto campo de todo lo relacionado con los cnones, textos, versiones e interpretaciones o hermenuticas (todos estos trminos en plural), tanto de la Biblia hebrea como de la Biblia cristiana, integradas una y otra dentro del contexto social e intelectual en el que naci el judaismo en las pocas persa y helenstica, y en el que surgi, seguidamente, el cristianismo en la poca romana. El contenido de este libro se convierte, por ello, en una verdadera historia de la Biblia, desde la poca en la que se formaron las colecciones de los libros del AT hasta la poca en la que, tanto en el judaismo como en el cristianismo, alcanzaron su punto de cristalizacin el canon, el texto, las versiones y las lneas maestras de la interpretacin bblica. En este intervalo de tiempo los intelectuales judos y cristianos hubieron de llevar a cabo tres tareas bsicas, que la filologa clsica de los alejandrinos haba realizado muy poco antes en relacin con la literatura griega: establecer un canon de obras de los clsicos, fijar el texto de las mismas e interpretar su contenido segn los principios y mtodos adecuados al gnero de cada obra. Conforme a este modelo y programa de trabajo de la filologa alejandrina, este libro se divide en tres grandes apartados dedicados a las tareas literaria, textual y hermenutica. La conexin alejandrina sirve aqu para recordar en todo momento que no se debe perder de vista la necesidad de mantener la conexin entre los estudios clsicos y semticos, que dio vida a los Colegios trilinges del Renacimiento y a un estudio fecundo de la Biblia hasta la filologa del s. xix. 3. En el terreno histrico, la atencin se dirige aqu de modo especial a las pocas persa, helenstica y romana, mejor conocidas ahora gracias sobre todo a los descubrimientos del Mar Muerto. Este es el perodo histrico en el que adquirieron forma las diversas colecciones de libros del AT y dio comienzo el proceso de transmisin, traduccin e interpretacin del AT, hasta el momento de la formacin del NT cristiano, por una parte, ydel corpus de literatura rabnica por otro. Los orgenes del cristianismo no han de ser buscados ya tanto en el mundo helenstico pagano, de las religiones mistricas y del gnosticismo, cuanto en sus races judas, veterotestamentarias e intertesta12

mentaras, sin olvidar, por otra parte, que el judaismo de la poca estaba ya muy helenizado. Judaismo y helenismo no han de ser percibidos ya tanto como dos polos opuestos; es preciso hablar ms bien de un judaismo helenstico, que integraba muchos elementos de la cultura griega en la tradicin juda, sin sucumbir por ello ante el sincretismo pagano. El judaismo de la poca helenstica no ha de ser visto tampoco a travs del prisma del judaismo normativo de la poca misnaica y talmdica, y, mucho menos, desde prejuicios que convierten al judaismo del perodo persa y helenstico en un fenmeno tardo, decadente y legalista, por comparacin, por una parte, con la religin anterior de los profetas bblicos y, por otra, con el cristianismo posterior. El judaismo de los siglos anteriores a la destruccin de Jerusaln se caracteriza, antes bien, por la gran variedad de corrientes y de grupos sociales y la vitalidad de sus ideas y creencias, que no se pueden englobar bajo el calificativo de sectarias, pues no exista todava una norma consensuada y, en consecuencia, un judaismo normativo. La poca helenstica, postclsica y postbblica, caracterizada por el encuentro de las culturas de Oriente y Occidente, puso en contacto lenguas, tradiciones literarias y creencias religiosas. Este encuentro tuvo mayor incidencia en tierras de paso y en zonas fronterizas como son las de la geografa de Israel. El judaismo helenstico fue un primer ensayo, fructfero y doloroso a la vez, de lo que poco despus tuvo desarrollo en el cristianismo: la simbiosis entre la cultura griega y la tradicin bblica a travs de la aceptacin de unos componentes y el rechazo de otros de cada una de ellas. 4. La formacin de las colecciones cannicas y no cannicas. Los siglos xvm y xix estudiaron con preferencia las obras y las pocas clsicas, con olvido de las arcaicas, tachadas de primitivas, y de las postclsicas, descalificadas, como la hehnstica, por sincretistas, barrocas y decadentes. El estudio de la Biblia ha solido reducirse tambin al estudio de los libros clsicos del judaismo y del cristianismo, las respectivas colecciones de libros cannicos, ignorando o despreciando la restante literatura, en particular las obras apcrifas. Por otra parte, el estudio confesional de la Biblia llevado a cabo tanto por judos como por cristianos no dejaba de poner tambin el nfasis en el estudio de los libros cannicos, con la prctica exclusin de los apcrifos. El estudio del judaismo y del cristianismo ha estado muy centrado en las respectivas ortodoxias y corrientes centrales, representadas por el rabinismo de la Sinagoga y por la llamada Gran Iglesia. El estudio de la Biblia hebrea ha de realizarse, por el contrario, dentro del amplio contexto de la literatura juda de la poca persa y helenstica, con particular atencin al estudio de la literatura apcrifa o pseudoepgrafa, que imita y desarrolla la literatura cannica. Este tipo de estudio complementa y equilibra tambin la orientacin confesional 13

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de los estudios bblicos, atentos casi exclusivamente a los libros del canon. Antes de considerar la Biblia desde una perspectiva teolgica, como la coleccin de los libros cannicos con exclusin de los apcrifos, es preciso considerar la Biblia, desde la perspectiva literaria e histrica, como una coleccin de libros de diversos gneros (jurdico, historiogrfico, proftico, sapiencial y apocalptico), que dio origen a toda una literatura de imitacin o mimesis de lo considerado ya clsico y, por otra parte, a todo un cuerpo de tradiciones de interpretacin recogidas en la literatura rabnica y, debidamente cristianizadas, en el NT. Frente a las diversas clasificaciones posibles de los libros apcrifos por gneros, lengua, origen, ambiente, contenido, estatuto teolgico, etc., este libro clasifica los libros apcrifos por su relacin con los cannicos en todos los aspectos antes aludidos. Por otra parte, la historia textual y literaria de la literatura cannica y apcrifa, tanto juda como cristiana, ha de ser considerada en relacin con la historia social e intelectual de la poca. Las colecciones de libros cannicos y apcrifos, el texto de los mismos y, sobre todo, la interpretacin de sus contenidos, cobran perspectivas muy diferentes segn se haga referencia a samaritanos, saduceos, fariseos, esenios, helenistas, judeo-cristianos, cristianos procedentes del paganismo, gnsticos judos, gnsticos cristianos, etc. No es posible seguir hablando de la existencia de un canon griego alejandrino, que fuera asumido por el cristianismo, ni tampoco de un cierre del canon en el snodo de Yabneh a finales del s. i d.C. Algunos autores tienden a suponer que el canon hebreo del AT estaba ya prcticamente conformado a mediados del s. n a.C. No puede decirse, sin embargo, que por este camino se pueda llegar a una explicacin satisfactoria del origen del canon cristiano del AT y de sus posibles antecedentes judos entre los esenios o entre los judos de la dispora griega, que suponan la existencia de un canon todava abierto o, al menos, no definitivamente cerrado. Se ensayar en este libro una historia del canon de la Biblia hebrea, que corre paralela con la historia del Templo. La delimitacin del espacio sagrado del Templo y la delimitacin del espacio textual de las Escrituras cannicas corren parejas y tienen un desarrollo paralelo. Cabe distinguir cuatro perodos en la restauracin y progresiva ampliacin del Templo y del Libro sagrado: el canon de la Restauracin tras el Exilio, el canon de la Restauracin macabea tras la crisis helenista, el canon correspondiente a la ampliacin del Templo en la poca herodiana (ampliacin de la Escritura por va oral entre los fariseos o por va escrita entre esenios y helenistas), y, finalmente, el canon de la Restauracin farisea tras la catstrofe del ao 70. El estudio crtico de la Biblia, guiado por el espritu de la Ilustracin, ha atendido preferentemente al anlisis de las fuentes literarias y de los orgenes histricos de la tradicin bblica y muy poco al conoci14

miento de los desarrollos posteriores de la propia tradicin bblica. Sin embargo, la Biblia, el Libro de la Vida, como el rbol paradisaco de la Vida, exige ser conocido y explicado tanto o ms por sus frutos que por sus races. Los estudiosos de la Biblia utilizan para su trabajo ediciones del texto hebreo de los libros del AT (BHS) y ediciones del texto griego del NT. Sin embargo, la Biblia hebrea nunca fue editada y leda como un libro suelto y absolutamente independiente, al modo como la edita y lee la crtica moderna. La Biblia hebrea nunca estuvo separada de otros textos copiados y ledos conjuntamente con el texto bblico. Basta observar una edicin rabnica de la Biblia para caer en la cuenta de que el judo no tiene ante sus ojos nicamente el texto bblico; ste se halla impreso en el centro de la pgina, a la manera de una cita o texto de referencia, rodeado por otros textos impresos en columnas paralelas y en la parte superior e inferior de la misma pgina (las versiones arameas o targumim, textos talmdicos y comentarios rabnicos). El judo lee la Biblia dentro del contexto de toda una tradicin, que conforma el judaismo; lee la Torah escrita a la luz de la Torah oral. De igual modo la Biblia cristiana concluye con los libros del NT, de modo que el cristiano lee el conjunto de la Biblia desde la perspectiva de su final y de los libros que recogen la tradicin que dio origen al cristianismo. El tipo de estudio aqu propugnado complementa y equilibra la orientacin crtica de los estudios bblicos, y trata de revalorizar un campo de los mismos, dejado tradicionalmente en manos de los estudiosos del rabinismo o de la historia de la teologa cristiana: el campo de la historia de la interpretacin bblica, que abarca desde la exgesis practicada dentro de la propia Biblia hasta la exgesis desarrollada en la literatura juda y cristiana, rabnica y patrstica, pasando por la exgesis contenida en toda la llamada literatura intertestamental y apcrifa. El estudio de la exgesis juda y cristiana obliga adems a una reflexin sobre el tipo de hermenutica que sostiene a ambas. Cuando la redaccin de este libro estaba ya muy avanzada, he tenido la satisfaccin de leer un artculo del profesor J. L. Kugel, de la Universidad de Harvard, titulado La Biblia en la Universidad (1990), en el que, tras criticar la enseanza actual de la Biblia, que mezcla planteamientos de la ciencia histrico-literaria con determinadas posiciones de ndole confesional, sobre todo protestante, seala que los estudios bblicos han de tener por objeto contar la historia de cmo se form la Biblia y cmo se transmiti, ley e interpret, desde la formacin de las colecciones bblicas hasta los tiempos en los que estas colecciones se convirtieron en la Miqra' o Tanak de los judos y en la Biblia de los cristianos 2 .

2. J. L. Kugel, The Bible in the University, The Hebrew Bible and Its Interpreten, eds. W. H. Propp-B. Halpern-D. N. Freedman, Winona Late, Indiana 1990, 143-lJ (160-1).

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La exgesis crtica, incluso la aparentemente ms laica, no ha dejado de estar muy influida por la distincin protestante entre la Palabra de Dios contenida en la Escritura y las palabras meramente humanas contenidas en las interpretaciones posteriores y en los dogmas de la Iglesia cristiana o, para el caso, de la Sinagoga juda. Bajo esta perspectiva, la exgesis crtica concede mayor importancia a los orculos atribuidos al profeta Isaas que a otros que aparecen aadidos en el libro que lleva su nombre. La exgesis ha de abstenerse, sin embargo, de dar primaca al antes o al despus de los textos bblicos, sobre todo si los criterios de preferencia son ajenos a los textos y a la tradicin bblica. Kugel describe con toda claridad el propsito que ha de dirigir el estudio de la Biblia y al que pretende atenerse este libro: describir el desarrollo de la Biblia desde sus orgenes en el mundo vital e intelectual del antiguo Israel hasta su institucionalizacin en la vida y en el mundo intelectual de comienzos del judaismo y del cristianismo (Kugel 163). Kugel se cie al campo de la Biblia hebrea y de la exgesis juda. No desarrolla el campo de la historia y crtica del texto, sino en tanto en cuanto pueda suministrar datos para una historia de la exgesis. La tradicin bblica es, sin embargo, en primer lugar transmisin de la materialidad del propio texto de la Biblia: el sentido de la Escritura est comprimido en los caracteres de escritura. 5. El campo de la crtica textual es el terreno predilecto del espritu del Renacimiento y de la Ilustracin. A l se dedica la parte central de este trabajo y, sin duda, la ms cuidada. Se cuenta en ella la historia del texto bblico remontando el curso de la historia. La investigacin moderna hubo de rehacer la historia textual de la Biblia partiendo de las modernas ediciones de la Biblia hasta alcanzar (a travs de los manuscritos medievales, las recensiones del perodo bizantino, las versiones judas y los nuevos manuscritos de Qumrn) el nivel de los textos ms antiguos conservados y, en la medida de lo posible, reconstruir el texto ms prximo al original de los autores bblicos. En principio, la crtica textual de los textos cannicos no difiere de la de los textos clsicos. El objetivo ltimo es tratar de reconstruir el texto de las obras de los autores bblicos tal como salieron de las manos de stos. Las diferencias posibles entre la crtica textual de los textos clsicos y la de las Escrituras bblicas se deben a la extrema complejidad de la transmisin de los textos bblicos, incrementada sobre todo por la existencia de numerosas versiones y recensiones antiguas. Por otra parte, los textos religiosos adquieren nuevo valor en todas y en cada una de las etapas de su larga transmisin textual y no son slo vlidos en la forma que se puede considerar original y ms antigua. La crtica bblica se debate entre la fidelidad al texto original y antiguo, que ms nos aproxima a la revelacin de Moiss y de Jess de Nazaret, y la fidelidad, por otra parte, a la tradicin posterior constitutiva del judaismo y del cristianismo. La primera de estas preocupaciones, la 16

vuelta a la palabra original de los grandes fundadores, que fundamenta el valor inspirado de la Escritura, corresponde a la preocupacin cientfica por desenterrar el texto ms antiguo del fondo de textos conservados de la antigedad. Curiosamente sta es una preocupacin que, desde perspectivas diferentes, comparten los fundamentalistas y los crticos. La segunda preocupacin afecta a algo irrenunciable para un lector judo o cristiano de la Biblia: la conservacin y el aprecio de la Tradicin de los 'Abot {Padres) judos y de los Padres de la Iglesia, pues esta Tradicin determina la extensin del canon bblico y la interpretacin cannica de la Escritura. Esta preocupacin es ajena al crtico cientfico, que pone entre parntesis o desprecia a veces esta tradicin, considerndola como un desarrollo dogmtico que desvirta los textos originales. En este campo de la crtica textual, eminentemente positivo, este libro trata de ofrecer no slo los resultados de la investigacin actual, sino de presentar tambin los caminos, fallidos a veces y tortuosos casi siempre, por los que ha avanzado y avanza la investigacin moderna. Se presenta el plato cocinado y se ofrece tambin la receta de cocina, para que el estudiante y el lector puedan entrar ellos mismos en los secretos del hervidero que es la investigacin moderna y conocer los ingredientes que los investigadores utilizan en sus mezclas, inicindose de este modo en los misterios de la razn investigadora. En trabajos anteriores sobre el texto de los libros histricos del AT he llamado la atencin sobre un caso extremo, y por ello no muy frecuente, pero que constituye el mejor ejemplo de cmo la Biblia es trilinge, no slo en la interpretacin, sino tambin en el texto, y cmo este carcter trilinge permite trazar una senda de aproximacin a formas antiguas del texto bblico. Se trata de aquellos casos en los que el texto latino antiguo (Vetus latina) traduce el texto griego de la versin de los LXX, que a su vez traduca un texto hebreo diferente del tradicional o masortico; estos textos en griego y en hebreo se perdieron, desplazados por las corrientes textuales oficiales, y slo han sobrevivido en variantes del texto latino antiguo. La lengua inglesa permite formular esta idea en un ttulo conciso, que expresa el cauce de aproximacin al texto antiguo hebreo a travs de los textos antiguos latino y griego: From the Od Latin through the Od Greek to the Od Hebrew 3. Ante la extraeza que ello pueda provocar, se puede recordar aqu un caso significativo de cmo fenmenos similares pueden ocurrir tambin en los tiempos modernos. Hace pocos aos se public en Alemania el texto del discurso que hubiera pronunciado A. Einstein de haber asistido al acto de recepcin del premio Nobel de fsica en Estocolmo en 1921. Einstein se hallaba por aquellos das en la Universidad de

3. J. Trebolle, From the 'Od Latin' through the 'Od Greek' to the 'Od Hebrew' (2 Kgs 10,23-25), Textus XI (Jerusalem, The Hebrew University, 1984), 17-36.

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Kyoto donde pronunci un discurso en alemn, del que no dej texto alguno escrito. Un discpulo japons de Einstein tradujo para el publico asistente la conferencia y tom notas muy detalladas, que public dos aos ms tarde en japons. Este texto fue traducido al ingls en 1982 {Physics today 8, 1982). Sobre esta versin inglesa se hizo la traduccin alemana publicada en 1983. Cabe preguntarse si, despus de tantas traducciones (del alemn al japons, de ste al ingls, y de ste al alemn), Einstein reconocera como suyo el texto ahora publicado en su lengua original. Es seguro que la expresin primera ha sufrido muchos cambios, pero el contenido de lo publicado es lo bastante importante como para merecer la atencin de los cientficos. De modo similar, lecturas de un texto hebreo perdido pueden ser reconstruidas en ocasiones sobre la base de un texto latino, que traduce fielmente el texto, parcialmente perdido, de la versin de los LXX, el cual era fiel traduccin de aquel texto hebreo. El hecho de que algunos manuscritos de Qumrn representen esta tradicin textual perdida confirma lo acertado de la hiptesis incluso en aquellos casos en los que no hay evidencia entre los manuscritos de Qumrn. El estudio de los manuscritos de la Cueva IV de Qumrn ha revalorizado el testimonio de las versiones antiguas como cauce de aproximacin a formas del texto hebreo perdidas, que ahora reaparecen parcialmente entre los fragmentos de Qumrn. En este sentido se dedica un apartado especial a un fenmeno nuevo y rico en consecuencias: bastantes de los libros del AT conocieron ediciones sucesivas y eran transmitidos en formas textuales diferentes, que tenan libre circulacin en los diversos centros geogrficos del judaismo y entre los diversos grupos judos de la poca pre-rabnica y pre-cristiana. Los manuscritos bblicos de Qumrn editados ms recientemente han sacado a la luz nuevos textos, que es preciso calificar como fronterizos, pues se encuentran a mitad de camino entre el texto bblico propiamente dicho y el texto parafrstico, que puede conservar elementos antiguos o aadir otros recientes. El pluralismo literario y textual de los libros bblicos responde al pluralismo, ya aludido, de la sociedad juda en las pocas persa y helenstica. Se insistir en diversas ocasiones en que no es posible resolver adecuadamente las cuestiones relativas a la formacin literaria de los libros bblicos (crtica de fuentes, tradiciones y redacciones), sin tener en cuenta al mismo tiempo los datos y los criterios de la historia y crtica del texto. La teora literaria establece una distincin ntida y clara entre el proceso de formacin literaria de un libro y la transmisin e interpretacin de su texto, pero la prctica del anlisis demuestra que estos tres campos se rozan y superponen continuamente, de modo que no es posible alcanzar una solucin satisfactoria de los problemas si no es a travs de un dilogo interdisciplinar entre los estudiosos de la crtica literaria, la crtica textual y la historia de la interpretacin. Los principios y mtodos de la crtica textual no varan, pero la aplicacin de los mis18

mos es diferente segn se conciba la historia del texto bblico como una lnea nica y recta de transmisin o como haces de lneas procedentes de muy diversas fuentes y muy cruzadas las unas con las otras. La historia de la crtica bblica moderna ha conocido diversos movimientos y tendencias: unos ms favorables a la crtica literaria (de fuentes, tradiciones y redacciones), y otros ms reacios a la misma y propensos a marcar distancias entre la crtica textual y la crtica literaria; unos ms inclinados a la reconstruccin de los textos y formas literarias originales, y otros ms escpticos respecto a esta posibilidad y con una mayor tendencia a resaltar la validez de la tradicin textual y literaria; unos ms inclinados a seguir el texto hebreo masortico y otros ms dispuestos a corregir sus posibles errores y a reconocer la validez de tradiciones textuales alternativas; unos ms convencidos de la posibilidad del uso crtico, incluso como fuente histrica, de las versiones y otros no menos convencidos del carcter targmico y exegtico de las variantes de las mismas, etc. Lo cierto es que, a la hora de hacer historia, tratndose de libros que presentan dos formas de texto diferentes, correspondientes a dos ediciones diferentes, no es prudente apoyarse en los pasajes incorporados al texto en la segunda edicin del libro. Tal es el caso de la versin amplia del libro de Jeremas transmitida por el TM y tal es el caso, por citar un ejemplo, del pasaje de Jr 39,4-13. La comparacin entre los textos breve (LXX) y amplio (TM) permitir conocer las caractersticas de la segunda edicin, corregida y aumentada, y har posible a la vez el practicar una exgesis integral, horizontal y gentica a un tiempo, sobre las dos formas de texto. 6. Interpretacin y hermenutica. Conocido el texto en sus diferentes formas, pocas y lugares, y tambin en la forma ms original posible, es el momento de dirigir la atencin al vasto campo de la interpretacin bblica. No es objeto de este libro, como tampoco de los estudios bblicos propiamente dichos, hacer una historia de la exgesis rahnica y cristiana de la Biblia. Las palabras de Jaroslav Pelikan en su obra clsica, ha tradicin cristiana. Historia del desarrollo de la enseanza doctrinal, tienen aqu mayor aplicacin incluso que en la misma obra de Pelikan: La historia de la interpretacin bblica y el desarrollo de la hermenutica merecen un estudio por s mismo y no nos conciernen aqu directamente 4. El estudio de la literatura bblica ha de ser siempre y ante todo lectura y relectura (Misnah = repeticin) de los propios textos bblicos. El objetivo de este libro no puede ser, sin embargo, el de hacer exgesis ni tampoco el de presentar los contenidos de la exgesis juda o cristiana.

4. J. Pelikan, The Christian Tradition. A History of tbe Development of Doctrine, I. The Emergence ofthe Catholic Tradition (100-600), Chicago-London 1971, 6.

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PROLOGO

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En la parte correspondiente a la hermenutica cristiana se llama la atencin de modo particular sobre el problema que para el cristianismo representaba la doble herencia recibida, juda y pagana: el AT y la filosofa griega. Se trata de descubrir tambin los caminos que la Gran Iglesia y otras corrientes marginales o marginadas del cristianismo siguieron con el fin de integrar, depurar o rechazar unos aspectos u otros de aquella doble praeparatio evanglica. En el contexto de la polmica sobre la primaca histrica de la ortodoxia o de la heterodoxia y de las muchas corrientes cristianas que iniciaron su andadura y quedaron a mitad de camino o se desviaron de la corriente central, se fija aqu la atencin de modo particular en el judeocristianismo, como elemento catalizador en el paso de la exgesis juda a la exgesis cristiana, y en la peculiar exgesis que el gnosticismo haca de pasajes y de motivos veterotestamentarios y judos. La presentacin que aqu se hace de la hermenutica juda y cristiana toma como hilo conductor la dicotoma entre una interpretacin de corte literal e histrico y otra de sentido alegrico y espiritual (entre psat y dras). Esta dialctica entre la letra y el sentido pone en movimiento la exgesis medieval, juda y cristiana. La misma dialctica mueve tambin a la hermenutica moderna, que oscila entre el anlisis histrico-filolgico ms positivista, hijo de la hermenutica iluminista, y la necesidad de dar sentido y proyeccin actuales a los grandes mitos, leyendas, tradiciones y textos de los clsicos, conforme al ideal de Ja hermenutica romntica y postcrtica. No se hace ms que apuntar apenas cuestiones esenciales para la historia y la comprensin de la Biblia: los presupuestos hermenuticas y los mtodos de interpretacin desarrollados en los propios libros bblicos y en la literatura juda y cristiana contempornea o inmediatamente posterior; la visin global y de detalle que la Tanak y el conjunto formado por el AT y NT adquieren en el judaismo y en el cristianismo respectivamente; as grandes lneas de la interpretacin juda y cristiana; la incorporacin o el rechazo de elementos procedentes de la filosofa, religin y literatura del mundo persa primeramente y del mundo greco-romano despus, etc. La formacin de los textos neotestamentarios y la interpretacin que stos hacen del AT slo es comprensible si se tiene un conocimiento previo de los procedimientos y de las tradiciones exegticas de la hermenutica juda. Sin embargo, la exgesis juda no ha de ser estudiada en funcin de una mejor comprensin de las fuentes cristianas. La hermenutica juda, halquica y haggdica, tiene entidad por s misma. Constituye el ncleo mismo del judaismo, que se define como la religin de la doble Torah: la Torah escrita, constituida por la Tanak, y la Torah oral, integrada por el cuerpo de interpretaciones autorizadas de la Tanak (la Misnah y el Talmud). De igual modo el estudio de la hermenutica cristiana consiste en ahondar en la esencia misma del cristianismo como religin de la 20

nueva Alianza fundada sobre la antigua: la Biblia cristiana es a la vez Antiguo y Nuevo Testamento (Alianza/Testamento, diathke, foedusltestamentum). 7. Biblia juda y Biblia cristiana. Este libro no deja de tener una tesis de fondo. Existe una correspondencia entre las lneas por las que discurre la formacin y transmisin de los libros de judos y cristianos y los cauces de formacin y difusin del judaismo y del cristianismo. Los primeros escritos de los cristianos tenan todo el aspecto de ser unos textos ms de la literatura juda y el cristianismo pareca ser una secta ms de las existentes en el judaismo de la poca anterior al ao 70 d.C. Sin embargo, esta sola constatacin resulta insuficiente para explicar el origen, ser y existir (parafraseando el ttulo de un libro de Amrico Castro) de los cristianos en relacin con la literatura juda y con el judaismo de la poca. Desde el primer momento los cristianos acogieron y transmitieron, como propios, libros, textos e interpretaciones de los diferentes grupos judos; el cristianismo incorpor tambin desde el principio adeptos de todos estos grupos: samaritaos, esenios, helenistas e incluso fariseos y saduceos y otros varios. Los primeros cristianos no constituan un nuevo grupo de separados, como eran los fariseos (/?n

;! -1. Valle Incln defendi e hizo realidad una literatura hecha de citas, cf. Graciela Reyes, Polifoyatextual. La citacin en el relato literario, Madrid, 1984. ,; ,; , , , : ,-' '.''

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I LA BIBLIA Y EL LIBRO EN LA ANTIGEDAD

Postea promiscu repatuit usus rei qua constat inmortalitas hominum. Con posterioridad se propag de nuevo el uso del material (el pergamino) del que depende la inmortalidad de los humanos. (Plinio, Naturalis Historia XIII, 70).

LAS LENGUAS DE LA BIBLIA

El estudio cientfico de la Biblia requiere un conocimiento previo de las lenguas en las que fueron escritos los libros bblicos: el hebreo, el arameo y el griego de la versin de los LXX y del NT. Para un determinado tipo de estudios es preciso tambin el conocimiento de las lenguas a las que fue traducida la Biblia en los primeros siglos del cristianismo (latn, siraco, copto, armenio, etc.). Por otra parte, los descubrimientos modernos han rescatado del olvido otras lenguas semticas, con las que el hebreo est emparentado (acadio, ugartico, fenicio, etc.), as como lenguas no semticas, que de un modo u otro influyeron en el hebreo y en el arameo. El biblista ha de ser por principio un polglota. Polglotas fueron las ediciones renacentistas de la Biblia como tambin lo fue la famosa edicin hexaplar de Orgenes ya en el s. ni d.C. Polglota es tambin, en definitiva, el propio AT, que en los ltimos siglos de la poca bblica poda ser ledo indistintamente en hebreo, en arameo y en griego. El biblista parece moverse en el mundo de la confusin de lenguas creada en la torre de Babel. Para el cristiano la visin proftica sobre los pueblos congregados en Sin (Is 56,6-7) tiene cumplimiento en el da de Pentecosts, cuando gentes de todos los pueblos reunidas en Jerusaln escuchan cada uno en su propia lengua el kerygma cristiano (Hch2,8). Conforme a la antigua tradicin de la filologa bblica-trilinge, el biblista ha de formarse en el conocimiento de las lenguas clsicas, entre las que desde el perodo renacentista hasta el s. xvm eran contadas las lenguas hebrea y aramea. El biblista se mueve en un terreno fronterizo entre la filologa clsica greco-latina y la filologa semtica antigua. Pertenece a dos mundos culturales, cuyos orgenes estn ms ligados entre s de lo que se acostumbra a pensar, y que convivieron en una rica simbiosis durante los perodos helenstico y bizantino. Las guerras mdicas, pnicas, partas, las conquistas islmicas y las reconquistas y cruzadas cristianas, los colonialismos y los fundamentalismos 61

LA BIBLIA Y EL LIBRO EN LA A N T I G E D A D

LAS LENGUAS DE LA BIBLIA

han distanciado estos dos mundos, oriental y occidental, hasta el punto de hacerse muy difcil el conocimiento mutuo y muy fcil el enfrentamiento. Helenistas y latinistas por un lado y semitistas por otro se han repartido los campos de estudio del mundo de la antigedad, con mutuo desconocimiento, si no desprecio, entre unos y otros. Una visin polglota de la Biblia contribuye a evitar serios defectos en los que ha cado en ocasiones la investigacin bblica. Las viejas y agrias polmicas entre hebrastas y helenistas no han cesado desde el Renacimiento y acechan siempre bajo formas muy sutiles en numerosas discusiones actuales. Las lenguas de la Biblia (AT) son el hebreo, el arameo y el griego. El hebreo y el arameo pertenecen a la familia de las lenguas semticas. Estas se dividen en cuatro grupos: semtico del Sur, del Noroeste, del Norte y del Este. El semtico del Noroeste es el cananeo en sus distintas formas: hebreo, moabita y edomita por una parte, y ugartico, fenicio y pnico por otra. El semtico del Norte es bsicamente el arameo, subdividido en dos grupos. El grupo occidental incluye el arameo de la Biblia, el de los targumim y el de la Gemar del Talmud palestino, as como el samaritano y el nabateo. El grupo oriental lo forman el arameo del Talmud babilnico y el siraco de las traducciones bblicas y de escritos cristianos y mndeos. El semtico del Este comprende el acadio y sus lenguas filiales, asirlo y babilnico. El semtico del Sur incluye el rabe y el etipico. En pocas pasadas el rabe era prcticamente el nico cauce de aproximacin al estudio del semitismo antiguo. Hoy se puede decir que el acadio ha reemplazado al rabe en esta funcin. Sin embargo, los comentarios actuales a los libros bblicos ignoran muchas referencias tiles al rabe, que llenaban los comentarios de la primera mitad de siglo. Caben otras clasificaciones de las lenguas semticas como las que distinguen solamente dos grandes grupos de lenguas semticas, uno septentrional y otro meridional, o tres, noroccidental, nororiental y suroccidental (Senz Badillos).

I.

EL HEBREO. LENGUA, TEXTO E INTERPRETACIN

Cabe hacer aqu un recorrido por algunas de las caractersticas ms sobresalientes de la lengua hebrea, haciendo hincapi en las dificultades que las mismas comportan para una fiel transmisin e interpretacin de los textos hebreos antiguos. El biblista ha de poseer los conocimientos del lingista, del crtico de textos, y del intrprete o exegeta, siendo sensible a las variadas llamadas de cada uno de estos campos. 62

La lengua hebrea es conocida en la Biblia como la lengua de Canan (Is 19,18), y ms frecuentemente como judo (Is 36,11; 2 Cr 32,18). Los grupos de hebreos relacionados con los hapiru, que entraron en Canan a finales del s. xra a.C, se sumaron a otras tribus del futuro Israel, que se encontraban all desde antiguo. Tras su sedentarizacin en Canan, los grupos venidos de fuera comenzaron a hablar tambin el hebreo. El alfabeto hebreo contiene 22 caracteres, que corresponden en su totalidad a letras consonantes. Algunos de estos caracteres (b, g, d, k, p, t) pueden representar dos sonidos diferentes, oclusivo o fricativo, segn sea su relacin con los sonidos adyacentes. Algunas consonantes hebreas representan sonidos no conocidos por el espaol; tal es el caso de la 'lep ('), oclusin glotal sorda, y la 'ayin ('), fricativa glotal sonora, y de algunas de las cinco sibilantes conocidas por el hebreo. En los manuscritos del Mar Muerto y en la misma tradicin masortica es frecuente la confusin de estas guturales (p. ej., 7, sobre, y 7, hacia). Las variantes dialectales y las modificaciones lingsticas en el paso de una poca a otra originaban numerosas confusiones. Ejemplo tpico es el de la diferente pronunciacin del trmino sibblet en la montaa de Efran o sibblet en Transjordania, que dio lugar al famoso episodio relatado en Jue 12,5-6. En un primer perodo, durante los aos 900-600 a.C, la ortografa hebrea, al igual que la fenicia, tenda a representar grficamente slo las consonantes. A lo largo del s. xi a.C, los rameos desarrollaron un sistema rudimentario de notacin voclica mediante las llamadas matres lectionis. Este sistema fue utilizado tambin por los israelitas a partir de comienzos del s. ix a.C. Las consonantes h, w, y y podan representar vocales finales: w =, y ='t y h =a, e, y . En ocasiones w y y podan indicar las vocales internas e l respectivamentente (Cross). En el perodo entre los aos 600 y 300 a.C. comenzaron a utilizarse las matres lectionis para indicar la presencia de una vocal larga, sobre todo en fin de palabra. En los straca de Lakis, de comienzos del s. vi a.C, aparecen indicadas ya las vocales largas en medio de palabra. Con el paso del tiempo se desarroll la tendencia a representar incluso las vocales breves. Los manuscritos del Mar Muerto presentan una ortografa ms plena que la del TM, alcanzando a las vocales breves (p. ej., kol, todo, escrito kwl; lo', no, escrito Itv'). La ortografa de los manuscritos del Mar Muerto da pie a mltiples comparaciones con diferentes tradiciones de pronunciacin hebrea, en particular la samaritana. Las variantes ortogrficas pueden resultar en ocasiones muy significativas. El nombre de la ciudad de Sodoma refleja la transcripcin griega Sdoma, frente a la forma hebrea del TM sdm. La ortografa de Qumrn swdm supone la pronunciacin sodom, con acento posiblemente llano en lugar de agudo. Hasta los ss. v vi d.C el hebreo no comenz a disponer de un sistema de escritura dotado de vocales. El progresivo abandono de la len63

LAS LENGUAS DE LA BIBLIA LA BIBLIA Y EL LIBRO EN LA A N T I G E D A D

gua hebrea en beneficio del rabe ocasionaba un olvido creciente de la pronunciacin exacta del texto bblico. Para evitar esta prdida se hizo necesario dotar a la escritura consonantica de un sistema de acentos y de vocales. stas no se indican mediante letras como en las lenguas occidentales, sino a travs de puntos y de trazos diversos, situados encima o debajo de la consonante, tras la cual se pronuncian. Es fcil imaginar la dificultad que para una correcta transmisin del texto bblico representa la copia de manuscritos sin escritura voclica. Baste un ejemplo: conforme al TM el pasaje de 1 Re 5,32 habla de los constructores (bn) de Salomn, mientras que la versin griega supone un texto que se refiere a los hijos (bn) de Salomn. En la traduccin de los trminos hebreos la vocalizacin daba ocasin a la bsqueda de trminos homfonos y a interpretaciones de carcter midrsico. Tal puede ser el caso de la traduccin del nombre de Eva (hawwh) por el trmino griego Zo, vida. Esta estructura consonantica de la lengua hebrea, al jugar con cambios voclicos dentro de una misma raz consonantica estable, as como tambin el sistema de escritura, al utilizar nicamente signos de valor consonantico (cf. 88), permiten e incluso se complacen en cambios fonticos y grficos (significantes), que arrastran consigo cambios en el significado. Ello permita una duplicidad de sentidos en numerosos textos legales o narrativos, lo que haca necesario o daba pie al menos al ejercicio del dras o de la interpretacin conforme a los mtodos de la hermenutica rabnica (cf. 509). La incoherencia ortogrfica de la escritura de las matres lectionis, por ejemplo en la ortografa del trmino tldt (generaciones) en el Pentateuco, puede responder al intento de establecer a un tiempo el texto y una determinada interpretacin del mismo. Esta misma relacin entre texto e interpretacin puede dar razn del empleo irregular de la determinacin ha- delante del nombre 'adm en los relatos de Gn 1-5 (Barc). La caracterstica ms llamativa de la estructura lingstica del hebreo y de las lenguas semticas en general es la composicin triltera de las races, muchas de las cuales eran en principio biconsonnticas. Verbos y sustantivos que se refieren a un mismo ncleo de significado derivan de una misma raz. As, p. ej., las tres consonantes MLK forman el sustantivo MeLeK (rey) o la forma verbal MaLaK (l rein). Para reconocer cul de las dos formas es la que corresponde leer en un pasaje determinado, el lector, desprovisto del apoyo de la escritura voclica, no tiene ms recurso que acudir al contexto. Las formas para indicar tiempo y persona se forman mediante flexin interna y flexin por prefijacin, sufijacin o infijacin: MLaK-TeM (vosotros reinasteis), HiMLiK (l hizo reinar), etc. Los sustantivos derivados de una misma raz se forman de igual modo: MaLKH (reina), MaLKT (reino), MaMLKH (soberana), etc. Cualquier estudiante de hebreo conoce la dificultad que supone identificar en ocasiones la raz de una forma verbal. No es extrao que 64

el propio texto bblico presente en ocasiones dos lecturas variantes, ocasionadas por una diferente identificacin de la raz verbal. Moiss desobedeci un mandato de Yahv en Merib y no pudo entrar por ello en la Tierra Prometida (Nm 20,2-13). El pasaje de Dt 1,37 pretende exonerar a Moiss de tai culpa, cargndola sobre el pueblo en su conjunto. Tambin en Sal 106,32-33 se encuentra esta misma interpretacin con el siguiente texto: Ellos (el pueblo) enfadaron (a Yahv) en las aguas de Merib..., pues hicieron amargo su espritu. Lo interesante a sealar aqu es que el texto hebreo consonantico permite una doble lectura y, en consecuencia, un doble significado: la lectura del TM himr, se rebelaron (de la raz mrh) y otra basada en la raz mrr, con el cambio de significado hicieron amargo, amargaron (cf. BHS). Las intepretaciones homilticas de los rabinos jugaban a menudo con esta duplicidad de significados. Los llamados tiempos del verbo, perfecto e imperfecto, no designan en realidad el tiempo de la accin (pasado, presente o futuro), sino el carcter concluso (perfecto) o inconcluso (imperfecto) de la misma. El lector deber deducir por el contexto si el verbo se refiere a tiempo pasado, presente o futuro. La poesa hebrea puede servirse indistintamente del perfecto y del imperfecto, yuxtaponindolos por el puro placer del paralelismo: ya'md/'amdu (Sal 38,12) (Watson). Un judo de la poca postexlica poda sorprenderse tanto como un traductor actual al ver utilizadas en un mismo verso dos formas verbales que significan aspectos diferentes. El paralelismo potico puede jugar tambin con variantes en la conjugacin: s' I whinns' Alzad..., que se alcen... (Sal 24,7; cf. BHS). Tales procedimientos poticos podan dar ocasin a variantes textuales. Se habr de tener por ello mucho cuidado en no corregir los textos poticos conforme a criterios gramaticales de pocas tardas. Los primeros escribas judos pueden haber dejado en el texto indicaciones de carcter gramatical que no hay que confundir con el propio texto bblico, por lo que el fillogo tiene que conocer las tcnicas utilizadas por los escribas en la copia de manuscritos. En la expresin de Sal 61,8b, Gracia y lealtad (+mn) le protegern, las consonantes mn no aparecen en algunos testimonios del texto ni se encuentran en el pasaje similar de Prov 20,28, por lo que resulta tentadora la propuesta de suprimirlas del texto (cf. BHS). Se trata seguramente de una indicacin introducida por un escriba: mn es una abreviatura de ml' nn {plene nun), por la que se advierte que la nn del verbo en tiempo futuro, que sigue inmediatamente, no se elide, sino que ha de escribirse, a pesar de encontrarse en slaba cerrada no acentuada. Estas dos consonantes no han de ser tomadas, por lo tanto, como la partcula hebrea min (de, desde) ni como el pronombre arameo interrogativo man (quin). En sus orgenes el hebreo dispona de terminaciones especficas para indicar el caso de los nombres. Sin embargo, al igual que sucedi 65

LA B I B L I A Y EL L I B R O E N LA

ANTIGEDAD

LAS L E N G U A S

DE LA

BIBLIA

en la evolucin de las lenguas romnicas a partir del latn, los casos terminaron por desaparecer y las relaciones de dependencia pasaron a ser expresadas a travs del orden de las palabras y mediante la utilizacin de partculas. Para expresar la relacin de genitivo el hebreo dispone de la forma llamada constructa. La prdida del caso en el hebreo determin el paso de una lengua sinttica a una lengua analtica. Sin embargo, este paso es todava imperfecto pues el hebreo conserva todava el uso del estado constructo. El hebreo es una lengua relativamente pobre en verdaderos adjetivos. Carece tambin de formas especficas para expresar el comparativo y el superlativo. En su lugar utiliza la forma constructa u otro tipo de expresin. As, p. ej., el Santo de los Santos designa el espacio ms sagrado del Templo y el Cantar de los Cantares el Cntico por antonomasia. La sintaxis hebrea prefiere la parataxis a la compleja subordinacin de frases (hipotaxis), caracterstica del griego y del latn. Esta caracterstica confiere a la narracin hebrea un estilo popular y sencillo, pero no por ello menos expresivo y profundo (cf. p. 147). Los textos poticos conservan con frecuencia formas arcaicas del hebreo. Tal es el caso del uso del imperfecto yiqtl para expresar el tiempo pasado, en lugar de las formas qtal o waw + yiqtl. El Sal 78 presenta varios ejemplos de este uso potico, caracterstico de los poemas de Ugarit. Igualmente, poemas arcaizantes como el Sal 68 muestran la tendencia a prescindir del artculo definido ha(n)-, que se introdujo y generaliz con posterioridad al 1200 a.C. Por lo que se refiere a la lexicografa hebrea, son de sealar los numerosos prstamos que los israelitas tomaron de las lenguas de aquellos pueblos con los que tuvieron contacto a lo largo del primer milenio a.C. Las variantes lxicas pueden dar lugar a variantes textuales. El texto de 1 Re 8,2 haca referencia en un primer momento al mes (=yerah) de 'tanim, conforme al trmino usual segn el calendario cananeo; ms tarde se aadi una glosa explicativa, que haca la conversin al sistema numrico utilizado en Israel para designar los meses: esto es {bu), el mes sptimo. El texto hebreo utilizado por la traduccin de los LXX no conoca seguramente todava esta glosa explicativa (cf. BHS; igualmente 1 Re 6,38). Del egipcio antiguo, lengua no semtica, el hebreo incorpor trminos como par'oh (faran=casa grande en egipcio). La importacin de productos egipcios como el bano, lino, amatista, marfil, etc., arrastr consigo el prstamo de los correspondientes trminos egipcios. Se cuentan tambin prstamos del hitita y del hurrita. El trmino seren, prncipe, utilizado exclusivamente para designar a los prncipes filisteos, es sin duda un prstamo tomado de la lengua de los filisteos, llegados a las costas de Canan en una de las oleadas de los Pueblos del Mar. Este trmino filisteo, seren, corresponde al del griego tyrannos, tirano, que los griegos adoptaron probablemente de una lengua del 66

Asia Menor, tal vez del frigio o del lidio. Igualmente el trmino hebreo lappid, antorcha, es un prstamo filisteo, emparentado con el griego lampsl-dos. El hebreo tom prestados del semtico oriental numerosos trminos, en especial aqullos pertenecientes a los campos semnticos que hacen referencia a la administracin de justicia, a las instituciones de gobierno y al ejrcito. En muchos de los casos es ya imposible comprobar si se trata de verdaderos prstamos. Siempre cabe la posibilidad de que no se trate sino de trminos pertenecientes al patrimonio comn de las lenguas semticas. Los prstamos procedentes de lenguas no semticas ofrecen un inters particular. Del persa procede el trmino pards, que a travs del griego de los LXX (pardeisos) y del latn de la Vulgata (paradisum), dio origen a los vocablos paraso, paradiso, paradis, etc., de las lenguas romances. La distancia que separa las lenguas hebrea y persa poda ocasionar una tal deformacin del trmino prestado, que en ocasiones se hace muy difcil reconocer cul era el trmino persa que dio origen al correspondiente hebreo. El libro de Ester menciona al rey persa Asuero, mejor y ms conocido con el nombre de Jerjes. La lingstica comparada permite aclarar trminos o pasajes oscuros del AT por referencia a palabras o expresiones anlogas en otras lenguas semticas. Las fuentes acadias se han llevado siempre la palma en este tipo de estudio. El descubrimiento de los textos de Ugarit en el ao 1929 orient los estudios hacia el marco geogrfico y cultural cananeo, que constituye el habitat natural de la lengua y de la literatura bblicas. Los textos ugarticos permiten reconocer, p. ej., que las partculas hebreas be- y le-, adems de la significacin respectiva en y a, para, poseen tambin ambas el significado de o desde. En consecuencia, en la expresin de Is 59,20 el texto hebreo se ha de traducir un redentor vendr de Sin, conforme a una interpretacin que se encuentra atestiguada en Rom 11,26. Textos ugarticos paralelos de los textos bblicos permiten reconstruir la forma y el significado primitivos de palabras hebreas mal copiadas o mal interpretadas en la tradicin manuscrita (Dahood). Ello ha permitido proponer nuevas y mejores traducciones de numerosos pasajes del AT. El hebreo es una lengua muy prxima al fenicio. Las dos muestran claras diferencias respecto al arameo. Las dos poseen un artculo prefijado {ha-), mientras que el arameo utiliza el sufijo determinativo -a. Igualmente, el pronombre de primera persona 'nki o el sustantivo bn (hijo) del fenicio y del hebreo se contraponen a los correspondientes rameos 'ana' y bar respectivamente. Existen diferencias entre ambas en la gramtica y en la lexicografa como, p. ej., en los verbos ser y hacer, la forma de relativo, la forma causativa, la pronunciacin de la a del semtico comn, que en fenicio se pronuncia o y en hebreo a, etc. El concepto de hebreo bblico no deja de ser una ficcin, como lo 67

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es tambin el de texto bblico o, incluso, el de texto masortico (cf. 287). Los textos bblicos reflejan todo un milenio de desarrollo lingstico, por lo que no pueden menos de reflejar hebreos diferentes y de haber incorporado dialectos diversos. Las diferencias dialectales entre el hebreo de Jud en el Sur y el de Israel en el Norte se remontan a dialectos cananeos del segundo milenio a.C. Los cambios producidos en el vocabulario o en otros aspectos de la lengua podan dar ocasin a numerosos malentendidos. As, p. ej., tras haber asesinado a su hermano Abel, Can se queja ante Dios diciendo: Mi castigo es insoportable (Gn 4,13). La palabra castigo {'wn) vino a significar ms tarde crimen o pecado. Este cambio de significado dio pie a los exegetas judos para convertir la figura del Can asesino en la de un pecador arrepentido, traduciendo la frase del Gnesis en estos trminos: Mi pecado es demasiado grande para olvidarlo. Esta interpretacin puede estar motivada por una tendencia teolgica, pero no deja de tener un apoyo en la ambigedad que ofreca el propio texto bblico. La formacin de las colecciones de libros bblicos, as como la transmisin, traduccin e interpretacin del texto de los mismos, se llev a cabo a lo largo de los siglos, a los que corresponde el uso del hebreo bblico tardo y del hebreo de Qumrn. El hebreo clsico y el postbblico coexistieron por algn tiempo. La obra del Cronista y los libros de Qohelet y Ester muestran la evolucin de la lengua en los perodos persa y griego. La forma del pronombre 'nki, yo, es sustituida con frecuencia por la de 'ni, y la del relativo 'ser por -se. Precisamente el deseo de traducir de modo diferente las dos formas del pronombre 'nki 'ni dar origen a una de las caractersticas ms llamativas de la recensin griega proto-teodocinica: la versin 'nki = egb eim, frente a la correspondencia ms simple y correcta en griego, 'nki/ 'ni = egb. En el hebreo postbblico el sistema de ww consecutivo comienza tambin a resquebrajarse. Las innovaciones lxicas del hebreo postbblico son por lo general, aunque no siempre, prstamos del arameo: qibbl (recibir), zman (tiempo), ksr (conveniente), 'inyn (asunto), etc. Ejemplo de prstamo persa es el trmino dt (decreto). El influjo del griego en el hebreo de los libros cannicos es casi nulo. Durante las pocas helenstica y romana el hebreo bblico o clsico sobrevivi no slo como lengua hablada sino tambin como lengua escrita, incluso fuera del mbito de la sinagoga. La mayor parte de los manuscritos no-bblicos encontrados en las cuevas de Qumrn estn escritos en el hebreo postbblico de esta poca. El Rollo de Cobre y las cartas de Bar Kokba' constituyen el primer testimonio del tipo de hebreo caracterstico de la poca misnaica posterior. No cabe ya decir, como en el siglo pasado en tiempos de A. Geiger, que el hebreo misnaico era una lengua artificial, formada con elementos del hebreo bblico y del arameo, desprovista de todo apoyo en una lengua viva y diseada especialmente para las discusiones rabnicas. La 68

gramtica, el lxico y el estilo literario del hebreo misnaico reposan sobre la base de un hebreo coloquial, cuyo uso pervivi durante esta poca, aunque no estuviera generalizado (M. H. Segal). El hebreo misnaico no es un conglomerado artificial, sino que se inscribe perfectamente en la evolucin lingstica de la lengua hebrea bblica con caractersticas propias. Un eslabn importante en esta evolucin lo constituye el hebreo atestiguado en el Rollo de Cobre y en las cartas de Bar Kokba'. El hebreo misnaico contiene algunos elementos autnticamente semticos, que no se encuentran en el hebreo bblico y carece, por el contrario, de otros comunes al hebreo bblico y al arameo. Entre las diferencias que lo caracterizan cabe enumerar la definitiva sustitucin del relativo 'ser por se, la forma sel del genitivo, el uso restringido del estado constructo, desaparicin del sistema de ww consecutivo, mayor frecuencia del uso del participio, que se convierte prcticamente en un tiempo presente, etc. La lexicografa evoluciona respecto a la del hebreo bblico. El trmino bblico 'lm (tiempo lejano, eternidad) pasa a significar mundo, en un sentido ms espacial. El griego se convierte ahora en la principal fuente de prstamos lexicales: sanhedrin (syndrion), zg (zygn) = par, qetidr (kathdra) = ctedra, pinqs (pnax) = lista. El influjo del arameo es incluso mayor de lo supuesto por Segal, quien se serva nicamente para su trabajo de las ediciones impresas de la Misnah. Es significativo el hecho de que el texto de la Misnah, transmitido por los manuscritos de mayor autoridad, presente mayores diferencias respecto al hebreo bblico y tambin caractersticas arameas ms frecuentes. Ello significa que el texto de la Misnah sufri un proceso de estandarizacin y de adaptacin al tipo de hebreo bblico a expensas del hebreo misnaico propio y original del texto misnaico. A lo largo del Medievo, junto a composiciones escritas en un hebreo artificioso y alejado de la lengua viva, se encuentran escritos en poesa y prosa de un estilo elegante, comparable al de los textos bblicos, aunque con evidentes influjos de modelos rabes, sobre todo por lo que respecta a las formas mtricas y a la terminologa cientfica y filosfica. Los ss. xix y xx han conocido el renacimiento de la lengua hebrea, que en realidad nunca haba cado en un estado de completo abandono.BIBLIOGRAFA

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LA B I B L I A Y EL L I B R O EN LA A N T I G E D A D

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II.

EL A R A M E O

A partir de la poca del exilio en Babilonia (s. vi a.C.) el arameo, que era ya por entonces la lengua internacional de las cancilleras, comenz a suplantar al hebreo como lengua de uso corriente entre los judos. Las inscripciones arameas ms antiguas que se conocen proceden del s. ix a.C. El arameo se convirti ms tarde en la lengua oficial de los imperios asido, neobabilnico y persa. Tras la conquista de Alejandro M a g n o , cuando el griego comenz a desplazar a su vez al arameo, esta lengua sigui siendo, sin embargo, la de mayor difusin en el Oriente. LaTiistoria de la lengua aramea conoci tres perodos sucesivos: antiguo, medio y reciente. Al perodo antiguo corresponden las inscripciones de Zinjirli (Sam'al), escritas en un dialecto arcaico con caractersticas occidentales, as como las de Sefire (ca. 740), en las que se encuentran expresiones propias tambin del hebreo bblico. El ajrameo oficial o imperial era el utilizado por las poblaciones de las regiones occidentales, que fueron absorbidas por el imperio asirio. Gran parte de la documentacin conservada, procedente de la poca del imperio persa, est escrita en este arameo oficial, relativamente homogneo, aunque algunas obras, como los proverbios de Ahiqar, estn escritas en dialecto asirio. Las breves secciones del texto bblico escritas en arameo corresponden al arameo imperial. La ortografa aparece, sin embargo, modernizada. El pasaje de Esd 7,12-26, que transcribe un decreto del rey persa, 71

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as como Esd 4,8-6,18, que recoge igualmente correspondencia oficial, reproducen el arameo imperial, caracterstico de este tipo de escritos. No resulta fcil explicar, en cambio, por qu razones otros pasajes del AT (Jr 10,11 y Dn 2,4b-7,28) aparecen tambin escritos en arameo. Conviene tener en cuenta, por otra parte, la posibilidad de que algunos textos bblicos, que nos han llegado en griego e incluso en hebreo, puedan no ser sino traducciones de originales escritos en arameo. El arameo medio corresponde al perodo comprendido entre el 300 a.C. y el 200 d.C. Tras la cada del imperio persa, el griego desplaz progresivamente al arameo como lengua franca. El arameo oficial comenz entonces un proceso de fragmentacin en dialectos locales. Pervivi, sin embargo, como lengua literaria y de uso en documentos oficiales e inscripciones. En esta lengua literaria estn redactados los captulos en arameo del libro de Dn (ca. 168 a.C), as como algunos textos hallados en Qumrn: Tobas, Sueo de Nabonida, fragmentos de Enoc y Melquisedec, Pseudo-Daniel, Gnesis Apcrifo, Testamento de Lev, Targum de Levtico y Targum de Job. En esta lengua literaria se escribieron tambin en Palestina el targum Onqelos del Pentateuco y el targum Jonatn (ben 'Uzzi'el) de los Profetas. La utilizacin posterior de estas versiones arameas en Babilonia determin que su texto se viera influido por caractersticas dialectales propias del arameo oriental. Obras posteriores como Megillat Ta'anit (ca. 100 d.C.) y Megillat Antiocos estn escritas tambin en este arameo literario. Dado el carcter conservador del lenguaje jurdico, no es extrao que las frmulas legales citadas en la Misnah y en los dos Talmudes, jerosolimitano y babilnico, reflejen tambin la lengua del perodo anterior. Inscripciones y papiros de Palmira, Petra y otros lugares permiten conocer los dialectos nabateo y palmireno. El primero muestra influjos rabes en el vocabulario y la sintaxis; el palmireno sufri adems otros influjos orientales. Las caractersticas del arameo occidental son hoy mejor conocidas gracias al creciente nmero de inscripciones encontradas en Jerusaln, en tumbas, sarcfagos, osarios y otros objetos. El NT conserva expresiones arameas como Talitha koum (Me 5,41), Maraa tha (1 Cor 16,22), Effatha (Me 7,34) y Elbi elbi lema sabakhthani (Me 15,34), as como nombres propios y topnimos tales como Acldama, Glgota, Getseman y Betesda. Jess y sus discpulos hablaban el dialecto galileo, diferente del hablado en Jud (Mt 26,73). Las cartas de Bar Kokba' (132 d.C), junto con la literatura en arameo y las inscripciones en osarios y tumbas antes citadas, constituyen una fuente importante para el conocimiento del dialecto judeo (Kutscher). Son muy escasos los restos de escritos en arameo oriental, entre ellos un texto de Uruk del s. n a.C. y una serie de inscripciones y grafittide Asur y Hatra, correspondientes al perodo parto (s. n d.C). As, pues, a partir del arameo imperial esta lengua sigue una lnea 72

evolutiva, que pasa sucesivamente por el arameo de los libros Esd y Dn, del targum de Job (segunda mitad del s. n a.C), del Gnesis Apcrifo y, finalmente, de las cartas de Bar Kokba' (Kutscher, Fitzmyer). Esta evolucin se manifiesta en determinadas caractersticas, como son las formas del relativo-demostrativo: zy en el arameo imperial, di en el Gnesis Apcrifo y cartas de Bar Kokba' y, finalmente, d en el targum Onqelos. Los targumim y, en particular, el targum Neopbyti permiten una aproximacin diferente a la historia del arameo de este perodo. El targum Neopbyti representara, segn la corriente de investigacin representada por Kahle y Diez Macho, el arameo hablado en el s. i d.C, es decir, en la poca de Cristo. Bajo esta perspectiva, el targum de Job y el Gnesis Apcrifo corresponderan a un arameo literario contemporneo del anterior. Sin embargo, esta aproximacin sincrnica se apoya en criterios de contenido y de mtodo exegtico (la balaka reflejada en el texto). El control de estos criterios es menos riguroso que el de los que se apoyan en textos que, gracias a los manuscritos del Mar Muerto, han podido ser fechados con gran seguridad. l perodo reciente se extiende hasta despus de la conquista rabe (del 200 al 900 d.C). El conocimiento del arameo de esta poca es importante para el estudio de la historia de la transmisin, traduccin e interpretacin de la Biblia en el mundo oriental palestino y babilnico, en el que por entonces se recogen y sistematizan las tradiciones de vocalizacin y masora del texto bblico. En esta poca el arameo aparece claramente fraccionado en varios dialectos. El grupo occidental incluye el arameo judo (galileo), el cristo-palestinense y el samaritano. En el dialecto arameo judo estn escritos el Talmud jerosolimitano, los midrasim palestinos (Gnesis Rabbab y Levttico Rabbah), los targumim palestinos (Neopbyti, el Targum Fragmentario, fragmentos de la Geniza de El Cairo y el Targum de los Ktbim o Escritos), inscripciones funerarias de Jope, Bet-Shearim y Zoar, as como numerosas inscripciones sinagogales, cuya datacin abarca desde el s. m al s. vi d.C. El arameo cristo-palestinense era el hablado por judos convertidos al cristianismo; est escrito en un tipo de escritura siraca.

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III.

EL GRIEGO

Los libros deuterocannicos del AT estn escritos en griego, aunque el original de algunos de ellos, como el de Ben Sira, fue escrito en hebreo o arameo. La lengua original del NT fue el griego, aunque los logia o dichos de Jess y otras partes del NT se transmitieron con anterioridad por algn tiempo en arameo (o hebreo). Los escritores de la antigedad tarda no dejaron de manifestar su aversin hacia el lenguaje utilizado en la versin de los LXX y en el NT, que no poda menos de parecerles muy alejado de los cnones del griego clsico. Los apologetas cristianos, que tambin haban sido formados en el aticismo y en la retrica de los clsicos (Crisstomo, Agustn, Jernimo, etc.), trataban de justificar el estilo de los escritos bblicos, descuidado y tosco, pero sencillo y popular a la vez. Los humanistas del Renacimiento percibieron tambin la distancia que separa el griego bblico del de los clsicos. Los ss. xvn y xviu conocieron una agria polmica entre los hebrastas, que atribuan al influjo de la lengua hebrea cualquier desviacin del griego bblico respecto al griego clsico, y los puristas del helenismo, que no podan admitir la presencia de hebrasmos y de otros barbarismos en las Escrituras inspiradas. En el s. xix no faltaron quienes queran explicar las peculiarida74

des del griego del NT en virtud del carcter especial o inspirado de esta lengua, que habra sido diseada para servir de cauce expresivo a la revelacin divina. El estudio de los papiros hallados en Egipto (Deissman) permiti determinar que la lengua de LXX y la del NT son reflejo de la lengua koin o comn, hablada en la poca helenstica desde Alejandro Magno hasta finales de la edad antigua en tiempos de Justiniano (s. vi). Los papiros pfrecen paralelos, p. ej., a una forma tan caracterstica de LXX como ltha, yo vine (lthon en tico). Es preciso advertir que tan koin era la lengua vulgar del pueblo, como la culta de los escritores de la poca (Polibio, Estrabn, Filn, Josefo y Plutarco). Ejemplos de un griego koin coloquial judo lo ofrecen los escritos judos de Jos y Asenet y los Testamentos de los 12 Patriarcas. Esta lengua conservaba la estructura bsica del dialecto tico, mezclada con elementos jnicos y otros dricos y elicos, y con aportaciones sintcticas, lexicales y estilsticas de otras lenguas. Entre estas aportaciones figuran los numerosos semitismos y latinismos que incorpora. Entre los primeros cabe sealar el giro prostheto + to + infinitivo = aadi a hacer algo..., es decir, hizo de nuevo; nthrbpos nthrbpos=hombre hombre, es decir, cada uno; kai egneto + frase verbal = y sucedi que..., etc. En los ss. in d.C. se produjo un movimiento aticista, que pretenda devolver a la lengua comn la correccin y el estilo de los ticos. Esta corriente afect a 4 Macabeos, a obras de Josefo y tambin a la transmisin textual de la versin de los LXX. Los copistas de esta poca trataron de corregir el estilo de la antigua versin adaptndola a los cnones ticos. As, p. ej., la forma koin eipan, ellos dijeron, fue corregida por la forma clsica eipon. La consideracin del griego bblico como lengua koin del perodo helenstico no ha de impedir reconocer, sin embargo, las peculiares caractersticas de la lengua de la Biblia griega y en particular del NT, que . no puede ser identificada sin ms matices con el griego secular de los papiros. El influjo semtico se advierte, no slo en la presencia de semitismos y aramesmos, sino tambin en la lexicografa y en la semntica. As, p. ej., el trmino hipstasis del NT (Heb 11,1) encuentra mejor explicacin a partir del griego de los LXX y del equivalente hebreo {thelet, esperanza confiada y paciente), que a partir del griego de los papiros (documento de propiedad). El trmino neotestamentario parousa est ms prximo del significado que le reconoce Josefo {Antigedades judas 3,203), como referencia al halo en torno al tabernculo (es decir, la Skin o presencia teofnica de Dios), que no al significado de venida o presencia regia, que este trmino recibe en los papiros. Ms all de las crticas hechas contra la tendencia de la teologa bblica a conferir un significado teolgico a determinadas palabras con independencia del contexto en el que aparecen (J. Barr), la semntica 75

LA BIBLIA Y EL LIBRO EN LA A N T I G E D A D

LAS LENGUAS DE LA BIBLIA

bblica no puede menos de reconocer caractersticas del pensamiento semtico, que conforman el lenguaje y la lexicografa de la versin de los LXX y del NT. Trminos como dxa, diatheke, psikhe, soma, dinoia, ksmos, etc., aaden sentidos nuevos y diferentes respecto al significado que tenan los trminos hebreos correspondientes. No se puede olvidar, por otra parte, que la experiencia vivida por los primeros cristianos posea tambin una fuerza creadora de lenguaje, que habra de desembocar en la acuacin de neologismos como antkkristos, dibolos, euaggelisms, etc. Se ha querido explicar tambin la peculiaridad del griego bblico mediante la hiptesis de la existencia de un dialecto judeo-griego, escrito y hablado por judos en diversos lugares y pocas (cf. p. 336). En la actualidad se tiende a explicar las caractersticas propias del griego de los LXX como un fenmeno derivado de la propia traduccin, lo que justifica y hace necesario un estudio intenso de las tcnicas de traduccin utilizadas. El hecho de que se trate de una traduccin justifica el significado extrao dado a algunos trminos, el uso indistinto de trminos propios de la prosa o de la poesa, la acuacin de neologismos, etc. (Martin, Daniel). Para definir el griego neotestamentario se ha de recurrir tal vez a una explicacin eclctica, que tenga en cuenta factores muy diversos: los evangelios sinpticos, y los logia de Jess en particular, reflejan un griego de traduccin, ms literario que literal; el influjo de LXX, evidente a lo largo de todo el NT, se manifiesta sobre todo en el evangelio de Lucas, as como en la utilizacin en las cartas paulinas de conceptos hebreos como los de justificacin o propiciacin; el Apocalipsis refleja sobre todo el habla judeo-griega de las sinagogas. BIBLIOGRAFA Diccionarios W., Griechisch-deusches Wrterbuch zu den Scbriften des Neuen Testaments und der frhchristlicben Literatur, eds. Karl y Barbara,Aland, BerlinNew York 1988. BAUER, W.-GINGRICH, F. W.-DANKER, F. W., A Greek-En