traverso enzo, la historia como campo de batalla (cap.1 - fin de siglo, el s. xx de eric hobsbawm)...

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  • 34 LA HISTORIA COMO CAMPO DE BATALLA

    entre 2OO8 y 2O1O. Para este libro he vuelto a trabajar porcornpleto todos estos escritos. Agradezco a Flugues Jallon,qu. acogi eI proyecto de transforrnar estos textos en un li-b.o, y a Rrny Tor.rlouse, qlre rrre perrniti llevarlo a cabo' I. FIN DE SIGLO

    El siglo w de Eric fobsbawrn

    Enrc J. FIoeseawNl es sin duda, hoy, eI historiador rns ledoen el rnundo. Esta notoriedad se debe sobre todo aI xitoplanetario de Historia del siglo xx (1,994), su historia del'tcorto" siglo xx.1 Desde luego que ya ocupaba un lugar pro-tagnico en Ia historiografa internacional, pero la apari-cin de esta obra Ie perrniti conquistar un pblico rnuchoms grande. Cualquier nueva interpretacin del rnundoconternporneo no podr scapar a una confrontacin consu perspectiva, que se ha vr-relto cannica. Esta constata-cin revela una paradoja: eI siglo xx cuknin en Lrn clirna derestalrracin intelectual y poltica, despedido por un estr-pito rneditico que anunciaba el triunfo definitivo de la so-'iedad de rnercado y del liberalisrno; Hobsbawrrl, en carn-bio, no esconde sus sirnpatas por eI cornunisrno, eI granperdedor de la Guerra Fra, ni su adhesin a una concep-cin de Ia historia de inspiracin rnarxista. Su libro funcio-

    ' n orno contrapunto aI consenso liberal en torno a una vi-iiOn del capitalisrno con-ro orden natural del rnundo.2 Esto

    r"' ': .

    " I E ric llobsbawrn, L'Age des extrntes. Histoire du court x sicte I 9 I 4-' 1991 Ug94l, Bruselas, Complexe, 2OO3 [trad. esp.: Historia del siglo )$, trad.

    de Juan Faci, Jordi Ainaud y Canrre Castells, Barcelona, Crca, 1 995; reed..

    en Buenos Aires, 19981.,., 2 La recepcin del libr-o de llobsba'uvrrr coincidi, por otro lado, con el,:desarrollo del blairisrno en fnglaterra, frente al cual Hobsbawm torrr dis-tqncia, tras haber sido uno de sus inspiradores desde las pginas de la re-

    .::r{--.jyista Marxisnt Today. Sobre las contradicciones polticas de Hobsbawm,:=':r,vgase Perrf Anderson, "The Vanquished Left: Eric Hobsbawrn", en Spec-r'.""' frunt. Front Right to l*ft in the History of ldeas, Londres, Ver-so, 2005, pp.: -::'."'i 35

  • 36 LA HISTORIA COMO CAMPO DE, BATALLA

    es partictllarrnente cierto en Francia, donde lleg a las li-breras, gracias a un editor belga, cinco aos despus de sued.icin ingl"sa original y luego de haber sido traducido arns de veinte lenguas. En L997 , Pierre Nora explicaba enLe Dbat que una obra as, anacrnica e inspiiada en unaideologa de otra poca, nunca sera rentable para un editor(Io quJ rnotivaba la decisin de rechazarlo err su coleccinde Caltirnard').3 Dicho pronstico, rpidarnente desrnentidopor eI xito del libro, supona un prejuicio ideolgico: laLxistencia de ...na sintona perfecta entre la sensibilidad delos lectores y Ia recepcin entusiasta que los rnedios de co-rnunicacin reservaron para El pasado de una ilusin' deFrangois Furet (L995), y Et libro negro del conzunisrno (1997).casi 15 aos despus de su publicacin, ei libro de Hobs-bawrn rnerece ser reledo a la iuz de su obra, enri.quecidapor Llna irnportante autobiografia y algunas selecciones deLr"^yo.. Tarnbin cabe ponerlo en relacin corr otras histo-rias del siglo xx, orientadas por rntodos y rniradas distin-tos, publicadas en eI transcurso de estos Itirnos aos'

    Ua rerRALoGfA

    La Historia del siglo Sor es el ltirno volurnen de una tetralo-ga. Viene despus de tres obras dedicadas a Ia historia del,iglo ,r, publicadas entre 1962 y 1987. EI prirner libro ana-liia Ios carnbios sociales y polticos que acornpaaron Iatransicin del Antiguo Rgirnen a Ia Europa burguesa (zaera de la retolucin, 1789-1848). El segundo reconstruye el

    316-3 18 [trad. esp.: "La izquierda vencida: Eric Hobsbawnt", en spectrunt.De ta deicha a l izquierda en el ntundo de las ideas, trad. de Cristina PiaAldao, Madrid, Akal, 2008, pp.297-34Of'

    3 Vase pierre Nora, .,trduire: ncessit et difficults", en I- Dbat,nrrr. 93, 1997, p.94.

    FIN DE SIGLO

    auge'del capitalisrno industrial y la consolidacin de la.bur-guesa corno clase dorninante (La era del capital, lB48-1875). El tercero estudia el advenimiento del irnperialisrnoy concluye con la aparicin de las contradicciones que frac-turaron el "concierto europeo", creando las prernisas de suestallido (La era del irnperio, 1875-191+.+ Hobsbavurn nolnaba planeado estas obras; rns bien surgieron a 1o largodel tiernpo, por errcargo de srs editores y por el estrnuloque le proporcionaba la evolucin de sus investigaciones.En el f,ondo, su trayectoria historiogrfica es la de un espe-cialista del siglo xrx. En 1952, fund con Edward P. Thornp-son y Christopher HiII Ia revista Past and Present, tentativade sntesis errtre el rnarxisrno y la escuela de Annales. Sededic a estudiar la historia social de las clases trabajado-ras y las revueltas campesinas en Ia poca de la RevolucinIndustrial: eI rnarxismo y Ia forrnacin del rnovimientoobrero ocupaban el centro de sus interess. La elaboracinde estos trabajos pioneros fue acornpaada por slrs grandessntesis histricas. De factura rns clsica y escritos en urrestilo accesible para eI gran pblico, Ios libros de su tetralo-ga no construyen nuevos objetos de investigacin ni alte-ran los enfoques historiogrficos tradicionales. Bosquejanun arnplio fresco del siglo xrx que, en la larga duracin,ha luz sobre las fuerzas sociales. Dicho de otro rnodo,existe una distancia entre, por un lado, el historiador de los

    ' a Eric Flobsbawrn, L're des rvolutions 1798-1848 L196Zl, Paris, Ha-, chette-Plunel, 2OO2 [trad. esp.: Las revoluciones burgue.ss, trad. de Felipe

    Xirnenez de Sandoval, 2 vols., Madrid, Guadarrarna, 1974; reed.: La era dela revolucitt, t79B-1848, Buenos Aires, Crtica, 1.997f; L'Ere du capital1848-1875 11975f, Pars,Elachette-Pluriel,2OO2 ftrad.esp.:I-aerad.elcapi-talisnto, trad. de A. Garca Fluix y Carlo A. Caranci, 2 vols., Madrid, Gua-dan-arna, 1977; reed.: La era del capital, 1848-t 875, Buenos Aires, Crtica,

    . .19981; L',re des entpires 1875-1914 tl9871, Pars, Hachette-pluriel, 1999-.--t!rd. esp.:Laeradelintperio, 1875-lgl4,trad.deJuanFaciLacasta,Barce-lona, Labot 1989; reed. enBuenos Aires, Crtica, 19981.Ii,i

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  • 38 LA HISTORTA COMO CAMPO DE BATALLAIuditas y d.e la resistencia carnpesina a los enclostLres [cerca-d"os] de los carnpos ingleses y, por otro }ado, el de las gran-des sntesis sobre las "revolgciones burguesas" y eI adveni-rniento d.el capitalisrno industrial. Esta distancia no sersalvada por el Itirno volrrl].en de su tetraloga, prisionerode una tendencia que I siernpre ha reprochado a la histo-riografa trad.icional del rnovirniento obrero: rnirar la histo-ria "d"esd.e arriba", sin preocuparse por Io que pensaba lagerrte cornn, los actores de "abajo"'s

    Hobsbawrn concibi eI proyecto de r.rna historia del si-glo xx inrnediatamente despus de la cada del rnuro deBerln. Fure uno de los prirneros en interpretar este aconte-cirniento como.el signo de una transforrnacin que no slopona fin a Ia Guerra Fra, sino que, en un'a escala rrrayor'clausuraba un siglo. Naca etonces Ia idea de un.siglo xx"corto", enrnarcado por dos rnornentos crciales de la histo-ria europea

    -la Gran Guerra y eI desrnoronarniento del so-cialisrno real- y opuesto a un siglo xrx "Iargo" que iba de laRevolucin Francesa a las trincheras de 1914. Si Ia guerrafue Ia verdadera rrtatriz del siglo xx, Ia revolucin boichevi-que y eI cornunismo fi-reron los que Ie dieron un perfil espe-cfico. Hobsbawrn Io sita por corfrpleto bajo el signo de oc-tubre; y justarnente el final de la trayectoria de Ia URSS, aIcabo de un largo declive, firrna su cukninacin'

    Nacido en Alejandra en 191'7 de padre ingls y rnadreaustraca, {obsbawrn se defi.ne colr}o eI descendiente de losdos pilares de la Europa del siglo xrx: el Irnperio britnico yIa Austria de los Habsburgo. En Berln, en L932, con 15aos, se hizo cornunista. No cuestion esta eleccin en ei

    s Vase, por ejernplo, Eric Hobsb awn-t, wods of ltbour. Further studiesin the Histoty of-I.abour, cap. 1: ..Labor Historly and Ideology,, |19747, Lon-dres, Weidenf"ia . Nicolson, 1984 [trad. esp.: "Elistoria de la clase obrera eideologa", en Estudios sobre la fonnacin y evolucin de la clase obt"era,trad. de Jordi Beltrn, Barcelona, Crtica, 19871'

    FIN DE, SIGLO

    transcLlrso de las dcadas sigr-rientes durante las cuales estu-di y, Iuego, ense en las rnejores univer-sidades britnicas.El sigio xx ha sido su vida y admite, con total honestidad, sudificultad para disociar la historia de la autobiografa.Opuesto a urra ilusoria neutralidad axiolgica, afirrna clara-mente, desde las prirneras pginas de su libro, su condicinde "espectador corrprometido": "No parece probable quequien haya vivido durante este siglo extraordinario puedaabstenerse de expresar un juicio. La dificultad estriba encornPrendel'.6

    El irnpacto de Historia del siglo xx ha sido tanto rnsfi-rerte en la rnedida en que, al acabar su tetraloga, Ilobs-bawrn ratificaba un carnbio ocun:ido en nuestra percepcindel pasado. Proceda a la puesta en historia de una pocaque, considerada hasta. entonces corno un preserrte vivid.o,era ahora aprehendida corno pasada y clausurada, en unapalabra, corno /tistoria. La Guerra Fra abandonaba Ias cr-nicas de la actr-ralidad para volverse eI objeto de un relatohistrico qr-re la inscriba erl una secuencia rns arnplia, re-montndose hasta 1974. La idea de urn siglo xx "corto,' en-tr en la esfera pirblica, despus, en el sentido cornn.

    La visin de un siglo xrx "largo" no e. nlleva. En Lagran transfonnacin (1944),I(arl polanyi ya haba esbozadoeI perfii de una "paz de cien aos" qrr" se extenda del Con-greso de Viena

    -al cabo de las guerras napolenicas- alatentado de sarajevo en 1974.7 El siglo xrx, constr-uido so-bre un equiiibrio internacional entre las grandes potenciasy con Metternich corno arquitecto, haba asistido a la eclo-sin de instituciones liberales, al desarrollo de un enorrrre

    Eric Hobsb aw:m, L'ge des extrrnes, op. cit., p. 24.7 Karl Polanyi, The Great Transforntation. r'he political and. EconornicOrigirts of Our lnte, Beston, Beacon press, 1957, cap. 1 [trad. esp.: La grantransfonnacin, trad. de Eduardo L. Surez v Ricar-dt Rubio, Bunos Aires,Fondo de Cultura Econmica, 2OO7).

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  • 40 LA HISTOzuA COMO CAMPO DE BATALLA

    crecirniento econrnico fundado en la construccin de losrnercados nacionales y consolidado por Ia adopcin del pa-trn oro (gotd standard). Por su parte, Arno J' Mayer habacalificado .t .iglo xrx corno edad de Ia "persistencia del .A'nti-guo Rgirn.tt". Ert el plano econrnico, Ia br'rrguesa ya era laclase dorninant", p"t su rnentalidad y su estilo de vida reve-laban su carcier subalterno respecto de rnodelos aristocrti-cos que

    -a excepcin de algunos raros regrnenes republica-nos, Lntre los que estaba Francia despus de la dcada de1870- seguan siendo prernoderrt'os' En 1914' una segundaGuerra de Treinta Aos pona fin a la tgol^^-t-"3ular de esteAntigrroRgirnenenrernisincondicional.8}Iobsbawrnpa-r"."l.b"r llegado a conclusiones parecidas' En el prirner vo-}urnendestrtetraloga,d'efinealagranburgtresaindr-rstrialyfinanciera corno la "clas" dorninante' de Ia Europa del siglo xrx'eLrrego, en el segundo, rnatiz;a sa anlisis destacando qLre' enIa rnyora d.e is pases, la burguesa no ejerca el poder pol-tico, iino so1.rr-rerrt" una "hegemorta" social, ya que el capi-talisrno era reconocido desde entonces colno la forrna insus-tituible del desa.rrollo econrnico.lo Esta distancia entre l.nadorninacin social burguesa y un poder poltico aristocrtico,qLre se rnenciona sin jarns explicarla en profundidad' sinuda sigue siendo -co,,,o 1o han observado algunos crticos-eI principal lrnite de los tres prirneros volrnenes de su frescohistorico.ll EI hiato inexplorado entre hegernona social bur-guesa y "persistencia" del Antiguo Rgirnen pone tarntjin en

    8 Ar-no J. Maye4 ltt Persstance de l'Ancien Rginte.-L'Europe de t 848 tt laGrande Guerre, Pars, Flarnrrrarion, 1983 [trad. esp.: La persistencia del Att-tiguo Rgnen, Madtid, Aliarlza, 19841'

    e Eri; Ilobsbawm, The Age of Revolution 1789-1848, Londres, Vintage,1996, p. 1'4O.

    ro foric Hobsbawm, The Age of Capital 1848-1875, Londres, Vintage,1996, p.291.ll vase P.erry Anderson, "The Vanquished Left: Eric lIobsbawrn", op'cir., pp. 296 Y 297.

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    cuestin una concepcin rnarxista tradicional de las "revolu-ciones'burguesas" (1789-1848), cuya crtica rns fecundaser desan'ollada por otros investigadores. I 2

    El "Iargo siglo xtx" pintado por Hobsbawrn es el teatrode una transforrnacin del rnundo, de la qrg Europa, gra-cias aI allge del irnperialisrno, fue a la vez centro,y 'rnotor.Todas las corrientes polticas-se identificaban con su rnisincivilizador, encarnada por ttrra raza y Llna cultura "srlpe-riores". El siglo de las vas frreas y de las fbricas indus-triales, de las grandes ciudades y de los tranvas, de las an'r-e-tralladoras y de Ias estadsticas, del periodisrno y de lasfinanzas, de la fotografa y del cine, del telgrafo y de laelectricidad, de la alfabetizacirt y del colonialisrno estuvodorninado por Ia idea de progreso. ste era concebido a lavez corrro un rnovirniento rnoral y rnaterial, ilustrado porlas conquistas de la ciencia, eI aurnento incesante de la pro-duccin y el desarrollo de los ferrocarriles, que conectabantodas las grandes rnetrpolis as corrlo tarnbin los dos rnr-genes de Estados Unidos. El progreso se volvi Lrrla creen-ci inquebrantable, qlre ya no se inscriba en las potenciali-dades delarazn, sino en las fuerzas objetiras e irresistiblesde la sociedad. Las pginas rns potentes de Historia del si-glo xx son las del prirner captulo, en las que }lobsbawrndescribe el cornienzo del siglo xx en un clirna apocalpticoque literaknente acab con todas las certezas d.e una era arr-terior de paz y prosperidad. EI nuevo siglo ernpez corrrouna "era de la catstrofe" (1914-1945) enrnarcada por dosguerras totales destructoras y crirninales: tres dcadas du-rante las cuales Europa asisti al derrurnbe de su economa

    12 No hago alusin a Frangois Furet, Penser la Rvolution frangaise, Pa-rs, Gallirrrard, l97B [trad. esp.: Pensar la Revolucirt Francesa, trad. de Ar-turo R. Firpo, Barcelona, Petrel, l980l, del que hablaremos en el captulosiguiente, sino rns bien a Ellen Meiksins-Wood, The Origins of Capitalisrn.A Longer View, Londres, Verso, 2OO2, pp. 118-121.

    FIN DE SIGLO

  • 42 LA HISTORIA COMO CAMPO DE BATALLA

    y de sus instituciones polticas' Desafi'ado por Ia revolucintolchevique, el capitalisrno pareca haber pasado su rno-rnento, rnientras qL" 1u., instituciones liberales asornabancorno los vestigioi d"e una edad pretrita y se descompo-nart, a veces sin oponer la menor resistencia' ante el desa-rrollo de los fascisrnos y d.e las dictaduras rnilitares en Ita-Iia, Alernania, Austria, Portrrgal, Espaa y en varios pasesde Europa central. EI progreso se'revel ilusorio y Europadej de set eI centro del rnundo' La Sociedad de Naciones'sll ntlevo gerente, perrnaneca inrnvil e irnpotente' Encoffrparacin con

    ".t.. tres dcadas de cataclisrnos' las de

    Ia posguerra -Ia "ed.ad de oro" (1'945-1973) y Ia "debacle"

    OglZ-1gg1)- parecen dos rnornentos distintos de una sola yrnisrnapocaqtrecoincideconlahistoriadelaGuerraFra.La "edad de oro" fue Ia de los Treinta Gloriosos' con Ia d'ifu-sind.elfordisrno,IaarnpliacindelconsL}Inodernasasyeladvenirniento de una prosperidad generalizada y aparente-rnente inagotable. La i,d"b.cle" (tandslide) cornenz con Iacrisis dei pLtrOleo de 1973, que puso fin aI boorn econrnicoy r" p.olg con una onda expansiva recesiva' AI Este' ellase amrnci con la grrerra d'e Afganistn (1978)' que inici lacrisis del sisterna sovitico, al que acornpa hasta su des-cornposicin. La ..debacle,, sigui a Ia descolonizacin -en-tre la ind.ependencia de India (1947) y la guerra de Vietnarn(1960-1975)-, d.urante Ia cual el desarrollo de los rnovirnien-tos de liberacin nacional y de revoluciones antiirnperialis-tas se rnezcl con eI conflicto entre las grandes potencias'

    EuRoceNrRrsMo

    La periodzacin propuesta por Hobsbawrn da fuerza a sutetialoga y, al misrno tiernpo, rrrarca sus lrnites. S, volrr-rnen dedicado a las "revoluciones burgrresas" -el rns anti-grlo- es inevitablernente el rns fechado' A lo largo de estos

    FIN DE SIGLO 43ltimos aos, varios historiadores han criticado sr. interpre-tacin de una doble revolucin, a la vez econrnica y pol-tica; la Revolucin Industrial inglesa que transforrna el ca-pitalisrno y la R.evolucin Francesa que, despus de lasgrlerr:as napolenicas, acaba con eI Antiguo Rgirnen en Eu-ropa continental (con excepcin del knperio de los zares).l?

    Segn Christopher Bayiy y Jrgen Osterharnrnel, es ne-cesario relativizar esta tesis. Ei siglo xrx fue indiscutible-mente una poca de rnodernizacin, pero este proceso nofue ni rpido ni hornogneo. La Revolucin Industrialafect, en t1n principio, slo a Inglaterray a Blgica. Tantoen Europa corno en Estados Unidos, Ia industria cornenz adorninar Ia econorna recin a partir de la dcada de 188O, yen varios pases de rnanera rnuy incornpleta. Por 1o tanto,sera falso proyectar sobre todo eI siglo la irnagen de unamodernidad que slo se irnpuso hacia el fi.nal, o interpretarsus conflictos polticos y sus revoluciones corno el productode las contradicciones de la sociedad industrial. La Europadei siglo xrx segua siendo, en su conjunto, rrrral. En el planbpoltico, elfin del absolutismo no dio paso a Estados rnoder-nos fundados sobre Ia base de constituciones liberales, dota-das de instituciones representativas y bien instaladas en so-ciedades dorninadas por Ia burguesa industrial y financiera.Dicho de otro rnodo, el siglo xrx no vio el desarrollo del Es-tado burgus. F:ue rns bien un lugar de experirnentacin deforrnas hbridas entre una burguesa ascendente (pero nodorninante) y una aristocracia que trataba de adaptarse a IanLreva situacin y que perduraba en eI corazn de un Anti-guo Rgirnen "persistente".la La aristocracia segua siendo

    13 Vanse especialmente Christopher Bayly, La Naissance du ruortde nto-dente (1780-1914), Pars, Les ditions de l'Atelier y Le Monde Diplornati-que, 2006, pp. l4 y 15 [trad. esp.: E/ nacintiento del rnundo m.oderno, 1780-1914, l{adnd, Siglo xxr, 2O1Ol; Jrgen Osterharnmel, Die Venandlung derWelt. Eine Geschichte des 19. Jahrhunderts, Mnich, C. H. Beck, 2009,p.776.

    1a Arno J. Mayeq La Persistance de I'Ancien Rgirne, op. cit.

  • 44 LA HISTORIA COMO CAMPO DE BATALLA

    un rnodelo para las nuevas elites sociales y econrnicas, queentablaban con ella relaciones sirnbiticas. El trrnino "btlr-gus,, designaba de rnanera bastante indefinida a personas"respetables"

    -"qllienes usan gttantes"-,15 rnucho rns que auna clase de ernprendedores capitalislas. Por consiguiente,todos los miernbros de profesiones liberales eran "burgge-ses". Osterharnrnel describe el "otoo dorado"l de la aristo-cracia (entre las dos olas destructoras de 1789 y 1917) y Baylyevoca los "ltirnos das de verano" de los propietarios de es-clavoslT durante la prirnera rnitad de un siglo rnarcado por Iaabolicin de la esclavitud. El liberalisrno salido de esta sn-tesis entre aristocracia en declive y burguesa en ascerrso te-rna o, para decirlo rnejol odiaba a Ia dernocracia, en la quevea una forrna d.e anarqua y de "dorninacin de las rnasas".Esta percepcin era corrlpartida por un positivista y tericode la raza corrro Ggstave Le Bon, para qgien Ia "era de lasrnsas" (Ia dernocracia) anunciaba Ia decadencia de la civili-zacirt, y por un poltico liberal conservador britnico colnoAlfted MiIneE citado por }lobsbawrn ert La era del irnperio,para quien el Parlarnento ingls no era rns que Ia "chusrnade Westrninster".ls Lejos de surgir como el cornplernento rra-tural del liberalisrno y del rnercado, segn un clich tan falsocorno extendido, la dernocr:acia ser el resultado de rns deun siglo de luchas, errtre las revolgciones del siglo xvrl y lasd.el siglo xx. Las instituciones representativas del siglo xrxapuntaban a Io que Dornenico Losurdo calific de Herren-volk dernocracyi una "dernocracia del pueblo de los seores"estrictarnente delirnitada por fronteras de clase, gnero yraza, que exclufa del sufragio a las capas trabajadoras, a las

    rs Jrgen Osterharnrn el, DieVerwandlung derWelt, op. cit.,p. 1085't6 lbid., p. 1O71.r7 christopher Bayly, La Naissance du wtonde ntoderne (1780-1914), op.

    cit., p. 454.ri Eric Hobsbawrn, The Age of Ernpire 1875-1914, Londres, Vintage,

    1989, p.97.

    FIN DE SIGLO . 45mujeres y a los "indgenas" del rnundo colonial.le Dicho deotro rnodo, las elecciones eran un asunto de-propietarios,varones Y blancos.

    En eI prirner torno de su tetraloga, Flobsbawrn apenasevoca las guerras de liberacin en la Arnrica Latina de la d-cada de 1820, rnientras que en los siguientes describe la.gue-rra civil estadounidense pero se detiene slo superficiaknenteen la revuelta de los taiping, el rnayr rnovirniento social delsiglo xrx que pertu.rb profundamente la China entre 1851 ytlO+.'o Si bien las revoluciones rrrarcarorr con su sello eI si-glo xu

  • 46 LA HISTORIA COMO CAMPO DE BATALLArnitad del siglo. Super a la prirnera en arnplitud, pero noposea ni la unidad espacial ni la unidad poltica del Atln-tico revolucionario.22 Sus diferentes rnornentos

    -las revoru-ciones europeas de 1848, la insurreccin de los taiping en laChina irnperial (1850-1864),la rebelin de los sepoys contra elcolonialisrno britnico en India (1857) y la guerra civil esta-dorrnidense ( 1 8 6 1 - 1 8 67 )- perrrranecieron desconectados, sinarticularse nunca en un proceso unitario. La sincronizactrtde estas revoluciones no se deriv de ningrn encadenarnientopoltico entre Europa, Asia y Arnrica, y ios rnornientos quelas inspiraban no preserrtaban rnuchas afr.nidades. Entre Iostaiping (opuestos a la dinasta Qing en nornbre de un sincre-tisrno singular que rnezclaba confticianisrno y protestantisrnoevanglico) y ios sepoys (insurrectos contra el colonialisrnoen nornbre de Ia rndia precolonial), haba irnportantes dife-rencias. Por ltirno, la tercera ola fue la de Ias revolucioneseuroasiticas que precedieron a la Gran Guerra: eI prirnerlevantarniento contra eI knperio zarsta en Rusia (19O5), larevolucin constitucional en Irn ( 1905 -1911,), la revolucinde los Jvenes Turcos en eI seno del knperio otornano (190g)y el rnovirniento que, aI cabo de un siglo de declive, puso fina la dinasta Qing y dio nacirniento a la Repblica china deSun Yat-sen (1911). Con excepcin de Rusia, se trataba derupturas "desde arriba", a rnenudo irnpulsadas por elites in-telectuales y rnilitares a Ia rnanera del Risorgirnento italiano(Cavour) o de la restauracin Meiji en Japn (1868), dos rno-virnientos a los que Frobsbawrn no concede el estatr-rs de "re-voltrciones burgu.es as" .23

    En sntesis, Ia periodizacin propuesta por Flobsbawrnen sLl tetraloga queda presa de un horizonte eurocntrico, o

    22 Jrgen Osterharnrrrel, Die Venandlung der Weh, op. cit., p. 777.23 sobre la cornparacin entre el Risorgirnento y la restauracin Meiji,vase Eric Elobsbawm, The Age of Capitat, op. cit., pp. 106_108 y 149_151.vase tarnbiir Jrgen osterhamrnel , Die verwantdlung der wett, op . cit., p. 7 54.

    FIN DE SIGLO

    a1 menos occidentalocntrico. Al adoptar la perspectiva deuna histora global, osterharnrnel se niega a fijar fronterascronolgicas rgidas para definir unas pocas cuya unidadestaba fundada en estructuras ternporales abiertas. La no-cin de "rargo" siglo xn<

    -entre la Revolucin Estadounidensey la Gran Guerra- slo es vlida a posteriori para el rnundooccidental y sobre todo para Europa.2a con algunos ajustes,podra adaptarse al rrnperio otornano, entre la invasin. deBonaparte en Egipto (1798) y su desmernbramiento a travsdel Tratado de Svres (1920), pero no encuentra rnucha co-rrespondencia en otra parte. En Estad.os unidos, el siglo xrxcomenz con la independencia, en 1776, y acab con la gure-rra civil en la dcada de 186o. En Arnrica Latina, se inicicon las luchas independentistas de la dcad, de 1g2o y pro-sigui hasta la crisis de 7929. Japn conoci otro ciclo, entrela restauracin Meiji (1853-18s) y ra derrora de 1945. Eslegtirno considerar 1789 o 19'J,4 corno mornentos cmcialesparala historia de frica? El congreso de Berln (1gg4) y losaos de la descolonizacin (19o) seran, con totar seguri-dad, divisiones rns pertinentes. Vistas desde Asia, las gran_des rupturas del siglo xx

    -la independencia de India (1.947),la Revolucin china (1949), ra gurerra de corea (1950-19s3),Ia guerra de Vietnarn (19O-1975)_ no coinciden forzosa_mente con las de la historia europe a. LaRevolucin china de1949 transform profundarnente las estructuras sociales ylas condiciones de vida d.e una porcin de Ia hurnanidad rnu-cho rns vasta que Europa, pero las dcadas comprendidasentre 1945 y 1973

    -rnarcadas por Ia guerra civil, el ..Gran-salto adelante" y la Revoiucin curturar- no fueron una"edad de oro" para los habitantes de ese inrnenso pas. Du_rante el rnisrro perodo, los vietnarnitas y ios ..rrrboyanospadecieron bornbardeos rns seg,idos que ros qrr" a"..t.-

    2a Jrgen Osterharnmel, Die Venuand.lung d.er Welt, op. cit.,p. 12g5.

    47

  • 48 LA HISTORIA COMO CAMPO DE BATALLA

    ron a Europa durante la Segunda Guerra Mundial, Ios co=reanos conocieron las angustias de una glterra civil y dosdictaduras rnilitares, rnientras que los indonesios sufrieronun golpe de Estado anticornunista de dirnensiones liter"al-rnente exterrninadoras (5O0 mil vctimas). Slo Japn viviuna poca de libertad y de prosperidad cornparable a Ia"edad de oro" del rnundo occidental. En cu.anto a ArnricaLatina, ciertarnente sufri eI irnpacto de 1789

    -ToussaintLouverture y Sirnn Bolvar fueron sus hijos en el conti-nente-, pero perrnaneci al rnargen de las guerras rmrndia-les del siglo xx. Conoci dos grandes revoluciones

    -en M-xico (191O-1,917) y en Cuba (1959)- y su era de la catstrofese sita rns bien entre el cornienzo de los aos setenta y eIfinal de los aos ochenta, cuando el continente estaba dorni-nado por dictaduras rnilitares sanguinarias, ya rro populistasy desarrollistas, sino neoliberales y teriblemente represivas.

    Ar-rnque recttse cualquier actitud condescendiente y et-nocntrica respecto de los pases "atrasados y pobres", Hobs-bawrn postula su situacin subalterrla corrlo urra perogru-llada qtle evoca por morrrentos la tesis clsica de Engels (deorigen hegeliano) sobre los "pueblos sin historia".2s Segn suvisin, estos pases han conocido una dinrnica "derivada,no original". Su historia se reducira esenciaknente a las ten-tativas de sus elites "de irnitar el rnodelo del que Occidentefue pionero", es decir; el desarrollo industrial y tcnico-cien-tfico, "en Ia variante capitalista o socialista".26 Del rnisrnornodo, Hobsbawrn parece justificar eI culto a la personalidadinstaurado por Stalin en la uRSs, al considerar que se adap-taba bien a una poblacin carnpesina, crlya rnentalidad se

    25 Lo que es rns bien paradjico a la luz de su obra; vase Eric Hobs-bawrn, "All Peoples }Iave a Historlr" [1983], en On History, Londres, Wei-denfeld & Nicolson, 1997, pp. 17 l-177 [trad. esp.: "Todos los pueblos tienenhistoria", en Sobre la historia, trad. de Jordi Beltrn y Josefina Ruiz, Barce-Iona, Crtica,, 1998, pp. 17 6-lBZf .

    26 Eric Ilobsbawrn, L'Age des extrrnes, op. cit., p. 266.

    FIN DE SIGLO 49corresponda con la de las plebes occidentales del siglo xr.27En estos pasajes, relativiza de un rnodo considerable el al-caLce de las revoluciones coloniales, que describe corrlo r-Lrp-turas efrneras y lirnitadas. I-a era del capital se iniciaba conIa constatacin del destino trgico de los colonizados del si-glo xrx, que se debatan entre "una resistencia destinada alfracaso", porque estaba orientada -hacia el pasado, 5r Lrrr?.aceptacin del irnperialisrno en la perspectiva de cornbatirloen el futuro, luego de haber asirnilado sus conquistas rnoder-nas.28 Ert Ilistoria del siglo xx, constata que las elites surgidasde la descolonizacirt se sirvieron fi.naknente de la rnoderni-dad con eI objetivo de adoptar "sisternas polticos derivadosde los de sus arrlos irnperiales o de sus conquistadores".2e

    Hobsbawrn reconoce que "la descolonizacin y las revo-Iuciones transforrnaron drsticarnente el rnapa poltico delglobo",so pero su argllrnentacin no parece captar en la re-vuelta de los pueblos colonizados y srl transforrnacin enasunto poltico de la escena rnundial un aspecto central de lahistoria del siglo xx. Dicha constatacin reenva ala distan-caya sealada entre dos Hobsbawrn: por un lado, el histo-riador social que se interesa por "los de abajo" restituyendosr-ls voces y, por otro lado, eI autor de ias grandes sntesishistricas en las que las clases subalternas se convierten enuna rl-rasa annirna. El autor de La era del capital e llistoriadel siglo xx es, no obstante, eI rnisrno que escrib Rebeldesprirnitivos (1959) y Bandidos (199), para quien la adquisi-cin de una conciencia poltica en los carnpesinos del rnundocolonial "ha hecho de nuestro siglo el rns revolucionario dela historia".3l Los representantes de los Subaltern Studies,

    27 lbid., p. 504.28 Eric Hobsbawrn, The Age of Capital, op. cit., p. 4.2e Eric Hobsbawrn, L'ge des extrtrtes, op. cit., p. 452.30 lbid., p. 45O.3r Eric }lobsbawm, Prirnitive Rebels, Studies in Archaic Forms of Social

    Moyernent in the 19th and 20th Centuries, Nueva york, Norton, 1959, p. 3

  • 50 LA HISTORIA COMO CAMPO DE BATALLA

    sobre todo Ranajit Guha, han reprochado a sl-r. colega brit-nico el consid.erar las luchas carrlpesinas conlo esencial-rnente ..prepolticas" a causa de su carcter "irnprovisado,arcaico y espontneo", y de ser incapaz de captar su dirnen-sin profunarnente poltica, aunque irreductible a los cdi-gos ideolgicos del rnundo occidental.32 Esta crtica valeciertarnente rns para st-r tetraloga qLle para sus estudios dehistoria social. Segn Edward Said, tal representacin de lassociedades no occidentales corno lugares de una historia"derivada, no original" es ttn "pttnto ciego" (blindspot) total-rnente sorprenderrte err un investigador que se ha distin-guido por haber criticado el eurocentrisrno de la historiogra-r. t.ai.ional y estudiado las "tradiciones inventadas".33

    En el fondo, llobsbawrrr nLrrrca se ha alejado reaknentede Ia posicin de Marx, que estigrnatizaba al irnperialisrnobritnico por slr carcter inhurnano y predadol pero se obs-tinaba en otorgarle una misin civilizadora en nornbre de Iadialctica histrica. F,rt La era del capital, Hobsbawrn dedica

    [trad. esp.: Rebeldes printitivos. Estudio sobre las forntas arcaicas de losntovintientos sociales en los siglos xtx y xx, trad. de Joaqun.Rornero Maura,Barcelona, Ariel, 19681; Eric Hobsbawrn, Les Bandits [1969], Pars, Zones,2O0g [trad. esp.: Bandidos, trad. de Dolores Folch y Joaquirn Sernpere, Bar-..lorr., Ariel, 19761. Vase al respecto Michael Lwy, "Du capitaine Swing Pancho Villa. Rsistances paysannes dans l'historiographie d'Eric Hobs-bawrn", enDiogne, nrn. 189, 2000.

    32 Ranajit curra, Elernentary Aspects of Peasant Insurgency in ColonialIndia, Cabridge, Har-vard University Press, 1983, pp. 5-13 ltrad. esp.: "As-pectos elementles de la insurgencia carrpesina en la India colonial", enL* uo"n, de la histotia y otros estudios subalternos, trad. de Gloria Cano,Barcelona, Crtica, ZOOi, pp.95-1121. Vase tarrbin Jackie Assayag, "'Surles chasses du terrrps'. Hisioire et anthropologie chez Eric J. Hobsbawrn",ert Revue d'histoire rnodenze et contenaporaine, nitrr.53-54 bis, 2006, p. l1o.

    33 Edward Said, ..contra Mundum", en Reflectiotts ott Exile, Londres,Granta, 2001, p. 481 [trad. esp.: Reflexiones sobre el exilio, trad. de RicardoGarca Prez, Barcelona, Debate, 20051. E,dward said hace alusin a EricHobsbawrrr y a Terence Ranger (eds.), L'Invention de la tradition, Pars, Ams-terdarrr, zoo6 [tr-ad. esp.: La-invencin de la tradicin, trad. de on-rar Rodr-guez, Barcelona, Crtica, 2OO27.

    FIN DE SIGLO

    un captulo a las vctirnas de Ia colonizacin ("Los perdedo-r:es") en eI que slrbraya el "optirnisrno" de Marx, pero delque ratifi.ca rns adelante su diagnstico fundarnental. Trasrecordar los sufrirnientos de ios colonizados, constata, errun torro arrlargo y resignado, que "todava no ha llegado elda" en el que stos plredan dar vuelta "Ias arrnas del pro=greso" corrtra sus opresores. De go1pe, su recuerdo de lossaqueos de Ia harnbmna en India, err la qrte {'se rnoran de amillones", o de otras inmrrnerables "catstrofes" de ia rnitaddel siglo xrx en eI conjunto del mundo colonial, aparecems corno un producto del retraso del rnundo extraeuropeoque corrlo Lrna consecuencia de la dorninacin irnperial.3a

    La escritura de la tetraloga de Hobsbawrn, escalonadaen casi 35 aos, entre fines de los aos cincuenta y rnedia-dos de los aos noventa, se inscribe en u.n horizonte tristo-riogrfico qr-re precede al poscolonialisrno. EI lazo ntirnoqLle urre las harnbrunas y las "catstrofes naturales" del si-glo xrx se ha convertido posteriorrnente en todo un terrenode trabajo historiogrfico. Al destacar que, a diferencia dela "paz de cien aos" irnpuesta en Europa por el Congresode Viena en 1B 14, eL sigio xrx no ha sido un "irtter?nezzotranquilo" en frica, Asia u Oceana, Osterharnrnel presentaeI rnundo extraeuropeo en Ia poca de ias conquistas colo-niales corrlo un sisterna de "anarqua regulada".3s Dicho deotro rnodo, se trataba de un espacio rernodelado por el irn-perialisrno

    -tanto en el plano econrnico corno rnilitar- ennornbre de un "liberalisrno internacional concebido en tr-rninos social-darwinistas y racistas" .36 La violencia difun-dida por dicha "anarqua regulada" no era eI resultado ex-clusivo de las arrrlas, rrruy por el contrario. Osterharnrnelreconoce que "Ia conquista colonial condujo por doqr.rier a

    3a Eric Hobsbawm, The Age of Capital, op. cit., pp. 116-134.3s Jrgen Osterharrrrnel, Die Verutandlung der Welt, op. cit., p. 735.36 lbid.

    51

  • 52 LA HISTOzuA COMO CAMPO DE BATALLAla desestabilizacin poltica, social y biolgica"s7 y provocinclrrso Lrn "nuevo tipo de ecologa de Ia enferrnedad (Krank-heitslcologie)". Cualquier historiado4 acepte o no generali-zar el uso del concepto de "genocidio", est de acuerdo enver en eI colonialisrno la causa esencial, directa o indirecta,de las "catstrofes naturales" qtle devastaron eI rnr.rndo ex-traeuropeo durante el siglo xrx. Segn Osterharnrnel y Ete-rnad, los desplazarnientos de poblaciones vinculadas con 1aconstruccin de vas frreas y embalses, la urbanizacirtrnasiva en rnalas condiciones higinicas, la propagacin dela rnalaria, Ia tuberculosis, la disentera, Ia vimela, que in-trodujeron Ios britnicos en Ia India colonial, es decis en elconjunto de Asia del Sur:, rnataron aI menos a 30 rnillones deseres hurnanos. La poblacin argelina disrninuy un terciodespus de la prirnera guerra colonial del general Bugeaud.En frica negra, entre 188O y 1920, el descenso de Ia pobla-cin fue bmtal, de un tercio a Ia rnitad, segn los pases. Aveces, los genocidios eran eI producto de una poltica deexterrninio planificada, corno ocurri con los hereros, so-rnetidos a la dorninacin alernana en Ia actual Narnibia;otras, de una explotacin dernoledora, corno en las planta-ciones de caucho del Congo belga, propiedad personal delrey Leopoldo II. IJnas ciftas sirnilares ataen a las poblacio-nes aborgenes de Australia, cuyos sobrevivientes ob-rvieronIa ciudadana recin en 7967. Resultara difcil discutir queeI enorrne pasivo dernogrfico de fri.. e India (no slo deTasrnania o Nueva Guinea), a 1o largo del siglo xrx, no seairnputable al colonialisrno.38 Tarnbin es tii recordar que IaItirna gran harnbn:na europea, la de Irlanda entre 1845 y1849 (un rnilln de rnuertos de una poblacin de 8,5 rnillo-

    37 Jrgen Osterharnrn el, Die Vet'uandlung der Welt, op. cit., pp. 1 95 y L9 6.38 Vase especiahnente Bouda Eternad, I-a- Possession du rnonde. Poids et

    Trxesures de la colonisation (xvttt-x* sicle), Brrrselas, Cornplexe, 2000, sobreel que se basa Osterharnrnel.

    FIN DE SIGLO 53nes), se produrjo en url contexto de dorninacin coloniai. Di-cho de otro rnodo, Iejos de ser una catstrofe "natural", lahambruna era un elernento de esa "anarqtta regulada", Llnasuerte de gubernantentalidad colonial (para recuperar el con-cepto foucaultiano sobre las polticas de control de los terri-torios y las poblaciones) a travs de Ia cual el irnperialisrnologr asentar su poder y vencer toda'resistencia.3e Es ciertoque esta historiogrfa data de los Itirnos veinte aos, peroHobsbawrn dispona, no obstante, de La gran trarlsforrzta-cin (1.944), donde Polanyi interpretaba las harnbrunas in-dias del siglo xrx corrro el producto conjunto de Ia liberaliza-cin del rnerc_ado del trigo y la destruccin por los britnicosde las cornunidades lugareas.ao

    La industrializacin profundiz Ia distancia entre Occi-dente y el resto del rnundo. Hobsbawrn subraya qLre, a finesdel sigio xv[r, Europa no era hegernnica en eI plano tecno-lgico ni tarnpoco en el plano poltico- La China irnperialpoda aparecer corno un continente extrao y extico a losojos de los viajeros occidentales, pero nadie la habra califi-cado de "inferior" o "atrasada". En la vspera de la GranGuerra, en carnbio, estos dos rnundos haban quedado se-parados por un abisrno irnpresionante. En 1913, el pro-ducto bruto interno de Occidente era siete veces rns altoque eI de los pases del tercer rnundo,al segn las estirnacio-nes de Hobsbawrn, quien se lirnita a constatar el Sondertileg[va especial] europeo, pero sin preguntarse por sus causas.Cuando se refiere a la superioridad tecnolgica de Europa-"un hecho innegable y triunfal"-,la ve corrro una eviden-cia. Ciertarnente, no adopta una postura apologtica corrloIa de David Landes, para qr-rien Ia dorninacin planetaria de

    3e Es la tesis defendida por Mike Das, Gnocides tropicaux. Catastt'ophesnaturelles et fannines coloniales ( 1870-1900), Pars, La Dcouverte, 2006.

    a0 I(arl Polanyi, The Great Trandorrnation, op. cit., pp. 158-160.al Eric Elobsbawrrr, The Age of Empire, op. cit., p. 15.

  • 54 LA HISTORIA COMO CAMPO DE BATALLA

    Europa se corresponda con un destino providencial.a2 Se-gn Osterharnrnel, la pregunta "por qu Europa?" est rnalplanteada y podra hacernos caer en una vieja trarnpa teleo-lgica.a3 A dos siglos de distancia de la Revolucin fndus-trial, Ia hegernona europea se ha revelado relativa y provi-soria, rnientras que las explicaciones culturalistas delretraso asitico han sido desrnentidas por el despegue eco-nrnico chino e indio de las tres ltirnas dcadas. Baylyplantea corno hiptesis que en Europa y en Estados Unidosla rnodernizacin fue el resultado de la articr-rlacin de dife-rentes elernentos. Prirnero, hubo un poderoso rnovirnientode apropiacin de las tierras y de "dornesticacin" de la na-turaleza (1a, conquista de los bosques, las estepas y las gran-des planicies), cuyo srnbolo sigue siendo la Frontera esta-dounidense. Siguieron las transformaciones generadas porIas "revoluciones industriosas"'44 luego, el desarrollo de unespacio pblico capaz de ejercer una vigilancia crtica sobreeI poder. Por Itirno, nn irnpulso nacionalista proyectadohacia la cornpetencia rnilitar y eI expansionisrno irnperial.

    a2 Vase David Land es, Richesse et pauvret des natiotts. Pourquoi d.esriches? Pourquoi des pauvres?, Pars, Albin Michel, 2000 ftrad. esp.: Ia ri-queza y la pobreTa de las naciones, trad. de Santiago Jord, Barcelona, Cr-tica, 1999f.

    a3 Jrgen OsterharrrneT, Die Veruandlung der Welt, op. cit., pp. 911-915.aa Vase Jean de Vries, "The Industrial Revolution and the Industrious

    Revolution", en fournal of Econowtic History, nrrr. 54, 1994, pp. 249-270.Esta nocin designa una transfonnacin de las economas dornsticas que,a lo largo del siglo xvrrr,"habra engendrado nuevas for-rnas de sociabilidad,nuevas necesidades de consurno y una racionalizacin del tierrpo cuya sa-tisfaccin irnplicaba la generalizacin de los bienes rrrercantiles. Por unlado, la exportacin de los buenos rnodales y de los placeres de la buenarrresa por fuera de las cortes aristocrticas, la especializacin rrranufactu-rera y la difusin de relojes rnodificaron las costurrrbres. Por otro lado, ladifusin de la prctica de la lectura y el desarrollo de 1o irnpreso crearonuna esfera pblica que se convertiria en terreno frtil del "republicanisrnocvico". Estos, son los pilares de la "revolucin industriosa" cuyas huellas,bajo diferentes'forrnas, seran localizables en la rrayor parte de Europa.

    FIN DE SIGLO

    Todo esto dio lugar a "una acurnulacin aleatoria de carac-, tersticas'qLle existan de forrna separada en las otras re-, giones del rnundo".4s Paradjicarnente, Europa sac pro-, vecho de su retraso histrico debido esenciaknente a sus

    guen:as intestinas de los siglos xvfi y xvIII. La Guerra de losTreinta Aos haba producido, con la Paz de Westfalia en1648, un sisterna regulado de relaciones errtre Estados so-

    - beranos, rnientras que Ia Guerra de lo-s Siete Aos habaconsagrado Ia hegernona continental del knperio brit-nico, sentando las bases de su expansionisrno en Asia y'Atrica. Esta sucesin de guefl:as fue ei origen de una revolu-cin rnilitar sin Ia cual el irnperialisrno europeo del siglo xrxno habra sido irnaginable. Bayly resurre esta transforrna-cin central relativa aLa potencia de las arrnas, los rnediosde transporte y cornunicacin, la logstica de las tropas ysu proteccin rndica, en una frase "brutal" pero exacta:"Los etlropeos se volvieron rpidarnente los rnejores desdeel rnornento en que se trataba de rnatar".a Segn su p-tica, esta superioridad rnilitar fue una de las principalesrazones de la "distancia creciente" que separaba a Europadel resto del rnundo.

    En una respLlesta a sus crticos, Hobsbawrn reconocieI enfoque eurocntrico de su libro, pero al rnisrno tiernpo

    '-admiti que su tentativa de "representar un siglo cornpli-cado" no era incornpatible con otras interpretaciones yotros recortes histricos.a7 No faltan los ejernplos en tal sen-tido. En 1994, Giovanni Arrighi pr,rblic El largo siglo xx,

    r'lina obra que, inspirada a lavez en Marx y en Braudel, pro-,pone urra nlreva periodizacin de Ia historia del capitalis-

    as Christopher Bayly, La Naissance d.u ntortde rnodente (1780-1914), op.cit., p. 84.

    a6 lbid., p.74.' a7 Eric Hobsbawm, "Conclusioni", en Silvio Pons (ed.), L'etd. degli

    strerni. Discutendo con Hobsbawrn del Secolo breve, Plotna. Carocci, 1998,p. 33.

    55

  • 56 LA HISTORIA COMO CAMPO DE BATALLA

    rno.48 Arrighi seala cuatro siglos "largos" qLre se extiendenen seiscientos aos y que se corresponden con diferentes "ci-clos sistrnicos de acurnulacin", amnqrre susceptibles de su-perponerse unos a otros: un siglo genovs (1340-163O); unsiglo holands (1560-1780), un siglo britnico QTaO-193O) y,por ltirno, rln siglo estadounidense (t87O-1990), Este l-tirno, que se inicia no bien acabada Ia guerra civil, alcanza sL1apogeo con la industrializacrr de}

    -i.[uevo Mundo y se desin-fla alrededor de los aos ochenta, cuando una econorna glo-balzzda y financiarizada reernplaza al fordisrrlo. SegnArrighi, hoy hernos entrado en urr siglo xxr "chino", es decilen Lrn nlrevo ciclo sistrnico de acurnulacin cuyo centro degravedad se sita progresivarnente en Extrerno Oriente.ae

    Por su parte, Michael Hardt y Toni Negri se encargan deteorizar sobre el advenirniento del "knperio": un nuevo sis-terna de poder sin centro territorial, cualitativarnente dife-rente de los antiguos irnperialsrnos fundados sobre eI expan-sionisrno de los Estados rns all de sus fronteras. Mientrasque el irnperialisrno clsico se enraizaba ert un capitalisrnofordista (la produccin industrial) y preconizaba forrnas dedorninacin de tipo disciplinario (la prisin, el carnpo,Ia t-brica), el knperio desarrolla redes de cornunicacin con:es-pondientes a una "sociedad de control", es decir, una forrnade "biopoder", en eI sentido foucaultiano, perfectarnentecornpatible con la ideologa de los derechos humanos y lasforrnas exteriores de la dernocracia representativa.so Falta sa-

    a8 Giovanni Arrighi, The Long Twentieth Century. Money, Powet5 and theOrigins of Our Tirtes, Londres, Verso, 1994 ltrad. esp.: El largo siglo xx.Dinero y poder en los orgenes de nuestra poca, trad. de Carlos Prieto delCarnpo, Madrid, Akal, 19991.

    ae Giovanni Arrtghi, Adarn Smith d Pkin. I*s prornesses de la voie chinoise,Pars, Max Milo, 2O09 ftrad. esp.: Adam Stnith en Pekn. Origenes y funda-mentos del siglo xxt, trad. de Juanrnari Madariaga, Madrid, Akal, 20071.

    so Michael $ardt y Toni Negri, Empire, Pars, Exils, 2000 [trad. esp.:Intperio, trad. de Alcira Nlida Bixio, Barcelona, Paids, 2OO2).

    FIN DE SIGLO

    ber si este "knperio" es Ltna tendencia o un sistema ya conso-[dado que habra convertido a los Estados nacionales en pie-ias de rnuseo. Varios autores parecen dudar al respecto y eIdebate gst lejos de zanjarse.sl La crisis del viejo sisternawestfaliano no ha dado al:uz urr nuevo orden geopoltico, ymucho rrrenos un "knperio" global. Las guert:as de las dosltimas dcadas han rnostrado que la'suprernaca rnilitar es-tadounidense no se traduce en hegemona y qt-re la bipolari-dad de la Guerra Fra ha cedido el terfno a un estado deanomia global. En su ltirna obra, Ilobsba.wrn vuelve a lahistoria de los irnperios para concluir que su poca ha que-dado defi.nitivarnente atrs. Estados Unidos dispone de unaf:uerza rnilitar aplastante, pero no est en condiciones de irn-poner sr-r dorninacin aI resto del planeta. No representa eI,fr.I"o de un ntlevo orden rnundial cornparable a la Pax Bri-tannica del siglo xtx, y hernos entrado en "Lrna for-rrra profun-danente inestable de desorden global tanto a escala interrra-Cional corno en el interior de los Estados".s2

    S.egin una perspectiva conternporrtea, el siglo xx po-.--.-., dra aparecer tarnbin corno un "siglo-rnundo". El historia-.i, dor italiano Marcello Flores fecha sr-r inicio en 1900, ao"'.' que marc simblicarrrente una triple transforrnacin. En'.. Vjena, Freud publicaba La interpretacin de los sueos, obra

    inaugural del psicoanlisis: en los albores del capitalisrno,,, ford'sta, eI rnundo burgus operaba un repliegue hacia surr::r;:: inlsioridad anIogo a la "ascesis intrarnundana" que, se-

    ::.:. gn Webe4 la Reforrna protestante haba puesto al servicio;!=,-,-1del capitalisrno naciente. En Sudfrica, de la Guerra de los

    5r Vanse, por ejernplo, Ellen Meiksins-Wood, Entpire of Capital, Lon-.', dres, Verso, 2003, p. 6 [trad. esp.: El intperio del capital, Matar, El Viejo

    Topo, 2OO4); Daniel Bensa'id, loge de la politique profane, Pars, Albin Mi-. chel, 2008, pp. 238-245 [trad. esp.: Elogio de la poltica profana, trad. de

    =:.Susana Rodrguez-Vida, Barcelona, Pennsula, 2OO9).-.=-.,,..

    s2 Eric Hobsbawrzt, Ott En4tire. Arnerica, Wa6 and Global Suprernacy,, . Nueva York, Pantheon Books, 2O08, p. 5.

    57

  • 58 LA HISTORIA COMO CAMPO DE, BATAILA

    Beres nacan las prirneras forrnas de carnpos de concen-tracin, con alarnbrados y barracas para Ia rech-rsin de ci-viles. Este dispositivo de organizacirt y de gestin de la vio-lencia proyectara su sombra sobre todo el siglo xx. EnChina, finalmente, Ia Revuelta de los Bxers fue reprirnidapor Ia prirnera intervencin internacional de las grandespotencias aliadas (Alernania, Gran Bretaa, Francia, Italia,Austria-Flungra, Rusia, Estados Unidos y Japn).53 Le se-guiran rnuchas otras expediciones (punitivas, "humanita-rias", "pacifi.cadoras", etc.). Segn Flores, el siglo xx es Iaera del occidentalisnto, que asiste a la extensin a escalaplanetaria del sisterna de valores, Ios cdigos culturales ylos rnodelos de vida occidentales.sa Desde este punto devista, el siglo xx no ha rnuerto, si bien hoy se enfrenta anuevos desafos.

    En un pasaje irnpactante de lfisbria del siglo xx, Hobs-barvrn declara que para el &Oo/o de la hurnanidad Ia EdadMedia se detr-rvo sbitarnente en los aos cincuenta.ss Desdeese rnonrento de inflexin, vivirnos en un mundo en el queel desarrollo de los rnedios de cornunicacin ha suprirnidolas distancias, la agricultura ya no es rns Ia ftiente principalde riqr-rezas y la rnayora de la poblacin vive actuaknenteen reas urbanas. Segrn afirrna, esto constituye una verda-dera revolucin que ha clausurado repentinarnente 1O rnilaos de historia: el ciclo abierto con la aparicin de Ia agri-cultura sedentaria.s6 Traduciendo esta obserwacin en tr-minos historiogrficos, significa que, si se elige la historiadel consurrro en lugar de la historia poltica corno lnea dedernarcacin fundarnental, el sigio xx podra tornar Llrra co-

    53 Marcello Flores, Il secolo-tttondo. Storia del Novecento, Bolonia, I1 Mu-lino, 20O2.

    s4 lbid., pp. 39-52.ss Eric }.{obsbawm , L'ge des extrentes , op . cit ., p. 3 8O.s6 lbid., p. 382; Eric Hobsbawrrt, Ort entpire, op. cit., p. 35.

    FIN DE SIGLO

    loracin rnuy diferente. Entre 1910 y 195O, las condicionesde vida de los europeos se rrrantuvieron sustanciafunenteigrrl.r. La gran rnayora de ellos viva en habitaciones quetenrn bao y gastaban Ia rnayor parte de sus ingresos enalimentarse. En 1,970, en carnbio, se haba vuelto norrnalvivir en una vivienda eqr-ripada con calefacciri central, tel-fono, heladera, Iavarropas y televisor, sin olvidar un cocheen eI gara;e (un elernento de confort presente en el destinocomn de los obreros de Ias fbricas Ford de Detroit a par-tir de Ios aos treinta).s7 En resurnen, otros recortes histri-cos son posibles. Esto no cuestiona Ia perspectiva elegidapor Hobsbawrn, pero s indica que su periodizacin rlotiene nada de norrnativo.

    CovruNrsvro

    Corno el hilo conductor que cruza Historia del siglo xx es Iatrayectoria del cornunisrno, su corrrparacin con El pasadode una ilusin (1995) es prcticarnente inevitable. Hobs-bawm nunca ha visto en FranEois Furet un gran historiado[a quien consideraba, en el fondo, corrro un epgono del con-servador AIfted Cobban. EI verdadero objetivo de Ia inter-pretacin liberal de 1789 siernpre ha sido t917. Furet lo ha-ba rnostrado en un panfleto de Llna rara violencia polrnica:Pensar la Revolwcin Francesa (197 8). Y su rltirno balancede Ia historia del cornunisrno no era para Hobsbawrn rns

    ,que un "producto tardo de Ia poca de la Guerra Fra" 's8 El

    57 Vase al respecto Victoria de Grazia, Irresistible Entpire- Anterica's Ad'vance througlt Twentieth-Century Europe, Canrbridge, Belknap Press, 2O05-

    s8 Eric Hobsbawrrr, "Histoire et illusion", en Le Dbat, nm. 89, 1996' p.138. Sobre Furet historiador de la Revolucin Francesa, vase Eric Hobs-bawrr Aux annzes, historiens. Deux sicles d'histoire de la Rvolution fi'an-gase, Pars, La Dcouverte, 2OO7 ftrad. esp.: Los ecos de la Marcellesa, ttad.de Boda Folch, Barcelona, Crtica, 20031.

    59

  • 60 LA HISTOzuA COMO CAMPO DE BATALLApasa.do de urta ilusin revela la altanera del vencedor; IaIfistoria del siglo xx est escrita, en carnbio, por un vencidoque no reniega de su cornbate. Contrariarnente a la opininde rnuchos cornentadores, la rnelancola, Iegado de un siglo debatallas perdidas, irnpregna las pginas de }lobsbarvrn, noas las de Furet. (Al igual que, salvando las distancias, Benja-rnin pudo entreverla en eI viejo Blanqui y no en Tocqueville.)Furet dedic su obra aI nacirniento, eI ascerrso y la cada delcornunisrno; }{obsbawrn estudi tarnbin la crisis y el rena-cirniento del capitalisrno. Tras el derl:mbe de la Europa li-beral en 1974, el capitalisrno tuvo qrre enfrentarse al desafode la rewolucin de Octubre y a Lrna crisis planetaria en1,929. Durante los aos de entreguerras, su fi_rturo parecarnuy incierto. I(eynes, el rns brillante y original de sus tera-peutas, lo consideraba histricarnente condenado y, sin em-bargo, el capitalisrrlo conoci una reactivacin espectaculardespus de 1945, hasta su vicforia en 199t.

    Al cornparar los libros de Furet y de Hobsbawrn, eI poli-tlogo noruego Torbjorn L. I(nutsen los resitra en dos es-tructuras nan:ativas clsicas: la cornediayla tragedia.se Arn-bos cuentan la rnisrna historia, con los rnisrnos actores, perola distribucin de los papeles y el tono del relato son sensi-blernente diferentes en cada caso. El pasado de una ilttsirtrespeta las reglas de Ia cornedia. Furet puso en escena lasdesventuras de una farnilia liberal que viva en total arrno-na, pero cLrya existencia se vio perturbada de repente poruna serie desafortunada de irnprevistos, malentendidos ydesgracias. Durante un instante, tod pareca estar en tela dejuicio. Aparecieron personajes malvados, bajo 1os rasgos deIfascista y el cornunista, que ejercieron urna influencia co-rruptora en jvenes aknas inocentes. Pero finaknente losrnalvados fi-r.eron desenrnascarados, y su seduccin totalita-

    se Torbjofn Knutsen, "Twentieth-Century Stories", ert lountal of peaceResearclz, nrn. '1, 2OO2, p. 1ZO.

    FIN DE SIGLO 61

    ria qued desacreditada. IJnavez disipado eI equvoco, todovolvi a estar en orden; Ia cornedia se acababa con tnhappyend tranquilizador. Lejos de indicar tln "destino providen-cial de Ia hurnanidad"

    -escribe Furet-, el fascisrno y eI co-munisrno no.han sido n-rs que "episodios cortos, enfirarca-dos por aquello que quisieron destruir": la dernocracialiberalo AI final de su libro, nos considera "condenados avir en eI rnundo en que vivirnos", el rnundo del capitalisrnoliberal, cuyas fronteras estn defi.nidas por "l.os derechoshurnanos y eI rnercado".61 Prcisarnente esta "condena"aparece a sus ojos corno un destino providencial y tie suobra de Lrna tonalidad apologtica y teleolgca alawez-

    Por su parte, Hobsbawrn escribi una tragedia. La espe-rartza libertaria sostenda por eI cornunisrno atraves el si-glo corno un rneteoro. Su objetivo no era la destruccin deIa dernocracia, sino Ia instauracin de ia igualdad, Ia inver-sin de la pirrnide social y que los eternos oprirnidos J ex-plotados tornaran eI destino en sLls rrranos. La revolucin deOctubre

    -un sueo que "vive an en rn", tal corno afirrnaen srl autobiografa-z transforrn Ia esperar,za libertaria en"utopa concreta". Esta esperanza, encarnada por eI Estadosovitico, conoci prirnero un acenso espectacular, al que lesigui un largo declive, cuando su fuerza propulsora seagot, hasta acabar con sr-l cada fi.nal. EI socialisrno sovi-tico fue espantoso, Hobsbawrn Io reconoce sin vacilacin,pero no haba otra alternativa. "La tragedia de la revolucinde Octubre

    -escribe- estriba precisarnente en que sIo pr-rdo

    o Frangois Furet, I-e Pass d'utte illusiot't- Essai sur l'ide conutuniste aux* sicle, Pars, Laffonty Calmann-Lry, 1995, p. 18 [trad. esp.: El pasadode una ilusitt. Ettsayo sobre la idea contunista en el siglo,rc(, trad. de MnicaUtrilla, Mxico, Fondo de Cultura Econrnica, 19951.

    6t lbid., p. 572.62 Eric Hobsbawm, Interestirtg Tintes. A Twentieth-Ce1'Ltut? Life, Lon.dtes,

    Allen Lane, 2OO2, p. 56 [trad. esp.: Tentpos 1teresal7tes. [Jna vida en el sigloxx, trad. de Juan Rabasseda-Gascn, Barcelona, Crtica, 2006).

  • 62 LA HISTORIA COMO CAMPO DE BATALLA

    dar lugar a este tipo de socialisrno, rudo, br-utal y dorninan-te."63 Es cierto que sLr fracaso estaba inscripto erl sLls prerni-SaS, pero esta constatacin no Io Convierte en Lrna aberra-cin histrica. Hobsbawrn rro corrlparte la opinin de Furet,para quien la revolucin de Octubre, a sernej arrza de la Re-volucin Francesa, no fue rns que un desacierto que biennos podrarnos haber ahorrado. El cornunisrno estaba IIa-mado aI fracaso, pero curnpli una funcin necesaria' TenaLrna vocacin de sacrifi.cio.

    EI resultado rns perdurable de Ia revolucin de octubre,cr-yo objetivo era acabar con el capitalismo a escala planeta-ria

    -escrib e ert Historia del siglo xx-, fue el de haber salvado asu enernigo acrrirno, tarLto en Ia guerra corno en la paz, aIproporcionarle eI incentivo

    -el ternor- para reformarse desdedentro aI terrninar la Segunda Guerra Mundial.6a

    Lo salv en Stalingrado, pagando eI precio rns elevado enIa resistencia contra el nazisrno. Luego, lo forz a transfor-rrrarse, pLres no es segtlro que sin el desafo que represen-taba la uRSS eI capitalisrno hubiera conocido eI New Deal ye1 Estado de bienestar, ni que el liberalisrno hubiera acep-tado finaknente el suftagio universal y la dernocracia (estaItirna no era en absoluto "idntica" al liberalisrno, ni en eIplano filosfico ni en el histrico, contrariarnente aI axiornade Furet). Pero la victoria de} capitalisrno no incita cierta-rnente aI optirnisrno; rns bien parece evocar aI ngel de Iahiitoria de Benjarnin, que Hobsbawrn cita aI pasaE aquelqlre ve el pasado corno una rnontaa de escornbros'

    Furet escribi una apologa presurnida del capitalisrnoIiberal; F{obsbawrrl, Llna apologa rnelancIica del corr}Ll-nisrno. Desde este punto de vista, los dos son discutibles- El

    3 Eric flobsbawrn , L'Age des extrmes , op . cit ., p. 642.6a lbid., p. 27.

    FIN DE SIGLO 63balance de Hobsbawrrr sobre el socialisrno real es, en variosaspectos, despiadado. Considera corno Lln grave error Iafundacin de ia Internacional Cornunista, en l-919, que divi-di al rnovirniento obrero internacional para siernpre.s Re-corroce tarnbin, a posteriori, Ia clarividencia del fiIsofomenchevique Plejnov, para quien, en Ia Rusia de los .zares,una revolucin cornurnista slo poda engendrar "un irnpe-rio chino teido de ro;o".oo Esboza Lrn retrato de Stalin rnsbien severo: "IJn autcrata de una ferocidad, una cnreldad yuna falta de escrpulos excepcionales o, a decir de algr-rnos,rnicas".7 Pero se apresttra en agregar qLle, en las condicio-nes de la unss de Ios aos veinte y treinta, ninguna polticade industrializacn y de rnodernizacin se habra podidoIlevar a cabo sin violencia ni coercin. El estalinisrno era,entonces, inevitable. Ei pueblo sovitico pag el precio deesto, pero acept a Stalin corrlo r-rn gua legtirno, a serne-jaruza de Churchill, que en 1940 obtena eI apoyo de los bri-tnicos prorrretindoles "sangre, sudor z lgrirna5".0s

    El estalinisrno fue el producto de un repliegr-re de la Re-volucin Rusa sobre s rnisrna, aislada tras la der-rota de lastentativas revolucionarias en Europa central, rodeada porun rnundo capitalista hostil y, sobre todo, enfrentada a laarerraz;anazi a partir de 1933. Hobsbawrn corrlpara el uni-versalisrno de la revolucin de Octubre con el de la Revolur-cin Francesa. Describe su influencia y su difusin corno Iaf:uerza rnagntica de una "religin secular" que le recuerdaal islarn de los orgenes, de los siglos vlr y vl[.6e Flobsbawn-tnunca ha sido Lrn creyente ingenuo o ciego de esta "religinseculal', sino ciertarnente un discpulo fiel; incluso cuando

    6s lbid., p. 103.66 lbid., p. 641.67 lbid., p. 493.68 lbid., p. 494.6e lbid., p. 5O2; Eric Hobsbawnr, Inferesting Tintes, op. cit., p. 728.

  • 64 LA HISTORIA COMO CAMPO DE BATALLAsus dogrr-Las se revelaron falsos. Fue uno de Ios pocos repre-sentantes de la historiografa rnarxista britnica que noabandon el Partido Cornunista en 1956.70 Su rnirada corn-placiente hacia el estalinisrno trae eI recuerdo de otro granhistoriador-, Isaac Deutscheq, quien vea en Stalin una rrlez-cla de Lenin e Ivn eI Terrible, as corno Napolen resurnaen su persona la Revolucin Francesa y el absolutisrno delRey SoI.71 Deutscher alirnentaba Ia ilusin de una posibleautorreforrna del sisterna sovitico, rnientras que Hobs-bawrn lo justifica tras su cada. No poda ms que fracasa,pero haba que creer en 1. En noviernbre de 2006, Hobs-bawrn segua lanzndose a una justificacin de la represinsovitica ocur-rida en Ffungra cincuenta aos antes, y hastaa una apologa de Jans Kdr.72 Mucho rns que la ventajaepisternolgica inherente a la rnirada del vencido, segn lafr-rnula de Reinhart I(oseileck, este balance revela, corno loindica Perrr Anderson, su dirnensin consolatoria.T3

    BaRseRrE,

    EI siglo xx que pinta Hobsbawrrr es, en realidad, un dpticoen el que Ia Segunda Guerra Mundial rrlarca la lnea diviso-ria. La presenta corno una "guerra civil ideolgica interna-cional" en la cual, rns all de los Estados y los ejrcitos, seenfoentaban ideologas, visiones de mundo, rnodelos de ci-

    70 Eric }lobsbawrrr, L'Age des extrntes, op. cit., pp. 141, 2lL y Zl8.7r Isaac Deutscheq "Two Revolutions", ert Marxisnt, Wars & Revolutions,

    Londres, Verso, 1,984, p.35. En 1957, Deutscher habra aconsejado a Hobs-bawnr que no abandonar-a el Partido Cornunista brjtnico (Interestit,tg Ti-naes , op . cit . , p. 2O2) .

    72 Eric llobsbawrrl, "Could It F{ave Been Different?", en Londott Retiewof Boolcs, l6 de novierrbre de 2006.

    73 Perry Anderson, "The Vanquished Left: E,ric Hobsba.wrr", op. cit., pp.315 y 316.

    FIN DE SIGLO

    vlizacn.74 En un estudio Paralelo a lfistoria del siglo xx,capta el ncleo profundo de esta guerra en la oposicin en-trela Ilustracin y la anti-Ilustracin, la prirnera encarnadapior la coalicin de dernocracias occidentales y cornunisrnosovitico; la segunda, por el nazisrno y sus.aliados. Lafserza de los "valores heredados del siglo xvrrr" fue,lo queimpidi a1 rnundo "sltrnirse en las tinieblas".Ts Contraria-mente a los filsofos de la escuela de Frncfort, Flobsbawrnrro avarrza hasta el punto de localizar la races de la barba.rie en la propia civilizacin; una civilizacin que habra rne-tamorfoseado el racionalisrrro errlancipador de la Ilustracinen la racionalidad instrurnental ciega y dorninadora del tota-litarisrno. Esta antinornia absoluta entre civilizacin y bar-barie

    -que nos recLlerda I-"a. destruccin de la razn (1953), deGeorg Lul

  • 66 LA HISTORIA COMO CAMPO DE BATALLA

    El recurso al concepto de 1'grrerra civil" suscita inevitable-rnerrte otra cornparacin, estavez con el historiador conserva-dor Ernst Nolte. Un perfume de noltisrno irnpregna efectiva-mente Historia del sigto )ff, alln si, por supuesto, se trata de unnoltisrno invertido. Ningrrna convergencia ideolgica, ningunacornplicidad rene a Nolte con Hobsbanxrn, pero arnbos par-ten e la rnisrna constatacin -eI enfrentarniento titnico en-tre nazisrno y corrrLlnisrno corno rtlonlerlturn del siglo xx-'para deducir de ah lecturas sirntricas y sustanciaknente apo-iogticas del gno o del otro. Nolte reconoce los crrnenes nazis,peio los interpreta corrlo un larnentable exceso derivado de,rar..,"r.ain legtirna de Alernania contra la arnenaza colTru-nista. Segn su ptica, las crnaras de gas no fuieron rns quetrna irnitacin de la olencia bolcheviqrre, eI verdadero "prir,Lslgico y factual" de los horrores totalitarios del siglo xx.78Elobsbawm no oculta los crrnenes del estalinismo, pero losconsidera inevitables, an.rnque larnentables, inscribindolos enun contexto objetivo que no dejaba alternativa' Dos sornbrascontundentes se perfiIan detrs de estas interpretaciones: de-trs de Nolte, la sornbra de Heidegger -de quien fue disc-pulo-, que haba sto en Hitler una expresin "autntica" delbasein alernn; detrs de Hobsbawrrl, Ia sornbra de Hegel,quien haba justicad.o el Ter-ror jacobino en sLl Fenonzenolo-gia det espritu. o rns bien, para ser rns precisos, la sorntrra" Al"*..rdre I(ojve quien, corrro Hegel aI ver a Napolen enJena, crey percibir en Stalin eI "Espritr-r del rnundo"'7e

    78 Vase Ernst Nolte, "vergangenheit, die nicht vergehen will", en Histo-rikerstreit, Mnich, Pipeq, 1987, p. 45. Vase tambin Er-nst Nolte, La Guerrecivile europenne. National-socialisnrc et bolchetisnte 1917-1945, Pas, Syr-tes, 2000 itrad. esp.: La guerra civil europea (1914-1945), tr-ad. de SergioMonsalvo Castaea, Julio Coln Grnez y Adriana Santovea Rodrguez,M*i.o, Fondo de cultura Econrnica, 19941 (retornado en Er-nst Nolte,F as cis nte e t .To t alit ai s nte, P aris, Laff ont, 2 0O 8 )'

    7e Esta lectura de Hegel es explcita en un historiador del pensan-rientopoltico cuya interpretacin del LstalinislTlo se aproxima bastante a la de

    FIN DE SIGLO

    El.historiador ingls pertenece a urra generacin que -vi el nazisrno, la Guerra Civil Espaola y Ia Resistencia.Desde ya, Ia historia del comunisrno no se reduce a su. err-frentarniento titnico con el Tercer Reich. Por su sola exis-tenca, la unss dio un irnpulso extraordinario a la insurrec-cin de los pueblos colonizados contra eI irnperialisrno. Enel mundo occidental, algunos partidos cornunistas

    -a pesarde su carcter de "contrasociedad", Iglesia y cuartel a lavez- supieron dotar de una representacin poltica y unsentirniento de dignidad social a las clases trabajadoras. Sinernbargo, estos dos aspectos no son invocados por Hobs-bawm, quien, entre los muchos rostros del cornunisrno a lolargo del siglo xx, elige legitimar eI peo:i eI rns opresor ycoercitivo, el del estalinisrno. Nacido en el corazrt de laguerra civil europea, su corrunisrrro nunca ha sido liberta-rio. Err eI fondo, siererpre ha sido un hornbre de orden, unasuerte de "cornLtnista tor1z".ao

    Lenca DURACTN

    En su autobiografa, Hobsbawm reconoce Ia influencia queejerci sobre 1 la escuela de Annales - Recuerda el impactode El Mediterrneo, de Braudei, en los jvenes historiadores

    Hobsbawrn: Domenico Losurdo, Stalin. Storia e critica di urta leggenda nera,Roma, Carocci, 2008, pp. 12y 1.13-123 [trad. esp.: Stalin. Historiay crticade una leyenda negra, trad. de Antonio Jos Antn Fernndez, Matar, ElViejo Topo, 20111. Sobre Hegel y Stalin, vase Alexandre l(ojve, "rannieet sagesse" 11,9541, en Leo Str-auss, De la tyrarutie, Pars, Galtirnard, 1983,pp. 217-28O [trad. esp.: Sobre la tirania, trad. de Leonardo Rodrguez Du-pl, Maddd, Encuentro, 20051.

    80 Vase Tony Judt, "Eric Hobsbawrn and the Rornance of Cornrnunisrrr",en Reappraisals. Reflectiotts on the Forgotten Twentieth Century, Nueva York,The Penguin Press, 2O08, pp. 116-128 [trad. esp.: "Eric Hobsbawn y el ro-mance del cornunisn-ro", en Sotc el olvidado siglo xx, trad. de BeIn Urrr:tia,Madrid, Taurus, 20O8, pp. l2l-1321.

    67

  • 68 LA HISTORIA COMO CAMPO DE BATALLA

    britnicos de Ios aos cincuenta. Luego, tornando prestadala frrnula a Carlo Ginzburg, constata el paso de la historio-grafa del telescopio a la del rnicroscopio despus de 1968:un desplazarniento de1 anlisis de las estructrrras socioeco-nrnicas aI estudio de las rnentalidades y de las culturas-S1En Historia del siglo xx, eI siglo es observado con un teles-copio. Flobsbawrn adopta un enfoque braudeliano en elque Ia "Larga duracin" engulle el acontecirniento. Se pasarevista por los rnovirnientos centrales de un siglo de cata-clisrnos corno si fueran las piezas de un conjunto, rararnen'-te aprehendidas en st-l singularidad. No obstante, se trata deuna poca rnarcada por rupturas repentinas e irnprevistas,por irnportantes inflexiones qtre no pueden reducirse a sus;..,r".r", por bifurcaciones que no se inscriben lgicarnenteen tendencias de larga duracin. Podernos asignarles un Iu-gar en urra secuencia reconstmida a posteriori; pero no pre-sentarlas corrro las etapas necesarias de un proceso. Varioscrticos han sr.rbrayado eI silencio de Hobsbawrrr respecto deAuschwitz y I(olirn, dos nornbres qLle no figuran en el n-dice de su libro. Los carnpos de concentracin y de exterrni- 'nio no tienen lugar err su relato. En el siglo de Ia violencia,las vctirnas son red.ucidas a cantidades abstractas. Su ob-serwacin sobre el terna de la Shoah ("No creo qrre tales ho-r.rores puedan encontrar una expresin verbal adecuada")82-es sin duda cierta, a pesar de Paul Celan y de Prirno Levi, ydesde ya que es psicolgicarnente corrlprensible, pero nopodra servir de explicacin. Ms an cuando innegable-rrente es corpartida por otros historiadores que, corno"Saul Friedlndec han dedicado su vida a estudiar el exter-

    8r Eric Hobsbawm, Interesting Iintes, op. cit., p. 294.82 Eric Flobsbawrn, "Corrrrnentaires", en Le Dbat, nrn. 93, 1997, p. 88.

    El silencio de Hobsbawrn sobre Auschwitz y l(olim es subrayado porI(rysztof Pomian, "Quel xx" sicle?", en el rnismo nntero de Dbat, pp. 47y 74. Yae tarrrbin la inter:vencin de Arno Mayer en 1a seleccirt L'etddegli estrenzi,'ot. cit., p.33.

    FIN DE SIGLO

    minio de los judos de Europa, tratarrdo de poner palabras arln "acontecirniento" que fractur eI siglo, qrre introdujo elconcepto de "genocidio" en nuestro lxico y que rnodificnuestra rnirada sobre la violencia. En carnbio, si esta obser-vacin fuera erigida con-ro torna de posicin rnetodolgica,estara avalando una forrna de rnisticisrno osurantista (elHolocausto corno entidad rnetafsica por definicin indeci-ble e inexplicable) que sera rnuy sorprerdente en la plurnade un gran historiador que se ha asurnido corno heredero dela Ilustracin.

    Esta indiferencia hacia el acontecirniento no conciernesolarnente a los carrlpos nazis y aI gulag, sino tarnbin-aotros rnomentos clave del siglo xx. Por ejernplo, la,torna delpoder de Hitler en Alemania, en enero de 1933, Ilobsbawrnla inscribe sirnplernente en una tendencia general rnarcadapor el desarrollo del fascisrno en Europa, pero no Ia analizacorrro una crisis especfica cuyo desenlace rro era inelucta-ble. (Ian I{.ershaw, trno de los rnejores especialistas en histo-ria del nazisrno, considera este acontecirniento corno eI re-sultado de un "error de cIcr,rio" de las elites alernanas.) Sepodra decir 1o misrno del Mayo Francs; Ia apreciacin quehace llobsbawrn de 1 parece fuerternente condicionadapor elernentos de orden autobiogrficos (en sus rnernoriasconfi.esa que prefiere el jazz. a la rnsica de rocl< y que nuncaha usado vaqueros).83 As avala, de rnanera bastante expedi-tiva, Ia opinin del "conservador cultivado" Rayrnond Aron,para quien eI Mayo Francs fue, al fin y al cabo, slo un"psicodrarla". Las barricadas del barrio latino, la huelgageneral con rrlayor acatamiento desde 1936 y Ia huida a Ba-den-Baden dei general De Gaulie se convierten en una piezade "teatro callejero".sa

    83 Eric Iobsbawm ,Interestinglirnes, op. cit., pp.252y 262.84 lbid., p. 249, y L'Age des extrmes, op. cit., p. 580.

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  • 70 LA HISTORIA COMO CAMPO DE BATALLA

    La adopcin de este enfoque de "Larga duracin" queborra la singularidad de los acontecirnientos rro es una in-novacin del ltirno Hobsbawrn; ya estaba presente en losvolrnenes anteriores de su tetraloga. Ahora bien, en Histo-ria del siglo xx 1a larga duracin ya no se inscribe en una vi-sin teleolgica de Ia historia. Hobsbawrn ha rnantenidocon Marx una relacin crtica y abierta, no dogrntica.Siernpre ha rechazado Ia idea de una slrcesin jerrquica eineluctable de estadios histricos de Ia civilizacin, tpica dern rnarxisrrlo qr-re califica de "wuIgar". Pero hace unas dca-das, pensaba que Ia historia tena :una direccin y qLre rrrar-chaba hacia el socialisrno, identificado con "la ernancipa-cin creciente del Hornbre respecto de la naturaleza y sucapacidad creciente de dorninarla".ss En Historia del siglo xxesta certezaha desaparecido: el futuro nos resulta descono-cido. Las Itirnas palabras del libro

    -un futuro de "tinie-b1as"- parecen hacerse eco del diagnstico de Max Webe,quien en 19L9 anunciaba "Ltna noche pola4 de una oscr.ri-dad y una dureza glaciales".s I{obsbawrn ha labrado actadel fracaso del socialisrno real: "Si Ia hurnanidad ha de tenerun futuro, no ser prolongando el pasado o eI presente".87No podernos asegurar que no haya ntlevas catstrofes en eIfuturo; de hecho, son probables si nlrestro rnodelo de civili-zaci1rt no se rnodifica, pero las tentativas d.e carnbiar eIrnundo qLre se hicieron en eI pasado han fracasado. FIay qr-recarnbiar de ruta y no tenernos brjula. La inquietud deIobsbawrn es Ia de nuestro tiernpo.

    8s Eric Hobsbawrn, "What do Historians Owe to l(arl Mar-x?" [1969], enOn History, op. cit., pp. 152 y 153.

    86 Max Webeu Le Savant et le Politique, Parts, La Dcouverte, 20O3, p.205 [trad. esp.: El poltico y el cientfico, Mxico, Colofn, 2OO7l.

    s7 Eric Flobsbawrn , L'g,e des extrrnes , op . cit., p" 7 49 .

    II. REVOLUCIONES.178gY 1917, DESPUS L989

    Sobre Frangois Furet y Arno J. Mayer

    EN 1927, Eisenstein fiknaba Octubre,Ia obra rnaestra cine-matogrfica que'consagr el rnito de ia Revolucin Rusa alinscribirlo en eI irnaginario colectivo del siglo xx. La tornadel poder por parte de los bolcheviques se converta as enuna insurreccin del pueblo, bajo la direccin del partido deLenin. Durante varias dcadas, la revolucin sera pensadaalavez conl.o epopeya y corrro estrategia rnilitar: En el planohistoriogrfr.co, el equivalente de la pelcula de Eisensteinfiie Historia de la Revolucin Rusa (1930-7932), de Trotski,versin rnoderna de los relatos revolucionarios de Jules Mi-chelet y Thornas Carlyle, enriquecida por la sensibilidad deltestigo, la agudeza conceptual del terico y la experienciadel jefe rniiitar. Este rnito sobrevivi rns o rnenos hasta losaos setenta, poca en la qr.re resurgi con fiterza en Portu-gal, en Vietnarn y en Nicaragua. Pero ya no ejerca su poderde fascinacin una dcada despus, cuando fue sepultadocon eI final del socialisrno real. Otra lectr-rra de la RevolucinRusa, una suerte de contrarnito'negativo, conternporneo yparalelo a la hagiografa sovitica, parece, en carnbio, haberconocido un rebrote con,el carnbio rnarcado en 1989. Elcontrarnito presenta eI cornunisrno corrlo un fenrneno tota-litario que crLlza la historia del sigio xx: fue concebido en1,917 por una banda de fanticos y se perpetLl en una orgade violencia hasta la llegada de Gorbachov. sta es la tesisque defi.enden sovietIogos estadounidenses como RichardPipes y Martin Malia, tarnbin Ernst Nolte, quien describe

    71