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8 Silvana Ferreyra vida y su pensamiento se desarrollaron en momentos de transición para la organización del comunismo mundial, cuando el estalinismo aún no había monopolizado el espacio latinoamericano. Esta brecha para el disenso y el pensamiento crítico le permitió desarrollar y plantear sus proposiciones, con la sospecha de que si no prevale- cían, al menos influirían en el curso de la acción. En este sentido, si logramos despojarnos de los prejuicios que el curso de la historia nos impone en las miradas retrospectivas, podemos vislumbrar a un Mariátegui cuyo proyecto no jugó simplemente el rol de disidente, sino que pudo constituirse también como competidor. A continuación, recorreremos los inicios del vínculo entre Mariá- tegui y la Internacional Comunista, a la vez que delinearemos un es- tado de la cuestión sobre esta problemática e intentaremos una conceptualización que, posteriormente, pondremos a prueba. En esta línea, rastrearemos las mediaciones que han complejizado este vínculo y procuraremos dar cuenta de las disputas principales prota- gonizadas por la delegación peruana y ocurridas durante la Primera Conferencia Comunista Latinoamericana, el punto más álgido de la relación que nos ocupa. Los inicios... Uno de los primeros problemas al que nos enfrentamos es ubicar el período a partir del cual José Carlos Mariátegui y la III a Internacional establecieron algún tipo de vínculo. Sobre esta cuestión, Alberto Flores Galindo sostuvo que en marzo de 1928, con la intervención de delegados peruanos en el IV Congreso Sindical Rojo, se iniciarían los contactos. En esta línea de argumentación, afirmó que Mariáte- gui "no existía" para la Internacional en junio de 1927, mes en que el gobierno de Leguía ejecutó una acción represiva contra él y otros militantes obreros, intelectuales y universitarios. Resultaría impen- sable, relata el historiador peruano, no encontrar un solo telegrama de solidaridad firmado por el Comintern entre los enviados a la sede de la revista Amauta, si efectivamente hubiese existido una rela- ción. Por otra parte, el autor utiliza como recurso probatorio com- plementario un artículo publicado en La Prensa por esos días, donde Mariátegui habría negado la existencia de "cualquier conexión con la central comunista de Rusia". 3 3 Alberto Flores Galindo, "Mariátegui y la III a Internacional: el inicio de una polémica (Buenos Ai- res, 1929)", en Alberto Flores Galindo, Los rostros de la plebe, Barcelona, Crítica, 2001, p.148.

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8 Silvana Ferreyra

vida y su pensamiento se desarrollaron en momentos de transición para la organización del comunismo mundial, cuando el estalinismo aún no había monopolizado el espacio latinoamericano. Esta brecha para el disenso y el pensamiento crítico le permitió desarrollar y plantear sus proposiciones, con la sospecha de que si no prevale­cían, al menos influirían en el curso de la acción. En este sentido, si logramos despojarnos de los prejuicios que el curso de la historia nos impone en las miradas retrospectivas, podemos vislumbrar a un Mariátegui cuyo proyecto no jugó simplemente el rol de disidente, sino que pudo constituirse también como competidor.

A continuación, recorreremos los inicios del vínculo entre Mariá­tegui y la Internacional Comunista, a la vez que delinearemos un es­tado de la cuestión sobre esta problemática e intentaremos una conceptualización que, posteriormente, pondremos a prueba. En esta línea, rastrearemos las mediaciones que han complejizado este vínculo y procuraremos dar cuenta de las disputas principales prota­gonizadas por la delegación peruana y ocurridas durante la Primera Conferencia Comunista Latinoamericana, el punto más álgido de la relación que nos ocupa.

Los inicios...

Uno de los primeros problemas al que nos enfrentamos es ubicar el período a partir del cual José Carlos Mariátegui y la IIIa Internacional establecieron algún tipo de vínculo. Sobre esta cuestión, Alberto Flores Galindo sostuvo que en marzo de 1928, con la intervención de delegados peruanos en el IV Congreso Sindical Rojo, se iniciarían los contactos. En esta línea de argumentación, afirmó que Mariáte­gui "no existía" para la Internacional en junio de 1927, mes en que el gobierno de Leguía ejecutó una acción represiva contra él y otros militantes obreros, intelectuales y universitarios. Resultaría impen­sable, relata el historiador peruano, no encontrar un solo telegrama de solidaridad firmado por el Comintern entre los enviados a la sede de la revista Amauta, si efectivamente hubiese existido una rela­ción. Por otra parte, el autor utiliza como recurso probatorio com­plementario un artículo publicado en La Prensa por esos días, donde Mariátegui habría negado la existencia de "cualquier conexión con la central comunista de Rusia".3

3 Alberto Flores Galindo, "Mariátegui y la IIIa Internacional: el inicio de una polémica (Buenos Ai­res, 1929)", en Alberto Flores Galindo, Los rostros de la plebe, Barcelona, Crítica, 2001, p.148.

José Carlos Mariátegui... 9

Curiosamente, este mismo artículo -o quizás uno muy similar-, apareció publicado poco tiempo después en La Correspondencia Sudamericana, órgano oficial del Secretariado Sudamericano de la Internacional Comunista, con el título de "Una carta de Mariá­tegui" .4 Por otra parte, junto con esta reproducción, deberíamos considerar los artículos escritos como denuncia y repudio de lo acontecido, aparecidos en números anteriores de la misma revista.5

En uno de ellos, los editores mencionan especialmente la detención del "compañero Juan C. Mariátegui (sic) director de 'Amauta', autor de obras valiosas - 'Escena contemporánea'- , escritor profundo, al que se lo tiene en un hospital por hallarse seriamente enfermo".6 A su vez, señalan en los dos artículos citados que la recepción de La Correspondencia Sudamericana habría sido utilizada por el gobierno peruano como recurso incriminatorio.

A partir de este hito, empiezan a publicarse colaboraciones de los peruanos en la revista del Secretariado. Al mismo tiempo, el grupo comunista encabezado por Mariátegui funda el Partido Socialista Peruano y crea la Confederación General de Trabajadores del Perú. A través de estos organismos participaron de distintas reuniones convocadas por la Internacional Comunista, entre ellas el ya men­cionado IV Congreso Sindical Rojo (Moscú, marzo 1928), además del Congreso Constituyente de la Confederación Sindical Latinoa­mericana (Montevideo, mayo 1929) y la Ia Conferencia Comunista Latinoamericana (Buenos Aires, 1 929). Si bien Mariátegui no asistió a ninguno de estos encuentros por razones de salud, sabemos que sus tesis se leyeron, al menos, en los dos últimos. Al respecto, el problema de la reconstrucción del vínculo entre el Amauta7 y la Internacional gana complejidad porque sus contactos han sido, en la mayoría de los casos, mediatos.

En este artículo, partimos del supuesto de una cierta homoge­neidad ideológica dentro del Partido Socialista Peruano para este período, establecida a partir de los principios delineados por su con­ductor. De cualquier forma, en la medida de lo posible, procura­remos cruzar fuentes de información diversas (actas, folletos,

JCM, "Una carta de Mariátegui", Correspondencia Sudamericana (en adelante CS), n° 29, 15/08/27.

JCM, "La represión en Perú", CS, N° 25, 1 5/06/27, y JCM, "Nuestro deber" (editorial), CS, n° 26, 30/06/27.

JCM, "La represión en Perú", ob. cit., p.31. Es común apodar a Mariátegui con el nombre de la revista que creó y dirigió: Amauta.