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    TL LOC QU?Boletn del Seminario

    El Emblema de Tlloc en Mesoamrica

    Ao 2 N 8 Octubre-Diciembre 2012

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    UNIVERSIDAD NACIONAL AUTNOMA DE MXICO

    J os Narro Robles

    Rector

    Estela Morales Campos

    Coordinadora de Humanidades

    Renato Gonzlez Mello

    Director del Instituto de Investigaciones Estticas

    Mara Elena Ruiz Gallut

    Titular del proyecto

    Mara Elena Ruiz Gallut

    Amrica Malbrn Porto

    Enrique Mndez Torres

    Editores

    Amrica Malbrn Porto

    Diseo editorial Certificado de reserva de derecho al uso exclusivo

    del ttulo, Direccin General de Derechos de Autor,

    Secretara de Educacin Pblica, nmero (en

    trmite ). Certificados de licitud de ttulo y de con-

    tenido, Comisin Certificadora de Publicaciones y

    Revistas Ilustradas, Secretara de Gobernacin,

    nmeros, (en trmite ), ISSN (en trmite ).

    Las opiniones expresadas en Tlloc Qu?Boletn del

    Seminario El Emblema de Tlloc en Mesoamricason

    responsabilidad exclusiva de sus autores.

    Tlloc Qu?Boletn del Seminario El Emblema de Tla-

    loc en Mesoamrica es una publicacin trimestral del

    Proyecto El Emblema de Tlloc en Mesoamrica, del

    Instituto de Investigaciones Estticas de La Universidad

    Nacional Autnoma de Mxico, Circuito Mario de la

    Cueva s/n, Ciudad Universitaria, C.P. 04510, Mxico

    D.F. Tel. 5622-7547 Fax. 5665-4740.

    [email protected]

    Portada: Lmina 5 Cdice Borbnico. Edicin de Anders, Ferndinand, Maarten Jansen y Luis Re-yes Garca . Sociedad Estatal Quinto Centenario-Akademische Druck Und Verlagsanstalt- Fondo deCultura Econmica. Mxico.

    Consejo Editorial:

    J orge Angulo Villaseor

    Marie-Areti Hers

    Alejandro Villalobos

    Patrick J ohansson K.

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    CONTENIDOPresentacin

    El yauht l i , una planta medicinal en la obra de FrayBernardino deSahagnMara del Carmen Macuil Garca

    Arqueologa experimental. De la teora a la prcticaAlfonso A Garduo Arzave

    Iconografa de Chalchiuhtlicue en el Cdice BorgiaOfelia Mrquez Huitzil

    Sesiones del Seminario

    p. 6

    p. 8

    p.18

    p. 32

    p. 41

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    PRESENTACINEste es el ltimo nmero de nuestro Boletn correspondiente al ao 2012 y con l se

    cierran dos aos de la publicacin, espacio que hemos usado para mostrar, fundamen-

    talmente, los ejercicios a los que hemos dado sentido, en el afn por comprender las

    muchas facetas que ataen a las entidades sagradas vinculadas con la lluvia.

    En esta ocasin se presentan tres artculos escritos por miembros del Seminario.

    Usada an actualmente en la ejecucin de ciertos recursos en la medicina tradicional, el

    tema del trabajo de Carmen Macuil, titulado El yauhtli, una planta medicinal en la obra

    de Fray Bernardino de Sahagn,se centra en la bsqueda de las menciones que de la

    planta conocida tambin como pericn se hacen en la obra de Sahagn y de las espe-cificaciones curativas que el misionero refiere. La importante aportacin de Macuil se

    ubica en la paleografa de diversos textos y la propuesta de traduccin del nhuatl al

    espaol, que nos muestra cmo se conocen y se utilizan los poderes teraputicos de la

    yerba, incluyendo en estas descripciones algunos de los procedimientos de preparacin

    y suministro en algunas enfermedades.

    Por su parte Alfonso Garduo seala, en un amplio anlisis denominado Arqueologa

    experimental. De la teora a la prctica,cmo un campo novedoso de la arqueologa,

    que se ha puesto en marcha en otros pases, puede coadyuvar de forma puntual en el

    avance del conocimiento de determinadas prcticas ancestrales y convertirse en una

    herramienta metodolgica de vanguardia para la investigacin de las sociedades pasa-

    das. Con esta metodologa, apunta Garduo, es posible acercarnos, entre otras cosas y

    de manera distinta, a ciertos procesos culturales de produccin y uso de materiales, sus

    creaciones, transformaciones y permanencias.

    Mara Elena Ruiz Gallut

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    EL YAUHTLI, UNAPLANTAMEDICINALENLAOBRADE

    FRAY BERNARDINO DESAHAGN

    Mara del Carmen Macuil Garca1

    Si bien en la actualidad los estudios de medicina tradicional mexicana han identificado diver-

    sos usos teraputicos de la hierba yauhtli, es sabido que sus propiedades medicinales se

    conocan desde hace varios siglos atrs. El tambin llamado pericn, de hecho se mencio-

    na en textos elaborados en el lejano siglo XVI. Este trabajo presenta un breve estudio sobre las

    menciones teraputicas del yauhtlihalladas en parte de la obra de Fray Bernardino de Sahagn,por lo que reunimos aqu especficamente los datos sobre los usos curativos que se hacen a partir

    de la planta o que se refieren a ella. Cabe aclarar que los trabajos de Sahagn se encuentran tanto

    en espaol como en legua nhuatl, por lo que ofrecemos una nueva traduccin al espaol de los

    textos referentes a la planta.

    Las fuentes de estudio: los trabajos de Sahagn

    La obra de Bernardino de Sahagn es una de las principales fuentes de estudio de las culturas me-

    soamericanas a la llegada de los espaoles, particularmente de los pueblos ubicados en el Altiplano

    Central. Su trabajo ha sido publicado en varias ediciones, las que corresponden, entre otras situa-

    ciones, a las diversas etapas de la investigacin realizada a lo largo de su vida en la Nueva Espa-

    a.2Al fraile le fue encomendada la tarea de conocer y recopilar todo aquello que fuera necesariopara la plena evangelizacin, as, su obra describe prcticas y conocimientos de diversos y numero-

    sos temas. Uno de los manuscritos ms conocidos escrito por Sahagn, es el CdiceFlorentino,

    documento en gran parte ilustrado, concentra una gran cantidad de temas en una misma obra, que

    lo hacen nico, pues Sahagn orden en doce libros el resultado de sus indagaciones. El texto del

    Cdice,est dispuesto en dos columnas, las ubicadas a la derecha escritas en lengua nhuatl, y lasde la izquierda en castellano; y aunque en general se trata de la traduccin de una y otra columna,

    1. Licenciada en Etnologa en por la Escuela Nacional de Antropologa e Historia y Maestra en Estudios Mesoamericanos por la

    UNAM, Profesora en la Facultad de Medicina de la UNAM; Especialista en sistemas mdicos tradicionales, tradicin oral e historiade la medicina.

    2.No tratamos aqu las vicisitudes que Sahagn vivi para la realizacin de toda su obra, o los caminos que recorrieron sus manus-critos mucho tiempo despus de su fallecimiento hasta sus primeras publicaciones modernas; en cambio remitimos al lector al traba-

    jo de Len-Portilla,Bernardino de Sahagn. Pionero de la antropologa,del ao 1999, particularmente los captulos 4, 5 y 6.

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    medades y los tratamientos que para combatir-

    las tenan los indgenas. Particularmente en el

    captulo XXVIII De las enfermedades de la

    cuerpo humano y de las medicinas contra

    es sabido que hay cierta autonoma entre los

    textos, por ello a veces la seccin en nhuatl

    es mayor que el de la columna en castellano ya la inversa. Por lo anterior se puede decir que

    en realidad tenemos dos obras, la versin en

    nhuatl del Cdice y la versin en castellano

    del mismo, esta ltima hoy se conoce bajo el

    nombre de Historia General de las Cosas de la

    Nueva Espaa3. En este trabajo nos dedicare-

    mos al libro X y XI de la HistoriaGeneral, pues

    en ambos se habla del yauhtli.

    Finalmente dentro del manuscrito llamado

    Cdice Matritense de la Real Academia de la

    Historia, encontramos un apartado titulado de

    acuerdo a la traduccin presenta por Lpez

    Austin, Hierbas medicinales y maderas pota-

    bles [en agua] (Lpez Austin, 1971:130-137).

    El autor se refiere a sta, como la Relacin

    breve del Cdice Matritense, pues se trata de

    un listado menor en comparacin con la que se

    encuentra en el Cdice Florentino.

    Textos medicinales sobre el yauht l i

    Nuestra breve indagacin comienza aqu, en el

    libro dcimo de la Historia General, en ste el

    fraile se ocupa del cuerpo humano, las enfer-

    3. La primera publicacin que reuni el texto nicamentede las columnas en castellano apareci en el ao de1829 y 1830 bajo el auspicio del diputado federal deOaxaca, Carlos de Mara Bastamente (Campos, 2011:62); actualmente adems de la edicin a cargo de ngelMara Garibay (1956), el trabajo realizado por AlfredoLpez Austin y Josefina Garca Quintana (1982, 2002)son tambin ediciones importantes a consultar.

    Representacin del YauhtliDibujo de Francisco Hernndez, 1946:969

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    Fig. 1 Detalle del texto en nhuatl. Foja 107r,Libro X, Cdice Florentino.

    ellas, hay dos menciones sobre el uso del

    yauhtli;la primera est dentro del prrafo terce-

    ro que De las enfermedades y medicinas con-

    trarias de los pechos y costado y espaldas.

    Cuando se habla de las niguas 4 se mencio-

    nan diversas plantas y sus formas de aplica-

    cin; respecto al pericin se dice: [] y hecho

    esto se pondr una bilma de ocotzote mezcla-

    do con la yerba nombrada yiauhtli (Sahagn;

    2002, II: 941-942). Ahora bien, con la intencin

    de profundizar en el estudio de lo que Sahagn

    recopil sobre esta planta y advertidos de la

    posible independencia de las columnas del

    Cdice Florentino, vayamos a ste y observe-

    mos el texto en nhuatl de la columna que

    acompaa a la versin en castellano. Para

    efecto de nuestros propsitos presentaremos

    recortes al texto en nhuatl (Fig. 1) seguido de

    la propuesta de paleografa, normalizacin y

    organizacin5 que hemos hecho del texto.

    4. Sierra explica que las niguas, pequeas pulgas, sonlas causantes de mucho dolor pues se introducen en elcuerpo y hacen su nido entre la piel y la carne (2007:48).5. En general nos basamos en la propuesta de la organi-zacin textual en la que se pretende la identificacin deelementos discursivos propios de la lengua, con lo quese reconoce cierto orden y estructura del texto (Bright,2000: 205-211).

    Propuesta de paleografa:niman ocutzotica mopo

    tonja, iiauhtli moneloa:

    injtlaqual, tlaxcalli toto

    Propuesta de normalizacin:

    niman ocotzotica mopotonia,

    yauhtli moneloa:

    in itlacual, tlaxcalli toto- [palabra incom-

    pleta para su traduccin]

    Propuesta de traduccin:

    [] y entonces luego, se le pone un em-

    plasto con la resina del pino mezclado con

    yauhtli, su comida ser tortilla [toto]

    Como se puede ver, Sahagn decidi escribir

    en la columna de legua castellana el nombre

    de la resina de la siguiente manera: la palabra

    ocotzotl la escribe como ocotzote, por lo de-

    ms, no hay mayor variacin entre uno y otro

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    Propuesta de orden:

    ma expa, nappa: auh icuac hualquiza

    temazcalco

    ic maltia in tlanechcolli

    in xihuitl yiauhtli

    cococ xihuitl zacamolli

    Propuesta de traduccin:

    [] tres veces, cuatro veces: y cuando

    salga del agua, es decir, cuando salga

    del temazcal, atrapar el compuesto de la

    hierba yiauhtli, la hierba picante y de

    fuerte saborzacamolli[].

    En el texto en castellano se observa mayor es-

    pecificidad de cmo usar las yerbas y races,

    sin embargo, aunque dice que stas han sido

    nombradas, no se encuentran en ninguna par-

    te de las columnas en castellano, al menos de-

    ntro del prrafo quinto; en cambio como hemos

    hecho notar, s se mencionan algunas plantas

    en el texto en nhuatl.

    Ahora vayamos al libro undcimo, el prrafo

    quinto del captulo VI est dedicado a las plan-

    tas medicinales. Hay un total de 142 plantasenumeradas, aunque no aparece el nmero

    122 en el Cdice (Foja 167v y 167 r); de las

    141 plantas, las primeras 31 estn nicamente

    descritas en nhuatl. Antes hemos visto que

    los textos mencionan algunos usos teraputi-

    cos del yauhtli, quiz se haga mencin de l en

    texto.

    Folios ms adelante, encontramos otra men-

    cin del pericn, esta vez, el texto en castella-no slo alude a l, mientras que el texto en

    nhuatl lo indica explcitamente, as tenemos

    en el primero: [] dos o tres veces. Y saliendo

    de los baos ser tambin bueno untarse con

    las yerbas e races de suso nombradas, moli-

    das, y beber el agua de cierta raz que se llama

    tecpatli, [] (Sahagn; 2002, II: 945).

    En cambio tenemos que el texto en nhuatl:

    Fig. 2 Detalle del texto en nhuatl. Foja 110v,Libro X, Cdice Florentino.

    Propuesta de paleografa:

    Ma expa, nappa: auh iquac

    oalquia temazcalco icmal

    tia in tlanechicolli in xivitl

    iiauhtli, cococ xiuitl, acamolli

    Propuesta de normalizacin:

    ma expa, nappa: auh icuac

    hualquiza temazcalco ic maltia

    in tlanechicolli, in xihuitl

    yiauhtli, cococ xihuitl, zacamolli

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    ihuan ic nepochuilo,

    ihuan ic nepapaco, in neloa in iztauh-

    yatl.

    Propuesta de traduccin:

    Yiauhtli: es pequeo, como la tepecempo-

    alxchitl; lo toma quien tiene calentura con

    frio, en una bebida (con agua) y ms parti-

    cularmente con chocolate, se desmenuza y

    as con ello se sahma, con ello se lava (a

    la persona) y se mezcla (bate) con iztauh-

    yatl.

    El texto recurre a la comparacin para propor-

    cionar una mejor descripcin sobre el yauhtli

    (tagetes lucida), diciendo que es similar a la

    planta tepecempoalxchitl (posiblemente tage-

    tes patula o tagetes lunata). Hoy se sabe que

    ambas plantas pertenecen a la misma familia

    botnica compositae, por tanto, es evidente la

    semejanza. En cuanto a los usos y receta de la

    planta, encontramos en el texto en nhuatl la

    descripcin de no solo beberlo en un prepara-

    do con agua o con chocolate, tambin debe

    limpiarse con ella, es decir se debe sahumar a

    la persona con la planta como parte del trata-miento mdico.

    Fojas adelante, el libro XI presenta el prrafo

    dedicado a las yerbas olorosas, dentro el

    captulo VII, En que se trata de todas las yer-

    bas, el yauhtli est entre las quince plantas

    ah descritas, de l se dice lo siguiente:

    este prrafo, tambin sabemos que Sahagn lo

    incluy en el prrafo de plantas aromticas que

    veremos despus.El pericn aparece en la foja 141v y dice:

    Fig. 3 Detalle del texto en nhuatl sobre elIiauhtli. Libro XI, Foja 141v Cdice Florentino.

    Propuesta de paleografa:

    Iiauhtli: antepitun, iuhquinte

    pecempoalschitl ; coni inatunavi

    atica momaxaqualoa : yoaicne

    pochvilo, yua icnepapaco, inneloainiztauhiatl.

    Propuesta de normalizacin:

    Yiauhtli : zan tepiton, iuhquin te

    pecempoalxochitl ; coni inatuna[h]ui

    atica momaxacualoa : yhua[n] ic ne

    pochuilo, yua[n] ic nepapaco, in neloa

    in iztauhyatl.

    Propuesta de orden:

    Yiautli: zan tepiton,

    iuhquin tepecempoalxchitl; coni

    in atonahui atica momaxacualoa:

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    Propuesta de paleografa:

    Iiauhtli, quiltic tlatlacotic

    mamapichtic, mamapichauhqui

    aioquiani, patli; in tlaelliqui

    tlaa, coniz, cacaoatlipan, ach

    topa micequiz: noiuhqui ineztli

    quichicha: noiuhqui in atona

    ui. tlapalevia; tepatia.

    Propuesta de normalizacin:

    Yiauhtli, quiltic tlatlacotic

    mamapichtic, mamapichauhqui

    ayoquizani, patli; in tlaeli quitlaza

    coniz, cacaoatlipan, achtopa

    micequiz: no iuhqui in eztli

    quichacha: no iuhquin in atonahui

    tlapalehuia; tepatia.

    Propuesta de orden:

    Yiauhtli, quiltic

    tlatlacotic

    mamapichtic, mamapichauhqui

    ayoquizani, patli;

    in tlaeli quitlaza coniz, cacaoatlipan,

    achtopa micequiz: no iuhqui in eztliquichacha: no iuhqui in atonahui

    tlapalehuia; tepatia

    Hay otra yerba olorosa que se llama

    yiauhtli. Es muy verde. Tiene muchas

    ramas, y crecen todas juntas hacia arri-ba. Siempre hoele. Es tambin medici-

    nal para los que tienen cmaras. Apro-

    vecha molida y bebida con el cacao.

    Hase de tostar, y despes molida y mez-

    clada con el cacao. Aprovecha tanbin

    para los que escupen sangre y para los

    que tienen calenturas (Sahagn, 2002:

    1110).

    Se le describe como una hierba de un intenso

    aroma, es recomendada para quienes padecen

    diarreas, para aquellos que arrojan sangre, y

    los que tienen calentura; se especifica adems,

    la forma en que debe administrarse.

    El texto en nhuatl dice:

    Fig. 4 Detalle del texto en nhuatl que describeal Iiauhtli. Foja 181v, Libro XI,

    Cdice Florentino.

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    personas.6

    Finalmente revisemos el breve texto Hierbas

    medicinales y maderas potables [en agua] delCdice Matritense de la Real Academia de la

    Historia, en cuyas lneas el yauhtliaparece de

    la siguiente manera: Yiauhtli. In tlaaca ipan

    tlatlatzini in anoce tlahuelilocati, itlan tlatla. lc

    achi mopalehuia (Lpez, 1971: 134). Siguien-

    do el trabajo de Lpez Austin, la traduccin di-

    ce: Yiauhtli. Si a alguno le truena un rayo o se

    hace malvado, arde junto a l. Con ella algo se

    alivia (Lpez, 1971: 135).De acuerdo al texto,

    aqu nuevamente se indica utilizar el yauhtli

    para sahumar al paciente, a razn del golpe

    por un rayo odice el textosi se hace malva-

    do. Es claro que en este caso, ms que refe-

    rirse a quemaduras en la piel a causa del rayo,

    se trata de efectos [] de carcter mgico.

    Tambin debe suponerse que lo es la enferme-

    dad que afecta el corazn rgano en el que

    crean que resida la conciencia y que hace

    que el enfermo se vuelva malvado (Lpez,

    1971: 222). Por lo tanto se puede decir que el

    uso teraputico del pericn es completamente

    mgico dentro de lo mencionado en laRelacin breve, por ahora no sabemos si hay

    alguna otra indicacin para aquellos pacientes

    Propuesta de traduccin:

    Yiauhtli, es hierba verde, varudo, talludo,

    rgido de ramas, es un eyector de humo-res, medicina que los arroja en abun-

    dancia, lo beber antes primeramente

    en cacao/bebida de agua, tambin para

    los que la derraman sangre, as como,

    ayuda a los que tienen calentura con

    fro; cura a la gente.

    Entonces, en ambas tenemos una descripcin

    general de la planta y de sus usos medicinales;

    es de notar que el texto est dentro del prrafo

    sobre las plantas aromticas y no en un apar-

    tado para las de uso teraputico, a pesar de

    que el libro undcimo dedica uno a ello.

    Destaca en la versin castellana la recomenda-

    cin de la planta para los que tienen cmaras,

    y en la versin nhuatl se dice es eyector de

    humores. El trmino de humor y cmaras

    estn relacionados, el primero se refiere a la

    teora de los cuatro humores atribuida al mdi-

    co Hipcrates en el siglo IV a.C. en la Grecia

    antigua (Corts, et. al., 2007; Viveros, 2007), a

    lo largo de los siguientes siglos esta teora se

    vio enriquecida por otros conocimientos mdi-cos de las culturas occidentales. Su permanen-

    cia se registra en Mxico hasta la fecha, nume-

    rosos sntomas y descripciones de padecimien-

    tos en la medicina tradicional mexicana se re-

    fieren a los cuatro humores y los cuatros tem-

    peramentos que influyen en el carcter de las

    5. Vase el caso del padecimiento llamado reuma bilio-sa, registrado en el estado de Morelos (Macuil, 2007).

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    de las propiedades de las plantas, su grado de

    accin y por supuesto, el modo de atraparlo.

    Los textos del libro XI son mucho ms descrip-tivos y especifican los usos medicinales de la

    planta. Aqu encontramos en el segundo frag-

    mento que presentamos, una relacin cercana

    entre la columna de nhuatl y espaol, aunque

    la traduccin entre una y otra no es literal.

    Tambin observamos que la visin hipocrtica

    galnica que imperaba en el pensamiento

    mdico en Espaa, se convierte en el lente con

    el que Sahagn mira las prcticas mdicas

    existentes hace tiempo atrs en la naciente

    Nueva Espaa.

    La Relacin breve del Cdice Matritense, nos

    ha abierto la posibilidad de observar otros tex-

    tos de temticas semejantes, resulta de gran

    inters la mencin del yauhtlipara el tratamien-

    to de las personas golpeadas por el rayo, con-

    siderando que hay representaciones iconogr-

    ficas del dios Tlloc portando un atado de hier-

    bas hecho de yauhtli(Sierra, 2007). Lo anterior

    obliga a continuar con el siguiente paso en es-

    ta breve investigacin, habr que volver a ob-

    servar las menciones referentes al pericn enlos trabajos del protomdico Francisco Hernn-

    dez y los textos del librito de medicinalibus

    indorum herbisde Martn de la Cruz y Juan Ba-

    diano. En ellos puede haber otros datos para

    profundizar en el conocimiento de esta planta.

    golpeados por el rayo o bien si aqu el uso del

    yauhtllies nicamente el antes mencionado.

    Anotaciones finalesQuedan varias preguntas acerca de la informa-

    cin que dan los textos. Cuando se habla del

    tratamiento de las niguas, en el libro X, no sa-

    bemos si el uso del pericn consiste en expul-

    sar del cuerpo por algn efecto de la planta a

    las pulgas, y as librar al paciente de las afec-

    ciones provocadas por estos animales, o si su

    aplicacin en la zona atacada por stos tenga

    ms bien fines paliativos o analgsicos, incluso

    por ahora podemos considerar las dos posibili-

    dades. En la actualidad algunos pacientes han

    experimentado adormecimiento de la lengua

    tras la ingesta de un t preparado con yauhtli,

    sospechamos hay en el caso citado alguna di-

    ferencia sustancial, pues como se ha dicho, el

    tratamiento no fue un emplasto, sino ms bien

    la bebida de un t. An as, el ejemplo es su-

    gerente, habr que pensar en las propiedades

    de la planta bajo diferentes vas de prepara-

    cin.

    Tambin en el libro X, encontramos que en

    algn momento se dice atrapar el compuestode acuerdo nuestra traduccin; quiz stas no

    fueron las palabras exactas que usaron los in-

    formantes para explicar el verbo, o fue fruto de

    la reflexin del recopilador, es un hecho que la

    expresin revela el profundo conocimiento

    mdico y nos atrevemos decir, farmacolgico

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    18

    Alfonso A Garduo Arzave

    Conforme ha avanzado el estudio de los restos dejados por antiguas civilizaciones, el pasa-

    do del hombre se ha descrito a travs de los datos arqueolgicos a la par que con los

    histricos y otros afines, que han posibilitado cada vez ms la comprensin y entendi-

    miento de las actividades, costumbres y hechos que formaron parte de su quehacer cotidiano. Des-

    graciadamente en ocasiones la interpretacin de los restos que denotan una actividad humana porsu complejidad o la falta de comprensin deductiva, ha quedado rebasada por la ausencia de datos

    interpretativos al ras del campo y, en ocasiones, estos problemas no pueden ser resueltos slo des-

    de la perspectiva de la arqueologa tradicional, quedando en a la imaginacin y la intuicin de quie-

    nes trabajan los materiales descubiertos. De ah que se haga necesaria una interpretacin ms

    creativa y sugerente para contestar estas cuestiones, utilizando nuevas metodologas de investiga-

    cin. Sin embargo, la falta de inters de los investigadores, e incluso la oposicin entre los crculos

    de antroplogos y otros estudiosos de alguna forma niegan nuevos juicios y recursos de interpreta-

    cin y razonamiento, ms no por ello son stos menos vlidos a nivel cientfico o menos tiles para

    el estudio de las civilizaciones antiguas. Me refiero a la Arqueologa experimental, la cual se ha em-

    pleado ampliamente en instituciones como la UAM (Universidad Autnoma de Madrid), la Universi-

    dad de Valencia, la Complutense, la de Cantabria (Fig.1), Innsbruck, Tulsa, Cambridge, Arizona en-

    tre otras. Por otro lado hemos de comentar que en Mxico se desconocen prcticamente los diver-

    sos beneficios interpretativos de este sistema metodolgico de investigacin y por ello es poco apli-

    cado.

    No obstante hemos de mencionar que la aportacin que puede proporcionar esta clase de estudiosa las Ciencias que estudian el pasado del hombre podra brindarnos una valiosa informacin por su

    riqueza en la obtencin de datos y su capacidad descriptiva, que sin duda es una herramienta con

    un gran potencial que puede inyectar y generar a los estudios mesoamericanos novedosas fuentes

    de datos viables para ampliar nuestro conocimiento de la vida cotidiana del hombre a travs de su

    que actividad tecnolgica. Es as que la dominacin del medio natural y posteriormente de la fauna,

    ARQUEOLOGA EXPERIMENTAL

    DE LA TEORA A LA PRCTICA

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    fue, no slo un reto para nuestros ancestros

    durante miles de aos, sino que adems les

    permiti una generacin de innovaciones mate-riales que impuls el potencial de creatividad y

    adecuacin de los diferentes materiales y ele-

    mentos disponibles para su uso.

    La manera de proceder de la, ya mencionada,

    Arqueologa Experimental es la de deducir los

    procesos econmicos y sociales, partiendo del

    estudio particularizado de las actuaciones y

    decisiones adoptadas en una comunidad, has-

    ta llegar a comprender los procesos y estrate-

    gias colectivas (Callahan,1995:3-5). Esta din-

    mica inductiva no obvia la variabilidad indivi-

    dual, sino que, al contrario, la emplea con el fin

    Estudiantes de la Universidad de Cantabria Espaa en un saln de arqueologa experimental duplicando cermica delcalcoltico. Una de las principales tcnicas de anlisis e investigacin del arqueo tecnlogo. Esta novedosa rama del

    anlisis de materiales nos permite establecer el desarrollo tcnico y su proceso entre las antiguas civilizaciones. Foto deMara Luisa Ramos Sainz 2001.

    de reconocer procesos tales como modelos de

    aprendizaje y socializacin del conocimiento, al

    duplicar el instrumental, bien sea de carcter

    cotidiano e inclusive ritual, de los objetos halla-

    dos en contexto arqueolgico, amplindose in-

    cluso al artstico, que en muchas ocasiones es

    el nico dato que poseemos de los registros,

    fuera del estudio metodolgico de la Arqueolog-

    a tradicional. La aplicacin de la metodologa

    experimental se aplica directamente al objeto deestudio cuya relacin se justifica a travs de la

    propia dinmica de la investigacin arqueolgi-

    ca (obtencin de datos). As, en este tipo de es-

    tudio sin duda permanecen implcitas cuestio-

    nes de carcter socioeconmico resultado de la

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    20

    riguroso, lo que podra llegar a cristalizar en el

    entendimiento de tcnicas olvidadas, manejo

    de tiles y recursos o poco entendidos hasta elmomento, sin embargo como mencionamos se

    pueden hallan en contextos arqueolgicos a

    nivel de excavacin, mientras que en otras

    ocasiones pueden ser representados a travs

    de la pintura mural, escultura y cermica

    (Fig.2).

    Siguiendo con estos lineamientos, hemos de

    agregar que a un paso ms all de la mera re-

    produccin de los objetos, se encuentran los

    comportamientos. Partiendo de las rplicas, y

    organizando protocolos de experimentacin

    mediante tecnologas (podemos llegar a inter-

    pretar, no slo las posibilidades funcionales de

    los objetos sino tambin, los comportamientos

    tcnicos que detrs de ellos se encuentran.

    Dentro de este campo contamos con numero-

    sas lneas de investigacin que, a travs de la

    traceologa, la tecnologa, e incluso la etologa.

    (Toth, 1987: 763- 787) nos acercan al estudio

    del comportamiento humano desde sus fases

    ms antiguas. Quienes as trabajan, analizan

    el registro desde su dinmica tanto social co-mo individual, si bien en ocasiones, el registro

    particular introduce distorsiones que deben ser

    analizadas en el contexto del grupo. En suma,

    debemos considerar que la recreacin de ma-

    teriales tecno-arqueolgicos con fines cientfi-

    cos o didcticos pueden estructurarse dentro

    interrelacin entre las poblaciones del pasado

    y el territorio en el que se desarrollaron su acti-

    vidad social. Mediante su aplicacin podemos

    conocer la naturaleza y disponibilidad de los

    recursos y materias primas de los distintos te-

    rritorios, as como sus propiedades y respues-

    tas frente a determinados estmulos y acciones

    humanas (Baena, 1999: 30- 34).

    Este marco de aplicacin se desarrolla aten-

    diendo a su vez aspectos tan diferenciados co-mo la naturaleza material, la forma (tipologa),

    la tecnologa y funcionalidad. As como las re-

    laciones que los objetos guardan entre s, si

    bien es posible que distintas hiptesis de parti-

    da presenten diferente peso a cada una de las

    categoras anteriores. La tcnica y la tecnolog-

    a resultan ser punto prioritario en la construc-

    cin de nuestras hiptesis desde la reconstruc-

    cin del propio proceso de produccin. Para

    ello se emplean programas de reproduccin y

    observacin macroscpica y microscpica de

    los rasgos y estigmas generados durante el

    proceso experimental (Wescott, 1995: 8- 11).

    Quiero mencionar que hasta ahora en Mxico

    principalmente en la Escuela Nacional de An-tropologa e Historia se han realizado talleres

    de ltica y cermica a nivel experimental, no

    obstante an falta por estudiar los diferentes

    procesos de trabajo que conllevan otro tipo de

    materiales como piel, madera, aglutinantes,

    conchas y hueso que siguen an sin un estudio

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    21

    fases en las que el nivel de informacin es es-

    caso o fragmentario o en donde el registro ar-queolgico no ha sido conservado con el paso

    del tiempo. An a riesgo de obviar algunos ca-

    sos, destacaremos los mbitos en los que la

    experimentacin ha tenido una mayor repercu-

    sin. La prctica ms extendida dentro de esta

    metodologa se centra fundamentalmente en la

    interpretacin tecnolgica y funcional de los

    materiales recuperados. Esta interpretacin es

    realizada desde dos mbitos diferentes. Por un

    lado, mediante la reproduccin controlada

    (artificial) de los procesos tecno- funcionales y

    por otra mediante la recreacin fidedigna

    (natural) de los mismos. Un ejemplo de este

    de categoras que aluden a la construccin o

    creacin, la conservacin, la transformacin ola destruccin, de procesos tanto naturales co-

    mo culturales. Contamos con numerosos ejem-

    plos que aluden a los procesos de formacin y

    alteracin del propio registro arqueolgico

    (Amick, 1989: 1-14) o bien a los resultantes de

    las numerosas actividades de las comunidades

    del pasado.

    El campo de aplicacin de la metodologa ex-

    perimental es tan amplio como la propia Ar-

    queologa. Sin embargo, no se puede negar

    que su desarrollo ha repercutido de manera

    desigual en distintos aspectos o periodos. Exis-

    te, una clara decantacin en su aplicacin a

    Fig.2. Arqlgo Jos Luis Alcalde izquierda y el autor en uno de los laboratorios de arqueologa destinados al anlisis ma-terial del yacimiento de Atapuerca en la provincia de Burgos Espaa. La arqueologa experimental puede ser aplicada atodo indicio material dejado por el hombre, desde rastros de caza y pesca hasta elementos tan refinados como el traba-

    jo en hueso, piedras semipreciosas y pintura mural (Foto de Felipe Cuartero 2007).

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    Skibo 1987: 595- 622), y al mismo tiempo, cu-

    les son los objetivos que se estructura. Para lo

    cual algunos investigadores opinan que la Ar-queologa Experimental pretende asumir una

    serie de reglas deontolgicas que segn Coles

    (1979: 33-37) podran ser resumidas en los si-

    guientes puntos:

    1) Necesidad de establecer paralelos lo ms

    coherentes posibles entre el modelo arque-

    olgico y el modelo experimental. Estos pa-

    ralelos debern establecerse en dos planos

    diferenciados siempre que sea posible. Pri-

    mero, en el campo de las materias primas,

    debemos ajustar al mximo el campo mate-

    rial con el que establezcamos los parmetros

    tipo de casos fue el proyecto Las Armas Ofen-

    sivas en Mesoamrica que incluy la recrea-

    cin de algunas armas indgenas para probarsu capacidad, lescividad, contundencia, corte

    etc. Ello nos dio un conjunto de datos que no

    se haban investigado con anterioridad, un ca-

    so fue el identificar huellas de uso en materia-

    les lticos que fueron recreados para el ma-

    cuahuitl (Fig. 3) y las fracturas realizadas con

    dos diferentes mazas para despus ser com-

    paradas con material arqueolgico ( Garduo,

    2007: 5).

    Distintos autores se han preocupado de plante-

    ar sobre qu principios metodolgicos debe

    estructurarse la experimentacin (Schiffer y

    Fig.3. Diferentes procesos de estudio del macuahuitl en los laboratorios de arqueologa experimental de la UAM, lminaizquierda fijacin de las navajillas de obsidiana en el canal del arma y derecha navajillas previamente remozadas son

    analizadas en un microscopio para observar las distintas huellas de uso dejadas tras los experimentos de corte por con-tundencia y deslizamiento (Fotos del autor 2007)

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    23

    del experimento global) debemos de tener

    presente que los modelos a escala redu-

    cida pueden variar en el resultado sobreescalas reales. Es conveniente en estos

    casos describir con detalle la significacin

    del experimento dentro de su conjunto.

    4) Como en cualquier proceso de investi-

    gacin, la validez de los resultados de-

    pender de la contundencia con que

    stos se obtengan. Es frecuente, cuando

    trabajamos con el comportamiento huma-

    no, que los experimentos proporcionen

    resultados diferentes dentro de baterias

    de estudio. Esta situacin refleja hasta

    qu punto la destreza influye y pudo in-

    fluir en su momento en la consecucin de

    un objetivo tecno-funcional, proporcionan-

    do con ello una valiosa informacin sobre

    aspectos como conductas, habilidades y

    aprendizaje en las diferentes edades del

    hombre y las civilizaciones primitivas. En

    otros casos la experimentacin ofrece tan

    slo dos opciones (positivo y negativo).

    Ante estas situaciones, la construccin de

    los modelos con significacin estadsticatiende a validar los resultados, ya que un

    solo resultado negativo puede no respon-

    der a la realidad.

    5) Aunque la experimentacin persiga la

    resolucin de problemas concretos me-

    diante la construccin de modelos experi-

    De la experimentacin. Por lo general, es-

    te campo suele requerir de un cierto grado

    de sacrificio ya que en ocasiones los ma-teriales registrados arqueolgicamente no

    existen en la actualidad o bien son de ac-

    ceso muy costoso (puede ser el caso de la

    experimentacin con determinadas espe-

    cies de animales, o bien con el desarrollo

    de proyectos de grandes dimensiones que

    implican infraestructuras inabarcables en

    el presente). Del mismo modo, todo proce-

    so de experimentacin deber guardar

    una coherencia tecnolgica en su desarro-

    llo, con la documentacin adecuada del

    periodo en que trabajemos (Fig.4).

    2) Dicho lo anterior, en muchas ocasiones

    y dependiendo del momento en que se

    encuentre la experimentacin, la tecno-

    loga moderna puede y debe contribuir a

    facilitar la obtencin y el registro de los

    resultados. De esta forma, durante las

    fases iniciales, puede ser asumida una

    aceleracin del proceso mediante tecno-

    logas modernas con el fin de analizar la

    posible viabilidad del proceso. Pero espe-cialmente importante es la aplicacin de

    nuevas tecnologas a la hora de realizar

    el registro de las variables.

    3) Aunque en muchas ocasiones, la expe-

    rimentacin requiere de una reduccin del

    proceso (a veces un muestreo o partes

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    Durante el desarrollo de trabajos experimenta-

    les, bien sean experiencias o experimentos,

    suele surgir el dilema de hasta qu punto algu-nos pasos del proceso de experimentacin

    pueden acelerarse mediante procedimientos o

    tcnicas actuales, o por el contrario en qu

    medida su utilizacin puede desvirtuar el resul-

    tado de nuestro trabajo. Como en todo, uno de

    los principios que debe guiar su desarrollo es

    la lgica. En numerosas ocasiones la utiliza-

    cin de tcnicas modernas es casi obligada si

    queremos dotar de significacin el experimen-

    to. Estas licencias, que en ocasiones toma-

    mos, deben sin embargo ser reflejadas y en

    ningn caso pueden convertirse en un hbito

    carente de sentido crtico.

    El programa experimental

    Podemos decir que desde comienzos de la ex-

    perimentacin dentro de la Arqueologa, el di-

    seo del programa experimental queda casi

    definido. As, Ascher ya propone los siguientes

    pasos (1961: 793-816):

    1. Construccin de las hiptesis de partida

    en propuestas verificables a travs de laexperimentacin.

    2. Seleccin de los materiales adecuados.

    3. Trabajo con los materiales.

    4. Observacin y medida de los resultados

    experimentales.

    mentales slidos, el desarrollo de los mis-

    mos hace, con frecuencia, necesaria la

    improvisacin de soluciones y la adapta-cin a limitaciones circunstanciales.

    6) El grado de contrastacin que maneja-

    mos en Arqueologa es, frecuentemente,

    relativo y no debe ser tomado de manera

    irrefutable. Esta limitacin, criticada mu-

    chas veces desde mbitos reacios a esta

    metodologa, debe ser aceptada con opti-

    mismo si tenemos en cuenta el escaso

    carcter y rigor cientfico de que adolecen

    otras vas de interpretacin arqueolgica.

    7) Como todos los mbitos de la investi-

    gacin, es esencial abordar el trabajo ex-

    perimental desde una filosofa de honesti-

    dad que evite la influencia de aspectos

    personales en los resultados. Para ello, el

    diseo de un modelo experimental lo ms

    asptico posible, la aportacin de experi-

    mentadores no implicados directamente

    en el diseo de hiptesis, el empleo de

    mecanismos que reduzcan la subjetividad

    de los resultados, el empleo de bateras

    experimentales con significacin estadsti-ca o la contrastacin de resultados me-

    diante test ciegos, son algunos recursos

    que deberemos emplear.

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    ca, surgen problemas a distintos niveles, sien-

    do stos la base de la formulacin entre mode-

    lo de anlisis del registro arqueolgico y la po-tencial formulacin de hiptesis contrastables

    con base experimental (Fig.4).

    B) Planteamiento de hiptesis de trabajo: o

    marco de referencia para el trabajo experimen-

    tal. Su formulacin debe ser tal que permita su

    aproximacin mediante experimentacin. Co-

    mo comentbamos, puede estructurarse en

    niveles diferenciados, siendo necesario con

    frecuencia su descomposicin en planteamien-

    tos de nivel inferior, circunstancia que produce

    una multiplicacin de los subprogramas de ex-

    perimentacin.

    5. Interpretacin de los resultados.

    Este mismo autor seala cmo la adecuadaseleccin de materiales contrastados con el

    registro a analizar o la repeticin de los experi-

    mentos, son factores que influyen en la validez

    de los resultados.

    Coles (1979:37) establece dos niveles diferen-

    ciados dentro del proceso experimental: un pri-

    mer nivel de simulacin o reproduccin, dirigi-

    do ms hacia aspectos de la mecnica del pro-

    ceso, as como del propio resultado; un segun-

    do nivel, relacionado con el propio proceso tec-

    nolgico en su conjunto y un tercero en rela-

    cin con la funcionalidad del utillaje.

    Todo ello nos lleva a plantear el programa ex-

    perimental como un modelo terico del proceso

    de experimentacin en el que se atendern as-

    pectos tales como el diseo de las experien-

    cias/experimentos, la definicin terica de las

    variables a registrar, la definicin del marco

    material a utilizar as como el marco tcnico,

    tecnolgico o funcional a emplear.

    Fases de la formulacin del programa expe-rimental

    A) Estudio del registro arqueolgico: el proce-

    so de interpretacin del registro supone la va

    bsica en la formulacin de hiptesis contras-

    tables a travs de experimentacin. En cada

    una de las fases de investigacin arqueolgi-

    Anlisis un corte dejado por el macuahuitl, obsrvese losdaos producidos por un impacto de deslizamiento yfragmentacin de la obsidiana lo que nos denota que elarma fungi como un utensilio usado para cortes circula-res y no por percusin de manera que el arma es mseficaz al ser usada de esta forma. La arqueologa expe-rimental nos permite observar el manejo apropiado deun cierto objeto y que a travs de otros medios analti-cos es prcticamente imposible de ser registrados (Fotodel autor 2007).

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    tivo registro de datos o variables mediante sis-

    temas

    Analgicos.Digitales.

    Fotogrficos-videogrficos.

    Estadsticos.

    E) La contrastacin o resolucin de la hiptesis

    permitirn confirmar o negar las propuestas

    de partida, mediante la contrastacin con el

    registro arqueolgico. La significacin estads-

    tica de los resultados, el empleo de Blind Test

    (Rots, 2006: 935- 952).

    Categoras del programa experimental

    La extensin de los trabajos con base experi-

    C) Diseo de experiencias. Entendidas como

    primer acercamiento a la contrastacin de las

    hiptesis de partida. Tienen como finalidadbsica el prediseo de la experimentacin, la

    adquisicin de pericias o destrezas para su

    desarrollo (Fig.5), en su caso la reformulacin

    de las hiptesis de partida, y la seleccin de

    requerimientos materiales y en su caso de va-

    riables. Para su diseo empleamos como fuen-

    tes de informacin, la Etnoarqueologa, la Tra-

    ceologa y la lgica operativa.

    D) La experimentacin, ser el resultado de

    las experiencias previas. Deber seguir un ri-

    guroso control de los procesos recogidos en el

    programa experimental y al tiempo un exhaus-

    Izquierda huellas dejadas por un palo defensivo en material balstico y derecha perforacin de la misma arma sobreun objetivo biolgico, obsrvese la huella dejada en ambos casos, la arqueologa experimental nos permite aclararlos daos inflingidos en este caso por un utensilio contundente que nos pueden ayudar a comprender fracturas ytraumatismos en registros seos implcitos por cierto tipo de instrumentos, esto quiere decir que cada herramienta,arma o utensilio deja una serie de caractersticas fsicas debido a su conformacin que nos permiten evidenciar elmanejo de determinados instrumentos (Foto del autor 2007)

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    Reproduccin: Una de las propiedades de las

    experiencias y experimentos que confirman, en

    muchas ocasiones, la contrastacin de lashiptesis de partida. Igualmente, habilitan el

    tratamiento estadstico de los datos.

    Rplica: Puede ser tanto un resultado perse-

    guido por la experimentacin como un vehculo

    para materializarla. Se presenta a veces en

    forma de producto final o rplica cuya naturale-

    za es muy variable (coleccin de marcas de

    uso, estigmas tcnicos en materiales de distin-

    ta ndole, rplicas lticas, seas, orgnicas,

    etc.) (Fig.6).

    Demostracin: Reproduccin controlada del

    experimento ante el pblico.

    Docencia y educacin: Se trata tanto de una

    actividad dirigida a la transmisin de los recur-

    sos tcnicos y mecnicos mnimos para los po-

    tenciales experimentadores encargados de

    desarrollar posibles modelos, como una forma

    particular de presentar y difundir los resultados

    del proceso de investigacin. Es por lo tanto de

    una fase ms del proceso cientfico en la medi-

    da en que dentro de la Arqueologa Experi-

    mental es posible la presentacin prctica delos mismos.

    Los problemas de la Arqueologa experi-

    mental

    A pesar de las bondades del procedimiento, no

    cabe duda que la prctica real de experiencias

    mental, han acabado por acrisolar el concepto

    y funcin de las categoras que intervienen en

    relacin con el proceso de experimentacin(Terradas, 1999:44-52; Baena y Terradas,

    2005:141-160) de manera que empiezan a en-

    tenderse de la siguiente manera:

    Experiencia: El propio programa experimental

    reconoce el valor de estos primeros acerca-

    mientos empricos al problema a estudiar

    (Callahan, 1995: 3-5) y (Reynolds, 1999:157-

    169) su carcter es menos controlado que el

    de un verdadero experimento poseyendo una

    finalidad claramente exploratoria. El propio

    trmino hace alusin al carcter formativo de

    esta fase.

    Experimento: Es la prueba emprica en s mis-

    ma (Coles, 1979: 75-84). Posee las caracters-

    ticas de poder ser controlable, repetible y de-

    mostrable, y en ellas reside su validez cientfi-

    ca. Debe en todo momento responder al pro-

    grama experimental diseado.

    Experimentador: Es una de las herramientas,

    una categora esencial pues se presenta ante

    el proceso experimental con una carga fsica,

    tcnica e ideolgica especficas, que influyendecisivamente en el desarrollo de la experi-

    mentacin. Por ello, es conveniente, en ocasio-

    nes, emplear agentes adiestrados tcnicamen-

    te, pero no conceptualmente, con el problema

    a analizar, evitando con ello la contaminacin

    de los resultados.

  • 7/28/2019 TLALOQUE 8

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    28

    y cuantitativo, o bien cuando el nivel de destre-

    za de los experimentadores es bajo. Resultan-

    do de ello, suele criticarse la falta de respues-

    tas concluyentes. Conviene saber que la Ar-

    queologa Experimental raramente obtiene res-

    puestas categricas. Se limita a eliminar posi-

    bilidades, mostrar posibles soluciones y en

    ocasiones indicar el grado de probabilidad que

    determinadas propuestas tienen como modelo

    explicativo (Mathieu, 2002: 1-11).

    3) En relacin con aspectos tecnolgicos,

    suelen darse muchas alternativas capaces de

    responder a las hiptesis de partida, existiendo

    con ello un alto grado de incertidumbre sobre

    las propuestas.

    y experimentos en Arqueologa han acabado

    por encontrar sus detractores. Las crticas ms

    comunes podran resumirse en los siguientes

    puntos (Wescott, 1995: 8-11):

    1) La falta de homogeneidad existente en

    las actividades que se amparan bajo la deno-

    minacin de Arqueologa Experimental. Como

    veremos ms adelante, se trata de una cues-

    tin de ndole casi deontolgica que carece de

    acuerdo definitivo entre los propios arquelo-

    gos.

    2) Falta de precisin y ambigedad de los

    resultados especialmente en bateras experi-

    mentales. Suele ser muy frecuente en el caso

    de que se registren variables de tipo cualitativo

    Fig.6. El recurso experimental nos permiteincorporar diversos elementos materiales quenos pueden dar un juicio aproximado de larealidad aunque pueden existir ciertas varia-bles que hacen an ms flexible el desarrollode nuevas hiptesis. En est foto se observael trabajo en concha que este autor practicpara la elaboracin de una coraza, sin embar-go como elemento hipottico puede causar enocasiones ciertas discusiones de los expertos,recordemos que la arqueologa experimentales slo un medio para tratar de llegar a unaaclaracin de lo que pudo haber sido o acon-tecido, para ello hay que trabajar al par conotras ciencias antropolgicas (Foto del autor2011) .

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    29

    denominar duda razonable de la arqueologa, o

    principio por lo cual todo lo que dicen los ar-

    quelogos tiene por definicin un alto grado desubjetividad (especialmente si se refiere al

    comportamiento de nuestros antepasados). La

    demostracin en estos casos, convierte a la

    arqueologa en una disciplina creble.

    Es de manera interesante mencionar que inclu-

    so la arqueologa experimental se a empezado

    a implementar en parques temticos en Euro-

    pa y los Estados Unidos donde no slo se han

    recreado diferentes tiles relacionados con la

    forma en la que vivan las comunidades primiti-

    vas. Sino que adems con la compilacin de

    datos arqueolgicos, etnoarqueolgicos y aun

    Arqueologa experimental, educacin y difu-

    sin

    La experimentacin en la arqueologa presentagrandes ventajas ya que las demostraciones

    de procesos tecnolgicos del pasado (el resul-

    tado de la investigacin) resultan enormemente

    atractivas, en la medida en que con frecuencia

    experimentamos con nosotros mismos. El

    grado de implicacin del experimentador en la

    realizacin de un proceso experimental es mu-

    cho mayor del que normalmente obtendramos

    si realizramos un experimento sobre Fsica o

    Qumica, pues en estos casos el objeto de es-

    tudio no es nuestra propia especie. Este fen-

    meno reside igualmente en lo que podramos

    Parque arqueolgico de Ata-puerca Burgos, Espaa, Dichositio es sin duda uno de los po-cos en el mundo que nos permi-ten observar e interactuar fueradel laboratorio en un espacioreplicado de una serie de cons-trucciones y zonas de actividadejemplificando a travs de laarqueologa experimental la ma-nera de vivir de los antiguospobladores de esta regin. In-

    cluso una de las atracciones dedicho parque es el de practicarrealizar actividades emulando lacaza, pesca y la fabricacin deinstrumentos e incluso el mane-

    jo del fuego (Foto del autor2007)

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    30

    Baena Presley, Javier y Terradas, Xavier

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    Mesoamrica. Anlisis arqueolgico, histrico,

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    rra representadas en el arte mesoamericano.

    Tesis que para obtener el grado de doctorado

    en Estudios Mesoamericanos, Facultad de Fi-

    losofa y Letras, Universidad nacional Autno-

    ma de Mxico, Mxico.

    Mathieu, James R.

    2002 Experimental Archaeology: Replicating

    Past Objects, Behaviors and Processes. En

    Experimental Archaeology. Replicating Past

    Objects, Behaviors and Processes. Mathieu J.

    histricos se han recreado villas y poblados

    enteros (Fig.7).

    He querido mencionar de forma general atravs de este proyecto los beneficios que con-

    lleva el estudio experimental que a travs de

    mi estancia de investigacin en la Universidad

    Autnoma de Madrid donde pude cuantificar

    los beneficios que sta puede representar para

    los estudios que se realizan a nivel antropol-

    gico en nuestro pas.

    Bibliografa

    Amick, D. Maudlin R, Binford L.

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    Ofelia Mrquez Huitzil1

    Chalchiuhtlicue, la diosa de la Falda de jade, en el Cdice Borgia aparece como regente

    del quinto signo de los das Catl, Serpiente, en la lmina 11 (Fig.1). Sabemos que se tra-

    ta de esta diosa porque presenta un disco de jade o chalchhuitl, justo en medio de su fal-

    da blanca con dibujos a lnea rojos, que representan placas o teselas, con un punto al centro.

    ICONOGRAFA DE CHALCHIUHTLICUE

    ENELCDICE BORGIA

    1. Doctora en Estudios Mesoamericanos por la Facultad de Filosofa y Letras y el Instituto de Investigaciones Filolgicasde la UNAM, Maestra en Artes Visuales de la Escuela Nacional de Artes Plsticas de la UNAM, licenciatura en Diseode la cole Nationale Superire des Arts Dcoratifs de Paris, Ministre franais de la Culture. Estancia Posdoctoral enel Posgrado en Historia y Etnohistoria de la Escuela Nacional de Antropologa e Historia del INAH.

    Fig. 1. Detalle de la lmina 11 del Cdice Borgia, facsmil de Graz.

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    (Dupey, 2011).

    La diosa viste tambin un penacho en forma

    de cono invertido, como recipiente para plu-mas, en la regin parietal de la cabeza, con

    franjas de colores azul, rojo, amarillo y ocre

    verdoso, sta ltima con un disco rojo y uno

    amarillo. De este tocado sobresale un conjunto

    de cuatro plumas largas de quetzal, junto con

    un pistilo o un bastoncillo, y un disco rojo, azul

    y amarillo colocado en medio del conjunto. Su

    orejera est formada por un disco grande de

    turquesa del que cuelga una franja roja ribetea-

    da de cordn blanco, de la que cuelga un disco

    de concha blanca. Su pulsera es de turquesa

    tambin, y el sartal que rodea su cabeza es de

    discos de concha blanca. Se encuentra senta-

    da sobre un teoicpallio asiento del dios, lo que

    la define como regente del signo que preside.

    El teoicpallies rojo, con respaldo escalonado,

    ribeteado por una banda delgada amarilla, y

    tiene discos de turquesa y de jade que lo ador-

    nan, as como una piel de jaguar como asiento.

    La diosa seala con dos dedos de su mano

    derecha hacia el signo, y parece recoger su

    otro brazo sobre el pecho. Su cabello es negrocomo los rectangulitos de chapopote de su

    barbilla, y lleva dos rizos enhiestos en la frente.

    La serpiente lleva dos penachos casi a la altu-

    ra de los belfos. Estos penachos estn forma-

    dos por un disco amarillo a la base de un con-

    junto de franjas azul, roja y amarilla que engar-

    Tanto el quechqumitlcomo la falda de la dio-

    sa, llevan una franja de placas de jade casi en

    la orilla, antes de otra franja roja ribeteada porun cordn blanco. Otro disco de jade al centro

    de un crculo rojo, forma la roseta de su nuca,

    mientras que la capilla de la espalda slo tiene

    la tela y la franja roja. La diosa porta tambin

    un yelmo en forma de serpiente de placas de

    jade, de las mismas caractersticas del signo

    Catl que preside. Tambin lleva una nariguera

    en forma de serpiente bicfala pero azul tur-

    quesa,xhuitl.

    Por otra parte, las dos franjas negras que la

    diosa lleva en la barbilla la identifican, estas

    manchas nos recuerdan al ome quipillo de la

    diosa Tzapotlatenan, Madre de los zapotecas

    la primera que invent la resina que se lla-

    ma xitl. Y es un aceite sacado por artificio de

    la resina del pino que aprovecha para sanar

    muchas enfermedades. (Sahagn, 2003

    [1578], Vol. I, libro I: 63), a esta diosa se le re-

    presentaba con dos gotas de chapopote ome

    quipilloque escurran de su rostro (Seler, Vol.

    I:80). El hule por otra parte, se vincula con la

    sangre de la tierra y de la vegetacin, pues co-mo lo seala lodie Dupey el hule es un fluido

    fertilizante, ya que se emplea la sangre y la go-

    ma negra para incrementar el rendimiento de

    los campos, el rayado con hule es paralelo a

    los araazos hasta sacar sangre, establecien-

    do un paralelismo con el sangrado del rbol

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    portancia simblica por el hecho de que sirve

    para limpiar la tierra. En la fiesta Ochpaniztli, la

    fiesta de la barredura, que se llevaba a caboluego de la cosecha, en honor a la madre de

    los dioses y corazn de la Tierra, Toci, Nuestra

    abuela, segn fray Diego Durn:

    Este da barran todos sus cassas y perte-

    nencias y calles y los baos y todos los

    rincones de las cassas sin quedar cossa

    por barrer y esto significaua el lleuar aque-

    llos cuatro huaxteca las escobas en las

    manos delante del ydolo o de su cemejan-

    a (Durn 1980 [1576-1578]:191).

    Queremos precisar, que aunque este elemento

    es caracterstico de la diosa de la Tierra, pa-

    radjicamente aparece en el contexto del ritual

    que precisa la diosa del agua, Chalchiuhtlicue,

    elemento que muy bien puede formar parte de

    un ritual de purificacin en ofrenda a esta dei-

    dad. De la escoba emerge un cordn blanco

    del sacrificio, aztamcatl, hecho de plumas de

    garza blanca. Probablemente aqu la escoba

    se presenta como un medio o smbolo de la

    limpieza, y por ende, objeto del ritual de purifi-

    cacin. Finalmente, en el extremo derecho, ve-mos a un guila con plumas y franjas transver-

    sales rojas, acercase al conjunto. Esta guila

    tiene manos humanas, como si se tratara del

    sacerdote-nagual o iniciado, en plena transfor-

    macin, quien extiende una mano hacia la

    ofrenda, y porta en la otra, lo que parece ser

    za tres plumas cortas, tambin amarillas, o tres

    listones de este color. De las mismas carac-

    tersticas es el conjunto que engarza variasplumas de quetzal que el signo Catl, enfrente

    de la diosa, porta en la cola.

    La parte superior de la escena nos hace pen-

    sar en el ritual que parece indicar o demandar

    la diosa. En el extremo izquierdo vemos un re-

    cipiente blanco que contiene objetos oblongos

    semejantes a ladrillos, de colores negros y sie-

    na tostados, casi rojos. El recipiente que los

    contiene es grande, de color blanco y slo sus

    paredes laterales son altas, mientras que al

    centro son muy bajas, como si fuera un reci-

    piente de piedra forrado de cal o de estuco,

    hecho especialmente para quemar ofrendas en

    su interior. Al centro del recipiente blanco, en-

    tre los ladrillos, vemos un objeto rectangular

    alto, semejante a un brasero, tambin blanco.

    Por encima de este brasero, vemos un conjun-

    to de lea con una bola de hule oltelolotli, con

    una pluma de quetzal para quemar. Frente al

    conjunto, tenemos una escoba ppotl, color

    ocre con puntas blancas, como las que portan

    las Cihuateteo, las mujeres endiosadas muer-tas en el parto, y a las hermanas de Tlazoltotl,

    la diosa comedora de inmundicias, diosa de la

    Tierra, del tejido y del parto vinculada con la

    Luna y la Tierra, de las lminas 47 y 48 del

    mismo Cdice Borgia. La escoba,ppotl, de la

    diosa comedora de inmundicias, tiene una im-

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    orden del Tonalpohualli en que se encuentra,

    corresponde a 6 Miquiztli. La diosa tiene las

    mismas caractersticas que en la lmina 11,pero tiene adems, como pectoral, un disco de

    oro o teocuitlacomalli, como los que portan los

    dioses vinculados con el Sol y el calor. En esta

    lmina ella misma porta el haz de lea con la

    bola de hule oltelolotli para quemar. Enfrente

    de la diosa vemos un rectngulo de color ocre

    verdoso como el chalchhuitl que contiene

    agua. Al centro de la superficie acutica se en-

    cuentra un rosetn chalchhuitlcon un disco de

    concha blanca en cada una de sus esquinas y

    del conjunto flota, hacia arriba, una correa del

    mismo material. El interior del recipiente de

    agua est forrado de cuero rojo ribeteado por

    un cordn blanco y rodeado por ollitas azules,

    rojas y ocre verdoso.

    Por encima del recinto de agua vemos una ori-

    lla de espuma blanca sobre la que flota el haz

    de lea y la bola de huele para quemar, muy

    probablemente en un segundo tiempo, como si

    se tratara de una ofrenda para el agua.

    El vnculo de la diosa del agua con el crneo,

    que representa al signo Miquiztli, Muerte, no esdel todo arbitrario ya que la Luna misma puede

    ser concebida como un crneo segn lo ha es-

    tudiado Guilhem Olivier:

    El estudio de los mitos y de los rituales du-

    rante los cuales aparece la decapitacin

    un haz de lea o tres franjas amarillas de paja.

    Volvemos a ver a la diosa de la Falda de jade,

    como la sexta, entre los Seores de la Noche,

    o Novenos en la lmina 14 del mismo cdice

    (Fig. 2).

    Los Novenos son, siguiendo un orden de lectu-

    ra que sigue el orden de los signos de los das

    Cipactli, Ehcatl, Calli, Cuetzpalin, Catl, Mi-

    quiztli, Mzatl, Tochtli y Atl, y que empieza en

    el extremo inferior derecho, para continuar a la

    izquierda, en los espacios superiores de iz-

    quierda a derecha, y finalmente, de derecha a

    izquierda en la parte superior, como si fuera el

    movimiento de una serpiente o la forma de me-

    andro que forma un ro en su cauce. Respecto

    a los Novenos, tenemos, en primer lugar a

    Xiuhtecuhtli, el Seor de la turquesa, dios del

    fuego, en segundo lugar a Iztli-Tezcatlipoca, el

    Espejo humeante, cuchillo de obsidiana, en ter-

    cer lugar a Piltzintecuhtli, el Noble seor, dios

    joven del maz, en cuarto lugar a Cintotl, el

    Dios del Maz, en quinto lugar, a Mictlantecuh-

    tli, Seor del Mictln, regin de los muertos, en

    sexto lugar, a nuestra diosa Chalchiuhtlicue, en

    sptimo lugar a la diosa Tlazoltotl, en octavolugar a Tepeyollotli, el Corazn de la montaa,

    y en noveno lugar a Tlloc, seor de la Superfi-

    cie terrestre.

    Como sexta de los Novenos, la diosa se en-

    cuentra vinculada con el signo Miquiztli, Muer-

    te, o lleva su nombre que, de acuerdo con el

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    Fig. 2. Detalle de la lmina 14 del Cdice Borgia, 1898.

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    des de agua contenidas en este envase

    globular, y en el plano teognico a las eda-

    des sucesivas de la diosa (Girard, 1949,vol. II: 464).

    A este respecto podemos aadir, que en el

    Cdice Borgia, la Luna aparece representada

    como un recipiente seo que contiene agua en

    las lminas 10, 18, 50, 55, 58, 59 y 71, lo que

    ratificara este vnculo del agua con la Luna

    como crneo o contenedor seo de agua.

    La diosa del agua aparece representada en

    otras lminas del Cdice Borgia, como son: 20,

    23, 24, 26, 28, 41, 43, 51, 53, 57, 60, 65. No

    obstante la cantidad de contextos en los que

    esta diosa aparece en estas lminas, quere-

    mos destacar su presencia como regente del

    signo de la 1 catl, 1 Caa o carrizo de la par-te inferior de la lmina 65 (Fig. 3). Los das de

    esta trecena son 1 catl, 1 Caa o Carrizo, 2

    Oclotl, 2 Jaguar, 3 Cuauhtli, 3 guila, 4 Coz-

    cacuauhtli, 4 Buitre o guila de collar, 5 Ollin, 5

    Movimiento, 6 Tcpatl, 6 Pedernal, 7 Quihuitl,

    7 Lluvia, 8 Xchitl, 8 Flor, 9 Cipactli, 9 Lagarto,

    Cocodrilo o Caimn, 10 Ehcatl, 10 Viento, 11

    Calli, 11 Casa, 12 Cuetzpalin, 12 Lagartija, y

    13 Catl, 13 Serpiente. Cabe sealar que esta

    trecena inicia y con dos signos que pertenecen

    a la columna inicial del cuarto del Tonalpohualli

    del Este, y son los signos catl y Catl, esta

    orientacin csmica se asocia con la regin de

    nos permitir precisar la relacin existente

    entre la Luna y el crneo. En el Mxico

    central se sacrificaba a la mayor parte delas vctimas por cardiectoma, y la cabeza

    slo se separaba del cuerpo despus de la

    muerte del individuo (). Este trato se apli-

    caba principalmente a las representacio-

    nes de las diosas Xilonen y Toci, sacrifica-

    das respectivamente durante las fiestas

    Uey Tecuilhuitl y de Ochpaniztli (CF, II:

    105, 120). Las connotaciones lunares de

    estas diosas y de estos rituales ya han si-

    do destacadas por varios autores

    (Soustelle, 1979 [1940]: 106, 115; Gonz-

    lez Torres, 1975: 74-75, 96-97; Graulich,

    1981: 79, 83; 1987: 405).

    Ahora bien, en la mitologa indgena, la

    diosa de la luna es con frecuencia una divi-

    nidad decapitada (Olivier, 2004:77).

    El crneo es asimismo un contenedor de agua,

    vinculado con la femineidad y la gestacin por

    lo que entre los chortes, la Luna se concibe

    como un cntaro que se llena y se vaca,

    segn Rafael Girard, y se personifica en la dio-

    sa del rostro blanco Ixchel:

    En concepto chort, la luna se asemeja a

    un cntaro gigantesco, lleno de agua que

    al derramarse queda vaco, pero luego se

    va llenando de nuevo. Las diferentes fases

    lunares corresponden a distintas cantida-

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    porque tiene una mancha roja de sangre del

    autosacrificio, en la sien. El sacerdote tiene en

    la mano izquierda el haz de flechas, mientras

    que extiende su mano derecha. Probablemen-

    te la diosa exige un haz de flechas como ofren-

    da, y en un segundo tiempo, el sacerdote se lo

    ofrenda. El conjunto de flechas ha sido elabo-

    rado con carrizos o caas, como las dos caas

    que simbolizan al signo catl, con el que iniciala trecena que preside la diosa, slo que en

    esta representacin no aparecen los dardos

    que caracterizan a las flechas, pero todo el

    conjunto indica que se trata de astas de fle-

    chas con plumas de guila.

    la abundancia, y del Agua, Atl, signo que tam-

    bin pertenece a esta columna, junto con los

    signos Ollin, Movimiento, y Cipactli, Lagarto.

    Sentada en el teoicpalli, en el lado derecho de

    la escena, a diferencia de las representaciones

    anteriores, la diosa no indica ni porta, aqu ex-

    tiende su mano derecha, gesto que puede se-

    alar que provee o que exige, mientras que

    cruza su brazo izquierdo sobre el pecho. Porencima de su mano abierta vemos un haz de

    flechas, tlacochtli, como el que porta el sacer-

    dote tlamacazqui que se encuentra de pie, al

    final de una corriente de agua que brota de la

    diosa. Sabemos que se trata de un sacerdote,

    Fig. 3. Parte inferior de la lmina 65 del Cdice Borgia, 1898.

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    pecto al observador, vemos un objeto cuadran-

    gular, probablemente una caja de piedra, o de

    barro blanco, que al parecer tiene una tapade-ra, pues sta sobrepasa ligeramente la parte

    inferior de la caja. En la unin de ambas par-

    tes, vemos un crculo amarillo con un centro

    rojo que engarzan tres plumas ocres verdosas,

    con un bastoncillo. Estas son muy probable-

    mente las ofrendas que se hacen a la diosa

    durante su trecena, y los lugares de su culto,

    en los que habita: las corrientes de agua, y el

    lugar de la oscuridad.

    Conclusiones

    De todo lo anterior, concluimos que la diosa

    del agua, la de la falda de jade, Chalchiuhtli-

    cue, personifica las corrientes de aqulla,

    cuando es regente del signo Catl, pues steaparece representado cubierto de teselas del

    mismo material que califica la falda de la diosa,

    como si este signo materializara el concepto

    de corriente de agua o su superficie. Por otra

    parte, cuando la diosa es una de las deidades

    de la Noche o Novenos, aparece vinculada al

    signo Miquiztli, Muerte, representado por un

    crneo, hecho que no es fortuito, pues el

    crneo se asocia con la Luna, las divinidades

    femeninas de la fertilidad como lo es Chal-

    chiuhtlicue, y puede tener connotaciones de

    recipiente contenedor de agua. Finalmente, la

    diosa del agua aparece como regente de la tre-

    En medio de la corriente de agua, vemos co-

    rriendo en su superficie, a una sacerdotisa de

    la diosa, pues lleva una falda igual a la de sta.Slo que tiene el cabello suelto, largo y despei-

    nado, no tiene quechqumitl, pero porta en una

    de sus manos una correa de placas o teselas

    de jade, y en la otra mano lleva un pequeo

    penacho engarzado en una banda de cuero

    roja, con un plumn azul. Este penacho est

    formado por plumas cortas amarillas de las que

    sobresalen algunas plumas ms largas colore

    ocre verdoso, junto con una vara en forma de

    bastoncillo, o de espiga. Por detrs de la sa-

    cerdotisa vemos una caja anaranjada cncava,

    con un rectngulo rojo al centro. La caja est

    amarrada con una soga blanca, misma que

    puede servir para que el contenido de aqulla

    no se esparza, o bien, puede indicar que se

    trata de un objeto destinado al sacrificio.

    Por encima del conjunto que acabamos de

    describir tenemos al centro de la lmina, una

    casa representada de frente. Esto es importan-

    te, pues de esta manera podemos ver el inter-

    ior de la aqulla. El interior de la casa es gris

    oscuro con puntos negros, lo que indica que setrata de oscuridad. La oscuridad se asocia con

    la femineidad y la noche, con el origen y con

    las aguas intrauterinas que vinculadas con la

    tierra, se asocian en la imaginacin simblica

    con el interior de las cuevas, entrada al infra-

    mundo. Del lado izquierdo de la casa, con res-

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    Girard, Rafael

    1949 Los chorts ante el problema maya,

    Mxico, Antigua Librera Robledo.

    Olivier, Guilhem

    2004 Tezcatlipoca, burlas y metamorfosis de

    un dios azteca, Mxico, FCE.

    Sahagn, fray Bernardino de,

    2003 [1578] Historia General de las Cosas de

    la nueva Espaa, Madrid, Ediciones Promo Li-

    bro.

    Seler, Eduard,

    1980 Cometarios al Cdice Borgia. Mxico:

    Fondo de Cultura Econmica.

    cena 1 catl, que finaliza con un signo que

    guarda la misma orientacin csmica que el

    signo Carrizo, y es Catl, con el que termina latrecena, pero en sta tambin aparecen los

    signos Ollin y Cipactli de la misma orientacin,

    mientras que el signo Atl, parece personificado

    por la diosa misma de quien emana una co-

    rriente de agua, en donde parece demandar

    como tributo el haz de flechas hechas de carri-

    zo. La ofrenda de flechas es llevada a cabo por

    el sacerdote tlamacazqui, mientras que una

    sacerdotisa porta ofrendas de hade y de plu-

    mas en sus manos.

    Bibliografa

    Cdice Borgia

    1898 Il manoscrito Messicano Borgiano del Museo

    Etnogrfico dellas S. Congregazione di Propaganda Fi-

    de. Publicado en Chromophotographie por Le Duc de

    Loubat. Stablimento Danese. Roma.

    Dupey, lodie

    2011 Pintura corporal en las divinidades

    nahuas, Mxico, Conferencia en el Museo Na-

    cional de Antropologa e Historia, 31 de octu-bre.

    Durn, Fray Diego.

    1980 [1576-1578] Mitos y fiestas de los anti-

    guos mexicanos, Mxico, Editorial Cosmos.

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    Sesiones del Seminario

    Mtra. Marina Anguiano y Arqlgo. EnriqueMndez Torres

    Miembros del Seminario

    Mtra. Naoli Victoria LonaDr. Alejandro Villalobos

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    Invitacin a publicarSe invita a todos los investigadores interesados

    en temas relacionados con Tlaloc y dems dei-

    dades de la lluvia y la fertilidad a enviar sus art-

    culos de no ms de 15 cuartillas, en letra Arial a

    12 puntos, interlineado 1.5.

    Las imgenes se mandaran por separado en

    resolucin de 300dpi. Se aceptar un mximode 10 imgenes. Todas las imgenes se llama-

    ran Fig. y deben estar referidas en el texto.

    Los subttulos debern ir en negritas en mins-

    culas.

    Todas las figuras deben tener su respectivo pie

    de foto y autora.

    Las citas tendrn el formato Oxford. Ej.(Maudslay, 1886:22 )

    Toda correspondencia deber dirigirse a la Dra.

    Mara Elena Ruiz Gallut al Instituto de Investiga-

    ciones Estticas, Circuito Mario de la Cueva,

    s/n. Ciudad Universitaria, C.P. 04510, Mxico

    D.F. Tel. 5622-7547 Fax. 5665-4740.

    De igual manera los artculos podrn mandarse

    a las siguientes direcciones electrnicas:

    [email protected].

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