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Página 295 de 1374 TÍTULO: EL TRASFONDO MATERIAL DE LA ECONOMÍA BALEAR (1997-2008): UN PERTINAZ CAMINO HACIA EL COLAPSO 1 Xavier Ginard Bosch e Ivan Murray Mas Grup d’Investigació sobre Sostenibilitat i Territori (GIST) Universitat de les Illes Balears Área temática: economía ecológica. Palabras clave: análisis de flujo de materiales, metabolismo social, crisis, turismo, Islas Baleares. Resumen: Múltiples evidencias demuestran cierta relación entre la desregulación comercial y las crecientes desigualdades Norte-Sur. Mientras los países desarrollados han podido centrar sus economías en actividades de gran valor añadido, como los servicios, los países pobres se han visto forzados a abastecer de materias primas baratas las necesidades de la economía global, además de recibir buena parte de los residuos generados. Paralelamente, a nivel nacional, la fuerte degradación medioambiental sufrida a raíz del reciente boom inmobiliario cuestiona seriamente el funcionamiento biofísico del modelo económico imperante. Urge, por tanto, estudiar los desequilibrios socioecológicos provocados por la exagerada configuración social en torno a un conjunto de actividades concretas. En este sentido, el Análisis de Flujo de Materiales (AFM) puede servir para conocer el requerimiento y la tipología de materiales utilizados en el mantenimiento de las economías postindustriales, así como identificar el origen y el destino de los mismos. Teniendo en cuenta que la industria turística ha transformado intensamente la geografía española, especialmente la costa mediterránea y Canarias, imponiendo hábitos de consumo cada vez más exigentes en recursos naturales, el presente trabajo analiza los materiales consumidos directamente por la economía de las Islas 1 La investigación que da lugar a este articulo se financia con el proyecto de investigación titulado " La Geoeconomía y la Geopolítica turística. Análisis de la glocalización turística balear, implicaciones socioambientales” (CSO2009-08400) del Plan Nacional de I+D+I del Ministerio de Ciencia e Innovación.

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TÍTULO: EL TRASFONDO MATERIAL DE LA ECONOMÍA BALEAR (1997-2008): UN PERTINAZ CAMINO HACIA EL COLAPSO1

Xavier Ginard Bosch e Ivan Murray Mas

Grup d’Investigació sobre Sostenibilitat i Territori (GIST)

Universitat de les Illes Balears

Área temática: economía ecológica.

Palabras clave: análisis de flujo de materiales, metabolismo social, crisis, turismo, Islas Baleares.

Resumen:

Múltiples evidencias demuestran cierta relación entre la desregulación comercial y las crecientes desigualdades Norte-Sur. Mientras los países desarrollados han podido centrar sus economías en actividades de gran valor añadido, como los servicios, los países pobres se han visto forzados a abastecer de materias primas baratas las necesidades de la economía global, además de recibir buena parte de los residuos generados.

Paralelamente, a nivel nacional, la fuerte degradación medioambiental sufrida a raíz del reciente boom inmobiliario cuestiona seriamente el funcionamiento biofísico del modelo económico imperante. Urge, por tanto, estudiar los desequilibrios socioecológicos provocados por la exagerada configuración social en torno a un conjunto de actividades concretas. En este sentido, el Análisis de Flujo de Materiales (AFM) puede servir para conocer el requerimiento y la tipología de materiales utilizados en el mantenimiento de las economías postindustriales, así como identificar el origen y el destino de los mismos.

Teniendo en cuenta que la industria turística ha transformado intensamente la geografía española, especialmente la costa mediterránea y Canarias, imponiendo hábitos de consumo cada vez más exigentes en recursos naturales, el presente trabajo analiza los materiales consumidos directamente por la economía de las Islas

1 La investigación que da lugar a este articulo se financia con el proyecto de investigación titulado "La

Geoeconomía y la Geopolítica turística. Análisis de la glocalización turística balear, implicaciones socioambientales” (CSO2009-08400) del Plan Nacional de I+D+I del Ministerio de Ciencia e Innovación.

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Baleares durante buena parte de la última fase alcista (1997-2008). El principal objetivo es conocer la base material que se esconde detrás de un territorio que vive casi exclusivamente del turismo masivo, y a partir de aquí, advertir sobre los costes territoriales que las políticas “anticrisis” pueden acarrear a medida que se vaya ahondando en el modelo turístico-inmobiliario.

Introducción

El Informe de Desarrollo Humano elaborado por el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) en 1999 anunciaba que el comportamiento de la quinta parte de la población del planeta que vivía en los países desarrollados era responsable del 86% del comercio mundial, el 65% del consumo eléctrico, el 84% del consumo de papel, el 85% de la extracción de metales y la producción de productos químicos, y el 70% de las emisiones de dióxido de carbono, entre otros.

También a finales de los noventa, Naredo y Valero (1999), alertaban de que la acción humana había alcanzado un nivel de extracción de recursos naturales superior a la capacidad regenerativa de los ecosistemas y a la producción natural mediante fotosíntesis. A día de hoy, lejos de menguar, la crisis global continúa demostrando que el origen de los problemas ecológicos reside en los patrones de consumo y producción de las sociedades industriales y postindustriales (OECD 2008; UNEP 2010). El incremento exponencial del consumo de energía, materiales, agua y territorio experimentado sobre todo desde la segunda mitad del siglo XX, ha dejado y está dejando una cicatriz en la corteza terrestre que será difícil de borrar.

En este contexto, el sector servicios ha llegado a representar entre el 60 y el 70% del PIB de los países tradicionalmente llamados industriales. Mientras tanto, la creciente especialización económica española en actividades financieras, turísticas e inmobiliarias, ha servido de estrategia para escalar posiciones dentro de la exigente competencia del capitalismo neoliberal. Dicho proceso de “terciarización” no puede entenderse sin los elevados costes territoriales ocasionados por la urbanización y el suministro de recursos naturales a precio de saldo procedentes de las regiones menos favorecidas por la imposición del libre comercio (Naredo 2006).

A pesar de la imagen inmaterial relacionada con el sector servicios, en su interior se encuentran subsectores como el transporte, cuya energía utilizada supone entre el 40 y el 50% del total consumido por los países desarrollados; el comercio y los servicios financieros, intensivos en la construcción de grandes infraestructuras; y el turismo, una actividad altamente dependiente del transporte, la construcción y la ocupación de suelo (Carpintero 2003).

Al fijar la atención en el turismo se observa que su relativa breve existencia –poco más de medio siglo– no ha impedido que actualmente represente cerca del 9% del PIB mundial (WTTC 2011), superando a industrias como la química, la farmacéutica, la automovilística, la alimentaria e incluso la petrolera (Buades 2006). Su infundada imagen ambientalmente benévola ligada a la etiqueta de industria “sin humo”, ha facilitado que la economía del ocio haya encajado a la perfección dentro de la farsa del capitalismo verde2 y el concepto de “crecimiento económico sostenible”; un

2 Un ejemplo de ello es la estrategia de turismo sostenible anunciada por el Plan Director de

Cooperación Española (2009-2012) como supuesta política ambiental enfocada a mejorar la calidad de vida de las comunidades locales en países en vías de desarrollo. Esta estrategia no incluye ninguna explicación ni análisis previo sobre qué se entiende exactamente por turismo sostenible y cuál debería ser su forma de aplicación. La falta de este debate indica la injustificada tolerancia social que tiene el turismo en cuanto a sus posibles efectos ambientales y sociales. Así, es común encontrar

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proceso físicamente imposible que la economía ecológica no se ha cansado de demostrar3. Como resultado, el turismo se ha autoproclamado la única actividad económica “capaz” de formar parte de programas de conservación medioambiental a gran escala a la vez que “garantiza” el crecimiento económico regional (WTO 2003; WTTC 2011), todo ello, claro está, sin antes haber estudiado en profundidad las cargas ambientales asociadas al conjunto actividades que lo componen.

Consecuentemente, aún son minoritarias las investigaciones que subrayan que tras la industria del turismo masivo se esconden fuertes relaciones de poder (Amer 2006; Buades 2009), un elevado consumo de recursos naturales (Gössling 2005; Deloitte-Exceltur 2005), severas transformaciones territoriales (Murray et al. 2005) y serias consecuencias sociales (Gascón y Cañada 2005), entre otras problemáticas.

Uno de los aspectos en los que vale la pena enfatizar y que parece de crucial importancia a la hora de identificar los posibles impactos sociales y ecológicos derivados del desarrollo turístico, es analizar cómo y qué insumos físicos son consumidos por las sociedades que viven de tal sector económico. En este sentido, el AFM es una de las metodologías más utilizadas para estudiar la parte del metabolismo social correspondiente a los intercambios de recursos entre un territorio y el resto del mundo. Usando indicadores de consumo e intercambio material, el AFM permite entrever –aunque sea de manera indirecta– el nivel de (in)sostenibilidad de un sistema en términos de toneladas de materiales extraídos, usados y desplazados.

En este sentido y de acuerdo con Murray et al. (2005), la extrema especialización económica de las Islas Baleares en el turismo4 hace que el archipiélago pueda ser considerado como un excelente laboratorio para llevar a cabo investigaciones y políticas que orienten la economía hacia pautas más sostenibles.

Caso de estudio

A finales de los años ochenta y principios de los noventa, el turismo fordista balear empezó a mostrar señales de saturación debido al intenso desarrollo urbanístico arrastrado durante las cuatro décadas precedentes y al exceso de plazas hoteleras construidas. Al mismo tiempo, el surgimiento de nuevos competidores en la costa mediterránea, principalmente Túnez, Grecia, Egipto, Turquía, Croacia y Marruecos, hizo más difícil conservar el margen de beneficios alcanzado durante la época dorada del desarrollismo franquista. A partir de ese momento, las principales

bajo el paraguas de la “sostenibilidad” a una expansión turística sin restricciones donde salen beneficiadas las compañías transnacionales españolas (muchas de ellas de origen balear). Por otro lado, algunos estudios promovidos por el propio sector hotelero español, como por ejemplo Deloitte-Exceltur (2005), alertan sobre la insostenibilidad del turismo implantado en la costa mediterránea, Baleares y Canarias, un modelo que no solo es el que domina el sector a escala nacional sino que además es el exportado.

3 Uno de los economistas ecológicos más famosos en la esfera internacional, H. Daly (2007), se

lamenta de la grave confusión que existe entre los conceptos de crecimiento sostenible y desarrollo sostenible. Según Daly, mientras el primero es físicamente imposible debido a que todo crecimiento económico va unido a un incremento del consumo de recursos naturales limitados, el desarrollo sostenible, solo puede darse bajo los supuestos de no crecimiento poblacional y consumo de bienes.

4 Los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) muestran que el sector servicios de Baleares ha

representado durante las últimas décadas más del 80% del VAB regional, siendo el mayor porcentaje registrado por las comunidades autónomas españolas. http://www.ine.es/jaxi/menu.do?L=0&type=pcaxis&path=%2Ft35/p010&file=inebase. Abril 2011.

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empresas hoteleras de Baleares comenzaron a invertir el capital acumulado en localizaciones que prometían ser destinos turísticos de éxito –Canarias, Mediterráneo español, Caribe, Centroamérica, Suramérica, Norte de África, etc.–. De esta manera, comenzaría lo que Buades (2006) denomina “la colonización turística del planeta” por parte las transnacionales turísticas de origen balear, cuya actividad sigue creciendo en la actualidad (Manresa 2011).

La introducción de España en la Unión Europea (1986), la entrada en vigor del tratado de Maastrich (1992) y la culminación del proyecto europeo con la puesta en circulación del euro (2002), permitió acceder a la economía española a una cantidad de capitales sin precedentes. La búsqueda insaciable de beneficio de las inversiones internacionales supo encontrar en la especulación inmobiliaria española uno de los negocios más rentables de la década del 2000 (López y Rodríguez 2010). Los altos precios de las viviendas en las tradicionales áreas turísticas y en las grandes ciudades, sirvieron de anzuelo para captar gran parte del dinero circulante (OMM 2011). El atractivo turístico de Baleares, añadido al proceso de desregulación urbanística comenzado de mediados de los noventa, facilitó la urbanización del interior y la ampliación de algunas zonas turísticas consolidadas, desembocando en lo que más tarde sería el boom inmobiliario. Todo esto estuvo íntimamente conectado con la construcción de varios megaproyectos de transporte cuya función fue catalizar las inversiones hacia zonas predeterminadas, asimismo coincidiendo con la proliferación de numerosos casos de corrupción político-empresarial (Murray 2012).

Durante la última etapa expansiva, Baleares continuó incrementando su dependencia económica a la llegada de turistas y a la construcción de infraestructuras, sumando impactos en forma de espacio ocupado y consumo de recursos. Paralelamente, al centralizar aún más la actividad económica en la construcción y el turismo, se aceleró el proceso de relocalización de los centros de extracción y producción en el exterior.

La explosión de la burbuja inmobiliaria a mitad de 2008 no solo puso en evidencia el modelo de crecimiento de los últimos años, sino que dejó tras de sí una de las regiones más castigadas por la urbanización difusa, la deuda hipotecaria y el paro. Sin embargo, las políticas económicas impulsadas por los diferentes gobiernos autonómicos no se han encaminado a corregir los conflictos sociales, económicos y ecológicos causados por el aquelarre constructor heredado. Más bien al contrario, la estrategia inicial de negar el problema, más las actuales propuestas de fomento de la actividad económica, continúan la antigua estrategia de obedecer el dictado de los lobbies dominantes.

Siguiendo los pasos realizados por la economía balear durante los últimos años de esplendor económico, el presente trabajo pretende destapar las bases materiales del discurso convencional que ve en la transferencia de una economía industrial y/o primaria a otra basada en los servicios, particularmente turísticos, la panacea del desarrollo sostenible. Desde aquí, se pretende hacer un análisis crítico al funcionamiento físico del modelo balear, así como a las políticas urbano-turísticas que actualmente suenan como trampolín hacia una nueva fase de especulación de suelo y refabricación turística, lo que vuelve a cerrar las puertas a cualquier tipo de reforma estructural que apacigüe los problemas con los que deberá lidiar la comunidad insular en el futuro próximo. Para demostrarlo, el trabajo analiza los flujos materiales directos de la economía balear entre 1997 y 2008, para después pasar a

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comentar las medidas de promoción económica propuestas recientemente en nombre del crecimiento y la creación de empleo. Concretamente los objetivos del trabajo quedan resumidos en los siguientes puntos:

Proveer estadísticas básicas que faciliten la comparación entre el consumo material de las Islas Baleares y otras regiones.

Describir el metabolismo de una economía turística desde el AFM destacando el patrón general que caracteriza su funcionamiento.

Mostrar cómo el crecimiento económico balear de los últimos años ha ejercido una creciente presión sobre la corteza terrestre mediante la acaparación de recursos locales y externos.

Criticar los previsibles costes territoriales de las estrategias económicas propuestas con la excusa de salir cuanto antes de la crisis.

Metodología

El hecho de considerar las leyes biofísicas como marco regulador de toda estructura económica y social, permite evaluar el funcionamiento de las sociedades como si fueran un organismo vivo del cual es posible conocer su metabolismo (Georgescu-Roegen 1977). El concepto de metabolismo social empezó a gestarse durante el siglo XIX gracias a la aportación de varias disciplinas como la biología, la sociología, la antropología cultural, la termodinámica, la química agrícola o la ecología urbana (Martínez-Alier 1995). Analizar el metabolismo económico significa representar la economía de un territorio a partir de los inputs naturales utilizados (materiales, agua, aire y energía) y los outputs generados (bienes, residuos, emisiones y vertidos). Las bases teóricas de este razonamiento reposan sobre el Primer Principio de la Termodinámica o Ley de Conservación de Materia y Energía, donde se expone que la energía y los materiales responsables del funcionamiento de un sistema son expulsados irremediablemente en forma de productos y residuos durante los procesos de elaboración y consumo. Y la Ley de la Entropía o Segundo Principio de la Termodinámica, que indica que tras todo proceso de transformación, la energía utilizada pasa de un estado disponible para el uso humano a otro que no lo es, siguiendo un aumento irreversible de la entropía. Desde esta perspectiva, las causas del deterioro ambiental no se consideran externas al funcionamiento del sistema sino más bien una parte inseparable de su actividad normal (Naredo 2006).

La divulgación de algunos trabajos realizados desde la ecología industrial en importantes centros de investigación como el Instituto Wuppertal alemán, el Institutfür Interdiziplinäre Forschungund Fortbildung (IFF) de Viena o el World Resources estadounidense, ayudaron a proporcionar las bases metodológicas para formalizar un modelo teórico que facilitara su aplicación (Carpintero 2005). Así, la ecología industrial, se afianzó como una de las ramas de la economía ecológica cuyo objetivo es descubrir hasta qué punto las actividades económicas o la economía en general son dependientes de recursos físicos finitos, intentando conocer su equilibrio con los sistemas biológicos (Arto 2009).

Aunque a principios de los setenta, Keese, Ayres y d'Arge, presentaron el primer balance de materiales de la economía estadounidense, el seguimiento de los flujos de materiales no se popularizó hasta los años noventa. La carencia de estudios durante ese tiempo podría explicarse en parte a “la heterogeneidad de los materiales

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utilizados en la economía moderna y los millones de empresas involucradas en los procesos de transformación, procesamiento y vertidos de materiales y mercancías” (Wernick y Ausbel 1995 en Carpintero 2005: 123).

Finalmente, el desarrollo y la consolidación de la metodología llegaron con las aportaciones del Instituto Wuppertal y el IFF de Viena. Mientras que los esfuerzos del IFF estuvieron más vinculados a la cuantificación y al seguimiento de los flujos materiales y energéticos directamente relacionados con las actividades económicas (extracción doméstica, importaciones y exportaciones), el Wuppertal trató de completar el análisis mediante el cálculo de los flujos ocultos, también conocidos como mochila ecológica o flujos indirectos. El interés en los flujos ocultos vino de intentar cuantificar el conjunto de materiales utilizados de manera indirecta en los procesos de extracción, fabricación, transporte y consumo, que normalmente no se incorporan en las mercancías comercializadas. Un claro ejemplo de flujo oculto sería toda la tierra removida durante el proceso de extracción de un mineral de cantera no incorporada al producto final (Carpintero 2005).

Uniendo las aportaciones de ambos institutos, se entendió que un AFM debería incluir tanto los flujos directos derivados del comercio, como los flujos indirectos u ocultos utilizados durante el ciclo de vida del producto, dando lugar, con la suma de ambos, al Requerimiento Total de Materiales (RTM). Gracias a algunos organismos oficiales como la Oficina de Estadística de la Comisión Europea (EUROSTAT) y la Agencia Europea de Medio Ambiente (EEA), se crearon unas directrices básicas en forma de guía metodológica (Carpintero 2005). Así, en 2001, EUROSTAT publicó la primera guía de AFM a escala nacional, desde donde a lo largo de la década del 2000 han surgido las sucesivas actualizaciones de 2007 y 2009.

A nivel práctico, el AFM ha sido utilizado por organismos internacionales como la Red Con Account, el EUROSTAT, la EEA, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y el PNUMA, entre otros. Además, ha sido un referente estatal en la elaboración de estadísticas de contabilidad ambiental a través del Instituto Nacional de Estadística (INE) y el Observatorio de la Sostenibilidad en España (OSE). También destacar que, pese algunas diferencias metodológicas, el AFM se ha aplicado ampliamente en estudios científicos de ámbito internacional (Adriaanse et al. 1997; Naredo y Valero 1999; Eisenmenger et al. 2007), europeo (Bringezu y Schütz 2001a, 2001b; Weisz et al. 2005), para el conjunto del estado español (Cañellas et al. 2004; Carpintero 2005; González-Martínez et al. 2010) y en varias regiones españolas (Naredo y Frías 1988, 2003; Arto 2009; Hercowitz 2003; Doldán 2003; Sendra et al. 2006; Murray 2012).

La metodología contabiliza materiales formados de biomasa, minerales metálicos, minerales no metálicos y recursos energéticos, todos ellos medidos en toneladas. Quedan, pues, fuera del análisis otro tipo de recursos naturales como el agua y el aire. Las peculiaridades específicas de éstos, como su gran volumen, hacen que tengan que ser analizados con metodologías adaptadas y de manera separada.

Aunque el análisis del metabolismo socioeconómico debería cuantificar las entradas y salidas de un sistema, normalmente el AFM solo está enfocado a estudiar la parte del input. El principal motivo de esta carencia se debe a la gran dispersión de los materiales expulsados en forma de residuos y a la falta de estadísticas fiables que permitan su seguimiento. El trabajo también está acotado al estudio de los flujos directos, la deficiente información correspondiente a los flujos indirectos u ocultos ha limitado el estudio en este sentido, siendo conscientes de que su aportación futura

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enriquecerá sustancialmente los resultados.

A continuación se explica de manera breve los principales indicadores utilizados para la elaboración del estudio:

a) Extracción Doméstica (ED): conjunto de materiales compuestos de biomasa, minerales o combustibles fósiles que han sido extraídos dentro del territorio.

ED = Materiales procedentes del propio territorio

b) Balance Comercial Físico (BCF): está compuesto por las importaciones menos las exportaciones comerciales de materiales entre la región estudiada y el resto del mundo. Permite conocer si un territorio hace la función de abastecedor o de consumidor de materiales respecto al exterior.

BCF = Importaciones – Exportaciones

c) Input Material Directo (IMD): entrada total de materiales que ha necesitado una economía para su funcionamiento. Su cálculo se obtiene de sumar las importaciones a la ED y muestra la intensidad material de un sistema.

IMD = ED + Importaciones

d) Consumo Material Directo (CMD): contabiliza la cantidad de materiales directamente consumidos por la sociedad y para contabilizarlo se restan las exportaciones al IMD. Este indicador puede considerarse un índice de presión humana sobre el territorio que completa a los indicadores monetarios tradicionales como el PIB. Señalar que el CMD no incluye la energía consumida, la generación de residuos, ni los flujos de materiales ocultos asociados a la ED y a las importaciones.

CMD = ED + Importaciones –Exportaciones

e) De la combinación de los indicadores anteriores con otros referentes a la población, el PIB o la cantidad de la superficie disponible, permite crear los siguientes indicadores intensivos:

ED por hectárea (ED/ha): su valor indica el nivel de presión que ejerce una sociedad sobre su territorio en términos de cantidad de recursos extraídos por unidad de superficie disponible.

Importaciones por CMD (Imp/CMD): señala el porcentaje del CMD de origen exterior, permitiendo ver la dependencia externa de una región a la hora de abastecerse de recursos materiales.

Importaciones por unidad de PIB (Imp/PIB): el indicador también llamado Índice de Intensidad Material (Murray 2012), enseña la dependencia exterior que tiene la producción económica a partir de la cantidad de importaciones necesarias para producir una unidad de PIB.

CMD por unidad de PIB (CMD/PIB): cantidad de materiales consumidos para generar una unidad de PIB. Suele identificarse con la eficiencia material de una economía, entendiendo que si una región necesita cada vez menos toneladas de materiales por valor monetario producido, ésta tiende a demandar menos materiales, y por tanto, a un estado supuestamente más sostenible.

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Figura 1: Representación esquemática de los flujos materiales en un sistema económico.

Fuente: elaboración propia a partir de Carpintero (2005).

Aunque el AFM –directos, en este caso– presenta un amplio abanico de posibilidades que ayudan a entender cómo funcionan las sociedades desde el punto de vista biofísico, también es verdad que dicha metodología tiene importantes limitaciones sobre las cuales cabe reflexionar –ver tabla 1–.

Tabla 1: Algunas ventajas y desventajas detectadas a la hora de aplicar el AFM directos.

Ventajas Desventajas

Sirve como herramienta indirecta de sostenibilidad. Posibilita la realización de enfoques sistémicos a largo plazo. Complementa a los sistemas de cuentas nacionales mediante la incorporación de unidades físicas. Puede aplicarse a diferentes escalas: mundial, nacional, regional y local. Permite hacer un seguimiento de la evolución del consumo de materiales de diferentes territorios y la comparación entre ellos. Es una metodología relativamente sencilla y fácil de usar siempre y cuando exista la información necesaria. Refleja las relaciones de intercambio biofísico entre regiones facilitando la detección de posibles desequilibrios. Proporciona información agregada a partir de datos consistentes que

No tiene en cuenta los flujos ocultos lo que provoca que las estimaciones sean inferiores a las reales. Es reduccionista, toda la información se centra en una sola unidad de medida –toneladas–, sin incluir factores cualitativos. Hace un análisis estático, no explica la sostenibilidad de los flujos, ni su impacto. Suele presentar algunos problemas de cálculo: Los minerales metálicos no se clasifican por su concentración de metal. Normalmente no tiene en cuenta la cantidad de agua contenida en la biomasa. Muchas veces la información necesaria no se encuentra disponible.

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permiten a su vez hacer un análisis desagregado. Puede complementarse con otras metodologías de metabolismo socioeconómico como el Análisis del Ciclo de Vida, TIOF, Agua virtual, Flujos energéticos, MuSIASEM, etc.)

No tiene en cuenta el nivel de peligrosidad de los minerales. No incorpora otros recursos naturales como el agua y el aire. Le falta una base teórica capaz de ligar los flujos materiales a las funciones del sistema.

Fuente: elaboración propia a partir de varias fuentes.

AFM directos de la economía de las Islas Baleares (1997-2008)

Aunque inicialmente el propósito de la investigación era analizar los flujos materiales de la economía balear durante los años 1995-2010, finalmente se decidió centrar el período de estudio a 1997-2008 por la falta de tiempo e información disponible. No obstante, la etapa escogida sigue siendo significativa para observar las variaciones del consumo material de Baleares durante el auge turístico-inmobiliario, así como el inicio de su posterior caída.

Para lograr un formato que facilite la comparación posterior de los resultados, se ha seguido, en la medida de lo posible, las guías metodológicas del EUROSTAT (2001 y 2009). Sin embargo, las características particulares del caso han sugerido aprovechar las aportaciones dirigidas previamente por Ivan Murray, especialmente las que se refieren a su tesis doctoral (Murray et al. 2010; Murray 2012).

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Tabla 2: Tabla resumen de algunos indicadores utilizados para analizar la economía balear.

Fuente: elaboración propia a partir de varias fuentes.

Nota: PIB a precios constantes de 1997.

Al observar los datos expuestos en la tabla 1 se pueden extraer las siguientes consideraciones:

Entre 1997 y 2008 la ED disminuyó un 10,8%, mientras que el IMD y el CMD se incrementaron un 14,19% y 5,09% respectivamente. Desde aquí se deduce que el consumo total de materiales estuvo relacionado con el crecimiento de las importaciones. Corroborando lo anterior, la relación entre las importaciones y el CMD (Imp/CMD) indica que la dependencia exterior aumentó un 45,25%, alcanzando el 61% del CMD en 2008.

Por lo que respecta a las variables per cápita, el gran crecimiento poblacional de las Islas durante el período estudiado ha hecho que éstos presenten una clara tendencia decreciente5.

Algo parecido ocurre al relacionar el CMD con el PIB (CMD/PIB), el indicador señala que aunque el crecimiento del consumo de materiales en términos absolutos aumentó, el elevado incremento del valor de la producción entre 1997 y 2008, hizo disminuir la intensidad material por euro producido. Por otro lado, el Índice de Intensidad Material (Imp/PIB), muestra un incremento del 5,77%, lo que viene a decir

5 Según el padrón municipal del INE, el crecimiento demográfico de las Islas Baleares entre 1997 y

2008 fue el más elevado de todas las comunidades autónomas, superando en casi 11 puntos a la segunda con mayor crecimiento poblacional: la Región de Murcia. Si lo comparamos con el incremento medio español –16,36%– y europeo –3,98%–, se observa que el fuerte aumento residencial de Baleares podría explicar la tendencia decreciente de las variables per cápita.

Año 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 Tasa crec.

ED (Tm) 10.109.474 9.224.111 8.843.445 8.540.307 8.415.158 9.089.051 8.346.794 8.768.920 10.234.676 10.467.621 10.549.230 9.017.435 -10,8

IMD (Tm) 16.437.095 16.084.033 16.915.339 17.496.702 17.395.687 18.191.526 17.486.974 18.297.422 20.272.464 21.245.833 20.973.631 18.769.216 14,19

CMD (Tm) 15.212.108 14.816.423 15.442.884 15.849.115 15.660.714 16.454.956 15.496.880 16.240.272 17.930.225 18.546.013 18.143.638 15.986.578 5,09

Tasa crec. CMD

- -2,6 4,23 2,63 -1,19 5,07 -5,82 4,8 10,4 3,43 -2,17 -11,89 -

ED pc (Tm/pers )

13,27 11,58 10,76 10,1 9,58 9,91 8,81 9,18 10,41 10.46 10,24 8,41 -36,62

IMD pc (Tm/pers)

14,51 13,12 12,9 12,76 12,22 12,24 10,97 11,46 13,03 13,84 12,98 10,41 -28,26

CMD pc (Tm/pers)

19,97 18,6 18,79 18,74 17,82 17,94 16,36 17 18,24 18,53 17,6 14,9 -25,39

Imp/CMD 0,42 0,46 0,52 0,57 0,57 0,55 0,59 0,59 0,56 0,58 0,57 0,61 45,24

Imp/PIB (Tm/miles €)

0,52 0,53 0,58 0,6 0,58 0,58 0,57 0,58 0,59 0,61 0,58 0,55 5,77

CMD/PIB (Tm/miles €)

1,26 1,15 1,11 1,07 1,02 1,05 0,97 0,98 1,05 1,05 1 0,9 -28,57

ED/ha (Tm/ha)

20,35 18,57 17,8 17,19 16,94 18,29 16,8 17,65 20,6 21,07 21,23 18,15 -10,81

Población 761.663 796.483 821.820 845.630 878.627 916.968 947.361 955.045 983.131 1.001.062 1.030.650 1.072.844 40,86

PIB 12.117.904 12.888.421 13.933.078 14.837.310 15.377.697 15.645.952 15.922.556 16.493.421 17.086.264 17.596.398 18.090.861 17.786.538 46,78

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que el crecimiento del PIB estuvo determinado por el aumento de las importaciones.

Otro dato interesante a destacar, es que la presión ejercida sobre el territorio balear, medida en toneladas extraídas por superficie terrestre disponible (ED/ha), antes el boom inmobiliario –año 2000– fue de 17 Tm/ha, una cifra aproximadamente 7 toneladas superior que la media española6.

Extracción Doméstica (ED)

Tal y como se ha explicado en el apartado metodológico, calcular la ED puede servir para conocer la cantidad de toneladas de materiales extraídos dentro del territorio. Por otro lado, si ésta se cruza con el CMD, enseña la autosuficiencia de la región respecto al total de materiales que necesita consumir.

Gráfico 1: ED total y per cápita de la economía de las Islas Baleares por tipología de materiales.

Fuente: elaboración propia a partir de varias fuentes.

Mirando el gráfico 1 se observa que, entre 1997 y 2008, la ED balear estuvo compuesta de minerales –87,96%– y biomasa –12,04%–. La preponderancia de los minerales de cantera (arenisca, caliza, arcilla, arena, grava, yeso y margas) explica que las variaciones sufridas en la ED dependieran básicamente de la actividad

6 Estimación propia a partir de Sendra et al. (2006).

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constructora del momento. En lo referente a los materiales bióticos (biomasa agrícola, animal, pesca y forestal), hay que subrayar el gran peso de la biomasa agrícola, un 97% del total.

Al mirar la variable per cápita, se observa que ésta siguió una línea decreciente generalizada con algunos aumentos que coinciden con los años del boom inmobiliario.

Entre 1997 y 2001, la evolución de la extracción material por hectárea (ED/ha) muestra una disminución que podría asociarse a la finalización de grandes infraestructuras públicas7. Más adelante, a partir de 2003, el comienzo de voluminosos megaproyectos, mayoritariamente de transporte8, más el inicio del boom inmobiliario9, hicieron aumentar la extracción mineral hasta alcanzar las 21,23 Tm/ha en 2007. Por último, en 2008, la finalización de las grandes obras públicas y la paralización constructora con la explosión de la burbuja inmobiliaria, hicieron disminuir los niveles de extracción hasta valores por debajo de la media registrada en el período.

Importaciones

Se entiende por importaciones a los flujos materiales que entran en la economía con motivo de ser usados dentro del territorio. Las importaciones pueden estar compuestas de materias primas, productos semielaborados o productos acabados, y su clasificación depende de su composición mayoritaria.

Con motivo de intentar hacer una descripción lo más detallada posible, se ha decidido incorporar un material normalmente inusual en el AFM: Operación barco (agua). La incorporación de esta variable corresponde a la llamada “operación barco” que tuvo lugar entre junio de 1995 y noviembre de 1997 con el objetivo de trasvasar agua potable con barcos cisterna desde la cuenca del río Ebro, en Tarragona, hasta la isla de Mallorca. La medida se hizo para combatir una relativa sequía que peligraba el abastecimiento de los dos principales municipios turísticos de Baleares en temporada alta, Palma y Calvià. Durante el trasvase se movilizaron un total de 16,7 hectómetros cúbicos, de los cuales cerca de 6,3 millones de toneladas fueron importadas en 1997 –ver gráfico 1–, cantidad que superó al resto de materiales importados en ese mismo año –6,2 millones de toneladas–.

Gráfico 2: Importaciones totales y per cápita de la economía de las Islas Baleares por tipología de materiales.

7 Un ejemplo relevante es la finalización en 1997 de la terminal nacional e internacional del

aeropuerto de Palma. La obra convirtió al aeropuerto Son San Joan en el tercero del Estado en número de pasajeros desplazados, solo por detrás de Barajas y El Prat. También subrayar que en ese mismo año se optó por ampliar las instalaciones aeroportuarias de Menorca e Ibiza.

8 Entre 2003 y 2007 culminaron destacables infraestructuras públicas de las que sobresalen: la

terminal interislas de Son San Joan (2003), la autopista Palma-Llucmajor (2007), la autovía Palma-Manacor (2007), la autopista Aeropuerto-Ibiza-San Antoni (2007), la línea de metro Palma-Universitat (2007) y el famoso velódromo Palma Arena (2007), entre otras.

9 Algunos indicadores apuntan que la especulación sufrida en Baleares durante la fuerte expansión

constructora fue algo más que significativa: el número de hipotecas en Baleares pasó de 12.474 en 1994 a 38.093 en 2006 (Murray et al. 2010); en el 2008 los visados de obra nueva disminuyeron un 66,2% respecto al 2007 (Europa Press 2009); teniendo en cuenta uno de los principales barómetros para medir el impacto del sector inmobiliario, saldo entre los créditos tomados en relación a los depósitos mantenidos por los clientes, Baleares estuvo a la cabeza nacional con 2,37 euros de deuda por cada euro ingresado (Feria de Barcelona 2009).

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Fuente: elaboración propia a partir de varias fuentes.

Dejando de lado la “operación barco” 10, las importaciones totales del período tuvieron un crecimiento del 54,11% –ver gráfico 2–, alcanzando su máximo en 2006 con 10,8 millones de toneladas. Las importaciones per cápita siguieron una tendencia parecida a la variable absoluta aunque con un crecimiento mucho más tenue –17,93%– debido al fuerte crecimiento poblacional.

Al fijar la atención en la composición de las importaciones, se observa que, con un 37,07%, los combustibles fósiles representaron el mayor porcentaje de los materiales importados. Su consumo creció año tras año, siendo en 2008 un 53,49% superior a 1997. Dentro de los combustibles, la importación de carbón constituyó el 44%, el gasoil un 22%, el queroseno y la gasolina el 23% y el fueloil un 9%. La razón del elevado consumo de carbón se debe a que fue el principal recurso fósil utilizado

10

Aclarar que a la hora de calcular los diferentes indicadores no se ha tenido en cuenta el agua importada en 1997 con la “operación barco”. La decisión de no incluirla estriba en que se trata de un caso excepcional que solo afecta a uno de los años estudiados, además, de que, al ser el volumen del agua muy superior al resto de los materiales incorporados en el AFM, ésta distorsionaría la visión conjunta de los datos.

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para la generación eléctrica, lo que pone de manifiesto las diferencias que hubo en ese período entre el sector energético balear y el español, donde en el último caso el carbón solo representó el 7,09% de la energía primaria consumida en 2009 (Ministerio de Industria, Turismo y Comercio 2009).

Los materiales metálicos supusieron el 22,43% de las importaciones, con un crecimiento del 123,08%. Cabe apuntar que el 71,05% del peso de los productos metálicos importados se hicieron en forma de vehículos y el 14,37% como tara de contenedores. Por otro lado, los minerales no metálicos representaron el 13,90% de las importaciones, mostrando un gran aumento durante los cuatro primeros años analizados. A partir del 2000, la tendencia se invierte y solo se ven algunos repuntes en 2002 y en el pleno esplendor económico de 2006. Su composición fue principalmente de productos acabados para la construcción –49%–, cemento –31%– y minerales de cantera –16%–.

La importación de biomasa fue el 17,70% de las entradas de materiales y su evolución muestra un incremento del 21,42%. Dentro de la biomasa, destacan la importación agrícola –66,11%–, animal –19,58%–, forestal –12,53%–, pesca –1,29%– y otros productos de biomasa –0,5%–.

El resto de productos importados –11,90%– vino de la mano de las mercancías recibidas a través de los aeropuertos de las Islas Baleares11, y otros productos acabados de composición diversa, principalmente: agua y otras bebidas embotelladas –22,79%–, muebles –6,59%– y textiles –4,20%–. Aunque el peso de los productos acabados fue el menor, hay que tener en cuenta que su importación creció un 156,14%, hecho que estaría relacionado con la pérdida de capacidad de producción local de bienes y el aumento de la compra exterior de productos elaborados.

Finalmente, el Índice de Intensidad Material (Imp/PIB), muestra que la cantidad de materiales importados por unidad monetaria producida aumentó de 520 a 550 kilogramos por cada mil euros, lo que sugiere una creciente dependencia de la economía balear a la hora de generar valor añadido.

Exportaciones

Aquí se tienen en cuenta los materiales que salen de la economía para ser utilizados en el exterior a través de su comercialización. Al igual que las importaciones, éstos pueden ser materias primas, productos semielaborados y productos acabados, cuya clasificación depende de su composición mayoritaria.

Gráfico 3: Exportaciones totales y per cápita de la economía de las Islas Baleares por tipología de materiales.

11

El volumen de los materiales importados por vía aérea representaron el 0,27% del total, con un retroceso del 13,71% entre 1997 y 2008.

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Fuente: elaboración propia a partir de varias fuentes.

La cantidad total de materiales exportados alcanzó su punto álgido en 2007 con 2,8 millones de toneladas, creciendo un 127,16% durante todo el período –ver gráfico 3–. En cuanto a la variable per cápita, ésta siguió una evolución equivalente, registrando su valor máximo en 2007 con 2,65 toneladas exportadas por persona.

La gran mayoría de las exportaciones fueron minerales metálicos previamente importados –86,67%–. Por tanto, su salida fue en paralelo al aumento de las entradas, con un crecimiento del 147,04% entre 1997 y 2008, y un máximo de 2,5 millones de toneladas en 2007.

La exportación de vehículos significó el 79,37% de las exportaciones totales, la tara de los contenedores el 14,66% y los productos semielaborados de hierro y acero asociados a la construcción el 4,70%. Del resto de materiales exportados, el 5,55% correspondió a los minerales no metálicos, el 4,35% biomasa y el 3,44% a otros productos exportados.

Así pues, es de señalar que el 86,67% de la exportación de materiales de Baleares entre 1997 y el 2008 fuera a consecuencia de los vehículos cuya vida útil había terminado, los residuos de la construcción y a la tara de los contenedores vacíos con los que previamente se habían transportado los materiales importados. Todo ello clarifica el modo con el que se sostiene una economía donde la creación del valor monetario no se basa en la producción y exportación de productos sino en el mero

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consumo de recursos tanto locales como foráneos.

Balance Comercial Físico (BCF)

Este indicador mide el superávit o el déficit de una economía en términos de toneladas de materiales comercializadas, lo que equivale a la diferencia entre el total de materiales que han entrado menos los que han salido. Según lo explicado, en este caso se dejan fuera del análisis los flujos ocultos asociados a la extracción, manipulación, transporte y consumo de materiales intercambiados.

Gráfico 4: BCF total y per cápita de la economía de las Islas Baleares por tipología de materiales.

Fuente: elaboración propia a partir de varias fuentes.

El déficit de minerales no metálicos se correspondió principalmente a la necesidad de importar minerales de cantera, cemento y productos acabados relacionados con la construcción –ver gráfico 4–. Por el contrario, los minerales metálicos fueron los materiales con menor déficit físico debido a que su importación en forma de vehículos y contenedores, fueron devueltos al exterior una vez terminado su servicio.

Aunque los demás productos tuvieron el menor peso del comercio exterior, entre 1997 y 2008 experimentaron el mayor crecimiento del déficit físico –126,65%–, pasando de las 484 a las casi 1,1 millón de toneladas. Esto vendría a confirmar la tendencia creciente que tienen las Islas Baleares a sustituir la extracción directa de

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materiales y las actividades de manufactura, por la importación de productos acabados, trasladando fuera del territorio buena parte de las actividades extractivas e industriales, así como su impacto ambiental.

Como resumen, apuntar que la estructura de la economía balear fomenta una BCF claramente deficitaria. El mantenimiento de su sistema económico solo puede entenderse a costa de un consumo de recursos materiales muy superior a la capacidad de aprovisionamiento de la región. Este desequilibrio físico es salvado mediante una posición “aventajada” en términos monetarios: una intensa especialización económica en los servicios turísticos. Así, el gran déficit material queda compensado económicamente a través de las personas que año tras año visitan las Islas y no mediante una aportación física de recursos. La necesidad de incrementar de forma continua las entradas de visitantes para equilibrar el déficit físico, hace que la economía balear entre en un círculo vicioso, donde la solución a los desequilibrios ecológicos se convierte en parte del problema.

Consumo Material Directo (CMD)

El CMD expresa la cantidad de materiales utilizados directamente por una economía, sociedad o espacio geográfico. El indicador se calcula restando las exportaciones a la suma que incluye los materiales extraídos localmente y los importados.

Durante todo el período estudiado, el CMD de Baleares creció un 5,09% en términos absolutos –ver gráfico 5–. La evolución del indicador presenta dos etapas claramente diferenciadas: una comprendida entre los años 1997 y 2006 –antes y durante el boom inmobiliario–, donde se incrementa un 21,92%, primero ligeramente y después de manera más intensa, hasta llegar a más de 18,5 millones de toneladas en 2006. En la segunda etapa (2006-2008), el desgaste de la actividad constructora hace retroceder el CMD un 13,80%, alcanzando las casi 16 millones de toneladas en 2008.

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Gráfico 5: CMD total y per cápita de la economía de las Islas Baleares por tipología de materiales.

Fuente: elaboración propia a partir de varias fuentes.

El CMD per cápita pasó aproximadamente de 20 Tm/cap a 15 Tm/cap en los once años estudiados, lo que supone una reducción del 25,39%. No obstante, si estas cifras aparentemente esperanzadoras se analizan con más detalle, se observa que las 20 Tm/cap de 1997 son muy superiores a los dotos presentados por el conjunto español12. Más tarde, en el 2000, las Islas Baleares consumieron 18,74 Tm/cap, mientras que Cataluña con 17 Tm/cap (Sendra et al. 2006), España con 16,7 Tm/cap (González-Martínez et al. 2010) y la Europa –EU15– con 15,7 Tm/cap (Weisz et al. 2005) se situaban por debajo.

Todo hace pensar que la disminución por persona del CMD balear no vino tanto por un cambio estructural en su economía o de una mejora real de la eficiencia material sino por la saturación de infraestructuras arrastrada desde los noventa, a lo que

12

A partir una estimación propia realizada a partir de Cañellas et al. (2004), en 1997 el CMD per cápita de la economía española se situaba entre las 12 y 14 toneladas por persona.

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ahora se le añadía un crecimiento poblacional muy fuerte13. Así pues, podría ser que ya en 1997, la dotación de infraestructuras del archipiélago alcanzara un volumen desde donde era más difícil continuar aumentando en comparación con otras regiones que padecieron incrementos más elevados durante el boom inmobiliario.

La tipología de materiales con un mayor porcentaje dentro del CMD balear fueron los minerales, con un 58,97% del total. En su interior destacan con diferencia abrumadora los materiales de cantera –96,88%–, dejando al descubierto la evidente comunión entre el crecimiento económico balear de los últimos años y el sector de la construcción14.

Los siguientes materiales en importancia fueron los combustibles fósiles, con un 18,79% del total. Su crecimiento entre 1997 y 2008 fue del 53,49%, alcanzando las 3,24 toneladas por persona en 2008. Por último, la biomasa y los demás productos elaborados figuraron el 16,09% y 6,15% del CMD, respectivamente.

El AFM deja claro que la potente máquina de crecimiento impulsada en Baleares desde mitad del siglo XX por los servicios turísticos, ha resultado en una paulatina sustitución de la actividad agrícola, ganadera, pesquera e industrial por las fábricas hoteleras, que al añadirle la especulación turístico-inmobiliaria, dibujan una región donde el consumo de materiales se centra en los minerales de cantera, combustibles fósiles e importación de productos.

Algunos apuntes sobre los costes territoriales: una breve crítica a las actuales políticas “anticrisis”

Al reflexionar sobre el análisis expuesto anteriormente es razonable pensar que el “milagro balear” no ha escatimado en repercusiones territoriales. El estudio del Observatorio de la Sostenibilidad en España (OSE), Cambios de ocupación del suelo en España (2006), muestra que entre 1987 y el 2000 el suelo artificial de Baleares se incrementó un 41,4%15, la mayor parte del cual estuvo relacionado con el desarrollo turístico-residencial –91,5%–16. En el año 2000, el suelo artificial balear representaba más del 6% de su superficie total, mientras que la media española rondaba el 2%. Al unísono, el último informe anual del OSE (2011), subraya que en 2006 las cinco provincias españolas con mayor porcentaje de superficie artificial eran Madrid –13,74%–, Barcelona –10,99%–, Alicante –8,58%–, Las Palmas –7%–y Baleares –6,43%.

La estrategia regional neoliberal de ir cediendo la gestión pública al poder de financieros, hoteleros, Tour Operadores e inmobiliarias, también se ha plasmado en una multitud de casos de corrupción político-empresarial, o lo que es lo mismo, la degradación de la democracia. Algunos de los ejemplos más sonados son los casos Andratx, Can Domenge y Palma-Arena, este último de gran fama en la actualidad

13

Entre 1997 y 2008, Baleares sufrió un aumento poblacional –40,86%– muy superior a la media española –16’36%– y europea (EU27) –3,98%–. http://www.ine.es/inebmenu/mnu_cifraspob.htm. Junio 2011.

14 Los datos publicados por las Cuentas de Contabilidad Regional de España del INE, apuntan a que

entre 1997 y 2008 el sector de la construcción balear creció un 252,27% en términos de VAB a precios corrientes. http://www.ine.es/inebmenu/mnu_cifraspob.htm. Junio 2011.

15 Dicho porcentaje fue uno de los más elevados de España y mucho más elevado que la media

nacional –29,5%– (OSE 2006).

16 Entre 1987 y el 2000, el tejido urbano discontinuo de Baleares se incrementó por encima del l 50%

(OSE 2006).

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por su vinculación con la trama del Instituto Nóos y la imputación del duque de Palma, Iñaqui Urdangarin.

Desde la aparición de la crisis en 2008, la situación socioeconómica del archipiélago se ha visto seriamente debilitada. A los datos negativos de 2009, las cifras macroeconómicas de 2010 y 2011, indican que las escasas señales de recuperación son insuficientes. En 2010, el PIB balear decreció cerca del 0,9%, y un año después, las esperanzas puestas en la recuperación económica se han vuelto derrumbar17.

Fiel a sus principios, el actual gobierno autonómico se ha comprometido a gestionar la comunidad priorizando por encima de todo la reducción del déficit público y el pago de la deuda financiera mediante un conjunto de propuestas ultraconservadoras basadas en el recorte social y la iniciativa privada. En materia turística, tal y como expresaba el presidente del Govern, José Ramón Bauzá, la estrategia de Baleares se centrará en construir un marco jurídico que impulse nuevos proyectos, dando a entender que para la Administración es absolutamente primordial legislar para que el sector turístico balear vuelva a estar a la cabeza de los mercados internacionales (diariodemallorca.es/EFE 2011). En la misma línea, el Conseller de Turisme, Carlos Delgado, expresaba su compromiso en hacer una política sin complejos que dé todo el apoyo posible a la inversión turística, ya sea con la construcción de parques temáticos, campos de golf o polo, construcción y ampliación de puertos deportivos, etc. (Riera 2011).

Por el momento, no es difícil adivinar que las medidas “anticrisis” del Govern siguen alejándose de cualquier planteamiento que trate de corregir la situación creada. Además, persiste el interés unidireccional de tender la actividad económica hacia el monocultivo turístico-residencial, explotando aún más, si cabe, el modelo “Baleares SA” (Manresa 2011). Mientras tanto, los daños causados por el despilfarre financiero-inmobiliario se cubren a fuerza de educación, sanidad, cultura, movilidad pública, etc.; a la vez que las políticas de distribución equitativa, preservación del medio ambiente y bienestar social, se recolocan en el olvido. De forma cada vez más preocupante y repetitiva, Baleares refleja la responsabilidad del poder político y empresarial sobre las consecuencias que padecen los comunes, entretanto que los beneficios generados son acumulados por la minoría elitista que gobierna y gestiona.

Tanto desde el consumo creciente de recursos, como desde el sacrificio de los servicios sociales esenciales para una vida digna, la política económica balear, tal y como está planteada, parece caminar hacia un único y claro objetivo, el de proteger a los propietarios del capital. El elogiado Know-how de los grandes empresarios isleños insiste en convencer al resto de la población que saben mejor que nadie cómo solucionar una situación de la que ellos son los máximos responsables, negando al conjunto social la posibilidad de lidiar con los conflictos que sin duda restringirán el desarrollo de las futuras generaciones.

Conclusiones

El caso analizado demuestra que una economía especializada en los servicios turísticos está inevitablemente ligada a un potente sector constructor, y por tanto, es proclive a dedicar la mayor parte de su territorio a la urbanización y a la construcción de grandes infraestructuras. De esta manera, la extracción doméstica queda atada a 17

Según el informe de coyuntura económica del Centre de Recerca Econòmica de junio de 2011, en el 2º trimestre del año la tasa de crecimiento del PIB balear estuvo cerca del 0,3%.

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los materiales de cantera directamente relacionados con la actividad constructora.

Intrínsecamente, Baleares indica una tendencia creciente a depender de los combustibles fósiles imprescindibles para sostener una estructura social basada en la transformación del suelo y el transporte de personas y mercancías. La inexistencia de dichos recursos en la región provoca que la importación de combustibles sea la segunda partida más importante del CMD balear solo por debajo de los minerales asociados a la construcción, además de ser la tipología de materiales con más peso en las importaciones.

Al juntar ambos patrones de consumo material, se refleja que las principales actividades económicas de las Islas han jugado un papel primordial en el mantenimiento de fuertes niveles de presión territorial local, en forma de excavaciones y espacios urbanizados; así como exterior, mediante la relocalización de los centros de extracción y producción de bienes.

El importante déficit físico balear y su incremento durante todos estos años, se ha plasmado en un elevado porcentaje de CMD de origen exterior, con un aumento equivalente al crecimiento económico experimentado en el mismo período. También queda patente en una producción local de biomasa muy inferior a la consumida.

El hecho de tratarse de una economía cada vez más ligada a los productos importados, sugiere que para llegar a conocer el requerimiento material total de Baleares, sea recomendable incorporar los flujos ocultos derivados del comercio exterior, ya que generalmente las mercancías importadas suelen estar en fases de procesamiento más elevadas que las extracciones locales, lo que deja fuera del análisis buena parte de los materiales utilizados en la extracción, elaboración y transporte.

La mayoría de la información comparada, indica que al inicio del período estudiado, Baleares ya presentaba un elevado consumo material, confirmando una saturación de infraestructuras superior y anterior otras regiones. No obstante, su aumento posterior no compensó el gran incremento poblacional y productivo, dando señales de un menor consumo per cápita y una supuesta “mayor eficiencia” material.

Aunque existen indicios de cierta congestión material, la presión ejercida por la economía balear sobre la corteza terrestre ha continuado incrementándose. Todo alerta a que la expansión local y al resto del mundo del modelo turístico balear pueda ser origen de serios conflictos socioecológicos de los que se debería ser consciente.

Para terminar, decir que al analizar la situación actual de Baleares se puede ver hasta qué punto la política autonómica vela por los intereses del capital turístico-inmobiliario. Ahora las consecuencias de la crisis son aprovechadas para justificar nuevas dinámicas de acumulación intensivas en territorio y recursos. En conjunto, se hace evidente que las propuestas “anticrisis” persisten en dar continuidad al negocio de “siempre”, un sistema productivo donde la insostenibilidad a largo plazo hace años que ya brilla por su presencia.

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