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Texedores de Lletres Revista del Departamento de Lengua Castellana y Literatura IES “Carreño Miranda” - Avilés Nº 14 - Año 2015

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Texedores de Lletres - 2015

Texedores de LletresRevista del Departamento de Lengua Castellana y Literatura

IES “Carreño Miranda” - Avilés

Nº 14 - Año 2015

Coordinación y diseño:

Mercedes Ruisánchez Gutiérrez

Redacción:

Dpto. Lengua Castellana y Literatura

Elena González Fernández

Jorge L. Lueje Espina

José Ramón Iglesias Cueva

Carlos Álvarez Botamino

Deli García Lobo

Marián Rodríguez González

María Macías Martínez

Mª Rosario Pérez Meana

Alumnado Máster Profesorado

Carmen Junquera García

Francisco Gámez Rivero

Premios XXXV Concurso Literario “Carreño Miranda”

Categoría A - Cuento

Cristina Vicente Porres, Rumbo a lo incierto.......................................................... 3

Sara Martínez Varela, Sin pensar............................................................................ 7

Categoría A - Poesía

Laura González Sánchez, Lo esencial de la vida.................................................... 10

Marta Ortega Coucheiro, Pesadillas .................................................................... 11

Categoría B - Cuento

Sara Mohamedi Munárriz, Querida Ali................................................................. 13

Alicia Martín Oltra, Un día de enero..................................................................... 17

Categoría B - Poesía

Adela Castro García, Bajo el puente...................................................................... 20

Categoría C - Prosa

Lydia Castellanos Hevia, Crónicas de un corazón helado...................................... 23

Onahy Celeste Trincheri, El viaje de Iriacnha..........................................................26

Categoría C - Poesía

Lydia Castellanos Hevia, De duquelas y estupefacientes...................................... 28

Icíar Martínez García , Esa insinuosa luz tan potente.......................................... 30

Llingua Asturiana -

Categoría A

Maira Díez Arias, La vida de Valeria..................................................................... 33

Laura Junquera Vázquez, Anónimu....................................................................... 37

Daniel Albuerne Acebo, El paxarín mancáu........................................................ 38.

Llingua Asturiana - Categoría B

Thalía Villanueva Jiménez, Otra vegada más tapando renegrones..................... 40

Otros trabajos del alumnado

Microrrelatos de 2º de Bachillerato..................................................... 42

Microrrelatos de 2º de ESO................................................................... 44

Microrrelatos de Bachillerato Nocturno................................................... 45

XX Festival de teatro grecolatino de Segóbriga en Gijón.................. 48

XXI Concurso de Fotografía Matemática................................................... 54

Imprime: Ecoprint

D.L: AS 22632001

Edita: IES “Carreño Miranda”

Avilés - 2015

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XXXVI XXXVI

Concurso literario Concurso literario

“Carreño Miranda”“Carreño Miranda”

Avilés - 2015

Cuento1er premio.-

CRISTINA VICENTE PORRES

Rumbo a lo incierto

2º premio.-

SARA MARTÍNEZ VARELA

Sin pensar.

Poesía1er premio.-

LAURA GONZÁLEZ SÁNCHEZ

Lo esencial de la vida

2º premio.-

MARTA ORTEGA COUCHEIRO

Pesadillas

Texedores de Lletres - 2015

Categoría A (1º y 2º de ESO)

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Dicen que los seres humanos nacen libres.Que son esclavos de sus sueños y que sus mie-dos solo son un mar que atravesar. Tambiéndicen que los piratas son las personas posee-doras de la mayor libertad existente. Saqueanpueblos, matan gente, destrozan familias… yni una sola persona tiene el valor necesariopara impedírselo. Dicen que no tienen piedad.

Yo no soy pirata, pero tampoco quieroserlo. Pienso que solo son una creación cerca-na de lo que es un monstruo. En lo único en loque en realidad les admiro es por la libertadcon la que viven. No hay nada ni nadie que sela arrebate. Sus miedos se hacen valor cuando

empuñan una espada, dispuestos a protegeraquello en lo que creen y por lo que daríansus vidas.

Yo no tengo libertad. Tampoco valor. Nisiquiera algo por lo que luchar porque soy unesclavo.

Mi pueblo fue atacado hace unas semanasy pocos de nosotros pudimos escapar.Nuestros enemigos se lo llevaron todo, que-maron las casas y mataron a cuantos pudie-ron. Por desgracia, mi familia no logró escaparconmigo. Asesinaron a mi mujer y a mi hijo.Fui incapaz de ayudarles y ante mis ojos vi

cómo gritaban mi nombreantes de que sus cuerpos sequedasen sin vida. Jamáspodré olvidar aquella noche enla que perdí todo lo que tenía,porque el miedo se adueñó demí.

Hui tan deprisa como mispiernas me permitían y acabéteniendo que dormir en unbosque a merced de la oscuri-dad. Hambriento, sediento ycongelado me fue imposibleconciliar el sueño. Cada vezque cerraba los ojos, recordabael fuego, los gritos, la sangre…,pero lo peor fue la angustia.

No sé cómo, pero creo queal final conseguí conciliar elsueño. A la mañanasiguiente, desperté en unajaula hecha con palos y en

RUMBO A LO INCIERTO

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compañía de unas seis personas: tres hom-bres, una mujer y dos niños. Todos vestíanharapos sucios y sus pieles estaban cubiertasde ceniza y mugre.

Los niños parecían asustados yse escondían detrás de lafalda de la mujer que lestranquilizaba susu-rrándoles palabrassuaves y llenasde ternura.

Entre losd e l g a d o sb a r r o t e sp o d í a m o sver a nues-tros capto-res. Eranmercaderesde esclavos.Realmente losdioses no esta-ban en mi bando.De ser un humildecampesino con unafamilia y un hogar dondevivir, he acabado siendo unesclavo destinado a vivir el resto demis días como obrero. Jamás imaginé queacabaría así.

De repente a lo lejos pude divisar a doshombres que venían corriendo. Iban armados.Ellos y nuestros captores comenzaron a hablary al final nos llevaron presos hasta un peque-ño pueblo costero. Parecía completamentedeshabitado. Las casas eran simples, fabrica-das solamente con piedra y madera. Las callesserpenteaban entre los locales intentando lle-gar al mar. En la orilla de este pude contem-plar, quizás, el mayor buque que jamás vi enmi vida. Estaba pintado con los colores azulmarino, blanco y verde y en el mástil hondea-ba una bandera blanca con un símbolo azul.Entonces me di cuenta. Era un barco de laMarina.

Es bien sabido que en la Marina seencuentran los soldados más valientes yfuertes, que dan su vida por salvar a los

demás, por ejemplo, de esos sucios piratas. Lagente los admira y muchos niños, ya depequeños, sueñan con poder alistarse en laarmada y servir a la población.

Salimos de la jaula y, aunqueninguno de nosotros opo-

nía resistencia, noscolocaron unos gri-

lletes. Pesabanmucho, pero

subimos porla rampah a s t aentrar enel navío.Dos solda-dos rasosnos acom-p a ñ a r o n

hasta ungran salón.

Era unahabitación bas-

tante lujosa deparedes blancas con

ventanas ocultas porcortinas de encaje. En el

fondo de la estancia había un escri-torio con un montón de papeles dispersos yun gran sillón negro detrás. Al principio penséque en dicha habitación no había nadie, peroen realidad, un hombre se escondía fuera demi vista en el asiento. Se dio la vuelta. En eseinstante no sabía quién era, pero aun así,tenía ese presentimiento de que lo había vistoantes. Me di cuenta cuando uno de los solda-dos nos presentó.

El teniente Marcus era un hombre famoso,conocido por su asombrosa fuerza y sus servi-cios a la comarca como cazador de piratas yforajidos. Su posición en la Marina es respeta-da y admirada. Realmente no comprendía quéhacíamos en su barco, en su presencia. Sumirada mostraba ferocidad y miedo. Mis mús-culos temblaban y mi frente estaba llena desudor. Temía lo que pudiese hacernos. Yo soloera un superviviente del saqueo de unapequeña aldea. Quizás el resto de mis compa-ñeros también eran de allí y habían consegui-

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do huir. No lo sé. Uno de los soldados habló:

-Mi teniente, estos son campesinos super-vivientes del ataque de los piratas del este, labanda del capitán Tyson. Unos mercaderes deesclavos los habían capturado, pero nosotroslos hemos rescatado y… -no pudo acabar por-que su superior le interrumpió.

-¿Puedes decirme por qué? -El tenienteMarcus tenía una voz áspera y con la habilidadasombrosa de ponerle los pelos de punta aaquel que le escuchase.

-Ehhmm… esto y... yo… -El soldado tarta-mudeaba al hablar. Se notaba que estaba ner-vioso, al igual que yo.

Lo siguiente fue tan rápido que no me diotiempo a pestañear. Solo llegué a ver al mismosoldado en el otro extremo de la pared, en elsuelo. Sangrando. Todos los presentes nosquedamos expectantes, mientras que elteniente estaba acariciando el puño de sumano derecha con la izquierda. El pobremuchacho intentaba levantarse apoyándoseen la pared y con la mano en su mandíbula. Susuperior habló con palabras venenosas y len-tamente:

-Si aprecias tu vida, no me hagas perder eltiempo. Trabajo para capturar criminales, no

para hacer de niñera de esclavos, cuyas vidasson insignificantes. Todos los habitantes deesa aldea deberían estar muertos. Así me locomunicaron y así tiene que ser -dirigiéndosea los demás soldados -Llevad al resto a loscalabozos. No les deis ni comida ni agua.Dentro de un mes quiero las celdas vacías ysin ni un solo hueso. Encerrad también a eseestúpido. Un tiempo en prisión no le vendrámal -dijo señalando al soldado herido.

Quería replicarle, pero los soldados actua-ron rápido y nos arrastraron fuera del gransalón para llevarnos a las celdas. Caminamoshasta lo más profundo del barco. Nuestras pri-siones eran de piedra con una puerta debarrotes de hierro oxidados. Cada uno denosotros estaba encerrado individualmente,incluso los dos niños. No podía pensar con cla-ridad. Aquel hombre era el mismo diablo. Noteníamos muchas posibilidades de escapar, ysi lo hiciéramos, tampoco viviríamos muchotiempo para contarlo porque la Marina nosperseguiría. Era un callejón sin salida.

¡BANG! Mis pensamientos se vieron inte-rrumpidos por un cañonazo acompañado poruna sacudida del suelo. Los guardias que esta-ban vigilándonos corrieron hacia la cubierta.Oí otras tres balas chocando contra el buque.Una de ellas chocó contra la pared de mi celda

formando un gran boquetepor el que comenzó acolarse agua. La marea meempujó contra la pared.Un fuerte chorro de aguafue directo a mi cara, perolo bloqueé con las manos.

Aspiro todo el aire quemis pulmones me permi-ten y salgo por el agujero.Mis brazos y piernas nadanlo más deprisa que pue-den, pero mi vista empiezaa nublarse. Puntos negrosme alcanzan antes de lle-gar a la superficie. Oigouna gran explosión queme zarandea hacia laderecha. Se acabó. Mequedo sin aire y mis

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ojos se cierran.

Debería estar muerto. Pero no. Aún sigovivo. Mis ojos se abren y despierto en unapequeña pero acogedora cama. No lo piensomás y me levanto. Salgo de la habitación paraencontrarme con la cubierta de un barco llenade hombres. Debía haber más de veinte per-sonas. Algunos estaban limpiando sus armas,otros charlaban entre ellos, varios miraban elhorizonte por la borda, pero ninguno se per-cataba de mi presencia. No sé si me estabanignorando o eran tan idiotas que no se dabancuenta de un desconocido en su barco, perono le di importancia. De repente, una manose posó en mi hombro. A mi espalda se encon-traba un hombre de mediana edad. Tenía elpelo corto y los ojos negros. Su condición físi-ca era fuerte. Me sorprendió tanto que caí deespaldas. El desconocido solo se rió, se sentóen el centro de la cubierta sobre un barril y

ganó la atención del resto de los hombres. Melevanté rápidamente e intenté parecer calma-do, pero me moría de miedo:

-¿Quién eres? ¿Qué… qué quieres de mí?¿Por qué me has sa-salvado? -tartamudeé.

Su respuesta fue una sonora carcajada.

-¿Preferirías que te dejásemos morir?

Somos piratas, no marinos -dijo, sonriente.

-Bienvenido a mi barco. Soy el capitánRufus Sky de la banda de los piratas del Sur. Esun placer conocerte. Espero que lleguemos aser grandes camaradas y, bueno, que al menossepas luchar. -Todos los piratas comenzaron areírse, menos yo. Mi cara estaba blanca.

No. Imposible. Piratas. Mi cabeza fue a lomás alto del mástil del barco. Una banderanegra ondeaba en el cielo. No puede ser... Medesmayé. Otra vez.

Volví a aparecer en la misma cama, peroesta vez no estaba solo. El capitán estaba sen-tado a mi lado. Cuando vio que había desper-tado, soltó un suspiro:

-Jamás había conocido un joven que sedesmayase tanto. -No sabía exactamente sitomarme eso como un cumplido o un insulto,

pero decidí callarme. -Me gus-tas, muchacho. ¿Te gustaríaentrar en mi banda y surcar elmar con nosotros? Vivirás unmontón de aventuras y conoce-rás lugares asombrosos.Tendríamos que tener cuidadocon lo de tus desmayos, peronos las apañaríamos. ¿Qué medices? ¿Te convertirás en nues-tro camarada?

Dicen que la vida es un viajecon distintos rumbos. Que lossueños de las personas son lasestrellas del firmamento y quesolo los más ambiciosos seráncapaces de llegar a su destino.Yo no sé si soy uno de esos.Campesino, esclavo, pirata…palabras que resumen mi vida

entera. Aquella pregunta queme hizo mi capitán hace tiempo aún suena enmi cabeza: "¿Te convertirás en nuestro cama-rada?". No me arrepiento de mi respuesta...

Cristina Vicente Porres 2º ESO

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Molly no piensa mucho. Es decir, cuando elprofesor de matemáticas le pregunta un ejerci-cio, ella le responde y si la de lengua le pone aprueba sobre las normas de acentuación, ella seexpresa. Lo que Molly no hace es pensar en suscosas, no le da vueltas a lo que llevan puesto susamigas, no juzga a nadie y no tiene secretospropios.

Todo esto no lo hace porque tenga algún tipode problema psicológico, sino porque un díallegó a la conclusión de que todas esas palabrasde mal gusto o cotilleos de instituto que seguardaba tenían que ir a parar a alguna parte, yes bastante lógico: no pueden quedarse ahí sinmás, como las palabras que lleva el viento. Estácasi segura de que algo se hace con todos esospensamientos, mayoritariamente embarazosos,y le da miedo y se pone colorada cada vez quese imagina a ella misma ante una especie de tri-bunal extraño formado por todas esas personasa las que ha criticado en secreto. Le gritan, lasientan sola en una silla de madera apartada ynota el calor en la garganta, las orejas rojas ymiles de ojos juzgándola. Así que ya no piensani en lo bien que le sentaba aquella camiseta alamigo de su hermano ni en que Valentina no sehabía acordado de depilarse, ni siquiera prestaatención cuando el profesor de física y químicase agacha y se le asoman los calzoncillos rosasdesgastados. Ya no, ni una vez más volverá acaer en el riesgo de que su alocada predicciónse cumpla, no quiere sentarse nunca en la sillade madera del tribunal.

Pero aquella mañana había visto una motovieja ocupando la plaza de aparcamiento deldirector en el instituto y tuvo que parar en seco,

apartarse el pelo de la cara con la mano izquier-da y después ir a tocar la pintura negra del vehí-culo para comprobar que no se equivocaba. Nolo hacía. Aquella moto era la que suponía, lotenía todo: el rayón del tamaño de un bolígrafoen la parte trasera, la pegatina de una calaverarosa al lado del manillar y hasta el mismo cascoque ella recordaba estaba enganchado a unarueda, rozando el suelo.

Molly se calmó, tenía que hacerlo. Pensar entodo lo ocurrido en el pasado era malo paraella; juzgar a otros era algo que no se debíahacer, por precaución. Se prometió no ponersenerviosa hasta ver a… esa persona dentro delcentro, tal vez ni siquiera se cruzaba con ella ylas manos no le empezarían a sudar. Así queentró y una ola de calor le hizo dar un pequeñosaltito en el sitio, se colocó el pelo tras la orejay vio su cuerpo reflejado en la vitrina del vestí-bulo. Nadie se daría cuenta de que aquella chicade pelo rubio, vaqueros desgastados y zapatosdesatados estaba esperando encontrarse con lapersona a la que más odiaba, la que había con-seguido que su vida diese mil vueltas hastavomitar. Molly se preparaba para ver a su her-mana.

-Ey, Molly -era su amiga Cath quien la llama-ba. Le estaba sonriendo y ella no podía ver otracosa que no fuese la dentadura torcida quetenía en frente. Su hermana también tenía losdientes torcidos, pero entonces ocurrió el acci-dente y perdió un colmillo y un incisivo y ya solote podías fijar en los huecos negros.

-Hola.

-He estado pensando que podríamos

SS iinn ppee

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apuntarnos a clases de dibujo por las tardes, yasabes; dibujar se te da bien y yo puedo apren-der.

Catherine hablaba por los codos, no se calla-ba y podía estar así horas hasta que acabasenlas clases. Hasta aquel momento eso nunca lehabía molestado a Molly, incluso le agradabasaber que no tenía que decir nada para nometer la pata como el día del accidente, peroahora, con tanta gente rodeándolas, voces queno la dejaban pensar y una figura estilizada queusaba una chaqueta de cuero negra y vaquerosmanchados de barro por la zona del tobillo,dirigiéndose hacia ella acompañada de la jefade estudios, no pudo hacer otra cosa que abrirmucho los ojos y ahogar un grito.

Lo peor de todo era que la chica de figuraestilizada sonreía en su dirección. Le faltabanun colmillo y un incisivo. Se veían dos huecosnegros.

-Molly, conoces a esta chica, ¿verdad? -la jefade estudios le estaba hablando amablemente.Nadie debía hablar amablemente en esemomento, nadie debe decir nada cuando todova mal. -Es tu hermana.

No era su hermana; era la persona que lehabía estropeado la vida, la mujer que habíatenido un accidente de coche por ir borracha yser patética. Ella no iba sola, su madre estabaen el asiento del copiloto, rogando que fuesemás despacio o parara el vehículo. Su hermanasolo supo ir más rápido, cambiarse de carril ychocar contra una furgoneta.

-Hola, Molly… ¿Cómo te… cómo te va todo?

Era el colmo. ¿De verdad quería saber cómole iba sin padres y viviendo con el abuelo en unapartamento para ratones?

Melissa había desaparecido a la semana delaccidente, tenía que ingresar en un centro demenores, pero nadie sabe si lo hizo. Y ahora,años más tarde, se presenta en su instituto,cuando Molly ha decidido no pensar demasiado

sobre otras personas para no meterse enningún asunto de tribunales y sillas demadera y le pregunta si todo le va bien…seguro que sí, de maravilla.

No me hables, no me toques. Apártate -dijocon un hilo de voz y echó a correr fuera delrecinto, cruzó tantos pasos de cebra que perdióla cuenta y solo paró cuando sus cordones latraicionaron y cayó de bruces en un prado sucioy pequeño.

Ese fue el momento en el que tuvo que soltartodo: pensó en lo mala persona que era su her-mana, en que era una estúpida y ni siquiera semerecía sus pensamientos, pero no pudo dejarde darle vueltas a un montón de cosas horriblesque debían saberse. Se acordó de cuandoMelissa era pequeña y se hizo una herida en larodilla saltando a la comba, cuando su madre lacastigó por contestarle, de cuando se peleó conla matona de cuarto y llegó a casa sangrandopor la nariz. También pensó y gritó todos lossecretos que su hermana le había contadocuando eran todavía niñas y cuando por finacabó y ya no le quedaba aire en los pulmones,las lágrimas se le agotaron y todos los malosrecuerdos que harían que Melissa se pusieracolorada estaban revoloteando por su mente,notó una mano en el hombro.

-Molly, no estoy aquí para molestarte; soloquiero que hablemos y logremos salir de esta

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situación en la que estamos metidas -su herma-na había vuelto y también había estado lloran-do. La chica pensó que tenía que hacerlo, teníaque llorar hasta quedarse seca y pasar portodos los momentos horribles por los que ellahabía pasado.

Al momento se arrepintió, solo un poco.

-Quieres decir en la que tú me metiste, -lacara de la otra se tornó aún más oscura si eraposible- y no, gracias.

Volvió a levantarse y a seguir corriendo, peroesta vez Melissa estaba ahí, pisándole los talo-nes. En un momento dado se volvió y la obser-vó casi a cien metros, con un brazo extendidocomo si pudiera agarrarla. Molly pensó quehabía ganado, su hermana no volvería a perse-guirla y podría volver a casa con el abuelo, verla foto de su madre en la mesita y escuchar aCath como hacía siempre.

No debería haber pensado. Nunca.

Miró al frente de nuevo y a continuación alsuelo. Estaba cruzando la carretera y a laizquierda venía una camioneta demasiadodeprisa con un conductor que tardó muchísimoen verla, en ver a una chica rubia vestida conpantalones desgastados y cordones desabro-chados que no solo dejaba atrás a su hermana ysus pensamientos, sino también su vida.

El cuerpo aterrizó en el asfalto como cuandodejas caer un bolígrafo al suelo, hace un sonidohueco pero agudo que molesta, y te hace levan-tar la vista. Al final lo recoges y vuelves a pensarqué escribir. A Molly nadie pudo recogerla, masella ni siquiera notó que se había caído y que yano estaba viva. Todo parecía igual: con muchagente rodeándola y miradas que se posaban enella. Hasta que se descubrió sentada en unavieja silla de madera, con un juez delante, enuna especie de tribunal. Estaban el amigo de suhermano, Valentina (que no se había acordadode depilarse) y el profesor de física y químicaclavándole sus ojos verdes. Claro que tambiénse encontraba su hermana, al lado de su madre,que lloraba y le sonreía a la vez.

Tal vez eso nunca pasase y fuesen las últimasimaginaciones de Molly, pero el médico forenseque estudió el cuerpo de la adolescente le ase-guró meses más tarde a su mujer que cuandotapó el cuerpo, se escuchó: "se levanta lasesión."

Puede que desaparecer así, atropellada porun coche, fuera cosa de familia. Así que la chicapensó que ojalá Melissa hubiera estado en ellugar de su madre. Habría sido todo mucho másfácil, ¿verdad?

Al instante, Molly se arrepintió de pensaresas cosas malas, pero solo un poquito.

Sara Martínez Varela 2º ESO

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Sosiego del alma inquieta que vaga en busca de la serenidad ansiada.

Manta que da calor al aterido en la noche gélida y desolada.

Faro que muestra el rumbo a los solitarios buques que surcan un mar inseguro.

Ilusión sin fin que guía los pasos sin rumbo del incierto futuro.

Cabaña que da cobijo al hombre perdido en la tempestad violenta.

Lluvia cristalina que alimenta la tierra árida por el sol ardiente.

Fuego llameante que proporciona al vagabundo un hogar caliente.

Libertad del cautivo que sufre las penas del injusto encierro.

Bálsamo de las heridas punzantes causadas por el inesperado hierro.

Amanecer luminoso del día que comienza en un mundo expectante.

Río de esperanza que fluye por los tortuosos caminos de la vida errante.

Así es la amistad, sustento esencial que llena de júbilo y consuelo mi ser anhelante

LL

ooeesseenn

cciiaall ddee llaa vviiddaa

Laura González Sánchez 1º ESO

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pesadillasLa noche me envuelve.

Abrazo a mi peluche,

me escondo tras la almohada

y dejo que la habitación se inunde.

No es agua lo que me rodea,

son mis peores pesadillas.

Cierro los ojos,

aprieto los labios.

Sudorosa y asustada,

pues dentro de poco mi morada

se encontrará llena

de espectros de la noche.

Miro mi reloj,

quedan dos minutos para medianoche.

Si me cubro con las sábanas

y me quedo inmóvil,

quizá no se percaten de mi presencia,

pues estaré muy callada.

Mi reloj marca las doce,

ya no hay vuelta atrás.

Los espectros de la noche llegan al umbral,

mis peores pesadillas hechas realidad.

Para mí no hay salvación, ya soy una más,

y mañana por la noche visitaremos tu hogar

Marta Ortega Coucheiro 1º ESO

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Prosa1er premio.-

Sara Mohamedi MunárrizQuerida Ali

2º premio.-

Alicia Martín OltraUn día de enero

Poesía1er premio.-

Adela Castro GarcíaBajo el puente

XXXVI XXXVI

Concurso literarioConcurso literario

“Carreño Miranda”“Carreño Miranda”

Avilés - 2015

Categoría B (3º y 4º de ESO)

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Querida Ali

Querida Ali:

Me gustaría empezar y terminar esta cartadiciéndote que te quiero, que siempre lo hehecho y que siempre lo seguiré haciendo, estédonde esté. También querría decirte que noestés triste, que tú eres una persona fuerte pormucho que los demás no lo vean, y yo sé quepodrás con esto y con todo lo que la vida tedepare. Sabes que estaré cuidándote, y vigilán-dote… estaré velando por ti como siempre hehecho… mi pequeña y dulce Ali, quiero quesepas que no voy a dejar de ser, como tú me lla-mabas, tu ángel de la guarda.

Aún así, debo reconocer que no te escriboesta carta tan solo con ese fin… no pretendoúnicamente recalcarte que en ningún momentote he olvidado… lo cierto es que también laescribo para pedirte un favor.

Y te la escribo a ti, a la más pequeña e ino-cente de mis nietas. A ti que observas en silen-cio, aprendes y callas. Te la escribo a ti por tuempatía y por tu sensibilidad, por tus ganas deconocimiento y porque en el fondo… sabes quetú y yo siempre hemos sido los que más hanconectado. Mi pequeña y dulce, tan dulce, Ali…en esta carta te expreso un último ruego. Talvez sea demasiado, y no tienes por qué cumplir-lo, pero para qué mentir… descansaría más enpaz si lo hicieras.

Es probable que ahora mismo no entiendasde qué te estoy hablando. Puede ser que creasque deliro o que simplemente me equivoco dedestinatario. Pero no. Para intentar que teorientes, te iré dando alguna pista… se trata detu abuela.

Como bien sabes la situación es complicada.Ni tu padre ni tus tías parecen comprender mipostura de estos últimos años… y de ahí querecurra a ti. Sé que tú me entenderás y me com-prenderás, porque siempre lo haces cuandoalguien te explica algo detalladamente. Y sétambién que tú serás capaz de hacerles com-prender… siempre has sido, eres y serás, muchomás grande y poderosa de lo que tu estatura yedad dicen.

Tal vez debería especificarte más a qué pos-tura me refiero… como ya has visto tu abuelalleva años ingresada en esa residencia quesiempre nos dijo que detestaba. Yo sé que sushijos solo buscaban su bienestar y sus máximoscuidados, pero yo no sé… no puedo evitar pen-sar que estamos violando su voluntad tenién-dola allí. Si ella estuviera cuerda, nunca lo per-mitiría, y desde mi perspectiva, así más entre túy yo...¿no estamos entonces aprovechándonosde su estado para quitarnos cargas?Tampoco me malinterpretes, no digo quemis hijos quisieran simplemente librarse deella… sé que la "Residencia Santona de cui-

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dados para personas de tercera edad" es una delas mejores que tenemos aquí, con todo tipo delujos y atenciones… pero en fin, sigo viendo quees como no respetarla.

Aún así, no te voy a pedir que les convenzasde sacarla de ahí, eso lo doy más bien por impo-sible, simplemente busco hacerles comprenderlo que todos cuestionaban.

Como bien sabes, yo iba a verla.Pero no una visita mensual comosuelen hacer ellos. Sabes que mepasaba allí las mañanas, las tardes,incluso alguna noche que me cedie-ron. Solo buscaba tenerla cerca. Tupadre y tus tías no lo comprenden.No entienden por qué pasarme losdías encerrado en un centro, per-diéndome aprovechar mis últimosaños de salud plena… simplementepara leerle o hablarle a una personaque no me reconoce. Traté de expli-cárselo muchas veces… pero sé quea diferencia de los demás, tú meentenderás.

Es cierto que mi corazón comen-zaba a desgastarse… pero ya me viste, todo lodemás funcionaba bien. Podía caminar, leer,salir a la calle, valerme por mí mismo… sobretodo cuando acababan de ingresarla, ya quehasta hace unos dos meses mi destino no esta-ba diagnosticado. Supongo que por eso no loentienden… podría haber seguido con mi vidacomo siempre, tal vez aprovechar más tiempocon mis nietos, ir a más sitios, puede que bus-carme un hobbie… pero decidí pasarme dosaños levantándome temprano, conduciendocada mañana hasta la residencia, enseñarleálbumes de fotos, viejas cartas, postales, de vezen cuando alguno de sus vestidos… repitiéndo-le las mismas historias día tras día, a veces horatras hora… todo con alguien que de un día aotro olvidaba mi nombre cada vez más a menu-do.

Ellos no lo ven, no lo sienten, no lo entien-den… por qué molestarse tanto en algo queno va a cambiar… por qué seguir luchandocontra algo que no tiene cura… por qué afe-

rrarse a algo que no va a volver, negándose aadmitir lo evidente. Bien, lo cierto es que no menegaba a admitir nada, y supongo que tampocoera por aferrarme ni por lucha… era por algomucho más simple, que sus trabajos cuadricu-lados y las recomendaciones de los médicos noles dejaban ver.

Era por amor.

Era por el hecho de que ella no me recorda-ba… pero yo en ningún momento dejé de saberquién era ella. Yo seguía quedándome emboba-do cada vez que reía… y recordaba cómo habí-an sido todos los años a su lado. Nunca olvidécada cumpleaños, cada Navidad, cada flor deSan Valentín, ni cada año nuevo comenzadojuntos. Nunca dejé de ver en ella a cada uno delos cuatro preciosos hijos que me ha dado, yveía a sus nietas reflejadas en sus ojos… enespecial a ti. Y lo que aún no comprendo, escómo si todos están casados, con una feliz fami-lia formada… no logran entender el porqué demi dedicación. Como si vieran un esfuerzo elrepetirle el día en que nos conocimos…

Cuando yo siempre hablé de ese 13 de Mayodel 49 con una sonrisa en los labios… y un brilloen los ojos. Puede que también te escriba a ti,mi pequeña florecilla, porque aún eres joven yte queda mucho por vivir, pero sé que a ti tam-bién te llegará ese momento en el que encuen-tres a alguien de repente, y que nadie te lo

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advertirá, pero cuando lo veas te acordarás demi y descubrirás lo que es sentir qué ocultatodo el mundo bajo sus pestañas… a ti tambiénte llegará ese momento, y cuando pase norecordarás todo eso que escucharás en estosaños de que el amor se parece a un precipicio…porque cuando lo encuentres te olvidarás detodas esas amenazas de dolor y desencanto.Solo espero que tengas tanta suerte como hetenido yo, y el primer amor sea el puro y defini-tivo… y con ello no dudes en comportarte comolo hice, y serle fiel a su recuerdo si se diera elcaso de que él no pudiera correspondértelo.

Pretendo explicarte también, que no sonellos más realistas solo por ser más fríos, y queni siquiera el amor que sentía podía hacer quea mí me doliera menos que a ellos verla de esemodo. Se equivocan si afirman que para mí erafácil, o que yo no aceptaba o era consciente dela situación. Diles de mi parte que tal vez sea elque más la haya vivido, y que no se crean másinteligentes solo por dejar a la naturalezahumana seguir su curso hasta que llegue el fin.Esto entre nosotros, lo que son para mí es másbien cobardes. No era yo el que negaba la rea-lidad y pensaba que podía arreglarla… pero síque eran ellos los que decidían girar la cara ymirar a otro lado.Como si dejándola en manosde profesionales y del tiempo, fuera a sermenos duro. Estoy seguro de que cuando seacabe verán que no es así… y se arrepentirán deno haber aprovechado cada segundo del quedisponían.

Con ello quiero que veas que esta carta nosolo intenta criticarles y menospreciar su postu-ra… sino abrirles esas fronteras que se han cre-ado ellos mismos, con el fin de que nunca sequeden con la espina del "es demasiadotarde"… porque en base a mi experiencia te

digo, mi pequeño nenúfar, que es una de las fra-ses que más dolor da pronunciar.

A ti en especial, que eres sensible e inteli-gente, te advertiré de que es una de las cosasmás difíciles de llevar en esta vida.

Es muy difícil ver cómo una enfermedaddegenerativa te roba a la persona que máste importa. Y claro que dolía cada vez queme preguntaba mi nombre o me tratabacomo si fuese un extraño… era duro vercómo el día de nuestra boda parecíahaberse borrado de su mente… ver cómocada vez reconocía a menos gente en lasfotos… cómo las historias que le contaba.le parecían eso, historias, en vez de anéc-dotas de su propia vida. Era muy duro vercada día menos brillo en sus ojos… vermás arrugas en su piel y cansancio en surostro. Juro que era doloroso cuando nisiquiera su risa parecía la misma… cuandote preguntaba de qué le estabas hablandohace tan solo unos minutos… y sobre todocuando le daban los arrebatos violentos oconfusos, esos en los que te pedía a gritosque la dejaras y en breve espacio de tiem-po te lloraba porque no quería que ladejaras morir. Me costaba mucho verla lla-mar a su madre… o ver que los nombres desus hijos le parecían los nombres de unosextraños. Y la verdad, es algo a lo que pormucho tiempo que pase, nunca te acos-tumbras. No te acostumbras a intentarrecordarle la maravillosa persona que es…todos los logros que ha conseguido… lasinfinitas virtudes que tiene. Y tampoco teacostumbras a que no se reconozca en susfotos antiguas… a tener que explicarle queesamujer alrededor de la cuál para ti gira-ba el mundo… no es alguien que has saca-

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do de una revista, sino que es ella… y quelas fotografías que le enseñas se las hassacado tú en los millones de momentosque habéis pasado juntos… de los cuales,por supuesto, no se acuerda.

Lo cierto es que creo fielmente, que esuna de las enfermedades más duras de veren un ser querido… y me gustaría que todaesta parte te la saltaras si llevas a cabo latarea que te voy a pedir. Porque si lo quequiero es que les hagas cambiar de idea,supongo que este último párrafo podríahacer que se quedaran en sus trece. Perocreo que entre tú y yo, es algo que debe-ría contar, dado que confío ciegamente enti, y sé que no te asustarás, sino que locomprenderás y aún así seguirás enten-

diéndome… porque siempre has sido así,de ese tipo de personas a las que puedesconfiarles las partes buenas y malas dealgo, que no por ello dejará de ser menosobjetiva.

Bueno queridísima Ali, creo que va siendohora de terminar… por lo que concluyo con elfavor expreso que te pido:

Trata de que sepan todo esto, y no solo quelo sepan sino que lo entiendan… intenta hacer-les ver las cosas desde mi perspectiva, y porfavor cuando lo consigas (digo "cuando" por-que sé que lo harás si te lo propones) pídelesalgo también a ellos: Ocupar mi lugar. Sé que nopuedo pedirles que se pasen allí los días ente-ros, porque todos tienen una vida y una fami-lia… pero pídeles que vayan cuando puedan,mucho más a menudo… que aunque los médi-cos digan que no van a conseguir nada, tratende hacerla recordar. Explícales que porque ellano les recuerde ellos no deben olvidar quién esella… y que le lean, le cuenten, le enseñen y lacuiden y la mimen como he intentado hacerloyo. Diles en general y en resumen, que seanvalientes y fuertes. Que ahora yo ya no estoypero que tampoco quiero que lloren mi muer-te… sino que empleen más tiempo en honrar elrecuerdo de ese que fue el amor de mi vida…mi mujer, mi esposa, la madre de mis hijos, laabuela de mis nietas… en honrar su recuerdo.Que estén unidos y se lo recuerden. Y, sobretodo, que tengan paciencia… que lo hagan tododesde el amor que sé que le tienen… que apro-vechen el tiempo que les queda con ella paraque les vea de esta forma. Es como ella querríaverles… es como yo quisiera que les viera.

Acabo como te prometí, diciéndote que tequiero, y que lo tengas siempre presente… yo teobservaré y te cuidaré desde aquí arriba, oabajo, o donde sea. Te guardo un sitio a mi ladopara dentro de mucho tiempo…

Atentamente, tu ángel de la guarda.

PD: Gracias

Sara Mohamedi Munárriz 4º ESO

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Era miércoles 7 de enero. Cerré la puerta demadera a toda prisa, pues ya llegaba tarde.Siempre me pasaba lo mismo, dejaba todo parael último momento y luego iba a las carreras.Llegué a la oficina cinco minutos tarde, peroaún no había llegado casi nadie. Me senté en mimesa de trabajo y me puse a teclear. Siendo sin-cera, no sé por qué no me di cuenta antes deque estaba pasando algo. Normalmente nosuele faltar tanta gente al trabajo el mismo día(las sanciones en el sueldo asustan bastante),pero aún así, no me llamó la atención.

Salí de la oficina a las nueve, agotada por undía tan duro. Entraba a las ocho de la mañana atrabajar y luego, a la una, tenía dos horas ymedia para comer hasta que, a las tres y media(o en mi caso, a las cuatro menos veinticinco)volvía a la oficina para seguir presa de mi orde-nador hasta las ocho (a excepción de los miérco-les, que me tenía que quedar hasta las nueve),cuando dejaba de ser un autómata y volvía a mivida, para disfrutar de las horas que le queda-ban al día, hasta la mañana siguiente, cuando elreloj volvía a ponerse en marcha, y yo con él.

Si alguien me preguntase por mi vida, le diríaque, por lo general, es bastante monótona. Mitrabajo no es divertido, siempre se basa enseguir los mismos patrones una y otra vez, seisdías a la semana. Pero en cambio, cuando salgode la oficia, dejo de ser un zombie capturadopor la tecnología y vuelvo a ser una personaotra vez.

Cuando salgo del trabajo me encanta dar unavuelta por la ciudad. París siempre me ha pare-cido hermosa, desde la primera vez que la vi,

con ocho años, cuando mis padres me trajeronen un viaje durante el verano. Paseo por lascalles, mendigando la luz de las farolas, hastaque llego a la zona centro de la ciudad, queparece brillar por sí misma, gracias a las milesde bombillas que relucen por todas partes. LaTorre Eiffel es el faro central de la ciudad, alre-dedor del cual las personas se entrecruzan unascon otras, mientras el reloj corre, al margen deParís.

Como siempre, antes de ir a mi apartamento,pasé por la panadería que hay a tres manzanasdel edificio en el que vivo pero, para mi sorpre-sa, no había nadie. Ese local nunca cerraba tanpronto, siempre estaba alerta por si podía cap-turar a clientes despistados, que iban a últimahora a comprar el pan porque no se habíanacordado de hacerlo antes.

Pasé por delante de un pequeño restauranteque estaba cerrando, y pasó igual con dos loca-les más. No era normal. Por lo general, aunqueen París solían cerrar antes que en Madrid, aesas horas todavía estaban abiertos casi todoslos restaurantes.

Iba pensando en mis cosas cuando empecé aoír voces al final de la calle. No estaba muy ilu-minada, por lo que no pude distinguir la escena,además, no entendía lo que estaban diciendo,porque hablaban muy rápido, y si ya me costa-ba comprender a la gente cuando hablaba enfrancés a una velocidad normal, entenderloscuando unas palabras atropellaban a otras eraya misión imposible.

Me acerqué a ver qué ocurría, perocuando ya empezaba a distinguir la cinta

UN DÍA DE ENERO

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roja y blanca que acordonaba la zona, un hom-bre que estaba a mis espaldas me cogió por unhombro e hizo que me girara. Distinguí por suropa que se trataba de un policía. Empezó ahablarme muy alto y muy rápido, así que tuveque disculparme y pedirle que lo repitiera másdespacio, porque no entendía muy bien el fran-cés. En vez de eso empezó a hablarme más altoy más rápido, como si eso hiciera que me ente-rase mejor de lo que me estaba diciendo. Alfinal, como veía que seguía sin entenderle, optópor tratarme como si fuera un indio:

- ¡¡¡POR-AHÍ-NO-PASAR!!!- dijo (en un fran-cés muy articulado) señalando lo quehabía detrás de la cinta.

Le hice un gesto con la mano paraque se diese cuenta de que le habíaentendido (la verdad es que tampocotenía pensado pasar más allá de unacinta de la policía, pero preferí nodecirle nada, porque supuse que meexplotarían los tímpanos si volvía ahablarme).

Miré a mi alrededor, por si podíaver algo que me ayudase a descubrirlo que estaba pasando, y vi a variaspersonas equipadas con cámaras detelevisión y cables enredados portodas partes. Allí había pasado algogordo. Pero al cabo de un rato perdíla esperanza de enterarme de lo quehabía ocurrido, así que opté por vol-ver a casa y poner las noticias.

Cuando daba la vuelta para volver a mi apar-tamento por otro camino (el policía ya me habíadejado bastante claro por donde no debía ir), via una mujer que estaba hablando por el móvil,con una mano tapándose la boca y llorandodesconsoladamente, a la vez que le decía algoentre sollozos a la persona que estaba al otrolado del teléfono.

Llegué a mi apartamento media hora mástarde, porque había tenido que dar un rodeomuy grande para poder llegar sin que me vol-

viese a asaltar otro policía estresado. Entréy encendí la luz. Mi casa no era muy espa-ciosa, y si a eso le añadimos todas las cosas

que había intentado meter a presión en losarmarios, para no tener que alquilar también eldescansillo como desván, tenía que ir haciendoparkour para poder llegar a un lugar y a otro dela estancia.

Aparté varios libros que estaban encima delsofá (no tenía sitio en las estanterías para ponermás), me senté y encendí la televisión, progra-mándola en el canal de noticias francés (ver latelevisión en este idioma fue una de las mejoresmaneras que encontré de aprender francés sintener que asistir a clases, para las que no teníani tiempo ni dinero). Todo lo que veía, daba

igual el canal que pusiera, eran noticias de "últi-ma hora", aunque siempre he creído que estetipo de noticias de actualidad no se basa másque en decir lo mismo que llevan diciendotodos los canales solo que de forma diferente,disfrazando los datos para que parezca que estodo distinto.

Apagué la televisión y encendí el ordenadorpara poder enterarme desde la primera noticiapublicada de lo que había ocurrido. Entré en lapágina oficial de la cadena estatal francesa yempecé a retroceder hasta las primeras noticiasdel día.

Comencé a tantear entre toda la información

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que veía: pronóstico del tiempo (erróneo, comosiempre), deportes, política… hasta que vi unaimagen de la calle que me había encontradoacordonada cuando volvía del trabajo. Habíamuchos titulares diferentes, que trataban sobreel mismo tema. Pero lo que sí tenían todos losartículos en común era un nombre: CharlieHebdo.

No tenía a ningún conocido trabajando en larevista, y mi relación con esta no iba más allá decomprarla de vez en cuando. Yo no tenía moti-vos para llorar por lo ocurrido como hacía esamujer por la calle, pero en cambio lo hice. Lloré,pero no por la muerte de los periodistas, ni porla brutalidad del acontecimiento (aunque bienlo merecía). Una vez leída la noticia lloré portodos nosotros. ¿Acaso ése es nuestro futuro?¿El fin del mundo para los hombres será amanos de los propios hombres? ¿Somos tan

hipócritas de alardear de ser la especiemás evolucionada mientras nos matamoslos unos a los otros?

Cada vez es más cierta la frase de "elhombre es el único animal que tropiezados veces con la misma piedra", aunqueal ritmo que vamos, esa piedra nos va aacabar abriendo una brecha en la cabeza,y no se va a poder curar, por muchas ven-das que le pongamos. Porque, si se supo-ne que la historia sirve para aprender de

nuestros errores, y para procurar que estos nose vuelvan a cometer, ¿cómo podemos ser tanestúpidos de estar equivocándonos una y otravez durante siglos y siglos? ¿no hemos tenidoya suficiente sufrimiento?.

Las respuestas a estas preguntas, desgracia-damente, no las tengo. Así que espero, aunqueno sea hoy, ni mañana, que algún día nosdemos cuenta de que estamos haciendo algomal, y que tenemos que ponerle remedio cuan-to antes, porque el reloj no deja de hacer tictac… y llegará el momento en el que se parará.

Hasta entonces, me voy a la cama con la ima-gen más repetida del día:

… Je suis Charlie…

Alicia Martín Oltra 4º ESO

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Algunos yacen bajo el puente,otros ya fueron arrastrados.

Y yo los he conocido a todos.A algunos los tiré al vacío,pero esos nunca cayeron,

a varios los sostuve en mis manos antes de que se perdiesen,y los he escuchado a todos.

Sé que seguirán saltando,que cuando alcen la mirada

y vea en sus ojos el reflejo de mi vida,intentaré cogerles a la caída,y saber si son una parte mía

o solo estoy soñando,pero he llorado por todos.

BAJO EL PUENTE

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El puente no cesa,ya solo es un filo lleno de brazos abiertos,

inclinándose lentamente,intentando volar por un instante,

antes del silencio.

Y puedo decir que he caminado por la línea,he escuchado sus voces,

la llamada cálida del precipicio,he visto el agua tintada de la noche anterior.

Y puedo sentir cómo me llamaban,cómo volaban,

cómo llegué a conocerles a todos.Sentí el ritmo de su corazón,

y cada golpe helado estaba tan dentro de míque hace tiempo que abrí los brazos

y me dejé volar.

Adela Castro García 4º ESO

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XXXVI XXXVI

Concurso literarioConcurso literario

“Carreño Miranda”“Carreño Miranda”

Avilés - 2015

Categoría C (Bachillerato, estudios nocturnos yCiclos Formativos)

Prosa1er premio.-

Lydia Castellanos Hevia

Crónicas de un corazón helado

2º premio.-

Onahy Celeste Trincheri

El viaje de Iriacnha

Poesía1er premio.-

Lydia Castellanos Hevia

De duquelas y estupefacientes

2º premio.-

Icíar Martínez García

Esa insinuosa luz tan potente

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La conocí en el viaje de vuelta, no podía serde otra forma. Estaba casi tan perdida como yo.Todavía andaba buscando algún sitio dondepoder encontrarse, pero jamás le dio por pre-guntarle al corazón. Supongo que debería dehaberle dicho que tal vez si un día dejaba dehuir las piezas de su puzzle comenzarían a enca-jar.

Nunca olvidaré su primera frase, le apeteciópisar tan fuerte al llegar que aún sigue clavadaen mí. Tenía la capacidad de apuñalarme sindarse cuenta.

"Odio los túneles, siempre tengo la sensa-ción de que se van a derrumbar conmigo den-tro. No sé, creo que me da miedo por si pasa lomismo con mi vida".

Su primera intervención me dejó tocada.Últimamente el destino debía de estar juguetóny le pareció divertido colocarme enfrente unespejo humano. Se hizo un sitio a mi lado. Memiró, esbozó una sonrisa. Yo cometí el primererror y le sonreí por inercia.

"Tienes que empezar a despojarte de esa más-

cara. Para serte sincera no te sienta mal, peroaún no estamos en carnavales".

Segunda frase. Tocada y hundida. Tan hundi-da que sentí que al fin alguien me entendía. Nohabló más en todo el trayecto, pero yo ya noestaba sola.

Después la vi bajarse en su parada. No sedespidió. Supe después que lo de decir adiós noiba con ella.

Si te soy sincera desconozco cómo meencontró, pero unas semanas más tarde se meacercó en el parque.

"¿No te parece increíble todo lo que dicenlas miradas?"

Yo le pregunté qué veía en la mía. Fueentonces cuando aquellos cálidos ojos fríos memiraron.

"Tranquila, algún día me contarás porquéestás triste".

Las cosas fueron rápido. Bueno, lo másrápido que pueden ir con una completa des-

Crónicas deun corazón helado

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conocida. Comenzamos a tener la simbiosisperfecta, esa que funciona con sólo un par demiradas.

Recuerdo que, cuando llegaba el invierno,disfrutaba como un niño recogiendo caramelosen la cabalgata de Reyes. En la vida la vi cubrir-se en días pluviosos.

"La gente siempre se esconde de la lluvia yya me ves, yo llevo toda la vida huyendo de losparaguas".

A veces me cantaba, otras escribía. Y cuandotenía ganas me cantaba lo queescribía. Me entendía comonadie, me apuñalabacomo nadie. Habíaencontrado a laúnica personacapaz de rom-perme enp e d a z o spara des-pués volvera juntarlosmientras meabrazaba.

Ella hablabay hablaba, yonunca me cansabade escucharla.Aunque me fuera dejan-do trocitos de alma en el cami-no.

No le gustaba dormir, pasaba sus nochesperdida en el papel. Decía que todo lo maloocurre tras el ocaso, que a la mañana siguientetodo lo bueno se iba y si estaba despierta almenos lo vería marchar.

Solía decirle que sin dormir no tendría sue-ños, que en los sueños estaba la esperanza y sinesperanza el mundo estaba perdido. No me dicuenta de que jamás podría competir con suamargo ingenio.

"No sé qué decirte, conmigo la esperanzasiempre ha sido un poco cabrona. Viene devez en cuando y se va. Y cada vez que salehuyendo me rompe más que la anterior".

Lo entendí con los años. La pluma siempre sellena de quebrantos en las madrugadas y al díasiguiente ya no quiere contar lo mismo.

Creo que nunca fue feliz, no se acordaba decómo serlo. Tan sólo se dedicaba a mirar lasgotas caer en el cristal mientras canturreaba aSabina. Ya sabes, la melancolía como estadoeterno. Para el mundo, ella no era más que unalma perdida en la incertidumbre de aquellosque duermen poco y sueñan mucho.

"La felicidad es algo temporal, nunca podre-mos ser felices del todo. Es irónico, pues

en cambio la soledad jamás meabandona".

El dolor no leafectaba. A estas

alturas el fuegotampoco lequemaba, elinfierno yalo vivía pordentro. Suvida diotantas vuel-

tas en tanpoco tiempo

que por perder,hasta había per-

dido el sur.

Llevaba por cuerpo yalma un buffet libre de cicatri-

ces. Supongo que le recordaban quiénera, pero cuando la miraba directamente a losojos podía ver lo mucho que le destrozaba ver-las formando parte de su piel.

"Es algo que aprendes con los años, ¿sabes?Puedes hacerle a tu cuerpo todo el daño quequieras, pero las heridas siempre van directas alcorazón. Y después el dolor siempre nos llegahasta los ojos".

Cuando era primavera me contaba historias deamor. Un día le pregunté por qué le gustabantanto.

"Estoy condenada a hablar del amor sinhaberlo conocido. Es lo que hacen todos, ¿no?Hablan del amor y de la vida camuflando su

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propio cinismo y aversión con los consejosbaratos".

Yo entonces le pedí que me explicara quéera para ella el amor.

"El amor… es como la tirita más difícil deconseguir, la venda más cara, el elemento másinestable. El amor bien cuidado cura corazonesy cicatrices. Tú crees que la esperanza está enlos sueños, pero yo creo que nuestra únicaesperanza es el amor".

Era de las que cortan por lo sano. Pasar pági-na le parecía demasiado poco, ella cambiaba delibro. Y tenía razón, yo antes de conocerla pasa-ba tan a menudo de página que entre tantoantagonista perdí a mi personaje principal.

Total, que por cosas de la vida yo dejé de serpersona para ser poeta. Y por cosas de la vida,ella, que a duras penas quería vivir, resultómusa. Mi musa.

Por las tardes reía. Al atardecer sollozaba.Cuando salía la luna le daba por llorarme frases.

"Las noches son el espejo del alma, somosfuertes hasta que vemos al sol ocultarse tras lasmontañas. Y ya sabes que en mis noches sólotiene reflejo la desolación".

De vez en cuando huía y yo siempre laencontraba en algún banco de la estación. Al

principio se lo reprochaba, pero me fui dandocuenta de que si lo hacía le estaba quitandopoco a poco la vida.

Y cómo decirlo…

Cuando la vida no era más que un entrama-do de tedio y hastío, siempre encendía las lucespor las noches para guiarme por los sueños.

"De verdad que no estoy loca por venir tantoaquí, sólo me gusta sentarme y esperar a quellegue el primer tren. No sé, puede que aunquesin zapatos de tacón y vestido de domingo,todos llevemos dentro una Penélope que detanto esperar se acaba aferrando al pasado".

Ella… era la filósofa de la vida. Quien te dis-para pensamientos y los convierte en metrallapara el corazón. Mi musa.

UN RESUMEN DEL FINAL

Se fue. Me la quitaron.

Dijeron que nada era real, que yo estabaenferma.

Pero mentían.

Yo nunca me había sentido tan viva.

Y no, la vida no siguió como siguen las cosasque no tienenmucho sentido.

La vida siguiócomo si "todo"hubiera pasado. Yel corazón empezóa marchitarse, losversos se volvieronbeligerantes y amí, no me quedórefugio algunopara protegermeantes de que mellevara indolente lavorágine del olvi-do.

Lydia Castellanos Hevia 2ºBach.

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El viaje deIriacnha

Los baches que aquel bus a veces tomabahacían que se despertara a ratos. La jovenindia, Iriacnha, tenía que recorrer media mese-ta del Mato Groso en busca del lago Uritni, encuyas orillas crecía una vez al año la flor delParagüí, con la que la tribu preparaba unamedicina para prevenir todas las enfermeda-des y males que acechaban la zona. Con dieci-siete años, ya era una mujer que quería partici-par en el proceso de selección del recaderoencargado de emprender viaje. A la lumbre delfuego encendido por el chamán, las ánimasdecidieron que su alma liberta y su corazón defiera la hacían adecuada para la aventura.

Ya desvelada, comenzó a contemplar el pai-saje desde aquella ventana amarillenta debidoa toda la arenisca que el automóvil levantaba asu paso. En medio de la nada, el bus se detuvo,un anciano de largo cabello blanco, piel oscuray con unos ojos rasgados medio caídos por elpeso de sus arrugas, se sentó a su lado. Desdeesa perspectiva pudo analizarlo mejor. Teníaun pañuelo de un color remolacha oscuro,ennegrecido por el polvo y el curtir del tiempo;este hacía contraste con su pelo y su granbarba blanca. Un colgante de cuero con dosengarces, uno de ellos sin nada, otro con unaturquesa ovalada. Una camisola grande grisá-cea, que sospechaba que en algún momento

fuese blanca y unos pantalones de telanegros bien anchos atados con una cuerdatrenzada. El hombre iba descalzo pero ensus manos llevaba un tipo de alpargatas

negras que estaban un poco rotas.

El señor debió notar la tímida mirada de laniña y cortante dijo:

- Puedes mirarme, jovencita, a este viejoindio le vendrá bien la energía de una joven.

- Discúlpeme, es la primera vez que estoyfuera de mi tierra y no puedo evitar verme sor-prendida por todo detalle.

- El camino siempre es sorprendente, noimporta la edad que se tenga. Dime, ¿a dóndete lleva tu viaje?

-Debo ir al Uritni, señor, mi tribu espera queles lleve la flor Paraguí.

- Hace muchos años que el reflejo de susaguas no bañan mi cara, pero lo conozco muybien, ese lago tiene algo especial y te podríacontar infinidad de historias, pero dudo que tesean de interés las palabras de este deliranteindio.

La adolescente insistió interesada y trasunos segundos en los que aquel hombre mira-ba a través de la ventana con la mirada perdi-da, recopilando recuerdos, comenzó.

- Incontables lluvias han caído sobre estastierras desde aquel suceso, pero hubo unpequeño indio como tú, deseoso de aventura,que solía visitar las orillas del Uritni y la magiadel lugar lo abrazó. Le gustaba descansar soli-

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tario entre sus ricas mareas que le daban ali-mento cuando lo necesitaba y compañía cuan-do se sentía solo, pues estas daban cobijo agran variedad de animales.

Tras zarpar en su canoa fabricada por élmismo y llegar al centro del lago, se sentaba atallar piedras. Como de costumbre el sol brilla-ba sin descanso y cuando el calor se hacía muypesado se refrescaba con un chapuzón

Un día, mientras repetía esta rutina sintióque por debajo algo le acariciaba las piernas, sucorazón se aceleró un poco, pero enseguida diopor asumido que era un pez cualquiera, detodas formas nadó hacia su barca. Cuando esta-ba a punto de subirse a ella sufrió un leve mor-disco en su tobillo; apresurado se giró y vio unasombra, que si sus cálculos no fallaban, tendríaunos cuatro metros de largo y tal vez uno deancho, la cual se deslizaba alrededor de supequeño bote. Se armó de un palo que utilizó amodo de lanza y lo esperó en silencio, sin saberque aquella criatura estaba a sus espaldas, ele-vándose sobre su embarcación. El muchacho,de pronto, la presintió y al voltearse, se encon-tró enfrente a un ser con grandes ojos negros,un rostro muy similar al de una nutria, cabezallena de bultos puntiagudos recubiertos depelo, patas membranosas que le recordaban alas de un lagarto y una cola que se extendía unpar de metros. El ser lo golpeó y el joven volóhacia las frías aguas despertándose así de suasombro. Subió a la superficie raudo buscandoel pedazo de madera y el rastro del animal. De

nuevo la furiosa bestia lo rodeo; él intentabadefenderse pero estaba en clara desventaja. Sintiempo a reaccionar recibió otro golpe certeroen la cabeza. Mientras se hundía en la profundi-dad varios de esos seres, consideradamentemenores, revoloteaban en torno a él.

Sus ojos comenzaron a abrirse costosamen-te. Al cabo de un par de minutos pudo verdónde estaba. Su cuerpo se encontraba sobre lacanoa que estaba del revés, próxima a la orilla.No comprendía cómo seguía aún en estemundo. Ya en tierra, trepó a un árbol gigantes-co que había al pie del lago y a lo lejos vio lamaternidad; contempló cómo una madre cuida-ba de sus crías, un ser inverosímil que imponíatemor, pero que no solo le había perdonado ysalvado la vida, sino que también la compartía.El indio hizo un rito de agradecimiento al animaly en aquel árbol dejó parte de su bien más pre-ciado para proteger y bendecir el lugar porsiempre.

- ¿Qué dejó aquel hombre? -Preguntó lajoven impresionada por la bella historia delanciano.

- Me temo que esta es tu parada...si lapachamama no se lo ha llevado, lo verás.Gracias por escuchar a este viejo -Dijo el indio.

Desde que se bajó del bus hasta que despuésde varios kilómetros selva adentro llegó alUritni, Iriacnha estuvo pensando en aquel dulcerelato. Buscó la hermosa flor y una vez la huboencontrado se sentó a descansar. Mirando elpaisaje y recreando aquella historia, sintió la lla-mada de un árbol diferente a los demás, grandey frondoso, al pie del lago. Se acercó y al colo-carse bajo él, observó que colgando de una desus ramas, había un cordoncito de cuero y en suextremo, iluminando los ojos de aquella niña,una gran turquesa.

Jhenné Aikoo

Onahy Celeste TOnahy Celeste Trincheri - 2º Bch.rincheri - 2º Bch.

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De duquelas

y

estupefacientes

Con unas cervezas de más

siempre vuelves del olvido

con tus piernas, con tu risa

vuelve el pelo entre tus sábanas

y me arrancas los despojos de razón.

Después de los "te quiero" de alquiler

y de las promesas que nunca veré cumplir

sabes bien que si te da por regresar

te esperará mi corazón a la mitad

todo será más fácil si te lo entrego ya roto.

Qué te voy a contar yo

si ni el planteamiento era sencillo,

yo era tan Prozac y tú tan ibuprofeno

que se desajustó nuestra ecuación,

y después de tantas noches

a whisky y Orfidales

nos falló la solución.

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Lidia Castellanos Hevia 2º Bach.

Mira,

yo me declaro culpable de abandono

pero es que siempre fuiste carne de poesía

y me cansé de ser la kamikaze

dispuesta a versarte los labios.

Éramos tan diferentes

que ya no aguantamos más

y la última noche - de tantas ganas -

nos perdimos en el colchón.

Luego nunca volví a verte,

me dijeron que andabas tras otras letras.

Por su bien,

espero que esta vez

seas más buena que bala.

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Texedores de Lletres - 2015

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Esa insinuosa luzEsa insinuosa luz tan potente

que asoma en tu sonrisa radiante,

labios de seda perfumados en palabras

lentas, ligeras y sin maldad alguna.

Pues pueden tus ojos profundos

quitarme la tranquilidad de tu laguna

que yace en el cabello más oscuro,

que esconde tus raíces en el más insondable mar.

Entre tu cuello y tu pecho se descubre

lujurioso, silencioso, intenso,

mi único y grandioso deseo

desdichado si tu amor me dejara atrás.

Mas, qué daría yo por darte un beso

aunque se mostrara fugaz o sereno,

qué más da si me unen tus dedos

entrelazándose con los míos.

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Texedores de Lletres - 2015

31

tan potenteReponiendo todo nuestro amor en un sigilo

que romperá todas las barreras impuestas,

que será más fuerte que estas,

que ni la muerte podrá separar.

Pues yo lucharé por ti

con el pecho abierto ante las balas,

yo seré tu luz

en los caminos más difíciles del mañana.

Caeré a un abismo sin fin

donde los ojos se pierdan en la oscuridad,

si eso es lo que deseas tú

prometo que en mi palabra podrás confiar.

He aquí mis sueños esclavizados,

mis caprichos olvidados;

ya todo es fuente de ti,

ya, solo vivo y moriré por ti.

Icíar Martínez García 2º Bachillerato

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Texedores de Lletres - 2015

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XXXVI XXXVI

Concursu lliterariu Concursu lliterariu

“Carreño Miranda”“Carreño Miranda”Avilés - 2015 .

Llingua asturiana

Categoría A (1u y 2u d’ESO)

1er premiu.-

Maira Díez Arias

La vida de Valeria

Accésit.-

Laura Junquera Vázquez

Anónimu

Daniel Albuerne Acebo

El paxarín mancáu

Categoría B (3º y 4º d´ESO)

1er premiu.-

Thalía Villanueva Jiménez

Otra vegada más tapando renegrones

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Texedores de Lletres - 2015

La vida cambia cuando tos padres se sepa-ren y tú tienes que mudate con to madre ydexar de ver a to padre: cambiu d’institutu,cambiu d’amigos.

Y equí entama too.

Primer día de clase, too ye mui diferenteyá que Valeria ye d’un pueblu y nun sabe,más o menos, ser como una chica madrileña.Distrayía, mirando too al so alrededor, chocóaccidentalmente con un mozu. Nunca luviera. Güeyos verdes, pelo negro, dentadurablanca.

-¡Mira per onde vas!- Gritó-y él malenca-ráu.

-Lo...si...siento. Ye que... soi nueva- tarta-xa Valeria.

-Nótase...- Diz un poco más calmáu.

-¿Sabes ónde ta l’aula 210?- entrugasorriendo.

-Sí, detrás tuya- Diz señalando hacia lapuerta 210 y una mirada a la que Valeriasáca-y una sorrisa d’oreya a oreya.

Suena’l timbre qu’anuncia que terminarenles clases y ye hora de colar pa casa, pero...

-¡Eh! perdona, tas enriba la mio moto- DizValeria un poco asustada.

-¿Qué ye tuya...Rubiuca?- Diz mentantugarra Valeria del tirante del petu que viste.

Ye una rapaza non mui salada, vestida toade negro colos güeyos y los llabios pintaos

de negro.

-¡Sí!- Retruca histérica.

-¡Pues mira!- La moto tambaléase brusca-mente.

-¿Qué faes? ye un regalu de mio padre-diz Valeria mentanto la emburria.

-¿Qué faes, niñata de pueblu?- Empúxalaentovía más fuerte. Entamen a pelease;pero’l director y la xefa d’estudios píllalos.Nun ye la meyor manera d’entamar l’institu-tu.

Esi mesmu día, dempués de falar les dosmoces col direutor, la madre de Valeria va abuscala.

-Apuntéte a les clases del orientador- dizrefunfuñando.

-¡Pero mamá!- contesta indignada.

-Shh- diz-y- ye’l to primer día de clase,mira lo que fixisti.

Valeria nun diz nada.

Al día siguiente, nada más acabar l’institu-tu Valeria empobínase hacia la biblioteca.Nun sabe lo que-y espera col orientador.

-¿Tú yes Valeria?- Entrúga-y l’orientador.

-Yo...nun debería tar equí...- diz enfadada.

-¡Ja! Eso dicimos toos- replica una mozamentantu quítase les gafes de sol.

Nun sabe a qué fue ehí. Da una vuel-

La vida de Valeria

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Texedores de Lletres - 2015

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ta pa ver lo qu’hai al so alrededor. De sópitu,ve a Raúl, el mozu col que chocó ayeri; nel soprimer día de clase.

Faen xuegos pa presentase.

Bruno: Un rapaz tímidu, estudiante, losmalos mozos métense con él, pero ye unbuen rapaz.

Ester: Una mocina a la que-y encanta’lvoleibol.

María: Una rapaza que tien problemesporque los sos padres tán separtaos.

Elisabeth: Una moza que se considera“malota” pero en realidá nun ye tan malacomo ella diz.

Raúl: Un mozu ricu, que pasó munchescoses males nel pocu tiempu que tien devida.

Valeria: Una chica que, por culpa deldivorciu de los sos padres, tuvo que mudasea Madrid y conocer a xente nuevo nel sonuevu institutu.

L’orientador diz-yos que digan los sos pro-blemes n’altu pa sentise más a gustu.

-Bruno, entama tú- dirixéndose a él.

-A que me peguen- diz él disgustáu.

-¿Y tu, Elisabeth? y nun valen les ara-

ñes- con una sorrisina.

-¡Les arañes!- Grita riéndose a la par quelos sos compañeros.

-¿Ester?- diz-y.

- -Defraudar a los mios padres- diz colosgüeyos llorosos.

-¿Valeria?- tóca-y a Valeria y nun sabe quédicir, pasa de cuntalo.

-Nun sé...- diz, como desorientada.

-¿Y tú, María?- entruga l’orientador.

- Suspender- diz disgustada.

-¿Raúl?- entruga.

Nesos momentos Raúl nun quier sabernada de naide, ta pensando, mirando a dal-gún puntu.

-Raúl, puedesdicínoslo, tranquilu- dizl’orientador mientres -ypon la mano nel hom-bru de Raúl.

-¡Les arañes!-grita mentantu salcorriendo d’esi sitiu tanhorrible.

Tol mundu ta tana disgustu con élmesmu que nun faennada pa que se quede,al contrariu, toos faenlo mesmo y salencorriendo.

E m p o b í n e n s ehacia un prau onde puedes ver les cais deMadrid.

-¡Ey!, ¿Por qué nun facemos un grupu?-ocúrrese-y dicir a Raúl.

-Paezme bien, pero ¿Cómo lu llamamos?-Diz Elisabeth.

A toos se-yos ocurren nomes mui raros.

-¡El club de los incomprendíos!- diz Ester.

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Texedores de Lletres - 2015

-¡Préstame!- dicen toos almesmu tiempu.

-Val, el club de los incompren-díos- diz Raúl.

-¡Podemos celebralo!, miomadre tien un bar y güei ye lainauguración.

-¡Sí, folixa!- diz Elisabeth sal-tando d’allegría.

-Siéntolo, non... nun me gustenles fiestes- diz al tiempu que colad’ellí.

Mentantu tán ellí siguen falando del club yde que les reuniones podríen facese losdomingos nel bar de la madre de Val, ella tad’alcuerdu.

A la tarde nueche tán toos preparándosepa la folixa nel bar de la madre de Val. Ellaféxose mui amiga d’Elisabeth y como Val nuntien ropa pa dir de fiesta Eli déxa-y dalgosuyo. Val nunca podía llegar a pensar que sellevaría tan bien con dalguien de Madrid.Mentantu espera a los invitaos, Val busca aRaúl en Twitter. Al paecer, quier ser directorde dalguna película, pero tamién paez que yericu.

-¡Qué guapu ye!- diz la madre de Val sos-prendida.

-¡Mamá!- esclama Val colos papos ardien-do.

Nesi momentu apaez Raúl pela puerta.

-Ye más guapu en persona- susúrra-y aloyíu.

A Valeria árden-y los papos. Muérese de lavergoña. Cuando garren la bebida diríxense ala azotea, Val colocara un sillón pa facer lesreuniones al aire llibre. Raúl entama a fala-y,pero ella nun fae casu, solo pue fixase nossos güeyos verdes y esi pelo.

Raúl sabe qu’a Val-y gusta él y qu’agoramesmo él sólo quier besala. Diríxese a ella yfaelo.

La fiesta va bastante bien, non como Valesperaba... Deciden dar una vuelta, Elisabethy Val, pa falar de Raúl.

- Eli, quiero dicite daqué - diz Val muiseria.

Eli nun fae casu y sigue al so rollu,pero a la escontra, Val si fae casu aEli.

-Val, quiero dalgo serio conuna persona- diz.

- ¿Sí, con quién?- entruga inte-resada polo que diz la so amiga.

- Tía, a Raúl ¿Nun se nota?- dizcantando divertida.

Val quédase impresionada,en metá d’un cruce. Eli rápida-mente gárrala y tira d’ella. Pel

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Texedores de Lletres - 2015

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camín Val recibe un whasapp. Ye Raúl.

-Val, vení a la discoteca de la Puerta delSol.

-Ok- respondeVal. Diz-ylo a Eli,pero nun s´entera.Cuando s´alcuen-tren na discotecaEli atopa a Raúl yde sópitu cuando luve da-y dos besos yentama a baillarcon él.

A Val paréz-y maly de sutrucu garrala so chaqueta delguardarropes ymarcha. Raúl dasecuenta de quedalgo falta y colamentantu Eli va apor bebíes.

-¡Val, espera!-grita corriendo.

-¿Pa qué? ¿Pa que me faigas sentir mal?-diz colos güeyos humedecíos.

-Non, pa esto- diz exitáu de tanto correr.

Los dos acérquense y bésense namorada-mente, con pasión, pero...

-¿Qué tais faciendo?- Eli que ta mui ena-morada de Raúl nun podía llegar a pensarque Val se liara con él.

-Eli, espera, podemos esplicátelo- diz Raúlacercándose a ella .

-Tenía razón Alicia... ¡Sois unos capullos!

Eli márchase. Alicia en realidá nun ye real,dende pequeña tenía dalgo paecío a esquizo-frenia . Solo lo saben los sos pas y Val, quedende que se lleven bien, la madre-y lo con-tare.

Val, como sabe lo que-y pasa a Eli,prefier dexala sola y llamala dempués.Raúl acompaña a Val a la so casa, los dos

entren a casa silenciosamente pa nun des-pertar a la madre de Val porque ye demasiaotarde.

Dexen les cha-quetes nel sofá y vana l’habitación de Val.A Raúl llegó-y unmensaxe.

-Val, ye’l nomed’una dirección- dizpreocupáu.

-Pero... ¿ellí nunhai una ponte?- diznerviosa mientres sesienta na cama.

-Sí...

-¡Vamos, corre!

-Eli, nun te tires-diz Val austada.

-Somos los tosamigos- diz Raúl.

-Los incompren-díos, naide nos comprende- diz Val.

-Pero comprendémonos entre nosotros-dicen los dos llorando.

Eli quédase callada, mira a Alicia. Suélta-yla mano y cuerre hacia los sos amigos.

Val dase cuenta de too, qu’anque semudare a otra ciudá hai pocos díes, nesospocos díes yá tien toa una vida.

CONTINUARÁ ...

Maira Díez Arias 2u d´ESO

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Texedores de Lletres - 2015

El mio amigu llámase Anónimu,dicen que nun esiste,dicen que ye un mal amigu,dicen que toi lloca.

Anónimu vive n´Internet,y nun tien padres,vive con un amigu,llámase Seudónimu.

Tien munches redes sociales,¡apaez en toes partes!En Facebook, Instagram,Twitter y Tuenti.

Munchos lo agreguen,nun saben lo maluque pue llegar a ser.

ANÓNIMU

Laura Junquera Vázquez 1º ESO

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Texedores de Lletres - 2015

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El paxarín mancáu

¿Cómo ye que cayó

y la so nala rompió?

¿Taba despistáu?

¿Qué ye, que ta adormiláu?

Nun sé cómo pasó

pero'l vuelu yá nun alzó.

Cuando lu atopé

primero, asusté

dempués aselé

y la so pequeña nala igüé.

Fixi de pá y ma,

alimentélu y curié

hasta qu'un día ensin más

yá pudo, y echó a volar.

Bien murniu quedé

munchu de menos echélu

pero tenía qu'aceptar

que la so vida yera volar.

Unos meses dempués

cuando taba xugando

ensin querer zarapiqué

y la pierna estropié.

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Texedores de Lletres - 2015

Daniel Albuerne Acebo 1º ESO

De casa salir nun podía,

d'aburrición morría

les hores nun pasaben

y los díes allongábense.

Hasta qu'un formosu día

esperábame una allegría,

el mío amigu paxarín

venía a faceme feliz.

Posábase na mio ventana

hasta la mio cama volaba

y col so dulce cantar

intentábame animar.

Ansí nació ensin pensar

una perguapa amistá

que nunca s'acabaría

y crecería día ente día.

Munchos años van poder pasar,

munches coses van asoceder,

pero nada me fadrá escaecer

esta fermosa amistá.

Page 41: Texedores de Lletres

Texedores de Lletres - 2015

40

Otra vegada más tapando renegrones provo-

caos poles sos enormes manes. Quiero creyer

que nun quería facelo, que taba borrachu, pero

repítese tantes veces...

Mírome nel espeyu. Tengo'l cuerpu enllenu

renegrones y los músculos entumecíos. Cada

movimientu produzme un dolor intensu. Esta

vez enfadóse porque-y dixi que saldría con unes

amigues a cenar. Nel momentu que-y lo dixi,

aferróme pel cuellu, estrangulándome.

Diciéndome que nun diba dir a nengún llau.

Dempués d'eso solo recuerdo'l dolor nel mio

cuerpu, amestáu ente gritos y golpes.

Toi fartuca, tenía que face-y casu a los mios

seres queríos. Nun sé qué más facer. Intento

portame meyor, facer lo qu'él quiera, cumplir

los sos caprichos y necesidaes. Pero nada ye

suficiente pa él. Siempre atopa una escusa pa

quexase y pegame; y cada vegada vuélvome

más débil, temiendo la hora en que vuelva a

casa.

Yá llegó a casa y, como siempre, yá bebió

demasiao. Ta borrachu. Pretende garrar les lla-

ves del coche, pero nun puedo permití-ylo.

Quiérolu demasiao como pa permitir que-y

pase dalgo. Intento quitá-yles. Dígo-y que nun

pue conducir, que ta borrachu, pero nun refle-

xona. Embúrriame y caigo al suelu. Éntrenme

ganes de llorar, pero tengo que ser fuerte.

Consigo quita-y les llaves, pero una vez más

entama a golpeame y a tirame lo qu'atopa.

Algama un xarrón y dispónse a golpea-

me con él na tiesta. Consigo escapar al mio

cuartu y pesllar la puerta enantes de que me lu

tire. Péga-y dos pataes a la puerta, ruémpela y

consigue entrar. Mírame con cara de psicóticu.

Almito que toi muerta mieu. Échase sobre mí y

grito. Garra daqué que nun algamo a ver y

pégame con ello repetíes veces. Namás veo

sangre y toi mareándome. Núblaseme la vista,

nun veo nada. Espero que pare, que s'arrepien-

ta, pero nun lo fai, aunque eso yá debería ima-

xinámelo enantes.

Y, de sópitu, apágase la lluz...

Despierto nel hospital, la lluz ciégame al

abrir los güeyos y malpenes puedo moveme.

Nun siento los brazos y tampoco dolor.

Alviértenme de que me llibré por bien poco;

que nun puedo siguir asina, qu'esta podría ser

la última vez que saliere viva. Nun quiero cree-

los. Sé qu'él quierme, que sólo lo fai porque ta

borrachu,

Otra Otra vegada más tvegada más tapapandoando

renegronesrenegrones

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Texedores de Lletres - 2015

anque ye verdá qu'esta vez pasóse.

Una enfermera vien a veme. Lléeme'l parte

de lesiones; tengo demasiaos golpes y munchos

d'ellos na tiesta. Coméntame qu'estes lesiones

podíen habeme matao; y, mentanto lo asimilo,

proporcióname una dosis de morfina pal dolor.

Al momentu lleguen

dos policíes. Enantes de

que la morfina faiga efeu-

tu, esplíquenme que

debería denunciar al mio

home; que munches

muyeres salieron alantre

cola ayuda de la policía.

Muyeres como yo. Pero

nun quiero facelo.

Niégome. Quiérolu y con-

fío en que nun volverá a

facelo.

Al día siguiente, apaez nel cuartu del hospi-

tal con bombones y roses. Suplícame que lu

perdone y que vuelva con él. Too esto fai que

m'alcuerde de tolos nuestros bonos momentos

xuntos, cuando se preocupaba por mi y cuidá-

bame. Pero los momentos malos son mui

duros. Los recuerdos del dolor y tolo sufrío

recuérdame que me volví débil y éntrame páni-

cu con solo pensar en tar a soles con él. Asina

que-y deniego la ufierta, y esplico-y que cam-

bió, que nun puedo siguir asina.

Esta tarde danme l'alta y cuando llega la

hora de recoyer les mios coses, apaez p'ayuda-

me. Entrúgame que pa ónde voi dir. Respondo-

y que colos mios pas. Él, defraudáu, vuelve a

ofreceme que vaya con él, pero vuelvo a nega-

me. Enfádase y tira les coses al suelu. Avérase a

la puerta y ciérrala.

De nuevu llevántame la mano, pero esquívo-

lu. Ta alterándose y

nun me gusta la

situación. Pído-y

que se calme, que

nun quiero qu'alar-

me a naide, pero

nun me fai casu y

garra dalgo pa tirá-

melo. Falla y embú-

rriame hacia la

cama. Creo que se

calma. Para y már-

chase.

Pero, de sópitu, apaez y sorpriéndeme cla-

vándome un bisturí en pechu. Hai muncha san-

gre per toos llaos. Toi perdiendo'l sentíu. Solo

veo solombres negres. Asústome muncho.

Escucho la so voz diciéndome que si nun soi

d’él, nun sedré de naide. Creo qu'esti ye'l final.

Y nun m'equivocaba cuando sentí dicir a les

enfermeres: "vásenos...".

Thalía Villanueva Jiménez 3º ESO

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Texedores de Lletres - 2015

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LLOS TRESOS TRES

A la vera de Manarola, más exactamente en un acantilado de esa ciudad, se encontraban Rizzie,Ponte y Corniglie.

Rizzie y Corniglie no paraban de hablar preocupados por cómo Il Don iba a castigarlos si no ter-minaban la misión. Rizzie le echaba en cara ser muy blando y muy frágil a Corniglie, y éste no para-ba de echarle en cara a Rizzie que era un animal y un burro, que las cosas deberían de hacerse pen-sando en el futuro y en su repercusión, si lo hacían de manera alocada. Mientras tanto, Ponteseguía callado, observando a los dos hombres que discutían, sin intervenir para nada en la conver-sación.

Así fue que pasaron casi treinta minutos desde que Rizzie y Corniglie empezaron la discusión. Nodejaban hablar a Ponte, y éste se sentía cada vez con más ganas de hablar y más frustrado.

Finalmente Il Don llama a Rizzie, el cual le trasmite la información a Corniglie, que se hace a unlado. Ponte, maniatado de rodillas a la vera de Manarola, en aquel acantilado y con una lágrimacayendo por su moflete derecho, es degollado.

Hugo Lafuente Sánchez

LÁLÁGRIMAS DE MADREGRIMAS DE MADRE

La preocupación en casa aumentaba cada vez que mi hermano salía por la puerta. Mi madre seencerraba a llorar en su cuarto intentando guardar en secreto sus incesantes llantos, mientras mipadre, sentado en su sillón con el partido en la radio de fondo, perdía la mirada en el fondo de lacopa con tres hielos, rellena del whisky más barato.

Recuerdo perfectamente un día nublado en el que mi hermano llegó a casa con un corte de peloal cero. Si te fijabas bien podías divisar una especie de mancha en su cabeza, y si te fijabas muybien podías distinguir una forma, y si tienes una vista de lince observarías que era un tatuaje, unaesvástica en tinta negra, para ser precisos. El motivo por el cual te tienes que fijar no se debe al

tamaño, sino a que somos una familia congoleña.

Pablo Alejandro Rodríguez Santos

2º Bachillerato

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Texedores de Lletres - 2015

LA CASLA CASAA

Cuando era más joven nos mudamos a una casa antigua, con pasillos muy largos, muchas habi-taciones vacías y suelos que rechinan. Como mis padres trabajaban todo el día, muchas veces esta-ba sola en casa después del colegio, así es que cuando un día volví y vi la luz de una de las habita-ciones encendida, me sorprendí.

Esa habitación era una de las que aún estaban llenas de cajas de la mudanza, una habitaciónpequeña, con las paredes manchadas de humedad y una sola ventana. Se acercaban las navida-des, así que supuse que mi madre estaría buscando los adornos.

Entré por la puerta y la llamé, "Mamá", escuché su voz desde el piso de arriba, "¿Sí, cariño?".Comencé a subir las escaleras, "Mamá, ¿qué buscas?". Me respondió otra vez su alegre voz,"Cariño, ven a ayudarme, estas cajas pesan mucho".

Naturalmente comencé a caminar a través del largo pasillo, hacia la puerta del fondo, pero cuan-do ya estaba a escasos pasos de la puerta, escuché la puerta principal abrirse y a mi madre decirdesde ella: "Cariño, hoy estoy temprano en casa".

El terror me hizo comenzar a correr hacia las escaleras justo cuando la puerta ante mí comenzóa abrirse ligeramente, y juro que allí había algo murmurándome.

Carmen Menéndez

RURU TINASTINAS

Y en el momento álgido de la situación, Franklin ni siquiera pestañeó, apretó el gatillo y surabia voló como un rayo hacia el cuerpo de aquel despojo. Una y otra, y otra vez, hasta que oyórepetidos "clics" que indicaban la ausencia de munición. Mientras se subía en su Sabre Turbo yabandonaba aquel lugar, una sonrisa ladeada se adueñaba de su cara; en Da Poison Hood lostraidores lo pagan caro. Esta escena no duró mucho, pues acto seguido a aparcar el coche en elgaraje junto al resto de sus bólidos, el chico apagó la consola, apuró el cigarrillo que aún se con-sumía en el cenicero y se preparó para llegar tarde a clase un día más.

Diego Martín

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Texedores de Lletres - 2015

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Microrrelatos ganadores

Microrrelatos ganadoresConcurso 2º de ESO

Concurso 2º de ESODía del libro

Día del libro

El liEl li brbro de lao de las heridas heridass

Tanto leí que acabé cortándome conlas páginas y las heridas se me infectaronde palabras.

Carla Terceño 2ºC

GuerrGuerraa

Y allí estaba el soldado, detrásde una trinchera con el arma enla mano, esperando a que todoacabara. Se asomó por encima delos sacos y un disparo le dio en lacabeza. De pronto, todo acabó; elniño cerró el libro, apagó la luz yse durmió.

Andrea Pardo 2º D

LaLas gas gaffaass

No servían para nada. Por mucha gra-duación que le pusieran, la vaca seguía sinpoder leer.

David Conde 2ºA

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Texedores de Lletres - 2015

LOS MÁS VOTADOS POR SU PRESENTACIÓN

Te regalo un microcuentoTe regalo un microcuento(Alumnado de 1º de Bachillerato Nocturno)

La consulta

No había pasado ni un solo día,en los últimos dos meses, en que allevantarse no hubiera pensado enla fecha de hoy…

Por fin era ese día y con unamezcla de miedo y esperanza selevantó, se duchó, desayunó y searregló para salir.

Como llegó con tiempo a la salade espera, se sentó observando asu alrededor, mientras su cabezano paraba de preguntarle cuálsería el resultado.

María J. Barredo Fernández 1º N

Sobre un baúl se encontraba un retratode aquel hombre, que en su época habíasido marinero.

En aquel lugar podíamos observar diferen-tes piezas de cerámica. Además, colgadosde aquel techo de madera, al fondo, obser-vábamos una chimenea, pues ahí se asabanlas castañas que incluso ofrecía a sus clien-tes provenientes del mar en su mayoría.

Aquel lugar se dividía en varias zonas,donde en una en particular, había peque-ños frascos que a sus clientes les encanta-ban.

El hombre había viajado por numerososlugares del mundo, de cada uno de ellostenía una anécdota…

Noemí Sanzo de San José 1º N

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Texedores de Lletres - 2015

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LOS MÁS VOTADOS POR SU CONTENID

O

LOS MÁS VOTADOS POR SU CONTENID

O

La mató por el olor de su calcetín

Todos le esperaban, no por ser él, pues no era ni unacelebridad, ni las lluvias en época de sequía.Christopher era un amigo muy especial, como todos,pero uno más. Era alto y extravagante, sí, más que elresto, pero era uno más.Sin embargo, todos le esperaban, se iban de viaje y esta-ban a la puerta de su trabajo esperando impacientemen-te. F inalmente salió y gracias en parte a él y en parte alresto, el viaje se pasó volado.Por tanto, el trayecto había finalizado. Se llegó de nocheal lugar, y en la noche nadie esperaba a nadie, pues bienpocos se conocían allí. Por el desconcierto y la novedadCristofer sedujo a una chica que nunca había visto. Sinembargo parecía que se conocían de toda la vida, puesella le invitó a su casa; cuando él se quitó los playeros,se dio cuenta de que llevaba los "calcetos" del trabajo,esto acabó con todo… ese olor la mató.

Lucas Fernández 1º N

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Texedores de Lletres - 2015

El Hombre del sacoLa madre de Daniel siempre le regaña-

ba cuando hacía alguna trastada de lassuyas, también le amenazaba con que elhombre del saco se lo llevaría mientrasdormía. Esa noche Daniel, asustado porlas amenazas de su madre, se escondióen el armario después de poner la almo-hada en su cama como si de él se tratase.A media noche sintió un ruido en sucuarto y él, muerto de miedo, se hizouna bola contra los abrigos y cerró losojos fuertemente; cuando por fin quisoabrirlos, pudo distinguir en la oscuridadde su armario la figura de un hombre conun bulto a su espalda.

Mercedes Riesgo Rodríguez 1ºN

La madurez

Dieciséis años,

salen de casa para ir al médico con su madre;

en el ascensor van juntos,

por la calle cada uno por su lado.

Él piensa: “Espero no encontrarme a nadieconocido, que no me vean por favor”.

Ella piensa: “¡Qué le habré hecho yo para quese avergüence!”

Veinte años,

fiestas de Avilés, plaza del Ayuntamiento.

Se abrazan.

Diego Fernández López 1º M

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Texedores de Lletres - 2015

Modalidad TÁCITOCategoría BACHILLERATO 5º Accésit

“Enviolentados por Pandora”Alejandro Díez Martín

2º de Bachillerato

PREMIOS del XI CONCURSO ESCOLARFORUM

XX Festival de teatro

grecolatino de Segóbriga en

Gijón

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Texedores de Lletres - 2015

Mientras se supone que el

mundo se va, poco a poco, pacifi-

cando, la auténtica realidad aflora

en las esquinas de la vida, llegando a

la población en forma de un puñal

hacia sus sentimientos, aunque

éstos se fundan lentamente para

acabar desapareciendo de los cora-

zones. Pero si hay algo que podemos

asegurar de manera rotunda, es una

verdad tristemente alegre, y es que

la violencia de género cada vez está

más perseguida, debido al aumento

de casos de mujeres agredidas física

y mentalmente y asesinadas en

nuestros tiempos.

Todo esto es remontable hasta el

mordisco de la manzana, fruto que

es causa de muchas discordias. Sin

embargo, el mito de Pandora es aún

más eficaz en muchas casos para dar

una "justificación válida" para estos

casos de maltrato. Y es que ¿no es

razón suficiente que todos los males

de la Tierra estén provocados por

una muchacha con curiosidad? Pero

todos olvidan los porqués de ese

acto.

Fueron los dioses, hablando en

masculino, los que empujaron a ese

desastre. Nadie recuerda que Zeus

mandó a Hefesto la elaboración de

una mujer, que sería bendecida con

los dones de las diosas, y que esta

mujer, Pandora, iba a ser entregada

a Prometeo como venganza por la

ayuda de éste hacia los humanos. Ni

que Prometeo, desconfiado, la rehu-

só, Ni cómo fue entregada a su her-

mano Epimeteo, junto a una caja

que no debía abrir bajo ninguna cir-

cunstancia.

Podemos observar que durante

todo el suceso, la mayoría de los

implicados eran dioses, y que usa-

ron a una mujer como venganza o

castigo, paralelamente a los usos

que muchos hacen de ellas hoy en

día, salvo que en vez de ser las inter-

mediarias para ese mal, sobre ellas

actúan sus palabras y golpes, des-

trozándolas inhumanamente.

Porque, ¿qué culpa tuvo Pandora

de tener curiosidad y abrir la caja?

Aun haciendo caso a las dos versio-

nes, donde en una de ellas los males

habitaban en la caja y al abrirla se

liberaron al mundo, o la otra versión

donde se dice que en la caja estaban

todas las cosas buenas, y al verse

libres huyeron de vuelta al Olimpo,

se ignora que Pandora llegó a cerrar

a tiempo la caja, dejando dentro de

ella ESPERANZA. Sí, ESPERANZA,

con mayúsculas. Porque esperanza

es lo que necesitan estas mujeres

vilmente destrozadas para seguir

adelante. Sus agresores, envueltos

en todos los horrores que escaparon

de la caja, tratan de dejar libre a

esperanza, lo último que les queda a

las descendientes de Pandora.

“Enviolentados” por

Pandora

Alejandro Díez Martín 2º BACH

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Texedores de Lletres - 2015

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Modalidad FIDIAS Categoría BACHILLERATO Accésit:

“Teseo y el Minotauro”

Carmen López Iglesias2º de Bachillerato

PREMIOS del XI CONCURSO ESCOLARFORUM

XX Festival de teatro

grecolatino de Segóbriga en

Gijón

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Texedores de Lletres - 2015

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Texedores de Lletres - 2015

XXI Concursode fotografía matemática

Curso 2014-2015

Primer premio:

“La Geometría tiene Vida”

Onahy Celeste Trincheri 2º Bachillerato

52

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53

Texedores de Lletres - 2015

Segundo premio: “Rama a las 3” Laura Pérez Fernández 2º Bachillerato

“Fibonacci en la Naturaleza”Vanesa Fernández Díaz 4º ESO

“Simetría al Abordaje” Lucía Medina Vázquez 4º ESO

Tercer Premio "E

x aequo"

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