sustentabilidad y desarrollo nuevo 2

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La presentación y disposición de Sociedades rurales y naturaleza. Enbusca de alternativas hacia la sustentabilidad, son propiedad del editor.Aparte de los usos legales relacionados con la investigación, el estudioprivado, la crítica o la reseña, esta publicación no puede ser reproduci-da, ni en todo ni en parte, en español o cualquier otro idioma, ni regis-trada en o transmitida por un sistema de recuperación de información,en ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico,electrónico, magnético, electroóptico, por fotocopia, o cualquier otro,inventado o por inventar, sin el permiso expreso, previo y por escrito deleditor.

D.R.© 2004. Instituto Tecnológico y de EstudiosSuperiores de Occidente (ITESO)Periférico Sur Manuel Gómez Morín 8585,Tlaquepaque, Jalisco, México, C.P. 45090.

D.R.© 2004. Universidad Iberoamericana LeónBoulevard Jorge Vértiz Campero 1640,Col. Cañada de Alfaro, León, Guanajuato, C.P. 37238.

Impreso y hecho en México.Printed and made in Mexico.

ISBN 968-5087-68-7

Queremos un mundo donde quepan muchos mundos, un mundo donde para todos haya siempre:

pan para iluminar la mesa, salud para espantar la muerte, conocimiento para aliviar la ignorancia, tierra para cosechar futuro,

techo para abrigar la esperanza,y trabajo para hacer dignas las manos...

Indígenas de Chiapas

Ella, la utopía está allá en el horizonte, nos acercamos dos pasos y ella se aleja dos pasos, caminamos diez pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá,

por mucho que caminemos nunca la vamos a alcanzar. Entonces ¿para qué sirve la utopía?

Para eso sirve, para caminar...

Eduardo Galeano

A Ivonne, por todo lo que significa su presencia en mi vida

A mis padres, y a mis hermanos todos,que me han acompañado por la vida desde el amor,

el trabajo y la honestidad

A los indígenas y campesinos de México,que me han enseñado agricultura,y me mantienen viva la esperanza

Prólogo

Introducción

Los caminos hacia el desarrollo sustentable

CAPÍTULO I.El desarrollo y la crisis de la modernidad

CAPÍTULO II.En busca de alternativas: el desarrollo sustentable

CAPÍTULO III.Lo global y lo local como referentes de lasustentabilidad

CAPÍTULO IV.Hacia una propuesta epistemológica

El desarrollo y el medio rural

CAPÍTULO V.Espacios rurales e industrialización de la naturaleza

CAPÍTULO VI.Movimientos sociales rurales

Índice

PRIMERA PARTE

SEGUNDA PARTE

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TERCERA PARTE

CUARTA PARTE

CAPÍTULO VII.Política agrícola y desarrollo rural

El desarrollo rural sustentable

CAPÍTULO VIII.Los pasos hacia la sustentabilidad

CAPÍTULO IX.La agroecología

CAPÍTULO X.La investigación participativa

La construcción de la sustentabilidad

CAPÍTULO XI.El desarrollo rural en México

CAPÍTULO XII.Una experiencia local en agricultura sustentable

CAPÍTULO XIII.Avances en el escenario regional de Jalisco

CAPÍTULO XIV.Perspectivas para la sustentabilidad rural en México

Bibliografía

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11Prólogo

Dr. Eduardo Sevilla GuzmánCatedrático de la Universidad deCórdoba, España

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A principios de los años noventa del siglo XX, el trabajosobre el manejo de los recursos naturales de una serie deacadémicos, investigadores y técnicos, situados en distin-tas partes del mundo, comenzó a converger. Entre los pun-tos de coincidencia �junto a otros muchos, no menos rele-vantes� figuraba la articulación de las ciencias socialescon las ciencias naturales, en conjunción con una crítica alpensamiento científico convencional.

Dicha crítica se centraba, de manera especial, en losaspectos relacionados con la agricultura industrializada quela agronomía legitimaba a pesar del fuerte deterioroque ocasionaba, tanto a la naturaleza como a la sociedad.A la primera, por contemplarla como un mero receptáculode procesos químicos de síntesis y otros insumos externos,que parecían negar la fertilidad propia del suelo y la condi-ción viva del resto de los elementos de la biosfera. A la so-ciedad, por aceptar un tipo de economía que justificabaanteponer la lógica del lucro a la satisfacción de las nece-sidades básicas de la población, con la consecuente am-pliación de la brecha entre ricos y pobres, así como elincremento, cada vez mayor, del hambre en el mundo. Apartir de esta idea, la ciencia actuaba más como una es-tructura de poder que como una epistemología que busca-ra la verdad.

En efecto, existe un nítido consenso científico respecto aque no es la falta de alimentos lo que deteriora la trágicasituación de hambre en el mundo sino que es la desigualdistribución de la riqueza la causa última de tan descomu-

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nal injusticia: �En 1999 se produjo suficiente cantidad degranos en el mundo para alimentar una población de ochomil millones de personas�.1 Según los estudiosos: �Si talcantidad de alimentos se distribuyeran equitativamente ono se emplearan para alimentar, mediante métodos de na-turaleza industrial, a animales para satisfacer el consumodel primer mundo, el hambre quedaría automáticamenteeliminada de la faz de la tierra�.2

Otro punto de convergencia lo constituía la utilizaciónde metodologías participativas para el diagnóstico y la gene-ración de tecnologías en diferentes realidades agroecosis-témicas, que se iban incorporando al conocimiento popu-lar (local, campesino e indígena), en pie de igualdad con laciencia a la hora de resolver los problemas de sustenta-bilidad. El empleo de estos procedimientos originó una pers-pectiva pluriepistemológica y, consecuentemente, la apari-ción de una dimensión ética, tanto social como ambiental,en los diagnósticos realizados.

Entre los académicos y grupos involucrados estabanMiguel Altieri y Stephen Gliessman, desde una perspectivaagronómico/ecológica; Víctor Manuel Toledo y Enrique Leff,desde la visión sociológico/antropológica; José ManuelNaredo y Joan Martínez Alier, desde el punto de vista eco-nómico; las organizaciones no gubernamentales como elProyecto Andino de Tecnologías Campesinas (PRATEC), enPerú, Agroecología Universidad Cochabamba (AGRUCO),en Bolivia, desde un enfoque de ecología política indígena,o el Centro de Estudios de Producciones Agroecológicas(CEPAR) y la Red de Agricultura Orgánica de Misiones(RAOM), en Argentina, por medio de huertos orgánicos co-munitarios o ferias francas de productos ecológicos; asícomo Manuel González de Molina, junto con el equipo delInstituto de Sociología y Estudios Campesinos (ISEC), en laUniversidad de Córdoba, España. Casi todos, al conocernuestros trabajos, sentimos la necesidad de intercambiarde manera directa nuestras ideas sobre la situación actualde la agricultura y el desarrollo rural, en general, y el mane-jo de los recursos naturales, en particular.

La trasgresión de la perspectiva científica que todos rea-lizábamos encontró en España un espacio físico de

1. Altieri, Miguel.Biotecnología agrícola.Mitos, riesgos ambienta-les y alternativas, FoodFirst/CIED/PED�CLADES,Oakland, 2001, p.18.2. Lappe, FrancesMoore et al. Worldhunger: 12 myths,Grove Press, NuevaYork, 1998, 270pp.

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interacción, por medio de la creación de un programa dedoctorado en la Universidad de Córdoba, y posteriormentede una maestría en la Universidad Internacional de Anda-lucía. Las primeras generaciones del doctorado del ISEC, enCórdoba, jugaron un papel muy importante en la articula-ción de los diversos núcleos latinoamericanos de agroeco-logía. Así, por un lado, el �grupo de Rio Grande do Sul�, enBrasil, con participación en instituciones estatales de ex-tensión e investigación, y por otro, el �grupo de AGRUCO�,en la facultad de Agronomía de la Universidad de SanSimón, en Cochabamba, Bolivia, permitieron generar for-mas de institucionalización agroecológica en conexión condiversos movimientos rurales.

Jaime Morales Hernández, quien primero pasó por lamaestría y después por el doctorado, jugó un rol articuladorimportante entre los distintos grupos de agroecología enEspaña, México y Brasil. Por todo ello no es de extrañarque ahora fructifique su aportación en este �colectivoagroecológico� con un excelente texto sobre sustentabilidady desarrollo rural.

Es para mí una gran satisfacción presentar la profundatrasformación que el autor de este libro ha realizado de latesis doctoral que entregó en el ISEC de la Universidad deCórdoba, con la cual obtuvo la máxima calificación otor-gada por los centros de enseñanza superior españoles: �so-bresaliente cum laude�, para darle forma de introducción alos aspectos más relevantes de la sustentabilidad rural, comoacercamiento de sumo valor pedagógico para quienes es-tán interesados en estos temas.

El texto parte de definir la �perspectiva de la sustentabi-lidad� como una construcción social dinámica, para des-pués caracterizar la globalización desde dos visiones: prime-ro, la hegemónica neoliberal, y luego la referida perspectivade la sustentabilidad, que adquiere en esta publicación unadimensión dialéctica entre lo local y lo global, pues permitegenerar un espacio desde el que es posible construir alter-nativas de desarrollo. Aunque Jaime Morales se mueve enun plano claramente divulgador, presenta conceptos de grancalado teórico con extraordinario rigor. Más adelante mues-tra como el desarrollo �realmente existente� es un reflejo de

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las políticas agrarias introducidas por los diferentes esta-dos, que responden en la actualidad al proyecto civilizatoriooccidental hegemónico de naturaleza neoliberal. No obs-tante, existen algunas excepciones interesantes como es elcaso de Rio Grande do Sul.

También el estudio del académico del Centro de Investi-gación y Formación Social aborda la evolución del desarrollosustentable, por medio de propuestas teóricas de gran inte-rés para la creación de enfoques científicos alternativos,que permiten caracterizar, por un lado, la agroecología, susmétodos y técnicas, y por otro, la investigación participativa(mostrando su genealogía y la naturaleza trasformadora desu estrategia metodológica), como elementos clave para laconstrucción de un desarrollo rural, en el marco de la sus-tentabilidad.

La última parte del libro �basada ya en el contenido desu tesis doctoral� se centra en la caracterización de todolo expuesto en los anteriores capítulos, pero desde la espe-cificidad de la realidad mexicana, y está narrada con talfamiliaridad que muestra al autor involucrado con dichasacciones. Este apartado presenta el caso específico de laRed de Alternativas Sustentables Agropecuarias (RASA) deJalisco, y un proceso concreto en la comunidad de Juanaca-tlán, de la sierra de Tapalpa, para resaltar la relevancia dela dimensión local a pesar de su tremenda dificultad. Elcapítulo que cierra este estudio es una reflexión sobre Méxi-co, a partir de los elementos más relevantes tratados a lolargo de todo el trabajo, y propone acciones que permitanun desarrollo sustentable con las herramientas de laagroecología y la aportación clave del México profundo.

Otro mérito del texto es que aúna en un solo volumenuna gran cantidad de materiales y conceptos útiles para lospromotores y asesores rurales que trabajan con comunida-des indígenas y campesinas en México y América Latina.Además posee una originalidad que le introduce dentro delas aportaciones sobre las distintas áreas de conocimientoque abarca este nuevo campo de la sustentabilidad rural.

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Desde el surgimiento de la agricultura, la trasformaciónde la naturaleza en espacios rurales ha proporcionado ali-mentos, fibras, energía y materiales esenciales para la vidahumana. A lo largo de la historia, las sociedades rurales hanestablecido diferentes formas de relacionarse con los distin-tos ecosistemas en una continua coevolución, que ha dadocomo resultado una amplia diversidad productiva, culturaly ecológica. En la actualidad, los agricultores, campesinos eindígenas, junto con sus familias, constituyen la mitad de lapoblación mundial, en tanto que los espacios rurales com-prenden poco más de la mitad de la superficie del planeta.Las actividades agropecuarias y forestales realizan para lassociedades urbanas funciones productivas, sociales, cultu-rales y ambientales.

Gran parte del medio rural en el mundo se encuentra enuna grave situación de pobreza, hambre, deterioro ambien-tal, emigración, desaparición de culturas y marginación,debido a los modelos de desarrollo utilizados, que se basanen la industrialización de la agricultura y la mercantilizaciónde las economías del campo. Ante esto, múltiples movimien-tos sociales e instituciones de carácter mundial buscan es-trategias de desarrollo rural alternativo, sobre todo en lo quese refiere a las vinculaciones entre sociedad y naturaleza.En esta búsqueda tiene una presencia cada vez más impor-tante la perspectiva de la sustentabilidad de los procesos dedesarrollo.

El presente libro es un acercamiento, entre muchos posi-bles, a las relaciones entre la sustentabilidad y el desarrollo

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rural, pero también busca aportar elementos para la cons-trucción de estrategias alternativas. Este texto pretende lle-nar un hueco en la literatura existente sobre el tema, y pre-senta de manera introductoria las bases conceptuales y laspropuestas metodológicas del desarrollo rural sustentable.

El origen de este escrito proviene de la participación delautor en actividades de formación, dirigidas a estudiantesuniversitarios, asesores, agricultores y técnicos rurales. Es-tas experiencias didácticas mostraron la necesidad de dispo-ner de una publicación, accesible y sintética, como puntode partida para profundizar en estos tópicos, y tambiéncomo material de apoyo en los procesos de educación for-mal y no formal. Los materiales que constituyen el estudiohan sido utilizados y discutidos en diversos cursos, talleres,seminarios y diplomados. Además ya han sido publicadasversiones parciales y preliminares de algunos capítulos.

Este libro busca ser un auxiliar en la labor cotidiana deautoformación de aquellos promotores rurales inmersos enprocesos sociales, bien sea dentro de organizaciones indíge-nas, campesinas, no gubernamentales, o en universidades,centros de investigación e instancias públicas. También pre-tende ser útil en los procesos de formación universitaria,entre quienes buscan acercarse al desarrollo rural sustenta-ble desde la multidisciplinariedad.

La obra va dirigida a un público amplio interesado enlas cuestiones del medio ambiente, el campo y la sustentabi-lidad. Se trata de un texto de divulgación, que busca pro-fundizar de manera conceptual y vivencial en esta comple-ja problemática, motivo por el cual se propone una profusabibliografía y se sugieren 22 títulos básicos, disponibles yaccesibles en México y Latinoamérica.

Esta publicación se compone de cuatro partes e intentacombinar aspectos conceptuales con experiencias concre-tas de desarrollo rural sustentable. Además, presta especialatención al sector agropecuario de México, que está en unacrisis profunda y ante un escenario sombrío, y propone a lasustentabilidad como un elemento central en las estrategiaspara el campo en el país.

El texto está construido en torno a las articulaciones quese establecen entre cuatro ejes conceptuales. La primera

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parte del estudio tiene un carácter teórico y, a partir de di-versas visiones, se centra en analizar y discutir cada uno deestos cuatro ejes para construir el marco analítico que cons-tituye la estructura del libro. El primer eje conceptual se re-fiere a la crisis compleja y multidimensional por la que atra-viesan las sociedades actuales. Una crisis global que atañede forma directa al proyecto civilizatorio occidental y susfundamentos, y es en ese sentido una crisis de civilización(Bonfil, 1994).

Los procesos de desarrollo ubicados en esta matriz civili-zatoria también están inmersos en una profunda crisis, yson cuestionados por diversos actores sociales e institucio-nales, dado los distintos impactos negativos que tienen parala mayor parte de la población que vive en este planeta.Esta situación definida por Touraine (1998) como la crisisde la modernidad presenta entre sus rasgos más dramáti-cos un deterioro intensivo de los recursos naturales delmundo, que pone en riesgo la supervivencia humana y, porconsiguiente, demanda encontrar propuestas alternativasde crecimiento, a partir de otro tipo de relaciones entre lassociedades y la naturaleza.

La búsqueda de procesos alternativos de desarrollo, des-de la perspectiva de la sustentabilidad, es el segundo ejeconceptual de este libro. Siguiendo a Leff (1998), la susten-tabilidad emerge como la marca de un límite y como unsigno que reorienta el proceso civilizatorio de la humanidad.Además ofrece una visión de largo plazo en las relacionesentre las sociedades, los ecosistemas naturales y los pro-cesos de desarrollo. De acuerdo con Toledo (1998�1999),la sustentabilidad busca una modernidad alternativa, ba-sada en una nueva ética planetaria, que implica la solidari-dad entre todos los miembros de la especie humana, asícomo entre todos los seres vivos y elementos de la Tierra.

El tercer eje conceptual atiende las distintas articulacio-nes entre lo global y lo local como referentes de los procesosde desarrollo sustentable. Según Beck (1998), la globali-zación es un proceso complejo y multidimensional que vamás allá de lo económico y comprende también aspectossociales, ecológicos, culturales y políticos. Por su parte, lolocal es un referente empíricamente identificable, y un pun-

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to de arranque para el diseño de estrategias de desarrollo.Lo local y lo global se entienden como espacios relaciona-dos e inseparables, donde la globalidad aparece como unafuerza generadora de nuevas construcciones de la locali-dad. Esta perspectiva trasciende la noción de globalizacióncomo un proceso unidireccional y absoluto, y aporta unimportante énfasis en la localidad como un ente con capa-cidad de diseñar el futuro.

La crisis de la modernidad también supone un cuestio-namiento a las ciencias y los conocimientos desde los quese han establecido los procesos de desarrollo, y plantea elreto de generar enfoques científicos capaces de participaren la construcción de proyectos orientados hacia la sustenta-bilidad. En este reto se ubica el cuarto eje conceptual dellibro, que aspira a participar en la búsqueda de saberes yconocimientos alternativos. De acuerdo con Leff (1994), lacrisis civilizatoria y sus consecuencias ambientales deman-dan principios epistemológicos y estrategias conceptualesque orienten una nueva racionalidad productiva sobre ba-ses de sustentabilidad ecológica y equidad social. El dete-rioro ambiental problematiza los paradigmas del conoci-miento establecidos, y demanda nuevos enfoques capacesde orientar un proceso de reconstrucción del saber que per-mita realizar un análisis integrado de las relaciones socie-dad�naturaleza.

El marco analítico elaborado a partir de estos cuatroejes conceptuales permite tener un acercamiento a los pro-cesos de desarrollo rural y sus diferentes elementos, en lasegunda parte del libro. Estos procesos establecen una seriede articulaciones entre las sociedades y sus entornos natu-rales, donde las actividades agropecuarias y forestales sonun elemento central. La agricultura, en su sentido amplio,se sitúa en la intersección entre lo natural y lo social y, pormedio de estas, las sociedades se apropian de una parte dela naturaleza.

Según Toledo, Alarcón y Barón (2002), la producciónrural es un intercambio entre sociedad y naturaleza que tie-ne dos vertientes: la económica y la ecológica. Las activi-dades humanas que se realizan en el medio rural son enesencia una artificialización de los ecosistemas naturales.

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Las sociedades rurales son los actores principales deldesarrollo rural y el punto de partida para la construcciónde procesos alternativos. Además son quienes a lo largo dela historia han generado diversos movimientos sociales y apartir de sus experiencias han surgido propuestas y estrate-gias de crecimiento en sus regiones, que por lo general sonexcluidas por los procesos de desarrollo. El capítulo VI pro-fundiza, desde la perspectiva global, en el análisis de losactores rurales y sus movimientos sociales, discutiendo al-gunos de sus rasgos comunes.

En los procesos de desarrollo rural juegan un papel cen-tral las políticas agrícolas y a escala global son dominanteslas directrices basadas en el mercado como eje de la indus-trialización de la naturaleza. Sin embargo, también existentendencias emergentes en las políticas agrícolas, las que alreconocer sus impactos se orientan hacia procesos agríco-las más sustentables y a la multifuncionalidad de las activi-dades rurales. En el capítulo VII se discute el contexto globalde las políticas agrícolas, sus elementos y las principalestendencias presentes en los planes de desarrollo.

El desarrollo rural sustentable representa una alternativaante los impactos que la industrialización de las activida-des agropecuarias ha tenido, tanto en las culturas campesi-nas e indígenas como en los recursos naturales. La terceraparte del libro se detiene a analizar los procesos de búsque-da de la sustentabilidad y propone algunos elementos parala construcción de una matriz conceptual del desarrollo ru-ral sustentable. Además, se presentan dos propuestas con-ceptuales y metodológicas que han demostrado una granutilidad en el trabajo cotidiano con comunidades rurales:la agroecología y la investigación participativa.

La primera propuesta atiende a la agroecología comoun enfoque científico alternativo con gran potencialidadpara el desarrollo rural sustentable. Siguiendo a Gliessman(2002), se entiende a la agroecología como la aplicaciónde los principios y conceptos ecológicos en el diseño y ma-nejo de sistemas de agricultura sustentable. En el capítuloIX se presentan las influencias científicas, sociales y empíri-cas que dan origen a la agroecología y luego se discuten lasbases epistemológicas y teóricas que le dan fundamento.

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También aborda en detalle el concepto de agroecosistemacomo unidad básica de análisis y concluye con una brevedescripción de seis diferentes propuestas metodológicas parala investigación agroecológica.

De acuerdo con Park (1992), en los procesos de investi-gación participativa los involucrados se reúnen no sólo paraencontrar académicamente lo que causa los problemas quesufren sino para actuar frente a ellos, y la participación tie-ne que darse tanto en la acción social como en la búsquedacientífica. La investigación participativa no termina con nue-vos hallazgos y percepciones sino que continua medianteun compromiso en la acción. A la discusión de esta pro-puesta va dedicado el capítulo X, que presenta una serie deconceptos y fundamentos metodológicos, así como señalala relevancia de sus aportaciones en el trabajo rural.

El campo en México se encuentra en una crisis con múl-tiples dimensiones que van desde lo social y lo económicohasta lo ecológico y lo cultural, y demanda la construcciónde estrategias de desarrollo rural alternativas que incluyana la sustentabilidad como uno de sus componentes. La cuar-ta parte del libro integra los cuatro ejes conceptuales, juntocon los elementos y el esquema de análisis seguido a lolargo del texto, y los aplica a la situación concreta del sectorrural mexicano, desde la perspectiva de participar en laconstrucción de alternativas. Los procesos de desarrollorural en México, las políticas públicas y los actores socialesinmersos en estos procesos son analizados en el capítulo XI,que además da cuenta de la insustentabilidad creciente enla agricultura mexicana, como resultado del modelo de de-sarrollo modernizador y su actual etapa neoliberal.

Como ejemplos concretos y reales de la búsqueda dealternativas se presenta una experiencia desde el ámbitolocal, misma que da cuenta del proceso que siguen hacia laagricultura sustentable un grupo de campesinos de la co-munidad de Juanacatlán, en la sierra de Tapalpa, Jalisco.Además, se documenta a escala regional la experiencia dela Red de Alternativas Sustentables Agropecuarias (RASA)de Jalisco, integrada por campesinos, organizaciones nogubernamentales y universidades. Ambas experiencias sonuna pequeña muestra de los múltiples esfuerzos que existen

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diseminados por el país y que en conjunto evidencian lasposibilidades para construir estrategias de desarrollo ruralsustentable.

A manera de reflexión final, el capítulo XIV intenta sinte-tizar los elementos más relevantes del libro y propone a lasustentabilidad como un componente central en las estrate-gias alternativas para enfrentar la grave crisis rural existen-te en México. Para ello, se fundamenta la necesidad demodificar el modelo de desarrollo dominante, y se presen-tan una serie de elementos locales, nacionales y globalesque favorecen la viabilidad del desarrollo rural sustentableen nuestro país. Este capítulo concluye con la búsqueda dealternativas, a partir de la contribución esencial del Méxicoprofundo, para la construcción de un proyecto de nación,más justo y plural.

La presente publicación es el resultado de un continuocontacto con personas, vivencias, discusiones, decepcio-nes y aprendizajes; resulta de elemental justicia presentarun breve recuento de todos aquellos que de diferentes ma-neras han participado en su concepción, sin que eso loshaga responsables de los contenidos.

Una de las vertientes principales que dan origen a estetexto proviene de 22 años de caminar por diferentes paisajesrurales y acompañar a las familias del campo en su búsque-da por trasformar sus condiciones de marginación y pobreza.Los pueblos indios y campesinos de Nicaragua, Guanajua-to, Chiapas, Veracruz y Jalisco han sido mis maestros einspiradores constantes, y sus enseñanzas y vivencias apor-tan una parte sustancial del libro. Un particular agradeci-miento para los agricultores don Tomás Magallanes, don Pe-dro Hernández, don Rubén Damián y don Ezequiel Macías.

En este caminar he tenido la suerte de conocer a maes-tros, compañeros y amigos con los cuales he discutido ysoñado, en los avatares del trabajo rural. Sus ideas, opi-niones y experiencias forman parte también de este texto.Agradezco por ello a María de Jesús Bernardo, SergioBlumenkron, Héctor Durán, Bernard Duterme, PedroFigueroa, Javier García Buj, Peter Gerritsen, Arturo GómezIbarra, Ignacio González, Jesús Gutiérrez, Sergio Herrera,

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Pedro Muro, Heliodoro Ochoa, Alejandro Palma, FredericPrat, Jorge Rocha, Alfredo Troccoli y Everardo Villarreal.

Otra vertiente viene de mis estudios doctorales en Córdo-ba, España. Ese intenso periodo intelectual debe mucho a lapresencia de Eduardo Sevilla Guzmán y a sus enseñanzas,lecciones y cercanía, que han dejado una profunda huella enmi quehacer profesional. El libro está en deuda con VíctorManuel Toledo y sus obras sobre los campesinos e indígenasde México que han orientado y nutrido mi trabajo cotidiano.También hay una deuda con Enrique Leff por sus ideas ytextos siempre desafiantes. En esta época fueron ademásmuy relevantes las discusiones con Manuel González de Molina,Xavier Simón, Stephen Gliessman, Gerrit Huizer, MiguelAltieri, Peter Rosset y Jan Douwe van der Ploeg. Gracias atodos ellos, pues sus conocimientos aportaron ideas funda-mentales a este texto.

La estancia en Córdoba significó una rica experiencia demulticulturalidad, y los debates y vivencias con mis compa-ñeros de doctorado también dejaron una gran influencia enmi formación intelectual. Agradezco a Francisco Caporal,José Antonio Costabeber, Eros Mussoi, Joao Carlos Costago-més, Marcos Borba, Gastón Remmers, Yan Pouliquen, Glo-ria Guzmán, Antonio Alonso, Juan José Soriano, JorgeMorett, Eduardo López, José Carlos Ávila, Santiago Sarandóny Eduardo Quintanar. Un reconocimiento especial es paraJoao Carlos Canuto, amigo cercano y constante en todomomento, y para todas aquellas personas cordobesas quehicieron de esos tiempos una época inolvidable.

Para finalizar agradezco a Óscar Hernández Valdés delCentro de Investigación y Formación Social, quien siemprecreyó en esta aventura, a la Fundación Magdalena Obregónviuda de Brockmann su apoyo para realizar mis estudiosde doctorado y al Instituto Tecnológico y de Estudios Supe-riores de Occidente (ITESO) por facilitar mi estancia en Cór-doba y la redacción de este texto.

Puerto Corona, Jalisco.Verano de 2003.

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27Primera parteLos caminos haciael desarrollo sustentable

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29E l concepto de desarrollo se creó hacia fines de los añoscuarenta del siglo XX y desde ese momento su uso se haextendido en todo el planeta. Además, a partir de su formu-lación se han estructurado y puesto en marcha los modelosy planes de crecimiento de muchas regiones, así como tam-bién se han orientado los recursos financieros de los orga-nismos internacionales.

Sin embargo, los modelos de desarrollo no se generanen lo abstracto sino que son el reflejo concreto de un pro-yecto civilizatorio, de una visión del mundo. El proyectooccidental ha sido el dominante en los siglos recientes, peroen la actualidad los resultados de su aplicación muestranun conflicto global y multidimensional, que incluye lo ecoló-gico, lo social, lo económico, lo cultural y lo existencial, enun complejo entramado conocido como la crisis de la mo-dernidad.

Para acercarse a los procesos de desarrollo seguidos porlas sociedades, es necesario una perspectiva amplia quefacilite analizarlos como la expresión de un proyecto de ci-vilización concreto. En ese sentido resulta valiosa la apor-tación de Bonfil (1994), quien señala que el concepto deproyecto civilizatorio refiere a un modelo ideal de sociedad�proyecto histórico� al que se aspira, pero también a unamanera de entender al mundo, al cosmos, a la naturaleza;una forma de organizar la vida en sociedad. La noción deproyecto civilizatorio comprende el conjunto de valores, sím-

El desarrollocomo

proyectocivilizatorio

Capítulo I El desarrollo y la crisisde la modernidad

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bolos y conocimientos, el sentido de trascendencia y reali-zación humana, e incluye las ideas sobre la democracia yla comprensión de la naturaleza, del trabajo y de la produc-ción material.

Los modelos de desarrollo que se han establecido en bue-na parte del mundo presentan diversas variantes en sus for-mas de aplicación, sin embargo, tienen entre sí un origen co-mún y una serie de elementos que comparten. Este origen serefiere al proyecto civilizatorio occidental, cuyo eje central esel ideal modernizador, que es la razón de ser de los procesos.Estos modelos son expresiones claras de ese proyectocivilizatorio y constituyen el paradigma de desarrollo domi-nante. La etapa actual del paradigma, es decir, su faseneoliberal, propone intensificar los procesos modernizantes,globalizando su alcance y profundizando la puesta en prácti-ca de sus rasgos fundamentales. Además, se presenta comoel único camino posible, a partir del que se estructuran losplanes y programas de crecimiento de los gobiernos naciona-les, apoyados por los organismos multilaterales e internacio-nales.

El proyecto civilizatorio se materializa en la ideología yla práctica de modelos de desarrollo que, a pesar de susdiferencias de matiz, comparten algunos rasgos esenciales.El proyecto civilizatorio occidental se define desde los mis-mos supuestos básicos: la historia es un proceso infinito deavance rectilíneo �el progreso�; el avance se realiza víala ciencia y consiste en un dominio y una capacidad deexplotación de la naturaleza cada vez mayores en beneficiodel hombre; los beneficios que genera el avance se expre-san en un consumo cada vez mayor �el crecimiento eco-nómico�, y la trascendencia del hombre se cumple en esteproceso (Bonfil, 1994).

En estos supuestos descansan las escalas valorativas ydefiniciones de la civilización occidental: el trabajo comoun mal necesario que se debe reducir con el avance históri-co, y la naturaleza como un enemigo a vencer con la tecnolo-gía, con una mayor producción y con el mayor consumo debienes; estas se consideran valores absolutos, inmanentes,sin necesidad de justificación alguna.

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De esta manera, aquellas culturas que comparten o acep-tan estas nociones son consideradas como desarrolladas ymodernas, en tanto que las que tienen otros proyectos civili-zatorios son consideradas tradicionales y subdesarrolladasy deben ser modernizadas por las mismas vías de sus con-trapartes. Es así como modernidad, progreso y crecimientose convierten en conceptos equivalentes y en las bases ideo-lógicas del único camino posible al desarrollo, donde la di-versidad cultural es un impedimento.

Para Toledo (1990), este proyecto civilizatorio busca laintegración y finalmente la dependencia de todos los espa-cios naturales y sociales del planeta, por medio de la espe-cialización. Esto hace que el actual proceso sea esencial-mente homogeneizante e intolerante con toda expresión dediversidad cultural, ecológica y productiva. En el mismo sen-tido para Sevilla (1995), el desarrollo modernizador ha mar-cado como tendencia necesaria el paso de organizacionessociales rurales, con vínculos de religión, lengua, etnicidady comunidad, a otras formas de convivencia en las queimpera la racionalidad, la burocracia, la tecnología, el ur-banismo y la ciencia como valores esenciales de un proce-so de homogeneización cultural.

La visión del mundo es una construcción social y culturalque refleja la concepción que cada sociedad tiene de lanaturaleza y el tipo de relaciones que se establecen con ella.Según González de Molina (1994), el proyecto occidentalincluye en su noción de desarrollo una visión provenientedel racionalismo, en la que el mundo natural y el mundohumano son ajenos y distantes, pero donde el ser humanoes el elemento más importante del universo. Esta visiónantropocéntrica justifica la manipulación humana de losecosistemas, con el fin de controlarlos y ordenarlos.

El desarrollo consiste entonces en trasformar el mundonatural para darle mayor valor al que poseía en su estado

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original. Las relaciones que establecen las sociedades mo-dernas con su entorno natural también incluye la percep-ción de que los recursos naturales son infinitos y siempreestán disponibles. A esta percepción se añade la de consi-derar que los seres humanos son ajenos a la naturaleza y,por tanto, aquello que sucede en el mundo natural está fue-ra de la incumbencia de las sociedades humanas. Así, y ala inversa de otras culturas, el proyecto occidental estable-ce relaciones con la naturaleza sólo con base en criterioseconómicos y productivos, sin considerar aspectos éticos yfilosóficos, o de corresponsabilidad.

El proyecto civilizatorio occidental se construye desde elracionalismo, la industria y la urbe como referentes del de-sarrollo, y este proceso se plantea y organiza con el paso delo rural a lo urbano, de lo agrícola a lo industrial, de maneraque las sociedades son más desarrolladas a medida que sueconomía deja de ser agraria y pasa a ser industrial y, portanto, los seres humanos trabajan y se concentran cada vezmás en las ciudades, abandonando su condición rural. Estemedio rural, un espacio articulador entre las sociedadesurbanas y los ecosistemas, es visto entonces como eltrasformador y proveedor de materias primas, alimentos,combustibles y mano de obra, pero también como un re-ceptor de los desechos urbanos e industriales.

Para Toledo (1990), un rasgo distintivo del actual mode-lo civilizatorio es el de un todopoderoso sector urbano�in-dustrial, esencialmente depredador, erigido sobre las ruinasde las sociedades rurales �países y regiones�, y sobre lanaturaleza avasallada. En todo el orbe se han reproducidoun conjunto de mecanismos no sólo económicos sino tam-bién políticos, sociales y culturales, que privilegian lo urba-no�industrial sobre lo rural�natural y que tienden a ocultarla secuela de altísimos costos sociales y ecológicos de estemodelo. Desde esta percepción, la naturaleza y los espaciosrurales tienen razón de ser en la medida que soportan eldesarrollo industrial y la urbanización. Así, �El modelo civi-lizatorio moderno, se asemeja a una pirámide cuya porciónsuperior urbana�industrial, se nutre parasitariamente de los

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pisos inferiores representados por los sectores rurales y na-turales, explotando la naturaleza que le rodea y que sirvecomo fuente primigenia de su reproducción material�(Toledo, 1990: 15).

La consideración de la naturaleza como algo ajeno a lacultura humana, y el énfasis en la industrialización y la urba-nización dan lugar a un tercer rasgo del proyecto civilizatoriooccidental, que es la interrelación entre los procesos eco-nómicos y la naturaleza. En estas relaciones se considera alas leyes económicas como superiores a las leyes naturalesy, por tanto, priva una racionalidad económica que con-sidera como único factor relevante los ciclos de recupera-ción de capital, sin tomar en cuenta los ritmos de recu-peración de los recursos naturales. Asimismo, esta nociónno asume una relación de corresponsabilidad con la natu-raleza y, entonces, no considera las externalidades causa-das por los procesos productivos sobre el medio ambiente.

De este modo, la búsqueda de la productividad conducea la progresiva utilización de materiales y combustibles fó-siles �no renovables�, por medio de la explotación inten-siva de la naturaleza. Esta capacidad de producir rehúsaasumir entre sus consideraciones los costos referentes almanejo y tratamiento de los desechos generados. El conjuntode percepciones se completa con la idea de que la produc-ción puede satisfacer de forma ilimitada las necesidades delos seres humanos si se permite que estos concurran libre-mente al mercado. Por tal motivo, la búsqueda del máximobeneficio del capital y la racionalidad del lucro, encarnadosen las nociones de producción y riqueza, se encuentran enla base del pensamiento económico moderno, y explican elcrecimiento desmedido de las fuerzas productivas y la con-sideración subordinada e instrumental de la naturaleza.

El pensamiento moderno occidental, cuyo origen se remon-ta a la Europa del siglo XVIII, se fundamenta en la idea deque la razón y sus progresos son los únicos caminos para lafelicidad humana. La ciencia como �[�] exponente de las

Procesoseconómicos y

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posibilidades de la razón, se convierte en el instrumentoque haría a los seres humanos dueños de su propio desti-no�. La fe en las posibilidades del conocimiento científico�[�] sería responsable del cambio operado entre los sereshumanos y la naturaleza, de una visión organicista se pasóa una concepción antropocéntrica en la que el hombre cons-tituye el centro del universo y a él queda subordinado todolo demás� (González de Molina, 1994: 64�65).

De lo anterior parte otro rasgo fundamental del desarro-llo moderno, consistente en la confianza absoluta en la cien-cia como único camino válido hacia el conocimiento y sucorrespondiente ideología: el cientificismo. Esto implica laexclusión de otros saberes y conocimientos diferentes ala concepción científica definida de manera unilateral. Tam-bién es causa de una arraigada intolerancia hacia la diver-sidad cultural y los conocimientos generados, por ejemplo,por las culturas rurales, tradicionales e indígenas, que sonrechazados a priori y considerados como un obstáculo parala modernización y, por ende, para el desarrollo.

El ideal modernizador se fundamenta en la noción del go-bierno de la sociedad, a través de seres humanos especiali-zados en la política. El desarrollo es conducido por indivi-duos que elige la comunidad para que la representen, y deeste modo los sindicatos, las organizaciones políticas y elEstado son los depositarios de las voluntades y de los de-seos ciudadanos respecto al rumbo que seguirán las socie-dades. Los políticos profesionales, en consulta con los cien-tíficos especializados, son quienes deciden qué es lo conve-niente, y lo plasman en una estructura jurídica y normativaque debe ser acatada por todos los ciudadanos, quienessólo tienen posibilidad de cuestionar estas decisiones hastael siguiente periodo electoral.

La noción de la democracia contenida en el proyectomodernizador enfatiza la representación a nombre de losciudadanos, pero no su participación, al promover estruc-turas centralizadas y verticales, así como rechazando for-mas descentralizadas y autogestionarias, que permitiríandejar las decisiones en manos de los ciudadanos. Esta idea

Democraciasrepresentativas

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de democracia representativa ha constituido un punto deapoyo fundamental para la legitimación del proyecto de ci-vilización occidental, bajo el discurso de la democraciaunida al conocimiento científico, como garantía de que lasdecisiones políticas son lo mejor para la sociedad en suconjunto.

La aplicación de este proyecto civilizatorio en el mundo haprovocado una problemática global en el ámbito ecológico,social, económico, cultural y existencial, considerada comola crisis de la modernidad. Un análisis de los resultados deeste proyecto permite cuestionar a profundidad la viabili-dad de sus estrategias y programas. A continuación sepresentan algunos de estos resultados, que también sonindicadores de dicha crisis.

Su dimensión ecológica de la crisis se expresa en undeterioro global de las condiciones naturales que hacen po-sible la vida en el planeta y que ponen en peligro nuestrofuturo como especie. Las formas de utilización de la natu-raleza han ocasionado cambios climáticos, el agotamientode la capa de ozono, la contaminación generalizada y cre-ciente de los recursos naturales, la destrucción sistemáticade los bosques y la erosión de los suelos. Este deterioro serealiza para satisfacer las necesidades de sólo un pequeñosegmento de la población mundial. De acuerdo con el Pro-grama de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD),20% de los habitantes del mundo usan 80% de los recursosnaturales (PNUD, 1997).

Además de la destrucción de la naturaleza, el proyectocivilizatorio occidental sigue sin resolver el problema de lapobreza y la marginación, es más, las ha aumentado, y estoconstituye la dimensión social de la crisis. Según la Orga-nización de las Naciones Unidas (PNUD, 1997), 800 millo-nes de seres humanos padecen hambre crónica, 14 millonesmueren por falta de alimentos cada año, mientras que 35mil niños fallecen a diario por hambre. La misma fuenteseñala que 1,250 millones de personas viven en pobrezaextrema �es decir, con el equivalente a un dólar diario�,

Los resultadosdel desarrollo

y la crisis dela modernidad E

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mientras que dos mil millones viven en pobreza �con elequivalente a dos dólares diarios.

En términos del teólogo brasileño Frei Betto, este incre-mento de la marginalidad, la exclusión y la pobreza es antetodo una vergüenza de la modernidad; es además una con-dición de privación de derechos que define determinadasformas de existencia civil y modos de sociabilidad con fre-cuencia patológicos, así la �Pobreza está amenazando elderecho fundamental a la vida� (Jara, 1999: 44; la traduc-ción es del autor). La dimensión social de la crisis tiene unaestrecha relación con una dimensión económica, pues 18%de la población mundial concentra 80% de la riqueza totaldel planeta (PNUD, 1997).

Sin embargo, esta crisis no es un problema de crecimien-to económico, en virtud de que el producto interno brutomundial ha crecido seis veces, entre 1963 y 1993, sino unacuestión de distribución. En la actualidad, los 358 indivi-duos más ricos del mundo reciben ingresos equivalentes alo que ganan 2,300 millones de personas, en tanto que dosmil millones de sujetos vieron disminuir sus ingresos entre1980 y 1993. Por último, cabe decir que siete países con-centran 75% de la riqueza mundial (PNUD, 1997).

El proyecto civilizatorio occidental se presenta como elúnico camino hacia el desarrollo, y entonces provoca la di-mensión cultural de esta crisis, que tiene su expresión másclara en la pérdida creciente de la diversidad y en la desa-parición de las tradiciones locales, rurales e indígenas. Es-tas ausencias conllevan la extinción de conocimientos, histo-rias y costumbres que se pierden para siempre debido ala modernización y a la homogeneización de un modelode vida, ajeno e impuesto. El caso de México es ilustrativo,pues a inicios del siglo XX existían en el país 240 lenguasindígenas y 90 años después sólo quedaban 55 (Toledo,1991).

La crisis de la modernidad también se extiende hacia lapropia condición humana, y constituye la dimensión exis-tencial que se expresa en el sentido y la calidad de vida. Así,la modernidad promueve la competitividad y la individuali-dad frente a la solidaridad y el espíritu comunitario. Los gran-des centros urbanos industrializados en la actualidad son

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espacios deshumanizados, donde la soledad, la violencia, elracismo, el desempleo y la marginación prevalecen por en-cima de la dignidad, la justicia y la libertad. De acuerdo conJara, el modelo de civilización actual que propaga exclusión,injusticias y desigualdades, está condicionando una sicologíacolectiva dolida, angustiada y emocionalmente propensa ala frustración y la violencia, colocando en riesgo la convi-vencia social y la gobernabilidad (1999: 11). La búsquedadel éxito y la competitividad determinan un comportamien-to que considera a la naturaleza, a los humildes, a los cam-pesinos y a los indígenas como objetos, sin valor.

Estos resultados ponen en cuestión no sólo un modelo dedesarrollo sino fundamentalmente al proyecto civilizatorio quelo ha generado, expandido e impuesto en el mundo, y cuyosimpactos han sido graves, de manera especial, en las culturasrurales e indígenas y en sus ecosistemas. Por eso, la crisis dela modernidad también es una crisis civilizatoria, y sacu-de cada uno de los fundamentos sobre los cuales se asienta laactual civilización occidental (González de Molina, 1994). Estacrisis cuestiona tanto al mito del desarrollo económico gene-rador de bienestar, como a la teoría económica que lo susten-ta. Además, afecta a una sociedad con cada vez más dese-quilibrios y desigualdades, así como con altos niveles demarginación y violencia estructural. También cimbra dos pi-lares fundamentales del mundo moderno: los estados�nacióny los sistemas de democracia representativa. La cultura occi-dental ha sido incapaz de escapar a los valores de consumo ya su enfoque antropocéntrico, en tanto que la ciencia ha vistocomo se derrumban los paradigmas tradicionales, basadosen el conocimiento especializado y parcelario.

Los fenómenos que más destacan en el entramado decontradicciones que perfila la actual expansión civilizatoriade Occidente son tres y se pueden convertir en una pesadi-lla planetaria (Toledo, 1990). El primero se refiere al incre-mento de la marginación y la pobreza, tanto en los paísesdel hemisferio sur como en los industrializados �la miseriamaterial�; el segundo atiende a la crisis de la condiciónhumana en las sociedades modernas �la miseria existen-cial�, y el último se refiere a la crisis ecológica que en laactualidad pone en riesgo la subsistencia de la especie hu-

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mana. Si bien los dos primeros se pueden ubicar entre lasclases y los sectores de ciertos países y territorios, la crisisdel ambiente, en tanto que deteriora las condiciones mate-riales de la Tierra y, por ende, la calidad de vida de lassociedades y de los seres vivos, es un fenómeno global queafecta a toda la humanidad, incluso a las elites privilegia-das del planeta que defienden el actual modelo civilizatorio.

La humanidad es testigo de que vive en un mundo so-cialmente polarizado y ambientalmente degradado, de quesufre con las patologías de la pobreza, de que existe unacreciente concentración de los ingresos en pocas manos,de que prevalecen las injusticias extremas, y de que nues-tras sociedades caminan por rutas llenas de peligros, vulne-rabilidades, anomalías y agresiones:

Cada vez estamos más convencidos de que este caminopone en riesgo nuestra propia existencia, y así llegamosa una encrucijada civilizatoria, donde precisamos desa-rrollar un nuevo conjunto de significados, un nuevo sen-tido de los valores capaz de redefinir nuestras priorida-des, en dirección a otra civilización, a un futuro justo,equitativo, solidario y sustentable (Jara, 1999: 7; la tra-ducción es del autor).

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39L a crisis de la modernidad ha cuestionado cada vez mása escala global el desarrollo modernizador y su etapa neoliberalcomo modelo único. Estas interrogaciones han provocado unaamplia búsqueda de alternativas entre un espectro variado deinstituciones, actores y movimientos sociales. A pesar de losdiferentes elementos conceptuales y metodológicos utilizadospor estos grupos y de sus diversos contextos sociales, existe uncreciente consenso acerca de la necesidad de establecer otrotipo de articulación entre las sociedades humanas y la natura-leza, en los procesos de desarrollo. Es en esta búsqueda quesurge la perspectiva de la sustentabilidad.

La sustentabilidad no se origina a partir de preocupacio-nes teóricas o académicas. Por el contrario, se ubica enuna amplia variedad de movimientos ciudadanos y socia-les, compuestos por ecologistas, campesinos, indígenas, mu-jeres, pacifistas y consumidores, quienes en diversos luga-res del mundo han vivido y sufrido los efectos del desarrollomodernizador y han cuestionado su pertinencia para lanaturaleza y la vida humana del planeta, desde su prácticacotidiana y militancia social.

Esta génesis responde a que el actual proceso de creci-miento está dando lugar a diversas manifestaciones de re-sistencia que se oponen a las políticas de globalización ex-cluyente:

La génesisde la

sustentabilidad

En busca de alternativas:el desarrollo sustentable

Capítulo II

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Este movimiento de resistencia se articula a la construc-ción de un paradigma alternativo de sustentabilidad, enel cual los recursos ambientales aparecen como poten-ciales capaces de reconstruir el proceso económico den-tro de una nueva racionalidad productiva, en donde seplantea un proyecto social fundado en las autonomíasculturales, la democracia y la productividad de la natu-raleza (Leff, 1996: 27).

Según Martínez Alier (1994), estos movimientos pueden serconsiderados como ecologismo popular, pues nacieron delconflicto entre ecología y economía, y defienden las estruc-turas comunitarias y locales del uso de los recursos natura-les ante la amenaza del mercado o del estado, así como seexpresan contra las causas de la degradación ambiental ycultural. Para Toledo (1998�1999), la sustentabilidad tienesus raíces, por una parte, en los avances teóricos de laecología política y en la crítica científica del optimismo tec-nológico y económico, y por otra, en las experiencias y prác-ticas de movimientos sociales �pacifistas, consumidores,campesinos e indígenas� de todo el mundo.

En otro texto, Toledo (2000) señala que estos movimien-tos se enmarcan en la construcción de una modernidad al-ternativa, o un proyecto civilizatorio alternativo en el sentidode Bonfil, que supone la puesta en práctica de un proceso deposmodernización, entendido este como la construcción delbienestar social mediante la afirmación del poder ciudada-no, la adquisición de una conciencia planetaria y la toma decontrol de los procesos que afectan la vida cotidiana de losindividuos y las comunidades locales.

Hay una segunda vertiente en la perspectiva de la sus-tentabilidad y se ha manifestado desde la vía institucional,pues los daños ambientales y las presiones ciudadanas hanllevado a los organismos internacionales y, en menor medi-da, a los estados nacionales a plantearse la necesidad deconsiderar las cuestiones ecológicas en la continuidad deldesarrollo. La vertiente institucional se inició con la conferen-cia de Estocolmo, en 1972, bajo el auspicio de la Organiza-ción de las Naciones Unidas (ONU), donde se reconoce queel desarrollo requiere de una dimensión ambiental y señala

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la amenaza de una crisis ecológica de carácter global. Tam-bién, en los años setenta del siglo XX el Club de Roma plan-teó la imposibilidad de tener un crecimiento económico in-finito en un planeta de recursos finitos y además remarcó loinviable que es para los países subdesarrollados alcanzar elnivel de consumo de las sociedades del primer mundo, antela amenaza que ello implica para la Tierra y sus recursosnaturales.

En 1988, la Comisión Mundial del Medio Ambiente y delDesarrollo (CMMAD) de la ONU, a través del llamado Infor-me Brundtland, propuso al desarrollo sustentable como uncamino para corregir los efectos de la crisis ecológica glo-bal y lo definió como aquel desarrollo que satisface las ne-cesidades de la presente generación, sin comprometer lacapacidad de las generaciones futuras para satisfacer lassuyas (CMMAD, 1988). A partir de ese momento, el desarro-llo sustentable fue aceptado como una estrategia institucionalpor los países miembros de la ONU, al firmar los acuerdos ycompromisos de la llamada Agenda 21, celebrada en Ríode Janeiro, en 1992, durante la Cumbre de la Tierra.

Sin embargo, estos acuerdos y compromisos han sidoconstantemente incumplidos, tal como se demostró en 1997,durante la Conferencia Mundial Río+5, realizada enNueva York, donde la evaluación de esos cinco años mos-tró el incremento de la pobreza y la degradación ambientalen el planeta. La Reunión de Johannesburgo, 2002, orga-nizada por la ONU, y en la cual se analizaron diez años decompromisos, evidenció la escasa voluntad de los paísesdesarrollados, en especial de Estados Unidos, de cumplircon los acuerdos globales, orientados sobre todo hacia eldesarrollo sustentable.

En la actualidad, este concepto es motivo de un intensodebate y, si bien está en construcción, también es ciertoque es una idea en disputa. El punto central de la discusiónes: ¿qué es exactamente lo que se quiere sostener? Desdealgunos enfoques, la respuesta se puede referir a sostenerlos actuales niveles de consumo, o bien los actuales nivelesde producción. Otros puntos de vista en cambio señalanque lo insostenible es el actual proceso de desarrollo y seubican en la búsqueda de alternativas.

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Un primer enfoque proviene del desarrollo modernizadory se refiere al sostenimiento del actual modelo de crecimientoeconómico, considerando las restricciones que presenta elmedio natural. Según Pearce y Turner (1995), el desarrollosustentable es un objetivo alcanzable mediante el actual mo-delo, siempre y cuando atienda cuestiones ambientales. Laciencia, al investigar procesos más eficientes, y el mercado,al asignar valor a los recursos naturales escasos determinanlas estrategias para el desarrollo sustentable.

Esta perspectiva puede ser considerada, de acuerdo conAlonso y Sevilla Guzmán (1998�1999), como la dominan-te desde el marco institucional, y asume el discurso ecotecno-crático de la sustentabilidad, consistente en trasmitir elmensaje de que el planeta está en peligro no porque lospaíses ricos hayan desarrollado una forma de producción yconsumo despilfarradora de energía y recursos sino porquelos países pobres tienen un gran crecimiento poblacional ydeterioran la naturaleza, por medio de su pobreza, su incul-tura y su atrasada agricultura.

Por su parte, Toledo (1998�1999) señala que el desarro-llo sustentable es en esencia una visión que tiene como finsupremo la defensa de la naturaleza y de la vida humana;que otorga un papel protagónico a los principios de diversi-dad, autosuficiencia y solidaridad, y que busca preservar elpatrimonio cultural de los pueblos. Se considera entoncesal desarrollo sustentable como una alternativa frente al de-sarrollo modernizador dominante y, por ello, sus estrategiasse orientan hacia la trasformación de las instituciones, lospatrones de uso de los recursos naturales y las políticas decrecimiento vigentes. Según Redclift (1995), los elementosde estas estrategias incluyen una democratización efectiva,mayor participación y control ciudadano, una mejor redis-tribución de la riqueza, la reorientación del desarrollo cien-tífico y la creación de un orden económico alternativo.

Dentro de esta perspectiva de desarrollo sustentable seubica el presente libro y se realiza nuestra aproximación ala sustentabilidad rural.

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La sustentabilidad nace como una respuesta de los movi-mientos sociales a una crisis de naturaleza multidimensionaly, en ese sentido, más que un concepto definido se entiendecomo una construcción social, compleja y dinámica, en laque al menos seis dimensiones están estrechamente interre-lacionadas con los procesos de desarrollo: la ecológica, lasocial, la cultural, la ética, la política y la económica (Ca-poral y Costabeber, 2002). A continuación se exponen losaspectos más importantes de cada una de ellas.

Esta dimensión resulta de especial relevancia dado que elcarácter global del problema ambiental es la evidencia másgeneralizada y tangible de la crisis del proyecto civilizatoriooccidental. Según Mander y Goldsmith, �Esta crisis ecoló-gica [o] crisis de la supervivencia humana y su entorno pla-netario es la expresión más acabada del carácter perversoque ha tomado la globalización del fenómeno humano bajolas lógicas impuestas por la sociedad industrial dominadapor el capital� (Toledo, 2000: 16). En la actualidad existensuficientes evidencias para mostrar cómo bajo el modeloimpuesto por la civilización industrial es imposible mante-ner, en el largo plazo, los principales ciclos del metabolismoentre las sociedades humanas y la naturaleza.

Ante las consecuencias de este proyecto civilizatorio, quepone en riesgo la existencia futura de la especie humana yque deteriora de forma continua la naturaleza, aparece laperspectiva de la sustentabilidad y su noción de establecerotro tipo de relaciones entre los ecosistemas, las socieda-des y sus procesos de desarrollo, con una visión de largoplazo que promueva el mejoramiento de los recursos natu-rales y evite su destrucción.

Para Toledo (2000), la sustentabilidad nace esencialmentecomo una reacción de emergencia frente a aquello que ame-naza la supervivencia de los seres vivos y su planeta y bus-ca ante todo la desactivación de la crisis ecológica, que esal mismo tiempo una crisis social y cultural. En términos deBoff (1999), significa asumirnos como corresponsablesde nuestro planeta, de nuestra biosfera, de nuestro equili-brio social y planetario.

Lasdimensiones

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La sustentabilidad ecológica aparece como �[...] un crite-rio normativo para la reconstrucción del orden económico,como una condición para la sobrevivencia humana y unsoporte para lograr un desarrollo durable, problematizandolas bases mismas de la producción� (Leff, 1998: 15). El con-cepto de sustentabilidad emerge así del reconocimiento dela función que cumple la naturaleza como soporte, condi-ción y potencial de los procesos de producción.

La crisis civilizatoria tiene en su dimensión social otra ex-presión global de sus impactos negativos y, tal como se se-ñaló en el capítulo anterior, el desarrollo modernizador, consu consecuente deterioro de la naturaleza y destrucción delos ecosistemas, no ha favorecido la disminución de la ex-clusión social, ni ha mejorado los niveles de vida de la ma-yoría de la población humana. Por el contrario, se hanincrementado los niveles de pobreza y marginación, mien-tras los recursos naturales se utilizan para satisfacer el con-sumo de una minoría.

Las aportaciones de Leonardo Boff en este sentido sonde gran relevancia, pues la primera señal visible que carac-teriza a la civilización actual es que, por un lado, producesiempre pobreza y miseria para muchos y, por otro, favore-ce la acumulación de la riqueza entre unos cuantos, siendoeste un fenómeno global y creciente.

Según Boff (1999), la naturaleza y los seres humanosson siempre interdependientes, pues uno está dentro del otroy son partes de un todo mayor. Existe un ecosistema plane-tario y dentro de él, como seres singulares, viven los hom-bres y las mujeres, pero también está la sociedad como unconjunto de relaciones entre esos seres, con sus institucio-nes y sus estructuras de producción, distribución y signifi-cación. De esa misma forma se expresa Toledo (2000) cuan-do señala que la sustentabilidad es una lucha de la huma-nidad por restaurar, primero, el equilibrio entre los fenóme-nos sociales y los humanos y, luego, entre estos fenómenosy los procesos naturales.

La realidad actual se presenta con dos relaciones fun-damentales profundamente injustas: la de los seres humanos

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entre sí y la de los seres humanos con la naturaleza. La búsque-da de la sustentabilidad plantea la necesidad de establecerotras relaciones, a partir de seis puntos básicos (Boff, 1999).El primero es la humanización mínima, referida a que todoser humano tiene derecho de persistir en su existencia; elsegundo es la ciudadanía, que implica una actitud democrá-tica, participativa y de concordancia intrínseca con la plura-lidad cultural; el tercero es la justicia societaria, que atiendeal ideal político de la igualdad y contempla la certeza de dis-frutar de los beneficios sociales, a partir de la correlaciónentre lo que el ciudadano aporta y lo que recibe.

El bienestar social y ecológico es el cuarto elemento eimplica entender que los mejores proyectos, prácticas so-ciales y organizaciones son aquellas que maximizan no sólola cantidad de bienes y servicios sino que también favore-cen el mejoramiento de la vida humana. El respeto a lasdiferentes culturas, así como la reciprocidad y complemen-tariedad cultural, son los otros dos puntos señalados porBoff (1999), y sobre estos trata el siguiente apartado.

La acción homogeneizadora del desarrollo modernizadorimplica la desaparición de las culturas diversas y excluyetoda posibilidad de convivencia entre las alteridades pre-sentes en el planeta. De esta manera, aquellas sociedadesque tienen proyectos civilizatorios diferentes deben ser mo-dernizadas para desarrollarse. A partir de este argumento,la humanidad sufre un acelerado proceso de desapariciónde culturas locales, campesinas e indígenas y la consecuen-te pérdida de conocimientos, historias, lenguas y formas derelación con la naturaleza.

La dimensión cultural de la sustentabilidad parte del prin-cipio de que las distintas cosmovisiones, perspectivas, ideasy prácticas procedentes de las diferentes sociedades huma-nas son la base para construir un mundo en el que tengancabida los diversos mundos existentes. Esta diversidad esla raíz de la convivencia humana y un elemento fundamen-tal en la construcción de comunidades sustentables.

Para Boff (1999), son dos los aspectos esenciales. El pri-mero se refiere al respeto a las diferentes culturas: toda nues-

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tra diversidad social muestra la riqueza de la aventura delos seres humanos, pues cada cultura representa una formadistinta de vivir en solidaridad, de festejar, de trabajar y dearticular los grandes sueños con una realidad histórica. Elotro elemento es la reciprocidad y complementareidad cultu-ral. Ninguna cultura tiene la totalidad del potencial creativohumano y, por eso, las sociedades se complementan entresí, ya que todas juntas muestran la versatilidad del misteriohumano y las distintas formas de realizar nuestra huma-nidad.

Dentro de la noción de cultura el conocimiento ocupaun lugar central y, por tanto, resulta importante considerarla cuestión epistemológica que habitualmente se omite enlos debates sobre el desarrollo sustentable. Siguiendo aRedclift (1995), se parte del supuesto de que el sistema deadquisición de conocimientos, basado en los principios cien-tíficos de la cultura occidental, constituye una epistemolo-gía universal.

En realidad, la crisis de la modernidad también significala crisis de la ciencia occidental, al ser esta uno de los com-ponentes centrales del discurso y práctica del proyectomodernizador. Estas relaciones entre cultura, ciencia y epis-temología adquieren una relevancia medular en el presentetrabajo, como se puede constatar en el capítulo IV. Por elmomento baste señalar dos puntos importantes.

Desde el desarrollo sustentable se proponen enfoques al-ternativos de pensamiento hacia formas más plurales deacercarse a la realidad y generar conocimientos. Este pluralis-mo metodológico requiere recurrir a métodos no científicosy a la consideración de múltiples discernimientos. De acuer-do con las ideas de Feyerabend (1992), es posible proponerque las formas de conocimiento distintas de aquellas que senutren de la civilización occidental son relevantes para undiálogo de saberes, tendente a considerar los problemas delas sociedades actuales. De este modo, la perspectiva de lasustentabilidad, al considerar la necesidad de contemplar lasdistintas epistemologías y formas de conocimiento, tambiénlleva a promover la diversidad cultural y la participación dediferentes actores sociales en las tomas de decisiones sobreel rumbo que debe seguir el desarrollo de las sociedades, cues-

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tionando así el monopolio de los científicos en estos pro-cesos.

El desarrollo modernizador establece sus relaciones con elmundo natural desde un enfoque antropocéntrico, en el quelos �hombres� son amos y señores del mundo y por tanto losencargados de dominarlo y controlarlo para su uso. Despuésde cinco siglos de promover este tipo de crecimiento, el resul-tado actual es desolador: los seres humanos crearon relacio-nes injustas entre ellos y con la naturaleza. Según Boff: �LaTierra no aguanta más la máquina de muerte de la voraci-dad capitalista. Se impone, urgentemente, una justiciaecológica� (1999: 62; la traducción es del autor).

La dimensión ética de la sustentabilidad atiende a estadeuda de justicia con la naturaleza y propone asumir unanueva actitud para con el mundo, de benevolencia y de mu-tua pertenencia, pero al mismo tiempo de reparación de lasinjusticias practicadas. Se plantea entonces un imperativoético para nuestros días: �Comportarse de tal manera quelos efectos de nuestras acciones sean compatibles con lapermanencia de la naturaleza y de la vida humana sobre elplaneta� (Boff, 1999: 63; la traducción es del autor).

Esta dimensión ética implica la reconsideración de lasformas de utilización de la naturaleza y el análisis del im-pacto de las actividades humanas en la Tierra. La susten-tabilidad demanda replantear las nociones de crecimientoy desarrollo, de producción y consumo, así como redefinirel acceso a los recursos naturales y la responsabilidad so-cial de su uso. Un reto del desarrollo sustentable estriba enton-ces en construir una nueva relación sociedad�naturaleza,lo que implica transitar hacia una perspectiva mucho máscosmocéntrica. Garrido Peña apunta que �[...] desde la cri-sis ecológica la humanidad es plenamente una especie mor-tal porque ya sabe que puede morir� (Toledo, 2000: 15). Apartir de esa idea Toledo (2000) propone a la concienciade especie como uno de los referentes éticos de nuestra re-lación con la naturaleza.

La búsqueda de la sustentabilidad se orienta hacia so-ciedades que puedan establecer otro tipo de relaciones con

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sus sistemas naturales, en las que se incluya una percep-ción de responsabilidad en el uso de los recursos naturalesdel planeta para el mejoramiento del bienestar de todos losseres humanos de la Tierra, es decir, la ética intragenera-cional. Además, es necesaria una ética intergeneracionalque considere a las futuras generaciones y la disponibili-dad de garantizarles recursos naturales para satisfacer susnecesidades.

Establecer otro tipo de encuentros con la naturaleza no esuna idea nueva ni ajena a la historia humana. Diversas cul-turas en el mundo �en especial las indígenas y campesi-nas� incluyen en su cosmovisión un sentido de pertenenciay corresponsabilidad con la naturaleza y han establecido re-laciones más equilibradas con sus entornos naturales.

La crisis de la modernidad pone en evidencia las formas degobierno, el papel de los partidos políticos y los métodosde la democracia representativa. El fracaso de sus estrate-gias e instituciones han llevado a reconocer la dimensiónpolítica como una cuestión central en el desarrollo susten-table. Por tal motivo, se considera que los diversos actoressociales juegan un papel fundamental en los procesos dediseño y gestión de los proyectos de desarrollo, así como lasorganizaciones locales y sociales, pues representan uncontrapoder al ejercido por la clase política. Lo anteriorsupone la creación de estrategias y métodos que promue-van y estimulen la capacidad de autogestión de las orga-nizaciones y faciliten la amplia participación de los involu-crados en los procesos de crecimiento.

De la ecología política provienen las aportaciones másrelevantes al respecto y a partir de esta se integran �[...] porun lado, la nueva ontología y la epistemología resultados dela crisis ecológica, y por otro la experiencia histórica delmovimiento ecologista y los movimientos sociales alternati-vos� (Garrido Peña, 1993: 3). La ecología política es unanueva corriente de pensamiento que descubre una formadistinta de entender lo político, lo económico, lo social y locultural, desde la perspectiva ecológica.

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Para Leff, la dimensión política aparece como una res-puesta social a la destrucción ecológica y a la globalizaciónexcluyente, aportando nuevas perspectivas a la cultura po-lítica, contra todas las formas de autoritarismo y concen-tración del poder (1994: 392). Esta propuesta se basa en laautonomía, la autogestión y la autodeterminación, con elobjetivo de crear una sociedad fundamentada en la demo-cracia participativa y la descentralización del poder.

El desarrollo sustentable también presenta como retofundamental la cuestión de la participación ciudadana enla toma de decisiones sobre el uso de los recursos naturalesy el proyecto de sociedad que se quiere construir. La di-mensión política de la sustentabilidad se refiere por supuestoa la cuestión del poder y las escalas locales, comunales yregionales son los espacios que se deben considerar en laconsolidación de la sustentabilidad, a partir de niveles cre-cientes de participación de la sociedad civil y el cambio delas relaciones entre el poder político institucional y los ciu-dadanos.

La dimensión económica del desarrollo sustentable ha ge-nerado una gran discusión y aún son muchos los puntos dedisenso. En este ámbito son de especial relevancia las apor-taciones de la economía ecológica, que concibe al medioambiente como un sistema compuesto de subsistemasinterdependientes que configuran una realidad dinámicade complejas relaciones naturales, culturales, sociales, eco-nómicas y ecológicas. La economía ecológica: �[...] propo-ne la necesaria unidad entre ciencias naturales y sociales,reivindicando así, la interconexión entre procesos ecológicos,económicos, sociales y culturales� (González de Molina,1994: 100).

Por su parte, Simón (2002) plantea que la economíaecológica fija como un objetivo social necesario para el lo-gro de una sociedad sustentable y, por lo tanto, para unaagricultura sustentable, la trasformación del modelo econó-mico industrialista dominante a lo largo y ancho del plane-ta. La reconfiguración estructural del sistema económicovigente es una necesidad social urgente si se quieren alcan-

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zar mayores niveles de justicia social y si se quiere mejorarla distribución de los beneficios y costos asociados con losprocesos de desarrollo.

Las propuestas de la economía ecológica señalan, porejemplo, la imposibilidad de valuar en términos monetarioslos recursos ambientales al reconocerles valores de exis-tencia y de oportunidad, más allá de los valores de uso yde cambio; también enfatizan la ausencia de las gene-raciones futuras al momento de asignarles costos moneta-rios a precios actuales. La economía ecológica ademáspropone repensar las bases de la economía convencional,dada su incapacidad para considerar las cuestiones natu-rales y busca la trasformación de conceptos a instrumen-tos económicos, orientados hacia una nueva racionalidadproductiva y ecológica (Leff, 1994: 241).

De acuerdo con Redclift (1995), el carácter global de lacrisis ecológica y la globalización de las relaciones econó-micas asimétricas demandan una redefinición de las rela-ciones entre los países en vías de desarrollo y los desarrolla-dos, si en realidad se piensa en un desarrollo sustentable.La ONU coincide con este planteamiento cuando señala queel principal problema ecológico del mundo contemporáneoes la creciente brecha entre países ricos y pobres (CMMAD,1988).

El desarrollo sustentable plantea un profundo reto a lamanera de comprender la economía. La concepción domi-nante ha sido incapaz de promover el uso equilibrado delos recursos naturales y propone, más bien, al libre merca-do como garante de la utilización racional de la naturaleza.La búsqueda de una economía orientada al desarrollo sus-tentable supone la discusión de las nociones de crecimientoy desarrollo, producción, consumo, así como distribuciónde los bienes naturales y sus productos. Esta búsqueda tam-bién incluye el análisis de las formas de acceso a los recur-sos naturales y los efectos de las relaciones comerciales entrepaíses sobre el medio ambiente.

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51Las estrategias orientadas hacia la sustentabilidad se ubi-can en espacios locales concretos y están inmersas en lastendencias de globalización económica. La construcciónde procesos de desarrollo plantea la necesidad de buscaruna visión alternativa de las articulaciones que se estable-cen entre lo local y lo global, pues ambos son referentes dela sustentabilidad.

El pensamiento neoliberal entiende la globalización comoun proceso fundamentalmente económico, como una cues-tión de competitividad entre los distintos estados y regionesen su búsqueda de mejores condiciones para la productivi-dad del capital. La globalización es, entonces, la extensiónde este fenómeno económico en todos los rincones del pla-neta. El neoliberalismo postula una interpretación de la so-ciedad a través del individuo y propone a la empresa comoorganización modelo y al mercado como un ente mediadorentre el individuo y la sociedad.

Según Ulrich Beck (1998), esta visión reduce la multidi-mensionalidad de la globalización a la dimensión econó-mica desde una perspectiva lineal, pues destaca el predomi-nio de un solo agente: el sistema de mercado mundial. Estaconcepción más que globalización se ubica claramente co-mo globalismo; en otras palabras, la idea de que �[...] elmercado mundial desaloja o sustituye al quehacer político;es decir, la ideología del liberalismo� (Beck, 1998: 27). Deacuerdo con Touraine (1998), lo característico de los elemen-

Laglobalización

neoliberal

Lo global y lo localcomo referentesde la sustentabilidad

Capítulo III

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tos globalizados �ya se trate de bienes de consumo, me-dios de comunicación, tecnologías o flujos financieros�,es que se encuentran separados de alguna organización so-cial particular. El significado de la globalización es que esoselementos están presentes en todas partes y no se vinculana ninguna sociedad o cultura en particular.

Una condición central de esta globalización es que �nues-tra cultura ya no gobierna nuestra organización social, lacual, a su vez, ya no gobierna la actividad técnica y econó-mica. Cultura y economía, mundo instrumental y mundosimbólico, se separan� (Touraine, 1998: 9�10). La otra con-dición fundamental de la globalización neoliberal es la exis-tencia de un poder cada vez más difuso, en un vacío socialy político en aumento, de acciones estratégicas cuya metano es crear un orden social sino acelerar los procesos decirculación de bienes, capitales, servicios e informaciones.

El reto de la globalización es, por un lado, encontrar lasfuerzas sociales que reintegren la economía y la cultura y,por otro, los movimientos sociales que construyan poderalternativo al político.

Si bien el inicio de la globalización económica se re-monta a la invasión europea de América, sus ritmos se hanintensificado de forma notable a través del tiempo y se ex-presan con claridad en esta etapa neoliberal. Esta fase esen esencia la continuación del proyecto civilizatorio domi-nante �una segunda modernización� según Beck (1998),y en ese sentido conserva los rasgos fundamentales ya dis-cutidos en el primer capítulo. Sin embargo, hay elementospropios de la actual globalización que se presentan a conti-nuación.

Siguiendo a Amin y Thrift (1994), los principales ele-mentos son: el financiero �la creación, colocación y usodel crédito está centralizado, lo que resulta en un incremen-to del poder de las finanzas sobre la producción�; el cono-cimiento �los medios de comunicación facilitan la rápidatrasmisión de cierto tipo de conocimiento y tecnología, ge-nerados en un determinado sitio a escala global y en el quehay una primacía del conocimiento científico�; la produc-ción �las compañías ya no se limitan a manufacturar yvender sus productos en los entornos del lugar de origen de

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la empresa�; el poder y la política �hay una progresivainterrelación de empresa privada y política, en la que lasmultinacionales negocian de manera directa con los gobier-nos, además los centros de poder no coinciden ya con loslímites del estado�nación, redefiniendo así las fronteras�,y la cultura �la dispersión de nociones, significados e iden-tidades culturales sobre el globo.

Además de estos elementos, es interesante analizar deforma breve los siguientes: el mercado, el papel del estado,las instancias supranacionales y el pensamiento único.

La etapa neoliberal se significa por la aparición de instan-cias de carácter supranacional, cuyo poder va mucho másallá de las capacidades de los estados nacionales, que vencómo sus atribuciones son sustituidas por la acción de es-tos entes. Dos tipos de instancias globales resultan de espe-cial relevancia en nuestro análisis: los llamados organis-mos multilaterales y las empresas trasnacionales. Entre losprimeros cabe mencionar al Fondo Monetario Internacio-nal (FMI), al Banco Mundial (BM) y a la Organización Mun-dial del Comercio (OMC).

La influencia de estos organismos es determinante so-bre el funcionamiento de la economía global. El FMI y el BMejercen su acción por medio de mecanismos financieroscondicionados a políticas públicas, definidas y evaluadaspor ellos mismos. La OMC intenta imponer en todo el mun-do la economía de mercado, así como establecer un marcojurídico al que se sometan todos los países miembros. Laotra instancia incluye a las empresas trasnacionales, las quemediante las nuevas tecnologías cibernéticas y las facilida-des de movilidad de capital participan en la economía sinmás objetivo que la obtención rápida de excedentes finan-cieros. Estas compañías se ubican en aquellas regiones ypaíses que, bajo la presión de los organismos multilaterales,les ofrecen mejores condiciones: mano de obra barata, au-sencia de restricciones ecológicas y facilidades fiscales, yademás tienen la capacidad de moverse con rapidez cuan-do esas condiciones cambian o son más atractivas en otrasnaciones.

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Un rasgo fundamental del neoliberalismo es su concepcióndel mercado como el centro del funcionamiento de las so-ciedades. Este opera más allá de las cuestiones políticas ysociales y funciona como el óptimo asignador de recursos yel generador del desarrollo económico para el bienestar ge-neral. El mercado libre es el objetivo de las sociedades quequieran llegar a ser modernas. La enfatización del mercadoconlleva una racionalidad basada en criterios estrictamen-te económicos �productividad, competitividad� que des-conocen la relevancia de las cuestiones ecológicas, socia-les y culturales y se orientan a la maximización de las ga-nancias financieras en el menor tiempo posible.

El discurso neoliberal impone esta racionalidad como laúnica posible y otorga al mercado la condición del caminoinevitable para el desarrollo. El mercado se vuelve entoncesno una construcción social sino una verdad incuestionableque funciona bien y a cuya lógica se deben de sumar todaslas sociedades.

Desde la perspectiva neoliberal, el Estado debe renunciar asus funciones sociales y económicas, dejando que sea elmercado el encargado de atender las necesidades básicasde la población y la sustentabilidad ecológica. El Estado seenfoca entonces al manejo de las variables macroeco-nómicas y al establecimiento de la estructura institucionalpropicia para el libre juego de las fuerzas del mercado, todoesto en función de lograr el crecimiento económico comobase del desarrollo.

Una vez que la propuesta neoliberal ubica al mercadocomo el centro de la economía, rechaza cualquier partici-pación del Estado como agente económico y demanda laprivatización de las empresas públicas. A partir del argu-mento de la eficiencia del sector privado en la gestión ad-ministrativa, las privatizaciones se orientan básicamentehacia sectores claves de la economía �telecomunicacio-nes, energía, trasporte, bancos� y son, por lo general, lasgrandes empresas trasnacionales las beneficiarias de los pro-cesos de privatización.

Mercado

El papel delEstado

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El cambio en las funciones del Estado también conllevala modificación de los marcos jurídicos e institucionales,de acuerdo con las recomendaciones de los organismosmultilaterales, a fin de hacer más atractivas las condicionesde cada país para la inversión y la presencia de las empre-sas trasnacionales. Estas trasformaciones del Estado y delos procesos de globalización económica ya descritos, sereflejan en la gradual pérdida de soberanía nacional, cuyosaspectos centrales son determinados por los organismosmultilaterales y las compañías trasnacionales, alejándosedel control de los políticos y, de forma evidente, de los ciu-dadanos comunes. El neoliberalismo, en concordancia conel proyecto modernizador, apuesta por la democracia re-presentativa como la garantía de funcionamiento para laeconomía de mercado y propone los esquemas políticosoccidentales como la única vía para el desarrollo democrá-tico de las sociedades modernas.

En la propuesta neoliberal existe un rasgo relevante de natu-raleza ideológica y sostiene que su sustento en el mercadoes el único camino posible para analizar a las sociedadeshumanas. Este pensamiento es la traducción en términosideológicos de los conceptos económicos afines a las fuer-zas y los intereses de los capitales internacionales que pre-tenden ser universales y se orienta por tanto a legitimar susacciones y estrategias, presentando estos conceptos no sólocomo inevitables sino como respaldados por una construc-ción científica, sólida y objetiva.

El pensamiento único sostiene la razón económica comola opción suprema y la coloca por encima de la razón polí-tica y la razón social, de tal suerte que la ciencia económi-ca es la base conceptual a partir de la que los seres huma-nos deben explicar su mundo, su cultura y su historia. Estepensamiento único se presenta como el vencedor en la con-tienda ideológica y desde su ámbito decreta el fin de lasideologías, al afirmar su validez como matriz cognoscitivay teórica. Según Mattelart, la globalización es presentadadesde el poder como un hecho inevitable, como la única

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puerta existente para alcanzar �ahora sí� el desarrollo;así el discurso dominante sentencia la desaparición de to-das aquellas culturas e individuos que no aprovechen estaoportunidad y se nieguen a ser globalizados, en la constan-te repetición de que el desarrollo es un proceso unidireccional(1998: 26).

El pensamiento único tiene en el cientificismo una desus más claras expresiones, pero sobre este tema se profun-dizará en los siguientes capítulos. Sin embargo, baste men-cionar a Villoro (1996), quien señala que el cientificismoparte de que la ciencia constituye el único camino válidopara la resolución de problemas y es el patrón para medircualquier otra forma de conocimiento.

La breve visión sobre algunas de las dimensiones de laglobalización permite apreciar los alcances que tiene parala vida cotidiana de los ciudadanos y las sociedades. Laglobalización neoliberal es, en efecto, un fenómeno de granmagnitud y de naturaleza compleja, que está siendo im-puesta y fortalecida por fuerzas mundiales de gran podereconómico y político. Sin embargo, no es un hecho inevita-ble, ni irreversible, ni inmune a los procesos sociales que alo largo de la historia se han dado contra el capital y susconsecuencias.

Frente a las medidas que se toman para imponer estaglobalización, han surgido en todo el planeta múltiples ac-ciones que, desde diferentes movimientos sociales y en dis-tintos contextos, se articulan para crear núcleos de resisten-cia de escala también global. De tal suerte que el fenómenode la globalización neoliberal encuentra y genera movimien-tos sociales que presentan acciones y propuestas orienta-das hacia la construcción de una globalización alternativa�una globalización desde abajo� (Beck, 1998).

La búsqueda de proyectos civilizatorios alternativos tam-bién conlleva la necesidad de redefinir las relaciones entrelo global y lo local. Para la perspectiva de la sustentabilidad,este es un reto central. La globalización neoliberal se plan-tea como un fenómeno esencialmente económico, en el queel mercado es el centro de la vida social y política �el globa-

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lismo. Beck (1998) propone analizar la globalización desdeel concepto de globalidad, entendida como la idea que des-de hace bastante tiempo la humanidad vive en una socie-dad mundial, donde no hay espacios cerrados y donde lasdistintas formas sociales, económicas y políticas se entre-mezclan en diferencia y pluralidad.

Siguiendo a Koc (1994), la globalización se puede con-templar como el reconocimiento de la sensibilidad global,de que compartimos el mundo, los mismos recursos, y quedebemos exigir, por tanto, una relación responsable y cui-dadosa entre los miembros de la comunidad mundial.

En esta perspectiva de globalidad se ubica la idea deRobertson (1992), que señala como resulta difícil reconoceruna sola fuerza propulsora de la globalización y que esta,más bien, provoca y posibilita la emergencia de lo local en elmundo global, al permitir que lo local adquiera un signifi-cado global más rápido como movimiento de contestación,o como contrapunto requerido en una sociedad sosegada,homogénea y artificial. De esta manera es posible ver �des-de una noción dialéctica� a la globalización como una fuerzageneradora de diversidad y provocadora de una nueva cons-trucción de lo local, donde lo local y lo global no se excluyenmutuamente sino que se complementan. Robertson (1992)propone entonces el concepto de glocalización, un neologis-mo formado por las palabras globalización y localización.

De acuerdo con esta idea de glocalización, las culturas ylas sociedades no se pueden percibir de forma estática sinocomo un proceso contingente y dialéctico, en cuya unidadse aprecian y descifran elementos contradictorios, comouniversalismo y particularismo, ligaduras y fragmentaciones,centralización y descentralización, conflicto y conciliación,es decir, una serie de diferencias inclusivas (Robertson,1992). El reconocimiento de la relevancia de lo local res-pecto a lo global también es asumido por Touraine (1998),quien señala que los movimientos sociales y las prácticaspolíticas innovadoras no se construyen al inicio desde elámbito global o nacional. Es en el espacio local, alrededorde apuestas concretas y cercanas, o en las relaciones per-sonales interdependientes, donde tienen lugar los movimien-tos que enfrentan a la globalización económica.

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La anterior perspectiva de la globalización permite re-conocer en ella efectos muy dispares, tanto absorbiendocomo creando localidades o tanto limitando como amplian-do las posibilidades para el desarrollo local. Esta visiónimplica acotar la noción generalizada de que la globali-zación es un proceso unidireccional y todopoderoso, quesupone por necesidad una homogeneización cultural y unadominación creciente de una cultura sobre las otras, quie-nes, por su parte, actúan de manera pasiva ante el fenóme-no (Amin y Thrift, 1994).

Toda globalización afirma la singularidad e identidad delo local, al plantear además que se conciban lo local y loglobal como espacios relacionados e inseparables, en don-de no se puede considerar a lo global como estructural y alo local como contingente. Por eso es importante ver lo localcomo un concepto relacional y relativo, que adquiere unnuevo significado en el contexto de la globalización, comoun espacio fluido y articulador, constituido por y a travésde su vinculación con lo global.

La relación entre lo global y lo local es compleja, al igualque el proceso de globalización, y exige el uso de una visiónmultidimensional. Así, el estudio de la globalización debepermitir trascender las antiguas polaridades global�local,para desde un enfoque analítico y descriptivo entender larealidad y actuar sobre esta. De acuerdo con Remmers:�La localidad se constituye no sólo como contrapunto a laglobalidad, sino también como una entidad a desarrollar,justo para formar y reforzar su contrapeso frente a laglobalidad� (1998: 4).

En este sentido, el punto central de la discusión se refierea las múltiples vías por medio de las que la localidad se halogrado articular con lo global, en la búsqueda de estrategiaspara favorecer el desarrollo local. La localidad es un lugardonde la globalidad adquiere su significado y es un sitio depotencial lucha y resistencia contra la globalización. De estemodo, lo local se refiere a procesos sociales en los que lagente progresivamente percibe que tiene un mayor controlsobre la dirección de sus vidas, en un esfuerzo por expresary hacer valer, dentro de un contexto global, la peculiar cali-dad de su nivel de vida, tanto en su vertiente de recursos

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naturales y humanos, como del control del proceso de de-sarrollo (Remmers, 1998). Así, lo local revierte y modificalo global. Lo que se propone es una noción escalada de lolocal y lo global, debido a que hay múltiples representacio-nes de ambos, aunque se enfatiza que su relación es esen-cialmente de poder.

Remmers (1998) dice que se habla de globalización silas reglas provienen de una localidad dominante, y de locali-zación cuando una comunidad es capaz de apropiarse deuna posición divergente y hasta reconocida respecto a lalocalidad dominante, o incluso cuando logra modificar deter-minadas reglas. Localización también se refiere a la recons-trucción no reconocida del modus operandi global, cuandoeste es adaptado a la localidad.

Esta perspectiva de articulación entre lo global y lo localresulta fundamental para la sustentabilidad y proporcionalos referentes para la construcción de alternativas. SegúnLeff, la búsqueda de la sustentabilidad en el contextoglobalizado pasa por �[...] el desafío de generar estrategiasque permitan articular estas economías locales con la eco-nomía de mercado nacional y mundial, preservando laautonomía cultural, las identidades étnicas y las condicio-nes ecológicas� (1998: 53). De este modo, las estrategiaspara la construcción de sociedades sustentables a escalaglobal pasan necesariamente por la consideración de lo lo-cal �con sus recursos naturales, su identidad, su conoci-miento y su organización�, como el punto de partida ycomponente esencial de estos procesos.

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61La perspectiva de la sustentabilidad enfrenta como unode sus desafíos centrales la búsqueda de enfoques científi-cos capaces de participar en la construcción de proyectoscivilizatorios alternativos, en un momento en que la cienciaconvencional se encuentra inmersa en la crisis de la mo-dernidad y sus fundamentos son seriamente cuestionados.Desde distintos ámbitos científicos, y a partir de diversasdisciplinas, se está trabajando en la elaboración de elemen-tos epistemológicos, conceptuales y metodológicos, quecontribuyan con esta tarea.

La crisis del proyecto civilizatorio sacude los cimientos delpensamiento moderno y, por tanto, a la ciencia, paradigmade la racionalidad occidental y uno de los rasgos centralesdel proyecto. Este dominio de la ciencia sobre otras formasde conocimiento ha dado lugar al cientificismo, es decir, alhecho de convertir a la ciencia en la base ideológica deldesarrollo modernizador. El cientificismo parte de la idea deque la ciencia constituye el único conocimiento válido parala resolución de los problemas. Además, considera que es elpatrón para medir cualquier otra forma de acceso a la rea-lidad, factor que le lleva también a ignorar otras vías de com-prensión personal del sentido del mundo y de la vida, queno se pueden, por principio, reducir a un saber objetivo.

El cientificismo �[...] es hermano de la actitud de desde-ñosa arrogancia con que el �civilizado� contempla las creen-cias de los grupos humanos que no han accedido a deter-

Sustentabilidady conocimiento

Hacia una propuestaepistemológica

Capítulo IV

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minado nivel de desarrollo técnico� (Villoro, 1996: 294�295).El desprecio por las actitudes religiosas, por las moralesparticulares, por las formas de sabiduría personal que nopretenden competir con la ciencia, es una forma de intole-rancia que no por ejercerse en nombre del conocimientoobjetivo se deja de utilizar como una arma de violencia ydominio.

La expansión colonial de Occidente ha sojuzgado pue-blos enteros al destruir sus culturas, con la pretendida justifi-cación de introducirlos a la ciencia y a la técnica moderna.En ambos supuestos predomina una actitud cuyas raícesabrevan en el significado social que se le ha otorgado a laciencia y al conocimiento universitario como convalidado-res de un cierto estatus. De este modo, el reconocimientode la ciencia como único conocimiento válido y la descali-ficación de cualquier otro saber es el mecanismo ideológi-co con el que se intenta justificar la dominación del proyec-to modernizador (Villoro, 1996).

Toda búsqueda de procesos de desarrollo sustentablepasa por un cuestionamiento a fondo de la ciencia conven-cional, componente esencial del proyecto dominante, y plan-tea por tanto la necesidad de construir nuevos enfoquescientíficos que den respuesta a las cuestiones que deman-da la perspectiva de la sustentabilidad.

En el intento de aportar ideas para la construcción de enfo-ques alternativos, a continuación se proponen cinco ele-mentos para la articulación de una visión epistemológicaorientada hacia la sustentabilidad.

La ciencia convencional parte del principio epistemológicode la fragmentación de la realidad para ser estudiada yanalizada, y a partir de este planteamiento entonces se de-sarrollan las disciplinas y las especializaciones que permi-ten generar el conocimiento sobre los fenómenos. Comouna alternativa a esa posición se ha desarrollado el llama-do pensamiento complejo y es Edgar Morin quien ejempli-fica mejor los puntos centrales de esta propuesta. Para Morin

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(1995), la ciencia convencional abstrae, es decir, extrae unobjeto de su conjunto y de su contexto, rechazando los la-zos y las interrelaciones que tiene con su medio y lo insertaen el compartimiento de una disciplina cuyas fronteras rom-pen de manera arbitraria con la sistemicidad y la multidimen-sionalidad de los fenómenos, al privilegiar lo que es calcu-lable y formalizable.

Es en este contexto donde Morin propone el pensamien-to complejo, con el que se trata de superar el conocimientode mundos separados propios de la ciencia clásica paraunir las partes a la totalidad, al articular los principios deseparación y unión, de autonomía y dependencia que seencuentran dialógicamente en el seno del universo. Así,mientras el paradigma de la simplificación impone el crite-rio de desunir y de reducir, el pensamiento complejo reúney distingue. Este último trata con la incertidumbre y es ca-paz de concebir la organización. Además, es un pensamientoapto para contextualizar y globalizar, pero al mismo tiempopara reconocer lo singular, lo individual, lo concreto. Tresson sus premisas fundamentales: la dialogicidad, el princi-pio de recursividad y el principio hologramático (Morin,1995).

También resulta relevante mencionar la aportación queen este sentido hace Zemelman (1997), al considerar a latotalidad como un fundamento epistemológico para orga-nizar el razonamiento analítico en la composición de laspartes y del todo presentes en los hechos sociales. Por tan-to, se entiende a la totalidad como una estructura significa-tiva para cada hecho o conjunto de hechos, lo que implicaque la totalidad no sea todos los hechos sino una ópticaepistemológica desde la que se delimitan los campos deobservación de la realidad, los cuales permiten reconocerla articulación en que los hechos asumen su significaciónespecífica. De tal suerte que el todo es visto como una exi-gencia epistemológica del razonamiento y no como la es-tructura del objeto según lo plantea el enfoque sistémico.

Este elemento epistemológico propone que la naturalezamultidimensional de la crisis de la modernidad y sus aspec-tos ecológicos, sociales, económicos, culturales y exis-tenciales demandan, desde las ciencias, la construcción de

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perspectivas que trasciendan lo disciplinario que fragmen-ta y se orienten hacia la comprensión de la complejidad.

La ciencia moderna se asume como el único camino posi-ble para conocer y, desde esa posición, excluye las formasde conocimiento propias de otras culturas bajo el argumen-to de ser acientíficas y, por tanto, atrasadas. La construc-ción de enfoques científicos desde la perspectiva de lasustentabilidad demanda cuestionar a profundidad estaposición y plantearse, en cambio, propuestas incluyentes,orientadas hacia un pluralismo epistemológico que reco-nozca la diversidad de conocimientos y saberes.

En la búsqueda de otras formas más incluyentes de co-nocimiento resulta relevante analizar las diferencias entreciencia y sabiduría. Para Villoro hay entre ambas undesencuentro central, pues mientras la ciencia busca el sa-ber a través de la justificación objetiva, la sabiduría buscael conocer vía la experiencia personal y, por tanto, incluyecuestiones éticas y subjetivas. Así, la ciencia no se puedeplantear el conocimiento de valores ni la elección de fines,ambos son asuntos de la sabiduría, y la sabiduría no sefunda en razones objetivas sino que es el fruto del conoci-miento personal (1996: 228�234).

De esta manera, la ciencia es societaria, universal, ge-neral, impersonal, teórica y especializada, en tanto que lasabiduría es individual, local, particular, personalizada,concreta, práctica y globalizadora.

Una aportación de gran trascendencia es de Paulo Freirey forma parte de las ideas que han dado sustento a la edu-cación popular, pero se abordan hasta el capítulo X. Basteadelantar que desde esta perspectiva el conocimiento segenera por el diálogo de los seres humanos en torno a sumundo, a su realidad. También son relevantes las aportacio-nes de Fals Borda, quien ante la concepción de ciencia domi-nante propone la idea de sabiduría popular, entendida como�[...] el conocimiento empírico, práctico y de sentido co-mún, que ha sido construcción y posesión cultural e ideoló-gica de la gente común� (1992: 70). Este conocimiento hapermitido crear, trabajar e interpretar la realidad, sin em-

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bargo, al no estar codificado a la usanza dominante es des-preciado y relegado, negándosele su derecho a articularse yexpresarse en sus propios términos. Pero el saber populartiene su propia racionalidad y su propia estructura decausalidad, es decir, de validez científica en sí mismo, y poreso queda naturalmente fuera del edificio científico formalconstruido por la minoría intelectual dominante.

Por tal motivo, este elemento epistemológico se ubica enla búsqueda de dialogar con otras formas de conocimiento,y supone el reconocimiento de racionalidades alternativasa la científica, al matizar de forma significativa la nociónde objetividad del saber científico y al asumir la validez ypertinencia del saber popular. El planteamiento, sin embar-go, va más allá, y apunta hacia la construcción y refor-zamiento de la identidades culturales, así como a la promo-ción de la diversidad epistemológica y cultural.

El análisis de los procesos de desarrollo bajo la óptica de laciencia convencional se ha realizado desde un pensamientonormativo�descriptivo, fijando fines que se deben alcanzarsocialmente, mediante la definición de contenidos históri-cos del crecimiento y el establecimiento de metas específi-cas. Así, los procesos históricos deben pasar por una seriede etapas definidas por las teorías científicas, de acuerdocon un cuerpo de conceptos con contenidos y relacionesdeterminadas a priori, en las que el resultado ha sido lacancelación del futuro como potencialidad social desde estanoción de desarrollo unilineal.

Desde la perspectiva de la sustentabilidad, se requierenenfoques científicos que �[...] mantengan una posturaepistemológica que propicie la formación de un pensamientoabierto y problematizador �antes que teórico� y orien-tado a descubrir el futuro en lo real de hoy� (Zemelman,1997: 14). La realidad es vista entonces como lo actual ycomo lo que está por venir, e implica por tanto la rupturacon teorías que explican a los actores sociales como puntode llegada de un proceso y a cambio atiende el proceso detrasformaciones múltiples donde se construyen los actoressociales. En síntesis, es un enfoque teórico procesual y no

Historicidad

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normativo. A partir de esta idea entonces es posible abrirsea la realidad para reconocer aquellas opciones objetivasque permitan dar una dirección al desarrollo, mediante ladefinición y práctica de proyectos que respondan a intere-ses sociales definidos.

La propuesta de Zemelman sugiere que �La realidad eshistórica porque ella es un campo de alternativas, que pro-duce otras realidades y, por tanto, se aborda desde la pers-pectiva de sujetos sociales que tienen posibilidad de crearhistoria y no un sujeto histórico que encarna socialmente�(1997: 17). Así, la historicidad es una cualidad de articu-lación de distintos niveles de realidad, que en su movimien-to puede presentar determinaciones específicas válidas paraun momento, pero no para otros. También es, en términosepistemológicos, la articulación de cualquier hecho en uncontexto y supone asumir y abrirse a la posible.

Dado lo anterior, se asume que una visión articulada delo real descansa en la praxis de los sujetos sociales y a partirde esta se pueden reconstruir relaciones micro�macro, en sudimensión social y temporal. Ambas dimensiones son im-portantes porque indican dos asuntos: la historicidad �con-tenida en lo cotidiano� y las temporalidades de la historia�gran escala y coyuntura. Siguiendo a Zemelman (1997),la propuesta se orienta hacia acentuar el plano epistemoló-gico, que explica el momento de aprehensión de lo real, puesbusca determinar una posibilidad de conceptualización y sepretende alejar de las determinaciones de la teoría fija, alevitar el momento teórico que intenta marcar el alcance de laexplicación de una teoría.

Para resumir, se trata de encontrar un elemento episte-mológico con una visión integrada, que no se confunda desdela partida misma del análisis con una explicación teóricasino, por el contrario, que contribuya a determinar camposde explicación posibles de apertura hacia lo real, sin pre-juzgar ningún orden de determinación teórica.

La ciencia convencional pretende tener un carácter objeti-vo y neutral, para excluirse de las cuestiones sociales y po-líticas, cuando en realidad los científicos realizan sus acti-vidades en un entorno donde las motivaciones ideológicas

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y éticas están siempre presentes. Este discurso ha servidopara justificar las decisiones políticas basadas en elemen-tos �científicos�, que excluyen del debate a los ciudadanoscon el argumento de que los científicos son especialistas enel tema, y además seres objetivos y ajenos a las cuestionespolíticas.

En esta perspectiva, aceptar la necesidad de contemplardiversas epistemologías y formas de conocimiento �es de-cir, el diálogo de saberes� lleva a considerar la participa-ción de los diversos actores sociales en la toma de decisionessobre los rumbos que debe seguir el desarrollo y cuestiona afondo el monopolio de políticos y científicos en este proceso.Funtowicz y Ravetz (1993) proponen para la sustentabilidadenfoques científicos que se alejen de la deducción formaliza-da como modelo de argumentación y se orienten más bienhacia un diálogo interactivo y creativo entre los diversos ac-tores sociales, quienes ponen su bienestar en juego al decidirsobre los proyectos de desarrollo.

Esta propuesta parte del reconocimiento de que los sis-temas naturales son complejos y dinámicos; entonces, esnecesaria una ciencia basada en la impredictibilidad, el con-trol incompleto y una pluralidad de perspectivas legítimas.Funtowicz y Ravetz (1993) hablan de una ciencia posnor-mal, en el sentido de Thomas Kuhn (1987), dado que losejercicios de solución de la ciencia normal ya no son apro-piados para la complejidad de la crisis ambiental actual.La ciencia posnormal aparece como una conexión entrelas incertidumbres de tipo epistemológico y ético, cuandolo que se pone en juego refleja propósitos en conflicto, entrequienes arriesgan algo en la decisión.

Siguiendo a Funtowicz y Ravetz (1993), en la cienciaposnormal los acuerdos públicos y la participación ciuda-dana, derivada de compromisos valorativos, son decisivosen el diseño de las políticas públicas. En este contexto, laciencia y los insumos científicos son un enfoque comple-mentario, en conjunto con otros más, todos legítimos y ne-cesarios. La ciencia posnormal ya no busca alcanzar laverdad y conquistar la naturaleza, por el contrario, se orien-ta a las conexiones entre lo que no se sabe �incertidum-bre� y lo que se sabe �conocimiento�, así como tam-

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bién hacia una relación armónica entre las sociedades y lanaturaleza, razón por la que existe la necesidad de conside-rar otras formas de conocimiento propias de los actoressociales involucrados.

Así, este elemento epistemológico, al extender la legiti-mación de los actores sociales para participar como paresen los debates políticos y científicos, tiene importantes impli-caciones, tanto para la sociedad como para la ciencia. Estaconfrontación y diálogo de formas de conocimientos abrepaso a la democratización genuina y efectiva de la vidacotidiana y de las ciencias.

La noción prevaleciente en la ciencia convencional percibea la naturaleza como un objeto a trasformar en beneficiode los seres humanos. Los sistemas naturales son una fuen-te inagotable de recursos apropiables de acuerdo con lasnecesidades del capital y los avances de la ciencia. La bús-queda de enfoques científicos alternativos desde la pers-pectiva de la sustentabilidad demanda una manera dife-rente de analizar las relaciones entre el conocimiento y lanaturaleza.

El saber ambiental asume que la construcción de unaracionalidad ambiental implica la formación de un nuevosaber y la integración interdisciplinaria del conocimiento,para explicar el comportamiento de los sistemas socioam-bientales complejos. Además, este saber problematiza elconocimiento fraccionado en disciplinas y la administra-ción sectorial del desarrollo, a fin de constituir un campo deconocimientos teóricos y prácticos orientados hacia la rear-ticulación de las relaciones entre sociedad y naturaleza (Leff,1998).

Este conocimiento no se agota en la extensión de losparadigmas de la ecología para comprender la dinámicade los procesos socioambientales, ni se limita a un compo-nente ecológico en los paradigmas actuales del conocimien-to. El saber ambiental se inscribe más en los términos de lasabiduría que de la ciencia y, por tanto, desborda el campode las ciencias ambientales, para abrirse al terreno de los

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valores éticos, los conocimientos prácticos y los saberes tra-dicionales.

También es un proceso de trasformación del conocimien-to, impulsado por una crisis de la racionalidad económica einstrumental de la modernidad, más que un paradigma om-nicomprensivo del saber, una ecologización del conocimien-to, un método general para el desarrollo de las ciencias o unareorganización sistémica de los saberes actuales.

De acuerdo con Leff, el saber ambiental problematizadesde una perspectiva crítica a toda una pléyade de cono-cimientos teóricos y técnicos, para incorporar en ellos unsaber complejo, trasformando así a las ciencias históri-camente constituidas, legitimadas e institucionalizadas(1998). De esta manera, este saber trasforma el campo deconocimiento, al generar nuevos objetos interdisciplinariosde conocimiento, nuevos campos de aplicación y nuevosprocesos sociales de objetivación, en los que se construyela racionalidad ambiental.

El saber ambiental se construye integrando los princi-pios y valores de la ética ecologista, las sabidurías y prácti-cas tradicionales del manejo de los recursos naturales, asícomo las ciencias y técnicas que sirven de soporte a lasestrategias de desarrollo sustentable. Este saber plantea unaparticular relación entre realidad y conocimiento, pues nosólo busca completar el conocimiento de la realidad exis-tente sino orientar la construcción de otra organización so-cial diferente a la proyección hacia el futuro de las tendenciasactuales. �Es en este sentido [...] que la utopía ambientalabre nuevas posibilidades a partir del reconocimiento depotenciales ecológicos y tecnológicos, donde se amalgamanlos valores morales, los saberes culturales y el conocimientocientífico de la naturaleza en la construcción de una nuevaracionalidad social� (Leff, 1998: 199).

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Segunda parteEl desarrollo y el mediorural

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73Las diversas sociedades humanas han establecido a lolargo de la historia diferentes relaciones con la naturalezapara obtener distintos satisfactores. Las actividades ruralesconstituyen una conexión fundamental entre naturaleza ysociedad, dado que la producción agropecuaria y forestalse basa en la trasformación de los ecosistemas para gene-rar alimentos, fibras, materiales y energía. El presente capí-tulo analiza estas relaciones en los procesos de desarrollorural, por medio de dos apartados.

Los procesos de desarrollo rural implican diversas dimen-siones que atienden lo ambiental, lo social, lo económico,lo político y lo cultural. Desde las ciencias convencionales,estos procesos han sido analizados por ramas particularesque partiendo de su concepción disciplinaria proporcionanuna visión fragmentaria que no da cuenta de la compleji-dad presente en las relaciones entre las sociedades ruralesy la naturaleza. Ya en el capítulo IV se señalaron las aporta-ciones del pensamiento complejo para la construcción deenfoques científicos alternativos y su relevancia epistemoló-gica en la perspectiva de la sustentabilidad. A partir de estanoción de complejidad se discute la cuestión de los espa-cios rurales.

En un texto de Toledo, Alarcón y Barón (2002), se conside-ra a lo rural como un referente empírico que sólo se puedeanalizar desde una perspectiva interdisciplinaria. Este es unterritorio geográfico y un espacio social que opera como una

Los espaciosrurales y

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Espacios ruralese industrializaciónde la naturaleza

Capítulo V

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dimensión estratégica entre el mundo de la naturaleza y el delos artefactos �las ciudades y la industria. Por eso es unainstancia de la realidad, en la que es necesario utilizar de ma-nera integrada los enfoques de las ciencias naturales con losde las ciencias sociales y humanas. Lo rural no se puede estu-diar desconectándose del universo urbano e industrial, ni tam-poco desconociendo las innumerables conexiones con el mun-do de la naturaleza.

Siguiendo a Toledo, Alarcón y Barón:

Las sociedades humanas producen y reproducen sus con-diciones materiales de existencia a partir de su metabo-lismo con la naturaleza [...] Este metabolismo lo reali-zan los seres humanos a través del proceso social deltrabajo (o labor). Dicho proceso implica el conjunto deacciones a través de las cuales [...] se apropian, produ-cen, circulan, transforman, consumen y excretan, pro-ductos, materiales, energía y agua, provenientes del mun-do natural (2002: 22).

Al realizar estas acciones, los seres humanos consuman dosactos: por un lado, socializan fracciones o partes de la na-turaleza y, por otro, naturalizan a la sociedad al reproducirsus vínculos con la naturaleza. En este proceso se da unadeterminación recíproca entre ambas, pues la manera enque los seres humanos se organizan en sociedad fija la for-ma en que estos trasforman a la naturaleza, y a su vez estaafecta la manera como se configuran las sociedades.

A través de la producción rural, las sociedades extraenmateriales y energías de la naturaleza que sirven comomaterias primas y luego son trasformadas por medio de laproducción manufacturera o industrial para su posteriorutilización o bien convertidas en productos �alimentos yotros bienes� para ser consumidos de manera directa porlos seres humanos. Lo anterior permite visualizar a la so-ciedad en su relación material con la naturaleza como unorganismo, cuya periferia estaría constituida por una mem-brana rural, compuesta por células, que serían las encarga-das de extraer los elementos de la porción externa de dichoorganismo y cuya parte interna tendría el rol fundamental

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de trasformar los bienes que la porción rural proporciona(Toledo, Alarcón y Barón, 2002).

El medio rural entonces se ubica entre las sociedadesurbanas y la naturaleza y vía sus procesos productivos es-tablece relaciones entre los seres humanos y los ecosistemas.Estas conexiones se realizan con el fin de obtener los ali-mentos, fibras y combustibles necesarios para los procesosde trasformación industrial y las demandas urbanas e in-cluyen también otro tipo de recursos naturales como agua,suelo y madera, así como la posibilidad de regresar los de-sechos urbanos e industriales a los ecosistemas naturales.Las relaciones entre el medio rural y el medio natural ex-presan las formas en que las sociedades interactúan con lanaturaleza para la obtención de sus satisfactores.

La apropiación de la naturaleza constituye el primer actodel proceso metabólico que la especie humana, erigida ensociedad, establece con el universo natural y este acto cla-ve permite distinguir el universo rural del universo urbano eindustrial (Toledo, Alarcón y Barón, 2002). Todo procesode apropiación o producción es realizado por un segmentoperiférico de la sociedad �los productores rurales�, quie-nes son los encargados de introducir diversos materiales yenergías de la naturaleza al organismo social. Estos se agru-pan por vínculos culturales, sociales y económicos paraapropiarse de los recursos naturales que detentan por me-dio de la agricultura, la ganadería, la pesca, la recoleccióny la caza. Así, las unidades de producción rural establecendos tipos de intercambios: el ecológico, con los ecosistemas,y el económico, con la sociedad.

Toda intervención humana en la naturaleza, por mediode la agricultura y sus procesos agropecuarios y forestales,conlleva una reorientación de los flujos de energía y mate-ria hacia aquellas especies de interés humano y, por tanto,implica la trasformación de ecosistemas naturales enagroecosistemas. De esta manera, durante miles de años,las sociedades humanas han establecido por medio de laagricultura sus relaciones con la naturaleza. Siguiendo unaidea de Cox y Atkins (1979), la herencia de la agricultura esel legado de la coevolución entre los humanos y la naturale-za y un proceso único de asociaciones entre personas y

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especies biológicas, en diversos contextos ecológicos y endistintas culturas.

A pesar del acelerado proceso de urbanización y mo-dernización o de las afirmaciones que desde las más varia-das posiciones ideológicas continúan decretando su desa-parición, a inicios del tercer milenio casi uno de cada doshabitantes del planeta vive en el medio rural. Estos agricul-tores, campesinos e indígenas existen, persisten y confor-man un importante sector social, en términos poblacionales,productivos, económicos, culturales y políticos.

De acuerdo con la Organización de las Naciones Uni-das para la Agricultura y la Alimentación (Food andAgriculture Organization of the United Nations, FAO, 1991),45% de los seres humanos basan su subsistencia en el usu-fructo de la naturaleza, ocupando 63% de la superficie delplaneta para desarrollar sus actividades agropecuarias yforestales. Además, contrario a lo planeado, la poblaciónagraria mundial pasó de 1,422 millones, en 1950, a 2,390millones, en 1990, y se ubica en su mayoría en los paísesdel hemisferio sur, donde se concentra 95% de los campe-sinos del planeta, de los cuales 45% son de América Lati-na. En México, 25% de la población son indígenas o traba-jadores del campo (FAO, 1991).

Los campesinos constituyen a escala mundial 46% dela población económicamente activa (pea) y en los paísesdel hemisferio sur 60%. Además, en América Latina repre-sentan 26% del pea y disponen de 33% de la superficiecultivable. Su importancia es mayor cuando se consideraque estos campesinos cultivan 40% del total del consumointerno y 35% de los productos agrícolas de exportación.Asimismo, producen 77% del frijol, 51% del maíz y 61% delas papas que consumen los latinoamericanos. Así, en Bo-livia aportan 80% de la producción agrícola nacional, enPerú 55%, en México 47%, en Brasil 40% y en Chile 38%(Kay, 1994).

Las culturas campesinas e indígenas se han encargadode laborar con la naturaleza a lo largo de la historia y repre-sentan �[...] un conjunto de civilizaciones alternativas queaún dominan buena parte de los espacios rurales del plane-ta y son poseedoras de cosmovisiones, modelos cognosci-

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tivos, estrategias tecnológicas y formas de organización so-cial y productiva, más cercanas a un manejo ecológico dela naturaleza� (Toledo, 1992: 73). Estos grupos conservanrasgos ecológicos propios de otros modelos civilizatoriosque resultan de especial relevancia para buscar alternati-vas a la crisis del modelo modernizador tan empeñado endesaparecerlos.

Los procesos de desarrollo se encuentran insertos en unavisión del mundo y en un proyecto civilizatorio que los fun-damenta y les imprime sus características principales. En elprimer capítulo se señaló que el proyecto civilizatorio occi-dental es el origen de los modelos dominantes y se presen-taron sus rasgos fundamentales. A partir de este marco ana-lítico se puede abordar la discusión sobre los elementos deldesarrollo rural, atendiendo a cuatro de los rasgos del pro-yecto occidental: su relación sociedad�naturaleza, su idealde urbanización�industrialización, sus procesos económi-cos, así como el papel de la ciencia y del conocimiento.

El proyecto civilizatorio occidental considera la moderni-zación, el progreso y el crecimiento como conceptos equiva-lentes, y los convierte en las bases ideológicas del caminoque se debe seguir en términos de desarrollo para todas lasculturas humanas. Acorde con esta visión, el desarrollo ru-ral se ubica en el paradigma occidental que establece comoúnico referente el esquema bipolar entre tradición y moder-nidad, que se explica sólo en función de aspectos producti-vos y económicos. De esta forma, �[...] el desarrollo rural esconcebido como la transformación productiva, súbita o pau-latina, pero ineludible y unívoca de las formas campesinas,�tradicionales� o preindustriales en modalidades agroindus-triales o �modernas� tanto en su versión estatal�socialistacomo en la del libre mercado� (Toledo, Alarcón y Barón,2002: 31).

Los ideales de la urbanización e industrialización comoreferentes del desarrollo moderno han provocado la exclu-sión y el rechazo de todo aquello que pertenece al mundorural y atrasado. Además, se ha impuesto la falsa idea de lasupremacía del ciudadano urbano y, en general, del modo

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de vida citadino sobre el de las comunidades del campo.Desde la ciudad se suele mirar con desdén a las culturasrurales, casi siempre consideradas como reductos sociales,de la misma manera que se observa con desprecio a la na-turaleza, concebida sólo como fuente de recursos explota-bles. Una vez rota la conexión tangible y visual entre la pro-ducción y el consumo e industrializado y mecanizado todoel proceso por medio del cual los seres humanos satisfacensus necesidades, la naturaleza se vuelve una entidad no sólolejana sino inexistente, de la misma manera que se olvidaque buena parte de los productos provienen de procesos enlos que seres humanos se apropian de objetos del mundonatural (Toledo, 2000).

El desarrollo rural en el proyecto civilizatorio occidentalno tiene como objetivo principal mejorar las condicionesde vida de los habitantes del campo sino que es concebidocomo un medio para la industrialización y la urbanización,cuya función es producir alimentos básicos baratos, gene-rar divisas por la exportación, liberar mano de obra abun-dante para la industria, aportar recursos naturales �agua,madera, tierras� y recibir en sus espacios los desechosurbanos e industriales.

La etapa neoliberal es una profundización del proyectode Occidente y conserva sus rasgos fundamentales con dosaspectos novedosos: el papel omnipresente del mercado yla globalización del modelo. De esta manera, el desarrollorural es entonces la inserción en el mercado de las econo-mías rurales, de sus recursos naturales, de su mano de obray de sus productos, con la consabida pérdida de la diversi-dad, la autosuficiencia y las relaciones no mercantiles. Apartir de estos principios se estructuran los programas decrecimiento del campo, orientados a modernizar a los agri-cultores, es decir, a inducirlos a aceptar la lógica del lucromonetario como criterio único.

En este mismo esquema social, las actividades ruralesse realizan desde el ideal industrializador de la naturaleza.De acuerdo con Sevilla y Woodgate: �El enfoque industriali-zante de las sociedades modernas ha sido construido so-cialmente sobre la idea de una naturaleza inanimada, conuna disposición ilimitada de recursos naturales, y cuya única

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función es ser insumos de los procesos de desarrollo rural�(1997: 94; la traducción es del autor). Como resultado deesta percepción, los procesos y las estructuras ecológicasde la naturaleza han sido remplazados por métodos indus-triales que han roto los ciclos de la biosfera.

La propuesta modernizadora lleva en su esencia la mo-dificación intensiva de los ecosistemas y su estilo tecnológi-co se basa en el monocultivo, las semillas híbridas y trasgé-nicas, la utilización de insumos de origen industrial comolos fertilizantes químicos, los plaguicidas y los combustiblesfósiles. Esta manera de utilizar los recursos naturales impli-ca la simplificación de los ecosistemas, la reducción de sudiversidad propia y la sustitución de sus procesos energéti-cos internos. Lo anterior propicia una alta fragilidad de losecosistemas y favorece el deterioro continuo y sistemáticode estos recursos, al atentar además contra la biodiversidadregional por medio de la homogeneización de los espacios.Así, el objetivo de la agricultura moderna es la artificiali-zación intensiva de los sistemas naturales mediante la sus-titución de procesos naturales por industriales, en busca delimitados criterios de productividad y rentabilidad.

El desarrollo rural del proyecto civilizatorio occidental seorienta hacia la trasformación de los ecosistemas desde lalógica de la industrialización de la naturaleza y sus estrate-gias están basadas en extender e implementar la agricultu-ra industrial como única manera de producción en todoslos espacios rurales. De acuerdo con Guzmán Casado,González de Molina y Sevilla:

La agricultura industrializada podría definirse comoaquella forma de manejo de los recursos naturales quegenera un proceso de artificialización de los ecosistemasen el que el capital realiza apropiaciones parciales y su-cesivas de los distintos procesos de trabajo campesino,para incorporarlos después al manejo, como factores deproducción artificializados industrialmente, o como me-dios de producción mercantilizados (2000: 32).

La agricultura industrializada tiene una prevalecencia deinsumos ajenos al reciclaje interno de energía y materiales

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usados en los procesos biológicos y busca uniformizar elmedio ambiente local para estabilizar la producción, contro-lando el riesgo y disminuyendo la biodiversidad. El papelestructurante del mercado es un rasgo central de la agricul-tura industrializada, pues esta se encuentra cada vez másinvolucrada en un complejo de industrias de producción,procesamiento y comercialización de alimentos e insumos.Estas industrias se encargan de vender insumos al agricultory también de adquirir la producción, incrementando así ladependencia de los agricultores respecto a las agroindustrias(Guzmán Casado, González de Molina y Sevilla, 2000: 37).

Las ciencias convencionales sirven para fundamentarestas relaciones de industrialización de la naturaleza, a partirde su visión cartesiana que considera al medio natural comoalgo ajeno e independiente de lo humano. Siguiendo lasideas de Guzmán Casado, González de Molina y Sevilla(2000), esto sólo es posible cuando la ciencia legitima cual-quier forma de intervención sobre los recursos naturales,que están subordinados definitivamente al hombre por serel rey de la creación. Según esta visión, la agriculturaindustrializada tiene la capacidad de artificializar la natu-raleza reproduciéndola con ayuda de la ciencia y tambiénpuede aportar algo decisivo en la configuración de la es-tructura social del mundo rural: el ser humano con la tecno-logía se puede separar de la naturaleza y dominarla. Laciencia actúa entonces como industrializadora de los espa-cios naturales y como modernizadora de los conocimientoscampesinos locales.

A decir de Toledo, Alarcón y Barón (2002), dos modosradicalmente diferentes de apropiación de la naturalezaconforman, en la actualidad, las maneras fundamentalesdel uso de los recursos naturales en el mundo contemporá-neo: el agrario o campesino y el agroindustrial. Ambos re-presentan dos formas distintas de concebir, manejar y utili-zar la naturaleza, es decir, dos racionalidades productivasy ecológicas. El modo campesino encuentra sus orígenesen la especie humana y en la coevolución entre la sociedady la naturaleza. Por su parte, el modo agroindustrial es unapropuesta que surge del mundo urbano e industrial, dise-ñado de forma especial para generar los alimentos, las

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materias primas y las energías requeridas en los enclavesno rurales del planeta.

Los atributos que permiten diferenciar estas dos mane-ras son los siguientes:

(1) el tipo de energía utilizada durante la producción,(2) la escala de las actividades productivas, (3) el gradode autosuficiencia de la unidad productiva rural, (4) sunivel de fuerza de trabajo, (5) el grado de diversidad [...](6) su productividad ecológica o energética, (7) su nivelde productividad del trabajo, (8) el tipo de conocimien-tos empleados [...] y (9) la visión del mundo [...] comocausa invisible u oculta de la racionalidad productiva(Toledo, Alarcón y Barón, 2002: 37�38).

González de Molina (1994) señala que la agricultura indus-trializada constituye en la actualidad una de las fuentes másimportantes para crear problemas ambientales, sociales yculturales. La relación más o menos armónica que existíaentre la naturaleza y las culturas locales se ha visto sumamen-te perturbada por la introducción de técnicas intensivasorientadas hacia la maximización rápida de la ganancia.En el presente, los impactos ambientales de la agriculturaindustrializada se observan en la producción de alimentoscon residuos tóxicos y riesgosos, la contaminación de aguasy suelos, la salinización y sobrexplotación de acuíferos, laerosión y el deterioro de la fertilidad de los suelos, la pérdi-da de la biodiversidad y de la diversidad genética, ladeforestación y la desaparición de especies y variedadesdiversas.

Si bien la agricultura industrializada ha logrado in-crementar de forma temporal los rendimientos de algunoscultivos a costa de los recursos naturales, esto no se ha refle-jado en un aumento de la calidad de vida de los habitantesdel medio rural, ni ha servido para mitigar el hambre en elmundo, por el contrario, a medida que se extiende la agricul-tura industrializada en el planeta se intensifica la margi-nación de las culturas rurales, al tiempo que la pérdida dela autosuficiencia y la diversidad abren camino al aumentodel hambre y la desnutrición. Como ejemplo baste señalar

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que en América Latina 80% de los indígenas viven en po-breza extrema, en tanto que 47% de los pobres se ubicabaen el campo, en 1984, pero ocho años después la cifra al-canzó al 51% de la población rural (Rubio, 2001).

Los impactos culturales de la agricultura industrializaday su estrategia de homogeneizar los ecosistemas naturalestambién tienen la idea de modernizar a aquellas culturascampesinas e indígenas con otras racionalidades produc-tivas y ecológicas, por medio de programas de desarrollo.El resultado de estas acciones ha sido la ruptura de laseconomías familiares y de las estructuras comunitarias,que a su vez ha provocado una migración masiva del mediorural a las ciudades. Así, desde esta perspectiva de de-sarrollo, además se asiste a la desaparición acelerada dediversas culturas milenarias y a la homogeneización cul-tural del planeta.

Estos procesos de desarrollo rural y la agricultura indus-trializada han ocasionado una compleja crisis global quepone en riesgo a las poblaciones rurales y a los ecosistemasnaturales, razón por la que han sido cuestionados por dife-rentes actores sociales. La crisis, sin embargo, no es unasituación aislada sino que refleja con claridad el estado crí-tico del proyecto civilizatorio occidental.

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83Los ecosistemas naturales son trasformados en espaciosrurales, por medio de las actividades productivas que reali-zan las sociedades rurales. Tanto a nivel mundial, como en elcaso de México, la gran mayoría de estos habitantes son cam-pesinos e indígenas, quienes junto con sus familias son acto-res sociales centrales en los procesos de desarrollo rural.

El campesinado sólo existe como un proceso, es decir, en sucambio, donde las diferencias regionales reflejan además sushistorias diversas. Sin embargo, es posible encontrar un tipogeneral de acuerdo con cuatro elementos comunes a las socie-dades campesinas. El primero es la granja familiar comounidad básica de una organización multidimensional; el se-gundo es el cultivo de la tierra como el medio principal parasatisfacer la mayor parte de sus necesidades de consumo; eltercero es una cultura construida con base en la forma devida de comunidades pequeñas, y el cuarto es la domina-ción ejercida por externos (Shanin, 1979).

Un segundo nivel de análisis es el referido a la comuni-dad.

[La comunidad campesina] es una población habitada(o principalmente habitada) por familias que trabajanen explotaciones campesinas [...] Una de las caracterís-ticas fundamentales de la comunidad aldeana, a saber,[son] los fuertes vínculos sociales basados en los con-tactos personales, reforzados por el parentesco, el origen

Campesinos

Movimientossociales rurales

Capítulo VI

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común y la homogeneidad social, es asimismo un rasgocaracterístico que deriva del modo de explotación cam-pesino (Galeski, 1977: 145).

La comunidad campesina desempeña una función socialprincipal como fuente de un sistema vinculante de normasy valores, como grupo de referencia que define la posicióndel individuo y la familia, así como factor esencial en laasimilación social de la generación joven. Para Gonzálezde Molina y Sevilla (1992), la comunidad es el núcleo bási-co de las relaciones sociales establecidas entre los gruposdomésticos que la integran. Así, la dimensión comunitariade solidaridad como formas múltiples de ayuda mutua tam-bién es un elemento central en la caracterización de los gru-pos domésticos campesinos.

Un tercer nivel es el de la familia campesina como launidad básica de producción de las comunidades agrariasy, en ese sentido, posee una lógica específica al manejarrecursos, limitaciones y posibilidades en función de sus ob-jetivos de producción y reproducción y de acuerdo con susconocimientos propios (Galeski, 1977: 110�114). Vale lapena mencionar, aunque sea de forma breve a Chayanov ysus aportaciones al funcionamiento de la unidad económi-ca campesina, pues demostró como esta responde a unalógica diferente a los postulados de la economía de merca-do. Para Chayanov: �La composición familiar define loslímites máximos y mínimos del volumen de sus actividadeseconómicas� (1974: 101). Por lo tanto, la fuerza de trabajode la unidad económica doméstica está determinada por ladisponibilidad de miembros capacitados en la familia, yentonces existe una alta correlación entre el número de per-sonas en la familia, la superficie cultivada y el volumen dela actividad.

A partir de estos tres niveles de acercamiento: las so-ciedades, las comunidades y la familia es posible señalarque el campesinado mantiene una relación de dependen-cia con el resto de la sociedad, en términos económicos,culturales y políticos (Wolf, 1982). Un campesino producebásicamente para su conservación y la de los suyos, asícomo para mantener asegurada su producción y sus consu-

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mos futuros �fondos de reemplazo�; sin embargo, partede su producción se debe destinar a mantener sus relacio-nes sociales, de parentesco y religiosas �fondo ceremo-nial. Además, el campesino se ve sometido a relacionesasimétricas de poder, en el sentido de que tiene la obliga-ción de producir más allá de los fondos de reemplazo y ce-remonial, debido a la extracción que en forma de renta lehace la sociedad externa. Shanin define al campesinadocomo:

[...] pequeños productores agrícolas que, con la ayudade equipo sencillo y el trabajo de sus familias, producensobre todo para su propio consumo y para el cumplimien-to de sus obligaciones con los detentadores del poderpolítico y económico. Tal definición implica una rela-ción específica con la tierra, con la granja familiar cam-pesina y con la comunidad aldeana campesina, comolas unidades básicas de la interacción social (1979: 215�216).

Desde la perspectiva de Toledo (1994), es necesario incluiren el concepto de campesinado al menos tres dimensionesde la realidad que interactúan con los factores sociales y eco-nómicos: la ecológica, relacionada con el tipo de ecosiste-mas que la unidad productiva campesina se apropia; la cul-tural, ligada sobre todo a los conocimientos y cosmovisionesque los campesinos ponen en acción, y la energética, cen-trada en los tipos de energía empleados en la producción.Toledo define al campesino �[...] como el poseedor de unfragmento de naturaleza del cual se apropia de manera di-recta y a pequeña escala, con su propio trabajo manual,teniendo como fuente fundamental de energía la de origensolar y como medio intelectual para la apropiación, sus pro-pios conocimientos y creencias� (1994: 24). Tal apropiaciónconstituye su ocupación exclusiva o principal, a partir de laque consume de primera mano, en todo o en parte, los frutosobtenidos, satisfaciendo con estos, de manera directa o me-diante su intercambio, las necesidades familiares.

La idea central de Shanin de que el campesinado existesólo como un proceso lleva a señalar algunas consideracio-

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nes acerca de sus reacciones ante el entorno actual. Así,para Sevilla y Sevilla (1984: 95), los campesinos se hanvisto sometidos a unos procesos de cambio que exigen for-mas de readaptación respecto a las características vincu-ladas al pequeño mundo rural. El proceso global que en laactualidad, y como consecuencia de una �economía mun-do� consolidada están experimentando los campesinos, hadeterminado una ampliación de su ámbito de percepcióndel universo social de su comunidad hasta abarcar con ma-yor realismo la complejidad del sistema social en que estáninmersos.

La condición campesina no es reiteración sino mudan-za, es decir, un modo específico de cambiar. Al analizar elcaso de los campesinos en México, Armando Bartra señalaque �En un país como el nuestro, de tradición indígena yreciente pasado agrarista, el campesino es una célulasocioeconómica �la unidad doméstica� pero también untejido social más extenso cuyo centro de gravedad es lacomunidad agraria� (1998: 11). El campesino no es puesla persona o la familia sino ese entramado de relacioneseconómicas, sociales y culturales, cuyos nudos son la co-munidad, el gremio agrícola, la región y el barrio de migrantesen las ciudades. El núcleo duro de la sociabilidad campesi-na aún está en la comunidad agraria, pero su mundo ya notermina a las orillas de la aldea, en virtud de que sus rela-ciones se extienden por la región, recorren el país, cruzanlas fronteras nacionales.

Según se remarcó en el capítulo I, el proyecto modernizadortiene entre sus principales rasgos el predominio de la cien-cia convencional, así como la exclusión y el desprecio porotras formas culturales y de conocimiento, sobre todo si esasculturas provienen de sectores sociales considerados comoatrasados y condenados a desaparecer, tal y como sucedecon los campesinos e indígenas. Toledo afirma �[...] quebajo la influencia de la ideología, generada por los efectosde la civilización occidental, el campesinado ha sido siem-pre un sector atrasado, arcaico, ignorante e improductivo,al que hay que desaparecer de la faz de la Tierra, para alcan-

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culturacampesina

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zar la modernidad rural� (1992: 72). De esta manera, du-rante décadas los ejércitos ilustrados de la civilización con-temporánea han llegado siempre a los escenarios ruralespara enseñar, educar, tecnificar, desarrollar o modernizarlas formas productivas y el uso de los recursos naturales.

De acuerdo con Toledo (1991), todos olvidaron que loscampesinos y sus familias son actores sociales capaces degenerar y trasmitir conocimientos, de acumular experien-cia, de inventar e innovar en su eterna labor de obtenerbienes de la naturaleza. Junto con esta omisión también seborró el hecho de que estos productores rurales perteneceno pertenecieron a culturas arraigadas durante mucho tiem-po a tales escenarios y que por lo mismo son poseedores deuna larga historia de relación con la naturaleza y sus recur-sos. Esta supresión �[...] no ha sido sino una imposiciónmás de una civilización dominante, empeñada en destruircualquier vestigio de modelos civilizatorios diferentes al suyo�(Toledo, 1991: 1).

La cultura está integrada con la producción y con lanaturaleza como los tres dominios inseparables de la reali-dad ecológico�social. De este modo, se consideran comoparte fundamental de las culturas rurales los medios intelec-tuales que el campesino utiliza durante su apropiación delmedio natural, lo cual incluye tanto las formas de conoci-miento de los ecosistemas que se apropia �componentes,procesos y usos�, como las concepciones que estos gru-pos humanos tienen de la naturaleza. Hay un rasgo culturalcomún a las diversas sociedades campesinas e indígenasque según Toledo (1991) atañe a la visión que estos gruposhumanos tienen sobre la naturaleza, pues mientras que elproductor rural moderno visualiza al medio natural desdeuna perspectiva esencialmente pragmática y racionalista,dado que reconoce a la naturaleza como una entidad sepa-rada de lo social y como una reserva potencial de riquezaeconómica �recursos�, el campesino la percibe como unmosaico de vivencias, polivalente y multidimensionable. Sila primera es una visión de carácter moderno y occidental,es decir, gestada a partir de la revolución industrial y cientí-fica que se originó en Europa, la segunda hunde sus raícesen el pasado más remoto de la humanidad y se nutre de

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cosmovisiones en las que lo objetivo y lo subjetivo no sondimensiones separadas sino amalgamadas.

Existe otro rasgo cultural de carácter cognoscitivo:

El empleo por parte de los campesinos de un conoci-miento ecológico de carácter local o regional, histórica-mente acumulado. Ello permite distinguir un conocimien-to campesino sobre la naturaleza de sentido diacrónico,es decir, transmitido de generación en generación, du-rante cientos de años, aunque espacialmente limitado yde carácter generalmente oral (Toledo, 1991: 23).

Los movimientos contemporáneos de campesinos e indíge-nas plantean la defensa de la naturaleza, pues sin esta lasculturas rurales pierden su profundidad y fortaleza, pero tam-bién proponen un proyecto civilizatorio alternativo al moder-no en el que las relaciones con el medio natural se fundamen-ten desde otras perspectivas. Para Toledo (1992), en estosnuevos movimientos la trasformación de la naturaleza enobjeto y sujeto de la lucha política conlleva un salto ideoló-gico que restablece la presencia de elementos que operancomo la fuente primaria de todo el proceso de producción,además recupera una dimensión fundamental de la culturacampesina y, por último, inserta las movilizaciones de uncreciente número de actores sociales a escala planetaria.

Asimismo, la defensa de la naturaleza toma la forma deuna demanda política concreta: la protección de la cultura,pues según Toledo (1992), no se trata sólo de alcanzar laautogestión económica, por medio del establecimiento deformas de producción respetuosas de los procesos natura-les, sino de llegar a ese estado con los elementos que for-man parte de la propia cultura. Así, las cosmovisiones indí-gena y campesina encajan sin problemas en la demandaglobal de realizar una apropiación ecológicamente correc-ta de los recursos naturales.

Dado lo anterior, los movimientos campesinos e indíge-nas proponen un proyecto civilizatorio alternativo al desa-rrollo modernizador que retoma los aspectos culturales yecológicos más relevantes para enriquecer los procesos debúsqueda. Al situarse como parte de una lucha generaliza-

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da por la supervivencia de lo humano y su entorno, se vuel-ven parte de un movimiento mucho más amplio y globalque busca caminos alternativos desde la sustentabilidad eincluye una gama diversa de movimientos sociales. De estamanera, sus luchas locales participan en las contiendasglobales por la defensa de los recursos naturales y la espe-cie (Toledo, 1992).

Así, en una curiosa paradoja, �Los campesinos e indíge-nas, despreciados y condenados por la civilización moder-na �ahora en crisis�, con sus cosmovisiones, sus hábitoscomunitarios, su fuerza espiritual y sus culturas, son una partesustancial de las fuerzas emancipadoras que promueven elcambio civilizatorio que la humanidad requiere� (Toledo,1992: 83). Para el caso de Latinoamérica y en concreto deMéxico, las culturas indígenas y campesinas, como agentesde una matriz civilizatoria diferente, están llamadas a jugarun papel central del lado de las fuerzas que luchan por lasupervivencia de la especie. Su contribución es múltiple, yaque para defender su cultura están obligados a proteger lanaturaleza, y al realizar esta doble función garantizan, a es-cala local, la autogestión política y económica de sus comu-nidades y, en el ámbito global, su aporte solidario con elresto de los seres que forman la especie humana.

Los movimientos sociales contemporáneos suceden en uncontexto, donde el desarrollo modernizador, en especial suetapa neoliberal, tiene un gran peso que se extiende pormuchos territorios del planeta, al abarcar a buena parte delos seres humanos. El neoliberalismo es dominante y seencuentra presente en las actividades económicas, en losdiscursos y las acciones políticas, en los medios de comu-nicación y en distintos ámbitos de la vida cotidiana. En elplano ideológico se estructura a partir del pensamiento úni-co, que como se mencionó con anterioridad, postula comofundamentos el fin de la historia y el triunfo del mercado, alasumirse como el único camino posible para el desarrollode las sociedades. De este modo, los movimientos socialesse enfrentan al reto de construirse en un contexto adverso,donde el peso y la prevalecencia del pensamiento domi-

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nante es un factor de desmovilización y desánimo entre losciudadanos ante la dimensión de la tarea.

El contexto actual también se caracteriza por la natura-leza compleja de la crisis de la modernidad, que incluyeaspectos ecológicos, económicos, sociales, culturales y hu-manos y que en su conjunto constituyen un entramado deinterrelaciones difíciles de identificar con claridad. De talsuerte que los problemas de los distintos grupos sociales nosólo son económicos, ecológicos o políticos sino más bienresponden a una compleja red de causas, que además re-basa ampliamente los límites espaciales de estos grupos yva más allá de su composición de clase, etnia o género. Losmovimientos sociales se construyen entonces intentando fi-jar una visión amplia de la problemática en su conjunto, ypara ser coherentes buscan articular las distintas deman-das de los diversos grupos sociales atendiendo a puntos deconfluencia comunes.

Otro elemento del contexto en el que se gestan los movi-mientos sociales viene dado por el descrédito y el escepti-cismo que la democracia representativa y sus componenteshan generado entre los ciudadanos. El papel que juegan lospartidos políticos, los sindicatos y las organizaciones políti-cas es puesto cada vez más en cuestión ante su incapacidadpara resolver las demandas de la sociedad que, a su vez,intenta tener mayores niveles de participación en las deci-siones sobre el desarrollo. Los movimientos sociales tienenante sí el desafío de imaginar y practicar nuevas formas degestión política que se orienten hacia formas de democraciaparticipativa, local y descentralizada, para que respondan alas necesidades de los distintos actores sociales y reviertanel escepticismo actual ante el hacer político, buscando jus-tamente otras formas de organizar a la comunidad.

Estos movimientos se generan en un contexto complejoy novedoso que plantea enormes retos, así como la búsque-da continua de alternativas ante la crisis actual. De acuer-do con Touraine, los movimientos sociales son, por un lado,una lucha por el poder y, por otro, el combate por una vi-sión de la sociedad y del mundo. Por eso los movimientossociales defienden un modo de uso social de valores mora-les en oposición al que trata de imponer su adversario so-

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cial (1998: 100�104). Referencias morales y conciencia deun conflicto con un adversario social son las dos caras in-separables de los movimientos sociales. Estas referenciasmorales no se pueden confundir con el discurso de las rei-vindicaciones materiales �porque estas procuran modifi-car la relación entre costos y beneficios�, en virtud de queel discurso moral de los movimientos sociales hablade libertad, de proyecto de vida, de respeto a los derechosfundamentales, es decir, cuestiones que no se pueden redu-cir a ganancias materiales o políticas.

Según Touraine (1998), los movimientos sociales son unesfuerzo por unir la lucha contra unos enemigos siempreamenazantes y por defender los derechos sociales y cultu-rales, esfuerzo que nunca alcanza su meta por completo, demodo que los movimientos son siempre fragmentarios y lle-nos de contradicciones. Es fundamental entonces el papelde la sociedad civil, entendida como el vínculo de las ac-ciones colectivas en pro de la liberación de actores y movi-mientos sociales, pues está contra el funcionamiento de laeconomía dominada por la ganancia y la voluntad políticade dominación. Siguiendo a Touraine, los movimientos so-ciales son un conjunto cambiante de debates, tensiones ydesgarramientos internos, donde conciencia, recreaciónestética, estrategia política y solidaridad de base se mez-clan, relacionan y articulan, sin la formulación de un mensajedoctrinario y político, sino ante todo ético (1998: 100�104).

En este libro se ha discutido cómo el proyecto civilizatoriooccidental se orienta hacia la modernización de las cultu-ras campesinas e indígenas y a la industrialización de losespacios rurales como paso inevitable hacia el desarrollo.Los impactos sociales, ecológicos, culturales y económicosde este desarrollo han sido muy graves para la poblaciónrural del mundo que a través de la historia ha realizadodiversos procesos que combinan resistencia, movilizacióny rebelión para defender sus formas de vida. Los tiemposrecientes han sido testigos de la emergencia de actores ymovimientos sociales campesinos e indígenas, tanto enMéxico como en América Latina y el mundo, que en susdemandas y estrategias presentan innovaciones relevantesrespecto a las formas de movilización y organización y que

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desde una perspectiva global intentan articularse para cons-truir caminos alternativos al desarrollo rural de corteneoliberal.

Los campesinos a lo largo de la historia han desempeñadoun papel relevante en las trasformaciones sociales y en laactualidad mantienen un importante peso político, económi-co y cultural en el mundo, en especial, en los países del hemis-ferio sur. Las sociedades campesinas han sido destacadosactores políticos y participantes directos en las principalestrasformaciones sociales y políticas. Eric Wolf (1982) mues-tra en forma clara el decisivo rol que han desempeñado enlas revoluciones del siglo XX, al analizar en detalle los casosde México, Rusia, China, Vietnam, Argelia y Cuba. Para elcaso de América Latina, Huizer (1980) aborda en profundi-dad el potencial revolucionario de los campesinos y documen-ta cómo en diferentes contextos han tenido, y continúan te-niendo, plena vigencia como actores políticos trasformadores.Una breve revisión de los principales movimientos socialeslatinoamericanos, desde la época colonial y las rebeliones deindios, pasando por las luchas de independencia hasta lostiempos actuales, revela la presencia campesina e indígenaen las movilizaciones sociales.

El proyecto modernizador y sus estrategias �industriali-zación de la agricultura y mercantilización de las economíascampesinas� ha tenido impactos devastadores en las cul-turas rurales, en sus organizaciones comunitarias y en susrecursos naturales. Esta situación se ha agudizado en laetapa neoliberal, pues se han intensificado los procesos demodernización del campo en todo el mundo, pero de unamanera más grave en los países del sur, donde además noexisten los mecanismos estatales de protección y subsidio alos campesinos. A partir de los resultados obtenidos estoscuestionan al proyecto modernizador y, por tanto, a la in-dustrialización y la urbanización como objetivos del desa-rrollo.

Los movimientos campesinos recientes proponen unanueva relación entre la agricultura y la naturaleza, valoradadesde otras racionalidades económicas, pero también su-

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gieren una nueva vinculación entre el campo y la sociedadurbana en la que las culturas rurales y sus formas de vidasean reconocidas y aceptadas. Los movimientos campesi-nos son de naturaleza muy diversa y sus demandas con-templan una amplia gama de aspectos como tierra, merca-dos, precios, créditos o protección ecológica. Sin embargo,y más allá de esta diversidad, coinciden en la búsqueda demantener su identidad cultural como campesinos, por me-dio de formas de organización y producción que les permi-tan continuar siendo culturas rurales.

En esta búsqueda, los movimientos campesinos han ex-perimentado cambios en sus estrategias y después de for-mar parte orgánica de organizaciones políticas y partidos,en la actualidad sus esfuerzos se orientan a establecer arti-culaciones con movimientos sociales de muy diferentes ti-pos �ecologistas, de consumidores, indígenas, urbanos,organizaciones no gubernamentales�, con la perspectivade construir acuerdos comunes y, a partir de estos, ampliarsu fuerza política en las ciudades. Además, han iniciadotrabajos de relación con movimientos similares en otraspartes del mundo que les han servido para constituir redesy organizaciones que actúan en un ámbito global.

Un ejemplo de los movimientos actuales es Vía Campe-sina, una instancia global de agricultores formada por 69organizaciones de 37 países de los cinco continentes, quevan desde la Confederación Campesina de Francia hasta elMovimiento Sin Tierra de Brasil. Vía Campesina ha inser-tado de nuevo la cuestión rural en el debate públicointernacional y viene defendiendo a la agricultura como unelemento central en las estrategias de desarrollo rural. Estainstancia propone la integración productiva de los campe-sinos, así como la autosuficiencia y soberanía alimentaria,además exige la renegociación de los acuerdos comercia-les, el control social de las empresas agroalimenticias, elfreno a las importaciones de trasgénicos y el fortalecimien-to de la economía familiar campesina. También cuestionade forma amplia a la Organización Mundial del Comercio(OMC) y sus políticas neoliberales en el sector rural. De igualforma ha participado de manera activa en las redes inter-

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nacionales por una globalización alternativa en Seattle,Génova y Porto Alegre (Bové y Dufour, 2001).

Vía Campesina defiende la libertad de los pueblos a ele-gir sus alimentos y su cultura, pues desde su perspectiva laagricultura no es un sector aparte ni se puede reducir a unamera actividad productiva. Los hábitos de consumo, la ca-lidad de los alimentos, la gastronomía, la identidad culturaly el vínculo social dependen de la agricultura y conformanlo agrocultural, por tanto, el porvenir de los campesinos esindisociable del futuro del resto de los ciudadanos. �[...] laagricultura se ha convertido en un motor de cambio, por-que ni el mundo ni los seres humanos podemos ser tratadoscomo simples mercancias� (Bové y Dufour, 2001: 18).

Los pueblos indígenas conforman, junto con los campesi-nos, la mayoría de los productores rurales del mundo y sonlos pobladores originarios de los territorios, pues sus cultu-ras han habitado estos espacios durante muchas generacio-nes. De acuerdo con Toledo (2000), varios criterios definena los pueblos indígenas: son descendientes de los habitan-tes originales de un territorio sometido por conquista; sonpueblos agrarios que trabajan como agricultores, pastores,cazadores, recolectores, pescadores y artesanos, que adop-tan una estrategia de uso múltiple de la naturaleza; practi-can una forma de producción rural a pequeña escala, in-tensiva en trabajo, con pocos excedentes y necesidadesenergéticas bajas; no tienen instituciones políticas centrali-zadas sino comunitarias que funcionan con base al con-senso; comparten lenguaje, religión, creencias, valores mo-rales, vestimentas y otras características identitarias, asícomo la relación con un terreno particular; tienen unacosmovisión de respeto hacia la tierra y los recursos natu-rales, basada en un intercambio simbólico con el universonatural; viven subyugados por una cultura y una sociedaddominantes y se componen de individuos que subjeti-vamente se consideran a sí mismos como indígenas.

Los movimientos indígenas en América son el resultadode dilatados procesos de lucha, que desde la invasión euro-pea han mantenido los pueblos originarios en demanda del

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respeto a sus culturas, a sus derechos y a sus territorios. Sinembargo, es más reciente la estrategia de los movimientosindígenas para articularse entre ellos y a partir de ahí rela-cionarse con otros movimientos sociales en el contexto deluchas más amplias, como por ejemplo en contra del proyec-to civilizatorio occidental y sus consecuencias. Este proyectoha sido durante siglos la causa principal de la destrucción delas culturas indígenas en todo el mundo, y al intensificarse suprofundidad y alcance durante esta etapa neoliberal sus im-pactos sobre los pueblos originarios han sido aún más dramá-ticos. En la actualidad, los indígenas son los más pobres ymarginados, sus culturas están desapareciendo rápidamen-te y sus espacios naturales se degradan en forma acelerada,mientras los estados nacionales se empeñan en modernizarlospara integrarlos al desarrollo.

Estos movimientos, al cuestionar el proyecto occidental,someten a la discusión pública la necesidad de considerardistintas alternativas de crecimiento y fortalecen la idea deque la diversidad cultural es en sí una riqueza que la huma-nidad en su conjunto debe conservar y favorecer. Además,proponen la construcción de proyectos civilizatorios alter-nativos que consideren sus conocimientos, sus prácticas y,de manera especial, sus formas de relación entre cultura ynaturaleza, pues estas han demostrado a lo largo del tiem-po que pueden ser más sustentables que en las sociedadesmodernas, así como que resultan de gran relevancia en laactual crisis ecológica.

La diversidad de las demandas de los movimientos indí-genas es muy amplia y está estrechamente vinculada conlos contextos particulares de cada pueblo indio, sin embargo,según De la Peña (1998), se pueden agrupar en los siguien-tes grandes temas: el territorio comunitario inalienable; lavigencia de las formas propias de gobierno y derecho con-suetudinario; el establecimiento de territorios e institucio-nes multicomunitarias regionales, el respeto a sus lenguas yotras expresiones culturales; el apoyo a los sistemas de pro-ducción comunitarios y a las formas locales de protecciónal medio ambiente, y la participación en las propias institu-ciones centrales de un estado pluricultural y pluriétnico.

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Desde esta posición, estos movimientos han ido in-crementando las articulaciones entre ellos y han ido constru-yendo agendas comunes de demandas y reivindicaciones,más allá de la dimensión local, para atender una perspecti-va más global que conlleva el establecimiento de redes yorganizaciones nacionales, continentales e internacionales.Esta estrategia ha caminado en forma paralela a la construc-ción de relaciones con diversos movimientos sociales �cam-pesinos, ecologistas, organizaciones no gubernamentales,ciudadanos urbanos� en torno a aspectos compartidos, per-mitiendo difundir de manera más amplia sus planteamien-tos y abrir mayores espacios de participación social y políti-ca.

A manera de ejemplo vale la pena referirse al caso de losindígenas de Chiapas, organizados en el Ejército Zapatistade Liberación Nacional (EZLN), pues este movimiento reco-ge la larga tradición de resistencia de los indígenas mayas y,desde sus formas de organización cultural, construye unafuerza ética que cuestiona a fondo el proyecto neoliberal delgobierno mexicano y la racista indiferencia de la sociedadmexicana. Los indígenas zapatistas decidieron manifestar-se ante la puesta en marcha del Tratado de Libre Comerciofirmado con Estados Unidos y Canadá, que significa unagrave amenaza contra la economía campesina del país. Lasreivindicaciones de los indígenas han movilizado la solida-ridad y el apoyo activo de una gran diversidad de organiza-ciones y movimientos, a escala nacional e internacional,que han impedido la represión abierta del estado mexicano.Los zapatistas también han lanzado una serie de novedosaspropuestas políticas, desde una perspectiva global, que su-gieren maneras alternativas de gobernarse y desarrollarsepara hacer frente al neoliberalismo y que han demostradola potencialidad de los movimientos indígenas para el dise-ño social de proyectos civilizatorios alternativos.

En los procesos por encontrar alternativas al desarrollomodernizador, el ecologismo ha jugado un papel fundamen-tal en su crítica a los impactos ambientales y humanos delas sociedades industrializadas, y en ese camino han en-

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contrado múltiples coincidencias con los campesinos e in-dígenas que defienden sus hábitats y sus culturas. SegúnLeff, el ecologismo �[...] replantea las formas de incorpora-ción de la población a la vida económica y política, me-diante la distribución del poder y de la riqueza, la propie-dad de la tierra y los medios de producción, el acceso yapropiación de los recursos naturales� (1994: 393). Así,este movimiento promueve la participación democrática dela sociedad en el aprovechamiento de sus recursos produc-tivos, tanto de los actuales como de los potenciales, parasatisfacer las necesidades y aspiraciones de las mayoríasque pueblan el mundo actual, así como para asumir uncompromiso con quienes lo habitarán en el futuro. El ecolo-gismo promueve nuevos estilos de desarrollo, orientados porprincipios de descentralización económica, autogestión pro-ductiva, diversidad étnica y calidad de vida.

Con estos planteamientos, los movimientos ecologistasproponen alternativas al desarrollo neoliberal dominante,intentando encontrar salidas a la crisis ambiental global y,por tanto, a la crisis de la modernidad, al ubicar el debateen sus causas más profundas �las relaciones entre socieda-des y naturaleza. Estos movimientos tienen en consecuenciauna composición transectorial y trasclasista y sus deman-das adquieren dimensiones globales, orientándose hacia laconstrucción de una conciencia de especie como el puntode encuentro de proyectos de desarrollo alternativos.

Un ejemplo es el movimiento iniciado por Chico Mendescon los serengueiros en Brasil, que en su lucha por defen-der el Amazonas y la conservación y el manejo local de lanaturaleza puso en evidencia el carácter global de la depre-dación de los recursos naturales y los intereses de gobier-nos y empresas trasnacionales. También demostró comoestos esfuerzos de resistencia mantienen puntos de encuen-tro con otros movimientos en el mundo, permitiendo de estamanera articulaciones sociales de presencia global e incor-porando a muy diversos actores locales, nacionales y mun-diales.

Los movimientos ecologistas son una realidad y, a pesarde sus diversos tipos y diferentes formas de organización,aparecen como movimientos sociales de gran relevancia y

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potencialidad. Según Leff, el movimiento ecologista enAmérica Latina se encuentra �[...] constituido por agru-paciones dispersas que muestran una débil identidad, co-hesión y continuidad así como la falta de una estrategiaeficaz frente al poder hegemónico del Estado y al orden eco-nómico mundial� (1994: 392). Sin embargo, en el espaciode marginación, segregación y exclusión que produce laactual racionalidad económica y el poder centralizado, es-tos nuevos protagonistas sociales han poblado la escenapolítica, demandando formas autogestionarias de organi-zación que rebasan a los partidos políticos y contribuyen ala emergencia de una nueva cultura política y de proyectosalternativos de desarrollo.

Otro movimiento social de reciente aparición y una cre-ciente presencia en el entorno global son las organizacio-nes no gubernamentales. Si bien estas han adquirido espe-cial relevancia como una reacción ante la desconfianza eineficiencia de los gobiernos y los partidos tradicionales, sucrecimiento se debe fundamentalmente a su capacidad paraactuar como espacios de encuentro entre diversos actoresde la sociedad civil, quienes buscan formas más autogestivasy participativas de organizarse para sus proyectos de de-sarrollo. Las organizaciones no gubernamentales se vanconstruyendo como una red de relaciones entre ciudada-nos, quienes comparten sueños y preocupaciones, así comouna actitud de intervenir en los problemas de su tiempo.

Estas organizaciones aglutinan una amplia diversidadde temáticas, ámbitos, actores y espacios, y entonces resul-ta difícil encontrar un concepto que abarque dicha diversi-dad. Para efectos de este libro se integraron en este términolas llamadas organizaciones de base, las organizaciones deapoyo a bases, las organizaciones de desarrollo y las distin-tas redes que se forman entre ellas, sea a escala local, na-cional o global. Resulta relevante incluir también a las or-ganizaciones y movimientos de solidaridad y cooperación,que se generan desde iniciativas ciudadanas y que suelentener afinidades con el pensar y el hacer de las organizacio-nes no gubernamentales.

Organizaciones nogubernamentales

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El movimiento de este tipo de instancias ha ido constru-yendo caminos alternativos al desarrollo y su participaciónes especialmente relevante en aspectos como los derechoshumanos, las etnias, el género, el medio ambiente, el desa-rrollo rural y la economía social. En este quehacer se hanencontrado con las organizaciones campesinas e indíge-nas y han desempeñado un papel importante acompañan-do a las experiencias locales y de base. Estas experienciasson innumerables en distintas partes del mundo y represen-tan un cuestionamiento directo a los gobiernos, pues hansido capaces de generar, con reducidos recursos financie-ros y humanos, resultados e impactos favorables a las mayo-rías, en abierta contradicción con los planes de gobierno.

La situación anterior replantea a fondo las relacionesentre estados y ciudadanos y pone en tela de juicio las for-mas de gobierno del desarrollo modernizador. El debate seextiende hacia cuestiones como la autonomía, la descen-tralización y la autogestión, en la perspectiva de incentivardemocracias mucho más participativas que signifiquen unaalternativa al actual sistema representativo, en el que lasdecisiones sobre el desarrollo de las sociedades, así comoel uso y la distribución de los recursos son ajenas en sutotalidad a las ciudadanos.

Una vez discutidos algunos de los elementos más importan-tes de los movimientos sociales se presentan aquellos ras-gos comunes que son más relevantes. El primero se refiereal cuestionamiento que hacen del proyecto civilizatoriomodernizador y sus procesos de desarrollo rural. Este plan-teamiento es sobre todo ético y se realiza desde diferentesperspectivas, socavando los fundamentos del modelo de cre-cimiento dominante. De esta manera, los ecologistas cues-tionan las relaciones entre las sociedades y la naturaleza,mientras que las organizaciones no gubernamentales pro-ponen formas alternativas de gestión del desarrollo. Por suparte, los indígenas cuestionan la matriz cultural del pro-yecto modernizador y proponen la diversidad cultural comouna opción, en tanto que los campesinos a su vez deman-dan una reconsideración de la vida rural y comunitaria en

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oposición a la industrialización de la naturaleza. Así pues,existe un rasgo común presente en estos movimientos so-ciales y se expresa en el rechazo al desarrollo dominante ya sus impactos ecológicos, sociales, económicos y cultura-les en el medio rural.

Otro rasgo consiste en la capacidad de los movimientoscampesinos e indígenas de formular propuestas viables dedesarrollo rural que pueden ser implementadas como políti-cas públicas. Los movimientos sociales del campo, a partirde sus experiencias locales, han sido capaces de aportarelementos relevantes para las estrategias de desarrollo ruraly también han mostrado capacidad de negociación y dis-cusión con las instancias internacionales en los foros globa-les. Entre los elementos comunes a las diferentes propuestasse encuentran los siguientes: el fortalecimiento de la agricul-tura familiar; la multifuncionalidad de las actividades agro-pecuarias; el acceso a la tierra y los recursos naturales; lapromoción de la cultura y la vida en el campo; la susten-tabilidad rural; el comercio justo, y la gestión local de losprocesos de desarrollo.

Hay un tercer rasgo presente que se refiere a la búsque-da de nuevas formas de relación entre estos movimientos yse expresa en articulaciones alrededor de acciones y deman-das comunes que van más allá del carácter clasista o terri-torial de los involucrados. Los movimientos sociales ruralesbuscan, desde lo local, organizarse en redes o instanciasorientadas hacia lo global y mantienen una distancia críticarespecto a los partidos y las organizaciones políticas con-vencionales. Un componente central de este rasgo consisteen la diversidad de actores, temas, estrategias, demandas yformas de organización que los constituyen. Esta diversi-dad, si bien refleja una sana pluralidad de movimientos ypropuestas, también ha ocasionado una amplia dispersióny ausencia de cohesión más allá de ciertas coyunturas. Lapresencia e importancia de este rasgo en los movimientossociales demanda la construcción creativa de estrategiasdiferentes que fortalezcan y potencien esta diversidad.

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101Las políticas agrícolas se diseñan e instrumentan en elcontexto de determinados modelos de desarrollo y su ope-ración corresponde a las nociones que sobre lo rural sonestablecidas en los proyectos civilizatorios.

Según Dufumier, las políticas agrícolas son �[...] aque-llas intervenciones destinadas a organizar las condicionestécnicas, sociales, económicas y ambientales de la produc-ción agropecuaria [y] expresan la voluntad política de orien-tar la agricultura de acuerdo a la correlación de fuerzas entreactores sociales vigente en las sociedades� (1990: 22; latraducción es del autor). Por tanto, el análisis de estas sedebe hacer en esos marcos contextuales que las originan yles otorgan sentido.

El neoliberalismo es en esencia la continuación del proyec-to civilizatorio occidental y, en ese sentido, conserva susrasgos fundamentales; sin embargo, presenta algunos ele-mentos novedosos �la globalización económica, el mer-cado, el papel del estado, el pensamiento único� para man-tener su hegemonía. A partir de estos elementos se analizanlas grandes líneas sobre las que se estructuran las relacio-nes entre el desarrollo neoliberal y el medio rural.

El cambio en la estructura productiva de los sectoresagropecuarios ha pasado de la producción preferente decultivos para el consumo interno a la producción para el

Neoliberalismoy medio rural

Cambios en laestructuraproductiva

Políticas agrícolas ydesarrollo rural

Capítulo VII

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mercado externo. Siguiendo a Appendini (1995), las políti-cas agrícolas se diseñaron para flexibilizar al sector agrope-cuario hacia producciones diversificadas y sumamente ren-tables, en contraste con los rígidos cultivos básicos, y sobreesta base se desarrollaron las producciones de ganado bovi-no, hortalizas, frutales y flores para el mercado externo. Es-tas políticas se han orientado hacia la especialización y lasventajas comparativas, incrementando de forma conside-rable la dependencia alimentaria del exterior.

La situación anterior es en especial drástica para aque-llos países que han reconvertido su sector agrícola hacia laexportación y, por tanto, tienen que recurrir a importacio-nes masivas de los productos básicos para consumo popu-lar que cada vez se alejan más de las posibilidades de lasmayorías, de acuerdo con Appendini (1995). Esta depen-dencia alimentaria también ocasiona la disminución de losmárgenes de autonomía política de estas naciones frente aquienes les venden los granos básicos.

Así, se camina hacia una nueva especialización entrepaíses, pues los más desarrollados protegen sus agriculturasy se dedican a producir y exportar granos básicos a lasnaciones del hemisferio sur, que son productores a su vezde artículos menos esenciales e importadores de alimentosbásicos. Esta modificación de la estructura productiva cam-bia los patrones de intercambio tradicionales entre países,al utilizar como criterio para definir la producción agrícolade una nación la demanda del mercado externo más que lasatisfacción de las necesidades alimentarias de la pobla-ción.

Sin embargo, en torno a este tema hay conflictos cons-tantes, dado que los países desarrollados y las organizacio-nes multilaterales presionan hacia una mayor liberalizaciónde la agricultura en el ámbito global, aunque al interior desus fronteras fomentan acciones de proteccionismo para susgranos y productos básicos. Dicha contradicción siempreestá presente en las negociaciones mundiales sobre el temay refleja las tensiones que el sector agrario genera por supapel estratégico en la seguridad alimentaria de las socieda-des.

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Los cambios en la estructura productiva de los sectores ru-rales están estrechamente relacionados con la irrupción enla agricultura de los nuevos agentes económicos de carác-ter supranacional: las empresas trasnacionales y los orga-nismos multilaterales. De acuerdo con McMichael, �Hoy,los alimentos se producen no tanto como mercancías nego-ciables en los mercados mundiales sino más como produc-tos de las relaciones de la agricultura mundial (�world farm�),donde las agroempresas integran las regiones de agroexpor-tación en relaciones globales de recursos (inputs y/o pro-ductos finales)� (1998: 125).

El actual funcionamiento de la agricultura global provie-ne tanto de la creciente dominación que los grandes com-plejos agroalimentarios imponen en los mercados masivosde consumo urbano, como del agresivo movimiento quetendente a su dominio persiguen los promotores de la globali-zación. La determinación de las políticas alimentarias, re-sultado de las presiones de estas empresas, surge de lautilización de la Organización Mundial del Comercio (OMC),el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial(BM) para desregular las políticas agrícolas y alimentariasen todo el mundo, desde la perspectiva de universalizar elmodelo de agricultura industrial del hemisferio norte, bajola bandera del libre mercado.

Los complejos agroalimentarios incluyen en sus proce-sos productivos desde el paquete tecnológico en los cultivospor contrato con los agricultores, pasando por la trasfor-mación y trasporte de los alimentos, hasta los supermerca-dos de consumo, según McMichael (1998). En estos com-plejos participan de diversas formas las grandes empresastrasnacionales, quienes controlan parcial o totalmente losprocesos. Las corporaciones se benefician de la liberaliza-ción y la desregulación, ya que premian la movilidad delcapital por medio de la reducción de los costosinstitucionalizados. Las compañías de alimentos, los co-merciantes de granos y la industria química utilizan a laOMC para hacer desaparecer de manera progresiva las pro-tecciones a la agricultura, eliminar la administración de laoferta y bajar precios mediante la exposición de los agricul-

Instanciasmultinacionales

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tores a los costos diferenciales de la mano de obra y la re-gulación ecológica.

Por medio de la reducción de apoyos a los precios, lasempresas organizan ventajas comparativas mundiales, ob-teniendo materias primas de una amplia variedad de regio-nes, que son incorporadas al mercado libre mundial, y reci-ben ganancias de los subsidios indirectos para exportacióna la agricultura de Estados Unidos y la Unión Europea. Loscomplejos agroalimentarios además ganan acceso a losnuevos mercados de consumidores, los que se forman aleliminar las protecciones al consumo y a las produccioneslocales.

La influencia de los complejos agroalimentarios �[...] so-bre las políticas agrícolas nacionales es una estrategia tantocomercial como productiva. Las compañías intentan captu-rar nuevos mercados a través de la compra directa de culti-vos y alimentos procesados o tratan de organizar directa-mente la producción agrícola� (McMichael, 1998: 151). Así,emergen nuevas formas de comercialización masiva de lasmercancías producidas bajo contrato en múltiples localida-des, en especial de frutas y hortalizas, impulsadas por el fe-nómeno del hipermercado. Esta relación contractual integraa los productores en una empresa esencialmente industrial,en la que las semillas híbridas se combinan con insumosquímicos. La coordinación global de sitios múltiples de pro-ducción para obtener productos frescos todo el año se lograpor medio de la tecnología de la información.

Las propuestas neoliberales respecto a las funciones delEstado han tenido un impacto crucial en la agricultura, unsector que por sus características propias ha figurado en laescena de la intervención gubernamental. En el contextoactual, las decisiones sobre políticas agrícolas rebasan demanera amplia a los estados nacionales y son tomadas pororganismos multilaterales, quienes atienden a las presionesde los países desarrollados y de las empresas trasnacionales.Estas políticas se reflejan, por ejemplo, en los programas deajuste de impuestos a las naciones con crisis económicacomo condición para otorgarles apoyos financieros.

Los estados y eldesarrollo rural

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Las nuevas políticas gubernamentales se basan en laprivatización económica, la inversión extranjera y la aper-tura comercial, junto con la disminución de los subsidios,del gasto público y el retiro del estado de los procesos deregulación y comercialización de la actividad agropecuaria.Estas políticas también incluyen cambios en las legislacio-nes agrarias y pretenden crear las condiciones para trasfor-mar el capital privado, nacional y extranjero en el principalagente de reactivación del sector agropecuario.

Teubal (1998) señala que entre las políticas agrícolas máscomunes se encuentra el fin de los subsidios, de los preciossostén o de garantía y de los créditos accesibles. Estas ac-ciones son acompañadas por abruptas medidas de liberali-zación arancelaria y aperturas al exterior que, en muchoscasos, imposibilitan a las agriculturas nacionales competircon productos internacionales sumamente subsidiados ensus países de origen �como es el caso de la Unión Euro-pea y Estados Unidos. Además, el crédito se hace caro ylos agricultores se enfrentan con precios cambiantes e ines-tables. Asimismo, se reducen los recursos públicos destina-dos a la asistencia técnica y la extensión, a la investigacióncientífica y tecnológica, así como a la inversión eninfraestructuras.

En América Latina, las reformas a la agricultura prece-dieron a la ronda de Uruguay del Acuerdo General sobreAranceles Aduaneros y Comercio (General Agreement onTariffs and Trade, GATT) y a los cambios en las políticasagrícolas europea y estadunidense, que se remontan a ladécada de los años ochenta del siglo XX. De acuerdo conFritscher, �[...] a raíz de la crisis de la deuda en los añosochenta, los países en desarrollo fueron conminados porlas agencias financieras internacionales (FMI y Banco Mun-dial) a emprender un proceso de ajuste en sus economías,que contenían desregulaciones, privatizaciones, la cance-lación de apoyos y subsidios estatales y finalmente la aper-tura comercial� (1998: 69). Esto significó en la práctica queel otorgamiento de nuevos préstamos se condicionaba a lapuesta en marcha de las reformas mencionadas, de tal for-ma que la globalización de la agricultura encontró en los

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países latinoamericanos un terreno ya preparado para suspolíticas.

Los estados nacionales, atendiendo a los dictados delpago de la deuda y de la reforma del mercado, están re-construyendo a las regiones rurales del hemisferio sur comoplataformas de la agroexportación. Los agronegocios pro-siguen con el proyecto neocolonial de socavar a los campe-sinos locales con importaciones de alimentos subsidiados yextienden la tecnología de la revolución verde a la produc-ción de nuevos cultivos de exportación. Así, la seguridadalimentaria nacional de los países del cono sur se convierteen dependencia de las regiones granero del mundo, es de-cir, de los países desarrollados (McMichael, 1998).

En capítulos previos se señaló cómo el desarrollo moder-nizador considera a la naturaleza una fuente inagotable derecursos y cómo la industrialización de la agricultura mues-tra con claridad la concepción que el proyecto civilizatoriooccidental tiene de sus relaciones con el medio ambiental.Sin embargo, y a pesar de la crisis ecológica de carácterglobal que eso ha provocado, la etapa neoliberal promuevela intensificación en el uso de los recursos naturales y pro-pone al mercado como el agente racionalizador de su uso.

Congruente con esta postura, el neoliberalismo sostieneque las agriculturas de todos los países se deben estructuraren torno a los postulados de la economía de mercado, puesesta garantizará la conservación y utilización a largo plazode los ecosistemas. Dado lo anterior, las formas comunita-rias y tradicionales de la economía rural no sólo son unobstáculo para el desarrollo moderno sino que además sonla razón del deterioro de la naturaleza y, por tanto, un impe-dimento para el equilibrio ecológico, entonces estos agri-cultores y campesinos deben ser incorporados a la econo-mía de mercado.

El desarrollo neoliberal se encamina a intensificar losprocesos de industrialización de la agricultura, y afirma suconfianza en las ciencias convencionales que proponen lo-grar la modernización, por medio de un uso masivo de lospaquetes tecnológicos surgidos a partir de la revolución

Relacionesentre

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verde y que en la actualidad están acompañados por lasnuevas biotecnologías. La propuesta tecnológica se basaen el monocultivo, la mecanización y la utilización de semi-llas trasgénicas, fertilizantes químicos, hormonas, combus-tibles fósiles y plaguicidas, a fin de lograr la competitividaden los mercados internacionales. Esta propuesta se estruc-tura en torno a la noción de productividad económica comoúnico criterio para evaluar el comportamiento de las activi-dades agropecuarias y excluye cualquier visión más am-plia que incorpore criterios sociales, culturales o ecológicos.Así, por ejemplo, los impactos ecológicos causados por lasexternalidades de los procesos productivos no son respon-sabilidad de quien los ocasiona sino que constituyen unaforma de aumentar los rendimientos o bien de reducir cos-tos para incrementar la productividad del capital.

En los países del Sur esta situación alcanza nivelespreocupantes, pues los gobiernos están empeñados en se-guir las instrucciones de los organismos multilaterales yabren las agriculturas nacionales a los complejos agroali-mentarios con toda clase de ventajas institucionales, fi-nancieras y fiscales. Las empresas instalan sus formas deagricultura por contrato para exportar y emplean paquetestecnológicos sumamente contaminantes �que incluso pue-den estar prohibidos en sus países de origen�, desplazana los cultivos tradicionales con sustitutos como las hortali-zas, las flores, el ganado o los frutales, y utilizan de formaintensiva los recursos naturales. De este modo, la compe-titividad de los países tiene costos ecológicos que no asu-men las compañías, ni los consumidores de las nacionesdesarrolladas, sino que son cargados a los campesinos yciudadanos de los países del Sur. El ciclo se cierra cuandoel estado de degradación de los recursos hace inviable laoperación de las empresas y estas se retiran buscando nue-vos ecosistemas en otras regiones.

Los impactos de la agricultura industrializada están reco-nocidos y es claro el riesgo que su utilización conlleva paralos ecosistemas naturales. Este factor, aunado a la crecien-te presión ciudadana que demanda un medio ambiente más

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sano y una alimentación confiable, ha llevado a los gobier-nos nacionales a aceptar estos riesgos y a poner en funcio-namiento legislaciones y acciones normativas que tiendena controlar, por ejemplo, el uso de agroquímicos tóxicos enalimentos, aguas y suelos como un intento de paliar los efec-tos negativos en la salud humana.

Ya se ha dicho como la crisis ecológica global ha llevadoa cuestionar los modelos de desarrollo dominantes y a bus-car alternativas desde la sustentabilidad. La agriculturaindustrializada es responsable de una importante cantidadde daños ambientales y no ha podido escapar a este cuestio-namiento, que en diversos matices proviene de diferentesactores sociales e instituciones. La crítica más profunda hasido de los movimientos sociales que se analizaron en elcapítulo anterior. Este apartado da cuenta de algunos plan-teamientos y experiencias que en el ámbito institucional sehan hecho para la agricultura y la sustentabilidad rural.

Si bien la tendencia prevaleciente en las políticas agríco-las globales se orienta hacia una lógica de utilización inten-siva de los recursos naturales, también se van generandoideas emergentes que buscan revertir o por lo menos dismi-nuir los impactos ambientales de la agricultura industriali-zada y los riesgos que esta implica para las sociedadeshumanas. A continuación se presentan dos casos que, porla importancia y peso político de las instituciones involu-cradas, resultan ilustrativos de lo que sucede a escala glo-bal. Uno es la Organización de las Naciones Unidas (ONU)y otro es la Organización para la Cooperación y el DesarrolloEconómicos (OCDE), institución que agrupa a los 25 paísesmás industrializados y de la que México es miembro desde1994. También se analizarán las políticas agrícolas de laUnión Europea hacia la multifuncionalidad rural, así comola experiencia del estado de Rio Grande do Sul, en Brasil, ysus esfuerzos por lograr el desarrollo rural sustentable.

El trabajo de la ONU en torno a la agricultura sustentable seubica dentro del marco de los acuerdos establecidos por170 países del mundo, durante la Cumbre de la Tierra cele-

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brada en Río de Janeiro, en 1992, y plasmados en la llama-da Agenda 21. Esta última dedica al tema el capítulo 14titulado �Fomento del desarrollo agrícola y rural sostenible�.Al igual que el resto de la Agenda 21, este es un documentoque formula recomendaciones a los gobiernos y a las orga-nizaciones internacionales sin establecer compromisos, nimecanismos de seguimiento y evaluación (Grupo de Estu-dios Ambientales, GEA, 1993).

Algunos de los aspectos más relevantes del texto referidoson los siguientes: políticas agrícolas para el abasto alimen-tario y el desarrollo sustentable; participación popular y eldesarrollo de recursos humanos; mejorar los sistemas agríco-las y diversificar el empleo agrícola y no agrícola; la planea-ción, información y educación agropecuarias; la rehabili-tación y conservación de los suelos; la conservación y usosustentable del acervo genético de las plantas y el manejointegrado de plagas (ONU, 1993). También contiene algu-nos avances significativos en el contexto de las tendenciasemergentes entre las que destacan: la necesidad de la segu-ridad alimentaria en las regiones y países; la relevancia deque participen los movimientos populares, las mujeres, losagricultores, los pueblos indígenas y las comunidades rura-les; la importancia de la biodiversidad; el reconocimientode la agricultura alternativa; el apoyo a los sistemas de co-nocimiento tradicional e indígena, y el llamado a instauraruna red internacional de agricultura ecológica (GEA, 1993).

La Agenda 21, en concreto el capítulo 14, no incluye latotalidad de las demandas de los ciudadanos y organizacio-nes, pero sobre todo muchos países nunca han cumplidolos compromisos asumidos. Sin embargo, el documento ysus propuestas son un ejemplo relevante de la existencia deuna tendencia emergente que atiende a las cuestiones de laagricultura sustentable. Además, proporciona un marco éti-co y jurídico de carácter internacional que da fundamentoy resonancia a las reivindicaciones y luchas de las organi-zaciones ecologistas, campesinas e indígenas, en sus res-pectivos países y contextos.

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La postura de la OCDE resulta interesante porque representael punto de vista de los países más industrializados del mun-do acerca de las cuestiones de la sustentabilidad de las ac-tividades agropecuarias y además refleja el nivel de preocu-pación y aceptación que esas naciones tienen sobre los ries-gos de la agricultura industrializada. Es claro que en esegrupo de países están quienes imponen las condiciones dela agricultura mundial y también que sus niveles de consu-mo y formas de producción presionan fuertemente hacia lainsustentabilidad de la agricultura. Sin embargo, es rele-vante reconocer la existencia de una tendencia que recla-ma considerar estos aspectos.

De acuerdo con la OCDE, la agricultura al ocupar unasuperficie importante de los ecosistemas terrestres debe con-siderar de vital importancia la cuestión de la sustentabili-dad. Para los países en los que sus sectores agrícolas soncapaces de satisfacer las necesidades domésticas de alimen-tos y fibras, así como de exportar excedentes, su preocu-pación actual es conservar el capital natural �fertilidad delos suelos, agua limpia, ecosistemas naturales�, para legara las futuras generaciones su nivel de bienestar (OCDE, 1995).Las naciones reconocen que la expansión de las ciudades yla urbanización son factores que influyen en la sustentabi-lidad de sus sectores agrícolas, sin embargo, la degradaciónde los ecosistemas rurales es causada por las tecnologías ylas formas de hacer agricultura, basadas en agroquímicosy combustibles fósiles, que además son financiados con lossubsidios que los estados proporcionan a los agricultores.

Para esta organización, la exclusión de las externalidadesecológicas �positivas y negativas� en los costos de pro-ducción es la causa central de la distorsión de los preciosagrícolas en los mercados mundiales. Los países de la OCDEcomienzan a introducir políticas agrícolas orientadas des-de su particular concepción de sustentabilidad, que apo-yan ciertas prácticas productivas, la agricultura orgánica ylos servicios de investigación y de extensión (OCDE, 1995).

El concepto de multifuncionalidad ha sido generado en laUnión Europea como una forma de reconocer a la agricul-

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tura por las múltiples funciones que realiza y también paradiferenciarla de otras actividades como la industria. Su pro-puesta señala que la agricultura por esta multifuncionalidaddebe recibir un tratamiento especial en las negociacionesde la OMC y que no se debe abrir al libre comercio en laforma en que lo ha hecho la industria. Siguiendo la idea deRosset (2000), un sistema agrícola no sólo cumple funcio-nes productivas y económicas sino que también tiene fun-ciones ambientales en el manejo de los recursos naturales.La agricultura además tiene impacto sobre la cultura y elmodo de vida y los agricultores y sus familias son los custo-dios de esa cultura rural.

Con el concepto de multifuncionalidad, la Unión Euro-pea asume que la agricultura cumple funciones que no sonmercantiles �como las ecológicas, sociales y culturales�y reconoce el fracaso de la industrialización de la agricultu-ra. Se trata de una pequeña revolución frente al neoliberalis-mo y sus promotores, pues es un camino hacia una agricul-tura sustentable, más respetuosa con los seres humanos,los animales y el ambiente (Bové y Dufour, 2001).

Para estas naciones de Europa, la diversidad de los pai-sajes rurales y la riqueza de sus agroecosistemas represen-tan un irrenunciable patrimonio social, cultural, ecológicoy económico de las sociedades. En un escenario dominadopor las negociaciones en la OMC, la multifuncionalidad esun elemento fundamental de la política agrícola como partede un nuevo paradigma de desarrollo rural para defendereste patrimonio común.

La multifuncionalidad reconoce las diferentes aportacio-nes de la agricultura a las sociedades, y se orienta haciaestrategias que incluyen: el agroturismo; la conservaciónde paisajes rurales; la diversificación de actividades ycultivos; los productos locales y de calidad; la agricultu-ra sustentable; nuevas formas de organización rural; apo-yo a la agricultura familiar e interacciones con consumi-dores urbanos (Van der Ploeg, Long y Banks, 2002: 3; latraducción es del autor).

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Estas tendencias emergentes hacia la agricultura sustentablede los países industrializados tienen múltiples contradiccio-nes con las políticas prevalecientes. Sin embargo, reflejancon claridad las tensiones que existen entre la agriculturaindustrializada y la naturaleza en las sociedades desarrolla-das. Las políticas acordadas por las naciones si bien sonparciales y responden a una visión limitada de la sustentabi-lidad, también abren una vía institucional para las deman-das campesinas y ciudadanas que buscan otros caminospara hacer agricultura.

En el contexto de las políticas públicas de desarrollo ruralorientadas hacia la sustentabilidad en América Latina, laexperiencia del estado de Rio Grande do Sul, en Brasil,resulta una importante referencia. Si bien su puesta enmarcha es reciente �1999� y aún es pronto para evaluarsus impactos, ya muestra algunos resultados relevantes, asícomo posibles acciones institucionales.

La propuesta se realiza desde la institución de extensiónrural y asistencia técnica del estado de Rio Grande do Sul,como parte del programa de gobierno del Partido de los Tra-bajadores. Esta institución llamada Emater�RS �AssociaçaoRiograndense de Empreendimentos de Asistencia Técnica eExtensão Rural�, asume como misión: promover la construc-ción del desarrollo rural sustentable con base en los princi-pios de la agroecología, por medio de acciones de asistenciatécnica y extensión rural, así como de procesos educativosparticipativos, que fortalezcan la agricultura familiar y susorganizaciones, para incentivar el pleno ejercicio de la ciu-dadanía y el mejoramiento de la calidad de vida (Caporal yCostabeber, 2000).

Las acciones de Emater�RS se inspiran en los siguientesvalores institucionales: una conducta ética y ciudadana; lacooperación y la solidaridad; la gestión democrática ytrasparente; el incentivar y respetar la participación; la pre-servación del medio ambiente y de la vida, así como el co-nocimiento y la credibilidad. La visión de esta instituciónes ser una referencia en extensión rural comprometida yactuante en los procesos de desarrollo rural sustentable. Para

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alcanzar este propósito Emater�RS tiene como estrategiasde acción: privilegiar el uso de metodologías participativas;incorporar una visión holística de los procesos de desarro-llo; estimular y apoyar formas de diagnóstico y planeaciónparticipativa; apoyar la consolidación de redes entre insti-tuciones públicas y privadas; estimular formas asociativasde reflexión y acción; tomar al agroecosistema como uni-dad básica de trabajo, y apoyar la utilización de la reformaagraria como un instrumento concreto de desarrollo ruralsustentable (Caporal y Costabeber, 2000).

El eje central del trabajo de esta institución brasileña esla extensión rural agroecológica, definida como un procesode intervención de carácter educativo y trasformador, quese basa en metodologías de investigación�acción partici-pante, cuyo objetivo es permitir el desarrollo de una prácti-ca social mediante la que los sujetos del proceso buscan laconstrucción y sistematización de conocimientos que loslleven a incidir de manera consciente en la realidad. Laextensión rural agroecológica tiene como meta alcanzar unmodelo de desarrollo socialmente equitativo y ambien-talmente sustentable, adoptando los principios de la agroeco-logía como criterio para el desarrollo, así como la selecciónde las soluciones más adecuadas y compatibles con lascondiciones de cada agroecosistema y del sistema culturalde las personas involucradas en su manejo (Caporal, 1998).

Una primera tendencia de carácter prevaleciente se expresaen la profundización y extensión del modelo civilizatorio oc-cidental, al intensificar los procesos de modernización rural,por medio de las propuestas neoliberales. Esta lógica se basaen el mercado como eje de la industrialización de la agricul-tura y excluye las consideraciones sociales, ecológicas y cul-turales, en razón del crecimiento económico. Los organis-mos multinacionales y las empresas trasnacionales imponena los países �en especial del Sur� políticas agrícolas queprivilegian la exportación sobre la seguridad alimentaria,buscando la competitividad internacional de los sectores agra-rios.

Tendenciasen las

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La segunda tendencia es de carácter emergente y atien-de los impactos ambientales y sociales de la industrializa-ción de la agricultura. Es una tendencia que de forma pau-latina obtiene consensos en el ámbito internacional, los quese reflejan en acuerdos globales entre países y son avaladospor organizaciones como la ONU. Esta tendencia tambiénexiste en las naciones más industrializadas, quienes reco-nocen la necesidad de establecer �al menos en sus paí-ses� políticas que favorezcan procesos agrícolas menoscomprometedores para sus recursos naturales, desde unaperspectiva de sustentabilidad. Así, mientras promueven laindustrialización de la agricultura en todo el planeta, lasnaciones industrializadas se intentan proteger de los ries-gos ambientales y asegurar su producción agroalimentariapara el futuro.

La última tendencia presente se expresa en la recon-sideración de la agricultura, trascendiendo los aspectosproductivos y económicos y asumiendo la idea de la multi-funcionalidad, que se ubica desde la perspectiva de la se-guridad alimentaria y, por tanto, como una cuestión estra-tégica nacional. La multifuncionalidad de las actividadesrurales está en el centro del actual debate internacional, enlas negociaciones de la OMC y es un punto neurálgico delconflicto entre los distintos países.

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115Tercera parteEl desarrollo ruralsustentable

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117El desarrollo modernizador ha tenido profundos impac-tos en el medio rural y sus efectos se perciben con mayorcrudeza en esta etapa neoliberal, tanto en las culturas cam-pesinas e indígenas, como en el estado de los ecosistemas.Para hacerle frente a esta concepción, en diversos contex-tos y ubicaciones se han puesto en práctica diferentes es-trategias orientadas a encontrar caminos alternativos.

En el modelo de desarrollo dominante, las actividades rura-les, en especial aquellas que conforman la agricultura, serealizan desde el ideal industrializador de la naturaleza. Así,el objetivo de la agricultura moderna es la artificializaciónintensiva de los ecosistemas, por medio de la sustitución deprocesos naturales por operaciones industriales e insumosquímicos, en pos de ciertos criterios de productividad y ren-tabilidad. La industrialización de la naturaleza también con-lleva la desaparición de aquellas culturas rurales y campe-sinas con otra racionalidad productiva y ecológica. Desdeeste discurso modernizante se asiste a la desaparición ace-lerada de culturas rurales e indígenas y con estas a la pérdi-da de la diversidad cultural del planeta.

De la constatación de los impactos que el desarrollomodernizador y la agricultura industrializada han tenidosobre el campo, sus habitantes y sus ecosistemas han surgi-do diferentes intentos por buscar procesos alternativos dedesarrollo rural. La perspectiva de la sustentabilidad haubicado de nuevo al campo en el debate público, en el po-

Construyendootras vías para el

desarrollo rural

Los pasos haciala sustentabilidad rural

Capítulo VIII

118

lítico y en el académico. En la actualidad, la concepciónmodernizadora que ve al medio rural como el encargadode sostener el desarrollo urbano e industrial, con el menorempleo de mano de obra posible y una orientación hacia lamáxima productividad, es cuestionada desde múltiples di-mensiones.

Como ya se apuntó en el capítulo anterior diferentes or-ganizaciones internacionales plantean la necesidad de mo-dificar los enfoques convencionales del desarrollo rural. LaAgenda 21, resultado de la Cumbre de la Tierra auspiciadapor la Organización de las Naciones Unidas (ONU), señalala necesidad de aplicar políticas, planes, normas e incenti-vos que promuevan el desarrollo rural sustentable y la agri-cultura sustentable (ONU, 1993). Por su parte, los paísesmás industrializados del mundo, agrupados en la Organi-zación para la Cooperación y el Desarrollo Económicos(OCDE), reconocen la necesidad de apoyar la agriculturasustentable e integrar este enfoque en sus políticas de desa-rrollo rural y protección del medio ambiente (OCDE, 1995).

Sin embargo, el cuestionamiento a fondo de la agricul-tura industrializada proviene de movimientos ciudadanos:los ecologistas y sus demandas de espacios naturales pro-tegidos; los consumidores urbanos y su preocupación porlos agroquímicos en los alimentos; los técnicos y científicosagrícolas con su desafío a la agronomía convencional, y lasculturas rurales e indígenas que demandan el respeto a susentornos, a sus territorios y a sus formas de utilizar los recur-sos naturales.

Para estas culturas el equilibrio con sus ecosistemas tam-bién representa su permanencia como identidades cultura-les y su posibilidad de seguir existiendo como pueblos, en-tonces no resulta sorprendente saber que la sustentabilidades un punto de reivindicación en la agenda política de diver-sos movimientos sociales. Tal es el caso de los indígenaszapatistas de Chiapas, que en los Acuerdos de San Andrés,firmados con el gobierno mexicano, plantean a la sustentabi-lidad como uno de los cinco principios para una nueva re-lación entre el Estado y los pueblos indios (EZLN, 1997).

Las orientaciones en el pensamiento sobre el desarrollorural y la cuestión de la sustentabilidad pueden ser ubica-

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das en dos perspectivas: una, desde el pensamiento cientí-fico convencional, y otra, desde el pensamiento alternativo.Las orientaciones teóricas que soportan la primera pers-pectiva se refieren a la escuela estadunidense de desarrollocomunitario, a las teorías de la modernización agraria ydesarrollo rural integrado, y al enfoque de investigación ensistemas agrarios (Sevilla y Woodgate, 1997).

Esta perspectiva alternativa del desarrollo rural susten-table tiene como orientaciones teóricas cuatro líneasfundacionales. La primera comprende a los neopopulistasrusos y los marxistas heterodoxos; la segunda incluye a lasteorías de la dependencia; la tercera se refiere a los estu-dios campesinos, y la última se nutre de la agroecología(Sevilla y Woodgate, 1997).

La búsqueda de alternativas para el desarrollo rural ac-tual se construye desde diferentes enfoques conceptualesque, aunque se ejecutan en distintos ámbitos, compartenelementos comunes. Algunos de estos son los siguientes: elconsenso respecto a los efectos negativos del desarrollomodernizador; su realización con la participación de diver-sos actores sociales �organizaciones de agricultores, demujeres, de indígenas, no gubernamentales, universidadesy centros de investigación; su operación en regiones ruralesmarginadas, y la preocupación por la cuestión medio am-biental. A partir de estos procesos y experiencias de bús-queda se han venido aportando las ideas y los elementosque van permitiendo avanzar en la construcción de unamatriz conceptual y metodológica para el medio rural, des-de la perspectiva del desarrollo sustentable.

El camino hacia el desarrollo rural sustentable se origina apartir de diferentes estrategias, orientadas hacia la búsque-da de alternativas al desarrollo modernizador. A conti-nuación se presentan aquellos enfoques que realizan lasaportaciones más relevantes a los conceptos y prácticas deldesarrollo rural sustentable.

Delecodesarrolloal desarrollo

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El ecodesarrollo constituye la propuesta que primero incor-poró la preocupación medio ambiental en sus planteamien-tos. Nació a fines de los años setenta del siglo XX comoresultado de la Conferencia de la ONU, en Estocolmo, a par-tir del reconocimiento de los efectos ambientales del desa-rrollo modernizador y del carácter global y amenazante dela crisis ambiental. De acuerdo con Sachs, �El ecodesarrolloes una estrategia en la cual el crecimiento es fundamentonecesario, la igualdad el principio que orienta la distribu-ción de la renta, la calidad de vida un objetivo de la socie-dad, y el uso del ambiente un medio para realizar una ges-tión racional de los recursos, controlando al mismo tiempoel impacto de los seres humanos sobre la naturaleza� (1982:96).

Esta estrategia integra como características: la inclusiónde la dimensión ambiental en la planeación del desarrollo;la consideración de que la calidad de vida incluye un me-dio ambiente sano; la preservación de la base ecológicapara la satisfacción de las necesidades humanas; la vincu-lación del desarrollo económico con la conservación delmedio ambiente; una nueva ética hacia la naturaleza conlas dimensiones intra e intergeneracional; la generación yuso de tecnologías adecuadas; el énfasis en la educaciónambiental; así como la atención a los niveles de consumo yal despilfarro de los recursos naturales (Sachs, 1982).

A partir de este planteamiento surgen algunas de las ideasque luego formarían parte de las propuestas de sustentabi-lidad en el medio rural. En primer término destaca la con-sideración de incluir la dimensión ambiental en el conceptode desarrollo y la relación de este con la conservación delmedio ambiente. También es relevante la noción de unanueva postura ética en relación con la naturaleza y las di-mensiones intra e intergeneracional del uso de los recur-sos naturales.

En Europa, a mediados de los años ochenta, nació el desa-rrollo local promovido para aquellas regiones rurales másmarginadas. Este es entendido como un proceso localizadode cambio social y crecimiento económico sostenible, que

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Desarrollo local

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tiene como objetivo el progreso permanente de la comuni-dad y sus individuos. Además, se orienta a resolver losdesequilibrios de la modernización en tres aspectos centra-les: el deterioro de los recursos naturales, la despoblacióndel medio rural, así como el desempleo rural y urbano (UniónEuropea, 1992). Estos procesos son objeto de políticasagrícolas prioritarias que disponen de una importante can-tidad de apoyos y subvenciones.

El desarrollo local se apoya en los siguientes elementos:la organización de los representantes locales; la creaciónde estructuras estables de desarrollo; la movilización deagentes y actores sociales locales; la planeación participativadel desarrollo; la articulación micro y macro espacial; laformación de capital humano; la preservación del medionatural; la recuperación y fomento de la identidad; la con-servación de la agricultura tradicional y familiar, y la poten-ciación de los recursos locales (Unión Europea, 1992).

Esta idea de desarrollo presenta algunas aportaciones ala noción de sustentabilidad en el medio rural. La primerase refiere a la naturaleza local y específica del desarrollo, encontraste con la visión homogeneizante y generalizante. Unsegundo elemento es la movilización de los actores socialeslocales en contraposición a las políticas verticales origina-das desde el estado. La tercera aportación interesante es lanecesidad de establecer políticas agrícolas que acompañeny fortalezcan la agricultura tradicional y familiar.

El desarrollo endógeno nació en América Latina a mediadosde los años ochenta como resultado de la práctica de lasorganizaciones no gubernamentales y se extendió a Euro-pa en los años noventa, especialmente en regiones margi-nadas de Italia, España, Portugal y Grecia (Van der Ploeg yLong, 1994). Este se entiende como un proceso generadoen sus inicios por iniciativas y apoyado básicamente conrecursos locales �humanos y ecológicos�, en el que lapoblación ejerce el control y busca los beneficios del desa-rrollo para sí.

Siguiendo a Van der Ploeg y Long (1994), el desarrolloendógeno tiene como fundamentos: la determinación local

Desarrolloendógeno

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de las opciones de desarrollo; el control local del proceso dedesarrollo; la distribución y retención de los beneficios; elrespeto a la cultura y los valores locales; la utilización ypotenciación de los recursos locales; el énfasis en el co-nocimiento y el trabajo local, y la revaloración de los pa-trones de producción y consumo. En síntesis, este pretendepartir de los elementos locales internos que, combinados enun modelo coherente, se articulen con los elementos exter-nos para consolidar y fortalecer los procesos locales.

Desde la perspectiva del desarrollo rural sustentable estaconcepción del desarrollo endógeno presenta propuestasparticularmente interesantes. La idea de que el proceso sedebe apoyar básicamente en los recursos humanos yecológicos locales resulta de especial relevancia en el hori-zonte de procesos orientados hacia la autogestión y la au-tosuficiencia, por eso también resulta importante el énfasisque se hace en el conocimiento y el trabajo local. Otra idearelevante se refiere a las formas de articulación entre loselementos locales y los externos para buscar que los benefi-cios regresen a la comunidad. También es muy importantela noción de que el control de los procesos de desarrollo seencuentre en manos de la población local.

El concepto de desarrollo comunitario sustentable es propues-to por Toledo (2000) y lo plantea como una alternativa paralos poblados rurales e indígenas de México. Este es un me-canismo de carácter endógeno, por medio del cual una co-munidad toma o recupera el control de los procesos que ladeterminan y la afectan. El desarrollo sustentable a escalacomunitaria promueve y fortalece la conciencia del grupo yse orienta hacia mecanismos de carácter endógeno que fa-ciliten la autogestión, entendida esta como la capacidad detomar el control de los procesos territoriales, ecológicos, cul-turales, políticos, sociales y económicos. Siguiendo a Toledo(2000), el desarrollo comunitario sustentable se orienta a labúsqueda de procesos de equilibrios dinámicos en el ámbi-to espacial, productivo, comunitario y familiar. Para talesefectos, las estrategias se dirigen hacia la diversidad pro-

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ductiva, la autosuficiencia, la integración de actividades, laequidad y la justicia económica.

La noción de que la sustentabilidad implica que la comu-nidad asuma el control sobre los diferentes procesos que laafectan es la primera idea interesante de esta propuesta yentonces el desarrollo rural sustentable conlleva fortalecerlos mecanismos de poder locales �el empoderamiento�para buscar la autogestión y, por tanto, una relación másequilibrada con los poderes externos. También resultarelevante la idea de los equilibrios dinámicos en distintosámbitos. Para finalizar esta propuesta además aporta losobjetivos hacia donde se deben dirigir las estrategias dedesarrollo.

El proceso de construcción de una matriz conceptual quecontemple el desarrollo rural desde la perspectiva de lasustentabilidad es aún reciente y son muchas las cuestio-nes que se deben proponer y discutir. Por otro lado, losmovimientos sociales rurales e indígenas también deman-dan el diseño y puesta en práctica de estrategias de desa-rrollo rural que incluyan a la sustentabilidad como uno desus elementos centrales. Entre estas dos tensiones se ubicala búsqueda de las bases conceptuales y metodológicas deldesarrollo rural sustentable. Aún así, es posible aventurarsey proponer algunos elementos que parecen relevantes en laconceptualización del desarrollo rural sustentable.

� La sustentabilidad en el medio rural es una dimensióndel desarrollo en su sentido amplio y una decisión de lasociedad que va relacionada con un compromiso porla sustentabilidad en otros ámbitos como el urbano, elindustrial y los servicios. El aspecto central radica en laconstrucción social de proyectos de desarrollo en los quela perspectiva de la sustentabilidad esté presente en lossectores productivos, la sociedad civil y las institucio-nes, así como en la utopía del imaginario social.

� El desarrollo rural sustentable atraviesa por la activa par-ticipación y movilización de los actores sociales localesy se orienta hacia la autogestión y el control de los pro-cesos de desarrollo por parte de las comunidades. La

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democracia participativa y la organización ciudadanason aspectos claves en las estrategias.

� El punto de partida para el desarrollo rural sustentableson los recursos humanos locales, que incluyen conoci-mientos, cultura, organización, así como los recursosnaturales existentes en las comunidades y regiones. Ladimensión local constituye entonces un aspecto fun-damental en el desarrollo rural sustentable.

� El entorno global, nacional y regional donde se insertanlas comunidades locales es el contexto en el que se ubi-can las potencialidades y limitaciones para la susten-tabilidad. Las articulaciones entre los diferentes ámbi-tos del entorno y la dimensión local son otro aspectoclave en las estrategias de desarrollo rural sustentable.

� La sustentabilidad en el medio rural demanda una recon-sideración de las formas de utilización de los recursosnaturales en los procesos agropecuarios y forestales, portanto, es necesaria la transición hacia una agriculturasustentable y multifuncional con criterios como la auto-suficiencia, la diversificación, la equidad, la productivi-dad y la estabilidad.

� La sustentabilidad rural se orienta hacia un proceso deconstrucción de saberes y conocimientos para buscaralternativas tecnológicas que permitan el manejo sus-tentable de los recursos naturales. Este proceso se ins-cribe en la búsqueda de acercamientos conceptuales ymetodológicos capaces de dar cuenta de los complejosprocesos de desarrollo sustentable.

La idea de que la naturaleza es un espacio para serindustrializado por medio de la agricultura moderna ha cau-sado graves impactos sobre los ecosistemas y sobre las cul-turas rurales, además sigue sin resolver los problemas dehambre y desnutrición. La búsqueda de la sustentabilidaden el medio rural también demanda formas de realizar losprocesos productivos de manera sostenible. En el diseño ypuesta en práctica de las maneras de hacer agricultura, co-herentes con esta perspectiva alternativa, es evidente que

Agricultura ysustentabilidad

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la concepción modernizadora presente en la agronomíaconvencional no ofrece ninguna utilidad.

En el sector rural existen amplias regiones, especialmenteen comunidades campesinas e indígenas, donde las activi-dades agropecuarias y forestales �la agricultura en su acep-ción amplia� son parte fundamental de la economía y dela vida de los habitantes del campo. En esas regiones, eldiseño y puesta en práctica del desarrollo rural sustentablerequiere estrategias de producción coherentes con esta pers-pectiva alternativa y un elemento importante en esta discu-sión es la noción de la agricultura sustentable.

Un primer acercamiento a esta idea es propuesto porAltieri, quien la define como el desarrollo de sistemas agrope-cuarios capaces de mantener su producción a través deltiempo, mejorando la eficiencia biológica y atendiendo alas condiciones sociales y económicas y a las característi-cas ecológicas (1999: 65�66). En la propuesta de Altieriaparecen con claridad dos elementos centrales de la agri-cultura sustentable: el mantenimiento de la producción através del tiempo y la atención a las condiciones económi-cas y ecológicas locales.

Este tipo de agricultura comprende los siguientes com-ponentes:

[...] una menor dependencia de los insumos externos; laseguridad y autosuficiencia alimentaria; los procesos deautogestión y participación comunitaria; el uso de recur-sos renovables locales; el mantenimiento de la capacidadproductiva; el respeto a la diversidad cultural; impactosbenignos sobre el medio ambiente; el uso de la experien-cia y conocimiento local; el mejoramiento de la diversi-dad biológica y la atención a los mercados locales y exter-nos (Gliessman, 1990: 380; la traducción es del autor).

Estos componentes muestran los puntos a enfatizar dentrode las estrategias para la agricultura sustentable y tambiénevidencian las diferencias con el enfoque de la agriculturaindustrial. Además, la propuesta es útil para definir paráme-tros de sustentabilidad en los procesos de desarrollo rural.

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Otra iniciativa relevante para la agricultura proviene deMenezes, quien propone los siguientes componentes: énfa-sis en la agricultura familiar; una agricultura diversificada yorientada hacia la seguridad alimentaria; con reformas agra-rias; que mejore las condiciones de vida en el medio rural;soportada por políticas agrarias de crédito extensión e in-vestigación; con participación campesina y ciudadana; quefiscalice las agriculturas ecológicamente nocivas (1995: 34�35). Esta idea presenta una concepción amplia de la agri-cultura sustentable y precisa sus dimensiones sociales ypolíticas, dejando claro que esta es mucho más que un en-foque tecnológico y se ubica como elemento de procesosde desarrollo alternativos.

Para finalizar también resulta importante la idea dePretty, quien señala que la agricultura sustentable requierecuatro condiciones para desarrollarse:

El uso de tecnologías agropecuarias sustentables; la pues-ta en marcha por parte de grupos y organizaciones lo-cales; el apoyo de instituciones externas, y políticasagrícolas favorables. Existen suficientes evidencias en elmundo que muestran las posibilidades y viabilidad de laagricultura sustentable, sin embargo, el reto se ubica enel último punto: lograr políticas de apoyo que a escalaglobal y nacional favorezcan procesos de sustentabilidaden el medio rural (1995: 21; la traducción es del autor).

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127La búsqueda de estrategias de desarrollo rural que inclu-yan a la agricultura sustentable entre sus elementos ha lle-vado, por un lado, a cuestionar a las ciencias agrícolas ba-sadas en el ideal industrializador de la agricultura y, porotro, a emprender la construcción de enfoques científicosmás amplios e incluyentes, capaces de aportar de formasignificativa las maneras alternativas de hacer agricultura.Desde la perspectiva de este libro se considera que laagroecología propone conceptos y metodologías que la con-vierten en una herramienta de gran potencialidad para eltrabajo con comunidades rurales y por eso en este capítulose presentan sus principales elementos.

La modernización del medio rural y la consiguiente indus-trialización de la agricultura han dejado sentir su impactoen los aspectos sociales, culturales, ecológicos y económi-cos, pero también han mostrado su incapacidad para re-solver los problemas del hambre y la pobreza en el campo.Así, crece la búsqueda de alternativas de desarrollo ruralcon una perspectiva de sustentabilidad y en este esmero seubica la agroecología. Para su formación participan unagama amplia de factores de naturaleza muy diversa y eneste apartado se discute la influencia que han tenido cadauno de estos en la génesis de la agroecología.

La primera influencia se refiere a los intentos que desdeel campo de las ciencias se han hecho para construir unamatriz conceptual alternativa a las ciencias agrarias con-

Influencias enla agroecología

La agroecologíaCapítulo IX

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vencionales. Una segunda influencia se debe a los movi-mientos sociales que promueven formas de desarrolloalternativas al modelo dominante, y por último se analizanlas prácticas de la agricultura.

En la formación de la agroecología confluyen ciencias yactores sociales, así como las prácticas agrícolas, situaciónque le da un carácter original, en el que se articulan losconocimientos de diversas culturas acerca de la agricultura,junto con las demandas y luchas de movimientos socialesinteresados en modificar el actual esquema de desarrollo ylos intentos por buscar soluciones a la crisis en el mediorural, a partir de las ciencias alternativas.

Hecht (1999) señala que la agroecología puede ser un desa-fío normativo a las maneras en que varias disciplinas enfo-can los problemas agrícolas, en virtud de que tiene sus raí-ces en las ciencias agrícolas, la ecología, la antropología, lasociología y la economía. Cada una de estas áreas de in-vestigación tiene objetivos y metodologías muy diferentes,sin embargo, consideradas en su conjunto, han sido influen-cias legítimas e importantes en el pensamiento agroecoló-gico.

Las ideas iniciales acerca de la agricultura ecológica sonaportación de Klages, según Altieri (1983), pues propusotomar en cuenta los factores fisiológicos y agronómicos queinfluían en la distribución y adaptación de especies de cul-tivos, con el objetivo de comprender las complejas relacio-nes entre plantas y medio ambiente. Después su definiciónincluyó factores históricos, tecnológicos y socioeconómicos.La integración de la ecología agrícola a los cursos de agro-nomía, en los años setenta, y el trabajo de varios investigado-res representan un cambio gradual hacia un enfoque eco-sistémico en la agricultura (Hecht, 1999). En las cienciasagrícolas de México es necesario dejar referencia de los tra-bajos de Hernández Xolocotzi (1977), quien desde los añoscincuenta del siglo XX inició investigaciones acerca de laagricultura tradicional mexicana y sus agroecosistemas.

Ciencias

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La ecología ha tenido un peso fundamental en el desarrollode la agroecología por cuatro razones fundamentales: la pri-mera se refiere al hecho de que el marco conceptual y ellenguaje de la agroecología son esencialmente ecológicos.La segunda razón es el interés que han despertado siemprelos agroecosistemas en los ecólogos para evaluar los diversoscomponentes de los ecosistemas. Otra razón ha sido elincremento de los estudios sobre sistemas tropicales y lasconsecuencias que en estos causan los monocultivos, espe-cialmente sobre la diversidad y complejidad de dichosecosistemas. Finalmente, un importante número de ecólogoshan dirigido su atención a las dinámicas ecológicas de lossistemas tradicionales y mostrado la necesidad de estudiar-los profundamente (Hecht, 1999: 24�25).

Por otra parte, los ámbitos de la investigación académi-ca en los que las aportaciones de los ecólogos han sidocentrales para la agroecología son tres: el ciclo de losnutrientes, las interacciones entre plaga y plantas, y la su-cesión ecológica. De este modo, el enfoque meramenteecológico ha ido superando sus limitaciones por medio dela incorporación de diversas disciplinas y de una perspecti-va más holística en el estudio de los sistemas campesinos eindígenas.

Los trabajos realizados por antropólogos y geógrafos en losque se describen y analizan las prácticas y lógicas de pue-blos campesinos e indígenas han sido fundamentales en eldesarrollo de la agroecología: �[...] estos estudios se hanpreocupado del uso de recursos y del manejo no sólo delpredio agrícola sino de toda la base de subsistencia, y sehan concentrado en cómo los pueblos locales explican estabase y en cómo los cambios sociales y económicos afectanlos sistemas de producción� (Hecht, 1999: 26).

Una línea de trabajo cercana dio lugar al nacimiento dela etnoecología, que permitió acercarse al amplio y com-plejo conocimiento local sobre el medio natural y su utiliza-ción en actividades productivas. Lo anterior ha facilitadoel paulatino reconocimiento de la validez y pertinencia delconocimiento local. Estas investigaciones han cuestionado

Ecología

Sistemas nativosde producción

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el uso de parámetros y métodos de la ciencia para analizarculturas y conocimientos locales, que se desenvuelven bajosus propios marcos culturales y cognoscitivos. En esta líneaes necesario dejar constancia de Víctor Manuel Toledo ysus trabajos ilustrativos para el caso de México.

Los estudios sobre el desarrollo rural han documentado larelación que existe entre los factores socioeconómicos conla estructura y la organización social de la agricultura. Parala agroecología son especialmente importantes:

[...] el cambio de cultivos, el impacto de las tecnologíasinducidas desde afuera, los efectos de la expansión demercados, las implicancias de los cambios de relacio-nes sociales y la transformación en las estructuras detenencia de tierra y de acceso a los recursos económi-cos. Todos estos procesos están íntimamente ligados [y]afectan los agroecosistemas [a través] de complejos pro-cesos históricos y políticos (Hecht, 1999: 28).

Un ejemplo interesante ha sido el estudio de la revoluciónverde en el desarrollo rural, en el que la participación deespecialistas de diversas disciplinas contribuyó al análisisholístico de las estrategias de desarrollo agrícola y rural.Esta fue la primera evaluación ampliamente difundida queincorporó críticas ecológicas, tecnológicas y sociales, peroademás sus análisis revelaron como la revolución verdeocasionó serios problemas en las zonas rurales del tercermundo y confirmó la necesidad de contar con enfoques dedesarrollo alternativos.

Las reacciones al modelo dominante de desarrollo contem-plan un amplio espectro de actores y movimientos socialesque, desde diferentes ópticas, buscan formas de crecimien-to más coherentes con las identidades culturales y más ar-mónicas en su relación con el medio natural. En este librose analiza cómo estos movimientos han cuestionado a fon-do al desarrollo modernizador y sus formas de utilizar los

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Actores sociales

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recursos naturales. Uno de los puntos centrales en cuestiónes la agricultura industrial y sus impactos en la diversidadcultural y biológica de las regiones rurales.

Los actores sociales demandan enfoques alternativospara el uso de los recursos naturales y eso atañe de formadirecta a las ciencias agrarias y a sus investigadores. Deesta manera, crecientes sectores de científicos han reac-cionado ante esta presión social y han comenzado la cons-trucción de enfoques alternativos que sean capaces de darrespuesta a los desafíos planteados por los movimientossociales y su búsqueda de la sustentabilidad.

La agroecología, de acuerdo con Altieri (1983), surgeen Latinoamérica como una respuesta para encarar la cri-sis ecológica y los problemas sociales y medioambientalesgenerados por ella, a partir del manejo sostenible de losrecursos naturales y el acceso igualitario a estos. En el ca-pítulo VI se discutió el papel de los diversos movimientossociales en la construcción de alternativas hacia la susten-tabilidad. Estos movimientos también han tenido una in-fluencia fundamental en el desarrollo de la agroecología yse merecen destacar, por su especial influencia, los movi-mientos rurales y los movimientos ambientalistas.

Con mucha frecuencia los movimientos rurales �campe-sinos e indígenas� son acompañados por organizacionesno gubernamentales, universidades y centros de investiga-ción. Estos técnicos, asesores y científicos han desarrolla-do estrategias y experiencias agroecológicas en su intentode dar respuesta a las necesidades y demandas de los habi-tantes rurales. De estas experiencias han surgido profun-dos retos para las ciencias agrarias y también un importan-te bagaje conceptual y metodológico que ha sido central enla construcción de la agroecología.

Los ambientalistas han cuestionado los impactos de laagricultura industrializada sobre los ecosistemas y sobrela salud humana y sus acciones se dirigen hacia políticasque regulen y controlen estos impactos. Gracias a su inter-vención han colocado en el debate público al modelo deproducción dominante y a las ciencias agropecuarias quelo fundamentan. Lo anterior ha permitido un creciente en-

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torno social favorable al desarrollo de la agroecología comoun enfoque alternativo para el desarrollo rural.

Una influencia central de la agroecología es la propia agri-cultura. Un número importante de sus conceptos y méto-dos viene de la práctica cotidiana de la agricultura en elmundo y, en especial, de las regiones campesinas e indíge-nas. La coevolución a través de la historia entre culturas ynaturaleza ha dado lugar a una serie de tecnologías queconstituyen un componente fundamental de la agroecología.

El uso contemporáneo de este término data de los añossetenta del siglo XX, pero la ciencia y su práctica son tanantiguos como los orígenes de la agricultura. Para Hecht:�El �redescubrimiento� de la agroecología es un ejemplo pococomún del impacto que tienen las tecnologías pre�existen-tes sobre las ciencias, donde, adelantos que tuvieron impor-tancia crítica en la comprensión de la naturaleza, fueron elresultado de una decisión de los científicos de estudiar loque los campesinos ya habían aprendido a hacer� (1999:17). Así, siguiendo a Kuhn (1987), en muchos casos loscientíficos lograron meramente validar y explicitar, en nin-gún caso mejorar, las técnicas desarrolladas con anteriori-dad.

Parte importante de los conceptos y procesos propues-tos por la agroecología provienen de las prácticas agrícolasdesarrolladas por los agricultores, desde hace mucho tiem-po, que en numerosos casos han sido arrasadas por la agri-cultura industrializada e ignoradas y despreciadas por loscientíficos agrícolas. Reciente es que la atención se ha diri-gido hacia el estudio de los agroecosistemas tradicionales,pues se han empezado a descubrir las amplias enseñanzasque estos ofrecen para el manejo equilibrado de los recur-sos naturales y se ha iniciado un proceso de revalorizacióndel conocimiento local agrícola.

Según Hecht:

El estudio de sistemas agrícolas nativos ha proporcio-nado gran parte de la materia prima para el desarrollode hipótesis y sistemas de producción alternativos para

Prácticas de laagricultura

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la agroecología. Cada vez es más amplio el estudio de laagricultura nativa realizado por equipos multi�discipli-narios para documentar las prácticas y se han desarro-llado categorías de clasificación para analizar los proce-sos biológicos y para evaluar aspectos de las fuerzassociales que influyen en la agricultura (1999: 27).

En este apartado se presentan en primera instancia dife-rentes aportaciones conceptuales que abonan a la defini-ción de la agroecología y se discuten las bases epistemoló-gicas que la fundamentan. La sección concluye con unaexposición de lo que constituyen las bases teóricas de estapropuesta científica orientada hacia la sustentabilidad delos procesos de producción agropecuarios y forestales.

Para Hecht: �[...] la agroecología a menudo incorporaideas sobre un enfoque de la agricultura más ligado al me-dio ambiente y más sensible socialmente; centrada no sóloen la producción sino también en la sostenibilidad ecológicadel sistema de producción� (1999: 17). Esta definición pre-senta tres elementos centrales en la identidad de laagroecología: el primero se refiere a un enfoque de la agri-cultura más atento a las cuestiones del medio ambiente; elsegundo es la sensibilidad hacia las cuestiones socialesinvolucradas en la agricultura, y el último es el interés nosólo en los aspectos productivos sino además en las cues-tiones de sostenibilidad ecológica de los sistemas de pro-ducción.

Según Altieri:

La disciplina científica que enfoca el estudio de la agricul-tura desde una perspectiva ecológica se denomina aquí�agroecología� o �ecología agrícola� y se define comoun marco teórico cuyo fin es analizar los procesos agríco-las en la manera más amplia. [...] a la investigación agro-ecológica le interesa no la maximización de la producciónde un componente particular, sino más bien laoptimización del agroecosistema como un todo (1983: 14).

Fundamentosde la

agroecología

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Esta propuesta presenta aportaciones importantes en laconstrucción del concepto de agroecología. La primera esla definición como disciplina científica que parte desde unaperspectiva ecológica hacia un marco de análisis ampliode la agricultura. También destaca la idea de que la visiónagroecológica contempla no sólo la maximización de la pro-ducción sino la optimización del agroecosistema.

La agroecología se orienta hacia la búsqueda de formasde agricultura sustentable como elementos de estrategias dedesarrollo alternativo y en ese sentido se inscribe de maneranatural en aquellas corrientes de pensamiento que cuestionanel desarrollo modernizador y el papel que en este ha desem-peñado la ciencia. Así, las cuestiones planteadas desde laspropuestas epistemológicas para la sustentabilidad y discuti-das en el capítulo IV son compartidas y asumidas desde laagroecología. Sin embargo, existen aspectos específicos desus enfoques y sus métodos que la agroecología debe resol-ver y comienzan a ser formulados en una búsqueda aún inci-piente.

Esta disciplina �[...] tiene raíces diferentes que la mayo-ría de las ciencias occidentales. Tener raíces diferentes esser radicalmente diferente en el verdadero sentido de lapalabra. Las diferencias llevan a contradicciones importan-tes de enfoque� (Noorgard, 1983: 25). Por eso, en la bús-queda de la objetividad, los biólogos realizan experimentoscontrolados en laboratorios, los agrónomos en parcelas deestaciones experimentales y los ecólogos en ecosistemas al-terados. Los agroecólogos estudian ecosistemas trasforma-dos por los seres humanos, en los que la experimentaciónobjetiva es con frecuencia imposible y los seres humanos ysus culturas son tan importantes como los sistemas ecológi-cos en sí mismos.

La agroecología desafía los conceptos occidentales deconocimiento objetivo y modernización, de tal forma quemientras los científicos agrícolas aplican tecnologías basa-das en el conocimiento científico para modernizar la agricul-tura tradicional, los agroecólogos estudian las tecnologíastradicionales basadas en otras formas de conocimiento paraobtener saberes científicos modernos.

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Noorgard (1983) propone discutir las bases epistemoló-gicas de la agroecología a partir de seis premisas:

� Los sistemas sociales y ecológicos poseen potencialagrícola. Este potencial ha sido captado por los agricul-tores tradicionales, mediante un proceso de ensayos,errores, selección natural y aprendizaje cultural.

� Los sistemas sociales y ecológicos han coevoluciona-do de manera tal que la sustentación de cada uno de-pende de las relaciones con el otro.

� Los conocimientos desarrollados por las culturas tradi-cionales, mediante el aprendizaje cultural, estimulan yregulan las retroalimentaciones de los sistemas socialesa los ecosistemas.

� La naturaleza del potencial de los sistemas sociales ybiológicos se puede comprender, dado nuestro estadoactual de conocimiento formal, social y biológico, estu-diando la agricultura de las culturas tradicionales queha captado tal potencial.

� El conocimiento obtenido de los agroecosistemas tradi-cionales, así como el saber y algunos insumos desarro-llados por las ciencias agrícolas convencionales, juntocon la experiencia acumulada por sus tecnologías e ins-tituciones agrarias, se pueden combinar para mejorartanto los agroecosistemas tradicionales como los mo-dernos.

� El desarrollo agrícola, mediante la agroecología, puedemantener más opciones culturales y ecológicas para elfuturo y producir menos efectos perjudiciales que los en-foques de la ciencia agrícola convencional.

La agroecología proviene de múltiples influencias científi-cas y sociales y por eso construir un marco teórico constituyeun enorme desafío. Además, pretende el manejo ecológicode los recursos naturales por medio de un enfoque holísticoy mediante una estrategia sistémica, orientada al diseño desistemas alternativos de agricultura sustentable. En laagroecología juegan un papel central la dimensión local, el

Bases teóricasde la

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conocimiento campesino, el potencial endógeno y la diver-sidad cultural y biológica (Sevilla, 1995: 8).

Un primer concepto esencial es la consideración del agro-ecosistema como la unidad de análisis de la agroecología ysu importancia es tal que el apartado siguiente está dedi-cado a su discusión. Este concepto viene de la ecología�ecosistema� y permite a la agroecología ubicar su ámbi-to de acción en los ecosistemas trasformados por las socie-dades rurales, mediante la agricultura, en agroecosistemas.La agricultura crea un agroecosistema equilibrado, cuya pro-ductividad global se puede mantener a lo largo del tiempo,en la medida que mantenga o potencie la estructura y losprocesos básicos del ecosistema trasformado, aprovechan-do los recursos ecológicos presentes y conservando las ba-ses del ecosistema.

La agricultura industrializada provoca una alteraciónprofunda y, en ocasiones irreversible, en aquellos ecosiste-mas sobre los que actúa. Esta alteración la lleva a introdu-cir insumos energéticos externos que si bien aumentan laproducción de una especie vegetal, también comprometenla existencia del resto de los elementos y procesos delecosistema. Por eso la alteración de los ecosistemas porparte de las sociedades humanas para obtener alimentosdebe hacerse respetando los procesos de equilibrio y reno-vación de la naturaleza. Aquí se ubica una característicade la agroecología, el respeto a las leyes ecológicas para deallí obtener como una especie más el acceso a las formasde reproducción social (Sevilla, 1995: 10). La crisis ecoló-gica actual comienza a tambalear los cimientos del pensa-miento científico, haciéndole aceptar la racionalidadecológica de las culturas campesinas en su proceso de adap-tación simbiótica a la naturaleza, mediante el proceso decoevolución social y ecológica.

El reconocimiento de las limitaciones causadas por el enfo-que atomístico de las ciencias agrícolas ha llevado a la bús-

Manejoecológico de los

recursosnaturales

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queda de visiones más amplias capaces de acercarse a fe-nómenos complejos como la agricultura. Para Sevilla:

La agroecología contempla el manejo de los recursos na-turales desde una perspectiva globalizadora; es decir, quetenga en cuenta los recursos humanos y naturales quedefinen la estructura de los agroecosistemas: sus factoressociales, étnicos, religiosos, políticos, económicos y na-turales (agua, suelo, energía solar, especies vegetales yanimales). Su análisis implica, por tanto, una perspecti-va sistémica contraria a la parcelación sectorial clásicade los especialistas en las distintas ciencias tanto socia-les como naturales (1995: 12).

Este enfoque holístico de la agroecología contempla unaaproximación globalizadora al análisis de los recursos na-turales, lo que supone la ruptura de las etiquetas disciplinaresy la utilización de un enfoque complejo que permita captu-rar las interrelaciones entre los múltiples elementos que in-tervienen en los procesos artificializadores de la naturaleza.Así, la agricultura debe ser contemplada como la interce-sión de sistemas naturales, sociales y económicos, pues lasbases de este enfoque globalizador y sistémico provienende las aportaciones de la ecología (Sevilla, 1995).

La artificialización de los ecosistemas es el resultado de unacoevolución, es decir, de una evolución integrada entre cul-tura y medio ambiente. En sólo unos cientos de años, losseres humanos han desarrollado formas de producir queestán rompiendo las bases de renovabilidad de losecosistemas, situación que obliga a replantear los mecanis-mos productivos. Siguiendo a Sevilla: �El hecho de que laagricultura consista en la manipulación por parte de la so-ciedad de los �ecosistemas naturales� con el objeto de con-vertirlos en agroecosistemas supone la alteración del equili-brio y la elasticidad original de aquellos a través de unacombinación de factores ecológicos y socioeconómicos�(1995: 13). Desde esta perspectiva, la producción agrope-cuaria es el resultado de las presiones socioeconómicas que

Coevoluciónsocial y

ecológica

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realizan las sociedades sobre los ecosistemas naturales enel tiempo. La agroecología pretende participar en ese re-planteamiento, partiendo del análisis de la coevolución so-cial y ecológica para aprender de aquellas experiencias enlas que las culturas humanas han desarrollado formas equi-libradas de reproducción social y ecológica de los ecosiste-mas (Sevilla, 1995).

La agroecología parte del agroecosistema como unidad deanálisis para explorar las formas equilibradas de artificiali-zación de la naturaleza y por eso el primer ámbito de estu-dio tendrá un carácter local. De acuerdo con Sevilla, �[...] lavinculación del campesino con la naturaleza se realiza a tra-vés de una específica relación, por un lado con la explota-ción agrícola familiar que se materializa en una caracterís-tica estructura ocupacional, y, por tanto, con la comunidadcampesina, que posee una particular influencia del pasadoy unas específicas pautas de organización social� (1995:16). Estos son los marcos sociales que han permitido la adap-tación simbiótica de los seres humanos a la naturaleza y asu localidad, al artificializar los ecosistemas manteniendolas bases de su renovabilidad.

Una estrategia de la agroecología se desarrolla en los mar-cos sociales del campesinado: la unidad agrícola familiar yla comunidad local. En la primera tiene lugar el desarrollode las tecnologías campesinas de uso múltiple de los recursosnaturales, cuya actual racionalidad ecológica es la base parael diseño de modelos de agricultura alternativa (Sevilla,1995). Por otra parte, en la comunidad local se mantienenlas bases de la renovabilidad sociocultural del conocimientocampesino generado en las unidades agrícolas familiares,dado que comparte su identidad al estar unidos por un sis-tema de lazos y relaciones sociales, por intereses comunes,por pautas compartidas de normas y por valores aceptadosdesde la conciencia de ser distintos a los demás.

A partir de este planteamiento aparece un conceptoagroecológico central en la ejecución de formas de desa-rrollo rural sustentable, denominado potencial endógeno ensu doble dimensión: el potencial ecológico �formado por

Dimensión localy los límites de

lo endógenoEL D

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los ecosistemas y agroecosistemas existentes en una comu-nidad� y el potencial humano �integrado por la cultura,el conocimiento y las formas de organización comunita-rias. Así,

[...] la caracterización e identificación del potencial endó-geno, [...] su fortalecimiento, a través de formas de investi-gación acción participativa, y la evaluación del impactode tales acciones para el establecimiento de infraestruc-turas agroecológicas de funcionamiento [se] constituyenen los pasos iniciales para la implementación de formasde desarrollo rural sostenible de naturaleza endógena (Se-villa, 1995: 17).

La agroecología tiene entre sus raíces fundacionales a lapráctica agrícola realizada por las culturas rurales, a travésde la historia de la humanidad. Por otra parte, cuestionalos postulados de la ciencia agrícola convencional respectoal uso del método científico como la única forma de cono-cimiento. Finalmente, reconoce en la coevolución social yecológica formas de manejo de los agroecosistemas, quepermiten el equilibrio en el uso de los recursos naturales.Todo esto permite a la agroecología otorgarle un papel cen-tral al conocimiento campesino como un elemento básicodel potencial endógeno y como punto de partida y compo-nente de las estrategias de agricultura sustentable.

La cuestión del conocimiento local parte de que el co-nocimiento de la naturaleza es un componente decisivo en laejecución de las estrategias campesinas de producción, basa-das en el uso múltiple del ecosistema. Toledo (1993) afirmaque en contraste con los sistemas modernos de producción,en las culturas tradicionales existen formas de apropiación ygestión de los recursos naturales que responden a una racio-nalidad ecológica campesina y que se orientan hacia el logrode sistemas ecológicos estables. Entre las características deestas últimas están: la producción orientada hacia la autosu-ficiencia; el trabajo familiar y uso mínimo de insumos exter-nos; la diversidad de actividades agrícolas, ganaderas,forestales y de recolección; las pequeñas superficies de tie-

Conocimientocampesino

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rra, la diversificación de especies, cultivos y recursos; el usomúltiple del ecosistema, y la heterogeneidad espacial ymedioambiental.

La sabiduría campesina es �[...] un conjunto amalga-mado de conocimientos objetivos y creencias subjetivas,donde se interrelacionan las percepciones, los mitos, lascreencias y los conocimientos, a través del tiempo� (Toledo,1991: 15). Por eso es que el conocimiento campesino estáformado por un corpus que refleja el conjunto de símbolos,conceptos y percepciones de un sistema cognoscitivo conracionalidades diferentes. El corpus también es la síntesisde la práctica, integrada por tres tipos de experiencia: his-tórica, trasmitida por generaciones previas �intergene-racional�; actual �intrageneracional�, y particular decada campesino. El conocimiento campesino se integra porcuatro tipos diferentes: estructural, relacional, dinámico yutilitario (Toledo, 1991).

Para Gliessman: �Los campesinos tradicionales han de-sarrollado un conocimiento que les ha permitido establecera través del tiempo sistemas de uso mínimo de insumosexternos, con una gran confianza en los recursos renovablesy una estrategia basada en el manejo ecológico de los mis-mos� (1990: 379; la traducción es del autor). Esto haceindispensable reconocer y valorar este conocimiento, tomán-dolo como punto de partida para el diseño de sistemas deagricultura sustentable. Por su parte, Altieri (1999) mencionaque el valor y uso del conocimiento tradicional es de sumaimportancia en la agroecología y en la búsqueda de un nue-vo paradigma basado en la sustentabilidad.

En otro trabajo, Altieri (1991) señala que es imposibleseparar los agroecosistemas de las culturas que los crean yentonces es indispensable considerar la complejidad de lossistemas agrícolas y la sofisticación del conocimiento localde la gente que los utiliza. A juicio de este autor tres son loselementos más relevantes del conocimiento tradicional: elconocimiento sobre el medio ambiente, las taxonomías bio-lógicas folclóricas y las prácticas agrícolas. Según Reijntjes,Haverkort y Waters�Bayer, �[...] el saber autóctono vamucho más allá de la mera tecnología. Implica muchasnociones, percepciones e intuiciones relacionadas con el

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medio ambiente�. Además, está integrado a creencias, va-lores, tradiciones, mitos y a las formas de organización ycooperación social: �El conocimiento autóctono puede servisto como una acumulación dinámica y siempre cambiantede la experiencia colectiva a través de las generaciones�(1995, 36�37).

Este enfoque que se busca acercar al conocimiento cam-pesino, al conocimiento popular, tiene una dimensión sub-versiva y crítica que surge del rechazo al mito de la superio-ridad del mundo urbano�industrial sobre el mundo rural,ya que este ha sido una parte esencial de los argumentosutilizados para justificar la destrucción de las culturas cam-pesinas e indígenas como una condición para la moderni-zación de la producción rural (Toledo, 1993: 213�215). Porsu parte, Sevilla (1995: 20) considera que este enfoque ofre-ce una suerte de relativismo que permite reconocer otrosmodos de apropiación de la naturaleza, basados en premisasdiferentes al racionalismo y el pragmatismo de la cienciaconvencional. Además, permite obtener herramientas deanálisis que esbozan la aparición de un nuevo paradigmacientífico, por medio del cual los investigadores se acercanal estudio de las culturas tradicionales no como un sector amodernizar sino como una parte de la sociedad que poseeuna especial sabiduría ecológica.

Los ecosistemas naturales presentan una amplia diversi-dad de estructuras, componentes y procesos. El mante-nimiento de esta diversidad además constituye la base desu estabilidad y renovabilidad. Su trasformación en agroeco-sistemas conlleva una reducción de la diversidad para fa-vorecer a las especies buscadas por los seres humanos, sinembargo, a lo largo de la historia diferentes culturas huma-nas han establecido agroecosistemas que manejan la di-versidad ecológica en favor de una mayor productividadglobal del sistema y del mantenimiento de las bases ecoló-gicas del mismo.

La agricultura industrializada representa el ejemplo ex-tremo de la simplificación ecológica y de la pérdida de di-versidad. Su tecnología promueve la alteración de los

Diversidadecológica ydiversidad

culturalLA

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ecosistemas, desde una perspectiva homogeneizante queignora totalmente las diferencias entre los ecosistemas y laspotencialidades productivas de la diversidad ecológica. Así,el paisaje agrícola moderno y productivo consiste en enor-mes extensiones de monocultivo, en las que el suelo existecomo sustrato físico de la producción y el resto de las espe-cies animales y vegetales presentes son enemigos a vencer.La agricultura industrializada tiene un alto impacto en lapérdida de la biodiversidad.

Para la agroecología esta diversidad biológica es un ele-mento central en sus estrategias de agricultura sustentable.Altieri (1999) sostiene que dada la heterogeneidad ecológicay productiva no existe en América Latina un tipo único deintervención tecnológica y entonces surge la necesidadde un enfoque amplio como la agroecología. Esta proveelas bases ecológicas para el mantenimiento de la biodiver-sidad en la agricultura, restablece el balance ecológico delos agroecosistemas y permite alcanzar una producción sos-tenible. La biodiversidad promueve una variedad de pro-cesos de renovación y servicios ecológicos en los agroecosis-temas y su pérdida implica costos energéticos y ecológicosmuy altos.

Siguiendo a Altieri (1999), la agroecología enfatiza unenfoque de ingeniería ecológica consistente en ensamblarlos diversos componentes del agroecosistema �cultivos, ani-males, árboles� de manera que las interacciones tempo-rales y espaciales entre ellos se traduzcan en rendimientosderivados de fuentes internas, reciclaje de nutrientes, mate-ria orgánica, insectos, agentes patógenos y relaciones tróficasque resalten integraciones y sinergismos.

Además, este enfoque considera de suma relevancia ladiversidad cultural, y desde la perspectiva coevolucionistaestas culturas al actuar sobre diferentes ecosistemas handado lugar a una amplia diversidad productiva. Los cono-cimientos y tecnologías que las diferentes culturas handesarrollado a lo largo del tiempo muestran su identidad ysu sentido de la vida y son un aspecto fundamental del po-tencial endógeno. La defensa de las identidades culturaleses una demanda de importantes movimientos indígenas ycampesinos en los países del Sur, quienes están amenaza-

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dos por los procesos homogeneizantes y entonces se vincu-lan con la agroecología para pelear por su derecho a con-servar sus recursos ecológicos y sus formas e identidadesculturales.

Como bien señala Toledo, la biodiversidad y la diversi-dad cultural son cuestiones estratégicas para los países envías de desarrollo, pues contienen en sus territorios una ricadiversidad biológica y una gran diversidad cultural. Elloconstituye una importante base para el planteamiento deformas sustentables de hacer agricultura y construir proce-sos de desarrollo incluyentes que valoren y asuman el ca-rácter pluriétnico de estas sociedades (1996: 29).

La agroecología considera que el agroecosistema es su uni-dad básica de trabajo y un concepto fundamental en suestructura teórica. Por eso este apartado está dedicado apresentar sus elementos principales. Uno de los intentosiniciales para conceptualizar al agroecosistema proviene deHernández Xolocotzi, que lo definió �[...] como un ecosis-tema, modificando [sic] en mayor o menor grado por elhombre, para la utilización de los recursos naturales en losprocesos de producción agrícola, pecuaria, forestal o de lafauna silvestre� (1977: XIX).

La propuesta de Gliessman considera que el conceptode partida es el ecosistema y lo define como �[...] un siste-ma funcional de relaciones complementarias entre los orga-nismos vivos y su medio ambiente, delimitado por fronterasmás bien arbitrarias y que en el espacio y el tiempo se orien-tan a mantenerse en un equilibrio dinámico� (1990: 379�380; la traducción es del autor). El agroecosistema se creapor la manipulación humana con el propósito de establecerla producción agrícola. Cuatro nociones ecológicas son cen-trales en el análisis de los agroecosistemas: el flujo de ener-gía, los ciclos de nutrientes, los mecanismos de regulaciónde poblaciones y el equilibrio dinámico. Se entiende alagroecosistema como la respuesta a las relaciones dinámi-cas que se establecen entre las culturas humanas y susambientes físicos, biológicos y sociales a lo largo del tiem-po. El entendimiento de estas relaciones provee de una he-

Un conceptocentral: el

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rramienta de gran utilidad para la producción agrícola sos-tenible (Gliessman, 1990).

Para Altieri, el agroecosistema es el resultado de lacoevolución entre los procesos sociales y los procesos natu-rales que se desarrollan en forma paralela e interdependienteen un contexto histórico específico (1999: 59). Así, el de-sarrollo y la adaptación de sistemas y tecnologías es el re-sultado de las interacciones de los agricultores con sus co-nocimientos y su entorno biofísico y socioeconómico. Elentendimiento de esta coevolución y de las relaciones entreprocesos provee las bases para el estudio y diseño de agroeco-sistemas sustentables. El concepto de agroecosistema reba-sa pues el ámbito ecológico y se adentra en lo social. Entérminos de Sevilla (1995), el agroecosistema es una cons-trucción social producto de la coevolución entre las culturashumanas y la naturaleza. La manera en que cada grupo hu-mano altera la estructura y dinámica de cada ecosistemasupone la introducción de un nuevo tipo de diversidad �lahumana�, al incluir en el manejo de los recursos el sellopropio de su identidad cultural.

Los agroecosistemas funcionan con base en una serie deprincipios:

� El agroecosistema es la unidad ecológica principal ycontiene componentes abióticos y bióticos que soninterdependientes e interactivos y que sirven para pro-cesar los nutrientes y el flujo de energía.

� La función de los agroecosistemas se relaciona con elflujo de energía y el reciclaje de los materiales, por me-dio de los componentes estructurales del ecosistema, yse realiza mediante el manejo del nivel de insumos.

� La cantidad total de energía que fluye a través de unagroecosistema depende de la cantidad fijada por lasplantas o productores y los insumos provistos.

� El volumen total de materia viva se puede expresar entérminos de biomasa. La cantidad, distribución y com-posición de biomasa varía con el tipo de organismo, el

Principios de losagroecosistemas

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ambiente físico, el estado de desarrollo del ecosistema yde las actividades humanas.

� Los agroecosistemas tienden hacia la maduración y pue-den pasar de formas simples a estados más complejos.Esta tendencia es inhibida en la agricultura moderna almantener monocultivos caracterizados por la baja di-versidad y la baja maduración.

� La principal unidad funcional del agroecosistema es lapoblación de cultivos. Esta ocupa un nicho en el sistemaque juega un rol particular en el flujo de energía y en elreciclaje de nutrientes.

� Los cambios y las fluctuaciones en el ambiente �explo-tación, alteración y competencia� representan presio-nes selectivas sobre la población.

� La diversidad de las especies está relacionada con elambiente físico. Un ambiente con una estructura verti-cal más compleja alberga más especies que uno mássimple (Altieri, 1999: 47�48).

En la agricultura industrializada, los seres humanos hansimplificado la estructura del ambiente sobre vastas áreas,reemplazando a la diversidad de la naturaleza con un redu-cido número de plantas cultivadas y animales domésticos.Este proceso de simplificación alcanza una forma extremaen el monocultivo. El objetivo de esta simplificación esaumentar la proporción de energía solar, fijada por las co-munidades de plantas que estén directamente disponiblespara los seres humanos. El resultado neto

[...] es un ecosistema artificial que requiere de la interven-ción humana constantemente. La preparación comer-cial de un semillero y la siembra mecanizada reempla-zan los métodos naturales de esparcimiento de semillas;los plaguicidas químicos reemplazan los controles natu-rales sobre las poblaciones de malezas, plagas y agentespatógenos; además la manipulación genética reempla-za los procesos naturales de la evolución y selección deplantas (Altieri, 1999: 60).

Sustentabilidaden los

agroecosistemas

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De acuerdo con este autor, para mantener los niveles deproductividad tanto de largo como de corto plazo, losagroecosistemas modernos requieren considerablementemás control ambiental que los sistemas agrícolas tradicio-nales. Los sistemas modernos necesitan grandes cantida-des de energía importada para realizar el trabajo que ensistemas menos perturbados es ejecutado por procesosecológicos naturales. Así, a pesar de ser menos productivosque los monocultivos modernos, los policultivos tradiciona-les por lo general son más estables y más energéticos.

Desde la agroecología se intenta trascender los criteriossimples de las ciencias agrícolas convencionales, enfocadasa medir sólo la productividad de un cultivo y a buscar pa-rámetros más amplios que incluyan la evaluación de dife-rentes factores que intervienen en el funcionamiento de unagroecosistema. Una propuesta interesante es la que ela-boró Conway (1987), en la que plantea cuatro indicadoresdiferentes para evaluar los agroecosistemas desde una pers-pectiva amplia:

� Sustentabilidad: se refiere a la capacidad de un agroe-cosistema para mantener cierto nivel de producción a lolargo del tiempo. También indica la plasticidad de unagroecosistema para recuperarse después de situacio-nes de estrés por cuestiones ecológicas y socioeconómi-cas.

� Equidad: mide que tan equitativos están distribuidos losproductos del agroecosistema entre los productores y con-sumidores locales.

� Estabilidad: es la constancia de la producción, bajo unconjunto dado de condiciones ambientales, económi-cas y de manejo.

� Productividad: es la cantidad de producto o de biomasatotal por unidad de superficie, de insumos o de inver-sión.

Una aportación muy interesante la hace Marten (1988), quepresenta a la autonomía como un quinto elemento paraagregar a los cuatro indicadores propuestos por Conway.Para Marten (1988), la autonomía tiene dos dimensiones:

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la autosuficiencia �el grado de integración de los inter-cambios internos�, y la autogestión �el control sobre lasdecisiones de funcionamiento� en un agroecosistema.

Por su parte, Altieri (1999) señala una serie de principiosagroecológicos para el manejo sustentable de los agroeco-sistemas: la diversificación vegetal y animal a nivel de es-pecies y de genética en tiempo y espacio; el reciclaje denutrientes y materia orgánica, optimizando la disponibili-dad y balance de nutrientes; la provisión de condicionesedáficas óptimas vía materia orgánica, estimulando la bio-logía del suelo; la minimización de pérdidas de suelo y agua;el control de la erosión y manejo del microclima, y la explo-tación de sinergismos vía interacciones plantas�plantas,plantas�animales y animales�animales.

La agroecología cuestiona los enfoques teóricos de la cien-cia agrícola convencional y propone un marco de análisismás amplio e incluyente. Sin embargo, el cuestionamientose extiende hacia las formas de realizar las acciones de in-vestigación y experimentación en el medio rural y se orien-ta hacia la búsqueda de métodos coherentes con los princi-pios de la agroecología. En este ámbito, el camino aún eslargo y se han generado múltiples planteamientos que bus-can hacer aportaciones. La variedad es muy amplia y vadesde simples readaptaciones de las estrategias convencio-nales hasta métodos complejos que integran principios ytécnicas de diversas ciencias.

A continuación se presenta una breve síntesis de diver-sas propuestas metodológicas que pueden ser inscritas dentrode los intentos de la agroecología por construir métodosalternativos de investigación orientados a la agricultura sus-tentable. Se sugiere profundizar en las características y ele-mentos de estos métodos consultando las fuentes originalescitadas en la bibliografía. También se recomienda consul-tar el libro de Frans Geilfus, intitulado 80 herramientas parael desarrollo participativo, que ofrece una interesante mues-tra de diversas metodologías de utilidad en el trabajo haciala agroecología.

Métodos de laagroecología

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Este esfuerzo pionero proviene de Hernández Xolocotzi(1977), quien propone que los trabajos de investigacióndeben tomar en cuenta que hay diferencias básicas entreagroecosistemas y ecosistemas. Las principales son: quelos sistemas agrícolas se asemejan a fases incipientes desucesión en ecosistemas naturales; que se produce un rejuve-necimiento de los niveles tróficos inferiores; que los agroeco-sistemas tienden a la simplicidad, reduciendo la diversidad;que los agroecosistemas tienden a reducir los mecanismosreguladores, presentando dificultades para aumentar sucomplejidad, y por último, que en los agroecosistemas losdesequilibrios se pueden alcanzar con mayor facilidad, exis-tiendo la posibilidad de regresiones a niveles inferiores eirreversibles de organización.

Las etapas de la metodología propuesta por HernándezXolocotzi son: selección del área de estudio; introducciónal área; observación para regionalizar; recopilación de in-formación ecológica; registro de calendarios agrícolas ydefinición de los agroecosistemas; formulación de hipóte-sis de trabajo; cotejo experimental y evaluación participativade la tecnología agrícola tradicional.

Esta metodología ha sido propuesta por Conway y pretende�[...] combinar herramientas de análisis rigurosas con la fle-xibilidad necesaria para el enfoque interdisciplinario �fun-damental para comprender los complejos agroecosistemascampesinos�, a través de técnicas de diagnóstico rápido�(1985: 37; la traducción es del autor). La metodología estábasada en conceptos ecológicos y socioeconómicos y propo-ne un nivel de análisis aplicable a la jerarquía de sistemas ysus diferentes niveles, reconociendo las relaciones entre laspropiedades de los agroecosistemas en el desarrollo agrícola.

Además, puede evaluar el comportamiento del agroeco-sistema y servir de base para mejorarlo. Así, es posible com-prender el funcionamiento de los agroecosistemas desde cua-tro aspectos: la sustentabilidad, la estabilidad, la equidad yla productividad. Estos aspectos se expresan en cuatro pa-trones básicos �espacio, tiempo, flujos y decisiones� y lasetapas de la metodología son: definición de objetivos; defini-

Análisis deagroecosistemas

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Estudio deagroecosistemas

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ción del sistema, sus límites y jerarquías; análisis de los pa-trones básicos; preguntas clave y guías de acción; hipótesisde trabajo y diseño de la investigación (Conway, 1985).

La metodología hace énfasis en el trabajo interdisci-plinario, en el análisis colectivo, en las visitas de campo yen el uso de técnicas visuales, como transectos agroecoló-gicos, mapas, calendarios, diagramas y árboles de decisión.

El término incluye una importante cantidad de métodos congrandes similitudes ente ellos �diagnóstico rápido de sis-temas rurales, diagnóstico rápido para el desarrollo agríco-la� y surge con una gran influencia de Chambers y suscolaboradores en Gran Bretaña. Esta metodología se pue-de definir como una actividad sistemática y semiestructu-rada, realizada en el campo por un equipo multidisciplinarioy planeada para obtener rápidamente nuevas informacio-nes e hipótesis sobre la vida rural. De acuerdo con Chambers(1992), los fundamentos de la metodología son:

� Las relaciones entre el principio de la ignorancia óptima�ignorar lo que no es necesario saber� y la impreci-sión adecuada �no medir nada con más precisión dela que fuere necesario.

� Evitar dispersiones, investigar más profundamente cier-tos puntos clave y no pretender contemplar demasiadosaspectos de relevancia discutible.

� Hacer triangulaciones, es decir, no utilizar una sola fuentede información sino usar al menos tres versiones sobreel mismo tema.

� Aprender con la población rural directamente, cara acara, procurando obtener información acerca del cono-cimiento autóctono.

Las técnicas propuestas son: la revisión de datos secunda-rios; la observación directa, los diagramas, las entrevistassemiestructuradas; los juegos analíticos, y los retratos e his-torias (Chambers, 1992).

Diagnósticorural rápido

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Esta metodología se origina a partir del trabajo realizadoen diferentes partes del mundo por el Centro de Informa-ción para la Agricultura Sustentable de Bajos Insumos Ex-ternos, ubicado en Holanda. Para Reijntjes, Haverkort yWaters�Bayer, los principios del desarrollo participativo detecnologías son: un enfoque que se orienta a fortalecer lacapacidad local de experimentación e innovación; alentara los agricultores para crear y evaluar tecnologías autóctonas,así como para elegir, ensayar y adaptar tecnologías exter-nas con base en su saber y su sistema de valores; un proce-so complementario que vincula la ciencia agronómica conlas prioridades y capacidades de los agricultores para de-sarrollar sistemas agrícolas sustentables, y propiciar y desa-rrollar la capacidad, dignidad y confianza de los agriculto-res en sí mismos (1995: 138).

La secuencia general de las etapas de esta metodologíason: el lanzamiento del programa; la definición de temas deensayo; la planeación de las experimentaciones; la puestaen común de los resultados y el mantenimiento del proceso(Reijntjes, Haverkort y Waters�Bayer, 1995). El desarrolloparticipativo de tecnologías considera como esencial pro-mover los siguientes procesos: vínculos directos entreagricultores; vínculos a través de organizaciones no guber-namentales y organizaciones de agricultores; modificaciónde actitudes en investigadores y extensionistas, y forma-ción de redes de agricultores (regionales, nacionales e in-ternacionales).

Al igual que en otras propuestas metodológicas, en este tér-mino se integran varias metodologías con bastante proxi-midad en sus planteamientos y principios. De todas las ini-ciativas se considera que la más acabada es la de Tillmanny Salas (1994). Para estos autores el diagnóstico ruralparticipativo es un proceso de diálogo y concertación quegenera conocimiento social para trasformar la realidad yfomenta la organización democrática de pueblos y comu-nidades. El proceso se orienta a fortalecer la identidad y lacultura de la población local y va creando una capacidadreivindicadora de los marginados que contribuye a mejo-

Diagnósticorural

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Desarrolloparticipativo de

tecnologías

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rar el control de las comunidades sobre sus recursos locales.Además, es un proceso de investigación y un conjunto detécnicas que exigen una actitud democrática por partede quien la aplica.

El método tiene como características principales lassiguientes: la relativización del concepto de ciencia; la va-loración del conocimiento campesino; el abordaje de la cues-tión del poder; la democratización del saber, y el aprendizajedel investigador. El diagnóstico rural participativo tambiénpropone un conjunto de herramientas: las entrevistassemiestructuradas; la observación participante; el análisisde fuentes secundarias; los mapas y fotografías aéreas; losperfiles; los diagramas de Venn; los diagramas históricos;los dibujos; los sociodramas, y los juegos comunales.

Una propuesta muy interesante es el Marco para la Evalua-ción de Sistemas de Manejo Incorporando Indicadores deSustentabilidad (MESMIS), que ha sido desarrollado porMasera, Astier y López, a partir de sus experiencias en elGrupo Interdisciplinario de Tecnología Rural Apropiada(GIRA), en Pátzcuaro, México. El MESMIS tiene como objeti-vo principal brindar un marco metodológico para evaluarla sustentabilidad de diferentes sistemas de manejo de recur-sos naturales a escala local �comunidad, granja, parce-la�, bajo las siguientes premisas:

� El concepto de sustentabilidad se define a partir de sieteatributos generales de los agroecosistemas: producti-vidad, estabilidad, confiabilidad, resistencia, adaptabi-lidad, equidad y autogestión.

� La evaluación de la sustentabilidad es válida sólo paraun sistema de manejo en un espacio y contexto específi-co, una escala espacial y una escala temporal previa-mente determinadas.

� La evaluación de la sustentabilidad es una actividadparticipativa, que requiere una perspectiva y un equipointerdisciplinario.

� La evaluación de la sustentabilidad no se puede medirper se sino de una manera comparativa, ya sea un mis-

MetodologíaMESMIS

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mo agroecosistema a través del tiempo �comparaciónlongitudinal�, o bien con otros sistemas de referencia�comparación trasversal.

� La evaluación de la sustentabilidad es un proceso cícli-co que tiene como objetivo central el fortalecimiento,tanto de los sistemas de manejo como de la metodologíautilizada (Masera y López�Ridaura, 2000).

El MESMIS propone un ciclo de evaluación que comprendelos siguientes pasos: la definición del objeto de evaluación;la determinación de los puntos críticos de los agroecosis-temas a evaluar; la selección de indicadores; la medición ymonitoreo de indicadores; la presentación e integración deresultados, y las conclusiones y recomendaciones (Maseray López�Ridaura, 2000).

A manera de conclusión, es posible observar que las pro-puestas metodológicas presentadas contienen importantesdiferencias, tanto en los aspectos que reconocen como enel énfasis puesto en ellas. Sin embargo, también existenpuntos de encuentro y es posible detectar los siguientes ras-gos comunes:

� El reconocimiento de la complejidad de los agroecosiste-mas y la consiguiente necesidad de analizarlos desde unenfoque trasdisciplinario.

� La relativización de los enfoques convencionales de lainvestigación científica.

� La importancia de la participación de los habitantes ru-rales.

� La necesidad de utilizar métodos de investigación másrápidos y operativos.

� El uso de técnicas cualitativas y visuales.� La revalorización del conocimiento local.

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153La puesta en práctica del modelo modernizador en el me-dio rural se realiza a partir de una estructura teórica y meto-dológica orientada a capacitar y educar a los campesinos ypobladores del campo. Desde esta perspectiva, las activi-dades de extensión, formación y capacitación rurales sedirigen a seres humanos pasivos, atrasados e ignorantes, aquienes es necesario educar para lograr una mentalidadmoderna. Además, esta visión hace énfasis en la ciencia yla técnica agropecuaria �en forma de paquetes tecnológi-cos� como contenidos fundamentales de estas activida-des.

El diseño de formas alternativas de desarrollo en el me-dio rural también requiere la búsqueda de elementos concep-tuales y metodológicos que se orienten hacia la participaciónactiva de los diversos actores sociales en estos procesos.Desde esta perspectiva, la educación adquiere una dimen-sión totalmente diferente y, por tanto, las formas de crea-ción, trasmisión y utilización del conocimiento demandanun tratamiento distinto al utilizado en el enfoquemodernizador.

La investigación participativa propone elementos impor-tantes en este sentido y es una herramienta de especial rele-vancia en la búsqueda y diseño de estrategias de desarrollorural sustentable.

La investigaciónparticipativa

Capítulo X

154

La educación popular es la matriz filosófica y epistemológicade la investigación participativa, una construcción concep-tual y metodológica que tanto debe al pedagogo brasileñoPaulo Freire.

A partir de los trabajos de alfabetización realizados porFreire en Brasil, en los años setenta del siglo XX, inicia estapropuesta educativa, que se extendería por América Lati-na y que pasaría a ser una práctica metodológica de unaamplia gama de comunidades eclesiales de base, organiza-ciones no gubernamentales, populares y ciudadanas. Laeducación popular también ha sido utilizada en campañasde alfabetización masiva y popular en Nicaragua, GuineaBissau, Sao Tomé y Príncipe, que lograron reducir de for-ma notable los niveles de analfabetismo de la población.

Esta propuesta educativa parte de una postura episte-mológica al considerar los procesos educativos como undiálogo entre los seres humanos, acerca de su mundo, desu realidad concreta. Para Freire: �[...] nadie dice la pala-bra solo. Decirla significa necesariamente un encuentro delos hombres. Por eso, la verdadera educación es diálogo. Yeste encuentro no puede darse en el vacío, sino que se da,en situaciones concretas, de orden social, económico, polí-tico� (1985: 16). Así, al conocer cada quien una parte de larealidad �su visión de la realidad� y establecer un diálo-go en torno a ella con otros seres humanos, nadie educa anadie y todos se educan entre sí, es decir, todos somos sa-bios y todos somos ignorantes respecto a los diversas di-mensiones de la realidad (Freire, 1985).

Lo anterior origina una postura de naturaleza ética en laeducación popular, en la que ya no cabe más la distinciónentre educador y educando. Según Freire: �No más edu-cando, no más educador, sino educador�educando con edu-cando�educador, como el primer paso que debe dar el indi-viduo para su integración en la realidad nacional, tomandoconciencia de sus derechos� (1985: 16). La educación ver-dadera es praxis, reflexión y acción de los seres humanossobre el mundo para transformarlo. Es pues, un acto decoraje, es una práctica de la libertad dirigida hacia la reali-dad para transformarla, una propuesta pedagógica de los

Educaciónpopular y el

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seres humanos en proceso de permanente liberación (Freire,1985: 16�19).

Esta consideración fundamental de la educación popu-lar trasciende el enfoque convencional de la educación queconsidera a los educandos seres pasivos e ignorantes, aquienes hay que llenar de contenidos, a través de un edu-cador que sí sabe y que sí conoce. Esta educación banca-ria �en el sentido de que alguien deposita conocimientosen una persona que está para recibirlos� representa unalimitación estructural a los procesos educativos para lastrasformaciones sociales y económicas que requiere el de-sarrollo (Freire, 1985).

De tal suerte que la educación popular presenta otraconsideración de naturaleza política: �[...] al asumirse comouno de los procesos que participa en la creación de unanueva propuesta cultural, política e ideológica alternativa ala hegemonía dominante� (Barreiro, 1974: 25). Además,propone generar procesos de toma de conciencia, es decir,de conocimiento y, por lo tanto, de aprendizaje particular ysocial de la realidad de quienes se educan, así como de sumedio social y material. �Esta conciencia posibilita la trans-formación de la realidad, la construcción colectiva de unproyecto histórico propio. La educación se concibe enton-ces, como uno de los elementos que acompaña la transfor-mación de los seres humanos marginados desde su existen-cia material, hacia su existencia ciudadana y política�(Barreiro, 1974: 29).

Un elemento central en la propuesta de la educaciónpopular es el concepto de concientización. Para Freire(1983), la concientización implica trascender la esferaespontánea de la aprehensión de la realidad para llegar auna esfera crítica en la que la realidad se da como objetocognoscible y en la que los seres humanos asumen una posi-ción epistemológica. Por eso la concientización es compro-miso histórico, es conciencia histórica. Es, en fin, inserciónen la historia, donde los seres humanos asumen el papel desujetos hacedores y rehacedores del mundo, así como re-conocen que entre más concientizados están más existen.

De esta forma, al ser la educación popular un elementoque contribuye a la participación social en los procesos de

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liberación, cuatro son los sentidos del proceso de concien-tización, base pedagógica de la educación popular. El pri-mero es la concientización como descubrimiento de ladimensión de la persona y como compromiso con sus con-secuencias. Un segundo elemento es la concientizacióncomo conquista de la conciencia crítica a lo largo de unaescala progresiva de descubrimientos relacionales. El ter-cero es la concientización como pasaje de la concienciaoprimida hacia la conciencia de opresión y, por último, laconcientización como emergencia de la existencia oprimi-da hacia la conciencia del oprimido (Barreiro, 1974: 43).

La investigación participativa nace y crece en AméricaLatina durante la década de los años sesenta y comienzosde la década de los años setenta del siglo XX. En esos mo-mentos la región sufre múltiples intentos de cambio ytrasformación en muy diversos ámbitos de la vida política,social y académica. El modelo de desarrollo modernizadormostraba ya sus limitaciones y la búsqueda de alternativaspresentaba una gama muy amplia, que iba desde movi-mientos insurreccionales hasta formas novedosas de orga-nización de la sociedad civil, pasando por la participaciónen formatos institucionales de democracia representativa.Esa época también fue la génesis de muy diversos movi-mientos sociales que fueron ampliando la agenda políticade las demandas ciudadanas. La emergencia de movimien-tos de mujeres, jóvenes, indígenas, pobladores urbanos, cris-tianos, ecologistas, homosexuales y lesbianas, entre otros,demandó la búsqueda de nuevos referentes teóricos, másamplios e incluyentes, que trascendieran las visiones unila-terales del desarrollo.

El contexto donde nace la investigación participativaademás incluye un crecimiento en el trabajo de base, tantocon los sectores �tradicionales� �es decir obreros y cam-pesinos� como con los actores sociales emergentes. Se ha-cen múltiples esfuerzos organizativos y educativos orientadoshacia la trasformación de las estructuras sociales y econó-micas de América Latina, crecen en forma importante lasorganizaciones no gubernamentales y adquieren un papelpúblico relevante en actividades que van desde la gestoríade proyectos de desarrollo hasta la defensa de los derechos

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humanos. Las organizaciones populares también crecen yasumen en ciertas coyunturas una función comointerlocutores de los ciudadanos ante el poder del estado.

La dinámica social y política se reflejó necesariamenteen el ámbito académico, en especial en las ciencias socia-les, donde surgieron diversas escuelas de pensamiento queintentaron explicar la situación latinoamericana, a partirde las propias miradas de la región. Así, vale la pena men-cionar a manera ilustrativa la teoría de la dependencia, elanálisis de las sociedades indígenas, la educación popular,la teología de la liberación y la reflexión sobre la identidadlatinoamericana, entre otros.

Estas escuelas de pensamiento comparten un cuestio-namiento a fondo de los modelos teóricos occidentales �enespecial el positivismo y el marxismo dogmático� y tienenen común la intención de crear teorías propias, coherentescon las condiciones de América Latina. Además, compartenla búsqueda latinoamericana de participar desde su realidaden la discusión internacional sobre los caminos hacia el de-sarrollo.

La propuesta de la educación popular y la búsqueda de ca-minos alternativos al desarrollo son el contexto donde se cons-truye la investigación participativa. El trabajo de base y lapuesta en práctica de los métodos de educación popularplantearon una serie de retos acerca del conocimiento, sugeneración y utilización en la trasformación de la realidad.Paulo Freire enuncia la cuestión de la siguiente manera:

Si se entiende la realidad como la conexión entre la ob-jetividad y la forma en que las personas se hallaninvolucradas en los hechos, procesos y estructuras, y lapercepción e interpretación de dicha realidad, habráentonces que plantear para la investigación de esa reali-dad métodos en los que los sujetos participen activamentecomo investigadores de la realidad, y no como objetospasivos de investigación (1982: 29; la traducción es delautor).

Investigaciónparticipativa

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Desde esta perspectiva, la investigación participativabusca desaparecer las diferencias entre investigadores einvestigados y entre sujetos y objetos de producción de co-nocimiento, por medio de la participación de la gente en laapropiación y creación del saber. En este proceso, la inves-tigación no es sólo un medio de creación del conocimientosino una herramienta para la educación y el desarrollo dela conciencia y una estrategia de movilización para la ac-ción. La investigación participativa es entendida entoncescomo una actividad integrada que combina investigación,educación y acción.

Asimismo, nace como necesidad y es el resultado de lapráctica de equipos de trabajo en contacto con diversosactores sociales, interesados en la trasformación de suscomunidades. Si bien se ubica en una matriz conceptual yfilosófica bien definida, en principio no surge y se desarro-lla de una determinada teoría del conocimiento sino de lapráctica concreta de grupos comprometidos con el cambiosocial. Por eso la investigación participativa se origina condiversos nombres en diferentes países y regiones. Se trataentonces de un descubrimiento, de un encuentro común ycolectivo de un amplio número de personas, organizacio-nes populares y no gubernamentales, implicados en prácti-cas de trasformación social.

Una revisión de algunas experiencias iniciales de inves-tigación participativa incluye trabajos elaborados en Amé-rica Latina desde los años sesenta, las experiencias de PauloFreire y la investigación temática, la investigación acciónde Orlando Fals Borda, en Colombia, y la observación mi-litante de Darcy de Oliveira (Hall, 1983). En África es rele-vante la experiencia de Swantz y su equipo, en Tanzania,con sus estudios sobre la desnutrición. En Europa, unarelectura de los textos de la Escuela de Frankfurt, en espe-cial de Habermas y Adorno, llevó a la sociología�accióncomo punto de la agenda de investigadores sociales, comopor ejemplo Jan de Vries, quien desarrolló experienciaseducativas desde esta perspectiva, en Holanda, o PaoloOrefice en la Universidad de Nápoles ha investigado lascuestiones de concientización comunal. El Centro Highlanderde Tennessee, Estados Unidos, utiliza el enfoque para estu-

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dios sobre tenencia y uso de la tierra, en tanto que Stimsonha utilizado métodos de investigación participativa en tra-bajos de desarrollo de la comunidad, en Canadá.

La investigación participativa se ha desarrollado en ámbi-tos muy diferentes y desde prácticas sociales muy diversas,hecho que la hace ser un cuerpo conceptual y metodológicode naturaleza muy dinámica y, por tanto, resulta reduccio-nista y hasta inútil el intento de definir un concepto. Dadolo anterior, en este apartado se presentan distintas propues-tas conceptuales de la investigación participativa y, a partirde esta diversidad, se plantean los puntos de encuentro en-tre ellas.

Para Schutter y Yopo, la investigación participativa

Es una conjugación de una crítica teórica epistemológica,una ruptura con los procesos que existen, por un lado y,por otro, el resultado de una reestructuración de elemen-tos innovadores provenientes de diversas experienciasprácticas y de los avances teóricos recientes. De estamanera se ha convertido en una praxis nueva que sepresenta como una opción metodológica y un enfoqueestratégico para la acción (1983: 58�59).

Además, se entiende como un enfoque mediante el que sepretende la plena participación de la comunidad en el aná-lisis de su propia realidad, con el objeto de promover latrasformación social para beneficio de los participantes dela investigación. Esta actividad es, por lo tanto, educación,investigación y acción social (Schutter y Yopo, 1983).

La concepción anterior implica un esfuerzo por cons-truir un enfoque capaz de resolver la tensión permanenteentre el proceso de generación del conocimiento y el usodel conocimiento; entre el mundo académico y el mundoreal; entre los intelectuales y la gente común; entre la cien-cia y la vida; entre la teoría y la práctica. Dos ideas resultande interés en la aportación conceptual de Schutter y Yopo:la primera es la noción de la investigación participativa comouna opción teórica y metodológica, pero también como una

Propuestasconceptuales

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estrategia para la acción. La segunda se refiere al reto quese le presenta para resolver la contradicción entre el mundoacadémico y el mundo real, entre la ciencia y la vida.

Otra propuesta conceptual importante es la de Schutter,para quien la investigación participativa �[...] es la produc-ción de conocimientos sobre las relaciones dialécticas quese manifiestan en la realidad social, es decir, entre las es-tructuras objetivas �a nivel macro y micro� y la maneraen que se perciben a sí mismos los seres humanos en surelación histórica con esas estructuras� (1981: 175). Estadefinición tiene una consecuencia metodológica: es nece-sario involucrar a los sujetos como investigadores que estu-dian esas relaciones dialécticas. Schutter además dice queeste tipo de investigación �[...] tiene como objetivo conocery analizar la realidad en sus tres momentos constitutivos:los procesos objetivos, la percepción �nivel de concien-cia� que sobre estos procesos tienen los seres humanos yla experiencia vivencial dentro de las estructuras sociales�(1981: 176).

Así, la investigación participativa es en sí misma unmétodo educativo y un instrumento para la concientizacióny la acción trasformadora. Lo anterior supone otra conse-cuencia metodológica: la participación se visualiza en eldiseño y la ejecución de la investigación y también en lautilización de los conocimientos, por parte de los sujetos,en acciones que cambien su realidad. En la propuesta deSchutter resulta relevante su idea de los tres momentos cons-titutivos de la realidad y, por ende, la importancia de reco-nocerlos en los procesos de investigación participativa. Tam-bién es interesante su propuesta de considerarla como unmétodo educativo, pero además como un instrumento parala concientización y la acción trasformadora.

Anisur y Fals Borda consideran a la investigación ac-ción participativa como un término intercambiable con elde investigación participativa y la conceptualizan �[...]como una metodología de investigación con evolución ha-cia la relación sujeto/sujeto para conformar patrones simé-tricos, horizontales y no�explotadores en la vida social, eco-nómica y política, y como una parte del activismo socialcon un compromiso ideológico y espiritual para promover

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la praxis popular (colectiva)� (1991: 40). Para estos auto-res, la investigación participativa intenta combinar el saberpopular y el conocimiento científico, a fin de construir pro-cedimientos con el pueblo como sujeto de la historia y detener control sobre el proceso de generación del conoci-miento, con el objeto de avanzar hacia una sociedad másjusta, más productiva y más democrática (Anisur y Fals Bor-da, 1991). La propuesta explicita la dimensión política dela investigación participativa, entendida como un elementopara apoyar la participación popular en la generación yutilización del conocimiento, así como en la perspectiva deconstruir una sociedad alternativa.

Una iniciativa más se debe a Park, quien la define como�[...] un marco dentro del cual, la gente que busca superarsituaciones de opresión pueda llegar a entender las fuerzassociales que operan y obtener fuerza en la acción colectiva.Sus funciones son, pues, cognoscitivas y transformadoras;produce conocimiento y lo vincula simultánea e íntimamentecon la acción social� (1992: 136). Es un proceso educativocontinuo que no termina con la finalización de un proyectosino que continúa viviendo en la conciencia crítica y en lasprácticas trasformadoras de los participantes. De especialinterés es la claridad con la que Park plantea a la investiga-ción participativa como una actividad que integra aspectoscognoscitivos y trasformadores, produciendo conocimien-to y vinculándolo con la acción social. También resulta re-levante la idea de considerarla como un ciclo continuo deconocimiento�concientización�trasformación.

En medio de esta diversidad de orígenes y contextos esposible ofrecer un consenso acerca de los siguientes ele-mentos conceptuales comunes a las acciones de la investi-gación participativa:

� La consideración de este tipo de investigación como unaopción teórica y metodológica que posibilita la integra-ción verdadera entre la gente y los investigadores paraconocer y trasformar la realidad.

� El entendimiento de que el desarrollo tiene una dimen-sión endógena y es a la propia gente a quien correspon-de conducirlo. Así es como este tipo de investigación

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adquiere sentido como un instrumento viable para la pro-moción de estos procesos.

� La idea de la investigación participativa como un pro-ceso educativo, de investigación y de trasformación dela realidad.

� La factibilidad e importancia de generar conocimientopopular y el reconocimiento de su validez, así como lanecesidad de establecer el diálogo entre el conocimientocientífico y el popular.

� La necesidad de desmitificar a la ciencia dominante y asus métodos de generación e investigación de la reali-dad.

� La perspectiva de la investigación participativa comoun elemento relevante de los procesos de construcciónde sociedades alternativas, más justas y más democráti-cas.

La existencia de una diversidad de propuestas conceptua-les trae como resultado que también haya una amplia gamade elementos metodológicos en la investigación partici-pativa. En este apartado se presentan aquellos que se con-sideran representativos de esa diversidad. Por ejemplo, paraFals Borda (1991) las etapas metodológicas son cinco:

� Investigación colectiva: se refiere al uso de informaciónrecolectada y sistematizada en una base grupal, comofuente de datos y conocimientos resultantes de reunio-nes, sociodramas, giras experimentales, asambleas ydemás actividades colectivas. En esta etapa no sólo seproducen datos sino también se provee la validaciónsocial de estos. De esta manera, la confirmación se ob-tiene de los valores positivos del diálogo, la discusión, laargumentación y el consenso, en la investigación de lasrealidades sociales.

� Recuperación crítica de la historia: consiste en el esfuer-zo de descubrir de manera selectiva y por medio de lamemoria colectiva, aquellos elementos del pasado quepueden ser usados en las luchas del presente para aumen-tar la concientización. Aquí los instrumentos de investi-

Elementosmetodológicos

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gación priorizan los cuentos y leyendas populares, res-catando la tradición oral vía los testimonios, entrevistasy relatos vivenciales.

� Valoración de la cultura popular: implica el reconoci-miento de los valores esenciales de la gente. Lo anteriorpermite que elementos frecuentemente ignorados en lapráctica educativa y política sean revalorados. Desdeesta perspectiva, adquieren otra dimensión manifesta-ciones culturales como el arte, la música, el drama, losdeportes, las creencias, los mitos y otras expresiones re-lacionadas al sentimiento, la imaginación y las tenden-cias lúdicas.

� Producción y difusión del nuevo conocimiento: integraformas de sistematización y comunicación del conoci-miento generado. Se priorizan aquellos métodos de co-municación basados en lenguajes totales que incluyenimágenes, sonidos, teatro popular, sociodramas, radio,música, poesía, marionetas o videos.

� Devolución sistemática: se refiere a la socialización delos conocimientos generados entre todos los participan-tes en el proceso. Esto es una obligación, dado que sonlas comunidades y las personas participantes los due-ños de este conocimiento y entonces son ellas quienespueden determinar las prioridades respecto a su uso, aligual que establecer las pautas para la publicación y difu-sión de este saber. Esta etapa se orienta hacia el objeti-vo de trasformar el conocimiento popular en conocimien-to crítico, integrado por el conocimiento experimental yel teórico.

Por su parte, Schutter y Yopo señalan como característicasmetodológicas de la investigación participativa las siguien-tes:

� El punto de partida lo constituye la visión de la realidadcomo una totalidad.

� Los procesos y estructuras son comprendidos en su di-mensión histórica.

� La relación sujeto�objeto se convierte en una relaciónsujeto�sujeto, por medio del diálogo.

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� La educación, la investigación y la acción se conviertenen un solo proceso.

� El carácter sincrónico y cuantitativo de la investigacióntradicional es reemplazado por una orientación diacró-nica y una integración de elementos cuantitativos y cua-litativos.

� La comunidad y los investigadores producen de maneraconjunta conocimientos críticos dirigidos hacia la trasfor-mación social.

� Los resultados de la investigación son aplicados a la rea-lidad concreta (1983: 68).

Pero es Park quien hace la aportación más relevante acer-ca de la metodología de la investigación participativa, puesdesde su perspectiva

El proceso comienza con un problema que surge de lagente afectada por él y cuyo interés exige una solución.El problema es social por naturaleza y requiere de solu-ciones colectivas, de otro modo no existe la participa-ción. Los miembros de la comunidad están conscientesdel problema, pero en ocasiones requieren el concursode un equipo externo que movilice y organice a la co-munidad para la resolución del problema (1992: 150).

La siguiente etapa se refiere a la participación activa de lacomunidad en el proceso de búsqueda. La población deci-de cómo formular el problema a investigar, qué informa-ción se debe obtener, los métodos a ser utilizados, los pro-cedimientos concretos, la forma de analizar los datos, quéhacer con los resultados y qué acciones se desarrollarán.�En esta etapa el investigador actúa esencialmente comoun organizador de la discusión y como un consultor técnicoque puede aportar información que facilite el proceso� (Park,1992: 155).

La etapa posterior contempla la utilización de los resul-tados. Los hechos que surgen de la investigación de unproblema pueden ser útiles para organizar las acciones co-munitarias, para elaborar políticas de desarrollo y para eje-cutar medidas de cambio social. El proceso indagatorio

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llega a un punto de cristalización cuando los resultados dela investigación se reúnen de modo sistemático al final. Loshallazgos constituyen temas para la reflexión colectiva ypara el diálogo.

Es posible encontrar, a pesar de las diferencias entre lasdistintas propuestas metodológicas, sus puntos de encuen-tro. A continuación se proponen algunos:

� El problema de investigación se origina en el grupo par-ticipante.

� La investigación participativa implica que las personasde la comunidad o del grupo se involucren en el proce-so de indagación.

� El objetivo final de la investigación participativa es latrasformación estructural y mejoramiento del nivel de vidade los participantes.

� La investigación participativa se enfoca al trabajo conun amplio espectro de actores sociales, preferentementecon los más marginados y explotados.

� El propósito de la investigación participativa consiste enlograr que los individuos involucrados en el proceso es-tén conscientes de sus propias habilidades y recursos,así como de su potencial de trasformación.

Las ideas de la educación popular tuvieron un impacto sig-nificativo en el ámbito del trabajo con sectores rurales y per-mitieron un cuestionamiento a fondo de los sistemas de ex-tensión y capacitación utilizados para la puesta en marchade la modernización del campo. Además, sentaron las basespara una metodología de trabajo alternativo con las socie-dades rurales, reorientando la labor de los técnicos agrícolashacia un diálogo con los agricultores �reconociendo porejemplo los saberes campesinos� y permitiendo, por un lado,la revaloración de los conocimientos locales y, por otro, elcambio hacia formas de educación y formación dirigidas noa la aceptación acrítica de la modernización sino a latrasformación de la realidad del campo.

El punto de partida de estos cambios fue la obra de PauloFreire ¿Extensión o comunicación?: la concientización en

Investigaciónparticipativa y

trabajo en elmedio rural

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el medio rural (1978). En esta Freire plantea las cuestionescentrales que permitirían la posterior construcción demetodologías alternativas para el trabajo rural. El texto resal-ta el análisis crítico que hace su autor acerca del conceptoextensión rural. Para Freire, este concepto denota el exten-der conocimientos de parte de alguien que los tiene haciaalguien que no los tiene e implica la necesidad que sientenaquellos, que llegan hacia la otra parte de la gente consi-derada inferior �por carecer de conocimientos�, para asu manera normalizarla, para hacerla más semejante a sumundo. Así, desde este enfoque, el contenido y las formasde la extensión rural persiguen capacitar a los incapacita-dos y modernizar a los atrasados, para incorporarlos al de-sarrollo (1978: 21).

Por el contrario, Freire propone un trabajo rural que seoriente a

[...] educar y educarse en la práctica de la libertad, es tareade aquellos que saben que poco saben �por esto sabenque saben algo, y pueden así, llegar a saber más�, en diá-logo con aquellos que, casi siempre, piensan que nada sa-ben, para que éstos, transformando su pensar que nadasaben en saber que poco saben, puedan igualmente sabermás (1978: 25).

Así, el trabajo del agrónomo�extensionista pasa a ser eltrabajo del agrónomo�educador y tiene como objetivo po-sibilitar, mediante la problematización del ser humano ensus relaciones con el mundo y con los otros seres humanos,que profundicen en su toma de conciencia de la realidad,en la cual y con la cual están. El instrumento es el diálogoentre las personas en torno a su mundo, para pronunciar,trasformar y, por tanto, humanizar. El diálogo no manipula,no invade, no impone, ser dialógico es empeñarse en latrasformación de la realidad. Por eso para Freire (1978) elquehacer fundamental del agrónomo, más que un técnicodistante y frío, es el de un educador que se compromete y seinserta con los campesinos en la trasformación, como suje-to, con otros sujetos.

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A partir de estas raíces se comprende porque la investi-gación participativa ha sido una propuesta conceptual ymetodológica de gran relevancia en el trabajo de desarrollocon campesinos, indígenas y pobladores rurales. Sus ám-bitos de acción comprenden la compleja problemática so-cial, política y económica del campo, acometiendo en es-pecial las cuestiones de género, etnia, educación, salud,poder, infraestructura y organización comunitaria. Los dis-tintos contextos en los que se ha utilizado han permitidoenriquecer sus estrategias y ampliar su aplicación haciadistintos aspectos de la problemática rural.

Además de estas aportaciones que en general ha reali-zado la investigación participativa para el trabajo rural,existen aspectos más concretos que adquieren gran rele-vancia en el trabajo de extensión�investigación�educación,relacionados con las actividades agropecuarias. Estos as-pectos concretos enriquecen de forma notable los enfoquesde la agroecología y proponen consideraciones conceptua-les que abonan hacia la construcción de estrategiasparticipativas de hacer agricultura sustentable. A continua-ción se presenta una síntesis interesante realizada porCornwall, Guijt y Welbourn (1993):

� La inclusión de las cuestiones políticas en las estrategiasparticipativas de desarrollo rural. La visión de la agri-cultura como un proceso social que incluye no sólo as-pectos técnicos sino políticos y económicos trasciendeel limitado enfoque técnico y demanda analizar las di-mensiones políticas y las interrelaciones de estas con losaspectos económicos y productivos.

� La ubicación de las acciones de extensión�investiga-ción�educación en una perspectiva orientada a que lagente tenga el control sobre los procesos de desarrollo yde trasformación de la realidad. Esto además explicitala posibilidad de entrar en conflicto con las fuerzas polí-ticas y económicas que no desean las trasformaciones.

� El cuestionamiento de las relaciones convencionales en-tre técnico y campesino y las relaciones de poder queesto genera. La investigación participativa propone re-vertir los roles entre el conocimiento científico y el

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conocimiento local, encaminándose hacia un diálogo desaberes.

� La investigación participativa propone un cambio radi-cal en el trabajo de extensión�investigación�educaciónagrícola. El cambio implica dejar el enfoque centradoen la enseñanza y asumir una visión amplia que enfaticelos procesos de aprendizaje. Esto demanda atender másel cómo se aprende en lugar del qué se aprende e incluyelas vivencias personales, colectivas y comunitarias.

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169Cuarta parteLa construcción de lasustentabilidad rural

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171El territorio mexicano presenta una amplia variedadecológica en la que es posible encontrar distintos climas,ecosistemas, tipos de vegetación, suelos y topografías. Tam-bién tiene una gran diversidad cultural, pues coexisten 55pueblos indígenas originarios, además de mestizos, criollose inmigrantes, quienes conforman la población rural de lanación, en una proporción que comprende a uno de cadacuatro mexicanos. Dado lo anterior, es uno de los diez paí-ses del mundo con mayor diversidad biológica y cultural. Apartir de esta diversidad se ha desarrollado a lo largo de lahistoria una importante y avanzada agricultura, que ha dadolugar a una gran diversidad productiva en todo el país yque le ha valido ser uno de los ocho centros mundiales deorigen de las plantas cultivadas.

En la actualidad, el campo mexicano, raíz y origen delMéxico profundo en términos de Bonfil (1994), y ejemplode diversidad ecológica y cultural, está en grave riesgo. Elsector rural pasa por uno de sus periodos más difíciles acausa de las políticas de desarrollo ejecutadas, pues hanocasionado una seria crisis que amenaza la existencia delos campesinos, de los indígenas y sus familias, de sus re-cursos naturales y de su cultura. El problema del campo enel país es una cuestión de justicia y equidad, es una asigna-tura pendiente en la historia de México y un elemento fun-damental en la construcción de un proyecto de nación diver-so, plural y alternativo.

El desarrollo ruralen México

Capítulo XI

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El presente capítulo analiza los procesos de desarrollorural en el país, a partir de la estructura seguida para discu-tir las tendencias globales en la segunda parte del libro.

Los procesos de desarrollo rural en México tienen sus refe-rentes en el modelo de crecimiento seguido por el país y suubicación en el proyecto civilizatorio occidental. �La histo-ria reciente de México, la de los últimos 500 años, es lahistoria del enfrentamiento permanente entre quienes pre-tenden encauzar al país en el proyecto de la civilizaciónoccidental [el México imaginario] y quienes resisten arrai-gados en formas de vida de estirpe mesoamericana [el Méxi-co profundo]� (Bonfil, 1994: 10). El primer proyecto llegócon los invasores europeos, pero no se abandonó con laindependencia: los nuevos grupos que tomaron el poder,primero los criollos y después los mestizos, nunca han re-nunciado a él; sus divergencias y las luchas que los dividensólo expresan diferencias sobre la mejor manera de llevarloadelante (Bonfil, 1994). El proyecto del México profundoya estaba, formado por una gran variedad de pueblos, co-munidades y sectores sociales, que son mayoría en el paísy que tienen una manera de entender el mundo y organizarla vida provenientes del proyecto civilizatorio mesoame-ricano.

Los grupos que han detentado el poder �político, econó-mico, ideológico� desde la invasión europea hasta la épocaactual, afiliados por herencia o circunstancia a la civiliza-ción occidental, han sostenido siempre proyectos históricosen los que no hay lugar para la civilización mesoamericana.De acuerdo con Bonfil,

La posición dominante de estos grupos, originada en elorden estamentario de la sociedad colonial, se ha expresa-do en una ideología que sólo concibe el futuro (el desa-rrollo, el progreso, el avance, la Revolución misma) den-tro del cauce de la civilización occidental. [Ahora] Eldesarrollismo y la modernización siguen la línea de lasustitución cultural dentro de un modelo occidental cuyo

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ejemplo prístino está ahora más cercano: los EstadosUnidos (1994: 102 y 104).

El desarrollo rural en México se ha estructurado a partir dela idea de la urbanización y la industrialización como losprincipales objetivos del crecimiento: �El México profundo�rural, campesino e indígena� no es la meta, sino tansólo una fuente de la que se sustraen recursos para el desa-rrollo del otro México, industrial, moderno, urbano y cos-mopolita� (Bonfil, 1994: 177).

A partir de los años cuarenta del siglo XX, el sector rural seconstituyó en la base económica para el desarrollo y laspolíticas agropecuarias se dirigieron a que el campo cum-pliera con las siguientes funciones: producir alimentos abajos costos para una población urbana en constante cre-cimiento y con salarios bajos; liberar mano de obra paraincorporarla a la naciente industria y a la reserva de traba-jo; producir cultivos de exportación como fuente de ingresode las divisas necesarias para el desarrollo industrial, y pro-ducir cultivos agroindustriales para el crecimiento de la in-dustria de la trasformación. Las funciones del sector ruraltambién incluyeron crear un mercado interno para los pro-ductos de la naciente industria; proporcionar los recursosnaturales necesarios para el crecimiento y funcionamientode industrias y ciudades, y recibir en los espacios ruraleslos desechos de las actividades urbanas e industriales.

Durante 30 años, en el periodo conocido como el mila-gro mexicano, el país fue un ejemplo clásico y en aparien-cia exitoso del modelo de desarrollo modernizador. El sec-tor agrario cumplió con creces las funciones asignadas ysirvió de base para la industrialización de México. Además,�El producto agropecuario creció a una tasa superior a 4.5%promedio anual; la demanda interna de alimentos logrósatisfacerse plenamente a precios estables, e incluso, de-crecientes en relación a los precios industriales, y las im-portaciones agropecuarias no pasaron nunca de 5% deltotal de esos productos� (CEPAL, 1982: 17).

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Asimismo, la relación de precios ciudad�campo descen-dió 23% y se generaron divisas de origen agropecuario porequivalentes a la mitad de las exportaciones totales. �El sec-tor rural también aportó la mano de obra para el crecimien-to industrial y la población rural se redujo de 65% a 45%del total. La productividad por trabajador en la industriacreció 119%, mientras que el salario mínimo urbano seincrementaba en 31%� (CEPAL, 1982: 11). En ese periodose generaron excedentes trasferibles a la acumulación in-dustrial, por medio de los sistemas fiscales, bancarios y deprecios, equivalentes a 15% del producto interno agrope-cuario. Finalmente, la mercantilización de la economía agra-ria y la disminución de la autosuficiencia campesina con-tribuyeron a la formación acelerada de un mercado internopara insumos y bienes manufacturados.

Las políticas agrícolas se dedicaron a promover la mo-dernización tecnológica del campo mexicano a partir de lapropuesta de la revolución verde, mediante paquetes tec-nológicos orientados hacia el incremento de la productivi-dad de ciertos cultivos, que se basan en la homogeneizaciónproductiva (vía el monocultivo), la utilización intensiva deinsumos energéticos externos y el uso intensivo de recursosnaturales. En esa medida, las instituciones de investigacióny extensión en México se han dedicado a generar y exten-der los paquetes tecnológicos hacia los agricultores, par-tiendo del principio de que la adopción de estas tecnolo-gías es la condición necesaria para el desarrollo rural.

A inicios de los años setenta del siglo XX, el sector agrícolamexicano entró en una profunda crisis, originada por eltipo de relaciones que mantuvo con la industria y con lasociedad urbana desde los tiempos del milagro mexicano.La agricultura financió el crecimiento del sector industrial ylos procesos de urbanización y como consecuencia sufrióun proceso de descapitalización que se manifestó en la caí-da de la producción y la pérdida de la autosuficienciaalimentaria. En 1980, la balanza comercial agropecuariase volvió deficitaria por el incremento de las importacionesde granos básicos, y un lustro después, dentro de los pro-

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gramas de ajuste estructural impuestos por el Fondo Moneta-rio Internacional (FMI) para garantizar el pago de la deuda,las políticas agrícolas se comienzan a orientar hacia laglobalización económica. A partir de esos años, las políti-cas de desarrollo rural se ven enmarcadas dentro del proyectoneoliberal instaurado en México y se enfocan a intensificarlos procesos de modernización en el campo, reafirmando laidea de que es el único camino posible hacia el desarrollo.

También en esa época se inician las negociaciones paraestablecer el Tratado de Libre Comercio de América delNorte (TLCAN), que integra los mercados de Estados Uni-dos, Canadá y México, y en el que se institucionalizan laspolíticas neoliberales, con el objetivo de lograr la moderni-zación rural para favorecer la competitividad internacionalde los productos agropecuarios y atraer las inversiones ex-ternas hacia el sector agrario. El TLCAN nunca reconociólas asimetrías existentes entre los sectores agrarios de lostres países y sometió a la agricultura mexicana a las decisio-nes de sus socios, que tienen agriculturas mucho más subsi-diadas. Además, este tratado ha significado la trasformaciónprofunda del medio rural mexicano y ha alterado sus for-mas organizativas y productivas. Vale la pena mencionarque el TLCAN se decidió y aprobó, en el más puro estiloautoritario del régimen gobernante, sin que hubiese un pro-ceso de información y consulta a los distintos actores so-ciales del medio rural.

En este contexto del desarrollo neoliberal, tres han sidolas políticas agrícolas instauradas por el Estado mexicano:la primera es la reforma legal a la Constitución, la segundase refiere al marco institucional y la tercera se ubica en elámbito de lo económico. La reforma legal constituye el ejeprincipal de estas políticas, pues el artículo 27 constitucio-nal es resultado de las demandas agrarias de la revoluciónde 1910 y desde la Constitución de 1917 protegía las tie-rras ejidales, comunitarias e indígenas, al impedir la com-pra, la venta y el arrendamiento de estas. Como conse-cuencia de lo anterior, aproximadamente 50% del territorionacional se encuentra en manos de ejidatarios, comunerose indígenas y en esas tierras se ubican 70% de los bosquesy selvas de México, así como las regiones de mucha biodiver-

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sidad (Toledo, 1996). El alto valor de estos recursos, con-servados durante tantos años, los hace muy atractivos paralos capitales nacionales y trasnacionales, pero gracias a lareforma legal las tierras de los campesinos e indígenas deMéxico entraron a la oferta y la demanda. En 1992, comoun prerrequisito del TLCAN, el gobierno mexicano cambióen su habitual modo autoritario la Constitución y colocó enel mercado la tierra y los recursos naturales.

Las modificaciones en el artículo 27 constitucional pro-mueven y favorecen los procesos de privatización de tierrasy recursos naturales. En la actualidad, los límites legalespara la propiedad privada y corporativa se ampliaron, porejemplo, en superficies forestales y el máximo posible pasóde mil a 20 mil hectáreas.

El segundo grupo de políticas agrícolas se ubica en losmarcos institucionales del sector agrario mexicano (Appen-dini, 1995). Se reformaron todas las instituciones y se defi-nió el nuevo escenario para el medio rural. Este marco sediseñó para que la economía del campo se desenvuelva apartir de las señales del mercado nacional e internacional,desmantelando una serie de instrumentos de regulaciónsobre los mercados rurales, mediante los que el Estado mexi-cano había ejercido una importante intervención en lasactividades productivas.

Acorde con la perspectiva neoliberal, el Estado se retiróde su papel como intermediario y proveedor de recursos ydejó al mercado en su lugar. La privatización, la desregu-lación y la apertura comercial son en la actualidad los ejesde la modernización y el rol del Estado es crear el marcoapropiado para asegurar el flujo de capitales privados ha-cia el campo, mediante reformas a las políticas y las leyes,así como vía la reestructuración de las instituciones públi-cas dedicadas al medio rural. La política neoliberal del es-tado mexicano fue más allá de la ortodoxia y, por ejemplo,el gasto público en desarrollo rural disminuyó 75% entre1984 y 1987 y la inversión pública federal en fomento einfraestructuras siguió el mismo comportamiento (Calva,1992: 17).

Los cambios institucionales también llevaron a definirpolíticas agropecuarias excluyentes y orientadas a favorecer

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a ciertos productores y cultivos. De acuerdo con Appendini(1995), esta clasificación de los productores es un par-teaguas en la política agropecuaria, pues permite distinguirtres tipos de agricultores: los campesinos más pobres y mar-ginados, sin posibilidades de competir en el mercado y paraquienes se establecen estrategias asistencialistas; los pro-ductores con potencial productivo que pueden competir enel mercado con políticas favorables, y por último losagroempresarios con capacidad de competir en el ámbitointernacional, que logran ventajas comparativas y a quie-nes se dirigen las políticas agrícolas actuales.

El tercer conjunto de regulaciones se refiere a las cues-tiones económicas y está integrado por la eliminación ace-lerada de subsidios en todos los ámbitos �precios, consu-mo e insumos�, la apertura comercial indiscriminada y elalza de los intereses en los créditos rurales. Al implementarestas políticas, el Estado ha confiado ciegamente en quelos mecanismos del mercado asignen de forma eficiente losrecursos, sin tomar en cuenta que en la agricultura, másque en ningún otro sector, las señales del mercado estántotalmente distorsionadas por las políticas proteccionistasy los altos subsidios otorgados por los países desarrolladosa sus sectores rurales.

Las políticas agrícolas van más allá de la ortodoxia ymientras se considera como un triunfo político la entradade México a la Organización para la Cooperación y el De-sarrollo Económicos (OCDE) y, por tanto, al selecto club depaíses desarrollados, se niegan a aplicar las regulacionesde estas mismas naciones, quienes por ejemplo en 1993proporcionaron 42% de los ingresos de sus agricultores víasubsidios, destinando un promedio de 14,400 dólares anua-les por agricultor de tiempo completo. Por su parte, EstadosUnidos otorga 34,700 dólares anuales de subsidio para cadaagricultor (OCDE, 1995) �sin considerar la reciente leyagrícola aprobada en el 2002 y que asigna un total de 190mil millones de dólares más en apoyo a los agricultoresestadunidenses. Mientras tanto, los funcionarios neoliberalesen México insisten en terminar con los subsidios y las medi-das proteccionistas para poder competir en el libre merca-do de las economías industrializadas.

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El cambio de partido político en la presidencia y el lla-mado proceso de transición hacia la democracia no hansignificado modificaciones de fondo en la orientación deldesarrollo rural en México, y más allá de los discursos y dela llegada de nuevos funcionarios, se mantienen los elemen-tos centrales del modelo. Algunas de las acciones del actualgobierno federal del Partido Acción Nacional (PAN) quemuestran con claridad esta continuidad son las siguientes:

� La agricultura mexicana sigue atada a los destinos deEstados Unidos. Las condiciones del TLCAN respecto almedio rural no están a discusión, a pesar del sombríopanorama que vive el campo desde el 2003 y de lasmovilizaciones campesinas en todo el país.

� No hay una mínima intención de reconsiderar los cam-bios al artículo 27 constitucional a pesar del impactoque han tenido en el incremento de la marginación y lapobreza rural, así como en la intensificación del deterio-ro ambiental de bosques, suelos y aguas.

� No existe una solución real a las demandas indígenasplanteadas en los Acuerdos de San Andrés. La soluciónde los problemas rurales en México pasa necesariamen-te por la resolución del conflicto indígena.

� Las propuestas de desarrollo rural tienen una clara ten-dencia hacia la �empresarización� de las actividadesagropecuarias como único camino al progreso, exclu-yendo la diversidad rural y, en concreto, a los campesi-nos e indígenas, así como sus vías de crecimiento.

El Estado mexicano en sintonía con el proyecto occidentalha implementado un conjunto de políticas agrícolas que demanera gradual han ocasionado la insustentabilidad de laagricultura en el país. En la época actual, aplicar el modeloneoliberal ha provocado al sector rural mexicano una pro-funda crisis en lo ecológico, lo social, lo cultural y lo econó-mico, en la que la sustentabilidad no aparece como unaprioridad.

A fines de 2001, el Congreso de la Unión aprobó la Leyde Desarrollo Rural Sustentable, y entonces todavía es muy

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prematuro evaluar si su aplicación será eficiente y podrárevertir esta tendencia hacia la insustentabilidad. Esta leydefine al desarrollo rural sustentable como el mejoramientointegral del bienestar social de la población y de las activi-dades económicas en el territorio comprendido fuera de losnúcleos considerados urbanos, de acuerdo con las disposi-ciones aplicables, asegurando la conservación permanentede los recursos naturales, la biodiversidad y los serviciosambientales de dicho territorio (Cámara de Diputados, LVIIILegislatura, 2001).

Según este instrumento legal, el Estado, junto con losdiversos agentes organizados, impulsará un proceso detrasformación social y económica que reconozca la vulne-rabilidad del sector rural y conduzca al mejoramiento sosteni-do y sustentable de las condiciones de vida de la poblacióndel campo, mediante el fomento de las actividades produc-tivas y de desarrollo social que se realicen en el ámbito delas diversas regiones del medio rural, procurando el usoóptimo, la conservación y el mejoramiento de los recursosnaturales, y orientándose a la diversificación de la activi-dad productiva en el campo, incluida la no agrícola, paraelevar la productividad, la rentabilidad, la competitividad,el ingreso y el empleo de la población rural (Cámara deDiputados, LVIII Legislatura, 2001).

La ley presenta una concepción limitada de la susten-tabilidad rural y tiene muchas lagunas para su operación,pero también incluye propuestas relevantes como la inclu-sión de la multifuncionalidad. A pesar de todo es un avan-ce y constituye un espacio institucional con potencialida-des interesantes, siempre y cuando cuente con la voluntadpolítica y el apoyo financiero del estado mexicano.

De cualquier forma, resulta paradójico que mientras lospaíses más desarrollados reconocen la necesidad de utili-zar métodos más sustentables en sus agriculturas, así comopromueven y diseñan políticas en ese sentido, en Méxicolos encargados de las políticas públicas se empeñan en ig-norar esas tendencias y continúan aplicando estrategias demodernización abandonadas ya en las propias sociedadesque las generaron.

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En síntesis, las políticas agrícolas mexicanas que se orien-ten en algún sentido hacia la sustentabilidad son aún emer-gentes, a pesar de los acuerdos internacionales firmadospor el gobierno. Más allá de los discursos, la agricultura sus-tentable todavía no tiene un lugar en el actual modelo do-minante del país y su presencia en el medio rural respondea los esfuerzos e iniciativas de los movimientos sociales.

La primera tendencia se refiere al neoliberalismo como ejede las políticas agrícolas. El estado mexicano ha asumidocomo misión seguir los más ortodoxos principios neolibera-les y con ello favorecer el proceso de integración económi-ca con Estados Unidos y Canadá para llevar al país al de-sarrollo y la modernidad. En esta perspectiva, el Estado desdeel México imaginario y los postulados del pensamiento úni-co plantean como camino posible sólo el que diseñan yoperan sus instituciones y, por tanto, no aceptan, ni escu-chan, ni les interesan las modificaciones al actual modelo,a pesar de los resultados que ha tenido en diversas partesdel mundo.

La segunda tendencia presente tiene un carácter históri-co, que atiende a la extracción de recursos humanos, natu-rales y económicos del sector rural para el financiamientodel desarrollo industrial y urbano. Si bien esta es común deldesarrollo industrializador, también es cierto que tiene unanaturaleza temporal y los países más desarrollados, des-pués de la etapa de extracción de recursos rurales, haninstaurado políticas de apoyo y recapitalización de la agricul-tura en su búsqueda por devolverle recursos al campo, comolo hacen nuestros socios comerciales en Norteamérica, Asiay Europa. En México, por el contrario, siguiendo una curio-sa modernización obsoleta, la lógica actual continúa sien-do la subordinación de lo rural a lo industrial y a lo urbano,que se refleja de forma clara en las políticas agrícolas.

Una tercera tendencia es el autoritarismo del estadomexicano, que se expresa en los métodos de planeación yejecución de las políticas agrícolas. En esta tendencia sefusionan la intolerancia del pensamiento único con la his-tórica exclusión de los actores sociales rurales en la toma

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de decisiones sobre políticas públicas. De esta forma, lasdecisiones sobre el campo se realizan sin considerar proce-sos participativos que permitan la incorporación de las di-versas demandas y aspiraciones de agricultores, campesi-nos e indígenas.

La última tendencia es emergente en las políticas agríco-las y se refiere a la consideración de la sustentabilidaden las actividades agropecuarias. Para el Estado mexicanoesta cuestión existe y tiene un marco jurídico, pero no esrelevante y más allá de sus posiciones discursivas en losforos internacionales, aún no hay el convencimiento ni lavoluntad política para incorporarla en sus planes y progra-mas de desarrollo.

La instauración del modelo de desarrollo occidental y lainsistencia de intensificar los procesos modernizadorescomo el único camino posible llevan a cuestionar los resul-tados obtenidos en su aplicación al medio rural mexicano.Los frutos de este modelo permiten analizar sus serias limi-taciones. Si bien es cierto que el país se urbanizó y se logróconvertir de rural a urbano, la migración del campo a laciudad dio como resultado las grandes concentracionescitadinas, donde la baja calidad de vida, el desempleo, laviolencia y la marginación son el verdadero rostro del sue-ño urbano para las grandes mayorías.

El traslado de recursos humanos, naturales y financie-ros para favorecer la industrialización de México se realizóy el país logró conformar una planta industrial. Sin embar-go, este sector productivo fue incapaz de desarrollar unaestructura competitiva, que absorbiera la mano de obra ru-ral y generara recursos para el desarrollo del resto de lossectores y entonces en la actualidad se encuentra en unasituación de recesión productiva. Así, el desarrollo moder-nizador de México logró sus objetivos: urbanizarse e indus-trializarse a partir del sector agrario, pero a cambio de esoel campo mexicano se encuentra sumido en una complejacrisis, con múltiples dimensiones, que ya lleva variossexenios.

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En términos sociales, los más marginados del país vivenen el medio rural. De acuerdo con Boltvinik (1995), en Méxi-co 98% de los habitantes del campo son pobres, con un in-greso menor a dos dólares diarios, o viven en extrema po-breza, con entradas de un dólar diario. En el grupo depobreza extrema se ubica 81.7% de los habitantes rurales yen el de pobres 16.3% de esta misma población.

A esta dimensión social habría que añadir la ecológica,causada por la ejecución intensiva del modelo de desarro-llo. El deterioro de los ecosistemas rurales crece en formaincontrolable, incrementando la presión sobre los recursosnaturales. México se encuentra en la crisis ambiental másgrave de los últimos 70 años, según la propia Secretaría deMedio Ambiente y Recursos Naturales, en declaracionesde su ex titular Julia Carabias (1998). Este deterioro am-biental representa 11% del producto interno bruto, pues elsector rural se encuentra afectado por la deforestación ace-lerada (600,000 hectáreas anuales), la erosión de los sue-los (80%), la contaminación de aguas y suelos, así como lapérdida de la biodiversidad natural y la diversidad genética.

La crisis del sector rural en México también tiene unadimensión cultural, debido a que las estructuras comuni-tarias existentes en este medio han sido profundamentealteradas por el proceso de modernización y hasta estánamenazadas de extinción, ante la mercantilización de susculturas. El asunto es aún más grave con los pueblos indí-genas presentes en el país, baste decir que en 1900 existían240 lenguas y en la actualidad sólo quedan 55 (Toledo,1991). Así, el desarrollo rural en México ha provocado ladesaparición de culturas profundas, que son esenciales enla construcción de las identidades nacionales.

Además, tiene una dimensión económica, en virtud deque las actividades agropecuarias han dejado de ser renta-bles para la pequeña y mediana producción, que compren-de al 87% de los agricultores mexicanos (CEPAL, 1982). Laapertura unilateral de las importaciones subsidiadas, lacaída de los precios agrícolas, la carencia de mecanismoscompensatorios y los altos costos del crédito son algunasde las razones de esta crisis. En la actualidad, el campomexicano sufre el abandono a causa de la pobreza que obli-

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ga a miles de mexicanos a emigrar a las grandes ciudades ya Estados Unidos.

Los resultados de este modelo de desarrollo muestrancomo el sector rural cumplió sus funciones y sirvió de so-porte para la industrialización y la urbanización del país,sin embargo, el campo mexicano entró en una profunda ycompleja crisis, que en términos de Bonfil: �[...] no es lacrisis de México sino tan sólo la quiebra de un modelo dedesarrollo que ignoraba al México profundo� (1994: 245).En los inicios del siglo XXI, la población rural es la más po-bre y marginada de México, los recursos naturales se dete-rioran en forma intensiva, la emigración crece de maneracontinua y las actividades agropecuarias pierden viabili-dad económica, mientras las estructuras comunitarias sedesintegran y las identidades étnicas y culturales desapare-cen de manera acelerada. El campo en México se encuen-tra en un proceso creciente de insustentabilidad social,ecológica, cultural y económica, como consecuencia delproyecto occidental de desarrollo.

De acuerdo con Bonfil, la imposición del México imagi-nario

[...] ha producido una variedad criolla de la dinámicade expansión occidental, siempre mal copiada y atrasa-da en relación con los países avanzados que le sirven demodelo, y siempre más grosera y menos capaz de enten-der la modernidad como algo diferente de estar a la moda(por eso impulsa una modernidad subsidiaria y espuria)(1994: 234).

A pesar de estos resultados, la visión del México imaginariocontinúa dominando las políticas de desarrollo rural en elpaís. Los casos de la ley indígena, el Plan Puebla Panamá yla indiferencia y desatención del campo ante la nueva eta-pa del TLCAN son evidencias claras de que el proyectocivilizatorio occidental es la referencia única del rumbo ele-gido por quienes gobiernan a la nación.

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Los movimientos sociales en México se ubican en un contex-to nacional marcado por una crisis múltiple y prolongada.Esta crisis causada por la ortodoxia neoliberal de los últi-mos gobiernos se agudiza a medida en que el TLCAN se vainstaurando en el país, provocando mayor marginación ypobreza entre las mayorías y concentrando el ingreso enunos cuantos empresarios y políticos. El sector rural, laspequeñas y medianas empresas y los asalariados estánpagando el costo de las políticas económicas que el gobier-no se empeña en presentar como la única vía posible. Lacrisis también tiene una dimensión política que se expresaen una creciente desconfianza hacia el Estado y sus organis-mos, los cuales aparecen ante los ciudadanos como mode-los de corrupción e ineficiencia y, por tanto, incapaces dedar solución a los apremiantes problemas de la población.

La emergencia de la sociedad civil mexicana en estacrisis ha sido un proceso lento y difícil, pero que mantieneuna presencia creciente y se fortalece cada vez más ante laprofundidad del problema existente y la incapacidad delgobierno para resolverlo. La población en México ha teni-do que vencer su apatía y se comienza a organizar y a partici-par de manera más activa en la vida ciudadana, enfrentan-do las inercias ocasionadas por la hegemonía corporativa,ejercida por el Partido Revolucionario Institucional (PRI)durante más de 70 años. Así, los movimientos sociales seconstruyen en un contexto muy complejo y se debaten en-tre la crisis actual, el peso de las estructuras de gobierno yla necesidad de participar activa y creativamente en latrasformación social del país.

El medio rural es el escenario donde la diversidad cultu-ral, ecológica y productiva se articulan a lo largo de la his-toria para dar lugar al México profundo, un proyectocivilizatorio, presente vivo y en una compleja relación conel México imaginario. Para Bonfil:

Las expresiones actuales de esa civilización son muydiversas: desde las culturas que algunos pueblos indioshan sabido conservar con mayor grado de cohesión in-terna, hasta la gran cantidad de rasgos aislados que se

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distribuyen de manera diferente en los distintos sectoresurbanos. La civilización mesoamericana es una civili-zación negada, cuya presencia es imprescindible reco-nocer (1994: 21).

El proyecto civilizatorio mesoamericano no es un simpleagregado de rasgos culturales aislados sino un plan generalde vida que le da trascendencia y sentido a los actos huma-nos, que ubica a las personas de una cierta manera en rela-ción con la naturaleza y el universo, que le da coherencia asus propósitos y valores, que le permite cambiar de formaincesante según los avatares de la historia, sin desvirtuar elsentido profundo de su civilización. Siguiendo a Bonfil(1994), el proyecto civilizatorio mesoamericano es comoun marco mayor, más estable, más permanente, aunque deninguna manera inmutable, en el que se encuadran diver-sas culturas y donde diversas historias se hacen compren-sibles.

En el medio rural �el México profundo� es donde naceel movimiento social más importante de los años recientescon la rebelión indígena de Chiapas, que cuestiona radi-calmente al régimen político mexicano, demandando el res-peto a las culturas indígenas, a sus formas de vida, a susrecursos y su incorporación activa a la vida política nacio-nal. El levantamiento de Chiapas puso en total evidencia alMéxico imaginario y mostró el rostro real de un estado au-toritario y racista, empeñado en mantener su proyecto po-lítico y económico. Además, tuvo el acierto de establecer deinmediato un diálogo continuo con la sociedad civil, a par-tir del cual se han articulado diferentes actores sociales queencuentran en esta coyuntura histórica la posibilidad deconstruir un proyecto de país que sea una alternativa realante la situación actual de México.

Los campesinos mexicanos han sido un actor fundamentalen las trasformaciones sociales y políticas del país: la gue-rra de independencia; la defensa contra las intervencionesestadunidense y francesa; la revolución mexicana y el le-

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Campesinos

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vantamiento de Chiapas muestran el papel desempeñadopor los movimientos campesinos en nuestra historia. Deacuerdo con Bartra, en México

El campesino es movimiento, conflicto; lucha gremial quea regañadientes reflejan los medios de comunicación,de preferencia en la nota roja. Pero el campesino es tam-bién un sordo rumor, un color local que devino nacional,un fantasma sombrerudo que recorre México. Es el olora milpa y mazorcas asadas que despierta el apetito de lapatria [...] El campesino con proyecto y vocación de fu-turo reclama una economía con alma; una modernidadcon rostro humano. Alma y rostro que las culturas cam-pesinas no han extraviado por completo (1998: 18�19 y21).

En la actualidad, los movimientos campesinos se encuen-tran ante un modelo de desarrollo excluyente y empeñadoen desaparecerlos. Según Rubio (2001), este perverso mo-delo alimentario expolia al campesino, al mismo tiempo quelo denigra, le quita su excedente y su sentido de utilidadsocial. Hacer que la producción campesina de los paísessubdesarrollados parezca ineficiente, cara, sustituible y pres-cindible es el gran triunfo ideológico del neoliberalismo. Deigual forma, al imponer una visión social que identifica alos campesinos como un sector retrógrado, premoderno,inepto, carente de perspectiva, ha suscitado que pierda sudignidad como cultura y que sean considerados un lastresocial, aquellos a quienes se les compran sus productos porcaridad.

El hecho de que los campesinos e indígenas sean el sec-tor más empobrecido y marginado también los convierteen la vanguardia del conjunto de los excluidos, cuyos movi-mientos enfrentan a los gobiernos como responsables de lapolíticas excluyentes (Rubio, 2001). Esta situación les per-mite trascender el plano meramente sectorial para impulsarun movimiento con alcance nacional y este es uno de susrasgos novedosos, pues no enfrentan de manera aislada alos enemigos locales (terratenientes, empresarios agrícolas)

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sino al gobierno como gestor de la política neoliberal queexcluye a la mayoría de la población.

Si los movimientos sociales de México se construyen enun contexto de crisis nacional, esto es en especial evidenteen el caso de los campesinos mexicanos, ubicados en unsector que como se mencionó antes está sumergido en unagrave situación desde hace 30 años. La crisis del sectorrural y la instauración del neoliberalismo también significa-ron la ruptura del pacto social entre el estado y los campe-sinos, hecho que anunció el fin del corporativismo que elPRI había ejercido sobre el medio rural, a través de los caci-ques locales y regionales.

Sin embargo, a lo largo de la historia reciente han existidoimportantes movimientos campesinos que, desde una posi-ción independiente, han intentado constituirse en una alter-nativa de organización y lucha por sus reivindicaciones. Lahistoria de estos movimientos es muy diversa, algunos fue-ron reprimidos de forma brutal, otros han sido cooptadospor el estado y afiliados al partido oficial, unos más han per-manecido presentes aunque con una dimensión muy limita-da y, finalmente, varios han intentado la organización de cen-trales campesinas de naturaleza nacional, que se han vistomarcadas por escisiones y que han causado la dispersión delos movimientos campesinos alternativos.

La profundidad de la crisis rural y el complejo contextonacional han llevado a los movimientos campesinos a con-siderar formas distintas de organización y articulación conotros movimientos sociales nacionales y globales, matizan-do sus posiciones anteriores que estaban más cercanas apartidos y organizaciones políticas y buscando una mayorautonomía. Un punto de partida es la confluencia de losdistintos movimientos en la conformación de frentes por ladefensa del campo y contra los impactos del TLCAN, en es-pecial el movimiento �El campo no aguanta más� que ainicios de 2003 movilizó a un importante número de ciuda-danos y campesinos y colocó la crisis del campo en el ima-ginario social y el debate público.

El camino para los movimientos campesinos en Méxicoaún es largo y lleno de desafíos, pero tienen de su lado latradición rural del país, resultado de una larga historia de

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luchas por la tierra, así como la importancia política, sociale identitaria de la cultura campesina. Además, mantienenante sí una perspectiva amplia, abierta por el levantamien-to zapatista, que revalora ideológicamente a los campesi-nos e indígenas y reivindica su papel como agentes detrasformación, en la construcción de sociedades más jus-tas.

La población indígena en Mesoamérica a la llegada de loseuropeos era muy similar a la actual, es decir, entre diez a15 millones. Un siglo después de la conquista se redujerona dos millones y de ser mayoría pasaron a ser una minoría,como sigue sucediendo en la época actual, en la que repre-sentan entre 10 y 15% de la totalidad de los mexicanos.Han sobrevivido cerca de 55 grupos indígenas diferentes, yentre quienes cuentan con mayor población están losnahuas, mayas, zapotecos, mixtecos, otomíes, tzeltales,tzotziles, totonacas, mazatecos y choles. Los pueblos indiosde México han sido enfrentados desde la conquista por elproyecto civilizatorio occidental que los ha excluido de lavida política, social y cultural de la nación en nombre dela razón modernizante. Las comunidades indígenas del paíspresentan los niveles más bajos de bienestar en relacióncon el resto de México. Sus lenguas y culturas sufren de lacontinua agresión mestiza, los territorios de los pueblos ori-ginarios son sometidos a la explotación irracional de susrecursos, y además carecen de participación y representa-ción política en los diferentes niveles de gobierno y en loscongresos estatales y de la federación. En el México actuallos indígenas son los más marginados entre los marginadosy los más excluidos entre los excluidos.

Los pueblos indios del país han realizado diferentes ti-pos de acciones de resistencia ante los intentos por acabarcon sus culturas y han logrado sobrevivir, agrupados en dis-tintas organizaciones locales o regionales que, de manerapacífica, reivindicaban los derechos indígenas con exiguosresultados. Sin embargo, los cambios al artículo 27 de laConstitución, que atenta contra las tierras indígenas, yla entrada en vigencia del TLCAN fueron los detonantes de

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una crónica situación de injusticia y miseria que provocóel levantamiento armado de los indígenas de Chiapas parahacerse escuchar por el gobierno y la sociedad civil.

En el movimiento chiapaneco confluyen tanto la históri-ca lucha por la tierra que encabezó la figura de EmilianoZapata como también la histórica resistencia de los pue-blos indios mexicanos, y a partir de esas referencias centralesen la vida del México profundo rechazan enfáticamente elmodelo neoliberal instrumentado por el gobierno y propo-nen construir un país diferente y justo. Los zapatistas invi-taron, en 1995, a participar en la fundación del CongresoNacional Indígena (CNI), que está integrado por organiza-ciones representativas de la mayoría de los pueblos indiosde México. Desde el CNI partieron las demandas básicas detodos los indígenas para los diálogos de paz con el gobier-no y por primera vez en la historia los pueblos indios orga-nizados obligaron al Estado a negociar con ellos, dandolugar a los Acuerdos de San Andrés. En estos acuerdos sereconoció la deuda histórica de la nación con los indígenasy el gobierno asumió una serie de compromisos para esta-blecer una nueva relación entre el Estado y los pueblos in-dios (EZLN, 1997).

Los Acuerdos de San Andrés representan un triunfo po-lítico y ético de los movimientos indígenas y son un hito enla historia reciente de México. El incumplimiento de estospor parte del gobierno ha evidenciado sus reales intencio-nes y ha generado un mayor apoyo político de la sociedadcivil hacia los zapatistas, expresado por ejemplo en la con-sulta nacional de marzo de 1999, en la que tres millones demexicanos exigieron al gobierno federal honrar los com-promisos firmados y cumplir los acuerdos. Este apoyo fueaún más evidente durante la marcha del color de la tierra,en 2001, en la que los zapatistas recorrieron la mitad delpaís y presentaron su postura política en el Congreso de laUnión. La posterior aprobación de una ley indígena con-traria a los Acuerdos de San Andrés muestra los límites dela democracia representativa y la noción prevaleciente enel México imaginario. Esta ley fue rechazada por el CNI, porlos zapatistas, por los congresos locales de 14 estados delpaís, por las organizaciones indígenas y por la sociedad

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civil nacional e internacional, e incluso por las institucionesde gobierno encargadas de las cuestiones indígenas.

Las propuestas de los movimientos indígenas van másallá de sus reivindicaciones étnicas y se extienden hacia laconstrucción de proyectos civilizatorios alternativos, másincluyentes, en los que haya lugar para todas las diversida-des. También plantean una relación distinta entre quiengobierna y los gobernados y otra forma de relacionar laeconomía con la naturaleza. La agenda propuesta por losindígenas a la sociedad civil mexicana significa en el fondola refundación del país y su orientación hacia una socie-dad más digna y más justa.

En México, a diferencia de otros muchos países latinoame-ricanos, el movimiento de las organizaciones no guberna-mentales comenzó tarde y su desarrollo ha sido lento, debi-do a la omnipresencia del Estado mexicano en todos losámbitos de la vida civil y política, así como al rechazo yhostigamiento de los gobiernos del PRI contra la formacióny funcionamiento de cualquier tipo de espacio alternativo.

La crisis recurrente y las actitudes del estado han moti-vado las reacciones de la sociedad civil en ciertas coyun-turas y eso ha consolidado el movimiento de las organiza-ciones no gubernamentales en México. Así sucedió en elterremoto de la ciudad de México, en 1985, en las eleccio-nes federales de 1988, en el levantamiento zapatista de 1994o en la masacre indígena de Acteal, en 1997, circunstan-cias en las que los ciudadanos mexicanos han reaccionadoindignados y solidarios, pues consideran que los límites dela participación política y social son demasiado estrechos yes necesario construir otras formas de organización, quelogren su reconocimiento por parte del estado como acto-res sociales, para poder intervenir en las decisiones sobre eldestino de México.

La propia naturaleza de las organizaciones no guberna-mentales como movimiento social las lleva a contemplaruna amplia diversidad de temas, sectores, territorios y for-mas de funcionamiento y en el caso del país también sehan abocado a atender múltiples aspectos, sin embargo,

Organizaciones nogubernamentales

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hay cuestiones en que las aportaciones de estos organis-mos han sido muy relevantes. Por ejemplo, han jugado unpapel central para tener elecciones más trasparentes y paraciudadanizar las instancias electorales. Las organizacionesde derechos humanos también han sido fundamentales enla desigual lucha jurídica y política contra el Estado mexi-cano, así como los organismos de educación popular yacompañamiento a procesos sociales o las que colaborancon los pueblos indígenas.

Para concluir, existe en México un grupo importante deorganizaciones no gubernamentales que están atendiendoal sector rural en áreas como género, etnia, vivienda, salud,organización, comercialización y producción, y una buenacantidad de estas contempla entre sus acciones a la agri-cultura sustentable. Como resultado de sus trabajos ya hayuna serie de experiencias prácticas en todo el territorio na-cional que muestran la viabilidad de estos procesos.

Las organizaciones no gubernamentales en el país seencuentran en una coyuntura histórica inédita: la sociedadcivil reclama mayor participación, mientras que la crisisdel gobierno mexicano se hace cada vez más profunda y lanación necesita un proyecto alternativo de desarrollo. Elmovimiento de estas agrupaciones es aún reciente y debeencontrar formas de articulación que le permitan superarsus diferencias para hacer una aportación significativa. Antesí tienen el desafío de fortalecerse como espacios de en-cuentro ciudadano y de acompañar a los actores socialesen los distintos procesos de trasformación que ya están suce-diendo en México.

Los movimientos ecologistas son de reciente surgimientoen México y, por tanto, son los más incipientes. Su apa-rición se dio en zonas urbanas, fundamentalmente en cla-ses medias y altas, orientadas a la protección de ciertaszonas naturales. Al paso del tiempo centraron su atenciónen problemas urbanos �contaminación, deforestación, ba-sura�, continuando con su defensa de zonas naturales ymultiplicando su rango de acción en diferentes ciudadesdel país. Además, han desempeñado un papel muy impor-

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Ecologistas

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tante en la difusión masiva de los problemas ambientales yse han constituido en un factor de presión para el gobiernomexicano, al conseguir incluso la cancelación de algunasobras riesgosas. Los ecologistas de igual forma trabajanseriamente en la educación ambiental y suelen participaren interesantes proyectos alternativos.

Ante sí tienen el reto de profundizar su articulación conotros movimientos sociales �como campesinos e indíge-nas� que también proponen un manejo ecológico de losrecursos naturales, pero que lo hacen desde posiciones enlas que la cuestión ecológica es asimismo un asunto políti-co y, por tanto, elemento de luchas sociales más profundas.

El primer rasgo presente en los movimientos sociales atien-de a su surgimiento como una reacción ante las limitacio-nes de la democracia representativa y la ineficiencia delestado mexicano. Estos se han desarrollado al demandaruna mayor participación en la toma de decisiones sobre elrumbo del país y al elaborar propuestas viables para trasfor-mar la situación en México. También reclaman su recono-cimiento como actores sociales y apuestan por una socie-dad gestionada por los ciudadanos y sus organizaciones,en clara contraposición al modelo de gobierno imperante.

Un segundo rasgo se refiere a la búsqueda de fortalecerlas formas de relación entre los movimientos y al interior deestos. Ciertamente la diversidad de temas, actores socialesy ámbitos hace difícil esta búsqueda, sin embargo, hay con-senso acerca de continuar con estos procesos de articula-ción como el camino más viable hacia la trasformación dela situación en México, y también existen experiencias co-yunturales que han evidenciado la potencialidad de losmovimientos sociales cuando actúan unidos.

Un tercer rasgo es la emergencia de la sociedad civilmexicana, por medio de un proceso lento y difícil, pero quemantiene una presencia creciente y se fortalece cada vezmás, ante la profundidad de la crisis existente y la incapa-cidad del gobierno para hacer algo. La población en Méxi-co ha tenido que vencer su apatía y se ha comenzado aorganizar y a participar de manera más activa en la vida

Movimientossociales y sus

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ciudadana, enfrentando las inercias ocasionadas por lahegemonía corporativa.

Un último rasgo presente en los movimientos socialesresponde al impacto del levantamiento indígena de Chiapasy las movilizaciones campesinas en la sociedad mexicana,que mostraron al país el rostro de la marginación rural y eltamaño de los problemas en el campo. Además, plantearonal resto de los movimientos sociales la necesidad de articu-lar los distintos esfuerzos en torno a una agenda comúnpara construir caminos alternativos. De esta manera, losmovimientos sociales en México se fortalecieron con la re-belión indígena y encontraron múltiples puntos de contactoentre ellos.

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La dimensión local es el punto de partida y un elementocentral en el caminar hacia la construcción de alternativasde sustentabilidad rural. En la comunidad de Juanacatlán dela sierra de Tapalpa, Jalisco, un grupo de campesinos realizadesde hace diez años un proceso centrado en la agriculturasustentable, que muestra avances interesantes y que ademásha trascendido hacia la formación de una red de ámbito re-gional. El presente capítulo da cuenta de esta experiencialocal y de sus perspectivas en la búsqueda de un desarrollorural sustentable.

La sierra de Tapalpa se ubica al suroeste del estado de Ja-lisco, en México, a unos 100 kilómetros de Guadalajara, yen ella se asientan tres municipios: Chiquilistlán, Atemajacde Brizuela y Tapalpa. En este último se encuentra la comu-nidad de Juanacatlán, con una población de 1,842 habi-tantes, que el gobierno federal la tiene clasificada como zonade alta marginación y que el gobierno estatal la consideradentro de las áreas de atención prioritaria por su pobreza.Algunos datos que ilustran esta situación de marginaciónson los siguientes: 43% de la población mayor de 15 añoses analfabeta; 20% de este mismo conjunto poblacional notiene educación primaria; 32% de las viviendas carece deagua, luz y drenaje; 58% de los hogares tiene piso de tierra;en 62% de las viviendas existe hacinamiento y 74% de lapoblación tiene ingresos inferiores a dos salarios mínimos(INEGI, 1991).

La comunidadde Juanacatlán

Una experiencia localen agricultura sustentable

Capítulo XII

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La población económicamente activa es una tercera par-te del total y se distribuye de la siguiente manera: 50% reali-zan actividades agropecuarias, 40% actividades forestales,6% servicios y el resto está sin especificar. De los 1,842 habi-tantes, 919 son hombres y 923 mujeres, quienes forman 375familias. La mayoría de la población tiene entre cero y 20años �1,035 personas�, le sigue el estrato entre 20 y30 años �336 personas�, luego entre 30 y 40 años �194personas�, después entre 40 y 50 años �139 personas�,y el resto de la población supera los 50 años de edad. Lagran mayoría de las habitantes se concentra en el casco ur-bano y cerca de 30 familias viven en un asentamiento dereciente creación llamado San Francisco, ubicado a siete ki-lómetros (INEGI, 1991).

Juanacatlán existe desde el siglo XI y fue fundada porindígenas de origen otomí, quienes fueron sometidos por losnahuas en el siglo XII, de donde proviene el vocablo originalXonacatlán que quiere decir lugar de cebollas en lenguanáhuatl. La presencia española inició en 1526 y debido a laexistencia de abundantes recursos forestales, de pasturasde alto valor forrajero y de un clima frío adecuado para laproducción de trigo y cebada se aceleró el sometimiento delos indígenas en encomiendas y la consecuente apropiaciónde sus bosques y parcelas comunales. La estructura agrariafue trasformada en grandes haciendas productoras de ce-reales, ganado y madera, que fueron trabajadas por los in-dígenas pertenecientes a los encomenderos.

Ante esta situación, los indios de Juanacatlán solicita-ron en 1642 protección al virrey por los abusos de losencomenderos y los despojos de sus tierras. La primera res-puesta de la autoridad fue el envió de una imagen religiosa:la Virgen de la Defensa, convertida en patrona de la comu-nidad, y cuyo cometido siempre ha sido la salvaguarda delos indígenas y sus tierras. La segunda respuesta se dio unsiglo más tarde y consistió en la promulgación de cédulasreales que garantizaban �al menos legalmente� el carác-ter comunal del asentamiento. La comunidad conservó suestructura indígena hasta las leyes liberales de 1860, que sibien desamortizaron las tierras propiedad de la iglesia, tam-bién desconocieron las formas de posesión de los indios y

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favorecieron la formación de grandes propietarios priva-dos. El resultado en la comunidad de Juanacatlán fue laprofundización de la estructura agraria colonial, al apro-piarse de estas tierras las haciendas existentes, basadas enla producción de ovinos, el cultivo de cereales y la explota-ción de los recursos forestales.

De este modo, a principios del siglo XX, la estructuracomunitaria de Juanacatlán se conservaba sólo en la su-perficie del poblado, pues los campesinos ya habían perdi-do sus tierras comunales, su lengua y muchos rasgos de suidentidad indígena, sembrando maíz a medias o al tercio ysobreviviendo como peones en las grandes haciendas ocomo trabajadores en la minería, mientras unos cuantosgrandes propietarios detentaban los recursos naturales dela sierra. Entre 1912 y 1913, en plena revolución, surgió unconflicto por linderos entre la comunidad y los hacenda-dos, que dio lugar a movimientos armados en la región.Los habitantes de Juanacatlán continuaron luchando porsus tierras y luego de una prolongada negociación consi-guieron que las instancias gubernamentales expropiaran,en 1937, las haciendas cercanas para formar el ejidoJuanacatlán, que benefició a 234 pobladores con una su-perficie de 7,010 hectáreas, de las que cuatro mil corres-ponden a bosques, dos mil a pastizales y mil a tierras delabor.

Con la reforma agraria parecía que por fin se proporcio-naba a las comunidades campesinas e indígenas una basepara iniciar su desarrollo y aspirar a mejores condicionesde vida. Pero en realidad, para los ejidatarios de Juanacatlány otros ejidos de la sierra, las medidas fueron mucho máscomplicadas, pues si bien eran los propietarios formales dela tierra y de los bosques, los antiguos hacendados contro-laban la comercialización de los productos y disponían decapital. Además, estos establecieron estrechas relacionescon los poderes políticos municipales y regionales, lo queprivilegio su acceso a instituciones, créditos, apoyos y de-cisiones.

La complicidad de los funcionarios agrarios facilitó lacooptación y corrupción de las autoridades ejidales, que seconvirtieron en caciques locales, en virtud de que garanti-

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zaban el control político y electoral de los campesinos acambio de beneficios económicos y prebendas. Así, me-diante este camino, las autoridades ejidales establecieroncontratos de arrendamiento ilegales, que permitieron laexplotación de los recursos forestales a cambio de ingresoseconómicos controlados por las autoridades y que nuncallegaron a los ejidatarios, quienes vieron como a pesar dela posesión de los recursos naturales sus condicionesde vida no mejoraban.

La sierra de Tapalpa comprende una superficie de 55,000hectáreas, se ubica en el eje neovolcánico de México y pre-senta una altura media de 2,000 metros sobre el nivel delmar (msnm), con mínimas de 1,800 msnm y máximas de2,880 msnm. En ella existen dos tipos básicos de topofor-mas: las montañas y las mesetas. La comunidad de Jua-nacatlán se asienta en una de estas mesetas de la zona cen-tro oriente de la sierra, conocida como los Altos de la Sierra.La meseta está enmarcada por elevaciones de 2,800 msnm,tanto al norte como al poniente, y tiene una altura media de2,560 msnm (INEGI, 1981).

Para el caso de Juanacatlán, las topoformas predomi-nantes son las mesetas escalonadas con lomeríos y los va-lles de laderas tendidas. La posición geofísica de la sierrada como resultado un clima de características similares algrupo de los semitemplados, en particular al subgrupo delos templados con precipitación invernal definida, cuyafórmula sería C(w2) (INEGI, 1997). La temperatura prome-dio anual para la sierra oscila entre 14 y 16 grados centí-grados y está estrechamente relacionada con la presenciade heladas, que en la región comienzan en septiembre yconcluyen en mayo, en un promedio de 60 por periodo. Laprecipitación pluvial para la zona oscila entre 800 y milmilímetros (mm) anuales, con una media de 834 mm, dis-tribuida en un temporal de lluvias que inicia en mayo yconcluye en octubre (INEGI, 1997). La combinación de he-ladas y precipitación define en Juanacatlán dos ciclosagrícolas: el de primavera, que inicia en marzo, y el de oto-ño, que comienza hacia agosto.

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El material madre presente en la sierra y la acción quesobre este han ejercido los factores climáticos, las condi-ciones hidrológicas, la topografía y la vegetación local dancomo resultado una gran diversidad de suelos, por lo quees posible encontrar regosoles, litosoles, feozems, cambiso-les, vertisoles, luvisoles, andosoles y acrisoles (INEGI, 1981).Los suelos dominantes son de origen residual, coluvial ysedimentario, derivados de ceniza volcánica, son muy lige-ros y fijan fuertemente el fósforo, además tienen una capasuperficial oscura o negra, rica en materia orgánica ynutrientes. La diversidad de suelos es mayor conforme sedesciende hacia las partes semiplanas y los llanos. El tipode suelo más extendido es el andosol en su fase mólica y, enmenor medida, andosoles combinados con cambisolescrómicos. También existe en las partes bajas el cambisolgleyco (INEGI, 1981).

Además, se presentan los siguientes tipos de vegetación:bosque de pino, bosque de pino�encino, bosque de encino�pino, bosque de encino y pastizal inducido (INEGI, 1981).En el ejido Juanacatlán, las comunidades vegetales domi-nantes son el bosque de pino�encino, el bosque de encino,y de forma marginal pastizales inducidos. El primero es elmás extendido en la zona y se ubica en las partes más altas,con tres estratos: arbóreo, herbáceo y rasante. El bosque deencino se desarrolla fundamentalmente en las pequeñasmesetas con lomeríos hacia las partes más bajas de la re-gión. En las zonas más bajas del ejido se ubica la vegeta-ción de pastizal inducido y es frecuente el anegamientodurante la época de lluvias, por eso existe una vegetaciónmuy particular formada por gramíneas, algunas legumino-sas y plantas locales con valor alimenticio.

Gracias a la diversidad de vegetación, coexisten en elárea un número importante de especies animales, cuyascaracterísticas corresponden a la zona transicional entrelas regiones neártica y neotropical. La gran mayoría de es-tas especies se han visto afectadas por las actividades hu-manas y algunas se encuentran cerca de la extinción. Lacacería furtiva, la explotación de los bosques y la extensiónde las actividades agrícolas y pecuarias han alterado elhábitat de los animales y distorsionado sus cadenas ali-

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menticias. Los animales mayores se refugian en la actuali-dad en las porciones más altas y escarpadas, en cañadaspronunciadas y márgenes de arroyos, que son de difícilacceso para los cazadores.

La historia de Juanacatlán da cuenta de los diferentesintereses que se disputan los recursos naturales del ejido.Esa contienda ha ocasionado a lo largo del tiempo profun-dos conflictos que han marcado la vida comunitaria y quese reflejan en la existencia de diversos actores sociales alinterior de la comunidad. A manera de síntesis y de acuer-do con Morales (1999), hay cuatro aspectos relevantes quepermiten comprender el contexto comunitario en el que sedesarrolla el proceso del grupo San Isidro rumbo a la agri-cultura sustentable.

Un primer aspecto se refiere a la riqueza de los recursosnaturales �bosque, suelos, clima� y la continua explota-ción de estos a manos de agentes externos a la comunidad,lo que genera la destrucción de los ecosistemas y excluyede sus beneficios a los campesinos que los poseen. Lo an-terior da entrada al segundo aspecto reconocible en la his-toria de Juanacatlán, la constante lucha de los campesinospor tener acceso a los recursos naturales, a su manejo yconservación, y el consecuente enfrentamiento con los di-ferentes agentes externos que a lo largo del tiempo los hanutilizado para su beneficio.

El tercer aspecto resulta de la articulación de los dosanteriores y se refiere a la presencia en la comunidad dedistintos actores sociales que han pretendido trasformar lasituación existente, enfrentados a otros actores sociales tam-bién locales, que se benefician directamente de la explota-ción de los recursos naturales y sus arreglos con los caci-ques regionales. El último aspecto se refiere a la diversidadde suelos, topoformas y vegetación en la comunidad, quedan como resultado la existencia de tres diversos pisosecológicos que presentan opciones diferentes de utilización�agrícola, ganadera, forestal�, de acuerdo con las carac-terísticas de cada piso. Este aspecto es de gran relevanciacomo potencial ecológico en las estrategias productivas delos pobladores de Juanacatlán, ya que permite diversificar

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actividades, productos y riesgos al hacer uso de los diferen-tes estratos.

Los pobladores originarios de la sierra de Tapalpa reali-zaban las siembras indígenas de milpa �el policultivo me-soamericano milenario de maíz con diversas especies defrijoles, calabazas y arvenses. A partir de la conquista lle-garon a la sierra plantas y animales de origen europeo que,dadas las características climáticas, se adaptaron de formarápida, tales como el trigo, la avena, el haba, los bovinos ylos ovinos, que formaron la base productiva de las hacien-das coloniales. Esta tendencia se hizo más intensa en laépoca independiente, cuando desaparecieron las tierras co-munales en favor de los hacendados locales, que continua-ron con la explotación de cereales y ovinos, junto con lassuperficies boscosas. Al término de la revolución, con elreparto agrario, los recién formados ejidos incrementaronlas superficies dedicadas a la milpa para su consumo y dis-minuyeron, sin desaparecer, las siembras de trigo y avenaorientadas al mercado, mientras que las propiedades pri-vadas mantuvieron el esquema original, basado en cerea-les de grano pequeño y ganado.

La modernización de la agricultura ocurrió de forma tar-día �hacia 1970� e impactó de manera profunda en losritmos de utilización de los recursos, especialmente enlos suelos y la diversidad vegetal. La imposición de los pa-quetes tecnológicos, ligados al crédito y a la extensión, tuvoespecial efecto en la agricultura campesina y el caso másrepresentativo fue lo ocurrido con la milpa �base de laalimentación local. La introducción de herbicidas impidiócontinuar con los cultivos asociados y aceleró la desapari-ción de las distintas especies y variedades locales de frijol ycalabaza, mientras tanto, la utilización de maquinaria pe-sada y de fertilizantes alteró de forma significativa la es-tructura y fertilidad de los frágiles suelos locales, favoreciendolos procesos de erosión y lixiviación. Por su parte, los culti-vos de trigo y avena se modificaron al utilizar variedadescomerciales, fertilizantes y herbicidas, que si bien incremen-taron de manera temporal los rendimientos, fueron a costa

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del endeudamiento de los campesinos y de una mayor pre-sión sobre los suelos. El resultado fue la implantación de losmonocultivos de maíz y avena, que provocaron un crecien-te proceso de empobrecimiento de la dieta familiar, impac-taron el nivel de vida de los campesinos y mermaron susrecursos naturales.

La modernización prosiguió con la llegada de las compa-ñías productoras de papa para semilla y consumo humano.Estas empresas han basado su operación en el arrenda-miento de tierras ejidales y su paquete tecnológico incluyeprácticas de manejo del suelo que favorecen su deterioro y,en especial, la utilización de una gran cantidad de produc-tos agroquímicos de alta toxicidad. El arrendamiento es porperiodos máximos de tres años, debido al deterioro de lossuelos que los vuelve improductivos, lo que obliga a abrirnuevas tierras del bosque para el cultivo. Los cambios a laley agraria, en 1992, favorecieron y legalizaron el arrenda-miento de tierras ejidales, entonces el incremento de la pre-sencia de estas compañías representa una amenazaecológica para los recursos de la región, para la salud delas familias y para la agricultura campesina por el despla-zamiento del maíz.

La ganadería es otra de las formas dominantes del usode recursos naturales en la sierra de Tapalpa y se inició conla llegada de los españoles. Primero fue escenario de gran-des rebaños de ovinos que recorrían las propiedades colo-niales y de las que se aprovechaba su carne y lana. Lashaciendas del siglo XIX mantuvieron este sistema producti-vo y la región alcanzó fama por la calidad de la carne deovino. La modernización agropecuaria vino acompañadapor la presencia de bovinos lecheros, en condiciones másintensivas, y se inició entonces una industria local bien re-conocida, orientada a la producción de cremas, quesos ymantequilla. Este tipo de ganadería está estrechamente vin-culada con los incrementos en la superficie de avenaforrajera. Las actividades pecuarias especializadas y en granescala, por lo general, han estado en manos de propietariosprivados. Los campesinos mantienen más bien hatos mix-tos de bovinos y ovinos bajo pastoreo extensivo, como una

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forma de ahorro, para la producción de autoconsumo yeventualmente para el mercado.

La utilización de los bosques es el rasgo más distintivode las formas de aprovechamiento de los recursos en la sie-rra de Tapalpa, pues desde la época colonial se explotabande forma intensa los recursos forestales. Ese proceso conti-nuó durante el periodo de las grandes haciendas, en el sigloXIX, cuando los bosques fueron (y siguen siendo) el centrode los conflictos por la tierra. Ya en el siglo XX, con la refor-ma agraria, su utilización se diversificó y, sin embargo, nodisminuyó el ritmo de explotación: producen desde enton-ces madera, leña, resina y tierra de encino.

Este proceso se aceleró con la modernización rural y laconsecuente llegada de maquinaria y equipo, que permitióun aprovechamiento forestal más intensivo con la compli-cidad de las autoridades y de los funcionarios locales. Loscambios en la ley agraria también ampliaron los límites dela propiedad forestal de mil a 20 mi hectáreas, entonces seabrieron las puertas a la compra y arrendamiento de terre-nos forestales ejidales, legalizando y promoviendo su ex-plotación.

Los ecosistemas trasformados de la comunidad de Juanaca-tlán expresan la dinámica histórica de la sierra y presentanlas tres formas de utilización de recursos dominantes en laregión: agricultura, ganadería y forestería, que combinanrasgos tecnológicos y especies provenientes de la agricul-tura indígena y la europea, y que se ubican espacialmenteen los distintos pisos ecológicos. Dado lo anterior, convienedetenerse para señalar algunos de sus aspectos básicos.

El reparto agrario en la comunidad se realizó a partir de1937 y luego hubo una ampliación ejidal a inicios de losaños ochenta. Si bien no en todos los casos se aplicó unasolución justa, es pertinente señalar que a diferencia de otrosejidos de la región en Juanacatlán la distribución de tierrasse ejecutó de forma un tanto equitativa y otorgó a los ejidata-rios cantidades y calidades de terrenos similares. Así, conalgunas variantes, la superficie promedio que se concedióa cada uno de los 234 ejidatarios fue de 20 hectáreas: diez

Diversosagroecosistemas

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corresponden a bosques, seis a tierras agrícolas y cuatroson de pastoreo, ubicadas en los diferentes estratosecológicos del ejido.

Con esta disposición de recursos y con la lluvia comoúnica fuente de acceso al agua, los campesinos de Juanaca-tlán realizan sus actividades productivas en agroecosistemasque contemplan un subsistema agrícola, uno pecuario y otroforestal. A partir de estas tres formas de utilización de losrecursos se generan los distintos agroecosistemas presentesen la comunidad. Las diferencias radican en el peso quecada subsistema tiene al interior de cada agroecosistema,y si bien los tres subsistemas son muy importantes, el agríco-la y el forestal son los que definen las diferencias que exis-ten entre ellos.

De acuerdo con este criterio es posible distinguir enJuanacatlán por lo menos cinco tipos de agroecosistemas:los integrados, que comprenden agricultura, ganadería yforestería; los forestales�agrícolas, en los que la explotaciónde madera es predominante, aunque existe agricultura; losforestales�renteros, que explotan el bosque y arriendan susuperficie agrícola a la papa; los agrícolas�renteros, enlos que existe agricultura y se renta el bosque, y los rente-ros, que arriendan tanto sus superficies de bosque comosus tierras agrícolas, ocupándose en otras actividades (Mo-rales, 1999).

Es importante concluir este apartado con algunas consi-deraciones acerca de los espacios rurales y la trasformaciónde la naturaleza en Juanacatlán. La primera atiende a laevidencia de que la estabilidad y funcionamiento de losagroecosistemas está dada, por un lado, por las relacionesque se establecen entre los tres subsistemas �agricultura,ganadería y forestería�, y por otro, debido a la utilizaciónde los diferentes estratos ecológicos presentes en el ejido.

En este sentido, otra consideración es que los dos subsiste-mas que definen los tipos son el agrícola y el forestal, aunqueel pecuario evidencia el equilibrio entre estos subsistemas,pero los tres cumplen funciones diferentes y establecen entresí relaciones de complementariedad. La pérdida de este equi-librio entre subsistemas inicia la desestructuración de losagroecosistemas e intensifica la presión sobre los recursos

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naturales y sobre los otros subsistemas. Los procesos de arren-damiento de tierras agrícolas o forestales aceleran estadesestructuración y destruyen las bases de la unidad familiarcampesina y de forma paulatina la comunitaria.

Una tercera consideración atiende a que existen eviden-cias de que en los agroecosistemas locales están presentessuficientes elementos para avanzar desde la perspectiva dela agricultura sustentable y así participar en procesosde desarrollo local de la comunidad de Juanacatlán. Sinembargo, también queda claro que las políticas agrarias, elpoder económico y político de los caciques regionales, asícomo la pobreza y desesperación de los ejidatarios favore-cen la utilización intensiva de los recursos naturales, com-prometiendo el futuro de la comunidad campesina deJuanacatlán, su identidad y su cultura milenaria.

En la actualidad, los bosques del ejido, por los que lacomunidad luchó durante siglos, han disminuido su superfi-cie y su calidad y comienzan a pasar a manos privadas, yasea por compra, arrendamiento o bien porque son explo-tados de manera intensa por algunos ejidatarios o son tala-dos para abrir tierras al cultivo. Las tierras agrícolas dismi-nuyen su fertilidad año con año por los monocultivos demaíz y avena o más drásticamente por el arrendamiento alas compañías paperas, en tanto que los pastizales yagostaderos cada vez tienen menos ganado y también sonabiertos al cultivo de papa. Los habitantes de Juanacatlánson cada vez menos dueños de sus abundantes recursos,pierden el control sobre sus ritmos de explotación y ven trun-cadas sus aspiraciones para seguir siendo campesinos.

En 1986 llegó a Juanacatlán un párroco nuevo, que co-menzó a trabajar desde la teología de la liberación con di-versos actores sociales de la comunidad: campesinos, mu-jeres y niños, rescatando la forma de organización por ba-rrios, proveniente de la tradición indígena local. Esta orga-nización también formó diversos comités de alfabetización,derechos humanos, salud y de campesinos �de donde naceel grupo San Isidro� y empezó a intervenir en las decisio-

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nes comunitarias, enfrentando a las autoridades municipa-les y ejidales.

Su oposición y denuncia pública de la explotación queestaban haciendo de los recursos forestales, además losenfrentó con los caciques regionales y las autoridades políti-cas, quienes presionaron y amenazaron tanto al sacerdotecomo a distintos miembros de la comunidad involucrados.Estas organizaciones de base fueron el punto de partidapara la concientización de la población y, de forma paulati-na, han ampliado sus ámbitos de influencia, obteniendo unlugar relevante entre los actores sociales de Juanacatlán einteractuando con otras agrupaciones a escala regional. Elproceso ha sido lento y se ha visto obstaculizado por múlti-ples fuerzas internas y externas, sin embargo, va lograndoavances en algunos aspectos de la vida comunitaria.

El cambio de la ley agraria, en 1992, se reflejó de inme-diato en Juanacatlán, pues las compañías productoras depapa arribaron con la intención de rentar tierras para lasiembra de este cultivo. Estas empresas ya tenían presenciaen otras regiones de la sierra de Tapalpa y se conocían losproblemas de contaminación que habían causado e, inclu-so, se sabía de las demandas que interpusieron algunas co-munidades en su contra por esta razón. Ante la amenazaque esta presencia representaba para las economías cam-pesinas y para los recursos naturales de la comunidad, loscampesinos de la parroquia iniciaron un trabajo de infor-mación y concientización con los grupos de base y luegocon el resto de los ejidatarios, con el objetivo de alertarlosde los riesgos que implicaba la renta de tierras a los paperos.

La lucha contra las compañías de papa fue librada porlas organizaciones de base y también por el delegado muni-cipal, sin embargo, y a pesar de estos esfuerzos, cerca de600 hectáreas del ejido se rentaron ese primer año, sobretodo de las tierras ubicadas en las lomas de la comunidad,justo en la zona donde se obtiene el agua potable. Esta situa-ción ponía en riesgo la salud de todo el pueblo y entonces lapoblación se movilizó y llegó a un acuerdo con las empresaspara que informaran sobre el tipo de agroquímicos que uti-lizaban, pagaran el monitoreo de las aguas y, en caso dealguna intoxicación de personas o animales, asumieran los

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costos de curación e indemnización. El acuerdo fue firmadopor las autoridades municipales y locales, por las compa-ñías paperas y por los representantes de las comunidades debase, pero nunca operó en virtud de que las empresas sobor-naron a las autoridades y funcionarios, y continuaron reali-zando sus siembras con toda impunidad e iniciaron accio-nes de hostigamiento y amenazas contra el equipo asesor ycontra algunos de los campesinos del grupo San Isidro. Estalucha, a pesar de sus resultados adversos, fue uno de losfactores de cohesión del grupo de campesinos y además leotorgó voz y peso entre los actores sociales de la comunidad.

De esos esfuerzos nació el grupo San Isidro, un actorsocial central en el proceso para encontrar alternativas dedesarrollo rural sustentable, formado por diez campesinosdel ejido, distribuidos en la propia comunidad de Juanaca-tlán y en el cercano poblado de San Francisco. En este pro-ceso, los campesinos han sido acompañados por asesoresdel Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occi-dente (ITESO) y, a partir de 1999, por asesores de la Red deAlternativas Sustentables Agropecuarias (RASA) de Jalisco.

La agrupación inició sus actividades en 1992 y está in-tegrada por gente de diferentes edades, aunque la mayoríason agricultores que rebasan los 40 años. También hay jó-venes que comienzan a asumir el manejo de los agroecosiste-mas familiares e inician su proceso como trabajadores delcampo. En San Isidro participan algunos campesinos quetienen un gran reconocimiento moral en la comunidad: sonpersonas que intervienen de manera activa en el trabajo delas organizaciones de base, que han tenido cargos comu-nitarios importantes y que además son respetados comobuenos agricultores y ganaderos. Estos campesinos son losfundadores del grupo y han sido, a lo largo del tiempo,los pilares para construir este proceso.

San Isidro funciona a partir de talleres participativos deplaneación y evaluación y opera con reuniones periódicas,manteniendo una estructura flexible que designa comisio-nes conforme a las tareas planeadas. Dos son las condicio-nes que el grupo pone a quienes se quieren integrar: la pri-mera es asistir a las reuniones y asumir los compromisosque en estas se tomen, y la segunda es que los participantes

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tienen la obligación de compartir las experiencias y apren-dizajes con otros miembros del grupo o con otros trabaja-dores rurales que lo soliciten. Los campesinos aportan unaparte del costo económico del proceso, vía sus semillas, sustierras, su trabajo, el alojamiento y alimentación de los ase-sores, así como parte de los gastos de viaje para los actosde capacitación.

Los miembros del grupo manejan diversos tipos deagroecosistemas y encuentran en la actividad agrícola suespacio común, aunque la mayor parte de ellos también reali-za actividades pecuarias y forestales, que de acuerdo con lomencionado en el apartado anterior los ubica en el manejode agroecosistemas integrados. Estos contemplan para sufuncionamiento la utilización de los diferentes pisos ecológicosde la comunidad, con la idea de diversificar su producción yel uso de sus recursos, intentando mantener un equilibrioentre los tres subsistemas. Este tipo de agroecosistemas re-fleja en su diversidad productiva y ecológica los rasgos deuna producción campesina, que incluye los resultadosde la coevolución entre la naturaleza y las culturas rurales dela sierra, al integrar tres subsistemas con relaciones de com-plementariedad y equilibrio, pero están amenazados por lamodernización y los campesinos que los manejan desarro-llan estrategias de resistencia para continuar trabajando se-gún su identidad y sus conocimientos.

El proceso del grupo San Isidro de Juanacatlán tiene comoobjetivo general contribuir al mejoramiento continuo de lascondiciones de vida de las familias campesinas de la sierrade Tapalpa y eso se pretende realizar mediante un propósi-to de carácter específico, que se ha formulado de la siguien-te manera: diseñar y operar alternativas de producción ycomercialización que permitan niveles crecientes de susten-tabilidad de la agricultura campesina como elemento cen-tral del desarrollo comunitario. Para lograr estos objetivos,la estrategia seguida está integrada por cuatro ámbitos bá-sicos:

� Productivo: se orienta a generar alternativas tecnológi-cas para la producción agropecuaria y forestal a peque-

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ña y mediana escala, atendiendo a un uso sustentablede los recursos naturales y a la revaloración del conoci-miento local.

� Educativo: se refiere a promover y acompañar procesosde formación con los campesinos participantes, con baseal intercambio de conocimientos y experiencias sobre laagricultura sustentable.

� Organizativo: tiende a apoyar la consolidación de la or-ganización campesina San Isidro y sus articulacionescon otras agrupaciones campesinas regionales y estata-les.

� Económico: busca crear las bases para la comerciali-zación de productos de probada rentabilidad económi-ca y eficiencia ecológica, por medio de las relacionescon otros grupos campesinos y con consumidores urba-nos.

Las características del proceso que sigue el grupo San Isi-dro y los objetivos que persigue han llevado a utilizar con-ceptos y métodos que provienen de propuestas ubicadasdentro del pensamiento alternativo. Dos han sido las fuen-tes principales del trabajo: la agroecología y la investiga-ción participativa, cuyos planteamientos y métodos han sidoanalizados en los capítulos IX y X.

El trabajo de la agrupación se estructura en torno a tresactividades principales, que en conjunto forman un ciclocontinuo: planeación, operación y evaluación. El año ini-cia con un taller de planeación de los miembros del grupo ysus asesores, en el que se analizan los principales aspectosen los que se piensa trabajar. Esta planeación contemplaun diagnóstico de la organización, de la situación en la co-munidad y de los problemas que se necesitan atender enlos cultivos. Del taller se derivan una serie de acciones ycompromisos, agrupados en los componentes del proceso�producción, formación, organización, comercialización.Para su cumplimiento, los agricultores del grupo integrancomisiones encargadas del seguimiento de cada una y en-tonces la organización es funcional y no formal, es decir, sedefinen primero las funciones y después los responsables.

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La operación de las actividades planeadas puede ser reali-zada por los agricultores en lo individual �en especial loreferido al ámbito productivo� como en lo colectivo �ám-bitos formativo, organizativo y de comercialización. Estas ac-tividades se ejecutan a lo largo del ciclo agrícola y constitu-yen la esencia del trabajo, con el apoyo y acompañamientopor parte de los asesores. El año concluye con un taller deevaluación, en el que se reseñan todas las acciones del gru-po, tanto las planeadas como aquellas que también se reali-zaron fuera de programa. Una vez descritas las actividadesse realiza una valoración que también incluye a las comisio-nes que las desempeñaron. Esta evaluación es el punto departida para iniciar el nuevo taller de planeación del siguien-te ciclo.

Tanto la agricultura como sus aspectos productivos sonel ámbito central del proceso y el eje del trabajo cotidiano,desde el que se definen las acciones a realizar en los restan-tes componentes y, por consiguiente, es donde descansa lasolidez del proceso. Esta importancia tiene su origen en elhecho de que es la agricultura el punto de encuentro entrelos miembros del grupo San Isidro.

El componente productivo se ha ido definiendo con eltiempo y en la actualidad consta de tres líneas de trabajo:germoplasma, fertilidad de suelos y manejo de plagas. Laprimera línea es la más antigua y tiene un peso muy relevan-te, pues atiende a las semillas y a las siembras e integraacciones de rescate, evaluación y mejoramiento de semi-llas. Además, comprende la siembra de policultivos, incor-porando el germoplasma evaluado en la búsqueda deagroecosistemas más estables y diversificados.

En la línea de fertilidad de suelos se ubican accionesorientadas a la producción y evaluación de diferentes tiposde abonos orgánicos, así como sus épocas y formas de apli-cación. También se trabaja en la rotación de cultivos, siem-bras asociadas con leguminosas y policultivos, así comoacciones de conservación de suelos, mediante trazos decurvas a nivel y terrazas, y recientemente se ha iniciado eltrabajo con instrumentos mejorados para tracción animal.

El manejo de plagas es la más nueva de las tres líneas yse enfoca hacia la elaboración y evaluación de diferentes

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remedios biológicos de plantas nativas para el manejo delas poblaciones de insectos y enfermedades, que ocasio-nan daños a los cultivos de los agricultores. En este procesose han probado distintos compuestos y asociaciones vege-tales, con la idea de reducir lo más posible el uso deagroquímicos.

Los trabajos con el grupo inician al comienzo del cicloagrícola, con el diagnóstico participativo de los agroecosiste-mas que proporciona una visión acerca de la problemáticaagropecuaria y forestal de cada agricultor. Luego se propo-nen y definen las alternativas de solución a experimentar,que pueden provenir del conocimiento y de las tecnologíaslocales, aunque también se evalúan las tecnologías existen-tes en otras comunidades, universidades y centros de inves-tigación.

Con base en las líneas de trabajo descritas se realizan lasacciones de experimentación y evaluación de las alternativasseleccionadas. Esta actividad la realiza cada agricultor ensus parcelas familiares, aportando el trabajo, los implemen-tos y los insumos necesarios. En esta fase, el equipo promo-tor funciona como dinamizador del proceso y ofrece asesoríay capacitación a los campesinos, así como ayuda a elaborarlas guías de evaluación y sistematización de experiencia.

Durante la valoración de alternativas, el grupo de traba-jo es una referencia para los demás miembros de la comu-nidad, quienes de manera periódica son informados de losavances, por medio de folletos, recorridos, talleres y encuen-tros, en tanto que los campesinos son invitados a observary evaluar las alternativas experimentadas. La evaluaciónse realiza en términos de la viabilidad de la incorporaciónde las alternativas planteadas y experimentadas en los sis-temas agropecuarios, así como de sus perspectivas en cuan-to a la sostenibilidad ecológica y productiva. Las alternati-vas que resulten atractivas para los productores seimplementan a mayor escala en el ciclo siguiente.

Los campesinos del grupo reconocen en la agricultura ysus trabajos la esencia de la vida rural y su intención esconservarla y mejorarla. Dado lo anterior, el trabajo delos miembros de San Isidro parte del reconocimiento de losdaños que ocasiona la agricultura química sobre sus tie-

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rras y de la necesidad de conservarlas como el recurso queles permitirá continuar haciendo su labor. Para el grupo esclara la conveniencia de mantener una organización paraadquirir más fuerza, intercambiar experiencias y colaborarcon otros campesinos y con la comunidad en la mejora desu situación de pobreza y necesidad, pues cada vez más sepierden sus tierras, se pierden sus semillas y las costumbresde sus antepasados, así como su posibilidad de seguir sien-do agricultores.

En un contexto global y regional adverso a la economíacampesina, el grupo San Isidro de Juanacatlán continúacon sus actividades y ha podido resistir los impactos de laspolíticas agrarias dominantes. Los campesinos miembrosde esta agrupación no han arrendado sus tierras, no hanemigrado y prosiguen con sus agroecosistemas diversificadosque les permiten seguridad alimentaria y la distribución delos riesgos climáticos y de mercado, por medio de tecnolo-gías agroecológicas para el manejo de sus cultivos.

Como se señaló antes es un grupo sólido con presenciaen dos comunidades �Juanacatlán y San Francisco� yademás es fundador y elemento central de la RASA, expe-riencia que será presentada en el capítulo siguiente. SanIsidro cuenta en la actualidad con una infraestructura pro-ductiva propia que incluye: una báscula ganadera, dos in-vernaderos para la producción ecológica de hortalizas, unlocal que funciona como bodega, un aula, una sala de re-uniones y habitación, así como implementos de tracciónanimal.

A continuación se presentan algunos avances de los cua-tro componentes del proceso. El primero es la consolida-ción de una organización campesina regional, en la líneade la agricultura sustentable, que se orienta a dos niveles detrabajo: uno es local �el fortalecimiento del grupo San Isi-dro� y el otro es regional �la RASA.

Paso a paso esta organización campesina se ha hechomás fuerte y unida, aún en medio de una comunidad conuna larga historia de divisiones y conflictos, cuenta con diezmiembros activos, distribuidos en las dos comunidades men-

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cionadas, quienes utilizan prácticas agroecológicas en susprocesos de producción agrícola. Estos integrantes siguencultivando sus tierras y conservando sus recursos naturalesa pesar de la alta migración en la región y de las presionesde las compañías trasnacionales para arrendarles sus tie-rras. Así, los campesinos del grupo San Isidro se han conver-tido en un referente local que, independiente del contextoadverso, muestra la viabilidad de la agricultura sustentableen los procesos de desarrollo comunitario.

El segundo nivel organizativo es de carácter regional yatiende al fortalecimiento de la RASA. Esta red nació en losencuentros de capacitación organizados por el grupo SanIsidro, en Juanacatlán, cuando comenzaron a asistir cam-pesinos e indígenas de otras partes de Jalisco interesadosen las cuestiones de agricultura sustentable.

Otro avance se orienta a la formación y capacitación delos campesinos involucrados en los elementos y métodosbásicos de la agricultura sustentable, desde dos niveles di-ferentes: uno se refiere a la formación de los miembros delgrupo San Isidro y el otro a su labor como capacitadores deotros campesinos interesados en la agricultura sustentable.En estos dos niveles los procesos formativos están basadosen las metodologías de intercambio campesino a campesi-no, el diálogo de saberes y la investigación participativa.

Durante estos años, los campesinos del grupo San Isi-dro han asistido a múltiples actividades de capacitación�talleres, cursos, encuentros� fuera de su comunidad, encuestiones vinculadas con la agricultura ecológica. Además,se han organizado varios cursos de capacitación en Jua-nacatlán y existe un seguimiento continuo por parte de losasesores a propósito de los experimentos y siembras que sehacen en sus parcelas. En la actualidad disponen de unimportante conocimiento en las técnicas de producciónagroecológica, resultado de sus experiencias propias yde sus intercambios con otros agricultores y pueden reali-zar sus procesos productivos de una manera sustentable ydiversificada, en virtud de que manejan policultivos, abo-nos orgánicos, selección de semillas, producción de horta-lizas, uso de bioremedios para enfermedades y plagas.

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El segundo nivel también avanza con consistencia. Losconocimientos y experiencias de los miembros de San Isi-dro han servido como fermento para otras comunidadesque han empezado sus experiencias de agricultura ecológica,a partir de la asesoría recibida. Desde el inicio de las activi-dades del grupo diferentes comunidades campesinas seacercaron con interés a las experiencias en marcha y en-tonces comenzaron las acciones de acompañamiento ycapacitación a diversos municipios cercanos.

Un tercer avance se ubica en la generación y extensiónde tecnología para la producción agropecuaria y forestal apequeña y mediana escala, atendiendo a un uso sustenta-ble de los recursos naturales y a la revaloración del conoci-miento local. La búsqueda de tecnologías productivas ysustentables es un proceso continuo que se realiza cadaaño por parte de los miembros del grupo San Isidro. Esteproceso tiene su eje central en la experimentación que loscampesinos realizan en sus parcelas.

En estos años se han establecido 120 superficies expe-rimentales, donde se han probado semillas y cultivos demaíz, trigo, avena, triticale, haba, frijol, pastos y legumino-sas forrajeras, chícharo y múltiples hortalizas. Estos experi-mentos tienen dos objetivos principales: por una parte, sonun proceso continuo de experimentación y adaptación tec-nológica que busca hacer más productivos y sustentables alos agroecosistemas de los miembros del grupo, y por otra,son un espacio vivo y real para la comunicación de estastecnologías a campesinos locales y de otras comunidades.

A partir de este proceso de experimentación en sus pro-pias parcelas, los campesinos locales van incorporando lasalternativas tecnológicas a una mayor escala y como uncomponente de sus agroecosistemas. Los procesos de ex-perimentación del grupo San Isidro han permitido generary adaptar alternativas tecnológicas, que en la actualidadpermiten tener una producción agropecuaria másdiversificada y sustentable, hecho que les facilita seguir tra-bajando sus tierras y vivir de sus cosechas sin verse orilla-dos ni a arrendar, ni a emigrar.

Para finalizar, los avances en la comercialización y latrasformación a mediano plazo de productos ecológicos son

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aún incipientes. Como se ha señalado en anteriores capítu-los, la economía campesina en México se encuentra en unasituación totalmente adversa, pues las políticas públicasneoliberales promueven la �empresarización� de las activi-dades agropecuarias y apuestan a la competitividad inter-nacional. Esta situación tiene un referente claro en la sierrade Tapalpa y, por supuesto, en las comunidades de Juanaca-tlán y San Francisco. Así, los campesinos se enfrentan a lapresencia avasallante de las compañías trasnacionales quearriendan sus tierras y siembran papa, deteriorando demanera intensa sus recursos naturales y desestructurandola organización económica familiar.

Frente a esto, los esfuerzos del grupo San Isidro se handirigido fundamentalmente a fortalecer y diversificar sussistemas agropecuarios y forestales para atender las nece-sidades de autoconsumo y reproducción de la unidad fa-miliar. Esta estrategia les ha permitido permanecer comocampesinos, asegurar y mejorar la dieta familiar, mantenerlos recursos naturales y gestionar de forma autónoma susunidades productivas, mientras que una cantidad impor-tante de colegas locales arrendaban sus tierras y se emplea-ban como jornaleros o emigraban.

Si bien los campesinos de la agrupación han logradomanejar de manera agroecológica sus cultivos y fortalecersu consumo y autonomía con esta estrategia de supervi-vencia, aún siguen sin lograr los volúmenes de producciónque les permitan comercializar sus productos a una escalaextralocal. Los esfuerzos de comercialización se han dirigi-do a vender semillas de algunos cultivos y hortalizas orgá-nicas en los mercados locales y en los encuentros regiona-les de la RASA. Un aprendizaje clave en este rubro ha sidocomprender que el camino es a través de la estructura de lared, pues esta tiene relación con las organizaciones de con-sumidores de Guadalajara.

A manera de conclusión se presentan las tendencias prin-cipales del proceso que el grupo San Isidro realiza. La prime-ra de estas se refiere a continuar experimentado con cul-tivos y técnicas agroecológicas, así como a fortalecer laproducción en las parcelas e invernaderos. Esta perspecti-va se orienta hacia las actividades de producción y experi-

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mentación agroecológica y su seguimiento. Para los cam-pesinos del grupo San Isidro son claras las evidencias de laviabilidad de las tecnologías evaluadas e incorporadas asus sistemas agropecuarios.

La tendencia entonces apunta a seguir con los procesosde transición hacia formas más sustentables de agriculturay se ubica desde dos estrategias: la primera, dirigida a for-talecer el autoconsumo de la unidad de producción familiarcomo elemento central de su funcionamiento, y la segunda,busca atender la producción de cultivos orgánicos para elmercado local y luego para el mercado regional.

Otra tendencia se orienta a atender las demandas decolaboración y asesoría formuladas por campesinos e indí-genas de otras comunidades de Tapalpa y del estado deJalisco. A partir de la experiencia del grupo San Isidro hansurgido solicitudes de otras comunidades, a fin de que loscampesinos asesoren y acompañen los procesos de bús-queda de alternativas agroecológicas. Para los miembrosde la agrupación es un compromiso compartir sus conoci-mientos y apoyar a estas comunidades en sus esfuerzos.También es una manera de fortalecer interna y externamentesus propias actividades. De esta forma, San Isidro profun-diza su papel como motivador y capacitador de otras expe-riencias, al ampliar sus vínculos con las comunidades cer-canas y sus rangos de influencia. Además, se perfila comoun actor social relevante en los esfuerzos por lograr un de-sarrollo rural sustentable en las comunidades.

La tercera tendencia es participar de forma activa en elfortalecimiento de la RASA. La orientación de esta perspec-tiva rebasa el ámbito comunitario y local para trascenderhacia lo regional. Como se ha señalado en este texto, elgrupo San Isidro es fundador de la RASA y también es unagente central en su funcionamiento. Para la agrupación esestratégico continuar con una participación activa en estared, pues le permite vincularse con otros movimientos yexperiencias, tanto nacionales como globales, que compar-ten con el grupo sus procesos de búsqueda de un desarrollorural alternativo.

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217El desarrollo del campo en México se inscribe dentro deun modelo que se encuentra en crisis, que ha causado gra-ves impactos culturales y sociales en las comunidades rura-les, así como un creciente deterioro sobre los recursos na-turales de todo el mundo. Estos impactos han adquiridodimensiones globales y han despertado la preocupación deorganizaciones internacionales (de agricultores, consumi-dores y ecologistas) y de algunos países del planeta. A pe-sar de las diferentes posiciones, hay un creciente consensorespecto a la necesidad de buscar sistemas de producciónagropecuarios y forestales que, por un lado, procuren unautilización más cuidadosa de los recursos naturales y, porotro, atiendan a las características culturales de las familiasy comunidades rurales.

En diversas partes del mundo, de América Latina y deMéxico, existen distintas redes de campesinos e indígenas,de consumidores, organizaciones no gubernamentales, cen-tros de investigación y universidades, que buscan caminosde desarrollo diferentes para el campo, en los que se forta-lezcan las familias campesinas, se conserven los recursosnaturales y se aumente la producción. La búsqueda de so-luciones a la crisis rural mexicana continúa creciendo y entodo el país existen experiencias que muestran la viabilidadde las estrategias de desarrollo rural alternativas. De acuer-do con Toledo (2000), existen cerca de dos mil comunida-des involucradas en estos procesos, principalmente en elcentro y sur del país, que trabajan en organizaciones cam-pesinas, indígenas y de productores como la Asociación

Avances en el escenarioregional de Jalisco

Capítulo XIII

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Nacional de Empresas Comercializadoras (ANEC), la Aso-ciación Mexicana de Uniones de Crédito del Sector Social(AMUCSS), la Coordinadora Nacional de OrganizacionesCafetaleras (CNOC), el Congreso Nacional Indígena (CNI), yde creación más reciente Agromercados, con el fin de par-ticipar y construir propuestas de desarrollo sustentable vin-culadas al movimiento sobre el comercio justo.

Un indicador relevante del crecimiento y viabilidad deestas estrategias es el aumento continuo y sostenido de lassuperficies y los productores dedicados a la agricultura or-gánica en México. Según Gómez Tovar, Gómez Cruz ySchwentesius (1999), en nuestro país este tipo de agricul-tura ha duplicado las superficies sembradas y certificadasentre 1996 y 1998, y presenta una tendencia creciente. Losagricultores orgánicos cultivan más de 30 productos dife-rentes entre los que sobresale el café �México es el primerproductor mundial�, hortalizas, plantas olorosas, hierbasy plantas medicinales. La agricultura orgánica también haduplicado el número de empleos que genera y la cantidadde divisas obtenidas por la exportación de productos. Ade-más, resalta la importancia de los campesinos e indígenasagrupados en el sector social, que son 97.5% de los pro-ductores orgánicos del país (Gómez Tovar, Gómez Cruz ySchwentesius, 1999).

La Red de Alternativas Sustentables Agropecuarias(RASA) de Jalisco es una experiencia más en este camino ynace como resultado del encuentro entre diferentes gruposde campesinos, indígenas, mujeres, organizaciones no gu-bernamentales y universidades. Estas experiencias localesse inscriben desde diversas perspectivas, en una búsquedacomún de estrategias alternativas de desarrollo rural sus-tentable para la agricultura familiar, campesina e indígena.

El estado de Jalisco se ubica en el centro occidente de Méxi-co, cuenta con una superficie de 81 mil kilómetros cuadra-dos, tiene una población de 6.3 millones de habitantes, delos que 58% se concentran en la capital Guadalajara (Co-mité de Planeación para el Desarrollo del Estado de Jalis-co, 1995). El paisaje de la entidad muestra una gran diver-

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sidad ecológica, pues existen ecosistemas con distintos cli-mas, topografía, vegetación y suelos. El estado además ocu-pa un importante lugar nacional como productoragropecuario y forestal, al aportar 11% del producto inter-no bruto (PIB) rural del país (Comité de Planeación para elDesarrollo del Estado de Jalisco, 1995). Sin embargo, y aligual que en todo México, el campo jalisciense atraviesapor una profunda crisis que se refleja en la emigración y eldespoblamiento rural, en el incremento de la pobreza ymarginación campesina, en el deterioro creciente de losrecursos naturales y en la desaparición de la agriculturafamiliar.

El cultivo de la tierra tiene una dilatada historia que seremonta a cuatro mil años de presencia en la región y, a lolargo de estos tiempos, las culturas que se han asentado enel territorio de Jalisco han establecido diferentes relacionescon sus espacios naturales, dando lugar así a una ampliadiversidad productiva. La vida rural y las actividadesagropecuarias y forestales han sido, a través de la historia,un elemento central en la identidad cultural de los habitan-tes de la entidad, pero también han tenido un importantepeso en la economía y en la política.

El modelo de desarrollo seguido por México encontró enla agricultura jalisciense un escenario ideal para la moderni-zación rural y se aplicaron políticas públicas de investiga-ción, extensión, crédito e infraestructura, que llevaron alestado a convertirse en el principal productor nacional demaíz, leche, tequila, cerdos, aves y madera (Comité de Pla-neación para el Desarrollo del Estado de Jalisco, 1995).

Así, el campo de Jalisco parecía demostrar la viabilidaddel modelo y era el ejemplo a seguir por otros estados delpaís. Sin embargo, también mostró los altos costos socia-les, culturales y ambientales de este modelo, y en la actuali-dad, a pesar de sus éxitos productivos, el sector agropecua-rio de la entidad acompaña a todo el medio rural mexicanoen su prolongada crisis. Dado lo anterior, la emigración delos habitantes del campo es una constante, pues en los últi-mos diez años se ha reducido la población en la mayoríade los municipios del estado, hecho que ha provocado ladesarticulación paulatina de la agricultura familiar y la des-

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integración de las comunidades rurales y sus identidadesculturales. Por otro lado, la aplicación de un modelo tecnoló-gico basado en el monocultivo ha destruido la agriculturadiversificada y también ha deteriorado en forma intensivalos suelos, el agua y la vegetación. A su vez, las políticaspúblicas para el campo se dirigen hacia la profundizacióndel modelo y dejan de atender la diversidad productiva,cultural y ecológica de Jalisco, en concreto, las distintas for-mas de la agricultura familiar y sus particularidades. Deeste modo, tienen un lugar limitado en las políticas dedesarrollo quienes no sean productivos, rentables y compe-titivos.

En este contexto, se inicia el caminar de la RASA en dis-tintas regiones del estado, pues diversos actores sociales�campesinos, indígenas, mujeres, consumidores�, acom-pañados por organizaciones no gubernamentales y univer-sidades, fomentan experiencias en busca de un desarrolloalternativo para el sector rural de Jalisco, ante los impactossociales, culturales y ecológicos provocados por el modelodominante.

Si bien estas experiencias se realizan a partir de dife-rentes abordajes y metodologías, tienen una serie de ele-mentos en común: se orientan a fortalecer la agriculturafamiliar diversificada; buscan dignificar la cultura y la vidarural; atienden a actores sociales marginados; se encuen-tran insertos en movimientos sociales más amplios; propo-nen a la sustentabilidad como un eje de sus estrategias, yprovienen de esfuerzos comunitarios y organizaciones debase.

La RASA nace a partir de las relaciones e intercambiosentre estas experiencias y se entiende como un espacio deencuentro que desea proponer caminos alternativos para eldesarrollo rural. Esta red reúne procesos locales que se en-trelazan en una perspectiva de articulaciones entre lo lo-cal, lo regional, lo nacional y lo global.

La red está formada por cerca de 150 familias ruralesde los grupos campesinos de San Gabriel, Juanacatlán,Tlaquepaque, El Limón, Ixtlahuacán, Tapalpa, Zapotlán elGrande, Chiquilistlán, Tlajomulco, Tamazula, Usmajac yVilla Purificación. Además, participan las Mujeres Campe-

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sinas en Acción, de Cuquío; la Unión de Familias Cam-pesinas, de Zapotitlán; el grupo Sembradores de Vida; laUnión de Pueblos Indígenas, de Manantlán, y los indígenasde la sierra Huichola.

Estos grupos son acompañados por organizaciones nogubernamentales, como el Centro de Apoyo al MovimientoPopular de Occidente (CAMPO), la Asociación Jalisciensede Apoyo a Grupos Indígenas (AJAGI). También colaboranla Universidad de Guadalajara, la Universidad Autónomade Chapingo (UACH) y el Instituto Tecnológico y de EstudiosSuperiores de Occidente (ITESO).

La red se originó a partir de los distintos encuentros deintercambio de experiencias en agricultura orgánica, du-rante una reunión celebrada en la comunidad de Juanaca-tlán, Tapalpa, en noviembre de 1999, cuando los campesi-nos asistentes decidieron construir un espacio regional quefortaleciera y potenciara los esfuerzos de los diferentes gru-pos, de las organizaciones, de los asesores y de las univer-sidades.

Una vez fundada la RASA, se inició un proceso de planeaciónestratégica participativa de las actividades de la red, que seha visto modificado al paso del tiempo y, con los cambiosen el contexto, se han definido los siguientes aspectos. Lared contempla como visión: construir relaciones de trasfor-mación social desde las culturas campesinas e indígenas,con justicia, equidad, dignidad y respeto a la naturaleza,en las que los valores campesinos sean reconocidos por lasociedad. Además, define como su visión: generar, fomen-tar y articular formas de producción sustentables, familia-res y comunitarias, mediante procesos sociales autónomos,como una alternativa al sistema dominante (RASA, 2002).

La RASA de Jalisco se orienta hacia el logro de los si-guientes objetivos: generar y sistematizar conocimientos yexperiencias útiles para contribuir a resolver los problemasdel campo en México; fortalecer la formación de los partici-pantes de la red; difundir las experiencias y los conocimien-tos, por medio de materiales didácticos; incrementar losintercambios de experiencias entre los campesinos de la

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red y mantener una estructura funcional, participativa ydemocrática.

La diversidad de actores sociales y de instituciones queparticipan en la red permite diferentes perspectivas y enfo-ques de trabajo. Sin embargo, existe un amplio consensoacerca de la agroecología y la educación popular comobases conceptuales y metodológicas que orienten sus ac-ciones y cuyas propuestas principales se expusieron en loscapítulos IX y X de este libro.

El eje de articulación de la RASA han sido los encuentrosde intercambio entre los grupos campesinos y esta activi-dad continúa teniendo un peso importante en el caminarde la red. Estos encuentros se organizan de forma rotativaen las comunidades y el grupo anfitrión comparte con losotros sus experiencias prácticas en agricultura orgánica�abonos, semillas, policultivos, bioinsecticidas. En los en-cuentros es fundamental el diálogo e intercambio de cono-cimientos y semillas entre los agricultores asistentes y ade-más existe el trueque y la venta de los productos del grupoanfitrión: hierbas medicinales, frutas, hortalizas, miel ymezcal.

También hay asambleas en las que se discuten y decidencuestiones organizativas de la red y se propician momentosde discusión acerca de la coyuntura global y nacional en elsector rural, así como de sus impactos en las familias cam-pesinas de Jalisco. En cuatro años de funcionamiento de laRASA se han realizado 15 encuentros en diferentes comunida-des de la entidad, con una asistencia promedio de 80 partici-pantes, en su mayoría familias campesinas, aunque se per-cibe una creciente presencia de extensionistas y promotoreslocales.

Otra actividad central en el caminar de la red son lostalleres de formación en agricultura orgánica. Estos van di-rigidos a un público amplio, compuesto por campesinos,indígenas, amas de casa, pobladores urbanos, estudiantesuniversitarios, técnicos del estado y organizaciones no gu-bernamentales. Ante esta demanda tan diversa, los aseso-res y campesinos de la RASA diseñan cursos de distinto con-tenido y duración de acuerdo con las necesidades de lossolicitantes. Los talleres se realizan siempre con un fuerte

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componente práctico y conllevan un seguimiento técnicopor parte de la red de aquellos grupos organizados e intere-sados en la producción orgánica de alimentos, ya sea en elcampo o en las zonas urbanas.

La RASA ha realizado más de 40 talleres de formación,que han permitido ampliar de forma considerable el núme-ro de personas encaminadas hacia formas de producciónmás sustentables. Los talleres además han demandado unimportante esfuerzo de sistematización por parte de la red yel diseño de propuestas metodológicas para la formaciónen estos temas. Asimismo, vale la pena señalar que estostalleres representan un ingreso para el financiamiento dealgunas actividades de la red.

Una acción importante de la RASA ha sido la elabora-ción de materiales didácticos que ayuden en los procesosde formación de los participantes en talleres y encuentros.La base para realizar estos materiales son las propias expe-riencias prácticas de los campesinos de la red. La informa-ción está sistematizada en formatos accesibles ycomprensibles para un público amplio. Así, se han impresofolletos, trípticos y textos que dan cuenta de tecnologías deproducción orgánica para pequeños y medianos agriculto-res. A partir de la experiencia de los campesinos de la RASAse han publicado dos libros, uno escrito por un agricultorde Juanacatlán y otro por una asesora de la red.

El deseo de generar materiales de formación ha llevadoa producir, con apoyo del ITESO, videos con diferentes con-tenidos. Se han elaborado dos videos con los principiostecnológicos de la agricultura ecológica urbana, otros dosque relatan las experiencias de grupos campesinos funda-dores de la red y uno que da cuenta de los orígenes, losaprendizajes y las perspectivas de la RASA. Estos materialeshan sido ampliamente distribuidos y son utilizados con fre-cuencia en las acciones de formación.

La producción orgánica ha ido ganando cierta presen-cia regional y con frecuencia campesinos y asesores de lared participan en programas de radio rural y con artículosen periódicos del campo. Además, hay una continua pre-sencia en seminarios y congresos y una página en Internetsobre la RASA.

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A través de estos años, la RASA ha tenido una serie de apren-dizajes y también han aparecido varios retos en su cami-nar. De una manera breve se exponen a continuación losmás relevantes.

Un primer aprendizaje es que a pesar del escenario tanadverso que enfrenta la agricultura familiar, los grupos queintegran la red han incrementado sus experiencias en mar-cha y al paso del tiempo estas han mostrado su viabilidaden términos económicos, ecológicos y productivos. De estamanera, la RASA tiene en la actualidad la capacidad de di-señar propuestas tecnológicas basadas en prácticas y mé-todos ya evaluados en la realidad.

Lo anterior ha facilitado el crecimiento de la red duranteeste tiempo, pues el número de grupos se ha duplicado yhay una presencia continua de nuevos campesinos y ase-sores en los encuentros y talleres. La RASA ha permanecidoy cada vez más es un referente obligado en cuestiones deagricultura orgánica a escala regional.

Otro aprendizaje ha sido poder trabajar con pocos recur-sos externos, apoyados sobre todo en las propias posibili-dades de los participantes de la red. Si bien los grupos yorganizaciones participantes tienen capacidades financie-ras muy limitadas, esto no ha sido un inconveniente pararealizar actividades, en virtud de que los resultados del tra-bajo de la RASA han atraído algunos recursos económicospara el cofinanciamiento de talleres, videos y libros. Losdistintos grupos aportan mano de obra, materiales o recur-sos en torno a un propósito común, hecho que ha favoreci-do la independencia de la red respecto a las institucionesde gobierno y los partidos políticos, fortaleciendo la auto-nomía de sus acciones al diversificar la procedencia de susrecursos.

El tercer aprendizaje es la potencialidad que tiene laagroecología como un enfoque científico alternativo parabuscar una agricultura sustentable. El trabajo de la RASAconsidera los principios agroecológicos en su acciones deexperimentación y producción, lo que ha contribuido enor-memente a la generación de prácticas de manejo mássustentables entre los grupos campesinos participantes enla red. La agroecología proporciona valiosas herramientas

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para el diseño participativo de alternativas tecnológicas ytambién ofrece un marco más amplio de análisis de los as-pectos sociales, culturales y políticos que intervienen en losprocesos productivos rurales. Una descripción más depu-rada de las tecnologías agroecológicas aplicadas por la RASAse encuentra en el libro de María de Jesús Bernardo, intitu-lado Agricultura orgánica: teoría y práctica (2002).

Un cuarto aprendizaje se refiere a la pertinencia de usarla educación popular como base conceptual y metodológicapara los procesos de formación en las estrategias de desa-rrollo rural sustentable. Las acciones de capacitación de laRASA tienen su punto de partida en las experiencias prácti-cas de los agricultores y se utilizan tres estrategias: el inter-cambio de conocimientos de campesino a campesino, eldiálogo de saberes y la investigación participativa. Lo an-terior ha permitido la construcción de espacios horizonta-les de discusión y enseñanza entre los participantes, perotambién ha representado un cambio profundo en la actitudde los asesores, quienes son unos participantes más, ale-jándose así del tradicional técnico que impone sus conoci-mientos profesionales. Además, se han generado nuevosespacios de formación para estudiantes universitarios queobservan y aprenden maneras alternativas de hacer agri-cultura y de trabajar con los campesinos.

En el contexto global y nacional, a partir de las diferen-tes experiencias que se han tenido en el proceso de organi-zación y funcionamiento de la RASA, surgen algunos retos afuturo. El primero atiende a la grave situación de margi-nación en el campo mexicano y en Jalisco, que ha ocasio-nado la emigración y el despoblamiento rural, pues los jó-venes campesinos salen de sus comunidades en busca demejores oportunidades y las actividades agropecuarias que-dan en manos de personas mayores. Por eso entre los agri-cultores pertenecientes a la red prevalece una mayoría adultaque compromete a futuro la viabilidad del grupo.

Ante esta situación, las acciones de formación y las ex-periencias productivas propuestas por la RASA deben ser losuficientemente atractivas para los jóvenes del campo, a finde que tengan la posibilidad de permanecer en sus comuni-dades realizando una agricultura que les permita vivir de

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manera digna, conservar sus recursos naturales y fortalecersus identidades culturales y comunitarias. La presencia deagricultores jóvenes en la red facilitará la difusión de lasexperiencias, aportará nuevas ideas y perspectivas, y per-mitirá aumentar los niveles de participación campesina enla gestión y funcionamiento del grupo.

Un segundo reto se refiere a las formas de articulación dela RASA con los diferentes movimientos que a escala regio-nal, nacional y global se encuentran inmersos en la búsque-da de alternativas sustentables de desarrollo rural. Durantesu funcionamiento, la red ha establecido relaciones de diver-sos tipos con diferentes actores sociales. A escala regional setienen articulaciones con organizaciones ciudadanas y gru-pos sociales, mientras que en el ámbito nacional se apoyanlos esfuerzos de las comunidades indígenas de Chiapas yVeracruz, mediante acciones de formación y capacitación.Sin embargo, estas relaciones pueden ser mejoradas y am-pliadas, a fin de establecer articulaciones con diferentes ac-tores y movimientos sociales �regionales, nacionales yglobales�, que comparten la visión de un desarrollo ruralalternativo para fortalecer la viabilidad de las estrategias quela RASA realiza en las comunidades campesinas que la inte-gran.

El tercer reto atiende a las cuestiones de comercio justoy la vinculación con los movimientos sociales urbanos. Poruna parte, un importante sector de las familias participan-tes presentan como objetivo principal fortalecer su autosu-ficiencia alimentaria y mejorar la calidad de su dieta dia-ria. Pero también hay agricultores que buscan combinarproducción para el consumo y para la venta, y en ese senti-do es necesario encontrar caminos de comercialización paralos productos agropecuarios resultantes de las prácticasagroecológicas. La experiencia muestra que los mercadosconvencionales difícilmente reconocen en términos mone-tarios los productos ecológicos y comunitarios, por eso lasexpectativas son moderadas. La apuesta se orienta másbien a buscar una mayor articulación con los movimientosde consumidores urbanos, con los que es posible llevar unproceso de concientización y diálogo que facilite establecerrelaciones basadas en el comercio justo.

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Por último, la RASA debe fortalecer su capacidad deautogestión, pero con una participación más activa en ladiscusión y definición de las políticas públicas para am-pliar su acción y perspectiva hacia la sustentabilidad de laagricultura familiar de Jalisco. Este reto articula entonceslas dos perspectivas: fortalecer la autonomía e indepen-dencia de la red ante las instituciones del estado, e interve-nir en el diseño y puesta en práctica de políticas públicasde desarrollo rural sustentable, dirigidas a pequeños agri-cultores, campesinos, indígenas y mujeres.

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En este último capítulo se presentan algunas reflexionessobre el campo en México desde la perspectiva de avanzarhacia procesos de desarrollo rural sustentable.

El sector rural de México se encuentra en una profunda cri-sis estructural con múltiples dimensiones, que comprendenlo social, lo económico, lo ambiental y lo cultural. Esta cri-sis impacta más a los pequeños agricultores, campesinos eindígenas, quienes conforman la mayoría de la poblacióndel campo en el país.

En 2003 se inició la segunda etapa de apertura comer-cial de productos agropecuarios contemplada en el Trata-do de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y laúltima etapa será en 2008, cuando se abra la frontera a dosalimentos básicos �maíz y frijol�, así como a la leche enpolvo.

La agricultura estadunidense, y en menor medida la ca-nadiense, reciben importantes subsidios estatales contra losque a la agricultura mexicana totalmente desprotegida leresulta muy difícil competir. El estado mexicano no cuentacon políticas públicas de desarrollo rural que presenten al-ternativas reales para hacer frente a esta situación, y enton-ces se insiste en continuar e intensificar la ortodoxia neoli-beral en el medio rural, a pesar de los desastrosos efectosque ha tenido en estos diez últimos años. Así, el escenariofuturo para el campo en México se tiende a agudizar.

El futuro delcampo en

México

Perspectivas parala sustentabilidadrural en México

Capítulo XIV

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Por eso diversos actores sociales rurales han iniciadoprocesos de movilización que van desde los indígenaszapatistas de Chiapas hasta el movimiento �El campo noaguanta más�. Estos procesos demandan un nueva rela-ción entre el campo y la sociedad mexicana y, por tanto, unmodelo alternativo de desarrollo rural acorde con las con-diciones ecológicas y las identidades culturales presentesen México. El futuro del campo mexicano también es partedel porvenir del país y su crisis representa una importanteamenaza para las culturas rurales, que son esencia de nues-tra identidad. Además, la crisis del campo es un serio im-pedimento para la construcción de un proyecto de naciónjusto, plural y alternativo.

La crisis del sector rural en México cuestiona a fondo losparadigmas de desarrollo rural ejecutados en el país ylos fundamentos del proyecto civilizatorio occidental del quese generan. La búsqueda de alternativas de desarrollo rurales un fenómeno de escala global ante los impactos tambiénglobales del proyecto civilizatorio dominante, y en esta bús-queda aparece como una tendencia emergente y viable lasustentabilidad rural. Esta tendencia se ve reflejada enacuerdos internacionales, las políticas públicas de algunospaíses y, en especial, en las experiencias de diversos acto-res sociales de diferentes partes del mundo.

En este libro se han discutido las principales dimensio-nes del desarrollo rural sustentable, sus estrategias y susherramientas. También se han analizado las políticas agríco-las, los actores sociales y la situación existente en el mediorural mexicano. Es a partir de ello que se propone a lasustentabilidad rural como un componente fundamental delas estrategias alternativas al paradigma de desarrollo do-minante en México y como un camino a explorar para salirde la grave crisis del campo.

El medio rural es la esencia del México profundo y presen-ta una amplia diversidad cultural, ecológica y productiva.La historia agrícola del país es larga y rica en conocimien-tos, tecnologías, plantas y animales. Las culturas campesi-nas e indígenas han acumulado a lo largo del tiempo una

Sustentabilidadrural: una

alternativapara la crisis

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sabiduría ecológica y productiva que les ha permitido esta-blecer agroecosistemas complejos y diversos, los cuales sonuna importante base hacia el desarrollo rural sustentable.En el México profundo hay historia, raíces, conocimientosy cultura que son fundamentales en la construcción de pro-cesos de desarrollo rural que incluyan una relación distintaentre sociedades y naturaleza.

Los actores sociales rurales han tenido una participa-ción activa en las trasformaciones del país durante los tiem-pos de crisis y en ese México profundo nacen las propues-tas que buscan alternativas para construir una nación másjusta. Las comunidades indígenas y rurales buscan aportarsu diversidad cultural a fin de establecer un proyecto civili-zatorio que desde la pluralidad incluya a todos los habitan-tes de México y son el punto de partida hacia un desarrollorural sustentable.

Otro elemento que también viene del México profundoson las experiencias de producción sustentable que mues-tran la posibilidad de establecer una relación distinta con lanaturaleza, sin avasallarla ni destruirla. Así, y en medio dela crisis estructural del campo mexicano, crecen y se extien-den las experiencias comunitarias en las que la producciónagropecuaria, el mejoramiento del nivel de vida, el manejosustentable y la autogestión, se articulan en estrategias orien-tadas hacia un desarrollo rural alternativo. El caso de laproducción y comercialización del café orgánico en Méxi-co, por parte de organizaciones indígenas comunitarias,evidencia con claridad las posibilidades que ofrecen estasexperiencias articuladas de forma exitosa desde lo local conlo global.

En estas experiencias, las comunidades rurales sonacompañadas por una nueva generación de asesores pro-venientes de distintas profesiones, quienes están interesa-dos en establecer formas de trabajo comunitario hacia laautogestión y el desarrollo endógeno. Lo anterior es conse-cuencia de la creciente presencia en las universidades dediferentes carreras, especialidades y espacios de investiga-ción, que están orientados desde novedosos enfoques a lascuestiones rurales, indígenas y ambientales. La existenciade avances conceptuales y tecnológicos por parte de cientí-

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ficos, profesores y estudiantes formados desde esta pers-pectiva, también es un elemento importante en la viabili-dad del desarrollo rural sustentable.

Un aspecto del contexto global que favorece la viabili-dad de las estrategias orientadas hacia el desarrollo ruralsustentable se refiere a los acuerdos internacionales firma-dos por México, en los que se establece un marco legal paragenerar políticas públicas hacia la sustentabilidad. Los con-venios con la Organización Internacional del Trabajo (OIT),los compromisos con la Agenda 21, los acuerdos con laOrganización para la Cooperación y el Desarrollo Econó-micos (OCDE), el tratado de libre comercio con la UniónEuropea (UE) y la posición en el grupo de países megadiver-sos son ejemplos que muestran una amplia gama de posi-bilidades institucionales para reorientar las políticas de de-sarrollo rural hacia estrategias alternativas.

En ese mismo sentido, existen experiencias en marchaen países que como México son miembros de la OCDE, obien, con los que se tienen acuerdos comerciales, como esel caso de la UE, donde las políticas públicas fortalecen laagricultura familiar y promueven la multifuncionalidad ru-ral en una perspectiva de sustentabilidad. Estas experien-cias han demostrado la posibilidad de establecer relacionesmás equitativas entre las ciudades y el campo y tambiénhan evidenciado la viabilidad social, económica y políticade este tipo de estrategias de desarrollo rural. El espacioinstitucional abierto por la Ley de Desarrollo Rural Susten-table es un avance en México en ese sentido y puede signi-ficar un fundamento importante para establecer políticaspúblicas de dicho tenor.

Otro elemento más atiende al papel que juega la agricul-tura en las negociaciones de la Organización Mundial delComercio (OMC). Existe una poderosa corriente encabeza-da por la UE, la mayoría de los países en desarrollo y movi-mientos globales de agricultores, ecologistas e indígenas,que propone un tratamiento especial de la agricultura enrazón de sus funciones económicas, sociales y ambienta-les, así como de su importancia estratégica para las na-ciones. Esto significa replantear las actuales reglas del co-mercio global con criterios más amplios e incluir cuestiones

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sociales, ecológicas y culturales. La disputa sigue latente yes crucial en la construcción de un mundo multilateraly diverso, en contraposición al actual mundo unipolar.

La situación por la que atraviesa el campo en México es uncomponente central de una crisis de dimensiones más am-plias en la que se encuentra todo el país y que cuestiona alproyecto civilizatorio occidental y sus fundamentos. Losimpactos de estos modelos han sido especialmente severospara las culturas rurales mexicanas y su existencia se veamenazada por la fase neoliberal dictada e impuesta desdeel México imaginario, incapaz de entender que lo que estáen crisis es precisamente el modelo civilizatorio propuestopor ese México considerado como el único posible.

Una cuestión crucial para el país reside en la construc-ción de un proyecto civilizatorio alternativo, a partir de laconsideración de las diversidades presentes, y entoncesdesde las raíces históricas y culturales ver con una perspecti-va crítica y selectiva al proyecto occidental y sus innegablesaportaciones. Siguiendo a Bonfil: �México sigue siendo via-ble, por su extensión, por la magnitud de su población, porsu potencialidad productiva y, sobre todo, por los recursosculturales que ha sabido conservar su pueblo� (1994: 229).El proyecto de país se debe construir desde nuestra reali-dad, nuestros procesos históricos y nuestra civilización, queestán en la actualidad presentes y que son resultado de unahistoria profunda. El proyecto nacional se tiene que definiren términos civilizatorios.

La opción, ardua y difícil, pero sin duda posible, es sa-car del México profundo la voluntad histórica para formulary emprender nuestro propio proyecto civilizatorio, porque afin de cuentas �[...] estamos hablando de civilización�, y esa la escala de una civilización como se mide la trascenden-cia de un pueblo (Bonfil, 1994). En el proyecto civilizatorioestán los datos fundamentales para diseñar la nación quese puede y se quiere construir. Esta construcción debe re-conocer de una vez y para siempre al México profundo,porque sin él no hay solución que valga. El problema cen-tral está en la incapacidad de reconocer y aceptar al otro

Hacia unproyecto

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proyecto civilizatorio �el mesoamericano. Este proyectonacional estaría organizado a partir del pluralismo cultural,que más que un obstáculo a vencer, es el contenido mismodel proyecto, el que lo legitima y lo hace viable. De acuerdocon Bonfil (1994), la diversidad de culturas no sería sólouna situación real que se reconoce como punto de partidasino como meta central del proyecto, pues se trata de desa-rrollar una nación pluricultural, sin pretender que deje deser eso.

La propuesta de Bonfil (1994) es construir una naciónplural, en la que la civilización mesoamericana encarnadaen una gran diversidad de culturas, tenga el lugar que lecorresponde y permita ver a Occidente desde México. Esdecir, entenderlo y aprovechar sus logros desde una pers-pectiva civilizatoria que nos es propia, porque ha sido for-jada en este suelo, paso a paso, desde la más remota anti-güedad, y porque esa civilización no está muerta sino quealienta desde las entrañas del México profundo.

En esta perspectiva de un proyecto alternativo de país,el México profundo y rural, siempre ignorado y desprecia-do, es un actor central en la construcción de otros caminoshacia el desarrollo rural, a partir del establecimiento de otrotipo de relaciones tanto entre las sociedades y la naturale-za, como entre el mundo urbano y el rural. Este proyectocivilizatorio es el resultado de la compleja historia de Méxi-co y constituye un marco común integrado por una ampliadiversidad cultural, ubicada en diferentes espacios natura-les, así como un centro de origen de una gran variedad desistemas de producción agropecuaria, con el maíz comoeje. El proyecto mesoamericano tiene entre sus rasgos cen-trales una cosmovisión en la que las relaciones con la natu-raleza se establecen desde la corresponsabilidad, el respetoy la diversidad.

El México profundo es entonces el punto de partida ha-cia procesos de sustentabilidad rural, y también existen di-ferentes elementos en el contexto nacional y global que fa-vorecen el caminar hacia un desarrollo rural alternativo, quefortalezca las culturas rurales, sus recursos naturales y susactividades productivas.

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Ante la crisis del proyecto occidental, es necesario queel México imaginario sea capaz de reconocer y aceptar laimportancia del México profundo y de sus aportaciones aun proyecto civilizatorio alternativo. Las culturas campesi-nas e indígenas y sus formas de relación con la naturalezason el punto de partida para el diseño de procesos de desarro-llo rural sustentables y actores insustituibles en la construc-ción de un proyecto de nación plural, justo y diverso.

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* Los títulos marcadoscon asteriscoconstituyen una seriede materiales básicospara profundizar enlas diferentestemáticas presenta-das en este libro. Laselección se realizópensando en textosaccesibles, sea por suoportunidad, costo olenguaje, para loslectores interesadosde México yLatinoamérica.

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Sociedades rurales y naturaleza.En busca de alternativas hacia la sustentabilidad

se terminó de imprimir en noviembre de 2004en los talleres de Desarrollos Impresos de México, SA de CV

Av. Hidalgo 1812�A, Fracc. Ladrón de Guevara,Guadalajara, Jalisco, México, C.P. 44680

La edición, que consta de 1,000 ejemplares, estuvo a cargo dela Oficina de Difusión de la Producción Académica del ITESO.