suplemento cultural contenido 10-11-12

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Maracay, Sábado 10 de noviembre de 2012 ALBERTO HERNÁNDEZ Crónicas del Olvido ¿Qué haces tú en mis sueños? 1.- C omienzo a leer con los dientes postizos de la tía Nora, que Armando José Sequera me ha prestado y que antes ha vertido en el libro ¿Qué haces tú en mis sue- ños? (Grupo Editorial Norma, Caracas 2008). Bueno, lo hago porque es el primer cuento con que el autor empieza es- tas páginas donde habitan cinco historias más y quien habla es un chamo, yo diría que como de siete u ocho años. O más, no sé. Se trata de un libro para muchachos como nosotros, porque como el mismo Armando ha dicho, no hay edad para ser niño. En verdad ignoro si lo ha dicho, pero yo se lo atri- buyo, con la muy perversa idea de que me meta en uno de sus futuros relatos para probar como es eso. Ahora sí, digo: el escritor Armando José Sequera escri- be este libro en primera per- sona (se trata de una obra au- tobiográfica) para integrarnos al mundo que revela en sus lí- neas. Es una primera perso- na suelta, burlona a veces, pero inocente y hasta inge- nua, como debe ser, libre de ataduras, dirán ustedes; cla- ro, se trata de niños. Y es cier- to: porque los muchachos que forman parte de este "chamario", como definió el poeta Eugenio Montejo una comunidad de chamos, sobre todo sí son creativos, loqui- tos, soñadores y felices, no miden terrenos ni tienen lími- tes para hacer bromas y ha- cen lo imposible para que se- pan cómo son. Entonces, en "Los dientes nuevos de la tía Nora" el lector vive la cómica crisis de unos personajes que durante todo el cuento se de- dican a buscar las planchas perdidas de la doña, quien en un descuido las extravió mien- tras iban a un local comercial a celebrar que tenía dentadu- ra nueva. Pues bien, ésta defi- nitivamente se borró del mapa y tuvieron que com- prarle otra. Hay escenas hi- perbólicas en la que se siente la gran felicidad del narrador al exagerar la búsqueda. El autor relata un evento que podría parecer anodino, pero se trata de una historia que en realidad ocurrió y a la que Se- quera le suprimió algunos ele- mentos para que no pensara el lector que no era verdad. En todo caso, las vacaciones del joven de este episodio pudie- ron haberlo inclinado a estu- diar odontología. ¿O mecáni- ca dental? Pero, sigue escri- biendo cuentos, como a él le apasiona. Salimos de la masticación del personaje anterior y entra- mos en otros, que podrían ser los mismos, quienes viven la experiencia de una lluvia de hielo. Se titula "Granizo" y en él el niño protagonista es obli- gado por la abuela ("…tan ma- niática como el filósofo alemán Inmanuel Kant…", por ser pun- tual en todo) a recolectar tro- zos que caen por cientos so- bre la tierra. Golpes, chicho- nes y carreras dominan el tiempo y el espacio de esta ta- rea, que tiene como gancho guardar los pedazos de hielo en la nevera para que Irene, la madre del pobre recolector, las viera. Al final, cuando Ire- ne arribó a la casa fue llevada a la nevera y abuela y nieto le ensañaron los pedacitos que ambos se encargaron de pre- servar para que ella los cono- ciera. Una escena de abrazos conduce a pensar que la me- jor experiencia se debe com- partir como un regalo. El po- bre nieto se quedó con sus po- rrazos, pero también con la cara sonriente de la madre. 2.- El cuento más divertido, más feliz, más travieso, digo yo, leo yo, "Mariposas en la matinée", llega de la mano de cuatro carajitos capaces de voltear la tranquilidad en una sala de cine. Jugadores de metras, se les ocurre la brillan- te idea, ante la invasión de mariposas en un patio, de me- terlas en las bolsas de las ca- nicas y luego soltarlas en la oscuridad de la sala del cine- matógrafo, y así lo hicieron. La imagen -realmente hila- rante- con la pantalla como luminito refleja a todos los muchachos tratando de atra- par a las mariposas. Por su- puesto, los tres canallas "Si- món, Cristóbal, Gustavo y yo", también formaron parte del sarao para disimular y no ser descubiertos. Terminada la sesión maripósica, el cuarte- to fue atrapado por la señori- ta Leticia, una mujer muy vie- ja que daba clases en la comu- nidad y al parecer era muy chismosa. Estaban aterroriza- dos porque si le contaba a sus padres, la de San Quintín… Pero no; la dama dijo: "-Ay, mis bribones, ojalá todos los niños fueran tan ino- centes como ustedes. El mun- do no estaría como ahora". Y es verdad, queridos lec- tores, qué cosa más poética que provocar una invasión de mariposas en una sala de cine. Esperamos que eso pase a dia- rio en los cines, parques, Asamblea Nacional, casas de gobierno del país. Ni García Márquez, pues. Y llegamos al cuento que le da título al libro, "¿Qué haces tú en mis sueños?". Es un rela- to que se desarrolla mediante un mensaje electrónico que Jorge le envía a su hermano Felipe, quien estudia en el ex- tranjero. En él le confiesa ha- berse topado en un sueño con una muchacha de su gusto. Eso ocurrió en el Monte Ever- est, durante una excursión sólo posible en un evento oní- rico. Jorge le cuenta a Felipe todas las incidencias de la ba- jada del monte en trineo. Fue tanta la velocidad que se le borró parte de la cara. Horas después, cuando salió del sue- ño, se encontró con Carmen, así se llama la joven, en el co- legio. Ella le preguntó cómo le había ido en el Everest, y en- tonces apareció el título del cuento hecho pregunta en el sorprendido muchacho. "-Lo importante de los sue- ños no es soñarlos -dijo ella muy segura, justo cuando vi que tenía su cara completa y era muy bonita- sino compar- tirlos. Así se hacen realidad más rápido." Al final Jorge pide consejo a Felipe para enamorar a Car- men. El sueño sirvió para des- cubrir que Carmen no era una "mosquita muerta", como en la realidad todo el mundo lo creía en el colegio. 3.- "Como en las películas de guerra" es un relato de pelícu- la. Regresé a "La vida es bella". Me vi de niño en medio de un tiroteo. No era yo, era el per- sonaje que Armando José co- locó frente a Miraflores en el momento en que un grupo de alzados trataba de dar un gol- pe de estado. El niño que cuen- ta su aventura cumplía 10 años ese día y como regalo pi- dió que lo dejaran pasear solo por el centro de Caracas. Ma- dre y abuela así lo dejaron y fue tomado de sorpresa por la asonada. Sucio de tierra, ba- rro y muchas imágenes en los ojos, no le creyeron cuando intentó contar lo sucedido. Claro, era un chamo muy ima- ginativo y casi nunca daban crédito a sus palabras, por creerlo un mentiroso. Relato de aventuras, man- tiene en tensión al lector. Pe- queño cuento histórico, el au- tor lo deja allí, como una cica- triz del país, pero en un tono que imanta sin ningún tipo de rencor al joven que lo lea. La inocencia es un regalo de la edad. Una manera hermosa de contar una historia dura que ha ocasionado tantas tristezas. Nos quedaba por leer "Tar- de de cine con Berenice", un cuento de amor de dos mu- chachos de un poco más de quince años. Él, deseoso de tocarla y besarla, decide lle- varla al cine, pero el padre no lo permite. Hace maromas de toda índole hasta que éste lo permite, con la condición de que vayan acompañados con el hermanito de Berenice, Ja- vier. El enamorado elabora un plan para alejar a Javier de sus manoseadoras accio- nes. Cosa que logra, pero cuando todo era felicidad, apareció un personaje real en la pantalla pegando gritos. Era Javier, quien no encon- traba a la parejita. Por supues- to, el chalequeo del público no se hizo esperar. Pero el jo- ven galán hizo de tripas cora- zón para rescatar a su cuña- dito de la tarima del cine. El final deja una reflexión: Era una película muy mala. Este libro de Armando José Sequera forma parte de la lar- guísima lista de publicaciones con que cuenta su talento, así como de la también extensa lista de premios nacionales e internacionales. Con este tomo, quien lo lea regresa a la infancia, a la adolescencia, a las travesuras y peripecias que fácilmente cultiva la ni- ñez. Es un regreso al tiempo feliz. Es decir, a los sueños compartidos. (En una breve declaración electrónica, Armando me co- mentó que todo lo que está escrito en ese libro es cierto, tanto que tuvo que morigerar la realidad para que la ficción no fuese afectada en su vero- similitud. Cosas de la realidad, cosas de la fantasía).

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Maracay, Sábado 10de noviembre de 2012

ALBERTO HERNÁNDEZ

Crónicas del Olvido¿Qué haces tú en mis sueños?

1.-

Comienzo a leer con losdientes postizos de la tía Nora, que Armando

José Sequera me ha prestadoy que antes ha vertido en ellibro ¿Qué haces tú en mis sue-ños? (Grupo Editorial Norma,Caracas 2008). Bueno, lo hagoporque es el primer cuentocon que el autor empieza es-tas páginas donde habitancinco historias más y quienhabla es un chamo, yo diríaque como de siete u ochoaños. O más, no sé. Se tratade un libro para muchachoscomo nosotros, porquecomo el mismo Armando hadicho, no hay edad para serniño. En verdad ignoro si loha dicho, pero yo se lo atri-buyo, con la muy perversaidea de que me meta en unode sus futuros relatos paraprobar como es eso.

Ahora sí, digo: el escritorArmando José Sequera escri-be este libro en primera per-sona (se trata de una obra au-tobiográfica) para integrarnosal mundo que revela en sus lí-neas. Es una primera perso-na suelta, burlona a veces,pero inocente y hasta inge-nua, como debe ser, libre deataduras, dirán ustedes; cla-ro, se trata de niños. Y es cier-to: porque los muchachosque forman parte de este"chamario", como definió elpoeta Eugenio Montejo unacomunidad de chamos, sobretodo sí son creativos, loqui-tos, soñadores y felices, nomiden terrenos ni tienen lími-tes para hacer bromas y ha-cen lo imposible para que se-pan cómo son. Entonces, en"Los dientes nuevos de la tíaNora" el lector vive la cómicacrisis de unos personajes quedurante todo el cuento se de-dican a buscar las planchasperdidas de la doña, quien enun descuido las extravió mien-tras iban a un local comerciala celebrar que tenía dentadu-ra nueva. Pues bien, ésta defi-nitivamente se borró delmapa y tuvieron que com-prarle otra. Hay escenas hi-perbólicas en la que se siente

la gran felicidad del narradoral exagerar la búsqueda. Elautor relata un evento quepodría parecer anodino, perose trata de una historia que enrealidad ocurrió y a la que Se-quera le suprimió algunos ele-mentos para que no pensara ellector que no era verdad. Entodo caso, las vacaciones deljoven de este episodio pudie-ron haberlo inclinado a estu-diar odontología. ¿O mecáni-ca dental? Pero, sigue escri-biendo cuentos, como a él leapasiona.

Salimos de la masticacióndel personaje anterior y entra-mos en otros, que podrían serlos mismos, quienes viven laexperiencia de una lluvia dehielo. Se titula "Granizo" y enél el niño protagonista es obli-gado por la abuela ("…tan ma-niática como el filósofo alemánInmanuel Kant…", por ser pun-tual en todo) a recolectar tro-zos que caen por cientos so-bre la tierra. Golpes, chicho-nes y carreras dominan eltiempo y el espacio de esta ta-rea, que tiene como ganchoguardar los pedazos de hieloen la nevera para que Irene, lamadre del pobre recolector,las viera. Al final, cuando Ire-ne arribó a la casa fue llevadaa la nevera y abuela y nieto leensañaron los pedacitos queambos se encargaron de pre-servar para que ella los cono-ciera. Una escena de abrazosconduce a pensar que la me-jor experiencia se debe com-partir como un regalo. El po-bre nieto se quedó con sus po-

rrazos, pero también con lacara sonriente de la madre.

2.-El cuento más divertido,

más feliz, más travieso, digoyo, leo yo, "Mariposas en lamatinée", llega de la mano decuatro carajitos capaces devoltear la tranquilidad en unasala de cine. Jugadores demetras, se les ocurre la brillan-te idea, ante la invasión demariposas en un patio, de me-terlas en las bolsas de las ca-nicas y luego soltarlas en laoscuridad de la sala del cine-matógrafo, y así lo hicieron.La imagen -realmente hila-rante- con la pantalla comoluminito refleja a todos losmuchachos tratando de atra-par a las mariposas. Por su-puesto, los tres canallas "Si-món, Cristóbal, Gustavo y yo",también formaron parte delsarao para disimular y no serdescubiertos. Terminada lasesión maripósica, el cuarte-to fue atrapado por la señori-ta Leticia, una mujer muy vie-ja que daba clases en la comu-nidad y al parecer era muychismosa. Estaban aterroriza-dos porque si le contaba a suspadres, la de San Quintín…Pero no; la dama dijo:

"-Ay, mis bribones, ojalátodos los niños fueran tan ino-centes como ustedes. El mun-do no estaría como ahora".

Y es verdad, queridos lec-tores, qué cosa más poéticaque provocar una invasión demariposas en una sala de cine.Esperamos que eso pase a dia-

rio en los cines, parques,Asamblea Nacional, casas degobierno del país. Ni GarcíaMárquez, pues.

Y llegamos al cuento que leda título al libro, "¿Qué hacestú en mis sueños?". Es un rela-to que se desarrolla medianteun mensaje electrónico queJorge le envía a su hermanoFelipe, quien estudia en el ex-tranjero. En él le confiesa ha-berse topado en un sueño conuna muchacha de su gusto.Eso ocurrió en el Monte Ever-est, durante una excursiónsólo posible en un evento oní-rico. Jorge le cuenta a Felipetodas las incidencias de la ba-jada del monte en trineo. Fuetanta la velocidad que se leborró parte de la cara. Horasdespués, cuando salió del sue-ño, se encontró con Carmen,así se llama la joven, en el co-legio. Ella le preguntó cómo lehabía ido en el Everest, y en-tonces apareció el título delcuento hecho pregunta en elsorprendido muchacho.

"-Lo importante de los sue-ños no es soñarlos -dijo ellamuy segura, justo cuando vique tenía su cara completa yera muy bonita- sino compar-tirlos. Así se hacen realidadmás rápido."

Al final Jorge pide consejoa Felipe para enamorar a Car-men. El sueño sirvió para des-cubrir que Carmen no era una"mosquita muerta", como enla realidad todo el mundo locreía en el colegio.

3.-"Como en las películas de

guerra" es un relato de pelícu-la. Regresé a "La vida es bella".Me vi de niño en medio de untiroteo. No era yo, era el per-sonaje que Armando José co-locó frente a Miraflores en elmomento en que un grupo dealzados trataba de dar un gol-pe de estado. El niño que cuen-ta su aventura cumplía 10años ese día y como regalo pi-dió que lo dejaran pasear solopor el centro de Caracas. Ma-dre y abuela así lo dejaron yfue tomado de sorpresa por laasonada. Sucio de tierra, ba-rro y muchas imágenes en losojos, no le creyeron cuandointentó contar lo sucedido.

Claro, era un chamo muy ima-ginativo y casi nunca dabancrédito a sus palabras, porcreerlo un mentiroso.

Relato de aventuras, man-tiene en tensión al lector. Pe-queño cuento histórico, el au-tor lo deja allí, como una cica-triz del país, pero en un tonoque imanta sin ningún tipo derencor al joven que lo lea. Lainocencia es un regalo de laedad. Una manera hermosa decontar una historia dura queha ocasionado tantas tristezas.

Nos quedaba por leer "Tar-de de cine con Berenice", uncuento de amor de dos mu-chachos de un poco más dequince años. Él, deseoso detocarla y besarla, decide lle-varla al cine, pero el padre nolo permite. Hace maromas detoda índole hasta que éste lopermite, con la condición deque vayan acompañados conel hermanito de Berenice, Ja-vier. El enamorado elaboraun plan para alejar a Javierde sus manoseadoras accio-nes. Cosa que logra, perocuando todo era felicidad,apareció un personaje real enla pantalla pegando gritos.Era Javier, quien no encon-traba a la parejita. Por supues-to, el chalequeo del públicono se hizo esperar. Pero el jo-ven galán hizo de tripas cora-zón para rescatar a su cuña-dito de la tarima del cine. Elfinal deja una reflexión: Erauna película muy mala.

Este libro de Armando JoséSequera forma parte de la lar-guísima lista de publicacionescon que cuenta su talento, asícomo de la también extensalista de premios nacionales einternacionales. Con estetomo, quien lo lea regresa a lainfancia, a la adolescencia, alas travesuras y peripeciasque fácilmente cultiva la ni-ñez. Es un regreso al tiempofeliz. Es decir, a los sueñoscompartidos.

(En una breve declaraciónelectrónica, Armando me co-mentó que todo lo que estáescrito en ese libro es cierto,tanto que tuvo que morigerarla realidad para que la ficciónno fuese afectada en su vero-similitud. Cosas de la realidad,cosas de la fantasía).

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Contenido Maracay, Sábado 10 de noviembre de 201210

Postal de un poeta a la orilla del río

CARLOS YUSTI

(a propósito de Luis García Morales)

En nuestro intercambioverbal de todos los días (y no hay que ser un lingüis-

ta versado para constatarlo) laspalabras poseen una innegablecarga de superficialidad y, so-metidas a las mutilaciones/de-gradaciones respectivas, sonapenas instrumentos superfluospara comunicarnos. El poeta, olo que los críticos de academiadenominan "creador de litera-tura", con esas mismas palabrasva a nombrar el mundo desdeun enfoque e intensidad espe-cial, donde la expresividad tie-ne la función menos bizarra quela de informar y no sin cierto re-clamo irónico un gran teóricode la literatura llamado GeorgeSteiner escribió que "siemprehay maneras más sencillas dedecir las cosas que la del poeta".

Cuando las palabras de siem-pre son sometidas a la percep-ción estética del poeta, el silen-cio pierde su majestad debido aese famoso proverbio árabe "Nodigas (escribas) nada que no seamás bello que el silencio".

El poeta (grande o pequeño)preocupado por su arte es an-tes que nada un sutil artesanodel lenguaje, es menos una ve-dette pública (ansiosa de reco-nocimiento o de puestos aca-démicos) y más un trabajadorriguroso de las palabras.

Esto sin duda podrá resul-tar baladí, pero los poetas queescriben algo trascendenteson aquellos que se esmerancon el lenguaje tratando deescapar de lo manido, inten-tando darle a las palabras unorden inédito, un ritmo emo-cional diferente en un mundoque ha hecho del flujo de in-formación el eje fundamentalde la vida; información tanecléctica y antipoética que esperfectamente prescindible ydesechable a los pocos mo-mentos de ser emitida y con-sumida. Las grandes verdadesde nuestra espiritualidad si-guen leyéndose entrelíneas enlos poemas y en las novelas;las visiones que ofrecen de lavida todavía están cargadas deuna inigualable intensidad yde una validez perdurable.

El poeta se esmera con el len-guaje para no caer en el tópico yel poema es una manera de pen-sar la escritura, pero es al mis-mo tiempo una manera de or-denar su pensamiento en con-

cordancia con su sensibilidad.No sin gran acierto EugenioMontejo escribió "Un poeta em-prende la recreación del univer-so con la música y la turbaciónde su propio pensamiento".

El poema aparte de palabrasen situación estética especiales también tiempo, memoria yexistencia atemporal. Si unoquiere indagar en la vida de lospoetas sólo hay que leer suspoemas, penetrar esa intrinca-da selva de tiempo y sensacio-nes, de emocionalidad traspa-pelada con las vicisitudes me-nudas de la existencia, contodo eso que nos rodea en eselento crujir de los días. Cadapoeta nos enseña a palpar lavida desde la belleza nítida dela metáfora. El poeta no es másque ese oficiante de la belleza através de las palabras.

-Cada sombra tiene su sombradesde la infanciaY cambia sus espejos a la caídadel solCada espejo ata mis pies asenderos invisiblesEl estiércol resucita en mismanosMi valle descosido gime enton-ces bajo la lluviaPero mi cuerpo es la evidenciade una islaDespedazadaCon memoria

¿Cómo se logra llegar al huesode algo así? ¿Cómo se consi-gue, además, que lo simbólicotenga el don fulminante de unarevelación? ¿Dónde empieza laliteratura, en qué lugar el sueñoy la realidad tiene algún pesocuando pasa por el cedazo deun arte poética particular?

Es necesario admitir que lapoesía de Luis García Moralesposee esa tenue tonalidad de laescritura sin estridencia, de esapoesía que en silencio socavaesa realidad donde lo literario

tiene su espacio y en la cual elpoeta parece sólo esa urgenciade la vigilia sin tiempo:

Lo escrito ya no es futuroSino centellaLo inminenteAhora es un tenue recuerdoDe acciones olvidadas

La ruta que sigue la poesía deLuis García Morales es esquiva,incierta, pero el producto deesta ruta son unos pocos poe-mas con esas inequívocas in-tenciones de ver el destinocomo un espejo de agua, comoun reflejo deforme en ese otrorío que es el lenguaje:

VILa lucha del sonido por dejar elsilencioLa lucha del granito por parecer-se al aguaEl agua es el tigre que sedeshace en el cielo cantandoEn el cielo de la palabra hay unángelEn todo ángel un animal palpitaEl celaje del pez despierta en lamemoria del pájaro¿Soy acaso este cuerpo deahoraO ese río de ayer que me habitaEl río, el río siempre?

En un ensayo que le dedicaLuis García Morales a otro granpoeta como lo es Vicente Ger-basi hay una frase que nunca meabandona y que resume ese ca-non de perdurabilidad por lapalabra poética, una frase cer-tera e iluminada que expresa:"Pasan los hombres pero elhombre perdura". Pasan lospoetas, pero la poesía perduracomo testimonio de un fluirconstante entre la magia de lapalabra poética y el silencio,entre el paisaje como impron-ta y revelación. No es casuali-dad que el poeta Néstor Rojasescriba: "Luis García Morales esuno de esos poetas demiurgosque nos reconcilian con la Pa-labra, que nos devuelven la feen lo sagrado. Su poesía, siem-pre intensa y reveladora, tanresplandeciente, nos reúne enel ámbito de lo trascendente:en el espacio-útero (el río) don-de alcanzamos la iluminacióninterior y nos encontramos,otra vez, con aquello que se hadesvanecido, con lo que creía-mos muerto el Paraíso". En otrofragmento del referido texto aGerbasi hay una frase revelado-ra: "Las fulguraciones del pai-saje, sus colores, sus penum-bras, responden a los signos del

paisaje interior". Paisaje inte-rior que en la poesía del propioLuis García Morales adquiereuna musicalidad serena y en lacual el río deja de ser una evo-cación para convertirse en unadesnuda reflexión que trata dereordenar esos fragmentos delo real donde el ser parece aje-no a la vida y en la cual el paisa-je es un vínculo con esos ins-tantes de existencia que fluyeen jirones, en desgarrones, enun latido que trata de iluminara pesar de la tiniebla:

El río siempre

A Adriano González LeónEstoy solo a orillas del ríoMe visita el terror secreto de lasoledadHay un fantasma fijo que mehabita y me hablaSoy cada vez más extraño a lavidaSoy cada vez más piedra de laherenciaLa ciudad arde bajo un mereyalsombríoLa ciudad arde en una esmeral-da de mi memoriaEntro a su sol y escucho suplegaria de granitoEl niño que me acompañaescuchaEl gemido nocturno de susmurosRociados con sangre de vacaEstoy solo a orillas del ríoLas aves tejen y entretejen elcieloLas toninas soplan en losflancos de la mareaY en la vieja luz de mis huesosTanta mirada perdidaTanta música desconsoladaBrotando como flechas de lamemoriaEstoy desprovisto de senderosLlega un caballo conversandode hojas tiernasLlega un friso troquelado encuero de tamborLlega un tigre que canta en loalto de una mataMe vuelvo lejosComo si la historia nos estuvierasoñandoComo si el día fuera sin términoAnte mí pasa una balaPasa la página de un libroPasa un camposantoDonde van despidiéndoseDel ayer o del mañanaMis amigosPasa una mariposa vestida demi rostroMe siento mal frente a estehieloQue se desdibujaFrente a este humoQue se deshace y me transforma

Escribo la estrella y desapareceEscribo el fantasma y es miolvidoEscribo mi nombreY el agua pasa por encimaLavando su tiniebla

El ríoEl río siempre

La influencia que la poesíade Luis García Morales ha ejer-cido sobre varias generacionesde poetas es innegable. El poe-ta Francisco Arévalo me co-mentaba que uno de sus librosle hacía un velado homenaje alpoeta o, como él mismo escri-bió "Para mí Luis García Mora-les es el poeta que mejor hatrabajado la metáfora que vie-ne siendo nuestro Orinoco,tengo que confesar que uno demis libros publicados (Más so-bre el río) está influenciadopor sus lecturas y sobre todoeso que tiene que ver con laconstrucción mágica de lospoemas, y que además le dancuerpo a una obra que ha que-dado para siempre como pa-trimonio de esa serpiente flu-vial que cada día arranca emo-ciones en quienes la admira-mos y a la cual le confesamosnuestros tropiezos. Es por esoque para el poeta Luis GarcíaMorales el río es siempre, aligual que lo es para mí".

Es verdad lo escrito porClaudio Magris sobre que "elpoeta existe tan sólo cuandosus palabras se han desprendi-do de él y se revierten en elmundo ofreciéndose libre-mente a cada quien que lashace propias, nombrando conellas su propia vida, olvidan-do el vano nombre del autor ytoda su caduca propiedad lite-raria. El poeta existe en losotros, en los lectores…".

La poesía de Luis GarcíaMorales es prodigioso hallaz-go para quien la lee, es memo-ria fija como una postal pega-da en la pared del alma, comoun mapa, una brújula parabuscar esa metáfora imposi-ble del yo dibujado en el de-venir de los días, o como loexpresa el poeta con esa os-cura y fluvial claridad:

Allí estoy en el vino de mí mismoBuscando solBuscando la libertad de lospájarosEn la madera de mi cuerpoDonde yace el acontecer de losdíasY se fija la noche en una solaestrella

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Maracay, Sábado 10 de noviembre de 2012 Contenido 31

Nuestros zombiesMAIKEL RAMÍREZ

A RAY BRADBURY

"me pregunto algo sobre loszombies. ¿Qué pasa si no

consiguen suficientecarne para comer? No pueden

morir de hambre, ya estánmuertos"

(reflexión de Raj en The bigbang theory)

No cabe duda de quemientras vampiros, li-cántropos y el mons-

truo de Frankenstein domina-ron la producción literaria yfílmica durante el siglo XX,cuyo referente prístino datadel filme Frankenstein, deThomas Alva Edison, en 1910,los zombies predominan en elimaginario de nuestros días.En lo que sigue, me propongorevisar los motivos para talvuelta de tuerca en el hori-zonte de expectativas del pú-blico de los últimos años.Aunque pueda obtener pun-tos claros a lo largo de estanota, no espero agotar la cues-tión zombie.

Parece haber una tendenciageneral de etiquetar de cien-cia-ficción (CF en adelante)algo que es difícil de creer,hecho curioso, ya que una delas características esencialesdel género es la posibilidad dematerializar las historias quecuenta. En su brillante tesisCiencia-ficción: un género quese extravía en su referente,Gabriel Payares nos explica elcarácter paradójico del géne-ro, puesto que combina el dis-curso imaginativo de la ficcióncon el discurso científico, ba-sado en lo verificable, en he-chos verdaderos. Con todo, laCF constantemente excluyeobras cuando el discurso cien-tífico de las mismas se actua-liza, cuando se hace realidad.Estas obras, desde luego, sonincorporadas a otros génerosliterarios. Pensemos en laobra de Julio Verne, la cualhoy nos resulta tan ajena a laCF que la vinculamos más conel género de aventuras.

Hay que subrayar el hechode que sin discurso científicono existe CF. Obras literariasy fílmicas como QuemandoCromo, de William Gibson, 12monos, de Terry Gilliam; yBarbarella, de Roger Vadim,

son de CF en la medida quetratan temas científicos comola informática, el viaje a tra-vés del tiempo y la posibili-dad de organismos vivientesen otros mundos, respectiva-mente. Sustentándonos en losaspectos revisados, es impe-rativo establecer un contras-te entre zombies que, comonos ilumina Slavoj Zizek enMirando el sesgo, regresanporque no se cumplió correc-tamente con la ceremonia deentierro o porque su deseotrasciende la muerte, y regre-san para realizarlo. El surgi-miento de estos zombies de-pende de un acto mágico osobrenatural, como lo de-muestra el filme Cementeriode mascotas, de Mary Lam-bert, o como el video musicalThriller, de Michael Jackson,cuyos zombies se arrojan a lascalles a la medianoche, horaen que los espectros vagan,según el imaginario popular;por otra parte, los zombiesque predominan en nuestraera, nuetros zombies, salen dela tumba porque un virus oalguna substancia química hainvadido su cuerpo. En una

palabra, su origen tiene unacausa científica. Ejemplos deeste tipo van desde Plan 9 delespacio exterior, de Ed WoodJr, a La noche de los muertosvivientes, de George Romero,hasta la serie de televisión Thewalking dead. Notemos, porejemplo, que la saga Residentevil plantea la mutación de loszombies, como se puede ob-servar en la más reciente en-trega Resident evil, la vengan-za, de Paul WS Anderson.

Los zombies están dotadosde las mejores condicionespara ser monstruos posmo-dernos. Se sabe que la CF nacede la mano del positivismocientífico del siglo XIX, deallí que un escritor como Ju-lio Verne conquiste el espacioexterior, los mares y el cen-tro de la Tierra en sus nove-las. La literatura proyectarálos logros de la utopía cientí-fica. La ciencia se apropia delproyecto emancipador reli-gioso y promete la felicidadplena del ser humano. El do-minio zombie es espejo deldesencanto posmoderno. Sesupone que nuestro tiempoestaría bajo el control de inte-

una introducción, de TerryEagleton, desde el psicoaná-lisis, la sociología y el análi-sis del discurso, respectiva-mente, han desmentido laidea de que ésta es una eraposideológica. Acaso más im-portante es que han amplia-do la noción que hasta hacepoco se tenía sobre la ideolo-gía. Si los zombies sirven paraalgún fin ideológico, es por-que provienen de un afueracontaminado, donde el suje-to ideológico proyecta susfantasías. En lo que atañe aeste punto, La enfermedad ysus metáforas y El Sida y susmetáforas, de Susan Sontag,evidencian que a través de lahistoria se han usado metá-foras de enfermedades parahablar de aquellos que sonconsiderados enemigos. Esoexplicaría el hecho de que seejecuten genocidios bajo lametáfora de la 'limpieza'. Portanto, no es accidental quefilmes como El último hom-bre vivo, de Boris Sagal; Epi-demia, de Wolfgang Petersen;Contagio, de Steven Soden-berg; y La invasión, de OliverHirschbiegel traten sobre lacontaminación que viene delos Otros. El filme de Hirsch-biegel merece mención apar-te, por cuanto que es el re-make de La invasión de losprofanadores de tumbas, fil-me de Don Siegel, magnumopus de la Guerra Fría.

Y si de propósitos ideológi-cos se trata, nos aterra que esamasa de seres carnívoros (porlo general atacan como unajauría) se lance contra noso-tros y nos convierta en uno deellos (propongo volver a Lainvasión de los profanadoresde tumbas). La imagen de unataque zombie es análoga auna masa dispuesta a linchar,grupo cuya excitación no dejamomento para el cansancio nipara el aplazamiento. A dife-rencia de fantasmas, nuestroszombies no esperan hasta lamedianoche para vagar por lascalles; de vampiros, no haycruz ni cadena de ajos que lospersuada; del monstruo deFrankestein, el fuego no losatemoriza: de licántropos, loszombies no creen en balas deplata. En fin, uno hasta empie-za a añorar aquellos días de in-fancia cuando luchar contralos monstruos era más fácil.

ligencias superiores, como loimaginó Isaac Asimov en Yo,robot, mitología de la robóti-ca que calculaba la salida almercado del primer robot po-sitrónico, Robbie, en 1996,robot que ayudaría a realizartareas domésticas. Aunque enun futuro más lejano, Philip KDick creyó en ¿Sueñan los an-droides con ovejas eléctricas?que los seres humanos se pre-guntarían cuál era la esenciahumana al confrontar androi-des que se comportaban demanera más humana. Para RayBradbury, los humanos colo-nizábamos Marte en 1999,como aparece en su mitologíaLas crónicas marcianas. En lasaga Volver al futuro, de Ro-bert Zemeckis, habrían carrosvoladores y anuncios holo-gráficos hacia el año 2015. Encambio, los zombies nos ofre-cen lo más opuesto a un inte-lecto superior. Ellos no con-servan el menor residuo desustancia cognitiva. No razo-nan lógicamente ni muestraninteligencia emocional, es de-cir, no toman decisiones a par-tir de las emociones que pue-dan percibir del otro. Loszombies también dan al trastecon el discurso emancipadorde la redención, y, por consi-guiente, nos presentan lamuerte como el más supremosinsentido, desprovista decualquier sentido trascenden-tal. Encontramos cuerpos co-rrompidos, nauseabundos ymutilados que no persiguenpropósitos vitales, como lodiscuten los genios de The bigbang theory, a propósito de larazón del acto de comer.

Por otra parte, dejar a unlado su dimensión ideológicaharía incompleta una aproxi-mación a los zombies. Comootros productos culturales,los zombies manifiestan su-brepticiamente el par binariobásico de las ideologías: no-sotros/ ellos. Con la caída delbloque soviético, FrancisFukuyama pronunció su co-nocido discurso sobre el fin dela historia, que se resumía enel fin de lo que él entendíacomo ideología, es decir, elmarxismo. Sin embargo,obras como El sublime obje-to de la ideología, de Slavoj Zi-zek; Ideología: una aproxima-ción multidisciplinaria, deTeun van Dijk; e Ideología:

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Contenido Maracay, Sábado 10 de noviembre de 201232

Tres Poemas deLuis María Murciano

FUERON MIL Y UNA NOCHESFueron mil y una noches, como el cuentode nuestra infancia: tú eras la princesatras el balcón abierto, triste y presapor un dragón malvado y ceniciento.

Yo era el pirata de tu pensamiento,un caballero herido, una promesa,un príncipe sin reino que regresade la nada, cegado por el viento.

Entonces despertaste. Hacía frío,y ya no deseabas ser salvada,que el desamor no ofrece escapatoria.

No hubo un final feliz, y este vacíono es más que mi dolor, mi voz cansada,contando la verdad de nuestra historia.

EN NUESTROS LABIOSHay magia en estos días de aguanieve,en este instante en que tu piel conjurael tiempo y eterniza tu hermosurajugando a contraluz con tu relieve.

Temblamos malheridos mientras lluevesu lumbre en nuestros labios, savia puraque empapa de nostalgia y desmesurala amarga realidad que nos conmueve.

¿Cómo arropar el frío del pasado?¿Dónde ocultarte y esconder lo amado?Dime cómo apresar lo fugitivo.

Nos salva ya el poema. Nada existeque lo pueda borrar, pues conseguistevivir en estos versos que te escribo.

AHORA QUE LLUEVE COMO CUALQUIER DÍAAhora que llueve como cualquier día,que ya nos vence la embriaguez desnuda,ahora que estos suspiros son el ecode tantas madrugadas sin reposo;

ahora que no nos queda ya esperanza,que intentamos huir de nuestras sombrasy del cobijo de unas nubes tristes,errantes como un sueño vagabundo;

ahora que no podemos refugiarnosbajo el embozo de la desmemoriacon la que recubrir nuestra agonía;

ahora que nos habita el desamparo,sabemos que la terca lluvia sobrapues ni siquiera cae sobre nosotros.