subnutriciÓn infantil de escolares …syal.agropolis.fr/alter06/pdf/actes/p24.pdf · subnutriciÓn...

24
SUBNUTRICIÓN INFANTIL DE ESCOLARES INDÍGENAS MEXICANOS 1994- 1999-2004. Un enfoque geoestadístico municipal del déficit de talla para la edad Contreras Suárez, Enrique y Leandro Román García Chávez ω . palabras clave: pobreza, desigualdad social, nutrición, México Introducción. El momento actual es un momento repleto de riesgos y vulnerabilidades sociales para las mayorías del país. Ante este entorno tan cambiante, los indicadores estadísticos de la pobreza de ingreso, tan usados para las líneas de pobreza, dejan de reflejar lo que debieran reflejar. Esto debiera obligar a la crítica a pulirlos para que respondan a los nuevos retos y/o a pensar en otro tipo de indicadores del riesgo social, de fácil manejo y obtención y de amplia cobertura. Los nuevos indicadores complementarían a los del ingreso en dar cuenta oportunamente de riesgos sociales particulares como los que enfrentan las mujeres, los niños, los ancianos y los indígenas. En este trabajo nos acercamos al riesgo de perder el bienestar biológico de los niños indígenas, comparando tres momentos. Tomamos a la estatura para la edad de los niños indígenas en edad escolar, como un indicador antropométrico del riesgo-bienestar biológico. Este indicador apunta a un riesgo biológico, si muestra un serio déficit, de acuerdo a un patrón de referencia que goza de un cierto consenso, dentro y fuera de los círculos académicos. Y llamamos a la estatura normal o excedentaria de acuerdo a la norma como un indicador de bienestar biológico, dicotómicamente, si no muestra el déficit mencionado. Al multiplicarse su medición, la estatura deficitaria gana en oportunidad y puede ser considerada como un herramienta complementaria a otros indicadores de la pobreza alimentaria, sin tener que ω Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades de la Universidad Nacional Autónoma de México [email protected] Se agradece la colaboración de María Elena Jarquín Sánchez, Felipe Contreras Molotla y Nubia Lourdes Hernández Tavera. 1

Upload: dangliem

Post on 23-Sep-2018

218 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

SUBNUTRICIÓN INFANTIL DE ESCOLARES INDÍGENAS MEXICANOS 1994-1999-2004.

Un enfoque geoestadístico municipal del déficit de talla para la edad

Contreras Suárez, Enrique y Leandro Román García Chávezω.

palabras clave: pobreza, desigualdad social, nutrición, México

Introducción.

El momento actual es un momento repleto de riesgos y vulnerabilidades sociales

para las mayorías del país. Ante este entorno tan cambiante, los indicadores

estadísticos de la pobreza de ingreso, tan usados para las líneas de pobreza,

dejan de reflejar lo que debieran reflejar. Esto debiera obligar a la crítica a pulirlos

para que respondan a los nuevos retos y/o a pensar en otro tipo de indicadores del

riesgo social, de fácil manejo y obtención y de amplia cobertura. Los nuevos

indicadores complementarían a los del ingreso en dar cuenta oportunamente de

riesgos sociales particulares como los que enfrentan las mujeres, los niños, los

ancianos y los indígenas. En este trabajo nos acercamos al riesgo de perder el

bienestar biológico de los niños indígenas, comparando tres momentos. Tomamos

a la estatura para la edad de los niños indígenas en edad escolar, como un

indicador antropométrico del riesgo-bienestar biológico.

Este indicador apunta a un riesgo biológico, si muestra un serio déficit, de

acuerdo a un patrón de referencia que goza de un cierto consenso, dentro y fuera

de los círculos académicos. Y llamamos a la estatura normal o excedentaria de

acuerdo a la norma como un indicador de bienestar biológico, dicotómicamente, si

no muestra el déficit mencionado. Al multiplicarse su medición, la estatura

deficitaria gana en oportunidad y puede ser considerada como un herramienta

complementaria a otros indicadores de la pobreza alimentaria, sin tener que

ω Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades de la Universidad Nacional Autónoma de México [email protected] Se agradece la colaboración de María Elena Jarquín Sánchez, Felipe Contreras Molotla y Nubia Lourdes Hernández Tavera.

1

recurrir a la actualización de una canasta de consumo normativo, en el caso del

ingreso monetario, dados los supuestos heroicos a los que esta técnica debe

recurrir (Ruggieri, Laderchi, Saith y Stewart, 2003); o recurrir a la imputación de

información para regiones de difícil acceso y culturalmente diversas, en el caso de

la mortalidad infantil. Creemos que ingreso de los hogares no da cuenta fiel de

aspectos importantes del bienestar biológico, como la salud, esperanza de vida,

inseguridad y las titularidades, puesto de que es multidimensional (Tanner, 1989).

En México es particularmente difícil medir el ingreso monetario (Hernández y

Hernández, 2005). Los registros mexicanos de la mortalidad infantil muestran

graves subregistros en regiones, pues no está difundida la necesidad de acudir a

la oficina gubernamental a denunciar una defunción y es escasa la capacidad

gubernamental para acercarles este servicio civil. El registro de la talla para la

edad estandarizada presenta también limitantes como la variación genética,

insuficientemente estudiada en la actualidad, y un número mínimo de registros. En

este trabajo se ha aceptado la inclusión de un registro municipal en la talla para la

edad, cuando era igual o mayor que 30 casos, ya sea porque no había una

escuela que cumpliera con ese requisito o porque hubo omisión del respectivo

censo escolar. Aquí se opera con 2050 municipios, cuyo número representa

alrededor del 85 por ciento del total de municipios existentes en el país.

El presente trabajo enuncia en primer lugar sus objetivos, expone el debate

actual sobre las medidas antropométricas, la subnutrición y el bienestar biológico.

En seguida hace referencia a la metodología, a las fuentes aquí usadas para

establecer el déficit de la talla, y sus resultados generales se comparan con otras

fuentes nacionales. En cuarto lugar se ofrecen algunos resultados propios y

finalmente se asientan algunas conclusiones.

Objetivos del trabajo. 1. Hacer una presentación conceptual y empírica de un indicador de la

antropometría infantil como riesgo social.

2. Validar externamente el indicador talla para la edad.

2

3. Caracterizar geoestadísticamente a nivel municipal a algunos grupos

lingüísticos mexicanos, según su rango de representatividad lingüistica, nivel de

diversificación geográfica, nivel de urbanización, especialización productiva y

grado de marginalidad socioeconómica.

4. Localizar los grupos lingüísticos donde se concentra el mayor y el menor déficit

de talla para la edad estandarizado, en 1994, 1999 y 2004, utilizando las

características geoestadísticas municipales mencionadas.

Indicadores antropométricos y el bienestar biológico. Existen varios indicadores antropométricos del bienestar biológico de fácil acceso,

entre los cuales destacan la talla para la edad, el peso para la edad y el índice de

la masa corporal. La estatura física es una medida sintética del bienestar biológico

que se correlaciona negativamente con la calidad alimentaria gozada y con la

morbi-mortalidad, aunque no de manera lineal (Costa, 1993), y positivamente con

los efectos sobre la salud, a lo largo de la vida. Aquélla resulta positivamente

afectada por el estado de la tecnología médica, el acceso al cuidado de la salud, el

costo de los servicios médicos, la calidad del cuidado prenatal, la actitud hacia la

medicina preventiva, la virulencia del ambiente de enfermedad, que parecen ser

expresiones de una modernización incipiente o frustrada (Komlos y Baur, 2003).

La investigación clínica ha detectado antecedentes de la baja talla en períodos de

diarrea infantil, neumonía y otras infecciones de las vías respiratorias, sarampión,

paludismo, parasitosis intestinal, y en la carencia de la ingesta energética y

proteínica. (OMS, 1995).

A nivel agregado, la baja estatura física puede convertirse en un reflejo de

la falta de acceso a servicios médicos baratos y eficientes y a instituciones de

seguridad social, como el seguro contra el desempleo, dado que en el seno de la

familia se ve afectada la calidad alimentaria y hasta la distribución interna de

alimentos. Se puede decir así que la estatura física se incrementa en los “buenos

tiempos” y se reduce en los “malos tiempos” (Komlos y Baur, 2003). La baja

estatura para la edad se concibe como parte de un círculo vicioso que incluye a la

pobreza y la enfermedad, y en que cada uno de sus elementos contribuye a la

3

persistencia de los otros.

La estatura física se maneja en este trabajo como la estandarización de la

talla para la edad, lo que permite cierto consenso en cuanto a los cortes

estadísticos de la calidad alimentaria: en un extremo, el déficit alimentario severo,

y en el otro la elevada estatura, asociada generalmente al bienestar biológico y al

acercamiento al crecimiento físico potencial; pasando por una zona estadística

intermedia que indica normalidad estadística. Estos cortes estadísticos se realizan

con base en unidades sigmáticas negativas y positivas, respectivamente,

garantizando previamente una distribución estadística normal. La OMS ofrece

desde 1983 tablas internacionales de referencia, que permiten comparar el riesgo

del bienestar biológico en el espacio y el tiempo.

Los cortes estadísticos se han simplificado en el presente trabajo como

distribuciones dicotómicas, para resaltar la situación de riesgo y para fines de

análisis: =<-2 sigmas se hacen equivalentes a una subnutrición, y >-2 sigmas y las

sigmas positivas se toman como una situación normal.

La talla para la edad se utiliza frecuentemente por su relativa facilidad de

obtención en grandes muestras estadísticas, como en el caso de los Censos

Escolares de Talla para la Edad, que miden la estatura tanto de alumnos de

educación básica como de preescolares, al inicio de cada ciclo escolar. En el

presente estudio se manejan tres de estos censos escolares, el de 1994, de 1999

y de 2004, levantados al inicio del respectivo ciclo escolar por profesores de

escuela y por personal de diversas oficinas gubernamentales, marcadamente por

el Sistema Desarrollo Integral de la Familia (DIF), el Instituto Nacional de Nutrición

e Investigación Médica Salvador Zubirán y el Instituto Nacional de Geografía e

Informática. Nuestro equipo de investigación también participó en el

procesamiento de la información de los dos primeros levantamientos de

información. Cada uno de estos censos abarca más de 2 millones de registros

localizados en cerca del 85 por ciento de los municipios del país ya que, como se

dijo, se ha descartado la información de municipios con registros de estatura

inferior a los 30 casos. Se trata de niños y niñas que se inscribieron al primer

grado de la enseñanza básica, al principio de cada ciclo escolar. Sus edades

4

fluctúan típicamente entre los 6 y los 8 años de edad, con una edad mediana de 7

años. En el Censo Escolar la Talla para la Edad de 2004 se cuenta adicionalmente

con información de los inscritos al sexto grado de primaria, cuya información se

acerca a la noción de un panel falso, si se compara con la información de los

inscritos al primer año escolar, recogida 5 años antes. Aunque ciertamente en el

país es elevada la deserción escolar, particularmente en las regiones indígenas

(Schmelkes, 2001).

Evolución reciente en México de la desnutrición y del déficit de talla para la edad. México padece desde hace algunos años de niveles de desnutrición y mortalidad

superiores a otros países latinoamericanos con similar producto per cápita

(Friedman, Lustig y Legovini, 1997). Se mantiene la desigual distribución del

ingreso y no se presentan otras mejoras socioeconómicas en los principales

índices de desnutrición infantil, que si bien descienden ligeramente en sus

promedios nacionales o se mantienen en niveles similares, conservan antiguas

inequidades y brechas entre los diferentes espacios geográfico-administrativos.

De ahí se puede suponer que a) los índices de desnutrición infantil o no

mejoran en ambientes de extrema vulnerabilidad o mejoran sólo de manera

reducida, b) que las mejoras existentes en los espacios sociales vulnerables son

inestables en el tiempo, a pesar de la focalización más fina y el manejo

administrativo más eficientes, usados en los programas de ayuda alimentaria, y c)

que las mejoras observables obedecen sobre todo a innovaciones técnicas en el

saneamiento y la vacunación infantil (Amigo, Díaz, Pino y Vera, 1994).

Posiblemente cada una de estas interpretaciones tiene algo de verdad.

En 1988, en México nacionalmente la baja talla de los menores de 5 años

de edad asciende a 23 por ciento y se reduce al 18 por ciento en 1999, según las

respectivas Encuestas Nacionales de Nutrición, que toman como criterio del déficit

el mismo que en este trabajo. Según los Censos Escolares de Talla para la Edad,

en 1994, la baja talla/edad en niños que ingresan a la escuela básica asciende al

19 por ciento, desciende al 14 por ciento, en 1999 y llega en 2004 al 9 por ciento,

5

con una mejoría ligeramente superior al 50 por ciento durante el último quinquenio

y superior a la del quinquenio anterior.

Para los años 90 las reducciones mexicanas promedio en la talla baja de

los menores de 5 años, de 5 puntos porcentuales, resultaban insuficientes, frente

al descenso observado en otros países en desarrollo, equivalentes a 7 puntos

porcentuales. En términos anuales, la reducción mexicana equivalía a la mitad de

la de los otros países en desarrollo, según un comité internacional de las Naciones

Unidas (ACC/SCN, 2000, citado por la ENN 1999). No disponemos de un

comparativo internacional para la talla baja de los menores que ingresan al primer

curso de la escuela básica. La reducción mexicana observada por año, en éstos,

para el último quinquenio, equivale al uno por ciento.

La optimista información mexicana del último quinquenio del descenso de la

talla baja en los menores que ingresan al primer curso de la escuela básica, se ve

opacada por la prevalencia de la situación deficitaria imperante entre los niños

inscritos en el primer grado de primaria, en escuelas indígenas y en hogares con

madre que habla una lengua indígena, según dos fuentes distintas de información.

El porcentaje de talla baja del 2004, entre los inscritos a escuelas “indígenas”, es

del 40 por ciento; bastante más elevador que el de los inscritos en escuelas

“privadas” y en escuelas “oficiales”; es decir, a escuelas donde estudian niños

mestizos con familias de mayor poder económico. (Ver gráfica 2)1. Pero la

velocidad relativa con que desciende el mencionado déficit de talla de los inscritos

en escuelas “indígenas”, frente al descenso medio del déficit nacional no se

reduce, sino que crece con el tiempo. Si bien se observa en cada quinquenio una

reducción de 10 puntos porcentuales en el déficit de aquellas escuelas (las

“indígenas”), los promedios nacionales descienden más velozmente, de manera

que crece la brecha entre los promedios nacionales y el de los inscritos a las

escuelas indígenas. Se trata de diferencias muy grandes que se vuelven

abismales, cuando se especifican otras condiciones sociales que padecen los

niños indígenas como la escasa escolaridad materna y residir en pequeñas

1 Las escuelas del Consejo Nacional de Fomento Educativo (CONAFE) son escuelas diseñadas como refuerzo de las escuelas indígenas.

6

localidades. Según un análisis especial de los datos de la Encuesta Nacional de

Nutrición de 1999, el déficit promedio de talla para la edad de los menores de 5

años residentes en hogares cuya madre es hablante de una lengua indígena es el

doble del correspondiente a hogares, cuya madre no es hablante de una lengua

indígena. El riesgo de estos menores de padecer de este déficit por su condición

indígena se refuerza con el riesgo del hogar de ser extremadamente pobre, de

padecer la ausencia de escolaridad materna y de residir en espacios rurales

(Hernández et al., 2003:17).

Los resultados. El porcentaje del déficit de talla para la edad de los escolares mexicanos de 2004

presenta como variable municipal asociaciones acordes con la experiencia

internacional (Ver cuadro 1)2. Se asocia fuerte, significativa y positivamente con:

a) el “rango de hablantes de lengua indígena 2000, según el Censo de Población y

Vivienda 2000 (<39 por ciento, 40-69 por ciento y 70 por ciento y más de

hablantes: ‘rango no indígena’, ‘rango en transición’ y ‘rango indígena’

propiamente dicho, respectivamente), b) con el “nivel de mortalidad al nacimiento”

del 2000, según el Instituto Nacional de Geografía e Informática, e incluido en el

Indice de Desarrollo Humano del Consejo Nacional de Población (CONAPO), y c)

con el “grado de marginalidad” del CONAPO, (referido principalmente a

alfabetismo, escolaridad y calidad de la vivienda). Su asociación es leve,

significativa y negativa con: d) el porcentaje de migrantes, cuando éstos se

refieren al porcentaje de la población económicamente activa 2000, y e) con el

nivel de urbanización 2000 (2’500 habs. y menos; entre 2’500 y 49’999 habs, y

50’000 y más habs: ‘rural’, ‘semiurbano’ y ‘urbano’, respectivamente). Se asocia

sólo leve y positivamente con la “especialización cafetalera o no del municipio. No

presenta asociación alguna con el “grado de diversificación geográfica” de las

lenguas 2000 (lenguas geográficamente diversificadas habladas

predominantemente en un número de municipios que oscila entre 41 y 48

municipios; lenguas con un “grado medianamente diversificado” cuando una

2 Los cuadros estadísticos, las gráficas y los mapas se localizan al final del trabajo

7

lengua se habla predominantemente entre 2 y 19 municipios, y lenguas con un

“grado poco diversificado” cuando una lengua se habla predominantemente en un

solo municipio. El Censo de Población y Vivienda considera como “hablantes de

lengua indígena” únicamente a las personas de 6 años y más de edad; rango al

que fácilmente se le podrían agregar los menores de esa edad, con lo que

aumenta el número de indígenas del país. La variable diversificación geográfica se

refiere exclusivamente a los municipios indígenas propiamente dichos, donde el 70

por ciento de la población de 6 años y más habla una lengua indígena, aunque

teóricamente podrían haberse incluido los municipios indígenas “en transición” (o

sea entre el 40 y el 69 por ciento de hablantes), como se aprecia en el cuadro 2.

En la gráfica 1 se observa para los municipios indígenas propiamente

dichos la influencia simultánea sobre el déficit de la talla para la edad de la

producción cafetalera en los municipios y el nivel de urbanización de éstos últimos.

La producción cafetalera nacional más importante se localiza, según la fuente

utilizada, en 12 entidades federativas y en 453 municipios. Del conjunto de estos

municipios cafetaleros, se dispuso para 141 municipios de información

antropométrica mínima (=>30 casos) y en los cuales el 70 por ciento o más de la

población de 6 años y más hablara alguna lengua indígena.3.

La prevalencia de talla baja de los niños indígenas inscritos en el primer año

de primaria es sistemáticamente mayor en espacios rurales que en los espacios

semiurbanos y urbanos. Con el tiempo, la talla baja disminuye en cada uno de

estos espacios geográficos, aunque la disminución es más reducida en los

espacios rurales. Este resultado rural no sorprende dada la prolongada crisis de

rentabilidad del campo mexicano, pero sí el del espacio urbano ‘indígena’, donde

era de esperarse una disminución relativa más pronunciada y veloz. La

especialización cafetalera de los municipios ayuda a aclarar por qué persiste la

3 La información sobre la especialización cafetalera fue proporcionada gentilmente por la investigadora Cristina Martínez, del IIEc-UNAM. Está actualizada para el año 2002 y entre sus fuentes primarias figuran el censo cafetalero del Consejo Mexicano del Café y la cartografía del SNIM-SEGOB. Según la investigadora, esta información puede mejorar su validación con fuentes locales. La operacionalización de esta característica productiva se ha simplificado en una dicotomía.

8

prevalencia de talla baja en ciertas ciudades y no en otras. La cafeticultura entre

los indígenas mexicanos representa una especificación particularmente grave de

la crisis del sector agropecuario por sus devastadores efectos sobre el bienestar

infantil. En los municipios con especialización cafetalera, la prevalencia de la talla

baja es más elevada que en los municipios no cafetaleros. La diferencia entre las

prevalencias de la talla baja rural-urbana es particularmente aguda en los

municipios indígenas urbanos, pues se mantiene elevada en los municipios

urbanos cafetaleros, mientras que se reduce entre los urbanos no cafetaleros.

Estas tendencias de la prevalencia de la talla baja se sostienen cuando se

observa lo que ocurre con los niños inscritos en el sexto de primaria del 2004,

frente a los inscritos en el primero de primaria cinco años antes. De aquí se infiere

que la mejoría relativa mayor de la condición física infantil de estos últimos niños

puede sostenerse cierto tiempo y prolongarse hacia edades superiores, de

elevarse el precio internacional del café y de mantenerse otras condiciones

favorables del entorno.

Puede estar ocurriendo que la vulnerabilidad social de los indígenas recién

migrados a ciudades cafetaleras al ser alta, contribuya a mantener elevada la

prevalencia de talla baja, aunque teóricamente la influencia de la cafeticultura

podría depender de lo que ocurre con ciertas étnias y no con otras, aún cuando se

dediquen a la cafeticultura.

Afortunadamente, cuando se hace este último desglose se mantiene la

importancia de la naturaleza crítica de la producción cafetalera sobre la nutrición

infantil, con dos excepciones particulares, dignas de un comentario. El efecto

diferencial de la producción cafetalera tiende a desaparecer en espacios étnicos

que sufren de un extremo déficit de la talla. Se está hablando de déficits ‘extremos’

que afectan entre tres y cuatro de cada cinco niños. Entre esos espacios se

encuentran los municipios “tzotziles” y “tlapanecos” del sur del país. La segunda

excepción es que el déficit estandarizado de talla es más elevado en los

municipios no cafetaleros “mixtecos” y “tzeltales” sobre los cafetaleros4. 4 No se pudieron localizar municipios cafetaleros nahuas, que existen, debido a las restricciones propias de este análisis. Sin embargo, los 13 municipios nahuas detectados mostraron déficits estandarizados de talla para la edad significativamente más bajos que

9

Posiblemente estas excepciones se asocian a casos de extrema exclusión social,

frente a la cual las políticas de ayuda alimentaria son incapaces de modificar el

daño al bienestar físico de los niños.

Hacia la localización geográfica del déficit de la talla para la edad. Con esta sección, el presente trabajo se encamina hacia la localización geográfica

de la talla baja de los niños indígenas, que es un aspecto importante para el

diseño de eventuales programas focalizados de ayuda alimentaria y de atención a

la salud. También se ha pensado usar dicha localización para iniciar, en un futuro,

una fase de validación de los resultados incluyendo desagregaciones

submunicipales. Enfatizamos en esta sección la situación nutricia de los niños

indígenas pertenecientes a las étnias más diversificadas geográficamente.

El mapa 1 muestra para el 2004 la concentración de los mayores índices de

talla baja para los niños indígenas, marcándolos con color rojo. Esta concentración

se localiza en la región sur y sureste de la República mexicana, aunque no es

menos importante la incidencia de índices del déficit “medios” de la talla baja

menos concentrados geográficamente, y marcados en el mapa con color naranja.

Los mapas 2 al 5 especifican dicha concentración para las principales étnias del

país, aquí llamadas “más diversificadas”: los niños mayas, mixtecos, nahuas y

zapotecos, en que se detectan claramente los “bolsones” geográficos con mayores

índices de la talla baja. Por ejemplo, a) para los niños mayas el bolsón del sur del

estado de Yucatán, la serranía del sur del estado de Puebla, b) para los niños

mixtecos la serranía oriental del estado de Guerrero y la serranía del noreste del

estado de Oaxaca, c) para los niños nahuas las serranías del norte del estado de

Guerrero, la serranía oriental del estado de Puebla y del centro del estado de

Veracruz y la serranía del sueste del estado de San Luis Potosí, y d) para los

niños zapotecos el sur del Istmo de Tehuantepec.

El presente análisis también contribuye a la jerarquización de casi la tercera

parte de las étnias registradas nacionalmente, en cuanto a su prevalencia infantil

los municipios cafetaleros y que se parecen más a los déficits encontrados en los municipios indígenas urbanos.

10

en el déficit de la talla para la edad, en tres momentos del tiempo. El cuadro 3

proporciona esta información. Entre las étnias “más diversificadas”

geográficamente sobresalen los mayores índices de talla baja de los niños mayas.

Entre las étnias con una diversificación geográfica “media” los niños cuicatecos de

Oaxaca, los niños tzotziles y tzeltales de Chiapas, y los niños mazatecos y mixes

de Oaxaca. Y entre las étnias “poco diversificadas” geográficamente los niños

triquis de Oaxaca. Indices menores en el déficit de talla para la edad se detectan

entre los niños nahuas, huastecos, totonacas, coras y tepehuanes con porcentajes

medios inferiores al 20 por ciento.

El presente ejercicio de localización geográfica también permite identificar

los municipios urbanos indígenas con déficits mayores de la talla para la edad.

Entre ellos se cuentan a las ciudades de mixtecos de Metlatonoc y Alcozauca de

Guerrero; a las ciudades de tzotziles de Larrainzar, Chenalho, Chamula, Simojovel

y Zinacantan; a las ciudades de tzeltales de San Juan Cancuc, Tenejapa y

Oxchuc; a las ciudades de tlapanecos de Malinaltepec y Acatepec; a las ciudades

de nahuas de Xochiatipan y Tlaola; a las ciudades de mazatecos de San Felipe

Jalapa de Díaz), y a la ciudad de mayas de Chemax.

Conclusiones. Es de interés tanto para la teoría del bienestar biológico infantil como para las

acciones públicas a su favor, disponer de indicadores alternativos a los

indicadores tradicionales del ingreso y la mortalidad infantil que presentan

deficiencias en su recolección, sobre todo para microrregiones socialmente

vulnerables y/o de importante autoconsumo. El déficit estandarizado de la talla

para la edad, ligado a la subnutrición y a eventos catastróficos de la infancia,

puede sugerirse como indicador alternativo, y aparentemente cumple con las

expectativas.

Los espacios sociales ocupados por las étnias originarias de México se

localizan aquí por la vía indirecta de la inscripción infantil a escuelas primarias de

diferente tipo (según clasificación oficial); por las características lingüisticas

censales municipales, dentro de las cuales figuran las lenguas indígenas habladas

11

predominantemente y la diversificación geográfica de las mismas, y por ciertas

características socioeconómicas municipales como su tasa de mortalidad infantil,

especialización productiva, su índice de marginalidad, y su nivel de urbanización.

Los resultados de este trabajo arrojan un cuadro de exclusión y

heterogeneidad sociales persistentes entre estos compatriotas. El rezago mayor

en la talla para la edad de los niños se localiza en municipios predominantemente

indígenas, en inscritos en escuelas indígenas, en espacios rurales y semiurbanos

y en étnias con una diversificación geográfica ‘media’. En las ciudades medias

‘indígenas’ mejora el rezago, salvo algunas e importantes excepciones

compuestas por la especialización cafetera y localizadas en entidades federativas

del sur de la República, donde se asienta la migración del campo de grupos

tzeltales, tzotziles, náhuas, zapotecas y mayas. Si bien se aprecia una leve

mejoría en el tiempo en la estatura para la edad de los menores indígenas, la

mejoría de sus pares no indígenas y localizados en espacios urbanos es más

notoria y veloz. Esto apunta a la fragilidad de las acciones sociales emprendidas

desde los gobiernos y a la persistencia de mecanismos de exclusión y

discriminación, difíciles de erradicar. La información contenida en este trabajo

puede ayudar a localizar municipios en los cuales se ha producido en un período

reciente una mejoría y un empeoramiento en la estatura relativa de los menores;

resultado que, en un futuro, se validará externamente, por ejemplo, a través de

criterios locales de seguridad, prevención de la salud y efectividad de la ayuda

alimentaria. Se trata de procesos complejos, en que las inferencias entre

dimensiones conceptuales y niveles de análisis, basadas en una pobreza de

información, resultan peligrosas.

Bibliografía. Amigo, Hugo, Luis Díaz, Paulina Pino y Gloria Vera. (1994).

“Evolución de la desnutrición infantil en Chile y algunos de sus factores

condicionantes: un análisis de serie temporales”, en Archivos Latinoamericanos de

Nutrición, vol. 44, núm. 2.

12

Cole, Tim J., J.V. Freeman, M.A. Precce. (1995).

“Body mass index reference curves for the UK”, en Arch. Dis. Child, vol. 73, pp. 25-

29.

Cole et al. (2005).

“Establishing a standard definition for child overweight and obesity worldwide:

international survey”, en British Medical Journal, vol. 320, mayo, pp. 1-7.

Costa, . (1993).

“Height, weight, wartime stress and older age maturity: evidence fromt the Union

Army Records”, en Explorations in Economic History, vol. 30, núm. 4, pp. 424-449.

Friedman, Santiago, Nora Lustig y Arianna Legovini. (1997).

“México: gasto social y subsidios alimentarios durante el ajuste de los años

ochenta”, en Lustig, Nora (comp.) El desafío de la austeridad. Pobreza y

desigualdad en la América Latina, México, D.F., Fondo de Cultura Económica,

Lecturas núm. 86.

Griffin Michael, (2000).

“Recent developments in school milk”, ponencia electrónica con motivo de día

mundial de la situación de la Federación Internacional de la Industria Lechera, en

<Michael.Griffin fao.org>

Hernández, Franco,Daniel, Cristina Barberena Rioseco, José Angel Camacho

Prudente y Hadid Vera Llamas. (2003).

Desnutrición infantil y pobreza en México, México, D.F., Secretaría de Desarrollo

Social, Cuadernos de Desarrollo Humano núm. 12, octubre.

Hernández Prado, Bernardo y Mauricio Hernández Avila (eds.) 2005. Evaluación externa de impacto del Programa Oportunidades 2004, cuatro capítulos (documento SEDESOL en línea). Instituto Nacional de Salud Pública-SSA-INEGI. (2001).

Encuesta nacional de nutrición 1999, Cuernavaca, Instituto Nacional de Salud

Pública, Secretaría de Salud, Instituto Nacional de Estadística, Geografía e

Informática.

Komlos y Baur, (2003).

13

“From the tallest to (one of) the fattest: the enigmatic fate of the American

population in the 20th. Century”, en CESIFO Working Paper, núm. 1028, category

3: Social Protection, septiembre, 32 pp.

Molnar, Augusta, Tania, Carrasco y Kathryn Johns-Swartz. (2003).

“Pueblos indígenas, identidad y pobreza en las ciudades de México, Cancún y

Coatzacoalcos-Minatitlán”, en Uquillas, Jorge, Tania Carrasco y Martha Rees

(eds.) Exclusión social y estrategias de vida de los indígenas urbanos en Perú,

México y Ecuador, Quito, Ecuador, Banco Mundial, capítulo III.

Rolland Cachera, M.F., T.J. Cole, M. Sempe, J. Tichet, . Rossignol y A. Charaud.

(1991).

“Body mass index variations: centiles from birth to 87 years”, en European Journal

of Clinical Nutrition, vol. 45, pp. 13-21.

Ruggieri Laderchi, Caterina, Ruhi Saith y Frances Stewart. (2003).

“Does it matter that we do not agree on the definition of poverty” A comparison of

four approaches”, en Oxford Development Studies, vol. 31, núm.3, septiembre, pp.

243-274.

SEDESOL-Colegio de Arquitectos de la Ciudad de México. (1999).

México 2020. Un enfoque territorial del desarrollo. Vertiente urbana. Síntesis

ejecutiva., México, D.F., SEDESOL.

Schmelkes, Sylvia. 2001. “Cambiar la escuela rural. Evaluación cualitativa del PARE. Reseña”, en Revista Mexicana de Investigación Educativa, vol. 6, núm. 11, abril, pp. 173-179. Tanner, (1998).

Fetus into Man: Physical Growth from Conception to Maturity, Cambridge, MA.,

Universidad de Harvard.

14

Cuadros estadísticos. Cuadro 1. Coeficientes de correlación “r” de Pearson del porcentaje del déficit de talla para la edad de los inscritos al primero de primaria, en 2004 con algunas variables contextuales municipales. Grado de marginalidad 2000

Rango de hablantes de lengua indígena 2000

Producción cafetalera

% de la PEA migrante 2000

Mortalidad 0 años 2000

Nivel de urbanización 2000

Diversificación geográfica de las lenguas 2000

+0.65** +0.73** +0.38* -0.31** +0.71** -0.31** -0.08** ** Correlación significativa a nivel del 0.01

* Correlación significativa a nivel del 0.05.

CUADRO 2. Lenguas indígenas predominantemente habladas en el 2000, según rango municipal de hablantes y nivel de diversificación geográfica (en número de municipios) Rangos de hablantes de lengua indígena. TotalDiversificación geográfica lengua En transición 1 Indígenas 2 1Muy diversificadas Maya 35 44 79 Mixteco 21 45 66 Náhuatl 37 41 78 Zapoteco 23 48 71 Total 116 178 2942Medianamente diversificadas Chatino 4 4 8 Chinanteco 3 10 13 Chol 1 4 5 Cuicateco 4 2 6 Huasteco 3 4 7 Mazateco 1 19 20 Mixe 2 16 18 Otomí 7 1 8 Purépecha 3 3 Tarahumara 5 5 Tlapaneco 1 4 5 Totonaca 4 15 19 Tzeltal 2 9 11 Tzotzil 4 11 15 Zoque 3 4 7 Total 47 103 1503Poco diversificadas Amuzgo 2 2 Cora 1 1 Huave 1 1 2 Huichol 2 2 Pame 1 1 Popoluca 1 1 Tepehuán 1 1 Triqui 1 1 Total 4 7 11

15

CUADRO 3.

Déficit de talla para la edad, según diversificación geográfica de las lenguas, 1994, 1999 2004 (en por cientos)

Lenguas muy diversificadas 1994 19992004 nahuatl 55.7 45.4 29.8 mixteco 54.3 46.1 35.0 Zapoteco 58.5 50.0 36.0 maya 69.6 58.0 45.6

Promedio* 59.5 49.9 36.6

Lenguas medianamente diversificadas 1994 19992004 Huasteco 43.8 31.3 21.7 Totonaca 65.6 44.8 28.5 otomí 78.6 37.1 32.3 Chol 57.4 48.9 37.9 Zoque 68.5 53.4 42.2 Chatino 69.3 64.8 42.6 Chinanteco 63.7 53.3 43.1 Mixe 73.1 59.7 44.6 mazateco 69.2 55.7 47.4 Tlapaneco 73.7 63.4 50.8 Tzotzil 71.8 61.5 54.5 Tzeltal 72.3 59.4 54.8 cuicateco 89.3 84.2 70.6

Promedio* 68.9 55.2 43.9

Lenguas poco diversificadas 1994 19992004 Cora 32.0 28.5 19.6 Tepehuán 31.4 22.3 20.7 Popoluca 51.0 28.2 23.8 Huave 36.5 35.0 26.2 amuzgo 64.8 58.2 48.1 Triqui 73.5 52.5 83.9

Promedio* 48.2 37.4 37.1 Nota: se contemplan únicamente los municipios con 70 por ciento o más de hablantes de lengua indígena. Fuentes: Censo de Población y Vivienda 2000 y censos Escolares de talla para la edad del DIF. Elaboración Propia.

16

17

18

19

20

21

22

Grafica 1. México. Cambio en el porcentaje del déficit de talla para la edad en municipios indigenas, según nivel de urbanización, producción cafetalera, años y niveles escolares.

67.6863.81

62.0958.16

61.3547.11

59.4552.16

52.5048.9149.13

39.46

48.8546.19

41.5737.61

43.8235.92

45.8441.72

36.9335.11

40.3630.13

30 35 40 45 50 55 60 65 70

RR

S US U

UU

RR

S US U

UU

RR

S US U

UU

RR

S US U

UU

1994

1999

2004

2004

1º P

rimar

ia1º

Prim

aria

1º P

rimar

ia6º

Prim

aria

Niv

el e

scol

ar

% Déficit de talla para la edad R: Rural =< 2,500 habs.S U: Semi urbano = entre 2,500 y 49,999

Municipios cafetaleros

23

Municipios no cafetaleros U: Urbano = > 50,000 habs.

Fuente: Elaboración propia con base en Censos Escolares de Talla y Censos de Población y Vivienda

h

24

Gráfica 2. México. Déficit de talla para la edad de niños inscritos en diferentes tipos de escuelas primarias de municipios indígenas (en porcentaje y miles de niños y niñas) para 1994, 1999 y 2004.

66.0

61.3

49.2

45.7

56.1

47.2

42.4

52.3

41.440.9

34.0

6.7

47.7

66.0

31.1

29.5

12.0

17.6

7.1

11.1

16.2

6.0

12.0

18.0

24.0

30.0

36.0

42.0

48.0

54.0

60.0

1994 1999 2004 2004

Porc

enta

je d

el D

éfic

it

Escuelas CONAFE

Escuelas indígenas

Escuelas oficiales

Escuelas privadas

Inscritos en municipiosno indígenas

( 344,3 m)

( 236,3 m)

(128,3 m) ( 114.7 m)

( 39,4 m)

(23,4 m)

( 15,4 m)

( m) Miles de niños inscritos y censadosen cada año y nivel escolar.

( 0,1

1º PRIMARIA 6º PRIMARIA

Fuente: Elaboración propia sobre información de Censos Escolares de Talla y Censos de población y Vivienda 2000.

( 38,4 m)

)

( 0,08 m)

( 0,02 m)( 0,03 m)

( 24,5 m)

( 19,1 m)

(11,4 m)

( 9,3 m)

( 0,3 m)

( 0,8 m)( 0,4 m)

( 1,1 m)