subirats_la ilustración, la angustia, el poder

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    COLABORACIONES

    LA ILUSTRACIN,LA ANGUSTIA,EL PODEREDUARDO SUBIRATSB A R C E L O N A

    a 1 \soa de la ilustracin ha fracasadopreci Jime nce "'Cuando y don de pud o celebrar sut. xitos. El principio que legitimaba histricamente su cometido, la supresin de la angustia de los individuos frente a los poderes de la naturaleza y su liberacin de las constricciones y poderes sociales, ha sido reducido a lo que, en un principio, se habkdeterminado como su medio: el conocimiento cientficode la realidad y el poder que de l emanaba sobre la naturaleza y la sociedad. El espritu de las nuevas ciencias,proclamado corno defensa de la supervivencia individual yde la libertad social, fue objetivado en una nueva formade institucin absoluta: la del conocimiento por el conocimiento, y del progreso de la ciencia y la tcnica como finen s mismo y principio absoluto. La condicin que legitimaba su importancia social, la conservacin de la vidafrente, al poder, fue olvidada. En lugar de hacerse fuertesfrente a la amenaig de lu naturaleza y las coacciones so

    ciales, los individuos se han visto socialmente debilitadosen la medida en que el espritu de la ciencia y la tecnologa les separaba irreversiblemente de la naturaleza y desu propia naturaleza, y les usurpaba con ello su proteccin . N o slo el espritu cientfico y la razn nacida de lailustracin ha sido incapaz de abolir efectivamente la angustia de los individuos, jino que ha aadido al temor queno supo superar el miedo a lo sagrado, la angustia a lam ue rt e el horro r social frente a su propia realidad y poder. El precio del poder cientfico-tcnico sobre la naturaleza y la sociedad es la impotencia histricamente realizada de los individuos frente a las instituciones y a suspropias existencias. La misma autonoma de la razn, queconstitua la premisa de toda ilustracin filosfica entendida como actividad crtica y emancipacin efectiva de cadenas sociales, y en cuyo nombre deba de ponerse a salvo la integridad espiritual y fsica de los sujetos, ha des

    truido a stos y los" ha sometido a un universo de dependencias institucionales en virtud de su mismo desarrollo.El individuo emprico ha de experimentar aquella racionalidad como una coaccin total y totalitaria porque leimpide ya toda confrontacin espontnea y rica con elmundo de lo particular que le rodea.La figura histrica de la filosofa de la ilustracinplantea dificultades y preguntas sin respuestas al hombrede las postrimeras del s. XX. La crisis del mundo en elque ste vive rompe cualquier pretendida unidad de aqulpensamiento y borra toda esperanza de encontrar en l unm un do unitario. El eclipse de hoy oscurece tambin la visin sobre el pensamiento de ayer. Eso supone unapersf ectiva a la vez epignica y crtica, identificada con lailustraci()n y pesimista con respecto a ella. Pues la realidadsocial y cuitural de la sociedad capitalista avanzada slo semide de acuerdo con las categoras y valores que acuaquella edad que se llam de las luces. Los principios que

    legitiman la produccin y reproduccin social remiten alos principios de la filosofa de la ilustracin. La idea misma de la modernidad, hoy amenazada de resquebrajamiento, slo puede definirse volviendo la mirada a aquelpensamien to .A su vez, la conciencia de un mundo en disolucinque se identifica con los valores de aquella edad culminante de la filosofa moderna, no puede respetar a stossin crtica. Por el contrario, la visin retrospectiva descubre en los conceptos de aquella filosofa una parte de responsabilidad histrica por la realidad mala que nos rodcd.La reflexin crtica no puede pasar por alto la proximidad

    entre los principios de la filosofa de la ilustracin y unarealidad histrica mala. Los lazos que estrechan un parentesco ostensible entre la ciencia y las coacciones sociales,entre el progreso y la destruccin de la vida, entre la li-EL BASILISCO 41

    EL BASILISCO, nmero 9, enero-abril 1980, www.fgbueno.es

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    bertad y el proyecto histrico colonizador o la glorif icacin del Estado, y la identidad de razn y mito, arrojanuna visin sombra sobre la edad que quiso l lamarse de lasluces. Sus ideales muestran hoy un lado tan contradictorioy horrendo que todo intento de establecer una visin acabada y armnica sobre este per odo y su pensamiento sedelataran com o una glorif icacin barata.Na da pu ed e ayudar ms a com prender el novum deesta situacin que la confirontacin actual con la filosofahegeliana desde el punto de vista de su crt ica de la i lustracin. Porque Hegel ha sido el f i lsofo que asumi

    como cometido la superacin de la f i losofa i lustrada. Sinem barg o, su inten to de sntesis de aquel pensam iento histrico y de su superacin no se reduce a la repulsa nostlgica de una filosofa caracterizada por su pobreza metafsica, una crt ica que'de hecho Hegel dir ige tanto a losmater ial is tas , y a; Did erot o R ousseau, com o al mismoICant. Ms importante es lo que en la fenomenologa ve-hicula esta crt ica. Hegel parte de los l mites de la concepcin ilustrada de la crt ica y el conocimiento. La visin desu insuficiencia y de sus contradicciones t iene por misin,no obstante, el impulsar esta figura de la filosofa a otrams rica y elevada. La oposicin del conocimiento y la fe,lucha en la que Hegel cree agotado todo el contenido deeste pensamiento, no culrina sino all donde ambos partidos contrincantes reconocen su identidad en la esenciaabsoluta, que cada uno de ellos haba hecho suya, yacomo pensamiento puro, ya como t rascendencia.4 2

    La crt ica de la supersticin y del pod er que en ella seampara son para Hegel el pr imer momento de la dialct i ca histrica de este pensamiento. Pero la f i losofa de lailustracin supera lo > lmites de esta crtica cuando reconoce en la religin, en la fe o incluso en la supersticinque combate, cuando reconoce, en f in, tras las malasproposiciones de las masas y los malos propsi tos de lossacerdotes (Schlechte Einsicht der Menge.. . schlechteAb sich t d er P riester) (1), la existencia del espri tu. La Fi-losofa de la historia de Hegel muestra la insuficienciade la i lustracin concebida desde su aspecto negativo:como esclarecimiento y como crt ica, es decir , la i lustracin como des-engao, en el sentido que lo formula Fei-jo. La conciencia formada abstractamente, la concienciadel e ntend imie nto, pue de dejar la religin a un lado,escribe en este sentido. Pero la religin es la forma universal en la que se encuentra la verdad para la concienciano abstracta (2).

    A par t i r de este reconocimiento de lo absoluto, Hegel cree poder hablar de. una superacin de los l mites dela ilustracin. Lo ci-ee porque, para l, la historia misma,como realidad del espri tu, encarna aquel absoluto, locree bajo el influjo de una Revolucin francesa que l estiliza como culminacin de la historia y como realizacinde la l ibertad. Superacin de la i lustracin es algo posiblepara Hegel porque el espri tu universal, que habita inconscientemente en las formas de la creencia religiosa, esas um ido po r la autocc aciencia individual y su l ibertadabsoluta y, ms adelante, realizado en el Estado rnoderno.

    Los trminos de la superacin hegeliana de la i lustracin son, sin em bargo^ impens ables en la poca actual,pues no slo se reconoce desde ella una universalidad falsa en la religin y en la f, sino que, al mismo tiempo, launiversalidad concreta que son capaces de encarnar el Estado moderno, e l t rabajo, e l logos histrico del progreso yla misma idea de razn se revela como alienada y mala.

    Pe ro incluso la visin sinttica de la i lustracin co mofigura filosfica de la crtica ha perdido ya su credibilidady solvencia. Con respecto al pensamiento hegeliano, noslo parece incomprensible el impulso dialctico que la, Fenomenologa introduce en la ilustracin como crtica,sino que sta misma, la labor del esclarecimiento, la i lustracin como lucha contra el error y abolicin de los ido-la , se revela como un pr incipio ambiguo.

    De hecho, la reconstruccin histrica de la i lustracin sigue estando dominada por la idea general de unalucha entre el conocimiento y el error, y entre la crt ica yel prejuicio o el dogmatismo. Es la concepcin clsicade la i lustracin promulgada por la Encyclopdie, por elDictionaire de Voltaire, por Lichtenberg, Lessing o Kant.Es ta mb in ! conc epto de crt ica del que parte He gel enla Fenomenologa: C om o para ( la pura inteleccin) la fe esen general una trama de supersticiones, prejuicios y error e s , la conciencia de este contenido sigue organizndose,para ella, en un reino del error, en el que la falsa inteleccin es, pr imeram ente, com o masa general de la conciencia inmediata, espontnea y sin reflexin.. . Aquella masa1) Hegel , Phanomenohgie, des Geistes, A 490 .2) ege\,PhilosophiederGeschkhte,St\mga

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    es vctima del engao de un sacerdocio que pone en prctica su vanidoso y celoso empeo de permanecer demodo exclusivo en posesin de la inteleccin y sus otrosintereses egostas y que, al mismo tiempo, conspira con eldespotismo... Pero, la voluntad del sacerdocio engaadory del dspota opresor no es el objeto inmediato de suobrar (de la ilustracin), sino que este objeto es la inteleccin carente de voluntad y que no se singulariza en el serpara s, el concepto de la autoconciencia racional quetiene en la masa de su existencia, pero que no se da todava en ella como concepto (3).Esta concepcin elemental de la ilustracin, que engeneral podra atribuirse a Kant, constituye el punto depar tida de H ege l y el pu nto de inflexin a partir del cualla Fenomenologa expone el paso ulterior de esta figura. Lailustracin com o accin de esclarecimiento, y lucha contrael error y la supersticin no se realiza sino en la auto-conciencia reflexiva del sujeto humano. All donde reinaba el engao y la opresin, al amparo de una concienciainmediata y sin reflexin, al amparo, en fin, de la ignorancia de la masa, all tiene lugar la reflexin, all surge tam

    bin la conciencia reflexiva de s y la libertad del sujeto.Sem ejante determinacin de la ilustracin conservatodava hoy una vigencia, y una indiscutible superioridadsobre las formas positivistas o cientificistas de la crtica.Pues no se trata de un cuestionamiento de tales o cualesformas del pensamiento; ni siquiera de la crtica delerror. Hegel expone claramente que el centro de todaaccin del esclarecimiento es el sujeto consciente, en elsentido que l llama concreto, es decir, de un sujeto em-pirico entero. La ilustracin consiste, desde este punto devista, en la reduccin de todo contenido del pensamiento,de todo principio metafsico, a la experiencia del indi

    vid uo e mp rico, a la realidad del hom bre en tero.La experiencia humana individual es, a la vez, puntode partida y ltimo objetivo de la accin del esclarecim i e n t o .Pero la realidad histrica de la ilustracin desmientede manera tajante este concepto de esclarecimiento cen-

    3) Phnomenologie, A 489-490 ; citada segn la versin de W. Roces,Mxico 1966 , pp . 319-320 .

    trado en el individuo social y en su experiencia de la realidad. La crtica y el esclarecimiento no han coincidido,contra la apariencia que la ilustracin ha querido darse enocasiones, con la experiencia del sujeto entero y menosan con su liberacin de la angustia. Na die mejor prueb aesta situaci n q ue. la filosofa kantiana, por mu cho queella asuma, precisamente, unpatbos revolucionario yemancipador. La filosofa kantiana, o mejor, su metafsicaepistemolgica, se centra en torno a una teora de la experiencia. Todas las categoras fundamentales del sistemakantiano encuentran en su teora del conocimiento el ejequ e las sostiene. Razn y libertad son,- en prim er lugar,conceptos fundamentales del conocimiento: respectivamente, dominio sobre la realidad natural sobre la base delas categoras como instrumentos de control y sumisin, yconstitucin de la identidad racional que dirige este proceso de dominacin. Pero la reconstruccin de la Crticade la razn pura de Kant plantea enseguida, ya en su mismo Prefacio y muy particularmente en las dos versiones de su Deduccin trascendental, la disyuntiva de sila experiencia del conocimiento por ella invocada se refiere a un individuo emprico o a la ciencia como realidadobjetivada y supraindividual.

    Es ;a ambigedad de la Crtica de la razn pura ha sidosealada ya en un texto filosfico de Walter Benjamn ytambi i a propcsiro de una discusin en torno a la nuevafigura de una filosofa posible {Sobre el programa de la filo-sofa venidera). Benjamn escribe: Si bien Kant, y sobretodo en los Prolegomena, pretenda obtener los principiosde la experiencia partir de las ciencias y particularmentede la fsica matemtica, en un principio, y tambin en laCrtica de la razn pura, esta experiencia no era idnticaabsolutamente con el mundo objetual de aquella ciencia;e incluso si se hubiera convertido en idntico con ella,como ha sucedido en los pensadores neokantianos, laexperiencia as identificada y definida sigue siendo todavael viejo concepto de experiencia, cuya caracterstica mssignificativa consiste en su relacin no slo con la conciencia pura, sino tambin con la conciencia emprica. Yde esto se trata precisamente: de la representacin de laexperiencia desnuda y primitiva, de la experiencia obviaque a Kant , como hombre que compart i de a lguna manera el horizonte de su poca, tuvo que parecerle la nica experiencia dada o incluso la nica posible (4).

    La pregunta de Benjamn es sencilla: experienciacientfica o experiencia de un sujeto humano emprico ehistrico?. Pero es una cuestin a la que la obra de Kantno da respuesta alguna. Ms todava: los captulos de ladeduccin trascendental y de la dialctica, en la Crtica dela razn pura, mantienen una curiosa oscilacin entre ladeterminacin del su je to del conocimiento , ora comosu-jeto psicolgico, ora como sujeto trascendental. Por unaparte, la Deduccin de las categoras invoca un sujetosupraindividual definido como annima funcin categorialconstituyente; por otra, la dialctica y los escritos kan-.tianos sobre arte, historia y moral, aluden a la instancia deun sujeto individual de la experiencia. Es esta una ambiged ad que se ha convert ido en un verdadero quebraderode cabeza para aquellos intrpretes de Kint que echarande buen grado por la borda todos aquellos componentes4) W. Ben jamn, Ub er das Programm der Komumendern Philosophie,en : W . B. , Zur Kritik der Gewalt und andere Aufstze, Frankfurt 1971,p p . 8-9.

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    La consecuencia de esta ambigedad se pone de maWas ist Aufklarung?, Kant define el

    La ambivalencia de la teora kantiana del conocimieji-Crtica de la ra-n pura por conseguir un status de legitimidad jurdica

    z. Kant mismo, el

    En Dialctica de la Ilustracin, Horkhe imer y Adornoscu bri mi ent o fue la escisin en sta de individuo mo

    ent e la corru pcin histrica e institucional d e la crtica

    la dom inacin . La dialctica de la i lustracin es idntica

    \^as ist Aufkarung?, A 484.

    con la del poder burgus. El aparato de la razn constituyente es el reflejo del mecanismo social productivo destinado al sometimiento de la naturaleza a travs del sometimiento de los individuos humanos. Esta unidad es inherente a la razn en su constitucin filosfica (8). Pero deeila>(esa es la consecuencia que deseo subrayar aqu), surge necesariamente la exigencia de descartar de la crtica,el conocimiento y la i lustracin la experiencia concretadel su jeto emp rico ent ero . El drama de una sociedad jueha desarrollado su tecnologa, su burocracia y su potencialblico hasta el paroxismo, mientras los individuos se someten a una omnipotencia tanto mayor cuanto ms elevado sea el nivel cuantitativo del progreso, s prefigura enesta escisin operada por la epistemologa cientfica delpen sam ient o de Ja i lus trac in.La represin de la experiencia individual y del sujetoemprico en la constitucin epistemolgica e historie? dela razn ilustrada tiene por consecuencia,- asimismo, eldesplazamiento de la angustia. Lo que la i lustracin entiende por ella ya no tiene nada que ver con la existenciade los hombres. Tambin a este respecto el sistema deKant se muestra extraordinariamente instructivo. En la filosofa kantiana la angusiia ocupa, contra toda apariencia,un lugar privilegiado: pero como angustia del aparato lgico de la constitucin del conocimiento, como miedo aldisfun ciona mien to de la maquinaria de la razn y a la pr-

    8) Horkheimer y Adorno, Dialektik der Aufklarung, Amsterdam 1947,p. 33 .44 : EL BASILISCO

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    dida de la orientacin en el mundo de lo constituido. Esosera la angustia trascendental. En realidad se trata de unresiduo mitolgico de la angustia frente a la naturalezaq u e , en la Crtica de la razn pura, slo deid transparentarse de una manera sublimada como angustia frent^ a ma teria no constituida, frente a los datos n o-organiadosde los sentidos, o frente a una Manriig^altigkeit incontrolada. Por otra parte, el miedo a la c3 .scomposicin d ialey que so mete a l mu ndo encuentf. su correlato subjetivoen el miedo a la prdida de la identidad: la angustia a lafalta de unidad, cohereda y consistencia del yo, que equivale a la angustia ante la prdida de sus funciones de dominacin sobre su propia rea l idad empr ica y sobr .e lmundo obje t ivo. Semejante de terminacin antropolgicade la angustia es, ciertamente, una de las falsificacionesque introduce la filosofa kantiana, en la medida en queello no responde por la estructura real d'cl hombre moderno, s ino nicamente por e l provecto his tr ico de dominio y destruccn que el sujeto burgus abraza. Noobstante, es un mrito indiscutible de Kant el haberpu es to d e manifiesto ae m anera inconsciente, a travs deldesplazamiento de la angustia del individu a la funcintrascendental ^st racionalizacin de la angustia realy su sublimacin en una suerte de angustia intelectualsu elemental estructura mtica.

    Sobre el carcter mtico de la angustia trascendental ofrece una pista interesante otra obr a de K ant, suTeora del cielo. All la diversida d sin ley de lo sensibfe,- y,por consiguiente, el principio de la materia.desorganizada,es expues to todava de acuerdo con c i concepto decaos, que Kant toma prestado de U teogonia clsica.Pero el caos de la mitologa clsica js el residuo del principio maternal de las culturas arcaicas matriarcales. En lse celebra la reduccin del prin^pio de una potenciacreadora originaria a una materia pasiva e informe, a laque slo el principio masculmo de ia ley es capaz de otorga r le va . orden y una vitalidad (9).

    D e esta m anera , ^1 mi edo a* la Mann igfaltigkeit, ala materia organizada de la experiencia sensible, y lacorrespondiente figura de la an^.^ustia a la desintegracinde la unidad del Yo como instancia legisladora, descubrensu estructura elemental como el miedo de la sociedad patriarcal a la prdida de su poder y a la desintegracin desu orden coactivo en presencia de una naturaleza o unpr inc ip io mater ia l que recobrase sus 'propios po deresreprimidos. En definitiva, tal como ella se expone concretamente en el sistema de la razn teortica pura, la angustia no se remite a una experiencia humana universal,ni hace referencia alguna a momentos empricos de la estructura del individuo moderno; se trata ms bien de laangustia inherente al poder patriarcal en su forma moderna a perder su hegemona .

    9) Klaus He inr ich , Notizen ber das Museum ais Opferholle, en Museumdes Geldes, Stdt. Knschalle Dusseldorf, 1978, p. U : La mujer an cestral, a la vez temida y sacrificada temida como potencia vengativa de lamujer realmente oprimida, sacrificada bajo la figura de todas sus suceso-ras , posteriormente declarada como algo indiferente bajo el ttulo dem e r a materia prima, y convertida en un elemento utilizable por todosconserva, no obstante, un momento amenazador. . . incluso en la firmetierra retorna lo amenazador-reprimido: en ella exis te el gran casma,la grieta abierta cubierta de obstculos y mohos sobre las^ profim-didad es del Tr taro, ante las que los mismos dioses se estremecen.

    Esta crtica a un elemento fundamental de la filosofakantiana, susceptible de extenderse a 1^ filosofa modernaen general en tanto que cientfica, slo trata de sealar ellmite histrico de la ilustracin filosfica y el momentodonde su citica converge histrica y lgicamente con ladom inacin sobre e l hom bre m odern o, y la des truccindel sujeto y de 'la . vida. Dese aba po ner d e relieve, tambin, que la insuficiencia filosfica de la ilustracin no reside all donde crey verla Hegel. Ella no es insatisfactoriaporque hubiera renunciado a lo absoluto y a la metafsicade la razn en nombre de la experiencia emprica y de laimpugnacin del larror o la superstici

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    La visin de la Ilustracin que nos ha dejado la hisard o Groethuysen tiene la enorme ventaja de establecern cuadro sinttico y omniabarcador de su objeto. El precio que por ello pagan es, sin embargo, la omisin deestas contradicciones que comprometen su papel histrico. Con ello no se incurre solamente en un error de historiador, sino, lo que viene a ser ms importante, se impide tom ar concien cia de la situacin- histrica y cultural deuna futura filosofa crtica.

    Las deficiencias que en este sentido renen aquellasreconstrucciones histricas se explican, a su vez, por suubicacin en el contexto del pensamiento europeo de estesiglo.. Ha sta la segunda guerra mundial poda man tenerseintacta, al menos en parte, la confianza en el poderemancipador de las ciencias y el papel crtico de la razn.La madurez de la razn autnom a, el sapere aude deKa nt, to d/ - ' ^ pod a recordarse como nina llamada a larr tica y a la resistencia co ntra el totalitarisino.

    Semejante situacin se ha trastocado radicalmente aalomares, en que los poderes de los nuevos estados totaiencias, y en el que la identidad de la razn cientfica y el

    La crisis que trato de describir no es enteramentenueva. Ya en el perodo de la primera guerra mundial,Georg Simmel y Oswald Spengler haban expuesto un panorama cultural que no dejaba el menor resquicio parauna renovada fe en los viejos valores del pensamientomoderno. Pero su crtica de la decadencia de la civiliza

    cin o de la crisis de la cultura todava recordaba encierta manera la posicin de Hegel contra el empobrecimiento filosfico que la ilustracin haba entraado comocrtica del entendimiento. Para Hegel lo mismo que paraestos crticos de la cultura moderna se trataba de poner asalvo una dimensin espiritual que la civilizacin cientficanacida de la ilustracin haba olvidado o destruido.Simmel o Spengler plantearon a la cultura burguesa cuestiones de sentido de la historia, de realizacin del individuo, de formacin de un estilo, de valores universalessusceptibles de unir a los hombres en una comunidad vivade conciencias.Aquella crtica pretenda asumir, al igual que la Feno-menologa hegeliana, la superacin de la cultura ilustrada^ ode la civilizacin, como Spengler llam al universo social de la pura producc in y reprodu ccin cientfico-tcnica. Y lo haca en nombre de una crtica de los lmites de lai lus trac in .La crtica de la ilustracin no sigue semejante mo

    de lo. N o aspira a superar sus limitaciones y no tiene necesidad de invocar el nombre del espritu. Su lugar seencuentra mucho ms ac de sus ilusiones y sus principioshistricos: en la definicin de experiencia individual, defelicidad, de autonoma, de naturaleza.Slo su situacin histrica se ha vuelto ms desgarrada. Apenas puede dirigir ya su mirada hacia el futuro y seencuentra en el otro extremo de la afirmacin optimistade la historia como proceso y como progreso que erigi lafilosofa de la ilustracin. La historia se pres enta frente aesta crtica ms bien como algo hecho y una realidad objetivada que contempla bajo el signo de la impotencia. Esahistoria slo es resultado y acabamiento. No encierra lad imensin del porvenir .Su mirada esta vuelta decidida y unvocamente haciaatrs, a lo que ella misma fue en otro tiempo; est dirigidaa sus ambigedades y fracasos en el pasado. En su visinhay una mezcla de escepticismo y espanto. Apenas encuentra lugares en los que pudiera asentarse su crticapara el porvenir. Comprueba que la realidad mala que lerodea no es completamente incongruente con el pensamiento que la precedi o incluso la anticip con imgenesy conceptos. En algunos casos tiene que descubrir inclusoque el pensamiento del pasado ya encerraba las premisasde la barbarie del presente, y que muchas veces se ha

    querido poner fin a la realidad mala en nombre de valoresy postulados que no eran mejores. Su desesperanza estanto mayor cuanto que, desde su posicin socialmentemarginada, tiene que comprender el necesario triunfo institucional del pensamiento de la apariencia cuyo engaoconsiste en remozar epignicamente las imgenes debilitadas de figuras pasadas y presentarlas como alteridad a lodado.Pero en su mundo de tinieblas aparece un rayo deluz. Su escepticismo histrico no se da satisfaccin en elslo dolor del camino errado. Quisiera detenerse, parar elfrenes absurdo de la historia e incluso saltar hacia atrs

    para poder recomenzar de nuevo. Pero sabe tambin queso no lo puede hacer. Y, no obstante, en su crtica de loscaminos errados se anuncia siempre la esperanza de unpen sam iento nuevo y de una rea l idad mejor .46 EL BASILISCO

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