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SIMPOSIO 1: AGRICULTURAS INDÍGENAS EN LOS ANDES MERIDIONALES: SOCIEDAD, ECONOMIA POLÍTICA, TECNOLOGÍA E IDENTIDAD. COORDINADORES: Korstanje, María Alejandra - UNT Quesada, Marcos - UNT COMENTARISTAS: Pérez Gollán, José - MHN Núñez Atencio, Lautaro — UCN

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SIMPOSIO 1:

AGRICULTURAS INDÍGENAS EN LOS ANDES MERIDIONALES: SOCIEDAD, ECONOMIA POLÍTICA, TECNOLOGÍA E IDENTIDAD.

COORDINADORES:

Korstanje, María Alejandra - UNT Quesada, Marcos - UNT

COMENTARISTAS:

Pérez Gollán, José - MHN Núñez Atencio, Lautaro — UCN

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PLANIFICACION AGRARIA Y TECNOLOGIA AGRICOLA PREHISPANICA INVESTIGACIONES EN EL TRAMO SUPERIOR

DE LA QUEBRADA DE EL TALA (DEPTO. CAPITAL — CATAMARCA)

Alvarez, S. A 1; López, Mónica A1; Valverdi, Edith O1; Del Viso; Ariel G.2

1 Escuela de Arqueología - UNCa 2 Dirección de Antropología

E-mail: [email protected]@yahoo.com.ar [email protected] - [email protected]

Paisaje y Tecnología Agrícola Un abordaje metodológico utilizado para el estudio de la agricultura andina prehispánica, consiste en analizar los distintos sistemas de cultivo, utilizados antiguamente por los grupos que se desarrollaron en este sector de la Quebrada de El Tala. En lo que concierne a nuestra área de estudio, consideramos que los sistemas agrícolas más asiduamente representados en el paisaje, lo constituyen las terrazas y andenes formando paneles emplazados en los faldeos de los cerros y los canchones que ocuparon espacios sobre las terrazas del río. Su densidad y distribución a lo largo de la quebrada, es indicativo de que estos sistemas de cultivo tuvieron un uso arraigado debido a la eficacia brindada. Eficacia que se traduce en la necesidad de “asegurar” al menos una fracción de la producción agropecuaria con el objeto de minimizar el impacto adverso que pudieran ocasionar factores diversos como plagas o eventos climáticos desfavorables: sequías, lluvias en exceso, etc. que pudieran acontecer, (Alvarez, S.A; Puentes, H,A; Del Viso G.A; 2007). Si bien la trilogía estructural agrícola -terrazas-andenes-canchones- conformó “lo tradicional” en cuanto a sistemas de cultivos observados en la quebrada, resultó llamativo e innovador el hallazgo de ciertos tipos de estructuras de evidente uso agrícola a las que denominamos estructuras compuestas, estas están comprendidas por construcciones de contornos cerrados, internamente aterrazadas conformando núcleos independientes del resto de configuraciones agrícolas que se encuentran a su alrededor. (Alvarez, S.A. 2001; 2001/02; Alvarez, S.A.; López, M.A. Valverdi, E.O 2006). Estas se caracterizan por romper con la trilogía constituyendo nuevos y diversos tipos de configuraciones, que si bien en su constitución el común denominador lo instituyen las terrazas, dieron origen desde un punto de vista morfológico/funcional, a un nuevo sistema de cultivo. Un nuevo tipo de estructuras de uso agrícola fue identificado en la Cima del Cerro Colorado, morfológicamente diferían de las configuraciones tradicionales y de las caracterizadas como estructuras compuestas de formato medianamente circular. En este caso se trataba de restos constructivos también internamente aterrazados pero de morfología cuadrangular y rectangular, algunos asociados a pequeñas construcciones circulares y espacios aterrazados que las circundan. Toda esta nueva gama de configuraciones agrícolas, son muy inferiores en número en relación a la “trilogía tradicional”, la distribución espacial es amplia, por su parte morfológica y superficialmente difieren entre sí, pero mantienen el principio fundamental consistente en la concentración y conservación de humedad; factores que sumados a la orientación de las estructuras, gradiente de insolación que favorece la función fotosintética, entre otros, dieron origen a condiciones microclimáticas altamente favorables para el cultivo (Alvarez, S.A. 2001; 2001/02; 2006). Dentro de esta “nueva tipología agrícola” podemos individualizar: a) Estructuras compuestas (Alvarez, S.A. 2001). b) Terrazas - anfiteatro (Alvarez, S.A; Puentes, H,A; Del Viso G.A; 2007). c) Estructuras cuadrangulares o rectangulares asociadas a terrazas de cultivo (Alvarez, S.A; Puentes, H,A; Del Viso G.A; 2007). d) Estructuras cuadrangulares o rectangulares asociadas a construcciones circulares y terrazas

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de cultivo (Alvarez,S.A; Puentes,H,A; DelViso G.A; 2007)1. e) Grandes terrazas provistas de compuertas y circundadas por muros perimetrales3. Ahora bien, nos preguntamos ¿cual fue el uso dado a esta parafernalia agrícola, conformada por los sistemas tradicionales de cultivos y aquellos innovadores? Consideramos que desde el campo de la agroecología, es posible comenzar a bosquejar una respuesta a este interrogante, indagando en el potencial agrícola4 que en conjunto estas configuraciones representaron. La agroecología considera que una parcela o chacra cultivada independientemente de sus dimensiones, conforma en realidad un ecosistema particular, al que lo define como agroecosistema (González de Molina Navarro, M; 1998). A su vez un agroecosistema, puede ser entendido como un ecosistema que es sometido por el hombre a frecuentes modificaciones de sus componentes bióticos y abióticos, entendiéndose por estas modificaciones, aquellas que abarcan desde el comportamiento de los individuos y la dinámica de las poblaciones, hasta la composición de las comunidades y los flujos de materia y energía (Bilenca, D. 2000). Estos conceptos nos permiten concluir que toda practica agrícola por más grande o pequeña que sea, es el producto de la interacción entre la tierra y el hombre, donde este último emplea una serie de saberes, conocimientos y herramientas adecuadas a sus propósitos, logrando una artificialización de las configuraciones agrícolas. Teniendo presente lo expresado desde el campo de la agroecología, queremos detenernos en dos conceptos vertidos por Earls, J; (1994) y Earls, J; y Silverblatt, I; (1985) en torno al cultivo en terrazas y la manipulación de estos sistemas productivos por parte del hombre. Tradicionalmente se suele asociar estructuras con finalidades agrícolas, como las terrazas y andenes con el cultivo del maíz. Earls, J; sostiene que el conformar y mantener una temperatura adecuada sobre las terrazas y someter a los plantíos a periodos de insolación suficiente, permitían al hombre mantener un control sobre el calendario de germinación del maíz (Earls, J; 1986. Tomado de Treacy; J.M; 1994). El segundo concepto vertido por Earls,J; y Silverblatt, I; (1985), resulta ser aun más relevante, al sostener que la “...La variación y el promedio de las temperaturas del suelo determinan los límites efectivos del tipo de cultivo apropiado. Asimismo, la velocidad del cambio relativo en la proporción del sol y sombra en un periodo de tiempo, determinan el desenvolvimiento del ciclo vital de una planta...” (Earls, J; y Silverblatt, I; 1985). Este concepto surge de las investigaciones llevadas a cabo por ambos autores en el Complejo Arqueológico de Moray, sitio del cual sostienen que gracias a las peculiares características constructivas, en este pudo haberse llevado a cabo simultáneamente el cultivo de diferentes especies vegetales, merced a la creación de numerosos regímenes ambientales que hicieron posible la experimentación en lo que se refiere a velocidades de crecimiento de las plantas (Earls, J; y Silverblatt, I; 1985). De regreso a nuestra área de trabajo y tomando como guía los conceptos vertidos, podríamos a modo de hipótesis, comenzar a bosquejar una respuesta al interrogante planteado en párrafos previos. Podríamos pensar que en este sector de la Quebrada de El Tala, para el momento de Aguada (González, A.R; 1964) se logró conformar una artificialización de la práctica agrícola, en donde el hombre consiguió y mantuvo un control integral de los sistemas de cultivo, tanto en lo relativo al diseño de la arquitectura agrícola, como de aquellos factores naturales actuantes en la formación de microclimas, que

1 La descripción en detalle de las configuraciones agrícolas mencionadas, excedería ampliamente el espacio concedido para el presente escrito, por ello para mayor información se recomienda ver: ALVAREZ, S.A. -PUENTES, H.A.-DEL VISO; A.G.. (2006). Planificación Agraria Regional en Tiempos Prehispánicos. El Espacio Pensado como Recurso Económico. Investigaciones en la Ladera Oriental del Cerro Colorado (Depto. Capital — Catamarca). Trabajo presentado en el III Congreso de Historia de Catamarca. 7 al 9 de Septiembre de 2006. 3 Esta es una nueva configuración identificada durante las tareas de prospección realizadas en el año 2006. 4 Entiéndase como potencial agrícola la capacidad de cultivo de especies diversas, no en relación a cantidad producida.

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resultaban gravitantes en el crecimiento de las plantas. De esta manera también es factible teorizar en cuanto a que en un primer momento la práctica agrícola estuvo sujeta a las condiciones de adaptabilidad, con posterioridad el propósito fue asegurar una porción de la producción posiblemente asociado a un aumento demográfico (trilogía: terrazas, andenes, canchones) y luego es factible que poniendo en práctica todo ese bagaje de conocimientos adquiridos a través del tiempo, sirvieran para intentar diversificar o experimentar, en términos agrícolas (estructuras compuestas). Organización Social en Torno a la Producción Agrícola Los componentes del registro arqueológico que pueden observarse a lo largo de la Quebrada de El Tala (sistemas de cultivo, obras de control de cuenca y encauzamiento de agua, etc.), son interpretados por Kriscautzky como obras comunales excepcionales, asignables a sociedades estructuradas por lo menos a nivel de señoríos o jefaturas (Kriscautzky, N; 1996/1997a). Este supuesto se correspondería con una macro estructura que implicaría un número elevado de personas sistemáticamente organizadas y coordinadas por otros grupos más pequeños, existiendo la posibilidad de que un gran número de individuos dentro de esta organización fueran asignados a las faenas agrícolas; considerando esto factible si hacemos una mirada rápida a la extensión y número de terrenos que fueron destinados a estos fines. Si bien esta macro-estructura jerárquica (señorío o jefatura), puede haber existido, surge un interrogante planteado en cuanto al número de personas que cumplieron funciones en torno a las tareas agrícolas. Este interrogante se funda en la ausencia de emplazamientos de mayores dimensiones que podrían relacionarse con el alberge de un número considerable de individuos, tal el caso de sitios como Pueblo Perdido de la Quebrada, Pueblo Perdido de la Quebrada II o Pezuña de Buey, ubicados en los tramos inferior y medio de la quebrada de El Tala. En contraposición fueron identificadas pequeñas estructuras de uso residencial, dispersas en los campos de cultivo. Creemos interesante destacar que en nuestra área de trabajo, por los vestigios observados e investigados hasta el momento, pareciera ser que pequeños núcleos habitacionales tuvieron una gran relevancia en relación a las tareas agrícola. Vestigios de estos fueron identificados en los sitios El Peñón (Puentes, H.A.; 1998) y Mogote del Carrizal (Alvarez, S.A. 2001, 2001/02). Las estructuras excavadas en este último sitio, fueron caracterizadas como Puestos Agrícolas de Permanencia Temporaria y Transitoria. Estas unidades tuvieron una función residencial-doméstica y fueron habitados por un número pequeño de ocupantes, posiblemente entre tres o cuatro personas, esto último inferido a partir de las dimensiones estructurales y la modalidad de emplazamiento que presentan estas estructuras. Por su parte el análisis de la cerámica decorada hallada en los recintos, nos permitió inferir que fueron habitados durante un rango temporal amplio (Alvarez, S.A. 2001, 2001/02). La alfarería proveniente de excavaciones practicadas en ambos sitios, se atribuyen a tipos correspondientes al patrimonio ceramológico de Aguada, donde se distinguen variedades conspicuas, asignables a un momento temprano, o Periodo de Integración Regional (Pérez Gollán, J.A. 1991) o Aguada Inicial (1770 A.P.- 1550 A.P) (Kriscautzky, N; Lomaglio, D; 2000) representado por cerámicas de colores negro y marrón de superficies pulidas e incisas asociadas a otras de filiación Ciénaga, encontrándose una de color gris, pulida con decoración incisa, y otra, anaranjada alisada con la superficie grabada. Junto a estas se hallaron otras variedades entre las que se cuentan dos ejemplares clásicos del Valle Central, el Aguada Huillapima (Serrano, A; 1958); representado en una cerámica de colores negro y anaranjado sobre crema y la variedad Aguada Portezuelo (González, A.R; 1980), en una alfarería polícroma de colores negro, rojo, bordó y ocre sobre un amarillo claro, con el interior negro pulido; ambos tipos cerámicos se atribuyen a un momento tardío o Desarrollo Regional o Aguada Final (1024 A.P - 1100 A.P.) (Kriscautzky, N; Lomaglio, D; 2000). En este sentido tomando como base el análisis del registro arqueológico y siguiendo la secuencia cronológica de Kriscautzky y Lomaglio, coincidimos en que Aguada perdura hasta muy tarde en el tiempo, posiblemente

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en el Valle de Catamarca aún esta vigente mientras que en los valles del Oeste ya se encuentran las culturas del Periodo de Desarrollo Regionales o Tardío (Kriscautzky, N; Lomaglio, D; 2000). De lo expresado se desprende que si bien puede haber existido una estructura social importante, que trascendió en el tiempo, es factible presumir que los ocupantes de las unidades domésticas o “puestos” hayan sido a través del tiempo los responsables de la construcción, uso y gestión de estos campos agrícolas. A fin de establecer una suerte de relación entre extensión o cantidad de superficie cultivada y puestos cuyos ocupantes se abocaron a las tareas agrícolas, puede resultar un tanto desproporcionado la relación: cantidad de personas y dimensiones del trabajo a realizar. Pero es preciso tener en cuenta ciertos ítems que consideramos importantes evaluar al momento de hablar de practica agrícola para este sector de la quebrada; dentro de estos contamos: a) que de la diversidad de sistemas de cultivos identificados como tradicionales e innovadores, puedan asignarse su construcción a diferentes momentos históricos. b) que en cuanto al sistema tradicional: terrazas, andenes y canchones, que se cuentan dentro los vestigios más numerosos, considerar que su construcción puede asignarse a diferentes momentos históricos. c) considerar el desuso definitivo, reemplazo o reubicación de paneles de cultivo o sectores de canchones. d) que en relación a su funcionamiento podrían haber estados regulados por un régimen de barbecho sectorial, sistema por el cual una fracción del total de la superficie cultivable se dejaba en “descanso”. e) que con el tiempo fue sobreviniendo una inversión tecnológica que simplifica el trabajo agrícola. Teniendo en cuenta los ítems precedentes, consideramos de que esta manera la escala espacio-temporal de la práctica agraria podría no haber superado el aporte proveniente de los puestos ni su capacidad de gestión y control. Conclusión En resumen, se denota una gran inversión tecnológica, traducido esto en una inversión en mano de obra efectiva y en conocimiento. El hombre antiguo que se desarrolló en todo el ámbito geográfico hoy conocido como Quebrada de El Tala, supo adaptarse y modificar el paisaje transformándolo en un espacio útil a sus propósitos. Indudablemente a fin de lograr este objetivo, el hombre aplicó un bagaje de conocimientos previamente adquiridos, a los cuales tuvo que sumar otros, productos de la experimentación quizás en un nuevo ambiente. Hoy día, como producto de sendos proyectos de investigación que se hayan en pleno desarrollo, generamos un conocimiento que nos permite considerar que en este sector del valle central, se llevó a cabo la práctica de una "agricultura Intensiva" (Denevan, W.M; 1980). Por "intensivo" -siguiendo a Denevan- queremos indicar una gran inversión en el uso de mano de obra, en el sentido, de que considerables cantidades de tierra y roca fueron removidas, cambiando de esta manera el paisaje natural y modificando intencionalmente los factores microclimáticos; esto a fin de mejorar las condiciones de cultivo en zonas que, previo a estas reformas resultaban marginales para la implementación de la agricultura. A esta definición esbozada por Denevan, W.M; le queremos sumar una gran inversión tecnológica, en el sentido de que una gran cuota de conocimiento y saberes ancestrales, producto de la experimentación a través del tiempo, fueron volcados a favor (producción, nuevos cultígenos, experimentación?) de la práctica agrícola. Consideramos que con el transcurso de las investigaciones, podríamos contribuir a demostrar la existencia de un sistema socio-político y económico, asignable a un nivel de jefatura o señorío en momentos de Aguada para este sector. Al mismo tiempo pensamos que el desarrollo agrícola en gran parte podría haber posibilitado el crecimiento, expansión y permanencia de un sistema de vida que tuvo larga vigencia en este sector del valle de Catamarca.

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Bibliografía Alvarez, S.A (2001): Uso del Espacio para la Producción Agrícola y Vivienda Rural de Grupos de Filiación Aguada en la Quebrada de El Tala (Depto. Capital, Provincia de Catamarca - República Argentina). Un Caso de Estudio: Sitio Mogote del Carrizal. Tesis de Licenciatura. Universidad Nacional de Catamarca (UNCa.). Escuela de Arqueología. Alvarez, S.A (2000-2001): El Sitio Mogote del Carrizal y su Relación con Otros Emplazamientos Ubicados en la Quebrada de El Tala (Dpto. Capital — Catamarca) En Revista Centro Estudios Regiones Secas (C.E.R.S.). Tomo XVII: ISSN 0326 — 9930. p-p: 59-71. Alvarez, S.A.; López, M.A. Valverdi, E.O (2006): Estructuras compuestas para Producción Agrícola y Puestos Agrícolas de Permanencia Temporaria. Sitio Mogote del Carrizal: una caso de estudio. (Dpto. Capital. Provincia de Catamarca). En Aportes Científicos desde Humanidades 6. Ambiente y Geografía, Historia, Sociedad. Año VI — Volumen Nº 6. ISSN 1666-2431. Universidad Nacional de Catamarca. Facultad de Humanidades. p-p: 135-145. Alvarez, S. A; Puentes, H. A; Del Viso, A. G (2007): Planificación Agraria Regional en Tiempos Prehispánicos. El Espacio Pensado como Recurso Económico. Investigaciones en la Ladera Oriental del Cerro Colorado (Dpto. Capital — Catamarca). En: Memorias del III Congreso de Historia de Catamarca. Tomo I: Arqueología - Cultura y Educación - Geografía Humana. ISBN (Tomo I) 978-987-1341-09-2. ISBN (Obra completa) 978-987-1341-10-8. p-p: 61-81. Bilenca, D. (2000): Los Agroecosistemas y la Conservación de la Biodiversidad: El Caso del Pastizal Pampeano. En: Gerencia Ambiental, no. 67. Denevan, W.M (1980): Tipología de Configuraciones Agrícolas Prehispánica. En América Indígena. Volumen XL. Num.4. Octubre Diciembre, 1980. Earls, J; y Silverblatt, I (1985): Sobre la Instrumentación de la Cosmología Inca en el Sitio Arqueológico de Moray. En, La Tecnología en el Mundo Andino. Runakunap Kawsayninkupaq Rurasqankunaqa. Tomo I Subsistencia y Mensuración. p - p : 443-473. Universidad Nacional Autónoma de México. Earls, J (1986): Experimentación Agrícola en el Perú Precolombino y su Factibilidad de Reempleo. En, Carlos de la Torre y Manuel Burga (eds). González, A.R (1964): La Cultura de La Aguada del N.O. Argentino. Revista del Instituto de Antropología de ls Universidad Nacional de Córdoba. Facultad de Filosofía y Humanidades, II — III. Córdoba pp: 203-253. González, A.R (1980): Arte Precolombino de la Argentina. Introducción a su Historia Cultural. Parte 8. Las Culturas del Noroeste Argentino, p - p: 172-214. Editorial Filmediciones Valero. Argentina. González de Molina Navarro, M (1998): Bases Teóricas para una Historia Agraria Alternativa. En, Megasitio Centroamericano de Población y Ambiente POAM - Artículos y Estudios Desarrollados por miembros de la Red del Proyecto de Iniciativa Centroamericana en Población y Ambiente. http:// www. clades. org / r 4 - 3. htm. Kriscautzky, N; 1996 — 1997 (a): Nuevos Aportes en la Arqueología del Valle de Catamarca. En, SHINCAL REVISTA DE LA ESCUELA DE ARQUEOLOGIA DE CATAMARCA. Nº 6 - 1996-1997. Volumen dedicado a la III Mesa Redonda Sobre "La Cultura de La Aguada y su Dispersión". 13 al 16 de Junio de 1995. Kriscautzky, N; y Lomaglio, D; 2000: “Aguada o Aguadas” en el Valle de Catamarca. IV Reunión Aguada. San Pedro. http://www.geocites.com/aguadamesaredonda/oaguada/oguada.html. Puentes, H.A (1998): Los Primeros Tiempos del Formativo en el Valle de Catamarca, Control de Cuenca, Manejo Hidraúlico y Uso del Espacio, Un Caso de Estudio: Sitio El Tala. (Depto. Capital-Catamarca). Universidad Nacional de Catamarca. Escuela de Arqueología. Tesis de Licenciatura. Pérez Gollán, J.A. (1991): La Cultura de La Aguada Vista desde el Valle de Ambato. Arqueología CIFFyH Nº 46. Córdoba. Serrano, A (1958): Manual de la Cerámica Indígena. Editorial ASSANDRI. Córdoba. Treacy, J.M (1994): Las Chacras de Coporaque. Andenería y Riego en el Valle de Colca. IEP Instituto de Estudios Peruanos.

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EVOLUCIÓN DE LA AGRICULTURA ABORIGEN EN EL SECTOR CENTRAL DE LAS SIERRAS DE CÓRDOBA (ARGENTINA).

Pastor, Sebastián 1-2 y López, M. Laura 1

1 Laboratorio y Cátedra de Prehistoria y Arqueología — UNC 2 CONICET

E-mail: [email protected] - [email protected] Introducción Desde los primeros estudios académicos sobre las sociedades prehispánicas de las sierras de Córdoba, se ha aceptado la existencia de prácticas agrícolas como un significativo componente de su organización económica. Con el establecimiento del esquema básico de la secuencia histórica local, en las décadas de 1950 y 1960, se planteó que la antigüedad de esta agricultura podía remontarse a unos 1000 o 1500 años. Últimamente esta estimación ha sido extendida hasta 2000 años. Por el momento, se debe tener en cuenta que la información arqueológica es escasa. Tradicionalmente se consideraron evidencias muy indirectas, como la generalización en el empleo de la tecnología cerámica o la abundancia de útiles de molienda. En los últimos años se han agregado otras líneas como estudios microrregionales, arqueobotánicos y de isótopos estables. En esta presentación se exponen brevemente los datos disponibles y se intenta una aproximación preliminar al problema, con particular referencia al sector serrano central. Antes nos detendremos en algunos rasgos de las prácticas agrícolas entre las sociedades aborígenes a inicios del período colonial y entre la población rural contemporánea, toda vez que se entiende que los restos arqueológicos adquieren sentido como testimonios del pasado al ser vinculados a imágenes y nociones derivadas de situaciones consideradas semejantes. La agricultura serrana a comienzos del régimen colonial El período colonial temprano se extendió entre mediados del siglo XVI y mediados del XVII. Durante el mismo se produjo la exploración y conquista del territorio por parte de la Corona Española, que por entonces extendía y consolidaba el estado colonial en buena parte de Sudamérica. Por diversos medios, el establecimiento de relaciones interétnicas condujo a la desestructuración de las comunidades locales. En tal sentido, se deben considerar los efectos de acciones bélicas y punitivas, los saqueos de la producción agrícola -en particular durante los primeros tiempos-, la imposición del servicio personal, la usurpación de tierras, los desmembramientos y traslados forzosos o la ofensiva dirigida hacia aquellos mecanismos que favorecían la autoidentificación e integración grupal -borracheras, idolatrías-. Es indudable que en este contexto de profundos cambios, la organización de la agricultura debió experimentar significativas transformaciones y, en términos generales, un retroceso considerable. Sin embargo, en la documentación escrita producida por los conquistadores se describen algunos rasgos que hunden sus raíces en el pasado prehispánico. En las fuentes históricas coloniales la población aborigen de las sierras aparece dividida en pequeñas comunidades que gestionaban colectivamente recursos clave como las tierras de cultivo, fuentes de agua, montes y territorios de caza. Las prácticas agrícolas conformaban un pequeño sistema productivo, integrado a una economía de tipo mixto con fuerte apoyo en la caza y recolección. Se trataba de una agricultura de secano, acompañada por una escasa o nula inversión en infraestructura. No existen referencias, por ejemplo, acerca de obras de regadío o dispositivos destinados a la retención de suelos. La misma se basaba en la utilización de variados cultígenos -maíz, zapallo, frijoles, quinua, maní, camote- que se sembraban en parcelas o chacaras diseminadas en el paisaje

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serrano. Se describe, por una parte, una íntima articulación entre las parcelas y los espacios domésticos. Los caseríos o rancherías, integrados por menos de diez y no más de cuarenta viviendas semi-enterradas, no cobraban a la distancia la apariencia de poblados a no ser “por los maizales” (Diego Fernández, citado por Berberián 1987). Sin embargo las comunidades o pueblos, así como sus parcialidades, poseían otras chacaras ubicadas en diferentes sectores micro-topográficos y micro-ambientales -valles, huaycos, cañadas, laderas de cerros-. El número y localización de las parcelas sembradas se relacionaba en parte con la variabilidad interanual de las condiciones climáticas, que al parecer fueron acentuadas durante este período (Piana de Cuestas 1992). Ante la necesidad de justificar la posesión de tierras que no eran habitualmente cultivadas, los caciques del pueblo de Saldán declararon en un pleito de 1586 que al no contar con regadíos, debían colocar chacaras en diferentes lugares, “según como van los años”, para poder obtener cosechas (Archivo Histórico de Córdoba, Escribanía 1, Legajo 1, Expediente 10). De esta forma, y de acuerdo a las circunstancias, se podían aprovechar terrenos con diferentes tipos de suelos, capacidad de retención de la humedad o exposición a las heladas. Se registran casos en que determinados grupos eran autorizados a sembrar en tierras de comunidades vecinas, apelando a vínculos de amistad o parentesco, a fin de acceder a las ventajas productivas que ofrecían, por ejemplo, ciertos “parajes más cálidos” (AHC, E1, L72, E2). Seguramente, esta dispersión de las parcelas agrícolas permitía, en forma adicional, amortiguar los daños provocados por fenómenos de acción localizada, como las tormentas de granizo y las plagas de langostas. Sin embargo, el aporte agrícola estuvo lejos de ser seguro. Durante el período colonial temprano se registraron crisis productivas en uno de cada tres años, las cuales fueron provocadas por los mencionados agentes u otros como las sequías y gusanos, actuando de manera aislada o en combinación (Piana de Cuestas 1992). En tales circunstancias se producía la dispersión de los grupos y la búsqueda de recursos silvestres en distintos micro-ambientes serranos -vg. bosques chaqueños, pastizales de altura-. Los datos sugieren que la construcción de un paisaje agrícola en las sierras estuvo relacionada con el crecimiento y segmentación de los grupos, quienes reproducían la pequeña agricultura en nuevos espacios, al tiempo que contribuían sostener el escenario definido, en gran medida, por la importancia económica de la caza y recolección, la elevada movilidad y la fragmentación política. Existen algunas referencias sobre la separación de parcialidades de sus comunidades de origen, en respuesta a situaciones de conflictos y tensión -pesadumbres, “hechizos con que se mataban”-, y al posterior traslado de su asiento (AHC, E1, L6, E5; AHC, E1, L3, E3). Por su parte, el desarrollo de variadas actividades en una escala colectiva contrarrestaba estas tendencias fragmentadoras, ya que fortalecían los procesos de integración comunitaria y los vínculos de alianza y colaboración intergrupal. Estas actividades comprendían prácticas extractivas como la recolección de la algarroba o las cacerías -siempre inseparables de instancias de consumo ritual y festivo de alimentos y bebidas-, la ayuda para la defensa territorial y, aparentemente, algunas etapas del trabajo agrícola (Castro Olañeta 2002; Pastor 2007; Piana de Cuestas 1992). Hacia fines del siglo XVI el cacique Coloopan, del pueblo de Atanhenen, detallaba las relaciones que unían a su gente con la de Cantapas:

“…son todos unos… porque sienpre se an tratado por parientes debajo del apellido de Cantapas y ansi en sus fiestas y llantos se hallan los unos y los otros, e que estos yndios de Atanhenen van a senbrar juntos con los de Cantapas y los de Cantapas sienbran junto a las chacaras de los indios de Atanhenen e que se tratan por una parzialidad y en sus guerras se ayudan…” (AHC, E1, L3, E9).

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Breve comentario sobre la agricultura tradicional contemporánea Desde tiempos coloniales el eje de la economía rural en el sector central de las sierras de Córdoba ha girado en torno a la actividad ganadera. En general, la agricultura basada en técnicas tradicionales ha aportado un complemento para la alimentación de personas y animales domésticos, dejando escaso margen para intercambios externos a las familias que actúan como unidades productivas. Esta agricultura ha experimentado un considerable retroceso hasta el presente, en que se encuentra limitada a lugares apartados como los piedemontes de las sierras de Pocho. Las entrevistas y observaciones directas de distintas tareas agrícolas por parte de los habitantes de estas zonas, los testimonios recogidos entre antiguos pobladores de otras en las que ya no se cultiva, así como la información contenida en la escasísima bibliografía (vg. Ochoa de Masramón 1977), nos permiten componer un cuadro de la actividad. Si bien no nos detendremos en el mismo por razones de espacio, mencionaremos algunos rasgos que posiblemente ayuden a ampliar las fragmentarias imágenes que ofrecen los documentos coloniales. Se debe considerar que en ambos casos nos encontramos ante pequeños sistemas productivos, definidos por el escaso nivel de tecnificación, el uso de parcelas discontinuas y policultivos. Los pobladores del piedemonte oriental de las sierras de Pocho poseen chacras cuya roturación depende de cómo se presenta la temporada de lluvias. La cantidad de precipitaciones y el momento en que éstas se inician determinan cuántas y cuáles son las parcelas sembradas. El trabajo en numerosas chacras permite aprovechar las ventajas que ofrecen terrenos ubicados en diferentes situaciones micro-ambientales. Algunos de ellos tienen suelos más húmedos, mientras que otros son menos afectados por las heladas o se localizan en lugares más cálidos. Además, el disponer de varias parcelas permite amortiguar los ocasionales daños provocados por el granizo o las langostas, que afectan siempre a lugares puntuales, así como distribuir las tareas a lo largo de algunas semanas, evitando concentrar la demanda de trabajo. Sin embargo, no son infrecuentes los años secos en que sólo se pueden sembrar una o dos parcelas, o en que el ciclo agrícola debe ser interrumpido. En términos generales, parece tratarse de una situación similar a la que describían los caciques de Saldán a fines del siglo XVI. También el uso de variados cultígenos permite enfrentar situaciones de riesgo y extender las tareas agrícolas por varias semanas, sin requerir abundante mano de obra. En tal sentido, se destaca el empleo de variedades de maíz con distintos ritmos de maduración -parte del cual se puede salvar en el caso de heladas tempranas-, o de otras particularmente resistentes a la escasez de agua. Información arqueológica sobre la agricultura prehispánica El consumo de cultígenos Las evidencias más tempranas sobre el consumo de plantas cultivadas se remontan a ca. 2500 AP. Esta es la antigüedad de una muestra ósea perteneciente a un individuo inhumado en Cruz Chiquita 3, un sitio al aire libre localizado en el valle de Salsacate (Pastor 2007). El análisis de los fitolitos asociados al tártaro dental reveló la presencia de maíz (Zea mays). Es importante destacar que aproximadamente a partir de estos momentos se estima la instalación de las primeras sociedades agricultoras en la vertiente oriental andina -subárea valliserrana del NOA, norte de Cuyo-, así como la circulación de cultígenos fuera de estas regiones productivas, en zonas ocupadas por grupos cazadores-recolectores -sur de Cuyo- (Gil 2000; Olivera 2001). Aún cuando desconocemos los estudios completos, debemos mencionar que Laguens y colaboradores se han referido a información radiocarbónica e isotópica obtenida de nueve individuos de la región, comprendidos en el período 4500-300 AP. Según la misma, se observa el consumo de plantas c4 -en este caso maíz- desde ca. 2000 AP (Fabra et al. 2006). En relación a este punto podemos agregar que el valor de δ13C obtenido para

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el individuo de Cruz Chiquita 3 (-16.1%0), es compatible con una dieta mixta que incluyó plantas de patrón fotosintético c4. Este indicador del consumo de maíz, unido a cambios tecnológicos como la adopción de la cerámica -en aquella época muy limitada y no extendida en todas las sierras (Pastor 2007; Recalde com. pers. 2007; Rivero 2007)-, permiten al autor sostener la existencia de una forma de vida aldeana con prácticas de producción de alimentos para estos momentos tempranos (Laguens 2007). El resto de la evidencia arqueobotánica disponible sobre el consumo de plantas cultivadas proviene de sitios con ocupaciones posteriores a ca. 1000 AP. En la tabla 1 se resume dicha información.

ESPECIE C.Pun. 39, valle de Punilla. Poblado tardío. Ca. 850-520 AP (tres dataciones)*

Puesto La Esquina 1, pampa de Olaen. Poblado tardío. Ca. 360 AP (dos dataciones)

Arroyo Tala Cañada 1, valle de Salsacate. Poblado tardío. Ca. 1030-900 AP (dos dataciones)*

Maíz (Zea mays)

- macrorrestos - fitolitos en tiestos y conanas

- macrorrestos - fitolitos en tiestos

- fitolitos en sedimento

Poroto (Phaseolus vulgaris)

- macrorrestos - macrorrestos - macrorrestos

Poroto pallar (Phaseolus lunatus)

- macrorrestos - macrorrestos - macrorrestos

Zapallo (Cucurbita sp.)

- fitolitos en tiestos - - fitolitos en sedimento

* una datación directa sobre semilla de Phaseolus vulgaris. Tabla 1. Información arqueobotánica sobre el consumo de cultígenos.

La apropiación de tierras cultivables ¿Qué nos dicen los patrones de asentamiento sobre la evolución del modo de vida de las sociedades serranas y, en particular, acerca de las actividades agrícolas? En los últimos años la ejecución de proyectos microrregionales ha aportado datos que permiten iniciar esta discusión. En el caso del sector central de las sierras de Córdoba se han cubierto sistemáticamente más de 500 km2 de terreno, aunque de manera informal se recorrieron extensiones mayores. Como consecuencia de estas tareas se han localizado más de 600 sitios arqueológicos, así como registro de baja densidad -pequeñas concentraciones, hallazgos aislados-. Si bien la información es aún escasa, parece constatarse una marcada continuidad en la organización de la movilidad y el asentamiento en el período comprendido entre ca. 5000 y 1500 AP. Sobresalen los sitios residenciales al aire libre, en casi todos los casos emplazados en grandes fondos de valle, próximos a los principales cursos de agua, donde aún hoy se concentran los bosques de algarrobo. La dispersión superficial de restos puede alcanzar hasta una hectárea, incluyendo numerosos útiles de molienda y en ocasiones enterratorios. En los pastizales de altura se han localizado algunos sitios pequeños en abrigos rocosos, cuya utilización estuvo vinculada con la caza de guanacos (Lama guanicoe), venados de las pampas (Ozotoceros bezoarticus) y fauna menor. Básicamente, estas características persisten durante el período tardío -ca. 1000-300 AP-. Numerosos sitios residenciales se encuentran en los grandes fondos de valle, próximos a los colectores principales y a menudo sobre asentamientos pre-tardíos. Del mismo modo, en los micro-ambientes de altura predominan las pequeñas ocupaciones en abrigos rocosos, relacionadas con actividades de caza. Sin embargo, se deben destacar algunas discontinuidades. En primer lugar, el surgimiento de sitios de propósitos especiales en distintos micro-ambientes, vinculados con el procesamiento y consumo a escala grupal de variados recursos silvestres. Existen algunos antecedentes pre-tardíos de ocupaciones de este tipo, por ejemplo en el sitio Río Yuspe 11 -pampa de Achala-, datado entre ca. 1500 y 1200 AP (Pastor 2007). La segunda discontinuidad conllevó un significativo movimiento

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de apropiación de los terrenos cultivables. A diferencia de los momentos anteriores, no sólo se han localizado sitios residenciales en los grandes fondos de valle, en las proximidades de los principales cursos de agua, sino también en articulación con terrenos cultivables de reducidas dimensiones -vg. menos de 20 o 10 ha-, o en pequeños espacios ubicados dentro de las quebradas, con frecuencia de menos de una hectárea. De acuerdo a la dispersión de restos en superficie, el mayor de estos sitios no superaría las tres hectáreas, pero en numerosos casos sólo alcanzan 300 o 400 m2. Tenemos una imagen muy fragmentaria sobre los espacios domésticos, construida con datos provenientes de excavación, ya que no se conservan en superficie estructuras arquitectónicas de ningún tipo. En Potrero de Garay, el sitio mejor conocido, se hallaron grandes recintos semi-enterrados en una lomada baja del fondo del valle de Los Reartes (Berberián 1984). En otros sitios se han reconocido indicios más o menos claros de estructuras similares. En algunos pequeños terrenos habitualmente localizados en quebradas tributarias, se efectuaron variadas actividades domésticas al reparo de abrigos rocosos. Ocasionalmente se desarrollaron prácticas propias de los espacios de vivienda, como la inclusión de tumbas. Es difícil avanzar en la caracterización de los espacios productivos, ya que tampoco existen estructuras superficiales vinculadas con la actividad agrícola. Se asume el desarrollo de este tipo de prácticas en los alrededores de los sitios, en parte teniendo en cuenta la limitada extensión y distribución discontinua de las tierras cultivables en las sierras. Una observación de A. Montes, gran conocedor de la materia, ilustra este aspecto del patrón de asentamiento prehispánico y sugiere su significado en términos culturales. En 1944 decía haber “explorado centenares de paraderos indígenas de superficie y puedo asegurar, que no hay chacra cercana al agua en las sierras, que no sea uno de dichos paraderos”. Recientemente se han logrado avances a partir de los estudios en Arroyo Tala Cañada 1, un poblado tardío del oriente del valle de Salsacate. A partir de la ampliación de un sondeo se siguió un piso consolidado a 60 cm de profundidad, sobre una superficie de 4 m2. Se hallaron restos faunísticos y numerosos fragmentos cerámicos en posición horizontal -pertenecientes a dos recipientes-, que son considerados desechos de facto. Asimismo, se localizaron dos rasgos similares a los agujeros de postes de los recintos de Potrero de Garay, de unos 20 cm de diámetro y distanciados por 80 cm. Se considera que este contexto corresponde a un espacio interior o adyacente a una estructura de vivienda. A 8 m de distancia se amplió otro sondeo hasta una superficie de 6 m2, siguiendo un rasgo detectado entre 25 y 40 cm de profundidad. Se trata de surcos paralelos separados por unos 25 cm, los cuales se extienden en todas las direcciones más allá del área excavada, cobrando una apariencia análoga a los campos de cultivo actuales. Se hallaron abundantes restos asociados a este rasgo -i.e. desechos e instrumentos líticos, fragmentos cerámicos, material arqueofaunístico, macrorrestos botánicos-, cuya presencia puede ser relacionada con el descarte de residuos desde estructuras domésticas cercanas. Con el fin de avanzar en la caracterización de este probable espacio productivo se analizaron los fitolitos presentes en el sedimento. Se pueden destacar dos resultados. En primer lugar, la identificación de microrrestos atribuidos a las hojas de maíz (Zea mays) y poroto (Phaseolus sp.), los cuales dan cuenta de su cultivo in situ; y en segundo término, la observación de uniones celulares silicificadas, pertenecientes a gramíneas silvestres, que sugieren que las mismas crecieron con el único aporte del agua de lluvias. Estos datos tienden a confirmar las expectativas acerca del carácter mixto residencial-productivo de los sitios considerados poblados tardíos, así como la ausencia de técnicas de riego artificial. En síntesis, el patrón de asentamiento muestra para este período: a) la continuidad de una tendencia a la disminución de la movilidad residencial, con la utilización de grandes sitios en los fondos de valle donde se concentran las tierras cultivables y espacios de recursos como los algarrobales; b) la persistencia de mecanismos de dispersión estacional, relacionados con la ocupación de distintos micro-ambientes como los pastizales de altura y posiblemente algunas zonas áridas en las proximidades del bolsón de las Salinas Grandes, donde se pueden obtener variados recursos silvestres; c) el surgimiento o consolidación de

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esferas de actividad colectiva, ligadas a la realización de prácticas extractivas en diferentes micro-ambientes y al procesamiento y consumo de alimentos en sitios de propósitos especiales; y d) la apropiación residencial y productiva de numerosos terrenos localizados en diferentes situaciones micro-topográficas y micro-ambientales, con condiciones variables para la producción agrícola -vg. piedemontes, fondos de valle abiertos, pequeños espacios húmedos y protegidos en quebradas, etc. Comentarios finales Los datos presentados sugieren que el proceso de expansión agrícola en la región comenzó hace unos 1000 años, dando inicio al período prehispánico tardío local. Las evidencias pre-tardías se muestran menos consistentes con un escenario definido por el sedentarismo y la producción agrícola que con otro caracterizado por cambios en la organización de grupos cazadores-recolectores, que comenzaron a obtener cultígenos por medio de intercambios y, quizás en parte por este motivo, a adoptar paulatinamente la tecnología cerámica y sus nuevas posibilidades relativas al procesamiento de alimentos. Asimismo, a ser protagonistas de fenómenos de intensificación económica e integración política, a partir del desarrollo de actividades grupales relacionadas con la obtención de recursos silvestres. Al igual que en momentos coloniales tempranos, la agricultura prehispánica parece definida por el empleo de policultivos, la escasa tecnificación y la utilización de parcelas diseminadas en el paisaje serrano. En relación al primer punto, la información arqueobotánica disponible da cuenta del consumo de maíz (Zea mays), dos variedades cultivadas de poroto (Phaseolus vulgaris y P. lunatus, además de una silvestre, P. aborigeneus) y zapallo (Cucurbita sp.). Sin dudas, la continuación de los estudios de micro-fósiles permitirá ampliar este panorama al considerar, principalmente, tubérculos y quenopodáceas. Por otra parte, no se ha detectado ningún tipo de obra de infraestructura productiva, lo cual indica una cierta continuidad con las descripciones emanadas de las fuentes coloniales. Las características del espacio productivo identificado en Arroyo Tala Cañada 1 resultan consistentes con una agricultura a temporal. En último término, la distribución de sitios residenciales y productivos muestra la apropiación de terrenos localizados en diferentes unidades micro-topográficas y micro-ambientales, presentes en los piedemontes, valles y pampas bajas que circundan al cordón serrano central o Sierras Grandes. Esta distribución también permite plantear que, a lo largo del período tardío, los procesos de segmentación unidos al crecimiento de los grupos fueron responsables de la expansión de una agricultura de pequeña escala en la región, a través de la roturación continua de nuevas tierras. En los grandes fondos de valle, que concentran los terrenos cultivables, se registran numerosos poblados próximos aunque separados (Pastor y Berberián 2007), lo cual resulta consistente con un patrón de fragmentación una vez alcanzado un punto crítico de crecimiento. Las fuentes coloniales también hacen referencia a la proximidad entre los pequeños poblados o caseríos -“las poblaciones tienen muy cercanas…a tiro de arcabuz y a vista una de otra” (Relación Anónima, citada por Berberián 1987)-, y como mencionamos, a la separación de determinadas parcialidades de sus comunidades de origen ante situaciones de tensión y conflicto internos. El conjunto de evidencias disponible permite sostener que la expansión y creciente importancia de las prácticas extractivas -vg. caza de artiodáctilos en los ambientes serranos de altura, caza de fauna menor en distintos micro-ambientes, recolección de frutos chaqueños y huevos de ñandú, etc.- fueron la base del afianzamiento de la producción agrícola en la región y de que ésta mantuviera las características que detallamos a lo largo de los últimos siglos del período prehispánico.

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Bibliografía Berberián, E. 1984. Potrero de Garay: una entidad sociocultural tardía de la región serrana de la provincia de Córdoba (Rep. Argentina). Comechingonia 4:71-138. 1987. Crónicas del Tucumán. Siglo XVI. Editorial Comechingonia, Córdoba. Castro Olañeta, I. 2002. Recuperar las continuidades y transformaciones: las juntas y borracheras de los indios de Quilino y su participación en la justicia colonial. En Los pueblos de indios del Tucumán colonial: pervivencia y desestructuración, editado por J. Farberman y R. Gil Montero, pp. 175-202. UNQ Ediciones - Ediunju. Fabra, M.; Laguens, A. y D. Demarchi 2006. Inferencias paleodietarias a partir de evidencias isotópicas en poblaciones humanas del sector austral de las Sierras Pampeanas del Holoceno tardío. Resúmenes de trabajos presentados en el Taller “Arqueología e isótopos estables en el sur de Sudamérica. Discusión e integración de resultados”, Malargüe, Mendoza. Gil, A. 2000. Arqueología de La Payunia (Mendoza, Argentina). El poblamiento humano en los márgenes de la agricultura. Tesis de Doctorado, Facultad de Ciencias Naturales y Museo, Universidad Nacional de La Plata, La Plata. Laguens, A. 2007. El poblamiento inicial del sector austral de las Sierras Pampeanas: una hipótesis alternativa. Segundo Encuentro de Discusión Arqueológica del Nordeste Argentino, Resúmenes ampliados, Paraná, Entre Ríos. Montes, A. 1944. Los Comechingones de la Punilla. 32 pp. Córdoba. Ochoa de Masramón, D. 1977. Prácticas tradicionales del cultivo del maíz en San Luis - República Argentina. Actas del Cuarto Congreso Nacional de Arqueología Argentina (segunda parte). Revista del Museo de Historia Natural de San Rafael (Mendoza) IV (1-4):283-306. Olivera, D. 2001. Sociedades agropastoriles tempranas: el Formativo Inferior del Noroeste Argentino. En Historia Argentina Prehispánica, editado por E. Berberián y A. Nielsen, tomo I: 84-125. Editorial Brujas. Córdoba. Pastor, S. 2007. Arqueología del Valle de Salsacate y pampas de altura adyacentes (Sierras Centrales de Argentina). Una aproximación a los procesos sociales del período prehispánico tardío (900-1573 d.C.). Tesis de Doctorado, Facultad de Ciencias Naturales y Museo, Universidad Nacional de La Plata, La Plata. Pastor, S. y E. Berberián 2007. Arqueología del sector central de las Sierras de Córdoba (Argentina). Hacia una definición de los procesos sociales del período prehispánico tardío (900-1573 d.C.). Intersecciones en Antropología. En prensa. Piana de Cuestas, J. 1992. Los indígenas de Córdoba bajo el régimen colonial (1570-1620). Dirección General de Publicaciones de la Universidad Nacional de Córdoba, Córdoba. Rivero, D. 2007. Ecología de los cazadores-recolectores en las Sierras de Córdoba. Tesis de Doctorado en evaluación. Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad Nacional de Córdoba, Córdoba.

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ARQUITECTURA AGRICOLA DEL PERIODO FORMATIVO EN LA QUEBRADA DEL TALA Y VALLE CENTRAL, PCIA. DE

CATAMARCA.

Puentes, Hugo A.; Alvarez, Sergio A.; Kriscautzky, Néstor Escuela de Arqueología - UNCa

E-mail: [email protected], [email protected], [email protected]

Introducción El presente trabajo se sitúa en el tramo superior de la Quebrada de El Tala1, Dpto. Capital, Pcia. de Catamarca; la que presenta una variabilidad ecotopográfica particular, donde se puede apreciar un paisaje modificado a partir de una tecnología agrícola que supo aprovechar esta variabilidad quedando reflejada en una conspicua arquitectura. Nuestro objetivo es emplear los indicadores arquitectónicos, tanto en lo que respecta a la relación espacio - ambiente y modo de producción - relaciones sociales; a partir del análisis conjunto de estructuras arqueológicas que conforman el espacio agrícola y residencial presentes en la zona serrana de la quebrada del Tala y Valle Central. Abordada desde una perspectiva espacial, la arquitectura prehispánica nos permitirá deducir como era concebido y administrado el espacio a través de un modelo articulado, donde el uso diferencial del mismo, alcanza un equilibrio dinámico logrado a través de la planificación y control sistémico del territorio. La interrelación de los indicadores bioclimáticos y espaciales nos permitirá distinguir e identificar el patrón de uso del espacio, además de, inferir si la planificación y apropiación territorial proporcionan las respuestas a las demandas comunitarias asegurando la estabilidad social y territorial. La Quebrada de El Tala Situada al Noroeste de la Ciudad San Fernando del Valle en el Dpto. Capital, la Quebrada se encuentra circunscripta por las serranías que atraviesa, al Norte con la formación montañosa en la que se destacan los cerros Pabellón, Pabellón Chico y Mogote del Carrizal; al Oeste por la cumbre de la sierra de Ambato y las Cumbres del Tala; al Este por el cerro Colorado y al Sur depósitos aluviales (Juárez, 1986). En cuanto al rumbo podemos dividirla en dos tramos, el primero con una orientación Oeste-Este y en el segundo tramo Norte-Sur. En lo que respecta al aspecto geológico la Quebrada “se manifiesta sobre una estructura de fracturas Precámbricas, de plegamiento caledónico y con restitución ándica” (Issi 1996: 22).Los movimientos tectónicos de la sierra de Ambato, provocaron la geofractura del Cerro Colorado, que originó la Quebrada (Juárez, 1986). Su desarrollo posterior se debe, en mayor parte, a la erosión hídrica producida por el río que la surca (González Bonorino 1978), que recibe los aportes de numerosos ríos que provienen de las sierras de Ambato y de los Ángeles. La topografía, rige las condiciones climáticas que influye en el desplazamiento de las masas de vientos húmedos provenientes del Este que precipitan en las serranías como lluvias orográficas. La geografía y factores tales como, latitud, altitud y cubierta vegetal circunscriben a la Quebrada dentro del clima Subtropical Serrano (Juárez, 1986: 20. En lo que respecta al régimen eólico la zona presenta tres caracteres bien definidos

1 Trabajo de investigación realizado en el marco de los proyectos que actualmente se desarrollan en la Quebrada del Tala y son financiados por la Secretaria de Ciencia y Tecnología de la Universidad Nacional de Catamarca.

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como, el predominio de los vientos del Noroeste, la tendencia a la disminución y de alturas de montaña y valle. Los primeros dominan en primavera y verano, son portadores de humedad, que se condensan formando masas de nubes en las laderas orientales de la sierra de Ambato provocando de esta manera las mayores acumulaciones de humedad, y como consecuencia de ello se producen las mayores precipitaciones a los 3000 m.s.n.m. La vegetación dominante es la del Chaco Serrano, que debido a la influencia del clima y al régimen de precipitaciones, tiende a disponerse en cinturones o pisos, presentando cada uno fisonomías particulares, “... los rasgos altitudinales ocupados por cada piso varían en función de la latitud, de la longitud y también de situaciones microclimáticas; en especial, la orientación de las laderas” (Morlans 1995: 22). Resultando un primer piso Bosque Serrano, ubicado entre los 700-800 y los 1500 a 1600 m.s.n.m., presenta microclima más húmedo y mayor densidad de plantas, en aquellas laderas con exposición al norte o hacia el oeste asciende un poco más. A este, le sigue un piso de Arbustal-Pastizal ubicado por sobre los 1500-1600 y 1800 a 2000 m.s.n.m, con un predominio de gramíneas de diversas especies y sobre los 2000 m.s.n.m., la vegetación comienza a escasear, producto del sucesivo aumento de los afloramientos rocosos, apareciendo especies propias de la Provincia Altoandina. Dado que los pisos no presentan límites netos, casi siempre aparecen áreas de transición, lo que da como resultado fluctuaciones de acuerdo a la zona de que se trate. Tecnología Agrícola Los logros alcanzados por las comunidades andinas descansan sobre una serie de tradiciones culturales que a la larga se tornaron en tecnologías, que permitieron interactuar con el ambiente físico y biológico. Uno de los mejores ejemplos de los logros tecnológicos que han hecho famosos a comunidades como “los incas -la red de caminos, el sistema de almacenamiento y de contabilidad, la explotación minera, la elaboración de tejidos, los cientos de miles de andenes labrados en las laderas de los cerros- exigían sistemas de manejo y coordinación sin los cuales las solas técnicas habrían sido ineficaces” (Lechman 1981: 16). Indicadores Bio-climáticos Dado que la Quebrada presenta una topografía accidentada y un ambiente diversificado, el emplazamiento de la mayoría de las estructuras parecieran responder a diferentes patrones constructivos como de uso y función. La interrelación entre emplazamiento y técnica constructiva expresan una realidad operativa, ya que el reordenamiento del espacio, buscó maximizar las oscilaciones ambientales y ampliar considerablemente el uso de la tierra. Esta visión integral de los recursos, permitió a las poblaciones prehispánicas transformar “...“aparentes” desventajas, en ventajas; siendo lo característico de su labor, la planificación a largo plazo, con previsión de los factores que definen el riesgo...heladas, sequías, variabilidad en el régimen de las lluvias, desbordamientos y derrumbes, etc.” (Araujo, H. 1986: 284) Este es el caso específico de la mayoría de las estructuras detectadas en la Quebrada que son adscriptas a una función agronómica. Entre la que se detectan los indicadores bio-climáticos como ser: orientación de las estructuras se acuerdo a lograr el mayor tiempo de exposición solar; confección de las estructuras con materiales que permiten una mejor absorción y refracción solar; la disposición favorece la mayor captación y concentración de humedad; la pendiente logra un discurrimiento homogéneo en todos los paneles; de acuerdo a la irradiación solar se favorece el movimiento de la masa de aire asegurando la disminución de posibles heladas; entre otros.

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Conclusión Los datos recopilados al presente, sugiere que las poblaciones prehispánicas de las Quebradas de El Tala, supieron administrar la información extraída del ambiente a través de sistemas concretos de cognición y percepción que seleccionaron la información más útil y adaptables a la geografía serrana; estos sistemas convertidos en estrategias multidimensionales de producción (ej. Ecosistemas diversificados con múltiples especies) (generaron) “(dentro de ciertas limitantes técnicas y ecológicas) la autosuficiencia alimentaria (Toledo et.al. 1985). Para lograr un entendimiento de la lógica de producción de los sistemas agrícolas prehispánicos, es importante determinar cuan eficaces y exitosas fueron las prácticas centradas en evitar los riesgos ambientales, a través de la modificación radical “del paisaje con el fin de controlar el grosor y la humedad de los suelos así como la temperatura adecuada para los cultivos (Treacy, 1994:29). El manejo y control y control del espacio evidencia una planificación racional y un control sistemático del territorio, donde los indicadores espaciales de la explotación (terrazas, andenes y/o canchones de cultivos) demuestra un manejo integral de los recursos. El inventario del conjunto de estructuras permitirá distinguir e identificar el patrón de uso del espacio, además de inferir que la tecnología de planificación y apropiación territorial, proporciona las respuestas a las demandas comunitarias asegurando la estabilidad social y territorial. Abordar la problemática de La Cultura de la Aguada desde una perspectiva espacial, nos permitirá deducir como era concebido y administrado el espacio a través de un modelo articulado, donde el uso diferencial del espacio, alcanza un equilibrio dinámico logrando con dicha tecnología, ya que esta es favorable al hombre y al ambiente. Bibliografía Araujo, Hilda 1986. Civilización Andina: Acondicionamiento Territorial y Agricultura Prehispánica. Hacia una revaloración de su Tecnología. En Andenes y Camellones en el Perú Andino. Historia Presente y Futuro. Editores Carlos de la Torre y Manuel Burraga, parte IV-II pp. 276-300. CONCYTEC. Cabrera, Lulio 1976. Fitogeografía de la República Argentina. Enciclopedia Argentina de Agronomía y Jardinería. Fascículo 1, tomo II. Edit. ACME. Díaz Álvarez, J. Ramón 1982. Geografía y Agricultura. Componentes de los Espacios Agrarios. Editorial Cincel. Madrid. España.- González Bonorino, Félix 1978. Descripción Geológica de la Hoja 14f. San Fernando del Valle de Catamarca (Provincias de Catamarca y Tucumán). Carta Geológico-Económica del la República Argentina. Escala 1: 200.000. En Boletín N° 60, pp. 9-41. Ministerio de Economía. Secretaría de Estado y Minería. Servicio Geológico Nacional. Buenos Aires. Issi, Lila Silvia Carrizo 1996. Diagnóstico y Propuesta para un Ordenamiento Ambiental. Caso: Quebrada El Tala. Provincia Catamarca. Seminario de Geografía UNCa. Juárez, Héctor Osvaldo 1986. Estudio de la Cuenca del Río El Tala. Seminario de Geografía UNCa.

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Kriscautzky, Néstor. 1995. Arqueología del Formativo Inferior del Valle de Catamarca. Revista de la Secretaría de Ciencia y Técnica UNCa, N°2, pp. 65-82. Consejo de Investigación de la Universidad Nacional de Catamarca. UNCa.. Kriscautzky, Néstor, et al.. 2001. Una Población Aguada en la Quebrada del Tala, Catamarca, Sitio Pezuña del Buey. Actas del XIV Congreso Nacional de Arqueología Argentina. 2001. Facultad de Humanidades y Artes. Universidad Nacional de Rosario. Morlams, Maria C.1995 Regiones Naturales de Catamarca: Provincias Geológicas y Provincias Fitogeográficas. Revistas de la Secretaría de Ciencia y Técnica de la UNCa, N° 2, pp. 1-36. Universidad Nacional de Catamarca Secretaría de Ciencia y Tecnología. Consejo de Investigación. Catamarca. Lechtman, Heather y Soldi, Ana María 1981. La Tecnología en el Mundo Andino. Runakunap Kawsayninkupaq Rurasqakunaqa. Universidad Nacional de México. Puentes, H. 1999. Estructuras Arquitectónicas relacionadas con la producción, manejo hidráulico y uso del espacio en las serranías de Ambato-Manchao y Valle de Catamarca, Dpto. Capital, Pcia. de Catamarca, Republica Argentina. En: Centro Estudio Regiones Secas. Tomo XVI, pp. 39, 58. Fundación C.E.R.S. Tucumán — Catamarca Año 1999.- ...................... Los Primeros Tiempos del Formativo en el Valle de Catamarca, Control de Cuenca, Manejo Hidráulico y uso del Espacio, Un Caso de Estudio: Sitio El Tala. En Prensa. Trabajo presentado en La IV Mesa Redonda de La Cultura de La Aguada y su Dispersión. Desarrollada en el Instituto de Investigaciones Arqueológicas y Museo. San Pedro de Atacama — Chile. 11 al 14 de Octubre de 2000.- Toledo, V.M., et al. 1985. Ecología y Autosuficiencia Alimentaría. Siglo Veintiuno Editores, Ciudad de México.

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ORDENAMIENTO TERRITORIAL CON FINES AGRÍCOLAS EN EL PERIODO FORMATIVO. CERRO COLORADO,

DPTO. CAPITAL. PCIA. CATAMARCA.

Puentes, Hugo A. y Fiant, Roxana Edith Escuela de Arqueología - UNCa

E-mail: [email protected] Introducción Las sociedades prehispánicas ordenaron el territorio en función a sus necesidades, desarrollando una serie de estrategias vinculadas directamente con una idea particular de organización y uso del espacio de acuerdo a actividades relacionadas con el uso de suelo; para lo cual implementaron una serie de estructuras asociadas con la variable eco-topográfica. Este ordenamiento respondió a un uso del suelo diversificado, evidenciado en las distintas estructuras arquitectónicas de filiación agrícola (terrazas, canchones, andenes, y estructuras variadas) obteniéndose un aprovechamiento integral del espacio. El análisis se realiza desde una perspectiva espacial que busca registrar las configuraciones agrícolas en el área del Cerro Colorado, zona de estudio del proyecto marco “Investigaciones arqueológicas en la ladera oriental del Cerro Colorado, Serranías del Tala, Dpto. Capital, Pcia. de Catamarca”, vinculándolas con el desarrollo tecnológico del Formativo Superior en el Valle de Catamarca. El Área de Estudio Situada al Noroeste del Dpto. Capital, el área de estudio se localiza sobre las estribaciones del Cerro Colorado, el que geológicamente corresponde a la formación de las Sierras Pampeanas de origen Precámbrico. Los movimientos tectónicos de la restitución ándica en las Sierras de Ambato, provocaron la geofractura del Cerro Colorado, originando además la Quebrada de El Tala (Juárez, 1986). El mismo constituye el límite Noreste y Este de la Quebrada, por la que circula el río El Tala de caudal permanente, y que recibe el aporte de numerosos causes de agua provenientes de la Sierra de Ambato. Fitogeograficamente, la vegetación dominante corresponde al Chaco Serrano, que debido a la influencia del clima y al régimen de precipitaciones, tiende a disponerse en cinturones o pisos, presentando cada uno fisonomías particulares, “... los rasgos altitudinales ocupados por cada piso varían en función de la latitud, de la longitud y también de situaciones microclimáticas; en especial, la orientación de las laderas” (Morlans 1995: 22). Dando como resultado un piso de Bosque Serrano y uno de Arbustal-Pastizal. La topografía además, rige las condiciones climáticas ya que influye en el desplazamiento de las masas de vientos húmedos provenientes del Este que precipitan en las serranías como lluvias orográficas. La geografía y factores tales como, latitud, altitud y cubierta vegetal circunscriben a la zona dentro del clima Subtropical Serrano (Juárez, 1986: 20). A medida que se desciende por la misma y se ingresa en el valle, las condiciones climáticas cambian en forma paulatina hasta hallarnos en dominios del clima Árido de Sierras y Bolsones (Costello, Costello, 1993: 28). Es en este ambiente donde se observan una serie de estructuras arquitectónicas prehispánicas de clara filiación agrícola, las cuales manifestarían una manera racional de ordenamiento territorial en la que la variable eco-topográfica es quien definiría la forma y disposición que tales estructuras adoptarán sobre la superficie con la finalidad de lograr producción agrícola.

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Ordenamiento Territorial- Uso de suelo agrícola-Variable eco-topográfica Como planteara Merril, ¨ Las tecnologías son las tradiciones culturales desarrolladas en las comunidades humanas para tratar con el ambiente físico y biológico (Ellas) son importantes no solamente porque afectan la vida social, sino también porque constituyen un cuerpo esencial de fenómenos culturales por su propio derecho ¨( Merril 1968: 577,582) De esta manera se observa que las sociedades presentes en el área de estudio supieron administrar la información extraída del ambiente a través de sistemas concretos de cognición y percepción que seleccionaron la información más útil y adaptables a la geografía serrana; estos sistemas convertidos en estrategias multidimensionales de producción (ej. ecosistemas diversificados con múltiples especies) (generaron) “(dentro de ciertas limitantes técnicas y ecológicas) la autosuficiencia alimentaría (Toledo et.al. 1985). Las estrategias también estuvieron centradas en el manejo y control del espacio, lo que evidencia una planificación racional y un control sistemático del territorio, donde los indicadores espaciales de la explotación (terrazas, andenes y/o canchones de cultivos) demuestran un manejo integral de los recursos. El inventario del conjunto de estructuras permite distinguir e identificar el patrón de uso del espacio, infiriendo que la tecnología de planificación y apropiación territorial, proporcionaron las respuestas a las demandas comunitarias asegurando la estabilidad social y territorial, basados no tan solo en la versatilidad de la tecnología que aseguraba la rentabilidad y afianzaba la dominación efectiva del territorio. Conclusión A manera de síntesis podemos decir que en tiempos del Formativo Superior para zona de estudio, el espacio era concebido y administrado a través de un modelo articulado, donde el uso diferencial del suelo alcanzó un equilibrio dinámico logrado con una tecnología capaz de maximizar la heterogeneidad ambiental. Bibliografía Araujo, Hilda 1986. Civilización Andina: Acondicionamiento Territorial y Agricultura Prehispánica. Hacia una revaloración de su Tecnología. En Andenes y Camellones en el Perú Andino. Historia Presente y Futuro. Editores Carlos de la Torre y Manuel Burraga, parte IV-II pp. 276-300. CONCYTEC. Cabrera, Lulio 1976. Fitogeografía de la República Argentina. Enciclopedia Argentina de Agronomía y Jardinería. Fascículo 1, tomo II. Edit. ACME. Díaz Álvarez, J. Ramón 1982. Geografía y Agricultura. Componentes de los Espacios Agrarios. Editorial Cincel. Madrid. España.- González Bonorino, Félix 1978. Descripción Geológica de la Hoja 14f. San Fernando del Valle de Catamarca (Provincias de Catamarca y Tucumán). Carta Geológico-Económica del la República Argentina. Escala 1: 200.000. En Boletín N° 60, pp. 9-41. Ministerio de Economía. Secretaría de Estado y Minería. Servicio Geológico Nacional. Buenos Aires. Hetchet, Susana B. 1995. La Evolución del Pensamiento Agroecológico. Agroecología Capítulo I, pp. 1-14. Bases Científicas para una Agricultura Sustentable. Editor Miguel Altieri. Clades Consorcio Latinoamericano sobre Agroecología y Desarrollo. Santiago-Chile.

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Issi, Lila Silvia Carrizo 1996. Diagnóstico y Propuesta para un Ordenamiento Ambiental. Caso: Quebrada El Tala. Provincia Catamarca. Seminario de Geografía UNCa. Juárez, Héctor Osvaldo 1986. Estudio de la Cuenca del Río El Tala. Seminario de Geografía UNCa. Kriscautzky, Néstor, et al.. 2001. Una Población Aguada en la Quebrada del Tala, Catamarca, Sitio Pezuña del Buey. Actas del XIV Congreso Nacional de Arqueología Argentina. 2001. Facultad de Humanidades y Artes. Universidad Nacional de Rosario. Morlams, Maria C.1995 Regiones Naturales de Catamarca: Provincias Geológicas y Provincias Fitogeográficas. Revistas de la Secretaría de Ciencia y Técnica de la UNCa, N° 2, pp. 1-36. Universidad Nacional de Catamarca Secretaría de Ciencia y Tecnología. Consejo de Investigación. Catamarca. Lechtman, Heather y Soldi, Ana María 1981. La Tecnología en el Mundo Andino. Runakunap Kawsayninkupaq Rurasqakunaqa. Universidad Nacional de México. Toledo, V.M., et al. 1985. Ecología y Autosuficiencia Alimentaría. Siglo Veintiuno Editores, Ciudad de México.

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RELEVAMIENTO Y CLASIFICACION DEL SISTEMA AGRICOLA PREHISPANICO EN LA QUEBRADA DEL RIO DE LOS CORRALES

(EL INFIERNILLO-TAFI DEL VALLE-TUCUMAN)

Caria, M¹; Oliszewski, N; Pantorrilla, M y Gómez Augier, J. ¹ Instituto de Geociencias y Medio Ambiente (INGEMA).

Instituto de Arqueología y Museo (IAM) - UNT - CONICET E-mail: [email protected]

Introducción Se presentan los resultados del relevamiento planialtimétrico y arqueológico realizado en los sitios agrícolas ubicados en la Quebrada del Río de los Corrales (El Infiernillo-Tucumán). El relevamiento consistió en mapear las unidades agrícolas y establecer una clasificación sobre los diferentes tipos de unidades presentes. Luego de realizada la clasificación se procedió a realizar una serie de sondeos con la finalidad de establecer el sistema constructivo de dichas unidades. Se tomaron muestras para la realización de análisis polínicos y de fitolitos con la intención de determinar las especies cultivadas en el área. El área de estudio La zona de la Quebrada del Río de los Corrales (punto noroeste: 26º 43' 04,53'' S; 65º 48' 49,74'' W - punto noreste: 26º 43' 14,04'' S; 65º 47' 24,43" W - punto sudeste: 26º 44' 58,67" S; 65º 47' 46,46 " W - punto sudoeste. 26º 44' 46,67" S; 65º 49' 14,70'' W) se ubica sobre el Abra del Infiernillo (departamento Tafí del Valle, provincia de Tucumán), con una cota altimétrica promedio de 3200 msnm, la cual es una zona de hundimiento dentro del sector norte del sistema del Aconquija. Morfológicamente conforma el límite norte del Valle de Tafí orientado en sentido N-S, que tiene como límite sur a los cerros del Nuñorco Chico (2900 msnm) y Nuñorco Grande (3200 msnm) (Santillán de Andrés y Ricci 1980). Fitogeográficamente el área se ubica en la Provincia de la Prepuna caracterizándose por presentar suelos pobres en vegetación donde alternan pastizales de altura y matorrales mesofíticos (Cabrera 1976). La geomorfología del área de estudio se caracteriza por la presencia de laderas y depósitos de remoción en masa. Las laderas constituyen el 95% de las geoformas. Las laderas presentan pendientes de entre 15º y 35º. Se pueden definir dos tipos de laderas según su sustrato litológico superficial: laderas denudativas con sustrato granítico (LDSG) y laderas con sustrato loesico (LSL). Esta distinción es importante porque las LSL permiten su utilización para la práctica agrícola. Los depósitos de remoción en masa (DRM) son producto de procesos de deslizamientos de algunos sectores de laderas con sustrato basal, las que conformaron un espacio tipo aterrazado sobre un sector de las márgenes del río Los Corrales (Caria et al. 2006). El área de estudio está atravesada por el río Los Corrales, este constituye el cause principal que da formación a la quebrada del mismo nombre. Al mismo confluyen los sistemas de escorrentía derivados de las laderas. Actualmente, este río es de cause permanente mientras los sistemas de escorrentía son semipermanentes, dependiendo de los aportes pluviales estacionales. Metodología Desde el punto de vista arqueológico se realizaron prospecciones en el curso inferior, medio y superior del Río de los Corrales (entre las cotas de 2900 y 3200 msnm) y en los sectores marginales y quebradas laterales, hasta 1 km en sentido transversal al río. El área

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total prospectada se calculó en unos 10 km2. Los sitios fueron registrados con GPS 12 Garmin, fotografía digital y croquis. En algunos de ellos se relevaron las estructuras y practicó una recolección de materiales superficiales. Por otra parte, la identificación de los sitios en cuanto a su posible asignación temporal y cultural se basó en dos fechados radiocarbónicos efectuados sobre materiales provenientes de la Cueva (CC1) y en las características del patrón de asentamiento (forma de la estructura, asociación con otros elementos como ser cerámica). Dado que no en todos los sitios se contó con fechados absolutos, se realizó un análisis comparativo teniendo en cuenta los atributos definidos para los tipos de asentamientos estudiados por Berberián y Nielsen (1988) y Berberián y Giani (2001). Caracterización de los sitios arqueológicos Las investigaciones arqueológicas realizadas hasta el momento en la Quebrada del Río de los Corrales, abarcaron la cuenca media/inferior de dicho río y sus márgenes entre las cotas de ca. 2900 y 3200 msnm. De este modo se recorrieron 5,5 km lineales, es decir desde la confluencia de la ruta provincial 307 y el Río de los Corrales (que después da origen al Río de Amaicha), hasta un sector donde la quebrada del río homónimo se reduce en su ancho a sólo 5 m. La prospección cubrió también los sectores marginales y quebradas laterales, superando en algunos casos la longitud de 1 km en sentido transversal al río, debido al hallazgo de numerosas estructuras o evidencias arqueológicas. Mediante el uso de GPS fueron registrados un total de 25 loci correspondientes a diferentes sitios arqueológicos y/o puntos de toma de muestras geoarqueológicas. A partir de trabajos de prospección en el área mencionada, fueron descubiertas numerosas estructuras arqueológicas asociadas en la mayoría de los casos a material lítico y cerámico detectado en superficie. Dichas evidencias se ubican principalmente hacia la margen oeste del curso del Río de los Corrales y consisten en diversas estructuras arquitectónicas construidas con muros simples y dobles de pirca seca. Si bien se podrá confirmar su funcionalidad específica recién cuando se realicen excavaciones, por el momento podríamos distinguir al menos cinco tipos de sitios (Caria et al. 2006): 1) recintos habitacionales, 2) corrales para animales, 3) andenes de cultivo (la tipología seguida en este trabajo sobre los sectores agrícolas responde a los criterios de Treacy (1994)), 4) de carácter ceremonial, 5) cueva. En este trabajo nos interesa abordar los sitios correspondientes a los andenes de cultivo. Las estructuras agrícolas se detectaron en sectores de laderas de entre 15º y 35º de pendiente, lo cual generó terrazas escalonadas de anchos y alturas variables. La construcción de estos sistemas de cultivo implicó una gran inversión de trabajo y diseño, involucrando un muy buen manejo de técnicas constructivas con rocas, material empleado para los muros de contención. En sectores con mayor pendiente se detectaron andenes de no más de 0,40 m de ancho, mientras que en sectores de menor pendiente, las terrazas tienen entre 1,80 a 2,60 m (en sentido horizontal). Asimismo, el desnivel vertical varía entre 0,60 m y hasta 1,60 m en sectores de mucha pendiente. Cabe aclarar que este sistema de campos de cultivo no presenta conexión topográfica alguna con el curso fluvial del Río de los Corrales, lo cual permite inferir que este sistema agrícola tuvo como única fuente de riego el manejo del agua de lluvia. Se pudieron identificar algunos canales de piedras en sectores que aprovechan el curso de escorrentía natural. Este tipo de estructuras se correspondería con el tipo 5 -estructuras de riego- definido por Berberián y Nielsen (1988). El sistema de drenaje que abarca gran parte del área estudiada constituye un sistema natural integrado a las diferentes unidades arqueológicas mapeadas. Existe una relación directa entre este sistema y el sistema de andenería. Es visible el aprovechamiento de varias de las escorrentías, que surcan o atraviesan las áreas de cultivos prehispánicos, mediante la canalización y desvío del agua hacia las estructuras de los andenes. El sistema de

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canalización del agua fue aprovechado siguiendo las estructuras naturales de escorrentía las cuales fueron modificadas antrópicamente para controlar la velocidad y drenaje del agua. Aspectos cronológicos La cronología para los sitios de la Quebrada del Río de los Corrales se ubicaría en un rango temporal de 2300-600 años AP. Este rango está determinado, en primer término, por dos fechados radiocarbónico realizados sobre dos muestras de poáceas que formaban parte de camadas de paja dispuestas en forma intencional provenientes de la Cueva (CC1). El primer fechado correspondiente a la Capa 2 (3º extracción, microsector C3A) arrojó una edad de 2060 ± 200 AP (UGA - 01616) (Oliszewski 2007) y el segundo fechado procedente de la Capa 1 (microsector B2D) una edad de 630±140 AP (UGA01977) (Caria et al,. 2007). Por otra parte, si tenemos en cuenta la correlación entre estructuras circulares/subcirculares, según lo que plantean desde lo arquitectónico Berberián y Nielsen (sensu 1988) y Berberián y Giani (2001), los sitios de habitación presentes en el área de estudio pueden asignarse, tentativamente, al Formativo temprano-medio (ca. 2300-1200 AP). Además, el material cerámico de recolección puede ser asignable a los estilos Tafí y Ciénaga, correspondiente al rango temporal ca. 2100-1200 AP. Es importante mencionar que es notoria la ausencia de fragmentos cerámicos característicos de momentos tardíos (1000-500 AP). Por lo tanto, podemos sostener que los inicios de ocupación del área se dieron durante el Formativo temprano y llegaron hasta los finales del mismo. Resultados Del mapeo y controles de campo realizados se determinó que el área asociada a los diferentes tipos de sitios arqueológicos detectados se corresponde con un total de 10,87 km2, aproximadamente. De dicha área un 1,77 km2 corresponde a la superficie cubierta por los sistemas de andenería (16,35%). Por otra parte, el 95% de los sitios detectados se ubican sobre las laderas y margen oeste del Río de Los Corrales. Así mismo, los sitios agrícola-ganaderos se encuentran ocupando las laderas con depósitos de loess, mientras que los sitios de habitación se encuentran concentrados sobre los depósitos de remoción en masa y en las laderas con sustrato de basamento granitoides (Caria et al. 2006). El sector agrícola-ganadero (un espacio definido por laderas cubiertas por un sustrato de loess (LSL) y asociadas a un sistema de escorrentía natural) estuvo ocupado por actividades de producción domestica como la cría de ganado (probablemente llama) y cultivo de vegetales (no sabemos si maíz -aunque en la CC1 se recuperaron macroresto de este vegetal no podemos aseverar si proceden de los andenes-, quínoa o algún tubérculo). Este espacio estuvo aprovechado al máximo, ya que la modificación de la superficie de las laderas por el sistema de andenes es muy alto (16,35%). Aunque es importante señalar que “a pesar del alto grado de sofisticación de la ingeniería agrícola, el aterrazamiento no fue, necesariamente, un método agrícola diseñado para rendir excedentes considerables” (Treacy 1994:32). La canalización artificial de las escorrentías naturales hacia los diferentes pisos o niveles de los andenes permite inferir un manejo estacional del agua. Por las características estructurales de los canales y por la ubicación altitudinal de los andenes éstos dependían, exclusivamente, de las precipitaciones estacionales. Se han localizado, en algunos sectores de cumbres de estas laderas, espacios que podrían haber servido como pequeños reservorios de agua a través de los cuales se la distribuiría hacia los andenes. En este sentido es útil considerar lo señalado por Treacy (1994:106) sobre la recolección de agua de escorrentía el cual “es un método que consiste en captar el agua de lluvia y de escorrentía en una presa que dirige el lavado del suelo a una superficie cultivada. La humedad acumulada y almacenada dentro del suelo sostiene el cultivo entre episodios de tormentas”. A su vez, una variante de la técnica de recolección de aguas de escorrentías consiste en

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controlar las escorrentías de presas “naturales” (laderas laterales naturales o de cima de cerro), quizás dirigidas mediante muros de desviación de piedra (Denevan 1980). Estas formas de manejo del agua son los que están presentes en gran parte de los andenes de la quebrada. Es importante mencionar que los andenes se encuentran ubicados sobre las laderas que miran al Este de la quebrada, ubicación que coincide con la entrada de los vientos húmedos que proceden del valle de Tafí, facilitando la concentración de humedad en las tierras cultivables. Por otra parte, la estructuración de los andenes, que en algunos casos sus paredes llegan a medir más de metro y medio de altura en aquellas laderas con fuertes pendientes, indican un sistema de construcción pensado y adaptado a las geoformas específicas y particulares de cada una de ellas. Se sabe que los andenes tienen cuatro funciones básicas: profundización del suelo, control de la erosión, control microclimático y control de la humedad. Estas funciones no son mutuamente excluyentes y es probable que algunas de las funciones reflejen la intención conciente y dominante de quienes construyeron los andenes, pero algunas de las funciones son epifenoménicas o imprevistas (Treacy 1994:42). La retención y concentración de sedimentos formadores del suelo de los andenes está definido por el tipo de construcción de los mismos. Podríamos establecer una relación provisoria entre altura-ancho-profundidad (A-A-P) de los elementos constitutivos de los andenes según la pendiente de las laderas. Donde las laderas tienen una pendiente menos pronunciada, la relación es A<A>P (“canchones” de cultivo), mientras que cuando las laderas son de mayor pendiente la relación es A>A>P (andenes de cultivo) (Caria et al. 2006). Es de esperar que los distintos tipos de andenes presenten un comportamiento diferencial en cuanto a sus componentes pedológicos (análisis de este tipo se están realizando y esperamos contar con resultados que reflejen dicha diferencia). Al respecto, existen trabajos que caracterizan la pedología de sitios agrícolas del Formativo en el valle de Tafí (Tucumán) (Sampietro 2002 y Roldán et al. 2005). Dada las características geográficas actuales de la Quebrada del Río de Los Corrales: pronunciada aridez, pendientes entre 5% y 15% de las LSL, una altitud promedio de 3100 msnm, podría esperarse la ausencia de sistemas agrícolas prehispánicos en el área. Berberían y Giani (2001), consideran que la zona del Infiernillo (Tafí del Valle) es un área improductiva desde el punto de vista agrícola, precisamente porque perciben este paisaje con la mirada de las condiciones ambientales actuales. Nosotros proponemos, mirar al paisaje no como un conjunto de elementos naturales estáticos en el tiempo y el espacio, sino como un conjunto de proxis que tienen una dinámica sujeta a los cambios ambientales del pasado y asumiendo en esa mirada una aproximación al mundo andino (Caria 2006). En este sentido, concordamos con Treacy (1994) al sostener que muchos de los elementos del paisaje que podríamos considerar como limitantes constituyen características beneficiosas para las formas agrícolas prehispánicas. Una forma de aproximarnos a esa comprensión es infiriendo las condiciones paleoambientales que actuaron al momento de la elección y decisión de los grupos prehispánicos de instalarse en la quebrada. La modificación con estructuras agrícolas de un porcentaje importante de las LSL debió implicar una fuerza de trabajo que justificara la antropización de ese paisaje. Y no nos referimos especialmente a un “método agrícola diseñado para rendir excedentes considerables” (Treacy 1994:32) sino más bien, a la importancia social que debió significar para esos grupos instalarse en esta área. La presencia de estructuras de posibles funciones ceremoniales asociadas a las estructuras agrícolas (hasta el momento no se han registrado este tipo de asociación en otras áreas cercanas como ser los valle de Tafí, Amaicha y Santa María) indicaría, además de su significado socio-simbólico, un referente espacial en la toma de decisiones respecto a las oportunidades de siembra en relación directa con la disponibilidad del agua de lluvia (al respecto consideramos la posible relación de estas estructuras ceremoniales con los equinoccios y solsticios).

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Conclusiones Del análisis de los resultados se desprenden las siguientes conclusiones: 1) Se determinaron tres geoformas recurrentes: laderas denudativas con sustrato granítico (LDSG), laderas con sustrato loesico (LSL) y depósitos de remoción en masa (DRM). 2) Los fechados absolutos de la cueva y los aspectos arquitectónicos de los sitios habitacionales permiten proponer un rango temporal de ocupación de los sitios de andenería durante el Formativo temprano y finales de este. 3) La presencia de un sistema agrícola con andenes de cultivo y canalización de las escorrentías indican un aprovechamiento de los recursos del suelo y del agua en su máximo nivel. El gasto energético puesto en la elaboración de este sistema agrícola sólo se justifica si las condiciones de humedad ambiental fueron favorables para que pudiera utilizarse el agua de lluvia estacional. El control de las escorrentías en muchos de los sectores de los andenes junto con la “monumentalidad” constructiva de alguno de estos últimos derivó, seguramente, en un alto control u organización social del trabajo agrícola. 4) Existe una relación directa entre el tipo de andenes y la pendiente de las laderas sobre las que se encuentran. La relación A-A-P permite dimensionar, preliminarmente, una clasificación del sistema agrícola utilizado en el área de estudio. Así mismo, permite también, inferir un manejo racional y sistematizado de las geoformas asociadas a dicho sistema. 5) Berberían y Giani (2001), consideran que la zona del Infiernillo (Tafí del Valle) es un área improductiva desde el punto de vista agrícola, los datos aportados en este trabajo modifican esta afirmación, presentando al área del Infiernillo como un sector donde la producción agrícola prehispánica a través de andenerías fue una práctica común, por lo menos durante el Formativo. 6) Que la agricultura dependiera de las lluvias estacionales, según se desprende de la ausencia de canalización del agua del río hacia los andenes, se explicaría desde el punto de vista paleoambiental. En base a los datos paleoambientales que existen a nivel regional para el periodo Formativo (ca. 2000-1000 AP) éste habría sido un periodo de humedad generalizado y que habría favorecido el desarrollo cultural de muchos de los grupos prehispánicos del NOA. Específicamente, para la zona del Infiernillo, Garralla (1999) determinó en base a un perfil polínico, que antes del 2000±50 AP se evidencia el predomino de la vegetación herbácea con una asociación polínica característica de la estepa graminosa. Desde este momento hasta el 875±20 AP, se registra un incremento en el porcentaje de polen arbóreo y arbustivo con especies típicas del bosque montano subtropical conjuntamente con vegetación herbácea, sugiriendo un cambio en las condiciones frías y secas de la base del perfil a más húmedas. A partir de 875±20 AP hasta la actualidad, el porcentaje de polen arbóreo y arbustivo volvió a disminuir con dominancia de las especies herbáceas sugiriendo una disminución de humedad respecto al periodo anterior. Para el valle de Tafí, sector asociado también, a nuestra área de estudio, se determinaron para este periodo condiciones de mayor humedad que en la actualidad (Sampietro 2002). A nivel regional, en un sector del piedemonte tucumano, específicamente el valle de Trancas, se determinaron condiciones de mayor humedad que la actual en sitios arqueológicos del Formativo (Caria 2004 y Caria y Garralla 2006) y condiciones más secas para el Tardío (Caria 2004 y Caria y Garralla 2003). Por otra parte, la localización de tres niveles de turba (en proceso de datación) en un sector del área de estudio indicarían condiciones de humedad local (estas muestras están siendo analizadas), corroborando los datos paleoambientales regionales. Si tenemos en cuenta estos datos, podría entenderse que el sistema de andenería que analizamos dependiera en exclusividad de los aportes pluviales estacionales.

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Agradecimientos Expresamos nuestro agradecimiento a Rosana González, Guillermo Arreguez, Jorge Funes Coronel y Natalia González Díaz. Bibliografía Berberián, E.E. y A. Nielsen. 1988. Sistemas de asentamiento prehispánicos en la etapa Formativa del Valle de Tafí (Pcia. De Tucumán-República Argentina). En Berberián, E.E. (ed.) Sistemas de asentamiento prehispánicos en el Valle de Tafí: 21-51. Córdoba. Berberián, E. y L. Giani. 2001. Organización intrasitio y macroespacial en el Formativo del Valle de Tafí (Tucumán). En Actas XIII Congreso Nacional de Arqueología Argentina. Tomo 1:409-415. Córdoba. Caria, M. 2004. Arqueología del paisaje en la cuenca Tapia-Trancas y áreas vecinas (Trancas-Tucumán-Argentina). Tesis Doctoral Inédita. Universidad Nacional de Tucumán. Caria, M. 2007. Manejo del espacio geomorfológico en un valle intermontano de la provincia de Tucumán durante la época prehispánica. Acta Geológica Lilloana. (En prensa). Caria, M. y Garralla, S. 2003. Caracterización arqueopalinológica del sitio Ticucho 1 (Cuenca Tapia-Trancas. Tucumán, Argentina). Actas II Congreso Argentino de Cuaternario y Geomorfología: 421-428. Tucumán. Caria, M. y Garralla, S. 2006. Evolución paleoambiental del sitio Acequias (Trancas-Tucumán-Argentina). Actas de Trabajos del III Congreso Argentino de Cuaternario y Geomorfología. Tomo I: 75-84. Universidad Nacional de Córdoba. Córdoba. Caria, M; Martínez, J y Oliszewski, N. 2006. Geomorfología y arqueología de la quebrada del Río de los Corrales (El Infiernillo, Tafí del Valle, Tucumán, Argentina). Actas de Trabajos del III Congreso Argentino de Cuaternario y Geomorfología. Tomo I: 145-154. Universidad Nacional de Córdoba. Córdoba. Denevan, W. 1980. Tipología de configuraciones agrícolas prehispánicas. América Indígena 40:619-652. Garralla, S. 1999. Análisis polínico de una cuenca sedimentaria en el Abra del Infiernillo, Tucumán, Argentina. Actas Primer Congreso de Cuaternario y Geomorfología, 11. La Pampa, Argentina. Oliszewski, N. 2007. El recurso maíz en sitios arqueológicos del noroeste argentino: el caso de la Quebrada de Los Corrales, El Infiernillo, Tucumán. Treballs d’Etnoarqueologia, Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Barcelona. Roldán, J; Sampietro Vattuone, M; Neder, L y Vattuone, M. 2005. Estudios pedológicos y geoquímicas en suelos agrícolas prehispánicos pertenecientes a la cultura Tafí (Valle de Tafí-Tucumán). Actas del XVI Congreso Geológico Argentino. Tomo V: 89-96. La Plata. Sampietro, M. 2002. Contribución al conocimiento geoarqueológico del valle de Tafí. Tucumán, Argentina. Tesis Doctoral Inédita, Universidad Nacional de Tucumán.

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EVIDENCIAS PALINOLÓGICAS EN PUEBLO VIEJO DE TUCUTE. PERÍODO TARDIO DE LA PUNA DE JUJUY.

Lupo, L. 1 2 — Sánchez, C.2 — Rivera, N.3 - Albeck, M.E.1 3

1 CONICET 2 Facultad de Ciencias Agrarias - UNJu

E-mail: [email protected] 3 Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales - UNJu

E-mail: [email protected]

Introducción La zona de Casabindo en la Puna de Jujuy se desataca por las importantes áreas agrícolas arqueológicas que contiene, a pesar de tratarse de una zona marginal para la agricultura. La quebrada de Tucute, ubicada al suroeste del poblado actual, no escapa a esta generalidad caracterizada para las quebradas más septentrionales como Sayate, Potrero, Capinte y Tarante (Albeck 1993, ms). Dicha quebrada, con una topografía muy escarpada, aloja extensos sistemas de andenes, algunos de los cuales probablemente correspondan al momento incaico. En el tramo medio de la quebrada de Tucute se encuentra el enorme poblado denominado Pueblo Viejo de Tucute, también llamado Sorcuyo caracterizado por la presencia de viviendas de planta circular y escasas rectangulares. Estas se emplazan sobre dos lomadas (Loma Alta y Loma Baja) ubicadas a ambos lados del arroyo de Tucute. La cronología del antiguo poblado se halla respaldada por más de una docena de fechados que lo ubicarían en los siglos XI y XV DC; no se cuenta aún con fechados para los andenes de cultivo. La vegetación de la zona pertenece a la provincia puneña, donde se destaca la presencia de la estepa arbustiva de Baccharis boliviensis y Fabiana densa, los pastizales puneños, la vegetación propia del cauce de los ríos y arroyos y la presencia de bosques de queñoas (Polylepis tomentella) y cardones. Los datos polínicos para sitios arqueológicos de esta región y para los Andes Centrales resultan normalmente difíciles de documentar por problemas de preservación vinculados a las condiciones propias de estos contextos (no ideales para la conservación del polen), Los datos de la quebrada de Tucute constituyen los primeros antecedentes en sitios agrícolas de la puna y reflejan un interesante potencial. Metodología Se realizaron muestreos conjuntos (arqueológicos-polínicos sistemáticos), procedentes de diferentes tipos de andenes agrícolas y de la excavación de las habitaciones en diferentes sectores del antiguo poblado. Paralelamente se tomaron muestras de control de superficie para contrastar con los datos arqueopalinológicos. Las muestras fueron procesadas en el laboratorio, la técnica utilizada fue la estándar para sedimentos superficiales y cuaternarios, con algunos ajustes según las particularidades del material arqueológico. Las muestras preparadas resultaron fértiles palinológicamente, con diferencias en cuanto a la concentración de polen por muestras .El conteo incluyó un mínimo de 300 granos por preparado. La identificación de los tipos polínicos se realizó con la ayuda de la palinoteca de referencia para la zona (Lupo, 1998) y la literatura existente (Heusser, 1971; Markgraf y D'Antoni, 1978; Moore y Webb, 1983; Faegri e Iversen, 1989, etc.).

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Resultados y Discusión Los tipos polínicos encontrados se agruparon con un criterio ecológico sobre la base de las formas de crecimiento (bioformas) en árboles, hierbas, arbustos. Se agruparon las asociaciones indicadoras de disturbio humano en diverso grado (pastoreo, cultivos, malezas, etc). Entre éstos los tipos polínicos como Amaranthaceae (incluye Amarantus spp.), Gomphrena, Asteraceae, Chenopodiaceae (incluye Chenopodium, cultivados y malezas), Poaceae >40u (granos de gramíneas grandes, tipo cereales, Zea maiz), Fabaceae Papilionoideae (leguminosas entre las que se ubican Astragalus spp., Lupinus spp., entre otras indicadoras de sobrepastoreo y Malvaceae se consideran indicadores de diversas formas y grado de actividad humana. Esto fundamentado con el modelo de dispersión-depositación polínica en relación con la vegetación actual en el Noroeste argentino (LUPO, 1998) y diversas fuentes. Los recintos Se estudiaron muestras provenientes de perfiles de cinco recintos. Entre los ubicados en el sector de la Loma Baja se destacan los resultados polínicos con alta representación de Poáceae tipo cereales, con diámetros promedio de 75 um (Foto 1, Zea maiz) en el Recinto 3-Nivel V (Fig. 2). Estos indicarían una fase vinculada a la presencia de espigas y cultivos. Las chenopodiáceas en estos ámbitos también pueden estar relacionadas con el abandono del sitio y proliferación del grupo en forma de malezas invasoras, como se refleja en la asociación encontrada en el Recinto 2-1. (Fig. 1.).

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Figura 2. Diagrama Recinto 3 NV

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- Foto 1, Zea maiz Foto 2- Chenopodiaceae-Amaranthaceae Entre los recintos ubicados en la Loma Alta: se presentan los resultados del recinto Recinto 9 Rectangular (Fig. 3. Perfil R9-5). Se observa que están muy bien representadas las chenopodiaceae-amaranthaceae (Foto 2), indicando más bien presencia de las plantas en el sitio ya sea por abandono o también introducción

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Figura 3. DiagramaRecinto 9-5

Andenes de cultivo Se muestrearon 3 andenes de cultivos sobre la Quebrada del Arroyo Tucute, con sus respectivos controles de superficie. ANDEN 1: Ubicado sobre el arroyo Tucute, de exposición Este a 3691 msnm. Con cuarzos blancos, muestra tomada a 15 CM. ANDEN 2: Ubicado en falda sur de quebrada de Tucute, con líquenes en exposición Norte a 3650 msnm, muestra a 5-10 CM. ANDEN 3: Ubicado en falda sur, en exposición Norte, con grandes bloques angulosos, a 3677 msnm, muestra a 5CM En los andenes (Fig. 5 y 7) se destacan en la diversidad polínica y el predominio de poáceas sobre asteráceas, la abundancia de Chenopodiaceae y Malváceae (que permiten inferir disturbio antrópico por pastoreo) como la presencia de Zea maiz.

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Figura 8. Diagrama Anden 2-Control de superficie

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Perfil Paleoecológico Arroyo Tucute En las muestras de una secuencia sedimentaria en estratigrafía y con arqueología en las márgenes del arroyo Tucute, pudo observarse material cerámico removido en el sitio con muy buen estado de preservación (Foto3 - vasija completa, Foto 4). La secuencia principal se ubica en un cono de deyección, pudo tratarse de un antiguo borde de cauce donde se realizaban diversas actividades y además llegó aporte de material de los sectores más altos (Loma Alta). Se destacan entre los tipos polínicos del control realizado, las Poaceas, indicadoras de un pastizal puneño más húmedo que el entorno y la presencia de los tipos Cereal (Zea maiz) en uno de los niveles (A).

Foto 4. Perfil Arroyo Tucute Foto 3. Vasija en estratigrafía

Controles de Superficie Se tomaron muestras de superficie en diferentes sectores de la Quebrada de Tucute, vinculados principalmente a los recintos y andenes para contrastar con las muestras provenientes de los sitios. Se destaca la asociación polínica de estepa arbustiva con predomínio de Asteracae y estepa pastizal con Poaceae. Los bajos porcentajes de Chenopodiaceae- Amaranthaceae y ausencia de Zea maiz en las muestras actuales (Ej. Fig.6 y 8), confirman que los recintos, andenes y perfil paleoambiental destacados en este trabajo reflejan pautas culturales diferentes a las actuales. Estos resultados preliminares constituyen los primeros avances de estudios que demuestran que los datos palinológicos en espacios de cultivos arqueológicos de la Puna pueden aportan información relevante a la interpretación interdisciplinaria del sitio. Bibliografía ALBECK, M. 1993 m.s. "Contribución al estudio de los sistemas agrícolas prehispánicos de Casabindo, Puna de Jujuy". Tesis Doctoral, Facultad de Ciencias Naturales y Museo, UNLP.. FRAEGRI, K. & J. IVERSEN (1989): Textbook of Pollen Analysis. 4th Edition by K. Fraegri, P.E. Kaland, and K. Krywinski, Chichester. GRIMM, E. (1987): CONISS: A FORTRAN 77 Program for stratigraphically constrained Cluster analysis by the method of incremental sum of squares.- Computers & Geosciences Vol. 13, No. 1:13-35. HEUSSER, C.J. (1971): Pollen and spores of Chile. Tucson. LUPO, L.C. (1998): Estudio sobre la lluvia polínica actual y la evolución del paisaje a traves de la vegetación durante el Holoceno en la cuenca del río Yavi. Borde Oriental de la Puna. Noroeste argentino. Disertación. Universidad de Bamberg. Alemania. MARKGRAF, V. & H.L. D'ANTONI (1978): Pollen flora of Argentina. Tuscon. MOORE, P.D. & J.A. WEBB (1983): An ilustrated guide to pollen analysis. London

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