simon david - the wire 10 dosis de la mejor serie de tv

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  • 8/18/2019 Simon David - The Wire 10 Dosis de La Mejor Serie de Tv

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    AnnotationThe Wire es el relato de la brutal guerra de desgaste entre las fuerzas policiales de

    Baltimore y los principales traficantes de drogas de la ciudad. Pero, en realidad, la historiaque nos cuenta The Wire es la de una difuminación: entre el bien y el mal, la justicia y lainjusticia, lo legal y lo ilegal, lo correcto y lo erróneo. lo largo de cinco inol!idablestemporadas asistimos al retrato infinitamente rico, denso, detallado y estratificado de unaciudad media norteamericana: desde los camellos m"s jó!enes que protegen y rentabilizansus esquinas hasta los trabajadores del puerto que se enfrentan al paro, pasando por lascrispadas relaciones entre los representantes del sistema educati!o y los ennegrecidossalones del poder pol#tico o el derrumbe progresi!o de la estructura contempor"nea de losmedios de comunicación. $inalmente, The Wire da cuenta del derrumbe de un %mperio y delas terribles consecuencias para sus ciudadanos desde una infinidad de puntos de!ista.&rrata naturae editores ha querido entrar en el 'negocio( distribuyendo )* nue!asdosis para todos los adictos a la serie. + de la mejor calidad: la magn#fica introducción al!olumen escrita por a!id -imon, creador de la serie un relato in/dito del escritor 0eorgePelecanos, uno de los m"s aclamados guionistas de The Wire y contribuciones de otrosdestacados escritores y pensadores de ambos lados del tl"ntico.

    DAVID SIMON

    THE WIRE. 10 dosis de la mejor serie de la TV

    DAVID SIMON Y OTROS AUTORES

    THE WIRE

    10 DOSIS DE A ME!OR SERIE DE A TEEVISION

    errata naturae

     primera edición: mayo de 1*)*

    2 &rrata naturae editores, 1*)* 3os/ -errano 1, 4o dcha. 15*67 8adrid

    2 a!id -imón, 1**9

    2 ic; odrigo $resan, 1*)*

    23orge ?arrión, 1*)*

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    2 8argaret Talbot, 1**=

    ll rights reser!ed. This te@t appcarcd in The eA +or;er 

    2 -ophie $uggle, 1**9riginally published in ar; 8at@er3ournal

    2 8arc ?aellas, 1*)*

    2 8arc Pastor, 1*)*

    2%!"n de los >#os, 1*)*

    2 0eorges Pelecanos, 1**C

    riginally published in Bnglish by ;ashic Boo;s, eA +or; in the boo; . ?. oir,edited by 0eorges Pelecanos DAAA.a;ashicboo;s.comE

    2 e la traducción de los te@tos ingleses, Bernardo 8oreno, 1*)*

    isbn: 9=5F54F97=559F)F9 depósito legal: -. 6)7F1*)*

    diseGo de portada e ilustraciones: a!id -"nchez maquetación: atalia 8oreno impresión:Hadmos

    impreso en espaGa I printed in spain

    Indi"e

    %ntroducción a!id -imón

    a!id -imón entre!istado por ic; odrigo $res"n

    The Wire: la red polic/ntrica 3orge ?arrión

    la escucha de la ciudad. a!id -imón: un acti!ista tras The Wire. 8argaret Talbot

    ?ortocircuitando el juego del poder. The Wire como cr#tica a las instituciones -ophie$uggle

    -obre negros, drogas, derechos y libertades 8arc ?aellas

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    Ja guerra perdida 8arc Pastor 

    The Wire: poema de la fuerza, urbana conditio %!"n de los >#os

    &l confidente 0eorge Pelecanos

    Introd#""i$n

     David Simón

    «Aquí estamos construyendo algo...todas las piezas tienen importancia».

     Detective Lester Freamon, The ire

    a!id -imón es periodista, escritor y productor de series de tele!isión. &s autor de loslibros !omicide" A #ear on the $illing %treets y The &omer" A #ear in the Li'e o' an (nner)&ity *eigh+orhood , este Kltimo coFescrito con &d Burns, antiguo detecti!e de la polic#a deBaltimore. -imón escribió y produjo adem"s sendas series de tele!isión basadas en estoslibros y estrenadas por las cadenas B? y

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    mal, de h/roes, !illanos y parecidas caracterizaciones Oónde si no es en tramas queresulten asequibles a los espectadores m"s ignorantes o indiferentes Oónde si no es en la bober#a inane y apaciguadora, en las narrati!as autoFaserti!as y autoFtranquilizadoras quereconfortan a los americanos acomodados mientras hacen la !ista gorda ante los americanosm"s desgraciados, para as# !ender mejor furgonetas $ord y comida r"pida, cer!eza y

    zapatillas de deporte, iPods y productos de higiene femenina.Tengamos en cuenta que, durante !arias generaciones, el lustre de los rayos catódicos denuestro campamento nacional y el reflejo tele!isado de la e@periencia americana Iy, pore@tensión, de las democracias occidentales de libre mercadoI nos han llegado desdearriba. Jas pel#culas del este, las polic#acas y las judiciales, las teleno!elas y las comediasde situación, todo ello concebido en Jos Qngeles y ue!a +or; por profesionales de laindustria y posteriormente configurado por distintas entidades corporati!as, est"ndestinadas a aplacar y sosegar al mayor nKmero de telespectadores posible, infundi/ndolesla idea de que su futuro ser" mejor y m"s brillante de lo que es en la actualidad y de quenunca como ahora ha habido un momento tan propicio para comprar y consumir.

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    Jo primero que tu!imos que hacer fue enseGar a la gente a !er la tele!isión de una maneradistinta, a hacer un alto para prestar toda su atención, a sumergirse de una manera que elmedio no e@ig#a desde hac#a ya mucho tiempo.

    + tu!imos que realizar esta labor un tanto problem"tica utilizando un g/nero, junto con sus

    tropos, que durante d/cadas ha sido aceptado como un terreno narrati!o b"sico, ob!io.

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    norteamericanos, en particular, nos morimos de ganas por tener un mito nacional.

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    que nunca. + no sólo !ale esto para &stados Snidos, sino tambi/n para el resto deccidente y para muchas naciones emergentes. ?ada d#a que pasa, recibe el bautismo unnue!o millonario. dos, o tres, o diez, o !einte.

    Pero ha habido tambi/n otro mito de apoyo, que sir!e de balasto contra el capitalismo

    sal!aje que ha salido triunfante, que proclama el logro indi!idual e@cluyendo todaresponsabilidad social y que, por tanto, !alida la riqueza amasada por los m"s sabios yafortunados de entre nosotros. &n otra /poca, en los &stados Snidos nos gustaba contarnosel cuento de que quienes no eran tan listos o !isionarios, quienes no se constru#an mejoresratoneras, ten#an tambi/n un lugar reser!ado para ellos. -egKn ese mito, quienes no son nimarrulleros ni astutos pero se le!antan todos los d#as temprano para ir a ganarse el pan conel sudor de la frente, y !uel!en luego a casa para dedicarse a sus respecti!as familias,comunidades y cualquier otra institución a la que se les pida ser!ir..., esas personas ten#antambi/n un trozo de tarta para ellas. Probablemente no conduzcan un Je@us ni coman fueratodos los fines de semana sus hijos no tengan posibilidades de matricularse en

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    ahora de !i!iendas de lujo.

    e la Sni!ersidad 3ohns

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    adultosI, entonces tal !ez estemos en ese mundo y no en /ste, y tal !ez todo sea paramejor.

    Pero son muchos los que se quedaron en el baj#o tras la marea: hombres y mujeres deBaltimore a los que cada d#a se les recuerda que la ola ya alcanzó su punto m"s alto, y que

    ahora, con la econom#a en pleno reflujo, !alen mucho menos de lo que !al#an en otrotiempo, si es que !alen algo ahora en la econom#a posindustrial. Jos desempleados quefrecuentan los comedores municipales de West Baltimore o que han encontrado un pequeGotrabajo como cajeros o cajeras en tiendas con aparcamiento comunal..., son los americanosque sobran. Ja econom#a ir" dando tumbos sin ellos, y sin cualquiera que consideresinceramente su desesperación. ntiguos trabajadores del acero y de los astilleros, camellosy drogadictos, m"s un ej/rcito de jó!enes contratados para perseguir y encerrar a estosKltimos, putas y puteros m"s una legión de hombres contratados para recoger a las putas ycoaccionar a los puteros..., todos ellos son considerados prescindibles e incompatibles conel modelo económico del ue!o 8ilenio, que desde hace tiempo los declaró irrele!antes.

    Tal es el mundo deThe ire, la m/rica que han dejado relegada.

     o nos equi!oquemos: una ficción tele!isi!a por s# misma no puede Ini deber#aI pretender representar a todo Baltimore o, por e@tensión, a todos los &stados Snidos.Theire no pretende representarlo todo de una cosa tan grande, di!ersa y contradictoria comoes la e@periencia norteamericana. uestros guiones y nuestras c"maras raras !eces se hana!enturado a entrar en >oland Par;, 8ont Washington o Timonium, ni las !idas echadas a perder de nuestros episodios son las !idas aseguradas, realizadas, de las escuelas pri!adas yde los parques empresariales creados con los impuestos del condado y bordeados de"rboles. ?iertamente, The ire no !ersa sobre lo que ha sido rescatado o ensalzado en&stados Snidos. Rersa, antes bien, sobre esa porción de nuestro pa#s que hemos desechado,y sobre el coste que ha tenido para nuestra psique nacional el hacer eso. &s, en sustem"ticas m"s amplias, una serie de tele!isión sobre la pol#tica y la sociolog#a, y, a costa deaburrir a los telespectadores con esta noción, sobre la macroeconom#a. + es, francamente,una serie cabreada, pero con un cabreo completamente sincero.

    +o estu!e trabajando en un gran periódico gris de Baltimore hasta que Wall -treetdescubrió la industria period#stica y la e!isceró en busca de beneficios a corto plazo, y lasgrandes cadenas for"neas !ieron que pod#an hacer m"s dinero produciendo un periódicomediocre que uno bueno. &l culto a la cuenta de resultados, unido a la !enalidad de editorestransplantados y husmeadores de premios, chupó la sangre de lo que de sano hab#a all#. &lcocreador deThe ire, &d Burns, estu!o trabajando en una institución policial de Baltimorehasta que la pol#tica organizati!a y 'el principio de Peter(, unos mandos con el instinto deconser!ación muy desarrollado, acabaron soca!ando el trabajo de los mejores polic#as. troguionista de la serie desde la primera temporada, 0eorge Pelecanos, estu!o !endiendozapatos y trabajando de camarero, y posteriormente pasó !arios aGos in!estigando yescribiendo no!elas sobre esa porción del capital de la nación que sigue pasando pr"cticamente inad!ertida para los dirigentes de la nación, los -haA y los nacostia, dondela !ida negra !i!e marginada a la sombra de los grandes edificios de la democracianorteamericana. &l cuarto guionista, >afael Ql!arez, !io terminar la carrera de su padre enmedio de los piquetes de huelga de los remolcadores del puerto de Baltimore, junto al

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    8cllister ToAing, y /l mismo estaba trabajando como mozo marinero en un buquecablero cuando ichard Price, pasóhoras y horas, por no decir d#as y d#as, en los arrabales de 3ersey ?ity para encontrar all# sus!oces perdidas y tr"gicas, mientras que el se@to, ennis Jehane, de Boston, plasmaba ensus p"ginas las penalidades y el hambre de los barrios proletarios y broncos de ?harlestoAn

    y orchester. -in ol!idarnos de Bill Vorzi, que pasó !arios aGos informando sobre lasco!achuelas oscuras y cargadas de humo de la pol#tica de Baltimore antes de unirse alequipo para ayudar a crear y a dirigir la parte pol#tica de la serie.

    Todos ellos son, por supuesto, escritores profesionales. -er#a engaGoso, adem"s de presuntuoso, decir que los que confeccionamos el guión deThe ire somos unos perfectos proletarios. Sna cosa es ser!ir de eco a las !oces de estibadores, drogadictos, detecti!es ycamellos, y otra muy distinta pretender que estas !oces sean las nuestras. Jos ngeloBar;sdale y los $ran; -obot;a !i!en en su mundo, mientras que nosotros sólo lo !isitamosde !ez en cuando con el boli en ristre apoyado en un cuaderno abierto.

    Pero tampoco ser#a justo categorizar The ire como una serie tele!isi!a escrita y producida por unas personas centradas en escribir para la tele!isión y producir tele!isión. inguno denosotros somos de

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    &&.SS. se ha transmutado en una brutal represión de las clases m"s desfa!orecidas.

    Ja segunda temporada deThe ire abundó toda!#a m"s en esta l#nea un tanto tra!iesa: untratado sobre la muerte del trabajo y la traición a la clase obrera, ejemplificada por eldecli!e de los sindicatos portuarios de la ciudad. O?ómo !amos a in!itar a comprar a

    consumidoresFconFlaF!isaFenFlaFmano cuando les estamos recordando a los numerososconciudadanos suyos Inegros, blancos y mulatosI que se han quedado fuera de juego acausa de un capitalismo elemental, desenfrenado

    OJa tercera temporada Sna refle@ión sobre nuestra cultura pol#tica y las escasas posibilidades de reforma, dada la calcificada oligarqu#a que ha con!ertido el beneficio puroy duro y las frasecitas con gancho en la materia prima de las campaGas electorales. +, hechala presentación de nuestro ayuntamiento, ya est" puesto el escenario para que lostelespectadores contemplen fr#amente el estado de la educación pKblica y, por e@tensión, elideal norteamericano de la igualdad de oportunidades Iy lo que esto puede significar paralos 8ichael, amond, >andy, uquan y afinesI, en la cuarta temporada de la serie.

    $inalmente, para quienes hayan llegado hasta la quinta temporada, una Kltima refle@iónsobre por qu/ perduran estos mundos, por qu/ se falsean las estad#sticas del crimen y semanipulan los resultados de los e@"menes, por qu/ los comandantes son nombradoscoroneles y los alcaldes gobernadores un cuadro somero de lo que queda de nuestra culturamedi"tica, una cr#tica que pone de manifiesto por qu/ no queda ya nadie que haga el trabajosucio de e@plicar la naturaleza e@acta de nuestros problemas nacionales, por qu/ nos hemoscon!ertido en una nación que tolera confortablemente un alto #ndice de fracaso escolar,guerras a la droga hechas por corruptos, diques rotos que producen cat"strofes y pol#ticos!enales.

    + en medio de todo esto, Ocómo puede una cadena de tele!isión atender a las necesidadesde las empresas de publicidad sin, al mismo tiempo, dejar de refle@ionar sobre los espacios!ac#os que hay en la sociedad americana y de decirles a los telespectadores que son un pueblo desemancipado, que los procesos tendentes a enderezar la situación se hanenmohecido y que nadie Iciertamente no nuestros medios de comunicación de masasI parece estar dispuesto a hacer sonar ninguna alarma.

    Ja disociación entre constructo publicitario y cadena tele!isi!a fue el predicado cla!e parala maduración pol#tica de la ficción tele!isada.

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     IOónde est"n los momentos afirmadores de la !ida

     o importaba que la serie se llamara

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    el ethos organizati!o del narcotr"fico en West Baltimore. Por amorales y brutales que pudieran ser, los capos parec#an unos indi!iduos realmente comprometidos m"s, tal !ez,que buena parte de las fuerzas de seguridad desplegadas contra ellos. &n su opinión, todoaquello se parec#a un poco a Rietnam, y es justo reconocer que, como !eterano de aquelfamoso esfuerzo perdedor, &d Burns estaba m"s capacitado que nadie para hacer dicha

    comparación.&scogimos las calles de 8onroe y $ayette de West Baltimore y pasamos todo )997 y buena parte de los tres aGos sucesi!os sigui/ndole la pista a alguna gente de all#. The ?orner se publicó en )99=, y para entonces Imi periódico se hallaba cada !ez m"s a merced de plumillas sordomudos y de ejecuti!os !enidos de fueraI, yo me hab#a mudado al otro ladode la ciudad para formar parte de la plantilla de guionistas de

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     IOMu/ tal a!id 8ills Ia!entur/.

    Sno de los ejecuti!os de la

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    su cabeza las escenas y tomas pertinentes. &n cambio, siento confesar que no me inspiróningKn tipo de confianza.

     ITomaremos en cuenta sus notas sobre el guión, pero nos reser!amos la Kltima palabra.

    Bob aceptó. I+ no queremos que se nos margine en producción. o somos tan e@perimentados comousted, pero a!id y yo sabemos cómo meter la pel#cula en la lata.

     o hubo ningKn problema.

    8eses despu/s, con The ?orner bien dotado ya de un estupendo reparto y equipo t/cnico, ycon un ?harles '>oe( utton que entregaba unas magn#ficas primeras pruebas comodirector de las seis horas, record/ aquella primera reunión con Bob ?olesberry y me dicuenta de que no desear#a !ol!er a rodar nunca m"s sin /l. Sna cosa que hab#a empezadocomo un matrimonio a la fuerza acabó como una boda normal.

    -in reparar en The ?orner, incluso antes de emitirse, pens/ en lo que yo quer#a decirtoda!#a sobre la guerra contra el narcotr"fico, la !igilancia policial y, en definiti!a, lo queestaba ocurriendo en la ciudad en que !i!#a.

    The ?orner era la di"spora de la drogadicción reducida a un microcosmos: una familia rotaque se debat#a en medio del dilu!io de West Baltimore. Jos guiones nos hab#an permitidocomprobar la dimensión humana de la tragedia pero es que el fracaso de la pol#tica sólo pod#a insinuarse con algo muy #ntimo.

    Pero !ol!amos a 8r. Burns, que ahora estaba metido hasta la coronilla en el sistemaeducati!o pKblico de Baltimore ejerciendo de maestro de enseGanza media en la rama de?iencias -ociales.

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    distintos a los de cualquier otro producto tele!isi!o. &lla aceptó, y yo me puse a trabajar denue!o mientras el equipo de The ?orner, que se hab#a dispersado, estaba buscando trabajoen otra parte.

     ina oble, productora y gerente para $ontanaFJe!in son de la pel#cula de la

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    autorización de un pinchazo telefónico.

    &l casting realizado por le@a $ogel en ue!a +or; y Jos Qngeles, y por el temible Pat8oran en Baltimore, superó todas las e@pectati!as. -ólo el papel de 8culty nos daba!erdaderos quebraderos de cabeza, hasta el d#a en que aterrizó en Baltimore una curiosa

    cinta de !#deo procedente de Jondres. &n ella, un actor recitaba a toda !elocidad la escenadel sof" naranja en la que 'Bun;( y 8culty le!antan con esfuerzo a un ngelorenuente, lo registran, le encuentran el busca y se lo lle!an esposado.

    Pero, a diferencia de cualquier otra cinta de casting jam"s grabada, /sta parec#a lasugerencia m"s simple de una buena escena. &l actor, un tipo de mand#bula cuadrada ychulesco llamado West, aparec#a leyendo las l#neas de 8culty despu/s hac#a una pausa,como esperando a que acabara la otra parte del di"logo.

    Tras !arias semanas de bKsqueda tenaz pero infructuosa de un protagonista para la serie,aquella cinta nos cogió con la guardia baja. Bob y yo estu!imos mirando un buen ratoaquella e@traGa mediaFescena y luego nos ca#mos al suelo, presas de una risa incontrolable.l o#rnos, ?lar; 3ohnson, el !eterano de

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     uestra r/plica fue elemental: hab#a que esperar.

    esde el principio, rnar parec#a un marginado, al igual que Jester $reamon y Wallace parec#an unos simples par"sitos. Pero, con el tiempo, resultar#an esenciales para la historia. ecesit"bamos aquel robo en la calle para darle a rnar un lugar en el relato, para

    recordarles a los telespectadores que su banda y /l segu#an !i!os, de manera que, en elquinto episodio, cuando 8culty y 0reggs tratan de detenerle para sonsacarle información,aKn recordamos qui/n es este rnar tan comentado y qu/ es lo que hace para ganarse la!ida.

    espu/s de todo, hab#amos decidido no e@plicarles todo a los telespectadores. &l punto de!ista de la serie era el de quien est" dentro, la famosa mosca en la pared, y no ten#amosninguna intención de desbaratar ese punto de !ista haciendo una pausa para poner alcorriente a la audiencia. ?onsiguientemente, todas las pistas y cone@iones !isuales ten#anque estar plenamente referenciadas, y con inter!alos bien escogidos.

    Tal !ez la primera prueba fundamental de nuestra renuncia a la e@posición y al balance alfinal de cada episodio llegó en el cuarto episodio de la primera temporada, cuandongelo Bar;sdale cargaba por primera !ez con la responsabilidad del asesinato de unamujer en un apartamento cerca de la frontera del condado. -ir!iendo de tapadera para loschicos que trapichean en el 'hoyo(, ngelo describe el asesinato con cierto detalle ysugiere que fue /l quien disparó.

    Posteriormente, en el mismo episodio, 8culty y 'Bun;( 8oreland se encuentran en un piso !ac#o con jard#n e@aminando antiguas fotos de la escena del crimen en que aparece una jo!en muerta y reelaborando la geometr#a del asesinato.

    &sta escena de cinco minutos no ofrece ninguna e@plicación por s# misma m"s all" de lasacti!idades f#sicas de los detecti!es mientras se enfrentan a la escena del crimen y al casicontinuo empleo de la palabra 'uc0  DjoderE en todas sus posibles permutaciones Iunhomenaje desde dentro al gran Terry 8cJarney, !eterano polic#a criminal de Baltimore queen otro tiempo predijo que los polis de Baltimore, dado su gran amor a las palabrotas, sedotar#an un d#a de un lenguaje nue!o compuesto enteramente de /stasI.

    Sn telespectador fortuito que contemplara la escena podr#a afirmar que los detecti!es handescifrado el guión del asesinato. &n efecto, /stos sacan sus conclusiones mientras colocanun casquillo o@idado sobre el alf/izar de la !entana de la cocina.

    Pero, Ocu"l es e@actamente el escenario +, Oencaja con el asesinato del que habló antesngelo +, Oqu/ eran las manchas blancas de la puerta en la foto de la escena del crimen,las gotitas que seGalaba 'Bun;( +, Ocómo aquello impulsó a 8culty a abrir la puerta delfrigor#fico, que luego cerró de golpe +, Opor qu/ ILme cago en la hostiaNI nadie !a ae@plicar qu/ demonios est" pasando.

    Para conocer las respuestas, los telespectadores habr#an tenido que esperar no sólo al finaldel episodio, sino al de todos ellos.

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    con!ence a 'Bun;( y a 8culty de su autenticidad. &, incluso entonces, la e@posición rozael m#nimo.

    ?uando ngelo e@plica que le hab#a lle!ado coca#na a la mujer, la cual hab#a dicho que la pondr#a 'a enfriar(, los detecti!es reconocen la relación con su escena del crimen con una

    sola palabra: I&l frigo Idice 'Bun;(.

    + 8culty asiente sin darle mayor importancia.

    &ste comedimiento calculado les ofrec#a a los telespectadores la oportunidad de hacer algoque la tele!isión raras !eces, por no decir ninguna, les permit#a hacer: quedar libres para pensar sin contemplaciones sobre la historia, sobre los diferentes mundos que la historia presentaba y, en definiti!a, sobre las ideas subyacentes al drama. + la recompensa queobtienen estos telespectadores comprometidos podr#a llegar no al final de una escena o alfinal de un episodio, sino al final de la temporada, por no decir incluso al final de la serie.

    ?omo manera de contar, parec#a la mejor manera de hacer negocios. Pero, aun as#,ten#amos que reconocer que tanta trama, episodio tras episodio, constitu#a un riesgoe@traordinario, incluso para la

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    no!elas de !erdad y con la que, adem"s, comparto cama. &ntre sus obras abundan libros detapa dura, aut/nticas rupturas de cap#tulo y una prosa descripti!a que !a bastante m"s all"de 'S% %T&>?%J & T&J 0&&>J I Z(.

     Inte todo Ime hizo saberI, te has comparado con

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    ?orey Par;er >obinson, que hac#a el papel de detecti!e -ydnor, cre#a haberlo adi!inado:

     IRan a salir por un resquicio legal, Oa que s#

    &ra una suposición comprensible dado que est"bamos en un plato en el marco del proyecto para West Baltimore, donde hab#amos rodado buena parte de la serie. Pero, con la cabezalos guionistas ya est"bamos en otra parte, y, como un toque final, seguros de queentregar#amos a 8culty a la polic#a mar#tima al final del Kltimo episodio.

    Para entonces, muchos telespectadores hab#an ol!idado la profec#a del sargento Jandsman,hecha en el episodio piloto, de que 8culty acabar#a poni/ndose a los mandos de laembarcación si no dejaba de pro!ocar a los jefazos del epartamento. esde el episodio piloto, ya hab#amos decidido sobre la tem"tica de una segunda temporada, en caso de que/sta tu!iera lugar.

    + cuando 8culty se embarcó con la Snidad de 8arina, la escena Icomo se pod#aesperarI transcurrió sin di"logos, nada m"s que con 'Bun;( 8oreland y Jester $reamondirigi/ndose despacio hacia el borde del muelle y lanz"ndole una botella de 3ameson bajo elrugido de los motores.

    -i has cogido el chiste, estupendo. 0racias por permanecer con nosotros.

    -i no, pues... lo siento. &sto es lo que sabemos hacer.

    &s Jaura Jippman, de nue!o, a quien hay que atribuirle el m/rito de haberme hecho leer a0eorge Pelecanos. o es que no me hubieran ad!ertido antes de lo que 0eorge hab#a estadohaciendo con sus no!elas Aashingtonianas Imedia docena de otros escritores me hab#anin!itado encarecidamente a fijarme bien en /l, comparando su !oz y su material con la deThe ?órnerI, Pero todos los habitantes de Baltimore cargamos con este chip sobreWashington, y aunque yo hab#a crecido en el mismo barrio de la capital del pa#s que0eorge, hac#a tiempo que me sent#a m"s hijo del orte y hab#a adoptado todos losestereotipos reinantes sobre estos hijoputas encorbatados, que se mo!#an en lo m"s alto dela escala salarial, les ol#a el culo a abogados y !i!#an cerca de la )F96.

    ?uando, finalmente le hinqu/ el diente a The -Aeet $ore!er y !i que Pelecanos hab#aestado escarbando en un Washington completamente distinto, todo cobró pleno sentido param#. +, posteriormente, cuando me encontr/ con 0eorge en el funeral de un amigo comKn,intent/ e@plicarle lo que est"bamos tratando de hacer conThe ire, y por qu/, probablemente, le interesar#a unirse al proyecto.

     I&s una no!ela para tele!isión Ile dije conteniendo la respiración por miedo a que pudiera o#rme mi consorte, que tambi/n asist#a al acto.

    l igual que muchos escritores, 0eorge hab#a sido blanco de pedradas, dardos yhumillaciones por intentar lle!ar al cine muchas de sus !aliosas historias, e inmediatamenteagarró aquella oportunidad. espu/s de todo, en el mundo del cine son los estudios, por no

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    decir incluso los directores y las estrellas, quienes gozan de todos los fa!ores. Pero, en latele!isión por entregas, al tratarse de historias continuadas, es el guionista quien tiene'succión(. + en la oth +, Opor qu/ no tambi/n a esemaldito 8el!ille que yo no dejaba de mencionar +a lle!aba unos aGitos sin escribir nada,O!erdad.

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    Bob se rió de la desfachatez de mis comentarios, pero a su manera tambi/n se dedicó aampliar la serie durante la segunda temporada, transform"ndola, de una saga limitada a polisFcontraFcamellos en algo m"s amplio, suficientemente panor"mico para justificar elmucho talento 'guion#stico( y actoral con que contaba.

    Jos muelles podridos y las f"bricas ruinosas del puerto Iy, sobre todo, esas grKas góticasde -eagirt y Jocus PointI le dieron a ?olesberry el elemento !isual que necesitaba paramostrar precisamente eso que pod#a hacerse con una serie de tele!isión filmada in situ.

    &stos patrones hab#an sido siempre los de los directores con los que hab#a trabajado a lolargo de su dilatada carrera cinematogr"fica Ilos de -corsese, Par;er, Benton, $orsyth yng JeeI y /l hab#a hecho un aprendizaje e@celente, pasando de encargado de e@terioresa primer director au@iliar, y finalmente a jefe de producción. o era el t#pico ejecuti!o conel trasero pegado al sillón. &ra m"s bien un ratón de plato, familiarizado con todos losaspectos del quehacer f#lmico y entregado a la causa del relato.

    -u elegancia, y la de Sta BrieseAitz, la directora de fotograf#a durante estos primeros aGos, prestó una sutileza especial al rodaje a lo largo de toda la primera temporada. &n elepisodio piloto, con!iene reparar en la decisión de mantener el plano amplio, rodandodesde el otro lado de la calle, mientras 'WeeFBey( regaGa a ngelo por haber hablado denegocios en un coche. 8ientras 'Bey( reprende a quien es menos e@perimentado que /l, lo!emos enmarcado por la puerta de un restaurante de comida r"pida, bajo un signo de neónque dice BS>0&>-.

    ngelo, humillado, aparece debajo de un segundo letrero: ?

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     unca hab#a entrado en nuestros planes hacer la misma ficción temporada tras temporada.+ Bob, ya con!encido de que la Kltima palabra sobre el guión deThe ire la deb#an tenersólo los guionistas, apostó por dar prioridad al aspecto 'guion#stico(. unca se le !io m"scontento, con relación a la trama de la serie, que durante las reuniones con los guionistas para la tercera temporada unas reuniones en las que participaba acti!amente, para regocijo

    general. este respecto, recuerdo que, en mitad de la reunión con!ocada para tratar el segundoepisodio, >ichard Price e@presó su sorpresa al enterarse de que el hombre que ten#a sentadoa su derecha no era en realidad un colega guionista.

     IBob es el productor ejecuti!o.

    Sn t#tulo que, en t/rminos de ay ?ol/, un tipo desgalichado y des!alidoque simbolizaba el ethos cotidiano de la Snidad de ay ?ol/, la mayor parte de ellas de #ndole cómica y a e@pensas del personaje.

    $inalmente, y lo m"s importante, le presionamos para que hiciera lo Knico para lo que, al parecer, hab#a pasado prepar"ndose toda su !ida: el Kltimo episodio de la segundatemporada, no sólo estu!o producido, sino tambi/n dirigido, por >obert $. ?olesberry.&ntre otras cosas, es /l el !erdadero autor del montaje final de una industria moribunda!ista a tra!/s de los ojos de ic; -obot;a Iunas im"genes descarnadas, brutales, editadas juntas de tal manera que sugieren la ira del relato en su totalidadI.

    ?uando Bob murió, enrero de 2004 Icon sólo cincuenta y siete aGosI, a resultas de una operación de corazónque se hab#a complicado, a todos los que trabaj"bamos en la serie aquello nos pareció unaaut/ntica atrocidad. Toda!#a no hab#a dado todo lo bueno que atesoraba en /l, o al menoseso cre#amos todos a pie juntillas.

    &n los tres aGos que siguieron, hicimos lo posible para mantener unida la plantilla que Bob?olesberry hab#a ido formando paraThe ire. s#, seguimos con muchos de los directores

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    !eteranos que ?olesberry hab#a elegido para las dos primeras temporadas, y por supuestocon su propia esposa, Haren Torzón, encargada de las labores de postproducción y perfectamente conocedora de la manera como /l quer#a que fuera la serie. Todo lo quehicimos mal en las Temporadas Tres, ?uatro y ?inco, Bob no pudo impedirlo, y todo lo quehicimos bien, debemos, sin lugar a dudas, atribu#rselo a /l.

    Por Kltimo, con!iene dejar claro que nunca quisimos ofender a nadie.

    mbientamosThe ire en una ciudad real, con problemas reales. Sna ciudad que est"gobernada, !igilada y poblada por gente de carne y hueso que cada d#a se enfrenta a todotipo de problemas. &l sistema escolar que describimos es en efecto el sistema escolar en elque enseGó &d Burns. Ja infraestructura pol#tica es justo /sa de la que Bill Vorzi estu!oinformando durante dos d/cadas. &l periódico en el que centramos parte del relato de laKltima temporada es en efecto el periódico en el que yo mismo estu!e penando yaprendiendo muchas cosas de la ciudad.

    l alcalde no le caemos bien. i al comisario de polic#a, ni al delegado de educación, ni aleditor del Baltimore -un. i falta que nos hace. -i yo desempeGara sus funciones,considerar#aThe ire, y sus antecedentes !omicide y The &orner , como sendos malesnecesarios. +, haciendo caso omiso por un momento de la industria cinematogr"fica quefloreció aqu# durante la Kltima d/cada, yo me preguntar#a un d#a s# y otro tambi/n, qu/ estan malditamente necesario.

    igamos, para nuestro descargo, que el relato presenta la etiqueta de 'ficción(, lo quequiere decir que podemos tomarnos unas libertades que el periodismo no puede ni debetomarse. lgunos de los acontecimientos descritos en las sesenta horas que duraThe ire ocurrieron realmente, y otros... sólo se rumorea que ocurrieron. 8uchos de losacontecimientos descritos no han ocurrido, pero tal !ez la Knica matización a hacer es quetodos ellos podr#an haber ocurrido, y no sólo en Baltimore, sino tambi/n en cualquier otragran ciudad de &&.SS. que se tenga que enfrentar a la misma clase de problemas.

    ?iertamente, no creemos que las cr#ticas hechas hayan sido un golpe bajo. &l epartamentode Polic#a de Baltimore amaGaba realmente las estad#sticas de los delitos para que el alcalde pudiera ser nombrado gobernador. &l sistema educati!o no consigue que la gran mayor#a delos estudiantes llegue al final de ciclo, y el profesorado intenta que se aprueben como sealos e@"menes est"ndar en !ez de educar realmente a los alumnos. simismo, la mano deobra sindicada y la dignidad del trabajo est"n desapareciendo del paisaje urbano, y la guerracontra la Knica industria que queda en muchos barrios, es decir, el narcotr"fico, se ha !ueltouna farsa brutal. +, s#, el Knico periódico super!i!iente en Baltimore ha pasado las dosKltimas d/cadas reduciendo plantilla y contenido, e in!iniendo los recursos restantes enmarrullas propias del periodismo de 'impacto( y en la cultura del premio a toda costa. &nrealidad, ha dejado de informar de manera fidedigna acerca de la ciudad, y actualmente nose entera casi de ninguna de las historias que realmente importan a la !ida de Baltimore.

    &s una cr#tica muy dura, sin duda. Pero casi todos nosotros !i!imos en esta ciudad. + porelección personal. +, al !i!ir en Baltimore, !emos lo que est" ocurriendo aqu#, tanto lo bueno como lo malo, y hablamos de ello interesados de !erdad en la mejora y

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    super!i!encia de la ciudad. l hablar como ciudadanos de Baltimore, es natural y justo quemetamos todo lo que sabemos, y nos preocupa, en estas historias.

    Pero, para ser realmente justos, con!iene puntualizar tambi/n que las historias son m"suni!ersales de lo que parecen: sus ecos llegan no sólo a West Baltimore, sino que resuenan

    tambi/n en lugares como &ast -t. Jouis, orth $iladelfia o -outh ?hicago. +, a juzgar porla reacción en cadena a esta ficción allende los mares, parece que estas historias se danasimismo en ciudades que los guionistas no contemplamos cuando nosotros iniciamos este!iaje. Tal !ez Baltimore no contenga m"s mierda que esos otros sitios. -i tal fuera el caso,entonces estas historias sólo tendr#an significado para la gente de aqu#.

    The ire describe un mundo en el que el capital ha triunfado por completo, la mano de obraha quedado marginada y los intereses monetarios han comprado suficientes infraestructuras pol#ticas para poder impedir su reforma. &s un mundo en el que las reglas y los !alores dellibre mercado y el beneficio ma@imizado se confunden y diluyen en el marco social, unmundo en el que las instituciones pesan cada d#a m"s, y los seres humanos, menos.

     I&l mundo !a por un lado Idice 'Poot(, refle@ionado, apostado en su esquinaI. + lagente, por otro.

    8uchos pueden considerar que, en su uni!ersalidad, estas historias son c#nicas ydesesperanzadas con respecto a la humanidad en su conjunto. +o no estoy tan seguro. Jos problemas de este nue!o e intimidador siglo son ciertamente merecedores de ciertadesesperación. + una nación supuestamente grande que es incapaz de construir diques lo bastante fuertes para mantener a sal!o a una ciudad que se encuentra al ni!el del mar, nos parece igualmente incapaz de aceptar desafios como, por ejemplo, el calentamiento global.-i tenemos en cuenta que, durante generaciones, los Pa#ses Bajos se han mantenido con/@ito, gracias a sus firmes diques, al abrigo del 8ar del orte, la respuesta institucional de&&.SS. a este tipo de problemas parece justificar un notable grado de cinismo.

    Pero en todas estas historias de Baltimore -!omicide, The &orner y The ire I, e@iste,creo yo, una firme fe en la capacidad de los indi!iduos, un atento reconocimiento denuestras posibilidades, de nuestro humor e ingenio, de nuestra capacidad para perdurar encierto modo. &stas historias son, de una manera humilde pero cre#ble, una celebraciónhumanista en determinados puntos en los que la esperanza, aunque no e@presada, est"claramente impl#cita.

    ?iertamente, estas historias no e@altan los ladrillos, la argamasa ni las instituciones deBaltimore, ni ahorran cr#ticas a las fuerzas del orden, al sistema educati!o, a la pol#tica ni al periodismo estadounidenses. Pero al menos abordan la ciudad honestamente y est"n escritascon un afecto de conciudadanos que deber#a resultar e!idente incluso para lostelespectadores de Jondres, ?iudad de 8/@ico o Beij#n. RiendoThe ire, los !erdaderosconocedores de mi ciudad se sonreir"n al !er el mazo golpear la pinza de un cangrejo, ocuando un carrito de fruta y !erdura tirado por un caballo se deslice por el fondo de laimagen. Por su parte, los forasteros se perder"n muchas referencias, pero no Icreo yoI lasensación general de que est"n aprendiendo cosas importantes de una ciudad.

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    -i son historias duras, al menos est"n contadas con cariGo, de una manera matizada yafectuosa para con todos los personajes, y as#, independientemente de lo que lostelespectadores puedan opinar sobre polic#as y camellos, drogadictos y abogados,estibadores y pol#ticos, docentes y periodistas, o sobre cualquier otra alma que se pasee porel uni!erso de The Wire, sabr"n que, en el fondo, forman parte integrante de la misma tribu,

    que comparten las mismas calles y que est"n comprometidos en la misma lucha atemporal.!#lio de &00'

    (altimore) Mar*land

    Da+id Sim$n)

    entrevistado por Nick Hornby

    «La pauta que sigo para intentar ser verosímil es muy sencilla 3la vengo siguiendo desdeque empec6 a escri+ir 'icci7n4"que se 8oda el lector medio».

    a!id -imón

     ic;

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    ic;ens pod#a ser!ir de punto de referencia interesante: a!id -imón y su equipo deguionistas D0eorge Pelecanos, >ichard Price y ennis JehaneE se lanzaban en picado desdelo m"s alto hasta lo m"s bajo, desde el despacho del seGor alcalde hasta la esquina decualquier calle Iy los camellos de las esquinas aparec#an tratados con una empatia y unacompasión como se ha podido !er pocas !ecesI. &l lastimoso 'Bubbles(, que siempre

    anda con un carrito de la compra lleno de art#culos robados, es la !ersión de Baltimore del barrendero 3oe.

     os comunic"bamos mediante correos electrónicos. Snas semanas despu/s, concertamosuna entre!ista en Jondres. Da!id -imón est" haciendo un programa sobre la guerra de %raqen colaboración con un !ecino m#o. o es broma: el productor del programa !i!eliteralmente al lado de mi casaE. Pasamos un buen rato hablando de deporte y de mKsica.

    Ni", Horn-*

    NI/ HORN(Y: Perm#teme que empiece haci/ndote una pregunta relacionada con el proceso de la escritura. O?ómo echaste a andar Pues en todas las temporadas ha habidounos formatos y unos ritmos muy poco con!encionales. OPensaste en hacer algo distintoantes de echar a andar o durante el proceso de creación de la serie.

    DAVID SIMON ?reo que en The ire se percibe enseguida que es una serie que se alejade muchas de las con!enciones y tropos de la ficción tele!isi!a. o est" estructurada segKnla serie tele!isi!a al uso antes bien, trata de imitar la forma de la no!ela moderna, es decir,enfocar las cosas desde distintos puntos de !ista. OPor qu/ &n primer lugar, porque loscreadores y sus colaboradores no son escritores ni por formación ni inclinación. &nrealidad, no deja de ser curioso que hayamos acabado produciendo una teleno!ela para la

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    con!irtiendo mi primer libro en !omicide" Li'e on the %treet . cept/, pues, el trabajo y alfinal consegu# producir en solitario mi segundo libro para la

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     producto distinto. Jos chiflados que lo hacemos !i!imos en Baltimore, y, por lo que aPrice, Pelecanos y Jehane se refiere, en su obra literaria escriben sobre ciudades desegunda fila de las zonas industriales deprimidas de la ?osta &ste, como 3ersey, o de la parte nororiental de Washington, o sobre orchester, en !ez de sobre 8anhattan,0eorgetoAn o el bostoniano barrio de Bac;. Bay. osotros somos de la otra m/rica, o de

    la que se ha quedado atrasada respecto de la era posindustrial. o !i!imos en Jos Qngelesni asistimos a sus saraos lo que hacemos no lo hacemos con el fin de triunfar en el mundodel pasatiempo tele!isi!o con un /@ito asegurado y conociendo a gente pija ni reser!ando lamejor mesa en el %!y. L3oderN Ja Kltima !ez que 0eorge y yo cogimos el coche para ir acenar al %!y, tu!imos que esperar cuarenta y cinco minutos para que nos dieran mesa, y nosanunciaran como los 'Pelicanos( [)\ . osotros no pertenecemos a esa clase de gente ninecesitamos el dinero ni el ni!el de Veitgeist que se e@ige para pertenecer a ella. osotrosnos mo!emos por los di!ersos Baltimores del mundo escribiendo lo que queremos y nuncatenemos el ojo puesto en si eso !a a !enderse tanto como, por ejemplo, una ficción con m"scaras blancas, m"s t#as con tetas e@plosi!as y m"s escenas con sangre a borbotones.

     uestras moti!aciones son las reacciones naturales de unos escritores que !i!en muy cercade una e@periencia americana concreta Ie independiente de

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    tele!isión Dseries policialesE pero in!irtiendo el formato. &n !ez del habitual productotele!isi!o 'tipos buenos persiguiendo a tipos malos(, que se cuestionara la !alidez de talesetiquetas y se preguntara si tales nociones, claramente morales, ser!#an realmente de algo.

    Ja serie tratar#a sobre el capitalismo sal!aje que !a arras"ndolo todo, sobre cómo el poder y

    el dinero se confabulan en una ciudad americana postmoderna y, finalmente, sobre por qu/los que !i!imos en ciudades relati!amente grandes no sabemos resol!er nuestros propios problemas ni curar nuestras propias heridas. &n aquella fase de gestación, &d Burns y yo junto con el ya fallecido Bob ?olesberry, consumado cineasta que hizo las labores de productor y director y creó el patrón !isual paraThe ire I concebimos una serie que,temporada tras temporada, metiera el bistur# a un sector concreto de la ciudad americana, demanera que, hacia el final de la producción, este Baltimore simulado representara a toda la orteam/rica urbanita por haber sacado a relucir, y abordado de lleno, los problemas b"sicos de la !ida urbana.

    Primera temporada: lo que no funciona en la guerra contra el narcotr"fico y el tema perennede las instituciones postmodernas que se mantienen de!orando a los indi!iduos a los que sesupone que deben ser!ir, o sir!en de hecho. -egunda temporada: la muerte del trabajo y ladestrucción de la clase trabajadora estadounidense en la era posindustrial, con el puerto deBaltimore como telón de fondo. Tercera temporada: el mundillo pol#tico y las posibilidadesde reforma, con la municipalidad como telón de fondo. ?uarta temporada: la igualdad deoportunidades, con el sistema de la enseGanza pKblica como telón de fondo. &n cuanto a laquinta y Kltima temporada, tratar" de los medios de comunicación y de nuestra capacidad para reconocer y abordar nuestras propias realidades, con los periódicos y canales detele!isión de la ciudad como telón de fondo.

    OJe e@pusimos a la

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    acercarse a los barrios aristocr"ticos del >oland Par; de nne Tyler. Jaura Jippman semue!e por todos los barrios de la ciudad, pero sus Kltimas no!elas est"n claramenterelacionadas con el condado de Baltimore, es decir, con la e@tensión geogr"fica que rodea ala ciudad de Baltimore. Ja autora e@plora lugares como ToAson, Padonia y Aings 8ills,adonde se ha mudado buena parte de la clase mediaFalta.

    Pero, en fin, yo estoy con!encido de que los escritores, al abandonar los escenariostradicionalmente dominantes de ue!a +or;, Jos Qngeles, Washington o ?hicago, tienenm"s posibilidades de retratar fielmente la situación de muchas ciudades de segunda fila,menos famosas. ue!a +or;, Jos Qngeles, ?hicago o Washington son ciudades famosas acausa de su tamaGo, de la cantidad de dinero que mue!en y de su singular cultura Due!a+or; es la capital de las finanzas, la moda y el teatro, adem"s de icono cultural, mientrasque Washington es la sede del gobierno y Jos Qngeles la capital cinematogr"fica del pa#sE.Por su parte, Baltimore es una ciudad posindustrial situada entre la capital pol#tica del pa#sy $iladelfia, que se est" esforzando por encontrar su futuro y reconciliarse con su pasado.&n este sentido, se parece a -t. Jouis, ?le!eland y $iladelfia ! a otras muchas antiguasciudades industriales de &stados Snidos, por lo que las cosas que se cuentan de esta ciudad pueden aplicarse perfectamente a otras ciudades parecidas. + aunque las cosas que secuentan tengan un marco y una cultura espec#ficos, de "mbito local, pueden trasladarsef"cilmente a otros lugares, lo cual les presta una rele!ancia adicional.

    -i bien reconozco mi ignorancia general, imagino que un relato ambientado en Jondres esun relato propiamente londinense, desde el punto de !ista del entorno urbano no aplicable aningKn otro lugar del >eino Snido, mientras que un relato ambientado en 8anchester podr#a aplicarse f"cilmente a Jeeds, Ji!erpool, eAcastle o a cualquier otra ciudad parecida. Jos de aqu# nos imaginamos Knicos en nuestro g/nero y tendemos a sobre!alorarlas cosas de nuestra urbe pero, a otro ni!el, nos topamos con las mismas cosas en cualquier otra ciudad.

    NH &n una no!ela de nne Tyler, creo recordar que alguien se pregunta en ciertomomento si Baltimore es una ciudad del orte o del -ur. &sta ambigXedad ayuda tambi/nun poco, sin duda, cuando se intenta e!itar el tipo de infle@ión 'gran ciudad( de la queest"s hablando.

    DS -#, esa pregunta sobre si se trata de la ciudad norteGa m"s meridional o de la ciudadsureGa m"s septentrional del pa#s, la han interiorizado todos los ciudadanos de Baltimore.8aryland Dy BaltimoreE se encontró muy di!idido al estallar la 0uerra ?i!il, hasta el puntode que el presidente Jincoln tu!o que arrestar, sin cargos, a los legisladores del &stado, en$ort 8c

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    el c/ntrico cementerio de 0reenmount.

    -iguiendo con esta inKtil lección de historia, podemos recordar tambi/n, en cla!e patriótica,que fue en el fuerte 8coyal 8arines para matar a los tiradores, que sellamaban Wells y 8c?omas. D&st"n enterrados en un sepulcro situado en el barrio pobre deBaltimore &ste y cerca del fuerte hay sendas calles con sus nombresE.

    '8uy bien(, contemporizó el gu#a, quien a ios gracias esbozó una sonrisa mediodi!ertida. al menos eso me pareció.

    NH Paso ahora a preguntarte por el reparto. 8e gustar#a saber si los actores hicieronalguna aportación a los personajes representados. Porque me parece que retratar a unoscamellos callejeros con la precisión con que tK lo has hecho Ino son el t#pico ej/rcito dedesalmados !iolentos, sin rostro, indiferenciableI debe e@igir mucha paciencia y muchoingenio. O&staba todo eso en el guión O&n qu/ medida te implicaste personalmente en elreparto

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    esos tipos Dresulta siempre desconcertante, si has !isto antes The ire, toparte con un polic#a o un pol#tico que fuma porros...E. 8e gustar#a saber qu/ es lo que estabas buscando.O

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    estadounidenses y sea capaz de dominar el acento. -us caras son poco conocidas aqu# y, por tanto, son menos susceptibles de distraer a los telespectadores.

    &mpezamos a rodar a finales de marzo [de 1**=\ y seguiremos hasta mediados de agosto.^sta ser" la Kltima temporada. L&s curiosoN &l pKblico americano ha necesitado cuatro

    temporadas para llegar a descubrirnos, pero esta Kltima temporada ha ocurrido algo, y L!ayasi nos ha descubiertoN ?uando pasen unos aGos sin que aparezcamos en la pantalla, seremosfamos#simos. &n los Kltimos dos o tres meses, tanto el eA +or;er como la *e5 #or0 Times 1agazine nos han pedido permiso para mandar gente al rodaje e ir as# abriendo el apetitodel pKblico con !istas a la quinta temporada, que no se emitir" hasta 1**5. &n Baltimoreestamos acostumbrados a que no nos hagan mucho caso. &so nos incomoda un poco, peroen fin, intentamos resignarnos.

    NH 8e interesar#a bastante conocer tu relación con Baltimore, quiero decir, en el plano pr"ctico. ?asi todos los altos estamentos aparecen acusados de corrupción, dejadez, esp#ritu!engati!o, etc/tera. O?u"l ha sido la respuesta oficial O&scriben al respecto losautóctonos +, Oqu/ hace tu prensa de eso o creo que haya en &&.SS. una sola ciudadque haya tenido que enfrentarse a unos tipos como !osotros.

    DS Ja respuesta r"pida es que los personajes que representan el mundo del trabajo, oincluso a las capas medias, por regla general aceptan mejor nuestra ficción que las personasque ostentan algKn poder. &l alcalde, que es tambi/n gobernador de nuestro &stado Dfueelegido en los comicios del pasado otoGoE abomina e!identemente de la serie. espu/s deemitirse la primera temporada, nos retiró el permiso y pidió a los distintos organismos de laciudad que dejaran de colaborar con nosotros. &n una con!ersación posterior que mantu!oconmigo por tel/fono, me hizo saber que Baltimore no quena figurar 'en la serie Theire(. +o le record/ que, antes de entregarle el borrador de guión a la

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    de esto hace dos aGos, un d#a que le ped# permiso durante la comida, Ono lo recuerda(.

    's# que $iladelfia se lle!ar#a el dinero por rodar all#, pero la ciudad retratada seguir#asiendo Baltimore, Ono es eso(.

    '&@acto(.Jarga pausa, seguida de: '>econsiderar/ su petición del permiso de rodaje(.

    + colgó. Pero en honor del alcalde hay que decir que, a partir de aquel momento, se !ol!ióm"s estoico y guardó silencio sobre la serie, y los principales estamentos de la ciudad I que hab#an dejado de colaborar con nosotrosI, de repente, dieron un giro de cientoochenta grados: desde entonces, las infraestructuras pol#ticas y empresariales de Baltimorehan dado muestra de gran profesionalidad, asegur"ndonos tres temporadas seguidas derodaje. -in duda hay que reconocerle al alcalde cierta capacidad de maduración. 8uchos polic#as de a pie, cha!ales del casco !iejo, camellos, estibadores, funcionarios currantes,etc/tera, que siguen la serie dicen que les gusta bastante Puede que eso no sea e@tensible atodo el mundo. espu/s de todo, sólo preguntamos a la gente que entre!istamos, y tal !ezla gente a la que no le gusta, o no aprecia lo que estamos haciendo, se est" esforzandosimplemente en ser amable con nosotros. Pero puedo asegurar que, cuando mar,'-tringer( o 'Bodie( se bajan de la cara!ana durante un rodaje en plena ciudad, sonsaludados con grandes muestras de afecto y fidelidad por todos los !ecinos que acuden a!er. &l 'otro( sector de &stados Snidos, el sector m"s desdeGado del pa#s, parece tener lasensación de que finalmente se est" haciendo una serie de tele!isión que retratafidedignamente el mundo en el que !i!e.

     o deja de ser curioso que, tras emitirse la primera temporada, la /poca en la que el alcaldeestaba bastante cabreado, la corporación municipal decidiera presentar una campaGa de publicidad destinada a mejorar la imagen de Baltimore, al tiempo que alud#a a la malaimagen que estaban dando de ella algunas producciones tele!isi!as Den realidad sólo hab#auna producciónE. o ten#a nada que objetar a que la corporación hiciera lo que quisiera paramejorar la imagen de la ciudad Dincluido, por supuesto, el preocuparse del sinf#n de sus problemas sociales y económicosE, y, en pri!ado, a tra!/s del presidente de la comisióncinematogr"fica del &stado, instamos a los impulsores de dicha campaGa a que se limitarana hacer hincapi/ en esa acción positi!a y la disociaran de cualquier referencia, oblicua o decualquier otra #ndole, aThe ire. uestra postura era que el gobierno no deb#a meterse acomentar Icomo acto gubernamental, los indi!iduos pueden decir lo que les apetezcaI el!alor de cualquier historia contada por cualquier ciudadano sobre cualquier asunto. &l promotor de la campaGa hizo caso omiso de nuestra petición y la resolución fue sometida al!oto del comit/.

    cud# a la reunión de dicho comit/, no como a!id -imón, Productor ejecuti!o deTheire, ni como el a!id -imón de la

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    cualquier caso, con aquella inter!ención m#a les toqu/ un poco m"s aKn las pelotas, y probablemente fue aquello lo que desencadenó la airada con!ersación telefónica delalcalde: el promotor de la moción era un pol#tico de su mismo bando. Pero supongo que,cuando a uno le lanzan una piedra, lo mejor que puede hacer es de!ol!erla.

    NH -iempre que me entran ganas de escribir para The ire, me doy cuenta enseguida deque no sabr#a reproducir la !erdadera jerga de los narcos. O?onoc#as tK tantas cosas de ellosantes de empezar O te han puesto al d#a personas que est"n m"s familiarizadas con esemundillo

    DS Ja pauta que sigo para intentar ser !eros#mil es muy sencilla Dla !engo siguiendo desdeque empec/ a escribir ficciónE: el lector medio... que se joda. lo largo de mi carrera como periodista, siempre me dijeron que ten#a que escribir pensando en el lector medio. &l lectormedio, tal y como ellos lo entend#an, era un suscriptor blanco, acomodado, conFdosFhijosI comaFyFalgo y tresFcochesFcomaFyFalgo, un perro y un gato, m"s los consabidos aparejos de jard#n una persona ignorante que necesita que se lo e@pliquen todo, ya mismo. s#, tue@posición se con!ierte en un peso incre#ble, en un aut/ntico peGazo. Mue le jodan. Mue le jodan pero bien.

    +a desde !omicide, el libro, decid# escribir para gente que !i!e lo que cuentas, para gentede ese mismo mundo. 8e guardar#a para m# algunas cosas, suponiendo que ellectorYespectador sab#a m"s de lo que sab#a realmente, o pod#a saber, con una razonabledosis de esfuerzo por su parte yo andar#a por ah# callejeando el tiempo que hiciera faltahasta conseguir captar de qu/ iba realmente el asunto. Tambi/n me di cuenta Iy esto fuem"s importante para m#I de que el libro o el material filmado ser#a un fracaso si la gentede esos mundillos, tras leerY!er mi relato, sent#a que yo no hab#a logrado captar su mundode una manera respetable.

     o cometer errores. &n el mundo period#stico, esto no significa querer que la gente est/ deacuerdo con cada p"gina que escribes. !eces, la naturaleza conflicti!a de lo que estoydiciendo me e@ige escribir cosas que no le gustan a la gente desde el punto de !ista delcontenido. Pero desde el punto de !ista del di"logo, de la jerga, la descripción, el tono..., yoquiero que cualquier detecti!e de homicidios, camello, estibador o pol#tico de cualquierrincón de &&.SS. se le!ante y diga: 'LndaN s# es el mundo en el que me mue!o(. ^se esmi objeti!o. o es fruto de orgullo, ambición o antojo de escritor, sino fruto del miedo. el p"nico absoluto. ?omo tantos otros escritores, yo paso los d#as con el !ago temor a que, enalgKn punto, alguien que sabe m"s que yo se ponga a escribir un tocho indicandoe@actamente dónde mi trabajo resulta plano, mendaz, apoyado en falsos supuestos, hechode mala gana. +o me !eo etiquetado como escritor, recibo buenas cr#ticas, y me persiguenlas mismas dudas soterradas, latentes, incluso despu/s de mis /@itos. -ospecho quemuch#simos escritores tienen la misma sensación. ?reo que eso es fruto de la arrogancia propia de quien se le!anta en el transcurso de una reunión alrededor de la hoguera ydeclara, b"sicamente, que tiene la mejor historia que se pueda contar ahora y que la gentedeber#a escucharla, joder. &l oficio de contar historias y quienes las cuentan est"nenfangados en el onanismo del 'haced me caso(. 'L&scuchadme bienN +o soy de Baltimorey tengo aqui una mierda que ten/is que !er, coGoN ejad a un lado esa porquer#a de&%( 1iami y prestad un poquito de atención, so capullosN Roy a contarlo de la manera m"s

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    aut/ntica, m"s guay, y...(. sea, que, en mi caso, presentarte como el escritor curandero dela tribu sólo e@ige como credencial una docena de aGos escribiendo art#culos policiales enBaltimore y una licenciatura corriente en una masificada uni!ersidad estatal. &n teor#a, Opor qu/ yo Pero me da la impresión de que un buen escritor, independientemente de su origen,duda de su propia !oz un poquito, y de su derecho a que los dem"s oigan su !oz. Puro

    descaro. OMui/n te ha dado !ela a t# en el cortejo de los contadores de historiass# que... s#, para los camellos y los maderos, pas/ !arios aGos recogiendo material. Muer#asaber qui/nes son, cómo piensan y hablan. ?uando hubo que aGadir pol#ticos, bueno, meinform/ un poco acerca de la pol#tica para captar el tono general, pero incluimos a BillVorzi, el mejor periodista pol#tico del /altimore %un, en el plantel de guionistas. ?uandollegamos a los estibadores, incluimos tambi/n a >afael l!arez, antiguo periodista yescritor de relatos que hab#a dejado de escribir para unirse al sindicato de marineros, y cuyafamilia lle!aba trabajando en la industria na!al desde hac#a tres generaciones. + el resto denosotros, yo incluido, pasamos !arias semanas intentando conocer de cerca a lostrabajadores portuarios y su mundillo, y a los sindicalistas del sector, o simplemente paseando por las terminales portuarias d#a tras d#a a fin de dar mayor !erosimilitud anuestros personajes. e nue!o, lo que yo quer#a era que los estibadores de &stados Snidos!ieran The ire y dijeran: '&sta serie mola. -e nota que conocen mi mundo. unca hab#a!isto mi mundo reflejado en la tele, pero estos t#os lo han cla!ado(. unque tambi/n tem#aque alguien saliera con: 'Raya montón de chorradas. tra !ez la misma historia(.

    Jo cual nos lle!a de nue!o al tema del lector medio.

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    !isión sea una serie o miniserie m#nimamente larga, siguiendo esta mala met"fora. Pero si, por ejemplo, est"s en un sitio y cuelgas la bolsa y te acercas al bar o garito de la esquina yhaces el ganso un poco y de paso unos cuantos amigos, y te abres a un nue!o ambiente, auna nue!a /poca y a una nue!a gente, entonces Pronto tendr"s la sensación de !i!ir en unmundo totalmente distinto. Pues de esto se trata: de con!ertir la tele!isión en ese tipo de

    !iaje, en el plano intelectual. Jle!ar esos pedazos de &&.SS. que se encuentranoscurecidos, postergados o incluso segregados respecto de la gente corriente y tratar dedemostrar su rele!ancia y e@istencia para la gente corriente de este pa#s. ecir, en suma:'&sto forma parte del pa#s que hab/is hecho. Tambi/n esto forma parte de lo que somos yde lo que hemos construido. >efle@ionad sobre ello, panda de capullos(.

    Ja Knica diferencia entre lo que nosotros hacemos y un !iajero de largo recorrido que e!italos caminos trillados es que nuestros espectadores no tienen realmente necesidad de hacerel ganso. i siquiera tienen necesidad de le!antar el culo del sof". qu# pueden captar loque se est" cociendo en un corrillo de narcotraficantes o en una Snidad de ichard Price que me enamoró desde The WanderersDJas pandillas del Bron@E, pues ten#a que enseGarle mi territorio un poco. Por aquella/poca, yo estaba in!estigando y escribiendo The ?órner, el libro. s# que cogemos el cocherumbo a West Baltimore, y yo empiezo a enseGarle el barrio donde &d y yo estamos yarecogiendo material para nuestro trabajo. l doblar una esquina, me tropiezo con 0ary8c?ullough, uno de mis personajes principales. + 0ary, que acaba de conseguir droga ytiene un colocón de campeonato, empieza a charlar con nosotros, se r#e de algo que hedicho y e@clama: '3o, t#o, eres como un appleFscrapple(. &s una e@presión t#pica deBaltimore pasada por la jerga afroamericana que significa algo as# como tomar un platoespecial o darse un capricho. l poco de decirlo 0ary, noto un gesto picaruelo en la cara dePrice, y pienso de repente: '8ierda, me !a a quitar el appleFscrapple. &spero que no lo publique antes que yo si no, adiós muy buenas(. Por supuesto, en cuanto 0ary se marcha,>ichard se !uel!e a m# y me recita: 'LppleFscrappleN L8e lo quedoN(.

    LMu/ cabritos, estos escritoresN

    (altimore Time

     Rodrigo Fresán

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    >odrigo $res"n es uno de los escritores m"s aclamados de su generación. Tras su e@itosare!elación con !istoria argentina, ha sido considerado como uno de los abanderados de la jo!en narrati!a argentina. &s autor igualmente de >idas de santos, Tra+a8os manuales, :speranto, La velocidad de las cosas y 1antra. ?on ?ardines de $ensington obtu!o el

    Premio Jateral de arrati!a y fue finalista del Premio Jara de o!ela, siendo publicado ellibro con gran /@ito de cr#tica en lemania, Brasil, &stados Snidos, $rancia, eino Snido, Polonia, -uecia y en proceso de edición en siete pa#ses m"s. $res"nreside en Barcelona y acaba de publicar su nue!a no!ela: :l 'ondo del cielo.

    %%%

    UNO. unca estu!e en Baltimore pero ahora !uel!o a Baltimore.

    l Baltimore que conozco sin jam"s haber estado all#.

    l Baltimore 'ri0i y transgresor de 3ohn Waters, al Baltimore melancólico y casi color sepiade Barry Je!inson, al Baltimore alucinado por el alucinado &dgar lian Poe, al Baltimoredonde transcurren las adorables no!elas de nne Tyler, al Baltimore de un tal a!id -imón.

    Jo que equi!ale a decir Iluego de ese Kltimo nombre propio que, despu/s de todos y todolo anterior y de tanto y tantos que han quedado fuera, el Baltimore al que ahora !uel!o esnada m"s y nada menos que el Baltimore donde transcurre una serie de tele!isiónllamadaThe ire.

    DOS. Ruel!o al Baltimore en el que nunca estu!e Dpero en el que pas/ tantos d#as y nochesdurante cinco temporadasE con ?odales marca 0oogle &arth. ?omo si descendiera desde lasalturas, acerc"ndome sin prisa pero sin pausa a los lugares que me interesa recorrer yre!isitar. Pero antes, entre las nubes, algunas cosas que dije antes, aqu# cerca, en un libro deesta misma editorial, a propósito de otro sitio en el que jam"s estu!e pero que conozco tan bien Del hogar y ecosistema de una familia maGosa en eA 3ersey y sus alrededoresE y queme parece pertinente recordar antes de tocar tierra firme.

    saber:

    1.«The ire es The /eatles. Pero The Beatles no podr#an haber e@istido si no hubierae@istido antes &l!is Presley. + Los %oprano es &l!is. Ital !ez mejorI $ran; -inatra.unque a !eces Jos -oprano se parece un poco demasiado a ean 8artin. Jo que no es uninsulto sino casi todo lo contrario(.

    &.«Los %oprano es realista pero The ire es real. The ire es un reality shoAimpecablemente escrito, con los mejores concursantes posibles y magistralmente dirigido(.

    2. 'o pasa semana sin que algKn intelectual de renombre diga eso de ]-i ?er!antes Y-ha;espeare Y usten Y ic;ens Y umas Y Proust !i!iera, hoy estar#a escribiendo guiones

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     para la

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    Bien!enidos, entonces, no sólo a Baltimore sino, tambi/n, al Baltimore Time que no es la'

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    Dquienes s# recurrieron a Personalidades de Baltimore para que hicieran de ellos mismosE porque no quer#an que sus personajes tu!ieran otra !ida conocida m"s all" de la quelle!aban en The ire.

    &l tercer mandamiento Iy acaso el principalI es tener claro que uno se sienta a !er

    tele!isión. + que !er tele!isión no debe ser algo complicado y que e@ija demasiado trabajoa quien se apoltrona frente al aparato. Ja !ida es complicada. Ja tele!isión Ise supone,eso nos enseGaronI no. &n todo caso que sea complicada para los personajes, pero queesas complicaciones jam"s se trasladen a quien sostiene el control remoto sospechando queno tiene el m"s remoto control de su e@istencia. Sna cosa es, relajadamente, no entender loque pasa en la muy e@tra!iada y finalmente simplona Lost  Dporque esa es la 'gran idea(:que nadie Iempezando por sus guionistas y protagonistasI entienda nadaE e irse a dormircon una sonrisa boba y casi dopada. + otra muy diferente es Iantes de irse a dormir conuna mueca tensaI no entender The ire porque no se hace el esfuerzo suficiente, porqueno se siguen esas serpenteantes con!ersaciones, porque uno se pregunta cómo es posibleque la c"mara no se haya mo!ido durante los Kltimos quince minutos o se necesiten casitodos los cap#tulos de la primera temporada para conseguir el permiso para acti!ar unaescucha telefónica y que reci/n en la quinta temporada se recorten flecos sueltos de la primera.

    + otro apunte para una mejor comprensión del Baltimore Time:The ire Icomo !ouse, /ones o cualquiera de los demasiados &%(  I es lo que se conoce como un procedural. &sdecir, como algo que e@plica y recorre paso a paso un determinado procedimiento cuyoobjeti!o es resol!er un crimen o diagnosticar una enfermedad rara. &n sesenta minutosm"@imo incluyendo ?ornerciales.

    Pero, a diferencia de las series reci/n citadas y de tantas otras,The ire se propone hacerloen un tiempo real. + la realidad es tanto m"s lenta que la tele!isión. Ja realidad, tampocosuele proponer soluciones limpias y claras, y no le otorga al espectador el pri!ilegio deresol!er o adelantarse a los forenses o m/dicos, m"s all" de que comprenda poco o nada la jerga cient#fica.

    Pero no importa.

    &nThe ire, por lo contrario, se entiende hasta la Kltima palabra de lo que con!ersan entreellos los polic#as Dno as# lo que con!ersan los dealersE. Jo que no significa que siempre setiendan sus moti!aciones porque Ia diferencia de 0regory

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    s#,The ire e@ige del espectador el mismo entrenamiento y aprendizaje Iel mismotrabajoI que e@igen no!elas como 1o+y Dic0, ;lises, La montaa m@gica, :n +usca deltiempo perdido o Icomo bien seGaló alguienI los cantos eternos de la (liada o la 9disea.

    s#,The ire fue definida por >ichard Price Dm"s detalles sobre /l y sobre su obra m"sadelanteE como 'el equi!alente a una no!ela rusa en la

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     por occidentales de los giros de las ruedas del ;arma. Jo mismo, a su manera, sucedetemporada tras temporada en The ire. Sn c#clico !ol!er a comenzar: Baltimore permanece, los personajes permanecen y apenas cambia el escenario principal donde todosse mue!en y con!ersan y escuchan y llenan formularios y, de tanto en tanto, disparan susre!ól!eres tan lentamente. saber: la primera temporada centra sus acciones en el ambiente

    de la droga la segunda en el puerto y los muelles en decadencia la tercera en los pasillosgubernamentales y alrededores la cuarta Den lo que para muchos fue el suicidio ?ornercialde la serie, para muchos otros su cima creati!a, y para mi un golpe de genio y de audaciasin antecedentes en el medio, con el e@ polic#a >oland 'Prez( PryzbyleAs;i ascendiendo a protagonista como dedicado maestroE en una escuela de los barrios bajos y la quinta en un periódico.

    lgo similar ocurre con la mKsica y la presentación de la serie. tros gestos marmotianos. lo largo de las cinco temporadas escucharemos la misma canción I'Way oAn in the

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    guionista de -imón 5# BurnsE y donde, s#, ya comienza a latir ese particular Baltimore Time.

    Ristas y admiradas en perspecti!a Idesde el aqu# y ahoraI, pueden entenderse sin problemas a !omicide y The &orner  como prequels de The ire D!arios de sus actoresaparecen en una y en otraE que, de inmediato, hicieron lucir a nobles intentos pre!ios I 

    como !ill %treet /lues o *#D /lue I como algo m"s cerca de ( Love Lucy o Friends.Jo que estaba claro es que a!id -imón se quedó con ganas de m"s.

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     por ah#, en nuestro canal fa!orito Oo pasar" esta nue!a !anguardia catódica apenas por elhecho de tener m"s tiempo y de poder mostrar y decir m"s cosas Oo ser#an igual de!anguardistas Io aKn m"s, casi en el principioFseries como The T5ilight one donde hab#aque contarlo todo en apenas !einte minutos, satisfacer a los patrocinadores y no trasponerlos f/rreos l#mites morales de net5or0s conser!adoras >ecordad, m"s cerca de nosotros,

    ciertos episodios de 1ad A+out #ou o de Friends funcionando como casi perfectos relatosde The *e5 #or0er . + as# !ol!emos a lo mismo de siempre: qu/ es m"s f"cil, Oescribir uncuento inmenso o una gran no!ela + hasta aqu# llego y aqu# me bajo, porque se me acabael tiempo. -incronicemos, otra !ez, nuestros relojes con la hora de Baltimore, por fa!orE.

    SIETE. OMu/ se puede hacer sal!o leer no!elas y !er series policiales mejor dicho: Opor qu/ todo el mundo Ien los caf/s, en los aeropuertos, en el tren de alta !elocidad, en elmetroI sostiene entre sus manos, con los ojos bien abiertos y mo!iendo los labios como sirezaran, libros que chorrean sangre caliente en este in!ierno espaGol tan fr#o y, por lasnoches, se arropan con las mantas de algKn programa donde un detecti!e mira a c"mara, yrepite alguna !ariación contempor"nea de aquel casi fundacional '&lemental...( -e meocurren !arias teor#as posibles y ninguna respuesta definiti!a. Tal !ez tenga que !er con queen los tiempos de grandes crisis económicas Ipensad en el crepKsculo del %mperioBrit"nico, en la 0ran epresión 1ade in ;%A de los aGos 1*, en el Big ?rac; de ahoramismoI, es cuando m"s se descorchan !enenos y se disparan armas para que florezca elcad"!er en la biblioteca, flote boca abajo el cuerpo de un g"nster en un muelle o una hac0er  pun0i ele!e el asesinato y la !enganza andina!a a una de las bellas artes. ?uando estamosen problemas buscamos soluciones, s#. Sna cosa queda clara: los códices ancestrales, losniGos brujos y los !ampiros bien peinados !an y !ienen y pasan pero el policial permanece.

    Porque, finalmente, el policial y lo policial son fiel retrato social. ime cómo matas y tedir/ cómo !i!es. + de ah# ese perturbador y delicioso escalofr#o que sentimos leyendoacerca de un tipo normal, hasta ese d#a en que no aguanta m"s y decide hacer algo que,teóricamente, no estaba en el guión de su !ida pero sin embargo...

    0ente como &ric ?ash, protagonista de La vida '@cil , la nue!a no!ela de >ichard Price,maestro absoluto del thriller .

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    literatura enseGando :l ran ats+y a un grupo de presidiarios. Price es gracioso y c#nico,sabe que antes de The ire estu!o su &loc0ers y Ifrente a auditorios colmadosI no tiene problemas en calificar a los dem"s a la !elocidad del zapping . s#, para Price, la icardo Piglia propon#a la teor#ade que toda forma inicialmente bastarda del arte era redimida y ascendida a noble reci/ncon la aparición de una nue!a forma bastarda. s#, la no!ela popular reci/n asum#a gestosde !anguardia con la llegada del cine popular, que reci/n era coronado como s/ptimo artecon la llegada de la retardada tele!isión que, ahora, ele!a !ertiginosamente su coeficienteintelectual, cortes#a de ese infinito caos que es la >ed y sus deri!ados.

    e ser esto cierto,The ire es lo m"s alto a lo que se ha llegado y lo m"s alto a lo que sellegar".

    Pró@imamente: serie en internet sobre adictos a internet.

    NUEVE. + all# estoy yo ahora Iah# dentro me enredo y me desenredoI chequeandodatos y fechas y nombres sobre The ire en internet, y me pregunto si alguna !ez podr/terminar de escribir sobre The ire. Oónde cortar O?u"ndo desengancharse Oeber/!ol!er a !erla OJos sesenta episodios O lo largo de !arios d#as sin dormir O-er" seguroe@perimentar semejante sobredosis de Baltimore Time OTendr" sentido !ol!er a

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    engancharme O?ómo era que se llamaba ese pequeGo y monstruoso traficante Iera machoo era hembraFde la quinta temporada O&ra /l o ella o eso quien mataba a mar

    DIE;. &n eso estoy, en eso pienso, Aay doAn in the hole, cuando er`tra en mi ordenador uneFmail de &stados Snidos.

    8e in!itan a un college, a pasar una semana all#, en 8aryland.

    Pregunto qu/ ciudad hay cerca.

    'Baltimore(, me responden. + agregan, por las dudas, '&s la ciudad donde transcurreTheWire(.

    ll" !oy, otra !ez.

    T

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    operación que realizaThe ire se pudiera haber hecho por otros medios que no fueran lostele!isi!os.

    -er#a posible establecer una clasificación de las teleficciones norteamericanas de nuestra/poca segKn su !elocidad interna. &n un e@tremo tendr#amos los productos de acción en

    que las situaciones l#mite y los giros argum/ntales se suceden a ritmo de !/rtigo, como 14 oPrison brea; en el centro, cambiando instantemente de !elocidad, estar#an e@ter oPerdidos y en otro e@tremo, la relati!a lentitud de las mejores teleseries de la historia,como A dos metros +a8o tierra, Los %oprano o The ire. &n el primer e@tremo tendr#amos la per!i!encia del h/roe y de la /pica en nuestra /poca acelerada y crepuscular en el centro,la hibridación gen/rica en el opuesto, la tragedia melodram"tica y realista. Ja profundidadcon que pueden ser desarrollados los personajes depende justamente del tiempo que sededica a su e@ploración y a sus metamorfosis.

    Ja !elocidad interna de la obra de a!id -imón y &d Burns es similar a la de una no!ela.Jo que interesa es diseccionar las entraGas de la ciudad al mismo tiempo que sucede lo propio con las de los personajes. o sólo hay que escribir los di"logos, sino tambi/n elespacio interno y e@terno, las neurosis humanas y la urbe en que tienen lugar. ?adalaberinto de intestinos y neurosis actKa, por metonimia, como representación del laberinto pol#tico, racial, social, económico, semiótico, religioso y pasional que es una metrópolis. Ja primera temporada deThe ire supone, precisamente, la instauración de un ritmo narrati!oque, en un futuro, permita penetrar en el interior de los polic#as, de los delincuentes, de los pol#ticos, de los ciudadanos y, en paralelo, en el monstruo de Baltimore, una ciudad gris y puramente norteamericana de m"s de C**.*** habitantes. -i toda obra importante incorporasu propia pedagog#a, es decir, sus instrucciones de uso Iimpl#citas o e@pl#citasI, Theire no es una e@cepción: la primera temporada introduce al espectador en un conte@todefinido por nue!as reglas, que distancian la teleserie de sus contempor"neas. &l realismo jam"s !a a ser sacrificado en aras del espect"culo la estructura, en contrapunto, !a ae@perimentar una progresi!a e@pansión espacial desde la esquina Dcomo unidad m#nimaurbanaE hasta el conjunto de la ciudad Dcomo intersección en el mapa arterial de los &stadosSnidosE el tempo !a a ser demorado y la elipsis !a a actuar como contrapeso de latentación de acelerar sólo habr" personajes redondos la cla!e !a a residir en la escritura.

    Porque es a tra!/s de la escritura como se nutre el aplastante realismo deThe ire. Snrealismo que Icon precisión dic;ensianaI parte de cada palabra pronunciada en slang,crece en los planos de detalle y de conjunto, se alimenta de la e@periencia directa de losguionistas y de algunos de los actores en di"logos y guiones de arquitectura perfecta,in!ade la pantalla tanto en las im"genes panor"micas como en las citas que inician cadacap#tulo. Sn realismo literario que hace !isible la conciencia del personaje, su interioridad,sus !ai!enes !itales, su e!olución o in!olución. o hay duda de que la teleserie apuesta por el protagonista colecti!o sin embargo, tampoco hay duda de que el cap#tulo final, con suentierro simbólico, nos recuerda que el Knico posible protagonista indi!idual ser#a8culty. + 8culty es alguien que !i!e dos !idas dentro de la ficción: una !idadesordenada, tumultuosa, de se@o urgente y e@cesos de alcohol y una !ida familiar,abstemia, autoFcontrolada. os !idas en tensión. lguien que representa la herenciairlandesa Den cla!e casi naturalistaE, la integridad profesional Dhasta el rid#culoE y !arios procesos de adaptación y de inadaptación Dcomo todos los que ocurren en la teleficción:

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    absolutamente !eros#milesE. &s decir: es un personaje con estratos, con crisis, hecho de lamateria gaseosa que configura y desfigura la conciencia y la trayectoria de cada serhumano.

    -obre todo del ser humano tal como nos hemos acostumbrado a percibirlo a tra!/s de la

    literatura contempor"nea: una criatura contradictoria e inconformista, cuya plasmación haido reclamando IperiódicamenteI nue!as formas. ?omo las camaras de seguridad, consu fijación aparentemente neutra, que tantas !eces son apedreadas al otro lado de nuestra propia mirada DO!ersión suburbial y contempor"nea de la cuchilla en el ojo de BuGuelE.?omo la !acilación de los planos, que en Sfi montaje que en muchos cap#tulos recuerda aldel realismo sucio, se con!ierten en espejos de esos personajes tr/mulos, peones de unaciudad que funciona y e@iste a pesar de ellos. &l hiperrealismo parece ser la respuesta a esta pregunta: O?u"l es a forma óptima para representar la ciudad durante la primera d/cada delsiglo % Pero la respuesta no puede ser tan simple: el hiperrealismo es por naturalezamicroscópico, milim/trico, yThe ire se mue!e continuamente entre lo m#nimo y lom"@imo, quemando millas sin salir de Baltimore. Jo hace a tra!/s de la creación de unared. Sna red que se e@pande, cap#tulo a cap#tulo, temporada a temporada, que !aestableciendo lin;s entre espacios y entre personajes, sin que ninguno de ellos sea central.-i se ha saqueado el capital simbólico que atesoraba Baltimore, si la ciudad entera es unasucesión de tensiones entre barrios degradados, barrios residenciales, barrios autistas y barrios en !#as de especulación, la Knica forma de narrarla es mediante esa red polic/ntrica,en cuya configuración cada encuentro entre personas y lugares suponga la creación de un pequeGo centro, fugaz.

    &n la tradición de la literatura y del cine urbanos, es precisamente el personaje quien regulala percepción y la representación de la ciudad. esde los jó!enes cazafortunas de Balzac!agabundeando por Par#s hasta el+lade runner  de >ic; ec;ard recorriendo Jos ngeles, pasando por la unión que $reder realiza de los dos ni!eles de 1etr7polis o por losrecorridos por 8adrid que articulan Tiempo de silencio D)9C1E, los desplazamientos de los protagonistas trazan las l#neas del mapa y, por tanto, seleccionan una psicogeograf#a posible. Tanto si estamos ante un narrador subjeti!o como si el narrador es omnisciente, lamayor parte del relato estar" centrada en los espacios recorridos por los personajes.unque, en /erlín Ale=anderplatz D)919E, el autor inter!enga para ampliar y cuestionar elrelato, el hilo narrati!o pasa a tra!/s de los ojos y de los pasos del protagonista, de lageograf#a que atra!iesa aunque en 1anhattan Trans'er  D)916E, 3ohn os Passos introduzcala !oz de la ciudad Dla prensa, la publicidad, la cacofon#a del ruido ambientalE, no hay dudade que las !oces humanas claramente identificadas y su tr"nsito !ehiculan la acciónno!elesca. -i el personaje es colecti!o Icomo ocurre en las no!elas de os PassosI, porsupuesto que la psicogeograf#a tambi/n lo ser" de modo que se acercar", as#, a una posiblerepresentación realmente de conjunto de la ciudad. Ja megalópolis de Jos ngeles que semuestra en %hort cuts D)997E o la ?iudad de 8/@ico que refleja Amores perros D1***E sonverosímiles: es decir a tra!/s del contrapunteo de !arias historias Dde !arias biograf#asEapro@imadamente complementarias, comunican la sensación de complejidad y de totalidadque identificamos con una ciudad actual. Porque, pese a su indefinición contempor"nea, pese a su e@istencia en archipi/lago o en red, la ciudad se ha con!ertido en la entidadespacial m"s reconocible despu/s de nuestro propio cuerpo. &l gran nKmero de personajesque coe@isten en The ire, el gran nKmero de cuerpos con sus fricciones raciales, se@uales

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    e ideológicasI que interaccionan en el uni!erso ficcional, sus historias horizontal y!erticalmente cruzadas, con!ierten la representación de la ciudad de Baltimore en una redcon tantos nudos y nodos, con tal grado de !erosimilitud y con tal densidad literaria, que elespectador cree conocer la ciudad. -u esencia. -u realidad . 0racias a la circulaciónfren/tica y constante de personas, de flujo económico, de información: el latido de la

    ciudad est@ +a8o escucha. Ja metrópolis es una malla de circuitos entrecruzados y unateleserie en red, la mejor forma de representarla.

    &@traGamente, la sensación de ese conocimiento profundo, la empatia con esa construccióndram"tica y tele!isada, no se produce a tra!/s de la e@ploración narrati!a de una familia. -ien 8ad 8en asistimos a la representación de una microzona de 8anhattan Daunque seestablezca cierta tensión entre ue!a +or; y sus suburbios residencialesE y de la comunidad profesional Idedicada a la publicidadI que en ella habita lo cierto es que el protagonismo de on raper conduce a su familia, para equilibrar la importancia de la otracomunidad, la de los creati!os publicitarios de 8adison !enue. Jo mismo ocurre enTheood i'e, en The %hield  y en tantas otras teleseries norteamericanas. ?uando no sedesarrolla propiamente un nKcleo familiar, aparecen los lazos de parentesco como garant#ade conflictos pret/ritos y futuros: los protagonistas de  Fringe son padre e hijo los dee@ter, hermano y hermana. Ja familia -oprano, la familia $isher, la familia -impson: nohay manera m"s efecti!a de representar una ciudad que desarrollar las tensiones de unafamilia, metonimia de la gran comunidad donde se inscriben.

    PeroThe ire no se concentra en un personaje, ni en un lazo de parentesco, ni en unafamilia, ni siquiera en una Knica comunidad. &s m"s, estos recursos narrati!os pasan a unsegundo plano. Porque se trata de construir una red urbana de generar la sensación de queel tele!idente est" tocando, a tra!/s de la carne de p#@el de los personajes, lasuperestructura ideológica y pasional de Baltimore. &s sabido que seis son las comunidadesque protagonizan la teleserie. &l nombre de cada una de ellas est" en la Aeb oficial, con elobjeto de clasificar el reparto: The La5 Dpolic#as, jueces, fiscalesE, The %treet  D!agabundos,traficantes de drogaE, The aper  DperiodistasE, The !all  Dpol#ticosE, The ort  Dtrabajadores portuarios, criminales griegosE y The %chool Dalumnos y profesoresE. Ja misma di!isión de personajes permite organizar las temporadas, en función del espacio que cada una pri!ilegia. &s sabido que la primera enfoca los conflictos del gueto la segunda, los del puerto la tercera, las elecciones pol#ticas que conducen al ayuntamiento la cuarta, laescuela y la quinta, la redacción de un diario. Jas escuchas de la polic#a y los esfuerzos delos narcotraficantes por esqui!arlas constituyen el eje narrati!o que recorre lascomunidades y sus espacios paradigm"ticos. &s precisamente la 1a8or &rimes ;nit  elKnico grupo que no posee un lugar propio. &l periódico cierre de su local no es sólo la!isualización de su precariedad, como una muestra m"s del enorme grado de realismo quecaracteriza a la teleserie, es tambi/n una seGal de alerta. Jos problemas conyugales marcanla biograf#a de la mayor#a de los representantes de Ja Jey y, con ellos, sus mudanzasdurante las distintas temporadas. ingKn espacio profesional ni pri!ado les es realmente propio. Jos bares de!ienen el Knico "mbito pKblico constantemente !isitado, trasunto delhogar. &n lo que respecta a las relaciones familiares y a la pertenencia a un espacio #ntimodeterminado la misma mutabilidad encontramos en los personajes de Ja ?alle. Pero, comoindica el mismo nombre de la comunidad, la calle les pertenece.

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    &nThe 2egional orld  D)99=E, 8ichael -torper estudió la formación de complejosindustriales en los aGos 5* y 9* desde tres enfoques distintos: el de las instituciones, el delos cambios tecnológicos y educacionales y el de la organización económica e industrial.?omo ha escrito &dAard W. -oja en ostmetr7polis D1***E, segKn -torper el capitalismocontempor"neo establece dos ni!eles de operación: el de las relaciones de mercado, por

    cuyos !#nculos entre el usuario y el productor 'fluye la información, el conocimiento, lainno!ación y la educación( y el de los comportamientos y las atmósferas no controladosdirectamente por el mercado, que sostienen 'nuestra habilidad para desarrollar, comunicar einterpretar conocimientos as# como tambi/n de estimular a las personas para hacerlo mejory de un modo no!edoso(. -egKn -torper el desarrollo de las regiones metropolitanasdepende de su /@ito en ambos ni!eles. &n The ire, de todas las comunidades protagonistassólo The -treet muestra una gran capacidad de adaptación y de superación. Ja escuela, la polic#a, las instituciones pol#ticas y judiciales o el diario son instituciones paralizadas por laley, la inoperancia, la crisis económica, los reglamentos o los presupuestos la calle, encambio, es un laboratorio donde constantemente se dan soluciones a los nue!os problemas.?ada !ez m"s ingeniosas y m"s despiadadas.

    ?uando, en los l#mites del marco institucional, nuestros protagonistas crean sus propiasrespuestas ingeniosas a las preguntas retóricas que plantea el