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Sidney Mintz Worker in the Cane Editorial W.W. Norton, New York, 1974 [1960] 288 págs. Versión en español:Taso.Trabajador de la caña, Río Piedras, Ediciones Huracán. En el continente latinoamericano, la obra de Sidney Mintz, una de las más grandes figuras vivientes de la etnología caribeña y de la an- tropología americana en general, se conoce menos que la de su compañero de estudios en la Universidad de Columbia, colaborador y amigo de toda la vida, Eric Wolf. La obra de Wolf se concentra en las comunidades indí- genas y campesinas del altiplano continental, como sitios de resistencia a y negociación con un sistema capitalista global exterior a ellas, estableciendo un paradigma hasta hoy hege- mónico en la etnología latinoamericana. Mintz, en cambio, se especializó en las Antillas, con sus culturas e historias formadas en el crisol del comercio triangular, la esclavi- tud y la producción de azúcar. Debería estar claro que estas dos realidades regionales no son más que diferentes manifestaciones ínti- mamente relacionadas de la quincentenaria historia latinoamericana, pero no siempre lo es. De hecho, una de las muchas razones por las que vale la pena reconocer los aportes de Mintz a los estudios rurales latinoamericanos es que el ejercicio nos puede ampliar la visión estrecha de lo que es Latinoamérica -que nos impone la marginalización del Caribe-. Pero ampliarla también implica desarrollar nuevas perspectivas teóricas y metodológicas que nos acerquen a la complejidad del continente y, para ello, la obra de Mintz es fundamental. Worker in the Cane (1974 [1960], publica- do en español con el título Taso. Trabajador de la caña en 1988) fue la primera monografía de Mintz, pero no su primera contribución a la etnografía del Caribe. Bajo la supervisión de su asesor, Julian Steward (teórico de la evo- lución y de ecología culturales), trabajó en un proyecto cuyos resultados aparecerían en un tomo de autoría colectiva, The People of Pu e rto Rico (1956) 1 . Organizado por la Universidad de Puerto Rico, el proyecto pre- tendía describir los cambios históricos y eco- lógicos que habían transcurrido en la isla desde el fin de la ocupación española, o sea, a una escala que para el enfoque en las relacio- nes cara a cara y sincrónicas de la antropolo- gía en esa época representaba un reto meto- dológico. Para enfrentarse a ello, Steward des- plegó a sus estudiantes en toda la isla para que realizaran una serie de estudios comunitarios entre grupos escogidos por ser “representati- vos” de diferentes aspectos de la economía política de Puerto Rico: cultivadores de café, trabajadores en una plantación de azúcar, la élite, etc. El conjunto de estas piezas, se su- ponía, formaría un retrato de la nación ente- ra. Para Mintz (y para el mismo Steward (1957:5), quien reconoce en la introducción al libro que “La cultura puertorriqueña… es más que un mosaico de sus subculturas”) este híbrido de métodos antropológicos con uni- dades de análisis sociológicas fue menos, no más, que la suma de sus partes. Worker in the Cane es la respuesta de Mintz a las inquietu- des despertadas por este fracaso. La propuesta del libro es en apariencia simple: es la historia de vida de Anastasio “Taso” Zayas, un hombre puertorriqueño de unos cincuenta años, que trabaja desde la niñez en el cultivo de la caña, siempre como empleado de alguna gran plantación, y que se convierte a la religión pentecostal en la ma- durez. La mayoría de la narrativa consiste en las palabras más o menos textuales de Taso, con sus idiosincrasias lingüísticas, su preocu- pación de hombre siempre al borde de la ruina con los montos exactos de ganancias y pérdidas de décadas atrás, y su orgullo de tra- bajador en precisar los detalles de las tareas 135 ÍCONOS 29, 2007, pp. 135-155 Reseñas 1 Julian Steward et.al., 1956, The People of Puerto Rico, University of Illinois Press, Urbana, Illinois.

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  • Sidney Mintz Worker in the CaneEditorial W.W. Norton, New York, 1974[1960] 288 págs.Versión en español:Taso.Trabajador de lacaña, Río Piedras, Ediciones Huracán.

    En el continente latinoamericano, la obra deSidney Mintz, una de las más grandes figurasvivientes de la etnología caribeña y de la an-tropología americana en general, se conocemenos que la de su compañero de estudios enla Universidad de Columbia, colaborador yamigo de toda la vida, Eric Wolf. La obra deWolf se concentra en las comunidades indí-genas y campesinas del altiplano continental,como sitios de resistencia a y negociación conun sistema capitalista global exterior a ellas,estableciendo un paradigma hasta hoy hege-mónico en la etnología latinoamericana.Mintz, en cambio, se especializó en lasAntillas, con sus culturas e historias formadasen el crisol del comercio triangular, la esclavi-tud y la producción de azúcar. Debería estarclaro que estas dos realidades regionales noson más que diferentes manifestaciones ínti-mamente relacionadas de la quincentenariahistoria latinoamericana, pero no siempre loes. De hecho, una de las muchas razones porlas que vale la pena reconocer los aportes deMintz a los estudios rurales latinoamericanoses que el ejercicio nos puede ampliar la visiónestrecha de lo que es Latinoamérica -que nosimpone la marginalización del Caribe-. Peroampliarla también implica desarrollar nuevasperspectivas teóricas y metodológicas que nosacerquen a la complejidad del continente y,para ello, la obra de Mintz es fundamental.

    Worker in the Cane (1974 [1960], publica-do en español con el título Taso. Trabajador dela caña en 1988) fue la primera monografíade Mintz, pero no su primera contribución ala etnografía del Caribe. Bajo la supervisiónde su asesor, Julian Steward (teórico de la evo-lución y de ecología culturales), trabajó en un

    proyecto cuyos resultados aparecerían en untomo de autoría colectiva, The People ofPu e rto Rico ( 1 9 5 6 )1. Organizado por laUniversidad de Puerto Rico, el proyecto pre-tendía describir los cambios históricos y eco-lógicos que habían transcurrido en la isladesde el fin de la ocupación española, o sea, auna escala que para el enfoque en las relacio-nes cara a cara y sincrónicas de la antropolo-gía en esa época representaba un reto meto-dológico. Para enfrentarse a ello, Steward des-plegó a sus estudiantes en toda la isla para querealizaran una serie de estudios comunitariosentre grupos escogidos por ser “representati-vos” de diferentes aspectos de la economíapolítica de Puerto Rico: cultivadores de café,trabajadores en una plantación de azúcar, laélite, etc. El conjunto de estas piezas, se su-ponía, formaría un retrato de la nación ente-ra. Para Mintz (y para el mismo Steward(1957:5), quien reconoce en la introducciónal libro que “La cultura puertorriqueña… esmás que un mosaico de sus subculturas”) estehíbrido de métodos antropológicos con uni-dades de análisis sociológicas fue menos, nomás, que la suma de sus partes. Worker in theCane es la respuesta de Mintz a las inquietu-des despertadas por este fracaso.

    La propuesta del libro es en aparienciasimple: es la historia de vida de Anastasio“Taso” Zayas, un hombre puertorriqueño deunos cincuenta años, que trabaja desde laniñez en el cultivo de la caña, siempre comoempleado de alguna gran plantación, y que seconvierte a la religión pentecostal en la ma-durez. La mayoría de la narrativa consiste enlas palabras más o menos textuales de Taso,con sus idiosincrasias lingüísticas, su preocu-pación de hombre siempre al borde de laruina con los montos exactos de ganancias ypérdidas de décadas atrás, y su orgullo de tra-bajador en precisar los detalles de las tareas

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    Reseñas

    1 Julian Steward et.al., 1956, The People of Puerto Rico,University of Illinois Press, Urbana, Illinois.

  • que realiza. La estructura de la narrativa, sinembargo, la pone Mintz, ordenando las di-versas conversaciones que tuvo con Taso du-rante años en capítulos que siguen una cro-nología de vida lineal. Vemos a Taso apren-diendo diferentes trabajos con la caña, unién-dose a un partido político socialista como res-puesta a un insulto del hacendado local yluego a otro y, al final, entrando a la iglesiaevangélica que, según Taso, le quitó un dolorque tuvo desde niño y le cambió el sentido dela vida. Contrapuestos con el desarrollo deesta vida pública están las alegrías y los dolo-res de la vida en familia de Taso. Con sumujer, Elí, Taso tuvo a trece hijos, tres de loscuales se murieron en la infancia: el retrato deTaso como patriarca sufriente es el elementoque redondea su historia.

    Menos sutilmente que en la estructura, senota también la mano del etnógrafo en un ca-pítulo que describe el barrio donde vive Taso,en la conclusión, y en cortas secciones al finalde cada capítulo. Aquí Mintz sitúa las aseve-raciones de Taso en su contexto histórico,material y cultural, a veces contradiciendo asu informante, como cuando balancea su in-sistencia en que el color de piel no importa enPuerto Rico (Taso es blanco) con observacio-nes que sugieren otra cosa (p. 95). Estas in-tervenciones dejan claro que para Mintz eltema central de la vida de Taso (aunque élmismo no lo diga) son los cambios radicalesque se han dado en Puerto Rico bajo la ocu-pación y la colonización norteamericana.

    En resumen, Worker in the Cane es unahistoria de vida modelo, entretenida y con-movedora, rica en detalles que nos hacenapreciar a Taso como hombre y sentir su en-torno, y de mensaje intelectual y político bas-tante claro. Y de hecho, sirvió de modelo paramuchas historias de vida más. Sin embargo,este perfeccionamiento de lo que podemosposteriormente reconocer como las conven-ciones de este género antropológico no debecegarnos a lo innovador que fue. Como

    Mintz señala en un prólogo a la segunda edi-ción, ésta no fue la primera historia de vidaescrita por un antropólogo, pero las anterio-res “venían de sociedades del tipo llamado‘primitivo’… los antropólogos no habían es-crito casi ninguna biografía de una personaclase obrera occidentalizada”. Este rechazo alo exótico y lo simbólico como materia pro-pia de la “cultura” en su sentido antropológi-co a favor de algo que se podría llamar el ma-terialismo histórico se deriva en parte del evo-lucionismo de Steward, pero transforma estainfluencia en algo radicalmente distinto. Estal vez difícil ahora apreciar el efecto silencia-dor que ejercía el mccarthyismo en la épocaen que Mintz escribió este libro, pero Mintzasegura que al hablar de “historia” o “claseobrera” y enfocarse en la economía políticauno ya rozaba con sus límites. Aunque nuncamenciona a Marx, Worker in the Cane abre lapuerta a una antropología profundamentemarxiana, que se contrasta fuertemente con lacorriente “modernizadora” que imperaba en-tonces en la visión norteamericana del sectorrural latinoamericano. Presentándonos a Tasocomo héroe proletario, Mintz urge a sus cole-gas norteamericanos a remplazar la prepoten-cia intelectual imperialista con la solidaridadpolítica, ayudando a abrir una conversacióne n t re norteamericanos y latinoamericanossobre como se debe manifestar esa solidaridadque persiste hasta hoy.

    Sin embargo, aquí me gustaría resaltar unaherencia tal vez menos obvia que la política,es decir la metodológica. Después de tantascríticas a la antropología “tradicional” por suexpropiación de las voces de sus informantes-y aún reconociendo la fuerte presencia deMintz en el libro- es sorprendente darse cuen-ta de la multivocalidad avant la lettre que estáen juego en este texto de hace casi mediosiglo. En la introducción, Mintz incluye dospequeños relatos que Taso mismo escribiósobre su vida que no coinciden mucho con la“historia de vida” que va a construir Mintz,

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    Reseñas

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    pero además de notar que los relatos “provo-can muchas preguntas”, Mintz los deja hablarpor sí mismos. Suele intercalar sus preguntaspara Taso con las respuestas que da éste, y asípodemos ver como a veces Taso se incomodapor ciertas insistencias de Mintz -sobre elsexo, por ejemplo (p. 163-165), o sobre suconversión a una religión con la que sabe queMintz no simpatiza (capítulo 7). Con fre-cuencia le da la voz a Elí, la esposa de Taso,para presentar otra perspectiva sobre la vidafamiliar.

    Esta franqueza sobre la producción del co-nocimiento es inusual, y lo fue aún más en1960. Pe ro a Mintz le daría mucha rabia quealguien lo considerara como precursor de lacorriente autore f l e x i va y textual que se apo-d e ró de la antropología norteamericana enlos años noventa y que él despreciaba. Para él,exponer su relación con Taso como parte desu análisis sirve a otro propósito, que es insis-tir en la individualidad de Taso como perso-na, su no-re p resentatividad de algo más alláde él mismo: “Taso… no es un ‘p ro m e d i o’ -ni un hombre promedio, ni un puert o r r i q u e-ño promedio, ni un trabajador de la caña dela clase baja puert o r r i q u e ñ a” (p. 11). Mi n t zestá dispuesto a contextualizar la situación deTaso, pero no a conve rtir esta situación en unmetónimo de algo más (una cultura, una co-munidad o una nación). Las contingencias de

    la historia de vida de Taso aparecen en esahistoria porque son, irreduciblemente, part ede ella.

    Esta insistencia es más que un rechazo alas comunidades “re p re s e n t a t i va s” deSteward: es un principio metodológico posi-tivo. Mintz quiere romper la cadena de tipifi-caciones, en la que una persona habla por unacultura, y una cultura por una nación, de laque muchas veces depende la argumentacióncientífica social, sin remplazarla con un sim-ple individualismo metodológico. Nos reta ainvestigar la realidad en toda su particulari-dad concreta: es decir, personas, cosas o even-tos, sean cuales sean, figuran como ellos mis-mos en las relaciones sociales a través de dife-rentes escalas, incluyendo la del sistema capi-talista global. Taso no es un trabajador de lacaña promedio, sino un trabajador de la cañacuya vida ha sido forjada por las grandes co-rrientes de la historia norteamericana de ma-nera visible, entendible, demostrable, hastacuantificable. El gran logro de Mintz es com-probarnos esta verdad en un texto tan senci-llo y lúcido que la tarea de trazar estas cone-xiones a través de tiempos y espacios vastosno nos parece difícil. Lo es -no nos engañe-mos- pero Mintz nos puede servir de guía ennuestras labores.

    Carlota McAllister

    Reseñas

  • Florencia MallonCampesinado y nación.La construcción de México y Perú postcoloniales CIESAS, Colegio de Michoacán y Colegio deSan Luis de Potosí, México, 2003 [1995].

    Florencia Mallon realiza un análisis compara-tivo de la cultura y la participación política delos campesinos en las regiones de Mantaro yCajamarca (Perú) y Puebla y Morelos (Méxi-co) en la segunda mitad del siglo XIX, en elmarco de la Guerra del Pacífico en los Andesy en el establecimiento del Imperio enMéxico. Su objetivo es cuestionar la idea deque el nacionalismo fue impuesto a los cam-pesinos por las elites, revelando la existenciade vertientes campesinas nacionalistas connuevas prácticas discursivas que surgen enmedio de la conmoción que producen lasguerras por las invasiones.

    La autora busca “d e s c e n t r a l i z a r” la historiafocalizada en el Estado hacia los escenarios lo-cales donde se dan complejas relaciones depoder y en las que se insertan los sectores su-balternos. Mallon compara el comport a m i e n-to de los campesinos de Ma n t a ro que se opo-nen a los chilenos plegando al líder naciona-lista Cáceres, con el papel pasivo de los cam-pesinos de Cajamarca, que se subordinan a laélite regional. En Puebla, la cultura campesinaintegra un liberalismo de corte comunitario,en medio de una fuerte conflictividad re g i o-nal, mientras que en Mo relos las comunidadesjuegan con las élites, plegando a los liberalespara luego negociar con el imperio y los con-s e rva d o res a fin de defender sus dere c h o s .

    Frente a autores que desconocen la part i c i-pación de los campesinos, ya sea porque enfa-tizan los cambios económicos o el pro t a g o n i s-mo estatal, Mallon señala que la interve n c i ó ncampesina en el siglo XIX influyó en las agen-das políticas. Ella considera que la cultura esuna dimensión autónoma clave para entenderesa participación, re velando que los pro c e s o s

    políticos se sustentan en una serie de disputasy negociaciones sobre el sentido de los cam-bios, y en donde se pone en juego los mundosculturales de los campesinos y de las élites.

    La autora chileno-norteamericana utiliza elconcepto de hegemonía, tanto para captar losp rocesos al interior de las propias comunida-des, como las relaciones de negociación y con-flicto con las elites. Las diferencias entre losa c t o res son negociadas en los espacios públi-cos, en los gobiernos municipales y las asam-bleas comunales, en las escuelas y las guerrillascontra los inva s o res. Así, utiliza el concepto de“hegemonía comunal” para estudiar los cam-bios internos en la autoridad indígena. Pa r aella, las diferencias sociales internas -jerarq u í-as sociales, de género, de linaje- están en ne-gociación mediados por intelectuales -curan-d e ros, ancianos, políticos y maestros- (p. 96).Con la guerra, los campesinos se integran a lag u a rdia nacional, comandados por jóvenes den u e vas generaciones que terminarán transfor-mando el liderazgo tradicional de sus comuni-dades. Estos cambios conforman espacios másdemocráticos, modificando la jerarquía tradi-cional, en lo que llama Mallon “p a t r i a rc a d od e m o c r á t i c o” (p. 202-210).

    Pero las relaciones hegemónicas se dantambién entre las elites regionales y naciona-les y los campesinos, y tienen que ver con laconfiguración de un discurso nacionalista yliberal en los dos países. Para la autora no hayun sólo nacionalismo sino múltiples vertien-tes nacionalistas populares y democráticas, decurso regional, que no requieren “una” clasearticuladora que sustente ese proyecto.

    Para Mallon, el nacionalismo no es unaideología impuesta sino puntos de polémicaen torno al cual debaten los diversos actore s .Esta disputa debe diferenciarse del re s u l t a d o ,es decir, del momento en el que el discurso su-balterno tiende a ser reabsorbido por el nacio-nalismo dominante y se afirma como discursooficial, congelado en las instituciones, lo quesucede especialmente en México (p. 86).

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    Reseñas

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    Reseñas

    La autora realiza un estudio comparativoque no sólo mira lo que pasa en el Estado,sino lo que sucede en la periferia, en dondelas relaciones de poder asumen mayor com-plejidad. De esta manera el estudio cuestionauna visión focalizada en las elites, una ideolo-gía nacionalista y un poder central sin fisuras,en lo que la autora llama “descentrar la visiónde la historia” (p. 5).

    Campesinado y nación ubica una dive r s i d a dde actores, con diverso peso en las negociacio-nes llevadas adelante en los escenarios localesy nacionales. En la primera escala examina lostratos de los campesinos, los hacendados y losmunicipios en torno a la tierra, los ejidos o lascompetencias municipales. En la escala re g i o-nal examina las transacciones entre los actore slocales, los cabecillas regionales y las elites na-cionales, donde se negocia la autonomía localf rente a la centralización del Estado.

    Debates

    El texto de Mallon, publicado en 1995 y tra-ducido en 2003, se inscribe en una década dedebates sobre el papel de los campesinos enAmérica Latina. En primer lugar, el texto deMallon confronta la vision estructuralista deltrabajo de Heraclio Bonilla1, para quien laquiebra del guano y la guerra con Chile im-pidió la configuración de una clase dominan-te con un discurso nacionalista. Para Mallonhay varios nacionalismos, cuyo sentido es ne-gociado en medio de relaciones de conflictoentre los campesinos y las elites. Para captarese fenómeno retoma el concepto de hege-monía de Gramsci y se acerca a la versión deWilliam Roseberry, en donde la hegemoníano es pleno acuerdo o aceptación ideológicasino el marco discursivo común2.

    En segundo lugar, la autora se mueve en

    una vertiente crítica de los estudios populistasy revisionistas mexicanos que tienen enfoquescentrados en los episodios épicos nacionales oen el carácter omnipresente del Estado, endonde desaparecen las fisuras, conflictos y ne-gociaciones que se dieron entre las elites na-cionales, regionales y locales3. Mallon opta,como se ha señalado anteriormente, por unenfoque comparativo “descentralizado”, foca-lizado en los escenarios regionales y en la his-toria “de los de abajo”.

    En tercer lugar, la autora debate con auto-res como John Beverly en torno a la plurali-dad de los estudios subalternos. Este autor se-ñala que Mallon cae en una contradicciónpues busca rescatar el papel de los campesinosen la formación del Estado nación moderno,pero en vez de demostrar las disonancias conel nacionalismo dominante termina por de-mostrar que la relación entre ambos naciona-lismos se sutura. “Así el texto esconde parcial-mente lo que quiere hacer visible: la dinámi-ca de negación que contiene la gestión subal-terna”4. En esta apreciación coincide el histo-riador ecuatoriano Guillermo Bustos, quienadvierte que Mallon se acerca peligrosamentea una lectura positivista de las evidencias,desde una perspectiva teleológica de la histo-ria latinoamericana5.

    Hay que señalar, en defensa de Fl o re n c i aMallon, que ella examina las ve rtientes cam-pesinas en el marco de contextos históricos di-

    1 Heraclio Bonilla, 1994, Guano y burguesía en el Perú,Flacso-Ecuador, Quito.

    2 Ver Mallon Florencia, 2002, “Reflexiones sobre lasruinas: formas cotidianas de formación del Estado enMéxico Decimonónico”, y Wiliam Rosberry, 2002,“ Hegemonía y lenguaje contencioso”, ambos enJoseph Gilbert y Nugent Daniel, editores, Aspectos co-tidianos de la formación del Estado, Era, México.

    3 Ver Joseph Gilbert y Nugent Daniel, op. cit. p. 36 37.4 John Beverly, 1999, Subalternity and representation.

    Arguments in Cultural Theory, Duke University Press,Duke, citado en Mallon (2003:63).

    5 Guillermo Bustos 2002, “Enfoque subalterno e histo-ria latinoamericana: nación, subalternidad y escriturade la historia en el debate Mallon-Beverley”, enAlberto Florez y Carmen Millán, editores, Desafíos dela transdisciplinaridad, Pensar, PUJ, Colombia, pp.58-80.

  • versos, distinguiendo la suerte de los gru p o snacionalistas subalternos del Pe rú, que son di-sueltos por las elites oligárquicas, mientras enMexico, las ve rtientes nacionalistas del campe-sinado son reabsorbidas parcialmente por laretórica nacionalista que legitimó al Estado.

    Por otra parte, el debate se da también anivel metodológico entre los diversos autoresde los estudios subalternos. Este debate giraen torno a la relación entre evidencia empíri-ca e historia y, por tanto, al valor que dan a lalectura de los archivos o al trabajo de campo.En este sentido, el aporte de Mallon es signi-ficativo al inscribir los discursos en el mundode la vida de los actores, las relaciones de he-gemonía y los contextos sociales y económi-cos con un abundante sustento empírico.

    A esto hay que agregar un cuarto debateque tiene relación con el carácter étnico de loscampesinos: Romina Falcon, quien prologa eltrabajo de Mallon, interroga sobre si el nacio-nalismo que defiende la autora chileno-norte-americana se trata de algo que está más allá dela comunidad, la hacienda o se trata de “lanación como comunidad imaginada moder-na”. En este mismo terreno parece apuntarMark Thurner cuando recuerda que los indi-genas representaban a la república desde suvieja acepción colonial, como “república deindios”6. Al menos en el caso del Perú, estosseñalamientos plantean un interrogante sobrela viabilidad de una alianza con actores blan-co-mestizos y una propuesta indígena nacio-nalista, en condiciones de un rígido sistemagamonal y opresión étnica; hay que recordarque el propio cabecilla antichileno Cáceresfue el responsable de reprimir a los campesi-nos de Mantaro inmediatamente que salieronlos chilenos.

    Santiago Ortíz

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    Reseñas

    6 Mark Thurner, 1996, “Republicanismo y la comuni-dad de los peruanos. Comunidades políticas imagina-das en el Perú andino postcolonial”, en Histórica, Vol.XX, No. 1, Lima.

  • Milagros AguirreLa Utopía de los PumasCICAME, Quito, 2006

    El relato en la Utopía de los Pumas es sencilla-mente cautivador. Este libro de autoría deMilagros Aguirre, periodista y editora ecuato-riana, transmite la vida de dos misioneros ysu labor en beneficio de los pueblos indígenasafincados en las riberas del gran río Napo.Con lenguaje fresco, cercano, seductor, des-cribe algunos episodios protagonizados porestos dos seres, de cuya existencia, hasta sepodría dudar, por la magia que envuelve susvidas.

    La pobreza su doctrina, la humildad suconvicción, la justicia y la equidad su lucha,el respeto su esencia, la naturaleza su más in-tensa expresión de amor, la dación su vida.Asís, “el Amor no es amado”, “el mayor pri-vilegio no gozar de privilegio alguno” son al-gunos de los sistemas de representación a par-tir de los cuales organizan su vida en la selva.José Miguel Goldáraz y Juan Marcos Mercierabrazaron el pensamiento de Francisco deAsís y dentro de él concibieron sus mundos,surcaron ríos, abrieron caminos, y en las ribe-ras del río Napo, en un efecto de simbiosis se

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    Reseñas

  • convirtieron en uno solo con los indios y laselva de la Amazonía; hicieron suyas, historia,cultura, mitos y espíritus.

    Juan Marcos Mercier, canadiense, francis-cano llega al alto Napo peruano en 1962 yJosé Miguel Goldáraz, español, capuchino albajo Napo ecuatoriano en 1971. Era época decambios profundos, que influyeron sensible-mente en la dimensión ideológica, en las acti-tudes y comportamientos políticos y en losconceptos y valores de la sociedad en elmundo. La preocupación por los otros comoel nuevo nombre de la “paz”, las revolucionestrascendentes, la diversidad e intensidad delas manifestaciones culturales, la innovacióndel pensamiento católico desde su propiaiglesia, incidieron en la configuraron de unanueva filosofía de vida en estos dos sacerdo-tes.

    Su nuevo escenario, la región amazónica,deslumbrante por su ensueño natural, indes-cifrable biodiversidad, infinita variedad dehábitat, paisajes, ríos, aves y animales e in-sondable riqueza cultural. Hogar de una mul-tiplicidad de naciones indígenas, con caracte-rísticas, lenguaje y costumbres propias y unacosmovisión particular. Tesoro natural, absur-damente depredado por el hombre, violadopor el poder, abandonado por el Estado, ex-plotado indiscriminadamente por el interésprivado, es la región del olvido, el espaciopropicio para las reivindicaciones cristinashacia la equidad y la justicia. Y es allí, preci-samente, donde estos frailes se identificaroncon la lucha de los indígenas por recuperar sudignidad, el derecho a su tierra, el reconoci-miento de su identidad, de sus costumbres,tradiciones y valores, en suma, por lograr unsistema de vida autóctono y autónomo.

    Perseverancia y constancia, cercana a laterquedad, astucia y habilidad, históricamen-te han caracterizado al euskaldún, entoncesJosé Miguel Goldáraz es el arquetipo delvasco; en estos atributos, sumada la paciencia,radica su fuerza para su inagotable lucha. El

    sueño empezó en Puerto Quinche. Aprendiórápidamente el kichwa, a la par que se inter-naliza con las costumbres indígenas. De estamanera, se facilitó su primera lucha, la pri-mordial, redimir el derecho de los indígenas asu territorio, para cuyo efecto José Miguelempezó a reclutar líderes, de casa en casa,para estimular su formación y despertar laconciencia acerca de la redención y defensade su heredad.

    La segunda morada Pompeya, enclavadaen la hondura de una selva que empezaba a“mudar su piel”, a vestirse de occidente, adescontrolarse. La intrusión de transnaciona-les petroleras y la incursión de “turistas”, ge-neran rupturas a la postre irreparables. Estenuevo espacio constituye el punto de partidapara nuevos emprendimientos.

    Conjuntamente con los misionero sCamilo Mujica, Ángel Go n z á l ez y Ju a nSantos Ortiz de Villalba, logra concretar la as-piración, jamás perdida, de monseñorA l e j a n d ro Labaka, crear el Centro deInvestigaciones Culturales de la AmazoníaEcuatoriana, CICAME, importante núcleode investigación y formación para el desarro-llo de la región; además, fomenta la exhibi-ción de las primeras piezas arqueológicas ysienta los cimientos del actual Museo dePompeya.

    Su labor en el ámbito de la organizaciónindígena fue fructífera, colaboró en la organi-zación de la Unión de Na t i vos de laA m a zonía Ecuatoriana (UNAE), de laFederación de Comunas Unión de Nativos dela Amazonía Ecuatoriana (FCUNAE), y de laUnión de Campesinos de Orellana (UCAO).“Hay que reconocerlo, sin él, no existiría elmovimiento indígena ni campesino en elOriente”, de acuerdo a un testimonio recogi-do por Milagros Aguirre.

    El mundo de las visiones, el que despiertalos espíritus, el que embriaga, el que alucina,el que apodera, el que vislumbra, el de la bús-queda, en intenso ritual, aprehendió a Juan

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    Reseñas

  • Marcos Mercier y le bautizó Coquinche. Elayawaska le reafirma indígena porque segúnél no nació para tal, pero sí fue hecho, fue elbautismo que “ratificó su existencia”.

    De la misma filosofía de Goldáraz, e im-buido por el espíritu originario franciscanoMercier abandona el dogma pastoral ortodo-xo orientado que creía que el indígena debíaaprender el español, para luego ser evangeli-zado, cuando descubre que ellos disfrutan desu propia civilización y religión, que inmersosen entornos más cualitativos que los de occi-dente cada día se sumergen más en sus cos-tumbres y mitos, en sus tradiciones y verda-des para mirar a la vida con una mejor cos-movisión que la “nuestra”. Él también apren-de kichwa pero con los napo-runas en laAmazonía peruana.

    La profundización y trascendencia de lacultura de este nuevo mundo por él descu-bierto, paulatinamente se va convirtiendo enla razón de ser de su existencia. Le angustia elsometimiento de los indígenas.

    En el impulso hacia una nueva realidadcentró todo su esfuerzo. Fue tenaz en su opti-mismo, creyó en un amanecer distinto y conestas convicciones participó en proye c t o strascendentes como el de la legalización de lastierras, la organización de los indígenas, laeducación bilingüe, y la revalorización de losmétodos, formas y usos de la medicina tradi-cional. Fue una ingente tarea, primero de in-mersión para el aprendizaje, hasta que logróabsorber de la sabiduría de los shamanes queel espíritu se encuentra en todo, que existe“una red de poder que constituye la base detoda vida”, que todo lo visible tiene espíritu yque éste es fuente vital por medio del cual secomunica con aquellos mundos invisibles,para luego, transmitir, accionar y lograr porejemplo, que los kichwas soliciten al gobiernoque extienda los documentos personales connacionalidad peruana y los títulos de propie-dad de sus territorios y además, reconozca alas autoridades kichwas.

    Su influencia y trabajo fueron determi-nantes, el recuerdo de su obra y de su credotrascendentes “antes de que venga el padresolo había patrones, con él todo empezó y te-nemos miedo de que sin él, todo termine”.

    El testimonio de vida de estos dos hom-bres deja profunda huella, su mensaje tras-ciende e incita, impulsa a la lucha por laigualdad y el respeto, por la reivindicación detodos los pueblos olvidados o deliberadamen-te abandonados.

    El libro es producto de una investigaciónde varios años, de una serie de conversacio-nes, entrevistas y de las propias vivencias deMilagros Aguirre con estos dos personajes ylos habitantes de las riberas del río Napo enEcuador y Perú.

    En La Utopía de los Pumas, a partir del re-lato de la vida de estos dos misioneros, testi-gos de la historia de la región, al igual que deotras investigaciones realizadas por estudiososde los pueblos de la Amazonía como BlancaMuratorio, Miguel Ángel Cabodevilla, LauraR i val, Philippe Descola, Anne-ChristineTaylor, Jorge Trujillo, se ofrece una mirada dela forma de vida de los napo-runas, de la ri-queza de sus mitos, tradiciones y costumbres,y se evidencia el abandono del que han sidoobjeto estos pueblos a lo largo de varias gene-raciones, el abuso, explotación e intoleranciade “patrones”, gobernantes, compañías petro-leras, madereras, y aún de la propia iglesia ca-tólica, que han agredido y atropellado perma-nentemente a los indígenas; sin dejar no obs-tante, de plantear la utopía de que estos pue-blos no están destinados a desaparecer.

    María Eugenia Rodríguez

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    Reseñas

  • Teodoro Bustamante, Cristina Jarrín y Oscar ZapataDetrás de la cortina de humo,dinámicas sociales y petróleo en el Ecuador,FLACSO-Ecuador, 2007.

    Otra mirada sobre el petróleo

    Tal como se sostiene en el prólogo del libro,el tema de los efectos sociales, económicos yambientales de la explotación petrolera tieneapologistas de un lado, y críticos apocalípti-cos de otro. Falta en el país un análisis mesu-rado que en función de información fiablepueda mostrar las diversas y complejas aristasque esta actividad ha dejado como huella enel Ecuador.

    Y es que casi 4 décadas de exportación dehidrocarburos deben o deberían dejar algunasimportantes lecciones sobre algunas pregun-tas latentes: ¿cómo se han distribuido los be-neficios de la riqueza petrolera entre los ecua-torianos y entre los territorios?, ¿cuál es lamagnitud del impacto socio ambiental delpetróleo versus los beneficios logrados en elperíodo y en relación a otras actividades pro-ductivas?, ¿qué ha significado la explotación

    petrolera en términos de reducción de la po-breza, de ampliación de los servicios públicoso de crecimiento del PIB?, ¿qué nivel de par-ticipación ha tenido el Estado en la renta pe-trolera cuya producción ha sido contratada aempresas privadas?

    Salir de los estereotipos o de los lugarescomunes y de los prejuicios ideológicos soste-nidos por intereses corporativos de distintaíndole, constituye un aporte fundamental dellibro a la hora de intentar una respuesta aestas preguntas. Y, como es lógico, detrás dela cortina de humo hay más bien un rico en-tramado de procesos ambientales, económi-cos y sociales, unos positivos, otros negativosy, quizás la mayoría, de aquellos que no resis-ten una valoración maniquea sino que debenser interpretados a la luz de otros factores.

    Detrás de la cortina de humo, dinámicas so-ciales y petróleo en el Ecuador publicado en laserie Cuadernos de trabajo de FLAC S OEcuador, con el aporte de PETROECUA-DOR, contiene tres capítulos, cada uno deellos correspondientes a diferentes tramos deun estudio previo: a) el inicio de la explota-ción petrolera y tres variables estadísticas, b)i n d i c a d o res sociales y petróleo en laAmazonía, y c) características de los contratospetroleros.

    En el campo de las observaciones críticascabe anotar que el subtítulo del libro“ Dinámicas sociales y petróleo en elEcuador”, así como algunas afirmaciones delprólogo brindan al lector una promesa untanto ambiciosa que el texto no cumple deltodo. Esto porque el estudio prioriza, en susegundo capítulo, una comparación de las di-námicas sociales y económicas de las provin-cias petroleras, Sucumbíos y Orellana, respec-to de los indicadores de los otros territoriosdel país. Y en este campo el libro hace un aná-lisis pormenorizado con múltiples aportes es-pecialmente a la hora de analizar las fuentesempíricas. En cambio, en relación al poten-cial de cambio que los ingresos petroleros ge-

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  • neraron en el país se encuentran más bien es-casos elementos interpretativos, si bien resul-ta sugestiva la interpretación sobre las ten-dencias de crecimiento del PIB de la épocapetrolera, interpretación que consta en el pri-mer capítulo.

    Tampoco hay pistas sobre una valoraciónde los impactos ambientales, tema clave en eldebate entre detractores y defensores de estaactividad productiva. Y el libro no analiza elflujo de recursos financieros de las petrolerastransnacionales hacia las comunidades indí-genas y de colonos, aunque sí realiza algunosacercamientos respecto al incremento de losingresos en los gobiernos locales.

    Por otra parte, la entrada metodológicaque privilegia la comparación territorialdesde los indicadores de pobreza, mortalidadinfantil, analfabetismo, salud e infraestructu-ra, podría dejar de lado una interpretaciónsostenida desde indicadores de riqueza. Enotras palabras, el libro no analiza el procesode acumulación de capital en los territoriospetroleros, por ejemplo, en relación al núme-ro y tipo de vehículos por habitante, la activi-dad comercial, hoteles y restaurantes, centrosde diversión, sucursales bancarias, crédito,etc. Esto resulta relevante, pues si restringi-mos el análisis a los indicadores de pobreza,no se entendería por qué las provincias deSucumbíos y Orellana se mantienen comopolos de inmigración y colonización y demayor crecimiento demográfico en relación alas otras provincias de la amazonía, a pesar deque sus indicadores de pobreza son más altos.Esto último quizás explica las bajas tasas dedotación de servicios de infraestructura en lasmencionadas provincias.

    El capítulo tercero, referido a la contrata-ción petrolera, profundiza en una complejatemática, más bien contrastante con los otrosdos capítulos. Incluso podría afirmarse queesta parte del texto requiere de otro libro,tanto por la abundancia de información rele-vante, como por la diferencia en el tópico tra-

    tado. Se analizan los diversos tipos de contra-tos, el porcentaje de participación del Estadoy de las empresas en las rentas petroleras, lacomposición de los costos, la diversidad delos riesgos asumidos según cada tipo de con-trato, la relación entre producción e impues-tos, los beneficios de cierto tipo de contratosrespecto a los precios internacionales delcrudo y las tendencias de crecimiento en laexplotación de hidrocarburos por parte de lascompañías privadas.

    Salta a la vista la complejidad del tema.Con esta información el lector puede inter-pretar algunos factores críticos para un análi-sis de los pros y contras de las contrataciones.También el estudio muestra lo que podríandenominarse “agujeros negros”, esto es, zonasacerca de las contrataciones y de las rentassobre las que se carece de información trans-parente y que no permiten establecer con cla-ridad cuestiones como márgenes de utilidad,relación entre impuestos pagados y produc-ción, entre otras.

    Un tema crucial es el tránsito entre loscontratos de prestación de servicios imple-mentados en los años ochenta, a los contratosde participación que actualmente son los do-minantes. Los primeros, ideales con preciosaltos, mientras que los segundos, más conve-nientes con precios bajos. Y, entonces, resultaque la tendencia en el tipo de contratación nofue la conveniente para los intereses del país.

    En definitiva, el texto en sus tres capítulosnos lleva de la mano hacia una reflexión equi-librada y sensata, que no parte de culpabilizara determinado sector, sino que establece ám-bitos de análisis, iluminados por informaciónprecisa. Lamentablemente, en este tema, al-gunos estudios académicos no han escapadode los prejuicios y de una fuerte sobre ideolo-gización, abundando en un terreno fértil parael conflicto. Pues bien, este libro es una ex-cepción.

    Patricio Crespo Coello

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  • Alicia Lindón, Miguel Ángel Aguilar, DanielHiernaux, coordinadores,Lugares e imaginarios en la metrópolisEditorial Anthropos, España.

    Desde los años 60 y 70, el llamado “vuelcocultural” (S. Hall) ha intentado situar al cen-tro de los estudios sobre la ciudad los modoscomplejos y, por lo tanto, interdisciplinarios,en los que los espacios urbanos adquieren sig-nificados y los deseos, sueños, paradigmas yestructuras de poder que sus habitantes pro-yectan sobre ellos. El espacio deja de ser unmero receptáculo de las actividades humanas,sino que se re-define como lugar, como “acu-mulación de sentidos” (p. 13), como materia-lidad dotada de contenido simbólico y, porlo tanto, como interpretable. En ese contexto,los habitantes simultáneamente crean a laciudad como lugar y orientan sus acciones enella a partir de sus imaginarios, las formas,imágenes, percepciones, textos y discursoscon los que la hablan y la fantasean.

    Sin embargo, a pesar de la importanciaque tienen estudios de este tipo en AméricaLatina -sería imposible soslayar los aportes deGa rcía Canclini, Rama, Ro m e ro, Sa r l o ,Martín Barbero, Giannini y tantos otros-, elvínculo entre los estudios sobre los imagina-rios y representaciones sociales sobre la ciu-dad y los estudios cuantitativos desde el urba-nismo, la geografía humana y la planificaciónurbana todavía son débiles, o así parecen pen-sarlo los autores de los ensayos incluidos en ellibro Lugares e imaginarios en la metrópolis.

    En cuanto propuesta, estos ensayos se defi-nen explícitamente, si no al margen de estosestudios, sí, al menos, como una re f e rencia alo que el discurso académico, percibido comotradicional, ha dejado fuera. Ahí está la micro -historia, la subjetividad de lo cotidiano, de lopequeño, puesta en relación, a veces exc l u ye n-te, pero generalmente complementaria, con lam a c ro-historia que cuentan las encuestas, los

    informes periodísticos o las políticas oficiales.Así, la mayoría de estos textos incluyen afir-maciones y aclaraciones como “históricamen-te la arquitectura y la planificación urbana(…) han sido áreas ampliamente dominadaspor los hombres. Como resultado de ello hasurgido una visión del espacio urbano homo-géneo y ‘d e s g e n e r i z a d a’” (p. 68), o “aun cuan-do la trama urbana de Santiago en el últimodecenio se ha tejido en torno a la inseguridady el fenómeno se ha cuantificado, medido ydifundido extensivamente, poco se ha indaga-do por los significados y creencias que hanc o n s t ruido esta creciente inseguridad” (p.109), que ponen en evidencia esta distancia,definida también como una care n c i a .

    Se reflexiona sobre la fractura pero, sobretodo, se hace el ejercicio empírico de cruzar-la, de aplicar las categorías de los estudios cul-turales urbanos a casos reales ya visitados porotros acercamientos metodológicos. Así losensayos proponen una “reflexión con un fuer-te espíritu interdisciplinario” (p. 9) en tres ni-veles: el marco teórico particular, las estrate-gias metodológicas adecuadas para cada aná-lisis empírico y, por último, la “mirada holís-tica” (p. 9) hacia la ciudad como lugar y losimaginarios urbanos.

    La introducción propone tres recorridostemáticos -la construcción social de los espa-cios centrales, los espacios del miedo y laapropiación/pertenencia e identificación de ycon los espacios públicos- que esta reseñaconservará en favor de la coherencia en suanálisis de algunos de los ensayos. Sin embar-go, la ausencia de una división en capítulos yla repetición de ciertos conceptos, no necesa-riamente secundarios -como por ejemplo, lavisualización de los medios como propagado-res de imaginarios de ciudad, la relación y se-paración imaginaria entre el centro y la peri-feria, el vínculo entre espacios públicos y de-mocracia en Iberoamérica o la experiencia es-tética como parte del proceso de identifica-ción- sugieren la posibilidad de una lectura

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  • más compleja en la que los ensayos puedeninteractuar de maneras múltiples. De ahí unaalerta al futuro lector: busque esas posibilida-des de relación y no se limite a las definicio-nes que los títulos proponen.

    El centro: mapas y territorios

    Que el mapa no es el territorio, como repetíaBateson citando al lingüista polaco AlfredKorzybski, que las representaciones que hace-mos de la realidad no se ajustan a ella o, dichode otra manera, que la realidad se nos escapasiempre por los bordes del lenguaje con la queintentamos pensarla y decirla, es la premisacentral detrás de los artículos de este libro quetratan sobre el centro de la ciudad. En resu-men, cada vez se hace más evidente que losmodos en que pensamos el centro históricode la ciudad tienen poco que ver con los usosque le damos.

    Así, por lo menos, lo hace patenteArmando Silva en “Centros imaginados deAmérica latina”, que tiene como base los es-tudios sobre los imaginarios de trece ciudadesi b e roamericanas emprendidos por elConvenio Andrés Bello y que el propio Silvacoordina. El ensayo propone una distincióninicial entre la ciudad material -la de los edi-ficios y las calles y, en América Latina, cadavez más extensa y difusa- y el ser urbano, laurbanización, constituida por la imaginacióndel habitante que se sueña a sí mismo comociudadano, como miembro de una comuni-dad con la que sólo puede aspirar a tener con-tactos efímeros, virtuales.

    Uno de los modos más comunes en que loslatinoamericanos imaginan sus centros es, pre-cisamente, a través del choque entre ciudad yurbanización, entre territorio y mapa. Los es-pacios centrales y patrimoniales son perc i b i-dos como el fundamento de la identidad de laciudad, son sus íconos, pero paralelamenteestos son desocupados por desplazamientos

    hacia los suburbios y tienen crecimientos po-blacionales negativos. “Tal pareciera ser, en-tonces, que el proceso de urbanización enLatinoamérica aleja cada vez más a la ciudadde su centro mientras éste adquiere mayor re-l e vancia a nivel simbólico y político” (pp. 55).

    Esta contradicción da cuenta también deespacios con identidades duales: son los pri-m e ros lugares a los que los ciudadanos piensanen llevar a sus amigos o parientes extranjero s ,p e ro en la cotidianeidad son los lugares quesólo visitan por obligación; son sectores llenosde gente durante el día, pero prácticamentevacíos en las noches; son el centro del poderpolítico y económico, pero se los suele perc i-bir desde los discursos del miedo y la insegu-ridad con la instalación de la policía comon u e vos protagonistas urbanos. El centro sep e rcibe, imaginariamente, como el “lugar delp a s a d o” (p. 64) del que se siente nostalgia.

    En ese contexto se sitúan los esfuerzos porreactivar los centros, recuperarlos como espa-cios de interacción ciudadana, que Silva men-ciona tangencialmente, pero que están en elfoco del ensayo de Daniel Hiernaux: “Loscentros históricos: ¿espacios posmodernos?(De choques imaginarios y otros conflictos)”.

    En estos intentos se cristalizan y chocandos modos de concebir los centros históricosdesde fuera de ellos, sin consideración alpunto de vista de sus habitantes: uno patri-monialista y otro moderno. La mirada patri-monialista propone la conservación de “lasmarcas físicas y de las manifestaciones cultu-rales que estuvieron en boga en épocas ante-riores” (p. 33), bajo el supuesto de que ese pa-sado común es parte fundamental del presen-te. En el acercamiento posmoderno, en cam-bio, el espacio pierde su sentido de lugar, se loentiende como carente de historia, por lo quelas marcas físicas de la ciudad se percibencomo los retazos de otro presente, que puedeser sustituido, refuncionalizado y privatizadopor uno nuevo en una yuxtaposición de esti-los. Mientras el primer punto de vista, con su

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  • foco en el sentido de lo urbano como públicoy compartido, permite acoger a los residentesy usos tradicionales de la ciudad, el segundoimplica la eliminación de ellos, la margina-ción de lo que dio sentido simbólico a esecentro. Por lo mismo, el autor juzga de modolapidario el modelo posmoderno, ya que con-sidera que segrega, espectaculariza y desvin-cula el centro de sí mismo y su pasado. Comoalternativa postula un modelo del que no dadetalles concretos, basado en un imaginariopatrimonial menos restrictivo en el que seofrezcan “propuestas con sentido para trans-formar a los centros históricos en espaciosque posibiliten un modelo distinto de ciudady de sociedad” (p. 39).

    La (in)seguridad: imaginarios topofílicos ytopofóbicos de la periferia

    Si bien se definió como asunto los imagina-rios de la inseguridad, la aproximación con-creta llevó a los ensayos, más bien, hacia undibujo de los modos conflictivos en los que seaprehenden estos miedos en los bordes de laciudad, tanto en los suburbios de clase mediay alta como en las poblaciones de escasos re-cursos.

    Precisamente, la distinción entre las conno-taciones respecto de la segregación de los con-ceptos de periferia y suburbio sugieren la dis-tancia entre los imaginarios del miedo entre losbarrios acomodados y aquellos marginales enel artículo “No s o t ros y los otros: segre g a c i ó nurbana y significados de la inseguridad enSantiago de Chile” de Rosa María Gu e r re ro.

    Los significados y la vivencia de la insegu-ridad son disímiles entre ambos grupos: paralos entrevistados de las comunas más pobresla ésta es resultado de la pérdida de referentessociales y personales de seguridad como elEstado o el trabajo fijo, del estrés de una vidaurbana rápida y ruidosa, del deterioro de lasrelaciones familiares, mientras para los de los

    sectores más acomodados ésta es un resultadode la segregación urbana, en la que lo desco-nocido se percibe como causante de miedo,del individualismo y de la pérdida de los va-lores compartidos por ellos.

    En ambos espacios, estas carencias se en-carnan en un miedo a lo externo, a sus re d e sbásicas. Para los sujetos de clase alta ése “a f u e-r a” es un espacio claro y definido: los barriosperiféricos -un contrasentido si se consideraque los suburbios acomodados se ubican enSantiago también en la periferia- donde re s i-den un montón de estereotipos de los que sólose conoce -y se necesita conocer- a través de loque dicen los medios. Para los de clase baja“a f u e r a” es un territorio indefinido y disperso-la calle, otros barrios, el transporte público-desde el que acechan tanto ciertos estere o t i p o scomo sujetos que pertenecen a la comunidad,p e ro que la ponen en conflicto -los jóvenes.

    Este miedo al otro que se percibe comoamenazante desde los intersticios de la ciudades lo que, según Alicia Lindón en “Del su-burbio como paraíso a la especialidad perifé-rica del miedo”, lleva a una subversión delimaginario topofílico estadounidense del su-burbio como un paraíso en el que, quienpuede pagarlo, puede ser libre de fundar supropio espacio, su propia historia cerca de lanaturaleza, lo suficientemente lejos de la ciu-dad como para no sufrir sus externalidades -ruido, tensión, velocidad- y lo suficientemen-te cerca como para disfrutar de sus beneficios-servicios públicos y comercio-. En los már-genes de la Ciudad de México, incluso entrelos más pobres, se mantiene este imaginariocomo deseo, pero es resemantizado: el espacioy la libertad se convierten en desprotección yoscuridad desde la que el otro acecha; la na-turaleza se traduce en precariedad. De ahí, re-cuperan López, Mé n d ez y Ro d r í g u ez en“Fraccionamientos cerrados, mundos imagi-narios”, que se configuren como respuestasdefensivas como los fraccionamientos cerra-dos, las comunidades rodeadas de rejas.

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  • Todas estas similitudes y tensiones en losmodos de acercarse a la ciudad desde la inse-guridad dan cuenta finalmente de un modelo“que incentiva la interacción entre grupos ho-mogéneos social e identitariamente y el debi-litamiento de un modelo fincado en la diver-sidad” (p. 114).

    Apropiación del espacio público:estética y poder

    La última entrada al texto es más amplia y di-versa, tiene menos coherencia interna: tratasobre las apropiaciones diversas a través de lasque los ciudadanos viven los espacios públi-cos de sus ciudades.

    Miguel Ángel Aguilar escoge la dimensiónestética, entendida como “las formas significa-t i vas que emergen en la vida de la ciudad, for-mas que para acceder a ellas re q u i e ren, y sonp roducto, de una sensibilidad generada en elcontacto y tránsito en los espacios urbanos” (p.137). Analiza, entre otras manifestaciones con-c retas de este acercamiento a la sensibilidad dela urbe, las re p resentaciones de la fotografía pe-riodística. En ella conviven los espacios de lanoticia, lo excepcional, la ruptura, el choque,la invasión de los espacios por las multitudes yla exclusión del sujeto al más puro estilo ben-jaminiano, con los de lo cotidiano, con la re-cuperación de lugares en los que se sitúa al lec-tor como transeúnte cómplice que descubrelos reductos de una ciudad con aura desde lacrítica, el juego o la denuncia.

    El paisaje como manifestación de las dis-putas entre poder y esfuerzos ciudadanoscontrahegemónicos es la preocupación deCamilo Contreras en “Paisaje y poder políti-co: la formación de representaciones socialesy la construcción de un puente en la ciudadde Monterrey”. El autor analiza la construc-ción de un puente, por un lado, como unamanifestación de la ideología dominante enla ciudad: Monterrey como representación de

    la grandeza del capitalismo y el empresariado.Sin embargo, en contraste con esta imposi-ción sobre el paisaje se instituyen otros dis-cursos como la asignación de nombres paró-dicos a la estructura junto con otras manifes-taciones alternativas, liminares sobre la escasafuncionalidad del puente, su carácter innece-sario respecto de otras prioridades, de la per-cepción de que fue impuesto a los ciudada-nos, de que fue una expresión de la distanciade las clases políticas con la contingencia y desu afán de dejar memoria de sí mismas y deque, a pesar de todo eso y como en otroscasos similares, terminaría siendo un icono dela ciudad. Finalmente, un mismo objeto, quepara unos es un sello de lucimiento es rein-terpretado como “estrategia de los adversariospolíticos para desacreditar a su creador” (p.185).

    Queda fuera, por falta de espacio, el análi-sis de otros de los ensayos del libro, pero valgarecordar que comparten con estos su carácterde paseo por los recovecos de la ciudad juntoy desde la subjetividad de sus habitantes.Lugares e imaginarios de la metrópolis abre lamirada hacia la complejidad de estas manifes-taciones, de las posibilidades de recorrido queofrecen las redes humanas que las componeny pone en evidencia las fracturas que se es-conden en los estudios urbanos que no recu-peran esta dimensión cultural. El lector en-contrará esa disputa académica, jugada a tra-vés de los conceptos que quien haya incursio-nado mínimamente en el mundo de los es-tudios culturales encontrará a veces repetidos,junto con referencias a imágenes y vivenciasde la ciudad latinoamericana en las que podráreconocerse. La coexistencia de esos puntosde vista y la constante aparición de esas ins-tantáneas de la ciudad hacen del libro unalectura sugerente.

    María Constanza Mujica Holley Profesora de la Facultad de ComunicacionesPontificia Universidad Católica de Chile

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  • Flavia FreidenbergLa tentación populista: una vía deacceso al poder en América LatinaEditorial Síntesis, Madrid, 2007, 287 págs.

    El fenómeno del populismo en AméricaLatina ha sido estudiado a partir de diversosenfoques, buscando responder dos tipos depreguntas: cuáles son las razones que dan ori-gen al mismo y cuál es la naturaleza que defi-ne al populismo frente a otros fenómenos po-líticos. La Tentación Populista se inserta en ladiscusión sobre la definición del populismo ybusca responder a estos interrogantes. En re-lación al primero, se sostiene que el populis-mo surge como resultado de la moderniza-ción de las sociedades -efecto de la transiciónentre lo tradicional y lo moderno- destacandosu carácter momentáneo. Germani (1962)considera que el populismo sucede de formacasi automática en ese tipo de sociedades,presentándose como un fenómeno transitorioe imperfecto que, con el tiempo, produce ne-cesariamente una forma de gobierno diferen-te y acorde con una sociedad moderna.

    Como respuesta al intento de explicar elsurgimiento del populismo desde el enfoquede la modernización, rechazando su sesgo te-leológico y su conservadurismo, la perspecti-va de la dependencia plantea, desde un análi-sis estructural, que el origen de éste descansaen la conformación de una alianza interclasis-ta de sectores populares, clases medias y bur-guesía en confrontación con la oligarquía(O´Donnell 1972). Este enfoque entiende alpopulismo como resultado de la relación quese establece entre centro y periferia. Aquítambién está presente la idea de que el popu-lismo es una fase por la que atraviesa AméricaLatina. La visión de la dependencia estudia lan a t u r a l eza de las políticas, tanto socialescomo económicas, que los gobiernos imple-mentan.

    Una tercera aproximación a esta cuestiónplantea que el populismo surge como resulta-

    do de la crisis de instituciones de la democra-cia representativa, en especial de los partidospolíticos. Siguiendo a Connif (2003), el neo-populismo, que el autor ubica en la década de1990, cuenta con líderes más decididos a de-nunciar a los partidos políticos tradicionales,que sus antecesores populistas. Asimismo,plantea la falta de eficacia política, que inspi-ra a los votantes a buscar líderes que se opon-gan al status quo, como una causa del surgi-miento de los neopopulismos.

    En relación a la segunda pregunta sobrequé es el populismo, se han elaborado diver-sas respuestas. Por un lado, se lo ha tratadocomo a un discurso ideológico. Laclau (2005)sostiene que se utiliza el discurso populistapara constituir a los individuos en sujetos, através de su interpelación en oposición alotro, que representa el orden social estableci-do. La principal crítica a este enfoque es queel populismo no se puede reducir sólo a unaideología política sino que es una práctica po-lítica, de ahí que las manifestaciones populis-tas pueden oscilar entre la izquierda o la dere-cha. Por otro lado, se ha visto al populismocomo una forma social de intervención delEstado a través de la construcción de un pro-yecto basado en el discurso de lonacional–popular, en donde se incluye a lasmasas como legitimadoras del proceso, rela-cionado éste con la transformación de las so-ciedades tradicionales en sociedades moder-nas (Vilas 2003). En este orden de ideas, laintervención del Estado se constituye en unconjunto de políticas públicas, en su mayoríade tipo social, que persigue el objetivo de in-tegrar a grupos excluidos. Asimismo, se haidentificado al populismo como un tipo espe-cífico de políticas monetarias y de gasto pú-blico. Desde esta perspectiva, se lo consideracomo un modelo de intervención estatal ba-sado en la estabilidad macroeconómica.

    El populismo se ha estudiado como untipo de estrategia política (Weyland 1999). Alos efectos del análisis, explica al populismo

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    Reseñas

  • como una forma de ejercer el poder median-te el apoyo directo del pueblo sin mediacióninstitucional. Por último, se ha asociado alpopulismo con la manifestación de una cul-tura política determinada que supone unaforma de representación política. Este enfo-que destaca el carácter relacional del populis-mo y supone definirlo en términos de rela-ción social, donde se analizan elementos cul-turales como el vínculo entre el líder y los se-guidores, la forma de actuar del líder, las per-cepciones de los seguidores respecto del líder,el modo en que el clientelismo contribuye aldesarrollo del liderazgo, la cultura de los se-guidores, entre otros. Es importante tener encuenta que este enfoque incorpora las percep-ciones y acciones de los seguidores, quienestienen un carácter activo, a diferencia de otrasperspectivas que los interpretan como masasmanipuladas y pasivas.

    Lo reseñado permite observar cómo Latentación populista se ubica en el marco de ladiscusión más contemporánea sobre el popu-lismo en América Latina, pasando revista aldebate sobre este tema a la vez que analiza di-ferentes casos de la realidad regional a la luzde la teoría y en perspectiva comparada. Laautora toma posición y define al populismo,desde una visión neoinistitucionalista, comoun estilo de liderazgo, que se caracteriza porla relación directa, personalista y paternalistaentre líder y seguidor, en la que el primero noreconoce mediaciones organizativas o institu-cionales, habla en nombre del pueblo y po-tencia discursivamente la oposición de éstecon “los otros”; donde los seguidores estánconvencidos de las cualidades extraordinariasdel líder y creen que gracias a ellas y/o al in-tercambio clientelar que establecen con él(tanto material como simbólico) conseguiránmejorar su situación personal o la de su en-torno.

    El vínculo entre líder y seguidor puede ba-sarse tanto en una fuerte identificación emo-tiva como en el resultado de las evaluaciones

    que el seguidor realiza y que lo llevan a elegira ese líder como la mejor opción de represen-tación. Los valores, expectativas y discursosson tan relevantes como la creencia en la su-perioridad de ese líder. Esta idea tambiénconvierte al análisis en deudor de la perspec-tiva de la elección racional en la medida enque la forma como los seguidores perciben allíder y la relación que mantienen con él, su-ponen la maximización de sus beneficios in-dividuales y/o colectivos; lo cual resulta clavepara comprender las razones que motivan suapoyo.

    El libro se estructura en veintiún capítulosdistribuidos en cinco partes, seguidas de unareflexión final. En la primera, la autora reali-za un esfuerzo teórico con el objetivo de con-ceptualizar el fenómeno del populismo a lavez que destaca los obstáculos que dificultandicha tarea y establece los “requisitos míni-mos” para ser considerado como tal. En las si-guientes partes se propone una clasificacióntemporal según la cual se estructurará el restode la obra y clasifica a diversos liderazgos lati-noamericanos en tres grupos: los viejos popu-listas ( México, Brasil, Argentina, Ecuador,Panamá, Chile, Perú, Colombia y Uruguay),los nuevos neoliberales (Menem en Argentina,Fujimori en Perú, Collor de Mello en Brasil yBucaram en Ecuador así como las experien-cias contemporáneas a ellas que no eran decarácter neoliberal como la de Palenque yFernández en Bolivia) y los contemporáneos,que son los que obligan a un análisis actualdel fenómeno con el que se vuelve patente dela vigencia del populismo en América Latinay demuestra la pertinencia de su estudio.

    Los casos analizados evidencian que la ma-nera de hacer política en la región se siguedando a través de un vínculo estrecho entrelíderes y pueblo, con un discurso personalistaque busca incorporar a sectores excluidos, ge-nerando una nueva forma de representaciónpopulista. En ese sentido se estudian las expe-riencias de Chávez en Venezuela, Morales en

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    Reseñas

  • Bolivia y, finalmente, los casos de Noboa yCorrea en Ecuador. El interés de la autora esmostrar cómo algunos liderazgos que suelenser presentados como idénticos se comportande manera diferenciada con respecto, porejemplo, a la relación líder-seguidor, en eltipo de movilización empleado o al conteni-do de las políticas implementadas. Liderazgoscomo el de Morales y el de Chávez presentanmás diferencias que semejanzas y la autorapuntualiza en las mismas y sus consecuenciaspara la democracia.

    No existe consenso en la disciplina a lahora de determinar qué tipo es la relación quese establece entre populismo y democracia.Por un lado, se encuentran quienes lo entien-den como “una aberración de lo que deberíanser las prácticas democráticas”. Desde este en-foque, el populismo es visto como un obstá-culo para la democracia, toda vez que afecta ala idea de representación al establecerse unarelación estrecha entre líder y masas irracio-nales y anómicas que se dejan conducir poréste. Por otro, están quienes consideran que elpopulismo forma parte de la democracia yque ha aportado beneficios sobre todo en tér-minos de incorporación de sectores excluidosy en el universo simbólico que ellos tienen. Alrespecto, Freidenberg destaca aportes positi-vos y negativos del populismo para la demo-cracia y sostiene que éste ha sido una fuerzafundamental en la democratización deAmérica Latina y en la incorporación simbó-lica y efectiva de sectores que se encontrabanexcluidos tanto política como económica-mente.

    Al arribar al tema de la consolidación de lademocracia en la región, la autora hace hin-capié en el elemento decisionista de los popu-lismos, que lleva a la configuración de demo-cracias delegativas (O´Donnell 1992) en de-trimento de las representativas. De todas ma-neras, se puntualiza la necesidad de conside-rar otras variables que pueden afectar la con-solidación de las democracias latinoamerica-

    nas y destaca la necesidad de tener en cuentaaquello que la gente piensa y que la lleva atomar la determinación de delegar. La obraconcluye con una discusión sobre lo quepuede suceder una vez que el líder populistadeja el poder. Así, entra en juego la variablede la consolidación democrática como deter-minante de los resultados que los gobiernospopulistas produzcan sobre el sistema políti-co. En democracias institucionalizadas se lo-grará procesar el populismo y absorber las de-mandas de los sectores representados por elmismo. En cambio, en las democracias débil-mente institucionalizadas el sistema no logra-rá sobrevivir al populismo, teniendo en cuen-ta la incapacidad de satisfacer demandas so-ciales que pueden llega a sobrepasar las insti-tuciones y hacerlas entrar en crisis.

    El libro da cuenta de que el debate sobreel populismo continúa vigente y cumple enestablecer un diálogo entre teoría y realidadpresentándole al lector una visión completa ymultidimensional sobre la evolución y la vi-gencia del populismo en América Latina. Eneste sentido, La tentación populista constituyeun valioso aporte al estudio de los sistemaspolíticos de la región así como una importan-te herramienta de aproximación a los aconte-cimientos más recientes de la política latinoa-mericana, y cuya lectura permite reflexionar,de manera comparada y a través de casos con-cretos, sobre la relación conflictiva y pendularentre populismo y democracia.

    Margarita C. Batlle

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    Reseñas

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    Reseñas

  • Loïc WacquantLas cárceles de la miseriaManantial, Buenos Aires, 2000, 186 págs.

    El temor invade a nuestra sociedad. Se temea la agresión personal o al robo, a los acci-dentes o a las catástrofes (naturales o no).La soledad, el anonimato, generan frustra-ciones y miedos, pero también la pérdida dela intimidad, la multiplicación de los con-troles sociales. Las grandes concentracioneshumanas pueden llegar a dar miedo, perotambién lo dan las ciudades vacías en losfines de semana o durante las vacaciones.Los centros comerciales substituyen a lascalles y a las plazas. Las áreas residencialessocialmente homogéneas se convierten enfortificaciones cerradas. Los sectores mediosy altos se protegen con policías privados.Los servicios privados predominan sobrelos públicos.

    Los temores del ciudadano, algunos conexistencia objetiva, como aumento de la de-lincuencia, las expresiones diversas de laviolencia urbana, el deterioro ambiental, lafalta de empleos, etc., y otros producto deideologías de clase o de grupo, el temor alos homosexuales, a los pobres como direc-

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  • tamente responsables de los males queaquejan a las sociedades, son apoyados ysustentados la mayoría de las veces por losmedios de comunicación que operan comointermediarios para realizar una lectura dela realidad (Reguillo 1998:26)1.

    Existe un conjunto de situaciones con-cretas que se viven en las ciudades actual-mente y que provocan ese sentimiento deinseguridad por parte de los ciudadanos,pero que además (de manera peligrosa)están siendo utilizados como justificaciónpara las medidas de control y vigilancia quese están implementando en los países.

    Una de estas medidas aparece en losaños ochenta en Washington y Nueva York,donde se busca instalar una nueva razónpenal. Los organismos de Estado imple-mentan políticas penales ultra represivas,con alta participación del sector privado,construyendo una nueva doxa punitiva. Ellibro Losing Ground, de Charles Murray2, seconvierte en un verdadero catecismo de losluchadores contra la violencia social. Eltexto abre el camino para la popularizaciónde discursos y dispositivos represivos contralos “desórdenes” protagonizados por po-bres. Desde ese entonces se dan una serie deproducciones que sustentan y enfatizan estetipo de discursos, y que ubican el origen dela miseria norteamericana en la anarquía fa-miliar de los pobres, quienes acceden a unasistencialismo social que pervierte el deseode trabajar, daña la familia patriarcal y de-teriora el fervor religioso. Estas políticas son

    un instrumento de legitimación de la ges-tión policial y judicial contra la pobreza.Ante las medidas propuestas, la sociedadnorteamericana reacciona favorablemente,sobre todo si se trata de mantener el equili-brio económico y preservar la seguridadque se ve amenazada por estos nuevos páni-cos morales, provocados por las violenciasurbanas cuya emergencia se adjudica a losdenominaos “barrios sensibles”.

    A partir de estas exposiciones se armanlas principales líneas de trabajo que haránde Nueva York el centro mundial de la di-fundida práctica de la “tolerancia cero”, queperseguirá a la delincuencia juvenil, losmendigos, los vagabundos, los niños de lacalle, los vendedores ambulantes, los inva-sores extranjeros, con el fin de alejarlos delos centros urbanos. William Bratton, res-ponsable de la seguridad del Metro deNueva York y jefe de la Policía Municipalejecutará su trabajo orientándose por estecamino, advirtiendo claramente: “yo sédónde está el enemigo”. Los enemigos deeste experto son aquellos a los que conside-ra parásitos que generan la decadencia so-cial y moral de la ciudad, estos son los sque-egee men (gente que acosa a los automovilis-tas), los pequeños vendedores de droga, lasprostitutas, los vagabundos, los mendigos ylos jóvenes graffiteros. Y se dedica a lucharcontra sus nocivas prácticas: tráfico, ruidosmolestos, amenazas, suciedad, ebriedad.Bratton considera que los pequeños críme-nes pueden desembocar en crímenes mayo-res que se escapen al control de las institu-ciones. Desde 1994, la “tolerancia cero” co-nocerá un inmenso éxito que se propagarárápidamente hacia Europa.

    Con estas condiciones de fondo, LoïcWacquant busca un acercamiento a lo queesta política ha significado tanto en EEUUcomo en Europa y su actual expansiónhacia América Latina. Su interés está en en-

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    Reseñãs

    1 Rossana Reguillo, 1998, Mapas nocturnos, EdicionesSiglo del hombre, Santa Fé, Bogotá.

    2 A quien Loïc Wacquant define como politólogo de re-putación mediocre, ex gurú de Reagan. Murray reci-bió 30 mil dólares para escribir durante dos añosLosing Ground: American Social Policy, 1950-1980.Luego de su publicación, se hizo una inmensa publi-cidad del libro con la participación de periodistas, bu-rócratas, y especialistas. El Manhattan Institute realizóun simposio lanzándolo a la fama.

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    tender los procesos de marginalización ur-bana en las grandes ciudades y las respues-tas institucionales ante estos. El autor anali-za la miseria, el delito y la marginalizacióncomo una producción social inevitable deuna sociedad que progresa, donde esta ideade producción implica que todos los actoresintervienen en tanto agentes, y la respuestaque genera por parte de las instituciones esla constitución de un “Estado penal” conun discurso que criminaliza la miseria y lamarginación, y cuya expresión más clara esel aumento de las poblaciones carcelarias yel creciente reclamo de la “tolerancia cero”.

    La edición del libro que aquí se reseñafue realizada para América Latina, y surge apartir de dos visitas de William Bratton aBuenos Aires, la última en enero de 2000.En estas visitas, a más de publicitar la “tole-rancia cero” como política efectiva para lareducción de la criminalidad basada en una“ l i m p i eza de clase” (class-cleansing),Bratton difundió los servicios de su empre-sa privada de asesoramiento, First Security,y realizó visitas a dos barrios bonaerenses demala fama, promulgando su patentada ideade que “la desocupación no está relaciona-da con el delito” (Wacquant 2000: 11).

    Las cárceles de la miseria está dividido endos partes. En la primera, Wacquant descu-bre los orígenes de una nueva “sensatezpenal”, que propone un proyecto de orde-nación social de carácter neoconservador,impulsado por los think tanks norteameri-canos. En la segunda parte, el autor sitúaeste discurso en el contexto de una trasfor-mación mayor, que trasciende a los EstadosUnidos, dirigido al nuevo papel del Estadoen el manejo de los problemas asociados ala marginalidad y la pobreza: la criminaliza-ción de la miseria y su consecuente penali-zación. Se responsabiliza al excesivo asisten-cialismo estatal de fomentar la pobreza y ladescomposición social, donde se ubica al

    germen de las violencias que aquejan a lasciudades. Hay que dar la espalda a las “po-líticas comunitarias”, es lo que se resume enla “tolerancia cero” de Bratton. Es por tantonecesaria la transformación -en términos deWacquant- del Estado providencia al Es-tado penitencia. Este Estado funcionarácomo un dispositivo que, al igual que lasinstituciones disciplinarias de Fo u c a u l t(1998)3, se ejerce sobre el cuerpo de las ciu-dadanos a fin de hacerlos dóciles, útiles yneutralizar (o excluir) a sus elementos noci-vos y potencialmente peligrosos. El Estadole declara la “guerra al crimen” en busca dela “reconquista” del espacio público.

    Sin embargo, como analiza Wacquant,esta política social carcelaria en EE.UU. hatraído una serie de consecuencias: el au-mento exorbitante del número de encarce-lados en un período en que la criminalidadse estancaba y luego retrocedía (hiperinfla-ción carcelaria), un incremento sostenidoen la cantidad de personas en manos de lajusticia, en las antesalas de la prisión, el cre-cimiento desmesurado del sector peniten-ciario dentro de la administración pública(que implica el incremento del gasto en elsector penal, cubierto gracias a la disminu-ción del presupuesto invertido en el sectorsocial), la privatización del encierro, que ge-nera una prosperidad de la industria priva-da de la prisión, y finalmente lo que elautor denomina una “política de affirmati-ve action carcelaria”, que se traduce en elejercicio preferente de la política punitivasobre las familias y barrios excluidos, parti-cularmente los enclaves negros de las gran-des ciudades. Situación que “delata, antetodo, el carácter fundamentalmente discri-minatorio de las prácticas policiales y judi-ciales llevadas adelante en el marco de la

    3 Michel Foucault, 1998, Vigilar y castigar, Siglo XXI,Madrid

  • política de ‘ley y orden’ de las dos últimasdécadas” (p. 101).

    Wacquant cierra su libro con unPosfacio que lleva por título “El adveni-miento del Estado penal no es una fatali-dad”, dando una posibilidad para revertiresta corriente: ya que la utilización de losd i s p o s i t i vos penitenciarios con fines decontrol social es producto de ciertas deci-siones políticas a las cuales es posible opo-nerse, existe por tanto, la opción de propo-ner y construir una política social alternati-va, que reivindique los derechos sociales yeconómicos de las personas y promueva elmejoramiento de la calidad de vida en lasciudades.

    Dentro de los aportes del trabajo deWacquant están las sucesivas advertenciasque nos hace ante las nuevas prácticas de“s o c i a l - p a n o p t i s m o” extendidas desdeEstados Unidos hacia Europa, pero quetambién están encontrando eco enLatinoamérica, asociado a una administra-ción penal de la pobreza urbana. La lecturaque se da a las condiciones actuales de inse-guridad, así como el sentimiento que laacompaña, está desprovista de una miradaque abarque la complejidad y multidimen-sionalidad del fenómeno social que se viveactualmente y esto propicia las respuestasinstitucionales de “sentido común” penalque apuntan a la criminalización de la mi-seria y, a partir de esto, la conformación deun Estado policial y la privatización de lascuestiones de seguridad, que van configu-rando un marco paulatinamente más repre-sivo en el que se desarrolla una sociedad quetiene cada vez más miedo.

    María Augusta EspínEstudiante del Programa de Antropología,Flacso-Ecuador

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